Lo llaman el “Ricky Martin” de la política. Hijo de Jeb Bush —ex
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Lo llaman el “Ricky Martin” de la política. Hijo de Jeb Bush —ex
‘look Preppy’ Lo llaman el “Ricky Martin” de la política. Hijo de Jeb Bush —ex gobernador de Florida— y de la mexicana Columba, es la gran esperanza republicana para recuperar el voto hispano. CARLOS DE VEGA retrata a George P. Bush, el joven abogado que siguiendo los pasos de su abuelo —George H.W.— y su tío —George W. — podría convertirse en el presidente de los EE UU en 2020. pablo alfaro (izquie rda) / dirc k hals te ad (de rec ha) George P. Bush en una foto de 2004. En la otra página, George H. W. Bush con su nieta Noelle en brazos, Barbara Bush y Jeb con su hijo George Prescott en 1980. SAGAS ahí llega otro bush f ebrero 2 011 fe br ero 2 011 L SAGAS 16 2 5 4 6 18 17 (1) Margaret Bush: esposa de Marvin, el menor de los hijos de Barbara y George H. W. Bush. (2) Walker Bush: hijo adoptivo de Margaret y Marvin Bush. 19 10 8 7 20 (3) Jenna Bush: hija del ex presidente George W. Bush. En 2001, cuando era estudiante universitaria, fue pillada bebiendo alcohol siendo menor de edad 11 9 21 12 22 (21 años en Texas). (4) Dorothy ‘Doro’ Koch Bush: hija me- nor del ex presidente George H. W. Bush. (5) Robert P. Koch: el segundo esposo de ‘Doro’ Bush. 14 13 15 24 23 (6) Pierce M. Bush: el menor de los hijos de Neil y Maria Bush. En 2006, las fotos en su Facebook junto a un travesti abochornaron al tito George W. Bush. (7) Maria Bush: segunda esposa de Neil, hijo de George H. W. Bush. (8) Neil Bush: el cuarto de los hijos de George H. W. y Barbara Bush. (9) Ashley Bush: hija de Neil Bush y su primera esposa, Sharon Smith. (10) Sam LeBlond: hijo del primer matrimonio de Dorothy Bush. (11) Bobby Koch: (14) Amanda ‘Mandy’ Bush: hijo del segundo matrimonio de ‘Doro’ Bush con Robert P. Koch. (12) Nancy Ellis Leblond: hija del primer matrimonio de Dorothy Bush. (13) John Ellis Junior: hijo menor del ex gobernador de Florida, John Ellis ‘Jeb’ Bush, y hermano de George Prescott. f ebrero 2 011 esposa de George P. Bush, a quien conoció en la Universidad de Rice. the white house/ge t t y images 1 3 (15) George Prescott Bush: el primogénito de Jeb Bush se perfila como candidato presidencial del Partido Republicano en un futuro cercano. (16) Georgia Grace fe br ero 2 011 Koch: hija del pri- mer matrimonio de Dorothy Bush. (17) Marvin Bush: el benjamín del matrimonio de George H. W. y Barbara Bush. (18) Barbara Pierce Bush: la hija mayor del ex presidente George W. Bush y Laura Bush. (19) Laura Bush: esposa del ex presidente George W. Bush. (20) George W. Bush: fue el presidente número 43 de Estados Unidos (2001-2009). (21) Barbara Bush: la matriarca del clan. Tuvo seis hijos, aunque uno de ellos, Robin, murió de leucemia a los cinco años. (22) George H. W. Bush: presidente número 41 de los Estados Unidos (1989-1993). (23) John Ellis ‘Jeb’ Bush: segundo hijo de George H. W. y Barbara Bush. Fue gobernador de Florida entre 1999 y 2007. (24) Columba Bush: la esposa de Jeb Bush es mexicana (de León, Guanajuato) y se conocieron en esa ciudad en 1971. a penumbra había entrado en mi habitación cuando, de forma inesperada, a las once y diecisiete, el asterisco rojo que anuncia los mensajes en el teléfono se enciende. “Soy Juan Hernández. George no está disponible. Llámame y te explico”. Se han cumplido ya tres días desde que hice mi petición para entrevistar a ese joven abogado de 34 años, criado en Miami y residente en Texas. De padre blanco y madre mexicana, bilingüe y con madera de líder. Pronto iba a descubrir que detrás de aquel mensaje enigmático y nocturno se escondía parte del proceso de formación de un personaje político que se mueve por la vida pública casi como un fantasma, que prácticamente no concede entrevistas, que nunca coloca su vida privada en primera plana. Un político discreto que, sin embargo, para muchos se anuncia ya como el primer presidente hispano que tendrá Estados Unidos, George P. Bush. Descuelgo el teléfono. Hijo de un gobernador de Florida, sobrino de un presidente y nieto de otro. George Prescott Bush aprendió muy pronto lo que son los aplausos a los políticos. Tenía sólo doce años cuando en 1988 apareció en el estrado de la Convención en la que los republicanos escogieron a su abuelo como candidato. Los malditos micrófonos abiertos recogieron el chiste que el viejo Bush le hacía a su todavía jefe Ronald Reagan: “Esos de ahí son los hijos de Jeb, los pequeños morenitos”. Aquel comentario por el que el abuelo fue tildado por algunos de racista, se convirtió en la carta de presentación en sociedad de la cuarta generación de “Bushes”. Poco le importó a Columba, la madre del pequeño, que lo vio caminar hacia el centro del escenario para pedir a los americanos que votasen a su abuelo. Fue su primera aparición en publico. SAGAS 1 El punto y la I Sobre éstas líneas, los padres de George Prescott Bush: el ex gobernador de Florida, Jeb Bush, y la mexicana Columba Garnica Gallo. Debajo, George P. con su esposa Amanda Williams, a quien conoció en la Universidad de Rice. En la otra página: (1) George H. W. Bush y Barbara con su nieto, George Prescott, durante un acto de campaña en Hartford en 1980. (2) George P. juega al golf con su abuelo, el entonces presidente George H. W. Bush. (3) George H. W. Bush con sus cuatro hijos: Neil, Jeb, George W. y Marvin en 1970. (4) George Prescott recita el juramento a la bandera durante la Convención Republicana en Nueva Orleans, en 1988. (5) La familia Bush al completo en 1999. El ‘Ricky Martin’ de la Política Después del abuelo llegó el tío y también ahí estaba George P. Bush. En 2000, el niño se había convertido en el quinto joven más deseado en la lista de cien que elabora la revista People. The New York Times lo llevaba a portada y el USA Today le ponía el mismo apelativo de tío bueno que ya tenía John John Kennedy (el soltero de oro por excelencia, hijo del ex presidente estadounidense y Jacqueline Bouvier). Jorge pasó a ser “el Ricky Martin de la política”. Aquel año volvió a subir al escenario de la Convención y de nuevo pidió el voto para la familia. Cerca de él ya no estaba sólo su madre, también le acompañaba Cesar Martínez. Pionero en las campañas de políticos hispanos, fue el primero que le propuso participar seriamente en el proceso electoral. “Lo tuve claro cuando estábamos visitando el norte de California”, cuenta Martínez. La zona de San Bernardino es una de las áreas más hostiles para los republicanos. Lo han bautizado como el territorio Cé-sar Chávez, en recuerdo del histórico sindicalista. “Nunca se me olvidará el momento en el que un grupo de agricultores se nos acercó para decirnos que no iban a votar al presidente Bush, pero que no querían irse del mitin sin estrechar la mano del primer presidente hispano que iba a tener este país”. Aquello puso en ebullición al estratega político. Si George, con un discurso conservador, lograba conectar con lo más parecido que hay a un socialista en Estados Unidos, nadie podría batirle. Pocos días después estaban grabando los primeros anuncios de televisión con este mensaje: “Soy un joven latino de Estados Unidos orgulloso de mi sangre. Tengo un tío que quiere ser presidente y que cree en la igualdad de todos los americanos. Se llama como yo. George Bush”. Martínez recuerda que, por alguna razón, al candidato no le gustó mucho aquella compara- ción pero reconoció que “a mis hijas gemelas les ha encantado”. El joven sobrino conseguía la combinación de llegar a los jóvenes y a los hispanos. ‘Cazando’ el Voto Hispano La obsesión por cortejar al voto latino no es nueva en el clan. Como gobernador de Florida, el padre de George P. impulsó una reforma de la inmigración que gustaba mucho a los hispanos y que le permitió lograr para los republicanos el mayor porcentaje de voto latino en las elecciones presidenciales del año 2000, que dieron la victoria a Bush por 537 votos contados a mano. “Piensa que muchos de esos votos hablaban español”, asegura Martínez. Cuatro años después, las cifras récord de voto latino no sólo se registraron en Florida. Bush logró la reelección con el 44% del voto hispano. Martínez comparte con muchos estrategas la teoría de que los latinos votan demócrata, aunque tienen un alma conservadora que sólo despierta cuando los candidatos tienen habilidad para hacerlos reflexionar. Bush lo logró. Su sobrino parece que podría hacerlo simplemente hablando en español. No todos, sin embargo, están convencidos de que en la saga esta pasión por lo hispano sea tan natural ni que el ascenso del joven George P. dentro de la comunidad haya sido algo involuntario. A lgunos compañeros de la Universidad de Rice (Houston, Texas), donde estudió Derecho, le definen como un tipo introvertido y poco involucrado con las causas latinas. Mike Gómez, el presidente de la principal asociación hispana del campus, no lo recuerda. “Ni era miembro de la asociación, ni apoyó ninguna de nuestras propuestas. Éramos pocos y nos movíamos en los mismos círculos. Cualquier ayuda era fundamental y si George hubiese estado ahí habría sido bienvenido. Pero no estaba”. Algo parecido dicen en la oficina de asuntos multiculturales donde su directora, Catherine Clack, lo describe como “el hombre invisible”. En el libro de fotos de la Universidad su imagen aparece con un apelativo: “el solitario.” Nada de esto sorprende al escritor Russ Baker, que acaba de publicar el libro Familia de secretos (Family of secrets. Bloomsbury Press, 2009), la única investigación sobre la saga alejada de la historia oficial, y calificada por Gore Vidal como “uno de los libros más importantes de f ebrero 2 011 2 m . t a m a ( pa d r e s d e g . p. b u s h ) / j . l . m a g a n a ( G . P. b u s h y a . w i l l i a m s ) / b . c h i l d (1) / d . m i l l s ( 2 ) / g e t t y i m a g e s ( 3 y 5 ) / r . e d m o n s ( 4 ) Columba es el origen del vínculo de los Bush con los latinos. Conoció a Jeb en León (México), donde impartía clases de inglés en 1971. Tres años después se casaban en Austin, Texas. La madre aplaudía mientras los estrategas políticos empezaron a ver en aquel niño, moreno como un tizón, el gran tesoro para el futuro político de la saga. El pequeño George se criaba, junto a sus dos hermanos, en uno de los mejores barrios de Miami, Coral Gables, con amigos como Enrique Iglesias, con el que también compartía colegio. George P. Bush era Jorge para muchos de sus compañeros. 3 5 fe br ero 2 011 4 SAGAS los últimos diez años”. Todo en el clan está perfectamente orquestado para lograr un objetivo. “Los Bush se consideran a sí mismos como la aristocracia de este país. El selecto grupo cuya misión es conservar el poder a toda costa impidiendo que alguien se lo quite. Y usarlo para servir a los intereses que representan, fundamentalmente la oligarquía del petróleo”. n e w s m a k e r (1 y 2) / g r e g g i b s o n (3) / s yg m a (4) / pa b lo a l fa ro (5) C 1 Al “ricky martin de la política” ya le llaman ‘47’: dentro de tres presidentes el clan bush volverá a la casa blanca 3 ada generación tiene su lado oscuro. El bisabuelo, senador por Connecticut, intentó provocar un golpe de Estado contra Roosevelt para impedir que pusiese en marcha los programas sociales contra la recesión de 1929. El primer presidente Bush, ex director de la CIA, alimentó sus lazos con la agencia de inteligencia hasta límites siniestros, que el escritor vincula incluso con la trama para asesinar a Kennedy. “¿Puedes creer que nunca ha logrado explicar qué estaba haciendo aquel 22 de noviembre de 1963, cuando dispararon a JFK en Dallas?”. La mano negra de los Bush se combina con otra que saben estrechar a la perfección para ganarse la amistad de todo el que se cruce en su camino. Son los grandes maestros del networking, hasta el punto de que George H. W. Bush y Barbara tienen una lista de contactos de más de 50.000 personas a las que felicitan personalmente todas las navidades. “En ese escenario, si la clave del poder está en los hispanos, harán todo lo que haga falta para lograrlo”, concluye Baker. En agosto de 2004 el clan Bush se reunió en el complejo de siete edificios que la familia tiene en Walker Point, en la costa del Estado de Maine. Cuando se abrieron las verjas, siete coches del servicio secreto 4 2 Corazón republicano (1) George H. W. Bush pesca con sus hijos, George W. y Jeb, en Maine en 1989. (2) George H. W. Bush y Barbara en 1956 con sus hijos: Neil, George W., Jeb y Marvin. (3) El presidente Bush con su nieto en 1992. (4) Barbara y George H. W. Bush, con su hijo George W. en brazos, y los abuelos Prescott y Dorothy Bush. (5) George Prescott en 2004. f ebrero 2 011 fe br ero 2 011 encabezaban la caravana hacia la Iglesia Episcopal de Santa Ana. Después de tres días de lluvia, esa mañana lucía el sol. En una ceremonia de 40 minutos, George Prescott Bush se casaba con su novia y también abogada, la rubísima Amanda Williams. Se habían conocido cuatro años antes en la escuela de leyes de la Universidad de Texas. George terminó estudiando allí después de haber sido rechazado en Harvard, Yale, Columbia y la NYU, cuatro de los centros más prestigiosos de Estados Unidos. En clase se sentaba detrás de Mandi. Un día le pasó una nota proponiéndole jugar al golf. Ella aceptó la partida y años después, el anillo. El joven Bush cumplía así parte del consejo que su abuela Barbara siempre le repite: “Antes de entrar en política haz algo por ti mismo, forma una familia, cásate con alguien a quien quieras, ten hijos, compra una casa, paga impuestos y haz las cosas que hace todo el mundo en vez de lanzarte a una campaña presentándote como el hijo, el sobrino o el nieto de”. La pareja se trasladó a Austin, donde ejercen la abogacía. George es copropietario de un bufete y se dedica también a captar inversores en Estados Unidos y en México, a donde viaja a menudo con Juan Hernández, uno de sus amigos más cercanos. De vuelta a mi habitación, marco el número y el quinto tono del teléfono que5 da interrumpido por una voz grave y con acento mexicano. “Juan Hernández al aparato.” Ministro del Gobierno de Vicente Fox (2000-2006), su relación con los Bush empezó a través de Columba, “con la que comparto la sangre del estado revolucionario de Guanajuato”, dice riéndose. Él le ayudó a promover la cultura mexicana en Estados Unidos, aunque su misión de enlace con la familia llegó mucho más lejos. Juan Hernández fue el artífice de la primera reunión del presidente mexicano con el presidente Bush, que sirvió para cimentar una relación que superó los límites del protocolo. Desde entonces, Hernández ha mantenido la amistad con el clan, sobre todo con George Prescott, “P. para los amigos”. Recuerda el día en el que en la aduana con México le pidieron el pasaporte y los policías no se creían que “ese tipo tan moreno pudiese ser George Bush”, o cuando comiendo tacos de mollejas le llamó su abuelo para decirle que lo había pasado en grande saltando en paracaídas en su 85 cumpleaños y que volvería a hacerlo pronto. “P. es un tipo normal, reservado, a quien no se le ha subido el apellido a la cabeza”. Aunque todavía no ha dicho que quiera ser presidente, los pasos que George P. ha dado hasta ahora parecen ser una calca de los de su abuelo y de su tío: para ser un presidente republicano es imprescindible haber hecho carrera en el Ejército. SAGAS Voto Hispano George P. Bush hace campaña entre los mexicanos de Detroit para que voten a su tío, George W. Bush en 2000. En la otra página, también con él, en la Convención Republicana de Filadelfia en 2000. Teniente Bush El trabajo en el bufete de abogados se iba a ver interrumpido en 2007. P. solicitó ser aceptado en la Reserva Naval como oficial de inteligencia, comprometiéndose con el Ejército por un periodo de ocho años. Entonces explicó que su abuelo es su héroe y que ese fue el motivo último por el que tomó la decisión. “Cuando asistí a la ceremonia en la que la Armada le dedicó un portaviones con su nombre, pensé que tenía que intentar dar algo a este país”. El Ejército le advirtió que, con dos guerras en marcha, sólo era cuestión de tiempo que le llamaran al frente. Dudó en alistarse como soldado, aunque al final se decidió por el servició de inteligencia. Después de estar dos años formándose en las escuelas de Rhode Island y Virginia Beach llegó la misión, dentro del más absoluto secreto. “No sabemos dónde está, a veces le pedimos consejo por correo electrónico y nos responde unos cuantos días después diciendo que ahora no puede hacer nada, que le tengamos en nuestras oraciones”, cuenta Juan Hernández. Es casi imposible pensar que George P. está en la primera línea del campo de batalla. Él mismo reconocía hace unos meses en la publicación online The Daily Beast que “sólo los soldados que hacen la guerra están en peligro” y que él iba a ser uno de los encargados de proporcionar información sobre el campo de batalla desde las pantallas de los ordenadores. “Desde el punto de vista de la seguridad, probablemente sea el que menos peligro corra”. guapo que se ha convertido en la nueva estrella de los republicanos. L a red de favores debidos a los Bush pasa de una generación a otra. La última aventura de P. es un lobby creado en Texas, con ayuda de su amigo Juan Hernández, que tiene el objetivo de impulsar candidatos latinos en las instituciones del Estado, ahora que los hispanos suponen ya el 37% de la población de Texas. El éxito del grupo Republicanos Hispanos de Texas ha sido desbordante. De no tener ningún representante hispano en el Capitolio, los republicanos han pasado a colocar cinco y multitud de cargos menores en administraciones locales. “Con el poder llega la responsabilidad”, recuerda George P. en el vídeo promocional de la asociación. Cada cargo es también un favor debido. Una manera de seguir ampliando la agenda de contactos de la familia. ¿No es esto suficiente para hablar de una carrera hacia la Casa Blanca? Su amigo Juan Hernández admite que “la vida lo está encaminando hacia un liderazgo especial”, porque se sabe mover en dos mundos que serán fundamentales en los próximos años: el anglosajón y el hispano. “Estamos esperando a que se desborde ese talento”, asegura. Todo es cuestión de timing para el estratega César Martínez. “En el momento que entras en política activa ya es imposible salir, así que hay que dejar crecer a la gente”. Lo que los dos tienen claro es que el primer presidente del país que hablará en español ya ha salido de la Universidad y que en las próximas elecciones es más que probable que uno de los candidatos a vicepresidente sea un latino. “No sólo no me sorprendería”, dice Hernández. “Creo que es una obligación de este país tener a alguien en la Casa Blanca que sepa comprender los problemas del grupo demográfico que más crece y que representa ya el veinte por ciento de la población”. El aumento de los latinos en Estados Unidos es lento pero imparable. George P. Bush parece haber calculado al milímetro el momento en el que deberá dar la batalla por la Casa Blanca. Ahora se presenta como un candidato latente, a la espera. De momento, al “Ricky Martin de la política” algunos le han vuelto a cambiar de nombre y ya le llaman 47, avisando de que dentro de tres Presidentes el clan Bush volverán al poder en Estados Unidos. Y que esta vez, cuando entren por la puerta de la Casa Blanca, saludaran con un “Hola” a los marines que hacen guardia en el ala Oeste. � George Prescott se crió en miami bill pugliano (izquierda) / brooks kr aft (derecha) con amigos como Enrique iglesias, con el que también compartIÓ colegio f ebrero 2 011 ¿Otro Bush en la Casa Blanca? La desaparición pública de P. en los últimos meses ha sido casi absoluta. Sólo se ha roto una vez, durante la campaña de las elecciones al Congreso, el pasado noviembre, cuando decidió anunciar su apoyo a la candidatura de Marco Rubio como senador por Florida frente a otro republicano moderado defendido por el aparato del partido. Lo hizo con un comunicado, sin aparecer en público en actos electorales, desde el lugar secreto donde continúa sirviendo al Ejército como parte de la formación de un buen candidato a presidente. Ese apoyo a Rubio surtió efecto. George P. dejaba claro que las victorias republicanas debían corresponder a una nueva generación de políticos. Ganó Rubio y ganó Bush al tener a otro hispano, conservador, joven y fe br ero 2 011