Tratamiento de la endometriosis con 5 mg o 25 mg diarios de
Transcripción
Tratamiento de la endometriosis con 5 mg o 25 mg diarios de
Prog Obstet Ginecol. 2012;55(2):51—59 PROGRESOS de OBSTETRICIA Y GINECOLOG ÍA w w w. e l s e v i e r. e s / p o g ORIGINAL Tratamiento de la endometriosis con 5 mg o 25 mg diarios de mifepristona durante 6 meses. Ensayo clı́nico aleatorizado, doble ciego Josep Lluis Carbonell i Esteve a,*, Orlando Perera Boza b, Ana Marı́a Riverón Cobo b, Jesús González b y Giuseppe Tomasi c a Centro de Cirugı́a Mayor Ambulatoria, Clı́nica Mediterránea Médica, Valencia, España Hospital Gineco-Obstétrico Docente Eusebio Hernández, La Habana, Cuba c Facultad de Quı́mica, Universidad del Paı́s Vasco, San Sebastián, España b Recibido el 24 de mayo de 2011; aceptado el 14 de septiembre de 2011 Accesible en lı́nea el 17 de noviembre de 2011 PALABRAS CLAVE Antiprogestágenos; Endometriosis; Mifepristona KEYWORDS Antiprogestagens; Endometriosis; Mifepristone Resumen Objetivos: Evaluar la eficacia y seguridad de 5 y 25 mg de mifepristona en el tratamiento de la endometriosis. Diseño: Ensayo clı́nico aleatorizado, doble ciego. Lugar: Hospital Eusebio Hernández, La Habana, Cuba. Sujetos: Veintiséis mujeres con diagnóstico laparoscópico de endometriosis. Tratamientos: Grupo I: una tableta oral diaria de 25 mg de mifepristona, o grupo II: una tableta oral diaria de 5 mg de mifepristona, durante 6 meses. Se realizó laparoscopia y biopsia endometrial pre y postratamiento. Variable para evaluar eficacia: Reducción de la intensidad de la dismenorrea medida por una escala visual análoga. Resultados: En ambos grupos las disminuciones de la intensidad de la dismenorrea y la dispareunia fueron muy significativas comparadas con los valores iniciales. Todas las mujeres estaban en amenorrea a los 45 dı́as de tratamiento. Conclusiones: La mifepristona, en dosis de 25 o 5 mg, podrı́a ser una alternativa para el tratamiento de la endometriosis. ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Treatment with 5 mg or 25 mg of mifepristone daily for six months. A randomized double-blind study Abstract Objectives: To evaluate the safety and efficacy of 5 mg and 25 mg doses of mifepristone for the treatment of endometriosis. * Autor para correspondencia. Correos electrónicos: [email protected], [email protected] (J.L. Carbonell i Esteve). 0304-5013/$ — see front matter ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.pog.2011.09.005 52 J.L. Carbonell i Esteve et al Design: Randomized double-blind study. Setting: Eusebio Hernández Hospital, Havana, Cuba. Subjects: Twenty-six women laparoscopically diagnosed with endometriosis were included. Treatment: Group I received one tablet of 25 mg mifepristone daily and group II received one tablet of 5 mg mifepristone daily for 6 months. Laparoscopy and endometrial biopsy were performed before and after treatment. Variable to evaluate efficacy: Reduction in the intensity of dysmenorrhea measured by a visual analogue scale. Results: In both groups reductions in the intensity of dysmenorrhea and dyspareunia were highly significant compared with initial values (P <.001). All the women were amenorrheic after 45 days of treatment. Conclusions: At doses of 5 mg or 25 mg, mifepristone could be an alternative for the treatment of endometriosis. ß 2011 SEGO. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción Se estima que la endometriosis afecta al 10-15% de las mujeres en edad reproductiva y que del 25 al 40% de las mujeres infértiles presentan endometriosis1,2. Los progestágenos y el danazol, debido a sus intensos efectos androgénicos, han ido siendo sustituidos en el tratamiento de esta afección por los análogos de la GnRH3-6. Asimismo, debido a las intensas sintomatologı́as hipoestrogénicas que provocan los análogos de la GnRH y a la pérdida de densidad ósea que se produce cuando se emplean por largos periodos, su uso está sensiblemente limitado, aun cuando se asocie a terapia de apoyo7. Por tanto, se necesitan nuevos fármacos que sean altamente efectivos y seguros en esta patologı́a. La mifepristona (RU-486) tiene actividad antiprogestagénica y antiglucorticoidea8. Al impedir que la progesterona actúe se está comprometiendo el normal desarrollo del endometrio, tanto el eutópico como el ectópico, de los focos endometriósicos, ya que en la fase secretora del ciclo menstrual es dependiente del progestágeno. La ausencia de acción progestágena en el endometrio provoca una disrupción de la maduración del mismo9,10. También se sabe que la mifepristona provoca retraso de la maduración folicular y anovulación con disminución del nivel de estrógenos11-13. Estas acciones nos indujeron a pensar, igual que al Dr. Kettel hace 15 años, que la mifepristona podrı́a ser eficaz en el tratamiento de la endometriosis, ya que el endometrio ectópico también presenta receptores de progesterona y estrógenos. Utilizada en monos, la mifepristona ha mostrado ser tan eficaz como los análogos de la GnRH en la reducción de las lesiones endometriósicas14. Kettel et al., con dosis diarias de 100 mg de mifepristona durante 3 meses consiguieron disminuciones significativas del dolor endometriósico, pero se produjo un efecto antiglucocorticoideo negativo15. Con dosis de 50 mg diarios durante 6 meses consiguió una regresión de las lesiones endometriósicas del 55% de su extensión, similar mejorı́a clı́nica en el dolor y, además, desaparición del efecto antiglucocorticoideo16. Su último estudio utilizando dosis diarias de 5 mg durante 6 meses consigue similar mejorı́a clı́nica en el dolor, pero en su estudio afirman que no hay cambios significativos en las lesiones endometriósicas17. Otros moduladores de los receptores de la progesterona (MRP), como el asoprisnil (J867) o el CDB-4124 (Proellex), han demostrado eficacia en el tratamiento de la endometriosis18,19. El objetivo del actual estudio es evaluar la eficacia y seguridad de dosis diarias de 5 y 25 mg de mifepristona durante 6 meses en el tratamiento de la endometriosis. Material y métodos Diseño Se presenta un ensayo clı́nico aleatorizado, con doble cegamiento, para evaluar la eficacia y la seguridad de dosis diarias de 5 y 25 mg de mifepristona durante 6 meses en el tratamiento médico de la endometriosis. El ensayo clı́nico se realizó en el Hospital Eusebio Hernández de La Habana, Cuba. El protocolo del estudio fue aprobado por el comité de investigaciones y ética del hospital. Todas las mujeres incluidas dieron consentimiento informado por escrito. El ensayo clı́nico fue realizado en concordancia con la versión revisada de la Declaración de Helsinki y con las normas de las buenas prácticas clı́nicas. El estudio comenzó en noviembre de 2008 y la última paciente incluida fue evaluada en mayo de 2010, 6 meses después de haber concluido el tratamiento con mifepristona. Sujetos Mujeres voluntarias, entre 18 y 45 años de edad, sin otra enfermedad, con o sin diagnóstico de infertilidad, fueron elegibles para el estudio. Fueron enviadas 32 pacientes de la consulta de clasificación del hospital y evaluadas para su inclusión en el estudio. Criterios de inclusión: a) diagnóstico de certeza de endometriosis, de cualquier grado en correspondencia con la clasificación modificada de puntuación de la American Fertility Society (AFS) realizado por laparoscopia20; b) dismenorrea y/o dolor pélvico definido como sigue: dolor localizado dentro de la verdadera pelvis o entre y por debajo de las crestas iliacas anteriores, y/o dispareunia; c) aceptar el uso de métodos anticonceptivos de barrera durante el estudio. Criterios de exclusión: a) histerectomı́a, ooforectomı́a o salpingectomı́a previas; b) amenorrea de más de Tratamiento de la endometriosis con 5 mg o 25 mg diarios de mifepristona durante 6 meses 3 meses de duración; c) lactancia; d) tratamiento hormonal o quirúrgico para la endometriosis menos de 4 meses antes de comenzar el estudio; e) enfermedades como diabetes, hipertensión arterial severa, hepatopatı́as, endocrinopatı́as o tratamientos con otras hormonas, incluidos los contraceptivos hormonales; f) patologı́a endometrial, y g) cualquier contraindicación para el uso de antiprogestágenos. Tratamientos Después de la evaluación inicial, las mujeres fueron asignadas a uno de los 2 grupos de tratamiento: grupo I: una tableta diaria, por vı́a oral, de 25 mg de mifepristona, o grupo II: una tableta diaria por vı́a oral de 5 mg de mifepristona, por un periodo de 6 meses en ambos grupos y comenzando entre el segundo y cuarto dı́as de la menstruación. Las tabletas de 25 y 5 mg de mifepristona eran iguales en aspecto, color y forma. En cada visita de control o evaluación de la paciente se le suministró el frasco con la cantidad de medicamento necesaria hasta la próxima visita y ası́ sucesivamente hasta completar los 6 meses de tratamiento. La mifepristona fue adquirida en los Laboratorios Beijing ZIZHU PHARM Co. Ltd., China. La asignación al tratamiento fue como sigue: se elaboró una lista aleatoria generada por una computadora. Personal ajeno al estudio, preparó sobres opacos sellados con un número de serie cada uno conteniendo una tarjeta que indicaba el grupo de tratamiento al que se asignaba la paciente. Las mujeres fueron asignadas a uno u otro grupo de tratamiento de manera aleatoria como sigue: una vez que se evaluó a la paciente según los criterios de inclusión y exclusión y firmado el consentimiento informado, se procedió a abrir el sobre correspondiente al número de orden de entrada de la paciente en el estudio y se le asignó al tratamiento indicado en la tarjeta que contenı́a el sobre «mifepristona A» o «mifepristona B» en que «A» correspondı́a a una de las dosis y «B» a la otra. Este código fue abierto después de finalizado el primer procesamiento de datos. Ni los médicos ni las pacientes conocieron a qué grupo de mifepristona se realizó la asignación. Este proceso fue controlado por el monitor del estudio. Exámenes realizados Examen ginecológico completo, ultrasonografı́a pélvica y laparoscopia diagnóstica (no terapéutica) antes del inicio del tratamiento mediante la que se determinaron la localización, la extensión y el grado de severidad de las lesiones endometriósicas y se asignó una puntuación (score) de acuerdo con la clasificación revisada de la AFS20. Al finalizar el tratamiento, se realizó una laparoscopia diagnóstica-terapéutica, es decir, después que se calculó el score final de la AFS. Se tomó una muestra de sangre para estudios hematológicos y de la función hepática en cada visita de control. Se realizó una biopsia endometrial antes del tratamiento si habı́a alguno de los siguientes criterios: a) grosor endometrial > 8 mm; b) episodios de sangrado vaginal de más de 10 dı́as de duración; c) sangrado vaginal en las 3 semanas antes del inicio de la menstruación, y d) sangrado vaginal muy abundante. A todas las mujeres se les tomó una muestra para la biopsia endometrial al final del tratamiento. 53 Hubo visitas de control o evaluación cada 45 dı́as hasta el fin del tratamiento. Una vez finalizado este, las mujeres fueron evaluadas 3 y 6 meses después. En el periodo de seguimiento no se suministró ningún otro tratamiento ni placebo para la endometriosis que pudiera enmascarar la evolución o los sı́ntomas de la enfermedad. En las consultas de evaluación y seguimiento se entregó a las pacientes un modelo para registrar episodios de sangrado, los efectos de la mifepristona y cualquier otra información; estos modelos fueron devueltos por las pacientes en cada consulta de evaluación o seguimiento. Variables para evaluar eficacia La variable principal para la evaluación de la eficacia fue la intensidad de la dismenorrea, medida esta por una escala visual análoga (EVA) con valores de 0 a 10, en que 0 significa la ausencia del sı́ntoma y 10 su valor máximo en intensidad, y su reducción promedio con respecto al valor inicial fue la forma de evaluarla. Los valores de esta variable fueron señalados por la propia paciente y se midió antes del inicio del tratamiento y cada 45 dı́as hasta el final del mismo y a los 3 y 6 meses después. Otras variables para la evaluación de la eficacia a) Cambios en la intensidad de la sintomatologı́a atribuible a la endometriosis: dolor pélvico, dispareunia, alteraciones urinarias y trastornos intestinales; los sı́ntomas se evaluaron por una EVA con metodologı́a y frecuencia descritas para la dismenorrea, y b) porcentaje de reducción de la puntuación (o scores según AFS) de las lesiones endometriósicas con respecto al de antes del inicio del tratamiento con mifepristona. Esta variable se evaluó por laparoscopia antes del inicio del tratamiento y al final de este. Variables para evaluar la seguridad a) Cambios en el grosor endometrial medido por ultrasonografı́a (mm); se evaluó al inicio, en cada consulta intratratamiento, al final y a los 3 y 6 meses post tratamiento; b) efectos secundarios de la mifepristona: amenorrea, calores o sofocos, náuseas, mareos, vómitos, fatiga/cansancio; c) cambios en los valores de transaminasas hepáticas evaluadas antes del inicio del tratamiento y cada 3 meses hasta el final de este, y d) frecuencia de hiperplasia simple endometrial postratamiento o cambios endometriales asociados al uso de moduladores de los receptores de progesterona (PAEC, receptors modulators of progesterone associated with endometrial changes)21-23. Número de pacientes que se deben incluir La intensidad de la dismenorrea (EVA) fue la variable utilizada para calcular el número de pacientes a incluir en el estudio. Se asumió que después del tratamiento de mifepristona la intensidad promedio de la dismenorrea con 25 mg serı́a 1,0 1,5 y que con 5 mg de mifepristona ese valor serı́a 3,0 1,5. Esos promedios y las desviaciones estándar para ambas dosis fueron estimados sobre la base de un estudio piloto realizado en el hospital antes de que se iniciara el presente ensayo clı́nico. Un análisis de la potencia realizado 54 J.L. Carbonell i Esteve et al con el Software GPower 3.0.10 indicó que se obtendrı́a una potencia del 80% con a = 0,05 con 12 mujeres en cada grupo de tratamiento en una hipótesis bilateral24. Análisis estadı́stico Para evaluar la homogeneidad de los 2 grupos de tratamiento se utilizó el test paramétrico de la t para diferencia de promedios, la prueba de la chi al cuadrado de Pearson y la probabilidad exacta de Fisher, pruebas no paramétricas para contrastar la hipótesis en tablas de contingencia de que las variables por filas y columnas son independientes, y la prueba no paramétrica de aproximación normal para comparar proporciones. Los cambios ocurridos en la intensidad de la dismenorrea y la dispareunia medidos por la EVA cada 45 dı́as hasta el fin del tratamiento y 3 y 6 meses postratamiento se analizaron mediante un modelo de efectos fijos con medidas repetidas sin incluir covariables y se utilizó la t de Dunnett para las comparaciones con el valor inicial (prueba de comparación por parejas basada en el módulo máximo según la prueba de Student que es adecuada cuando las varianzas son desiguales). Este procedimiento se empleó para el análisis de los cambios del grosor endometrial en cada periodo de evaluación, comparando con el valor antes del tratamiento. El análisis de los cambios en la puntuación de la AFS se realizó teniendo en cuenta solamente a las mujeres que tuvieron laparoscopia postratamiento y se utilizó el test no paramétrico para muestras relacionadas de Wilcoxon para [(Figura_1)TD$IG] comparar con los valores iniciales dentro de cada grupo de tratamiento. La comparación entre grupos se hizo usando la prueba no paramétrica de la U de Mann-Whitney. Los efectos secundarios de la mifepristona se presentan mediante estadı́grafos descriptivos. En todos estos casos se consideró significativo un valor de p < 0,05. Los datos fueron procesados con el SPSS 11.5. Los resultados se presentan como frecuencias, porcentajes, medias, desviaciones estándar e intervalos de confianza (IC) del 95% para promedios y porcentajes. Resultados Inclusión y seguimiento Se incluyó a 26 mujeres, 13 en cada grupo de tratamiento, con endometriosis confirmada por laparoscopia previa al tratamiento con mifepristona. Del total de las 32 mujeres remitidas a la consulta del estudio no se incluyó a 6 (18,6%) por no reunir los requisitos de inclusión. Todas las mujeres completaron los 6 meses de tratamiento (fig. 1). Variables iniciales y comparación entre grupos de tratamiento En la tabla 1 se muestran las caracterı́sticas generales de las mujeres incluidas según grupos de tratamiento con mifepristona. En total, 15/26 (57,8%) de las mujeres eran de Consulta de ensayo clínico del hospital recibió 32 mujeres con sospecha de endometriosis 6 mujeres no aceptadas por: • trastorno de la coagulación • único riñón enferm o • no endometriosis • malformación uterina congénita • pancreatitis • hipertiroidismo sin tratamiento Aceptades 26/32 (81.3%); laparoscopia, US, toma de muestras de sangre. Aleatorizadas a recibir 25 mg de mifepristona diarios por 6 meses, n = 13 Aleatorizadas a recibir 5 mg de mifepristona diarios por 6 meses, n = 13 3 meses de tratamiento, US, muestra de sangre 3 meses de tratamiento, US , muestra de sangre 6 meses de tratamiento (n = 13), US, laparoscopia diagnóstico-terapéutica (n = 11), muestra de sangre, biopsia endometrial (n = 13) 3 histerectomías: 1 por endometrioma roto 49 días después del tto.; 1 por endometrioma roto durante laparoscopia final; 1 por decisión de la paciente 139 después del tratamiento 6 meses de tratamiento (n = 13), US, laparoscopia diagnótico-terapéutica (n = 11), muestra de sangre, biopsia endometrial (n = 13) Concluyeron 6 meses de seguimiento , n = 13 Concluyeron 6 meses de seguimiento , n = 10 2 embarazos: 1 aborto, 1 parto a término 1 histerectomía por decisión de la paciente Figura 1 Diagrama 1. Tratamiento de la endometriosis con 5 mg o 25 mg diarios de mifepristona durante 6 meses Tabla 1 55 Caracterı́sticas de las mujeres por grupos de tratamiento con mifepristona Caracterı́sticas Tratamientos 25 mg (n = 13) 5 mg (n = 13) p Edad (años, media DE) Peso (kg, media DE) Estatura (m, media DE) IMC (media DE) Gestaciones (media DE) Partos (media DE) Dismenorrea (EVA, media DE) Dispareunia (EVA, media DE) Score de la AFS (media DE) 30,2 7,9 59,0 9,1 1,60 0,1 23,2 3,5 2,1 2,1 0,5 0,7 8,5 1,8 7,0 1,9 49,7 51,3 30,3 5,8 64,2 15,4 1,62 0,1 24,3 5,8 1,7 1,8 0,5 0,8 8,1 2,3 6,3 2,2 50,1 41,9 0,978 0,238 0,238 0,557 0,628 0,700 0,570 0,403 0,898 Estadios según la AFS (n, %) a I (mı́nima) II (ligera) III (moderada) IV (severa) 5 0 3 5 2 1 3 6 0,504 (38,5%) (0,0%) (23,0%) (38,5%) (16,7%) (8,3%) (25,0%) (50,0%) AFS: American Fertility Society; DE: desviación estándar; EVA: escala visual análoga; IMC: ı́ndice de masa corporal. raza blanca, 3/26 (11,5%) eran negras y 8/26 (30,7%) eran mestizas; no hubo diferencias significativas entre los grupos de tratamiento (p = 0,231). La dismenorrea y la dispareunia estaban presentes en el 100% de las mujeres en ambos grupos de tratamiento. En total, 8/26 (30.8%) de las mujeres incluidas, 3/13 (23.1%) del grupo de 25 y 5/13 (38,5%) del de 5 mg de mifepristona tenı́an infertilidad asociada a la endometriosis, p = 0,198. Los trastornos intestinales fueron referidos por 6/26 (23,1%) mujeres, 3 en cada grupo de tratamiento, p = 1,000. Los trastornos de la micción estaban presentes en el 23,1% de las pacientes incluidas en el grupo de 5 mg de mifepristona (p < 0,033) y ausentes en el grupo de 25 mg. Se realizó laparoscopia diagnóstica inicial (no terapéutica) al total de mujeres incluidas y en todas se confirmó la endometriosis, excepto en un caso en que no se ratificó endometriosis pélvica pero sı́ se hizo un diagnóstico de sospecha de endometriosis en la rafia de la episiotomı́a de un parto anterior. Este diagnóstico de sospecha se convirtió en diagnóstico de certeza por exclusión, ya que el intenso dolor que presentaba en la rafia cuando menstruaba desapareció con el tratamiento con mifepristona. intensidad de la dispareunia fue significativa en cada visita cuando se comparó con los valores iniciales. De las 9 mujeres que presentaban alteraciones urinarias o intestinales antes del tratamiento, solo 1 tenı́a trastornos [(Figura_2)TD$IG] 10 8 6 4 2 0 Inicio 3 meses 6 meses 25 mg 3 meses seg 6 meses seg 5 mg Figura 2 Intensidades de la dismenorrea (EVA) según grupos de tratamiento y periodos evaluativos. [(Figura_3)TD$IG] Eficacia Dismenorrea La figura 2 muestra las variaciones en la intensidad de la dismenorrea (EVA) en los periodos evaluativos del estudio. No hubo diferencias significativas entre los grupos de mifepristona. En cada grupo de tratamiento la disminución de la intensidad de la dispareunia en cada visita fue muy significativa cuando se comparó con los valores iniciales (fig. 3). 10 8 6 4 2 0 Otros sı́ntomas de la endometriosis La figura 3 muestra las variaciones en la intensidad de la dispareunia (EVA) en los consultas del estudio. No hubo diferencias significativas entre los grupos de mifepristona. En ambos grupos de tratamiento la disminución de la Inicio 3 m tto. 6 m tto. 3 m seg. 25 mg 5 mg 6 m seg. Figura 3 Intensidades de la dispareunia (EVA) según grupos de tratamiento y periodos evaluativos. 56 intestinales 3 meses después de iniciado aquél, siendo negativo este caso al final del tratamiento. Scores promedios de la AFS Se realizó laparoscopia evaluativa-terapéutica final a 22/26 (84,6%) participantes. En las 22 participantes con laparoscopia final, el score (AFS) inicial fue 58,2 51,5 (rango 2—134) y de 42,7 34,8 (rango 1-131) en los grupos de 25 y 5 mg, y al final fue 23,7 32,1 (rango 0-81) y 10,5 13,0 (rango 0-34), es decir, se produjo una reducción significativa del 59,3%, p = 0,033 (Wilcoxon) y de 75,4%, p = 0,005 (Wilcoxon), respectivamente. La diferencia entre los grupos de mifepristona no fue significativa, p = 0,765, con una potencia a posteriori de 80%. Cambios en las magnitudes de los scores de la AFS En el grupo de 25 mg de mifepristona, en 9/11 (82%) mujeres hubo reducción del score de la endometriosis y en 2/11 (18%) pacientes hubo ligero aumento del mismo. En el grupo de 5 mg de mifepristona, en 10/11 (91%) hubo disminución del score de la endometriosis y en 1/11 (9/%) la puntuación fue la misma que al inicio del tratamiento. La diferencia entre los grupos de tratamiento no fue significativa, p = 1,000. Estadios y tipos de endometriosis En el grupo de 25 mg de mifepristona, hubo 11/13 (85%) participantes con laparoscopia postratamiento: en 3/11 (27.3%) de ellas que al inicio estaban en el estadio I no se observaron lesiones endometriósicas al final del tratamiento; en 2/11 (18.2%) con estadio III antes del tratamiento 1/11 (9,1%) pasó al estadio II y 1/11 (9,1%) quedó en el mismo estadio, aunque con puntuación ligeramente menor. De las 6 que estaban en estadio IV, 4/11 (36,4%) quedaron en el mismo, aunque con puntuaciones inferiores la mayorı́a y 2/11 (18.2%) pasaron al estadio III. En el grupo de 5 mg hubo 11/13 (85%) mujeres con laparoscopia final; 3/11 (27,3%) que estaban en estadio I al inicio quedaron en el mismo; 2/11 (18,2%) con estadio III quedaron en el mismo con puntuaciones inferiores, de las 6 que estaban en estadio IV, 4/11 (36,4%) quedaron en el mismo aunque con puntuaciones menores y 2/11 (18,2%) pasaron al estadio III. El 65% de los casos presentaban afectación peritoneal profunda y el 15% superficial. El 73% presentaba afectación ovárica profunda y el 18% superficial. El 34,5% de los casos hubo afectación pélvico-ovárica. Hubo afectación del saco de Douglas en el 31% de las mujeres. El 61% de los casos presentaba gruesas adherencias. Un caso no fue endometriosis pélvica ni ovárica, sino intramuscular en el lugar de la cicatriz de la episiotomı́a. No hubo diferencias significativas en la distribución de la endometriosis entre ambos grupos de tratamiento, p = 0,574. Cambios en las dimensiones de los endometriomas Por ultrasonografı́a, fueron observados endometriomas en 5 pacientes del grupo de 25 mg y 4 del grupo de 5 mg de mifepristona. Se observaron disminuciones no significativas (p > 0,05), de las dimensiones de los endometriomas del 34 y el 48,4% a los 3 y 6 meses de tratamiento, respectivamente, en el grupo de 25 mg con respecto a los valores iniciales. En el grupo de 5 mg no hubo reducciones significativas (p > 0,05), del 2,3 y el 18% a los 3 y 6 meses de tratamiento, J.L. Carbonell i Esteve et al respectivamente, en relación con los valores pretratamiento. En este grupo, la ultrasonografı́a no demostró evidencia de endometriomas en 2 pacientes al final del tratamiento. Al final del tratamiento no hubo diferencias significativas entre los grupos de tratamiento en cuanto a la disminución promedio del volumen de los endometriomas, p = 0,176. Seguridad Efectos secundarios de la mifepristona Amenorrea Las participantes de ambos grupos de mifepristona estaban todas ya en amenorrea a los 45 dı́as de tratamiento. A los 6 meses continuaban en amenorrea 11/13 (85%) y 10/13 (77%) de los grupos de 25 y 5 mg, respectivamente, p = 0,309. En total 5/26 (19,2%) presentaron sangrado intratratamiento. Dos mujeres del grupo de 25 mg sangraron entre el quinto y sexto mes del tratamiento, 1 de ellas reportó dolor intenso durante el sangrado igual que al inicio del tratamiento (10 en la EVA) y en esta mujer el grosor endometrial al final del tratamiento era de 20 mm; la otra refirió intensidad 1 en la dismenorrea cuando sangró. Las 3 mujeres del grupo de 5 mg sangraron entre el quinto y sexto mes de tratamiento, solo 1 refirió dismenorrea de intensidad 6 (EVA), que era de 10 antes del tratamiento con mifepristona; las 2 mujeres restantes no reportaron dismenorrea con el sangrado. La duración promedio del spotting fue 5,0 2,3 y 3,0 2,0 dı́as en los grupos de 25 y 5 mg, respectivamente, p = 0,261. El sangrado tuvo una duración promedio de 4,1 2,5 y 2,1 1,5 dı́as en los grupos de 25 y 5 mg, respectivamente, p = 0,263. Sofocos Reportaron sofocos 1/13 (8%) y 1/13 (8%) mujeres a los 45 dı́as de tratamiento en los grupos de 25 y 5 mg, respectivamente, p = 0,500. A los 3 meses de tratamiento, los reportes de sofocos fueron 3/13 (23,1%) y 2/13 (15,4%) en los grupos de 25 y 5 mg, respectivamente, p = 0,309 y a los 6 meses en ninguna mujer del grupo de 25 mg y en 1/13 (8%) del grupo de 5 mg, p = 0,154. Grosor endometrial (mm) En la figura 4 están los valores del grosor endometrial a lo largo del estudio. Al final del tratamiento habı́a 5/13 (38,5%) y 4/13 (30,7%) con valores de grosor endometrial menores o iguales [(Figura_4)TD$IG]que 8 mm, en los grupos de 25 y 5 mg, respectivamente, 16 14 12 10 8 6 4 Inicio 3 m tto. 6 m tto. 25 mg 3 m seg. 5 mg Figura 4 Cambios en el grosor endometrial (mm) según grupos de tratamiento y periodos evaluativos. Tratamiento de la endometriosis con 5 mg o 25 mg diarios de mifepristona durante 6 meses p = 0,34, y habı́a 4/13 (30,8%) y 5/13 (38,5%) con valores de grosor endometrial superior a 20 mm en los grupos de 25 y 5 mg, respectivamente. Tres meses después de concluido el tratamiento con mifepristona, el grosor endometrial habı́a regresado a 8,0 3,3 y 8,1 mm 2,4, p = 0,993, en los grupos de 25 y 5 mg, respectivamente. Transaminasas hepáticas A los 3 meses de tratamiento, hubo 2/13 (15.4%) del grupo de 25 mg de mifepristona con elevaciones de las transaminasas hepáticas: a) 71 U y 80 U, ASAT y ALAT, respectivamente, (valores de referencia 46 y 49 U para ASAT y ALAT, respectivamente), y b) 48 U y 57 U, ASAT y ALAT, respectivamente. Esas pacientes continuaron en el estudio después de ser evaluadas por el médico y en la visita de los 6 meses de tratamiento los valores de las transaminasas eran normales. En el grupo de 5 mg no hubo valores elevados de las transaminasas hepáticas en ninguno de los periodos de evaluación. Biopsia endometrial No hubo diagnóstico de hiperplasia endometrial en las biopsias realizadas al inicio y al final del tratamiento con 25 o 5 mg de mifepristona. Retorno de la menstruación La menstruación retornó entre 25 y 35 dı́as después del cese del tratamiento con mifepristona, y no hubo diferencias entre los grupos de mifepristona, p > 0,05. Seguimiento Cuatro mujeres (2 de cada grupo de mifepristona) se negaron a realizarse la laparoscopia final pero completaron las consultas de seguimiento. Dos de estas 4 mujeres quedaron embarazadas una vez concluido los 6 meses de seguimiento: 1 tuvo un aborto diferido a las 13 semanas de gestación y la otra ya habı́a tenido un parto transpelviano de un recién nacido femenino a término sano en el momento de escribir este trabajo; ambas tenı́an diagnóstico de infertilidad asociada a la endometriosis. No asistieron a consultas de seguimiento 2 mujeres: una del grupo de 25 mg a la se le realizó histerectomı́a en el tercer mes después de finalizado el tratamiento con mifepristona por rotura espontánea de un endometrioma y otra del grupo de 5 mg, que fue operada al final del tratamiento porque en la laparoscopia final habı́a un endometrioma en el ovario derecho de aproximadamente 7 cm3, con una fisura por donde drenaba lı́quido achocolatado y se decidió realizar histerectomı́a total. Por decisión propia, a otras 2 pacientes se les realizó histerectomı́a a los 90 y 139 dı́as postratamiento, respectivamente. Estas pacientes presentaban endometriomas que no pudieron ser tratados quirúrgicamente en la laparoscopia realizada al final del tratamiento. La paciente con endometriosis en la rafia decidió operarse a los 3 meses después del tratamiento y la anatomı́a patológica dio como resultado endometriosis. Discusión Este estudio da indicios de que la mifepristona en cualquiera de las dos dosificaciones utilizadas podrı́a ser una opción en el tratamiento de esta afección dados: a) la gran disminución en la intensidad de la sintomatologı́a que se observó en el total 57 de las mujeres (es decir, no hubo ni un solo caso que no tuviera una notable mejorı́a clı́nica), ya que esta disminución de intensidad fue del 77,6 y el 84,7% en la dismenorrea y del 81,4 y el 81% en la dispareunia en los grupos de 25 y 5 mg, respectivamente, gracias a la amenorrea producida en la mayorı́a de los casos, y b) la gran disminución del tamaño y número de los implantes endometriósicos, que alcanzó disminuciones del score del 52,3 y el 79%, en los grupos de 25 y 5 mg, respectivamente. Hay que tener en cuenta que el cálculo de los porcentajes finales de disminución de las lesiones endometriósicas se excluyeron aquellos casos a los que no se les realizó el second-look laparoscópico: 4 mujeres, 2 de las cuales quedaron embarazadas después del tratamiento. Es posible que el tratamiento esté en la base de los dos embarazos que se produjeron en el grupo de 25 mg al finalizar el periodo de seguimiento de 6 meses, teniendo en cuenta que además no se beneficiaron del second-look laparoscópico y no podemos saber que puntuación de la AFS tenı́an postratamiento, aunque se trataba de 2 casos en estadio I con puntuaciones de 2 y 4. Una muestra de la eficacia del tratamiento es la gran adhesión a este que manifestó el 100% de las pacientes, que se traducı́a en la petición de las mujeres de querer continuar tomado el tratamiento ya que asimilaban mentalmente que la finalización del mismo significaba empeoramiento de su enfermedad. Aun teniendo en cuenta que la ultrasonografı́a no es una ciencia diagnóstica exacta en materia de endometriosis, hay que resaltar que disminuyó tanto el número de endometriomas como el volumen de estos en mayor o menor medida según que grupo de tratamiento, aunque estas disminuciones no fueron significativas casi seguramente por el exiguo número de observaciones y la gran variabilidad de esos datos. El caso de endometriosis en la rafia, obviamente no pudo ser valorado por laparoscopia, pero sı́ por la respuesta clı́nica que tuvo al tratamiento, con desaparición absoluta del dolor intramenstrual que siempre se presentaba en esa zona. Respecto de los efectos secundarios, hay que señalar que náuseas, vómitos y fatiga, que supuestamente la mifepristona provoca, no tienen mayor frecuencia y significación clı́nica que los que se producen en otros tratamientos de larga duración por vı́a oral. Los sofocos no suponen ningún obstáculo para el uso de este tratamiento, ya que su frecuencia fue muy baja y su intensidad menor aun (muchı́simo menor que los menopáusicos); no necesitaron tratamiento y ninguna mujer lo discontinuó por esta causa. Las elevaciones de las transaminasas a los 6 meses de tratamiento que ocurrieron en 2/13 (15,4%) mujeres del grupo de 25 mg tienen escasa significación clı́nica debido a sus bajos valores y desaparecieron antes de finalizar el tratamiento. Los 5 casos que tuvieron sangrado entre el cuarto y quinto mes del tratamiento presentan valores de grosor endometrial por encima de la normalidad: 20, 10, 23, 10, y 14 mm, respectivamente. Serı́a factible pensar que el mecanismo de ese sangrado irregular, que la mayorı́a de las veces es un simple spotting, pudiera ser más debido al exceso de grosor endometrial que a factores hormonales. Hay que señalar que los grosores endometriales alcanzados a los 6 meses de tratamiento en los dos tratamientos estudiados fueron similares, resaltando no obstante la gran diferencia que existe con el valor lı́mite de la normalidad que es 8 mm. Es interesante saber que, a pesar de este gran 58 aumento del grosor endometrial promedio, aproximadamente un tercio de los casos a los 6 meses de tratamiento tenı́an valores de grosor endometrial normales ( 8 mm) en ambos grupos de mifepristona. En este estudio, al igual que en otros realizados con PRM, se producen significativos engrosamientos endometriales25. Nuestro estudio tiene similitudes con el realizado con CDB4124 (Proellex), donde igualmente se produce sangrado entre el cuarto y el quinto mes de tratamiento en pacientes cuyo grosor endometrial está excesivamente aumentado19. Se debe señalar que no hubo ningún caso de hiperplasia simple a los 6 meses de tratamiento con mifepristona en ninguno de los 2 grupos de dosis de esta, aunque ya se ha demostrado recientemente por un panel de expertos que los tratamientos de larga duración con dosis bajas de mifepristona no producen cuadros de hiperplasia simples sino modificaciones a nivel endometrial que se caracterizan básicamente por: dilataciones quı́sticas glandulares, alteraciones de la proporción estroma/tejido glandular, etc., que se agrupan bajo el nombre de PAEC (progesterone associated endometrial changes)21-23. Llama la atención poderosamente el hecho de que el engrosamiento endometrial solo se produce a nivel intrauterino, ya que los focos ectópicos endometriósicos no experimentan este fenómeno, sino al contrario, ya que en caso contrario no se producirı́a la desaparición de implantes o disminución de su tamaño comprobado a nivel laparoscópico en el second-look. Serı́a aconsejable la realización de biopsias postratamiento para estudiar las modificaciones celulares producidas por la mifepristona. Después de la finalización del tratamiento, las menstruaciones se presentaron entre 4 y 5 semanas más tarde. Este nuevo tratamiento, además de presentar una eficacia similar a otras alternativas terapéuticas como análogos de la GnRh, danazol, etc., tiene la ventaja de que no provoca los indeseables efectos secundarios de estas. Kettel et al. ya demostraron que la mifepristona como antigestágeno que es no altera el perfil lipı́dico ni la densidad ósea16. Un aspecto negativo de este estudio es que en su diseño no se contempló valorar o medir el impacto de este tratamiento en la calidad de vida de las mujeres a través de sistemas o cuestionarios, como por ejemplo el Short Form-36 Health Survey (SF-36)26. Otro aspecto negativo también fue el quizás excesivo número de laparoscopistas (4) que realizaron las mediciones de los scores de la AFS, lo cual podrı́a explicar el hecho infrecuente de que varios casos de este estudio aumentaron su score y estadio de la enfermedad. Otro aspecto negativo fue haber diseñado un periodo de seguimiento postratamiento tan largo (6 meses) ya que es sabido todas las endometriosis empeoran con la menstruación. En este sentido, no obstante, hay que señalar que la mejorı́a clı́nica producida intratratamiento persistió de manera significativa después de la finalización del mismo, ya que a los 6 meses postratamiento la dismenorrea presentaba disminuciones del 50% en su intensidad con respecto a los valores pretratamiento. Lo mismo ocurre con la dispareunia pero con porcentajes mayores de disminución. A modo de conclusiones, podrı́amos decir que: a) la mifepristona podrı́a ser una alternativa para el tratamiento farmacológico de la endometriosis tanto en su variante de 25 mg como la de 5 mg; b) a igualdad de eficacia, deberı́a ser estudiada con mayor profundidad la dosis de 5 mg; c) estudios J.L. Carbonell i Esteve et al multicéntricos con mayor casuı́stica deberı́an ser realizados comparando este nuevo tratamiento con los estándares actuales: análogos de la GnRh, gestágenos (dienogest), etc., y/o con grupos placebo, y d) son necesarios estudios que lleguen a periodos largos de tratamiento (1-2 años) para conocer el potencial de este fármaco, dados su relativamente alto perfil de seguridad y eficacia, especialmente si se compara con las alternativas farmacológicas existentes en la actualidad. Bibliografı́a 1. Child TJ, Tan SL. Endometriosis: etiology, pathogenesis and treatment. Drugs. 2001;61:1735—50. 2. Marques A, Bahamondes L, Aldrighi JM, Petta CA. Quality of life in Brazilian women with endometriosis assessed through a medical outcome questionnaire. J Reprod Med. 2004;49:115—20. 3. Donnez J, Nisille M, Grandjean P, Gillerot S, Clerckx F. La place des agonistes de la GnRH dans le traitement par voies endoscopiques de l’endométriose et des fibromyomes. Contracep Fertil Sex. 1993;21:59—62. 4. Henzl MR, Cordon SL, Moghissi K, Buttram VC, Berqvist C, Jacobson J. Administration of nasal nafarelin as compared with oral danazol for endometriosis. A multicenter double-blind comparative clinical trial. N Engl J Med. 1998;318:785—9. 5. Wheler JM, Knittle JD. Depot leuprolide versus danazol in treatment of women with symptomatic endometriosis. Efficacy results. Am J Obstet Gynecol. 1992;167:1367—71. 6. Dorangeon P, Buvat-Herbaut, Buvat J, Rivier J, Thomas JL. Traitement de l’endométriose par le acétate de nomegéstrol. Gynecologie. 1993;1:139—43. 7. Prentice A, Deary AJ, Goldbeck-Wood S, Farquhar C, Smith SK. Gonadotrophin-releasing hormone analogues for pain associated with endometriosis. Cochrane Database Syst Rev. 2000;2: CD000346. 8. Baulieu EE. Contraception and other clinical applications of RU486, an antiprogestagen at the receptor. Science. 1989; 245:1351—7. 9. Garzo VG, Liu J, Ulmann A, Baulieu E, Yen SSC. Effects of an antiprogesterone (RU486) on the hypothalamic-hypophysealovarian-endometrial axis during the luteal phase of the menstrual cycle. J Clin Endocrinol Metab. 1988;66:508. 10. Schaison G, George M, Lestrat N, Reinberg A, Baulieu EE, Yen SSC. Effects of the antiprogesterone steroid RU486 during mid-luteal phase in normal women. J Clin Endocrinol Metab. 1985;61:484—9. 11. Roself SR, Kettel LM, Rivier J, Burger HG, Baulieu EE, Yen SSC. Accelerated dissolution of luteal-endometrial integrity by the administration of antagonists of gonadotropin-releasing hormone and progesterone to late-luteal phase women. Fertil Steril. 1990;54:805. 12. Liu JH, Garzo G, Morris S, Stuenkel C, Ulmann A, Yen SSC. Disruption of follicular maturation and delay of ovulation after administration of the antiprogesterone RU486. J Clin Endocrinol Metab. 1988;49:961. 13. Luukkainen T, Heikinheimo O, Haukkamaa M, Lahteenmaki P. Inhibition of folliculogenesis and ovulation by the antiprogesterone RU486. Fertil Steril. 1988;49:961. 14. Grow DR, Williams RF, Hsiu JG, Hodgens GD. Antiprogestins and/ or gonadotropin—releasing hormones agonists for endometriosis treatment and bone maintenance: a 1—year primate study. J Clin Endocrinol Metab. 1996;81:1933—9. 15. Kettel LM, Murphy AA, Mortola JF, Liu JH, Ulmann A, Yen SSC. Endocrine response to long-term administration of the antiprogesterone RU486 in patients with pelvic endometriosis. Fertil Steril. 1991;56:402—7. Tratamiento de la endometriosis con 5 mg o 25 mg diarios de mifepristona durante 6 meses 16. Kettel LM, Murphy AA, Morales AJ, Ulmann A, Baulieu E, Yen SSC. Treatment of endometriosis with the antiprogesterone RU486. Fertil Steril. 1996;65:23—8. 17. Kettel LM, Murphy AA, Morales AJ, Yen SSC, Adamson RGD, Powers TW. Preliminary report on the treatment of endometriosis with low-dose mifepristone (RU 486). Am J Obstet Gynecol. 1998;178:1151—6. 18. Chawlisz K, Mattia-Goldgerg K, Lee M, Elger W, Edmonds A. Treatment of endometriosis with the novel selective progesterone receptor modulator (SPRM) asoprisnil. Fertil Steril. 2004; 82 Suppl 2:S83. 19. Spitz IM, Wiehle RD, van As A. Progesterone receptor modulators in endometriosis: a new therapeutic option. En: Garcia-Velasco J, Rizk B, editors. Textbook of endometriosis. India: Jaypee Brothers Medical Publishers Ltd. 2009. 20. Revised American Fertility Society Classification of Endometriosis. Fertil Steril. 43351. 59 21. Mutter G, Bergeron C, Deligdisch L, Ferenczy A, Glant M, Merino M, et al. The spectrum of endometrial pathology induced by progesterone receptor modulators. Mod Pathol. 2008;21: 591—8. 22. Spitz I. Mifepristone: where do we come from and where are we going? Clinical development over a quarter of century. Contraception. 2010;82:442—52. 23. Horne FM. Progesterone receptor modulators and the endometrium: changes and consequences. Hum Reprod Update. 2007; 13:567—80. 24. Faul F. G*Power version 3.0.10. Universitat Kiel, Germany, 2008. (Windows Software). 25. Spitz IM. Progesterone receptors antagonists. Curr Opin Investig Drugs. 2006;7:882—90. 26. Ware Jr JE, Sherbourne CD. The MOS 36-item short-form health survey (SF-36) (I). Conceptual framework and item selection. Med Care. 1992;30:473—83. Prog Obstet Ginecol. 2012;55(2):60—65 PROGRESOS de OBSTETRICIA Y GINECOLOG ÍA w w w. e l s e v i e r. e s / p o g ORIGINAL Encuesta SEGO. Control del feto de bajo riesgo durante el embarazo y el parto en los hospitales españoles Pedro de la Fuente a,* y Laura de la Fuente b a b Catedrático, Miembro del Comité Cientı́fico de la Sociedad Española de Obstetricia y Ginecologı́a, Madrid, España Departamento de Obstetricia y Ginecologı́a, Hospital 12 de Octubre, Madrid, España Recibido el 11 de julio de 2011; aceptado el 17 de julio de 2011 Accesible en lı́nea el 9 de enero de 2012 PALABRAS CLAVE Métodos de control fetal; Registro no estresante; pH fetal durante el parto KEYWORD Fetal monitoring methods; Non-stress monitoring; Fetal pH during labor Resumen Objetivo: Conocer cómo se controla el feto de bajo riesgo durante las últimas semanas del embarazo y el parto en los hospitales españoles. Método: Bajo el patrocinio de la Sociedad Española de Ginecologı́a y Obstetricia, se realiza una encuesta por internet sobre cómo se realiza el control del feto de bajo riesgo en 31 hospitales públicos y en 5 privados. Resultados: Un total de 34 hospitales realizan el control durante el embarazo mediante registros no estresantes (NST) y el 5,6% restante con perfil biofı́sico abreviado. En 17 de los hospitales, cuando los registros NST no son reactivos, 10 hospitales utilizan el perfil biofı́sico abreviado, 4 el Doppler de los vasos fetales y 3 la amnioscopia. Durante el parto todos los hospitales realizan el control mediante registro cadiotocográfico (CTG) continuo durante la totalidad del parto en el 83,3%, y el resto mediante ventanas. Cuando el trazado no es tranquilizador, en 5 recurren a la pulsioximetrı́a, en 3 al análisis del espacio ST (STAM) y en otros 3 al Doppler de vasos fetales. El 69,4% de los hospitales realizan microtoma y pH en la arteria umbilical. Conclusión: El registro NST es preferido para el control del feto durante las últimas semanas del embarazo. Durante el parto se utiliza el registro CTG, y en el 69,4% recurren a la microtoma cuando el registro no es tranquilizador. ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Spanish Society of Obstetrics and Gynecology survey. Monitoring of low-risk fetuses during pregnancy and delivery in Spanish hospitals Abstract Objective: To determine how low-risk fetuses are monitored during the last few weeks of pregnancy and labor in Spanish hospitals. Method: An electronic survey on the management of low-risk fetuses was conducted under the aegis of the Spanish Society of Obstetrics and Gynecology in 31 public hospitals and in 5 private hospitals. * Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (P. de la Fuente). 0304-5013/$ — see front matter ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.pog.2011.07.006 Encuesta SEGO. Control del feto de bajo riesgo durante el embarazo y el parto en los hospitales españoles 61 Results: During pregnancy, a non-stress test (NST) was used in 34 hospitals and the abbreviated biophysical profile was used in 5.6%. When a non-reassuring fetal pattern was found, the abbreviated biophysical profile was used in 10 hospitals, fetal Doppler in four and amnioscopy in three. During labor, all hospitals performed cardiotocographic monitoring (CTG), which was continuous in 83.3% and through windows in the remainder. When the results of CTG were nonreassuring, pulse-oximetry was used in five centers, ST space analysis (STAM) in three and fetal Doppler in a further three. Microtome and umbilical artery pH sampling were performed in 69.4% of hospitals. Conclusion: NST is the preferred test for fetal monitoring in the last few weeks of pregnancy. During labor, CTG is currently used, and only 69.4% of centers use microtome when a nonreassuring CTG pattern is observed. ß 2011 SEGO. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción y 5 privados. Los hospitales que han intervenido en la encuesta son los siguientes: La hipoxia y la consiguiente acidosis son en última instancia la causa de la mortalidad perinatal y de las lesiones del recién nacido. Encontrar un método para detectar los fetos con riesgo es uno de los desafı́os que tiene planteada la medicina materno-fetal. Se han utilizado varios test para detectar los fetos con riego durante el embarazo y el parto. Durante el embarazo se han propuesto el recuento de los movimientos fetales1—3, los registros cardiotocográficos (CTG) con contracciones, los registros no estresantes (NST)4—6, la medición del volumen de lı́quido amniótico7,8, el perfil biofı́sico9,10 y el Doppler de las arterias uterinas y de los vasos fetales11,12. Durante el parto se ha utilizado el método clı́nico consistente en la elaboración del partograma junto con la auscultación y la observación del lı́quido amniótico13,14, el registro cadiotocográfico15,16, la microtoma fetal17, el análisis de electrocardiograma fetal (STAM)18 y la pulsoximetrı́a19, entre otros. En el embarazo de bajo riesgo se han utilizado varios métodos para el control del feto, y de ellos solo pueden utilizarse el recuento de movimientos fetales por la paciente y en el registro CTG en condiciones basales, también denominado el NST. Por el contrario, los registros CTG con estimulación y sin ella, la valoración de la cantidad de lı́quido amniótico por ecografı́a, ası́ como el perfil biofı́sico y el Doppler de los vasos placentarios y fetales se considera que no reúnen las caracterı́sticas para ser aplicados de forma sistemática a todas las embarazadas. A pesar de que la mayor parte de la mortalidad y de la morbilidad perinatales se da entre las gestantes etiquetadas como de alto riesgo, no es menos cierto que, con más frecuencia de lo deseado, suceden muertes y morbilidad perinatal en gestantes que a priori están etiquetadas como de bajo riesgo. Ninguno los test aplicados durante el embarazo de bajo riesgo ha demostrado reducir la morbimortalidad perinatal, y por otro lado, los que defienden su utilización no se ponen de acuerdo ni con el método ni a partir de qué edad gestacional debe utilizarse. Es por ello que nos ha parecido oportuno realizar una encuesta sobre el protocolo de control del feto de bajo riesgo durante el embarazo y del parto del feto de bajo riesgo en los hospitales españoles. Hospital 12 de Octubre, Madrid (José Manuel Hernandez Garcı́a). Hospital Arquitecto Marcide, La Coruña, El Ferrol (Francisco Javier Martı́nez Mendaña). Hospital Central de Asturias, Oviedo (Secundino Villaverde). Hospital Clı́nico de San Carlos, Madrid (Miguel Ángel Herraiz). Hospital Clı́nico de Valencia, Valencia (Antonio Cano). Hospital Clı́nico Universitario, Zaragoza (Ernesto Fabre). Hospital Universitario de San Juan, Alicante (Pedro Acien). Hospital de Cruces, Bilbao (Juan Carlos Melchor). Hospital de Fuenlabrada, Madrid (Pilar Miranda). Hospital Universitario de Guadalajara, Guadalajara (Juan Carlos Monte y Juan Álvarez de los Heros). Hospital de Puerto Real, Cádiz (Rafael Comino). Hospital de Madrid-Norte San Chinarro, Madrid (Eduardo Cabrillo). Hospital de San Pablo, Barcelona (Juan Parra). Hospital Clinico Universitario, Santiago de Compostela (Rafael Uceda). Hospital de Valdecilla, Santander (José Ramón de Miguel). Hospital General de Segovia, Segovia (Ricardo Santamarı́a). Hospital Gregorio Marañón, Madrid (Ángel Aguarón). Instituto Dexeus, Barcelona (Bernat Serra). Hospital La Fe, Valencia (Alfredo Perales). Hospital La Paz, Madrid (Antonio González). Hospital Monteprı́ncipe, Madrid (Marı́a Luisa Cano). Hospital Princesa Sofı́a, Córdoba (Santiago Carrasco). Hospital Ruber Internacional, Madrid (Juan José Vidal Pelaez). Hospital San Juan de Dios, Barcelona (José Marı́a Lailla). Hospital Santa Cristina, Madrid (Fernando Izquierdo y José Manuel Bajo). Hospital Universitario de Canarias, Tenerife (Juan Troyano y Dra. Álvarez). Hospital Universitario Materno-Infantil, Gran Canarias, Las Palmas (José Angel Garcı́a Hernandez). Hospital Vall d’Ebron, Barcelona (Luis Cabero Roura). Hospital Virgen de Valmes, Sevilla (Rogelio Garrido). Hospital Virgen de la Salud, Toledo (Marı́a Luisa Cañete y Ángel Salcedo). Método Se ha realizado durante el año 2010 una encuesta vı́a internet a 36 de los hospitales más importantes de España: 31 públicos 62 P. de la Fuente, L. de la Fuente %de hospitales <1.500 1.500-2.000 2.001-2.500 2.501-3.000 3.001-3.500 3.501-4.000 >4.000 6 3 7 2 3 3 12 16,7 8,3 19,5 5,6 8,3 8,3 33,3 TOTAL 36 100,0 Hospital Virgen del Camino, Pamplona (Miguel Ezcurdia Gurpegui). Hospital Puerta de Hierro, Madrid (Enrique Iglesias). Hospital la Resaca, Murcia (Lorenzo Abad). Hospital Puerta del Mar, Cádiz (José Luis Bartha). Hospital Materno Infantil, Badajoz (Francisco Garcı́a). Clı́nica Adeslas, Almerı́a (Carlos Pérez Serrano). El cuestionario constó de las siguientes preguntas: ? ? ? Hacen control del feto durante el embarazo? A partir de qué semana comienzan a hacer el control? Qué tipo de control? Cuando interrumpen la gestación a qué edad gestacional lo hacen? Cómo hacen el control del feto durante el parto? Qué tipo de control realizan? Realizan pH en arteria umbilical? ? ? ? ? Resultados Los hospitales se agruparon según el número de partos asistidos en el año 2010, con intervalos de 500 comenzando con los que tuvieron menos de 1.500 partos al año (tabla 1). A la pregunta de si hacen control fetal durante las últimas semanas del embarazo los 36 hospitales contestaron afirmativamente (el 100%). Los resultados a las preguntas a partir de qué semanas se hace el control, qué tipo de control, en qué semana se interrumpe la gestación, cómo hacen el control del feto durante el parto, qué tipo de control realizan y si hacen pH en arteria umbilical, se exponen en las tablas 2 a 7. Comentarios El NST registra de forma continua la frecuencia cardiaca y la dinámica uterina utilizando como señal para frecuencia cardiaca el Doppler y para la dinámica un transductor que recoge la deformación de la pared abdominal. Se registran ası́, de forma semicuantitativa, las contracciones y los movimientos fetales. Los registros se catalogan como normales «reactivos» y «no reactivos» o anormales. Todos los hospitales realizan control del feto al final de la gestación; el método utilizado es el NST en 34 hospitales (94,4%), y sólo en 2 hospitales emplean el perfil biofı́sico abreviado. A pesar de no existir evidencia de que el control fetal mediante NST durante las Número de hospitales A A A A A la 37 semanas la 38 semanas la 39 semanas la 40 semanas partir de la 41 semanas TOTAL Tabla 3 % 7 7 1 17 4 19,4 19,4 2,8 47,2 11,2 36 100,0 Qué tipo de control realizan durante el emvarazo? Monitorización no estresante Perfil biofı́sico abreviado Número de hospitales % 34 2 94,4 5,6 Hay 17 hospitales (47,2%) que cuando el NST no es reactivo recurren a otros métodos: Perfil biofı́sico abreviado 10 58,8% Doppler de vasos fetales 4 23,6% Amnioscopia 3 17,6% Tabla 4 ? Número de hospitales A qué semana comienzan el control fetal? ? Tipo de hospital según número de partos asistidos Tabla 2 ? Tabla 1 Agrupación de los hospitales según el número de partos asistidos el año 2010 Cuándo interrumpen la gestación? Número de hospitales % A las 41 semanas A las 42 semanas No si no hay signos de PBF 24 11 1 66,6 30,6 2,8 TOTAL 36 100.0 PBF: pérdida de bienestar fetal. últimas semanas en los embarazos de bajo riesgo disminuya la morbimortalidad perinatal5,20,21, si bien tiene una buena sensibilidad, el valor predictivo no llega al 50%22, con el inconveniente de que la alta incidencia de falsos positivos aumenta el ı́ndice de cesáreas innecesarias. Todos los hospitales realizan control del feto cuando la gestación llega a término, pero hay variaciones en cuanto a la semana en que comienza; los más precoces (19,4%) comienzan a las 37 semanas, el 11,2% lo hace a partir de las 41 semanas y el resto a partir de las 42 semanas. Se sabe que la edad gestacional puede influir en el resultado del NST; Tabla 5 Control durante el parto Número de hospitales % Solo control clinico * Con ventanas de monitorización Monitorizan todo el parto 2 4 30 5,6 11,1 83,3 TOTAL 36 100,0 * Solo si lo pide la mujer. Encuesta SEGO. Control del feto de bajo riesgo durante el embarazo y el parto en los hospitales españoles Tabla 6 Control durante el parto Número de hospitales % Cardiotocografia Externa Interna Interna ocasionalmente 36 32 2 2 100 89,0 5,5 5,5 TOTAL 36 100,0 Tabla 7 Control durante el parto cuando el registro no es tranquilizador Número de hospitales % Utilizan ocasionalmente otros métodos Pulsoximetrı́a STAM Doppler vasos fetales 11 30,6 5 3 3 45,6% 27,2% 27,2% Utilizan microtoma Utilizan pH en cordón 25 25 69,4% 69,4% a las 28 semanas solo el 60% de los fetos normales tienen un NST reactivo23, y la incidencia va aumentando hasta llegar a término. Comenzar a las 37 semanas y no antes posiblemente se deba a la gran incidencia de falsos negativos que obliga a la interrupción del embarazo, lo cual puede contribuir a originar prematuridad iatrogénica. Para evitar esta posibilidad algunos (el 47,2%), cuando el NST no es reactivo, recurren a otros métodos: la mayorı́a de estos (58,8%) recurren al perfil biofı́sico, mientras que el Doppler de las vasos fetales solo lo emplean el 23,6%; por último está la amnioscopia, con solo el 17,3%; no se ha investigado si estos métodos hicieron cambiar el diagnóstico de los NST no reactivos. En los últimos años se ha puesto de manifiesto que la mortalidad perinatal aumenta a partir de las 40 semanas cumplidas24—26, y por esta razón la tendencia es a interrumpir la gestación antes de cumplirse las 42 semanas. El 66,6% de los hospitales interrumpe la gestación al llegar a las 41 semanas, y el 30,6% al llegar a las 42 semanas; solamente hay un hospital que continúa el control del feto y solo interrumpe el embarazo si aparecen signos de sospecha de pérdida de bienestar fetal. Estas diferencias en cuando a interrumpir la gestación posiblemente se deban a la experiencia de cada hospital y a los recursos de que disponen; hay que tener en cuenta que si bien es verdad que se evitan muertes perinatales, se estima que hay que realizar 500 inducciones al llegar a las 41 semanas para evitar una muerte perinatal27, y el incremento de inducciones cuando se hace de forma sistemática a las 41 semanas, según un cálculo realizado en Noruega, supone más de 14.000 inducciones al año. El control del feto durante el parto se realizó durante mucho tiempo mediante auscultación con estetoscopio de Pinard, y durante las dos últimas décadas algunos han preconizado la auscultación intermitente cada 15 min durante 60 s coincidiendo con la contracción, para recurrir solamente al registro CTG cuando surge una anomalı́a28,29. 63 Este tipo de control únicamente se realiza en 2 de los 36 hospitales, pero solo cuando la paciente lo solicita de forma expresa. Resulta prácticamente imposible realizarlo en nuestro medio, ya que se requiere una matrona por cada parturienta30. En una amplia revisión de Cochrane se evalúa el registro CTG continuo con o sin microtoma fetal versus auscultación intermitente, y no encuentran diferencias significativas en la mortalidad perinatal (en 11 trabajos con 33.513 mujeres; RR = 0,85; IC 95%, 0,59-1,23); aumenta la tasa de cesáreas (RR = 1,66; IC 95%, 1,30-2,13, 10 trabajos en 18.761 mujeres); no disminuye la incidencia de parálisis cerebrales (RR = 1,74; IC 95%, 0,97-3,11 en 2 trabajos con 13.252 mujeres); como único efecto beneficioso se encontró una reducción de la incidencia de convulsiones neonatales (RR = 0,50; IC 95%, 0,31-0,80, en 9 trabajos con 32.386 mujeres)31. La modalidad de realizar ventanas de monitorización la utilizan 4 hospitales (11,1%), mientras que 30 (80,3%) prefieren el registro continuo. El registro externo lo realizan 32 hospitales, mientras que 2 utilizan de forma sistemática el interno y otros 2 de forma ocasional. En 11 hospitales, cuando el registro CTG no es normal utilizan otros métodos: 5 la pulsioximetrı́a, 3 el espacio ST del electrocardiograma del feto, y otros 3 el Doppler de las vasos placentarios y fetales. Al sumar al registro CTG la valoración del espacio ST se encontró una disminución de acidosis neonatal al lı́mite de la significación (RR = 0,64; IC95%, 0,41-1,00 en tres trabajos con 8.872 mujeres); una disminución significativa de microsomas y de la incidencia de los partos instrumentales vaginales, pero no se encontró influencia en la incidencia de cesáreas ni del número de fetos con Apgar <7 a los 5 min32. La utilización de la pulsioximetrı́a, a pesar de los informes de algunas publicaciones, no está dando los resultados esperados33. En 25 hospitales se realiza pH del feto en sangre de cuero cabelludo cuando hay un registro no tranquilizante; hay que señalar que da la impresión de que la práctica de esta técnica, que hace unos años se preconizaba realizar siempre que aparecı́a un registro patológico, ha disminuido. Este cambio de actitud posiblemente se debe a que hemos aprendido a leer mejor los registros, al rechazo de algunos grupos a los métodos invasivos y a la influencia de las publicaciones americanas. El control del feto durante el parto mediante CTG ha sido incorporado de forma masiva por los hospitales españoles y por la mayorı́a de los hospitales de los demás paı́ses, a pesar de no existir evidencia clara de su utilidad. Según algunos autores, la prematura adopción de esta técnica ha llevado a que la interpretación de registros anormales contribuya a un aumento de los partos quirúrgicos, a una mayor demanda por mala praxis, y todo ello sin que haya disminuido la incidencia de parálisis cerebrales34,35. A pesar de ello se sigue utilizando, posiblemente debido a que es el único procedimiento objetivo que puede ser valorado a posteriori por otros observadores distintos a los actores del parto, y también constituye una prueba de gran valor judicial y médico-forense. En todos los hospitales evalúan al recién nacido mediante el test de Apgar, y en 25 (69,4%) realizan también pH en sangre de arteria umbilical. Los test clı́nicos para valorar el recién nacido –—a la cabeza de los cuales está el test de Apgar–— pecan de subjetividad y de un valor relativo; por esta razón, desde hace algunos años son muchos los que han 64 introducido el valor pH y el exceso de base en sangre de la arteria umbilical para dilucidar si existió hipoxia intraparto. Por este motivo, un grupo de expertos reunidos en Alice Spring (Australia) en marzo de 1998 definió los criterios que debe reunir una hipoxia intraparto para poder ser considerada causante de parálisis cerebral. Los criterios esenciales fueron: Evidencia de una acidosis metabólica definida por un pH <7 y un déficit de base 12 mmol/l en sangre obtenida de la arteria umbilical nada más nacer el feto. La parálisis cerebral afecta a los cuatro miembros y es de tipo espástico o discinesia. Exclusión de otras causas como traumas, alteraciones de la coagulación, infecciones o anomalı́as congénitas36. Dado que estos criterios son admitidos por prácticamente todas las instituciones hospitalarias del mundo, es de desear que la práctica del pH en arteria umbilical se incorpore de forma sistemática, ya que, además del valor clı́nico, constituye el argumento más contundente en casos de reclamaciones judiciales en los casos de parálisis cerebrales atribuidas al parto. En conclusión, el control del feto de bajo riesgo se hace en todos los hospitales mediante el NST, pero no hay unanimidad en la cuestión de cuándo empezar: mientras unos comienzan a la 37 semanas, otros lo hacen más tarde. Existe casi unanimidad en interrumpir la gestación cuando llega a término, aunque no todos lo hacen a la misma edad gestacional. Solo en un hospital esperan hasta la aparición espontánea del parto. La totalidad de los hospitales controlan el feto durante el parto mediante CTG, la mayorı́a externo. Es de señalar la baja utilización del pH intraútero y la escasa utilización de otros métodos complementarios al CTG. Bibliografı́a 1. Grat A, Elbourne D, Valentin L, Alexander S. Reutine formal fetal movement counting and risks of antepartum late deaths in formed singletons. Lancet. 1989;2:345—7. 2. Moore TR, Piacquadio K. A prospective evaluation of fetal movement screening to reduce the incidence of antepartum fetal death. Am J Obstet Gynecol. 1989;160:1075—80. 3. Velazquez MD, Raybum WF. Antenatal evaluation of the fetus using fetal movement monitoring. Clin Obstet Gynecol. 2002; 45:993—1004. 4. Evertson LR, Gauthier RJ, Collea JV. Fetal demise following negative contraction stress tests. Obstet Gynecol. 1978; 51:671—3. 5. Pattison N, McCowan L. Cardiotocography for antepartum fetal assessment. Cochrane Database of Systematic Reviews. 1999;CD001068. 6. Freeman RK, Anderson G, Dorchester W. A prospective multiinstitutional study of antepartum fetal heart rate monitoring. II. Contraction stress test versus nonstress test for primary surveillance. Am J Obstet Gynecol. 1982;143:778—81. 7. Baron C, Morgan MA, Garite TJ. The impact of amniotic fluid volume assessed intrapartum on perinatal outcome. Am J Obstet Gynecol. 1995;173:167—74. 8. Morris JM, Thompson K, Smithey J, Gaffney G, Cooke I, Chamberlain P, et al. The usefulness of ultrasound assessment of amniotic fluid in predicting adverse outcome in prolonged pregnancy: A prospective blinded observational study. BJOG. 2003; 110:989—94. P. de la Fuente, L. de la Fuente 9. Golde SH, Montoro M, Good-Anderson B, Broussard P, Jacobs N, Loesser C, et al. The role of non-stress tests, fetal biophysical profile, and contraction stress tests in the outpatient management of insulin-requiring diabetic pregnancies. Am J Obstet Gynecol. 1984;148. 10. Manning FA. Fetal biophysical profile. Obstet Gynecol Clin North Am. 1999;26:557—77. 11. Smith GC, Yu CK, Papageorghiou AT, Cacho AM, Nicolaides KH. Maternal uterine artery Doppler flow velocimetry and the risk of stillbirth. Obstet Gynecol. 2007;109:144—51. 12. Baschat AA, Gembruch U, Weiner CP, Harman CR. Qualitative venous Doppler waveform analysis improves prediction of critical perinatal outcomes in premature growth-restricted fetuses. Ultrasound Obstet Gynecol. 2003;22:240—5. 13. World Healh Organization partograph in management of labor. World Health Organization Maternal Health and Safe Mothenhood Programe. Lancet. 1994;343:1399—404. 14. Lavender T, Alfirevic Z, Walkinshaw S. Effect of different partogram action lines on birth outcomes: A randomized controlled trial. Obstet Gynecol. 2006;108:295—302. 15. Alfirevic Z, Devane D, Gyte GM. Continuous cardiotocography (CTG) as a form of electronic fetal monitoring (EFM) for fetal assessment during labour. Cochrane Database Syst Rev. 2006; 3:CD006066. 16. Devane D, Lalor JG, Daly S, McGuire W. Cardiotocography versus intermittent auscultation of fetal heart on admission to labour ward for assessment of fetal wellbeing. (Protocol) Cochrane Database of Systematic Reviews. 2005;CD005122. 17. Saling E. Microanálisis sanguı́neos en el feto. En: Saling E, editor. El niño desde el punto de vista obstétrico.. Barcelona: Editorial Cientı́fico-Médica; 1971. p. 103—55. 18. Amer-Wahlin I, Hellsten C, Norén H, Hagberg H, Herbst A, Kjellmer I, et al. Carditocography only versus cardiotocongraphy plus ST analysis of fetal electrocardiogram for intrapartum fetal monitoring: A Swedish randomised controlled trial. Lancet. 2001;358:534—8. 19. Colditz PB, Begg LM, East CE. Fetal pulse oximetry. Instrumentation and recent clinical experience. Cli Perinatol. 1999;26:869—80. 20. Pattison NS, Sadler L, Mullins P. Obstetric risk factors can they predict fetal mortality and morbidity? NZ Med J. 1990;103: 229—69. 21. Freeman RK, Anderson G, Dorchester W. A prospective multiinstitutional study of antepartum fetal heart rate monitoring. II. Contraction stress test versus non-stress test for primary for primary surveillance. Am J Obstet Gynecol. 1982;143:778—81. 22. Solt I, Divon MY. Fetal Surveillance Tests. En: Blazer S, Zimmer EZ, editors. The Embryo: Scientific Discovery and Medical Ethics.. Basel: Karger; 2005. p. 291—308. 23. Haws RA, Yakoob MY, Soomro T, Menezes EV, Darmstadt G, Bhutta ZA. Reducing stillbirths: Screening and monitoring during pregnancy and labour. BMC Pregnacy and Childbirth. 2009;9 Suppl 1:S5. 24. Heimstad R, Romundstad PR, Salvesen KA. Induction of labour post-term pregnancy and risk estimates for intrauterine and perinatal death. Acta Obstet Gynecol Scand. 2008;87:247—9. 25. Wennertholm UB, Hagberg H, Brorsson B, Bergh C. Induction of labor versus expectant management for post-date pregnancy: Is there sufficient evidence for a change in clinical practice? Acta Obstet Gynecol Scand. 2008;88:6—17. 26. Delaney M, Roggensack A, Leduc DC, Ballemann C, Biringer A, Dontigny L, et al. Guidelines for the management of pregnancy at 41 +0 to 42 weeks. J Obstet Gynecol Can. 2008;30:800—23. 27. Crowley P. Interventions for preventing or improving the outcome of delivery at or beyond term. Cohrane Database Syst Rew. 2000;2:CD000170. 28. American College Obstetricians Gynecologists, ACOG technical bulletin. Fetal rate patterns: Monitoring, interpretation and management. Int J Obstet Gynecol. 1995;51:65—74. Encuesta SEGO. Control del feto de bajo riesgo durante el embarazo y el parto en los hospitales españoles 29. Liston R, Crane J, Hamilton E, Hughes O, Kuling S, MacKinnon C et al. EUROSTAR Collaborators, SOGC Clinical Practice Guidelines: Fetal health surveillance in labor. Int J Obstet Gynecol Can JOGC. 2002;24:250-76. 30. Morrison JC, Chez BF, Davis ID, Martin RW, Roberts WE, Martin JN Jr, et al. Intrapartum fetal heart rate assessment: Monitoring by auscultation or electronic means. Am J Obstet Gynecol. 1993; 168:63—6. 31. Alfirevic Z, Devane D, Gyte GM. Continouos cardiotocograpfy (CTG) as a form of electronic fetal monitoring (EFM) for fetal assessment during labour. Cochrane Database Sys Rev. 2006; 3:CD006066. 65 32. Neilson JP. Fetal electrocardiograma (ECG) for fetal monitoring during labor. Cochrane Database. 2006;3:CD000116. 33. East CE, Chan FY, Colditz PB, Begg LM. Fetal pulse oximetry for fetal assessment in labour. Cochrane Database Syst Rev. 2007;CD004075. 34. Freeman JM. Beware: The misuse of technology and the law of unintended consequences. Neurotherapeutics. 2007;4:549—54. 35. Stout MJ, Cahill AG. Electronic fetal monitoring: Present and future. Clin Perinatol. 2011;38:127—42. 36. McLennan A. A template for defining a causal relation between acute intrapartum evens an cerebral palsy: International consensus statement. BJM. 1999;319:1054—9. Prog Obstet Ginecol. 2012;55(2):66—70 PROGRESOS de OBSTETRICIA Y GINECOLOG ÍA w w w. e l s e v i e r. e s / p o g ORIGINAL Biopsia mamaria asistida por vacı́o y guiada por estereotaxia. Correlación con la biopsia quirúrgica Sara Plaza Loma a,*, Yolanda Rodrı́guez de Diego a, Ignacio González Blanco b, Eva Martı́n Medrano b, Araceli del Villar Negro c y Ángeles Torres Nieto c a Servicio de Radiodiagnóstico, Unidad de Patologı́a Mamaria, Hospital Universitario Rı́o Hortega, Valladolid, España Servicio de Obstetricia y Ginecologı́a, Unidad de Patologı́a Mamaria, Hospital Universitario Rı́o Hortega, Valladolid, España c Servicio de Anatomı́a Patológica, Unidad de Patologı́a Mamaria, Hospital Universitario Rı́o Hortega, Valladolid, España b Recibido el 19 de marzo de 2011; aceptado el 30 de junio de 2011 Accesible en lı́nea el 21 de enero de 2012 PALABRAS CLAVE Resumen Objetivo: Valorar la eficacia de la biopsia percutánea asistida por vacı́o y guiada por estereo- Mama; Biopsia estereotaxia; Falso negativo; Subestimación; Biopsia quirúrgica Material y métodos: Estudio retrospectivo de 250 biopsias asistidas por vacı́o guiadas por KEYWORDS Stereotactic vacuum-assisted breast biopsy. Correlation with surgical excisional biopsy Breast; Stereotactic biopsy; False negative; Underestimation; Surgical biopsy taxia como alternativa a la biopsia quirúrgica diagnóstica. estereotaxia realizadas entre marzo del 2006 y agosto del 2010. Se ha analizado la tasa de falsos negativos y la subestimación diagnóstica en relación con la biopsia quirúrgica. Resultados: La tasa de falsos negativos fue del 2% (1/63) y el valor predictivo positivo fue del 100%. La biopsia quirúrgica evidenció hallazgos de carcinoma en el 30% (3/10) de los casos diagnosticados como hiperplasia ductal atı́pica y en el 33,3% (2/6) de los carcinomas lobulillares in situ. De las 40 lesiones diagnosticadas como carcinoma ductal in situ, la biopsia quirúrgica evidenció carcinomas infiltrantes en 4 de los casos (10%). Conclusiones: La biopsia guiada por estereotaxia puede considerarse una alternativa válida a la biopsia quirúrgica diagnóstica, aunque persiste la posibilidad de subestimación diagnóstica. ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Abstract Objective: To evaluate the efficiency of stereotactic vacuum-assisted core breast biopsy as an alternative to diagnostic surgical biopsy. Material and methods: A retrospective study based on 250 stereotactic vacuum-assisted percutaneous biopsies was conducted from March 2006 to August 2010. The false-negative rate and underestimation of disease at percutaneous biopsy were determined in comparison with diagnostic surgical biopsy. * Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (S. Plaza Loma). 0304-5013/$ — see front matter ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.pog.2011.06.014 Biopsia mamaria asistida por vacı́o y guiada por estereotaxia. Correlación con la biopsia quirúrgica 67 Results: The false-negative rate was 2% (1/63) and the positive predictive value was 100%. Surgical excision revealed carcinoma in 30% (3/10) of the patients with atypical ductal hyperplasia at core biopsy and in 33.3% (2/6) of those with lobular carcinoma in situ. Among 40 lesions diagnosed as ductal carcinoma in situ at vacuum-assisted biopsy, surgery revealed invasive carcinoma in four (10%). Conclusions: Stereotactic core breast biopsy can be considered a valid alternative to diagnostic surgical biopsy, although diagnostic underestimation still occurs. ß 2011 SEGO. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción La biopsia de las lesiones mamarias radiológicamente sospechosas y no palpables se ha venido realizando tradicionalmente mediante colocación de arpón y posterior biopsia diferida en quirófano. Sin embargo, la elevada proporción de lesiones benignas sometidas a biopsia, ası́ como la mayor agresividad y coste de la técnica quirúrgica, han potenciado la utilización de diferentes técnicas de biopsia percutánea, con el fin de evitar la cirugı́a en las lesiones benignas y de poder programar adecuadamente la cirugı́a de las malignas. Actualmente, la biopsia percutánea asistida por vacı́o (BAV) guiada por estereotaxia es aceptada como una alternativa válida a la biopsia quirúrgica diagnóstica en el manejo de las lesiones mamarias no palpables, mayoritariamente microcalcificaciones. El propósito de este estudio es comparar los resultados obtenidos en la BAV con los obtenidos en la biopsia quirúrgica, para lo cual se ha determinado la tasa de falsos negativos y la subestimación diagnóstica de la biopsia percutánea frente a la biopsia quirúrgica. Material y métodos Estudio descriptivo retrospectivo que comprende 250 lesiones mamarias sometidas a BAV guiada por estereotaxia en el Hospital Universitario Rı́o Hortega entre marzo del 2006 y agosto del 2010. Las biopsias fueron realizadas utilizando un dispositivo de sistema direccional asistido por vacı́o con aguja de calibre 10G (VacoraW; Bard Biopsy Systems) acoplado a mesa de estereotaxia digital con paciente en decúbito prono (Stereoguide DSM; Lorad, Danbury, CT). En el análisis de los resultados histológicos de las muestras obtenidas se consideraron las siguientes lesiones: Benignas: mastopatı́a fibroquı́stica, hiperplasia epitelial, adenosis, adenosis esclerosante, fibrosis, fibroadenomas y papilomas sin atipia. De riesgo: hiperplasia ductal atı́pica (HDA), hiperplasia lobulillar atı́pica (HLA), carcinoma lobulillar in situ (CLIS), lesión papilar atı́pica y papilomatosis. Malignas: carcinoma ductal in situ (CDIS), carcinoma ductal infiltrante (CDI) y carcinoma lobulillar infiltrante (CLI). Las variables estudiadas para determinar la eficacia de la biopsia percutánea frente a la biopsia quirúrgica fueron la tasa de falsos negativos y la subestimación de malignidad. Se considera falso negativo un carcinoma probado en el estudio histológico de la pieza quirúrgica en el que la biopsia percutánea únicamente evidencia hallazgos benignos. La subestimación diagnóstica en la biopsia percutánea incluye tanto las lesiones de riesgo en las que se evidencia malignidad en la pieza quirúrgica, como a los CDIS con confirmación histológica posterior de carcinoma infiltrante. Resultados El número total de BAV realizadas en el perı́odo del estudio fue de 250. Los diagnósticos histológicos de las lesiones sometidas a BAV se exponen en la tabla 1. Su correlación con los resultados obtenidos en la biopsia quirúrgica y/o el seguimiento clı́nico-radiológico se exponen en la tabla 2. Lesiones benignas El 65,6% (164/250) de las lesiones sometidas a BAV correspondieron a lesiones benignas, y la mastopatı́a fibroquı́stica fue el diagnóstico más frecuente. Se realizó biopsia quirúrgica en 6 de estas lesiones por recomendación anatomopatológica o por discordancia radiopatológica, encontrándose en la pieza quirúrgica 2 lesiones benignas, 3 lesiones de riesgo y una lesión maligna. Este último caso falso negativo se correspondı́a con una asimetrı́a de densidad focal sin microcalcificaciones asociadas, categorizada como Birads 5 en la mamografı́a. La BAV únicamente demostró hiperplasia epitelial sin atipia, hallándose un CLI de 7 mm en la biopsia quirúrgica posterior. Tabla 1 Distribución de las lesiones sometidas a biopsia asistida por vacı́o (BAV) Tipo de lesión BAV N.8 de lesiones (%) Benignas 164 (65,6%) De riesgo HDA CLIS HLA Papilomatosis LPA AEP 24 (9,6%) 10 6 4 3 1 0 Malignas CDIS CDI CLI 62 (24,8%) 40 22 0 HDA: hiperplasia ductal atı́pica; CLIS: carcinoma lobulillar in situ; HLA: hiperplasia lobulillar atı́pica; LPA: lesión papilar atı́pica; AEP: atipia de epitelio plano; CDIS: carcinoma ductal in situ; CDI: carcinoma ductal infiltrante; CLI: carcinoma lobulillar infiltrante. 68 S. Plaza Loma et al Tabla 2 Correlación de los resultados histológicos obtenidos en la biopsia asistida por vacı́o (BAV) con la biopsia quirúrgica y/o el seguimiento clı́nico-radiológico BAV BQ y/o seguimiento Benignas Benignas 160 De riesgo HDA CLIS HLA Papilomatosis LPA Malignas Total De riesgo 3 Tabla 3 Correlación histológica de las lesiones malignas diagnosticadas en la biopsia asistida por vacı́o (BAV) con la biopsia quirúrgica Total Biopsia quirúrgica Malignas 1 164 0 0 0 0 1 7 4 4 3 0 3 2 0 0 0 10 6 4 3 1 0 161 0 21 62 68 62 250 BQ: biopsia quirúrgica; HDA: hiperplasia ductal atı́pica; CLIS: carcinoma lobulillar in situ; HLA: hiperplasia lobulillar atı́pica; LPA: lesión papilar atı́pica. Lesiones de riesgo El 41,6% (10/24) de las lesiones de riesgo diagnosticadas en la BAV correspondieron a HDA. En 3 de los casos no existieron hallazgos de HDA en la biopsia quirúrgica posterior pero la revisión histológica de las muestras obtenidas en la BAV confirmó la presencia de hallazgos de HDA. Esto sugiere que dichas lesiones fueron completamente extirpadas en la biopsia percutánea. El 30% (3/10) de los casos fueron subestimados, encontrándose hallazgos de CDIS de bajo grado en la biopsia quirúrgica, con focos de 2, 4 y 13 mm. Se obtuvieron 3 cilindros de media en la BAV tanto en las HDA subestimadas como en las no subestimadas. El 25% (6/24) de las lesiones de riesgo correspondieron a CLIS y el 16,7% (4/24) a HLA. En ninguno de los casos diagnosticados de HLA se halló lesión maligna en la biopsia quirúrgica, mientras que el 33,3% (2/6) de los diagnósticos de CLIS fueron subestimados, hallándose en la biopsia quirúrgica un CDIS de bajo grado y un CLI de 2 mm. Se obtuvieron 3 cilindros de media en los casos de CLIS subestimados y 2,5 en los no subestimados. Una de las lesiones diagnosticadas de HLA fue aparentemente extirpada por completo en la BAV. La lesión papilar con atipia diagnosticada en la BAV se correspondió con una lesión papilar sin atipia en la pieza quirúrgica, y en los casos diagnosticados de papilomatosis no se realizó biopsia quirúrgica posterior. Lesiones malignas La correlación histológica de las lesiones malignas diagnosticadas en la BAV con los resultados obtenidos en la biopsia quirúrgica se expone en la tabla 3. El 64,5% (40/62) de las lesiones malignas diagnosticadas en la BAV correspondieron a CDIS. Uno de los casos fue completamente extirpado en la BAV y existió un 10% (4/40) de subestimación diagnóstica, con presencia de focos de carcinoma infiltrante en la biopsia quirúrgica que oscilaron entre los 7 y los 12 mm (media de 9,25 mm). Se obtuvieron 3,75 cilindros de media en los casos de CDIS subestimados y 3,2 en los CDIS no subestimados. El 50% (2/4) BAV CDIS CDI Total CDIS CDI 36 0 36 4 22 26 Total 40 22 62 CDIS: carcinoma ductal in situ; CDI: carcinoma ductal infiltrante. de los casos de CDIS subestimados en la BAV requirieron una segunda intervención, mientras que el 94,4% (34/36) de los CDIS no subestimados fueron tratados con éxito en un único procedimiento quirúrgico. En conjunto, el 50% (20/40) de las pacientes diagnosticadas de CDIS fueron finalmente sometidas a mastectomı́a y se realizó biopsia selectiva del ganglio centinela (BSGC) al 47,5% (19/40), encontrándose únicamente una micrometástasis. El protocolo aceptado en nuestra Unidad de Patologı́a Mamaria para realizar BSGC en pacientes con diagnóstico de CDIS es el aprobado por la Sociedad Española de Senologı́a y Patologı́a Mamaria desde la reunión de consenso de Murcia 2006 e incluye CDIS extensos (>4 cm de diámetro), de alto grado y aquellas pacientes que van a tratarse con mastectomı́a. Las lesiones malignas restantes correspondieron en un 35,5% (22/62) a carcinomas infiltrantes en la BAV, todos ellos de estirpe ductal, con focos que en la cirugı́a oscilaron entre los 0,5 y los 22 mm (media de 9,2 mm). El 36% (8/22) de las pacientes fueron sometidas a mastectomı́a y la BSGC fue positiva en el 14% (3/22). Discusión La BAV guiada por estereotaxia con agujas de calibre 10-11G se ha convertido en una alternativa válida a la biopsia quirúrgica diagnóstica en el manejo de las lesiones mamarias no palpables, siendo especialmente útil en el caso de las microcalcificaciones. La introducción de dichos sistemas de biopsia ha permitido la obtención de cilindros de mayor calidad, mejorando claramente los resultados de sistemas anteriores como los de la core biopsia o tipo tru-cut realizado con pistolas automáticas que montan agujas con calibres de 14-16-18G1—3. La extracción de muestras más voluminosas ha permitido disminuir el número de resultados falsos negativos aunque no ha eliminado por completo la posibilidad de error en el muestreo, lo cual conlleva, a su vez, que persista la posibilidad de subestimación diagnóstica de las lesiones. La tasa de falsos negativos de nuestro estudio fue del 2%, inferior a la referida en la literatura para la biopsia percutánea con calibre 14G (tasa media del 4%)4,5 y comparable a la obtenida en la biopsia quirúrgica guiada por arpón (tasa del 0-8%)6. No encontramos falsos negativos en los casos sometidos a BAV por microcalcificaciones, aunque los resultados falsos negativos en la biopsia percutánea referidos en la literatura cientı́fica son similares en frecuencia tanto para las microcalcificaciones como para las masas7. En general, los falsos negativos pueden ser reconocidos por la falta de correlación radiopatológica y, en los casos manifestados en Biopsia mamaria asistida por vacı́o y guiada por estereotaxia. Correlación con la biopsia quirúrgica forma de microcalcificaciones, por la ausencia de estas en los especı́menes radiografiados o en el estudio histológico de las muestras obtenidas5. Todas las pacientes con diagnóstico de lesión maligna en la BAV obtuvieron un diagnóstico de malignidad confirmado en la biopsia quirúrgica (valor predictivo positivo del 100%). Consideramos el caso diagnosticado de CDIS en la BAV y sin hallazgos de malignidad en la biopsia quirúrgica como extirpado por completo en la biopsia percutánea, pues ası́ lo confirmó la revisión histológica de las muestras obtenidas. Adicionalmente, se extirparon otras 4 lesiones de riesgo en la BAV. Está referida en la literatura la posibilidad de realizar una extirpación completa de lesiones inferiores a 10 mm de diámetro en la mamografı́a8, y dicha extirpación es más probable en los casos en que se confirma la total desaparición de la lesión visible en la mamografı́a, aunque la ausencia de lesión mamográfica no garantiza la escisión completa de la lesión histológica8,9. Se ha valorado además si la tasa de subestimación de malignidad en las lesiones de riesgo diagnosticadas en la BAV es lo suficientemente elevada como para que requieran una biopsia quirúrgica posterior. En nuestro estudio, la subestimación diagnóstica para las HDA fue del 30% y en la bibliografı́a oscila entre el 10 y el 38% (promedio del 19%)10,11, por lo que, en general, se considera lo suficientemente elevada como para que requieran biopsia quirúrgica posterior. Sin embargo, el diagnóstico de HDA es más fidedigno en pacientes sin historia personal de carcinoma de mama, cuando el 100% de la lesión ha sido extirpada en la biopsia percutánea y con lesiones de diámetro inferior a 10 mm, ya que cuanto menor es la lesión mayor es la probabilidad de extirpación completa10. Según Adrales et al.12, grados leves de HDA tras la BAV en pacientes sin historia familiar o personal de carcinoma de mama pudieran no requerir biopsia quirúrgica si todas las calcificaciones hubieran sido extirpadas. La tasa de subestimación para los CLIS diagnosticados en la BAV fue del 33,3%, y del 0% para las HLA. En la bibliograı́a, la subestimación diagnóstica para estas lesiones en la BAV alcanza el 34% en el CLIS y el 21% en la HLA13,14. La conducta a seguir con estas pacientes continúa siendo controvertida, y en general no existe consenso sobre si la actitud más adecuada serı́a el seguimiento clı́nico-radiológico o la biopsia quirúrgica posterior. Se han sugerido algunos parámetros para recomendar biopsia quirúrgica, como la asociación a otras lesiones de mayor riesgo, la discordancia radiopatológica, la presencia de microcalcificaciones residuales o variantes de CLIS más agresivas histológicamente como el tipo pleomórfico con necrosis asociada15. Sin embargo, ninguno de ellos tiene suficiente valor predictivo como para evitar la subestimación de una lesión más severa16,17. Considerando nuestros resultados, existe un error potencial de muestreo en los casos diagnosticados de CLIS en la BAV, con tasas de subestimación lo suficientemente elevadas como para que dichas lesiones requieran biopsia quirúrgica. En el caso de las HLA cabrı́a plantearse un manejo más conservador en pacientes con grados histológicos leves, siempre y cuando existiera una adecuada correlación radiopatológica18. La biopsia percutánea continúa mostrando, además, subestimación en las lesiones diagnosticadas de CDIS. La subestimación diagnóstica fue del 10%, y en la bibliografı́a 69 oscila entre el 5 y el 15%3,19,20. Es especialmente importante no subestimar estas lesiones en la BAV, ya que frecuentemente requerirán cirugı́a axilar adicional2. En la serie estudiada, el 50% (2/4) de las pacientes con diagnóstico de CDIS subestimado en la BAV requirieron de una segunda intervención quirúrgica, mientras que solo en el 5,6% (2/36) de los CDIS no subestimados fue necesaria una segunda cirugı́a para ampliación de bordes. Sin embargo, cabe destacar que el protocolo para la realización de la BSGC evitó una segunda intervención quirúrgica para valoración axilar en el 50% de las pacientes con diagnóstico de CDIS subestimado. Por último, se ha observado que el número de cilindros obtenidos no ha influido significativamente en la subestimación diagnóstica. Parece, pues, que la tasa de subestimación no depende estrictamente del volumen de muestra extraı́da sino de que el muestreo de la lesión sea el adecuado. El factor más determinante a la hora de reducir la subestimación es el porcentaje de lesión extirpada y se ve reflejado en el número de calcificaciones extraı́das o en el grado de resolución de la lesión visible en la mamografı́a20,21. Sin embargo, en el caso particular de los CDIS la subestimación podrı́a persistir independientemente del porcentaje de lesión extirpada, ya que es probable que las áreas de carcinoma infiltrante que no contengan microcalcificaciones no sean incluidas en el muestreo de la BAV2,22. A modo de conclusión, podemos afirmar que la BAV guiada por estereotaxia se ha convertido en el método diagnóstico de elección en el manejo de las lesiones mamarias sospechosas por técnicas de imagen y no palpables, disminuyendo ası́ la necesidad de realizar biopsia quirúrgica excisional y reservando la cirugı́a para fines terapéuticos. Sin embargo, y a pesar de la obtención de muestras de mayor volumen, persiste la posibilidad de error de muestreo y la subestimación diagnóstica en el CDIS y en las lesiones de riesgo, especialmente en los casos de HDA y CLIS, en los que será necesario realizar una biopsia quirúrgica posterior. Bibliografı́a 1. Burbank F. Stereotactic breast biopsy: comparison of 14- and 11-gauge Mammotome probe performance and complication rates. Am Surg. 1997;63:988—95. 2. Won B, Reynolds HE, Lazaridis CL, Jackson VP. Stereotactic biopsy of ductal carcinoma in situ of the breast using a 11-gauge vacuum-assisted device: Persistent underestimation of disease. Am J Roentgenol. 1999;173:227—9. 3. Liberman L, Drotman M, Morris EA, La Trenta LR, Abramson AF, Zakowski MF, et al. Imaging-histologic discordance at percutaneous breast biopsy. Cancer. 2000;89:2538—46. 4. Jackman RJ, Nowels KW, Rodriguez-Soto J, Marni Jr FA, Finkelstein SI, Shepard MJ. Stereotactic, automated large-core needle biopsy of nonpalpable breast lesions: False-negative and histologic underestimation rates after long-term follow-up. Radiology. 1999;210:799—805. 5. Pfarl G, Helbich TH, Riedl CC, Wagner T, Gnant M, Rudas M, et al. Stereotactic 11-gauge vacuum-assisted breast biopsy: A validation study. Am J Roentgenol. 2002;179:1503—7. 6. Jackman R, Marni F. Needle-localized breast biopsy: Why do we fail? Radiology. 1997;204:677—84. 7. Jackman RJ, Marni Jr FA, Rosenberg J. False-negative diagnoses at stereotactic vacuum-assisted needle breast biopsy: long-term follow-up of 1,280 lesions and review of the literature. Am J Roentgenol. 2009;192:341—51. 70 8. Sung-chul L, Young-sook K, Nour S. Directional vacuum-assisted stereotactic biopsy of non-palpable breast lesions with surgical correlation. The Korean Journal of Pathology. 2002;36:314—22. 9. Salem C, Sakr R, Chopier J, Marsault C, Uzan S, Daraı̈ E. Accuracy of stereotactic vacuum-assisted breast biopsy with a 10-gauge hand-held system. Breast. 2009;18:178—82. 10. Jackman R, Birdwell R, Ikeda D. Atypical ductal hyperplasia: Can some lesions be defined as probably benign after stereotactic 11-gauge vacuum-assisted biopsy eliminating the recommendation for surgical excision? Radiology. 2002;224:548—54. 11. Brem RF, Behrndt VS, Sanow L, Gatewood OM. Atypical ductal hyperplasia: Histologic underestimation of carcinoma in tissue harvested from impalpable breast lesions using 11-gauge stereotactically guided directional vacuum-assisted biopsy. Am J Roentgenol. 1999;172:1405—7. 12. Adrales G, Turk P, Wallace T, Bird R, Norton HJ, Greene F. Is surgical excision necessary for atypical ductal hyperplasia of the breast diagnosed by mammotome? Am J Surg. 2000;180:313—5. 13. Lechner MC, Jackman RJ, Brem RF, Evans WP, Parker SH, Smid AP. Lobular carcinoma in situ and atypical lobular hyperplasia at percutaneous biopsy with surgical correlation: a multi-institutional study [abstract]. Radiology. 1999;213:106. 14. Mahoney MC, Robinson-Smith TM, Shauhnessy EA. Lobular neoplasia at 11-gauge vacuum-assisted stereotactic biopsy: Correlation with surgical excisional biopsy and mammographic followup. Am J Roentgenol. 2006;187:949—54. 15. Georgian-Smith D, Lawton TJ. Calcifications of lobular carcinoma in situ of the breast: Radiologic-pathologic correlation. Am J Roentgenol. 2001;176:1255—9. S. Plaza Loma et al 16. Elsheikh TM, Silverman JF. Follow-up surgical excision is indicated when breast core needle biopsies show atypical lobular hyperplasia or lobular carcinoma in situ: a correlative study of 33 patients with review of the literature. Am J Surg Pathol. 2005;29:534—43. 17. O’Neil M, Madan R, Tawfik OW, Thomas PA, Fan F. Lobular carcinoma in situ/atypical lobular hyperplasia on breast needle biopsies: Does it warrant surgical excisional biopsy? A study of 27 cases. Ann Diagn Pathol. 2010;14:251—5. 18. Subhawong AP, Subhawong TK, Khouri N, Tsangaris T, Nassar H. Incidental minimal atypical lobular hyperplasia on core needle biopsy: Correlation with findings on follow-up excision. Am J Surg Pathol. 2010;34:822—8. 19. Philpotts LE, Lee CH, Horvath LJ, Lange RC, Carter D, Tocino I. Understimation of breast cancer with 11-gauge vacuum suction biopsy. Am J Roentgenol. 2000;175:1047—50. 20. Liberman L, Somlkin JH, Dershaw DD, Morris EA, Abramson AF, Rosen PP. Calcification retrieval at stereotactic, 11-gauge, directional, vacuum-assisted biopsy. Radiology. 1998;208: 251—60. 21. Lomoschitz FM, Helbich TH, Rudas M, Pfarl G, Linnau KF, Stadler A, et al. Stereotactic 11-gauge vacuum-assisted breast biopsy: Influence of number of specimens on diagnostic accuracy. Radiology. 2004;232:897—903. 22. Lee CH, Carter D, Philipotts LE, Couce ME, Horvath LJ, Lange RC, et al. Ductal carcinoma in situ diagnosed with stereotactic core needle biopsy: can invasion be predicted? Radiology. 2000;217: 466—70. Prog Obstet Ginecol. 2012;55(2):71—73 PROGRESOS de OBSTETRICIA Y GINECOLOG ÍA w w w. e l s e v i e r. e s / p o g CASO CLÍNICO Desgarro rectovaginal con esfı́nter anal ı́ntegro: una complicación obstétrica infrecuente Victoria Valdés Devesa *, Albert Font Vilamitjana, Marc Josep Cahuana Bartra, Beatriz Roca Comella y Stefanie Redón Fitzl Departamento de Obstetricia y Ginecologı́a, Consorci Sanitari de Terrassa, Terrasa, Barcelona, España Recibido el 25 de junio de 2011; aceptado el 28 de octubre de 2011 Accesible en lı́nea el 30 de diciembre de 2011 PALABRAS CLAVE Canal anal; Fı́stula rectovaginal; Parto KEYWORDS Anal canal ; Rectovaginal fistula; Parturition Resumen El desgarro rectovaginal aislado es una complicación de baja incidencia en el ámbito de la obstetricia. Existen pocas publicaciones al respecto, factor que contribuye a la ausencia de consenso en cuanto a su manejo. En el presente artı́culo, describimos la ocurrencia de dos lesiones de este tipo en nuestro hospital (1.800 partos/año) en el curso de 10 años. Mediante revisión bibliográfica exponemos factores de riesgo y principios de tratamiento. Resulta fundamental la detección precoz de la lesión, ası́ como su reparación quirúrgica minuciosa. En cuanto a la prevención, el fórceps parece ser el principal factor asociado, por lo que resulta conveniente optar por instrumentos menos lesivos, especialmente en pacientes añosas, primı́paras o fetos macrosómicos. ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Rectovaginal tear with intact anal sphincter: an uncommon obstetric complication Abstract The incidence of isolated rectovaginal tear is low in obstetrics and the scarcity of publications on the subject contributes to the lack of consensus on its management. The present article describes the occurrence of two such injuries in our hospital (1800 births / year) over the course of 10 years. Through a literature review, we discuss the risk factors and principles of treatment. Early detection of the injury is essential, as well as meticulous surgical repair. Forceps seems to be the main causative factor and therefore choice of less harmful instruments is advisable, especially in the elderly, primiparous patients, and macrosomic fetuses. ß 2011 SEGO. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción * Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (V. Valdés Devesa). El desgarro rectovaginal con esfı́nter anal ı́ntegro es una lesión obstétrica de baja incidencia. De hecho, no se incluye en la clasificación de desgarros perineales obstétricos y no 0304-5013/$ — see front matter ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.pog.2011.10.006 72 existe consenso en cuanto a su manejo o a la técnica idónea de reconstrucción. En este artı́culo presentamos 2 casos que tuvieron lugar en nuestro hospital (1.800 partos/año) en el transcurso de 10 años. Métodos Caso clı́nico y revisión bibliográfica. Descripción de casos Caso 1 Primigesta de 34 años sin factores de riesgo. Se realiza inducción del parto por gestación cronológicamente prolongada a las 41,4 semanas. Se indica acortamiento de expulsivo con fórceps de Kjelland para una presentación cefálica en tercer plano, variedad occipitopúbica. Las ramas se introducen sin dificultad y se realiza tracción continuada y suave, con descenso fácil de la presentación y episiotomı́a medio lateral derecha. En el momento de la extracción del hombro anterior, objetivamos, a través del ano dilatado pero ı́ntegro, el codo posterior del feto protruyendo a través de un desgarro a nivel de tabique rectovaginal. Finalizamos la extracción fetal, obteniendo una mujer de 4.370 g. La revisión del canal del parto confirma la existencia de un desgarro de bordes limpios de 4 cm, comunicando pared posterior vaginal y recto, en lı́nea media y a unos 3 cm del esfı́nter anal, intacto. El defecto se cierra con la ayuda del cirujano de guardia, suturándose desde cara vaginal con puntos sueltos de Vicryl 3/0. Se sutura la mucosa vaginal también con puntos sueltos y, por último, episiotomı́a según la técnica habitual. Se pauta dieta de baja absorción, laxante y antibiótico de amplio espectro (ácido amoxiclavulámico). La evolución de la paciente fue correcta, siendo dada de alta al octavo dı́a posparto tras haber realizado deposiciones normales. En la revisión a las 6 semanas, se encontraba asintomática, refiriendo ritmo deposicional y continencia normales. La exploración no detectó anomalı́as, pero se solicitó, siguiendo nuestro protocolo, una manometrı́a anorrectal, que informó de una hipotonı́a de esfı́nter anal externo e interno. Posteriormente, se realizó una ecografı́a endoanal que informó de esfı́nteres interno y externo ı́ntegros. Manometrı́a de control normal a los 6 meses. Caso 2 El segundo caso trata de una inducción por hipertensión gestacional en una primı́para, en la que se indicó acortamiento de expulsivo con fórceps de Kjelland para una presentación cefálica en tercer plano, variedad occipitopúbica. Como único dato destacable, la obtención del polo cefálico ofreció cierta dificultad. El neonato pesó 3.250 g. En la revisión del canal del parto se identificó una lesión de 7 cm a 1,5 cm del ano, ı́ntegro. Tras valoración conjunta con cirujano de guardia, se realizaron colostomı́a sigmoidea, profilaxis antibiótica y reconstrucción de la colostomı́a V. Valdés Devesa et al 4 meses después. La recuperación posterior fue también correcta. Discusión Nuestra revisión bibliográfica, basada en Medline, recoge 19 casos. En ellos se describen lesiones rectovaginales de origen obstétrico y con esfı́nter anal ı́ntegro, relacionadas fundamentalmente con partos eutócicos y vacuums (a pesar de ello, las publicaciones señalan el fórceps como instrumento más lesivo1). Llaman la atención, como signos indirectos, la salida de lı́quido amniótico por el ano incluso antes de la expulsión fetal, y salida de un miembro fetal por el ano2. Entre los factores de riesgo1-3, destacan: — Factores maternos: edad, primiparidad, pelvis estrechas o factores tisulares de baja distensibilidad. — Factores fetales: tamaño de la cabeza fetal y fetos macrosómicos, presentación fetal compuesta (por ejemplo, presentación de un miembro). — Factores relacionados con el parto/iatrogénicos: instrumentación (fórceps fundamentalmente), descenso rápido de la presentación que dificulta adaptación progresiva del periné y exámenes rectales vigorosos. En cuanto a nuestros casos, ambos partos eran instrumentados y ambas pacientes, primı́paras. Además, en el primero, se trataba de un feto macrosómico que presentaba un brazo flexionado. Inicialmente se atribuyó la lesión a una realización incorrecta o a una complicación de la episiotomı́a, aunque en ambos casos se trataba de episiotomı́as mediolaterales que difı́cilmente podı́an haberse prolongado al tabique rectovaginal. En los casos publicados, se describe dicha lesión asociada a partos con y sin episiotomı́a, y no se relaciona la ocurrencia de la lesión con la realización inadecuada de la misma. Aunque estamos ante una complicación infrecuente y difı́cil de predecir, nuestra labor de prevención se basa en identificar, como mı́nimo, los factores de riesgo más evidenciables en la historia clı́nica. Del listado arriba descrito nos centraremos en la edad, la primiparidad y el macrosomı́a fetal: es sobre todo en estos casos donde debemos optar por instrumentos poco lesivos, controlando la velocidad de descenso y cuidando los exámenes rectales, sin olvidar la importancia del examen rectovaginal exhaustivo tras cualquier parto dificultoso o instrumentado. En lo que se refiere al tratamiento, los artı́culos revisados coinciden en 4 puntos básicos1-3: — Anestesia general. — Visualización correcta y reparación en quirófano. — Sutura continua o puntos sueltos con Vicryl, preferentemente desde cara vaginal. — Laxantes y profilaxis antibiótica de amplio espectro. No existe consenso en cuanto a la técnica idónea de reconstrucción o la vı́a de un eventual parto posterior. 4 Rosenhein et al. publican, en 1980, una clasificación de defectos rectovaginales de origen diverso, incluido el obstétrico. Clasifican la lesión según la afectación del cuerpo perineal y su asociación a fı́stula rectovaginal, y aconsejan Desgarro rectovaginal con esfı́nter anal ı́ntegro: una complicación obstétrica infrecuente sutura por capas o bien creación de desgarro de cuarto grado y técnica de Warren, según el caso. Aunque se menciona este último procedimiento en algún caso publicado, en principio no parece rentable crear una lesión mayor con el objetivo de reparar la comunicación rectovaginal, que supondrı́a un riesgo añadido de disfunción anal a pesar de una reparación correcta2. Por otra parte, el artı́culo de Rosenhein se refiere a reparaciones de fı́stulas crónicas, lo cual podrı́a explicar el distinto abordaje del problema. Desde nuestro punto de vista, la anestesia general es un procedimiento prescindible en aquellos casos en los que a la paciente se le ha realizado anestesia peridural y esta es efectiva. En todo caso, tanto el traslado a quirófano como el tipo de anestesia son indicaciones que el propio cirujano ha de realizar en función de las condiciones en que se encuentre a la hora de reparar la lesión. La sutura, dada nuestra experiencia, será con puntos sueltos de Vicryl 3/0 y la realización de la colostomı́a (que mencionamos en nuestro segundo caso clı́nico y se plantea también en la clasificación de Rosenhein) se limitará, como máximo, a la afectación del tercio superior del tabique rectovaginal, que está cubierto por peritoneo a diferencia de los dos tercios inferiores. Para que la evolución sea óptima, es imprescindible instaurar profilaxis antibiótica de amplio espectro y evitar la impactación fecal (nunca evitar la defecación) mediante la combinación de laxantes pautados y dieta blanda. 73 En el momento actual no existen datos publicados acerca del pronóstico de la lesión. Las pacientes que presentamos permanecen asintomáticas tras 9 meses y 10 años, respectivamente. Atribuimos los resultados de la manometrı́a anorrectal del caso 1 a una realización demasiado precoz de esta, que ha motivado el cambio de nuestro protocolo al respecto. Nuestra recomendación en lo referente a un eventual parto posterior es la realización de cesárea electiva, pero tampoco en este aspecto hay datos concluyentes. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografı́a 1. Byrne H, Sleight S, Gordon A, Sella D, Abrahams Y. Unusual rectal trauma due to compound fetal presentation. J Obstet Gynaecol. 2008;28:174—5. 2. Morrel B, Flu P, Straub MJ, Vierhout M. Isolated rectal lesions during parturition. Acta Obstet Gynecol Scand. 1996;75:495—7. 3. Shaaban. KA; An isolated rectovaginal tear as a complication of vacuum delivery. J Obstet Gynaecol. 2008;28:106. 4. Rosenshein NB, Genady RR, Woodruff JD. An anatomic classification of rectovaginal septal defects. Am J Obstet Gynecol. 1980;137:439—42. Prog Obstet Ginecol. 2012;55(2):74—75 PROGRESOS de OBSTETRICIA Y GINECOLOG ÍA w w w. e l s e v i e r. e s / p o g CASO CLÍNICO Aneurisma esplénico complicado durante la gestación Antonio Manuel Moya Yeste *, Cristina Fuentes Gerona, Ana Amelia Fernández-Peinado Martı́nez y Arnau Castañer Marmol Servicio de Ginecologı́a y Obstetricia, Hospital General Universitario de Alicante, Alicante, España Recibido el 21 de febrero de 2011; aceptado el 20 de junio de 2011 Accesible en lı́nea el 26 de octubre de 2011 PALABRAS CLAVE Aneurisma esplénico; Complicaciones de la gestación; Hemoperitoneo KEYWORDS Splenic aneurysm; Pregnancy complications; Hemoperitoneum Resumen La arteria esplénica ocupa el tercer lugar en frecuencia de aparición de aneurismas abdominales, solamente precedido por los aneurismas de aorta y de iliacas. No se conoce la prevalencia real; en autopsias se ha descrito entre el 0,01 al 10,4%, y se han encontrado en el 0,78% de las arteriografı́as. Se presenta en el 7,1% de los pacientes con hipertensión portal cirrótica. La ateroesclerosis es raramente la causa primaria, y por lo general es el resultado de la degeneración de la capa media de las arterias. Fue descrita por primera vez por Beussier en 1776 y en gestantes por Corson en 1869. La rotura de un aneurisma esplénico se da entre el 3 y el 9% de los casos, pero la mitad de estas suceden durante el embarazo. La mortalidad materna asciende al 70% y la mortalidad fetal hasta al 90%. El mayor número de complicaciones aparecen durante el tercer trimestre (69%). ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Complicated splenic aneurysm during pregnancy Abstract The splenic artery is the third most common site of abdominal aneurysms, only preceded by aortic and iliac aneurysms. The real prevalence is unknown but autopsy studies have described a prevalence of 0.01% to 10.4%, and these aneurysms have been found in 0.78% of angiograms. Splenic artery aneurysms occur in 7.1% of patients with cirrhotic portal hypertension. Atherosclerosis is rarely the primary cause, which is usually the result of degeneration of the middle arterial layer. Splenic artery aneurysm was first described in 1776 by Beussier and in pregnant women by Corson in 1869. Rupture of a splenic aneurysm occurs in 3% to 9% of cases, but half of these ruptures occur during pregnancy. The maternal mortality rate is 70% and fetal mortality can be as high as 90%. The highest number of complications occurs during the third trimester (69%). ß 2011 SEGO. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. * Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (A.M. Moya Yeste). 0304-5013/$ — see front matter ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.pog.2011.09.001 Aneurisma esplénico complicado durante la gestación Caso clı́nico Paciente de 32 años, cuartigesta de 34 semanas y 2 dı́as. Embarazo controlado en Marruecos. Consultó por un cuadro de una hora de evolución, que consistı́a en dolor abdominal difuso acompañado de sudoración y taquicardia. Durante la exploración inicial no se objetivó sangrado ni pérdida de lı́quido amniótico, tono uterino relajado, la ecografı́a mostró un feto único con latido cardiaco fetal positivo, presentación cefálica, lı́quido amniótico normal, placenta normoinserta y un peso fetal estimado de 2.200 g. Durante el registro cardiotocográfico (CTG) se produjo una bradicardia fetal que se recuperó de manera espontánea, y a los pocos minutos la madre sufrió un shock hipotensivo, recuperándose al ponerla en Trendelenburg y combinar la perfusión de suero fisiológico con lactato de Ringer. El monitor fetal registró una bradicardia fetal que no se recuperó, motivo por el cual se indicó una cesárea urgente. Se realizó una laparotomı́a urgente, apreciándose un hemoperitoneo de 1.000 ml aproximadamente al entrar en la cavidad abdominal; se extrajo un feto varón de 2.240 g, Apgar 5, 7 que ingresó en la unidad de neonatos precisando ventilación mecánica con CPAP. Se exploró el útero y no se hallaron lesiones, por lo que se avisó al servicio de cirugı́a general, que continuó la intervención quirúrgica. Se retiraron abundantes coágulos y se encontró a nivel del ı́leo esplénico una malformación compatible con un aneurisma de 2 cm sin sangrado activo. Durante la exploración se produjo una dislaceración de la cápsula esplénica con un sangrado mı́nimo, motivo por el que se realizó una esplenectomı́a. La paciente ingresó durante el postoperatorio inmediato en la unidad de reanimación, precisando la transfusión de 4 concentrados de hematı́es y una de plasma. Permaneció estable clı́nica y hemodinámicamente, por lo que a las 48 h pasó a la planta de ginecologı́a, donde fue dada de alta al cuarto dı́a. El recién nacido de 34 semanas y 2 dı́as, adecuado a la edad gestacional, desarrolló una enfermedad de membrana hialina grado 2 que se resolvió con la administración de surfactante pulmonar, evolucionando favorablemente hasta ser dado de alta con 2.630 g a las 2 semanas de vida. El estudio anatomopatológico mostró una dilatación aneurismática de la arteria esplénica de 2 cm; el bazo estaba indemne. Discusión La arteria esplénica ocupa el tercer lugar en frecuencia de aparición de aneurismas abdominales, solamente precedido por los aneurismas de aorta y de iliacas1. Los aneurismas de la arteria esplénica son entidades patológicas raras, con riesgo de romperse y producir una hemorragia fatal. La rotura de un aneurisma de la arteria esplénica en el embarazo es una causa de emergencia obstétrica de rara aparición, y el número de gestaciones previas es uno de los factores de riesgo que más lo aumenta, en particular a partir del tercer embarazo. La mortalidad para la mujer es del 69,4%, y del 90,8% para el feto. Estos aneurismas se presentan en el 95% de los casos de manera asintomática2. 75 El tratamiento quirúrgico de los aneurismas esplénicos debe estar limitado a aquellos cuyo diámetro es mayor o igual a 2 cm3, pero en la mujer en edad reproductiva deberı́an ser tratados de forma programada, debido al incremento del riesgo de rotura durante la gestación de hasta el 50%, en contraste con la baja mortalidad de 0,5 a 1,3% de la cirugı́a programada3. El diagnóstico es difı́cil, ya que sólo el 5% presentan sı́ntomas prodrómicos antes de la rotura4, destacando la epigastralgia o hipocondralgia izquierda con irradiación a espalda y omalgia (signo de Kher), hipocondralgia derecha o esplenomegalia4. Estas caracterı́sticas pueden persistir dı́as a semanas5. La arteriografı́a es el método de elección para el diagnóstico. La ecografı́a y el doppler pulsado son menos invasivos y pueden visualizar el aneurisma, aunque se consideran menos fiables6. Las caracterı́sticas de la rotura son el dolor y el shock en relación con la rápida hemorragia intraabdominal. En nuestro caso la paciente sólo mostró claros signos de shock durante el periodo de monitorización fetal, lo que obligó a realizar una laparotomı́a urgente. En el 20-25% de los casos se describe un fenómeno de doble rotura5. La hemorragia inicial es detenida gracias al taponamiento del foramen de Winslow por el epiplón secundario al hematoma que se forma al drenar el aneurisma en la transcavidad de los epiplones. Este primer episodio cursa con dolor, náuseas e hipovolemia, como ocurrió en nuestra paciente. Durante las primeras 24 h la paciente suele presentar un colapso cardiovascular secundario a una segunda rotura aneurismática, que ahora permite el paso a la cavidad abdominal7. En las gestantes, los episodios hipovolémicos pueden ir asociados a alteraciones CTG por hipoperfusión uterina, los cuales fueron observados en nuestro caso. El diagnóstico diferencial debe hacerse con el desprendimiento prematuro de placenta, rotura uterina, úlcera gástrica perforada o rotura de otro aneurisma arterial. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografı́a 1. Tsankova M, Jankova J, Dimitrova V, Grigorov G, Dzherov L. Rupture of splenic artery aneurysm–—life-threatening condition for women during pregnancy and after birth. Akush Ginekol (Sofiia). 2010;49:59—62. 2. Herbeck M, Horbach T, Putzenlechner C, Klein P, Lang W. Ruptured splenic artery aneurysm during pregnancy: A rare case with both maternal and fetal survival. Am J Obstet Gynecol. 1999;181:763—4. 3. Czekelius P, Deicher L, Gesenhues T. Rupture of an aneurysm of the splenic artery and pregnancy: A case report. Eur J Obstet Gynecol. 1990;38:229. 4. Angelakis EJ, Bair WE, Barone JE, Lincer RM. Splenic artery aneurysm rupture during pregnancy. Obstet Gynecol Surv. 1993;48:145—8. 5. Holdsworth R, Gunn A. Ruptured splenic artery aneurysm in pregnancy. A review. Br J Obstet Gynaecol. 1992;99:595—7. 6. Lambert CJ, Williamson JW. Splenic artery aneurysm: A rare cause of upper gastrointestinal bleeding. Am Surg. 1990;56:543. 7. Selo-Ojeme D, Welch C. Spontaneous rupture of splenic artery aneurysm in pregnancy. Europ J Obstet Gynecol Reprod Biol. 2003;109:124—7. Prog Obstet Ginecol. 2012;55(2):76—79 PROGRESOS de OBSTETRICIA Y GINECOLOG ÍA w w w. e l s e v i e r. e s / p o g CASO CLÍNICO Estudio ecográfico 2D y 3D del segmento inferior en gestante con cesárea anterior Elena Cerviño *, Sofı́a Cernadas y Carlos López Ramón y Cajal Unidad de Diagnóstico Prenatal, Complejo Hospitalario Universitario de Vigo, Vigo, Pontevedra, España Recibido el 7 de marzo de 2011; aceptado el 6 de junio de 2011 Accesible en lı́nea el 26 de octubre de 2011 PALABRAS CLAVE Cesárea anterior; Rotura uterina; Segmento inferior uterino KEYWORDS Previous cesarean section; Uterine rupture; Lower uterine segment Resumen La rotura uterina es una complicación potencial y grave en el intento de parto vaginal en mujeres con una cesárea anterior. El adelgazamiento del segmento inferior es la clave. Existe una correlación inversa entre el grosor del segmento y el riesgo de dehiscencia de la cicatriz. Presentamos el caso de una gestante en la que se detectó en la semana 24 una disminución del grosor de la cicatriz de 2 mm. Se realizó un seguimiento con ecografı́a 2D y estudios complementarios 3D/4D. El grosor del segmento se mantuvo estable hasta la semana 34, cuando se apreció un adelgazamiento de hasta 0,7 mm en la zona más debilitada. Se realizó una cesárea programada. La exploración mediante proyecciones 3D con volúmenes de alta resolución permite analizar la situación real del segmento. La medición ecográfica del segmento durante la exploración del tercer trimestre puede ayudar a identificar las gestantes con cesárea anterior y riesgo de rotura uterina. ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Ultrasonographic study of the inferior uterine segment in a pregnant woman with previous cesarean section Abstract Uterine rupture is a potential and serious complication of any attempt at vaginal delivery in women with a previous cesarean section. The key is narrowing of the inferior uterine segment. There is an inverse correlation between the thickness of the segment and the risk of scar dehiscence. We present the case of a pregnant woman in whom a 2 mm decrease in scar thickness was observed at week 24 of pregnancy. The patient was monitored with 2D ultrasound and supplementary 3D/4D studies. The thickness of the segment remained stable until week 34, when narrowing of up to 0.7 mm was observed in the weakest area. An elective caesarean section was performed. Examination through 3D views with high resolution volumes allows accurate evaluation of the status of the segment. * Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (E. Cerviño). 0304-5013/$ — see front matter ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.pog.2011.09.002 Estudio ecográfico 2D y 3D del segmento inferior en gestante con cesárea anterior 77 Ultrasonographic measurement of the inferior segment during the third trimester can help to identify pregnant women with a previous cesarean section and risk of uterine rupture. ß 2011 SEGO. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción La rotura uterina durante el trabajo de parto es una complicación grave y poco frecuente en el intento de parto vaginal tras cesárea1,2. La medición del grosor del segmento inferior uterino por ecografı́a durante el tercer trimestre es una herramienta para identificar las pacientes con riesgo elevado y ası́ reducir los casos de rotura uterina en gestantes con cesárea anterior que contemplan el parto vaginal como vı́a de finalización de la gestación1,3. El riesgo absoluto de esta complicación varı́a entre el 0,5 y el 4%4. Existe una correlación inversa entre el grosor del segmento inferior uterino y el riesgo de defecto a nivel de la cicatriz uterina, pero sigue existiendo controversia en el cutoff a emplear1—3. Los diferentes estudios establecen los 3,5 y los 2,3 mm, respectivamente, como lı́mite de seguridad1,2,4,5. Presentamos el diagnóstico y los controles en el caso de una gestante con cesárea anterior, en la que durante el segundo trimestre se puso en evidencia una disminución en el grosor del segmento. El estudio ecográfico volumétrico permitió valorar con gran exactitud la evolución del segmento cicatricial y su relación con estructuras vecinas, lo que nos llevó a realizar una cesárea electiva. estos casos, y en el estudio de cribado de trombofilias detectamos una mutación heterocigota del gen C677T (MTHFR), normal hasta en el 50% de la población. La gestación actual cursó de forma normal, a excepción de la necesidad de tratamiento con alfametildopa por hipertensión arterial y AAS 100 mg/dı́a. En la semana 24 se detectó, mediante ecografı́a 2D, una protrusión de la bolsa amniótica en la región de la cicatriz anterior, presentando un grosor del segmento uterino inferior de 2 mm (fig. 1). Un estudio complementario 3D/4D (Philips IU-22 con sonda X Matrix 6-1 Mhz) confirmó los hallazgos y encontró una porción más debilitada de tan solo 1,5 mm (fig. 2). Las exploraciones posteriores se mantuvieron estables hasta la semana 34, en que se apreció un adelgazamiento de la misma hasta 1,4 mm, llegando a 0,7 mm en la zona más débil. Se visualizó una interrupción brusca de la capa miometrial a nivel del istmo, quedando sustituida únicamente por una fina capa de tejido conjuntivo cicatricial (fig. 3). Ante los datos ecográficos y antecedentes obstétricos, se programó, consensuado con el servicio de neonatologı́a, una cesárea electiva en la semana 36. La cirugı́a confirmó los hallazgos ecográficos (fig. 4). No hubo complicaciones. Discusión Caso clı́nico Gestante de 30 años con cesárea anterior hace 22 meses por un desprendimiento placentario masivo en la semana 35, con el resultado de óbito fetal. Durante la intervención se realizó una incisión uterina transversa baja y sutura posterior en doble capa, sin que existieran complicaciones durante el puerperio. Aplicamos el protocolo de nuestro servicio para [(Figura_1)TD$IG] Existe un número elevado de pacientes con cesárea anterior ante las que tenemos que decidir si realizar una cesárea programada o intentar un parto vaginal. Por ello es importante identificar las pacientes con riesgo elevado de rotura uterina1—3,6. La rotura uterina puede tener complicaciones catastróficas como son la hemorragia, la necesidad de histerectomı́a, e incluso la muerte fetal o materna4. [(Figura_2)TD$IG] Figura 1 Ecografı́a 2D en la semana 24. Medida del grosor del segmento uterino inferior con sonda abdominal. Grosor máximo 2 mm (1). Detalle del segmento (flechas) (2). V: vejiga; CA: cavidad amniótica; P: placenta. Figura 2 Ecografı́a 3D en la semana 24. Imagen volumétrica de la zona de segmento (flecha) y su relación con la pared vesical posterior. V: vejiga; CA: cavidad amniótica; M: miometrio; P: placenta. 78 [(Figura_3)TD$IG] Figura 3 Ecografı́a 3D en la semana 34. Imágenes volumétricas de la zona del segmento y las relaciones entre espacio amniótico y pared vesical. En la imagen de la izquierda (1) se visualiza la zona donde el segmento uterino está formado exclusivamente por una fina capa de tejido conjuntivo, sin miometrio (flecha), que separa la pared vesical de la cavidad amniótica. La misma imagen (2), vista desde una proyección intraamniótica, muestra cómo se pierde la integridad del miometrio. V: vejiga; C: cicatriz; M: miometrio. Con esta finalidad, en gestantes con cesárea anterior se está utilizando la medición por ultrasonidos del segmento inferior uterino. El objetivo es la prevención de la rotura uterina, finalizando la gestación antes del inicio del trabajo de parto. Existe una correlación inversa entre el grosor del segmento y el riesgo de dehiscencia de la cicatriz1,2. La dehiscenca queda definida cuando existe únicamente una fina capa subperitoneal que separa las membranas amnióticas de la cavidad abdominal, y es un factor de riesgo para la rotura uterina7. El adelgazamiento del segmento inferior es la clave. Existen múltiples estudios para determinar el cutoff para [(Figura_4)TD$IG] Figura 4 Estado del segmento inferior durante la cesárea. Con la maniobra del cirujano puede verse, por transparencia, el guante. E. Cerviño et al la práctica clı́nica, pero no se ha llegado a un verdadero consenso1—5. El lı́mite de 3,5 mm nos da una alta sensibilidad y un alto valor predictivo negativo, pero una baja especificidad. Sin embargo, el lı́mite de 2,3 mm aumenta el valor predictivo positivo, con un riesgo potencial de rotura uterina del 9,1%1,6. El segmento uterino inferior visto por ecografı́a incluye dos lı́neas: una más ecogénica, que corresponde a la pared vesical, y otra hipoecogénica, que corresponde al miometrio. La medición se debe realizar por vı́a transabdominal (con vejiga llena) o por vı́a transvaginal, en planos longitudinal y transversal, para localizar la zona de menor grosor, y con el marcador perpendicular a la pared2. Se debe considerar tanto el adelgazamiento en conjunto de todo el segmento inferior como únicamente la disminución del grosor miometrial, pues este último tiene un importante papel en la contención uterina1,8. Se ha descrito que la capa miometrial participa en mayor medida de la integridad funcional del segmento que el peritoneo y que la cara posterior de la vejiga, por lo que su adelgazamiento es un factor determinante en la rotura uterina. Hay estudios que hablan que la medición exclusiva de la linea miometrial es mejor para determinar el riesgo de rotura, con lı́mites entre 1,4 y 2 mm de grosor1,2,4. Se han descrito otros factores de riesgo añadidos: un intervalo menor de 18 meses tras un parto anterior por cesárea, la sutura uterina en monocapa, la historia de parto vaginal previo a la cesárea, la inducción del parto con Bishop bajos y las distocias de parto. Los factores son independientes, y sumados aumentan el riesgo de rotura1—3,9—11. Hay autores que defienden que el trabajo de parto previo a una cesárea mejora las condiciones del segmento inferior de cara a la posterior cicatrización, por lo que la incidencia de dehiscencia y rotura uterina en futuras gestaciones es menor. Estos autores mantienen que el adelgazamiento del segmento tras una dinámica de parto facilita la cicatrización, al existir mejor enfrentamiento de los bordes de la histerotomı́a, y que además en estos casos la histerotomı́a tiene lugar en una zona más baja, más cercana a vejiga, donde existe menor cantidad de fibras musculares6,12. Nuestra paciente tenı́a una cesárea anterior pretérmino y urgente por desprendimiento total de placenta, por lo tanto sin dinámica uterina previa, lo que puede ser un factor a considerar como determinante en la aparición del debilitamiento de la pared del segmento en la gestación posterior. En conclusion, el estudio ecográfico del grosor del segmento uterino inferior puede ser de utilidad, en mujeres con cesárea anterior durante la exploración del tercer trimestre (a partir de la semana 35), para identificar las gestantes con riesgo de rotura uterina durante el trabajo de parto. En nuestro caso se identificó una disminución del segmento durante el segundo trimestre, por lo que se optó por un seguimiento estricto con ecografı́a convencional y con 3D/4D hasta la semana 34, donde las medidas del segmento llegaron a ser de 0,7 mm en la parte más fina e incluso se observó una interrupción total de la capa miometrial a ese nivel. En la actualidad no existe una técnica de imagen que sea útil en clı́nica como predictora de rotura uterina4. Existen algunas dificultades, como en qué trimestre es mejor hacer el estudio, si emplear ecografı́a abdominal, transvaginal ó resonancia, y determinar en qué punto debe realizarse la Estudio ecográfico 2D y 3D del segmento inferior en gestante con cesárea anterior medición4. Hasta ahora todos los estudios incluyen la medición con ecografı́a 2D, pero nosotros optamos por el seguimiento con un equipo 3D/4D. La exploración mediante proyecciones con volúmenes de alta resolución permite analizar la situación real de la región del segmento y su relación con la pared vesical, al poder obtener proyecciones donde podemos estudiar la pared posterior de la vejiga. Por otro lado, el escáner volumétrico de alta resolución permite una visión de la situación desde una proyección fetal, lo que facilita un estudio evolutivo con gran detalle. Bibliografı́a 1. Jastrow N, Chaillet N, Roberge S, Morency AM, Lacasse Y, Bujold E. Sonographic lower uterine segment thickness and risk of uterine scar defect: A systematic review. J Obstet Gynaecol Can. 2010;32:321—7. 2. Jastrow N, Gauthier R, Gagnon G, Leroux N, Beaudoin F, Bujold E. Impact of labor at prior cesarean on lower uterine segment thickness in subsequent pregnancy. Am J Obstet Gynecol. 2010;563:e1—7. 3. Bujold E, Jastrow N, Simoneau J, Brunet S, Gauthier RJ. Prediction of complete uterine rupture by sonographic evaluation of the lower uterine segment. Am J Obstet Gynecol. 2009;201:320—6. 4. Spong CY, Queenan JT. Uterine scar assessment: How should it be done before trial of labor after cesarean delivery? Obstet Gynecol. 2011;117:521—2. 79 5. Bergeron ME, Jastrow N, Brassard N, Paris G, Bujold E. Sonography of lower uterine segment thickness and prediction of uterine rupture. Obstet Gynecol. 2009;113:520—2. 6. Landon MB. Predicting uterine rupture in women undergoing trial of labor after prior cesarean delivery. Semin Perinatol. 2010;34:267—77. 7. Vikhareva Osser O, Valentin L. Clinical importance of appearance of cesarean hysterotomy scar al transvaginal ultrasonography in nonpregnant women. Obstet Gynecol. 2011;117: 523—32. 8. Simpson NA, Lodge V, Dunham RJ, Lane Gorthi S. Management of asymptomatic mid-trimester lower segment scar dehiscence. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol. 2009;147:241—2. 9. Lyndon-Rochelle M, Holt VL, Easterling TR, Martin DP. Risk of uterine rupture during labor among women with a prior Cesarean delivery. N Engl J Med. 2001;345:3—8. 10. Chauhan SP, Martin JN, Henrichs CE, Morrison JC, Mogann EF. Maternal and perinatal complications with uterine rupture in 142,075 patients who attempted vaginal birth after Cesarean delivery: A review of the literature. Am J Obstet Gynecol. 2003;189:408—17. 11. Bujold E, Mehta SH, Bujold C, Gauthier RJ. Interdelivery interval and rupture uterine. Am J Obstet Gynecol. 2002;187:1199—202. 12. Algert CS, Morris JM, Simpson JM, Ford JB, Roberts CL. Labor before a primary cesarean delivery: Reduced risk of uterine rupture in a subsequent trial of labor for vaginal birth after cesarean. Obstet Gynecol. 2008;112:1061—6. Prog Obstet Ginecol. 2012;55(2):80—84 PROGRESOS de OBSTETRICIA Y GINECOLOG ÍA w w w. e l s e v i e r. e s / p o g CASO CLÍNICO Éxito en el manejo conservador del acretismo placentario mediante embolización y metotrexato Jessica Subirá Nadal *, Cristina Casanova Pedraz, Pablo Padilla Iserte, Begoña Varo Gómez-Marco, Alfredo Perales Puchalt y Alfredo Perales Marı́n Departamento de Obstetricia, Ginecologı́a y Reproducción, Hospital Universitario La Fe, Valencia, España Recibido el 1 de febrero de 2011; aceptado el 4 de mayo de 2011 Accesible en lı́nea el 26 de octubre de 2011 PALABRAS CLAVE Placenta acreta; Metotrexato; Embolización KEYWORDS Placenta accreta; Methotrexate; Embolization Resumen Introducción: La incidencia del acretismo placentario ha aumentado, y esta patologı́a puede ser causa de hemorragia posparto subsidiaria de histerectomı́a. Existen sin embargo tratamientos conservadores alternativos a la cirugı́a. Caso clı́nico: Mujer de 38 años de edad, primigesta. Tras el parto, la placenta es extraı́da mediante desprendimiento manual y legrado. El diagnóstico es confirmado mediante ecografı́a y resonancia magnética. Se realiza embolización selectiva del vaso nutricio y administración de metotrexato. Tres dı́as después de la embolización se produce la expulsión de la masa placentaria. Conclusiones: La embolización selectiva del vaso nutricio y el tratamiento coadyuvante con metotrexato constituyen una técnica conservadora que permite preservar el útero y ası́ conservar la fertilidad. El caso que presentamos es, según lo descrito hasta ahora en la literatura, uno de los manejados conservadoramente que ha conseguido un intervalo de tiempo menor entre el parto y la expulsión placentaria definitiva. ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Successful conservative management of placenta accreta via embolization and methotrexate Abstract Introduction: The incidence of placenta accreta has risen and this entity can cause postpartum hemorrhage, often requiring obstetric hysterectomy. There are, however, alternative conservative treatments to surgery. Case report: A 38-year-old woman in her first pregnancy underwent manual removal of the placenta, with moderate hemorrhaging and subsequent curettage. The diagnosis was confirmed by ultrasound scan and magnetic resonance imaging. Selective embolization of the nutritional * Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (J. Subirá Nadal). 0304-5013/$ — see front matter ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.pog.2011.09.003 Éxito en el manejo conservador del acretismo placentario mediante embolización y metotrexato 81 vessel was performed and methotrexate was administered. Three days after the embolization, the placental mass was expelled. Conclusions: Selective embolization of a nutritional vessel and adjuvant treatment with methotrexate are conservative techniques that allow preservation of both the uterus and fertility. According to previous reports in the literature, the time interval between delivery and definitive placental expulsion was lower in our case than in other conservatively managed cases. ß 2011 SEGO. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción La placenta acreta es definida como la placenta que está adherida a la pared uterina y que su separación es dificultosa. Incluye el espectro de placenta acreta, increta y percreta1. La incidencia del acretismo placentario en sus diferentes grados de invasión miometrial se ha incrementado drásticamente en las últimas décadas, debido al aumento de las situaciones consideradas factores de riesgo para esta patologı́a, como las cesáreas previas fundamentalmente u otro tipo de cirugı́a uterina, ası́ como la edad materna mayor de 35 años como factor de riesgo independiente. En ellas se produce una implantación anómala de la placenta, resultado de un defecto en la decidua basal como consecuencia de una cicatriz uterina previa2. Actualmente la incidencia de esta patologı́a se estima en 1/533 partos, habiéndose reportado incidencias en torno a 1/2.500 partos en 19803. La mortalidad materna ha disminuido en las últimas décadas, sin embargo la morbilidad continua siendo alta y se mantiene como la primera causa de histerectomı́a obstétrica debido a sus complicaciones en forma de hemorragia, infección o coagulación intravascular diseminada. La morbilidad fetal se debe principalmente a la prematuridad4. Para el diagnóstico de esta patologı́a basta la ecografı́a Doppler, con una sensibilidad y especificidad óptimas (87 y 98%, respectivamente)5. Otras técnicas, como la resonancia magnética (RM), solo serı́an necesarias en caso de que la ecografı́a no fuese concluyente o como fase previa a la planificación quirúrgica, ya que dan una idea más precisa del grado de invasión miometrial. El manejo convencional siempre se ha basado en la cirugı́a en forma de histerectomı́a subtotal o total en función de la localización de la invasión. En los últimos años surgen abordajes conservadores que persiguen la conservación uterina. El uso del metotrexato (MTX) y la embolización selectiva de los vasos nutricios de la placenta retenida ha conseguido resultados favorables en este sentido6,7. Presentamos el caso de un acretismo placentario tratado con MTX y embolización, consiguiendo la expulsión de los restos en tan solo 8 dı́as. parto, se procede a inducirlo obteniendo mediante parto eutócico un recién nacido mujer de 3.100 g. No se produce el alumbramiento espontáneamente, por lo que se realiza desprendimiento manual de placenta con moderada hemorragia y legrado posterior. Ante la sospecha de acretismo placentario, se realiza ecografı́a puerperal que muestra una zona ecorrefringente y vascularizada que se introduce en profundidad en el cuerno derecho. Se practica RM con gadolinio, que confirma el diagnóstico de invasión miometrial placentaria. El equipo médico de su centro le expone las diferentes opciones terapéuticas disponibles en el momento, y dada la estabilidad hemodinámica la paciente decide el traslado a nuestro centro para una segunda opinión. Se recibe a la paciente en nuestro centro a los 3 dı́as posparto. La analı́tica muestra una Hb de 9,9 g/dl y bioquı́mica y hemostasia normales. Se practica ecografı́a, que muestra una masa placentaria retenida intraútero de unos 5 cm de diámetro transversal vascularizada a nivel de cuerno derecho por una rama aberrante de la arteria hipogástrica (figs. 1 y 2). La RM muestra una cavidad endometrial distendida por coágulos con tejido placentario de 60 70 mm en el cuerno derecho que infiltra ampliamente el miometrio sin alcanzar la serosa (fig. 3). Dada la estabilidad hemodinámica de la paciente, la normalidad analı́tica –—salvo leve anemia tratada con ferroterapia oral–— y el deseo genésico, se habla con la paciente y se consensúa intentar tratamiento conservador mediante la combinación de embolización selectiva del vaso aberrante nutricio y el uso de MTX. [(Figura_1)TD$IG] Caso clı́nico Mujer de 38 años de edad que cursa su primera gestación sin antecedentes de interés. El curso gestacional es normal hasta la semana 34, en que ingresa en su centro de referencia por rotura prematura de membranas pretérmino que se maneja de manera convencional con antibioterapia profiláctica. Al no iniciar trabajo de Figura 1 La imagen ecográfica muestra masa placentaria retenida intraútero posparto. Corte transversal. 82 [(Figura_2)TD$IG] [(Figura_4)TD$IG] Figura 2 La imagen ecográifca muestra masa placentaria retenida intraútero posparto con grosor máximo de 5,25 cm. Corte longitudinal. Figura 4 El control ecográfico postembolización muestra la ausencia de vascularización placentaria con Doppler color. [(Figura_3)TD$IG] [(Figura_5)TD$IG] Figura 3 La imagen de resonancia magnética muestra la invasión placentaria del miometrio. Figura 5 La ecografı́a en modo Power-Doppler muestra la cavidad uterina vacı́a tras la expulsión de la masa placentaria y ausencia completa de vascularización. Al quinto dı́a posparto el equipo de radiologı́a intervencionista de nuestro centro practica embolización selectiva del vaso nutricio con éxito. Durante la intervención la paciente experimenta un pico febril, por lo que se extraen hemocultivos y se inicia tratamiento empı́rico con cefotaxima y clindamicina. En el hemocultivo crece un estafilococo coagulasa negativo, y tras el resultado del antibiograma se sustituye la clindamicina por la vancomicina. Tras la intervención se requiere la transfusión de 2 unidades de concentrado de hematı́es por anemia aguda con Hb de 6,7 g/dl. Tras la embolización, la paciente ingresa en la unidad de reanimación de nuestro hospital y se inicia tratamiento con MTX a dosis de 50 mg intramuscular, repitiendo la misma dosis al dı́a siguiente. La ecografı́a practicada al dı́a siguiente muestra la imagen intrauterina placentaria ya conocida, pero esta vez el doppler color no muestra ningún tipo de vascularización a ningún nivel (fig. 4). Finalmente, 3 dı́as después de la embolización y el inicio de MTX suplementado con ácido folı́nico y 8 dı́as después del parto, la paciente expulsa masa placentaria completa, comprobando vacuidad uterina mediante ecografı́a (fig. 5). La paciente recibe el alta a los 2 dı́as, sin observarse hemorragia vaginal y con Hb de 10,7 mg/dl. Se practicó una ecograı́a de control a los 2 meses de alta, observando un útero de caracterı́sticas normales, sin imágenes intracavitarias. J. Subirá Nadal et al Discusión Hay varios casos publicados sobre el manejo conservador del acretismo placentario, pero la naturaleza de la patologı́a, que en muchas ocasiones obliga a tomar medidas terapéuticas urgentes, complica la realización de estudios prospectivos y mucho menos aleatorizados que aporten evidencia cientı́fica sobre las diferentes opciones de tratamiento. Éxito en el manejo conservador del acretismo placentario mediante embolización y metotrexato A pesar de que existen casos publicados de tratamiento conservador del año 1933, uno de los más antiguos fue publicado en 1986 por Arulkumaran et al.7, que consiguieron la expulsión placentaria en solo 11 dı́as utilizando un mayor número de dosis de MTX y mediante el seguimiento con niveles de BHCG. Crespo et al.6 publicaron en 2005 un caso similar tratado con 4 dosis de 50 mg/dı́a de MTX, pero la placenta no fue expulsada hasta 7 meses después. El tratamiento conservador tiene como objetivo principal preservar la fertilidad de la paciente evitando la histerectomı́a, aunque hay que tener en cuenta sus posibles complicaciones, como hemorragia importante que requiera trasfusión de sangre, coagulación intravascular diseminada e infección, que en algunos casos puede ser difı́cil de controlar y derivar incluso en una sepsis. Es claro que el manejo conservador de esta patologı́a requiere una estabilidad hemodinámica de la paciente. Cualquier complicación en ese intento nos llevará necesariamente a optar por la cirugı́a para preservar la vida de la paciente. Las opciones conservadoras de las que se dispone actualmente son la embolización y el uso de MTX, como ya se ha reseñado anteriormente. El MTX persigue conseguir la necrosis de la masa placentaria, y por ende su reabsorción y/o expulsión. Requiere la utilización de suplementos de ácido folı́nico y control del hemograma y de la función renal, ya que puede ser causa de aplasias medulares. Palacios-Jaraquemada5, en su revisión del año 2008 acerca del diagnóstico y el tratamiento de la placenta acreta, concluye que actualmente no existen suficientes evidencias cientı́ficas para poder recomendar el uso del MTX. La embolización selectiva del vaso nutricio cuando este puede ser identificado surge como una terapia prometedora que ha demostrado ser altamente eficaz en otros causas de hemorragia posparto, como la atonı́a uterina, en la cual se embolizan las arterias uterinas8. Sin embargo, esta técnica no está exenta de potenciales complicaciones, como la isquemia, y en caso de hemorragia habrá que recurrir a la embolización de troncos vasculares mayores (uterinos o hipogástricos). Asimismo requiere la existencia de un radiólogo intervencionista experto, por lo que no estarı́a disponible en muchos centros. Al igual que ocurre con el uso de MTX, no existe evidencia de la utilidad de su uso, aunque lo que sı́ parece claro es que no debe utilizarse como terapia única, sino conjuntamente con MTX. Bretelle et al.9 realizaron en 2007 un estudio retrospectivo de 50 casos de placenta acreta; 24 de ellos fueron tratados de manera tradicional mediante histerectomı́a, y 26 de forma conservadora utilizando una dosis única de MTX posparto y con la ligadura de hipogástricas en algunos casos. Con el tratamiento conservador consiguieron reducir la tasa de histerectomı́as en un 19%, aunque tuvieron una mayor tasa de endometritis en el grupo manejado conservadoramente. Los propios autores concluyen que no es recomendable usar un único tratamiento en el manejo conservador. Un abordaje conservador novedoso es el recogido por Palacios-Jaraquemada en su revisión5. Es la llamada one-step surgery, un tipo de cirugı́a uterina que realiza una disección meticulosa de la zona afectada, extrae la placenta y reconstruye el tejido todo en un solo tiempo. Esta técnica, comparada con dejar la placenta in situ con o sin MTX, tiene la 83 ventaja –—aparte de la evidente conservación uterina–— de que presenta un ı́ndice de recurrencias en futuras gestaciones prácticamente nulo y de que la frecuencia de complicaciones como la hemorragia o la infección también es notablemente menor comparada con la otra técnica. Como desventajas, presenta un alto grado de dificultad técnica y la posibilidad de producir lesiones vesicales o ureterales durante la cirugı́a. Hay otras opciones de tratamiento conservador. Morgan et al.10 publicaron en 2009 dos casos de tratamiento exitoso del acretismo placentario con mifepristol y mifepristona, aunque su uso en esta patologı́a no está aún bien establecido. Morel et al.11 publicaron en 2009 el caso de una paciente con acretismo placentario diagnosticado tras una cesárea en el que se optó por tratamiento expectante con cobertura antibiótica durante 10 dı́as por deseo de la paciente. A los 3 meses se inició un cuadro clı́nico compatible con una sepsis que se resolvió con tratamiento antibiótico intravenoso y realizando de nuevo la histerotomı́a, evacuando la placenta con facilidad sin hemorragia posterior importante y dejando un resto placentario de solo 80 mm de diámetro, evitando la histerectomı́a. El tiempo de retención placentaria es un factor de riesgo de complicaciones, como infecciones, en este caso, por eso la mejor opción de tratamiento serı́a aquella que permitiera un menor intervalo entre su aplicación y la expulsión de los restos placentarios. Hay autores que consideran el empleo de mifepristona y misoprostol en pacientes que rechazan el MTX por sus potenciales efectos secundarios, consiguiendo buenos resultados (expulsión placentaria al terminar el tratamiento) tras 15 semanas de tratamiento expectante10. Por último, la ablación del lecho placentario con radiofrecuencia también podrı́a ser propuesta como una alternativa aún en vı́as de investigación2. La elección del tipo de tratamiento se basa en el deseo reproductivo, en la estabilidad hemodinámica de la paciente, en la experiencia quirúrgica del equipo y en los recursos disponibles. Nosotros elegimos un tratamiento doble por varios factores. En primer lugar, la paciente deseaba mantener la función reproductiva, dada su edad y por el hecho de que se trataba de su primera gestación. Nuestro centro además dispone de un equipo de radiologı́a intervencionista experto, y la estabilidad de la paciente ası́ lo permitió. Ası́ pues, en consenso con la paciente y después de haberle explicado las diferentes opciones terapéuticas, incluyendo la histerectomı́a, se decidió optar por una asociación de 2 técnicas conservadoras. El caso que presentamos es, según lo descrito hasta ahora en la literatura, el que ha conseguido, entre los tratados conservadoramente, un intervalo de tiempo menor entre el parto y la expulsión placentaria definitiva. Parece claro que el manejo conservador del acretismo placentario está destinado a convertirse en la norma y no en la excepción, y que las antiguas histerectomı́as quedarán relegadas a casos de urgencia vital. Sin embargo, actualmente no existen estudios que aporten un buen grado de evidencia para demostrarlo. Habrá que esperar. Conflicto de intereses Los autores manifiestan no tener que declarar ningún conflicto de intereses en la publicación de este artı́culo. 84 Bibliografı́a 1. Eller AG, Porter TF, Soisson P, Silver RM. Optimal management strategies for placenta accreta. BJOG. 2009;116:648—54. 2. Morel O, Monceau E, Tran N, Malartic C, Morel F, Barranger E, et al. Radiofrequency ablation of retained placenta accreta after conservative management: preliminary evaluation in the pregnant ewe and in normal human placenta in vitro. BJOG. 2009;116:915—22. 3. Wu S, Kocherginsky M, Hibbard JU. Abnormal placentation: Twenty-year analysis. Am J Obstet Gynecol. 2005;192:1458—61. 4. ACOG Committee on Obstetric Practice. Placenta accreta. Obstet Gynecol. 2002;99:169—70. 5. Palacios-Jaraquemada JM. Diagnosis and management of placenta accreta. Best Pract Res Clin Obstet Gynecol. 2008;22:1133—48. 6. Crespo R, Lapresta M, Madani B. Conservative treatment of placenta increta with methotrexate. Int J Gynaecol Obstet. 2005;91:162—3. J. Subirá Nadal et al 7. Arulkumaran S, Ng CS, Ingemarsson I, Ratnam SS. Medical treatment of placenta accreta with methotrexate. Acta Obstet Gynecol Scand. 1986;65:285—6. 8. Winograd RH. Uterine artery embolization for postpartum hemorrhage. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol. 2008;22: 1119—32. 9. Bretelle F, Courbière B, Mazouni C, Agostini A, Cravello L, Boubli L, et al. Management of placenta accreta: Morbidity and outcome. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol. 2007;133: 34—9. 10. Morgan M, Atalla R. Mifepristone and Misoprostol for the management of placenta accreta: A new alternative approach. BJOG. 2009;116:1002—3. 11. Morel O, Desfeux P, Fargeaudou Y, Malartic C, Rossignol M, Perrotez C, et al. Uterine conservation despite severe sepsis in a case of placenta accreta first treated conservatively: threemonth delayed successful removal of the placenta. Fertil Steril. 2009;91:1957.e5—e. Prog Obstet Ginecol. 2012;55(2):85—88 PROGRESOS de OBSTETRICIA Y GINECOLOG ÍA w w w. e l s e v i e r. e s / p o g CASO CLÍNICO Metástasis vaginal y uterina de un cáncer de colon: una combinación excepcional Esteban Ferreiro Garcı́a *, Liliana Vázquez Bol, Genoveva Guinarte Paz y Eloy Moral Santamarina Complejo Hospitalario de Pontevedra, Servicio de Ginecologı́a y Obstetricia, Pontevedra, España Recibido el 9 de abril de 2011; aceptado el 23 de agosto de 2011 Accesible en lı́nea el 12 de noviembre de 2011 PALABRAS CLAVE Adenocarcinoma de colon; Metástasis uterina; Metástasis vaginal; Tumores colorrectales Resumen Las metástasis vaginales de cáncer de colon son raras. Lo mismo sucede con las metástasis uterinas. La coincidencia de ambas es excepcional. Después de ser descartadas las causas más frecuentes de sangrado genital, se ha de considerar el diagnóstico de metástasis ante un sangrado anormal en una mujer con antecedente de cáncer. Debido a la rareza de estos casos, no existen pautas de tratamiento establecidas ni datos de supervivencia. Lo que más parece ensombrecer el pronóstico es la presencia de una metástasis uterina que casi siempre está asociada a enfermedad metastásica generalizada. ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. KEYWORDS Vaginal and uterine metastases from colon cancer: an exceptional combination Adenocarcinoma of the colon; Colorectal tumours; Uterine metastasis; Vaginal metastasis Abstract Both vaginal and uterine metastases from colon cancer are rare. The co-occurrence of both entities is exceptional. After the most common causes of genital bleeding have been excluded, a diagnosis of metastasis should be considered in women with abnormal vaginal bleeding and a history of cancer. Because of the rarity of these cases, there are no established treatment guidelines or survival data. The factor with the greatest influence on a worse prognosis seems to be the presence of uterine metastasis, which is almost always associated with widespread metastatic disease. ß 2011 SEGO. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción * Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (E. Ferreiro Garcı́a). Las metástasis vaginales de cáncer de colon son extremadamente raras. Lo mismo sucede con las metástasis uterinas. Aquı́ presentamos un caso clı́nico en el que parecen coexistir los dos tipos de metástasis. Tras realizar una revisión de la bibliografı́a se pone de manifiesto que este fenómeno es 0304-5013/$ — see front matter ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.pog.2011.08.013 [(Figura_1)TD$IG] 86 E. Ferreiro Garcı́a et al francamente excepcional reportándose solo dos comunicaciones previas1,2. Descripción del caso Paciente de 74 años que acude al servicio de urgencias por sensación de bultoma genital y sangrado vaginal de 3 dı́as de evolución. En sus antecedentes destacan hipotiroidismo a tratamiento con levotiroxina y sı́ndrome ansioso-depresivo. La paciente fue intervenida de hallux valgus, legrado y cesárea. A los 72 años, también es operada en nuestro centro por un adenocarcinoma de ciego, realizándose una hemicolectomı́a derecha. En la tomografı́a computarizada (TC) abdóminopélvica y la radiografı́a de tórax prequirúrgicas se descartaba la presencia de imágenes sugestivas de metástasis a distancia. El resultado del estudio anatomopatológico fue de adenocarcinoma de tipo colorrectal moderadamente diferenciado (G2) que infiltra hasta la subserosa perforando el peritoneo visceral (pT4) y metástasis en 4 de 14 ganglios linfáticos del meso (pN2). A posteriori recibió quimioterapia en régimen FOLFOX-4. Estaba asintomática y sin signos de recidiva en la TC abdominopélvica y la colonoscopia realizadas hace 10 meses ni en la ecografı́a abdominal y radiografı́a de tórax realizadas en los últimos controles en las consultas de oncologı́a hace 4 meses; el marcador tumoral antı́geno carcinoembrionario (CEA) se mantenı́a dentro de los lı́mites normales. En sus antecedentes obstétrico-ginecológicos destacan una gestación con cesárea por fracaso de inducción y menopausia desde los 57 años. En la exploración ginecológica realizada por urgencias presenta dos tumoraciones en la zona del introito y la cara anterior de la vagina, de consistencia dura y aspecto glandular, que sangran al contacto. Se realiza una biopsia de las mismas. El cérvix se tacta normal. Ante la imposibilidad de realizar una ecografı́a transvaginal por dolor, se realiza una ecografı́a abdómino-pélvica, visualizándose una lesión focal en el lóbulo derecho hepático de aproximadamente 3 cm, compatible con metástasis, siendo el resto del abdomen diı́cil de valorar por el abundante gas intestinal. El resultado anatomopatológico de las biopsias de las lesiones vaginales es compatible con adenocarcinoma de origen intestinal (figs. 1 y 2). Se deriva a consultas de oncologı́a y cirugı́a general para su valoración y seguimiento. Se solicita TC toraco-abdóminopélvica, hallando múltiples adenopatı́as mediastı́nicas, siete nódulos pulmonares compatibles con metástasis, dos probables metástasis hepáticas de 1 y 3 cm, múltiples implantes peritoneales, varias lesiones nodulares con realce periférico en cuerpo uterino (la mayor de 4,5 cm) y vagina (de aproximadamente 2 cm) compatibles con metástasis y adenopatı́as mesentéricas e inguinal derecha menores de 1 cm (figs. 3 y 4). La paciente inicia un cuadro de dolor hipogástrico irradiado al sacro. En el control colonoscópico se objetiva una estenosis infranqueable del sigma a 30 cm del margen anal, sin patrón infiltrativo de la mucosa (se realizaron biopsias del sigma que descartan malignidad) de probable causa extrı́nseca en relación con metástasis peritoneales. Se resuelve el cuadro con la colocación de una prótesis de colon. Figura 1 Neoformación glandular de patrón intestinal. Hematoxilina-eosina. [(Figura_2)TD$IG] Figura 2 Células tumorales expresando citoqueratina 20. Finalmente, ingresa en la unidad de cuidados paliativos con desenlace de defunción 34 meses después del diagnóstico de adenocarcinoma de ciego y 2 meses después del diagnóstico de metástasis vaginal y sospecha de metástasis uterina. Discusión El carcinoma vaginal es infrecuente; constituye aproximadamente el 2% de todas las neoplasias malignas del aparato genital femenino y son más comúnmente del tipo escamoso (86%), muy raramente adenocarcinoma (8%) u otros tipos histológicos (7%). El adenocarcinoma primario de vagina suele presentarse en pacientes jóvenes expuestas al dietilbestrol3 y localizarse en el tercio superior de la vagina, cerca del cérvix, mientras que las metástasis suelen situarse en el tercio inferior4, como sucede en nuestra paciente. Solamente el 16% de los carcinomas de vagina representan neoplasias primarias siendo más frecuente los tumores metastásicos4,5. Ası́ los adenocarcinomas vaginales a menudo son secundarios a un adenocarcinoma uterino y más excepcionalmente a tumores extragenitales. Las metástasis vaginales de causa extragenital tienen como origen más [(Figura_3)TD$IG] Metástasis vaginal y uterina de un cáncer de colon: una combinación excepcional 87 Cuatro hipótesis pueden explicar el mecanismo de la propagación del cáncer colorrectal al tracto genital1,10: [(Figura_4)TD$IG] Figura 3 Metástasis uterina (flecha). 1. La primera ruta es resultado de la extensión directa través de la fosa isquiorrectal. Las células tumorales infiltrarı́an la cara posterior de la vagina y el útero11. Si esto es posible en los carcinomas de la unión rectosigmoidea o del recto y cuando hay infiltración tumoral del fondo de saco de Douglas, no sucede ası́ en otras localizaciones del colon. En nuestra paciente, el tumor primario se localiza en el ciego y la metástasis vaginal anida en la cara anterior de vagina, por lo que esta vı́a no es la más probable. 2. Una segunda posible ruta es por el flujo retrógrado a través de los vasos linfáticos hacia los ganglios iliacos y posteriormente hacia el área periuretral y la cara anterior de la vagina12. Esta teorı́a se verı́a reforzada, en nuestro caso, por la afectación de los ganglios linfáticos del mesenterio13 y por la localización anterior de la metástasis vaginal, pero es improbable en los cánceres de colon derecho14. 3. La tercera hipótesis es la vı́a hematógena. El flujo venoso permitirı́a el paso de las células tumorales al plexo ovárico o a las venas del parametrio y, posteriormente, hacia la vagina. 4. La cuarta posible vı́a sucederı́a través del aparato genital. Las células tumorales, después de la efracción de la serosa del colon, pasarı́an a través de las trompas de Falopio y del útero para invadir la mucosa vaginal15. En nuestro caso, las dos últimas hipótesis esbozadas parecen las más probables. Tanto la metástasis vaginal10 como la imagen sospechosa en el útero1 pueden ser la forma de presentación de un cáncer de colon pero, en dos tercios de los casos, se descubren tras la resección del tumor primario16. El sı́ntoma inicial más frecuente de una metástasis vaginal o uterina es el sangrado vaginal, aunque muchas veces el diagnóstico es casual, en una revisión ginecológica o mediante una prueba de imagen2,7. Stemmermann recuerda que se debe considerar el diagnóstico de metástasis ante un sangrado vaginal anormal en una mujer previamente intervenida cáncer17. Las guı́as de práctica clı́nica de las principales sociedades oncológicas no incluyen la revisión ginecológica en el seguimiento del cáncer colorrectal pues se centran en el hı́gado y pulmón como localizaciones más frecuentes de recidiva a distancia18. Ante la posibilidad de que estas pacientes no presenten ningún sı́ntoma, algunos autores recomiendan la revisión ginecológica rutinaria2. Figura 4 Metástasis vaginal y hepática (flechas). Estudio anatomopatológico de las metástasis de localización genital frecuente un cáncer colorrectal4,5. Suelen ser cánceres de colon izquierdo y sigmoideo, siendo pocos los casos recogidos en la literatura con origen en el colon derecho2,6. Los sitios más comunes de metástasis del cáncer de colorrectal son el hı́gado y los pulmones. Al igual que sucede con la metástasis de vagina, son pocos los casos de metástasis uterina debidos a cáncer colorrectal reportados en la bibliografı́a1,4,7—9. Suelen afectar al cérvix y más raramente al cuerpo uterino7. El origen más habitual de una metástasis uterina es el cáncer de mama (42,2%), seguido del cáncer de colon, mucho más infrecuente (18,5%)7. En los últimos años, los datos favorables se han acumulado sobre el uso de citoqueratinas para el estudio inmunohistoquı́mico y ası́ establecer el origen primario de la metástasis tipo adenocarcinoma19. Las citoqueratinas son una familia de 20 filamentos intermedios citoplasmáticos antigénicamente diferentes que se encuentran en la mayorı́a de las células de origen epitelial. La citoqueratina 20 es especı́fica del tracto gastrointestinal. En nuestro caso se confirma su positividad asegurando el origen gastrointestinal y descartando otros orı́genes (fig. 2). 88 Cuando las metástasis ocurren en el tracto genital, la supervivencia en general es pobre porque están frecuentemente asociadas a enfermedad metastásica generalizada12, sobre todo en el caso de las metástasis uterinas1. Sin embargo, se ha informado de supervivencias a largo plazo en caso de metástasis vaginales aı́sladas6,11,20. La supervivencia media no suele superar los 40 meses de vida tras el hallazgo de la metástasis vaginal21 y los 11 meses en las metástasis uterinas7. No existen datos de supervivencia con la combinación de ambas metástasis en la literatura. Nuestra paciente sobrevivió 2 meses desde el hallazgo de las metástasis. Debido a la baja frecuencia de esta patologı́a no existe una pauta de tratamiento estándar. El tratamiento de la metástasis vaginal se basa en el uso de combinado de radioterapia externa y braquiterapia intersticial, asociadas a colpectomı́a parcial6,20,22 obteniéndose resultados favorables, con baja morbilidad y buena supervivencia, en los casos de metástasis aisladas de vagina. Se ha de realizar histerectomı́a con ooforectomı́a bilateral debido a la alta frecuencia de metástasis ovárica del cáncer de colon4,7. Ante la presencia de metástasis uterina u otras metástasis asociadas está indicado la quimioterapia pero con resultados poco alentadores6,23. Conclusiones Es arriesgado establecer conclusiones en base a un caso clı́nico. Ante un sangrado vaginal en una paciente con antecedente de cáncer colorrectal, es mucho más probable que se trate de un proceso ginecológico primario que de una metástasis. Sin embargo, en una paciente con estos antecedentes, debemos sospechar esa posibilidad tras descartar las causas más frecuentes de sangrado genital. El hallazgo de metástasis vaginal y uterina coincidente en el contexto de un cáncer de colon es excepcional. Las princı́piales guı́as clı́nicas oncológicas no incluyen la revisión ginecológica en el seguimiento del cáncer colorrectal pero algunos autores, ante la posibilidad de ausencia de sı́ntomas de una metástasis genital, recomiendan revisiones ginecológicas rutinarias en las pacientes diagnosticadas de esta enfermedad. Debido a la rareza de estos casos no existen pautas de tratamiento establecidas ni datos de supervivencia. Lo que más parece ensombrecer el pronóstico es la presencia de una metástasis uterina que casi siempre está asociada a enfermedad metastásica generalizada1. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografı́a 1. Kumar NB, Hart WR. Metastases to the uterine corpus from extragenital cancers: a clinicopathologic study of 63 cases. Cancer. 1982;50:2163—9. E. Ferreiro Garcı́a et al 2. Elvira Urdampilleta A, Garnateo Nicolás F, Oyarzabal Urkiola A, Rivero Torrejón B. Metástasis vaginales de tumores colorrectales. Prog Obstet Ginecol. 2010;53:328—30. 3. Peters 3rd WA, Kumar NB, Andersen WA, Morley GW. Primary sarcoma of the adult vagina: a clinicopathologic study. Obstet Gynecol. 1985;65:699—704. 4. Mazur MT, Hsueh S, Gersell DJ. Metastases to the female tract: analysis of 325 cases. Cancer. 1984;53:1978—84. 5. Fu YS, Reagan JW. Pathology of the uterine cervix, vagina and vulva. En: Bennington JL, editor. Major problems in Pathology, Vol 21. Philadelphia: Saunders; 1989. 6. Costa SRP, Antunes RCP, Abraão AT, Silva RM, Paula RP, Lupinacci RA. Single vaginal metastasis from cancer of the right colon: case report. Einstein. 2009;7(2 Pt 1):219—21. 7. Nakagami K, Takahashi T, Sugitani K, Sasaki T, Ohwada S, Morishita Y. Uterine cervix metastasis from rectal carcinoma, a case report and a review of the literature. Jpn J Clin Oncol. 1999;29:40—642. 8. Lemoine NR, Hall PA. Epithelial tumors metastatic to the uterine cervix: a study of 33 cases and review of literature. Cancer. 1986;57:2002—5. 9. Ono T, Takahashi T, Tanaka E, Oda T, Kudo K, Chiba M. A case of uterine body metastasis from colon cancer. Yamagataken Byouinshi. 1994;28:191—4. 10. Marchal F, Leroux A, Hoffstetter S, Granger P. Vaginal metastasis revealing colon adenocarcinoma. Int J Colorectal Dis. 2006;21:861—2. 11. Perrotin F, Bourlier P, De Calan L. Vaginal metastasis disclosing rectal adenocarcinoma. Gastroenterol Clin Biol. 1997;21:900—1. 12. Yagci G, Cetiner S, Dede M, Gunhan O. True vaginal metastasis of rectal cancer. Indian J Surg. 2005;67:270—2. 13. Guidozzi F, Sonnendecker EW, Wright C. Ovarian cancer with metastatic deposits in the cervix, vagina, or vulva preceding primary cytoreductive surgery. GynecolOncol. 1993;49: 225—8. 14. Chang GJ, Feig BW. Cancer of the colon, rectum and anus. En: Feig BW, Berger DH, Fuhrman GM, editors. The M.D Anderson surgical oncology handbook. 4th ed. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins; 2006. p. 261—319. 15. Ng AB, Teeple D, Lindner EA, Reagan JW. The cellular manifestations of extrauterine cancer. Acta Cytol. 1974;18:108—17. 16. Zhou XR, Du XG. Secondary vaginal adenocarcinoma: a clinicopathologic study of 55 cases. Zhonghua Fu Chan Ke Za Zhi. 1994;29:289—91. 318. 17. Stemmermann GN. Extrapelvic carcinoma metastatic to the uterus. Am J Obstet Gynecol. 1961;82:1261—6. 18. Navarro M. Seguimiento del cáncer colorrectal. Cir Esp. 2003;73:58—62. 19. Dabbs DJ. Diagnostic immunohistochemistry. New York: Churchill Livingstone; 2002. p. 169. 20. Yamamoto S, Kotake K, Igarashi S, Tsukiyama I, Koyama Y. Three cases of metastatic vaginal tumor of colon and rectum. J Japan Soc Coloproctol. 1999;52:605—12. 21. Raider L. Remote vaginal metastasis from carcinoma of the colon. Am J Roentgenol Radium Ther Nucl Med. 1966;97:944—50. 22. Deppe G, Malviya VK, Malone JM. Use of cavitron ultrasonic surgicalaspirator (CUSA) for palliative resection of recurrent gynecologic malignancies involvingthe vagina. Eur J Gynaecol Oncol. 1989;10:1—2. 23. Abell MR, Cosling JGR. Gland cell carcinoma (adenocarcinoma) of the uterine cervix. Am J Obstet Gynecol. 1962;83:729—55. Prog Obstet Ginecol. 2012;55(2):89—93 PROGRESOS de OBSTETRICIA Y GINECOLOG ÍA w w w. e l s e v i e r. e s / p o g CASO CLÍNICO Absceso epidural y de psoas bilateral tras anestesia epidural obstétrica: una complicación poco frecuente Rajab Al-Ghanem Al-Ghanem *, José Manuel Galicia Bulnes, Francisco Cabrerizo Carvajal y Osamah Abdullah El-Rubaidi Servicio de Neurocirugı́a, Complejo Hospitalario Universitario de Jaén, Jaén, España Recibido el 1 de noviembre de 2011; aceptado el 28 de noviembre de 2011 Accesible en lı́nea el 23 de enero de 2012 PALABRAS CLAVE Absceso de psoas; Anestesia epidural; Absceso epidural espinal; Complicaciones KEYWORDS Epidural anaesthesia; Complications; Psoas abscess; Spinal epidural abscess Resumen El absceso epidural espinal tras anestesia epidural es una complicación rara. Se describe un caso de absceso epidural y de psoas tras anestesia epidural para un parto sin complicaciones. Su diagnóstico requiere un alto ı́ndice de sospecha clı́nica y un estudio de resonancia magnética. La descompresión quirúrgica precoz y antibioterapia prolongada son los elementos clave en el tratamiento del absceso epidural, mientras el absceso de psoas precisa drenaje percutáneo con control radiológico y cobertura antibiótica. El absceso epidural tras anestesia epidural puede suponer una complicación catastrófica. Un diagnóstico precoz es esencial para prevenir daños neurológicos permanentes. ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Epidural and bilateral psoas abscess after obstetric epidural anaesthesia: A rare complication Abstract Epidural abscess is a rare but serious complication of epidural anesthesia. We present the case of a healthy parturient who developed spinal epidural and psoas muscle abscesses following spinal analgesia for uneventful labor and delivery. Diagnosis requires a high index of suspicion and magnetic resonance imaging. Early surgical decompression and prolonged antibiotic therapy are the mainstays of epidural abscess treatment, while percutaneous drainage under imaging guidance with antibiotic coverage is an effective front-line treatment of psoas muscle abscess. Epidural abscess can be a catastrophic consequence of epidural anesthesia. Early diagnosis is essential to prevent permanent neurological damage. ß 2011 SEGO. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción * Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (R. Al-Ghanem Al-Ghanem). El absceso epidural espinal representa 0,2-1,2 casos por 10.000 ingresos hospitalarios por año1. Las complicaciones infecciosas más graves del bloqueo neuroaxial, la meningitis 0304-5013/$ — see front matter ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.pog.2011.11.010 90 pospunción dural y el absceso epidural, son raras en las pacientes obstétricas2. Se estima que la incidencia de los abscesos relacionados con cateterizaciones epidurales previas varı́a entre 1:1.000 y 1:100.000 en pacientes quirúrgicos, aunque su incidencia real puede estar infraestimada1. En obstetricia, aunque su incidencia es escasa puede ir en aumento debido al número creciente de bloqueos neuroaxiales que se practican, además de las condiciones especiales en cuanto a la asepsia que se dan en los bloqueos en obstetricia que con frecuencia no son idóneas3. En su metanálisis, Ruppen et al.4 estiman la incidencia de la infección epidural profunda en 1: 145.000 bloqueos epidurales obstétricos. Green y Paech5 encontraron que el 0,52% de las pacientes obstétricas que se le realizó un bloqueo neuroaxial tuvo una infección relacionada con el catéter epidural y la frecuencia de la infección profunda fue del 0,04% representada por la formación de abscesos epidurales y paraespinales con una incidencia del 0,02% para ambas entidades. Mientras otra revisión reciente sugiere una incidencia del absceso epidural tras bloqueo neuroaxial de 1:2.000 en las pacientes obstétricas1. La discrepancia puede explicarse probablemente por el bajo número de casos encontrados en los grandes estudios retrospectivos, mientras los registros prospectivos identifican a casos que de otro modo pueden perderse al seguimiento2. Sin embargo, su escasa incidencia queda superada por su importancia clı́nica debido a que puede provocar un daño neurológico irreversible si no se establecen el diagnóstico y el tratamiento de forma precoz. El retraso en el diagnóstico multiplica por 6 el riesgo de déficits neurológicos permanentes6. Los abscesos del músculo psoas son una entidad clı́nica muy rara en las pacientes obstétricas7. Existen dos tipos: primario, que generalmente sigue a una diseminación hematógena de un agente infeccioso, mientras el secundario se origina por una extensión de una infección localizada en una estructura adyacente al músculo psoas. Más del 80% de los casos primarios están causados por Staphylococcus aureus (S. aureus). La presentación conjunta de absceso epidural y de psoas como complicación de anestesia epidural es extremadamente infrecuente. Se presenta el caso de una parturienta que, previamente sana, desarrolla absceso epidural y de psoas bilateral tras anestesia y analgesia epidural para el parto y control del dolor posparto, respectivamente. Debido a su infrecuencia y a la posibilidad de daño neurológico permanente, se realiza una revisión de la literatura y se discuten los posibles factores implicados, su tratamiento, su pronóstico y las medidas de prevención. Caso clı́nico Mujer de 34 años previamente sana; se le habı́a efectuado anestesia epidural para un parto, el tercero, sin complicaciones obstétricas, en otro centro. Dos semanas después, la paciente acudió a urgencias por un cuadro de dolor lumbar intenso. Fue diagnosticada de lumbalgia mecánica y se le realizaron infiltraciones facetarias. Sin mejorı́a clı́nica, una semana más tarde la paciente acudió nuevamente al mismo centro con paraparesia progresiva y fiebre de 38 8C y fue remitida a nuestro centro. La analı́tica muestra una leucocitosis con 12.400 leucocitos, velocidad de sedimentación R. Al-Ghanem Al-Ghanem et al globular (VSG) de 110 mm y proteı́na C reactiva (PCR) de 79,9 mg/l. El estudio de resonancia magnética (RM) lumbar evidencia la presencia de un absceso epidural desde D12 hasta L3 (fig. 1A) y abscesos en ambos músculos psoas (fig. 1B); el derecho era de mayor tamaño que el izquierdo (fig. 1C). Ante la presencia de déficits neurológicos, se decidió tratamiento quirúrgico que consistió en laminectomı́a descompresiva extensa desde D12 hasta L3 para evacuar el material purulento que fue muy escaso, desbridamiento exhaustivo del tejido de granulación y lavado. Se recogieron muestras para cultivo y antibiograma. Las colecciones de psoas se evacuaron mediante punción-aspiración guiada por TC y el contenido era hemático-purulento. En los cultivos del material recuperado se identificó S. aureus sensible a meticilina. Se completó un periodo de antibioterpia de 8 semanas, con cloxacilina y ciprofloxacino. A las 4 semanas de tratamiento, la VSG era de 37 mm y la PCR 57 mg/l. Con tratamiento rehabilitador precoz, la paciente tuvo una recuperación neurológica progresiva, de la sensibilidad primero, seguida de la función motora en extremidades inferiores y, por último, de la función esfinteriana, sobre todo del esfı́nter rectal. A los 3 años de seguimiento, la paciente se ha reincorporado a su trabajo habitual y deambula de forma independiente, aunque persiste debilidad muscular en los miembros inferiores, con fuerza de 4+/5 y disfunción del esfı́nter vesical. Discusión Tanto la anestesia epidural como las infiltraciones facetarias se han descrito como causas de abscesos epidurales8. En la revisión de Reihaus et al.9, el 22% de los pacientes con absceso epidural espinal habı́an sufrido algún procedimiento invasivo sobre la columna: en primer lugar, destacan las punciones para anestesia epidural (5%), seguidas por las intervenciones quirúrgicas sobre la columna (2,9%) y las inyecciones paravertebrales (1,4%). Entre los factores de riesgo destacan: inmunosupresión, diabetes mellitus, abuso de drogas vı́a parenteral, alcoholismo, insuficiencia renal o hepática crónica, cirugı́a vertebral reciente, cateterización epidural, fractura vertebral reciente, catéter intravascular u otro foco de infección6. En el caso de nuestra paciente, debido a la relación temporal y anatómica entre la cateterización epidural y el desarrollo de los sı́ntomas, la anestesia epidural previa se considera como causa o factor de riesgo, aunque la infiltración facetaria pudo contribuir al desarrollo de las colecciones hemáticas purulentas de los músculos psoas o simplemente retrasó el diagnóstico. Los posibles factores predisponentes o de riesgo para el desarrollo de un absceso epidural en obstetricia se consideran los siguientes: la disrupción de la columna vertebral debido a una inserción dificultosa del catéter epidural (todas las inyecciones perivertebrales transgreden la protección del canal vertebral y sus contenidos); la dificultad en mantener una asepsia rigurosa y contaminación del campo de punción; la duración de la cateterización; la inmunodepresión, la existencia de lesiones residuales pustulosas cerca del lugar de punción y la bacteriemia1,3. Los microorganismos piogénicos son los más frecuentes: S. aureus 63%, S. aureus resistente a meticilina 15%; bacilos gramnegativos 16%, Streptococcus spp. 8%; Staphylococcus [(Figura_1)TD$IG] Absceso epidural y de psoas bilateral tras anestesia epidural obstétrica 91 A B C Figura 1 A) RM lumbar, corte sagital, secuencia T1 con administración de contraste muestra un absceso epidural (flechas) que se extiende desde D12 hasta L3 y comprime el saco dural que contiene las raı́ces de la cauda equina; el intenso realce periférico corresponde a tejido de granulación y una colección con un centro hipointenso en T1, necrótico, con material purulento a nivel L1 y L3. B) RM, corte coronal, secuencia T1 con Gd iv muestra una colección (cabezas de flecha) bilateral del músculo psoas (D > I) hipointensa en el centro y realce periférico. C) RM, corte axial, secuencia T1 a nivel de D12 y L1 que muestra el absceso epidural que se extiende por el foramen izquierdo y las colecciones bilaterales del psoas. coagulasa negativo 3%; anaerobios 2%; otros 1%, y desconocido 6% de los casos10. Los sı́ntomas más frecuentes son dolor lumbar focal, fiebre, dolor radicular y debilidad en las extremidades inferiores, aunque no se identifica fiebre en la mitad de los casos. Sin tratamiento, el cuadro clı́nico progresa de dolor lumbar a radicular en unos 3 dı́as, a debilidad radicular en 4 a 5 dı́as y finalmente a parálisis en 24 horas11,12. Estos sı́ntomas 92 se relacionan con compresión neurológica epidural directa ası́ como tromboflebitis de las vénulas epidurales e infarto medular11. La prueba diagnóstica de elección es la resonancia magnética12, con administración de contraste (gadolinio por vı́a intravenosa), permite visualizar la afectación de los tejidos blandos, discal y óseo y evaluar el neuroeje completo de forma rápida para determinar la extensión de la colección purulenta. La VSG y la PCR se encuentran a menudo elevadas, sobre todo la VSG; su determinación es útil como prueba de cribado previamente a la solicitud de RM y para monitorizar la respuesta terapéutica13. La escasa frecuencia de una complicación tan grave como el absceso epidural incrementa las dificultades diagnósticas. El retraso en el diagnóstico es frecuente en la práctica clı́nica y la trı́ada clı́nica clásica del absceso espinal –—que consiste en dolor raquı́deo, fiebre y déficit neurológico–— se presenta en solo el 13% de los pacientes en la primera consulta1,6. Debido a que el pronóstico depende del tiempo del diagnóstico, Royakkers et al.14 propone realizar un estudio de resonancia magnética a todo paciente que fue sometido a cateterización epidural y desarrolla dolor dorsolumbar con signos infecciosos locales o sistémicos aún en ausencia de déficits neurológicos. Davis et al.13 encontraron que una guı́a clı́nica que incorpora la evaluación de los factores riesgo seguida por la determinación de la VSG y PCR presenta elevada sensibilidad y moderada especificidad en la identificación de los pacientes con absceso epidural en los pacientes que acuden a urgencias por dolor espinal. En casos seleccionados, los abscesos epidurales pueden ser tratados de forma efectiva con antibioterapia sistémica solo, en ausencia de déficit neurológico o inestabilidad y cuando el microorganismo se ha aislado por otro método11,12. La descompresión quirúrgica ofrece la posibilidad de obtener muestra para cultivo y la ausencia de respuesta al tratamiento antibiótico puede establecer la indicación de tratamiento quirúrgico. Los abscesos compuestos principalmente de material purulento lı́quido pueden descomprimirse mediante una laminotomı́a limitada, mientras las colecciones epidurales constituidas sobretodo por tejido de granulación requieren laminectomı́as más amplias11. Se han citado varios factores pronósticos: la afectación motora, compresión del saco dural más del 50%, duración de los sı́ntomas más de 72 h, mayor edad y localización cervical comportan peor pronóstico15. Soehle y Wallenfang16 encontraron la localización cervicodorsal, los déficits motores en miembros inferiores, la parálisis completa y una formula leucocitaria mayor de 14.000/mm son factores de mal pronóstico. Con tratamiento precoz, se produce una buena recuperación en el 70%, aproximadamente. Se ha establecido una ventana de 24 h para la intervención quirúrgica para optimizar las posibilidades de recuperación neurológica. Pocos pacientes experimentan una recuperación significativa tras un periodo superior a 36 h, aunque se han comunicado casos de recuperación neurológica tras 72 h desde el comienzo de los sı́ntomas11. Los abscesos aislados del psoas han sido descritos durante la gestación17, después de un parto normal con anestesia epidural, tras una cesárea7 y bloqueo epidural18. Generalmente, se presentan con fiebre y dolor lumbar que se extiende a la cadera. Mediante TC, los abscesos del psoas R. Al-Ghanem Al-Ghanem et al se manifiestan como un agradamiento del músculo con baja atenuación y realce periférico tras la administración de contraste. La RM permite una evaluación más completa del canal raquı́deo y de los órganos adyacentes. El tratamiento de elección del absceso del músculo ilio-psoas es la evacuación mediante punción-aspiración percutánea guiada por TC y antibióticos por vı́a sistémica17. Son esenciales las medidas de prevención y vigilancia para evitar las complicaciones en los casos de bloqueo epidural, incluso cuando los catéteres se han retirado, para proceder con las maniobras diagnósticas y terapéuticas adecuadas sin retraso19-21. Las principales recomendaciones para la prevención de las complicaciones infecciosas son: la realización de una historia clı́nica con un examen fı́sico y pruebas complementarias para identificar a las pacientes de alto riesgo previas a la técnica de bloqueo; individualizar los casos, valorar la relación riesgo-beneficio y considerar alternativas al bloqueo neuroaxial en las pacientes de alto riesgo; administrar antibióticos en los casos de bacteriemia; evitar la punción lumbar cuando esté presente una infección epidural; utilizar siempre una técnica aséptica estricta durante la preparación e implantación del catéter epidural, se recomienda el uso de una mascarilla que cubre la boca y la nariz y paquetes antisépticos individuales de clorhexidina con alcohol; no dejar los catéteres más tiempo de lo clı́nicamente necesario; considerar la posibilidad de utilizar filtros bacterianos en cateterización epidural prolongada; vigilar del punto de inserción del catéter y reducir al mı́nimo las desconexiones y reconexiones. Es necesario realizar una valoración diaria de las pacientes con catéteres epidurales, prestar atención a los sı́ntomas y signos para minimizar las complicaciones y en caso de sospecha de infección retirar el catéter, cultivar la punta del mismo y evaluar los datos de laboratorio. Cuando se sospecha la presencia de un absceso o se presenta una disfunción neurológica proceder con urgencia a la práctica de un estudio de resonancia magnética con la administración de contraste21. Hasta donde sabemos, este serı́a el primer caso documentado de absceso epidural y de psoas bilateral no tuberculoso tras anestesia epidural en una paciente obstétrica. Se debe incrementar el ı́ndice de sospecha clı́nica del absceso epidural e informar a las pacientes de los sı́ntomas de esta complicación tras bloqueo neuroaxial. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografı́a 1. Grewal S, Hocking G, Wildsmith JA. Epidural abscesses. Br J Anaesth. 2006;96:292—302. 2. Moen V, Irestedt L. Neurological complications following central neuraxial blockades in obstetrics. Curr Opin Anaesthesiol. 2008;21:275—80. 3. Guasch-Arévalo E, Suárez-Cobián A. Epidural abscess and regional anestesia. Rev Esp Anestesiol Reanim. 2002;49: 261—7. Spanish. 4. Ruppen W, Derry S, McQuay H, Moore RA. Incidence of epidural hematoma, infection, and neurologic injury in obstetric patients Absceso epidural y de psoas bilateral tras anestesia epidural obstétrica 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. with epidural analgesia/anesthesia. Anesthesiology. 2006;105: 394—9. Green LK, Paech MJ. Obstetric epidural catheter-related infections at a major teaching hospital: a retrospective case series. Int J Obstet Anesth. 2010;19:38—43. Davis DP, Wold RM, Patel RJ, Tran AJ, Tokhi RN, Chan TC, et al. The clinical presentation and impact of diagnostic delays on emergency department patients with spinal epidural abscess. J Emerg Med. 2004;26:285—91. Delke I. Psoas abscess in obstetrics: uncommon condition with common presentations. Obstet Gynecol. 2010;116 Suppl 2:473—4. Alcock E, Regaard A, Browne J. Facet joint injection: a rare form cause of epidural abscess formation. Pain. 2003;103:209—10. Reihsaus E, Waldbaur H, Seeling W. Spinal epidural abscess: a meta-analysis of 915 patients [discussion 205]. Neurosurg Rev. 2000;2:175—204. Rigamonti D, Liem L, Sampath P, Knoller N, Namaguchi Y, Schreibman DL, et al. Spinal epidural abscess: contemporary trends in etiology, evaluation, and Management [discussion 197]. Surg Neurol. 1999;52:189—96. Bagley C, Dudokovich K, Wolinsky JP, Gokaslan Z. Surgical management of lumbosacral spinal epidural abscesses. Oper Tech Neurosurg. 2005;7:206—11. Darouiche RO. Spinal Epidural Abscess. N Engl J Med. 2006; 355:2012—20. Davis DP, Salazar A, Chan TC, Vilke GM. Prospective evaluation of a clinical decision guideline to diagnose spinal epidural abscess in patients who present to the emergency department with spine pain. J Neurosurg Spine. 2011;14:765—70. 93 14. Royakkers AA, Willigers H, Van der Ven AJ, Wilmink J, Durieux M, van Kleef M. Catheter-related epidural abscesses — don’t wait for neurological deficits. Acta Anaesthesiol Scand. 2002;46: 611—5. 15. Gelabert-González M, González-Garcı́a J, Fernández-Villa JM, Garcı́aAallut A, Martı́nez-Rumbo R. Spinal epidural empyema. Analysis of 14 cases. Neurocirugia. 2004;15:543—51. 16. Soehle M, Wallenfang T. Spinal epidural abscesses: clinical manifestations, prognostic factors, and outcomes. Neurosurgery. 2002;51:79—87. 17. Aldecoa-Álvarez B, Garcı́a-Hevia F, Canal-Dı́az R, Cabeza-Embil A. Primary psoas abscess diagnosed during pregnancy. Prog Obstet Ginecol. 2009;52:537—40. Spanish. 18. Aota Y, Onari K, Suga Y. Iliopsoas abscess and persistent radiculopathy: a rare complication of continuous infusion techniques of epidural anesthesia. Anesthesiology. 2002;96:1023—5. 19. Cantasdemir M, Kara B, Cebi D, Selcuk ND, Numan F. Computed tomography-guided percutaneous catheter drainage of primary and secondary iliopsoas abscesses. Clin Radiol. 2003;58:811—5. 20. Ay B, GerÇek A, Konya D, Özgen S. Spinal abscess after epidural anesthesia: need for more vigilance and better patient advice. J Neurosurg Anesthesiol. 2004;6:184—5. 21. Horlocker TT, Birnbach DJ, Connis RT, Nickinovich DG, Palmer CM, Pollock JE, et al. Practice advisory for the prevention, diagnosis, and management of infectious complications associated with neuraxial techniques: a report by the American Society of Anesthesiologists Task Force on Infectious Complications Associated with Neuraxial Techniques. Anesthesiology. 2010; 112:530—45. Prog Obstet Ginecol. 2012;55(2):94—99 PROGRESOS de OBSTETRICIA Y GINECOLOG ÍA w w w. e l s e v i e r. e s / p o g REVISIÓN Neonatos pretérmino tardı́os y a término precoces: una población de riesgo Sara Rubio Muñoz *, Pablo Del Barrio Fernández, Ana Belén López Martı́n, Nuria Martı́n Fernández, Luis Martı́nez Cortés y Miguel Ángel Huertas Fernández Servicio de Ginecologı́a y Obstetricia, Hospital Universitario de Getafe, Getafe, Madrid, España Recibido el 17 de octubre de 2011; aceptado el 1 de diciembre de 2011 PALABRAS CLAVE Neonatos a término precoces; Neonatos pretérmino tardı́os; Prematuridad Resumen En los últimos años se ha incrementado considerablemente en el mundo el número de nacidos pretérmino (< 37 semanas). El avance en las terapias prenatal (corticoides) y posnatal (surfactante) ha contribuido a mejorar sensiblemente el pronóstico de estos niños. Como consecuencia de ello, los obstetras estamos desplazando con cierta inconsciencia la barrera de la prematuridad a la 34.a semana de gestación, con el consiguiente incremento de la prematuridad iatrogénica no siempre valorada en su justa medida. En ocasiones olvidamos que el embarazo en la especie humana dura como media 40 semanas y que, a lo largo de todo este periodo, se está produciendo el desarrollo morfológico y funcional de todos los órganos. Este proceso no finaliza en la semana 34.a, ni siquiera en la 37.a. Es cierto que esta maduración puede alcanzarse extrauterinamente pero está demostrado que ello no se produce de igual modo que dentro del seno materno. Debemos ser conscientes y actuar en consecuencia, ya que estos nacidos prematuros de más de 34 semanas, incluso los nacidos entre las 37.a y 39.a semanas, presentan morbilidad significativa, e incluso tienen incrementada la mortalidad perinatal. ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. KEYWORDS Late preterm neonates and early term neonates: a population at risk Early term neonates; Late preterm neonates; Prematurity Abstract Recently the number of premature newborns (< 37 weeks) has substantially increased worldwide. The prognosis of these neonates has been greatly improved by prenatal (corticosteroids) and postnatal (pulmonary surfactant) therapies. Consequently, almost unconsciously, obstetricians have moved the cut-off for prematurity to the 34th week, thus promoting an increase in iatrogenic prematurity. It is sometimes forgotten that human pregnancies are, on average, 40 weeks long. During this period, the morphological and functional development of the fetus occurs. This process does not finish in the 34th week or even in the 37th week. This maturation can occur in an extrauterine environment but differs from that in utero. * Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (S. Rubio Muñoz). 0304-5013/$ — see front matter ß 2011 SEGO. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.pog.2011.12.001 Neonatos pretérmino tardı́os y a término precoces: una población de riesgo 95 Obstetricians should be fully aware that neonates born at 34 weeks, and even those born between 37 and 39 weeks, show significant morbidity and even increased perinatal mortality. ß 2011 SEGO. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Los neonatos «pretérmino tardı́os» y «a término precoces» sufren mayores complicaciones que los nacidos a término, por lo que aunque podrı́an ser considerados como prácticamente maduros deberı́an ser tratados como una población de riesgo debido a sus caracterı́sticas especiales, que conllevan una mayor vulnerabilidad y que, en general, determinan una mayor morbilidad y mortalidad. Definición Para poder definir correctamente los términos neonato «pretérmino tardı́o» y «a término precoz» y aceptar que constituyen una población de riesgo fue necesario que en el año 2005 la Organización Mundial de la Salud publicara una reclasificación de las gestaciones en función de las semanas de amenorrea, resultando ası́ cuatro categorı́as: neonatos pretérmino tardı́os (PT), que son los nacidos entre las semanas 34 0/7 y 36 0/7; neonatos a término precoces, que son los nacidos entre las semanas 37 0/7 y 38 0/7; neonatos a término, que son los nacidos entre las semanas 37 y 42, y finalmente neonatos postérmino, que son los nacidos a partir de la semana 421 (fig. 1). Epidemiologı́a Como se aprecia en la figura 2, asistimos a un incremento en las tasas de nacimientos prematuros a los largo de los últimos años. En EE. UU. la tasa de prematuridad ha aumentado en los últimos años hasta situarse en cifras de aproximadamente el 12,8%, en parte debido al aumento en la tasa de nacimientos de neonatos PT que suponen el 72% del total de los nacimientos pretérmino2. En la figura 2 se muestra la evolución de la prematuridad en nuestro centro y, lo que es más importante, la relación entre los PT sobre el total de nacidos prematuros. Como se puede apreciar, se ha producido un aumento constante en los últimos 10 años, de manera que podrı́amos concluir que los nacidos PT suponen el subgrupo de nacidos prematuros más importante en número en nuestro medio. Esto es muy importante ya que, si bien los grandes prematuros son los que mayor cantidad de recursos consumen, [(Figura_1)TD$IG] en valor absoluto, los PT son los que suponen un mayor montante económico ya que se trata de una población significativamente superior. Etiologı́a Es imposible atribuir este fenómeno a una única causa, sino más bien a una combinación de múltiples factores, tales como la existencia de un aumento en la vigilancia e intervención médica a lo largo del embarazo, un aumento en la tasa de embarazo múltiple debido en su mayor parte al auge en el desarrollo de las técnicas de reproducción asistida, mayor éxito de supervivencia en los neonatos nacidos con un peso mayor a 1.500 g, una creencia en la existencia de maduración pulmonar fetal completa y funcionalmente satisfactoria a partir de las 34 semanas de gestación, la existencia de cambios en la demografı́a materna (mayor edad de las gestantes, mayor incidencia de patologı́as asociadas y o que complican la gestación como obesidad, diabetes, estados hipertensivos. . .) y un aumento en la autonomı́a materna para decidir la vı́a de finalización del parto, sobre todo en las pacientes con el antecedente de cesáreas anteriores, los que han contribuido en su conjunto a un aumento en la tasa de prematuridad general y especı́ficamente de los mayores de 34 semanas. Objetivos El propósito de esta revisión es describir las consecuencias del nacimiento antes de la madurez fisiológica completa, para identificar los factores que contribuyen a la disminución en la edad gestacional de los partos y describir las estrategias para reducir el número de nacidos PT (34 + 0-36 + 6) y a término precoces (37 + 0-38 + 6). Análisis de las complicaciones clı́nicas en los neonatos pretérmino Distrés respiratorio Los pulmones del feto están llenos de lı́quido, que rápidamente es eliminado y sustituido por aire poco después el Neonatos pretérmnos tardíos Semanas de gestación 0/7 34 0/7 Pretérminos Figura 1 Neonatos a término precoces 36 6/7 37 0/7 38 6/7 41 6/7 A términos Definiciones en función de la edad gestacional. Postérminos 96 [(Figura_2)TD$IG] S. Rubio Muñoz et al 100% 90% 80% 70% 60% 60% 63,% 63% 65% 67% 68% 70% 71% 72% 73% <34 50% 34-37 40% <37 30% 20% 10% 0% 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 Figura 2 Comparación tasas de prematuros totales vs. PT. nacimiento. La eliminación de este lı́quido es favorecido por las fuerzas del parto, pero también intervienen y de forma significativa los canales epiteliales del sodio (ENAC). El aumento en el número y la activación de estos ENAC ocurre cerca del nacimiento, por lo que aquellos nacidos con menor número o inmadurez de estos canales van a presentar dificultad para la eliminación de lı́quido alveolar con el consiguiente trastorno respiratorio que puede ser de intensidad variable. Muchos estudios avalan que la incidencia de SDR es inversamente proporcional a la edad gestacional. Wang et al.3 compararon retrospectivamente a 120 recién nacidos PT con 125 recién nacidos a término y concluyeron que los PT sufrieron significativamente mayor SDR (28,9%) que los nacidos a término (4,2%) (OR: 9,14; IC del 95%, 2,937,8; p < 0,00001). Madar et al.4 controlaron a 179 neonatos durante 5 años analizando la tasa de SDR por 1.000 recién nacidos vivos en función de las semanas de gestación al nacimiento y concluyeron que en los neonatos nacidos en la semana 37 era tres veces más frecuente que en los nacidos en la semana 38 y a su vez 7,5 veces más frecuente que en los nacidos entre las semanas 39.a-41.a (fig. 3). El parto por cesárea es un factor de riesgo importante e independiente para morbilidad respiratoria en nacidos a término. Diversos estudios realizados en niños nacidos por cesárea electiva han demostrado consistentemente que el riesgo de SDR es inversamente proporcional a la edad gesta2-13 cional . El SDR es 1,7 veces más frecuente a las 37 semanas [(Figura_3)TD$IG] Inciencia de distrés (por 1.000 RN) Dificultad en la deglución Los PT presentan una pobre succión y deglución como consecuencia de la inmadurez neuronal y deficiencia del tono de los músculos oromandibulares que puede desembocar en una ingesta calórica disminuida y deshidratación posterior. En el estudio de Madar3, en el que se compararon retrospectivamente 120 recién nacidos PT con 125 recién nacidos a término concluyeron que los PTrequirieron significativamente mayor hidratación por vı́a intravenosa (27%) frente al 5% de los nacidos a término (Odds ratio 6,5; IC del 95%, 2.3-23)3. Escobar et al.8 controlaron durante 3 años a 33.276 recién nacidos pretérmino y a término, evaluando la tasa de reingreso en el hospital con el diagnóstico de una alteración en la [(Figura_4)TD$IG] 10,00% 8,00% 30 6,00% 20 14 s s 39 37 36 s s 35 34 0,08 s 0,6 0 Inciencia de distrés (por 1.000 RN) -4 1 1,8 s 7,1 10 38 30 que a la 38 y 2,4 veces más frecuente a las 38 comparado con la 39 en fetos nacidos por cesárea5. Se ha descrito, aunque de manera inconsistente, morbilidad a largo plazo en nacidos a término por cesárea incluyendo asma, alergias alimenticias o diarrea14-17 (fig. 4). Levine et al.7 siguieron 29.669 neonatos nacidos a términos durante 7 años. Compararon la morbilidad respiratoria global y desglosadas en distintas patologı́as (taquipnea transitoria del recién nacido, distrés respiratorio, hipertensión pulmonar) en función de la vı́a del parto concluyendo en todos los casos que la morbilidad fue significativamente superior en los nacidos mediante cesárea frente a los nacidos mediante parto vaginal (fig. 5). Figura 3 Incidencia de distrés respiratorio en función de la edad gestacional. Cesárea 4,00% Parto vaginal 2,00% 0,00% 37 38 39 40 41 Sem Sem Sem Sem Sem Figura 4 Morbilidad respiratoria según tipo de parto. [(Figura_5)TD$IG] [(Figura_7)TD$IG] de riesgo Neonatos pretérmino tardı́os y a término precoces: una población 4,4 4,5 4 13,2 14 IC 95% (2,70-64,6) 12 3,5 3,5 3 97 IC 95% (2,69-22) 10 7,7 7,2 8 2,5 2 1,4 1,5 4 2 0,47 0,16 0,5 0 0,4 0,08 35-36s 0 TTRN Figura 5 Odds ratio reingreso por ictericia 6 Cesárea Parto vaginal 1,1 1 IC 95% (3,05-16,97) Distrés respiratorio HTP Total 36-37s Figura 7 37-38s Reingreso por ictericia. Patologı́a respiratoria y vı́a de parto. deglución. Resultó que el 4,3% de los PT requirieron ingreso frente al 2,4% de los nacidos a término (fig. 6). Hiperbilirrubinemia La ictericia y la hiperbilirrubinemia son más habituales, más severas y más prolongadas en los PT, pudiendo llevar al kernicterus; ello se deriva de una menor conjugación hepática o de una disminución en la actividad de difosfoglucuronato glucuroniltransferasa, además de un incremento en la circulación enterohepática causada por una motilidad intestinal disminuida como consecuencia de la inmadurez. Newman et al.9 encontraron que los neonatos nacidos a las 36 semanas tenı́an significativamente cuatro veces mayor frecuencia de presentar niveles de bilirrubina en sangre > 20 mg/dl que los nacidos a las 39-40 semanas en una población de 51.387 recién nacidos entre las semanas 36.a y 41.a. Maisels y Kring10 realizaron un seguimiento a 4 años de 29.934 recién nacidos y encontraron que la tasa de readmisión en el hospital con diagnóstico de ictericia y la necesidad de tratamiento con fototerapia fue 13,2 veces más frecuente en los nacidos a las 35-36 semanas, 7,7 veces más frecuente en los nacidos en las 36-37 semanas y 7,2 veces más frecuente en los nacidos a las 37-38 semanas en relación con los nacidos después de la semana 40 (fig. 7). Hipotermia Los PT tienen menos tejido adiposo blanco para el aislamiento y no pueden generar calor partir del tejido adiposo [(Figura_6)TD$IG]pardo de forma tan efectiva como los nacidos a término. Hipoglucemia Los PT tienen inmadurez en las enzimas hepáticas para la gluconeogénesis y glucogenólisis, ası́ como disminución de los niveles hepáticos de glucógeno. La regulación hormonal y la secreción de insulina por las células ß-pancreáticas son inmaduras, por tanto su secreción durante la hipoglucemia es inadecuada, por lo que determinadas situaciones de hipotermia, infección o dificultades para la alimentación les hacen más susceptibles a dicha hipoglucemia. La hipoglucemia severa es un factor de riesgo para muerte neuronal y alteración del desarrollo neuronal. En el trabajo de Wang3 se objetivó clı́nica de hipoglucemia en el 16% de los PT frente a 5% de los nacidos a término (Odds ratio 3,30; IC del 95%, 1,1-12,2) (fig. 8). Infección Los PT tienen una probabilidad cuatro veces superior de ser examinados para el diagnóstico de sepsis; esto supone un sesgo de observación y detección. En el trabajo de Wang et al3 se expone que la detección de sepsis se realizó en el 36,7% de los recién nacidos PT frente al 12,6% de los nacidos a término. La mayorı́a de los recién nacidos PT evaluados [(Figura_8)TD$IG] 4,3% 5,0% Además, los PT probablemente pierden calor con mayor rapidez que los a término porque tienen mayor proporción superficie/peso y tienen menos tamaño. Wang et al.3 compararon retrospectivamente a 120 recién nacidos PT con 125 recién nacidos a término y evidenciaron de forma significativa signos de hipotermia en el 10% de los PT frente al 0% de los nacidos a término (p < 0,0012). 20% 4,0% 16% 2,4% 3,0% LPT A término 2,0% Pretérmino tardío A término 15% 10% 1,0% 5% 5% 0,0% Reingreso por alteracion en la deglución Figura 6 Alteraciones en la deglución. 0% Odds ratio 3,30 IC 95% (1,112,2) Hipoglucemia Figura 8 Hipoglucemia. [(Figura_10)TD$IG] El peso del volumen cerebral en los PTes sólo una fracción del de los nacidos a término. En la semana 20.a el cerebro pesa el 10% de un cerebro a término. El peso aumenta de forma lineal en relación con la edad gestacional. En la semana 34.a el cerebro pesa solo el 65% de un cerebro a término. El 50% del aumento del volumen de la corteza cerebral ocurre entre las semanas 34.a y 40.a. Al principio de la gestación predomina la sustancia blanca sin mielinizar. A partir de la semana 30.a es cuando comienza la fase de mielinización. El volumen de la sustancia gris se incrementa a un ritmo del 1,4% a lo largo de la gestación, pero experimenta su mayor incremento entre las semanas 34.a y 40.a. En los PT el periodo entre las semanas 34.a y 40.a es muy importante ya que el porcentaje relativo de la sustancia gris y [(Figura_9)TD$IG] 30 Riesgo relativo de mortalidad neonatal precoz (día 1-7) Riesgo relativo de mortalidad neonatal (día 1-28) 25 20 15 10 Riesgo relativo de mortalidad infantil (año 1.º) nt o ta l Al t. co m po rta m m ie en ra l R Como hemos estado desarrollando en este artı́culo, en los recién nacidos PT las complicaciones son mucho más frecuentes que en los recién nacidos a término. En general, la morbilidad alcanza una meseta en la semana 39.a y se mantiene estable desde ese momento. El riesgo de morbilidad se multiplica por 2 por cada semana que se adelanta el parto antes de la semana 38.a, como muestran Moraes et al.19 en un estudio con 86 casos y controles prospectivo, donde se compararon distintas patologı́as acontecidas todas en mayor proporción en los nacidos PT precoces frente a los nacidos en la semana 37.a y mayor que en los nacidos en las semanas 39.a-40.a19. En este otro estudio retrospectivo donde se analizaron a 264 recién nacidos durante 4 años se concluyó que existe una [(Figura_1)TD$IG] disminución significativa del 23% de probabilidad de una 40,00% 35,00% 30,00% 25,00% 20,00% 15,00% 10,00% 5,00% 0,00% Pretérmino tardío A término P<0,001 Al 0 et ra so ce re b Discusión im 5 de la sustancia blanca mielinizada frente al volumen total del cerebro aumenta de forma exponencial12. Moster et al.13 hicieron un seguimiento de 903.402 recién nacidos entre el 1967 y 1983 y se siguieron hasta el año 2003; evidenciaron que el riesgo relativo de daño cerebral, alteración del comportamiento y retraso mental fue significativamente mayor en los recién nacidos PT que en los nacidos a término (p < 0,001) (fig. 10). Adams-Chapman et al. compararon a 149 recién nacidos PT frente a 150 a término durante un año y observaron una mayor incidencia en todas las patologı́as estudiadas en los recién nacidos PT frente a los a término (p < 0,001)14 (fig. 11). ón ip Pr erb ob r. .r es p. p. SD R TT R N C PA P Se ps is Consecuencias a largo plazo P<0.001 Figura 10 Morbilidad en neonatos pretérmino tardı́os y a término precoces. H Por término, medio los PT necesitarán menos recursos que los muy prematuros; sin embargo, los recursos y los costes totales son mayores debido a que esta población es en términos absolutos mucho mayor. En el trabajo de Wang3 se observó un aumento significativo de los costes directos en los PT de 2,9 veces superior a los recién nacidos a término (P = 0,0004). Riesgo relativo 37 O + s ci Gastos económicos Riesgo relativo 34-36 s o Los PT tienen mayor riesgo de morbilidad; son más susceptibles de sufrir múltiples enfermedades debido a su inmadurez fisiológica. La mortalidad y el riesgo relativo de muerte aumentan inversamente a la edad gestacional. Young et al.18 analizaron los certificados de defunción de los recién nacidos entre los años 1994 y 2000 y observaron que tanto la mortalidad neonatal como la mortalidad neonatal precoz y la mortalidad infantil fueron significativamente superiores en los nacidos a las 34 semanas con respecto a los nacidos a las 35, 36, 37 y 38 semanas (fig. 9). Saphiro-Mendoza et al.2 estimaron que los nacidos PT tenı́an 20, 10 y 5 veces más probabilidad de experimentar morbilidad a las 34, 35 y 36 semanas, respectivamente. en ta Morbilidad y mortalidad 3 2,5 2 1,5 1 0,5 0 añ fueron tratados con antibióticos y durante más tiempo (30% de los PT frente al 17% de los nacidos a término). S. Rubio Muñoz et al D 98 34 s 35 s 36 s 37 s 38 s 39 s 40 s Figura 9 Mortalidad. Figura 11 Morbilidad en neonatos pretérmino tardı́os comparada con la de los neonatos a término. Neonatos pretérmino tardı́os y a término precoces: una población de riesgo evolución desfavorable por cada semana entre la 32.a y la 39.a semanas de edad gestacional (Riesgo relativo 0,77; p = 0,001, IC del 95%, 0,71-0,84)20. Por lo tanto, y como conclusión final, recalcamos que los recién nacidos PT y a término precoces tienen mayor riesgo de complicaciones que los nacidos a término, por lo que no deberı́an ser tratados como tales. Ası́ mismo, deberı́amos reflexionar ante una finalización voluntaria de la gestación, no realizándola si es posible antes de la semana 39.a. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografı́a 1. Engle WA, Tomashel K, Wallman C. Neonatos PTs: una población de riesgo. Pediatrics (ed esp). 2007;64:357—66. 2. Late preterm birth and preterm brith rate compared to all live births in the United States 1981-2005. (Data from CDC/NCHS, National Vital Statistics System; and from Tomashek KM, ShapiroMendoza CK, et al). Differences in mortality between latepreterm and term singleton infants in the United States, 1995—2002. J Pediatr 2007; 151:450 3. Wang ML, Dorer DJ, Fleming MP, Catlin EA. Clinical outcomes of near-term infants. Pediatrics. 2004;114:372—6. 4. Madar. J, Richmond S, Hey E. Surfactant-deficient respiratory distres after eletive delivery al term. Acta Paediatr. 1999;88: 1254. 5. Morrison JJ, Rennie JM, Milton P.J.Br J. Neonatal respiratory morbidity and mode of delivery at term: influence of timing of elective caesarean section. Obstet Gynaecol. 1995;102:101—6. 6. Hansen AK, Wisborg K, Uldbjerg N. Risk of respiratory morbidity in term infants delivered by elective caesarean section: cohort study. BMJ. 2008;336:85—7. 7. Levine EM, Ghai V, Barton JJ, Strom CM. Mode of delivery and risk of respiratory disease in newborn. Obstet Gynecol. 2001;97:440. 99 8. Escobar G, Greene J, Hulac P, Kincannon E, Bischoff K, Gardner M, et al. Rehospitalisation after birth hospitalisation: patterns among infants of all gestations. Arch Dis Child. 2005;90:125—31. 9. Newman TB, Escobar GJ, Gonzalez VM, Armstrong MA, Gardner MN, Folck BF. Frecuency of neonatal bilirubin testing and hyperbilirubinemia in a large health maintenance organization. Pediatrics. 1999;104:1198—203. 10. Maisels MJ, Kring E. Length of stay, jaundice, and hospital readmission. Pediatrics. 1998;101:995—8. 11. Adams-Chapman I. Neurodevelopmental outoomes of the late preterm infant. Clin Perinatol. 2006;33:947—64. 12. Moster D, Lie RT, Markestad. T long-term medical and social consequences of preterm birth. N Engl J Med. 2008;359:262—73. 13. Lubow Jeffrey M, How HY, Hali M, Maxwell R, Sibai BM. Indications for delivery and short term neonatal outcomes in late preterm as compared with term births. Am J Obst Gynecol. 2009. 14. Salam MT, Margolis HG, McConnell R, McGregor JA, Avol El, Gillialand FD. Mode of delivery is associated with asthma and allergy occurrences in children. Ann Epidemiol. 2006;16:341—6. 15. Werner A, Ramlau-Hansen CH, Jeppesen SK, Thulstrup AM, Olsen J. Caesarean delivery and risk of developing asthma in the offspring. Acta Paediatr. 2006;96:595—9. 16. Renz-Polseer H, David MR, Buist AS, Vollmer WM, O’Connor EA, Frazier EA, et al. Caesarean section delivery and the risk of allergic disorders in childhood. Clin Exp Allergy. 2005;35: 1466—72. 17. Ribley JS, Smith JM, Redding GJ, Critcholow CW. Childhood asthma hospitalization risk after cesarean delivery in former term and premature infants. Ann Allergy Asthma Immunol. 2005;94:228—33. 18. Young PC, Glasgow TS, Li X, Guest-Warnick G, Stoddard MG. Mortality of late-preterm (near-term) newborns in Utah. Pediatrics. 2007;119:659—65. 19. Moraes M, Pimienta M, Madera N. Morbilidad en PT: estudio prospectivo caso control multicéntrico. Arch Pediatr Urg. 2009;80:197—203. 20. Bastek JA, Sammel MD, Paré E, Srinivas SK, Posencheg MA, et al. Adverse neonatal outcomes: examining the risks between preterm, late preterm and term infant. Am J Gynecol. 2008;199: 367—8.