Ingredientes: Modo de preparación:
Transcripción
Ingredientes: Modo de preparación:
La cocina filosofica de Mientras caminaba por las calles del Centro de la Ciudad de México, vi a un hombre que vendía patas de pollo hervidas; los compradores las rociaban con salsa y las chupaban hasta devorar el pellejo. Uno de ellos se bebió el caldo con ansia. Consideré el menjunje una locura, pero los otros se alegraban de su recién engullida ambrosía. 46 Ingredientes: Patas de pollo al gusto Jumiles Chapulines Gusanos de maguey Alacranes Cola de iguana Mucho licor Una nave Modo de preparación: Tome las patas de pollo, saboréelas de la manera más repugnante posible, espolvoree los insectos o ingredientes más extraños que encuentre. Acompáñese con mucho licor. En China, en la calle de Wangfujing, se cumple con un dicho cantonés que versa más o menos así: “Los chinos comen todo aquello que vuela excepto aeroplanos; todo aquello que posee cuatro patas excepto mesas; y todo aquello que puede nadar excepto submarinos”. En el menú es posible encontrar banderillas de alacrán o caballito de mar, carne de perro y colas de iguana, entre otras “delicias”. Pero no es necesario viajar a China para ver extravagancias culinarias. En los estados de Morelos y Guerrero algunos indígenas suelen consumir los llamados jumiles: pequeños insectos que exudan un líquido picante. En la entofagia típica mexicana se encuentran los gusanos de maguey, los chapulines y los escamoles, por mencionar sólo algunos. Hay quienes los consideramos manjares, sin embargo, para muchos, el acto de comerlos es una locura. ¿Cuál es la diferencia entre unos y otros? La locura es entendida como la desviación de lo normal. En primera instancia se refiere a llevar a cabo un acto que no va conforme a lo que la mayoría suele hacer, a lo que no tiene “sentido” y se aleja de toda regla, que va en contra de la naturaleza propia o que es realizado bajo la inhibición de las capacidades mentales. “Los chinos comen todo aquello que vuela excepto aeroplanos; todo aquello que posee cuatro patas excepto mesas; y todo aquello quepuede nadar exc ep to s ub m a rinos”. 47 Aún cuando en un principio se estipuló que los locos debían ser exiliados, más adelante humanistas como Sebastián Brant y Erasmo de Rotterdam intentaron hacer una apología de la demencia. Rotterdam decía que la locura no podía ser algo terrible, ya que el encanto de la juventud procede de la locura; también aseguraba que nadie podía soportar la vida sin un poco de locura porque ésta es la única capaz de mitigar las angustias del hombre. Dichas aseveraciones hicieron del delirio una válvula de escape para los que querían olvidar sus preocupaciones. En cierta forma, estar loco es muy parecido a embriagarse. Ambas afecciones impiden ver la realidad tal cual es, liberan el ensueño y hacen que el individuo se olvide del presente. Si los seres humanos nos entregamos a Baco en busca de alivio, ¿no será acaso que de algún modo queremos un poco de locura en nuestras vidas? 48 En el árbol de la locura es posible encontrar muchas ramificaciones: la estulticia o necedad, la estupidez, el delirio, la demencia… Antiguamente se concebían como consecuencia de otra enfermedad o como obra de algún demonio que debía ser exorcizado. No fue sino hasta el siglo XV que la locura adquirió un estatuto ontológico propio. Su “descubrimiento” forjó una visión peyorativa de la condición y causó el rechazo popular. Al igual que los leprosos, los locos eran obligados a salir de las ciudades y exiliarse en bosques o montañas. En su obra Historia de la locura, Focault dice que a principios de la Edad Media se escribió una serie de obras literarias o alegorías llamadas “Les neufs”, “Las naves”, en las que navegaban individuos con ciertas condiciones. Así, por ejemplo, estaba la “Nave de las Virtudes” (“Nef de Santé”) y la “Nef de Fous” (“Nave de los Locos”). Aunque no hay registro de una nave repleta de personas virtuosas, se sabe que existieron las naves de los locos: extraños barcos ebrios que navegaban por los tranquilos ríos de Renania y los canales flamencos. ¿Por qué renegar del dios del vino, inspirador de la locura ritual y del éxtasis? Eleuterio (el dios libertador) nos redime de nuestro ser normal mediante la locura, el éxtasis o la embriaguez y pone fin a la mortificación con un poco de música de aulós. Dionisio es un dios que posee su propia comitiva de juerguistas borrachos y felices, imagen similar a la que ofrece el Bosco en su obra La nave de los locos. El dios del vino es también el verdadero señor de la igualdad, y esta premisa se entiende a partir de su elixir. Es durante los primeros minutos de una cata que logramos diferenciar un vino de otro. En la primera fase, el catador discurre tranquilamente sobre el contraste del chardonnay, el malbec o el carmenere, sin embargo, después de un par de horas de haber bebido continuamente, todos los vinos le saben igual. Lo mismo pasa entre las personas durante los primeros minutos de una comilona. Al principio uno es capaz de percibir las diferencias entre los comensales, pero tras haber bebido unas cuantas copas de licor, todos parecen iguales. En la embriaguez y en la locura todos somos semejantes. 49 Hugues de Saint-Victor, en su alegoría El árbol genealógico de los vicios, señala a la locura como aquella que conduce el alegre coro de las debilidades humanas. Da a entender que la locura no se encuentra unida al mundo y a sus fuerzas subterráneas, sino más bien al hombre, a sus debilidades, sueños e ilusiones. En el fondo, el ser humano ama la locura porque en ella es capaz de apreciar vivazmente la sensación de una realidad ilusoria que inconscientemente desea. En el delirio el hombre se desinhibe y se aleja de las angustias y resentimientos. Pero eso no es todo, la chifladura posee otro toque de bondad: la locura es sabiduría; no se puede estar loco sin antes haber aprendido algo. Las imágenes giran en la mente y convidan representaciones irreales porque se interiorizaron retratos del exterior que, de una u otra manera, la mente utiliza a su antojo. No me extraña que digan que “la imaginación es la loca de la casa”. a Peraza Patricia Garz . l snob fóbica gón; intelectua Filósofa de fo