un paseo por la senda de la harina, la joya y los bandoleros
Transcripción
un paseo por la senda de la harina, la joya y los bandoleros
UN PASEO POR LA SENDA DE LA HARINA, LA JOYA Y LOS BANDOLEROS “UNA ILUSIÓN HECHA REALIDAD” Quedan dos días y los nervios me comen. Parece mentira que alguien, habituado a trabajar con grupos, esté en este estado. Pero creo que más que los nervios es el sentido de responsabilidad y mi ilusión porque todo salga bien lo que me hacen estar así. A Juan, presidente del AMPA, lo tengo acribillado con preguntas y sugerencias y por eso, y por su interés y empeño en la misma, jamás tendré capacidad para agradecerle su ayuda desinteresada. También a Sor Ana por haber apostado firme por la consecución de la actividad. Tenía, desde hace tiempo, ganas de implantar esta actividad en el centro, pues amante de la naturaleza, especialmente la del Campo de Gibraltar a pesar de no ser de aquí, siempre he creído necesario que la gente conociese y valorase lo que le rodea, para así comprender la necesidad de conservarla y a la vez disfrutarla. Además, siempre me ha gustado que la gente vea la naturaleza de otra forma, no sólo contemplándola sino comprendiéndola. Por eso, quiero con esta actividad ilustrar nuestras rutas más que pasear por ellas. No es lo mismo andar por el campo y que te parezca más o menos bonito a entender su funcionamiento y reconocer en él sus componentes, sus edades, sus usos…, en definitiva, reconocer su valor patrimonial. Y por supuesto, es una ocasión única para la convivencia, en un entorno tan favorable, entre alumnos, padres y profesores. Si consigo tan sólo transmitir las ganas que tengo por la misma, la actividad creo que gustará. Soy de los convencidos de lo que se hace con ilusión, transmite. ¿Me entenderán todos?. Es un público muy diverso en edad, y lo más importante, son 70 personas las que se han apuntado. Ni en mejores previsiones pensé en este número de participantes, y esto aún me crea mayor responsabilidad. Menos mal que la zona la conozco bien y sé cómo puedo coordinar a tantas personas sin desvirtuar la actividad. ¿Gustará tanta información?; tanta gente en el campo ¿deslucirá la actividad?; ¿funcionará bien el aparato de megafonía que llevo?; ¿saldrán bien las pequeñas sorpresas que tengo preparadas?...Estoy deseando que llegue el sábado. Es viernes, debo acostarme pronto, pues mañana tengo que tener la cabeza despejada pues son muchas cosas que controlar y coordinar. ¿Qué sentirá la gente?-pienso mientras se me cierran los ojos. ¡Venga que llegamos tarde, debo llegar antes por si la gente se pierde¡. Es ya el día. Mi sorpresa es que cuando llego al lugar de encuentro, no es que se hayan perdido, sino que la mayoría estaban allí antes que nosotros. Con sólo ver las caras de ilusión de los más pequeños y también de los mayores, esto merecía la pena. Enseguida y tras pasar lista y darles un detallito a los alumnos nos pusimos en marcha. El tiempo se alió con nuestras ganas y era inmejorable, con sol, pero sin calor. Acababa de comenzar una actividad extraescolar que, por lo que he podido saber y me han comentado, no tiene precedentes como tal, al menos, en el Campo de Gibraltar. Enseguida me doy cuenta del buen ambiente que existe y de las ganas de la gente por aprender. ¡Así da gusto¡. ¡Ojalá esto fuese así también en las aulas¡. El guión se cumple, tal como lo tenía previsto; el tiempo en las paradas, poca gente paseando por la ruta, colaboración de todos, ritmo adecuado…Cuando llegamos al río, sentí orgullo cuando algunas exclamaban admiración al ver la belleza que no conocían. La verdad que el cambio es espectacular y si a eso le añades un puente con historia y un río crecido por las lluvias, el resultado es de quedarse con la boca abierta. Este momento era el propicio para la sorpresa que tenía preparada, una representación de una escena del siglo XVIII entre un matrimonio del lugar dueños del molino del Águila y un inventado bandolero de la época. Sus intérpretes, alumnos de 4º de la ESO del cole, que magistralmente sorprendieron por su escenificación y sobre todo a sus padres que desconocían esta función. La historia de Pepe “el joyita”, además de arrancar una sonrisa nos retrajo en el tiempo en una escena que se repetiría muchas veces en este lugar. Con el fragor del agua, además y aprovechando este momento tan especial, leí una famosa poesía de un eminente poeta árabe que escribió de este río en una noche que pasó en él y que tuvo gran difusión en la época andalusí. Poco a poco y dejándonos llevar nos adentrábamos más en el río y disfrutábamos de esta selva tan especial y valiosa por conservar las características y muchas especies del terciario, hace ya muchos millones de años. Si un cuadro de Velázquez de hace unos siglos tiene un inmenso valor, ¿en cuánto podríamos valorar esto que tiene muchísima más antigüedad?. La respuesta, seguro, estaría muy alejada de su verdadero valor. Nombres como aulaga, herguen, jara, arrayán, lentisco, torvisco, majoleto, gamón, matagallo, helecho real, cola de caballo, rododendro, chaparro, quejigo, laurisilva…forman parte a partir de ahora del vocabulario de muchos de ellos y eso es fundamental para valorar y conservar este entorno. Tras explicar el funcionamiento de las acequias y de los molinos de harina de la época comimos y compartimos cosas en el huerto del molino del Águila. Oficialmente nos quedaba ver uno de los lugares más bonitos del recorrido, el salto de La Chorrera. La dificultad del camino tenía al final su recompensa, este bonito salto de agua. Tras explicarles como se originan, nos quedamos en silencio dos minutos para escuchar sólo a la naturaleza y dejarnos llevar por ella. ¡Fue mágico¡ Una buena invitación a una terapia para esta vida tan rápida y ajetreada que llevamos. A partir de aquí, se propuso que quien estuviese capacitado subiera conmigo al área de reserva por encima de La Chorrera para la que teníamos permiso por parte de la Junta Rectora del Parque. Todos querían seguir disfrutando pero las fuertes lluvias no nos dejaron ver el resto de saltos ya que el cauce no nos permitió atravesarlo para coger el sendero que accede a los mismos. La tarde se estaba echando y la humedad y el frío nos invitaba a volver. Nos quedaba aún algo fuera de programa, darnos un buen homenaje a base de dulces en la pastelería situada al final del trayecto en El Cobre. Sin duda, nos lo merecíamos, y bien que sentaron tras la energía consumida. Tuve la sensación de que esta primera ruta había gustado y que la actividad merecía continuar. Ha sido una experiencia distinta, muy gratificante y por eso nada más llegar a casa y descansar un poco, empecé a pensar en la próxima. Estos son de esos momentos que te dan fuerzas para tu trabajo; qué alumnos de distintas edades sin conocerse jugasen juntos a la vez que aprendiesen, qué mayores del cole que no nos conocíamos compartiéramos momentos de nuestras vidas y que todo ello se hiciera en un marco incomparable, merece tener una continuidad. Por eso, os dejo que voy a preparar la próxima. A todos, gracias por compartir conmigo esta bonita experiencia. Paco