Seder Yom Yeshua
Transcripción
Seder Yom Yeshua
Seder Yom Yeshua El orden (seder) que seguimos para la noche seleccionada para Yom Yeshua es simple, pero lleno de colorido. Se requieren dos luces principales y tantas secundarias como mujeres presentes. Dos copas de vino, una para empezar y otra para concluir. Sal y miel. Biografía del Ríbi. Dos panes con levadura. Una comida especial para el día. Los siguientes pasos son los tradicionales: 1. Encendido de las luces de Yom Yeshua. Se encienden dos luces centrales y para ello se llaman al frente todas las mujeres y se escoge la de mayor edad presente y la más joven (12 años hacia arriba) para el encendido oficial. Se hace la berajá (Yom Yeshua en vez de Shabat o Yom Tov), y luego cada mujer presente enciende una pequeña luz derivando el fuego de una de las dos velas centrales. Las velas usadas deben durar al menos 12 horas. Esto es importante. La bendición es como sigue: Baruj Atá YHWH Eloheinu, Mélej Ha’olam Asher kidshanu vemitzvotav vetzivanu l’had’lik ner shel Yom Yeshua (Amen) El simbolismo de las dos velas es muy hermoso y debe explicarse por el líder, que dirá: Líder: Atención señores. En un momento vamos a invitar a todas las mujeres de la comunidad que pasen al frente a encender las luces de Yom Yeshua. Se encenderán dos luces, una en memoria de Yeshua que vino como Mesías Sufriente y la otra en memoria del Yeshua que regresará de nuevo como Mesías Invicto a completar la misión de la redención final. Luego, cada hermana tendrá la ocasión de derivar una luz de las dos centrales, indicando con eso que ella y su casa están unidos al alma del Ríbi, para bien, vida y paz. Por favor, las hermanas seleccionadas pasarán al frente junto con las mujeres presentes. Las dos hermanas seleccionadas son: ___________________________ y ________________________________. Recuerden, luego de la berajá que corresponde, cada una de ustedes tendrá la oportunidad de derivar fuego de las dos luces encendidas en memoria de nuestro Santo Maestro. 1. LeJaim. Luego del encendido de las luces con todas sus derivaciones, se procede a servir vino a todos los presentes. Una vez que todos tienen vinos en sus copas y están debidamente sentados, el que dirige toma la palabra y dice: Líder: Nuestro Santo Maestro, Yeshua ben Yosef, descendiente de David, nació en Bet-Léjem, la ciudad de David, durante los días Sucot del año 3757 de la creación del mundo, cuando estaba por terminar el cuarto milenio y entrar el quinto de la creación. Según la versión semita más antigua encontrada hasta nuestro días, una versión siríaca del mazoret de Mattityahu, el origen de Yeshua fue así: “Matán engendró a Ya’akov y Ya’akov engendró a Yosef y Yosef, quien estaba casado con Miriam, engendró a Yeshua, llamado el Mashiaj”. Los padres de Yeshua, Don Yosef ben Ya’akov y Doña Miriam bat Cohén, a los ocho días de nacido y para el tiempo de su brit miláh (pacto de la circuncisión) le pusieron por nombre Iehoshúa, según las indicaciones recibidas por un santo mal’aj quien ordenó que así fuese llamado. A los 30 días de nacido, y siguiendo lo prescrito en la Ley de Moisés, Yeshua fue traído por sus padres al Gran Templo de Jerusalén a fin de presentarlo ante el Eterno y ser rescatado según las leyes de los primogénitos establecido en la Torah (Pidión HaBen). Estando en eso, un profeta de la Casa de David, Shimón HaTzadik lo bendijo y lo consagró como señal para Israel y para las naciones. Yeshua creció en un hogar de tzadikim, siendo el hijo mayor de una larga familia. Como todo niño judío de la época del Segundo Templo, aprendió primeramente de sus padres y a la temprana edad de 5 años, fue llevado a la escuela del poblado donde vivían, la sinagoga de Natzrat (Nazaret), donde fue instruido por los maestros judíos de la zona. Yeshua creció física y espiritualmente, rodeado de jojmá, bina y daat provista por la Torah. A la corta edad de 12 años, conocía toda la Escritura de memoria y era un experto en la Ley de Dios, tanto Escrita como Oral y fue capaz de sentarse junto a los grandes maestros de la gran academia de Shamai y Hillel en Jerusalén, dejando a todos maravillados ante su sabiduría y lógica únicas por la manera cómo podía resolver los problemas halájicos más difíciles que le fueron presentados de una forma coherente, y en armonía con la Torah. Yeshua continuó sus estudios de Torah a los pies de los mejores maestros de su sinagoga y de forma especial, según nuestra tradición, recibía clases privadas de Torah directamente venidas de Moshé Rabenu y Eliyahu HaNaví quienes le acompañaron, por medio de visitas y revelaciones continúas, durante todo el tiempo de su avodah (servicio) a HaShem. Entre los 18-30 años, según nuestra tradición, estuvo en Safet, al norte de su casa natal, estudiando Toráh con los grandes rabinos de la zona y allí aprendió los secretos místicos de la Toráh, con todas sus leyes y costumbres sagradas mientras continuaba siendo instruido por los santos varones previamente mencionados. La última de esas revelaciones e instrucciones le fue entregada unos días previos a su muerte, recibiendo de ambos santos maestros las advertencias y procedimientos finales de las cosas que debía realizar en su última visita a Jerusalén antes de su ocultamiento temporal. A la corta edad de 30 años, Yeshua inició su revelación pública en Israel, asentándose en la región de la Galilea, y encendiendo allí, en la tierra tomada por los gentiles, la gran luz de la enseñanza de la Torah. Viajó incansablemente de un lugar a otro, sembrando la semilla de la promesa de la redención en toda aldea y ciudad de Israel. Sus viajes y enseñanzas de Torah fueron acompañados por grandes dones curativos cual nunca antes se había visto en nuestra tierra. En efecto, Di-os hizo por medio de él milagros y maravillas, portentos y prodigios que demostraban, más allá de cualquier duda razonable, su realeza davídica y su misión mesiánica. Uno de los jueces de uno de los Concilios de Jerusalén, en una entrevista privada, le confesó: “Sabemos que has sido enviado de Di-os porque nadie puede ser estas señales que tu haces, si Dios no estuviere con él”. Durante los días de su vida pública, esto es, desde el 3787 hasta el 3791, el Ríbi Iehoshúa restauró el movimiento jasídico que se había perdido en Israel lo cual le atrajo una enorme cantidad de discípulos, especialmente entre los judíos sencillos de su generación que esperaban la redención final del pueblo judío, todos los cuales le vieron como la fuente primaria de guianza espiritual en su apasionada búsqueda de Di-os. A estos transformó en Jasidim y de entre ellos, escogió a un pequeño grupo para transformarlos en sus principales estudiantes a los cuales reveló privadamente, los secretos del Jasidismo profético y del Reino prometido a David. No obstante, y como ha sucedido siempre con los profetas y maestros hasídicos, una grande oposición fue levantada y el Ríbi fue despreciado por todos aquellos que no entendieron su mensaje y que pensaron que demasiada familiaridad con Di-os no era apropiada. La oposición se incrementó mucho más hasta que finalmente se convirtió en una conspiración ilegal que terminó con su vida. De esta forma y cumpliendo los secretos escondidos en la voluntad soberana del Eterno, Yeshua fue sentenciado a muerte por un tribunal romano unos cuarenta años antes de la destrucción del Segundo Templo, en la víspera de Pésaj del 3791. Tres días después de su muerte, fue resucitado por Di-os mismo y visto vivo por sus discípulos con los cuales compartió por espacio de cuarenta días, en cuyo tiempo les reveló otros secretos de la redención que nunca antes habían sido conocidos en Israel. Diez días antes de la fiesta de Shabuot del año 3791 desde la creación, se ocultó temporalmente no sin antes prometer a sus discípulos que les acompañaría en la misión de la redención que les había encomendado, esto es, ir a las naciones y buscar a las ovejas perdidas de la Casa de Israel para traerles de vuelta a HaShem y a Su Torah. En el año 3801, el Ríbi se reveló a un maestro judío, Rav Shaul de Tarso, a quien comisionó para ir a los pueblos no judíos y enseñarles el Judaísmo para los no judíos, por medio de las Siete Leyes Universales con todas sus derivaciones y explicaciones a fin iniciar el proceso de la eliminación de la idolatría de la tierra y causar que los gentiles pudieran encontrar, a través de sus méritos, un lugar entre el pueblo de Israel y su porción en el mundo por venir. Yeshua insufló en sus discípulos el principio de que no importa qué tan lejos estuviera un judío de Di-os, siempre el camino del retorno estaba disponible y propició que los méritos por él obtenidos en su servicio obediente a Di-os, pudieran ser transferidos a favor de todos los que, sinceramente, con una motivación pura, decidieran acogerse a las promesas de perdón de pecados anunciada por los profetas. Yeshua subrayaba el principio de la fe en HaShem y obediencia a Sus mandamientos como la clave para el éxito de la vida de piedad y prometió derramar una porción de su espíritu en todos aquellos que le recibieran. “Tened fe en Di-os” decía, pues, “todo es posible para Dios”, y “lo que para los hombres es imposible, para Di-os es posible”. Esa absoluta confianza en Dios fue fundacional en su enseñanza. Yeshua predicó una vida sencilla, de transparencia moral mientras servimos al Eterno con amor absoluto. Yeshua dijo que el mandamiento de “Oye Israel, el Eterno nuestro Di-os, el Eterno Uno es. Y amarás al Eterno tu Dios con todo tu corazón y con toda tu mente y con todas tus fuerzas”, es el más grande de todos. Afirmó también que el segundo mandamiento en importancia es el que dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, afirmando que de estos dos mandamientos “colgaban” o “dependían” todos los demás mandamientos. Cuando Yeshua fue escondido de sus discípulos, ellos no nombraron un sucesor, como ha ocurrido con otros movimientos, sino que continuaron mirándole a él y recurriendo a él para inspiración y guianza, aceptándole como Mashiaj hasta su revelación final como había prometido. No obstante, Yeshua continuó revelándose a ellos en muchas ocasiones y formas diversas, asegurándoles que estaría con ellos hasta el fin de esta edad presente. Hasta el día de hoy, los judíos y los no judíos que le hemos aceptado como el Ríbi, seguimos sus instrucciones y buscamos su guianza en cada aspecto de nuestras vidas. Para ello, procuramos siempre estudiar sus dichos y enseñanzas y acomodarlas a la realidad de la vida presente de tal manera que con el corazón en los cielos y los pies en la tierra, nuestras vidas puedan ser todo lo relevantes como para mantener la tradición que recibimos de nuestro Santo Maestro, el Mélej HaMashiaj. El amor de nuestro Ríbi HaKadosh por su pueblo judío ha sido tan grande que aquí y allá el Ríbi ha levantado grandes maestros hasídicos que son una revelación de su espíritu mesiánico para salvar al pueblo judío del ostracismo religioso que muchas veces ha sufrido en diferentes lugares y momentos de nuestra historia. Estos maestros han restaurado el hasidismo en comunidades y circunstancias que por razones ocultas a la opinión popular, no habría sido posible por los medios convencionales. Dichos maestros y místicos judíos perpetúan el espíritu mesiánico de nuestro Ríbi hasta el momento de su revelación final a nuestro pueblo. Así las cosas, Yeshua continúa siendo entonces el gran maestro y Ríbi de todos los que le hemos aceptado como aquél prometido a la Casa de David para restaurar finalmente el reino a la Casa de Israel, eliminar la idolatría de la tierra y establecer la edad mesiánica en paz y justicia para todos. Cada año, en los días de Sucot y siguiendo la costumbre, los estudiantes y seguidores del Ríbi Iehoshúa miembros de la Alianza Internacional Netzarita AMI, apartamos un día especial para recordar su llegada a este mundo. Al hacerlo así estamos redimiendo también una de las razones por las cuales debemos estar siempre agradecidos al Eterno. ¡Que viva nuestro señor, YeshuaHaMashiaj para siempre! maestro y rabino, Nota: Se sirve del fruto de la vid en la primera copa del fruto de la vid. Líder: Levantemos esta primera copa y confesemos la bendición: “Pero no siempre habrá oscuridad para la que ahora está angustiada. En los primeros tiempos las regiones de Zabulón y Neftalí fueron afligidas, pero en los últimos tiempos se llenará de gloria el camino del mar, al otro lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz; sí, la luz resplandeció para los que vivían en un país de sombras de muerte. Tú aumentaste el regocijo, y acrecentaste la alegría. En tu presencia se alegrarán, como se alegran durante la siega; como se regocijan cuando se reparten el botín. Tú quebraste el yugo y la vara que pesaban sobre sus hombros, y el cetro que los oprimía, como en el día de Madián. ¡Quemado será todo calzado que lleva el guerrero en el fragor de la batalla! ¡Pasto del fuego será todo manto revolcado en sangre! Porque un niño nos ha nacido, ¡un hijo nos ha sido concedido! Sobre sus hombros llevará el principado, y su nombre será «Consejero admirable», «Dio-s fuerte», «Padre Eterno» y «Príncipe de paz». La extensión de su imperio y la paz en él no tendrán límite. Reinará sobre el trono de David y sobre su reino, y lo afirmará y confirmará en la justicia y el derecho, desde ahora y para siempre. Esto lo hará el celo de Adonai Tzevaot” ¡Sabrí maranán! (Los demás responden: Lejayim, a la vida) “ Baruj Atá YHWH, Eloheinu Mélej Ha’Olam, boré perí haguefen”. (Nota: Todos beben la primera copa) 3. Bendición sobre los hijos Nota: A continuación el padre bendice a sus hijos (si los hubiere). Si no están presentes, los bendice en su mente. Si no han tenido hijos, dan gracias al Eterno porque vendrán, si así fuere Su voluntad. Se inicia por los varones y se sigue por las niñas. Puede ser expontáneo o litúrgica. La última reza asi: Para Niños varones: “Yesimejá E‐lo‐him keEfraim V’e Menashé. Iebarejejá A‐ do‐nai Veishmereja, Iaer A‐do‐nai Panav Eleja Vijuneka, Isá A‐do‐nai Panav Eleja Veiasem Lejá Shalom”. “Quiera HaShem hacerte como Efráim y Menashé. Que HaShem te bendiga y te proteja, que resplandezca Su Rostro hacia ti y te dé gracia, que vuelva Su Rostro hacia ti y te conceda la paz”. Para Niñas: “Iesimejá E‐lo‐him keSará, Rivká Rajel veLeá. Iebarejejá A‐ do‐nai Veishmereja, Iaer A‐do‐nai Panav Eleja Vijuneka, Isá A‐do‐nai Panav Eleja Veiasem Lejá Shalom”. “Quiera HaShem hacerte como a Sará, Rivká, Rajel y Leá. Que HaShem te bendiga y te proteja, que resplandezca Su Rostro hacia ti y te dé gracia, que vuelva Su Rostro hacia ti y te conceda la paz”. 4. Netilat Iadáim. Nota: A continuación se continua con el lavado ritual de las manos.Las mujeres primero le siguen los hombres. No se habla luego del lavado de las manos hasta comer el pan. Antes del lavado, se levantan las manos, se dice la siguiente bendición y luego hacemos la ablución de manos y las secamos. Si las condiciones no son propicias, al menos el líder principal debe hacer netilat en nombre de todos. Baruj Atá Adonai, Elohenu Mélej haolam, asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu al netilat iadáim. 5. Hamotzí y Devash. Nota: Luego del lavado de manos, en silencio, se regresa al asiento y el líder descubre los dos panes, los levanta sobre su cabeza y pronuncia la bendición sobre el pan como corresponde. Luego corta con el cuchillo algunos pedazos, lo unta en sal tres veces, come él algo y la otra parte, la unta en miel y la come. Se debe notar que la porción de cada uno debe comerse en ese orden, primera parte en sal y segunda parte en miel. De esta manera se hace referencia a la seguridad del pacto y a la dulzura de la edad mesiánica cuando el Ríbi nos sea devuelto. Luego reparte el resto entre los presentes, siguiendo el mismo protocolo usado para él mismo. “Baruj atá YHWH Eloheinu melej haolam hamotzí lejem min haaretz”. “Bendito eres Tú H’, nuestro Señor, Rey del universo, que extraes pan de la tierra”. (Nota: El líder parte una porción del pan con el cuchillo propio sefardí,(puede usar luego sus manos) la unta en sal tres veces, y come la primera parte. Luego unta la segunda en miel y la come. Luego hace lo mismo para cada participante, siguiendo el protocolo ya conocido). 6. SHULJAN OREJ (CENA FESTIVA EN HONOR DE MASHIAJ) Nota: Todos comen de la cena festiva. Postre: Normalmente se prepara un cake (torta, pastel), preferiblemente de uno o algunos de los frutos por los cuales es alabada la tierra de Israel. Nota: El pastel debe ser parve, preferiblemente. No debe ser redondo sino cuadrado y debe tener una gran luz al lado, en memoria del alma de Mashiaj. Una luz que dure al menos 24 horas. Esta luz, separada del Cake, será encendida por derivación de las dos luces previamente encendidas al inicio del memorial. Será encendida así, por la persona seleccionada por el liderazgo. Normalmente se da la ocasión de hacerlo al miembro varón de mayor edad en la comunidad. Una vez que se enciende la luz, en la mesa central, cantamos: Yom Huledet Sameaj y danzamos alrededor del fuego, con todos los miembros de la comunidad. Los hombres hacen su ronda en primer lugar, y luego le siguen las mujeres. Este acto es lleno de colorido y majestuosidad y así ha sido la costumbre en memoria de los grandes tzadikim. 7. Segunda Copa. En memoria de su retorno. Líder: Vamos a servir ahora la segunda copa de vino en memoria de nuestro Santo Maestro y en la esperanza de su retorno pronto y en nuestros días. Pero antes, siguiendo la costumbre, siempre es bueno hablar algo de Toráh durante el tiempo de la cena. Voy a pedir a cada uno que antes de beber esta última copa, recordemos algunos de los dichos de nuestro Santo Maestro. Nota: El líder, antes de Birkat, pide ahora a algunos que reciten algún dicho del Maestro que más ha impactado en su vida. Cuídese el líder de evitar discursos personales, que cada cual se limite a recitar de memoria un pensamiento del maestro que de alguna manera lleve guardado en su mente y en su corazón. Luego seguimos con el Birkat propiamente dicho, no sin antes beber la segunda copa. Una vez visto el líder que todos los que quisieron participaron, indica que levanten sus copas y dice: Líder: “En honor de nuestro Maestro HaKadosh, bebamos esta segunda copa del fruto de la vid, todos”. ¡Que viva nuestro Adón, Maestro y Rabino, Yeshua HaMashiaj por siempre y para siempre! ¡Lejayim! 8. Birkat Hamazón (Bendición por haber comido). Bendigamos al Altísimo Bendigamos al Altísimo, Al Señor que nos crió, Démosle agradecimiento Por los bienes que nos dió. Alabado sea su Santo Nombre, Porque siempre nos apiadó. Load al Señor que es bueno, Que para siempre su merced. Bendigamos al Altísimo, por su Ley primeramente, Que liga a nuestro pueblo con el cielo continuamente, Alabado sea su Santo Nombre, porque siempre nos apiadó. Load al Señor que es bueno, que para siempre su merced. Bendigamos al Altísimo, por el pan segundamente, Y también por los manyares que comimos juntamente. Pues comimos y bebimos alegremente Su merced nunca nos faltó. Load al Señor que es bueno, que para siempre su merced. Bendita sea la casa esta, el hogar de Su presencia, donde guardamos su fiesta con alegría y permanencia. Alabado sea su Santo Nombre, porque siempre nos apiadó, load al Señor que es bueno, que para siempre Su merced. Hodú LaAdonai Kitov Kilé Olam Hasdó. (2) Así concluye Yom Yeshua. Algunas comunidades tienen luego de Birkat, un tiempo esplendoroso de danzas y cantos hasídicos.