Pasado y presente de los estudios Celtas
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Pasado y presente de los estudios Celtas
Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 1 Pasado y presente de los estudios Celtas Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 2 Este libro non poderá ser reproducido, nin total nin parcialmente, calquera que sexa o medio empregado, sen o permiso previo do editor. Reservados tódolos dereitos. © Fundación Ortegalia © Instituto de Estudios Celtas Edita: Fundación Ortegalia Praza Isabel II, s/n 15330 Ortigueira (A Coruña) Tfno.: 981 40 24 13 e-mail: [email protected] Imprime: Gráficas Sementeira, S.A. Chan de Maroñas, 2 • Obre Tfno. 981 823855 • 15217 Noia Depósito legal: C 3675-2007 . Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 3 Indice Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9-11 I. Etnohistoria - Almagro-Gorbea, Martín. Universidad Complutense: La Etnología como fuente de estudios de la Hispania Celta. . . . . . . .15 - Balbín, Paloma, Torres, Jesús-Martínez y Moya. Pedro. Universidad Complutense: Lo que el viento no se llevó. Metodológica y práctica para el estudio de la Hispania Céltica. . . . .75 - Lorrio, Alberto. Universidad de Alicante: El dios celta Airón y su pervivencia en el folclore y la toponimia. . . . . . . . . . . . . . . . . .109 - Juan Luis García Alonso. Universidad de Salamanca: Etimología de Pozo Airón- Deo Airón. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .137 - Alonso Romero, Fernando. Universidad de Santiago: La transmigración de las almas en el folklore del mundo céltico. . . . .147 - Moya, Pedro. R. Universidad Complutense: Ritos de paso y fratrías en la Hispania Céltica a través de la Etnología y la Arqueología. . . . .169 - Álvarez Peña, Alberto. Fundación Belenos, Asturias: Elementos de la Antigüedad celta en la tradición oral asturiana. . . . . . . . . . . .243 - García Quintela, Marco V. Universidad de Santiago: Etnoarqueología del Roble Ancho en Vizcaya. . . . . . . . . . . . . . . . . .259 - Torres, Jesús. Universidad Complutense: De los trabajos y los días: El calendario de tradición celta en la Península Ibérica. . .305 - Vázquez Hoys, Ana Mª. UNED: Los posibles cultos célticos a la serpiente en la Península Ibérica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .349 - Tenreiro, Marcial. Universidad de La Coruña: La lanza en la tierra tierra: Rituales jurídicos de toma de posesión de la Antigüedad a la Edad Media. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .365 II. Etnología - Luaces Pardo, Narciso. Director Museo de Meixido, Ortigueira: Mitos y tradiciones populares de Galicia: El origen del carro celta . .391 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 4 - Jimeno, Alfredo. Universidad Complutense: Etnoarqueología del entorno de Numancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .401 - Gómez Alvite, Mª José. O cabalo nel mundo celta. . . . . . . . . . . . . .437 - Rafael Loureiro. La Voz de Galicia: Las calaveras de ánimas en la Península Ibérica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .449 III. Historia - Marco Simón, Francisco. Universidad de Zaragoza: La religión de los celtas atlánticos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .479 - Hernández Guerra, Liborio. Universidad de Valladolid: Los vacceos. El modo de vida y costumbres. . . . . . . . . . . . . . . . . . .509 - González García, Javier y Parcero, Cesar. Universidad de Santiago: Etnogénesis galaico-lusitana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .535 - Guzmán Armario, Fº. Javier. Universidad de Cádiz: Celtas en la Antigüedad Tardía: La vision literaria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .563 - García Moreno, Luis A. Universidad de Alcalá: ¿Cristianismoe iglesia celtas en Galicia en la Antigüedad tardía? Un mito que perdura. .579 IV. Lingüística y Literatura - Sainero Sánchez, Ramón. UNED: El sincretismo en los estudios de historia, mitología y etnoarqueología celtas. . . . . . . . . . . . . . . .597 - García Alonso, Juan Luis. Universidad de Salamanca: Celtas y no celtas en la Callaecia: la toponimia y la etnonimia. . . . . . . . . . . .611 - García Alonso, Juan Luis. Universidad de Salamanca: Pozo Airon. Deo Aironi. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .631 - Velázquez Ezquerra, J. Ignacio. UNED: Merlín y el imaginario celta en la literatura francesa y española del s. xx: Apollinaire, Cunqueiro y Barjavel Sainero. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .641 - Jarazo Álvarez, Rubén. Instituto Estudios Irlandeses Amergin (UDC): La repercusión del Lebor Gabhála Erenn en la literatura gallega contemporánea. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .665 - Galván Reula, Fernando. Universidad de Alcalá: Islas y viajes en el imaginario celta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .681 4 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 5 - Loureiro, Ramón. La Voz de Galicia: Símbolos y mitologías celtas en el mundo atlántico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .705 - Velasco, Henar. Universidad de Salamanca: La Hélade, Hispania y Éire: reflexiones sobre las glosas irlandesas. . . . . . . . . . . . . . . . . .709 - Cousillas, Manuel. IES Salvador de Madariaga (A Coruña): Rasgos célticos en la mitología y en el folclore de la Costa da Morte. . . . . .745 - Toro, Antonio Raúl de. Instituto Estudios Irlandeses Amergin (UDC): El Renacimiento Literario Irlandés. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .757 - López Férez, Juan Antonio. UNED: Los celtas en la literatura griega de los siglos VI-I a.C. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .787 - Oro Cabanas, José Manuel: Unha aproximación cultural e lexica ós seres do mundo invisible. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .841 5 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 6 . Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 7 Presentación 7 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 8 . Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 9 Ortigueira se convierte cada verano en la capital del mundo celta, y en los últimos tiempos no sólo por su mítico Festival. Desde hace un sexenio lidera también las investigaciones sobre la cultura prerromana, afianzándose como referencia para intelectuales de ámbito internacional. Esta apuesta responde al proyecto global de recuperación de nuestro patrimonio cultural, reto de la Fundación Ortegalia. Las páginas que siguen hablan de ese esfuerzo y del empeño del municipio por asomarse con rigor al estudio de la cultura celta, desde disciplinas variadas que van de la arqueología a la lengua o la etnografía. Como alcalde de Ortigueira y como presidente de Ortegalia es un orgullo para mí presentar este libro, Pasado y presente de los estudos celtas, que constituye una buena muestra de lo fructífero que resulta este campo temático. El lector encontrará en él las actas del I Congreso del Instituto de Estudios Celtas, que reunió en nuestra Villa a cerca de cuarenta investigadores para analizar las tradiciones de origen celta. Y también podrá revisar las ponencias más relevantes de cuantas se expusieron en el último sexenio en nuestro municipio, en el marco de las distintas jornadas surgidas de la estrecha colaboración entre el Concello de Ortigueira, la Fundación Ortegalia, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y el citado instituto. La obra supone, en definitiva, un instrumento para divulgar entre el público en general y entre los especialistas de todo el mundo las últimas investigaciones de estos expertos. Confío en que sea del interés de la mayoría y que anime a cuántos la lean u ojeen a visitar Ortigueira, para participar de forma activa en el debate y descubrir en vivo la magia celta. Antonio Campo Fernández Alcalde de Ortigueira y Presidente de la Fundación Ortegalia 9 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 10 . Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 11 En este libro ofrecemos una selección de las ponencias de los más prestigiosos investigadores del mundo celta, presentadas en su día en la sede del Instituto de Estudios Celtas de la Fundación Ortegalia en Ortigueira en los últimos siete años. Justo es de agradecer al Presidente de la Fundación Ortegalia, Antonio Campo, su ayuda a nuestros estudios que consideramos sitúan actualmente a Ortegalia como centro de referencia cultural y universitaria de los estudios celtas en España y empieza a ser conocida en el ámbito internacional con seriedad, admiración y respeto. Durante estos siete últimos años, desde que se creó el Instituto de Estudios Celtas, en nuestros seminarios, congresos, cursos universitarios, premios de investigación y mesas redondas hemos ido ofreciendo intermitentemente los distintos puntos de vista de los expertos en este tema de estudio e investigación abriendo nuevos campos del saber. Por ello consideramos este libro imprescindible hoy en día para conocer los nuevos descubrimientos llevados a cabo por los investigadores. Nuestra página web (www.estudiosceltas.es), ofrece una ampliación y una demostración de lo que ha sido nuestra labor en estos años, pocos puesto que siete años en el mundo cultural y o investigador son un espacio de tiempo muy breve, pero como se puede ver muy prolijo por la gran cantidad de actividades, docentes, culturales e investigadoras que hemos venido realizando. Nuestro deseo es seguir en esta línea de trabajo en los próximos años, mejorando en lo posible nuestros errores, y consolidando estos estudios con actividades y publicaciones de calidad para que las futuras generaciones puedan aprovechar los conocimientos que aportamos en nuestros trabajos. Martín Almagro Gorbea Director de la Sede en la Real Academia de la Historia Ramón Sainero Sánchez Director Coordinador 11 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 12 . Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 13 I. Etnohistoria 13 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 14 . Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 15 LA ETNOLOGÍA COMO FUENTE DE ESTUDIOS DE LA HISPANIA CELTA Martín Almagro-Gorbea Sumario.- I, Introducción: Los Celtas y la metodología de su estudio. II, Perduración de elementos celtas de la antigüedad en el folklore. III, Hipótesis de trabajo, metodología de etnología celto-hispana. IV, Material de estudio: hacia un Corpus de Etnología Celta-Hispana (CECH): 1-2, Cultura material, subsistencia y economía. 3, Tecnología. 4, Sociedad. 5, Lengua. 6, Literatura. 7, Religión: mitos y ritos, imaginario e ideología. Conclusiones. Resumen.- El análisis de algunas tradiciones de origen celta recientemente estudiadas como documentos históricos de la Hispania Celta ha puesto de relieve el gran potencial que encierran las tradiciones de origen prerromano conservadas en el folklore hispano, probablemente, uno de los más ricos y mejor conservados de Europa Occidental. Estas tradiciones sólo en contadas ocasiones se han analizado como documentos históricos, pues únicamente se suelen abordar desde la Antropología Cultural, lo que limita su comprensión y su valor histórico. Sin embargo, estas tradiciones son muchas veces la única vía para conocer aspectos esenciales del mundo celta prerromano, como la sociedad, el sistema jurídico, las creaciones literarias o el pensamiento y la religión. Partiendo de estas hipótesis de trabajo, se plantea la necesidad de un estudio sistemático de dichos aspectos de la cultura celta siguiendo una metodología histórica. Para ello se propone atenerse a unos principios metodológicos que permitan estudiar estos temas como un campo más del sistema cultural, pues se trata de procesos diacrónicos de “larga duración”, que exigen precisar su filogénesis. Por último, se ofrece el índice de un teórico corpus de tradiciones celtas basado en los datos que ofrece la Etnología, con algunos ejemplos de tradiciones jurídicas y religiosas, que deben abordarse en estudios histórico-comparados con ayuda de otras ciencias, como la Historia de las Religiones y la Historia del Derecho. 15 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 16 I.- Introducción: Los Celtas y la metodología de su estudio Los celtas son un tema crucial de la formación étnica y cultural de la Península Ibérica, aunque sería más propio decir de todo el Occidente de Europa. El interés por su estudio ha oscilado dependiendo de las modas, pero en los últimos años se ha avanzado de manera considerable en su conocimiento, particularmente en España, tanto a nivel general (Almagro-Gorbea, 1997; id., 2001; Ruiz Zapatero y Lorrio, 2005), como en algunos aspectos de particular importancia, como su origen (AlmagroGorbea, 1992; Ruiz Zapatero y Lorrio, 1999), los principales pueblos célticos (Burillo, 1998; Berrocal, 1992; Lorrio, 2005; Álvarez Sanchís, 2003; Pérez Vilatela. 2000; Peralta, 2003; etc.), su organización social y guerrera (Almagro-Gorbea y Lorrio 2004), su estructura socio-económica (Torres, 2003-2005), sus creencias (Marco, 1994; id., 1998; Olivares, 2002) o su lengua (Untermann, 2001; McCone, 2001; Bernardo, 2002; Jordán 2004). Sin embargo, precisamente en estos años en que tantas novedosas aportaciones y estudios se han producido, se ha dejado sentir una considerable “contaminación” llegada desde el escepticismo de algunos autores ingleses, basado en razones meramente ideológicas, que han incurrido en la falacia de pretender negar la existencia de Celtas amparándose en la utilización “nacionalista” de este término (Collis 1997, 2003; James 1999, Carr y Stoddart, eds., 2002). La “apropiación” del término “celta” por visiones “románticas” y nacionalistas (Díaz Santana, 2002; Torre, 2005; etc.) está hoy día totalmente desprestigiada entre los especialistas y no vale la pena insistir en este aspecto. Sin embargo, en este hecho pretenden basarse quienes sostienen el supuesto “desprestigio” del término, hasta el punto de haberse llegado a adoptar una postura tan absurda, científicamente hablando, como la de negar la existencia de los celtas o lo que es lo mismo, alegar que la reconstrucción de su sistema cultural es un “constructo” moderno (Collis 1997, 2003; James 1999, más matizado en Ruiz Zapatero 1997, 2001), postura que deja sobrentender que carecerían de realidad en el pasado. Esta falacia retórica acientífica ha contribuido al actual desconcierto de gentes con poca formación, que, atendiendo más a la tendencia de la moda indicada que a los datos objetivos, únicos válidos en investigación, han llegado a dudar o 16 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 17 incluso a negar la existencia de celtas o la capacidad de abordar su conocimiento en áreas donde su presencia está fuera de cualquier duda, como es el caso de Galicia y de otras amplias áreas de la Península Ibérica. Si se aceptara esa postura, con el mismo criterio también habría que reconocer que los griegos y los romanos son un constructo moderno o, al menos, nuestro conocimiento sobre ellos, que es más detallado, pero no diferente del que tenemos sobre los celtas. Pero el que cuanto sabemos de griegos, romanos o celtas sea resultado del avance de la investigación actual, no niega, sino que confirma, su existencia real en la Antigüedad, tanto más cuanto que alguno de sus elementos culturales incluso han perdurado hasta nuestros días. “Celtas” es un concepto en su origen esencialmente étnico, no lingüístico ni arqueológico, pues procede de la concepción etno-cosmológica del mundo griego, desde donde pasó al mundo greco-romano o mundo clásico (Nicolet, 1998: 71 s.). Por lo tanto, se debe evitar reducir este concepto étnico a un concepto sólo arqueológico, sólo lingüístico o sólo antropológico, pues ello supone caer en el error de simplificar una realidad compleja y evolutiva, como es una etnia y su correspondiente cultura, lo que impide su comprensión y valoración histórica. De este modo se dificulta caer en las citadas e interminables discusiones “bizantinas” a las que se ha aludido sobre el “contenido” del concepto de “celta” e, incluso, sobre si los celtas existieron o no. Estas discusiones son tanto más absurdas cuando tantos estudios serios sobre estos temas quedan por hacer y cuando partiendo de la “cultura celta” conocida se puede deducir y contrastar con mucha más seguridad cualquier interpretación de cualquier dato cultural. Como celta es un concepto étnico y cultural, es, como tal, complejo, ya que sólo se puede precisar con un conocimiento de todo el contenido multivariante que entraña una etnia, que es por definición variable en el tiempo y en el espacio (Clarke 1978: 363 s.). La complejidad de una etnia hace referencia a distintos aspectos, que es necesario valorar en todo sistema étnico: a) Diversidad de componentes, que actúan como subsistemas independientes, entre los que se incluyen cultura material, economía, características bio-físicas, sociedad, estructura política, religión, lengua, etc. 17 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 18 b) Dichos componentes deben ser analizados y entendidos no como elementos estáticos, sino como elementos interrelacionados en un proceso de cambio diacrónico , lo que implica modificaciones a lo largo del tiempo. c) Dichos componentes deben ser analizados y entendidos en su variabilidad geográfica, que implica diferenciaciones regionales, tanto mayores cuanto mayor sea la diversidad y distancia entre las áreas culturales ocupadas por una etnia. d) También debe tenerse en cuenta la diversidad estructural, entendida como la interacción de todos los elementos señalados dentro del proceso de etnogénesis que caracteriza cada etnia y que, por definición, es continuo, multiestable y siempre en interacción con otros grupos étnicos, tanto de los preexistentes en la zona que ocupan como de los contactos sobrevenidos a lo largo del tiempo. e) Los elementos étnicos del substrato (cultura material, lengua, economía, características bio-físicas, sociedad, estructura política, religión, etc.) más los adquiridos desde otras etnias explican el origen y la personalidad de cada etnia, normalmente dentro de procesos de “larga duración”. Intentar reducir esta complejidad a ideas simplistas y, en consecuencia, considerar una etnia como un sistema homogéneo, cerrado y estable es un error de principio y un riesgo siempre existente, que puede comprenderse en otras épocas, como fueron los esquemas de fines del siglo XIX e inicios del XX, que finalizaron en su lamentable utilización política. Pero en la actualidad no se debe incurrir en tales ideas simplistas a la hora de abordar estos estudios, pues supone desconocer las características esenciales del campo en el que se trabaja. Y esta advertencia es tan aplicable a los celtas como a los griegos, a los romanos o a cualquier otro pueblo o cultura. II.- Perduración de elementos celtas de la antigüedad en el folklore Las áreas occidentales o atlánticas de la Península Ibérica, desde Galicia y Asturias, consideradas habitualmente como tierras célticas, e igualmente todas las tierras del Norte, desde Galicia al País Vasco incluido, más las tierras de la Meseta, comprendido todo el Sistema Ibérico y el occidente del Valle del 18 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 19 Ebro al Oeste de Zaragoza, territorios que coinciden con la llamada Hispania Celtica (Untermann, 1961; Almagro-Gorbea y Lorrio, 1987; Almagro-Gorbea, 2001a; id., 2005a; id., 2005c), conservan ritos y tradiciones de origen prerromano en el folklore mucho más numerosos de lo que se suele suponer. Estos datos habitualmente han sido relegados al olvido en los estudios científicos sobre los pueblos celtas de Hispania, como de hecho ocurre en otras muchas otras áreas del mundo celta, cuando no se han menospreciado por falta de formación de los estudiosos y, por consiguiente, de comprensión hacia este tipo de estudios, necesariamente interdisciplinares (Balbín, Torres y Moya, 2006). Uno de los elementos o susbsistemas más significativos de cualquier etnia y, en consecuencia, en todo estudio étnico o etno-cultural es el pensamiento y la religión, pues el campo proyectivo e ideológico es uno de los subsistemas que mejor caracteriza una etnia, ya que es lo que mejor la define y explica su etnogénesis y su evolución diacrónica. Sin embargo, como dicho campo de estudios resulta más difícil y complejo que la lengua o la cultura material, muchas veces se prefiere recurrir a éstos para definir una etnia, habiendo quedado relegado el estudio de la religión y de la ideología al campo especializado de la Historia de las Religiones, en muchas ocasiones apenas cultivado y valorado por los arqueólogos. Los celtas (su sistema cultural) se puede conocer básicamente por cuatro vías, que ofrecen sus correspondientes metodologías de estudio: la Historia Antigua, la Lingüística y la Arqueología, más las tradiciones etnológicas y folclóricas, siempre que se analicen desde una perspectiva no antropológica sino etno-histórica. En efecto, además de los métodos habituales de la Historia Antigua, la Lingüística y la Arqueología, existen otras vías en la actualidad apenas exploradas. Una, prácticamente inédita, es el análisis iconográfico, realizado no desde perspectivas meramente estéticas, sino abordando su estudio como el de un lenguaje abstracto que hace referencia a la mentalidad y al imaginario. Esta línea es esencial para avanzar en el conocimiento sobre la religión celta. Para ello es imprescindible que en el futuro se aborde el análisis de la iconografía y el arte celtas en la Península Ibérica, dado su interés para conocer el imaginario y las 19 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 20 concepciones míticas e ideológicas de los celtas, como lo ha puesto en evidencia el estudio de la diadema de Ribadeo (Marcos, 1994) o de elementos aparentemente tan simples como las fíbulas de caballito (Almagro-Gorbea y Torres, 1999: 30 s., 69 s.) o las monedas (Almagro-Gorbea, 1995e; id., 2001b). Sin embargo, la vía que ofrece mayor potencialidad para avanzar en un campo de estudio científico tan interesante y atractivo como el pensamiento, la religión y la ideología, son las tradiciones conservadas en el folklore. Pero el análisis de los documentos folclóricos y etnológicos se debe abordar con metodología histórica, es decir, etno-histórica, no de la Antropología Cultural, por ser documentos del pasado conservados a través de procesos diacrónicos de larga duración, cuyas relaciones diacrónicas filogéneticas deben ser previamente descubiertas y demostradas. Un riesgo grave, en el que a veces se ha incurrido, es considerar determinadas costumbres o tradiciones como “celtas” de forma casi apriorística y poco crítica, sin demostrarlo previamente de forma explícita, lo que ha contribuido a su desprestigio y a que tales documentos carezcan de utilidad para reconstruir la historia de las creencias y costumbres prerromanas. Otro problema no menor es que los escasos análisis dedicados a estos temas hasta ahora se han abordado habitualmente desde una perspectiva antropológica general, que se despreocupa por estudiar y conocer sus orígenes y su evolución diacrónica (Lisón, 1998). En otros casos, simplemente se atribuía su origen al mundo “prerromano” sin entrar en más precisiones, cuando no se los confundía con el mundo clásico (Caro Baroja, 1946; id ., 1974), en el que se encuentran muchas veces notables analogías, aunque no sea ese su verdadero origen. Esta ausencia de una correcta perspectiva diacrónica en estos estudios, que hasta ahora ha sido la norma habitual, ha supuesto una escasa valoración de los datos etnológicos como documentos históricos y ha limitado su interpretación histórica, muchas veces imprescindible, incluso, para su correcta comprensión antropológica. Este hecho explica que dichas tradiciones etnológicas sólo en muy contadas ocasiones se hayan analizado como verdaderos documentos históricos, en algunos casos imprescindibles al ser la única vía para conocer y reconstruir aspectos esenciales del 20 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 21 mundo celta prerromano, como son la sociedad, el sistema jurídico, el pensamiento o las creaciones literarias. Pero en estos últimos años se han realizado algunos estudios muy significativos (Almagro-Gorbea, 1995b, 2006; Fernández Nieto, 1999, 2005; Balbín, 2005), que han confirmado la validez del método histórico señalado y su gran potencial, ya que el conjunto de tradiciones y datos de origen prerromano conservados en el folklore hispano es uno de los más abundantes y mejor conservados de toda Europa, por lo menos, de la Europa Occidental. Por este motivo es necesario proceder a reunir y analizar los datos dispersos y dar cuerpo a lo que en realidad constituye todo un campo específico de los estudios celtas, que se añade a la documentación histórica, lingüística y arqueológica tradicionales. El fundamento del interés científico para la Historia de la Hispania prerromana de documentos etnológicos como los citados radica en que, a través del mundo romano, la cristianización, la dominación árabe y la Reconquista, han sobrevivido múltiples elementos culturales en procesos de “larga duración” que permiten documentar elementos de las creencias y la cosmovisión del mundo celta originario que han perdurado casi hasta nuestros días. Todas estas tradiciones conservadas en nuestro folklore, en su mayoría de origen ritual, ofrecen el interés de evidenciar un común origen en la cultura celta (Almagro-Gorbea, 2001a: 12 s.), aunque por falta de estudio apenas son conocidas ni se han valorado como documentos históricos, ni, en consecuencia, se han utilizado como tales para documentar las culturas celtas prerromanas. Esta es una situación de hecho que apenas ha cambiado desde los estudios incipientes de Joaquín Costa a fines del siglo XIX (1877, 1879, 1888, 1893, 1902, 1917), que han quedado desde entonces prácticamente sin continuidad. Por ello, se debe llamar la atención de los especialistas en estudios celtas sobre el interés de los análisis etno-históricos y etno-arqueológicos para documentar este importante legado de nuestro rico folklore. La urgencia de su estudio es tanto mayor ante el riesgo, ya irremediable y asumido, de que la mayoría de estas tradiciones se han perdido para siempre al no haberse documentado de forma conveniente en su día, hecho más lamentable por haber 21 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 22 desaparecido en su mayor parte en los últimos 30 años, como consecuencia del desarraigo producido por la despoblación del campo y la emigración a la ciudad. La tarea que aquí se plantea debió haberse llevado a cabo antes de que se hubieran abandonado dichas tradiciones durante esta última generación, en especial a partir de los años 1960, cuando se han despoblado y desculturizado las áreas rurales, que mantenían un sistema cultura ancestral que ha permitido conservar hasta la actualidad dichas tradiciones de origen protohistórico a lo largo de siglos y milenios dentro de un evidente proceso de “larga duración”. En consecuencia, este Patrimonio Etnológico se han perdido prácticamente en nuestra generación por falta de comprensión de su importancia y de un esfuerzo eficaz para recogerlo y valorarlo, lo que supone una grave irresponsabilidad, probablemente de mayor repercusión para estudios futuros que las pérdidas sufridas en esos años el Patrimonio Arqueológico. En consecuencia de todo lo dicho anteriormente, parece muy oportuno proceder a un análisis preliminar de los elementos etnológicos de origen celta de la Península Ibérica, ya que documentan aspectos relevantes de la cultura celta de Hispania, tanto más por cuanto campos como las creencias, ritos y festividades, la literatura, el imaginario o la ideología difícilmente pueden a ser conocidas a través de la Arqueología, de la Historia Antigua o de la Lingüística, que, hasta ahora, han constituido las únicas fuentes de los estudios célticos. Para ello, queremos aquí proceder a plantear: a) Una hipótesis de trabajo o principios generales b) Una propuesta metodológica para abordar estos estudios c) Un “índice” preliminar de un teórico corpus de etnología celto-hispana. III.- Hipótesis de trabajo, metodología y corpus de etnología celto-hispana A) Hipótesis de trabajo En los estudios sobre el pensamiento y la religión de los celtas de Hispania se echa en falta análisis sistemáticos sobre la pervivencia de las creencias célticas, por ejemplo en los santuarios y en los ritos y narraciones populares, cuyo análisis 22 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 23 permitiría profundizar en estos conocimientos, ya que, en este campo de estudio, la mayor potencialidad de datos y, en consecuencia, de resultados la ofrecen el Folklore y la Etnología. La conservación de ritos y tradiciones en el folklore es un hecho de sumo interés, que se explica por procesos de “larga duración” que afectan a diversos aspectos de la cultura, incluyendo la religión y el pensamiento ( vid. supra ). Este hecho permite comprender la perduración hasta nuestros días de tales elementos en amplias áreas de la Península Ibérica. Esta circunstancia confirma su interés, que ha quedado refrendado por algunos estudios ejemplares llevados acabo en estos últimos años cada vez mejor valorados (vid. infra). Para facilitar la validez científica de los resultados que se pretenden obtener en este tipo de estudios, se plantean una serie de hipótesis de trabajo que se exponen a continuación: a) Las tradiciones etnológicas procedentes de la Antigüedad conservadas hasta nuestros días en el folklore constituyen auténticos documentos para el estudio de las poblaciones prerromanas. b) Algunas tradiciones del folklore de la Península Ibérica son perduraciones de procesos de “larga duración”, sin los cuales no es posible explicar ni su existencia, ni los ritos y conceptos mentales relacionados que ofrece el folklore. c) Estas tradiciones del folklore hispánico no es posible explicarlas por fenómenos culturales posteriores a la expansión del cristianismo ni por tradiciones del mundo clásico, por lo que su existencia sólo puede explicarse por la perduración de creencias y ritos del mundo celta prerromano. d) Estas tradiciones que se remontan al substrato cultural prerromano, pueden y deben ser estudiadas como documentos plenamente válidos para la reconstrucción histórica (Brelich, 1954). e) Este tipo de documentos son la mejor fuente de información que actualmente existe sobre la religión, las creencias, la mentalidad y el imaginario de las poblaciones célticas prerromanas de la Península Ibérica en las zonas en que se han conservado, información que sólo excepcionalmente puede obtenerse de otro tipo de fuentes, sean arqueológicas, lingüísticas o históricas. 23 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 24 f) La dificultad de estudio de este tipo de documentos se debe en parte a no haberse recogido los datos antes de su pérdida y también al no solerse abordar hasta ahora con la debida metodología científica. B) Principios metodológicos El principal problema que actualmente ofrecen los estudios etno-históricos del mundo celta de Hispania, entendiendo por tales el estudio de elementos folklóricos utilizados como documentación histórica, es la ausencia de una metodología científica, racional, explícita y demostrativa, que sea aplicable a los mismos y que permita dar validez científica a los conocimientos que logren en este campo. La mejor, por no decir que la única metodología hoy día aplicable, debe basarse, teóricamente, en estudios comparados que permitan lecturas “filogenéticas” de los datos, para, a través de sus paralelos, establecer su origen y cronología, su secuencia y evolución diacrónica y para precisar su significado ideológico y su contexto social. En consecuencia, es esencial lograr una metodología que dé validez científica a este campo de estudios. Para esta tarea esencial, parece adecuado seguir y completar las pautas en su día señaladas por Brelich (1954: 36-37; id. 1977) en un estudio dedicado a tradiciones folklóricas itálicas siguiendo la tradición de la escuela de Historia de las Religiones de R. Pettazzoni 1, pautas 1 Raffaele Pettazzoni (1877-1959), catedrático de Historia de las Religiones en la Universidad de Roma, aunque formado en el historicismo, intentó superar las discrepancias entre los estudios antropológicos, la fenomenología religiosa y los estudios crítico-históricos, pues recurrió a la Historia para ocuparse de las religiones, idea de la que nació su escuela de “Historia de las Religiones”, más empírica que teórica, al estar basada en datos filológicos, históricos y arqueológicos y de los restantes elementos culturales con los que interactúa. Pettazzoni consideraba que la religión era esencialmente un hecho histórico por ser producto de la creatividad humana, aunque con elementos específicos dentro de la cultura que requieren su propia metodología. Por ello, frente a la fenomenología de la religión o al método comparativo de la antropología británica, carentes de utilidad sin historia, Pettazzoni defendió el método históricocomparativo, pues ofrecía la ventaja de valorar la especificidad irreducible de todo hecho cultual como estudio de un proceso. Dicho método se dirige a explicar el origen y evolución de cualquier fenómeno religioso, que es siempre un hecho histórico particular que, como tal, debe ser estudiado para comprender su formación y el proceso de su desarrollo (Pettazzoni, 1954; id ., 1959; Sabbatucci, 1963; Brelich, 1966; id ., 1977; Bleeker, 1972; Gasbarro, 1990; VVAA, 2001). 24 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 25 que hemos adaptado con resultados plenamente válidos a este tipo de estudios en un trabajo reciente (Almagro-Gorbea, 2006a). Para ello es necesario seguir un método definido y explícito: a) Describir la supuesta tradición (o rito) con el mayor detalle posible b) Recoger todos los paralelos etno-culturales conocidos con sus variantes c) Proceder a la cartografía de los mismos d) Diferenciar los elementos originarios de las transformaciones y contaminaciones que se han podido añadir a lo largo del tiempo, por creencias cristianas o de otra índole e) Explicar cómo se ha producido su perduración dentro de relaciones “filogenéticas”, lo que excluye los fenómenos de convergencia y las coincidencias casuales, que sólo sirven para interpretaciones basadas en perspectivas antropológicas comparativistas de carácter no histórico. f) Tener en cuenta que dicha perduración también pudiera explicarse por fenómenos de expansión cultural posteriores a la época romana, en especial dentro de los fenómenos de “repoblación” producidos en la Reconquista, así como por contaminaciones “folklóricas” o historicistas modernas. g) Recoger los paralelos directos o indirectos conocidos en el mundo antiguo, que permiten demostrar su antigüedad y explicar su significado. h) Realizar su interpretación histórica como un elemento más dentro de su sistema cultural, en el cual deben encajar de manera coherente. Por otra parte, es posible aplicar a estos estudios la amplia experiencia adquirida en la lingüística, si se considera la similitud de comportamiento entre los elementos culturales conceptuales y los lingüísticos, que guardan no poca semejanza entre sí. En esta dirección, puede ser de gran utilidad inspirarse en la metodología de la Lingüística Histórica (Meillet, 1925), de la que se podría adoptar una serie de postulados (Bernabé, 1995: 81 s.): a) El carácter del signo es arbitrario, al no existir relación entre el significante y el significado. b) El origen se prueba cuando las correspondencias que no son casuales ni aisladas, sino sistemáticas y explicables por 25 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 26 evolución. La comparación es el único método aplicable para conocer su historia. c) En toda evolución puede haber estados intermedios, no conocidos. d) Cuanto más singular y complejo es un hecho, más probatoria es la concordancia, pues disminuyen las probabilidades de que ocurra por azar. Además, aún cabe adoptar otros postulados (Bernabé, 1995: 81 s.) de la Geografía Língüística (Gillièron, 1912), igualmente aplicables a los elementos culturales: a) Las áreas aisladas mantiene formas culturales más arcaicas. b) Si dos áreas laterales coinciden frente a la central, ésta es la zona innovadora. c) El área mayor mantiene la situación más antigua. d) Si a un área llega un elemento con retraso, también llegan con retraso las innovaciones e) El elemento que desaparece es más antiguo que el que tiende a imponerse. IV. Material de estudio: hacia un Corpus de Etnología CeltaHispana (CECH) El estudio de este tipo de tradiciones puede constituir un método científico más de los estudios celtas, plenamente válido, si se siguen las pautas indicadas, ya que, en muchos aspectos, es el único que permite conocer el pensamiento, las creencias y los rituales de las poblaciones prerromanas, un campo histórico de indudable interés, en cuyo conocimiento se pueden logran importantes avances si se sigue la metodología adecuada. Además, a medida que aumente la experiencia y la capacidad crítica en estos estudios, se podrá mejorar la metodología. Pero, para ello, es imprescindible que de forma paulatina, pero cuanto antes, se proceda a recoger los datos y tradiciones en campos de estudio relacionados, que se podrían agrupar en un Corpus de Etnología Celta-Hispana (CECH) cada vez más amplio y fiable. Este corpus cabría organizarlo en diversas secciones o corpora paralelos, quizás por zonas geográficas, pues ofrece una amplitud de campos mucho mayor de lo que a primera vista pudiera parecer, ya que incluye aspectos esenciales de la cultura celta, no sólo de cultura material, economía y sociedad, sino aspectos 26 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 27 hoy día desconocidos del mundo ideológico y religioso, por lo que su realización resulta indispensable para una correcta comprensión de las culturas celtas prerromanas de la Península Ibérica. En consecuencia, para facilitar la formación de este corpus y su publicación, parece lógico agrupar los materiales recogidos teniendo en cuenta los principales subsistemas que conforman todo sistema cultural, cuya información coincide con diversas líneas de investigación. De acuerdo con esta idea, se recogen a continuación algunos ejemplos de la tradición etnológica celta de la Península Ibérica en campos tan diversos como cultura material, economía y medios de subsistencia, tecnología y calendario, pero, dado su mayor interés y desconocimiento, se pone el acento en el sistema social, político, jurídico, religioso e ideológico, incluyendo también la lengua y la literatura de las poblaciones celtas de la Península Ibérica. Este cúmulo de datos, junto a las restantes fuentes históricas (vid supra), pueden contribuir a un gran avance en el estudio de la cultura celta en Hispania. A modo de aproximación y como ensayo de un teórico índice de Corpus de Etnología Celta-Hispana (CECH), se proponen los siguientes apartados: 1. Cultura material 5. Lingüística (Todos los numerosos elemenVocabulario (palabras de origen tos tradicionales originarios de celta) 6. Literatura la cultura celta prerromana) 2. Subsistencia y economía 6.1 Fuentes: (Todos las tradiciones originarias 6.1.1 Literatura oral: de la cultura celta prerromana) 6.1.1.1 Cuentos 6.1.1.2 Leyendas populares 3. Tecnología 3.1 Pesos 6.1.2 Literatura escrita 3.2 Medidas 6.2 Análisis temático 3.3 Calendario 6.3 Análisis Regional 3.4 Etnoastronomía 6.4 Significado socio-ideológico 3.5 Numerosas técnicas artesa- 7. Religión y ritos. Ideología y pensamiento nales originarias de la cultu7.1 Cultos paganos ra celta prerromana 4. Sociedad 7.2 Divinidades celtas cristiani4.1 Sistema familiar zadas 4.2 Sistema socio-político 7.3 Santuarios de origen prerro4.3 Sistema jurídico mano 27 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 28 7.4 Festividades 7.5 Ritos (de paso, fecundidad, etc.) 7.6 Creencias 7.6.1. Cosmologías 7.6.2. Creencias del Más Allá: 7.6.2.1 Ánimas 7.6.2.12 Metempsicosis 7.6.3. Sueños 7.6.4. Encantamiento, magia, brujería 7.6.5. Medicina 7.7 Elementos cosmológicos 7.7.1. Agua: 7.7.2. Tierra: Fuego: 7.7.4. Aire: 7.8 Elementos axiales 7.8.1. Árboles 7.8.2. Rocas 7.8.3. Montes 7.8.4. Cuevas 7.9 Símbolos e iconografía: 7.9.1. Seres fabulosos 7.9.2. Animales: gallo, caballo, etc. 7.9.3. Plantas: roble, tejo, etc. 7.9.4. Objetos: Rueda, fuego, velas, etc. 1-2. Cultura material, subsistencia y economía La Etno-arqueología, entendida tal como se ha indicado, representa en Hispania una fuente esencial de conocimientos sobre el mundo celta, apenas utilizada desde los trabajos pioneros de Joaquín Costa a fines del siglo XIX (1877, 1879, 1888, 1893, 1902, 1917), en parte todavía válidos cono fuente documental. Sin embargo, los estudios etno-históricos, al estar basados en procesos históricos de larga duración que afectan a todas las áreas de una etnia y su cultura, permiten documentar y comprender mejor muchas áreas de los estudios celtas. La causa de este hecho es que la cultura de las áreas rurales básicamente no había cambiado desde la Antigüedad hasta la industrialización del campo hacia los años 1960, en especial en zonas de montaña y otras áreas marginales (Almagro-Gorbea, 1995c). Como consecuencia, se han conservado formas de labrar y trabajar los campos, ordenar la casa, la comida, la economía, los cultivos y el sistema de producción (Torres, 2003 y 2005), incluso con técnicas como el lavado del oro (Roche, 1877), etc. También en este campo hay que incluir aspectos tan puntuales y atractivos como las técnicas textiles, pues los vestidos de los guerreros lusitanos ofrecen telas que pudieran haber servido como distintivo de clanes, como entre los Escoceses (Pena, 2001a: 44 s.). Por otra parte, los Fueros de Extremadura han conservado la estructura consuetudinaria del uso y gestión del campo. En ella se distingue, al margen del huerto incluido en el ámbito familiar, 28 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 29 las “labores” o campos labrados, los prados y el “monte”. (Almagro-Gorbea, 1995c), una organización similar a la del campo lacial preurbano, lo que indica su antigüedad, como puede verse en la Sententia Minuciorum , en la Liguria (Sereni, 1955: 7 s.). Dentro de estas tradiciones cabe incluir los llamados campos célticos, delimitados por espinos o estacadas, tradición anterior a la Edad del Bronce (Fowler, 1983: 94 s.; Brongers, 1976; Racham, 1993: 158 s.; Kelly, 2000: 368 s.) y cuyos términos técnicos de relacionan con un substrato lingüístico quizás anterior a los Campos de Urnas y ciertamente al celtibérico, según parece deducirse de la técnica conservada para hacer los límites (Kelly, 2000: 372 s., fig. 19), pues su terminología específica usa vocabulario con palabras como zarzos, bargas o vargas de origen prerromano (Corominas 1957: 676-679 y 1089). Este enfoque es imprescindible en los análisis territoriales de las áreas célticas, pero se ha conservado en especial en las zonas más apartadas, desde Galicia a Cantabria y en las áreas serranas ibéricas, desde Soria a las Sierras de Albarracín y Cuenca. En efecto, la organización territorial también se ha conservados en ocasiones, en las “comunidades de ciudad y aldeas” de los “Fueros de Extremadura” (Almagro Bach, 1977; AlmagroGorbea, 1995c) y una adecuada metodología ha permitido reconstruir en Galicia los antiguos límites territoriales de los pueblos prerromanos “célticos” a partir de los arciprestazgos medievales (Pena, 1991: 150; id., 1999; id., 2002; id., 2004: 90 s.; Pérez Vigo, 2006). Esta línea de trabajo plantea la necesidad de llevar a cabo corpora sistemáticos, que quizás conviniera recopilar por áreas territoriales y publicar con criterios modernos, pues permitirían, con sus correspondientes estudios cartográficos, precisar áreas y características etno-culturales y reconocer los territorios étnicos sobre bases documentales. Como ejemplo, sería de gran interés comparar la distribución cartográfica de elementos materiales como trajes, zuecos, tipos de carros, hórreos y, quizás, quesos y otros productos tradicionales, así como determinados elementos del vocabulario en Galicia, Asturias, León y Cantabria, ya que contribuirían a precisar, de forma objetiva, límites culturales y quizás a reconstruir fronteras mantenidas desde la Antigüedad en las áreas geográficas naturales. Estos datos se 29 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 30 podrían contrastar con los que ofrecen en la antigüedad objetos arqueológicos como cerámicas (Rey Castiñeira, 1991), fíbulas (Almagro-Gorbea y Torres, 1999), torques (Prieto, 1996: 204 s., fig. 3) y otras joyas (Pérez Outeiriño, 1982, mapa 8), etc., analizando también sus posibles precedentes desde la Edad del Bronce, como parecen indicar, por ejemplo, las variantes tipológicas regionales que ofrecen las hachas de la Edad del Bronce (Monteagudo, 1977). Un ejemplo interesante son los carros galaicos y astures, cuya tecnología de ruedas macizas es similar a las de la Edad del Hierro de Irlanda (Raftery, 1994: fig. 54) y debe remontar a la Edad del Bronce, pues son anteriores a los carros de radios hallstátticos (Barth et alii, 1987). La misma continuidad denota la terminología del arado y de otros aperos (Tovar, 1983), como las construcciones hechas de barga, palabra “protocéltica” (Corominas, 1957, 397, 676-679, 934), ya que parece corresponder a un estrato lingüístico anterior al celtibérico que se ha conservado asociada a una técnica constructiva que todavía se utiliza para tabiques, paredes de hórreos y límites de los llamados “campos célticos”, lo que hace suponer que la introducción esta novedad técnica en la “Cultura Castreña” pudo producirse antes del I milenio a.C., como los carros y arados citados. 3. Tecnología La Etno-arqueología también puede contribuir a sensibles avances en los campos tecno-cognoscitivos, hasta ahora muy poco desarrollados. Entre éstos hay que incluir los escasos estudios metrológicos (Arlegui y Ballano, 1995; García Bellido, 1999; Curchin, 2002; Vilaça, 2003; Almagro-Gorbea, 2004c; etc.), pues el pié y la vara castellana son de origen prerromano, como la legua (Corominas, 1956: 71) o el arpente (Meyer-Lübke 1926: § 3336; Lapesa 1980: 52), que pueden contrastarse con las medidas celtas prerromanas (Almagro-Gorbea y Gran Aymerich, 1991: 186 s.). El mismo tipo de aproximación requieren los estudios sobre el calendario (Torres, 2005: 263 s.; id., 2006), así como sobre paleoastronomía (Alonso Romero, 1982; id ., 1997; Baquedano y Escorza, 1996; etc.), que constituyen aspectos de la Historia de la Técnica que pueden ofrecer resultados muy interesantes en los estudios sobre la Hispania Celtica. 30 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 31 4. Sociedad La Etnoarqueología es esencial para analizar y comprender el sistema social, político e ideológico, que sólo muy parcialmente se pueden reconstruir de otro modo, dada la parquedad de datos de la Historia Antigua y la Arqueología. La Etno-arqueología brinda una primera aproximación para documentar y comprender las formas de vida y la articulación de la familia y demás estructuras sociales, pero también ofrece documentación insustituible sobre la organización socio-política y el sistema jurídico. La dificultad está de nuevo en la ausencia de una buena metodología, que permita mejorar las aproximaciones dumezilianas tomadas de historia comparada de las religiones, que ciertamente han abierto caminos interesantes (García Fernández-Albalat, 1990; García Quintela, 2002: id., 2006). Sin embargo, una metodología válida para una reconstrucción plenamente histórica debe seguir el camino iniciado por Brelich (1954), basado en la Historia de las Religiones de Pettazzoni, que permite rastrear con método crítico procesos diacrónicos, sistema que apenas ha sido cultivado (vid supra, § B. Método). Este campo de estudios de tanto potencial hacia el futuro exige huir de aproximaciones antropológicas generalistas y seguir una metodología histórica inspirada en la Historia de las Religiones, buscando documentar relaciones históricas filogenéticas, como ocurre con el método filológico en Lingüística, para evitar falsos paralelismos e interpretaciones erróneas. Trabajos recientes resultan muy aleccionadores en este sentido, como el estudio sobre algunas anfictionías por Fernández Nieto (1999) o el dedicado al hospitium y las “hermandades” (Balbín 2005). 4.1. Sistema social y político Muy importante es valorar los datos que ofrece este método etno-histórico, contrastado con las fuentes escritas y epigráficas, para conocer la organización social y la político-administrativa de la sociedad, apenas estudiada al margen de las escasas noticias que ofrecen las fuentes escritas. Por ello, una aproximación etnoarqueológica puede ofrecer resultados del mayor interés por sus implicaciones económicas, sociales e, incluso, ideológicas (Almagro-Gorbea, 1999 y 1999a). Como ejemplos ilustrativos de qué se puede conocer a gracias a este tipo de análisis está la estructura familiar y suprafamiliar, la 31 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 32 organización administrativa de la sociedad, la estructura y administración del territorio y algunos aspectos de la estructura política, incluyendo los sistemas de alianzas. El núcleo esencial de la sociedad sería la familia nuclear, tal como se conoce en las tradiciones consuetudinarias de España (Costa, 1879; id., 1917; 1981: 54 s.) y como refrenda el Derecho Irlandés (Kelly, 1988; id., 1991; Binchy, 1978; Charles-Edwards, 2000: 96 s.). La familia nuclear se agruparía en una unidad familiar extensa, de tipo gentilicio, formada por las familias nucleares descendientes de un mismo antepasado común, al que se rendía culto en la Hispania prerromana (Almagro-Gorbea, 1996: 94 s.; Almagro-Gorbea y Berrocal, 1997; Almagro-Gorbea y Moneo, 2000: 114 s.). Esta gran familia era una unidad de producción y consumo, pero también de actuación social, tanto para participar en las decisiones colectivas como en la defensa de sus intereses y de sus miembros. Cada unidad familiar extensa estaría regida por un hombre, el “padre”, generalmente de edad avanzada, que actuaría como verdadero pater familias y jefe del grupo y que teóricamente sería descendiente del fundador del grupo familiar. Su papel como jefe del grupo familiar pudiera ser compartido, según el Derecho Consuetudinario, por el Consejo de Familia (Costa, 1879: 71 s.), que regulaba el grupo social con autoridad ejecutiva en los momentos críticos: nombramiento del heredero, autorización de segunda nupcias, en especial si el cónyuge era forastero, capitulaciones matrimoniales, adjudicación de las legítimas, arbitraje en caso de discordia, etc., actuando en cada lugar según normas consuetudinarias, interpretadas con sentido común y que obligaban a todos sus miembros. J. Costa en su Derecho consuetudinario de España (1981: 69, n. 14) ya señaló que este tipo de familia podría equivaler a la gentilitas o grupos gentilicios, comparables y muy próximos al sept y al clan de la Irlanda céltica (Kelly, 1991: 658). Sus miembros, para distinguirse, compartirían un mismo apelativo o “mote familiar” (Almagro-Gorbea, 1999a), cuya función y origen puede equipararse a los “gentilicios” expresados en genitivos de plural característicos de la onomástica celtibérica (Faust, 1979; González, 1986). Esta familia celtibérica, como ocurría en Irlanda, también podía integrar extraños, los donados, célibes que se integran en la casa y vivían y trabajaban para ella hasta 32 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 33 su muerte a cambio de sustento, renunciando a toda propiedad personal, lo que en ciertos aspectos equivale, en la práctica, a una institución de clientela (Costa, 1981: 55; 267). Este tipo de organización familiar parece mencionarla el obispo Odoario en la repoblación de Galicia del año 747 (Risco, 1766: apén. 9 y 12) y también aparece recogida en fueros y costumbres de diversas localidades. Muy interesantes son las numerosas tradiciones consuetudinarias conservadas sobre la organización territorial y la políticoadministrativa , pues la organización medieval de las Comunidades de ciudad y aldea, conservada en los Fueros de Extremadura parece reflejar instituciones de la ciudad-estado celta. Las comunidades más primitivas debieron tener una organización comunitaria antes del desarrollo de la propiedad privada (Almagro-Gorbea, 1995d: 46), aparecida con el sistema gentilicio (d’Arbois, 1890: 59), en torno a las casas de la nobleza, como el antiguo heredium romano o el faithce de Irlanda, pero el resto del territorio era de uso colectivo, aunque sólo los nobles con pecunia , ganados, arados, etc., podían disfrutarlo de hecho (d’Arbois, 1890: 5; Jullian, I, 1993: 240 s.), como ocurría en la Comunidades de villa y aldea y seguía ocurriendo en tiempos de la Mesta. Restos de esta tradición comunal prerromana quizás pudiera considerarse la tan discutida referencia a los Vacceos (Diod. V,34,3). Estructuras socio-económica comunales primitivas se han conservado en áreas retardatarias, como el Campo de Aliste, en Zamora, donde fueron estudiadas hace más de 100 años por Joaquín Costa (1893), aunque sus trabajos han caído después prácticamente en el olvido y al mismo origen comunitario debe remontarse sistemas como las facenderas o aportación colectiva para hacer trabajos públicos, como caminos, acequias y, en especial, fortificaciones. Más conocida es la tradición de derecho consuetudinario de las comunidades denominadas de Ciudad o Villa y aldeas en los Fueros de Extremadura , surgida en el solar de la antigua Celtiberia entre los siglos IX y XII. Su estructura, propia de una fase urbana incipiente, ofrece algunos aspectos semejantes a la organización político-administrativa de los oppida con sus castra y pagi dependientes (d’Arbois, 1890: 77s.; Almagro-Gorbea, 33 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 34 1995a: 433; id., 1999; Ortega, 1999). El pagus era una organización comunitaria de la unidad territorial de la tribu, la *tout, teut ó touath, “pueblo” en Irlanda, que puede relacionarse con los campos comunes de los germanos que cita César (b.G. VI,22,2; Jullian, I, 1993: 216 s.; Mommsen, 1908). Pero la estructura de asambleas de pagani tuvo continuidad en la medieval de vicini en algunas regiones de Italia (Sereni, 1955: 331 s.), por lo que es lógico suponer que lo mismo pasaría en la Península Ibérica. Todas las tierras del común, el ager publicus de los pagi, estaban abiertas a ocupación y cultivo en precario tras la cosecha, excepto los cercados, que cabría considerar como “campos célticos”. Estas tierras eran ager compascuus para uso comunal de los habitantes del vicus o aldea, pero según la Sententia Minutiorum, existían otras tierras abiertas al uso de los diversos pagi, el “ager compascuus intertribal” o alpe (Sereni, 1955: 503) y también había terrenos compascuales o comunitarios dentro de los pagi, cultivados incluso tras la cosecha, estructura muy semejante a los usos comunales consuetudinarios de la Península Ibérica (Costa, 1893), que es lógico que tengan el mismo origen. El gobierno de las comunidades de “Villa y aldeas” estaba encargado a oficiales, quizás equivalentes a los magistratus de los epígrafes latinos (Fatás, 1980: 101 s.). Dichos cargos eran nombrados en el Concejo de Comunidad, que reunían a jurados e... homes de las... aldeas por San Miguel, para regular los asuntos económicos (Asso, 1798: 23; Mantecón, 1924: 59; Gargallo, 1984: 42 s.). Las comunidades de “Villa y aldeas” ofrecían originariamente una estructura igualitaria por ser todos los habitantes de la comunidad jurídicamente iguales, ya que los fueros no permitían casas privilegiadas ( Fuero de Albarracín : XXIX), pero sí se observa un carácter ecuestre, como en Albarracín, donde los que tenían caballo no pechaban y sólo ellos podían ser elegidos para las magistraturas, normalmente por el método de insaculatio (id. p. XII), estructura quizás heredada de la tradición de los equites celtibéricos (AlmagroGorbea, 1999). El magistrado supremo y ejecutivo de la Ciudad y Comunidad era el Juez, cuyas atribuciones se pueden comparar a las que ostentaba el cargo supremo de Contrebia Belaisca II, 34 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 35 donde se denomina Praetor a juzgar por sus funciones (Fatás, 1980: 12-13, 103) probablemente equivalente a las del vergobretos de los galos (d’Arbois, 1890: 43; Jullian, 1993, I: 230) y a los magister pagi (Festo 113, s.v. magistrare: magistri… pagorum,… vicorum,… dicuntur) o magistrado de la comunidad, que estaban al frente de esta organización comunitaria territorial, que aparecen como medix toutius en las Tablas Iguvinas (Sereni, 1955: 331) y que también pueden compararse al magistratus de los germanos en caso de guerra, según refiere César ( b.G . VI,23), siendo también el magister pagi el encargado en los antiguos pagi romanos de llamar a las armas en caso de guerra (Sereni, 1950: 369), según Dioniso de Halicarnaso (IV,1). Del mismo modo, estos jueces de las comunidades de villa y aldeas eran la autoridad máxima que representaba al Concejo de vecinos, con múltiples atribuciones, como representar el poder ejecutivo, ser ejecutores y garantes de la justicia, ostentar el imperium y dirigir las cabalgadas en guerra, llegando a estar teóricamente incluso por encima del rey, como el Juez de Albarracín según su fuero (Fuero de Albarracín, § *) o los propios Jueces de Castilla (Pérez de Urbel, 1945: 150 s.), quienes, según la leyenda, “crearon su derecho propio siguiendo e interpretando los casos del país”, ya que en Castilla la Vieja no se usaba el Fuero Juzgo, sino las fazañas (id., 156). Es interesante la existencia de dos Jueces en Castilla, sistema de mando binario que pudiera proceder de los ediles romanos, pero que ya aparece entre los pueblos prerromanos, como los dos legados del Bronce de Alcántara (López Melero et al , 1984). El mandato del juez duraba un año, no pudiendo ser prorrogado, y era elegido habitualmente en Pascua, por rotación o insaculación entre los alcaldes, como en Alfambra (Barrero, 1979: 142), alcaldes que, en Sepúlveda o Albarracín, representaban a sus 4 collationes o cuadrillas (Fuero de Albarracín, 1532: XIII), aunque este sistema territorial no se documenta en todas partes. Muy interesante es también la organización cuatripartita del territorio. Esta división administrativa y censal cuatripartita de la ciudad y su territorio con las aldeas que ofrecen los Fueros de Extremadura con finalidad censal y defensiva (Mantecón, 1924: 197; Gargallo, 1984: 36, 48) debe considerarse una característica 35 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 36 herencia del mundo celta, conservada desde la Antigüedad. Al frente de los cuartos o cuadrillas estaban los cuadrilleros, cuyo cómpito era establecer el censo, recibir el juramento de los 2 jurados de cada aldea, vigilar la justicia y recaudar las pechas, funciones que recuerdan las de los magistri pagi prerromanos (vid. supra). Este tipo de organización territorial cuatripartita probablemente procede de una concepción indoeuropea basada el cruce de los ejes cósmicos en un punto onfálico (Almagro-Gorbea - Gran Aymerich 1991: 211 s.) y es característica de diversos pueblos de la Antigüedad. La idea quedó plasmada en la concepción augural de la Roma quadrata (Almagro-Gorbea - Gran Aymerich, 1991: 192 s., fig. 107-108; Grandazzi 1993: 518 s.), dividida en 4 partes, a las que pudieran corresponder las 4 regiones o tribus de la discutida organización de Servio Tulio (Richard 1978: 397 s.). Un origen similar cabría también suponer para los cuatro pueblos que conformaban la Italia tirrena, Opicios, Oscos, Campanos y Samnitas (d’Agostino, 1988: 533) e, incluso, las tetrarquías de la Tesalia (Eurip. Alk. 1154; Mommsen 1908: 440). Esta división cuatripartita también la practicaron los Celtas, derivada de su concepto cosmológico de nemeton (Le Roux Guyonvarc’h 1986: 220 s.). Está perfectamente documentada en la organización cuatripartita de los pagi de los Helvetas (César, b.G. I,12,4: nam omnis civitas Helvetia in quattuor pagos divisa est ) y era característica de los Gálatas (Str. XII,5,1; XII,3,13; XII,13,1; CIG 4033; Apian. Syr. 50; id. Mythr. 46; Plin. n.H. 5,27), organizados en cuatro tetrarquías, cuyo centro era el santuario de Drunemetum. Un sistema parecido se rastrea en otros pueblos Celtas (Mommsen 1908: 441, n. 2), como los Petrucorii (Perigueux, Dordoña), que significa “los cuatro cuartos” (Plinio, HN 4.108-9; Ptol 2.7; cf. Higounet-Nadal, 1983). Igualmente, Giraldo de Cambria ( Topographia Hiberniae 3,4; cf. Dimock 1867: 144) explicita que Irlanda estaba dividida en cuatro partes o reinos con su centro onfálico o Mithe en Tara y, en Irlanda, el campo se dividía en Quarters o cuartos, dentro de los que quedaban las propiedades, tal como documentan la toponimia irlandesa conservada hasta la actualidad (Meitzen, 1895: 175-6). También los Celtíberos debieron usar este sistema, ya que la Celtiberia estaba formada o dividida en cuatro pueblos 36 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 37 (García Quintela, 1995; Capalvo, 1995), según indica Estrabón (III,4,13). Aún más preciso es que Plinio cita 4 pueblos entre los Turmogos y también entre los Pelendones ( N.H . III,4,26: Turmogidi IIII ..., Pelendones Celtiberum IIII populis ...). A esta misma tradición cabría atribuir la magistratura de los IIIIviri (Curchin, 1990), colegio de cuatro magistrados electos bien documentado en diversas ciudades celtibéricas, como Segobriga, Valeria, Termes, Clunia, etc. (Curchin, 1990: 33 s.), magistratura poco habitual en Roma, donde denota arcaísmo, siendo considerada en Italia como propia de tradiciones locales de las ciudades prerromanas. Esta organización cuatripartita del territorio tan característica del mundo celta perduraría a través de la Edad Media en la institución de las cuadrillas y cuadrilleros de los Fueros de Extremadura (Almagro-Gorbea, 1995a: 443). Otro campo de indudable interés son las anfictionías y asociaciones documentadas en fechas recientes gracias al estudio de Fernández Nieto (1999), como la de “El Santerón”, de la Serranía de Cuenca, o “La Cabalgada” de Atienza, que constituyen verdaderos documentos sobre las fórmulas jurídico-políticas que regían las alianzas para explotación y defensa común de determinados territorios. También en este campo puede resultar sorprendente la tradición de reyes o régulos locales que se habría conservado en la región de Melide, en Galicia, hasta el siglo XII, paralela e independiente de los reyes de León, que Andrés Pena (2001) ha relacionado con el mundo celta, donde este tipo de estructura de poder ofrece interesantes tradiciones (García Quintela 2002; id. y Santos Estévez, 2000). En este apartado, también es necesario abordar un tema tanto importante como el de los límites territoriales de época prerromana, apenas abordado con eficacia en Hispania. Las tradiciones territoriales medievales conservadas en obispados, arciprestazgos y parroquias, así como en las comunidades de villa y aldea pueden haber conservado gran parte de la estructura territorial prerromana, teniendo en cuenta la esclarecedora indicación de Dantín Cereceda (1942) al advertir como, desde un punto de vista geográfico, todo el Norte de España estaba estructurado en torno a valles y el resto, en comarcas naturales. Algunos documentos, como el Concilio Lucense de 569, de la 37 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 38 monarquía sueva, en su día analizado por el P. Risco (1766: 347 s.), evidencian lo mucho que se puede avanzar en este campo, como confirman los avances espectaculares logrados para determinar los territorios de la Galicia prerromana ( vid. supra ). Además, los escasos datos históricos se deben completar con datos etnológicos, como tipos de zuecos, hórreos, mercados tradicionales, etc., debiéndose contrastando estos datos con datos arqueológicos de la Antigüedad, como tipos de fíbulas, joyas y cerámicas con significado étnico, fuera éste más o menos consciente (vid. supra, § 1-2). 4.2. Sistema jurídico-administrativo El sistema jurídico-administrativo consuetudinario ofrece indudable interés para el estudio de la sociedad prerromana por sus implicaciones económicas, sociales e ideológicas, ya que sus raíces se hunden en el derecho celta, como evidencian elementos tan significativos como la ordalia, el juicio por arbitraje, los sistemas de uso, propiedad y transmisión de la tierra y la organización político-administrativa (vid. supra). Sin embargo, un análisis del sistema jurídico de la Hispania Celta nunca ha sido abordado a pesar de los interesantes paralelismos que puede ofrecer el derecho consuetudinario español con el derecho céltico documentado en Irlanda (Kelly, 1988), ya que estas fuentes de conocimiento, de indudable interés, nunca se han recopilado ni valorado en estudios de Historia del Derecho, ya que han sido consideradas o confundidas con elementos del Derecho Romano vulgar y del Derecho Germánico (García Gallo, 1955; id ., 1959; Pérez-Prendes y Muñoz de Arranco, 1993; Escudero, 1995: 193 s.). Los textos jurídicos conservados de la Antigüedad, como las tesserae hospitales (Untermann, 1997) y, en especial, las inscripciones jurídicas, como los bronces de Contrebia Belaisca I (Beltrán y Tovar, 1982), II (Fatás, 1980) y III (Beltrán, de Hoz y Untermann (eds.), 1996) y los restantes bronces conocidos, tanto celtibéricos (Untermann, 1997; Jordán, 2004: 294 s.) como latinos (Fatás, 1980), ofrecen un creciente corpus jurídico que representa una segura fuente del Derecho de la Hispania Celta, que se puede completar con las evidencias que ofrece el Derecho Consuetudinario (Costa, 1981; García Ramos, 1912). 38 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 39 En efecto, otra fuente del Derecho Celta prerromano deben considerarse las interesantes tradiciones jurídicas consuetudinarias, como las de la Galicia Medieval (Pena, 1991, 1999, 2001, 2002), de indudable raíz celta, así como las conservadas en los Fueros de Extremadura (Almagro-Gorbea, 1995a). El reciente estudio de P. Balbín (2005) sobre la continuidad del hospitium hasta los pactos de hermandad medievales ha evidenciado la validez de este método, que permite profundizar en estos aspectos jurídicos de la Antigüedad. Los datos obtenidos de las fuentes anteriores deben contrastarse por medio de un estudio comparado con el Derecho Celta, conocido a través de las fuentes clásicas o, en especial, en el Derecho Irlandés (Kelly, 1988; etc.), pero también con el Galés, Escocés y Bretón. Estos estudios de Derecho Comparado pueden ofrecer resultados muy interesantes y novedosos para reconstruir el Derecho Hispano-Celta prerromano conservado desde la Antigüedad en los bronces jurídicos citados y en las tradiciones consuetudinarias. El estado de esta cuestión hace que todavía parezca prematuro hablar de Derecho Celta en la Hispania Prerromana, un tema desconocido en las síntesis existentes, a pesar de que diversos temas ya pueden integrarse en este campo de estudios. Existían normas de Derecho Procesal, como la exigencia de celebrar los juicios de inimicitia en un lugar denominado medianeto, según indican algunos Fueros de Extremadura (Fuero de Calatayud, § 1), que debió ser un lugar destinado a asambleas sacro-jurídicas. La terminación en - eto de esta palabra no se puede relacionar con su significado habitual como colectivo, ni tampoco con un diminutivo, por lo que pudiera proceder de Medionemeton, un topónimo repetidas veces atestiguado en el mundo celta (Almagro-Gorbea y Gran Aymerich, 1991: 210 s.) y también en Hispania (Marco, 1993), pues el nemeton era el lugar sagrado donde se manifestaba la voluntad divina y, en consecuencia, las reuniones y actos jurídicos en él celebrados pasaban a tener plena validez, pues tenía el mismo carácter jurídicoideológico-religioso que el templum en la Roma arcaica como lugar para comitia y reuniones del senatus (Cipriano, 1983). Esta norma de procedimiento se basaba en creencias sacro-jurídicas que explican la celebración de asambleas y juicios por todo el 39 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 40 Norte de España en torno a robles y encinas con carácter sacro y jurídico (Caro Baroja, 1974a y b)2, tradición bien documentada por los siete robles de Vizcaya, entre ellos el Roble de Guernica (García Quintela, 2006) o la Encina de Arciniega, donde se reunirían las gentes del Valle de Ayala, que estaba situada en el límite entre Arceniega y Ayala (Iturralde, 1975: 248) y ha dado nombre, cristianizada, al santuario de la “Virgen de la Encina”. Otra costumbre jurídica consuetudinaria de origen celta debe considerarse el juicio por ordalía (Ledesma, 1986), documentado en la Hispania prerromana en “luchas de campeones” (Fernández Nieto, 1992; id., 2005; Alberro, 2006: 223 s.), recogidas, incluso, en representaciones iconográficas que narran mitos de este tipo (Romero Carnicero, 2005: fig. 1). Otra fórmula de ordalía de origen prerromano debe considerarse el dirimir diferencias entre dos comunidades enfrentando sendos toros de diferente color, uno blanco y otro roxo, concediéndose la razón al pueblo del animal vencedor, costumbre consuetudinaria documentada en Asturias que tiene claros paralelos en Irlanda en el poema del siglo XII Leabhar Gabhála Éireann, en el que la pelea de dos toros sirvió para fijar la frontera entre el Ulster y Connaught (Álvarez Sevilla, 2001: 68; Álvarez Peña, 2006). También queda bien atestiguado en el Derecho Procesal consuetudinario el juicio por arbitraje. Este tipo de “juicio de amigables componedores” se usaría tanto para asuntos domésticos y privados como en litigios públicos, pues el derecho consuetudinario documenta alcaldes faytivios, nombrados por los litigantes o los alcaldes para resolver litigios como intermediarios 2 Esta tradición sacro-jurídica debe considerarse relacionada con la creencia entre los celtas de que el roble era un arbor sacra y manifestación de la divinidad, como refiere Máximo de Tiro (Diss. VIII, 8: “Los Celtas dan culto a Zeus, pero la imagen de Zeus es un gran roble”), tradición confirmada por un antiguo glosario irladés que indica que daur, “roble”, era un antiguo nombre de “dios” y lo glosa como dia “dios” (Stokes, RC I, 269). La misma idea pudiera explicar el santuario prerromano de Gastiburu, en Guipúzcoa (Valdés, 2005), estructurado en torno a un pozo central, que pudo estar destinado a un árbol, con diversas plataformas en su entorno que pudieran servir para los representantes de los 4 o 5 grupos gentilicios, organización que pudiera ser una “monumentalización” inicial de un lugar de asambleas en torno a un roble de los oppida célticos del País Vasco, quizás comparable al centro de reuniones de Emain Macha construido en torno a un gran poste de roble (Raftery 1994: 79). 40 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 41 (Costa, 1981: 69 s.; Mantecón 1924). Un precedente celtibérico puede considerarse el pleito sobre un paso de aguas del Bronce de Contrebia II (Fatas, 1980; D’Ors, 1980; Torrent, 1981; Murga, 1982; Verdera, 2005: 17 s.), que algunos estudiosos han considerado como expresión de Derecho Romano, aunque sus actores eran pueblos prerromanos del Valle del Ebro que actuaban de acuerdo con su propia tradición prerromana, que hay que considerar propia del Derecho Celta. Al Derecho Consuetudinario de origen prerromano parecen retrotraerse numerosas costumbres de uso y transmisión de la propiedad de la casa y de los campos, así como de los sistemas de herencia, temas apenas estudiados en la Historia del Derecho desde tiempos de Joaquín Costa (1983: 190 s.). Las tradiciones consuetudinarias conservan la diferenciación entre propiedad comunal o pública y la propiedad privada , ambas bien documentadas en el citado Bronce de Contrebia Belaisca II (Fatás, 1980), por proceder de época prerromana (Almagro-Gorbea, 1999). Pero algunas fuentes medievales son muy explícitas en este sentido, como el Fuero Viejo de Castilla (libro IV, título 1, ley 10), que sanciona “Que todo devisero puede comprar en la villa de behetría”, en la que eran propiedad común los pastos o montes y las tierras, distribuidas periódicamente entre los comuneros o suertes (Costa 1983: 198), “quanto podier del labrador, fueras ende sacado un solar que haya cinco cabnadas de casa, e sua era, e suo muradal, e suo guerto: que esto non lo puede comprar, nin el labrador non gelo puede vender”. Esta ley la recoge igualmente los Fueros de León del año 1020 (cap. XI) y el Ordenamiento de Alcalá (XXXII, 13), que se diferenciaba entre propia terra et divisa cum vicinis (Costa, 1983, II: 216, n. 77). Estas referencias permiten saber que las tierras de labor y pasto eran inalienables por ser comunales y estar destinadas a perpetuidad para usufructo de todos los vecinos (Costa, 1983, II), mientras que la casa, el corral o muradal, el huerto y la era se podían alienar, pero sólo dentro de la familia, lo que supone un sistema semejante al de la Irlanda Céltica (Kelly, 1988; id., 1991), lo que apunta a su origen entre los celtas prerromanos (Almagro-Gorbea, 1995a). El registro arqueológico pudiera corroborar en ocasiones alguno de estos detalles, pues los solares “abandonados” en algunos 41 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 42 castros pudieran haber tenido la función imprescindible de servir de corral, mientras que los muros o cercas que delimitan los llamados “campos célticos”, hechas de piedra, losas o barda, tenían la como función esencial de delimitarlos como propiedad privada, tal como recogen los Fueros, que prohíben expresamente tales cercas sin una autorización expresa del Consejo (Costa, 1983: 27 s.; Moreno 1966: 79). También de origen prerromano parece ser el sistema consuetudinario de arrendamiento “a medias” o a tercias, en el que el propietario pone ganado o terreno y se parte la producción con quien lo trabaja. Un documento visigodo del siglo VI, recogido en un códice del siglo XIII, apunta al origen de esta tradición en la Antigüedad (Fita y López Ferreiro, 1883), ya que hace referencia a un arrendamiento de ganado de Santa María de Vilariño, Galicia, que indica quam fecit Romanus cum suis gasalianis (“como ha hecho el Romano con sus “medieros”), pues gasalia es una palabra celta del Languedoc que significa la cría de ganado a medias (Costa, 1981: 347, n. 74). Este tipo de fuentes también parecen plenamente válidas para reconstruir el primitivo Derecho Familiar Celta de la Antigüedad, así como los sistemas de herencia, dada la inalienabilidad comentada de la unidad que suponía “casa, huerto y muradal (corral)” (Costa, 1981: 69, n. 13, tanto respecto a su venta como a su inviolabilidad fuera de la familia entendida en sentido amplio ( vid. supra ), como confirma el Derecho Irlandés (Kelly, 1991). Incluso es interesante advertir cómo la distribución de las diversas tradiciones de herencia, por primogenitura o a partes iguales, al menos en tierras como Teruel, parece coincidir con la divisoria entre la lengua ibérica y la celtibérica (Almagro-Gorbea, 1995a: 441). En el sistema de primogenitura, propio de tradiciones gentilicias, cada familia es una asociación sacra que conforma una unidad cuyo patrimonio se consideraba indivisible. La familia es regida por el padre, quien, al envejecer, designa sucesor, normalmente el hijo primogénito, al que los hermanos pasan a obedecer y respetar. Éstos tienen derecho a ser alimentados, pero con el deber de trabajar. Si quedan célibes y salen a trabajar fuera del lugar, conservan sus derechos, pues cuando se independizan, reciben la dote o legítima, decidida por el Consejo de Familia según los medios de la casa, pero vuelven 42 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 43 a la unidad familiar si fallecen sin herederos (Costa, 1981: 53). Por el contrario, en áreas como la Sierra de Albarracín y, en general, por las serranías ibéricas de la antigua Celtiberia (Almagro-Gorbea, 1995a: 441), predomina la tradición de herencia a “partes iguales”, que llevaba consigo la partición de terrenos hasta el minifundio y el frecuente matrimonio cuasi-endogámico entre primos para “reconstruir” una unidad de propiedad familiar económicamente viable. Anterior a esta tradición que parece propia de sociedades pregentilicias, todavía debe considerarse la de los pueblos del Norte de España, que mantenían un sistema muy antiguo en el que la mujer se ocupaba de la casa y laboraba el campo, como refieren Silio Itálico (Pun. 3,350) y Justino (XLIV,3,7), tal como ha sido costumbre en el Norte de España hasta fechas recientes (Caro Baroja, 1946: 278; Ortiz-Osés, 1980), por lo que heredaba la casa y el huerto, por lo que “casaba” a sus hermanos (Str. III,4,18) y el hombre recibiría en compensación una “dote”, que serían bienes muebles, básicamente el ganado y los aperos, un reparto diferenciado por géneros de acuerdo con las funciones que desempeñaban. Las tradiciones consuetudinarias parecen conservar también normas de Derecho Público Celta- Hispano, como los derechos de pasto, de paso y de aprovechamiento del monte, con sus restricciones y sus multas a los infractores, generalmente en especie, con posibles pactos o intercambios y con normas tradiciones, como la primacía de regar el más próximo a la fuente, “Primero llega, primero riega” (Albarracín, dicho popular). Todas estas normas consuetudinarias se deben recopilar, estudiar e interpretar comparándolas con las conservadas de la Antigüedad, pues muchas de ellas constituyen una auténtica fuente de derecho prerromano que, a su vez, puede compararse con el derecho de otros territorios celtas, como Irlanda, Gales o Bretaña. Baste, como ejemplo, algunos estudios recientes, como el citado de la perduración en las comunidades y hermandades medievales de los pactos de hospitalidad, tanto privados como públicos, documentados por tesserae y tabulae patronatus (Balbín, 2005) o las anfictionías o pactos entre diversas colectividades con ejemplos tan característicos como El Santerón, en la Serranía de Cuenca o La Caballada de Atienza, cuyo brillante estudio por Fernández Nieto (1999) ha abierto 43 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 44 este novedoso campo de las instituciones jurídico-administrativas prerromanas. 5. Lengua Otro elemento muy interesante, raras veces valorado y muchas olvidado, es la lengua actual como vía de conocimiento de la Hispania prerromana, en especial por el vocabulario celta que conserva en palabras habituales del castellano y de otras lenguas peninsulares, como el gallego-portugués, el asturiano o el catalán, relativamente más abundantes de lo que se suele suponer. En este campo tan amplio, se debe llamar la atención sobre la potencialidad que ofrece el estudio del vocabulario de origen celta y, en un sentido más amplio, de origen prerromano en general. Este tema ha quedado relativamente olvidado por lingüistas y arqueólogos, a pesar de su evidente interés. El vocabulario ofrece a los arqueólogos el interés de indicar costumbres y conocimientos técnicos “folsilizados” en el vocabulario, lo que constituye otro interesante campo de la Etno-arqueología, pero este campo también es de utilidad para los lingüistas, quienes casi han relegado en estos últimos años este tipo de estudios sobre el origen del vocabulario, a pesar de su interés como vía de conocimiento de las lenguas prerromanas. En la lenga castellana existen más de 500 palabras de origen prerromano, una cantidad que da idea por sí misma de su interés, ya que supone un acerbo importante y merecedor de una mayor atención por parte de los celtistas, tanto lingüistas como arqueólogos. Corominas (1957: 1102) recogió en su ejemplar Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana hasta 230 palabras de origen celta prerromano e indoeuropeo, más 10 celtismos occitano-catalanes , 3 que considera etruscas ( lytra ? “nutria”, maru “morueco”, ta„ane, “tábano”, zahorra-bizarro), 3 púnico-fenicias (mapa, mata, quilma) y 198 incluidas como vasquismos, iberismos y voces prerromanas . Por esos años, Hubschmid (1959a y b), recogió en la Enciclopedia Lingüística Hispánica hasta 102 “testimonios románicos” de lenguas prerromanas no indoeuropeas de la Península Ibérica y otros 73 “testimonios románicos” de lenguas prerromanas indoeuropeas. Tovar ha sido el único que ha utilizado este vocabulario como testimonio 44 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 45 histórico al hacer referencia a ellas de pasada en algún estudio (Tovar, 1983), pero tan sólo recoge 92 palabras celtas que hayan formado palabras del castellano, número muy parecido al que ofrece el Diccionario de la RAE, que recoge unas 100 palabras como celtismos en sus últimos ediciones. Los restos de este vocabulario prerromano conservados hasta la actualidad constituyen una aproximación muy importante y desconocida al “paisaje” y a la cultura y mentalidad de las poblaciones prehistóricas, por ser testimonio de su cultura material, de su economía y técnicas, de la sociedad e, incluso, de la mentalidad religiosa, por lo que estos estudios ofrecen información sobre qué campos culturales, técnicos y mentales se han conservado y, en algunos casos, cuándo y desde qué contexto etno-lingüístico y etno-cultural se han introducido. Además, también llegan a informar sobre las relaciones con la naturaleza y con otros grupos sociales, permitiendo precisar la introducción de avances técnicos y procesos de aculturación. Por otra parte, un examen preliminar de este vocabulario indica que algunas palabras y grupos de palabras se han conservado en campos semánticos muy concretos, lo que confirma su interés etno-cultural, y en muchas ocasiones estas voces se han conservado en áreas geográficas también muy concretas, por lo general, en su ambiente cultural y en su “paisaje cultural”, en sierras y áreas culturalmente conservadoras, como las zonas montañosas y las regiones rurales del Occidente, lo que permite una clara lectura histórica y cultural, a pesar de que falten estudios zonales para comprender cuánto y qué se ha conservado en cada zona de las tradiciones prerromanas. Estas observaciones indican el interés “paleoetnológico” de las palabras prerromanas conservadas en castellano y en otras lenguas de la Península Ibérica como otra vía de aproximación al conocimiento de las poblaciones prerromanas paralela a los restantes estudios paleo-lingüísticos, ya que complementarían el creciente interés por la toponimia y por los estudios de lenguas prerromanas, al ofrecer un vocabulario enriquecido. A ello se añade que la interesante distribución geográfica que ofrecen las voces prerromanas se puede contrastar con la Toponimia, tanto menor como la de orónimos e hidrónimos, pues representa un importante indicio de las lenguas célticas de la Península Ibérica. 45 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 46 Por último, también se debe valorar este interesante vocabulario como parte del acerbo cultural de España y de la Europa Occidental, cuyas raíces celtas ayudan a conocer y valorar mejor. En este sentido, este vocabulario, junto a los restos de la mentalidad religiosa y del imaginario celtas conservados en el folklore, puede contribuir a disipar el escepticismo sembrado por trabajos “teóricos” sobre la supuesta “celticidad” de determinados territorios, que tanto han proliferado en estos últimos años, ofreciendo otra nueva vía de conocimiento científico basada en análisis empíricos (vid. supra, § 1). 6. Literatura Otro campo aún menos explorado y valorado en los estudios sobre la Hispania Celta es el de la Literatura, pues la documentación, escrita y especialmente oral, relativa a creencias y costumbres célticas que han pervivido hasta nuestro días es una de las más ricas de Europa Occidental, tradición que sólo puede explicarse por la permanencia del imaginario celta en la mentalidad y en el folklore popular, de donde han pasado a la literatura. Un reciente análisis de algunos ejemplos de elementos celtas en la literatura castellana (Almagro-Gorbea, 2006b), completados por otros casos aducibles en la literatura oral y escrita, permiten comprender el interés de estos testimonios de celticidad remanente de muchas regiones de España y de Portugal en un ámbito tan sensible como la literatura, como ya se observó en el siglo XIX (Martin Sarmento, 1998; Costa, 1888), no sólo de Galicia (Carré 1983; González Reboredo, 1983) y Asturias (Paredes, 1998; Álvarez Peña, 2006), sino de casi todas las áreas ocupadas por la antigua Hispania celta (Tomás, 1954; Vallejo, 1962; Martos y Trindade (eds.), 1997; Almagro-Gorbea, 2006b; etc.), a pesar de su práctico desconocimiento tanto en los estudios de crítica literaria como por parte de los celtistas. Para llegar a este patrimonio cultural resulta prioritario llevar a cabo, en primer lugar, una recopilación de fuentes, más numerosas de lo que cabe suponer. Junto a la literatura oral, que incluye cuentos y leyendas populares, también se deben recoger los ecos de éstas en la literatura escrita, incluida la culta. La existencia de esta literatura se considera conocida en algunas regiones como Galicia (Carré, 1983; González Reboredo, 1983; Tomás, 46 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 47 1991), así como en Asturias (ibidem; Paredes, 1998) y en otras regiones como Portugal, pero no se debe olvidar su importante presencia en la literatura castellana (Almagro-Gorbea, 2006b). La mayor parte de estos materiales carecen de análisis, por lo que requieren una sistematización metodológica que permita su valoración científica. Sería por ello preciso llevar a cabo un análisis temático y, de forma paralela, realizar otros análisis de tipo regional, para conocer la distribución y variantes de los elementos literarios conservados. Pero, en la actualidad, el aspecto de más interés sería abordar el significado socio-ideológico de todas estas creaciones, pues un análisis crítico filogenético de estos testimonio permite llegar a conocer el imaginario celta de la antigua Hispania, muchos de cuyos esquemas han quedado fosilizados en el imaginario popular casi hasta nuestros días. Un campo de especial interés, que no debe olvidarse a pesar de ser prácticamente inédito, es la literatura propiamente dicha. Los restos conservados, teóricamente permitirían reconstruir algunos argumentos y conocer algunos personajes de la literatura celto-hispana, con tanta o más seguridad que la que ofrece el ensayo recientemente propuesto para la literatura tartésica (Almagro-Gorbea, 2005). Como ejemplo, bastaría citar algunos pasajes del Cantar del Mío Cid y de otros textos épicos como El Cantar de los Siete Infantes de Lara (Almagro-Gorbea, 2006b). Es muy significativo el pasaje que narra los augurios de guerrero al Cid cuando A la exida de Bivar ovieron la corneja diestra y entrando a Burgos ovieronla siniestra…(Mio Cid, I,11-12), texto que basta para comprender el peso que ofrece la tradición celta. Igualmente, son de interés en esta línea de análisis alguna de las Cantigas de Alfonso X el Sabio (nº 103) o el Romance del Conde Arnaldos. Pero el fondo más interesante es la rica literatura popular, conservada en cuentos y leyendas conservados en áreas célticas, no sólo en Galicia, Asturias y Cantabria, sino en las zonas de las serranías ibéricas la antigua Celtiberia, desde Albarracín y Cuenca a Soria, es decir, por todas las tierras que ocuparon los celtas en la Antigüedad, alguno de cuyos cuentos han popularizado las Rimas y Leyendas de Bécquer . Este acerbo popular ofrece una buena información para reconstruir el imaginario celta si se realiza su análisis filogenético. Buenos ejemplos son temas tan conocidos como las mouras o “sirenas” de aguas y 47 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 48 cuevas, ya valoradas por Menéndez Pelayo (2003: § IV,2, n. 417; vid. infra, § 7) o el “Cazador Negro”, conocido desde Navarra a Extremadura (Martos, 1997: 101 s.), además de otros menos conocidos gracias a los cuales se llegan a identificar y explicar algunos temas míticos de la iconografía prerromana (Álvarez Peña, 2006). Este campo, relacionado con la literatura oral y popular, requiere un análisis temático que permita estudiar los seres imaginarios de los bosques, las ninfas y tritones de las aguas, los nubeiros del aire, y otros temas relacionados con el fuego, las cuevas, el campo, la casa, etc, esto es, los principales campos del imaginario celta, del cual convendría realizar análisis regionales para determinar sus variaciones locales y su posible correlación con otros elementos célticos, así como para profundizar en su significado religioso e ideológico, pues es, probablemente, la principal fuente para llegar a conocer la religión, el imaginario y la ideología de los celtas de Hispania. En este sentido, un análisis inicial (Almagro-Gorbea, 2006b) ya ha permitido diferenciar la existencia de un fondo “antiguo”, procedente de tradiciones míticas celtas conservadas en Hispania desde la Antigüedad, al que hay que atribuir algunos pasajes del Canto del Mío Cid y de otros textos épicos, como los Siete Infantes de Lara, así como gran parte de los cuentos y leyendas populares sobre fuentes, ríos o lagos como punto de paso al Más Allá e historias de ánimas o relacionadas con la “caza fantástica”, cuyo mejor reflejo literario son los cuentos y leyendas populares de las serranías ibéricas, la antigua Celtiberia, entre las que se deben incluir las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, junto con otras obras menos conocidas. Pero junto a esta tradición “autóctona”, cabe reconocer otra procedente de la literatura celta medieval atlántica, cuya introducción probablemente se vería facilitada por la existencia del ideario ancestral celta anterior (Alberro, 2006: 103 s.). A esta tradición medieval, probablemente desarrollada a partir de los antiguos contactos entre las diversas áreas atlánticas, hay que atribuir la Vida de San Amaro y las huellas que aparecen en algunas Cantigas de Alfonso X el Sabio y en diversos romances, cuyo mejor exponente es el conocido Romance del Conde Arnaldos, todos ellos influidos por los ímmrama irlandeses. 48 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 49 También entre los textos medievales cabe incluir la conocida obra de San Martín de Braga (Barlow, ed., 1950; Chaves, 1957; Pinheiro Maciel, 1980; López Pereira, 1996; etc.), cuyas “supersticiones” rara vez se han valorado como plenamente celtas. Pero también existe textos jurídicos medievales, entre los que se deben incluir los Fueros de Extremadura, que deben ser analizados para reconocer qué elementos prerromanos conservan (vid. supra; Almagro-Gorbea, 1995a; id, 1999; Balbín, 2005). Todos estos estudios permiten reconstruir un cuadro insospechado de creaciones “literarias” y del imaginario de las poblaciones célticas prerromanas, de pleno valor histórico y al que no se puede llegar desde ningún otro campo de estudios, siempre que su análisis se lleve a cabo con una metodología adecuada siguiendo el método etno-histórico propuesto (vid. supra). Incluso parecen rastrearse otros posibles mitos de origen hispano-celta, aun más inciertos, como el de Segismundo en La vida es sueño, de Carderón de la Barca, que se corresponde con el mito del rey al que se le augura que el hijo que va a nacer lo destronará, por lo que lo condena a muerte o a pasar la vida encerrado, tema del poema de Deirdre en el Ciclo del Ulster (Sainero 1997: 232-235). Esta leyenda tiene su origen en Medellín, Badajoz, ubicada en la torre norte del Castillo que domina el paso del Guadiana, coincidencia que permitiría pensar en un mito local de origen prerromano, quizás tartésico como el de Habis (Almagro-Gorbea, 1996: 51 s.), dado que es un mitema presente en diversas mitologías indoeuropeas (Binder, 1964). En consecuencia, estos testimonios literarios que nos atrevemos a calificar de “celtas”, sean orales o escritos y populares o cultos, requieren un análisis crítico filogenético de sus fuentes para saber cómo y cuándo se han formado, esto es, para establecer, a través de su proceso formativo, qué testimonios proceden realmente de la Antigüedad, de la que, en su caso, debe considerarse como un testimonio residual dentro de un proceso de “larga duración”, ya que, en consecuencia, constituye una importante fuente de conocimientos del imaginario y de la mentalidad colectiva de la Hispania Celta. Igualmente, es necesario realizar un análisis temático que permita reconocer los argumentos, los héroes protagonistas y los seres y circunstancias más o menos fantásticos característicos de estas narraciones 49 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 50 del imaginario celta. Esta labor se debería realizar por áreas regionales, para poder determinar posibles variaciones locales y correlacionar estos datos con otros elementos célticos, a fin de profundizar en su significado religioso e ideológico, pues constituye una de las principales fuentes para el conocimiento de la religión e ideología celtas. 7. Religión: mitos y ritos, imaginario e ideología La religión, como campo de estudios etno-histórico, comprende las creencias con sus mitos y ritos, el imaginario y el sistema ideológico. Las tradiciones religiosas populares y los mitos y creencias populares han conservado y transmitido leyendas, ritos y creencias, en algunos casos de claro origen prerromano, que ofrecer una muy valiosa documentación sobre las concepciones religiosa de los celtas de la Antigüedad, prácticamente conservada en ocasiones hasta nuestros días, por lo que para estos temas se cuenta, probablemente, con la más copiosa documentación etnológica (Leite de Vasconcellos, 1881; id , 1985; Costa, 1891; id. 1893; Caro Baroja, 1946; id, 1979; Taboada, 1972; Bouza Brey, 1982; Rocha Peixoto, 1990; Santo, 1990; Valdivieso, 1991; Coelho, 1993; etc.), quizás sólo superada por la relativa a la cultura material. Basta recordar en este sentido la obra ya citada de San Martín de Braga ( vid. supra , § 6), aunque las “supersticiones” a las que alude no se suelen valorar como celtas, lo mismo que algunas relaciones de la Inquisición (Contreras, 1982) y referencias de gentes ilustradas (Pensado, 1975), que constituyen documentos insustituibles para comprender las tradiciones religiosas y explicar el origen y significado de observaciones etnológicas sobre las creencias celtas, muchas desaparecidas en fechas más o menos recientes o a punto de desaparecer, aunque todavía se conservan algunas tan interesantes como las creencias en la metempsicosis del santuario de San Andrés de Teixido y el paso al Más Allá en barco (Usero, 1972; Filgueira, 1979 y 1979a; Alonso Romero, 2006) o ritos tan complejos y atractivos como el de San Pedro Manrique, en Soria (Fernández Nieto, 2005). De todos los campos de la Etno-arqueología, es la religión el más necesitado de un corpus que ordene y ponga a disposición el enorme y variado material que existe disperso en publicaciones 50 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 51 de fechas, zonas e índoles muy diversas, sin olvidar la iconografía (Lixa Filgueiras, 1978; Senén, 1981; Alonso Romero, 1996: 109 s.). Pero la mayor parte de estos materiales carecen de análisis, por lo que es preciso una buena sistematización metodológica de los datos y los conocimientos que permita su valoración científica. No es este el lugar para intentar dicha tarea, a pesar de su importancia y necesidad, pero sí se pueden enunciar algunos de los campos más significativos y ofrecer algunos ejemplos para dar idea de su importancia real. La Etnoarqueología ofrece datos sobre numerosos cultos paganos conservados, esencial para profundizar en el significado de los ritos y creencias celtas de la Península Ibérica, que casi siempre se han considerado, como era lógico, como “supersticiones” (Rodríguez López, 1971; Castañón, 1976; de Llano, 1977; Meslin, 1969; Liste, 1981; Vázquez Hoys, 1986; García Lomas, 2000; etc.), de los que quedan testimonios, algunos tan interesantes como los recogidos por Martín de Dumio en el siglo VI (vid. supra, § 6). Gran interés ofrece la posibilidad de identificar atributos de divinidades celtas bajo advocaciones cristianas (Brañas, 2000). A pesar de que la hagiografía es uno de los campos menos estudiados en este aspecto, ha resultado de gran interés San Torcuato de Bande (Castro, 1992; id. 1998; id., 2001), pero hay otros ejemplos no menos interesantes, como el de San Cristóbal-Lares Viales-Mercurio (Pena, 2002: 27 s.), la Reina Lupa que recibe a Santiago en el monte Ilicino (Alonso Romero, 1983; Balboa, 2005), las Madres celtas (Gómez Pantoja, 1986; Green, 1992: 146 s.), cuya dispersión permitiría relacionarlas con la figura de Santa Ana, San Roque y su perro (Pena 2002: 27), San Juan y San Miguel por sus relaciones con fiestas del calendario, el “San Marcos” relacionado con cultos al toro, identificado con el dios indígena Bandua (Olivares, 1997) o las semejanzas entre las tradiciones de San Andrés de Teixido (Usero, 1972; Alonso Romero, 1991; id., 2002) y el Lar Berobreus del Monte do Facho (Schatner et alii, 2005). Otro ejemplo semejante es la relación del dios Vaelico , tal como indicaría su nombre aparentemente derivado de *vailos, “lobo”, relación confirmada por el topónimo popular del lugar donde estaba su santuario, “Porto Loboso”, en Candeleda, así como por la tradición de que el santo de la ermita heredera del santuario curaba mordeduras de perros y lobos (Fernández 51 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 52 Gómez, 1973) o el de la ermita de San Miguel da Mota, situado sobre el santuario de Endovélico (Guerra et al., 2005). Sorprendente, por evidenciar cuánto se puede avanzar en este campo con una buena metodología, ha resultado el estudio del dios Airon, documentado por una inscripción romana de Uclés, del que, gracias a la toponimia y al folklore, se han identificado más de 80 ejemplos por toda la Hispania Celtica y por amplias zonas de Europa Occidental (Salas, 2005; Lorrio, 2002; id., 2006) y, lo que es más importante, su mitología y significado. En relación con el apartado anterior está la identificación de santuarios prerromanos, en algunos casos romanizados (Marco, 1996), que han sido transformados en ermitas y lugares de veneración cristiana. Aunque se podrían citar muchos ejemplos por toda la Hispania celta, faltan estudios críticos que valoren cada caso, como San Miguel da Mota (Guerra et al., 2005), Santa Lucía del Trampal, en Cáceres (Abascal, 1995), Porto Loboso, en Ávila (Fernández Gómez, 1973), San Trocado, Amaro y (Castro, 2001: 234 s.) y San Miguel de Celanova, en Orense (Pena, *), Cueva Santa de El Cabriel, en Mira, Cuenca (Lorrio et. al., 2006), etc. También se puede llegar a conocer mucho de las creencias, la mitología y el imaginario, campos estrechamente relacionados con las tradiciones literarias populares (vid. supra, § 6), cuyo estudio comprende no sólo las áreas galaicas (Carré, 1983; Risco, 1979; Campos Tabares, 1992), y asturianas (Gómez Tabanera, 1976; Llano, 1977; Castañón, 1983; Cabal, 1987; García Lomas, 2000), sino todas las antiguas áreas de la Hispania celta, incluyendo el País Vasco (Barandiarán, 1988; Caro Baroja, 1946: 283 s.; Marliave, 1995) y también la Meseta, el Sistema Ibérico y Extremadura (Caro Baroja, 1974c; Martos Núñes, 1997; etc.). Se conocen los seres mitológicos, de aguas, fuentes y mares (Bouza Brey, 1942; Juarista, 1944: 26 s.; Gella, 1961; Teijeiro, 2002; Soto, 2004; Alonso Romero, 1996: 127 s.; Alberro, 2004: 19 s.; Almagro-Gorbea, 2006b; etc.), del aire (de Llano, 1977: 8; Cabal, 1988: 469 s.; Alonso Romero, 2005: 79 s.) y del subsuelo, entre los que destacan las mouras o “moras encantadas” (Menéndez Pelayo, 2003: § IV,2, n. 417; Aparicio, 1999; Llinares, 1990; Peralta y Sosa, 1997; Tenreiro, 2002; id., 2004; etc.), así como el simbolismo mítico de los animales reales (Risco, 1947; Pedrosa, 2002), como el lobo (Domínguez Moreno, 1996), el caballo (Vallejo, 1962: 52 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 53 165-168; Pena, 2004: 85), el toro (Olivares, 1997; Moya, 2004), la zorra (Somoza, 1884), la gallina (Alonso Romero, 2002a), el cuervo (Fernández de Escalante, 1986; Almagro-Gorbea, 2006b), el reyezuelo (Alonso Romero, 2001), la serpiente (López Cuevillas, 1929; Castañón, 1981; Criado, 1986; Mariño, 1997; Álvarez Peña, 2002: 23 s.), el lagarto (Bouza Brey, 1982a), la abeja (Alonso Romero, 2000), etc.; e, igualmente, de las plantas, entre las que destaca la tradición sacro-jurídica del roble como lugar de reunión (Caro Baroja, 1974a y b; Riesco, 1993; García Quintela, 2006), cuyo precedente pudiera rastrearse en santuarios prerromanos como el de Gastiburu, en Vizcaya (Valdés, 2005) y otros árboles (Taboada, 1957), como el tejo (Martínez García, 2002) y diversos vegetales, como los helechos (Alonso Romero, 1988), e incluso, el simbolismo de objetos, como la rueda o rosácea (Senén, 1981), el fuego, las velas, etc. Algunos relatos y tradiciones permiten rastrear incluso concepciones cosmológicas, como el fin del mundo (Alonso Romero, 2003), con las que se deben explicar las creencias en puntos axiales, como los árboles (vid. supra) y determinadas rocas como las piedras de “Coronación” (Pena 2001; García Quintela y Santos Estévez, 2000) y “de Responsos” (Taboada, 1965; Almagro-Gorbea, 2006a), montes (Fernán Chacón, 1984; Alonso Romero, 1984), cuevas (Caro Baroja, 1974c: 259-338, esp. 291 s.) y elementos cosmológicos , como el Agua (Alberro, 2004: 10 s.; Alonso Romero, 1982a), la Tierra, el Fuego (Alonso Romero, 2002b) y el Aire. Dentro del amplio campo de las creencias, destacan interesantes cultos astrales (Caro Baroja, 1946: 284; Fraguas, 1975; Taboada, 1980a; Alonso Romero, 1982; id., 1997) y concepciones del Más Allá, muy abundantes en lo que se refiere a las ánimas (Risco, 1946; Becoña, 1982; Lisón, 1998), pero también sobre la “metempsicosis” (Monteagudo, 1996; Alonso Romero, 1981; id., 2006), los viajes psicopompos al Más Alla (Alonso Romero, 1991; id., 2002; Alberro, 2006: 409 s.) e, incluso, el mundo de los sueños, así como sobre el tiempo y el calendario (Soeiro, 1890; Torres, 2005: 261 s.; id., 2006). También se han podido documentar, gracias a estos testimonios, las raíces prerromanas de algunas fiestas y peregrinaciones populares, no sólo de Galicia (Cebrián, 1982; González Pérez, 1989; Alonso Romero, 1999), sino extendidas por toda la antigua 53 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 54 Hispania céltica (Caro Baroja, 1979; id. 1979a; Castañón, 1966; Fernán Chacón, 1984; González Pérez, 1991; etc.), como “El Santerón”, en Cuenca y “La Caballada” de Atienza, Guadalajara (Fernández Nieto, 1999), las Móndigas, relacionadas con el rito de pasar descalzos sobre las brasas en San Pedro Manrique, Soria (id., 2005), rito conservado también en el Finisterre hasta hace unos años (Alonso Romero, 2002b: 111 s.), el toro de San Marcos y fiestas relacionadas (Olivares, 1997; Moya, 2004), los “Endemoniados de San Blas” (Caro Baroja, 1988: 87-114) y las tradiciones de “zamarrones” (Moya, 2006), ejemplos a los que se podrá añadir un largo etcétera a medida que se vayan analizando otros casos y se demuestre su antigüedad y su origen celta. Lo mismo cabe decir de los numerosos ritos (Caro Baroja, 1974, id. 1979; id., 1988; Taboada, 1980; Alonso Romero, 1982a; Fernández Nieto, 2005; etc.), como la covada (Caro Baroja, 1946: 283), los de iniciación, como el Árbol de Mayo y otros similares (Caro Baroja 1946: 284 s., 311 s., 319 s., 360 s.; Renedo, 2006; Moya, 2006) como las saunas castreñas (Almagro-Gorbea y Álvarez Sanchís, 1991), en algún caso cristianizadas, como en Santa Mariña das Augas Brancas, Orense (id., 243, fig. 13), los de ordalia, como Las Móndigas de San Pedro Manrique, Soria (Fernández Nieto, 2005), los agrarios (Bouza Brey, F., 1953) y de fecundidad (Alonso Romero, 1994), entre los que cabría incluir el “Toro de San Marcos” (Olivares, 1997; Reyes, 2004), funerarios (Serra Caetano, 1986; García Fernández-Albalat, 1999; Lisón, 1998; VVAA, 1995; Almagro-Gorbea, 2006a; etc.:) y los de adivinación, como, las “Piedras de Responsos” y “Piedras de Enamorados” conservadas en el folklore en relación con creencias onfálicas del Más Allá y augurales (Monteagudo, 1996; Almagro-Gorbea, 2006a), además de los referentes a objetos usuales, como el pan (Alonso Romero, 2000a), el fuego, etc. Otro interesante campo de estudio son la magia y la brujería (Lisón, 1979; Liste, 1981; Risco, 1961; Fraguas, 1990), con los conjuros (Alonso Romero, 1996: 92 s., 100; Álvarez Peña, 2002) y amuletos (Alonso Romero, 1990) y, en estrecha relación con éstos, la medicina popular (Becoña 1980; Lis, 1980; Castroviejo, 1984; Martí Pérez, 1989; García Vázquez et alii, 1993; Rúa et allí, 1990; Fanjul, 2001; Pedrosa, J. M., 2000), ya que suele reflejar tradiciones ancestrales, en las que apenas se diferencian ciertos conocimientos experimentales de las creencias mágicas. 54 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 55 La mera y sucinta enumeración de todos estos datos, tan numeroso y variados que incluso resulta compleja su ordenación por temas, da por sí misma buena idea de cuánto pueden suponer para conocer la religión, el imaginario y la ideología de los celtas de Hispania, a pesar de que sólo se conoce una parte mínima de los existentes y de que la mayoría de estos datos carecen de un estudio científico que permita su valoración, que, sin duda, puede ser una aportación muy superior de lo que cabe esperar de la Arqueología y la Historia Antigua para conocer estos aspectos de la religión y del imaginario de los celtas hispanos de la Antigüedad, tanto más por constituir una parte esencial de su cultura. CONCLUSIÓN La visión ofrecida sobre los numeroso y variados elementos celtas en el folklore de la Península Ibérica, aunque necesariamente sintética, ofrece un panorama tan rico y sorprendente que confirma sobradamente las hipótesis planteadas como punto de partida, así como la necesidad de proceder a estos estudios con una metodología adecuada (vid. supra). Pero el interés esencial de este análisis, todavía inmaduro en muchos aspectos a falta de estudios en profundidad, es el de plantear la necesidad a los especialistas de avanzar en este campo tan atractivo para la investigación, tan complejo e interesante desde el punto de vista metodológico y que tantas y tan interesantes aportaciones puede proporcional para conocer y comprender mejor a los celtas de Hispania desde su propia mentalidad y cultura, dejando de lado discusiones estériles y que parecen ya superadas. Ésta debe ser una gran empresa del presente y del futuro, tanto más por cuanto esta valiosa y rica documentación ha pasado hasta ahora prácticamente desapercibida en los estudios célticos, cuando no menospreciada por quienes han demostrado un claro desconocimiento del interés que ofrece. Este hecho no puede servir como justificación de su olvido en los estudios de conjunto sobre los celtas, como tampoco lo es el que de estos campos se hayan ocupado en ocasiones gentes con poco método y rigor, muchas veces a causa de la escasa atención prestada por los especialistas a pesar del interés que ofrecen. 55 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 56 Su estudio requiere una buena formación interdisciplinar para poder abordar estos temas desde una perspectiva científicohumanística moderna, esto es, apartada de valoraciones y juicios anacrónicos. Ello exige mejorar la metodología y aumentar el número de análisis y estudios, ya que no se puede justificar más el abandono de estos campos, como ha ocurrido hasta ahora, porque las publicaciones y análisis existentes no sean lo suficientemente rigurosas. Esto equivaldría a decir que no se debe excavar porque algunos individuos que excavan lo hacen mal. En resumen, la Etnología ofrece en la Península Ibérica un caudal de datos de gran interés sobre la Cultura Celta de Hispania, en su mayoría desconocidos por falta de estudio. Es tarea de nuestra generación salvar lo que queda de este rico patrimonio, estudiarlo y darlo a conocer. Esta idea pudiera ser una magnífica conclusión para este Congreso de Etnoarqueología de los Celtas en Hispania y un atractivo proyecto para el próximo futuro de los Estudios Celtas. BIBLIOGRAFÍA Abascal, J. 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BLOCH RESUMEN El presente trabajo trata sobre los fenómenos de continuidad cultural que se observan a lo largo de la Historia. En algunos casos tales manifestaciones conservan un importante volumen de información sobre el momento y el contexto cultural en que se originaron y, en consecuencia, se convierten en importantes herramientas de análisis para el estudio de la Edad del Hierro peninsular. El objetivo es realizar una aproximación metodológica que permita un uso adecuado de los datos de distinta naturaleza y cronología que permiten profundizar en el conocimiento de la Hispania céltica. Asimismo, se exponen varios ejemplos que patentizan la utilidad del análisis de algunos aspectos culturales desde una perspectiva de “larga duración”. SUMARIO I. Lo que el viento no se llevó; II. Interdisciplinariedad metodológica; III. Práctica para el estudio de la Hispania céltica; III.1. Pervivencias en las técnicas de explotación del medio y cultura material; III.2. Pervivencias en las instituciones socio-políticas; III.3. * Departamento de Historia Antigua. Universidad Complutense de Madrid. ** Departamento de Prehistoria. Universidad Complutense de Madrid. FPI de la Universidad Complutense y FPU del Ministerio de Educación y Ciencia respectivamente. 75 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 76 Pervivencias de rituales socio-religiosos; III.4. Un caso de pervivencia extrema: La Carisa y El Carisio. En la sociedad occidental actual, la rapidez de las comunicaciones y el fácil acceso a la información nos permiten conocer lugares remotos y sociedades muy distintas a la nuestra. Este hecho, unido al rápido desarrollo que la ciencia y la tecnología están experimentando en las últimas décadas, han ampliado nuestras alternativas de interacción social y económica con el medio y, en consecuencia, han contribuido a que consideremos el cambio como una constante histórica característica de nuestra época (Aróstegui, 2004: 220-223). Pero la velocidad a la que hoy percibimos los cambios no nos debe hacer olvidar que hasta hace pocos años –incluso hoy mismo en otros lugares– las cosas no eran así; en las sociedades preindustriales el universo vital del hombre estaba forzosamente mucho más constreñido a aquello de lo que tenía experiencia, constituido por las personas con las que se relacionaba de forma directa o el territorio en el que se movía, y era ese espacio o esas relaciones las que en gran medida determinaban su manera de entender el mundo. En definitiva, todas sus actividades se desplegaban en un marco estrecho de posibilidades, restringidas por los limitados recursos de su entorno; y aunque, ciertamente, su relación con esos recursos se podía modificar a través de su selección y discriminación en función de las técnicas de explotación, la preferencia de unos u otros –y de otros muchos factores económicos y sociales–, por lo general, se haya en haber encontrado una fórmula que le permitía atender a sus necesidades de subsistencia y desarrollo, de la cual no se desprendería fácilmente. En efecto, muchos historiadores han observado que las coincidencias que en el devenir de los siglos se advierten entre las regiones naturales de la Península, los grupos étnicos primitivos y las divisiones administrativas, políticas y sociales de épocas posteriores, no siempre son casuales sino que se deben a una continuidad desde tiempos remotos de determinadas técnicas, costumbres o usos jurídicos (Dantín Cereceda, 1942; García Gallo, 1955: 676; Caro Baroja, 1985: 133; Almagro-Gorbea, 1995). Pero, en nuestra opinión, no siempre se han aprovechado suficientemente las posibilidades que este hecho presenta para el estudio de las sociedades peninsulares de épocas pasadas. 76 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 77 Probablemente una de las principales trabas a la utilización provechosa de estos “principios de continuidad” ha sido la división de la Historia en áreas académicas distintas, que no solo no han propiciado la realización de estudios en profundidad sobre los “periodos intermedios”, sino que en ocasiones han favorecido su interpretación como momentos de discontinuidad histórica absoluta. Un segundo motivo que, en nuestra opinión, ha limitado los estudios de determinados factores culturales desde una perspectiva de “larga duración” (Braudel, 2002: 147-177), deriva de la falta de trabajos interdisciplinares. I. Lo que el viento no se llevó Hoy sabemos que ni la conquista romana de nuestros territorios ni el posterior derrumbamiento de sus estructuras de dominio implicaron una desarticulación absoluta de las formas de vida prerromanas. De hecho, los últimos estudios sobre la romanización de las provincias coinciden en señalar que este proceso no supuso la uniformidad cultural de todo el Imperio sino que la naturaleza de la sociedad indígena jugó un papel importante en la configuración del producto final de tales transformaciones, retardando o acelerando el cambio, o determinando qué áreas de la cultura fueron más afectadas (Woolf, 1998: 7-16). El ámbito que mejor se ha estudiado en este sentido es el de la religión, ya que la presencia de dioses indígenas en la documentación epigráfica pone de manifiesto la pervivencia de cultos prerromanos en estado puro o en relación sincrética con la religión de los conquistadores hasta un momento bastante tardío. Pero la tolerancia que Roma profesó hacia las costumbres de los pueblos indígenas se observa también en otras áreas ya que los mecanismos de sometimiento que usó fueron mucho más flexibles y menos homogeneizadores de lo que tradicionalmente se ha considerado de forma que tuvieron cabida todos aquellos usos que no fueran contrarios a sus propios intereses (Balbín Chamorro, 2006b: 39-55). Tampoco la entrada de los musulmanes en la Península supuso una desaparición absoluta de formas de vida anteriores. Tradicionalmente, y a raíz de los trabajos realizados por Sánchez Albornoz (1966), se ha considerado que estos acontecimientos entrañaron una ruptura radical en la historia de los pueblos de la Meseta al producirse a mediados del siglo VIII d.C. 77 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 78 un vaciamiento demográfico del valle del Duero que, unido a la escasa densidad poblacional de época tardorromana, dio lugar a la formación de un “desierto estratégico”, posteriormente repoblado por colonizadores cristianos. En otros términos: se entendía que el paso a la Edad Media había coincidido con una migración a gran escala y una sustitución poblacional casi total. No obstante, las líneas de investigación actuales prefieren hablar, mas que de despoblación, de desarticulación política y administrativa de un territorio en el que, al desmantelarse los instrumentos de control político, social y económico típicos de la organización romano-visigoda, se produjo la recuperación de formas de vida arcaicas en detrimento de hábitos que probablemente nunca habían llegado a estar fuertemente enraizados. Precisamente, la perduración de algunos topónimos prerromanos o la constatación de fiestas cristianas en territorio musulmán solo se explica como consecuencia de la continuidad de una población que los conservó en su memoria colectiva (Mínguez, 1995: 69; Balbín Chamorro, 2005: 361-363). Hemos señalado estos dos momentos porque son los que, por nuestra formación académica, mejor conocemos, pero estamos seguros de que si recurriéramos a especialistas de otras áreas podrían igualmente indicar algunos aspectos presentes en su época de estudio que hunden sus raíces en etapas anteriores. No es extraño, porque, sin querer caer en un nefasto determinismo geográfico, conviene insistir en que, si bien el medio físico no determina la forma de vida de una sociedad, en mayor o menor medida sí la condiciona: los recursos de un territorio son limitados y no se modifican por el hecho de que se derrumbe una determinada estructura política (Braudel, 2002: 231). En consecuencia, cuando percibimos similitudes en el arte, la vivienda, las técnicas de cultivo, los utensilios de trabajo, e incluso instituciones y formas de organización social de diferentes épocas hay que sospechar que no siempre son casuales, sino que se pueden deber a una continuidad desde tiempos remotos de determinadas costumbres o manifestaciones culturales. Ciertamente, es absolutamente “ahistórico” extrapolar directamente lo que conocemos de una época a otra, sobre todo si se tiene en cuenta el factor temporal sobre distintos grupos humanos cuando no existe una clara línea de conexión entre ellos; pero sin 78 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 79 embargo, es igualmente evidente que el conocimiento de la forma en que hombres y mujeres se han enfrentado al mismo tipo de problemas en distintas etapas cronológicas o el rastreo de ciertos ritos más allá del ámbito cristiano pueden contribuir a que formulemos nuevas preguntas o planteemos nuevas hipótesis de trabajo relativas a épocas y ámbitos humanos, como el social y ritual, en las que los datos son mucho más escasos. II. Interdisciplinariedad metodológica Para poder llevar a cabo un correcto análisis comparativo, que permita disipar las convencionales rupturas entre etapas históricas, y definir qué aspectos han sobrevivido a lo largo de ellas es necesario tener un profundo conocimiento de los elementos a comparar y de su contexto crono-espacial. Sin embargo, por más sabio que sea un historiador “encontrará siempre y por lo general rápidamente sus límites” y es por ello que no hay otra solución que recurrir al trabajo por equipos, sustituyendo la diversidad de competencias en un mismo investigador por una alianza de técnicas practicadas por distintos especialistas (Bloch, 1998: 175). Hasta hace escasos años, el estudio de los “pueblos periféricos” de la Antigüedad se realizaba mediante métodos estancos: o bien se tomaba casi al pie de la letra a los autores clásicos o bien se centraba en el estudio de los restos arqueológicos de estos pueblos pero sin relación con las personas que los produjeron (García Quintela, 1999: 33). No obstante, desde principios del siglo pasado incluso algunos de los principales representantes de la corriente positivista imperante, vieron la necesidad de apartar las reservas académicas de la época a la hora de estudiar la Historia Antigua peninsular y trataron de combinar, con mayor o menor éxito, datos procedentes de fuentes de diversa índole, incluidas las antropológicas y etnológicas. En sentido estricto, se estaban retomando posturas que se hallaban en los albores de la Arqueología, cuando el arqueólogo británico William Thoms, allá por 1846, ante el incremento de los trabajos etnográficos, generalizó los arcaicos vocablos sajones folk y lore –el socorrido conocimiento popular– para aplicarlos al pasado; su intención de coleccionar y estudiar las tradiciones y leyendas antiguas populares tenía como única meta la reconstrucción retrospectiva del 79 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 80 pasado, el “fin esencialmente arqueológico” que ya señalara Machado Álvarez en 1882 (Navascués, 1943: 4 y ss.). Aparte de Machado, en la Península Ibérica uno de los primeros intentos en este sentido fue el realizado por A. Schulten que en sus trabajos introdujo datos topográficos o arqueológicos relacionados con los lugares y acontecimientos mencionados en las fuentes clásicas (García Quintela, 1999: 57). Sin embargo, a pesar de que su Geografía y etnografía antiguas de la Península Ibérica (1959) sigue siendo obra de referencia en los estudios sobre la Edad del Hierro peninsular, no llegó a desarrollar una línea metodológica precisa. Con más tino que éste último autor, P. Bosch Gimpera publicó en 1932 Etnología de la Península Ibérica, en la que, además de utilizar fuentes escritas, etnología y arqueología (Angulo Villaseñor, 1990: 83), señalaba la importancia de la antropología para formular hipótesis de trabajo contrastables con los datos aportados por investigaciones futuras. J. Martínez Santa-Olalla, en un trabajo titulado Esquema Paletnológico de la Península Hispánica (1941), y J.M. Blázquez, en Economía de la Hispania romana (1978), utilizaron criterios similares. Pero fue Julio Caro Baroja el autor que mejor supo desarrollar las propuestas de Bosch Gimpera, y su libro Los pueblos de España: ensayo de etnología, publicado en 1946, es un hito fundamental en el desarrollo de los estudios etnohistóricos de la Edad del Hierro peninsular. Caro Baroja supo integrar, desde la perspectiva de un historiador, datos procedentes de los autores grecolatinos, la antropología, la arqueología y su propio trabajo de campo y desarrolló un modelo de aproximación etnoarqueológica a los pueblos peninsulares de la Edad del Hierro que fue perfeccionando a lo largo de su extensa bibliografía. No obstante, y a pesar de que sus trabajos de corte folclórico y etnológico le dieron la oportunidad de profundizar en el marco social de los grupos preindustriales, juzgó inadmisible remontarse más allá de la cronología de las fuentes de la Antigüedad. Consideraba que la Iglesia cristiana, al aceptar o condenar costumbres, era un interesante ámbito para el estudio de algunas prácticas paganas que perduraron en el tiempo, pero solo en tanto que heredera de los ritos romano. Así, como estimaba que bajo la omnipresencia clásica todos los aspectos de la vida prerromana habían sido invadidos y regulados, no incidió en las posibilidades que ofrecía 80 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 81 la Arqueología combinada con los estudios etnográficos en aquellos contextos donde ésta se convierte en casi su única vía de documentación (Caro Baroja, 1965: 377 y ss.). En definitiva, la investigación sobre las culturas y pueblos célticos de la Península Ibérica no permaneció completamente ajena a los nuevos planteamientos desarrollados en otros países. Pero, en relación con el tema de este coloquio, el punto de inflexión tuvo lugar sobre todo a partir de la percepción por parte de la investigación española de nuevas corrientes surgidas en los años 60 como la Nueva Arqueología o la Etnohistoria. Esta última disciplina, surgida como método de análisis de los pueblos indígenas americanos asimilados por las culturas europeas (Cohn, 1975: 418-421), se sustenta grosso modo en el uso de tres tipos de fuentes: evidencias arqueológicas, incluyendo los restos que permiten la realización de estudios arqueozoológicos, paleoambientales y paleobotánicos (Rojas, 1997: 46); datos procedentes del trabajo de campo etnoarqueológico, que se realiza, siempre que sea posible, con los miembros actuales de las sociedades cuyo pasado se trata de reconstruir; y documentos escritos, concediendo especial importancia a los referidos al periodo inicial de contacto cultural y emanados tanto de los indígenas, normalmente escasos, como de los conquistadores (Cohn, 1975: 418). En resumen, la Etnohistoria defiende el uso en la reconstrucción de los fenómenos culturales de todos los materiales disponibles, aunque, eso sí, aplicando en cada caso el método correspondiente (Jiménez Núñez, 1972: 167; Rojas, 1997: 45-55). III. Práctica para el estudio de la Hispania céltica Resumiendo lo dicho hasta ahora, creemos que las principales trabas a la utilización provechosa de las similitudes entre distintas etapas cronológicas se debe a la división de la Historia en áreas académicas distintas, a la falta de trabajos interdisciplinares y –podríamos añadir– al rechazo frontal de las comparaciones indiscriminadas realizadas en décadas anteriores. Y es a estos problemas a los que aquí pretendemos dar una modesta respuesta. Muy limitada, desde luego, porque, aunque ciertamente nuestra formación académica es heterogénea se circunscribe a las etapas antigua y prehistórica y a los instrumentos de análisis característicos de estas dos disciplinas. Probablemente 81 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 82 los ejemplos que propondremos a lo largo de estas páginas puedan ser sometidos a crítica por otros especialistas que, desde su propio bagaje intelectual, aporten puntos de vista diferentes en cuanto a su origen y función. Con esa intención los planteamos porque, precisamente, más allá de arrojar luz sobre los casos concretos, lo que pretendemos es llamar la atención sobre lo fructífero que puede ser el uso de fuentes que, siendo de procedencia dispar, se iluminan mutuamente cuando son sometidas a un análisis interdisciplinar. III.1. Pervivencias en las técnicas de explotación del medio y cultura material A lo largo del periodo histórico que conocemos como Edad del Hierro, y especialmente en su tramo final (siglos V al II a.C.) encontramos que se desarrollan, hasta llegar a un grado máximo de perfeccionamiento técnico, una serie de herramientas. El aumento de esta enorme variedad de modelos está íntimamente asociado al perfeccionamiento de la metalurgia del hierro, que permite la producción masiva de útiles. Podemos encontrar herramientas orientadas para caza y pesca, para labores de explotación forestal, como hachas, podones, etc., para labores agrícolas, desde carros y arados hasta layas, pasando por toda clase de azadas, picos y hoces, etc. y también herramientas para el trabajo de todo tipo de manufacturas como la cantería, el cuero, los textiles, la metalurgia, etc. (Pla Ballester, 1968, 1969; Sanahuja Yll, 1971; Sievers et al. 1991: 436; Piggot, 1997; Jimeno et al., 1999; GómezTabanera, 2002; Barril Vicente, 1999, 2000, 2001, 2002; Teira Brión, 2003; Torres-Martínez, 2003). Uno de los fenómenos que ha sido sorprendentemente más minusvalorado es que la inmensa mayoría de estas herramientas se mantendrán en uso, sin que sufran apenas cambios sustanciales, durante más de dos mil años. Durante ese periodo de tiempo una abrumadora mayoría de estos instrumentos han mantenido sus diseños, desarrollados durante la Segunda Edad del Hierro, hasta el momento actual. Toda esta panoplia de herramientas, muchas de ellas enormemente polivalentes y otras altamente especializadas en determinadas funciones, se han venido empleando en la explotación de los recursos económicos principalmente, dentro de un mundo agropecuario que explota tanto recursos de tipo 82 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 83 silvestres como los domesticados. Y están íntimamente asociadas a una serie de tecnologías tradicionales de explotación del medio y de transformación de los recursos disponibles que ha mantenido gran parte de sus pautas básicas de explotación a lo largo de la Historia hasta el presente. Es en este periodo crucial cuando la industrialización de la explotación del ámbito agropecuario y la mecanización de los modos de explotación relegan estas herramientas del protagonismo central que han tenido en estas actividades. Pero hemos de destacar que en realidad no se producen modelos alternativos a los ya existentes. La visita a cualquier museo etnográfico permitirá confirmar hasta que punto todo lo expuesto a este respecto resulta ajustado a la realidad (Mingote Calderón, 1990; Monesma, 1990, 2003; Pais de Brito et al., 1996; Teira Brión, 2003). La causa de esta perdurabilidad estaría en que este tipo de herramientas suponen la confluencia de una serie de factores cruciales como son el máximo grado de conocimiento aplicado del medio, el desarrollo del mejor diseño posible de los objetos y el perfeccionamiento de unas técnicas de explotación de los recursos enormemente eficaces y rentables que permitirá que no existan variaciones sustanciales en los siguientes dos mil años (fig. 1). A este respecto resulta esencial la existencia del mantenimiento de unas constantes medioambientales y de la adaptación de las culturas humanas a su explotación y su mantenimiento a través de lo que denominamos cultura tradicional (Gómez-Tabanera, 1990; Balbín Chamorro, 2005: 360; Torres-Martínez, 2003, 2005). Efectivamente debemos considerar que este fenómeno de pervivencia tecnológica es el resultado de un proceso muy largo de adaptación a un medioambiente determinado y a sus condiciones, pero que cristaliza en realidad en un momento histórico relativamente muy corto. En este periodo se desarrollan las herramientas con las que se explotan los distintos recursos y que son resultado de unas necesidades y de una serie de técnicas de aprovechamiento del medio. Es el mantenimiento de unas constantes en el entorno (orografía, clima, ecosistemas, etc.) y en los recursos explotados (forestales, agrícolas, ganaderos, marítimos, etc.) lo que determina el mantenimiento de las herramientas a través de las que se realiza la explotación sin apenas cambios en sus diseños que perviven en uso a través de lo que denominamos cultura tradicional. También en lo que concierne a 83 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 84 las distintas técnicas de explotación de esos recursos (íntimamente asociadas a la cultura material a través de la que dichas actividades se realizan) existe una evidencia suficiente con respecto al mantenimiento tradicional de unas pautas de aprovechamiento de muy larga duración (Torres-Martínez 2003, 2005). Fig. 1: Tijeras de esquilar documentadas en el castro de Montesclaros (Laracha, La Coruña), de la Segunda Edad del Hierro (Alfaro, 1978: 302) y esquilado tradicional de ovejas en País Vasco con igual tipo de herramienta (Barandirán y Manterola, 2000: 747) Esto supone una evidente perduración cultural, y esta es constatable a través de evidencias materiales, de elementos empíricos que aparecen en los yacimientos arqueológicos y de la evidencia recogida en los Museos Etnográficos o en la vida cotidiana, incluso en la actualidad, del mundo campesino o de otros oficios como la carpintería, la construcción, etc. III.2. Pervivencias en las instituciones socio-políticas En principio, no parece viable llegar a conocer las características propias de las prácticas jurídicas indígenas a través de la etnoarqueología ya que la Historia del Derecho sólo puede ser reconstruida a partir de fuentes escritas. No obstante, aun sin disponer de más documentos que los literarios y epigráficos, es posible realizar cierta reconstrucción de usos jurídicos prerromanos a partir de datos relativos a otras épocas. Para ello es necesario tener en cuenta una serie de “principios de continuidad” que, a modo de ejemplo, hemos aplicado a los pactos de hospitalidad documentados en la Hispania romana: 84 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 85 a) El hecho de que en el área de estudio de los pueblos celtas de Hispania sea la práctica jurídica romana la mejor conocida –evidentemente a partir de su llegada a nuestros territorios– y debido a su indiscutible influencia en el desarrollo histórico de la Península, ha dado lugar a que los escasos documentos que atestiguan usos jurídicos indígenas se hayan interpretado desde el prisma romano. Esto es debido a que, como señaló hace años A. García Gallo, el historiador del Derecho “sólo cuando carece en absoluto de fuentes de conocimiento (...) dice que no sabemos. Mas cuando de una época tenemos ciertas fuentes, tiende a explicar su Derecho por ellas y suele olvidar decir que no sabemos lo que ocurre fuera del círculo a que aquéllas se refieren; así, insensiblemente, se llega a presentar como sistema típico o dominante de una época el único que conocemos por las fuentes, y a dar por inexistentes todos los demás” (García Gallo, 1955: 670). En nuestro caso, últimamente hemos podido comprobar el acierto de esta afirmación al estudiar la función del hospitium en Hispania. Como sabemos, la Península Ibérica es el territorio integrado en el Imperio Romano donde más tesserae y tabulae de hospitalidad y patronato han aparecido, y uno de los principales problemas que plantean es la presencia en varias de ellas de fórmulas jurídicas que, aunque utilizan el vocabulario latino, se alejan de lo que conocemos en la práctica institucional romana. Tradicionalmente se ha atribuido este hecho tanto a una pérdida de significado del hospitium, cuyo carácter de relación equilibrada se malogró y terminó convirtiéndose en sinónimo de patrocinium, como a un mal conocimiento del idioma por parte de los hispanos. Es decir, como señalaba García Gallo, se han explicado los datos existentes desde el único sistema jurídico que conocemos para esa época: lo que aparece en las tesserae y tabulae hispanas no sería más que Derecho Romano mal comprendido o mal formulado. Pero si observamos atentamente estas inscripciones vemos que presentan elementos propios de un medio poco romanizado: la onomástica de los participantes, la presencia de “organizaciones suprafamiliares” o la mención de magistrados –relacionados normalmente con comunidades carentes de promoción jurídica (Beltrán Lloris, 1993: 89)–, son factores que nos inclinan a pensar que en realidad las instituciones que 85 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 86 recogen son también autóctonas (García Fernández, 2000; Balbín Chamorro, 2006b: 34-37). En defensa de una lectura “indígena” de los pactos que recogen algunos documentos de hospitalidad y patronato hay que recordar, como señalamos más arriba, que el modelo cultural que utilizó Roma fue muy flexible y que, en el caso del Derecho, aunque actuó de forma enérgica contra los usos locales que afectaban a sus propios intereses, nunca tuvo el propósito consciente de reducir las diferencias que existían entre los distintos sistemas jurídicos provinciales (Galsterer, 1986; Balbín Chamorro, 2006b: 39-55). Siendo así, no podemos descartar que, al mismo tiempo que las comunidades hispanas adoptaban muchas de las costumbres y formas de vida romanas, pudieran pervivir usos indígenas y, en nuestra opinión, es desde esta perspectiva, que además encaja mejor con los datos existentes, desde donde debemos analizar las “anomalías” presentes en algunas tabulae y tesserae. b) El segundo “principio de continuidad” que hay que tener en cuenta a la hora de valorar los datos aportados por la documentación jurídica es que los límites temporales son relativos cuando se trata de hábitos consuetudinarios en evolución (Sánchez Moreno, 1996: 384): los textos relacionados con el Derecho introducido por la costumbre no son “textos petrificados” o normas carentes de valor fuera del momento concreto en que se han realizado, ya que, aunque es evidente que el documento fue efectuado en una fecha específica, el dato llegado a través de ese medio procede de un contexto que no tiene un límite cronológico tan preciso (Rodríguez Gil, 1990: 330). Ciertamente un determinado uso jurídico, si no desaparece, sufre modificaciones por el paso del tiempo y el cambio de mentalidad de la sociedad que lo utiliza, pero también hay que tener presente la posibilidad de que conserve algunas de sus características primitivas. Continuando con el ejemplo de la hospitalidad documentada en Hispania, hemos encontrado en algunas tabulae y tesserae claras equivalencias de forma y contenido con las cartas de hermandad medievales. Como no es este el lugar para hacer un análisis pormenorizado de las dos instituciones baste con decir que, grosso modo, la función de ambas fue paliar la ausencia de protección 86 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 87 legal del individuo fuera de su comunidad. Pero el motivo que nos hizo pensar en una continuidad de contenidos entre una y otra fue la presencia en algunas cartas de hermandad de expresiones contrarias a lo que se considera su “formulario tipo” y que, curiosamente, coinciden con las divergencias formularias que encontramos en las tabulae y tesserae que no se corresponden con el patrón jurídico romano (Balbín Chamorro, 2005). ¿Es viable afirmar que en las hermandades medievales se observa la pervivencia de prácticas presentes en las tabulae y tesserae de hospitalidad y patronato? Probablemente es imposible encontrar una prueba definitiva que confirme esta continuidad debido a que, como decíamos antes, la Historia del Derecho sólo puede ser reconstruida a partir de fuentes escritas que en determinados momentos no sólo son escasas sino incluso inexistentes. Pero si podemos percibir cierta continuidad en otras manifestaciones culturales como las técnicas de cultivo, las herramientas de trabajo o los utensilios de cocina, es decir, en casos en que las fuentes arqueológicas la prueban plenamente, podemos sospechar que, cuando excepcionalmente encontramos coincidencias entre datos jurídicos de diferentes épocas no siempre son fortuitos, sino que se pueden deber a una continuidad desde tiempos remotos de determinadas costumbres o usos jurídicos (García Gallo, 1955: 672). En el caso concreto del hospitium, no es extraño que una institución tan conveniente para facilitar las relaciones entre individuos y grupos, y por ello el intercambio de recursos económicos complementarios, se pueda rastrear, con este u otro nombre, a lo largo de la Antigüedad y de la Edad Media, y, en nuestra opinión, analizar las prácticas jurídicas desde esta amplia perspectiva cronológica, contribuye a comprender las características que adoptan en cada momento histórico. Aunque no admitiéramos una continuidad institucional entre las etapas antigua y medieval de la Península, el simple hecho de “echar un vistazo” a lo que ocurre en otros momentos de la Historia puede ser de mucha utilidad al permitirnos mirar con otros ojos una documentación que, por ser demasiado conocida, en ocasiones no nos aporta nada nuevo. Así por ejemplo, nos ha sorprendido encontrar en las hermandades castellanas y en datos procedentes de fuentes posteriores el refuerzo de una hipótesis cada vez más consolidada y que vincula tesserae de hospitalidad 87 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 88 con prácticas trashumantes (Salinas de Frías, 1999: 291-292; Gómez-Pantoja, 2001: 206-208; Sánchez Moreno, 1998: 74-76): en algunas cartas de hermandad se documenta que una de sus funciones era otorgar protección al ganado y a los pastores dentro de los límites de los municipios hermanados (Suárez Fernández, 1951: 12). Se ampliaba así el espacio económico de cada comunidad que podía acceder a zonas de pasto complementarias, de verano e invierno, intercambiando las propias con las de las comunidades vecinas. Por otro lado, también sabemos que hasta hace escasos años las ovejas de distintos hatajos que eran pastoreadas conjuntamente se distinguían por mutilaciones específicas practicadas en las orejas o por señales efectuadas con un hierro candente sobre la piel (Rodríguez Pascual, 2001: 135-136, 141-146). Pues bien, si una de las prerrogativas del hospitium fuera el uso común de determinados territorios, ¿no podríamos interpretar de esta forma los signos que encontramos en algunas tesserae? Quizás se trate precisamente de los distintivos de ganado de cada comunidad, cuando, para llevar a cabo una mejor explotación de los recursos, se compartiesen zonas de pasto (fig. 2) (Balbín Chamorro, 2006a: 241-243). Ciertamente no podemos descartar otras interpretaciones pero, como decíamos más arriba, el análisis de la forma en que hombres y mujeres se han enfrentado a problemas que no han cambiado sustancialmente a lo largo de la Historia puede contribuir a establecer hipótesis de trabajo que iluminen los escasos datos referidos a la organización sociopolítica de los pueblos celtas de Hispania. Podríamos poner muchos más ejemplos sobre las posibilidades que ofrece la documentación medieval para el estudio de la sociedad de época anterior: el derecho consuetudinario presente en los fueros, o la pervivencia de algunos rasgos constitutivos de las “organizaciones suprafamiliares” indígenas en documentos como el Parochiale Suevum o en las collaciones medievales de Soria hacen de ellos interesantes herramientas para los historiadores de la etapa romana y prerromana si se analizan desde una perspectiva de larga duración. Pero, como decíamos al principio, para poder aprovechar al máximo su riqueza informativa es necesario disipar las convencionales rupturas entre etapas históricas, muros imperceptibles de los que nunca fueron conscientes los individuos de la época (Asenjo González, 1999: 19). 88 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 89 Fig. 2: A la izquierda, marcas que aparecen en algunas tesserae peninsulares; para una mayor claridad expositiva, hemos suprimido los epígrafes que aparecen en varias de ellas (dibujos1-3 tomados de Gómez Moreno, 1949: 205). A la derecha marcas de cabañas documentadas a mediados del s. XVIII según Rodríguez Pascual, 2001: 147. III.3. Pervivencias de rituales socio-religiosos A diferencia de los ejemplos expuestos hasta ahora, en los que un arado o un texto de hospitalidad son susceptibles de una comparación formal y tipológica con otros casos, los rituales religiosos pertenecen a esferas de participación social de las sociedades prerromanos que, salvando algún texto clásico, epígrafe o representación gráfica, apenas se manifiestan en contextos arqueológicos y, por tanto, son ámbitos de difícil reconstrucción. En este sentido, dada su materia misma, el Folclore y la Etnología sí han sido las herramientas y fuentes más viables para el conocimiento de la evolución de las tradiciones europeas y el estudio de sociedades preindustriales, pero es a la hora de aplicarlas al proceso histórico cuando se percibe el prejuicio folclorista de las diversas ramas de la Historia: las tradiciones y ritos populares han sido despreciados por ser fruto de la imaginación e ingenuidad de los protagonistas, por ser herederos de la manipulación de las minorías rectoras, o por ser hechos cuya volatilidad impide cualquier 89 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 90 tipo de análisis de sus elementos más allá de lo que aporten las fuentes escritas clásicas y de la primera Iglesia cristiana (Caro Baroja, 1965: 378; Juaristi, 2005: 165). Por otra parte, el análisis y comparación de algunos espacios rituales, creencias o ritos de diversa índole de los que tenemos conocimiento en la Península Ibérica sí pueden presentar ciertas pautas susceptibles de ser relacionadas con informaciones arqueológicas prerromanas y, ante todo, la explicación de algunas de sus características hace necesario indagar en rasgos de la religiosidad e ideología celta aunque, como secundara el propio Caro Baroja (1965: 377), remontarnos a tiempos prehistóricos o protohistóricos es inadmisible si estos ritos no se constatan en las épocas intermedias. Para ello, es fundamental que el método sea tanto descriptivo como interpretativo (Espirito Santo, 1990: 19) y que rastree los ritos y ceremonias hasta un tiempo lo más remoto posible a través del mayor número de fuentes orales y escritas, modernas, medievales y antiguas, a fin de constatar los posibles elementos centrales o sus variaciones en un contexto geográfico e histórico muy preciso. Entre los textos a utilizar no sólo se parte del estudio pormenorizado de prácticas rituales documentadas etnográficamente sino que encontramos en la negación y la condena institucional de las mismas la evidencia de su existencia. Ahora bien, la constatación de prácticas célticas bajo el ordenamiento romano y su continuidad en rituales cristianos (Dobesch 1980: 405 y ss.; Laurent, 1995; Almagro-Gorbea, 2006), no pretende reconstruir supervivencias puras que establezcan formas rígidas de las que emana primigeniamente toda la actividad popular posterior. Esto desafiaría la variabilidad formal e interna que aporta el factor tiempo y es por ello por lo que tampoco se pretende anular las diversas maneras de asumir las creencias o las relaciones sociales por parte de los individuos implicados en dichas manifestaciones. Pero, por otra parte, el análisis y comparación de algunos espacios rituales, creencias o ritos de diversa índole sí pueden presentar ciertas características o pautas susceptibles de ser relacionadas con informaciones arqueológicas prerromanas. A continuación expondremos brevemente 3 casos en los que, partiendo del estudio pormenorizado de prácticas rituales 90 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 91 documentadas etnográficamente durante el siglo XX en un contexto geográfico e histórico concreto, se profundiza en su antigüedad y se confronta con los testimonios indígenas y clásicos de su entorno así como con otros paralelos, creemos, como ejemplo de la potencialidad de este tipo de método etnoarqueológico. Las peregrinaciones del Santo del Alto Rey (Guadalajara), Ceclavín (Cáceres) y San Torcuato (Orense) (fig. 3) evidencian aspectos de continuidad respecto a épocas anteriores tan destacados como la fecha de celebración, la territorialidad, las agrupaciones ecuestres masculinas, la vinculación de los árboles y peñas con la divinidad, la forma de manifestar la sacralidad a través de ritos circunambulatorios o la posible existencia de ritos de federación en la Hispania céltica, por lo que será necesario una breve presentación de cada caso. Fig. 3: 1.- Sierra del Alto Rey (Guadalajara); 2.- Los Caballos de Ceclavín (Cáceres); 3.- San Torcuato de San Amaro-Puxín (Orense). 1. Santo del Alto Rey (Guadalajara) La ermita del Santo del Alto Rey se halla a 1852 m.s.n.m. en el punto más alto de la sierra homónima, en las estribaciones orientales del Sistema Central, siendo un referente geográfico de primer orden. En este punto, convergían los arciprestazgos 91 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 92 de Atienza, Hiendelaencina y Galve de Sorbe (Anónimo, 1886) y, a su vez, también confluyen los términos municipales de cuatro poblaciones serranas Aldeanueva de Atienza, Pradena de Atienza, Gascueña de Bornoba y Bustares (fig. 4). Bustares, Aldeanueva de Atienza y Albendiego son los municipios que comparten tradicionalmente la propiedad el templo (Fernanz, 1985: 289). La ermita del Alto Rey está documentada desde 1197 y su valor, dadas las condiciones climáticas extremas, sus reformas y los diversos intentos de apropiación por parte de alguna de sus localidades circundantes, es mayor que el simplemente crematístico o pastoral (Ib.: 290; Herrera et al., 1990: 17). La leyenda explica su ubicación, como en muchos otros casos, por la insistencia de la divinidad de morar allí dado el retorno milagroso de las imágenes. El santuario, que está dedicado inequívocamente al “Santo del Alto Rey”, representado como un Salvador Resucitado –la presencia de la Virgen es del siglo XVIII (Herrera et al. 1990: 30)–, se caracteriza por tener su altar primigenio sobre una auténtica roca, eminente y picuda [...] que viene a ser el punto más alto de la montaña (Ib.: 20). Además de la existencia de un afloramiento de aceite sagrado –ahora agua– existía un caldero de oro (!) escondido en las inmediaciones (Anónimo 1886: 10; Herrera et al. 1990: 25 y ss.). Fig. 4: Santo del Alto Rey (Guadalajara). 1.- Somolinos; 2.- Albendiego; 3.- Aldeanueva de Atienza; 4.- Prádena de Atienza; 5.- Bustares; 6.- Gascueña de Bornoba. (A) La Caballada de Atienza (Guadalajara). 92 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 93 Descripción del rito Antes de la Guerra Civil, la romería de ascenso tenía lugar en común hacia Pentecostés y una única Hermandad todavía aglutina a toda la comarca desde, al menos, el siglo XVI (Herrera et al. 1990: 30 y ss.). Cada localidad ascendía en caballerías y a pie pero son los de Aldeanueva, Gascueña, Albendiego y Bustares los que depositan piedras en su majano respectivo, aproximadamente uno por vertiente, por cada Padrenuestro rezado para salvar a las ánimas del Purgatorio (Fernanz, 1985: 303; Herrera et al., 1990: 58). Una vez llegados, rodeaban por tres veces la ermita (Ib.: 46 y ss.) y, tras la misa al aire libre, tenían lugar subastas de donaciones y una comida campera que incluía, entre otras cosas, cabrito y cordero. Unas comunidades ocupaban un espacio en su término y otras se asentaban directamente en la meseta de la cima. A esta altura, también se daba la feria de la Iguala o de Cambios (Herrera, 1974: 61). Ya por la tarde, se iniciaban los juegos de fuerza, bailes, cantos y los concursos de engalanamiento de caballerías (Ib.: 47) para, finalmente, regresar al atardecer (Fernanz 1985: 304). 2. Los Caballos (Cáceres) La localidad de Ceclavín (Cáceres) registra en torno al día de Navidad la partida de agrupaciones juveniles de varones –borrascas– hacia la ermita de Nuestra Señora de la Encina, templo del siglo XVIII en una dehesa cercana y entre los ríos Tajo y Alagón (Fernández Sánchez, 1994: 103). La advocación de la ermita se fundamenta en dos hechos diferentes aunque ambos anteponen la sacralidad del Quercus que lo identifica y denomina. De una parte, a) el santuario está dedicado a la Virgen de la Encina y, de otra b) la leyenda reza que fue un ceclavinero quien levantó el templo a su regreso de América dada su vinculación con el milagro de la encina, en el cual un inca se convirtió al cristianismo al aparecer el cuerpo de Cristo y brotar su sangre (!) en una encina cruciforme que talaba con su hacha (Rosado, 1973: 204; Fernández Sánchez, 1994: 103) (fig. 5). Descripción del rito En esta celebración, también denominada como fiesta de Los Caballos, los jinetes dan 3 vueltas hacia la derecha alrededor del 93 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 94 Fig. 5: Milagro de la Encina. Escultura de la ermita de Nuestra Señora de la Encina de Ceclavín (Cáceres). Foto Moya Maleno, 2005. santuario con una peculiar coreografía, justificándose en ser una forma para evitar el torzón, dolor ventral de las cabalgaduras. Después regresan a Ceclavín espoleando al caballo en carreras que continúan, entre canciones e invitaciones, en las calles de la localidad. Este mismo rito podía repetirse en las jornadas siguientes (Rosado, 1973: 193 y ss.). No obstante, en la ermita también se celebra anualmente su romería específica, la Fiesta del Sermón de Gracia (Ib.: 65 y ss.) el lunes siguiente al Domingo de Resurrección, reuniendo en torno a la capilla a gran cantidad de romeros comarcales (Alcántara, Zarza la Mayor, Cachorrilla, Pescueza, Portaje y Acehuche) (Fernández Sánchez, 1994: 103). De nuevo las caballerías rodeaban la ermita en procesión con la Virgen y acto seguido se realizaba una comida campera (Ib.: 66). 3. San Torcuato/Trocado (Orense) Al noroeste de la provincia de Orense, a 550 m.s.n.m. y en la divisoria de los términos municipales de San Amaro, Cenlle y Puxín, hallamos enclavado sobre el cerro de San Torcuato una ermita tutelada por tal Varón Apostólico. La capilla controla tanto la confluencia del río Barbantiño con el río Miño como 94 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 95 el acceso al interior de Galicia (Chamoso, 1953: 296) (fig. 6) y está delimitado, al menos, por 4 cazoletas horadadas y un pequeño altar rupestre. Los materiales arqueológicos documentados pertenecen al Bronce Final y a los inicios de la Edad del Hierro (Castro, 2001: 234), si bien este tipo de petroglifos se constatan en yacimientos cercanos desde el siglo IV a.C. hasta el cambio de Era (García Quintela y Santos, 2004: 60). Descripción del rito El día de la onomástica de este controvertido Varón Apostólico, 15 de mayo, ascendían por caminos propios los romeros de las cuatro parroquias cuyos límites confluyen en la ermita: Las, Eiras, Laias y Ourantes (fig. 6), destacando la comida campera, la bendición de los campos y la delimitación simbólica de los territorios convergentes (Chamoso, 1953: 296; Castro, 2001: 232 y ss.; García Quintela y Santos, 2004: nota 6). Fig. 6: Ermita de San Trocado (Orense) y parroquias. 1.- Las; 2.- Eiras; 3.- Ourantes; 4.- Laias. Interpretación y comentario de tradiciones ambiguas Los casos expuestos constatan una serie de datos y aspectos significativos a la luz de los trabajos de Fernández Nieto (1999: 95 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 96 190 y ss.) acerca de las fiestas del Santerón de Algarra (Cuenca) y de la Caballada de Atienza (Guadalajara) (figs. 1 y 2). En este caso, el análisis pormenorizado de cada uno de los factores que destacan en las 3 ceremonias cristianas descritas excede el propósito de esta parte del ensayo, por lo que reduciremos algunos aspectos a meros apuntes, como por ejemplo su coincidente celebración en torno a fechas significativas y de constatada perduración, como las centradas entre el equinoccio de primavera y el solsticio de verano: a) La ubicación de la ermita alcarreña y orensana en cumbres destacadas presenta las mismas condiciones de lugar onfálico o de axis mundi que el culto a divinidades en las elevaciones indiscutiblemente documentadas entre los grupos prerromanos de la Península Ibérica: el teónimo de Tulonius fosilizado en el Teleno del área astúr, y en el monte Toloño (Labastida, Álava) (Sopeña, 1987: 59); Larocus en el pico de Larouco (Curral de Vacas, Tras os Montes, Portugal) (Albertos, 1974: 148); Lugus en Peñalba de Villastar (Teruel) (Marco, 1993: 46); todavía en el Mons Caius que citara Marcial (4.55.13), existe un santuario. Fuera de Hispania, el Mercurio y Júpiter del monte de Donon (Vosgos, Francia) o el Monte Albano romano, donde de la Liga Latina pudo rendir culto a Iuppiter Compages (Renero, 1999: 145; Olivares, 2002: 186) son dos ejemplos más de tal substrato indoeuropeo. b) En los casos anteriores también destaca el que en torno a ellas se organice una división cuatripartita del territorio pues nos sitúa ante una tónica que reflejan tanto las fuentes arqueológicas (Olaetxea et al., 1990: 165; Almagro-Gorbea y GranAymerich, 1991: 191-198) como las literarias del ámbito céltico. Entre estas, resumidamente, podrían destacar las tetrarquías gálatas (Str., 12.5.1); los 4 linajes célticos que acudían al santuario de Kärtner –Carintia– (Dobesch, 1980: 405); la división de los helvecios en 4 pagi (Fernández Nieto, 1999: 199); la legendaria división cuatripartita de Irlanda en torno al oenach (Le Roux, 1961: 174) o la del territorio de los celtíberos mencionada por Estrabón (3.4.13). c) Las cuatro acumulaciones tumulares de piedras en las laderas del Alto Rey que, por una parte inciden en la estructura cuatripartita, también reflejan una de las prácticas precristianas 96 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 97 ya conocidas desde el megalitismo pero cuya expansión en la protohistoria europea lo convierten en un fenómeno íntimamente ligado a la tradición céltica, con continuidad en las tradiciones posteriores, como los amilladoiros del área galaica (p.e.: Nuestra Señora de los Milagros, Caión, La Coruña). Existen numerosos ejemplos en el centro-oeste peninsular y, sin duda, tienen un paralelo directo en los cairns repartidos por toda la Europa Atlántica (entre otros, se documentan en Bretaña, Gales, Escocia e Irlanda) (Taboada, 1965: 15; García Fernández-Albalat, 1999: 31). d) Los rodeos a las ermitas de caballos y romeros que están presentes en todos los ritos descritos nos hacen retomar las noticias en las fuentes clásicas que hablan de la expresión de sacralidad de los ritos circunambulatorios, como las samnitas seguidoras de Dionisos en torno a su templo o alrededor de personas con cualidades divinas, como Vitelio alrededor de Calígula (Suet. Vit., 2.5) o Vercingétorix rendido ante César (Plut. Caes., 27.5). En la adoratio los galos también daban vueltas sobre sí mismos (Posid. en Ath. 4.36; Plin. Nat., 28.25). Se trata de una práctica ampliamente extendida que se realiza en torno a un elemento de culto central por la que los participantes lo veneran o directamente pretenden obtener la intercesión de la divinidad, como alrededor de árboles especiales (El Forcall, Castellón) (Monesma, 2001). Ejemplos en Europa podrían ser las que tienen lugar en torno a las capillas de Carnac o Saint-Cornély (Bretaña francesa) (Sbalchiero, 2002: 171). e) En dos de los casos hay una relación directa a elementos arqueológicos de cronologías célticas. De las dos inscripciones que se hallan en el paramento de la ermita de Ceclavín, la CIL II 794 es interpretada como inscripción votiva dedicada a Salamati , dios masculino de ámbito lusitano, equiparable al Reue lusitano-galaico, al Taranis galo y al Júpiter arcaico romano (Olivares, 2002: 171 y ss.). Se relaciona con las grandes divinidades soberanas indoeuropeas de las que destaca su faceta político-jurídica dentro del grupo como garantes de los pactos intercomunitarios (Olivares, 2002: 186). Por su parte, la capilla de San Torcuato está franqueada por cuatro cazoletas y un altar rupestre. Además, asociadas al cercano castro de San Cibrán de Las se hallan las inscripiones a Bandua 97 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 98 Lansbricae, a Nabia Abione y a una deidad céltica propiciatoria de la paz en el territorio: Sadu Uladu (*sed + *uledicos, según Álvarez et al., 2004: 239). Este epígrafe podría vincularse a la existencia de un santuario o lugar supracomunal y estaría en consonancia con otra inscripción localizada dedicado a Iovi en su faceta de fuente de prosperidad y de garante de los pactos entre comunidades (Castro, 2001: 235; Olivares 2002: 186; García Quintela y Santos 2004: 61). f) Si durante el segundo milenio la vinculación a eventos supracomunales de las 3 teofanías descritas es más que evidente, la interpretación de los testimonios arqueológicos también se encaminan a tal lectura, como en Salamati y Sadu UladuIovi. A ellos se podría unir también el caso del Alto Rey, pues la existencia de la leyenda del caldero, que se considera fuente inagotable de alimentos y elemento de renovación vital (Renero, 1999: 44), también se relaciona con la fertilidad agrícola y con la prosperidad comercial en función de su estrecha relación en la mitología céltica del dios astado Cernnunos (Kaul, 1991: 538; Renero, 1999: 44; Olivares, 2002: 149). Esta misma divinidad es la que Fernández Nieto (1999: 193 y ss.) también vincula filológicamente a los ritos de federación celtibérica de Santerón y la Caballada. g) También a través de la filología, Fernández Nieto (1997: 191) avanza en la noción de tutela divina de algunas ferias y de lugares asamblearios de época céltica peninsular (García Fernández-Albalat, 1999: 41; Olivares, 2002: 186), como en la misma etimología de la palabra Santeron > *sami-tero-s “el lugar/santuario que está en medio” en tanto que lugar onfálico en directa relación con el * medionementon y, en el que podía hallarse, también, la clave de la encina de la que surge el Cristo de Ceclavín (fig. 5). En este caso, como en otros tantos, en los que un Quercus se erige en demarcación territorial (Caro Baroja, 1979: 339 y ss.), como lugar de revelación mariana (Morales y Villar, 2003) o donde la manifestación divina masculina es el mismo árbol, poseen dentro de la antigüedad derivaciones inmediatas a nivel económico (Pereira y García, 2002) y desde una lectura ideológica, social y cosmogónica. h) Destacan las noticias de Máximo de Tiro (Disert. VIII, 8) según las cuales el roble es la “representación visible de la divinidad” 98 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 99 y las que ubican en el oráculo griego más antiguo, en Dodona, a Zeus sentado sobre una enorme encina sagrada en medio del santuario. La referencia de Estrabón (12.5.2) a la asamblea del consejo gálata procedente de las cuatro fracciones en las que se dividía su territorio en el Drunemeton –“santuario de la encina/árbol”– atestigua una anfictionía, tradición indoeuropea fundamentada en la reunión ex profeso de comunidades vecinas bajo la tutela divina, representada aquí en un árbol o en santuarios específicos. Es probable que la constatación arqueológica se halle en los yacimientos británicos de Witham (Essex) o Fulford (Berkshire) o en el de Navan Fort en Irlanda, que se asemeja al de Goloring (Alemania) en la aparición de un agujero de poste que pudo contener un tronco de hasta 12 metros de altura (Almagro-Gorbea y Gran Aymerich, 1991: 199-200). El rito, aunque probablemente desprovisto de su sentido primigenio, subsistió a la religión e instituciones romanas (Dobesch, 1980: 405 y ss.). Tal continuidad se aprecia cuando los padres conciliares de Toledo XII y XVI (Vives, 1963) –cánones XI y II respectivamente–, en la segunda mitad del siglo VII d.C., se quejan de la idolatría que suponía el tratamiento sagrado a los árboles, cuestión de la que Rodolfo de Fulda, todavía en el siglo IX, se haría eco entre los sajones de la antigua Germania (Eliade, 1981: 23). Sea como fuere, tal acto de solemnidad estaba auspiciado por la sacralidad del lugar de celebración que, como en los casos presentados, ha continuado manifestándose en la tradición jurídica y en el folclore peninsular (Caro Baroja, 1979: 356 y ss.). En resumen, las creencias y costumbres exteriorizadas en las romerías expuestas sólo pueden encontrar su principal causa de existencia en el desarrollo cristiano que las fundamenta y en los motivos socio-religiosos de los participantes que las realizan. No obstante, el análisis de algunos de los elementos que manifiestan permite enlazarlos con otros ritos de la Península y de fuera de ella, así como reconocer rasgos que los enraízan a cosmologías y prácticas precristianas. Si a ello se une la aproximada sincronía cronológica de los testimonios arqueológicos en los que se desenvuelven, se hace viable la utilización de métodos etnoarqueológicos, cuanto menos, para plantear nuevas 99 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 100 hipótesis acerca, en este caso, de los ritos de federación entre grupos prerromanos en relación a lugares onfálicos. El desarraigo y las transformaciones definitivas acaecidas en el seno de las sociedades rurales peninsulares a lo largo del siglo XX ha enterrado a las últimas generaciones que se desarrollaron dentro de un subsistema cultural que, hoy día, podemos considerar fundamental para acercarnos mínimamente al pensamiento, creencias y rituales de la Hispania prerromana. III.4. Un caso de pervivencia extrema: La Carisa y El Carisio. La vía de La Carisa es un viejo camino que tiene su origen en una calzada romana y que supone una de las vías de penetración tradicionales desde el foramonte cantábrico, en la zona de León, hacia la zona central del actual Principado de Asturias. E. García-Tuñón y Quirós reconoció en esa denominación un origen antiguo unido a las guerras de conquista de la zona cantábrica por Roma, en concreto, relacionó su nombre con el de Publio Carisio, Legado de la Lusitania que fue enviado por Augusto para someter a los astures hacia el año 26 a.C. (Camino et al ., 2005: 30, 34). Por las últimas excavaciones arqueológicas dirigidas por J. Camino Mayor sabemos que, efectivamente, la franja comprendida entre los concejos de Aller y Lena fue escenario de enfrentamientos entre los ejércitos de Carisio y los astures, ya que, vinculado a la vía, se documenta, en el Pico Curriechos, un campamento militar romano (Camino et al., 2005). De la existencia de una memoria colectiva que se mantiene de forma tradicional y que vincula esta vía y el yacimiento próximo con actividades militares dan cuenta los autores de la Memoria relativa a las intervenciones arqueológicas de la zona, que han realizado un impagable esfuerzo de documentación de tradiciones que están en trance de desaparecer. En este sentido, Camino, Estrada y Viniegra (2005: 37-40) han recogido los resultados del trabajo de campo de Gausón Fernández, que informa de la existencia de una leyenda en la que se alude a enfrentamientos bélicos acontecidos en los parajes próximos al monte Curriechos: En las Yanas de Curriechos habían estado atrincherados los moros mucho tiempo, sufriendo una matanza tremenda en Buschumoso, donde está la fuente de El Sepu, 100 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 101 tan grande que durante dos años hubo “cuayarones” de sangre rodando por ella arriba. Los moros que se salvaron huyeron hacia Pindietsa donde los cogieron y los colgaron -“pendiórenlos” - de una viga, de donde quedó el nombre de Pindietsa (Camino et al., 2005: 38-39). Dión Casio señala que los astures retomaron la guerra contra Roma “por el orgullo y la crueldad de Carisio...” (54.5.1) y, efectivamente, parece que la actividad del legado de Augusto en esta zona fue tan traumática que ha permanecido vigente a lo largo de los siglos en la memoria colectiva de los pobladores de la región. En este sentido, agradecemos a A. Álvarez Peña que nos haya informado sobre una referencia recogida en un manual para maestros de escuela (VVAA, 1931) que cuenta que, hasta hace pocos años, en la zona de Aller y Lena, cuando los niños se portaban mal sus madres les advertían que, si persistían en su conducta, vendría “El Carisio” y les cortaría las manos. El Carisio era considerado una especie de “Coco” u “Hombre del Saco”, y es muy revelador que el castigo que se le atribuía fuera precisamente la amputación de manos, práctica documentada entre los celtas que fue adoptada por Roma (Sopeña Genzor, 1987: 99-114). ***** “El historiador (...) no estudia el presente con la esperanza de descubrir en él una reproducción exacta del pasado. Simplemente busca en el presente los medios para entender y sentir mejor el pasado” (M. Bloch, 1998: 211). Partiendo de esta premisa, que nosotros suscribimos totalmente, con este trabajo hemos intentado demostrar que es posible realizar un acercamiento a los periodos de la historia más oscuros a través de informaciones diversas y de datos relativos a épocas distintas. También hemos querido que sea “un recordatorio para quienes han cuestionado la capacidad de las sociedades ágrafas para trasmitir inalterada y de generación en generación una información compleja” (Kristiansen y Larsson, 2005: 286). Pero nuestro intento, como señala Bloch, debe considerarse en el marco de un esfuerzo por comprender mejor la sociedad céltica, y nunca como una explicación directamente aplicable a la misma. Este matiz es fundamental, porque de lo contrario –insistimos en ello– estaríamos cayendo en el anacronismo más absoluto. 101 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 102 BIBLIOGRAFÍA ALBERTOS FIRMAT, M. L. (1974): “El culto a los montes entre galaicos, astures y berones y algunas de las deidades más significativas”, Estudios de Arqueología alavesa 6, 147-157. A L FA R O G I N E R , C. (1978): “Algunos aspectos del Trasquileo en la Antigüedad: a propósito de unas tijeras del Castro de Montesclaros”, Zephyrus XXVIII-XXIX, 299-308. A LMAGRO -G ORBEA , M. (1995): “Aproximación paleoetnológica a la Celtiberia meridional: las serranías de Albarracín y Cuenca”, en F. Burillo (coord.), Poblamiento Celtibérico. 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Se analizan las posibles relaciones entre una divinidad celtibérica, el deus Aironis, conocida a través de un ara de época romana aparecida junto al nacimiento de un manantial en las proximidades de Uclés, con el topónimo “pozo airón”, constatado desde la Baja Edad Media y ampliamente distribuido por la geografía española, principalmente por las tierras de la Meseta, habiendo perdurado como expresión equivalente a “pozo o sima muy profunda”, y con la tradición folclórica del “pozo Airón”, recogida en el romancero sefardí, en obras de la literatura española y en diversas tradiciones y leyendas, a menudo relacionadas con episodios truculentos. 1. La documentación arqueológica: El pozo sagrado de Fuente Redonda y el santuario del deus Aironis. En las proximidades de la localidad conquense de Uclés fue hallada a inicios del siglo XIX un ara de piedra calcárea dedicada al deus Aironis (?) –o quizás Airo- (Deo Aironi, dat.) por una familia del pago oculense (CIL II, 5888; Almagro Basch 1984: nº 15) (Fig. 1,A-B). La pieza ha sufrido desperfectos en su parte superior y lado derecho, que afectan a varias letras. Sus dimensiones son: 75 x 38 x 27 cm, oscilando el tamaño de sus letras, de factura tosca e irregular, entre los 8 y 5 cm de altura. La transcripción del texto, que cabe fechar posiblemente en el siglo II d.C., es la siguiente (Almagro Basch 1984: 83 s.)1: 1 Quiero manifestar mi agradecimiento al Dr. Martín Almagro Gorbea, por su amable invitación a participar en el I Congreso de Etnoarqueología de los Celtas en Hispania retomando un tema que ya había abordado, aunque de forma tangencial, al estudiar el santuario de Fuente Rendonda y la necrópolis de Haza del Arca, en Uclés, aportándonos asimismo noticias de primera mano sobre el tema. Igualmente, a Miguel Salas, cuya exhaustiva recopilación 109 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 110 Deo A / ironi fecit fa / milia oc / ule(n)s(is) Vse(tana?) / C(aius) Titiniu[s] / Crispinu[s] Sobre la procedencia del ara, Rada y Delgado y el P. Fita (1889: 109) indican que, ya a principios del siglo XIX, “el ara del dios Airón, titular del pozo y remanso”, fue trasladada desde el sitio conocido como Fuente Redonda, a un cuarto de legua al Oriente de Uclés, al convento de religiosas dominicas de la citada villa, empotrándose en la parte exterior de la tapia de la huerta. La pieza fue posteriormente recuperada por Román García Soria, vecino de Uclés y pionero de las investigaciones arqueológicas en la comarca, y llevada en septiembre de 1888 al naciente Museo Arqueológico de Uclés (Rada y Delgado y Fita 1889: 151). Por su parte, en el primer tomo de su obra sobre Uclés, Pelayo Quintero Atauri (1904: 24) indica que el ara fue encontrada “en el lugar en que nace el caudal de aguas que surte al pueblo”, que no es otro que el manantial conocido como Fuente Redonda (Fig. 1,C), “llamado así por estar rodeado de una construcción de cantería de forma circular, en gradería. Hoy está casi cegada por falta de cuidado” (Id., Ibid.: 20, nota 1)2. Aunque pasó al Museo Arqueológico Nacional en 1891, fue trasladada después al Museo Monográfico de Segobriga, donde en la actualidad se encuentra, siendo incluida por Almagro Basch (1984: 83 s.) en la monografía sobre las inscripciones de la ciudad. Aunque, como veremos (vid. infra, §1.1), García Soria realizaría excavaciones en las inmediaciones de Fuente Redonda, tales intervenciones no afectaron directamente a la estructura, por lo toponímica resulta esencial para estudiar el tema, quien nos ha tenido puntualmente informado de todas sus investigaciones sobre los “pozos airones”. No nos olvidamos de los Dres. Fernando Alonso Romero, Juan Luis García Alonso, Juan Carlos Olivares, José Manuel Pedrosa y Javier Velaza, quienes nos han ido dando informaciones inéditas o con quienes hemos discutido diferentes aspectos del tema, agradecimiento que hacemos extensivo a D. Julián Torrecillas, D.ª Ana Gálvez y a los miembros de la Fundación Belenos, por idénticas razones. También al Dr. Juan Manuel Abascal que nos proporcionó la fotografía de la inscripción de Uclés. 2 No obstante, en la documentación inédita de Fita relativa a su viaje a Uclés de 1888, conservada en la Real Academia de la Historia (Abascal 1999: 185), se especifica, como el lugar exacto de procedencia de la pieza, La Aldehuela, cerca de Fuente Redonda, lo que confirma Quintero Atauri (1913: 100), según el cual, “procede del sitio llamado Aldeula <?>, a medio kilómetro al saliente de Uclés”. 110 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 111 que carecemos de información sobre su fecha de construcción3. Las noticias más antiguas se remontan al siglo XVI, estando recogida su descripción en las Relaciones topográficas de Felipe II (pág. 536), confirmando que, al menos en esa época, estaba rodeada de una cerca, actualmente desaparecida: 23. Es muy abundante en agua, a causa que en él hay una fuente, que dicen Fuente Redonda, que está un cuarto pequeño de legua de la villa, de donde sale el arroyo arriba dicho, que jamás crece ni mengua. Es un edificio redondo en compás que tiene una cerca de calicanto hasta los pechos en derredor, y por dentro un andén para andar por ella. Tiene en hondo tres estados y más; y baxan al suelo por unas escaleras que están hechas de piedra, y tiene en ancho setenta pies, y suele mondarse con unas sangrías que tiene por baxo. Es de muy linda agua. Hay en ella peces pequeños, que ninguno llega a tres onzas. Solían beber de esta fuente los vecinos, y porque tenía muchas ovas y peces el señor Gobernador que ahora al presente es ha traído de más arriba de esta Fuente Redonda una fuente a la villa de Uclés … En general, los diferentes autores que han tratado el tema (Rada y Delgado y Fita 1889: 111; Blázquez 1962: 167 s.; Id. 1977: 307; Almagro Basch 1984: 84; Sopeña 1995: 166, 229) coinciden en destacar el carácter indígena del dios Airon , considerando que se la daría culto en las fuentes y, sobre todo, cerca de simas y pozos profundos naturales, particularmente si existen sobre ellos leyendas terroríficas, pues desde el hallazgo de la inscripción esta divinidad se ha venido relacionando con el topónimo “pozo Airón”, del que se conocen numerosos ejemplos en nuestra geografía ( vid. infra, §2). A este respecto, Quintero Atauri (1913: 100) consideraba que se trataría de un dios “indudablemente regional, por lo corriente que es dar este nombre a las simas y pozos profundos, pudiendo bien referirse, bien al nacimiento del Bedija que brota en lugar próximo y con caudal de No obstante, el lugar ha sido objeto de “limpiezas”, la última no hace muchos años, al parecer a los rellenos más superficiales (agradecemos la noticia a D.ª Ana Gálvez, concejala del Ayuntamiento de Uclés). 3 111 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 112 aguas, o bien a una cueva que existe no muy lejos de este sitio, llamada Cueva del Aire, por un ruido especial como de zumbido del aire que percibe al asomarse a su angosta entrada”. Diferente es la propuesta de Olivares (2002: 118), pues considera que la divinidad aparecería citada por un apelativo, relacionándose con la fuente citada, dado su lugar de aparición y su nombre, pues, como se ha indicado, todavía hoy, el término “Airón” remite en algunos lugares a pozos o simas. Por lo que respecta al carácter de esta divinidad, el autor considera (Id., Ibid.: 119) que, por su apelativo, se vincularía directamente al pozo -tomando un carácter tópico-, destacando, asimismo, su carácter local y privado, dado que la ofrenda fue realizada por unos individuos pertenecientes a un grupo familiar de la zona. El interés de esta inscripción es múltiple, pues viene a constatar la existencia del culto en la zona a una divinidad indígena posiblemente celtibérica (vid., en relación al carácter céltico –y más específicamente celtibérico- del topónimo, García Alonso, en esta obra, sugiriendo su relación etimológica con el protocéltico *ario- ‘señor’) y la posible identificación del lugar donde tal culto se llevaría a efecto, al tiempo que plantea la posibilidad de retrotraer a época prerromana el origen de una extensa documentación toponímica –la del “pozo Airón”-, y de una tradición folclórica relacionada con estos espacios naturales generalmente acuáticos, bien documentadas desde época bajomedieval y moderna (vid. infra, §2 y 3). Asimismo, explicita el topónimo que en época romana -y prerromana (?)- recibiría la villa de Uclés, como confirma la concordancia del término con las formas medievales con que aparece designada -Oclés o Uclís- (Rada y Delgado y Fita 1889: 109; Quintero Atauri 1913: 100). Aunque se ha señalado que la villa correspondería a la antigua Ocilis (Almagro-Gorbea 1995: 443), Marques de Faria (2003: 224) ha propuesto que el topónimo debería corresponder con el de filiación latina Oculis, al que se le puede atribuir el significado de “manantial”, “ojos de agua”, lo que para el autor se explicaría por su relación con el nacimiento del río Bedija –topónimo de origen celta-, pues hay que recordar que Rada y Delgado y Fita (1889: 108 ss.; Fita 1910: 254 ss.) situaban en este lugar el nacimiento del río Bedija, que en realidad se localiza a algo más de 6 km al noreste de Uclés, próximo a la villa de Rozalén del Monte. 112 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 113 1.1. El “paisaje” en época prerromana y romana. En el paraje conocido como Haza del Arca, próximo a la Fuente Redonda, García Soria, realizó excavaciones arqueológicas a finales del siglo XIX, documentando una extensa área funeraria en la que se han podido individualizar al menos dos momentos de uso, uno perteneciente a la Edad del Hierro y otro de cronología altoimperial, al parecer sin continuidad entre ambos, al tiempo que otros materiales indican ocupaciones esporádicas del lugar en épocas posteriores (Lorrio y Sánchez de Prado 2002; Lorrio 2006). Parece necesario explicar, por su cercanía, las posibles correlaciones existentes entre los hallazgos de Haza del Arca y el santuario vinculado al nacimiento de un arroyo en el que se rendiría culto a una divinidad acuática localizado en sus proximidades, así como su relación con otras posibles evidencias localizadas en el territorio uclense (Lorrio y Sánchez de Prado 2002). Para época prerromana, tan sólo contamos con la segura evidencia de la existencia en la zona de una importante necrópolis de incineración en urna, cuya cronología se remonta al siglo VI a.C., claramente relacionadas con otras localizadas hacia el Occidente de la provincia de Cuenca, ocupando las cuencas altas del Riánsares, el Cigüela y el Záncara, entre las que destaca el cementerio de Las Madrigueras, en Carrascosa del Campo (AlmagroGorbea 1969), próximo a Uclés, cuyo fase más avanzada, que alcanzaría el siglo III a.C., estaría caracterizada por la presencia de cerámicas a torno así como importaciones llegadas desde el Mediterráneo, especialmente cerámicas áticas, junto a piezas claramente excepcionales en tales contextos, como el olpe etrusco-itálico hallado en Haza del Arca (Lorrio 2006). No parece posible vincular la necrópolis de la Edad del Hierro con el cementerio altoimperial localizado en la misma zona (vid. infra), cuyas motivaciones para la elección del lugar tampoco debieron ser las mismas, pues, además de la cercanía al hábitat correspondiente, en el primer caso seguramente debió prevalecer la proximidad a un curso de agua y el carácter llano de la zona, como suele ser habitual durante esta época (id. 2005: 111), mientras que en el segundo habría primado la proximidad a una importante vía de comunicación. En cuanto al santuario, confirmado por el hallazgo de un ara votiva, aunque la inscripción remite a época romana, el carácter 113 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 114 claramente indígena de la divinidad permite aventurar su existencia en época prerromana, pues sabemos que en la religión céltica muchas de las divinidades aparecen vinculadas con espacios naturales, como fuentes o manantiales, como sería el caso de un monumento rupestre conocido como “Santuario de Diana” (Almagro-Gorbea 1995: 65 ss.), localizado cerca de Segobriga, a pocos kilómetros de Uclés, junto al trazado de la vía romana procedente de Cartago Nova, en un entorno boscoso, interpretado como un lucus o bosque sagrado, en cuyas proximidades se ubicaría un pozo sacro y otras figuras rupestres, habiéndose encontrado asimismo un árula dedicada a Diana y restos de otra incompleta. Aunque su uso sólo se atestigua a partir del siglo II d.C. en adelante, para Almagro-Gorbea (ibid.: 78.) su origen sería indudablemente prerromano. Para época altoimperial la información es más abundante, pues a los datos relativos al cementerio y al santuario, con seguridad en uso durante este momento, podemos añadir algunas noticias sobre el posible hábitat o la propia vía romana, elemento éste de gran interés, pues el trazado de la vía que uniría el Levante y la Submeseta Sur, de gran importancia económica y dotada de las construcciones habituales para su servicio, articularía el paisaje a su paso por Uclés, con un conjunto de evidencias, como la necrópolis o el santuario citados, que formarían parte habitual del paisaje de estas vías romanas. Así, las necrópolis se situaban, en general, a la salida de las ciudades y junto a las vías, teniendo un buen ejemplo de ello en la vecina Segobriga (Almagro-Gorbea y Abascal 1999: 113), siendo también habitual el encontrar junto a ellas otros elementos, como pozos o conducciones de agua (Palomero 1987: 206), y santuarios, como el ya citado sacellum de Diana (Almagro-Gorbea 1995: 66 ss.). La propia inscripción votiva nos ofrece información al respecto. Está ofrecida por una familia, término que debe referirse al conjunto de libertos y esclavos de un fundus, posiblemente un pagus o vicus oculensis, que podría localizarse en las inmediaciones de la Fuente Redonda, si valoramos la presencia en la zona de la necrópolis, así como de los restos de construcciones mencionados en sus inmediaciones, evidencias con las que cabría vincular a los miembros de dicha explotación citados en la inscripción, dependiente administrativamente del territorio de Segobriga. 114 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 115 2. El topónimo “pozo Airón” Como hemos señalado, desde que el ara votiva fuera dada a conocer, se ha relacionado el deus Aironis al que se dedica con el término “Airón”, bien conocido en la toponimia peninsular. Así lo destacan Rada y Delgado y Fita (1889: 111), señalando que el nombre lo reciben un pozo del término conquense de Garci Muñoz –se refiere al Pozo Airón de La Almarcha-, otro de Hontoria del Pinar, Burgos y una plazuela de Granada, donde al parecer hubo una sima. En realidad la lista es mucho más extensa, como demuestran las incorporaciones que, desde diversos campos, se han venido realizando desde entonces (Herrero 1941; Sánchez Mazas 1956: s.v.; Blázquez 1962: 168; Cordente 1990: 68; Blanco 1992: 91 s.; Pedrosa 1993: 264, 270; Fuentes 1997: 128; etc.)4, aunque la recopilación más completa se debe a Miguel Salas Parrilla (2005: 69-98; Ibid. 2006), quien ha recopilado los topónimos “Airón” y relacionados, como “Pozo Airón”, “Airón”, “Ayrón”, “Airones”, “Pozairón” o “Lairón” –contracción de “El Airón”- a partir de la consulta de las noticias aportadas por los geógrafos o los historiadores que desde el siglo XVI se han interesado por el tema, el mapa topográfico 1:25.000 del I.G.N. o encuestas de diverso tipo (Fig. 2 y Tab. 1). El listado incluyó un total de 60 ejemplos para territorio español (id. 2005: 69-98), después incrementados con otros 8 casos ( id., 2006.) 5, 4 Además de los casos citados, tales trabajos recogían otros “pozos airones”, como los identificados en las localidades cacereñas de Valdelacasa de Tajo y Valdefuentes (Sánchez Mazas 1956: s.v), este último cerca del río Tamuja, en una dehesa en la vereda de Montánchez a Cáceres; y al que probablemente se refieren Rodrigo y Haba (1992: 378) al mencionar un pozo con tal apelativo en la zona de Montánchez; Ciudad Rodrigo (Salamanca) -donde Blázquez (1962: 168) menciona varias fuentes con el nombre “Airón”, mientras Salas (2005: 76) tan sólo documenta un pozo y un paraje con ese nombre-; Ahigal de Villarino y Villar de Peralonso (Salamanca) (Blanco 1992: 91 s.); Orellana (Badajoz) y Tejerina (León) (Pedrosa 1993: 264 y 270); Valeria (Cuenca) (Fuentes 1997: 128); etc. 5 Miguel Salas en su infatigable labor de recopilación nos comunicaba la identificación de un nuevo “pozo Airón” en un paraje localizado en Valhermoso de la Fuente (Cuenca), cerca de Alarcón, recogido en la cartografía de IGN como “Pozo Hirón”, en lo que sería un simple error de transcripción (M. Salas, comunicación personal). A ellos, cabe añadir la referencia genérica a “pozos” con ese nombre en Toledo, recogidos igualmente por Salas (2006: 7). Finalmente, tenemos conocimiento de la existencia de unos Duques de Airón en Plasencia (Blázquez 1963), así como de un topónimo relacionado en las Islas Cíes. Asimismo, 115 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 116 aunque, como reconoce el autor, no todos ellos son fácilmente relacionables con Airón. En un porcentaje elevado se trata de hidrónimos, vinculados con pozos, lagunas, arroyos o fuentes, contando con un buen número de parajes sin aparente vinculación con puntos de agua, algunas cuevas o simas, así como algunos caseríos o poblaciones (Fig. 3). Su dispersión se centra fundamentalmente en la Meseta y tierras aledañas, con algunos casos en Andalucía y Murcia, aunque los ejemplos murcianos correspondan al topónimo “Lairón”, asociándose en todos los casos a parajes, por lo que quizás deberían desvincularse del conjunto (Fig. 3,A y Tab. 1), al menos en estos casos, aunque en la Meseta el topónimo “Lairón” no haya duda en relacionarlo con “Airón” (Salas 2005: 16; García Alonso, en esta obra), relacionándose con puntos de agua, como en Tresjuncos (Cuenca), con un pozo “Lairón” (Salas 2005: 71), Tejerina (León), donde existe una laguna conocida como “pozo Airón o Lairón” (Pedrosa 1993: 270), en San Estebán de Gormaz, donde existe un pozo “Lairón” (Salas 2005: 74), o en Valeria, en cuya iglesia existe un “pozo Airón” o “Lairón” ( Id., Ibid. : 16). Otro caso sería el de “Cairón” que posiblemente no debemos relacionarlo con el resto de las evidencias6 (vid. al respecto, no obstante, García Alonso, en esta obra), por lo que parece más adecuado desestimarlos, al menos en principio, sobre todo si, como ocurre en los casos conocidos, se asocian a parajes o barrancos, no estando confirmada su relación con pozos, lagunas o similares. Excluidos los casos dudosos, como “Cairón”, “Fontarrón” o los “Lairones” murcianos asociados a cortijos, o los relacionados con poblaciones de diversa entidad, la mayor parte de los topónimos “Airón” y relacionados, como “Pozo Airón”, “Airón”, “Ayrón”, “Airones” o “Pozairón (Fig. 3,A), se asocian directamente a en las cercanías de Becerreá, donde existe un Río Carballal de Fontairón, la autovía del Noroeste atraviesa un “viaducto del Aira”, que cabría relacionar con el que aquí estudiamos. En cualquier caso, estamos convencidos que la lista se incrementará en los próximos años. 6 Respecto a la posible relación entre Airón y este topónimo documentado en sendos parajes de la provincia de Pontevedra y en un barranco de la de Valencia (Salas 2005: 98), vid. García Alonso, en esta obra, aunque, al menos en la zona asturiana el vocablo “Cairón” tendría el significado de “precipicio” (agradecemos la información a los miembros de la Fundación Belenos). 116 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 117 hidrónimos (36 casos: 9 lagunas, 21 pozos, 4 arroyos, 1 fuente y 1 cascada), 6 son simas (5) o cuevas (1), mientras que 21 son parajes sin relación con puntos de agua, aunque en muchos casos el topónimo sea el de “Pozo Airón” (Fig. 3,B; Tab. 1). Aun cuando el topónimo no se documenta en el caso de Fuente Redonda, sí está constatado el topónimo Aire para denominar una cueva localizada en las inmediaciones del lugar de procedencia del ara (vid. supra), al parecer por el sonido que producía el aire en la cavidad -aunque no pueda desestimarse su relación con los “airones” comentados-, que también encontramos en una sima próxima al yacimiento arqueológico de El Pico de la Muela (Valera de Abajo) (Julián Torrecillas, comunicación personal), cercano a la ciudad romana de Valeria (Cuenca). Para Portugal, Salas (ibid.: 86) recopila las formas “Airão”, “Airães”, “Poçairão” y “Poceirão”, con unos pocos ejemplos, siempre poblaciones, en su mayoría localizados en el noroeste del país (Tab. 2)7. Asimismo, incluye, aunque con dudas, el topónimo “Airó” relacionado con un pueblo y una sierra del distrito de Braga (Salas 2005: 86), aunque, como el autor destaca, la búsqueda no ha sido tan exhaustiva como en territorio español (Fig. 2)8. De gran interés resulta la existencia del hidrónimo Airon , del que se conocen dos ejemplos en territorio francés, recogidos por Dauzat et al. (1978: 18) -que plantean su relación con otros hidrónimos como Aire, con cuatro ejemplos, y Airan, con un caso conocido-9 confirmando, de acuerdo con la etimología 7 A esta lista cabe añadir Airão, en el municipio de Felgueiras (distrito de Oporto). 8 En este sentido resulta interesante el significado que del término “airão” recoge D. Ortega Cavero (1990: s.v.) en su Diccionario Español-Potugués, Portugués-Español: “poço mourisco muito fundo” -que, como sugiere Salas (2005: 102), parece relacionarse con el supuesto origen árabe del topónimo (vid. infra)-, aunque otros diccionarios de la lengua portuguesa consultados (Figueiredo 1939, s.v; diversos diccionarios on line) no recojan esta acepción. 9 Además, Salas (2005: 87) recoge algunas poblaciones con ese nombre en territorio francés, así como algún supuesto hidrónimo, como el Lac de l’Airon (Haute Savoie), en realidad un lago artificial para la fabricación de nieve y para consumo de agua potable, de reciente creación (1996-97), aunque la evidencia del topónimo en la zona es incuestionable, localizándose en las cercanías el Col de l’Airon; asimismo recoge un caso en Gales, aunque nosotros sólo hayamos identificado la forma Aeron. 117 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 118 propuesta por García Alonso en esta obra, un genérico origen céltico que explicaría su dispersión (Fig. 4 y Tab. 2). Sin duda, el “pozo Airón” más conocido es el de la localidad conquense de La Almarcha, ya citado por Rada y Delgado y Fita ( vid. supra ) aunque relacionándolo con la vecina localidad de Castillo de Garcimuñoz, a cuya jurisdicción perteneció. Así lo confirma Ambrosio de Morales (1575: 175) al señalar, ya avanzado el siglo XVI, que “El pozo Airón, tan celebrado en nuestros cantares, es un lago no muy grande, más muy hondo, cerca de la villa llamada Castillo de Garci Muñoz, en la Mancha”. Las noticias sobre este “pozo Airón” han sido recogidas de forma exhaustiva por M. Salas (1980: 37 ss.; y, sobre todo, 2005: 19-42), aportando abundante información del que, como dice el autor, “es el más famoso entre todos los pozos ‘Airón’ de la península Ibérica y al que se refieren la mayoría de los geógrafos e historiadores cuando hablan del ‘pozo Airón’” (Id., Ibid.: 19), siendo, asimismo, del que tenemos constancia documental más antigua, pues es citado a inicios del siglo XIV por el Infante Don Juan Manuel en su obra El libro de la caza (1325). A partir del siglo XVI son muchas las noticias sobre esta laguna (Salas 2005: 20 ss.), siendo incluso objeto de visitas regias, coincidiendo todas ellas en destacar, como resume Salas (Ibid.: 31 s.), su gran profundidad –para algunos sería incluso un “ojo de mar”-, el que nunca se seque10, el carácter salino de sus aguas, la ausencia de peces o el miedo a bañarse en sus aguas, existiendo también alguna leyenda relacionada con episodios truculentos allí ocurridos, como la de “don Bueso” (vid. infra), tradiciones que, como veremos, acompañan a éste y a otros “pozos airones” de la geografía peninsular. En general, la mayor parte de los investigadores que han abordado el tema en fecha reciente asumen, con mayor o menor convicción, la correlación entre el topónimo “Airón”, o “Pozo Airón”, y el nombre de la divinidad indígena localizada en Uclés ( vid. Rada y Delgado y Fita 1889: 111; Morán 1946: 23; Blázquez 1962: 167 s.; Almagro Basch 1984: 84; Salinas 1984-85: 90; Pedrosa 1993: 264 s.; Fuentes 1997: 128; Lorrio y Sánchez de 10 El pozo se habría secado por primera vez, según señala Salas (2005: 33), en 1995 y, de nuevo, en el verano de 2006 (Salas, comunicación personal). 118 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 119 Prado 2002: 185 s.; Salas 2005: 111 ss.; Id. 2006; etc.). Así lo manifiesta explícitamente Fuentes (1997: 128), quien supone la existencia en Valeria (Cuenca) de “un templo dedicado precisamente a una divinidad infernal de las aguas: el templo de Airón, dios indígena bien conocido por la toponimia en otras zonas de la Meseta y en la provincia de Cuenca en Uclés a través de un epígrafe”, cuyos restos habían sido utilizados en la construcción de la misma iglesia de Valeria, en cuyo interior se ubica un “pozo Airón”, con fama de no secarse nunca, aunque los demás del pueblo lo hayan hecho. Efectivamente, resulta evidente la semejanza que presentan ambos elementos onomásticos, al tiempo que la preferente relación del topónimo o sus variantes con puntos de agua, sobre todo lagunas, pozos o fuentes, así como cascadas, arroyos -y, fuera de nuestras fronteras, ríos-, pero también simas y cuevas, encuentra su correlación con el presumible carácter acuático de la divinidad, todo lo cual permitiría plantear que el “Airón” de la toponimia pudiera derivar del teónimo –que, no hay que olvidarlo, tan sólo está documentado en la inscripción de Uclés, aunque justamente sea la provincia de Cuenca una de las que más documentación toponímica aporta sobre el tema-, sin que, por otro lado, haya argumentos concluyentes desde el punto de vista lingüístico como para negar esa posibilidad (vid. J. Velaza, comunicación personal, y García Alonso, en esta obra). De esta forma, el teónimo celtibérico Airón (sobre su posible etimología céltica, vid. García Alonso en esta obra)11 podría 11 Existen otras propuestas sobre la etimología del topónimo, que en general la desvinculan de su posible relación con el teónimo localizado en la inscripción de Uclés (vid. Salas 2005, con las opiniones al respecto). En este sentido, se ha propuesto una posible etimología árabe relacionada con la gran profundidad que en general alcanzaban estos “pozos airones” (Starbi 1922; vid. Salas 2005: 84), pues el término estaría haciendo referencia a unos pozos muy profundos construidos por la población islámica para recoger agua de lluvia. Así, quedaría plasmado en algunas noticias de los siglos XVII y XVIII sobre el “Pozairón” de la ciudad de Granada, cuyo nombre se debería a ser “muy profundo y ancho” o por ser “pozo grande” (vid. Salas 2005: 83 s. y 102, donde recoge tales noticias), lo que por otro lado coincide con el significado recogido en el Diccionario de la Lengua Española en la primera de sus acepciones (vid. infra). La existencia del teónimo en época romana, así como de los hidrónimos identificados fuera del territorio peninsular sugieren más bien que el antiguo topónimo Airón –presu- 119 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 120 haberse mantenido en la toponimia local y el folclore hasta época reciente12, aunque la consideración de Airón como un teónimo difundido por toda el área céltica de la Península Ibérica estaría en contra de lo que muestran los datos epigráficos, que no ofrecen teónimos comunes a, por ejemplo, las áreas vettona y celtibérica, resultando aún más problemático dada la dispersión del topónimo en territorio de la actual Francia. En este sentido, Olivares (2002: 119) considera que la divinidad aparecería citada por un apelativo13, que, dado su lugar de aparición, se relacionaría con la fuente mencionada más arriba, teniendo su denominación, por tanto, un carácter puramente tópico, por lo que la extensión del topónimo no implicaría, al menos necesariamente, la del propio culto a la divinidad. No obstante, aunque el carácter familiar de la dedicación sugeriría una divinidad relacionada con la salud, la fertilidad y la economía privada, habría que tener en cuenta que, como señala el propio Olivares (Ibid.: 119), en otros ámbitos de la Europa céltica, una divinidad adorada en este tipo de contextos podría ser también la del dios supremo de los galo-romanos, vinculado al Júpiter romano, del cual se conocen columnas con su representación ubicadas en fuentes, manantiales y nacimientos de ríos. De esta forma, si la identificación de una divinidad indígena de carácter acuático asociada con el nacimiento de un manantial, a la que se daría culto en una fuente, permitiría constatar la perduración de los cultos de origen celta en época romana -en muchos casos vinculados con espacios naturales, como fuentes o manantiales-, más complejo es establecer en qué medida el topónimo miblemente relacionado con un antiguo teónimo celtibérico- fuera asimilado por las poblaciones musulmanas tras su llegada a la Península Ibérica, lo que explicaría el caso granadino, además del hecho de que, como señala Salas (2005: 103), la mayor parte de los lugares con los que se relaciona el topónimo en la actualidad no parecen corresponder estrictamente con los pozos de obra o aljibes a los que haría referencia la supuesta voz árabe original. 12 Así lo explicita Pedrosa (1993: 295), para quien “la relación entre el topónimo que repetidamente asoma e nuestra geografía y en nuestra literatura y la antigua deidad prerromana internacional relacionada con el mundo de ultratumba y que exigía exvotos y sacrificios en los pozos, es no sólo sugerente, sino además convincente”. 13 En relación con los teónimos citados en la epigrafía votiva únicamente por su apelativo, vid. Olivares 2002: 27, 48 ss. 120 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 121 “pozo Airón” y derivados se correlacionan con el teónimo localizado en Uclés y hasta qué punto la actual dispersión del topónimo puede aportarnos alguna información sobre la extensión del culto prerromano, ya que como señala García Alonso no debemos desestimar la posibilidad de que el término “pozo Airón”, y sus variantes, pudieran haber entrado en el léxico común castellano, lo que podría ser el caso, a nuestro entender, de los “Lairones” identificados en la Región de Murcia o Granada. En este sentido, no debemos olvidar que la expresión “pozo airón” ha quedado recogida en la lengua castellana como sinónimo de “pozo o sima de gran profundidad” (vid., Diccionario del Uso del Español de María Moliner, 1982, y Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, 1984), siendo introducido por José Torres Mena en el Diccionario Enciclopédico de la Lengua Española, ya en 1853 (voz “Almarcha”) (vid. Salas 2005: 25)14. 3. Folclore y “mitología” Sin duda uno de los temas de mayor interés es el conjunto de leyendas y tradiciones ligadas a estos “pozos airones”, generalmente relacionadas con episodios truculentos, no ajenas a influencias de diversa índole. Cabe mencionar algunos romances, destacando el conocido como “El pozo Airón”, documentado en la comunidad sefardí de Salónica, u otro del mismo nombre, y en parte relacionado con el anterior, identificado entre la comunidad judeoespañola de Tetuán a inicios del siglo XX (vid., al respecto, Pedrosa 1993: 261 s. y 265 s.), que presentan algunas diferencias poéticas y argumentales, pero también sorprendentes similitudes con las leyendas conservadas de algunos “pozos airones” españoles, tema objeto de una reciente revisión por J.M. Pedrosa (ibid: 266 ss.); entre tales leyendas destaca la relacionada con el “pozo Airón” de La Almarcha, publicada por Miguel Salas (1980: 51 s.; 2005: 57 ss.). La coincidencias temáticas y/o onomásticas que se observan entre los romance sefardíes citados o entre el romance tetuaní y la leyenda conquense sugieren a Pedrosa (1993: 266 ss.) 14 La voz no aparece en cambio recogida en el Diccionario de la Real Academia Galela (1997), lo que coincide con la escasez del topónimo en el territorio de la actual Galicia, restringido a la zona más oriental de la provincia de Lugo. 121 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 122 que tales fábulas deriven de un prototipo común, “presumiblemente español”, a su vez conectado con otras ramas baládicas europeas, observándose “dos áreas de distribución y dos tipos argumentales básicos: en el oriente mediterráneo existe un romance sefardí y una balada griega que tienen como protagonista a un joven abandonado por sus hermanos mayores en el interior de un pozo –denominado Airón en las versiones sefardíes-. Y en el occidente mediterráneo y europeo (entre los sefardíes de Marruecos, en España y en el noroeste de Francia) hay un romance y una leyenda (conectados además, en último término, con la baladística paneuropea) que sitúa en otro pozo Airón la muerte de un caballero asesino empujado por una de sus víctimas femeninas” (Id.,Iibid.: 269); para el autor, la leyenda de La Almarcha se constituye en un elemento esencial para entender los orígenes y evolución de la fábula, pues permite situar en España algunos de los motivos básicos presentes en ambas ramas. Igualmente, recoge (Id., Ibid.: 270 s. y 274) otra leyenda sobre un pozo Airón, en este caso en Tejerina, León, en la que la ahogada es una hermosa mujer arrojada al pozo por su hermana envidiosa; esta leyenda incorpora la figura de la mujer ahogada, así como las referencias a “los sapos y las culebras” que “llegan al corazón” (“kulevros y alacranes” “le komen el korasón” en el romance de Salónica y “culebros” le “pican en el corazón” en el romance documentado en Marruecos), elemento éste que, junto con el propio topónimo, considera como de origen hispano. Por lo que respecta a nuestra literatura, son diversas las referencias al “pozo airón”, lo que no es de extrañar por ser “tan celebrado en nuestros cantares”, como señalara Ambrosio de Morales (1575: 175) al describir el Pozo Airón de La Almarcha. A veces, se presenta como simple recurso literario, como es el caso de una rima procaz de Góngora, aunque en general se menciona como un lugar donde ocurren episodios truculentos, como en sendos entremeses del siglo XVII “ambientados” en el Pozo Airón localizado junto a Medina del Campo -una sima o cueva con fama de ser profunda y estar comunicada con diversos lugares (Herrero 1941: 570 s.)-, donde echaron “una dama hermosa y rica” -o cayó “una hermosa doncella”, según las versiones-, finalmente rescatada por “cinco soldados” (vid., al respecto, Salas 2005: 54 s.). 122 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 123 A pesar de que, como señala Pedrosa (1993: 263), ni estas noticias, a pesar de su interés, ni las aportadas por los historiadores y geógrafos que desde el siglo XVI han tratado el tema permiten “reconstruir los motivos folclóricos que sin duda, y a tenor de sus muchas citas y alusiones, debían ir asociadas al topónimo”, la recurrencia de una serie de temas, presentes en la mayoría de las leyendas y tradiciones sobre estos “pozos airones”, podrían ser considerados como una valiosa documentación relativa a los antiguos mitos con ellos vinculados. Tales temas, recogidos por Salas (2005: 31 s., 75) y Pedrosa (1993: 263 s.), son (Fig. 5 y Tabla 1): la asociación de los “pozos airones” con doncellas ahogadas (La Almarcha, Tejerina y Medina del Campo, en este caso rescatada) –aunque éste sea un tema repetido en diversas tradiciones europeas-, y/o con animales horribles que comen el corazón de la víctima (Tejerina), como confirman los romances arriba citados, que en vez de peces tengan “sabandijas ponzoñosas” (La Almarcha) o críen “peces negros” (Hontoria del Pinar), el que aparentemente carezcan de fondo -lo que se asocia principalmente a las lagunas (La Almarcha y Hontoria del Pinar), hasta el punto de que el Pozo Airón de La Almarcha fuera considerado como un “ojo de mar”, al igual que el de Hontoria del Pinar, habiéndose tragado, ya una yunta de bueyes (Hontoria) ya una carreta cargada de sal (La Almarcha). También la laguna de Orellana la Vieja se habría tragado una carreta con bueyes y ocupantes, lo que permite relacionarla con las anteriores, el que estén conectados con lugares lejanos ( v. gr. , los casos de San Esteban de Gormaz, Bohonal de Ibor15 o Ciudad Rodrígo16, o la conexión con el mar del Pozo Airón de La Almarcha17). 15 El Pozo Airón de Bohonal de Ibor es un pozo seco, en un paisaje de canchales. Según referencias recogidas por M. Almagro Gorbea (comunicación personal), es una grieta muy profunda “desde la que se llega al río Ibor” y donde “lanzas una piedra y no se oye llegar el fondo”. Según otras opiniones estaría en un “megalito” o en un castro. 16 Vid. al respecto las diversas aportaciones que sobre el Pozo Airón de Ciudad Rodrigo, quizás una antigua mina de hierro abandonada, realiza J.I. Martín Benito en La Crónica de Benavente y los Valles (Febrero, 2006) (http://lacronicadebenavente.blogspot.com/2006_02_01_lacronicadebenavente_archive.html), con noticias sobre su gran profundidad y su conexión con el río cercano. 123 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 124 Las tradiciones brujeriles asociadas a algunos de estos “pozos airones”, como el ya citado de La Almarcha o el localizado en Barahona, Soria, de las que tenemos noticias relativas a los siglos XVI y XVIII (Cordente 1990: 67; Blanco 1992: 93; Salas 2005: 43 ss.), no contribuirían a mejorar la imagen tenebrosa de estos lugares. En la más antigua de tales noticias -un proceso inquisitorial que tuvo lugar en 1565 en la localidad conquense de Belinchón- se especifica que “en el pozo Airón” –con seguridad el localizado en La Almarcha- “está un diablo” siendo igualmente lugar de reunión de las brujas de la comarca (Cordente 1990: 67)18. Con tan “mala prensa” no extraña la costumbre, referida por Cervantes en su obra Adjunta al Parnaso (1614), de asustar a los niños con echarlos “en la sima de Cabra o en el pozo Airón, costumbre que debió mantenerse largo tiempo, pues a ello se refiere también Pelayo Quintero Atauri (1904: 24), cuando al describir el hallazgo de Uclés, señala que “aun hoy es corriente entre los campesinos de la región amenazar a sus hijos con llevarlos al pozo Airón, y en la misma provincia de Cuenca existe un pozo con este nombre, lo mismo que sucede en la de Burgos en la villa de Hontoria del Pinar”19. Aunque, como ha señalado Pedrosa (1993: 272), es posible que, una vez extinguido el culto de la divinidad prerromana de carácter acuático a la que venimos haciendo referencia, quedaran 17 Tal interpretación se ha relacionado –además de su gran profundidad o, incluso, el carecer de fondo- con el carácter salobre de sus aguas (vid. Salas 2005: 20, 22, 26 s., 31), aunque no es éste un caso único en el interior peninsular, como demuestra el caso de la creencia popular, recogida a inicios del siglo XIX, según la cual la laguna de Gredos tenía comunicación con el mar (Aznar 1834: 11; agradecemos la información a Fernando Alonso Romero). 18 Pedrosa (1993: 265) señala la similitud entre nuestro Airón y Aëzraouant, uno de los genios de las aguas mencionado en leyendas de Suliac y Bretaña, que habita en pozos y estanques intentando atraer a mujeres y niños baja diversas apariencias (un collar, pulsera, peine, etc,, o incluso, un espejo), relación que, al menos etimológicamente, no parece sustentarse (vid. García Alonso, en esta obra). 19 No son estas las únicas leyendas que han llegado hasta nuestros días, pues en Pereña (Salamanca), Salas (2005: 77) recoge la antigua costumbre según la cual “el jueves anterior al miércoles de ceniza, después de haber almorzado, las jóvenes doncellas vírgenes se bañaban desnudas bajo la cascada” conocida como del Pozo Airón. 124 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 125 huellas de su existencia asociadas a algunos pozos, lagunas, fuentes, simas, cuevas o, incluso, parajes20, lo cierto es que, lamentablemente, la mayor parte de los “pozos airones” no conservan noticias sobre antiguas leyendas o tradiciones, habiéndose perdido, en tales casos, cualquier posibilidad de aproximarnos a la mitología con la que podrían estar relacionados. Además, debemos tener en cuenta que no todos tendrían necesariamente el mismo origen (v. gr. el Pozo Airón de la ciudad de Granada, los Lairones de Murcia y Granada, o los ejemplos portugueses relacionados con poblaciones) y, por tanto, no tendrían por qué relacionarse con idénticas tradiciones. 4. Conclusiones El hallazgo, a principios del siglo XIX, de un ara de piedra calcárea dedicada al deus Aironis, en las proximidades del manantial llamado Fuente Redonda, localizado al oriente de la localidad conquense de Uclés, ha permitido documentar el culto a una divinidad indígena de carácter acuático y salutífero, posiblemente celtibérica de acuerdo con su etimología, relacionada con el nacimiento de un manantial, a la que se daría culto en las fuentes y, sobre todo, cerca de simas y pozos profundos naturales. Se trata de un ara votiva dedicada por una familia, lo que incide en el carácter local y privado de esta divinidad, así como en la perduración entre las clases más bajas de la sociedad, escasamente romanizados, de los cultos de origen celta, en muchos casos vinculados con espacios naturales, como fuentes o manantiales. El santuario de Fuente Redonda, identificado por la presencia de un ara votiva en época altoimperial, podría tener un origen prerromano, ya que el culto a árboles, rocas y fuentes alude a creencias prerromanas de origen céltico, siendo cultos característicos de gentes populares, en los que los elementos 20 Para este autor, “es seguro que también se mantendrían vivas durante siglos creencias y fábulas relativas a estos pozos, relacionadas probablemente con ritos de sacrificio y aplacamiento como los que antiguamente debió exigir su dios titular. Pero tales fábulas no nos son conocidas sino a través de raras y fragmentarias leyendas y cantos recogidos de la tradición oral moderna de España, de Francia, y de las comunidades sefardíes de Salónica y Marruecos; leyendas y cantos cuyo cotejo y engarce permiten reco 1993: 125 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 126 ancestrales célticos debieron perdurar largo tiempo (AlmagroGorbea 1995: 80 s.), lo que sería aplicable para el caso de Fuente Redonda, santuario dedicado a una deidad indígena, Aironis, de carácter acuático, por una familia oculense, que correspondería a los estratos más humildes de la sociedad. Por otra parte, desde la Baja Edad Media está constatado el topónimo “pozo Airón”, ampliamente distribuido por la geografía española, principalmente por las tierras de la Meseta, habiendo perdurado como expresión equivalente a “pozo o sima muy profunda”. Paralelamente existe una rica tradición folclórica asociada al topónimo “pozo Airón”, tanto en el romancero sefardí como a través de diversas leyendas, presente igualmente en otras obras de la literatura española a partir del siglo XVI, a menudo relacionada con episodios truculentos, que se han querido vincular con antiguas prácticas sacrificiales. La semejanza entre ambos elementos onomásticos y el carácter acuático otorgado al Deus Aironis de Uclés, que vendría a coincidir con la preferente vinculación del topónimo con lagunas, pozos o fuentes, lo que se documenta no sólo en territorio peninsular sino también en otros contextos de Europa Occidental, permitiría plantear la perduración del teónimo –o, si se prefiere, del epíteto-, que se habría mantenido en la toponimia local y el folclore. El carácter específicamente celtibérico de la divinidad –tan sólo constatada en época romana- podría deducirse de su propia etimología y del lugar de hallazgo de la única dedicación conservada. Dado que, como hemos señalado, la dispersión actual del topónimo no necesariamente correspondería con la que pudiera haber tenido la divinidad en época prerromana, conviene ser cautos a la hora de sacar conclusiones al respecto, aunque no deja de llamar la atención que resulte en gran medida coincidente con la dispersión de algunos elementos por las tierras de la Meseta y Extremadura, que generalmente vienen siendo asociados al proceso de celtiberización de las tierras del interior peninsular (Fig. 6), como son las fíbulas de caballito, los puñales biglobulares, las espadas de La Tène, o las organizaciones suprafamiliares comúnmente conocidas como “gentilidades”, elementos por lo común ausentes de la fachada occidental de la Península Ibérica (Almagro-Gorbea y Torres 1999; Lorrio 2005). No obstante, las evidencias toponímicas, aunque escasas, 126 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 127 procedentes de la fachada atlántica peninsular, pero también de las tierras de Europa Occidental, en este caso, incluso, en forma de hidrónimos, sugieren un más genérico carácter céltico para el hidrónimo. Más difíciles de valorar son las evidencias folclóricas, generalmente asociadas a situaciones truculentas, protagonizadas sobre todo por mujeres ahogadas en sus aguas, aunque este tema esté presente en diversas tradiciones europeas. Se trata, en cualquier caso, de lugares peligrosos, de origen y formación desconocida, a veces asociados a demonios o asesinos, cuya presencia, por otro lado, se ha querido interpretar como el “trasunto de la antigua divinidad del pozo exigente de ofrendas y sacrificios” (Pedrosa 1993: 272). Figura 1.- A, plano de localización de Fuente Redonda, en Uclés; B, ara votiva del Deus Aironis; C, la Fuente Redonda en la actualidad. (B, foto Museo de Segóbriga). 127 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 128 Figura 2.- Mapa de distribución del topónimo “Pozo Airón” y relacionados en la Península Ibérica (según Salas 2005 y 2006). Figura 3.- A, El topónimo “Pozo Airón” y relacionados con la exclusión de los casos dudosos (los “Cairones”, el Arroyo Fontarrón o los Lairones de Murcia y Granada asociados a parajes o cortijos; igualmente los topónimos relacionados con poblaciones). B, El topónimo “pozo Airón” y su relación con tipos de espacios naturales. 128 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 129 Figura 4.- Mapa de distribución del topónimo Airon en Europa Occidental. Figura 5.- Mapa de dispersión de los “pozos airones” asociados a leyendas y tradiciones (signos en negro). 129 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 130 Figura 6.- Mapas de distribución de diversos elementos “celtibéricos”: fíbulas de caballito (A), puñales biglobulares (B) y organizaciones suprafamiliares (C) (Según Lorrio 2005 y Lorrio y Ruiz Zapatero 2005). 130 Etnoarqueologia.qxd Provincia Albacete Asturias Ávila Badajoz Badajoz Badajoz Badajoz Badajoz Burgos Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres Cáceres C. Real Cuenca Cuenca Cuenca Cuenca Cuenca Cuenca Cuenca 25/10/07 Término Municipal Chinchilla Belmonte de Miranda Tolbaños Almendralejo Campanario La Zarza Orellana la Vieja Puebla de la Reina Hontoria del Pinar Brozas Bohonal de Ibor Herreruela Valdefuentes Valdelacasa de Tajo Ciudad Real La Almarcha Fuentelespino de Haro Olmeda del Rey Tresjuncos Zafra de Záncara Valeria Uclés Cuenca Valhermoso de la Fuente Guadalajara Balbacil (Maranchón) Granada Granada Granada Torvizcón Jaén Quesada León Cubillas de Rueda León Onzonilla León Tejerina 13:53 Página 131 Topónimo Lugar Leyenda/tradición Pozo Airón Pozo Airón Paraje Cueva Pozo Airón Pozo Airón Pozo Airón Pozo Airón Pozairón Paraje Pozo Pozo Paraje Laguna El Lairón Paraje Pozo Airón Laguna Pozo Airón Pozo Airón Pozo Pozo Pozo Airón Pozo Airón Pozo Airón Sima Pozo Pozo Los Lairones Pozo Airón Paraje Laguna Pozo Airón Pozo Pozo Airón Sima Pozo Airón Pozo Airón Pozo 2 Pozos Pozo Airón Deus Aironis Pozo Airón Pozo Fuente/pozo de Teónimo asociado a un obra santuario Paraje Pozo Airón Laguna Pozo Airón Lairones Pozo Airón Arroyo valladar de Airones El Airón Pozo Airón Sima Paraje Paraje Arroyo carece de fondo (se tragó una carreta) carece de fondo (ojo de mar)/peces negros carece de fondo (conecta con río)/megalito carece de fondo (ojo de mar)/sabandijas ponzoñosas/doncellas ahogadas/brujas Paraje Pozo doncella ahogada/monstruos León León Villablino Villablino La Rioja Navalsaz Pozo Airón Pozo Collado del Collado Pozo Airón Pozo Airón Pozo 131 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 132 j Lugo Lugo Madrid Madrid Madrid Madrid Málaga Murcia Murcia Murcia Palencia Palencia Pontevedra Pontevedra Salamanca Salamanca Salamanca Salamanca Salamanca Salamanca Salamanca Salamanca Segovia Sevilla Soria Soria Soria Toledo Toledo Toledo 132 Becerreá Río Carballal de Fontairón Pol Airón Chapinería Pozo Airón Montejo de la Alto del Lairón Sierra Moratalaz Arroyo Fontarrón Valdemoro Bolitas del Airón Málaga Pozo Airón Caravaca de la Lairón Cruz Caravaca de la Cortijo de Cruz Lairón Lorca El Lairon Cevico Navero Pozo Airón Valle de Pozo Airón Cerrato Fornelos de Os Pasos de Montes Porta Cairón Mondariz A Chan de Cairón Ahigal de Pozo Airón Villariño Ciudad Pozo Airón Rodrigo Ciudad Alto de Pozo Rodrigo Airón La Zarza de El Pozo Airón Pumareda Pereña Pozo Airón Sanchotello Villar de Peralonso Villar de Peralonso Navas de Oro Arroyo Aldea Laguna Paraje Arroyo Paraje Pozo 2 Parajes Cortijo Paraje Laguna Paraje Paraje Paraje Laguna Pozo Paraje/V. geodésico Fuente Pozo Airón Pozo Airón Cascada/caverna doncellas excavada por el desnudas agua Paraje Laguna Pozo Airón Paraje Charca del Pozo Laguna Airón Airón Arroyo de Pozos Airones Simas Olivares Barahona las Brujas San Esteban de Pozo Airón Gormaz Vinuesa Raso del Airón de Ramos Bargas Los Airones Talavera de la Pozo Airón Reina Toledo Pozo Paraje Pozos Pozo Pozos se bañan brujas comunicado con lugares lejanos Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 133 j Soria Vinuesa Toledo Toledo Toledo Valencia Valladolid Valladolid Zamora Zaragoza Raso del Airón Paraje de Ramos Bargas Los Airones Pozos Talavera de la Pozo Airón Pozo Reina Toledo Pozos Yátoba Barranco del Barranco Cairón Medina del Pozo Airón Sima Campo Medina del Pozo Airón Pozo Campo Cañizo Pozo Airón Paraje Fuendejalón El Pozairón Paraje doncella arrojada al pozo Tabla 1.- Topónimos “Airón” y variantes en España (Según Salas 2005 y 2006) (en negrita, el teónimo de Uclés; en gris, los casos dudosos). Pais Portug al Portug al Portug al Portug al Portug al Portug al Brasil Franci a Franci a Franci a Franci a Franci a Franci a Franci a Localización Felgueiras (Porto) Topónimo Airães Guimarães Viana do Castelo Santa María de Población Airão São João Baptista Población de Airão Airão Población Braga Airó Palmela Poceirão Población /Sierra Población Río Negro, Amazonas Manche Novo Airão l´Airon Población Río Mayenne l´Airon Río Pas de Calais Pas de Calais Airon-NotrePoblación Dame Airon-Saint-Vaast Población Cerca de Nevers Airon Población Haute Savoie Lac de l´Airon Col de l’Airon Ayron Lago artificial Paraje Población Guimarães junto a Poitiers Lugar Población Tabla 2.- Topónimos “Airón” y variantes fuera de España, según Dauzat et al. 1978 y Salas 2005 (completado). 133 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 134 BIBLIOGRAFÍA ABASCAL, J.M. (1999): Fidel Fita. Su legado documental en la Real Academia de la Historia, Madrid. ALMAGRO BASCH, M. (1984): Segóbriga II. 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DEO AIRONI Juan Luis García Alonso Universidad de Salamanca Una vez expuestos por Alberto Lorrio de modo exhaustivo los datos existentes que relacionan de modo muy verosímil el teónimo Aironi (dat.) de Uclés y los múltiples lugares modernos que llevan el nombre de “Pozo Airón”, las siguientes reflexiones se centrarán ahora sobre el nombre en sí, su posible etimología y consideraciones en general de índole lingüística. La inscripción del pozo sagrado de Fuente Redonda reza así (según lectura de Almagro Basch de 1984, citado por Lorrio): Deo A/ironi fecit fa/milia oc/ule(n)s(is) Vse(tana?) /C(aius) Titiniu(s) / Crispinu(s) Desde mi punto de vista, el teónimo de Uclés era en celtibérico un tema en nasal: *airū(n), *airunos. El dativo indígena sería *airunei. En la inscripción latina de Uclés1 lo que tenemos es el dativo latino regular de un tema en –n-: Aironi2. Existen otras etimologías posibles (de las que hablaremos más abajo), pero creo que la más adecuada para el teónimo es la que lo pone en relación con un protocéltico *ario- ‘señor’, de donde los antropónimos galos (pero de jefes germanos) Ariomanus, Ario-vistus, o el irlandés antiguo, aire, un tema en velar, aunque originalmente un tema en –io- (un dativo plural airib está atestiguado: vid. Matasovic). La base indoeuropea sería 1 El topónimo moderno parece proceder de una forma Oculensis, el gentilicio que aparece en la inscripción. No creo que se trate de un nombre latino en relación con “oculus”. No descarto que sea un ejemplo más del topónimo céltico Ocelum (vid. García Alonso 1992, s.v.; 1995 s.v., 2003: 121, 200; Prósper 2002: 115): ¿*Ocelensis / Oculensis > Uclés? 2 Existe la posibilidad remota también de que sea un tema en –i-: *airon-is, *airon-eis. El dativo indígena sería *aironei. El dativo latino de un tema en –itambién sería Aironi. Pero creo que la formación sería más difícilmente explicable. 137 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 138 seguramente *h2eryo- (en lo que coincido con Matasovic), que nos serviría para explicar también el sánscrito ár(i)yah? ‘señor, amo, soberano’ y ár(i)yah? ‘ario’, avéstico airyō (Pokorny IEW, 67). Partir de un indoeuropeo *prh3- ‘primero’, propuesta que reproduce Delamarre (2003: 55; sugiere *prhio- ), parece más forzado. Rompe la relación semántica y morfológica clara con el indoiranio y tiene algún problema fonético en céltico, como la ausencia de reflejo de la laringal. Además, la semántica es menos clara: ¿‘el que está delante, eminente’, como propone Delamarre? El propio Delamarre parece inclinarse por la primera opción, que nos permite además mantener la llamativa relación entre el irlandés Eremon y el indio Aryaman, figuras mitológicas con funciones sociales similares, y comparables ambos etimológicamente al antropónimo, lingüísticamente germánico, Ariomanus que señalamos antes, seguramente ‘el que tiene el espíritu de un señor’ (con grado o de *men- , con fonética germánica en el antropónimo: compárese la o mantenida tal cual por la fonética céltica en el irlandés Eremon). Un céltico ario-, que vemos en galo, habría dado un celtibérico *airo-, de acuerdo con una regla fonética del celtibérico que recuerda extraordinariamente la llamada infección por –i- de las lenguas célticas medievales. La explicita claramente P. de Bernardo (2001: 324-28 y 2002: 98-102): V1CyV2 > V1yCV2, siendo V1 a/o, V2 cualquier vocal y C cualquier consonante simple, sin contar con las labiovelares. Air-o- tiene una etimología que parece clara y una evolución fonética reconocida en celtibérico: ailam (BBI, A5) < *paliam, irlandés ail ‘roca’; kainu (BBIII, IV1) < *kanio(n), ‘cantor’, etc. Air-o- con un formante en nasal crearía el teónimo celtibérico con el significado etimológico de “señor, soberano, amo”, que se me antoja bastante verosímil para una deidad del inframundo, una deidad a la que se teme. La deidad puede tener también rasgos positivos como sucede con Pluto o Hades, a quienes por ser dioses del subsuelo se les atribuye la riqueza que el suelo produce. *Aironem, acusativo con flexión latina, ¿puede ser fonéticamente el antepasado de nuestro Airón? En principio lo que esperaríamos de un diptongo ai- de época antigua es que hubiera pasado a ae- y finalmente a e-. Éste parece que sería el comportamiento regular. Así esperaríamos *Erón. Pero creo que ha podido producirse 138 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 139 una influencia, una interferencia, por etimología popular quizá, con el apelativo castellano aire, que procede, por cierto, del latín aer, aeris (del griego ajhvr), término que muestra curiosamente la misma resolución fonética anómala. Latín ae ha dado, aquí también, ai. No descarto que la pronunciación antigua fuera un bien marcado hiato (quizá por ser préstamo del griego) y de ahí la evolución diferente de los diptongos latinos ae. Desde el punto de vista lingüístico, creo que ésta es la explicación etimológica más verosímil, y mostraría un proceso fonético en la forma celtibérica (*ario-n- > *airo-n-) ya reconocido con anterioridad en esta lengua. Finalmente, no considero en absoluto imposible que este teónimo haya sobrevivido en la forma Airón moderna. De su difusión por España, eso sí, conviene mantener la salvaguarda de que el término “pozo Airón” quizá haya entrado en el léxico común al menos de la lengua castellana, si seguimos al diccionario de la Real Academia. Es difícil establecer la distinción clara, eso sí, entre un elemento del vocabulario y un topónimo de amplia implantación. Las referencias en las creencias locales a historias misteriosas más o menos truculentas en relación con pozos Airones concretos y específicos, serían una ayuda inestimable para postular para cada caso particular la presencia o no de un culto prerromano. Los nombres Lairón pueden haberse formado por falso corte con una forma del artículo, *El Airón > *L’Airón > Lairón. En el caso por ejemplo de la población leonesa de Tejerina, donde tenemos “pozo Airón” y “pozo Lairón”, parece claro que la segunda forma contiene el artículo, quizá provocado por una etimología popular: pozo Airón > pozo del airón (“mucho aire, mucho viento”) > *pozo l’ airón > pozo Lairón. En cuanto a la modalidad asturiana, Cairón, que no sabemos si podríamos poner en relación con el resto del conjunto, podría tratarse de un antiguo *Casa de Airón, en bable *C’ Airón. Es una mera posibilidad seguramente indemostrable. Aëzrouant. La forma bretona recogida por Pedrosa (1993) y comentada como posible paralelo para nuestro teónimo, Aëzrouant 3, pese al parecido superficial, no se explica a partir del 3 En la Baja Bretaña existía la creencia en un espíritu mal definido, llamado Droug-Speret, o « mal espíritu », y también Aëzr(a)ouant. Se trataría de un ser que se escondería en pozos y estanques, como los “dracs” o dragones del Ródano 139 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 140 mismo étimo protocéltico, como sí en cambio los diversos ríos franceses Airon o el ejemplo galés. El problema no es la terminación, que podemos explicar como una sufijación, seguramente participial, alternativa. El problema es la silbante. Aëzr es un apelativo bretón que significa “serpiente”, “culebra”, “watersnake”. El término céltico es *natrik- “serpiente”, que vemos en irlandés antiguo nathir (gaélico nathair y athair), galés medio neidr, bretón antiguo natrolion, córnico nader, bretón medio azr y aezr ‘serpiente’, bretón moderno aer ‘serpiente’. Es indoeuropeo: *(s)nh2-tr ‘water snake’ (Pokorny IEW 747), literalmente ‘nadadora’. Paralelos: lat. natrix, gótico nadre [Gen pl.], nórdico na ∂ r . LEIA N-4f, LP 46, De Bernardo Stempel 1999: 180ss. Un falso corte (Jackson 1967: 486 n. 2) provocó un cambio importante en bretón: *an nazr ‘la serpiente’ > an azr. De modo casi igual, en inglés, *a nadder > an adder. Adder es el equivalente en inglés. Adre y nadre en holandés. Este animal, con este nombre, es centro de infinitas leyendas en las Islas Británicas4. (« drac » es « dragón » en el Languedoc), y trataría, desde su escondite, de atraer a mujeres y niños por medio de engaños, con la intención de encadenar al incauto a su palacio de cristal subacuático y someterlo a una dura explotación. 4 Algunas de estas leyendas recuerdan las historias de las culebras asturianas recogidas en esta misma reunión de Ortigueira, por los investigadores del grupo Belenos. Así la historia “The Adder and the Druids: the Glain Neidr”. “La serpiente del valle” en galés se dice exactamente así, Glain Neidr, siendo éste el paralelo galés exacto al bretón aezr (así como adder es el cognado inglés, con el mismo fenómeno de falso corte que vemos en bretón). Así se cuenta brevemente esta historia en http://www.adder.org.uk/folklore.htm: “Snakes, and especially the Adder, were very significant to the Druids. They represented the renovation of mankind - a symbolism that probably related to the apparent re-birth of snakes every time they shed their skins. They were also kept by them and made important divinations and decisions based on their movements. One particular association is the Glain Neidr, which translates variously as ‘glass of the serpents’, snake-stone, adder’s stone or adder’s egg - it was also known as Maen Magl. This was an amulet sacred to Druids in Wales, worn by them on a chain around the neck, that was supposed to possess many virtues. It had many healing powers, and especially for ailments of the eye; it could ensure that the owner was victorious over his enemies; it allowed seeing of future events; it could be a powerful poison; in some circumstances it also gave diverse powers such as finding hidden treasures or making the wearer invisible. The sacred stone was said to be found amongst gatherings of Adders early in Spring, and especially on 140 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 141 Aëzr(a)ouant es, así pues, un nombre formado sobre una palabra que significa “serpiente”, diferente de nuestro Airón. La -zno es antigua. El grupo -dr- evolucionó en bretón a -(e)zr- (Jackson 1967: 485-86), como vemos aquí: *natr- (cf. galés neidr) > azr y aezr, posteriormente aer. También tenemos, por ejemplo, bretón antiguo latr ‘ladrón’ (galés lleidr, córnico medio lader) > bretón medio lazr y laezr. La tradición de Aëzrouant parece, así pues, distinta (quien sabe si con relaciones remotas). Es una historia de serpientes, con paralelos en las Islas Británicas, así como, por ejemplo, con los “dragones del Ródano”. Otras posibilidades etimológicas para Airón. Ar(r)- es la base de una importante serie de antropónimos (incluso etnónimos, como el galaico Arroni e incluso Arrotrebae) de la Hispania antigua (Vallejo 2005: 165ss.): Arus, Aro, Arius, Aria, Arro, Arrius, Arria, Aricona, Aroni, Aroniaeciuorum, Arraedo, Arranes, Ariucia, Arronidaecus, Aranici, etc. No es en absoluto obligado que todos estos nombres tengan, por supuesto, la misma etimología ni la misma adscripción lingüística original todos ellos. Y puede que ninguno tenga nada que ver con el teónimo que nos ocupa. No obstante, no descarto que alguno de ellos pueda legítimamente compararse. Particularmente tentadoras son las formas Arius, Aria o Aroni. No es descartable que alguna de las formas con geminada (¿Arroni?) muestren un resultado fonético distinto al descrito para el celtibérico May Eve. Large numbers of snakes would meet ending in a large battle in which the snakes would writhe and hiss, and the area in which they met would become covered in froth. In the middle of this froth was the Glain Neidr. This looked like a perfectly round, polished pebble with a pale green, azure or ‘terracotta’ colouring. It is likely that this tale arose at least in part due to the well known Adder Dances which are actually a form of quite ritualised combat between male Adders shortly after emerging from hibernation. This, of course, doesn’t account for the “snake-stone” or, indeed, the froth. Perhaps these pagan beliefs help explain another old superstition. According to this, whenever a snake is found under or near a hazel-tree on which the mistletoe grows, the creature has a precious stone on its head. These stones were attributed with varying powers, and they were always associated with witchcraft and magic. Conversely, the ash-tree is said “to have a spite against snakes.””. 141 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 142 un poco más arriba, pero partiendo de la misma base: la geminada sería el resultado de la secuencia –ry-. ¿*Ario-n- > Arron-i frente a *Ario-n- > *Airo-n-? ¿Arroni: “los señores, los libres”? La diferencia de tratamiento fonético podría implicar una lengua no céltica, aunque también un dialecto céltico distinto, no celtibérico. Ar- aparece también como formante de hidrónimos, relacionado tradicionalmente con el estrato llamado antiguo europeo (Arantia, etc.), muy frecuente en Hispania, más de lo habitual en Europa. Es aparentemente desconocido en las Islas Británicas (Prósper 2002: 99). La raíz indoeuropea sería, según Prósper (2002: 99), *h1er-, *h1or-. Así, la forma mostraría –a- como resultado del grado o, es decir, mostraría un comportamiento fonético antiguo europeo. Realmente la raíz que recoge Pokorny, prelaringalista, es ar- (IEW: 326-32). La teoría laringalista permite a Isaac (2004) partir del indoeuropeo *h3r-< *h3er- ‘moverse, ponerse en marcha’ ( IEW: 326-32) para justificar una forma ara- , bajo la entrada ar-, ara-, aro- y a la que da el significado de ‘moving, rising, raised’. En céltico insular tendríamos formas con grado pleno, como irlandés antiguo or ‘border, limit’ o galés medio or ‘border, edge, wing (of army)’. En otras lenguas de la familia tendríamos: sánscrito sam-ará- ‘batalla’ (< *‘reunirse’), av. ar- ‘moverse’, griego ‘empujar, despertar, levantar’, ‘montaña’, latín orior ‘levantarse, nacer’, etc. Isaac piensa que en el elemento que él supone céltico, ara-, tendríamos el grado cero. Comparando ambas propuestas (no se citan mutuamente, parece un desarrollo paralelo), vemos que Isaac postula h3 donde Prósper ve h1. Esta diferencia de criterio en la elección quizá apriorística (en todo caso voluntarista) de la laringal conveniente a cada uno es lo que induce a que la base sea para Prósper antiguo europea y para Isaac céltica. Podría parecer que las formas como el irlandés antiguo or, galés medio or, griego o el latín orior se explican mejor con h3, pero *h1or- también habría dado seguramente oral menos en algunas de esas formas5. Isaac aplica este elemento por ejemplo para nombres como el hispánico Arabriga, aunque Eso sí, el grado o sería el esperable en griego, que podría proceder igualmente de *h3or- que de *h1or-, pero no en, que, si tiene que ver con esta base, debe proceder de *h3er-. *h1er- hubiera dado **ejv, mientras que *h2er- hubiera dado **ajv?????. Curiosamente tenemos un verbo ajvrnumai, “luchar por, tratar 5 142 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 143 yo prefiero en este caso una explicación distinta, en relación con una raíz que significa ‘arar’ (*h2erh3- > *ar?-) y que, de hecho, ha llegado hasta el español (García Alonso 2003: 109) a través del latín aro, con el mismo significado. Cf. también el griego ajrovw. ¿Otro teónimo con la misma base en el Noroeste? Con esa misma raíz de significado “arar” quiere Blanca Prósper relacionar un teónimo occidental Ariounis (2002: 206), que encontramos en una inscripción de Santomé de Nocelo (San Mamede de Sobreganade, Porqueira, Orense), cerca del Limia, en territorio de los antiguos Limici. El hidrónimo y el etnónimo derivado de él son célticos en mi opinión (Actas de Ortigueira, en prensa). La inscripción reza así: Ariounis / Mincoseg / aeigis / C(aius) Narcisius / Rufus / V S L M Prósper explica el teónimo, un dativo de plural con epíteto, como un derivado de *h2erh3-yo-mno-, con el significado de “el o lo que es arado, campo”. Es posible que sea así para su teónimo. Aunque me permito señalar la llamativa coincidencia formal con la base ario- que venimos analizando, de modo parece que coincidente con P. de Bernardo según comunicación personal a Prósper (2002: 206 n. 4): “en su opinión se trata de una antigua forma celta *aryū(n)- , ‘señor’ documentada en véneto Ariiuns y posiblemente en lepóntico AriuonePos ”. Es decir, coincidiría con la forma *airū(n) que he reconstruido arriba como la forma indígena celtibérica del nominativo correspondiente al dativo latinizado Aironi. La única diferencia sería la llamada infección por –i-, señalada para el celtibérico y quizá ausente del dialecto céltico occidental posiblemente hablado en Galicia6. Eso sí, y como señala Prósper, esperaríamos una marca casual atemática del dativo de plural y no ésta, que parece temática. Como tema en nasal o incluso como tema en –i- el celta hispánico esperaríamos que mostrase una forma con el de conseguir”, pero la semántica nos induce a creer que no tiene nada que ver con esta base. 6 Villar (1999) señala que el celta hablado en el occidente peninsular tenía quizá parecidos llamativos con el galo. 143 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 144 morfema *-bhos, como hace por otro lado el latín (-bus) y también el irlandés ( *bhis > feraib < *uirobhis , también en los temas en i y en u), el galo (matrebo) o el lepóntico que acabamos de mencionar (AriounePos, UVLTIAUIOPOS). En cualquier caso, no tenemos atestiguado aún de modo claro un dativo de plural de temas en nasal o de temas en –i- en celtibérico (Jordán 2004: 118 y ss.), de modo que no podemos estar seguros acerca de su aspecto. Si se tratara de una forma temática, habría que explicar por qué. Una posibilidad es pensar en algo como lo que propone Prósper, aunque no es la única opción. La traducción del teónimo y su epíteto que hace Prósper es “a los (numina) de los campos llamados Mincosego- o que pertenecen a los mincosegi-”. El análisis que hace del epíteto y su significado etimológico como “uno de muchas o frecuentes victorias, que tiene múltiples victorias” me parece muy atinado. Lo paradójico es que su explicación del teónimo me reafirma en cierto modo en mi creencia de relacionar el teónimo con el protocéltico ario-, ‘señor’. ¿No es más atractivo, más verosímil, ‘traducir’ etimológicamente el conjunto por algo así como “a los señores de las muchas victorias”? En mi opinión, así pues, es muy posible que el teónimo occidental Ariounis, con diferencias fonéticas de detalle explicables por cuestiones dialectales dentro del celta hispano, sea una forma estrechamente relacionada, en semántica, formación y etimología, con el Deo Aironi de Uclés. Eso sí, la forma moderna Airón parece que sigue más bien el desarrollo fonético celtibérico, frente al del hispano-celta noroccidental, lo cual podría ser un indicio interesante con respecto a la implantación geográfica de ambos dialectos por la geografía peninsular7. La deidad orensana, eso sí, puede no tener que ver, desde el punto de vista religioso, con el dios celtibérico. Sería interesante comprobar si hay algún pozo Airón en la zona de Porqueira. Es curioso que en el mismo término municipal existe un río Fírbeda, que podría compartir con el Bedija del término de Uclés el céltico Beda , ‘río, arroyo’ (< *bhedh-; vid. García Alonso 2001 7 Reconociendo que, curiosamente, la evolución fonética Ario- > Airo- también podría atribuirse, al menos en algunas regiones peninsulares, al romance. Así el sufijo latino –arium > *-airo > -ero. 144 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 145 s.v. Polibedenses ) 8. Quizá más significativo aún es que existe una cascada espectacular del río Fírbeda en el término mismo de Porqueira (abajo a la izquierda), de enorme parecido topográfico a la cascada llamada “pozo Airón” de Pereña, en Salamanca (abajo a la derecha): 8 En Bedija tendríamos una formación con un diminutivo quizá latino: *Bedicula > Bedija (cf. auricula > oreja; ovicula > oveja). En el nombre galaico podríamos después de todo tener una forma relacionada con el verbo gallego cognado del castellano “hervir”. 145 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 146 OBRAS CITADAS DE BERNARDO STEMPEL, P. 2001: “Grafemica e Fonologia del celtiberico: 1. Nuovi dati sulle vocali mute; 2. Una nuova legge fonetica che genera dittonghi; 3. Fonti e fasi di sviluppo della sibilante sonora” Religión, Lengua y Cultura Prerromanas de Hispania, Actas del VIII Coloquio sobre Lenguas y Culturas Hispanas Prerromanas, F. Villar y P. Fernández eds., Salamanca, 319-334. —-. 2002: “Centro y áreas laterales: la formación del celtibérico sobre el fondo del celta peninsular hispano” Palaeohispanica, 2, 89-132. DELAMARRE, X. 2003: Dictionnaire de la langue gauloise. Une approche linguistique du vieux- celtique continental, París. G ARCÍA A LONSO , J. L. 1992: “On the Celticity of some Hispanic Place Names” EC, 29, 191-201. —-. 1995: La Geografía de Claudio Ptolomeo y la Península Ibérica , Salamanca, 1995 (microficha). —-. 2001: “Lenguas prerromanas en el territorio de los vetones a partir de la toponimia” Religión, Lengua y Cultura Prerromanas de Hispania, Actas del VIII Coloquio sobre Lenguas y Culturas Hispanas Prerromanas, F. Villar y P. 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VILLAR LIÉBANA, F. 1999: “El epíteto lusitano teonímico Nilaicui y el nombre del Nilo” Aula Orientalis 17-8, 469-73. 146 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 147 LA TRANSMIGRACIÓN DE LAS ALMAS EN EL FOLKLORE DEL MUNDO CÉLTICO Fernando Alonso Romero Facultad de Filología Universidad de Santiago de Compostela Se sabe que los pueblos llamados indoeuropeos compartieron muchos aspectos culturales y lingüísticos que heredaron los países europeos y que han llegado hasta nuestros días. Uno de esos rasgos culturales tiene que ver con el destino del ser humano tras su muerte, concretamente con la doctrina de la transmigración de las almas. Veamos como esta vieja creencia se conservó en la mentalidad popular de varios pueblos del mundo céltico, aunque en la mayoría de los casos bajo el velo de la fe cristiana, que cubrió parcialmente una doctrina anterior a esa religión. Los celtas creían en la transmigración del alma, aunque no sabemos si conocían también el proceso purificador que ésta sufría para entrar en el “Paraíso”, según la doctrina clásica de la metempsicosis. Cesar dice que los druidas galos enseñaban a sus discípulos que las almas no morían sino que después de la muerte pasaban de un cuerpo a otro (“Guerra de las Galias”, VI, 14); noticia que Lucano comenta añadiendo que los druidas creían que el mismo espíritu tiene otro cuerpo en un medio distinto y que la muerte no es sino la mitad de una larga vida (“La Farsalia”, I, 450. Herrero Llorente, (Trad.), v. Lucano). La duda evidentemente surge al preguntarnos cómo esta creencia en la transmigración de las almas llegó a ser conocida entre los celtas. Pero antes de intentar responder a esta pregunta, repasemos algunos de los viejos testimonios que se han conservado no sólo en el folklore irlandés, sino también en el gallego y en el de otros países. En el libro “El Victorial”, obra del siglo XV escrita por Gutierre Díaz de Games, se relata que entre las creencias que tenían los paganos sobre el alma estaba la de los que decían que las almas ansí como salían de unos cuerpos, que entraban después de su muerte en otros cuerpos, nacían otra vez, e bivían otra vida e otra hedad (Cap. V, 8). En Kilcurry (Louth, Irlanda) así como en otras aldeas irlandesas de finales del siglo XIX, se creía 147 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 148 que las almas de los muertos antes de marcharse al otro mundo visitaban todos los lugares en los que habían vivido estando en vida (Bryan, J. J. and Yeats, W. B. 1898, 123). Esta era exactamente la misma creencia que también tenían los albaneses hasta muy recientemente (Elsie, R. 2001, 113). Pues bien, todavía en el siglo XIX se creía en varias localidades irlandesas que las personas antes de nacer ya habían vivido otras vidas como seres humanos, incluso pensaban que las enfermedades y las desgracias eran consideradas como castigos por los pecados que habían cometido en sus vidas anteriores. Esta creencia irlandesa se conservaba también en Gales por esas mismas fechas, pues los campesinos pensaban que el espíritu de los muertos emigraba de un cuerpo a otro; igual que en Cornualles, aunque aquí con la particularidad de que el alma se reencarnaba siempre en otra persona del mismo sexo. Se mantenía así una creencia que ya existía en la Inglaterra del siglo VIII d. C. (Filotas, B. 2005, 82), y que llegó casi hasta nuestros días. En Bretaña, sobre todo en la región de Morbihan, estaba igualmente difundida entre el campesinado esta clase de creencias sobre la reencarnación de las almas. En Carnac se decía que las almas de las personas vivas eran las de las personas que habían vivido en tiempos pasados (Wentz, W. Y. Evans, 1973, 384, 388, 392). En estos testimonios de la tradición popular sobre el destino del alma humana, parece que se conserva el proceso purificador que debe sufrir el alma para entrar en el Paraíso; creencia que se manifiesta en la doctrina clásica de la metempsicosis y que nos remite al viejo concepto del orfismo y de algunos filósofos presocráticos, como Empédocles, sobre la naturaleza culpable del hombre que debe expiar el crimen cometido al matar a Zagreo, que se identifica con Dioniso. Según el mito órfico los seres humanos surgieron de los restos de los Titanes que habían sido fulminados por el rayo de Zeus por haber matado y devorado a Dioniso, que había intentado salvarse adoptando la forma de un toro. Pero los Titanes lo cogieron por los cuernos y lo despedazaron. Como consecuencia del crimen, el alma humana debe cumplir el castigo de encarnarse en un cuerpo mortal durante varias generaciones hasta alcanzar finalmente la condición divina de los dioses (Megino Rodríguez, C. 2005, 51). 148 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 149 Pero antes de sacar conclusiones veamos más ejemplos. En Escandinavia existía antiguamente la costumbre de bautizar a los niños con el nombre de un antepasado porque se creía que así el alma del difunto volvería a nacer en el niño. Se ha sugerido que esta creencia pudo llegar al mundo escandinavo procedente de la Galia debido el pensamiento céltico sobre el renacimiento del alma. Todavía en algunas comunidades escandinavas las mujeres suelen ir al cementerio para buscar inspiración a la hora de decidir qué nombre poner a sus hijos (Hayden, B. 2003, 246). En relación con esto estaba también la costumbre de sentarse sobre una tumba o en un túmulo dolménico para consultar al antepasado, y que éste, por medio de sueños o de visones del futuro, respondiera a las consultas que le hacían. Testimonios sobre esta antigua tradición aparecen tanto en la literatura escandinava como en la céltica (Ellis, H. R. 1943, 105, 146). En varias localidades de los Highlands escoceses se creía que los niños que se llamaban igual que algún antepasado familiar, adquirían también su mismo carácter (Thompson, C. J. S. 1995, 29). En diferentes pueblos a lo largo de la cordillera de los Vosgos, que comienza cerca de Belfort (Francia) y se extiende hasta la Baviera renana, se creía en el siglo XIX que los niños nacían con las almas de sus antepasados. Pero esta creencia no se limitaba a esa región, sino que en Suiza y en Alemania se suponía que las almas de los antepasados se ocultaban en los huecos de las piedras en espera de su reencarnación (Gélis, J. 1991, 39). De esa manera se concebía que el destino del antepasado y el del niño que iba a nacer estaba íntimamente unido en una línea de continuidad de la vida, que al igual que el renacer cíclico de la naturaleza que brotaba de la tierra, surgía de ésta el ser humano, manteniéndose así la perpetuidad de la especie. En algunas tribus germánicas existía la creencia de que las almas de los no natos y de los difuntos tenían su morada en el agua de algunos lagos, lo que ha llevado a algunos lingüistas a ver una derivación etimológica entre la palabra alemana “Seele” (alma) y la palabra “See” (lago, mar interior), que deriva de la raíz germánica * “saiw”. Esta palabra no es de origen indoeuropeo y parece provenir del sustrato de las lenguas árticas que se hablaban en el sur de Escandinavia cuando las tribus pregermánicas se asentaron en esta zona, procedentes de Centroeuropa, en 149 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 150 el segundo milenio antes de Cristo. “Seele” es la forma germánica * “saiw(a)lô”, al igual que la del inglés “soul” (alma), antiguo “sâwol”, lo mismo que la del gótico “saiwala” e igual que la del neerlandés “ziel”. Las lenguas escandinavas tomaron en préstamo el vocablo del inglés antiguo. Si efectivamente es cierta esta interpretación etimológica del origen de la palabra “Seele”, tenemos un testimonio más con el que explicar los motivos por los que se entregaban ofrendas de armas y de otros objetos a las aguas de los lagos y los ríos (Pfeifer, W. 1993, v. “Seele”). Práctica oferente que se remonta a los tiempos de la Edad del Bronce (Merrifield, R. 1987, 22 y ss.). En Inglaterra en el siglo XIX, al igual que en Galicia hasta fechas más recientes, se solía efectuar un ritual de curación que consistía en hacer pasar a un niño por la hendidura que se hacía longitudinalmente en un roble joven. Después, entre dos personas, se pasaba varias veces al chiquillo por dicho hueco y, finalmente, se unían las dos partes del árbol, atándolas fuertemente para que no se secara. Esta misma práctica de curación se efectuaba también en Alemania, Francia, Dinamarca y Suecia; pero igualmente en la isla de Kea, en el archipiélago de las Cicladas al sur de Grecia. En todos esos países la creencia era que si el árbol se secaba el niño se moriría. En la isla de Rügen, en el norte de Alemania, la gente creía que cuando se moría un persona que en su infancia había sido curada del modo descrito, su alma se reencarnaba en el roble que la había curado (Frazer, J. G. 1990, II, 168172). Los serbios y los croatas también creían que las almas se podían reencarnar en un árbol (Roller, N. Huxley, 1926, 50). En Galicia la visión tradicional sobre el destino del alma es más compleja pues no solamente se cree en la reencarnación, sino en la coexistencia con los seres de ultratumba. Son frecuentes incluso las descripciones de almas que se reencarnan en el cuerpo de familiares vivos. Por ejemplo, se llama “corpo aberto”al de la persona viva en la cual se cree que se ha introducido el alma de un difunto. Se dice que cuando habla revela los secretos del otro mundo y que puede también hacer profecías, así como recomendar toda clase de actos piadosos: como oír misas, hacer peregrinajes, rezar, etc. Parece evidente que este comportamiento se deba a la cristianización de que ha sido objeto esta creencia de la figura del “corpo aberto”. Sin embargo, 150 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 151 su origen pagano se ve también en el hecho de que el alma de un antepasado puede aparecerse a los familiares reencarnada en un animal; y se dice que el alma del difunto puede expresarse libremente o bien forzada por los exorcismos u obedeciendo a los conjuros de los brujos. Puede penetrar en el cuerpo de un vivo por diversas causas: la más común es porque el difunto no ha cumplido una promesa que deberá realizar en su nombre el ser vivo en el que se ha reencarnado (Risco, V. 1979, 433). La misma creencia en el poder del alma para reencarnarse en el cuerpo de una persona viva se conocía también en el siglo XIX en Portugal; se decía que el alma del difunto se aparecía ante el ser vivo como una sombra y que después se introducía en su cuerpo por los dedos de las manos y de los pies (Pedroso, C. 1988, 278). En Galicia las ánimas de los muertos que penetran en los cuerpos de los familiares o de los amigos lo hacen por las narices (Lisón Tolosana, 1979; 99, 156). En las creencias populares el pie posee diversas propiedades; hay autores que partiendo de un análisis de los petroglifos de podomorfos los relacionan con las ceremonias célticas de la investidura de los reyes y jefes, con los poderes fecundantes y también con las marca de paso de los peregrinos (García Quintela, M. V. 2006, 94 y ss.). Es posible, a la vista del testimonio portugués sobre la entrada del alma por los pies del ser vivo, que muchos de esos podomorfos tuvieran efectivamente una relación con el mundo de ultratumba, aunque no podemos ir más allá de plantearlo como una hipótesis, aunque apoyada también por la existencia de una antigua tradición que se mantuvo hasta mediados del siglo XIX en la Universidad de Salamanca. El candidato a doctor, antes de defender su tesis, se pasaba la noche en la capilla de Santa Bárbara de la catedral vieja, confiado en que el Espíritu Santo lo iluminaría. En esa capilla hay una tumba en el suelo cuya tapa representa el cuerpo yacente del obispo Juan Lucero, que fundó esa capilla en el año 1218. A los pies de su cuerpo hay una silla en la que se sentaba el doctorando, colocando sus pies sobre los del obispo pues la creencia era que así se recibiría la inspiración necesaria para responder adecuadamente a las preguntas que le harían en el examen. De esa antigua tradición académica viene precisamente la frase “estar en capilla” cuando alguien está en vísperas de hacer frente a algo trascendente. 151 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 152 Los poderes paranormales que se atribuyen al “corpo aberto” para conocer el futuro los poseen también otros personajes gallegos como el “pastequeiro”, que adivina cosas ocultas, pasadas y futuras; los “valuros” o “baluros”, de la Terra Chá de Lugo, que andaban antiguamente por los pueblos de Galicia y de Castilla pidiendo para las once mil vírgenes y haciendo de adivinos y de usureros (Risco, V. 1956. Rodríguez González, E. 1958, v . “valuro”). “Valuro” era un nombre que se aplicaba a los naturales de las márgenes del Miño, en Castro de Rey (Lugo), y que se extendía también a los que vivían en el partido judicial de Vilalba, a orillas del Támoga y del Ladra. La gente creía que los “valuros” estaban dotados de carácter sacerdotal y que recibían el nombre de “valuros” por ser naturales de las montañas Valuras. También se les creía dotados de un poder sobrenatural, de carácter demoníaco. De su condición de médicos, sacerdotes y hechiceros queda constancia en una condena del obispo de Tuy, del año 1775, que los considera dañosos para las almas sencillas, ya por sus predicaciones de milagros, profecías, revelaciones, promesas, indulgencias fingidas, oraciones y exorcismos supersticiosos, y ya también por los engaños a que apelaban y por las amenazas que fulminaban para atemorizar a los humildes aldeanos, explotando su credulidad y sacándoles su dinero (Rodríguez González, E. 1958, v. “balouro”). Pero ya antes, en las Constituciones Sinodales del Obispado de Ourense del año 1544, se condena a las personas que queriendo saber lo que no saben, o lo que ha de ser, o hacer cosas que desean ver conplidas, van a agoreros y a encantadores hechizeros y hechizeras a saber algunas cosas o a pedir socorro y ayuda para hazer algunas cosas y obras que desean (Sobrado Correa, H. 1999, 884). Existía también en Galicia la figura del “vedoiro” o “vedoreiro”, que podía ver cosas ocultas e incluso el destino de los difuntos en el otro mundo, y predecir el futuro de las personas (Risco, V. 1956, 229-232). Un estudio detenido de estos personajes nos podría llevar a descubrir en ellos viejas técnicas chamánicas propias de otras culturas, quizá tracias o escitas, que pudieron llegar a Galicia con los celtas. Pero dejemos este tema para otro trabajo y volvamos a la doctrina de la metempsícosis. 152 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 153 La creencia gallega más difundida sobre el tema de la transmigración se conserva entre los devotos que todavía acuden a la romería tradicional de San Andrés de Teixido (La Coruña). La tradición dice que a San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo. También se asegura que los que no visitaron su santuario en vida, se verán obligados a hacerlo tras su muerte, pero en ese caso irán reencarnados en sapos, culebras, lagartos o en cualquier otro animal que se arrastre por los caminos en busca de ese mítico santuario a la orilla del Atlántico. Los eslovacos también creen que las almas se reencarnan en el cuerpo de un animal, preferentemente en el de las culebras; por eso respetan mucho a las que se ocultan en los muros de las casas pues consideran que son las almas de sus antiguos moradores (Copeland, F. S. 1931, 427). Entre los peregrinos que iban a San Andrés de Teixido estaba tan arraigada esta creencia, que evitaban durante su peregrinaje pisar o lastimar a cualquier animal, puesto que en él podía estar reencarnada el alma de un ser humano que intentaba cumplir así el obligado peregrinaje que no había efectuado en vida (Alonso Romero, F. 1991, 112 y ss.). La romería de San Andrés de Teixido tiene un paralelo muy claro en la que se celebra en Locronan, (Douarnenez. Bretaña) A ella acuden las almas de los que no asistieron en vida; pero lo hacen convertidas en sapos (Sebillot, P. 1908, 342, apud Cabal, C. 1924, 67. Alonso Romero, F. 1991, 131). Creencia que se compartía en el Tirol austriaco pues el día de Fieles Difuntos se decía que no se debía matar ningún sapo ni ratón porque en ellos iban reencarnadas las almas del Purgatorio, en romería a los santuarios a los que deberían haber ido en vida. Este peregrinaje post mortem les llevaba siete años, al cabo de los cuales las almas abandonaban los cuerpos de esos animales y se reencarnaban en palomas para ir al Cielo (Coelho, A. 1993, 549). No podemos evitar aquí volver a retrotraernos a las viejas creencias órficas como antecedentes de este viejo concepto del trajín del alma humana hasta su destino final en el Paraíso. En el castro de Florderrey Vello, en Vilardevós (Ourense) se encuentra una ermita en la que el 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen, se celebra una romería a la que decían antiguamente que “acudía una enorme cantidad de hormigas y que 153 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 154 allí morían”. En esta creencia parece vislumbrarse la sospecha de que estos insectos son almas que en peregrinación cumplen el deber ineludible de acudir a la ermita, así metamorfoseadas, por no haberlo efectuado en vida (Taboada Chivite, J. 1946, 42). Es muy probable que así fuera porque en Cornualles se creía en el siglo XIX en la existencia de unas almas a las que llamaban “muryans”, que en córnico significa hormiga. Se decía que las almas de los antiguos paganos eran demasiado buenas para ir al Infierno y demasiado malas para ir al Cielo; y que por eso, primero se transformaban en seres mágicos como las hadas, pero poco a poco iban disminuyendo de tamaño hasta convertirse en hormigas. Cuando alcanzaban ese estado desaparecían misteriosamente de la faz de la tierra sin que nadie supiera decir qué era de ellas (Briggs, K. 1979, 305). Hasta hace unos años se podía observar entre los peregrinos que iban a San Andrés de Teixido una costumbre que también seguían los que iban a Santiago de Compostela. Consistía en dejar una piedra en determinados lugares: generalmente en lo alto de un monte, o en las encrucijadas por las que pasaban. Esta tradición dio lugar a la formación de los “amilladoiros” o montones de piedras, muchos de los cuales aún se encuentran en las cercanías de ambas rutas de peregrinaje. Antiguamente se creía que las piedras que llevaban los peregrinos desde sus casas eran la almas de sus antepasados que no se podían mover y que, por consiguiente, no podían llegar por sus propios medios hasta esos santuarios (Taboada Chivite, J. 1980, 156). Según las creencias populares de otras zonas de Galicia, las almas se manifestaban a veces haciendo tropezar a las cabalgaduras. Cuando esto ocurría, se atribuía la causa a un alma que se interponía en el camino reencarnada en una piedra para pedir oraciones por su eterno descanso (Mandianes Castro, M. 1984, 168). Por eso en Asturias se decía también que no se debía dar a las piedras con el pie, porque eran frecuentemente purgatorios de las almas, e igualmente existía la tradición romera de dejar piedras en los “amilladoiros”, se creía que estos eran purgatorios de almas (Arivan, L. G. 1885, 235. Cabal, C. 1924, 60; 1987, 28). La creencia gallega según la cual el alma transformada en piedra hace tropezar al caminante para pedirle que rece oraciones porque sin ellas no puede ir al Cielo, tiene un origen remoto 154 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 155 pues ya en la “Iliada” (XXIII, 65-72) se relata que el alma de Patroclo se le aparece a Aquiles para rogarle que no se demore mucho en enterrar su cadáver y dedicarle los debidos honores fúnebres pues su alma se encuentra vagando errante por las cercanías del Hades, pero sin poder entrar en ese mundo de los muertos precisamente por no haberse celebrado todavía sus funerales. Los pescadores bretones creían hasta no hace aún muchos años, que los cuerpos de los que se ahogaban en el mar y los de aquellos que no habían sido enterrados en suelo sagrado, estaban condenados a vagar eternamente a lo largo de la costa; en el Finisterre bretón decían también que sus lamentos se oían a veces en medio de la noche (Anson, P. F. 1974, 54). En Inglaterra se creía que el alma de la persona que había sido asesinada y enterrada secretamente, no podía descansar en paz hasta que su cuerpo fuera enterrado en un cementerio cristiano (Hazlitt, W. C. 1995, 269). Veíamos antes que las almas también pueden reencarnarse en animales. Hasta no hace aún mucho tiempo se decía en Galicia que el alma al morir se reencarnaba en una abeja. En la parroquia de Loureses, en Ourense, se creía que las abejas eran almas de los antepasados que venían de la luna (Mandianes Castro, M. 1984, 35; 1990, 86). La relación de esta creencia con el mundo neoplatónico es muy llamativa puesto que Porfirio, filósofo neoplatónico del siglo III d. C. ya decía que las almas descendían de la luna en forma de abejas. (“La gruta de las ninfas”, 18). Sin embargo, la relación de las almas con las abejas viene de muy atrás pues encontramos testimonios en el antiguo Egipto, en donde se creía que las almas al partir producían un zumbido como las abejas (Wallis Budge, E. A. 1974, 155). Rastreando en sus orígenes remotos podríamos llegar hasta Mesopotamia (Gimbutas, M. 1991, 175). Pero no necesitamos ir tan lejos para descubrir que también en distintos países europeos se considera a las abejas como animales sagrados a los que hay que proteger por su relación con las almas. En Asturias a las abejas también se las consideraba portadoras de almas (López Álvarez, X. 1994, 55) y sagradas igual que en el País Vasco y en Galicia (Alonso Romero, F. 2000). En Alemania y en Gales se las consideraba sagradas y se decía que procedían del Paraíso (Ransome, H. M. 1986, 155, 196). En Escocia se creía antiguamente que 155 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 156 el alma del muerto abandonaba el cuerpo en forma de abeja, y esta misma creencia existía también en el cantón de los Grisones, en la Engadina (Suiza). En algunos cuentos populares ingleses (Radford, E. and M. 1978, 13) e irlandeses (Ó Hógain, D. 1995, 13), así como en Alemania y en la Engadina (Ransome, H. M. 1986, 161, 224) se contaba que a veces el alma de una persona que dormía salía de su boca en forma de abeja, y no se despertaba hasta que dicho insecto volvía a entrar por el mismo sitio. Si se despertaba al durmiente antes de que regresara la abeja, se temía que la persona se muriera pues se quedaba sin alma. Las creencias cristianas se introdujeron también en estos mitos indoeuropeos así, por ejemplo, en Viena se decía que la picadura de una abeja era el aviso de un familiar que estaba purgando sus pecados en el Purgatorio y que recurría a este procedimiento para llamar la atención del pariente con el fin de que se rezaran más oraciones por su eterno descanso (López Álvarez, X. 1994, 54). En la mentalidad popular gallega, así como en la mayoría de los países europeos, pervivieron hasta bien entrado el siglo XX diversas creencias relacionadas con el respeto que se debía mostrar a las abejas debido a su relación con las almas de los antepasados (Alonso Romero, F. 2000). El origen de ese comportamiento algunos autores lo retrotraen a los tiempos del Neolítico en el territorio que Marija Gimbutas denomina la Vieja Europa en el que se incluye también a Hungría y a Rumanía donde se celebraba un rito muy semejante al funerario gallego del “abellón” por su relación con las abejas: Los participantes cogidos de las manos realizaban una danza circular en torno al cadáver al tiempo que imitaban el zumbido de esos insectos (Alonso Romero, F. 2000, 82). En Galicia se creía también que las mariposas o polillas que por las noches revoloteaban en torno a la luz de los candiles, eran almas redimidas que venían a dar las gracias a sus familiares por haberlas sacado del Purgatorio con sus rezos. Por el contrario, las que tenían alas negras se decía que venían a implorar oraciones porque todavía estaban redimiendo sus culpas (Rodríguez González, E. 1958, v. “avelaiña”). En el norte y en el oeste de Inglaterra también se creía que las polillas que se arremolinaban alrededor de la luz de los candiles eran almas. En Rumania decían que eran especialmente almas de niños que intentaban 156 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 157 volver a sus antiguos hogares (Murgoci, A. 1928, 429). En Asturias también se creía que las almas podían habitar en el cuerpo de un ave, una mariposa o en cualquier otro animal (Cabal, C. 1924, 63). En el Val d´Aoste, en la provincia francesa de DeuxSèvres, y también en Dinan (Bretaña) se creía que las mariposas nocturnas que se arremolinaban alrededor de las lámparas, eran las almas que salían del Purgatorio para volver a visitar a sus familiares. También se creía en Bretaña que el alma del difunto salía por la boca en forma de mariposa (Yvanoff, X. 1998, 115-116). En Inglaterra decían que las mariposas eran las almas de los antepasados, igual que en Cornualles (Rhys, J. 1980, II, 612), y en Finlandia se creía que en el momento de la muerte el alma salía de la boca del difunto en forma de un animal de pequeño tamaño, que podía ser un ratón, una mosca o una mariposa (Lecouteux, C. 2005, 191). En algunas leyendas de Dinamarca se describe como el alma de la persona que se ha quedado dormida sale de su boca en forma de ratón y al cabo de un rato, cuando regresa y penetra de nuevo en el cuerpo, la persona se despierta y describe los lugares remotos en los que ha estado. La versión más antigua de esta leyenda data del siglo VI d. C. (Schütte, G. 1924, 362). En Portugal se llaman “almas perdidas” a las que regresan al mundo de los vivos por diversas causas: una deuda, una promesa no cumplida o algún pecado. Pero su regreso lo hacen reencarnándose en el cuerpo de algún animal; generalmente un perro, un gato o una mariposa igual que en Bretaña (Leite de Vasconcellos, 1980, 41, 201). También en Galicia el alma del difunto puede reencarnarse en un gato (Lisón Tolosana, 1979, 156). Es posible que la creencia en el alma zoomorfa y visible como una mariposa proceda de la antigua Grecia pues Aristóteles señala que la palabra “psique” también significa mariposa. Curiosamente, éste parece ser el único término que conocían los griegos para designar a la mariposa (Bremmer, J. N. 2002, 67). En el arte griego el alma aparece representada con forma de mariposa o de pequeña figura humana con alas. Incluso en el siglo XIX se seguía creyendo en Grecia que el alma se reencarnaba en una mariposa (Pedroso, C. 1988, 278, nº 22). Los animales que con más frecuencia aparecen en los relatos populares relacionados con la transmigración de las almas son 157 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 158 las aves. En el siglo XVII se creía en Asturias que el alma se reencarnaba en un estornino para ir al otro mundo (De Llano Roza de Ampudia, 1977, 130). Su paralelo más evidente lo encontramos en Inglaterra en donde se creía que cualquier ave, pero particularmente un estornino que entrara en una vivienda era señal de mala suerte (Opie, I. and Tatem, M. 1990, 26). En las islas Hébridas se creía también que las almas adoptaban la forma de un ave para ir al otro mundo (Rollin Patch, H. 1956, 64), creencia semejante a la que tenían los bretones (Le Braz, A. 1902, I; 342-350; II; 34 y ss.). En el Finisterre bretón y en Morbihan se creía que las almas de los niños que se morían sin bautizar se transformaban en pájaros (Yvanoff, X. 1998, 113). En Serbia y en Croacia decían que esos pájaros en los que se reencarnaban las almas infantiles tenían las alas negras, pero si alguien conseguía bautizarlos con agua bendita entonces se transformaban en palomas que se iban al cielo (Roller, N. Huxley, 1926, 48-49). La reducida población que vivió en la isla de Sálvora (Pontevedra) hasta mediados del siglo XX, estaba convencida de que cuando se moría un isleño, su alma se transformaba en un ave que emprendía el vuelo para cruzar desde Sálvora hasta el islote de Noro, pues en él suponían que se encontraba el lugar en el que moraba la Santa Compaña o Procesión de los Muertos en cuya compañía iba el alma. Toda esa fúnebre procesión, tras pronunciar la fórmula mágica: ¡Dios en ave!, se transformaba en una bandada de pájaros que emprendía el vuelo sobre el espacio marino que separa a esa isla del cercano islote de Noro (Alonso Romero, F. 1981. Fernández de la Cigoña, 1989, 121). Con esa simple invocación, llena de contenido mágico, se hace evidente su relación con el mundo celta atlántico, en cuyo contexto el ave, en general, está relacionada con la vida de ultratumba. En el folklore irlandés las aves aparecen con frecuencia divinizadas por ser la reencarnación de un dios o su mensajero. Son muchas las referencias a divinidades o a héroes que se transforman en aves para poder penetrar en ambientes vedados a los humanos (Peete Cross, T. 1910, 430 y ss.). En la narración irlandesa del “Viaje de Ui Corra”, que se conserva en un texto del siglo XII pero que se redactó en el siglo VIII, se dice que los pájaros son las almas que salen los domingos del Infierno (Stokes, W. 1893, XIV, 55-56). 158 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 159 Los pescadores de Cornualles creen que las almas de los ahogados en el mar se reencarnan en gaviotas. Creencia que también tenían los pescadores de Devon, en el suroeste de Inglaterra (Pollard, J. 1977, 187) y los de East Anglia, también en Inglaterra (Heather, P. J. 1903, 64). Igualmente en Irlanda se decía que las almas de los emigrantes muertos en el extranjero volvían a sus pueblos irlandeses en los cuerpos de gaviotas (Ó Súilleabháin, S. 1967, 39). Es, sin duda, una creencia de origen clásico, pues los romanos también creían que las almas de los náufragos se reencarnaban en gaviotas (Cumont, F. 1959, 129). Por ese motivo todavía en Galicia se considera que los pescadores que matan una gaviota realizan una acción nefanda que, además, trae mala suerte (Alonso Romero, F. 1996, 64). La información más antigua que conocemos sobre el origen de todas estas creencias tradicionales que encontramos en la mayoría de los países europeos, son los testimonios de los autores clásicos que se refieren a la creencia que tenían los celtas sobre la vida después de la muerte. Nos preguntábamos al comienzo de este trabajo cómo pudieron los celtas conocer la doctrina de la reencarnación; una doctrina relacionada con la misma filosofía que se mantiene en el hinduismo, que también cree en los sucesivos nacimientos del ser humano tras su muerte, cuando el alma se introduce en otro ser; de ahí que todo lo existente tenga relación con el ser humano: un elefante, un mono o un gusano pueden haber sido, en otro tiempo, humanos, y pueden volver a ser nuevamente humanos (Tylor, E. B. 1981, II, 102). Si hemos de hacer caso a lo que se nos cuenta en el texto irlandés del “Libro de las Invasiones”, no podemos ignorar la mención que en él se hace del territorio de Escitia, país del que procedían los Milesios que llegaron hasta Irlanda después de pasar por Galicia. George Dumézil, que realizó diversos estudios sobre la civilización de los antiguos escitas, una rama de los pueblos iranios, señala la relación de ese territorio, el llamado “Irán de Europa”con el mundo céltico a través de la ruta que pasaba por Bohemia (Checoslovaquia), la estepa húngara y el Danubio (Dumézil, G. 1989, 4). Este testimonio hay que unirlo a la opinión de todos los investigadores que opinan que el punto de contacto entre las técnicas chamánicas y el mundo heleno sería el territorio escita . (Diez de Velasco, F. 1995, 115). 159 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 160 Posteriormente se difundieron por el occidente europeo con la civilización céltica. En ellas podríamos encontrar el origen de algunas de las características que se atribuían antiguamente a los adivinos y visionarios gallegos. Con esos contactos de la civilización céltica con el mundo escita debió de difundirse también la doctrina de la transmigración de las almas. Diodoro de Sicilia dice que los celtas o galos ocupaban el territorio desde la Galia hasta Escitia (V. 32). Algunos autores, como Eliade, han señalado también la relación del druidismo con las fraternidades tracias y geto-dacias, señalando la importancia del sumo sacerdote, la creencia en la inmortalidad y la creencia sagrada de tipo iniciático de los druidas. Los dacios se llamaban antiguamente daoi. Hesiquio recoge la leyenda según la cual daos era el nombre frigio de lobo. De ahí que el nombre que antiguamente se daban así mismos los dacios fuera el de “lobos” o “los semejantes a los lobos”; aspecto que nos pone en relación con las fraternidades guerreras y las iniciaciones de los guerreros que imitaban el comportamiento del lobo en sus incursiones (Eliade, M. 1979, 558). Esas antiguas características de las fraternidades guerreras de los dacios pervivieron en el folklore rumano relacionado con el mundo de lobo, del hombre lobo e incluso del lobo como animal psicopompo (Senn, H. 1982). Es necesario tener en cuenta que los celtas debieron de tener relaciones con los dacios puesto que habitaron durante algún tiempo en las regiones occidentales de la Dacia. Los geto-dacios descendían de los tracios de la Edad del Bronce y su territorio se extendía más allá de las fronteras de Rumania. Se han encontrado restos arqueológicos de su cultura en varios lugares: por el este llegaron hasta el Dniéster, por el sur hasta los Balcanes, por el norte y oeste hasta Hungría y por el sureste también aparecieron restos en Eslovaquia y Servia. (Eliade, M. 1979, II, 560). Cumont opina que la doctrina de la metempsicosis llegó a través del Imperio Persa a los órficos y a los pitagóricos (Cumont, F. 1959, 178). Recordemos que a Pitágoras se le consideraba discípulo de los druidas celtas, En el siglo I d. C. Valerio Máximo dice que los celtas galos tienen unas creencias idénticas a las que profesaba Pitágoras (II, VI, par. 10. D´Jubainville, H. D´Arbois, 1981, 227). Pomponio Mela, a mediados del siglo III d. C., añade que los druidas enseñaban a los celtas que las almas son 160 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 161 imperecederas y que hay otra vida después de la muerte (“Corografía”, III, 2, 12. Trad. de Guzmán Arias, 1989). Al hablar de los celtas galos, Diodoro de Sicilia (40 a. C.) dice que entre ellos, en efecto, se ha impuesto la creencia de Pitágoras según la cual las almas de los hombres son inmortales y, después de un determinado número de años, vuelven a la vida, al penetrar el alma en otro cuerpo. (V.28-5-6. Torres Esbarranch. Trad). También Amiano Marcelino (siglo IV d. C.) dice que los druidas, de inteligencia superior, unidos por comunidades fraternales, como determinó la autoridad de Pitágoras, intentaron alcanzar la respuesta a cuestiones ocultas y elevadas. Además, despreciando los asuntos humanos, proclamaron la inmortalidad de las almas (XV, 9, 8. Harto Trujillo, Trad.). Jámblico, filósofo neoplatónico del siglo IV, dice que Pitágoras aprendió unas cosas de los órficos, otras de los sacerdotes egipcios, otras de los caldeos y de los magos, además de las que tomó de los misterios celebrados en Eleusis, Imbros, Samotracia, y en Lemos, y de las de los misterios comunes tanto celtas como de Iberia. (Jámblico, “Vit. Pyth”. 28,151. Bernabé, A. 2004, 142). Jámblico dice también que todos los gálatas, los troles y muchos bárbaros convencen a sus hijos de que el alma no perece, sino que persiste, cuando han fallecido. (Jámblico, “Vit. Pyth”. XXX, 173). Solino cuenta que una parte de los tracios creía que las almas se reencarnaban (10, 2). Jámblico cuenta que Zalmoxis, que era oriundo de Tracia y criado de Pitágoras, fue el responsable de la transmisión de las creencias pitagóricas a los celtas (Velasco López, Mª del H. 1998, 253). La teoría de la metempsicosis prolongó y utilizó un mito de la reencarnación que debió de pertenecer a la Grecia prehistórica (Gernet, L. 1980, 370). De todo lo cual deducimos que la doctrina de la transmigración la pudieron conocer los celtas de la misma fuente que los griegos; es decir, de sus contactos con el mundo escita. En el siglo VII a. C. los griegos, en opinión de Dodds y de otros autores, habían entrado en contacto con el chamanismo de los escitas del Mar Negro y, por lo tanto, con la creencia de que el alma podía abandonar el cuerpo y penetrar en otros cuerpos. Estas creencias influyeron posteriormente en varios filósofos griegos como Abaris, Aristeas de Proconeso, Hermotino de Clazómenas y otros varios (Dodds, 2001. Lecoteux, C. 2005, 186- 161 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 162 187). En la frontera oriental de Escitia vivían los sármatas, un pueblo de origen indoiranio que en el siglo III a. C. invadió gran parte del territorio escita, llegando en el siglo I a. C. hasta las orillas del Mar Báltico. Estuvieron también en contacto con los celtas orientales e incluso un grupo numeroso de sármatas se estableció en Britannia bajo el poder de Roma. Según Dion Casio (“Historia Romana”, 71-80; 36, 7), en el año 175 d. C. Marco Aurelio sometió a los iazyges, una tribu sármata, y entre los acuerdos de paz se estableció que 5500 jinetes de dicha tribu fueran enviados a Britannia para reforzar los efectivos de la legión. En las guarniciones romanas de Chester y de Ribchester se han encontrado testimonios arqueológicos de la estancia de esos iazyges. Este hecho histórico y el que el pueblo sármata hubiera estado en contacto con los celtas antes de su llegada a Britannia, podría explicar también las semejanzas que existen entre algunos aspectos muy concretos de leyendas escitas con las del ciclo artúrico y las del Santo Grial (Wadge, R. 1987, 204 y ss. Littleton, C. S. and Thomas, A. C. 1978). Resumiendo, podemos concluir que esas prácticas y creencias del territorio escita se difundieron por el occidente europeo con la civilización céltica, y que a pesar de las transformaciones que sufrieron con el paso del tiempo, la creencia en la transmigración de las almas se mantuvo en el folklore hasta nuestros días, probablemente porque arraigó sobre un antiguo sustrato procedente de una herencia común indoeuropea (Rohde, E. 1942, 119). AGRADECIMIENTO Deseo agradecer a mi colega Carmen Mellado Blanco, Profesora Titular de Historia de la Lengua Alemana en la Facultad de Filología de la Universidad de Santiago de Compostela la información que me suministró sobre el origen de la palabra alemana Seele. Agradezco también a María del Henar Velasco López, Profesora de la Universidad de Salamanca, el envío de sus interesantes publicaciones sobre diversos temas célticos; principalmente la mencionada en este trabajo. A Carlos García Martínez y a las bibliotecarias del Museo do Pobo Galego su amable ayuda para localizar el artículo de Taboada Chivite “El castro de Florderrey Vello.” 162 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 163 OBRAS CITADAS ROMERO, F. 1981. Los orígenes del mito de la Santa Compaña en las islas de Ons y Sálvora. (Cuadernos de Estudios Gallegos, vol. 96-97; 285-306). ALONSO ROMERO, F. 1991. Santos e barcos de pedra. (Edicións Xerais de Galicia. Vigo). ALONSO ROMERO, F. 1996. 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Madrid). 166 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 167 VELASCO LÓPEZ, Mª DEL H. 1998. Diodoro V 28. 5.6 y la creencia del alma entre los celtas. ( Actas del IX Congreso Español de Estudios Clásicos, pp. 249-254). WADGE, R. 1987. King Arthur: A British or Sarmatian Tradition. (Folklore, vol. 98:II, 204-215). WALLIS BUDGE, E. A. 1974. The Egyptian Heaven & Hell. (Open Court. La Salle, Illinois). WENTZ, W. Y. EVANS. 1973. The Fairy Faith in Celtic Countries. (Lemma Publishing Corporation. New York). YVANOFF, X. 1998. Mythes sur l´origine de l´homme. (Éditions Errance. Paris). 167 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 168 . Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 169 FRATRÍAS Y RITOS DE PASO EN LA HISPANIA CÉLTICA: A PROPÓSITO DE LOS TUNOS DE SEGÓBRIGA Pedro Reyes Moya Maleno1 Universidad Complutense RESUMEN Estudio de celebraciones rituales periódicas de la Península Ibérica protagonizadas por agrupaciones de jóvenes varones que, por distintos rasgos, muestran un carácter iniciático. Los tunos de Saelices (Cuenca) y su presencia en el oppidum celtibérico-romano de Segobriga sugiere profundizar en el análisis histórico y cultural de otros paralelos hispanos y europeos en su trasfondo precristiano en relación con las nuevas líneas de interpretación en Etnoarqueología. PALABRAS CLAVE: Tunos, Segobriga, Hispania céltica, ritos de paso, animalización, cencerros, männerbünde. ABSTRACT Study of ritual periodic celebrations in the Iberian Peninsula led by groups of young males who, for different features, show an initiatic character. The presence of tunos of Saelices (Cuenca) in the Celtiberian-Roman oppidum of Segobriga suggests study in depth in the historical and cultural analysis of other Hispanics and Europeans parallels into his pre-Christian undertone related with the new lines of Ethnoarchaeological interpretation. KEYWORDS: Tunos, Segóbriga, Celtic Hispania, rites of passage, animalize, männerbünde. SUMARIO: I.- INTRODUCCIÓN. II.- ROMERÍA DE LA VIRGEN DE LOS RE(SAELICES, CUENCA).Contexto geográfico e histórico. Desarrollo de la romería. III.- A GRUPACIONES DE REGENERACIÓN SOCIAL : CARACTERÍSTICAS Y PARALELOS. Tipología de los grupos. Calendario MEDIOS 169 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 170 invernal. Grupos de edad y sexo. Agones. Comensalismo. Sacralidad del grupo, de espacios y de ritos. Otros personajes que intervienen. Dispersión. IV.- PARALELOS Y ORIGEN PRERROMANO . Fuentes y paralelos clásicos. Elementos prerromanos. V.- CONCLUSIÓN. VI.- APÉNDICE GRÁFICO. VII.- BIBLIOGRAFÍA. I.- INTRODUCCIÓN La localidad conquense de Saelices (928 m.s.n.m.) celebra anualmente en el fin de semana más cercano al 28 de mayo la romería en honor a su patrona, la Virgen de los Remedios, con un recorrido que une la Iglesia de San Pedro y su ermita, sita a 3,5 km sobre las Termas Monumentales de Segobriga (857 m.s.n.m.) (Fig. 1-1). Según la leyenda, una de las cabras que en la Edad Media pastaba entre las ruinas del oppidum celtibérico-romano subió a uno de sus muros y, percatado el pastor, le lanzó una piedra. Al impactar en la cabeza del animal, se transformó en la talla de la Virgen. Enteradas las autoridades eclesiásticas de Uclés, y al no poder mover la figura, se decidió levantar una ermita en tal lugar (Sánchez Ferrer et alii , 1995: 237). Las referencias a la aparición de la Virgen y a su rememoración periódica son escasas y aisladas (Martínez Díez, 1995), pero una breve descripción de los elementos más significativos de la fiesta y el conocimiento de algunos cambios ponen de manifiesto la participación de grupos de edad y de género muy determinados, la complejidad de este tipo de ceremonias y la directa relación con otras tradiciones peninsulares y europeas con aspectos que pueden remontarse a época prerromana. Para profundizar en el conocimiento del ritual, se combina la labor etnográfica, a través de las fuentes orales 2 y de escritos anteriores, con la recogida de datos arqueológicos, para 1 Departamento de Prehistoria, Universidad Complutense de Madrid. Beca FPU del Ministerio de Educación (2003-2007): [email protected]. 2 Agradecemos la acogida dada por toda la población de Saelices y por el personal del Parque Arqueológico de Segóbriga, especialmente las inestimables comunicaciones de Dª. Nieves Bricio de la Torre (1933-) y de D. José Luis Muñoz ‘Rufino’ (1948-), presidente de la Hermandad de Ntra. Sra. de los Remedios en 2005. Al Dr. M. Almagro Gorbea debo la génesis del presente artículo. 170 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 171 paliar las consecuencias de la emigración, la infantilización de las fiestas y la actitud antiritualista que ha caracterizado la sociedad rural de la España de los últimos dos siglos (Ariño, 1996: 5 y s.; Velasco et alii, 1996: 148). II.- ROMERÍA DE LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS (SAELICES, CUENCA) Contexto geográfico e histórico Fig. 1: Segóbriga y la ermita de la Virgen del Remedio (1): La Mesa (2), inicio de La Colá (3) y, a 500 m., el delubro de Diana (4). La ermita de San Bartolomé de Segóbriga es la meta de los romeros y sede habitual de la “Virgen Morena” del Remedio. La ciudad indígena y romana, considerada por Plinio el Viejo (III 25) el inicio del territorio celtíbero (Almagro Basch, 1983: 17-21), desempeñó un papel importante como sede episcopal hispanovisigoda desde principios del siglo V (Puertas, 1967: 80; Almagro Basch, 1975: 52), pero la invasión musulmana marcó el fin 171 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 172 de las referencias históricas al obispo segrobricense, pues cesan a partir del XVI Concilio de Toledo (693 d.C.) (Vives, 1963: 39). Es probable que, como sucedió en las cercanas diócesis de Ercavica y Valeria, el obispado y la población local no desaparecieron totalmente y, aunque es patente la violenta irrupción árabe (Almagro Gorbea y Abascal, 1999: 36; Abascal et alii, 2004: 202 y 209), la población musulmana se asentó en Uclés. El desplazamiento del eje de comunicaciones motivó el retroceso de los antiguos núcleos hispanos (Monedero, 1982: 59; González González, 1982: 183; Retuerce, 1994: 36). No hay testimonio de culto mozárabe pero, al ser tierras más tolerantes que las almohades, su presencia es indudable. Reconquistada la plaza de Uclés en 1157, la repoblación cristiana del territorio se fraguó a partir de su donación a la Orden de Santiago en 1174 (Espolline, 1982: 211 y 235; González González, 1982: 189), momento en el que aparece Sanfelices o Sanhelices (González González, 1982: 203; Zarco-Bacas, 1983 [1927]: 465), actual Saelices. J. González (1982: 197 y s.) generaliza que el vacío musulmán fue repoblado con gentes de la ribera del Duero, de Atienza, Molina, judíos y francos. La actual capilla de Segóbriga se ubica en las Termas Monumentales, sobre la antigua palestra y frigidarium se han podido documentar también la existencia en época medieval imprecisa de los cimientos de un edificio porticado y de algunos enterramientos superpuestos (Almagro Gorbea y Abascal 1999: 111); la cronología incierta de estos restos impide relacionarlos con el antiguo y destartalado templo cristiano que describieron los visitadores de la Orden de Santiago entre 1500 y 1525 (Almagro Basch, 1983: 52). Considerando que ésta es la primera noticia de una capilla posterior al supuesto hiato musulmán en las ruinas de Segóbriga y conociendo que en 1228 había una pequeña aldea en el lugar de Cabeza del Griego en torno a una torre defensiva de los santiaguistas de Uclés (Almagro Basch, 1975: 25; Almagro Gorbea y Abascal, 1999: 37), no concuerda la legendaria fundación de un nuevo templo en el lugar de la hierofanía sino que, más bien, se trataría de un fenómeno de continuidad en el poblamiento. El culto cristiano allí tampoco se puede amparar en la recuperación de la antigua diócesis segobricense, pues ésta estuvo ubicada oficialmente en Albarracín desde 1176 hasta mediados el 172 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 173 siglo XVI (Almagro Basch, 1975: 47). En este sentido, las Relaciones Topográficas de Felipe II (1575) sólo citan el lugar como dehesa y cantera (Almagro Basch, 1975: 25 y s.; Zarco-Bacas, 1983 [1927]: 468) y, por desgracia, guardan silencio en la enumeración de toda capilla de la localidad3. El culto de Santa María, el principal actualmente, es indisoluble a la devoción a San Bartolomé, hagiónimo utilizado también para nombrar Cabeza del Griego (Madoz, 1845-1850: 246). Aunque la presencia del santo podría deberse al impulso que en el siglo XIII tomaron santos protectores de plagas y pestes como éste (Colmenarejo y Fernández, 1989: 144), la advocación también podría estar relacionada con el pago de 100 ducados anuales que la parroquia hacía en 1575 al Colegio secular de San Bartolomé de Salamanca (Zarco-Bacas, 1983 [1927]: 470). Esta institución tenía en Saelices ciertas partes de diezmo, cereal, vino y ganados (Delgado, 1986: 36 y 140) legadas por Diego de Anaya y Maldonado, fundador en 1401 del Colegio Viejo y obispo de Cuenca (14081417) (Delgado, 1986: 35; Sala, 1964: I-18)4. Tal relación es la que podría explicar la denominación de los “tunos” de la agrupación. Desarrollo de la romería La romería de la Virgen de los Remedios, como queda dicho, es la celebración por la cual la Hermandad y las gentes de Saelices portan a su patrona hasta su ermita de Segóbriga y, como gran parte de las tradiciones, ha variado a pesar de la aparente inmutabilidad. Por ejemplo, a mediados del siglo XX la romería se desplazó desde el día de la Ascensión de la Virgen (15/VIII) al último fin de semana de mayo. Igualmente, hay escasos datos sobre la antigüedad de la veneración de la Virgen de los Remedios en Saelices aunque fue una advocación popularizada entre los siglos XVI y XVIII 5. Así también, a pesar del silencio de las Desde el siglo XVI las principales reformas de la ermita fueron en 1741 y 1983 (Almagro Gorbea y Abascal, 1999: 109). 4 Las numerosas posesiones del colegio en La Mancha eran administradas a mediados del siglo XVI por un mayordomo con residencia permanente en estas tierras (Delgado, 1986: 44). 5 Paradójicamente, también en Colmenar Viejo (Madrid) irrumpió a finales del siglo XVI el culto a la Virgen de los Remedios sobre una ermita de San Bartolomé, dejando al santo en segundo plano (Colmenarejo y Fernández, 1989: 144). 3 173 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 174 Relaciones Topográficas de Saelices (Zarco-Bacas, 1983 [1927]: 470) –sobre el número de ermitas– se puede sospechar la existencia de tal festividad si se tiene en cuenta que en Carrascosa del Monte, a 14 km al norte de Saelices, se cita una imagen de la Virgen del Remedio en su templo parroquial y que “muchas veces se saca en procesión en esta villa y sus términos y comarcas con muy grande reverencia y devoción” (Idem: 228). Actualmente, la celebración se desarrolla en cuatro lances: procesión en el tramo urbano, ascenso a la ciudad celtibérica, actos en la ermita y final de la fiesta. Junto a los romeros que acompañan a la imagen de Santa María, resaltan tres agrupaciones de género y edad que desempeñan un papel fundamental con características propias, pero que interactúan entre sí como manifestación más viva de la devoción mariana: tunos, danzantillas-danzantes y serranas. A) Los tunos, objeto principal del presente estudio, son una agrupación de jóvenes varones que visten levita y sombrero negro de dos picos con estampas de su patrona pero que en la primera mitad del siglo XX todavía llevaban la cara tiznada (Fig. 2). Su ingreso era voluntario, alrededor de los 14 años y, una vez dentro, eran tunos mientras lo desearan. Con las primeras luces del día, marchan junto al resto de agrupaciones en dos filas por las calles de la localidad hasta que a las 9 horas se introducen en el templo parroquial para danzar y partir en comitiva hacia Segóbriga por el camino de la Era. En el tramo urbano van delante de la talla y su avance se caracteriza por un vaivén en cada paso. Periódicamente es interrumpido por el inicio de carreras y grandes saltos que discurren en sentido contrario a la marcha y por parejas y que cesan cuando alzan sus brazos ante la imagen de la Virgen; en otro lance, los tunos en hilera circunvalan en carrera al resto de grupos: según unos, protegen a serranas y danzantes que marchan por el centro y, según otros, sus cabriolas encarnan las actitudes y venalidades propias de diablos (Martínez Diez, 1995: 11). Llegados a la base del Cerro de Cabeza del Griego, la comitiva, juntos de nuevo, comienzan a ascender la Colá (Fig. 1-3) hacia la ermita con sus bailes hasta que alcanzan la Mesa (Fig. 1-2) o explanada de la ermita. Allí, por la tarde, realizan varios bailes de destreza, coordinación y velocidad. 174 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 175 Fig. 2: Tunos de Saelices (CU) en carrera alrededor de los danzantillos y de Ntra. Sra. de los Remedios camino de Segóbriga (29-V-2005). En primer plano el Rector. Foto Moya. Los tunos están dirigidos por un varón adulto, el rector, cuyo atributo diferenciador es un bastón del que penden cascabeles y colgantes que lo personalizan. El rector debe haber sido tuno previamente y accede voluntariamente al cargo, generalmente, por mérito y a propuesta del dirigente saliente y por el tiempo que se desee6. Década de 1990 1983 Década de 1950 1940 Mediados s. XX • Intento fallido de introducir Moros y Cristianos. • Reforma de la ermita. • Intento fallido de introducir Moros y Cristianos. • Sustitución progresiva de las caballerías por vehículos a motor para subir a la ermita. • Danzantes masculinos son sustituidos por niñas. • Cambio de fecha de la romería: de la Ascensión (15/VIII) al último fin de semana de mayo. • Tunos con cara tiznada. 6 En la romería de 2005, a la que pudimos asistir, tuvo lugar en la ermita la despedida de los dos rectores: David Bricio ‘Brujo’ y Alberto Muñoz ‘Negus’. 175 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 1ª mitad s. XX c. 1850 1741 ss. XVI-XVII 1575 1500-1525 1408-1417 401 1228 1176 1174 1157 693 13:53 Página 176 • Subida al cerro en carretas y caballerías. Desafíos entre jinetes. • Topónimo del Cerro de San Bartolomé. • Reforma de la ermita. • Expansión del culto a la Virgen de los Remedios en España. • En toda la comarca hay devoción a la Virgen de los Re medios. • La parroquia de Saelices hace un pago anual de 100 du cados al Colegio Viejo. • Las Relaciones de Felipe II no mencionan ninguna ermita en Saelices. • Templo cristiano en condiciones ruinosas en el cerro. • Diego de Anaya, obispo de Cuenca. A su muerte lega ciertas posesiones y diezmos del obispado al Colegio Viejo. • Diego de Anaya y Maldonado funda el Colegio de San Bartolomé o Colegio Viejo de Salamanca. • Pequeña aldea en Cabeza del Griego. • Se restaura la diócesis segobricense pero en Albarracín. • Topónimo de Sanfelices. • Reconquista de Uclés. • Última referencia a un obispo segobricense. • Segóbriga celtíbera y romana. Fig. 3: Breve tabla-resumen de los acontecimientos más destacados en relación con los Tunos de Segóbriga y el culto en la ermita de San Bartolomé (Saelices, Cuenca). B) El segundo grupo lo componen los 8 danzantes que dicen representar a los ángeles. Son 4 chicos y 4 niñas enaguas con vestidos blancos de almidón y gorros y cintas de vivos colores que se asemejan a otros tantos grupos de danzantes comarcales7 y del resto de la Península Ibérica. La denominación de danzantillas hace referencia a la infantilización e introducción de 4 niñas de un grupo que, hasta inicios de la década de 1940, estaba compuesto íntegramente por hombres adultos8, incluido otro rector de la danza. Igualmente en este caso, el cargo de rector guía la danza hasta La Cazuela o puerta de la ermita (Figs. 1 y 2). Allí, las danzantillas –y el resto de grupos– recitan rogativas y agradecimientos individualmente y en voz alta a la Virgen de los Remedios con brazos Palomares del Campo, El Hito, Almonacid del Marquesado, Belinchón, etc. Las primeras jóvenes que bailaron de danzantillas nacieron aproximadamente en la década de 1930 dado que ningún hombre quiso bailar por obligación tras la Guerra Civil. Hoy día continúan empezando a danzar con seis o siete años. 7 8 176 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 177 levantados. Las salves y dichos, composiciones aclamatorias y piadosas, están muy extendidas y merecerían un estudio estilístico y social más profundo (Caro Baroja, 1965a: 54; Martínez Díez, 1995; Gonzalvo, 1998: 150). C) La pubertad de las danzantillas, en torno a los 12 años, implica la entrada, si se desea, en el tercer grupo participante: las serranas. Carecen de rector y está formado por unas 14 jóvenes casaderas –núbiles, en principio– ataviadas con el traje regional. Ellas bailan y trenzan el eje de cintas que portan dos paleros. El número de serranas está limitado por las cintas existentes. La música –dulzaina y tambor– normalmente venía de áreas cercanas aunque hoy día son músicos locales9. Por su parte, el resto de saeliceños y de lugareños de las proximidades suben a la Mesa con coches y tractores para realizar una comida campera; anteriormente, las galeras y caballerías eran protagonistas también de las competiciones y carreras que allí tenían lugar. III.- AGRUPACIONES DE REGENERACIÓN SOCIAL: CARACTERÍSTICAS Y PARALELOS El registro y estudio de tradiciones folclóricas en la Península Ibérica se ha desarrollado tardíamente y con enfoques que dependen de la intencionalidad de los recopiladores, ya sean criticas religiosas, búsqueda de prestigio ancestral, etc. Esta variedad implica una falta de homogeneidad en las fuentes existentes que no permiten hacer un seguimiento idéntico de cada caso. Las agrupaciones de jóvenes varones aparecen en trabajos etnográficos tardíos, atomizadas en contextos regionales o dentro de compendios generalistas de folclore y carnaval y, además, descritos en clave antropológica y sociológica, sobre todo en su aspecto de quintos (Pereira, 1973; Caro Baroja, 1979: 156; González Casarrubios y González-Pola, 2002). Al margen queda toda noción cronológica, imprescindible para una correcta valoración histórica. En el caso de la tuna, al menos desde el siglo XIII el elemento diferenciador que la define es su música y sus rondas a féminas; 9 Al son de la dulzaina y el tambor rompen a danzar las danzantillas y los danzantes; las serranillas trenzan y destrenzan y los tunos protegen a unas y otros con su danza frenética (Martínez Díez, 1995: 11). 177 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 178 entonces, la identificación con los grupos conquenses de Saelices y su entorno no tiene fundamento alguno en un origen estudiantil (Cruz, 1996: 25-27). Otros argumentos que dificultan la participación de tunos en los ritos de Segóbriga son: el escaso número de bachilleres que entraban al Colegio de San Bartolomé10; la cuidadosa elección de sus candidatos, pues a pesar de la condición de pobreza que se les pedía era un centro formador de elites (Delgado, 1986: 16 y 47); la rígida conducta exigida entre los siglos XV y XVII a los colegiales en el exterior del centro (Sala, 1964: III-128, 281 y ss.); y que, mientras hubo culto a San Bartolomé en Saelices, no hubo becados que pudieran reforzar la presencia estudiantil (Delgado, 1986: 81-114; Carabias, 1986; 1990; Carabias et alii, 1991)11. Por ello, es más probable que, siendo el colegio mayor salmantino propietario de parte del diezmo del culto, la denominación de este grupo proceda de la acepción popular de tuno o tunante como grupo de jóvenes que desarrolla acciones picarescas y fuera de la cotidianidad12. Así, las fiestas y capilla en honor de San Bartolomé (24/VIII), habituales en las posesiones del colegio mayor (Sala, 1964: III-318; Delgado, 1986: 119), bien pudieron ser el marco correcto para desarrollar las correrías, cabriolas y demostraciones de fuerza habituales que ritualizan el paso de los mozos al nuevo orden social adulto (González Casarrubios y González-Pola, 2002: 18). Por su parte, la fiesta de la Virgen de los Remedios tiene elementos que, si bien no son concluyentes en sí mismos, encuentran paralelos en ritos del entorno de Saelices –los tunos de Palomares del Campo (a 17,7 km) en el último domingo de abril–, y en otras áreas peninsulares y europeas. Se trata de agrupaciones de varones que, con motivo de festividades del ciclo invernal En torno a 15 por promoción y menos de tres por diócesis. La presencia entre 1566 y 1568 del saleiceño Francisco de Vera en el Colegio de Cuenca de Salamanca también debe poner en duda su relación con la tuna en tanto que fue maestro teólogo y canonista (Carabias, 1983: 191). 12 La juventud estudiante era parte activa de los carnavales tal y como refleja el aleluya 34 de Barcelona que presenta Caro Baroja (1979: 57): “van estos pobres bolonios, dando saltos y chillidos disfrazados de demonios”. 13 Son denominadas, entre otros, como grupos de mozos, fratrías, fraternidades o cofradías de jóvenes. 10 11 178 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 179 y primaveral, regeneran su presencia en la comunidad a través de la reproducción cíclica de un rito y de la introducción de nuevos miembros jóvenes13; todos portan atributos tendentes a mimetizar al grupo a través de cencerros, máscaras, bastones, pieles, etc. (vid. Apéndice) y realizan lances similares a pesar de la distancia geográfica. El encuadre temporal y simbólico de estas agrupaciones está cristianizado y adaptado a la realidad del momento pero muestran características de origen prerromano que los diferencian de otras fiestas más modernas del tipo de entremeses, bufonadas o soldadescas (Arco et alii , 1994: 195, 207; González Casarrubios y González-Pola, 2002: 10)14. I) La vestimenta de los tunos de Saelices es a) moderna, como sucede con las chaquetillas, calzones y camisas blancas de los botargas de Almiruete (GU)15, de los grupos orensanos o de los guirrios. Más que alusivo al color albo del ultramundo (Fernande, 1997: 79) son ropajes del siglo XVIII ampliamente representados en el folclore como muestra del momento en el que se estancaron (Bouza, 1933: 74; Arco et alii, 1994: 251). También son frecuentes las cretonas o monos artesanales de vivos colores (Caro Baroja, 1965a: 48; 1979: 104) y como los tunos de Saelices y los de Palomares del Campo (CU), los que imitan trajes formales o de clérigos. Éstos están bien documentados desde la Edad Media16 (vid. infra) con intención de mofa. Otros atuendos más vistosos son los de los boteiros de Viana del Bollo, cigarrons o pantallas de Ginzo de Limia (OR) ( vid. Apéndice ) (Dasairas, 1997) aunque sin uniformidad entre ellos (Cabal, 1925: 119). Sin embargo, en la endiablada de Almonacid del Marquesado (CU) o en los carnavales orensanos (Bouza, 1933: 73), se constata la sustitución en un momento no preciso de una vestimenta 14 Es concluyente que los intentos por introducir en la década de 1950 y de 1990 la fiesta de moros y cristianos en la romería del cerro de Segóbriga fracasaron ante el arraigo de tunos, danzantes y serranas. 15 Para indicar la provincia de cada caso se utilizan las abreviaturas al uso y cotidianas. Ejemplo: Madrid (M), Cantabria (S), Huesca (H), Asturias (AS), etc. 16 En 1565 la normativa del mismo Colegio de San Bartolomé de Salamanca instaba a cesaran las burlas y recreaciones de Navidad como la del “obispillo” (Sala, 1964: III-147). Valgan de ejemplo los siete clérigos y un obispo formaban una tuna en La Pícara Justina de López de Úbeda (siglo XVII) y otros danzantes mitrados que recoge Caro Baroja (1965a: 55-56) y Arco et alii (1994: 255) en Francia (Corbeil), Portugal (Alte) y España (Fernande, 1997: 72). 179 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 180 anterior a base de b) pieles animales, como muestran el zampanzar de Ituren (NA), los zamarraches de Casavieja (ÁV) o los zarramacos de Silió (S). Eran habituales las pieles de oveja y cabra pero, como en otros zamarrones cántabros, también las había de lobo y oso (Caro Baroja, 1979: 218; Peralta, 1991: 95). En otras agrupaciones las pieles c) cubren todo el cuerpo incluido la cabeza, como en los trangas (Bielsa, H) con piel de macho cabrío; los jurrus de Alija del Infantado (L); los birrias de Asturias y León; o en los perreros de Santa Ana de Pusa (TO), donde las pieles de cabra simulan la de los perros con los que se identifican (Cabal, 1925: 122). II) La metamorfosis de los participantes se manifiesta en la confección de a) máscaras con pieles de conejo y zorro de las carantoñas de Acehuche (CC) (Arco et alii, 1994: 206; García Gavidia, 2002: 363). En otro gran número de casos, como el área galaico-portuguesa o la asturiana, están b) construidas en tela o madera 17 o sustituidas por c) el tiznado de la cara con elementos naturales18. Ésta es una práctica tradicional del ciclo de invierno y de carnaval19 (Arco et alii, 1994: 345). III) El gorro es otro elemento uniformador del grupo aunque también depende del dueño o del momento de la celebración (Caro Baroja, 1965a: 51). Los a) portan sombreros modernos, alusivos al ejército o a la Iglesia 20; b) en los carnavales del 17 Algunas de ellas, centenarias, se describen entre lo figurativo y lo animalesco (Bouza, 1933; Pereira, 1973; Revelard y Kostadinova, 1998: 31). 18 Tizones, corchos quemados o una mezcla de hollín y aceite son empleados por los trangas de Bielsa (H), los zarramacos de Silió (S), los brígidos de Izagre (L), los diablos de Luzón (GU), los de Santa Ana de Pusa (TO) o los carneros de Pinar (El Hierro, TF). 19 En la Sierra Morena manchega, los quintos de Villamanrique (CR) en San Antón (17/I) tiznan sus caras. Mientras, los hombres de Fuencaliente y Castellar de Santiago, tiznan a las mujeres con corchos o corteza de alcornoque quemadas en la noche de la Candelaria (31/I-1/II) (Criado, 2005: 72 y 170). También los mozos del valle leonés de Omañas o los riojanos de Torrecilla, Encameros y de Larriba, aparte de vestirse con pieles y cuernos de cabra y con cencerros, persiguen a la gente en carnaval para tiznarles (Arco et alii, 1994: 324). 20 Los de perreros de Miraflores de la Sierra, los tunos de Saelices y Palomares o los judíos de Fresnedillas; mitrados son los de las endiabladas de Almonacid del Marquesado y El Hito (CU); de Verín (OR) (Bouza, 1973: 74); o de los zamarrones de Felgueras (Pola de Lena, AS) (Caro Baroja, 1979: 305 y ss.; Fernande, 1997: 74). 180 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 181 noroeste los remates de flores toman dimensiones considerables21 (Dasairas, 1997: 30). También hay c) conos con adornos22 y finalmente, también portan d) cuernos en el sombrero o directamente sobre la piel animal que cubre la cabeza, como en los trangas, los diablos de Luzón (GU), los guirrios del área asturleonesa y algunos zamarrones asturianos (Caro Baroja, 1979: 219; Fernande, 1997: 74). En el caso de los birris (ias ) de Alija del Infantado, que dicen representar ángeles, portan tantos cuernos como los Jurros o diablos a los que se enfrentan (Villar, 2001: 237). Otros, como los vergalleiros de Saurreaus (OR), el cuerno de vacuno lo portan colgado o para hacerlo sonar. IV) Un elemento constante de estos grupos son las campanillas y, principalmente, los grandes cencerros. Son artilugios sencillos y de distinto tipo según el lugar y módulo23. Pese a su sencillez, se trata de una herramienta muy funcional para distinguir y orientar las cabezas de ganado que en función de los animales a los que van destinados. Los cencerros, aparte de otros usos que se documentan en el folclore peninsular24, son usados con correajes y cuerdas sobre los trajes como un marcador rítmico de la posición del 21 Los de los boteiros orensanos o los guirrios leoneses son semejantes a los que portan en centroeuropa, por ejemplo, los Percht de Austria (Revelard y Kostadinova, 1998: 37). 22 Como en el zampanzar , en la Bijanera , sobre los zarraganes , Guirrios o marceros de Soba (Montesino, 1992: 115; Rodríguez Cantón, 1997: 6). 23 En su fabricación tradicional se utiliza madera o una plancha de metal liguero recortada y remachada y un badajo de hueso, cuerno o madera (Aranzadi, 1945: 493; Violant, 1997 [1949]: 412; Caballero, 1974: 117 y s.; González Casarrubios, 1982). Reciben el nombre de campano, picota, esquila, esquellot, lloqueru, trucos, chocas, chocalhos, dumba, bulumba, etc. 24 Las cencerradas se daban a los protagonistas de acciones censurables moralmente o por la legislación eclesiástica y civil (Domínguez, 1985: 12; Montesino, 1992: 109; Arco et alii, 1994: 178; Rodríguez Ruiz, 2002: 179), para llamar la atención de cuestaciones (Caro Baroja, 1979: 198; Criado, 2005: 169) o para desaprobar la actitud del que se oponía a la mayoría en comunidades con Concejo Abierto (Caro Baroja, 1979: 143; 1980; Domínguez, 1985: 12). Relacionadas con la religión aparecían en Navidad (Domínguez, 1985: 17); en Epifanía, para orientar a los Reyes Magos (Violant, 1997 [1949]: 568; Rodríguez Ruiz, 2002: 156); en Jueves Santo (Caro Baroja, 1979: 143) y en otras fechas señaladas como en San Juan (Criado, 2005: 66 y s.). 181 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 182 grupo que los porta. En general, cada individuo lleva de 2 a 8 grandes cencerros detrás de la cintura y, dado su tamaño y peso, algunos de más de 20 cm, los porteadores procuran acolchar su golpe sobre el cuerpo. El cencerreo, en un ámbito rural tradicional acostumbrado a bajos decibelios, tiene especial significado de unidad, cuando los botargas se acercan rítmicamente por una de las colinas que rodea Almiruete; de fortaleza, cuando los jóvenes de los valles de Lena, Siero, Mieres o Langreo avisaban de su disposición a medirse a las parroquias vecinas al situarse en los confines colindantes (Fernande, 1997: 72 y 79); y de exaltación de fuerza, al iniciar al unísono carreras, danzas frenéticas y cabriolas, como en las endiabladas de Almonacid y del El Hito (CU), los perreros de Miraflores de la Sierra, los judíos de Fresnedillas, peliqueiros, zangarrones, la machada, etc.25 La presencia de otros elementos para generar ruido (Bartolomé, 2005: 148) o de cencerros más pequeños, como los diablos de El Hito, tienen la misma finalidad puesto que se reutilizaba utillaje doméstico, por ejemplo, las cinchas de las yuntas. No obstante, parece inferirse que cuanto más pequeños eran las campanillas, el personaje es más irrisorio y grotesco. En el caso de los cascabeles del bastón del rector de los tunos de Saelices bien podría guardar alguna relación con lo burlesco pero también con lo rítmico de los movimientos. Ahora bien, es fundamental analizar las cualidades simbólicas que atribuyen al ruido capacidad de interacción con la naturaleza y comunicación con el Más Allá (Cabrol y Leclerq, 1948: 1986; Atienza, 1997: 348). En un primer momento está ambiguamente relacionado con la dicotomía mal/bien, tanto para lo celestial como con lo infernal. Aparecen en cratofanías marianas pero es 25 El portar cencerros es justificado de diversas formas: unos aducen que son propios de los ganados o diablos que representan mientras el sonido de los saltos de los bardancos de Caso (AS) era “hacer el ciervo” (Cabal, 1925: 114). Otros rememoran hechos pseudohistóricos, ya sea el júbilo por el descubrimiento de la imagen de la Virgen, como los de Almonacid del Marquesado (Caro Baroja, 1965a: 57), o por batallas, como en la leyenda de Miraflores que relata cómo asustaron a los franceses en 1808 al creer ser atacados por un gran rebaño vacuno (González Guadalix, 1994: 99). 182 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 183 más habitual que los que los portan sean definidos como infieles o diablos (Caro Baroja, 1965a: 57; 1965b: 288). Pero, especialmente, es importante el efecto conseguido con la provocación del ruido: Ovidio ya describió la cualidad del sonido del cencerro para propiciar la fecundidad de la tierra (Dawkins, 1906: 205; Arco et alii, 1994: 346) y trangas y zarramacos lo consideran propiciatorio para el nuevo año. Son comunes las tradiciones que creen que ahuyentan plagas, al mal y a los malos espíritus, como en las zamarronadas asturianas o con el toque del esquellot al inicio de la sanantonada de El Forcall (CS) (Fernande, 1997: 79; Monesma, 2001: vol. 2); J.M. Gigante Talvara, pastor jubilado de Villanueva de los Infantes (CR), confirmaba que así se “espantaba al diablo” en el día de San Marcos (24/IV) (Moya, 2004; Bartolomé, 2005: 147). La sencillez y adaptabilidad del cencerro le ha hecho perdurar hasta momentos actuales tal y como constata que el término gallego chocas y el francés cloche proceden del céltico clocca (Martínez Risco, en Bouza, 1933: 75). Arqueológicamente es difícil conocer el origen de esta herramienta rural pero, a juzgar por los modelos en materiales básicos, hace suponer que su aparición va ligada al inicio de la ganadería. En Hispania se conocen esquilas en la II Edad del Hierro, por ejemplo, en Numancia (Berzosa del Campo, 2005: 324 y Fig.5-6). En concreto, en el caso de Segóbriga se han documentado cencerros de hierro de época tardorromana o visigoda como cabe suponer de un pequeño núcleo rural agroganadero (Almagro Gorbea y Abascal, 1999: 89). Pero se trata de un artefacto del que no se ha profundizado en sus tipologías ni en su posible asociación a restos óseos animales o humanos (Caballero, 1974: 114 y ss.), por lo que es un interesante campo a trabajar, sobre todo, si se atiende a la práctica de algunos diablos de Almonacid del Marquesado de enterrararse vestidos y con sus cencerros para mostrar su pertenencia a un grupo singular dentro de la comunidad (Herrainz y Peñuelas, 1992: 70) (Fig. 5). V) El palo o báculo es otro de los atributos comunes en casi todas las agrupaciones de varones documentadas y donde no aparece hay indicios de su presencia. El tipo y simbología del palo dependen de la ceremonia y la zona, según predomine 183 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 184 un simbolismo de bastón de mando pasivo o resalte su carácter pragmático y agresivo. Otro significado de las porras es el psicopompo o como protección de los males del invierno aunque es habitual una explicación canónica que ve en los báculos una representación de la maldad demoníaca o del martirio de un santo, como San Sebastián para los Morraches de Malpica del Tajo (TO) (Santos, 2001: 305). No obstante, los báculos con elementos llamativos, como los prótomos antropomorfos o animales de los diablos de Almonacid y El Hito, tienen un simbolismo (González Casarrubios, 1977: 32) más destacado que otros más sencillos, que son simples garrotes pastoriles con nudo al pie (Arco et alii, 1994: 191). Por su parte, otros grupos de áreas montañosas del Norte, en los que predomina el vacuno, suelen llevar las varas largas de atizar a los animales y de saltar los cerrados de los prados. Así, los guirrios asturleoneses saltan muretes (Cabal, 1925: 120; Dasairas, 1997: 30) y esta cualidad es la que da nombre a los boteiros de Viana del Bollo gracias a sus pértigas o moncas; en el caso de los trangas de Bielsa es la tranga, palabra de origen indoeuropea, la que les identifica y les sirve para saltar y para golpear simbólicamente a otros personajes –osos–. Esto mismo hacen los zarramacos o campaneros de Silió con sus cayados (Arco et alii, 1994: 224; Monesma, 2001: vol. 1). Pero el uso violento de los garrotes no se limita a lo simbólico o a la pura defensa contra animales nocturnos (perros, reses, etc.) que alegan los marceros cántabros, sino que era el arma habitual de enfrentamiento entre agrupaciones de pueblos y valles vecinos (Pérez de Castro, 1961: 333 y ss.; Valdivielso, 1992: 173; Montesino, 1992: 124). VI) Elementos de burla y castigo Otros atributos en estos grupos son propios de sociedades rurales y ganaderas, como las castañuelas y las hondas en Fresnedillas de la Oliva y Colmenar Viejo (M). Un atributo diabólico es simular las fauces sangrientas o terroríficas con patata o cáscaras de naranjas en la boca, como en Bielsa, Luzón y Villamanrique (CR); también son los tridentes y las tenazas extensibles de madera de los jurrus y los guirrios de León. Estos artilugios son usados para bromear junto a otros, como las vejigas 184 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 185 animales hinchadas o las cinchas de cuero. Aunque eran elementos extendidos en otras festividades, sólo en estas fiestas su utilización era un derecho de las fratrías. Son portadas tanto por personajes especializados como el Blanquillo de las zamarronás asturianas como por todo el grupo de jóvenes (Bouza, 1933: 73; Fernande, 1997: 72; Monesma, 2001: vol. 2; Prado, 2004). El contexto actual de representaciones parateatrales cristianas y carnavaleras acentúa la faceta irreverente de tenazas y vejigas, igual que sucede con zurrar con látigos a los viandantes o el esparcimiento entre ellos de diversas materiales26 de forma burlesca o como represalia si no corresponden a sus peticiones (Bouza, 1933: 75 y 77; Caro Baroja, 1979: 218; Dasairas, 1997: 26; Fernande, 1997: 73 y ss.). Pero resulta evidente el trasfondo simbólico del acto de arrojar dichas substancias ya que, cuando se produce aisladamente o vinculados a un santo, sí es considerado un ritos profiláctico y de regeneración de la naturaleza. Fig. 4: Trangas de Bielsa (H). Foto http://www.bielsa.com/album/cnbl/03_trgs.html (acceso 7-VI-2005). 26 Excrementos animales, cenizas, harina, serrín, pelusas de junco, etc. Sirvan de ejemplo los casos de Almiruete o Segurilla (TO) (Bouza, 1933: 75 y 77; Fernande, 1997: 73 y ss.; González Casarrubios y González-Pola, 2002: 26). 185 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 186 Tipología de los grupos Definir la funcionalidad concreta e inmutable de cada fratría es difícil y poco estricto puesto que, como señala Turner (1988: 19), en todo ritual es diferente observar los comportamientos que comprender lo que éstos significan a sus actores, si es que los saben. Algo menos de la mitad de los casos (43%) se desarrollan en carnaval mientras que los restantes están ligados a santorales y leyendas piadosas; en las últimas décadas, antropólogos y etnólogos han creado una nueva conciencia popular que les hace considerarse fiestas de regeneración de tal o cual tipo (García Gavidia, 2002: 343). Sin embargo, no se trata de un lenguaje del que se puedan diferenciar lances individuo o analizar aisladamente sus atributos sin perder el sentido general o, cuanto menos, sin entrar en contradicción. Es un ámbito polisémico adaptado al sistema económico y sociocultural en el que se desarrolla (Montesino, 1992: 29) y del que, como Caro Baroja señaló, sólo se pueden abstraer generalidades funcionales según fueran ritos –un conjunto de comportamientos– regeneradores, purificadores, grotescos o parateatrales. Sin embargo, es evidente que todos los grupos que consideramos como fratrías son engranajes que permiten la regeneración cíclica de la comunidad. Su presencia está unida al calendario natural y al simbolismo de otros lances propiciatorios, pero es la misma existencia y las formas de proceder del grupo las que reflejan la incorporación periódica de los nuevos miembros jóvenes a una organización a través de un rito de paso del que ellos son sujetos pasivos y activos a su vez. Es fundamental en el análisis de estas fratrías su diferenciación de las máscaras grotescas conocidas como “botargas” (García Sanz, 1953; Caro Baroja, 1965b). Es una cuestión controvertida porque existen diferencias básicas entre ambas pero también concurren elementos, vestimentas y otras características semejantes. El caso más evidente es que algunas agrupaciones se denominan expresamente botargas, como los de Almiruete y Canencia (M), y que otros personajes individuales sean denominados de la misma forma que estos grupos (Vid. infra). Contribuye a ello que medievalistas y eruditos han vinculado las fratrías a contextos cristianos y a los bufones medievales de forma que, bajo las endiabladas o los grupos orensanos, sólo hay 186 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 187 viejas fiestas “de aire medieval” y sátiras de carnaval (Caro Baroja, 1965a: 50; 1979: 91). No obstante, es importante la consideración que tanto la comunidad como ellos tienen de sí mismos. Las denominaciones más evidentes, a priori, son las que dicen representar animales –vacunos y cánidos– o con los diablos27. Otras agrupaciones son designadas por sus actos e indumentaria28, en especial, los derivados de la pelliza o zamarro/a29. En relación con estos grupos, podrían haberse generado las acepciones de zamarrear –propasarse con otras personas o desarrollar la costumbre animal de zarandear a la víctima presa– y el insulto que describe gente lerda y rústica. En efecto, la confusión entre las mascaradas de ritos de paso y otras radica en que la mayoría de sus nombres son puramente descalificativos30 y parte de ellos son derivados de zaharrón31, birria32 y moharracho33, los cuales han servido para designar a personas que se disfrazan grotescamente, que ridiculizan y/o que portan máscaras (Menéndez Pidal, (1969)[1942]: 23 y ss.). Llama la atención que las palabra moharrache y zaharrón procedan del hispanoárabe *muharrá ǧ o *muharrí ǧ y *sahr ū n , cargadas de un tono despectivo, pero la etimología de zamarrón y de otros términos que no proceden de aquellos pueden corresponder a vocablos prerromanicos emparentados con el 27 Vaquillas, Vaquilleros, Vaquillones, Cabestros, Carneros, Machos, Perros, Perreros, Demonios, Diablos, Diabletes, Tunos, etc. 28 Brígidos, Carantoñas, Trangas, Zancarrons, Troteiros, Boteiros, Pantallas, Choqueiros, Borralleiros, Peliqueiros, Campanotes o Esterones. 29 Zamarrazos, Zamarrones, Zamarrasqueros o Ramasqueros (Montesino, 1992: 178). 30 Charrúas o Motilones (indígenas sudamericanos), Judíos, Barrancos, Barbacanas (Bouza, 1933: 75; García Gavidia, 2002: 333). En el caso de los Zarrapastrones o Zaparrastros asturianos los términos también parecen ligarse a lo zarrapastroso. También se ha sugerido emparentar el Zampanzar al Saint-Pansard francés (Arco et alii, 1994: 312) pero no hay similitud con la agrupación de Joaldunak (Caro Baroja, 1979: 113). 31 Menéndez Pidal ((1969)[1942]: 24) ya prestó atención al término zaharrón y a sus derivados por metátesis (Bouza, 1933: 78; Martínez Laseca, 1985: 42 y s.; Revelard y Kostadinova, 1998: 31). 32 Birrias, Birris, Irrios, Guirrios, Mirrios, Murrios o Cachibirrias. 33 Además, de adjetivos más vulgares como mamarracho derivan grupos como Curramaches, Cucurrumachos, Morraches, Cachimorros o Comarrajos. 187 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 188 vasco y que también aluden al disfraz o a rasgos fantasmagóricos (García Lomas, 1949: 311; Caro Baroja, 1979: 232). Por tanto, se constataría así la existencia de un proceso de equiparación de dos fenómenos distintos después del siglo VIII d.C. que reduciría las agrupaciones de jóvenes a botargas. Los botargas de Almirute nada tienen de “máscaras municipales”. Es más, la línea que separa unos y otros a veces es tan imperceptible que ambos pueden estar vinculados a cofradías religiosas (Ánimas, Candelaria, San Blas, etc.) y a las fiestas de invierno (García y Luján, 2005). Las fratrías hacen cabriolas, burlas y zurran con látigos o vejigas animales infladas como los corredoiros, guirros, irrios o perreros (Arco et alii, 1994: 202); también encarnan algún mal que debe ser aniquilado o expulsado (Peris, 2002: 83) pero las botargas, en sentido estricto, son personajes individuales –a lo sumo dos–, cuya actitud histriónica enfatiza su poca seriedad. Las botargas tienen una misión principal pragmática, como recolectar limosnas, proteger el avance la procesión y bromear con la gente o con los danzantes, llegando a dirigirlos o a suplirlos34 (Caro Baroja, 1965b: 279 y ss.; 1979: 104; Pereira, 1973: 100; Díaz González, 1981: 3; Arco et alii, 1994: 232). Es más, los paralelos de la botarga con los bufones pagados por los municipios de la Francia, Flandes o Alemania de finales de la Edad Media y con otros personajes de la Comedia del Arte evidencian, tanto para Caro Baroja (1965b: 281) como para M. Revelard y G. Kostadinova (1998: 42), su raíz medieval y, por tanto, son más modernas que las agrupaciones mascaradas objeto de este estudio. A pesar de que algunos de estos personajes posean nombres y atributos bien constados en otras fratrías, el hecho de desempeñar un papel de botarga individual35 y el 34 En casos como Lena (Asturias) convive la máscara municipal del Zangarrón con grupos de zamarrones y sidros. Entre las “mascaras municipales” destacan las botargas alcarreñas, pero también desempeñan esta función los bobos y zarragones de tierras castellanas (San Leonardo, SO), el zorromoco de la comarca cántabra de Trasmiera, el irrio de Castro Caldelas (OR) o el chocalheiro de Bemposta (Portugal) (Bouza, 1933: 77; García Sanz, 1953; Caro Baroja, 1965b; Pereira, 1973: 100; González Echegaray, 1988: 246). Como extremo de este fenómeno, véase el birria de Cerrato (PA), la máscara de Ateca (Z) o el jarrampás de Piornal (CC) (Monesma, 2001; Peris, 2002: 63 y ss.; Díaz Iglesias, 2004). 35 Son varios casos castellanos como el zangarrón de Montamarta (ZA), el mirrio de Tordehumos (VA), el zarragón de Los Llamosos (SO) y de Ciudad Ro- 188 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 189 que estén presentes en prácticamente toda la Península, sugiere no centrase en ellos por mucho que pudieran ser un fenómeno de decadencia, degradación, parodia o reconversión de algunos grupos de edad (García Lomas, 1949: 313). La función parateatral es la más relacionada con los grupos del área astur-leonesa (Mieres, Lena, Siero, Langreo o Llamas de la Ribera), entre los que podrían citarse zamarrones, sidros, guirrios o esterones. En número reducido o individualmente estaban integrados en teatros itinerantes por el concejo y sus alrededores, lo cual hizo suponer su origen en las representaciones de entremeses populares (Vigil, 1925; Menéndez Pidal, (1969)[1942]: 24). No obstante, los sidros no intervenían en la obra sino que con sus cencerros anunciaban la llegada de los actores, recaudaban las propinas y, a menos que sus saltos y peleas fueran el espectáculo, sólo acompañaban a la comitiva (Cabal, 1925: 123; Uría, 1925; Fernande, 1997; Prado, 2004). También podrían llevar a equívoco las pastoradas o corderadas de pastores leoneses y de gran parte de los marceros del norte peninsular36 que recorrían las aldeas cercanas con sus pieles entre Nochebuena y Año Nuevo con coplillas y entremeses (Alonso Ponga, 1981a: 31). Sin embargo, como han visto A. Montesino (1992: 29) y Rodríguez Cantón (1997: 6) en los marceros de la Cantabria meridional (Soba y Campoo), tiene sustanciales semejanzas morfológicas, estructurales e igual significación social que otras agrupaciones de jóvenes de ciclo invernal, más aún, si se considera que aparecen residualmente donde antes había zamarrones. De igual modo se explica que estos grupos sean definidos como diablos. La pervivencia, parcial o completa, de pieles en diversas fratrías es concebida como encarnación del mal: las fieras que atacaron al santo, demonios cristianos o el mismo Lucifer (Milin, 1993: 39 y ss.). Tal identificación procede tanto del significante pagano-demoniaco de estas prácticas como del significado de la iconografía, más o menos estereotipada, de divinidades tipo drigo (SA); también en la zona vasco-navarra, véanse los zamarreros de Villafranca (NA); y otros presentes en los teatrillos ambulantes del área asturiana, como el zangarrón de Lena (AS) (Martínez Laseca, 1985: 42 y s.; Atienza, 1997: 387). 36 Asturias, Burgos, Palencia, Segovia, León, Vizcaya, Cataluña, Gascuña o Bretaña (Cabal, 1925: 123; Montesino, 1992: 27). 189 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 190 Fauno (Pomarès, 1959: 41; Busto, 2002: 25; García Gavidia, 2002: 336). Por una parte, todo aquello que no se ajusta a la norma moral y religiosa se considera diabólico (Revelard y Kostadinova, 1998: 30). Numerosas expresiones populares, ya fueran danzas, música o fiestas comunales, sobre todo a partir del siglo XIII, han sido prohibidas37 y relegadas a otras festividades litúrgicas y santorales relevantes (Cruz, 1996: 2). Igualmente, la comunidad sanciona como diabólico todo aquello que varía la conducta cotidiana pero no todos los diablos son iguales ni deben asociarse a fratrías ni en la Península Ibérica ni en el resto de Europa 38 (Caro Baroja, 1965a: 56). Aun manifestando atributos externos semejantes. Basta traer a colación el caso de los famosos Pecados Capitales de Camuñas (TO) y otras representaciones de Corpus Christi o Ánimas en las que también aparecen varones, caretas, carreras y representaciones diabólicas para apreciar el espíritu moralizador de la Iglesia que subyace, su amplia representación en toda la Península o su estructuración como farsas dicotómicas urbanas ajenas al rito de paso que se vislumbra en los demás casos estudiados (Brisset, 2002: 302 y ss.; García Gavidia, 2002: 344; García y Luján, 2005). Calendario invernal Las cofradías de jóvenes documentadas son un fenómeno fundamentalmente invernal, desde Navidad hasta mayo y en torno a fechas señaladas del calendario religioso y civil (Caro Baroja, 1979: 43 y ss.): en diciembre: Nochebuena y Navidad (24-25); Nochevieja y Año Nuevo; enero: San Antón (17), San Sebastián (20); febrero: Santa Brígida (1), Candelaria (2), San Blas (3); carnaval y hasta los primeros días de mayo (Caro Baroja, 1965c: 47 y 203; Fernande, 1997: 75; Revelard y Kostadinova, 1998: 17). En el caso del carnaval nótese que ninguna de las prohibiciones que entre el siglo XVI y el XIX se emitieron regularmente contra el carnaval consiguió su cometido (Caro Baroja, 1979: 154 y s.). Incluso las danzas de espadas fueron consideradas, en palabras de Lope de Vega, “bailes de Satanás” (Caro Baroja, 1965a: 54, nota 25). 38 “Diableries” en Francia; el “ball de la diablesa”, “dels diables” y “dimoniets” en el Levante español; los Diablos de la Virgen de la hoz de Molina de Aragón y de San Blas en Albalate de Zorita (GU), en Huete (CU), en las danzas “dels cociés” (Alaró), etc. (Caro Baroja, 1965a: 56). 37 190 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 191 La vinculación a otras fiestas u otro día del santoral no impide que se trate del mismo tipo de agrupaciones. Así, permite comprobar que el inicio del carnaval institucional, marcado por la última luna nueva de invierno (Arco et alii, 1994: 288 y ss.), no limita que los preparativos de los grupos y sus primeras salidas tengan lugar anteriormente, en especial durante las Doce Noches que trascurren entre Navidad (24/XII) y Epifanía (5/I), uno de los periodos invernales más simbólicos del año (Dumezil, 1929: 10; Caro Baroja, 1965a: 47). Otros aparezcan durante o después de la Cuaresma. De ahí que, aunque el vocablo carnaval está ligado desde el siglo XIII al inicio de la Cuaresma39 (Caro Baroja, 1979: 26; Arco et alii, 1994: 287), hay otras denominaciones del carnaval en la Península Ibérica40 relacionadas con la presencia de fratrías estudiadas que aluden al final del invierno y al inicio del nuevo año; el renacimiento de la naturaleza y la reactivación de la vida sexual animal discurre paralelamente a la preparación de una nueva sociedad con la integración de nuevos miembros en el paso de un semestre sombrío y estático que acaba a otro luminoso y dinámico que comienza (Caro Baroja, 1979: 33 y ss.; Gennep, 1986: 192; Arco et alii, 1994: 283; Torres, 2005: 271). En este sentido, la inflexión del año natural no se percibe en el equinoccio de primavera (21/III) sino que se manifiesta en pleno periodo invernal, entre mediados de enero y, especialmente, los primeros días de febrero: “por San Antón da la vuelta el sol” decía el refrán castellano (Alonso Ponga, 1981b: 5). San Blas, La Candelaria y Santa Brígida han marcado tradicionalmente el renacer de la luz, la reactivación de las faenas del campo y con los ganados y el inicio del carnaval en Portugal y España (Arco et alii, 1994: 289; Criado, 2005: 51). Pero la fiesta de luz y candelas que es La Candelaria tan sólo adaptó en el siglo V d.C. (Caro Baroja, 1965a: 57) las fiestas de purificación y fertilidad del final de año romano (Var. L.L. VI 34; Ov. Fast. II 267, 271, 421, 423) (Pomarès, 1959: 22; Arco et alii, 1994: 227), siendo éstas, a su vez, propias de los calendarios prerromanos. Es el caso de rito de 39 Teorías, como la del carrus navalis romano son menos acertadas (Caro Baroja, 1979: 33; Arco et alii, 1994: 293). 40 (a-)(i-)entroido-entrudio (gal.), antroxu (ast.), antruejo (cast. ant., castúo), entrudo (port.), introito, (i-) antruido, antruexo, etc. (Corominas, 1954). 191 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 192 Imbolc y la protección de la Brigit indoeuropea (vid. infra) a los 40 días del solsticio de invierno (Sammain) en orden del calendario cuadragesimal que fundamenta el ciclo festivo céltico (Fernández Nieto, 1997: 196 y s.; Bartolomé, 2005: 150). A consecuencia de los cambios y adaptaciones en el sistema calendárico (Dumezil, 1929: 5 y ss.; Caro Baroja, 1979: 30 y ss.) y del desplazamiento intencionado hacia el carnaval institucional de manifestaciones ajenas a la liturgia de la Candelaria o San Blas (Dasairas, 1997: 27), las fiestas en las que aparecen las fratrías son las más destacadas del ciclo invernal. En ciertas áreas de la Península Ibérica donde la Candelaria pasa casi desapercibida, como en Galicia y por lo general en todo en Norte (Arco et alii, 1994: 223), estos grupos refuerzan la importancia del carnaval o protagonizan las marzas. Por el contrario, en otros lugares es el carnaval el que pierde fuerza frente a las fiestas de San Antón, San Sebastián o Santa Brígida y, por tanto, las que llevan el peso del ciclo festivo invernal (Arco et alii, 1994: 360). Grupos de edad y sexo Las normas que rigen las fraternidades analizadas no son homogéneas. Las peculiaridades específicas de orden medioambiental y estructural –tipo de poblamiento, dedicación económica, organización cofrade cristiana, historia, etc.– singularizan cada caso pero existen otros rasgos que son comunes o, cuanto menos, que permiten relacionar diversas fratrías. Las agrupaciones de varones albergan un rito de paso para el ingreso del joven en su comunidad. A través de distintos rituales –los definidos por Van Gennep (1986: 203 y ss.) como ritos de margen– tiene lugar un cambio en el ciclo vital del individuo al tiempo que la comunidad se regenera. La entrada al grupo tiene lugar en la pubertad41, aproximadamente a partir de los 14 años (Caro Baroja, 1979: 339; Montesino, 1992: 78), aunque también coincidiendo con el servicio militar42 (Borreguero, 2002). El cambio 41 La pubertad no es un momento prefijado y fácilmente discernible porque puede establecerse por causas fisiológicas o sociales por lo que el concepto de “rito de pubertad” es ambiguo (Gennep, 1986: 78 y ss.). En Trás-os-Montes era la Festa dos Rapazes o da Mocidade (Pereira, 1973: 23 y ss.). 42 El fenómeno de los quintos ha sido el último gran rito de paso de juventud y parte de inicios del siglo XIX Los 20 años eran la antesala de un cambio incier- 192 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 193 está marcado por a) una salida del ambiente doméstico. Era una etapa de exclusión más simbólica que física43 (Gennep, 1986: 89 y ss.) y que, en los casos más llamativos, los jóvenes eran conducidos por los veteranos a lugares destacados territorialmente, como los confines del término municipal o hacia medios agrestes y secretos (Almiruete, El Bocígano, Villamanrique, etc.), como cuevas (Prádena, Segovia). Alejados y en grupo, se gesta el cambio místico personal (Le Goff, 1980: 31). Reunidos con otros neófitos en un subgrupo específico44, accedían a una b) fase limial en la que debían de mostrar su plena disposición para cualquier labor. Solos o con el resto de miembros tenía lugar la confraternización del grupo con fiestas y pruebas de todo tipo45, en ocasiones durante varias noches en el monte o acuartelados en una casa comiendo sólo de lo recogido en las cuestaciones (Cabal, 1925: 99; Pereira, 1973: 54; Peralta, 1991: 97; Montesino, 1992: 79; 204 y ss.; González Casarrubios y González-Pola, 2002: 16). El castigo físico incruento podía estar presente en novatadas o en caso de no superar la prueba de iniciación (López de los Mozos, 1981: 500). El cambio de rol era definitivo en el regreso c) a su comunidad, ya identificados con intereses idénticos, siendo los únicos conocedores de lo ocurrido y con el mismo aspecto externo pero demostrando su compromiso con los vecinos46. En los casos más evidentes, el estruendo y ritmo de los campanos, como los de Campoo de Arriba (S), Almirute y El Bocígano (GU) o to que marcaba la entrada en la fase adulta y así, de una forma u otra, la fecha cíclicamente era señalada o festejada antes del 1 de abril, fecha en la que tenía lugar el sorteo de quintos (Borreguero, 2002). 43 La relación con el monte era habitual desde tempranas edades en tareas familiares. Previamente a su inclusión, en algunas ocasiones el neófito debía pagar cierta cuota para la fiesta. 44 Novicios entre los marceros cántabros, talegueros entre los Vaquilleros y motralones entre los Judíos del Sistema Central, facanitos en la portuguesa Podence o simplemente quintos nuevos en Navalosa (Ávila), a diferencia de los quintos viejos de la localidad que son los únicos que pueden denominarse propiamente como Cucurrumaches. 45 Entre otros, ingestión alcohólica, robos de animales y alimentos, recogida de leña, logro del mayo y enfrentamientos con grupos rivales. 46 La despedida de los marceros de Soba (S) de las casas en las que eran acogidos era muy significativo: “que con salud nos den las marzas muchos años y saben donde nos tienen cuando nos necesiten” (Montesino, 1992: 121). 193 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 194 Villamanrique (Ciudad Real), era el aviso de la llegada de una turba uniformizada por las vestimentas y máscaras que impedía ser reconocido incluso por sus propios familiares (Rodríguez Cantón, 1997: 6; Revelard y Kostadinova, 1998: 52; Bartolomé, 2005: 152). Otras veces, como los de Reinosa, los iniciados eran presentados por el mozo viejo al resto del pueblo por su nombre y mote enunciando a la sociedad sus cualidades (Arco et alii , 1994: 364; Montesino, 1992: 123 y 209). Pasada esta fase, el nuevo rol de primera edad adulta (20-30 años) tiene su reflejo en la recepción de derechos en lo social y en el plano sexual. A partir de este momento desaparecían los castigos físicos por parte del padre; quedaba sancionada socialmente la posibilidad salir de noche y de emparejarse; y tomaban partido en las tareas del grupo. Lo mozos se convertían en los depositarios del orden comunitario tradicional pero también, el desatender la defensa de la familia o del pueblo también pasaba a ser penado socialmente con el desprestigio (Cabal, 1925: 103; Pereira, 1973: 54). En cuanto a su organización, generalmente son las únicas agrupaciones de comunidades pequeñas que agrupaba en las cuadrillas hasta 30 individuos. En ellas los protagonistas son los varones de la localidad y, aunque no figuren todos por diversas causas, hay jóvenes, adultos y viejos (Montesino, 1992: 111; Fernande, 1997: 80). Tampoco hay criba socioeconómica pero, como en la Endiablada de Almonacid del Marquesado, predominaban en pueblo llano (Caro Baroja, 1965a: 53; Montesino, 1992: 116). No obstante, la división interna se mantiene para la guía y representatividad de grupo y, así, el de mayor edad o solterón solía ejercer la dirección47 (Pereira, 1973: 24; Montesino, 1992: 111; Fernande, 1997: 80). Él podía distinguirse por atributos específicos, como un báculo especial, una vejiga, etc., o por ser un personaje totalmente distinto, como el guirrio que dirige a los zamarrones y viceversa (Fernande, 1997: 74). En cierto modo, este cargo es propiamente el de mistagogo que inicia a los nuevos miembros y dirige al grupo. Hay reglamentos no escritos que regulan el acceso 47 Recibía el nombre de presidente, diablo mayor, mozo viejo, alcalde de mozos , padre de los mozos , capitán , regidor, rector, mayoral , caporal , amo , juiz (juez), mordomo (mayordomo), meirinho (merino), etc. 194 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 195 a este cargo que inciden en la antigüedad de pertenencia al grupo, como un mínimo de años de participación –tres entre los Judíos– pero, en otros, como el Diablo Mayor de Almonacid, sólo podía desempeñarlo el que siendo el más anciano, nunca hubiera faltado a la cita anual (Diez Ascaso, 2006). Dentro del grupo, la habilidad y la valía podían incrementar el prestigio, que no el escalafón, como manifiestan las luchas tradicionales de la Cornisa Cantábrica (vid. infra). El sentimiento de identidad y de vinculación grupal perdura hasta la muerte. Algunas cofradías de jóvenes vascos y de marceros cántabros rememoraban sus antepasados muertos y a otros de la memoria colectiva (Montesino, 1992: 233; Barandiarán, 2000: 248) y en Almonacid del Marquesado en los entierros de un diablo participaba toda la endiablada (González Casarrubios, 1977: 32; Herrainz y Peñuela, 1992: 70) (Fig. 5). Fig. 5: Entierro de un Diablo de Almonacid del Marquesado en el último tercio del siglo XX (Herrainz y Peñuelas, 1992: 70). El papel de las mujeres se ciñe también a las apariciones cíclicas de los grupos de jóvenes. A tenor de la tradición androcéntrica de los últimos siglos, predomina su participación subalterna –real y simbólica– en la fiesta (Montesino, 1992: 32). Sin embargo, las acciones de los jóvenes no son ajenas a ellas. Es más, aunque la actitud de ellas puede calificarse como “pasiva” 195 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 196 y asimétrica cuando acompañan a los santos procesionados, cuando son el centro de la censura moral y de las bromas de los varones o cuando aguardan a que ellos se emparejen48 (Montesino, 1992: 249; Díaz Iglesias, 2004), las mujeres también son protagonistas de bailes de cintas y, como en Almiruete, a veces tienen sus ritos de iniciación secretos y específicos. Para ellas se trata también de un rito en el que no participan todas las mujeres de la comunidad sino sólo las solteras y casaderas a las que anualmente se unen nuevas jóvenes. Amparadas por alguna cofradía femenina o bajo nombres específicos49 también solían estar dirigidas por las de mayor edad y con la aportación de las novicias hacían actos de comensalidad, como la “gullurita” cántabra (Caro Baroja, 1979: 387; Montesino, 1992: 82). No obstante, desconociendo la antigüedad de las prácticas femeninas y de otros paralelos de género, toda aproximación es especulativa. Agones Se consideran como agones todas aquellas prácticas de resistencia y valor encaminadas a manifestar la valía de los participantes y a consolidar la pertenencia al grupo. Las agrupaciones analizadas practican bailes de resistencia, carreras frenéticas, quiebros, saltos, cabriolas, luchas y otras demostraciones de cohesión que, aunque estén amparadas en concursos, muestras, procesiones, etc., tienen sentido más allá del simple ejercicio. Necesitan un esfuerzo considerable, más aún en terrenos irregulares y portando grandes cencerros, báculos o trajes, que pueden acabar en trances propios del furor heroicus del guerrero poseído (Caro Baroja, 1965a: 58; Kershaw, 2000: 82 y ss.). Es más, se pretende hacer gala de la perfecta sincronía entre los varones, el territorio y las herramientas del ámbito rural, como 48 La ronda a las mujeres tiene lugar en el ciclo de invierno pero con especial efervescencia en sus últimos tramos. A partir de Carnaval y en mayo tenían lugar los cortejos, canciones y “mayos” a las damas por parte de los varones casaderos con canciones y la entrega de distintos símbolos. Los marceros de algunos valles del sur de Cantabria y en León, entre otros, entregaban un huso de vara de acebo a las jóvenes casaderas o novias para que hilaran durante ese año (Montesino, 1996; Bartolomé, 2005: 152). 49 Serranas en Saelices, Mascaritas en Almiruete, Madrinas en Almonacid, Comadres en Lazarim (Lamego, Viseu, Portugal), etc. 196 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 197 en la ejecución del “salto pasiego”50, cuando se castiga a los neófitos que no realizan bien su ejercicio o bien cuando el resto de varones ponen a prueba su resistencia51 (López de los Mozos, 1981: 500 y ss.). En este contexto se enmarca la existencia de luchas tradicionales entre los miembros de fratrías o con mozos de localidades vecinas. La galhofa portuguesa, los aluches o engarruchas del área cántabra, el baltu asturiano o la lucha que tenían lugar en Ateca (Z)52 (García Lomas, 1949: 23 y 131; Pereira, 1973: 76; Caro Baroja, 1979: 237; Rodríguez Cantón, 1997: 5; Llope y Nel, 1998: 62) son similares a la lucha grecorromana (Hom. Il. XXIII 700-735), a las denominadas como “luchas célticas” de la costa atlántica europea53 y a las de Europa central54 y Turquía. Éstas traen a colación las raíces indoeuropeas del combate individual que practicaban los pueblos montañeses de la Península Ibérica que recoge Estrabón (III 3, 7) (Jaoven et alii, 1984: 9 y s.; Kerdraon, 2004: 13; Alberro, 2005: 195 y ss.). Mayor grado de violencia desarrollan algunos grupos de edad en las frecuentes peleas territoriales relacionadas con la protección de la comunidad (Revelard y Kostadinova, 1998: 31). Se trata de hurtos de atributos y enseres, desafíos y encuentros violentos entre agrupaciones del entorno o valles vecinos en el ciclo invernal. El lugar donde tenían lugar las reyertas solían ser las zonas limítrofes o una división consensuada, la raya de los marceros (Montesino, 1992: 124 y ss.; 207 y ss.), como sucedía entre zamarronadas y sidradas de los valles cántabros y asturianos55. Allí, 50 Generalizado en toda la Cornisa Cantábrica es una forma tradicional de saltar los muretes de cerramiento de prados y que realizan Boteiros, Zamarrones, Sidros o Guirrios. 51 En los corros o ruedas de Torrejón del Rey y de la Machada de El Bocígano (GU) sólo quien supere el “círculo de fuerza” que forman los mozos accede a su interior donde se halla el cabecilla y los productos de la colecta. 52 Son luchas de habilidad y fuerza sin armas que tratan de hacer caer al contrincante asiéndose por el cuerpo o por cinturones de cuero. Se han recogido en Navarra, Cantabria en Campoo y Carmona, en las montañas de León, entre los Guirrios de Asturias y los Mascarados de Parada (Braganza, Portugal). 53 El gouren bretón, el back-hold escocés o el de Cornualles. En Irlanda está documentado desde el siglo IX y en Bretaña desde el siglo XIII y se caracterizaba por no tener ni tiempo ni categorías. Su origen era popular pero fue practicada por la nobleza como entrenamiento (Jaoven et alii, 1984: 9 y s.; Kerdraon, 2004: 4). 54 Véase la “lutte à la culotte” suiza o el Ringens alpino. 197 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 198 grupos de jóvenes con pieles y cencerros avisaban de su disposición para medirse a las parroquias vecinas a través del sonido de sus esquilas o introduciendo en territorio vecino algún elemento ridículo o deshonroso. En casos como el de los mozos de Isaba y Uztárroz (NA) existía un “combates de campeones” previo a la reyerta general (Cabal, 1925: 122; Violant, 1997 [1949]: 568; Pérez de Castro, 1961: 333; Caro Baroja, 1965b: 290; 1979: 96 y 235; Peralta, 1991: 96; Fernande, 1997: 72 y 79). En sentido opuesto, también se conoce la confraternización entre grupos de parroquias vecinas, como los de Ituren, Zubieta y Oiz en Navarra, los marceros cántabros, los asturianos de Mieres y Lena o entre foliones orensanos de Viana del Bollo (Caro Baroja, 1979: 121; Montesino, 1992: 222 y ss.; Arco et alii, 1994: 349; Fernande, 1997: 80), que podrían indicar ritos de hermanamiento propios de sociedades preurbanas articulados indefectiblemente por las relaciones familiares. Los enfrentamientos e invasiones de territorios forman parte, por tanto, del juego de relaciones vecinales cíclicas y simbólicas pero que a la vez manifiestan cierto sentimiento de pertenencia a un territorio más amplio (Ruiz-Gálvez, 1988: 187 y s.; González Casarrubios y González-Pola, 2002: 17). Comensalismo El comensalismo o la mal definida “costumbre de pedir” trasciende más allá de la cuestación para el mero sustento y del fenómeno de los aguilanderos (Caro Baroja, 1979: 217). Aunque hay excepciones (Bouza, 1933: 74), se trata de una práctica común56 que relaciona estos grupos con la comunidad en la que se desarrollan y que refuerza el vínculo vecinal. El comensalismo se define por la colaboración de los vecinos –en metálico o en especie– en la cuestación que hacía la fratría en su territorio. Junto a ello, la presentación puerta a puerta o en un lugar público de los nuevos mozos (Montesino, 1992: 221), las farsas o canciones alusivas a la calidad del donativo y a la posterior comida 55 Las más representativas son las de Silió, Iguña, Cieza, Anievas, Buelna o Toranzo y las de Lena, Siero, Mieres o Langreo. 56 Desde el área central (brígidos de Izagre, machos de El Bocígano, botargas de Almiruete, diablos de Almonacid del Marquesado, etc.) hasta los zamarrones y marceros de la Cornisa Cantábrica. 198 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 199 de hermanamiento del grupo, se expone la finalidad de la colecta: manifestar el protagonismo de la fratría como protectora del orden social y natural establecido así como constatar el compromiso de cada unidad doméstica en la renovación cíclica de la identidad colectiva de la que los mozos pasan a ser garantes (Montesino, 1992: 234 y ss.). El carácter grupal de la mocedad se revela en el cocinado de los alimentos y su ingesta ritual en lugares secretos (Almirute) pero también llama la atención la forma por la que la ceremonia comensalística enlaza con su comunidad –relación intravecinal– y con el concepto de hospitalidad comarcal –relación intercomunitaria–. En ocasiones eran invitados grupos forasteros, representantes políticos y religiosos o la comida era directamente repartida a todos los vecinos, en especial, a grupos desfavorecidos –viudas o mujeres encintas– (Caro Baroja, 1979: 163; López de los Mozos, 1981: 497 y ss.; Montesino, 1992: 121; Rodríguez Cantón, 1997: 6; Fernande, 1997: 71; Bartolomé, 2005: 152). Sacralidad del grupo, de espacios y de ritos En Europa, como es España, a pesar de las prohibiciones, las comunidades rurales han mantenido las fraternidades de paso por considerarlas un elemento esencial de la vida social e incluso, en algunos casos, como entidades mágicas al margen de toda noción racional (Revelard y Kostadinova, 1998: 31). Es habitual una inviolabilidad especial para perseguir y bromear con los vecinos a su antojo y para mantener secreta su identidad (Bouza, 1933: 74 y 78; Caro Baroja, 1979: 97) pero también existían tabúes y normas internas para los nuevos jóvenes que se incorporaban, como la imposibilidad de marchar sin correr o quitarse la máscara. Otra práctica que podría implicar sacralidad, aunque no se tuviera conciencia de ello, es girar en torno a alguien o algo (Sbalchiero, 2002: 171). La circunambulatio que citan los autores clásicos57 consiste en delimitar un espacio interior con la posición de las personas de forma estática, como los corros o ruedas semejantes al de la machada de El Bocígano, o bien en movimiento, como recoge Estrabón (IV 4, 6) de las samnitas seguidoras de 57 Entre otros, Plauto ( Curc. 69 y ss.), Livio (V 21, 16), Plutarco ( Numa 14; Quas. Rom. 14; Cam. 5), Estrabón (IV 4, 6) o Suetonio (Vit. II 5). Posidonio (Aten. IV 36) y Plinio (XXVIII 25) lo citan entre los galos. 199 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 200 Dionisos. Los ejemplos más evidentes de este lance lo protagonizan los diablos de Almonacid del Marquesado y los del El Hito, cuando recorren a saltos el perímetro interior del templo parroquial durante diez minutos (Caro Baroja, 1965a: 50), o los judíos de Fresnedillas (M), los machos de El Bocígano y las botargas de Almiruete alrededor de la plaza (López de los Mozos, 1981: 496). Es más, los tunos de Saelicies y los boteiros en Viana del Bollo corren alrededor de los otros participantes de la ceremonia –grupos de mujeres, procesionates o imágenes– aduciendo que es una forma de protegerlos. Otros personajes que intervienen La integración de las fratrías en otras ceremonias públicas mayores y religiosas y el momento anual en el que se desarrollan determinan que en ocasiones sea imposible disociar unos grupos de otros personajes. En Segóbriga ya se ha indicado la presencia de danzantes masculinos y femeninos que, como en otros casos, son danzas procesionales del siglo XVIII con cintas y paloteos (Caro Baroja, 1965a: 53; Arco et alii, 1994: 182 y 251-254). Más interesante es la presencia de “osos” y “bóvidos”, en ocasiones de forma indisoluble, pues refuerzan la simbología paneuropea que anuncia el final del ciclo invernal y la regeneración del grupo. La aparición simulada del oso está atestiguada en varios carnavales peninsulares, desde la Bijanera de Silió a los botargas de Almirute y en otros puntos de Europa central (Caro Baroja, 1979: 180; Revelard y Kostadinova, 1998) 58. Los trangas de Bielsa o los zarramacos escenifican sacar al oso de la cueva a golpes y darle muerte pero, generalmente, como en el zampanzar, no forma parte directa de las fratrías sino que se incluyen en la comitiva acompañados de un domador o cazador59. 58 Sin adentrarnos en el culto al oso en la Europa postpaleolítica (Lajoux, 2006), su presencia junto a fratrías invernales con cencerros es igualmente habitual en áreas alpinas de Austria e Italia, Cerdeña, Polonia, Bulgaria, etc. (Revelard y Kostadinova, 1998: 27, 38 y 49). 59 De hecho, el oso y su amo también aparecen individualmente, como en la danza de la osa en las comarcas cacereñas de Las Hurdes y de la Vera, en Lastras de Cuellar (Segovia) y en ambas vertientes del Pirineo, como en Arizcun (Navarra), Sarroca de Bellera (Lérida) o la danza del oso de Arles-sur-Tech (Francia) (González-Hontoria et alii, 1993: 6 y s.). 200 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 201 Desde una interpretación simbólica se duda si los golpes al oso expulsan los males de la comunidad o si evitan la funesta acción de las fieras del monte (Fernande, 1997: 80) porque también es una forma de perpetuar en la memoria que su captura y muerte se realiza durante su hibernación. No obstante, la relación simbólica entre el despertar del oso y el fin del invierno en el folclore europeo es evidente, pues su salida se marca el 2 de febrero, en el eje de inflexión entre los dos ciclos anuales (Gaignebet y Florentin, 1974: 18; Revelard y Kostadinova, 1998: 49; Arco et alii, 1994: 224; Monesma, 2001: vol. 1). El caso de la aparición de bóvidos es más complejo puesto que estos personajes son representados tanto independientemente como relacionados con la fratría o siendo el mismo grupo el identificado con tal género animal60. En el primer caso, en el que las vaquillas o toros son simuladas por uno o dos jóvenes con labor es satírica61, no existe interactuación con las agrupaciones de mozos. La relación entre su distribución en zonas montañosas (Fig. 6) y un sistema económico ganadero es más evidente cuando se trata de simulaciones en las que los jóvenes rodean y guían a la vaquilla en su recorrido como las que se pueden ver a ambos lados del Sistema Central (Colmenarejo y Fernández, 1989: 96)62. Un paso más allá van los que se enfrentan a la vaca, como hacen los de Fresnedillas y Miraflores de la Sierra, o para defender a las mozas, como los guirrios de Llamas de la Ribera (L). Pero el final más llamativo es el protagonismo de los jóveVid. nota 27. Los quintos Sardonedo (León) y los cucurrumachos de Navalosa (Ávila); la morena de Laza (OR); la vaca vayona de la tierra de Sayago, el momotxorroak de Alsasua (NA); la tarasca y curra en Hacinas (BU); o las vaquillas de Atienza y vaquillones de Villares de Jadraque (GU) representan a uno o dos toros que van incordiando a las chicas (Menéndez Pidal, (1969)[1942]: 24; Arco et alii, 1994: 323 y s.; Dasairas, 1997: 29). En muchos casos éste es un personaje con igual función que las botargas y en otros lugares, como en la Rioja con una cabra, puede ser otro animal (Arco et alii, 1994: 324). 62 El toro-blanco de Velilla de la Reina (L) es escoltado por los guirrios; La Barrosa , vaquilla de Abejar y Lastras de Cuellar (SO); San Esteban del Valle y la misma Ávila; maravaquilla en Arroyo de la Luz y también en Montánchez (CC) (Arco et alii, 1994: 324 y s.); y hasta en más de 30 municipios sólo en la sierra de la Comunidad de Madrid (Colmenarejo y Fernández, 1989: 96; González-Hontoria et alii, 1993: 5; Arco et alii, 1994: 327). 60 61 201 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 202 nes en la muerte y resurrección de la vaca. Es un pasaje es habitual en tiempo de carnaval63 que en estos casos resalta por ser la sangre de su sacrificio la que devuelve la vida al grupo, como sucede en algunas vaquillas de las sierras centrales (Colmenarejo y Fernández, 1989: 92; González Guadalix, 1994: 137). Al margen del contexto ganadero y de las posibles extrapolaciones de mitos clásicos relacionados con la propia la sacralidad de las vacas en Iberia (Diod. IV 18, 3) (Arco et alii , 1994: 330 y 351; Almagro Gorbea, 1995b: 83), destaca la muerte y resurrección sufrida por toda la vacada, por el grupo entero. Siguiendo a Van Gennep (1986: 105 y s.) la muerte de judíos de Fresnedillas, de vaquilleros de Colmenar Viejo y de los machos de El Bocígano (López de los Mozos, 1981: 498; González Casarrubios y González-Pola, 2002: 26) podría interpretarse como una ritualización iniciática en la que la iniciación es la representación de la muerte y los iniciados, los muertos que renazcen como nuevos individuos. Finalmente, la presencia de otros personajes junto a estos grupos depende del carácter de la fiesta en la que se hallan inmersos. Así, durante el ciclo invernal aparecen cortejos de viejas, invertidos, hilanderas y otras máscaras con rasgos interesantes y difícilmente separables del sentir general de la fiesta. Tienen un trasfondo arquetípico en el folclore europeo pero su análisis, dada la variedad de rasgos y las fases existentes, excede este trabajo (Caro Baroja, 1979: 180; Revelard y Kostadinova, 1998: 42; Bartolomé, 2005: 151). Dispersión Gracias al estudio de más de una centena de casos, 70 de ellos recogidos en el mapa (Fig. 6), se ha podido valorar por primera vez que la distribución de este modelo de fratrías de paso raramente rebasan al sur de Sierra Morena y que tampoco predominan en el área mediterránea; por el contrario, sí se han desarrollado o mantenido en zonas montañosas del centro y norte de la Península Ibérica. Véanse carnavales vascos y navarros o la “resurrección del bou” de Durro (Lérida) (Caro Baroja, 1965c: 109; González-Hontoria et alii, 1993: 5). También es habitual en otros ritos de invierno en Europa central con osos o cabras (Revelard y Kostadinova, 1998: 25). 63 202 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 203 Hay comarcas en las que han perdurado con más fuerza, como es el caso del entorno de Segóbriga en Cuenca; la Campiña Alta y la Serranía de Tamajón de Guadalajara; en algunas localidades toledanas y en ambas vertientes del Sistema Central de Madrid, Ávila y Soria; de manera destacada aparecen por todo el norte, en el Alto Aragón y los montes vasco-navarros; marceros y zamarrones en los valles cantábricos64 y asturleoneses65; y los importantes carnavales orensanos. En Portugal, las mascaradas de este tipo se encuentran en el noreste, sobre todo en la región de Trás-os-Montes y aisladamente en Beira Alta (Caro Baroja, 1979: 162 y s.; Revelard y Kostadinova, 1998: 30)66. En la Península Ibérica las fratrías más meridionales se sitúan en Villamanrique67, en el reborde noreste de Sierra Morena, y en Zeneta (MU)68, al pie de la cadena litoral muricana. En la primera, el ritual de los quintos tenía lugar en San Antón (17/I) y se asemejaba a los casos de Luzón y Bielsa; los cherros murcianos, organizados en carnaval en torno varones de distinta edad y con cencerros (vid. Apéndice), son un caso aislado en toda la región (García y Luján, 2005). Los diablos de Mirambel, en el Maestrazgo turolense, podrían ejemplificar un tipo de festividad ligada a San Antón en zonas próximas al levante (Ibor y Escolano, 2003: 46). La existencia en el archipiélago canario de los carneros (El Pinar-Frontera, El Hierro), de los buches (Arrecife, Lanzarote) y los diabletes (Teguise, Lanzarote) está atestiguada ya en el siglo XVII (Galván, 1987: 119 y s.; Arco et alii, 1994: 329 y 345) si bien estos grupos insulares se explican por la colonización lusa y castellana de las islas a partir del siglo XIV y la importación de costumbres peninsulares (Alonso Quintero, 1985: 74 y ss.). 64 Principalmente en los valles de Soba, Buelna, Iguña, Toranzo, y en las comarcas de Campoo y San Pedro de Rudagüera (Montesino, 1992: 109). 65 Valles de Lena, Siero, Mieres, Langreo, Oriella o Carabanzo. 66 Además de las poblaciones portuguesas citadas en la figura 6, podrían citarse en el entorno de Branganza (Aveleda, Bacal, Varge), Vinhais (Vila Boa, Rebordelo y Vale de Armeiro) y entre Mogadouro y Miranda (Vale de Porco, Bruçó, Tó, Vila Chã da Braciosa, Constantim y S. Pedro da Silva). En la comarca de Viseu, en la Beira Alta, también en Rio de Moinhos (Pereira, 1973; Revelard y Kostadinova, 1998: 30 y s.). 67 Agradecemos la información a Francisco J. Pozo Alfaro (1982-), el cual ha constatado la infantilización primero de esta costumbre y su posterior desaparición. 68 Agradecemos la información a Tomás García Martínez, del Departamento de Antropología de la Universidad Católica San Antonio de Murcia. 203 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 204 Fig. 6: Mapa de distribución las fratrías más representativas estudiadas sobre la Hispania céltica (Untermann, 1992: 27). 1.- Ginzo de Lima (OR); 2.- Verín (OR); 3.- Laza (OR); 4.- Maceda (OR); 5.- Viana del Bollo (OR); 6.- Allariz (OR); 7.- Coaledro (OR); 8.- Misiego (S. Martín de Turón) (AS); 9.- Aller (AS); 10.- Nava (AS); 11.- Caso (AS); 12.- Langreo (AS); 13.- Ponga (San Juan de Beleño) (AS); 14.- Silió (Molledo) (S); 15.- Los Carabeos (Valdeprado del Río) (S); 16.- Soba (ej. Villar) (S); 17.- Ituren (NA); 18.- Zubierta (NA); 19.- Lanz (NA); 20.- Unanua (NA); 21.Oiz (NA); 22.- Isaba (NA); 23.- Uztárroz (NA); 24.- Bielsa (H); 25.- Canejón (Valle de Arán) (LE); 26.- Lagoa (P-BÇ); 27.- Podence (Macedo de Cavaleiros) (P-BÇ); 28.- Grijó de Parada (P-BÇ); 29.- Parada (P-BÇ); 30.- Torre de Dona Chama (PBÇ); 31.- Ousilhão (Vinhais) (P-BÇ); 32.- Lazarim (Lamego) (P-V); 33.- Trancoso (P-V); 34.- Rabanal del Camino (L); 35.- Rebollar de los Oteros (L); 36.- Alija del infantado (L); 37.- Izagre (L); 38.- Llamas de la Ribera (L); 39.- Pozos (Truchas) (L); 40.- Velilla de la Reina (L); 41.- Hacinas (BU); 42.- Larriba de Cameros (LO); 43.- San Vicente de Robres (Arnedillo) (LO); 44.- Estollo (LO); 45.- Navalosa (AV); 46.- Casavieja (AV); 47.- Prádena (SG); 48.- Brias (SO); 49.- Mirambel (TE); 50.Santa Ana de Pusa (TO); 51.- Malpica del Tajo (TO); 52.- San Pablo de los Montes (TO); 53.- Segurilla (TO); 54.- Colmenar Viejo (M); 55.- Los Molinos (M); 56.Pedrezuela (M); 57.- Fresnedillas de la Oliva (M); 58.- Miraflores de la Sierra (M); 59.- Almirute (GU); 60.- Luzón (GU); 61.- El Bocígano (GU); 62.- Almonacid del Marquesado (CU); 63.- El Hito (CU); 64.- Saelices (CU); 65.- Palomares (CU); 66.Villamanrique (CR); 67.- Acehuche (CC); 68.- Zeneta (MU); 69.- Iguña (S); 70.- Lena (AS). 204 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 205 Una valoración cartográfica inicial evidencia la imposibilidad de identificar exclusivamente las fratrías como fiestas de quintos al uso o indisolubles a las representaciones parateatrales puesto que no aparecen en toda la Península Ibérica ni manifiestan un único modelo de celebración. A priori, resalta la circunscripción de estos grupos a zonas de montaña y a la denominada como Hispania céltica que describe la Lingüística y la Arqueología (vid. infra). IV.- PARALELOS Y ORIGEN PRERROMANO Los ritos de paso de grupos de pubertad en la Península Ibérica se relacionan, tanto por su aspecto externo como por su estructura interna, con los existentes en gran parte del continente europeo. Aunque hay excepciones, Europa está más avanzada en la recogida de datos, en el estudio del trasfondo histórico de las tradiciones y en el número de trabajos específicos (Dawkins, 1906; Dumezil, 1929; Moreau, 1992; Revelard y Kostadinova, 1998). Fig. 7: Mapa de distribución de las fratrías sobre el mapa de la Europa céltica y sus áreas de expansión (Kruta, 2001: 172 y.s.). No se reflejan todos los casos, sino los más representativos de cada país o zona geográfica: 1.- Brideoga (Connaught, Irlanda); 2.- Schindelbachgeister (Zollenreute, Alemania); 3.Kramperl (Baviera, Alemania); 4.- Dziady (Zywiec, Polonia); 5.- Roitschägätä 205 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 206 Las agrupaciones conocidas, grosso modo, se localizan desde las Islas Británicas hasta el Mar Negro, en especial, en áreas montañosas: Irlanda 69, Inglaterra 70, Alemania 71, áreas alpinas 72 de Suiza73, Italia74, Austria75 y Eslovenia76, sur de Polonia77, Hungría78, (Lütschental, Suiza); 6.- Klaubauf (Matrei, Austria); 7.- Krampus (Alta Estiria, Austria); 8.- Draci (Maramures, Rumanía); 9.- Colindatori (Bucovina, Rumanía); 10.- Patoilles (valle de Aosta, Italia); 11.- Krampus de Tarviso (Udine, Italia); 12.- Krampus (Alpes Julianos, Eslovenia); 13.- Kurenti (Ptuj, Eslovenia); 14.Busó (Mohacs, Hungría); 15.- Mamuthones (Mamoiada, Italia); 16.- Macedonia; 17.- Kukeri (Valle de los Reyes Tracios, Bulgaria); 18.- Geroi (Skyros, Grecia); 19.- Horn Dance (Abbots Bromley, Inglaterra). Para la Península Ibérica véase la figura 6.69 En Irlanda aparecían máscaras en Todos los Santos y los Brideoga salían la víspera de Santa Brígida (Revelard y Kostadinova, 1998: 14; Bartolomé, 2005: 154). 70 La “Horn Dance” de Abbots Bromley es una de las danzas con cuernos de ciervo más conocidas. 71 Destacan en la Alemania meridional los Kramperl Bávaros y los Narrenzunft (‘bufones’) de Zollenreute, denominados Schindelbachgeister (Baden-Wurtemberg). Alemania y Austria comparten en Año Nuevo a los Perchten (Revelard y Kostadinova, 1998: 75 y ss.; Peralta, 2000: 169). 72 En el valle de Aosta (Italia), los Patoilles venían del mundo de los muertos el día de la Candelaria (2/II); En los Alpes Julianos, en la frontera entre Austria, Eslovenia e Italia hay Krampus en Tarviso y Blumarji en Montefosca (Pulfero, Udine, Italia) pero, en general, están atestiguados por todos los valles fronterizos de los ríos Natisone, Isonzo y Judrio y en localidades eslovenas como Breginj, Ravne, Vrsno, Drežnica, Lig, Selo, Collio, Cerkno, etc. (Revelard y Kostadinova, 1998: 46 y 49). 73 En Ürnäsch (Zürich), los Wüeschte cazaban espíritus maléficos en Año Nuevo con cencerros de vacuno; en Lütschental (Berna), los Roitschägätä visitan también con pieles las casas entre la Candelaria y Carnaval (Revelard y Kostadinova, 1998: 32 y 83). 74 El referente histórico de los grupos de los alpes julianos y cárnicos podría hallarse en la referencia en el siglo XVI a los Benananti, grupos de hombres que salían cuatro veces al año para combatir contra brujas y espíritus malignos y así propiciar las cosechas (Milin, 1993: 99 y s.). 75 En especial en la zona alpina: los Schemen y los Wilden Männer de Telfs (Tirol); los Percht, Kramperin y los Krampus en la confluencia ente los estados de Tirol, Carintia y Salzburgo (Badgastein); también en Alta Estiria. Están relacionados con San Nicolás por la onomástica (6/XII) y en Epifanía, pero en Matrei (Tirol Oriental) los jóvenes llevan semejantes vestimentas como Klaubauf y son los protagonistas (Revelard y Kostadinova, 1998: 19-22, 35 y 73). 76 En febrero los Kurenti de Ptuj (Eslovenia) (Revelard y Kostadinova, 1998: 46). 77 Los Dziady de la región de Zywiec, en la Galicia polaca (Revelard y Kostadinova, 1998: 28). 78 Los Busó de Mohács (Hungría). 206 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 207 Rumania79 y en la Península Balcánica80, singularmente la Tracia búlgara y turca81. Todas ellas, dentro de la variabilidad, comparten rasgos externos y funcionales e incluso también van acompañadas de osos y domadores, viejas, rebaños figurados, etc. (Revelard y Kostadinova, 1998) (vid. Apéndice). Del mismo modo, se constata el mayor vacío en Francia y países protestantes –reprimidos desde el Concilio de Bâle de 1465 y por la Reforma (Revelard y Kostadinova, 1998: 9 y s.)– y en la costa mediterránea de Italia, aunque en Cerdeña hay un potente foco de grupos masculinos animalizados semejantes a los de la Península Ibérica82. La existencia en el orbe cristiano de disfraces caprinos y cérvidos ya está recogida en el siglo IV por San Agustín y en las animalizaciones de carácter “fantástico y monstruoso” aludidas por San Máximo de Turín y otros padres de la Iglesia (Caro Baroja, 1979: 171) pero sin duda la crítica más directa es la condena de las Lupercalia romanas del papa Gelasio I del 495 (Pomarès, 1959). El martirio de San Dacio en Grecia relata cómo el inicio del año era protagonizado por una procesión de demonios vestidos de macho cabrio y enmascarados y Caro Baroja (1979: 173) recoge agrupaciones con estas características ya en 79 Entre los distintos personajes del viflaiem rumano que se escenifica entre Navidad y Año Nuevo destacan los jóvenes Colindatori y entre ellos figuran los Draci de la región de Maramures y de Bucovina (Cárpatos Orientales); los ciervos al oeste en Hunedoara; bóvidos en Transilvania del Sur; o las cabras-Brezaia de Muntenia y Oltenia (sur) (Revelard y Kostadinova, 1998: 26). 80 En Macedonia; y en Grecia se hallan grupos semejantes que salían el último de febrero (Tripolitza, Peloponeso) o los montañeses de Eubea que bajaban a la zona de Calcis mitad animales, mitad humanos. Otras máscaras semejantes, como los Geroi de Skyros, se difuminan entre otros personajes parateatrales (Dawkins, 1906; Dumezil, 1929: 149 y s.; Revelard y Kostadinova, 1998: 44). 81 Los Likove están inmersos en grupos parateatrales del suroeste en Año Nuevo; los Kukeri aparecen en el carnaval de Sappada, en el valle de los Reyes Tracios (Kazanlak, Sredna Gora y Koprivshtitza), en las montañas Rhodope (Ciroka Luka, Razlog, Sandanski y Pernil) y en otras áreas centro-occidentales, como en Blagoevgrad. También en la turca Vize, donde había dos Kalosgeroi, la participación en la fiesta de los jóvenes marcaba su edad para poderse casar (Dawkins, 1906; Revelard y Kostadinova, 1998: 39 y 53). 82 En Mamoiada, los Mamuthones se cubren con una máscara de madera negra, una pelliza pastoril y gran cantidad de cencerros. Los Issochadòres atrapan con sus sogas a las mozas. Al oeste y también en carnaval salen los Boes de Ottana portando cencerros, pieles y máscaras de madera con apariencia de suidos, cérvidos o lobunas (Turchi, 1990; Revelard y Kostadinova, 1998: 45 y s.). 207 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 208 la Europa medieval: diableries o diablies franceses en el siglo XVI, la cofradía jóvenes de los Shruten Diebe suizos y otras flagelaciones de féminas y ruido de cencerros (Caro Baroja, 1965a: 56; Mourreau, 1972: 14 y ss.; Revelard y Kostadinova, 1998: 83). Pero, sin duda, los referentes europeos más significativos de fraternidades animalizadas se encuentran en los guerreros de sociedades arcaicas indoeuropeas y en los posteriores relatos épicos del centro y norte de Europa (Dumézil, 1929; Alföldi, 1974). Los maruts de Indra en el Rig Veda, las cofradías iranias, itálicas, griegas o dacias; la iuuentus romana; el comitatus germano (Tac. Germ. XIII-XIV) son testimonio de fraternidades guerreras caracterizadas por ser un cuerpo de elite y vanguardia de ataque de carácter salvaje y violento. Estas cualidades son semejantes a las descritas por Weiser, Hölfler o Wikander para los siglos IX-XI83 en referencia a las cofradías guerreras de la Irlanda arcaica –los fianna que seguían a Fionn–, Escocia o Gales –los shiluagh–; a las ‘sociedades de hombres’ germánicas o männerbünde; y a los relatos de las sagas odínicas en las que los hombres tienen furia de perros o lobos y son fuertes como osos o toros (Kershaw, 2000; Peralta, 2000: 158 y 169 y ss.; Alberro, 2005: 197 y ss. y 224). Estaban vinculadas por juramento a divinidades de la guerra y del Más Allá, como al Wotan germánico, al galo Ogmios-Marte celta o al mismo Lug, de los que podía proceder la mimesis animal (Peralta, 2000: 160 y s.). En el contexto nórdico del siglo X d.C., los Berserkir eran jóvenes guerreros escandinavos que para iniciarse en la guerra debían vestirse con piel de oso, abandonar la aldea y sobrevivir en el bosque. También escandinavos eran los úlfhedinn u hombres-lobo y a ellos equivaldrían los slaughter-wolves de la épica anglosajona: bandas de guerreros en trance salvaje que se identificaba con un ejército infernal o de muertos (Alföldi, 1974: 107 y ss.; Milin, 1993: 19 y ss.). Todavía en los siglos XVI y XVII los Wahrwolff de Livonia –repúblicas bálticas– decían convertirse en “perros de Dios” y visitar el reino de los muertos para enfrentarse a los espíritus y favorecer la riqueza vegetal entre otros días en las Doce noches 83 Tanto sagas como relatos épicos, véase el Ciclo de Finn, hunden sus raíces, cuanto menos en contextos paganos (Alberro, 2005: 231). 208 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 209 (Dumezil, 1929: 10; Milin, 1993: 71 y s.; 97 y ss.; Revelard y Kostadinova, 1998: 24 y s.; Kershaw, 2000: 267; Alberro, 2005: 197 y ss.)84. Entre sus características destaca una vida seminómada dedicada la mayor parte del año a sobrevivir en los bosques de la caza, de saqueos y de la guerra (Alberro, 2005: 230). Sólo durante el invierno, entre Sammain y Beltaine , los fianna se acuartelaban y vivían de los aldeanos. En áreas germanas y escandinavas, Beltaine también marcaba la celebración de la noche de Walpurgis-Santa Valpurgia y de los hombre lobo, protagonizada por la iniciación de los neófitos al tiempo que se purificaban los ganados. (Peralta, 1991: 76; Stalmans, 1995: 78; Le Roux y Guyonvarc’h, 2003: 89 y ss.). Su organización no era tribal ni familiar ni política sino que estaban formados libremente –tras una dura iniciación guerrera– en estructuras masculinas errantes cohesionadas por la igualdad entre ellos, la camaradería, la confianza en el grupo y en el pacto de fidelidad y de obediencia ciega al cabecilla que los dirigía (Alberro, 2005: 229). Tales rasgos de cofradía al margen de la sociedad (Alberro, 2005: 226) que actuaba en paralelo a clanes y asambleas locales provocaba numerosas tensiones entre ambas y eran considerados tanto benefactores y cuerpo de elite ante agresiones foráneas como parásitos que vivían de la guerra y del robo (Alföldi, 1974: 121). Por otra parte, desconocemos si son estos grupos y cencerradas las condenadas desde el siglo XIII y que sanciona el Concilio de Turín de 1455 con penas de excomunión para sus participantes pero no cabe duda de que las animalizaciones de fratrías de ciclo invernal fueron una costumbre común durante toda la Edad Media europea. San Eligio, obispo de Noyon (Francia) a mediados del siglo VII d.C., luchó enérgicamente contra su celebración 84 La identificación de la licantropía rural con las fratrías debe ser matizada porque estos personajes míticos son definidos como seres individuales y malditos, un sino inexorable sin que medie intencionalidad alguna por mimetizarse al lobo u otro animal ni con rito de iniciación alguno (Martínez Risco, 1945: 523 y ss.; Milin, 1993: 15 y ss. y 64). Sólo las personas que mantienen su figura pero que mandan y velan sobre una manada de lobos –los peeiros dos lobos en Portugal o ciertos Gerulfos-loupgarous franceses – podrían suscitar algún tipo equiparación de caudillos y fratrías (Violant, 1997 [1949]: 530). 209 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 210 en las calendas de enero; así también reza la condena del Liber Poenitentialis de Canterbury del 668 que aporta Violant (1997 [1949]: 627) 85 y las críticas del moralista inglés Thomas de Chobham (siglo XIII)86 (Flórez, 1859: 86 y s.; Montes, 2001: 69). En este sentido, la Península Ibérica tampoco fue ajena a críticas de los primeros Padres del Cristianismo. Al prohibir la Iglesia desde el Concilio de Nicea (325) la participación de los cristianos en fiestas paganas, salvo las reconvertidas por la Iglesia a fiestas propias (Arco et alii, 1994: 286), los ritos de fertilidad del final del ciclo invernal aparejados a la luna nueva fueron amonestados. Las condena Tertuliano ( Id . XIV) en el siglo III, de San Agustín (Ser. Sup. CXXIX) en el siglo IV, Martín Dumiense (De Corr. Rust. XVI) en el siglo VI y otros Padres de la Iglesia (Isid. De Eccl. Off. I, 41) y también los concilios tardorromanos en relación con el inicio de enero87 (Flórez, 1859: 87; Caro Baroja, 1979: 169 y s.; Arco et alii, 1994: 294; Revelard y Kostadinova, 1998: 8). Respecto a las fratrías documentadas etnográficamente en este estudio, merece la penar traer a colación, una vez más, a San Paciano (Paraenesis ad poenitentiam, I 2)88, obispo de Barcelona a finales del siglo IV d.C., y San Isidoro de Sevilla ( De Eccl. Off. I, 41)89, a principios del siglo VII, puesto que reprendieron la costumbre de gentiles y cristianos de sus diócesis y de toda Hispania de disfrazarse en las calendas de enero. Llevaban pieles de ciervo, cabras y terneros y astas sobre sus cabezas y corrían por las calles pidiendo aguinaldos y cometiendo excesos y prácticas inmorales (Flórez, 1859: 86 y s.; Blázquez, 1975: 60; 85 “Si alguien se pasea disfrazado de ciervo o de toro durante las Calendas de enero, es decir, vestido de bestia, o con piel o cabeza de animal, para los que así se transformen habrá tres años de penitencia, pues esto es diabólico”. 86 “Transformant et transfigurant corpora sua per turpes saltus et per turpes gestus vel denudando se tupìter, vel induendo horribiles larvas […]” (Menéndez Pidal, (1969)[1942]: 24; Bouza, 1933: 81). 87 C. Tol. IV (633), canon XI; C. Bracar. II (572), canon LXXIII (Vives, 1963: 103). 88 “Hoc enim, puto, proxime, Cervulus ille, ut eo diligentius fieret, quo impressius notabur. Et tota illa reprehensio dedecoris expressi ac saepe repetiti, non compressisse videatur, sed erudisse luxuriam. Me miserum! Quid ego facinoris admisi? Puto nescierant Cervulum facere, nisi illis reprehendendo monstrassem” (Flórez, 1859: 424). 89 “Tunc enim miseri homines et, quod peius est, etiam fideles sumentes species monstruosas in ferarum habitu transformantur” 210 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 211 Sopeña, 1987: 59). Igualmente existen condenas eclesiásticas posteriores en el Penitencial del Monasterio de Silos, del siglo XI90, y otras laicas, como la de Alfonso X a los “facedores de zaharrones” y las noticias del siglo XVI que denominaba a los personajes de Zamora como diablícalos o las que citan a los sonajeros de Monterrey en las procesiones del Corpus Christi de Verín (OR) (Menéndez Pidal, (1969)[1942]: 23; Bouza, 1933: 81; Caro Baroja, 1979: 227 y ss.; Dasairas, 1997: 27). Fuentes y paralelos clásicos La interpretación de estas agrupaciones, tan extendidas y trasgresoras, se ha asociado a ritos grecorromanos como consecuencia de la analogía reduccionista dominante entre los historiadores, antropólogos y folkloristas hasta hace escasas décadas. Es una concepción gestada por la escasa formación arqueológica prerromana que ha potenciado análisis antropológicos teóricos y atemporales. Las raíces de cualquier fenómeno se encontraban en la cultura clásica y en las tradiciones bárbaras posteriores (Revelard y Kostadinova, 1998: 7). Indica Caro Baroja (1979: 31) que la simple existencia de fratrías en tierras con presencia romana o griega, ha sido decisiva para legitimar tal filiación y dotarlas de un cuerpo mitológico clásico. Así sucedió con los kukeri búlgaros y las Dionysia (Dawkins, 1906: 203; Caro Baroja, 1979: 30 y s.). A pesar del conocimiento de animalizaciones cíclicas y similares en tribus y culturas arcaicas europeas desde las noticias de Herodoto (IV 105)91, los estudios de este tipo de fratrías han profundizado más en buscar la extrapolación de los manidos comos griegos92 (López de los Mozos, 1981: 503 y ss.), saturnalalia, “Qui in saltatione femineum habitum gestium et mostruose fingunt […]” (Menéndez Pidal, (1969)[1942]: 24; Bouza, 1933: 81). 91 Los Neuros, entre en Dnieper y el Dniester (Ucrania), se convertían cada año en lobos durante unos días y volvían a recobrar su forma. 92 Eran agrupaciones homogéneas y enmascaradas de jóvenes, viejos, doncellas, etc. El jefe del comos representaba a la divinidad o al héroe tutelar y que sacralizaba a todos sus miembros. Cada como se identificaba con seres mitológicos, un ave o cuadrúpedo, por lo que algunos llevaban los cuernos del ciervo (los bucolistas de Siracusa) o los del carnero (los estafilodromos de las Carneas de Esparta); podían caracterizarse por ser violentos. También realizaban una colecta y una comida comunal procedente de un sacrificio (Dumézil, 1929: 37 y ss.; Rodríguez Adrados, 1978: 49 y 52). 90 211 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 212 Hirpi Sorani (Vir. Aen. XI 785) o lupercalia (Kershaw, 2000: 148) antes que en analizar las características comunes que hacen de este tipo de rituales de paso con orígenes indoeuropeos. Así, la aparición en Iguña de zarramacos en la fiesta de entrada del año conocida como la Bijanera o la Viejaenera se ha relacionado antes con la fiesta tardorromana del Jano bifronte que con el “Viejo Aenero” o Año Viejo que sugiere la etimología (Caro Baroja, 1979: 167; Rodríguez Cantón, 1997: 5). Pero el referente más usado han sido las Lupercales. Estrictamente, las Lupercalia se celebraban en Roma a finales del año romano, el 15 de febrero, en honor a Fauno bicorne (Ov. Fast. II 267-268), divinidad protectora, entre otros, del bosque y de los rebaños. Se le sacrificaba una res en la cueva cósmica y ctónica de Lupercal en el Palatino y la cofradía de lupercos, jóvenes varones semidesnudos con pieles de cabra (Gel. L. XXIII) y con tiras de cuero, corrían en torno al Palatino persiguiendo y flagelando a los transeúntes (Var. L.L. VI 13 y 34). Los correazos a las mujeres se consideraban propiciatorios de la fecundidad (Gel. L. XII) (Pomarès, 1959: 21; Alföldi, 1974: 86 y ss.). No obstante, se conocían otros lupercos en la Península Itálica –Toscana, Emilia, etc.– (Gel. L. XIII), norte de África y en la Bética (Fig. 8) (Espejo, 1995: 158 y ss.) y fueron criticados por Gelasio I a finales del siglo V por la implicación de devotos cristianos (Pomarès, 1959: 33 y s.; Arco et alii, 1994: 227). Fig. 8: El mosaico de la villa tardorromana de Fuente Álamo (Puente Geníl, Córdoba) es la única escena figurativa de las fiestas lupercales en Hispania. Representa a un Lupercal persiguiendo a una mujer para azotarla (Espejo Muriel, 1995: 173). Está datado en el siglo IV d.C. y se encuentra en el antiguo convento de San Francisco de la Victoria. 212 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 213 A pesar de que en el siglo I ya existían distintas versiones del origen y significado de las Lupercalia, la presencia también de Februus, divinidad infernal y purificatoria, y de Juno Lucina, dominadora de la naturaleza y propiciatoria de la fecundidad (Dumezil, 1929: 203 y ss.; Alföldi, 1974: 92; Espejo, 1995: 163), han sido interpretadas como rasgos de un rito de purificación y de regeneración anual ancestral. Es más, el origen arcadio del culto a Lucina y Fauno93 y la aparición de cofradías iniciáticas de germanorum lupercorum (Cic. Cael . XXVI) y de “rebaños humanos” (Var. L.L. VI 34) íntimamente relacionados con el lobo evidencian la importante raigambre indoeuropea de estas fiestas y divinidades 94 (Alföldi, 1974: 127 y ss.; Almagro y Álvarez Sanchís, 1993: 217; González Alcalde y Chapa, 1993: 169). Elementos prerromanos A pesar de que la gran mayoría de ritos y prácticas actuales en la Península Ibérica cumplen normas trentinas y estéticas modernas (Caro Baroja, 1965b: 282; Montesino, 1992: 256) no impide que en el caso de las fratrías se puedan observar sus raíces precristianas. Tal hecho no se reduce a la misma visión evolucionista que relacionaba ritos totémicos prehistóricos con las pinturas rupestres y grupos indígenas exóticos y que caracterizó a la Historia inmóvil de los arqueólogos, historiadores de la religión y folkloristas del siglo XIX y principios del XX (Uría, 1925: 79; Cabal, 1925: 129; Bouza, 1933: 81). Es cierto que en la base de un estudio de este tipo de fraternidades guerreras se halla el dirimir si las animalizaciones son consustanciales al desarrollo de ciertos modelos sociales (García Gavidia, 2002: 363) y si remontan a teóricas cronologías proto-indoeuropeas neolíticas 93 En Arcadia la vinculación entre el lupus y la divinidad es manifiesta en el Zeus Lykaíos del Monte del Lobo (lycos: lobo) y en las características de Apolo y de Pan Lycaeos, la versión griega de Fauno (Vir. Aen. VIII 343-345; Dion. Hal. I 80; Agust. Civ. Dei XVIII 17). 94 Quince días después de las Lupercalia –a principios de marzo– tenía lugar el inicio del año latino tradicional (Dion. Hal. II 70) y la fiesta de las Matronalia para propiciar embarazos y partos (Arco et alii, 1994: 296). En este sentido, Matrona-Juno Lucina (Var. L.L. V 69, 2; Catul. XXXIV 13) no sólo comparte las características de la Brigit céltica sino que Lucina podría ser la romanización femenina de Lug (Graves, 1983: 83). 213 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 214 (4000 a.C.), pero las semejanzas rituales con culturas tan distantes como las japonesas y americanas (Peralta, 2000: 171 y s.) deben ser contrarrestadas a través de la investigación de los procesos de nacimiento, expansión y relación de prácticas y creencias en estadios culturales definidos y en los que se cuente con el mayor número de fuentes posibles. La reconstrucción del Pasado ha atravesado distintas etapas en virtud de la profesionalización de los historiadores, de las corrientes historiográficas dominantes o del desarrollo de Arqueología. Hasta escasos decenios ha predominado la búsqueda de la linealidad de los procesos históricos pero la Historia es algo más que una sucesión de hechos decisivos y de un listado de imperios bajo los cuales todo transcurrió mimético e inamovible hasta la siguiente ruptura. Estudios recientes ponen de manifiesto (Richert, 2005; Balbín, 2005; 2006: 39 y ss.; Balbín et alii, 2007 e.p.) los numerosos rasgos de las sociedades indígenas de la Península Ibérica que perduraron bajo dominación romana y que fueron construyendo más o menos diluidos las siguientes fases según la zona o las vicisitudes de cada momento. Apoyándose en la Etnohistoria, la Epigrafía, la Arqueología y en otras ciencias auxiliares de la Historia existen ámbitos de la cultura material, economía, sociedad y de la religión en los que se pueden contrastar la raíz prerromana de artefactos, usos, divinidades e instituciones que se atestiguan todavía bajo el dominio romano e incluso en el medievo cristiano (Almagro Gorbea, 1995a; Moya, 2004; Torres, 2005; Balbín, 2006). Sin embargo, hay aspectos de la organización social, creencias o ritos de diversa índole que son apenas rastreables a través de las fuentes tradicionales y que se hacen difícilmente reconstruibles95; es más, la existencia de fratrías animalizadas en Hispania no está citada expresamente en los textos clásicos (Peralta, 1991: 106). La perduración, por ejemplo, de topónimos prerromanos y de otros elementos precristianos en fiestas contradicen la total desarticulación de las formas de vida 95 Valga como ejemplo algunas fraternidades leonesas en las que sus rasgos y actos refuerzan la celticidad de la patrona bajo la que se amparan, Santa Brígida. La antigüedad del voto como fiesta local se conoce, cuanto menos, desde finales del siglo XVII pero nada se dice de ellos porque, aun formando parte de la festividad del día, no pertenecen a la liturgia (Bartolomé, 2005: 149). 214 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 215 prerromanas e indican la existencia de fenómenos de sincretismo y de memoria colectiva que debe plantear nuevas hipótesis de interpretación a través del estudio del folclore96. Si bien la utilización de la Etnografía en la investigación arqueológica se encuentra en el mismo origen de la disciplina, el abuso de la analogía y de la extrapolación sobre comportamientos humanos ha lastrado su desarrollo sobremanera. La reacción de Caro Baroja (1979: 21), a costa de perder dimensión histórica, criticó enérgicamente la explicación de ritos, creencias y costumbres en función de supervivencias prehistóricas porque limita la capacidad humana de cambio y se remontan a tiempos pretéritos hechos cuya existencia no está probada en las épocas intermedias (García Gavidia, 2002: 357). En este sentido, el mayor conocimiento del Pasado y la renovación metodológica ha puesto de manifiesto las importantes posibilidades que aporta la Etnoarqueología para el conocimiento de la Protohistoria europea como sugieren los trabajos desarrollados por A. Brelich (1954), D. Laurent (1997) o M. Almagro (2006). En concreto, como se indica anteriormente, los zamarrones no han sido ajenos a un análisis desde la óptica histórica pero, como ejemplifican los casos de Menéndez Pidal (1924), Pereira (1973), El Carnaval de Caro Baroja (1979), Larrinaga (1988), Montesino (1992) o Peris (2002), han prevalecido los estudios formales, los modelos clasicistas y las visiones antropológicas sobre la investigación histórica. Más recientemente E. Peralta (1991: 94 y ss.), N. Bartolomé (2005) u O. Díez (2006) se han vuelto a fijar en este tipo de sociedades de mozos desde una visión etnoarqueológica aludiendo a su trasfondo de cofradías prerromanas pero de manera sectorial, limitados a ciertas áreas geográficas y con desigual resultado. Retomando el argumento central de Segóbriga, la coincidencia entre impronta prerromana concreta del lugar y la especial 96 No por ello cualquier recreación de vestimentas naturales procede de un rito pagano. El imperante interés por recrear “fiestas paganas” ha incorporado nuevos personajes que, de no profundizar en su conocimiento, podrían llevar a una grave confusión, como sucede con el hombre zarza que sale junto a los Guirrios de Llamas de la Ribera (León) en el antruejo leones; del mismo modo, en el resto de Europa también hay una introducción de personajes actuales como médicos, policías, etc. (Ariño, 1996: 9; Revelard y Kostadinova, 1998: 28). 215 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 216 existencia de este peculiar tipo de agrupaciones pone en duda la superposición casual entre prácticas y espacios con distinta funcionalidad en cada época. En la Segóbriga romana se documentan ritos oficiales de élites urbanas97 y otras creencias mágico-religiosas populares vinculadas a Hércules, Mercurio, Diana, Silvano o Fortuna (Almagro Gorbea, 1995b: 89; Almagro Gorbea y Abascal, 1999: 161 y s.; Abascal et alii, 2004: 210). Especialmente son de interés los cinco relieves rupestres del santuario de Diana con sus inscripciones que se hallan sobre un cortado calizo a unos 1500 metros del enclave. La diosa presenta sus atributos habituales, en actitud cazadora y con la presencia de cánidos, y en las cercanías apareció un árula del siglo III que la menciona (Almagro Basch, 1976: 213). Más allá de las posibles consecuencias cinegéticas o territoriales relacionadas con Diana (Canto, 1994), prima la simbología del bosque sagrado ligado al culto indígena de tal divinidad como sucede en otros conocidos santuarios rurales de Diana de la Península Ibérica98. La Diana de Segóbriga además de ser una de las divinidades más venerada de Hispania y con gran número de epítetos99, en la ciudad celtibérica se la denomina Domina y Frugífera (Almagro Basch, 1976: 214) lo que confirma que se trata de una divinidad prerromana de la naturaleza, del mundo animal y de la fecundidad. Posiblemente era la divinidad suprema de la ciudad y su denominación también de Lux divina o Virgo triformis, la relaciona íntimamente con la ‘fiesta de la luz’ (Alföldy, 1985: 155 y ss.; Almagro Gorbea, 1995b: 66). Como entre los celtas europeos, Diana es una divinidad sincrética con otras indígenas que manifiesta un carácter triple –infernal, celeste y benefactora de las cosechas– de origen rural que también se aprecia en otros casos peninsulares. Es la Hécate-Artemis-Diana que subyace en la Ilici de Elche y de Moratalla (MU) 100, esto es, la Luna-Diana- 97 Júpiter, Juno, Minerva, Apolo o la existencia del mundus en el foro son cultos cívicos (Almagro Gorbea y Abascal, 1999: 161 y s.; Abascal et alii, 2004: 210). 98 Peñaflor, Arucci, Castulo, Albarracín, Sacedón, Santa Cruz de la Sierra o León. También en urbes romanas como Barcelona, Cartagena, Los Arcos, Lisboa, Sagunto, Sevilla, Emporion, Rosas o Hemeroskopeion (Almagro Basch, 1976: 213). 99 Entre otros Delia, Diva nostra virgo, Dea Custos, Venatrix o Sancta (Almagro Basch, 1976: 214). 100 Asociadas a lobos y a un ave solar (González Alcalde y Chapa, 1993: 174). 216 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 217 Proserpina de las tria virginis ora Dianae (Serv. Ad Aen. IV 511) (Almagro Gorbea, 1996: 110). A tenor de las apreciaciones de Alföldy (1985: 144) y Almagro Gorbea (1995: 67), tras la Diana de Segóbriga se hallaría la indígena Ataecina rodeada de lobos, la misma que se halla bajo la Proserpina de Mérida y en otras cuevas-santuario peninsulares (Blázquez, 1975: 3; Almagro Basch, 1975: 59; Almagro Gorbea, 1995b: 82 y ss.; Olivares, 2002: 247; Lorrio et alii, 2006: 73). El Lucus de Diana de Segóbriga, por tanto, albergó un culto indígena sustentado por estratos humildes durante los siglos II y III d.C. con un pozo sacro y grabados votivos101 en las cercanías de los relieves como lugar para las ofrendas102 (Alföldy, 1985: 144 y ss.; Almagro Gorbea, 1995b: 67; Almagro Gorbea y Abascal, 1999: 127 y s.) pero es muy significativo que los luci también fueran lugares oraculares, de reunión y, como señala Capdeville, que albergaran ritos iniciáticos (Almagro Gorbea, 1995b: 88). Otros lugares también ofrecen una relación entre la Hispania céltica y los grupos de edad documentados. La aldea de Luzón, cuyos diablos son una de las agrupaciones más peculiares de la Península Ibérica, está vinculada toponímica y geográficamente al núcleo celtibérico de Loutiskos del Bronce de Luzaga, en el cercano castro la Cava (siglos III-I a.C.), de 2,5 has (Iglesias et alii, 1989: 90 y ss.; Almagro y Lorrio, 2004: 92). Del mismo modo, la zona de Alto-Douro donde se concentran las fratrías portuguesas coincide con el extremo de la cultura de verracos lusitano-vettona y con la presencia de divinidades protectoras de cofradías guerreras, como Bandua (Peralta, 2000: 161; Olivares, 2002: 159), y de otras con marcado carácter lobuno, como indican los Luperci y los Luponici en Salamanca y santuarios como el de Vaelico en Portoloboso (Candeleda, AV) (Peralta, 1991; 92; 2000: 175 y s.; Gamito, 2004: 592). También los marceros con cencerros y pieles de Piélagos (S) coinciden con el lugar de aparición de la estela de Zurita (Lorrio, 1997: 332), y los que los Perreros de Miraflores de la “sierra pobre” de Madrid celebran San Blas en un paraje con un moderno 101 Un bucráneo, una cabeza humana y una cruz, ésta última, síntoma de la cristianización del lugar (Almagro Gorbea, 1995b: 74). 102 Vinculados a su culto aparecen animales y trofeos de caza como vacas, cuernos de ciervo y pieles de osos (Almagro Basch, 1976: 214). 217 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 218 altarcillo ubicado sobre un berrocal granítico con cazoletas horadadas de las que desconocen su función (González Guadalix, 1994: 70). La fecha de San Blas del caso anterior, a primeros de febrero, coincide también con la de los diablos de Almonacid del Marquesado o los brígidos de Izagre (L) el día de la sincrética Santa Brígida. A su vez, los Campanones de Pozos (Truchas, L) se sitúan al pie del monte Teleno, relacionado con el teónimo Tulonius y con el Mars Tilenus (Sopeña, 1987: 59; Peralta, 1991: 81). En otros casos, la hipótesis de trabajo es tan atractiva como indemostrable puesto que depende de un vínculo lingüístico prerromano frágil, como zarramaco, zamarrón, etc. (García Lomas, 1949: 313), o de derivaciones arriesgadas, como la recogida por V. Martínez Risco acerca de la tribu astur de los Guigurros (Plin. III 28, 3) y los Guirrios y Cigarróns de Orense (Bouza, 1933: 79). Las fratrías de la Península Ibérica y de Europa muestran características antropológicas universales como rito de paso por el que se reproduce periódicamente la identidad de sus agregados pero, rasgos formales y simbólicos comunes, conciernen a una iniciación precristiana de marcado carácter indoeuropeo. La identificación de estos grupos prerromanos con animales domésticos y salvajes a través de pieles y otros elementos podría basarse –sin ser excluyentes– en la vestimenta propiamente pastoril que caracteriza la actividad ganadera vacuna del grupo (Caro Baroja, 1979: 235); en la imitación de un antepasado o divinidad con tales características a la que se veneraba103 o se temía 103 Santa Brígida ( Brigit , vid. infra ) se representa acompañada de una vaca (Gaignebet y Florentin, 1974: 105) y las cornamentas de bóvidos y cérvidos son propias de la iconografía del Cernunnos céltico (Blázquez, 1975: 55; Olivares, 2002: 149 y s.). Tal teónimo no está registrado en Hispania pero Olivares (2002: 216) señala que dioses como Vestius Aloniecus confirman el perfil de esta divinidad. Además, en la Península Ibérica el culto al ciervo está atestiguado por Apiano (Iber. 100), Frontino (I 11, 13), Aulo Gelio (XV, 22), Plutarco (Sert., 11, 2) o Valerio Máximo (I 2, 4). El área principal se concentra en Lusitania pero en Peñalba de Villastar (TE) hay varios grabados de ciervos, algunos asociados a Vestius (Olivares, 2002: 216), y de serpientes cornudas como las de Arcobriga (Monreal de Ariza, Zaragoza) (Renero, 1999: 57 y s.). Más en concreto, las sigillatas hispánicas de Bronchales (TE), de la segunda mitad del siglo I, representan según Blázquez (1975: 60 y s.) guerreros indígenas con cabeza de ciervo y con perros. Datos arqueológicos de Jaén y Albacete confirman el simbolismo del ciervo entre los grupos iberos (Blázquez, 1975: 60; González Alcalde y Chapa, 1993: 170 y ss.). 218 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 219 (Bayet, 1973: 43; Espejo, 1995: 162); en magia simpática propiciatoria; y, en especial, la animalización estaría dirigida a captar por mimetismo el alma, la fuerza o la organización grupal del animal referido (González Alcalde y Chapa, 1993: 169; Peralta, 2000: 172). En este sentido citaba Plinio (VIII 130) la ingesta del cerebro de los osos por los hispanos para adquirir la “rabia ursina” (Peralta, 1991: 116) y de carne humana por los iniciados (Plin. XIII 81; Paus. VIII 2, 6). Diversos grupos étnicos prerromanos atlánticos y europeos se identificaron con el lobo, como los argivos, incluso en sus nombres –luvians, lykians, hipirni, luceres, volcae, dacii o hycarnii–, reconociendo descender bien de guerreros lobunos que llegaron a la zona o bien de los jóvenes guerreros que se impusieron al conjunto de la sociedad. También los galos portaban yelmos sobrecogedores con figuras animales, cuernos o cabezas de pájaros y de cuadrúpedos (Diod. V 30, 2) (Eliade, 1959; Alföldi, 1974: 77 y ss; González Alcalde y Chapa, 1993: 170; Kershaw, 2000: 139 y ss.; Alberro, 2005: 201). La imitación o denominación más abundante entre las cofradías peninsulares es la de diablos (8%) y bóvidos (10%), pero llama la atención la presencia del perro/lobo en cuatro casos, pues se trata de una figura básica del imaginario rural. Al lobo se le teme y se le ha espantado ritualmente104 dado que por su estructura social y adaptación al medio es el único competidor directo del hombre por lo que la licantropía tiene un trasfondo mayor (Martínez Risco, 1948: 101 y ss.; Milin, 1993: 24; González Alcalde y Chapa, 1993: 169; Peralta, 2000: 172 y ss.). Por ello, el lobo se relaciona con divinidades infernales o ctónicas y ha adquirido claramente un carácter totémico, no sólo en el caso de los lupercos del siglo V d.C. (Pomarès, 1959: 21; Arco et alii, 1994: 346), sino que así aparece en el heraldo con piel de lobo de la rendición de Nertobriga (152 a.C) (App. Iber. 48) o en los morriones con fauces y fieras 104 El Ball del Llop de la comarca barcelonesa de Osona y Plana de Vich es un baile de hombres-lobo con cascabeles en las perneras y antorchas que simulaba –como a los osos– golpearlos para ser espantados (González-Hontoria et alii , 1993: 7; Arco et alii, 1994: 340) mientras que en tierras vascas el primero de febrero se hacen colectas para hacerles ofrendas y calmar su ferocidad (Peralta, 1991: 97). También se le mata simbólicamente en el carnaval de Lanz (Navarra) al quemar al pelele Mikel Otxain (otxoa: lobo) y en el de Sarreaus (OR) donde uno de los personajes es el Matalobos (Arco et alii, 1994: 339). 219 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 220 de los jinetes de Uxama (Sil. It. III 384). También la estela de Zurita (S) muestran símbolos astrales, un cadáver devorado por rapaces y un guerrero con pieles de cánido y en dos vasos numantinos hay una escena similar. Del mismo modo, hay referencia al lobo en los etnónimos celtiberos de Olcades, Lobetanos, en los mencionados Luperci y Luponici en Salamanca o en los Vailicom burgaleses así como en los teónimos Vaelico y Endovellico (Almagro Gorbea, 1996: 107; Lorrio, 1997: 332; Peralta, 1991: 93; 2000: 175 y s.). En el ámbito ibérico, representaciones como las de Ilerda, la cueva de la Nariz en Umbría de Salchite o la coraza de la Alcudia de Elche también combinan el contexto guerrero e iniciático con el lobo. Éste es el caso del escudo que porta la Minerva de Tarraco y que relacionan a Brigit y a Ataecina , como apunta J.M. Blázquez, con la Minerva Belisama –“Minerva Brillantísima”– de Bretaña y con la aludida por César (B.G. VI 17, 2-4) (González Alcalde y Chapa, 1993: 171; Almagro Gorbea, 1995b: 83; 1996: 110; Peralta, 2000: 159; Olivares, 2002: 149). Fuera un lobo, jabalí, caballo, ciervo o toro el animal de referencia para una agrupación céltica de la Edad del Hierro en la Península Ibérica, es evidente que tales atributos eran adquiridos por el joven al entrar de pleno derecho en la sociedad local a través de ritos de iniciación, como los también conocidos en algunos castros galaicos, entre lusitanos y vacceos y en los lacónica celtibéricos, cuanto menos hasta el culto imperial (Almagro Gorbea, 1996: 104 y ss.; Almagro y Álvarez Sanchís, 1993: 220 y s.). Es frecuente que tales rituales también tuvieran lugar en santuarios al aire libre o cuevas similares a las que en la Península y Europa albergan depósitos votivos desde la Edad del Bronce. Los datos acerca de la figura del mistagogo en la iniciación son escasos (González Alcalde y Chapa, 1993: 170; Lorrio et alii, 2006: 62 y ss.). El calendario ritual y tradicional del área céltica (Torres, 2005: 263 y ss.) sitúa el protagonismo de las fratrías entre Sammain y Beltaine (noviembre-mayo actual). La primera es el momento de mayor oscuridad del año –en torno al solsticio de invierno– pero sobre el que se gesta la inversión natural y social del año (Peralta, 1991: 78). Cuarenta días después comienzan los “meses de la luz” y, flanqueando al equinoccio de primavera las fiestas de Imbolc y Beltaine, celebran la acción regeneradora de Brigit y Belenos. La equiparación de Brigit/Brigantia/Brigandu con Minerva- 220 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 221 Ataecina coincide con la importancia festiva en toda Europa de los primeros días de febrero, Santa Brígida, La Candelaria y San Blas. Como se viene constatando, en estos santorales cristianos se exalta el ocaso de ciclo invernal, pero no sólo como un rito de purificación como indican Le Roux y Guyonvarc’h (2003: 161 y s.), sino que también tienen lugar fiestas encaminadas a la fertilidad y a la protección de cultivos y ganados (Arco et alii, 1994: 228; 171 y ss.) y en la que las fratrías aportan ceremonias inmorales y el desenfreno. La Diana-Ataecina de Segóbriga, una de las divinidades más veneradas en Hispania, confirma cierto grado panreligioso e iniciático céltico equiparable a las lupercales. El nexo entre divinidad y calendario es sintomático en relación con el despertar del medio ambiente y la aparición de fratrías locales animalizadas en el folclore peninsular. Caro Baroja ya advirtió, al estudiar el calendario tradicional vasco, que el tiempo entre enero y febrero se denominara Otsailla o Zezeilla, esto es, “luna de lobos” o “luna de toros” (Torres, 2005: 274). El hecho de que el mayor grado de entrega personal sea la muerte por la comunidad y de que los textos referidos a Hispania y la Europa indoeuropea pertenezcan a un clima plenamente bélico, ha analizado dicotómicamente a los protagonistas de las iniciaciones, en particular, en relación con la propia definición del término iuventus que utilizaron autores como Tito Livio para denominar a la fuerza militar indígena (Ciprés, 1990: 177 y s.): como el conjunto de hombres de una comunidad movilizables militarmente por estar en plena capacidad física o, por contra, por ser una elite guerrera a tiempo completo. Los robos y saqueos de cántabros, celtíberos, vettones o lusitanos a otras comunidades (Diod. V 34, 6; App. Iber. 65; Str. III 5) han sido interpretados como practicas e iniciaciones propias de fratrías indoeuropeas de guerreros al igual que sus baños iniciáticos y cacerías singulares (Mourreau, 1972; Almagro y Álvarez Sanchís, 1993: 211 y ss.; Peralta, 2000: 173). Pero tales ritos no son sólo indicativos de miseria, crisis ecológicas o de excedencia demográfica (García y Bellido, 1945: 547 y s.)105 ni tienen porqué ser exclusivos de una agrupación militar especializada 105 Tipo ver sacrum de los pueblos ganaderos itálicos arcaicos (Peralta, 2000: 181) 221 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 222 puesto que también son pruebas de valor y mecanismos habituales de sociedades guerreras ganaderas con el fin de aliviar tensiones o de adquirir estatus (Ruiz-Gálvez, 1988: 187 y ss.). Así lo podría confirmar el panorama que esbozan los ritos iniciáticos locales estudiados: no se daría entrada a una sociedad elitista sino que se trataría de la ritualización del compromiso que el joven adquiere con la comunidad, un cambio de rol por el que recibe plenos derechos y deberes. Aunque pasen a formar parte de un cuerpo militar en la reserva, a su regreso desarrollan tareas cotidianas (Gennep, 1986: 94; Alberro, 2005: 224 y s.). Tal y como se deduce de otros pueblos de lengua celta como los galos –de los que describe César (B.G. VI 18, 2) que los padres evitaban que sus hijos les acompañaran antes de alcanzar la edad militar–, o los germanos –que según Tácito (Germ. XIII) recibían las armas públicamente en la asamblea–, la iniciación era llave de paso para la entrada de los jóvenes en la vida pública de la comunidad. A pesar de la parquedad de las fuentes, las comunidades peninsulares de la Edad del Hierro no se pueden ceñir a modelos sociales estáticos en tanto que variaban en función de la situación socioeconómica y ambiental de cada momento (Ciprés, 1990: 178). Es por ello que habría que diferenciar casos extremos en los que las condiciones sociopolíticas de guerra constante otorgan un papel preponderante a la belicosa iuventus frente a la función conciliadora de los miembros de la comunidad que no son aptos para el manejo de las armas (Ciprés, 1990:180). La iniciación cobraría más protagonismo al ser la única vía para acceder a una condición guerrera a tiempo completo y en momentos de guerra endémica, como sucedía con los espartanos106, hasta el punto de fundamentar a los referidos männerbünde centroeuropeos y a otros guerreros infernales épicos atlánticos. Este modelo es similar al comitatus germano que cita Tácito y en el que la iuventus son solteros de familia aristocrática guerrera (Tac. Germ. XIII) que están en continua iniciación 106 Los espartanos eran iniciados a los doce años con una vida austera, sin ropas ni baños, hasta que a los catorce pasaban a ser considerados efebos e iniciaban su entrenamiento militar. A los 20, el joven se encargaban del entrenamiento de los grupos más jóvenes hasta que acudía a la asamblea o al ágora con treinta años (Almagro y Álvarez Sanchís, 1993: 213). 222 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 223 hasta su matrimonio (Peralta, 2000: 162 y ss.). Tal tipo de instrucción sólo es viable en circunstancias socio-políticas especiales y de desigualdad ya que habría que preguntarse hasta qué punto los contextos rurales aldeanos o de pequeños oppida podrían sostener la salida de las fuerzas de trabajo más potentes desde la primavera hasta finales del otoño con fin iniciático, cuando tales meses son los que más trabajo agrícola y ganadero requieren (Torres, 2005: 284 y ss.). Es más, el retorno al clan de los mismos en invierno –aún portando botín de guerra– pondría en peligro el equilibrio comunal al introducir individuos que han sido improductivos el resto del año. Por tanto, en contra de las iniciaciones que únicamente preparan la reproducción de una agrupación de guerreros a tiempo completo y dependientes de un caudillo (Peralta, 2000: 174), se podría manifestar un sistema de regeneración social cíclica en el momento del renacer natural por la que entran en la sociedad, tanto de forma simbólica como pragmática, nuevas fuerzas activas para el trabajo y mantenimiento de la comunidad y, en su caso, para su defensa (Montesino, 1992: 193). Tampoco ello sería una traba para que, mientras la comunidad no corra peligro, de la iuventus salieran libremente individuos y grupos liderados por cabecillas locales para ser mercenarios en busca de fortuna y gloria (Ciprés, 1990: 182). Lo que parece derivarse de grupos tipo zamarrones es una estructura de tipo gentilicio local más cercana a los jóvenes de Lutia que se opusieron su asamblea (App. Iber. 94) (Ciprés, 1990: 181) que a otro tipo de soldurios elitistas. Éstos últimos serían ajenos a su comunidad, pues estaban compuestos por individuos de distinta procedencia (Dumézil, 1939: 65 y ss.), y su grado extremo se manifiesta en la fidelidad –devotio– a los caudillos que sustentaron la estructura de clientelas militares de la nobleza celto-hispana de los siglos III y I a.C. (Peralta, 2000: 153 y ss.). En ambos casos, los momentos de crisis pondrían de manifiesto el sentido de la iniciación juvenil y la pertenencia al grupo, como cuando los hispanos de Uxama (Sil. It. III 384), los lusitanos (Diod. V 34, 5) y los galos (Diod. V 29, 2; Dion. Hal. XIV 9) rememoraban las hazañas de sus antepasados entre cánticos, danzas frenéticas y agitación de armas. Los alaridos y el ruido complementarían la transformación física y psíquica que marcaba 223 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 224 la metamorfosis de la persona al guerrero como fiera carnicera invulnerable y del grupo a una horda infernal (Peralta, 2000: 172). En las fratrías peninsulares analizadas hay dos cuestiones que contradicen a los datos arqueológicos o, cuanto menos, de las que se carece de información al respecto. La primera es la inconexión entre los grupos y la utilización explícita de baños o saunas iniciáticas en áreas galaicas y meseteñas (Almagro y Álvarez Sanchís, 1993; Almagro Gorbea, 1996: 104 y ss.) pero, sin pretender justificarla, este tipo de construcciones, a excepción de los manantiales y cuevas con aguas especiales, no tuvieron continuidad en el uso popular. En segundo lugar, tampoco se tiene constancia del protagonismo de jinetes y équidos en el antruejo. Sin embargo, tratándose de sociedades preindustriales la presencia de équidos y de otros animales es habitual en otras fiestas cíclicas en las que sí participaban los mozos y los varones de la comunidad. Los bueyes, fundamentalmente, aparecen para el transporte de árboles de mayo desde los bosques y las caballerías los desplazaban hasta lugares sagrados –santuarios, etc.– y con ellas desafiaban a otros semejantes a carreras y competiciones de pericia ecuestre. Sólo la salida a caballo para pedir aguinaldo de los mozos de San Juan de Ponga (AS) liderados por un guirria vestido con pieles y lanzando ceniza (Caro Baroja, 1979: 219) podría equipararse a la imagen de guerrero animalizado sobre un caballo de la estatuilla de bronce de Cubillas de Cerrato (PA) (Peralta, 2000: 176), pero es un caso aislado. También desde la India hasta la Península Ibérica107 pasando por los colindatori rumanos y el festival del Hobby-horse inglés existen simulaciones de jinetes con caballo en época invernal que entroncan con los kentauroi griegos y con las representaciones de vasos numantinos (Dumezil, 1929; Caro Baroja, 1979: 213; Peralta, 2000: 179) pero ni sus actos ni su distribución son equiparables al de las fratrías estudiadas. Es por ello que, la escasa presencia de las caballerías y el carácter rural de estas 107 Las Danzas de caballitos se encuentran muy concentradas en el noreste peninsular especialmente en el área vasco-catalana: El Zamalzain de Soule (País Vasco francés); el Zaldiko de Lanz, en Pamplona y Zuberoa (Navarra); el Amontato de Bielsa; Ball de Cavallets de Sant Feliu de Pallerols (Gerona) y en el área levantina. (Dumezil, 1929: 14 y ss.; Caro Baroja, 1979: 205 y ss.; Peralta, 1991: 80; González-Hontoria et alii, 1993: 5 y s.; Esteve, 2000: 139). 224 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 225 prácticas grupales, podrían aportar una visión más atenuada de una sociedad fuertemente jerarquizada en torno a un orden ecuestre cuyos ritos de paso enfatizaban la simbiosis entre jinete y animal. Así, apoyados en las regeneraciones cíclicas de aldeas y pequeñas comunidades, el paradigma social de elites ecuestres y clientelas militares de la Hispania céltica debería ser, por tanto, entendido como un fenómeno urbano tardío correspondiente a una fuerte estratificación social y adaptado a una nueva realidad sociopolítica tal y como se aprecia en la evolución de otras instituciones indoeuropeas (Almagro y Torres, 1999: 108 y s.; Peralta, 2000: 157; Almagro y Lorrio, 2004: 93; Almagro Gorbea, 2005). En este sentido, los equinos no dejan de ser un rasgo habitual de las comunidades rurales preindustriales en tanto que son una herramienta básica para la existencia y sustento de las mismas pero la demostración de su dominio y control en otras fiestas por parte de varones ecuestres sí puede ponerse en relación con las palabras de Estrabón acerca de los ejercicios ecuestres que practicaban los pueblos del norte (Str. III 3, 7) y la habilidad de los celtíberos para guerrear tanto a pie como a caballo (Str. III 4, 18). No obstante, de constatarse la inviabilidad del acercamiento etnoarqueológico propuesto para ritos de iniciación en ámbitos rurales de la Hispania céltica habría que rastrear cómo las cofradías guerreras indoeuropeas se fueron degradando y disolviendo tras la conquista romana. V.- CONCLUSIÓN Más de 120 núcleos rurales documentados en el centro y norte de la Península Ibérica han albergado o albergan prácticas en las que los varones se agrupan anualmente con atuendos y rituales ex profeso en torno a una celebración litúrgica o a una ceremonia propia de invierno. En última instancia, los jóvenes del ya moribundo fenómeno de Quintas y del carnaval tradicional (Caro Baroja, 1979: 25) eran protagonistas especiales tanto de ellas como de otras danzas, cantos y salidas para plantar los mayos, rondas a mozas, hogueras de San Juan, fiestas patronales, etc. a lo largo del año. Los Tunos de Saelices, como muchos otros grupos similares, han sustituido atributos disonantes por vestimentas modernas y 225 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 226 se han renombrado con el concepto de “tuno de universidad” en función de episodios de su Historia reciente. Hoy día estas representaciones comparten rasgos modernos con otras localidades (Gonzalvo, 1998: 150 y ss.) y sólo tienen sentido en su contexto festivo inmediato pero ciertos rasgos y paralelos definen un modelo de agrupaciones adscritas a un mismo núcleo y compuestas por varones de distintas edades donde cíclicamente son integrados nuevos jóvenes. En ellas se ritualiza el compromiso entre el mozo y su comunidad y el pleno derecho que éste adquiere a partir de ese momento. Estos grupos pueden ser definidos como fratrías porque proceden de una subdivisión concreta de un ámbito supralocal territorial y familiar y porque en su estructura rige la eliminación de la individualidad en favor de la homogeneización explícita e implícita de sus miembros. La agrupación se erige como fuerza viva dentro de la comunidad a la que representan y así lo manifiestan a sus vecinos y a otras comunidades cercanas, entre las cuales, aún estando unidas por lazos de sangre, pueden acaecer desafíos y enfrentamientos. El sentimiento de pertenencia se mantiene hasta el momento de su muerte. Este fenómeno es el que podría designarse de forma general, por lo específico del término, como zamarrones. Las pieles, máscaras, cencerros y cabriolas son elementos indispensables en estas mascaradas que, a pesar de estar vinculados desde el plano socio-religioso cristiano al carnaval grotesco y a la burla medieval, constituyen la exteriorización de un rito de paso en lo fisiológico –fortaleza, madurez decisoria, reproducción, etc.–, en lo social y en lo económico –nuevas fuerza de trabajo, capacidad militar, organización familiar, etc.– (Van Gennep, 1986). Pero la animalización, en España y en gran parte de Europa, debe ser matizada más allá de una posición antropológica, pues no se trata de tradiciones medievales ni de reminiscencias de una imposición romana como las lupercales (Arco et alii, 1994: 232) cuando hay testimonios prerromanos. No por ello todo ritual atípico en el folclore puede interpretarse como una pervivencia de rasgos prehistóricos. Como señala Correa Rodríguez (2004: 23) en relación al oso que identificaba a la ciudad de Urso (Osuna, Sevilla), más que un animal totémico (Peralta, 1991: 114) se trata de una homofonía entre la denominación de la ciudad y un 226 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 227 término parecido en latín en un proceso de desaparición de las lenguas prerromanas. Al margen de las fuentes clásicas es difícil encontrar en el registro arqueológico datos sobre ritos de iniciación y de inclusión de sociedades prerromanas. En este sentido, la etnografía y la documentación histórica aportan nuevas líneas de trabajo sobre las iniciaciones y modelos sociales de la Hispania prerromana. Al hallar paralelos en la Europa céltica (Kruta, 2001: 172 y s.), es posible profundizar en contextos arqueológicos, como santuarios, o entrever prácticas rituales inmateriales dentro de un amplio sistema cultural que, según se ha diversificado y evolucionado, comparte, combina o separa sus características de otras más modernas. En el caso de las fratrías de paso documentadas, su distribución constata un fenómeno con escasa representación en la zona mediterránea y que se extiende más allá de las áreas serranas del interior (Fig. 6). Si esta localización se confronta con la Hispania céltica, como por ejemplo con el mapa lingüístico de J. Untermann (1992: 27), resulta evidente su identificación. El entorno arqueológico de Segóbriga y su fiesta podría ser otro ejemplo de este exponente. Por el contrario, llama la atención la escasez de fratrías en el Medio y Bajo Tajo así como en toda Extremadura108. La especial presencia en comarcas montañosas, la utilización de elementos pastoriles y la frecuente temática vacuna que identifica a numerosas fratrías actuales ha contribuido a considerarlas como ritos de sociedades ganaderas, los cuales han sido difundidos en sus rutas. No obstante, son varias las cuestiones a debatir para tal determinación: en primer lugar, es posible que dentro de comunidades de economía mixta en enclaves y grupos aislados se hayan mantenido rasgos arcaicos del folclore; por otra parte, está constatado el escaso enraizamiento de los pastores trashumantes en sus estancias temporales, por lo que un mecanismo social de la complejidad del tratado conlleva concepciones religiosas, rituales y un género de vida que difícilmente pueden deberse a préstamos culturales. Como apunta E. 108 La existencia de las Carantoñas de Aceuche (CC), aunque dependen íntegramente de la procesión cristiana, invitan a realizar un estudio más profundo de la zona extremeña. 227 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 228 Peralta (2000: 168) acerca de la devotio cántabra y de la presencia de otras instituciones célticas en áreas europeas, levantinas y meridionales, debería observarse la existencia de un substrato precelta o celta sobre el que surgen peculiaridades fruto de la adaptación y evolución al entorno regional y a los avatares político-culturales de cada área, aunque influjos y expansiones posteriores hayan podido reforzar tales características. Los trangas de Bielsa, uno de los grupos más septentrionales, replantean la presencia en el entorno de topónimos celtas como Ballabriga, su cronología y adscripción gentilicia (Albertos, 1990: 144) mientras una de las fratrías peninsulares más meridionales (Villamanrique, CR) suscita otra interesante disyuntiva. Por una parte, es una zona de pastos tradicional que, como Extremadura, recibía entre noviembre y junio los ganados trashumantes de pueblos meseteños con ritos de paso semejantes (López de los Mozos, 1981: 495, nota 2). Además, puesto que está vinculada a entorno arqueológico ibérico la situación invita a contemplar a los oretani germanorum que cita Plinio (III 25) en esta zona en relación con el sistema de expansión gentilicia que llevó a las tribus célticas hasta Beturia y otros puntos (Almagro y Torres, 1999: 109 y ss.; Peralta, 2000: 182). Sin embargo, el conocimiento de éste y otros ritos célticos vinculados a divinidades protectoras de cofradías guerreras como Bandua (Moya, 2004: 174; Peralta, 2000: 161; Olivares, 2002: 159) y la constancia en este entorno serrano de Castulo de ciudades identificadas con lobos en su nombre109 o emblema110 (Peralta, 2000: 176) permite sospechar que corresponde una vez más al sustrato indoeuropeo peninsular que muestran otros testimonios culturales y arqueológicos (Hawkes, 1973; Almagro Gorbea, 1996: 114; 2004: 205). Por el contrario, la aparición de estos ritos en islas mediterráneas y atlánticas, como ocurre con los Carneros y Diabletes canarios, deben su introducción a repoblaciones castellanas o aragonesas, si bien como apuntan Almagro y Álvarez Sanchís (1993: 208) la presencia de “templos en pozo” en Cerdeña se podría relacionar con ritos iniciáticos de la sociedad guerrera sarda. Luparia (Ptol. II 6, 58) y Lyco (Liv. XXXVIII 46). El lobo aparece en las monedas tanto del Alto Guadalquivir –Ilteraka– como en Iltirta de Lérida (González Alcalde y Chapa, 1993: 171). 109 110 228 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 229 En definitiva, el ejemplo de los tunos de Segóbriga permite profundizar en el conocimiento de los rasgos, distribución y antigüedad de iniciaciones y ritos de paso de una forma ritual de tanta trascendencia en la organización social indígena. En este sentido, parece confirmarse la relación existente entre las áreas lusitano-galaicas, cantábricas, celtibéricas y meseteñas que ya aparecen, por ejemplo, a nivel religioso en la Edad del Hierro (Olivares, 2002: 257) basado en un substrato cuanto menos de la Edad del Bronce o precéltico. No por ello la analogía debe imponerse sobre el discurso histórico y menos con el fin de buscar supervivencias prehistóricas puras en un contexto que se redefine constantemente. Sin embargo, hipótesis como la planteada en la presente aproximación a los ritos de iniciación prueba la necesidad de llevar a cabo una intensa recogida de datos en el campo etnográfico peninsular y de investigar en sus raíces como parte de una metodología que pretenda alcanzar el mayor conocimiento de la Edad del Hierro, pues ámbitos tan etéreos y diarios como son los ritos religiosos o sociales son difícilmente reconstruibles por la Arqueología. VI.- APÉNDICE GRÁFICO111 Lámina 1.- 1 a 6, Disfraces de fratrías varoniles de la Península Ibérica. Lámina 2.- 1 a 6, Disfraces de fratrías varoniles de la Península Ibérica. Lámina 3.- 1 a 6, Disfraces de fratrías varoniles de diversos punto de Europa. 111 Se introducen algunas imágenes de fratrías de varones peninsulares y europeas tomadas de Internet (12.2006) que muestran, frente a la dispersa bibliografía existente, cómo la Red se ha convertido en un incontrolado pero rápido banco de imágenes. 229 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 Tunos (Saelices, Cuenca) (Foto Moya: 2005) 13:53 Página 230 Endiablada (Almonacid del Marquesado, Cuenca) (Foto Moya: 2005) Morraches (Malpica del Tajo, Toledo) (Arco et alii, 1994: 191) Los Cucurrumachos de Navalosa (Ávila) Perreros (Miraflores de la Sierra, Madrid) (Foto Moya: 2006) http://www.altoalberche.com/imagene s/cucurrumachos2003/cucurrumacho_ con_cencerros.jpg Machada (El Bocígano, Guadalajara) (López de los Mozos, 1981) Diablos (Luzón, Guadalajara) (Atienza, 1997: Fig. 19) Trangas (Bielsa, Huesca). Zarramaches (Casavieja, Ávila) http://www.bielsa.com/album/cnbl/03_ trgs.html http://geo.ya.com/robertomartin/casavieja.htm 230 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 231 Zampanzar (Ituren, Navarra) Marceros (Soba, Cantabria) www.sasua.net/estella/articulo.asp?f= carnaval2 www.cantabriajoven.com/soba/marza s/marzas.html Sidros (Siero, Asturias) http://pacocanto.tripod.com/cult pag1.html Corredoiros (Verín , Orense) http://www.entroido.com/ Caretos (Lagoa, Bragança, Portugal) Boteiros (Viana del Bollo, Orense) http://student.dei.uc.pt/~mingatos/Car etos%20II%20008b.jpg http://www.terra.es/personal/slorenf/b oteiro.htm Zamarracos (Silió, Cantabria) (García Lomas, 1949: Lam. XXXIV-1) Guirrios (Llamas de la Ribera, León) http://perso.wanadoo.es/llamascity/cachonde/2 003/antruejo/ant15-g.jpg Caretos de Podence (Macedo de Cavaleiros, Bragança, Portugal) http://tounalua.blogspot.com/2005_02_01_tounalua_archive.html 231 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 Carneros (La Frontera, El Hierro) http://www.geocities.com/Nashville/St age/2644/trajes.html Boes (Olzai, Cerdeña, Italia) www.paradisola.it Busó (Mohács, Hungría) www.mohacs.hu/webtar/buso2002 232 13:53 Página 232 Cherro (Zeneta, Murcia) (Foto: T. García 2007) Mamuthones (Mamoiada, Cerdeña, Italia) Schindelbachgeist (Baden-Wurtemberg, Alemania) Kurenti (Eslovenia) www.narrenzunftzollenreute.de/start.html?http://www.narrenzunftzollenreute.de/InhDefault.html Kukeri (Bulgaria) www.eliznik.org.uk/Bulgaria/photos/co stume_sopluk.htm www.mamoiada.net http://users.volja.net/apjesenuc/kurent10.htm Geroi de Skyros (Grecia) (Dawkins, 1906: fig. 9) Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 233 BIBLOGRAFÍA ABASCAL, J.M., ALMAGRO GORBEA, M. y CEBRIÁN, R. (2004): “Excavaciones arqueológicas en Segóbriga (1998-2002)”, en A. Caballero y J.L. Ruiz (coords.): Investigaciones Arqueológicas en Castilla-La Mancha. 1996-2002 . Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Toledo. pp. 201-214. ALBERRO, M. (2005): Táin Bó Cuailnge (La razzia de ganado de Cuailnge) . Toxosoutos. Noia. ALBERTOS FIRMAT, M.L. (1990): “Los topónimos en –briga en Hispania”, en Veleia, 7. Universidad del País Vasco. Álava. pp. 131-145. ALFÖLDI, A. 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Cuenca. 242 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 243 ELEMENTOS DE LA ANTIGÜEDAD CELTA EN LA TRADICIÓN ORAL ASTURIANA Alberto Álvarez Peña Fundación Belenos La tradición oral de un pueblo no es un cúmulo de cuentos y leyendas más o menos amenas donde campea a sus anchas la fantasía, como algunos pudieran pensar. Esta tradición oral servía, a veces, para explicar hechos y sucesos del mundo real. Tras muchos mitos se ocultan antiguas divinidades del agua y los bosques, relacionadas con la fertilidad, tanto de la tierra como de hombres y ganados, que fueron relegadas con la llegada del dios único de los cristianos a la categoría de demonios menores en la mayor parte de los casos. El caso de Asturias no es el único, el proceso se repitió por toda Europa. Al lado de las ya conocidas referencias de Martín Dumiense en su “Correctione Rusticorum”, siglo VI de nuestra era, podemos citar a San Agustín (654-430) en su “La Ciudad de Dios” o al dominico Tomás de Cantimpré, muerto en 1273 que comentaba respecto a los “dusios” de la Galia: “(…)Los dusios son los demonios a los que los paganos de la Antigüedad consagraban los bosques sagrados (…)”. Lamentablemente muchos de estos clérigos nos han escatimado los nombres originales de las antiguas divinidades autóctonas y en la mayor parte de los casos tan solo hacen alusión a “silvanos y pilosos” o a “Agrestes Matres” haciendo gala de su cultura grecolatina. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que existe un “continuum” entre muchas de aquellas creencias y la actual mitología, a pesar de que esta se haya visto distorsionada o deformada, aunque algunos autores no opinen lo mismo. Pongo por ejemplo las tesis de Buenaventura Aparicio Casado: “(…) Las coincidencias entre presente y pasado, podemos considerarlas como excepcionales. Por consiguiente, será muy poco productivo el intento de averiguar las creencias de nuestros antepasados lejanos a partir de los restos o huellas conservados en el folklore. En consecuencia, el estudio de los mitos populares se justifica no para comprender el pasado a través de 243 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 244 los rasgos que supuestamente habrían pervivido desde tiempos muy remotos, sino para entender determinados aspectos de esas configuraciones culturales que denominamos sociedades tradicionales (…). A pesar de la obviedad estamos seguros que seguirá habiendo autores que defiendan la pervivencia en el folklore de multitud de rasgos culturales de época castreña, si esto fuera así nos hallaríamos ante un milagro histórico y un enigma antropológico (…)”1 Argumenta el mismo autor que los mitos populares sirven para que la sociedad tradicional (gallega en su caso) desarrolle su propio discurso. Incluso añade cómo algunos autores sostienen que “(…) No hay continuidad alguna entre el folklore contemporaneo y las creencias religiosas antiguas, argumentando que para admitir la existencia de supervivencias habría que documentarlas mediante una serie de jalones, testimoniando su presencia en época alto-medieval, en la bajo-medieval y en la Edad Moderna, para enlazar con los siglos XIX y XX (…)”2 Afirmaciones que quedan en entredicho si recordamos las citas de los clérigos en su lucha contra el paganismo, en cuanto a los “jalones” medievales y el folclore tradicional baste recurrir a los magníficos trabajos de Claude Leouteux3 para el mundo germánico, extrapolables a gran parte de Europa y a sus conclusiones: “(…) El paganismo y las creencias populares se presentan veladas, disimuladas primero por la cristianización y luego por la literarización de los hechos antiguos. La literatura narrativa “civiliza” los genios, los traslada a la esfera de la civilización feudal, los convierte en gigantes, enanos y elfos, ondinas, dragones (…) y finalmente hadas. La literatura hagiográfica los convierte en diablo (…) Hasta ahora, numerosísimos estudios se han quedado en la superficie de las cosas y han hecho su interpretación cristiana de los datos sin tener en cuenta el hecho de que la palabra “diablo” es un término de terrible polisemia, que de hecho es una palabra cajón de sastre, un trastero en el que entran todos los seres sobrenaturales del paganismo, dioses, espíritus y genios (…)”. Buenaventura Aparicio Casado “Mouros, serpientes, tesoros y otros encantos” (pp. 324-325) 2 J. C. Bermejo Carrera “Mitología y Mitos de la Hispania Prerromana” (pp. 224-226) 3 Claude Lecouteux “Demonios y genios comarcales en la Edad Media” (p. 187) 1 244 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 245 Sirva este preámbulo a modo de introducción de algunos ejemplos que vienen a constatar que los “milagros históricos y enigmas antropológicos” existen, y algunos guardan relación con la antigüedad céltica como podremos ver a través de mitologías comparadas. Evidentemente dado el poco espacio de que disponemos tan solo haremos referencia a algunos casos de la tradición oral asturiana, puesto que el campo y el trabajo por hacer es mucho mayor. La Piedra de la Culiebra Se trata de un mito muy generalizado en toda Asturies y que podemos resumir de la siguiente forma: Varias culebras en un total de siete, una de ellas el Cuélebre o Culebro se juntan y forman un nudo entre sus anillos, las babas y sudoraciones de las demás se solidifican en la cabeza del Cuélebre formando una piedra de propiedades milagrosas (mayormente para curar las mordeduras de estos reptiles). Dicha piedra debe ser cogida en vida del culebro puesto que sinó perdería su valor. En algunos pueblos debe ser recogida con bandeja de plata (Los Veneros – Candamu) o con un papel de fumar (Valdevero – Ayer) antes de tocar suelo. Por una parte existe una explicación biológica para estas reuniones de culebras, la cópula de la culebra de collar (Natrix natrix) donde varios machos intentan fecundar a la hembra (de mayor tamaño, aunque para la imaginación popular se trate del culebro o cuélebre)4. La relación con el mundo céltico es más que evidente. Ya en el siglo I de nuestra era Plinio el Viejo en su obra “Historia Naturalis” (libro XXIX, cap. III: “De la naturaleza de los huevos”) conseña lo siguiente: “(…) Hay un género de huevos muy afamados en La Galia de los que no hicieron mención los griegos. Innumerables serpientes se hacen un ovillo en el estío y con la saliva de sus fauces y la espuma de sus cuerpos, con un abrazamiento artificioso, se aúnan y juntan y llámase anguino el huevo que engendran. Los druidas dicen que con silbos lo arrojan en alto y que conviene recibirle en alguna manta o sayal, porque no toque a la tierra, y el que lo coge dicen que huye con presteza a caballo y que las 4 Silvio Bruno et allie “Guia de las serpientes de Europa” (p. 43) 245 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 246 serpientes le siguen hasta ser impedidas con algún río que se pone de por medio (…)”. Continúa Plinio diciendo que tal objeto sirve para obtener el favor de los príncipes y los reyes. La piedra de la culiebra es abundantísima en Asturies, llegando a mostrarse ejemplares heredados de los abuelos y empleados por todo el pueblo para curar las mordeduras. Uno de los casos más significativos es el de una de estas piedras propiedad de Sergio García Muñiz, de Güerces (Xixón) 5 que al romperse fue engarzada en plata, por una colecta de los vecinos que disfrutaban de sus mágicas propiedades, lo que costó por entonces 30 reales. Se suponía que la piedra sorbía el veneno y debía de ser sumergida entre leche o agua para que lo soltara, de lo contrario se rompería. Así mismo Bernardo Acevedo y Huelves6 asegura: “(…) Conocemos un ayuntamiento que conserva dos, en él vinculadas para servicio de los vecinos, y consta que una de ellas fue adquirida en cien ducados de vellón para siempre jamás del mundo (…)”. Las piedras de la culiebra asturianas son muy diversas entre sí, pueden ser cantos rodados de colores, fósiles, esquirlas de cuerno ahumadas o incluso quiastolitas, pero todas ellas comparten ese origen mítico. Añadiéndose además el hecho de que son siete las serpientes generadoras y siete es un número vinculado a la creación y la fertilidad entre las culturas indoeuropeas. En el mito pelasgo de la creación Eurínome, diosa de todas las cosas, surje desnuda del Caos, danza y del viento del norte creado en su baile sale la gran serpiente Ofión que se enroscará siete veces en el Huevo Universal de Eurínome. Dicho huevo se romperá en dos mitades y formará el mundo, la parte superior será la cúpula celeste y la inferior la tierra7. Si bien algunos autores como Jean Markale identifican el relato de Plinio con este huevo cósmico8, para otros se trataría de fósiles de erizo marino, identificados por los celtas como estas piedras mágicas y así se explicaría la aparición de los mismos Sergio García Muñiz, 52 años, natural de Samartín de Güerces (Xixón), el Cagüezu. Recogido el 3-06-1996. 6 Acevedo y Huelves “El Libro de Boal y su Concejo” (1898). 7 Robert Graves “Los mitos griegos” (p. 29) 8 Jean Markale “Druidas” (pp. 229-230) 5 246 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 247 en algunos enterramientos de guerreros galos en Saint AmandSur-Sèvres (Deux Sèvres), coincidente con la descripción de Plinio de dicho huevo: “(…) yo he visto ese huevo y era del tamaño de una manzana, de cáscara cartilaginosa con muchas alveolas como aquellas de las patas de un pulpo (…)”. En Ericeira (Portugal) los fósiles de erizo marino también se consideran piedra de culebra. Pero aunque no todas estas piedras sean iguales sí lo es su génesis en la cabeza de una gran serpiente, que en todos los bestiarios medievales terminará por transformarse en dragón. Desde “El Tesoro” de Brunetto Latini (siglo XIII) donde la serpiente áspid “trae en boca una noble piedra muy luciente llamada carbunclo” a la “Faula” de Guillem de Torruella (siglo XIV) donde aparece una serpiente con un mágico rubí en la cabeza9. O el propio Olaus Magno, obispo de Upsala (Suecia) que en su “Historia de las Gentes Septentrionales” (1562) habla de una reina de las culebras con una cresta blanca como una corona que se junta a otras y “(…) con su aliento engendran una piedra (…)”10. Volviendo a Asturies Fray Benito Jerónimo Feijoo también se hace eco de la creencia en estas piedras de la culebra en su “Theatro Crítico Universal” (Discurso XVIII) en 1759. El combate de los toros Otra tradición oral relevante es la que se cuenta en el conceyu de Tameza referente a un deslinde de pastos con el concejo vecino. Tal es así que el concejo tamezano tiene por escudo un toro rojo enfrentado a un toro blanco. La historia de tal iconografía es la que sigue: “Lus de Prubaza tienen una entrada na Veiga Cuallagar, ciertu tiempu, tienen que pagar la yerba o si non amayadar, pa que se cumpliera lus de Yernes punían un guarda cun un perru. Pero lus de Prubaza nun querían. Entós hubiera un pleitu mui grande ente Prubaza ya Yernes pul pastu. Acurdaran que fuera un homi de cada parte ya un era mui altu ya dicía “dou fé que lu que veo ía de Prubaza.” Pero l’outru nun taba cunforme purque cumu era más pequenu vía menus. Entós dicidieron que dos toros 9 Ignacio Malatxeverría “Fauna Fantástica de la Península Ibérica” (pp. 107 y 151) 10 Olaus Magno “Historia de las gentes septentrionales” capítulo XXX “de la lucha de los pastores y las serpientes” 247 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 248 s’enfrentaran ya desllindaran asina los pastos. Lus de Prubaza llevaron un toru mui grande ratín (blanco ceniza) ya lus tamezanos quirían llevar ún mui grande de Ca Ramón de La Casona pero un criau que taba eillí díxo-yos que non, que meyor llevaban outru más pequeño qu’era foscu (rojo) villanu. Xuntaron los dos toros na Veiga Cuallagar ya’l pequenu subióu a La Fonte Cimera engancháu pulus cuernos, engancháranse outra vuelta ya foi faciendo la engüeña al outru hasta’l Cantu la Flecha. Eillí el foscu tumbóu al de Prubaza, hai un finxu mui grande negru, marcando’l sitiu aou cayóu el toru. Ya marcaron la llende. La Veiga Cuallagar tien una escritura mui antigua d’esu feita’n pergamín, en piel de curdeiru”11. En El Cantu la Flecha existe una concentración tumular. Evidentemente la referencia al tal Ramón de la Casona, no es más que una revitalización de la leyenda, este fenómeno se da en otros casos, cuando en un arquetipo de leyenda un hombre tiene que desencantar una xana (especie de “hada” vinculada a las aguas y las cuevas) dándole un beso bajo el aspecto de una serpiente y ese hombre es identificado con algún antepasado del pueblo o un familiar. Pero también encontramos versiones que nos hablan del combate de los toros y en este caso son propiedad de dos vírgenes. En Amieva, en el puerto, en el lugar conocido como La Batuda, litigaron La Virgen del Saubu y la del Pontón, mediante un combate de toros. Cuando el toro de la del Saubu llevaba las de perder, esta le dijo: “Me cagüen dios ¡clávate mi toro!” y el toro se trabó venciendo al otro y dejando marcadas sus pezuñas, se añade además que en la peña también quedaron marcados los tarucos de las madreñas de La Virgen. Historia semejante se cuenta en el mismo concejo en El Puertu Toneyu aunque en este caso son La Virgen del Saubu y la de Cuadonga las que pleitean haciendo luchar sus respectivos toros12. La relación más inmediata de estas historias (principalmente la de Tameza) es la epopeya irlandesa “Cuchulain de Muirthemne” donde también hay un combate de toros, uno rojo, el Donn 11 Contado por Antonio Tamargo López –Antón de la Pipita- 83 años, natural de Vindías, parroquia de Yernes, conceyu Tameza. La historia también es conocida en los conceyos de Prubaza y Teberga. 12 Xosé Lluis García Arias “Rellumos de folklor” 248 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 249 de Cuailgne y otro blanco de Cruachan Ai. Los hombres del Ulster y la reina Maeve presencian el combate donde está en tela de juicio la supremacía de unos y otros. La lucha terminará con la victoria del toro rojo y una serie de topónimos que hacen referencia al combate. “(…) Cuando el toro colorado llegó al gran vado del Sionnan se detuvo a beber y los dos flancos del Astiblanco se le cayeron de los cuernos al agua. Y hasta el día de hoy se ha seguido llamando ese lugar Ath-Luaim (El Vado del Flanco). De la misma manera cayó el hígado a un río de Meath y hasta el día de hoy se ha seguido llamando el lugar Ath-Truim (el Vado del Hígado) (…)”13. Se nos cuenta además que, en una noche, enzarzados en la pelea dieron la vuelta a toda Irlanda. Tanto en el caso asturiano como el irlandés se trata de ritos de circumambulación. Los guerreros durmientes Otro arquetipo frecuente en la Céltica es el del guerrero durmiente que espera ser despertado para luchar por su patria. Gracias a Juan Lobo que recopiló esta historia en 1931 conocemos una interesante leyenda de Bernardo del Carpio14. En ella se nos cuenta que en la montaña asturiana un pastor perdió un ternero y al ir tras él lo encontró en una cueva donde había un hombre gigantesco y barbudo que le comunicó que era Bernardo del Carpio, y que llevaba años allí sin hablar con nadie esperando ser llamado para pelear por el país igual que había combatido contra los franceses en Roncesvalles. El gigante pidió al pastor que le estrechase la mano para comprobar lo fuertes que eran los hombres de aquel entonces, pero el pastor atemorizado acercó el cuerno del ternero en lugar de su mano. En el apretón el cuerno quedó reducido a polvo. El pastor huyó y Bernardo del Carpio se lamentaba del poco valor de los hombres que ya no eran como los asturianos que le habían acompañado a matar franceses. Hasta aquí la historia asturiana de tradición oral. La figura de Bernardo del Carpio aparece en varios romances enfrentándose y dando muerte al mismísimo Roldán, sobrino del emperador “Cuchulain de Muirthemne” versión de Lady Gregory VV. AA. “Los maestros asturianos, costumbres, historias de los hijos ilustres, instituciones escolares, poesías, folclore y excursionismo” 13 14 249 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 250 Carlomagno. Sus aventuras son descritas por los primeros cronistas de los siglos XII-XIII como el Tudense (Legionense), el Toledano o por el propio Alfonso X el Sabio, haciéndole sobrino del Rey asturiano Alfonso II. Resulta interesante comprobar cómo aparecen otros héroes durmientes, en otros lugares, por ejemplo en Cornualles es el Rey Marko el que espera pacientemente. En Sewing Shields, en Nortumbría, cerca de la Muralla de Adriano, es el Rey Arturo el que duerme acompañado de la Reina Ginebra y su séquito. Un pastor de ovejas entra en el túmulo siguiendo un ovillo de lana que se le había caido y le descubre, contempla la mesa donde están, con una espada y un cuerno de caza, se atreve a cortar la jarretera y desenvainar la espada pero al hacerlo Arturo y sus hombres se mueven y el pastor huye aterrorizado no sin antes oir decir a Arturo: “Maldito sea el día en que nació el necio que cortó la jarretera, sacó la espada y no tocó el cuerno de caza”. Si el pastor hubiese tocado el cuerno de caza los despertaría definitivamente. En Richmond, existe una historia similar y es un tal alfarero Thompson el que encuentra a Arturo en una cueva. Otro guerrero durmiente es el Conde Fitzgerald, en Mullaghmast. En Irlanda el guerrero que espera es Fin Mac Cumhal y sus fenianos. Todos ellos duermen en la Roca del Herrero, en la Isla de Skye, para despertarlos es preciso hacer sonar un silbato de madera tan grande que parece un bastón. El hombre que los descubre no se atreve a seguir soplando porque los gigantes se mueven y huye. Fin mac Cumhal le recrimina: “Peor nos dejaste que cuando nos encontraste”. Otro guerrero durmiente bajo el castillo de Kronborg (al norte de Copenhage, en Dinamarca) es Holger el Danés, uno de los doce paladines de Carlomagno, que aparece en la épica francesa como Ogier le Danois, se decía que había vivido doscientos años con el Hada Morgana del ciclo artúrico15 y al igual que el asturiano Bernardo del Carpio espera despertar algún día para defender el país de los enemigos. Caballos psicopompos El caballo se halla vinculado al Otro Mundo en las sociedades guerreras indoeuropeas como conductor de las almas a través 15 250 K. Briggs “Diccionario de las Hadas” Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 251 de las aguas. Un buen ejemplo de la heroización ecuestre del difunto podemos verlo en las estelas de Clunia , Lara de los Infantes, Bezares (Burgos) o Borobia (Soria). En Asturies el mejor ejemplo serán las estelas vadinenses donde el nombre del difunto aparece inscrito en un caballo. Pongamos por ejemplo la de Septimio Silo (Ponga) donde además se remarca el carácter guerrero con la representación de un puñal en la parte superior de la estela, así como la presencia de un ciervo, otro animal psicopompo relacionado con el tema mítico de la cacería del más allá, con abundantes paralelos en la épica celta, como en el caso del “Mabinogion” galés. Otros ejemplos de este tipo de estelas serán las de Flavia (Camonéu, Onís) dedicada por Doviderus, la de Superia (Ponga) dedicada por Peregrius y Pompeia del clan de los Arnunimos y las también vadinienses de Vironius, hijo de Segisamo (Villapadierna, León) y Negalus (Valmartino, León). A estos casos debemos sumar la decoración de la diadema de Moñes (Piloña), donde Marco Simón16 interpreta los guerreros a caballo en un paisaje fluvial como “El paso al más allá a través de las aguas”. Dentro de la mitología céltica el agua se consideraba como fuente de vida y purificación, así que su tránsito sería una forma de renacer17. En el folclore asturiano encontramos algunas leyendas que guardan relación con esta imagen psicopompa del caballo, aunque hayan sido cristianizadas en la mayor parte de los casos como una manifestación de un demonio menor denominado diañu burllón. El esquema es el que sigue, un hombre vuelve de noche cansado a casa y pide que un caballo le lleve “aunque sea el mismísimo diablo”, al momento se le aparecerá un caballo blanco, color que lo vincula al otro mundo, al igual que en muchas iconografías celto-germanas. El hombre montará en el caballo, al principio todo irá normal pero al poco tiempo, el caballo comenzará a crecer, a echar fuego o a volar por los aires amenazando con arrojarse a un río o un pozo de agua. Solamente la invocación a Dios y los santos evitarán que el hombre perezca. Es el esquema general, 16 Francisco Marco Simón “La Religión indígena de la Hispania Indoeuropea” cap VIII en “Historia de las Relligiones de la Europa Antigua” 17 Francisco Marco Simón, op. citada. 251 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 252 con multitud de ejemplos en toda la geografía asturiana. La casualidad quiso que encontrásemos dos versiones más puras en las que la relación con el mundo de los muertos es más evidente: “Contaba un home que venía a mio casa cuando yo yera neña, que-y pasara a él eso, l’home llamábase Jesús y dicía que venía de cortexar de nueche p’Arlós de onde él yera. Venía de Molleda d’un pueblu que-y llamen El Pinu, onde tenía la moza y cerquina’l pueblu nun sitiu que-y llamen La Trapa, diba caminando y aparecióse-y un caballín blancu, pequeñu, mui guapu, y dicía esti paisanu: -yo colo cansáu que vengo y el sueñu que tengo… voi montalu-, y montólu y el diba durmiendo, chaba la cabeza nel hombru y dormía y cuando allegó xunto casa y dióse cuenta el caballu crecía y crecía, facíase mui grande y quixo baxase y nun podía y asustóse, y dempués emprincipió a menguar y yá pudo baxase. Al entrar en casa dixo-y el padre, qu’el padre falaba colos muertos y conocía por aquel mundu too lo que pasaba y díz-y: -qué suerte tuvisti, que si nun allego ser yo, si nun toi yo allí, el caballu esi mátate-”18. En esta versión no aparece el pasaje acuático porque el padre del hombre intercede a tiempo. Este tipo de personajes fue muy frecuente en las aldeas asturianas, es lo que llamariamos un “vedoriu” que posee la llamada “doble visión” que le permite hablar con los muertos, en el conceyu de Corvera eran conocidos como “martones” y a ellos ya hacía referencia José de Villalaín en su “Topografía médica del concejo de Corvera” de 1925. En esta versión, además, el caballo no es el demonio transformado. Veamos ahora este otro ejemplo del conceyu de Salas: “Antiguamente, cuando era un nenu, en Maeza, el cura diba de nueche y soltaba caballos nel cabildru la ilesia, entós metían ruidu, estreldaban, pegando nel empedregáu del suelu colos cascos. La xente oyía aquello na cama ya cuntaba que yeran las ánimas de los muertos, que vinían colos caballos aquellos porque taban inquietas, al día siguiente el cura namás tenía que pidir cuartos pa dar la misa de difuntos ya asina aparar aquel miedu”19. 18 Contado por Ana Muñiz de 68 años (Molleda, Corvera). Recogido el 27 de Noviembre de 2002. 19 Contado por Alberto Álvarez García de 67 años natural de Soutu los Infantes (Salas), actualmente vecino de Xixón. Recogido el 29 de Junio de 1996. 252 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 253 Es evidente que, en este caso, la Iglesia, se está aprovechando de una creencia muy antigua. Además encontramos más ejemplos paralelos en la Europa de raiz celto-germana. Por ejemplo, en Escocia tenemos el Kelpie, el más famoso de los “caballos de agua” de la región de Los Lochs que se sumergía ahogando a aquellos que lo montaban. El Each Uisghe de las Highlands comparte sus mismas actividades. En la Isla de Man encontramos otro caballo acuático, el Cabyll Usthey. En Irlanda Phouka (nombre dado a un diablo capaz de cambiar de forma), se transforma a veces en caballo para que alguien lo monte y luego se arroja por una cascada o un acantilado al agua. Lo mismo que hace el Brag de Piktree del norte de Inglaterra. En Bélgica es el Kludde, un trasgo dañino que entre sus muchas transformaciones está la de un caballo que ahoga en el río a quien lo monta20. Entre los escandinavos también lo encontramos, el más conocido es el Nykur de color grís tordo, y en Islandia el Nennyr y el Vatnahestur (literalmente el caballo del lago)21. En el Poitou francés el Cheval Mallet echa a volar toda la noche con el infeliz que lo monta hasta arrojarlo a un pozo de agua. Solamente puede proteger, de él, llevar la medalla de San Benito. En el Jura francés y Bernés (Suiza) encontramos al Cheval Gauvin que también ahoga en el agua a quien lo monta. Lo mismo que el Maurioche de la Alta Bretaña y el Porche en Dro de Carnac que no para su infernal cabalgada hasta arrojarse al mar. En Euskadi se presenta el Zamaria Xurria, un caballo blanco que es presagio de muerte22. Volviendo a Asturies, en Ribesella, el folclorista Constantino Cabal comentaba las apariciones del Burru Sangráu, como un agüero de muerte (hemos de aclarar que en lengua asturiana burru se refiere al caballo, la palabra castellana burro se traduciría por pollín). Además el caballo en la tradición asturiana también aparece como puente al Otro Mundo Mágico. En muchas leyendas un hombre debe desencantar a tres xanas arrojando un bollo de cuatro cuernos al agua de la fuente donde habitan. Cada bollo se transformará en un caballo blanco en el cual marchará la K. Briggs, op. citada. Claude Lecouteux “Pequeño Diccionario de Mitología Germánica” 22 Olivier de Marliave “Pequeño Diccionario de la Mitología Vasca y Pirenaica” 20 21 253 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 254 xana encantada pero la última no podrá hacerlo porque la esposa del hombre le habrá comido un cuerno al bollo, por lo que el caballo saldrá cojo, lo que provocará la venganza de la xan 23. Nuevamente el caballo blanco y el agua son una constante en este tipo de historias. Lobos y ritos iniciáticos Una historia que podemos encontrar de Oriente a Occidente en Asturies es la de un hombre que mata a un lobo aferrándolo por la lengua, aunque existen multitud de ejemplos destacamos uno de Llaiñes (Sobrescobiu) por ser el más completo: “Contaben qu’un home de Llaiñes matara una lloba que se-y fuera a él y l’home que la garrara pela llingua y la metiera nun pozu d’agua y l’afogara. Dempués baxó al pueblu con ella al llombu y violu una muyer y preguntó-y: ¿Qué traes ehí?, y contestó-y él: Traigo la muerte. Y l’home metióse na cama y nun volvió salir más, morrió”24. En otras versiones el hombre queda tullido de la mano con que agarra la lengua. Este episodio también aparece vinculado a afamados cazadores de osos asturianos en Sumiedu. Incluso podemos verlo en un pretendido “suceso real” contado en La Gaceta de Madrid en 1801, en su número 109 (pp. 1192-1193) donde se nos cuenta cómo un tal Dionisio Sánchez se enfrentó en las aguas del río Curueño con un oso al que venció agarrándole por la lengua25. La arqueología viene a evidenciar, una vez más, su relación con la tradición oral, en unos fragmentos de cerámica prerromanos procedentes de La Alcudia, Elche, donde un hombre armado de una lanza agarra con la otra mano la lengua de un animal carnívoro, probablemente un lobo. Este tema viene interpretándose como un rito de iniciación del guerrero. El análisis que hacen R. Olmos, T. Tortosa y P. Iguacel en su obra “La sociedad ibérica a través de la imagen” (1922) es el siguiente: “(…) Se trata de un hombre joven, sin barba, de largos cabellos, viste túnica corta sin ceñir, porque todavía no ha alcanzado 23 Alberto Álvarez Peña “Resclavos míticos del caballu na tradición oral” en Seminario de Estudios Asturianos de la Fundción Belenos (2004). 24 Contado por Juan Armayor, de 67 años, y Luis González, de 71 años, naturales de Llaiñes, Sobrescobiu. Recogido el 18 de Noviembre de 1999. 25 J. P. Torrente “Osos y fieras en el pasado de Asturias” 254 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 255 el cinturón de la edad adulta (…) El joven lleva venablo pero no hace uso de él y agarra al animal por la lengua porque es necesario demostrar su valor a través del contacto físico con la fiera (…) Es un rito iniciático en soledad, el joven saldrá vencedor del bosque y será modelo de la juventud (…)”26. La figura semejante al lobo, “El Carnassier” aparece, además, asociada a la simbología funeraria no solamente en el mundo mediterraneo, sino también en el céltico o indoeuropeo en general. Por otro lado, la presencia del agua en algunas de estas historias vuelve a remitirnos a la creencia céltica del paso al Otro Mundo a través de las aguas. Así mismo en la mitología germánica el dios de la guerra Tyr, hijo de Odín (también llamado Tiwaz, en inglés Tiwo ó Tig y alemán Ziu) pierde su mano al introducirla en la boca de Fenrir el lobo puesto que este no se fía cuando van a atarlo con una cuerda encantada y exige a Tyr que meta la mano en su boca por si no puede soltarse. En la mitología germánica Fenrir el lobo devorará al sol en el Ragnarok, (el fín del mundo) y en algunas leyendas del Piamonte alpino encontramos a un hombre que introduce su mano en la boca de un lobo enorme y negro que se había tragado al sol. Por otra parte perros y lobos son en las mitologías indoeuropeas guardianes del Otro Mundo, que dejan entrar pero no salir (recordemos la historia de Llaiñes del hombre que dice “traigo la muerte”). Es evidente que estas historias e iconografías estan conectadas, aunque en la actualidad tan solo hayan pervivido como un cuento fantástico. Por otra parte la ferocidad del lobo ha sido algo muy apreciado en las sociedades guerreras indoeuropeas, y algunos pueblos se enorgullecían de descender del lobo (Dacios, Hircanos, Licaones, Orkas, etc…). En la alta Edad Media los Berserkers (luchadores escandinavos que entraban en trance en la batalla y se cubrían con pieles de oso y de lobo) imitaban el comportamiento de la fiera llegando al paroxismo. Pero lo que para los antiguos paganos era un don, para los cristianos es una maldición y así encontramos referente a los irlandeses, en la obra anónima noruega “Kongs Skuggsjo” (“El Espejo de los Reyes”) de 1250 la siguiente historia: 26 J. González Alcalde y T. Chapa Brunet “Meterse en la boca del lobo, una aproximación a la figura del Carnassier en la Religión Ibérica” (pp. 169-174) 255 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 256 Los antiguos irlandeses paganos a la llegada de San Patricio planean arrojarse sobre él y matarlo, pero este, enterado de sus planes les maldice y les convierte en lobos durante siete años puesto que como lobos pretendían abalanzarse, siendo hereditaria dicha maldición. De esta historia también se había hecho eco Giraldus Cambrensis (1147-1216) arzobispo de Brecknock en su obra “Topographia Hibernica” haciendo referencia a un sacerdote del Ulster que se dirigía a Meath y se encuentra con el clan de los Ossory irlandeses convertidos en lobos, aunque en este caso la maldición se debe “a sus pecados y la enormidad de sus vicios” 27. Este mismo motivo es el que se encuentra en las leyendas asturianas de hombres lobo recogidas en Quirós, Riosa, Cangas de Narcea, Balmonte, Ibias, Tinéu…, donde durante la cuaresma un hombre come carne (rompe el tabú cristiano), y por eso su madre o su padre le maldicen diciendo “Quiera Dios te vuelvas llobu y asina te fartes de carne durante siete años”. También en Noruega encontramos que los Varulf (hombres lobo) lo son por maldición materna. Así pues este tipo de relatos asturianos deben enmarcarse en el folclore europeo al uso y no cómo una influencia meramente galaica como algunos autores pretenden interesadamente demostrar28. Hasta aquí una muestra de las influencias de la céltica antigua en las tradiciones orales asturianas. Un campo donde aún queda mucho por estudiar y poco tiempo para ello debido a que la gente mayor de nuestras aldeas, los depositarios de este legado, van desapareciendo inexorablemente sin que, hasta la fecha, la Universidad asturiana y otros organismos, manifestasen el más mínimo interés en estudiarlo, sino que expresaban su más hondo desprecio. 27 Erberto Petoia “Vampiros y Hombres Lobo, orígenes y leyendas desde la Antigüedad hasta nuestros días” 28 Lopez Mira “A Galicia Irredenta” (p. 190) 256 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 257 BIBLOGRAFÍA Álvarez Peña, A.: “Resclavos míticos del caballu na tradición oral” en Seminariu de Estudios Asturianos de la Fundación Belenos (2004) (en preparación) Uviéu. “Resclavos de ritos iniciáticos nun cuentu de llobos” en Cultures, revista asturiana de cultura nº 14 – Uviéu (2005) edita Academia de la Llingua Asturiana, Uviéu. “Dellos personaxes y aspeutos pocu conocíos na mitoloxía asturiana” en Asturies, memoria encesa d’un País nº 7 (1999) edita Fundación Belenos, Uviéu. “Mitoloxía del llechi” en Asturies, memoria encesa d’un País nº 10 (2000) edita Fundación Belenos, Uviéu. Aparicio Casado, B.: “Mouras, serpientes, tesoros y otros encantos” en Cadernos do Seminario de Sargadelos nº 80 (1999), A Coruña. Briggs, K.: “Diccionario de las Hadas” edita J. Jacobo de Olañeta (1992), Barcelona. Bruno S. et allie: “Guia de las Serpientes de Europa” editorial Omega (1992), Barcelona. García Arias, X. Ll.: “Rellumos de Folklor” (1999), Uviéu. González Alcalde et allie: “Meterse en la boca del lobo, una aproximación a la figura del Carnassier en la Religión Ibérica” en Complutum (revista del Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid) (1993). Graves, R.: “Los Mitos Griegos” editorial Alianza (2002), Barcelona. Gregory, L.: “Cuchulain de Muirthemne” Ediciones Siruela (1987), Madrid. Lecouteux, C.: “Pequeño Diccionario de la Mitología Germánica” J. Jacobo de Olañeta editor (1995), Barcelona. “Demonios y Genios Comarcales en la Edad Media” J. Jacobo de Olañeta editor (1999), Barcelona. Lopez Mira A. X.: “A Galicia Irredenta” Ediciones Xerais Vigo (1998) Malatxeverría, I.: “Fauna Fantástica de la Península Ibérica” editorial Kriselu (1999), Donosti. Markale, J.: “Druidas” editorial Taurus (1989), Madrid. Magno, Olaus: “Historia de las Gentes Septentrionales – 1562” reedición de J. Daniel Terán Fierro en editorial Tecnos (1989), Madrid. Marco Simón, F. et allie: “La Religión Indígena de la Hispania Indoeuropea” cap. VIII en “Historia de las Religiones de la Europa Antigua” ediciones Cátedra (1994), Madrid. 257 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 258 Marliave, Olivier de: “Pequeño Diccionario de la Mitología Vasca y Pirenaica” J. Jacobo de Olañeta editor (1995), Barcelona. Petoia, E.: “Vampiros y Hombres Lobo, orígenes y leyendas desde la Antigüedad hasta nuestros días” Galaxia Gutemberg (1995), Barcelona. Torrente, J. P.: “Osos y otras fieras en el pasado de Asturias” (1700-1800)” Fundación Oso (1999), Uviéu. 258 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 259 ETNOARQUEOLOGÍA DEL ROBLE ANCHO DE VIZCAYA Marco V. García Quintela* La presentación de este texto en las actas de un congreso sobre etnoarqueología tiene como finalidad mostrar las posibilidades de la metodología estructural en este ámbito. Así damos a la palabra “arqueología” su valor etimológico de estudio del fundamento o bases antiguas de un discurso. Tucídides acuñó este uso cuando trazó la “prehistoria” de Grecia al inicio de su obra pero además presenta, en el panorama de la cultura actual, referentes tan significados como la “arqueología del saber” de M. Foucault o expresiones más concretas y directamente emparentadas con la perspectiva aquí desarrollada, como la “arqueología de la epopeya medieval” de J. Grisward. La palabra “etno-”, añadida al compuesto, incide en el problema de la identificación de referentes culturales específicos como matriz de los textos examinados – pues “cultura” es la traducción correcta de muchos usos de ethnos en la antigüedad. Así entendida, la “etnoarqueología” es, además de la indagación etnológica destinada a proporcionar referentes vivos para la comprensión de dinámicas prehistóricas, protohistóricas, o históricas carentes referentes textuales, una herramienta para la comprensión de textos que, sin aparente relación con un pasado más o menos remoto, muestran, mediante el análisis estructural, su génesis en tal o cual momento de ese pasado. Es pertinente indicar, por último, que en esta ocasión se estudian textos escritos, pero el mismo método serviría para analizar narrativas orales, o cualquier mezcla de tradiciones orales y escritas. Entremos, pues, en materia. 1. Los árboles del Fuero Viejo de Vizcaya. El Fuero Viejo de Vizcaya establece los usos de los hidalgos de Vizcaya en relación con sus señores al tiempo que responde al de- * Laboratorio de Patrimonio, Paleoambiente y Paisaje (IIT, Universidade de Santiago de Compostela). Unidad Asociada al IEGPS, CSIC-XuGa. Santiago de Compostela, Spain. E-mail: [email protected] 259 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 260 sarrollo de las villas apenas mencionadas.1 Las relaciones entre el Señor y los hidalgos del Señorío se presenta como un pacto, idea con antecedentes en Vizcaya, aunque es difícil explicar por qué cristaliza en este momento (1452)2. Esta idea se plasma sobre todo en los primeros artículos que prescriben los ritos de investidura del Señor de Vizcaya (rey de Castilla desde 1379) cuyo valor simbólico es fijar las relaciones entre la población, sobre todo los hidalgos, y su señor. En concreto, el artículo 2 indica las magistraturas del Señorío y el artículo 3 “los logares” a los que debe acudir el Señor para prestar juramento: “Otrosí el dicho rey e sennor de Uizcaya, quando viniere a Uizcaia para facer el dicho juramento a las puertas de la villa de Bilbao, a de facer prometimiento en las manos de algunos de los buenos3 de Bilbao, que el promete como rey e sennor de tener e guardar a las villas e tierras llanas de Vizcaya e durangueses e de las Encartaçiones e a los moradores en ellas e en cada vna de ellas todos sus priuilegios e franquezas [...] “e despues a de venir a Arechaualaga (sic) e los vizcaynos an lo de reçiuir e besarle las manos por señor; e despues a de tornar a San Miter e Çeledon que es yglesia, e alli a de fazer juramento sobre el cuerpo de Dios consagrado y teniendolo el clerigo en las manos e estando rebestido qual que bien e uerdaderamente guardara e terna e fara tener e guardar a los vizcaynos e a las Encartaçiones e durangueses asi caualleros como escuderos, fijosdalgo e labradores, todas las franquezas e liuertades e fueros [...] “e despues uerna a Guernica, so el arbol donde se acostumbra fazer la Junta, las çinco bozinas tannidas e alli, con acuerdo de los vizcaynos, si algunos fueros son buenos de Sigo la edición de C. Hidalgo de Cisneros Amestoy et al., Fuentes Jurídicas Medievales del Señorío de Vizcaya. Cuadernos Legales, Capítulos de la Hermandad y fuero Viejo (1342-1506), San Sebastián, 1986, sobre la superioridad de este texto sobre el editado por Labayru ver la “Introducción” firmada por J.L. Orella Unzué, p. I-V. Pocos artículos se ocupan de las villas, 4, 11, 14, 231. 2 J.A. García de Cortázar, B. Arizaga Bolumburu, M.L. Ríos Rodríguez, I. del Val Valdivieso, Bizcaya en la Edad Media. Evolución demográfica, económica social y política de la Comunidad vizcaína medieval, San Sebastián, 1985, vol. IV, p. 166-8. 3 “Vizcainos”, en la edición de Labayru. 1 260 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 261 quitar e otros de emendar, alli los a de quitar e dar otros de nueuo, si menester feziere, con el dicho acuerdo e confirmar todas las liuertades e franquezas e fueros [...] “e despues a de yr a Uermeo e ha de yr a Santa Vfemia e ante el altar de Santa Eufemia a de poner la mano sobre el cuerpo de Dios consagrado estando el clerigo reuestido [...]”4 El artículo cuarto establece los tributos que puede imponer el Señor y aunque los hidalgos no pagan tributo, se deben al servicio armado tal como establecen artículos 5 y 6: “Que los caballeros escuderos hijos dalgos asi de las Villas como de la tierra llana del dicho Condado de Vizcaia siempre Usaron e guardaron de yr cada e quando el Señor de Vizcaia les llamare sin sueldo Algono Por cosas que á su servicio les llamase fasta el Arbol Malato que es en luiando, y si el Señor con su señoria les mandare yr allende del dho Lugar del arbol Malato que el Señor deue el sueldo de dos meses...” Se trata sobre el Señor y su investidura, sobre los labradores y los impuestos que han de pagar, sobre los nobles y sus servicios de armas: un espectro de la sociedad vizcaína con ausencia de eclesiásticos quienes, en el artículo 215, tienen prohibida su entrada en el Señorío.5 Además, los sacerdotes solo aparecen de modo marginal en Arechabalaga y Bermeo (volveremos sobre este detalle). Parece específico es que cada individuo o grupo tiene una relación privilegiada con un árbol. El Señor con el de Guernica, indudablemente, pues en Arechabalaga (“Roble 4 J. Caro Baroja, “Sobre el árbol de Guernica y otros árboles con significado jurídico y político” en Nosotros los vascos, vol. IV, Bilbao, 1995: 265-82, sigue el texto del fuero de 1526, o Fuero Nuevo, con cambios sustanciales en la redacción del Título I, Ley 2. En Bilbao el rey jura ante “el Regimiento de ella” después acude primero a San Meterio Celedón de Larrabezúa para jurar en la iglesia y después “en lo alto de Arechalaga (sic), le ha de recibir los vizcainos y besarle la mano”, ver El Fuero, privilegios, franquezas y libertades del M.N. y M.L. Señorío de Vizcaya, Bilbao, 1977, p. IX-XCI, sobre las circunstancias de redacción de este texto. 5 Art. 227 (= 216 Labayru). Análisis en J. Aranzadi, Milenarismo Vasco. Edad de Oro, etnia y nativismo, 2ª ed., Madrid, 2000 (1ª ed. 1981), p. 178-80, 271-4. 261 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 262 Ancho”) también hay hidalgos, pero es el único lugar donde además están los labradores. Finalmente los “caballeros escuderos hijos dalgos” tienen una relación exclusiva con el árbol Malato que, el artículo quinto indica que es un roble, especie a la que, obviamente, pertenece el árbol de Guernica. Dejemos así las cosas para leer la Crónica de Enrique III, escrita por el canciller Pero López de Ayala (1332-1407),6 en los pasajes sobre su investidura como Señor de Vizcaya. Corría el año 1393 cuando el monarca de 15 años había tomado posesión del reino el año anterior. El texto describe, como acontecimiento lo que el artículo tres del fuero prescribe como norma. Allí queda claro que en Arechabalaga hubo un roble del que solo queda el topónimo y no aparece el “Robre Malato”. Además, en Arechabalaga no aparecen los labradores como dice el Fuero, sino las Hermandades, una realidad social análoga (véase más abajo) que se presenta de manera diferente según los autores. El Fuero, de matriz noble, presenta a la clase inferior desagregada, depositaria de obligaciones fiscales y acudiendo a Arechabalaga para homenajear a su Señor. La Crónica, escrita por un cortesano, presenta al mismo grupo como clase organizada en la Hermandad, integrada en las villas y como base de poder del rey para controlar a los nobles enfrentados en las guerras de bandos. Dejémoslo así y veamos otro texto. La Crónica de Vizcaya, escrita por Lope García de Salazar el año 1454, presenta los árboles de Guernica y Luyaondo con los atributos que conocemos y explica su presencia en el escudo del Señorío de Vizcaya.7 Antigüedad de los árboles. Comenzando por los textos, lo primero que destaca es el intento de conservar tradiciones mantenidas hasta entonces de forma oral. Por ejemplo, el Fuero Viejo indica en su preámbulo hasta en tres ocasiones la necesidad de poner por escrito el contenido concreto de las libertades de los vizcaínos. Parece claro, 6 J.-L. Martín ed., Pero López de Ayala, Crónicas, Barcelona, 1991, p. XLVXCVI. 7 Ver Caro, Árbol [cit. n4], p. 270-1, haciéndose eco de las polémicas sobre la cuestión, que tienen en cuenta “un” solo árbol cuando el texto dice “dos”. Otros documentos mencionan el árbol de Luyaondo, ver ibidem p. 271. 262 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 263 pues, que se establece un compromiso donde el rey asume las libertades tradicionales de los Vizcaínos a cambio de que estos no aprovechen su puesta por escrito para modificarlas. 8 También al redactar la Crónica de Vizcaya, García de Salazar recoge la necesidad de poner por escrito el contenido de un saber oral transmitido en el seno de los linajes vascos (párrafo 2). Se ha dicho 9 que esta invocación a las fuentes orales es un tópico de la época. Siendo esto así, el problema consiste, más bien, en cómo se percibe el hecho. Porque puede ser un mero artificio literario o, por el contrario, reflejar una realidad sentida y actualizada reiteradamente ocasiones. Es significativo que Fuero y Crónica para ocuparse de las dos caras de la misma moneda – los usos y costumbres por los que se rige una sociedad (sobre todo sus dirigentes) y la trayectoria histórica y familiar de la elite de esa misma sociedad – recurran a la misma idea.10 En este contexto la Crónica de Enrique III aporta cierta profundidad temporal, pero sobre todo recoge expresiones y describe actos que solo se entienden como actualización de un derecho consuetudinario. Transmite, además, la mirada de un estrecho colaborador del rey de Castilla, el canciller de Ayala, que es señor vascongado opuesto a los hidalgos banderizos representados en los documentos que acabamos de examinar. Ya antes, la Crónica de Pedro I que debemos al mismo Canciller Ayala, se ocupa de la peripecia que llevó al Rey de Castilla a convertirse en Señor de Vizcaya (en 1358). No nos interesan esos pormenores, sino cómo la descripción presenta como consuetudi- El conocimiento de los Fueros de Vizcaya forma parte del saber dinástico del rey de Castilla, Señor de Vizcaya desde 1379, por lo que está, al mismo tiempo, en ambos lados. Con frecuencia los linajes vizcaínos se mezclaron con los de los reyes, S. Aguirre Gandarias, Las dos primeras Crónicas de Vizcaya, Bilbao, 1986, p. 34 n. 4 y ver el árbol genealógico de los Señores en M.Artola dir., Enciclopedia de historia de España, vol. 6: Cronología. Mapas. Estadísticas, Madrid, 1993, p. 1062-1063. 9 C. Villacorta, ed., L. García de Salazar, Libro XI de la Historia de las Bienandanzas e Fortunas, Bilbao, 2000, p. XVII-XVIII, pues esta invocación de fuentes orales es común en la Crónica de Vizcaya y en las Bienandanzas. Otro tema es la introducción de contenidos de poesía popular, leyendas etc., ibidem p. XXIV-XXVII. 10 En sentido análogo Aranzadi, Milenarismo [cit. n5], p. 353-4, que sigue a Mañaricúa. 8 263 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 264 naria la investidura de Guernica (año noveno, cap. 5). Ni en este pasaje, ni en todo el capítulo se menciona a Guernica y a su roble, pero es allí donde se reunieron los diez mil vizcaínos dirigidos por sus “mayores” que rechazaron a Juan y proclamaron a Pedro como su Señor. La “ruta juradera” aparece también en la noticia de la investidura de Alfonso XI como Señor de Vizcaya el año 1334 con alusión a dos árboles. En efecto, Alfonso XI, procedente de Burgos, se detiene en Bilbao para seguir camino hasta Bermeo donde: “los de la villa acogieronlo, e pedieronle merced, que les guardase que las sus gentes non les facesen mal en los parrales, nin en los panes nin en los manzanales: et el Rey otorgógelo, et mandógelo luego guardar asi. Et otrosí todos los de las otras villas et tierras llanas de Vizcaya venieron al Rey rescebirlo por Señor; et los fijos dalgo yuntados en el campo de Garnica fecieron eso mesmo”.11 Como vemos, la mención a Bilbao y Bermeo se corresponde con el recorrido prescrito por el Fuero y la Crónica de Enrique III y después del “otrosí” distingue dos reuniones: en la primera estaban “todos los de las otras villas et tierras llanas”, en la segunda “los fijos dalgo yuntados en el campo de Garnica”. Teniendo en cuenta los precedentes indicados la primera reunión solo puede ser la de Arechabalaga. Se reproduce, además, la misma división social: en Arechabalaga se reúne toda la sociedad o, dicho de otra forma, es a la única reunión a la que acuden villas o labradores; quedando la Junta de Guernica reservada para los hidalgos como colectivo jurídico-político. Por último, leemos el relato más antiguo de una junta en Arechabalaga en la crónica de Fernando IV correspondiente al año 1308. La situación política y dinástica del Señorío era compleja: Diego López V había sucedido a su sobrino Diego López IV (muerto con un año de edad en 1289) en disputa, por un lado, con María Díaz de Haro hermana de Diego López IV y casada con Juan, hermano del rey de Castilla Sancho IV, y por otro con 11 Crónica de Alfonso XI, cap. 134, en C. Rosell, Crónicas de los Reyes de Castilla, I, Madrid, 1953, p. 262. 264 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 265 el propio rey Sancho IV que había cedido el señorío a su hijo el infante Enrique (1289), que lo retuvo hasta la muerte de su padre en 1295. Diego López V aprovechó la situación para hacerse con Vizcaya, pero María vio reconocidos sus derechos por Fernando IV en 1307, estableciéndose que heredaría a Diego López V a su muerte (en 1310). Este pacto se selló ante los vizcaínos reunidos en Arechabalaga. Pero ya antes, cuando el infante don Juan, marido de María Díaz introduce los términos del pleito ante el rey, dice que tras la muerte de Lope Díaz III (1288) y del bebé Diego López IV (1289) María Díaz: “á la sazon non era en la tierra, pero desque los de Vizcaya sopieron de don Diego commo era muerto, tomaron por señora á esta doña Mari Diaz en quel lugar que es acostumbrado, según el fuero de Vizcaya, y así commo lo suelen facer á todos los señores de Vizcaya”12 La imprecisión del texto deja abierta la duda sobre el lugar de esta ceremonia: Arechabalaga o Guernica. Pero la duda se despeja si leemos más adelante la forma de plasmar ritualmente resolución del pleito: “É luego á pocos de dias salieron de Búrgos don Diego [López de Haro V] é doña Mari Diaz [de Haro], su sobrina, mujer del infante don Juan, e don Lope [hijo de Diego], é fueron su camino derecho para Vizcaya, é envió el Rey con ellos para que viese commo se facia el omenaje á Sanchez Ferrandez de Velasco, su merino mayor en Castilla. É desque llegáran á Vizcaya, fizo don Diego ayuntar todos los omes buenos de Vizcaya en aquel lugar do suelen facer la junta cuando toman señor, que es en Arrechavalaga; é estando y todos ayuntados, díjoles don Diego de commo pasára todo su fecho, é pues veia que era su voluntad del Rey é conociendo que doña Mari Diaz era dicha heredera del conde don Lope [Díaz de Haro III] su hermano, que mandaba que la tomasen por señora de Vizcaya para despues de su vida á ella é á sus fijos ó fijas, é ellos respondieron que 12 Crónica de Fernando IV, cap. 13, en Rosell, Crónicas [cit. n11], p. 137. 265 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 266 pues lo él por bien tenía, que lo farian ellos, mas que bien sabía de commo avian fecho omenaje á don Lope su fijo para despues de su vida dél ó á sus fijos, é que commo podian facer tantos omenajes” Esta es una buena pregunta, como veremos en seguida. En este caso intervino Lope renunciando a sus derechos y pidiendo a los “omes buenos” que: “ficiesen omenaje á doña Mari Diaz e que la tomasen por señora de Vizcaya para despues de la vida de don Diego, é él que les quitaba el omenaje que le abian fecho. É desque ellos vieron esto, rescibiéronla por señora en aquella manera que lo solian facer á los otros señores que fueron de Vizcaya”13 Es evidente que Lope, el hijo de Diego López V, recibió ese homenaje en vida de su padre, de la misma forma que lo hace, en este momento, María, y que ello no es obstáculo para que Diego López V ejerza el poder en el Señorío. Esto lleva a pensar en la distinción consuetudinaria, y reiterada en nuestros testimonios, entre la junta de Arechabalaga y la de Guernica. En la primera se produce el reconocimiento o “recibimiento” del Señor por parte de los vizcaínos, en la segunda se establece ritualmente el derecho a ejercer el poder con las limitaciones impuestas por los fueros. Este recibimiento, como se ve, puede efectuarse en vida del Señor para neutralizar posibles querellas sucesorias, y tiene lugar necesariamente en Arechabalaga, quedando aplazada la ceremonia de Guernica para el momento de toma efectiva del poder (cosa que hizo María en 1310). 14 Todo parece indicar, pues, que la primera ceremonia a la que se refiere Juan en 1289, posiblemente siendo María muy joven, también tuvo lugar en Arechabalaga. Es decir, desde esa fecha hasta 1310, cuando María asume el Señorío, los vizcaínos reconocieron como señores a María dos veces, al infante Enrique, a Diego Crónica de Fernando IV, cap. 15, Rosell, Crónicas [cit. n11], p. 152. Ver E.J. de Labayru y Goicoechea, Historia General del Señorío de Vizcaya, II, Bilbao-Madrid, 1897, p. 294. 13 14 266 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 267 López V y a su hijo Lope. Es indudable, además, que a comienzos del siglo XIV Bilbao, fundada en 1300, no figuraba en la “ruta juradera”. De esta forma observamos cómo es plenamente operativa la especificidad de las juntas en torno a cada árbol en los testimonios más antiguos y que la ruta juradera se descompone en dos secuencias: una más antigua marcada por árboles y otra más reciente, que incorpora las villas posiblemente a comienzos del siglo XIV. Pero es probable que estos usos se remonten hasta las primeras noticias históricas fiables sobre el Señorío constituido (1040)15 e incluso antes. Las leyendas forjadas por eruditos o inspiradas en temas populares, las crónicas históricas y los documentos legales comparten un horizonte en el que el marco simbólico de los árboles es preexistente. Ocurre, en realidad, que los árboles explican los textos que se nos presentan queriendo explicar a esos mismos árboles. Juan Aranzadi expresa esto así: “Es obvio que esta significación jurídico-política del roble en el País Vasco tiene unas raíces religiosas previas : chocar los Fueros y el Señorío bajo el patronazgo del roble equivale a dotar a tales instituciones de una sanción religiosa, supone su sacralización. Y es que, en efecto, abundan los testimonios etnográficos y folclóricos de que, desde muy lejanas épocas, el roble ha sido en el País Vasco un árbol sagrado, con la particularidad de que ‘en vascuence ocurría los mismo que ocurría en indoeuropeo , que las ideas de bosque, árbol y roble estaban estrechamente relacionadas, que la palabra aritz significa roble o árbol genéricamente en alto navarro y vizcaíno”16 15 Documento del Tumbo de San Millán firmado por el obispo y “Enneco Lupiz Viscayensis comes confirmat”, ver G. de Balparda y las Herrerías, Historia Crítica de Vizcaya y sus Fueros, Bilbao, vol. II, 1933-1934; p. 149-178; A.E. de Mañaricua, Vizcaya, Siglos VIII al XI. Los orígenes del Señorío, Bilbao, 1984, p. 291-6. 16 Aranzadi, Milenarismo [cit. n5], p. 376 (sigue a Caro, Árbol [cit. n4], p. 265). Aranzadi (p. 376-7) plantea la hipótesis indoeuropea. F. Bader, “Fôrets et arbres du domaine indo-européen”, en Actes du colloque sur la fôret, Besançon, 1966 , p. 21-30, destaca la importancia del roble entre los indoeuropeos e indica (p. 25) que en griego y lenguas celtas ‘árbol’ y ‘roble’ tienen la misma raíz, pues un genérico ‘arbol’ restringe su significado a ‘roble’, posiblemente por influjo de 267 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 268 Para redondear el argumento es oportuno evocar los problemas planteados por el estudio de la cristianización de Vizcaya y del solar de Vasconia en general. Un punto de partida convincente lo aporta A. Azcárate cuando argumenta a favor de la superación de una controversia falsa e irresoluble fijada exclusivamente sobre la fecha de la cristianización y qué pruebas la atestiguan; sostiene, por el contrario, que la cristianización es un proceso largo en el que la mezcla de elementos tradicionales, o paganos, y cristianos se modula de maneras diferentes según las épocas, los territorios o incluso las prácticas concretas (por ejemplo las prácticas funerarias atestiguadas en un cementerio situado en torno a una iglesia pueden revelar rasgos paganos)17. Esta visión dialéctica permite contemplar la cristianización de Vasconia (y el planteamiento de Azcárate parece exportable a otras zonas) como un proceso abierto y largo en el tiempo. En este sentido, los árboles de soberanía pueden permanecer en uso en un contexto plenamente cristiano simplemente porque en esta tema concreto la tradición pagana supo conservarse, o porque la iglesia no se mostró litigante al respecto: el resultado es el mismo. Sociedad y árboles. Pero si nos remontamos hasta las huellas más remotas que podemos rastrear de ese sistema de árboles, queda pendiente su interpretación. Es pertinente detenernos en esto porque según algunos había cierta indistinción en las reuniones junto a cada árbol.18 creencias religiosas. A ello se añade el parentesco de estos términos con palabras que designan la ‘fidelidad’. 17 A. Azcárate, “Reflexiones sobre la implantación del cristianismo entre los vascos”, en J. Santos, R. Teja (eds.), El cristianismo. Aspectos históricos de su origen y difusión en Hispania. Revisiones de Historia Antigua III, Vitoria, 2000, p. 303-324, presentando una revisión crítica de la bibliografía. 18 Así G. Monreal Cia, Las Instituciones Públicas del Señorío de Vizcaya (Hasta el s XVIII), Bilbao, 1974, p. 53-6, interpretación justa en Caro, Árbol [cit. n4], que insiste en la diferencia. García de Cortázar, Bizcaya [cit. n2], vol. IV, p. 67-8 y 71-2 sigue a Caro pero concluye que “el valor político de los respectivos lugares se diluye y mezcla un tanto”. Aquí intentamos mostrar que la diferencia funcional entre los árboles es un dato estable, mejor o peor comprendido por nuestros testimonios. 268 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 269 Lo primero es aquilatar la fiabilidad de nuestros informantes, no siempre conocidos 19. Pero llama la atención la coherencia con la todos los textos relacionan segmentos de la sociedad vizcaína con árboles específicos. Ver cuadro adjunto. Robles Fuentes Arechabalaga Cr. de Vizcaya 1454 Guernica Luyaondo Ajuntáronse [todos los vizcaínos] las cinco merindades [vizaínos van] ... fasta el árbol gafo... con sus armas e sin sueldo caballeros escuderos hijos dalgos Fuero Viejo 1452 caballeros... escuderos hijos dalgos é labradores Vizcainos Cr. Enrique III 1393 vizcaynos fijosdalgo... con sus compañas / Hermandad de Vizcaya alcaldes de Vizcaya juzgar... Señor de Vizcaya ordenar fueros Cr. Alfonso XI 1334 Todos los de las otras villas et tierras llanas de Vizcaya los fijos dalgo yuntados en el campo de Garnica Cr. Fernando IV 1307 omes buenos de Vizcaya Los primeros testimonios, Crónica de Vizcaya y Fuero Viejo, de orientación “noble”, muestran el predominio de los hidalgos y recuerdan la relación que los hombres de armas mantienen con el árbol de Luyaondo. Por el contrario, las villas son marginales, destacando la mención a los “labradores” recibiendo el 19 Según A.E. de Mañaricua y Nuére, Historiografía de Vizcaya (Desde Lope García de Salazar a Labayru), Bilbao, 1973, p. 23-5, el autor de la crónica de Fernando IV pudo ser Fernán Sánchez de Valladolid, hombre de confianza del rey Alfonso XI, que reflejaba el punto de vista oficial castellano. Es más discutida la autoría de la crónica de Alfonso XI, mejor que sus predecesoras, y también refleja el punto de vista de la corte castellana (p. 26-28). Pedro López de Ayala es el afamado autor de las crónicas de Pedro I y Enrique III justamente reconocido por la imparcialidad y detenimiento de sus descripciones (p. 32-5). Sobre Lope García de Salazar (p. 39-65). 269 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 270 juramento del Señor en Arechabalaga, según el Fuero Viejo. El sesgo es diferente en las crónicas de Enrique III y Alfonso XI, ambas coinciden aunque la primera es más minuciosa: prescinden del árbol de Luyaondo pero las villas tienen relieve. Además, en Arechabalaga la crónica de Enrique III presenta a los asistentes a la ceremonia en términos socio-jurídicos (fijosdalgo, Hermandad) mientras que la de Alfonso XI lo hace según su procedencia (tierra llana, hegemonizada por los hidalgos, y villas, futuro núcleo de las Hermandades).20 La posición destacada de Guernica se mantiene en estos testimonios. Por último, la Crónica de Fernando IV , nuestro testimonio más pobre, solo tiene en cuenta el rito de Arechabalaga, pues el reconocimiento al Señor (señora en este caso) descrito es incompatible, en aquella situación, con una investidura en Guernica. También es impreciso el texto al indicar la composición de la concurrencia, “omes buenos”21. Además, que estos se quejen de la frecuencia y alternancia de las adhesiones que se les exigen a distintos futuros señores, está en línea con las reivindicaciones que la Hermandad dirige a Enrique III, o con las exigencias de los bermeanos ante el Señor. Es, pues, un derecho a la reclamación ostentado por las clases jurídicamente inferiores en el momento en que reconocen a su Señor. Por el contrario, la Crónica de Fernando IV destaca la heterogeneidad de las etapas de la “ruta juradera”: dos villas y dos árboles. En 1307 Bilbao, fundada en 1300, todavía no merecía la visita del Señor. En esa época, tampoco Larrabezúa, muy cerca de Arechabalaga, ni Guernica habían recibido sus privilegios como villas (ver n. 47). Visiblemente, fue el auge de Bilbao a lo largo del siglo XIV lo que motivó su inserción en la “ruta juradera” arrastrando, probablemente, a Bermeo22, cuyos habitantes com20 Sobre la sociología jurídica de la Vizcaya bajomedieval y la distribución territorial de los distintos grupos, García de Cortázar, Bizcaya [cit. n2], vol. III, 262-380. 21 En el artículo 54 de la carta de Hermandad de 1394, estos personajes son notables locales, no hidalgos, de villas y anteiglesias encargados de recaudar las multas impuestas por la Hermandad; Hidalgo, Fuentes [cit. n1], p. 54. Monreal, Instituciones: [cit. n19], p. 55-6, indica que en Castilla y León “omes buenos” eran los vecinos destacados, reunidos en asamblea restringida, en contraste con los “concejos abiertos” de asistencia general. 22 Que es la villa más antigua del Señorío, desde 1214-36. J.A. García de Cortázar, “Las villas vizcaínas como formas ordenadoras del poblamiento y la 270 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 271 parten, con los asistentes a la Junta de Arechabalaga, el derecho a la queja ante el Señor. En definitiva, la Crónica de Fernando IV, pese a sus limitaciones, abre el camino para interpretar el simbolismo de los tres árboles que aparecen a los inicios del Fuero Viejo. Hipótesis indoeuropea y proceso histórico. Para discernir elementos de diferenciación entre los tres árboles hemos partido de la definición social y jurídica de los individuos relacionados con ellos, pero la realidad es más compleja. En efecto, los hidalgos vizcaínos se relacionan con los tres árboles, aunque de manera diferente: en Luyaondo están solos (o con su Señor) y en armas, en Guernica con su Señor y como testigos del acto jurídico de la investidura y en Arechabalaga, con el mismo Señor y además con labradores o villanos, recibiendo a su futuro Señor. También el Señor se relaciona con los tres árboles de modos diferentes: la junta de Arechabalaga está protagonizada por sus asistentes, con un papel pasivo para el Señor, que protagoniza un rito complejo en Guernica23, mientras que en Luyaondo no es imprescindible la presencia del Señor. Por ello es posible que la definición en términos estrictamente sociales, que nos ha ayudado hasta ahora, sea insuficiente, y lo relevante sea considerar los modos de relación del Señor con tres ideas fuerza concretadas en un doble registro sobre el territorio a través del sistema de los tres árboles, estáticos, pero también mediante la definición de desplazamientos bien determinados. En efecto, en Arechabalaga se establece la relación entre el Señor y el conjunto de sus súbditos organizados según su rango social y jurídico. Allí recibe el homenaje de los vizcaínos y de forma específica las reivindicaciones de las clases inferiores, pero no toma decisiones. En ese momento absorbe las fuerzas de población”, en Las formas de poblamiento en el Señorío de Vizcaya durante la Edad Media, Bilbao, 1978, p. 67-128; García de Cortázar, Bizcaya [cit. n2], vol. III, 308-36. Valmaseda es anterior (1199), pero está en las Encartaciones, no en Vizcaya propiamente dicha, y Orduña (1227) jurídicamente tampoco es parte del territorio nuclear del Señorío. 23 F. Delpech, “Le rituel du ‘Pied déchaussé’, Monosandalisme basque et inaugurations indo-européennes”, Ollodagos 10, 1997, p. 55-115. 271 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 272 la sociedad que le recibe y que en esas circunstancias está encabezada por la parte que protagoniza su propia reproducción,24 pues los hidalgos presentes no tienen ningún protagonismo. En Guernica el Señor recibe la capacidad de intervención jurídica. Los nobles e hidalgos allí presentes solo actúan como testigos. Esto no es menoscabo para que, en lo sucesivo, la acción jurisdiccional del Señor se haga en compañía de esos mismos hidalgos, base de la idea de pacto entre ambos que define tradicionalmente la base jurídica del Señorío.25 La pertinencia de la “ruta juradera” consiste en que las ceremonias junto a cada árbol son las partes de un todo, sin el reconocimiento de la sociedad el Señor no puede ejercer su jurisdicción. Pero esta sociedad no se define en términos abstractos, no es un “pueblo”, sino gente concreta con atributos jurídicos específicos que ocupa un territorio determinado. Por ello el camino del Señor entre Arechabalaga y Guernica identifica el espacio donde los actos del Señor correctamente investido tienen sentido. El árbol de Luyaondo es heterogéneo, pues cobra sentido cuando el Señor ya ha sido investido y manda su hueste. En términos abstractos éste árbol define la relación del Señor de Vizcaya con el ejercicio de la fuerza. Ejercicio que también cobra sentido en un espacio determinado. Parece probable que la diferencia básica se produce (haciendo abstracción de las luchas de bandos, pues ninguna sociedad se constituye teniendo como fundamento la fractura en su seno) entre la acción defensiva más acá de Luyaondo, donde los hombres de armas vizcaínos actúan por imperio de su propia conservación, del Señorío y de su Señor, y la acción ofensiva, más allá de Luyaondo, donde las intervenciones armadas tienen cariz no compulsivo y, por tanto, deben ser remuneradas. Este es el análisis al que conduce la lectura de los textos a la luz de la situación histórica en la que se produjeron. Únicamente hemos enfatizado la presentación de los árboles como sistema probablemente operativo en su plenitud antes de que las fuentes literarias los describiesen, pero en cualquier caso el sistema 24 Que, según el Fuero de Vizcaya, después de la Junta en Arechabalaga el rey preste juramento en la iglesia de la cercana Larrabezúa, parece un gesto tardío, por la fecha de fundación de la villa (n. 47) y por presentarse como la cristianización de un rito pagano. 272 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 273 todavía se conserva en el Fuero Viejo. Ciertamente también hemos desgajado los conceptos o ideas que, sin forzar los textos, permiten entender la relación que el Señor mantiene con esos árboles y, a través de ellos, con el conjunto del territorio. La justeza o precisión de este análisis, como tal, es independiente de la hipótesis sobre su génesis indoeuropea que mantenemos. Pero el recurso a esta hipótesis está plenamente justificado. La relación del Señor con el conjunto de la sociedad con predominio de los productores, refleja el motivo del fundamento de la Soberanía en la Tercera Función.26 El privilegio jurisdiccional del Señor supone su dominio en el ámbito de la Primera Función, representada de forma característica por el Soberano. Por último, el soberano, también es jefe de guerra y así domina el ámbito de la Segunda Función. Que un soberano o rey sea competente o tenga atributos en el ámbito de las tres funciones es un tema que presenta numerosas variantes. 27 En nuestro caso el Señor de Vizcaya actualiza su relación concreta con determinados ámbitos, definidos con el término ‘funciones’, mediante modos de actuar específicos relacionados con tres árboles que, a su vez, definen el territorio sobre el que ejerce su soberanía. Así, lo peculiar del ejemplo vizcaíno es que fusiona el motivo del rey como síntesis de las tres funciones con definiciones funcionales de ciertos territorios.28 Ahora bien, cuando leemos nuestros testimonios el sistema de árboles de Vizcaya se presenta de forma ambigua pues, por un lado, está en retroceso pero, por otro lado, se integra en otras relaciones que todavía dan muestras de vitalidad durante largo tiempo. García de Cortázar, Bizcaya [cit. n2], vol. IV, 88-182. Por ejemplo, G. Dumézil, Les dieux souverains des Indo-Européens, París, 1986, p. 91-109, sobre la ubicación en la mitología védica de Aryaman, el dios representante del conjunto de la población, y Bhaga, el redistribuidor, con Mitra. 27 Y precisaría un libro de síntesis, el estudio pionero es G. Dumézil, Mythe et épopée II, París, 1986, p. 239-374. Casos peninsulares y otras referencias comparativas en M.V. García Quintela, Mitología y Mitos de la Hispania Perromana III, Madrid, 1999, p. 213-9, desarrollado en id., “Le programme d’accès à la royauté dans le monde celtique : pour une anthropologie politique celtique”, Études celtiques 35, 2003, p. 261-291. 28 Ver en un paralelo peninsular en García Quintela, Mitología [cit. n28], p. 14756. 25 26 273 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 274 En cuanto al primer aspecto constatamos que en el informe del Canciller Ayala el roble de Arechabalaga solo existe como topónimo, pero este detalle es fundamental en nuestro argumento. Es significativo, también, que ya en la Baja Edad Media no es necesario replantar el roble muerto y basta con continuar reuniendo las Juntas en ese lugar. Lo contrario ocurre en Guernica, donde la sucesión de robles se registra desde 156429 y sin duda tuvo que operar anteriormente. Otra es la historia del árbol de Luyaondo, cuyo recuerdo se conserva con una cruz del siglo XVIII.30 Pero al tiempo que algunos árboles perdían paulatinamente sus atributos simbólicos otros árboles de Vizcaya, que no conocemos formando sistema, muestran vitalidad simbólica y ritual.31 Así, los árboles de las Encarnaciones, que crecía en Avellaneda, y el del Duranguesado, en Guerediaga, forman, con el de Guernica, un sistema más reciente, pues el Fuero de 1526 establece que el corregidor de Vizcaya, representante del rey de Castilla, debe reunirse con las juntas de cada territorio convocadas bajo esos árboles para tomar posesión de su cargo32. Caro Baroja recoge noticias de otros árboles,33 y podemos destacar que la cofradía de Arriaga (en Álava), se reúne a campo abierto (sin mención de árboles) de forma similar a lo que vemos en Vizcaya34, incluso podemos evocar el Carbayón de Oviedo.35 Pero las posibilidades del método comparativo no se limiten a lo ya visto. Con el precioso informe del Canciller Ayala sobre el Caro, Árbol [cit. n4], p. 272. Ibidem, p. 267-8. 31 Ibidem, p. 272-4. Sobre la constitución del territorio del Señorío de Vizcaya, Monreal, Instituciones [cit. n19], p. 141-292. Presentación de las Encartaciones en Labayru, Historia [cit. n14], p. 107-11. Sobre Durango, Aranzadi, Milenarismo [cit. n5], p. 180-1, la merindad incluía doce anteiglesias cuya junta se celebraba bajo el roble de Guerediaga. Las Anteiglesias eran grupos de poblaciones que celebraban sus juntas en el atrio de determinado templo, Monreal, Instituciones [cit. n19], p. 169-213. 32 Labayru, Historia [cit. n14], p. 701; Caro, Árbol [cit. n4], p. 273. 33 Ibidem, 274-5. 34 Labayru, Historia [cit. n14], p. 329. 35 J.W. Fernandez, “Trees of Knowledge of Self and Other in Culture: On Models for the Moral Imagination”, en L. Rival, The Social Life of Trees. Anthropological Perspectives on Tree Symbolism. Oxford - New York, 1998: p. 81-110, en p. 8793, con mejor intención que atino. 29 30 274 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 275 rito de Arechabalaga en mente, nos encontramos un rito semejante en Carintia, entre el sudeste de Austria y la actual Eslovenia, pues su archiduque es investido como en una ceremonia similar. Además, nuestros testimonios se refieren a situaciones contemporáneas: nuestro texto de referencia para Arechabalaga procede de un testigo directo de la investidura de Enrique III como señor de Vizcaya el año 1394, mientras que la última ceremonia conocida en Carintia tuvo lugar en 1414. 2. El recibimiento del Señor de Vizcaya en Arechabalaga y la investidura del duque de Carintia en Virunum. Puesto que ya contamos con una aproximación al rito vizcaíno, presentamos el rito de investidura del duque de Carintia narrado por dos cronistas excepcionales. Por un lado el cisterciense Johann de Viktring (Lorena 1270 – Viktring, Carintia 1345/1347) abad del monasterio de Viktring e inserto en tareas de la elite nobiliaria de la región y en su crónica, al llegar al año 1286, describe pormenorizadamente la investidura de los archiduques de Carintia 36. Por otro contamos con el testimonio del humanista Eneas Silvio Piccolomini (1405-1464), papa con el nombre de Pío II desde el año 1458, quien tenía profundos conocimientos derivados de la lectura de los clásicos y de sus viajes y experiencia diplomática,37 incluyendo diversas misiones en Carintia.38 El uso de estos testimonios se ve dificultado porque de la obra de Johann de Viktring cuenta con dos recensiones (A y B), consistiendo la recensión B, en el pasaje que nos interesa, en una amplificación de la recensión A. El texto de Piccolomini está cerca de la recensión B de Johann de Viktring aunque en la última parte ordena los temas de manera diferente e incorpora información ausente del texto de Johann de Viktring, sugiriendo que se preocupó por conocer autónomamente pormenores del 36 F. Schneider (ed.), Iohannis abbatis Victoriensis, Liber certarum historiarum, 1909-1910, I: v-vi, libro 2 recensión A, p. 251-3 y recensión B, p. 290-4. 37 F. Socas ed., Eneas Silvio Piccolomini, La Europa de mi tiempo (1405-1458), Sevilla, 1998, p. 15-38 sobre su vida y obra. Socas señala que Piccolomini se sirvió poco de sus lecturas clásicas, aunque su modelo fue la Geografía de Estrabón. 38 J. Felicijan, The Genesis of the Contractual Theory and The Installation of the Dukes of Carintia, Klagenfurt, 1967, p. 10. 275 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 276 rito. Ambos testimonios son, por tanto, de una calidad y fiabilidad difícilmente superables.39 La explicación de la ceremonia que ofrecen nuestras fuentes, más estructurada en Johann de Viktring – resaltando tres motivos: el vestido campesino, la defensa del cristianismo y la espada desenvainada – más laxa en Piccolomini, donde recoge parcialmente los dos primeros temas, parecen sendos intentos de racionalizar – cristianizar en este caso – un rito cuyo sentido se había perdido. Pasemos ahora a la descripción del recibimiento del joven Enrique III de Castilla como señor de Vizcaya en 1394. Los hechos descritos evocan una situación específica, pero hemos visto que este sesgo no es real, pues el carácter ritual de la reunión de Archabalaga se establece en otros testimonios. Además, la comparación con el rito carintio permite sostener que estamos ante palabras y actos formales40. Pero ante todo leamos el texto: “E llegó a una villa de Vizcaya que dicen Bilbao, e dende envió sus cartas a todos los vizcaynos, que viniesen a un logar do acostumbran ayuntarse. E después otro día partió de Bilbao, e llegó a una sierra que dicen en vasqüence Arechabalaga, que quiere decir en lengua de Castilla, Robre ancho, e allí falló a los vizcaynos fijosdalgo; e como son enemistados entre sí, cada vando dellos estaba apartado con sus compañas. E en otra parte falló muchas compañas, que se llamaban la hermandad de Vizcaya, que desque él regnara eran puestos en hermandad por rescelo de los mayorales de la tierra, si quisiesen atreverse a facer algund daño, para non ge lo consentir. E el rey desque llegó en aquella sierra, los de la tierra é la hermandad e todos en uno le pidieron que les confirmase e jurase sus buenos usos e buenas costumbres que avían de los señores que fueron de Vizcaya; e el rey respondió que le placía. Otrosí, los de la hermandad de Vizcaya, que aquel día allí estaban ayuntados, le pidieron tres peticiones: la 39 Socas, Piccolomini-Europa [cit. n38], 111 n.278, recoge una carta de Piccolomini fechada en San Vito, el lugar de los hechos que nos ocupan, el 1 de Enero de 1444. 40 F. Suárez Bilbao, Enrique III, 1390-1406, Palencia, 1994, p. 99 y 93-108 para el contexto político. 276 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 277 primera, que pues él no era señor de la dicha tierra fasta que personalmente vino allí a les jurar sus fueros, e a los rescevir por suyos, que ellos non eran tenudos de le dar las rentas de los años pasados desque el Rey don Juan su padre finara; e que fuera la su merced de mandar a su tesorero de Vizcaya que ge las non quisiese demandar. Lo segundo le pidieron por merced, que por cuanto ellos por su servicio, e por aver mayor justicia avían fecho hermandad en Vizcaya con ciertos capítulos e condiciones, que fuese la su merced de la confirmar. Lo tercero le pidieron, que por cuanto en la dicha tierra de Vizcaya non avía riepto, segund que era en Castilla é en León, e que por esta razón algunos se atrevían a facer muertes e otros males, que fuese su merced de les dar e otorgar que oviese en dicha tierra de Vizcaya riepto, segund que le avía en Castilla e en León. Es sobre la respuesta de estas tres peticiones ovo muchos debates, ca algunos vizcaynos lo contrariaban; pero finalmente fue acordado por el rey e por los de su consejo, que allí eran con los vizcaynos, que el rey les respondiese por un escripto, que decía desta manera [dice que aplaza su decisión...] E los de Vizcaya se tovieron por bien contentos de la respuesta, e llegaron estonce todos al rey, e le besaron la mano e le tomaron por su señor. E luego le pidieron que les ficiese jura de les guardar sus fueros e privilegios segund que lo avía dicho, que así era de fuero de se facer, e que esta jura se avía de facer en una iglesia que era a media legua de allí, que dicen Larrabezúa. E el rey dixo que le placía; e tornó á la dicha iglesia de Larrabezúa, e entro dentro, e fizo la dicha jura sobre el altar. E comió allí aquel día, e fue a dormir a una villa que dicen Garnica”.41 Como decíamos, destaca la calidad de este texto procedente de un testigo directo.42 Además, Arechabalaga estaba cerca del 41 Crónica de Enrique III, año tercero, cap. 19 = Martín, Ayala-Crónicas [cit. n6], p. 828-9. Sobre las dificultades de las Crónicas y la ideología de su autor M. García, Obra y personalidad del Canciller Ayala, Madrid, 1983, p. 100-203. 42 García, Ayala [cit. n42], p. 27-50; Mitre, Evolución [cit. n53], p. 172-3; Suárez, Enrique III [cit. n41], p. 281 n. 15. 277 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 278 mayorazgo de Ayala, base del Canciller.43 Por otra parte, su padre, Fernán Pérez, había escrito el Fuero de Ayala (1373) recogiendo tradiciones jurídicas de transmisión oral,44 como las relativas a la escena que estudiamos. El lugar y los asistentes. En ambos casos la ceremonia transcurre al aire libre, en una pradera lejos de núcleos de habitación que tampoco son capitales. Pues este papel no corresponde ni a San Vito45 en Carintia ni a Guernica en el señorío de Vizcaya ni, por supuesto, a la minúscula villa de Larrabezúa junto a Arechabalaga.46 En ambos casos la tradición define el lugar y el procedimiento, esto queda claro para Carintia y también en Vizcaya, pues, se dice a los vizcaínos “que viniesen á un logar do acostumbraban ayuntarse”. El árbol ocupa en Vizcaya el lugar de la piedra en Carintia. En Vizcaya por partida doble pues son importantes tanto el árbol de Arechabalaga como el de Guernica. En Carintia sabemos que la piedra era parte de una columna procedente de las ruinas de la cercana ciudad romana de Virunum 47. Pero piedra y árbol son equivalentes, como lo atestiguan tradiciones de Guerediaga (Duranguesado) y de la localidad conquense de Santerón48. Esa García, Ayala [cit. n42], p. 51-73. Ibidem, 74-81, puede citarse, por ejemplo, el aition que lleva a la instauración del dominio de los Ayala, Aguirre, Crónicas de Vizcaya [cit. n8], p. 54-5. La historia, el “descubrimiento” de un territorio despoblado por parte de un señor puesto en pie sobre una roca en una altura y la inmediata ambición por poblarlo, recuerda el fundamento de las ceremonias de investidura que examinamos en este libro. 45 Ubicada cerca de la ciudad romana de Virunum, síntesis rápida con bibliografía en www.perseus.tufts.edu/egi-bin/text?lookup=pecs+virunum&vers=ernglish Cf. Felicijan, Génesis [cit. n39], p. 63, 65, e infra. 46 Guernica recibió su privilegio como Villa en 1366, Larrabezúa no lo obtuvo hasta 1376, cuando fue poblada por labradores a los que se pretendía proteger de los desmanes causados por las luchas de bandos: García de Cortázar, Villas [cit. n23], p. 85-6, 102-3, planos en 121 y 125; G. Martínez Díaz, “Poblamiento y ordenamiento jurídico en el País Vasco. El estatuto jurídico de la población rural y urbana”, en Las formas de poblamiento en el Señorío de Vizcaya durante la Edad Media, Bilbao, 1978: 129-69, en p. 164. 47 Felicijan, Genesis [cit. n39], p. 63, 65, añade el autor que la piedra se conserva en un museo local. 48 Caro, Árbol [cit. n4], p. 272-3; F.J. Fernández Nieto, “La Federación Celtibérica de Santerón”, en F. Villar, F. Beltrán (eds.), Pueblos, Lenguas y Escrituras en la Hispania Prerromana, Zaragoza, Salamanca, 1999, p. 183-201, en p. 186. 43 44 278 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 279 semejanza es antiquísima, ya aparece como motivo folclórico en la Ilíada, permanece a lo largo de la antigüedad y tiene numerosos paralelos.49 Más cercano, veremos más adelante como los ritos de investidura real del mundo céltico tienen lugar indistintamente bajo un árbol determinado o sobre una piedra específica. En ese lugar, en torno a ese árbol o piedra, se reúne toda la sociedad con la excepción de los representantes de la Iglesia. Esa sociedad está conformada por los productores, los guerreros y el propio rey. Es decir, los representantes sociales de las tres funciones indoeuropeas. La ausencia de eclesiásticos deja al señor de cada territorio la representación de la Primera Función. De hecho, el primer paso del rito consiste en reunir en el lugar prescrito a la totalidad de la sociedad. En el caso de San Vito ocupan el lugar de la ceremonia los campesinos con su portavoz (Tercera Función) sobre la columna y a ese lugar se dirige el duque (Primera Función) y los nobles guerreros cuya dimensión belicosa, de Segunda Función, ponen de relieve dos detalles señalados por Piccolomini, sus vestidos rojos, color propio de los guerreros en la tradición indoeuropea,50 y el despliegue de banderas que también subraya Viktring.51 En Arechabalaga el rey de Castilla se presenta con su séquito personal (mencionado antes y después del pasaje citado) mientras que le esperan los representantes sociales de las otras dos funciones. Por una parte están los guerreros, los “fijosdalgo con sus vandos”, cuya belicosidad destaca el texto.52 Por otra parte están las Hermandades, también un grupo armado pero, en este 49 Y. Vadé, “Sur la maternité du chêne et de la pierre”, Revue de l’histoire des religions 191, 1977, p. 3-41, partiendo de Ilíada, XXII, 126. 50 G. Dumézil, Rituels indo-euroéens à Rome, París, 1954, p. 45-72; id, L’idéologie tripartie des Indo-Européens, Bruselas 1958, p. 25-27, 98; id, Idées romaines, París 1969, p. 218-23; id, L’oubli de l’homme et l’honneur des dieux, París, 1985, p. 229-35. 51 Para Irán e India, S. Wikander, Der Arische Männerbund, Lund, 1938, p. 6366, 97-108. Para Roma, Dumézil, Rituels [cit. n51], p. 63-72. Caso hispano antiguo, B. García Fernández-Albalat, Guerra y Religión en las Gallaecia y Lusitania Antiguas, Sada, La Coruña, 1990, p. 36, 159-164. Castilla medieval, T.F. Ruiz, “Une royauté sans sacré: la monarchie castillane du bas moyen age”, Annales ESC 39/3, 1984 : 429-53, en p. 441-2, sobre los pendones como símbolos marciales. Una supervivencia folclórica en Fernández, Federación [cit. n49], p. 194. 52 Problemas de socialización de los guerreros en G. Dumézil, Heur et malheur du guerrier, París 1985, p. 76-9. Para el caso vasco J. Caro Baroja, “Linajes y ban- 279 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 280 caso, por la necesidad de defender sus bienes, pues se estableció la hermandad “por rescelo de los mayorales de la tierra, si quisiesen atreverse a facer algund daño, para non ge lo consentir”. Es decir, son poseedores, campesinos y labradores con base en las tierras llanas y villas vascas,53 armados, pero no guerreros y, por tanto representan la Tercera Función.54 El sentido de la ceremonia que sigue parece ser, en ambos casos, el de soldar el todo social inicialmente escindido, con cada grupo por su lado, y que tras el rito acepta convivir bajo la soberanía del señor recién investido. El logro de esta armonía social parece más simbólico en Carintia, en la medida que la crónica resalta la dimensión institucional, y más realista en Vizcaya. En este caso la situación histórica presenta a un rey adolescente que toma posesión tras una regencia turbulenta, durante la cual los habitantes de las villas y campesinos acomodados se armaron55. dos”, en Nosotros los Vascos, II, Bilbao, 1995, 275-290; García de Cortázar, Bizcaya [cit. n2], vol. III, 350-363; Suárez, Enrique III [cit. n41], p. 97. Muchas menciones al comportamiento de los hidalgos vascos y sus tensiones con las hermandades de las villas en E. Barrena Osoro, rec., Ordenanzas de la Hermandad de Guipúzcoa 1357-1463, San Sebastián, 1982; E. Mitre Fernández, Evolución de la nobleza en Castilla bajo Enrique III : 1396-1406, Valladolid, 1968, p. 50-55. 53 Sobre las Hermandades en general: L. Suárez Fernández, “Evolución Histórica de las Hermandades Castellanas”, Cuadernos de Historia de España 16, 1951: 578; Suárez, Enrique III [cit. n41], p. 98-102; Mitre, Evolución [cit. n53], p. 50-55. Sobre las vascas: G. de Balparda, “Las Hermandades de Vizcaya y su Organización Provincial”, Anuario de Historia del Derecho Español 9, 1932: 190-9; Caro, Linajes [cit. n53], p. 288. Ediciones de los cuadernos de la Hermandad de Vizcaya de 1394 en Hidalgo, Fuentes [cit. n1], p. 52-77; y de Guipúzcoa, Barrena, Ordenanzas [cit. n53]. Sobre la composición social de los pobladores de las villas vizcaínas Ver García de Cortázar, Villas [cit. n23], y Martínez, Poblamiento [cit. n47], coincide para Guipúzcoa, B. Arizaga Bolumburu, El Nacimiento de las Villas guipuzcoanas en los siglos XIII y XIV, San Sebastián, 1978, p. 28-32, 84-88, 91-95, quien destaca que en el siglo XIV estaban pobladas por campesinos, hidalgos en muchos casos, y pocos clérigos. 54 La adaptación de la ideología trifuncional a las condiciones sociales e históricas de cada momento tiene paralelos. En Roma quirites y milites son los mismos individuos según los momentos del año, G. Dumézil, La religion romaine archaïque avec un appendice sur la religion des Étrusques, París, 1974, p. 269-271; los dioses “productores” tienen un armamento específico G. Dumézil, “Remarques sur les armes des dieux de troisième fonction chez divers peuples indo-européens”, Studi e Materiali di Storia delle Religioni 28/1, 1957, p. 1-10. 55 L. Suárez Fernández, “Problemas políticos de la minoridad de Enrique III”, Hispania 12, 1952: 163-231. 280 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 281 Protagonismo de los inferiores. El protagonismo recae en ambos casos sobre los desfavorecidos, campesinos o Hermandad, que plantean preguntas o reivindicaciones al que va a ser su señor. En ambos casos los nobles o guerreros quedan relegados como meros espectadores o testigos. En Carintia es el campesino sobre la columna quien, rodeado por sus semejantes, interroga al duque. En Vizcaya, la Hermandad se dirige al rey y formula sus peticiones. En el otro lado del diálogo, el candidato al señorío se presenta vestido de campesino como un igual social de su(s) interlocutores. Ahora bien, para reconocer este detalle en el caso vizcaíno hemos de pasar a la ceremonia de Guernica.56 En este sentido, en Carintia se desarrolla en un mismo lugar un rito que en Vizcaya se escinde entre dos lugares diferentes. Hay un detalle en ambos lugares que subraya este simulacro de igualdad entre el señor y sus súbditos más humildes. Se presenta en filigrana en el caso vasco, tras la mención que Arrechabalaga significa en castellano “roble ancho”. Es más claro en Carintia cuando nuestros textos subrayan que el campesino usa la lengua eslava propia de ese territorio. Insisten en este detalle las precisiones ofrecidas al final sobre las obligaciones jurisdiccionales del duque de Carintia como cazador imperial.57 Estos detalles etnográficos responden a una necesidad simbólica y ritual equivalente a la del vestido campesino llevado por los candidatos al señorío. Se trata de que el futuro señor, rey de Castilla en un caso, feudatario del Sacro Imperio Germánico en otro, se perciba como un individuo que detenta su soberanía con pleno reconocimiento de sus súbditos e integrado con ellos al margen de los avatares dinásticos que colocan a tal o cual individuo como destinatario de la ceremonia en cada momento. En este sentido el rito no equivale a los casos, más o menos míticos, de elección del rey. Sobre todo porque siempre una elite de guerreros o senadores que elige a un candidato procedente de un grupo reducido. 58 Pero refleja, con otras bases, la Delpech, Pied déchaussé [cit. n24]. Socas, Piccolomini-Europa [cit. n38], p. 110. Los testimonios sobre el rito Carintio anteriores a Piccolomini subrayan el uso del esloveno, Felicijan, Genesis [cit. n39], p. 79, 81, 85. 58 Anglosajones, W. A. Chaney, The Cult of Kingship in Anglo-Saxon England, Manchester, 1970, p. 17. Castilla, Ruiz, Royauté [cit. n52], p. 431, 432, 437. Dinamar56 57 281 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 282 misma necesidad de consenso social profundo que necesita el soberano para ejercer su función.59 Las exigencias del pueblo. El diálogo entre el señor y su pueblo se presenta de forma diferente. Presenta la rigidez de un rito estereotipado en Carintia y la frescura de una situación vivida y tensa en Vizcaya. Pero en ambos casos se reconocen, en las preguntas del campesino o en las exigencias de la Hermandad, temas orientados según un esquema conceptual compartido. Si partimos del texto vizcaíno observamos que la Hermandad reclama, primero, que no se cobren los impuestos debidos entre la muerte del rey Juan I de Castilla (1390) y la toma de posesión efectiva (1394), de Enrique III. El equivalente carintio de esta solicitud lo leemos en el último intercambio de palabras entre el campesino y el duque (el conde de Gorizia es su portavoz) que obtiene el lugar del campesino sobre la piedra simulando su compra con sesenta dineros, los vestidos del duque, antes de revestir su apariencia campesina, y la exención de tributo para el campesino portavoz. La segunda reivindicación de la Hermandad consiste en su propio reconocimiento. La aceptación de que los habitantes de las villas hubiesen adoptado medidas defensivas y, sobre todo, tengan capacidad jurídica para imponerse a los hidalgos. En Carintia el segundo intercambio de palabras también tiene una dimensión jurídica: el campesino pregunta si el duque es juez justo, honorable y defensor de la religión. Por último, la Hermandad plantea el reconocimiento del derecho de riepto, en vigor en el resto del reino de Castilla, en el señorío de Vizcaya. Se trata de una modalidad de regulación de ca, Saxo Gramático, Gesta Danorum, I, 2, 1 y E. Vestergaard, “A Note on Viking Age Inaugurations”, en J.M. Bak, (ed.), Coronations. Medieval and Early Modern Monarchic Ritual, Berkeley, Los Ángeles, Oxford, 1990, p. 119-24, en p. 120-1. Irlanda, F.J. Byrne, Irish Kings and High-Kings, Londres, 1973, p. 36-8. Roma, P.-M. Martin, L’Idée de royauté à Rome, Clermont-Ferrand, 1982, p. 12-9, 45-55. Sin una “elección” específica, existe un programa pancéltico de acceso a la realeza que implica el logro del consenso social, Ver García Quintela, Programme [cit. n28]. 59 También presente en la monarquía castellana, Ver Ruiz, Royauté [cit. n52], p. 436-7. 282 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 283 conflictos entre nobles.60 Es un tema problemático según la Crónica, que recoge los debates que suscita entre vizcaínos y en el séquito del rey. Pero es importante que, de esta forma, la Hermandad interviene en el terreno de los fijosdalgo a quienes corresponde, en todo caso, el ejercicio del derecho reclamado. En Carintia el primer diálogo ocupa un lugar equivalente pues el campesino pregunta qui progreditur sic incedens, según la recensión B de Viktring, o tam superbum, según Piccolomini61. Así pues, aunque vestido de campesino y reconocido como príncipe, el indicio por medio del cual el rustice sobre la piedra distingue al recién llegado es una prestancia que identifica su estatus guerrero. Una diferencia entre ambas situaciones es que en Carintia por medio de las respuestas de los campesinos primero o del conde de Gorizia en último lugar, el campesino obtiene respuesta inmediata a sus preguntas. Por el contrario, en Vizcaya, el rey aplaza su respuesta hasta después de su investidura en Guernica. Es posible aplicar a esta secuencia de intercambios entre Señor y pueblo una explicación heredada del fondo indoeuropeo. 60 L.G. de Valdeavellano, Curso de Historia de las Instituciones Españolas. De los orígenes al final de la Edad Media, Madrid, 1968, p. 325. Sobre su importancia para los vizcaínos Balparda, Historia [cit n15], p. 434 n. 348, 490-2, 495-6, que lo considera un factor de contención de las luchas de los hidalgos; García de Cortázar, Bizcaya [cit. n2], vol. I, 195; III, 261 pierde de vista que el derecho en cuestión es reclamado por la Hermandad y Enrique III lo concede a instancias suyas. También algunos capítulos de la Hermandad de 1394 se ocupan de regular los desafíos, Hidalgo, Fuentes [cit. n1], nº 42-45, p. 71-3; lo mismo ocurre en Guipúzcoa, Barrena, Ordenanzas, [cit. n53]. 61 Este punto plantea el problema de su ausencia en la recensión A de Viktring, y las diferencias entre la recensión B y Piccolomini. Piccolomini describe cierta apostura marcial (superbum), pero el texto de Vicktring plantea un problema. Incedens de incedo, ‘avanzar’ duplica progreditur, está claro que el señor avanza hacia el lugar de la ceremonia, y esa expresión nada tiene que ver con superbum. Pero podría haber un error, no indicado por el editor, a partir de incendens de incendo, ‘incendiar’, pero también ‘excitar’ o ‘inflamar’ metafóricamente el carácter o actitud de una persona, expresión concomitante con el superbum de Piccolomini. En esta situación, sea que Piccolomini, siguiendo a Vicktring, se encontró ante un problema similar al que planteamos, resolviéndolo con una expresión más clara, sea que recurrió a su información directa (pues no olvidemos que estamos en un contexto de repetición de fórmulas rituales), parece más fiable. En todo caso, sobre la pertinencia de estos detalles M. Mauss, “Les techniques du corps”, en id., Sociologie et anthropologie, París, 1983, p. 365-88. 283 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 284 En efecto, la primera petición en Arechabalaga y el último diálogo en San Vito se ocupan de cuestiones económicas, propias de la Tercera Función; el segundo intercambio tiene una dimensión jurídica propia de la Primera Función; por último, el primer diálogo de San Vito y el tercero de Arechabalaga conciernen a cualidades y usos propios de guerreros, en el ámbito de la Segunda Función. Surgen, no obstante, dos objeciones: nuestros testimonios son tardíos y carecen de antecedentes claros. Con respecto a la primera objeción se puede alegar que esta situación tiene numerosos paralelos.62 En cuanto a la segunda objeción, es cierta para Carintia, aunque más abajo rastrearemos las huellas de un fundamento antiguo. Pero en Vizcaya la cosa se complica. En efecto, al recopilar todas las informaciones relativas a la Junta de Arechabalaga, observábamos que en la Crónica de Fernando IV 63 parecía que era el lugar para la contestación o el debate. Sugeríamos, además, que las reivindicaciones que en dos ocasiones dirigen los bermeanos al Señor con motivo de su investidura, en la Crónica de Alfonso XI 64 y en la misma Crónica de Enrique III, en un pasaje que sigue a lo que examinamos aquí, plantean desde el punto de vista estructural una relación idéntica a la observada en Arechabalaga, y apuntábamos como un efecto del proceso histórico que el protagonismo de los inferiores sociales en Arechabalaga se trasladó, con toda naturalidad, a las nuevas villas de Bilbao o Bermeo. Pues, en definitiva, en Bermeo o Arechabalaga individuos de baja condición jurídica, como villanos, ‘omes buenos’ o labradores, plantean reclamaciones al que van a reconocer como Señor. En Bermeo le piden a Alfonso XI “que las sus gentes non les facesen mal en los parrales, nin en los panes nin en los manzanales” y a Enrique III que reconozca como válidos unos misteriosos textos 62 Por ejemplo, los osetas hablan una lengua de la familia irania y descienden de los escitas, por lo que se han comparado aspectos de su folclore con la etnografía clásica sobre los escitas. Esta relación también se ha establecido entre testimonios etnográficos antiguos sobre los germanos y textos medievales relativos a esa misma familia de pueblos. J. Grisward, Archéologie de l’épopée médiéval, París, 1981, establece el fondo indoeuropeo del ciclo de los Narbonenses, conocido exclusivamente como literatura medieval, etc. 63 Crónica de Fernando IV, cap. 15 = Rosell, Crónicas [cit. n11], p. 152. 64 Cap. 134, Rosell, Crónicas [cit. n11], p. 262. 284 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 285 guardados en cajas; en Arechabalaga los asistentes protestan por la frecuencia con que deben reconocer a distintos señores. Solo en la Crónica de Enrique III contamos con las tres reivindicaciones que permiten pensar en una secuencia trifuncional. Pero, si tenemos en cuenta la diversa calidad de las distintas crónicas, podemos sugerir que los otros testimonios tampoco niegan esa posibilidad, de hecho la reivindicación que atiende Alfonso XI estaría en el ámbito de la Tercera Función, y la que no atiende Enrique III, un reconocimiento jurídico, en el ámbito de la Primera, mientras que la queja de 1307 en Arechabalagacontra por la frecuencia de las sucesivas adhesiones exigidas, también estaría en el ámbito de la Primera Función. Pero son, en todo caso, noticias fragmentarias y si pensamos en ellas como reflejos de ideología trifuncional se debe a que partimos de la Crónica de Enrique III. Queda, por tanto, un margen de duda sobre hasta qué punto, en este testimonio concreto, estamos ante la actualización viva, histórica, de una forma ritual de origen muy antiguo (posibilidad en la que permite pensar, precisamente, la comparación con el rito carintio), o ante un hecho histórico aislado, en donde la semejanza entre la secuencia de reivindicaciones planteadas y la ideología trifuncional se debe, simplemente, al azar. Marginalidad del clero. Este es un hecho muy significativo en el contexto de una ceremonia medieval y una de las semejanzas significativas entre ambos ritos. Como decíamos, la conformación de totalidad social al comienzo de la ceremonia se produce sin mención al clero, cosa que destaca todavía más considerando el pormenor de las descripciones. Pero la Iglesia aparece de forma marginal cuando los contenidos fundamentales de la ceremonia ya han tenido lugar. Además en ambos casos la iglesia donde se sanciona religiosamente el acto está alejada del lugar de la ceremonia principal, en Larrabezúa, a media legua de Arechabalaga, o en una colina cercana en San Vito, exigiendo el traslado de la comitiva para llevar a cabo la sanción cristiana del rito efectuado. En Larrabezúa, por otra parte, se produce un juramento redundante con el precedente besamanos del rey, que implica su 285 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 286 reconocimiento como señor.65 La ceremonia en la iglesia parece al mismo tiempo superflua, en cuanto al sentido de la ceremonia, pero inevitable, en un contexto ideológico-religioso medieval.66 Casi lo mismo cabe decir con respecto a Carintia, donde la misa hace cierto doblete con el banquete que el duque ya vestido como tal, celebra con los nobles (otra vez sin mención al clero) reconociendo su evidente importancia tras la ceremonia protagonizada por los campesinos. Tampoco en este caso la misa añade nada a la ceremonia. Tal vez el momento equivalente al anterior en la ceremonia vasca se contempla en un cuadro de Francisco de Mendieta, pintor del siglo XVI, titulado Jura de los Fueros de Vizcaya o El Besamanos de la Jura de Guernica, que representa la ceremonia de la jura de Fernando el Católico el 30 de junio de 1476.67 Allí contemplamos al rey en su trono con dos señores arrodillados a su vera, uno de los cuales le besa la mano. A ambos lados del trono están los nobles con lanzas y sus escudos de armas destacados, aunque sus vestidos no son de guerra. Hay más nobles detrás del trono, sobre todo a la izquierda, los varones de la derecha tal vez sean los notables de las villas, pues no llevan lanzas ni escudos. Pero este segundo plano está protagonizado por las mujeres (cincuenta en total). Pues bien, de los cuarenta y siete hombres representados (cincuenta si añadimos a los que están en torno a 65 Ruiz, Royauté [cit. n52], p. 442, señala que el besamanos castellano es de origen musulmán y señala la lealtad de quien efectúa el gesto para con su señor. B. Leroy, “L’avènement royal en Castille du XIIIe au Xve siècle: des cérémonies particulières”, Le Moyen Age 104 3/4, 1998, p. 473-493, en p. 475 en el mismo sentido con una orientación general del artículo diferente. 66 Destaca la diferente presencia de esta parte del rito en distintos testimonios. En el Fuero Viejo, art. 3, se especifica que se trata de la iglesia de San Emeterio y Zeledón. En el Fuero de 1526, Título I, Ley 2: el señor primero va a la iglesia de San Emeterio y Celedón de Larrabezúa para jurar y después “dende viniendo para Guernica, en lo alto de Arechalaga (sic), le ha de recibir los vizcainos y besarle la mano”. Por tanto entre las dos redacciones se invierte el orden pues el Señor se dirige primero a la iglesia y, de paso para Guernica, se detiene en Arechabalaga. En conjunto se aprecia la progresiva impronta de la Iglesia sobre la ceremonia de Arechabalaga. Hecho con paralelos en toda Europa, pero que en este caso se aprecia de forma especialmente nítida. 67 Cuadro reproducido en J. Caro Baroja, “El tocado antiguo en las mujeres vascas” en Nosotros los Vascos, I, Bilbao, 1995, p. 40 y comentario en p. 39-40; cf. Caro, Árbol [cit. n4], p. 269. El juramento de Fernando puede leerse en Fuero [cit. n4], p. 327-33. 286 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 287 una carreta en tercer plano a la derecha) ninguno pertenece a la Iglesia y tampoco ninguna mujer, todas menos dos portando los tocados tradicionales vascos. Este detalle da cuenta de la vigencia hasta el siglo XVI de la prohibición de los obispos de entrar en el señorío de Vizcaya, en contra de la recreación sucesiva que identifica el árbol de Guernica como un símbolo de la fuerza de la fe cristiana de los vascos68. Esto se explica si el rito es de origen precristiano y la ceremonia en la iglesia de Larrabezúa se interpreta como rasgo de una cristianización tardía69, pues si prescindimos de ese elemento, la inteligencia del ceremonial efectuado no se altera en absoluto. Se pueden aducir a favor de este argumento otros testimonios que muestran ritos de investidura real, correspondientes a tradiciones marginales de las grandes realezas europeas, en los que el clero está completamente ausente. Los tres que consideraremos están atestiguados en la Época Moderna pero su arcaísmo salta a la vista. El primero es la toma de posesión de los O’Neill como señores de Tyrone, en Irlanda. El testimonio principal consiste en un dibujo que completa un plano de la zona establecido por el cartógrafo Richard Barlett, poco antes de la destrucción de algunos de los monumentos utilizados para la ceremonia en el verano de 1602. Pues bien el análisis de los vestidos, objetos y peinados de los participantes en la ceremonia no deja lugar a ningún miembro del clero.70 Caro, Árbol [cit. n4], p. 281. Una visita a la Casa de Juntas de Guernica y a su adyacente Museo de Euskal Herría, permite constatar que la cristianización de los ritos vascos de Soberanía se ha ultimado bajo la dirección ideológica del actual régimen autonómico y democrático. En ambos lugares se exponen cuadros recientes que representan antiguas juras de Señores presididas por obispos, rasgo no solo irreal sino ilegal, según el Fuero Viejo. Como contraste cabe destacar la ubicuidad de los mitrados en la iconografía de las investiduras reales medievales recogida por Bak, Coronations [cit. n59], y A. Boureau, y C.-S. Ingerflom, (eds.), La royauté sacrée dans le monde chrétien, París, 1992. 70 G.A. Hayes-McCoy, “The making of an O’Neill: a view of the ceremony at Tullaghoge, co. Tyrone”, Ulster Journal of Archaeology 33, 1970: 89-94, p. 91 y E. FitzPatrick, Royal Inauguration in Gaelic Ireland c. 1100-1600. A cultural landscape study, Woodbridge, 2004, p. 122-9 y p.173-193, sobre la paulatina cristianización de estos ritos de investidura en Irlanda. 68 69 287 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 288 El segundo tiene lugar en Brest y se conoce por actas notariales del siglo XVIII, cuando el rito pierde fuerza progresivamente. Consistía en una ceremonia de investidura del alcalde. Una de las partes más características de la ceremonia consistía en la caza de un reyezuelo, denominado ‘roi berthaud’ para la ocasión. Tras una ceremonia en la iglesia el alcalde acudía junto a una piedra redonda agujereada en el medio de la que se decía que era el centro de la ciudad, ponía su talón en el agujero y juraba sus nuevas funciones71. Para lo que ahora nos interesa destaca en este testimonio la separación entre la iglesia y el lugar de celebración del rito tradicional o folclórico. Nuestro último testimonio es muy detallado y Caro Baroja lo ha traído a colación a propósito de los ritos vascos, consiste en la toma de posesión del jefe de una comunidad campesina de Auvernia con un rito atestiguado en el siglo XVIII. El Amo o Mouistre, se situaba bajo un árbol en medio de una pradera, estaba rodeado por toda la comunidad y se dirigía a los distintos puntos del horizonte. Tras la investidura señalaba en un discurso las necesidades de la comunidad que pasaba a dirigir, en las páginas que Funk-Brentano dedica a exponer la cuestión el clero tampoco aparece en ningún momento.72 Sólo está atestiguada la presencia del clero en uno de los ritos que conocemos que revisten el cariz arcaizante, conservador o, quizás mejor, marginal, que destacamos. Es el rito de investidura del Lord of the Isles que se desarrolla sobre una roca y entre los asistentes se enumeran diversos eclesiásticos. Además el señor investido se viste de blanco y lleva una vara blanca: los colores druídicos en un contexto céltico73. Cabe concluir, por lo tanto, que la parte cristiana de las ceremonias carintia y vizcaína no añade nada a un ceremonial que se entiende sin tal apéndice. Este parece más bien el resultado F. Loth, “Cronique gallo-romaine”, Revue des études anciennes 28, 1926, p. 265. Además es parte importante del rito la caza del reyezuelo, Ver P. Levot, Histoire de la ville et du port de Brest. I. La Ville et le port jusqu’en 1681. Brionne, 1972, p. 96-105, 241-46; B. Tanguy, “Le roi de Brest” en Études sur la Bretagne et les pays celtiques. Mélanges offerts à Yves Le Gallo, Brest, 1987, p. 463-476; El reyezuelo, el cuervo y el dios céltico Lug: aspectos del dossier ibérico, Bruselas, 2005. 72 F. Funck-Brentano, El Antiguo Régimen, Barcelona, 1953, p. 55-61. 73 P. MacCana, “An Archaism in Irish Poetic Tradition”, Celtica 8, 1971, p. 17481, en p. 180. 71 288 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 289 de una cristianización superficial y obvia en un contexto medieval. Los otros ritos de investidura mencionados indican lo mismo, con la excepción del último. Sentido general. Pasemos a resumir los contenidos de la comparación entre los ritos vasco y esloveno para proponer una interpretación global de la ceremonia. El primer paso de la ceremonia consiste en ambos casos en la reunión de la toda la sociedad en un punto definido por la tradición, al aire libre y alejado de centros urbanos. Este hecho contrasta con los lugares habituales de coronación de los reyes medievales, en catedrales como las de Reims, Cracovia, Westminster etc., o en ciudades, aunque en algunos casos (Castilla) no sean siempre las mismas. Los individuos y grupos sociales destacados por nuestros testimonios suponen una jerarquía con tres clases bien definidas. En primer lugar los campesinos, labradores o villanos, en terminología medieval, que se pueden evocar con la expresión “Tercer Estado” utilizada con frecuencia en estudios comparativos para presentar de manera resumida a los individuos representativos de la Tercera Función.74 En segundo lugar los guerreros, identificados en por sus banderas y color rojo o por su espíritu querellante, representativos de la Segunda Función. Por último, el señor que va a recibir la investidura representa individualmente la Primera Función. 74 Recordemos la definición del “tercer estado” según E. Sieyès, Qu’est-ce que le tiers état?, París, 1988 (1789), p. 33-4: “Es posible encerrar en cuatro clases todos los trabajos particulares: 1º ..., la primera clase, en el orden de las ideas, será la de todas las familias vinculadas a los trabajos del campo. 2º Desde la primera venta de las materias hasta su consumo o uso ... La industria humana consigue así perfeccionar los beneficios de la naturaleza, y el producto bruto dobla, decuplica, centuplica de valor. Estos son los trabajos de segunda clase. 3º Entre la producción y el consumo, como también entre los diversos grados de producción, se establece una multitud de agentes intermediarios... Son los mercaderes y negociantes... Esta clase de utilidad caracteriza a la tercera clase. 4º Además de estas tres clases de ciudadanos laboriosos y útiles que se ocupan del objeto propio para el consumo y el uso, son necesarios todavía en una sociedad una multitud de trabajos particulares y de cuidados directamente útiles o agradables a la persona. Esta cuarta clase abarca desde las profesiones científicas y liberales más distinguidas hasta los servicios domésticos menos estimados”. 289 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 290 Pero esta reunión es meramente física, es una yuxtaposición de individuos, no es un todo orgánico, no garantiza el consenso necesario para que la sociedad funcione. Para que esto ocurra el señor debe ser aceptado y para ello debe atender a los requisitos o reivindicaciones que le plantean los representantes de la Tercera Función, que ese momento del rito asumen cuestiones relativas a todas las clases sociales, siguiendo un mecanismo atestiguado en otros horizontes indoeuropeos que presenta la afinidad de ciertos dioses soberanos o reyes con representantes de la Tercera Función.75 En la secuencia ritual esto se expresa con los tres diálogos carintios o las tres reivindicaciones de la Hermandad vizcaína. Es cuando el señor investido garantiza su capacidad de atender al bienestar general, ejemplificado en la capacidad de reproducción de la sociedad, su protección física y su seguridad jurídica que puede, en definitiva, ejercer como soberano legítimo de una sociedad que ya se presenta solidaria, precisamente, a través de la simbología del rito de investidura. Finalmente, en la última fase de la ceremonia es el señor por sí solo, ante la sociedad reunida, que manifiesta por sus actos rituales la competencia que en la fase anterior queda meramente atestiguada de palabra a través del diálogo o reivindicaciones. En Vizcaya, al llegar a este punto, la ceremonia no ocurre en Arechabalaga sino en Guernica. Pero en ambos casos son los hechos o acciones del señor los que son significativos. En Guernica aparece vestido como campesino, arroja la lanza y jura los Fueros. En San Vito simula comprar su derecho a ejercer la soberanía, blande la espada, y abre las sesiones formales del tribunal. En Vizcaya, siguiendo la Crónica de Enrique III , vemos como las exigencias planteadas en Arechabalaga se atienden en Guernica. Esto es, siguiendo otro camino, el texto presenta la misma pertinencia de la secuencia trifuncional que el rito de Guernica descrito por Alfonso de Palencia estudiado por F. Delpech76. 75 Tulo Hostilio con los Horacios, Dumézil, Heur [cit. n53], p. 32, 25-43; Mitra con divinidades de Tercera función, mientras que Varuna tiene más afinidades con la segunda Función, Ver G. Dumézil, Los dioses de los indoeuropeos, Barcelona, 1971, p. 41-54. 76 Delpech, Pied déchaussé [cit. n24]. 290 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 291 En cualquier caso estos gestos rituales certifican lo bien fundado de las palabras pronunciadas en la fase anterior del rito. En ambos casos, la instauración del tribunal, tras la misa y banquete finales en San Vito o una vez el rey se desplaza a Guernica, cierran la secuencia ritual pasando a la situación de normal ejercicio del poder, al tiempo que definen el sesgo con el que se presenta el ejercicio de la soberanía en ambos casos. Se trata de la garantía de buen gobierno que ofrece un soberano cercano a los hombres, que vela por la administración de la justicia y los derechos de los individuos. Se trata, en términos de comparatismo indoeuropeo, de soberanos patrocinados por lo que representan Mitra, Tyr o Numa en contraposición a lo que representan Varuna, Odín o Rómulo en las concepciones de indios, germanos o latinos. Finalmente conviene destacar que, desde otro punto de vista, estamos ante dos casos particulares y semejantes del la aplicación del principio de la acumulación de funciones en torno a la figura del rey con otros muchos ejemplos en el mundo indoeuropeo.77 3. Elementos de definición céltica. Viktring y Piccolomini presentan crónicas latinas de un ritual que tenía lugar en un territorio de lengua eslava. El Canciller Ayala presenta en castellano medieval unas reuniones donde los hablantes de vasco, lengua no indoeuropea, posiblemente eran predominantes y cuyas tradiciones y privilegios se recuerdan. Sin embargo, la profunda equivalencia de la secuencia ritual que tiene lugar en ambos lugares lleva a pensar que también en el caso vasco estamos ante un rito indoeuropeo y, quisiéramos sugerir, muy probablemente celta ¿Qué fundamento tiene esta sugerencia? 77 Véase n. 28, los trabajos de G. Dumézil, J. Grisward y citados, además D. Briquel, “Trois études sur Romulus”, en R. Bloch ed., Recherches sur les religions de l’Antiquité classique, Ginebra, 1980, p. 267-346 ; id., “Sur l’équipement royal indoeuropéen. Données latines et grecques”, Revue de l’histoire des religions 200, 1983 : 67-74 ; D. Dubuisson, “Les talismans du roi Cormac et les trois fonctions”, Revue Historique 508, 1973, p. 289-94 ; id., “L’équipement de l’inauguration royale dans l’Inde védique et en Irlande”, Revue de l’histoire des religions 193, 1978 p. 153-164 ; id., “Le roi indo-européen et la synthèse des trois fonctions”, Annales ESC 33, 1978, p. 21-34. 291 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 292 En primer lugar, ambos territorios posiblemente estuvieron ocupados por poblaciones célticas en la antigüedad. Esto es así en el caso de Eslovenia78 pero en Vizcaya es difícil la apreciación histórica correcta de una situación de frontera entre vascones y poblaciones célticas79. En todo caso, en los estudios indoeuropeos un argumento de peso es el que proporciona la comparación. Lo que ocurre cuando queremos proponer una explicación genética nuestras observaciones, es que la situación histórica en que se sitúa cada uno de los dos ritos comparados nos coge a contrapié, pues solo recurriendo a la geografía antigua de la céltica europea podemos postular un origen común de ambos ritos. Sin embargo nos puede ayudar un testimonio heterogéneo por varias razones. Procede de Irlanda y no del continente, es alto medieval y de carácter mítico, no ritual. Sin embargo se puede comparar con las ceremonias de San Vito y de Arechabalaga. Los porqueros de Cashel y la realeza de Corc. Se trata de la historia del “Exilio de Conall Corc”, título dado a un manuscrito fechado en el siglo IX e incluso en el VIII. 80 El protagonista, Corc, era hijo adoptivo de Crimthann rey de Munster que había muerto sin descendientes, tras un exilio en Escocia regresa casado y con tres hijos. Cuando llegó a Munster ... “la nieve caía sobre ellos de modo que se perdió en Cnocc Graffand. Su padre estaba impedido. Eso los llevó hacia el norte, al norte de Mag [Femin]. 78 Estrabón, V, 16. Ver G. Alföldy, Noricum, Londres-Boston, 1974, p. 4-57; M. Gu?tin, “Die Kelten in Jugoslawien. Übersicht über das archäologische fundgut”, Jahrbuch des Römisch-Germanischen Zentralmuseums Mainz 31, 1984 p. 305-63; E. Jerem, “Celts of Eastern Europe”, en M. Green ed., The Celtic World, Londres, 1996, p. 581-602; M. Szabó, Les celtes en Pannonie. Contribution à l’histoire de la civilisation celtique dans la cuvette des Karpates, París, 1988, p. 27-28 y passim; B. Teržan, Starejša železna doba na Slovenskem Štajerskem. The Early Iron Age in Slovenian Styria, Liubliana, 1990. 79 Síntesis con bibliografía en J.J. Sayas Abengoechea, “Unidad en la diversidad: la visión de Estrabón de algunos pueblos penínsulares”, en G. Cruz Andreotti (ed.), Estrabón e Iberia: Nuevas Perspectivas de Estudio, Málaga, 1999, p. 153-208, en p. 157-77. 80 V. Hull, “The Exile of Conall Corc”, Proceedigns of the Modern Language Association, 56/2, 1941, p. 937-950, en p. 940. 292 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 293 Ese día, el porquerizo de Aed, el rey de Muscraige, estaba atendiendo sus cerdos. Esa noche le dijo a Aed: ‘He visto una maravilla hoy’, dijo, ‘en esas cimas hacia el norte. Contemplé un arbusto de tejo sobre una roca, y percibí un pequeño oratorio ante él con una piedra vertical delante. Ángeles subían y bajaban por esa piedra’ [Génesis, 28, 12]. ‘Ciertamente’, dijo el druida de Aed, ‘esa será la residencia del rey de Munster para siempre, y aquel que primero encienda un fuego bajo ese tejo, de él descenderá la realeza de Munster’. ‘Vayamos a encenderlo’, dijo Aed. ‘Esperemos hasta mañana’, dijo el druida. [Allá] llegó entonces el antedicho Corc en sus vagabundeos... Encendió un fuego para su esposa y sus hijos de modo que Aed lo encontró al día siguiente junto a su fuego con sus hijos rodeándolo. Entonces lo reconoció, y le dio una gran bienvenida, y puso a su hijo en garantía bajo su custodia [giro que probablemente indica que lo cedió como rehén]. Como ahora, tras la muerte de su padre [Crimthann] había rivalidad por la realeza de Munster, entonces vino Corc. Desde entonces, se hizo una residencia para él en Cashel y, antes del final de una semana, fue el rey indiscutido de los hombres de Munster. La garantía de los Muscraige es la primera garantía que el rey de Munster tomó siempre y, desde entonces, fueron libres y una reina de ellos [estaba] en Cashel. Además, el rey de Cashel le dio libertad al porquerizo que fue encontrado en Cashel, a él y a sus hijos, esto es, quedó exento de tributo y sin obligación de trabajar para el rey. También es él quien proclama al rey de Cashel y recibe una bendición del rey, y directamente recibe los vestidos del rey. Así es como, entonces, ese Cashel [probablemente ‘castillo’ en este caso] de Corc existe, y es la progenie y la semilla de Corc hijo de Lugaid que permanece para siempre en Cashel desde ese tiempo en adelante.”81 81 Ibidem, p. 949-50. También M. Dillon, The Cycles of the Kings, Dublín, 1994, p. 34-7. 293 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 294 Existe otra versión titulada “La Historia del Hallazgo de Cashel”, publicada por M. Dillon y fechada en el siglo IX. Esta versión está más cristianizada: un ángel provoca las visiones y aparece San Patricio. La historia comienza con dos porquerizos, Duirdriu, del rey de Éile, y Cuirigán, del rey de Músgraige, que, cuidando sus piaras, caen en un sueño de tres días durante el cual reciben la visión de un ángel que bendice a Corc hijo de Lugaid como iniciador de la realeza de Munster y dando la duración y bendiciones de los reinados sucesivos. Duirdriu cuenta a su rey la visión para que obtenga la realeza, pero Corc se adelanta al comprarle Cashel : “El porquerizo contó esto a su rey, esto es a Conall mac Nenta Con, de modo que el lugar en el que él [Duirdriu] había visto la visión podría ser ganado para él. Y Conall Corc hijo de Lugaid llegó allí. Se la compró. De modo que los descendientes de Duirdriu reciben siente cumals del rey de Cashel. En este momento el relato se inicia de nuevo y desarrolla los mismos temas indicando, en particular, el lugar a donde van los porquerizos, Clais Duirdrenn, y detalles de cómo se obtiene la realeza de Munster: “... el ángel dijo ‘Aquel que primero encienda fuego aquí, recibirá la realeza de Munster para él’. Cuando Cuilirán [sic] lo oyó, fue hacia el sur a Cathair Étain Tairb donde estaba Corc hijo de Lugaid hijo del rey de Munster. Y Lugaid le ordenó [a Corc] que tomase a los reyezuelos de Munster [como prenda] de que los principales rehenes de Munster viniesen con presteza. Y el tal Lugaid le dio [a Cuirirán] libertad para sus hijos y sus descendientes. Tres vacas o tres bueyes en cada investidura de la realeza, del rey de Cahsel al rey de Músgraige. Y él [Cuirirán] le cuenta toda la historia de lo que vio, y Corc vino al norte a Cashel y encendió el fuego en Dún Cuirc y plantó estacas allí. Y celebró un banquete en Dún Cuirc, y los sabios cuentan que este, que dio Corc hijo de Lugaid, fue el primer banquete de Cashel” 294 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 295 Corc ordenó a Cuirirán que llevase al rey de Músgraige al banquete y, una vez allí, obtiene el privilegio de ser el primer convocado a la investidura de cada nuevo rey. Por su parte Duirdriu fue a ver a su rey, Conall de Éile, y le cuenta la visión del hallazgo de Cashel y la toma de posesión del lugar por Corc, que verifica con un druida. Conall, en cuyo territorio estaba Cashel, se enfadó con Corc reclamándole una compensación para él y para Duirdriu por haberle relatado su visión. Pero Duirdriu finalmente proclama rey a Corc, por lo que obtiene diversos vestidos y adornos quedando establecido que... “... Es el deber de los Uí Duirdrenn pronunciar esta bendición cada año sobre cada rey que sucederá en Cashel, y recibirán siete cumals de cada rey que sucederá en Cashel, y están libres de toda otra obligación para con el rey de Munster en compensación por ello”82 La primera versión presenta la sociología elemental de un pequeño reino irlandés: el rey su druida y un representante de la clase servil. Pero dos hechos alteran la situación, la llegada de Corc y el sueño premonitorio del porquerizo, interpretado por el druida para frenar las aspiraciones de Aed. La segunda versión es más simple en su presentación de la sociedad, limitada al druida que corrobora la toma de posesión de Corc. Pero es más compleja en la presentación del sistema político: muestra la jerarquía entre los diversos tipos de reyes irlandeses pues, en definitiva, se explica como los reyezuelos de Músgraige y Éile dependerán de un rey superior de todo Munster. También se presentan los privilegios que el rey superior concede a sus subordinados, ser el primero en la convocatoria o los derechos de uno de los porquerizos, Duirdriu, a cambio del reconocimiento periódico que recibe de él. La primera versión es mucho más precisa en la descripción del lugar de la investidura, mostrando de forma redundante la presencia de motivos conocidos: oratorio, piedra, árbol. La segunda versión es mucho menos precisa en este punto, sin embargo, las 82 M. Dillon, “The Story of the Finding of Cashel”, Eriu 16, 1952 p. 61-73; FitzPatrick, Royal Inauguration [cit. n71], p. 177-82 con detalles topográficos de la ceremonia. 295 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 296 diferentes formas de posicionarse los distintos personajes con respecto al lugar, muestran la enorme importancia que revestía su ocupación física debido a su carga simbólica. Además ambas versiones coinciden en la importancia del fuego para reconocer al rey. Sin embargo, lo más curioso es el papel de los porquerizos como agentes de la investidura de los reyes. En la Irlanda medieval el cuidado de cerdos es una ocupación servil, como indican nuestros textos cuando especifican que estos porquerizos en concreto, a cambio de su visión milagrosa, reciben privilegios.83 Pero, por otra parte, conocemos la constante presencia de cerdos como mediadores entre este mundo y el Otro Mundo.84 Además, una versión de los antecedentes de la Razzia de las vacas de Cooley cuenta que dos porquerizos, servidores de sus respectivos reyes, se enfrentan haciendo gala de poderosas capacidades metamórficas que terminan cuando dan nacimiento a los dos grandes toros objeto de la Razzia.85 Incide en este hecho que Merlín, sobre todo en sus relatos galeses, tiene como confidente a un cerdo de características especiales.86 El diálogo e intercambio de bienes que reflejan estas historias se ha relacionado con los ritos de investidura irlandeses y escoceses en los que interviene un druida que recita la genealogía o las cualidades del señor que va a ser proclamado rey y que tal vez, se ha sugerido pero no está atestiguado en Irlanda, recibía alguna contestación o asentimiento por parte del pueblo asistente. Como compensación de su intervención en esta ceremonia, el druida recibía los vestidos del rey recién investido.87 83 A. & B. Rees, Celtic Heritage. Ancient tradition in Ireland and Wales, Londres, 1961, p. 178, también en el reino galés de Difed los porquerizos tienen una relación privilegiada con la realeza. 84 T.F. O’Rahilly, Early Irish History and Mythology, Dublín, 1976, p. 123, 126-7; M. Green, Animals in Celtic Life and Myth, Londres, 1992, p. 169-71, presentación general y 116-19 sobre sacrificios de cerdos; P. Méniel, Les sacrifices d’animaux chez les gaulois, París, 1992, p. 93-6, presenta el santuario de Bennecourt, con restos de entre mil y tres mil cerdos, y más a lo largo del libro. 85 Ch.-J. Guyonvarc’h, “La conception des deux porchers”, Ogam 12, 1960, p. 73-90. 86 A. Berthelot, “Merlin et les petits cochons” en Ph. Walter, ed. Mythologies du porc, Grenoble, 1999, p. 177-90. 87 Sobre la ceremonia F. Kelly, Audacht Morainn, Dublín, 1976, p. xiv; J. Bannerman, “The King’s Poet and the Inauguration of Alexander III”, The Scottish Histori- 296 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 297 El problema de cómo pasar del porquerizo al druida, del personaje de status servil al consejero áulico, ha sido abordado por P. Ní Chatháin, quien destaca cómo los nombres de los porquerizos de nuestras historias evocan sus poderes visonarios. Por una parte: “Es probable...que Cuirirán, el porquerizo de Múscraige, significa ‘Bellotita de cerdo’ [cuyas propiedades psicotrópicas se han explicado], y que su función como profeta se remonta a una época en que los porquerizos eran sagrados y desempeñaban una importante actividad especializada en la sociedad primitiva donde es asentamiento cerca de o en bosques estaba al orden del día”88 Relaciona este hecho con el hábito de los cerdos de comer bellotas y la frecuencia con la que en diversas culturas se considera al roble como un árbol sagrado. Indica que Duirdriu, el porquerizo de Éile, pudo recibir sus poderes de la ingestión de bellotas y sostiene que “Es tentador ver una relación etimológica entre Duirdriu y las palabras de antiguo irlandés daur, ‘roble’, y derucc, ‘bellota’. Su nombre podría muy bien proceder de la época en que las bellotas eran alimento para la gente tanto como para los cerdos... [recuerda que la raíz indoeuropea para roble sería *dor-w / *der-w, y concluye que] La palabra duirdriu derivaría entonces de una forma reduplicada de *dor-dr-(w)-ion.”89 Por tanto, concluye este autor, los nombres de estos personajes derivarían de los alimentos semejantes a los de los cerdos que les permitían tener visiones, hecho que también se atribuye cal Review 68/2, 1989, p. 120-49. MacCana, Archaism [cit. n74], con testimonios sobre investiduras donde los bardos reciben los vestidos del rey. 88 P. Ní Chatháin, “Swineherds, Seers, and Druids”, Studia Celtica, 14-15, 19791980, p. 200-211, en p. 209-10. 89 Ibidem, 210. Es tentador relacionar esto con la noticia de Estrabón (III, 3, 7) según la cual los pobladores del norte de la península ibérica eran consumidores de bellotas. 297 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 298 a determinados druidas.90 La dimensión sapiencial del oficio de porquero se ha visto también en otra documentación,91 y puede ser una manifestación de la compleja mitología céltica del cerdo o jabalí como gran dios primordial cuya expulsión del mundo contribuye a configurarlo tal como es, como residencia para los hombres.92 Podemos establecer, ahora, una comparación entre estas dos versiones sobre el origen de la realeza de Munster y los ritos estudiados con anterioridad. Destaca el lugar : un enclave bien diferenciado por piedras o árboles particulares. En los tres casos aparece una capilla u oratorio más o menos cercano, pero su presencia es mero indicio de una cristianización superficial de ritos que hunden sus raíces en el pasado. En el rito de Cashel está presente toda la sociedad. El/los porquerizo(s) que tiene(n) la visión, el druida que la interpreta, los reyes subordinados de Múscraige y de Éile. Finalmente el guerrero es el propio Corc (definido en los pasajes previos al considerado) que alcanza la realeza. La presencia del conjunto social también era significativa en Vizcaya y Carintia.. En cuanto al desarrollo de la ceremonia, el que va a ser investido llega al lugar de la ceremonia desde el exterior (de Escocia, o procede de otro lugar en la segunda versión sobre Cashel) y en precario. Este rasgo tal vez se relaciona con los vestidos campesinos del investido de San Vito y de Guernica, esta vez, en Vizcaya. Como decíamos, las historias sobre la realeza de Munster son el aition de las ceremonia de investidura de los reyes de esta provincia. El dato fundamental es que el porquerizo visionario recibe para él y sus descendientes el derecho de proclamar al rey. Con matices diferentes, este rasgo recuerda cómo Arechabalaga es el lugar donde se expresan las exigencias de Chatháin, Swineherds [cit. n89], p. 210-1. Ph. Walter, “Tristan porcher” en Walter ed. [cit. n87], p. 191-210; B. Merdrignac, “Truies et verrats, cochons et sangliers, porcs et porchers dans les vitae de Saints bretons du Moyen Àge”, en Walter ed. [cit. n87], p. 123-153. 92 C. Sterckx, “Mère laie dans la mythologie celte”, en Walter ed. [cit. n87], p. 72-92; C. Sterckx, Sangliers père et fils. Rites, dieux et mythes du porc et du sanglier, Bruselas, 1998. Análogo, P.K. Ford, “A Highly Important Pig”, en A.T.E. Matonis, D.F. Melia, (eds.), Celtic Language, Celtic Culture : A Festschrift for Eric P. Hamp, Van Nuys (Cal.), 1990, p. 292-304. 90 91 298 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 299 los campesinos y villanos vizcaínos, y cómo en San Vito un campesino que tiene su función de forma hereditaria interroga al que va a ser proclamado Señor. En Cashel el porquerizo y en San Vito el campesino reciben a cambio de su cometido vestidos del nuevo Señor. Este gesto es específico de las ceremonias irlandesas de investidura real, eso sí, como pago al poeta o sacerdote — i.e. druida — que preside la ceremonia.93 Este mismo personaje también queda liberado de cargas en los dos lugares. Estos detalles faltan, sin embargo, en Vizcaya, donde solo conservamos el protagonismo colectivo de individuos socialmente emparentados con los otros dos. De forma inversa, en Cashel y San Vito reciben la libertad únicamente los humildes protagonistas. Libertad que en la primera versión irlandesa se extiende a los habitantes del reino Muscraige. Por el contrario en Arechabalaga, como en las otras etapas de la ruta vizcaína, el Señor jura preservar los fueros y libertades de la totalidad de los vizcaínos. Considerando estos elementos se puede sugerir que la ambigüedad de los porqueros de Munster (sociológica y jurídicamente inferiores pero superiores por su capacidad de relación con el Otro Mundo) es representativa de una fase más primitiva conservada solo en estado legendario. A partir de ahí sería posible una doble evolución simplificadora en el ámbito ritual. Por un lado se evolucionaría hacia las investiduras usuales en Irlanda y Escocia, presididas por los druidas, responsables “oficiales” de las relaciones con el Más Allá. Por otro lado hacia las ritos de investidura continentales, donde desaparece la dimensión sapiencial de los porqueros que se confunden con sus equivalentes: los campesinos o Hermandad que protagonizan los ritos de San Vito y Arechabalaga. Para terminar con esta comparación recordemos que, en la ideología irlandesa, los cerdos sean animales que comunican MacCana, Archaism [cit. n74], p. 179-81, indica que el don del vestido subraya el paralelismo entre el matrimonio y la investidura real. El motivo está atestiguado en la Navarra bajomedieval: la expresión irlandesa para la investidura, banais rígi, significa literalmente “matrimonio” o “fiesta de matrimonio de la realeza”, mientras que el Fuero Antiguo de Navarra exige al hijo mayor del rey “casar con el regno” Fuero General II, 4, 1, citado por J.M. Lacarra y de Miguel, El Juramento de los Reyes de Navarra: 1234-1329, Zaragoza 1972, p. 15. 93 299 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 300 este mundo con el Otro Mundo y que sus cuidadores sean los intermediarios de visiones que sustentan el orden social. En efecto, este detalle proporciona, tal vez, un ángulo para comprender la naturaleza especial de los lugares donde se producen estas investiduras. Se trataría de puntos del paisaje donde se establece la comunicación entre los hombres y el más allá, sea este concebido como el mundo de los dioses o como el mundo de los muertos (si es que hay que distinguir entre ambos).94 Los lugares de asamblea irlandeses comparten este rasgo.95 Además, las asambleas son lugares apropiados para las epifanías de Lug96 y en Uisnech, sea su asamblea legendaria o real, se produce el anclaje entre la epifanía de Trefuilgid (= Lug) y la configuración de Irlanda como un territorio organizado políticamente. Nada más lógico que un animal especializado en la conexión con el Otro Mundo encuentre un lugar así. La cristianización de este aspecto, además, se expresa en los relatos sobre Cashel al indicar el primero, con una referencia tomada del Génesis, que los ángeles subían y bajaban por la piedra levantada ante el oratorio y el segundo que el ángel transmite la visión significativa. Jabalí y soberanía en Virunum. Nada de esto está presente en Vizcaya o Carintia. Sobre esta región nos interesan dos textos griegos tardíos acerca de la ciudad de Virunum, de cuyas ruinas procedía la columna que preside la investidura de San Vito. Ambos mezclan una falsa etimología latina de la ciudad con tradiciones griegas, pero el motivo central puede estar relacionado con las ideas que estamos examinando. Veamos los textos: “Berunio: nombre de ciudad. Los nóricos son en efecto un pueblo, cuya tierra mancillaba una especie de jabalí 94 P. Sims-Williams, “Some Celtic Otherworld Terms”, en Matonis, Melia eds. [cit. n93], p. 57-81; F. Le Roux, Ch-J. Guyonvarch, Les Druides, Rennes, 1986, p. 280-99; F. Le Roux – Ch.-J. Guyonvarch, Les fêtes celtiques, Rennes, 1995, p. 71-6, 35-82, sobre Samain. La segunda versión del hallazgo de Cashel transcurre en otoño, tal vez en coincidencia con Samain. 95 Ibidem, 113-52. 96 Ch.-J. Guyonvarc’h, Textes Mythologiques Irlandais I, Rennes, 1980, p. 161, § 14-15; p. 172, § 66-73; y p. 172, § 66-73. 97 Suda B 265, Adler. 300 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 301 enviado por los dioses, y aun intentándolo todos juntos no podían acabar con él, hasta que un hombre, colocándose el jabalí en torno a sus hombros, lo ofrendó tal como cuenta el mito de Calidón. Los nóricos prorrumpieron en gritos de ‘¡un solo hombre!’ en su propia lengua, es decir, ‘Berunos’. A partir de entonces la ciudad fue llamada Berunio.”97 “Los nóricos no es un nombre de ciudad, sino de un pueblo: La ciudad, que ocupa una situación elevada, está situada sobre un precipicio de difícil acceso, igual que todas estaban junto a precipicios a efectos de los asedios. Su nombre es en latín Virunum, pues son vecinos y todos los territorios limítrofes emplean la lengua itálica. Vir significa ‘hombre’, y unus ‘uno’. Dicen que una especie de jabalí, enviado por los dioses para castigarlos, asolaba su territorio, y que todos juntos lo acosaban, pero no lo capturaban al ser el producto de un sacrilegio, hasta que un solo hombre, enviado por los dioses, y éste, colocándose el jabalí en torno a sus hombros, lo ofrendó como entre los griegos cuenta el mito de Calidón, de un gran jabalí, y por tierras del Ática de un toro. Los nóricos prorrumpieron en gritos ‘¡un solo hombre!’ en su lengua, es decir, virunus. A partir de aquí la ciudad fue llamada Virunum.”98 El emplazamiento de la ciudad, que hasta ahora desconocíamos, recuerda la cresta donde se levanta Cashel y la montaña de Arechabalaba. Además el nombre céltico de la localidad no se corresponde con asentamientos prerromano, situación que concuerda con la situación original de todos los lugares de investidura que conocemos, más o menos alejados de los lugares de residencia o “capitales” de los distintos señores investidos. En este caso, el lugar aparece designado por un jabalí enviado por los dioses como castigo y su captura recuerda un episodio de la historia galesa de Kulhwch y Olwen, consistente en la captura por parte del rey Arturo del jabalí Trwyth, que “era un rey pero Dios lo ha transformado en cerdo por sus pecados”, cuya comprensión 98 Tratado anónimo, perì andreías, cod. Paris. Gr. Suppl. 607 A. Los giros y expresiones de ambos textos atestiguan su dependencia de la misma fuente. G. Dobesch, “Zu Virunum als Namen der Stadt auf dem Magdalensberg und zu einer Sage der kontinentalen Kelten”, Carinthia 1, 187, 1997, p. 107-128, sigue líneas diferentes a las aquí propuestas. 301 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 302 como mito cosmogónico ha explicado C. Sterckx.99 Recordemos que en Virunum los hombres no conseguían capturar al jabalí enviado por los dioses y era “el producto de un sacrilegio”. Pero el motivo de origen de la realeza, ausente en el relato galés, tal vez está presente en la etimología de Virunum al destacar la excepcionalidad del vencedor del jabalí, tanto por su fuerza –equiparada en los textos griegos a la de los héroes civilizadores helenos–, como porque es un enviado de los dioses –igual que el propio Corc en Munster. En efecto, en la historia de Cashel son cerdos pacíficos, pastoreados por sus porqueros, los que identifican el lugar de la investidura. Resultando beneficiados los porqueros por su rol mediador. En Virunum es el jabalí salvaje, capturado y ofrendado a los dioses por un hombre excepcional, el que identifica a ese mismo hombre. Y llama la atención, también, cómo, con el paso del tiempo, en ese lugar reaparece el campesino con su vaca y su jamelgo, en el lugar ritual que corresponde a los porquerizos de la versión irlandesa. Nunca sabremos lo que esas notas lexicográficas helenas esconden de un mito de los celtas del Danubio sobre la formación del mundo y el origen de la realeza. Pero parece claro que relacionan el rito de investidura de los Señores de Carintia –con el que comparte la unidad de lugar–, con tradiciones irlandesas –con las que comparte unidad de cultura percibida a través de los prismas de la latinización y de la helenización. Celticidad del rito de Arechabalaga. No podemos relacionar los ritos de Arechabalaga con la historia de Cashel o con San Vito, la ciudad heredera de Virunum. Pero no es preciso insistir sobre la semejanza puesta de relieve por la comparación entre los tres diferentes relatos. La descripción de una ceremonia de investidura en Carintia, con independencia de sus protagonistas concretos. El relato “periodístico” de un “recibimiento” real en Vizcaya. El aition legendario que justifica el monopolio de la realeza de Munster en el seno de 99 P.-Y. Lambert, Les Quatre Branches du Mabinogi et autres contes gallois du Moyen Âge, París, 1993, p. 159-63, 377-8 n. 185, para la etimología, p. 160 para la cita. Ver Sterckx, Mère laie [cit. n93], p. 82-88 ; Sterckx, Sangliers [cit. n93], p. 6165, p. 73 para la relación etimológica entre ‘rey’ y ‘jabalí’, y passim. 302 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 303 una familia mezclado, también, con una evocación de los ritos de investidura real. Y si en Carintia los rasgos célticos atravesaron las sucesivas romanización, eslavización y germanización del territorio –otras tantas formas de indoeuropeización– en Vizcaya contemplamos cómo hablantes de una lengua no indoeuropea hacen suyo un rito tomado de poblaciones de cultura celta100 y lo conservaron a través de los siglos hasta que lo conocemos cuando está en decadencia. Pues el del primitivo árbol que define el lugar del rito solo queda el topónimo, “Robre Ancho”, además, contemplamos como su simbolismo se traslada a las nacientes y prósperas villas de Vizcaya. Afortunadamente, se registra marginalmente en algunas crónicas y en la versión más antigua del Fuero, pues en la redacción de 1526 Arechabalaga solo es un lugar de paso entre Larrabezúa y Guernica, con apenas un recuerdo de su pasada importancia ritual (supra n. 47). Otro argumento a favor de la opción céltica es impresionista, pues una respuesta asentada exigiría un repaso de todos los ritos de investidura real conocidos en el mundo indoeuropeo y medieval. No obstante, constatamos que las investiduras presentadas remiten a zonas de antigua cultura céltica y, de forma negativa, la pertinencia de la comparación con ritos análogos romanos, indios, e incluso irlandeses que, si bien manejan elementos de herencia indoeuropea, no se parecen a lo aquí visto101. 100 El carácter indoeuropeo y probablemente celta de los caristios, pobladores de buena parte de Vizcaya y el oeste de Álava en la protohistoria, ofrece pocas dudas ver M.L. Albertos, “Álava prerromana y romana : estudio lingüístico”, Estudios de Arqueología Alavesa 4, 1970, p. 107-234; id. “La lengua de los habitantes del País Vasco en la Edad del Hierro”, Estudios de Arqueología Alavesa 21, 2004, p. 253-280; y desde otro punto de vista M. Almagro Gorbea, “Etnogénesis del País Vasco : de los antiguos mitos a la investigación actual”, Munibe 57, 2005, p. 345364, con bibliografía actualizada. 101 Sobre Roma Dumézil, Religion [cit. n55], p. 183-6; 225-35. Para la India, J.C. Heesterman, The Ancient Indian Royal Consecration. The Rajasuya described according to the Yajus texts and annoted , La Haya, 1957; y P.E. Dumont , L’Ashvamedha. Description du sacrifice solennel du cheval dans le culte védique d’après les textes du Yajurveda blanc, Lovaina, 1927. Para Irlanda K. Simms, From Kings to Warlords. The Changing Political Structure of Gaelic Ireland in the Later Middle Ages, Woodbridge, 1987, p. 21-40, en este caso el tema incluye los ritos de los pequeños reinos y dinastías que se reparten la isla en la Edad Media pero conservados, más o menos alterados, hasta épocas muy posteriores: F. Le Roux, 303 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 304 En definitiva, en la familia indeoueropea, la consideración de la opción céltica parece la mejor como matriz de los ritos vizcaíno y carintio. Sin embargo, los argumentos expuestos no permiten la certeza y nos conformarnos considerando la génesis céltica de estos rituales como la hipótesis más verosímil. “Recherches sur les éléments rituels d’élection royale irlandaise et celtique”, Ogam 15, 1963, p. 123-37; Y. de Pontfarcy, “Two late inaugurations of Irish Kings”, Études celtiques 24, 1987, p. 203-8; Bannerman, King’s Poet [cit. n88]; Hayes-McCoy, Making [cit. n71]; Dubuisson, Équipement [cit. n78], id., Talismans [cit. n78]; P. Gerber, The search for the stone of destiny , Edinburgh, 1997; E. Bhreathnach, “Temoria: caput scotorum?”, Eriu 47, 1996, p. 67-88). Son pertinentes los poemas recitados en las ceremonias o los mitos sobre el origen de tal o cual realeza, dinastía o lugar de investidura (M. Dillon, “The Inauguration of O’Conor”, en J. A. Watt, Medieval Studies Presented to Aubrey Gwynn, Dublín, 1961, p. 186-202; Kelly, Audacht [cit. n88]; V. Hull, “How Conchobar Gained the Kingship of Ulster”, Zeitschrift für Keltische Philologie 25, 1956 p. 243-5; M. O’Daly, “On the Origin of Tara”, Celtica 5, 1960: 186-91; S. Mac Mathúna, “An Inaugural Ode to Hugh O’Connor (King of Connacht 1293-1309) ?, Zeitschrift für celtische Philologie 49-50, 1997 p. 548-75). Cabe considerar precisiones topográficas y arqueológicas (E. FitzPatrick, “The Historic Assembly Sites of Tulach Uí Dheadhaidh and Carn Mhic Táil”, Other Clare 21, 1997, p. 17-9; id ., “The inauguration of Tairdelbach Ó Conchobair at Áth an Temoinn”, Peritia 12, 1998, p. 351-8, y la síntesis id., Royal Inauguration [cit. n71]; C. Newman, “Reflections on the Making of a Royal Site”, World Archaology 30, 1998, p. 127-141; J. Bannerman, “The Residence of the King’s Poet”, Scottish Gaelic Studies 17, 1996, p. 24-35). Finalmente, importa la simbología del conjunto o de aspectos parciales de la ceremonia y las bases mitológicas de la soberanía (F. Le Roux, “A propos du Vergobretus gaulois. La Regia Potestas en Irlande et en Gaule”, Ogam 11, 1959, p. 66-80; id., “Le Celticum d’Ambigatus et l’omphalos gaulois. La royauté suprême des Bituriges”, Ogam 13, 1961, p. 159-184; M.J. Enright, Iona, Tara and Soissons. The Origin of the Royal Anointing Ritual, Berlín-Nueva York, 1986; P. MacCana, “Aspects of the Theme of King and Godess in Irish Literature”, Études celtiques 7, 1956, p. 76-114, y Études celtiques 8, 1957, p. 59-65; id. , Archaism [cit. n74]; id. , “The Topos of the Single Sandal in Irish Tradition”, Celtica 10, 1973, p. 1606; Dumézil, ME II [cit. n28], p. 331-53; G. Widengren, “La légende royale de l’Iran Antique”, en Hommages à Georges Dumézil, Bruselas, 1960, p. 225-37 ; A. Watson, “The King, the Poet and the Sacred Tree”, Études celtiques 18, 1981, p. 165-80; C. Watkins, “Is tre fír flathemon: marginalia to Audacht Morainn”, Eriu, 30, 1979, p. 181-98). Por lo tanto, los temas que nos han ocupado se insertan en un contexto amplio y polimorfo debido a la multiplicidad de los reinos irlandeses, con ceremonias específicas aunque sean variantes de temas análogos, al paso del tiempo y al roce con otros usos y costumbres, sobre todo cristianos. 304 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 305 DE LOS DÍAS Y LOS TRABAJOS: EL CALENDARIO ANUAL EN LAS SOCIEDADES CÉLTICAS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA Jesús F. Torres-Martínez (Kechu) Dpto. de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid. Instituto de Estudios Prerromanos y de la Antigüedad. [email protected] - El Tiempo. No deja de ser una llamativa paradoja el hecho de que sea el tiempo precisamente una de las cuestiones menos tratada en los estudios de Protohistoria. Porque la Historia no es sino el estudio de las sociedades humanas a través del tiempo, de lo que cambia y lo que permanece en su transcurso, de lo diacrónico. Sin embargo el tiempo en sí, como objeto histórico de estudio, o cómo se concibe el tiempo en las sociedades del pasado, es algo que ha sido abordado pocas veces. Resulta evidente que las sociedades Protohistóricas también medían su tiempo y que esto tenía una enorme trascendencia desde muchos puntos de vista como el ritual, el económico, el social, etc. Sin embargo resulta muy difícil encontrar referencias sobre este tipo de cuestiones en las bibliografías científicas. Realmente tampoco en nuestro caso afrontamos el estudio del tiempo de un modo directo. Nuestro trabajo de investigación “encuentra” el tiempo en la Edad del Hierro a través de los estudios de Paleoambiente y Paleoeconomía. Y decimos encuentra porque no es una cuestión que, como ya hemos explicado, hallamos buscado deliberadamente sino que se manifiesta reiteradamente. Y de aquí que nuestra forma de afrontar este estudio, y por tanto de percibir el tiempo en la Edad del Hierro, y en las sociedades célticas en particular, sea sobre todo un reflejo de las actividades económicas de estas sociedades. Es a través de este tipo de estudios como hemos podido entender lo íntimamente que el concepto de “tiempo” se encuentra ligado a cuestiones de tipo ecológico y medioambiental. Resulta evidente que los humanos perciben el paso del tiempo. En primer lugar porque cambian físicamente, porque existen 305 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 306 distintos hitos que marcan la vida de los humanos y que tienen un tiempo concreto o relativo, como son los ciclos de menstruación, embarazos, crecimiento, juventud, edad adulta, ancianidad, etc. Esta sería nuestra propia medida del tiempo, que nos permite establecer proporciones temporales basadas en nuestra propia existencia y en las de las generaciones anteriores que hemos conocido. Pero también existe un cómputo que permite establecer comparaciones con el tiempo de otros seres vivos, como los animales domésticos sobre los que se basa nuestra subsistencia. Este es el que podríamos denominar tiempo biológico. También se percibe el discurrir del tiempo en las distintas fases anuales o estaciones y en la sucesión de las distintas condiciones climáticas. Este tiempo es distinto del tiempo biológico de los humanos y los animales, que posee un principio y un fin, y que podríamos dibujar como una línea que va desde el nacimiento a la muerte: este es un tiempo cíclico, de continuas repeticiones, con una cadencia en principio continua y estable. A este tiempo lo podemos denominar como tiempo medioambiental o ecológico , ya que está marcado por la evolución climático-meteorológica de los espacios físicos y por los cambios en sus ecosistemas. Hay otro tiempo que es el astronómico. La medida del discurrir del tiempo a través de las observaciones astronómicas no es algo excesivamente complicado en sus planteamientos básicos ya que cualquiera puede notar que al día le sucede la noche o que algunos días son más largos que otros, o que la luna cambia de forma de modo constante y repetitivo. Así pues el establecimiento de una medida del tiempo basada en la Astronomía, el conocimiento de los astros, no debería parecer algo a priori sofisticado. Otra cuestión es la de establecer los ciclos y recorridos de los distintos astros en la orbita celeste lo que requiere observaciones sistemáticas de estos fenómenos. También implica el registro de estos movimientos para el establecimiento de la estadística, la medida y periodicidad de los distintos fenómenos y capacidad para ubicar y referenciar estos con respecto a determinadas referencias, que es básicamente lo que ocurre desde un observatorio astronómico. Una de las cuestiones más espinosas a la hora de enfrentar el estudio de la Astronomía en las sociedades prehistóricas es, sin duda, la superación de los estereotipos que nos hacen asumir a 306 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 307 los humanos de estos momentos como incapaces o insuficientemente inteligentes como para desarrollar un ámbito del conocimiento que simboliza para la ciencia actual uno de sus pilares fundamentales y uno los mayores motivos de orgullo cultural. La Astronomía, la Astrofísica, las Ciencias Espaciales en general, son el máximo exponente de nuestra cultura científica y parece como si necesitáramos creer que el pasado no es más que miseria e ignorancia y que todo este conocimiento es nuestro y sólo nuestro y que no debemos nada a nadie. Pero no es así. Desde el punto de vista histórico la Astronomía es una práctica muy antigua que se puede documentar al menos desde época neolítica. A partir de este momento proliferan determinadas estructuras circulares de postes de madera en muchos lugares de Europa, de clara adscripción ritual, que posteriormente darán paso a determinadas estructuras megalíticas. La erección de estos monumentos megalíticos pone de manifiesto en muchos casos la voluntad de realizar observaciones astronómicas sistemáticas y un gran desarrollo de los conocimientos astronómicos (Iwaniszewski 1994; Rebullida Conesa 1994), desarrollo que se mantendrá en un continuo creciente hasta la Edad del Bronce y la Edad del Hierro (Almagro-Gorbea 1991; Argente Oliver 2000: 243-250; Esteban 2002; Hoskin 1994). En el área del Mediterráneo oriental este tipo de conocimientos llegó a tener un enorme desarrollo ya que la base documental que ha llegado hasta nosotros es considerable, pero en cuanto al occidente de Europa resulta más difícil establecer de qué modo el conocimiento astronómico se trasmitía en el tiempo, de unos pueblos a otros o de unas culturas a otras, pero resulta evidente que esa transmisión de conocimiento, sin duda alguna, se producía. En general, nuestros conocimientos actuales están basados en los que recopilaron las sociedades Protohistóricas 1. - La medida del tiempo entre los pueblos Protohistóricos: La capacidad para medir el transcurso del tiempo astronómico y establecer de modo preciso determinadas efemérides astronómicas puede ponerse en relación con los ciclos ecológicos, especialmente con los de las plantas, estrechamente unidos a los ciclos lunares. Esto mismo es lo que ocurre con los ciclos menstruales de humanos y animales, con los ciclos de estro de 307 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 308 los animales domésticos y con la duración de sus distintos periodos de gestación. También el comienzo y el final de los periodos ambientales que denominamos estaciones, con los cambios que propician el desarrollo, maduración y fructificación de las plantas, puede ser determinado a través del establecimiento de hitos astronómicos. Los ciclos ambientales de la naturaleza transcurren de un modo cíclico y repetitivo, y expresan lo que podríamos considerar una dinámica de eterno retorno. Esto resulta de crucial importancia ya que es lo que en realidad hace posible sobrevivir a los humanos y lo que permite construir sociedades porque es posible planificar las labores de subsistencia. Existe la seguridad de que de nuevo volverá a haber recursos una vez transcurrido un tiempo determinado. Este tiempo puede ser estimado de acuerdo a determinados sucesos astronómicos, como transcurrir de un determinado número de lunas llenas, y el discurrir de solsticios y equinoccios. Esto supone la capacidad de establecer un tiempo cultural que sirve también como nexo de unión con el tiempo natural, medioambiental. En realidad en las culturas Prehistóricas esto debía resultar mucho más frecuente de lo que pudiera parecer como lo es entre las sociedades de tecnologías simples actuales o como recogen tradiciones culturales como, por ejemplo, la china. Frente a este tipo de formulaciones culturales estaría la actual sociedad occidental que establece una marcada separación entre ambos (Hernando Gonzalo 1999a, b). De aquí, una de las grandes inquietudes sociales actuales: la sorpresa al comprobar que los calendarios constatan los distintos periodos ambientales pero no los sujetan, y estos pueden fluctuar a su antojo. En las sociedades que practican una economía de subsistencia (y en las industriales también en realidad) existe una íntima conexión entre el calendario económico y el calendario ecológico ya que los recursos dependen de los ciclos de los distintos ecosistemas. Los estudios que se han desarrollado recientemente sobre paleoeconomía evidencian cómo la disponibilidad de los recursos a través del tiempo, lo es también a través del espacio, ya que los distintos recursos que los humanos y los animales domésticos requieren se encuentran disponibles en distintos espacios ecológicos a través de los distintos momentos ambientales o estaciones, principalmente en primavera, verano y otoño. Así 308 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 309 no sólo se establece un periodo de obtención de recursos dentro del tiempo económico, sino que también se establece, en paralelo, un territorio anual, el territorio que una o varias comunidades explotan a lo largo del año para la obtención de todos los recursos que les resultan necesarios. Tiempo y espacio aparecen de nuevo inseparablemente unidos (Torres-Martínez 2005). La evidente vinculación entre los ciclos lunares y el desarrollo de las plantas llevó a establecer que el calendario lunar debió surgir con la práctica de la Agricultura durante el Neolítico, y se ha vinculado tradicionalmente con sociedades matriarcales (Caro Baroja 1984). La cuestión es que al formular este tipo de afirmaciones no se ha tenido en cuenta que las plantas silvestres, que los humanos han recolectado y empleado para su subsistencia desde momentos en muchos milenios anteriores al desarrollo de la Agricultura, también dependen de ciclos lunares. El conocimiento de estos periodos era necesario, sino imprescindible, para calcular los momentos de fructificación y maduración de los distintos recursos en sociedades nómadas. Del mismo modo los desplazamientos terrestres también pueden servirse de las estrellas para su orientación. Por lo tanto podemos establecer que el cómputo lunar del tiempo puede tener un origen muy anterior al del periodo neolítico, al igual que el interés por las distintas constelaciones y su percepción relativa como fijas y móviles en el cielo nocturno. En las prácticas de obtención de los recursos, los pueblos que denominamos de tecnologías simples llevan a cabo un uso sorprendentemente intenso de los calendarios y de las referencias astronómicas. Cuestiones que para ellos resultan esenciales como las propiedades que tendrá determinada madera, los efectos terapéuticos que producirá cada planta o el momento adecuado para el sacrificio de las reses está marcado por efemérides astronómicas. Lévi-Strauss recoge entre los peul de Sudán cómo se realiza la recolección de las plantas con el fin de obtener determinados efectos terapéuticos y este ejemplo puede servir de ilustración sobre cómo podrían desarrollarse estas mismas actividades en la Edad del Hierro en Europa: [...] Corteza, raiz, hoja o frutos deben tomarse en relación con el día del mes lunar al cual corresponde el vegetal, invocando el lâre, “espíritu guardián” de los rebaños, que está en relación con la 309 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 310 secuencia del mes y en función de la posición del sol. Así, el silatigi (sacerdote o brujo) al dar sus instrucciones, dirá por ejemplo: “Para hacer tal cosa, cogerás la hoja de una trepadora espinosa y sin corteza, tal día, cuando el sol se encuentre en tal posición, mirando en tal dirección cardinal, invocando a tal lâre (Lévi-Strauss 2002). Los calendarios económicos pueden ser reconstruidos a través de los restos materiales que se recuperan en los yacimientos arqueológicos y que nos dan información sobre qué recursos se están explotando, para lo cual los estudios paleoambientales sirven como referencia obligada (Torres Martínez 2003, 2005). Este conocimiento sobre el tiempo económico debe ser puesto en relación con lo que podemos denominar el tiempo ritual, aquel que contienen los calendarios astronómicos y rituales de las culturas de esta época. En el ámbito de la cultura céltica el Calendario de Coligny es la evidencia arqueológica más importante. 2. - La Astronomía y la concepción del espacio entre los celtas El conocimiento de tipo astronómico permite establecer observatorios en lugares prominentes desde los que establecer observaciones sistemáticas y, a partir de efemérides conocidas, establecer calendarios astrales con los fenómenos siderales futuros. Para ello se requiere de conocimientos avanzados de matemáticas, lo que las fuentes grecolatinas afirman que poseían los especialistas religiosos de estas sociedades, a los que denominan druidas. Este bagaje permite también un conocimiento geográfico del mundo, ya que permite la capacidad para poder establecer referencias objetivas en el espacio dentro de unas determinadas coordenadas astronómicas. Esto es, la capacidad para convertir cualquier lugar en un observatorio estelar y poder orientar así ese espacio. Este conocimiento era también el que permitía la elaboración de calendarios astronómicos que implicaban un cómputo objetivo del transcurso del tiempo. Tanto el conocimiento geográfico como el conocimiento astronómico estaban estrechamente relacionados y se basaban en la capacidad para realizar observaciones astronómicas precisas en las que se efectuarían las constataciones y la recogida sistemática de las distintas efemérides astrales y planetarias, la duración de sus ciclos y su desplazamiento en la bóveda celeste. 310 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 311 Esta capacidad de observación astronómica y los conocimientos aplicados que se derivan de esta servían para obtener una orientación objetiva del mundo físico. A partir de lo que la tradición irlandesa, galesa y britona han conservado y de algunos hallazgos arqueológicos podemos establecer que la orientación espacial se producía a partir de un esquema cuatripartito formado por cuatro puntos o direcciones: - El que sería el punto cardinal principal, donde el sol nacía, al este, t-air, la región de delante, que era favorable. - A la derecha del este, siguiendo el tránsito del sol, se situaba el tuas, equivalente al sur, también favorable. - A la derecha del anterior, siguiendo el tránsito del sol, se situaría un punto al oeste, t-iar, que era por donde se ponía el sol, la parte de detrás, donde comenzaba el espacio aciago. - El norte, ichtar, que se situaba a la izquierda del orto solar, y por donde el sol no discurría, era considerado espacio aciago. - Figura 1: Archivo Cuadro Orientación Espacio Celta. Comprendido dentro de este amplio espacio se situaba el espacio luminoso, que era habitado por plantas, animales y humanos y que se denomina el mundo de los vivos. El espacio se podía ordenar a partir del punto por donde surgía el sol en lugares, entornos o direcciones favorables, que se disponían a la derecha del lugar en el que se producía el orto. La excepción era el norte, ichtar, a la izquierda del orto y el oeste, que por situarse más allá del ocaso era un espacio oscuro por donde el sol transitaba en la noche tras ocultarse. Este espacio se consideraba la orientación desfavorable ya que era el lugar aciago (Almagro Gorbea y Gran-Aymerich 1991: 191-198). Estos elementos establecerían básicamente las coordenadas desde las que se produciría la orientación de determinados espacios rituales, observatorios y santuarios. Pero debemos considerar que también servirían para ordenar algunos aspectos de la vida cotidiana y en general los movimientos y decisiones en la vida de las personas. Este tipo de orientación espacial y ritual se produciría a partir del punto del orto y el ocaso del sol en la Edad del Hierro, que no del este magnético actual, lo que puede 311 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 312 distorsionar mucho las deducciones derivadas de una interpretación basada en observaciones que sólo tienen en cuenta datos actuales. Esta forma de orientación y de división espacial en cuatro campos era esencial en las culturas indoeuropeas, pero también dentro de la mayoría de las culturas mediterráneas y muy especialmente entre etruscos y romanos (Almagro Gorbea y Gran-Aymerich 1991: 195-197). 2.1. - La Astronomía y la medida del tiempo entre los celtas. En el occidente de Europa los pueblos bárbaros, que no pertenecían a la tradición cultural del Mediterráneo oriental, poseían también conocimientos astronómicos. Los pueblos a los que las fuentes grecolatinas denominan como celtas por sus elementos culturales comunes poseían conocimientos astronómicos considerados muy desarrollados por sus conquistadores, los romanos. César, en su libro sobre la Guerra de las Galias De Bello Gallico (VI, 14, 6), describe que los druidas eran los encargados de la transmisión de este tipo de conocimientos […] y enseñan a la juventud acerca de los astros y su movimiento, de la grandeza del mundo y de la tierra. Pomponio Mela en su obra De Chorographia (III, 2, 18) explica como los druidas […] pretenden conocer las dimensiones y la forma de la tierra y del Mundo, el movimiento del cielo y de los astros. Estrabón, en su Geographica (IV, 4, 4) enumera algunas funciones de los druidas y su concepción última del Universo […] Los vates (videntes) tienen funciones sagradas y estudian la naturaleza. Los druidas se dedican también al estudio de la naturaleza, pero añaden el de la filosofía moral […] Afirman también (los druidas), tanto ellos como otros que las almas son indestructibles, como indestructible es el universo, aunque llegará el día en que el fuego y el agua prevalecerán sobre todo. Los druidas serían los encargados de la preservación del conocimiento tanto entre los galos como entre los pueblos que los grecolatinos denominaban celtas en general. Su periodo de aprendizaje duraba veinte años (el ciclo completo de la luna o ciclo metónico dura 19 años solares terrestres) en el que debían memorizar todo el bagaje sapiencial de su cultura ya que no empleaban la escritura para registrarlo. Este conocimiento, además de la Astronomía, comprendía las matemáticas y lo que hoy denominaríamos filosofía y especulación científica (Gaspani 1997). 312 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 313 Lo que sabemos en la actualidad sobre estas cuestiones nos indica que las culturas de tradición indoeuropea, y concretamente los celtas, empleaban dos líneas temporales (o tiempos) distintas y paralelas que no tenían más que algunos momentos puntuales de coincidencia. Una línea temporal corresponde al tiempo divino, de los dioses, autónomo con respecto del de los humanos, y que se mueve en unas medidas y proporciones siderales. Para su cómputo requiere el seguimiento de los astros. Otra línea temporal corresponde al tiempo de los hombres, que es trópico, corto, inexacto, y está formado por los ciclos lunares y del sol. Los momentos coincidentes en ambas líneas temporales se establecía a través de determinadas efemérides astronómicas. En esos momentos, el tiempo de los dioses y de los hombres es el mismo y los dioses intervienen en el mundo humano. Esto lo encontramos en el calendario de Coligny (Duval 1986; Le Contel 1997). El testimonio de Plinio, en su libro XVI, y de otros autores grecolatinos así como la información que aporta el calendario de Coligny, muestra que en la cultura celta el tiempo se computaba a través de dos ciclos distintos pero que resultaban complementarios e inseparables: uno lunar y otro solar. El ciclo lunar , era el más corto y resulta más similar al tipo de cómputo empleado por la mayoría de las sociedades en el presente ya que viene a durar prácticamente como un año actual. Su desarrollo debió ser anterior al del calendario solar, ya que en los monumentos megalíticos se constatan suficientes elementos relacionados con este tipo conocimiento (Almagro-Gorbea 1991). Básicamente, el ciclo lunar se compone de trece meses de veintiocho días y su discurrir es directamente observable por cualquiera en el cielo nocturno. El ciclo solar comprendería periodos mucho más largos, de años, décadas y siglos y resulta muchísimo más sofisticado. Requiere el establecimiento de observatorios astronómicos donde establecer anotaciones que permitan la constatación de las repeticiones en el ciclo solar que incluyen solsticios, equinoccios y eclipses que se producen con unos márgenes temporales mucho mayores y que implicarían decenas de años y, en muchos casos, a muchas generaciones. Es necesario realizar cien años de observaciones continuas para establecer un ciclo solar completo y la 313 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 314 correcta duración del año sideral. Igual que ocurría con la luna; el culto y el estudio del sol se han situado tradicionalmente en el Neolítico, relacionado con las sociedades patriarcales, pero este tipo de atribuciones, principalmente intuitivas, no pueden seguir siendo asumidas en la actualidad (Caro Baroja 1984). Si comparamos el calendario celta y los procedentes de las culturas del Mediterráneo comprobaremos que todos los calendarios evolucionaron a la par. El desarrollo de todos estos sistemas de medición del tiempo está basado en la observación de los fenómenos astrales, y en el cálculo y el pronóstico matemático de las efemérides astronómicas. Esto no es Astrología, sino Astronomía y Matemática. Los depositarios de este conocimiento, los druidas en este caso, se convirtieron en elementos muy importantes de la sociedad ya que regulaban el tiempo y sus distintos ciclos económicos y rituales con la existencia de calendarios exotéricos que toda la sociedad podía manejar para las actividades cotidianas y otros esotéricos, de tipo sagrado, cuyo conocimiento estaba reservado a aquellos que podían comprenderlos y manejarlos y que eran el reflejo del orden divino en la tierra (Arco et al.1994: 36). 2.3. - El calendario de Coligny El objeto conocido como Calendario de Coligny consiste en una placa de bronce con una serie de anotaciones en latín y una serie de orificios para señalar determinadas anotaciones insertando un marcador. En realidad es un calendario ritual celta de época galo-romana que se ha fechado cronológicamente en el siglo II d.C., aunque la información que contiene se considera que refleja una realidad anterior a la época romana. Es un calendario de tipo sacro o religioso, en el que se coordinan tanto el calendario lunar como el solar dentro de un sofisticado sistema de cómputo del tiempo. Para este trabajo nos ceñiremos a lo relativo al cómputo del tiempo en el año soli-lunar. La placa-calendario de Coligny abarca 1.838 jornadas o días repartidos en 62 meses de 29 o 30 días y comprende una porción del tiempo sagrado de la religión céltica. Este tiempo sagrado transciende con mucho lo que actualmente podemos asumir que sería la medida del tiempo de una cultura protohistórica como la céltica, con el nivel de conocimientos que habitualmente pensamos que estos pueblos tuvieron. De este modo, el tiempo 314 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 315 sagrado establece una proporción en la medida del tiempo que es sideral y se refiere a ciclos de hasta miles de años (Duval 1986; Le Contel 1997). - Figura 2: Archivo Cuadros Tiempo Diferencias. La Placa de Coligny está concebida para un doble recuento que genera tanto ciclos temporales cortos (que comprenden meses y años) y amplios (que se extienden en siglos y milenios). Realmente los que tienen más importancia son los periodos más extensos, equivalentes a los siglos y milenios actuales. Desde esta perspectiva no sería tanto un calendario en la acepción actual de la palabra, como una plantilla. Esta plantilla, que comprende sólo una parte pequeña del ciclo verdadero, mucho más largo, se puede emplear de todas las maneras posibles según la conveniencia del usuario. Pero requiere conocer el punto de partida del ciclo, y las efemérides, para que funcione. Así, la plantilla se superpone fijándose a determinadas efemérides astronómicas y nos muestra donde se sitúan las fiestas y celebraciones rituales. Estas efemérides, solsticios, equinoccios, eclipses, tránsitos planetarios y estelares, etc. son siempre astronómicas. La placa de Coligny es en realidad un calendario perpetuo. Para que el calendario lunar y el solar funcionaran coordinadamente, se insertaban determinados periodos de tiempo en determinados lustros y en periodos más largos de tiempo, como en los treintenos que formaban lo que equivaldría a uno de nuestros siglos. Estos eran los meses y días intercalares. Cada treinta años lunares componía un siglo o saitlon, que viene a significar generación. Este siglo de treinta años se componía de seis lustros, y coincidían en su momento final que en realidad era al mismo tiempo un nuevo comienzo. Este complicado, pero efectivo ciclo, se completaba a su vez con otro de 19 años solares equivalentes a 235 meses lunares, que compone un ciclo completo (Duval y Pinault 1986; Almagro Gorbea y Gran Aymerich 1991: 203-205; Le Contel y Verdier 1997). La misma división en meses y años es, en realidad, prescindible, ya que lo importante son los periodos intercalares que fijan determinadas efemérides astronómicas, como los equinoccios, y que sirven como puntos de unión entre los calendarios solares y lunares. El calendario solar se componía de 315 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 316 años y siglos solares. El conocimiento astronómico que los celtas poseían aparece implícito en ciertos monumentos como en Bribracte o en el santuario de Ribemont-sur-Ancre (Somme, Francia) (Almagro Gorbea y Gran Aymerich 1991: 191-205). 2.4. - El calendario anual soli-lunar Denominaremos calendario soli-lunar al periodo anual lunar, cuyo cómputo se establece a partir de los ciclos lunares y que integra también las principales efemérides solares que se perciben desde la tierra, los solsticios y los equinoccios. Desde la percepción terrestre el tránsito solar establece dos periodos solares contrapuestos, de medio año lunar cada uno, que definen un año bipolar: - Un semestre sombrío, que comprende un periodo en el que las condiciones medioambientales son umbrías, con mayor duración de los periodos de oscuridad, frío y recogimiento. - Un semestre luminoso , que comprende un periodo en el que las condiciones son más luminosas, con más duración de los periodos de luz, calor y vida exterior. Esta estructura básica está relacionada con otros ciclos calendáricos de pueblos indoeuropeos, como el indo-ario o el iranio y también con el calendario vasco tradicional (Caro Baroja 1984). En la cultura celta la extinción de las cosas engendra de modo inseparable su renacimiento. El inicio de los periodos y las cosas surge en la oscuridad y discurre hacia la luz, para engendrar de nuevo la oscuridad que es el inicio de un nuevo comienzo. Esta será una de las constantes en el calendario céltico. El calendario soli-lunar que ha llegado hasta la actualidad en la cultura tradicional irlandesa gaélica, está compuesto por 13 meses de veintiocho jornadas más el periodo ritual Idad, dedicado a la fiesta de Samain o de los muertos, lo que haría un total de catorce periodos. Este calendario está basado en la recopilación de una serie de tradiciones con las que se ha desarrollado el calendario Beth-Luis-Nion que se completa con aportaciones de R. Graves. I. Abella (1996) lo recoge en su obra sobre la relación entre los bosques y las culturas tradicionales del norte peninsular y lo pone en relación con la explotación de los recursos 316 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 317 forestales y naturales en general (Abella 1996: 19-21). Básicamente el esquema general coincide, aunque no exactamente, con el calendario de Coligny, que tiene la misma estructura de meses lunares. Los meses lunares se componen de 28 días, o mejor dicho, noches o jornadas. Por las fuentes grecolatinas sabemos que los días no comienzan al amanecer, sino al anochecer, y el cómputo de los días, los meses o los años comienza cada noche, por lo que resultaría más adecuado hablar de noches que de días. César en su libro De Bello Gallico (VI, 18) recoge esto mismo […] hacen el cómputo de los tiempos no por días, sino por noches, y así en sus cumpleaños, en los principios de meses y años, siempre la noche precede al día . Esta costumbre se preservó en la cultura tradicional irlandesa y también se encuentra en el calendario tradicional vasco (Caro Baroja 1985). Esto implica que el amanecer no es el momento en el que el día comienza, sino su plenitud, y el día se divide en dos periodos diferenciados: Un periodo de oscuridad y recogimiento y otro de luz y de actividad. Las jornadas forman dos quincenas: una, coincidente con la fase de luna menguante , entre la luna llena y la luna negra o nueva, que podemos denominar quincena oscura. Otra, coincidente con la fase de luna creciente, entre la luna negra o nueva y la luna llena, la quincena clara. El momento de luna llena supone la plenitud y, al mismo tiempo, el comienzo de la decadencia del ciclo lunar. Pero, del mismo modo, la luna nueva supone el fin del ciclo lunar y al tiempo, de modo inseparable, el inicio del nuevo. Estas dos quincenas serían el equivalente al periodo que nosotros denominaríamos “semana”, aunque la semana tal y como la conocemos y conceptuamos en la actualidad surge en un momento posterior. Estrabón (III, 4, 16) recoge la costumbre de [...] los celtíberos y sus vecinos del norte hacen sacrificios a un dios innominado, de noche en los plenilunios, ante las puertas, y que con toda la familia danzan y velan hasta el amanecer. - Figura 3: Archivo Cuadro Calendario lunar mensual. En el año lunar los 13 meses de 28 jornadas darían un total de 364 noches, más la situada al principio del año, Idad. Este periodo es también ritual y tiene dos puntos meridionales claros: 317 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 318 - Beltaine, Fuego de Bel o Belenos la fiesta del actual primero de Mayo, en mitad del mes Duir o mes del Roble y del calendario anual. Comprendía celebraciones de cofradías guerreras, otras relacionadas con la renovación simbólica del fuego del hogar, erección de postes y otros ceremoniales relacionados con la exaltación del mundo vegetal. Ha sobrevivido en gran parte de Europa como La Fiesta de los Mayos, de los Árboles de Mayo o de Los postes de Mayo (Caro Baroja 1979; Frazer 1984: 154-171). - Samain , Trinox Samoni o Trinuxtion Samoni (las tres noches de Samoni o Samain) la fiesta del año nuevo y actual primero de Noviembre, en el periodo o mes Idad. Celebraba el comienzo del año celta y al tiempo era la fiesta de los difuntos y del más allá (Marco Simón 1986; Sopeña 1987; Caro Baroja 123124). En la actualidad se celebra en la fiesta de Difuntos-Todos los santos. Además de estas dos fiestas principales, hay otras dos fechas rituales muy importantes en el calendario celta: - Imbolc o Imbolg que se celebraría alrededor del actual primero de Febrero y desarrollaba el culto a Brigit (La Luminosa o La muy Alta) (Green 2001; Sopeña 1987). En la actualidad se correspondería con la fiesta de La Candelaria (Arco 1994:225-238). - Lugnasad que se correspondería con el actual primero de Agosto y que celebraba a Lug y a su madre nutricia Tailtu. Se relaciona con el fin de las cosechas y la celebración de su abundancia (Marco Simón 1986; Sopeña 1987). Esta festividad aún puede rastrearse en muchas de las fiestas populares que se celebran bajo la advocación de distintas vírgenes en los periodos posteriores a la recogida de las cosechas agrícolas. - Figura 4: Archivo Cuadro Calendario Ritual. La distribución de las principales efemérides astronómicas del ciclo solar anual, solsticios y equinoccios, se establece del siguiente modo: - El solsticio de verano se sitúa en la actualidad en el veintiuno o veintidós de Junio aunque por adecuación al calendario cristiano se celebra en el veinticuatro de Junio, festividad de San Juan. Astronómicamente señala la jornada con el día más largo y la noche más corta y señala el comienzo de las jornadas 318 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 319 que progresivamente tendrán menos duración del periodo de luz (Caro Baroja 1979; 1985; Abella 1996). - El solsticio de invierno , que se sitúa en el veintidós de Diciembre. Astronómicamente señala la jornada con el día más corto y la noche más larga y señala el comienzo de las jornadas que progresivamente tendrán mayor duración del periodo de luz (Baroja 1984: 116-127; Frazer 1984: 196-199). Actualmente se celebra en Nochebuena-Navidad. - El equinoccio de primavera, que se sitúa en el actual veintiuno de Marzo. Señala una de las dos jornadas del año, en este caso en la primavera, en el que el día y la noche duran exactamente lo mismo, pero en adelante las jornadas progresivamente tendrán más duración del periodo de luz. Es muy probable que esta festividad haya sido eclipsada por la Semana Santa y algunos de sus contenidos añadidos a otras festividades como el Domingo de Resurrección o el Lunes de Pascua (c. p. P. R. Moya Maleno). - El equinoccio de otoño, que se sitúa en el veintitrés de Septiembre. Señala una de las dos jornadas del año, la que corresponde al otoño, en el que el día y la noche duran exactamente lo mismo, pero en adelante las jornadas tendrán progresivamente menos duración del periodo de luz. Se corresponde con la fiesta de San Miguel Arcángel momento ritual que marca en muchos casos la bajada de los rebaños de los pastos de altura. Si las efemérides astronómicas se emplean como referencias separadas de las que serían meramente rituales, el año litúrgico adquiere mayor sentido. Esto encajaría también con los contenidos de las tradiciones culturales europeas que contienen una serie de celebraciones rituales en relación con las efemérides astronómicas que no podemos adjudicar simplemente a la influencia romana o cristiana, y que tendrían un origen claramente anterior (Duval 1986; Gaspani 1997; Sopeña 1987). - Figura 5: Archivo Cuadro Calendario de contenidos rituales. En cuanto al año lunar, en el calendario tradicional irlandés gaélico cada mes recibe el nombre de un árbol que se corresponde, al mismo tiempo, con el valor y el contenido simbólico de la cifra cuyo lugar ocupa. Así vemos que los numerales van del 1 al 13. Los meses son los siguientes: 319 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 320 1º- Abedul ( Betula pendula ), Beth ; 2º- Serbal ( Sambucus ), Luis; 3º- Aliso (Alnus), Fearn, 4º- Sauce (Salix), Sail; 5º- Fresno (Fraxinus), Nión; 6º- Majuelo (Crataegus monogyna), Huath; 7ºRoble ( Quercus ), Duir ; 8º- Acebo ( Ilex aquifolium ), Tinne ; 9ºAvellano (Corylus avallena), Coll; 10º- Vid (Vitis), Muin; 11º- Hiedra (Hedra helix), Gort; 12º- Escobal (Cytisus), Ngedal; 13º- Sauco (Sambucus), Ruis. R. Graves propone una secuencia diferente, con el mes Fresno-Nión el 3º, el mes Aliso-Fearn el 4º y el mes Sauce-Sail el 5º (Abella 1996). Obviamente todas estas reconstrucciones pueden ser aceptadas como orientativas y resulta evidente que podrían contener elementos propios solo del ámbito irlandés o introducidos posteriormente, en época medieval. Lo que interesa principalmente es la constatación de un sistema de cómputo lunar del tiempo que establece un calendario anual. En este calendario soli-lunar hay dos momentos que resultan esenciales, a nuestro entender, para comprender la concepción celta del transcurso del tiempo: Samain-Beltaine. El periodo de Idad, el Trinox Samoni o Trinuxtion Samoni, “las tres noches de Samoni”, funcionaría como un periodo especial, de no-tiempo, en el que el mundo de los humanos y de los espíritus y difuntos se une y se mezcla. También señala de modo definitivo el paso al letargo de la naturaleza y a jornadas con menor duración de los periodos de luz y peores condiciones atmosféricas, un tiempo más sombrío. Este periodo significa dentro del año lo mismo que los momentos en que se hace patente el anochecer y comienza una nueva jornada, o la jornada de luna negra-nueva de cada lunación (mes). Es el periodo de fin de año que engendra, al tiempo, el inicio del año siguiente. La festividad de Beltaine supone justo lo opuesto, el momento en que los meses sombríos dejan definitivamente paso a los luminosos, a la abundancia de recursos naturales y la llegada de las cosechas. Estaría en correspondencia con el momento del amanecer en cada jornada (o noche) y del plenilunio en cada mes (o lunación). Como ya habíamos avanzado, podemos comprobar cómo el calendario celta establece una estructura circular, cíclica y bipolar entre oscuridad y luz. Esto afecta a toda su estructura de un modo completamente coherente: sus ciclos anuales, los meses lunares y también a sus días. La oscuridad es la gestación de la 320 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 321 luz y, al tiempo, la muerte de la luz gesta el apogeo de la oscuridad. Es un proceso continuo de muerte y renacimiento que es común a muchos pueblos del pasado y otros contemporáneos de tecnologías simples y en el que existe [...] la certidumbre de un nuevo comienzo (Elíade 1994). 3. - Calendario económico: Como ya hemos adelantado, todas las actividades económicas están pautadas por el discurrir de las distintas estaciones, de las distintas condiciones climático-meteorológicas y de sus efectos sobre el ecosistema. Estas condiciones son las que determinan en qué lugar y en qué momento ha de producirse la explotación humana. Todas estas actividades relacionadas con la explotación de recursos construyen el calendario económico, que en realidad es el resultado de la suma de los diferentes periodos de explotación de los distintos recursos. Este calendario económico constituye la base del calendario ritual (Arco et al.1994: 2627). A su vez el calendario económico viene determinado por el calendario ecológico que marca los ciclos de maduración de los distintos recursos vegetales y por tanto establece el calendario recolector, el agrícola y también determina la disponibilidad de pastos por lo que establece también el calendario de actividades ganaderas. Estos ciclos naturales se rigen por ciclos lunares y encajan dentro del calendario anual lunar aunque varían según la latitud y la altitud de los distintos territorios. A la hora de elaborar marcos de referencia temporal todo esto debe ser tenido en cuenta. A partir de la disponibilidad de recursos se pueden establecer dos grandes periodos: uno de crecimiento y producción y otro de letargo e improductividad que coinciden básicamente con los periodos luminoso y oscuro del calendario ritual celta. Básicamente estos ciclos no han variado sustancialmente en los últimos cinco mil años, aunque hayan sufrido ciertas alteraciones e irregularidades en algunas ocasiones. 3. 1. - La explotación de los recursos vegetales silvestres: El ciclo vital de los distintos árboles, arbustos y matorrales es de importancia esencial a la hora de comprender los cómputos temporales de este periodo histórico. Como ya hemos visto, los 321 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 322 meses lunares tradicionalmente se designan a través de determinados árboles, o de fenómenos o actividades ligadas a la maduración de los vegetales. Del mismo modo la obtención de madera, sustancias, frutos o plantas se relaciona íntimamente con las fases lunares, ya que los ciclos vitales de las plantas, como los de las mareas, siguen esos ciclos. Esto establece una estrecha relación entre los meses lunares y los distintos ciclos arbóreos. De este modo, fases lunares y ciclos vitales de las plantas, serían reflejo y referencia de los procesos naturales generales y de sus cambios, y estarían a su vez en relación con las actividades de explotación de los distintos recursos y también de los contenidos rituales de cada momento. La explotación de los recursos forestales, la silvicultura y la recolección mantiene unas necesidades de dedicación mínima durante largos periodos de tiempo, seguidos de otros que requieren una mayor dedicación. Uno de los momentos de actividad más intensa se sitúa en las labores de poda y entresaca, en primavera (una de las denominaciones del calendario vasco tradicional correspondiente se refiere a esta actividad, Epailla o “luna de la poda”). La explotación de recursos forestales cobrará intensidad progresivamente desde mediados del verano hasta mediados de noviembre aproximadamente, coincidiendo con los máximos de maduración y disponibilidad en frutales del bosque, lo que coincidiría con los meses de Septiembre, Octubre especialmente y parte de Noviembre, coincidiendo con los meses lunares de Gort y Ruis. - Figura 6: Archivo Cuadro Disponibilidad Recursos Calendario. El calendario recolector de hortalizas, verduras y plantas medicinales es más uniforme, concentrando una creciente actividad a partir de primavera, con máximos en verano, una actividad decreciente en otoño y mínimos durante el invierno. Realmente coincide en gran medida con el ciclo agrícola que, del mismo modo, concentra su mayor intensidad durante el periodo central del verano, con la recogida de las cosechas. La coincidencia prácticamente simultánea también de las cosechas de los cultivos y de las hortalizas silvestres establece un periodo de gran actividad en el actual mes de julio (que coincidiría con el 322 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 323 mes lunar Muin). Los periodos de intensa actividad recolectora no deben hacernos olvidar que la explotación de este tipo de recursos requiere una actividad casi constante de visitas, de podas, de limpiezas de terrenos, de acondicionamientos y de vigilancia a lo largo de todo el año. En las zonas montañosas la maduración de los distintos productos ser produce de forma paulatina y escalonada a lo largo del valle, desde las zonas más llanas del fondo del valle hasta las zonas más altas. El tiempo de maduración de cada especie mantiene una variabilidad constante relacionada con la distinta altitud, la orientación del espacio en el que se sitúa y la insolación que recibe, naturaleza y composición del suelo que ocupa, etc. Esto que a priori pudiera parecer un enorme problema permite en realidad una explotación de los recursos más óptima que en el caso de que la maduración fuera uniforme y simultánea en todos los puntos del valle, ya que admite repartir las actividades por todo el territorio escalonadamente de modo que se puede conseguir una mayor variedad de recursos en territorios menos extensos. Pero al mismo tiempo esto requiere la coordinación de actividades muy diferentes y la realización de desplazamientos continuos a distintos lugares de los valles, el pie de monte, las laderas y las cimas. De este modo, la recolección de las cosechas de bellotas, frutas, y también de algunos cultivos en un periodo de tiempo relativamente breve tendría que ser, con toda probabilidad, un periodo de desplazamientos y de actividad intensa en el que gran parte de la población se vería involucrada. Este periodo se situaría al final del año lunar celta, entre los actuales meses de septiembre y octubre, en las lunas de Ngedal y Ruis. 3.2. - La explotación de los recursos vegetales cultivados: La mayor parte de las cosechas de cereal (de ciclo largo y de ciclo corto) están disponibles en el verano, prolongándose algunas a otros momentos de los meses cálidos desde el final de la primavera hasta el final del verano y principios del otoño. Debemos pensar que las cosechas requieren para su procesamiento periodos largos de buen tiempo, a ser posible sin lluvias, que permitan el secado completo, la trilla y el almacenamiento del grano. Estas actividades se concentran con más intensidad desde los actuales 323 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 324 meses de julio aproximadamente hasta septiembre en muchos casos. Las alteraciones de tipo climático-ambiental suponen la alteración en los periodos de maduración de las cosechas que se concentran en los momentos de mejores condiciones ambientales. Por tanto en los momentos más fríos la menor duración de los periodos veraniegos de condiciones calurosas y secas determinará la menor capacidad productiva y la imposibilidad de conseguir cosechas tempranas (tardo primaverales) y tardías (otoñales) y, por tanto, reduciría el volumen de recursos disponibles. La disponibilidad de las cosechas se concentrarían en periodos más cortos, por lo que la observación de los cambios lunares y de la evolución de las cosechas, junto otros indicadores ecológicos, resultaría crucial (Ibáñez González 1999; Torres Martínez 2003: 216-234; 2005: 279-287). - Figura 7: Archivo Cuadro calendario agrícola. 3.3. – Los recursos animales y la explotación ganadera: La explotación de recursos animales pasa por la captura de especies salvajes o no domesticadas y la crianza y explotación de especies domesticadas, ganadería. Mientras la caza posee fechas más flexibles la explotación de recursos pesqueros también tiene un calendario. En el ámbito de la pesca marina tradicionalmente se ha practicado una campaña de invierno o costera de invierno (desde el 30 de Noviembre, San Andrés, hasta el 15 de Cuaresma) en la que entre otras especies se capturaban los cetáceos y otra campaña estival o costera de verano (del 15 de Cuaresma al 30 de Noviembre) en la que las capturas de la mayoría de las especies se concentraba entre los actuales meses de Abril y Septiembre (Fernández Benítez et al. 2002: 74-77). En este caso la dificultad estriba en poder establecer el tipo de explotación pesquera que se desarrollaba en la Edad del Hierro en el ámbito septentrional de la Península Ibérica, cuestión que aún requiere una investigación más profunda. La pesca de especies fluviales presenta también un calendario que atañe principalmente a especies migratorias ordenadas en un “calendario anual de subidas” en el que la lamprea (Petromyzon fluviatilis, Petromyzon marinus) y sábalo (Alosa alosa) hacen su subida en primavera, la boga (Boops boops) y barbo (Barbus) hacia el final 324 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 325 de la primavera y el principio del verano y anguila (Anguilla anguilla) a partir de principios del verano y finalmente tendríamos el salmón (Salmo salar). También otras especies disponibles en las zonas intermareales, como moluscos y crustáceos tienen distintos momentos de abundancia. Resulta de esencial importancia para la comprensión de los ciclos económicos de las sociedades prehistóricas y tradicionales entender que los ciclos de maduración vegetal determinan también la actividad ganadera. El ganado, que depende de recursos vegetales, de los pastos, está subordinado a la maduración escalonada de los pastizales. La disponibilidad de alimento maduro debe ser “perseguida” a través de distintos territorios ecológicos situados a distintas altitudes, ya que la maduración escalonada depende de los cambios en la temperatura, las precipitaciones y la insolación a lo largo de los distintos pastizales situados en distintas altitudes. Ello hace que estos periodos de maduración y disponibilidad contengan grandes irregularidades y sean un tanto imprevisibles, pero que puedan ser acotados con unas fechas límites. Tradicionalmente la subida a los pastos de altura ha dependido de las condiciones de cada territorio pero se ha desarrollado con la fecha de referencia en muchos casos del solsticio de verano (convertido ritualmente en la fiesta de San Juan, actual veinticuatro de Junio), mientras que la bajada se ha venido estableciendo a partir de la festividad de San Miguel Arcángel (29 de Septiembre), muy próxima al equinoccio de otoño (20-22 de Septiembre), aunque puede prolongarse en algunos casi hasta el final de Octubre. También determinan el calendario ganadero los distintos momentos de apareamiento (cubrición) y de nacimiento de las crías (partos) de los distintos ganados, esenciales, ya que su conocimiento permite establecer el momento del parto en el momento ambientalmente más favorable para el engorde de las crías antes de la llegada del invierno, el momento de mayor riesgo vital. De este modo el celo, la duración de los embarazos y el momento del parto son muy importantes pues establecen una serie de calendarios para las distintas especies. El estro en las hembras vendría determinado principalmente por una adecuación a las condiciones ambientales que se perciben a través de las temperaturas y de la luz ambiental, que hacen que el apareamiento se produzca, 325 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 326 en la mayoría de los casos, en el momento más favorable para la supervivencia de las crías. Las pautas de sacrificio de los tipos de ganado detectados en yacimientos de la Edad del Hierro de la mitad norte septentrional establecen edades de sacrificio de ejemplares ya adultos, aunque jóvenes, que coincide con el máximo desarrollo cárnico de los animales. Esto significa que los animales jóvenes superaban al menos un invierno antes de ser sacrificados (Albizuri 2001; Fernández Rodríguez 2001; Liesau y García García 2002). Con la planificación de los periodos reproductivos resulta también posible determinar el tamaño que tendrá la futura cabaña, así como la planificación de los cruces deseados y, por tanto, las características que tendrán las reses que se obtengan. La manipulación y sometimiento de los rebaños se consigue, en gran medida, por el control directo de los machos dominantes y por la selección, para su reproducción, de aquellos ejemplares más dóciles y rentables. Esto es posible mediante la manipulación de la descendencia por medio del control de los ejemplares que se aparean y que pueden perpetuar así sus características, su carácter. El conocimiento de los periodos en los que las distintas especies entran en celo (el estro) y se aparean es esencial para conseguir esto. Si los animales domésticos tuvieran un celo permanente el tipo de pastoreo sería radicalmente distinto: exigiría la separación de machos y hembras, con lo que se produciría la desvertebración jerárquica de los rebaños, que es precisamente lo que facilita y permite su explotación por el hombre, que aprovecha el carácter jerárquico y gregario de las especies domésticas. - Figura 8: Archivo Cuadro Calendario ganadero. En cuanto a los rebaños y sus desplazamientos, el periodo de menor actividad se corresponde con el pleno invierno, en el que los esfuerzos se centran en la búsqueda de espacios de condiciones ambientales suaves y la posibilidad de aportar forrajes para la alimentación de los rebaños. Le seguiría un periodo de progresivo aumento de la actividad y de los desplazamientos en la primavera, que en el pastoreo tradicional ha venido marcada por el equinoccio de primavera (21 de Marzo), con la primera subida y la segunda subida en el final de la primavera o el comienzo del 326 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 327 verano. En estos periodos parte de la población se vería obligada a residir en las áreas de pastos y a desplazarse de modo continuo a unos u otros espacios para la defensa de los ganados y la explotación de sus recursos secundarios. Con el acceso a los pastos de altura a comienzos del verano, entre los meses lunares de Druir y Tinne, (acontecimiento que como ya hemos señalado estaría marcado por el solsticio de verano el 21-22 de Junio y la Festividad de San Juan) vendría un periodo de actividad moderada, con el pastoreo en las brañas. Esta actividad se mantendrá hasta el momento de la bajada del ganado por el empeoramiento de las condiciones ambientales (límite tradicionalmente marcado por el equinoccio de otoño el 23 de Septiembre y la festividad de San Miguel el 29 de Septiembre). Este periodo terminaría definitivamente en el fin del año lunar, la festividad de Samain (que coincide con la actual festividad de los Difuntos-Todos los Santos el 1 de Noviembre). El último momento de gran actividad coincidiría con el previo a los rigores invernales y las nieves, cuando el ganado que no va a poder ser mantenido o que tiene menos posibilidades de sobrevivir durante el invierno sería sacrificado. Este sería el periodo de matanza coincidente con el mes beth. De este modo se aprovecharán las condiciones duras del invierno y los vientos fríos y secos para el curado de las carnes. Trabajos como el secado de las pieles, el curtido del cuero, o el secado de la madera requiere periodos de condiciones ambientales adecuadas, secas. Esta concentración de actividades de transformación de materiales y de su procesamiento en los meses de condiciones climáticas más calurosas y con más insolación y luz, establece un periodo anual con una gran concentración de actividad en los meses de primaveraverano. La práctica de la apicultura tiene también sus tiempos. La extracción de la miel se realiza en una o dos veces por año, dependiendo de que las condiciones climático-ambientales fueran más o menos favorables y la cosecha de miel fuera más o menos abundante. Así en años poco favorables se extrae miel al final del verano, entre finales del actual mes de agosto y mediados del de septiembre mientras en los más favorables las extracciones se llevaban a cabo en el actual mes de julio (excepcionalmente en el de junio) y por segunda vez en septiembre. La extracción de la miel 327 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 328 se suele realizar tradicionalmente con la luna en la fase de menguante ya que de este modo las abejas sufren menos y la miel se conserva mejor (López Álvarez 1994: 82-88). En el caso de que la colmena fuera a ser destruida para la extracción de la miel se escogía el final del otoño, el momento de mayor acumulación de miel, y la extracción se realizaba al final de la lunación de Octubre (López Álvarez 1994: 98) 3. 4. - Las actividades constructivas y artesanales: Las actividades ligadas a la edificación de construcciones se desarrollarían en los periodos de condiciones ambientales más cálidas y templadas, ya que en estas actividades conviene evitar tanto los excesos de humedad como la sequedad extrema. Tanto la elaboración de adobes, de tapial o de manteado de barro como la edificación con este tipo de materiales necesitan unas condiciones de calor y humedad relativa determinadas que se darían al final de la primavera y comienzo del verano y, de forma muy breve, al comienzo del otoño. El calor y la sequedad del pleno verano forzarían un secado demasiado rápido que afectaría a las cualidades del material, lo mismo que en un sentido opuesto, ocurre en el invierno. Otro tipo de actividades constructivas relacionadas con las obras de defensa y de adaptación del terreno interior a las necesidades de urbanización podrían tener un marco más amplio de desarrollo, pero con una disminución evidente en los meses invernales. Las actividades artesanales tendrían un periodo de desarrollo más flexible, ya que una dedicación que se complementaria de otras actividades agrícolas y ganaderas establecería un tipo de actividad de tipo estacional, que al tiempo es perfectamente compatible con otra más intensiva e incluso especializada. Pero las condiciones ambientales tienden a establecer determinadas limitaciones que deben ser tenidas en cuenta tanto en lo que se refiere a la climatología como por la disponibilidad de horas de luz. Tan solo en determinadas actividades realizadas en el interior o en estructuras adecuadas esta dependencia sería menos marcada, como en las manufacturas de tejidos, o en los trabajos de elaboración de objetos metálicos (Torres Martínez 2005: 190-219, 290-292). - Figura 9: Archivo Cuadro Calendario manufacturas. 328 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 329 3.5. - Viajes y desplazamientos: También los viajes y desplazamientos, tanto por tierra como por mar, se producirían mayoritariamente en los meses de verano, evitando los periodos invernales en los que la incertidumbre climático-meteorológica se traduce directamente en incertidumbre vital. Los enormes riesgos que plantearían los desplazamientos en zonas montañosas o en determinadas zonas marítimas, supondrían un cese casi completo de este tipo de actividades. Ligado a todo esto estaría también la actividad comercial, que cesaría durante los meses de invierno (Torres Martínez 2005: 231-244, 291). - Conclusiones: Si superponemos los distintos ciclos de actividades económicas obtenemos un calendario en el que se reflejan los máximos y los mínimos en las actividades de explotación del medio. Estas actividades sirven para establecer, al mismo tiempo, a través de la explotación de sus recursos un esquema de ocupación de los distintos espacios del territorio. Esto significa que durante el periodo de actividad económica la vida discurre fuera, y en muchos casos incluso alejada, de los lugares en los que se habita. El máximo de actividad y de ocupación y explotación del territorio se establece en los meses que van desde Mayo a Noviembre. A partir de este mes, las condiciones ambientales cambian, hay menos luz, los días son notablemente más cortos, produciéndose un empeoramiento progresivo de las condiciones climático-meteorológicas. A partir de este momento la actividad se circunscribiría prácticamente a labores en el núcleo habitado y en sus inmediaciones: es el preludio de la invernada, la disminución de la actividad y también la disminución casi completa de los desplazamientos por el territorio. - Figura 10: Archivo Calendario Danebury Cunliffe. En cuanto al calendario económico y el astronómico y ritual resulta evidente que presentan algunas características que debemos destacar. Resulta evidente que el periodo ritual pauta perfectamente el periodo económico y que el elemento que vértebra el calendario es la medición de los distintos momentos o periodos climático-ambientales. 329 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 330 - La festividad de Imbolg, actualmente “La Candelaria”, señalaría las cosechas de ciclo corto y las cuestiones relacionadas con las cubriciones y la crianza de los ganados. - El equinoccio de primavera señala el abandono de los rebaños de las zonas de invernada y la primera subida hacia las laderas del pie de monte, las siembras de primavera y los primeros cubrimientos. - La fiesta de Beltaine en el mes Druir , la “Fiesta de los Mayos”, aparecería como el momento de reactivación de la naturaleza y de las tareas que tienen que ver con los recursos vegetales. - El solsticio de verano, la actual festividad de “San Juan”, sería el momento previo a las distintas cosechas y con la subida definitiva del ganado a las brañas más altas. - La festividad de Lugansad, relacionada con multitud de fiestas patronales bajo la advocación de Vírgenes de carácter local, se sitúa inmediatamente después de las cosechas y celebra también la abundancia en la recolección de productos silvestres. - El equinoccio de otoño, festividad de “San Miguel”, marca el abandono de los rebaños de las brañas y su descenso paulatino a los valles, así como el fin del procesado de los productos agrícolas. - La fiesta de Samain, actualmente la festividad de “Los Difuntos-Todos los Santos” como final del año celta y como fin de las actividades fuera del núcleo de habitación. Marcaría la bajada definitiva de los contingentes de ganado a los espacios de invernada. - El solsticio de invierno, celebrada actualmente como la fiesta de “Noche Buena-Navidad”, supone el comienzo de la vida latente y del consumo de las reservas. - Figura 11: Archivo Calendario Global de obtención de recursos. De este modo podemos comprender cómo determinados periodos que convocan máximos de actividad que involucrarían a cantidades importantes de población. Estos son los que se concentran alrededor de las prácticas sobre recursos silvestres, los cultivados y los ganaderos, con periodos de actividad que podríamos denominar “de máximos” que se concentran desde los meses de Mayo, Druir , hasta Noviembre, Idad-Samain y son 330 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 331 coincidentes con el semestre luminoso del calendario astronómico y ritual céltico y también con los límites que establece el calendario tradicional vasco. A través de este esquema podemos comprobar la enorme importancia que tienen los momentos cruciales de inicio y finalización de los máximos de actividad. Estos coinciden con los momentos de salida y regreso definitivos, en muchos casos, al lugar de residencia; también coinciden con momentos cruciales desde el punto de vista ritual. Como se puede comprobar, todas estas efemérides astronómicas y festividades, mantenidas a través del tiempo bajo distintas formas y advocaciones, están marcando una serie de momentos límite: aquellos en los que las condiciones climático-ambientales serán seguras y el ecosistema presenta las condiciones apropiadas para la explotación de los distintos recursos. No es, por tanto, una simple cuestión cultural, ritual o de tradición, aunque también lo sea, como la ritualización de un profundo conocimiento aplicado del medio. - Figura 12: Archivo Calendario Lunar Ritual Celta. Otra de las cuestiones que subyacen es la concentración de las fiestas con mayor proyección social y las celebraciones comunales con el consiguiente refuerzo de los lazos de unión social, de reciprocidad social. En los momentos de mayor abundancia de reservas alimenticias las celebraciones son de tipo familiar, íntimo (Fiesta de Difuntos o Samain y Solsticio de Invierno o Navidad) mientras que en los periodos en los que coinciden la escasez de reservas alimenticias y la necesidad de realizar mayor número de laboreos intensos que requieren trabajo cooperativo se celebran fiestas con un gran contenido de proyección social ( Beltaine o Los Mayos, el Solsticio de Verano o San Juan, Lugnasad). Esto reforzaría los lazos de solidaridad locales y la proyección de la reciprocidad suprafamiliar y vecinal ya que es en los momentos de menor cantidad de reservas alimenticias y cuando se requiere un mayor esfuerzo colectivo en las distintas actividades de explotación del medio cuando las fiestas implican un mayor contacto con el exterior de la familia y de la propia comunidad incluso (Valdés del Toro 2004: 72-74, 83). Estas festividades, al mantenerse bajo formas cristianizadas, 331 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 332 han seguido manteniendo, básicamente, estas mismas funciones sociales. Hemos visto como muchos elementos que aparecen presentes en la Edad del Hierro parecen prolongar su vigencia hasta la época actual a través de los siglos y de los numerosos y profundos cambios que se han ido produciendo a lo largo del devenir histórico. La perduración de los contenidos básicos asociados al calendario ritual (íntimamente ligado al económico y al ecológico o ambiental) se produce por el mantenimiento de las condiciones básicas en las que estos se generaron. La desaparición de esos elementos esenciales comunes lleva pareja el vaciado de contenido de los rituales, la automatización repetitiva de estos y, finalmente, su desaparición (Arco et al.1994: 27-28; Caro Baroja 1979: 54). Esto ha provocado fenómenos de perduración a largo plazo cuyo alcance real a penas estamos empezando a vislumbrar. La documentación y recuperación de esta información se ha convertido en una verdadera carrera contra el tiempo, que nos arrebata a los últimos testigos de esta tradición cultural. - INFORMANTES Y AGRADECIMIENTOS. - José Luís Hernández Sánchez (Villar Quemado. Teruel). José Antonio Sagardoy (Pamplona, Navarra). - Julián Fontaneda García (Barruelo de Santullán, Palencia). Javier A. Calderón Diez (Barruelo de Santullán, Palencia). Ignacio Álvarez Fernández Iñaki (Barruelo de Santullán, Palencia). Fernando Cuevas Pasines (Barruelo de Santullán, Palencia). Sergio Sardina Vilda (Barruelo de Santullán, Palencia). Jesús Torres Blanco (Vallejo de Orbó, Palencia). - Fermín Mier. Barrio de Cohiño (Mazcuerras, Cantabria). Celedonio San Martín (Cos, Cantabria). Jesús Fidel Rebanal (Valle de Cabuérniga, Cantabria). Jaime de Lamiña (Lamiña, Cantabria). Francisco González Serrano Chisco (Terán, Cantabria). - Debo agradecer las aportaciones y comentarios de mi colega y amigo P. R. Moya Maleno, de gran ayuda a la hora de desarrollar este texto. Han sido valiosas para mí las aportaciones de A. Mondragón en la discusión sobre los distintos conceptos de tiempo en diferentes culturas. También he de agradecer, de forma expresa, la colaboración en el Trabajo de Campo en Astu- 332 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 333 rias a la “Fundación Belenos” y especialmente a Berto Peña. A Xuaco López Álvarez, Director del “Museo del Pueblo Asturiano” y a sus investigadores y personal por sus indicaciones bibliográficas, consejos, apreciaciones y cariñoso recibimiento. Y con mi profundo agradecimiento y cariño a Asun. LA CONCEPCIÓN DEL ESPACIO EN LA CULTURA CELTA REGIÓN DESFAVORABLE SINIESTRA MUNDO DE LOS MUERTOS ÁREA OSCURA ABAJO TRANSITO SOLAR INVISIBLE REGIÓN DE TRANSICIÓN DESFAVORABLE-FAVORABLE ESTE ÁREA DE TRANSICIÓN OSCURIDAD Y LUZ REGIÓN FAVORABLE DIESTRA MUNDO DE LOS VIVOS ÁREA LUMINOSA ARRIBA TRANSITO SOLAR VISIBLE AMANECER SUR NORTE ÁREA OSCURA ABAJO TRANSITO SOLAR INVISIBLE CENTRO ÁREA OSCURA ABAJO TRANSITO SOLAR INVISIBLE ÁREA DE TRANSICIÓN LUZ Y OSCURIDAD OESTE REGIÓN DESFAVORABLE SINIESTRA MUNDO DE LOS MUERTOS ANOCHECER REGIÓN DE TRANSICIÓN FAVORABLE DESFAVORABLE ÁREA LUMINOSA ARRIBA TRANSITO SOLAR VISIBLE ÁREA LUMINOSA ARRIBA TRANSITO SOLAR VISIBLE REGIÓN FAVORABLE DIESTRA MUNDO DE LOS VIVOS - Figura 1 Texto: Esquema explicativo sobre la concepción del espacio en la cultura (Esquema del autor). 333 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 334 DIFERENCIAS BÁSICAS EN EL CÓMPUTO DEL TIEMPO ENTRE LA CULTURA CELTA Y LA ACTUAL: PERIODOS JORNADAS INFERIORES FESTIVIDADES AL MES CÓMPUTO CULTURA CELTA CÓMPUTO CULTURA OCCIDENTAL NOCHES DÍAS QUINCENAS DE CRECIENTES Y DECRECIENTES LUNARES SEMANAS DE SIETE DÍAS CADA PLENILUNIO Y OTRAS LITÚRGICAS Y CULTURALES CADA SIETE DÍAS Y OTRAS LITÚRGICAS Y CULTURALES MESES AÑOS LUNARES DE 28 DÍAS TRECE MESES LUNARES VARIABLES, DE 28, 29, 30 o 31 DÍAS DOCE MESES PERIODOS SUPRAANUALES SAITLON, AÑOS SOLARES Y PERIODOS COMPRENDIDOS ENTRE EFEMÉRIDES CÓSMICAS CUATRIENIOS CON AÑOS BISIESTOS, DÉCADAS, SIGLOS , MILENIOS - Figura 2 Texto: Esquema que recoge las principales diferencias entre la concepción del tiempo en las culturas célticas de la Edad del Hierro y las de la cultura occidental en la actualidad. (Esquema del autor). 334 17ª NOCHE menguante 3ª NOCHE creciente 18ª NOCHE menguante 4ª NOCHE creciente 19ª NOCHE menguante 5ª NOCHE creciente 20ª NOCHE menguante 6ª NOCHE creciente 8ª NOCHE creciente 9ª NOCHE creciente 21ª NOCHE menguante 22ª NOCHE menguante 23ª NOCHE menguante 15ª NOCHE LUNA LLENA-PLENILUNIO 7ª NOCHE creciente 24ª NOCHE menguante 10ª NOCHE creciente 25ª NOCHE menguante 11ª NOCHE creciente 26ª NOCHE menguante 12ª NOCHE creciente 27ª NOCHE menguante 13ª NOCHE creciente 28ª NOCHE Luna Negra 14ª NOCHE creciente 13:53 16ª NOCHE menguante 2ª NOCHE creciente 25/10/07 - Figura 3 Texto: Esquema que recoge la organización del mes lunar celta. Se compone de dos quincenas, una de una creciente lunar y otra de menguante. Este ciclo funcionaría de modo similar a las actuales semanas, con la celebración del plenilunio (favorable) y de la luna negra/nueva (aciaga). La comprensión de este esquema básico facilita a su vez la comprensión de la concepción del tiempo anual en periodos sombríos y luminosos. Los periodos de oscuridad se engendran en los de luz y viceversa en una dinámica de eterno retorno. (Esquema del autor). 1ª NOCHE Novilunio CALENDARIO LUNAR CELTA: Etnoarqueologia.qxd Página 335 335 336 3 ºMES (SAN NICOLÁS) (FIESTA DE LOS MAYOS) 7º MES (FIESTA DE SANTA BRÍGIDA) 6º MES FIESTA EQUINOCCIO DE DE PRIMAVERA BELTAINE 5º MES FIESTA DE IMBOLG 4º MES 8º MES (FIESTA DE SAN JUAN) FIESTA DEL SOLSTICIO DE VERANO 9º MES FIESTA DE LUGNASAD 10º MES 11º MES (SAN MIGUEL ARCÁNGEL) EQUINOCCIO DE OTOÑO 12º MES 13º MES - Figura 4 Texto: Cuadro calendario con las principales festividades célticas y su correspondencia con las festividades cristianas actuales, que las han absorbido. (Esquema del autor). (FIESTA DE NAVIDAD) FIESTA DEL SOLSTICIO DE INVIERNO 2º MES 13:53 (FIESTA DE TODOS LOS SANTOS) 1ª MES 25/10/07 FIESTA DE SAMAIN O DE LOS MUERTOS FINAL Y PRINCIPIO DEL AÑO CALENDARIO RITUAL ANUAL (con las coincidencias entre las principales fiestas celtas y las cristianas actuales). Etnoarqueologia.qxd Página 336 FESTIVIDAD RITUAL EFEMÉRIDE ASTRONÓMICA Actual Fiesta de Santa Brígida-La Candelaria. Asumida dentro de las celebraciones de Semana Santa. Actual Fiesta de Los Mayos-El Árbol de Mayo. Actual Fiesta de San Juan Actuales Festividades de Vírgenes locales vinculadas a la celebración de la cosecha. LUMINOSO SEMESTRE Actual Fiesta de San Miguel y Fiestas de “Bajada” de los ganados de las Brañas. SIN INFORMACIÓN DESTACABLE. EFEMÉRIDE ASTRONÓMICA EQUINOCCIO OTOÑO - Figura 5 Texto: Cuadro con las principales festividades célticas y las efemérides astronómicas anuales con sus principales contenidos rituales. También se establece la relación con las festividades del calendario cristiano y sus celebraciones. (Esquema del autor). Actual Fiesta de Navidad. SOMBRÍO SEMESTRE CONTENIDOS: Hogueras. Exaltación de la fertilidad en las cosechas. Banquetes. Bailes. CONTENIDOS: Hogueras. Luces. Relaciones sexuales. Banquetes. Bailes. CELEBRACIÓN DE TIPO COMUNITARIO FESTIVIDAD RITUAL LUGNASAD 13:53 Actual Fiesta de Difuntos-Todos los Santos. CONTENIDOS: Hogueras. Luces. Adivinación y profecía. Exaltación de o femenino. Embarazo y lactancia. Banquetes. Bailes. CONTENIDOS: Hogueras. Luces. Tronco de roble. Árboles decorados. Banquetes. CONTENIDOS: Hogueras. Luces. Final y comienzo del año. Interrupción de las actividades cotidianas. Comunicación con el Sidh. Reunión con espíritus, feéricos y difuntos. Celebraciones en Necrópolis. Banquetes. CELEBRACIÓN DE TIPO COMUNITARIO PUNTO DE PASO ASTRONÓMICO EFEMÉRIDE ASTRONÓMICA SOLSTICIO VERANO 25/10/07 CONTENIDOS: Hogueras. Luces. Exaltación de la fertilidad de la Naturaleza. Árboles decorados. Decoración vegetal. Personificaciones de la Naturaleza. Tratos matrimoniales. Purificación del ganado. Banquetes. Bailes. CELEBRACIÓN DE TIPO COMUNITARIO CELEBRACIÓN DE TIPO FAMILIAR Y COMUNITARIO FESTIVIDAD RITUAL BELTAINE CELEBRACIÓN DE TIPO FAMILIAR Y COMUNITARIO SIN INFORMACIÓN DESTACABLE EFEMÉRIDE ASTRONÓMICA EQUINOCCIO PRIMAVERA PUNTO DE PASO RITUAL INICIO SEMESTRE LUMINOSO CELEBRACIÓN DE TIPO COMUNITARIO IMBOLG SOLSTICIO INVIERNO PUNTO DE PASO ASTRONÓMICO PUNTO DE PASO RITUAL INICIO SEMESTRE SOMBRÍO FESTIVIDAD RITUAL SAMAIN CUADRO ANUAL DE CONTENIDOS RITUALES DE LAS GRANDES FIESTAS CELTAS Y EFEMÉRIDES ASTRONÓMICAS Etnoarqueologia.qxd Página 337 337 338 1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8º 9º 10º 11º 12º 25/10/07 13:53 - Figura 6 Texto: Cuadro que representa la disponibilidad de recursos vegetales (silvestres y cultivados) a lo largo del año y el periodo en el que no se dispone de este tipo de recursos “frescos”. Una mayor intensidad en la masa de gris establece una mayor disponibilidad o abundancia de recursos. (Esquema del autor). ACTIVIDAD FRUTOS SECOS FRUTAS BLANDAS FRUTOS DEL BOSQUE HORTALIZAS SILVESTRES COSECHAS AGRÍCOLAS SIN RECURSOS MESES (división anual actual) Etnoarqueologia.qxd Página 338 SIEMBRA SIEMBRA MARZO SIEMBRA SIEMBRA ABRIL SIEMBRA MAYO COSECHA COSECHA COSECHA JUNIO COSECHA SIEGA SIEGA COSECHA AGOSTO COSECHA COSECHA COSECHA COSECHA JULIO COSECHA SIEMBRA SIEMBRA SEPTIEMBRE OCTUBRE SIEMBRA SIEMBRA NOVIEMBRE SIEMBRA SIEMBRA DICIEMBRE - Figura 7 Texto: Distribución de las distintas actividades agrícolas a lo largo del año. Una mayor intensidad en la masa de gris establece una mayor necesidad en la inversión de trabajo, que en su mayor parte es de tipo colectivo. (Esquema del autor). HIERBA FEBRERO 13:53 LEGUMINOSAS Y HORTALIZAS DE CICLO CORTO O PRIMAVERAL ENERO 25/10/07 CEREAL DE CICLO CORTO O PRIMAVERAL LEGUMINOSAS DE CICLO LARGO O INVERNALES CEREAL DE CICLO LARGO O INVERNAL MESES CULTIVO DISTRIBUCIÓN DE LAS ACTIVIDADES AGRÍCOLAS (SEGÚN LA DIVISIÓN DEL CALENDARIO ACTUAL). Etnoarqueologia.qxd Página 339 339 340 ORDEÑO CAPRINOS (Capra hircus) CUBRICIÓN (Gestación 105125 días aprox.). ORDEÑO PARTOS TEMPRANOS ORDEÑO MARZO ORDEÑO PARTOS ORDEÑO PARTOS PARTOS CUBRICIÓN TEMPRANA (Gestación 340360 días aprox.). SUBIDA PARTOS PARTOS TARDIOS ORDEÑO PARTOS TARDÍOS PARTOS CUBRICIÓN ABRIL SUBIDA PARTOS TRADIOS ORDEÑO ORDEÑO PARTOS TARDIOS CUBRICIÓN MAYO BRAÑAS PARTOS ORDEÑO ESQUILEO ORDEÑO CUIBRICIÓN (gestación 252 días aprox.) PARTOS TARDIOS CUBRICIÓN TARDIA JUNIO BRAÑAS ORDEÑO ORDEÑO CUBRICIÓN TARDÍA CUBRICIÓN TARDIA JULIO BRAÑAS ORDEÑO ORDEÑO ORDEÑO ORDEÑO YEGUAS AGOSTO BAJADA ORDEÑO CUBRICIÓN (Gestación 150 días aprox.) ORDEÑO ORDEÑO YEGUAS SEPTMBR BAJADA ORDEÑO CUBRICIÓN TARDÍA ORDEÑO ORDEÑO YEGUAS OCTUBRE CUBRICIÓN (Gestación 150 días aprox.) ORDEÑO ORDEÑO ORDEÑO YEGUAS NOVMBR MATANZA PROCESADO DE CARNES CUBRICIÓN TARDÍA ORDEÑO ORDEÑO ORDEÑO YEGUAS DICMBR - Figura 8 Texto: Distribución de las distintas actividades ganaderas a lo largo del año. Los momentos marcados con una mayor intensidad en la masa de gris establecen periodos de mayor dedicación o una mayor necesidad en la inversión de trabajo, en su mayor parte colectivo. Se han incluido algunas actividades que no se desarrollan en la actualidad, pero que son comunes en muchas culturas pastoriles, como el ordeño de yeguas. (Esquema del autor). CALENDARIO GANADERO PROCESADO DE CARNES ORDEÑO OVINOS (Ovis aries) ORDEÑO ORDEÑO YEGUAS FEBRERO 13:53 SUIDOS (Sus domésticus) ORDEÑO ORDEÑO YEGUAS ENERO DISTRIBUCIÓN DE LAS ACTIVIDADES GANADERAS (SEGÚN LA DIVISIÓN DEL CALENDARIO ACTUAL). 25/10/07 BOVIDOS (Bos taurus) EQUIDOS (Equus caballus) MESES CABAÑA Etnoarqueologia.qxd Página 340 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8º 9º 10º 11º 12º 13:53 - Figura 9 Texto: Distribución, a lo largo del año, de los momentos en los que se dedicaría una mayor cantidad de tiempo a actividades de trasformación de recursos y artesanales. Una mayor intensidad en la masa de gris establece periodos de mayor dedicación o una mayor necesidad en la inversión de trabajo, que en algunas ocasiones podría ser de tipo familiar o bien colectivo. (Esquema del autor). MANUFACTURAS CERÁMICAS MANUFACTURAS METALÚRGICAS CONSTRUCCIÓN ESTRUCTURAS 1º 25/10/07 Vegetales y Animales ACTIVIDAD MANUFACTURAS MESES (división anual actual) Etnoarqueologia.qxd Página 341 341 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 342 - Figura 10 Texto: Esquema del ciclo anual de actividad económica en la Edad del Hierro en el entorno del Hillfort de Danebury (Hampshire, Inglaterra). Se trata de un diseño desarrollado por G. Campbell y J. Hamilton que reúne actividades de recolección, agrícolas y ganaderas en relación con las principales efemérides astronómicas anuales y las principales fiestas célticas. Las diferencias entre este calendario económico y el que podemos establecer para el ámbito septentrional de la Península Ibérica son a muy pocas, prácticamente inexistentes (Esquema publicado en Cunliffe 2003: 120). 342 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:53 Página 343 - Figura 11 Texto: Esquema calendario que refleja la concentración en los máximos de actividad económica, de obtención de recursos vegetales y animales, a lo largo del año, así como todo lo referido a su trasformación, almacenamiento, etc. La mayor cantidad de actividad se concentra de modo claro en el denominado “semestre luminoso” debido principalmente a factores de tipo ecológico (medioambiental). La comparación con los principales momentos rituales nos permite entender que Samain y Beltaine, además de ser los dos polos del año ritual en la cultura céltica, son dos puntos de inflexión en la vida económica. El solsticio de invierno y el equinoccio de primavera delimitan un momento de mínimos de actividad vital en los ecosistemas de la Europa templada y también en la actividad humana. Una ampliación de la información a este respecto puede encontrase en J. F. K. Torres- Martínez (2003, 2005) (Esquema del autor). 343 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 344 - Figura 12 Texto: El calendario céltico que conocemos revela en su estructura una perfecta adecuación a los ciclos naturales que se refleja también en sus contenidos rituales. Esta armonía, fruto de un vasto y muy complejo conocimiento aplicado del medio, hace que los distintos y complejos ciclos económicos se ordenen armónicamente de un modo que resulta prácticamente “natural” cuando en realidad no lo es en absoluto, es un producto cultural sumamente sofisticado. La pervivencia de esta estructura ritual básica a través de los siglos, dentro del ritual cristiano, se explica por la ausencia de cambios culturales esenciales en el medioambiente y en la estructura de explotación económica del medio. La íntima unión entre el calendario ritual y el económico-medioambiental ha sido una constante hasta hace unas pocas décadas. Su desaparición definitiva se esta produciendo en nuestros días. (Esquema del autor). 344 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 345 BIBLOGRAFÍA - Alberro, M. (2003): Características de las antiguas sociedades de Irlanda y su posible utilización para un mejor conocimiento de los pueblos celtas de la Península Ibérica. Gerión. Vol. 21. 99-135. - Albizuri, S. (2001): Estudio arqueozoológico de los mamíferos salvajes y domésticos de la Campa Torres (Gijón): estrato de los siglos II y I a. C. El Castro de la Campa Torres. Periodo Prerromano. J. L. Maya González y F. Cuesta Toribio Eds. VTP Ed. 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Un castro Astur en los orígenes de Oviedo. L. Berrocal-Rangel, P. Martínez Seco y C. Ruiz Triviño Eds. Real Academia de la Historia y Principado de Asturias Eds. 259-282. 346 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 347 - Mannhardt, W. (2004): Wald-und Feldkulte. Der Baumkultus der Germanen und ihrer Nachbarstamme mythologische Untersuchungen. Elibron Classics. Berlin. - Marco Simón, F. (1986): La religión de los celtíberos. I Simposium sobre los Celtíberos . F. B. Mozota Ed. Institución Fernando el Católico. Diuptación Provincial de Zaragoza. Zaragoza. 55-74. - Moreau, M. (1978): Las civilizaciones de las estrellas . Plaza y Janés Ed. Barcelona. - Rebullida Conesa, A. (1994): Astronomía y Matemática en el Neolítico y el Calcolítico. ArqueoAstronomía Hispánica. Prácticas astronómicas en la Prehistoria de la Península Ibérica y los archipiélagos Balear y Canario. J. A. Baelmonte Avilés. Equipo Sirius. Madrid. 99-132. - Sainero, R. (1987): La huella celta en España e Irlanda . 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Fuentes para el Estudios de la Antropología Asturiana, 9. Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular. Ayuntamiento de Gijón. Gijón. - Torres-Martínez, J. K. (2003): La economía de los celtas de la Hispania Atlántica. Vol. I. Agricultura, ganadería y recursos naturales. Serie Keltia , Nº 21. Editorial Toxosoutos. A Coruña. - Torres-Martínez, J. K. (2005): La economía de los celtas de la Hispania Atlántica. Vol. II. Economía, territorio y sociedad. Serie Keltia , Nº 28. Editorial Toxosoutos. A Coruña. 347 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 348 . Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 349 LOS POSIBLES CULTOS A LA SERPIENTE Y LOS CELTAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Ana Mª vázquez Hoyos Fig.1. Pedra con debuxo dunha serpe atropada no castro de Trrona, Concello de Ponteareas Fig.2. La Pedra da serpe. Gondomil La figura de la serpiente en Galicia y su relación con lo celta puede ser examinada desde numerosos puntos de vista, Y no se puede hacer en el escaso margen de esa publicación más que un ligero esbozo: Constatar su presencia desde la Prehistoria en figuraciones, folklore y supersticiones actuales, además de extrapolar su significado por noticias ofrecidas por el folklore y la etnología, aventurando una serie de posibles significados a nivel de hipótesis por comparación con datos aportados por diferentes autores que han trabajado sobre la religión celta1. Es evidente que, como 1 VAZQUEZ HOYS,A.Mª: La religión romana en Hispania. Fuentes epigráficas, arqueológicas y numismáticas. Madrid, Noviembre 1974 (Servicio de publicaciones de la Universidad Complutense 1982). 2 tomos; id.:”La religión romana en Hispania. Análisis estadístico I”,en Hispania Antiqua VII,Valladolid 1977,pp.4-45; id.:”La religión romana en Hispania. Análisis estadístico II”.en Hispania Antiqua IX, Valladolid 1979,pp.57-125; id.:”La serpiente en el mundo antiguo I. La serpiente en las religiones mediterráneas”, en Boletín de la Asociación de Amigos de la Arqueología nº14, Dic. 1981,pp.33-39; id.:”The representation of serpent in Ancient 349 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 350 los documentos que manejamos alusivos a múltiples ámbitos y diferentes cronologías, son producto de tradiciones desiguales, no deben extrañar las aparentes contradicciones o dudas, como sucede a menudo en el estudio de tradiciones persistentes cuyo origen pretendemos explicar2. 1. LA SERPIENTE EN LAS CULTURAS ANTIGUAS Este animal es conocido desde el mundo antiguo en Grecia3 y Roma 4 como símbolo de la medicina 5 , explicado por Macrobio( Saturnales I,p.20), diciendo que la serpiente que Iberia”, International Conference on Archaeology and Fertility Cult in Ancient Mediterranean. Malta,2-5 Septiembre 1985,ed.Malta 1986.pp.305-314;id.:”From earth to heaven: The snake and the indoeuropean religious change”, The Transformation of European and Anatolian culture,4500-2500 B.C., organized by the Indo-European Studies Program, University of California ,Los Angeles, in conjunction with University College,Dublin.15-21 Sep.1989.En prensa; id. : “La serpiente en las religiones antiguas:¿Genio o demonio?, I Congreso de Arys. Madrid,Dic. 1990, Madrid, Universidad Complutense 1993, pp. 159-168 ; id.-FERNANDEZ URIEL, P.:”Los cistóforos y su significado”, Boletín de la Asociación de Amigos de la Arqueología 1990.; id.-MUÑOZ GARCIA VASO, J.:La serpiente en el culto mitraico”. Espacio,Tiempo y Forma Serie II, nº 3, 1991, pp. 85-116 ;id.: ‘Aproximación a la serpiente como motivo religioso y mágico en el Próximo Oriente y Egipto’, 3è. Congrès International des Études Phéniciennes et Puniques. Tunez, 11-16 Novembre 1991. Centre d’Études phéniciennes et puniques et des Antiquités libyques. Ministére des Affaires Culturelles. Institut National d’Archéologie et d’Art, pub.en Tunez, Institut National du Patrimoine, 1995, vol.II, pp.424-442; id.: “The Cult of Serpent in Ancien Near East”, First International Conference on Babilonian Tower and the zigurrat of Borsippa, Bagdad, Irak, 20-25 marzo 2002 2 XELLA,P.”D’Ugarit à la Phénicie:Sur les traces de Rashap,Horon ,Eshmun”,Die Welt des Orients 19,1988,p.45-64. 3 Vease el extenso trabajo de MITROPOULOU, E.: Deities and Heroes in the form of Snakes. Athens,Pyli ed.1977,2ªed.,que recoge los personajes de la mitología griega relacionados con la serpiente y numerosos relieves y estelas con esta animal. 4 Sobre la serpiente en el mundo romano cfr. DUMÉZIL, G.:La religion romaine archaïque. Payot, Paris,2ª ed. 1987.Demonios 677-8o,677 n.2;serpiente-genio del lugar 60-I;Juno Lavinia,305;Genio, 367;y Esculapio, 443;nacimiento de Scipión, 502-503.En otros lugares; entre los Hititas, I:36a;en la India, I:241,539b,540a;en la Italia prerromana I:284b;en el Cristianismo I:164a;II:470a;entre los Gnósticos I:617b;II: 150b,247a,249a;en la Literatura, I:7. 5 Sobre Esculapio y la serpiente cfr.SCHOUTEN, J.: The Rod and Serpent of Asklepios. Symbol of Medicine. Elsevier Publishing Co., Amsterdam -LondonNey York 1967; VERNES, M. :”Le serpent d’airain fabriqué pour Moïse et les serpents guérisseurs d’Esculape”,Rev Archéologie 5th.Ser. 7,1918, 36ss. 6 DU MESNIL DU BUISSON, Études,1970,p.137. BENDALA GALáN,M.: “Las religiones mistéricas en la España Romana”, Symposio sobre la Religión romana en Hispania. CSIF. Instituto “Rodrigo Caro”, Madrid, 1979, (1982),pp.283-300 350 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 351 acompaña a Esculapio e Hygia significa que, por” la curación, el cuerpo se desprende de la piel de la enfermedad”6. Y también, para este autor, Sat. I,9,12, la representación del Universo en Fenicia se hacía por una serpiente que se muerde la cola. Es asimismo signo de inmortalidad, representación de los difuntos, y está relacionada con la profecía y la fertilidad, a demás de ser la fuerza mágica de reyes y héroes, aunque a veces, como en el Antiguo Testamento , se le identifica con el demonio, adversario de Yahvé7 y recibió culto en el Próximo Oriente, tanto como acompañante de dioses y diosas como adorado en forma de serpiente. En cuanto a su abundancia o no biológicamente hablando, existen unas 2.700 especies de serpientes (ophidia), de las cuales solamente 27 se hallan en Europa. Concretamente en la Península Ibérica se encuentran doce clases de serpientes8 de las familias Viperidae, venenosas, y Colubridae o culebras típicas, que, en general, no suelen serlo. Estas últimas se denominan comúnmente “culebras”. Fig.3. Elaphe longissima o serpiente de Esculapio 7 BURTON RUSELL,J.: The Devil. Perceptions of Evil from Antiquity to Primitive Christianity. London 1977.Sobre la adoración al Demonio en la Biblia cf. Lev.17,7;Dt.32,17; 2Cr.11,15;Sal.105,37;Mt.4,9;Lc.4,7;1Cor.10,20.21;Ap.9,20;13,4. 8 ARNOLD,E.N.-BURTON,J.A.: Guía de campo de los reptiles y anfibios de España y Europa. Ed.Omega,Barcelona 1987,p.26-27. 9 ROSENSTINGE,R.:”Más allá de la Ora Maritima”,XIII CAN,Huelva 1973,Zaragoza 1975, 351 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 352 2. LAS FUENTES LITERARIAS Y LAS SERPIENTES EN GALICIA Para Rosenstinge 9 , el nombre de Ophioussa dado a la Península por los griegos10, es probablemente micénico y le sugiere una Diosa de las Serpientes11 adorada en el Santuario de Els Cuiram ,en la vecina Ibiza o algún otro parecido, que evocaría a la Gran Diosa Madre cretense, la Qadesh-Ashtart agipcio-cananea, o la Tanit púnica, todas ellas diosas de las serpientes, aunque el término “ophis” es de origen indoeuropeo, lo que indicaría para este autor un periplo micénico o por lo menos egeo o la presencia de indoeuropeos en la Península Ibérica que diversos autores explican de diferentes formas, como la posible divinidad autóctona de esos pueblos en Iberia. En nuestra opinión nada cambia de uno u otro lugar, ya que los cultos de las serpientes, como hemos señalada se encuentran en todas partes. Tanto en la minoica como en Micenas y el Próximo Oriente, donde sí están abundantemente atestiguados .Y así, no nos resultaría extraño que fuesen los navegantes del Bronce egeo los que pusieran a la Península Ibérica el nombre de Tierra de las Serpientes, por la abundancia de representaciones en época megalítica y probados como están, últimamente los contactos orientales y centroeuropeos desde el Neolítico. La teoría de una Diosa de las Serpientes en la Península en el II milenio, a la que llega Rosenstinge, aunque sugestiva y explicativa de estos grabados, nos parece algo aventurada. 10 Al que alude Estrabón III,5,1,para una de las islas Baleares,Formentera,tal vez Colubraria en nombre indígena según la citan Mela y Plinio y luego ,por extensión,a toda la Península) GARCIA Y BELLIDO,A.: España y los españoles hace dos mil año,según la “Geografía” de Estrabón, Col. Austral, Espasa Calpe,4ª ed.,Madrid 1968,p.177,n.297;cfr.Mela II,126 ;PLINIO III,78. 11 RENFREW,C.:”Questions of Minoan and Mycenean Cult”, Sanctuaries and cults in the Aegean Bronze Age, Stockholm 1981,pp.27-33;sobre la ausencia de serpientes en Philakopi p.31;Hägg,R.:”Official and popular cults in Mycenaean Greece” , Sanctuaries and cults in the Aegean Bronze Age,Stockholm 1981,pp .3539;también WARREN,P.M.:”The beginnings of Minoan religion”,Antichità cretesi 1, Catania, 1979, p.137-147.Sobre la diosa de los cultos familiares con serpiente cfr.BRANIGAN,K.: “The Genesis of the Household Goddess”,SMEA (Studi micenei ed egeo-anatolici) 8,1969 pp.29-38;sobre el santuario de Juktas,a 13 km.al SW de Cnossos, cfr. KARETSOU, A.:”The peak sanctuary of Mt.Juktas”,Sanctuaries and cults in the Aegean Bronze Age,Stockholm 1981,pp.137-153 y sobre el amuleto apotropaico con escorpión,serpiente y tal vez una araña,el artículo de la misma autora en Praktika 1977, p. 420,pl.222 delta. 12 BLÁZQUEZ, J.Mª :Religiones primitivas de Hispania , Roma,1962,V. Pueblos del Norte. p.27. 352 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 353 Sin embargo, hay que reconocer que las leyendas griegas sobre el Jardín de las Hespérides y el dragón que lo guardaban o la ubicación en Occidente del mito de la Medusa Gorgona, con la cabeza rodeada de serpientes, antepasada mítica de Gerión, nos puedan inducir a hipótesis de trabajo puntuales que no pasan de ser meras conjeturas. Sobre otro texto de Avieno, (Or.Mar 154-157)que se refiere a los Oestrymnis, opinaba Blázquez12 que por serpientes hay que entender los sefes-celtas, cuyo totem sería una serpiente, animal representado frecuentemente en el NO13. Sin embargo, según diversos especialistas, en la Península no ha habido totemismo, que no es una religión, sino una forma social derivada de él. No hay huellas de él tampoco en países próximos14. 3. LAS FUENTES ARQUEOLÖGICAS I. Líneas serpentiformes en dólmenes, grabados y pinturas rupestres del NO peninsular. Diversos autores ,hace años, parecían estar de acuerdo en el hecho de que ya antes de la llegada de los celtas hubiese en la zona occidental de la Península un culto a las serpientes15, en la 13 Sobre la serpiente como totem en el NW cfr. SCHULTEN, A. ,FHA I, 93 y CARDOZO, M. en AEArq. XIX,1964,21 con toda la bibliografía sobre el particular; también BAYET, A.:La morale del gaulios, 16 ss.; TABANERA, J. M.: Totemismo. Estudio sobre el totemismo y su significación en la cuenca del Mediterráneo antiguo y la Península Ibérica. Sobre los Sefes cfr. LAMBRINO, S.:”Les Celtes dans la Péninsule Ibérique selon Avieno”,BEP XIX,1957,5 ss. 14 BLAZQUEZ,op.cit.notas 37 a 40. BLAZQUEZ,J.Mª:Religiones prerromanas. Ed.Cristiandad, Madrid 1983,p.233. GONZALEZ BLANCO,A.-MAYER OLIVÉ,M.- STYLOW,A.U.: La Cueva Negra de Fortuna(Murcia) y sus tituli picti.Homenaje al prof.D.Sebastian Mariner Bigorra. Universidad de Murcia,área de HªAntigua,serie “Antigüedad y Cristianismo”,Monografías históricas sobre la Antigüedad Tardía. Murcia 1987,pp.201 y 219 para las inscripciones; también, en el mismo volumen cfr. GONZALEZ BLANCO, A.:” Las inscripciones de Fortuna en la historia de la religión romana. Perspectivas histórico-religiosas”,p.271-315 .Las Ninfas se dividen fundamentalmente en tres grupos,fundamentalmente: De las montañas(Orestíadas);de las aguas(Náyades o Kreneas) y de los campos(Agrónomas),a las que más tarde se añadireon las Amandríades o ninfas de los árboles,cfr.NAVERRE,O.art.”Nymphae” en DAREMBERG,Ch.-SAGLIO, E.:Dictionnaire des Antiquités grecques et romaines, t.4,1 ,Graz( reimp.1969) p.124-126 15 PAN,I.:”Observaciones sobre Mitología del dragón en España”,AMSEAE XXII,1948(Actas y Memorias de la Sociedad española de antropología y etnología’).Madrid 1948;PAÇO,A.do: “Citania de Sanfins”,Lucerna IV,1965,p.170.Es posible que antes de la llegada de los celtas hubiese ya en Hispania occidental un culto a las serpientes. 353 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 354 región entre los rios Miño y Duero, en Portugal, en grabados no dolménicos, en el castro de Baldoeiro, con cinco ejemplares16 , y en la “fraga do côrvo” con diversas figuras de serpientes, una de las cuales tiene 3,5 m. de largo y asimismo la piedra del castro de Eiró. También en Portugal las pinturas de los dólmenes de Padrâo, Baltar y Châ de Vandoma ,de Sales, Cota y anta de Zades, según Bouza Brey17 así como diferentes líneas serpentiformes y serpientes bien caracterizadas en numerosos monumentos megalíticos como los dólmenes de Navalcán (Toledo), Alberite(Cádiz) o 9 del Pozuelo (Huelva) además de los estudiados por Bueno y Balbín18 para quienes no es fácil explicar la reiterada multiplicación de algunas grafías como la serpiente en los mismos ortostatos o estatuas que permiten aproximarse a la interpretación de códigos de representación y valores simbólico-religiosos, que suponen e interpretan como formando parte de un código funerario y, como tal, posee un significado simbólico buscado por los constructores del monumento19. Asimismo, podemos citar, en León, las serpientes de las Hoces de Villasimpliz, o las de Asturias, donde vivían las míticas “cuelebres”,los grabados de la piedra adosada a la derecha de la cabecera en el dolmen de Cangas de Onís, el de la Pola de Allende y 16 RODRIGUEZ DOS SANTOS LIMIA,Joaquina:”As serpentes gravadas do castro de Boldeiro(Moncorvo,Tra-os-Montes). Compte rendu du XV Congrés International d’Archéologie Prehistorique IV.Sección de l’Institut National d’Anthropologie. Coimbra. Porto 1930, París 1931;id.: “Sobre o ofidismo em Portugal. Medicina popular das mordeduras de vibora”,en el mismo Congreso;también BETTENCOURT FERREIRA,J.:”Vestigios do culto da serpente(ofiolatria) na pré-historia lusitânica”,A Aguia, vol V,Porto 1924;id.”A pedra gravada(votiva) do Monte Eiró.Vestigio do culto ofiolátrico na antiga Lusitânia “ Congressos do Mundo Portugués I,Congreso I volume.Lisboa 1949. 17 BOUZA BREY,F.:”Noticiario”,AEA 1950,p.143-151. I. La serpiente en las pinturas rupestres paleolíticas de la Península. Ya en la época paleolítica, en la cueva de Hornos de la Peña (Santander),la serpiente está toscamente indicada por un contorno profusamente inciso. También hay serpentiformes en La Pileta (Benaojan, Ronda, Málaga) y La Maza(Comillas, Santander);en la Cueva de Altxerri Aya,Guipúzcoa),Llonín,Cueva del Niño,(Albacete),etc. 18 BUENO RAMIREZ, P.-BALBÍN BEHRMANN,R.:” Arte megalítico versus megalitismo: origen del sistema decorativo megalítico” en Muitas antas, pouca gente?, Actas del Coloquio Internacional sobre megalitismo,Portugal 1999. 19 BUENO RAMÍREZ, P.; BALBÍN BEHRMANN, R. (1995) - La graphie du serpent dans la culture mégalithique péninsulaire: Représentations de plein air et représentations dolméniques. L’Anthropologie. Paris, 99, 2/3, p. 357-381. 354 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 355 el de Abamia. Y en Galicia las pinturas de la mámoa de Lixó,de la parte superior de alguna piedra de Codesás-círculo con apéndice sinuoso- y sobre todo las pinturas del dolmen de Pedra Cuberta20. A. de la Peña clasifica los grabados serpentiformes del N.O. como seminaturalistas y para él el arte rupestre gallego son escasa las representaciones de serpientes, casi todas de época castreña, de gran afinidad con otras europeas, tal vez con un origen común21. Entre los grabados gallegos, conocemos las dos serpientes de Santa Tecla, la de Oya ,las dos del castro de Troña,en el Ayuntamiento de Ponteareas, en la localidad de Santa Mariña das Pías22, o los serpentiformes del mismo lugar ,para A. García Alen y A. de la Peña, diaclasas naturales de la roca, los grabados en el conjunto del Monte dos Vilares, cerca de Ponte Cesures,en los que se aprecia claramente la cabeza del ofidio, la de Gondomil y cierto grupo de líneas ondulantes de Samieira23.También está la serpientes del 20 BOUZA BREY,F.:”Grabados serpentiformes de tierras de Luga”,Bol.C.M.Lugo nº6,1943,p.134-38. 21 DE LA PEÑA SANTOS,A.:”La investigación del Arte rupestre en Galicia:Estado actual y perspectivas de futuro”,Portugalia, Nova série,vol.IV/V.Actas do Colóquio Inter-Universitário de Arqueologia do Noroeste.Homenagem a Rui de Serpa Pinto. Porto,10-12 Noviembre 1983.Instituto de Arqueología. Faculdade de Letras da Universidade do Porto,1983/1984,pp.83-88.No podemos dejar de mencionar sobre la ofiolatría en Galicia los trabajos clásicos de LOPEZ-CUEVILLAS,F.-BOUZA BREY,F.:”Os oestrimnios,os Saefes e a Ofiolatria en Galcia”,en Arquivos do Seminario de Estudos Galegos,II,1920,p.119-164 22 PERICOT,L.:”La representación serpentiforme de la citania de Troña,Galicia”,en AEA XXVI;id.en Homenagem a Martins Sarmento,Guimarâes 1933,p.281-286;RODRIGUEZ FIGUEIREDO,M.:”Outra vez coas ofiolatrías:dous achádegos interesantes “Trabalhos de Antropología e Etnología XXII,nº3,Porto 1973,pp.249-60;SAVORY,H.N.:”Serpentiforms in megalithic Art:a link between Walles and the Iberian North-West”, Cuadernos de Estudios Gallegos XXVIII,nº84,Santiago de Compostela 1973,pp.80-89;GARCIA ALEN,A.-DE LA PEÑA,A. op.cit.p.99 ,fig.108.Otro ejemplo sería el estudiado por QUINTAS NEVES,L.:”Na citania de Roques”.A boca da Serpe. Arquivo do Alto Minho.vol.II,fasc.2º.Viana do Castelo s/d. 23 GARCIA ALEN,A.-DE LA PEÑA SANTOS,A.:Grabados rupestres de la provincia de Pontevedra. Pontevedra,1980; NEVES DOS SANTOS:”Serpentes geminadas en swásticas e figuraçoes serpentiformes do Castro de Goifoes”,Lucerna III,Porto 1963,p.136-156;PAÇO ,A. do “Citania de Sanfins.VII.Escultura de cabeça de ofideo. Lucerna IV,Porto 1965,p.167-171;CASTRO,J.de:”Excavaçoes no dolmen da Barroza(Ancora)”,Revista Guimarâes LXV,1955,p.159 ss. 355 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 356 Castro de Penalba24.En el mismo Ayuntamiento,en Espedregueira, se encuentran serpentiformes25. En el ayuntamiento de Covelo,en Fonfría existe el llamado “Coto da Cobra”,con un petroglifo serpentiforme de dudosa antigüedad.En el ayuntamiento de A Estrada,en San Miguel de Curantes,se conocía una peña ,Penedo do Lagarto o Penedo do Encanto.En el ayuntamiento de Lalín (Pontevedra),en Monte Fonteiriño o Cima de Agrelo ,en las “Mámoas da Cruz”,se conocen serpentiformes o líneas ondulantes en el mayor de los seis túmulos megalíticos.En el Ayuntamiento de Marín,en la mámoa do Re,en Chan de Castineiras, San Julián de Marín de Arriba, aparecen líneas de diseño en zig-zag, sobre los que en fecha relativamente reciente se esculpió un diseño cruciforme .Cerca, en Banda do Rio, la creencia popular estimaba una serpiente grabada en una roca estaba relacionada mágicamente con la fertilidad y el amor26. Siguiendo con los grabados rupestres de Pontevedra ,en el Ayuntamiento de Moaña,en el yacimiento del Castro de Os Remedios, hay una roca plana, con un serpentiforme sencillo grabado, que según A. García Alen y A. de la Peña,es de la época de habitat del castro 27 .En el Ayuntamiento de Moraña, en Gargantáns, en la ladera occidental de Monte Ardegán hay grabados poco frecuentes,entre ellos líneas ondulantes. En el Ayuntamiento de Silleda,en la Mámoa da Braña,S.Paio de Refoxos, Corrospedriños, hay líneas ondulantes sueltas y agrupadas , En la misma provincia, en el Ayuntamiento de Valga,en S.Miguel de Valga,entre los lugares de Vileres y Lareiras Xesteira,Monte dos Vilares,Penouco de Campo Redondo, está la llamada Eira dos Mouros o Pedra das Serpentes ,con numerosas líneas ondulantes .Otros grupos han sido destruídos.También conocemos la sierpe reptante de la Peneda do Cobrao,en Tra-OsMontes y la Piedra de la Serpiente de Gundamil,posiblemente muy moderna. También en Portugal es frecuente la figura de la serpiente en época prehistórica. Así,la encontramos en la piedra 24 GARCIA ALEN, A.-DE LA PEÑA SANTOS, A.: Grabados rupestres cit.,1980, p.20, fig.6, con toda la bibliografía anterior. 25 GARCIA ALEN,A.-DE LA PEÑA A. op.cit.p.22,60,63,71, fig.75,p.70. GARCIA ALEN,A.-DE LA PEÑA, A. op.cit.p.71. 27 GARCIA ALEN,A.-DE LA PEÑA, A. op.cit.p.81,82, p.112, fig.123, p.114-5, fig.125 . 26 356 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 357 del corredor de Padrâo,en Baltar,Oporto,en la citada piedra del corredor de Antelas,en Oliveira de Frades, Aveiro ,en los menhires de Caramujeira ,Monte de Roma(Silves),Courela de Castanheiro, Alcaria ( Budens) y Outeiro, Bulhoa(R.de Monsaraz), recogidos por Varela Gomes28.También de esta región es la escultura de cabeza de serpiente en posición de alerta en Casa da Igreja de Sanfins29, ejemplos que esperamos aumentar en un futuro próximo30. En nuestra opinión, la existencia de un culto ofiolátrico en la región nororiental no está clara y su relación con los textos históricos está por demostrar31. En cuanto a los brazaletes, ya W.Deonna32 señalaba el valor mágico, profiláctico y apotropaico de diversos objetos de adorno desde la época neolítica, para proteger el entorno vital33 e impedir que 28 VARELA GOMES,M.:”Aspects of Megalithic Religion according to the Portuguese Menhirs”, Valcamonica Symposium III, 1979, p. 29 Actas do III Coloquio Portuense de Arqueología, Lucerna Iv, 1964,fig.1. 30 Cfr. entre la numerosa bibliografía, además de la citada en el trabajo de A. de la Peña los trabajos siguientes: CASTRO,J.de: ”Excavaçoes no dolmen da Banosa (Ancora ) ”Rev.Guimarâes LXV, 1955, p.159 y ss.; JALHAY,E.: ”Nuevas manifestaciones de arte rupestre del NO peninsular”, BolCom.Prov.Mon.Htcos y Artcos.de Orense nº199, Orense 1931; JALHAY,E.: ”El culto del adra? en el castro de Sta.Tecla.Bol.de la Comisión de Monumentos de Orense nº212.Orense 1934; MENDES CORREIA,A.A.: ”Le serpent,totem dans la Lusitanie Proto-historique” Anais da Faculdade de Cîencias deo Porto.Tomo XV,Porto 1928; NEVES DOS SANTOS, J.: ”Serpentes geminadas? em mántica e figuraçoes serpentiformes do castro de Guifôes”, Actas do II Coloquio Portuense de Arqueologia. Lucerna V. Porto 1963 31 HIDALGO CUÑARRO, J. Manuel: ”El tema de la serpiente en el NO peninsular”, Revista Museo de Pontevedra 1982. 32 DEONNA,W.: ”Les croyances religieuses et superstitieuses de la Genève antérieure au Christianisme”, Bulletin de l’Institut National Genevois t.XLII, 1917, pp.210-526, p.236. 33 CONTENAU, G.:La magie chez les Assyriens et les Babyloniens, Payot, París 1947 p.246;FRAZER, S. J.: La Rama dorada. Ed.F.C.E . España, Madrid 1984, p.111, 213, 284 - 6 ; 286;288-9; 616; PGM P XV, Papiro Griego 491 del Museo de Alejandría, Textos de magia en papiros griegos, Ed.Gredos, Madrid 1989, p.313; Cfr. MIRCEA ELIADE: ”Le dieu lieur et le symbolisme des noeuds”. Revue d’ Histoire des Religions CXXXIV, 1945, p.22 y ss.Yahvé, ”maestro terrible de los lazos”, es descrito con nudos en la mano,como arma para castigar a los culpables.En el mundo griego, Hefaisto se ayudaba de estas prácticas para obtener el éxito en aquellas empresas en las que le faltaba la fuerza o el ingenio. Su lazos, como en el caso de los que llevaba la trampa para sorprender a Venus y Marte, eran indisolubles, cfr. DELCOR, M. : Héphaistos ou la légende du magicien. París 1957,p.22 ss.; también LOPEZ DE LA ORDEN, M.D.-PEREZ LOPEZ, I.: ”A propósito de un nudo hercúleo encontrado en Cádiz”, Anales de la Universidad de Cádiz II, Cádiz 1985, p.83-97.Sobre 357 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 358 el alma saliese por uno de esos puntos vitales del cuerpo o defender estos puntos de las malas influencias34 .Estos anillos, brazaletes o torques, algunos estaban formados por una serpiente enrollada, que constituía el círculo, tema muy frecuente en la Antigüedad35, que aún se encuentra en nuestros días. La serpiente de dos cabezas opuestas, la “anfisbena”36 de los brazaletes ,que también vemos en alguna estela burgalesa, y los que están formados por una serpiente que se muerde la cola, como vemos en algunos ejemplares del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, así como los anillos(círculo mágico) tienen ,como ya hemos dicho ,un valor simbólico y talismánico37. Entre los los brazaletes orientalizantes hallados en el Sur peninsular, son abundantes los que tienen motivos serpentiformes38 y pueden relacionarse con otros del Próximo Oriente.Leite de Vasconcelos cita algún ejemplo de Portugal39. Entre los torques peninsulares ,destacamos los estudiados por Raddatz ,como el collar de Chao de Lamas (Coimbra, Portugal) ,el de Palencia y el de Santiago de la Espada. En cuanto a los jarros de bronce ,hay un grupo de influencia semítica usados en los rituales funerarios por las poblaciones nativas que llevan cabezas de serpientes. Son el de Niebla ,el de la los nudos y la magia cfr. VAZQUEZ HOYS, A.Mª:”Aspectos mágicos de la antigüedad” I, Boletín de la Asociación de Amigos de la Arqueología nº 19, Junio 1984,pp.50-54;II,”Los espejos mágicos”,nº 20, Dic. 1984,pp.18-24;III, ”La magia de las tabellae Defixionum” , nº 21 , Junio 1985,pp.35-45,;Se simula con nudos los lazos del amor (VIRGILIO, Egl.VIII,77; Cirid. 368 ss; sobre otros usos del mismo símbolo FRAZER, La rama dorada I, p.394 y ss, n.2 y 3; tamb. PAUSANIAS, V, p. 45 y ss. 34 DEONNA, W.op.cit.p.237, n.7, cita a POTTIER, Catalogue des vases peints III, p.941, también DAREMBERG-SAGLIO, D itionnaire des Antiquités s.v.Nodus, Periscelis. 35 DAREMBERG-SAGLIO, op.cit. Anulus,p.294, fig. 345. En el Museo de Génova existen numerosos ejemplares, cfr. DEONNA, W. en Bulletin del Institut National Genevois t.XLII, p.239 y notas e la misma página. Sobre las fuentes arqueologicas cfr. DEONNA, W. en Etudes d’archéologie et d’art 1914, p.30 ss; id. ”Bijoux annulaires in forme de serpent”, Artibus Asiae XVII, 1954, p.155-167, p.239-240 36 DEONNA, W. en Etudes d’archéologie et d’art 1914, p. 30 ss; id. ”Bijoux annulaires in forme de serpent”, Artibus Asiae XVII, 1954, p.155-167, 37 DEONNA, W. Croyances et superstitions de la Genève cit. p. 239-240 38 DE LA BANDERA, MªL.: ”Brazaletes peninsulares orientalizantes en metales nobles”, Habis 15,1984, p.365-418; cfr.también MAXWELL-HYSLOP ,K.R.: W.A.J.,1973. 39 LEITE DE VASCONCELOS, Religiôes da Lusitania cit. t. III, p. 501. 358 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 359 Colección Calzadilla, de Badajoz, encontrado en Siruela,,el del Museo Metropolitano de Nueva York y ,el del Museo Lázaro Galdiano, de Madrid ,el de La Joya 40 , el de Mérida y el de Villanueva de la Vera41. Con dos serpientes en las asas conocemos el jarro de la colección de la Biblioteca Nacional,del Museo Arqueológico de Madrid,nº inv.212 .Solo una tiene un jarro de bronce de la Colección Salamanca, también en el Museo Arqueológico Nacional, nº inventario 9.937. También conocemos ex-votos ,como los bronces votivos de Castelo de Moreira(Minho),Costa Figueira(en el Museo de Guimarâes) y el del Instituto de Valencia de D. Juan(Madrid). En relación con este se conoce otro ex-voto en el Museo Arqueológico Nacional, que representa una serpiente y un toro42. BLÁZQUEZ, J.Mª: Religiones prerromanas, cit. p. 120. BLÁZQUEZ, J.Mª: ”El vaso de Valdegamas y otros vasos de bronce del mediodía español”, AEA 28, nº 91, 1953, p.235-244.Vasos con serpientes; GRAU- ZIMMERMANN, B.: ”Phënizische Metalkannen in den orientalisierenden Horizonten des Mittelmeerraumes”, MM 1978, p.161 ss.;BLAZQUEZ, Religiones primitivas de Hispania cit. p.131: 132.Sobre el carácter funerario de la serpiente cfr. p.150. 42 BLANCO, A.: ”Exvoto con escena de sacrificio”, en Rev.Guimaraes 67, 1967, 513 ss.;BLAZQUEZ, J.M.: Diccionario de las Religiones Primitivas de Hispania. Madrid, Ed.Istmo 1975, p.63 ss; BLANCO, A.: ”Exvoto con escena de sacrificio”, en Rev.Guimaraes 67, 1967, 513 ss.;CARDOZO, M.: ”Carrito votivo de bronce del Museo de Guimarâes(Portugal)”, en AEA 19, 1946, 19 ss.; GOMEZ TABANERA, J.M. : ”La función ternaria en el sacrificio celtibérico (Concepciones míticas indoeuropeas en la España prerromana” en Rev.Guimarâes 76, 1966, 85 y ss.Sobre el tema cfr.LE ROUX, P.-TRANOY, A.: ”Contribution à l’étude des régions rurales du NO hispanique au Haut Empire: deux inscriptions de Peñafiel” en Actas do III Congreso Nacional de Arqueología, (Oporto) 1974, p. 249 ss. Otros ejemplos son numerosos, cfr. BLAZQUEZ, J.Mª: Imagen y Mito, toro y serpiente, p. 365, 366 ; también los genios y demonios, cfr.demonio(s) 118, 121, 123, 126s, 150, servidores del Hades 127, 152. ; daimon(es), 203 (cf.genios)de la muerte 192 ss, 194, 195 ; en la pátera de Tivisa 222, 224, 229s.en la tumba del Orco, 229. ; infernales, RP 27;devoradores de niños RP 28 ;con cabeza de lobo, RP 34; genios: 136, 147, 239;asimilados a Caronte 206; buenos y malos 203 ss.;caracter psicopompo 206; del lugar RP 290;;alado RP 29;itifálico RP 115; daimones de la muerte 191 s., 210; indican el camino del Hades 194, 206;maltratan a los difuntos 191, 194, 195, 197, 200, 202, 203, 204, 205, 206; masculinos y femeninos, 191 ss., 195;en la pátera de Tivisa, 232, 238, 241, 242;personificación de la muerte, 206; en las puertas del Hades 195, 198; en la religiosidad ibérica, 231, en la tumba del cardenal, en Tarquinia, 186-206; en la tumba de la Pulcella, 168;en una urna de Volterra 186;de la vegetación 231;genio local RP 302 ss; demonios Lamastu 28.Sobre la serpiente en la España prerromana cfr., BLAZQUEZ , J.Mª, Religiones prerromanas 1983, (RP);animal funerario, 54, 57, 58, 59 , 62, 66, 87, 91, 94, 132, 138, 139, 148 : en una de las cuatro cabezas de lanza del Cortijo de 40 41 359 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 360 A.Blanco43 ha descubierto influencia de La Têne en este y otros bronces, además de las numerosas fuentes arqueológicas que hemos recogido en nuestros numerosos trabajos sobre este animal44. 4. LA SERPIENTE SAGRADA CELTA Fig. 4. El dios celta Cerunnos Maquiz (cfr.ALMAGRO , M.: Los orígenes de la toreutica p.176 ss., 149: La serpiente y el lobo tienen caracter funerario, como se desprende del sarcófago del Museo de Jaen, al que aludimos más adelante, cubierto con una piel de lobo. p. 154, 192, 233, 234, 265, 284, 365, 366 ; carácter infernal, 123, 182;representación del muerto 42, 57, 130 ; serpiente y huevos 94, 96;en la Tumba del Cardenal 181 ss, 187; en el viaje a ultratumba 181 ss.; y toro, 365, 366;mitología mesopotámica RP 32ss; de Moisés, RP 72;cabezas en La Joya RP 120;carácter funerario RP 132, 150;en ambientes religiosos RP 233, 259 ss. Sobre la asociación entre la serpiente y el carnero , como en Reillo cfr. GIMBUTAS, M. : The Language of the Goddess cit.;sobre serpiente en España: La Cueva Negra de Fortuna (Murcia).Sobre la serpiente en general cfr.AVALON, Arthur: La puissance du Serpent. (trad. franc. París, Dervy - Livres 1977), cfr. Pallas XXX, 1983 , p.35, p.45-47;también CHOISY, M.”L’archétype des trois S: Satan, Serpent, Scorpion”’in “Satan”, Études carmélitaines .Desclée De Brouwer 1948, p.442-451, p.446-7;MARSHACK, A.: ”On the dangers of serpents in the mind”, Current Anthropology 26, 139-145 43 CARDOZO, M.: ”Carrito votivo de bronce del Museo de Guimarâes(Portugal), AEArq. 19, 1946, p.1 ss.;BLAZQUEZ, J.Mª: Imagen y Mito p.365. 44 BLANCO, A.: ”Ex votos con escenas de sacrificio”, Rev. Guimarâes 67, 1957, 499 ss. 360 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 361 En su estudio sobre los animales sagrados celtas, M.Davies al referirse a la serpiente criocéfala que el dios Cerunnos lleva en la mano izquierda en el caldero de Gundestrup45 dice que es tardía y más tarde, asimila serpientes y dragones aunque la diosa más asociada a este animal es Verbeia, el espíritu del rio Wharfeen , en Yorkhsire, con una serpiente en cada mano a similitud de las halladas en Creta( this is reminiscent of two ststuettes of goddesses holding serpents from Crete, dating from 1.88-2,000 a, C.46 y también Sirona, en Hochsheid, una fuente curativa, representada con una serpiente enrollada a la que ofrece un recipiente con huevos, signo de vida y nutrición, mientras que en la Galia, la diosa Damona lleva una corona de espigas con una corona alrededor, descubierta en el templo de Apolo de Alesia. También la dios Sulis, la diosa de las aguas curativas, asimilada a la Minerva romana, aparece rodeada de serpientes47. Entre loa seres masculinos, Meiche, hijo de Morrigan. Tiene tres cabezas en forma de serpiente y el héroe irlandés Conall Cearnach se relaciona también con esta animal, de forma similar a como relatos folclóricos gallegos relacionan a personajes , granjeros y campesinos, con este animal, reconocido por su sabiduría y su relación con las regiones inferiores de la tierra en la que guarda tesoros escondidos, mientras que se la encuentra una y otra vez en relación con santos como en Gales, en las hazañas de St.Samson of Dol, en las 45 DAVIES, M.: Sacred celtic animals , Capall Bann Publishins, Freshfields Chieveley Berks 1998; también MARKALE, J.: Druidas. Tradiciones y dioses de los celtas, Ed.Taurus Humanidades, Madrid 1989, p.82 sobre la serpiente y el Mercurio celta, p.229 sobre l huevo de serpiente; también PIGGOTT, S.: The Druids, Rthames and Hudson, London 1996 ; POELL, T.G.E.: The Celts, Thames and Hudson, London 1983, pp.13-14 sobre los celtas en el sur de España , p. 15, 20, 25, 45, 57, 85, 101, 156, 175; p.125 jarro con serpientes en el mango y la parte superior similar a uno de La Joya, Huelva, de La Gorge Meillet grave, id.p.110; SQUIRE, Ch.: Celtic Myths and Legends, Lomonds Books, Bath 2001; STEWARD, R.J.: Celtic Gods, Celtic Goddesses, Blandford, London, 1990, p.75: Phantom, Queen of the Dead, sexuality and Conflict, p.68, Cerunnos and snakes, p. 70, Brigit con cintur´n de serpientes, pp.34-35, calderon de Gundestrup 46 DAVIES op. cit.p.207; WOOD, J.: El libro celta de la vida y de la muerte, Duncan Baird Publishers Ltd. U.K. and Ireland 2002 . 47 GREEN, M.J. : Celtic Goddesses, British Museum Press, London 1995, pp. 169-171: The Snake-Goddesses, tb. 97, 103-105, 110, 126, 128, 132, 135, 160, rm-hoened, 38, 126, 133; id.: Exploring the World of the Druids, Thames and Hudson London 1997. 361 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 362 que este animal representa los restos de los cultos precristianos, que guarda tesoros escondidos en Caernarvonshire , mientras que como es sabido, en Irlanda no existen las serpientes porque san Patricio las expulsó. Pero tal vez lo más espectacular en palabras de M. Davies48 es la relación de la serpiente con el más celta de todos los símbolos: La cabeza y se han encontrado numerosos ejemplares de cabezas rodeadas de serpientes protectoras en muros, murallas y escudos del mundo celta, un motivo más que nos relaciona con el mundo del sur peninsular donde según los mitos griegos se desarrollo el mito de la Gorgona Medusa, la antepasada mítica de Gerión . Por ello los numerosos hallazgos mencionados desde época prehistórica a los que hay que añadir numerosas joyas, torques, brazaletes, anillos, páteras y otros objetos relacionados adornados con serpientes nos han hecho suponer la posibilidad de unos cultos autóctonos, sobre todo en el área celta, relacionados con la serpiente como animal mágico y apotropaico, en cierto modo divino o relacionado con alguna divinidad femenina similar a las diosas celtas arriba citadas 49.Solo asi, también, podríamos entender por un lado, la popularidad del culto Proserpina-Ataecina en Lusitania, también representada con serpientes ( o Ceres) en la estatua acéfala del Museo de Mérida o que la primera divinidad femenina adorada en época romana en Hispania sea Diana, otra diosa relacionada con las serpientes según vimos50. DAVIES op.cit. p.213. GRIMAL, P.: Diccionario de mitología griega y romana. Ed. Paidós, Barcelona 1982, s.v. Medusa; RUIZA DE ELVIRA, A.: Mitología clásica, Madrid, 1982, p, 45; cfr. VÁZQUEZ HOYS, A.Mª : ”La magia de Gorgona Medusa: serpientes, nudos, mal de ojo y Oriente, en Transeuphratène 30, 2005, pp.149-171 ; id.: LA Gorgona Medusa, ¿un posible mito tartésico? , III Congreso CEPO, Huelca 0ctubre 2003; id.: Understanding the roll of the serpent in the Thracian Cults (I millenium BC.) - Xe Congres International of Thracologie, XIXe Ephorie des Antiquités Prehistoriques Et Classiques, Centre de la Recherche de l´Antiquité Grecque et Romaine de la Fondation Nationale Hellenique de la Recherche Scientifique , Alexandroupolis , 18 – 23 Octobre 2005, en prensa 50 VÁZQUEZ HOYS, A.M: Diana en la religiosidad hispanorromana I-II, Madrid, UNED, 1995-6 ; id.: “Diana in roman Spain. Towards a new interpretation”. XI CONGRESS OF FIEC. Kavala (Greece). Ag. 1999, en prensa; MARINATOS, N.: The Goddes and the Warrior, Routledge Classical Monograph, OndonN. York 2000, p. 128, fig. 6. 16, p. 121, fig. 6. 9, 113, fig. 6. 1, p. 62, fig. 3. 16, p. 57, fig. 3. 12p. 54, fig. 3, 8, 3. 9, pp. 52-53, figs, 3. 5, 3. 6, 3. 7, p. 38, fig. 2. 10. 48 49 362 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 363 5. LA POSIBILIDAD DE UNA CONTINUIDAD INTERMITENTE TRANSCRONOLÓGICA (DTI) Así pues, una vez examinados los documentos que conocemos, creemos poder afirmar que no tenemos pruebas de la existencia de una ofiolatría=Culto o cultos a una divinidad en forma de serpiente entre los pueblos célticos de la Península. Sin embargo, este animal estuvo y está ligado a creencias, mitos, ritos y supersticiones que aún se conservan. Lo que pudo ser antes lo desconocemos. Hoy solo encontramos serpentiformes, figuras grabadas o piezas con forma de serpiente o la figura de este animal acompañando a otras divinidades, además de leyendas que pueden corresponder a posibles creencias, a veces muy curiosas, relacionadas con la vida de ultratumba, la fecundidad o las aguas, que, curiosamente, y a pesar de que se niega su existencia por no pertenecer “al panteón de los pueblos indoeuropeos”, aún están ahí, llamémoslas “divinidades”, “espíritus”, “supersticiones” ,etc...51. Pero como historiadores, concluimos con Hidalgo Cuñarro lo que él ya afirmaba hace años en el trabajo citado: No se puede probar la existencia de una ofiolatría en Galicia en el estado de nuestra documentación actual aunque los elementos citados han podido ir pasando a través de generaciones a través de espacios supuestamente vacíos (similares a lo que en medicina se denomina un ductus), a lo que nosotros hemos denominado “ductus trancronológicos intermitentes (DTI)” para llegar a nuestros tiempos en forma de elementos del folklore que la etnología se encarga de recoger. 51 Para GARCIA FERNÁNDEZ-ALBALAT, B. : Guerra y religión en la Gallaecia y la Lusitania antiguas, Ed. do Castro, Sada, A Coruña, 1990, dentro de una sociedad (indoeuropea)no pueden convivir categorías(de creencias)tan diferentes y niega los cultos naturalistas o astrales en época prerromana ,al menos en Gallaecia y Lusitania. 363 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 364 . Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 365 LA LANZA EN LA TIERRA: RITUALES JURÍDICOS DE TOMA DE POSESIÓN DE LA ANTIGÜEDAD A LA EDAD MEDIA Marcial Tenreiro Bermúdez Sumario: El presente trabajo trata sobre un episodio descrito en la Crónica de los Hechos del Condestable Miguel Lucas de Iranzo, un ritual de demarcación de los términos entre dos concejos realizado en 1470, en ese contexto jurídico se nos presentan una serie de acciones que enlazan tanto con el mundo de la simbología jurídica como con el del derecho consuetudinario. Señalamos asimismo, a título de hipótesis, algunas posibles huellas previas o conexiones protohistóricas entre dicha tipología de rituales y determinadas formas de deposición de armamento ofensivo conocidas sobre todo desde el Bronce Final y que se prolongaran durante la Edad del Hierro. PALABRAS CLAVE: Lanza, simbolismo jurídico, guerra, propiedad, fronteras Abstract: The current article is about a episode described in the Conetable Miguel Lucas de Iranzo´s Chronic, namely a ritual of demarcation of the landbourdaries made in 1470 between two cities, in this juridical context we may see some ritual actions conecting with a juridic simbolism as well as folk law customs. They are also indicated, for a reason or hypothetical purpose, some previous tracks or protohistoric connections between this ritual typology and some deposition forms of offensive weapon mainly from the Late Bronze and that extended during the Iron Age. KEY WORBS: speer, juridic simbolism, war, property, landmarks La aparición de la historia del Derecho en el siglo XIX llevó aparejada ya desde sus comienzos un interés por el derecho 365 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 366 comparado y en especial por ciertas prácticas y normas que tendían a escaparse del aséptico formulismo procesal de los ordenamientos jurídicos contemporáneos. Así de la mano del interés por el pasado “bárbaro” se fue gestando una disciplina denominada por algunos como “Arqueología del derecho” ( Rechtsarchäologie) o “Antropología jurídica”1, para la que el símbolo como modo de expresión no dejó de tener nunca cierto atractivo. El hecho general de que las culturas orales, y asimismo aquellas en las que en buena parte de su vida predominaba la oralidad, hayan echado mano de símbolos para expresar nociones abstractas2 de gran complejidad, no podía dejar de interesar por razones obvias a los historiadores del derecho de la época3, que percibían no sin razón4 una extraña poética de esos ordenamientos no formulados5 llenos de usos y costumbres donde lo religioso, lo jurídico y lo puramente expresivo se dan la mano de continuo con una sorprendente y hasta pasmosa facilidad. 1 VON AMIRA, K y VON SWERIN, C. F, Rechtsarchäologie. Gegenstände, Formen und Symbole Germanischen Rechts.. Berlín y Dahlen 1942 2 vols ; LAMPE, E. J, Rechtsanthropologie. Eine Struckturanalyse des Meschen im Recht. Berlín 1970. Para un estado de la cuestión de la disciplina vid. ALVARADO PLANAS, J, “Historia del Derecho y antropología jurídica” Rev. Fac. Der. Univ Compl. 75 1989, 11-28 2 Sobre la oralidad y su influencia en los distintos aspectos de la cultura, incluido el derecho y el simbolismo, vid GOODY, J, The domestication of the savage mind.. Cambridge 1977; id. The interface between the writen and the oral. Cambridge University Press, Cambridge 1991, sobre el símbolo como forma de organización cognitiva SPERDER, D, “¿Es pre-racional el pensamiento simbólico?” in: Iranz, M y Smith, P, La Función simbólica. Madrid 1989, 17-43, sobre la dimensión expresiva del símbolo: COHEN, A., “Antropología política: El análisis del simbolismo en las relaciones de poder” in: Llobera, J. R (ed.), Antropología política. Barcelona 1985, 55-82 3 Motivo posiblemente por el cual existe actualmente un desinterés alíquoto en estos mismos temas, lo cual tomando una reflexión de un jurista español es solo explicable por ciertos “vuelcos” coyunturales fruto de los turbulentos acontecimientos de mediados del siglo pasado, PÉREZ PRENDES, J. M, Instituciones medievales. Madrid 1997, 35-36 4 GRIMM, J, “Von der Poesie im Recht” ZGR II, 1 1816 25-99; Deutsche Rechtsaltertümer. Darmastadt 1995 [Leipzig 1899] I 84. (= D.R.A. ), MICHELET, M, Origines du Droit Français cherchêes dans les symbols et formulas du Droit Universel. Paris 1837; CHASSAN, J.: Essay sur le symbolique du Droit. Precedé d´une introduction sur la poésie du droit primitif. Paris 1847. 5 GARCÍA GALLO, A, Manual de historia del derecho español. Madrid 1982, I 179-186 366 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 367 Nuestra intención aquí será bastante más modesta que la de estos ilustres e inmerecidos predecesores, limitándonos a aportar para la reflexión una serie de datos comparativos que consideramos de cierto interés tanto desde el punto de vista de la historia del derecho como de las mentalidades, o que incluso podrían ofrecer ciertos apuntes que puedan servir a disciplinas afines como la arqueología o la etnografía. -Arrojando la lanza. Un rito en el derecho de la Edad Media. Nuestro punto de partida será una Crónica española de finales del siglo XV, la de “Los Hechos del Condestable Miguel Lucas de Iranzo”6, muy conocida por los medievalistas en otro orden de cosas, habida cuenta de los inestimables datos que ofrece sobre la vida cotidiana de la nobleza bajomedieval española7. Sin embargo, el hecho que nos interesa aquí es de otro tipo, procede del proceso de la demarcación que en el año 1470 se realizo entre las ciudades Andujar y Jaén8 a petición de sus vecinos9: «Primeramente comenzó el primer mojon desde un pozuelo que estaba en medio del arroyo del Salado, que partió los dichos terminos con la villa de Arjona, el qual esta6 Para nuestro estudio nos hemos servido de la primera edición de la 1ª edición de la crónica, GAYANGOS, P. (ed.), Relación de los fechos del mui magnifico é más virtuoso señor el señor don Miguel Lucas mui digno Condestable de Castilla. RAH, Memorial Histórico Español. Colección de documentos, opúsculos y antigüedades VIII. Madrid 1855. 7 RODRÍGUEZ MOLINA, J, La vida de la ciudad de Jaén en tiempos del Condestable Iranzo.. Jaén 1996; CLARE, L,“Fetes, jeux et divertissements à la cour du Conétable de Castille Miguel Lucas de Iranzo (1460-1470). Les exercices physiques”. In: La Fete et L´Ecriture. Théàtre de Cour, cour-théàtre en Espagne et en Italie, 1450-1550. Etudes Hispano-Italiennes 1 1987, 5-32 8 Sobre la problemática de estas reclamaciones vid: Libro de Dehesas de 1378 (traslado de 1522) p. 1 cit in: QUESADA QUESADA, T, El paisaje rural de la campiña de Jaén en la Baja Edad Medieval según los libros de las dehesas. Jaén 1994, 97. 9 Un estudio de conjunto en DELPECH, F, “Symbolisme territoriale et système sacrificiel dans un ansíen rituel de “terminatio” andalou. Notes pour une antropologie des confins” in: Cordoba, P y Etienvre, J-P, La Fiesta, la Ceremonia, el rito. Actas del Coloquio Internacional celebrado en Granada (24/25-x-1987). Granada 1990, 147-164; id. “Rite, Legende, Mythe et société: Fondations et Fondateurs dans la tradition folklorique de la peninsule iberique” Medieval. Folclore. 1 1991, 14 ss . 367 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 368 ba al pie del dicho cerro Corbul, según dicho es entre el dicho cerro y unas casas cortijo que eran de Pedro Sanchez de Panduro [...] en termino de la dicha villa de Arjona; y porque quedase memoria en los tiempos advenideros é sobre los dichos terminos no oviese debate nin duda, el dicho señor Condestable, estando a cavallo echó una lanza que tenía en la mano en el dicho pozuelo de quento, que es el primer mojon de los terminos »10 Más allá de la curiosidad que el acto inaugural de la terminatio jienense pudiera despertar intentaremos mostrar que el hecho de arrojar una lanza para dar comienzo a la demarcación no es un hapax, sino una acción con abundantes paralelos en toda la Edad Media europea dentro de ese interesante campo de los símbolos y rituales jurídicos en el que se centrara nuestra exposición. Antes de entrar en los paralelos que este ritual jurídico, el de arrojar un arma, tiene en el resto de la Europa medieval, conviene echar un vistazo a los correlatos directos que la acción del Condestable tiene en la propia península ibérica. El arrojar una lanza, u otra arma aparece en una serie de leyes navarras como forma de determinar las lindes de una tierra. Así en el Fuero de Navarra encontramos lo siguiente: «Los infanzones si quieren fer vedado nuevo de cavaillos, deven ir á la sied del Rey, et ganar la piertega del jubero á menos de fierro, et en el logar ó quieren fer la defessa11 debe se en medio logar un infanzon, et itar dailli la piertega menos de fierro á cada part en luengo cada doze vegadas, si de la primera part no á tantas piertegas, como manda, prenga de la otra part á tantos como escritas son12». En esta ley se nos muestra una situación que aunque distinta en los detalles se aproxima a la que hemos visto en primer termino, además nos permite apreciar cierto convencionalismo en Crónica p. 436 Castellano actual “dehesa” de lat. defensa, Vid. VASSBERG, P, Tierra y sociedad en Castilla. Señores, “poderosos” y campesinos en la España del siglo XVI. Barcelona 1986, 45 12 WOLF, F,“Ein Beitrag zur Rechts-Symbolik aus spanischen Quellen”. Sitzungberichte der Philosophisch-historische Klasse der Kaiserlichen Akademie der Wissenschaften. 51. 1865, 79 10 11 368 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 369 este tipo de actos13. En otras ocasiones el arma escogida puede ser otra, como el hacha, la cual es utilizada, en otra ocasión, para determinar la extensión de las dehesas boyales (Bustalizias): «Toda Bustalizia debe ser al menos quanto un home pueda echar doze vezes á quatro partes14 la segur, et este home que ha echar la segur, debe se assentar drecho en el medio de la bustalizia; et esta segur que es á echar debe haber el mango eun cobdo raso, et el fierro debe haber una de la part agudo et de la otra part es mochado, et teniendo la oreilla diestra con la mano siniestra, debe passar el brazo diestro entre el pescuezo et el brazo siniestro, et eche quanto mas pudiere echar esta segur, como dicho es de suso15.» Estos casos sin embargo parecen dar prioridad a la idea del tiro como una forma oficializada de mensura de las de las dimensiones del terreno dejando algo ladeado el facto delimitatorio que encontramos en la Crónica. En algunas leyes europeas este lanzamiento del arma puede llegar a presentarse, salvando las distancias, incluso como una especie de “ordalía” capaz de determinar las lindes no demasiado claras. Así en la Lex Bayuwariorum (cap. XI) se da cuenta de un procedimiento de este estilo para marcar los términos en conflicto de una granja, que el demandante podía fijar de la siguiente manera: «si autem curtis adhuc cinctus non fuerit, ille quei defendere voluerit, jactet securem saiga valentem contra meridiem orientem atque occidentem; a septentrione vero 13 Evidente en el uso de un verdo como “itar” (de hito =termino) para definir la acción de “arrojar” la pértiga”, lo que ha llevado, dentro de una problemática más general, a suponer el carácter consuetudinario y folclórico de los ritos jurídicos vid GARCÍA GALLO, A.: Op cit I 90. Como máximo representante de la postura germánista; HINOJOSA Y NAVEROS, E, El elemento germánico en el derecho español. Madrid 1993 [edic fatsilimar de la 1º edic. 1915]. Sobre la discusión actual del hecho consuetudinario en el derecho hispánico vid. PÉREZ PRENDES, J. M.: Op cit. 34-37; ALVARADO PLANAS, J.: El problema del germanismo en el derecho español, siglos V-XI., Madrid 1997, cap. 3 passim quien matiza considerablemente el problema del supuesto germanismo del derecho hispánico. 14 Es decir, a los cuatro puntos cardinales del terreno. Sobre la formula «per quatuor angullos» vid. D.R.A. I 160 15 WOLF, F, ibidem 369 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 370 ut umbra pertingit amplius non ponat sepem et si illam terram non potuerit donare, donet aliam in proximo, quantum jactus est de securi saiga valente»16. En otros caso encontramos una función más puramente apropiatoria de este tipo de actos, así el arzobispo de colonia había procedido a tomar posesión de Westfalia disparando una flecha17 al rio Rhin que hacía de frontera a dicho territorio: «archiepiscopus coloniensis ducatum Westphaliae obtinuit usque ad sagittae jactum in Rhenum18». Igualmente en el 1360 el arzobispo de Maguncia había utilizado el lanzamiento de un martillo19 en las lindes para determinar de forma efectiva su dominio sobre una villa: «quod ipse archiepiscopus tantum spatium en Reno haberet in dominio suo, quantum unus a littore Reni, in quo villa Waldaffen est sita sedens in dextrario et ipsum Renum profundius intrare poterit, ep ipso ulterius intrare non potente, unum malleum, dictum ‘hubnagelhammer’ a se longius projicere potest in Renum»20. Igualmente el duque de Nassau había fijado los limites de su señorio tanto como: «quantum unus super magno equo sive dextratrio equitare ad flumen ipsium Reni et cum una lancea a se extendere poterit»21. Tampoco debiera de escapársenos a la hora de hablar de este tipo de ritos una serie de procedimientos tan peculiares como el que aparece para autorizar la construcción de una fortaleza en algunas leyes hispánicas: «[...] porque ninguna tor debe ser mas alta de quoanto un hombre pueda alcanzar en alto con lanza de cavayllero, D.R.A I 83, cfr. MICHELET, M: Op cit 75 Un procedimiento similar nos es descrito en una tradición oral sobre la fundación del couto de Guillera (Asturias), según la cual su término fue puesto allí donde había caido la flecha disparada por la ballesta del conde fundador. Agradecemos la comunicación de esta información a Alberto Álvarez Peña. 18 D.R..A I 84 19 El uso del martillo para estas lides en los países germánicos se explica como un rasgo heredado, “supervivencia” formal del paganismo, por ser el arma del dios guerrero Thor, GRAHAM-CAMPBELL, J et alii, Die Wikinger. Kuns, geschichte und Lebensformen. Munich 1998 114; MONTELIUS, O, “The Sun god´s Axe and Thor Hammer” Folklore 21, 1, 1910 60-78; Sobre la relación de este dios con los ritos de apropiación y poblamiento LECOUTEUX, CL, “Circunvalación: rito de apropiación, de expropiación y de protección” in: Demonios y genios comarcales en la Edad Media. Palma de Mallorca 1995, 97-99 20 D.R.A. I 79 21 D.R.A I 97 16 17 370 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 371 assentándose, el ombre sobre el cavayllo arecho, et el cavayllo que se enseyllado, et si más alto firiere de tanto sen mandamiento del Rey, o del seynor de la villa, farán baxar tanto quanto dicho es de susso »22. El interés añadido por salvaguardar la autoridad regia, o en su defecto señorial, contra la competencia interpuesta de algunos nobles menores constituye una evolución curiosa, pero que no se puede dejar de enlazar con otras normas de derecho consuetudinario que encontramos en el norte de España, como la que en los Fueros de Vizcaya, aun en el siglo XVI, prohibían portar armas más allá de cierta distancia («cuatro brazas») alrededor de una casa, igualmente como salvaguarda de la inmunidad de aquella23. Si bien la forma de medida aquí a variado, no es impensable que se hubiera partido de un procedimiento similar al anterior, ya fuera de un solo tiro o de nuevo en varias “vegadas”, ello tiene su lógica dado que los termini de una propiedad, más allá de lo económico subjetivo, son con referencia a derechos también los limites objetivos de una jurisdicción, más allá de cual no ampara la soberanía doméstica, ni la autoridad del dominus. Esto queda claramente de manifiesto en el derecho irlandes donde junto a un similar matiz defensivo de la medida, aparece de nuevo el papel “cautelar” de este rito a la hora de delimitar un espacio territorial entorno a la casa. Así en el ciclo épico irlandes contamos con el caso del rey Loegaire, cuyo palacio, se nos dice, había de estar rodeado de un espacio libre que debía constar de la amplitud de 6 tiros de lanza. La relativa extensión, 6 tiros de lanza, parece hablar a favor de la consideración del terreno delimitado de esta forma como un espacio algo menos que el espacio del que depende directamente el castro, pero mayor que un mero vacio sin otra consideración, una especie de zona de “neutralidad” (más restringida), y quizás ritual, más allá de los muros (post-moerium) detrás de los que el rey24 o señor 22 Cit. in GARCIA DE VALDELLANO, L, “Sobre la simbología jurídica de la España medieval” en: Homenaje a Don Jose Esteban Uranga. Pamplona 1971, 104 n 58 . 23 BARANDIARAN, J De , Mitología vasca. in: Obras Completas. I.. Bilbao 1972, 416. 24 MICHELET, M, Origines du Droit, 75 371 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 372 vive. Ello se ve apoyado asimismo por otra noticia acerca de los límites jurisdiccionales procedente de las leyes del País de Gales según la cual se entendía que: «jactus securis vel runcinae erit mensura patronici villici regii» 25. Manteniéndose aquí nuevamente por curiosa derivación la idea del dominio seguro simbolizada en el espacio a partir del que ya no alcanza un arma, o bien como ocurría en la ley navarra en aquel que es alcanzable y que por tanto no escapaba a una autoridad superior como la del rey o el señor. Por otro lado, este simbolismo de connotaciones claramente violentas en torno a la lanza, que encontramos en el derecho europeo e hispánico, no puede haber sido elaborado únicamente, por muchos problemas o tensiones que pueda generar, a partir del ámbito de la mera propiedad. Sin salir de la península existe otro caso que quizás pueda arrojar algo de luz, en el que de nuevo la lanza vuelve a aparecer como protagonista instrumental de una ceremonia jurídica, si bien con un carácter y objeto muy distintos de los anteriores. La cita procede del cronista Alfonso de Palencia quien a finales del siglo XV nos describe en la segunda de sus Décadas el trámite que el rey castellano debía cumplimentar para entrar en posesión del señorío de Vizcaya: «Así cuando el de Castilla de quien los Vizcaínos se confiesan vasallos, visita su provincia, disponen aquellas que vaya a la villa de Guernica a pie, descalzo del izquierdo, vestido con sencillo jubón y rústico sayo, llevando en la diestra un ligero venablo, y que al aproximarse a la vieja encina que en el valle cercano a la población levanta sus robustas ramas, corra hacia ella en presencia de los vizcaínos que le acompañan y lance el arma contra el tronco para después arrancarla con la mano. Hecho esto, jura el Rey observar las antiguas instituciones de los pueblos, no ir en nada contra sus libertades y mantenerlos exentos de todo tributo [...]26» 25 MICHELET, M, Op. cit. 74.; ibidem 75; D.R. A I 96; cfr, GARCIA DE VALDEAVELLANO, L: loc. cit. 104 26 Decadas II 17, PAZ Y MELIÁ, A (ed.), Crónica de Enrique IV. Biblioteca de Autores Españoles. Madrid 1975. 372 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 373 Claro y expresivo a la par en su articulación, el propio formulismo que aquí nos es descrito parece escapar, finalmente e in extremis, a la propia violencia que evoca, con buen juicio el acto de guerra ficticia por el que se toma posesión por el hierro del país27, es seguido, en buena diplomacia, de la pública declaración de respeto a los usos locales por parte del nuevo señor. Este ritual, sin embargo, no es tampoco un unicum dentro del derecho medieval y podemos encontrar en él ritos guiados por esa misma lógica o similares escenificaciones del poder aun en niveles más bajos de la escala señorial. Un caso interesante es el del ritual tradicional del que se valían los alcaldes de la ciudad de Londres, aún hasta finales de la Edad Media para tomar posesión de su cargo. Contamos para ello con un testimonio del año 1450. El elegido debía dirigirse en presencia del pueblo hacia una piedra denominada la London Stone, llevando su espada desnuda en la mano y después de dar una serie de vueltas entorno a la roca le daba un golpe con el filo de su espada. Acto seguido el mismo se proclamaba a viva voz como nuevo Mayor ante los asistentes y procedía a jurar su cargo28. No es arriesgado suponer, a pesar de lo escueto de las referencias, un mismo contenido en ambos procedimientos. El rey, así como el Lord of the city ponen en último termino en práctica lo que se espera de ellos: los ideales de un señor justo, garante del derecho, que mantiene las leyes y estatutos del señorío, pero al que sin embargo, no escapa tampoco la necesidad de reforzar su aprensión previamente con una de demostración de fuerza, un acto que se viste con los ropajes de una de guerra ficticia contra el país personificado en el árbol o la piedra 27 La acción de arrancar el arma clavada previamente sobre la tierra u otro elemento que pudiera ejercer de “substitutorio” de ella (piedra, árbol, etc.) en relación una investidura o toma de posesión trae inmediatamente obvias evocaciones artúricas que cuentan a su favor con un sorprendente en el ciclo de los nibelungos, Volsung III, p. 44, DÍEZ VERA, J.E. (trad.): Saga de los Volsungos. Madrid 1998. Al respecto vid. ELLIS DAVIDSON, H.R, “The sword at the Wedding” Folklore 71 1960, 2-5, y asimismo mi artículo: “Arrojar la lanza: un ritual jurídico en una crónica castellana del siglo XV y sus paralelos” (e.p.) 28 BURDICK, L. D, Foundation Rites, with some Kindred Ceremonies. A crontribution to the study of beliefs, custom and legends connected with buildin, location , landmarks. Londres y Montreal. 1901, 150 373 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 374 ancestral29, y que figura un derecho de conquista inexistente a fin de mostrar una legitimidad real. Tampoco es difícil encontrar otros casos de usos ficticios, que por distintos motivos, representan igualmente una violencia inexistente. En el derecho castellano, sin ir más lejos, lo encontramos también en las instituciones de la venganza privada. Cuando un hombre era asesinado, un familiar podía declarar judicialmente la guerra contra el culpable (y su familia), delante de dos familiares del asesino, a uno de los cuales debía golpear en el escudo con una lanza sin hierro 30, si bien aquí el rito no evitaba tanto la violencia como la expresaba, o mejor, le servía de preludio legal. Algo similar aunque más atenuado puede encontrarse también en el antiguo derecho romano, en el que un litigante podía ejercer la actio legis sacramento sobre otro que le disputara la propiedad de algo (in rem/ in personam) tocando el objeto (el esclavo) en litigio con una barrilla (festuca), y pronunciando a continuación una formula prefijadas. Esta festuca, según la tradición de los juristas latinos31, sustituía aquí como “signum iusti domini” a la lanza32 del antiguo duelo judicial33, el 29 GOMME, G.L, Village Comunity. Londres 1896 218ss quien pone en relación asimismo casos como este con la función de determinadas piedras y árboles situados en lugares de asamblea, a veces, también relacionados con zonas de limite o termino entre señoríos. Sobre la conexión de este tipo de rituales con la materia artúrica vid. nuestro artículo: “Arrojar la lanza un ríto jurídico en una crónica castellana del siglo XV y sus paralelos” (e.p). Esperamos en breve poder desarrollar más in extenso este último punto. 30 GARCÍA DE VALDEAVELLANO, L, loc. cit. 104 31 Gai, Inst. IV.16 32 El hecho de que el golpe de esta “lanza” se dirija al esclavo y no al adversario podría indicar el simulacro de un acto de toma de posesión, a modo refuerzo de la causa o provocación previa por parte del litigante, vid. GERNET, L, “ Jeux et Droit (remarques sur le XXIII chant de L´Iliade)” in: Droit et Société dans la Grece Ancienne. París 1955, 15, y quizás también en recuerdo de que el esclavo/a fue inicialmente, ante todo, como se dice en la Ilíada un “doriktetos aner/gine” debido a su condición de botín de guerra; INSTINSKY, H.U infra n. 36 33 CHASSAN, Op cit. 388-389; sobre el duelo judicial en la Hispania visigoda IGLESIA FERREIROS, A, “El proceso del Conde Bera y el problema de las ordalías” AHDE 1981, 1-221, una pervivencia en el derecho aragonés del uso: LEDESMA, Mª. L, “Acerca de las ordalías y del duelo judicial ‘de escudo y bastón’ en el Aragón Medieval.” In: Estudios en Homenaje al Doctor Antonio Beltrán Martínez. Zaragoza 1986 999-1006. Sobre los precedentes celtibéricos del duelo judicial FERNÁNDEZ NIETO, F. J, “Una institucion jurídica del mundo celtibérico” in: Estudios de arqueología ibérica y romana. Homenaje a Enrique Plá Ballester. Valencia 1992, 381-384 374 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 375 cruce de respuestas y contrarrespuestas entre las partes, predeterminado por el proceso, imitaba verbalmente aquel enfrentamiento primitivo, o tal vez, un viejo rito previo de desafío34. Encontramos pues un “arma” sirviendo aquí, aunque ya lejos de los tintes efectivos de su predecesora, como expresión meramente simbólica del conflicto. Aunque estos últimos casos sean ya en su contexto diversos de lo vistos hasta ahora no pueden, lejos de lo formal, dejar de ser tenidos en relación con lo que hasta este punto hemos dicho en relación con la territorialidad, es más, se podría decir que en ello encontramos, en cierta forma, el verdadero mínimo común denominador de todos los procedimientos señalados hasta el momento: la guerra y sus expresiones en el derecho. -Ritos de declaración de guerra y conquista. Es en los ritos de declaración de guerra o apertura de las hostilidades, sin duda, donde podemos encontrar el paralelo más inmediato de la idea de la capacidad de puede llegar a tener un arma clavada sobre la tierra de un territorio para dar al que la arroja o clava su propiedad.. Al respecto se hace inevitable, y hasta tópico, comenzar la nómina con el conocido ejemplo de los feciales de la antigua Roma, esos sacerdotes cuya función era negociar solemnemente los tratados de paz así como ocuparse de las declaraciones de guerra. El ritual utilizado para lo último, y que se encontraba codificado dentro del “derecho sagrado” del colegium ( ius fetiale ), incluía como punto final de una serie de actos previos el que el fecial se dirigiese a la frontera con el territorio enemigo y que tras leer la declaración de guerra arrojase contra él una lanza35. Fuera ya de Roma, el mundo griego conocerá igualmente, pero por influencia macedonia, un procedimiento de declaración de guerra y propiciación de la conquista, la ge doríktetos 34 RICCOBONO, S, Profilo storico del diritto privato romano. Palermo, 1977, 121; LÉVY-BRUHL, H, “Le simulacre de combat dans le ‘sacramentum in rem’ ” in: Studi in onore de Pietro Bonfante nel 40 anno d´insegnamento. Milán 1930 III 83-90 35 Liv. I.32.5-14; D. H. II.72.4-9; BAYET, J, “Le rite du fécial et cornuiller magique” MAH 52 1935, 29-76; BUTLER, H. E.: “Livy, 1.32.12” Class. Rev. 35, 7/8 1921, 157-158; CARY, M. y NOCK, A. D, “Magic Spears” Class. Quar. 21, 3/4 1927, 122-127 375 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 376 “tierra conquistada por la lanza”; inaugurada ya en los posteriores derechos helenísticos por el gesto del propio Alejandro Magno que al cruzar el Helesponto para invadir Persia, arrojó su lanza sobre la orilla enemiga36. Un procedimiento parejo lo encontramos también de soslayo en Irlanda, evocado en una de las imprecaciones del largo y críptico conjuro que Amergin entona para iniciar la conquista de la isla, al mismo tiempo que esta poniendo su pie derecho sobre la playa para desembarcar: «Soy la brisa del mar / Soy la ola destructiva/ Soy el rumor del mar / Soy un poderoso buey/ Soy el halcón en un acantilado /Soy una gota al sol/ Soy una blanca laguna / Soy un jabalí valeroso./Soy un salmón de la laguna /Soy un lago en la llanura / Soy el vigor del arte /Soy la lanza en la tierra que causa la guerra»37. La extraña identificación del druida con distintos elementos naturales y animales, quizás deba entenderse en base a la segunda estrofa del poema como una forma de tomar el control, el dominio, sobre estos en su conjunto, lo cual encajaría bien con el momento en el que es recitado. Puede alegarse asimismo, por ejemplo, que la fórmula típica de juramento irlandesa: tongo di deas tonge mo tuath “juro por el dios por el que jura mi pueblo” llevaba aparejado, en un segundo término, como garante y “sanción” sobrenatural, el recurso a las fuerzas naturales (el cielo, el mar, la tierra): “mientras el cielo este sobre nuestras cabezas, el mar alrededor de nosotros y la tierra bajo nuestros pies”38 para mantener lo pactado. Sanciones sobrenaturales por otro lado que no son algo que este ausente tampoco en los documentos medievales sobre temas de propiedad y que 36 ALONSO TRONCOSO, V,“Ultimátum et déclaration de guerre dans la Grece Classique” in: Frézouls, E. y Jacquemin, A. (edd.): Les relations Internationales. Actes du Colloque de Strasbourg. 15-17 juin 1993.. Paris 1995, 291-294, INSTINSKY, H.U.: Alexander der Grosse am Hellespont. Würzburg 1949 29s; SCHMITTHENER, W, “Über eine Formveränderung der Monarchie zeit Alexander dem Grossen” Saeculum 19 1968, 31-46. Sobre este particular en el posterior derecho helenístico es esencial el artículo monomográfico de. MEHL, A, “???????????????. Kritische Bemerkungen zum «Speerkerwerb» in Politik und Völkerrecht der hellenistische Epoche” Anc Soc 11 1980, 173-213. Vid tambien SCHWENN, F, “Der Krieg in der griechische Religion I: Der heiles Speer” ARW 20 1920, 300-304 37 «am gai la fodb feras feachta» Lebh. Gabh. 185; SAINERO, R. (trad.), Lebhar Gabhala. El libro de las invasiones. Madrid 1988 376 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 377 por lo tanto podrían extenderse fácilmente a ese ámbito. A pesar de lo parco y peculiar del ultimo verso, la “rareza” de la presencia de la lanza clavada en la tierra, desentonando algo con el resto de la estrofa, es solo relativa, ya que viene a justificarse precisamente en ese contexto de actos iniciales de la conquista de Irlanda. Todo ello indica el marco claro y concreto de dichas acciones, en ese ambiente fuertemente ritualizado39 la referencia a la lanza actuaría como un colofón “natural” de la invocación previa a los elementos naturales, materializando, aunque solo sea de manera verbal, el rito de declaración de guerra, pero también de conquista, de apropiación, y, en buena lógica, de toma mágica de la posesión del territorio, precisamente el fin que se pretende garantizar mediante el poema precedente. De ahí quizás su papel intermedio entre la primera y segunda estrofa en la que el poeta hará exhibición de forma más clara y directa de su poder40. Asimismo el papel de la playa como lugar de desembarco es en cierta forma similar al de la frontera o el vado, como luego veremos, en la épica irlandesa. Otro paralelo en el occidente europeo, esta vez germano, podemos encontrarlo ahora ya de manera explicita, dentro de un poema escandinavo del siglo IX. A diferencia de los anteriores no media aquí la frontera entre los contendientes, sino que la lanza es arrojada, para dar comienzo a las hostilidades, en el propio campo de batalla por un heraldo mientras grita una maldición contra el enemigo: «¡Espanto os aguarda! ¡caerá vuestro jefe!/ /alzada es la enseña! ¡Odín os detesta! / Odín os aterre! adelante la lanza / envíela él como yo lo conjuro!41». Igual carácter mágico parece presentar el lanzamiento de la lanza entre GUYONVARC´H, C. y LE ROUX, P, Les druides. Rennes. 1986, 135ss. Poco antes el propio Amergin había invocado ya a la tierra de Irlanda todavía en pleno mar justo al entrar en ese el interland de la isla que marca la “sesta ola” mítica y ritual distancia desde las costa, Lebhar. Gabh. 179,. 183-4 40 «Soy un hombre (¿un dios?) que forma olas enfurecidas sobre una cabeza / ¿Quién limpia la pedregosa montaña?/¿Quién es el lugar donde el sol se oculta / ¿Quién siete veces buscó sin miedo la paz?/ ¿Quién elige las caídas de agua /¿Quién captura el ganado de la casa de Teathra?/ ¿Quién ama el ganado de Tetrach? / Qué persona, que dios / Forja armas desenfundadas en el refugio? / En un refugio de habladores …» Lebh. Gabh..183 41 Cantar de Hlod, 24-25 in: LERATE, L, Poesía antiguo-nórdica, antología (siglos IX-XII). Madrid. 1993, 47. 38 39 377 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 378 otros pueblos germánicos, según lo que Saxo Gramático recoge asimismo en el capitulo X de sus Gesta Danorum , cuando da cuenta del acto el emperador Otón, quien, una vez fracasados sus planes para invadir Escandinavia, arroja su lanza contra el Mar del Norte, en lo que parecía ser un intento de recordatoria maldición contra sus enemigos: «Otho caesar Jutiam, utptoe regio ductu vacuam nullo resistente permensus, cum Lymici sinus objetu, tunc temporis Wendalam aquis claudentis, ulterius excurrere vetaretur, conjecta in undas lancea non solum iter ad Eydoram reflexit, verum et simillimum fugae reditum habuit, siquidem hastam, cujus usum habebat, maritimos in fluctus, relinquendi monumenti gratia jacultatus, suum freto vocabulum indidit»42. El carácter mágico de las armas y en especial la lanza incluso llego a reificarse, fosilizándose en objetos que podemos reconocer y tocar, a través de la costumbre de grabar pequeñas formulas de maldición o letras mágicas en el filo de las armas para aumentar su a mortal eficacia, y que hoy nos muestran palpablemente ejemplares como las puntas de lanza de Dahmsdorf o Kowel43. Una costumbre pagana que tras la cristianización se acomodo fácilmente a través de la sustitución por algunos versículos bíblicos al uso44. Todo ello muestra el carácter ritualizado y mágico de estas acciones de declaración de guerra entre celtas y germanos, así como entre otros pueblo de la antigüedad. Podemos recordar al respecto aquí el rito referido por Servio según el cual los generales romanos debían nada más comenzar una guerra tomar en sus mano una lanza y agitarla al mismo tiempo que decían en alto: “Mars, Vigila”45. Ello hay que relacionarlo obviamente con otra tradición paralela según la cual la lanza sagrada del dios de la guerra que se guardaba en la Regia, temblaba premonitoriamente Sax. Gram. X. 128; MICHELET, Op cit. 76; D.R.A I 83-84 DE VRIES, J, Altgermasche Religionsgeschichte.. Berlin 1970 I 304 44 Especialmente aquellos que hacía referencia a Dios “como Señor de los Ejércitos” . Una espada franca encontrada en Suecia llevaba gravado en su empuñadura gravado el siguiente versículo, sin duda, muy apropiado; “Bendito es Yabhe, mi Roca, que adiestra mis manos para él combate, mis dedos para la batalla” (Salm.144.1) cfr. BROWN, P, El primer milenio de la Cristiandad occidental. Barcelona 1997, 255-256 45 LE BONIEC, H, “Aspects religieux de la guerre a Rome” in: Brisson, J-P (ed.), Problèmes de la guerre a Rome. Paris y La Haya. 1969, 104 42 43 378 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 379 cada vez que se avecinaba un episodio bélico, pero también con los rituales anuales de inicio de la temporada guerrera que realizaban los salios, al mover con sus bailes los escudos sagrados: “arma ancilla movent”46. Esta forma de movilizar simbólicamente las fuerzas de la guerra, “desperezando” simpáticamente las armas, que se puede comparar en cierta forma y con el posterior y más profano rito simpático de los almogávares catalanes del siglo XII, que antes de entrar en batalla golpeaban sus espadas mientras entronaban su celebre “esperta ferro”47. Fig 1. Punta de lanza germana con escrito y signos de carácter mágico, lanza de Kowel (Alemania) Otra extraña y peculiar variante de este papel movilizador de las fuerzas guerreras, esta vez literal, lo tenemos en otro rito 46 LE BONNIEC, H, Op. cit. 104; WARDE-FOWLER, W, Roman Festivals of the Period of the Republic. Nueva York 1899, 93; [Sali] faciunt in comitio saltus [abstantibis po]ntificibus et trib[unis] celer[um] Fast. Praen. cfr. SCULLARD, H.H, Festivals and ceremonies of the Roman Republic. 1989, 93 47 RUÍZ-GÁLVEZ, M, “Nueva espada dragada en el río Ulla. Armas arrojadas a las aguas” El Museo de Pontevedra 36 1982, 187. 379 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 380 muy distinto que se conservaba en las Highlands escocesas y en algunos reinos escandinavos, y por el cual el pueblo era convocado en armas por su señor. Cuando un noble escocés consideraba que había sido provocado por otro o que iba a producirse en breve una invasión de su territorio, hacía lo siguiente: cogía una especie de lanza de palo y ponía su punta en el fuego durante un momento, acto seguido apagaba la llama de esta en la sangre de un animal, normalmente un carnero, que había sido sacrificado antes para tal fin Después entregaba el palo, denominado cramtàir o cranntàraidh, a un mensajero que debía entregarlo en la primera aldea que encontrase como señal de que la guerra había sido declarada, el que recibía este signo debía a su vez llevarlo a otro pueblo, trasmitiéndose así sucesivamente la noticia por todo el territorio48. En la versión germánica de este rito, el bodkefli o budkafle un palo con la punta semiquemada era asimismo hecho circular por el territorio siguiendo ordenes del rey como forma de anunciar la guerra inminente49. Una versión de este rito transmitida por Olaus Magnus en su Historia Gentes Septentrionales, nos muestra otra variante del ritual, la improvisada lanza era llevada por un joven que la arrojaba clavándola en la tierra de la primera villa que encontrase, cuyos habitantes tenían la obligación de concurrir a la guerra so pena de que su casa fuese quemada con esa misma lanza de no cumplir con su deber: «… juvenis cursu praecipiti ad illum pagum seu villam hijusmode edicto deferendus committitur, ut 3, 4, vel 8 die unus, duo vel tres aut viritim omnes singuli ab anno trilustri, cum armis et expensas 10 aut 20 dierum, sub poena conbustionis domorum (quae fune baculo) vel suspensiones patroni aut omnium (quae fuere alligato signatur) in tali ripa, vel campo aut valle comparecere teneantur subito»50. El carácter ritualizado de estas formas de convocar a las armas, añade ciertos elementos mágicos más allá de la mera función política de defensa civil, a la que en primer termino se dirigen, y hace difícil sustraerse a la comparación entre esta llamada a las armas “a sangre y fuego”, algo 48 49 50 380 D.R.A. I 226-227 Idem 227 Olaus Mag. 7.4; cfr. D. R. A. I 227 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 381 que quizás es ya de por si una buena definición de la guerra misma, y ciertos paralelos que encontramos en la épica irlandesa; como la lanza de Celtchar, Lúin, que aparece en la batalla de Mag Tured, y de la que en otros textos se nos dice que en tiempo de paz debía tener su punta mojada en una vasija llena de un veneno51, el cual debía significativamente ser hecho con sangre de perro, gato y druida52, o la lanza, emponzoñada también, de Brian, Aríadbhair, que podía volver a la mano de su dueño después de ser lanzada 53 y debía reposar en un caldero lleno de agua para evitar que incendiase la ciudad en la que se encontraba54. Dichos ejemplos son congruentes, asimismo, con el carácter sagrado atribuido a otras armas, en la Antigüedad. Al respecto es quizás inevitable referirnos a la celebre lanza de plata del celtibero Olíndico, de la que nos habla Floro: «Fuiste et cum ómnibus celtiberis, nisi dux illius motus initio belli vi oppresus esset, summus vir asta et audacia, si processisset, Olyndicus, qui hastam argenteam quatiens quasi caelo misma vaticinanti similis omnium in se mentes converterat55». Pero aquí, como en los anteriores casos de lanzas sobrenaturales, entramos en un campo distinto, si bien adyacente, pasando de las armas como meros “símbolos de acción” al papel de ellas como auténticos “símbolos objetivos”, es decir, con una cualidad especial por si mismas y no solo en función de ser los instrumentos usados en un ritual determinado56. Este papel de la lanza como símbolo sagrado, también se haría presente en el contexto peninsular a través de la presencia en el Tesoro de Salvacañete57 (Cuenca) de una lanza de plata en miniatura, de unos 5´56 cm. de largo por 0´9 de ancho en su embotadura 58, pieza de la que conocemos otros paralelos en ámbito galo o británico. No obstante más allá 51 THURNEYSEN, R, Die Irische Helden –und Königsage bis zum 17 Jahrhundert, Hildesheim 1980 648 52 THURNEYSEN, Op. cit. 480 53 GUYONVARC´H, C, Textes Mythologiques Irlandaise, I. 1978 114 54 GUYONVARC´H, C, Op. cit. 111 55 Floro I. 33. 3 56 Sobre la distinción entre “símbolo objetivo” y “símbolo de acción” vid GRIMM, J, “Von der Poesie ...”; CHASSAN, J, Essay sur ... CV; GARCÍA DE VALDELLANO, L, loc. cit. 92-93. 57 CABRE, J, “El tesoro de plata de Salvañete (Cuenca)” AEspA 12, 35 1936, 151-159 381 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 382 de de lo votivo, el simbolismo sagrado del arma en esta piececita se ve confirmado por un conjunto de colgantes presentes en el mismo tesoro que exhiben una reiterativa y simple decoración a base de motivos en puntas de lanza o flecha, lo cual se ha puesto en relación, al igual que la lanza de Olíndico, con la insignia del dios céltico Lug59. Datos como este y figuras como la del caudillo celtíbero nos llevarían, de no ser otro el tema de estas páginas, a prestar algo más de atención al papel de las armas como símbolos sagrados o a su relación con algunas formas institucionales de acceso a la soberanía, bien conocidas en el derecho medieval:“regnum cum dominica hasta trajere”60, “traditio per gladium”, etc., o incluso a nos llevarían a recordar la relación existente entre las armas y la investidura en determinados cargos61, o funciones62 durante el mismo periodo histórico, sin duda, como resabio de un fondo institucional más arcaico. 58 GARCÍA TEIJEIRO, J.C, “El hombre de la lanza de plata” in: Alonso Avila, A et alii. (ed.), Homenaje al Profesor Montenegro . Valladolid 1999 265; PEREA CAVEA, A, ARÉVALO GONZALEZ, PRADOS TORREIRA Y MARCOS ALONSO, C, “El origen votivo del tesoro de Salvacañete” in: Aranegui Gascó, C (ed.): Los ibero,s principes de Occidente. Valencia 1998, 261 59 GARCÍA TEIJEIRO, ibid..; PEREA CAVEA, et alii, loc. cit.. 261-262 60 D.R.A. I 225, asimismo Gregorio de Tours recuerda la investidura del rey franco Childeberto por igual procedimiento: «Posthaec rex Gunthramus data in manu Childeberti hasta, ait, hoc est iudicuum quod tibi omne regnum deum tradidit» Greg. Tur. Hist. Franc. VII. 33. De igual manera en el derecho sucesorio anglosajón D.R.A. ibidem. En Escocia de similar manera la espada de “sus antepasados” era entregada en su ceremonia de investidura al Ruler of the Isles BANNERMAN, J, “The King´s Poet and the inauguration of Alexander III”. Scottish Hist. Rev. 68/2 1989, 131 61 Como por ejemplo el arco que el emperador Carlos entrega a Roland como signo del mando militar Chans Rol. 59-62 Según J. Le Goff la investidura por las armar de un noble en un fundum indicaría un intento de establecer una relación “ficticia”de parentesco entre el dominus y su vasallo, y relaciona este uso de las armas con las costumbres matrimoniales descritas por Tac. Germ. XVIII. 3-4; LE GOFF, J,“Le ritual simbolique de la vassalite” in : Pour un autre Moyen Age. Gallimard. Paris 1977, 349-421. Para un caso en Escandinavia ELLIS DAVIDSON, H.R. loc cit. 2-5. La donación de las armas como parte integrante de la dote matrimonial como forma de reafirmar el nuevo parentesco aparece asimismo, en la épica castellana en el Cantar del Mio Cid, vid. ALONSO TRONCOSO, V, “Banquete, hospitalidad y regalo en la poesía épica española” Hispania LT/ 3 179 1991, 850-852 62 Vid. VINAVER, E, “King Arthur Sword or Making of a Medieval Romance” Bull J. Rylands Library 60 1958, 511-520 382 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 383 -Apropiación, guerra y derecho privado: Otra cuestión es como este simbolismo de acción, entorno al lanzamiento de un arma sobre el territorio enemigo, o contra el enemigo mismo ha pasado a ser utilizado como un procedimiento más dentro del derecho de propiedad. La transmisión de esta forma ritual del ámbito de la guerra al de la propiedad puede entenderse, en comparación con lo arriba señalado, si partimos de la premisa de que en casos como el romano o el griego el arrojar la lanza contra el territorio enemigo era no solo una forma de asegurar la victoria sobre el adversario, sino que también al mediar el terreno que se intenta invadir entre ambos bandos adquiría el valor de una anticipación ritual de la conquista, y en cierta forma por tanto como una toma de posesión. Por derivación el mismo rito podría usarse, a su vez, para una vez llegada la paz entre los contendientes, fijar la nueva frontera 63 . Eso parece que fue lo que ocurrió según la Historia Langobardorum et Vandalorum de Paulo Diacono cuando el rey longobardo Autario se sirvió de tal procedimiento para delimitar las nuevas fronteras de su reino, recientemente ampliadas hacia el sur, al clavar y posteriormente arrancar una lanza en una columna desde entonces destinada a ser el termino meridional de sus dominios: «circa haec tempora putatur esse factum, quod de Authari rege refertur: fama est enim hunc eundem regem per Spolentium Beneventum pervenisse eandemque regionem cepisse et usque etiam Regium, extremam Italiae civitatem, vicinam Siciliae, perambulasse. Et quia ibidem intra maris undas columna quaedam esse posita dicitur, usque ad equo sedens accesfisse eamque de hastae suae cuspide tetigisse dicens : usque huc erunt Langobarborum fines quo columna usque hodie dicitur persistere et columna Authari appellari»64. Este caso muestra que estos ritos de conquista podían a su vez, llegado el caso, y establecida la paz entre las partes, a ser usado como una forma de fijar las nuevas fronteras65 lo cual explica asimismo su devenir hacia el derecho privado66 y más, en concreto, su “fosilización”, 63 64 65 66 Vid nuestro artículo TENREIRO M, “Arrojar la lanza …” (ep.) Cfr. D.R.A. I 96 MICHELET, M, Op. cit. 77 Hemos desarrollado esto en TENREIRO, M, ibidem 383 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 384 más allá de lo “efectivo”67, en torno al conflictivo derecho inmobiliario. No es extraño pues, que algunos siglo más tarde procedimientos con un destacable parecido con el de Authario reaparezcan en este contexto precisamente, y así, por poner un caso, que el arzobispo coloniense tome posesión como señor jurisdiccional del Land de Westfalia arrojando otra arma arrojadiza, esta vez una flecha, al río Rin, frontera de la región. -Épica y arqueología. La relación entre el curso de agua como frontera natural de un reino o territorio y el rito de proyectar un arma contra ella, encaja con algunos casos antiguos que ya hemos señalado arriba; como el lanzamiento de la lanza en tierra anatolia por parte de Alejandro tras cruzar el Helesponto, o la evocación de la “lanza en la tierra” que hace Amergin tras cruzar otro curso de agua, esta vez marítimo, y desembarcar en la isla de Irlanda, pero enlazan asimismo con otro recurrente contexto: el de las batallas en el vado, de la épica irlandesa68. El vado como frontera fluvial y principal del reino actúa como escenario privilegiado de las escenas bélicas en la epopeya irlandesa, y es objeto también de acciones mágicas. Así en el Táin Bo Cualgne el heroe del Ullster CuChulainn clava en el medio del vado que sirve como frontera al reino norteño una rama de árbol con un conjuro escrito en ogam que impide avanzar al ejercito enemigo, mientras no consigan desclavarla del lecho del río, y que por tanto le impide entrar en territorio del Ullster, y materializar la invasión69. Magia defensiva70 frente a la que es de suponer 67 Idem. tomo aquí la distinción entre “símbolo expresivo” y “símbolo efectivo” de COHEN, A, loc cit. 55-82 68 BRIARD, J, “Symboles religieuses, lieux de culte et dêpots de l´Age du Bronze en Armorique” in: Schauer, P.: Archäologische Forschungen zum Kultgeschehen in der Jündgeren Bronzezeit und frühen Eisenzeit Alteuropas. Universität Regensburg. Regensburg 1996, 176 69 Táin 155, ALBERRO, M (trad.), Táin Bo Cuailnge. La razzia de las vacas de Culey. Noia. 2004. 70 Eficacia mágica que se vería aumentada, en una especie de “guerra psicológica”, por el acto de clavar en las 4 puntas de la rama, las cabezas de los primeros enemigos muertos al atravesar el vado, Táin 155. Un episodio de la épica germánica parece indicar un carácter mágico de esta exhibición, la historia cuenta como tras una incomparecencia a un duelo de un enemigo, un guerrero 384 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 385 se desplegaría a su vez una contrapartida ofensiva de la que la “lanza en la tierra”, o en el vado, que nos recordaba Amergin debía de formar consecuentemente parte. A ello podría unirse con las reservas debidas también algunos argumentos arqueológicos, como la presencia en curso fluviales de armas que tenemos atestiguada sobre todo durante el Bronce Final y la Edad del Hierro71, y que en los últimos años se vienen poniendo en relación con zonas de posible frontera entre comunidades políticas72. Frente a la común explicación de estos hallazgos como resultado de ofrendas a divinidades o rituales funerarios73., creemos que no sería incongruente ni descabellado, a tenor de la casuística mostrada arriba, plantear como tercera variante de la aparición de este tipo de depósitos la serie de rituales que aquí hemos descrito. Por otro lado, el carácter selectivo de este tipo de depósitos situados en puntos especialmente importantes, que actúan a veces como puntos de talla una cabeza humana y unos signos rúnicos en una estaca que clava en el suelo, acto seguido mata una yegua y clava en el palo la cabeza volviendo la cabeza esculpida en la madera para que mire hacia la casa del enemigo ausente, para maldecirlo BURDICK, L. D, Op. cit. 97. La misma lógica que se encuentra en la presencia de cabezas cortadas (con finalidad apotropáica) en algunos castros británicos como rispian (S Escoci.) Bredon Hill (Works) o Stanwicks (York); ALDOUSH-GREEN, M. J, Dying for the goods. Human sacrifice in Iron Age and Roman Europe. Stroud 2002, 104 ; sobre los altares trofeo de la Gallia vid. BRUNAUX, J-L, Les Religions Gauloises (V-I siècles a v. J,-C. Paris 2000, 106 71 TORBRÜGGE, W, “Vor- und frügeschichtliche Flußfunde” BRGK 51-52 Berlín 1972; BRADLEY, R, Passage of arms. Cambridge 1990 72 RUÍZ-GÁLVEZ, M, “Depositos del Bronce Final: ¿Sagrado o profano? ¿sagrado y, a la vez, profano?” in: Ruíz-Gálvez, M (ed.), Ritos de paso y puntos de paso. La ría de Huelva en el mundo del Bronce Final europeo. Complutum Extra 5 Madrid 1995, 21-32; BRUNT, P, AUBRY, F., GIRAUD, F Y LEPAGE, S, “Dépôts et frontières au Bronze Final en France” BSAA LXIII 1997, 96-114 73 Dada su propia naturaleza es complicado distinguir (salvo negativamente) los restos de este tipo de acciones de los dejados por las otras dos actividades rituales relacionadas con las aguas (ofrendas, funerales en barco, etc); BRADLEY, R, Op. cit. 99-115. La presencia en zonas estratégicas para las rutas fluviales de depósitos de armas, no ayuda mucho tampoco porque parece ser común a los ritos religiosos; RÚIZ GALVEZ, M, La Europa Atlántica en la Edad del Bronce. Barcelona 1998 343-348; 270-272, Interesantes consideraciones acerca de la pervivencia de las ofrendas a las aguas pueden encontrarse en MONTEAGUDO GARCÍA, L, Galicia legendaria y arqueológica. Problemas de las ciudades asolagadas. Madrid 1957, 31. 74 BRUNT, P, et alii.: loc. cit. 109; RUÍZ-GÁLVEZ, M, “Depositos del Bronce ...” . passim 385 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 386 paso o entradas naturales de un espacio que se pretende delimitar74, concuerda bastante bien con el carácter de estos ritos en las fuentes medievales. Al respecto es interesante contrastar la contigüidad entre los mapas de distribución de los depósitos fluviales de armas75 del noroeste peninsular y propuestas de reconstrucción de los territorios políticos prerromanos como la elaborada en base a la red de arciprestazgos altomedievales76, fruto de la Divisio Teodomiri. Correspondencia a la que cual podriamos apuntar algunos paralelos europeos77, como la coincidencia observada asimismo en la zona del Escaut (Bélgica) entre los depósitos fluviales de la Edad de Bronce y la situación de las fronteras entre las posteriores civitates galas de los menapios y los nervios78 o, igualmente, algún argumento lingüístico como la observación hecha ya hace casi doscientos años por algunos filólogos entre ellos Grimm que constataron la coincidencia de una serie de hidrónimos europeos con nombres que etimológicamente referían la idea de frontera en varias lenguas indoeuropeas79. 75 MEIJIDE CAMESELLE, G, Las espadas del Bronce Final en Galicia. Arqueohistórica 1 1988 Santiago 77 76 PENA GRAÑA, A,“O territorio e as categorías sociais na Gallaecia Antiga: Un matrimonio entre a Terra (Treba) e a Deusa Nai (Mater)” An. Brig. 17 1994, 7475; “Notas sobre la organización institucional celta en los territorios políticos autónomos (Trebas) de la antigua Gallaecia” in: Cousquer, H. J. y Omnes, R (eds.), Les celtes et la Peninsule Iberique.. Triade 5 1999 Brest, 23-75. La coincidencia entre territorio prerromano y arciprestazgo medieval a sido usada asimismo a otros casos de forma más limitada. para el arciprestazgo coruñes, PARCERO OUBIÑA, C, La construcción del paisaje social en la Edad del Hierro del Noroeste Ibérico. Ortigueira 2002; para el área entorno a A Ferradura (Orense) SANTOS ESTEVEZ, J.M. CRIADO BOADO, F Y PARCERO, C, “O descubrimento arqueolóxico de santuarios e espazos sagrados” in: García Quintela, M.V.: Soberanía e santuarios na Galicia castrexa Noia 2006 199-217. Para una aplicación de esta teoría a todo el territorio de Galicia vid. PÉREZ VIGO, A, “Reducción geográfica de las tribus del noroeste hispano ” (en estas actas). 77 PENA GRAÑA, A., loc. cit.; propuestas similares para otras zonas de Europa, para la Gallia BRUNT, P, “Fromm chiefdom to state organization in celtic Europe” in: Arnold, B y Gibson, B (eds.), Celtic chiefdom celtic state. New directions in Arqueology. Cambridge 1995, 15-19, para Bélgica FICHTL, S, “Cité et territoire celtique à traves l´Example du Belgium” AEspA. 76 2003, 94-104; Britania WAIT, G. A, Ritual and Religion in Iron Age Britain. BAR. British ser. 149 (I) 1985, 174-175 78 WARMENDOL, E, “Le Bronze Final Atlantique entre Côte et Escaut” in: Chevillot, C. y Coffyn, A, L´Age du Bronze Atlantique. Actes du 1º Colloque du Parc Archéologique de Beynac 79 GRIMM, J, “Deutsche Grenzaltertümern” Kl. Sch. II Berlín 1865, 31-38 386 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 387 Fig 5. Comparativa entre depositos fluviales de armas y diócesis territoriales altomedievales en base a los mapas de Pena Graña y Meijide Cameselle. Esta tercera hipótesis que aquí hemos planteado no pretende, ni mucho menos, la exclusividad explicativa. Al igual que las otras posibilidades planteadas para este tipo de depósitos, se basa en la analogía con casos históricos bien conocidos, algunos más rastreables arqueológicamente y otros menos, y sobre todo, y fundamentalmente, en la presencia, al igual que en el caso del ritual que hemos estudiado, de estos usos entre los pueblos medievales descendientes directos de los celtas y germanos de la Edad del Hierro. Así pues, ceteris paribus, nos parece legitimo plantear que la misma continuidad institucional que suponemos, con frecuencia, y sin problemas para las explicaciones funeraria o votiva sea asumible asimismo en él tercer caso que del que aquí hemos tratado, y que visto así se nos presenta como un mero ejemplo más de esos fenómenos de larga duración a los que la historia del derecho y de las instituciones -y no solo de las cultura material- nos tiene, como de costumbre, tan bien acostumbrados. 387 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 388 . Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 389 II. Etnología 389 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 390 . Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 391 EL CARRO CELTA EN GALICIA Narciso Luaces El carro gallego (más conocido como carro del país) es un vehículo de dos ruedas de tracción animal tirado por una yunta de vacas o de bueyes que fue utilizado para transportar toda clase de mercancías tanto en la Galicia urbana como en la rural, hasta que a finales del siglo XIX se inventa un carruaje de cuatro ruedas llamado zorra que fue utilizada solamente en las villas y ciudades. En el campo se utiliza el carro hasta el último tercio del siglo XX, cuando es reemplazado por el tractor. Carro en el Museo Etnográfico de Meixido-Ortigueira (A Coruña) Según historiadores de renombre; como Xaquín Lórenzo, Gómez Moreno, Otero Cebral, etc…, el carro fue inventado por los pueblos primitivos de Oriente Medio en el primer período de la Edad del Bronce coincidiendo con una revolución agraria 391 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 392 cuando en esos pueblos se empieza a cultivar la tierra y a domesticar los animales. El hallazgo, en el norte de Italia, de ruedas o restos de estas, parecidas a las de nuestro carro del país nos viene a confirmar que procede de aquellas tierras. Desde allí los celtas, en el último período del Bronce, cruzarían con el sur de Francia y el norte de la Península Ibérica, donde se han encontrado en la cuenca del Duero, sobre todo en alguna citanía, huellas de este vehículo, luego seguiría hasta Galicia. El carro Irlandés tenía la misma forma que el gallego y las piezas el mismo nombre. Esto nos demuestra, una vez más, su procedencia celta al tratarse de otro país donde existieron estos. A partir de la fecha antes citada no hemos encontrado documentación alguna que haga referencia al carro hasta el siglo XV que es mencionado en algunos documentos. Aquí en esta villa de Ortigueira se encontró un documento que habla que en el año 1.557 se embarcaron unos 5.000 carros de madera con destino a otros puertos. CARACTERÍSTICAS DE SU ESTRUCTURA Cuando el Barreiro (carpintero que se dedicaba a construir carros) se disponía a hacer uno, lo primero que debía tener en cuenta era el uso que se le iba a dar: Si era solamente para trabajos agrícolas, lo hacía más sencillo para que el labrador lo pudiese mover a mano y para que le pesase menos a la yunta de vacas, que normalmente eran las que tiraban de él, o si iba a ser destinado únicamente al transporte de materiales pesados, o sea los que tenían los carreteros, entonces tenía que ser mucho más fuerte. Visto el uso que el carro iba a tener, el carpintero calculaba la longitud del “chedeiro”, comprendida entre los 4,20 y los 4,70 metros. Otro tanto ocurría con la rueda, cuyo diámetro oscilaba entre 90 centímetros y 1,10 metros. La anchura de la rueda por la parte exterior, o sea la longitud del eixo, era de 1,12 a 1,15 metros. Esta medida podía variar, fuese para carro de labranza o de carretero. El carro al circular siempre por el mismo sitio iba haciendo roderas profundas en la roca del camino y si el eixo era más corto o más largo, una de las ruedas forzosamente tenía que ir fuera de la rodera haciendo volcar al carro. 392 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 393 MATERIAL CON QUE ESTÁ HECHO Y PIEZAS QUE LO COMPONEN La rueda se compone de dos cambas y el mil, que van entrelazadas por la rella. Esta está hecha con madera de roble del mismo modo que la cabezalla, las chedas, el tesoiro y las rellas que lleva el chedeiro; si era para el carro de labranza, el soio se hacía de castaño o de pino, las treitoiras y los afungadoiros de fresno o de sauce. El eixo y el coucillón de fresno, abedul, ameneiro… y los fungueiros de castaño, sauce, tojo… El chedeiro del de carretero estaba construido en su totalidad con madera de roble. Las ruedas van fijas al eixo, siendo este el que gira. Están recubiertas con una lámina de hierro (la llanta). Los que se destinaban transportar carga muy pesada, los que tenían los carreteros, las ruedas iban reforzadas con una o dos láminas delgadas de hierro por cada lado para protegerlas del roce de las piedras de los caminos y al mismo tiempo hacerlas más resistentes. Si se transportaba piedra, arena, barro, patatas, etc… se le quitaban los fungueiros y se le ponían las tañeiras para que no derramase la carga. Las tañeiras se hacía de madera de roble, castaño o de pino, también se hacían de varas entrelazadas, denominadas de caínzo. Estas varas solían ser de castaño, roble o de avellano. 393 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 394 El carro en sus primeros tiempos no llevaba freno. A partir del siglo XIX comienza a adaptársele unas tuercas que apretaban las treitoiras contra el eixo y, casi ya en los últimos tiempos de su existencia, se le adaptó el freno de zapata que se accionaba desde la punta de la cabezalla mediante una varilla de hierro con un tornillo incorporado para la rueda. En la construcción de un carro no se empleaba una sola punta, sólo tacos y pescuños de madera. SELECCIÓN Y PROCESO DE LA MADERA. Cuando se cortaba madera para construir un carro, había que elegir árboles que tuviesen piezas con la forma que tiene la camba más la cheda y además que no tuviesen nudos. Otro dato muy importante era la época de corta de la madera para que fueses más resistente y no agrietara tanto. Las mejores épocas del año para la corta son cuando los árboles tienen la llamada parada biológica. Esta coincide con el cuarto menguante de la luna de Enero y de Agosto. También el flujo y reflujo de las mareas influye a la hora de cortar un árbol, por ejemplo, si se corta cuando el mar está bajando, agrieta menos. La madera para la construcción del carro tenía que estar completamente seca. Este era un proceso muy lento en las maderas nobles. Dado que era aserrada en tablones gruesos y solamente secan a razón de un centímetro por año (un tablón de 10 cm. de grueso tarda 10 años en secar). Teniendo en cuenta todos estos detalles que acabamos de enumerar, podemos entender que el precio de la madera para construir un carro resultase muy caro. 394 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 395 EL CARRO DE LABRANZA Como ya se dijo, el carro de labranza solo se destinaba para el acarreo en las faenas agrícolas. El labrador lo utilizaba para llevar leña para el hogar, estrume para la cama de los animales, estiércol, hierba, la cosecha de patatas, maíz, trigo, centeno, avena, el agua en veranos muy secos cuando había que ir por ella lejos, los productos que se llevaban a vender a las ferias, etc… Si el trabajo quedaba lejos de casa, los trabajadores iban subidos a él cuando no llevaba carga. EL CARRO DE CARRETERO El carretero con su carro acarreaba el carbón y la leña desde el monte hasta los centros urbanos; la madera para construir barcos, edificios y la que se embarcaba en los puertos. Desde su llegada a Galicia, fue el único medio de transporte rodado para toda clase de mercancías y materiales pesados hasta finales del siglo XIX cuando comienza a ser sustituido por la zorra (un carruaje de cuatro ruedas con el eje delantero giratorio, capaz de transportar el doble de carga que el carro del país) debido a que esta era más ancha que el carro y que no cabía por los caminos rurales, apenas fue utilizada por el labrador. El carretero algunas veces tenía que recorrer hasta 40 kilómetros para llevar la carga. Este era el caso de D. José Aneiros Piñón que todavía vive en el ayuntamiento de Cerdido (A Coruña), que llevó a vender carros de leña de tojo a Ferrol hasta el año 1.943. Cada viaje le llevaba dos días entre ida y vuelta y en cada carro llevaba entre 1.500 a 1.750 kilos de leña y los últimos los vendió sobre 150 y 175 pesetas. Algunos labradores criaban un par de novillos y hacían el trabajo de la labranza con ellos hasta que eran bueyes, luego los vendían a los carreteros cuando estos tenían que reponer la yunta. ¿DONDE TRABAJA EL CARREIRO? Cuando el Barreiro hacía un carro por encargo, lo hacía en el taller que tenía en su casa, encargándose él de comprar el material para construirlo. Si el labrador, o el carretero, disponía de la madera, el carreteiro se desplazaba a domicilio, cobrando un jornal por cada día de trabajo. 395 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 396 La llanta de hierro que lleva la rueda la soldaba en la fragua mediante calda, luego hacía una hoguera grande en el campo cerca de un río o de una fuente para calentar allí la llanta hasta que se ponía al rojo, entonces, con la ayuda de otros dos operarios la encajaba en la rueda al tiempo que otras cuatro o cinco personas le echaban agua continuamente para que no se quemase la madera. El último carreiro de esta zona fue Emilio Castro Hermida. Había aprendido el oficio con su padre (que también fuera carreiro) allá por el año 1.928, cuando apenas tenía 15 años y trabajó en este oficio hasta mediados de los 60 que el carro es sustituido por el tractor. El primer carro que hizo lo vendió en 200 pesetas. Construir un carro le llevaba entre seis y ocho días. EL CANTO DEL CARRO Si no llevaba carga el carro no cantaba, solamente chirriaba al ir cargado, y aún más fuerte cuando iba frenado al bajar las cuestas. Aquel chirrido armonioso y acompasado también servia de aviso al que circulaba en dirección opuesta para no encontrarse en medio de un camino estrecho donde no cupiesen los dos. En este caso, el que iba vacío esperaba en donde tuviese sitio fuera del camino hasta que pasaba el que iba cargado. Las campanillas que pendían de los apeares también anunciaban la presencia del carro por los caminos y además le servían de acompañamiento para llevar el paso al carretero y a los bueyes. Cada par de campanillas del carro del carretero tenía sonido diferente. Los vecinos de cada lugar sabían por el canto del carro y el sonido de las campanillas a que familia pertenecía. Entre los labradores había competencia a ver quién tenía el carro que cantase mejor. En los últimos años de su existencia salió una orden gubernativa prohibiendo el chirrido del carro por todas las vías públicas. EL CARRO TAMBIÉN LLEVABA MATRÍCULA Durante el régimen franquista el carro pagaba un impuesto (denominado arbitrio sobre carros). Era un recibo de 15 pesetas que se cobraba semestralmente (30 pts . al año). El carro estaba obligado a llevar dos placas una de la Diputación Provincial y otra del ayuntamiento, para poder circular por los caminos. 396 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 397 EL CARRO EN LAS TRADICIONES POPULARES El carro también era protagonista en ciertas tradiciones populares. Servía de mesa para un brindis en ciertos acotencimientos familiares, se usaba para hacer una foto. El día de la matanza, si no se disponía de un banco apropiado, se le sacaban los fungueiros y se sangraba el cerdo encima del chedeiro. En la fiesta de San Isidro en Sarria, el santo va en un carro en la procesión, en Chantada (de la provincia de Lugo como Sarria) en el mes de Agosto durante las fiestas patronales se celebra el tradicional FOLIÓN (un concurso de carros portando carrozas representando ciertos oficios que van desapareciendo). Desde la comarca de Ferrolterra, un grupo de romeros de la zona, todas las primaveras hacen una romería con un carro del país, tirado por una yunta de bueyes a San Andrés de Teixido. En esta comarca del Ortegal, el Lunes de carnaval y la noche de fin de año, los jóvenes sacaban el carro de la cabaña a los vecinos que se llevasen mal y lo llevaban a la del otro , para que al día siguiente tuviesen que ir por el a la cabaña del enemigo. Tampoco en temas religiosos faltan alusiones al carro. Según nos dice las Sagradas Escrituras, el profeta Elías fue llevado al Cielo en un carro de fuego. Los restos del apóstol Santiago fueron trasladados desde Padrón a Santiago en un carro de bueyes. EL CARRO COMO SIMBOLO DE PODER Si tener un buen hórreo al lado de la casa era símbolo de que se trataba de una familia pudiente. Poseer un buen carro y bien equipado con sus correspondientes accesorios, también significaba que pertenecía a una casa rica. EL XUGO DE MULIA En algunas comarcas de la provincia de Lugo, la yunta tiraba haciendo fuerza con la cabeza con un xugo (yugo) apoyado en molidas de cuero que le colocaban en medio de los cuernos al animal y lo sujetaban a estos con correas. En el resto del país se utilizaba el de cangalla donde la yunta tiraba haciendo la fuerza con el pescuezo. 397 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 398 EL BORDELO Cuando el carro tenía que trasportar una carga muy pesada, que no se podía partir, y los bueyes no tenían fuerza suficiente para tirar por el carro cuando era cuesta arriba se enganchaba delante otra yunta para ayudarles a tirar mediante la soles que se enganchaba desde el yugo del carro al del bordelo. EL CARRO EN LA LITERATURA Muchos escritores nos hablan del carro en sus obras, Blanco Amor, Otero Pedrayo, Cela, entre otros más. Entre los poetas citamos a Rosalía, Ramón Cabanillas, Manuel María, etc… Lo han pintado artistas como Soutomayor, Laxeiro, Colmeiro entre otros; así como dibujantes de la categoría de Castelao, etc…, También los periodistas lo mencionan en sus crónicas. SUPERSTICIONES SOBRE EL CARRO Y LA YUNTA Lo mismo que existía en otros pueblos de la tierra la superstición, en Galicia tampoco faltaban labradores y carreteros que creían en la existencia de estas brujerías o mal de ojo. Para prevenir al carro y la yunta contra este mal; algunos le clavaban una herradura de un caballo por la parte inferior al chedeiro, otros metían una moneda en una caja pequeña de madera y la clavaban también por debajo del chedeiro, otros grababan una cruz en la mesa del xugo o la hacían con clavos. En lo referente a la yunta, también metían una moneda o un diente de ajo en una bolsa pequeña amarrada al cuerno izquierdo del animal por la parte menos visible para que nadie les echase el mal de ojo. En los años de mi juventud tengo oído una leyenda que hablaba de un carretero que vivía en un pueblo en donde también residía una vieja que le llamaban la bruja. Este carretero decía que el día que se cruzaba con ella en el camino cuando salía para el carreto no regresaba para casa sin que le sucediese algún percance, bien fuese volcar el carro, romperle alguna pieza, perder algo, etc… 398 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 399 FOTOGRAFIA DEL CARRO Y DE HUELLAS EN EL CAMINO Roderas que el carro fue grabando en la roca en un camino de Ortigueira Adiós a un vehículo milenario 399 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 400 FINAL DE UN VEHÍCULO MILENARIO En esta vida todo tiene su final predestinado, al carro le llegó el suyo. Primero lo desplazó de los centros urbanos aquel carromato de cuatro ruedas (la zorra) y en el último tercio del siglo SS desapareció de la estampa campesina al ser sustituido por el tractor. 400 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 401 CELTÍBEROS Y CULTURA TRADICIONAL EN EL ENTORNO DE NUMANCIA Alfredo Jimeno Martínez Departamento de Prehistoria Universidad Complutense INTRODUCCIÓN La mayor demanda del pasado en el momento actual, y del pasado arqueológico en particular, hay que entenderla en el marco de la globalización a la que estamos asistiendo, que conlleva, junto a la escala económica la uniformidad cultural, lo que plantea incertidumbre y referentes poco claros de cara al futuro. Frente a esa inseguridad en lo que está por venir y puede llegar a ser y la pérdida de identidad que representa el futuro globalizador, la sociedad actual se resiste a soltar por completo los anclajes que la relacionan con ese pasado. Por otro lado, la descentralización política de España ha propiciado, desde la década de los ochenta, que las Comunidades Autónomas hayan impulsado la búsqueda y la construcción de identidades en su pasado histórico, lo que ha llevado a la revalorización de esos referentes y a impulsar una conciencia colectiva de vinculación con ese pasado. Todo ello hay que relacionarlo con el crecimiento de la investigación sobre el mundo celtibérico, que ha definido el marco territorial de implantación de esa cultura y un mejor conocimiento de sus componentes culturales, destacando los proyectos arqueológicos en Segeda (Burillo 2005), Contrebia Leukade (Hernández Vera 2005), Tiermes (Argente 1990, 2000; Caballero y Mangas 2005) y apareciendo, como referente simbólico y emblemático, Numancia, donde los trabajos emprendidos en 1993, han conllevado la incorporación de la sociedad al proyecto de puesta en valor y divulgación (Jimeno 2000; Jimeno y otros 2002 y 2004). En este proceso ha sido significativo la consideración de la divulgación como uno de los objetivos de la investigación arqueológica, obteniendo de esta manera un beneficio mutuo entre disciplina y sociedad, ya que la divulgación del patrimonio arqueológico, además de asegurar su conservación, permite a la 401 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 402 arqueología cumplir su objetivo fundamental de proporcionar a la sociedad un mayor y mejor conocimiento del pasado. Las administraciones regionales y locales, así como las distintas asociaciones de empresarios vinculados con el turismo y el patrimonio cultural han empezado a mirar al pasado y, en concreto en esta zona de Alto Duero, al pasado celtibérico como elemento de atracción y referente que puede contribuir al desarrollo de esta zona, puesto de manifiesto en la reciente exposición “CELTIBEROS. Tras la estela de Numancia” (2005). La situación contemporánea de marginalidad y retraso de estas tierras, una vez superados los cantos de sirena de un desarrollo vinculado a la industrialización, lleva a la sociedad a ver las posibilidades de desarrollo relacionadas con la oferta de territorio y patrimonio, lo que conecta con una de las manifestaciones más características de la sociedad de bienestar, como es el tiempo de ocio, donde el turismo juega un papel esencial. Esto ha contribuido al despertar de una conciencia ciudadana que valora crecientemente su patrimonio histórico y arqueológico y llega a promover iniciativas e impulsar proyectos de desarrollo, contribuyendo de esta manera a un mayor respeto y consideración de este pasado. Todo ello ha llevado, en el entorno a Numancia, a reforzar y generar identidades con ese pasado, jugando, en este sentido, un papel importante las fiestas tradicionales, consideradas “reminiscencia del mundo celtibérico”, como el Paso del Fuego de San Pedro Manrique, las Fiestas de San Juan o de la Madre de Dios de Soria, El Toro Jubilo de Medinaceli, la Barrosa de Abejar, las Danzas del Paloteo de San Leonardo y Casarejos y las fiestas de los Mayos, en distintos puntos de la provincia. Lo mismo está ocurriendo en otras zonas próximas del “espacio celtiberia” (Fernández Nieto 1999). PUENTE ENTRE PASADO Y PRESENTE Ha sido frecuente la referencia a la Edad Media y a nuestra cultura tradicional, en la búsqueda de modelos para explicar aspectos de la época prerromana, en un intento de conexión y búsqueda de identidad entre pasado y presente. Los primeros trabajos de investigación sobre el mundo celtibérico, impulsados por las excavaciones de Numancia, propiciaron una mayor 402 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 403 aproximación a las fuentes escritas y un aumento del conocimiento e información arqueológicos. Los restos hallados mostraban una gran similitud con los conocidos en la cultura tradicional, sobre todo en cuanto al utillaje y espacios habitacionales. Resultaba por lo tanto inevitable poner en relación determinados pasajes de los textos y representaciones de las cerámicas con referentes practicados en el contexto cultural del momento, con fuerte componente rural. En este sentido va a ser Blas Taracena (1923:69-70) quien más y mejor profundizó en la investigación sobre este mundo, a través de sus trabajos sobre la cultura celtibérica, destacando Numancia, y el mundo de los castros, tendiendo puentes y relaciones entre este pasado prerromano y la cultura tradicional, de principios del siglo XX, y que de una u otra manera todos hemos asumido. Así, Taracena (1954:254) comenta como, entre las ocupaciones habituales de los celtíberos, estaba la de su empleo como mercenarios en los ejércitos cartagineses y romanos, explicando esta “emigración” antigua desde la realidad actual, por ser “Hijos en su mayor parte de una tierra flaca que aun hoy les fuerza a emigrar por diversos rumbos en busca de trabajo, en los remotos siglos de la conquista romana se vieron también impelidos a desplazamientos más o menos remotos hasta que comenzaron a sufrir la invasión de su propio suelo”. También refleja la relación de la actividad celtibérica con la de la cultura tradicional de principios de siglo XX, planteando que además de la guerra, “su ocupación habitual debió ser la caza y la agricultura, de que hallamos en las ruinas multitud de utensilios: los molinos circulares de mano…hoces de hierro y escardillos, que acusan cuidado en la sementera; restobas para limpiar los arados; bieldos de hierro para aventar la paja; quizás restos de trillos (tribulum): alusiones clásicas constantes a las eras donde tenían el grano, que después guardaban en tinajas”. Estas consideraciones marcan también el carácter de las gentes de esta tierra desde los celtíberos; así, Taracena cita el pasaje de Posidonio como el que mejor define el carácter celtibérico, al decir que “son crueles con los malhechores y los enemigos, y buenos y humanos con los huéspedes. Todos quieren dar albergue a los forasteros que van a su país y disputan por darles hospitalidad; aquellos a quienes los forasteros siguen 403 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 404 son considerados dignos de alabanza y agradables a los dioses”. Bien se conjuga con ello dice Taracena otras dos cualidades primarias: el agradecimiento y la fidelidad (refiriéndose a distintos episodios de las fuentes), para concretar que “todos estos rasgos distintivos se concretan y exaltan en el amor a la independencia que les hace repudiar todo los extranjero, sentirse hostiles y lentos a la penetración cultural, aún de orden superior, y repetir en una y otra acción de armas el sublime sacrificio de vidas y ciudades antes que tolerar dominio extraño. Con ello celtíberos e iberos trazan el surco que España seguirá a lo largo de toda sus historia”. Podemos completar estos puentes con el pasado en aspectos referidos a modos de vida celtibéricos narrados por las fuentes, como el comentado por Estrabón sobre los montañeses del bajo Duero: “Cenan sentados en semicírculo en unos bancos construidos contra la pared; dan el primer asiento a la edad y al honor; comen en rueda...”. Indica Taracena (1954:255) que aunque a este respecto “nada se diga de los celtíberos, sus hogares centrales de pequeño hoyo terrizo, amparado por piedras hincadas como entre los celtas y los bancos corridos alrededor de los muros…parecen indicar la misma disposición de la vivienda. Algunos campesinos actuales y los pastores, en las cocinas de chimenea acampanada que conservan el perfil de la choza cónica, comen también en círculo tomando por turno la vianda del mismo plato, mientras el jarro picudo el oinochoe celtibérico, que no ha perdido perfil ni destino pese a los dos mil años transcurridos, pasa de mano en mano distribuyendo alegría y fortaleza. Tampoco tenedor ni otro menaje de mesa que el pequeño cuchillo para cortar los tendones o la parte más dura de la carne que desgarraban con manos y dientes, como Posidonio cuenta de los celtas continentales” (1954: 255). Habría que citar junto al pequeño cuchillo o navaja la cuchara de madera o hueso. Después de hablar de la túnica de los hombres, comenta Taracena (1954:278) que completa la indumentaria varonil celtíbera “un calzón corto con cintas colgantes (como puede apreciarse en Numancia), progenitor del calzón actual aragonés y castellano y muy diferente de la braca céltica con la que se le ha querido asimilar, unas medias como las aragonesas o los peales de que Posidonio dice “llevan también arrolladas a las piernas grebas 404 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 405 de pelo”, algo como la envoltura de la actual abarca, de lana las más veces o de cuero con pelo en los casos más rústicos”. Una costumbre de los Celtíberos, que fue tachada de bárbara y salvaje por los romanos, es la que refiere Posidonio: “siendo cuidadosos y limpios, en su modo de vida tienen un hábito repugnante y muy sucio: se lavan el cuerpo y se frotan los dientes con orinas; así creen cuidar su cuerpo”. Comenta Taracena que no había aún desaparecido tal costumbre en celtiberia, donde todavía queda en el folklore la idea de tan sucio remedio (1954: 257) y que yo pude observar en el medio rural todavía en los años sesenta y setenta. También aspectos vinculados con rituales religiosos, sobre todo aquellos que tenían que ver con los ciclos astrales, como se deduce del texto de Estrabón que dice que “los celtíberos y sus vecinos que les caen al norte, al tiempo de plenilunio pasan la noche saltando y bailando a las puertas de sus casas en honor de un dios para el cual no tienen nombre propio”. Taracena comenta (1954:255-256) que “Acaso sean su herencia esas danzas guerreras conservadas en San Leonardo, donde luchan los bailarines armados con palillos y escudete del tipo más pequeño usado por los celtíberos…”. El culto al fuego, relacionado con el sol, como elemento de purificación, tenía un lugar destacado en el solsticio de verano “se realizaban fiestas de purificación con danzas, carreras, luchas y sacrificios fuera de la ciudad” . Sin duda alguna, “residuos de estos ancestrales ritos son el paso del fuego en San Pedro Manrique en la noche de San Juan, y los numerosos festejos en torno al fuego que en estas fechas siguen reproduciéndose en esta zona y en general en la Península Ibérica”. El sol y la luna y sus ciclos respectivos eran en el mundo celta y celtibérico altamente sugerentes de muerte y resurrección, e incluso la idea de que la noche daba a luz el día; por eso pensaban que los muertos volvían a la vida y, en sentido general, eran fuente de fecundidad. Son numerosos los círculos radiados y tetrasqueles que aparecen en las decoraciones de las cerámicas numantinas. Así como, la presencia de hombres con cabeza de caballo o con grandes cuernos enfundados en los brazos o con máscaras y armazones simulando toros o caballos, que indican rituales religiosos 405 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 406 relacionados con estos animales. Reminiscencia de estas mascaradas rituales puede ser la fiesta de la Barrosa en Abejar. También como pueblos pastores divinizaron determinadas montañas y bosques que tenían un significado o carácter especial; así Marcial cita los de “Vadavero” y “Cais”, que a veces se han querido relacionar con Madero y Moncayo, así como el “Sanctum Buradonis Ilicetum”, relacionado con Beratón. También es posible que la sierra de la Demanda, antiguamente Distercia, responda a la diosa Dergetia, ya que Dergetio Deo... se lee en una lápida de San Millán de la Cogolla (Taracena 1954:282). También, el campesino de esta zona veía a las montañas como seres animados y con capacidad de comunicación y rivalidad: dice Moncayo a Cebollera: “si tu llevas capa yo llevo montera”, o dice Cebollera a Moncayo: “si tu llevas capa yo llevo sayo”. Frecuentemente, utilizamos el pasado para legitimar el presente, pero, a veces, ese pasado no es tan inmemorial y lejano. Por todo ello es necesario abordar este tema con trabajos interdisciplinares y la consulta de la documentación histórica y etnológica existente, que nos permitan dar pequeños saltos con puntos de apoyo sucesivos y no saltos en el vacío, por lo que es necesario realizar estudios con bases documentales, al menos, mínimas, para que no sea la “autoridad” de los propios investigadores la que “santifique”, como fruto del pasado más antiguo, lo que ha podido surgir en otro contexto cultural o, incluso, de forma ocasional. En este sentido, Almagro Gorbea (1995) llamó la atención sobre el especial interés que ofrece la etnología y etnoarqueología para profundizar en la interpretación de la Antigüedad, apuntando como los condicionamientos impuestos por el medio físico, en algunas zonas del Sistema Ibérico (concretamente estudia Albarracín), facilitarían la perpetuación, desde tiempo remoto, de costumbres y modos de vida. De esta manera, el estudio de algunas características de la organización territorial y social de época medieval, como el sistema sociopolítico consuetudinario la “Comunidad de Ciudad y aldeas”, plasmado en los “Fueros de Extremadura”, podría aportar datos sobre ciertos aspectos de la sociedad celtibérica y la organización de los “oppida” prerromanos. 406 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 407 En un trabajo reciente P. Balbín (2006:107-115), comenta como M. Asenjo (1999:19, 104,112-117), en su estudio sobre “Espacio y sociedad en la Soria medieval, siglos XIII-XV”, atribuye, en varias ocasiones, el posible origen prerromano de algunas de las estructuras socioeconómicas, poniéndole sobre la pista para observar similitudes entre las normas del Fuero de Soria con alguna de las fórmulas que aparecen en los documentos de hospitalidad, que ella estudia; lo que le lleva a preocuparse por las conocidas hermandades surgidas en la Extremadura CastellanoLeonesa. En estas observa que presentan, en cuanto a su función y vocabulario, llamativas semejanzas formales y funcionales con los pactos contenidos en tesserae y tabulae, ya que el sentido último de ambas instituciones fue paliar la ausencia de protección del individuo fuera de su comunidad, creando marcos legales que facilitaran el movimiento de población entre territorios jurídicamente independientes, propiciando a los grupos humanos, que no eran muy numerosos, a desplazarse por territorios en los que podían acceder a recurso complementarios, con garantía de seguridad recíprocas, otorgando la protección del ganado y los pastores dentro de los límites de los municipios hermanados y desarrollando procedimientos de justicia intermunicipal, como se aprecia en las 35 collaciones medievales que llevaron a cabo la ocupación organizada del espacio de la Tierra de Soria (Asenjo 1999:135). COMPONENTES DE LAS FIESTAS TRADICIONALES ANALIZADAS Y CONSIDERACIONES SOBRE SU ORIGEN En este trabajo nos centraremos en aquellas fiestas que, desde los insignes historiadores Blas Taracena y José Tudela, han sido continuamente comentadas por diferentes estudiosos, propiciando o sentando las bases de su “remoto pasado” prerromano: El Paso del Fuego y Las Móndidas de San Pedro Manrique, El Toro Jubilo de Medinaceli, La Barrosa de Abejar y las Danzas de Paloteo de San Leonardo. Dejamos sin tratar las Fiestas de La Pinochada de Vinuesa y las de San Juan o de la Madre de Dios de Soria -“Fiestas celtibéricas, sorianas y numantinas”, a decir de Gaya Nuño (1965:112)-, porque la abundante documentación disponible impide exponerla adecuadamente en el espacio destinado a este trabajo. 407 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 408 Junto a las fiestas citadas anteriormente, hay que destacar la atención de los estudiosos e investigadores sobre los árboles de mayo, generalizados en los pueblos de montaña soriana, aunque ahora se ha trasladado, en gran medida, esta costumbre a la fiesta patronal del pueblo, frecuentemente en verano. En Duruelo el mayo no es cosa sólo de los mozos, sino también de los casados; en Covaleda y Molinos el mayo conserva en lo alto algunas ramas, pero no sólo es patrimonio de los mozos, ya que estos lo colocan en mayo y las mozas en junio (Aitken, 1926). Estos rituales, para los que se asume de forma más generalizada su origen celta, se consideran fertilizantes y se relaciona con el amor, la fecundidad, la vegetación y el esplendor; en una palabra, son las fiestas de la vida, en las que se festejaba el sol y el agua principalmente. Estas fiestas de mayo están íntimamente relacionadas con las de San Juan, de las que se consideran una anticipación (Caro Baroja 1992b:48-50 y 132) En el valle de Yanguas, al igual que en San Pedro Manrique, el árbol de San Juan recibe el nombre de mayo. Los mozos colocan en la fachada de sus novias las “aleluyas”, especie de diplomas festivos, y que al día siguiente, en el de San Juan, propiamente dicho, tiene lugar la “corrida de la rosca”, iniciada con la colocación del “mayo”, árbol gigantesco que sirve de cucaña, en cuya copa colocan un gallo o un objeto de repostería, que se disputan los más hábiles trepadores; y con la preparación del “ramo”. Su ornamentación corresponde a las jóvenes que disponen pañuelos de seda, cintas, rosquillas y roscos que estas regalan a aquellos y sirven de premio a los corredores. El mozo del ramo, que es el decano de la juventud, lo lleva en la procesión, a modo de “señera”, representación de fe, alegría y esperanza juveniles, y preside, así mismo como juez y decidor, la corrida, que se verifica al compás de antigua y típica “marcha”, ejecutada con gaita y tamboril (Camporredondo 1934:82-83; Caro Baroja 1992:233). EL PASO DEL FUEGO Y LAS MÓNDIDAS, DE SAN PEDRO MANRIQUE En la víspera de San Juan, el día 23 de junio, se lleva a cabo la procesión, encabezada por las tres Móndidas (3 jóvenes elegidas por sorteo), del traslado de la Virgen de la Peña, acompañada por la imagen de San Pedro (en cuyas manos colocan un poco 408 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 409 de trigo maduro), desde su iglesia hasta el Humilladero de la plaza del Mercado, en espera a que en la fiesta de la “Trasladación”, la vuelvan a llevar a su ermita de invierno. Por la tarde, el Ayuntamiento tiene preparada en la plazuela empedrada, situada delante de la iglesia de la Virgen de la Peña, una pira de leña para hacer la hoguera. Cuando llega la noche y los tizones ya no arden, pero están en brasa, se colocan las ascuas formando una capa de 2,25 m de largo, 0,80 m de ancho y 20 cm de espesor. Reunido el vecindario y espectadores, un grupo de vecinos, descalzos y con los pantalones subidos hasta media pierna, pasan por encima de la alfombra de brasas (imposible de soportar su calor a menos de cinco metros), despacio y pisando fuerte, bien solos, o llevando sobre las espaldas a otros u otras; también lo hacen algunas mozas, aunque más excepcionalmente (fig. 1). Existe la creencia entre los sampedranos que hay que haber nacido en el pueblo para pisar el fuego sin quemarse, ya que el manto de la Virgen aísla sus pies y que los de fuera que lo pisan sufren quemaduras (Caro 1992:186; Ruiz Vega 1985:59-88; Martínez Laseca 1986:275). Fig. 1.- Paso del fuego, en San Pedro Manrique (foto A. Plaza) Al punto de la mañana del día de San Juan, hacia las seis, todos los miembros del Ayuntamiento, vestidos de negro con levi- 409 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 410 tas y sombreros de dos picos, montados a caballo inician la “descubierta”, saliendo por El Cinto, puerta principal de la villa, circunvalan la ciudad, dan vuelta por la dehesa (se reparten una gran rosca, mientras en las calles la gente come otras más pequeñas) y llegan al Humilladero donde les esperan tres doncellas (acompañadas del Mayordomo de la Villa y Tierra), ataviadas con traje blanco (faldas adornadas con volantes, zapatos y medias, un pañuelo de seda que ciñe su cintura y una mantilla sobre sus hombros) portando tres cestaños (cestillos “vestidos”) de pan sobre la cabeza en los que se depositan dos amarillentos roscos y, dentro de ellos, tres panecillos, de los que sobresalen los “arbujuelos” o ramas de fresno peladas, trifurcadas y cuatrifurcadas, recubiertos con una ligera masa de pan teñido de azafrán, dan la vuelta por las cuatro parroquias (San Miguel, San Juan, Santa María de la Peña y San Martín), mientras en la plaza ha tenido lugar la “caballada”, carreras de caballos entre parejas de mozos, montados a pelo, que tienen como premio uno de los tradicionales roscos, finalizando el recorrido en la Casa Consistorial, donde el pan que llevan las Móndidas es despedazado y arrojado por las ventanas (fig. 2). Fig. 2.- Las Móndidas de San Pedro Manrique (foto A. Plaza). Desde aquí todos se dirigen a la iglesia de Santa María, donde se celebra la Misa Mayor y donde las Móndidas entregarán 410 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 411 sus arbujuelos, antes de la consagración, al celebrante, al alcalde y representantes del Ayuntamiento, en lugar preferente. De regreso a la plaza, se pingará el “mayo” y las Móndidas iniciaran la recitación de sus cuartetas de cara a los representantes municipales (innovación introducida en el siglo XIX), rodeados de todo el pueblo, procediéndose luego al baile y terminando todo con una comida comunal. -Consideraciones sobre el origen de estos rituales El primer autor que habla del paso del fuego y lo relaciona con un origen celtibérico es Blas Taracena (1923), cuando llevaba a cabo sus trabajos arqueológicos, como miembro de la Comisión de Excavaciones en la ciudad de Numancia, tesis recogida por los intelectuales y eruditos sorianos, como el médico Mariano Iñiguez, quien publicó un artículo en el que intentó explicar científicamente las razones por las que los sampedranos no se quemaban los pies al pasar sobre la alfombra de ascuas, considerando el rito como purificatorio (1924) y Gervasio Manrique (1927), que indica que “las propinas y las dádivas ofrecidas a los que se arriesgan a poner sus pies sobre el fuego, le han quitado el sabor religioso”. A partir de estos trabajos de divulgación, se difunden fotografías, se filman documentales y se publican artículos, convirtiéndose San Pedro Manrique en un referente nacional e internacional de los especialistas en temas etnográficos, destacando entre ellos (Caro Baroja, Violet Alford 1937; Foster 1955; Baity 1966; Álvarez 1995:18-22) Caro Baroja (1992:186-191) planteó la complejidad de la fiesta sampedrana, destacando junto al paso del fuego el gran papel que desempeñan las Móndidas (sus casas están señaladas con los mejores chopos, que los mozos plantan delante de sus puertas), tres doncellas que hacen una ofrenda especial, y además tiene lugar previamente un rito de circunvalación. Apuntó que el paso del fuego, purificatorio y preservativo de todo mal, se apartaba bastante del canon general de las solsticiales y asumía orígenes distintos de los ritos generales de San Juan. Relacionó este ritual con el antiguo romano de la fiesta de la Ceralia, asumiendo la superposición de elementos, tal vez prehistóricos (paso del fuego), otros clásicos, bastantes medievales y muchos modernos. En relación con la fiesta romana comenta los rituales 411 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 412 que se realizaban al pie del monte Soracte, en la Etruria, en el santuario de la diosa Feronia, en cuyo altar las ciudades de los alrededores ofrendaban las primicias de las cosechas. Todos los años, los individuos de unas familias a los que se les llamaba los “Hirpi Sorani”, o sea los lobos de Soranus (nobre relacionado con el sol), andaban con los pies desnudos sobre las brasas de una hoguera de pino, ante la expectación de un sin número de fieles que consideraban tal rito de suma importancia. Los naturales del pueblo soriano, como los “Hirpi”, creen que ellos únicamente tienen la virtud de pasar por encima de las brasas sin quemarse. Por lo tanto, estas fiestas tendría su base originaria en la antigüedad latina, lo que no se puede decir de los demás ritos solsticiales de España y Europa, en relación con los ritos en honor de Ceres y de Pales , donde se realizan ofrendas en cestillos, carreras ecuestres y el ritual del fuego (1974.59; 1992: 343). La antropóloga norteamericana Baity (1966:99 y 106) mantuvo que las raíces sobre el paso del fuego soriano eran mucho más antiguas que los rituales romanos y provenían de Asia, relacionándolos con los existentes en la India y Grecia. Por otro lado, supuso que junto con este rito, a comienzos del cristianismo, también existiría el sacrificio de un toro, que se suprimiría más adelante por desaprobación eclesiástica, relacionandolo con el culto a Mitra. A su vez, las ofrendas de pan serían de un festival dedicado a los cereales, aunque pudieran tener explicación en el antiguo ritual del solsticio de verano, caracterizados por los rituales del fuego y del agua. Por otro lado, Peña García (1969:433) argumentaba para considerar los ritos sampedranos desvinculados de los religiososcristianos y anteriores a la institución por la Iglesia de las fiestas de San Juan, en el hecho de que los actos religiosos de este día se celebren, precisamente, en la ermita de arriba, en la que ya no está la patrona, ni tampoco hay ninguna imagen de San Juan y, además, el paso del fuego tiene lugar también en la plazuela de acceso a esta iglesia. Se aprecia como algunos autores encuentran dificultades para dar una explicación unitaria a estos rituales, viéndose obligados a interpretaciones diferentes para el paso del fuego y Las Móndidas (Caro Baroja 1992:121). Otros vinculan el conjunto del 412 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 413 ritual con el mundo clásico, como Luis Cortés (1961:185): “tal como se presenta en su totalidad, desde la hoguera a la ofrenda de los arbujuelos, pasando por las carreras de caballos, presenta notabilísima semejanza con rituales del mundo clásico, ligados a la ganadería y agricultura”. Otros como Díaz Viana (1981:271-272), piensan que este ritual es anterior al mundo romano, pero que se ha ido revistiendo de influencias clásicas, medievales, decimonónicas e innovaciones recientes, como las interpretaciones tradicionales. El Paso del fuego y Móndidas forman parte de un mismo ritual. Antiguo rito de iniciación de época prerromana, pasar el fuego es la “prueba” que inmortaliza, recibir los arbujuelos, los panecillos ofrendados por las Móndidas, constituye el premio, la “comida mística”, presente en las más antiguos ceremoniales iniciáticos. Por otro lado, Ruiz Vega (1985:84-85) relaciona Las Móndidas con ritos iniciáticos o de paso de la pubertad a la edad adulta, en la fecha emblemática del alba de la mañana de San Juan. Para Fernández Nieto (2005:598) esta fiesta deriva claramente de un antiguo ritual celtibérico (el de Beltaine), al que ya había aludido Baity (1966:107), que anualmente celebraban los siete oppida (castella) celtibéricos de la cuenca del río Linares en un santuario común al aire libre, que no fue otro sino la actual dehesa mayor de San Pedro, teoría que ya planteó para explicar los casos de las fiestas de Santerón, en Cuenca, y la Caballada de Atienza, en Guadalajara (1999). Para fijar estos oppida se apoya en el estudio de la distribución de yacimientos que en la cuenca del río Linares realiza M. A. San Miguel (1987:115-126), citando Los Casares (principal en el control del espacio comarcal), Castillejo, El Castillo de Taniñe, Rabanera, El Collado, Torretarranclo y Sarnago, asumiendo como bastante segura su filiación celtibérica y su pertenencia a los pelendones, pero no todos estos yacimientos fueron coetáneos, así el Castillejo de Taniñe sería anterior y el de Rabanera posterior (Taracena 1941:150,162; San Miguel 1987.120; Alfaro 2005:78,99,103). El recorrido y el paso por las cuatro iglesias parroquiales, que estuvieron vigentes hasta mediados del siglo XIX, puede responder más a las collaciones medievales que poblaron la Tierra de San Pedro, que tenían como referencia en la Villa su iglesia. Así, “la primitiva de San Juan tenía anejas las de Buimanco, El 413 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 414 Collado y Villarejo; San Miguel, que tenía las de Huérteles, Honcala, Ventosa, Palacio, Fuentes, Fuentebella, Sarnago y Armejún; la Virgen de la Peña, a la que correspondían las de Taniñe, Valdeprado y Valdenegrillo, y San Martín que llevaba las de Acrijos, San Andrés, Bea, Castillejo y Matasejún” (Blasco 1909:469). Según Fernández Nieto (1999), los elementos del festival común de los celtíberos, analizados en la fiesta del Santerón (Cuenca) y la Caballada de Atienza (Guadalajara), estarían presentes en San Pedro: comitiva ecuestre a la dehesa y comidas rituales, caballada, árbol y recorrido circular. La instalación de las elites de guerreros en el santuario estaría representada por la marcha a caballo del Ayuntamiento a la dehesa. Los desafíos entre los jinetes (la caballada) se realizarían dentro de la propia dehesa/santuario. Pero esto no se hace así, por lo que entiende que “con en el curso del tiempo han abandonado su ubicación original y se han trasladado hasta el propio pueblo, probablemente por haber sufrido una atracción junto al rito de las móndidas, que la iglesia consiguió desvincular del santuario pagano para reinterpretarlo junto a uno de sus templos (la ermita)” (Fernández Nieto 2005:600). Por otro lado la descubierta poseía, para este autor “una doble función, política y mágico religiosa, que serviría para afianzar anualmente la raya de los confines y proclamar que se ejerce un dominio efectivo sobre el territorio” (2005:602) y además al estar este acto tutelado por alguna divinidad (Beltaine) “el acto material de los jinetes al pisar por encima del perímetro, auxiliados por el concurso divino, deja como sellado cuanto está dentro y levanta una invisible barrera de protección contra amenazas y enemigos externos gracias a la potencia magicosagrada que el mundo indoeuropeo atribuyó al trazado de la figura circular, siguiendo un ritual”. Por otro lado, para este autor el palo levantado en la plaza es indudable que perpetúa el árbol cultual que se hincaba durante el festival céltico que “simbolizaba el sostén de todas las cosas” (Fernández Nieto 2005: 602). Plantea finalmente el cambio de fechas de esta festividad, ya que se celebraría el 1 de Mayo, en honor de Beltaine. Se apoya en la posibilidad de que esto fuera así, ya que, aunque sólo recientemente se realiza el sorteo de las móndidas el día de la Ascensión, entiende Fernández Nieto que la elección de esta fecha 414 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 415 se explica porque todavía debía de perseverar, en la memoria de los sampedranos, como vinculada al festival más antiguo, de esta manera no se hizo sino recuperar un pasaje original, cuando todo el ritual de las móndidas tenía como centro el 1 de mayo” (2005: 605). Aunque, las fiesta de San Pedro coinciden con San Juan, las de los demás pueblos de la provincia de Soria y La Rioja, que tienen Móndidas o Doncellas (Ruiz Vega 1985:81-83), se celebran en Mayo, generalmente coincidiendo con la fiesta de la Santísima Trinidad, que se instauró para occidente en el año 1134 (Caro Baroja 1992). Fernández Nieto entiende que “Las Móndidas tienen su razón de ser y adquieren pleno sentido por el rito del fuego y de las brasas (dice que danzan en torno al fuego antes del acto de pasar las brasas y son llevadas por alguien, pero esto no es así), y sólo caben dos orientaciones, que ciertamente son complementarias, para interpretar su origen y cometidos (especula si podría haber inicialmente 21 móndida , 3 por cada oppidum ). Una de estas sería el actuar como intermediarias de las ordalías o que estas fuesen las protagonistas de un rito colectivo de fertilidad, exponiéndose cada año a la prueba del fuego, considerada como una ordalía que ratificaba su castidad” (2005: 609-612) El culto de San Juan Bautista, que coincide con el solsticio de verano, es el más extendido en todos los países cristianos de Europa, habiendo heredado una serie de prácticas, ritos y costumbres que eran propias de una o varias festividades precristianas. Según Caro Baroja (1992:152), con la mezcla de pueblos, estos ritos han tenido que alterarse en parte y relacionarse con otros, pero la fiesta de San Juan Bautista ha venido a unificarlos todos bajo una denominación común y una simbología nueva. Al amalgamar la fiesta de San Juan diversas suertes de ritos ha incluido otros que nos estaban vinculados con los solsticiales propiamente dichos, englobando muchos que sólo tenían una semejanza externa morfológica. Sin duda, el ajuste de la fiesta o fiestas paganas a la de San Juan debe explicarse por la relación de este santo con el agua y lo que representa el bautismo. Carlos Álvarez, que fue Director del Archivo Histórico Provincial de Soria, recordado amigo, fue quien abordó el tema de la perduración de estos rituales y buscó a través de la documentación disponible el origen de algunos de ellos, que “quedaban 415 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 416 envueltos por la nieblina de su época inmemorial”, centrándose en los de “La Pinochada de Vinuesa” y “La fiesta de San Juan de San Pedro Manrique”. Para ello utilizó las relaciones de Tomás López, de la segunda mitad del siglo XVIII, quien remitió a obispos, párrocos y autoridades locales un cuestionario de quince preguntas sobre geografía, historia y costumbres de las distintas poblaciones (Documentación que se conserva en la sección de manuscritos de la Biblioteca Nacional). Álvarez (1995) demuestra como en realidad lo que se hace ahora en el día de San Juan correspondía en el pasado, siglo XVIII, a dos “antigüedades” o ceremonias, realizadas en distintos días y en relación a dos festividades diferentes: una que se celebraba el día de San Juan y otra que se hacía al domingo siguiente, denominada de “La Móndida”. Hace notar que en ningún momento se cita en el documento el paso del fuego. En la primera festividad, relacionada con San Juan, participaban los mismos personajes que ahora, pero la misa se realizaba en la iglesia de San Juan y después bajaban al Ayuntamiento, donde se despedazaba el pan que llevaban las doncellas y se arrojaba por las ventanas, función denominada del pan a las eras. Se celebraba en memoria de que ese día se “expelieron” los moros de esta comarca y con el fin del tributo de las 100 doncellas. Esta leyenda del tributo y de la batalla de Clavijo, pudo extenderse en esta zona, según Álvarez (1995:17) hacia el 1600, estando bastante generalizada en varios pueblos de esta zona de Soria, como Sarnago, Taniñe, Valdemoro, Acrijos, Villarijos, Matasejún y en otros de La Rioja, como “Las Doncellas” de Santo Domingo de la Calzada y Sorzano (Ruiz Vega 1985:81-83), lo que habría que relacionar con el peso de esta tradición en la Diócesis de Calahorra, donde se ubica Clavijo (formó parte de la provincia de Soria hasta la organización provincial actual, de 1833), lugar de la supuesta batalla, en la que habría aparecido el apóstol Santiago en su caballo blanco combatiendo a los moros, para ayudar a los cristianos a dejar de pagar el tributo. No tienen nada de extraño que se incorporara esta tradición a la interpretación de las fiestas y que pueda explicar que las Móndidas y los mozos se unan a la procesión a partir de la desaparecida parroquia de San Miguel, donde estuvo el retablo de la batalla de Clavijo, ahora en la Virgen de la Peña (Álvarez 1995:18). 416 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 417 Una segunda función tenía lugar el domingo inmediato a San Juan y se denominaba La Móndida, en la que participaban los mismos actores que el día de San Juan. Los miembros del Ayuntamiento subían formados a la parroquia de Santa María, donde les esperaba el cabildo eclesiástico y comenzaba la procesión con la virgen, que discurría por las cuatro iglesias o parroquias. Tras dejar la parroquia de San Miguel se incorporaban tres mozos vestidos de militar, el del centro vestido de negro y con un ramo de roscos, y las tres doncellas vistosamente ataviadas con tres cestaños o canastillos de pan de color amarillo. Se colocaban delante de la virgen hasta llegar a la parroquia de San Martín, desde donde se regresaba a la parroquia titular de la virgen. Una vez terminada la misa, los mozos y las doncellas besaban la mano del preste y al regresar el mozo arrojaba el ramo y los chicos le quitaban los roscos. Después bajaban al Ayuntamiento y bailaban en la plaza mayor. Esta misma ceremonia se repetía el día de San Pedro con el mismo acompañamiento, excepto que ni el mozo lleva ramo, ni las doncellas pan, en la procesión que termina en Santa María. El primero de los rituales, tendría más que ver, según Carlos Álvarez (1995:16), con festejos relacionados con la provisión de los oficios del concejo de Villa y Tierra de San Pedro Manrique y quizás también como una exaltación de los productos de la cosecha. Por otro lado, apoyándose en documentación de 1504 para Vinuesa, parece demostrado que en el siglo XV se celebraba en Castilla y León una fiesta católica en honor de los esponsales de María. Básicamente consistía en llevar una ofrenda de frutos a casa de la Virgen, que recibía el nombre de monda (o móndida significa puro libre de pecado) y arbujuelo. Esta fiesta se denominaba la boda de la Virgen María , que en definitiva era una comida popular, que se llevaba a cabo también en Soria capital (de ahí la denominación de Fiestas de San Juan o de la Madre de Dios) y en Vinuesa, pero igualmente en otros sitios como Talavera de la Reina (Toledo) y Cea (León). Hay que destacar que salvo en San Pedro y Soria, que tenía lugar al domingo siguiente de San Juan, en el resto no se celebraba el mismo día, así en Talavera, en Pascua de Resurrección y en Vinuesa y en Cea, el día 14 de Agosto, víspera del día de la Virgen. 417 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 418 Por otro lado, este autor hizo notar que en esta documentación antigua no hay ninguna alusión o referencia escrita sobre el paso del fuego, del cual solamente se tienen noticias a partir de los años veinte del siglo pasado. Algún autor ha tratado de explicar tal ausencia a causa del secular aislamiento de esta villa de Tierras Altas (Ruiz Vega 1985:61), pero ni en las Relaciones de Tomas López, de 1785, en las que se hace una detallada descripción de estas fiestas (Álvarez 1995:13), ni en la “Crónica de la provincia de Soria”, de A. Pérez Rioja (1867); ni en el “Nomenclator”, de M. Blasco, que alude a las “extravagantes ceremonias de las fiestas que anualmente celebran en honor de su patrón San Juan y que viene a ser especie de corrompido simulacro del inmortal tributo de las cien doncellas” (1880 y 1900:468); ni en la Historia de Soria, de Nicolás Rabal (1889:479-480), que alude “a la cabalgada, al encuentro con las jóvenes y al recorrido de circunvalación del día de San Juan”, se hace ninguna alusión al paso del fuego. No será hasta la segunda década del siglo XX cuando aparecen los primeros trabajos de divulgación por parte de autores locales. Carlos Álvarez (1995:19), en relación con la explicación de que el paso del fuego no se cite en la documentación anterior, llega a la conclusión de que era porque no se hacía, planteando la posibilidad de que fuera un ritual reciente. EL TORO JUBILO Este ritual tiene lugar en noviembre en la plaza de la Villa de Medinaceli, que enseñorea su espléndido arco romano de tres vanos. Se celebran las fiestas patronales en honor de los mártires Arcadio, Eutiquiano, Pascasio, Probo y Paulino (niño), eran noble caballeros con cargos en la corte del rey vándalo Genserico con quien pasaron a África, siendo allí martirizados por un abjurar de su religión. Según cuenta la leyenda, los cuerpos santos fueron traídos, si atendemos a una versión, en un carro tirado por dos bueyes que llegando a Medinaceli y parados a la altura del Beaterio de San Román cayeron allí muertos, donde debían reposar las reliquias; otra versión habla de un camello que cargó con los cuerpos santos para evitar su profanación y que llegó hasta Medinaceli donde cayó muerto de cansancio, siendo depositados allí los restos santos, así como el esqueleto del camello, del que se guarda una supuesta costilla, que se trata en realidad 418 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 419 de un enorme hueso fósil, de 1,60 m de largo, que recuerda los restos próximos de las estaciones arqueo-paleontológicas de Torralba y Ambrona (Rabal 1989:412-414). Desde 1979 en la noche del sábado más próximo al día 13 de noviembre, víspera de los Santos Patronos. Una vez anochecido, hacia las diez de la noche, sacan del corral un toro, que el Ayuntamiento ha comprado, y lo llevan a la plaza. El animal es atado por su testuz a un grueso poste clavado en la tierra. A continuación le ajustan sobre la testuz unas grandes astas de hierro, rematadas en dos enormes bolas, formadas por estopa impregnada de pez y otras sustancias inflamables. Antes de prender los cuernos postizos inflamables, los hombres que han preparado al toro lo embadurnan o cubren con una capa de barro para evitar que las gotas que se desprenden de las bolas ardientes le quemen la piel (Ruiz Vega 1985:43; Martínez Laseca 1986:310-312). Fig. 3.- El toro jubilo de Medinaceli (foto A. Plaza). Una vez preparado el novillo la plaza queda despejada, acercándose uno de los mozos con una rama encendida y prende las bolas, mientras otro con una navaja corta la cuerda, para dejarlo libre al toro de su anclaje. En la plaza, cerrada por una fila 419 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 420 de remolques, se han dispuesto cinco hogueras (en tiempos se habla de tres), una por cada patrón del pueblo, y el animal corre tras los mozos y tras cualquier bulto que se mueve, sorteando los fuegos y alucinado por la luminaria de su cabeza (fig. 3). La fiesta se mantiene hasta que el animal y el fuego mantienen sus fuerzas. Después se le lleva al corral, de donde salió, anteriormente era sacrificado y su carne cocinada y comida comunalmente, a la semana siguiente (actualmente no se sacrifica, ya que algunos años se ha corrido sucesivamente el mismo animal), aunque si se hace al sábado siguiente una caldereta con carne de vaquilla. -Consideraciones sobre el origen de este ritual En las fiestas patronales de los pueblos de España el toro es, o más bien hoy hay que decir que ha sido, un elemento primordial y ha desempeñado un gran papel, observando la tendencia a la “sacralización” en fiestas como la del toro de Medinaceli (Caro Baroja 1992:314). El toro jubilo puede tener más, que el significado de alegría o gozo, el de ofrenda jubilar (Martínez Laseca 1986:308). Nicolás Rabal (1889), en su Historia de Soria, no habla del toro jubilo, comenta sólo que entre las diferentes ceremonias y festejos con que se celebra la fiesta del 11 de noviembre, el más extraño es el de la soldadesca semejante a la de San Saturio de Soria: tres oficiales que figuran un capitán, un alférez y un sargento, con otros soldados y un niño, que representa a San Paulino, hacen salvas y fuegos diferentes, entre otros el de matar un toro en la plaza, puestos en escuadra”, lo que recuerda a la Barrosa de Abejar (Ruiz Vega 1985:58), que tratamos posteriormente. En la primera mitad del siglo XX, Caro Baroja (1992c:314), por información recibida de José Tudela, indica que se sometía al toro a diversas suertes de toreo y al final se le dejaba en un cerrado para matarlo en la corrida del día siguiente. Antiguamente creían los habitantes de Medinaceli que el toro representaba el camello o animal milagroso que había trasladado las reliquias de los Santos Patronos. Pero según Caro Baroja el camello de los santos nada tiene que ver con el toro de fuego, ya que esta costumbre, también con la denominación de toro “jubilo” o “jubillo” (“toro de fuego” en la cuenca del Jiloca o “toro embolado” en la zona valenciana), está ampliamente extendida en 420 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 421 otros pueblos de la cuenca del Jalón, donde se celebra o más bien se celebraba el mismo rito en otras fechas y con ligeras variantes (Caro Baroja 1992c:315-316). Tenemos información de que el toro jubilo se podía correr con motivo de la llegada a la villa de algún visitante ilustre y que no tenía fecha fija su celebración o varió frecuentemente, como se deduce de distintos documentos, de finales del siglo XVI, del Archivo de la Casa Ducal de Medinaceli. Uno de ellos, habla de su celebración el 29 de septiembre de 1559, para que lo vieran desde el balcón central del Palacio Ducal el rey Felipe III y su esposa tras su luna de miel, indicando que “se encendieron muchas luminarias y se corrió un toro con husillos de fuego en los cuernos…”; otro habla de su celebración el 3 de agosto, de 1568, apuntando que “no se podía apremiar a los vecinos de la villa, a que en lugar del toro, que tenían obligación de ofrecer voluntariamente, lo cumpliesen con otra cosa”, y en un tercero, de 1598, el Ayuntamiento de Medinaceli pide al Duque D. Juan de la Cerda, que “le permita correr el toro, según tenía por costumbre, el día 30 de mayo” (Martínez Laseca 1986:307-308). El Toro Jubilo se festejaba por entonces varias veces al año para gozo y disfrute de personajes ilustres y tal vez a finales del XVIII o comienzos del XIX se traspasó su celebración ritual a la noche del 13 de noviembre. Alford (1937) consideró que estos cultos del toro de fuego tuvieron que ver con las danzas de espadas y que están ambos asociados a antiguos lugares y cultos metalúrgicos y mineros. Caro Baroja apunta que este ritual estuvo enraizado desde tiempos inmemoriales en el pueblo vasco, que inicialmente sería un auténtico toro, pasando luego a ser un armazón (zezensuko o zezengorri), portado por hombres, llevando sobre los cuernos ruedas de llamas e, incluso, J. M. Barandiaran lo relaciona con una deidad antiquísima que controlaba las cuevas o minas; es decir, se trata de una deidad tectónica, relacionada con la búsqueda y custodia de minerales (Caro Baroja 1992c:315; Ruiz Vega 1985:51) Baity relacionó esta fiesta con rituales practicados por los soari de la India (cita otros del norte de África y de la Macedonia Griega), que también pasaban descalzos sobre ascuas; por lo que, como hemos apuntado anteriormente, pensó que existiría 421 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 422 este rito del toro antiguamente en San Pedro Manrique, que sería practicado en los equinoccios de la primavera y en los solsticios, sobre todo de verano. Desvincula los toros de fuego de las mitologías célticas o germánicas y los asocia con el paso del fuego, relacionándolos con buscadores de metales asiáticos que llegaron a la Península en el periodo Calcolítico o en la Edad del Bronce, apuntando para el caso de Medinaceli un origen precéltico de substrato vasco (Baity 1966:107; Ruiz Vega 1985:51). En línea con esta autora, Ruiz Vega (1985:47-48), desestima, en contra de los estudiosos locales, atribuir la antigüedad de este rito y el paso del fuego, a la cultura celtibérica, “ello es más que comprensible en la época que realizaron sus estudios, cuando apenas se sabía algo más que conjeturas de los pueblos célticos y se remitía toda polémica a la famosa coyuntura celtibérica. Hoy no encontramos razones de peso que permita afirmar tal cosa. No se conoce este rito en pueblos célticos y sí en otros lugares habitados por pueblos indo-europeos”. El origen de la celebración del toro jubilo es incierta y todo parece indicar que su vinculación al mundo prerromano es consecuencia de los estudios y estudiosos de la primera mitad del siglo XX, donde hay que inscribir también la influencia que ha tenido en el toro jubilo de Medinaceli, la explicación, que relaciona, en las zonas de Aragón y Valencia, a estos toros de fuego con la derrota que el caudillo Orisón (probablemente carpetano) infringió, en 229 a.C., al cartaginés Amilcar Barca, en Helike, urdiendo una ingeniosa estratagema que consistió en uncir bueyes con sus astas forradas con paja embreada, a carretas cargadas de paja, para a continuación prenderles fuego y lanzarlos contra el campamento enemigo (Diodoro 25,10). LA BARROSA DE ABEJAR A mediados de febrero se celebra, en Abejar, pueblo situado en el inicio de la zona de pinares, que se extiende entre Soria y Burgos, el ritual de “La Barrosa”, nombre que recibe un toro o, más bien se trata de una vaquilla hecha con un armazón de madera de forma rectangular, cubierto con una blanca sábana. En la zona frontal se dibuja con línea negra el rostro del bóvido, encajando como cuernos auténticas astas y como adorno de la cabeza una escarapela o cachirulo con vistosas cintas de colores, 422 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 423 que se prolongan por los laterales. En la parte trasera se dispone un apéndice a modo de rabo y en el interior se ocultan media docena de cencerros. En la parte superior el armazón tiene una abertura por donde introduce la cabeza el portador, apoyando sobre sus hombros la estructura y cogiendo con las manos uno de los listones delanteros para ejercer su control (fig. 4). Fig. 4.- La Barrosa de Abejar (foto A. Plaza) El oficio corresponde a los mozos que ese año han entrado en quintas, nombrándose dos de entre ellos: un “barrosero” mayor y otro menor. Uno porta el armazón y el otro lleva en su mano un látigo o zurriago con la finalidad de espantar o alejar a los que pretenden acercarse. Van vestidos con camisa y calzón blanco con ancha faja y corbata rojas, sombrero de negro fieltro de ala ancha (tipo cordobés), con lazo rojo y calzan botas negras de media caña que completan unas calzas hasta casi las rodillas. La fiesta se inicia por la mañana y viene marcada por la salida de “La Barrosa”, que se irán intercambiando los dos “barroseros”, haciéndose notar sacudiendo el armazón para hacer sonar los cencerros y embistiendo a quien se busque o se ponga por delante. De esta manera va realizando el recorrido por todas y cada una de las casas del pueblo, solicitando de los vecinos un donativo, que recoge y guarda en una cesta el “barrosero” que no lleva al astado. Todo lo recaudado servirá para hacer la comida comunal. Hacia las nueve de la noche se inicia el acto final, “La Barrosa” será introducida en el salón de baile, donde se concentra el vecindario a los sones de la música, da tres vueltas ante la gente y, a 423 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 424 continuación, se dirige hacia la salida. En el instante en que asoma al exterior, un grupo de cazadores apostados a su espera disparan sus escopetas al aire, simulando darle muerte. “Barrosa” y “barroseros” caen muertos sobre un tablero preparado a tal fin. A continuación, un grupo de jóvenes cogen a hombros el tablero con los cadáveres y, atravesando el salón de baile, lo introducen en un cuarto contiguo donde riegan generosamente el vino sobre las víctimas, empapando a los participantes que se encuentran debajo (antes al parecer se recorrían las calles con la barrosa muerta sobre el tablero y se rociaba de vino, que era aprovechado por los que estaban debajo). Transcurrido este acto, los “barroseros” se incorporan de nuevo al grupo. Todo concluye con una cena colectiva, sólo para hombres, donde todos beben de una vasija común el vino que denominan “sangre de la Barrosa”, que va pasando de mano en mano. -Consideraciones sobre el origen de este ritual Ritos relacionados con mascaradas de toro se realizaron en otros lugares de esta provincia, ya desaparecidos, como el conocido de la “fiesta de los mozos” que se celebraba en Romanillos de Medinaceli, donde se mataba al “Capellán” de modo idéntico y con los mismos ingredientes a como se hace en La Barrosa (Ruiz Vega 1985:26). También comenta Gaya Nuño (1965:100), que junto con Taracena, había visto en uno de los dos pueblos Conquezuela o Yelo, “algo que era un puro asombro, todo un capítulo de prehistoria viva y palpitante; los mozos se habían puesto cuernos y rabos de toro, pintado el rostro de negro y bermellón y corrían, componiendo la más tremenda estampa paleolítica. Naturalmente no estabamos sino a poca distancia de Torralba, el pueblo de los mamuths”. El término barroso parece aludir a un toro de piel oscura casi negra y también se conoce la leyenda hispano-lusa del “Toro Barroso” (Ruiz Vega 1985:19). La tradición de disfrazarse con atributos taúricos no es, ni mucho menos, reciente, ya que estas mascaradas, frecuentes en el carnaval, están documentadas desde antiguo (Blázquez 1962; Caro Baroja 1992a:295). No obstante, su vinculación con el mundo celtibérico se debe a la presencia en una cerámica de Numancia de un hombre portando un armazón, similar al de la Barrosa, pero curiosamente con for- 424 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 425 ma de caballo (fig. 5); aunque son frecuente en la decoración de estas cerámicas representaciones humanas con máscaras de toro, de caballo y otros animales, así como danzando con los brazos embutidos en grandes cuernos de toro (Wattenberg 1963; Romero 1976) (figs. 6,7 y 8). Fig. 5.- Representación en una cerámica de Numancia de un hombre con probable armazón de caballo (foto A. Plaza. Museo Numantino). Fig. 6.- Representación de un hombre con cabeza de caballo en una representación de Numancia (foto A. Plaza. Museo Numantino) 425 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 426 Fig. 7.- Representación en una cerámica de Numancia de una máscara de toro (foto A. Plaza. Museo Numantino) Fig. 8.- Representación en una cerámica de Numancia de un danzante con los brazos enfundados en cuernos de toro (foto A. Plaza. Museo Numantino). En este ritual se ha destacado el sacrificio del toro o vaquilla, cuya sangre estaría representada por el vino que se rocía sobre él. Los participantes, sólo hombres, se reunirían en el banquete-comunión del sacrificio, para renovarse y resucitar a la nueva vida. Esta interpretación ha sido planteada por algunos estudiosos al relacionar este ritual con la festividad de Mitra, pero sobre todo con la de Atis, que se celebraba en Roma a finales de Marzo, con la llegada de la primavera, y más concretamente con el rito del taurobolio, en el que se mataba un toro adornado con guirnaldas y la frente con laminillas de oro, dispuesto sobre un enrejado de 426 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 427 madera que cubría un pozo donde se recluía un novicio para ser bautizado por la sangre del animal, saliendo del hoyo resucitado y purificado (Martínez Laseca 1986; Ruiz Vega 1985:25). LAS DANZAS DEL PALOTEO DE SAN LEONARDO Este tipo de danzas se realizaban en diferentes pueblos de esta provincia, como Iruecha (Febrel 1974), Castilfrío (Schindler 1941) y todavía las pudo ver A. Schulten (1905), en Renieblas. Pero actualmente, después de periodos de interrupción, se han conservado en dos pueblos próximos como Casarejos, que se celebran por San Ildefonso, el 23 de Enero, y San Leonardo, en el que centraremos nuestro análisis. Desde la relación que Taracena y Tudela establecieron de estas danzas con los celtíberos, los propios del lugar las consideran ahora “mágicas y celtíberas”, en un reciente libro se dice que los Pelendones dejaron su huella en costumbres como los “mayos” y estas danzas guerreras (Rubio 2002:12). Las danzas de San Leonardo, localidad soriana de pinares (en el límite con la provincia de Burgos), que se ejecutan en las fiestas patronales de Las Candelas y San Blas (2 y 3 de febrero) fueron reconocidas por Caro Baroja (1992a:200) como singulares. Intervienen cuatro parejas de danzantes, todo hombres, que van vestidos con zapatillas negras y medias blancas finas, con ligas de seda, calzón corto encarnado de paño fino, con abertura abajo y botones dorados y cadeneta y borlas de seda, faja de seda de diverso colores, chaleco hecho de antiguas telas de iglesia, camisa blanca, corbata; chaquetilla corta suelta, pero con una fila de botones, sobre la que se colocan una negra capa de paño, cuando no bailan. A la cabeza llevan pañuelo de seda de varios colores, con el lazo al lado izquierdo (las danzas pueden ser más antiguas que estos trajes dieciochescos) (fig. 9). Con los danzantes, que suelen ser mozos, van a modo de ayudantes varios personajes burlescos “zarrones” o “zarragones” que hacen de “bobos” o “monos”, vestidos con pantalón largo de paño con una tira amarilla, chaqueta de paño amarilla y un pañuelo a la cabeza a modo de turbante. Al hombro llevan alforjas en que transportan los palos de la danza y las llamadas coberteras. Se ejecutan ocho danzas con las composiciones poéticas correspondientes (Caro Baroja 1992a:202-203; figs.17 y 18). 427 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 428 Fig. 9.- Las danzas de paloteo de San Leonardo (foto A. Plaza) -Consideraciones sobre el origen de este ritual Antiguamente estas danzas se celebraban al aire libre, en medio del pinar, más desde su reinstauración hace algún tiempo, después de los años 30, se realizan en la iglesia, tras los oficios religiosos, y ya no se bailan acompañadas sólo por el soniquete de la voz de las mozas, recitando las composiciones poéticas correspondientes, sino también por un grupo de gaiteros y tamborileros. Según Ruiz Vega (1985:31) el sentido originario se ha perdido, a partir de los años 30, con su reinstauración, mostrándose ahora como una representación teatral con mezcolanza y superposición de cultos, que se han añadido a la alteración anterior del traje. Estas danzas, es probable, como algunos piensan (Taracena 1954:255-56; Ruiz Vega 1985:30), que hayan perdido las espadas iniciales, siendo tenidas por danzas de palos o paloteos, que aunque se asemejan a las danzas guerreras, tienen diferente contenido simbólico (Caro 1992a:125). Actualmente se bailan con palos de acebuche y diminutos escudos que llaman tapaderas o coberteras. La danza parece tener cierto carácter guerrero, ya que los participantes hacen chocar sus “tapaderas” de madera unas contra otras con gran ardor, como si de “caetras” celtibéricas o pequeños escudos circulares se tratase. Por otro lado, como apunta Ruiz Vega (1985:37) estas tapaderas son similares a los “broqueles” vascos, que siempre van unidos a danzas de espadas y que no aparecen nunca en las de palos. 428 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 429 Estas danzas, aunque obedecen a ritos guerreros y viriles, como bien documenta Caro Baroja (1992:125-130) son bailes de labradores, vinculados a las fiestas religiosas. Son preces elevadas a la divinidad en favor de la fecundidad de la tierra. Los espíritus adversos de ganados, bosques y labrantíos, deben marchar lejos al oír los secos chasquidos de espadas o palos entrechocados en el aire. Su carácter agrario, al golpear los palos en el suelo se está produciendo un acto de magia empática: se está llamando al grano a que salga, crezca y fructifique. OTRA FORMA DE ABORDAR LA RELACIÓN ENTRE MUNDO CELTIBÉRICO Y CULTURA TRADICIONAL Después de este recorrido, a modo de reflexión, parece evidente que las reminiscencias que pudiera haber del pasado en estos rituales practicados actualmente quedan envueltos por los ropajes añadidos de los cambios, sobre todo del cristianismo, y también del olvido del simbolismo originario, hasta el punto que no tenemos constancia documental fidedigna para poder afirmar esto con contundencia. Se ha ido conformando un complejo entramado y superposición de acontecimientos y tradiciones; además hubo momentos que no se celebraron con el mismo interés, de forma que, cuando éste resurgía, el pueblo hacía ciertas innovaciones al haberse olvidado de los ceremoniales originales. Como apunta Caro Baroja (1992a:27): “…las gentes de los campos, sobre todo, no hubieran abandonado tampoco de modo radical, absoluto, lo que podía quedar en su conciencia de la creencia y del culto pagano. Los penitenciales del medievo nos presentan catálogos largos de ritos y de creencias tenidos por supersticiosos y condenables. Pero muchos de aquellos ritos y creencias han subsistido hasta nuestros días; unos se han convertido, al final, en símbolos, otros se han reducido a juegos. Lo que podían tener de pagano, en el sentido más profundo de la palabra, queda muy diluido, y hoy aún como símbolos y como juegos deja de ofrecer interés para el sector de la sociedad que más los había conservado”. En este sentido, entendemos que el establecimiento de identidades debe de plantearse con otras claves. Es evidente que no podemos establecer una relación directa entre cultura celtibérica y momento actual y que nadie puede considerarse heredero directo 429 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 430 de los celtíberos, pero si que existen referentes para establecer identidad con aquellas gentes que han ocupado a lo largo del tiempo la misma tierra, en la manera de relacionarse simbólicamente con ella o en la forma trabajar esa tierra; es decir, en la manera de vivir y en la manera de morir (Ruiz-Zapatero y Jimeno 2005; Jimeno 2005). En época celtibérica, de alguna manera, se configura el referente de lo que será el paisaje tradicional de las tierras del reborde oriental del Sistema Ibérico. Esto es, la aparición de poblados estables, con ocupaciones largas en muchos casos, con necrópolis en sus proximidades y con una explotación de su territorio inmediato que implicaba la habilitación de huertas junto a la ribera de los ríos, el emplazamiento de campos de cereal en las tierras llanas y abiertas del valle o en las zonas más protegidas de los páramos y, por último, la utilización de espacios para pastos, especialmente de los abundantes rebaños de ovejas y cabras. La cultura celtibérica aportará por primera vez, en esta zona, la posibilidad de documentar un proceso que se inicia con los primeros poblados o aldeas estables para terminar en una relación más compleja con el entorno (fig. 10). En este sentido, el paisaje celtibérico, que se verá influido por el mundo romano en su etapa final, impulsará el desarrollo de la economía urbana, acusando la diferencia entre medio urbano y medio rural, y constituirá un proceso en la relación hombre-medio, llamado a repetirse posteriormente, a partir de la Edad Media, aunque con matices diferenciales evidentes, pero aportando así la base fundamental del paisaje histórico posterior (Jimeno 2005:61; RuizZapatero y Jimeno 2005:459). Fig. 10.- Casa celtibérica reconstruida en Numancia. 430 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 431 En época celtibérica se iniciará la práctica de una agricultura básicamente cerealista de secano, con distintas variedades de trigo y cebada resistentes al clima frío, complementadas con algunas leguminosas. Para abordar con garantías esta apuesta agrícola fue necesario desarrollar la tecnología adecuada, por lo que serán los celtíberos los que realicen por vez primera en esta zona un amplio conjunto de herramientas en hierro destinadas a hacer eficaces las tareas agrícolas, sustituyendo las anteriores de piedra y madera, e incorporando otras adecuadas a los nuevos trabajos y actividades complementarias del nuevo modo de vida La introducción del arado y la rotación de cultivos conllevaría la práctica del barbecho con la utilización, ya probablemente, del abonado natural, dibujándose en el paisaje campos de cultivo bien delimitados, presionando sobre las parameras y los bosques de encinas, pinos y sabinas, mirando hacia el río por encima de la estrecha franja de huertos (trabajados con azadas y legones hallados en diferentes yacimientos) que, en torno al pueblo, proporcionarían en los cálidos meses de primavera y verano una base apreciable para sus necesidades alimenticias, por tratarse de productos frescos (fig. 11). Fig. 11.- Mujer arando en un pueblo de Soria (amabilidad de Inés Tudela). 431 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 432 Estas herramientas, bien documentadas en los yacimientos celtibéricos, se han mantenido o vuelto a repetir con pequeños cambios, desde hace dos milenios. Se trata no solo del instrumental utilizado en las labores del campo, sino también en la forja y tratamiento del metal, guarnicionería, trabajo de la madera y de la piedra, así como el uso de cencerros vinculados al pastoreo y cuidado del ganado, que indican un uso de estrategias en la relación y aprovechamiento del medio parecidas a las desarrolladas a lo largo de la época preindustrial en esta zona (Ruiz-Zapatero y Jimeno 2005:460; Jimeno 2005:61) (fig. 12). Fig. 12.- Conjunto de útiles hallados en Numancia. La ganadería era la que representaba la riqueza. El ganado vacuno, además de servir como fuerza de tracción, contribuiría también al aporte de leche, quesos y requesones, pieles y cueros, así como el aprovechamiento de sus cuernos para las colodras y cucharas y la fabricación de otros útiles. Destacaba la ganadería lanar que además de ser un buen complemento para la agricultura, ya que aprovecha los pastos de las rastrojeras, proporciona abono a los campos y leche y derivados lácteos para la alimentación humana. A esto hay que añadir el aprovechamiento de lana para la fabricación de prendas de vestir y la piel para cueros, botos y pellejos. Así, la ganadería a través de la trasterminancia, alternando 432 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 433 los pastos de los valles, en el invierno, con los de las altas sierras, en el verano, constituía una complementariedad a la deficitaria productividad agrícola (Jimeno 2005:62). En esta línea se explica también que el patrón de poblamiento celtibérico, al organizar el paisaje característico con asentamientos permanentes y campos de cereal en su entorno, no diferiría gran cosa, en muchos aspectos, de algunos poblados de economía autosuficiente, conocidos hasta el siglo XX. A partir de la Edad Media, desde el origen de las aldeas hasta el desarrollo urbano, se vuelve a plantear un modelo similar de relación del hombre con el medio. Esto explica que encontremos frecuentes concomitancias en aspectos relacionados con patrones de poblamiento y estrategias de aprovechamiento entre el paisaje celtibérico y el de la zona del Alto Duero y la margen derecha del Ebro a lo largo de la Edad Media y Moderna hasta la cultura tradicional actual (Jimeno 2005:61-62). No nos debe extrañar que exista una estrecha relación a lo largo del año entre los ciclos astronómicos y naturales, y el ritmo del trabajo y del ocio en las sociedades campesinas. En estas sociedades tradicionales el tiempo se creaba a partir de las fiestas, quedando la cotidianeidad enmarcada por éstas. Los ritos, el calendario festivo marcaba el paso de una etapa a otra, como una forma de controlar el tiempo. La experiencia festiva hizo de éste un transcurrir cíclico sacralizado, fundiendo pasado presente y futuro, conmemorado en el espacio de un año todo el panorama cosmogónico. La trayectoria de los astros en el cielo, los ciclos de la vegetación, las edades de la vida y el deseo de trascendencia, generaban el tiempo y hacían de él una vivencia, reflejo de la manera de entender la vida y por tanto la muerte (Caro Baroja 1992 a:15-16; Ruiz Zapatero y Jimeno 2005:459-460). No existirían diferencias en los referentes utilizados por el campesino celtibérico y el campesino tradicional, ya que manejaban los mismos acontecimientos astronómicos y naturales que para ambos marcaban el ritmo de trabajo y del ocio. Por lo tanto, el tiempo festivo coincidirá en fechas similares y a este modelo se ajustó la Iglesia para establecer su calendario litúrgico, así la primera luna llena de primavera sirve para fijar el punto culminante del ciclo, la Pascua de Resurrección, que será el primer domingo después del acontecimiento lunar, ya que la 433 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 434 Iglesia tratará de ajustar las festividades al día festivo litúrgico de la semana. Por lo tanto habrá coincidencia en el tiempo y habrá coincidencia en los lugares antiguos de culto o de referencia sacra, frecuentemente cristianizados (Caro Baroja 1992:152-154), pero podemos encontrar significativos cambios en la forma de los rituales, en donde no sólo ha influido el peso del cristianismo, sino también las estructuras políticas y de dependencia de los lugares de poblamiento dependencias políticas, por ejemplo el peso que pudo tener en este sentido las Comunidades de Villa y Tierra que fue la forma de poblamiento del campo castellano en la Edad Media. Es hora cuando este paisaje, desde los cambios de los años sesenta, simbolizados en el tractor y la televisión, ha entrado en una nueva etapa en la que se empiezan a desdibujar muchos aspectos clave de las formas de vida tradicional en el campo castellano. No obstante, en esta reflexión, no está de más tener en cuenta algunas consideraciones de F. Braudel (2002): “Las civilizaciones son mortales en sus más preciosas floraciones; es cierto también que brillan y luego se apagan para volver a florecer con otras formas. Pero esas rupturas son más escasas, más espaciadas de lo que nosotros pensamos. Y sobre todo no lo destruyen todo por igual…”. BIBLOGRAFÍA -AITKEN, B. (1926): The Brurning of The “May” al Belorado. Fol-klore. Transactions of the Fol-klore Society, XXXVII:289-290 ALFARO PEÑA, E. (2005): Castillejos y Villares. Modelos de poblamiento antiguo en el interior del Sistema Ibérico. Soria Edita, Soria. ALMAGRO GORBEA, M. (1995): Aproximación paleoetnológica a la celtiberia meridional: las serranías de Albarracín y Cuenca. En F. Burillo (coord.): III Simposio sobre los Celtíberos: Poblamiento Celtibérico (Daroca, Octubre 1991), Institución Fernando El Católico, Zaragoza:433-446. ARGENTE, J.L. (1990): Tiermes. Guía del yacimiento y museo. 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A cultura galega emprega o cabalo tanto para que o apóstolo Santiago atravese Galicia nun par de zancadas, como para que o demo poida perseguir ó ousado cabaleiro que chega a roubarlle a súa filla Brancaflor. Pero o cabalo tamén intervén noutros momentos importantes da vida dunha persoa, como é na voda (agasallo mítico ós recén casados ou simplemente obxecto de comparanza cun dos contraentes). As características destes cabalos da cultura galego-celta tampouco son desdeñables. Aparte de premiar e castigar, ser fieis amigos do home, poden desprazarse a velocidades incribles, dar pasos quilométricos, ser de ouro, orixinarse a partir dun paquetiño indeterminado, dun queixo ou dun pan, ou ser gardiáns de grandes tesouros. A literatura culta galega tense feito eco deste importante papel que o cabalo acada na cultura galaica. O mesmo Cunqueiro en Os outros feirantes fai uso do “cabalo do demo” de longa tradición no folclore popular. 437 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 438 *** En consonancia co que sucede noutros territorios que se viron sometidos a influencias célticas, hoxe en día o cabalo no territorio galego é motivo de diferentes e variados contos e lendas tradicionais que demostran que este segue a ocupar un lugar importante neste universo cultural. A través do folclore podemos coñecer unha serie de datos do cabalo psicopompo, que nos permitiran establecer diferentes subtipos: O cabalo dos mouros. Os mouros son aqueles seres imaxinarios galegos que teñen sido definidos como antigos poboadores do rural e que acostuman realizar as mesmas actividades que os labregos, aínda que con certas particularidades como durmir de día e traballar de noite, poden ser constructores, pero as súas obras edifícanse cunha gran velocidade. Así, dise que o Castelo de Pambre en Palas de Rei foi construido nunha soa noite. Realizan tamén tratos e transaccións cos labregos. Na obra de Aparicio Casado (1999) atopamos polo menos trinta e catro relatos folclóricos nos que aparece o cabalo dos mouros. Este cabalo acostuma ser comprado na feira ou nalgún vieiro no cal o mouro atopa ó vendedor co que fai trato. Os mouros empregan os cabalos para se desprazar e para conducir a outros animais. O cabalo dos mouros recibe bos coidados, son frecuentes os relatos que dan conta de cómo os mouros os levan a beber. De igual xeito que os donos, os cabalos dos mouros desaparecen da visión humana cando o mouro así o desexa. Paralelamente o que acontece no caso galego, no folclore da Illa de Man topamos que un estraño individuo compra un cabalo cando o vendedor vai de camiño para a feira. Paga as sete libras acordadas e posteriormente desaparece el e o cabalo. Non importa se na Illa de Man o dono do cabalo se chama “mouro” ou sinxelamente “home”, o comportamento é o mesmo ó dos mouros galegos, e os cabalos susceptibles de facerse invisibles tamén son equiparables. O cabalo das mouras A moura é aquela muller encantada, posuidora de tesouros que doará a aquel que a desencante. As mouras non fan 438 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 439 transaccións co cabalo tal e como acontecía cos mouros, posto que aínda que se sirven deles non son as súas donas, senón que teñen que agardar a que xeralmente os seus familiares lles envíen algún obxecto (sexa este un bolo de pan, un queixo ou un paquetiño indeterminado) que se non foi ollado nin encetado se convertirá nun cabalo no que fuxe a moura a unha velocidade rapidísima, non podendo agardar nin polas irmás que quedan atrás. O cabalo das mouras convírtese nun cabalo eivado cando o encargado de custodialo encargo permite, ou máis ben descoida a súa protección, e alguén o ve ou lle leva unha tallada. Outro dato caracterizador deste tipo de cabalo fantástico é a velocidade, tal como podemos observar no conto “O castro Pedro” 1en Galicia Antropoloxía , t. XXVIII, p. 142 coa expresión: Ó guindarlo primeiro bolo, saíu unha señora belida montada nunha mula moi chea que fuxiu coma un lóstrego Como vemos o proceso a seguir para que o pan/cabalo ou paquetiño indeterminado se convirta en cabalo é levalo ó lugar axeitado, botalo no pozo, fonte, etc ou pousalo no chan, tal como estipulou a familia moura que manda realizar estas accións, ó mesmo tempo que se pronuncia a fórmula máxica. No citado conto “O castro Pedro” o proceso ata que os bolos de pan se convirten en cabalos é: Para iso deulle o mouro tres moletes e cada un co seu periquete, dicíndolle: Mira, non lles crebes ningún destes periquetes, nin lle tires un só belisco ó pan. Ó chegar ó castro Pedro, colles un dos moletes e tíralo no medio do terreo do castro, dicindo: “Aureana, Aureana, toma o bolo que che dá a túa Ana” 1 Este conto relata como un individuo que estaba prisioneiro da “mourería” foi liberado co encargo de levar ó sitio indicado tres bolos cando souberon que coñecía o Castro Pedro e o Castro de Paradela. Pese a que foi advertido de non espinicar o pan a súa muller conseguiu unha codela dun dos bolos. Cando o home os levou ó Castro Pedro, segundo ía tirando cada bolo aparecía unha moza montada e desaparecía, pero cando guindou o bolo sen periquete a mula saíu coxa e a moza tivo que ficar soa no seu lugar de encantamento. 439 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 440 O cabalo fada Este tipo de cabalo cumpre un papel de premiador-castigador. Aparece en contos como “O encanto da Ponticela”2. En “O encanto da Ponticela” o cabalo deixa de ser un animal fiel para abandoar ó home fronte á ánima que se presenta en forma de cadela. O home non ten a valentía suficiente para enfrontarse á anima e preguntarlle qué quere e o cabalo solidarízase con ela e abandoa ó amo. O cabalo deixa ó home fronte ó peligro prestándose así colaboración entre dous seres fantásticos en prexuizo do home que ten que liscar so. En “Home ó río” 3 un équido bota a un individuo ó río cada vez que este pretende atravesalo pola ponte. Tal situación orixínase despois de que o home chamado Culetes lle roubase os libros de suposta bruxería á meiga de Xiá. Na Bretaña armoricana Koadalan, home novo vinculado á bruxería, consegue tamén roubarlle os libros a un bruxo, pero neste caso coa axuda dunha muller-egua. Froito desta acción verase sometido a moitos enfrontamentos. Este rol de cabalo castigador é moi similar ó do Phouca que castiga ós homes que vagan ebrios ou con malas intencións tirandoos por un barranco ou ó leito dun río O encanto da Ponticela Na Ponticela aparecíase unha estatua, e outras veces unha cadela, pero sempre de noite. Eso era por unha auga que tiñan aí roubada. Era un encanto e había que arrequerirlle e preguntarlle o que quería e despois se che contestaba sabías o que quería e podíalo desencantar. Unha vez ó tío X que Deus llo perdone apareceuselle a mesma cadeliña branca e veña a ladrar, e el viña nunha cabalería e a cadela tiróuselle por encima da cabalería e el caeu e a cadela seguía ladrando, a cabalería escapou e el tivo que marchar correndo para a casa. (Home de setenta anos, Ligonde, 2003) 3 Home ó río Había un que lle chamaban Culetes, e foille roubar os libros a meiga de Xiá, porque dicía que non existían eso das meigas. A partir do roubo, cada vez que pasaba pola Ponte Ferreira, aparecía unha burra branca para pasalo río, e cando estaban no medio do río tirábao, ó tempo que oía unha voz que dicía: -¡Ala Culetes ó río! Un día o Culetes contoulle a un veciño o que lle pasaba e o veciño díxolle que eso non era verdade, e foi co Culetes para comprobar que non era certo, e para o outro día pola mañá, despois de pasar por Ponte Ferreira, apareceu sen un dedo. (Home de sesenta e sete anos, Cubelo, Palas de Rei, 2002). 2 440 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 441 O cabalo gardador de tesouros Na crenza tradicional galega considérase que en certos lugares como castros, penedos, etc se agochan encantos que presentan forma física de animais e que se se logra desencantalos convírtense en ouro. Lóxicamente os animais que adoitan atoparse encantados son aqueles máis coñecidos polos galegos: pode ser unha pita con pitos, unha porca con porquiños, un burro ou un cabalo, pero non aparecen animais exóticos. Mariño Ferro (1996, 25-26) infórmanos dun relato acontecido nas Covas de Lourido (A Coruña) onde se reuniron varios homes e o cura para ir desencantar o ser ou seres que se atopaban na Cova. O proceso exténdese a dúas sesións, na primeira delas despois de ler o Ciprianillo ás avesas conseguen que saia unha lebre, pero non se dan feito con ela. O segundo día, sae unha besta que non fai senón tripar no crego e case o mata. Parece que o proceso de desencantamento non foi o adecuado ou ben quedou incompleto, pois, segundo a ideoloxía tradicional esta egua tería que converterse en ouro, tal e como nos informan outros relatos como o de Vaqueiro, V (1998:202) quen recolle un conto no que se fai a seguinte información: Se se consegue manter a frieza e pronunciar estas palabras rituais o cabalo vira ouro, ficando a persoa propietaria do tesouro Teijeiro Rey dános conta de que este tipo de cabalos pode voar polos aires e proceder dunha forma violenta para afastar á xente que busca o tesouro que o animal custodia, ou ben a aqueles que esperan que o encanto mesmo se troque en ouro (2002:16). O autor basease nun relato recollido por Mini e Mero, segundo o cal un grupo de xente dirixida polo crego busca o tesouro de Filgueira de Traba, ata que un cabalo branco aparece polo ceo tripando no ouro e nos presentes. O resultado desta fazaña é que o ouro desapareza da visión humana (1996:77). *** O cabalo é tamén o ser que conduce á morte despois de dar tres petos nas fiestras da comarca da Ulloa para avisar á persoa que os oe da súa inminente morte. Pisón, X, Lourenzo, M e Ferreira, I 441 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 442 (1998:118) infórmannos que a morte en forma de besta ven buscar a un pai maldecido polo fillo. Igualmente ó outro lado do mar a descabezada fada Dullahan, das Illas Británicas desprázase nun carro arrastrado por cabalos e tira un balde de sangue a cara daquela persoa que vai morrer, se ten as fiestras abertas. Tamén o ankou bretón ten a misión de recoller os mortos e o Aonbarr, cabalo de Mananann, conduce ós mortais ó outro mundo. Pero o cabalo non soamente traslada a este tipo de fadas mortuorias senón que o mesmo apóstol Santiago, quen persegue por toda Galicia ós mouros, vai montado no seu cabalo. Tal animal dá zancadas quilométricas e é tal o seu pulo que deixa a marca dos seus pezuños grabada nas rochas. Por contrapartida o demo tamén é posuidor de tres cabalos moi nomeados, o Cabalo do Vento, o Cabalo da Luz e o Cabalo do Pensamento. O Cabalo do Pensamento segundo Cuba, Reigosa e Miranda (Diccionario dos seres míticos galegos, 2004: 63) é o máis rápido das cortes do demo, é o que emprega o demo para perseguir á súa filla Brancaflor. Fronte a él está o Cabalo da Luz, non tan rápido como o do Pensamento, pero é o que emprega Brancaflor para escapar co seu amado do inferno. Harguindey presenta unha versión diferente do Cabalo do Pensamento a través do relato “O xogador e a filla do demo” (1999: 211-216). Nesta versión o Cabalo do Pensamento é o que emprega Brancaflor, a filla do demo, e o seu prometido para escapar da ira do seu pai. É un cabalo rápido, pero non tanto como o do demo (o Cabalo da Luz). Pode metamorfosearse para axudar ós seus xinetes, pasando a converterse en lata ou en santo e así non ser recoñecido polo seu dono4, (o feito de que nun dos contos o demo empregue o Cabalo da Luz e no outro o do Pensamento pode deberse ó proceso de transmisión oral que conleva pérdidas de información, cambios e hibridismo). En ambas versións o ousado cabaleiro que se atreve a casarse coa filla do demo, Brancaflor, escolle erradamente o cabalo para escapar da tiranía do sogro. Pero a elección non resulta boa 4 A información sobre o cabalo do pensamento procede do conto: “O xogador e a filla do demo” de Antología do conto popular galego de Enrique Harguindey e Maruxa Barrio (Galaxia, 1999). 442 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 443 pois deixa o cabalo máis veloz a disposición do rei do inferno o que levará a que Brancaflor teña que empregar unha serie de tretas para que nin ela nin o seu compañeiro sexan alcanzados polo rei do inferno. Ata aquí damos conta da importancia do cabalo no folclore galego e algunhas vinculacións con crenzas e relatos moi similares que se rexistran noutras zonas de influencia celta. Sen embargo a literatura culta ou de autor tamén se deixou influenciar por este modo de ver a vida. Un exemplo é o relato “Ramiro da Barca” de Os Outros Feirantes (1979) de Cunqueiro. “Ramiro da Barca” (Os outros feirantes, 2001:88) relata a historia dun barqueiro que exerce a súa profesión entre Portomarín e Belesar. Un día chega un forasteiro pedindo que o pasen e el dille que ten que esperar para que pase tamén a un parente e ademais uns cabritos. O forasteiro insiste moito e o barqueiro négase unha e outra vez ata que o primeiro consegue un gran enfado e comeza a tocar unha trompeta. Ante tal feito, un cabalo mouro (88) aparece do outro lado da ribeira e empeza a galopar sobre a auga mentres que o forasteiro saca un coitelo ensanguentado. O barqueiro, que colleu medo, santiguouse; e o cabalo afondou na auga. O home, segundo nos informa o conto, era un demo inglés que saíu voando. O cabalo deste conto aparece despois de que toquen unha trompeta: e vendo a terquedade do bisavó de Ramiro, botou man da trompeta e tocou. Tocou un áer de alarma que debeu de escoitarse en Sarria e mesmo en Lugo. Ergueuse un gran vento frío, e da outra banda do río botouse á auga un cabalo mouro, que agallopaba sobre as ondas (2001:88) Comparte coa tradición o feito de presentarse despois da emisión de sons acústicos distintos da palabra. Como se sabe pola cantidade de folclore oral que así o manifesta, outros seres fantásticos como as bruxas tamén acoden ó asubío. É un cabalo de cor escura, capaz de galopar pola auga ó igual que ocorría co cabalo que o deus do mar, Mananan, regala ós Tuatha Dé Danann na tradición irlandesa. O cabalo dos Tuatha galopa polas ondas sen mollarse e as súas gornicións son de ouro, é 443 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 444 lóxico que teña unha forte vinculación coa auga pois o seu primeiro dono é quen de viaxar sobre as ondas. A súa indumentaria tamén se asocia ó marítimo. O cabalo de “Ramiro da Barca” é un ser intelixente que interpreta os distintos sons da trompeta. Pode localizar o lugar concreto ónde se atopa o amo grazas a un son máis tenro desta: O forasteiro tocou agora un áer máis suave, que parecía como asubío, decíndolle ao cabalo onde se atopaba (2001:88). Paralelamente ó que acontece na tradición oral onde os seres fantásticos desaparecen ó mencionar a divindade cristiá ou ó tocarlles cun amuleto sagrado, o cabalo do conto “Ramiro da Barca” desaparece ó santiguarse: O bisavó de Ramiro veu un coitelo ensanguentado na man do forasteiro, e santiguouse. E o santiguo salvouno, que o coitelo caíu ao chan, e o cabalo afondouse nas augas polas que agallopaba como por campo de maio (2001:88) Cunqueiro, como bo coñecedor da tradición oral, fai uso da mesma na literatura culta, procurando así o enriquecemento da mesma e conseguindo que esta non fine no esquecemento. Da análise dos anteriores datos podemos concluir que: 1). Baixo o nome de cabalo fantástico ou mítico non atopamos no caso galego un so tipo de cabalo senón que existen unha serie de variedades de seres fantásticos. Asi pois, non é o mesmo o cabalo das mouras que o cabalo dos mouros, e ambos son distintos daqueles que gardan tesouros, por exemplo. 2). As calidades especiais e fantásticas dos cabalos parece que non quedan exclusivamente reducidas ó ambito de influencia celta, senón que tamén se coñecen casos de cabalos e bestas singulares noutras culturas: os ventos gregos Céfiro e Boreas enxendran cabalos, tamén as eguas lusitanas son fecundadas polo vento, segundo explica un mito de xeración animal da cultura tartésica. A singularidade do caso galego é a de presentar unha serie de relatos e crenzas que con lixeiras modificacións 444 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 445 son compartidos noutros espazos como o irlandés ou o da Illa de Man. Como é notoriamente coñecido, o cabalo foi un dos elementos máis prezados das posesións humanas durante máis de dous milenios, feito que levará a que sexan un tópico tan importante na cultura literaria culta e oral. 4) As crenzas máxico-relixiosas son as que dirixen contos que presentan cabalos fantásticos. Son, sen dúbida, contos ó servizo das crenzas, recrean a imaxe de sobrecollemento do ser humano ante estes deuses e personaxes fantásticos dos que se busca nalgúns casos a protección desexada e noutros, cando menos, coñecer as súas calidades negativas para manterse o máis afastado posible deles. 5) Que estes relatos non existen porque sí, é evidente. O home trata de sacar unha información útil dos mesmos, unha información como pode ser: - saber onde se atopan os tesouros da comunidade, - quen os garda (moura, encanto, etc.), porque non están asequibles, - e, en caso de querer conseguilos, como habería que proceder, e que non habería que facer. 6) A trasmisión do folclore de xeración en xeración é feita dun modo natural e permite que as crenzas non se perdan no proceso. Ese xeito de actuación, sen embargo, está a fracasar na actualidade, debido ó papel dos mass media, que nos ofertan variados e numerosos modos de lecer e prívannos do tempo empregado para a conversa tal e como se facía na sociedade tradicional. BIBLOGRAFÍA ALONSO ROMERO, F. (2003), “El fin del mundo en el folklore gallego: paralelos célticos y germánicos” en As nove ondas . Santiago de Compostela: Universidade. Servicio de publicacións e intercambio científico. APARICIO CASADO, B. (1999), Mouras, serpientes, tesoros y otros encantos. Mitología popular gallega. A Coruña: ediccións do Castro. BERMEJO BARRERA,J. (1982), Mitología y mitos de la Hispania prerromana I. Madrid:Akal. 445 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 446 BLÁZQUEZ, J. M. (1977), Imagen y mito. Madrid: Cristiandad. BRIGGS, K. (2003), Diccionario de las hadas. Barcelona: Olañeta editor. CAÑADA, S. (ed.) (2003), Gran Enciclopedia Galega. Lugo: El Progreso-Diario de Pontevedra. CLARKE, A. (1963), Collected Plays. 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Por un lado las entrevistas directas con personas de todas las comarcas, a las que uniría sus recuerdos y experiencias infantiles, y al tiempo la búsqueda de referencias bibliográficas por libros, revistas y entrevistas personales con destacados personajes de la investigación o divulgación etnográfica. Del resultado de estas pesquisas, cuyas conclusiones se publican en el libro Samain, a festa das caliveras, dos hechos quedan claros: la costumbre da tallar calaveras en la piel de las calabazas, o melones, está extendida por toda la geografía de Galicia y municipios limítrofes y se constata la existencia de un vacío bibliográfico absoluto en todo lo referente a esta tradición, a lo largo y ancho de la historiografía gallega. El vacío bibliográfico es tan absoluto que el autor, aún a día de hoy diecisiete años después de iniciar su investigación, no puede entenderlo sino como un defecto de la misma. Advertido así de las dificultades para encontrar citas bibliográficas en la etnografía gallega, conocedor ya de su extensión por toda la geografía de Galicia y queriendo encarar la búsqueda de datos por la Península Ibérica que le permitiesen hacerse 449 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 450 una idea mas cabal del significado de esta tradición, el autor, escamado por el vacío bibliográfico gallego, imaginó que utilizando el motor Google ( se escoge Google sobre Yahoo o MSN, por ofrecer una mayor extensión de control, pero esporádicamente se confrontaron los mismos datos de búsqueda en los otros motores) dispondría en milisegundos de un muestreo brutal a nivel de toda la península que le permitiría cuando menos hacerse una idea rápida de los posibles focos de presencia de esta tradición o le posibilitaría encontrar alguna referencia bibliográfica orientadora. A día de hoy todo el mundo conoce el método de funcionamiento de los buscadores de la red y se entenderá que excuse su explicación por no parecer imbécil suponiendo tontos a los lectores. Los primeros análisis en la red, en el invierno del año 2000 colocando simplemente las voces “calaveras”,”espíritus”, “difuntos” ofrecieron unos resultados alentadores dando a conocer la presencia de esta tradición en la zona riojana ( Cervera de Río Alhama ), en la comarca del Somontano oscense ( Radiquero), en la provincia de Madrid ( Puentes Viejas ) y el ritual de ánimas de Tajueco ( Provincia de Soria). Animado e impulsado por los hallazgos. en el invierno de los años 2003 y 2004, ( los datos de temporalidad no son ociosos, el contenido informativo en Internet cambia como el viento ) se encaró un proceso investigador riguroso. En esencia consistió en colocar en el buscador Google las siguientes voces : “calaveras de ánimas”, “calabazas ahuecadas”, “calabazas iluminadas”, “ánimas”, “ día de difuntos” “ tallado de calabazas” y unir cada una de estas palabras a los nombres de las provincias o comunidades autónomas, caso de La Rioja y Asturias, y no exceptuando en el análisis ni Canarias ni Baleares por muy obvio que sea que no son territorio peninsular, (para encontrar datos referentes a Portugal escribí “abóboras”, “talhado de aboboras”). A continuación se exploraban todas las entradas que ofrecía Google, leyendo el resumen de cabecera que ofrece el buscador y entrando a explorar aquellas páginas que parecían contener información de interés. De cada una de las páginas en que se encontraban noticias directas del tallado tradicional de calabazas se hizo impresión en tinta, tomando además nota tanto de las localidades referenciadas en cada página como 450 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 451 del resto de festividades o tradiciones de cada una de las localidades. Se procuró siempre que ello fue posible situar con precisión el pueblo, pedanía o aldea, en el mapa físico de la Península, y recabar el mayor número de datos posibles sobre su población, paisaje geográfico y vida económica. Cuando fue posible se estableció correspondencia digital con los autores de las páginas obteniéndose así un apreciable volumen de información adicional, a veces más interesante y precisa. Los resultados de este trabajo conformarán la sustancia de este artículo y se presentarán en las páginas siguientes. Convendrá en este momento hacer una valoración personal del método elegido y de las ventajas e inconvenientes que el autor ha encontrado en el mismo. El método se reveló como una herramienta extraordinariamente eficaz para acceder a lugares insospechados y a información valiosísima, inédita y muchas veces de primera mano arrojando resultados apreciables que permitieron una mirada cabal y global sobre la presencia de esta tradición en España. ( Para Portugal, seguramente por no colocar las voces adecuadas los resultados fueron desalentadores : ni una sola localidad o cita, pese a poseer testimonios orales, no grabados, de gentes que me aseguran la presencia de esta misma costumbre cuando menos en las regiones de Minho y Tras-os-Montes.) Pero si bien con este motor de búsqueda se dan a la luz un buen número de localidades, se comprende fácilmente que no permite conocer la totalidad de las mismas : para darse a conocer deben estar colgadas previamente en la red, y desde luego la raíz campesina de esta tradición, que le ha hecho sobrevivir casi exclusivamente en municipios y pedanías rurales, es un condicionante negativo para aparecer en Internet, un fenómeno urbano que llega lento al mundo rural. ( Lo cual no impide afortunadamente que una de las mejores páginas sea la que gestiona Pablo Calahorra en Radiquero, pedanía de Huesca de no más de 200 habitantes y con una magnífica información gráfica y testimonial sobre la tradición de la noche de ánimas y sus calaveras ). No asegura pues el acceso a todas sus geografías, de hecho debe de haber muchas más localidades o zonas, pero no han aparecido en el muestreo tan solo por no estar colgadas en la red. Caso paradigmático lo ofrece Galicia, que no ofrecía ni un solo resultado positivo, cuando al autor le consta y 451 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 452 a día de hoy los testimonios son irrefutables, que la presencia de esta tradición abarcaba la totalidad del actual territorio gallego y de cada uno de sus municipios. De los resultados obtenidos En las líneas que siguen iniciaremos la presentación de los datos obtenidos en nuestra búsqueda que comprenderán 32 localidades españolas, repartidas en 9 provincias: Burgos, Madrid, Guadalajara, Cuenca, Zaragoza, Huesca, La Rioja, Navarra, y Huelva en todas ellas se han se han encontrado datos que aseguran la pervivencia actual de la tradición de tallar calaveras en la corteza de las calabazas o bien el recuerdo de sus habitantes de haberlas tallado. Al tiempo que las noticias pertinentes al tema que nos atañe hemos procurado recoger de cada una de las localidades, aquellos datos costumbristas que permitiesen dibujar con mayor precisión su mundo etnográfico. Los datos pormenorizados de cada una de ellas son los siguientes. Provincia de Cuenca: Rozalén del Monte. Localidad de 126 habitantes y 875 metros de altitud. Situada en la carretera que une Uclés con Carrascosa, a 65 Km. de la capital. Tierra manchega fronteriza con la Alcarria, terreno llano salpicado de alcarrias y montes, de ahí su altitud. Fiestas patronales en la última semana de abril y celebraciones en honor de Santa Quiteria ( 22 de mayo) con romería popular al cerro de Santa Quiteria. Tradiciones singulares del pueblo son las enramás: la noche antes del Domingo de Resurrección, los mozos salen en plena noche al campo a buscar ramas de almendro en flor que servirán para que las mujeres de madrugada adornen con ellas la imagen de la Virgen y la entrada de la Iglesia. Entre rama y rama cortada, además de cánticos y chistes los mozos dan cuenta de una bebida a base de alcohol, limón y azúcar a la que llaman zurra mientras esperan el amanecer alrededor de una hoguera en la que asarán chorizo, panceta o “forro de cabeza”. Es costumbre que los mozos adornen con una ramita de almendro en flor la ventana de la chica a la que aman. Con los primeros rayos de sol muchos hombres disparan al aire sus escopetas de caza mientras suenan en las torres de la iglesia los repiques de las campanas. Así se nos infor- 452 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 453 ma en www.pueblos-espana.org, de donde asimismo obtenemos la información referente a “la noche de los difuntos, también llamada de las ánimas que se celebra en el paso del 31 de octubre al 1 de noviembre, fechas en las cuales se consumen los tradicionales “puches” o gachas dulces. Esa noche la costumbre es que los niños, con calabazas o calabacines grandes realicen figuras que intentan imitar una calavera, a la que colocan en su interior una velita para dar luz.. Los niños en grupo desafían el miedo y suben al “camposanto” ( a las afueras del pueblo, no hay luz, es invierno, hace frío…impone) a poner algunas de sus calaveras, Es también costumbre, que se considera simpática, que haya algún adulto escondido en la oscuridad para intentar amedrentarles”. En la misma página se nos informa de los peligros de perversión cultural debido a la influencia del Halloween y se enumeran: los niños piden caramelos, tallan las calabazas “a la americana” con una tapita de quita y pon y provistas de un asa para desplazarse con ellas. Leganiel : localidad próxima a Tarancón y a la provincia de Madrid, situada no lejos de las orillas del Tajo. Fiestas patronales en honor al Cristo de la Luz el tercer domingo de septiembre, que desplazó al más antiguo patrón de San Antolín al librar al pueblo de una plaga de langosta. Conserva numerosas tradiciones antiguas: las hogueras de San Antón la noche de 16 al 17 de enero encendidas por barrios, con la bendición al día siguiente de los animales y la subasta de “ el gorrino de san Antón” que se criaba por todo el pueblo y era subastado ese día. Esta tradición se considera perdida; la matanza del cerdo que antes se criaba en cada casa, que se realizaba de madrugada y a partir de noviembre, reuniéndose la familia a comer las tradicionales gachas de harina de almortas, la dueña de la casa obsequiaba a las vecinas con “el presente”, una buena ración de tocino y morcillas y en justa correspondencia recibiría también el presente el día de la matanza en casa de aquellas; el jueves lardero con merienda de tortilla en el campo y los carnavales tradicionales con máscaras en silencio y batalla de harina; quebrar el ojo del diablo era el nombre que se le daba a la cena ritual de la medianoche del sábado santo al domingo de resurrección en la cual, dando por finalizada la cuaresma, se consumen buenas raciones de cordero frito, es costumbre que al día siguiente se queme un pelele de paja en la plaza así como 453 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 454 echar hierba ( macoyas ) en las ventanas de las mozas; los mayos, se cantan obsequiando con música y cantares a las mozas casaderas en los primeros días del mes; el corpus se celebra engalanando con mesas-altares las entradas de las casas por donde pasa la procesión. “Santos difuntos (sic) durante todos los días el año al caer la tarde se oía a pequeños intervalos una campanilla recorrer las calles del pueblo, eran las ánimas que pasaban, gente devota que por promesas recorrían de esta manera y en silencio absoluto las calles del pueblo, recogiendo limosnas para aplicar sufragios a los difuntos y pagar así sus promesas. La noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, este ritual de ánimas era substituido por la noche de las calaveras en la cual los niños fabricaban con melones y calabazas, calaveras a las que introducían una vela y por la noche las colocaban en las puertas de los vecinos con la intención de asustar. Las cuadrillas de mozos y mozas preparaban cenas a base de gachas dulces, turrón de azúcar tostada con cacahuetes y chocolate con churros”. Así se nos informa en www.jccm.es/leganiel Uclés localidad conquense muy próxima a Tarancón, en la cual la asociación cultural “Urcela de Uclés “ mantiene viva la llama de las tradiciones reivindicando la arraigada tradición infantil de confeccionar calaveras de calabazas, frente a la progresiva implantación del Halloween. Información recogida en www.eldia-digital.com. Cuevas de Velasco pequeña localidad de 122 habitantes, situada a 976 metros de altitud, colgado sobre una montaña rocosa ”como un nido de golondrinas”, a 30 kms. De Cuenca capital, sobre el valle del río Mayor. Fiestas patronales el 14 de septiembre en honor al Cristo de la Misericordia y la Salud, se hace una procesión con “danza de paloteos”; carnaval de ánimas en febrero con almoneda o subasta de objetos donados cuyos beneficios van a parar a la Hermandad de Animas, se reparten cañamones ,vino, higos, pasas y almendrillas, los hermanos de la hermandad que se mueren tiene derecho a entierro, misa y ataúd gratis ; la patente que era una especie de impuesto o invitación que los forasteros tenían que pagar a los mozos del pueblo cuando se echaban una novia de la localidad; los mayos se celebran cantando la ronda a las mozas y se conserva también la costumbre de las calaveras del día de difuntos sobre la cual no se nos dan más precisiones en www.pueblos-espana.org. 454 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 455 Álcazar del Rey localidad de 239 vecinos, situada a 885 metros de altitud al borde de la carretera Toledo Cuenca y situada al oeste de esta provincia. Fiestas patronales a finales de Agosto en honor al Cristo de la Salud,: Cruz de mayo, “donde los no tan mozos, cantan los mayos a las no tan mozas” Corpus Christi se celebra con altares en las puertas de las casas parta que sea depositada la custodia bajo una lluvia de pétalos; el Domingo de Resurrección se ponen ramas de almendro en las ventanas de las mozas pretendidas y ramas de aliagas ( tojos) en las puertas de las no pretendidas, los mozos hacen un “pelele”, muñeco de paja que dicen representa a Judas, al que se mantea y se quema; Festividad de Todos los Santos, 1 de noviembre se elaboran las calabazas huecas iluminadas con una vela, que dicen representan a los difuntos y se cocinan y consumen las tradicionales “ gachas de dulce” o “puches”. Cuenca capital, es la única ciudad de la cual hallamos encontrado datos que nos permitan afirmar la existencia en ella con continuidad de la tradición de las calabazas ahuecadas e iluminadas en la Noche de Difuntos. Como en los otros casos que hemos visto es una tradición infantil que se celebra más en los barrios periféricos y con huertas y que en los últimos años se ha visto influenciada por importaciones americanizantes, ( disfraces, “ truco o trato” ) pero que conserva el mérito indudable de haber sobrevivido en un medio urbano. Los profesores David Poveda de la Universidad Autónoma de Madrid y Raúl Carretero, tienen colgada en la red un estudio de Antropología estructural sobre las calaveras de ánimas en la ciudad de Cuenca, con el título de La “noche de las calabazas” en Cuenca. ( http://www.ugr.es ) Provincia de Madrid La Cabrera, localidad de la Sierra norte madrileña con 1923 habitantes. Fiestas patronales el 13 de Junio en honor a san Antonio de Papua; hoguera nocturna de San Lucas encendida el 18 de octubre con reparto de caridades; Invención de la santa Cruz, el 3 de mayo, se levantan y adornan cruces por la calle; Corpus Christi can altares por las calles; leyenda de Santa María Egipciaca: se cuenta sobre la aparición de una pequeña virgen ( de nos 15 cm. De altura) en la cueva que fue eremitorio de Santa María Egipciaca, en l 455 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 456 que brota una fuente. Parece ser que los monjes del vecino convento de san Antonio, molestos porque la Virgen se aparecía a un pastorcillo y no a ellos, cogían la imagen y se la guardaban en una de sus amplias mangas que se ataban a la muñeca con una cuerda para que la santa imagen no escapara. De vuelta al convento iban tocando la imagen pero cuando llegaban esta desaparecía para volver a aparecerse al pastorcillo en su lugar de origen. También cuentan que esta Virgen lloraba lágrimas de aceite, tanto que el cura de La Cabrera lo usaba para mantener encendida las lamparillas de la Iglesia, llegando incluso a venderlo. Molesta la imagen con la usura del párroco desapareció y no volvió a aparecerse nunca más; permanencia de la gaita serrana. Instrumento rústico musical fabricada con madera de higuera y sendos cuernos de vaca en los extremos, uno hace de boquilla el otro de bocina. Generalizado entre los pastores de la sierra, a mediados del pasado siglo XX se conocía en diversas localidades vecinas quedando en la actualidad relegado a la localidad de La Cabrera. “ Todos los Santos, 1 de noviembre, se ahuecan calabazas y se labran a modo de calaveras introduciendo velas encendidas dentro, posteriormente se colocan en las ventanas de las casas durante la noche”. Recogido en http://a-1guia.com. Valdemanco localidad de 449 habitantes vecina a la anterior de La Cabrera. Carnaval de Valdemanco donde se celebra la fiesta de la vaquilla que se entiende como un ritual de fertilidad e iniciación masculino, canto de los mayos, a principios del mismo mes; Todos los Santos, “ se reinicializa el ciclo tradicional festejando esta noche con calabazas ahuecadas con velas dentro y cenas comunales entre grupos de amigos, en estas cenas se preparan los tradicionales “puches”, especie de gachas dulces Así se informa en http://a-1guia.com. Miraflores de la Sierra localidad próxima a Madrid, que acusa la influencia de la capital, habiendo perdido la mayoría de sus tradiciones que quedan no obstante en la memoria de sus vecinos de siempre. En la web oficial del ayuntamiento. www.miraflores delasierra.com se informa “…se perdieron también las actuaciones juveniles en la noche de Todos los Santos, fecha en la que repicaban las campanas sin parar en toda la noche …y se colocaban por las calles falsas calaveras huecas, iluminadas desde su interior con una vela” . “ Perdiéronse también en 456 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 457 Miraflores, se nos dice, las costumbres de los mozos, los villancicos y la fiesta de San Antonio, entre otras”. Nuevo Batzán, localidad de 4.441 habitantes, próxima tambien a la capital pero que cuando menos hasta no hace mucho aún conservaba la tradición del arbol de mayo, el 31 de abril, día en el cual los mozos cortaban el árbol más alto de los alrededores y lo colocaban en el centro de la plaza para luego competir entre ellos subiendo por el. En la página web de la Agenda Municipal, www.madrid.org se nos dice: “Noche de todos los Santos, se hacían hogueras y se preparaban los tradicionales puches. Con calabazas huecas los niños asustaban a los vecinos y hacían travesuras”. Anchuelo, próxima a Alcalá de Henares, conserva asimismo la tradición de las calabazas en la Noche de Todos los Santos, en www.natuweb.com, se nos informa: “El día 1 de Noviembre en Anchuelo (Madrid) los vecinos vacían calabazas y colocan velas en su interior. Cuando las cuelgan, el pueblo ofrece un aspecto fantasmal. Este festejo pese a parecer importado, se celebra desde tiempos inmemoriales. Son muy pocos los que se libran de un susto al doblar la esquina.” Puentes Viejas, municipio que consta de cuatro núcleos de población (Cinco Villas, Paredes, Serrada y Mangirón), el mas importante de los cuales es Mangirón con 425 habitantes. Como en la mayoría de los municipios de la sierra norte madrileña se arma el arbol de mayo y cantan los mayos, se honra a la Candelaria y se hacen las hogueras de San Antón a mediados de Enero. El día 1 de noviembre hacen, en Mangirón, la que según www.sierranorte.com llaman Fiesta de la Calavera: “se celebra con desfile por el pueblo de calabazas huecas e iluminadas, y la degustación de los tradicionales puches”. En los últimos tiempos la Asociación Cultural de Mangirón a tomado a su cargo, nos informan en www.puentesviejas.org, la organización de este desfile y leemos: “ La fiesta de Todos los Santos es, sin duda, de todo el ciclo otoñal la que cuenta con un mayor arraigo popular. Esta fiesta aparece unida a los difuntos, que se celebra al día siguiente, siendo muy numerosos los ritos que se celebran en esa noche que va del día uno al día dos...se encuentra muy extendida la costumbre de consumir por estas fechas buñuelos de viento y huesos de santo y como dulce típico de Mangirón en estas fechas se hacen puches, 457 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 458 alimento elaborado con agua, harina, anís y azúcar, que es usado no sólo como alimento sino tambien como elemento de distintos rituales...Vinculado a la veneración de los difuntos está el ritual que consiste en vaciar calabazas y sacarlas ( solo los niños) a modo de calaveras iluminadas, recorriendo las calles del pueblo, para hacer cuestación por todas las casas y entonando la siguiente cancioncilla: Es la noche de los muertos/ y también de la calabaza/ así que danos dineros/ o te robamos la casa.” Provincia de Guadalajara En numerosos pueblos de la comarca del Henares y Zorita, próximas a la provincia madrileña y a la conquense, conformando sin duda un mismo universo etnográfico, hemos encontrado la presencia de las calabazas iluminadas unidas a la fecha inexcusable del 1 de noviembre. Es verdad que por lo que refiere a esta provincia los detalles que aparecen en la red son dolorosamente escasos y tan solo en dos páginas, que coinciden por otro lado en lo esencial y en lo telegráfico de la noticia, hemos encontrado esta tradición referenciada. En www.henaresaldia.com ofrecen un calendario de Fiestas Tradicionales de Guadalajara en el que escuetamente se informa que el día 31 de octubre se celebran “calabazas y puches de Todos los Santos” en : Matarrubia, Pastrana, Torija, etc (sic) e igualmente el día 1 de noviembre en Albalate de Zorita, Almonacid, Lupiana, Sienes, Tendilla, etc ( sic). Los mismos pueblos que se citan en el calendario oficial de fiestas tradicionales de la Diputación Provincial de Guadalajara, refiriendo en este caso la festividad al día 1 de noviembre y ofreciendo el dato ampliado de aclarar que son calabazas iluminadas, y prescindiendo del etc. de la página anterior. Hemos encontrado también, en ambos calendarios de festejos o tradiciones populares al lado de una riquísima variedad de tradiciones locales originales, un mismo universo festivo en esta misma comarca que incluye, las hogueras de San Antón, a mediados de Enero, la fiesta de las candelas, las Candelarias y el San Blas y los árboles y los cantos de mayo, No hemos podido encontrar información adicional en ninguna otra página. La despoblación rural de estos pequeños núcleos urbanos, debería explicar esta ausencia. 458 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 459 Provincia de Huesca Comarca del Somontano Sin duda, la provincia de Huesca, concretamente la Comarca del Somontano, conserva con vigencia renovada la tradición de las calaveras de difuntos, o calaveras de ánimas, como en esta zona llaman a las calabazas ahuecadas e iluminadas que venimos investigando. No solo por el número de pueblos en los cuales anualmente se renueva la tradición, sino por el grado de implicación de sus habitantes en la conservación y difusión de la misma, procurando tanto conservar la misma en la pureza heredada de sus ancestros, evitando la contaminación de la misma por influencias foráneas, sobre todo en los tiempos “hallogüinescos” que vivimos y a la vez difundirla por los medios de comunicación de masa, en un ejercicio de culturización global invertida: de lo diminuto y perdido a lo universal y conocido. Buen ejemplo de ello sería la página www.radiquero.com, que ya hemos citado , en la cual, bajo un diseño y funcionamiento envidiable, de los mejores de la red, se nos ofrece una información gráfica abundantísima, acompañada del testimonio escrito de personas, el relato de leyendas o historias que pudiesen tener relación con el tema y la descripción de numerosas actividades de difusión y animación relacionadas con el tema y acordes al gusto cultural de los tiempos que vivimos: conferencias, talleres, exposiciones. Todo un ejemplo sin duda de defensa del patrimonio cultural e inmaterial de los pueblos. Visítenla. La comarca del Somontano comparte con las otras en las que estamos documentando esta tradición de las calaveras un mismo universo etnográfico: hogueras de San Antón a mediados del mes de Enero con sus ritos de purificación de los animales (Buesa), fiesta y árbol de mayo ( Berbegal), fiestas de La Candelera ( Salas Altas) y aún la propiedad de la torre de Azlor de “esconjurar” ( sic) las tormentas. No dejaré de anotar que en el municipio de Bierge se encuentra el hoy despoblado lugar de Ballábriga, de Pardinas de Ballábriga. La comarca es asimismo riquísima en tradiciones brujeriles y duendicas, se cree o creía a pies juntillas en las almetas, ánimas de difuntos capaces de visitar este mundo, muy especialmente en la noche previa al 1 de noviembre, y por todo el Somontano 459 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 460 se afirma o afirmaba que as lumbretas, procesión de espíritus en fila portando cada uno de ellos una luz, podía asaltar a los caminantes en cualquier vereda de las montañas, muy especialmente en las encrucijadas de los caminos. En la página www.somontano.org se asegura que, aún a día de hoy, en los pueblecicos de Colungo y Huerta del Vero, la tradición sigue viva y floreciente, del primero dicen: “conserva la tradición de la Noche de las Ánimas” del segundo escriben “…la noche de las ánimas para recordar a los difuntos. Huerta conserva la tradición de horadar calabazas y encender velas en su interior”. Es continua la referencia a la pervivencia de la noche de ánimas con sus calaveras en la mayoría de los núcleos del Somontano, (generalmente pedanías rurales de muy escasa población), muy especialmente por el Valle del Vero. Se asegura la presencia viva de esta tradición, aparte de los dos ya citados en Adahuesca, Laluenga, Abizanda y Radiquero Es en la página, ya alabada, de la aldea de Radiquero (112 vecinos), donde se ofrece un caudal informativo que procuraremos resumir en las líneas que siguen. El día 5/10/2003, recogemos: “La noche de las ánimas en la cuenca del Vero existía una tradición muy similar a la archiconocida fiesta americana del Halloween. Se realizaban “calaveras”, calabazas vaciadas con orificios practicados en su interior, con una vela encendida dentro y se colocaban en las ventanas o en las casas donde se había producido una muerte violenta” Se resalta esta última frase del texto, también resaltada en origen, pues para hallar una explicación interpretativa comporta un dato clave en la concepción de la tradición. Del enorme caudal fotográfico que nos ofrece la página merecen destacarse las fotografías relacionadas con el camposanto: por ellas nos informamos del paseo que los vecinos realizan en la noche hasta las tumbas de los antepasados para dejar en ellas algunas calabazas iluminadas como homenaje, recuerdo o protección de sus tumbas. Debió de ser esta tradición común a todos los pueblos de la comarca. Antes de iniciar la comitiva las calabazas se colocan todas ellas alrededor de la cruceta de la plaza del pueblo: no otra cosa que una cruz sobre un pedestal de escalones, nada que un gallego no pueda identificar con un cruceiro. Es gracias a un didáctico esquema incluido en esta misma página que podemos conocer la manera de tallar las calabazas 460 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 461 en la comarca del Vero que no se diferencian en lo esencial de las otras zonas de España a las que hemos podido estudiar: presenta eso sí una novedad en cuanto a la manera de sostener la vela . En el Vero usan una caña que incrustan transversalmente en la parte inferior de la calabaza y sobre ella, pegando simplemente con cera derretida sostienen la vela. Muchas de las calabazas, cuando se ha pensado en dejarlas colocadas en algún rincón oscuro se tallan haciendo un agujero amplio por la parte inferior, que nivelan para poder apoyarlas cómodamente en el suelo. Otras localidades Hemos encontrado otras dos localidades oscenses en las cuales se conserva la tradición de las calaveras de ánimas, situadas en comarcas diferentes del Somontano. Albero Bajo, localidad de 117 vecinos, situada en el llano a pocos kilómetros al sur de la capital, en territorio cercano ya de los Monegros. Fiestas menores en mayo y mayores en septiembre en honor ala Virgen de la Rosa, donde celebran juegos tradicionales aragoneses En la web que hemos podido localizar leemos: “...a la misa de Todos los Santos se llevaba un banquillo, un pequeño soporte para las velas, que contenía una o dos velas por cada difunto reciente de la casa...al día siguiente Día de los Difuntos se hacía otra misa que las mujeres pagaban con grano...que luego se quedaba el cura. Cada una llevaba lo que podía, uno o dos almudes...también se echaban judías.”.”Se recuerda en Albero una antigua tradición consistente en disponer por la noche, la víspera del día de difuntos, en rincones especialmente tenebrosos, como el cementerio viejo, detrás de la iglesia, algunas calaveras consistentes en grandes calabazas a las que se vaciaba el interior y se perforaban unos agujeros simulando boca y ojos. En el interior se alojaba una vela encendida, lo que daba al objeto un aire especialmente siniestro. ” Esta costumbre de las calabazas, que en Albero se recuerda más bien como una broma, en otros lugares de Aragón y de España se ha conservado con un papel algo más notable, incluso formando parte de las procesiones del rosario” Agüero localidad de la comarca de la Hoya de Huesca, situada en el pre-pirineo, con una población de derecho de 163 habitantes. Sobre ella en la página www.cult.gva.es ( en la tesis doctoral 461 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 462 del Dr. Francesc Llop i Bayo, dedicada al estudio de los toques de campanas en Aragón), encontramos los siguientes datos etnográficos referidos al día de Difuntos o Santos, recogidos textualmente de boca de Bitorino Belarre, jubilado de la localidad:”...Y para Todos los Santos, la noche de Todos los Santos, se estaba tocando toda la noche a muerto, toda la noche, yo he esta toda la noche tocando a muerto...igual que si tuviera uno..o sea a muerto de tanto a tanto, ! zas¡ “ “La noche de Todos los Santos se estaba toda la noche tocando a muerto y a lo mejor después de vez en cuando a llamar a las puertas..¿Quién llama? !La muerte¡ ( Se ríe al contarlo) Se divertía mucho, y si había alguna chavala que se escondía…oh… Porque las chavalas que tenían miedo se escondían que pá qué. Y en cambio los chavales al revés, y en cada ventana se ponía una calabaza, se ponía...Se ponía así… un alambre, los dientes, todo, los ojos, la nariz, y se ponía así con la vela dentro, y la ponían en el balcón y desde la calle se veía una calavera allí( Risas) Siempre hacíamos eso, se hacía siempre así. Y tocando a muerto. La noche de las almas.” Para tocar las campanas a muerto en difuntos se subían grupos de mozos a la torre donde comían y bebían...” y tenían allí su porrón de vino y su cerveza, en fin bien. Había un porrón de vino y se ponían un poco... nada que era una cosa normal, era normal, éramos todos, pues alegres, como pues a tocar !hala¡ Vamos a echar un porrón, un porrón de vino. Después a lo mejor, sí pues un partido de pelota, hay mucha pelota también. a muerto de tanto a tanto....llevabas carne asada y todo, se hacía fuego allí y todo y carne. Sí, sí una hoguera también porque hace frío, se hacía una hoguera arriba, se subían fuego y bien bebidos que no se sabía donde estaba el fuego.” Provincia de Zaragoza Ambel, municipio situado en el extremo occidental de la provincia, en la comarca del Campo de Borja, próxima ya tanto a la provincia de Soria como a La Rioja y Navarra, con 371 habitantes. Fiestas mayores el 20 de enero en honor a San Sebastián que celebran con una gran hoguer en la plaza, pocos días después de celebrar asimismo con hogueras a San antón el día 16 del mismo mes, santo protector de los animales,” antiguamente incluso sacaban a las caballerías a dar vueltas alrededor de la 462 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 463 hoguera buscando protección”, escribe Ana Cristina Trivez en http//ambel.org, de quien y donde tomamos:” El 1 de noviembre, los niños hacen calaveras dando formas a calabazas e introducen una vela en su interior a modo de farol. En el tradicional rosario de difuntos o por las almas que discurre hasta el cementerio, al anochecer, ponen las calabazas a lo largo del camino y dan gritos, aúllan...para asustar a los adultos. Cuando la procesión termina, las llevan a la plaza de la iglesia y las dejan en frente de la puerta de esta”. en la página www.natuweb.com se asegura que dicha procesión se realiza la noche del 31 de octubre al 1de noviembre. Trasmoz, población del Somontano del Moncayo, con 72 habitantes, Fiestas de San Roque en verano y en invierno, “las enramadas” en el mes de mayo, decorando las entradas de las casas con ramas floridas y construyen ramos transportables y asimismo floridos, hogueras de San Antón en enero, y el curioso juego de roldar el huevo. La tradición de La luz de ánimas, viene siendo alentada desde hace dos años por la Asociación Cultural El Embrujo. Empeñada en revitalizar las tradiciones de la pequeña localidad, edita una página en internet, (www.trasmoz.com) con abundante información etnográfica. De ella obtenemos las siguientes líneas: “La celebración del día de Todos los Santos y el día de Difuntos viene de antiguo...los pueblos de la zona del Moncayo recogen esta fiesta entre sus tradiciones de otoño y sus ritos difieren muy poco de unos pueblos a otros...tres son los elementos rituales que se conjugan en estas fiesta: rezos, toques de campanas y prendimientos de luces...después del trabajo previo del vaciado de las calabazas, vino la colocación de estas, ya convertidas en calaveras por el cementerio y el monte para marcar el camino a las ánimas...como manda la tradición se rezó el rosario en procesión desde la iglesia al cementerio...acabados los actos religiosos se llevó a cabo la tradicional merienda popular.” Navarra Al sur de la comunidad se encuentra el pueblecito, que no llega a los 100 vecinos, de Azuelo, en arcaico Fazuelo, en el cual aún hoy los habitantes renuevan la tradición de las calaveras de ánimas. Bien es verdad que, influenciados por la moda americana, la comparsa de niños que sale por la calle es un trasunto del Halloween. 463 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 464 Las fotografías que se pueden consultar en www.azuelo.com, así lo corroboran. Pero en la misma página orgullosamente se proclama: “La colonización americana también llega a nuestro pueblo. A los americanos les hemos de decir que hace ya muchos, muchos años que en Azuelo celebrábamos la noche de ánimas con las calabazas iluminadas y las sábanas blancas”. No encontramos más noticias referidas a Navarra, pero es fácil imaginar que existiendo en todas las comarcas vecinas de Zaragoza y como veremos a continuación de La Rioja, el caso de Azuelo, no debió, no debe, ser un caso aislado. La Rioja Al sur de la comunidad, en el valle del Río Alhama dos pueblos próximos mantienen prendida la llama tradicional de las de las calaveras: Cervera y Aguilar. Cervera del Río Alhama, es una localidad partida en dos barrios bien diferenciados ( Santa Ana y San Gil) por el curso del río Alhama, de ahí que sus fiestas patronales sean dos: Las de Santa Ana a finales de julio y las de San Gil a caballo entre el final de agosto y principios de septiembre. En ambas es importantísima “ la gaita” una antigua danza al son de la dulzaina y el tamboril en la que “los gaiteros” son los danzantes ataviados a la usanza cerverana, de blanco, alpargatas típicas con trenzaderas rojas, dos pañuelos a los costados, faja con bordados y haciendo sonar las “purgaretas” o castañuelas. Celebran las hogueras de San Antón en enero con cenas en la calle alrededor del fuego. Los días 2 y 3 de febrero conmemoran la Candelera y el San Blas, llevando a la Iglesia “rollos” y “manguitos” (repostería en pequeñas y engalanadas cestas de mimbre) que son bendecidos y después consumidos. Bendicen también caramelos que protegen contra el dolor de garganta. El Jueves Lardero es tradicional merendar en lugares fuera del pueblo “tortilla de huevo y chorizo”. Los cerveranos para conmemorar la traída de aguas, desde principios del S XX hacen romería anual al poblado celtíbero de Contrebia Leukade, que ellos llaman Clunia, donde mana el manantial que los abastece. En la dirección digital http://centros5.pntic.mec.es, se dice “Todos los Santos, en la noche anterior al primero de noviembre era costumbre tomar una calabaza, vaciada y decorada como una calavera poniéndolo una vela encendida en el interior. 464 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 465 La calabaza se llevaba colgada de una cuerda balanceándola por las calles del pueblo; cuando se encontraban varios portadores de calabazas se luchaba entre ellos para romper las calabazas de los contrarios. Esta costumbre que estaba totalmente vigente en los años 60, en la actualidad se está perdiendo.” En esta otra dirección http://aliso.cnice.mecd.es, pudimos leer: “Va pasando el año y llegamos a una fiesta de tradición cerverana que poco a poco ha ido perdiendo importancia. Es la fiesta de las calaveras. Es la noche anterior a Todos los Santos. Los jóvenes salen en grupos por las calles del pueblo con las calaveras: calabazas a las que se las vacía, se les abren ojos, nariz y boca en sus cortezas y se les pone una luz dentro. Van pasando el rato diciendo en voz alta “Calavera, era, era al que me la rompa le tiro con ella. Hasta los años setenta-ochenta fue muy popular, contando con la participación de todos los escolares de la localidad y con grupos de jóvenes algo más mayores. Posteriormente tuvo sus altibajos. Algún año se organizó algo por parte del colegio para finalmente y desde hace varios años, ser la Asociación de Padres la que se encarga de salir con los niños más pequeños a recorrer algunas calles del pueblo. Es una tradición que no debemos dejar que se pierda,” El diario La Rioja el jueves día 2 de noviembre de 2000, da esta información de su corresponsal Sanda Sainz:” Los niños de Cervera viven de forma muy especial la llegada de esta festividad ya que la noche anterior al día de los difuntos salen por las calles portando calaveras realizadas con calabazas de diferentes formas y tamaños y en cuyo interior colocan velas o linternas. Los pequeños, acompañados por sus padres partieron el martes a las seis y media de la tarde de la plaza del ayuntamiento y recorrieron en una peculiar procesión (no faltaron los gritos y carreras de un lado a otro ) las calles de l”barrio de abajo” pasando por la parroquia de San Gil hasta llegar a la basílica de la Virgen del Monte y al cementerio. Allí otros niños disfrazados intentaron asustar a los que portaban las calaveras. Estos últimos recitaban la frase calavera, era, era al que me la rompa le tiro con ella. El ritual forma parte de la cultura cerverana y se lleva a cabo en el barrio de Santa Ana y en el de San Gil alternativamente, un año en cada parroquia”. La misma corresponsal cuatro años más tarde, da cuenta en La Guía de la Rioja en Internet ( http://servicios.larioja.com) del mismo 465 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 466 evento, pero en la noticia apreciamos con claridad las modificaciones, que se introducen en la tradición : “la procesión partió de la plaza del ayuntamiento, lugar donde la mayoría de los pequeños se enfundaron en disfraces elaborados a lo largo de la semana con bolsas negras y recortes de calabazas…el grupo de animación de la biblioteca les maquilló las caras con motivos terroríficos…los niños seguidos por un mar de paraguas se trasladaron a la parroquia de Santa Ana para volver al centro del pueblo al ritmo impuesto por los golpes del bombo del músico cerverano José Luis Calvo…antes lo habitual era que las calabazas terminasen destrozadas y que grupos de niños corriesen asustados por otros al pasar por lugares como el cementerio..la introducción de elementos nuevos como que los niños vayan disfrazados ha supuesto un aliciente para los más pequeños a pesar de que se aleje un poco de la auténtica tradición cerverana y se acerque al modelo americano del halloween….muchos niños aparecieron disfrazados de fantasmas, brujas, muerte o personajes como el de la película americana Scream.” Estas citas encadenadas de la más antigua, (aproximadamente debió ser escrita alrededor del año 1998, o antes) a la más moderna, de cuya fecha no tenemos duda (noviembre del 2004), resumen y ejemplarizan los riesgos a los que la tradición esta sometida. Aguilar del Rio Alhama, pueblo no muy alejado del anterior, que celebra sus fiestas patronales a mediados de Agosto en honor de San Roque y la Asunción (con gira campestre al río de las cuadrillas regresando con carros engalanados con diferentes plantas y hojas) y asimismo festeja a San Antón a mediados de enero con una misa de bendición de los animales, procesión, un aperitivo, la rifa de dos cerdos y finalmente una hoguera. El día de la Cruz, el primer sábado de mayo goza entre los lugareños de larga tradición se va en romería a pie o en caballerías engalanadas hasta la ermita de Gutur, donde hacen procesión en honor a la Virgen de los Remedios acompañándola con ramos de mayo y posterior comida campestre degustando los tradicionales bodigos (pan relleno de huevo y un chorizo). Las celebraciones de difuntos se comentan así en http://es.geocities.com: “Por otra parte, no debemos pasar por alto una tradición local de gran interés llevada a cabo en Todos los Santos. La víspera del día de las ánimas es aprovechada por los niños aguilareños para realizar tétricas 466 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 467 caras en calabazas que vacían y en las que introducen velas. Ya entrada la noche, los niños recorren la localidad llamando a las puertas de las casas para intentar asustar a los vecinos. Asimismo destaca la cena típica de esa velada: un guiso de caracoles cuyas cáscaras eran utilizadas antaño para la realización de pequeños candiles que se encendían por la memoria de los distintos familiares fallecidos” Datos etnográficos a mi parecer interesantísimos y que procuraremos comentar en su momento. Provincia de Burgos Cuando menos en el pequeño pueblo de Cerezo del Río Tirón las calabazas talladas con forma de calaveras se encontraban presentes en las tradiciones de difuntos. De la página de la Asociación Cultural Cerasio , www.cerasio.net tomamos, el día 4/10/2004, esta escueta pero no despreciable nota “1 de noviembre. Día de los Santos. Cerezo como es habitual se llena de paisanos que viene a recordar a sus difuntos. Como llovía la misa se celebra en la iglesia. Los niños siguen con la moda de las calaveras. Es una buena manera de sacar unos dinerillos y a la vez mantienen tan bonita tradición.” En los pueblos del norte de Burgos debió de ser corriente la tradición de las calaveras, tenemos otra cita en nuestro archivo, tomada en www.deseosdecosasimposibles.com que así lo confirma pero no precisando quien informa ni de la localidad de origen, solo se cita con todas las salvedades. Es esta: Y para terminar, un ejemplo de primera mano. Hasta que yo me fui de mi pueblo (60 kms al este de Burgos, pegando con la Rioja, por si alguien no lo sabía), allá por el 94, los niños y adolescentes vaciaban remolachas y ponían velas dentro. Armados con esas linternas, pedían comida y dinero por las casas y las calles del pueblo (y sobre todo por los bares, que es donde más gente había), para después hacer una cena. Lo que ya no recuerdo bien es si se hacía la noche del 31 o la del 1, pero bueno. Muy interesante por ser cita donde no se tallan calabazas y si nabos y podría hacernos comprender qué se tallaba en Europa antes de la llegada de la calabaza de tierras americanas. Provincia de Huelva No disponemos, (por mucho que hemos buscado, nada hemos encontrado), de ninguna cita de la Provincia de Huelva, pero 467 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 468 la incluimos aquí por haber tropezado con una alusión directa en la siguiente dirección de un colegio público aragonés www.educa.aragob.es/cpalzar/infantil : “En los pequeños pueblos del Alto Aragón los niños también se divertían colocando calabazas con forma de calaveras en los rincones más siniestros como la puerta del cementerio. Pero también nos ha contado la Srta. Mª de los Ángeles que en su tierra, en Huelva, se tenía la misma costumbre, aunque lo que se vaciaban eran melones.” Noticia que tiene el aroma del aliento de verdad de la voz de la infancia. Localidad Provincia Rozalén Cuenca Leganiel Cuenca Cuevas Cuenca Alcazar Cuenca Cuenca Cuenca Cabrera Madrid Valdeman co Madrid Mira flo res Madrid N.Bat zán Madrid Anchuelo Madrid Mangirón Madrid Matarrubia Guadalajara Pastrana Guadalajara Torija Guadalajara Albalate Guadalajara Almonacid Guadalajara Lupiana Guadalajara Sienes Guadalajara Tendilla Guadalajara Colungo Huesca Día 31/X 1/Xl Sí Sí Sí Sí Sí Sí Sí Nombre Animas Noche de Sí ánimas Noche de las Sí calaveras Calaveras de Sí difuntos Sí Noche ánimas Todos Santos Todos Santos de Sí Cena ritual Aguinaldo Si puches Sí mozos Autores Mayos Otras Niños Enramás Sí Niños Canto Si puches Sí Cruz Mayo Sí Niños los Sí los Sí Sí Sí Jóvene s Sí Si puches Árbol 1/Xl 1/Xl 2/Xl Si puches Sí Sí Las calabazas Puches Las calabazas Puches Sí Sí Las calabazas Puches Sí Sí Las calabazas Puches Sí Canto Sí Las calabazas Puches Sí Canto Sí Las calabazas Puches Sí Sí Las calabazas Puches Sí Sí Las calabazas Puches Sí Sí Noche de las ánimas Sí Si, mazapán buñuelos Sí H. del Sí Vero Huesca Adahuesc Sí a Huesca Laluenga Sí Huesca Noche de las ánimas Sí Si, mazapán Sí Noche de las ánimas Sí buñuelos Sí mozos Noche de las ánimas Sí Si, mazapán Sí Huesca 468 Huesca Zaragoza Zaragoza Navarra La Rioja La Rioja Burgos Ventana Toque campanas Sustos Travesura Sustos Calles Colgadas Procesión Sí Huesca Gaita serrana Sí mozos Sí Huesca Hoguer Se ponen as de en Enero Cement erio Sí Puertas Ventana Sí Sí Canto San Antón Candelas San Antón Madrid Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 469 Colungo Huesca H. del Vero Huesca Adahuesc a Huesca Laluenga Sí Huesca Abizanda Sí Huesca Radiquero Sí Huesca Albero Huesca Agúero Huesca 1/Xl 2/Xl Sí Ambel Zaragoza Trasmoz Zaragoza Azuelo Navarra Sí Cervera del Río Alhama La Rioja Sí Sí Sí Noche de las Sí ánimas Noche de las Sí ánimas Noche de las Sí ánimas Si, mazapán Buñuelos Si, mazapán buñuelos Sí Noche de Todos los Santos Sí Sí, en la torre con bebidas. Chavales La luz de ánimas La noche de ánimas Sí Meriend a popular Jóvenes SÍ Sí Fiesta de las calaveras Sí Sí Sí Pelea entre barrios Sí Paseo hasta el cementeri Sí Sí Sustos Sí Calles Sí Sí Sí Aguilar del Sí R. Alhama La Rioja Cerezo Burgos Sí Sí Sí Ventanas Muerte violenta Bromas Cementeri o Balcones Toque de campanas Sí Cena de caracoles Mozos Cruceta Proccesió Cementeri Sí Sustos Sí Estadales Sí Camino al cementeri Camino al cementeri Con sabanas blancas Sí Lo primero que nos sorprende al observar el presente cuadro es la uniformidad de la fecha ritual de celebración: la noche que va del 31 de octubre al 1 de noviembre. Coincidencia que consideraríamos absoluta si lo que consideramos son las celebraciones o conmemoraciones de difuntos o en honor de los mismos. Efectivamente las escasas localidades que no celebran las calaveras del 31 al 1, las realizan o bien el mismo día 1 de noviembre o bien la noche del 1 al 2 de noviembre, día de difuntos. Si aceptamos como parece a todas luces evidente que las celebraciones cristianas en torno a primeros de noviembre son uno más de los intentos de asimilación de un rito anterior y advertimos en las calaveras un trasfondo pagano y no cristiano, podremos quizás admitir, sin sentirnos agresores de lo inteligente, que la tradición de las calaveras forzosamente debe tener su origen en un ritual anterior al cristianismo. Por lo que respecta a la presente comunicación ningún otro dato más podría ofrecer, pero para entender el mapa completo de la presencia de esta tradición en la Península Ibérica habrá de tenerse presente las investigaciones que hemos realizado mediante entrevistas o informaciones recogidas que nos permiten afirmar que en Galicia, en Asturias, en Cantabria, en Salamanca 469 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 470 ( La Peña, Arribes del Duero ) y en zonas norteñas de la provincia de Cáceres esta costumbre estuvo presente hasta hace cincuenta años prácticamente en toda su geografía. Conformando así la presencia de la calavera de ánimas, grosso modo, en un espacio que ha pervivido sobre todo en la mitad norte de la Península Ibérica, ofreciendo a la investigación un sugestivo vacío en la mitad sur, que los datos, no muy abundantes, que hemos podido recoger referidos a Huelva, la zona norte de la provincia de Córdoba o la localidad murciana de Alguazas, hacen que se nos presente como un tentador campo de nuevas investigaciones que vendrían a completar el mapa de la presencia de las calaveras de ánimas en la Península Ibérica que es este breve y resumido trabajo aproximativo desde la red de redes no hemos sino empezado a esbozar. Rafael López Loureiro Cedeira, mayo de 2006 Apéndice Durante el invierno de 2006-2007 revisé de nuevo las entradas que los buscadores me ofrecían y agradeciendo la generosa oportunidad que se me brinda de completar, aunque sea de urgencia y con brevedad, los datos anteriormente ofrecidos redacto este apéndice con las nuevas informaciones que han aparecido en la red. Novedades que había que explicarse tanto por una mayor precisión personal en el manejo de la red, cuanto por la aparición de nuevos datos sobre localidades o provincias, muchas veces impulsados por un rechazo a la moda del Halloween. Particularmente interesantes son las aportaciones sobre Portugal y Las Baleares que he podido localizar, así como nuevas localidades en provincias no censadas. Empezaremos citando estas nuevas localidades peninsulares. En la provincia de Badajoz, en Solana de los Barros confeccionan un “Alumbrado con farolas de melón, calabaza y sandía la noche de Difuntos, 2 de noviembre” (www.solanadelosbarros.com) 470 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 471 En la provincia de Ávila, localidad de Cepeda de la Mora, encontramos esta interesantísima información aportada por Mª José Montero: “cabe recordar aquí una tradición que los jóvenes practicaban en aquellos días de noviembre, consistente en perseguir a los niños con improvisadas máscaras fabricadas por calabazas huecas iluminadas por una vela. En Cepeda se celebraba el día de las ánimas y los chavales corríamos despavoridos hacia nuestras casas “perseguidos” por una de esas almas vivientes en que se convertían los mozos del pueblo” y se completa con esta otra “…aquellos cuatro días en los que ya se dejaban ver las primeras nieves, Cepeda se reencontraba y se sacudía de la rutina en torno al calbote y el chocolate con pan frito.” (www.elrollodecepeda.org). En la provincia de Teruel, aparecen asimismo las calaveras de ánimas, según nos describe Francisco Javier Sáenz Guallar, “El ciclo festivo: tradiciones y cambio” en www.fjsaenz.com, “ La estación otoñal es la que menos fiestas celebra… el día de “Todos los Santos” y el de los “Fieles Difuntos” en los que se realizan los rituales de rigor respecto al culto de los muertos, incluidas las calaveras que los niños hacen con calabazas”. Igualmente en la comarca de Río Martín, según nos informa la Asociación Cultural Dulzaineros del Bajo Aragó, en la web www.aragob.es “la devoción a los muertos, como en otras culturas anteriores al cristianismo sigue celebrándose el día de Todos Santos (sic) en el que los vecinos adornan los nichos y tumbas con velas, pañitos blancos y flores. Ese día es costumbre colocar candelas dentro de las viviendas “para alumbrar a las almas” y los niños, al anochecer colocan calaveras (calabazas vaciadas de su pulpa con boca, ojos y nariz, en cuyo interior se enciende una vela) por distintos rincones del pueblo”. Las investigadoras etnográficas, Pilar Bernand Esteban e Inmaculada Carné Escuer, recogen el testimonio oral de Agustin Cubel (1916) Y Manuel Lafuente (1941), referidos a la comarca de Belchite, que transcribo: “… con una calabaza hueca…la ponían en la calle para asustarte…le cortaban los dientes y le ponían una luz dentro y estaba la calavera así… y era una calabaza…y a correr tocan”. En provincias ya estudiadas y reconocidas han aparecido nuevas localidades que a continuación comunico. En la provincia de Zaragoza encontramos (www.sabinius.org) las localidades de Calatayud, donde se hacen ejercicios de 471 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 472 recuperación y vindicación de las tradicionales calaveras, bien es verdad que contaminados de ciertas influencias modernas (disfraces), junto a los pueblos de Oseja y Trasobares (http://osejaytrasobares.iespaña), página que incluye una breve descripción de la técnica de tallado. Igualmente en Salas Bajas se sigue, o se seguía, esta tradición: ”Antes para la noche de autos se hacían con calabazas unas calaveras y se ponían en las ventanas con una vela encendida dentro” ( www.educa.aragob/es/cpbeard). En la provincia de Huesca, en la comarca del Sobrarbe, concretamente en los pueblos de Ainsa, Boltana y el mismo Sobrarbe (www.redaragon.com/crónicas/sobrarbe) se recupera en los últimos años esta tradición, bien es verdad que al igual que en Calatayud con presencia de disfraces modernos, confusamente significando que el moderno Halloween tiene raíces profundamente peninsulares. En La Rioja, también el pueblo de Arnedo, al igual que la comarca del Río Alhama que ya hemos citado, talla sus calaveras al llegar Noviembre. “ Se recorren las calles del pueblo con calaveras hechas de calabaza o sandía huecas con una vela dentro” (www.elvillardearnedo.com). En la provincia de Madrid hemos encontrado las calaveras también en la localidad de Algete. “Y por la noche se colocaban calabazas perforadas imitando calaveras, con velas en su interior, en las ventanas y lugares oscuros para impresionar. También se tomaban puches y los jóvenes, con los que les sobraban, salían a las calles tratando de manchar las puertas” ( http://acebo.pntic.mec.es). Del mismo modo las calaveras se hallan presentes en la comarca de la Almenara pudiendo encontrar una referencia brevísima a la presencia de las calaveras en el pueblecito de Santa María de la Alameda en la web www.la-almenara.com. En la provincia de Guadalajara hemos localizado dos nuevos pueblos: Villanueva de Guadamejud (http://perso.wanadoo.es/vguadamejud7fiestas ) y Huertapelayo ( Revista del folklore Nº231,pax 87-89, Edición Digital), en cuyas páginas hay un interesante relatorio de los recuerdos de infancia de un oriundo de la localidad. Finalmente, las calabazas han aparecido también en la provincia de Cuenca con una cita brevísima referida a la localidad de Gascueña , perteneciente a la Alcarria conquense. 472 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 473 Quién tuviese interés en leerla podrá hacerlo en www.turismoalcarriaconquense.com. Mención especial merecen los numerosos datos que he podido recoger referidos a las Islas Baleares y a Portugal. Muy brevemente haré referencia a cada uno de ellos. En la región de Coimbra el tallado de las calaveras en calabaza estaba vivo en los años 50 del siglo pasado, según informa JRA en carta enviada a http://absonante.blogspot.com con fecha de 1 de noviembre de 2005, lamentando la invasión de Halloween. En ella se referencia también la costumbre de poner mesa a los difuntos en día tal, los dulces tradicionales ( los bolinhos e bolinhós, que antiguamente llamaban, y aún llaman por el centro de Portugal, el pâo das almas, pan de las ánimas, que en los más de los lugares ha devenido en ser llamado pâo de Deus , pan de Dios) o la tradición de pedir el aguinaldo por las calles acompañados de las calabazas prendidas. Este petitorio se realizaba en los barrios más humildes, que podemos suponer fuesen los arrabales, en simbiosis por aquel entonces con el mundo rural. Especialmente se cita “el bairro da lata da Conchada, alí junto ao cemiterio” Datos que se confirman en http://umpoucomaisdeazul/.blogspot.com, con fecha de 30 de octubre de 2004, y aún añade dos precisiones: el aguinaldo se pedía después de la comida, “de jantar”, con los niños vestidos de oscuro y con las caras pintadas de negro y cantando con tono fúnebre. No dejaré de reseñar el texto completo de este aguinaldo, toda vez que no he encontrado nada igual en toda la Península Ibérica y ser por si mismo interesantísimo y revelador. El texto consta de dos partes. En la primera los niños casa por casa solicitan el regalo de un dulce (los bolinhos) con el siguiente texto: Bolinhos e bolinhós/ para min e para vos/ para dar aos finados/ que estâo mortos e enterrados/ A bela, bela cruz, truz truz/ A señora que está lá dentro/ sentada nun banquinho/ faz favor de vir cá fora/ pr´a nos dar un tostaozinho. Llegados a este punto, si las gentes les daban el dulce contestaban: Esta casa cheira a broa/ aquí mora xente boa/ esta casa cheira a viño/ aquí mora algún santiño. Pero si fuese el caso de no ser bien recibidos y aún ser despedidos de malos modos, respondían: Esta casa cheira a alho/ aquí mora algún bandalho/ esta casa cheira a unto/ aquí mora algún difunto. Las variaciones de texto, según 473 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 474 las zonas, son realmente menores: cambian unto por pâo y difunto por papâo, o bandalho por espantalho. El verso de enlace aparece en otras versiones escrito así : Á porta da bela cruz, truz, truz y aún esta otra: Á porta daquela cruz, truz, truz. Menos interés tiene a mi juicio el texto que se cita en www.junior.te.pt : Pâo por Deus/ fiel de Deus/ bolinho no saco/ andai com Deus del cual han desaparecido todas las referencias a difuntos y finados y aún toda la estructura de juego de aguinaldo. La presencia de las calaveras en las Islas Baleares, que allí llaman llanternes, merece un estudio atento y detallado que en estas páginas no se podrá hacer. Dejaremos no obstante constancia de las particularidades que presentan, que no son pocas. Parece en principio una tradición más arraigada en la isla de Mallorca que en las otras islas, de hecho todas las localidades que he podido encontrar son mallorquinas. Alcudia, Sant Miquel del Campanet, Jubí, Villafranca de Bonany, Buger, Manacor y Biniamar, siendo asimismo reseñable que la calabaza está sustituida por la sandía o el melón, más abundantes y comunes en la isla. A día de hoy en Mallorca no hay una época común para confeccionar llanternes. Alcudia, las confecciona el 24 de Agosto, coincidiendo con su patrón San Bartomeu. En http://www.consellodemallorca.net, informan: ”Feste de les llanternes…en la que los más pequeños se pasean con linternas hechas con melones y sandías cantando canciones populares mallorquinas.” En Vilafranca de Bonany, los días 1,2 y 3 de septiembre, integradas dentro de los actos de la Feria del Melón, se concentran en la Plaza Mayor y en el programa de la 36ª edición se ruega a los asistentes acudan con “ camiseta blanca i mocador verd”. En Sant Miquel del Campanet, ( www.mallorcaweb.com ), tallan las calaveras “ com de costum” los días del 24 al 29 de Septiembre, fiestas patronales del pueblo, en ellas la “Feste des llanternes, protagonitzada pels nins del poble, será l´acte més vistós”. En Biniamar, según informa en la Revista digital del Centre de Profesorat d´Incantabou ( http://cprinca.caib.es) el profesor Guillem Villalonga i Jaime, estas están integradas en el currículo escolar y hacen coincidir el día de tallado con la celebración del Dia de les Verges, Santa Ursula. el día 21 de octubre. Profesor que nos recuerda en su artículo que ya les llanternes están citadas por el 474 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 475 Archiduque Lluis Salvador (1847-1915) en su obra Die Balearen, tomo VI, pag. 283. Finalmente en Jubí, les llanternes se confeccionan, coincidiendo con los actos de la Fira de la Mel el día 17 de noviembre, en un ”taller de llanternes i tradicional recorregut. Hi haura un obsequi per als nins participants”. Estos nuevos datos que se aportan en este apéndice, merecerían un comentario analítico detallado, e integrado en una interpretación histórica explicativa, junto a todos cuantos se han aportado en esta comunicación. Pero no siendo el objetivo de ésta dar una aclaración histórica sobra el origen de esta tradición, sino presentar los resultados de una investigación etnográfica que recurre a una herramienta novedosa, deberé de conformarme con abandonar en este punto la redacción, agradeciendo, a todos cuantos me hallan seguido hasta aquí, su lectura y su dedicación, y al profesor Ramón Sainero, la confianza que en mi depositó, que no sé yo si habré sabido responder a ella. Gracias. Rafael López Loureiro Cedeira Julio 20007 Listado de páginas web citadas www.pueblos-espana.org http//ambel.org www.jccm.es/leganiel www.azuelo.com www.eldia-digital.com http://centros5.pntic.mec.es www.pueblos-espana.org www.cerasio.net www.natuweb.com www.deseosdecosasimposibles.com www.sierranorte.com www.educa.aragob.es/cpalzar/infantil www.miraflores delasierra.com http://www.ugr.es www.henaresaldia.com www.solanadelosbarros.com www.somontano.org http://osejaytrasobares.iespaña http://a-1guia.com. www.sabinius.org www.trasmoz.com www.educa.aragob/es/cpbeard http://servicios .larioja.com www.redaragon.com/crónicas/sobrarbe http://es.geocities.com www.elvillardearnedo.com www.cult.gva.es http://acebo.pntic.mec.es 475 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 476 www.la-almenara.com http://absonante.blogspot.com http://perso.wanadoo.es/vguadamejud/fi estas http://umpoucomaisdeazul/.blogspot.com Revista del folklore Nº231, pax 87-89, Año 2000 Edición Digital http://www.consellodemallorca.net www.turismoalcarriaconquense.com http://cprinca.caib.es www.junior.te.pt www.mallorcaweb.com BIBLOGRAFÍA Samain: a festa das caliveras. Rafael López Loureiro. Ed. Ir Indo (Vigo, 2003) La muerte en Aragón. Rafael Andolz Canela. Mira Editores ( Zaragoza, 1995) La noche de las calabazas en Cuenca. David Poveda y Raúl Carretero. ( http://www.ugr.es) La noche de ánimas ( DVD). Eugenio Monesma, Pyrene, P.V. Huesca 2007 Las calaveras de Ánimas( DVD). Eugenio Monesma, La España prodigiosa, Nuestras fiestas V Huesca 2004 476 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 477 III. Historia 477 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 478 . Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 479 SOBRE LA RELIGIÓN DE LOS CELTAS ATLÁNTICOS F. Marco Simón Universidad de Zaragoza I El tema que me ha sido sugerido para esta charla no deja de plantear problemas en virtud de una ambigüedad que me parece oportuno señalar como punto de partida. Se me propone hablar de la “religión de los celtas atlánticos”, lo cual implicaría aceptar una doble premisa: 1) Por un lado, la existencia de un mundo atlántico céltico con diversas características históricas, arqueológicas o antropológicas comunes. Esta primera condición no parece que deba ser puesta en duda, como muestra la iniciativa de los organizadores de un Curso sobre este tema.. 2) Por otro, la de la existencia de una “religión” (es decir, de un sistema creencias y de prácticas en referencia a seres sobrenaturales que se inscribe en un universo de representaciones y se expresa a través de un lenguaje simbólico) con características diferenciadas y comunes a los pueblos célticos en general, y, en lo que aquí nos interesa, a la Céltica atlántica. Es decir, que lo que se plantea aquí es si existe una identidad religiosa característica de los pueblos célticos entre el norte de Portugal y las bocas del Rhin –incluyendo, lógicamente, los de las Islas Británicas-. Nos estamos moviendo entre dos extremos a los que tan sólo quiero aludir aquí: el del panceltismo generalizador y el de la negación de una identidad cultural céltica, al menos para el mundo antiguo, que encuentra en el libro Chapman (1992) una de sus expresiones más recientes. Hoy creo que se puede hablar de una emergencia de lo céltico en diversas zonas de la Europa atlántica no tradicionalmente reconocidas como célticas, como es el caso de Galicia o Asturias. Hasta cierto punto, como creo que muestran estas dos últimas, la identidad céltica constituye un marco ideológico en el que apoyar la afirmación de una identidad específica en el estado de 479 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 480 las autonomías. Y este nuevo panceltismo tiene sin duda en la música su más placentera dimensión, como prueba el auge que ha tomado el festival internacional que se celebra en la sede en la que nos encontramos. Al lado de la lengua, la religión es uno de los criterios más firmes para el establecimiento de la etnicidad, como testifica Plinio el Viejo para las poblaciones de la llamada Beturia céltica, región situada al sur del río Guadiana1. Pues bien, ¿Qué rasgos específicos pueden destacarse entre los celtas ribereños del Atlántico? En mi opinión no puede hablarse de una religión céltica en el sentido de un sistema perfectamente estructurado que abarque la totalidad del ámbito céltico, pues existen indudables diferencias que invalidan este tipo de aproximación. Sí creo, sin embargo, que, por encima de las diferencias existentes, se dan unos rasgos comunes en los sistemas religiosos de los celtas (y, en concreto, entre los del ámbito atlántico) que permiten abordar la cuestión desde una perspectiva unitaria y justificar, de paso, mi intervención aquí. Como historiador, entiendo que la diacronía y los cambios son absolutamente esenciales para comprender incluso un dominio tan conservador en muchos aspectos como es el religioso. Ahora bien, tales datos corresponden a épocas muy distintas. Por un lado tenemos la amplia secuencia temporal de los datos arqueológicos, que nos transmiten los datos internos de las sociedades en cuestión. En segundo lugar están las visiones literarias de los autores grecolatinos, que nos dan una visión externa del civilizado mediterráneo sobre el bárbaro celta, basada en el prejuicio y en el estereotipo. Esos datos literarios remiten esencialmente a un horizonte bien determinado, el de la primera mitad del s. I a.C., determinado por dos autores claves: Posidonio, auténtico descubridor de la periferia occidental del Mediterráneo que es la Céltica, que visitó las Galias a Hispania a comienzos de esta centuria, y Julio César, el conquistador de las Galias en la década de los años 50 de este siglo. De Posidonio dependen las informaciones que nos han transmitido Diodoro 1 Celticos a Celtiberis ex Lusitania advenisse manifestum est sacris, lingua, oppidorum vocabulis (NH 3,13). Es decir, que los célticos de aquella zona, llegados desde Lusitania, a su origen en los celtíberos, como evidenciaban su religión, su lengua y los nombres de sus ciudades. 480 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 481 de Sicilia, Estrabón y también Ateneo de Naucratis, éste ya en el s. II a.C., y es posible que algunas de las informaciones posidonianas correspondan a fuentes griegas anteriores, como Éforo, Timero de Tauromenio o Piteas de Marsella, de los ss. IV-III a.e. La imagen que sacamos de estos textos literarios se corresponde con esa polaridad entre civilización y barbarie que caracteriza a la antropología grecolatina. Los celtas son para los autores grecolatinos el “bárbaro” noroccidental por antonomasia, caracterizado, frente a la perfidia y de los púnicos o la molicie de los orientales, por su ferocidad y su belicosidad guerrera (Marco Simón 1993). No en vano la construcción del Imperio de Roma se hizo posible sólo gracias a la victoria sobre los diversos pueblos célticos. De la mano de la arqueología vienen las aportaciones fundamentales de la epigrafía (latina casi exclusivamente, salvo los textos galos y los poquísimos en lengua lusitana -indoeuropea pero no céltica según la mayoría de los estudiosos-, ambos utilizando el alfabeto latino) o de la iconografía (esencial en el mundo galo, menos en el hispano), que aparecen ya en pleno proceso de romanización. El proceso de contacto cultural que conocemos con el nombre de romanización (por último, Curchin 2004) sirvió, paradójicamente, para que pudieran expresarse más plenamente las manifestaciones religiosas indígenas a partir de un estadio relativamente anicónico y anepigráfico, posibilitando así la emergencia de unos sistemas religiosos “romano-célticos” que ya no son los mismos que los que existían antes de la llegada de Roma. Se plantea, en consecuencia, el problema de la continuidad o ruptura (Guyonvarc’h y Le Roux 1986) entre la Céltica prerromana y el mundo romanocéltico, un problema en el que no puedo entrar. Baste decir que elementos esenciales de los sistemas religiosos que nos interesan, como los fana o santuarios galorromanos y el ritual de dedicar a las divinidades votos consignados en las inscripciones latinas parecen difícilmente separables de la romanización. No creo, en consecuencia, que sea pertinente hablar de religiones “prerromanas” cuando la mayoría de los nombres de los dioses indígenas la conocemos a través de textos epigráficos que son ya de época imperial, aunque sea evidente que parte de los datos que contienen pertenezcan a la tradición de los tiempos anteriores a la conquista de Roma. 481 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 482 Esas limitaciones de entrada con que nos topamos a la hora de indagar en el horizonte religioso de los celtas atlánticos hacen más necesario y conveniente el recurso a la comparación. Comparación no sólo conveniente sino necesaria, siempre que no se establezca entre elementos aislados, sino estructuralmente significativos, y no perdiendo de vista que un comparativismo científico debe poner de relieve siempre la especificidad y la diferencia, algo que no siempre se cumple, como luego se verá. Y es ahí donde entra nuestro tercer tipo de informaciones, las de las literaturas vernáculas insulares de Irlanda o Gales (lo que Proinsias Mac Cana llamara “el fértil caos de la tradición insular”, fértil caos, por tratarse de una evidencia enormemente rica a la par que parcial y confusa, al menos a primera vista), en las que hay que tener en cuenta las interpolaciones que pudieran deberse a los autores cristianos. Este tercer tipo de información ha venido siendo valorado de forma diversa dependiendo de la especialidad o de los presupuestos ideológicos de los estudiosos. Veamos a continuación cuáles son esos elementos religiosos comunes a las poblaciones atlánticas de estos “celtas de Occidente” (Kruta 1992). II Caracteriza a algunos de estos celtas atlánticos la presencia de una elite intelectual sistematizadora de las creencias y las prácticas rituales, al menos en una etapa relativamente avanzada: se trata de los druidas, que las fuentes antiguas documentan para la Galia y Britania (Piggot 1974; Le Roux y Guyonvarc’h 1986; Zecchini 2002). Los druidas, etimológicamente los “muy sabios” o “muy videntes” (con un prefijo aumentativo dru- y un radical *wid-, si bien hay una segunda etimología en relación con el galo *vidu, “madera”: serían desde esta perspectiva los “hombres del bosque”), detentan la tradición y de la ciencia sagrada y median entre los hombres y los dioses. El término, tal como lo emplea Julio César (BG 6, 13 ss.), el conquistador de las Galias, alude a toda una clase religiosa que, en realidad, contiene tres subdivisiones fundamentales (Strab. 4, 4), a cada una de las cuales corresponde una especialización funcional: son los druidas propiamente dichos -que los autores clásicos relacionan 482 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 483 con la religión, la filosofía, el derecho y las ciencias de la naturaleza-, los bardos -cantores y poetas- y los vates o adivinos que se encargan especialmente de los sacrificios, según otros autores antiguos. La existencia de una jerarquía entre los druidas la señala claramente César, y su alusión al origen britano de la institución podría corresponderse con los textos irlandeses, que señalan cómo muchos jóvenes -o personajes míticos como Cúchulainn- van a iniciarse a Britania. La enseñanza -secreta y en apartados lugares- y la preservación de la tradición, la función judicial, son elementos destacados por los autores grecolatinos, como también la realización de los sacrificios. En los textos irlandeses los druidas aparecen, asimismo, como maestros de los elementos físicos (el agua, la tierra y el viento), y como maestros del tiempo les corresponde, además, administrar y fijar el calendario2. Lo que caracteriza a los druidas sobre todo es su carácter eminentemente social. Sería difícil encontrar otra religión más entrañada en la sociedad que la céltica. Ese carácter tan “social”, que contrasta con la especificidad observable en la mayor parte de los sacerdocios romanos, explica tanto el protagonismo de los druidas en la resistencia antirromana como la persecución y la prohibición de que fueron objeto. Me parece difícil sostener, como han hecho autores diversos, la inexistencia de un sacerdocio organizado entre los hispanoceltas, aunque las informaciones al respecto (iconografía o epigrafía celtibéricas) proceden de otros ámbitos y no pueden ser analizadas aquí. Baste decir que, como ha sugerido Untermann (2002), los escribas de inscripciones rituales como las lusitanas de Lamas de Moledo (Ambatus) y de Arroyo de la Luz (Rufinus y Tiro) serían probablemente sacerdotes conocedores del latín, que, como los escribas del calendario galo de Coligny, escrito dos siglos y medio después de la conquista cesariana, utilizaban la lengua lusitana para consignar en la piedra ritos ancestrales. Estrabón (3, 3, 6) describe el sacrifico adivinatorio que lleva a cabo el arúspice (hieroskópos) entre los lusitanos (García Quintela 1991; García Riaza 2002, 106 ss.) en una modalidad (adivinando 2 Conocemos, al menos, el nombre de otro sacerdocio céltico por algunas inscripciones galorromanas y por una mención de César (Bell. Hisp. 8, 38): gutuater, etimológicamente “el padre de la voz”, posiblemente una de las advocaciones del druida. 483 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 484 por la forma como cae el cuerpo herido del cautivo de guerra y examinando a continuación sus entrañas) que se adecua extraordinariamente al sacrificio que Diodoro señala para los galos (5, 31, 2-4). Por encima de las variantes múltiples existentes, el sacerdocio en la Antigüedad no cristiana parece venir definido por dos elementos: la mediación entre los dioses y la práctica del sacrificio animal. Pues bien, poca duda cabe de que ambos elementos están presentes en las religiones de los pueblos hispanocélticos del ámbito atlántico. La concepción del equilibrio y de la armonía del país -como señalaran Le Roux y Guyonvarc’h: 1978- se expresa geográficamente por la reunión de caracteres sagrados en un territorio central y temporalmente por un soberano ideal, histórico o mítico. Cuando ambos caracteres de tiempo y espacio coinciden, se plasma la concepción cósmica de la realeza, claramente atestiguada en la Galia, Irlanda y -menos- en el País de Gales; en el caso galo un ejemplo excelente es el de los Bituriges (término compuesto de bitu-, a la vez “mundo” y “edad”, y del plural de rix, “rey”), situados en el centro de la Galia; en su territorio estaba Mediolanum (Chateaumeillant). Este topónimo, del que existen unos 60 por toda Europa, expresa perfectamente la idea céltica santuario central. Mediolanum es, etimológicamente, el “centro de la llanura”, con un sentido más preciso y onfálico de “lugar de fundación”. La misma idea de “centro” se encuentra en Irlanda, dividida en 4 provincias (Ulster, Leinster, Munster y Connacht), pero con un centro mítico en la colina de Tara, Midhe (“el Medio”) onfálico donde reina teóricamente el Ard Rí, “Rey supremo” de Irlanda, y en el que tienen lugar las grandes reuniones políticas. Esta centralidad onfálica se manifiesta así mismo en las llamadas “piedras de centro”, como las de Turoe (Irlanda) o de Kermaria (Bretaña). Ésta última, un bloque granítico troncopiramidal datable posiblemente en el s. IV a.e., traduciría una imagen del cosmos dividido en cuatro partes que se unen en un punto común situado en el remate, donde se unen los dos ejes ortogonales que forman los ángulos de la figura (lám. 1). A partir del teónimo galaico-lusitano Crougea, de ha defendido igualmente la existencia de tales “piedras onfálicas” en la cultura castreña (García Fernández-Albalat 1993, 32 ss.; Brañas, 70 ss.). 484 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 485 El espacio cultual característico de la Céltica antigua es el santuario a cielo abierto, y el término nemeton –con la misma raíz que el latino nemus-designa la claridad sagrada y celeste, que se manifiesta fundamentalmente por un claro en el bosque, lugar en el que tiene lugar la comunicación entre la tierra y el cielo. Los druidas llevan a cabo sus enseñanzas y sus rituales en apartados bosques, y la relación íntima de los celtas con el bosque se expresa a través de etnónimos (como Eburones, Eburovices , “hombres del tejo”, o Viducasses , “que combaten por el bosque”), del emplazamiento forestal de grandes santuarios o de la extensión geográfica de topónimos como Nemetodunum (Nanterre), Nemetobriga (La Puebla de Tives, Orense), o Medionemeton en Britania, o etnónimos como los Nemetati galaicos citados por Ptolomeo (2, 6, 40). Esa vinculación entre el bosque (o el árbol) y el espacio de culto o la divinidad parece haber persistido en la sistemática asociación entre grandes tejos y ermitas que se documenta en el norte de España, especialmente en Asturias3. En otras ocasiones dicho santuario se sitúa en una isla en medio del mar (la de Mona en Britania -actual Anglesey- sería un buen ejemplo, al decir de Tácito), en roquedos en situaciones preeminentes, junto a manantiales, cursos fluviales, lagos o el mar (como el Facho de Donón en Pontevedra, donde están apareciendo muchas decenas de epígrafes dedicados al Deus Lariberus Breus) y, ciertamente, cuevas. Todos son santuarios a cielo abierto (designados por los autores grecolatinos como loci consecrati o hiera) que tienen un claro simbolismo de centro, de omphalos que posibilita la comunicación entre el mundo de los hombres y el de los dioses. En la Hispania atlántica son característicos los santuarios rupestres con escaleras talladas, oquedades, cubetas y canalillos 3 Como en otras partes del mundo céltico, ese nemeton , espacio ritual, se convierte en una deidad con nombre a la que se rinde culto. En Mieres (Asturias) apareció una inscripción a Nimmedus Aseddiagus. El primer elemento (que se documenta también en el Nemedus Augustus de la cueva de La Griega (Pedraza, Segovia). Ese proceso de individuación del espacio ritual se trasparente igualmente en nombres de divinidades como Nemetona (la diosa tutelar de los galos nemetes y los tréviros, asociada a Marte), las Matres Nemetiales o el Mars Rigonemetis atestiguados en Inglaterra (Marco Simón 1993) . 485 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 486 para realizar libaciones o sacrificios de animales, que, como sabemos Panóias (Alföldy 1995; 2002) se realizaban a veces siguiendo una reglamentación muy minuciosa. En la Edad del Hierro se han datado una serie de conjuntos rituales, como los de A Ferradura (Amoeiro, Orense), Caneda-As Canles (Campo Lameiro –Pontevedra), Corme (Ponteceso) y Pedra Fita (Lugo), con petroglifos (podomorfos, paletas, cruces inscritas, herraduras, esvásticas, trísqueles, antropomorfos o serpentiformes) y cazoletas en roquedos (Santos Estévez y García Quintela 2002). Particular interés presenta la llamada “Fonte do Ídolo” de Braga, un santuario acuático consagrado a Tongoe Nabiagoi según sabemos por la inscripción que le dedica un arcobrigense llamado Celicus Fronto Ambimogidus. Se trata de un monumento esculpido en un gran bloque granítico de unos 3 metros de longitud por 1,5 de altura (lám. 2), donde la deidad estaría representada por la gran figura estante con cornucopia (barbada, según descripciones antiguas), y quizás también en una edícula que exhibe una paloma y un mazo. A diferencia de la Hispania céltica, en la que no se han documentado, en la Galia y Britania se han localizado y excavado los llamados “templos galorromanos”, que suelen consistir en una cella rodeada de una galería, en la que se practicaría una procesión ritual (la circumambulatio) siguiendo el curso del sol. Junto a los pozos votivos, otro rasgo característico de los rituales de los celtas atlánticos era el depósito de ofrendas de objetos de bronce y hierro en lagos, estanques y fuentes. Normalmente la personificación del agua como fuente de vida y medio de purificación material y espiritual es siempre femenina (Bourgeois 1992): lo prueban deidades como Coventina (venerada en Britania, pero también en la Narbonense o en el noroeste de Hispania, si es que la Covhetena atestiguada en Galicia es la misma divinidad), la Sulis Minerva de Bath o deidades que han dejado sus nombres en ríos como Sabrina (Severn), Sequana (Sena) o Matrona (Marne) lo prueban. Nabia, una divinidad ampliamente atestiguada, como es sabido, en el ámbito galaico-lusitano, ha dejado su nombre en el río homónimo, de la misma manera que el hidrónimo Deva parece remitir a una antigua divinidad céltica, que ha dejado en nuestro ámbito topónimos antiguos (Deva = Chester, en Inglaterra). 486 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 487 Plinio, el famoso naturalista del s. I d.e., alude a un interesantísimo ritual (16, 249), que consiste en la recogida del muérdago -que da fecundidad a los animales estériles y constituye un remedio contra todos los venenos- por parte del druida del tronco del roble, mediante una hoz de oro en el sexto día de la luna y en una época del año que no se especifica (lám. 3). El muérdago sería una expresión inmejorable de la divinidad, lo mismo que el roble que lo porta, representación visible de lo divino para los celtas según Máximo de Tiro (Diss. 8, 8). III El descubrimiento del “hombre de Lindow”, hallado en un pantano cerca de Wimslow (Cheshire, Inglaterra), asombrosamente bien conservado y sometido a una muerte triple (asfixia con una cuerda, degollamiento con un cuchillo y ahogamiento), confirma la importancia ritual del muérdago, hallado en su intestino junto con las gramíneas típicas de la Edad del Hierro (salvado, centeno, trigo, avena). Este hallazgo confirma arqueológicamente los sacrificios humanos que las fuentes aluden respecto de los celtas. Transmiten este tipo de información para los ámbitos que interesan aquí Posidonio (a través de Diodoro 5,31,3; 5,32,6- y de Estrabón -4,4,5-) o Tácito (que recuerda cómo los druidas de Anglesey mojaban sus altares con la sangre de prisioneros y consultaban a sus dioses examinando las entrañas humanas - Ann ., 14,30-: es decir, siguiendo el mismo procedimiento eu los lusitanos en el pasaje comentado antes) . Excavaciones recientes han demostrado la realidad de los sacrificios humanos entre los celtas, que tendrían sin embargo un carácter mucho más excepcional de lo que las fuentes dan a entender (cosa que sucedía igualmente en Roma, donde tenemos también evidencias de sacrificios humanos excepcionales en época tardorrepublicana). En el santuario galo-belga de Ribemont-sur-Ancre más de 10.000 huesos humanos fueron objeto de un desmembramiento programado, como muestran las huellas de cortes profundos, y posteriormente expuestos con sus armas en una gran plataforma hacia el 200 a.e.. El conjunto afectaría a unos 300 individuos, la mayoría a varones robustos de menos de 40 años, decapitados antes -pues nada se ha hallado de los cráneos- de su acumulación en el recinto (Brunaux 1996). 487 Etnoarqueologia.qxd 25/10/07 13:54 Página 488 En mi opinión el osuario de Ribemont parece documentar arqueológicamente las prácticas bélicas recogidas por los autores clásicos. César (BG 6, 16-17) o Diodoro de Sicilia (5, 9, 5) mencionaban al respecto de los galos, quienes tras la victoria sacrificaban al Marte indígena prisioneros y animales y hacían túmulos con los despojos, o llenaban con ellos colosos de juntos a los que prendían fuego (lám. 4). También diversos pozos rituales, como los del poblado y la necrópolis (180-120 a.e.) de Acy Romance, en las Ardenas, documentan sacrificios humanos realizados en intervalos regulares, al igual que algunos oppida de Inglaterra, Irlanda y otros lugares (Marco Simón 1999; Aldhouse-Green 2001). Para la Hispania céltica atlántica no tenemos evidencias arqueológicas comparables, pero sí literarias. Los pueblos del norte ofrecían, al decir de Estrabón (3, 3, 7), hecatombes (sacrificios con centenares de víctimas) de machos cabríos, caballos y hombres a Ares (es decir, a un dios indígena de la guerra asimilado a esta deidad griega); la similitud con los rituales bélicos de la Galia son claras. Y Martín de Braga menciona (De correc. rust. 8 la práctica de sacrificios humanos entre los pueblos del norte) en época visigoda. Con todo, esta práctica de los sacrificios humanos, lejos de constituir la norma, cabe pensar que, como señalamos a propósito de los celtas en