Una joya del antiguo cofre del tesoro
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Una joya del antiguo cofre del tesoro
Una joya del antiguo cofre del tesoro Recreando el Apostolado de la Oración Roma, 17 de septiembre de 2010 I - Recrear En un mundo marcado por graves y grandes desafíos, por rápidos cambios y a la vez por hondas búsquedas espirituales, la Compañía de Jesús desea renovar y relanzar una valiosa joya que pertenece al tesoro de la tradición espiritual de la Iglesia. El Apostolado de la Oración, que desde 1844 ofrece un camino espiritual para millones de cristianos en todo el mundo, desea seguir proponiendo una respuesta válida a quienes hoy tienen sed de Dios. Sus prácticas, sencillas para los de alma sencilla, enseñan a poner al Señor en el corazón de la vida diaria y la vida diaria en el Corazón del Señor. Invitan al cristiano a santificar el día a día mediante un ofrecimiento radical de la vida, poniendo sus trabajos y oraciones, alegrías y sufrimientos al servicio de la Iglesia y de los demás. En línea con la antigua tradición de la espiritualidad bautismal recuperada por el Concilio Vaticano II, el Apostolado de la Oración pone al alcance de todos los fieles la participación en la misión de Cristo. Lo hace invitándolos a una activa colaboración en la misión de la Iglesia, cada uno en su vocación. Todos son invitados a ser apóstoles mediante una propuesta de vida arraigada en la Eucaristía y en el Corazón de Jesús. En febrero de este año el Superior General de la Compañía de Jesús, el Padre Adolfo Nicolás, que por encargo de la Santa Sede es Director General del Apostolado de la Oración, convocó en Roma al Consejo Internacional para esta obra1, para repensar el modo en que queremos presentar en la Iglesia este instrumento apostólico probadamente fecundo. Les pidió trabajar por RECREAR el Apostolado de la Oración y hacerlo más apto al servicio de los hombres y mujeres de hoy. No bastaría con introducirle cambios menores. Creemos que el actual contexto de crisis mundial y eclesial, que también afecta al AO, constituye un tiempo propicio (una ocasión favorable, un kairos) para relanzar de una nueva manera este tesoro de espiritualidad ignaciana asumido por la Iglesia y puesto al servicio del pueblo de Dios. Reunidos del 15 al 21 de febrero de 2010, junto al Padre Claudio Barriga, sj, el Director Delegado para el AO, estuvieron: 1 Juan Antonio Medina, sj, (Secretario del AO en Uruguay y Coordinador del AO para América Latina) Jim Kubicki, sj, (Secretario Nacional del AO para los Estados Unidos) Rigobert Kyungu, sj, (Secretario del AO en Congo y coordinador de África) Frédéric Fornos, sj, (Secretario Nacional del AO en Francia) 1 A partir de los resultados de la reunión de febrero pasado, les ofrecemos aquí algunas pistas para un modo nuevo de proponer el AO a los hombres y mujeres de hoy. También incluimos muchas preguntas que deberemos responder juntos. Les ofrecemos finalmente una síntesis de nuestro modo de ver el núcleo o carisma inicial del AO dado a la Iglesia a partir de 1844, adaptado para hoy, conscientes que en cada continente y en cada cultura deberá vestirse de ropajes diferentes y pintarse de colores locales. Con este documento damos inicio a un proceso participativo destinado a la recreación de esta obra apostólica que nos ha confiado la Santa Sede. En un instructivo aparte les proponemos el método práctico a seguir. Que el Espíritu Santo nos ilumine. ¿Qué propone el Apostolado de la Oración (AO)? El AO acoge e invita a todos los cristianos, sin distinción, a ser parte activa de la misión y de la vida de Cristo Resucitado. Llama a todos a ser apóstoles y misioneros en los trabajos, oraciones, alegrías y sufrimientos de cada día. Ofrece la metodología para un camino espiritual básico al alcance de todos los cristianos, a través de dos prácticas sencillas y profundas: el ofrecimiento diario de la vida y la oración por las intenciones del Papa. A partir de ellas, el AO ofrece un programa de formación espiritual con un hondo sentido misionero y eclesial. No es un Movimiento eclesial más, entre tantos Movimientos hoy disponibles en la Iglesia. El AO quiere ser más bien un servicio abierto a todos los ambientes de Iglesia, destinado a impregnarlos y renovarlos con un espíritu diferente, un aire fresco; es un llamado a movilizar todos los movimientos y las espiritualidades al servicio de la misión de Cristo. Es un modo de vida eucarístico que quiere expresar el corazón de toda espiritualidad eclesial, porque está arraigado en el Corazón de Jesús. ¿Cómo participar? De modo personal o comunitario, por medio de la oración de ofrenda diaria los seguidores del AO se hacen disponibles a la obra y la acción del Espíritu de Dios en ellos. Esta oración de ofrenda, sea mediante un texto ya escrito o expresado en las propias palabras, es el eje del modo de vida que proponemos. La adhesión a la misión de la Iglesia se expresa también en la oración cotidiana por las intenciones mensuales de Papa. Estas prácticas bastan para formar parte del AO, aunque se alienta la afiliación formal al Centro Nacional y, en muchas partes, también la incorporación a grupos parroquiales propios. Los niños y jóvenes pueden participar del AO si siguen estas prácticas, y pueden también vivir nuestra espiritualidad en comunidad formando parte de nuestra rama juvenil, el Movimiento Eucarístico Juvenil (MEJ). 2 ¿Cuál es el lugar específico del AO entre otros ministerios de espiritualidad hoy disponibles? El servicio de formación y crecimiento que el AO quiere y puede ofrecer a los hombres y mujeres de hoy se concretiza en tres orientaciones: un servicio de crecimiento personal: se invita a crecer en la oración, a formarse espiritualmente y a vivir en el Espíritu. un servicio de crecimiento para la Iglesia: servicio de unidad, de comunión, de renovación espiritual, de modo particular en las parroquias un servicio de crecimiento en la práctica de la fe que lleva a hacer justicia, formando apóstoles para la evangelización y para el cambio social, como eco de las orientaciones del Papa y su oración por un mundo más justo y solidario. ¿A quiénes se dirige? El AO, tal como se ha venido haciendo desde sus orígenes, se dirige a todos, sin ningún tipo de distinción. El testimonio de los que ya viven el AO será la primera fuerza de atracción para invitar a otros a unirse a este modo de vida. Si resulta útil para unos, otros querrán agregarse. Por lo tanto, los destinatarios del AO serán en primer lugar aquellos que se reconozcan en esta experiencia, sin distinción de edad ni de cultura ni de condición social. Luego, ellos mismos serán los difusores del AO, como un fuego que enciende otros fuegos. Pero también es verdad que hay ciertos grupos a quienes consideramos como destinatarios preferenciales, personas que en ciertos casos no son atendidos en sus necesidades espirituales por otros servicios de Iglesia. A modo de ejemplo, sin excluir otros grupos, estos pueden ser: Las masas, el hombre y la mujer corrientes, las personas sencillas, los pobres. Personas en búsqueda espiritual, que buscan sentido a sus vidas en medio de tanta confusión. La gente de las parroquias. Los jóvenes. [podemos completar esta lista, según nuestra realidad local] II - Algunos temas y preguntas específicas para la recreación del AO 1 Las intenciones del Papa: 3 Las dos intenciones de oración que actualmente nos envía el Santo Padre, la General y la Misionera, comenzaron en 1890 y en 1929, respectivamente. Ellas se preparan con al menos un año y medio de anticipación, y apuntan a grandes problemas y preocupaciones del corazón del Papa y de la Iglesia. Pero siempre hay situaciones nuevas y urgentes que van surgiendo en la marcha, después que dichas intenciones ya están escritas, que preocupan al Santo Padre. Graves disturbios o catástrofes mundiales, aniversarios o sus propios viajes, son también ocasiones en que él solicita la oracion de toda la Iglesia. ¿Cómo podemos hacernos más ágiles para responder a sus peticiones de oración por estas situaciones urgentes? ¿Cómo usar de mejor manera los modernos medios de comunicación al servicio de los fines de oración del AO? ¿Es necesario mantener las dos intenciones actuales para cada mes o bastaría con retener una de ellas? 2 La relación AO – MEJ (Movimiento Eucarístico Juvenil) Conscientes que en varios países el AO y el MEJ funcionan de manera separada y hasta sin un conocimiento mutuo, reafirmamos que el MEJ es parte integral del AO. Ambos comparten la misma raíz espiritual, y son expresiones diversificadas de un mismo carisma fundacional. Por eso, Entendemos el MEJ desde el AO. Entendemos el AO incluyendo el MEJ. Entendemos el MEJ desde el AO: El AO ha de ser el alma espiritual del MEJ. Esto no sólo por razones históricas, en las que reconocemos los orígenes del MEJ y antes de la Cruzada Eucarística, sino sobre todo porque la misma tradición espiritual del AO resulta muy apta para animar la vida interior de los miembros del MEJ, durante y después de su pertenencia al Movimiento. En la práctica, en algunos países el MEJ se ha desarrollado de manera independiente del AO, muchas veces con gran dinamismo. Es claro que en muchos de estos lugares no se puede forzar el vínculo entre ambas obras, tal como estas funcionan hoy. Sin embargo, reafirmamos que el MEJ se ha de comprender a sí mismo como un servicio especializado del AO, como su rama para niños y jóvenes. Todo miembro del MEJ debería tener conciencia que ya forma parte del AO. Hay una continuidad entre la propuesta pedagógica del MEJ - que no es para toda la vida, sino para acompañar el tiempo de la infancia y la juventud - y la ayuda y el acompañamiento que el AO ha de seguir brindando al que “egresa” del MEJ como adulto en la fe, en su misión de prestar otros servicios en la Iglesia. Entendemos el AO con el MEJ: Aún en los países donde existe el AO, pero no hay presencia del MEJ, se debe entender y “definir” el AO incluyendo este servicio especializado. Si el MEJ no está presente hoy en ese lugar, podrá estarlo mañana. No podemos olvidar que el AO nació entre jóvenes, y tiene en su alma el espíritu de radicalidad juvenil que invita a hacerlo todo y darlo todo por Cristo. Consideramos y valorizamos el MEJ como una parte irrenunciable del AO. 4 ¿Cómo avanzar en alcanzar una mayor unidad AO – MEJ? ¿Qué pasos debemos o podemos dar allí donde sólo hay una de estas dos realidades presentes? ¿Cómo describir la misión de actuales y futuros Secretarios Nacionales del AO y Directores Nacionales del MEJ? 3 La estructura jurídica del AO La estructura diocesana del AO descrita en los Estatutos, en particular lo que respecta al rol de los Directores Diocesanos nombrados por los Obispos (Nos. 3537), hoy ya no funciona salvo en muy pocas partes. ¿Cuál es la estructura más adecuada hoy para promover y renovar la práctica del AO? Después de más de cuarenta años, los actuales Estatutos, aprobados por el Papa Pablo VI en 1968, parecen requerir una renovación teológica y pastoral. Además, proponen una estructura para el AO que ha dejado de existir en la mayoría de las iglesias diocesanas. ¿Necesitamos nuevos Estatutos? Si fuera así, ¿cómo debería ser el proceso que nos lleve a tener nuevos Estatutos? ¿Cuál sería la estructura jurídica adecuada para el nuevo modo de servicio que queremos ofrecer con el AO? Los actuales Estatutos dicen muy poco del la sección juvenil del AO, el MEJ. ¿Qué contenidos deberá tener y cómo se podría proceder a elaborar Estatutos particulares para el MEJ? Al interior de la Compañía de Jesús no hay claridad acerca del ámbito de competencia del Secretario Nacional en las Provincias Jesuitas formadas por más de un país, o en los países con más de una Provincia. En este último caso, existen algunos Coordinadores Provinciales del AO, que trabajan en conjunto con el Secretario Nacional. Tampoco existe clara conciencia entre los jesuitas del vínculo entre el AO y el MEJ. ¿Cómo clarificar o definir mejor la estructura con la cual el AO y el MEJ son asumidos en la Compañía? Hoy no está del todo claro el papel del Secretario Nacional jesuita ante los obispos, lo cual dificulta la promoción del AO. ¿Cómo desarrollar nuestro servicio desde una identidad más claramente definida y conocida por las autoridades de la Iglesia? 4 Financiamiento y estructuras de solidaridad para oficinas pobres del AO. Se constata la enorme dificultad y limitaciones económicas que viven muchas oficinas del AO/MEJ en el mundo, especialmente en Africa. ¿Cómo crear ciertas estructuras de apoyo que permitan tanto generar como compartir recursos con los que tienen menos? Más preguntas en busca de respuestas 5 5. Para saber lo que pasa en los países y acompañar mejor el rol del Secretario Nacional del AO o del Director Nacional del MEJ, ¿cómo debería la Oficina internacional hacer un seguimiento adecuado y creativo del trabajo de las oficinas nacionales? 6. ¿Qué modos concretos tenemos para ofrecer en la Iglesia el servicio específico del AO, en medio de otras formas de ministerio espiritual hoy disponibles, en la línea de las tres orientaciones deseadas? Un servicio a la persona Un servicio a la parroquia Un servicio a la fe y la justicia 7. ¿Cómo crear y/o fortalecer los lazos de cooperación y colaboración con los centros de espiritualidad de la Compañía y con otras instituciones que prestan servicios relacionados a los nuestros? ¿Cómo establecer instancias permanentes o temporales que nos permitan un modo de trabajar en diálogo con otros de afuera del AO, en la Compañía de Jesús y más allá? 8. ¿Cómo llegar mejor a ciertos públicos que hemos considerado destinatarios preferenciales del AO (indicados más arriba)? 9. ¿Cómo debemos definir los contenidos pedagógicos universales y las finalidades comunes del AO, respetando a la vez las diferentes formulaciones de la práctica del AO en las distintas realidades? ¿Cuáles son esos contenidos comunes? 10. ¿Qué herramientas de evaluación e indicadores de logro podemos establecer como criterio de discernimiento para los responsables del AO? 11. ¿Qué medidas prácticas podemos proponer a fin de enseñar a vivir una espiritualidad eucarística realista y bien fundamentada? ¿Cómo promover una buena formación doctrinal y existencial en lo que son los sacramentos, en especial la Eucaristía? ¿Qué modos concretos de “vivir la Eucaristía” podemos ofrecer, en respuesta a la Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis de Benedicto XVI (parte III, “La Eucaristía, un misterio para ser vivido”)? 12. ¿Cómo conseguir que el AO y el MEJ estén presentes en los Consejos Parroquiales y tengan una participación activa en las instancias de coordinación de las diócesis y las conferencias episcopales? 13. Otras preguntas o temas que quisieran añadir. III - La actualidad de las raíces históricas del Apostolado de la Oración El Apostolado de la Oración que pretendemos recrear hoy es resultado del desarrollo de un carisma fundacional dado a partir de 1844, que creemos aún tiene 6 gran vigencia. A continuación hacemos una relectura de esta historia desde sus resonancias para el mundo actual. El Corazón de Jesús y la Eucaristía La vida cristiana parte de y consiste en un encuentro con el amor de Dios que ha sido revelado en Jesucristo. En el núcleo de esta revelación está el Corazón de Jesús, símbolo de la misericordia y la bondad del Padre que se nos hace cercano en la persona de su Hijo. Al mismo tiempo, este Corazón nos revela la profunda identidad del ser humano, pues simboliza la actitud interior más honda que caracteriza la vida de Jesús y debe caracterizar nuestra vida: una vida dócil al Espíritu, en relación de obediencia y amor al Padre y orientada al servicio de los demás. Esto que descubrimos en lo más hondo del Corazón de Jesús no es distinto de lo que podemos reconocer en el significado más hondo y más central de la Eucaristía. La Eucaristía nos muestra el Corazón de Cristo al hacernos presente su vida ofrecida al Padre y a los hermanos, su cuerpo entregado y su sangre derramada, su amor que conduce a la resurrección. Su Corazón está abierto y ofrecido a su pueblo en este sacramento de un modo misterioso y real. Este es el marco espiritual y la base teológica de lo que el AO invita a vivir. El centro de la propuesta del AO pone de realce estos aspectos esenciales de toda espiritualidad cristiana: un modo de vida eucarístico, unido al Corazón de Jesús. El AO quiere ser una ayuda para hacer nuestros corazones semejantes a Su Corazón, una ayuda para vencer las tentaciones en el combate espiritual, unidos a Jesús y como lo hizo Jesús. El MEJ expresa la misma idea cuando invita a los jóvenes a “vivir al estilo de Jesús”. Es escuela de oración y escuela de vida: enseñando la profundidad de la oración, el AO enseña la profundidad de vivir como Jesús vivió. El AO como despliegue del amor del Corazón de Jesucristo La propuesta espiritual del AO quiere ser un despliegue y una expresión del amor y de la actitud que habita el Corazón de Jesús. El AO nació en 1844 como una invitación hecha a un grupo de jóvenes estudiantes jesuitas a ser apóstoles y misioneros en sus vidas corrientes, a unir a Cristo todo lo que hacían. Cada una de sus actividades podía ser apostólica si, al iniciar el día, la ofrecían al Señor, uniéndola a lo que hacía la Iglesia. Ofrecer y vivir la vida fielmente les fue propuesto como un modo de participar espiritualmente en los trabajos de los misioneros y en la misión de toda la Iglesia La práctica concreta que iba a expresar esto era una oración de ofrecimiento del día, al inicio de la jornada. Declaraban con ello su decisión y su disposición de que todo el día fuera para el Señor. Hacer realidad las palabras de esta ofrenda se convirtió en un bello desafío, que dio nuevo sentido a sus vidas, pues los animaba a buscar y encontrar a Dios en todas las cosas, para en todo amar y servir. Las tareas cotidianas de su vida de estudiantes estaban ahora llenas de la presencia de Dios, de una nueva manera. 7 Al final del día, la oración de Examen recogía lo que Dios había hecho en sus vidas a partir de lo ofrecido en la mañana. Estos dos momentos de oración, en la mañana y en la noche, los hacían más disponibles a la acción de Dios en ellos durante el día y más atentos a dejarse guiar por él. Los jóvenes jesuitas percibieron la unidad que había entre estas dos prácticas y la celebración de la Eucaristía de cada día. En esta última reconocieron la misma dinámica de recibir de Dios y entregar a Dios. Cristo se ofrecía al Padre y se daba a ellos, arrastrándolos en su propio movimiento de ofrecer la vida. Había entre estos tres momentos una coincidencia y una continuidad, pues las dos oraciones eran una manera de vivir la Eucaristía durante el resto del día. Entendieron además que este modo de vida eucarístico brotaba del ideal de amor y humanidad vivido por Jesús en su propio Corazón. Vivir la espiritualidad eucarística no era otra cosa que vivir la espiritualidad del Corazón de Jesús. Comprendieron, como está dicho más arriba, que el significado hondo de la Eucaristía y lo que caracteriza el Corazón de Jesús nos remiten ambos a la misma realidad teológica: la autodonación amorosa del Padre a la humanidad y la respuesta consecuente del nuevo Adan, el Hijo encarnado, que se entrega al Padre, “amando hasta el extremo” a sus hermanos. Los jóvenes jesuitas estaban siendo invitados a asociar su oración y sus vidas a esta dinámica de redención. Ofrecer sus vidas con generosidad y en docilidad al Espíritu fue el modo como ellos se hacían disponibles a participar de la misión de Cristo en sus vidas de cada día. Era así, de esta misma manera, como ellos servían a su Iglesia, pues este modo de oración los invitaba a una vida fiel a lo que su estado pedía en ese momento, es decir, estudiar y vivir una vida santa, allí donde se encontraban. Así servían y apoyaban espiritualmente a la Iglesia de las fronteras y a los misioneros, sosteniéndolos realmente. Ensanchaban sus horizontes y sus corazones a las dimensiones de la misión de la Iglesia universal. Junto con hacerse más eclesiales, sus vidas y todo lo que vivían se hacía apostólico. Este programa de vida apostólica se llamó el Apostolado de la Oración, y en pocos años tenía millones de adherentes. El AO ofreció a los cristianos de la época un nuevo sentido al esfuerzo y a la rutina de cada día, que se convertían en el campo mismo de su colaboración con Cristo en la misión de la Iglesia. Dicho de otra manera, el AO les daba medios para poner en práctica el propio bautismo en la sencillez de la vida cotidiana y participar en el sacerdocio de toda la Iglesia. Por su dimensión eclesial explícita, fue muy natural al AO la propuesta, que llegó a partir de 1890, de orar por las intenciones mensuales de oración del Santo Padre. El AO comprometía las vidas y la oración de sus miembros con la misión de toda la Iglesia. El AO articula Eucaristía, Iglesia y misión, de un modo compacto e inseparable, como se dan unidos en el Corazón de Jesús. Nos enseña a hacer vida la Eucaristía, a servir en Iglesia, a entender la vida en clave de misión. 8 Adherimos a estos tres aspectos con la oración de ofrenda, expresando nuestro deseo de ser dócil al Espíritu. Nos hacemos disponibles a vivir toda la vida “a la manera de la Iglesia”, en la oración y en el servicio, en la alegría y en la tristeza, en el sacrificio y en el descanso. Nos hacemos capaces de contener todo el cosmos en nuestra oración, con respeto a la creación y hallando la presencia del Creador en todas las cosas, pues aprendemos a vivir y a amar como lo hizo Jesús en su Corazón. Nos abrimos al mundo de hoy cuando junto al Santo Padre nos hacemos más consciente de las grandes cuestiones sociales del presente, aprendiendo a mirar la realidad desde el punto de vista de la Trinidad, como enseña San Ignacio. Lo hacemos carne en nosotros mismos cuando dejamos que las interpelaciones de las intenciones de oración del Papa nos cuestionen y nos cambien el propio estilo de vida, trabajando por la justicia del Reino. Orar con el AO nos compromete a actuar conforme a lo que estamos orando. Escrito por el Consejo Internacional del AO, entre febrero y septiembre de 2010 Nota: Hacia fines de 2011 el Consejo internacional del AO, junto al Consejo del MEJ (en proyecto de creación), se reunirán en Roma para ver el estado de nuestro proceso de recreación. 9