Sexo a diario, capítulo sobre la historia de los
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Sexo a diario, capítulo sobre la historia de los
Amanda Jot fSexo a diario De qué estamos hablando: del consolador de piedra al de silicona pellizcable Hace unos años un diario de Brasil dio a conocer la noticia del crimen de una pareja de ancianos del estado de Santana do Paranaiba. El autor del hecho era su único hijo, Carlos Alberto Canuto, un desempleado de cuarenta y cuatro años que convivía con una muñeca inflable a la que consideraba su esposa. Cuando su madre lo descubrió, en una discusión feroz, sacó un cuchillo y se lo clavó al juguete, que se desinfló y desató la ira de Canuto. Hasta ese punto ha llegado la industria del juguete sexual, que desde sus orígenes —y aunque desde las sombras— nunca dejó de evolucionar. Desde aquellos primeros consoladores de hueso o piedra al lanzamiento en la última Feria Internacional de Electrónica para el Hogar 2009 (IFA), celebrada en Berlín, del vibrador con batería recargable diseñado por Philips o el flamante masturbador masculino con forma de huevo que reproduce el interior de una vagina, confeccionado por la empresa japonesa Tenga, pasaron cerca de 30.000 años. Esos sofisticados complementos que hoy vemos en los exhibidores de los sex shops de cualquier ciudad del mundo ya fueron inventados por los homínidos bípedos, nuestros parientes más remotos. La arqueología y el arte dan tes16 Sexo a diario mAmanda Jot timonio de cuán antiguo es el afán del hombre por aumentar el goce sexual. Sin ir más lejos, el primer falo artificial del mercado fue fabricado en el Paleolítico superior, 27.000 años a. de C. Se trata de un pene de piedra de veinte centímetros de longitud y tres centímetros de diámetro que fue hallado por los arqueólogos en la cueva Hohle Fels, en una aldea de la zona de Ulm, Alemania. Actualmente —después de haber sido reconstruido en su totalidad, porque estaba hecho pedacitos— ostenta un lugar de privilegio en las vitrinas del museo de Blaubeuren, rodeado por un conjunto de piezas sarcásticamente rotuladas «El arte en la Era del Hielo: indudablemente masculino». Un objeto de similares dimensiones y características morfológicas, datado en el 27.000 a. de C., fue encontrado durante otras excavaciones científicas realizadas en una región de la República Checa. Luego el utensilio fue perfeccionándose a lo largo de los siglos gracias a las manos hábiles de artesanos egipcios, griegos, romanos y chinos. Si los libros no exageran la inagotable inventiva de los orientales, fueron las mujeres chinas, hace dos mil años, quienes popularizaron el uso casero de estas herramientas eróticas. Wikipedia dice que usaban falos de madera laqueada con finas texturas, pero según la Gran Enciclopedia del Sexo, de Oscar Urbiola, el pene artificial recibía en mandarín el nombre de Yu-ju-yi, cuya traducción es «cetro de jade», lo que indicaría el 17 Amanda Jot fSexo a diario material del que posiblemente estuvieran hechos los chiches. O quizá la industria había diseñado modelos accesibles a todos los bolsillos. Los manuales de medicina china de la época recomendaban a las damas introducírselos con cautela para no lastimarse el útero o la vagina, y además sugerían no agotar las energías jugando con el aparato, cosa de reservar algo de libido para cuando llegara el marido a casa. Las sucesivas dinastías alentaron y condenaron el uso de los consoladores, pero es de imaginar que a puertas cerradas cada quien hizo lo que le dio la gana. Los cuentos de alcoba publicados durante la dinastía Sui (590-618 d. de C.) describen una nutritiva variedad de implementos fabricados para saciar el apetito carnal, como unas bolsitas rellenas de arena o los pedazos de marfil tallado. También mencionan los famosos arneses o sujetadores de pene artificial, muy utilizados entre las lesbianas (orientación sexual que era aprobada y bien vista por las autoridades), que se los colocaban en la cintura para cumplir el papel del hombre. Más adelante, ya en épocas de la dinastía Ming, alrededor de 1360, un escritor anónimo cuenta en sus relatos que las campesinas se introducían trozos de una planta conocida como Soyang, muy parecida a la caña de bambú, y cuya máxima virtud era aumentar de tamaño una vez humedecido el tallo. En otra novela publicada durante la dinastía Ming, el autor Ching P’ing Mei habla de una herramienta llamada mien-ling, o campana birmana, 18 Sexo a diario mAmanda Jot se supone que descubierta por los bárbaros, y que era una versión de las Ri-no-tama japonesas: dos esferas tintineantes bañadas en plata, una albergaba mercurio en su interior y la otra tenía una lengüeta metálica que vibraba. La literatura occidental menciona en varias obras este juguete, que en la Europa del siglo XVI fue muy requerido por las mujeres. Ambas bolas sostenidas con un papel fino se introducían juntas en la vagina. Cuando la mujer movía sus caderas o caminaba por la calle con las pelotitas dentro, éstas provocaban una sensación placentera, y con suerte alcanzaba el orgasmo. Este complemento llegó hasta nuestros días con el mismo nombre, bolas chinas. Pero, ojo, a no confundirlas con las esferas que se usan para los masajes. La canción del dildo El consolador es la versión primitiva del vibrador: la diferencia es que en el siglo XX la industria le agregó un mecanismo que lo activa mediante pilas o batería. Pero el macizo propiamente dicho también se denomina dildo. Según Wikipedia, la aplicación del término inglés podría inspirarse en un instrumento náutico utilizado para asegurar los remos de una lancha. El dildo era de madera y se insertaba en un orificio de la nave, construido para esos fines. El objeto aparece citado por primera vez en la 19 Amanda Jot fSexo a diario literatura inglesa del siglo XVII, por ejemplo en El cuento de invierno, de William Shakespeare. La enciclopedia virtual sostiene que el término dil doul alusivo al pene erecto quedó documentado en el siglo XVII en el título de una canción bien elocuente: «The maids complaint for want of a dil doul», algo así como «las damas se quejan por la falta de un dil doul» (evidentemente, en todas las épocas sobraron mujeres). Lubricante mediterráneo Según la investigación de Oscar Urbiola, los griegos los hacían de madera, y el primero en hacer mención a ellos fue Aristófanes, quien en una obra de teatro presenta a Lisístrata agitando un consolador mientras le cuenta a una amiga (en la escena) lo bien que el objeto la acompañaba en sus noches de insomnio y soledad. Los griegos lo llamaron olisbo, y también los fabricaron en piedra y cuero. Su existencia en el ámbito doméstico quedó registrada en muchos de los enseres de la vida cotidiana; por ejemplo, en un vaso del siglo VI a. de C., donde vemos a una mujer inclinada dispuesta a darle una sesión de sexo oral a un hombre, mientras otro varón le introduce por el ano un consolador larguísimo, como un palo de escoba. Los romanos los esculpían en velas, y en tiempos del Renacimiento le añadieron al invento lo que 20 Sexo a diario mAmanda Jot quizás haya sido el primer lubricante de la historia: aceite de oliva. Ya bajo el mandato de la reina Victoria, en Inglaterra, nacen los consoladores de goma, cuya manufactura irá sofisticándose sin pausa hasta 1966, cuando un ciudadano estadounidense llamado Ted Marche comienza a fabricarlos masivamente, dando origen a una industria que creció a la sombra pero que nunca dejó de prosperar. Los señores del anillo Los anillos peneanos también tuvieron una interesante evolución. Se cree que este utensilio de uso exclusivamente masculino es un aporte de los lamas tibetanos en el siglo XIII, generosos caballeros que los inventaron para que sus amantes gozaran más. El recurso era bien sencillo: a un círculo de metal u otro material resistente lo adornaban con cientos de pestañas de cabra para hacerle cosquillas al clítoris durante la penetración. Aquel objeto de fabricación casera llegó hasta nuestros días elaborado en silicona y con pilas pequeñísimas, pero la función es la misma: al encajar en la base del pene y sostener los testículos, ayuda a retener por más tiempo el torrente sanguíneo y prolongar la erección. 21 Amanda Jot fSexo a diario Las tiendas del placer En Europa y los Estados Unidos, hoy es habitual encontrarlos hasta en las góndolas de los supermercados, entre cepillos de dientes, toallitas íntimas y cremas depilatorias, porque se supone que en el siglo XXI tener un vibrador en la mesa de noche es sinónimo de ser una mujer o un hombre liberados de ataduras medievales. La notable vigencia de los juguetes sexuales permite inferir que efectivamente son una herramienta infalible que cumple múltiples funciones: activar la sexualidad de la pareja, concretar fantasías, mitigar el aburrimiento o la soledad y cubrir algunas de las tantas disfunciones sexuales contemporáneas que padecemos a causa del estrés o el desconocimiento. Sin embargo, pese a su probada importancia, el negocio de los sex shops en la Argentina —y en el mundo— es bastante reciente. No hace más de treinta años que el rubro intenta abrirse camino en un mercado como el latino, que es bastante pacato. El simple hecho de estar asociados a la «chanchada» y no al placer hizo que los primeros sex shops estuvieran escondidos en esas sórdidas galerías comerciales de la calle Lavalle o la avenida Corrientes, detrás de vidrieras oscuras que impedían ver la mercadería. La clientela era en un 90% masculina y la oferta de productos, bastante rudimentaria: consoladores de plástico rígido, revistas, películas pornográficas y artículos para el sadomasoquismo. 22 Sexo a diario mAmanda Jot El sector no dio grandes dividendos hasta avanzado el siglo XXI, cuando las mujeres iniciaron una segunda revolución sexual. Inesperadamente, de un año para el otro, aumentó la cantidad de tiendas virtuales y los comercios establecidos dejaron las sombras de la galería, pero ¿qué impulsó el repentino cambio de actitud? Hay varias hipótesis. Hacia mediados de la década de 1980 y con el fin de la dictadura militar, el tema de la sexualidad empezó a circular en los medios de comunicación masivos, quizá también como consecuencia de las campañas de prevención del sida y enfermedades de transmisión que se difundieron en todo el mundo. Al principio fue la radio, y luego la televisión puso al aire los primeros ciclos de tono didáctico dirigidos por especialistas prestigiosos. En otra línea de contenido surgió Da2 el programa de cable conducido por la infartante Karina Mazzoco, una maestra a la hora de hablar de coito y cunnilingus con toda la cara de póquer que exigía la cuestión. El destape posterior vino de la mano de la serie Sex and the City, donde las cuatro protagonistas, lindas, exitosas y con candidatos de sobra, veneraban al vibrador y desmitificaban aquello de que es consuelo excluyente para solteras y desahuciadas. Más tarde, con la misma naturalidad estudiada de Mazzoco, la portorriqueña Alessandra Rampolla aportó un argumento fundamental a la causa del juguete: masturbarse no es pecado, sino un ca23 Amanda Jot fSexo a diario mino saludable que nos permite conocernos mejor, saber lo que nos gusta y así alcanzar la plenitud sexual, solos o acompañados. Y llegó la era del Tuppersex Como quien no quiere la cosa, llegó la era del porno chic, el baile del caño y el Tuppersex. Ni cacerolas ni recipientes de plástico ni cosméticos rosados: con el mismo concepto de aquellos tés de señoras alrededor de una anfitriona, en lugar de cremas, ahora te venden vibradores. Este fenómeno social le dio un giro inesperado al negocio: hoy los usan mujeres de 20 a 80 años, de todos los segmentos sociales. Con la clientela renovada (según un informe de la Cámara Nacional Electoral, el 28 de junio de 2009 el total de habilitados para votar fue de 27.790.803 personas, 14.238.528 mujeres y 13.550.754 varones: hay 700 mil mujeres más que hombres), el mercado empezó a multiplicar sus dividendos, en la Argentina y en el resto del planeta. Basta mencionar que cuando el país temblaba por la famosa gripe A, mientras los médicos llamaban a la abstinencia y a no besarse en la boca (para evitar el contagio) algunos sex shops virtuales triplicaron las ventas. Los principales representantes del sector local estiman que la facturación aumentó el 50% en 2008, casi 20 mi24 Sexo a diario mAmanda Jot llones de pesos. Pero el cálculo es al voleo, porque el grueso de las operaciones comerciales sigue ejecutándose en negro. Gustavo Vidal, dueño de Extasy, el sex shop pionero, sostiene que actualmente funcionan 150 tiendas temáticas en todo el territorio nacional, y a eso habría que sumarle al menos mil revendedores que operan por catálogo o vía e-commerce. La marca de profilácticos Trojan hizo una encuesta en abril de 2008 entre 3.500 hombres y mujeres heterosexuales de los Estados Unidos, y el 93% confesó usar el vibrador en pareja, y con regular frecuencia. Los jóvenes son los mejores clientes: lo usan el 59,5% de las mujeres de entre 23 y 44 años, y el 32,7% de 18 y 22 años. Entre los hombres de 45 a 60 años, el 45,5% tiene el propio en casa, igual que el 51,5% del segmento que va de los 22 a los 44 años. Con tanto billete en potencia, 30.000 amas de casa empezaron a organizar fiestas en todo el país, y ya tienen 1,2 millones de compradores cautivos. Según The Journal of Sexuality Education, que encuestó a 1.000 de estas revendedoras, esos clientes abarcan los 18 y 75 años. Y lo mejor: el vibrador le ha devuelto la alegría a las sobrevivientes del cáncer que buscan reencontrarse con su sexualidad, es decir, con la vida. 25 Amanda Jot fSexo a diario Saliendo de la sombras Para darle visibilidad al negocio en este país, Gustavo Vidal impulsó la creación de la Cámara Argentina del Erotismo y la Sexualidad, aunque el proyecto quedó trunco por no contar la aprobación de sus pares. Hasta hoy no existen regulaciones específicas para la habilitación de este tipo de emprendimientos que se registran o habilitan como lencerías o videoclubes. Por ejemplo, en la ciudad de Buenos Aires todo comercio debe estar habilitado por la Agencia Gubernamental de Control del Ministerio de Justicia y Seguridad porteña. Una vez presentados ante la autoridad competente todos los papeles y trámites, a cada comercio se le asigna un código de rubro y un código de actividad que les permite a los verificadores de habilitaciones constatar la correspondencia entre ambos. Bueno, las tiendas de juguetes sexuales no entran en el Código Informático de Habilitaciones y Permisos. Respecto del acceso de menores, en Europa están regulados por ley y no se les permite. Acá rige el artículo 62 del Código Contravencional porteño que prohíbe suministrar material pornográfico a gente que tenga menos de 18 años. En el capítulo III, artículo 59 bis del mismo documento también queda prohibido vender material pornográfico en sitios donde haya niños. 26 Sexo a diario mAmanda Jot De qué están hechos Felizmente ya no vienen de madera o piedra, porque aquéllos deben de haber sido causa de infecciones y heridas genitales importantes. Pero tampoco hoy los juguetes sexuales están hechos de materiales del todo inocuos. De hecho, hasta hace poco tiempo se ignoraban los efectos contraproducentes de ciertos derivados sintéticos usados, por ejemplo, en la fabricación de vibradores de plástico. Con la devaluación y la caída de las importaciones en este país, algunas fábricas de juguetes infantiles se volcaron al rubro adultos, por ejemplo Proviplast SA confecciona cerca de cien modelos de vibradores y consoladores de látex que comercializa en su propia tienda erótica, además de distribuirlos en America latina. Los productos locales vienen por lo general envueltos en un film de polietileno, algunos incluyen una etiqueta aclarando que no hay látex en su composición. El látex o caucho natural es un producto vegetal procesado y obtenido del citosol de las células laticíferas del árbol tropical Hevea Brasiliensisis o más conocido como árbol de caucho, originario del Amazonas, África y Asia. Muchos de los objetos que nos rodean son de látex, por ejemplo, los guantes de lavar, preservativos, globos, bandas elásticas, chupetes, etc. La exposición repetida a cierta proteína del látex natural aumenta las posibilidades 27 Amanda Jot fSexo a diario de desarrollar una alergia, lo que puede causar una reacción en cuestión de minutos: asma, erupción cutánea y en raros casos hasta un shock anafiláctico. Según los comerciantes, lo negativo es que son porosos, acumulan suciedad y como no se los puede lavar bien, toman olor y se destiñen con el tiempo. Por otro lado, la organización Greenpeace, que promueve el sexo ecológico y sostenible, elaboró un estudio en el que demuestra que el PVC blanco contiene hasta un 40% en peso de aditivos peligrosos. Éstos contienen un plastificante conocido como ftalato, que se libera cuando se muerden o chupan, con toxicidad demostrada en pruebas de laboratorio. Por eso, muchos juguetes infantiles fueron retirados del mercado. En la Argentina algunos productos de PVC están marcados con una V que significa vinilo. En 2000, un informe de la Dirección de Promoción y Protección de la Salud del Ministerio de Salud de la Nación determinó —sobre la base de trabajos elaborados por la Asociación Toxicológica Argentina (ATA)— que «la toxicidad crónica de los esteres de ácido ftálico (EAF) ha sido demostrada en estudios experimentales con animales de laboratorio y consiste en alteraciones de los órganos reproductores, alteraciones hepáticas, renales, del sistema nervioso periférico, embriotoxicidad, teratogenicidad y en el caso del di 2. (etilhexil) ftalato (DEHP), carcinogénesis». Y el informe aclara que «los EAF no son sustancias inocuas». 28