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50 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE Fray Leopoldo de Alpandeire 1956 - 2006 4 6 32 35 38 40 44 48 50 52 56 60 62 66 67 68 70 72 82 90 94 98 102 104 110 122 124 126 136 138 140 141 PRESENTACIÓN PERFIL BIOGRÁFICO DE FRAY LEOPOLDO Fray Alfonso Ramírez Peralbo GRAFOANÁLISIS DE FRAY LEOPOLDO Dr. Francisco Viñals Carrera PAGINAS POETICAS ASI VEO YO A FRAY LEOPOLDO Fray Carlos Cañete REGALOS DE FRAY LEOPOLDO: ALEGRÍA Y FRATERNIDAD Monseñor Carlos Amigo Vallejo MI OFRENDA AL SEPULCRO DE FRAY LEOPOLDO Fray Sebastián de Villaciosa CAPUCHINOS COMO FRAY LEOPOLDO Fray Fernando Linares DE LA CARTA DEL APOSTOL PABLO A LOS DEVOTOS DE FRAY LEOPOLDO Ignacio de Montaño EN EL 50 ANIVERSARIO DEL A MUERTE DEL SIERVO DE DIOS H. John Corrivea, Ministro General OFMCap. SEMBLANZA ESPIRITUAL Y HUMANA DE FRAY LEOPOLDO Fray Ángel de León FRAY LEOPOLDO, JUGLAR Y CABALLERO DE LA VIRGEN Fray Gil de Pedroche FRAY LEOPOLDO EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN José Luis Kastillo UN HOMBRE QUE SUPO VIVIR EL EVANGELIO Fray Serafín de Ausejo EL SEPULCRO DE FRAY LEOPOLDO Fray Justo de Berja UN SANTO LLENO DE AMOR, UN EVANGELIO VIVO, EL QUINTO EVANGELIO Fray Esteban de Puente Genil LA FIGURA DEL VICEPOSTULADOR EN UNA CAUSA DE BEATIFICACION LA HUELLA DE FRAY LEOPOLDO. TESTIMONIOS DE AMIGOS, COMPAÑEROS... PROPAGANDISTAS DE FRAY LEOPOLDO EL HOGAR-RESIDENCIA FRAY LEOPOLDO UN DÍA PARA EL RECUERDO TESTIMONIOS UN RETRATO PINTADO CON EL CORAZÓN PREGÓN DE TICO MEDINA CONFERENCIA DE JAVIERRE ORGANIGRAMA DE LOS CAPUCHINOS ANDALUCES PÁGINA WEB DE FRAY LEOPOLDO UN FENÓMENO MEDIÁTICO PUBLICACIONES GRACIAS GRANADA MI MÁS SINCERO AGRADECIMIENTO IMÁGENES PARA EL RECUERDO Dirección: Fray Rafael Pozo Bascón Consejo editorial: Fray Alfonso Ramírez Peralbo Fray Mariano Ibáñez Velázquez Fray José Antonio Márquez Coordinación: Juan Pedro Bernáldez Marta Oses Francisco J. Molina José Luis Kastillo Diseño y maquetación: Rafael Rodríguez Fotografía: Encarni Marín, Federico Luque y Archivo de la Provincia Impresión: Talleres El Adalid Seráfico, S.L.L. Edita: Vicepostulación Fray Leopoldo Hermanos Menores Capuchinos de Andalucía Avd. Divina Pastora, 11. 18012 Granada. Telf.: 958 275352 Tirada: 100.000 ejemplares Distribución gratuita Depósito Legal: SE-3042-06 Las ideas expresadas en esta revista son responsabilidad exclusiva de sus autores ¡AUN VIVE, NO HA MUERTO! Cal y sombra de ciprés en el atrio capuchino. Silencio monacal en la tarde de febrero... Va cayendo la noche mansamente... Sólo habla -porque lIora- el agua de la fuente. Mudo está el campanario y escalado el sendero. Ya está encendida la aurora en el camino. La tórtola en la enramada entona ya su trino. Llora la luna en la veleta, mustia, alada. IQué dulce paz. de noche, en tu madrugadal Las dos al filo esperan su destino... -¡Como Cristo! se irguió tu vuelo. Se quebró la lira. Rompióse el arpa. Se deshizo el lazo... El dulce remanso perfuma los lirios. Entonan los salmos, se encienden los cirios... Hacia el infinito te pierdes en estrecho abrazo... Yacen marchitas las rosas de tus manos. Frío el alabastro de tus pies desnudos. Y las ascuas de tu amor, Fray Leopoldo, Quedan envueltas en cenizas de rescoldo. Aún palpitan tres plegarias en tus labios mudos. ¡Que no doblen, Granada, que no ha muerto! Pon su nombre en los anales de tu historia. Y espera que en las torres vaticanas Vuelen alegres, floridas las campanas En la aurora del triunfo de su gloria... Fray Alejandro de Málaga Hermano Capuchino 3 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Presentación 50 Aniversario de la muerte de Fray Leopoldo A migo lector: Tienes entre tus manos una publicación dedicada a un “fraile del pueblo”, como popularmente eran conocidos los capuchinos, como lo fue Fr. Leopoldo, por su contacto diario con la gente en medio del ruido y del bullicio callejero; se trata de una publicación dedicada a Fr. Leopoldo en el 50º aniversario de su muerte; una publicación dedicada a la figura de un hermano capuchino anciano, que no gozaba de méritos por haber realizado obras clamorosas en beneficio de la ciudad, que no pertenecía a dinastías locales, que jamás había hablado desde cátedras o púlpitos, que no brillaba por su ciencia, no era sacerdote, ni tampoco había dejado su convento para hacerse misionero en tierras lejanas. De él dijo un sacerdote que lo conoció íntimamente: “No era un hombre de letras, no tenía estudios de teología, pero sobrepasaba a todos porque poseía el gran secreto del conocimiento y del amor de Dios”. El gran maestro de Fray Leopoldo fue el Espíritu Santo. Él fue sólo un humilde fraile capuchino, limosnero durante 50 años seguidos en Granada. La trayectoria de su vida siguió la mística del anonadamiento, la mística de Jesús. Es la mística de las personas que no se sobre valoran humanamente, de ellas se sirve Dios para realizar sus obras, para realizar una historia mucho más importante que la historia que cada día pasa ante nuestros ojos, la historia de la salvación. 4 En todas las épocas de la historia humana, han existido hombres que, como los postes de alta tensión, han mantenido a Dios conectado con la humanidad. Por ellos pasa ese canal vivo de la gracia que se transforma en vida, amor, verdad, compasión, consuelo, misericordia, alegría, bondad, salvación y liberación. Fray Leopoldo era uno de ellos, uno de esos hombres que obligan a Dios a mantener su alianza, su compromiso de amor con la humanidad herida de muerte por el pecado. En cada tiempo surgen personalidades geniales que, por la fidelidad a un principio superior, rompen los márgenes del espacio y del tiempo. Esto sucedió excepcionalmente con Jesucristo, que vivió Fray Leopoldo de Alpandeire. y sigue vivo por la fuerza salvadora de su palabra. De un modo semejante, salvando abismos, ha sucedido con algunos de sus Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte “No era un hombre de letras, no tenía estudios de teología, pero sobrepasaba a todos porque poseía el gran secreto del conocimiento y del amor de Dios” seguidores y amigos a través de los siglos. La vida de todo seguidor de Jesús, la de Fray Leopoldo, en sí misma considerada, es una auténtica protesta contra la sociedad de su tiempo: contra el orgullo domi- Mural de la cripta de Fray Leopoldo. nador de unos pocos frente a la pobreza y marginación de los desheredados de siempre. Fray Leopoldo no era un visionario, tenía los pies en el suelo. Él fue simplemente un hombre sencillo e íntegro que supo fiarse de Dios. Su vida estaba sustentada en una profunda vida de oración. Cuando alguien ama verdaderamente al Señor, encuentra tiempo para dedicarse a lo que ama, es decir a la caridad apostólica, a hacer el bien a los demás. Y los demás lo percibían, sus virtudes y su santidad eran notorias. Un célebre predicador jesuita decía de él: “Tenemos un santo en nuestras calles”. Otro, agustino, afirmó: “Esto sí que es predicar, sin abrir la boca obtiene más fruto que todos nosotros juntos”. La santidad de Fray Leopoldo era notoria y evidente, saltaba a simple vista, es una santidad clara, diáfana, transparente, cristalina, como el agua de un riachuelo, siempre en deshielo de primavera, que nace en las nevadas cumbres de la sierra y baja serpenteando oculto por las laderas de los montes, cubierto entre adelfas, romero, tomillo, mastranzo, espliego y juncos, hasta alcanzar sereno el esplendor y la llanura del valle. Ojeando estas páginas dedicadas a Fray Leopoldo, lector amigo, encontrarás excelentes plumas, con palabras bruñidas y cinceladas, primorosos artículos y, aún más, vivos testimonios de personas que lo conocieron, que convivieron con él o que se han hecho amigos suyos gracias a los "favores" obtenidos por su intercesión; en estas páginas vibra todo el esfuerzo intelectual y humano de un grupo de escritores que intentan hurgar en algo siempre inaccesible al hombre: la santidad. Porque, como dice la Biblia, "Dios habita en una luz inaccesible". Sean estas páginas como un ramo de bellas, olorosas y hermosas flores que, todo un pueblo de admiradores/as pone a los pies de su ídolo, con los más bellos piropos y su más hermosa oración. 5 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Perfil biografico Fray Alfonso Ramírez Peralbo, OFMCap. Roma - Vicepostulador de la Causa D imensión social de la santidad: “El amor no pasa nunca”. El contacto con el dolor, con la pobreza, con el sufrimiento no les ha quitado nunca el sueño a los santos. Más aún, si se lo ha quitado ha sido para mejor servir al que sufre o consolar al afligido, para dar posada al peregrino, acompañar al que está aislado, vestir al desnudo… Todas estas obras de misericordia las condensó san Pablo en una breve frase: “El amor no pasa nunca”. Esa célebre frase de Pablo, que san Agustín traduciría más tarde por "ama y haz lo que quieras”, fue actualizada en las últimas décadas por un gran teólogo de nuestro tiempo en esta lacónica expresión: “Sólo el amor es digno de fe”, que sería como el eco de aquella otra de san Pablo: “Sé de quien me he fiado”. Mirando en lontananza, la plurisecular historia de la Iglesia es toda ella una larga e inmensa historia de amor. Una infinita hilera de hombres y mujeres, santos y santas de todo tipo, edad y condición, que, fiándose del Amor, se han entregado y consagrado totalmente a él. Lazaretos, hospitales, clínicas, ambulatorios, leproserías, orfanatos, escuelas-hogar, residencias para huérfanos, enfermos de sida, madres solteras, minusválidos, tuberculosos, ancianos, enfermos psíquicos, enfermos terminales, personas sin hogar, disminuidos físicos y psíquicos… y así podríamos seguir enumerando hasta el infinito; obras que han florecido por doquier y han sido el campo de trabajo y de acción de quienes han hecho del amor el centro de toda su vida, sabiendo, como escribió Santo Tomás, que “la bienaventuranza consistirá en un acto permanente de caridad”. Toda esta infinita labor es un canto primoroso al Amor de Dios. Un precioso himno de la Liturgia de las Horas, expresa así esta rica e intensa historia de Fray Leopoldo, acompañado de algunos hermanos. amor: A fuerza de amor humano / me abraso en amor divino. La santidad es camino / que va de mí hacia mi hermano. Me di sin tender la mano / para cobrar el favor; me di en salud y en dolor / a todos y de tal suerte / que me ha encontrado la muerte / sin nada más que el amor. Una nube de amor rodea y empapa la existencia. Quien más ama tiene la razón. Los santos son la gente que amó. En ello los grandes expertos fueron los santos. Por eso, la historia de la Iglesia es, ante todo, una historia de santos. De los conocidos y de los desconocidos. Ellos se lo jugaron todo a una carta y con su osadía se convirtieron en nítidos espejos, reflejan la luz, en rico espectro, sobre nuestras oscuridades. Ellos constituyen la magna historia exegética del evangelio, más auténtica y de una mayor virtud demostrativa que todas las demás hermenéuticas. Ellos son la demostración tanto de la plenitud como de la presencia. Mucho se habla y se escribe hoy de los condicionamientos históricos de la mun- 6 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte dovisión de los santos, y no todo es falso. Pero ello no nos ahorra el conato de situarnos, como ellos y con ellos, en la instancia central: en la seriedad incondicional con que tomaron el amor de Dios en Cristo y con que -a partir de la expropiación por el amor absoluto- se enajenaron por amor a los hombres. Así, en este orden, no al revés. Jamás el amor del prójimo fue para ellos un sucedáneo del amor a Dios y a Cristo. El amor de los santos se inflama al saberse absolutamente amados y al querer corresponder con toda su existencia al amor absoluto. Y ese amor se hacía presente en el medio en el que el santo actuaba. Toda Granada se sentía beneficiada del amor de Dios en Fray Leopoldo. La santidad influye socialmente en el mundo. Si “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones”, los santos han sido los canales a través de los cuales el amor de Dios se ha expandido por el mundo. Un hospital, un asilo, una guardería, una residencia, un orfanato son los brazos de la caridad de Dios en los santos. Su santidad cumple una función social en el mundo. Ellos han aportado riquezas: bondad, caridad, sencillez, limpieza, al fatigoso discurrir de la caravana que somos los hombres en la tierra. Por eso su historia importa y, por eso, su ejemplo y su doctrina pesan en nuestra vida. FRAY LEOPOLDO: “El gemido de un pobre evangélico” I. DIOS HA ELEGIDO LO DÉBIL DEL MUNDO Las experiencias de vida consagrada, inspiradas en el Evangelio y realizadas a lo largo de la historia por los más distintos Institutos religiosos, han favorecido el cultivo de una espiritualidad donde han florecido personalidades singulares que han planteado interrogativas sobre el sentido de la existencia humana a toda la humanidad y en particular a los creyentes, incluso a los más sensibles a la acción de Dios que salva. La vida -tanto en su aspecto físico e individual, como también a nivel social y cultural- es siempre un acontecimiento inédito, que sorprende y necesita interpretaciones. Esto es cierto sobre todo en las formas de vida consagradas que expresan carismáticamente, distintas tomas sobre el misterio de aquel Dios que nos ha creado como individuos y como pueblos artífices de historia, que alcanza significado sólo cuando se remonta al sacro del que trae origen. La hagiografía es aquel sector de la historiografía que expresa los significados más profundos y más auténticos de la existencia humana, elevada al orden sobrenatural. 7 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Algunos Santos, como por ejemplo Santa Verónica Giuliani y el P. Pío de Pietrelcina, plantean el problema (mejor el misterio) del dolor como valor. Un valor desconcertante para el laico, pero siempre innegable, tanto para el que lo alivia como para el que lo sobrelleva, es decir para toda persona que está atenta al misterio del hombre. Un valor aún más desconcertante para algunas figuras sugestivas que en la propia vida, en vez de eliminar el dolor, han vivido en la espiritualidad como elemento esencial, junto a otros, la mística del dolor, inspirada en la Cruz. Piénsese sólo en Madre Teresa de Calcuta, cuya desaparición ha tenido tal resonancia mundial, que ha dado que pensar a hombres y mujeres de todas las culturas. Tales figuras, son testimonios decisivos de la presencia de Dios que salva a la humanidad de nuestro tiempo, totalmente sumergida en lo pasajero, en la realidad más inmediata que no conduce a nada y que se afronta según el estilo de usar y tirar. La historia de la Iglesia es, ante todo, una historia de santos. De los conocidos y de los desconocidos. Figuras como las de Santa Verónica, Madre Teresa, P. Pío, antes que comenzasen su aventura de fe dan que pensar en toda una serie de “personas que no son nada” que han testimoniado la presencia de Dios en una historia que alcanza su sentido pleno en cuanto es historia de la salvación. 1. “Humanamente no dotado” El 9 de febrero de 1956, en el corazón de la noche, se extinguía en Granada Fray Leopoldo de Alpandeire. Moría pasada la media noche a las 1'45 de la madrugada, pero con las primeras luces del alba la noticia ya estaba en boca de todos y comenzaba un peregrinar incesante para venerar sus restos, de gente de toda clase y condición que culminaría en un multitudinario funeral. Era todo un plebiscito de afecto, amor y veneración. Objetivamente hablando, había muerto un anciano noventón, ya enfermo, que no gozaba de méritos por haber realizado obras clamorosas en beneficio de la ciudad, que no pertenecía a dinastías locales, que jamás había hablado desde cátedras o púlpitos, porque no brillaba por su ciencia, no se había siquiera ordenado sacerdote, ni tampoco había dejado su convento para hacerse misionero en tierras lejanas. Había sido sólo un humilde fraile capuchino que había recorrido las calles de Granada todos los días pidiendo la “limosna” de puerta en puerta durante 50 años. Crucifijo del antiguo patio de entrada a la Iglesia de Capuchinos. 8 La sorpresa que suscitó la afluencia de tanta gente sin haber sido convocada por ningún tipo de propaganda, contiene implícitamente al menos, una duda en quien la ha experimentado. La sorpresa nace cuando sucede algo que no se esperaba y esconde cierta duda que llevamos dentro. Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Según manifestaciones de muchas personas que conocieron de cerca al Siervo de Dios, se encuentran indicios de ese tipo de duda en las personas que vivieron junto a Fray Leopoldo. A estas dudas hay que darle importancia no por las personas que las probaron y las manifestaron, sino porque estas dudas expresan el estado de ánimo y el punto de partida para entrar en la perspectiva específica de la santidad de Fray Leopoldo. La duda, con la ambivalencia que contiene, es el hilo conductor para llegar a otro componente de la espiritualidad cristiana, emparentado en cierto sentido con la mística del dolor y que podríamos definir como la mística del aniquilamiento, típica de algunas personas que, como Jesús, quisieron pasar por “nada”. Divina Pastora. Fray Leopoldo (1864-1956) Vacilaron en la ambivalencia entre sorpresa y duda incluso muchos contemporáneos de Jesús, comenzando por sus propios paisanos que “admirados de sus palabras”, comentaban: “¿Pero no es éste el Hijo de José, el carpintero? Y su madre ¿no se llama María?” (Luc. 4, 22). Es la mística de las personas que no se sobre valoran humanamente, de ellos se sirve Dios para realizar su obra. 9 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte La figura de Fray Leopoldo de Alpandeire debe colocarse en este filón de la espiritualidad evangélica, puesta de relieve de manera particular por el franciscanismo. 2. “¿Por qué todo el mundo va detrás de ti?” Es clásica la escena de cuanto venimos diciendo y que se encuentra en el capítulo X de Las Florecillas, en el que Fray Maseo y Francisco, de manera “casi proverbial”, se plantean el problema de las opciones de Dios: -”¿Por qué a ti, por qué a ti, por qué a ti?” interpela Fray Maseo. Y Francisco, también él, de manera proverbial, pide una mayor clarificación del problema: -“¿Qué quieres decir con eso?”. Fray Maseo entonces precisó: -”Me pregunto ¿por qué todo el mundo va detrás de ti y no parece sino que todos quieren verte, oírte y obedecerte? Tu no eres hermoso de cuerpo, no sobresales por tu ciencia, no eres noble, y, entonces, ¿por qué todo el mundo va en pos de ti?” Y siempre de manera “casi proverbial”, Francisco sintetiza así su carisma: -“¿Quieres saber por qué a mí? ¿Quieres saber por qué a mí? ¿Quieres saber por qué todo el mundo viene en pos de mí? Esto me viene de los ojos del Dios Altísimo… y esos ojos santísimos no han visto, entre los pecadores, ninguno más vil ni más inútil, ni más grande pecador que yo. Y como no ha hallado sobre la tierra otra criatura más vil para realizar la obra maravillosa que se había propuesto, me ha escogido a mí” (Florecillas, cap. X). Este página de las Florecillas traduce, casi como en una escena de representación sagrada, un concepto bíblico que está presente en el Magnificat y en la primera Carta a los Corintios. En el Magnificat María reconoce en sí el estilo de la actuación de Dios que “ha mirado la humillación de su esclava” (Luc. 1, 47). En la primera Carta a los Corintios, Pablo individualiza el mismo estilo de actuación: “Dios ha escogido lo necio del mundo para humillar a los sabios, lo débil del mundo para confundir a los fuertes, lo plebeyo y despreciado del mundo, lo que no vale nada para anular a los que son algo para que nadie pueda gloriarse ante Dios” (1 Cor. 1, 27-29). En esta perspectiva el carisma franciscano ha creado sugestivos testimonios de formidables personas “simples”. Baste pensar en Fray Juan “hombre simplicísimo”, que san Francisco llamaba “San Juan” en lugar de "Fray Juan”, que “imitaba rápidamente todos los gestos y posturas que san Francisco hacía. Si el La humildad caracterizó profundamente la vida de Fray Leopoldo. santo escupía, él escupía; si tosía, él tosía; unía suspiros a suspiros y llanto a llanto; cuando el Santo levantaba las manos al cielo, levantaba también él las suyas, mirando con atención como modelo y reproduciendo en sí cuanto él hacía” (2 Cel, 190). Era de una simplicidad tal que se creía obligado a hacer todo lo que hiciese Francisco. Hay que recordar también a Fray Junípero, el cocinero de las primeras fraternidades en los orígenes y que el propio san Francisco señalaba como uno de los frailes modelo, que “llegó al grado perfecto 10 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte El silencio ha sido el lenguaje de los capuchinos según el estilo de San Francisco, que lo recomendaba de paciencia por el perfecto conocimiento de su propia vileza, que tenía siempre ante sus ojos, y por el supremo deseo de imitar a Cristo en el camino de la cruz” (Espejo de perfección, 85). Entre otros, las Florecillas narran un episodio que describe, por una parte, la ingenuidad y, por otra el espíritu de oración de Fray Junípero. Este, habiendo recibido un día la orden del Superior de preparar un poco de comida, preparó comida para quince días, a fin de disponer de más tiempo para la oración. Entre los capuchinos es célebre san Félix de Cantalicio quien, a diferencia de su brillante amigo san Felipe Neri, conocía sólo cinco letras del alfabeto, las cinco llagas de Cristo crucificado. Es grande el número de hermanos, limosneros o porteros capuchinos; ellos sabían sobre todo vivir entre los últimos, como personas de poca categoría. Entre ellos Dios ha escogido a muchos de sus colaboradores, comenzando por los apóstoles, y de los que sale, a lo largo de los siglos -aún hoy- la reivindicación de aquellos valores que el poder, y a veces el saber, han olvidado La mística del anonadamiento o de la identificación con los más pequeños, trae sus orígenes de la Encarnación del Hijo de Dios, que se ha “anonadado”: “se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo pasando por uno de tantos” (Filp. 2, 7). Una atención totalmente particular merece la figura de Fray Leopoldo de Alpandeire, en cuanto se coloca entre los últimos ejemplares de esta hilera siete veces secular de hermanos limosneros, esto es de aquellos pobres con un nivel de mendicidad por elección, que la sociedad civil le ha permitido sobrevivir. El presente es un momento importante para la puesta a punto de un carisma que el cristianismo proclama no tanto con la fuerza de una motivación teológica cuanto con el testimonio existencial, ascético: el carisma que reivindica al hombre como valor altísimo del universo en cuanto existe, prescindiendo de su rango, misión, actividad, origen y de la identidad social que representa. En la sociedad del Welfare, del bienestar, ¿habrá todavía sitio para ejemplares de esta larga generación -que va desde Fray Junípero a Fray Leopoldo- de personas en las que la ascética no destruyó la ingenuidad y la sencillez humana que sólo los humildes consiguen conservar? Fray Leopoldo hablaba poco. Muchas veces se limitaba a responder con frases hechas refranes, especie de aforismos, al más puro estilo de san Félix de Cantalicio. El silencio ha sido el lenguaje en la larga tradición de los capuchinos según el estilo de san Francisco que recomendaba a los frailes “estar en silencio” (Regla no bulada, XI); él “quería que sus hermanos observaran el silencio evangélico, es decir, que se abstuvieran siempre solícitamente de toda palabra ociosa, teniendo concien- 11 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Vista de la entrada al Convento de Capuchinos de Sevilla, donde vivió durante algunos años el Siervo de Dios. cia de que de ello se ha de rendir cuenta en el día del juicio” (S. Buenaventura, Ley. may., VIII, 9). Por lo demás también María y José vivieron en silencio junto a Jesús en los años decisivos de su crecimiento. En semejantes casos se trata, sin embargo, de un silencio que no cubre una insignificancia, sino que más bien expresa la inefabilidad de valores que las palabras no pueden contener y que por eso es necesario descubrir. 12 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Toda la vida de Fray Leopoldo se desarrolló bajo este clima. Su biografía no presenta ninguna circunstancia de particular relieve. Él era demasiado reservado, parco en palabras. Siempre tenía a Dios en los labios. Caminaba con la cabeza inclinada, con los ojos en el suelo y el corazón en el cielo. Era difícil encontrarse con sus ojos. Se le veía siempre, desde hacía años, por las calles llenas de gente o Iglesia de los Capuchinos de la ciudad de los cármenes, donde los 9 de cada mes se celebra una misa por Fray Leopodo. solitarias, en el tranvía o en la iglesia, sin cambiar su comportamiento aunque mudase de ambiente. En todas partes era el mismo: Fray Leopoldo; el Fray Leopoldo amado y venerado por toda Gra-nada. No miraba a ninguno y todos lo miraban; no buscaba a ninguno y todos lo buscaban; no se ocupaba de ninguno, y todos se ocupaban de él. Envuelto en un silencio continuo y arropado tras breves fra- 13 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte ses y palabras bajas, se le veía así, como el hombre que no pertenece al mundo del ruido y de la publicidad, sino como el hombre que hablaba sólo con Dios y de Dios sin poder darse a cualquier otro tipo de conversación, no ofreciendo su mirada a fáciles divagaciones perjudiciales para su continuo coloquio interior. 3. ¿Por qué se hizo religioso? Por espacio de treinta y cinco años, Fray Leopoldo se llamó Francisco Tomás. De él nos queda la partida de nacimiento registrada en la parroquia. Fue el primogénito del matrimonio Diego Márquez y Jerónima Sánchez. Tras él vendrían tres hermanos: Diego, único que ha dejado descendencia, Juan Miguel que morirá soldado en la guerra de Cuba y María Teresa, la menor, soltera, que morirá en Ronda a edad avanzada. De su infancia y juventud nos han llegado noticias fragmentarias. En la escuela del pueblo aprendió las primeras letras. Sus compañeros de infancia lo han descrito siempre como un niño afectuoso, virtuoso, de proceder juicioso y, sobre todo, caritativo, era sensible a los valores humanos y a los valores de la naturaleza. Comenzó a trabajar en las faenas del campo, primero de pastor y después en la labranza, pero tenía tiempo para sus rezos y visitas a la iglesia. Al llegar a la adolescencia, la edad del nuevo nacimiento, del nacimiento a la vida social, la edad de las opciones de vida, de los sueños venideros ¿qué pensaba Francisco Tomás para su futuro? Por lo poco que sabemos es que cuando sus vecinos supieron que se iba de fraile, lo vieron como la cosa más normal del mundo. Hasta ese momento, 35 años, su vida se desarrolló por encima de todo gesto o estilo de vida que se saliese de lo que era el ritmo normal de las personas más temerosas de Dios en su ambiente tradicional. Ciertas negligencias y olvido, por parte de los capuchinos en cuya orden había solicitado ingresar, motivaron que el joven Francisco Tomás se echase otras cuentas, sin abandonar aún su intención de hacerse religioso. Se enamoró de Antonia Medinilla, una joven del pueblo con la que entabló relaciones, decidido a formar un hogar. No fue la suya una vocación fruto de la exaltación juvenil o de temor ante el futuro, la suya fue una vocación madurada en varios años, culmen de su recogimiento y reflexión. Sus vecinos veían que era un joven muy distinto a los demás y, por eso, cuando se marchó de capuchino todos veían que había encontrado lo que verdaderamente quería. 4. Tipología de una personalidad. A los treinta y cinco años la personalidad de un hombre está más o menos definida, es decir está definido el comportamiento de un sujeto ante la vida, con las condiciones en las que ha venido al mundo y en medio de las cuales ha crecido. Interpretar dicho acontecimiento cuando éste tiene lugar es lo propio de toda persona comprometida. El compromiso puede tener distintas formas. Existe la persona que todo lo sopesa y valora a la luz del beneficio personal o del poder. Y existe la persona que todo lo vive y valora bajo la luz de la fe. La vivencia de este hecho, según las distintas perspectivas, ofrece un sólido fundamento a la afirmación de la persona, la sustrae de las tendencias de la moda, de las circunstancias ocasionales y de la explotación. 14 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Francisco Tomás es una persona que va al grano, que quiere lo concreto, que tiene la fuerza de voluntad de un campesino de la serranía de Ronda y la sabiduría natural de un pueblerino adornada de una prudencia dirigida por motivos sobrenaturales. En esta prudencia está inspirada toda su vida. Sobre la planta “selvática” de la naturaleza humana se injerta la acción de la gracia, de la vocación. La planta “selvática” de Francisco Tomás, que se convierte en el soporte de su vida de fe, estaba fuertemente arraigada en la realidad humana de su tierra. En todas las cosas se conducía con un gran equilibrio. Su prudencia estaba siempre iluminada por el deseo de agradar en todo a Dios. Sus paisanos lo admiraban porque no se valoraba a sí mismo. Trabajaba como un campesino de su tiempo Era enormemente realista. Su bondad fue adquirida a base de esfuerzo, de violencia evangélica. Antes de hacerse religioso, Francisco Tomás vive su vida diaria en analogía a como Jesús vivía cada día en Nazaret. A través de lo que sucede diariamente en Alpandeire, el va regulando su respuesta a su propia vocación. En el tejido de los acontecimientos diarios entrelaza y desarrolla el diseño de su vida buscando vivir la voluntad de Dios. Sus paisanos lo admiraban porque no se valoraba a sí mismo según el estilo de su condición humilde; trabajaba, ayudando a su familia, como un campesino de su tiempo; medía los ritmos de vida según la tradición cristiana heredada: el rezo del Angelus por la mañana, al medio día y por la tarde, el rezo del rosario en familia o en la iglesia, la asistencia a las fiestas parroquiales. La “filosofía de la vida” que Fray Leopoldo, mucho antes de hacerse religioso, había intuido, estaba calcada en el modelo de Jesús, en el pueblecito de Alpandeire que no era ciertamente más importante que Nazaret. Cuando Felipe con gran entusiasmo dijo a Natanael: “Hemos encontrado a aquel del que escribió Moisés en la Ley y en los Profetas, Jesús, hijo de José de Nazaret, Natanael exclamó con gran sorpresa: ¿De Nazaret puede salir algo bueno?” Estamos habituados a hacer la historia del lado de aquellos que han corrido el riesgo, desde el punto de vista humano, de parte de los vencedores (o considerados como tales), estableciendo dificultades para comprenderla por parte de los últimos que suelen ser los más numerosos, que no han destacado nunca por parte de los vencidos, o considerados como tales. La historia es, sobre todo, el relato de lo que ha sucedido. Sin embargo, es mucho más importante ser que hacer o tener. La gente de Alpandeire percibía que Francisco Tomás no era como los demás, pero a todos les resultaba difícil comprender en qué consistía ese algo de extraordinario que tenía porque lo que hacía o tenía era bien poca cosa. La importancia de Francisco Tomás, o sea lo que de extraordinario poseía no derivaba de lo que él tenía ni de lo que hacía como algo relevante, sino de lo que era. Bajo la apariencia de lo insignificante se ocultaba el secreto de lo atractivo de su persona; la gente veía que él era distinto a los demás. Su diversidad no provenía de una sabiduría, incluso natural y que han puesto de relieve célebres personajes de escasa cultura a lo largo de su historia, sino de su personal asimilación de la humanidad de Cristo humilde y sufriente. La diversidad de Francisco Tomás, incluso antes de llamarse Fray Leopoldo, denota claras e intencionadas “alusiones” del humilde, pobre, paciente y sufriente Jesús de Nazaret. Cuando en su quehacer diario de limosnero, en los crudos inviernos de Granada, recorría sus calles con los talones sangrantes y llenos de grietas, al Hermano que trataba de curarlo le decía: “Déjame que sufra un poco por nuestro Señor” Según el testimonio de cuantos lo conocieron no parece que Fray Leopoldo fuera un flagelante de otros tiempos. Más bien él aceptaba serenamente el trabajo diario con las asperezas que la vida conlleva. 15 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Una tal presencia, dentro de la comunidad parroquial de Alpandeire constituía un testimonio que todos constataban y sentían como genuina expresión de fe. Don Antonio López Gil, párroco de Alpandeire, en el Certificado de buena conducta que hizo al ingreso de Francisco Tomás en la vida religiosa en 1899, escribió: “Desde su infancia hasta hace aproximadamente cuatro años en que se ausentó con sus padres para la ciudad de Ronda, ha observado una conducta irreprensible y digna del mayor elogio”. Y Don Vicente Castaño, párroco del Espíritu Santo de Ronda, escribió: “Ha observado una conducta ejemplar y digna del alto estado a que aspira”. II. FRANCISCO TOMÁS SE CONVIERTE EN FRAY LEOPOLDO DE ALPANDEIRE ¿Por qué Francisco Tomás entró en la Orden Capuchina? Por aquellos inhóspitos parajes de la sierra de Jarastapar, al pie de la serranía rondeña, donde estaba situado Alpandeire, lugar de difícil acceso, era raro ver a algún religioso de la congregación que fuese. Hacia 1890, Diego Márquez, padre de Francisco Tomás había arrendado una finca cerca de Ronda, a donde se trasladó a vivir con la familia. Por aquellas fechas, el 22 de abril de 1894, es beatificado el capuchino andaluz Fray Diego José de Cádiz. Con este motivo se celebraron en la ciudad del Tajo, donde está sepultado, solemnes cultos en honor del nuevo beato. El P. Diego José de Ronda y otro capuchino predicaron los cultos a los que asistió el joven Francisco Tomás. En su ancianidad, Fray Leopoldo, haría de los dos frailes este comentario: “Me llamaron la atención por lo recogidos que iban y lo bien que hablaban del Señor”. Al término de aquellas predicaciones Francisco Tomás manifestó al P. Diego. “Yo quiero ser capuchino como el beato Diego José de Cádiz, yo quiero ser capuchino”. Al poco tiempo llegaron a Francisco Tomás unos impresos que, una vez cumplimentados, devolvió a Sevilla a la Curia provincial de los capuchinos. Pero la respuesta nunca llegó y los años pasaron. Hasta que un sacerdote amigo escribió directamente al P. Provincial, Ambrosio de Valencina, y pronto llegó la respuesta que llenó de alegría al joven de Alpandeire. El comentario general de la gente, fue este: “Todo el pueblo vio muy natural que Francisco Tomás se metiera a fraile”. Francisco Tomás se despidió de los suyos, en Agosto de 1899, y el 16 de noviembre vestiría el hábito capuchino en el noviciado de Sevilla, cambiando el nombre de pila por el de Fray Leopoldo, todo un símbolo que suponía el hombre nuevo que Francisco Tomás adquiría al hacerse capuchino. “El nombre -diría años más tarde -me cayó como un jarro de agua”. Una vez entrado en la Orden Capuchina, Fray Leopoldo tendría la oportunidad de realizar el injerto, en su humanidad profunda, de los principios provenientes de toda una dinastía de figuras como Félix de Cantalicio, Francisco de Camporroso, Ignacio de El fraile iba por la calle con la mano en el Rosario. Láconi, Crispín de Viterbo, Félix de Nicosia, Conrado de Parzham, Serafín de Montegranario, Bernardo de Corleón o Nicolás de Gésturi. 16 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte 1. El injerto en la vida religiosa capuchina. ¿Por qué el treintañero Francisco Tomás eligió la dinastía de los Hermanos laicos Capuchinos? Quizá sea más exacto decir, ¿por qué Dios lo guió por este camino? ¿Cómo tomó semejante decisión? Por lo que sabemos, no parece que en ella le hubieran ayudado directores espirituales determinados. El gran maestro de Fray Leopoldo fue siempre el Espíritu Santo. Fue la suya una decisión largamente meditada. Luego vendría el año de noviciado en el que esa decisión sería probada antes de hacer la profesión temporal, primer paso de la incardinación a la Orden Capuchina. ¿Cómo veía él el futuro aquel día de agosto de 1899 cuando llamó con la campana al convento capuchino de Sevilla? Quizá en el joven campesino que llamaba a la puerta del convento de los capuchinos de Sevilla para ser acogido, había más una inquietud de búsqueda que un proyecto de vida. Francisco Tomás era una persona que buscaba, como había hecho siempre, hacia dónde lo llamaba Dios, porque de la única cosa que estaba seguro era que Dios lo llamaba. Probablemente en un proceso semejante, planteado sobre una relación entre el hombre y Dios, un director vocacional no habría comprendido nada; quizá habría terminado por entorpecer el camino hacia Dios, si hubiese tratado de leer en los acontecimientos la llamada. Era el Espíritu Santo el maestro de Francisco Tomás quien había aprendido el difícil arte de comprender a Dios y seguir sus llamadas. “Comprender a Dios” es la relación del místico. Captar la llamada de Dios en la vida diaria, en las cosas “banales” de cada día, era lo específico de la mística del futuro Fray Leopoldo. Tal había sido el estilo de vida de Jesús en los años de vida oculta en Nazaret, cuando bajo las apariencias de una vida diaria semejante en todo a la de sus contemporáneos, cumplía como Hijo de Dios, la voluntad del Padre. Efectivamente, la acción salvífica de Dios, realizada por Jesús en la tierra, no pasa necesariamente por acontecimientos que hieran fuertemente la sensibilidad más inmediata de los hombres. 2. Los primeros años del convento. El convento de los capuchinos de Sevilla abrió sus puertas al postulante Francisco Tomás. Antes de vestir el hábito pasó unos meses ejercitándose en los trabajos propios de los hermanos. Era necesario experimentar la vida religiosa y que los frailes vieran cómo se movía en el convento. El 16 de noviembre de 1899 vistió el hábito capuchino en Sevilla, de manos del P. Diego de Valencina, su guardián y maestro de novicios. Dios le había preparado un maestro de novicios adecuado. Y Fray Leopoldo fue un novicio puntual, incluso hasta en los más insignificantes detalles, observante hasta en la más mínima prescripción, teniendo detrás un P. Maestro, que había que haber conocido para comprender qué clase de paño tenía. Muchas veces se ha escrito que tipos como el P. Diego parecen creados expresamente por Dios para encontrar una aguja en un pajar. Fray Leopoldo supo ver en el P. Maestro un ángel del Señor: escuchó sus consejos y los puso en práctica. Emitida su profesión simple el 16 de noviembre de 1900, Fray Leopoldo pasó sucesivamente por Granada, Antequera y Sevilla, ocupado en los oficios de hortelano, ayudante de cocina o portero. El 23 de noviembre de 1903 hizo su profesión solemne en Granada en manos del P. Francisco de Mendieta. EL 21 de febrero de 1914 es trasladado a Granada donde permanecerá el resto de su vida. Durante sus primeros años de vida de convento, Fray Leopoldo fue ajustando su vida al querer de Dios. Se había hecho religioso para “ser santo”. Por la Santa Provincia de Andalucía, bien pronto comenzó a extenderse su fama de santidad, comenzando a destacar por su vida de oración, trabajo, austeridad y pobreza. Dice el P. Serafín de Ausejo, seminarista seráfico en Antequera por estos años, que hasta allí comenzó a llegar el aroma de las virtudes y santidad de este hombre de Dios. 18 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Vista de Alpandeire, pueblo natal de F.Leopoldo. Reproducción de la celda del limosnero. Iglesia del antiguo Convento de Capuchinos. Poco a poco fue aprendiendo a sublimar el trabajo y a transformarlo en oración y en servicio a los hermanos, convirtiéndose en un contemplativo tras el agua de las acequias, las hortalizas, los frutales y los bancales de flores para el altar de la Virgen. En los primeros años de vida conventual, Fray Leopoldo fue, a veces, ayudante de cocina y hasta cocinero incluso. Esta anécdota revela un poco su entrega al trabajo, su buena disposición conjuga- 19 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte da con su falta de conocimientos culinarios. Había un religioso que estaba enfermo y necesitaba tomar comidas ligeras, Fray Leopoldo, apenas salía del coro por la tarde, ponía al fuego un cazo con agua y un huevo que servía con cortesía al religioso enfermo por la noche. Este, al observar que estaba duro, hacía ver al hermano cocinero -- ¡nunca las vio más gordas! -- que así no lo podía tomar sino sólo pasado por agua. Fray Leopoldo, en su admirable candidez le respondía: “No sé cómo suceden estas cosas, Padre, ya que lo he tenido toda la tarde cociendo”. El P. Ramón de Gines, secretario provincial en aquellos primeros años de vida religiosa de Fray Leopoldo, repetía: “Donde Fray Leopoldo está llueven las bendiciones del Señor”. Debido a ello, el Siervo de Dios pasó temporadas de meses y años en los conventos de Sevilla y Antequera, ocupado en la huerta, la portería y la sacristía, hasta que en 1914 llegaría a Granada donde, junto al oficio de sacristán, ejercería el resto de su vida el de limosnero por el que sería conocido en vida. III. “EL BUSCADOR BUSCADO” La limosna ha sido hasta no hace muchos años la “mesa del Señor”, como la llama S. Francisco en su Testamento, cuando para prepararla no bastaba la recompensa del trabajo. Y así, como tal recompensa, en el pasado, especialmente para el que trabaja con y a favor de los pobres, no era suficiente, la Orden franciscana vivía sustancialmente de la limosna. De aquí la importancia de los hermanos limosneros, o “rebuscadores”, como la gente los llamaba. Para Fray Leopoldo la limosna fue una situación existencial en la que tuvo que vivir su experiencia de fe, en contacto con el pueblo, sobre todo con los más humildes. El vivió durante 50 años en el Fray Leopoldo, que se había hecho religioso para llevar una vida contemplativa fue lanzado por la obediencia a librar en la calle la dura batalla del evangelio. Las plazas y las calles de los pueblos y ciudades de Andalucía se convirtieron en el claustro de su vida silenciosa y de su oración recogida. ejercicio de la limosna como ocasión diaria y silenciosa de ascética y de mística y la gente lo recibió como un testimonio convincente de valores humanos y de fe. 1. Un fraile limosnero. Es necesario precisar el sentido de la pregunta. El término “obediencia” en el lenguaje capuchino significa encargo. De ahí que la pregunta tenga este sentido: ¿Cómo aceptó Fray Leopoldo el encargo de hacerse limosnero? Ciertamente que no lo pidió, como no había solicitado ninguno de los otros oficios que había desempeñado en los catorce primeros años de vida religiosa. Quizá ni siquiera lo deseaba, tal vez sólo lo imaginaba. Se encontró así, lo mismo que se había encontrado en otras situaciones en las que, una vez dentro, comprendía que eran queridas por Dios y había tratado de seguir su voluntad. Quienes lo conocieron, han manifestado, sobre todo, lo que del Siervo de Dios han podido colegir en los largos años de su vida de madurez. Fray Leopoldo, que se había hecho religioso para llevar una vida contemplativa, fue lanzado por la obediencia a librar en la calle la dura batalla del evangelio. Los rincones, las plazas y las calles de los pueblos y ciudades de Andalucía, se convirtieron para él en el claustro de su vida silenciosa y de su oración silenciosa y recogida. Los frailes vieron siempre en este encargo una buena elección ya que 20 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Fray Leopoldo se reveló verdaderamente apto para pedir la limosna. En el cumplimiento de su oficio de limosnero tenía siempre una actitud de humildad tanto con la gente de la calle, como con los del convento. Jamás hablaba del éxito o fracaso de la limosna, ni se lamentaba del estado del tiempo… Tampoco aparecía en él ningún espíritu de evasión de la vida conventual por encontrarse sumergido en medio del mundo. Pedir la limosna diariamente presentaba, con frecuencia, graves dificultades, tanto por lo trabajoso del ir y venir por las calles como por los cambios climáticos según las distintas estaciones meteorológicas. pasar por las calles a Fray Leopoldo, en actitud devota y recogida y se paraban sólo para verlo pasar, recibiendo con ello gran edificación. Otras veces la gente, al verlo, se acercaban a él para contarle sus problemas, rezar con él, besar su cuerda… otras, la gente cruzaba la calle de acera a acera para depositar en sus manos la limosna. Las personas que lo conocieron en su oficio de limosnero, vieron siempre en él una característica que lo distinguía de los demás hermanos limosneros, o sea de aquellos que pedían, buscaban y rebuscaban la limosna. Muchas veces la gente veía Este es el testimonio unánime de la gente que lo veía un día tras otro y que lo confirmaba, una y otra vez, tras observarlo significativamente: en este su oficio de limosnero, Fray Leopoldo más que ir en busca de la gente, pasaba por entre la gente. Limosnero durante 50 años. Una persona, que no pertenecía al circulo de los capuchinos, pero que observaba atenta la fascinación de Fray Leopoldo, manifiesta el influjo que, en su humildad, el limosnero capuchino ejercía sobre la gente: su actitud reservada no alejaba a las personas, sino que le confería cierto atractivo por el que las madres con sus hijos, padres de familia, profesionales y trabajadores, personas de toda clase y condición social, se le acercaban con respeto, pidiendo oraciones y él aceptaba posando con frecuencia su mano, especialmente sobre los niños en actitud de bendición. La gente que va por la calle con tanta prisa, se paraba para observar, edificados, estos gestos de caridad. Una actitud reservada, que no alejaba sino que creaba una especie de espacio psicológico y acababa por establecer un influjo que maduraba, con el paso de los años, en una aureola de santidad en torno a una persona que vivía en una relación habitual con Dios. Limosnero en Granada durante cincuenta años. Así Dios había llevado hacia delante un “extraño” carisma, el del hombre “insignificante”, el del hombre que vale no por lo que significa, sino por lo que es, en su ingenuidad más pura de hombre entre los hombres. Durante cincuenta años fue limosnero en Granada, siendo un hombre “humanamente no dotado”. 2. ¿Un místico? Fray Leopoldo, ¿fue un místico por las calles de una ciudad? Tal vez todo santo es siempre un místico. Pero la figura de hermano limosnero ha representado una figura original de místico totalmente por descubrir, cercana y, al mismo tiempo, distante de la gente entre la que ha vivido y por la que era mirada con veneración, como un testimonio de Dios creíble y abordable. Fray Leopoldo es una de las más recientes imágenes de aquellas misteriosas personas que encantan y hacen tangible la presencia de Dios. Más que un buscador fue un buscado en el sentido de que la gente, al verlo pasar por las calles, corrían a su encuentro o mandaba a sus niños a darle, espontá- 21 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte neamente, la limosna; incluso cuando llegaba a las casas, le bastaba con hacer sonar el timbre, para que la gente saliese a la puerta y le diese la limosna. Son comportamientos sugestivos que tienen la simplicidad y la solemnidad del rito, a través del cual el hombre se pone en contacto con lo divino, cómo Fray Leopoldo mediaba como místico. Muchas veces la presencia de Fray Leopoldo tenía el aspecto de una aparición; no estaba precedida de ruidos de pasos. Sus toscas y gastadas sandalias parecía que ni tocaban el suelo y su hábito tan remendado y usado era ágil como el viento. Había en él algo insólito e incorpóreo, de irreal o mejor de sobrenatural en el modo de encontrarse cercano aquel prodigioso mendigo capuchino. ¿Por qué él estaba allí en ese determinado momento y por qué uno estaba cerca de él? Si Fray Leopoldo estaba allí, era porque tenía que estar. Su presencia era todo un signo. Era un signo, un testimonio de la presencia de aquel Dios con el que él vivía en contacto y que él hacía de mediador para aquella gente que creía en Dios. El espacio psicológico -o distancia, si se quiere- entre el limosnero y la multitud que lo veía diariamente - podremos decir que lo “expiaba” - constituía la premisa de una relación que todos sentían tranquilizadora y fundamental hasta el punto de sostener con él confidencias que se hacen sólo a personas de absolu- Un hombre dedicado a los más necesitados. ta confianza. Dicen de él que era prudentísimo. No se entrometía en las cosas que sobrepasaban su competencia. Cuando era requerido para dar una opinión, era muy parco en palabras y muy ponderado en su juicio. Tantos años utilizando las mismas expresiones son más que suficientes para establecer confidencias y para traer y llevar habladurías, sin embargo, Fray Leopoldo era muy prudente en el hablar y en dar consejos. No se sobrepasaba, sabiendo de sus propias limitaciones. Más que de un programa de vida ascética, su prudencia provenía de un estilo de vida que había adquirido en su relación con las personas antes de hacerse religioso; era fruto de una madurez humana hecha carácter. Fray Leopoldo estaba convencido de deber respeto a todos y todos sus interlocutores se sentían respetados por él sea de la condición social que fuesen. Hay anécdotas en su vida que nos muestran su sufrimiento en su quehacer de limosnero, pero la “mística de la vida diaria”, o sea vivir cada pequeño acontecimiento únicamente a la luz de Dios, es el estilo del testimonio de Fray Leopoldo, que el pueblo percibía como una prueba de proclamación del mensaje evangélico. Este modo suyo de ser sobresale, en la calle, en el tranvía…, sin embargo, no siempre lo conseguía, la gente la señalaba con el dedo mientras se decía: “¡El Santo, el Santo!”. “Es Fray Leopoldo”. Se repiten hasta el infinito las manifestaciones de veneración en las relaciones con el Siervo de Dios, en particular cuando más fatigosa se hacía su presencia sobre todo en los crudos inviernos de Granada, por motivos de edad, o debido a sus condiciones de salud: El pedir la limosna conllevaba con frecuencia graves dificultades, debido a lo largo de la jornada, a las inclemencias del tiempo - frío o calor, según las diversas estaciones-. Las condiciones de edad y de salud de Fray Leopoldo no fueron demasiado floridas y por eso hacían más pesado su trabajo de limosnero. Pero él lo superó todo por amor a Dios. Otras dificultades procedentes de personas, o sea hostilidades, que también se dieron en su vida, también supo sobrellevarlas con gran amor y caridad. Se sabe que todas las mañanas cuando salía del convento por la portería y cuando regresaba a mediodía y lo mismo por la tarde, nunca faltaba un grupo de personas que lo esperaba. Muchos lo 22 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte veían por las calles y plazas de Granada, siempre iba en actitud recogida con los ojos bajos… y siempre venían los niños, mandados por los mayores, para darle la limosna. Son escenas que no evocan la idea de un aislamiento sino, más bien, el perpetuarse de un rito, tal vez hoy definitivamente extinguido, pero que, durante siglos, los “últimos” entre los hijos de Francisco de Asís han celebrado en nuestra sociedad. Un rito que desde un punto de vista celebraba el acontecimiento de la Encarnación, cuando el Hijo de Dios abrazó la condición humana de los “últimos” para poder hablarles de aquello que “había oído del Padre”. Una especie de mística en lo banal o, como un compañero la llama, una “santidad silenciosa”. La figura de Fray Leopoldo no es de las que producen “ruido” y llaman la atención con “un no sé qué extraordinario”. Su vida fue una vida ordinaria semejante a aquella -al menos en apariencia- de todo buen religioso capuchino, más que vivida en la caridad y en la humildad. No hacía nada que pudiese llamar la atención de los demás, y, sin embargo, se distinguía de todos los demás religiosos. Nadie le oyó hablar mal de nadie. Nunca se lamentaba. Mucha gente en un continuo peregrinaje acudían al convento en su búsqueda. Otras veces lo esperaban a la vuelta de la limosna. Era reacio a este tipo de publicidad, sobre todo si la gente, indiscreta, lo llamaban “santo”, él a todos acogía y escuchaba paciente y caritativamente. La gente regresaba a sus casas consolada con sus palabras de aliento y el rezo de sus tres Avemarías. El no sabía hacer largos discursos, pronunciaba pocas y significativas palabras, breves y cortas, aprendidas de la sabiduría popular. Ante las dificultades que un juicio presentaba y que le comunicaron al Siervo de Dios, éste dijo: “Que no entable juicio, que los juicios son como los pozos, que cuanta más tierra se saca más grandes se hacen”. 3. Un taumaturgo. El estereotipo que empuja a la gente hacia los santos es la persuasión de que gozan de una cierta facilidad, por decirlo de alguna manera, para hacer milagros. La fama de taumaturgo envolvía la figura de Fray Leopoldo. La gente acudía a él con todo tipo de problemas y demandas: falta de trabajo, enfermedades… Ante estas últimas Fray Leopoldo tenía una doble respuesta: si decía hay que confiar en Dios, vamos a rezar… la cosa salía adelante; si decía: hay que aceptar la voluntad de Dios, la cosa no tenía remedio. Casi siempre, los hechos prodigiosos que se conocen en vida de Fray Leopoldo hacen referencia a una particular capacidad para leer los corazones. Un día Fray Leopoldo llamaba a casa de una mujer de mala fama. Las vecinas trataron de disuadirle de que no llamara a aquella puerta. Fray Leopoldo insistió hasta que le abrieron. Aquella mujer, tras la visita, cambió de vida. Se arrepintió de su mala vida pasada, confesó y en adelante llevó una vida virtuosa. Escultura del monumento levantado a Fray Leopoldo en los jardines del Triunfo de Granada. Ejemplos de levitación también fueron frecuentes en su vida. Algunas personas lo vieron levitado en el convento de san Antón de las MM. Capuchinas de Granada, mientras en la Iglesia adoraba al Santísimo; el mismo fenómeno se repitió en la iglesia de la Magdalena, mientras también de visita adoraba a la Eucaristía. E incluso en el Sanatorio de la Salud fue visto en levitación sobre su propio lecho, cuando estuvo ingresado tras su fractura de fémur. Testigo de este último fue la religiosa enfermera que lo asistía. 23 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte IV. EL HOMBRE Y EL RELIGIOSO Podrá parecer extraño, tras lo dicho, hablar ahora del hombre-Fray Leopoldo. Y, sin embargo, teológicamente hablando, el hombre en el momento de su nacimiento es un herido recogido, al final de una batalla perdida, sobre el campo de combate: él nace herido por el pecado original. La religión cristiana se diferencia de las otras religiones, entre otras cosas, en cuanto enseña que el hombre es un ser redimido, y que, consiguientemente, en él se realiza un proceso que lo devuelve al proyecto originario de la creación y de la elevación al orden sobrenatural. El santo es un ejemplo de hombre restablecido a la perfección sobre el modelo original, sobre el arquetipo del Creador, y es tanto más plenamente hombre, cuanto más, mediante la gracia, sublima las mismas realidades constitutivas del hombre como tal. Quizá en nuestra cultura se ha llegado a pensar en el santo como en un “producto” según el estilo de aquellos que la sociedad moderna construye, como un divo en la ola de la fama, un atleta fuera de serie o un profesional cabal. Fray Leopoldo, ha sido un hombre como todos; de religioso ha querido recuperar la plenitud humana que en él, originariamente, era sólo virtual y ha hecho de todo para no ser un “divo” ascético. 1. La dificultad de comprender a Fray Leopoldo. Existe una dificultad poco menos que invencible para comprender el mensaje franciscano, especialmente en la acepción de san Francisco de Asís que hizo exclamar a Fray Maseo: -“¿Por qué todo el mundo viene detrás de ti? Tú no eres bello, ni noble, ni hombre de ciencia”. Sí, es verdad; pero Francisco era, genuinamente, hombre y en la fe había recuperado aquella plenitud humana que todos a lo largo de la historia han redescubierto acercándose a él. Quien conoce a los santos a través de los panegíricos y las hagiografías a veces no se percata de ellos si los encuentra por la calle. En Fray Leopoldo el pueblo vivía la memoria histórica de tantos y tantos testimonios cristianos y franciscanos, entre los que sobresalen los hermanos limosneros que han recorrido los pueblos y ciudades de tantos países. Fray Leopoldo era uno de éstos y la fama de santidad lo precedía donde quiera que fuese. Apenas llegaba o pasaba la gente lo buscaba, corría a su encuentro. Él iba siempre absorto en sus coloquios íntimos con Dios. Muchas veces, al cruzarse con él en la calle o al encontrarlo de frente, había que tirarle del manto para que se percatara. “Hombre simple, natural y sin artificio, sincero y rectilíneo, evangélicamente pobre” El limosnero andariego por las calles de Granada, había aprendido a sublimar su trabajo diario, a hacer de las calles su lugar preferido de cita y encuentro con el Señor, a tener su corazón abierto a las angustias y problemas de los hombres de su tiempo. Con su ejemplo de vida evangélico enseñaba a la gente a transformar la muerte en vida y la tristeza en gozo. 2. La humanidad de Fray Leopoldo. La santidad del Siervo de Dios tenía como soporte la humanidad del viejo Francisco Tomás, dentro del clima y ambiente cultural en el que había nacido y crecido antes de hacerse capuchino. Es importante ponerlo de relieve enseguida: Fray Leopoldo ha conservado la identidad del campesino de Alpandeire incluso en su camino hacia la santidad. Es difícil descender a la intimidad de aquella identidad, pero se pueden extraer rasgos de aquel su patrimonio originario que ha permanecido incólume. El P. General, Pascual Riwalski, en la homilía de la misa de inauguración del Hogar, lo describió así: 24 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte “Hombre simple, natural y sin artificio, sincero y rectilíneo, evangélicamente pobre; un pobre crédulo y candoroso, sencillo y discreto, que sabe situarse siempre en segundo plano y trata de servir en el anonimato y la humildad; un hombre con un corazón de niño, noble y franco, cometido y sobrio, de campesino honrado…; un hombre extremadamente reservado y modesto respecto a todo lo bueno que el Señor obra por medio suyo, que se turba ante las alabanzas de los hombres, que se goza con las humillaciones y que mantiene una conciencia viva de sus límites y de su pequeñez… ‘Soy un gran pecador’. Estoy engañando a la gente, era su autodefinición habitual”. Una de sus características es la dulce ironía con la que él sabía salir de tan difíciles, a veces, situaciones. Al P. Serafín de Ausejo, Provincial, que le preguntaba un día por cierto religioso, que faltaba con cierta asiduidad al coro, le respondió: “Pobrecito, Padre, cuanto sufrirá por no poder estar con sus hermanos en el coro”. Salidas airosas, que revelan una inteligencia contenida en la misma expresión, pero vivaz en la percepción que Fray Leopoldo usaba incluso en situaciones ordinarias. Ante comportamientos poco respetuosos que algún trabajador se permitía a su paso, respondía con afable ironía: “A mí me podéis insultar, pero no blasfeméis el santo nombre de Dios”. El mismo estilo tenía también con sus hermanos religiosos en sus relaciones diarias, debido a los celos habituales que también se dan en conventos. Tras haber sembrado unas plantas para obtener mariposas para la lámpara del Santísimo, un religioso, hermano también, se las arrancó. Al ver lo 25 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte sucedido, Fray Leopoldo podía haber montado en cólera, sin embargo, respondió así a aquel religioso: “Hermano, el demonio quiere que nos peleemos tú y yo, pero no será así”. Y, como si nada hubiera pasado. Como se ve en los conventos, también suceden episodios no precisamente edificantes, pero ante los males vale más una sonrisa que un reproche. Esta cierta ironía amable que manifiesta sensibilidad e inteligencia, no es la única característica de la humanidad de Fray Leopoldo. Hay otros, insospechados en una figura tan alejada del mundo y de las criaturas. El contacto con el dolor, con la pobreza, con el sufrimiento no le había quitado ni disminuido la sensibilidad hacia los sentimientos y las expresiones llenas de alegría de dos corazones que se aman, ni tampoco ante la fascinación que ejerce la naturaleza en flor, flores que, transformadas en amor y devoción a la Virgen, no faltaban nunca en sus altares. El Siervo de Dios tenía unas características físicas muy definidas, aunque los rasgos de su cara quedaban ocultos tras su barba desarreglada, era bajo de estatura pero de constitución física vigorosa, su frente era despejada y surcada por las arrugas del paso de los años, un rostro luminoso irradiaba todo su ser, llamando poderosamente la atención sus ojos, ojos vivos, transparentes eran reflejo de su serenidad interior y que comunicaban paz y bienandanza, de sus pupilas emanaban una belleza insólita, limpia como el azul del cielo y espejo de su candor interior. No era fácil ver sus ojos. Fray Leopoldo, acostumbrado como san Félix de Cantalicio, a ir con los ojos en el suelo y el corazón en el cielo, tenía unos ojos de niño, puros y penetrantes, serenos y limpios, su mirada era recogida, tranquila, que transmitía su pureza de corazón. En resumen, para captar la fisonomía humana de Fray Leopoldo, que servía de soporte a su santidad, es necesario evitar dos extremos, el de idealizarla, como sucede tantas veces en la literatura hagiográ- fica, y el de banalizarla en un “diario vivir”, que para nosotros de hecho es fatídico, pero para las almas grandes es serenidad de comportamientos, de gestos, de pensamientos, de palabras que florecen, puntuales, en su camino. Fray Leopoldo tuvo un vida sencilla. Él tenía un singular ascendente con todos los que encontraba a través de su humildad y su disponibilidad. Su figura no era de las que hacen ruido y llaman la atención por considerarlo como algo extraordinario, sino que la de Fray Leopoldo fue una vida sencilla, semejante a la -al menos en apariencia- de todo buen religioso capuchino, sólo que vivida en la caridad y en la humildad. Quienes lo conocieron de cerca llaman la atención sobre su delicadeza de lenguaje, diciendo por ejemplo que él más que “ir entre la gente, pasaba entre la gente”; más que hablar, decía; más que mirar, veía en el corazón de las personas que se le acercaban; más que pobre, “era la pobreza viviente”; no fue un timorato, sino siempre un dispensador del santo temor de Dios. Son matices y precisiones esenciales, si se quiere tener la exacta imagen de Fray Leopoldo, que por debajo de una superficial apariencia de rudeza campesina, se escondía una fina personalidad, en cierto sentido conseguida tras un largo aprendizaje ascético en la escuela del Espíritu. 26 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte 3. El capuchino. Sólo la espiritualidad capuchina, quizá, podía cultivar de manera genuina la identidad de Francisco Tomás que se convierte en Fray Leopoldo de Alpandeire sin estropear a través de métodos sofisticados su propia especificidad. Su vocación no nace de lecturas de santos o de espiritualidad (tales libros no existían ni en su casa ni probablemente en Alpandeire). Su formación no pasó por el Seminario, como la de los aspirantes al sacerdocio, ni a través de rigurosos periodos de aspirantazo, como sucede hoy. Su “director espiritual”, en el sentido técnico del término fue el Espíritu. El Gran maestro de Fray Leopoldo, confesaba Don Manuel Casares Hervás, obispo de Almería, fue el Espíritu. Los modelos concretos de Fray Leopoldo eran los Hermanos laicos capuchinos que pedían limosna por nuestras ciudades y pueblos. Tales figuras han dejado huella profunda en la tradición y en la memoria del pue- Hermanos menores capuchinos blo: piénsese en san Félíx de Cantalicio por las calles de Roma, san Ignacio de Láconi en Cerdeña, san Francisco Mª de Camporroso en Génova, san Crispín de Viterbo en Viterbo, beato Bernardo de Ofida en Ofida y, contemporáneo a Fray Leopoldo, el beato Nicolás de Gésturi también en Cerdeña. Con figuras semejantes, Francisco Tomás se sentía a gusto, ya que, en cierto sentido, podía emularlos. Es el momento de preguntarse si Fray Leopoldo limosnero, tan comprometido, progresaba con el tiempo y el oficio humano y espiritual en la “vida regular”, esto es, en la vida ordinaria de convento con su rutina diaria y nocturna. La respuesta de un religioso, compañero de comunidad, era que el ejercicio de limosnero no le impedía estar puntualísimo en los actos de comunidad, porque estaba siempre presente en el coro, en el refectorio y en otros actos de la vida común, tanto ordinarios como extraordinarios. Fray Leopoldo, con la limosna, no trataba de evadirse de la vida común, respetaba los horarios de salida y entrada, y antes de salir dejaba todo recogido y en orden en la sacristía cumpliendo también con su oficio de sacristán. El Siervo de Dios, por tanto, no contraponía, sino que más bien integraba su vida de limosnero por las calles de la ciudad con la del religioso en la tranquilidad de su convento. Es importante hacer notar el espacio físico privado donde ha vivido el Siervo de Dios: su celda. Su celda era pobrísima. Era el santuario inexpugnable de la altísima pobreza. Su celda se componía de una cama de banquillos y tres tablas, un jergón de paja, una silla, varias estampitas en las paredes, una mesa, una jofaina, hilo, aguja y Tuvo gran amor a la Virgen. 27 botones, una imagen pequeñita de la Divina Pastora, de barro cocido, y un crucifijo. Aún hoy, con tales enseres, puede verse su celda reconstruida en la sala museo que antecede a la cripta. Y como escribió el P. Esteban de Puente Genil: “Se podía decir que el Hermano no había apegado su corazón a ninguna cosa terrena. Era el pobre rico que buscaba alegremente los profundos tesoros de Dios… Seguramente había hecho el propósito de no buscar en la tierra otra riqueza sino la de Dios”. Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte ¿Qué motivos hay detrás de esta opción? Los que lo conocieron afirman unánimemente que razón de aquella elección era la penitencia. Era un motivo razonable y que ninguna persona de letras habría aducido para describir el estilo de vida del Siervo de Dios. El espíritu de penitencia constituye un filón importante en la espiritualidad cristiana y, sobre todo, en las diferentes formas de vida consagrada. La aceptación del sufrimiento como una realidad que no puede ser eliminada de la existencia humana puede tener su justificación, pero la búsqueda del sufrimiento no tiene justificaciones meramente racionales. También los grandes místicos que han florecido fuera del cristianismo han aceptado incluso el desapego de los placeres y las vicisitudes, incluso dolorosas, como medios de purificación. El dolor no tiene un valor fuera del cristianismo. Es la humanidad de Cristo el vehículo hacia la mística de un dolor no sólo aceptado, sino también buscado, como lo había buscado el Hijo de Dios, primero encarnándose y después muriendo en la cruz. A través de su humanidad, Cristo ha expiado el pecado del hombre y ha redimido al género humano. Francisco Tomás no había ido a la escuela de la teología de la cruz. No había leído libros de mística, ya que era un campesino. Ni siquiera ha tenido un padre espiritual que lo guiara por este camino. El concepto le venía a través de la tradición cristiana, como a los demás, y a través de él había llegado a conocer a Francisco de Asís, que apareció a los ojos de sus contemporáneos, como “otro Cristo”. Los testimonios de una vida de sufrimientos abrazada por Fray Leopoldo para ser en todo semejante a Jesús son muy abundantes. Siendo de naturaleza y carácter fuerte, adquirió, mediante la práctica de la virtud, un perfecto dominio de sí mismo. “Su tenor de vida -- decía de él el P. Benito -era una continua mortificación, tanto al exterior, como en su interior”. “Todo era en él -decía el P. “SOY UN CAMPESINO COMO En el museo se pueden ver múltiples objetos personales de Fray Leopoldo VOSOTROS” El limosnero también se dedicó a la huerta del Convento como el hermano de la imagen. 28 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Esteban -fruto de una incondicional negación interior, sin bajar nunca la guardia. Sus ojos, sus pies, su olfato, su gusto, todo su cuerpo estaba transido y crucificado por una descarnada negación. Era impresionante en él la renuncia al yo”. Era admirable el modo sobrenatural como supo llevar sus enfermedades durante su vida, que no fueron pocas y ciertamente muy dolorosas. Era una estampa viva del Señor crucificado. Cuando algún religioso le advertía de que usara calcetines debido a las grietas de los pies, que le sangraban con el intenso frío de los inviernos decía: “Déjalo, hermano, esto es lo poquito que puedo sufrir por nuestro Señor”. Se comprende, en esta perspectiva, la predilección del Siervo de Dios por los sufrimientos humanos en todo lo que respecta a la comida, el vestido, la cama, la celda, los pobres, los enfermos. Y, ¿qué decir de sus sufrimientos, cuando, por causa de la retención de orina de sus últimos años, tenía que ser sondado? Al verse expuesto a las miradas de los demás, repetía una y otra vez: “Como nuestro Señor Jesucristo, desnudo, en la Cruz”. Fray Leopoldo era un místico de la cruz. El pueblo lo había intuido, cuando aún no era capuchino, y viéndolo procurarse sufrimientos voluntarios, había dicho que lo hacía por sacrificio, a través del dolor que salva. Autodidacta de la mística se podría llamar a Fray Leopoldo. “Era su oficio”, podremos decir también hoy nosotros, cuando vemos su trayectoria religiosa, lo Las alforjas del limosnero estuvieron llenas de caridad. mismo que a sus paisanos no les produjo extrañeza cuando supieron que Francisco Tomás se iba de capuchino, lo consideraron como la cosa más natural del mundo, como el culmen de una vida piadosa y austera, que no podía tener otro final distinto. En alguna estantería de la biblioteca conventual, como apasionado autodidacta, él había encontrado libros que leía y releía y meditaba en las noches y días de fiesta. Además de los libros de devoción, tenía alguno que otro de naturaleza ascético-mística. De su pobre celda no faltaban unos pocos, pobrísimos libros: La Regla, un Catecismo explicado, el Kempis, según testimonio del P. Benito de Illora. Eran libros habitualmente usados por el Siervo de Dios y que constituyen una importante fuente para conocer mejor la espiritualidad de Fray Leopoldo. Su hábito “tosco”, con el que aparecía externamente la personalidad del Siervo de Dios, defendía en cierta manera, su más pura autenticidad. A simple vista él podía parecer humanamente poco dotado, pero si él hubiese tenido una educación y una formación refinada, tal vez habría perdido aquella inmediación de fe de la que habla Jesús en su oración: “Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y se las has dado a conocer a los pequeños” (Mat. 11, 21). Todos sus gestos son como palabras que, al menos por un instante, alzan el velo sobre la humilde e intensa actividad de un alma mística, que como autodidacta en la escucha de la voz del Espíritu Santo había alcanzado la atmósfera del sobrenatural y vivía, habitualmente, en la atmósfera de la mística de la cruz. 4. Al Paraíso. Cuantos conocieron a Fray Leopoldo como limosnero en Granada piensan que él estaba hecho para el cielo. El Siervo de Dios parecía que sólo vivía con la esperanza de estar con Cristo Jesús, y que todo 29 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte lo demás era para él nada y pérdida en comparación de estar un día con Dios. En todas sus actividades se esperaba el hombre que esperaba el cielo, teniendo una gran confianza en el Señor. Su norte era el Señor y la vida eterna a la que aspiraba con todos los medios de santificación cristiana y religiosa. Los religiosos cuando lo veían cansado y agotado, le decían: ‘Descanse, Fray Leopoldo, descanse’. Invariablemente respondía: ‘Ya llegará el tiempo de descansar, ya llegará el tiempo de descansar’, como indicando que ya le daría el Señor el descanso en el cielo, pero que, por entonces, no había que descansar. Inculcaba a todos una gran confianza en el Señor, enseñando siempre la virtud de la esperanza sobrenatural, la confianza en la Santísima Virgen. Él, que era de pocas palabras, insistía, una y otra vez: “Tenemos que ganar el cielo. El diablo procura engañarnos, pero no hay que hacerle caso. Tenemos que ganar el Cielo”. “¡Señor, dispón de mi. Ya estoy muy deseoso de estar contigo!” Cuando estaba enfermo, repetía: "Yo quiero lo que Dios quiere. Esto es un regalillo de Dios. Cuando Dios quiera puede llevarme. Yo estoy preparado. Estoy en sus manos". En sus aflicciones, en sus enfermedades, en todo momento, acudía confiadamente al Señor. Fray Leopoldo era consciente de que al cielo se llegaba caminando por la senda estrecha. Esperaba alcanzar su propia salvación y santificación por el cumplimiento de la voluntad de Dios y de la Santa Regla. Sabía que era una empresa ardua, por eso repetía: “Hermano, para ganar el cielo hay que tragar mucha saliva”, aludiendo con esta frase al vencimiento propio. En todas las situaciones difíciles mantenía siempre una gran calma. Siempre tenía el mismo carácter y la misma paz. Cualquier sufrimiento que pudiera experimentar, lo sobrellevaba sobreponiéndose siempre con la misma ecuanimidad de ánimo. Tres años antes de su muerte, el Siervo de Dios sufrió una fractura de fémur, tras recuperarse en la clínica de la Salud de Granada, regresó al convento pero ya no volvió a salir a la calle. Pudo entonces dedicarse a la vida contemplativa, a Dios y a pedir por sus hermanos, que había sido el gran anhelo de su vida. Durante esta última enfermedad, el Siervo de Dios había sido trasladado a una habitación más soleada, pero que estaba más cerca del coro y así estaba más cerca de su Señor. Fray Leopoldo no tenía miedo a la muerte. Dice de él el P. Juan Bta. García Sánchez que pensaba en la muerte “más contento que unas castañuelas”. Y su sobrino, Diego Márquez, repetía que no tenía miedo a la muerte, que la deseaba para estar con Dios. En sus últimos días repetía: “¡Señor, dispón de mi. Ya estoy muy deseoso de estar contigo!”. Este mismo deseo, lo repetía el Siervo de Dios, en una de sus últimas cartas a sus sobrinos: “De mi vida nada de particular tengo que deciros, salvo que estoy preparado para el momento en que el Señor quiera llevarme. Yo, sólo le pido que sea cuando Él quiera”. Aureolado con el aroma de la santidad que envuelve a los hombres de Dios, Fray Leopoldo se durmió en el Señor, a la una y cuarenta minutos, del día 9 de febrero de 1956. La fama de santidad que le rodeó en vida, le siguió en muerte. Hoy, desde su sepulcro, continúa derramando gracias y favores a cuantos piden su intercesión. 30 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Grafoanálisis de Fray Leopoldo Prof. Dr. Francisco Viñals Carrera Director del Instituto de Ciencias del Grafismo F trabajo, a ritmo mesurancisco Viñals rado pero constante, Carrera, cuando Su afectividad es serena o secundaria, está también se aprecia era profesor del también sublimada al terreno del espíritu, habilidad manual. Instituto de Criminología de podría afirmarse que es un ascético y en la la Universidad Complutense vida material su tendencia sería la de La resistencia a la (1993), impresionado por la frustración es muy pocos pero buenos amigos, pero por su personalidad de Fray notable, existiendo un sublimación socializada consigue un buen Leopoldo de Alpandeire, importante potencial nivel de tacto que convierte su carácter en solicitó a la Orden de los de reacción ante las dulcificado y atractivo. Franciscanos a la cual está adversidades. muy vinculado, le dejaran Sus cualidades imprimen fortaleza a su personalidad examinar los manuscritos de este Hermano Menor, casi analfabeto pero con una “sabiduría” propia del mayor de y, aunque tiende a la introversión, se descubre como la los estudiosos, y una “humildad” que le hizo ganarse el razón reflexiva e inspirada guía principalmente en él afecto y agradecimiento del pueblo de Granada. El sus acciones, observando estabilidad emocional y un análisis fue muy dificultoso ya que apenas había unas reflejo de serenidad que le caracterizan. diez cartas y además con la escritura muy castigada por La fuerza del Yo le concede en su caso una notable las graves dolencias que aquejaban a esta persona, estabilidad, firmeza y decisión en el modo de actuar, pero a pesar de dicho reto quiso realizar el estudio que conciencia responsable y digna. constituye un testimonio más sobre la grandeza espiriCierto también que, por su predisposición temperatual de Fray Leopoldo. mental fuerte, Fray Leopoldo tuvo que pasar por algunos trances de lucha interna o conflictos entre las tendencias naturales y la actitud del yo o entre las tendencias individuales y las del ambiente, si bien consigue una perfecta socialización o sublimación de los propios problemas internos, insisto la emotividad está canalizaDesde el punto de vista psicofísico y, aunque se da hacia la esfera propia del espíritu. observan las alteraciones propias de la edad, por afecciones físicas, que merman el sistema circulatorio, en general existe una lograda armonización de fuerzas que consiguen dominar el temperamento. CARACTERÍSTICAS PSICOSOMÁTICAS (Psico-biología y Temperamento) Refleja todo lo contrario de la impulsividad y la precipitación. Existe un completo dominio de los instintos, incluso podría hablarse de libido en regresión; llega a sublimar la energía instintiva hacia la esfera del espíritu. Demuestra haber tenido una gran capacidad laboral, por la intensidad, continuidad y concentración en el CARACTERÍSTICAS VOLITIVO-MORALES (Carácter) Su composición caracterológica destaca un acusado sentido de la responsabilidad. Tal como se ha expuesto, no existe imprudencia, ni osadía, nuestro analizado es incapaz de sobrepasar los límites establecidos pues enseguida se sentiría invadido 32 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte por la culpabilidad o la abordarían sensaciones de haber hecho algo malo. Fácil autocrítica y escrúpulos propios de una conciencia muy afinada que le predisponen al fácil arrepentimiento y reconciliación. En su interior existe una cierta ansiedad, pero únicamente como temor a obrar mal y su forma de paliar esta preocupación está aceptando la plena obediencia dentro de la Orden, llegando, si es preciso, a convertirse en esclavo del “deber”, de las obligaciones, del orden (su búsqueda del perfeccionismo podría llevarle a intrapuniciones autoexpiatorias; también podría potenciarle un cierto conservadurismo). Su autocontrol podría confundirse en alguna ocasión y causar una falsa apariencia o sensación exterior de frialdad. Cierto que Fray Leopoldo tiene una predisposición caracterológica fuerte, propia del que se sacrifica y también exige sacrificio, la voluntad imperante que podría propiciar en otro una carrera hacia puestos de responsabilidad o bien la independencia de criterios por confiar más en las propias posibilidades que en las ajenas; en Fray Leopoldo se convierte en abnegación y actitud de servicio a sus creencias de forma incondicional, sin someterse a la posibilidad de vacilación o duda. Claro está que esta circunstancia puede limitar la capacidad de relación social, pues acepta a los demás desde su prisma espiritual, pero no aceptará de ninguna manera cualquier criterio o corriente social si choca con sus creencias, ahora bien, el no aceptarlo no quiere decir que actúe con agresividad, en todo caso luchará con la oración, la penitencia y el sacrificio; si hay que castigar a alguien prefiere castigarse él para beneficio de los demás. Su afectividad es pues serena o secundaria, está también sublimada al terreno del espíritu, podría afirmarse que es un ascético y en la vida material su tendencia sería la de pocos pero buenos amigos, pero por su sublimación socializada consigue un buen nivel de tacto incluso de simpatía que convierte su carácter en dulcificado y atractivo. Hasta en los pequeños signos queda patente el idealismo; la sensibilidad espiritual hasta el misticismo. CARACTERÍSTICAS INTELECTUALES Y MENTALES Desde el punto de vista intelectual y a pesar de sus limitaciones observadas únicamente por su precario nivel cultural, destaca un gran sentido de la realidad y ponderación que le facilitan su objetividad y conceden mayor importancia a su actitud meditativa. Cierto, sabe exponer las situaciones con realismo y claridad, aún con cierta ansiedad de hacerse entender mejor, teme que no comprendan lo que quiere dar a entender y se esfuerza por conseguirlo. Entre sus cualidades mentales destaca la intuición y el pensamiento inductivo. Se aprecia riqueza psíquica y también se descubre una cierta capacidad imaginativa, especialmente dirigida a la evocación, aunque ello en ocasiones le podría provocar recuerdos insistentes, incluso a veces torturantes, de lo que “debería haber hecho” y de lo que “debería hacer”, como un sentimiento culpabilizante de las oportunidades desaprovechadas y la búsqueda de recursos en sí para afrontar mejor el futuro. En la escritura de Fray Leopoldo se ve claramente cómo la inteligencia y la sensopercepción se armonizan. Refleja una inteligencia observadora y reflexiva, que no se limita sólo a recoger datos y clasificarlos, sino que siente la necesidad de intervenir en las cosas y en los hechos para adaptarlos a las necesidades reales propias o a las de los demás. No se puede hablar de una gran inventiva y originalidad de pensamiento, pero sí de cierta imaginación realista, de capacidad para lleva a cabo tareas de medida y de cierta profundidad, e incluso de aportaciones nuevas al conocimiento y solución a muchos problemas. Juicio sano y sensato. Tiene bastante presencia de ánimo, sobriedad y precisión. SÍNTESIS DE LOS RASGOS BÁSICOS DE LA PERSONALIDAD Es austero y autocrítico. Se controla por la necesidad de exactitud detallista que le conduce a la verificación de los hechos y a la precisión de su actividad. Por las afecciones físicas y su avanzada edad, en sus últimos tiempos más que fuerza se detecta resistencia, ello le permite continuar a pesar de las oposiciones y contrariedades, ya que sabe que persistiendo logrará su loable propósito. 33 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Es pues constante, concéntrico, cauteloso y a veces incluso defensivo (contra todo lo que pueda entorpecer el camino de la fe). Rechaza las vulgaridades y corrientes que atentan a su ideal de perfección espiritual. Dirige su energía a la búsqueda del éxito espiritual, por ello supera los obstáculos y sabe tomar sus propias decisiones una vez meditadas. Persigue sus objetivos con la tenacidad, no es persona que se satisfaga con poca cosa, ni que abandone una tarea a medio hacer. No le gustan las decisiones demasiado rápidas, prefiere reflexionar para acertar la mejor solución y en consecuencia lanzarse a fondo con plena seguridad. Uno de los manuscritos que se conservan de Fray Leopoldo. mundo de lo sobrenatural con una espiritualidad ejemplar. Así pues y elaborando ya un retrato caracterológico Su nivel de voluntad es muy alto, es perseverante y consecuente en sus acciones. En general es extraordinariamente resignado y sabe sufrir en silencio. de Fray Leopoldo, deberíamos destacar que su pensa- Dispone de temperancia, paciencia y demás cualidades de orden espiritual. en éste considera que vale la pena dedicarse; su aspira- Incluso a veces puede aparecer en él la nostalgia latente por un ideal de perfección, llegando fácilmente de su ser y el de los demás, para encontrarse él y, a la miento está inmerso en el mundo sobrenatural y solo ción está exclusivamente dirigida a la espiritualización vez, sugerir a los demás una más íntima comunicación con Dios. No es de extrañar que incluso llegue a despreciar los goces sensuales, ya que su único objetivo es conquistar el Cielo. Su alma ha descubierto lo que realmente vale la pena, incluso es capaz de soportar el máximo sufrimiento como forma superior de renuncia y entrega en la existencia, que le acerca todavía más a ese ideal de Estos documentos están expuestos en el museo del limosnero. al escrúpulo. Es persona de ideales sociales y humanos. No cabe la menor duda de que es persona muy influenciada por el mundo del espíritu y ello le marca inconscientemente su conducta, tanto para sentirse feliz como para sufrir con el escrúpulo de conciencia. También habría que insistir en que está dotado de disposición para comprender por intuición, esto es, dispone de un modo de conocimiento inconsciente, de juicio instantáneo que le facilita o revela lo que las cosas, situaciones, hechos o personas puedan ser, lo que puedan tener de oculto, la finalidad que persiguen, las posibilidades que encierran, la dirección hacia donde apuntan. santificación al que aspira (el sufrimiento es para él un vehículo para negar lo más material de sí mismo, sus debilidades y encauzarse a un estado superior, un pago para conseguir la mejor recompensa, por ello es capaz de inflingirse penitencias y mortificaciones). Todo placer fuera de la armoniosa Comunión con Dios le parece una especie de degradación; ciertamente, es muy escrupuloso, examina su conciencia constantemente y con un gran rigor. Su renuncia a los bienes materiales denota su grandeza, es el instrumento de su perfección. Experimenta vivamente la necesidad de adaptarse al 34 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte TU DULCE SENCILLEZ ¡ROSAS! Candor de niño en su sayal austero. Rosas, por el pan que Granada a ti te diera Voz de cielo en tu boca sonriente. En olor de milagros, le das tú. Sobre el hombro la alforja penitente ¡Cuántas rosas en tu alforja limosnera! caída, en humildad de limosnero. Esa alforja, que en el hombro fue tu cruz, Pleno de Gracia tu vivir señero, del rosal de tu eterna primavera con el sello de Dios sobre tu frente. la desborda tu encendida gratitud. ¡Toda Granada apasionadamente Rosas, por el pan que Granada a ti te diera, suyo te quiso con fervor sincero! En olor de milagros, le das tú. Tu espíritu, hecho sol de claridades, ¡Oh limosna que su mano recibiera miniaba tu misión de franciscano por tus calles caminando haría la luz! en oro y luz de Amor… Sobre tu mano ¡Ay Granada! Qué lluvia sin frontera prodigaban su don tus caridades. las rosas que sembrara su virtud. ¡Qué bien supiste ungir en santidades Rosas, por el pan que Granada a ti te diera, esa tu dulce sencillez de Hermano! En olor de milagros, le das tú. Fray Alejandro de Málaga Fray Eugenio de Sevilla ASÍ VIO EL POETA A FRAY LEOPOLDO EN LA BELLEZA DE SU ANCIANIDAD SANTIFICADA Atrayente es su figura; que sus bondades sencillas, de evangelio y florecillas tienen la gracia y finura. Sembrar virtud es su oficio, Fray Eugenio de Sevilla Fray Alejandro de Málaga y en la flor de su inocencia maduran frutos de ciencia y espinas de sacrificio. Su vivir -grano de incienso, luz de cirio, salmo intensoágil hacia Dios camina… ¡Y tanto a Dios se ha acercado que de presencia divina los ojos se le han llenado! Fray Gonzalo de Córdoba Fray Gonzalo de Córdoba 35 A FRAY LEOPOLDO DE ALPANDEIRE ¡Fray Leopoldo, mi santo connovicio, fiel Siervo de Jesús y de María, envuelto en santidad y poesía: muéstrame a Dios propicio y ayúdame con mano franciscana en mi muerte cercana! ¿Recuerda, Hermano mío, mi visita y adiós en un estío? Conservo tu retrato en que, atrayente, parece que aún me hablas santamente... Yo admiro tu virtud desde mi infancia en incontables años: tu caridad de mística fragancia con los propios y extraños: tu caridad que imploran a millares llorosos pobrecitos, víctimas de quebrantos infinitos, a través de los pueblos y los mares: tu amable caridad sólida y pura que por bien de los prójimos perdura... ¡Fray Leopoldo, mi santo connovicio, Hermano de Viterbo y Cantalicio, fiel siervo de Jesús y de María, envuelto en santidad y poesía: tú que a enfermos les cortas sus dolores y a infelices concede mil favores, confórtame con mano franciscana en mi mano cercana! Fray Fulgencio Mª de Écija. Desde la misión de Santo Domingo, 1963. EL CAMINO DE FRAY LEOPOLDO Dí, Fray Leopoldo ¿cómo has conseguido, en la tiniebla de este bajo suelo, andar ligero y escalar el cielo? ¿Cómo y de quién, Hermano, te has valido? No de repente y sin luchar ha sido: Paso a paso -¡difícil fue mi vuelo!Cumpliendo la obediencia con gran celo Humilde, silencioso, inadvertido, Mis pasos alumbraba y dirigía La Madre de Jesús y Madre mía… ¡Qué buena era conmigo! Me llevaba, con suave empuje su potente mano, haciéndome el camino fácil, llano… ¡Me amaba mucho Ella y yo la amaba! Con este amor, mis pasos se trocaron En alas, y hasta Dios se remontaron. Fray Jesús de Pedro Abad Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Así veo yo a Fray Leopodo “Hermano, yo entré en la Orden de los Hermanos Capuchinos para vivir en el silencio, y ahora salgo hasta en los papeles”. Loado seas, mi Señor, por nuestro hermano Fray Leopoldo, humilde de corazón, Fray Carlos Cañete Castro Capuchino precioso en su candor, obra prodigiosa de tu Amor. lante su nada fácil oficio de limosnero “callejero”... Y muchas felicidades a ti, querido hermano, pues, antes de la creación del mundo, el Señor te conoció y te amó, te eligió y predestinó, te justificó y glorificó... y un día, de honrado y leal campesino, te llamó a Hermano Menor Capuchino. Fue la sencillez personificada. Y, en este sentido, vale recordar una anécdota muy expresi- Y qué bien y con qué generosa entrega seguiste a Jesús, Manso, Pobre y Humilde. Por eso, hermano de sencilla condición, has venido a ser gloria y tesoro -muy querido y atractivode la Orden Franciscana Capuchina. Tú, limosnero andariego, has venido a ser mucho más que generoso donante. Yo no lo conocí personalmente, sino por medio de hermanos capuchinos que convivieron con él, por sus biógrafos y por el testimonio permanente de numerosas personas que, aquí en Granada, te hablan de él tras haberlo conocido o tras haber experimentado la ayuda de su intercesión. ¿Quién fue, quién es Fray Leopoldo? Fue un hombre de oración y de entrega fraterna, capuchino austero y penitente, parco en palabras, pobre de cosas materiales, pero muy rico en virtudes y buenas obras; hermano muy laborioso en las diversas tareas que le fueron encomendadas: fue hortelano con un amor franciscano a la hermana madre tierra..., cumplió con especial esmero su cargo casi “angelical” de sacristán, tan cercano a las Cosas más Santas..., y durante cincuenta años, llevó ade- Cuadro pintado por Fray Alejandro de Málaga. va: cuando en este Convento de Granada se celebraron las Bodas de oro de su Profesión Religiosa, Fray Leopoldo recibió un documen- 38 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte to con la Bendición del Papa, un telegrama de la Secretaría de Estado Vaticano, artículos y fotografías del periódico, etc. Cuando él vio todo esto dijo: “Hermano, yo entré en la Orden para vivir en el silencio, y ahora salgo hasta en los papeles” (entiéndase: periódicos). ¿A qué compararé yo a Fray Leopoldo? Es como un poco de arcilla en Manos de Dios Alfarero, que hizo de este barro una valiosa obra de artesanía espiritual. de Granada escuchamos sin cesar y podemos contar los testimonios de tantas personas agraciadas y agradecidas. restos de Fray Leopoldo, cada año viene un día desde los Estados Unidos, regresando allá en el mismo día. ¡Dios mío! ¿Qué tiene este Fray Leopoldo para que tanta gente lo busque e invoque, lleve su medalla al cuello, su estampa en la cartera o la tengan en sus casas..., o para que vengan de todas partes a orar ante su tumba? En verdad, la oración ante su tumba es como una lámpara permanentemente encendida, que no conoce el ocaso. Entre los visitantes diarios abundan los jóvenes universitarios y otros, personas mayores, matrimonios con sus Fenómeno tan sorprendente y entrañable se explica por lo anteriormente mencionado: Fray Leopoldo rebosa de Dios y lo reparte, encarna en sí e irradia lo que nuestro mundo actual tanto necesita: paz, bondad, gozo, esperanza y una mirada limpia, casi de niño, acogedora. Es como un saquito lleno de Dios, que por todos sus poros lo rezuma..., o como un vaso que rebosa de Dios, y, a su paso por el mundo, lo fue derramando, y hoy sigue haciendo lo mismo. Es como una luz suave, como un arroyo silencioso, que mana y corre sin ruido, beneficiando a muchos corazones que sufren oscuridad o sequía. Y termino. ¡Qué bien nos viene contemplar el ejemplo de su vida y experimentar la ayuda de su intercesión! Pues ya sólo nos falta o nos queda una cosa sumamente importante: suplicar, esperar, anhelar la participación en su mismo destino en la Vida eterna con Cristo. Es como un imán que atrae a mucha gente de aquí y de allá; no se impone, sino que se entrega, ofreciéndonos el ejemplo de su vida y la ayuda de su intercesión en el Cielo. Hoy, Fray Leopoldo es un hermano casi universal, un compasivo samaritano, que sigue pasando por el mundo haciendo el bien, extendiendo sin fronteras su quehacer caritativo a favor de personas de toda clase y condición, desde la Familia Real -así nos constahasta a un niño aún no nacido. Los Hermanos Capuchinos Si, evidentemente, para el mundo culto, Granada se define e identifica con La Alhambra, parece que, para mucha gente sencilla, Granada es igual a Fray Leopoldo. No en vano, el Ayuntamiento lo ha declarado Hijo Adoptivo de esta Noble Ciudad. Estatua del primer monumento levantado a Fray Leopoldo, de Antonio López Burgos. niños de la mano, en brazos o en carrito, abundan inmigrantes de color sudamericano... En este sentido, hay ejemplos sencillamente increíbles, como es el caso de un hombre que, sólo por rezar ante los 39 Bendito hermano, ruega por nosotros... Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte, como María y José de Nazaret... Ruega por nosotros para que, ya hoy, podamos decir con san Francisco de Asís: “Tanto es el Bien que espero, que hasta las penas me dan consuelo”. Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Visita del Cardenal Monseñor Amigo Vallejo a la cripta del fraile Regalos de Fray Leopoldo: ALEGRÍA Y FRATERNIDAD E l pasado 9 de mayo salió del Convento de los Capuchinos de Sevilla, a las 8.00 horas, un autobús con un grupo de devotos sevillanos de Fray Leopoldo. El viaje fue amenizado con las canciones de la Coral Divina Pastora y con los rezos al humilde frailecico. A las 10.30 horas, el autobús realizó una parada para que los ocupantes desayunaran en La Roda, el último pueblo de la provincia de Sevilla, antes de llegar a la de Málaga. La comitiva llegó a Granada una hora y media más tarde. Pocos minutos después de la llegada, concretamente a las 12.10 horas, el Cardenal Arzobispo de Sevilla, Monseñor Carlos Amigo Vallejo, celebraba una misa en la iglesia del Convento de los Capuchinos de Granada, acompañado por Fray Mariano Ibáñez, Ministro Provincial de la Orden de los Capuchinos en Andalucía, y por Fray José Antonio Márquez, recién llegado de Guatemala. Amigo Vallejo habló durante la homilía de los regalos que Fray Leopoldo le hace a sus propios devotos. Uno de ellos, el de ver las cosas con los ojos de la humildad y la sencillez, dos virtudes que destacó en todo momento de este fraile. Habló también de la alegría del humilde limosnero y de la que regala a quien le reza, y dijo que esa alegría es una consecuencia directa de la cercanía a Dios, “¡Qué bien se está cerca de Dios!”, repetía. El Cardenal Arzobispo de Sevilla ofreció una sentida homilía el día 9 de mayo en la Iglesia de los Capuchino de Granada. 40 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte El otro regalo al que se refería Amigo Vallejo era el de la fraternidad: “nos ha regalado una especie de alianza, un anillo, que nos une a todos los hombres en una sola familia”. Esta fraternidad -apuntó- posee “una particularidad, un precepto muy importante que es el de la obediencia”. Pero habló de obediencia en el sentido de darse cuenta de cuál es la necesidad del hermano, y puso de ejemplo a Fray Leopoldo, que “se rompía el alma para llevarle comida al que pasaba hambre”. “Cuanto más pobre es la persona, mejor es el regalo que nos puede hacer -comentaba el Cardenal-. Fray Leopoldo tenía el Amor a Jesucristo y se lo daba a los demás, y en Jesucristo está la salvación”. La Coral Divina Pastora, de los capuchinos de Granada, dirigida por Fray Eloy, amenizó la misa que celebró el cardenal. La homilía la finalizó Fray Carlos con la mirada puesta en la Virgen, en la imagen de la Pastora Divina de las almas: “Dichosa tú que has creído, Madre nuestra, y dichoso tú, Fray Leopoldo, que te has fiado de Jesucristo. ¡Hay que ver lo que es capaz de hacer Dios cuando una persona se pone en manos de Jesucristo! La Virgen María se puso en sus manos y se convirtió nada más y nada menos que en la Madre de Dios. El pan nuestro de cada día, cuando se pone en las manos de Dios, se convierte en Eucaristía… Lo que es capaz de hacer Dios cuando alguien se pone en sus manos…”. Una vez terminada la celebración de la Eucaristía, y tras el saludo del Cardenal a los miembros de la Coral Divina Pastora y a su director, Fray Eloy, Amigo Vallejo realizó una visita a la cripta donde se encuentran los restos mortales del fraile y rezó ante su tumba. Allí mismo, decenas de fieles que guardaban su turno en la cola que les conduciría al sepulcro de Fray Leopoldo aprovecharon para besarle la mano al Cardenal y pedirle su bendición. Por su parte, Fray Mariano Ibáñez se encargó de explicarle a Fray Carlos los murales de las paredes de la cripta, pintados en su tiempo por un capuchino italiano, y los distintos elementos del museo del futuro beato, donde -ente otras cosas- se ubica una réplica de la habitación o celda donde viviera Fray Leopoldo. Una vez finalizada la visita del Cardenal, los fieles se dispersaron. Unos fueron a la Catedral, otros al Hogar Fray Leopoldo -donde algunos tienen a sus familiares- y otros en busca de una buena sombra o un bar para comer. A las 17.30 horas estaba prevista la salida. En la esquina de la calle Ancha de Capuchinos con la calle Divina Pastora, el grupo intercambiaba opiniones sobre las últimas horas 41 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte y sobre la homilía del Cardenal. “Preciosa. La homilía ha sido preciosa, es que el Cardenal es Franciscano y se le nota que esto le tira mucho…” explica María, una de las devotas sevillanas mientras sube por las escaleras del autobús. El Cardenal rezó ante la tumba de Fray Leopoldo, acompañado por Fray José Antonio Márquez, recién llegado de Guatemala. TESTIMONIOS: Concepción Bernáldez hacía un año que no visitaba la cripta de Fray Leopoldo, y este viaje organizado por los Capuchinos de Sevilla le venía como anillo al dedo. Asegura que viene a rezarle cada vez que puede y que se apunta a todas las excursiones que se organizan en su parroquia: “Si vengo a Granada voy a ver a Fray Leopoldo, es una visita obligada”. Esta sevillana vivió en la ciudad de los Cármenes un año después de la muerte del humilde limosnero y desde entonces es devota del capuchino. Además, esta devoción se ha extendido a toda la familia, ya que su yerno estudió en Antequera y tuvo mucha relación con la Orden de los Capuchinos. Loli Fernández no puede estar más contenta. Es la primera vez que viene a Granada expresamente para rezar ante la tumba de Fray Leopoldo de Alpandeire. Ya conocía la cripta de alguna otra vez, pero en esta ocasión la mira con otros ojos. “Le tengo devoción a Fray Leopoldo desde niña. He vivido siempre muy cerca de la Capillita de San José -atendida por capuchinos- y he leído el libro de Fray Leopoldo. Me ha parecido siempre una figura muy cercana, y aunque no sea yo una persona muy santera, Fray Leopoldo me ha atraído”. Loli viene acompañada de su amiga Carmen y asegura que este tipo de viajes le gustan mucho porque se trata de hacer un 'parón' en la rutina diaria y dedicarle tiempo a la amistad y a los temas espirituales. “Es un viaje para rezar, reflexionar, descansar y hacer amigos”, explica esta devota, miembro además del grupo Vida Ascendente de Sevilla. 42 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte A Carmen Segura lo que más le ha gustado del viaje ha sido ver la reconstrucción de la celda de Fray Leopoldo, que está ubicada en el museo del fraile. “Es impresionante la humildad y la sencillez de Fray Leopoldo y lo poco que necesita una persona para ser feliz y para hacer feliz a los demás”, indica. Carmen dice que le reza a este capuchino todos los días, todas las noches, y que lo que más le pide es salud, pero asegura que Fray Leopoldo hace milagros y que soluciona, sobre todo, problemas morales. Teresa García pertenece a la Orden Franciscana Seglar y está totalmente involucrada en la parroquia de la Ronda de Capuchinos. Forma parte del equipo de liturgia y atiende a enfermos. Lleva 32 años yendo a Granada, a la cripta de Fray Leopoldo a rezar. Esta vez viene acompañada por varias amigas, todas de la parroquia, y resalta del viaje la homilía del Cardenal Arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo: “Ha sido preciosa. Es que es franciscano, como nosotras, y a mí me encanta cómo predica”. Quizá uno de los últimos favores que ha concedido Fray Leopoldo en estos días del mes de mayo lo conoce de primera mano Rosario Domínguez. Un día antes del viaje, Teresa y una amiga fueron víctimas de un robo. Una mujer le quitó a su amiga el monedero y a ella sus gafas y los dos billetes del viaje. “Cuando me di cuenta, la mujer se había escapado y se había llevado mis gafas de sol graduadas, que me habían costado un dineral, y mi billete de autobús. Fui al convento a ver si me los había dejado allí y me vieron tan preocupada que incluso uno de los frailes me dijo que si no encontraba mis gafas él me las pagaba. Fui con mi amiga a buscar a la mujer, porque nos habíamos quedado con la cara. Dimos un par de vueltas por el barrio y cuál fue mi sorpresa cuando en una de las calles encontré los dos billetes y mis gafas. Eso tiene que ser un milagro. Yo iba buscando a la mujer, no las gafas. ¿Y si no hubiera pasado por esa calle? No las habría visto… ese ha sido Fray Leopoldo, seguro”, cuenta Rosario totalmente emocionada. Adelaida Delgado es extremeña pero lleva toda la vida viviendo en Sevilla. “Me casé con un sevillano y aquí me quedé, ya llevo 33 años en Sevilla”. Adelaida es -como sus compañeras de autobúsfranciscana seglar y, por tanto, hermana de Fray Leopoldo de Alpandeire, algo que lleva con orgullo, y “siempre” que hay una excursión “de este tipo”, se apunta, asegura. “En los últimos años he venido unas cuatro o cinco veces, pero la verdad es que siempre me encomiendo a Fray Leopoldo, todos los días, y ojalá lo proclamen, muy pronto, beato y luego santo”. Cientos de sevillanos acompañaron al Cardenal en la misa que celebró en conmemoración del humilde limosnero de Granada. 43 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Mi ofrenda al sepulcro de FRAY LEOPOLDO en el tercer aniversario de su muerte Fray Sebastián de Villaviciosa E l destino de las cosas saltó a la vida con tan luminosas etiquetas, que supieron leerlas hasta los ciegos. Las rosas vinieron a la vida para curar, los cardos para herir. También, por lo visto, las plantas tienen una suerte. Todas las rosas nacen con estrellas de capitán general, bajo el signo de la más pura belleza, y por sus respetos campan en el puro querer de los hombres. Vienen al mundo, arrolladoras de todas las clases sociales, no faltando nunca a la cita que le dan los poetas apenas el invierno cerró sus frías puertas, y la señorita primavera abrió de par en par la cancela de su patio andaluz. Pero los pobres cardos nacieron estrellados, -ni siquiera con galones de suboficiales-, anarquistas empedernidos del espacio, inquisidores generales del aire, agresivos a la mano del hombre, y hasta verdugos de la boca del burro. Aparecen sin que nadie los llame ni los desee apenas las primeras aguas llamaron a las puertas del otoño, agazapados primero, y después retadores y sepultureros de cuantas plantas tuvieron la mala suerte de nacer a su mala sombra. Un minuto nada más los hombres consagran su atención de belleza a los cardos: cuando los toman como motivo ornamental, y allá que van bordados en oro sobre el manto azul de una Virgen sevillana; pero que va llorando la muerte de su Hijo, por lo que del todo no consiguen echar a un lado su mala suerte. La santidad de fray Leopoldo fue dureza de cardo con atractivo de rosa, a fuerza de un saltar y desbordar el alma la barrera del cuerpo, hasta hacerla sombra de sutil blancura con perfume de nardo. Yo lo conocí ya viejecito, con la barba blanca, blanca y enriscada, el pelo cano y liso, arrugadas sus manos y su cara, enjuto su cuerpo en perfecto juego con el hábito pardo y duro, componiendo una estampa tan cabal a la de aquel san Cantalicio, famoso cuadro de Murillo, que para la perfecta semejanza sólo le faltaba la Virgen arriba y el Niño en los brazos, que las alforjas limosneras las llevaba en los hombros, muy bien llevadas. A mi modo de ver, hermanada la rosa con el cardo son el símbolo de la santidad de fray Leopoldo. La santidad es trastorno del sentido general, quebranto de las leyes ordinarias, un romper los moldes corrientes que tiene la naturaleza para hacer criaturas humanas de su barro. El santo se cuece en un alto horno a cien sobre cero. El hombre ordinario se forma como en el horno de un peón caminero; como el calor pase de los cuarenta, ya lo tiene usted resquebrajado y no sirviendo para nada. Por lo que bien podemos figurarnos a la santidad, en símbolo, cama herida y desgarrada, marchando animosa por un camino agreste, olvidada en apariencias de los guijarros que destrozan sus pies, y de las zarzas que arañan sus manos. La tumba de Fray Leopoldo cuando estuvo en el cementerio de Granada. 44 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Fray Leopoldo fue dulzura que desbordó lo áspero a fuerza de caridad y pobreza franciscanas. Para él fue Granada cruz y claveles: Cruz, por lo penoso de su cargo en la vejez: limosnero por sus calles en cuesta y sus pisos en alto. Claveles, por la fe con que los granadinos le dieron su limosna de pan y de amor. A Granada le concedió el Señor un alto y real privilegio: el que sus sueños divinos y humanos cuajaran en tierra y se hicieran carne. Digo yo que será esto, al aire nevado de su sierra y al querer sin mancha de su Virgen de las Angustias. Verás si no. Para su vida humana Granada soñó con un barrio para vivir, con un palacio para soñar, con unos jardines para recrearse, con un monte para rezar en su cumbre y bailar en su falda. Y como por encanto... el Albaicín, la Alhambra, los Cármenes y el Sacro Monte; aparte de todos los barrios, palacios, jardines y montes del universo mundo. Para Granada vivir su vida divina, no soñó con el cura a secas; ella quiso santos para que la bendijeran y le hablaran de Dios. También el Señor dijo a esto que sí, y a su enorme empeño de santidad, espaciados por las diversas épocas de su historia, como para que le fueran santificando además su perímetro urbano a medida que lo ensanchaba, le fueron llegando: primero, san Cecilio, bandera de martirio y amor en aquella Ilíberis pagana, que santifica el Sacro Monte ese con rumores de cabildo y afanes de universidad. Después le vinieron los beatos franciscanos Pedro y Juan, dos gritos de fe al aire de la herejía mora, que al caer martirizados en la Alhambra la santificaron para siempre. Más tarde, san Juan de Dios, que abrasa la Granada imperial con el fuego de aquella caridad tan única en el mundo. Después, aquel santo don Andrés Manjón, el arcángel san Gabriel granadino, que con sus escuelas del Ave María santifica el Albaicín y tu Sacro Monte ese con reflejos de cobre y zumbidos de zambra gitana. Y por último, Fray Leopoldo, el de la paz de Dios siempre en los labios en aquella época de terrores marxistas, que bendice lo nuevo y anchuroso de Granada, al viento ya del triunfo nacional. Si los cinco últimos no nacieron en ella, es lo de menos; lo de menos en la vida de un hombre es el pueblo donde nace; lo de más será siempre el querer y el soñar, el sentir y el cantar con el pueblo que nos hizo suyos a fuerza de querernos. Fray Leopoldo es granadino, porque sintió y soñó bajo el manto de la Virgen de las Angustias, que es donde Granada tiene su pulso y su agonía. Antes de que Granada soñara con su paisaje y con sus santos soñó con la Virgen, y a fuerza de acariciar tan bello sueño se la trajo viviendo todavía en la tierra. Me lo dijo Fray Leopoldo un día, con esa certidumbre de la fe sencilla, y con aquel ceceo tan suyo, certificado de su origen malagueño y reliquia de su natal Alpandeire: Padre -me dijo- por si quiere decirlo en sus sermones, antes que en Zaragoza, la Santísima 45 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Virgen se apareció a Santiago aquí en Granada. Tan han llegado a ser las florecillas de san Francisco, sello inconfundible de popularidad en los santos, que en un intento inútil por hacerlos populares después de su muerte, les han buscado florecillas, sin conseguirlo, a santos tan severos de carácter como un san Ignacio de Loyola, y un beato Diego J. de Cádiz. Fray Leopoldo tiene sus florecillas de pura cepa, con su gracia sencilla y su perfume delicado. En su vejez tranquila iba perdiendo la memoria y hubo días en que pasó tres veces por el mismo sitio, al habérsele olvidado llamar una puerta bienhechora, sin embargo de que llamó a la de junto. Porque era el caso de que si no llamaba... Una vez recibí yo el recado por teléfono: Mire, padre, que esta semana no ha venido el Hermano Leopoldo por la limosna. (Y con esa cadencia tan armoniosa que los granadinos saben dar a sus preguntas...) ¿Es que está enfermo? Una vez tuvo suerte en aquellos olvidos. En el caso del conde del Padul hacer a veces sus “promesas” con el cargo de darle un duro a fray Leopoldo cuantas veces se lo encontrara tal día, y uno, el del cumplimiento de la promesa, encontrárselo cinco veces, sin buscarlo naturalmente. Como al día siguiente pasara a su lado, le dijo: Vaya usted con Dios, hermano, hoy no tengo promesa. Otra vez fueron unos novios que se le acercan, y le dice ella: -Mire usted, hermano, este muchacho es mi novio. Educado fray Leopoldo por la más fina educadora del mundo, que es la caridad, se deshacía en cumplidos que le salían del alma. -¿Cómo está usted? ¿Y la familia? Tanto gusto en conocerlo. ¿En qué puedo servirlo? -Pues verá usted. Está trabajando en Fargue; tiene que estudiar de noche, porque a su padre se lo mataron; ahora tiene que examinarse... de eso de los curas (de latín), dice que no se lo sabe. Que lo encomiende usted al Señor. -Vaya por Dios. Vamos a rezarle las tres Avemarías a la Virgen. Supe de esto porque me tocó buscarlo cuando los dos vinieron al convento para darle las gracias. Al mocito que sabía poco de latín, le habían dado sobresaliente. En su apasionado buscar la gloria de Dios, fray Leopoldo repartía sus milagros enviando siempre en el delicado perfume de las tres avemarías. Una vez lo llamaron nada menos que de Barcelona, para encomendarle a un enfermo, y por teléfono las rezó. El que lo contó me dijo ser cosa de verlo con el auricular en una mano, la cara levantada en un gesto muy suyo, y rezando con aquel gesto de pausa y devoción que tanto edificaba. Como buen anciano huía de hacer el ridículo. En sus últimos días de limosnero lo acompañaba un hermano joven. Como una vez al atravesar la Gran Vía se le viniera encima un coche, y fray Alfácar lo cogió del brazo, vacilando un instante en sacarle del apuro, le dijo después un poco serio: Hermano nos hemos hecho los títeres. La fe pura y sencilla de fray Leopoldo, apuntaba con certeza de dogma los más bellos detalles de la vida de la Virgen. Como dijeran en un sermón, ser lástima el que no supiéramos el oficio que tuvo san Joaquín, le dijo después: Padre, yo he leído en un libro que me prestó doña Isabel Abril, que la mañana aquella cuando nació la Santísima Virgen, los corderitos se la pasaron triscando de alegría. El febrero frío de Granada dio a fray Leopoldo el espaldarazo para la gloria y lo ha constituido para siempre caballero de Cristo y de la pobreza. 46 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte florecillas de Fray Leopoldo DE CÓMO FRAY LEOPOLDO HABÍA APRENDIDO LA LECCIÓN DE LA PERFECTA ALEGRÍA e ra un día de crudo invierno. Llovía intensamente. Ateridos de frío y empapados por la lluvia, Francisco y fray León hacían el camino desde Peruggia a Santa María de los Ángeles. El Santo quería explicar a su “ovejuela de Dios” en qué consistía la perfecta alegría: -¿Sabes, hermano León, en qué consiste la perfecta alegría?.. -¡Oh, no!, tampoco en eso está la perfecta alegría. l calor de este diálogo entre San Francisco y fray León, largamente meditado y asimilado durante su dilatada vida religiosa, fray Leopoldo había aprendido la lección de la perfecta alegría. Y había descubierto también cómo la perfecta alegría no estaba en saber todas las lenguas, ni en el poder dar vista a los ciegos o resucitar a los muertos, ni tampoco en hablar la lengua de los ángeles o en conocer el curso de las estrellas o las virtudes de las hierbas o la naturaleza de las aves, piedras, raíces o aguas. Su vida, la vida de este mendigo por Dios, ejerciendo su oficio de limosnero, transcurría gran parte del día fuera del convento y, de puerta en puerta, había llegado a descubrir cómo en la paciencia está la perfecta alegría. Al socaire de Sierra Nevada donde la nieve es perpetua, por las empinadas y estrechas cuestas de las calles de Granada, fray Leopoldo conoció cómo el frío agrio se cuela dentro, hasta el corazón, que se pone a temblar con desamparo. Cuando aterido de frío, regresaba en solitario al convento, después de mendigar la limosna del Señor para sus hermanos, fray Leopoldo durante aquellos días enteros grises, cuando la nieve cubre los montes que rodean también la ciudad de Granada, releía con su pensamiento aquella página de las florecillas en que san Francisco explicaba a fray León, en qué consistía la perfecta alegría. Y así, un día de crudo invierno, viéndole el hermano portero la cara descompuesta de frío, le dijo: - Fray Leopoldo, ¿tiene frío? “Hermano, le respondió, calor no tengo”. Y es que bien había aprendido la lección de la perfecta alegría que decir que no tenía frío sería mentira, cosa que detestaba como uno de los peores males y lamentarse de las inclemencias del tiempo le parecía como quejarse de la Providencia. En la cruz de las atribulaciones y aflicciones podemos gloriarnos porque es cosa nuestra -repetía con Pablo-. A A Jesús sea siempre honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén. 47 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Capuchinos como FRAY LEOPOLDO Fray Fernando Linares F ray Felipe es el fraile de Melilla como Fray Leopoldo lo es de Granada. Y los dos fueron limosneros que dejaron su testimonio en las calles, el granadino con su aroma de santidad, el melillense con su simpatía y su amistad universal. Cuando este hermano vistió en nuestro convento de Sevilla el santo hábito el 1 de mayo de 1910, Fray Leopoldo ya estaba en Granada desde hacía siete años. Ambos se conocerían más adelante, y de este conocimiento Fray Felipe consigna en sus memorias una anécdota de Fray Leopoldo que es inédita. Aunque natural de Coín, a los 11 o 12 años, sus padres lo enviaron a Melilla con un tío suyo que se encargó de su educación, y, desde entonces estará vinculado a nuestra Ciudad rifeña. Después de su ingreso en la Orden Capuchina, la obediencia hizo que volviera a la ciudad de su infancia, y con cortos paréntesis en conventos de la Península, pasó el resto de su vida en nuestro convento de “El Pueblo”, que así empezó a llamarse Melilla “la vieja” cuando empezó a extenderse “la nueva” al pie de sus centenarias murallas. Fray Felipe fue sacristán, limosnero, consejero espiritual, defensor del patrimonio de aquella iglesia, y todo lo que fuera necesario para el servicio de sus hermanos, frailes o seglares. Fraile temperamental, dinámico y creativo, su figura fue popular en las calles de Melilla, hablando con todo el mundo: cristiano, judío, hindú o musulmán. Hábito, cuerda, sandalias, manto... y su canasto al brazo, que nunca llegaba vacío al convento, y cuando lo vaciaba por el camino para socorrer a alguien, lo cubría con una mentira “piadosa” (“Hoy no me han echado nada”) que nadie creía, ni el superior, ni él mismo. Con cristianos hablaba español y con musulmanes “chelja”, forma despectiva con la que los árabe parlantes denominan al idioma “tamazigh” o bereber. Voy a recoger algunas anécdotas de este singular hermano, empezando por una que parece sacada de “Las Florecillas”. Los frailes apreciaban los consejos de Fray Felipe, llenos de sabiduría y sentido común, aunque a veces los consejos eran “de obligado cumplimiento”, En la imagen, Fray Felipe de Coín. ¡Menudo carácter tenía!, como sucedió aquella vez que fue destinado a Melilla un fraile muy joven recién ordenado de sacerdote; éste era un buen religioso lleno de fervor, bondad y sencillez, pero un día lo sorprendió Fray Felipe mirando desde el coro a una chica guapa que estaba en la iglesia orando. La reacción del hermano fue de profeta bíblico: lo llamó a la cocina, que era la sede de sus juicios sumarísimos, le echó un buen Réspice y lo castigó a pan y agua durante un día. Fray Felipe se excedió en la corrección fraterna, pues no tenía ningún derecho a imponer un castigo a nadie. Sin embargo el angelical joven recibió humildísimamente la reprimenda, cumplió su ayuno como si fuera un eremita del desierto y agradeció al hermano el interés que manifestaba por su bien espiritual. 48 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Hubo dos carpinteros arreglando unos muebles en la sacristía. De pronto... “¡Milagro! ¿Esto qué es?”. Descubrieron la botella del vino de misa y no tuvieron más remedio que comprobar su calidad. Fray Felipe fue el que comprobó al día siguiente que le faltaba vino para la celebración eucarística; y no tuvo que investigar demasiado pues el cuerpo del delito estaba claro y los coautores también; así que convocó en la cocina a los carpinteros y los puso como chupa de dómine. Ellos, que no habían discernido la “gravedad” de su delito, esperaban que cesara la tormenta y que el fraile los pusiera de patitas en la calle Miguel Acosta, pero se encontraron con la sentencia: en la mesa había dos vasos y una botella de vino, esta vez vino blanco y acompañado con unas tapas. Así era Fray Felipe, decía uno de los carpinteros, “como la gaseosa” que “estallaba pero luego no era nadie”. La relación de Fray Felipe con la infancia era famosa. Se buscaban las cosquillas mutuamente el fraile y los niños del barrio; en verano iban éstos a jugar debajo de su ventana y precisamente a la hora de la siesta: ¡De tres a cuatro de las calurosas tardes melillenses! Pues bien, si uno esperaba la llegada de la tropa infantil con un cubo de agua, los otros ya esperaban la consabida ducha. Por su parte, los monaguillos procuraban comportarse debidamente en el altar y en la sacristía, porque de lo contrario tenían que darle explicaciones al Sacristán antes de que él les diera una buena explicación del ritual con la escoba en el trasero. Hay un Fray Felipe espiritual, del que también hay un buen recuerdo. Una tarde, una testigo involuntaria, aprovechando la serena penumbra de la iglesia, fue a rezar el rosario mientras que él arreglaba el altar de la Dolorosa y creía estar solo. Al mismo tiempo que ponía velas y flores, iba inventando y recitando a fuerte voz una letanía de piropos hermosísimos destinados a la Virgen. La testigo, emocionada, no quiso interrumpir aquella intimidad y procuróse sin que el fraile descubriera su espionaje. La misma “espía” anterior nos contaba los postreros días de Fray Felipe cuando ella iba a visitarlo al hospital de la Cruz Roja durante su última enfermedad; refería con emoción la impresión que le causaba ver en cama, calladito y con su rosario en la mano, “a aquel pedazo de fraile, con un corpachón tan grande como su corazón, y con un corazón tan grande como su carácter”.Y es que forma parte del retrato espiritual de nuestro protagonista, su reciedumbre de hombre de fe, que sabe enfrentarse tanto a la vida como a la hermana muerte. Pero hay algo muy curioso que no puede dejarse en el olvido y es que la gente lo llamaba "padre" y él lo aceptaba, cosa muy rara en un hermano capuchino de corte tradicional; y conste que la explicación no está en que tuviera añoranza de la ordenación sacerdotal, muy al contrario, pues se pasó la vida ufanándose de su condición de laico; en el fondo lo que había era una relación muy familiar entre él y la gente del Pueblo, que a él recurrían como a un padre; por eso cuando en verano de 1931 se quiso asaltar la iglesia, algunos revolucionarios, que eran del barrio, no esperaban la figura valiente y agigantada de Fray Felipe en la puerta del templo gritando como él sabía hacerlo: “¡Entrad, pero mirándome a la cara, si sois capaces!”; este gesto hizo que cada componente de la turba se quitara de en medio rehuyéndole la mirada, porque, como comentó alguien después del hecho, “ya se sabe, con la familia no se puede, y el padre Felipe gritando quita hasta los malos pensamientos”. Se salvó la iglesia. Melilla de sus amores le otorgó la Medalla de Plata de la Ciudad poco tiempo antes de morir en Semana Santa de 1968. Desde diciembre de 2004, sus cenizas reposan muy cerquita de la imagen de Aquélla a la que él llamaba “su Niña”: Nuestra Señora de la Victoria, Patrona de Melilla. 49 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Como un sincero y humilde homenaje a la figura profunda y afable de Fray Leopoldo, el autor de esta glosa se ha permitido tomar la Palabra de Dios de la Sagrada Escritura- reflejo del lenguaje más auténtico de los que, desde el principio, pusieron su fe en Cristo y en Cristo crucificado- para que nos esforcemos en vivir nuestra pobreza con la plenitud del que siendo el Hijo de Dios vino a servimos. De la Carta del Apóstol Pablo a los devotos de FRAY LEOPOLDO en el aniversario de su muerte Ignacio Montaño. H ermanos, fijaos a quienes llamó Dios a compartir esta confraternidad. Entre vosotros hay pocos hombres cultos según la manera común de pensar; pocos hombres poderosos o que vienen de familias famosas. Bien se puede decir que Dios ha elegido lo que el mundo tiene por necio, con el fin de avergonzar a los sabios; y ha escogido lo que el mundo tiene por débil, para avergonzar a los fuertes. Dios ha elegido a la gente común; ha elegido lo que no es nada para rebajar a lo que es, y así nadie se podrá alabar a sí mismo delante de Dios. Vosotros mismos, por gracia de Dios, estáis con el Señor, el cual ha llegado a ser vuestra sabiduría, venida de Dios, y os ha hecho agradables a Dios, limpios y libres. Así, pues, vale lo que dice la Escritura: “Nadie se sien- ta orgulloso; más bien siéntase orgullo del Señor. (Jer. 9,24)". (I CORINTIOS 1,26 al 31). “Llenadme, pues, de gozo imitando a Cristo como Fray Leopoldo, teniendo todos un mismo pensar, un mismo amor, una sola alma y unos mismos sentimientos. No hagáis cosa alguna por espíritu de rivalidad o de vanagloria; sed humildes y tened a los demás por superiores a vosotros, preocupándoos no sólo de vuestras cosas, sino también de las cosas de los demás”. (FILIPENSES 2,1 al 4). Estos cincuenta años han significado mucho para nuestra Asamblea de seguidores del Señor. Sed fieles continuadores de quienes os precedió en la fe y de vuestro propio testimonio de vida cristiana. “Dios no es injusto como para olvidar lo que habéis hecho, el amor que 50 le habéis demostrado ayudando a los demás como hacéis todavía. Solamente deseamos que todos demostréis hasta el fin el mismo entusiasmo por alcanzar lo que esperasteis. No queremos que os volváis indolentes sino que imitéis a aquel que por su fe y su constancia consiguió las promesas de Dios”. (HEBREOS, 6, 10 al 12). “Acerquémonos, pues, con corazón sincero con plena fe, limpios interiormente de todo lo que mancha la conciencia...Sigamos profesando nuestra esperanza sin que nada nos pueda conmover, ya que es digno de confianza aquel que se comprometió con nosotros. Que cada uno descubra en el ejemplo de Fray Leopoldo nuevos motivos de amar y de hacer el bien. No abandoneis el espíritu de hermandad como algunos suelen hacer, sino más bien Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte animaos unos a otros...”. (HEBREOS, 10,22 al 25). “¿No es cierto que cuando hay una carrera en el estadio muchos corren pero uno sólo recibe el premio? Corred, pues, de manera que lo consigáis. Los atletas se imponen un régimen muy estricto, por una corona de laureles que se marchita. ¿Cuanto más nosotros, por una corona que no se marchita? Así, pues, yo corro sabiendo adonde voy. Doy golpes, no en el vacío. Castigo mi cuerpo y lo someto, no sea que habiendo predicado yo a otros sea yo eliminado”. (I CORINTIOS 9, 2) Y poned vuestra confianza en el Evangelio que alimenta el ejemplo de Fray Leopoldo, porque “la palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo. Penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, sondeando los huesos y los tuétanos para probar los deseos y los pensamientos más íntimos; todo queda desnudo y al descubierto a los ojos del aquél al que debemos dar cuentas”. (HEBREOS 4,12 a 13). “Yo mismo, hermanos, al ir a vosotros no llegué con palabras y discursos elevados para anunciaros el mensaje de Dios. Me propuse no saber otra cosa entre vosotros más que a Cristo Jesús, y a éste crucificado. Me presenté débil, inquieto y con mucho temor, de manera que no tenía el lenguaje ni los discursos de los que saben hablar y conquistar a sus oyentes. Pero al igual que habéis visto con Fray Leopoldo, sí se manifestó el Espíritu con su poder, para que creyérais no ya por la sabiduría de un hombre, sino por el poder de Dios”. (I CORINTIOS 2, 1 al 5). Porque “enseñamos una cosa misteriosa y escondida; la sabiduría de Dios, lo que Él proyectó desde el principio del mundo para llevarnos a la Gloria”. (I CORINTIOS 2, 7). La Gloria desde la que ruega por todos vosotros la santidad cumplida de un hombre humilde, de un hombre de Dios al servicio de los demás: nuestro venerable hermano Fray Leopoldo de Alpandeire. La gracia del Señor Jesucristo, y la caridad de Dios y la comunicación del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Sepulcro donde descansan los restos mortales de Fray Leopoldo, en el Convento de Capuchinos de Granada. 51 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte En el 50 aniversario de la muerte del siervo de Dios F. LEOPOLDO de A L PA N D E I R E H. John Corriveau Ministro General OFMCap. Al H. Mariano Ibáñez, Ministro Provincial, y a todos los hermanos de la Provincia de Andalucía: Queridos Hermanos: ¡El Señor os dé la paz! D eseo congratularme con todos vosotros con ocasión de la gozosa celebración del 50 aniversario de la muerte del Siervo de Dios Fr. Leopoldo de Alpandeire, especialmente hijo y hermano de vuestra Provincial He querido acompañaros con mi presencia, pero mi agenda de trabajo no lo permite. En mi nombre estará con vosotros el H. Aurelio Laita, Vicario General, quien es portador de mi afecto y estima hacia todos y cada uno de vosotros y de mi seráfica bendición, con motivo de tan feliz acontecimiento. El hecho en sí es excepcional y, por consiguiente, nos compromete a todo, ya que en él encontramos motivos de verdadera alegría y sobre todo de agradecimiento a Dios, modelo y fuente de toda santidad. Los “santos” son aquellos que, después de haber pasado por la “gran tribulación”, ahora están inmersos en el amor total de Dios. Personas como nosotros que han tomado en serio el evangelio, que han escogido seguir a Jesús sin miedo, con coherente fidelidad y, día tras día, han caminado por la vía segura del amor. Ahora son nuestros amigos e intercesores ante Dios, modelos de vida cristiana y, como en el caso presente, también de vida religiosa. Es maravilloso, y curioso al mismo tiempo, constatar cómo con frecuencia en nuestra historia “los santos hacen a los santos”, los santos “engendran” a otros santos, los santos se dan la mano unos a otros. El caso que se está verificando en vuestra Provincia es sintomático y ejemplar: después del Beato Diego José de Cádiz, he aquí ahora un nuevo testigo, Fr. Leopoldo de Alpandeire. Los dos han vivido el mismo estilo y forma de vida, cumplido y realizado los mismos actos de la fraternidad capuchina. Cuando en la ciudad de Ronda se apagaba la voz de Fr. Diego, el “nuevo apóstol Santiago”, en frase de León XIII y su memoria estaba viva en el recuerdo y en la memoria de sus gentes, 60 años más tarde y a pocos kilómetros de distancia, en un pequeño pueblecito de la serranía rondeña, venía al mundo Francisco Tomás, nuestro futuro Fr. Leopoldo, que, años más tarde, seguiría los pasos de Fr. 52 Beato Diego José de Cádiz. Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Diego. Serían precisamente los actos religiosos, organizados en la memorable ciudad del Tajo, con ocasión de la beatificación de Fr. Diego, el punto de arranque y el origen de la vocación capuchina de Fr. Leopoldo, quien años más tarde confesaría que “el Beato Diego fue el origen de su vocación capuchina”. Y sería en Ronda, escuchando la predicación de los capuchinos que cantaban las glorias del Beato Diego, donde Francisco Tomás decidió “ser un fraile como aquellos”. Amable figura de “hermano” capuchino, Fr. Leopoldo, fue un fiel seguidor del Seráfico Padre y, por eso mismo, un auténtico discípulo de Cristo, incluso en las exigencias más incómodas y radicales del Evangelio. Es la suya una santidad exquisitamente franciscana que lleva el sello de la humildad, de la sencillez, de la pobreza, de la fraternidad, de la minoridad, típicas del carisma franciscano; en suma, un carisma vivido al contacto con la gente, a la que encontraba diariamente en las calles de Granada y en el trato íntimo y permanente con Dios. Por espacio de 50 años cumplió con el humilde servicio de limosnero. Con razón se ha dicho de él que “más que un hombre que pedía” era una “persona que daba”, porque era “más lo que daba que lo que recibía”. Cuantos lo encontraban quedaban verdaderamente convencidos de la autenticidad de su santidad y, por eso, solicitaban su intercesión ante el Señor. En todas partes dejaba excelente impresión, sobre todo con el testimonio del buen ejemplo de su vida, visiblemente encarnada en sus virtudes características y en todo su comportamiento. Quienes lo conocieron decían de él que era un “hombre bueno, verdaderamente bueno”, que tenía un “corazón de oro”, que era un “hombre de Dios”. “Toda su preocupación - dijo de él un Ministro Provincial de Andalucía - fue hacer la voluntad de Dios”. Su lema era “hagamos siempre lo que está mandado”. “Con esta fe de fondo - diría de él Fr. Pascual Riwalski, Ministro General - se comprende el porqué de su visión profundamente religiosa de las cosas, la aceptación de todo acontecimiento desde Dios, su actitud de absoluta paz y confianza en El. 'Bendito sea Dios’, ‘Sea por el amor de Dios’, ‘Tenemos que aceptar siempre la voluntad de Dios’. ‘El hace siempre lo mejor’, ‘Dios sabe mejor lo que nos conviene’, ... ‘Lo que el Señor envía hay que aceptarlo’... Pocas palabras, pero reiterativas de un estribillo, expresión de una fe espontánea y de una absoluta confianza en la Providencia". Fray Leopoldo había comprendido que de lo que verdaderamente se trataba era de “ser bueno”, O aunque “bueno sólo es Dios”; se trataba por tanto de imitar a Dios. El fue un humilde campesino que vivió a caballo entre dos siglos. De religioso pasó 50 años pidiendo por las calles de Granada. Caminaba “con los pies en el suelo y con el corazón en el cielo” y el rosario entre las manos, desgranando Ave Marías. Sus pocas palabras eran palabras auténticas, verdaderas, que brotaban de un corazón habituado a usarlas en los coloquios con Dios. Fue la suya “una vida hecha de pocas cosas”; pero en la modestia de esa vida de Fr. Leopoldo pueden descubrirse las cosas grandes que Dios realizó en él. Muchos milagros florecieron a su paso. Milagros relacionados con las cosas sencillas y humildes de la vida de la gente que Fr. Leopoldo encontraba. Pero el milagro más auténtico era él mismo: por donde pasaba dejaba que todo quedase traspasado por el toque creador y sanante de Dios. Las puertas de su corazón se abrían y cerraban a las miles de personas que, diariamente, llamaban a ellas: peregrinos, gente de paso y, sobre todo, pobres, indigentes...; encarnación de una humanidad herida y necesitada, que recobraba la vida ante una escudilla de sopa y un trozo de pan, o ante una buena palabra, un buen consejo y una sonrisa. Fr. Leopoldo ofrecerá a Granada, por espacio de cincuenta años, toda su bondadosa cercanía y atención. Su caridad no conocerá tregua ni descanso. La clave de ese secreto, misteriosamente vivo durante tantos años, estaba en la intensa, prolongada y recogida vida de oración. Muchas veces, sobre todo durante las noches, sus hermanos, lo vieron inmóvil y arrodillado delante del sagrario. Allí, delante del tabernáculo, pasaba horas y horas en diálogo con el Señor. Otras veces lo vieron levitado en profunda adoración; no parecía hombre. La caridad y la oración eran el verdadero secreto del humilde Fr. Leopoldo. Era, en fin, un “hombre de Dios” que, con su vida silenciosa, se transformó en un mensaje elocuente del amor misericordioso de nuestro Señor. En esta humanidad nuestra, convulsionada y caracterizada por rápidas transformaciones, detenernos 53 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte ante la figura de este pobre y humilde capuchino puede producir sorpresa. Pero hay que añadir enseguida “pobre y humilde como Cristo”. La sola referencia a Cristo puede permitir que no envejezcan nunca las personas y sus experiencias. Esto hace joven y actual a Fr. Leopoldo, a quien muchos aún conocieron, y nos permite traspasar los límites del tiempo para encontrar el manantial de una fuente fresca de cuya agua todos tenemos tanta necesidad. Esta agua es la bondad sencilla, la humildad verdadera, la pobreza compartida con los más pequeños y los más necesitados, la intimidad total con Dios. Son palabras sencillas. Pero es precisamente de éstas de las que hoy tenemos tanta necesidad. Son ellas las más verdaderas y las más valiosas para conducirnos a lo que es esencial para nuestra vida, encontrando a Dios, como los sencillos del Evangelio, en las cosas pequeñas de la propia existencia. Fray Leopoldo siguió el ejemplo de san Francisco, el cual invitaba a todos a seguir el camino del bien “más con el ejemplo que con las palabras” y deseaba que sus hermanos hiciesen lo mismo. Su muerte, acaecida el 9 de febrero de 1956, consagró toda una vida de obediencia incondicional a Dios, que se manifestaba a través de la Regla franciscana, de las órdenes de los superiores, de los acontecimientos de la vida diaria. Y es ahora, cuando Fr. Diego, el que con su predicación llenaba calles y plazas enfervorizando a grandes multitudes, calla en su tumba, mientras Fr. Leopoldo el religioso del silencio, habla elocuentemente y predica con el testimonio ejemplar de su vida desde su tumba en la cripta de capuchinos de Granada, cubierta de flores y, sobre todo, de tanta fe, de tantas lágrimas y de tanta esperanza. El Papa Gregorio IX, el amigo y protector de los Hermanos menores franciscanos, queriendo sintetizar la vida de San Francisco escribió con gran sabiduría e intuición sobre su tumba este epitafio: “Muerto antes de morir, vivo después de muerto”. Efectivamente, este fue Francisco a partir de su conversión: muerto antes de morir, o sea muerto al hombre viejo según san Pablo, al mundo según san Fray Leopoldo con una antigua imagen de Granada al fondo. Juan y vivo después de muerto, esto es un hombre nuevo, perennemente actual en los ideales, valores y alternativas evangélicas que vivió y proclamó para la humanidad de todos los tiempos. “¡Vivo después de muerto!” He aquí el mensaje de Fray Leopoldo que hoy, a los cincuenta años de su muerte, se mantiene vivo, hecho fe y oración en todos sus devotos, que lo recuerdan desde lejos o acuden, peregrinos de esperanza, a su tumba en la cripta de la iglesia de capuchinos de Granada. Roma, 6 de enero de 2006 En la fiesta de la Epifanía del Señor 54 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte florecillas de Fray Leopoldo DE CÓMO FRAY LEOPOLDO HABÍA APRENDIDO LA LECCIÓN DE LA PERFECTA ALEGRÍA rancisco de Asís tenía en alta estima la “pura simplicidad” y alababa a Dios, Suprema Sabiduría, junto con la santa simplicidad. Fray Leopoldo estuvo también adornado de esa santa y pura simplicidad que tanto alababa san Francisco de Asís. Y no otra cosa que esa pura y santa simplicidad es la causa y el motivo de esta florecilla. f e n los primeros años de vida religiosa a nuestro limosnero se le encomendó, por obediencia, la tarea de hacerse cargo de la cocina. Ni remota idea de cocina tenía fray Leopoldo cuando le encargaron este menester, pero aceptó de buen grado pensando en servir a sus hermanos lo mejor posible. Y cumpliendo con su quehacer de cocinero, vino a suceder que el superior del convento se puso algo enfermo y le pidió que le pusiera en la cena, durante algunos días, un huevo pasado por agua. Al observar el religioso que cada día llegaba a la mesa el huevo más duro le dio las quejas al cocinero con cierto malhumor. Fray Leopoldo aceptó la reprimenda prometiendo ser más diligente en lo sucesivo. Pero al día siguiente volvieron a repetirse los hechos a la hora de la cena. El superior, viéndose de nuevo contrariado, se subió de tono y volvió a llamar la atención al cocinero por su reiterada negligencia y descuido. Pero fray Leopoldo seguía sin conturbarse y sin comprender cómo podía suceder aquello; sumergido en la más pura simplicidad le dijo al religioso enfermo con bastante serenidad: “¡por Dios, Padre! ¡No se ponga así! Yo no comprendo cómo puede suceder esto, porque tengo puesto el huevo a cocer desde el mediodía”. En alabanza de Cristo y del pobrecillo Francisco. Amén. 55 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Semblanza espiritual y humana de FRAY LEOPOLODO de ALPANDEIRE Fray Ángel de León A sí lo copiaron, en su derle, más que de la garganta, deambular cotidiano del corazón, sus Benditos sea por las calles de Dios, sus joviales conversacio¡Y tanto a Dios se ha Granada por espacio de medio nes en el recreo, sus entrañables siglo, los pulidos mármoles o acercado que de pre- frases de consuelo y consejo, y el espejos de los grandes establecirezo de aquellas inolvidables sencia divina los ojos mientos, y las retinas de los avemarías, estremecedoras de transeúntes, unas veces extraunción, tenían un grato sello de se le han llenado! ñadas, indiferentes otras y, más originalidad. De su tierra merifrecuentemente, con destellos dional heredó también un buen de admiración: muy pardo el sentido del humor que le dejaba hábito y muy blancas las austeras barbas. Sosegado airoso en muchas ocasiones, ya fuera cuando alguel caminar de sus pies desnudos que, de modo no nos frailes jóvenes lo ponían a prueba, ya cuando la infrecuente, teñían de sangre el asfalto. El rosario devoción de las gentes rayaba y aún superaba la en la mano amoratada de frío, la mirada absorta en imprudencia. un mundo sólo visible para él, y el cuerpo un tanto Físicamente tenía un notable parecido al tamvencido por el peso de la alforja, las penitencias y bién limosnero y patrón de los hermanos capulos años. Diríase una parda viñeta arrancada del chinos, san Félix de Cantalicio, al menos tal libro de las Florecillas. como lo realizó el pincel de Murillo: De estatura Vino a la luz de la vida y de la gracia en una villa de apretado y albo caserío enclavada en el corazón de la Serranía de Ronda. A los 33 años, abandonando la tierra que le vio nacer y había cultivado con cariño en sus años mozos, y quebrando el idilio de un amor puro, vistió el austero sayal de los hijos de san Francisco. Llevó al convento, además de su breve equipaje, un carácter noble y bondadoso, un cuerpo vigoroso y sano, y una indomable voluntad de santificarse en la que no cedió jamás. Llevóse también su acento malagueño, con el característico ceceo de la serranía, y que conservó hasta las postreras jaculatorias en su lecho de muerte. Acento que inspiraba una particular simpatía, pues era un exponente de su sincera naturalidad -una de sus grandes virtudes que le revelaba tal cual era, sin estudiados refinamientos a posterior. Unido éste, su acento, al tono de su voz algún tanto opaca, y que parecía proce- más bien baja, menudo, pero de contextura robliza y resistente. Pues aunque es verdad que por su virtud soportaba trabajos y, ya entrado en años, padecimientos que pasman, hubiera sucumbido a ellos por grande que fuera su virtud, de no tener en su haber una naturaleza tal, de sana herencia y curtida en su juventud por el deporte de las duras faenas campesinas. De sus dones naturales el más sorprendente era su mirada. Transparente y gozosa como los arroyuelos de la serranía. Expresión genuina del candor de su alma. A sus noventa años -lo comentaban todos- su mirada se abría al mundo -ingenua y mística- con la nitidez de los años infantiles. A ello alude el P. Gonzalo de Córdoba en una de sus inspiradas poesías al conocerlo ya en su ancianidad: iY tanto a Dios se ha acercado que de presencia divina los ojos se le han llenado! 56 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Su barba blanca, muy popular desde siempre. siendo la obediencia una de sus más características virtudes, jamás se permitió insinuar nada que fuera más de su agrado, sino con admirable capacidad, cultivó la deleitosa soledumbre del corazón e íntimo coloquio con el Creador aún entre el bullicio de las calles y trato de gentes. No obstante, su amor al retiro era sociable y proverbial su delicadeza y cortesía, nacida de su enorme capacidad de amor a los prójimos, en la que antes pecaba por exceso que por defecto. No era su conducta la de esos santos que dicen "pala el cielo y los altares" por resultar inadecuados o poco gratos para vivir en sociedad. Muy al contrario todo el mundo se sentía a gusto junto a él, pues aún siendo parco en palabras tenía ese inexplicable don de hacer grata su presencia. Por todos era solicitado, para todos tenía una palabra amable o confortante y a todos hacía partícipes de la envidiable serenidad de su espíritu. Sin embargo, la fama de santo tiene también sus inconvenientes. Era observado con exceso Y ese algo indefinible de su mirar ha quedado en parte, sólo en parte, prendido en alguna de sus por los frailes jóvenes, solícitos de penetrar en el fotografías. Un anciano de pueblo me detiene, y misterio de su vida, de sorprenderle en el goce de después de interrogarme si pertenecía a la orden de algún don celeste o tal vez de descubrir algún detalle impropio de su fama, Frav Leopoldo me dice en tono admirativo y ponderando cada Junto a sus extraordi- resultando en este último caso inútil toda pesquisa, pues su sílaba: “Tengo yo un retrato de vida era tan diáfana y de una narias virtudes y él en mi casa que me va miranfidelidad tal cual si fuera un do por dondequiera que voy”. fama de santo poseía texto viviente de la regla, Como capuchino llevaba la virtud de practicar constituciones y costumbres de siempre barba, que en su juvenla Orden. lo heroico con distud era rubicunda, pero que Junto a sus extraordinarias encaneció presto, siendo ya creción y naturalidad virtudes y fama de santo, conpopular desde muchos años firmada por Dios con algunos atrás su blanca barba. El hábito hechos extraordinarios que casi siempre descolorido y remendado, pero llecorrían de boca en boca, poseía la virtud de pracvando con esmerada pulcritud su pobreza capuchina. Pulcro el venerable rostro, aunque sin com- ticar lo heroico con discreción y naturalidad postura la barba, ya que nunca usó espejo, sino sumas y ocultar todo carisma con rara solicitud, naturalmente austera y venerable; y pulcra, aun- por lo que no era fácil apreciar toda la virtud que que burda, la remendada estameña de sus hábitos. atesoraba. Nada más lejos de él que el gesto espectacular. Su actitud en el coro e iglesia era la del *** humilde publicano. Aún en el rezo de aquellas sus Fueron sus propósitos al vestir el hábito, huir de taumatúrgicas tres avemarías, pródigamente desla vaciedad de la vida del siglo para santificarse a granadas por todos los rincones de la ciudad, y la sombra del santuario, en clausura y trabajo pedidas y contestadas por teléfono desde centenamonástico. Intento en el que fracasó pues lanzado res de leguas de Granada, y que al decir de muchos a la calle por la obediencia pudo disfrutar como el testigos, el oírselas producía escalofríos de emoque menos de la dichosa soledad del claustro. Pero ción, causaban esa impresión únicamente por la 57 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte unción y espíritu de fe con que las recitaba, nunca desfilar, a veces tras lenta espera, multitud de perpor actitudes o entonaciones teatrales. sonas de todas las clases sociales. Con una inimitable habilidad para velar su intervención, daba sus consejos -poseía este don en alto grado- o profería sus vaticinios. Y sé de intelectuales de altura que disfrutaban en grande al observar cómo escurría en la conversación toda alusión personal en su favor, por más que con disimulo o sin él, trataran de forzarle a hacerlas. Hoy, en el sexto aniversario de su muerte, el ignorado Fray Leopoldo que nunca vio sobre su cabeza otro cielo que el de Andalucía, es invocado, -y narran sus innúmeros favores- en todas las provincias españolas, en muchas naciones de Europa, de Atrica y de la lejana América. Su Proceso ha sido iniciado con el aplauso de la jerarquía eclesiástica, y el Ayuntamiento de *** Granada ha dado su nombre a una espaciosa aveAsí, enamorado de Dios, sencillo y cordial, aro- nida, como testimonio de veneración al que supo matizó el mundo con la fragancia de su vida esta llevar la paz de Dios por todas las calles y plazas postrera florecilla del Jardín seráfico. Pero Dios de la ciudad. cuya palabra no ha de quedar incumplida, diríaAsí de incompleja al exterior fue la vida de este mos que se propone exaltar al humilde Fray Leopoldo. Sin propaganda alguna, a la noticia de varón de Dios, del que podemos pensar que, tras su muerte, Granada entera y pueblos cercanos subir tantas escaleras -mendigo por Dios- bien corrieron a venerar su cadáver, despojándole trozo mereció hallarse vecino a las estrellas. Y ni tendría a trozo y a hurtadillas de su pobre sayal para con- de extraño que habiendo llamado a tantas puertas servarlo como preciada reliquia. Sus muchos con un encendido Ave María Purísima en los devotos y favorecidos contribuyeron con celeridad labios, hallara ya de par en par las del paraíso. a la construcción de un artístico sepulcro con capilla-cripta, que los días nueve de cada mes ve Bello y logrado dibujo del capuchino italiano Hugolino de Belluno de los murales de la cripta de Fray Leopoldo. 58 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte FRAY LEOPOLDO, juglar y caballero de la Virgen Fray Gil de Pedroche E l día 9 de febrero de 1956 moría santamente en Granada fray Leopoldo de Alpandeire. En estos cinco años la devoción a fray Leopoldo ha crecido de manera gigante. De todos puntos de España acuden a este humilde hermano capuchino andaluz pidiendo su protección. dolor, sin sufrimientos, como si fueran de plástico. Y no es así. Fray Leopoldo sufrió mucho física y moralmente. Era un temperamento ardiente y tuvo que soportar las judiadas de los hombres. En cierta ocasión me decía: “hermano, para ser santo hay que tragar mucha saliva”. Fray Leopoldo recogió durante su Es difícil decir cómo era. Juglar de la Virgen: ya he vida una alforja de sufrimientos más grandes y más hablado de las tres avemarías de fray Leopoldo en llena que la que llevaba a la limosna. Pero envolvió otra ocasión. Quiero insistir. Porque esas tres ave- sus cruces en avemarías y se las ofreció a la Virgen. marías eran el poema y el canto ininterrumpido de Por eso su sonrisa no se marchitó nunca. este juglar de la Virgen a su Señora. Con ellas, fray Las tres avemarías tenían también otra misión: camLeopoldo descargaba un tanto el incendio de amor biar el agua de la tristeza de sus correzadores en vino mariano de su corazón. Podemos reírnos de esos de alegría; el temido suspenso del estudiante en un amores humanos que dicen morirse de amor si no se aprobado, la enfermedad en salud o resignación les socorre. No es para tanto, no hay peligro. Pero cristiana. Esta era la razón de ver a fray Leopoldo este amor divino de los santos es ya otra cosa, es más rodeado con frecuencia de estudiantes, albañiles o difícil de llevar. Este amor enciende y quema como chicas, como esos cuadros en que san Antonio está el corazón de fuego de un volcán y amenaza la frá- repartiendo pan a los pobre. El que rezaba una vez gil envoltura del cuerpo del santo. Fray Leopoldo las tres avemarías con fray Leopoldo, repetía. A tenía que aliviarle. Por eso reza reiteradamente ante veces la distancia pone dificultades, pero ahí está el teléfono. Rin, rin, riiin... precisala imagen de la Divina Pastora mente cogí yo el teléfono. de su iglesia, ante el azulejo de la Conferencia de Jaén. Quiero fachada del convento y antes las hablar con fray Leopoldo. Fray Vírgenes que los siglos pusieron Leopoldo coge el auricular. Una en las paredes de las casas granavoz femenina le cuenta un asundinas. Estas avemarías de fray to difícil pidiéndole consejo. Por Leopoldo remontaban como toda la respuesta, fray Leopoldo palomas blancas muy voladoras, le invitará a rezar con él tres averecorriendo las torres del marías a la Virgen. Del lado de Albaicín y las cimas blancas de acá fray Leopoldo reza pausadaSierra Nevada, hasta llegar al mente. Desde Jaén, la señora corazón de la Virgen. Sólo así se responde. Nos consta que aqueexplica que este anciano recorra llas tres avemarías hicieron más diariamente Granada sin clausufruto que veinte consejos de rar nunca su sonrisa a pesar de curas y cien consultas de abogasus pies terriblemente grieteados dos. ¡Así eran las tres avemarías y descalzos, de sus años y de de fray Leopoldo! otras cosas. Algunos tienen ideas equivocadas de los santos. Caballero de la Virgen: las camFray Leopoldo con estandarte del Vía Crucis. Se los figuran insensibles al panas de la catedral de Granada 60 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte dan las doce, hora de María. Fray Leopoldo está en una tienda recibiendo un poco de calderilla. Empieza a rezar el Angelus en voz alta. Se deja de vender y a un lado y otro del mostrador responden a las avemarías. Fray Leopoldo comprueba que el dueño no se ha quitado el sombrero. Interrumpe su rezo y le dice: hermano, también usted es hijo de la Virgen, haga el favor de descubrirse. Las palabras del santo son amables, delicadas, tumbativas. El comerciante se quitó el sombrero y rezó con todos. Vamos a contar un último caso. Frente a nuestro convento de Granada se alza el monumento más antiguo de España a la Inmaculada, el monumento del Triunfo. Fray Leopoldo me contó que, durante su vida, habían tratado varias veces de quitarlo de allí y trasladarlo. No le hacía gracia el traslado. Temía que fuese un pretexto para dejar a Granada sin ese monumento a la Virgen. Fray Leopoldo removió cielo y tierra. Después de exponerle su temor al Superior, se fue a hablar con D. Andrés Manjón para que trabajase con su influencia y autoridad y no se llevara a cabo tal propósito. No pararon aquí las andanzas del santo, sino que, en su sencillez, habló con el Gobernador Civil, con el Presidente de la Diputación y con el Sr. Alcalde. Sr. Alcalde, le dijo, me he enterado que quieren trasladar el monumento de la Inmaculada. Se trata de una estratagema de unos pobres hombres, a los que tiene engañados el diablo, para dejar a Granada sin la Virgen. Vd. no puede consentir eso como católico y granadino. El Alcalde le dijo al buen hermano que se fuera tranquilo, que no trasladarían el monumento. Pero fray Leopoldo no se fiaba mucho de las palabras de los hombres, porque, decía él, el diablo tiene cogidos a algunos pobrecitos. Por eso fray Leopoldo salió del Ayuntamiento, remachando su petición con tres avemarías rezadas pausada y angelicalmente. Creo poder afirmar que hoy Granada conserva este monumento a la Virgen, el monumento del Triunfo, con su nueva fuente y sus nuevos jardines, gracias a este juglar y caballero de la Virgen. 61 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte “Todo entero parece una reliquia...” Fray Leopoldo en los medios de comunicación José Luís Kastillo P or una sencilla cuestión de calendario tuve la fortuna de conocer la figura menuda y frágil en lo físico, enorme y recia en los espiritual, de Fray Leopoldo. Lo recuerdo con su incansable caminar de puerta en puerta, de piso en piso, cabizbajo por el peso de sus muchos años, como si mirase más a la tierra que lo iba a recibir pocos años más tarde, que al cielo abierto que lo esperaba con sus brazos de par en par. Cuando se desplazaba, entonces penosamente, por el adoquín y el asfalto, las veredas y los caminos polvorientos, con sus viejas sandalias que apenas podían abarcar sus pies tan cansados. Digo que conocí al frailecillo capuchino, medio siglo limosnero de toda Granada, de la urbana y la rural, de la cercana y la más alejada. Pero no tuve la fortuna de Fray Balbino de Hornachuelos, que lo acompañó y acogió física y espiritualmente hasta sus últimas palabras, hasta su última mirada iluminada, consciente de que volvía a la Casa del Señor. Nunca hablé con él, nunca pude rezar a su lado alguna de las decenas de miles de veces que repitiera aquellas tres Avemarías que fueron su santo y seña. Sin embargo, desde los días del cincuentenario me siento más cerca del Fray Leopoldo vivo porque tuve la fortuna de hacerle mil preguntas a quien fue su último consuelo en el convento capuchino de Granada, desde dos años antes de aquella madrugada del 9 de febrero de 1956, cuando el santico Leopoldo entregó su alma a Dios. Mil preguntas a Fray Balbino sobre cómo era, qué decía, cómo se expresaba, qué pensaba de la santidad que el pueblo le reconocía en vida. Una santidad que su rotunda sencillez humana, su sincera humildad le hubiese creado un serio problema de conciencia, si hubiese adivinado que en el Reino de Dios le aguardaba el lugar de privilegio que desde entonces ocupa. Y estuve más cerca aún cuando apreté en mis manos el mismo rosario grande de madera que Fray Leopoldo tomaba cada día entre sus dedos, el mismo crucifijo que besara poco antes de morir, y que aún cuelga del hábito de Fr. Balbino. 62 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Con motivo del cincuentenario todos hemos conocido mejor a Fray Leopoldo, porque se ha escrito mucho y bien de su santidad, porque se ha hablado con pasión -ahí está la profundidad en el decir del P. José María Javierre, ahí la emoción hecha palabra del periodista Tico Medina- y se ha escrito de nuevo acerca de los relatos de santidad renovada que nos volvió a acercar el emocionado documento de cuanto vivió -cuando se moría- Ileana Martínez, estremecedora historia que tantos y tan buenos testigos presenta, como una de las curaciones extraordinarias que por su intercesión se le reconocen. Pero también me he aproximado a la prensa de hace cincuenta años. A la prensa que publicó la esquela de su fallecimiento el mismo día 9, en que se elevó su alma al Cielo. A la nota apresurada de un redactor desconocido, que en la urgente madrugada periodística no quiso ocultar a sus lectores el titular de la noticia que nadie quería leer: “Ha muerto el venerable Fray Leopoldo, religioso franciscano. Su figura era popular en la provincia en donde ha sido limosnero más de 50 años”, titulaba 63 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Ideal de Granada en su portada. Quien ha ejercido el periodismo de provincias durante muchos años sabe muy bien lo complicado que resulta, cuando la madrugada ya ha avanzado, “levantar” una primera página cerrada con las noticias de mayor interés de la jornada. Pero esta que aludía a la muerte, a la Nueva Vida de Fray Leopoldo obligaba a remodelar los contenidos de algunas páginas del periódico. De nuevo habría de sonar el clic, clic de las linotipias “de guardia”, se exigía repetir las “tejas” de plomo de esa primera página y cambiarlas sobre la rotativa que ya imprimía los primeros ejemplares de aquel 9 de febrero. La noticia manda, aunque sea a deshora. Sin embargo, el redactor anónimo, el redactor “de cierre” de aquel día, tuvo el sosiego de escribir en el cuerpo de la noticia que “sus virtudes y anécdotas han corrido de boca en boca y la ciudad le ha admirado y venerado en vida. No necesitaba pedir; a su paso por las calles se le acercaban personas que tras besar su cordón franciscano depositaban una limosna. En más de una ocasión, en la misma calle -sigue relatando el periodista- le pedían una oración para un enfermo. Y el bueno del Hermano Leopoldo, con un edificante fervor, rezaba con su peticionario en el mismo momento”. Hablaba el periódico un día más tarde del “desfile de granadinos ante el cadáver de Fray Leopoldo, tocándose sus restos con rosarios, medallas y estampas. Más que unas honras fúnebres, el sepelio del cadáver del religioso franciscano Fray Leopoldo María de Alpandeire parece que se trataba ayer de un jubileo, al que se asociaron personas de toda clase y condición social, asociaciones, sacerdotes, religiosas...”. Se hablaba del gran gentío que asistió a su sepelio en el cementerio y del “considerable número de 64 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte fieles que pugnaban por acercarse al cadáver”. En la sección diaria que se titulaba “El día en Granada", el redactor que glosaba los temas más sobresalientes de la jornada anterior dejó escrito: “Todo entero parece una reliquia guardada en el negro ataúd. El Hermano Leopoldo casi parece que sonríe. Ese es un gesto ya muerto. Pero allá arriba, ¡claro que sonreirá! No lo olvidaremos y él tampoco nos olvidará”. Aquella frase periodística era, en realidad, una premonición. Fray Leopoldo sigue con nosotros. Más vivo que nunca su recuerdo, su hálito de santidad; su presencia en este valle de lágrimas se ha agigantado durante los actos del cincuentenario de su fallecimiento. Si hace medio siglo la referencia en la prensa local acerca de la muerte de Fray Leopoldo fue muy expresiva, no es comparable en la intensidad y en la amplitud con la respuesta ofrecida por los medios informativos actuales, mucho más poderosos en número y en tecnología. Los periódicos locales, regionales y nacionales se ocuparon del acontecimiento de un 9 de febrero muy especial. No sólo en sus espacios de información general, también en los suplementos que dedicaron numerosas páginas a glosar el significado espiritual de una figura como Fray Leopoldo, para quien su pequeñez humana y su gigantesca humildad fueron signos decisivos que le insertaron en el corazón de muchas gentes, incluso de las no creyentes en la Fe de Cristo que con tanto ardor y convencimiento profesaba el frailecillo. Mas si la actitud de los medios informativos escritos fue elocuente y generosa, la respuesta de los medios audiovisuales resultó igualmente ejemplar y confortante, sobre todo si pensamos en los tiempos que corren, de descreimiento y hedonismo. Si el tiempo es oro siempre, en la radio y sobre todo en la televisión el tiempo es una fortuna. Por eso debe quedar reflejada la gratitud a todos los medios informativos que acogieron con tanto desprendimiento el acontecer de los días en los que se conmemoraba el cincuenta aniversario de la muerte de Fray Leopoldo. Imágenes de las inacabables colas de fieles que acudieron a la cripta, del oficio de las misas, sobre todo de la presidida por el Cardenal José Saraiba Martins, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, llegado expresamente a Granada para bendecir los sucesivos actos programados. Imágenes, en fin, del respaldo popular y el apoyo a la obra social de los Franciscanos Capuchinos, que en Granada acoge a un centenar de ancianos, muchos de ellos desfavorecidos en el arraigo social, familiar y económico, pero que gozan ahora de una atención preferente de amor, cuido cercano y servicios, al tiempo que disfrutan de la inmensa fortuna de residir a muy pocos metros de la cripta donde reposan los restos de Fray Leopoldo. El frailecico de Alpandeire, estamos seguros, intercederá para que esa atención a quienes tanto lo necesitan se redoble en cantidad y en calidad para sus actuales beneficiarios y para muchos más que lo precisen en el futuro. 65 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte UN HOMBRE que supo vivir el Evangelio H oy es corriente entre escritores, predicadores, conferenciantes y aún políticos referirse al Evangelio, pero sin citar nada en concreto. Yo pienso, a veces, que ninguno de ellos lo han leído y mucho menos meditado, y menos aún lo han hecho jugo de su vida. Fray Leopoldo sí. Lo hizo jugo de su vida. No me atrevo a decir que fuera un lector asiduo y diario del Evangelio, aunque tal vez fuera así. Pero en sus lecturas espirituales y en sus meditaciones era el Evangelio el trasfondo de toda su vida. Para mí, creo que él tenía tres libros imprescindibles y continuamente consultados: el crucifijo; el Sagrario y el altar de María. Don Pedro Manjón, ilustre sacerdote granadino, que lo trató durante muchos años, escribió de él, de fray Leopoldo: “No era hombre de letras, no tenía estudios teológicos; pero nos aventajaba a todos, porque poseía el gran secreto del conocimiento y del amor de Dios. Era todo un hombre de Dios”. Fray Serafín de Ausejo de Granada. El altar estaba dedicado a las Tres Avemarías de la Virgen. Me ayudaba en la misa fray Leopoldo, ya muy anciano. Hacia el Paternoster y antes de la comunión me sobrevino un fuerte vómito. Fray Leopoldo, a pesar de sus muchos años, corrió hacia la sacristía e inmediatamente me trajo una palangana, en la que seguí arrojando el vómito. En seguida me preparó un sillón para que me repusiera. Y además, llamó a un Padre para que, en caso de no poder terminar yo mi misa, consumiera las sagradas especies ya consagradas. Cómo aquel viejo, ya decrépito, pudo realizar estos servicios tan rápidamente, nunca me lo expliqué. Un ángel, volando, no lo hubiera hecho todo con más prontitud. Cuando yo iba a Granada, con gusto tenía un buen rato de conversación con él. Yo recuerdo que, si en nuestra conversación salía a relucir algún pasaje evangélico, él siempre lo citaba con reverencia y con toda exactitud. No era fruto de su estudio. Era fruto de sus constantes meditaciones. En la práctica de su vida se veía que el Evangelio era el alma de todo su vivir. Pero, como digo, el Evangelio aprendido, más que en libros, en su diario meditar. En cuanto a la Eucaristía, a su reverencia, a su respeto, a su entrega amorosa y cordial, no quiero omitir lo que una vez me sucedió con él. Estaba yo recién operado de estómago y sufría de frecuentes vómitos. Una mañana celebraba yo la misa en un altar lateral de nuestra antigua iglesia 66 Fachada de la Iglesia del Convento Capuchino de Granada. Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte EL SEPULCRO de Fray Leopoldo Fray Justo de Berja E l 9 de mayo fui a Granada con el propósito de comprobar, con mis propios ojos, lo que me habían dicho y que no había visto. Sabía que el 9 de cada mes se dan cita en la cripta que guarda los venerados restos de fray Leopoldo de Alpandeire, miles de peregrinos, llegados de todos los rincones de Granada y de distintos lugares de España. Con frecuencia se ven devotos que vienen de distintos países del mundo, ya que el Siervo de Dios es conocido en todas partes. Un día 9, el de febrero de 1956, moría fray Leopoldo en el convento de Granada. Tres años antes, justamente el 9 de febrero, había dejado su misión de limosnero. Su pregón constante de Avemarías lo continuaría desde el recogimiento del claustro. Me parece que ahora, a los 19 años de haberse ido con Cristo, el bendito Hermano debe sonreír desde el cielo al ver a sus devotos junto a su tumba, el día 9 de cualquier mes. Desde el amanecer hasta bien entrada la noche he visto un constante y apretado desfile de cristianos, que llegaban, con prisas en sus ojos y se dirigían, escaleras abajo, hasta la cripta, donde reposan los huesos de aquel hombre de Dios, que durante más de 50 años cruzó las calles de Granada, con sus notas vivas y alegres de hijo del Evangelio. Mi admiración aumentaba por momentos. Había oído algo de lo que era el día 9 en la iglesia de Capuchinos de Granada, pero mi permanencia en América, desde 1950, me había impedido comprobarlo. que Dios, por mediación de su siervo fray Leopoldo, ha salvado de la muerte a dos de sus nietecitos. Es un milagro, dice ella, y quiere que lo escriban, para que conste en el proceso de beatificación. Como este testimonio se suceden otros, muchos, que no se pueden escribir, porque ya están grabados en los corazones de almas agradecidas. Y así todo el día, sin descanso en la hora de la siesta, con ansia permanente de ver y tocar aquello que consideran sagrado. Espectáculo maravilloso el del día 9, junto a las cenizas de fray Leopoldo. Parecía encontrarme en la Gruta de Lourdes; en Fátima el 13 de mayo; en San Giovanni Rotondo, junto a la tumba del padre Pío, el capuchino estigmatizado... Olor de muchedumbres enfervorizadas y silenciosas, como abejas hacendosas que van en busca de la colmena, para enriquecerla de haces de fe y que reciben la miel del consuelo y de la misericordia. ¡Qué prueba tan bella de piedad, ante los despojos de un hijo de la Iglesia, que se santificó y supo santificar a muchos con el ejemplo de su vida! Después de mi visita, ante la contemplación de aquel panorama de fe recia y viril, quedé convencido de lo que ya creía: Que fray Leopoldo, siervo de Dios, que siempre quiso ocultar sus virtudes a los ojos de los hombres, ha sido elevado por Dios a las alturas de la santidad y honrado, reverentemente, por las criaturas, sus hermanas. Claveles rojos, abundantes, en plena primavera, sobre el sepulcro y fervorosos que tratan de llevárselos, para conservarlos como reliquias... Una mujer llora en la cripta: llora de alegría, por- 67 El sepulcro del fraile, siempre con flores. Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte “UN SANTO LLENO DE AMOR, un evangelio vivo... El quinto evangelio” Fray Esteban de Puente Genil L a devoción a Fray Leopoldo de Alpandeire se ha extendido a lo largo de estos últimos cincuenta años por todo el mundo. Ante su sepulcro han rezado ya millones de personas, unas 10.000 cada mes. Los 9 de febrero -día de la muerte de este fraile capuchino- se forman inmensas colas de almas que esperan visitar al que muchos ya lo reconocen como un santo. Vienen de pueblos de Granada y de toda Andalucía. Pero también proceden de lugares más remotos como Tarragona de donde han llegado a salir 70 autobuses. Miles de devotos, la mayoría de ellos latinoamericanos y europeos han contado por escrito los favores que le atribuyen a este Siervo de Dios. Fray Leopoldo, que nació en un pueblecito de Málaga -Alpandeire- y vivió la mayor parte de su vida en Granada -de donde es Hijo Adoptivo-. Allí, como en otros tantos sitios, ha dejado una huella difícil de borrar. Esa huella la tienen grabada en el alma muchos de los que le trataron en vida. Fray Esteban de Puentegenil conoció a fray Leopoldo pocos años antes de la muerte del frailecito, a principios de la década de los cincuenta. Quizá la juventud y la ilusión recién estrenada del padre Esteban por vivir de forma plena su entrega a Dios, hizo que la humildad y la sencillez de fray Leopoldo se fijaran a fuego en su memoria. De hecho, cuando se le pregunta sobre la forma de ser de este hermano capuchino que está en proceso de beatificación, no duda en la respuesta. “Su forma de ser se puede resumir en cuatro palabras: sencillo, pobre, humilde y lleno de caridad”. nos hablaba de que lo tenían todos como un hombre extraordinariamente entregado a Dios, era la figura del hombre endiosado. Iba por la calle con el pensamiento unido a Dios”, cuenta el padre Esteban. Y es que al mismo fray Leopoldo le gustaba decir que recorría la ciudad de los cármenes “con la mirada en el suelo, el corazón en el cielo y la mano en el rosario”. Esta presencia de Dios durante toda la jornada la mantuvo fray Leopoldo hasta el final de su vida. Fray Leopoldo se caracterizó por ser el limosnero “Una de las cosas que más le dolían era que no saliera bien el culto, le gustaba el cuidado del orden en la liturgia” convento. Vestido con su hábito color pardo y una alforja al hombro salía a las calles de Granada y a sus pueblos a pedir limosna. “A veces, ya anciano, llegaba al convento después de todo un día pidiendo -iba siempre a pie y en muchas ocasiones tenía que subir andando hasta un tercer o cuarto piso- y el superior le decía que había que echar una carta al correo… y él a pesar de su cansancio, no decía nada, no se quejaba, y volvía a salir. Su obediencia era ejemplar”, explica. Otro de los aspectos que destaca el padre Esteban de fray Leopoldo es la sencillez y humildad. “Cuando yo estaba recién ordenado, él -en Aún en vida, fray Leopoldo gozó de fama de su ancianidad- me pedía permiso para salir del santidad. Los superiores lo ponían de ejemplo a convento y le consultaba al superior incluso si los estudiantes. “Me acuerdo que el padre Serafín podía descansar un rato en su habitación. Pero 68 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte En la imagen, Fray Leopoldo con hermanos del Convento de Granada de los años 1950. antes de eso iba a la cocina, por si podía ayudar en algo”, expone. “Su confesor, el padre Benito, decía que fray Leopoldo no era un hombre de milagros ni de grandes misticismos, de éxtasis o arrobamientos, sino que era como Santa Teresita del Niño Jesús: sencillez, nada extraordinario, santidad humilde, santidad sencilla, santidad franciscana", continúa narrando. cano que, una vez, fray Leopoldo se rompió una pierna y fue a verlo al hospital y cuando le preguntó cómo se encontraba le contestó: “Estoy muy bien, como Dios quiere que esté”. En resumen, el padre Esteban explica que fray Leopoldo fue un hombre que tuvo muchas facetas a lo largo de su vida pero todas ellas se resumen en santidad, heroísmo en la virtud, entrega Fray Leopoldo tenía carácter y temperamento, a Dios y en una devoción profundamente tierna pero se dominaba siempre ante los demás, “inclu- a la Virgen. so ante todos aquellos ignorantes que se burlaban de él”, apunta el padre Esteban. Tenía un gran respeto y una gran devoción al Santísimo, “se quedaba de rodillas ante el sagrario como si fuera Al mismo Fray un hombre de otro mundo”, asegura. “Una de las cosas que más le dolían es que no saliera bien el Leopoldo le gustaba culto, le gustaba que se cuidase mucho el orden decir que iba con la de la liturgia, y si había algún fallo por falta de orden o de lo que fuese, se quejaba”, afirma. “A Leopoldo le conocimos por sus obras, porque no tuvo nunca una palabra extraordinaria. Además, hablaba y comía muy poco”. Este fraile capuchino, al igual que todos los santos, fue heroico en el sufrimiento, aceptó siempre la voluntad de Dios y a ella hacía referencia en muchas ocasiones. Cuenta este hermano francis- 69 mirada en el suelo, el corazón en el cielo y la mano en el rosario Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte La figura del Vicepostulador en una Causa de Beatifiación Para que pueda abrirse un Proceso es necesario que el candidato a los altares haya gozado de "fama de santidad" en vida, en su muerte y después de muerto. Precisamente este punto ha quedado bien remarcado en la reciente Carta que Benedicto XVI dirigía al Cardenal José Saraiva Martins, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos y a todos sus miembros, con ocasión de la sesión plenaria que el pasado 24 de abril celebraba la Congregación. Apertura del Proceso de Beatificación de Fray Leopoldo en el año 1983. D ice el Papa: "es evidente que no se podrá iniciar una causa de beatificación y canonización si no se ha comprobado la fama de santidad, aunque se trate de personas que se distinguieron por su coherencia evangélica y por particulares méritos eclesiales y sociales". El Papa desea comprometer aún más a los Obispos diocesanos a quienes corresponde la aceptación o no de iniciar en su diócesis un Proceso de Beatificación. Para ello anuncia que la Congregación vaticana está redactando una "Instrucción para el desarrollo de la investigación diocesana en las causas de los santos". Se trata de un documento que se dirigirá prin- cipalmente a los obispos diocesanos "para salvaguardar la seriedad de las investigaciones que se llevan a cabo en los procesos diocesanos sobre las virtudes de los siervos de Dios, sobre los casos de martirio afirmado o sobre los eventuales milagros". "De acuerdo con estas indicaciones -- añade el Papa Benedicto XVI --, una vez elegido a la Cátedra de Pedro, he cumplido de buen grado este deseo generalizado de que en la modalidad de las celebraciones se subraye más la diferencia sustancial entre la beatificación y la canonización, y que en los ritos de beatificación se implique más visiblemente a las Iglesias particulares, quedando claro 70 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte que sólo al Romano Pontífice le compete conceder el culto a un siervo de Dios". Benedicto XVI ha querido retomar la vieja tradición de que las beatificaciones se diferencien notablemente de las canonizaciones, dejando que las primeras sean presididas por el Prefecto de la Congregación o el Obispo diocesano y las canonizaciones son de competencia exclusiva del Papa por tratarse de un acto del magisterio pontificio. Causa; debe redactar y firmar todas las instancias al tribunal diocesano o a la Congregación; aportar todos los elementos de prueba a su alcance, estimular a los que trabajan en la instrucción del Proceso para que se agilice la tramitación de la Causa; administrar los bienes de la Causa; examinar las actas del Proceso; difundir la fama de santidad a través de la distribución de estampas, reliquias, boletines, calendarios, publicaciones, biograUna vez vista y presupuesta la fama de santidad, fías, medallas, y toda clase de objetos y de artículos el ACTOR o promotor de una Causa de religiosos, siempre en base a la imaginación del Canonización es la persona física y jurídica que la mismo… promueve y que asume la obligación de llevarla En la Carta de Benedicto XVI a la Congregación adelante corriendo con los gastos que la Causa del pasado 24 de abril, el Papa analiza en segundo conlleva. El Actor de una Causa de Canonización lugar, tras la fama de santidad, la cuestión del milapuede actuar sólo a través del Postulador, que es la gro atribuido a la intercesión de un siervo de Dios persona física, legítimamente nombrada por el que es requerido para su beatificación (a no ser que Actor y aprobada por el Obispo. Postulador puede sea mártir) y, en todo caso, para su canonización. ser no sólo un sacerdote o un religioso, sino tam- "Además de asegurarnos de que el siervo de Dios bién una religiosa o un laico, siempre que tenga vive en el cielo en comunión con Dios, los milagros una sólida preparación teológica y jurídica según constituyen la confirmación divina del juicio exprerequiere el caso. El P. Romualdo Rodrigo, O.A.R., sado por la autoridad eclesiástica sobre su vida viren su Manual para instruir los procesos de tuosa", explica el Papa. En este sentido, afirma que Canonización, define así la figura polifacética del "hay que tener presente claramente que la práctica Postulador: "La persona física que, provista de legí- ininterrumpida de la Iglesia establece la necesidad de timo mandato, aprobado por la autoridad eclesiás- un milagro físico, pues no basta un milagro moral". tica competente, representa al Actor; trata la En el caso de un "milagro" es el Vicepostulador el causa ante el tribunal diocesano y / o ante la encargado de recoger la documentación y el histoCongregación para las Causas de los Santos; rial clínico, hacerlo valorar de uno o más peritos defiende personalmente o por medio de otros los médicos y, en base a las relaciones de estos peritos, intereses de la misma; y colabora con la autoridad solicitar o no la apertura del "Proceso sobre el eclesiástica en la búsqueda de la verdad". Milagro", que de ir bien abre el camino a la Las Órdenes religiosas y los institutos de vida Beatificación. consagrada pueden nombrar un Postulador General para todas las Causas de dichas Congregaciones. Este Postulador General tiene su sede oficial en Roma y es el encargado de llevar todos los trámites de las relativas Causas ante la Congregación. Finalizada la encuesta diocesana, la Causa viene transferida a Roma. Al Vicepostulador corresponde: cuidar de la tumba o altar del Siervo de Dios y de su embellecimiento u ornamentación, así como de los objetos usados o pertenecientes al Siervo de Dios y de sus reliquias; examinar previamente la vida y la obra del candidato a la canonización, de valorar y sopesar la consistencia de la fama de santidad del mismo y examinar la relevancia eclesial de la 71 El Padre Serafín de Ausejo con el Padre Jesús de Lorido en el Vaticano, Roma. Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte La huella de Fray Leopoldo Fray Leopoldo de Alpandeire gozaba, ya en vida, de fama de santidad. No dejó indiferente a ninguno de los que le conocieron ya que pudieron ver en él a un fiel seguidor de Jesucristo. Existen en el archivo de la vicepostulación innumerables testimonios de personas que conocieron, convivieron y trataron a Fray Leopoldo. En estas páginas reproducimos algunas de las anécdotas más interesantes que dejaron escritas en su momento los amigos y las personas que se cruzaron en la vida de este capuchino, entre ellos el Padre Benito de Íllora; el médico del Convento de Granada, Alberto Capilla; el mandadero Juan Martín; el sacristán Zacarías Martínez; su sobrino Diego Márquez o el que fuera Guardián del convento, Manuel de Pedrera. Testimonios de amigos, personas y compañeros que convivieron con ‘su santidad’ FRAY BENITO DE ILLORA, SU CONFESOR ESPIRITUAL El Padre Benito de Illora convivió con Fray Leopoldo de Alpandeire más de treinta años. Conoció al humilde limosnero cuando lo veía pedir limosna por las calles de Illora, su pueblo. Luego lo conoció siendo estudiante capuchino y después muchos años en la Orden. El Padre Benito recuerda que, ejerciendo su cargo de limosnero del Convento, Fray Leopoldo sufrió muchas veces injurias, burlas e improperios, pero asegura que, generalmente, le respetaban y la gente buena le recibía bien. Cuenta, que una vez, en una fábrica de Pinos Puente, los obreros, al verle, comenzaron a injuriarle y a blasfemar. Fray Leopoldo se acercó con serenidad y energía y les dijo: “Yo soy fraile, podéis injuriarme y decirme lo que queráis, pero a Dios, no: No pronunciéis su nombre si no es para bendecirlo y alabarlo”. Cuando llegaba al convento siempre ocultaba que le hubieran insultado. El Padre Benito asegura que toda la vida de Fray Leopoldo de Alpandeire fue una prueba continua de su amor para con Dios. “Todo lo hacía por este amor y en todos los momentos de su vida. También tuvo esta caridad sobrenatural para con el prójimo, ya que se interesaba de modo sobrenatural por sus problemas, sus penas y sus necesidades, y aprovechaba cualquier circunstancia para mover al prójimo a la oración y a la confianza en el Señor”. Al Padre Benito le consta también que Fray Leopoldo se esforzaba y se sacrificaba por ayudar en lo posible a los hermanos jóvenes dedicados al estudio. En su cargo de limosnero pedía las cosas que veía que le podían hacer falta a estos hermanos. También les ayudaba con sus consejos. De hecho, el Superior, conociendo la virtud de Fray Leopoldo, lo enviaba con los estudiantes para enseñarles a tener gran estima y a cumplir escrupulosamente la Santa Regla. Además, Fray Leopoldo era un fraile muy laborioso y trabajador ya que -muchas veces- aunque no le tocara, hacía trabajos como limpiar una celda, ayudar al cocinero… 72 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Fray Leopoldo, cuenta el Padre Benito, procuró en la medida de sus posibilidades el consuelo, la salud del prójimo. A veces, le socorría con algún dinero de sus limosnas recogidas con la licencia del superior. A Fray Leopoldo le pedían sobre todo oraciones. El Siervo de Dios ofrecía enseguida la devoción de las tres Ave Marías. Las rezaba con la persona o con la familia que le pedía sus oraciones. Muchas veces, volvían para darle las gracias y él siempre respondía humildemente: “Cosas de Dios, cosas de Dios, dale gracias a Dios que se lo ha concedido”. Fray Leopoldo tenía mucha devoción por el Ángelus. Y llegado el momento lo rezaba con caridad y discreción donde estuviese. Si estaba en una tienda, les decía a los que hubiera allí: "El toque del Ave María, ¿quieren que lo recemos?". Y le solían decir que sí. Con los hermanos enfermos siempre tuvo mucha caridad. El Padre Benito recuerda el caso de un hermano, de Écija, que tenía peritonitis. Le asistía Fray Leopoldo en el Hospital de San Juan de Dios. El enfermo pedía el Viático, pero tenía continuos vómitos y el capellán no juzgaba prudente dar al enfermo el viático. El enfermo insistía, e intercedía Fray Leopoldo en vano. Al fin, Fray Leopoldo le dijo al capellán: “Deje que tome el viático, que si después lo arroja, aquí estoy yo para tomarlo…”. El capellán hizo caso y dio de comulgar al enfermo. El enfermo enseguida se puso a dar gracias a Dios y pasados diez minutos falleció santamente sin haber vomitado el Viático. Fray Leopoldo, cuenta el Padre Benito, procuró en la medida de sus posibilidades el consuelo, la salud del prójimo. Fray Leopoldo ponía gran interés en cumplir la Santa Regla y no pidió nunca dispensa acerca del calzado o el vestido. De hecho, cuando llegaba el invierno, a Fray Leopoldo se le llenaban los pies de llagas y los hermanos querían que fuera calzado, pero él decía: "Padre, es muy molesto llevar calcetines. Luego se rompen por el talón y por la punta y no tiene uno quien se los cosa". No los calzó nunca. A veces sí usó alpargatas de paño o botas de paño porque se lo mandó el superior, pero por temporadas muy cortas. EZEQUIEL VALVERDE, CONOCIDO DEL FRAILE Ezequiel Valverde conoció a Fray Leopoldo porque con su madre y sus hermanos frecuentaba la iglesia de los capuchinos de Granada y, además, Fray Leopoldo iba a pedir limosna a su casa. Ezequiel tuvo la suerte de poder ir a ver a Fray Leopoldo varias veces en su última enfermedad y asegura que siempre lo vio apacible, amable, sonriente y conforme a la Voluntad de Dios. “Su comportamiento ante la enfermedad fue maravilloso”, explicaba Ezequiel. “Siempre, cuando llegaba alguien a visitarle, lo primero que hacía era preguntarle por su salud y por la de sus familiares”. Ezequiel ha destacado alguna vez de Fray Leopoldo su amor a la Orden y a su Regla. Le oyó decir muchas veces que si él no hubiera sido capuchino hubiera sido al menos terciario. Ese amor a su Regla lo mantuvo hasta su muerte. Fray Leopoldo vivió heroicamente la virtud de la Esperanza. Sobre todo se notaba en su heroica paciencia ante la enfermedad y aflicciones, ya que nunca tuvo un gesto duro y nunca se quejó. Cuando se le preguntaba cómo estaba, él respondía: “Estoy bien, estoy bien”. Y si se le decía, pero cómo dice estar bien si está muy mal. Él respondía: “Estando como Dios quiere, estamos bien”. ALBERTO CAPILLA, MÉDICO DEL CONVENTO Alberto Capilla Guirado fue durante muchos años el médico del convento de los capuchinos de Granada, por lo que trató en varias ocasiones a Fray Leopoldo de Alpandeire. Alberto oyó contar a José Sánchez de Molina que un día entró Fray Leopoldo en el café suizo, se acercó a una mesa a pedir limosna y uno de los señores de la mesa le insultó, le golpeó y le tiró al suelo. Fray Leopoldo se levantó del suelo y, con humildad, le dijo: “Ya me has pegado y me has tirado al suelo, ahora dame una limosna para mi convento, ¡por amor de Dios!”. Este médico también cuenta que, en una ocasión, su mujer, que estaba embarazada, tuvo la tosferina y le producía muchas molestias, tenía edemas incluso en los ojos de los esfuerzos de la tos. Su mujer y su suegra 73 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte fueron entonces al convento para rogar a Fray Leopoldo que intercediera por la enferma y le dieron alguna limosna. Capilla asegura que los dolores que debió pasar Fray Leopoldo son incalculables. Ya en los últimos años de vida, Fray Leopoldo sufrió una fractura de fémur y cuando este médico le reconoció encontró además un colapso de recto. "Creo que humanamente pensando debió sufrir muchos dolores y molestias con aquella enfermedad, que debía datar de muchísimo tiempo", pero Fray Leopoldo siempre dijo: "Estoy como Dios quiere, y no se quejaba". En su ministerio de limosnero tenía que andar mucho y subir y bajar escaleras. Podía tener incluso más dolor al sentarse, así que a veces comía de pie. Esta dolencia la tenía Fray Leopoldo desde hacía mucho tiempo ya que los hermanos habían visto en el suelo del convento, y desde hacía tiempo, gotas de sangre, que eran de Fray Leopoldo. A Alberto Capilla le consta también que padeció insuficiencia circulatoria en ambas piernas. Por eso se les enfriaban mucho y se le ponían moradas. Tuvo también una bronconeumonía durante la fractura de fémur y ya en su último año sufrió trastornos de orina, con lo que sufrió muchísimos dolores. Capilla cuenta también la pena que le causaba verse desnudo ante otras personas y solía decir: "Como Nuestro Señor, como Nuestro Señor". Este médico cuenta que la devoción de Fray Leopoldo a la Sagrada Eucaristía era muy grande. Capilla visitaba frecuentemente el convento y Capilla asegura que los muchas veces se iba al coro a rezar tranquilamente y allí se encontraba a dolores y molestias que Fray Leopoldo, arrodillado frente al Altar Mayor haciendo oración. debió pasar Fray También apunta Capilla que Fray Leopoldo, durante sus visitas para pedir Leopoldo son limosna, visitaba en las distintas iglesias a Jesús Sacramentado. Una vez le incalculables. contó el organista de los jesuitas que estando él con un sacerdote haciendo la visita al Señor, vieron a Fray Leopoldo delante suya arrodillado rezando ante el sagrario. De improviso, aquel sacerdote dijo al organista: "Fray Leopoldo no está en el suelo, está de rodillas en el aire".Y salió poco después de la iglesia algo turbado diciendo: "yo con estas cosas sobrenaturales…" EMILIO GONZÁLEZ, TERCIARIO CAPUCHINO Emilio González tuvo trato frecuente con Fray Leopoldo por ser terciario capuchino. Lo veía en el convento y también en su casa porque iba a allí a pedir limosna. Escuchó de Fray Leopoldo que el diablo le tentó desde que decidió hacerse religioso. "Desde que llegamos a Ronda para tomar el tren -Alpandeire no tiene estación- el diablo comenzó a tentarme. Mis padres lloraban al despedirme. Un señor que pasaba por allí comenzó a decirle que si no le daba pena dejar a sus padres ya ancianos para marchar al convento. Al final, terminó bendiciendo a Dios porque lo llamaba por aquel camino, y le dijo que con sus padres quedaban otros hermanos, que no se preocupara… Fray Leopoldo sufrió muchas veces injurias e insultos como limosnero. Cuando ya era anciano y no podía salir a pedir limosna, el superior designó a jóvenes para que fueran a pedirla. Fueron una vez a Maracena. Allí les insultaron y se burlaron de ellos. Así que cogieron el primer tranvía que pasó y regresaron al convento. En la portería se encontraron a Fray Leopoldo, que extrañado les preguntó: "¿Cómo vuelven tan pronto?". Le contaron todo lo sucedido y Fray Leopoldo les dijo: "Eso no es nada. A mí me apedreaban, entonces comenzaba a pasar las cuentas del rosario. Y si las piedras llegaban muy cerca, me ponía de rodillas, en cruz, en medio de la calle…" Fray Leopoldo siempre tenía conciencia de la presencia de Dios. Tenía el nombre de Dios en su boca, "alabado sea Dios", "bendito sea el nombre de Dios". Emilio cuenta que para Fray Leopoldo lo más grande era lo referido al culto divino y a la Casa de Dios. Cuando pasaba delante de una iglesia, si estaba cerrada, se volvía mirando de cara a la puerta y allí hacía En las procesiones, su reverencia. Durante algún tiempo, Fray Leopoldo estuvo encargado de Fray Leopoldo solía la sacristía, tenía gran cuidado con todas las cosas del altar y del culto, y llevar el incensario y cuidaba con esmero de la lámpara del sagrario, incluso se levantaba por la nunca volvía la espalda noche para ver si hacía falta encenderla. En las procesiones eucarísticas, al Santísimo. Fray Leopoldo solía llevar el incensario y nunca volvía la espalda al Santísimo. 74 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Cuenta Emilio que Fray Leopoldo tenía gran respeto a los sacerdotes, obispos y al Papa. En tiempos de la República, en un sermón en la Catedral predicado por el Padre Payan dijo de Fray Leopoldo: "Tenemos un santo andando por las calles. Cuando yo venía ahora para la iglesia, un sacerdote se dirigía al Palacio Arzobispal. Pasaba por la plaza Fray Leopoldo. Vio al sacerdote y se apresuró para alcanzarlo. En la misma escalera de la Curia le dio alcance. El sacerdote le preguntó: “¿Quiere usted algo Fray Leopoldo?”. “Solamente venía a besarle la mano”, le contestó el Siervo de Dios. Tenía gran respeto por los superiores y no hacía nada sin su permiso. Antes de comenzar sus trabajos le pedía su bendición. A veces, por su cargo de limosnero llegaba tarde al comedor, entonces, en medio del comedor se arrodillaba frente al superior y con mucha veneración pedía su bendición. Fray Leopoldo sufría cuando tenía que salir a la calle vestido de paisano, sin su hábito. Pero en tiempos de la república, su superior le obligó a hacerlo e incluso a quitarse la barba. El comentario de Fray Leopoldo al enterarse de las atrocidades de los revolucionarios era "el diablo anda suelto"... y al presentarse penas y dificultades decía: "estos son regalitos que nos manda el Señor". Cuenta Emilio que Fray Leopoldo le aconsejaba humildemente: "¿Para qué se preocupa Don Emilio? Lo único que de verdad nos interesa es salvarnos. Lo demás no vale nada", le decía. JUAN MARTÍN, MANDADERO DEL CONVENTO Fray Leopoldo le tenía verdadero odio al pecado y, en lo posible, procuraba que se evitaran. Así, Juan Martín, que fue durante años mandadero del convento de Granada, asegura que lo vio muchas veces cortando murmuraciones y críticas y cuando veía que alguna cosa no estaba en orden, con caridad y prudencia manifestaba su disconformidad y si era posible aconsejaba lo conveniente. También tuvo verdadero odio a las blasfemias. Juan Martín recuerda una vez que oyó blasfemar a un hombre porque se le había atascado su carro y las mulas no podían tirar del él. Fray Leopoldo se acercó y le dijo que no ofendiera al Señor. Fray Leopoldo animó a las bestias, las calmó y al poco tiempo el carro salió con tal facilidad que causó la extrañeza del hombre. Juan cuenta que una vez cuando salía del convento, encontró en la puerta a una señora que le preguntó por Fray Leopoldo. Le contestó que ya no volvería hasta la noche. Aquella mujer que iba acompañada de una niña de diez años, le refirió su caso. Resultó que tenía una sobrina mayor, de 14 años, y que no había crecido a causa de una enfermedad. Un día vio pasar a Fray Leopoldo y le rogó que subiera a ver a la niña. Fray Leopoldo se compadeció, puso el cordón sobre la cama, y rezó con la familia tres Ave María. La niña se puso buena pronto, mientras los médicos le habían dicho que no podían hacer nada más para mejorar su salud. Recordando aquella curación, volvía la señora con otra niña para que intercediera Fray Leopoldo por ella. La buena mujer esperó en el recibidor hasta la noche a Fray Leopoldo porque había hecho un viaje en tranvía desde un pueblo y no quería volver sin ver a Fray Leopoldo. ZACARÍAS MARTÍNEZ, SACRISTÁN DEL CONVENTO Zacarías Martínez era el sacristán del convento de los Capuchinos de Granada y encargado de la capilla de la Adoración Nocturna cuando Fray Leopoldo vivió en la ciudad de los cármenes. Zacarías recuerda que por 1910 los alrededores del monumento a la Inmaculada en la plaza del triunfo estaban muy descuidados de modo que Fray Leopoldo fue a visitar al alcalde para rogarle que ordenara el arreglo de los jardines del pie de la estatua y que se buscara un ángel en mármol blanco para colocarlo en la base del monumento junto a otros tres que ya había. El alcalde no sólo arregló los jardines sino que mandó colocar una verja de hierro con farolas alrededor del monumento. Zacarías también recuerda que una vez fue atropellado por un coche. Fray Leopoldo a pesar de estar muy ajetreado iba todos los días a verlo, por la mañana y por la tarde, y le solía llevar alguna cosa que sabía que le 75 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte agradaría. El atropello fue el 15 de noviembre de 1948 y Fray Leopoldo le decía: "Para el día de la Inmaculada estarás en el convento”. Así sucedió, los médicos le dijeron que seguro que había hecho alguna trampa con algún santo para sanar en tan breve plazo. Fray Leopoldo hacía mucha oración por los bienhechores. Cuando iba a alguna casa a pedir limosna y veía que se acercaba a ella también otro religioso o algún mendigo, él se retiraba y no llegaba a la casa para no perjudicar a otros necesitados. Zacarías cuenta que una vez que él mismo acompañaba a Fray Leopoldo una señora intentó darle 50 pesetas, que entonces tenían mucho valor, y Fray Leopoldo le dijo: "Señora, usted no puede darme esta limosna, es demasiado para usted". Y solo aceptó de aquella señora 2 pesetas. Zacarías afirma que, allá por 1920, hubo en el convento un Padre que sintió que había perdido la vocación e intentó salirse de la Orden. Antes Zacarías cuenta que de que se marchara, Fray Leopoldo lo llevó al refectorio y allí mismo habló Fray Leopoldo con él y lo aconsejó para que no se saliera de la Orden, y que si quería salir entregaba todo lo que que estuviese unos días en su casa pero que luego volviera al convento. Se la gente y amigos le fue a su casa el Padre y a los ocho o diez días volvió al convento y Fray regalaba. Leopoldo dio muchas gracias a Dios y pidió al Señor que si había de pensar nuevamente en salirse, se lo llevara antes al Cielo. Seis u ocho días más tarde moría el padre santamente. Falleció en la noche de navidad mientras se cantaba el Gloria de la Misa. Zacarías tuvo la oportunidad de acompañar alguna vez a Fray Leopoldo a pedir limosna. Una vez llegaron a la casa de un señor de mucho relieve social. La criada abrió la puerta y le preguntamos por el dueño. Pudimos darnos cuenta por un espejo en la pared que el dueño le hacía gestos con la mano diciéndole que no. La criada entonces dijo que no estaba y nos marchamos. Al salir, Fray Leopoldo, refiriéndose a la muchacha dijo: "Pobrecita ella que no ha hecho más que cumplir lo que le han mandado". En otra ocasión, fue una señora a ver a Fray Leopoldo y le dijo que iba a pedirle sus oraciones porque le habían dicho que era un santo. Inmediatamente, Fray Leopoldo quedó confundido y le dijo: "Señora, señora, eso es ofender a Dios. Están muy equivocados. Yo no soy un santo, soy un pecador". Zacarías presenció una vez que acabado de llegar Fray Leopoldo de cumplir su ministerio, otro religioso comenzó a insultarle muy duramente y repetidamente porque creía que Fray Leopoldo lo había denunciado al superior por una falta que había cometido. Así las cosa, se presentó el padre Calixto de Goizueta, ya mayor, y le dijo al que insultaba que dejara tranquilo a ese pobre viejo: "¡No ha sido él el que te ha acusado al superior, he sido yo!", gritó. Fray Leopoldo al ver que el padre se había sobresaltado le dijo: "No se excite, padre, que puede ser perjudicial. No tiene importancia". Acto seguido, Fray Leopoldo alabó las cualidades del religioso que lo había insultado y destacó que era muy trabajador y muy listo. Zacarías cuenta que Fray Leopoldo entregaba todo lo que la gente le regalaba. Algunas veces le daban chocolate y Fray Leopoldo se lo daba al padre guardián para que lo diera a la comunidad. A veces, el guardián le decía que se lo quedase y entonces Fray Leopoldo se lo dejaba en el cajón de algún padre que estuviese enfermo o delicado. MANUEL PEDRERA, GUARDIÁN DEL CONVENTO Manuel Pedrera fue el Guardián del convento de los Capuchinos de Granada viviendo Fray Leopoldo. Convivió con Fray Leopoldo durante los últimos cuatro años de vida del humilde limosnero, aunque lo conocía de antes. Pedrera cuenta que Fray Leopoldo era un hombre virtuoso y que destacaba sobre todo por su humildad y su sencillez. Cuenta que una noche, el superior le dijo lo esperase en la puerta del coro porque tenía que darle un recado. El superior se olvidó y Fray Leopoldo se quedó toda la noche esperando en la puerta del coro. A la mañana siguiente, todos se extrañaron al verle allí, cuando el superior se acordó, se excusó ante Fray Leopoldo, lleno de admiración. También cuenta que una vez se le estropeó el reloj con el que despertaba a la comunidad. El superior, enton- 76 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte ces, le pidió que no volviera al convento sin un reloj. Ante aquella orden, Fray Leopoldo -muy apurado- acudió a los padres de la Compañía de Jesús. El superior le recibió con alegría y al saber su problema le dio para la comunidad un reloj de mesa de bastante valor. Fray Leopoldo lo llevó al convento y el superior de los capuchinos, sorprendido y pensando que era un reloj de mucho valor, le dijo que lo devolviera. Sin replicar, Fray Leopoldo emprendió de nuevo el camino para devolver el reloj, pero el rector no se lo quiso admitir y tuvo que volver con él al convento. Manuel de Pedrera estaba presente el día en que Fray Leopoldo sufrió una fractura de fémur. Estando con el padre Salvador de Montefrío llegaron dos señores que traían a Fray Leopoldo en su coche. Ante la indecisión sobre lo que sería más conveniente hacer, determinaron no bajarlo del coche. Pedrera subió al coche con él y con su cabeza recostada en su homSu cama eran dos bro fueron a al sanatorio de Nuestra Señora de la Salud. Fue entonces banquillos, tres tablas y cuando descubrieron que se había roto el fémur. Durante esta dolencia, un jergón vegetal, y Manuel cuenta que todos quedaron admirados de su virtud, al soportarla una cruz sobre la en su lecho sin una queja y dando ejemplo de piedad y de fortaleza cristiacabecera. na. Durante el mes que estuvo ingresado en el sanatorio lo iban a visitar muchísimas personas y le llevaban regalos. El Siervo de Dios daba a todos las gracias y siempre decía que no merecía todas esas atenciones. La habitación donde pasó muchas horas de descanso Fray Leopoldo era -según Manuel de Pedrera- una celda orientada hacia el noreste, fría y casi sin sol, con una ventana sobre un tejadillo. Su cama eran dos banquillos, tres tablas y un jergón vegetal. Completaban los muebles de la celda una vieja mesilla, un banquillo de madera y sobre la mesa unos libros muy usados de piedad y un ejemplar de la Santa Regla. En las paredes, una cruz a la cabecera de la cama y sobre la mesa unas pobres imágenes de la Divina Pastora y de San Francisco de Asís. Manuel de Pedrera asegura que Fray Leopoldo tenía el don de profecía sobrenatural, especialmente respecto a la salud de no pocos enfermos. En algunos casos, al pedirle oraciones por la salud de algún enfermo rezaba las tres Ave Marías y decía “Tengan mucha confianza en el Señor; verán como el Señor hace que mejore el enfermo”. Otras veces, decía: “Hay que conformarse siempre con lo que el Señor dispone, hay que conformarse con la voluntad de Dios”. “En el primer caso, cuenta Pedrera, era seguro que el enfermo sanaba; en el segundo, podía contarse con lo peor. Era cosa segura”. DIEGO MARTÍNEZ, SOBRINO DE FRAY LEOPOLDO Diego Márquez es sobrino de Fray Leopoldo, hijo de un hermano suyo. También cuenta anécdotas referidas al don sobrenatural de la profecía. De hecho, afirma que el 26 de mayo de 1946 fue sorprendido por hombres fuera de la ley, que estaban merodeando por la sierra. Le dieron un sobresalto y estaba oscureciendo. A la mañana siguiente fue al convento y al verle, Fray Leopoldo le dijo “¿Qué te pasa sobrino, qué te pasa?”. Se lo contó y Fray Leopoldo le dijo que no había podido pegar ojo esa noche pensando que le había ocurrido algo a su familia. También dice que una vez, en la sacristía del convento, guardando los ornamentos de la misa y el cáliz estaba allí un niño, que luego fue Fray Diego de Benalúa, y Fray Leopoldo le dijo: “Aprende para que sepas hacerlo cuando seas sacerdote”. 77 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte DE CÓMO FRAY LEOPOLDO AYUDÓ A UN HERMANO A SER MÁS FELIZ EN SU ANCIANIDAD iempre los franciscanos han querido e intentado ser fieles imitadores de su fundador San Francisco, aun en aquellas cosas más insignificantes de las que se cuentan en su vida. Una vez para aliviar el hambre de uno de sus compañeros, que deliraba en altas horas de la noche, al parecer por esa natural necesidad, no obstante la hora, ordenó que todos los frailes se reunieran de nuevo para la cena pudiendo así satisfacer a aquél, sin que nadie se diera cuenta de su natural deseo. s ambién en la vida de Fray Leopoldo de AIpandeire se dio el caso de que uno de sus compañeros en la comunidad, se quejaba frecuentemente, ya en su ancianidad, de horribles dolores de muelas y de cabeza. No encontraba mejor remedio a sus males sino con una copita de anís, que pedía inocentemente como si de una pastilla de aspirina se tratase. Como este específico, naturalmente, no figuraba en el botiquín del convento, siempre Fray Leopoldo se desalentaba al no poder atenderlo. Por otra parte, consideraba que al tratarse, según él, de un artículo de lujo por no ser necesario, no se debía solicitar al Superior. Pero porque su caridad era grande, supo ingeniársela de forma que, sin menoscabo de la economía de la casa, el hermano pudiera tener su apetecido remedio. Sucedía que muchas veces, visitando las casas para pedir la limosna, en algunas de ellas, por estar celebrándose una fiesta doméstica, se le invitaba espontáneamente y con gusto a unirse a la celebración ofreciéndole una copita de anís. Y halló aquí la solución de aquel caso que tanto le dolía. "Mire usted -solía decir con cierta vergüenza y premiosidad - yo no puedo beber, no me cae bien... Pero tenemos en casa un hermanito anciano que sufre mucho con las muelas y siente alivio cuando toma una copita de este licor. Si usted quiere, yo me llevaría algo para él". Y de su alforja sacaba una pequeña botellita que, sin duda, siempre se la llenaban. De este modo, aquel hermanito gracias a la caridad de Fray Leopoldo pudo sobrellevar con mayor optimismo los achaques de sus últimos días. t En alabanza de Cristo y del caritativo Francisco. Amén. florecillas de Fray Leopoldo 78 el pueblo con Fray Leopoldo A los cuatro años de la muerte de Fray Leopoldo, su devoción era ya casi impensable. Como demuestra la fotografía en blanco y negro, a finales de los años 60, miles de personas visitaban la cripta del humilde limosnero. La imagen superior refleja que 50 años más tarde la devoción aún es mayor. Hoy por hoy, la devoción a Fray Leopoldo supera fronteras, como puede comprobarse en las visitas a su página web: www.frayleopoldo.org Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Propagandistas de CUADRO DE HONOR Fueron muchos los hermanos que convivieron y compartieron su vida con 'su santidad' Fray Leopoldo de Alpandeire durante los años en los que desarrolló su labor social en Granada y en su Málaga de origen. Todos estos hermanos, superiores provinciales y locales -muchos de ellos-, han dejado sus testimonios, vivencias y experiencias vividas con el humilde limosnero en una larga lista de escritos que por motivos de espacio sería imposible reproducirla de forma íntegra. Dichos escritos se encuentran en la actualidad en el Archivo Provincial de los Hermanos Menores Capuchinos de Andalucía y en la Vicepostulación de Fray Leopoldo de Alpandeire. De entre todos estos escritores y propagandistas de la figura del frailecillo, hoy por hoy a las puertas de convertirse en Santo, habría que destacar un total de seis hermanos que formarían parte de un cuadro de honor: FRAY ESTEBAN DE PUENTE GENIL Fue el primer biógrafo de Fray Leopoldo, promotor y creador del boletín que cada dos meses se publica en El Adalid Seráfico y, sin duda alguna, el gran propagandista de la figura del humilde limosnero. Con su entusiasmo por el espíritu franciscano capuchino y con su popularidad alcanzada como orador se convirtió en el mejor predicador de Andalucía durante los años 60. Con sus predicaciones y sus escritos en El Adalid Seráfico -en un sección muy aplaudida y comentada, Perfil Seráfico- dio a conocer de una forma extraordinaria la figura de Fray Leopoldo. FRAY ÁNGEL DE LEÓN Autor del libro ‘Mendigo por Dios, vida de Fray Leopoldo de Alpandeire’. El Padre Ángel sintetizó en el título lo que fue en realidad el hermano: imitador de Cristo y de María Virgen, y tal como san Francisco de Asís los presenta en la Carta que dirigiera a todos los fieles: “Siendo Él (Cristo) sobremanera rico, quiso, junto con la bienaventurada Virgen, su Madre, escoger en el mundo la pobreza” (2Ctaf 6). Paralelamente a su labor como Vicepostulador -fue el primero- también suya fue la idea y realización, con un equipo de seglares comprometidos en el empeño, del Hogar Fray Leopoldo, la Residencia de ancianos, que continúa la acción caritativa del Hermano de Alpandeire. FRAY JUSTO DE BERJA En la década de los 70 fue responsable de El Adalid Seráfico consolidando todo un equipo de corresponsales repartidos por toda la geografía nacional. Durante sus años como director de la publicación y gracias a el Boletín de Fray Leopoldo el número de suscriptores creció de forma considerable. Un hermano con gran experiencia misionera en la República Dominicana, animador de masas y gran entusiasta de la figura de Fray Leopoldo. Con sus escritos a los corresponsales de El Adalid Seráfico hizo posible que se multiplicase por miles los devotos de Fray Leopoldo. 82 FL Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte ray eopoldo FRAY MARIANO IBÁÑEZ VELÁZQUEZ Ocupó el cargo de Ministro Provincial durante los años de máximo esplendor de la difusión de Fray Leopoldo. Con el Padre Ángel de León constituyó la Fundación con miras a la creación de una obra social destinada a la atención de las personas mayores, especialmente los más necesitados. Con él realizó diversas gestiones para que Roma ayudase con los fondos destinados a la Causa de Beatificación y Canonización de Fray Leopoldo a la construcción del Hogar para ancianos de Granada, animándole siempre en su labor de Vicepostulador. FRAY DAMIÁN DE LA RAMBLA Conoció en vida a Fray Leopoldo durante su periodo de noviciado en el convento de Granada. A través de su papel como corresponsal de El Adalid Seráfico y de sus correrías como limosnero contribuyó a difundir por todos los pueblos de Andalucía la labor social y religiosa realizada por nuestro Hermano Capuchino. Sin duda alguna, ha sido el fraile que más estampitas ha repartido de Fray Leopoldo y gracias a su mensaje lleno de entusiasmo ha hecho posible que se multiplicara el número de sus devotos, sobre todo en Las Palmas de Gran Canaria. FRAY ALEJANDRO DE MÁLAGA Fue el enfermero de la residencia granadina de los capuchinos cuando Fray Leopoldo sufrió el accidente -se cayó por unas escaleras- y se fracturó el fémur. Fray Alejandro de Málaga es escritor, un fino poeta, que dedicó varios poemas al humilde limosnero. Pero también fue el primero en esculpir su figura en una pequeña estatua, cuando acababa de morir nuestro hermano, siendo ésta una de las primeras referencias artísticas e iconográficas de Fray Leopoldo de Alpandeire. CARMEN MORALES Fue una gran devota de Fray Leopoldo. Desde la muerte del humilde fraile se dedicó con gran entusiasmo a propagar su figura como santo vendiendo estampitas, reliquias, rosarios… los días 9 de cada mes y los domingos antes y después de la misa que se celebra en la iglesia de capuchinos. Gracias a esta mujer, en 1971 tuvo inicio la tienda que hoy forma parte del Museo ubicado junto al convento de los capuchinos en Granada. Carmen Morales ha sido la más entusiasta mujer y una de las que más ha trabajado por la causa de Fray Leopoldo. 83 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Propagandistas de FL ray eopoldo A continuación reproducimos una lista de hermanos fallecidos que con sus entusiastas descripciones, escritos y obras, especialmente publicados en El Adalid, han contribuido a difundir de forma universal la figura de Fray Leopoldo. Por motivos de espacio sería imposible reproducir esta larga lista de poesías, artículos... Toda esta documentación se encuentra en la actualidad en el Archivo de la Vicepostulación de Fray Leopoldo de los Hermanos Menores Capuchinos de Andalucía. Fray Félix de Lopera Fray Joaquín de Antequera Fray Jacinto de Chucena Fray Claudio de Trigueros Fray Jerónimo de Málaga Fray Faustino de Sanlúcar Fray Romualdo Galdácano Fray Marcelo de C. del Río Fray Juan B. de Ardales Fray Joaquín de Antequera Fray Diego de Valencina Fray Silvestre de Melilla Fray Rafael M. de Antequera Fray Julián de Montefrío Fray Luis A. de Sevilla Fray Andrés de Málaga Fray Sebastián de Ubrique Fray Buenaventura de C. Vega Fray Pastor de Cañas Fray Salvador de Montefrío 84 Fray J.Mª de Pozoblanco Fray Agustín de Antequera Fray Diego de Guadix Fray Fco. J. de Villanueva El Excelentísimo Ayuntamiento de Granada, con ocasión del cincuentenario de la muerte de Fray Lepoldo, nombró Hijo Adoptivo de la Ciudad al popular frailecillo limosnero de la Orden Capuchina 23 de junio de 2006 HORARIO DE VISITAS A LA CRIPTA DE FRAY LEOPOLDO TODOS LOS DIAS DE 9:30 A 13:15 HORAS Y DE 16:30 A 20:00 HORAS MISAS EN LA CRIPTA DE FRAY LEOPOLDO TODOS LOS DIAS, A LAS 8 Y 9 DE LA MAÑANA, EXCEPTO DOMINGOS, FESTIVOS Y EL DIA 10 DE CADA MES. LOS DIAS 9 EL HORARIO DE MISAS ES EL SIGUIENTE: 8, 9:30, 10:30, 12:00, 19:00 Y 20:00 A LOS GRUPOS QUE DESEEN VISITAR SU TUMBA Y A LOS QUE ORGANIZAN ESTAS PEREGRINACIONES Para atenderles como merecen y para que su visita termine con una oración común dentro de la cripta donde está la tumba del siervo de Dios, avisen con tiempo el día y la hora, lo más aproximada posible, de su llegada así como el lugar de donde vienen. Llamen para ello a uno de estos teléfonos: 958 202317 - 958 275352 www.frayleopoldo.org Fueron con otros de los primeros trabajadores de la Tienda Propaganda Fray Leopoldo. (Avda. Divina Pastora, 11. Granada). José Antonio Navarro Muñoz y Juan Manuel Navarro Muñoz. Desde estas líneas, gracias por el trabajo desempeñado durante todos estos años. Para venta de libros, medallas, almanaques, estampas, vídeos, rosarios, etc. Telf.: 958 275352 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte DE CÓMO FRAY LEOPOLDO INTERCEDIÓ POR SUS PERSEGUIDORES na de las bienaventuranzas evangélicas dice "Bienaventurados los perseguidos por el nombre de Cristo porque su recompensa será grande en el reino de los cielos". San Francisco de Asís acepta y recibe para su vida y la de sus frailes este lema poniendo la perfecta alegría en saber soportar con paciencia, sin alterarse y sin murmurar las injurias, crueldades y rechazos. u e l ambiente creado en Granada, a raíz de la instauración de la segunda república en España, no era nada favorable ni a la religión ni a los que por su condición de religiosos se mostraban ante el mundo en lo que era. Fray Leopoldo en circunstancias tales toma, en cierta ocasión, uno de los tranvías de cercanía. No creía que su presencia podía ser provocativa para ciertos elementos, quienes apenas lo vieron la emprende contra él diciéndole: "So vago, a trabajar". Como si con él no fuera, seguía en su asiento desgranando las cuentas de su rosario. Tan indignante llegó a resultar el escarnio, que el cobrador solicita la intervención de la guardia municipal, que obliga a los perturbadores abandonen el tranvía, a lo que se resisten. Sólo entonces se oye la voz de Fray Leopoldo para interceder ante aquellas fuerzas del orden público por sus ofensores, lo que, no cabe duda, desconcertaría a aquellos revolucionarios de tan cortas miras. En alabanza de Cristo y de su pacientísimo siervo Francisco. Amén. las l i c e flor e d ldo o p Leo y a Fr 88 La Granada de Fray Leopoldo INICIOS DEL SIGLO XX. Antigua vista de la zona del Triunfo en Granada. Puede verse a la derecha el Hospital Real, el antiguo convento de Capuchinos con la huerta (que conoció Fr. Leopoldo), la antigua plaza de toros, en esa zona, y la avenida de la parte baja que era el Camino Real de Santa Fe. La edificación grande en primer plano era el convento de la Merced. Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte EL HOGAR-RESIDENC UNA OBRA INSPIRADA EN U n animoso grupo de seglares y una representación de los Frailes Capuchinos, aglutinados por el ejemplo de humildad y amor al prójimo de Fray Leopoldo, se habían constituido en Patronato de una Fundación que se marcó como único objetivo el de brindar un hogar confortable a un centenar de ancianos afectados por dos de las más graves dolencias de la sociedad actual: la soledad y las dificultades económicas, la ausencia de amor y la carencia de medios. Aquel 9 de febrero de 1981 el entonces P. General de la Orden Capuchina Fr. Pascual Rywalski, quien bendijo las instalaciones, el Vicepostulador de la Causa Fr. Ángel de León, así como el Presidente del Patronato de la Fundación Feliciano García, resaltaron los objetivos señalados para un proyecto rebosante de ilusiones que se materializaba en la que era, y sigue siendo, la única residencia-hogar de ancianos de los Franciscanos Capuchinos en todo el mundo, una obra ubicada físicamente en el mismo solar del antiguo convento capuchino de Granada, apenas a unos metros de la humildísima celda del Fraile pedigüeño, al calor amoroso de la cripta en la que reposan y se rinde fervor a sus restos. Aquellos objetivos se vienen cumpliendo desde la inauguración. Calladamente, pero con una dedicación total por parte de esta gavilla de buenos profesionales, ejemplares cristianos, y de los frailes que representan a la Orden Capuchina, la tarea emprendida se mantiene de manera permanente para un centenar de ancianos, procedentes a lo largo del tiempo de muy diversos puntos de España, desde Zaragoza a Valladolid, desde Valencia a Murcia y, por supuesto, desde todas las provincias andaluzas. De esos casi 100 residentes, cerca de la mitad están impedidos, aunque todos ingresaron con salud suficiente como para desarrollar una vida familiar que no les exigía, como ahora, una asistencia tan experta como constante. Esta situación afecta muy crudamente a los aspectos financieros de la Fundación, pues ha sido preciso incrementar notablemente el número y especialización del personal que con tanto mimo como entrega atiende a los residentes. Esta situación, lógica por otra parte, se materializa en un incremento más que notable de los costos de mantenimiento del Hogar. La “Ley de vida” nos recuerda cada día que aquellos primeros residentes de hace 25 años y quienes los han sustituido, crecen en edad al tiempo que se incrementan sus dificultades físicas. Sin embargo, los miembros de la Fundación que rige este entrañable hogar-residencia tienen el pleno convencimiento de que con su persistencia y la voluntad de Dios, muy pronto será posible una residencia más amplia, mejor dotada, aún más acogedora. 90 El cincuentenario de la fecha de la mu recordarnos a todos una realidad en mar cio de la Orden Capuchina. Nos referim una obra de singular calado social surgida diciones de los Hermanos Menores Cap Un hogar-residencia que hubo de super antes de ver alzados sus muros y poder provenían de unas instalaciones ced Capuchina] días después de la inaugurac de febrero de 1981, con motivo del XXV ejemplar limosnero. Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte CIA FRAY LEOPOLDO, EL ESPIRITU DEL FRAILE uerte de nuestro Siervo de Dios viene a rcha en la incansable vocación de servimos al Hogar-Residencia Fray Leopoldo, a de la iniciativa, el patrocinio y las benpuchinos de la Provincia de Andalucía. rar numerosas dificultades de todo tipo recibir a sus primeros residentes, [que idas provisionalmente por la Orden ción de sus modélicas instalaciones el 9 V aniversario de la muerte del humilde y por José Luís Kastiyo Fundación Fray Leopoldo y Capuchinos andaluces, unidos por una misma causa La colaboración entre los Hermanos Menores Capuchinos de Andalucía y la Fundación Fray Leopoldo se ha hecho cada vez más estrecha gracias a los actos celebrados con motivo del 50 aniversario de la muerte de Fray Leopoldo de Alpandeire. Ambas instituciones se han marcado como objetivo potenciar al máximo la Fundación, alcanzando una proyección social con el fin de ampliar la obra social creada gracias a los donativos de los devotos a Fray Leopoldo. Se trata de ofrecer respuestas para los nuevos colectivos en situación de exclusión social, mejorando y ampliando los servicios existentes para las personas mayores más necesitadas. Hace ya un año que comenzó dicha colaboración entre los Capuchinos y la Fundación Fray Leopoldo, aportando ésta última un equipo humano maravilloso, con un cariño excepcional al humilde frailecico, y, sobre todo, en constante actitud positiva de cara a apoyar cualquier proyecto que suponga ampliar la cobertura de ayuda para los más desfavorecidos. Los mayores suelen hacer a diario sesiones de gimnasia en el Hogar. 91 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Fray Mariano Ibáñez A la derecha: Hermanos Capuchinos que son vocales en el Patronato de la Fundación Fray Leopoldo; a la izquierda: todos los patronos de la Instituación cuyo Presidente es Feliciano García Aprovechamos este espacio para dar a conocer a los miembros del Patronato y agradecerles públicamente la confianza que han depositado en la Orden de los Frailes Menores Capuchinos de Andalucía. En proyecto, un innovador centro de mayores Fray Antonio Ruiz Fray Rafael Pozo Entre los actos organizados por los Capuchinos con motivo del 50 aniversario de la muerte de Fray Leopoldo cabría destacar la apertura de un centro de servicios especializados para mayores, que se construirá en la zona del Serrallo, en Granada. El complejo se construirá utilizando las más modernas tecnologías. Además contará con viviendas inteligentes adaptadas al uso de las personas con discapacidad. El centro estará dividido en zonas determinadas para responder a la demanda de cada beneficiario, existiendo estancias individuales, de pareja, para personas válidas y para asistidas. Tendrá también un programa de atención diurna, una zona para estancias cortas y servicios comunes como comedor o lavandería, que servirán para apoyar los programas del Ayuntamiento o la Junta de Andalucía. Para su construcción, el Consistorio granadino ha cedido un solar de 8.000 metros cuadrados junto al Serrallo. Fray José Antonio Márquez Fray Francisco Luzón Garrido Presentación del proyecto del centro en el Ayuntamiento de Granada 92 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Santiago Benavides Mateo Torres Mariano Luján Juan Antonio Torres José Luis Kastiyo Francisco Benavides Feliciano García Antonio Robles Francisco Pérez Agustín Laborde. Uno de los patronos fundadores de la institución, hoy ya fallecido, sin duda alguna dejó una huella imborrable tras su trabajo para la creación del hogar. Asimismo, también escribió el libro ‘Testigo de paz’, sobre Fray Leopoldo. Colocación de la primera piedra del Hogar Fray Leopoldo para personas mayores. Año:1978 En la imagen aparece Fray Mariano Ibáñez, Fray Andrés de Málaga, Fray Ángel de León, Fray Buenaventura de Cogollos Vega, Fray Salvador de Montefrío, religiosas del Rebaño de María y seglares que constituirían luego el Patronato de la Fundación Hogar Fray Leopoldo. 93 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Un día para Miles de personas rezaron el 9 de feb L a celebración del 50 aniversario de la PALBRAS DE ADMIRACIÓN muerte de Fray Leopoldo de Alpandeire Todos los que le acompañaron en la mesa tuvo lugar en Granada los días 8 y 9 de febrero, y fueron presididos por el Cardenal tuvieron palabras de adhesión y exaltación de la Saraiva, Prefecto de la Congregación de la figura de nuestro hermano: el Sr. Alcalde de Granada, José Torres Causa de los Santos. A los Hurtado, nos comunicó que actos acudieron miles de perLa celebración del 50 aniversario el Bando que declara a Fray sonas llegadas de todas partes de la muerte de Fray Leopoldo de Leopoldo hijo adoptivo de de España, que guardaron Alpandeire tuvo lugar en Granada se había tomado por horas de cola para rezar ante Granada los días 8 y 9 de febrero, unanimidad en la corporación la tumba del Siervo de Dios. y fueron presididos por el municipal; la alcaldesa de Dos de los momentos más Cardenal Saraiva, Prefecto de la Alpandeire, Raquel Mena señalados fueron, sin duda, el Congregación de la Causa de los perteneciente a IU- pidió la sentido pregón de Tico Santos. A los actos acudieron pronta beatificación de su paiMedina y la entrañable confemiles de personas llegadas de sano, ya que tratándose de él rencia de José María Javierre. todas partes de España, que guarno hay ideología que lo Durante los días 8 y 9 del daron horas de cola para rezar supere; fray Rafael Pozo, pasado mes de febrero, los ante la tumba del Siervo de Dios. comisario de los actos del cincapuchinos andaluces celeDos de los momentos más señalacuentenario, nos llenó de braron en Granada el 50 anidos fueron, sin duda, el sentido esperanza con la presentación versario de la muerte del pregón de Tico Medina y la del nuevo Centro Fray Siervo de Dios Fray Leopoldo entrañable conferencia de José Leopoldo, que va a comenzar de Alpandeire. Exceptuada María Javierre. a construirse; D. Feliciano la provincia de Cataluña, García, presidente del todos los demás hermanos Patronato Fray Leopoldo, nos transmitió sus ministros provinciales de la Península asistieron presididos por el hermano Vicario General, deseos de que ese nuevo Centro nos haga más Aurelio Laita, que también traía la representa- cercana su figura benefactora; el mismo Mons. José Saraiva ensalzó a Fray Leopoldo; el Sr. ción del Ministro General. Los actos comenzaron en la tarde del día 8 en Arzobispo de Granada, Francisco Javier el Aula Magna de la Facultad de Medicina de la Martínez, mostró su admiración por los muchos Universidad de Granada, bajo la presidencia del comentarios que desde su llegada a Granada ha Emmo. Sr. Cardenal Saraiva, Prefecto de la tenido del mismo y, finalmente, Fray Mariano Congregación de las Causas de los Santos. Se Ibáñez, Ministro Provincial de la Provincia de había desplazado desde Roma, precisamente Andalucía, agradeció -en nombre de todos los para inaugurar e iniciar los actos conmemorati- capuchinos- la presencia de tantas e ilustres personas que se sumaron a estos actos. vos de este cincuentenario. 94 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte el recuerdo brero ante la tumba de Fray Leopoldo UN PREGÓN MUY SENTIDO asociado a nuestra Orden Capuchina gozando de todos los privilegios como un religioso más. Si todos correspondieron a las expectativas Tico lo recogió con emoción y sentido agradeesperadas, mención especial aparte ha de cimiento. hacerse, sin embargo, al pregón que de estos Al día siguiente, 9 de febrero, a las ocho de la actos tuvo el gran devoto y admirador de nues- mañana, se celebró la Eucaristía de apertura del tro hermano, el periodista Tico Medina. Lo ini- Año Jubilar en la hermosa y gran iglesia conció recitando el verso de Icaza, que modifica ventual. La presidió Mons. Saraiva juntamente para la ocasión: "Dale limoscon el Sr. Arzobispo de na, mujer, que no hay en mi Granada y el Vicario General vida nada, como la alegría de de la archidiócesis, a quienes hablar de Fray Leopoldo en acompañaban cinco de los Granada". El admirado perioministros provinciales de la dista supo hacerlo como CIC, con sus acompañantes y nadie y de la forma que sabe, otros capuchinos y sacerdollegando al corazón del audites. La iglesia estaba totaltorio. En varios momentos de mente llena de fieles -a pesar su discurso se llevó el aplauso del frío y lo temprano de la del público que abarrotaba hora- que se habían desplazaaquella Aula Magna, deseosa do hasta allá para visitar su siempre de que le hablaran tumba. La homilía del Sr. del hermano. No defraudó Cardenal fue sentida, y reflenunca en sus afirmaciones jó una precisa catequesis en vertidas a lo largo de su disconsonancia con la celebracurso, por lo que el aplauso ción y el motivo del día. Por final fue largo, sincero y senotra parte, merece destacar tido. Por eso, se mereció, en que durante todo el día la consecuencia, lo que a contitumba de Fray Leopoldo se nuación se le concedió por vio siempre repleta de fieles medio del hermano Alfonso que, en largas colas, esperaRamírez Peralbo, actual viceban en la calle su hora para postulador de la causa. En poder pasar por ella y besarla. nombre del Ministro General Asimismo, se debe anotar de los Hermanos Menores que todas las misas oficiadas Tico Medina con Fray Alfonso Ramírez. Capuchinos, John Corriveau, en la iglesia estuvieron totalle hizo entrega de un bonito y muy bien diseña- mente concurridas de fieles, formándose adedo pergamino concediéndole el privilegio de ser más largas esperas ante los confesonarios. 95 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Intervenciones. A la izqda.: Fray Rafael Pozo (Comisario del 50 Aniversario). Arriba: Fray Mariano de Sanlúcar, Ministro Provincial. Los actos de Granada finalizaron con un broche de oro en Madrid, la tarde del 20 de febrero. Ese día, a las 7 de la tarde, en la cripta de la Iglesia de Jesús de Medinaceli, tenía lugar la constitución del Tribunal, por Decreto del Sr. Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María Rouco Varela, que ha de presidir las sesiones del Proceso sobre un milagro, acaecido en Madrid y atribuido a la intercesión del Siervo de Dios Fr. Leopoldo, en orden a su beatificación. Hermanos Capuchinos de Andalucía, de la Provincia de Castilla, los testigos del Proceso, familiares y amigos de Fray Leopoldo se dieron cita en un acto que, de por sí, mantuvo el aliento y la emoción en todos los participantes. CONFERENCIA DE JAVIERRE La conclusión de los actos de la apertura de este Año Cincuentenario tuvo lugar por la tarde del dicho día 9, también en la misma Aula Magna de la Facultad de Medicina de Granada, con una clara y convincente conferencia del ilustre sacerdote y periodista José Mª Javierre, quien expuso, con su conocida maestría, arte, amenidad y competencia la sencilla y humilde figura de nuestro hermano Fray Leopoldo, recorriendo los diversos estadios de su larga y fecunda vida. También en esta ocasión la referida Aula estuvo repleta de gente ávida de conocer al Siervo de Dios, y atraída, asimismo, sin duda, por la personalidad del conferenciante. A la izquierda: Fco. Javier Martínez, Arzobispo de Granada. Raquel Mena, Alcaldesa de Alpandeire, pueblo natal de Fray Leopoldo. 96 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Monseñor Saraiva saludando y recogiendo un cuadro de manos de Fray Mariano. Arriba: El Coro dirigido por Fray Eloy Rivas. 97 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Testimonios T odos los días 9 de cada mes acuden a visitar el sepulcro de Fray Leopoldo decenas de devotos de todas partes del mundo. El 9 de febrero de este año no podía ser distinto. Las expectativas no sólo se cumplieron, sino que se desbordaron. Fueron cientos, miles, las personas que pasaron por la cripta del limosnero capuchino, y cada uno de ellos traía a cuestas una historia, un ruego y mucho agradecimiento. Las calles adyacentes a la entrada del convento de los frailes menores capuchinos de Granada se abarrotan de puestos y kioscos donde se podían comprar estampitas, rosarios, recuerdos del fraile y flores. Uno de esos puestos lo administra desde hace años una granadina, que ha vivido siempre en el mismo barrio que Fray Leopoldo. Puesto de flores regentado por una mujer que lleva años y que incluso llegó a conocer a Fray Leopoldo. “Aún me acuerdo de verlo pasear por estas calles, con sus pies medio descalzos, pidiendo limosna. Yo me acercaba y le besaba el cordón. Le tengo mucha devoción y los días 9 de febrero siempre vendo claveles para él aquí, a la entrada del convento, y como cada año viene más gente, yo lo visito cualquier otro día, como vivo al lado…”, afirmaba el pasado mes de febrero. 1.- Nieves Medina (El Morche, Málaga) La devoción a Fray Leopoldo le viene por tradición familiar, ya que vivían en Granada y conocieron al Siervo de Dios en vida. Lleva más de 20 años visitando los 9 de febrero la tumba del limosnero, y a él le atribuye la curación de un allegado, a quien no le dieron más de tres meses de vida, y quien, después de quince años, sigue trabajando. “Cuando se llega aquí, no sabe uno decir lo que siente”, explica. 98 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte A la izquierda: una devota de Málaga; a la drcha: un niño ya admirador del humilde frailecillo de Alpandeire. 2.- Arturo viene de Almería acompañado por su madre. Apenas ha cumplido los 10 años y no es la primera vez que viene a ver la cripta de Fray Leopoldo. Su madre asegura que tiene múltiples cosas que pedirle al humilde limosnero, y el niño tiene clara su petición: “Soy hijo único y vengo a pedirle a Fray Leopoldo un hermanito”, dice mientras mira a su madre con ojos suplicantes. 3.- También llegan devotos de Córdoba y su provincia. Eli viene concretamente de Baena con un ramo de flores blancas para entregarle al frailecito. “Me han pasado cosas y por eso vengo”, apunta en un primer momento, tras romper el silencio del que no quería salir. Poco a poco, mientras le contamos que recogemos testimonios para la revista de Fray Leopoldo, no duda en aclararnos esas “cosas”: “Hace un tiempo tuvieron que operarme, era una situación complicada y ahora, fíjate, no tengo nada, estoy curada”. Esta devota, tras una grave operación hoy está perfectamente. 4.- De Cádiz también proceden algunos devotos que hacen cola desde altas horas de la mañana en la entrada de la Cripta de Fray Leopoldo. Juan, María, Cristina y Ana son de Ubrique y Benaocaz. Algunos de ellos es la primera vez que visitan a Fray Leopoldo y lo han conocido a través de amigos que les han hablado de él. “A ver si me hace caso, a ver qué siento cuando esté junto a su sepulcro”, explica uno de ellos un tanto escéptico a los favores del Siervo de Dios. Ese día pasaron familias enteras y grupos de amigos. 99 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte 5.- Esta familia viene de Barcelona, concretamente de Castelldefels. “Yo tengo una tía monja que conoció a Fray Leopoldo y fue ella quien nos inició en la devoción”, comenta Manuel. “Nos daba estampas del fraile, y ahora vengo con mi mujer y mi hijo a visitarlo, y a pasar esas estampas por su tumba”, prosigue. 6.- Fali viene de Cartaya (Huelva) con un grupo de devotas de Fray Leopoldo. Hace siete u ocho años que viene a rezar ante la tumba del limosnero. Esta devoción se la transmitió su madre, que todos los meses le regalaba estampas y almanaques de este fraile capuchino. “Le tengo mucho cariño, es alguien especial, e intento cuidar este fervor como me enseñó mi madre”, declara. 7.- María Yedra Cordero viene de Jaén con Nisa Cobo. Hace años que tiene como tradición visitar el 9 de febrero la cripta de Fray Leopoldo. “¿Qué si me ha hecho favores Fray Leopoldo? Te voy a contar uno”, dice entusiasmada. “Hace ya 18 años, me encontré en el hospital de Jaén a la hija de una vecina mía de Baeza. Y me dijo que su madre, Francisca, estaba muy mal y que los médicos le daban 9 días de vida. Yo, entonces, pensando en Fray Leopoldo le dije que aquí le daban esos días, pero que arriba (en el Cielo) le daban más de 9 años. Fui a visitar a la médico y le pedí que cuando viera a la enferma le pasara la estampa de Fray Leopoldo. La médico me dijo que ya le había pasado la de Josemaría Escrivá de Balaguer, pero que estaba muy mal e iba a servir de poco. Yo le dije que aunque sabía que ese era otro santo muy bueno, yo quería confiarle esta curación a Fray Leopoldo, que seguro que me la concedía. Así lo hizo, y ya hace más de 18 años que pasó aquello y Francisca sigue viva”. 8.- Isabel Martínez es de Horcajo de Santiago (Cuenca). A Isabel, que no había fumado ni bebido nunca, le detectaron hace ya unos años un cáncer y le tuvieron que estirpar un pulmón. La operación duró siete horas, y recuerda, mientras estaba en la mesa de operaciones, cómo Fray Leopoldo le daba la mano. Hace ya seis años de aquello y ahora está plenamente curada. Los médicos aún siguen sorprendidos de su total curación. 100 Esta familia se trasladó desde Barcelona a Granada. Este grupo de amigas acude a la tumba desde hace años. Tras una enfermedad, estas amigas vienen a la cripta. Otro ejemplo de un posible favor del Siervo de Dios. DE CÓMO FRAY LEOPOLDO SABÍA TRATAR A LOS DEMÁS CON DELICADEZA Y CORTESIA elatan las crónicas franciscanas que cierto día, Francisco y un compañero llegaron al atardecer a casa de un hombre cortés e hidalgo que les recibió y hospedó con grandísima devoción y cortesía, como a ángeles del cielo. Aquel gentil hombre los había abrazado y besado amigablemente, les había lavado los pies, se los había enjugado y besado humildemente, había encendido el fuego y preparado la mesa con muchos y buenos manjares y los había servido con alegre semblante. r na vez que repusieron fuerzas, Francisco y su compañero, abandonaron la casa y retomaron el camino polvoriento y, por el angosto sendero que se hundía en el bosque, se fueron adentrando en la espesura de la arboleda bajo la luz de la luna llena. Y en un lugar donde el sendero se hacía más difícil, se sentaron ambos al borde del camino sobre unas rocosas piedras que se encontraron. Francisco no salía de su asombro ante tanta cortesía, amabilidad y generoso ofrecimiento y comentó a su compañero: “En verdad que este hombre era bueno para nuestra compañía. ¡Es tan agradable y reconocido a Dios, y tan amable y cortés, hermano carísimo, que la cortesía es una de las propiedades de Dios, que por cortesía da el sol y la lluvia a justos e injustos y es hermana de la caridad, que apaga el odio y fomenta el amor”. u e natural rudo, Fray Leopoldo se había dejado pulir por la gracia, dejando que Dios refinara su espíritu. Y el calor de este relato franciscano y las palabras de Francisco sobre la cortesía de aquel gentil hombre, al calor también de las palabras de Pablo en su primera Carta a los Corintios: "El amor es paciente, es afable, no tiene envidia, no se jacta ni se engríe, no es grosero ni busca lo suyo, no se exaspera ni lleva cuentas del mal". Fray Leopoldo había descubierto el verdadero sentido de la delicadeza y de la cortesía para con los demás. Su finura social es digna de admirar. Resulta asombroso verlo tratar con finísima educación con las personas más distinguidas de la sociedad. Dicen, los que lo conocieron, que su conversación era de una finura tan exquisita que daba gusto tratar con él. Había que verlo a sus años, apoyado en su bastón, subir penosamente las escaleras de un bloque de pisos, llamar a la puerta y preguntar: ¿Cómo está su esposo? o ¿cómo está su señora? Bien, Fray Leopoldo, ¿y su hija mayor? ¿Y sus hijos pequeños? ¿Y la muchacha? d e dio el caso de preguntar al Gobernador Civil de Granada por su señora siendo éste soltero. Su cortesía no era otra cosa que el fruto de su exquisita caridad para con los demás. En los años del "hambre", pasó por el convento de Granada el religioso que en los últimos años de su vida sería su enfermero. En aquellos años tenían los religiosos racionados el pan y el azúcar en el desayuno. Un día, sin embargo, nadie reparó en que el religioso huésped sólo tenía para el desayuno un poco de café de cebada. Bueno, alguien se había percatado de ello, era Fray Leopoldo que con su fina sensibilidad y exquisita caridad se había dado cuenta. Y durante aquellos días, a la hora del desayuno, iba a buscar a aquel huésped para compartir con él su pequeña porción de pan y azúcar. s En alabanza de Cristo y de Francisco. Amén. las l i c e flor e d ldo o p Leo y a Fr 101 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Un retrato pintad El cuadro de Fray Leopoldo es obra E n el convento de Capuchinos de la constantes y serias adversidades y que, contra Ronda, en Sevilla, se celebró el pasado viento y marea, ha logrado hacerse un nombre mes de enero un acto de alto prestigio en el mundo en el que fue presentado el no siempre fácil de la pintura. La presentación del cuadro que cuadro de fray Leopoldo realiDiscípulo de Eugenio conmemora el 50 aniversario de zado por el pintor extremeño Hermoso en Madrid, Valdés la muerte del Siervo de Dios Fray Juan Valdés dentro de la prorecató en Sevilla, donde entaLeopoldo de Alpandeire, obra gramación general conmemobló una estrecha amistad con del reconocido pintor extremerativa del aniversario de la el profesor Antonio ño-sevillano Juan Valdés, tuvo muerte del siervo Dios. Zambrana. Fue profesor en lugar en el convento de los Después de breves palabras de Morón y en Las Palmas y, tras Capuchinos de Sevilla a finales presentación de fray Rafael participar en 1975 en la III del mes de enero. El historiador Pozo Bascón, habló el provinBienal de “Blanco y Negro”, Joaquín Manuel Álvarez Cruz cial de la Orden, fray Mariano obtuvo la beca “Diego hizo un breve recorrido por la Ibáñez, quien, a su vez, preVelázquez” de la Diputación trayectoria profesional y personal sentó al profesor de Historia de Sevilla, que le permitió del artista. del Arte Joaquín Manuel ampliar estudios en Italia. Álvarez Cruz. Éste describió Expuso en Tokio y creó el la ejecutoria vital y artística de Juan Valdés, un retrato de los reyes Juan Carlos y Sofía para la creador que se ha hecho a sí mismo en medio de Exposición Universal de 1992. Presentación del cuadro conmemorativo del 50 Aniversario en el Convento de Capuchinos de Sevilla. 102 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte do con el corazón a del reconocido pintor Juan Valdés El autor del cuadro realizado para celebrar el 50 Aniversario: Juan Valdés. UN HOMBRE DE FE Juan Valdés fue víctima de un gravísimo accidente de tráfico que lo mantuvo en silla de ruedas. Con voluntad férrea, se recuperó hasta poder abandonar la silla y se entregó con fuerza renovada a la creación pictórica. El profesor Álvarez Cruz se refirió finalmente a la actividad de Juan Valdés como autor de retratos y lo definió como "uno de los mejores retratistas de la pintura sevillana actual". Valdés, por su parte, se refirió durante su inter- vención a los que él describió como sus "altibajos en la fe" y dijo que la fe recibida en la infancia fue siempre un referente en su vida. Aludiendo al cuadro de fray Leopoldo, el artista dijo que, sobre todo, está hecho con el corazón. Fray Rafael Pozo ofreció, finalmente, detalles de las conmemoraciones del cincuentenario de fray Leopoldo. Algunas ellas se celebrarán en Granada, que guarda la tumba de popular limosnero. Y algunas contarán con la presencia del Cardenal Saraiva Martíns, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. 103 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Pregón de T C ardenal, Arzobispo, Alcalde, Rector, Esta tarde, tan cerca de donde en su día habiFray Mariano, Feliciano, Alcaldesa de tó con humildad, generosidad y eficacia este Alpandeire, Hermanos Capuchinos a los arcángel solidario que fue Fray Leopoldo de que he tenido siempre la suerte de encontrar por Alpandeire, se consigue y se consuma el milagro tantos lugares del mundo de que el Cronista Oficial de hace un momento un fraile de la Ciudad de Granada se conDale limosna, mujer, aquí cerquita me decía: ¿te vierta en el Cronista espiriQue no hay en la vida nada, acuerdas cuando nos vimos tual, sentimental, tradicional Que no hay en mi vida nada en Bangkok y yo iba a incluso, de lo que podemos Filipinas y tú ibas a Vietnam, llamar la lealtad de Granada. Como la alegría de hablar en el año 72? Rafael, con el Señor Cardenal, estamos De Fray Leopoldo en Granada. que hablábamos no hace recordando a un hombre divimucho de la tierra de Petén, no, a un obrero de Dios, a un del Petén de arriba, cálido, húmedo, y tremendo, campesino de la solidaridad, como fue nuestro de Guatemala. Capuchinos del Mundo, querido Fraile al que en hoy en parte -y sólo en partePadre Javierre, que te han encomendado el quiero y vengo a agradecerle los servicios prestahacer el retrato -tú que eres un admirable retra- dos a toda una vida, como la mía, de contador de tista de Dios- de Fray Leopoldo, Autoridades historias en la que la suya siempre fue para mí la Militares, Civiles, Pueblo de Granada. más hermosa, la más sencilla, la más verdadera La intervención de Tico Medina fue una de las más emotivas del acto conmemorativo. 104 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Ti c o M e d i n a de cuantas conté y canté hasta el día de la fecha. Este Hijo Adoptivo de Granada, del cual hace algunos días se hizo eso tan hermoso como es un Bando Municipal, formidable. Viene usted en su raíz, Cardenal, Príncipe de la Iglesia, de un pueblo hermano y sureño de Europa, como el nuestro, como el del Fraile. Y este es el retrato de un campesino inolvidable y cercano, que conmemora, en su propia carne, en su propia vida, y en su propia muerte el documento bellísimo y actual de hoy mismo del Papa Benedicto, al que el otro día hacía alusión el Arzobispo en la fiesta de San Cecilio: Dios es Amor. Fray Leopoldo fue el Amor, el Desprendimiento, la más hermosa sonrisa que yo he visto en mi vida, yo que soy un detector y un narrador de las sonrisas más fascinantes del planeta. Porque yo, de niño -y toda Granada lo sabe desde hace muchos años- yo he visto en persona, en carne y hueso, con estos ojos que se ha de comer la tierra, la sonrisa y el destello, la luminosidad no de este mundo de aquel Fraile, pobre, con lo puesto, que caminaba a saltos como los olímpicos de la vieja Iglesia eritrea, aquel huertano del hábito marrón, aquel profesor analfabeto; y aquel niño Escolástico que se asomaba, a ver si lo veía, camino de su oficio de artista y artesano, a pedir sin pedir, sobre sus duros pies desnudos, los sabañones de Dios, como aquellos otros pies, terribles, de tierra y barro, de la Madre Teresa de Calcuta, que se le parece tanto en tantas cosas a nuestro Fraile, y a la que yo subí a ver un día a aquel galpón de la muerte de Calcuta, donde, bajo una corona de buitres, Madre Teresa repartía la única medicina de la cual podía disponer: una caricia sobre la piel de los pobres moribundos, una brizna de amor sobre las heridas de los que nunca nada recibieron de nadie. Ese día, sin duda alguna, el Aula Magna de la Facultad de Medicina estaba abarrotada. 105 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Como Fray Leopoldo. Al que llevo siempre conmigo, y yo soy un detector de metales preciosos, soy un buscador de oro en la basura de la vida. Y lo llevo siempre conmigo, como quien lleva de verdad en el tiempo de la mentira, como quien lleva todo lo que tiene, al hombre que lo daba todo aunque nada tuviera. Y lo llevo en mi medalla al cuello. Cada día. Junto a mi Cristo de los Balleneros, o quizá, probablemente, junto a mi Cruz de Belén, junto a mi Virgen de Guadalupe, y junto a mi grupo de sangre, con mi nombre, por si algún día encuentran mi cuerpo sin cabeza en una cuneta. Y lo tengo en mi casa, y en mi vida, y en la vida de mis hijos, de mi mujer y de mis nietos. Y lo tengo en bronce, como el pie de una lámpara a cuyo pie escribo. Y lo tengo en sepia, como estampa. Y lo tengo en barro, entre mis trofeos de cazador, a veces de pieza. Y lo tengo en plata, en mi llavero, en el llavero por ejemplo de mi casa. Y lo tengo también en el de mi coche. Y sobre todo lo llevo aquí, aquí dentro, como un ascua, vivo, cada día más vivo, en el forro de mi alma. Y lo hago por egoísmo, por necesidad, porque cuando lo llamo está. Porque cuando le pido, me Momento de la intervención de Tico Medina. da. Y porque cuando se le llama su telefonillo de galena no está nunca, nunca descolgado. Y lo digo en el tiempo de los móviles, porque siempre que le llamo, mi querido Fray Leopoldo, nunca está usted comunicando. Y sobre todo porque lo he visto en miles de gentes: en la Gran Muralla de la China, en las tierras lejanas de Usuaya, en Argentina, concretamente en los barcos de hielo de la Antártida. Y lo he visto en la Patagonia, y en el Sahara. Y lo he visto en Mindanao, y cerca Fco. Javier Martínez junto a Monseñor Saraiva. de donde ayer mismo los aventureros de la ciencia encontraron un mundo nuevo y fascinante, y lejísimos, yo encontré siempre la paz y la cruz, y la mano abierta, su presencia y su nombre, como algo que está ahí, como el aire para respirar o el agua para beber, el pan necesario para poder continuar. Fray Leopoldo tenía resplandor. Y se lo dice a ustedes quien, como decía Picasso, dice "yo no busco: encuentro". El resplandor de la Madre Teresa, el raro resplandor de Ché Guevara. Y así tengo que decirlo. O el de Hemingway, o el del Papa Juan XXIII. O el de Fray Leopoldo. Y lo recuerdo ahora mismo, entornando los ojos, con su hábito de tierra. Sus manos de panadero, colgada al cinto junto al cordón de su orden aquella talega, aquel costal de Dios con el que se acercaba a los bautizos de pueblo en un carro de mulas, a las bodas cortijeras de las familias pudientes, a los tratantes de ganado en busca de los reales de plata o de oro. Y sin pedir. Mudo. Movía el vientre de su saco y se instituía en el fielato de Dios. Sin perder su sonrisa. Acariciando y sonriendo. Sonriendo y señalando para los demás, siendo el limosnero de Dios, el mendigo de Dios, el obrero de Dios. Pero también haciéndose el cobrador de la contribución del rico para con el pobre. Una asombrosa y constante y cotidiana lección de serenidad, de dignidad -y lo digo en el tiempo de los indignosde humildad. ¿Qué era Fray Leopoldo? Era la Verdad. ¡Cuánto se ha escrito de él en la distancia, cuánto se ha dicho de él en la necesidad! Pero es que yo lo he visto y lo he sentido, y he notado como un viento distinto a su paso. Y luego, en su vida, en su obra, ha sido capaz de tanto tantas veces, contra viento y marea, a contracorriente, incluso de la propia condición humana -en su sopa de 106 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Acto institucional presidido por autoridades religiosas y políticas, como el Alcalde de Granada. ajo, en las llagas de sus pies trabajados, en el rincón de ese huerto en que había coles y rosas. De él que tantas cosas se ha escrito, y él que ha sido capaz de escribir el más hermoso de los libros pero con faltas de ortografía. Este analfabeto de Dios, este malagueño de Alpandeire al que hoy otra vez, aunque sólo sea por agradecimiento, que es una condición humana, Granada quiere darle las gracias, como se las dio hace sólo unos días haciéndolo Hijo Predilecto. No sólo queriéndolo. O no sólo nombrándolo hijo querido, hijo preferido, hijo brillante y deseado, que ya lo es, sino queriéndolo hacer su padre, su tutor, su hermanico, su abuelo, su médico de cabecera, y sé que lo digo en este sitio histórico que es la Facultad de Medicina. Porque además de ser un gurú, un sanador, un consejero de guardia, es nuestro ángel tutelar. Y se llama Fray Leopoldo. Yo he sido en efecto pregonero en Granada, ay mi Granada, de su Patrona la Virgen de las Angustias, de la Navidad, del Albaicín, del Cristo de los Favores, del Corpus, de los Caseteros, y les juro que en este como pregón de hoy noto el brillo, voraz y feraz, de sus ojos sobre mis hombros y su sonrisa fija en mi ya débil nuca y sus manos tendidas, o su mano tendida, para ayudarme, es verdad, pero también para pedirme, y para pedirme para los demás. ¡A cuántas bocas alimentó! Y cuántos espíritus hoy hace crecer. ¡Qué color el de su hábito! Ya de la misma forma que no hay azul como el de la Madre Teresa, no hay marrón como el marrón de su traje de faena. Tan pequeño pero tan grande, tan fuerte. Perdone usted, frailecico, que esté hablando tanto rato tan bien de usted. Tan humano y tan divino. Una vez le llamé el sablazo de Dios. Nunca olvidaré el día en que se cruzaron sus ojos y los míos. Yo era un niño entonces, sorprendido, que veía pasar cerca, como una figura de fuego y de ternura, en la acera del Casino, a aquel enviado especial de Cristo, a aquel Apóstol del Sur. Y yo aquel día, en la noche, en la mesilla de mi cama, Moral de la Magdalena, 12, donde tienen ustedes su casa, apunté con mi mano de niño, esa mano que sólo había escrito algún que otro poema de amor, escribí: “Hoy vi pasar un ángel”. Este es mi Fraile. Este es nuestro Fraile. Sin otra peana que la de cientos y miles de seres humanos atormentados, sufridos, ricos y pobres, heridos de muerte… Este es. Este es este hombre al que yo acudo siempre con mi apedreada y golpeada salud del cuerpo y del alma. Y que siempre necesito. Y si os puedo dar, si me exigís que cuente en alta voz un milagro importante en mi vida, aquí estoy yo en mi palabra y en mi voz, para que conste en el acta de los prodigios. A cada hora, en cada momento, en mis cimas -pocas- en mis simas - 107 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte muchas-: a cada caída, en cada una de sus resu- hoy puede dar fe del milagro diario que en mi rrecciones, él está ahí. Con su raro resplandor, con cuerpo y en mi alma hace aquel que, hace más su sotana corta, con su constante presencia de de sesenta años, ya me hizo caer a mí del caballo herrero prodigioso. Y me mira. Y me ayuda, en del niño incrédulo. esta mierda de mundo en que vivimos, y en el que Os diré, hermanos míos, que este Paco, Paquito, tengo que ser cronista y multiplicar la mentira, la malagueño nuestro, este cabrero y soñador, está miseria humana. Y él me obliga a seguir adelante, hecho con la misma materia con que están sin que me tiemble el pulso. Y me cura de la lepra hechos los Pacos, los grandes Franciscos de la de la palabra falsa, del cáncer de la mentira, de la Iglesia: de Borja, de Asís, de Sales, de Francisco pelagra de la fama. Y yo me siento más puro sólo Javier. De todos tiene, pero, sobre todo, para mí, con verle, solo con recordarle, en aquel olor de que pienso que el periodista debe contar lo que pan duro y caldo de cuneta vio, tiene algo excepcional, que iba dejando a su paso. que le vi, que le he visto: que Fray Leopoldo es un repartidor Esta misma mañana, uno de me ha mirado, de paso, pero de amor. los médicos de Rocío Jurado, me ha mirado y tiene algo Desde el Internet a la cueva el Doctor Mariscal, el médico excepcional, como una luz en no hay mayor verdad que la que presentó a Rocío y a la oscuridad cada vez que lo Verdad de su vida. Ortega, su marido -que los necesito, o sea, que está condos hacían espera para curar migo a todas las horas de mi sus depresiones en la antesala de su consulta- me vida, siempre que lo necesito. llamó por teléfono y me leía, sacando una estamEl Cronista Oficial de Granada ha querido pa del fondo de su cartera de bolsillo, la oración hacer hoy la crónica en vivo y en directo de incluida de Fray Leopoldo de Alpandeire, para quien sé que hoy, como siempre, está ayudando, cuando ya no hubiera más remedio. Y yo le pre- dando, pidiendo, alimentando, sosteniendo, guntaba: ¿Es una estampa con reliquia? Y el curando y haciendo creer entre nosotros. "Dios medico me respondía: ¡con reliquia de su hábito es Amor", insisto, ha dicho el Papa Benedicto. capuchino! Fray Leopoldo es un repartidor de Amor. Desde Eso quiero que sea esta confesión mía para su el Internet a la cueva no hay mayor verdad que proceso de canonización, si vale para algo, de mi la Verdad de su vida. Y mañana, no es que haga puño y letra, esta misma tarde, en la habitación cincuenta años de su muerte, sino que hace de donde en su día sacaron a Federico para la cincuenta años que volvió a nacer. Porque hoy muerte. Esta es la confesión de este contador de Fray Leopoldo está más vivo que nunca. historias, de este coleccionista de asombros, que Muchas Gracias. 108 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte DE CÓMO FRAY LEOPOLDO NO DESAPROVECHABA OCASIÓN PARA AYUDAR A LOS DEMAS ecía San Francisco que la cortesía es una de las propiedades de Dios, que es hermana de la caridad y que apaga el odio y fomenta el amor. Así debería entenderlo fray Leopoldo que no desaprovechaba ocasión alguna, a pesar de sus años, para servir y ayudar en todo a sus hermanos. Nos cuenta su enfermero cómo cierto día estando ya la iglesia del convento cerrada al público, entró él en el coro alto para hacer un rato de oración. y estando recogido en silencio, oía un extraño ruido que parecía provenir de una de las naves laterales de la iglesia conventual. Pensó el devoto religioso que sería algún ratero que con sus consabidas artimañas estaría “limpiando” los cepillos de la iglesia y bajó sigilosamente para sorprender in fraganti al ladrón. Pero cual no sería su sorpresa cuando, con la penumbra de la iglesia, sorprendió a fray Leopoldo que trabajosamente, apoyado en su bastón e inclinado sobre el suelo estaba con un cuchillo raspando la cera de las baldosas de la solería de la iglesia. Su enfermero intentó disuadirlo de mil modos de aquel penoso trabajo que, con tanta incomodidad, estaba realizando a sus 92 años, pero fray Leopoldo le dio esta respuesta: “No, hermano, pobrecita la mujer que limpia la iglesia y hace estos duros trabajos; hay que ayudarle”. d En alabanza de Cristo. Amén. florecillas de Fray Leopoldo 109 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte “Seré, si Dios quiere, un propagan Conferencia del periodista y escritor José María Javierre en P José María Javierre. ara mí, encontrar a Fray Leopoldo ha sido un acto de admiración y además una sorpresa. La culpa la tiene el padre que me sorprendió con la llamada para tratar esta biografía de una persona que yo conocía, pero relativamente. Saben ustedes que los que vivimos en Sevilla, las cosas de Granada… ah, no, pero para mí Granada ha sido siempre una cosa muy seria. No voy a dedicarme a echar piropos a esta ciudad, que además no los necesita. A Granada ya le han dedicado bastantes. He tenido mi alma en Granada en muchas ocasiones y hoy he recorrido sus calles con ojos humildes, he visto otra realidad y he estado preguntándome cuál era la Granada de Fray Leopoldo. Ahora tengo el compromiso de acertar, sí es verdad, llevo muchos escritos pero con tanto gusto como comienzo este, no me ha tocado ninguno. Voy a contar los motivos de mi causa de Fray Leopoldo y el haberme entregado a esta tarea, la historia de un capuchino que fue fraile- cito generoso en el monasterio de Granada. En Sevilla tenemos también un monasterio importante pero el de Granada para ellos significa mucho, cuántos por el mundo entero… la historia de los capuchinos. La historia de los hermanos legos, dentro de la organización capuchina, tengo que investigar y contarles. Fray Leopoldo me ha hecho pensar en una cuestión que los andaluces tenemos pendiente y no sé si tenemos muchas ganas de resolverla, me parece que no. Y es que nos falta amistad, cariño y ternura entre las capitales de Andalucía. Ustedes saben que los luchadores de aquella época, cuando comenzó el movimiento andalucista en plena transición democrática se pensó incluso en partir Andalucía en dos, la oriental presidida por Granada y la occidental presidida por Sevilla. Afortunadamente no se hizo, porque si ya nos queremos poco siendo todos uno, imagínense si nos llegamos a dividir… Pero hay una cosa y es que yo creí que, bueno, mientras tenían ustedes aquí el mando militar pues bueno, pero ya luego… Si miras Granada, quizá notas cómo muchos granadinos miran a Sevilla. Yo tengo muchos amigos en ambas partes, y alguno de ellos me ha dicho “¿por qué no te dedicas a crear puentes?”. Hay en Sevilla una magnífica persona que es Historiador del Arte, que ha sido Director del Museo de Bellas Artes de Sevilla, que es un gran amigo, total, pero al mismo tiempo un gran alumno que conoce Sevilla mejor que yo. Hubo un pintor, alguno de ustedes lo recordarán, granadino hasta el tuétano, que no podía ver Sevilla, yo he estado en su casita del Albaicín y ahí trabajaba y yo le preguntaba: ¿Qué haces, que pintas que escribes en Granada? Ya tengo cuadros nuevos y le dije, ah, pues muy bien, quiero verlos, y me dijo, no, no puede verlos, y le dije por qué, dónde los tiene, y él me dijo, no, los tengo en casa, pero son todos de señoras en pelo- 110 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte dista de Fray Leopoldo en Sevilla” la celebración del acto que conmemoraba el 50 aniversario tas. Pues este, que era una persona extraordinaria, dan ustedes aquella escena bíblica en que la se enfadaba cuando yo le pregunté una vez la cer- Reina de Saba conoció al rey Salomón? Pues canía entre Granada y Sevilla. cuando conoció al rey Salomón, y debió expliPues miren ustedes por dónde, Fray Leopoldo carle las cosas, ella se quedó atónita y le dijo: nos ha dado un signo un muy bueno de cercanía “Ahora sé que no he encontrado más que la a Sevilla, porque aunque toda Andalucía, y toda mitad de lo que realmente eres”. Pues con Fray España conoce la figura de Fray Leopoldo, ha sido Leopoldo, cuando se empieza a remover la tierra, en Granada donde ustedes (los granadinos) lo que es lo que me está pasando a mí ahora con la han tenido, lo han vivido, lo han querido y lo documentación recibida de los capuchinos, comsiguen venerando. En cambio, en Andalucía occi- prende uno que sí, que podemos pensar que Fray dental, sí, sí se le quiere, ¿eh? Hay un barrio en Leopoldo es un hombre extraordinario, vamos a Sevilla, que es el barrio de las Letanías, donde el llamarlo santo, con permiso del señor cardenal otro día contaba el cura que los chiquillos del que estuvo ayer presidiendo nuestra reunión. barrio le dijeron un día que le encendían velas a Hay un libro así de gordo que hay que dar en Fray Leopoldo cuando su padre se iba a trabajar. Roma para que los estudien los peritos de la conBueno, pues en Andalucía gregación que preside el carOccidental tenemos a Sor denal que estuvo ayer aquí Fray Leopoldo me ha hecho Ángela de la Cruz. Hay un con nosotros en los que se pensar en una cuestión que los paralelismo entre los dos que a recogen todas las declaracioandaluces tenemos pendiente: y mí me está impresionando nes. Lo del proceso de santies que nos falta amistad, cariño y mucho, y si me deja el padre dad, no consientan ustedes ternura entre las capitales de capuchino lo contaré de alguque se lo hagan, procuren Andalucía. na manera en el libro, Fray hacer alguna fechoría, una Leopoldo y Sor Ángela de la fechoría que no sea aparatosa, Cruz, que además por cierto son de la misma claro, tampoco tienen ustedes que convertirse época. Sor Ángela se muere un poco antes, recién en demonios. Pero que no le hagan el proceso de llegada la república a España, y Fray Leopoldo santidad, porque es que rebuscan baldosa a balvivió bastante más. Pero tienen un estilo espiritual dosa, la existencia, los escritos, las relaciones, las y una dedicatoria al ejercicio de la Misericordia, amistades, la intimidad de esas personas. del evangelio, como quería Francisco de Asís: sin Hay un jesuita malagueño, que tiene la causa, y glosas, sin comentarios, el evangelio. Pues los dos, un valenciano, que estuvo por toda España, y Fray Leopoldo y Sor Ángela vienen a ser evange- contaban de ellos cosas admirables. Pues cuando lio, y claro, se entregan a atender a los pobres, a iban a los pueblos, hacían agujeritos en las puerrepartir amor… yo seré, si Dios quiere, un propa- tas para ver si era verdad que no se acostaban, si gandista de Fray Leopoldo en Sevilla. Aunque ya era verdad que hacían disciplinas… y sobre Fray les digo, es conocido. Leopoldo hay un tomo de esos, hay dos procesos He visto en los periódicos estos últimos días, distintos, uno que digamos es diocesano y otro que ha sido elegido como uno de los granadinos que es más reducido y que le falta frescura, porque del Siglo XX. Habría que llevarlos a todos esos a el primero es una recopilación de testimonios de Sevilla y hablar de todos ellos, porque… ¿recuer- todos los que le conocieron, de todos los frailes de 111 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte los conventos, de gente del pueblo, de pequeños milagros que se le atribuyen. Escritos hay pocos de ellos, Sor Ángela también era iletrada, tampoco sabía escribir, llegó a aprender a escribir un poquito mejor que Fray Leopoldo, las cartas fotocopiadas de Fray Leopoldo, que son muchísimas, que se publican en el proceso, están llenas de faltas de ortografía que se ven con ingenuidad. La serranía de Ronda es un paraje agreste, difícil, ahora ya no tanto. En el pueblo de Fray Leopoldo, Alpandeire, está a 17 kilómetros de Ronda, bajando hacia el mar, no había carreteras, había un camino de mulas ahora es tan hermosa, vale tanto la pena, Ronda es una de las ciudades más asombrosas del mundo, pues así estaba la serranía. Alpandeire es un pequeño pueblo que va a tener ahora el gran honor de saltar a las páginas de los periódicos del mundo y que todos lo llevemos en el corazón. Son así de buena gente. A mí me sorprendió ayer conocer a la alcaldesa de Alpandeire porque es muy joven, y eso es muy bonito. También los curas de los pueblos han sido muy distinto a los sacerdotes y párrocos de las ciudades, ahora, con la televisión, nos hace a todos iguales. Pero no, no somos iguales. Ni los habitantes, ni los sacerdotes. Los curas de mi tierra, un pueblo del pirineo tenían historias fabu- losas. Me he acordado porque entre las muchas cosas que he leído de Fray Leopoldo, hay un momento que en que recuerdan que está aquel carromato que se ha salido del camino y tiene una rueda abajo, y están los responsables del carro blasfemando y Fray Leopoldo les dice, “Pero así no vais a remediar nada”, se baja y agarra la rueda, no dice los padrenuestros que les hizo rezar pero el carro salió corriendo y Fray Leopoldo sabía que eso iba a ocurrir. Un cura, que va rezando el breviario por el camino se encuentra a un señor que tenía una moto, de los primeros tiempos de motos, y se le había parado y no conseguía arrancarla y estaba desesperado, entonces el cura se acerca y le dice: “Oiga, es que blasfemando no se le va a arreglar la moto”, y le dice el otro: “qué le importa a Dios lo que me pasa con mi moto, ¿qué quiere usted que recemos un Padre Nuestro? Y dice el cura: “¡Vamos a rezarlo a ver qué pasa!” Se pusieron a rezar el Padre Nuestro, el mozo se sube a la moto y sale corriendo la moto. El cura se queda mirando y dice: “Si no lo veo no lo creo”. A veces cuesta distinguir entre los favores de Fray Leopoldo. Tantos favores… Yo diría en Roma que en los procesos, una vez que se ha investigado baldosa a baldosa, y que se sabe cómo se portado ese hombre o esa mujer a lo Primera línea del público. A la drcha.: Fray Balbino, llegado de Sto. Domingo hasta Granada. 112 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Intevención del Coro de Capuchinos de Granada, dirigido por Fray Eloy Rivas. largo de toda su existencia, no pidan ya milagros. Diego hacía muchos milagros, y que el guardián Un médico tiene que firmar el milagro, y lo más de su convento le decía que no hiciera ninguno que puede firmar un médico es que no ve una sin su permiso, porque si no era muy escandaloexplicación científica para el caso. A un napoli- so. Así que cuentan que yendo Fray Diego por la tano que era obispo, después cardenal, le dije al calle se cayó un albañil de un cuarto piso en una final de una conversación: “¿por qué nos compli- obra que estaban haciendo y dice la leyenda que can con los milagros?” Y dijo: “porque en el dijo mientras caía, “Fray Diego ¡sálvame!”. Y fondo necesitamos algún tipo de aviso desde Fray Diego vio que caía y le dijo: “Espérate que arriba”. Surgen historias y leyendas, y a mí me voy a pedir permiso al guardián del convento”. gustaría saber si la de los zapatos del joven Es maravilloso que tengamos esas historias, esas Leopoldo que cuando vuelven de trabajar con su leyendas. hermano, habían ganado algo de dinero, resulta En Sevilla tenemos dos cosas admirables por la que se encuentran a unos belleza de su estampa, la pobres por el camino y avisaGiralda y el cardenal. Yo le Alpandeire es un pequeño ron al hermano de Leopoldo dije cuando lo hicieron arzopueblo que va a tener ahora el que Leopoldo iba a repartir el bispo “señor arzobispo, usted gran honor de saltar a las págidinero que habían ganado. siendo franciscano estas cosas nas de los periódicos del mundo Entonces, su hermano se lo de los honores eclesiásticos no y que todos lo llevaremos en prohibió, y como no podía le gustarán”, y me dijo “Yo soy nuestro corazón. darle ese dinero pues le dio franciscano pero soy arzobispo sus zapatos al pobre. de Sevilla”. Pues querrá el Los recuerdos de Fray Leopoldo están todos padre Alfonso convencernos de que no son entre la historia y la leyenda, es un poema, un leyendas, que son historias, y la verdad es que las poema maravilloso. Se hizo fraile, se hizo fraile cosas de Fray Leopoldo son impresionantes. Es oyendo la predicación de un capuchino. Había bonito pensar en Don Marcelo Spínola y Fray fiestas en Ronda dedicadas a Fray Diego, estaba Leopoldo, es un santo extraordinario. Y para mí el que luego fuera arzobispo de Sevilla Don una de las cosas que voy a contar fue la más sorMarcelo Spínola, y recibió un aviso del Vaticano prendente. Yo estaba revolviendo la documentade que presidiera esas fiestas. Dicen que Fray ción recogida en el archivo de las monjas, que 113 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte está perfecto, y leía que éste era un santo que veía a su madre como una hermana. Pero es que quería a su madre y a su hermana tan intensamente que visitaba su casa, cuando estaba de visita pastoral, cada dos días. Además, en las cartas que yo veía se quejaba de que ya no tenía ropa limpia, hasta que un día estaba por la serranía de Ronda de visita pastoral y le decía a su madre: “Vengo a que me lavéis la ropa porque la ropa interior la tengo completamente manchada”. Yo consulté con la señora de mi casa y le dije: “Marisa, fíjate tú que cosa más extraña”, y me dijo: “tenía hemorroides”. Yo le pregunté esto a las monjas, y me dijeron: ¡uy, por Dios, usted no lo irá a contar! Le dije: “Madre, yo no sé si lo contaré o no lo contaré pero tengo que saber la verdad”. Y le dije: “No se da cuenta que sólo por el hecho de ir en mula por esos riscos de la serranía de Ronda, que hizo la visita pastoral…”. Y me dijo: “Pero usted no lo cuente”. Y yo le dije que tenía que contar la verdad. El señor de mi casa, un abogado andaluz, como son ustedes, de abajo de Despeñaperros, cada semana escribía un pequeño poema. Así que un domingo vino con el papelito correspondiente al poema de la semana en los que contaba mis diabluras escribiendo la vida del santo. Y era un diálogo entre la archivera, que ya estaba de mi parte, y la superiora que se quejaba de las maní- as del escritor. Entonces en aquel diálogo le decía la superiora a la archivera: “¿Qué es esto de las almorranas, expuesto sin disimulo?” Y le contestaba la archivera: “Hasta en miserias del culo caben virtudes cristianas”. Hay cosas muy bonitas de Fray Leopoldo. Fray Leopoldo pasó por Sevilla, Antequera, Granada. Ha cambiado de oficio varias veces, ha sido cocinero, verdad, ha sido hortelano y en Granada fue limosnero. La portería y la limosna eran dos tareas de la Orden Capuchina para la gente de pueblo. El portero tenía que recibir a todas las personas, y el limosnero tenía que pedir limosna para el convento y para los pobres. Yo esta mañana que he estado recorriendo Granada con ojos de Fray Leopoldo… pero si pudiera reconstruir los lugares por los que pasaba… he preguntado esta mañana a la gente, en la calle, qué recuerdos tenían de Fray Leopoldo. Bueno, no es que lo queráis, es que lo adoráis. Y los mayores, muchos, lo recuerdan y lo transmiten a la familia. En resumen he llegado a la conclusión que el retrato de Fray Leopoldo -ya llevamos casi una hora, padre, y esta gente tendrá que ir a cenar… os advierto que no me voy a alargar-. Sí hay una cosa que creo que resume cómo era Fray Leopoldo. He leído en unos documentos de la orden de los capuchinos que para ser un buen limosnero capuchino debe tener los pies en el Monseñor Saraiva junto con el Padre Alfonso y el Padre Mariano en la tumba de Fray Leopoldo. 114 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Don Juan Pablo de Haro, director del coro Federico García Lorca, recoge una placa de agradecimiento. suelo y los ojos en el Cielo. Así recorría Granada Fray Leopoldo. Los pies en el suelo, pedía limosna, daba limosna, era cariñoso, si le iban las cosas mal las soportaba, decía que le pasaba porque Dios lo quiere y además tenía también… le tocó vivir una etapa en España muy difícil, con tantos cambios, y si le decían que le ayudaban porque era un santo, él contestaba que santo es solo Dios. Y si les maltrataba, él decía a sus compañeros, “esto va bien”, y si le decían este es un santo, él decía “esto va mal”. Porque él era un muchacho auténtico, también fue duro con los que mandan. Tenían ustedes en Granada un cardenal, el cardenal Parrado, que estuvo primero de obispo en Valencia. Como Fray Leopoldo era un personaje lo mandaban con un acompañante a la fiesta del cardenal. Y en una de esas fiestas se acercó al cardenal y le dijo: “Señor cardenal, ahora tiene usted que tener cuidado, porque como no sea bueno se condenará”. El cardenal primero se enfadó un poco y luego él añadió -como se había dado cuenta de que había metido la pata- “yo rezaré por vuestra eminencia”, entonces se suavizó la cosa. Era responsable, con los pies en el suelo pero verdadero, auténtico, porque al mismo tiempo tenía los ojos en el Cielo. ¿Qué significa tener los ojos en el Cielo para nosotros, para los creyentes…? Pues tener fe, pero una fe viva, dense cuenta ustedes que el tener fe, queridos amigos, significa en este mundo, en esta vida, que estamos locos, pero cómo podemos doblar la rodilla ante la Eucaristía, en medio de la misa o comulgar con devoción, ¡estás loco! Eso no puede ser… en el mundo científico contemporáneo, literario y político y periodístico, eso no puede ser, no puede ser. Es que estamos locos, es que tener fe es estar loco. Pero tenemos referencias a ese Señor, a ese Jesús que pasó por la tierra y nos dejó el evangelio. Nosotros somos gentes con referencias, queridos amigos, nos pueden suceder muchas desgracias, nos pueden apedrear, como a Fray Leopoldo, pero tenemos en quién pensar, tenemos a quien dirigirnos. Una muchacha que trabajó conmigo en televisión en Madrid, ella no era creyente, pero cuando me comprometí con ella a que presentara, era una chica resuelta y muy guapa, se llamaba María Casanova, yo le dije bueno, no tienes fe, pero ¿qué es no tener fe? Yo tengo fe y no sé qué es tener fe. Hay que poner un poco por parte nuestra y yo te puedo poner, mira, a la Virgen María se lo vamos a pedir. Rézale tres avemarías todas las noches… me ha dicho hace poco, que la llamé un día por teléfono, que sigue rezando las tres avemarías…. Pues ésta, un día, en el plató de televisión, trabajar en un plató era muy complicado, ahora es más fácil, pero antes había que espe- 115 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte rar mucho y teníamos mucho tiempo antes de comenzar, así que hablábamos los dos ahí, y los chicos de televisión, lógicamente eran gente divertida, pero que mientras estábamos hablando en vez de cortar el sonido iban grabando todas las cosas que se decían y luego publicaron un vídeo con unas cuantas conversaciones divertidas. Y en una de esas me decía: “los creyentes no tenéis derecho a poneros serios. No. Porque qué más os da, vosotros tenéis alguien que os escucha, podéis hablarle, nosotros los que no creemos no”. Cuántas veces he recordado esta frase de María Casanova. Recibíamos muchísimas cartas. Es que por aquel entonces, los curas llevábamos una corbata negra como distintivo, cuando llegué a la televisión yo hacía lo que me daba la gana. Y la inmensa mayoría de las cartas que llegaban era para decirme cómo era posible que un sacerdote saliera en televisión sin ir vestido de sacerdote, póngase el clerigman por lo menos. Una vez le decía a un taxista en Sevilla que yo para ir a ver a las hermanas de la Cruz siempre me pongo el clerigman, para las hermanas y para el Papa, para el señor arzobispo no, ya le he dicho que yo me pongo un jersey negro y voy tan tranquilo, pero para las hermanas no, así visten ellas, ¿no? Hay que tener un poco de respeto… pues un día del mes de agosto que iba a ver a las hermanas de la Cruz en Sevilla, al salir, como hacía tantísimo calor, cogí un taxi en la calle Imagen y le dije, lléveme al Paseo Colon -que es donde yo vivo- y a mí me gusta hablar mucho con los taxistas porque te cuentan muchas cosas. Unas se las inventan, otras son verdad. Siempre rajan del alcalde y de los concejales. Y como hacía tanto calor él me miraba por el retrovisor e íbamos charlando de cosas. Yo primero me quité la chaqueta y me quedé en camisa porque -repito- hacía mucho calor. Y después me quité la tirilla que llevaba en el clerigman. Y entonces, me vio que me quitaba eso y me dijo: “Padre, quíteselo que con el tiempo que hace no sé cómo puede aguantar usted. ¡Quítese el celibato de una vez!”. Y yo le dije que el celibato no se quita así como así… En otras cartas, la gente me decía que cómo era posible que presentara con esa chica que enseña las piernas y que eso no está bien para un religioso. Entonces María me decía: “escríbeles diciéndoles que en vez de mirar a los muslos de la chica que miren al cura que está al lado”. Si cada uno de nosotros creyera y practicara la fe, ya está, ya tendríamos resueltos los problemas personales como cristiano. Pero tenemos una fe vacilante. Él, Fray Leopoldo, fue un hombre consagrado por Dios, honesto con Dios, consecuente con su fe, y para mí es el rasgo más importante de El Cardenal Saraiva atendiendo a los medios que se dieron cita el pasado 9 de febrero en Granada. 116 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte la existencia de Fray Leopoldo. ¿Milagros? ¿Qué son los milagros? Si uno está muy enfermo va al médico que es su obligación, claro, pero reza también a la Virgen de las Angustias o a Fray Leopoldo. ¿Qué son los milagros? ¿Quién sabe lo que son los milagros? Milagro es la vida de este hombre. Fray Leopoldo es un santo de milagros de calderilla, de milagros pequeños, de milagros de andar por casa y Sor Ángela era así también, pero quieren milagros sonantes, que sorprendan a los médicos y a los monseñores de Roma, así que para declarar un santo hace falta eso, así que Fray Leopoldo tendrá que hacer algún milagro. Ayer hubo dos milagros en Granada. ¿Cuáles? Uno es el de Tico Medina, el contemplar a ese periodista que es Tico Medina, que ha dado miles de vueltas por el mundo, hablando de Fray Leopoldo emocionado como nunca le he visto, toda su vida confiando en Fray Leopoldo, desde niño, con diez años, hasta ahora, eso es un milagro, eso es impensable. El otro milagro les confieso que con un poco de ayuda del padre Alfonso, que ha hecho su trampa, está muy calladito y es muy sensato pero es así. Yo no recuerdo en todos los procesos que he conocido que vengan de Roma, yo no recuerdo nunca que el cardenal responsable de la Congregación de Santos, que tiene que afirmar la santidad de esa persona, haya ido a un sitio donde lo quieren, vamos. La presencia ayer del cardenal Saraiva aquí es un milagro, con trampa del padre Alfonso. El cardenal tiene que estar pensándolo ahora mismo, después de comprobar las inquietudes directas de los devotos de Fray Leopoldo. Ya no les entretengo más. Tengo que decirles, que los señores del coro, cuando acabaron con el himno de Fray Leopoldo, una cosa tan sencilla, muy de Fray Leopoldo, muy de Alpandeire, les he pedido por favor me dieran la letra y me la he traído. Decían cosas tan sencillas, tan hermosas, quiero acabar con ese espíritu: "Hermano, querido hermano, míranos, mira Granada". Fray Leopoldo, míranos, mira Granada. 118 Así recorría Granada Fray Leopoldo. Los pies en el suelo, pedía limosna, daba limosna, era cariño, si le iban mal las cosas la soportaba, decía que le pasaba porque Dios lo quiere... Javierre terminó su intervención diciendo -como su himno- “míranos Fray Leopoldo”. BANDO José Torres Hurtado, Alcalde Presidente del Excelentísimo Ayuntamiento de la Ciudad de Granada, a quienes este BANDO leyeren, oyeren y entendieren. HAGO SABER Que el pr6ximo miércoles, día 9 de febrero, se cumplen 50 años del fallecimiento en Granada de Fray Leopoldo de Alpandeire aquel sencillo campesino, Frasquito Márquez Sánchez, que abandonó las tareas agrícolas en su pueblo de la Serranía de Ronda para vestir el austero, pero digno hábito Capuchino, y convertirse en el más popular frailecillo limosnero de la orden religiosa en nuestra ciudad. Probablemente, en la historia de Andalucía no existe un personaje como este Andaluz Universal, que haya alcanzado un respaldo popular como el de este hermano lego Capuchino, pedigüeño de puerta en puerta, respetuoso, insignificante, tímido, generoso y de bondad admirable que entregó su vida, hasta el último momento a favor de los más necesitados, a favor de los pobres, a quienes ofrecía sus propias viandas y su palabra, siempre escueta, pero llena de amor y solidaridad. Aún viven muchos granadinos que le trataron personalmente y que por eso mantienen como recuerdo la devoción a su figura, pero cada día se incrementa el número de quienes, sin haberlo conocido, acuden a su recuerdo en demanda de ayuda de todo tipo, sobre todo de mejoría para la salud física y espiritual. Lo prodigioso del fraile de la barba blanca es que dejó una evidente prueba de santidad sólo con su actitud personal que hoy le permite "vivir" entre gentes no sólo andaluzas, sino de toda España y de muchos países del mundo. El Ayuntamiento de Granada, con ocasión del cincuentenario de su muerte, le nombrará Hijo Adoptivo de la Ciudad y como Alcalde y en nombre de tantos granadinos que respetan, admiran y veneran su calidad humana y el ejemplo de vida del incansable limosnero, doy la bienvenida a cuantos se desplacen a Granada desde otros lugares y animo a todos los granadinos a que se sumen a los distintos actos que, con motivo del cincuentenario de su muerte, tendrán lugar en nuestra ciudad a lo largo de este año. Lo que hago público para general conocimiento de la ciudadanía, en Granada a cinco de febrero, del año dos mil seis. Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte DE CÓMO FRAY LEOPOLDO ESTUVO A PUNTO DE SER LINCHADO POR SUS PROPIOS HERMANOS ceptaban las antiguas Constituciones de los Capuchinos tener en todos sus conventos una huerta de cuyos frutos pudieran beneficiarse, no sólo los religiosos, sino cuantos pobres venían a sus puertas solicitando ayuda. Asimismo, recomendaban las mismas Constituciones, que dentro de la huerta, hubiera un bosque para poder proveerse de leña y servir al mismo tiempo de lugar de oración a aquellos frailes que desearan este contacto con la naturaleza. También permitían y aconsejaban la construcción de capillas oratorios en donde pudieran retirarse los hermanos durante los tiempos libres. El cuidado de estas huertas corría siempre bajo la responsabilidad de uno de los hermanos no clérigos de la comunidad, quien, de ordinario, tanto las mimaba que eran verdaderos vergeles en donde todos los hermanos encontraban descanso y sosiego para su espíritu. a na vez que fray Leopoldo había concluido el año de noviciado y había hecho sus primeros votos, fue trasladado al convento de Antequera. El Superior le da el encargo del cuidado de la huerta. A nuestro protagonista no le fue difícil adaptarse a este oficio de hortelano. Provenía de gentes del campo y este trabajo, consecuentemente, no le era desconocido. Satisfecho y gozoso estaría fray Leopoldo de poder prestar este servicio que, no cabe duda, tenía que agradarle. A él se entregó de lleno, poniendo toda su atención para seguir la tradición de tantos beneméritos hermanos, que le habían precedido en el cargo, y para conseguir que la huerta continuara teniendo la misma atracción producida por la belleza de sus cultivos, arboledas y productos. Seguro que aprovecharía todos sus momentos libres del día, e incluso de la noche, para no decepcionar nunca a los religiosos que en la huerta intentaban encontrar su recreación y reposo junto a la tranquilidad del lugar. U ue precisamente esta preocupación la que le obligó, en cierta ocasión, a regar la huerta durante la noche, aprovechando así el agua que se escapaba de la alberca por no poderla, dada su poca capacidad, retener. Por otra parte, seguramente, la que le correspondía era más bien menos que más. Ignorantes los religiosos del quehacer nocturno de fray Leopoldo, cuando se levantaron a media noche para el rezo de los Maitines, alguien oyó ruido en la huerta y dio precipitadamente la consabida voz de alarma: ¡ladrones! Cada fraile se aprestó a hacer lo que creyó más del caso de acuerdo con su aguerrido valor. Y fue el Superior quien, tal vez con arrestos de capitán, asomando por una ventana el mango de una escoba, a modo de escopeta, intimó a la rendición a los presuntos salteadores. Se oyó entonces, la voz de nuestro fray Leopoldo, en un tono de entre respetuosa y divertida, que decía: "Padre Guardián, soy yo, fray Leopoldo, que estoy regando la huerta". f En alabanza de Cristo y de su siervo Francisco. Amén. flor ecil las d e Fra y Le opo ldo 120 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte DE CÓMO FRAY LEOPOLDO SABÍA SIEMPRE EXCUSAR LOS FALLOS HUMANOS uando San Francisco habla en su Regla del comportamiento de los hermanos entre sí, dice que no discutan ni profieran malas palabras, mostrándose siempre como fieles seguidores de Jesucristo, expandiendo por doquier el buen olor de discípulos suyos. Seguro que nada produce mayor impacto negativo entre los hombres que una crítica destructiva y un llevar a unos y otros los defectos y deficiencias de los propios hermanos. Además de ser algo contra la caridad evangélica, va minando las bases de toda convivencia y destruyendo, poco a poco, los principios en los que toda institución, religiosa o no, se fundamenta. c ray Leopoldo, que sabía mucho de desplantes por su tarea de mendigar, y conoció la triste sensación del desaire de aquellos que no lo comprendían, quiso siempre mantenerse en un espíritu ecuánime, esforzándose en tener los nervios bajo control, a pesar de que no fueron pocas las veces que a él se recurrían con lo que podríamos calificar de impertinencias y, en ocasiones incluso, con ánimo de tirarle de la lengua. f n hecho cualquiera sucedido en los conventos, como pudiera acaecer en cualquier otro sitio, nos confirma su actitud. No son raros los fallos de la cocina. En muchas ocasiones la comida - porque los garbanzos necesitan dos horas más de cocción o porque le han puesto la sal dos veces- va entera a los animalitos. En semejantes circunstancias la protesta y malhumor de los frailes es manifiesta y, si se quiere, justificada. Pero no era así Fray Leopoldo. Apuraba él cuanto le presentaba para su condumio. Si alguien le llegaba con ánimo exaltado para darle autoridad a su malestar, la respuesta del mismo lo desalentaba al decirle que de eso no se debía hablar, sino más bien ofrecerlo al Señor. Y, añadía: el hermano cocinero lo ha preparado con la mejor buena voluntad y si no le salió como deseaba: "¡pobrecito!, ¿qué se le va a hacer?". u En alabanza de Cristo y de su siervo Francisco. Amén. florecillas de Fray Leopoldo 121 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Organigrama de los Capuchinos andaluces E n el pasado Capítulo Provincial (junio de 2005) una de las propuestas que se le enconmendó a los nuevos superiores provinciales y locales fue la celebración del 50 Aniversario de la muerte de Fray Leopoldo con el máximo esplendor, pensando en acelerar la beatificación del hermano limosnero. Desde estas líneas agradecemos a todos los hermanos de la Provincia Capuchina de Andalucía, capitaneados por sus respectivos superiores provinciales y locales el trabajo desempeñado en esta gloriosa causa. Fray Mariano Ibáñez Fray Rafael Velázquez. Pozo Bascón. Vicario Provincial y Ministro Provincial y Coordinador Causa de los Santos Ecónomo provincial Fray Antonio Ruiz de Castroviejo. Definidor y miembro de la Comisión de Patrimonio Fray José Martín González. Definidor y Guardián del Convento de Sanlúcar de Barrameda Fray Miguel Fray Francisco Salmoral Nieto. Martínez Melero Definidor y Guardián del Guardián del Convento de Jerez de la Frontera Convento de Antequera Fray Juan Jesús Linares. Fray Alfonso Ramírez Pedrajas Ex Ministro Provincial y miembro Fray José Cejudo. Guardián de la Asistente de la O.F.S. de la Comisión de Patrimonio Capilla San José (Sevilla) Fray José Antonio Márquez Obra Social Fray Leopoldo Fray Fernando Linares Fdez. de la Comisión de Patrimonio Fray Fco. Luzón Garrido. Guardián Conv. de Granada Fray Ricardo del Olmo López. Fray Alfonso Ramírez Peralbo. Guardián del Convento de Sevilla Vicepostulador Fray Leopoldo. 122 Fray Fernando Rodríguez Muñoz. Guardián del Convento de Córdoba 600.000 personas han testimoniado haber recibido favores del Siervo de Dios 52 millones de estampas y recuerdos repartidos en estos 50 años 10.000 personas visitan todos los meses la tumba de Fray Leopoldo de Alpandeire. Desde los 5 continentes llegan cartas solicitando biografías y reliquias. Son muchos los medios de comunicación, nacionales e internacionales, que solicitan información. Sus devotos pertenecen a todos los extractos sociales y contínuamente se escuchan testimonios de artistas, cantantes, empresarios, famosos, etc. Todos aquellos que lo conocieron dan testimonio de su vida ejemplar, de humildad, llena de sencillez y sobre todo, amor a los demás. Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte www.frayle Record de visitas a la L a nueva página Web de Fray Leopoldo de Alpandeire (www.frayleopoldo.org) se creó el pasado 11 de enero con motivo de la conmemoración del 50 aniversario de la muerte del humilde limosnero. Esta Web surgió para dar respuesta a la continua demanda de información que solicitan personas procedentes de todos los rincones del mundo en relación a este capuchino de la serranía de Ronda y a los actos conmemorativas del cincuentenario de su muerte Desde el primer mes, la página Web de Fray Leopoldo no sólo ha cumplido las expectativas sino que ha marcado días tras días todo un récord en cuanto al número de visitas se refiere. Cuando aún no habían pasado apenas cuatro meses desde que se pusiera en marcha la Web, la página ya se había visualizado en miles de ocasiones. Uno de los días de mayor actividad fue el viernes 2 de junio, cuando recibió 123 visitas) y la gran mayoría de las visitas que recibe -concretamente el 58,2 por cientoproceden de España. Italia es el segundo país de procedencia de visitas de la Web, con un 34,5 por ciento, pero se han registrado también entradas desde otros países como México (1,3 por ciento), Estados Unidos (1,2 por ciento), Uruguay (0,6 por ciento), Chile (0,6 por ciento), Venezuela (0,5 por ciento), Argentina (0,4 por ciento), Alemania (0,4 por ciento) y Brasil (0,3 por ciento). Ofrece frayleopoldo.org toda la información más actual sobre los actos del 50 aniversario y sobre el Proceso de Beatificación del capuchino, que se encuentra en una de sus últimas etapas, a la espera de que el Vaticano admita alguno de los favores y milagros que el Siervo de Dios ha otorgado a sus benefactores. Asimismo, la página Web completa sus contenidos con la historia de la cripta y sus murales -obra del padre capuchino italiano Hugolino de Belluno-, con el museo de Fray Leopoldo ubicado en el Convento de Granada-, y con las oraciones y jaculatorias del humilde limosnero, traducidas al italiano, francés, inglés, alemán y portugués. 124 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte eopoldo.org We b d e F r a y L e o p o l d o La página principal de frayleopoldo.org cuenta con un espacio dedicado al calendario litúrgico, que se actualiza todos los días. Además, esta Web ofrece un sitio donde encontrar todas las novedades, los documentos y los favores que Fray Leopoldo concede a sus fieles devotos. Alpandeire Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Repercusión de Fray Leopoldo en los medios de comunicación Un fenómeno mediático Alrededor de Fray Leopoldo de Alpandeire ha surgido todo un fenómeno. Su figura y su mensaje se propagaron por los cinco continentes nada más morir en el año 1956. Pero ya en vida, este limosnero capuchino gozó de fama de santidad no sólo en Granada y Andalucía, sino también en regiones de toda la geografía española, de Europa y, sobre todo, de América Latina. Todavía nos sigue sorprendiendo la inmensa difusión que ha experimentado Fray Leopoldo a lo largo de estos 50 años. Lo conocen personas de toda ideología y condición, y le rezan gentes de todas las razas, de todos los pueblos y de todas las lenguas. Y es que apenas transcurridos cuatro años de su fallecimiento, Fray Leopoldo ya había ocupado las portadas de la mayoría de los periódicos españoles y ya se podían encontrar artículos sobre su persona y sus virtudes en la prensa internacional. Con el fenómeno Fray Leopoldo ha pasado como ocurrió con el Evangelio. Antes de escribirlo fue fundamental la transmisión oral, el boca a boca de las personas que lo conocieron en vida y que escucharon hablar de él a sus familiares, amigos y vecinos. Granada ha sido, sin duda, la ciudad que ha abanderado este fenómeno. Granada ha sido el motor de esta difusión, el trampolín que lanzó la fama de santidad de Fray Leopoldo a todos los rincones del mundo. Y los granadinos se convirtieron desde el primer momento en los mensajeros de su santidad. También ha jugado un papel muy importante, siendo la primera que lo dio a conocer a sus lectores a lo largo de estos lustros, la revista de los Hermanos Menores Capuchinos de la Provincia de Andalucía El Adalid Seráfico, donde cada año, desde 1960, se ha insertado el Boletín Fray Leopoldo de Alpandeire, además de entrevistas, reportajes, florecillas y artículos escritos por hermanos que lo conocieron y que convivieron con él en el Seminario de Antequera o en el Convento de Capuchinos de Granada. 126 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte 127 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte 128 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte 129 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte 130 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte 131 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte 132 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte 133 Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte DE CÓMO FRAY LEOPOLDO FUE PROFUNDAMENTE ANDALUZ l andaluz es una persona que, a pesar de sus manifestaciones alegres y chistosas que causa, a veces, se le tenga en un concepto equivocado, tiene muy desarrollado el sentido del ridículo. Teme siempre caer o dar esta sensación, por lo que evita, en sus expresiones y actuaciones, cuanto pueda favorecerlo. Ciertamente, nos encontraremos con andaluces de espontáneas salidas y de comentarios con filosofía realista, que unas veces nos causará hilaridad y otras nos llevará a una meditación intensa. Nunca el verdadero andaluz es chabacano con sus dichos o hechos. Se lo impedirá aquel su desarrollado sentido. e n la vida de fray Leopoldo se cuenta que una vez, anciano ya y acompañado del hermano que le servía de ayudante y lazarillo, hubo de pasar de una acera de la calle a la otra, para lo cual debería saltear peligrosamente los muchos coches que se sucedían. Conducido por el hermano, apenas iniciaba su tránsito de aceras, de inmediato, temiendo éste lo atropellara cualquiera de los vehículos que se presentaba, le tiraba del brazo, haciéndole volver al mismo punto de partida. Así varias veces, hasta que, por fin, consiguieron la deseada meta. Ya tranquilo, pero serio -estaba avergonzado de aquel tira y afloja sufrido-, mira a su preocupado lazarillo y le dice: “¡Hermano!, hemos hecho el circo”. Estaba convencido de haber hecho el ridículo y éste fue su inmediato desahogo que incluía, al mismo tiempo, una advertencia. Su identidad andaluza se manifestó en este comentario tan espontáneo como profundo. e En alabanza de Cristo y de su siervo Francisco. Amén. las l i c e flor e d ldo o p Leo y a Fr 134 P S UBLICACIONE ff rr a a yy ll e o p e o p ff rr a y l e o p ayleop fray leop X Pedidos de libros u objetos religiosos. Vicepostulación Fray Leopoldo. Avda. Divina Pastora, 11. 18012. o l d o d e a l p a n d e i r e o ll d do od de ea a ll p pa an nd de e ii rr e e o oldodealpandeire o l d o de a l p a n d e i r e X Granada. Teléfono: 958 275352. www.frayleopoldo.org G racias a la ciudad de Granada, testigo de la fama de santidad de nuestro hermano Fray Leopoldo. Gracias a los granadinos, que han transmitido de generación en generación la devoción del humilde limosnero. Y gracias a todas aquellas personas de buena voluntad que han sido benefactoras de los Hermanos Menores Capuchinos y que se han convertido en los principales difusores e impulsores de la Causa de Beatificación del Siervo de Dios, hoy conocido a nivel mundial. Fray Leopoldo 50 aniversario de su muerte Mi más sincero agradecimiento A la hora de terminar esta publicación, en la que hemos depositado todo nuestro esfuerzo e ilusión, me siento en la obligación de proclamar a los cuatro vientos mi más sincero agradecimiento a tantas y tantas personas e instituciones que han dado ejemplo de su convencida admiración y respeto por la figura de Fray Leopoldo de Alpandeire. Reproducir la lista de agradecimientos sería interminable, pero permitidme que como referente de todas ellas manifieste mi gratitud al Ayuntamiento de Málaga y al de Alpandeire, pueblo natal de Fray Leopoldo; al Ayuntamiento de Granada, que recientemente ha cedido unos terrenos para ampliar la obra social del Hogar de Fray Leopoldo; a todo los grupos políticos del consistorio granadino, que han acordado por unanimidad proclamar a Fray Leopoldo Hijo Adoptivo de la ciudad de los cármenes; a la Junta de Andalucía; a la Universidad de Granada, que nos ha cedido sus instalaciones para los distintos actos que hemos celebrado con ocasión del 50 aniversario de la muerte de Fray Leopoldo; a todos los medios de comunicación social (prensa, radio y televisión) por su constante labor informativa y por su amplia cobertura durante todo este año jubilar; al Patronato de la Fundación Fray Leopoldo; a la empresa granadina Aires Publicidad, que ha realizado su trabajo en esta publicación de forma totalmente gratuita y desinteresada; a todos los anunciantes, gracias a los cuales ha sido posible la financiación de esta publicación extraordinaria; a las Congregaciones Religiosas, por su apoyo incondicional a Fray Leopoldo de Alpandeire, y a los corresponsales de El Adalid Seráfico, por su valiosísima colaboración en la difusión de la figura del Siervo de Dios; al equipo de redacción de El Adalid Seráfico por el arduo y meticuloso trabajo para conseguir toda la documentación que podrá encontrar en esta publicación; y a tantas personas anónimas que han difundido la figura de nuestro hermano por los cinco continentes. Fray Rafael Pozo Bascón Comisario del 50 Aniversario 140 Vista aérea de Alpandeire. Casa natal de Fray Leopoldo. Un azulejo recuerda que en ella nació. Mesa y demás objetos usados por Fray Leopoldo en su celda conventual de Granada. Alforja que usó cuando salía a pedir limosna para el convento. A la izquierda, pila bautismal de la Parroquia de Alpandeire en donde fue bautizado Fray Leopoldo. Abajo, D. Diego Márquez y Dña. María Teresa Márquez, padre y hermana de Fray Leopoldo de Alpandeire. Hermosa cruz de mármol que aún puede contemplarse desde la ventana de su reconstruida celda sita en el museo. Esta cruz se encontraba en el patio de entrada -en la parte izquierda- al antiguo convento e iglesia de Capuchinos en Granada.Uno de los murales pintados por el capuchino italiano Hugolino de Belluno en la cripta donde reposan los venerados restos de Fray Leopoldo de Alpandeire. Capilla ardiente ante el cadáver de Fray Leopoldo el día de su obitu el 9 de febrero de 1956 Grupo de fieles que bajan a la cripta para besar la tumba de Fray Leopoldo y venerar sus restos un 9 cualquiera de cada mes del año. Fotografía de Fray Leopoldo realizada en los años cincuenta. Sepulcro levantado a Fray Leopoldo en la antigua iglesia de los capuchinos de Granada. Primer monumento levantado a Fray Leopoldo en los jardines interiores del Hogar Fray Leopoldo. El autor fue el escultor granadino Antonio López Burgos. Vista de la iglesia capuchina granadina en un día culaquiera 9 de cada mes del año. Vista completa de la celda reconstruida de Fray Leopoldo que se encuentra en el Museo del convento capuchino de Granada. Puestos de ventas callejeros que se ponen ante el convento de los capuchinos de Granada en los días 9 de cada mes del año.