a l a c o n t r a Profesionales, parejas, dúos Una buena profesional
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a l a c o n t r a Profesionales, parejas, dúos Una buena profesional
Julio 2001 28 a por l a c o n t r a Rodríguez por Una buena profesional os miles de cartas recibidas en la redacción de Tribuna con relación a la última entrega de esta sección, vienen a demostrar que nuestra fina sensibilidad ha sabido conectar con los problemas reales de la población y con las preocupaciones más inmediatas y el sentir de los empleados públicos en particular. Es obligado, por tanto, insistir en el asunto de la boda del heredero y las cualidades que deben ornar a su señora. El debate parece centrarse en torno al concepto “profesionalidad”. Dª María Moliner entiende por profesional a quien “vive de cierta actividad a la que se dedica habitualmente: ‘Un profesional del robo’”. Y Webster así califica a quien “posee mucha experiencia y pericia en una determinada función”. Podemos deducir de la definición proporcionada por ambas autoridades lingüísticas que para adquirir tal condición se necesita práctica y que nadie está predestinado desde la cuna a ejercer un determinado oficio. Coincide esta apreciación con las nuevas tendencias monárquicas, que han arrojado la toalla respecto a la exigencia de sangre azul, y aceptan la impureza de hematíes, plaquetas y leucocitos y que, en principio, una cualquiera pueda llegar a ser reina de algún sitio. Y coincide también con el sentir popular que corona a sus reinas sin requerimientos sanguíneos. Así, las reinas de las fiestas, de juegos florales, emperatrices de Lavapiés, reinas por un día, etc., y órdenes menores como miss con gafas, del Universo, madrinas de tunas o de promoción de licenciados en veterinaria, etc. Resulta también pertinente traer a colación a don Fernando Lázaro Carreter, de la Real Academia Española, cuando escribe que “muy neta era la raya que separaba en los servicios del amor a las simplemente altruistas y desinteresadamente consoladoras, de aquellas otras que se alquilaban, y eran denominadas profesionales (“El dardo en la palabra”. Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 1998, pág. 668). L José Mª Alfaya Profesionales, parejas, dúos Hilando argumentos podemos deducir que una reina no nace, sino que se hace, y que se puede empezar simplemente por gusto y acabar siendo una buena profesional. Bien es cierto que en el caso que nos ocupa nos jugamos mucho. Alguien puede conseguir, incluso brillantemente, el título de ingeniero agrónomo, pero el mercado arrojarle de su seno si en la práctica no distingue un boniato de un aspersor. Pero una reina, por chunga que resulte, nos la tenemos que tragar, salvo divorcio o “solución nepalí”. Se hace, pues, imprescindible, andar con pies de plomo y establecer filtros que disuadan a las aventureras y unos mínimos a superar. Sigo encontrando como mejor sistema el de las pruebas selectivas en oferta pública. Un concurso-oposición que en la primera fase evaluara currículum, méritos aportados, su pertenencia o no a Casa Real alguna, relaciones prematrimoniales en otras alcobas y niveles de satisfacción provocados en esas experiencias. Cuestionario psicotécnico para detectar el grado de identificación con la institución ¡y con España! Examen sobre temario histórico desde el rey Favila (al menos) y el Oso hasta nuestros días. Ejercicios prácticos sobre protocolo y “saber estar”. Pruebas deportivas: equitación, naútica, esquí, golf, parapente. Y, por supuesto, la palabra final en las Cortes Generales, pasarela por medio. Miss Fulanita de Tal, “unaited quindon, güan poin”. Princesa Menganita de Cual, Bulgaria, “for poin”. Alberto de Mónaco, “tri poin”. ✍ uelve Rodríguez a sus obsesiones sobre la política matrimonial de los Reyes Democráticos. ¿Quién sabe? Isabel y Fernando colocaron a sus descendientes en todas las camas posibles y un día nos encontramos con un flamenco gobernando Castilla y nuestros hermanos portugueses unidos a nuestro destino imperial, ellos que ya tenían lo suyo por esos mares de Dios. A lo mejor, ahora, establecemos otros tipos de vínculos que nos colocan en posiciones privilegiadas para desenvolvernos en mercados exóticos. Véase, por ejemplo, cuánto bien nos ha hecho la política matrimonial patriótica de Doña Tita Cervera en el terreno de las Artes Plástic a s . Quizás, en un futuro próximo, tengamos más que ver con el negocio del bacalao o de los nitratos, o de la alta costura, o vaya usted a saber. El otro concepto que maltrae a nuestro Rodríguez es el de la “profesionalidad”. Y si eso se une con lo de la pareja, el debate se hace tan necesario como enjundioso. Ahora que están en crisis hasta las parejas de la Guardia Civil (y siempre por motivo presupuestario, el “mardito parné”) alarma y aún aterra que el futuro institucional de España esté ligado a la consolidación de una pareja reproductora. Pareja igualitaria en el trato como corresponde a la modernidad que nos envuelve con tan deliciosas incongruencias. Porque, vamos a ver, ¿por qué hay que considerarlos a los dos Reyes cuando uno/a es sólo pareja sentimental del otro/a y el heredero del título es uno. Está bien que no V se emplee ya lo de Rey o Reina consorte, por el chiste fácil y porque le da un aire doméstico a una función de Estado. Pero por qué llamarla Reina, fuera del terreno sentimental, si sólo es la señora del Rey. Recuerdo que hace años me llamaba la atención que hubiera Embajadoras de España cuya gracia y tronío (se lo curraban, eso sí) consistía en ejercer de ama de casa alto standing y señora del Embajador de turno, sin más oposición ni concurso de mérito que la complicidad social con su señor marido. Aunque, establecido el título, había Embajadora de alta cuna y baja cama que se metía a censurar el lote de películas que mandaba el Ministerio para solaz de los indígenas que sentían los seculares lazos … etc, etc. Monarquías hay, como la marroquí, en la que la señora (o señoras) del Rey no aparecen en la vida pública. Claro que el ejemplo no es edificante porque ya se sabe que en el Islam, la mujer no está tan reconocida como en nuestra sociedad occidental. (Aquí está reconocida y hasta marcada, pero son sólo contradicciones de nuestro modus vivendi). También se mantiene, a lo largo del tiempo, la fórmula del dúo: Desde Pimpinela a Víctor y Ana, estos dos últimos, magníficos profesionales por separado que practican la unión temporal de empresas durante los veranos sobre la base de una vida de pareja de larga duración. Y no me digan que no cuesta, inicialmente, considerarlos pareja artística, que no hay dos estilos más diferentes. Pero luego, la escenografía, los arreglos musicales, el timing de las apariciones escénicas… Terminamos comprando un producto que son dos. O sea, que habría soluciones originales para la cuestión que nos ocupa: ¿Debemos tener Reyes? (quiero decir, ¿dos Reyes?). ¿Por qué hay que complicarle la vida a una chica enamorada que se quiere entregar a su príncipe azul (como casi todas, hasta hace unos años)? Ya tendrá bastante con lo de la casa, y los niños y el trabajo de ella y los horarios de él… Con tal de que lo quiera y no sea un matrimonio por interés… ✍ INFORMACION Y RESERVAS Teléfonos Fax 91 • 527 02 29 91 • 530 41 85 PRECIOS POR PERSONA Y DIA Alojamiento y desayuno .................................................................................................................5.000 Media Pensión.............................................................................................................................................6.500 Pensión completa....................................................................................................................................7.800 * Julio, Agosto, Semana Santa 10% DESCUENTO AFILIADOS A CC.OO.