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Fiesta de San Francisco de Asís Quito, 04 de octubre de 2016 Queridos hermanos, ¡El Señor les dé su paz! Con ocasión de la celebración de la Fiesta de San Francisco de Asís, quiero presentar mi disponibilidad al servicio de los hermanos de la Provincia y, a la vez, animarles a que sigamos viviendo nuestro carisma con amor profundo y sencillez evangélica como nos enseña nuestro Padre San Francisco. Pues, para el Pobrecillo de Asís, Dios es Amor y para comunicarse usa palabras y obras de amor, de bondad, de misericordia, es decir, no tiene otro lenguaje, sino el del amor; por eso, Francisco lo amó con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus entrañas (cfr. RnB 23,8). De la misma manera, nos pide: “Amemos a Dios y adorémosle con puro corazón” (2CtaF 19). De hecho, la cruz de Cristo, no es otra cosa, sino la expresión más grande del amor de Dios a la humanidad y a toda la creación. Entonces, del amor a Dios brota el amor al prójimo y no al revés; y en nuestro lenguaje franciscano el prójimo es el hermano, regalo de Dios. Así pues, queridos hermanos: construyamos la fraternidad hacia dentro y hacia afuera; sintámonos amados por Dios, cuando oramos, cuando celebramos la Eucaristía y los onomásticos, cuando nos sentamos a la mesa para compartir el alimento, cuando recuperamos la confianza recíproca en las relaciones interpersonales para que el mundo vea y crea que el amor de Cristo sana las heridas, para que la gracia divina ilumine los Capítulos locales, los encuentros y reuniones, donde el Ministro, los Guardianes, los Formadores, los Responsables de las obras y cada uno de los hermanos seamos co-responsables de la animación fraterna, no podemos caer en el individualismo, ni en el anonimato que nos destruye sutilmente. En cuanto a la sencillez, Jesús en el Evangelio resalta a los siervos, a los últimos y a los niños, de los que son como ellos es el Reino de Dios (cf. Mt 11,25; Mc 10,13-16; Lc 22,24-27). Parece que la obra de Dios es más clara y se manifiesta por medio de la virtud de la sencillez evangélica y la gratuidad divina, mas no por nuestros méritos o por el mucho esfuerzo que pongamos en nuestras tareas, más bien por la confianza humilde en Dios. Por eso, la gente sencilla y pequeña, tanto en el tiempo de Jesús como en el de Francisco confía y camina tomada de la mano de Dios y la gracia divina se derrama abundantemente. Así pues, hermanos, sigamos siendo menores, sin pretensiones vanas, lo único que debemos pretender es buscar hacer la voluntad de Dios, como sus instrumentos, no como protagonistas. Sigamos manifestando nuestra cercanía a los pobres, a los necesitados, a los marginados de nuestro tiempo con una actitud de servicio y no de comodidad. Por último, en el marco del Año de la Misericordia a nivel eclesial y en tiempo de transición y de renovación a nivel provincial, vivamos con humildad el voto de la obediencia como nos pide Francisco (cfr. RnB 3-4) y busquemos juntos hacer la voluntad de Dios. En esta perspectiva, vivamos con alegría y entusiasmo la fiesta de nuestro Padre san Francisco de Asís, permitamos que su Espíritu inunde nuestras fraternidades, nuestras obras y nuestras vidas. Fraternalmente, con la bendición del Señor, Fr. Jesús Barahona Vega, ofm. Ministro provincial