dimensión política de la vida religiosa
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dimensión política de la vida religiosa
DIMENSIÓN POLÍTICA DE LA VIDA RELIGIOSA Luis Patiño Santacoloma, OFM* Hay una dimensión de la Vida Religiosa, que conviene explicitar y que actualmente es muy acentuada en nuestro contexto latinoamericano y caribeño. Se trata del componente político, tanto ad extra, como ad intra de nuestra vida consagrada. En primer lugar, la dimensión política de la Vida Religiosa tiene mucho que ver con lo que signifique para nosotros el Reino de Dios que Jesús vino a instaurar con su encarnación, su vida, su muerte y su resurrección. El Reino de Dios, para algunos, es una realidad que se sitúa fuera del mundo, fuera de la historia humana. El Reino, según algunos, es lo que vamos a gozar después de la muerte. Es literalmente el Reino de los “cielos”. Es algo que pertenece al “mas allá”. Por eso, buena parte de la vida del cristiano piadoso es prepararse para la muerte. Y, mientras llega, aceptar con paciencia las tribulaciones de esta vida, la pobreza, la injusticia como “voluntad de Dios” para hacernos merecedores de la futura felicidad en el cielo. Marx, con toda razón, llamó a ese tipo de religión el “opio del pueblo”. ................................................... * Cali, 1928. Se ordenó en 1952. Licencia en Orientación y Selección Profesional, Universidad Católica de Lovaina, Bélgica; Doctorado en Ciencias de la Educación-Psicología, Lovaina; Licencia en Filosofía, Univ. San Buenaventura; Estudios teológicos en Roma y San Sebastián, España. Presidente de la Comisión Internacional para la reforma de las Constituciones Generales OFM, 1965-1966; Delegado General para los Franciscanos de Bolivia, 1982-1983; Profesor y Decano en la Univ. San Buenaventura, 1961-1970; Secretario General de la CLAR, 1961-1979; Miembro activo de las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968) y en Puebla (1979). 500 Dimensión política de la Vida Religiosa Pero no, el mismo Jesús nos dice que “el Reino está en medio de nosotros”. Es también una realidad intrahistórica. Se inicia aquí y ahora y se consuma en el más allá. Es una realidad que “padece violencia” pues supone una lucha, un compromiso con la realidad. El Reino de Dios es el “proyecto de Jesús”. Es una propuesta que nos trajo Jesús para que fuéramos felices. Es una manera de organizarnos como sociedad. Se refiere a la “organización dinámica de la convivencia” y por ello es una realidad también política, ya que lo político es precisamente la organización de la sociedad. Las características del “proyecto de Jesús”, las características de esa organización social que nos propone Jesús son defender la justicia, respetar la verdad, luchar por la libertad, vivir el amor y construir la paz. Esa manera de concebir y de vivir la convivencia humana no se logra simplemente con buenas intenciones, ni sólo rezando. Para conseguir esa sociedad justa hace falta una lucha, un compromiso necesariamente político. Una faena que debe librarse en las instancias del poder político, en las leyes de la sociedad. El Reino sólo se construye gracias a una legislación que propicie la equidad, el bienestar, la calidad de vida, la paz. Por ello el verdadero cristiano es un luchador social que se compromete, en el barro de la cruda realidad política, y trata, por los caminos “constitucionales” o revolucionarios, de transformar esa realidad para que, cada vez más, se parezca al “proyecto de Jesús”: el Reino. Lógicamente quienes se comprometen con la radicalidad del “proyecto de Jesús” y hasta hacen votos, deben ser personas con una clara conciencia política. Deben ser personas que saben usar claves de lectura crítica de lo que sucede, para comprometerse con el Reino en su propia realidad socio-política. 501 Luis Patiño Santacoloma, OFM Nada más peligroso que un consagrado ingenuo que no sabe “dónde está parado” y que puede convertirse en el mejor aliado de los enemigos del Reino. De acuerdo con estas premisas, ya podemos entender que la Vida Religiosa tiene necesariamente una dimensión política. Los votos religiosos son compromiso de lucha profética por un mundo mejor, donde todos se sientan reconocidos en su dignidad de hijas e hijos de Dios. Hacer voto de pobreza, es comprometerse a acabar con la pobreza de tanta gente que apenas sobrevive. Es luchar por una justa distribución de los bienes materiales. Es mostrar cómo, compartiendo lo que somos y lo que tenemos, y denunciando todo tipo de acaparamiento, podemos acabar con la pobreza. Es comprender que no hay simplemente “pobres”, sino “empobrecidos”. Hacer voto de obediencia significa vivir radicalmente el plan de Dios que nos hace a todas y a todos iguales, hermanas y hermanos de una sola familia. Hacer voto de castidad implica desarrollar una afectividad volcada hacia la opción preferencial por las y los empobrecidos. Es vivir alegremente con ellos y como ellos. Cuando las religiosas o religiosos toman en serio ese compromiso, enseguida aparecen las voces de los poderosos (dentro y fuera de la Iglesia) que invitan a los consagrados a quedarse en la “sacristía” y a no inmiscuirse en cosas tan “profanas” y tan poco “santas” como lo referente a la “organización dinámica de la convivencia”, la justicia, la lucha por la igualdad, etc. Por eso a los poderosos no les gusta que los religiosos/as “se metan en política”. 502 Dimensión política de la Vida Religiosa Dom HELDER CÁMARA decía una cosa muy sintomática: “cuando yo cuido a los pobres, me llaman “santo”. Pero cuando yo pregunto por qué hay tanta pobreza, me llaman comunista...”. A los poderosos les encanta que el fraile o la “monjita” se dediquen, de tiempo completo, a cuidar a los pobres que produce el sistema, pero sin decir una sola palabra sobre ese sistema inicuo. Concretamente el neoliberalismo, consciente de que genera mucha pobreza, se siente muy aliviado cuando constata que hay quienes dedican su vida a cuidar las víctimas del sistema y a disimular así todo el veneno que tiene. Son las y los “idiotas útiles” que, sin mayores costos, camuflan y tratan de desactivar esa bomba de tiempo que es la injusticia, la pobreza generada para satisfacer la ambición de unos pocos. Conocemos importantes exponentes de esta “idiotez” que consiste, repito, en aliviar el dolor de los pobres, sin cuestionar el sistema socio-político que los produce en cantidades industriales. Esas y esos cómplices inconscientes del sistema, naturalmente son aplaudidos, les organizan funerales de Estado, como a la madre Teresa de Calcuta, y hasta son canonizados aceleradamente por su gran servicio a la “causa” del neoliberalismo, a la causa del antireino. Al fin de cuentas el neoliberalismo tiene suficiente poder y muchos aliados, hasta en las iglesias, para permitirse el lujo de tener sus propias santas y santos, como lo vamos a constatar cada vez más frecuentemente. La Vida Religiosa de América Latina y el Caribe, a la luz de Medellín y de Puebla, sabe muy bien que su compromiso es con la causa de los empobrecidos y por ello desconfía mucho de los aplausos de los poderosos y vive, más bien, la espiritualidad martirial, la censura de los dueños de la ortodoxia y la exclusión del “sanedrín”, siguiendo así los pasos del Jesús Histórico. 503 Luis Patiño Santacoloma, OFM Es exactamente lo que le pasó a Dom Helder Cámara: nunca prosperó entre los “grandes” su nominación al premio Nobel o al Cardenalato en la Iglesia Romana. Nada de eso, claro está, le hizo falta para denunciar con libertad las injusticias y para comprometerse con los más pobres. Esa dimensión política de la Vida Religiosa, no sólo es para vivirla hacia afuera. También tiene que vivirse hacia dentro de la comunidad en el respeto a los derechos humanos de las religiosas y religiosos. Con mucha frecuencia, en nombre de la Obediencia, se ultrajan elementales derechos de la persona consagrada. Vamos a presentar brevemente siete derechos importantes que debe salvaguardar todo consagrado y vamos a indicar algunos mecanismos para fomentar esos derechos. 1. Derecho a buscar los valores del Reino y a no dejarse ahogar por la Institución Mecanismos: • Evaluar y revisar periódicamente cómo estamos viviendo los valores del Reino frente a los intereses materiales y a la ambición de poder. • Revisarse personalmente para analizar cómo se está viviendo el valor del Reino o cómo puede dinamizar su compromiso. 2. Derecho a reivindicar la vivencia del carisma fundacional Mecanismos: • Revisar, evaluar y buscar los medios para refundar la Institución, purificándola del lastre de los años y devolviéndole el espíritu primigenio. 504 Dimensión política de la Vida Religiosa 3. Derecho a insertarse evangélicamente en medio de los pobres Mecanismos: • Viviendo con y como los pobres, compartiendo con ellos el ser, el tener y el saber para que logren exigir sus derechos. 4. Derecho a desarrollar la propia personalidad libre y espontáneamente Mecanismos: • La comunidad facilitará la formación, el espacio y el ambiente adecuados. • Valorar y promover las cualidades y la cultura de cada miembro. 5. Derecho a la intimidad personal Mecanismos: • Respetar las cosas de uso personal. • Respetar las amistades, correspondencia, llamadas telefónicas y relaciones familiares. • Respetar la asesoría moral, psicológica y religiosa. 6. Derecho a participar en todo lo relativo a la organización y administración de la propia comunidad Mecanismos: • Consultas, informes, diálogo abierto, asambleas, capítulos. 505 Luis Patiño Santacoloma, OFM • Publicar los resultados de las diversas consultas que se hacen entre todos los miembros. • Información sobre el manejo económico de los bienes. • Respeto a los compromisos adquiridos en los proyectos pastorales o profesionales. 7. Derecho a desobedecer órdenes concretas que, según la conciencia personal, van en contra del Evangelio o del Carisma Congregacional Mecanismos: • Formación de la Conciencia Crítica. • Crear ambiente de diálogo y discernimiento. 506