El egoísmo TAMAÑO: 147 Kb
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ESTUDIO UNA DE EMOCIÓN A TRAVÉS DEL CUENTO: EL EGOÍSMO BEATRIZ GUARDIOLA DELTELL LOURDES PALOMARES SELLERS Mª ÁNGELES PALOMARES SELLERS LOURDES SAMPER FALCÓ REME VERDÚ BELLOT La mayoría de los adultos quiere que los niños compartan las cosas y no sean egoístas. Compartir, sin embargo no es fácil para el niño pequeño, ya que no comprende que otro niño quiera algo con la misma intensidad que él. Y, además, tiende a pensar primero en sí mismo. A medida que crece y es capaz de comprender las necesidades y sentimientos de los demás, le será más fácil compartir. El niño pequeño, sin embargo, tiene que adquirir primero el concepto de mío para compartir algo. RAZONES POR LAS QUE SE DESARROLLA EL EGOÍSMO No tener capacidad para ser consciente. Es una etapa normal en el desarrollo, y no se considera como auténtico egoísmo sino como egocentrismo. Un ejemplo típico es el del niño pequeño que va a una fiesta de cumpleaños y lleva un regalo. Cuando llega, decide que el regalo es suyo, y no quiere compartirlo ni dárselo al niño que cumple años. Dada la etapa de desarrollo en que se encuentra, no tiene capacidad para ser consciente de que los otros niños quieren las cosas tanto como él. Cuando ve que el niño se queda con todos los obsequios, piensa que es razonable que él se quede con el que llevó. Olvida que el día de su cumpleaños todos los regalos fueron para él. Desconectar los sentimientos hacia los demás. Las respuestas a las necesidades y sentimientos de los demás aparecen muy pronto en la vida del niño. Por ejemplo, el niño pequeño que araña la cara de su madre, no comprende que al hacerlo produce dolor. Si su madre se ríe y refuerza esta conducta, seguirá haciéndolo. Pero si ella coge con firmeza las manos del niño y dice: “No, no. Eso hace daño a mamá. Mamá llora (fingiendo llorar) cuando arañas su cara”, éste aprenderá muy pronto que su madre tiene sentimientos y que su propia conducta puede influir en ellos. Luego, el niño, mediante un proceso de identificación, desarrolla sentimientos similares a los del adulto, y cuando mamá está triste, él también lo está. A medida que continúa acumulando experiencias en que el adulto, u otro niño, le hacen saber cómo influye su conducta sobre sus sentimientos, el niño aprenderá a controlar e inhibir ciertas conductas que apenan a la otra persona y hacen daño a sus propias emociones. Algunas veces, después que el niño lo ha aprendido, desconecta sus sentimientos hacia los demás y se centra en sí mismo. Esta desconexión se produce con frecuencia en los años de la adolescencia, aunque a veces se da antes. El niño se da cuenta de que le duele percibir y comprender las cargas emocionales de los demás. Al aprender e ignorar este cargamento emocional extra, evita algo desagradable y tiene más tiempo para ocuparse de sus propias necesidades. El niño de este tipo, suele tener un profesor o una madre que está siempre excitado y pidiendo al niño que haga cosas, y éste llega a tener la impresión de que tiene que hacerlas para ayudar a aliviar el estrés del adulto. Prevalece la norma. Para algunos niños, la norma es esperar que otros les haga su tarea. No se consideran egoístas porque consideran que el servirles a ellos es una regla o norma. Ciertamente, a muchos niños se les enseñaba que los demás existían sólo para proporcionarles placer. Hoy todavía ocurre esto. Como ejemplo, consideremos el caso de un niño criado por una madre excesivamente complaciente, que le hacía de todo: le hacía los postres que prefería, recogía la mesa, le llevaba agua y refrescos mientras veía la televisión, etcétera, sin esperar nada a cambio. Cuando el niño se hizo mayor, esperaba que los demás le sirvieran también, sin considerarse egoísta por eso. Por otro lado, en algunos hogares prevalece la norma de no compartir. Nadie comparte nada. Si uno de los niños trae a casa una botella grande de refresco, no le dará a sus hermanos aunque esté llena porque no quiere compartir. En esta familia no se ha enseñado a los niños a compartir, y ésta será su norma a lo largo de la vida. En otros hogares, sin embargo, se educa a los niños en la preocupación constante de cómo me ven los demás, cómo puedo parecer mejor que los demás niños, cómo puedo tener más y mejores cosas que mis amigos. En estos casos la norma es el egoísmo. El resultado es similar al no compartir. Valorar más las cosas que la relación con las personas. En este caso el niño aprende a valorar más las cosas que la gente. Le preocupa más cómo va vestido que cómo se relaciona con los que le rodean. De esta forma, cuando tiene que elegir entre un beneficio material y tangible y una relación personal, se inclina claramente por lo primero. Luis, que proviene de una familia muy pobre, puede ser tan considerado y amable como Juan, hasta que se pone de por medio alguna posesión material. Entonces se excita con el nuevo juguete y aparece su egoísmo. A la hora de permitir a su amigo elegir un programa de televisión, es posible que Luis esté más dispuesto a hacerlo que Juan; sin embargo, cuando se trata de posesiones, Luis es más egoísta. ¿CÓMO PODEMOS AYUDAR A UN NIÑO A COMPARTIR? 1. Conociendo el desarrollo del niño y no poniendo en él expectativas superiores a sus posibilidades. Insistir en que el niño comparta cuando es muy pequeño sólo puede complicar el problema. Como afirmábamos antes, el niño necesita tener sus posesiones personales antes de poder compartir. 2. Hacer que el niño tenga algo propio que nadie pueda tocar. Todos necesitamos un espacio personal y unos objetos propios. No debe esperarse que los niños, o los adultos compartan todo. Hay que dar a los niños cajas que puedan decorar y en las que guarden sus cosas especiales. En clase tiene que tener su propio armario (o caja o bote). En casa necesitan algún cajón, una cama y un lugar especial en su dormitorio para sus cosas especiales. Los niños a quienes no se permite tener objetos personales, a menudo crecen frustrados y siempre quieren tener más y más cosas. A la larga, tener algo propio ayuda a los niños a dar más. Sin embargo, los niños deben aprender simultáneamente, que siempre es beneficioso compartir las cosas propias con los demás. 3. Ayudar a los niños a comprender las necesidades de los otros, contándoles historias y discutiéndolas luego y poniéndoles ejemplos de la vida real. Por ejemplo, si dos niños se pelean por un camión de juguete y se niegan a compartirlo, la profesora debe hacerles ver que ambos lo quieren y que ambos se entristecen si no pueden jugar con él; como la profesora quiere ser justa con los dos guardará el camión hasta el día siguiente, en que podrán volver a intentar resolver el problema. Otro ejemplo trata que un niño tiene un montón de plastilina y de otro que quiere jugar con él. Hay que ayudar al niño que tiene la plastilina a darse cuenta de que el otro niño también quiere jugar y de que no tiene plastilina para hacerlo. El maestro puede intentar ayudar a que el primer niño “sienta” que si él no tuviera plastilina estaría muy triste, pero que si el otro niño compartiera la suya con él se pondría muy contento. 4. La representación de papeles es un buen método para ayudar al niño a comprender los sentimientos de los demás y a aprender a compartir. Una técnica de probados resultados es colocar dos niños delante del grupo, dándole a uno los juguetes y al otro ninguno. El profesor cuenta a los niños que el que no tiene ningún juguete ha ido, precisamente a jugar a casa del otro niño, pero que o tiene juguetes, y que, sin embargo, el otro niño tiene dos. El maestro pregunta al niño que tiene los juguetes qué haría. En todos los casos el niño da uno de sus juguetes al otro. Entonces la maestra dice muchas cosas que refuercen al niño como: ¿A qué es estupendo compartir? Has hecho muy bien en prestar a tu amigo uno de los juguetes. Es estupendo ser amigo tuyo. Los dos niños se ponen entonces muy contentos. Luego, todos los niños del grupo, de dos en dos, hacen lo mismo. El maestro no debe indicar a los niños lo que tendrían que hacer, sino que debe dejar que lo descubran por sí mismos. Al ver que otros niños comparten los juguetes y se les elogia por hacerlo, el niño aprenderá que compartir lo que se tiene es bueno. Algunos niños harán lo contrario de lo que se espera para obtener el objetivo propuesto. La maestra debe tener cuidado y no prestar demasiada atención a estas respuestas. Puede decir algo parecido a: Veo que has elegido una forma diferente de tratar el problema. No debe añadir nada más. A continuación dará a otros niños la oportunidad de actuar. 5. La representación de papeles, también incluye el empleo de refuerzos cuando el niño actúa de la forma deseada (compartir). Los maestros y padres deben estar al tanto de las veces que el niño lo hace durante el día, reforzando todo un acto altruista y desinteresado con una palmada en la espalda, palabras de alabanza, como: Es estupendo compartir. Me alegro de que hoy estéis compartiendo las construcciones. Es más divertido jugar juntos. Gracias por compartir conmigo los pasteles, me encantan. Cuando una maestra o maestro alaba y estimula a un niño, éste empieza a decirse a sí mismo: Sí, soy feliz compartiendo las cosas. Es más divertido compartir. Ocasionalmente los padres pueden utilizar también recompensas materiales, pero con muchas precauciones. A menudo las recompensas se convierten en sobornos. El siguiente caso es un ejemplo de cómo pueden utilizarse eficazmente las recompensas materiales. Dos niños con mucha hambre comparten, sin pelearse, un paquete de patatas fritas. El adulto dice: Me parece muy bien que compartáis las patatas fritas. Os merecéis otro paquete. Los padres y educadores que sirven de modelo a los niños, compartiendo en vez de ser egoístas, tienen más posibilidades de ser influyentes a la hora de ayudarles a desarrollar este tipo de conducta. El respeto es esencial en el modelado de una conducta. El adulto tiene que respetar al niño y esperar que éste le respete a él. El adulto que comparte y da cosas esperando algo a cambio no enseña al niño a compartir, sino a ser egoísta. CÓMO UTILIZAR ESTOS CUENTOS Se espera que el niño se identifique con los personajes del cuento y, de esto modo, va a sentir las emociones. Las emociones se proyectan frente a sus contrarios, con objeto de ayudar al niño a identificar las distintas emociones y a comprender tanto la emoción como su contrario. Algunos cuentos se refieren a animales, con el fin de procurar variedad y fomentar el interés. De hecho, muchos adultos todavía se identifican con el amigo de su niñez, Bambi. Al final de cada narración se presentan ejercicios para el educador o padre para ayudar al niño a profundizar su comprensión de la emoción y de las formas en que puede comportarse al responder a las emociones. Varios son los objetivos del proceso de educación emocional que deseamos que cada niño alcance a través y por medio de estas narraciones: 9 Los personajes y la acción ayudarán a los niños a experimentar la emoción. 9 Los niños serán capaces de denominar la emoción o bien de entender correctamente los términos usados para describir la emoción. 9 El niño podrá ver la expresión de la emoción en el rostro de otra persona o bien, si se mira al espejo, la podrá ver en su propio rostro. 9 El niño aprenderá modos más aceptables de responder al sentimiento y confrontará modos que son perjudiciales. 9 El niño pensará sobre sus propios modos de comportamiento si se encontrara él en esa situación. 9 El niño recibirá del educador o padre ánimo para escoger modos de ayuda en sus respuestas cuando se enfrente con emociones. 9 El niño ensanchará su comprensión de las emociones y situaciones emocionales y será capaz de diferenciar con mayor claridad y más reflexivamente las emociones que siente. Mientras es importante que el niño oiga y empiece a emplear los nombres correspondientes con relación a emociones particulares, sin embargo, no es tan indispensable probablemente que el niño pequeño pueda recordar o utilizar los nombres más complejos de emociones. Los sentimientos descritos por el niño, tales como alegría, tristeza, enojo, miedo o incluso " Bondad", indicarán al educador hasta qué grado el niño entiende. El niño, al seguir oyendo los nombres de emociones en su experiencia posterior, asociará las situaciones con los sentimientos. El tener oportunidad de ver la expresión emocional en el rostro de otra persona o en el suyo propio, hace al niño más y más alertado respecto a las indicaciones y señales que se ofrecen de la expresión emocional en los rostros de la gente. Esto le ayudará a mantenerse vigilante para entender la compleja comunicación que se establece no sólo sin palabras, sino incluso a veces por medio de formas que parecen contradecir las palabras. Piénsese, por ejemplo, en el uso del sarcasmo, en donde la entonación de las palabras es tal que contradice el mensaje o significado de las palabras mismas. Así que los niños descubren modos de responder a los sentimientos, comienzan a desarrollar su propio fondo o almacén de alternativas respecto a situaciones con las que pueden encontrarse enfrentados. El desarrollo de las propias alternativas de uno constituye un signo de avanzada madurez. Esto ayuda al niño a considerar la asociación entre un sentimiento que tiene y la respuesta que le gustaría dar. Cuando el educador anima a formas de responder de ayuda positiva, encomiándolas al mismo tiempo, el niño aprende cuál de esas alternativas se ve como más apropiada por parte de los adultos que a él le importan. En momentos de su vida el niño escuchará que los comportamientos de ayuda son afeminados e indican debilidad. Los adultos pueden ayudarle a resistir a semejantes influjos, haciéndole ver cuánto mayor coraje y fortaleza se necesita para responder de un modo maduro, como cuando, por ejemplo colaboramos con alguien o lo aceptamos. Algunos de estos cuentos presentan situaciones y sentimientos que quizás no puedan llamarse propiamente emociones, sin embargo, en su lugar, se trata de sentimientos anejos al conflicto o situación particular que se describe. Por último tenemos que recordar que aunque el cuento en su conjunto se enfoque hacia un conflicto particular, diversas partes de la narración pueden ofrecer la oportunidad de identificarse con los sentimientos emocionales que tienen los diversos personajes. CUENTO 1 EL GRAN DESFILE Pepe era feliz por ir a ver el gran desfile. Le gustaba oír la música, cuando muchachos y muchachas marchaban calle abajo con sus hermosos uniformes nuevos. Le gustaba ver caballos haciendo cabriolas da acá para allá, montados por vaqueros y chicas, carrozas con lindas chicas haciendo ademanes a todo el mundo y payasos viniendo calle abajo, haciendo un ruido terrible, con graznidos, con sus trompetas y lanzando confites a todos los niños. De pronto los vio. Un payaso con una gran nariz coloreada, pantalones listados y GRANDES pies, tiró unos grandes caramelos cerca de los pies de Pepe .*¿Me vais a enseñar que cara puso Pepe cuando vio que los payasos lanzaban confites? Pondría unos ojos grandes, ¿no? Tenía una gran sonrisa en la cara. Quizás os gustaría miraros al espejo y enseñaros a vosotros mismos cómo pareceríais si estuvierais sintiendo lo que sentía Pepe: Él estaba tan contento y feliz, ¿verdad? Así es como yo parecería. ¡Miradme la cara! Los niños corrían, tan aprisa como podían, a coger los caramelos. Pepe cogió unos cuantos caramelos grandes antes de que se acabaran. ¡Estaba tan contento! Se volvió para enseñar a su mamá y a su papá todos los caramelos que había cogido , cuando, de pronto, se dio cuenta de un niño más pequeño que no había podido coger ningún caramelo. ¿Qué cara pensáis que pondría? ¿Pondría unos grandes ojos y tendría una sonrisa en la cara? No, de ninguna manera. ¿Me enseñaríais que cara pondría probablemente? Esto está bien. Se sentía triste y desilusionado . Así es como yo me sentiría. Mirad mi cara. Los niños mayores habían cogido todos los caramelos antes de que él tuviera oportunidad de coger. ¿Que pensáis Que hizo Pepe? ¿Qué haríais vosotros? ¿Pensáis que dijo:<<pobre niño. Se ha quedado sin ningún caramelo>> y se volvió a sus padres? No, no lo hizo. En vez de ser egoísta_ así lo llamamos cuando no queremos compartir con otros; cuando no queremos ayudar a otra persona a ser feliz, lo llamamos <<egoísta>>_ , ¿Sabéis qué hizo? Tomando un puñado de caramelos dijo al niño:<<Mira, tengo caramelos, cantidad de ellos. ¿Quieres algunos?. Y ahora, ¿Cómo pensáis que se sintió el otro muchachito? Esto está bien. Ahora su cara tenía una sonrisa también y él estaba muy contento. ¿Cómo pensáis que se sentía Pepe? ¿Me podríais mostrar en vuestros rostros y mostrar a vosotros mismos en el espejo como pensáis que se sentía Pepe cuando estaba compartiendo? Hace que nos sintamos alegres y entusiasmados por encima de todo cuando compartimos. Pepe se portó como un gran chico aquel día, al dar caramelos de los suyos a un muchacho que no conocía. ¿Habéis tenido alguna vez ocasión de compartir? ¿Queréis hablarme de ello? ¿Cómo os sentisteis cuando compartisteis? ¿Habéis deseado alguna vez que alguien compartiera con vosotros? ¿Cómo os sentisteis cuando lo hizo? ¿Cómo os sentisteis si no lo hicieron?. *La letra cursiva indica que el material no forma parte del cuento. Más bien, estas secciones contienen pruebas y preguntas para que el narrador las vaya intercalando . Este debería hacer una pausa, cambiar la expresión de la cara y poner una voz diferente al leer en alto las palabras en cursiva. CUENTO 2 EL BALÓN DEL CUMPLEAÑOS DE MARÍA El regalo favorito de María en el día de su cumpleaños fue un gran balón rojo de los que botan. Lo hacía rebotar contra el muro de su casa y lo cogía. Algunas veces el balón daba uno o dos o hasta tres botes antes de que ella lo cogiera. María se estaba divirtiendo de lo lindo, cuando su hermana pequeña, Caro, le dijo: << yo también quiero jugar. Me dejarías jugar con tu balón?>>¿Qué pensáis que hizo María? Tal vez dijo: <<No; el balón es mío. Y yo quiero jugar con él. Me lo han regalado para mi cumpleaños.>>Si ella sentía de este modo, ¿qué clase de sentimientos pensáis que tendría María? ¿Queréis mostrarme en vuestras caras cómo se sentía María si hubiese dicho: <<No; no puedes jugar. El balón es mío>>? Probablemente habría puesto un rostro un tanto ceñudo y hubiera dicho que no con la cabeza. El sentimiento que tendría dentro no sería ningún sentimiento bueno. Sería el sentimiento que llamamos egoísmo_ El sentimiento de no querer compartir, de querer tener todo para uno sólo. ¿Pensáis que fue esto lo que hizo María? María tuvo un sentimiento de egoísmo sólo un minuto; pero luego, se decidió a compartir. Dijo: <<Muy bien. Ven aquí, Caro. Ahora te toca a ti>>. Caro se puso muy contenta. Y, adivináis cómo eso hizo que se sintiera María? ¿Qué clase de aspecto pensáis que tendría su cara? ¿Me lo queréis enseñar en las vuestras? Tenía una cara alegre, y así la tenía también Caro. Después de unos minutos Caro tuvo una idea. En lugar de hacer rebotar el balón en la pared y cogerlo, se lo podría tirar la una a la otra. Así jugarían las dos las dos a la vez con el balón y se divertirían mucho más que antes. Su mamá estaba también muy contenta de verlas jugar y sonreía al ver que María estaba compartiendo con ella? ¿Cómo pensáis que se sintió Caro cuando su hermana compartió con ella? ¿Qué habría pasado si María no hubiera compartido con ella? Nota: con frecuencia parece que los niños comparten más y son más generosos con sus amigos y amistades que con sus mismos hermanos/as. Por eso se ha incluido el cuento anterior, para hacer hincapié en la importancia de que una niña comparta con su hermana y también recordar a los niños lo contentos que se ponen sus padres cuando los ven compartir. CUENTO 3 BIZCOCHOS PARA SUSY ¿ O PARA TODO EL MUNDO? El campamento de Piedra era un maravilloso campamento de chicas Scouts. Susy lo pasaba en grande con las otras chicas, haciendo juegos, dando grandes caminatas y aprendiendo escultismo. Y llegó la hora de la comida. Susy miró dentro de su bolsa de papel de color café para ver qué le había metido su madre para el almuerzo. Había muchas y buenas cosas para comer: un bocadillo, unas zanahorias, un pocillo con flan, y, lo mejor de todo, sus bizcochos favoritos. Susy que tenía mucha hambre, pensó: ¡ Me voy a comer todas estas cosas yo sola ahora mismo! ¡ Qué almuerzo más fantástico me ha preparado Mamá! Cuando se sentó con las otras niñas, hablando y riendo, Susy comió su bocadillo, sus zanahorias y la mayor parte del flan; sin embargo, a duras penas podía esperar a comer sus bizcochos. Las otras niñas tenían también cantidad de cosas buenas para comer. Entonces Susy pensó: " Sí, tengo cantidad de bizcochos. Me pregunto si Mamá no querría que compartiera algunos de ellos". ¿Qué pensáis que hizo Susy? Podía elegir. Susy podía preferir comerse todos sus bizcochos, pues las otras niñas tenían comida bastante. Además, no estaban realmente hambrientas. ¿ Qué clase de sentimiento pensáis que tendría Susy si se comiera todos los bizcochos y no los compartiera? Los bizcochos hubieran sabido a gloria, ¿no? Pero, es posible que Susy no estuviera tan contenta como si hubiese compartido con sus amigas. Generoso es una palabra que decimos de una persona a quien gusta compartir y que ayuda a los demás. Generoso. ¿Qué hizo Susy? Se volvió a algunas de las otras niñas y les dijo: "Tengo aquí todo un montón de bizcochos. ¿ Os gustaría probarlos? Y repartió varios bizcochos, hasta que le quedaron solamente dos para ella. Se comió los bizcochos, le gustaron mucho y a veces deseó tener más. Pero miró a las otras niñas y podía decir que a ellas también les gustaban los bizcochos. Le dieron las gracias por aquellos bizcochos tan buenos que había hecho su madre. ¿Qué clase de sentimiento pensáis que tenía Susy? Tenía un sentimiento de gran felicidad. Un sentimiento generoso. Este cuento se ha incluido para ilustrar cómo el compartir no tiene que realizarse justamente porque los demás estén necesitados o se vean contrariados. Los niños pueden aprender a compartir sencillamente porque quieren y no simplemente porque herirán a otros si no lo hacen. Este cuento puede servir de modo excelente en orden a desempeñar un papel, especialmente si los niños se encuentran en una situación preescolar o bien representar una situación en casa, donde se les puede proveer de golosinas. Al niño que escoja Susy se le pueden dar todas las golosinas en una bolsa, mientras los demás niños fingen estar comiendo su almuerzo. Pueden fingir estar sorprendidos y felices cuando Susy comparte con ellos. El adulto que hace de guía puede luego preguntar a cada niño cómo se siente, ayudando así otra vez a los niños a denominar sus sentimientos. CUENTO 4 UN INVIERNO DE NIEVE PARA LOS RATONES Bien alto, en la ladera de una montaña, vivía entre los peñascos una familia de ratones. Se trata de unos ratones especiales. Les gusta almacenar todo. Si encuentran una piedra brillante y reluciente, la cogen y la meten dentro de su agujero y la esconden. O bien, si encuentran alguna llavecita o pedacitos de vidrio ( un montón de cosas que en realidad no son de ninguna manera buenas para comer), les gusta esconderlas y guardarlas. Además, hacen un buen trabajo en almacenar comida para el invierno. Bien, pues. Érase una vez: bien alto en la ladera de una montaña vivían Chía y su hermana, Cumi. Chía y Cumi, pertenecientes a esa familia de ratones, se fueron haciendo lo bastante grandes para poder construir su propia casa en la ladera de la montaña. Cuando vino el otoño, cada una de ellas encontró su propio agujero muy pequeños debajo de un peñasco, muy cerca el uno del otro. Después, empezaron a buscar comida para el invierno. Todos los días Chía y Cumi se escabullían la era abajo en busca de semillas y nuececitas, revolviendo piedras, mirando debajo de los troncos y escarbando debajo de las matas. Trabajaban duro, pues habían oído contar sobre el invierno, aunque ellas jamás habían visto ninguno. Ahora bien, Chía y Cumi tenían un primo, Nin, a quien en realidad gustaba almacenar cosas brillantes. Chía , al ver a Nin que transportaba un trozo de vidrio azul hacia su agujero, le dijo: "Nin, no guardes ese trozo de vidrio. Lo que debes almacenar es comida para el invierno. ¡Cuando venga el invierno no te vas a poder comer ese vidrio! Nin respondió : ¡ Oh! Pero si parece tan bonito. Primero lo almacenare. Luego quizás iré en busca de algunas nuececitas". Sin embargo, Nin siguió almacenando cosas que no podía comer. Chía le previno muchas veces: "Nin, no vas a tener comida". Con todo, Nin no hacía más que juguetear y buscar tesoros relucientes para esconderlos en su madriguera. Chía seguía almacenando comida. Almacenaba y almacenaba. Lo mismo Cumi. Desde el amanecer hasta la noche buscaban comida, mientras Nin seguía encontrando tesoros. Finalmente, una noche cayó una gran nevada, que cubrió todo el suelo de nieve blanca, blanda y fría. Así que Chía vio la nieve, pensó: ¡Ah! Ya no podré encontrar más comida. Espero haber almacenado bastante. Cumi miró a la nieve y dijo: "Bien, creo que ya no podré encontrar más comida. Espero haber almacenado bastante" Cuando Nin vio la nieve pensó :¡Ah! Ya no podré encontrar más tesoros. ¡Ah!., pero tampoco voy a poder encontrar comida". Con el paso de los días, la comida de Nin empezó a desaparecer, pues se la comió toda. A veces salía fuera a buscar comida, pero hacía frío y la nieve cubría todo. No podía encontrar muchas semillas. ¿Queréis enseñarme qué cara ponía probablemente Nin? Pues bien, esta es la cara que puso. Nin se sentía triste y preocupado, ¿no? Quizás sentía también miedo, pues sabía que no podía tener comida bastante para el invierno. Chía vigilaba a Nin cuando éste salía en busca de comida en medio del frío. Le diría: "Ya te lo decía. Ya te decía que te quedarías sin comida. Mira ahora lo que te sucede". En Diciembre Nin se comió las últimas nuececitas, ya no tenía más y la nieve era tan alta que no podía encontrar más por ninguna parte. Finalmente, decidió que tendría que ir a pedir ayuda a Chía y Cumi. Corrió a ver a su prima Chía y le dijo: "Tenías razón. No guardé comida. Sólo guardé piedras y trozos de vidrio.¿ Me podrías dar algo de tu comida? ¿Qué clase de sentimiento pensáis que tenía Nin? Tenía un sentimiento triste, ¿no? Y necesitaba ayuda. ¿Qué pensáis que dijo Chía? Respondió " No, no puede ser, Nin. Tendrás ahora que pasar hambre. Es posible que no tenga bastante comida para mí; por esto no puedo darte. Lo siento, Nin, pero no puedo ayudarte" Cuando Nin se hubo marchado, Chía dijo: "Ya se lo he dicho. ¡Ahora no le puedo dar comida! ¿Qué clase de sentimiento tenía Chía? A veces lo llamamos un sentimiento egoísta. Chía se sentía como si no pudiera ayudar a nadie más. Sólo podía ayudarse a sí misma y a nadie podía dar de su comida. ¿Queréis mostrarme en vuestros rostros cómo se manifiesta egoísmo? Por último, Nin se fue a Cumi y le dijo: " Cumi, no tengo nada de comida y estoy de verdad hambriento. ¿Me podrías dar algo de los tuyo?" ¿Qué pensáis que hizo Cumi? ¿Qué haríais vosotros? Cumi dijo: "Bien, Nin, no sé si tengo bastante comida para los dos. Pero eres ciertamente bienvenido a compartirla. Sin embargo tendremos que comer poca cantidad cada una de las veces. Estoy contenta de compartir contigo" ¿Podéis ahora imaginar qué cara pondría Nin? Enseñádmelo. Tenía una gran sonrisa y estaba agradecido. Y dijo: "Gracias, Cumi. Muchas gracias por compartir conmigo". ¿Qué clase de sentimiento pensáis que Cumi tenía? Un sentimiento de entusiasmo, feliz, dentro de sí, porque fue generosa. Nos produce un sentimiento bueno cuando ayudamos a otros y cuando compartimos con ellos. Somos generosos. Cumi fue valiente. No sabía si tendría bastante comida; sin embargo compartió con Nin. Casi todos los días, a lo largo del invierno, Nin iría a hacer una visita a Cumi y comerían juntos algunas semillas y nuececitas. No comían demasiadas, sin embargo. Y después de comer, jugarían y parlotearían en la nieve. Chía los vigilaría mientras reían y jugaban y diría: "También me gustaría divertirme un poco, pero no puedo. Alguien podría robarme la comida mientras estoy fuera y luego no tendría nada para comer". Así es como también se siente una persona egoísta. Siente que no se atreve a divertirse de ninguna manera, porque quizás iba a perder alguna de las cosas que tiene. Así, a lo largo de todo el invierno, estuvo Chía observando cómo Nin y Cumi jugaban en la nieve, mientras ella vigilaba su comida. Cuando llegó la primavera, había todavía comida en las madrigueras. De hecho, Chía tenía demasiada comida. La había hecho durar todo el invierno, pero fue un tiempo infeliz. Y ahora estaba tan contenta de ver la primavera. También Nin y Cumi eran felices de ver la primavera. Sin embargo, las cosas eran distintas para ellos. Se habían divertido tanto jugando juntos durante el invierno que incluso difícilmente se habían dado cuenta de que el tiempo pasaba. ¿Qué sucedió a Nin? ¿Qué sucedió a Chía? ¿ Pensáis que Nin aprendió la lección? ¿Qué nos sucede cuando actuamos de modo egoísta? ¿Cómo nos sentimos cuando estamos dispuestos a compartir?