31 de diciembre fun fun fun
Transcripción
31 de diciembre fun fun fun
INDICE Foto de Tapa – C. Pablo Lorenzo Ana Clara Brature - Los Coccinellidae de Varsovia (Pág. 3) Ana Romano - Añoranza; Ficción; Cautivo; Cuña; Descartable (Pág. 6) Andrés Fornells Fayos - Carta al Todopoderoso Obama; Dios Padre y Adán (Pág. 7) Daniel De Cullá - 31 de Diciembre Fun Fun Fun; 110; A Mi Diosa Salima; Adonde mi Corazón se Inclina; Canción al Ave; Chanando Al Chiva: Cuidado Con Ese; C.V. o Curruculo de Vida; Daniel También Tuvo 20 Años; Devuelveme el Himen, Hi De Pu; Oración a Jezabel; Las Rebajas Cuestan Un Pijo; Burra de Poesía: Antología Poética; Performance de Daniel en Alemania; Sheela Na-Gigs (Que Bella La Vulva); Vendedores De Unguentos O Recitadores De Grasa Poética; Viagra Para Los Puerros. (Pág. 10) Diego Navajas - Caminos Juntos; Einstein; El Pelo; Encuentro triste con mujer demasiado joven y demasiado bella; Goloso; Las Afueras Del Paraíso; (Pág. 26) Ernesto Parrilla - Otros Tiempos (Pág. 28) Graziela E. Ugarte Muñoz - Raquel; Sus Manos; (Pág. 30) Juncal Gonzalo Herrero - Hace Calor En La Habitación (Pág. 32) Lidia Castro Hernando - Craso error (Pág. 33) Pamela Janet Pichinchumo Rodríguez - Al Pueblo; Persistente Duelo (Pág. 35) Pilar Ugarte Muñoz - La Vida Es Rosa; El Destino Es Ciego; Jugada Maestra (Pág. 36) Ricardo Gabriel Zanelli - Las Bestias De Pavlov (Pág. 43) Rolando Revagliatti - La Comadreja; La Campana De Cristal; La Pipa De Kif; El Perfume (Pág. 47) Aldo Enrici - El Tiempo Como La Mirada Absoluta (Pág. 48) Barri - Huyfiff (Pág. 58) Chus Canal - Poemas A Los Injuriosos; Poemas A La Rabia Y A La Impotencia; Poemas A La Vida; Lo Que Debí Decir Quizas (Pág. 59) Luis Ferrarassi - Hoy, el General San Martín Es Riogalleguense (Pág. 62) Foto de Página 63 – Marta Ojeda Juan Pablo Rochín Sánchez - Hasta La Poesía Siempre (Pág. 65) Jesús Quintanilla Osorio - La Oveja En Pesebre (Pág. 66) Rosa Esquivel - Fotos Viejas (Pág. 68) C. Pablo Lorenzo – Notas finales (Pág. 69) Los Coccinellidae de Varsovia Por Ana Clara Breature [email protected] Era el 12 de febrero del año 1940, en la ciudad Posadas, cuando Irene Trinidad Addlers enfermera, hija de una familia acomodada, inmigrante de Varsovia, se comprometería con Andrés Jesús Martínez Miharte, hijo mayor del dueño de la única metalúrgica que le daba trabajo a casi todos los habitantes. Ellos se conocieron en Octubre de 1936, mientras Irene realizaba unas compras en el mercado de Doña María, quién era una polaca, que había venido a la Argentina a buscar una mejor vida. En esa época, las mujeres iban al mercadillo y paseaban con sus madres quienes les enseñaban de forma austera como hacer las compras y pedir rebajas según sus apellidos. María con setenta y dos años, cuenta que el momento en que se conoció la pareja, fue simpático. Me dijo que Andrés y su amigo Jacinto pasaban las mañanas imitando a las madres sanguijuelas llenas de perlas. Apodo popular que le destinaba a las mujeres que vivían a expensas de sus señores maridos Con una copa de anís entre sus dedos, cuenta que ellos solían ponerse las lechugas en la cabeza simulando los peinados de las damas; luego se movían y caminaban con un par de manzanas apoyadas en sus talones, desplazándose de forma burlona. También recuerda que estos chicos pasaban los almuerzos charlando con los empleados del lugar. Prosigue su relato, y con una sonrisa picara, me hace saber que Andrés se sentaba en el banco del carnicero Laurencio, y le explicaba su analogía de como las frutas viven sin su árbol como las personas sin sus ropas. Así pasaban horas, mientras que luego Jacinto le demostraba como las frutas eran ordenadas según su belleza, y exponía que como en cualquier desfile de prendas, primero se exhiben los frutos más lindos, para captar la atención y hacer menos vistosas a las más machucadas. De esta forma pasaban el día charlando y riendo. Pero en una mañana Irene Trinidad Addlers, fue sola a comprar con sus ahorros unos huesos con carne a lo de Laurencio. Irene era preciosa, en aquel momento tenia un cabello colorado rizado. Lo que llamaba la atención de esta muchacha es que haga ese tipo de compras más correspondiente a una clase social más humilde, pero entre los empleados, no ocasionó ningún alboroto. En ese mismo momento, llega a comprar osobuco el primer comisario, Rufino Andrade que no se había dado cuenta que su cremallera estaba a medio cerrar; y Andrés que era bien educado pero bastante torpe en sus movimientos; en un instante de carcajada; deja caer un cajón de tomates cerca de los pies de Irene. De repente, la distinguida muchacha hija del médico del pueblo, vio que su vestido blanco con cintas rosadas fue manchado a salpicones dejando su imagen como una vaquita de San Antonio. Pero dicho desparramo, no opacó la gracia de Irene. Don Laurencio, intentó compensar la situación, no le cobro y le pidió a Andrés que la acompañara hasta la casa y les lleve sus bolsas. Mientras Jacinto se escabullía buscando los tomates para ponerlos en su lugar. Y así fue el primer contacto entre estos dos adolescentes y donde empezó todo una amistad. En las primeras noches ellos pasaban horas y horas sentadas en la que hoy es conocida como La Plaza 9 de julio de Posadas. Sitio muy hermoso, lleno de variedades de plantas y farolas muy tenues que estaban dispuestas en círculos alrededor de los senderos que encontraban su unión en el monumento a la Libertad. Y desde ahí, se esmaltó una afinidad muy intensa; su itinerario constaba en contar cuantas luciérnagas apareciera y admirar como lograban reflejarse como las estrellas en el cielo pero en el llano del césped. Luego recorrían algunos puntos de la ciudad en bicicleta, bordeando todo el río, imaginado los diálogos de las aves mientras agarraban vuelo y se movían en grupo hacia un mismo sitio. Ella encontraba en él un ser muy pasional lleno de frescura, e ingenuidad. Su relación nunca había sido tan confortable como la comodidad y simpatía que encontraba en Andrés. Pasó el verano, y la familia de Andrés veía en Irene una futura nuera que había logrado que su hijo se enamorara como nunca lo había hecho. Mas tarde en la primavera de 1938 Irene se recibe de enfermera, y Andrés toma la dirección de la fabrica ya que su padre se encontraba muy enfermo, padecía una enfermedad de diagnostico psiquiátrico. Las responsabilidades de sus vidas lograron distanciar la intensidad de su convivencia. Según Doña María, ya por esos tiempos, Irene había recibido una carta para viajar a Varsovia con el fin de prestar servicio y ayuda. La situación socio política de su país natal, la sentía obligada a viajar y realizar una actividad comunitaria. Empiezan a caer las primeras hojas, y en el otoño de 1939, su madre contrajo nuevas nupcias con un estanciero importante de la ciudad. Ante este acontecimiento, toma seguridad, y le escribe una carta a Andrés, comunicándole que viaja a Varsovia a trabajar en el Departamento de Bienestar Social de esa ciudad. Para Irene tomar la decisión fue muy difícil; se veía muy enamorada, y él joven también pero estaba abstraído en sus negocios familiares, los cuales le demandaban muchos viajes al interior del país. Doña María, hace una pausa; saca un pañuelo para limpiar sus lentes, y recuerda que el día que la muchacha partió, antes se acercó a su mercado a comprar unas manzanas, y le dejó su bicicleta a Don Laurencio para que se la entregue a Andrés, sin emitir ningún otro mensaje. Con un tapado de terciopelo color visón entre sus brazos, y una pequeña valija color marfil, se supo que la joven, tomó un tren, se dirigió al puerto, y embarcó su viaje. Las primeras bombas nazis estallaban sobre la ciudad. La familia de Andrés supo de la noticia y sorprendidos intentaron dialogar con él, preguntándole sobre los motivos repentinos de su partida. La mirada del joven, mostraba un desasosiego lleno de bronca, que escondía su culpa en el mismo. Los días fueron pasando, él siguió trabajando, pero su tristeza era continua. Dicen que la angustia encontraba su reposo en los paseos sobre la bicicleta que ella le había dejado. María se sirve un café, y recuerda ver como Andrés pasaba las horas del atardecer recorriendo la rivera del rio. La primavera estaba demostrando sus primeros verdes, y una mañana llega la noticia que Irene estaba trabajando incansablemente para aliviar el sufrimiento de miles de personas tanto judías como católicas. Los escasos diarios que llegaban al interior, describían que ese país, estaba viviendo una situación caótica, en donde Varsovia se desmoronaba bajo una nube de miseria, enfermedades, muertes, torturas, y persecución. María, hace una pausa, busca un vaso, y me hace saber que en aquel tiempo, ella tenia familiares viviendo cerca de allí. Se sirve agua, y me explica, que ante la desesperación, toma la iniciativa de mandar una carta al Departamento de Bienestar Social en donde trabajaba Irene, con el fin de encomendarle que se ponga en contacto con su familia. Con los ojos brillantes, termina su trago y me cuenta que, con fortuna, recibe una respuesta de la muchacha. Ante la novedad, ella habla con Don Laurencio, y le pide que le haga saber a Andrés la dirección en donde se albergaba Irene. Pasaron los días, y la situación de caos se agravaba. El joven recibe la buena nueva, e inicio a escribirse con ella; y horrorizada por las condiciones que se estaba viviendo, le pide a Andrés que la ayude a pensar para ver una efectiva alternativa con la búsqueda de refugiar a los niños del gueto. En la nota, le propone una genialidad que consistía en llevarlos en barco a la ciudad; y que él condicione un lugar para ampararlos en las afueras de Posadas en una casa de campo llamada “La Mariquita” que había heredado de su padre. Al principio parecía una idea utópica y descabellada, pero no se descartó la posibilidad de poder hacer algo. Esta ilusión, se comparte con Don Laurencio, el que le pide que espere al fin del día, porque él de noche al terminar su labor, lo acompañará a caminar, para pensar una solución. Se encontraron en la Plaza San Martin. Sentados bajo un ombú ella observaba como la luna le iluminaba sus rostros, y mate de por medio, se pusieron en marcha para idear un plan. Se acordaron, que ya desde 1938 el hermano mayor de Jacinto, trabajaba en la Dirección General de Defensa de Costas, la que tuvo a su cargo la administración, organización e inspección de las unidades de Defensa de Costas. A Laurencio se le ocurrió que éste contacto, podría ser la salvación para lograr con silencio, los tramites de la actividad del traslado de Varsovia hasta la Argentina. Al otro día, ellos se pusieron en contacto con Jacinto, y a la semana se encontraron a dialogar en “La Mariquita”. Irene había logrado poner en trabajar un posible camino de esperanzas. Con hospitalidad, dialogó con los familiares de los niños, a los que les brindo la posibilidad de sacar a sus criaturas fuera del gueto. No fue simple, y con la complicidad de unos compañeros, lograron iniciar el traslado de sus hijos hacia “La Mariquita”. Doña María, me convida con un trozo de budín, y me cuenta que ella junto con Aurelia la esposa del carnicero, iniciaron a confeccionar unas sabanas y ropa para los niños. Como el nado de un pez de rio, la noticia transito por todos lo empleados del mercadito. Con una sonrisa dibujada en su rostro me comenta que entre los meses de la espera, se organizaron quermeses y tertulias, con el objetivo de recaudar dinero para almacenar alimentos. En una carta Andrés, le encomendó a sus empleados, la construcción de camas, sillas, y mesas para llevar a la casa de campo. Los días, se hacían esperar, y las actividades no cesaban. Al otro lado del paralelo, las calles, de Varsovia se poblaban de fuego. Mientras que el polvo, la impotencia, y el odio se escondían en el cielo. Se acercaba el mes de las fiestas navideñas, y Jacinto vuelve a la ciudad en busca de Andrés. Ambos partieron de forma brusca, y le avisaron a Don Laurencio que prepare las cosas, porque llegarían los niños. La ansiedad y la alegría eran intensas. Se siente el ruido de un carruaje. Doña María, se levanta, me acompaña hasta la puerta, y en el trayecto me comienza a tararear una polca. Eran las siete de la tarde, y se podía observar que alrededor del sol, sobrevolaban unas Vaquitas de San Antonio, y al correr la mirada, se distinguía muy cerca de los arboles un bullicio que me hizo ver de lejos, como los niños corrían alrededor de Irene buscando atraparlas. FICCIÓN Una lágrima suspendida en el vértice hasta que rueda y cae sobre el papel Esa mirada en los ojos apagados AÑORANZA Asomada al recuerdo emerge tu figura soberbia autoritaria desprotegida En aridez sembraste diminutas semillas exhibe ausencias Palabras desdibujadas circulan La poeta calla: y la fantasía Las estrofas se opacan Fisurada la magia ya no quedan espejos Vacía cómo llega la muerte Despido en cuanto salpica un hálito de destellos. La matanza coagula El quejido secciona El soporte aflige escarba amputa Inocula -estéril roto perplejoautonomía. espera la muerte. DESCARTABLE La muñeca impávida detecta CUÑA CAUTIVO Se sacude inquieto aletea Aun agobiado se rebela Mientras lo acordonan en el intento de aplastarlo chilla hiende rasguña Dispuesto a salir (se) además gime. Arrastra marginado el cuerpo La búsqueda devuelve miseria El viento entumece ¿Prosigue? desnudo Las ruedas pesan e insiste El hambre traspasa su sombra Sueña con una frazada. [email protected] Andrés Fornells Fayos [email protected] www.andresfornells.com CARTA AL TODOPODEROSO OBAMA Un día del mes pasado me detuve a saludar a mi tío Curro que estaba haciendo cola, junto a una triste, larguísima y abatida procesión de parados, delante de la oficina del INEM. Le pregunté por su mujer y por su hijo. —Ella, mi Paca, se ha ido a buscar caracoles porque está la cosa tan chunga, que otra cosa no tenemos esperanza de comer hoy. Eso si encuentra alguno, que hay muchísima competencia, pues ahora los buscan tíos desesperados que van en silla de ruedas, que están mancos, cojos y hasta ciegos. Y Rafita, mi niño, en el cole está pidiendo chicles usados a sus compañeros, para darles algo con que se entretengan sus muelas y no acaben criándole telarañas. La cara de mi pariente mostraba la angustia y la desesperanza de los que llevan mucho tiempo desocupados y sin perspectivas de que en un futuro inmediato su crítica situación mejore, y encima con el temor de que todavía pueda empeorar más, que en nuestro país el pesimismo es ya una epidemia. —Lo cosa está bien jodida, ¿eh, Curro? —Más que bien jodida. Ayer, mi niño, le escribió una carta al presidente Obama, el presidente de los Estados Unidos y premio Nobel de la Paz --¡manda cojones con la exagerada cantidad de soldados y armamento del que dispone ese tío y usa cuando le viene en gana!--. —¡Vaya ocurrencia la del niño! —me sorprendí—. ¿Y qué quería tu Rafita de ese importantísimo personaje? —¡Qué va a querer el pobrecillo! Que el Obama ese me dé un currelo, aunque tengamos que irnos los tres a América, --que malditas las ganas, coño--, pues ninguno de nosotros tres hablamos inglés, ni nos parece habla bonita que merezca la pena aprenderla. —¿Crees que te va a contestar ese tío tan importante? —Bueno, para empezar, veremos si le llega la carta. Como no tenemos dinero para nada, se la envié sin sello, con mi huella dactilar por si vale de algo. De pronto mi tío Curro rompió a llorar. —Levanta ese ánimo, hombre. ¿Lloras por si no llega esa carta a su destino? —quise saber, mirándole con profunda lástima, al tiempo que trataba de consolarlo dándole unas cariñosas palmaditas en la espalda. —Lloro porque mi hijo confía ya más en un extraño, que en mí. ¡Y eso me da un coraje, una pena, que me parte el alma, cojones! No encontrando palabras que pudieran despertarle esperanzas, le entregué mi pañuelo y le dije que se lo quedara, que yo tenía otro. Él lo inauguró sonándose con ruido de triste y desafinada trompeta verbenera. Antes de separarme de él, le di también un tubito de pastillas para la tos que, aunque nada alimentan, por lo menos te dejan durante un ratito muy buen sabor de boca. Mi tío no recibió respuesta del encumbrado y poderoso presidente de los Estados Unidos, y lo mismo les ocurrió a varios millones de peticionarios más, aunque la mayoría de ellos le enviaron sus peticiones con los correspondientes sellos. Y es que Ser Todopoderoso en el que poder confiar, solo el que habita los cielos, y para ello tiene uno que ser creyente, y muy buen creyente, que no lo es todo el mundo. Y no sigo escribiendo porque también yo voy a salir a buscar caracoles, a ver si encuentro alguno, que la cosa está igual de jodida que dar con un trébol de cuatro hojas. ¡Ahí es ná! DIOS PADRE Y ADÁN Adán tuvo que esperar a morirse para que se le presentara la oportunidad de poder hablar otra vez más con Dios. Ya muerto, Adán llegó al cielo y san Pedro, antes de permitirle la entrada, leyó en voz alta y de manera concisa, lo más relevante de su vida: —Adán, por el pecado de desobediencia, por haber comido la fruta prohibida del árbol del bien y el mal fuiste justamente expulsado del Paraíso. Después de haber sufrido tan importante pérdida has sabido ganarte el pan con el sudor de tu frente, pasado calamidades, enfermedades y has aceptado, aunque enfureciéndote a veces, todas las desgracias que han caído sobre ti. Como la desgracia de que un hijo tuyo matara a otro, y tu mujer cometiera incesto con el más joven de tus hijos. Finalmente, aunque te costó, pediste perdón al Señor por tus pecados y te arrepentiste de haberlos cometido. Ahora, juzgado misericordiosamente por todo lo que acabo de reseñar, se te autoriza a entrar en la gloria. Aquí tienes un bollo de pan eterno y un vaso de agua eterna. Cómelo y bébela y, durante toda la eternidad, no volverás a conocer ni el hambre ni la sed. Adán comió y bebió lo que acababa de recibir y a continuación pidió audiencia para poder hablar con el Todopoderoso. El encargado de controlar este tipo de demandas, le advirtió que eran muchísimos los que, antes que él, habían solicitado lo mismo: —Por lo tanto, Adán, tendrás que esperar tres millones seiscientos trece mil años hasta que puedas ver atendida tu petición. —De acuerdo; a un ser humano mortal que suele vivir menos de cien años, le parecería una auténtica barbaridad, pero para mí que voy a vivir ya para siempre, será una pequeñez —aceptó resignado. Durante la obligada espera, Adán fue de nube en nube preguntando a todo el que encontraba dentro de aquella inmensidad sin fin, si conocía el paradero de Eva, a la que amó siempre a pesar de la jugarreta de la manzana y habérsela pegado con su hijo pequeño. Pero antes de haber podido descubrir dónde se hallaba aquella mujer que, a pesar de los pesares tanto quiso, le tocó el turno de ser llevado a presencia del Creador. La impresionante, gigantesca figura del Omnipotente ocupaba un trono colosal y se hallaba rodeada de una luz áurea tan potente, que cegaba al que se enfrentaba a ella, y también de una numerosa corte de maravillosos angelitos voladores, juguetones y tañedores de innumerables instrumentos musicales. Delante del Omnipresente, Adán cayó de rodillas en señal de absoluto respeto y sumisión. Con voz de trueno, pero que no ensordecía, sino que sonaba infinitamente dulce, amistosa y tierna, le preguntó Quién acababa de concederle audiencia: —¿Para qué querías verme, Adán? Dando muestras de un valor que le sorprendió hasta a él mismo, su humilde siervo expuso: —He venido a presentarte varias quejas, Señor. Lo habría hecho antes, pero me he visto obligado a esperar dos millones setecientos trece años, sin contar los noventa que me permitiste de vida terrenal. Su explicación mereció una benévola sonrisa por parte del Sumo Hacedor. —¿Qué vienes a quejarte de mí, has dicho? ¿Tú, Adán, al que di la vida, regalé un paraíso, primero, y después, por tu gran pecado, envié a la Tierra, que no siendo lo mismo que el Paraíso, también contiene sus maravillas, aunque para disfrutarlas tuviste que ganar el sustento con el sudor de tu frente y el cansancio de tu cuerpo, me vienes a mí con quejas? —Sí, Señor, todo eso que has enumerado es muy cierto, pero sigo queriendo quejarme, porque, a mi modo de ver, a Eva y a mí nos castigaste injustamente. Ante la obstinación del primer hombre que Él puso sobre la Tierra, Dios Padre enarcó sus enormes cejas, grandes como arcos iris, con la diferencia de que no eran multicolores sino de un blanco deslumbrante. —Veamos. ¿Por qué consideras tú, Adán, que yo os castigué injustamente a Eva y a ti? —Porque la culpa de que fuéramos tan imperfectos es totalmente tuya, Señor, puesto que Tú fuiste quien nos creó. Y el culpable de toda chapuza es siempre quien la realiza, no quien paga sus consecuencias. Y por habernos Tú creado imperfectos, mi mujer cayó a la primera tentación que le pusiste; y por habernos Tú creado imperfectos, Caín, nuestro hijo mayor, mató a su hermano Abel por los celos homicidas que Tú le despertaste prefiriendo el primogénito del rebaño de Abel a los primeros frutos de la cosecha de Caín. Luego, en castigo por su crimen, maldijiste a Caín condenándole a vagabundear por la tierra y lo marcaste con una señal para que nadie que lo encontrase le atacara; advirtiendo que quien matase a Caín lo pagaría con un castigo siete veces mayor. Como puedes ver, de dos hijos que tenía para ayudarme en los penosos trabajos que debía realizar para poder subsistir, quedé sin ninguno. Luego tuvimos otro hijo más, Set, que aquejado del complejo de Edipo —otra imperfección gravísima tuya— cometió conmigo la imperdonable, vergonzosa desconsideración de meterme cuernos. El Altísimo observó al compungido Adán y, compadeciéndose de él, dio muestras de una extraordinaria magnanimidad, pues reconociendo justas las reclamaciones que le había presentado el reclamante y, aceptando que le había salido bastante defectuoso, concedió: —Vale, Adán, acepto la parte de culpa que me corresponde. ¿Qué reparación deseas obtener de mí? —Que me devuelvas al maravilloso Paraíso, que me des dos primeros hijos que conozcan el amor y desconozcan el odio. Y que me procures una segunda Eva para que el más joven de mis hijos, Set, no se vea en la denigradora necesidad de adornarme la frente, hecho lamentable que le quita mucha dignidad y respetabilidad a un padre que quiera atesorar ambas virtudes. Cuando Adán vio la enorme, afectuosa, sublime sonrisa que apareció en el barbudo y bondadoso rostro del Creador, supo que había valido la pena esperar aquellos tres millones setecientos trece años, que había esperado, para formular sus justas reclamaciones. ANDRÉS FORNELLS FAYOS x ANDRÉS FORNELLS FAYOS: Soy un español con vocación de trotamundos. He visitado varios países y vivido en un par de ellos. Tengo a gala haber hecho amigos entre las gentes de otras razas, religiones y culturas diferentes a la mía. He sido profesor de idiomas, intérprete, guía turístico, restaurador, etc. En la actualidad vivo en la Costa del Sol con mi familia. Me han publicado numerosos relatos cortos en Norteamérica y en España, y he obtenido varios galardones en esta especialidad y en la especialidad de novela. Algunas de mis novelas publicadas son: “Los placeres de la hija del embajador” (ganadora del II Premio Incontinentes de novela erótica), “El seductor y la rica heredera” (finalista del premio de novela Ciudad de Almería 2.009), “El pueblo de los milagros” (finalista del premio internacional de novela Territorio de la Mancha 2.006 –Miami—, “La muerte tenía figura de mujer hermosa”, “Never love a foreigner” y algunos más. Colaboro con la revista marbellí “Entre médicos” y también en la Revista Papirando. Intervengo también en Radio Televisión Marbella en el programa La vida es bella, con Noticias Insólitas. Daniel De Cullá [email protected] 31 DE DICIEMBRE FUN FUN FUN Si el 31 de diciembre me llega la muerte, pretenderé que mi esposa folle al estilo romano, como en Francia, y que se deje el mozárabe de san Isidoro, el que usa el Clero desde el caso de la batalla de dos caballeros que sometieron su amor al juicio del fuego poniendo sus dos pollas en una hoguera a cual más resistiría, quedando las dos chamuscadas, y ellos como echados, abrazados, vencidos y quemados, fuera de la estacada. Me iré, antes de que me joda la muerta, al plano y llano, o campo y barranco de la Violada, que está entre Almudévar y Zuera, camino de Zaragoza a Huesca, dando matraca a los de Almudévar, y allí en la boda de unos labradores, repartiré a cucharadas el ajo, porque la novia me hizo trampantojo haciendo creer lo que no es, prometiendo casarse conmigo porque yo la hice el amor entre los trigos, yendo a una romería, dándome esperanza de acogerme, y ahora que está granada y amarilla ya no me quiere, pero el hijo que lleva es mío, y espero que tú, Muerte, te le traigas conmigo. Pediré un préstamo de vivienda, alzándome con el real y el trueco, con el trueco y el real jurando a los bancarios que soy de ley y se les devolveré a la vuelta de unos años, y así se acordarán de mí cuando vayan a cobrarlo. Me pondré limpio y guapo, y haré cacas para dios y su diablo, y no pediré perdón alguno por mis pecados, que no tengo, y soy impenitente como el padre Baena de Andujar, monje de hábito prieto, que absolvía con facilidad y sin escrúpulo, como un Pontífice y más si le chupabas la polla. Y me colocaré mi boina de paleto, agujereado el forro, para que se quede algo escondido y luego dar la vida que no es de ley. Y cantaaré, cantaré: “ 31 de diciembre, fun fun fun 31 de diciembre, fun fun fun Ven muerte, y a Pedro Zaputo que soy Dale por el culo” 110 Todo aquel que sabe astronomía democrática indica a punto fijo el sitio o puesto en que el Asno se encuentra y su pesebre. Venga a verlo quien creer no quiera: yo, de tejas abajo, lo confieso, una “P” entiendo, y de estrellas para arriba de verdad que me importa un bledo donde se encuentre la nebulosa del pesebre, comúnmente conocida como la nebulosa de Cáncer o de la Crisis galopante apropiada, apriapada de eyaculaciones en el marco del Euro. De tejas abajo y de Jumentos a nadie voy en zaga: mis estudios han sido muchos, buenos, graves, serios; y en aquesta materia rebuznante del voto despunta de buen modo mi talento. Con jactancia setenta y seis al más guapo en votos el uno pudo darle al otro. Al que dizque Rebuznaron con esfuerzo, y todo se les quedó en viento. Julo y Reso son los Asnos que según los poetas van delante de los demás y representan al rebaño o a la recua contribuyendo a la Victoria por su Rebuznos en papeleta. Y en esta dualidad hecha y derecha los de Julo se consternan y se sobrecogen de miedo maniatado. Y he aquí que Reso, la causa principal de la victoria en recompensa a tales rebuznos les colocará en las estrellas, en el principal espacio de esa nubecilla que llamamos Pesebre entre dos estrellas de la constelación de Cáncer o del Escorpión, marcadas con las letras V y E en los catálogos, y que son de 4. y 5. magnitud, que ya se hallaron en el Almagesto de Ptolomeo y en el Mi Lucha del furer y de su copia el césar enano. Los Rebuznos de los unos han contribuido mucho a la derrota de los otros, y ya vemos al gobierno de la recua pasar horas en su palacete, y en mitad de la campiña cepillando la legitimidad del otro, haciendo igual operación, dando a la recua cierta mezcolanza de nacional y catolicismo, haciendo realidad el hecho rebuznal de Saturno, aquel Llegué, Ví y Vencí que es lo mismo que decir Gané, le cojí y le capé. …. ¡Dios eterno¡ Otra vez la barbarie. A MI DIOSA SALIMA Hay en Burgos un Bar Los Dos (Tu y Yo? ¡Ojala¡) Donde vienen a montones Los viejos valentones Con ardiente corazón Donde muero Yo de Amor Dejándote este poema-oración Y el testamento De que si muero me entierren En tu viña Para chupar los sarmientos De tu Vida Y los labios de tu nardo Amor. No te enamores mi diosa Salima, No te cases Porque te acostarás sufriendo Amaneciendo sufrida. OH, mi diosa santa Salima Virgen y mártir de la barra Hija de un labriego de Villadiego Y de una bella mujer árabe De Marrakech Quiéreme Y por favor no me digas “Anda vete, anda vete Que mis padres no te quieren Ni un poco Ni yo tampoco” Pues en tu Bar Los Dos Me muero por Ti, diosa de Amor Y daré una puñalá A quien te me quiera quitar. No hay ojos que no te miren Ni corazón que resista ¿Recuerdas? Dos polis nacionales Han venido al bar En busca de unos ladrones Mi diosa Salima Tus ojos son Que me han robado el corazón. Ofréceme tu agua bendita La lluvia dorada De tus labios rojos. Déjame besar El cielo de tu paladar. ADONDE MI CORAZON SE INCLINA - Recordando a Ana María Navales, escritora Pronto se cumplen tres años de la defunción de Ana María Navales ( 11 de marzo),miembro que fue de la Junta Directiva de ACE y como no la recordé en su día me vengo ahora solo recordando los lugares en los que juntos hallamos el placer del verso y la palabra. Algo que bien sabe, sin necesidad de pensar mal, todo el que ama la Poesía, como ella la amó. Entre 1971 y 1972 conocí a Ana María. Ella andaba por Madrid, creo que con una beca del Ministerio de Cultura. Visitaba la Biblioteca Nacional y el Instituto de Cultura Hispánica, como yo. Aunque yo vivía en Madrid por aquel entonces. Mi primer encuentro fue una mañana sobre las doce del mediodía en el Café Gijón, - ¿vienes mucho por aquí?; no, estoy de paso”-, donde destacaban la gente de la farándula y los poetas malditos de las noches madrileñas. Nos caímos bien. A mí me dejó un recuerdo de plata. Vestía de blanco, como una Musa. Me regaló En las Palabras. Hoy, recordando La Amante del Mandarín, uno de sus libros, sé que ella me hizo tilín, y soñé volver a verla algún día, pero ella se me hizo esquiva, y más tarde, me olvidó, se que por mi culpa y porque como dice el refrán “a los borricos, alfalfa”; aunque contestaba mis escritos con poemas dirigidos a la revista Turia ,de la que era directora. La curiosidad y la imaginación nos envolvían a los dos. Yo era libertario, y a ella le encantaban los círculos de intelectuales e inconformistas. Como ella decía: “me interesa la literatura en estado virginal”, y yo me encontraba en ese estado, pues recién había abandonado el seminario conciliar en Las Vistillas y mis “noches del sentido” estaban llenitas de pajas, y adiviné que ella, al igual que quería conquistar Madrid, deseó conquistarme, así yo lo quería, y me conquisto con su mirada y su sonrisa tan acariciante; a veces, triste pues se sentía de la periferia, “como una paleta en la Capi”- la periferia me retrae, decía ella- . En el café Gijón, después de un par de horas hablando de los poetas del momento y de nuestras perspectivas literarias quedamos para vernos al día siguiente por la tarde e ir a un cine de la Gran Vía en Callao. Me dio la dirección donde se hospedaba, y allí me presenté por la tarde. Un apretón de mano derecha y un beso suave, ¡y ella otra vez de blanco¡, y nos fuimos al cine, a la ultima sesión. Como mujer me conoció al momento. Caminando, ella me preguntó que cómo había dejado el seminario; y al responderle yo “a la lumbre y al fraile, no hurgarles, porque la lumbre se apaga y el fraile arde”, ella sonriente me dijo “Daniel, tu eres un diamante en bruto”.Esto se me quedó grabado para siempre. En el cine, dentro del respeto y la amistad, acariciamos sólo nuestras manos. De verdad que no recuerdo la película. Yo pensaba si de verdad le agradaba estas pintas que llevaba de “anarko”, y si aceptaría a un poeta que no tenía donde caerse muerto. Yo vestía como un holgazán vagabundo, como decían mis padres; y que por este camino iba a hacer la carrera del galgo, si acaso llegando a dar con la cabeza en un pesebre, Después de tomar un café en el bar de las exquisitas napolitanas de la Puerta del Sol, junto a la lotera doña Manolita, quedamos para seguir viéndonos. Por aquel entonces yo hacía una revista literaria porno-anarko-xerox “Hoja Muerta” (1973), y chivada por la imprenta, fue metida en el Talego. Me salvaron Trece de Nieve y Gonzalo Armero, entrañable y adorable. Nos separó la represión. Más tarde nos vimos en alguna colaboración literaria como en Poesía Española, en Grama, en Norte, y en Contro le parole, Contra las palabras de Emilio Coco (Bari 2000), y alguna otra. Ah, y en otro viaje de vuelta de Lérida a Zaragoza (1976)- yo venía de un encuentro en Clermont Ferrand en Francia, y ella me esperaba en el andén de la Estación de Tren de Zaragoza, tan bella, tan linda, y tan inmaculada, ¡ay¡ con su vestido blanco. Estuvimos en la terraza de un bar cerca del periódico El Heraldo de Aragón. Yo sé que nos hubiéramos querido; pero mis inquietudes juveniles e inconformistas- sentía un cierto y sano odio a la mujer, pues tenía ocho hermanas-, sólo me dio paso a decirle que quedábamos como amigos, y que si ella bajaba a Madrid o yo subía a Zaragoza, nos veríamos para tomar algo. A ella le gustaba mi poesía, y a mi la suya. Y así quedamos, pasando como el don Guido de Antonio Machado, “de mozo muy jaranero…, de viejo gran rezador”. Bueno, no tanto. Yo me casé en 1977; ella no sé cuando. Más lo que sí sé es que me dolió su muerte, y que me duele gratificante su beso de luna ( “Los labios de la luna”), recordado: me acuerdo de su cara y un remolino en su testa, esa pena en su mirada que adolecía la mía, Ana era aragonesa como mi madre y no le gustaba que yo le llamara “chiqueta”. Así, cuando nos despedíamos, los contados días que nos vimos, yéndose el día sin sentir los dos nos quejábamos con las palabras del refrán: Días de mayo, días de desventura; aún no es mañana, y ya es noche oscura. Ana fue mi musa, y alguna que otra vez leo alguno de sus poemas y la recuerdo en mi Madrid. Canción Al Ave “Detente, sombra de mi bien esquivo, imagen del hechizo que más quiero,” -Sor Juana Inés de la Cruz De la Estación de Atocha Ha salido el Ave Prick Cantando en su velocidad Su concepción Ave, Ave, Ave De Madrid a Bailén Yo quiero decir que sí Dime tú niña mía Que me vas a dar el Sí “Dicemelo”, que me encanta Oirte bien o mal decir Entre espumas de saliva ”Chi…chi” “Chi…chi” Eres mensajera del Amor Con tu Clit and Teat Y ¡menos mal¡ No eres esclava Jumenta De Lourdes, ni de Fátima Ni del pinaresco Henar. CHANANDO AL CHIVA : CUIDADO CON ESE Con mi Musa o mi lira mala o buena, fui siempre buscando editores que en modo alguno dedicaron un tiempo a mi obra, así que presenté con éxito feliz mi bella prenda a antologueros, hacedores de antologías, a revistas literarias publicadas en villas, en cortijos, en aldeas; y ahora quiero presentar con ejemplos y pruebas a estos azores, ladrones importantes que para publicar tenían que cobrarte un güevo. Los jóvenes escritores, los poetas en ciernes, currelas de poesía, son fáciles de robar, víctimas propicias de estos birladores, estafadores que se recogen junto con el producto de sus fechorías en atarazanas o gazaperas, cual buscadores de sornas, descuideros que se aprovechan del sueño ajeno, por el afán de publicar y pensando que a ellos les puede pasar lo que a aquel tal R de Rebuzno, poeta y soldado de marina, que tenía una extraordinaria habilidad para imitar el gruñido de los cerdos, y que, sabiéndolo el famoso Godoy, le llamó para que gruñera delante de su excelencia. Y cuenta la historia verídica del tiempo: “cáele a este, a Godoy, en gracia el gruñido que pega; y étele a nuestro R de Rebuzno con una prebenda en la santa Iglesia Catedral de Palencia”. Y prosigue: ¡quien sabe si nosotros algún día por Gruñir o Rebuznar a tiempo bellamente hallamos un Godoy que nos presente un beneficio simple o canongía” ( Elogio del Rebuzno). Ahora, para conseguir la gracia, la victoria y aún el cetro. el Poeta en su hábitat canta: Conjúrote, demonio editorero A que saques de tu chicharra Bolsillo con varios departamentos A que saques, digo El Arca de la herramienta Y el dinero robado a los poetas En garabato de Martelo Con tu culto inexorable De chanelaor, erudito fullero. C.V. o CURRUCULO DE VIDA Me llamo Daniel, soy mayor de edad, recién jubilado con setenta años y vivo en Eladio Prelado, Burgos capital; soy estebado, acomodado y apretado como el paño para teñirlo en la caldera, hominicaco, pusilánime y de mala traza, patizambo, zaparrastroso, tengo una gran experiencia de campanero y sacristán y me adoran los del pueblo, he sido portero de noche, y ayudante de chef de cocina, tostador de pan y tirapedos; estoy cansado de sacar el perro de mi nieta a cagar en la vía pública y ver pasar los días recogiendo sus cacas, por eso deseo trabajar en su Empresa pronto y a tiempo parcial o, mejor, completo, sabiendo que la suerte coquetea algunas veces con los hombres inteligentes; pero sus favoritos son los imbéciles. No me importaría pasar unos días de prácticas, pero que su amor no diga basta, ni lo que dijo el Duque de Rivas en su Romancillo en versos de arte menor: “ Ya está en jaula la lechuza, Y si aún a cantar se niega, Yo haré que cante o que cruja”. Yo me deberé a mi patrón y como todo currante sabré decir: “Echeme usted pan y dígame perro”, que la crisis es puro cuento de banqueros, empresarios capitalistas y autónomos de la mediana y pequeña empresa que saben a coplas y recoplas de pie quebrado y a capricho del euro o del dólar aviagrado: “La vida del bien estar De un vértigo de crisis Corre en pos, Ella corre hacia la nada”. O como en la octavilla de Iriarte: “Persuadía un tordo abuelo, Lleno de años y prudencia, A un tordo, su nietezuelo, Mozo de poca experiencia, A que, acelerando el vuelo, Viniese con preferencia Hacia una poblada viña E hiciese allí su rapiña”. Algo de la realidad actual, que está sucediendo, que se refiere a la vez al sujeto y al verbo (fullero y hurtar), a los que denomina la Rreal Academia, indistintamente en su Gramática, adjetivos predicativos o predicados de complemento de la Flor de Fullería; Truhanería donde petardean y engañan los truhanes, pícaros, pillos y farsantes inventando trufas o mentiras, De mi experiencia, doquiera mi sabiduría, sé hacer buenos platos con boletus, en especial de pedo de lobo. Hago un pollo al ajillo que yo le llamo Juanilla, muy agradecido; también, sé freír sardinas y cocinar gallina; hago unas frituras de yegua galiciana para chuparse los dedos y otras cosas; en repostería hago unas obleas y unas hostias con casta y las llamo “Castillas”; también, yemas de canónigo y pedos de monja a la española; sé hacer diez tortillas con un güevo. ¡Y mis güevos a solapedo¡, disimulados, que ocultan maliciosa y cautelosamente sus pensamientos. Tengo una extraordinaria habilidad para asar al sarmiento el cerdo, el cochino, el lechón, el marrano, el gorrino y el puerco. Preparo unos callos de tripa de vaca, de ternera, de primera. Y ablando, templo, suavizo, descuajo en manjar exquisito esas durezas que se forman en algunas partes de la epidermis por roce o presión de algún cuerpo extraño. De rechupete, ¡oiga¡, que yo las llamo “las bellas infieles” como aquel Perrot de Ablancourt, del que desciendo, que fue eminente e infatigable pero no muy fiel traductor del siglo XVII. Estudié para abogado de secano, sin haber estudiado leyes, presumo de conocerlas. Poseo amplios saberes, dados mis estudios en Academias Universitarias y Escuelas de Capacitación Agraria, donde allí era el Rebuznar. Fui oyente de Rebuznos, estudiante que asiste a una cátedra de Rebuznos sin estar matriculado en ella. Gracias a la “loca de la casa”, la tele, como la llama mi trastornada agüela, se que la política se reduce a una sola palabra. Ejemplo: “Adoptadas estas disposiciones, se puso la hueste en movimiento”. Por ella sé del blanqueo de dinero, que es llevar los billetes a la orilla del río para lavarles. Conozco la doble contabilidad, la rata por cantidad, mediante prorrateo, y que hay que medir la vida y a los hombres con doble rasero, doble moralidad y doble pandero. Poseo amplios conocimientos del güord, la eszel, la foto pedal, la sexop, y un gran ecétera, aprehendidos en Guarrete, digo Guarrate, pequeña localidad con ayuntamiento en la provincia de Zamora, donde me mandaron mis padres de pequeño “jartos de mí”. “Al niño y al mulo, en el culo”, le recitaba mi padre a mi madre, o “ara con niños, segarás cadillos”. Allí aprendí a usar el ablator, instrumento para cortar el rabo a las ovejas. Por esto, y confiado en mi bien hacer, espero con ilusión ser contratado por esa su Empresa, la primera cuyo sentido queda incompleto sin mi, y que no marchite mi ilusión osándola con algún aunque, pero y no. Y que mi Curruculo no quede como poso o hez de líquidos que se va al fondo de la vasija Como referencia, le digo a Jesús que le refiera todo lo bueno y malo que han contado de mí en el pueblo. Tengo la prótasis como oración adverbial condicional como siempre que, con tal que, ya que; y la prótesis, que agrega alguna o algunas palabras al principio de la palabra: adoctrinas, por doctrinas; y mi prótesis bucal y dental que no me pongo porque la voy a llevar al Museo de la Evolución Humana para su exposición y disfrute del populacho agradecido. Es gracia que espero alcanzar del “recto”/ ¡vaya palabreja¡ último trozo del intestino/, proceder de Usted, confiado que su discernimiento entre más en el terreno de la lógica, ya que, gramaticalmente es apenas perceptible; aunque como dijo Gili y Gaya : “la duda de que el patrón sea un maricón, nos intranquiliza. Estoy seguro de volverlo del revés”.Y que se muestre justo, íntegro e imparcial. Cumpla Usted su deber de contratarme. Orgulloso creo merecerlo. Acepte pues benévolo mi ofrenda. DANIEL TAMBIEN TUVO 20 AÑOS Sí… Daniel también tuvo 20 años Y se miraba la punta del capullo Desde los diez años. Tenía 20 años y un gozo en el alma ¡glande¡ gozo en el alma ¡glande¡ y estaba en el Seminario conciliar de Madrid allí en Las Vistillas frente al puente de Bailen "el puente de los suicidas" y el tablao flamenco de La Corrala para que con las cañas y palos quitarnos lo bailao de las manos en cante duro, recio y largo. Justo al lado, un colegio de ursulinas a las que desde la ventana de mi cuarto les soplaba de mis pajas y a su otro lado el templo de San Francisco el Grande donde celebraban sus bodorrios la nobleza y la alta cuartelada. Detrás , en la explanada dos putas de a peseta se dejaban pasar por la piedra: Un día me invitó Pepe, mi cuñado que dios tiene en su gloria pues fue un amantísimo padre un putero de cuidado y ese día salté la tapia porque el poder de una Puta nos hace Eucaristía en el Amor dado y mi gallo montó su gallina después de pasarla más de cuatro y cuando de vuelta volví a saltar la tapia dejando a mi cuñado sin ton ni son al otro lado los curas me agarraron y por mi desobediencia y porque el gurriato, ¡vaya por dios¡ enseñaba su cabeza de trapo hecha del mismo pan con sabor a cuerno quemado me hicieron coger el colchón y me mandaron a casa caminando. Yo me llevé la mano al gurriato y escribiendo con él en el aire un ¡viva¡ les grite: - Señor, tu me la has levantado Como nota que teje un cantar follando y no estos putos guarros. Sí... y me fui del seminario. DEVUELVEME EL HIMEN, HI DE PU Postapocalipsis coital Me pierdes, amada A mí a quien cada una de mis líneas verticales Determina la buena disposición de mi miembro Y tú, perversa e indócil, crees que hablas un oráculo Cuando me pides “devuélveme el himen, hi de pu” Sin creer en mí como Marco el hijo de Marco Porcio Catón No creía en los griegos Cuando sé que tu himen de polvo, de consistencia blanda Hizo las delicias al igual que a mí a Gerardo de Cremona A Simón de Génova y Abraham Judeus Roto el último libro del nuevo testamento Y nunca creímos en lo que parece del Apocalipsis : fatídico, terriblemente misterioso Que dejó atónitos a los más famosos sabios de Oriente Pagados con esplendidez por Abderrahman I y II Y así me dejas hundido en la Guía de los Perplejos de Maimónides Tan feliz como suspirado en un pleito de boticarios Con aleta anal en gonopodio de ciprinodónticos O cual romero franchute con su calabaza llena Y buena la cabeza y alegre en su camino de santiago Retozando, y torciéndose el tobillo cantando Un “ me cagüen todos los diablos”. - Himen te doy, de tu lechetrezna me has de dar porquero. - Vete aquí buen pan, para untar, como el panecillo de la flor de la harina que solía llevarse a las iglesias donde el padre Pedo hacía de las suyas con los niños, y cantando en gregoriano: Más vale pájaro en mano que buitre volando, pareciendo que salió este refrán de la pedofilia eclesial, en que es mejor tener el pájaro en la mano que soltarlo a místicas volando y topar el conducto marginal del testículo con una negra papila urogenital en palpo labiado. - Mi alma y mi vida, ¿qué quieres que te diga? - Aquellos nuestros primeros amores fueron chirlosmirlos a la mar en saco cremastérico de unión urogenital, preguntándonos como Halley: “¿qué curva podrán seguir los planetas si la acción de la gravedad disminuye con el cuadrado de la distancia? Y Newton responde: “Una elipse” Y, ahora,¿qué hacemos en esta elipse? Aguzo las orejas Como las endereza el caballo, mula o asno Cuando ven algo que los sorprende O les infunde recelo y Después de este falso postapocalipsis No te daré ni los borceguíes, ni cierta vasija Ni el arado ni la oreja de abad Y si esa planta seminal Herbácea anual buena en buena fe Hecha morcilla regida por una ciencia mediocre Y una incierta y dubitativa filosofía Que ya conocía el imperio Sasánida Que he puesto a asar Y me apeo por las orejas Saliendo de esta majadería. Mírame tirándome de una oreja No alcanzando la otra Todo por un sexo de azar En Oreja, ¿recuerdas? Aldea de la provincia de Toledo Que ocupa el emplazamiento de la antigua E importante villa del mismo nombre El cual es corrupción Del de Aurelia Como el tuyo, Amada Aurelia Con quien pique una cosa en historia Yo, un mancebo rubio, coronado de rosas ¡qué mas quisiera¡ Y Tú, envuelta en un velo floreado Y con una lechetrezna en la mano Cayendo en miel Sobre tu monte Himeto Precioso de la tacamaca Cuya resina de olor fragante Es muy apreciada Especialmente la variedad angélica Un Tu y Yo en Ja Ja Ja. ORACION A JEZABEL Yo creo en Ti, Jezabel, y te adoro Por el sexo de las flores que nos diste Por el aire, los ríos y montañas Y porque somos todos hijos tuyos Arropados por los labios pequeños, los grandes labios De tu carnal Amor Pasados por el manto sagrado de Astarté ( Ishtar) De la ciudad de Uruk Cortesana de los dioses Amante de los hombres Amor de los Amores Reina del cielo y señora de la Tierra Puta de los bosques Alimento de vida eterna De paz y de felicidad Que nos pusiste colocados sentados En los cuernos de Baal Como un toro joven (becerro) Presentado Dios de la lluvia y el trueno Dios de la fertilidad Hijo de El, Dios supremo y creador “El Bondadoso” Presentado como un toro ( No el manso de Osborne, claro¡) Dios y señor del mundo Aliyán prevaleciente Zebul, príncipe señor de la tierra Jinete de las nubes En los Textos de Ras Shamra Verdadera luz que nos guía Creador, dios supremo Que con tu esposa Isthar Diosa del Amor y la fertilidad Reina del cielo y de la tierra Cortesana de los dioses Amor de todos los Amores Cantaste con Gilgamesh: “¡Tú has amado el león, poderoso en fortaleza Y has cavado pozos para él siete y siete Has amado el corcel, orgulloso en la batalla Y le has destinado el cabestro El aguijón y el látigo amoroso'". Jezabel, Jezabel Reina del Tanaj, princesa fenicia Hija del rey Ithobaal primero de Sión Esposa del rey Acab del reino norte de israel Reina del más noble, hermoso y nutritivo de los pecados El de Lujuria, ¡ay, fornicar¡ Líbranos de los Asnos y Asnas Jumentas y Jumentos de Yahveh Y del ya ves Trino y uno Idólatras de cuentos chinos Como el de la viña de Nabot En profecías de nabos Y milagros para bobos de baba O el de los dos animales masacrados asesinados Al estilo de todas las religiones Que en el mundo ha habido Defendidas por meapilas criminales y castrados Como esos eunucos capados de Jehú Que agarrándote de los pelos Por la ventana te arrojaron Dejándote en la calle Para comida de los perros en Jezreel Quedando de ti sólo el cráneo Los pies y las manos Tres cuartos que hoy se encuentran Como me dijo un ateo y pagano En la Capilla de los Huesos en Evora Y más o menos así quedaron Los miembros de Rafael del Riego Arrastrado en un serón hacia el patíbulo De la Plaza de la Cebada en Madrid Y ejecutado por ahorcamiento Para posteriormente ser decapitado Entre los insultos de la misma población madrileña Turbas soeces del populacho Que poco antes le había aclamado Por haber sido uno de los diputados Que había votado por la incapacitación del rey Felón, cruel y asesino afrancesado “Rey cobarde y acanallado” Como dice El Niño Republicano En tres cuartos Quedando uno en Madrid Y enviándose los otros tres A Sevilla, León y Málaga Para gloria de la Patria Y el asesino amado. Gloria a ti, Jezabel, Jezabel Tu lluvia dorada es agua de río ¡Viva¡ Río de agua viva en nuestro Ser ¡Viva¡ Aleluya¡ LAS REBAJAS CUESTAN UN PIJO Un galán cortesano ha venido a Valladolid a visitar los centros comerciales de Vallsur e Ikea de la mano de su novia , una labradora bonita y caprichosa de Valdeastillas, con estudios, que está entre Medina y Valladolid, que se volvía pasmada a él cada vez que veía una tienda de trapos y absurdeces, y el galán pensaba que llevaba delante la burra, que le daba matraca en caprichos de esta ropa o aquella, de esta prenda o esa otra, de ese picardías o aquel otro; y no se porqué, el galán, hijo de una viuda con sarna, con su mirada intuitiva desnudaba a todas las féminas y maniquíes que a su paso hallaba, y recordaba a aquel su amigo fray Mortero, fraile natural del valle de Mortera, en las montañas de Burgos y que siempre picarón le decía: “de estas caradas se hacen las papadas”; y yo le respondía: “Sí, de Asnos artificiales hechos expresamente para la custodia del convento de los monjes de Nuestra Señora de los Órganos”. En procesión por los claustros bajos y altos, iban y venían las gentes y su plebe con niños de andar y en carricoche.Y era tremendo ver este trozo de ciudad luchando por comprar y pagar en colas sin final antiguallas y nuevas reliquias, que me recordaban a todos aquellos y estos peregrinos de hoy que van andado sobre un mar tan duro como su pezuño. Sobre el lomo de las féminas había como una cruz negra y sus acompañantes, maridos, novios o abuelos no eran más que Asnífluos viejos , jóvenes Jumentos, cantándose a sí mismos la prosa de los Burros: “Si no existiese el Rebuzno del Placer Tienda alguna hubiera Y mucho menos universidades Seminarios y conventos”. La moda y sus rebajas son por uso y por nosotros. - ¿Cuánto llevas comprado?, le pregunte. Y me enseñó la bolsa. Eso, no, le replique. Había visto el precio y advertí que costaba lo mismo que antes de las rebajas, pero con el cuento de haberle subido el precio. Las rebajas son para ilusas. Engañar es el arte de la política y del comercio, y el tratar de rebajas es venir a la fiesta del Asno y sobre los inocentes, siendo la majadería la historia universal del entendimiento humano. Cansada, la deje sentada en un banco y yo, corrido como manto sevillano, me fui a ver y escuchar música en una tienda de discos. Mientras pasaba y repasaba las cintas como en alabanza del rascar, definía la música de Madonna como caricia para nuestro glande; la de Shakira como toque de pelotas; la de la Gaga como lametazo en el ojo místico del culo; la de la Britney como gallina para el poyo. Y, ah¡,ay¡, la de Rammstein , y en su Pussy, masturbación a cuatro manos para meapilas con clarinete y soplapoyas en chirlomirlas, como lo eran todos en muchos romances viejos, y en aquellos de los Siete Infantes de Lara, y los del rey don Fernando y todos los reyes y papas que peinaron una naranja. BURRA DE POESIA : Antología Poética “En Insula Barataria comen Burra por Carnero Y las poetisas y poetas, Para más señas, Siempre comen de la Cola”. -El nuevo Sancho Panza “ Yo que a la sombra de un pesebre limpio canté aliquando con asnífluo acento honras del Asno, y enseñar al hombre lo que vale un buen Asno en todo tiempo”. -Virgilio. La Eneida, lib.I Los pasantes de escuelas de poesía “ Jamborrillos del jumisto de livanar”, cual caballeros de industria, estafadores, muchas veces atienden las ilusiones de los poetas y poetisas proclamando a cuatro vientos la publicación de antologías de poesía, Burras, para cebar a sus víctimas, unas veces ofreciéndoles una páginas o dos gratis, y otras pidiendo un dinero por adelantado cual maleantes que se recogen juntos con el producto de sus fechorías, tal ermitaños de poesía, ladrones de versos, que en Jacarandana, lengua de los rufianes, presentan unas Antologías fulleras, dando a los Poetas, valiéndose de hipérboles rastreras, retóricas frases y lisonjas, la posibilidad de publicar como en abrazo del Padre Francisco laminado, goloseado. “El Abrazo del padre Francisco” no es más que otra variedad de atraco, que consiste en abrazar a la victima, robándole la cartera, como hace el caso al poeta o poetisa que incautos y soñadores envían poemas por libre, y cuando éstos piden que se les envíe un ejemplar de las mismas, se les requiere un dinero montante en carta por correo o a través de la Western Union, y a nombre de una tapia, camarada, cómplice, ayudante, tronca o tronco, consorte de carterista. Y, ¿qué recibe, las más de las veces, el poeta o poetisa?, tan solo la “astilla del chiva”, es decir, nada Unas veces, prometiendo la edición de 500 o mil ejemplares, no editan más que los cinco tomos exigidos por el ISBN, o los cuatro para depósito legal, y otras, tan sólo la carátula para informar que ya está editado, dándose publicidad, siendo mentira. Así, el poema y el dinero son sacados de las entrañas de Poetas y Poetisas, confiados en surcar el mundo de la Poesía, y agraciados con el Jonjanó, timo que tiene lugar por medio de una novia imaginaria, como es Poesía, son convertidos en víctimas de materia tan sublime, haciendo honor a la Burra de Poesía, cual Flor de Fullería. MINDEN (GERMANY) PERFORMANCE “COEVOLUTION AND THE OLD TRAIN” By DANIEL DE CULLA, MARISA LOPEZ, ISABEL GOMEZ , and ESTER GUTIERREZ Friday 12th Sunday 14th December 2008. THE GREAT K & TRAIN ROBBERY WITH DARWIN’ THE ORIGIN OF SPECIES & BURROUGHS’ TARZAN SHEELA-NA-GIGS ( QUE BELLA LA VULVA¡) La religión católica nunca tuvo una sola verdad en su doctrina. Siempre la iglesia católica, como todas las iglesias o religiones, y, en especial, la cristiana, se apropió de las ideas del paganismo y sus expresiones artísticas. La vulva como el ojete es algo que llevan en su frente los servidores de dios como un estigma. Es su santo y seña de las noches del sentido, no haciendo escrúpulos para de vez en cuando esculpirlas en los capiteles o pantocrátor de sus iglesias o ermitas románicas y góticas, con el pretexto de bendecirles para librarles del pecado, y después condenarles al fuego eterno, luego de habérseles beneficiado. Groseros y licenciosos ¡ Si en el Paganismo la Vulva es símbolo de la mujer y de la diosa, como en la mitología irlandesa, que nunca fue romanizada, a menudo devoción permanente, pues la vulva no cambia en la joven, en la madre o en la mujer arrugada, para la iglesia la Vulva es símbolo del pecado, algo de lo que hay que beneficiarse para después condenar. Como hicieron las autoridades de la iglesia en su caza de brujas, o en su lucha constante contra el pecado y la Lujuria. En el paganismo, la unión sexual con la diosa hace al hombre rey y guerrero; en la religión, le hace pecador y pelele. Starr Goods y Robbins Dexter en su “Sexualidad, Vulva y Diosa en la Cultura irlandesa” nos hablan de tres funciones vúlvicas: la primera, como profetisa, sacerdotisa y soberana; la segunda, como “dadora de energía”; y la tercera como nutriente, engendradora. Cuentan que un cura, en su sermón del sábado, se dirigió al pueblo diciendo: – Aguijar al hígado que brama la vaca. – Y es que en esta aldea tenían costumbre de llevar la vaca al toro para que la cubra en sábado por la tarde, y, mira por donde, en este mismo día se celebraba misa de difuntos por el tercer marido de una aldeana viuda, que había sido beneficiada por el cura en la sacristía, que había enterrado fuera en el cementerio a dos maridos, y al tercero dentro de la iglesia, lo que aprovechó el cura para consolarla al mismo tiempo, y diciéndola: - Ahora sí que estaréis contenta que tenéis dos fuera y uno dentro. La machista y misógina Iglesia reemplazó a la Diosa por dios, y a las Brujas por los sacerdotes controlando a base de crimen, asesinato y violación los sagrados rituales de nacimiento, muerte y resurrección. La entrada a las iglesias, catedrales, ermitas son vulvas de piedra como guardianes de la fe y caña de la doctrina, mientras que la Vulva de la Mujer ofrece una familiar y confortable y acogedora cara frente a la opresiva fuerza de la iglesia. La vulva es Vida, apertura y ventana hacia la alegría del Ser, mientras que las vulvas pétreas de la iglesia nos conducen al embuste y la frustración. Mary Condren en su libro La Serpiente y la Diosa escribe que “ Sheeka-na-gig”, la Vulva ,se labra en los arcos de las puertas de las iglesias medievales sobre todo, animando al rebaño de la fe a entrar en su vientre eclesial negro, misterioso, con olor a demonios”, apropiándose de los rituales de vida y muerte del paganismo, como se apropió de las tierras, riquezas y posesiones de sus enemigos e infieles, a base de empalamientos, martirios, garrote vil y tiro en la nuca. VENDEDORES DE UNGÜENTOS O RECITADORES DE GRASA POETICA Olga y Antonio del grupo Telira ( Tertulia Literaria Ribereña y Arandina) nunca absolvieron a Antonio Machado el haberse locamente enamorado de Leonor Izquierdo Cuevas, Soriana de 15 años, y, al referirse a él, me decían: “ Machado siempre chocará con nosotros. No nos gusta ni lo más mínimo. Machado fue un pedófilo”. Yo no sé que ganan éstos que bien ruin andan, pues Machado es uno de nuestros más grandes Poetas; a no ser que se cumplan en ellos los proverbios de Salomón cuando dice: “ anillo o argolla de puerco es la Poesía más hermosa”, o que anden a caza de grillos como la raposa que, cuando no halla qué comer busca grillos; y por metáfora es ocuparse de cosas rateras y tener necesidad y andar con provecho. El vulgo parece que ya cree aquello de que “no hay sábado sin sol, ni moza sin amor, ni viejo sin dolor, ni puta sin arrebol.” Y de tal caldo tal bebida, que como me dicen estos dos amigos tal fue, también, César Vallejo “Paco Yunque”, pedófilo, quien en sus trazas y tormentosas relaciones amorosas puso trabajo y diligencia, acertando y ganando en unas, y saliendo con pérdida y daño en otras. A Vallejo , que viajó a Europa en el Vapor Oraya con una moneda de 500 soles, “hombre muy moreno con nariz de boxeador y gomina en el pelo”, como le reconoció el escritor César González Ruano, estafador de judíos y asiduo del café Teide en Madrid, donde le conocí yo; a Vallejo, digo, le vino la pedofilia de casta. El nos dejó escrito “ Yo nací un día que dios estuvo enfermo”. “ Mis abuelas fueron indias y mis abuelos sacerdotes gallegos”, quienes llegaron al Perú a la caza de la chirlomirla india y la mística pedófila. Entre paréntesis: un tío mío, marista en el Perú, me contaba un día que las mujeres indias venían a la Rectoría a pedir favores y nos ponían el coño sobre la mesa, o nos ofrecían a sus hijos e hijas para que nos cobrásemos la gracia dada. Por ejemplo: “Mirtho”, Zoila Rosa Cuadra, su apasionado romance de 15 años. El tenía 25; María Rojas Sandoval, su musa en Los Heraldos Negros; Otilia Villanueva, de 15 años, a quien cantó en Trilce; Henriette Maisse; y Georgette Marie Philippart Traver, “ la de los abortos provocados”, de 18 años, él tenía 45, y que le sobrevivió a su muerte, dejándole escrito este epitafio en su tumba del cementerio de Montparnasse: “ He nevado tanto para que duermas”. Es casi imposible tocar la sublime materia poética sin arrancar de la historia de la pasión y el crimen de amor a dos hombres del saco o sacamantecas de la época de Vallejo y Machado, enamoradores con mentiras y engaños,” hijo de una bruja en sortilegios de luna llena”, como confesaría uno de ellos, aunque revestidos de diferente modo en las mismas ideas de amor tormentoso y Rebuznante, como lo fueron Ramón Blanco Romasanta, gallego, a quien en su partida de nacimiento consignaron como Manuela, pues creyeron que era niña, y que fue vendedor de ungüento y grasa humana , pues sacaba a las mujeres y niños asesinados a sangre fría el sebo o el unto para después venderlo; y Juan Díaz de Garayo, que usaba las manos y los dientes para acabar con las vidas y comerse los restos. Estamos limitados por el Amor a un grito, a un clamor ruidoso, a un estrépito; y es muy pequeño el campo poético en que podemos enseñorearnos Glorias se merecen nuestros dos insignes Poetas, sí, aunque pedófilos los dos; Crimen y Castigo (Fiódor Dostoyevski), A los dos sacamantecas, hombres del saco, porque nos han arredrado. Estos, criminales y humanos; los otros, humanos y pedófilos. Y en aquesta materia criminal y Poética Rebuznante despuntaron de tal modo sus talentos. En 1937, Antonio Machado publicó “La Guerra”, su último libro; “ Viento del Pueblo”, Miguel Hernández; “España en el Corazón”, Pablo Neruda; “España, aparta de mi este cáliz”, César Vallejo. Las malas y buenas lenguas que van y vienen de Cabildos a Capítulos y de Consistorios a Congresos han hablado, y muy mal por cierto, de Neruda y del Hernández; que por ellos, como dijo un tal Padre Juan, los canónigos causaron un gran incendio. VIAGRA PARA LOS PUERROS Estamos en los Huertos de Ocio de Don Ponce en Capiscol, Burgos, donde dos de sus hortelanos, Monsanto y Dioxido, se preparan a un duro combate convenido entre los dos de cuál de sus floretes, cheira ropera, pistola de mear, esgrimirá mejor, a cual más eréctil quede, consiguiendo el nombramiento de “Princesa de Eboli, bella pero tuerta, que perdió un ojo, el derecho, en combate de esgrima; aunque las malas lenguas dicen que su ojo fue dañado por la punta del florete ( ¿recordáis aquello de Zorrilla “Ay, don Juan ,don Juan, la puntita nada más” ?) manejado por un paje durante su infancia, y su otro ojo, fruta apetecida por nobles y por reyes, que se cuenta que esta doña Ana de Mendoza, hija de una de las familias castellanas más poderosas fue obligada a casar a los doce años con el pedófilo Ruy Gómez, por orden de Felipe II, que ya había gustado de ese higo, cuando se llamaba Felipe a secas. ¿Cuál de los dos perderá el ojo, el tercer ojo? Porque el premio es penetrar al contario por el ano, no sin antes, tomar la Viagra de 50 mg para saber a qué saben estas pastillas y su efecto erectilario. Se toman dos pastillas, una cada uno, se acaloran, y antes de cruzar los floretes, se ven corridos como manto sevillano, que por eso dicen los demás hortelanos y hortelanas: “Corrido te veas como en el don Ponce aViagrado”. El uno decía: - A mi no me ha hecho nada la Viagra. Tan sólo me ha acalorado y he sentido calenturienta la cabeza. Pero lo que es engordarme el florete na de na. Y el otro: - pues a mí, que soy un prostatado, lo único que me ha hecho es encogermela más, y correrme en los adentros. -¿Hay quien quiera una viagra a 15 euros, a 10, a 5? Gritábamos los dos, y de esta manera íbamos bajando hasta 5, más nadie compró. Por eso, hastiados, y habiendo redactado un escrito de denuncia al Laboratorio viagrero, escrito en la oficina de los huertos, decidimos tratar a la viagra como fertilizante y las echamos a los puerros. Seis pastillas, seis, para ver si les dan vida y crecen más eréctiles y gruesos que los nuestros. Viendo a una hortelana agachada recogiendo berzas, la dijimos que si uno de los dos le podíamos dar un beso, respondiendo ella, dándose unas palmaditas en la nalga derecha por detrás, “dadle a mi burra, que os le dará primero”. Monsanto, que estaba colado por ella, aprovecho y, levantándole la falda, le implantó el puerro. Un puerro lacio y huero. Pero ella le halló bueno, quizás agradeció la gracia, pero no el puerro, y al preguntarle las demás compañeras que qué había hecho, que tenía un lustre que daba envidia, ella les dijo que por un puerro; diciendo las otras: - Dadnos hartas de esos puerros. Más tarde comprobamos, al recoger los puerros, y, preparados, comerlos, que este abono fertilizante de viagra no es ni agronómico ni bélico. Que nos pasó como al hidalgo de Salamanca, que salía de noche con postura de galas con plumajes, y se llamaba don Diego de Día, quedando el dicho de “Diego Velázquez me llamo de día, y de noche fantasía”. Diego Navajas [email protected] Biografía: REVISTA LITERARIA Y DE TEATRO ALHUCEMA (Granada) / REVISTA CULTURAL NOVEL (Barcelona) / LA HAMACA DE LOMA (Madrid) / TÁNTALO de (Cádiz) / revista electrónica ALMIAR-MARGEN CERO. Seleccionado para el libro editado con motivo del II CONCURSO INTERNACIONAL DE POESÍA AMOROSA convocado por el Círculo de Bellas Artes de la ciudad de Palma de Mallorca / revista electrónica ARTESANÍAS LITERARIAS (Argentina) / revista electrónica PALABRAS DIVERSAS. Finalista en el XII Certamen de Poesía “Andrés García Madrid” 2010. Breve nota biográfica: Nací en Málaga el 24/04/1971 y resido en Churriana (Málaga) hasta el año 2001, cuando me traslado a Torremolinos (Málaga) por motivos sentimentales; nueve años después -2010- hago el camino a la inversa y regreso de nuevo, ya con familia casi numerosa, a Churriana donde resido en la actualidad. Estudios de Administrativo y Empresariales (sin concluir los segundos). También estudios y trabajos relacionados con el medio ambiente, aunque mi actividad laboral principal -y actual- se desarrolla en oficinas. Caminamos Juntos Cada mañana estacionamos en el mismo parking, a la mima hora y, a veces, incluso uno junto al otro. Si es necesario me demoro unos minutos trasteando la radio hasta que ella sale del coche; después salgo yo. Con el sol a nuestras espaldas busco colocar mi prorrogada sombra a su lado y mi mano junto a la suya. Sé que ella sonríe mientras camina. Einstein Albert Einstein, en su lecho de muerte, reveló el auténtico origen del universo y los misterios de su destino, explicados a través de una ecuación que integraba las cuatro fuerzas fundamentales de la física. Lástima que la enfermera que lo atendía no supiese alemán. El Pelo Después de una semana encontré un pelo suyo posado sobre mi pantalón. Tras un instante de pánico, me encaminé al cuarto de baño, lo coloqué meticulosamente flotando sobre el agua del retrete, vacié por completo la cisterna tres veces y respiré profundamente. Encuentro triste con mujer demasiado joven y demasiado bella Al entrar hoy en la librería me dirigí, como siempre, a los estantes del fondo donde se encuentra la sección de poesía. Para llegar a ella atravieso con paso ligero los pasillos cercanos a la entrada, pasando la vista sobre las portadas coloristas de los libros de moda, como se suspenden los dedos sobre el pasamanos, sin tocarlo, al bajar una escalera: biografías del Rey o del Príncipe o de otros miembros de la familia real, la vida del Papa, la última novela de algún presentador televisivo, algo de Sabina, best sellers varios. Al llegar encuentro una muchacha de la que sólo veo su pelo, creo que castaño, y su blusa negra que deja ver la parte superior de una espalda blanquísima. Me veo un poco contrariado puesto que se sitúa, como suelo hacer yo, justo en el centro, abarcando toda la sección; así que me coloco a su derecha y comienzo a marearme con títulos y autores. Percibo, y no me preguntes cómo, que no se puede concentrar en los libros, algo en lo que coincidimos. Comenzamos entonces una extraña danza sin música: yo me muevo a la izquierda por detrás de ella, ella lo hace a la derecha donde antes estaba yo, ojeando los mismos títulos, doy dos pasos atrás para leer sin estorbarle, nos volvemos a cruzar, con la vista siempre al frente o sobre el libro que tenemos en las manos, pero vigilándonos de reojo y sin sumergirnos demasiado en la lectura; ofreciendo una imagen que me figuro, a cámara rápida, como un extraño minueto. En uno de esos cruces, venciendo mi timidez infinita que, con el tiempo, he sabido disfrazar para estas situaciones de distracción e incluso de una mal figurada pose interesante, me atrevo a mirarla un instante mínimo, justo cuando cuelga el móvil después de una conversación que me parece trivial y en la que ya percibo que está resfriada y tiene un pañolito blanco de papel arrugado, en la misma mano que sostiene el teléfono, que se pasa de vez en cuando por la nariz, lo que intuyo por el cambio a voz nasal. Así veo el rostro de una chica muy joven que apenas puedo fijar en la retina, pero que me resulta hermosísima y encantadora con su naricita sonrosada, y un flagrante escote pálido más amplio que profundo. Me descubre y se cruzan un instante nuestras miradas, por lo que vuelvo a mi libro con prisa y el pulso algo alterado. Ella hace lo mismo, creo. Justo al instante deja caer un libro que no sé dónde escondía, supongo que abrazado contra su pecho, como las mujeres de antes que dejaban caer su pañuelo, demorándose entre bolsos y carpetas en recogerlo. Yo disfrazo de distracción mi descortesía, ¿he dicho que soy muy tímido?, esbozando una extraña mueca a modo de sonrisa, tras la que siento sobre mi costado una lenta mirada de reproche. Ella cree que soy un hombre desentendido ¿tal vez incluso “inaccesible”?, aunque la realidad es mucho más simple: sólo soy un cobarde; y se marcha. Me quedo sólo, inmóvil ante los anaqueles. Intento centrarme en los libros pero no lo consigo y entonces decido caminar por los pasillos ojeando portadas y títulos, hacia otras secciones, con la esperanza que nunca reconoceré de encontrarla en Literatura Americana, Libros de Bolsillo, e incluso en Cocina o Plantas Ornamentales. Pero ella no está. Casualmente encuentro un libro que buscaba de Onetti y, en vez de contento por el tesoro que llevo bajo el brazo, salgo de aquella librería, a la que nunca he vuelto, profundamente triste. Goloso Cada mañana me compro un Donut. Lo pongo el cajón, lo miro de vez en cuando durante la jornada y a última hora, justo cuando me dispongo a salir de la oficina, lo tiro a la papelera. Las Afueras del Paraíso Las afueras del Paraíso no tienen horario de cierre. Están preñadas de perdedores, de vagos, de parias: lixiviados de la Tierra Prometida. Aquí las sombras tienen alas y las esquinas miradas aviesas. Aquí nos reunimos cada noche la flor y nata del desencanto, a cantar y a quemar nuestro último cartucho con el fuego de aquellos ojos que nos dieron la vida al mirarnos; -su parpadeo fue nuestro infarto-. Aquí, donde la Luna vuelve la cara y las hojas que arrastra el viento del otoño son de afeitar, celebramos la huida de otro día con las fiestas del silencio y la comunión de nuestra nada; -días como dagas-. Aquí nadie llega a viejo, pero ninguno es joven. Los adoquines inmisericordes nos escupen un recuerdo por cada paso en falso. Aquí, en los arrabales del Paraíso, la lluvia nunca es limpia y siempre cae sobre el suelo aún húmedo; si bien procura evitar aquellos charcos con vocación de espejo; -lágrimas turbias-. Un día llegó una paloma. Estaba perdida y se ofreció a alimentarnos. Pero aquí siempre rechazamos la caridad de las palomas. Los predicadores intentan venir desde hace años a anunciarnos la llegada de un Salvador que nos traerá la redención de todos nuestros pecados. Pero la membrana invisible, mugrienta de nuestro lado, les corta el paso. El pan nuestro de cada día se nos acabó ayer. Mañana nos comeremos a cualquiera. Pasado a otro. Y así hasta que quede sólo uno, que se comerá a sí mismo, y quizás él, con la fuerza de todos, sea capaz de sacarnos al fin de Aquí. Ernesto Antonio Parrilla [email protected] Otros tiempos En otros tiempos la soledad era una cuestión geográfica, de dificultades a la hora de movilizarse. La pertenencia a un lugar, en ocasiones, sucedía a la fuerza. Pero el mundo ha evolucionado. Hoy nadie pertenece a ninguna parte y la soledad es un capricho de quiénes desean estar solos. Alumbrado por la frágil lámpara del escritorio, Sergio se entregaba a la compañía de sus amistades. Quién diría que aquel pequeño departamento cobijaba más de cien personas. Claro que ninguna ocupaba un lugar físico. No era necesario visitar a alguien para estar cerca, aquello era cosa del pasado. Una computadora, una conexión a internet y el planeta se inclinaba en señal de respeto. El mundo venía a uno, con un solo click. La noche transgredía la armonía rutinaria de la realidad que asomaba por la ventana, casi como un objeto más, indiferente. A un lado del ordenador, un televisor de alta resolución transmitía noticias como un loro parlanchín, al ritmo de la frenética exposición de imágenes que se sucedían una tras otra, en un collage de sangre, hambre y muerte. Sergio miraba de reojo, muy de vez en cuando. Pero aquella pantalla le traía lo que se perdía, por quedarse allí, delante de la computadora. El teléfono celular ahora descansaba al lado del teclado, pero solía vibrar con urgencia bastante a menudo. Las voces familiares viajaban por redes invisibles de boca a oído y viceversa, no importara dónde ni cuando. Aquello era una central de operaciones moderna. No se gestaba ninguna guerra, sino lazos de amistad por todas partes. En un segundo, a cada instante, casi por arte de magia. Ni fronteras ni distancias. El chat, la cámara, los correos electrónicos y los mensajes, yendo y viniendo, como un proceso natural en la evolución del hombre, de la tecnología fruto de su creación. De pronto, Guadalupe dejó de responder. El le escribía, pero no había contestación. Le resultó extraño. Le preguntó a otro amigo si tenía problemas con el chat, pero tampoco contestó. Algo había pasado. Quiso abrir una página y la fatídica leyenda se hizo presente: no se podía encontrar la página. El temor de los temores, la pesadilla. Se había cortado el servicio de internet. Buscó el router, ese aparatito ignorado, escondido lejos de la vista, del que dependía su mundo. Lo apagó y encendió. Nada. La absoluta nada. Sintió un vuelco en la zona del abdomen, una señal de malestar. No podía estar ocurriendo. Desconectó todo. Muchas veces le habían dicho que apagando y prendiendo se solucionaban la mayoría de los problemas. Encendió, esperando el milagro. Escuchó el ruido del disco rígido mientras el nerviosismo palpitaba en sus sienes. Pero el sonido cesó. La pantalla permaneció en negro y el fantasma del olor a quemado envolvió la sala. Corrió a desenchufar los cables pero ya era tarde. La fuente de energía había dicho basta. Se tomó la cabeza con ambas manos, impotente. Aquello era un puñal en el corazón. Necesitaba ya mismo un delivery, alguien que conociera la ciudad y fuera en busca de un reemplazo. Se apresuró a tomar el celular, las manos le temblaban. Fue muy torpe. El pequeño aparato resbaló de su mano y cayó con fuerza al suelo. Provocó un sonido desgarrador. Una parte salió disparada debajo de la mesa y otra quedó girando sobre si misma, delante de sus ojos. Aguardó a que ese incesante movimiento terminara, y fue como una última exhalación. Se agachó con angustia para comprobar que su celular ya no servía. Estaba hecho añicos. Pensó en Guadalupe, en sus amigos, en la preocupación que tendrían ante la inesperada desaparición. Se apoyó en la mesa, apesadumbrado. No vio el televisor y su codo lo golpeó. Cayó pesadamente, con un estruendo como corolario. El pánico lo asaltó. Estaba solo en la habitación, rodeado de los restos de su tecnología. Era una zona de desastre. Contenía las lágrimas, por la incomprensión misma. No tenía a nadie a quién acudir, no tenía forma alguna de contacto. Por primera vez, se sentía en soledad. Atisbó a mirar la puerta. Pero no se animaba a salir. ¿Quiénes vivirían en ese mismo piso? ¿Quiénes serían sus vecinos? ¿Abrirían la puerta para dejarlo hacer una llamada? Las dudas lo asaltaban, pero también el terror. Salir fuera de aquel lugar era una idea en la que no pensaba desde hacía tiempo. Pero debía hacerlo, respirar hondo y tener el coraje... Tomó la decisión en un cerrar y abrir de ojos, mientras la luna engalanaba a sus espaldas el marco oscuro de la noche. Corrió a la puerta y se topó con ella. Rebotó como un saco de huesos y quedó tendido en el suelo. El picaporte no se había abierto cuando tiró de el. Lo recordó. Se activaba con una clave. La había colocado por seguridad, para que nadie lo perturbara. Pero no la sabía. No la tenía en su mente. Para qué, había pensado en su momento. La guardaba en su correo electrónico y una copia en su celular. Se puso de pie, dolorido. Golpeó con sus manos la puerta, esperando que alguien lo oyera. Golpeó y golpeó. Pero nadie lo escuchó. Estaban todos en sus departamentos, junto a cientos de amigos, viviendo sus vidas, sin importar el mundo, las distancias, las barreras. Datos: Publicado en antologías del municipio de Villa Constitución (Argentina), en los años 2002, 2008, 2009, 2010 y 2011. En 2009, 2010 y 2011 fue seleccionado por Editorial Dunken (Argentina) para sus antologías de cuentos. Participó en los tres volúmenes de “Mundos en Tinieblas” (2008, 2009 y 2010) de Ediciones Galmort (Argentina), recibiendo una mención de honor en el tercer certamen homónimo. En 2009 obtuvo el primer premio en el certamen “Cuentos para Cuervos” de la revista El Puñal (Chile); en el mismo año, una mención especial en el concurso provincial de cuentos de la Mutual Médica de Rosario (Argentina) y en 2010 una mención de honor en el 2º Concurso de Jóvenes Escritores de Ediciones Mis Escritos (Argentina). En 2011, primer premio de microrrelato en el certamen de Latin Heritage International (USA) y primer premio de historieta (guión) en el concurso de la Biblioteca Nacional Argentina. En 2010, seleccionado su blog “Netomancia”, como el mejor blog literario de la ciudad de Rosario y zona de influencia (Argentina, Premios Blogo de Oro 2010). Asimismo fue publicado en las antologías Arte de la Literatura (España), Group Lobher (España), Cryptshow Festival (España), Sorbo de Letras (España), Tinta Fresca (Bolivia) y también en las publicaciones Revista Comunicar (España), Redes para la Ciencia (España), Cuentos y más (Argentina), Diario Tiempo Argentino (Argentina), Diario Página 12 (Argentina), Revista Tintas (Argentina) y Revista Risotto (Argentina), y en las publicaciones digitales Papirando (Argentina), miNatura (España) y Narrador.es (España), entre otros. Ha publicado el libro “Esperanza” en las editoriales de impresión bajo demanda “Lulu” (USA) y “Bubok” (España / Argentina). En tanto que la editorial “Emooby” (Portugal) ha editado para plataformas electrónicas (e-reader), los libros “Esperanza”, “Ficciones abreviadas” (relatos) y “El ladrón de sueños” (infantil). Graziela E. Ugarte Muñoz [email protected] RAQUEL Raquel coge impulso y haciendo una bonita pirueta trepa por la barra niquelada con la facilidad de un primate, pero mucho más sexy y hermosa. No deja de sonreír y, aunque las luces y el humo molestan a sus ojos de agua, procura tenerlos bien abiertos, como si mirara fijamente a cada uno de los ocupantes de la sala, que permanece en penumbra; sabe que así conseguirá mejores propinas. Le gusta comenzar su número con algo acrobático para crear más expectación, luego se mueve con elegancia felina siguiendo al ritmo sensual de la canción elegida; es una buena bailarina y aunque sea pegada a una barra, eso se nota y muchos lo aprecian Ella mira sin ver y durante tres minutos, mientras baila poseída por la fuerza de la melodía y ejecuta una coreografía única, describiendo posturas sugerente y provocativa, va repasando mentalmente su agenda y aprovecha para pensar en alguna de sus muchas preocupaciones, sin prestar la mínima atención a los hombre que la miran babeantes, viendo en ella a una diosa de figura escultural. Sabe, que hoy tendrá bronca con Luchano, se molestará cuando le diga que el próximo domingo no puede venir, tiene al niño, al final todo quedará en eso; él sabe que Raquel es una bailarina profesional, es guapa y que tiene el mejor cuerpo del local, por eso le consiente todo según las demás, y permite que trabaje sólo dos días a la semana, aunque muchos vengan a diario con la esperanza de presenciar uno de sus espectaculares números. Ella solita les encandila, y a él también. Después se viste, se desmaquilla y se marcha, sin decir nada, como siempre. Sabe que tiene un estudio de baile y que nunca se pinta, si la ves por la calle no te imaginas lo que esconde su ropa y el partido que puede sacarle a esos ojos de mirada melancólica. Luchano sabe eso, y que no quiere entrar en ninguna compañía, ni que la contraten para hacer giras para no tener que dejar a su hijo, al que está entregada en cuerpo y alma. Ella no dice nada pero sigue enamorada de su marido, por eso nunca sale con nadie, aunque son muchos los que la pretenden, dentro y fuera del local. Él lo sabe porque a veces la ha seguido, porque le gusta, porque le intriga y porque la quiere, aunque ella lo ignore y él, no piense decirselo jamás. SUS MANOS La primera vez que vi esas manos quedé prendado de ellas. Se encontraban al otro lado de una ventanilla de Instituciones Penitenciarias a la que yo me dirigí para presentar una solicitud de información. El hecho de que me llamaran tanto la atención, unas manos así en un sitio tan impersonal, tan frío, hizo que dejara volar mi imaginación y como siempre he sido un soñador y me gusta fabular decidí no seguir recorriendo con la vista los brazos para ver el rostro de la mujer que las poseía, obligándome a no mirarla. Mientras los largos dedos hacían pasar una por una las hojas que yo aportaba las observé a placer. Bien formadas, delicadas, hermosas, con apariencia suave; la manicura perfecta de uñas ligeramente largas y bastante anchas, esmaltadas en brillo, que dejaban a la vista preciosas medias lunas. No eran unas manos blancas que parecían de alabastro, no al contrario, estaban bastante bronceadas y aquella original sortija con forma uves me llamo mucho la atención, era la primera vez que veía una así, tan rara, no tenía forma de anillo, en vez de ser redonda estaba formada solo por ángulos, picos que le daban una apariencia incomoda y sin embargo ella la llevaba con tal naturalidad que parecía formar parte de esas manos. Después de comprobarlo todo, fue estampando el sello en cada uno de los documentos aportados, con gesto automático, con fuerza, produciendo un sonido seco que me hizo salir de mis ensoñaciones, a continuación me entregó un justificante de la entrega y pulsó el interruptor para que pasara el siguiente. Tardé unos segundos en reaccionar. Ella dijo adiós, buenos días para animarme a dejar libre la ventilla. En varias ocasiones a lo largo de ese día me sorprendí pensando en las manos de la funcionaria que me había atendido y no pasó mucho tiempo antes de que empezara a imaginar historias en las que ellas y la mujer que las poseía cobraban vida. Empezó como un juego, cuando estaba aburrido o quería inhibirme de mi trabajo, para relajarme me recreaba en esas historias, ponía rostro a la mujer y sobre todo intentaba imaginar el tacto de sus manos en mi piel, la leve caricia de sus dedos paseándose por mi cuerpo, recorriendo todos los rasgos de mi cara, introduciéndose despacio entre mi cabello y con suavidad describiendo círculos con las uñas en mi cabeza, como si me hiciera caracolas con el mi. El masaje me excitaba y tenía que poner veto a mis ensoñaciones. Poco a poco y sin darme cuenta aquellas manos preciosas que solo pude ver unos minutos empezaron a obsesionarme. Volví a coger los lápices que tuve que rescatar del maletín en el que habían permanecido por años, en el altillo de un armario, durmiendo el sueño del olvido y las dibuje. En mil posiciones, relajadas, crispadas, reposando sobre una mesa como cuando las conocí, unidas, esperando, separadas, expresando sorpresa, dispuestas a acoger, exigentes, con los puños cerrados, dando amor, vacías, expectantes, nerviosas... Su estudio me resultó inagotable, dotándolas de vida, pero al final me cansé del dibujo y volví a imaginar historias en las que ellas eran la principal protagonista. Me llegó una carta de Instituciones Penitenciarias y para mi aquel sobre supuso una alegría tan enorme, que cualquiera podía pensar al ver la ilusión con la que lo abrí que se trataba de la más esperada comunicación de amor. Nada más alejado de la realidad, solo me indicaban que no habían podido encontrar nada en los archivos de Madrid de la persona cuyo informe solicitaba, pero que seguirían buscando en las provincias que yo mencionaba, que si podía aportar algún dato más que lo unirían a mi expediente. Busque denodadamente entre las viajas carpetas de mi padre cualquier indicio que pudiera servirme para situar a mi abuelo y conseguí un par de fechas y la referencia a otra ciudad, encontrando así la excusa perfecta para volver a aquella ventanilla. Había mucha gente esa mañana soleada y primaveral esperando su turno en la segunda planta del edificio, yo tenía delante de mí más de treinta números y al fondo de la sala se abrían las ventanillas, como agujeros del abismo. Hombres y mujeres se situaban al otro lado del mostrador; en la que me atendieron la vez anterior ahora había un hombre, lo que me produjo una gran desilusión. ¿Y sí hoy no había venido la mujer de las manos hermosas? ¿Podía ser que no me tocara con ella? Lo mismo la habían trasladado y ya no trabajaba allí... Montones de preguntas sin respuesta surgían en mi mente, como piedras que me golpeaban la cabeza produciendo dolor, temor, desasosiego, mientras con la mirada ansiosa intentaba localizar a la mujer de mis sueños. Tardé veintiséis número en reconocer que ella no estaba. Que la había perdido para siempre. Cuando llegó mi turno me sentía triste, sin esperanza mientras una señora joven con rostro agradable me saludo al aproximarme a la ventanilla. Yo no tenía animo para nada, sin embargo, ella era tan amable, incluso pareció mostrar interés cuando escucho mi historia, que me fui rehaciendo poco a poco de mi desilusión. Cuando cogió el escrito que yo le ofrecía las vi. Eran sus manos, las mismas manos que tantas veces imagine, las protagonistas de mis fantasías, las que llenaban mi nueva carpeta de dibujos a lápiz, carboncillo y sanguina; las que me hicieron imaginar mil y una historias; las que había amado desde poco después de verlas; las manos más bellas que haya podido imaginar. No había duda, además su sortija lo confirmaba. Yo casi había perdido el habla. Nada tenía que ver el rostro afable de aquella mujer con el que mi mente había forjado. Al devolverme la copia del papel sellada nuestras manos se rozaron y sentí una agradable sensación que me recorrió entero. – Tiene usted unas manos preciosas, señoritaaaaa... – Lourdes. Muchas gracias, a mi también me gustan. Que tenga un buen día y hasta pronto. – Gracias. Adiós. 17/10/07. Juncal Gonzalo Herrero [email protected] Hace Calor En La Habitación Lidia Castro Hernando [email protected] CRASO ERROR Eran hijas de la misma madre (y aunque no es importante, del mismo padre). Mellizas. Sin embargo si algún distraído encontraba semejanzas era porque no las conocía como nosotras. Una permanecía siempre sobre los rieles de una búsqueda que consideraba de antemano, interminable. Sus preguntas ansiosas tejían todo tiempo vacío. Recelosa, le ordenaban el espacio en que acostumbraba moverse. Había aprendido que las respuestas no eran importantes, que los signos de interrogación eran el único combustible vital, y observaba como águila cada detalle para atraparlo y hacerlo suyo. Pero no era lo que se dice una neurótica. Era una mujer de preguntas y de señales. Preguntas que monótonas, dulcificaban los oídos como si los demás fuésemos Ulises amarrados al mástil. La hermana tenía todas las respuestas y las seguridades. Se cuestionaba poco, sabía mucho. Su saber era inagotable y siempre asombroso. Casi no hablaba; creíamos que en insomnio constante, se alimentaba sólo de libros. Con el tiempo la descubrimos tímida, hasta vergonzosa. En su mundo parecía no existir el miedo. La confianza serena que sentía, tranquilizaba los ánimos revoltosos. Ambas eran bellas, cada una a su manera. Las dos reían con soltura. Según después lo demostraron, eran dóciles ante el cariño y fuertes ante las contrariedades. Tantos años de amistad nos habían permitido saber, fácilmente, quién era quién. Un día apareció él, mucho más joven que los demás, un sabihondo de dudas y, para decirlo poéticamente, “interminable de penas y caricias refrenadas”. Las conoció al unísono como a un dueto de violín y cello. Aceleraron su respiración y su pensamiento. Nosotras fuimos testigos. Como fuertes tentáculos, sus brazos ajustaron dos cinturas hacía tiempo, vacías. Para qué decirlo, otros hubieran querido conquistarlas, pero ninguno era lo bastante para cualquiera de ellas. El nuevo no podía elegir una presa y soltar la otra. Además, creemos que nunca le importó distinguirlas. Las dejaba hablar, interrumpiéndose entre sí, entusiasmadas por el hecho de ser escuchadas sin apuro. No parecieron recordar las tantas ocasiones en que Juan y Raúl lo habían hecho. La ilusión del enamoramiento, pensamos. Respondía preguntas interminables de una y buscaba respuestas en la otra. El destino había preparado para él, nos confiaba, la plenitud ansiada por todo hombre. El cielo y la tierra. La serenidad y la inquietud. La pasión y la frialdad. Aunque no sabía cuál era cuál. No era importante, pensaba. Craso error. De pescador se convirtió poco a poco en carne de anzuelo. Observamos desconcertadas cómo ambas comenzaron a compartir el calor de su cuerpo, la expresividad intencionadamente silenciosa de su mirada, el tiempo que se les hacía corto a su lado, la escucha paciente y la palabra acertada. Nada parecía impedir el flujo suave en ese triángulo. Nosotras éramos tres comadronas comentando los laberintos de la nueva relación. De a poco, los lugares de encuentro se convirtieron en propiedad conjunta. Los tres empezaron a habitar un lugar al que llamaron hogar. Hasta que él hizo la primera pregunta a quien no tenía ni quería tener respuestas y, sin prudencia, despertó dudas en quien no las poseía. Mala decisión en un momento erróneo. Estábamos ahí. Nadie respiró: el tiempo se nos hizo interminable. Por una semana dejamos que el ambiente se pacificara. Según los rumores que ‘corrieroncomoliebres’, las hermanas descubrieron casi sin buscarlo, que una caricia entre ellas les despertaba la misma sensación que las de él. No lo pensaron dos veces. Lo echaron sin piedad. Derrotado, el siguió su camino de hembras. Biografía: nací en la Capital Federal de Argentina, pero soy ciudadana por adopción desde 1985 de la ciudad de Mar del Plata en la costa Atlántica. Soy Lic. en Psicología de la Universidad Nacional de Buenos Aires y Master en Psicoterapia Gestáltica y Análisis Transaccional por la Universidad de Houston, Texas, U.S.A. Tengo un Doctorado en Filosofía, becada por la misma universidad. Fui periodista-corresponsal en los tiempos en que sólo había cámaras de 35 mm y había que mandar el material por correo. He recorrido todo el mundo tres veces. Empecé a escribir crónicas periodísticas y cuando me mudé a esta ciudad redacté un Manual para profesionales con mis experiencias psicológicas; comencé en el 2001 a escribir cuentos cortos. He publicado un libro: "LA CAJA NEGRA" y estoy preparando otro mientras escribo una novela. He colaborado en 18 antologías cooperativas y en cuatro antologías por elección de la Ed. Dunken. Recibí el 1º premio de la Municipalidad de General Pueyrredón y del Círcxulo Mé y dos premios de España. Pertenezco a ocho foros de escritura por la Web, tengo dos blogs propios y soy correctora y cuentistan en tres revistas de Latinoamérica. Me apasiona la lectura y el teatro: soy actriz de teatro independiente desde hace ocho años y participé en diez obras escénicas, en algunas como dramaturga. Pamela Janet Rodríguez Piminchumo Escritora y poeta peruana. Mi nombre Pamela Janet Rodríguez Piminchumo, nací el 5 de septiembre de 1983, en Lima-Perú. Estudios académicos en los institutos: superior IESTP diseño y comunicación, instituto de formación y asesoramiento profesional INFAP-ND. Cursos de liderazgo, e idiomas, estudios musicales de guitarra. Actualmente pertenezco a la escuela literaria del sur-red de escritores y escritoras por el alba, Círculo Latinoamericano de Escritores y a la sociedad internacional de poetas, escritores y artistas.(Sipea-Perú). Corresponsal del programa Diversos No Perversos de RNV ACTIVA- de VENEZUELA. Creadora de irrealidades. Difusora del colectivo cultural poético y musical. Colaborando en revistas literarias virtuales como artesanales: Revista digitales Cinosargo, Delirium Tremens, y La maquina d escribir de Perú, la fanzine de España y Papirando de Argentina. Al pueblo liga de color rojo puro Empalada, hice y de blanco, dócil y ligero; de mi vida un sendero la llevó clavada entre el puño y la frente en alta una mano en la pedriza. pues no optó por el silencio Juraría, que he sangrado, artilugio que no es remedio montando en nácar marea alta y mar adentro el sol de mi pueblo, para redescubrir las ganas sublevadas portando en la senda cara-cara al horizonte reposando, a mi diestra a la espera de la madrugada. voluntad, gracia y fuerza y en una pizca de sal Persistente Duelo un leve toque de arresto. Y yo persisto, con los rayos el duelo, No manosees el brote indefenso por aquel momento irrepetible de tu vida. porque entre hierbas seca da brillo Para rencores íntimos, pues, mira, como ante la yesca al fin de la vida ya no hablan los troncos con su savia fría; al fuego se arriesga y quisiera empezar un simple día, ya arde, ya tiembla; como crecer en paz hacia el sol de los cielos. A subversión de quiméricas, Palpar la tierra a raíces hambrientas tu recuerdo, aviva un equinoccio para el brío cobrando fuerzas, en sus músculos modestos. recorre una brizna, Mareas serpenteadas de la última ofensiva de este aire y este suelo, trae esfuerzo con su leve horizonte sin deseos; ¡Oh!, mi pueblo más puro y más sereno Vestida de apóstol un rayo de dolor dentro del pecho. prudente hasta el hastío Cruel paleta de colores encomiéndame en secreto y sangre en las verdes praderas irremediable eucarístico; enflorará el valor en el desierto, En la visita de su adiós, en esta futilidad de gobiernos. de su brisa consumada, ¿Qué historia cruel recitara la metralla? de su carta aflora un dogma, para pelear guerra mercenaria…. un estigma para mi estancia. En el foso raíces exhortadas Creo, fue un arcángel, Venciendo el silencio agobiado en un tiempo creciente... broto un día la lengua eterna de mi antepasado; …menguante, de dígitos ausentes Endeble tallo, que se congela en un bostezo que al tocar el suelo se desvanecen. por un mísero traidor rastrero. Mientras tanto /espero / Ruda es la fraga tallar un séptimo sello de la que emerge la campana, nos encontraremos padre con el horizonte pleno. Pilar Ugarte Muñoz [email protected] Nacida en Madrid, en enero de 1950. Casada y con dos hijas; asesora de seguros y ceramista. Escribe desde el 2003. Tertuliana y socia del Colectivo Literario Tirarse al Folio. Escribe cuento, relato y novela. Dos coediciones (2004-2005 y 2005-2006) de relatos de la tertulia “Juntaletras” de la que formaba parte. Mención especial en el Concurso de Cuentos Taurinos “El Albero”, en Quito. Accésit en el Certamen “Villa de Garrucha” y del celebrado en Torrevieja “Una imagen en mil palabras.” Publicada en las revistas digitales Sicenelmedio, abretelibro, Aenigma. Un relato seleccionado por editorial Ábaco en el libro recopilatorio “Pequeños grandes cuentos”. Coedición con el grupo La Parisiena del libro “Encuentros en la Parisiena”. Microrrelato incluido en la primera edición de Relatos en Cadena promovido por la Cadena Ser y Escuela de Escritores. Colaboraciones ocasionales en las revistas Ars Creatio, Color Albero y Miscelánea de la Literatura y de manera habitual en Papirando. Así mismo en la revista TAF. Edición del cuaderno literario “Tiempo de Escarcha.” “Palabras al viento”, antología de relatos publicado por Ediciones Oblicuas en 2010. Ocho por Diez recopilatorio coral con el colectivo TAF. Primer premio en el certamen “Una imagen en mil palabras.” En 2011 publicación de la coedición de “Madrid entre Líneas” Pilar Por Pilar: Soy miembro de la Asociación de Escritores y Artistas. Pertenezco al Colectivo Literario “Tirarse al Folio” Una vez a la semana nos reunimos en una tertulia en la que se leen, corrigen y comentan los trabajos propuestos; con una selección de estos trabajos, anualmente editamos un libro coral, presentado en un Centro Cultural y a cargo de una figura relevante de las letras. También hacemos vistas a exposiciones, excursiones y comidas. Regularmente invitamos a la tertulia a otros escritores para que compartan sus textos y experiencia con nosotros. Editamos la revista digital TAF y periódicamente publicamos una colección de Cuadernos Literarios. Acudo regularmente a entregas de premios, presentaciones de libros y lecturas. Estoy inscrita en un taller literario en el que se leen, comparan y comentan textos. Soy socia del Grupo Arte y Cultura con el que visito dos veces por semana museos, iglesias, conventos, palacetes… Como no todo va a ser letras, voy a una clase para aprender a bailar Tango, que también es un bien cultural Patrimonio de la Humanidad. LA VIDA ES ROSA Despierta Rosa cuando el sol se acuesta y la noche golpea su ventana; una ventana mínima, triste, con vistas a un edificio tan deslucido como el suyo, encajonado en una calle oscura, sin salida. Tampoco a ella le quedan demasiadas opciones, el despiadado espejo se encarga de recordárselo a diario; las bodas de oro, conmemoradas el otoño anterior, no son más piadosas, aunque de esos cincuenta años ejerciendo la prostitución no reniega; por eso, cuando pone el pie un paso más allá del portal de su casa, sigue siendo Vida. Le gusta el sexo; lo descubrió con el novio adolescente que la desfloró entre aromas de poleo, tumbados en los juncos que ribeteaban el río. Poco tiempo pasó desde aquél atardecer primaveral, hasta que dejó el pueblo. La capital ofrecía un mundo multicolor de posibilidades para una mocita bien plantada; los hombres se volvían a su paso cimbreante, la piropeaban alabando su exuberancia, la guapura lozana del rostro pícaro, la gracia insolente de ademanes… A la naturaleza tenía que agradecerle su físico, y a la vida que la hubiese respetado en su espinosa carrera. Nunca topó con clientes violentos o que se largaran sin pagar el servicio, jamás se enzarzó con colegas ni dependió de chulos. Empezó en el oficio por todo lo alto, en locales de postín, en hoteles de categoría, igual que los caballeros que la solicitaban. Pasó de vivir de pensión a compartir piso con dos amigas de faena, hasta que se encumbró lo suficiente para independizarse en un apartamento coquetón y céntrico. También tenía que agradecer que conociera el amor; se lo profesaba Serafín, el canoso propietario de un club que se prendó de ella sin condiciones, sin afearle su quehacer. La amaba con una pasión arrebatada que no podía corresponder. Y lo intentó, Dios sabe que lo intentó, aunque nada le prometió ni él lo demandó. Pero al fin la realidad cayó por su propio peso: no era ella mujer de un solo hombre ni él tenía suficiente fuelle para encandilarla. Nunca dejaron de ser amigos, sabía que podía contar con él para todo y eso le hacía sentirse segura. Le debía mucho a Serafín, se preocupó de cultivarla, la enseñó a sacar el mejor partido de sí misma haciéndola todavía más deseable; también fue su enamorado el que le puso el nombre de guerra: Vida; la llamaba así, aseguraba que le revivía cuando la tenía en sus brazos. Las hojas del calendario, incongruentemente, no son concientes del paso del tiempo, no entienden de meses ni estaciones y caen indolentes sin aguardar a que sea otoño. Para Vida hace rato que llegó el declive en forma de pliegues ceñidos a la cintura, desplomes que arruinan papada, pechos y culo, arrastrándola sin compasión cuesta abajo en su oficio. Se acabaron los clubes de categoría y los hoteles lujosos y el apartamento coquetón, los taxis… Ahora se conforma con salir cuando la luz se disipa y subir a un autobús que la deja a las afueras de la ciudad. Su clientela, antaño elegante, en la actualidad se nutre de camioneros sudorosos y barrigudos a los que alivia, sin desnudarse, en la cabina del camión o en el retrete de la gasolinera; a veces ni siquiera a cubierto, los apaña a mano o de rodillas en cualquier rincón discreto. Cobra poco por los servicio, lo justo para ir tirando. Pero lo cierto es que no le falta trabajo, tiene buena reputación, saber hacer y entusiasmo, sigue gozando del trato con hombres, de dar placer y recibirlo. Le agrada pensar que gracias a su labor, las novias que llegaron al altar inmaculadas fueron muchas, también las esposas que vieron aparecer a sus maridos de buen humor, sosegados y, quizás, hasta se libraron de un pescozón, y tales conjeturas le hacen sentirse satisfecha. Regresa al barrio con la luna en retirada. En el portal queda Vida y sube Rosa las escaleras, sin prisa, que las piernas varicosas ya pesan, y se acuesta cuando el sol de mediodía asoma a su triste, a su mínima ventana sin más vista que el edificio deslucido. FIN EL DESTINO ES CIEGO Jacinto acciona la palanca del elevador plateado y apila las cajas de cartón gris sobre la estantería metálica. Todo en él es gris. Según contaba su difunta madre, cuando le tuvo en brazos por primera vez pensó que estaba muerto, o a punto dé, porque tenía la piel cenicienta, igual que los ojos. No mejoró con la edad, apenas daba los primeros pasos y el pelo empezaba a crecer revelándose de un color indefinido hasta terminar en un blanco nebuloso. Pasó por el colegio como una sombra, del mismo modo que en el trabajo anodino que desempeña en el almacén. Desde que tuvo uso de razón sus amaneceres son plomizos aunque luzca el sol. Y no se debe a su talante que, aún siendo silencioso y comedido, no se le puede tildar tajantemente de triste, simplemente parece un espectro. A pesar de su carácter dulce, desde siempre la gente por la calle le mira con recelo, incluso quienes le conocen muestran un innegable rechazo hacía su persona, se sienten incómodos, los intimida y las conversaciones cesan, las risas se congelan en los labios… Está resignado Jacinto, cuatro décadas intentando cambiar su sino le han agotado el fuelle y arrastra como una inmerecida condena su soledad y desánimo, por eso sus amaneceres son aciagos aunque brille el sol. Libre del guardapolvo impersonal, atardece, desde siempre, con una luz mortecina al salir del trabajo; la incipiente penumbra le confiere una apariencia fantasmal, se desdibuja en el paisaje inhóspito del polígono industrial desolado, mudas las naves de hormigón, candadas las puertas metálicas… Y Jacinto camina cansino, con la mirada lánguida, hacia la parada del autobús; le ve llegar al doblar la esquina, no se apresura, ¿para qué? nada ni nadie le espera en la casa. Del bus desciende un solo viajero, una mujer de mediana edad con gafas oscuras que levanta la cara, como olfateando. Duda qué dirección tomar y finalmente tantea con el bastón antes de decidirse. Avanza en dirección a Jacinto, que parado la observa con curiosidad; no es guapa, aunque su aspecto es agradable. Mueve los labios al son de los pasos indecisos. Extiende el bastón frente a ella, golpea el aire y se detiene consternada. -Señorita, ¿necesita ayuda?- se acerca solícito. -He debido extraviarme- responde con la voz angustiada y el gesto sorprendido - No reconozco los olores ni las distancias, debería estar frente a mi portal, he dado los pasos contados. Qué torpeza la mía, iba distraída y… Me he pasado de parada, ahora me doy cuenta; ya me parecía un trayecto demasiado largo. La mujer se encoge de hombros quitándole importancia al incidente. - Me llamo Esperanza, ¿Y tú? -Jacinto. Jacinto, para servirla- responde intimidado. -Encantada. No suelo hablar con desconocidos pero, no sé, tu voz es dulce, me inspira confianza. ¿Podría acompañarme hasta la parada del autobús? Estoy algo desorientada, la verdad. Sonríe de un modo encantador y extiende la mano buscado el contacto. Él la observa fascinado, se deja enlazar el brazo y la guía suavemente. Un rezagado rayo de sol se abre paso débilmente en la penumbra, atardece como siempre, aunque algo en su interior le dice que hoy no será lo mismo. Y quizá mañana… FIN JUGADA MAESTRA (Relato Corto) El estridente timbre de la puerta induce a Sergio a ovillarse en el sofá; las manos crispadas, se aferran al asiento. Un nuevo timbrazo, más dilatado que el primero, le provoca un terror incontrolable que intenta eludir replegándose aún más, escondiendo la cabeza entre los brazos. Quien llama, insiste terco. Con el corazón en la boca, incapaz de soportar la incertidumbre, resuelve enfrentarse a ella. Atisba por la mirilla. El pasillo está a oscuras y, de nuevo, flaquea su ánimo y se arruga amedrentado en un rincón del recibidor. -Es él- balbucea-. Seguro que es él. Necesita cerciorarse y se obliga a mirar otra vez. La luz de la escalera se enciende súbitamente y Sergio da un respingo; al otro lado de la puerta descubre a un tipo barbudo, con chaqueta de cuero y un gorro de lana calado hasta las cejas. Mira tercamente hacia abajo, a algo que hay en el suelo o que lleva en la mano, y tuerce la boca con gesto de fastidio. -Un arma- conjetura cuchicheando Sergio-, tiene una pistola, un cuchillo… En el momento que abra intentará abalanzarse sobre mí para liquidarme. El extraño desaparece de su campo de visión y el corredor se queda lúgubre, silencioso y solitario. Es listo, piensa Sergio, pretende que crea que se ha marchado. Pero no va a engañarme, estoy sobre aviso. Tendrá que hacerlo mejor si quiere pillarme. Se frota las manos, congratulado por lo bien que ha manejado la situación, y es al separase cuando se percata del sobre que el desconocido ha debido meter por debajo de la puerta, y espera ser recogido del suelo. Pone su nombre y dirección. Sin sello. Se carcajea de su propio miedo; el tipejo sólo era un mensajero, nada más, concluye alborozado y decide ignorarlo. Pero… ¿qué dirá el mensaje? Se pregunta intranquilo mirándolo con aprensión, aunque sin animarse a leerlo. Intenta distraerse con la televisión y, desde el sillón, sus ojos vuelven una y otra vez a posarse en el sobre blanco, en las letras negras alineadas cual reguero de hormigas agoreras, letales. Tiembla al pensar que pueda tratarse de otro paso más del malévolo juego. “Recuerda que eres la víctima”, certificaba el primero que recibió por correo electrónico. -¿Por qué yo?- tecleó entonces, pulsó a enviar y esperó en ascuas la respuesta, que no tardó en llegar: -Así es el juego. Te ha tocado. Elegiste libremente… Y bien que le pesa, se recrimina por enésima vez. Entró en aquella maldita página por azar, trasteando en el ordenador una noche de insomnio. Sufría muchas desde que cortó con Ángela; le dejó, sería más correcto, harta de soportar sus celos injustificados y las depresiones posteriores al reconocer que no tenía motivos, que la causa era su carácter posesivo y manipulador, su inseguridad. Juraba que sería la última bronca, que se enmendaría, pero reincidía. Verdaderamente la tenía desesperada; los días cordiales no eran suficientes para compensarla de los arrebatos iracundos que, sin venir a cuento, le asaltaban. Ella no pudo más con la indefendible situación y puso tierra de por medio. Terminaron mal, muy mal. Cuando Ángela le abandonó el mundo se le vino encima; de nada sirvieron las llamadas, los regalos, sus ruegos… Resignado, llenó su vida con el trabajo, la televisión y el ordenador. Se involucró, atolondradamente, en aquel juego que prometía emociones, acción al límite, y él estaba necesitado de ambas para paliar su soledad y desidia. La cita se concertó en un pub de copas del extrarradio. Llegó temprano, se acomodó en la barra, pidió un güisqui y pasó revista a los parroquianos, no demasiados: dos parejas acarameladas en un rincón discreto, una mujer que miraba impaciente el reloj, tres hombres charlando animadamente en el extremo del mostrador… A la hora convenida, siguiendo las escuetas indicaciones recibidas por Internet, se dirigió al punto de encuentro: la salida de emergencia. Un individuo enorme, con aspecto de matón de película de serie negra, sin pronunciar palabra le condujo al interior de un local anexo al bar. El recinto olía a humo de tabaco, a alcohol rancio y humedad; estaba en penumbra, iluminado apenas por la bombilla mortecina que proyectaba un mísero haz de luz amarillento sobre una mesa redonda, con cartulinas alineadas en el tapete rojo. Desde las sillas, distribuidas junto a la pared y a buena distancia unas de las otras, únicamente las puntas de los cigarrillos moviéndose esporádicamente dejaban entrever poco más que los labios de los fumadores. El escolta le indicó un asiento, y salió. Nada revelaba el sexo ni la identidad de los asistentes, sólo la del hombre que hablaba emboscado en la oscuridad y que se presentó como el coordinador, aunque él presumió que había alguna mujer; le delataba un aroma tenue a perfume que, curiosamente, le resultó familiar. Serían seis los jugadores, explicó el organizador, tres sabuesos, un policía, el ejecutor y la víctima, papeles que se asignaron eligiendo cada cual una de las cartulinas, al azar. ¿Cómo podía él imaginar que en el reverso de aquel cartón, inocente en su blancura, se escondía una sentencia? Acabada la reunión salieron de uno en uno, a intervalos de cinco minutos. Al llegar su turno pretendió remolonear por la puerta, pero el tipo forzudo le avivó para que se alejara del callejón; ni siquiera le permitió volver a entrar al pub pretextando que estaban a punto de cerrar, y no le perdió de vista hasta que cruzó la calle, siguió hasta donde estaba aparcado el coche, y arrancó. Perturbado por cómo se había desarrollado el desconcertante encuentro, quiso desligarse del juego y mandó un email a quien actuaba de policía, su único contacto. La respuesta fue tajante: “Todo está en marcha. Contigo o sin ti, el desenlace será el previsto. Eres la víctima, y yo el único que podría ayudarte.” No aclaraba como, omisión que, en lugar de tranquilizarle, le creo aún más dudas. Decidió borrarlo, no volver a conectarse a Internet, y se propuso firmemente olvidarse del maldito juego. Y trató de hacerlo, hasta que el conserje de su edificio le interceptó cierta mañana para comunicarle que alguien andaba indagando sobre él; lo describió como un señor educado, bien vestido, sin rasgos peculiares “…y pierda cuidado, don Sergio, ya sabe usted que yo soy una tumba, no voy hablando por ahí de unos y otros” añadió ufano. Lo mismo sucedió en el trabajo, aunque, a decir de la recepcionista se trataba de un joven, guapo y dicharachero. Los sabuesos le tenían localizado. Él, a su vez, decidió devolverles la jugada plantándoles cara; regresó al local de copas, pero nadie supo, o no quiso, dar referencias del grupo. De poco le valía recordarse que se trataba de un juego, sólo un juego, que no llegarían al extremos de atentar contra su integridad. Se lo repetía machaconamente, sin terminar de creérselo. Y su vida se convirtió en un infierno. Desconfiaba de todo el mundo, hasta de compañeros y conocidos. El teléfono se le antoja una herramienta perniciosa. Gritaba descompuesto al sentir una mano en el hombro y huía despavorido si le paraban por la calle o si se tropezaba, fortuitamente, con gente que imaginaba sospechosa. Y todos se lo parecían. Lo que más le enervaba era ignorar cómo, cuándo y de qué forma llegaría el golpe fatídico. La paranoia le afectó de tal modo, que el mismísimo jefe de personal se percató de su estado soliviantado y le aconsejó pedir una baja temporal. No estaba mejor en casa; el espacio cerrado le ahogaba, percibía las paredes aprisionándole, las puertas atrancadas impidiéndole la huída, las ventanas reforzadas… Huir de quién, si nadie podría entrar, se interrogaba y replicaba sin pausa. Aún así, lo comprobaba repetidamente, aunque ni por esas se aplacaba la desazón que le obligaba a corretear arriba y abajo, a sentarse y levantarse al momento, a quedarse a oscuras maliciando que le observaban desde alguna vivienda vecina para, a renglón seguido, clausurar persianas, cortinas, y prender las luces de todas las habitaciones. También barajó la posibilidad de acudir a la policía, la de verdad, pero sin pruebas, con sus antecedentes depresivos, la baja médica y los ansiolíticos prescritos, su credibilidad valía menos que nada. -Y ahora el maldito sobre esperando a que lo abra- vocifera desquiciado. Tiembla cuando, al fin, opta por recogerlo; los dedos espasmódicos apenas aciertan a sostener la nota mecanografiada, lapidaria: “Te veo, aunque te escondas.” Enloquece Sergio. Buscando cámaras, micrófonos, desmantela la casa; vacía armarios, despega moquetas y empapelado, revisa los cacharros de la cocina y los frascos del baño. De pasada, se ve reflejado en el espejo y se horroriza: las mejillas demacradas sin rasurar, los ojos enajenados hundidos en los párpados hinchados, orlados de violáceo. Cuando suena el teléfono se desentiende de su patética imagen y chilla desaforado. Arranca el cable y se derrumba al suelo llorando entre libros destripados, ropa a jirones y objetos arrasados. La musiquilla del celular le hace reaccionar; la pantalla indica un número desconocido y por un momento duda en responder, pero la desesperación y el certero pensamiento de que únicamente puede tratarse de alguien de su absoluta confianza, a quien ha facilitado su móvil, le anima a buscarlo por entre los destrozos. -Ángela, gracias a Dios- grita histérico, sollozando, al reconocer la voz familiar- Me quieren matar. No sé qué hacer ¡Ayúdame! Ha prometido ir a verle. Se lo agradece mil veces, no sabe a quién recurrir. Ella le creerá, es comprensiva, solidaria... Aguarda ansioso. ¿Por qué ha llamado precisamente hoy, en este momento? Desde una cafetería, dice. ¿Y después de siete meses?, se interroga de repente y pasea frenético entre el estropicio del suelo, analizando la situación ¿Quién mejor que Ángela conoce mis costumbres, mi vida? No. No es posible; entré en aquella página por casualidad. ¿O no? La que siempre manejaba el ordenador era ella. Alguna vez mencionó chats de contactos, juegos de rol; le encantaban esas cosas. Sí, le gustaban mucho. No sé. Ya no estoy seguro de nada. O sí, porque ella tendría que estar trabajando a estas horas ¡y menuda es, cumplidora por encima de todo! Me odia, lo sé. Entonces… a qué viene correr a ayudarme sin preguntar nada, sin rechistar siquiera. ¿Y si ella es el ejecutor? Estoy loco. El miedo me hace desvariar; Ángela no es vengativa, me quería. Tampoco es violenta, incapaz de matar un mosquito. Habrá salido a tomar un café. La gente cambia, se desdice al instante. La hice sufrir. ¿Tanto como para arriesgarse a perder su bienestar cometiendo un crimen? Impensable. En el laboratorio tiene un puesto magnífico, reconocida como la químico brillante que es. Aunque el rencor es mal consejero. Y muy peligroso. Seré un histérico, pero no un mentecato; vienes a matarme, querida mía. Te he descubierto, zanja empecinado. Olí tu perfume. Te delató, estúpida, es la prueba definitiva. ¿Pensabas que no me iba a percatar? ¡Error! Y si crees que me vas a encontrar desprevenido, estás lista. Yo daré el primer golpe. Lo hace. Suena el timbre. Por la mirilla espía a Ángela. Lleva guantes marrones de cuero, una bolsa sospechosa apretada contra el pecho, y ambos detalles le reafirman en su hipótesis. Sergio esconde la mano que empuña el cuchillo, y abre. Le franquea la entrada y cierra la puerta a su espalda. -Te he traído un regalito- dice Ángela- El remedio que necesitas. Sonríe, haciendo como que no repara en el caos y el detalle afianza la sospecha. Se dispone a sacar algo de la bolsa y añade: - Ya verás, en un santiamén desaparecerán todos tus problemas. No termina de sacarlo, la cuchillada le atraviesa el corazón. Se derrumba Ángela entre cachivaches y papeles despedazados. Sergio la contempla sin pena, suspirando aliviado. -Se acabó el juego- musita-. Estoy libre. Bueno, lo estaré en cuanto piense la manera de desembarazarme de ti, perra traidora. ¿Cómo lo habrías hecho tú, listilla? Dejándome aquí hasta que algún vecino denunciase el mal olor. Seguro. Sencillo y nada comprometido. Lo tenías todo calculado: justo a la hora que no está el portero para entrar impunemente, sin testigos. Telefonear desde una cabina. Los guantes, por las huellas… -¿Y qué arma pensabas usar?- insiste en interrogar al cadáver. No soporta la visión del cuerpo inanimado, la mirada azul congelada en un punto del techo blanco. Lo cubre con una toalla. Más tranquilo y picado de curiosidad, hurga en la bolsa. -¿Bombones? ¡Una caja de bombones! Mi debilidad. Qué bien me conoces, Ángela. Entonces… ¡No es posible! ¿No eras el ejecutor? ¡Dios, qué locura he hecho! -No es posible- repite desesperado, paseando el salón- Tengo que pensar. Piensa, Sergio, piensa. Llamo a la policía, eso es, digo que dormía la siesta, que me estaban robando, que la confundí con el ladrón… ¿Y si no me creen? De pronto cae en la cuenta de que el juego sigue su curso letal. Se desploma en el sofá atacado de pánico, los brazos desmayados y los ojos estáticos en la pantalla negra del televisor. Es de madrugada cuando reacciona. Emerge del shock debilitado. Tiene temblores, sudor gélido y el estómago dolorido. No recuerda cuándo comió por última vez. La caja de bombones se le antoja una tentación irresistible. La destapa con urgencia y los descubre a cual más apetecible. Duda en la elección; se mete en la boca tres juntos y los engulle con glotonería infantil. Los degusta complacido, los paladea. Sorprendido y horrorizado, advierte… ¿cierto regusto a almendras amargas? FIN Ricardo Gabriel Zanelli [email protected] Antecedentes literarios: - LA RULETA RUSA DEL TIEMPO (Cuentos, Bs. As., 2004). - Cuentos y ensayos publicados en revista Cuásar (Bs. As.): “El tiro de gracia” (1er premio 1º Concurso de cuento fantástico y ciencia ficción revista Cuásar; 1991); “Un lado del abismo” (1997); “Bioy Casares y la ciencia ficción” (ensayo; 2005); “La vizcachera” (edición virtual; 2008). - Cuentos publicados en revista Axxón (Bs. As.): “Veinte años” (2008); “El principio de incertidumbre” (2009); “El portal de las mantícoras” (2010); “El Martincito” (2011). - Cuentos publicados en revista Papirando (Río Gallegos): “El clásico”; “Los celos de Ícaro”; “Un breviario fantástico”; “Un muerto en la vía pública” (todos entre 2009 y 2011). - NAVEGANTES (Cuento) – Publicado por Casa Eolo, España (2011). - EL ORO CARMESÍ (Cuento) – Publicado por Editorial De los cuatro vientos; Bs. As.; 2003). - Mención de honor en el Concurso internacional de microficción Garzón Céspedes (España, 2007) (Cuentos “El ansia” y “Asunto concluido”). - 2º Premio en el Concurso de ficciones breves de la Fundación Yukio Mishima (Bs. As. 1992), por el cuento “La única solución posible”. – Cuentos publicados en diario La Voz del Interior (Córdoba): “El pasajero” y “Reflejarse” (Ambos en 1991. Ilustraciones de Peyró). LAS BESTIAS DE PAVLOV Sabía que en Viña del Mar lo llaman el monstruo. Aparentemente por su ferocidad. Pero él se enfrentaba a uno igual cada vez que se presentaba en vivo. Aunque no pensaba que en esos casos debiera hablarse de ferocidad; era otra cosa más bien, pero no alcanzaba a definir qué. Cuando dejó sus estudios de psicología para dedicarse a su devoción por el canto, nunca se imaginó que iba a enfrentarse a algo semejante. Es decir, hacía años que se presentaba en público a cantar por los más diversos lugares del mundo, ya fuera solo con su guitarra (“La guitarrita no te va a dar de comer”, le dijo su padre, ofendido por el abandono de los estudios universitarios) o con su grupo de acompañamiento, y siempre acababa con la misma sensación: la extraña sensación de que, paradójicamente, no había nadie del otro lado del escenario. Había, claro, una multitud, pero nadie en particular. Conocía de sobra que otros colegas habían experimentado sentimientos similares. Uno incluso había escrito un disco muy famoso acerca de que entre el artista y el público existía una pared infranqueable. Algunos le daban mayor importancia que otros. Uno le decía: “Voy adonde me dice el manager, hago el numerito, me pongo la camiseta de la selección del país donde esté (cuando sé dónde estoy), hago un poco de circo pa’ lo’ muchacho’, y chau. Para qué te vas a molestar. En todos lados es igual. Es sólo un trabajo. Otros van a la oficina; yo, subo a cantar”. A él le parecía demasiado pragmática esa actitud y no podía compartirla. Sabía de otro que se negaba rotundamente a cantar los viejos éxitos y se empecinaba en presentar “material nuevo”. “Cantate una que sepamos todos, che”, le gritaban, casi faltándole el respeto. Él se mantenía en sus trece. Una vez, harto, hasta llegó a mentir: “No me acuerdo de los acordes”. Mentira: era seguro que tenía pesadillas con esos acordes trillados. Sea como fuere, con el tiempo se quedó sin público. Éste representaba el otro extremo del asunto. Que tampoco era su caso. Sin embargo, a la vuelta de los años, algo indefinible había ido surgiendo en su interior. Indefinible, sí, pero que podía resumirlo en una simple pregunta: ¿Había alguien allí, más allá del escenario? ¿O sólo había ese monstruo innombrable? “¿Para quién canto yo entonces?”, se había preguntado, años ha, otro colega, muy famoso. Él, como artista, sabía que se debía a su público. Pero el público, ¿escuchaba realmente lo que les cantaba? El “respetable”, como le dicen en la península, pagaba una entrada y él vivía de esa entrada, pero el respetable, ¿iba al show a oír su propuesta artística, o sólo asistía a una suerte de rito cada vez que él se presentaba, como quien va a misa, funcionando las canciones (las que sabemos todos, no las otras) de manera análoga a las consignas del sacerdote que los fieles deben responder con fórmulas preestablecidas? ¿Por qué, si no, cuando tímidamente estrenaba canciones de cada nuevo álbum, sus seguidores aplaudían, con respeto, sí, pero también con impaciencia, esperando las canciones “de siempre”, esas “que sabemos todos y que podemos cantar”. Era como si dijeran: “Dale, che, que no tenemos ganas de aprender; danos la nueva dosis de más de lo mismo que vinimos a buscar y para eso pagamos la entrada que, ya que estamos, no son precisamente baratas”. Llegó a pensar que, en el fondo, no tenía necesidad de seguir editando discos nuevos. Para qué iba a esforzarse a escribir nuevas canciones que iban a ser casi seguramente despreciadas, salvo una o, con mucha suerte, dos. Al final, era mejor, más fácil, presentar todos los años un “Grandes éxitos” perpetuo, con una o dos canciones nuevas por vez, sobre todo para calmar a esos inútiles gruñones de los críticos. Además, por otra parte, ahora encima se “bajaban” las canciones de Internet. Sí, muy bien, pero todo eso iba en sentido contrario de su instinto artístico. Si seguía así, prefería terminar tocando en bares de mala muerte para dos o tres delirantes que apreciaran realmente su arte y no en esos coliseos modernos que son los estadios de fútbol, ante hordas enardecidas de fanáticos. Porque ésa era la palabra: fanáticos. En el peor de los sentidos. Todas estas cuestiones estaban trastornándolo y ahora dudaba seriamente de continuar con su carrera artística o, al menos, con sus presentaciones en vivo. Pero, en caso de que así fuera, no deseaba retirarse sin antes haber revelado el enigma que lo atormentaba. Es decir, la recurrente pregunta: ¿Había alguien allí? ¿O sólo existía el monstruo colectivo, un inefable Leviatán del siglo XXI? Decidió entonces realizar un experimento y para ello recurrió a lo que había aprendido en su paso por las aulas de la carrera de Psicología. Conocía de sobra el famoso experimento aquel en que daban de comer a unos perros y hacían sonar una campana. Así, repetidas veces hasta que, eventualmente, la campana sonaba pero la comida ya no estaba allí. Comprobaron entonces lo que se llamó reflejos condicionados, ya que los animales corrieron presurosos a buscar la comida ahora ausente al oír el tañido de la campana. Él iba a realizar una nueva versión del experimento. Pero las bestias iban a ser otras. Debía realizar tres conciertos en otros tantos días en una ciudad turística. Había mucha expectativa por su presentación. Él también estaba ansioso. Porque probablemente fueran sus últimos conciertos. En el primero de los tres shows arrancó, previo aviso, con canciones inéditas. “Pertenecen a mi nuevo álbum”, anunció. Interpretó cinco. Como siempre, hubo una mezcla de silencio respetuoso y tímidos aplausos. Al cabo de la quinta canción, podía palpar la ansiedad en el aire. La ansiedad de las canciones conocidas, las que sabemos todos, del plato favorito. Podía sentir que la saliva fluía en las fauces de las hordas, del monstruo. Sonrió ahora, casi con malicia. Miró a sus músicos, haciendo un movimiento casi imperceptible con su cabeza. Entonces comenzó a rasgar en la guitarra el primer acorde -sol mayor- de su “hit” más conocido, el que habitualmente usaba en los bises. Cuando las hordas lo reconocieron, el monstruo, la bestia, despertó. Comenzaron los gritos, los aullidos histéricos, las luces de los encendedores, los aplausos rabiosos. Se sintió tan descorazonado que repitió, según su plan, varias veces el acorde, pero desganadamente. Al fin, ante otro gesto imperceptible a sus músicos, bruscamente cambiaron de acorde, de ritmo y de canción, otra canción inédita. El griterío, los aullidos, se calmaron. Los encendedores se apagaron. Ahora lo que podía palpar en el aire era el desconcierto del monstruo: la comida, el banquete, el festín anunciado por la campana, por el acorde, se había esfumado. Satisfecho y entristecido, pero inquieto, desgranó en total tres nuevas canciones, una de las cuales duraba casi diez minutos e incluía sofisticados arreglos instrumentales. Fue en esta canción que se dejaron oír los primeros silbidos. Miró ahora a sus músicos y rasgó nuevamente el acorde mágico. Entonces el rito se repitió: los gritos, los aullidos, los encendedores. Incluso ahora voló alguna lencería femenina. Un poco de feromonas nunca viene mal para despertar los instintos. Pero volvió sobre sus pasos, rasgó de la guitarra con rabia y cambió de acorde, de ritmo, e incluso de repertorio, porque ahora anunció que interpretarían versiones de temas ajenos. Pero, claro, según el plan, nada conocido. Ninguna que sepamos todos. Ignotas, aunque bellas, canciones de aún más ignotos músicos de quién sabe dónde. La impaciencia no tardó en brotar. Los chiflidos aumentaron, unos cuantos encendedores aterrizaron sobre el escenario. Una botella de whisky, vacía, también. Volvieron los aullidos pero no ya de placer sino de rabia, de frustración. Pudo ver con alarma que los efectivos de la policía encargados de contener a las hordas a duras penas podían lograr su cometido. Hasta sus músicos comenzaron a preocuparse. El baterista y el bajista, cercanos entre sí en el escenario por su función rítmica, murmuraban si no sería mejor tocar lo que quería el público. “Si, total, no cuesta nada darles con el gusto y es más fácil para nosotros”. Mientras, el guitarrista líder, en la otra punta del proscenio, empujaba con el pie a uno que había sorteado el cerco policial y había logrado subir. El tecladista, al fondo, intentó por su cuenta iniciar una canción conocida pero él lo fulminó con la mirada. Nada ni nadie iba a violentar su criterio artístico. Al fin y al cabo, era el autor de todas, pero todas las canciones. “Si no les interesa lo nuevo que vengo a ofrecerles, entonces uno de los dos está de más”, pensó para sí. Es decir, era él o la bestia. Una cuestión de vida o muerte. Al fin, muertos de miedo, iniciaron otra canción inédita. Ya había pasado más de una hora de concierto. Los gritos inundaron el lugar, hubo aullidos espantosos y las botellas de whisky vacías habían reemplazado definitivamente a los encendedores. Por tercera vez se había anunciado la comida, el banquete, el festín y, por tercera vez también, se había escabullido. La paciencia del monstruo se había acabado. Los policías estaban siendo masacrados sin piedad y un olor nauseabundo comenzó a pudrir el aire. El guitarrista líder ahora repartía guitarrazos a diestra y siniestra para no entregar el lado débil del escenario. La bestia estaba desatada. Su libertad artística estaba siendo sido irrevocablemente ultrajada, pero la visión del horror casi instintivamente lo llevó a rasguear una vez más el acorde bendito, ese que la bestia reconocía y que la calmaba. Hubo un silencio ahora. Al primer acorde le siguió el segundo, luego el tercero. El milagro iba tomando forma. Algunos encendedores volvieron a prenderse. El guitarrista líder pudo dejar las escaramuzas y dedicarse a tocar. A pesar de algunos estertores aislados, el monstruo parecía estar aplacándose. El olor nauseabundo desapareció y en su lugar arreció la lencería, en todas sus variantes. Había ahora un olor más agradable. Por lo menos en comparación con el otro. Cuando llegó el estribillo, las hordas parecían un coro de ángeles borrachos entonándolo, pero entonándolo al fin. Cuando la canción terminó, la bestia no pareció saciarse ni mucho menos y pidió más sacrificios para el gran banquete. Él miró a sus músicos, que ahora hasta se animaban tímidamente a sonreír. Uno detrás de otro, interpretaron todos sus éxitos. Siete en total. Al final, la bestia parecía estar saciada, hastiada, pero siempre queda un lugar para más comida. Pidió más, pidió bises. El griterío era ensordecedor. Con lágrimas en sus ojos, menos de alegría que de dolor, hizo un gesto a sus músicos dando a entender que la próxima canción la iba a interpretar él solo. Pidió al público silencio e increíblemente lo obtuvo. Comenzó entonces con la canción que había abortado a propósito dos veces y que habían interpretado finalmente para evitar la carnicería. Hubo algunos gritos pero otros los hicieron callar. Entonó con infinita tristeza su última canción. Cuando terminó, hizo señas al público para que permanecieran en silencio. Dejó la guitarra en su soporte, tomó el micrófono y preguntó: -¿Hay alguien ahí? Hubo primero un silencio eterno. Luego, el estadio se vino abajo. Aullidos, gritos inhumanos, refriegas. Vítores, pedidos de nuevos bises, pero de las canciones de siempre, y un “pogo” estremecedor del monstruo que hicieron que todo temblara alrededor. Sintió íntimamente que la respuesta al enigma resonaba con claridad, a pesar del pandemonium. Sin decir palabra y sin agradecimientos vanos, giró sobre sí, saludó uno por uno a sus músicos y luego se perdió detrás del escenario. Después los otros cuatro lo imitaron. Inútilmente reclamaron su regreso, con mayor o menor violencia. Eventualmente, los dos shows siguientes fueron cancelados. Sin fecha. Rolando Revagliatti [email protected] Rolando Revagliatti nació en 1945 en la ciudad de Buenos Aires, la Argentina. Publicó en soporte papel un volumen que reúne su dramaturgia, dos con cuentos y relatos y quince poemarios, además de la breve antología poética personal “El Revagliastés” y “Revagliatti – Antología Poética”, con selección y prólogo de Eduardo Dalter. Sus libros cuentan con ediciones electrónicas disponibles en http://www.revagliatti.net. Sus 185 producciones en video se hallan en http://www.youtube.com/rolandorevagliatti - “LA COMADREJA” “LA CAMPANA DE CRISTAL” Vestido lucí anoche Antes de dimitir he sido discernible y no es que sea eso todo para unos pocos indispensables iniciados lo que un ganapán es capaz de desear Iniciadores También surcaron mi mordaza. transarme al hijo del medio del Ministro de Asistencialismo y Equiparación Social “LA PIPA DE KIF” Desnudo lucí por la mañana y no es que sea eso todo En este libro de lona crea un circo He dicho En este circo crea Y me arrepiento: porque lo dije tanto y administra su libro que ahí se me vienen esos bichos de este libro de las Maravillas y me comen. 18 poemas en la arena. condensada el alma “EL PERFUME” En la cima En sus almacenes de la luna de su alma conquistado aún se sabe de esa luna no olía. por la que despide Aldo Enrici [email protected] EL TIEMPO COMO LA MIRADA ABSUELTA. Excurso a partir de la exposición fotográfica del grupo Una Muñeca Rusa: “esa belleza”. Aldo Enrici[1] Los muebles del departamento eran antiguos y sin duda hermosos, pero lo que llamó la atención de mi amigo fue una muñeca rusa. Adolfo Bioy Casares La presente composición trata de ensayar una escritura, nunca del todo clara, -admito-, acerca la absolución del tiempo en la fotografía, a partir de la muestra “Esa Belleza” presentada por las cuatro artistas[2] residentes en la ciudad de La Plata (Argentina) que componen el colectivo Una Muñeca Rusa. El nombre del grupo remite a las Muñecas Rusas o muñecas anidadas, matryoshka, matrioshka, babushka o “muñecas rusas” simplemente[3] (Matryoshka Doll, 2000). La muestra, al menos su nombre fotográfico, está inspirada en el discurso de John Berger y Marc Trivier. Se trata del escrito Esa Belleza, un incurso referido al mundo estético del escultor suizo Alberto Giacometti, cuyos cuerpos estilizados y considerablemente fibrosos, como huidos de un holocausto son enormemente inmunes, escapan de la materialidad, se purifican, devienen esculturas, a la vez que desmesuradamente delgados y hasta sublimes o inspiradores de placer permiten reconocerlo en el dolor ajeno como experiencia de la naturaleza (Sade, 2004). En estas páginas, John Berger se sumerge en el mundo del escultor Alberto Giacometti a través de la mirada intimista y perspicaz del fotógrafo Marc Trivier. Giacometti y Trivier parten en busca de una zona de experiencia en la que el acto de mirar equivale a un encuentro. O dicho de otro modo: no ofrecen testimonio de una presencia sino de un movimiento común de acercamiento, de mirada a lo extraño. No dejan tras de sí el gesto de unos pasos decididos sino de la tensión; la tensión de las piernas, de una mirada, de una lengua, de una atención, de una soledad. Berger hace una reflexión sobre la sensibilidad, o el conjunto de interruptores que se “activan” al mirar alguna cosa, o un pequeño cúmulo de recuerdos, o de deseos. Giacometti y Trivier van en busca de una zona de experiencia en la que el acto de mirar equivalga a un encuentro. Dicho de otro modo: no ofrecen testimonio de una presencia sino de un movimiento común de acercamiento (Berger, 2005). En la exposición de Una Muñeca Rusa con la constancia de la sencillez se advierte cómo en cada foto hay una mujer que se absuelve con la mirada, como a partir de su propia aura, en cuanto lejanía pero además hay un gran hostigamiento en el tiempo que cae sobre la foto, y la foto que parece durar ante el tiempo. Un rechazo a nuestros sentidos. Nosotros, en cuanto seres circulantes, que habitamos este yermo terráqueo de apariencia llana y de geografía esférica no conseguiríamos complicar a nadie al decir que somos seres circulantes, pues en su mayoría estamos convencidos de eso. La calificación muestra la satisfacción con que se reconoce que el traslado ha sido una más que interesante jugada para elogiar los modos en que el hombre estuvo embebido en migraciones, precarizado por asentarse, o dispuesto al envite de los vientos, los olores, el cansancio pío de la ausencia de propiedad privada. En cuanto circulantes, hemos vuelto la vista a la cámara, miramos como si hubiese una cámara fotográfica en condiciones de hacernos durar y de absolvernos del tiempo. Es por ello que su concepto de tactilidad tampoco tiene que ver con su acepción vulgar, sino que remite a un dominio de “sinestesia de sentidos” (Berger, 1972). Su imagen del coleccionista como una persona con sentido sensorio está entramada con la experiencia quebrantada y yuxtapuesta de la vida moderna, que contrasta con el modo de recepción de la obra de arte en sentido tradicional, en tanto objeto de culto, en el cual aparece como infranqueable la distancia entre su existencia y la del espectador. Sandra Valdettaro sostiene que Walter Benjamin se interesaba por la transformación de la pMientras esta recepción distanciada deriva en un uso elitista del arte, la reproducción técnica anula esa distancia permitiendo un consumo desacralizado.ercepción y la experiencia en la esfera artística y la decadencia de la experiencia aurática primordial de las obras de arte, pero su exploración estaba emplazada en un contexto más amplio que consistía en un examen concreto de la producción de las imágenes, urbano y en materiales de construcción (Valdettaro 1999-2000). Sólo proporcionaría placer estético, emoción subjetiva, una reconciliación o un rechazo a nuestros sentidos y un tramo de algo que emana y fluctúa entre nuestra realidad y la fantasía, entre el mundo de lo imaginario y el llamado real, un par de ejes que tejen de a poco lo real, donde sólo se podrá tener un criterio estético por esa delicadeza de la sensibilidad. Una relación entre las fotografías. En justo sumario digamos que la muestra de Una Muñeca Rusa se podría conjugar en un párrafo. Se trata de cuatro fotografías, dos de ellas dípticos. A punto de cortar, una tijera se propone advertir cavidades con requesón. Posteriormente alguien vestido de negro libera un limón del árbol poderoso. Redondeces pretoriales, geometrías en una campamental corsaria de resplandeciente áurea se soltarán en cuatro mujeres. Vuelan sobre los pelos las aves. Campaña de la ciudad para ruedas sobrepujantes. Las ruedas deleitan al verla por su movimiento posible. Esa oportuna “delecheidad” cambia de órbitas. Los panes deleitan entre sí, todo tiende a circular, viento in pictore. Las aves siguen volando mientras unas gotas de limón queman el papel fotográfico a la manera de un sol. En este caso hablamos de una relación entre las fotografías, pero podemos preguntar qué guarda cada una de ellas en su interior. En su conjunto son un conjunto, una urbanización. Pero dentro, ya en cada foto, se revelan los puntos de relaciones sociales de la percepción, la fenomenología de cada foto, el aura como, no una simple distancia, sino como un ocultamiento de algo, pero de qué sino de una humanidad interior, de un aura humana flotando, que contiene a su copia y que no contiene al hombre mismo sino a la mujer. El hombre en el interior lleva su copia fiel, una trama muy particular de espacio y tiempo. Irrepetible aparición de una lejanía por cerca que esta pueda estar. Hacer las cosas a nosotros mismos es una superación de lo irrepetible (Benjamin,2007). La tortura de género. Foto 1 La tijera de confección, penetrante, cortará el sostén, cortará la tortura del género. Mientras esperamos que ocurra pensamos si una punta podría pinchar el cuerpo y, las gotas de sangre, lagrimosas como lágrimas de dulce licor, serían un cortejo. Son pechos de mujer. Pechos como corajes. La mujer que nos alimenta imaginariamente en la identificación es primaria. Solo una mujer es ambigua como para mostrar la feroz cuchilla capaz de cortar el nudo, capaz de quitarle la vida al deseo, aunque capaz de darle vida, pues el sostén sostiene el deseo. El deseo sería solo eso, ni más ni menos que absolver la castración del género en ambos sentidos, como género que limita el cuerpo en cuanto vestimenta, como género distintivo de lo femenino, al hacernos volver al pecho violentamente con esa espada costurera, amiga de los dedales y las máquinas de coser, tan femenina. Pero al poco de mirar la placa, la tijera no ha cortado aún el sostén, sigue ahí. La fotografía es la misma. Sólo una fantasía, una proyección, ha provocado mis piernas débiles, una fantasía ha aflojado mi deseo. Ella se libera del sostén, ella se absuelve en el sostén del deseo, pero como espectador no me libero del sostén del deseo, de ver qué sucederá cuando caiga el sostén. Estupendo sortilegio haberse imaginado tanto, si el filo no es más que un gran estímulo fijo, de papel, si la foto no muestra movimiento, no corre, no engaña, no escapa, está siempre igual. Hay algo en la fotografía que recorre el tiempo, entre el que mira y lo que es mirado. Berger lo examina: Si aceptamos que podemos ver aquella colina, en realidad postulamos al mismo tiempo que podemos ser vistos desde ella. La naturaleza recíproca de la visión es más primordial que la del diálogo hablado. Y muchas veces el diálogo es un intento de verbalizar esto, un intento de explicar cómo, sea metafórica o literalmente, ‛‛ves las cosas'‛, y un intento de descubrir como "ve él las cosas" (Berger, 1972, 5). No miramos solo una cosa, siempre miramos la reciprocidad entre las cosas y nosotros mismos. Nuestra visión está en continua actividad, en continuo movimiento. Nosotros aprendiendo continuamente las cosas que se encuentran en una circularidad cuyo centro es ella misma, nuestra visión y el tiempo que no se parcela en la fotografía, sino que corre. No se ha desparramado nada, ni los paralelos y mortales asfódelos, ni el limón ha derramado el planteado jugo. No ha ocurrido lo propuesto. Algo vimos entonces en esas fotografías pero que no se deja ver. En la Edad Media, cuando los hombres creían en la existencia física del infierno, la vista del fuego significaba seguramente algo muy distinto de lo que significa hoy. No obstante, su idea del infierno debía mucho a la visión del fuego que consume y las cenizas que permanecen, así como a su experiencia de las dolorosas quemaduras (John Berger, 1972) [4]. El limón y el agrio arrancar. Foto 2. El imaginario se endurece como un limón verdoso, de cáscara impermeable, todavía inmaduro. Ella lo toma y catará algo agrio, al parecer, como con esfuerzo, como con feliz náusea. Bebiendo con disgusto el fruto que no gusta, al igual que el limón. Tiene la aspereza ácida de su extracto. Lo primordial, el limón atado al tallo, se retuerce en su liberación, no en su alimentación. Al arrancar un limón, cuando alguien se atreve a sacar el jugo del limón las palabras se caen y aflojan. El mundo se va, el portador del néctar desvanece. El sostén de la primera foto del díptico ahora, a punto de cortarse, pasa al arresto de un limón todavía verde indecoroso, que una mano calibra. La cabeza cortada de la cruel mujer, la rama cruzando la cara y los pies, cercenados en la foto, ensordecen la percepción, confunden mutilando el sentido de la propuesta. La ropa negra de la muchacha es de celebración seria, el limón será cortado o no, pero hay un ritual, una repetición desde siempre que lo negro registra, como de sepulturera de limones. El limón ha sido cortado. Pero solo vemos el díptico, no el momento del corte. Lo que no existe es la continuidad en la que se realiza la separación del limón que no es sino una duración circular de lo fijo, la foto eléata, -para los eléatas griegos el cambio no existeque transita de un extremo a otro. Estamos en la foto cortando el limón, aunque no lo constatemos. Nuestra visión elabora un sumario entonces. Si hubiera una película de la escena estaríamos seguros de algo mucho menos amplio. La película es como la escritura, que se manifiesta como el guión de montaje del tiempo de la imagen fotográfica. El viento remonta las aves y la gota de limón destiñe. Foto 3 El viento libera los pelos del mundo en la tercera foto. Las fotos admirables no engañan. El que siempre se ha engañado fue el narrador con las fotos. O las fotos no son lo que vemos sino lo temporalmente transferido a la situación estética. El que no se permite engañar con la menor complicidad se engaña con la mayor realidad. El pelo suelto de la mujer está libre. Ella, su cabello, que habría sufrido de la treta atadura, ahora está libre de él. Vemos antes de pensar en muy pocas situaciones. Comúnmente hay algo pensado que interfiere en la mirada. La fijeza de la fotografía permite mirarla con tiempo, o en el tiempo. Aunque no lleve cambio en el tiempo. Ver lo que no cambia afecta igualmente el tiempo, al permitirse que cambie la modalidad de ver. Se ha visto con mis ojos lo que se pensaba a partir de una imagen. Ahora el filo de la tijera de la primera fotografía se disipa en otro filo, el pelo, (philus), en caprichos frontales de armas nobiliarias. Esa tijera, ahora de fígaro, soltará los cabellos o cortará los pelos de género que los retenía. Sueños de cebada fueron la crin castaña flotando de la empujada librante que la tijera implica. El pelo se va entre pájaros, el pelambre de los sueños se interrumpe con una mancha blanca, una gota de limón que emblanquece en su cara como un sol, destiñendo la pintura negra. Qué es pintar sino tapar la forma del supuesto dibujo que quedará debajo. La acidez despinta desde la pintura hasta el dibujo, los quema, creando una fuga, un blanco interruptor, totalmente ajeno a la foto, lejos de lo racional artístico. La cámara ha apuntado al sol para mostrarlo, pero lo que se muestra es un ímpetu contrastante. El sol, es el mismo de la Caverna de Platón. Enceguece y genera contraluz, figuras negras, sombras. Vemos sombras, solamente el sol se presenta como apertura, el resto resulta velado. Debemos, en cuanto perceptores de sombras, redescribirnos en cuanto a las definiciones del montaje. Al redefinir encontramos que “fotografiar” consiste en retener con un lazo afinado la expresión interior del movimiento, o escribir es marcar a contraluz las venas del pensamiento mucho más fluido y memorable. La idea de que el alma es inmortal y transmigra proviene de los relatos pitagóricos o de los matemáticos, como Vladimir Arnold que entienden que la física explora quietamente el mundo desde la humildad experimental de la matemática: “Mathematics is a part to physics. Physics is an experimental science, a part of natural sciences. Mathematics is the part of physics where experiments are cheap” [5]. Los matemáticos romantizan con alcanzar la purificación a través de rituales ascéticos, en la creencia de la inmortalidad y transmigración de las almas, que se encontrarían encerradas en el cuerpo como en una prisión o caverna platónica. Lo que puede afirmarse es la inmortalidad del tiempo. No se trata de que el tiempo siempre exista, en cuanto a que el tiempo es condición de la existencia. El tiempo dura y permanece como sostén del cambio. Ese sostén que quiere cortar la tijera de la primera fotografía. Los cambios se realizan en el tiempo y aunque el tiempo cambie, aunque el tiempo vuele, es durable. La fotografía permanece privada ante el tiempo eterno, o en todo caso se acerca a un pitagorismo. Dentro de una fotografía hay una producción temporal durable aunque no cinética, sin movimiento. Tendremos que hablar de la purificación de los cuerpos en la fotografía, como duraciones en el tiempo, como sometimientos al tiempo, jamás al hombre; “esto no quiere decir que antes de inventarse la Cámara… pensaran que cada cual podía verlo todo. Pero la perspectiva organizaba el campo visual como si eso fuera realmente lo ideal” (Berger, 1972, 10). Los cabellos se fustigan entre sí, se liquidan entre sí. Son dos fotos. Los pelos se fugan, los pájaros se vuelan, el sol, como lágrima de limón se reconoce en que todo es quemado ante él. La luz hace tenue las verdades, las anochece como el flash deficiente de un fotógrafo de casamientos. Hay un deseo enigmático de la vigilancia, de la vigilia lúcida, lo que está siempre en la vigilia perpetua. Y será entonces, quizás, la exigencia del día eterno, el recuerdo de un mal día de verano, donde un eclipse solar, nos dio lugar al fin, al intervalo, a la intermitencia, a la posibilidad humana de la privación de la narcosis lumínica. Ya no sentiremos el mundo como fatalidad porque tenemos la pausa del mundo, una ausencia del mundo abierta al mundo (Pérez Opacak, 2008). Lo que veíamos era algo relativo que dependía de nuestra posición en el tiempo y en el espacio. No resulta posible imaginar que todo convergía en el ojo humano, punto de fuga del infinito. Punto de convergencia del sentido, todo termina en el ojo. Pero también, y no es contradictorio, el ojo se fuga por las cosas buscándoles sus tiempos. No solo hay visibilidades, sino témporo-visibilidades. No es la imagen tiempo lo que buscamos sino el tiempo en la imagen fija. La imagen quiere detener lo que el ojo no se propone, porque es un ojo-tiempo. Antes de la foto se suponía que había un lugar privilegiado para ver. La perspectiva no le otorgaba tiempo al ojo. Entre dos ruedas. Foto 4 La última imagen posa. No posa la mujer parada ante dos ruedas sino la imagen, que no tiene motivo ni movimiento, a pesar de las dos ruedas que por magnificencia roban de escena toda otra curva. Se pueden hacer curvas con líneas rectas, eso quiere decirse. El aura hexagonal, la ventana compuesta de sub-ventanas en cuadrículas, el flequillo recto, determinante, de la doncella. No hay intención de siluetas blandas. El cuello azul de la muchacha está fuera de escuadra, en una armonía tan recta, como para trazar líneas de desniveles. Los hombros en caída, en desigualdad ante la mirada. No quiere ser vista ninguna curva. Aunque dos ruedas amenacen con llevarse el cuerpo de la foto por delante, la foto expugna astillas rectas y duras, como dura es la foto. La duración es vivida por la conciencia. Nada que tenga que ver con el examen de la vida y la conciencia puede ser inactivo ni el análisis puede ser inmóvil, aunque tampoco móvil (Pérez Gamboa, 2010-2011). Dura o durable, como la foto que no deja ver la rueda ni siquiera hay tiempo específico, sino que asoma la duración. Tanto el tiempo como el espacio instauran para la modernidad física las grafías puras de la sensibilidad, como condición de posibilidad de todo fenómeno. Esta idea es actualmente absurda: primero, porque concibe a la percepción como la materia prima del conocimiento (Bergson (1), 2006); segundo, porque concibe un tiempo similar al de la Física: un tiempo sin duración. En Materia y Memoria, Henri Bergson presenta a la percepción como algo que, sea lo que sea, está más asociado a las necesidades biológicas de supervivencia que a la construcción de conocimiento (Bergson (2), 2006) anterior a toda conceptualización. El arte, en general, no expresa sentimientos sino que los sugiere y los introduce así en una experiencia personal. Bergson establecerá su propia idea acerca de cualidad propia de la conciencia: la duración. Este concepto explica la continuidad de los hechos de conciencia en tanto heterogeneidad cualitativa. Atisbo Conclusivo. La duración de la mirada. Hacemos o vemos como se manifiesta la contorsión del tiempo para durar, los comentarios contribuyen a la duración, el endurecimiento de la fotografía es el fruto de la lectura de lo que cambia en lo observado. Olvidar el tiempo, por más fija que resulte la imagen, tiene que ser un olvido de sí para que el manar discursivo persista en su emanamiento. Ante una fotografía la mirada se vuelve viajera como no lo fue jamás. Nuestros viajes, nuestros movimientos, no son eternos, no duran, los viajes se ven en las fotos no en el viajar mismo. Las fotos mutilan lo que debe interpretarse para que el viaje dure. Giacometti vuelve a estar tan membranoso como un género alisado y apretado al cuerpo aunque provee la mucosa que absuelve. El viaje no se hace en el tiempo, el tiempo tiene su madurez en el pasaje, en la esperanza de diálogo de toda mirada sobre algo que se ve pero sobre lo que no se ve más aún. Qué hace el tiempo en una foto, sino mirarse en su duración en cada instante, en cada comprensión escrita, en el viboreo de la mirada, la escritura, el comentario oral. Bibliografía ARNOLD VLADIMIR, 1997: “On teaching mathematics” (Palais de Découverte, Paris 1997). Citado por Víctor Rodríguez, “Vladimir, Arnold, facets of his mathematical”. Segunda escuela conceptual de las matemáticas. Córdoba, Noviembre 2010 BENJAMIN, WALTER. 2007. Concepto de filosofía de la historia, Terramar, BERGER JOHN,TRIVIER, MARC, 2005. Esa belleza (ed. bilingüe). Bartleby Editores. BERGER, JOHN, 1972. Ways of Seeing (Formas de Ver). London British Broadcasting Corporation and Penguin Books. BERGSON, HENRI (1), 2006. Materia Y Memoria. Buenos Aires, Cactus, cap. 1. BERGSON, HENRI (2), 2006. Ensayo Sobre Los Datos Inmediatos De La Conciencia. Salamanca, sígueme, cap. 1. GARCÍA YELO, MARÍA. “El Sublime Espacio De Alberto Giacometti”. Anales de la historia del Arte. 2004, 14. PÉREZ GAMBOA, SOLEDAD, 2010-2011. Informe De Adscripción. Cátedra: estética fahce- UNLP. Universidad Nacional de la Plata. PÉREZ OPACAK, SEBASTIÁN, 2008. La Nueva Era. Estados De Alerta. Hacia La Vigilia Perpetua. Hermeneutic. Universidad Nacional De La Patagonia Austral. Río Gallegos 2009. SADE, MARQUÉS DE, 2004. Cuentos, Historietas y Fábulas. Citado por María García Yelo. El Sublime Espacio de Alberto Giacometti. Universidad Complutense de Madrid. Anales de la historia del arte, numero 14. Madrid,. VALDETTARO, SANDRA C, 1999-2000. Baudelaire Según Benjamin. Anuario del Departamento De Ciencias De La Comunicación. Seminario de Epistemología De Las Cs. Sociales y Problemática Cultural. La Trama De La Comunicación, Volumen V. En Internet. Matryoshka Doll, (vv.aa) http://www.madehow.com/Volume-6/MatryoshkaDoll.html#ixzz1fVRHZN00 Caro Sánchez Iturbe http://unavalerianaporfavor.blogspot.com [1] Profesor titular de filosofía UNPA, Argentina, categoría de investigador 1, evaluador de Coneau, Y Conicet. [2] El colectivo una muñeca Rura está compuesto por Florencia del Gesso, Muriel Lamarque, Licia Musacchio y Daniela Neila. [3] La traducción del inglés al castellano del texto de John Berger es responsabilidad del autor de este artículo. [4] Las traducciones del texto de John Berger son responsabilidad exclusiva del autor de este artículo. [5] “La física es una ciencia experimental, parte de las ciencias naturales. Las matemáticas son la parte de la física en la que los experimentos son más baratos" . Barri [email protected] De “El Triunfo del Amor II” Chus Canal [email protected] POEMAS A LOS INJURIOSOS Y LOS MENTIROSOS Poemas a los mentirosos y los injuriosos aquellos que con sus palabras de catetos hunden la vida de las gentes de bienes palabras que escribo desde el estupor de las palabras dichas por deshonor Quizás la envidia corroe vuestra alma la mía esta tranquila y en paz de jame de decir palabras oscuras a ti que habla porque si Que suplique nunca lo dije y me dejasteis sola pero hablasteis de una persona sola Vergüenza os debería de dar pues di y dar es solo el principio si plagio era mentira de las peores pues de mi pluma salen poemas que nunca entenderéis y jamas emprenderéis Espero dejar dicho que a mi no se me hunde como al Titanic que no os vi a mi lado cuando moría que solo vi a dos hermanos y una madre que sufría espero que se os caiga encima la cara de vergüenza esa sera mi venganza POEMAS A LA RABIA Y LA IMPOTENCIA.Poemas a la rabia de las inútiles cosas de este mundo poemas desde la impotencia del mundo sensaciones caídas por el mundo y olvidadas por el mundo Donde os quedaisteis humanos sino en los coches de segunda manos en las casas de lujos y las avenidas de lujos A la rabia por la vida y sus duras palabras van dirigidas mis sensaciones como almas y no esperanzas quiero decir que caeré mas no sola sola me quede sola moriré pero sola os diré que la rabia de la vida me ataca con cobardía Allá en mi juventud que no había caído en la rabia de la senitud deje la rabia de los días pasar y caímos y volamos dejarme dicho humanos que os espera sino hermanos Que dejáis en las miradas de las sensaciones de las bajas miradas arrojo y sinceridad y mucha maldad por vuestros semejantes por vuestros estados olvidados por la mujer que fui y ame la vida y la rabia desmedida de unos pocos que con sus daños hicieron muchos daños POEMAS A LA VIDA.A la vida la diría en el devenir de los días que quizás una niña caiga cuando sea medidas de lamentos de los años y sentimientos de los sentidos poemas a la vida aquella que en su vida cae como caen las amapolas Poemas a la vida vida de las vidas caeremos todos juntos y volaremos como unidos Allá a lo lejos en el firmamento de los horizontes veremos cada día y cada momento de las medidas sensaciones y olores soy la vida soy la muerte soy mariposa herida por mil lamentos herida LO QUE DEBI DECIR QUIZAS.Lo que debi decir quizas es olvidame, rapaz en vez de decir te amaba tal cual y en el camino de la vida encontre un alma mia menos banal mas tal cual Aquel que con sus andares de borracho y sus ojos verde oliva le dije vuelvo un 7 de julio lo que no dije fue de que año y de que siglo Lo que le oi decir en lamentos me sujeto a la vida como lamentos lo que debi decir es te amaba entre tanto lamentos y alla a lo lejos en los dias de los desencuentros Amare y sufrire y nunca retomare ni aun en la mas absoluta verdad aun en la mas absoluta sinceridad lo que debi decir quizas es vuelvo a casa con los mios sin los tuyos lo que debi decir quizas es amar y odiar sea quizas la vida de los demas Luis Ferrarassi [email protected] Hoy, el General San Martín es riogalleguense No se si lo han notado pero hay carteles azules en varias de las calles de la ciudad, ¿los han visto? Leerlos es tan interesante como aquel juego que inventé para entretener a mi sobrino, que consistía en encontrarle formas a las estatuas de la Plaza San Martín. “A esta le falta la cabeza, tío”, me dijo y sin saber qué responderle, caí en lo que todos decimos: “Fueron los nenes malos”. A 51º37’23.94’’ Sur – 69º12’57.43’’ Oeste se encuentra una plaza. Plaza San Martín. Ex plaza Mitre. Histórica plaza. Espacio verde al que no le gusta el otoño, aunque le queden bien las hojitas doradas repartidas, sin un orden aparente, por toda su extensión. Plaza mítica que espera con ansias una nevada que nunca llega. Una nevada… pero una nevada posta. Plaza que estuvo encerrada en el pasado y aunque hoy es libre, pide estar encerrada de nuevo. “Las cosas se han puesto difíciles… por no decir jodidas”, me dice. En la plaza hay un cartel azul. Y en frente al actual Tribunal Superior de Justicia. Y en la Casa España. Y en el Correo. Y en el Complejo Cultural del lado de Ramón y Cajal. Pero más me gusta la Plaza. Me gusta cruzarla en diagonal. Detenerme frente al monumento de San Martín y mirar las calles que la rodean. Cada vez que miro alrededor y me encuentro con esos cuatro muchachos que me miran con curiosidad, preguntándose cuál será mi próximo movimiento, se me viene a la cabeza esa duda. Muchachos, sí, ustedes, los cuatro. Maipú, San Martín, Don Bosco y Errazuriz, les hago una pregunta: ¿por qué me miran así? ¿Será que soy uno de los pocos que se dio cuenta del error que los atrapó para siempre? Sí, mis queridos amigos, nadie puede dar la vuelta entera alrededor de la plaza en auto. Hay alguno de ustedes que está mal parado. ¿Quién será? ¿Serás vos, Errazuriz? Me pregunto cuántos ciudadanos saben quién sos. Si alguno sabrá que no eras argentino, sino chileno y que Roca y vos fueron contemporáneos y ambos bregaban por la hermandad de Chile y Argentina. Plaza San Martín. Tu monumento. Monumento al que un amiguito mío le descubrió una verdad: el General San Martín no señala hacia la Cordillera de los Andes, sino hacia nuestra Catedral. “No, señala a los Andes”. “No, Luis, señala a la Catedral. Si de acá, los Andes no se ven”. A veces me gustaría ser uno de esos cuidadores de la plaza, que la acarician con un lado de la escoba y con el otro, escarban entre los ladrillos para sacarle el barro amorosamente, como el manicure a una dama. A veces me gustaría ser el cóndor que, desde el centro de la plaza, observa atento a la garita de los cuidadores como diciendo: “Hagan su trabajo, che”. Plaza San Martín, menos mal que no soy turista, porque sino me hubiera tomado una foto con vos y ya. Y con un “ya” no me alcanza. Quiero estar cerca. Por eso me mudé al centro. Abro la ventana, saco la cabeza como un perro en un auto y alcanzo a ver tus árboles agitándose al ritmo del viento. Te veo. Me calma eso. Me calma porque veo que todavía estás ahí, que nadie te secuestró, que llorás a escondidas y que no querés que te vean hacerlo. Cuando te visito me doy cuenta que extrañas a tus viejos amigos. Los amigos de tu edad ya no te visitan porque tienen una orden de restricción. Viste cómo es esto: “Nuevos dueños, nueva política”. Ahora estás rodeada de pibes que te pintan los bancos, te pisan las flores, te mutilan las estatuas y te usan de escenario para molerse a piñas. Me dicen que en las plazas de las ciudades importantes del país, al contrario de la nuestra, han caminado grandes personalidades nacionales. ¡Y a mi qué! Nuestra plaza fue recorrida por La Trifona, Quique, Maseta, el Barón Rotchilds, Panchito, Gamito y Aujier “el político”. Y son de acá, cacho… ¡De acá! Nunca lo vi al Barón Rotchilds hablando sobre cultura y dejando en secreto su procedencia en la Plaza de Mayo. No lo vi nunca a Gamito, el andaluz, diciendo su característica frase “deja el caballo correr” en la Plaza Moreno de La Plata, mientras, atiborrado de alcohol, filosofaba sobre la vida a su manera. No lo oí al petizo Aujier (más conocido en los bares locales como “El político”) decir: “pibito, traeme un cafecito” en un bar frontal a la Plaza 25 de Mayo, de Resistencia, Chaco. Y menos aún a Quique, mendigar puchos, caminar tambaleante, haciendo gestos obscenos y escupiendo a la gente frente al Monumento de la Bandera en Rosario. A eso le llamo exclusividad. Me pregunto si alguna vez, al padre de la plaza, el señor Carlos Siewert, se le hubiera ocurrido verla como está hoy: madura y hermosa. Plaza San Martín. Yo no lo sé, pero estoy casi seguro que el día que murió su viejo y eterno amigo Walter Roil, un viento azotó las copas de sus árboles, llenando sus veredas de hojas secas y la gente, indiferente, decía “otra vez viento”, cuando lo que caían no eran hojas arrancadas por el viento, sino lágrimas arrancadas por la tristeza. A veces, cuando la cruzo diagonalmente, me pego una escapadita hasta el puente de madera y miro si ya habrán vuelto a poner las islas pequeñas con los faros, los castillos milenarios y los barcos en la lagunita que se formaba allí, tal como estaban en las fotos viejas, pero veo que nada más hay barro, papeles y hasta botellas vacías. En fin, hay carteles azules por todas partes que me detengo a leer. Ahí está tu historia, querida Gallegos, capítulos de tu historia. ¡Hey, General San Martín! Vos que cruzaste los Andes, no estás en la Catedral Metropolitana, estás acá, en la plaza, en la ciudad de Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz, República Argentina. Hoy estás acá, sos riogalleguense. Después de todo, el barco que transportó tus restos desde Europa a Argentina es el mismo que, cinco años después, trajo los materiales y la gente para comenzar a cimentar nuestra comunidad aquel 19 de diciembre de 1885, el mismo que sale en la bandera de Río Gallegos, el Transporte Villarino. Reclamo el cachito de derecho que tenemos sobre tu nombre. Hoy sos nuestro. Mañana… mañana ya veremos. Uno nunca sabe. Despertamos y de a poco nos van borrando los próceres para imponernos otros. Carteles azules, capítulos de tu historia. Ya quiero leerlos, ya quiero cruzar la plaza en diagonal, guardar esperanzas de que algún día jugaré con los barcos en la lagunita, divertirme con mi sobrino a encontrarle la vuelta a las estatuas y asomarme por la ventana y chusmear si por fin nevó y si por fin has vuelto a sonreír. Juan Pablo Rochín Sánchez [email protected] Jesús Quintanilla Osorio [email protected] LA OVEJA EN EL PESEBRE. OBRA DE TEATRO EN UN CUADRO CON DOS ESCENARIOS. PERSONAJES.OVEJITA. OVI. OVITA. BURRO. VAQUITA. CABALLO. JOSE. MARIA. MIQUEAS. JUAN. MARCOS Al encenderse la luz, ovejita comienza a hablar. OVEJITA.- Pues aunque no lo crean, queridos nietos, yo estuve en el pesebre la noche en que nació el Salvador. OVI.- ¿De veras abuelito? ¿Quieres contarnos como fue? OVITA.- Si abuelito, por favor… OVEJITA.- Está bien, les contaré como fue todo… Sucedió hace muchos años. Las ovejitas se ponen en semicírculo, y entran otros animales: Un burro, una vaquita y un caballo… Del otro lado, se enciende la luz: Un pesebre con paja simulada. José y maría entran al escenario hablando. JOSE.- Amada esposa, esta noche tendremos que pasarla aquí…No tienen lugar para nosotros en el mesón… MARÍA.- No te preocupes querido, vamos a estar bien. JOSE.- La verdad es que aunque le insistí al mesonero y le dije que tenía para pagarle, no quiso darnos un lugar… MARIA.- Sí, lo sé. JOSE.- Sinceramente, hubiera preferido no venir al censo hasta aquí, sobre todo ahora que te falta poco para el alumbramiento… MARIA.- Tú sabes que teníamos que venir a empadronarnos, así que no te sientas culpable. JOSE.- Es que no me parecen las mejores condiciones para que nazca el niño. MARIA.- ¿Recuerdas que te conté que un ángel me dijo que el niño sería hijo del Altísimo? JOSE.- Sí querida, recuerdo cuando yo pensaba dejarte en secreto para que no hablaran mal de ti, y a mí también se me apareció un ángel para decirme que no temiera recibirte, porque el niño sería príncipe de paz. MARIA.- Así es mi amor, ahora sólo nos queda esperar. JOSE.- Yo siento que esta noche el niño vendrá al mundo. MARIA.- Yo ya lo siento muy cerca…¿Podremos recostarnos? JOSE.- Descansa amada mía, yo velaré… María y José se quedan en silencio, se apaga la luz, del otro lado, una luz enmarca a la ovejita que vuelve a hablar. OVEJITA.- Y así fue niños…Mis amigos, el burro, la vaca y el caballo estaban conmigo esa vez. ¿verdad? BURRO.- Sí, esa noche la madre de nuestro Salvador estaba muy cansada. VAQUITA.- Yo quería decirle algo pero no entendían mi lenguaje. CABALLO.- De todos modos, ellos se hubieran espantando si te hubieran oído hablar, JAJAJAJAJAJA VAQUITA.- Lo sé, pero me hubiera gustado ayudarla. OVI.- ¡Qué emocionante debe haber sido? OVITA.- Me hubiera gustado estar allí. CABALLO.- Fue muy hermoso… Conocimos al niño Jesús. OVEJITA.- Todos queríamos rendirle honor. VAQUITA.- Mira el privilegio que me tocó ver ¡El niño Dios naciendo ante mis ojos! En este interín, María y José están a obscuras, y al enfocarlos la luz de nuevo, ya tienen al bebé. Se enciende la luz de su escenario. MARIA.- Pues ya ha nacido nuestro pequeñito, querido esposo. JOSE.- Bendito sea el Señor que nos ha enviado al Salvador del mundo. Se oye un tumulto de gente hablando. MARIA.- ¿Qué será eso, amado esposo? JOSE.- Voy a ver de quién se trata (Se levanta para ir hacia la puerta. En eso entran tres pastores). MIQUEAS.- Hemos venido a ver al Señor. JOSE.- ¿Quién les dijo que estaba aquí? JUAN.- Un ángel nos habló cuando estábamos en el campo y nos dijo que el salvador había nacido. MARCOS.- Y nos dio una señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, recostado en un pesebre, por eso hemos venido a adorarle. JOSE.- Pues adelante, he aquí el niño. (Hace un ademán hacia María quien sostiene al bebé en brazos). MIQUEAS.- ¿Ves qué hermoso es, brilla como una luz en esta noche? JUAN.- ¡Es el Señor! (Al decir esto, se arrodillan los tres. Se apaga la luz y, al encenderse en ese mismo lado, el coro canta Noche de paz). Se apaga la luz que enmarcaba a José y María, y se enciende de nuevo la otra que enmarca a los animales. OVI.- ¡Qué bella historia! ¿Puedo contarla a mis amigos? OVITA.- ¿Y yo? OVEJITA.- Claro que sí. Luego, el niño creció, y cuando ya fue todo un hombre, predicó el mensaje de Dios. OVITA.- ¿Y después? BURRO.- Después fue arrestado por hombres malos, y lo llevaron ante el gobernador Poncio Pilatos… OVI.- ¿Y qué hizo de malo? VAQUITA.- Nada, lo entregaron por envidia. CABALLO.- Pues así lo decían las Escrituras, ¿O no? OVEJITA.- Así es, allí mataron a Jesús, en una cruz, para salvar a los hombre de su pecado. OVI.- ¡Qué triste fue eso! CABALLO.- Ese no es el final de la historia. OVITA.- ¿En serio? VAQUITA.- Jesús resucitó de la tumba, volvió a vivir y se fue al cielo. OVI Y OVITA.- (Al unísono) ¡Qué bueno! OVEJITA.- Ahora niños, hay que descansar… Es hora de dormir. OVI.- Cuéntanos otras historias. OVITA.- Sí, abuelito, por favor. OVEJITA.- Hoy ya es muy noche, mañana les contaré. Bue3nas noches amigos, buenas noches pequeños, Dios los guarde. (Se apaga la luz y termina la obra). FIN. Rosa Esquivel [email protected] FOTOS VIEJAS Juventud perpetuada en el tiempo, de aquellos que hace tanto partieron, sonrisas eternas, incansables…. Y aquí estoy yo, viendo en sus ojos la anunciada despedida. La luz cálida me acompaña y en el patio desierto, a la sombra de la vieja parra, cierro los ojos y viene el susurro de voces queridas de otra patria. En leve bruma reviven los malvones floridos, las campanillas azules y el olor dulce de las uvas, las tardes de verano con sus grillos y el croar de sapos y ranas anunciando lluvia, Eterno mar de recuerdos, suspiro de añoranza. Invisibles y etéreos, besos en rayos de oro me acarician entre risas. Mientras cae la tarde, y poco a poco van partiendo. Abro los ojos y veo en la copa de los ceibos pequeñas tórtolas rojas, que renuevan mis anhelos. En la vieja sala en penumbras, el marco de bronce guarda juventud, miradas limpias y sueños, tímidos gestos y un cachorro sentado a los pies de sus dueños. Notas Finales Por C. Pablo Lorenzo Poco queda por decir cuando se cierra una etapa, de nada sirve hacer evaluaciones de las repercusiones, si las tuviere, de una publicación que empezó con un grupo de escritores, ilustradores y curiosos que se fueron perdiendo en el tiempo. De algún modo, por poseer cierta capacidad de constancia que tal vez sea una maldición, no he podido abandonar el proyecto y lo mantuve por tres años. Cuando se volvió una tarea de armado y selección individual debería haberlo dejado, pero empezaron a llover colaboraciones de todos lados y se convirtió en un muestrario de escritores, fotógrafos e ilustradores que fueron armando el contenido y dándole sentido a una revista que no descollaba del mundo de la centena de ediciones de su tipo pero que tenía sus colaboradores que se volvieron habituales con sus envíos de textos, algunos de los cuales ya publicaban en otros medios, y siguen haciéndolo, por eso creo que no se pierde el lugar sino que los escritores volverán a distribuirse en otras ediciones electrónicas, seguirán publicando en sus blogs, escribiendo en soledad, por que a la hora de crear se está solo frente a la obra, el proceso de largarlo al mundo es un simple decisión de compartirlo o no. He tenido la suerte de publicar muy buen material literario y ensayos, de recibir colaboraciones de ilustradores y fotógrafos de prestigio, no nombraré a ninguno pero si diré que han pasado más de 500 personas por las páginas de Papirando y que si bien no ha sido, por mi impericia, una diagramación descollante, y ha dejado mucho que desear a nivel de corrección ortográfica, por lo menos tenía escritores de nivel y un eje temático que sustentaba la publicación. Cerrar la publicación es una decisión que tomé hace tiempo pero por respeto decidí esperar para publicar esta última revista que tiene material, que en principio, no fue destinado para este número y algunas colaboraciones de escritores despistados que no hicieron caso al mensaje enviado en el último número que no se aceptaban más colaboraciones. Los motivos están justificados en el cansancio de manejar todo de forma unipersonal lo que me lleva a un sobre exposición y falta de tiempo para proyectos nuevos entre otras cosas, mentiría si diría que los inescrupolosos mercantilistas y las críticas destructivas no contribuyeron a ese cansancio, porque si bien no espero un reconocimiento tampoco quiero darles de comer a maledicentes mendaces que se divierten con la disputa estéril, si bien son los menos, son los más ruidosos y creo que hay mucho trabajo por hacer y aunque siempre destruir fue mucho más fácil que construir he apostado a construir y lo seguiré haciendo desde otros proyectos literarios con la buena leche de costumbre. Esta es mi tercera publicación, con “Mate Amargo” sacamos sólo dos números en papel y tiradas de 1000 ejemplares; con “Los Primos Del Marqués” salieron 18 números y la tirada oscilaba entre 40 y 100 ejemplares también en papel, por último “Papirando” batió mis propios records con más de 200 suscriptos, aunque no se sabe qué cantidad lo leyó en estas 21 ediciones y sus 5 especiales, como dije, la evaluación que la hagan otros, por mi parte persisto y reinsido. Debo agradecer a las personas que se han ofrecido para continuar con la revista para que no se pierda el espacio, a los cientos de colaboradores que han permitido que sus creaciones formen parte pero creo que la Revista Papirando ha llegado a su fin y no hubiese sido posible sin escritores que la hicieran, suscriptores y lectores que las leyeran. Estoy agradecido a todos por darme la oportunidad de haber pasado aunque sea mínimamente por sus vidas. Por supuesto me quedan gratos momentos de lectura y un puñado de amigos a los que atesoraré en esta experiencia que fue importante. Hasta siempre y nuevamente gracias a todos. Revistas Suplementos Revista Literaria Papirando La revista bimensual PAPIRANDO, se distribuyó gratuitamente por mail durante tres años teniendo más de 200 suscriptos. Trabajó con una selección de textos con un eje temático cambiante y la intención de diagramación novedosa, y aceptó colaboraciones de todo el mundo. Links de las revistas: 2009 Papirando 1 - Solo Web http://issuu.com/g.m.s.camui/docs/papirandon1 Papirando 2 - CIENCIA FICCIÓN - Solo Web www.openzine.com/papirando Papirando 3 - FANTASIA - Formato ppt - pdf http://www.4shared.com/file/103344457/ea1a24cd/Papirando3.html http://www.4shared.com/file/104892929/38a0597e/Papirando_TRES.html Papirando 4 - TERROR - pdf (Para Bajar) http://www.4shared.com/file/113881234/7587432d/Papirando_4.html Papirando 5 - POLICIAL - pdf (Para Bajar) http://www.4shared.com/file/121956762/5053e9d1/Papirando_5_POLICIAL_.html Papirando 6 - MONSTRUOS - pdf (Para Bajar) http://www.4shared.com/file/134839255/613cf430/Papirando_6_-_Monstruos.html Papirando 7 – CIUDAD – pdf (para Bajar) http://www.4shared.com/file/160759322/7362f061/Papirando_7_-_Ciudad.html 2010 Papirando 8 – DE OTRO MUNDO – pdf (Para Bajar) http://www.4shared.com/file/199766354/863bfe6a/_2__Papirando_8_-_De_Otro_Mund.html Papirando 9 – INTERNACIONAL – pdf (para bajar) http://www.4shared.com/file/241983077/cc13b5b/-_Papirando_9_-_Internacional.html Papirando 10 – FUTBOL – pdf (para bajar) http://www.4shared.com/document/79DcXOsi/Papirando_10_-_Ftbol.html Especial Daniel De Culla http://www.4shared.com/document/6pImqoYF/Papirando_-_Suplemento_Daniel_.html Papirando 11 – Mujeres – pdf (para bajar) http://www.4shared.com/document/WbrnC8oc/-_Papirando_11_-_Mujeres.html Especial Marcos Polero http://www.4shared.com/document/cIcsVHpx/Papirando_11_-_Especial_Marcos.html Papirando 12 – De Película – pdf (para bajar) Versión Internet: http://www.4shared.com/document/Pit1L4Xd/P12_-_De_Pelcula__Versin_inter.html Versión Full: http://www.4shared.com/document/lz4bMxg0/_2__-_Papirando_12_-_De_Pelcul.html Especial Francisco Enrique Muñoz http://www.4shared.com/document/Me-f4jnz/-_Papirando_12_-_Suplemento_Fr.html Papirando 13 – Anuario – pdf (para bajar) http://www.4shared.com/document/LL1E9s1O/-_Papirando_13_ANUARIOpdf_2.html Especial José Eduardo González http://www.4shared.com/document/w0m3cmt6/-_Papirando_13_-_Suplemento_Jo.html 2011 Papirando 14 – Post Apocalipsis – pdf (para bajar) http://www.4shared.com/document/qKFjC76V/-_Papirando_14_Postapocalipsis.html Especial Jorge Castañeda http://www.4shared.com/document/hMFQMltY/-_ED_-_Jorge_Castaeda.html Papirando 15– Animal – pdf (para bajar) http://www.4shared.com/document/kO3iIRCW/Papirando_15_-_Animal.html Papirando 16 – Paranormal – pdf (Para bajar) http://www.4shared.com/document/ZtyDT_DY/Papirando_16_PARANORMALpdf.html Papirando 17 – Surrealismo – Sueños – pdf (Para bajar) http://www.4shared.com/document/g2lbn9Xi/-_Papirando_17_-_Subrealismo_S.html Papirando 18 – Locura - Alienación – pdf (Para bajar) http://www.4shared.com/document/u7EtjDMg/Papirando_18_-_Locura_Alienaci.html Papirando 19 – Historias de Amor – pdf (Para Bajar) http://www.4shared.com/document/C-8T8Q-G/-_Papirando_19_-_Historias_de_.html 2012 Papirando 20 – ANUARIO 2 – pdf (para bajar) http://www.4shared.com/office/5ev9Z2BC/Papirando_20_-_Anuario_2011.html Post Sobre Papirando: http://revistas.cultura.gov.ar/1814/revistas-culturales/papirando Editorial: Biblioteca Popular Municipal "Sofía Vicic de Cepernic" - Calle Costa Rica y Bella Vista S/ N, Codigo Postal 9400 - Río Gallegos Provincia de Santa Cruz - Argentina – Tel.: 02966 - 425003 Revista Papirando 21 – FINAL 2012 / / Revista Literaria Bimensual de distribución gratuita - Formato PDF / / Año IV - N° 21 Abril de 2012 / / Editor responsable: Carlos Pablo Lorenzo / / [email protected] / / Río Gallegos – Santa Cruz - Argentina