Poemas G. 27
Transcripción
Poemas G. 27
No te veo. Bien sé que estás aquí, detrás de una frágil pared de ladrillos y cal, bien al alcance de mi voz, si llamara. Pero no llamaré. Te llamaré mañana, cuando, al no verte ya me imagine que sigues aquí cerca, a mi lado, y que basta hoy la voz que ayer no quise dar. Mañana... cuando estés allá detrás de una frágil pared de vientos, de cielos y de años. PEDRO SALINAS Presagios (1942) Las jarcias, de seda fina; de fina holanda, la vela. -¿Y el hilo, marinerito? -Un cabello de tus trenzas. R. ALBERTI Marinero en tierra (1924) ¡Quien cabalgara el caballo de espuma azul de la mar! De un salto ¡quién cabalgara la mar! ¡Viento, arráncame la ropa! ¡Tírala, viento, a la mar! De un salto, quiero cabalgar la mar. La forma de querer tú es dejarme que te quiera. El sí con que te me rindes es el silencio. Tus besos son ofrecerme los labios para que los bese yo. Jamás palabras, abrazos, me dirán que tú existías, que me quisiste: jamás. Me lo dicen hojas blancas, mapas, augurios, teléfonos; tú, no. Y estoy abrazado a ti sin preguntarte, de miedo a que no sea verdad que tú vives y me quieres. Y estoy abrazado a ti sin mirar y sin tocarte. No vaya a ser que descubra con preguntas, con caricias, esa soledad inmensa de quererte sólo yo. PEDRO SALINAS La voz a ti debida PERFECCIÓN Queda curvo el firmamento, Compacto azul, sobre el día, Es el redondeamiento Del esplendor: mediodía. Todo es cúpula. Reposa. Central sin querer, la rosa, A un sol en cenit sujeta. Y tanto se da el presente Que el pie caminante siente La integridad del planeta. JORGE GUILLÉN Cántico Del barco que yo tuviera serías la costurera. ¡Amárrame a los cabellos, crin de los vientos del mar! De un salto, quiero ganarme la mar. R. ALBERTI El alba del alhelí Cuando se abre en la mañana, roja como sangre está: el rocío no la toca porque se teme quemar. Abierta en el mediodía, es dura como el coral: el sol se asoma a los vidrios para verla relumbrar. Cuando en las ramas empiezan los pájaros a cantar y se desmaya la tarde en las violetas del mar, se pone blanca, con blanco de una mejilla de sal; Y cuando toca la noche, blando cuerno de metal, y las estrellas avanzan mientras los aires se van, en la raya de lo oscuro se comienza a deshojar. FEDERICO GARCÍA LORCA Doña Rosita La soltera Voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir. Voces antiguas que cercan voz de clavel varonil Les clavó sobre las botas mordiscos de jabalí. En la lucha daba saltos jabonados de delfín. Bañó con sangre enemiga su corbata carmesí, pero eran cuatro puñales y tuvo que sucumbir. Cuando las estrellas clavan rejones al agua gris, cuando los erales sueñan verónicas de alhelí, voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir. FEDERICO GARCÍA LORCA Romancero gitano Tengo estos huesos hechos a las penas y a las cavilaciones estas sienes: pena que vas, cavilación que vienes como el mar de la playa a las arenas. Como el mar de la playa a las arenas voy en este naufragio de vaivenes, por una noche oscura de sartenes redondas, pobres, tristes y morenas. Nadie me salvará de este naufragio si no es tu amor, la tabla que procuro, si no es tu voz, el norte que pretendo. Eludiendo por eso el mal presagio de que ni en ti siquiera habré seguro, voy entre pena y pena sonriendo. MIGUEL HERNÁNDEZ El rayo que no cesa Umbrío por la pena, casi bruno, porque la pena tizna cuando estalla, donde yo no me hallo no se halla hombre más apenado que ninguno. Sobre la pena duermo solo y uno, pena es mi paz y pena mi batalla, perro que ni me deja ni se calla, siempre a su dueño fiel, pero importuno. Cardos y penas llevo por corona, cardos y penas siembran sus leopardos y no me dejan bueno hueso alguno. No podrá con la pena mi persona rodeada de penas y de cardos: ¡Cuánto penar para morirse uno! MIGUEL HERNÁNDEZ