Documento PDF - Cuadernos de Arte Rupestre
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ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:32 Página 313 Cuadernos de Arte Rupestre • Número 4 • Año 2007 • Páginas 313-351 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe (Cáceres): actuaciones de adecuación para la visita y revisión de sus manifestaciones rupestres Hipólito Collado Giraldo * José Julio García Arranz ** RESUMEN El conjunto de arte rupestre del Parque Nacional de Monfragüe, con más de un centenar de localizaciones pintadas o grabadas, conforma en la actualidad uno de los complejos de arte prehistórico postpaleolítico más importante de la Península Ibérica. La mayor parte de las estaciones rupestres se sitúa en zonas de especial protección para la fauna y la flora, lo que imposibilita el acceso a las mismas durante gran parte del año a los investigadores especializados y no da pie para que puedan ser conocidas de manera directa por el público que visita el parque. Con el fin de paliar esta situación se ha puesto en marcha un programa de actuaciones con un objetivo claramente didáctico. Publicaciones, charlas divulgativas y la adecuación para la visita publica con visitas guiadas de uno de los abrigos más representativos de Monfragüe: la cueva del Castillo. Esta adecuación estuvo precedida de una serie de intervenciones especializadas, coordinando labores de limpieza y consolidación de los motivos rupestres con * Consejería de Cultura y Turismo, Junta de Extremadura. [email protected] ** Dpto. de Arte y Ciencias del Territorio, Universidad de Extremadura. [email protected] ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:32 Página 314 CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE una nueva documentación completa de sus manifestaciones artísticas, tanto de las ya conocidas como de las nuevas figuras que los trabajos de limpieza iban desvelando. El resultado final queda expuesto en este trabajo, en el que, además de presentar nuevos calcos que incluyen las figuras inéditas, abordamos una propuesta de seriación diacrónica para el arte rupestre de esta estación y su contextualización funcional en el marco general del arte rupestre del Parque Nacional de Monfragüe. PALABRAS CLAVE Parque Nacional de Monfragüe, cueva del Castillo, arte rupestre, nuevas investigaciones. ABSTRACT The rock art in the Monfrague National Park, with more than a hundred of shelters with paintings or engravings, is actually the best group of post-paleolithic rock art in Spain. Most of them are located in natural protected areas and can only be visited by researchers. To correct this situation the Park has begun a didactical program with conferences, publications and the preparation of the best rock art shelter in Monfragüe: “La Cueva del Castillo”. In this shelter, restoration activities and a new documentation of all prehistoric figures (yet recognized and unknown) have been lately developed. In this paper we are going to present these works and a new proposal of diachronic sequence and function for prehistoric rock art in Monfrague National Park. KEY WORDS Monfrague National Park, cueva del Castillo, rock art, news researchs. 1. Introducción La cueva del Castillo de Monfragüe (coordenadas: 39º 49’ 43’’ N; 6º 03’ 02’’ W; altitud: 420 m; término municipal: Torrejón el Rubio –Cáceres–; localidad más próxima: Villarreal de San Carlos), visible sin dificultad desde el camino de acceso a la fortificación medieval del mismo nombre, es una gran oquedad abierta en la base del imponente farallón cuarcítico vertical sobre el que se asientan los restos de la mencionada construcción militar, pertenecientes, en esencia, a los siglos XIII y XV. El enorme crestón, de cuarcitas armoricanas muy cristalizadas y resistentes a los agentes erosivos, constituye un elemento habitual en la agreste morfología del Parque Nacional de Monfragüe, en el que se integra nuestra cueva, consti314 4 • 2007 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:32 Página 315 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... tuida por apretadas alineaciones de cerros y valles que se disponen alargados y curvados en dirección oeste-noroeste-este-sureste –típico relieve apalachense–, estructura tectónica formada con los movimientos hercínicos, en la que se han ido encajando durante el período Cuaternario los ríos Tajo y Tiétar (Gumiel et alii, 2000: 52-54). La cueva del Castillo es una típica covacha en forma de embudo profundo de algo más de 8 m de longitud, cuyo interior se va estrechando al tiempo que se eleva de forma escalonada. Fue configurada por la acción de la erosión diferencial que, al actuar sobre la red de diaclasas o fracturas abiertas en la roca, ha ido desgajando y desalojando ladera abajo diversos bloques de piedra hasta configurar la oquedad tal y como se puede contemplar en la actualidad. En las superficies rocosas más o menos amplias que se extienden a lo largo del lado izquierdo de la cavidad, se conservan significativas agrupaciones de pinturas y grabados pertenecientes a distintos momentos de la Prehistoria reciente, que permiten establecer una panorámica bastante amplia de la evolución del arte rupestre en el suroeste peninsular. La cantidad y variedad de sus figuraciones pintadas, sus singulares composiciones y su razonable buen estado de conservación convierten a esta covacha en uno de los conjuntos rupestres más interesantes, no sólo del Parque Nacional al que pertenece, sino de todo el ámbito extremeño (fig. 1). 2. La cueva del Castillo de Monfragüe: breve historia de una investigación En el mes de abril de 1970 los maestros nacionales de la localidad cacereña de Torrejón el Rubio, Leandro Nieto y Manuel de Carlos, descubrieron la existencia de diversas representaciones rupestres en el interior de este notable abrigo rocoso, que será bautizado, entre otras fórmulas más imprecisas, con el nombre de abrigo o cueva del Castillo de Monfragüe a causa de su proximidad a los restos de la mencionada fortaleza medieval; también en la bibliografía local más temprana la estación aparece ocasionalmente denominada como El Santuario a raíz del carácter sacro que de forma tradicional se ha venido concediendo a las cavidades decoradas con arte rupestre. El lugar se convirtió de este modo en uno de los yacimientos con pinturas postpaleolíticas más tempranamente conocidos en la provincia de Cáceres: con anterioridad a su descubrimiento y divulgación inicial, tan sólo se tenía noticia pública de este tipo de arte en algunos enclaves de las sierras de Las Villuercas, en los términos de Cañamero –cueva de Álvarez, descubierta en 1916 y dada a conocer por José Ramón Mélida (1924: tomo de láminas, lám. 1) y el abate Henri Breuil (1933: 167-179, planchas XXXVIII-2 y XLII-1)– y H. Collado • J. J. García 315 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 316 CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE Figura 1. Vista general de la cueva del Castillo. Parque Nacional de Monfragüe. Berzocana –cuevas de Los Cabritos, Los Morales y El Cancho de la Sábana, publicadas en 1969 por Fernández Oxea–. El amplio interés que suscita este hallazgo marcará, además, el punto de partida de una renovada y definitiva atención hacia el arte 316 4 • 2007 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 317 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... rupestre en la comunidad extremeña, sostenida inicialmente por prospectores aficionados y eruditos locales, y retomada muy pronto por investigadores procedentes tanto de la Universidad de Salamanca como de la recién creada Universidad de Extremadura, con los que la investigación irá adquiriendo un tono cada vez más riguroso y científico. Así, a las primeras noticias sobre la cueva del Castillo aparecidas en la prensa local –diario Hoy, edición de Cáceres, de 3 de junio de 1970–, y a las breves reseñas publicadas en 1972 por Valentín Soria Sánchez en la Revista de Estudios Extremeños (1972a: 283-286 y 1972b: 443-444), se suceden en los años inmediatos –entre 1972 y 1974– los respectivos estudios de Mª. Cleofé Rivero de la Higuera (1972-1973: 288-297), Miguel Beltrán Lloris (1973: 59-85) y Florencio J. García Mogollón (1974: 560-563). Aquellas aportaciones han convertido a este singular yacimiento cacereño en el más estudiado y divulgado de la pintura esquemática extremeña, lo que justifica su inusual popularidad entre el público no especializado1. En el interior de la cueva apenas se han detectado hasta la fecha restos arqueológicos significativos: tan sólo tenemos noticia del hallazgo de un hacha tallada por una sola cara y una lasca en forma de cuchillo, entre otros microlitos en forma de raspadores, hallados por el maestro Pablo Gonzálvez en el suelo removido de la oquedad poco después de su descubrimiento. Debe reseñarse aquí, sin embargo, la localización de indicios cerámicos pertenecientes al período Calcolítico recogidos en las cuevas próximas de El Peine y Los Murciélagos, descritos por García Mogollón (1974: 557-559) junto a otros útiles líticos, láminas de pizarra pulida y un fragmento de hueso labrado, o en las laderas del castillo, donde se localiza un poblado prehistórico que la bibliografía tradicional –recordemos el trabajo de Lavado Paradinas (1985: 127-128 y 132) elaborado a partir de las excavaciones arqueológicas realizadas en 1983 y 1984– encuadra en la Edad del Bronce, aunque con alguna fase de ocupa- 1 A este amplio conocimiento ha contribuido, sin duda, la proximidad de la estación al aparcamiento del enclave más visitado del hoy Parque Nacional, el mencionado castillo y su entorno inmediato. Debe indicarse igualmente la presencia entre los restos de la fortificación de la ermita de Ntra. Sra. de Monfragüe, destacado centro devocional de varios municipios de su entorno, y objeto de las correspondientes romerías. 2 Los trabajos de excavación efectuados en el castillo de Monfragüe se centraron, según testimonio de su director (Lavado, 1985: 132-133), en los principales bastiones conservados de la fortificación –la Torre Redonda y la Torre Pentagonal–, un posible basamento de torre del extremo occidental del recinto, el aljibe, el camino de ronda, el muro de la barbacana y el denominado Patio de Armas, situa- H. Collado • J. J. García 317 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 318 CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE ción más temprana que hay que retrotraer a la Edad del Cobre 2. Estos testimonios nos hablan de una sensible actividad humana en el entorno de la cueva en las fechas en que presumiblemente se realizó parte de sus pinturas. A aquellos tempranos trabajos se han ido sumando diversas publicaciones posteriores referidas a la covacha o sus representaciones, normalmente de carácter más sintético y divulgativo, que no aportan elementos sustanciales a lo ya expuesto en los primeros. Es a partir de la década de los noventa, y en especial a raíz de las prospecciones sistemáticas realizadas en 1997-1999 y 2002 por un equipo interdisciplinar de la Junta de Extremadura y de las Universidades Complutense y de Extremadura, destinadas a elaborar un catálogo completo del arte rupestre del ámbito del parque, cuando se retoma el interés por este singular conjunto (Collado y García (eds.), 2005: 21-23). La realización de sistemáticas y cuidadosas labores de limpieza efectuadas en los paneles decorados de la cueva en los veranos de 1997 y 2006 han posibilitado el descubrimiento de interesantes representaciones inéditas, y han propiciado un nuevo estudio y documentación completa de sus grafías (Collado y García, 2006), cuyas principales conclusiones, avaladas por el establecimiento de paralelos formales con otros importantes complejos rupestres extremeños, serán expuestas en las siguientes páginas. 3. Actuaciones de conservación y recuperación del conjunto rupestre Durante algo más de tres décadas el acceso a este abrigo rocoso estuvo protegido por una reja y puerta metálicas instaladas por la do a poniente (actual plaza de toros). La aparición de materiales de la Edad del Bronce –restos cerámicos de pasta gruesa y de grandes recipientes– en la Torre Redonda y en la plaza de Armas nos sugiere la existencia de un primitivo recinto fortificado de aquella etapa, cuya función como reducto de vigilancia y control del tramo inmediato del río Tajo, y del paso transversal que éste abre en la sierra a través del denominado Salto del Gitano, parece consolidarse en época romana, y tendrá su continuidad en los siglos medievales. González Cordero (1999: 202-205) enumera los distintos hallazgos materiales operados en el entorno del castillo de Monfragüe, y reproduce algunos de los fragmentos cerámicos fechados en la Edad del Bronce por Lavado, aunque también menciona otros elementos que parecen apuntar al Calcolítico como inicio de la secuencia poblacional de la zona. En este sentido, el mismo autor (1999: 205) señala que los trazos pintados conservados en la cueva de los Murciélagos –cavidad muy próxima a la cueva del Castillo, que también contiene pinturas rupestres– son similares a la especie de tatuaje facial que presentan diversos tipos de ídolos procedentes de sepulcros megalíticos de la Edad del Cobre. 318 4 • 2007 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 319 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... Dirección General de Bellas Artes a consecuencia de las irreparables agresiones –arañazos y percusiones con una roca– que se produjeron sobre algunas de sus figuraciones más visibles en el momento de su descubrimiento (Beltrán, 1973: 61). Aunque impactante en el paisaje, fue un necesario elemento preventivo con el fin de evitar que la gran afluencia de visitantes que recibe la zona pudiera ocasionar mayores daños en sus frágiles representaciones rupestres. En el ámbito del proyecto de investigación titulado Un espacio natural con historia: prospección, documentación y puesta en valor del patrimonio histórico y artístico del Parque Natural de Monfragüe (Cáceres), financiado por la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta de Extremadura, se llevaron a cabo las primeras intervenciones operadas sobre sus paneles rupestres desde el momento de su descubrimiento. Consistieron éstas en diversas labores de limpieza y consolidación dirigidas por Rocío Casasús del Águila y Teresa Gil Muñoz, restauradoras especializadas en pintura mural, que tuvieron lugar en el verano de 19973. Durante los meses de octubre y noviembre de 2006, una vez finalizadas las nuevas labores de limpieza de los paneles, a cargo en esta ocasión del equipo de restauradores especializados en arte rupestre de Eudald Guillamet (Iglesias, 2007)4, se desarrollan diversas actuaciones destinadas al adecuado acondicionamiento y accesibilidad de la estación: se ha trazado y delimitado un camino de subida a la covacha desde la carretera de acceso al castillo, se ha reducido la altura de la reja de cerramiento y se ha adelantado ésta respecto a la anterior –pues 3 La intervención, destinada a detener la degradación y estabilizar las representaciones pintadas, se planteó casi como una actuación de urgencia: se concedió especial prioridad a las labores de limpieza minuciosa de las superficies y consolidación de los soportes y pigmentos. Se procedió a limpiar las superficies, eliminando los restos de nidos, vegetación, líquenes y otros elementos adheridos sobre las pinturas. Posteriormente se consolidaron los soportes mediante el empleo de productos que mantienen inalterables las características originales de la piedra: porosidad, color, dureza, etc. Se finalizó el trabajo con la aplicación de unas capas de protección con el fin de prevenir futuras agresiones. 4 Estas actuaciones se llevaron a cabo en los meses de junio y noviembre de 2006, contando con la colaboración de Maribel García y Laura Ballester, promovidas, junto con las instalaciones de accesibilidad al abrigo, por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura. Tanto estos trabajos, como los realizados en 1997, tuvieron como resultado más llamativo la aparición de elementos figurativos inéditos, en especial diversos antropomorfos de trazo fino y gran interés, como veremos más adelante, o la reconstrucción completa de la figura de un ciervo seminaturalista situado bajo algunos de los antropomorfos del panel 8, que aportará una interesante información cronológica. Además, un buen número de trazos y figuras recobraron definición e intensidad en sus formas y colores, ganando el conjunto de pinturas en vivacidad y atractivo. H. Collado • J. J. García 319 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 320 CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE aquélla se superponía y afectaba a uno de los paneles decorados–, se han instalado escaleras y plataformas en el interior de la estación para la cómoda contemplación de las figuraciones rupestres, y se ha dispuesto una cartelería explicativa. Se ha procurado, en fin, la mimetización cromática de todas las estructuras con su entorno natural para minimizar su impacto visual. De este modo, la estación rupestre se encuentra hoy perfectamente acondicionada para su visita guiada con todas las garantías de seguridad para los visitantes. 4. Las representaciones rupestres de la cueva del Castillo de Monfragüe: análisis e interpretación de los paneles decorados Dadas las necesarias limitaciones de extensión del presente trabajo –que no soportarían una descripción y análisis minuciosos de cada una de las grafías de la estación–, y puesto que ya existen varios estudios precedentes sobre este conjunto, vamos a limitarnos en las siguientes páginas a trazar una visión general de las figuras y composiciones, insistiendo un poco más en aquellos pictogramas inéditos o conocidos parcialmente que han podido ser ahora visualizados y reproducidos en su integridad a partir de los trabajos de limpieza de los paneles ya descritos. Proponemos, al mismo tiempo, una cronología aproximada o relativa para las grafías rupestres así como una posible periodización o proceso evolutivo de las mismas, ya expuestas en trabajos anteriores, y planteadas desde el recurso simultáneo a las superposiciones de motivos y a criterios estilísticos o comparativos establecidos con otros complejos rupestres bien estudiados, con el fin de obtener algo más de precisión dentro de los amplios márgenes temporales en los que se viene situando este tipo de manifestaciones. Las representaciones rupestres de la cueva del Castillo se concentran en tres grupos perfectamente diferenciados espacialmente, cada uno de ellos formado por uno o varios paneles, entendidos éstos como superficies pétreas en disposición vertical diferenciadas entre sí por grietas o cambios de plano, que se extienden a lo largo del lateral izquierdo de la cavidad conforme miramos hacia el interior de la misma, orientados en todos los casos hacia el este 5. Las dos 5 Varios autores han insistido con anterioridad en la idoneidad de estas superficies para la representación de las pinturas en contraste con las del costado derecho, cuya inclinación, textura menos tersa y peor accesibilidad dificultan esta labor. La elección general de los paneles parece responder pues, en este caso, más a unas razones prácticas y operativas que a unos criterios simbólicos y/o rituales aunque, posteriormente, se tienda a resaltar determinadas zonas con una especial concentración y superposición de motivos pintados. 320 4 • 2007 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 321 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... plataformas instaladas en la estructura metálica permiten la mejor contemplación posible de estos conjuntos decorados. A la hora de describir los diferentes grupos, lo haremos de izquierda a derecha, desde el exterior hacia el interior de la cueva; en cuanto a los paneles que forman cada grupo, el análisis se llevará a cabo de arriba hacia abajo, y de izquierda a derecha. 4.1. Grupo A (figs. 2 y 3) Se encuentra muy próximo a la entrada de la covacha, y resulta visible desde la plataforma inferior, si bien las pátinas que se han ido formando sobre la superficie de la roca, muy lavada, y la decoloración de la mayor parte de sus figuras –probablemente a causa de la mayor exposición a la luz y agentes ambientales exteriores– dificultan actualmente su contemplación. Consta de tres paneles estrechos y alargados, en disposición diagonal ascendente hacia su lado derecho, y superpuestos en altura. En el panel 1, situado en la parte superior del grupo, persisten algunos trazos gruesos de color rojo –dos de ellos se cruzan en perpendicular formando una cruz, quizás parte de una figura humana desaparecida en parte–, y conjuntos sin forma definida de líneas de más fina factura, también rojizos. Uno de ellos presenta aspecto arboriforme similar a la cornamenta de un ciervo6. Junto a estos restos se conservan algunas manchas y trazos de color negro7. Sin embargo, la figura más interesante del panel es una fina retícula en pigmento negro situada en el extremo superior derecho del mismo, realizada con la técnica del grafitado –consistente en rayar sobre la superficie pétrea con una porción de colorante sólido, dando lugar a unas líneas filiformes y algo irregulares–, que podría representar una estructura, trampa o el plano de algún tipo de recinto. Aunque claramente incompleta, presenta hasta seis trazos verticales interrumpidos perpendicularmente por, al menos, otras tantas líneas en disposición horizontal, configurando una especie de cuadrícula de cierta uniformidad (fig. 4). 6 La imprecisa figura situada a la derecha de éste, también elaborada con un trazo fino, fue identificada por Beltrán Lloris (1973: 77, fig. 11) con un esteliforme de tipo soliforme, lectura que dio pie a este investigador a una digresión sobre el posible carácter ritual de la asociación astro-ciervo. Lo cierto es que el estado actual de estas figuraciones nos impiden avalar aquellas hipótesis interpretativas. 7 Beltrán Lloris (1973: 76) reprodujo, a la izquierda de los motivos que acabamos de describir, otros trazos indefinidos, en rojo los más gruesos y en negro los más finos, entre los que se distinguía un posible pectiniforme, cuya existencia no hemos podido constatar en la actualidad. H. Collado • J. J. García 321 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 322 Figura 2. Vista general del grupo A. Figura 3. Calco general del grupo A con indicación de los paneles 1, 2 y 3 (según Milagros Fernández). ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 323 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... Figura 4. Detalle de retícula grafitada en negro del panel 1. El panel 2 concentra sus figuraciones, todas ellas de color rojo, en el extremo inferior izquierdo de su superficie (fig. 5). Son perfectamente reconocibles un zoomorfo y, a su derecha, dos figuras humanas de trazo grueso. El primero –seguramente un cérvido a juzgar por la ramificación ahorquillada del extremo de su cornamenta–, orientado hacia la derecha, presenta hasta siete patas, quizá para expresar gráficamente el movimiento del animal, o indicar conceptualmente la idea de rebaño (fig. 6). De los dos antropomorfos, el más singular es el situado cabeza abajo –con los brazos en cruz y piernas de escaso desarrollo–, posición que, si seguimos a la crítica tradicional, podría sugerir la idea de accidente o muerte (fig. 7); el otro, también con unos brazos en cruz cuyos extremos se incurvan ligeramente hacia la parte inferior, parece quebrar su cadera en actitud de movimiento o danza. Una mancha oblonga de pintura flota sobre la composición, y, entre el animal y las representaciones humanas, encontramos una confusa acumulación de figuras de trazo fino superpuestas –con una coloración anarajanda muy desvaída puede observarse un posible antropomorfo ramiforme junto a una estructura lineal geométrica, sobre los que se superpone, en un tono más oscuro, una figura tectiforme8–, y diversas líneas grafitadas, verticales y paralelas, de tipo filiforme (fig. 8). 8 Nos parece excesiva la identificación que Beltrán Lloris (1973: 75) propuso de esta última figura de tonalidad más oscura como arma u objeto enmangado. H. Collado • J. J. García 323 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 324 Figura 5. Vista general del panel 2. Figura 6. Detalle de la figura zoomorfa del panel 2. ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 325 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... Figura 7. Antropomorfo invertido del panel 2. En cuanto al panel 3, en su extremo inferior izquierdo se conserva la imagen de otro animal cuadrúpedo esquemático, ahora de tonalidad negra, cuya apreciación ha mejorado con las últimas limpiezas (fig. 9). Varios trazos negros de ejecución más fina se han superpuesto al extremo izquierdo de la figura, de modo que algunos de ellos parecen recomponer una cornamenta de ciervo. Si nos desplazamos en diagonal ascendente por la superficie del panel, nos encontramos con un confuso cúmulo de manchas, trazos y líneas de grafitado, en los que se combinan el color rojo y el negro. El recorrido figurativo termina en el ángulo superior derecho, donde resulta visible, en disposición diagonal adaptada al marco rocoso, una serie de grafías realizada con grafitado negro, que constituye el elemento más valioso a la hora de proponer una cronología mas precisa de al menos una parte del presente conjunto rupestre. Se trata de una inscripción realizada con la denominada escritura del suroeste, cuya trascripción, en opinión de Beltrán Lloris (1973: 78-79), equivale a los sonidos KO.N.KO.L.TI.R.U –tal vez indicación de un nombre o lugar geográfico–, y que podría fecharse hacia los siglos V o IV a.C. (fig. 10). El epígrafe se encuentra interrumpido en su extremo izquierdo por un desconchón natural; algo más abajo quedan restos H. Collado • J. J. García 325 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 326 Figura 8. Detalle de motivos en trazo fino de la zona central del panel 2. Figura 9. Motivo zoomorfo pintado en negro localizado en el extremo inferior izquierdo del panel 3. ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 327 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... Figura 10. Detalle de la inscripción en escritura del suroeste del abrigo del castillo. desvaídos de más trazos negros, que tal vez constituyeran una prolongación del mismo texto, pero que actualmente se hallan muy perdidos9. En la zona central de este panel hemos detectado en fecha reciente unos grabados de trazo inciso extremadamente fino, tan 9 Igual que sucedía en el panel 1, Beltrán (1973: 75-76, fig. 10) recoge tanto en el 2 como en el 3 diversos trazos imprecisos, manchas de pintura y unas digitaciones en el extremo izquierdo del panel 3 de las que hoy no encontramos rastro. H. Collado • J. J. García 327 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 328 CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE Figura 11. Detalle de grabado reticulado infrapuesto a motivos pintados esquemáticos. sólo visibles con una fuerte luz rasante, que forman una retícula. Actualmente se encuentran en fase de estudio, pero la circunstancia de que se conserven infrapuestos a algunas de las figuras pintadas parece sugerir una cronología antigua para los mismos (fig. 11). 4.2. Grupo B (fig. 12) Se ubica a unos cinco metros del grupo A, en diagonal ascendente hacia el fondo de la cueva. Puede contemplarse desde la plataforma superior de la escalera si miramos hacia las paredes verticales situadas algo más abajo, justo debajo de un gran saliente o visera pétrea, resultando perfectamente visibles algunas de sus figuras en un primer vistazo. Sus cuatro paneles conforman otros tantos planos rocosos que se yuxtaponen en disposición escalonada. El panel 4 es una superficie lisa de notable amplitud, que conserva un interesante conjunto de figuras, todas ellas en color rojo, aunque con diversas tonalidades contrastadas que parecen indicar distintos momentos de realización (figs. 13 y 14). En el ángulo inferior izquierdo, muy cerca del borde del panel, encontramos un conjunto de representaciones humanas rojizas muy 328 4 • 2007 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 329 Figura 12. Vista general del grupo B. Figura 13. Calco del panel 4 (según Milagros Fernández). ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 330 CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE Figura 14. Imagen general del panel 4. decoloradas, aunque hoy parcialmente visibles tras una eficaz limpieza de la superficie. Podemos individualizar hasta cinco antropomorfos con sus brazos arqueados hacia abajo y las piernas abiertas en ángulo, con distintos niveles de conservación e integridad. Uno de ellos, en la parte superior del conjunto, parece presentar multiplicación de sus extremidades, si bien podría tratarse de igual modo de dos figuras humanas superpuestas en altura. Entre ellos se conserva un motivo anguliforme con sus extremos curvados hacia abajo, similar a otros mejor conservados en el mismo panel. Pero el grupo de pictogramas más destacado del panel gracias a su excelente estado de conservación, lo que permite una fácil visualización, a pesar incluso de los desconchones provocados por algún desaprensivo al golpear la superficie con una piedra, se encuentra en su zona superior derecha. Destaca en posición central una gran figura humana con tronco y cabeza bien definidos –el inusual relleno de pigmento de su cuerpo le confiere una volumetría y naturalismo poco habituales en este tipo de motivos–, indicación del sexo masculino, brazos extendidos en cruz y piernas abiertas en ángulo. El personaje es conocido en parte de la bibliografía, a causa de su postura y de la presencia de un trazo diagonal próximo, como el arquero, aunque los vestigios que hoy persisten no permiten aseverar esta 330 4 • 2007 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 331 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... interpretación10. Esta figura aparece rodeada de diversos trazos, y un par de antropomorfos más reducidos: uno de ellos situado sobre el anterior, completo, con extremidades abiertas e indicación del falo; del segundo tan sólo se conservan las extremidades inferiores11. Por debajo de este conjunto se observan otros dos trazos acodados o “anguliformes” bien conservados y definidos, tal vez una esquematización extrema de otras figuras humanas12 (fig. 15). Algo más arriba y a la derecha, una nueva agrupación de figuras aparece presidida por un espléndido animal cuadrúpedo de considerable tamaño, identificado tradicionalmente con un cáprido o cérvido a causa de su llamativa cornamenta rematada en forma curvada (Rivero, 1972-1973: 294-295; García, 1974: 561), si bien la cola larga bien definida tras las últimas limpiezas del panel13, con su extremo abierto a modo de “borla”, parece pertenecer más bien a un bóvido. Sobre la cornamenta del animal se conserva, algo desvaída, una figura humana en “doble cruz” de trazo grueso, y, sobre su lomo, cuatro antropomorfos más en confusa superposición y trazo muy fino, algunos de ellos con cabezas de forma circular –una presenta una puntuación interior–, tal vez máscaras similares a la que podemos contemplar en el panel 7. Las restantes figuras son series alineadas de barras y digitaciones, muy probablemente realizadas con la yema del dedo, entre las que son visibles dos pequeños círculos de minucioso trazado unidos entre sí, uno de ellos con un trazo curvo interior, motivo que podría recordar a un “oculado”, es decir, la representación simbólica de los ojos de una divinidad similar a la que aparece en los ídolos funerarios del periodo Calcolítico. Los puntiformes se disponen en claras alineaciones verticales, o inclinadas a la derecha, de modo similar a como podemos contemplarlos en otros paneles de la covacha (fig. 16). 10 La actitud de disponerse a disparar una flecha atribuida a esta figura, unida a la proximidad del zoomorfo que a continuación describiremos y de otros antropomorfos ha inducido a la crítica tradicional a considerar que nos encontramos ante una escena cinegética (Rivero, 1972-1973: 293-294; García, 1974: 560). Coincidimos, sin embargo, con Beltrán Lloris (1973: 67) en que el trazo fino en diagonal que podría constituir el extremo inferior del posible arco está excesivamente alejado del brazo del personaje que lo podría sustentar. 11 Resulta difícil precisar hoy si la mancha de color situado entre estas piernas corresponde a un antropomorfo sentado en el interior de un recinto o cabaña, como proponía Beltrán Lloris (1973: 66-67). 12 Sobre la posible interpretación de estos últimos motivos resultan de gran interés las observaciones de Beltrán Lloris (1973: 66-67), así como los distintos paralelos e interpretaciones que establece. 13 Este apéndice aparece ya perfectamente representado en el calco que ofreció en su momento Manuel Rubio Andrada (1991: 41). H. Collado • J. J. García 331 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 332 CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE Figura 15. Detalle de las figuras de la zona central del panel 4. El panel 5 se ubica en un pequeño resalte rocoso adosado a la derecha del anterior, y todas sus figuras, realizadas seguramente con la yema del dedo, presentan la típica coloración rojo-vino, en la actualidad bastante desvaída (fig. 17). En el extremo inferior izquierdo resulta visible un zig-zag horizontal, signo muy habitual en el Arte Esquemático, y que en ocasiones se ha asociado formalmente a los meandros de un río, o a la ondulación de sus aguas. A su derecha, algo más arriba, se destaca una densa concentración de digitaciones –hemos contado cerca de un centenar– que presentan, como en el panel anterior, una ordenación un tanto regular en alineaciones verticales paralelas. Algunos trazos, en disposición horizontal o 332 4 • 2007 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 333 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... Figura 16. Detalle de las figuras de la zona superior derecha del panel 4. diagonal, se superponen a la agrupación conectando entre sí algunas de estas puntuaciones. No sabemos si estos grupos de puntos –comunes en la pintura esquemática: volvemos a encontrarlos, muy cerca de la cueva del Castillo, en la pequeña estación de Las Corchuelas II (Grande, 1980: 149-150), también en formaciones verticales y horizontales que tal vez configuren una macrofigura puntillada14–, representan algún sistema de contabilidad, o es testimonio de algún procedimiento de control. En el resto del panel, y por debajo de la agrupación anterior, quedan vestigios de otras puntuaciones y trazos más decolorados e imprecisos (fig. 18). El panel 6 se sitúa en una pequeña superficie dispuesta justo bajo el panel 5, en un plano ligeramente retrasado respecto al anterior (fig. 19). Su forma horizontal y estrecha condiciona la disposición en friso de sus figuras, todas ellas en tonos rojos de distinta intensidad. A la izquierda destaca una pareja de antropomorfos de trazo fino de color rojo oscuro, asexuados, y de minuciosa factura 14 Con ocasión de la prospección general de arte rupestre que llevamos a cabo en el Parque de Monfragüe, localizamos otras estaciones con acumulaciones de puntos que parecen constituir una figura de mayor tamaño. Uno de los casos más llamativos es el del abrigo de El Mirador –arroyo Barbaón, Serradilla–, donde un grupo de pequeños puntos bien conservado da lugar a una figura semejante a un pez. También en el abrigo de El Barquito (garganta del arroyo Helechal, Serradilla) documentamos una nube de digitaciones con cierta disposición espiral (García y Collado (eds.), 2005: 36). H. Collado • J. J. García 333 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 334 Figura 17. Calco del panel 5 (según Milagros Fernández). Figura 18. Imagen general del panel 5. ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 335 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... similar a la de otras figuras humanas de los paneles 4 y 8; cabe destacar los curiosos tocados de ambos, radial en el caso de la figura derecha, y formado por un trazo horizontal del que se suspenden varios trazos colgantes –¿tal vez a modo de velo?–, en el de la izquierda. Ambos esquemas, de evidente interés iconográfico, fueron dados a conocer con las limpiezas más recientes. Junto a ellos, a la derecha y algo más arriba, se encuentra otro haz de trazos finos verticales muy similar al del tocado o velo que acabamos de describir. A continuación, entre diversas manchas de pintura y trazos incompletos, encontramos otras tres figuras humanas de distinta factura: la situada más a la izquierda, con los brazos extendidos hacia lo alto en actitud de orante, aparentemente retocada en su parte inferior con trazos finos más recientes; una segunda, con los brazos curvados y un trazo atravesado diagonalmente sobre su cuerpo –el recuerdo de ciertas figuras humanas con la espada colgada a la cintura de las estelas decoradas de guerrero parece inevitable–, sobre cuya cabeza se detecta el posible tocado de trazos radiales finos de una figura infrapuesta a la anterior y hoy prácticamente de-saparecida; cierra esta serie un motivo de mayor tamaño que los anteriores y trazo grueso, con brazos y piernas en cerrada curva, idéntico formalmente a varios de los que se observan en la composición principal del panel 8 (fig. 20). Resulta algo compleja la descripción del panel 7, situado en el extremo derecho del grupo B, a causa de la confusa acumulación y superposición de figuras, todas ellas en tonos rojizos de distinta intensidad, que pueden apreciarse con mayor claridad a partir de su tratamiento en el verano de 2006 (fig. 21). Podemos establecer dos agrupaciones principales, ambas inmersas en sendos cúmulos bastante densos de digitaciones: en la del lado derecho estas últimas trazan alineaciones horizontales y verticales, rectas o en ligera curvatura, que se entrecruzan perpendicularmente con cierta intención de regularidad; en el conjunto izquierdo, sin embargo, las puntuaciones conforman grupos de diseño semicircular con la base truncada, uno de ellos –el superior– con tres netas alineaciones verticales compartimentando su espacio interno. Constituyen los más claros ejemplos en esta estación de la acumulación de puntiformes con el evidente propósito de configurar motivos de mayor tamaño y complejidad. Volviendo ahora a la agrupación de la izquierda, entre las numerosas digitaciones pueden distinguirse hasta seis figuras humanas, mejor o peor conservadas. Destacan dos de ellas, la más completa con clara indicación fálica, por sus brazos extendidos en forma de cruz. Otro antropomorfo de considerable tamaño y trazo grueso, con los brazos y piernas curvados hacia abajo, presenta plasmación muy explícita del órgano sexual masculino y varios apéndices radiales H. Collado • J. J. García 335 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 336 Figura 19. Calco del panel 6 (según Milagros Fernández). Figura 20. Imagen general del panel 6. ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 337 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... sobre la cabeza –¿tocado de plumas? ¿cabello encrespado?– rasgo que vemos repetido en otras figuras de la estación. El repertorio de representaciones humanas se cierra con un apretado grupo de tres figuras –hasta ahora inéditas–, de trazo muy fino y cuidadoso y tonalidad más fuerte: la central cuenta con un tocado de seis apéndices sobre la cabeza –algunos de ellos doblados en su extremo superior hacia la derecha–, indicación del miembro viril y un pequeño trazo horizontal que atraviesa su cintura, similar al de otras figuraciones del panel 8; la de la izquierda presenta una cabeza con diseño piriforme invertido con trazos horizontales interiores, tal vez algún tipo de máscara; finalmente, la de la derecha, de ostensible menor altura, fue representada con una cabeza de forma circular totalmente rellena de pigmento. Dos trazos gruesos, dispuestos junto a la figura humana de mayor tamaño del grupo, uno de forma semicircular y otro doblemente acodado con sus extremos –¿incompletos?– hacia abajo, limitan por la derecha esta composición figurativa. En la agrupación de la derecha nos encontramos con nuevos antropomorfos –uno de ellos bien conservado, con brazos en cruz y piernas abiertas en ángulo, y otro más perdido, con un prolongado eje corporal y restos de la cabeza y uno de los brazos–, y una figura ramiforme, símbolo frecuente dentro del imaginario esquemático, formado por un eje vertical atravesado por diversos trazos –en este caso cinco– perpendiculares al primero. Por todo el panel se detectan también diversos trazos muy finos, aparentes fragmentos de antiguos esquemas parcialmente perdidos (fig. 22). 4.3. Grupo C (fig. 23) Puede ser observado, de igual modo, desde la plataforma superior de la estructura metálica. Sin dejar de mirar hacia las paredes del lado izquierdo de la cueva, basta con que nos inclinemos un poco hacia el interior de la misma para contemplar, sobre una superficie vertical en saliente situada justo ante nosotros, un sorprendente conjunto de figuras pintadas. Si bien en su entorno aún pueden percibirse algunas manchas desvaídas y poco definidas de pintura roja, vamos a centrar nuestra atención en un único panel de notable interés. Este panel 8 contiene, en efecto, uno de los conjuntos mejor conservados y más significativos del Arte Esquemático extremeño (fig. 24). La agrupación principal presenta una cuidada disposición en forma de rombo, simétrica en su ordenación, formada por diez antropomorfos con sus extremidades superiores e inferiores curvadas hacia abajo, y clara indicación de la cabeza como mancha redondeada y del sexo masculino en todos los casos. Según estudios recientes, a pesar de la aparente unidad del conjunto, estas figuras humanas H. Collado • J. J. García 337 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 338 Figura 21. Calco del panel 7 (según Milagros Fernández). Figura 22. Imagen general del panel 7. ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 339 Figura 23. Vista general del grupo C. Figura 24. Calco del panel 8 (según Milagros Fernández). ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 340 CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE parecen haber sido ejecutadas en dos momentos bien contrastados: 1) las realizadas con trazo grueso, que presentan una tonalidad roja más clara, indiferenciadas formalmente, encuadrables en el contexto de la implantación de economías de producción del período Neolítico-Calcolítico; 2) la serie de cinco figuras estilizadas realizada con un estilo más detallado al emplearse en su ejecución el trazo fino de tonalidad rojo-oscura, atribuibles a la Edad del Bronce, etapa en la que se intensifica el proceso de transformación social iniciado ya en el Calcolítico, que desemboca en el establecimiento de élites fundamentalmente guerreras en el contexto de los grupos humanos que se desarrollan en este período. El reflejo de esta estructura social jerarquizada se muestra en el conjunto rupestre que nos ocupa con criterios tanto espaciales como formales: de este modo, como también reseñó Rivero de la Higuera (1972-1973: 311), los antropomorfos principales marcan claramente su rango mediante su posicionamiento en las zonas de privilegio –los lugares centrales de la escena–, y su caracterización por medio de una serie de pequeños detalles complementarios, muy probablemente elementos etnográficos distintivos: el tocado radial, posiblemente de plumas, que muestra la figura central, el apéndice lateral que ésta misma ostenta en la cintura –¿un arma?–, otras prolongaciones laterales que surgen de las piernas –¿cintajos?–, o las puntuaciones que otro de los antropomorfos muestra bajo las axilas, tal vez pectorales o algún tipo de tatuaje corporal15 (fig. 25). A igual cronología que las cinco anteriores –Edad del Bronce– pertenece el grupo de tres figuras situado algo a la izquierda del principal, sobre una pequeña superficie en ligero saliente, y en el que la figura central aparece igualmente resaltada con tocado de finos trazos en abanico y unos apéndices que surgen a ambos lados del tronco, dos de ellos recreando un posible faldellín; del mismo modo, y por las afinidades formales ya enunciadas, podemos incluir en estas consideraciones los grupos de antropomorfos de trazo fino de los paneles 4, 6 y 7. Algunos autores (Rivero, 1972-1973: 311; Beltrán, 1973: 72, fig. 8), partiendo, en esencia, de los ejemplos reunidos por Jordá Cerdá en un trabajo ya clásico (1970-1971), han establecido paralelos entre los posibles adornos emplumados de estos personajes con los que aparecen, con cierta frecuencia, en la pintura rupestre levantina como posible foco de creación de este tipo de tocado, que encontrará cierta repercusión, como bien puede comprobarse en la presente covacha, en el Arte Esquemático peninsular. 15 La inequívoca indicación del falo en la figura anula la posibilidad de que esos puntiformes bajo los brazos puedan representar los pechos femeninos, tal y como la crítica tradicional viene defendiendo para casos similares. Vid. al respecto Beltrán Lloris (1973: 73-74). 340 4 • 2007 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 341 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... Figura 25. Detalle de figuras antropomorfas en trazo fino del panel 8. Estas cuidadas composiciones, totalmente excepcionales en el panorama de la pintura esquemática, parecen sugerir, no la recreación de alguna ceremonia o acontecimiento concreto, sino la concreción simbólica de un organigrama o estructura social, o de un determinado orden ritual dentro de una concepción jerárquica y escenográfica regular que resulta, al menos como concepto, comprensible desde nuestra mentalidad actual16. La descripción de este destacado panel se cierra con una figura igualmente singular. Infrapuesto a los antropomorfos en trazo grueso de la parte superior del conjunto romboidal, las últimas labores de limpieza han permitido definir con claridad la figura de un gran cérvido que se caracteriza por estar ejecutado con una técnica diferenciada del resto del conjunto figurativo: uso del relleno corporal en tinta plana y un marcado estilo seminaturalista17 (fig. 26). Sus mejores paralelos extremeños se encuentran en otros ejemplares pintados en la comarca de Las Villuercas –Paso de Pablo, en el tér16 La presencia de un esteliforme de tipo soliforme, realizado con el trazo fino y más oscuro de los antropomorfos más caligráficos, situado justo a la derecha del antropomorfo que corona la gran composición romboidal –y por tanto en una ubicación preferente y dominante–, ha inducido a Beltrán Lloris (1973: 74) o a Rivero de la Higuera (1972-1973: 311-312) a considerar que la agrupación tal vez aluda a un culto astral o advocación solar. 17 Ya Rubio Andrada (1991: 48) intuyó la presencia del venado infrapuesto a la agrupación de antropomorfos, indicando su importancia a la hora de definir cronologías de estos pictogramas. Otros autores (Carrera et alii, 2007: 94) han reseñado la importancia de este elemento a la hora de confirmar la hipótesis de su carácter testimonial de poblaciones asentadas a lo largo de un prolongado desarrollo temporal que arranca del Paleolítico y Epipaleolítico. H. Collado • J. J. García 341 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 342 Figura 26. Detalle del ciervo infrapuesto a las figuras antropomorfas del panel 8. Figura 27. Zoomorfo epipaleolítico del conjunto de grabados del Molino Manzánez. ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 343 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... Figura 28. Composición principal del abrigo de La Chimenea. Sierra de Santa Catalina (Serradilla). mino de Berzocana (González y De Alvarado, 1993: 19-23), o Cancho de la Burra, cerca de Cañamero (García, 1990: 136-137)–, o grabados en el conjunto rupestre del Molino Manzánez –cuenca del Guadiana en los términos pacenses de Cheles y Alconchel (Collado, 2007: 285 y ss.)–, pudiendo fecharse todo ello en el período Epipaleolítico (fig. 27), momento en el que se concede una destacada importancia a los animales de carácter cinegético, base económica de las sociedades depredadoras. En consecuencia, y a la espera de un más detenido análisis de los grabados incisos del panel 3, esta figura sería la más primitiva del conjunto pintado del abrigo, consH. Collado • J. J. García 343 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 344 CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE tituyendo la que hemos denominado primera fase de su aprovechamiento gráfico. La singular disposición regular de los antropomorfos del panel 8 cuenta con algún paralelo próximo, aunque de menor complejidad, como la composición conservada en el abrigo de La Chimenea –sierra de Santa Catalina, término de Serradilla– (Collado y García (eds.), 2005: 39-40) (fig. 28). Se trata de una serie de tres antropomorfos de tipo ancoriforme, dispuestos en horizontal y unidos por sus brazos. En primer lugar, el conjunto llama la atención por la jerarquización de sus motivos, ya que el situado en el centro presenta mayor tamaño, y se distingue morfológicamente mediante un tórax más desarrollado y el añadido de sendos apéndices sobre los hombros, tal vez alguna referencia a su indumentaria. Los personajes laterales, más reducidos, muestran una posición muy similar entre sí –de aparente dinamismo con sus piernas extendidas– acentuando la simetría compositiva. Por último, estas figuras humanas se disponen sobre una estructura a base de trazos y barras verticales, en las que cabe vislumbrar una ordenación también simétrica. En un trabajo muy reciente (Carrera et alli, 2007: 94-96) se proponen del mismo modo similitudes entre la composición de la cueva del Castillo y otras agrupaciones de los abrigos de El Buraco y La Grajera, en el término cacereño de Santiago de Alcántara, a las que conceden un sentido genealógico18. 5. Una propuesta de evolución diacrónica de las representaciones rupestres de la cueva del Castillo Ya hemos indicado que la inusual variedad tipológica, pero especialmente técnica y cromática, de las representaciones rupestres de esta estación parecen indicar un prolongado aprovechamiento gráfico de la misma, dejando constancia de expresivos testimonios de distintos momentos de la Prehistoria y la Protohistoria locales. Del mismo parecer son los distintos investigadores que han profundizado en algún momento en el análisis de sus grafías. García Mogollón (1974: 576-577), tomando como referencia los restos materiales hallados en la cercana cueva de Los Murciélagos, intuye una evolución cronológica de las figuras en función de su creciente grado de esquematización y carácter simbólico a partir de unos postulados seminaturalistas, a lo largo de un período siempre anterior a la Edad del Bronce. Beltrán Lloris (1973: 79-83) va más allá, y, basándose en un sistemático trazado de paralelos formales con varias de las figuras más representati- 18 Otros paralelos en el arte esquemático fueron trazados por Rivero de la Higuera (1972-1973: 310), a partir sobre todo del monumental catálogo de Breuil. 344 4 • 2007 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 345 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... vas del abrigo, establece al menos dos fases amplias de ejecución: una, que sitúa de forma bastante genérica en la Edad del Bronce, correspondiente a las grafías de color rojizo claro y las carmín oscuro –variantes cromáticas que achaca a diferentes estados de conservación y de coloración de la roca-soporte–, y una segunda, con las figuras de color negro y mayor grado de esquematización, con una cronología que precisa en torno a los siglos V-IV a.C. gracias a la presencia de la inscripción grafitada del panel 1. Por su parte, Mª. Cleofé Rivero (1973-1974: 309-310), partiendo de igual modo de las marcadas diferencias de estilo, color y técnica que presenta el imaginario de la covacha, formula tres etapas sucesivas de elaboración: la más primitiva, perteneciente a los tipos finos de trazo caligráfico y color vinoso fuerte –en los que se tiende a marcar la individualidad de algunos de los personajes con elementos como los tocados–, una segunda correspondiente a las figuras más indiferenciadas de trazo grueso y color rojo más claro, y una tercera compuesta por las figuras en negro y la inscripción del suroeste, que apuntan, en su opinión, a un horizonte tardío, del Bronce Final o la Edad del Hierro19. La presencia de pictografías singulares como la mencionada inscripción alfabética, el minucioso estudio de las superposiciones de los motivos de la cueva, y, muy en especial el análisis formal, estilístico y comparativo que hemos desarrollado al describir las figuras del panel 8, nos permiten proponer las siguientes fases como momentos de creación del repertorio figurativo de este enclave, tal y como ya adelantamos en algunos trabajos recientes (Collado y García (eds.), 2005: 21-23; Collado y García, 2006: 9): 1) El período Epipaleolítico o de tránsito de las sociedades depredadoras hacia las productoras, momento al que pertenecería, como ya hemos reseñado, el gran ciervo del panel 8, pintado en un estilo de cierto naturalismo representativo, con un volumen a partir del relleno corporal en tinta plana y un detallismo anatómico, en especial en la cornamenta del animal, que permiten diferenciarlo del resto del conjunto figurativo. Este motivo marcaría la primera fase de la decoración pictórica de la cueva20. 19 Mª. Cleofé Rivero no ofrece razones tangibles que sustenten su hipótesis del carácter más primitivo de los antropomorfos de trazo filiforme respecto a los de dibujo más grueso. Tal vez esta propuesta responda a la consideración de que el Arte Esquemático pudo derivar formalmente desde unas figuraciones más cuidadas y elaboradas técnicamente hacia otras de ejecución más inmediata y elemental, como son los antropomorfos de trazo grueso, muy probablemente realizados con la yema del dedo. 20 No olvidemos aquí la existencia de grabados incisos de trazo muy fino detectados en el panel 3, actualmente en estudio, pero cuya situación infrapuesta a figuras pintadas parece sugerir, como ya apuntamos, a una cronología antigua. H. Collado • J. J. García 345 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 346 CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE 2) El período Neolítico y las primeras edades de los metales –Calcolítico y Edad del Bronce–, caracterizados por la implantación de economías de producción y una creciente complejidad social, como etapas a las que pertenece la mayor parte de las grafías de nuestra cavidad, que puede encuadrarse dentro del estilo denominado genéricamente esquemático. Dentro de este largo período podrían distinguirse dos fases diferentes –segunda y tercera– en la realización de los pictogramas de la cueva del Castillo: la neolítico-calcolítica, en la que se emplea el trazo grueso elemental y un pigmento de tonalidad rojiza diluida o anaranjada para ejecutar los motivos –antropomorfos, zoomorfos esquemáticos y figuras simbólicas–, y la perteneciente a la Edad del Bronce, marcada por una serie de figuras muy características pintadas en trazo fino empleando un pigmento de tonalidad rojo vinosa más intensa. El uso de esta última técnica permite obtener un mayor detallismo representativo, en especial a la hora de mostrar elementos complementarios del atuendo de las figuras humanas: diversos tipos de tocados o adornos para la cabeza, faldellines, pectorales o tatuajes corporales…21 3) La Edad del Hierro, período al que pertenece la inscripción alfabética del panel 3 entre otras figuras realizadas con trazo negro muy fino o grafitado –retícula y trazos del grupo A–, y que marcarían una cuarta fase, así como el final del aprovechamiento gráfico de la covacha–. 6. A modo de conclusión: la cueva del Castillo en el contexto del Arte Esquemático del Parque Nacional de Monfragüe Las investigaciones operadas en el ámbito del Parque Nacional de Monfragüe, en especial las campañas de prospección sistemática llevadas a cabo entre 1997 y 1999, han permitido la localización de algo más de un centenar de lugares con pinturas rupestres postpaleolíticas en su territorio y entorno inmediato. A pesar de esta nutrida serie de descubrimientos, la cueva del Castillo se mantiene como una de las estaciones más destacadas y singulares del complejo rupestre del parque, no sólo por sus considerables dimensiones –no abundan los grandes abrigos rocosos entre los yacimientos de la zona por las propias características de la cuarcita22–, sino muy espe- 21 Defendemos, por tanto, una evolución estilística inversa a la sugerida por Rivero de la Higuera para ambos tipos de figuraciones. 22 Si nos detenemos en la morfología de las estaciones donde aparecen las pinturas, vemos que podemos definir, al menos, tres tipos principales: 1) Abrigos o 346 4 • 2007 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 347 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... cialmente por la cantidad y calidad de sus vestigios rupestres. Es un excelente ejemplo de lo que en un trabajo reciente hemos propuesto como abrigo de agregación, entendido éste como covacha con un notable desarrollo en altura y profundidad, que ocupa un lugar muy destacado en el paisaje y que resulta fácilmente detectable a distancia por su tamaño y ubicación, al tiempo que domina visualmente amplias porciones de su entorno. Esta ubicación dominante suele darse respecto a determinadas zonas de tránsito, especialmente las grandes portillas que interrumpen transversalmente las alineaciones serranas: en nuestro caso, la cueva del Castillo domina el enclave denominado Salto del Gitano –bien conocido hoy por su carácter de privilegiado observatorio de aves–, punto de paso estratégico en la comunicación Norte-Sur por el territorio del parque. Como acabamos de comprobar, el repertorio iconográfico de sus figuras es muy diversificado: priman por encima de todo las representaciones humanas y animales, acompañadas de un importante y variado aparato simbólico. Sus figuras, que se extienden con amplitud por las superficies más apropiadas para su realización, pertenecen a sucesivas fases diacrónicas, y responden a diferentes técnicas –tinta plana, trazos lineales gruesos y finos, grafitados, grabado inciso–, estilos –seminaturalista, esquemático– y variantes cromáticas –figuras rojas de distinta intensidad y negras–. Son también muy frecuentes las superposiciones de sus grafías. Todo ello es testimonio del uso reiterado de este emplazamiento a lo largo, como hemos indicado, de un extenso período de tiempo que se extendería desde el Epipaleolítico hasta la Edad del Hierro, así como de una intención continuada de aprovechamiento de algunas de sus superficies –lo que les confiere covachas naturales de cierta amplitud y una profundidad variable –que en muy pocos casos rebasa los 10 m–, conformando ámbitos que pueden servir fácilmente de refugio a una o varias personas. A esta categoría pertenece la mayoría de las estaciones pictóricas documentadas en el área del parque, incluyendo la cueva del Castillo como ejemplo notable a causa de su envergadura. Dentro de este grupo pueden incluirse algunos casos en los que las pinturas se realizaron sobre bloques de derrubio alóctonos que, una vez desprendidos, terminaron apoyándose contra una pared conformando una covacha. 2) Amplias paredes lisas –muchas veces espejos de falla– o pequeñas superficies aisladas de la roca, que presentan en ambos casos una disposición subvertical y una total exposición al aire libre. En ocasiones estas amplias paredes decoradas presentan una inclinación más o menos acusada hacia la ladera –abrigo de Peña Falcón, en Serradilla, o de Manuel, en Jaraicejo–, proporcionando cierto grado de protección a los pictogramas. 3) Pequeños entrantes, oquedades o grietas de muy reducidas dimensiones, insuficientes incluso para cobijar a un individuo completo. Estos últimos resultan muy frecuentes en las sierras de Santa Catalina y Monfragüe-Las Corchuelas, en el entorno de la cueva del Castillo. H. Collado • J. J. García 347 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:33 Página 348 CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE cierto carácter especial o singular– a la hora de disponer, acumular e incluso superponer las representaciones23. 23 Junto a este tipo de estación rupestre, consideramos la existencia de otras tres categorías teniendo en cuenta tanto su ubicación en el paisaje como sus aspectos morfológicos y las características de sus representaciones rupestres: 1) Abrigos de indicación: son, junto con los de tránsito, los más numerosos. Su tamaño es variable dentro de una categoría de oquedades de mediana o pequeña entidad. Aparecen por regla general en la base de los afloramientos rocosos que coronan las alineaciones montañosas, justo en la zona de contacto de aquéllos con la ladera que les precede. Son visibles a media y corta distancia, igual que el rango visual que se percibe desde su zona de acceso. Sus representaciones son limitadas, reducidas a un número escaso de paneles que por regla general albergan pocas figuras y suelen estar ubicados en zonas poco visibles. Técnicamente son poco variados, y lo normal es que únicamente presenten un tipo de trazo muy regularizado, habitualmente grueso, y un mismo tipo de pigmento, fundamentalmente rojo. La iconografía es igualmente simple: priman los motivos esquemáticos, y raramente aparecen figuraciones humanas o animales. La inexistencia de superposiciones y la regularidad técnica y estilística de sus representaciones invitan a considerar un uso puntual y poco reiterado de estos espacios. Su presencia en el territorio pudiera estar vinculada al control sobre una serie de recursos básicos, especialmente en estas áreas serranas, que de forma reiterada se localizan en el entorno inmediato de estos abrigos: fuentes de agua, pasos sistemáticos de caza mayor o incluso el propio carácter de la estación como refugio. 2) Abrigos de tránsito: este tipo de estaciones aparece claramente asociado a puntos o zonas vinculadas con la transitabilidad, ya sea a lo largo de barrancos encajados, junto a puertos o puntos de paso importantes, o en el entorno de las diferentes portillas que permeabilizan la comunicación transversal en las líneas de sierra. Su tamaño es variado, como también lo es su rango de visibilidad, aunque suelen primar los rangos medios y altos, fundamentalmente en los que ocupan zonas elevadas, y reducido en los que se ubican en las áreas restringidas de los barrancos. Su accesibilidad tampoco suele presentar grandes dificultades, salvo en algunos casos asociados a las zonas encajadas de los valles. Técnicamente muestran pocas variaciones con respecto a los abrigos de indicación: trazos muy regulares predominando los gruesos, aunque se advierte una mayor reiteración en el uso de trazos finos que la que se advertía en los abrigos de indicación y empleo de un único tipo de pigmento. Las superposiciones son escasas y la iconografía es mayoritariamente simbólica, aunque a diferencia del anterior grupo, se reiteran sistemáticamente algunos grupos de motivos, especialmente las series de barras verticales. No resulta raro, igualmente, la aparición de motivos antropomorfos y zoomorfos acompañando a estas series figurativas simbólicas. La distribución topográfica de los paneles en el abrigo tiene un carácter marcadamente público ya que se utilizan únicamente aquellas superficies más claramente visibles desde el exterior incluso a distancias notables. Constituyen auténticas señales indicadoras en pasos montañosos o caminos asociados a cauces menores que conducen hacia las zonas llanas de abundantes pastizales muy adecuadas para el asentamiento temporal de cabañas ganaderas en sus desplazamientos estacionales. 3) Abrigos de intimidad: es el grupo menos numeroso. Por regla general no se trata de abrigos al uso: sus dimensiones son habitualmente tan reducidas que a duras penas puede instalarse una persona en su interior. Sus rangos de visibilidad son siempre muy limitados, y pasan totalmente inadvertidos en su entorno paisajístico, o se ubican en zonas de marcada inaccesibilidad. No concen- 348 4 • 2007 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:34 Página 349 Últimas intervenciones en la cueva del Castillo de Monfragüe... La cueva del Castillo actuaría, en consecuencia, como un centro neurálgico, un auténtico foco de atracción con un carácter eminentemente público –recordemos su fácil acceso–, y con un especial significado para aquellos grupos humanos, que muy probablemente excede en mucho el simple valor estratégico de su ubicación, y en el que se deben reconocer también rasgos de carácter ritual o mágico que redundarían en la constante reutilización iconográfica de su interior: ya indicamos en su momento (Collado y García (eds.), 2005: 23) que es el aprovechamiento simbólico continuado de estos espacios lo que muy probablemente les confiera el aporte de sacralidad que se requiere para su utilización –y reutilización– como lugar de culto. Esta función privilegiada del lugar se acentúa si tenemos en cuenta el rango jerárquico de la cueva en contraste con las demás estaciones rupestres de su entorno, en las sierras de Monfragüe y Las Corchuelas, de tamaño mucho más reducido, y con mayores limitaciones en cuanto al número y variedad de sus representaciones. 7. Selección bibliográfica BELTRÁN LLORIS, M. (1973): «Las pinturas rupestres esquemáticas del Castillo de Monfragüe en Torrejón el Rubio (Cáceres)», Estudios de Arqueología cacereña. Monografías arqueológicas XV: 59-85. Zaragoza. BREUIL, H. (1933): Les peintures rupestres schématiques de la Péninsule Ibérique. II (Bassin du Guadiana). Fondation Singer-Polignac. Lagny. tran un gran número de figuras, y éstas siempre se localizan sobre paneles en ubicaciones claramente reservadas, situados en zonas muy poco visibles del interior, de tal manera que el acceso a los mismos obliga a los visitantes a penetrar en estos lugares, o a adoptar posturas muy forzadas para lograr su visualización. Técnicamente existe una notable diversidad, con figuras rellenas de tinta plana, uso indistinto de trazos finos y gruesos e incluso combinaciones de ambos y empleo de diferentes tipos de pigmentos –negros, rojos y blancos–, llegando incluso a representarse figuras bícromas. La iconografía es también singular: muy raramente aparecen figuras animales en este tipo de abrigos, y, además de las representaciones habituales de antropomorfos y motivos esquemáticos –especialmente soliformes, barras y puntos– se localizan algunas representaciones muy peculiares que escapan a cualquier tipo de clasificación tipológica establecida. No se constatan asociaciones tipológicas claras ni tampoco criterios compositivos definidos en unos paneles que habitualmente contienen un reducido número de grafemas, y en los que es muy difícil apreciar superposiciones figurativas. Desde un punto de vista interpretativo pensamos que nos encontramos con espacios ciertamente singulares, abrigos utilizados en momentos muy concretos, habitualmente de forma individualizada y con una finalidad que a buen seguro escapaba de la esfera de lo cotidiano para adentrarse en el ámbito del rito y de la magia. Un espacio de contacto entre el hombre y el mundo sobrenatural a través de unas representaciones simbólicas que formarían parte intrínseca del ritual. H. Collado • J. J. García 349 ARTE RUPESTRE 4 29/5/08 18:34 Página 350 CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE CARRERA, F.; BUENO, P.; BARROSO, R. y DE BALBÍN, R. (2007): Recuperación patrimonial de arte prehistórico: los abrigos de El Buraco y La Grajera, Santiago de Alcántara (Cáceres). 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