PRÓLOGO Sabes Marisa, me siento de alguna forma
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PRÓLOGO Sabes Marisa, me siento de alguna forma
PRÓLOGO S abes Marisa, me siento de alguna forma privilegiado por poder saber de ti y compartir tu vida antes que el resto de los mortales, aquellos que pasados unos días se dejarán llevar entre las páginas que te encuentran. Y encontrarse contigo es encontrarse con todas tus circunstancias y empezar a tomar partido. El caso es que a ti como a mí te tocó vivir el tránsito infancia - adolescencia de recuerdos que como el NODO siempre vuelven a la memoria en blanco y negro, hasta en lo del matriarcado te comprendo. Supongo que a ti por ser mujer te dejó más huella, que marcaba mucho lo de nacer Carmelo o Carmencita. Y claro que la infancia agobia Marisa, cuando sientes la presión del dominio de la sinrazón y además es tu propia madre la que va inventando paso a paso tu vida, por tu presunto bien y empieza una maratón de errores el asunto disloca a cualquiera. Siempre has vivido con la losa de una vida inventada para ti aunque tardaste mucho tiempo en comprobar hasta que punto. Yo siempre parto del hecho de que todas las vidas son inventadas al ser producto de un acto que en el mejor de los casos es de amor y que se consuma sin cita previa contigo. Y tú, como yo, como el resto de los mortales si no te han tocado con la varita mágica de los privilegiados solemos estar seguros de merecer algo mejor. Suerte es que el desván de nuestros recuerdos va dejando en la memoria los elegidos y los engran7 dece con el paso del tiempo con la misma facilidad que debilita y manda a la papelera los de olvidar. Qué maravilla cuando eres consciente de que el tiempo te ha regalado el placer de la amistad ¿Qué habría sido de ti sin Carlos? Tú Marisa que te casaste como tantas con el primer novio sin haber derrochado juventud y te pillaron a la vuelta de otra esquina los sentidos, los sentimientos y el aroma de los sabores que destruyen los sinsabores. Tal vez por eso tus eternas dudas y tu inseguridad. Y en medio de tantos vaivenes el hombre al que entregas tus pasiones escribe para tu nombre un concierto para piano y eso creo que te puedo asegurar que es como entregarse por entero. Una música inspirada en el amor alcanza el intangible valor de lo eterno, inmortal para dos y dudo que haya mejor manera de aferrarse al infinito. Pero esta relación te llevó al difícil trance de la “doble vida”, que no por habitual en sociedades de todas las épocas a mi no deja de parecerme una sinrazón y prefiero que los lectores elijan orilla, la de él, Daniel, o la de ella, tú. Estoy contigo en lo de aceptar sin complejos la vida personal de tus hijos que nacieron como todos sin poder elegir sexo y nombre y un día te hacen abuela sin consulta previa y con todos sus derechos al tiempo que con el derecho tuyo generacional de disfrutar de los nietos por la llamada “ley de vida” y sin mas deberes. Tu eterna vocación por las Bellas Artes y la pintura en particular, te llevó a la irresistible complicidad del encuentro “pintor – paleta – pinceles – lienzo”. Entres ellos nació lo mejor de tu madre y de forma clara y contundente en tu memoria hasta llegar a estremecerte y en otro cuadro la borrosa duda, siempre difuminada de ti misma. Cuadros de los que nunca te quisiste desprender. Traiciones del inconsciente que tu mano pintó. Difícil asumir con naturalidad la muerte del amigo querido haciendo que sus ojos se cierren para siempre regalando tu voz y tus manos. El amigo ante el que te desnudaste un día con 8 miedo pero sin pudor para obsequiaros con un viaje de ida sin vuelta. Alguien te dijo, Marisa, que el romanticismo bien entendido viene a ser una especie en peligro de extinción y servidor a la autora y a ti os digo que no estoy por la labor mientras despierte cada día con el placer de compartir. Que uno sigue dispuesto a dejarse sorprender por los caprichos del azar, a romper indecisiones lo antes posible porque el tiempo apremia, a abrir puertas y ventanas y cazar al vuelo eligiendo bien, sin mas fechas de calendario y sin más preguntas. Y llegó aquel día en el que tú Marisa, como tantos hubieran hecho, volviste a dejaste llevar por dudas y curiosidades intimas hasta que el instinto te enfrentó a confesiones encerradas en el viejo desván que preservaban querencias de antepasados ausentes. Escritos que precedieron la memoria de tu memoria. Desliaste milimétricas telas de araña y dejaste resbalar hasta el suelo las viejas y empolvadas mantelerías otrora bordadas con primor. Te tomaste el derecho por herencia de leer lo que andaba oculto entre un manojillo de papeles de diario y cartas que alguien un día escribió y nunca encontraron respuesta oportuna... hasta que llegaste tú. Supiste correr el riesgo y supiste asumirlo. Entonces la memoria desconocida y recién descubierta se te antojó como vida a estrenar, pero sin poder vivirla. Y volvió a ti la niña que contaba su otra vida frente a un espejo buscando un sentido a las dos vidas y las dos tan reales. Otras muchas historias irán llegando cargadas de memorias propias y ajenas, pero a mi no me corresponde inventarlas o descubrirlas. A ti, Marisa, mas que inventarte la vida te la revolotearon como al compás de un tango. Te dejo porque hay un lector esperando. Jorge Prádanos. 9