Las palmeras parecen querer cruzar el bañado para ganar la otra
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Las palmeras parecen querer cruzar el bañado para ganar la otra
Las palmeras parecen querer cruzar el bañado para ganar la otra orilla 34 Esteros del Iberá Los mejores paisajes de la Corrientes porá Nos internamos en el gran sistema de agua dulce perteneciente al acuífero Guaraní que son los Esteros del Iberá. La región, compuesta por lagunas, bañados y ríos es un delicado ecosistema que alberga una gran variedad de especies animales y vegetales. Visitar los esteros es, para cualquier mortal, una experiencia conmovedora y visualmente inolvidable. Texto: Javier Martínez Zuviría. La amplia red de arroyos, ríos, bañados y lagunas que conforman los Esteros ocupan casi el 15 por ciento de la provincia de Corrientes. Una gran cantidad de especies animales y vegetales, muchas en peligro de extinción, habitan en este singular ecosistema de la región mesopotámica argentina. El dificultoso acceso y la belleza paisajística del lugar convierten a los Esteros del Iberá en uno de los más espectaculares destinos de aventura y naturaleza del país. Corrientes S i hay algo totalmente distinto en la Argentina, tanto en sus paisajes como en su gente, eso es la provincia de Corrientes. El mismo criollo correntino desde siempre se sintió tan propio con respecto a sus compatriotas, que desde las épocas de la independencia se acuñó una frase que ya es leyenda: “Si la Argentina entra en guerra, Corrientes la va a ayudar”. Leída con la entonación típica del correntino, de consonantes suaves y cantito guaraní, es una expresión querible para quien la escucha porque más allá del orgullo del paisano, hay una solidaridad con sus hermanos. Y con estas características, pero también con fama de aguerrido, de pocas pulgas para la discusión y rápido para el cuchillo, el criollo correntino de antaño puede asociarse a la figura del “Gauchito Gil”, el santo popular que se venera a pocos kilómetros de la ciudad de Mercedes, en el cruce de las rutas 123 y 119. Aunque no hay una sola versión de los hechos que dieron origen a la leyenda, todas coinciden en que era este un paisano valiente, que estaba afiliado al Partido Autonomista, una agrupación que históricamente compite en Corrientes con la otra gran agrupación, que es el Partido Liberal. De hecho, el rojo que identifica los santuarios del Gauchito Gil es el color de los autonomistas correntinos. Y dice, la gente de esta región, que es bueno parar un ratito al pasar por el gran santuario que tiene en pleno campo en los alrededores de Mercedes. 35 Camping en la localidad de Carlos Pellegrini Arrastradas por el viento, las plantas flotantes se unen entre sí y forman inestables islas que andan a la deriva y generan espontáneos cambios visuales en el paisaje. De Mercedes a los Esteros. No es esta la Corrientes del Río Paraná, con sus hermosas islas y el pescador con su bote recorriendo su espinel. Tampoco es la del Río Uruguay, con todo ese vasto litoral que limita con el sur de Brasil, conformando una fisonomía social totalmente distinta. La de Mercedes es la Corrientes del campo, la del paisano que anda descalzo, con su cuchillo atravesado en la faja, la del estanciero que aún tiene en su casco los fusiles de la guerra del Paraguay, la que recuerda las tradiciones. Y, sin embargo, es desde aquí donde se accede más fácilmente a este gran reservorio de agua del acuífero Guaraní, que son los Esteros del Iberá. Desde Mercedes hacia el oeste son 120 kilómetros por un camino desde el que se ven estancias a uno y otro lado, con abundante presencia de espinillos y zonas inundables con arrozales. Se llega luego de este trayecto al pueblo de Carlos Pellegrini, que es el lugar con la mejor infraestructura turística para visitar los esteros y donde también está el centro de interpretación de lo que veremos allí. Al entrar, nos 36 llama la atención un gran “pedraplen” (un terraplén de piedras), que eleva el territorio por encima de la media y nos permite entrar en este pequeño caserío, cuyo trazado urbano es mínimo, ya que se compone mayormente de posadas dispersas a las orillas del agua y los bañados. Estamos en el sector sureste de un inmenso sistema de agua y vegetación que ocupa casi el 15 por ciento de la provincia de Corrientes, en una extensión de 250 kilómetros de largo, y un ancho de entre 20 y 147 kilómetros. Su orografía está compuesta por grandes lagunas bien delimitadas: Luna, Fernández, Trim, Disparo, Medina, Galarza e Iberá; esta última es la que le da nombre al sistema, una palabra que en guaraní significa “aguas que brillan”. Estas lagunas, cercanas entre sí, están rodeadas de una serie de bañados en los que flotan estructuras de tierra y vegetación que se van formando a la deriva. Primero son los camalotes, que se juntan entrecruzando su vegetación con la tierra que les va aportando el viento y así van creando los embalsados, suerte de pequeñas estructuras flotantes que también se van uniendo para crear islas. Estas islas que se forman Vista aérea del Portal Norte de los Esteros, en la Seccional Cambyreta Un camalote recibiendo la luz de la tarde Un fascinante y complejo sistema de biodiversidad se ha ido generando en los esteros desde hace cientos de años. El arreo acuático de ganado es una actividad que atrae a los visitantes 37 Aninga y Espátula rosada, dos de las cientos de especies de aves que conviven en los esteros tampoco son tan firmes y de hecho a veces también pueden derivar y correrse confundiendo el paisaje; pero sí son aptas para admitir la existencia de una importante fauna terrestre, que convive con las especies acuáticas en total armonía. En un bote a la deriva. La experiencia de tomar un bote e internarse en los esteros es muy difícil de transmitir. En principio, lo que reina es la calma. El remo que se clava en el agua silenciosamente, apenas acompañado por el grito de algún pájaro, el rápido salpicar de un carpincho que se zambulle en la laguna, el rumor suave de las hojas del pequeño árbol que se apartan con el paso de un venado. De pronto, una garza que levanta vuelo y en el cielo se recorta una mancha blanca que se aleja sin tiempo en un azul intenso. El botero sigue con su lento remar procurando no interrumpir el letargo de los yacarés que yacen al sol olvidados de todo y sin ánimo de importunar a los turistas. Sí lo harán las pirañas, esas pequeñas palometas, que suelen estar en las cercanías de la orilla y se empeñan en picotear los pies de quien los introduce en el agua invadiendo su territorio. La fauna que se observa aquí es variada y colori- 38 da: aves de gran belleza –hay por lo menos 400 variedades-, yacarés -overo y negro-, lobitos de río, coipos (parecido a la nutria), carpinchos, ciervos de los pantanos, ositos lavadores o aguarás popé, corzuelas rojas y pardas, monos carayás (mono aullador), gatos de los pajonales y gatos monteses, zorros grises, zorrinos, hurones, comadrejas, liebres, vizcachas, mulitas, tatúes, peludos, cuises, lagartijas, tortugas y víboras de coral, cascabel y boas. En cuanto a la vegetación, es muy abundante. Camalotes, irupés, repollitos, jacintos, helechos, pajonales y pequeños árboles que arraigan en los embalsados, tales como laureles y totoras. Puede verse también algún ombú y en las costas lapachos, ceibos, sauces, jacarandaes, urundays y espinillos, además de palmeras yatay, pindó y coranday. Una experiencia recomendable es animarse a desembarcar en alguna de estas islas y embalsados, y tantear el suelo húmedo y blando que amenaza hundirse ante el peso de nuestros cuerpos. En esta tierra inestable el venadito pisa como si volara. Todo aquí debe tomarse con mucha calma. Es tal el despliegue visual y aromático que uno podría pasarse toda una tarde observando plantas y flores, pero siempre atento al mínimo movimiento entre la vegetación, porque lo más probable es que aparezca Lapacho de flor rosada, árbol característico de la región Con gran pericia los boteros navegan los intrincados canales y riachos Varias especies animales y vegetales en peligro de extinción logran sobrevivir en el ámbito protegido de los esteros. El aguará guazú, un hermoso ejemplar de una especie en extinción 39 Yacaré: el rey de los esteros algún pequeño ser huyendo de lo que consideran una visita inesperada. Hasta el año 1983, esta región estaba al arbitrio de los pobladores y muchos de ellos vivían de la venta de cueros de carpinchos y yacarés, a los que cazaban prácticamente sin ningún control. Cuando el gobierno de la provincia de Corrientes decidió crear la reserva –lo que finalmente sucedió el 15 de abril de 1983- convocó a los cazadores (llamados aquí mariscadores) para proponerles un acuerdo: en lugar de perseguirlos, los iba a incorporar al equipo de preservación de la naturaleza, nombrándolos guardafaunas de la reserva. De este modo, esa relación tan estrecha que existía entre el cazador y su presa, dejó de ser una competencia para transformarse en una convivencia vital. Muchos de quienes hoy nos reciben en el centro de interpretación y que tal vez nos paseen en botes por los circuitos acuáticos de observación, años atrás andaban cazando a la buena de Dios. Y son tan baqueanos que son capaces de guiarse más allá de que el paisaje cambie cuando las islas derivan hacia otro lugar alborotando los paisajes. El del Iberá es uno de los humedales de agua La superficie de los esteros abarca un millón trescientas mil hectáreas. Ocupa el quince por ciento del territorio de la provincia de Corrientes. La observación de aves embarcado es una de las experiencias más buscadas 40 41 Delicada belleza la del paisaje del espinal en primavera Victorias Regias, otras de las estrellas en los paisajes acuáticos 42 Seccional de guardaparques en Cambyreta Los cazadores que antes depredaban la zona hoy son quienes protegen celosamente el vital ecosistema en el que viven. dulce más grandes de nuestro país. Limita al norte con la Ruta Nacional Número 12 (la que acompaña al Río Paraná hasta Puerto Iguazú); al Este con los afluentes de los ríos Aguapey y Miriñay; al Oeste con los arroyos y afluentes del Paraná, entre los que está el Batel-Betilito; y al Sur, con la continuación de la divisoria del Este, entre los afluentes del Miriñay y el Pay Ubre. Su superficie es de un millón trescientas mil hectáreas y sus conformación geográfica es la de una depresión con poca caída, que alguna vez se supone que estuvo ocupada por el río Paraná. Desde que fue declarada reserva natural, las actividades en la región han variado totalmente. Ya no hay cazadores, y en varios sectores de la periferia se han instalado posadas que tienen su propio embarcadero. En general son hospedajes muy integrados al paisaje, con espacios que permiten disfrutar del cálido clima que se respira aquí, y asistir a los maravillosos atardeceres sobre la laguna. En invierno las temperaturas oscilan entre los 15 y 16 grados centígrados y en verano la media es de 26 grados. Las lluvias más abundantes se dan en verano, y el promedio anual por año es unos 1500 milímetros. Hace más de diez años, nos tocó ser testigos de uno de los arreos más largos de la historia reciente. Por uno de los caminos que van desde Pellegrini a Los campings y hospedajes se integran amablemente con el medioambiente las estancias, transitaba una hilera de vacas que parecía no tener fin y durante un buen rato vimos pasar lentamente a cientos y cientos ejemplares de Hereford que se dirigían hacia Mercedes abandonando el sistema del Iberá. Al fin de la caravana, iba una tropilla de caballos y en la cola, llevando a los animales con sus látigos arreadores, varios paisanos del lugar. Ante la pregunta, respondieron que era la hacienda de una estancia que pasaba a otra porque su dueño, Douglas Tompkins, quería quitar todos los animales exóticos de esta región para permitir que la fauna autóctona creciera y se reprodujera sin interferencias. Tompkins es un millonario norteamericano que, luego de hacer fortuna con la industria textil, se dedicó a comprar tierras en Chile y en la Patagonia argentina, que luego donó a los respectivos estados para la creación de sendos parques nacionales. En Corrientes compró 89 mil hectáreas para producción, y 139 mil para conservación en los Esteros del Iberá, a través de la organización Conservation Land Trust Argentina S.A. Si bien algunos críticos objetan este mecenazgo y suponen que, detrás de la compra de tal cantidad de tierras puede haber otros fines, la organización responde desde su página de Internet, una a una las preguntas que sus críticos puedan tener y hasta promete donar sus tierras al estado pasados 43 Ciervo de los pantanos, otra de las especies amenazadas de extinción unos años. En la actualidad, Tompkins y su mujer Kristine McDivitt tienen en la región tres estancias en las cuales brindan alojamiento a los turistas y proponen actividades de respeto a la naturaleza. Estas son Rincón del Socorro, Batel y San Alfonso, y en ellas propone paseos por las lagunas, cabalgatas, avistamiento de fauna y diversas actividades ecológicas que incluyen una alimentación natural con productos cosechados allí mismo. Un peligro latente para los esteros del Iberá es la producción agropecuaria. Hace poco intervino la justicia evitando un emprendimiento que pretendía desviar un arroyo para inundar tierras destinadas al cultivo de arroz que, como se sabe, requiere de abundante agua. Otras veces, los amenazados son los lugareños que viven aquí con actividades de producción mínimas, en un entorno que conocen a la perfección y cuya riqueza no quieren abandonar. Quien tiene la suerte de visitar este gran ecosistema único en el país queda tan conmovido por su belleza y diversidad que raramente se le ocurriría influir en su naturaleza. Sí podemos inmortalizar su encanto en las fotografías que guardemos de este paisaje inolvidable. Fotos: CLT / Juan Ramon Diaz Colodrero / Marisi Lopez / Pascual Perez / Douglas Tompkins y otros Recuerdos indelebles generan los atardeceres sobre las lagunas correntinas 44