Di mi nombre (El affaire Stark 1) (Spanish Edition)
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Di mi nombre (El affaire Stark 1) (Spanish Edition)
J.KENNER Diminombre Traducciónde RosaPérezPérez SÍGUENOSEN @Ebooks @megustaleer @megustaleer 1 Elrítmicozumbidodelasaspasdelhelicóptero,tump-tump,tump-tump, sehainstaladoenmicabeza,ymesusurraunmensajeenclavequenome cuestadescifrar:«Élno,ahorano.Élno,ahorano». Perosédesobraquemisúplicaesinútil,quemispalabrassonenvano. No puedo salir corriendo. No puedo esconderme. Solo puedo continuar como estoy, precipitándome a más de ciento cincuenta kilómetros por horahaciaundestinoquecreíhabereludidohacecincoaños.Yhaciael hombrequeyaformabapartedemipasado. Medigoqueyanodeseoaesehombre.Sinembargo,nopuedonegar queaúnlonecesitocomoelairequerespiro. Estrujo la revistaArchitecturalDigestque tengo en el regazo. No me hacefaltabajarlavistaparaveralhombredelaportada.Suimagenestá tannítidaenmimemoriacomosilohubieravistoayer.Tieneelcabello negroybrillante,conreflejoscobrizoscuandoledaelsol.Ysusojosson tanazulesyprofundosquepodríaahogarmeenellos. Enlarevistaestásentadoconairedespreocupadoenlaesquinadeuna mesa,conlarayadelospantalones,decolorgrisoscuro,perfectamente marcada. Su camisa blanca se ve planchada con esmero; los gemelos resplandecen.Detrásdeél,lasiluetadeManhattansealzaenmarcadapor una pared acristalada. Transmite arrojo y seguridad, pero, en mi imaginación,yoveomás. Veosensualidadypecado.Poderyseducción.Veoaunhombreconel cuellodelacamisadesabotonadoylacorbatafloja.Aunhombrequese sientecompletamenteagustoensupiel,queseadueñadeunahabitación consoloentrarenella. Veoalhombrequemedeseó. Veoalhombrequemeaterrorizó. ¡JacksonSteele! Recuerdo el roce de su piel con la mía. Incluso recuerdo su olor, a madera,almizcleyuntenuetoqueahumo. Sobre todo recuerdo cómo me seducían sus palabras. Cómo me hacía sentir. Y ahora, mientras sobrevuelo el Pacífico, no puedo negar la excitación que electriza mi cuerpo solo por saber que voy a verlo de nuevo. Porsupuesto,esoesloquemeasusta. Como si me hubiera leído el pensamiento, el helicóptero se ladea con brusquedad y el estómago me da un vuelco. Pongo una mano en la ventanilla para sujetarme mientras contemplo el intenso color azul del océanoycomprueboqueelescabrosolitoraldeLosÁngelescadavezestá máslejos. —Estamosllegando,señoritaBrooks—diceelpilotopocodespués.Su voz me llega con nitidez a través de los auriculares—. Faltan solo unos minutos. —Gracias,Clark. No me gusta volar; menos aún, en helicóptero. Quizá tenga una imaginación desbordada, pero soy incapaz de dejar de pensar en que el movimientocontinuodeestasmáquinasaflojaconsuvibraciónmontones detuercasycablesquesonimprescindibles. Heacabadoporasumirquedeboviajarenaviónoenhelicópterodevez en cuando. Soy asistente ejecutiva de uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo, así que volar forma parte de mi trabajo. Pero, aunquemeheresignadoaesarealidadeinclusoheconseguidotomármela conciertaactitudzen,sigoponiéndomemuynerviosaduranteeldespegue y el aterrizaje. Que la tierra se acerque mientras, al mismo tiempo, el helicópteroseinclinahaciaellameresultatanantinaturalquemeasusta. Aunquelociertoesqueantemisojosnohaytierraporningunaparte. Queyovea,seguimossobrevolandoelagua,yestoyapuntodemencionar alpilotoesedetallesinimportanciacuandountrozodeislaaparecetras miventanilla.¡Miisla!Sonríosolodeverla,einspirounavezyotrahasta sentirmemáscalmadaybastanterecuperada. Laislanoesmíadeverdad,claro.Esdemijefe,DamienStark.Bueno, paraserexacta,perteneceaStarkVacationProperties,queformapartede Stark Real State Development, que, a su vez, forma parte de Stark Holdings, una corporación empresarial de las más rentables del mundo cuyopropietarioesunodeloshombresmáspoderososdelmundo. Noobstante,enmiimaginaciónlaislaSantaCortezesmía.Ynosolola isla;tambiénelproyectoytodoloquepromete. Santa Cortez es una de las islas más pequeñas del archipiélago del Norte,próximoalacostadeCalifornia.Seencuentrapocomásalládela isla Catalina y se utilizó durante muchos años como instalación naval, junto con la isla San Clemente. A diferencia de esta última, que sigue en manosdelejércitoyenlaquehayunabasemilitar,asícomobarraconesy otrossignosdecivilización,SantaCorteznoestáurbanizada;seutilizaba paraelcombatecuerpoacuerpoyelentrenamientoconarmas.Almenos esofueloquemecontaron.Elejércitonosedistingueprecisamentepor hablarconclaridaddesusactividades. Hace unos meses leí un artículo de Los Angeles Times acerca de la presencia militar en California. En él se citaban las dos islas, y se hacía mención de que el ejército ya no llevaba a cabo operaciones en Santa Cortez.Nohabíamásdatosalrespectodelaisla.Aunasí,selomostréa Stark. —A lo mejor está en venta y, en tal caso, he pensado que deberíamos actuarconrapidez—ledijealavezqueleofrecíaelperiódico. Acababadeinformarledesuagendadeldíaeíbamosabuenpasoporel pasillo camino de una sala de reuniones donde nada menos que doce banqueros de tres países distintos esperaban con Charles Maynard, el abogado de Stark, a que comenzara una reunión sobre estrategias de inversióneimpuestosprogramadadesdehacíatiempo. —SéqueestábuscandounaisladelasBahamasparaconstruirunresort paramatrimonios—continué—,pero,comoaúnnohemosencontradola adecuada,hepensadoquemientrastantouncentrovacacionaldelujopara familias con un acceso cómodo desde Estados Unidos podría tener muchasposibilidadescomomodelodenegocio. Stark cogió el periódico y leyó el artículo sin detenerse hasta que estuvimos delante de las puertas acristaladas de la sala de reuniones. Ya llevo alrededor de cinco años trabajando para él y he aprendido a interpretarsusexpresiones,peroenaquelmomentonotuvelamenoridea deloquepensaba. Medevolvióelperiódico,levantóundedoparaindicarmequeesperara, entróenlasalaysedirigióalosbanqueros: —Caballeros, les pido disculpas, pero me ha surgido un imprevisto. Charles,¿seríastanamabledeencargartetúdelareunión? Ysaliódenuevoalpasillo,sinmolestarseenaguardarlarespuestade Maynardnielconsentimientodelosbanqueros,totalmentesegurodeque todoiríabienyjustocomoélquería. —Llama a Nigel Galway del Pentágono —me dijo en el pasillo mientrasnosdirigíamosasudespacho—.Loencontrarásenmiscontactos privados.Dilequemeinteresacomprarlaisla.LuegolocalizaaAiden.Ha idoalaobradeCenturyCityparaayudaraTrentconunproblemaqueha surgidodurantelaconstrucción.Pregúntalesipuedeausentarseeltiempo suficienteparacomerconnosotrosenTheIvy. —Oh—exclaméintentandonocaermeredonda—.¿Nosotros? Contar con Aiden tenía sentido. Aiden Ward era el vicepresidente de StarkRealEstateDevelopmentyenesemomentoestabasupervisandola construcción de Stark Plaza, tres edificios de oficinas próximos a Santa MonicaBoulevardenCenturyCity.Loquenoentendíaeraporquéquería el señor Stark que yo los acompañara, cuando solía limitarse a informarmetrassusreunionessolodeaquellosdetallesquedeseabaque supervisaraoinvestigara. —Si vas a dirigir este proyecto, es lógico que estés presente desde la primerareunión. —¿Dirigir? Juroquelacabezaempezóadarmevueltas. —Siteinteresalapromocióninmobiliaria,enparticularparaproyectos comercialesnopodríastenermejormentorqueAiden—respondió—.Por supuesto, tu horario laboral se alargará ya que seguiré necesitándote comoasistente.Detodosmodospuedesdelegartareas,siemprequenote excedas. Además, creo que a Rachel le gustaría trabajar más horas — añadiórefiriéndoseasuasistentedelosfinesdesemana,RachelPeters—. BásateenelplandenegocioqueTrentpresentóparalapropuestadelas Bahamas y redacta tu propio borrador con un calendario. —Consultó la hora en su reloj—. No lo tendrás listo antes de la comida, seguro. Pero puedes plantearnos algunos temas de discusión. —Me miró a los ojos y percibí un brillo de humor en los suyos—. ¿O estoy suponiendo demasiado? Pensaba que el sector inmobiliario era uno de tus intereses personales,perosinoquierescambiaraunpuestodirectivo… —¡No!—exclamécasisinpensaraltiempoquemeerguía—.No…Es decir,sí.Sí,señorStark,quierotrabajarenesteproyecto. Dehecho,loquequeríaeranohiperventilar,aunquenoteníaclaroque fueraaconseguirlo. —Bien—dijo.Habíamosllegadoamimesa,situadaantelapuertadesu despacho—. Llama a Nigel. Organiza la comida. Veremos adónde nos llevaesto. «Esto»mehallevadoenunalíneamásomenosrectaaestemomento. OficialmentesoyladirectoradeproyectodelresortdeCortez,propiedad deStarkVacation.Almenos,losoyadíadehoy. Con suerte, aún lo seré mañana. Porque de eso se trata, ¿no? De si la noticiaquemehandadohacedoshorasecharáportierraelproyectode SantaCortezodesipodrésalvarlojuntoconmiincipientecarreraenel sectorinmobiliario. EsunalástimaquenecesiteaJacksonSteeleparalograrlo. El estómago me da un vuelco y me digo que no debo preocuparme. Jacksonmeayudará.Tienequehacerlo;todoloqueanhelodependedeél. Teniendoencuentamisnervioscrispados,agradezcoespecialmenteque elaterrizajeseasuave.Metolarevistaenmibolsodepiel,medesabrocho el cinturón de seguridad y espero a que Clark abra la portezuela. En cuantolohaceaspirolafrescafraganciadelocéanoyalzolacabezapara notar la brisa en la cara. De inmediato me siento mejor, como si ni mis preocupaciones ni mi mareo pudieran competir con la belleza de este lugar. Ynocabelamenordudadequeesbello.Belloyvirgen,conpradosy árboles,dunasyplayassembradasdeconchas. Loquequieraquelosmilitareshayanhechoenestaislanohadañadoel hábitat natural. De hecho, los únicos signos de civilización están justo donde hemos aterrizado. Aquí hay un helipuerto con cabida para dos helicópteros,unmuelle,unacasetametálicautilizadacomoalmacényotra casetacondosváteresquímicos.Tambiénhayunacarretillaelevadora,un generadoryvariasmáquinasmásquehantraídoparaempezaradespejar el terreno. Por no mencionar las dos cámaras de vigilancia que han instalado para contentar tanto al departamento de Seguridad de Stark Internationalcomoalacompañíadeseguros. Hay un segundo helicóptero y, detrás de él, un caminito que parte de estadesvencijadaáreadetrabajoymellevaráalinterioraúnvirgendela isla. Y supongo que también hasta Damien, su mujer, Nikki, y Wyatt Royce,elfotógrafoqueDamienhacontratadopararetratarasuesposaen laplayayhacerunreportajedelaislaantesdequelaurbanicemos. Mientras Clark se queda con el helicóptero sigo el camino. Casi de inmediatomearrepientodenohabermecambiadolafaldayloszapatosde tacónporalgomáscómodoantesdeemprenderestaexcursión.Elterreno es pedregoso y desigual, y voy a acabar con los zapatos rozados y estropeados.Queríaponermevaquerosybotasdesenderismo,perotenía prisa.Enfin,siconsigovolveraencauzaresteproyectoconsideraréque misstilettosazulesfavoritosseránunpequeñosacrificio. Elterrenoasciendeensuavependientey,cuandoculminounalomabaja medescubromirandounapequeñacaladearenaalabrigodeunasrocas. Las olas azotan las piedras y las gotitas de agua que salen despedidas relucen como diamantes. En la arena, veo que Damien rodea a su mujer por la cintura y que ella apoya la cabeza en su hombro mientras ambos contemplanelinmensomarazul. Nikki y yo nos hemos hecho buenas amigas, de modo que no es la primera vez que los veo juntos. Con todo, este momento me parece tan dulce e íntimo que siento que debería dar media vuelta y dejarlos solos. Pero no tengo tiempo que perder, de manera que carraspeo y sigo adelante. Porsupuesto,séquenomeoirán.Elruidodelmaralchocarcontrala orillahabastadoparaahogarelzumbidodelhelicópteroquemehatraído aquí;sinduda,podráahogarmispisadas. Comosiquisieradarmelarazón,DamienbesaaNikkienlasien.Meda unvuelcoelcorazón.Piensoenlarevistademibolsoyenelhombredela portada.Élmebesódelamismaformay,alrecordarlasuavecariciade suslabiosenmipiel,meescuecenlosojos.Medigoqueeselvientoyla espumasalada,pero,porsupuesto,noescierto. Eslapenaylanostalgia.Y,sí,eselmiedo. Elmiedodeestarapuntodeabrirlapuertaaalgoquedeseocontodas misfuerzasyque,aunasí,séquenopuedocontrolar. Elmiedodehabermetidolapatahastaelfondohacetantosaños. Ylaamargacertezadeque,sinomeandoconmuchísimocuidado,el muro que he erigido alrededor de mí para protegerme se derrumbará y mishorriblessecretosquedaránalavistadelmundoentero. —¿Sylvia? Doy un pequeño respingo, sobresaltada, y caigo en la cuenta de que llevounratoaquíparada,conlamiradaausenteylacabezaenotraparte. —SeñorStark.Disculpe,yo… —¿Estás bien? —Es Nikki quien lo pregunta mientras se acerca con caradepreocupación—.Parecesunpoconerviosa. Yaestájuntoamíymecogedelbrazo. —No, estoy bien —miento—. Solo un poco mareada a causa del traqueteodelhelicóptero.¿DóndeestáWyatt? —Enlaotraplaya—respondeStark—.Hemospensadoqueeramejor queseadelantarayempezaraconlasfotografíasparaelcatálogo. Hagounamuecadedisculpa.Meheretrasadomásdeunahora.Miidea era pasar la mañana en Los Ángeles mientras Nikki, Damien y Wyatt llegabantempranoalaisla.Yovendríacuandoyahubieranterminadosu sesión privada de retratos, y pasaría el resto de la mañana con Wyatt tomandounascuantasfotografíasparapromocionarconellaselresort. DamienregresaríaalaciudadensuhelicópteroyWyatt,Nikkiyyolo haríamos más tarde con Clark. Nikki y yo descubrimos hace poco que ambassomosaficionadasalafotografía,yWyattseofrecióadarnosunas nocionesbásicascuandotermineeltrabajo. —No has traído la cámara —observa Nikki con la frente arrugada—. ¿Ocurrealgo? —No —respondo. Pero enseguida añado—: Vale, sí. Puede. —Miro a Starkalosojos—.Tengoquehablarconusted. —VoyavercómolevaaWyatt—seexcusaNikki. —No,quédate.Esdecir,sialseñorStark,siaDamiennoleimporta. Aún me cuesta llamarlo por su nombre de pila en horas de trabajo. Pero,comoélhaseñaladomásdeunavez,mehepasadobastanteshoras yatomandocóctelesconsumujerenlapiscinadesucasa,asíque,después detantoscosmopolitans,laformalidadcuandoestamosasolasempiezaa resultarforzada. —Claroquenomeimporta—responde—.¿Quéhaocurrido? Respirohondoylesdoylanoticiaqueheestadoguardándome. —MartinGlauhadejadoelproyectoestamañana. VeoqueDamiencambiadecaraalinstante.Suexpresióndesorpresada paso al enfado, que enseguida es sustituido por una determinación inflexible.Asulado,Nikkireaccionaconmuchamenosmoderación. —¿Glau? Pero ¡si estaba entusiasmadísimo…! ¿Por qué diablos iba a quererdejarlo? —Quererno—aclaro—.Lohadejado.Sehaido. PorunmomentoDamienselimitaamirarmefijamente. —¿Sehaido? —Porlovisto,sehamarchadoalTíbet. ADamienseleagrandanlosojosdeformacasiimperceptible. —¿Lodicesenserio? —Havendidosuspropiedades,hacerradosuempresayhadichoasu abogadoquecomuniqueasusclientesquehadecididopasarelrestodesu vidameditandoyrezando. —Qué hijo de puta —masculla Damien con la ira contenida que rara vez le veo mostrar en sus tratos de negocios, aunque la prensa haya magnificadosumalgenioconelpasodelosaños—.¿Dequécoñova? Comprendo su enfado. De hecho, lo comparto. Este es mi proyecto y Glau ha conseguido jodernos a todos. Aunque el resort de Cortez sea propiedaddeStarkVacation,esonosignificaqueDamienosusempresas lo financien en su totalidad. No, hemos sudado tinta estos tres últimos meses para captar a los mejores inversores, y todos y cada uno de ellos mencionarondosrazonesporlasquesecomprometíanconelproyecto:la reputación de Glau como arquitecto y la reputación de Damien como empresario. Damiensepasalosdedosporelpelo. —Bueno, pues hay que ponerse manos a la obra. Si su abogado se lo estánotificandohoyasusclientes,laprensaseenteraráenseguidaytodo irámuyrápido. Hagounamueca.Meentraunsudorfríosolodepensarlo,porqueeste proyectoesmío.Yoloheconcebido,lohedefendidoymehedejadola piel para ponerlo en marcha. Para mí, es más que un resort; es el trampolínhaciamifuturo. Tengoquemantenervivoesteproyecto.Yloharé,malditasea.Aunque paraellotengaquereanudarelcontactoconelúnicohombreaquienjuré quenovolveríaaverjamás. —Necesitamos desarrollar un plan —digo—. Un plan de acción definitivoparapresentarloalosinversores. Pese a la situación, percibo un atisbo de diversión en los ojos de Damien. —Yyatienesunapropuesta.Bien.Oigámosla. Asientoyagarroelbolsoconmásfuerza. —AlosinversoreslescausóbuenaimpresiónlareputacióndeGlauy su trayectoria profesional —comienzo—. Pero es imposible que encontremosotroarquitectoigual. Glauhasidoelimpulsordealgunosdelosedificiosmásimponentese innovadoresdelahistoriadelaarquitecturacontemporánea;nosoloesun arquitecto célebre, sino también reputado, y todo ello aseguraba el éxito delproyecto. —Asíquesugieroproponeralúnicohombreque,adecirdetodos,está listoparaigualarosuperarlavalíaprofesionaldeGlau. Metolamanoenelbolso,sacolarevistayseladoyaDamien. —JacksonSteele. —Tieneexperiencia,estiloybuennombre.Noesmeramenteunjoven valor.Dehecho,ahoraqueGlaunoestá,creoqueesjustodecirqueSteele eselmejor.Yesonoestodo.Porque,inclusomásqueGlau,tienelaclase de fama que puede beneficiar a este proyecto. Me refiero a la clase de potencialpublicitarioquenosoloentusiasmaráalosinversoressinoque nosvendrádeperlascuandopromocionemoselproyecto. —¿Esparatanto?—preguntaStarkenuntonoextrañamenteapagado. Se vuelve hacia Nikki, y no puedo evitar preguntarme por la rápida miradaquesedirigen. —Lee el artículo —lo animo, decidida a demostrarle que tengo razón —.Correelrumordequevanaadaptaralcinelahistoriaquerodeaauno de sus proyectos. Pero es que, además, ya han realizado un documental sobreélyelmuseoquehizoenAmsterdamelañopasado. —Losé—declaraDamien—.SeestrenaestanocheenelteatroChino. —Sí—digoconentusiasmo—.¿Vasair?Podríashablarconélallí. Damientuercelabocaenloqueinterpretocomoungestoirónico. —Porextrañoqueparezca,nomehaninvitado.SololoséporqueWyatt lohacomentado.Lohancontratadoparahacerelreportajefotográficode laalfombrarojaydelosinvitados. —¿Loves?—insisto—.Hanpuestolaalfombraroja.¡Esehombreestá enauge!Lonecesitamosennuestroequipo.Yenelartículotambiénsedice que tiene previsto abrir otro despacho en Los Ángeles, lo que parece indicarqueintentahacerseunhuecoenelmercadodelacostaOeste. —JacksonSteelenoeselúnicocandidato—arguyeDamien. —No —asiento—. Pero, en este momento, es el único que está en el candelero.Másqueeso,yaheinvestigadoalosotrospocosquepodrían atraeralosinversoresyningunoestálibreahoramismo.Steelesí.Nolo propusecomoarquitectodesdebuencomienzoporquehabíaaceptadoun proyectoenDubaiquelellevaríaseismeses. Entonces agradecí que Jackson estuviera ocupado porque no quería vermejustoenestasituación.Noobstante,ahoralascosashancambiado. —LodeDubaihaquedadoennada—continúo—.Problemaspolíticosy económicos, imagino. El artículo lo explica todo. He hecho algunas indagacionesycreoqueSteelenotieneningúnotroproyectoentremanos, pero no va a pasarse mucho tiempo así. Jackson Steele puede salvar el resort de Cortez. Por favor, Damien, créeme cuando te digo que no lo propondríasinoestuvieratotalmenteconvencida. ¿Ynoesesalapuraverdad? —Yotambiénloestoy—respondeDamien—.Ycompartotuvaloración delasituación.SinofichamosaJacksonSteeledeinmediatoperderemosa nuestros inversores. La otra única forma de seguir adelante con el proyecto es que lo financie todo yo, con activos de mis empresas o con mispropiosfondos.—Inspirahondo—.Sylvia—diceconsuavidad—,esa noesmimaneradehacernegocios. —Lo sé. Claro que lo sé. Por eso te propongo que hablemos con Jackson… con Steele —rectifico, y reprimo una mueca por el desliz de habermereferidoaéldeunamaneratanfamiliar—.Esteesunproyecto muy llamativo, justo la clase de proyecto en que él se está centrando últimamente.Aceptará.Esjustoloquebusca. UnavezmásDamienyNikkisemiranymeinvadelapreocupación. —Perdonad—digo—,pero¿hayalgoqueignoro? —JacksonSteelenoestáinteresadoentrabajarparaStarkInternational —aclaraNikkitrasvacilaruninstante. —¿Qué?—Tardounmomentoenasimilaresaspalabras—.¿Cómolo sabes? —Lo conocimos cuando estuvimos en las Bahamas —explica—. Damien le ofreció incorporarse al proyecto de las Bahamas desde el principio,antesinclusodequeStarkInternationalcompraralosterrenos. Le ofreció pleno acceso a todos los detalles del proyecto. Pero él dejó bienclaroquenoquieretrabajarparaDamienniparaningunaotradesus empresas.DicequeDamienpuedehacerlesombrayquenotieneganasde queloeclipse. —En otras palabras, no vamos a conseguir que Steele se una al proyecto—apostillaDamien.MirasurelojyluegoaNikki—.Tengoque irme —anuncia. Se vuelve hacia mí—. Llama a los inversores personalmente.Estanoeslaclasedenoticiaquepuedocallarme.Losiento deveras,Syl—añade,yeselapelativofamiliarloquemeinduceacobrar concienciadelorealqueesesto. Elproyectosehaidoalgarete.«Mi»proyectosehaidoalgarete. Me digo que debería estar aliviada por no tener que arriesgarme a recordar.Quehesidounatontaalpensarquetengolafortalezaderetara mispesadillas.Quedeberíarenunciaralproyectosinmásenvezdevolver acaerentododeloqueunavezhui. ¡No! No. Me he esforzado mucho y este proyecto significa demasiado para mí.Nopuedodejarlopasar.Noasí.Nosinluchar. Y, sí, es posible que, en parte, tenga ganas de volver a ver a Jackson Steele.Dedemostrarmequepuedohaceresto.Quepuedoverlo,hablarle, trabajarconélenlamásestrechaintimidady,dealgúnmodo,conseguir queelpesodetodoellonomedestroce. —Por favor —suplico a Damien. Cierro los puños, y me digo que el corazón acelerado y el sudor frío se deben a mi miedo de perder el proyecto y no a la posibilidad de ver de nuevo a Jackson Steele—. Deja quehableconél.Almenos,tenemosqueintentarlo. —Habrámásproyectos,señoritaBrooks.—Suvozesdulce,perofirme —.Estanoestuúltimaocasión. —Tecreo—digo—.Peronuncatehevistorenunciaraunnegocioque zozobrasihabíaalgunaposibilidaddesalvarlo. —BasándomeenloquesédelseñorSteele,nohayningunaposibilidad. —Yocreoquelahay.Porfavor,dejaquelointente.Solotepidounfin de semana —me apresuro a añadir—. Únicamente el tiempo suficiente para reunirme con el señor Steele y convencerlo de que se una al proyecto. Damiennodicenada.Luegoasiente. —Nopuedoocultarestoalosinversores—arguyeporfin—.Pero…sí podemos aprovechar la circunstancia de que es viernes. Llámalos. Diles que tenemos que ponerlos al día del proyecto y programa una videoconferenciaparaellunesporlamañana. Asiento mostrando una actitud muy profesional. Sin embargo, en mi fuerointernoestoydandosaltosdealegría. —Eso te deja el fin de semana —continúa Damien—. El lunes por la mañana anunciaremos que hemos fichado a Jackson Steele o que el proyectotieneproblemas. —Lo habremos fichado —afirmo con una seguridad que surge de la esperanzamásquedelarealidad. Damienladealacabezahacialaizquierdadeformacasiimperceptible, comosireflexionarasobreloquehedicho. —¿Quétehacepensareso? Mepasolalenguaporloslabios. —Lo… lo conozco. Nos conocimos hace cinco años en Atlanta. De hecho,fuejustoantesdequeempezaraatrabajarparati.Nosésiaceptará, perocreoquemeescuchará. Almenosesocreíaantesdesaberqueyahabíarechazadounproyecto deStark. Ahora las reglas han cambiado. Antes pensaba que iba a servirle un proyectodeputamadreenbandejadeplata.Quelehacíaunfavor.Queyo estabaalmando. Ahoraesjustoalrevés. Puede desentenderse. Puede decir que no. Puede enseñarme el dedo corazónymandarmeafreírespárragos. Mevienealamentelaconversaciónquetuvimos,unaconversaciónque mehizopedazos. «Necesitoquehagasunacosapormí»,ledije. «Loquesea.» «Sinpreguntasniobjeciones.Esimportante.» «Sealoquesea,nena,teloprometo.Solotienesquepedírmelo.» Élmantuvosupalabra.Hizoloquelepedí,aunquecasinosdestruyóa losdos. Ahorahayotracosaquenecesitodeél. Y deseo con todas mis fuerzas que, una vez más, baste con que se la pida. 2 Hoy,cuandoélpueda—digoconelmóvilpegadoalaorejaizquierday tapándomelaotraconlamanoporqueelruidodelhelicópteroalapagar los motores casi me impide oír a la secretaria de Jackson Steele de su despachodeNuevaYork. —Lo siento, señorita Brooks. Esta tarde se estrena en Los Ángeles el documentaldelseñorSteele,asíquelolamentoperoestáocupadísimo. MeencuentroenlaazoteadelaStarkTowery,pesealasensaciónde estarenlacimadelmundo,nocreoquetengalasituaciónbajocontroly nomesientotranquila.Quieroabrirlapuertaparaentrarenlacasetadel ascensor, pero sé por experiencia que corro el riesgo de quedarme sin cobertura,ymedalaimpresióndeque,sipermitoqueestamujercuelgue elteléfono,yanopodrévolverahablarconella. Demodoquemequedoquieta,azotadaporelviento,conelsolcayendo aplomosobremíyrodeadadeasfalto,conlaclarasensacióndequeno soloestoyamerceddeloselementossinodeJacksonSteele,susecretaria einclusolacondenadacompañíadetelefoníamóvil. —¿Y mañana? —pregunto—. Sé que es sábado, pero, si no regresa directamenteaNuevaYork… —ElseñorSteelevaaquedarseenLosÁngelesalmenosunasemana. —Genial—digo,yelaliviomeaflojaelcuerpo—.¿Cuándolevendría bien? —Espereunmomento,porfavor.Verésipuedolocalizarlollamándolo almóvil. Me quedo esperando, sintiéndome un poco ridícula, mientras suena la musiquita. Cuando oigo el clic que indica que la secretaria ya vuelve a estarenlíneameyergocomosimepusierafirmey,almomento,pongo losojosenblancopormiabsurdaconducta. —Losiento,peronolevienebienaningunahora,señoritaBrooks. —Oh,no,enserio.Notengoproblemaenvermeconélalahoraque sea.Y,siloprefiere,iréasuhotel,oélpuedeveniramioficina.Loque másleconvenga. Oigounsuspiro,largoyhondo,ymemuerdoellabioinferiorcuando dice: —No, señorita Brooks, no me ha entendido. El señor Steele me ha pedidoquerehúsesupeticióndereunirseconél.Y,porsupuesto,quele digaquelolamenta. —¿Quelolamenta? —Hadichoqueustedloentendería.Queestoyalohabíanhablado.En Atlanta. —¿Qué? —Lo siento mucho, señorita Brooks. Pero puedo asegurarle que la negativadelseñorSteeleesdefinitiva. La boca se me ha quedado completamente seca. De todos modos no importa, pues, aunque habría querido seguir insistiendo, es demasiado tarde.Lasecretariahacolgado. Mequedomirandoelmóviluninstante,sinterminardecreermeloque acabodeoír. Jacksonhadichoqueno. —Mierda. MepasolosdedosporelpeloymiroaClark,quevienehaciamítras dejaraseguradoelhelicóptero. —¿Problemas? —pregunta al tiempo que me observa con la frente fruncida. —Nosipuedoimpedirlo—respondo. YesquenotengolamenorintencióndellamaraDamienparadecirle quehemetidotantolapataquenitansiquieraheconseguidoqueJackson Steele acceda a reunirse conmigo. Lo cual significa que necesito con urgencia un plan B. Otro superarquitecto. O una poción mágica… o un malditomilagro. Me dispongo a entrar con Clark en la caseta del ascensor, pero me detengoensecoalrecordarunacosa. —Quetengasunbuenfindesemana—digo—.Hedehacerunaúltima llamada. Luego reviso mis contactos hasta dar con el número de Wyatt y lo llamoparaversiélpuedeobrarelmilagro. —Esto es una pasada, lo sabes, ¿no? —exclama Cass al subir a la limusinaysentarseenfrentedemí. Está espectacular, como de costumbre, enfundada en un vestido negro con una raja que le llega tan arriba que me cuesta creer que no haya escandalizadoalvecindario.Elvestidoselesujetaconunsencillolazoen elhombroizquierdo,yellalollenaconlaclasedecurvasconlasqueyo solopuedosoñar.Estasemanallevaelpeloteñidoderojoyrecogidoen unpeinadoaltoquerealzaelefectodelvestido.Apartedeldiamantitodela nariz,nosehapuestojoyas,loquehacequeeltatuajedeunaveexótica queluceenelhombro,cuyacolalebajaporelbrazoenunaexplosiónde color,resulteinclusomásimpresionante. EncuantoCassseacomodaEdwardcierralapuertayvuelveaponerse al volante. No lo vemos porque estamos sentadas detrás de la mampara, pero noto que nos ponemos en marcha y que la limusina se aparta del bordillodelantedelaminúsculacasadeCassenVeniceBeach. —Enserio,Syl,tutrabajoesunchollo. —Desdeluegoquesí—convengomientrasledoyunacopadevino. La limusina es uno de los vehículos del parque móvil de Stark InternationalyDamienmehaprestadoaEdward,suchóferpersonal,para esta noche. Si hay suerte, conseguiré que las horas extra de Edward le salganacuentaamijefe. —Creo que las dos necesitamos un momento de meditación profunda —proponeCass—.Túparaapreciarlasenormesventajasdetupuesto.Y yo para agradecer que seas tan poco sociable que no hayas conseguido paraestanocheotroacompañante. —Mala pécora —digo, pero me río cuando cierra los ojos y echa la cabezahaciaatrás. —Ommm—murmura,comosiestuvieraenunaclasedeyogaynoen lapartetraseradeunalimusinacaminodeunafiestaenHollywood. Dudaba si traerla o no, pero al final he decidido que no solo se lo pasaráengrandeasistiendoaunestrenodelosdealfombrarojasinoque tambiénmevendrámuybientenerlacercasinecesitoapoyo. Cassesmimejoramigadesdequeentréconairedecididoenelsalónde tatuajes de su padre a la avanzada edad de quince años. Él me mandó a freír monas y me dejó muy claro que no tenía ninguna intención de jugarse la licencia para que una chica malcriada de Brentwood pudiera cabrearasuspapaítoshaciéndoseuntatuaje. Nolloréentonces,nolohagodesdequeteníacatorceaños,peronoté que la cara me ardía de lo enfadada y frustrada que me sentía. Lo llamé capullo,ylegritéquenosabíanadademispadresyaúnmenosdemí.No recuerdohaberlollamadogilipollasdemierda,peroCassaseguraquesí lohice. Loquesírecuerdoesquesalídeestampidadeallí,hechaunafuria,y corríhastalaplaya.Alcruzarelcarrilparabicicletascasitiréalsueloa unniñopequeñoantesdecaermedebrucesenlaarena.Mequedétumbada como una idiota, con la frente apoyada en el brazo y los ojos bien cerradosporquequeríallorar,juroquequeríaliberarmislágrimas,pero nolloré.Nopude. Nosécuántotiempoestuveasí,bocaabajo,respirandolojustoparaque nomeentraraarenaenlanariz.LoúnicoqueséesqueCassestabajuntoa mícuandoalcélavista,patilargaybronceada,conelpelonegrodepunta y engominado. Se puso en cuclillas, con los codos apoyados en las rodillas y la barbilla en una mano, y me miró fijamente mientras balanceabaapenaselcuerpo,adelanteyatrás. —Vete—dije. —Noesculpasuya.Mimadresepiróytienequeocuparse de mí, así que él no tiene la culpa. O sea, que si le quitan la licencia le cerrarán el negocio,sequedaránconlacasayacabaremosviviendoensuBuick,yyo tendréqueprostituirmeenHollywoodsoloparaquepodamosdesayunar. Lo que dijo me encogió el estómago y, por un instante, creí que vomitaría. —Nodigaseso—solté—.Nitansiquieratienegracia. Meobservóconlosojosentrecerradosysepusodepie,tandesgarbada como un potrillo, y me tendió la mano para ayudarme a levantarme del suelo. —Élnopuedehacerlo,peroyosí. —¿Elqué? —Siquieresuntatuaje,telopuedohaceryo. Se encogió de hombros, como si tatuar a alguien fuera algo que cualquierchicaadolescentesupierahacer. —¡Nodigaschorradas! —Túmisma. Echóaandar. Mepusederodillasenlaarenaylamirémientrassealejaba,sinvolver lacabezaniunavezparaversiyohabíacambiadodeopinión. Yohabíacambiadodeopinión. —¡Espera! Sedetuvo.Pasóunmomento.Yotro.Luegosediolavuelta.Secruzóde brazosyesperó. —¿Cuántosañostienes? —Dieciséis.¿Ytú? —Acabodecumplirquince.¿Deverdadpuedeshacerlo? Seacercóamí,estiróunapiernaymefueimposiblenoverlarosaroja quellevabatatuadaeneltobillo. —Puedo. —¿Medolerá? Resopló. —¡Puesclaro!Peronomásdeloquetedoleríasitetatuaraél. Supongoqueenesoteníarazón,aunquenuncalosabréacienciacierta. PorqueCasseslaúnicapersonaquemehatatuado,yllevovariostatuajes suyos.Aquelprimerdíaesperamosenlaplayahastaquesupadrecerróel salón. Luego entramos a hurtadillas y ella me adornó la piel del hueso púbicoconunbonitocandadodorado,cerradoyatadoconcadenas. Me preguntó por qué quería aquel diseño y yo no se lo dije. No entonces.Einclusomásadelantenoseloexpliquétodo.Sololohicepor encima,sinprofundizar.Yaunqueesmimejoramiga,creoquenoloharé jamás. Aquel tatuaje y los que lo siguieron son para mí sola. Son secretos y triunfos,fortalezasydebilidades.Sonunmapa,ysonrecuerdos. Porencimadetodo,sonmíos. —¿Quiénvaairalafiesta?—preguntaCassalcabodeunrato—.Han puestolaalfombraroja,¿verdad? —Esoheoído.Peronoteemocionesmucho.Esundocumental,noun exitazo de peli. Imagino que habrá unos cuantos peces gordos del mundillo,algunosagentesypuedequehastaalgunosactoresdecuartafila. —Eso no cambia el hecho de que vamos a desfilar por una alfombra roja, joder. Supongo que puedo tacharlo de mi lista de las cosas que quierohacerantesdeestirarlapata. —Supongoquesí.Elvestidoesunapasada,porcierto.¿Dóndelohas comprado? —EnelGoodwillqueestácercadeBeverlyHills.Esmipreferido. EnlaactualidadCasseslapropietariadeTotallyTatooyseganabienla vida,peronosiemprefueasíycreoquejamáslahevistocomprarropa enboutiques. —Normalmente solo me quedo con algún par de vaqueros de diez dólaresdelamarca7ForAllMankindyunascamisetaschulas—continúa —. Pero el otro día había un perchero entero con prendas elegantes de segundamano.Tejuroquenoentiendoaesasmujeres.Seponenlaropa una vez y luego la donan. —Se encoge de hombros con resignación—. Bueno, a mí qué. No tengo ningún problema en aprovecharme de su imbecilidadeconómica. —¡Nideteneresapintatandespampanantegastandotanpoco! —Yatedigo.Tútambiénestásgenial—añade. —Es lo mínimo. Me he tirado dos horas entre que me repasaban las puntasymemaquillaban. Llevo el pelo corto desde que tenía quince años, que fue cuando dije adiós a mi larga melena ondulada en favor de un peinado con un estilo peculiarentrealogarçonyaloduendecillo.Poraquelentoncesloúnico quequeríaerauncambio,ycuantomásradicalmejor.Comoraparmeal ceroerademasiadoextremoinclusoparamiestadodeánimo,nollegué tanlejos. No obstante, actualmente el corte me encanta. Según Kelly, mi peluquera,lesientabienamirostroovaladoymerealzalospómulos.En fin,esometraesincuidado.Loúnicoquemeimportaesquemegustalo queveoenelespejo. —Sobretodomemolanlaspuntaspelirrojas—diceCass. —Sí,¿verdad?¿Aquequedadivertido? Tengoelpelocastañooscuroconreflejosdoradosnaturales.Paraser sincera,megustatalcomoes,demodoquejamáshetenidolatentaciónde seguir los pasos de Cass y teñírmelo de rosa, morado o incluso de rojo corriente. Aunasí,estanochehequeridoalegrarmeunpocolacarayhepedidoa Kellyquemehicieraunoscuantosreflejosdecolor.Ellahaidounpaso más allá y me ha teñido las puntas de unos pocos mechones para que el efectonosoloseadivertidosinotambiénelegante. —Tequedagenial,sí,peromereferíaaqueelcolortecombinaconel vestido.Queesfabuloso,porcierto. —Yapuedeserfabuloso,ya…Mehacostadoundineral. Nomepasolavidarebuscandoropaentiendasdesegundamanocomo Cass, pero tampoco hasta la fecha me había gastado tanto dinero en un vestidocomomehegastadoeneste.Esrojoencendidoy,aunquemehe decidido por uno tipo cóctel, hasta la rodilla, creo que es tan elegante y sexycomoelmodelazolargohastalospiesdeCass.Y,sí,cuandohedado unavueltaenteradelantedelespejodemivestidorheintentadovermecon los ojos de Jackson Steele. No porque quiera estar despampanante —no deltodo,almenos—,sinoporquequieroserlavivaimagendeléxito.De laprofesionalidad. Delpoder. —¿Da el pego? —pregunto a Cass—. ¿No parezco una fresca? O peor…¿demasiadoseria? —Es perfecto. Pareces una mujer de negocios segura y competente. Y estáclaroquehasseguidomiconsejoyhasinvertidoenunsujetadorcon rellenoyrealce,porquehastatienescanalillo. —Malapécora—digo,perocontodoelcariñodelmundo. Soydeconstituciónatlética,delgadayfibrosa.Loqueesestupendopara encontrarropa,aunquenoloestantocuandointentollenarunvestido. EsperoqueCassmelanceunaréplicasarcástica,peronodicenada. —¿Qué?—preguntocuandoyanoaguantomás. —¿Estásseguradequequiereshaceresto? Es la dulzura de su voz lo que me llega al alma. Cass es gritona y escandalosa, y estoy habituada a eso. Viniendo de ella, la dulzura puede derribarmisdefensas. Asiento. —Mehedejadolapielenesteproyecto.Novoyapermitirquesevaya algaretesipuedosalvarlo. —¿Aunquesalvarlotehagasufrir? Meobligoanohacerunamueca. —Nomeharásufrir. —Malditasea,Syl,yalohahecho.¿Creesquenomedoycuenta?Nadie teconocemejorqueyoy,porsisetehaolvidado,soyyolaquetetatuóla espaldacuandovolvistedeAtlanta.Sélohechapolvoqueestabasyjuro por Dios que, si trabajar para Stark no te hubiera subido la moral, te habríasdesmoronadoporcompleto. —Cass,no… —¿Noqué?¿Quenomepreocupeporti? —Esofuehacecincoaños.Lohedejadoatrás. —Yahoravuelvesatenerlodelante. —No —protesto, y me interrumpo porque tiene razón—. Vale, puede que sí. Sí. Me has pillado. Me estoy metiendo en la boca del lobo. Encendiendo una cerilla en una gasolinera. Saltando al vacío. Elige la metáforaquequieras,porquemedaigual.Tengoquehacerlo. —¿Porqué? —¿Melopreguntasenserio? Dejacaerloshombros. —No.Teentiendo.Hevistocómotecurrabasesteproyecto.Sécuánto significa para ti. Es como yo y el salón. Me encantaba trabajar para mi padre,peroesmejorahoraqueelnegocioestodomío.Mesiento,nosé, adulta.Completa. —Sí.Mepasaigual. —Es solo que él ya ha dicho que no, ¿no es así? Se lo dijo a Stark y ahorasehanegadoinclusoareunirsecontigo.Asíque,¿deverdadcrees quepuedeshacerlecambiardeopinión? —Tengoquecreerlo—respondo—.Ahoramismoeloptimismopuroy duroesloúnicoquetengoamifavor. —Oh,tía.Nodigaseso. Meinclinohaciadelanteparacogerlelamano. —Puedo hacerlo. Y no me pasará nada. En serio. Ya no soy tan frágil comoantes.Puedohacerlo—repito,paraconvencermetambiénamí. —Sí,joder—dice,aunquesudébilsonrisacontradicesuspalabras. —¡Vamos!—meanimo—.¿Cómovoyafracasarconlodespampanante queestoy? Esolahacereír. —Tienesrazón—reconoce—.Osea,queestásparacomerte.Y,coño, meacuerdodecuandoibastanzarrapastrosaquenitansiquieraunperro querríadarteunlametón. —Sí,¿verdad? Pasé mis últimos años de instituto esforzándome en ser invisible. Fue Cass quien me hizo entrar en razón el verano antes de que me fuera a estudiaralaUniversidaddeCaliforniaenLosÁngeles. Es un día que recuerdo como si fuera ayer. Era martes y habíamos decididovisitarelcampusqueprontoseconvertiríaenmihogar.Unpar de estudiantes veteranos nos dieron un buen repaso y mi reacción inmediatafueencorvarlaespaldaycruzarmedebrazos. —¿Eresimbéciloqué?—mepreguntóconesadelicadezatansuya. —¿Perdona? —Oh,vamos,Syl.Tienesquedejardehacereso.Estásbuenísima,ylo disimulasponiéndoteesassudaderastanhorriblesyesosvaquerosanchos. Yelpelo… —¡Nopiensodejármelolargo! —¿Tehasplanteado,nosé,peinártelo? Metílasmanosenlosbolsillosdemisvaquerosanchosyclavélosojos enlaacera. —Oye—dijo,conmásdulzura—.Loentiendo.Deveras.Pontecómoda enmidivándeloqueraytecontaréexactamentequépasaporesacabecita tuya. —Alfinalnoteexpliquéloqueocurrióparaquepuedasanalizarme— espeté. —¿Sabesqué?Medaigual.Porqueeresmimejoramigaytequiero,y estásentregandoelpoderaesecabrónenunaputabandejadeplata. —Noleestoyentregandonada—argüí—.Élyanoestá.Haceyamucho quesefue.GraciasaDios. —Yunamierda.Éleslarazóndequevayasporahícomosiquisieras que te vieran como la típica gordita. Puede que no hayas visto a ese capullodesdequeteníasquinceaños,peroélestácontigotodoslosdías, joder. Cerrélospuños,enfadada. —Niseteocurraseguirporahí—dije. Levantélacabezaydiunpasohaciaella. —Demasiadotarde. Cassidysolomellevaunossietecentímetrosdeestatura,perosiempre hatenidounapresenciaimponenteysusombrameapabulló.Yesosolo me enfureció todavía más. Estaba sufriendo. Estaba perdida. Y ni tan siquieramimejoramigamerespaldaba. —Nolohagas,joder. —¿Que no haga qué? —preguntó—. ¿Que no te diga la verdad? ¿Que nointentemeterteenesecocotanhuecoquetienesloabsurdoqueesesto? ¿Unfotógrafopervertidoseaprovechódetiporqueerasjovenyguapa,y túsigueshaciendotodoloposibleparaquenadiesefijeenti?Alamierda coneso.Teníascatorceaños,¡catorce!Elcabrónfueél. Negué con la cabeza despacio; los ojos me escocían, pero no lloré. Quería echar a correr, pero Cass era a quien siempre acudía, lo que significabaqueesaveznoteníaadóndeir. —Nodeberíahabértelocontado. Insistoenquenoselohabíaexplicadotodo,nimuchomenos.Perosílo suficiente. —Maldita sea, Syl —dijo con lágrimas rodándole por las mejillas—. ¿No lo entiendes? Ese capullo te quitó la virginidad. Tuvo relaciones contigo. Pero no te hizo suya. Tú eres inteligente y eres guapa, y él no puede quitarte eso. Tienes que reconocerlo. Porque cada vez que te escondesbajomierdascomoesta—añadió,ytiródemifeasudaderagris — estás dejándole ganar. Quieres recuperar tu vida, ¡pues recupérala! Y hazlosacandopartidoaesecuerpoquetienes. Ahora, sentada en la parte trasera de la limusina con mi sexy vestido rojo, aún puedo sentir cómo se me retorció el estómago cuando Cass habló de lo que Bob me hizo durante aquellos meses cuando yo tenía catorceaños.Noobstante,másqueeso,recuerdoloreconfortadaysegura que me sentí por el mero hecho de saber que tenía una amiga que me queríadeverdad. —Gracias—digoenvozbaja. Cassladealacabezayesobvioquenosabeaquémerefiero. —¿Porqué? —Por esto —respondo, y me toco el vestido—. Si no me hubieras echadolabroncahaceaños,esprobablequeestanochehubieravenidoen chándal. —Nosiveníasconmigo—replica,ylasdosnosreímos. —Oye, Syl —dice un momento después—. Solo quiero que no te me vuelvasadesquiciar.Dehecho,nuncameexplicastequépasóconSteele, pero te conozco lo suficiente para saber que con los hombres y las relacionesterayasbastante. —Esunaformasuavededecirlo—convengo. Nonecesitounpsiquiatraparasaberqueaúntengoproblemas. —¿TehasacostadoconalguiendespuésdeAtlanta? Mepongotensa. —Heestadovolcadaeneltrabajo—arguyo,conmáscrispacióndela quemegustaría—.Mitrabajonosehaceprecisamenteenhorasdeoficina. Alzalamanoparaindicarmequeserinde. —Oye, que lo entiendo, sí. Tampoco te estoy diciendo que deberías volveralodeantes. Hagounamueca,porquelociertoesquemefolléamuchostíosenla universidad. No porque me atrajeran o ni tan siquiera porque quisiera echarunpolvo.No,lohacíacomoterapiasexual,parademostrarmeunay otra vez que, pese a todo lo que sabía de mí misma, podía guardar mis sentimientos,reaccionesyemocionesbajollaveenunabonitacajita.Que podía ser más fuerte que los recuerdos, la lucha y las pesadillas. Que podíaserdueñademivida. Casssabemásquenadiedeesaépocademivida.Ytambiénsabequeno esunaépocadelaquequierahablar. —Nohagasesto,Cass.Nomecomaseltarroestanoche.Porfavor. —Losiento.Peroaesovoy,aestanoche.Aúnestásvulnerable. Muevolacabezadeformaautomática,queriendonegarloapesardeque séquetienerazón. —NotengopesadillasdesdequevolvíaLosÁngeles. —Yesoesestupendo.Poresolodigo.Ynodeseoqueahoratehagan daño…otravez.Yahassufridodemasiado. —No me lo harán —afirmo, aunque es una promesa hueca—. Te quiero,yalosabes. Adviertounbrillodemaliciaensusojosverdes.Esbozaunasonrisay mesuelta: —Sí,pero¿tevendrásalacamaconmigo? —¿Despuésdeltiempoquehetardadoenvestirme?—bromeo. Sitengoencuentalomalquellevolasrelacionessentimentalesconlos tíos, a veces pienso que ojalá pudiera cambiar de bando. Pero eso no va conmigo.Y,aunquehemostenidonuestrosmomentosembarazosos,ensu mayor parte, el enamoramiento que Cass nunca se ha molestado en disimularsoloesuningredientemásdenuestraamistad. Seríeconpicardíaymirasureloj. —Aún nos quedan unos minutos antes de llegar al teatro. Podríamos bajarlamampara.MontarunnumeritoparaEdward. Ponemorritosymenealastetas. Meríoacarcajadas. —Esoestámalenmuchossentidos. —Sinceramente, ¿para qué ir a una juerga en Hollywood si no va a habersexoyalcohol? —Tenemosalcohol—lerecuerdo,ylerellenolacopa—.Encuantoal sexo,estoyseguradequehabrámuchasposibilidades. —Conactoresdecuartafila—merecuerda. Piensounmomento. —Dehecho,nomesorprenderíaqueaparecieraGrahamElliott—dejo caer.ElliotteslamegaestrellamásrecientedeHollywood—.Porlovisto, quiereinterpretaraSteeleenunlargometrajequeestánpreparando,yéles deprimerísimafila. —Noesmitipo.Peroesosignificaqueesprobablequetambiénvenga KirstieEllenTodd,¿no? —Lodudo.Eninternetheleídoquehanroto. Casshaceunamuecaysuspira. —Bueno,almenosvuelvoatenerunaoportunidadconella. —En primer lugar, estoy bastante segura de que es hetero. Y en segundo,estáelpequeñoproblemadequenolaconocerásnienunmillón deaños. —Bah,inconvenientessinimportancia. Niegoconlacabeza,divertida. —Paraseguratú,Cass. —Exacto.Oh,caray,miraeso.—Apuralacopaylautilizaparaseñalar —.Reflectores. Tiene razón. Como es habitual en estas ocasiones, los rayos de dos reflectoresinmensosseestánentrecruzandoenelcielodelantedelteatro ChinodeGrauman,queahoraeselteatroChinoTCL.Enmiinfancia,era elteatroChinodeMann,demodoque,engeneral,solopiensoenélcomo enelteatroChinodeHollywood,conlashuellasdelasmanosylospies deunmontóndeestrellasdelcineylatelevisión. Edwardsesumaalafiladecochesylalimusinaavanzadespaciohasta que nuestra puerta está delante de la alfombra roja. Edward detiene el vehículo,nosabrelapuertay,alapearnos,losreporterossealborotany nos acribillan a fotografías. Aflojan el ritmo en cuanto se dan cuenta de que no somos famosas, aunque creo que las piernas de infarto de Cass puedenhaberlostenidodisparandofotosmástiempodelonormal. Delantedenosotrosunoscordonesdeterciopelorojoseparanelteatro ysuantesaladelosespectadoresquesehancongregadoenestetramode HollywoodBoulevard. Cassmeaprietalamanocuandoempezamosadesfilarporlaalfombra rojahacialaemblemáticaentradaconformadepagodadelfamosoteatro. —Estoesunapasada. Desde luego no se lo voy a discutir y, conforme avanzamos por la alfombra roja, me siento un poco como una celebrity. Esa fantasía solo hace que acentuarse cuando me fijo en los hombres con esmoquin y las mujeresbienpeinadasquealternanenestazonaalairelibre,hablanconla prensa y brindan a los turistas y los mirones la oportunidad de sacar montonesdefotografías. Wyatt aguarda al final y, cuando Cass y yo nos acercamos, sonríe. Espero pasar de largo y sumarme al resto de los invitados, pero él nos conducehastauncarteldelestudioquehafinanciadoeldocumentalypasa ainmortalizarnuestromomentodefama. —Graciasporconseguirmeentradas—digo—.Tedebouna. —Tranquila—respondeWyattmientrasenfocaaCassconlacámara—. Soloesotramanifestacióndemipersonalidadartísticasubversiva.Soyun excéntrico—añade,yesomehacereír. Cassyyoentrelazamoslosbrazosyseguimosaloselegantesinvitados. PrimeronosdirigimosalsalóndebaileGraumandelmulticinecontiguo, dondeofrecenunarecepciónantesdelaproyecciónenelteatrooriginal. MeinclinohaciaCass. —Unapasadatotal—digo,repitiendosuspalabras. Y hablo en serio. En este momento me siento llena de entusiasmo, seguraylistaparaconquistarelmundo.O,almenos,aJacksonSteele. Camareros de uniforme aguardan junto a la puerta para ofrecernos copasdechampáncuandoentramosenelsalóndebaile. —Caray—exclamaCass,otraopiniónquetambiéncomparto. Elsalónesimpresionante.Enorme,peronoapabullante.Laluzdorada que lo baña se ve interrumpida por un dibujo de imágenes azules proyectadasenelsueloyeltecho.Haylucesrojasenalgunosrinconesde lagalería,loqueconfierealsalónunfestivoambientediscotequero.Dos columnasinmensasparecenmontarguardiasobreelrecintoy,entreellas, lagentesecongregaalrededordeunabarracircularcuyascopasdevino apiladas centellean como estrellas de colores gracias a la ingeniosa iluminación. Detrás de la barra hay una pantalla en la que se proyecta un montaje fotográfico: rascacielos altísimos, angulosos edificios de oficinas, innovadores complejos de viviendas. Los reconozco todos como proyectos de Jackson Steele, y esas imágenes se intercalan con bocetos, anteproyectosyfotografíasdelaconstruccióndelmuseodeAmsterdam, queestanprimordialparaeldocumentalcomoelpropioJacksonSteele. Cassapurasucopadechampányvaderechaalabarra. —Yonecesitootrotragoytútienesquebebermásparareunirvalor— dice. —Noesverdad—miento,pero,detodasformas,Casspideunacopade cabernetparacadauna. Cojo la mía e ignoro a esa vocecita sabia que oigo en mi cabeza susurrándomequeconJacksonSteelenitansiquieradeberíaestarunpoco achispada. Que, para conseguir lo que me propongo, necesito tener el cocodespejadoyserprofesionalyfría,muyfría.Sonpalabrassensatas, pero las mando a paseo cuando me llevo la copa a los labios y doy un tragolargoypausado. —¡Porlavictoria!—diceCassalalzarsucopa. Brindoconellaytomounsorbopequeño.¿Quéhadicho?¿Quehede beber más para reunir valor? Sí. Después de todo, puede que sea buena idea. Miro alrededor, tanteando el terreno y escrutando las caras. El salón, que es tan elegante como acogedor, tiene mesas vestidas con manteles entremezcladas con lujosos sofás y sillas de diseño. Casi todas están vacíasporquelosinvitados están de pie charlando entre sí. Reconozco a unoscuantos.Unaestrelladeunrealityenunrincón,unagentequeconocí en una fiesta… Pero no veo a Jackson y estoy empezando a ponerme nerviosa.Debedeestarporaquí,ymedamiedoque,sinoloencuentro antesdelaproyección,selolleventraselpaseantesdequetengaocasión dehablarconél. —¿Cómoes? —¿Nolosabes? Cassseencogedehombros. —Hasta hoy no me habías dicho que tu ligue de Atlanta se había convertido en un arquitecto famoso buenísimo. Es buenísimo y está buenísimo,¿no? —Sí,esoloresumebien. Por un momento dudo porque ¿cómo se describe la perfección? Y luego no sigo porque lo tengo justo delante. No a él, sino su imagen, proyectadaenlapantallaquehaydetrásdelabarraparaquetodoslavean. —Caray —dice Cass al mirarla—. Joder, hostia. ¿En serio? Ese tío es espectacular. Asiento, con los ojos pegados a la pantalla y un nudo en la garganta. Pensabaquelaportadadelarevistalehacíajusticia,peromeequivocaba. En la portada está impecable, con su rudeza suavizada por la magia de Photoshop. Pero esta imagen, esta imagen está sin retocar y tiene definición.Esgenuina,asombrosayapabullante. Es Jackson, de pie sobre dos vigas de hierro paralelas, al menos a treintapisosporencimadelsuelo,enunaciudadquenoreconozco.Lleva vaqueros, una camiseta blanca de manga larga y un casco blanco. Está agarradoaungigantescoganchoquependedelantedeélyparecenoser consciente de la cámara que, imagino, lo está enfocando con un teleobjetivodesdeunadistanciaprudencial. Lasombradesubarbaincipienteestaninconfundiblecomoelintenso azul de sus ojos, que parecen arder en llamas bajo la blanca luz del sol. Conlaotramanoselosprotegemientrascontemplalaconstrucciónque lorodea.Pordetrásypordebajodeélseextiendelaciudad,peroJackson es el foco de atención. Y, con esta sola imagen, no cabe duda de que Jackson es un hombre con poder para hacer del planeta lo que le dé la gana.Y,ahoramismo,loúnicoquemecabeesperaresqueloquepuedo ofrecerleseaalgoquequieraposeer. Me rodeo el cuerpo con los brazos y doy un paso atrás cuando la imagensefundeanegroyessustituidaporotraobradeconstrucción.Me doylavueltayveoaCassmirándomedehitoenhito.Suspirayniegacon lacabezadespacio. —Joder,Syl…Teloveoenlacara. Lerehúyolamirada,peromecogedelbrazo. —Ese proyecto no lo merece. Va a destrozarte otra vez. Ya casi lo ha hecho. —¡No! —Respiro hondo—. No, no me destrozará… No me ha destrozado.Y,además,nomedestrozóél.Eldañomelohiceyosola.Lo únicoqueélhizofue… —¿Irse? —Loúnicoquehizofueloqueyolepedí. «Y,sihaysuerte,volveráaactuarasí.» —Deacuerdo.Vale.Pero¿estásseguradequenoquieresteneralladoa alguien que te cubra las espaldas? Al menos, puedo quedarme contigo hastaqueloencuentres. —No,estoybien.Vearelacionarte.Quiénsabe.Alomejorhavenido KirstieEllenTodd. Vacilaantesdeasentir. —Lasaludarédetuparte. Me da un abrazo rápido y regresa a la barra para pedir otra copa de vino.Yohagolocontrarioydejolamíamediollenaenlabandejadeun camarero que pasa junto a mí. Decididamente, mejor tener la cabeza despejada. Quinceminutosdespuésyaestoyarrepintiéndomedemisobriedad.Me hedadodosvueltascompletasporelsalónyhevistomontonesdeactores casifamososymásdeuncentenardecarasquenomesuenandenada.He vistoaCassintentandoligarconcasitodoelmundo,aunacamareraque reconozcodemirestaurantepreferidoquemehadichoqueestáganándose undineroextra,ytambiénaWyattyendodeacáparaalláconsucámaray suflash. PeronohevistoaJackson. Noobstante,debedeestarporaquí,demodoquedecidoquelamejor estrategiaessubiralprimerpiso,asomarmealagaleríaeinspeccionara losinvitadosdesdearriba.Echoaandarenesadirección,conlacabezaun poco agachada porque estoy aprovechando para mirar en el móvil el correoelectrónicodelaoficinaymismensajesdetexto,cuandocaptouna siluetafamiliarconelrabillodelojo. Alzolavista,sinhacercasoalpesoque,derepente,notoenelpecho,y miroalrededor,buscandosurostro.PeroJacksonnoestáyelpechoseme encogetodavíamás,estavezporladesilusióndenoverlo. Doyotropasomientrasguardoelmóvilenmiminúsculobolsorojo. Yesentoncescuandoloveo. Está bajando por la escalera, con la atención puesta en el hombre de portedistinguidoqueloacompaña.Vaperfectamenteafeitadoyllevauna elegantechaquetasincuelloyunjerseydealgodón.Esperabaquefuerade esmoquin,peronopuedonegarqueestaropalesientamuchomejor.Le daunaire oscuro… entre sexy e imprevisible. Diría más: tiene pinta de hombreimportante.Delaclasequepuedemandarlosconvencionalismos alamierdayconseguirquetodosloimiten. Este es el hombre que habita en mi recuerdo. Esos ojos azules y cristalinos. Esa boca grande y sensual. Esas cejas pobladas y esas faccionescinceladas. Baja otros dos peldaños y vuelve un poco la cabeza hacia mí. Es entonces cuando veo que no está exactamente como lo recuerdo. Ahora tiene una cicatriz que le cruza la ceja izquierda y le traza un arco en la frentehastaperderseenelnacimientodelpelo.NolateníaenAtlanta,pero estábiencuradaydebedeserdehacevariosaños. Pero esa cicatriz no enturbia la sensualidad de este hombre cuya presencia transmite una autoridad tan innegable. Por el contrario, esa únicaimperfecciónacrecientasumisterioyleconfiereunairepeligroso yenigmático.Aunasí,séquetraselladebedehaberdolor,ymemuero portocarla,porreseguirlaconlosdedos.Porabrazarlo,tranquilizarloy consolarlo frente al ser malvado que se atrevió a dejar esa marca en un rostrotanincreíble. Sinembargoheperdidoesederecho,ycobroplenaconcienciadeello cuandomiroalrededoryveoquetodaslasmujerespróximasamíloestán mirando igual que yo. Cierro el puño en un arranque de posesividad, aunqueyanomepertenece.Renunciéaél.Losacrifiquéparasalvarme. Meembargalamelancolíaymedigo:«Basta,basta,¡basta!». Hice lo correcto, de eso estoy segura. Y, además, da lo mismo. El pasadoespasado,malditasea.Nomequedamásremedioqueaguantarme yseguiradelante,comollevohaciendotodamidesastrosavida. Respirohondo,unavezyotramás,ymeobligoarehacerme.Soyuna mujerdenegocios,conunajugosapropuesta.Nosoyunachicasoñadora que se echa a temblar en presencia del irresistible protagonista de esta noche. Puedo hacerlo. Puedo acercarme a él, saludarlo, decirle que no voy a tolerar que me mande a paseo. Que han pasado cinco años, que ambos somospersonasadultasyquevaatenerqueescucharme. Clara.Directa.Algrano. Bien.Puedoconseguirlo.Nohayproblema. Doyunpasohaciaél,seguidodeotro. Mepongoerguidayesbozoenmirostrolasonrisaprofesionalquehe perfeccionado en los cinco años largos que llevo trabajando para el directorgeneraldeStarkInternational. Caminodelaescalera,nodespegolosojosdeJacksonporquetengola intencióndeabordarloencuantopiseelsalóndebaile. Élnomeve;estátotalmenteconcentradoensuacompañante.Nooigo suconversación,peroJacksonvaagitandolasmanosyséquehablande arquitectura.Sonríoconafectoalrecordarcómodibujabaunrascacielos imaginario y cómo movía los dedos mientras pensaba en fachadas y planos,funcionalidadydiseño. SuacompañantehaceuncomentarioyJacksonseríe.Labocagrandey sensualselecurvaenunasonrisaqueselequedacongeladacuandomira alrededor…ymeve. Veo fuego en sus ojos, pero se apaga con tanta rapidez que casi creo haberlo imaginado. Ahora, cuando los miro de nuevo, solo veo indiferencia.Noobstante,Jacksonsigueproyectandociertaintensidad,una ilusióndemovimientoaunquesehaquedadopetrificadoenlaescalera. Nodespegalosojosdelosmíosyyotambiénmequedoquieta,incapaz demoverme.Casiincapazderespirar. —Jackson—digo,peronosésihehabladoenvozaltaosisunombre mehallenadopordentro,tannecesariocomoeloxígeno. Nos quedamos así mientras el tiempo pasa, con el mundo paralizado alrededor de nosotros. Ninguno se mueve, pero tengo la sensación de estargirandosobremímismaenelespacio,precipitándomehaciaél.La ilusión me aterroriza porque ahora mismo sé dos cosas: estoy deseando volver a encontrarme entre sus brazos y estoy muerta de miedo por enfrentarmeaél. Y entonces, de repente, el mundo se pone en movimiento otra vez. Jacksonmemiraunmomentomásy,enlosbrevessegundosantesdeque apartelosojos,perciboiraydureza.Perotambiénveootrosentimiento. Tristezabajoelhielo,quizá. Tomoconcienciadenuevodemisextremidadesydoyunpasohaciaél, sabiendo que esta es mi oportunidad. Para el proyecto, y para algo más profundo en lo que no quiero pensar porque abrir esa puerta me asusta demasiado. Perodaigual.Nimimiedonielproyectoimportan. PorqueJacksonnovuelveamirarme. Porelcontrario,pasadelargo,sinladearlacabezaniunasolavez,sin tan siquiera aflojar el paso. Y yo me quedo viéndolo pasar, tan anónima comoelrestodelasmujeresquesuspiranporél. 3 Enquédemoniosestabapensando?» Jacksonharehusadoreunirseconmigo,esevidente.¿Deveraspensaba queencuantomevieratodocambiaría?¿Quecorreríaamiencuentro,me cogeríalasmanosymepreguntaríaenquépodíaayudarme? Nolopensaba,no.Pero,tontademí,abrigabaesaesperanza. En teoría, me parecía de lo más sencillo. Fácil no, tenía claro que volver a ver a Jackson no sería nada fácil, pero sí mecánico. Podía hacerlo,sobretodoporqueteníaquehacerlo. Peromehequedadosinpalabras. Envezdeadoptarlaestrategiadirectadeabordarloyhablarconél,me he quedado petrificada. En vez de interceptarlo, he dejado que pasara de largo. ¡Mierda! Hejuzgadomallasituacióny,siteníaalgunaconfianzaenmímisma,la heperdidoporcompleto. VeoaCassalotroladodelsalón,riéndoseconunamujerquellevaun vestidocortoceñidoytieneelpeloaclaradoporelsol.Memiradereojo yveoqueenarcaunpocolascejasconaireinquisitivo.«¿Menecesitas?» Niego con la cabeza y sonrío. Cass rompió con su novia de muchos años hace cinco meses y, desde entonces, ha estado bastante fuera de circulación. Si está haciendo migas con esa mujer, no tengo ninguna intencióndecortarleelrollo. Además,eshoradequehagadetripascorazón.Hevenidoadefenderun proyectoynidecoñamemarchodeaquísinintentarlo. Espoleadapormispalabrasdeánimo,medispongoairtrasél,perome detengo cuando anuncian que el documental se proyectará dentro de quinceminutosyquelosinvitadosdeberíamosempezaradirigirnoshacia elteatro. Elanuncioacabaprácticamentecontodasmisposibilidadesdeabordar aJacksonasolas.Enprimerlugar,estoyseguradequetendráquedecir unaspalabrasantesdequecomienceeldocumental.Ensegundolugar,la gente se ha apiñado tanto que no tengo más remedio que avanzar con la multitud. Medejollevarporlamareahumanaymeresignoaaceptarquetendré que acercarme a Jackson justo después de la proyección o, si no, conseguir que me cuelen en la fiesta posterior, un privilegio que mi entradanoincluye. Acomodadoresvestidosdenegroqueprobablementesonestudiantesde cine de la Universidad del Sur de California nos conminan a salir del multicine y dirigirnos al teatro Chino original. Es uno de mis lugares favoritos de Los Ángeles. Cuando era adolescente solía venir aquí para escapar a otra realidad oculta en este entorno tan exótico. Lo han reformado hace poco, pero, a diferencia de la esplendorosa modernidad delsalóndebailedelqueacabamosdesalir,elvestíbulodelteatroChino conservaciertapátinaantigua,consusestatuastraídasdePekínyShangai, los ornamentados azulejos y apliques del techo, los biombos plegables que decoran las paredes, muchas de las cuales son rojas, como las innumerablesalfombras. Noobstante,dentrodelteatro,imperalatecnología.LapantallaIMAX esinmensayultramoderna,ynopuedonegarquemeemocionasaberque estoy a punto de ver tanto a Jackson como su obra proyectados en este formatotanimpresionante. Mesientojuntoalpasilloenunabutacadelaúltimafilaporquecalculo quetendrémásprobabilidadesdeeludirelgentíosipuedosalirenbusca de Jackson en cuanto termine el documental. El teatro no está lleno del todo y, cuando atenúan la iluminación, hay unas cuatro o cinco butacas entre la siguiente persona y yo. Mejor así. Estoy crispada y nerviosa, bombardeada por recuerdos que amenazan con desquiciarme. Estoy cansadadelucharcontraellos.Despuésdeldocumentalpodrévolveraser fuerte.Perodurantelossiguientessetentaminutosquierozambullirmeen el pasado, embeberme de Jackson y de las impresionantes imágenes del mundoquehacreado. Los invitados aplauden cuando un hombre que reconozco como el acompañante de Jackson en la escalera sube al escenario y se presenta comoMichaelPrado,eldirectordeldocumental. —Como muchos de ustedes sabrán, soy miembro del consejo del Proyecto de Protección Histórica y Arquitectónica Nacional y, como tal, he tenido el privilegio de observar la evolución de muchos jóvenes arquitectoscontalento.Algunostienenexcelentesaptitudes.Otros,unbuen sentidoparalosnegocios.Yloshayqueposeenunacapacidadinnatapara fusionarformayfunción,ubicaciónyfinalidad.Noobstante,solounavez he visto todos esos atributos encarnados en un único hombre. Y ese hombreestáaquíestanoche.Damasycaballeros,seantanamablesdedar labienvenidaaJacksonSteele. Se oyen bastantes más aplausos cuando Jackson sube los escalones de dosendosysaludaalosasistentesantesdeestrecharlamanoaPrado. —Graciasatodosporestacalurosabienvenida—diceencuantocogeel micrófono—.Ygracias,Michael,portusincreíbleselogios.Comoquizá observarán —continúa, y se vuelve de tal forma que mira al público sin dar la espalda al director—, un documental como el que Michael ha dirigido es una bestia tremendamente invasiva. Y lo digo con el mayor respetoycariño—añademientrastodosseechanareír. —Intentadecirqueleestorbé—bromeaMichael. —O que yo le estorbé a él —apostilla Jackson, manejándose con la concurrencia con innegable habilidad—. Pero, hablando en serio, tengo unagrandeudaconestehombre.Mepropusoeldocumentalinclusoantes de que el consejo de la Coalición para las Artes y las Ciencias Contemporáneaseligieramiproyectoparasumuseo.Y,aunquenopuedo decir que estuviera preparado para que mi proceso fuera sometido a un examentanminucioso,síreconozcoquelaexperienciahasidoinstructiva ygratificante.Hetenidoellujodevermiobraconotrosojos.Esoesun regalo excepcional que no debería caer en saco roto. Me ha enseñado a respetarmivisión,perotambiénaabrirlosojos. Lomirofascinada,tandesenvuelto,tancómododelantedelpúblico. Seadelantaenelescenarioydalaimpresióndeestarmirandoatodosy cadaunodelosasistentes. —Y ahora me complace anunciarles el estreno en Estados Unidos de Piedrayaceroyofrecerlesunamuestradeotraclasedelaborconjunta.La interpretación de Michael Prado de los padecimientos, tribulaciones y éxitos que rodearon a la financiación, construcción, consagración e inauguracióndelfamoso,otristementefamoso,segúnalgunos,Museode lasArtesylasCienciasdeAmsterdam. Guarda silencio mientras los espectadores vuelven a aplaudir, y me sorprende cuánto me recuerda a Damien Stark. No solo en su aspecto físico—ambossonmorenosyvaroniles—,sinoenlobienquesemaneja con la fama y en su don de gentes. Si terminara con un discurso para vender un producto, estoy segurísima de que se haría millonario esta noche. Perohoynosevendenada.Estaveladaesunacelebracióny,despuésde unaspocaspalabrasmássobrelahistoriadelproyecto,Jacksoninvitaal públicoaponersecómodoydisfrutardelaproyección. Cuandolaslucesseapaganyseabreeltelónmerecuestoenlabutaca mientras sube el volumen de la música y la pantalla se llena de luz y movimiento. La cámara se eleva en una magnífica toma que parte del suelo y asciende cada vez más deprisa hasta alcanzar la emblemática cornisaromadelmuseoyabrirfinalmenteelplanoparaabarcarelcielo azulyelsol. Lapantallasevuelvedeunblancocegadorquedapasoaloscréditos iniciales y un primer plano de Jackson Steele, inclinado sobre una mesa conmontonesdeanteproyectos,conelpeloazotadoporelvientoyunos vaquerosqueseleciñenalosmusculososmuslos.Estáenfrascadoenuna conversaciónconotrohombre,perosuspalabrasquedanahogadasporla vozclaraypausadadelnarrador. Mirolapantalla,hipnotizadaporelhombrequelallena.Porlapasióny laprecisióndesusmovimientos.Estáabsortoensutrabajo,consagradoa él.Hayautoridadenloquehace.Solemnidad,inclusomagia. Ylahondaemociónqueperciboensurostromeenciendelapielyme desbocaelcorazón. Hevistoesemismofuego,esamismadeterminación.Lohevistofelizy extasiado. Lo he tenido entre mis brazos y he sentido su pasión, y la intensidaddeesehombremehaquemado. Elpechosemeencogeylasmanosempiezanadolerme.Reparoenque estoyaferradaalosbrazosdelabutacaconfuerza.Másaún,hedejadode respirar. «Aire», pienso, y me dispongo a levantarme. Solo necesito salir al vestíbulo.Irtalvezalaseodeseñoraspararefrescarmelacara. Pero cuando empiezo a levantarme alguien se sienta en la butaca contigua. ¡Jackson! No lo he visto, ni tan siquiera he vuelto aún la cabeza, pero no tengo ninguna duda. ¿Cómo iba a tenerla cuando la piel me cosquillea por su mera proximidad? ¿Cuando la fragancia de su colonia me envuelve, especiada,almizclada,conesetoqueahumo? Cierro los ojos y me quedo sentada al borde de la butaca porque, de golpe,noestoyseguradeadóndemedirigíaniporqué. —Quédate. Unamerapalabra,peromehacemella.Inspiro,asientoymerecuesto otra vez en la butaca tapizada. Cuando me vuelvo hacia él lo encuentro mirándome.Lassombrasdanzanensurostro,yjuroquepodríaperderme enelintensoazuldesusojos. Medispongoahablar,aunquenoséquévoyadecir.Enesemomentose inclina hacia mí y me pone la mano en la pierna, con la palma sobre la fina tela de mi vestido, pero rozándome la piel desnuda con los dedos. Todas mis terminaciones nerviosas parecen apiñarse y chisporrotear en esapartedemicuerpo. Soy agudamente consciente de su mano en mi pierna y tengo que combatir el impulso de inspirar y ponerme tiesa cuando el pulso se me aceleraynotounfuegoquemándomepordentro.Noquieroreaccionara él; no quiero que mi cuerpo me delate. Y no puedo permitir de ninguna maneraqueestosemevayadelasmanos. Pero Jackson se acerca todavía más, y noto más presión en el muslo cuandosuslabioscasimerozanlaoreja. —¿Quécoñotecreesquehaces? Pienso en hacerme la loca, pero con eso no sacaría nada. Además, no tengo nada claro que lo consiguiera ahora que me está tocando y me ha alteradotanto. —Tengoquehablarcontigo—melimitoadecir. —¿Ah,sí?—Suvozestandulceytentadoracomoelchocolate—.Estoy bastantesegurodequenotehedadounacita. Mepasaundedoporlapiel,despacio,dearribaabajo,conunairetan distraídoquepodríaestarhaciéndolosindarsecuenta.Peroséquenoes así.Jacksonsabeexactamenteloquehace. —¿Necesitoquemedesunacitaparacharlarcontigoenunafiesta? —¿Es eso lo que estamos haciendo? —pregunta sin dejar de acariciarmeyprovocarmeconeldedo—.¿Charlar? Semeencogeelpechoyempiezoasentirpánico. —Porfavor,Jackson. —¿Porfavorqué? —Vamos afuera. —Espero que no perciba el temblor de mi voz—. ¿Podemossaliralvestíbulounmomentoparahablar? Impide que me levante ejerciendo una presión suave pero firme sobre mi pierna. Con ello consigue subirme la falda. Solo enseño unos centímetros más de piel, pero es suficiente para que me sienta más expuestayvulnerabletodavía. Paraquerecuerdeeltactodesusmanoscuandometocabasinenfadoni pretextos. Tragosalivaporquemeinvadenlapenaylanostalgia. —Jackson… —Siestástandecididaahablar,hazloaquí. Suvoznohaperdidosutonoaterciopelado,peroahorapercibodureza enella. —Molestaremosalagente—susurro,decididaarecuperarelcontrol. Enarcalascejasyadviertoquelasituaciónleresultadivertidaporque selecurvalacomisuradelaboca. —¿Ah,sí?—Subemáslamanoymelevantalafalda—.Nopensabaque nuestra…conversaciónfueratanruidosa. —Para. Cierrolamanosobrelasuyaparaimpedirqueasciendaunmilímetro más. —¿Porqué? —Porquelodigoyo,joder. —Me refería a por qué necesitas hablar conmigo —aclara—. Pero la preguntatambiénesválidaparaeso.—Sumanosigueavanzandodespacio ycontinúalevantándomelafalda,centímetroacentímetro,dolorosamente —.Explícameporquédicesquedeberíaparar.¿Porquenoquieresquete toque?¿Porquenoquieresquesigasubiendolamano?¿Porquenoquieres queterocelasbragasconlosdedosylasencuentrehúmedasycalientes? Tengo la boca seca y el cuerpo ardiendo. Y, maldita sea, tiene razón. Estoyempapada,conlosmuslosenllamasyelsexopalpitante. —¿Oalomejoresporquequieresquecontinúe?¿Porqueimaginas…o recuerdas la sensación de mis dedos dentro de ti, excitándote, acariciándoteelclítoris?¿Estásmojada,princesa?—preguntaconunavoz tandelicadaahoracomoesayemaqueacariciamimuslo. —¿Estáscachondayexcitada,suplicándomecalladamentequetetoque, quetepaseeldedoporelsexo…resbaladizo,chorreante?¿Esesoloque tegustaría?Vamos,cariño,dímelo.¿Noquieresquetellevealacumbre? ¿Cadavezmásaltohastaquenotelosespasmosenmimanocuandotengas unorgasmo?Porqueyocreoquesíquieres.Creoquelodeseastantoque casitequema. Cierrolosojos,decididaanopermitirquenoteenmicaracuántarazón tiene. —Para—repito—.Nopuedes… —Y un cuerno. —La tierna sensualidad de su voz ha desaparecido, sustituidaporundurotonoacusatorio—.¿Creesquenoteheobservado esta noche? ¿Crees que no he visto cómo me mirabas? Ambos sabemos que aún me deseas y ambos sabemos que eso te cabrea. Así que dímelo, Sylvia.Quierooírlo.Diloenvozalta. Pero yo no pienso admitirlo por nada del mundo. Porque, aunque sea cierto(porDios,claroquelodeseo,yclaroqueesomecabrea),loqueno deseoesloquevienedespués.Elpánicoyelrecelo.Latensiónyelmiedo. Laespantosasensacióndequetodoloquemerodeagirasincontrolyde que,pormuchoquemeesfuerceenmantenermefuerte,esinevitableque estomedesgarre. —Dímelo—repite.Suvozestáahoracargadadeldolorylairaqueha acumulado en estos cinco años—. Y luego escucharé lo que tengas que contarme. Hagounamuecacuandomeinvadeunsentimientosemejantealaculpa. Peroloalejoalmismotiempoqueleapartolamanoparalevantarme. —Que te den —le espeto, sin hacer caso del «chissssss» que me susurrandesdenuestrafila. Recorroelpasillocentraldandotraspiés,casimelanzocontralapuerta ysolorespirocuandosalgoalvestíbulo. Meapoyoenlaparedymeobligoaserenarme.Estoyenello,perola puerta se abre y veo a Jackson dirigiéndose derecho hacia mí. Creo que debodeestremecerme,porqueaprietalosdientesysedetiene. —No son precisamente esas las palabras tiernas que me esperaba — arguyeconironía—.Peromevalen. —Déjameenpaz—digo. —Puedo hacer eso… —Ha adoptado un tono profesional—. O bien puedesexplicarmeporquéquiereshablarconmigo. Parpadeo,unpocodesconcertadaporsuinesperadocambiodetono. —Esporuntrabajo—consigodecirmientrasrelajoelcuerpoaliviada y,aunqueodioreconocerlo,unpocodesilusionada. Mequitoesoúltimodelacabeza.EntreJacksonyyonopuedehaberen esta estancia nada aparte de negocios, y el mero hecho de imaginar que podríahabermásesunaformaseguradesufrir. Sindespegarlosojosdemí,asienteconrapidez. —Deacuerdo.Teescucho. Me pongo erguida, adopto una actitud profesional y disfruto con la sensacióndehaberrecobradoelcontrol. —EsparaStarkInternational—anuncio—.Y,antesdequemedigasque ya has rechazado el resort de las Bahamas, querría que siguieras escuchando. Interpretosusilenciocomounsíypasoadescribirleelproyectodesde su concepción hasta la horrible noticia de que Glau no solo se ha desanimadosinoqueseharetiradoporcompleto. —¿Han puesto verde a Miss Estados Unidos en Facebook y ahora la coronaesparasudamadehonor? —No —respondo con firmeza—. La idea no es contratar un sustituto, sinoconstruirelmejorresortposible. —¿De veras? —Me recorre con una mirada tan sensual como una caricia lenta—. No recuerdo que nadie me llamara cuando iniciasteis el proyecto. —EstabasocupadoconlodeDubai. —¿Ah, sí? —dice, como si ese proyecto solo fuera producto de mi imaginación—.Entonces¿estonotienenadaqueverconelhechodeque tupreciadoresorttienemásproblemasdelosquedasaentender? —Nosédequémehablas. —Problemas con la Administración Federal de Aviación, Sylvia. Permisodeuso.Gruposdedefensamedioambiental.¿Quieresquesiga? —Yanosestamosocupandodetodoeso—arguyo. Y, en teoría, es cierto. Al parecer, hay que superar muchas barreras burocráticasinclusoparaconstruirunapequeñapistadeaterrizajeenuna isla diminuta. En cuanto a los grupos de defensa medioambiental, reconozcoquetienerazóntambién.Resultaquelaislaeselhábitatdeuna especie poco común de grillos cavernícolas, y franquear ese campo de minasfuetanpeligrosocomodesactivarunabombanuclear. Pero, en verdad, lo que me preocupa es cómo se ha enterado de esos problemas.Porqueloshemosmantenidotodosenestrictosecreto. Combato el impulso de pasarme los dedos por el pelo de lo frustrada quemesientoymedigoqueestenoesmomentoparapreocuparmepor eso. —Malditasea,Jackson,loimportanteesqueesunagranoportunidad. —Yonodigoquenolosea.—Metiendelamano—.Venconmigo. Lemirolamano,peronoselacojo.Unmomentodespuéslabajayse leensombrecetantolamiradaquecasimevengoabajo. Nodicenadamás,sinoquedamediavueltayechaaandar.Losigoen silencio cuando entra en el salón de baile y, luego, en una sala que no conozco. —¿Noteecharándemenos? —Esto es Hollywood. Tienen recursos para todo. —Se ríe y las comisurasdelosojosselearrugandeunmodoquemeresultairresistible ytremendamentesensual—.Además,lafiestaesaquí.Tardeotemprano, quienmenecesitemeencontrará. Asientoyaprovecholaocasiónparaecharunvistazoamialrededor.La salaesespaciosa,conlasparedesblancasyeltechobajo.Tieneelsuelode hormigón sin pulir y varias columnas cuadradas geométricamente distribuidasatodololargo. Montones de fotografías en blanco y negro adornan las paredes, y pasamos por delante de Humphrey Bogart, Audrey Hepburn, Harrison Ford, Marlon Brando e incontables estrellas más de algunas de mis películasfavoritas. PeronosonestosretratosloqueJacksonquierequevea.Mellevaala primera columna para enseñarme la fotografía a todo color que hay colgada. Es del edificio Winn de Manhattan, un rascacielos de vidrio y acero que se alza con poderío sobre la urbe, con tanta superficie para comercios,oficinasyviviendasqueescasiunaciudadindependiente. Jacksonnodicenadamientrasmiramoslafotoycalculoquetranscurre un minuto completo antes de que vayamos a la siguiente columna y contemplemoslafotografíadelanuevaÓperadeSalzburgo,cuyafachada curvaparecefluircomolamúsicaenperfectaarmoníaconlasmontañas quelaenmarcan. Laúltimaimagennoplasmaunproyectocomercialsinounacasaenlas montañas próximas a Santa Fe, Nuevo México. Su impecable exterior se confundeconlaspiedrasylasrocasy,aunqueesobvioqueesaresidencia deunaplantaesnuevayultramoderna,seintegraenelpaisajeconlaclase deaudazconfianzaquepareceindicarquehasurgidodelasmontañasque larodean. —¿Quésabesdetodoesto? Le respondo dándole la información que ya conoce: que la segunda residenciaqueproyectóenSantaFeparaunfamosofilántropoporfinle valió el reconocimiento que merecía y marcó los inicios de su carrera como arquitecto. Que la Ópera fue su puerta de acceso al sector de la construccióncuandopasódededicarseúnicamenteadiseñaryproyectara abarcartodoelespectrodelapromocióninmobiliaria.Yqueeledificio Winn fue una gran victoria para Steele Development, porque marcó su incursión en el rentable mercado neoyorquino y propició su primer proyectoconparticipaciónsobrelapropiedad. Nomencionoelasesinatoyelsuicidioquetuvieronlugarenlacasade SantaFenomuchodespuésdequeseterminara.Nocreoqueesovengaal caso y, sinceramente, temo que esa clase de chisme pueda arruinar los avancesquepodamosestarhaciendo. Tampoco menciono que los ingresos por alquiler del edificio Winn debendehaberalmenoscuadruplicadoelpatrimonionetodeJacksonde lanochealamañana.Perolosdossabemosqueconozcoesainformación. EsimposibletrabajarparaunhombrecomoDamienStarkdurantetantos añossinadquirirciertoconocimientodelpotencialeconómicodelaclase deproyectosqueJacksonrealizaenlaactualidad. Enotraspalabras:JacksonnonecesitalosingresosdelresortdeCortez. Y,teniendoencuentasurápidoascensoalestrellatoconeldocumentalyla posibilidad de que se ruede un largometraje, ni tan siquiera necesita la publicidad. Loúnicoquepuedoofrecerleeseldesafío.Yconfíoenqueesolebaste. Mevuelvohaciaélymequedodeespaldasalacolumna. —Ybien,¿quétallohehecho? —Nohaestadomal.Hasseguidomicarreraprofesional. —No—digo,ynomecuestamentir—.Perosoybuenaenmitrabajo.Y esohadedarteaentenderqueséaquiéncontrato. —«Contrato»—repite,ydaunpasohaciamí. —Sí —Lo digo con firmeza y estoy orgullosa de lo confiada que me siento. Seacercamásyreduceladistanciaquenosseparaameroscentímetros. Echolacabezahaciaatrás.Aunquellevozapatosdetacón,mesacamásde unpalmoynopuedoevitarsentirmeempequeñecida.Vulnerable. Noobstante,combatoesasensaciónylomiroalosojos,esperandoque losmíosletransmitanfrialdadydeterminación. —¿TeacuerdasdeAtlanta? Sus palabras son como una bofetada y, pese a toda mi determinación, retrocedo,aunquelacolumnaapenasmelopermite. —Por…porsupuesto.—Mepasolalenguaporloslabios—.Jackson, lamentoloquepasó.Peroestonoes… —No —me interrumpe, y alza un dedo para hacerme callar—. ¿Te acuerdasdeantes?¿Antesdequetúdestrozaraslonuestro?¿Teacuerdas deloquesentíascuandotetocaba? La boca se me ha secado por completo y noto perlas de sudor en la nuca. —Jackson,nosigas. Seacercamás,sinhacermecaso. —Dime,Sylvia.Ysésincera,porquejuroquesimienteslosabré.—Su vozesgrave,seductoraytambiénautoritaria—.¿Teacuerdas? Niegoconlacabeza,peronoescierto.Claroquemeacuerdo.Recuerdo todas las risas, todas las caricias, todos los suspiros y jadeos. Recuerdo todas las palabras de todas las conversaciones, el sabor de todas las comidas.Recuerdolaincomparablesensacióndesusmanosenmicuerpo ysupolladentrodemí. Pero también me acuerdo de cuando el pánico se apoderó de mí. Cuando empecé a ahogarme y, por mucho que me esforzaba en mantenermeaflote,lasturbulentasaguasdelmiedoylosmalosrecuerdos siempremearrastrabanalfondo. Pusefinalarelaciónporqueteníaquehacerlo.Porquemiúnicaforma de sobrevivir era destruyéndolo todo. Porque mi única forma de seguir respirandoeraapartándolodemí. Dehecho,ahoramismoempiezoanotarquemefaltaelaire. Jacksonmeponeundedobajolabarbillaymelevantalacabezapara quelomirealosojos. —¿Teacuerdas?—repite. Nodigonada. —Yalfinal…—insiste—¿recuerdasquémepedisteenAtlanta? Mepasolalenguaporloslabiosresecosyasiento. —Dímelo. Lorecuerdo,sí…«Sealoquesea,nena,teloprometo.Solotienesque pedírmelo»,medijo.Yestafuemirespuestaentonces:«Jackson,necesito que…quemedejes.Necesitoquetevayasynomiresnuncaatrás». Eserecuerdopalpitaenmimentecomolucesrojasdeneón. —Dímelo—repite. —Tepedíquetefueras—contestosinrodeos,comosicadasílabano mehicierapedazos. —¿Y me fui? —Sigue sin alterar la voz, pero no logra disimular la tensiónqueencierracadaunadesuspalabras—.¿Nohicejustoloqueme pediste?¿Nomefuiaunquehacerlocasiacabóconmigo? «También acabó conmigo.» Quiero gritárselo, pero me contengo. No puedohacerlo,porqueesosololeacarrearíamássufrimientoy,después detodoeldañoquelehehecho,nodebotorturarloasí.Demodoquesolo asiento. —Sí.—Mivozmeparecelejana.Hueca—.Tefuiste. Seacercamásamíyapoyaunamanoenlacolumna.Estádecostadoy tiene la cara tan cerca de la mía que percibo que el aliento le huele ligeramenteawhisky. —Entonces¿quéquieresdemíahora? Bajalaotramanopormibrazohastaalcanzarmelamano.Entrelazalos dedosconlosmíosymeatraehaciaélconbrusquedad. Semeescapaungritoahogadoeintentosepararme,peronopuedo.La manoquehabíaapoyadoenlacolumnaestáahoraenlapartebajademi espalda.Metieneaferradacontantafuerzaquemehequedadosinaliento, absorta en sentir su cuerpo y, sí, en la erótica sensación de su erección, inconfundiblecontramivientre. —Jackson… —¿Estás ofreciéndome un trabajo? —continúa, sin hacer caso de mi protesta—.¿Estásofreciéndomerevivirtodoloquedestruistecuandome apartastedeti? Mesueltalamano. —¿O me estás ofreciendo esto? —pregunta mientras me pasa el dedo porellabioinferior,contantadelicadezaysuavidadquetengoquehacer unesfuerzoparanogemirdeplacer—.¿Oquizáesto?—añadealtiempo quebajalamanoymerozaelpechoconlapalma. Elpezónsemeendureceynotounardientecosquilleoenlapiel.Tengo queconcentrarmeenrespirar,ennopermitirquemefallenlaspiernas. Jackson no se apiada de mí y me dibuja círculos en el pecho, excitándomeyatormentándomemientrascontinúahablándome. —Te acuerdas de cómo era, ¿no? —insiste—. Estar entre mis brazos. Correrte.Tucaradeéxtasis.Elabandonoqueyosentíaentucuerpo. —Para.—Esaúnicapalabraesungrito.Unasúplica. —¿Que pare? —Baja la mano y vuelve a entrelazar los dedos con los míos—.Nopuedo.Asíquedímelo,Sylvia.Porquenecesitosaberlo:¿qué meofrecesexactamente? Me escuecen los ojos y los cierro con fuerza. Desearía desahogarme llorando,peronoderramoniunasolalágrima. —Solo el trabajo —respondo por fin. Respiro hondo y abro los ojos paraenfrentarmeaél—.Nadahacambiado,Jackson.Nopodemos… Niegoconlacabeza,sinterminarlafrase. Mesostienelamirada.Elcalorqueseestáacumulandoentrenuestros cuerposestanintensoquejuroqueveocómogiranlasmoléculas. Despacio,mesueltalamano.Daunpasoatrásysientofríocuandodeja desujetarmeporlaespalda. —Tienesrazón—conviene—.Nopodemos. Yesoestodo.Dosmeraspalabras,antesdequeseapartedemíyechea andar.Losigoconlamirada,respirandodeformaentrecortada,hastaque sepierdeentrelassombras. Nomiraatrásniunasolavez. 4 EncuantopierdodevistaaJacksonmefallanlaspiernas.Medejocaer hasta sentarme en el suelo, con la falda sobre las rodillas, que tengo pegadascontraelpecho.Melasabrazoporqueestoytemblando.Nolloro, pesealomuchoquelointento. Cuando Cass me encuentra continúo aquí con la cabeza entre las rodillas,lamentevacía,tratandodeabstraermedemisrecuerdos,deesta noche,detodo,malditasea. —SantoDios,Syl.¿Quéhapasado? Alzolacabezaylaveoacuclilladadelantedemí.Laacompañalarubia de antes, que se ha quedado a unos pasos de nosotras y parece sinceramentepreocupada. —¿Cómohasentrado? —Zee tiene invitaciones para la fiesta. Alguien te ha visto salir con Jackson y, al no encontrarte, hemos pensado que debías de haber venido aquíconél. —Asíes—confirmo,yalargolamanoparaquemeayudealevantarme —.¿Zee? —Zelda —aclara la rubia—. A mis padres les encanta F. Scott Fitzgerald.¿Teencuentrasbien? Meencojodehombros. —Noeslamejornochedemivida. —Losiento—dice.MiraaCassdesoslayo—.Paramísí. Oírlo me levanta bastante el ánimo y dirijo una rápida sonrisa a mi amiga,que,algoextrañoenella,seharuborizado. —Deduzcoquehadichoqueno—aventuraCass. —Hadichomuchascosas—reconozco—.«No»hasidounadeellas. —Unasuntodenegocios—aclaraCassaZee—.Sehaidoalgarete. —Vayamierda.¿Quieresacompañarnos? Estoy tentada de hacerlo. Ahora mismo olvidarme de todo bebiendo y bailandomepareceunaideaestupenda.Peronomeapeteceirdecarabina. Es más, necesito resolver esto. Necesito pensar. Necesito encontrar la forma de dar marcha atrás, volver a empezar y, aunque no sé cómo, conseguirqueJacksonacepte. —Gracias, pero no. —Me paso los dedos por el pelo—. Solo estoy chafada.Perovolveréalafiestaconvosotras,chicas. —¿Tequedas? —Sí…Creo.Noestoysegura.TengoquevolverahablarconJackson. Estaveznohemosempezadocondemasiadobuenpie. Cassentrecierralosojos. —Estoybien—miento—.Ytodoirábien. Sé que no la dejo convencida, pero me conoce lo suficiente para no llevarmelacontraria.Cuandoentramosenelsalóndebailemeseparode ellasymedirijoalabarraparapedirunacopadevino.Estavezdoyun buentragoporquemantenermesobrianomehaservidodemuchohasta ahora.Notouncalorinternocuandoelvinomehaceefectoymebeboel resto de la copa más despacio, tomando pequeños sorbos mientras me paseoporelsalón. La fiesta está incluso más concurrida que la recepción previa a la proyección,loquesupongoqueeslógicoporque,sinduda,muchagente ha llegado justo cuando se apagaban las luces, con la idea de ver el documental y pasar directamente a la fiesta. Por desgracia para mí, eso hace que me resulte más difícil moverme por el salón, y empiezo a sentirmeunpocoatrapada,conunaangustiamuyclaustrofóbica. Pienso en mandar un mensaje de texto a Cass para decirle que me reuniréconelladondequieraqueesté,peromereprendoseveramentepor habérmeloplanteadosiquiera.EsevidentequeZeeestáinteresadaenella, ynopiensofastidiarleelplansoloporquenecesitecalmarme.Encambio, redoblo mis esfuerzos por encontrar a Jackson. En definitiva, por eso estoyaquí.Asíquedecidoquenomeiréhastaquesehayaserenadoyyo tengalaoportunidaddehablarconélcomoesdebido. Medirijoaunadelascolumnasbañadasdeluzymequedodeespaldas aella,utilizándolacomobasedesdelaqueinspeccionarlascarasqueme rodean.NoveoaJackson,perosíencuentrounrostroconocidoysonrío deorejaaorejacuandoEvelynDodgemeveyseacerca. —¡Mírate!—Abrelosbrazosymeenvuelveenunsofocanteabrazo—. ¿Deverdadtehadadounanochelibremibuendictadorfavorito? —Soloundescansito—respondo,siguiéndoleeljuego—.Sinovuelvo alaoficinaantesdemedianochemeconvertiréencalabaza. —Notearriesgues,cariño.Elnaranjalesentaríafatalatupiel.Amí,en cambio… —Me señala el estridente vestido que lleva, el cual, pese a su coloranaranjadoradiactivo,lequedasensacional—.Sabíaquehabíauna razón para que me cayeras bien —añade cuando le digo que está espectacular. Evelyn fue la primera persona que conocí cuando empecé a trabajar paraDamienStark.UndíairrumpióenrecepcióneinformóaDamiende quemeinvitabaacomerporque,segúnella,«paraganarseaunejecutivo hayqueempezarporsuasistente». Aunque, bien pensado, no le hacía ninguna falta ganarse a Damien. Evelyn Dodge ha ejercido casi todos los oficios que se pueden desempeñarenHollywood—empezandoporeldeactriz—yvariosmás que estoy segura que se ha inventado ella. Aunque estaba casi jubilada, desdehacepocovuelveaejercerderepresentante. ConoceaDamiendesdequemijefeeraunastrodeltenis.Entonceslo representóencontratosdepatrociniopublicitarioyunoscuantoschollos másdeesosquetraeconsigoserundeportistaguapoyatractivo.Ymás aúncuandoseconvirtióenundeportistaguapo,atractivoypolémico. Por supuesto, en esa época yo no conocía a ninguno de los dos, pero ahoranosoloséqueEvelynestanfielaDamienStarkcomounamamá osa a su osezno, sino que es la mujer más divertida, descarada y cautivadora que he conocido jamás. Y es un gran alivio que haya aparecidojustodelantedemíenestemomento. —Nosabíaquevenías—digo—.¿Representasaalguiendelafiesta? —Aún no, pero la noche es joven. —Me coge del brazo y me lleva hacia un camarero con una bandeja llena de bocaditos de hojaldre cubiertosdecremaagriaycaviar—.No,hevenidoporMichael. —¿El director? —Cojo la servilleta con el pastelito que me ofrece y tratodedecidircómomelovoyacomerporquesigoconlacopadevino enlaotramano—.¿Loconocesbien? —Notanbiencomocreía.—Mequitalacopayapuraelcabernetantes dedárselaauncamareroquepasa—.Estuvimoscasados. —Oh. Pienso en Blaine, el extravagante joven pintor con quien Evelyn mantiene actualmente una relación. Es casi todo lo contrario de Michael Prado.Y,pesealosañosquesellevan,debodecirquenomeimaginoa EvelynenbrazosdenadiequenoseaBlaine. —¿DóndeestáBlaine?—pregunto,ymeruborizocuandoEvelynseríe porqueestoyseguradequemehaleídoelpensamiento. —Trabajandoensuestudio.—Meguiñaelojo—.PiensaqueMichaeles unimbécil. Meechoareírtambién. —¿Loes? —Unpoco,perodelosinofensivos.Yesmuybuendirector,ademásde unexcelenterecaudadordefondosymiembrodelconsejo.Susdefectosse concentran más en el ámbito doméstico. —Se encoge de hombros con naturalidad—.Aunque,bienmirado,puedequelosdefectosfueranmíos. —O puede que no sea culpa de nadie. Puede que, simplemente, no conectarais. —Me gusta tu forma de pensar —observa, pero apenas le estoy prestandoatención. Sin darme cuenta he hecho una reflexión que podría referirse a mí. PorqueJacksonyyoconectamos,profundamente.Ysiahoranoestamos juntos,espormiculpa. —No me has explicado aún por qué estás aquí —dice—. ¿Motivos personalesoprofesionales? —SabesqueestoytrabajandoenelproyectodeSantaCortez,¿verdad? —Porsupuesto. —Sí,bueno,hemostenidounpequeñocontratiempo. LehablodeGlauydequeesperoconvenceraJacksonSteeleparaque se una al equipo. No le hablo de nuestro pasado. Aunque Evelyn esté de humorparahacerconfidencias,yonomesientotancomunicativa. —Has venido a trabajar —sentencia—. Una venerable tradición. Yo estoy haciendo más o menos lo mismo desde que he llegado. —Mira alrededor y me señala unos cuantos actores y actrices de los que está pendiente—.Anda,heahíalguienaquiennoesperabaver. Al seguir su mirada veo a Jeremiah Stark, el padre de Damien. Me vuelvohaciaellaconelentrecejofruncido. —Menos mal que Damien no está —digo y, de inmediato, lamento el comentarioporquetemohabermeexcedido. No es ningún secreto que Damien no se lleva bien con su padre, pero soy su asistente y no debería hacer comentarios sobre ese tema. Ni tan siquieraaunaamigacomún. Evelynnoseinmuta. —Últimamente lo he visto en muchas proyecciones; está decidido a meterlacabezaenHollywood.Peromesorprendequehayavenidodesde SanDiegoparaundocumental. —Alomejorlegustalaarquitectura. Adecirverdad,metraesincuidado.Damienmecaebien.Jeremiahno. Ynoquieroperdermástiempopensandoenél. —Creo que tienes razón. Está en el consejo con Michael. Lo había olvidado. —Le quita importancia con un gesto de la mano—. Pero, hablandodearquitectura,¿dóndeestáelprotagonistadelanoche? —Noloveodesdequehaterminadoeldocumental. —¿Loconocespersonalmente? —Unpoco—respondo—.¿Ytú? —Soloporsureputación—dice. —¿Quéreputación? LasonrisadeEvelynrayaenlapicardía. —Laquetiene.YhablandodelreydeRoma… Señala el rincón más alejado del salón, donde veo a Jackson de pie, iluminadoporlaluzrojadelagalería.Estasemezclaconlaluzdoraday azul,loqueconfiereaesapartedelsalónunacualidadinclusomásirreal. Muy oportuno, pienso, teniendo en cuenta que la noche entera parece bastanteirreal. Evelynentrelazaelbrazoconelmío. —Anda,chiquilla.Vamosapescarteunarquitecto. Jackson está solo cuando echamos a andar, con un vaso de tubo en la mano del que bebe sin prisa mientras mira alrededor, como si estuviera contemplandosuimperio.Susojossevuelvenhaciamíyseponeunpoco mástieso.Porunmomentocreoquemehavisto. Peronoesasí. Llamaaalguienconlamano,ydescubroqueseacercaaélunaelegante pelirrojacuyamelenapareceenllamasbajolaluzdorada.Lobesaenla mejilla con suavidad y tengo dos impulsos igual de fuertes. El primero, salircorriendo.Elsegundo,darleunabofetadaparaborrarledelacarael placerquenosemolestaendisimular. —¿Sabes quién es? —pregunto a Evelyn al tiempo que la obligo a detenerse. —Niidea,loquesignificaqueprobablementenoestáenelmundodel espectáculo.O,siloestá,esunaprincipiante. —Deberíamosesperar—digo. —Deberíamosacercarnos—replica—.Quiereshablardenegocioscon él,¿no? Asiento. —¿Ymehascontadoquesehanegadoareunirsecontigo? Vuelvoaasentir. —EntoncesaceptaunconsejodelatíaEvelynyhablaconélmientras está acompañado. Tendrá que acceder si no quiere arriesgarse a quedar comoungilipollasdelantedesuadorableamiguita. Dado que tiene razón, echamos de nuevo a andar, pero volvemos a detenernoscuandodejandecharlarparaponerseadiscutir. —¿Quieres conocer la única excepción a mi regla? —dice Evelyn cuandonosdetenemosaunosmetrosdeellos—.Noentresenuncampo deminas. Lo reconozco: tengo tanta curiosidad que eso es justo lo que haría. Quierosaberquiénesesamujer,porquélohabesadoyporquédiscuten. Me estoy imaginando una pelea de pareja y la idea no me hace ninguna gracia.Noporquemepreocupelapeleaensí,sinoporqueesehombreme interesa. Wyattmedistraealacercarse. —Unafotoestupenda—dice—.Sonrían,señoras. Evelyn me pasa un brazo por los hombros y ambas sonreímos a la cámara. —¿Quieres hacer la ronda conmigo? —me pregunta—. ¿Qué tal si sacasalgunasfotos?Puedodartealgúnconsejo. Elofrecimientoestentador,pero,muyamipesar,niegoconlacabeza. —Aúnnohecumplidomimisión—arguyo,yleseñaloaJacksoncon eldedopulgar. Esbozaunasonrisa. —Yaintuíayoquetuideanoeravenirtedefiestaconmigocuandome haspedidolasentradas. —Muygracioso. Seríeentredientes. —Pues te deseo suerte. —Se vuelve hacia Evelyn—. ¿Y tú? ¿Quieres compañía? —¿Latuya?Siempre.Sobretodosimehacesunafotoconesamujer.— Señalaaunadespampananterubiaqueestácoqueteandoconelbarman—. Esachicapromete,ylarepresentaJakeOsprey,queesuncompetidormío muycabrón.Sepondrácomounafuriasimevenegociandoconsuguapa yjovenclienta. —Quéretorcidaeres—bromeo. —Por eso soy tan buena en mi trabajo. Anda, ve —dice señalando el rincónenelqueJacksonestabahaceunmomento—.Nopuedehaberido muylejos. Meabrazaatodaprisa.Wyattmedaunapretónenelhombroyambos se mezclan con el resto de los invitados. Me quedo un momento más dondeestoy,denuevomirandolascarasdequienespasanpordelantede mí, y me pongo a buscar a Jackson entre la multitud mientras ensayo mentalmenteloquevoyadecirle.Tienequeverlasventajasdeunirseal proyecto,yvoyarazonarconélhaciendohincapiéensusmuchosprosy suspoquísimoscontras. Y, sí, ya sé que para él trabajar conmigo es claramente un contra. Sin embargo, reconozcámoslo, Jackson no habría llegado tan alto en el mundodelosnegociossinotuvieralacapacidaddedejaraunladosus emocionescuandotoca. Podemosentendernos,yestoydecididaaconvencerlodequeesposible. SeabreunhuecoentreelgentíoyvuelvoaveraJackson.Lapelirroja yanoestáconél,perolahasustituidounaesbeltamorenaquemeresulta vagamentefamiliar.CuandomeacercoatodaprisaJacksonalzalavistay le sonrío, segura de que me ha visto. No obstante, en vez de saludarme, rodea por la cintura a la morena. A ella se le ilumina la cara y su expresióndaaentenderque,sielgestoeraunainvitación,susonrisaesun sí. Contengo mi irritación, y continúo avanzando mientras me recuerdo quenoesasuntomíoaquiéntengaJacksoncogidaporlacintura. —Jackson—digoencuantolostengodelante—,sientolainterrupción, perotengoquehablarcontigo. —¿Acercadelresort? Tienelosojosclavadosenmí,perolosdedosenroscadosenlosrizos delamorena. —Sí,porsupuesto. Centrasuatenciónenlachica. —Entoncesnotenemosnadadequéhablar. —Jackson,vamos.Sabes… —Séqueyanoeshoradehablardenegocios,Sylvia. Pasa el dedo por el labio inferior de la zorra morena y noto un cosquilleodedeseoenelmío. —Medoycuenta. Estoysupercalmada.Soylacalmapersonificada.Nomenotoenfadada niexasperada.Paracalmada,yo. Mepintomisonrisaderecepcionista. —Essoloqueestamosbastanteapurados,coneltemadelosplazos. —¿Ah,sí? Me parece percibir curiosidad en su voz y, como es mejor eso que el desinterés,mepermitoabrigarunabriznadeesperanza. —Sí,antestehedichoque… —Lorecuerdo. Procuronoalterarme. —Vale.Ybien,¿podemoshablar? Poruninstantenodicenada.Luegosellevalamanodelamorenaalos labiosyledauntiernobesoenlosdedos. —Necesitounmomento. Ellaseponetiesa,peronoprotesta.Aunasímefulminaconlamirada. Luegogirasobresustalonesysealejacaminodelbar. —Tienesdiezminutosparaconvencerme.—Jacksonechaunvistazoa sureloj—.Tesugieroqueempiecesya. —¿Qué?—digocomounatonta—.¿Aquí?¿Ahora? Por la expresión de su cara, creo que habla muy en serio, pero enseguidaniegaconlacabeza. —No, creo que esta conversación es mejor tenerla en privado. —Me señalaelfondodelsalónconlacabeza—.Pasadalabarrahayunapuerta porlaquesesubeaunasoficinas.Hayquemarcarunaclaveparaentrar. Esseis-uno-tres-uno.Laúltimaesunapequeñasaladereuniones.Michael ha estado utilizándola esta semana para prepararse para hoy. Podemos hablarahí.Llegaencincominutosonotemolestesenvenir. Dichoestosedalavueltayendoszancadassepierdeentrelamultitud mientras me quedo intentando recordar la clave y determinando adónde exactamentesesuponequetengoqueir. ¿Cincominutos? ¡Mierda! Puestendréqueaprovecharbieneltiempo.Así,mientrasmeabropaso entre el gentío camino de la puerta del fondo mantengo la cabeza agachada y los ojos clavados en mi iPhone para seleccionar algunas fotografías.Porque,malditasea,notengoproyector,ymuchomenosuna presentación en PowerPoint. Está claro que habré de improvisar de principioafin. Irrumpo en la sala de reuniones del final del pasillo con cuarenta segundosdeantelación,aunquecasisinresuelloybastantenerviosa. AúnmepongomáscuandoveoaJackson.Yaestáenlasala,sentadoal otroextremodeunamesademaderadecaobalustrosísima.Serecuestaen lasillaymeobservaensilencio. Seguroqueyoestoyhechaunasco,ademásdesofocada,peroJackson, encambio,aparentatodolocontrario.Irradiafuerzayautoridad. Porencimadetodo,esevidentequecontrolalasituaciónporcompleto. Desdelasalaquehaelegidohastaellugarenelquesehasentado.Coño, si hasta ha sido pura estrategia su decisión de no levantarse cuando he entrado. EsunaestratagemaquehevistoutilizaraDamienmontonesdeveces.El propósitoesintimidar.Hacerseconelcontroldelasalayasegurarsede quetodaslaspersonasqueentransabenquiénestáalmando.Enconjunto, debo reconocer que Jackson está aplicando ese recurso con bastante acierto.Porqueahoramismomequedamuyclaroquelaquesuplicasoy yo.Y,malditasea,tambiénmesientobastanteintimidada. «Sí, bueno, a hacer puñetas», me digo. ¿No soy yo quien brinda la oportunidad?¿Nosoyyoquienpuedeofrecerleelproyectodesuvida? ¡Exacto, joder! Así que doy un paso hacia delante, decidida a demostrarleque,aunqueestareuniónmelahaconcedidoél,ahorasoyyo quienllevalabatuta. —Hadichodiezminutos,señorSteele.Puedoconvencerleencinco. Suexpresiónescasidivertida. —Soytodooídos. —No me extraña que en un principio rechazaras la proposición. Entiendoquenuestropasadonosinfluyayquevermetehayasorprendido. Perohasidounareaccióninstintiva.Estonoespersonal.Sonnegocios.Y estásapuntodedescubrirqueesunaoportunidadexcelente. —¿Quenoespersonal,dices?Entretúyyotodoespersonal,Sylvia,y túlosabesperfectamente. —Porquetúquieresquelosea.¿Deseasestarcabreado?Puesadelante. Peroamídéjamefuera. —Túnoereselúnicopero,teloaseguro. —Eso he oído. El genial y prometedor arquitecto Jackson Steele no quiere que Damien Stark le haga sombra —digo. Y antes de que tenga ocasióndeabrirlabocaañado—:Damienesunempresariobrillante.Es unamalditamáquinaenlapistadetenis.Ysielúltimoactobenéficodonde lo vi con su mujer sirve como prueba, doy fe de que también es un bailarínalucinante.Peroélnopuedehaceresto. Lelanzomimóvilporlarelucientemesaparaquevealafotografíadel edificioWinnqueeslaprimeradeunapresentacióndesusedificios. —Túsí—continúomientrassesucedenlasimágenes—.Tusedificios. Tu talento. Lo que tú haces con la forma, con la estructura me deja sin habla.—Guardosilencioeltiemposuficienteparasubrayarmiargumento —.EstenoessolounproyectodeStark.Esteesmiproyecto.Ycontigoen elequipotambiénseráunproyectodeJacksonSteele. Séquehecaptadosuatenciónydoyunpasohaciaél. —Damien Stark no es el único que puede hacer sombra, señor Steele. ¿Cuántos hombres tienen documentales sobre su vida y obra? ¿Cuántos hombrestienensupropiapelícula? Entrecierralosojos. —Lapelículanosehará.Siyopuedoimpedirlo. —Oh. —Vacilo un poco, sorprendida por la vehemencia de su voz—. Enfin,esonoimporta.Loqueimportanoestureputacióncomohombre oarquitecto,sinoloquecreas.Loquecrearás.Tusedificioshancaptado laatenciónyavivadolaimaginacióndelmundo,perojamáshastrabajado enunproyectocomoeste.Unaislaentera,sinurbanizar.Esunapáginaen blanco,ytelaestoyofreciendoati. Percibo en sus ojos lo que espero que sea una chispa de interés y me apresuroacontinuar. —¿NoquieresqueesteseaunproyectodeStarkcomootrocualquiera? No lo será. No podría serlo. Porque tú y yo sabemos que el resort que proyectesbrillaráconluzpropia.Quierolomejor,señorSteele.Lequiero austed.Y,amenosqueseaimbécil,ustedtambiéndeberíaquererlo. Respirohondoyluego,paraindicarqueheterminado,apartounasilla delamesaymesiento. Durante un momento Jackson no dice nada. Ni tan siquiera se mueve. Despuésselevantaysedirigealaventana.Tieneloscristalestintados,de modo que veo su reflejo superpuesto sobre la vista. Una azotea. El lado delmulticine.UnpocodetráficoenHollywoodBoulevard.Nadadelotro mundo. Aunque eso es irrelevante. Ni tan siquiera una vista tan impresionantecomoelmonteCervinohabríaapartadomiatencióndeeste hombre. —Quierosaberunacosa—dicealcabo. —Porsupuesto. Espero que me pregunte por el presupuesto. O los plazos. O las constructorasconquesolemostrabajar.Cualquiercosasalvolaspalabras quesalendesuboca. —Quierosaberporquépusistefinalonuestro. Noto una punzada en el pecho y tengo que hacer un esfuerzo para no abrazarme el cuerpo. Aun ahora la angustia amenaza con apoderarse de mí, junto con las pesadillas y los malos recuerdos que pugnan por abandonar la noche para colarse en mis días. Niego con la cabeza, decididaamantenertodoesobajollave,muylejosdemí. —Daigual. Sevuelvehaciamíconunaexpresiónferozquecombinalairaconel dolor. —Nodaigual,joder. —Tengomisrazones,Jackson. Percibo pánico en mi voz y temo que él también lo note. Respiro despacio y de forma regular. Quiero tranquilizarme. Y, joder, quiero calmarlo. Deseoaliviareldolorquelecausé,peroesoesimposible…porqueno puedoresponderle. —¿Por qué? —vuelve a preguntar, solo que ahora lo hace con una dulzuraquemedesconcierta. Me pongo tensa, una reacción instintiva de defensa, porque temo derretirmeantelamenormuestradeternuradeestehombre. —Noqueríasquelodejáramos—continúaJackson—.Inclusoahora,no loquieres. —No tienes ni idea de lo que quiero —arguyo con aspereza, aunque tambiénesoesmentira. —¿No? —Percibo ira en su voz. También dolor—. Sé que quieres el resort. Dejodemirarlamesayalzolavista. —Sí. —No añado más. Puede que esta sencilla palabra sea la primera verdadcompletaquelehedichodesdeAtlanta—.¿Vasahacerlo?Túyyo sabemos que es la oportunidad de tu vida. ¿De veras permitirás que el pasadoseinterpongaenloquepuedeserungranlogro? Veocómoseleinflaelpechoalrespirar.Despuéssevuelvedenuevo hacialaventana. —Quieroelproyecto,Sylvia. Me invade un alivio inmenso y tengo que agarrarme a la mesa para resistirelimpulsodelevantarmeyabrazarlo. —Perotambiéntequieroati. Sevuelvehaciamíy,cuandolotengodefrente,esimposiblenegarla verdad,oeldeseo,quebrillaensusojos. Trago saliva. Tengo la sensación de que una multitud de mariposas eléctricasmeacaricianlapiel,meerizanelvelloymehacenconscientede todo,desdelasolidezdelsueloquepisohastaelairequesaleporlarejilla deventilacióndelapareddelfondo. Me obligo a seguir sentada. Porque, mal que me pese, mi impulso es lanzarmeasusbrazos. —No…noloentiendo. Mi mentira se queda suspendida en el aire y me enorgullece haber conseguidoquenometiemblelavoz. —Puespermítemequeteloaclare. Salva la distancia que nos separa y, con el dedo índice, me levanta la barbilla para poder mirarme a los ojos. Me aparto, no solo por la descarga eléctrica que me atraviesa por el mero roce de su dedo, sino porque temo que si me mira fijamente descubrirá la verdad que trato de ocultarle. —No—dice—.Mírame,Sylvia.Porquenovoyarepetirlo.Unavezte dije que soy un hombre que persigue lo que quiere… Y te quiero en mi cama.Quierosentirteexcitadaydesnudadebajodemí.Quierooírtegritar cuandotecorrasyquierosaberquesoyelhombrequetehallevadoala cumbre. Meescuecenlosojosyniegoconlacabeza,comosi,consolodesearlo, pudieraborrarloquehadicho. —Tedeseo,Sylvia.Yteharémía. —Jackson,porfavor… —Y tú me deseas, Sylvia. Puedes negarlo, pero los dos sabemos que mentirías. —Te deseo, sí —reconozco, y me aferro a esta pizca de verdad, intentando utilizarla en mi favor—. Pero está el hombre y está el arquitecto. No… no puedo estar con el hombre. Sin embargo, necesito desesperadamentealarquitecto. —O todo o nada, princesa —arguye, y el apelativo cariñoso me hace estremecer—.Túmequieresenelproyectoyyotequieroenmicama. —Maldita sea, Jackson. —La angustia me invade y sus frías garras apagan el fuego. Por una vez no lucho contra ella porque, en este momento,puedesermeútil—.Nodigastonterías.Osea,¿quiénhacealgo así? —Yo,porlovisto. Está sereno y tranquilo, y su actitud prepotente me cabrea. Se lo agradezco:prefieroestarcabreadaqueangustiada.O,peor,excitada. —¿Esporvenganza?—exijosaber—.Porqueloparece. Curvaloslabioscomosireflexionarasobreello. —Puede—responde,ylaconfesiónsemeclavatanlimpiamentecomo lafríahojadeunacuchillaafilada—.Pero,siloes,lavenganzajamásme habíasabidotandulce. —Queteden,Jackson—leespeto,tanenfadadacomodesconcertada—. Queosdenati,aturesentimientoyatumalditoultimátum. Cojo el móvil de la mesa y corro a la puerta mientras el mundo gira alrededordemíenunremolinorojoygris. Meagarroalmarco,deespaldasaél,yrespirohondoparaserenarme. —Jamáspretendíhacertedaño—digo,tanbajoquenoestoysegurade quemehayaoído. —Puedequeno—acepta,tambiénenunsusurro—.Peromelohiciste. Yahora,simequieresenesteproyecto,vasatenerquepagarelprecio. 5 Cabrón! Es un maldito cabrón y que me caiga muerta ahora mismo si permito quemeutilicedeesemodo. Bajo la escalera a toda prisa, con el pecho encogido y la garganta reseca.Cuandorespiroelfrescoairedeoctubreséqueestoyalbordede unataquedepánico. Quierocorrer;coño,¡quierovolar!Quieroperdermeentrelaslucesy elbulliciodeHollywoodBoulevard.Quierolanzarmecalleabajo,noen direcciónanada,sinolejosdetodo.DeJackson.Delpasado. Ydeestahorriblesensacióndeestardesgarradapordentro. Quierohacerlo,peronopuedo.Porque,silointento,seguroquedaré untraspiéconestosmalditostaconesdeagujayterminarérompiéndome lanarizdelantedelteatrocontralahuelladelamanodeClarkGable. ¡Malditasea,malditasea,malditasea! Así pues, ando en vez de correr, deseando que hubiera una forma de detenermispensamientos,deignorarmisemociones. «Túmequieresenelproyectoyyotequieroenmicama.» Esaspalabrasmehangolpeadoconlafuerzadeuntrenytodosemeha idodelasmanos.Misplanesparaelresort,misesperanzasdedarunsalto enmicarrera. Loteníatodopensado,cadaetapadelcaminoplaneadaalaperfección. PerohallegadoJacksonylafantasíadequepodíacontrolarlasituación sehaesfumado. ¿Cómohepodidosertantonta?Porque¿nometrastornóJacksondesde elmomentoquelovi? Cinco años, pienso. Han pasado casi cinco años desde el día que lo conocí.Cincoañosydosdíasdesdeelmomentoquelepedíquesealejara demí. No,dosdíasno.Dosvidas.Doseternidades.Porquemeseríatotalmente imposiblecondensartodoloquesentíaporél,todoloquetodavíasiento porél,enunperíodotanbreve. Perolohice.Lohicimos. Todocomenzó,recuerdo,conlospandas. Mi día estaba siendo una verdadera porquería. Acababan de despedirme. Más o menos. Mi jefe, un inversor inmobiliario de Atlanta llamado ReggieGale,habíadecididojubilarseyeligiódarmeelnoticiónmientras íbamos en coche a una recepción privada que organizaba el Brighton Consortium, un grupo integrado por diversos profesionales del sector inmobiliariodelqueGaleeramiembro. TeniendoencuentaquemehabíamudadodeLosÁngelesaAtlantanada másterminarlosestudiosconelúnicopropósitodetrabajarparaGale,y teniendoencuentaqueme encantaban tanto el sector inmobiliario como miempleo,aquelnoestabasiendounodemismejoresdías.Teníaveintiún años,llevabamenosdeseissemanastrabajando para Gale, aún no había compradocortinasparamipiso.Ynomehacíaningunagraciatenerque ponermeotravezabuscartrabajo. El consorcio ofrecía la recepción en la zona de los pandas del zoológico de Atlanta, y su propósito era crear un ambiente festivo y amenoparaatraermásinversores. Huelgadecirqueyonoestabadehumorparafiestas. —Dejaqueloadivine.Vistounpanda,vistostodos. Esa voz grave, baja, acariciadora y solo ligeramente risueña pareció envolvermeymeobligóadesviarlaatencióndeaquellosanimalitospara centrarlaenelhombrequeestabaamilado. —Esto…¿qué? Una respuesta nada coherente la mía, pero me había cogido desprevenida. Estaba en el mirador con vistas al hábitat de los pandas. Había ido allí para no tener que relacionarme con los invitados y poder centrarmetantoenmispensamientoscomoenmipreocupación.Dehecho, aunqueesinnegablequelospandassonadorables,enesemomentonolos teníapresentes. Encuantolomirétodasmispreocupacioneslaboralessedesvanecieron. Solo una cosa ocupó mi mente. Él. Su espalda ancha. Su mandíbula cincelada. Sus facciones marcadas, suavizadas por el minúsculo hoyuelo delmentón. Aparentaba unos veintiocho años y se comportaba con una seguridad que,sibienpodríaparecerarroganteenalgunoshombres,enélresultaba sensual. Su cara era una combinación de ángulos y sombras, la cara de un guerrero,tanexquisitaquepodríaemocionaralosdioses.Losojos,por suparte,lebrillabanconladurezadelzafirotallado.Perolechispeaban cuandosonreía,yelmodoenquelascomisurasselearrugabanalhacerlo humanizabaaquellasfaccionestanperfectas.Comotodoslosasistentesa aquella recepción al aire libre vestía ropa informal. No obstante, en su caso aquel sencillo conjunto de unos vaqueros y una camisa blanca almidonadaconelbotóndelcuellodesabrochadoresultabairresistible. Mirándolo,tuvelasensacióndequeelsueloseinclinabaunpocobajo mis pies. Jamás había reaccionado así ante un hombre y me agarré a la barandillaconunamano,sintenerclarosiaquellasensaciónmegustaba. —Oalomejortehasquedadoextasiadaconellos—continuóaltiempo queseñalabadosrollizospandasqueestabansentadoscomiendobambú—. Esperoqueseaeso,porque,delocontrario,heriríasmiamorpropio. —¿Cómo iba nadie a herir tu amor propio? —dije sin pensar y, al instante,notécalorenlasmejillas—.Losiento.Suena… Peronoacabédedisculparme,porquemispalabrasquedaronahogadas porsusrisasyelrocedesusdedosenmibrazodesnudo. —Gracias —respondió—. Amor propio salvado. —Me dirigió una sonrisatorcida—.Nosoportoquelospandasmehagansombra. Yotambiénlesonreí. —Sí,aunquesonunamonada. Mevolvíhacialospandascomosiquisieraconfirmarlo.«Porsupuesto, nohaycolor»,medije. Sequedóunmomentocalladoy,derepente,temíquemehubieraleído elpensamiento.Rompíelsilencioaclarándomelagarganta. —¿Estásaquíporlarecepción? Una pregunta tonta, dado que, en aquel momento, el zoológico estaba cerrado al público y las únicas personas que había en el recinto éramos lostrabajadoresylosinvitadosdelBrightonConsortium. —Sí—respondió—.Perotúno. Meerguí. —Claroquesí. —Quierodecirque,enrealidad,noestásaquí.Tieneslacabezaenotra parte. —Oh. —Dado que no podía discutírselo, no lo hice. En cambio, me volvíotravezhacialospandas,conlasmanosapoyadasenlabarandilla —.Sí,bueno…Hasidoundíabastantehorrible. —Lolamento. Sesituóamiladoytambiénseapoyóenlabarandilla.Alhacerlome rozó los dedos y sentí que había química entre los dos. Una sensualidad quenohabíaexperimentadohastaentoncesyquecreíaquesoloexistíaen laliteratura. Mevolvíhaciaéldeformareflejayelpechosemeencogiócuandolo sorprendí mirándome sin disimulo, con tanto ardor en los ojos que creí queibaaderretirme. Apartélamirada. —No.—Mecogiólabarbillaconunamanoymevolviódelicadamente la cabeza hacia él—. No —repitió, y esa vez percibí una súplica bajo su tonoautoritario. Empecé a protestar, pero me pasó un dedo de esa misma mano por el labio,confirmezaysensualidad,ytuveganasdechuparloysaborearlo. Me sentía mareada, embriagada por la proximidad de aquel hombre enigmáticoquemehabíahechizadocontantafacilidad. Nomegustaba.Y,noobstante,cómomegustaba,porDios. —No me discutas —dijo—. No protestes ni me des excusas. —Me tendiólamano—.Tútevienesconmigo. —Nilosueñes. Me puse un poco más erguida cuando el suelo dejó de moverse bajo mispies.Noeralaclasedemujerquepasabaporelarosoloporqueun hombre se lo ordenara. De hecho, era justo lo contrario. Estaba acostumbradaaserlaquemandaba.Autilizaraunhombreantesdequeél pudierautilizarmeamí. Enarcóligeramenteunacejaysupequenoeralaclasedehombreque estabaacostumbradoaquelodesafiaran. Curvóloslabiosenunasensualmediasonrisa. —Seríaunhonorparamíquepasearasconmigo. El mundo, que ya se había quedado quieto, empezó de nuevo a inclinarse,esavezmuchomásporquenomeesperabaaquellareacción. Mesorprendídandounpasohaciaélymeobliguéadetenermecuando el pánico comenzó a atenazarme, aunque atenuado por una inusitada corrientedeexcitación. —No—dijedespacio—.Nocreoqueseabuenaidea. —¿No?¿Porqué? «Porque no debería tomar decisiones cuando estoy ebria», quería responderle. Pero esa noche no había bebido nada y, de no ser por su proximidad,estaríacompletamentesobria. —Porquenitansiquierateconozco—respondí,encambio. —¿Ah,no? Me pareció que su sonrisa escondía un millar de secretos y quise conocerlostodos. —SoyJacksonSteele.Yteconozco. —¿Ah,sí? Noimaginabacómo.Desdeluego,yonolohabíavistonunca,porque me acordaría. Y no era ninguno de los clientes o contactos de Reggie, porquesuapellidoeranuevoparamí.Debíadeserelinvitadodealguien, pero,comoyosoloeraunahumildeasistente,nohabíamotivoparaque él, ni ningún otro de los presentes, supieran quién era. Como si quisiera recalcar ese hecho, cuando Reggie y yo habíamos llegado, uno de los jefazosdelgrupodeBrightonhabíapedidoalacamareraunvasodeagua congaspara«lachicadeReggie». Yohabíaconseguidoforzarunasonrisaycontenermeparanoponerlos ojosenblanco.Siempreseagradecequeaunalavaloren. —Claro que te conozco. Eres Sylvia Brooks —afirmó Jackson, y mi nombresonócomoambrosíaensuslabios—.Y,aunqueestanochenohe venidoporti,símehequedadoporti. Aquellomedejóaturdida.Unmomentodespués,dije: —Oh. Tampocoesefueuncomentariomuyocurrente. Noobstante,miestupideznopareciómolestaraJackson,porquevolvió atendermelamanoymedirigiósumatadorasonrisa. —Venapasearconmigo,Sylvia.Teprometoquenomuerdo. Ese frívolo comentario, dicho con tanta seriedad, me hizo reír y despejólaspocasdudasquemequedaban.Bienmirado,¿quémalmeharía pasear?Siemprepodíadarmediavueltayregresaralafiesta. —De acuerdo, Jackson Steele —convine, y acepté su mano—. Tú primero. Esperaba que se alejara del mirador para ir al pabellón donde estaban las mesas con los postres y las otras barras, pero, en cambio, rodeó el hábitatdelospandasysealejódeélporuncaminoqueseinternabaenel zoológico.Paseamospordebajodeotraestructuracubiertadondealgunos empleadosdelzoológicoindicabanalosrezagadosdóndeeralafiesta. Fruncíelentrecejo. —Nopuedoirmesinmás—argüí—.Mijefeestáahí. Nomemolestéenaclararlequeyanoeramijefeyqueactuabaasísolo poreducación. —No nos vamos —dijo Jackson mientras me llevaba por el ancho caminohastaunabifurcación;unramalconducíaalasalidayelotrose adentrabatodavíamásenelzoológico. Esteúltimoestabacerradoporuncordónrojodeterciopeloatadoados postes dorados que me llegaban a la altura de la cintura. Jackson pasó entre uno de ellos y un seto de flores y tiró de mi mano para indicarme quedebíaseguirlo.Vaciléconunacejaenarcada. Se encogió de hombros y puso una cara tan divertida que tuve que reírme. —Tengounpequeñoproblemaconlaautoridad—meconfesócuando meuníaélenelladoprohibido. —¿Ah,sí? —Soloendeterminadascircunstancias. —¿Porejemplo? Hablábamosenvozbajamientrasavanzábamosporelcaminoasfaltado queconducíaalazonadelosgorilas. —Sinosoyelquemanda,tengounproblema. Traguésaliva,porquesabíaqueyanoestábamoshablandodetraspasar cordones de terciopelo. Pensé que me entraría pánico, seguido de unas ganas imperiosas de echar a correr y, cuando no fue así, no supe qué pensar. Y luego, cuando hizo que me detuviera, dejé por completo de pensar. —Sylvia… Meacariciólafrenteymeapartóunosmechonesdepelo.Memordíel labioinferior,conlarespiraciónentrecortada.Larisafácilquehabíamos compartido hacía tan solo un momento se había apagado, sustituida por algointensoypalpable.Algopeligroso. Peligroso,sí.Perotambiénfascinante. Estábamos justo debajo del rústico portón de troncos que señalaba la entradaalastierrasinexploradasdelÁfricamásrecóndita.Muyoportuno, pensé,considerandolosalvajequemesentía. Me cogió la cara entre las manos, inclinó la cabeza y me besó en la boca. Elbesofuedelicado,tiernoydemasiadorápidoy,cuandoseapartó,vi fuegoeinterrogaciónensusojos. Nopensé.Novacilé.Solomeacerquéaélymepusedepuntillaspara arrimarmetodavíamás.Paraposeerlo.Y,sí,paraentregarmeaél. Noesperóaquemislabiosrozaranlossuyos.Vielcambioensusojos; elmomentoenqueladulzurafuedesbancadaporlalujuria,eldeseoyel vorazapetitoquesepalpabaentrelosdos.Mecogióporlanucaconuna manoymerodeóporlacinturaconlaotra. Me arrimó a él para besarme, con las caderas pegadas a mí. Noté su erecciónbajolosvaquerosymicuerporeaccionó;sentíunhormigueoen lapielyelsexoexcitado,palpitanteydesesperadopornotarlo.Meagarró porelculoparaapretujarmecontraélmientrassubocaluchabaconlamía ysulenguamebuscabaymesaboreaba,impetuosayreclamante.Tomaba todoloqueyopodíadarle,ymás. Me habían besado, pero nunca así. Nunca de una forma tan ardiente e intensaquemeparecióestarhaciendoelamor.Quemesacódemipiely consiguió que olvidara mi pasado y que el futuro dejara de importarme. Quesolodesearaaquelmomentoyaaquelhombre. Que deseara poder derramar lágrimas, porque, cuando por fin se separódemí,nohabíanadaquedesearamásqueecharmeallorar. Estaba fuera de mi elemento, perdida en una nebulosa de sensualidad. Enlugardecerrarme,mehabíaabierto.Enlugardemarcharme,mehabía arrojadoasusbrazos. Esasnoeranmisreaccioneshabituales,nimuchomenos,peronopodía negarquequeríamás.Queloqueríaaél. Deberíaestaraterrorizada,perosolomesentíatentada.Yelsolohecho deserconscientedeelloyamedesconcertabaenlomáshondo. —Dime…—Pasólosdedospormipelocorto—.Dimeporquépareces unconejilloapuntodeecharacorrer. Vacilé,perolerespondíconfranqueza. —Medasmiedo. Negóconlacabeza. —Nocreo.Creoqueesporquenotedoymiedo.—Entrecerrólosojos —.Eresunenigma,SylviaBrooks.Creoqueporesotedeseo.Tehevisto encuantotehasseparadodelagenteyhasidoalmirador.Hepreguntado cómo te llamabas. De hecho, llevo toda la tarde observándote. Educada, pero distante. Nunca eres grosera, pero es como si tuvieras una línea dibujadaalrededordetiquenodejascruzaranadie. Lo miré boquiabierta, porque tenía toda la razón. Lo queme asustaba era que le hubiera resultado tan fácil verlo que yo me enorgullecía de escondertanbien. —Ahoraestoydentrodeesecírculo—continuó—.Ynoesporquetedé miedo. Mepasélalenguaporloslabios. —¿No?Entonces¿porquées? En mi fuero interno sentí que la esperanza se mezclaba con el deseo, porquerealmentequeríaoírloqueibaadecir.Noentendíaloquesentía porél.Aquelfuertepuñetazomehabíadesconcertadoymehabíadejado mareadayaturdiday,milagrosamente,ávidademás. —Esporquetampocoloentiendes. Combatíelimpulsoderodearmeelcuerpoconlosbrazoscuandoseme erizóelvello. —¿Qué es lo que no entiendo? —pregunté, aunque ya sabía a qué se refería. —Esto—respondió,ynosseñalóalosdos—.Noloentiendes,perolo sientesdeunaformatanpalpablecomoyo.Poresomehasdejadoentrar. —Se acercó más y percibí su olor, a humo y madera, como un bosque después de una tormenta—. A lo mejor no lo entiendes. Pero, cariño, tienesquecreerenello. Yoqueríacreer.Juroque,enesemomento,loqueríamásquenadaenel mundo.Aunasí… Alcélacabezaparamirarloalosojos. —¿Ysinopuedo? —Entonces,tendréqueconvencerte. Meabrazóyvolvióabesarme,esavezdespacioycondulzura,perola cabeza me dio vueltas de todas formas. Y juro que deseaba más. Mucho más. Cuando se apartó de mí sentí que mi cuerpo se movía con él, poco dispuestoaquenosseparáramos. —Ahoravoyallevarteacasa. Suspalabrasfueronunaorden,expresadaconlaclasedeseguridadque porlogeneralmeinstaríaasalircorriendooaprotestar.Nohiceninguna delasdoscosas,sinoquemeaferréaloúnicodeloqueestabasegura:si rechazabasuofrecimiento,élmedejaríamarchar.Puedequenoquisiera hacerlo,pero,siyoselopedía,mepermitiríadarmediavueltayregresar alafiesta. Yonodeseabaesoymeconsolépensandoque,enelfondo,ladecisión eramía.Yenaquelmomentomebastó.Asentí. —Sí—dije—.Llévameacasa. Conducíadeprisa,loquenomesorprendió.Nitampocomesorprendió elcoche,unelegantePorschedecolornegroquesemovíaentreeltráfico deAtlantaconlasuavidaddeunapluma. —Bonitotrasto. —Sí —asintió—. Es un clásico. Se lo compré a un coleccionista para hacermeunregalocuandomesaquélalicenciahaceunosaños. —¿Paraejercercomoagenteinmobiliario?—pregunté,suponiendoque trabajaba con uno de los jefazos de Brighton o que era un posible inversor. —Paraejercercomoarquitecto. Mepuseunpocomásderechaenelasiento. —Ah. Dejó de prestar atención a la carretera el tiempo suficiente para mirarme. —Parecessorprendida. —Noloestoy—respondí—.Tepega. —¿Esocrees?¿Enquésentido? Dudéuninstante,peroledijelaverdad. —Porqueeresunpocoarrogante. —¿Enserio?Yyoquemeesperabaunhalago. —Lo es. Es igual que tu manera de conducir este coche. Segura y enérgica,cambiandocontinuamentedecarril.—Meencogídehombros—. Asíimaginoalosarquitectos,supongo.Seremontaalaspirámides,¿no? Es decir, un arquitecto egipcio tuvo el atrevimiento de decir que su proyecto se alzaría hasta el cielo y él encontraría la forma de hacerlo realidad.Escomoconstruirunrascacielosquetocalasnubesotenderun puentesobreundesfiladero. MirélasiluetadeAtlantaporlaventanilla. —Medejasinhabla,¿sabes?Crearalgoasírequieremuchocontroly precisión.Es…Nosé… —Creoquesílosabes—dijoenvozbaja. Mevolvíhaciaélypercibíinterésycomprensiónensumirada. Meencogídehombros. —Quizá.Essoloque…estábien,avecesmesaltabalasclasesymeiba al centro en autobús. Vivía en Los Ángeles —añadí—. Mis padres no teníanniidea,perohabíadíasquenomeveíacapazdesoportarmiasco devida.Mequedabadepie,conlacabezaechadahaciaatrás,viendocómo laciudadsealzabaamialrededor.Yesomereconfortaba.Entoncesnolo entendía;loúnicoqueséesquemedabaesperanzas. —¿Loentiendesahora? —Sí—respondíenvozbaja—.Ahorasí. —Yotambiénloentiendo. —¿Deveras? —Estabasenlociertoconlaesperanza—dijo—.Peronoerasmásque una cría, así que no captabas la esencia. Solo lo supiste más adelante, cuando comprendiste que las líneas definidas y dinámicas de un edificio de oficinas son un testimonio. Recuerdan que las circunstancias y el mundopuedencontrolarse,pormuyperdidoseinútilesquenossintamos enalgunosmomentos. SemehizounnudoenlagargantaporqueJacksonlosabía.Loentendía deverdad.Yenesemomentoagradecínosercapazdellorar,porqueno queríaderramarlágrimasdelantedeél. —Sí.Exacto. —¿Porquénotededicaste?Comoprofesión,quierodecir. —Lohabríahecho—reconocí—.Peronotengonilashabilidadesnila visiónnecesaria.Veounedificioycomprendosugrandeza,peromimente noestáhechaparaconcebirlo.Asípues,supongoque,enmicaso,esmás bienunaaficiónyelmotivoporelquetrabajoenelsectorinmobiliario.Y megustapasearporlasciudadesymirarlosedificios.Leerlibros.Hacer fotografías.Hagomuchasfotografías—añadí. No le pregunté por qué se había hecho arquitecto. No me hizo falta. Solo con mirarlo me quedaba claro que tenía un talento innato para la profesión. Incluso algo tan simple como su manera precisa y segura de conducir el Porsche me demostraba que encarnaba todo lo que yo admiraba.Eraunhombrequenoseescondíadelmundosinoquesemovía porélconlacabezabienalta,tancapazcomodeseosoderemodelarloa suantojo. ¿Había percibido yo aquella cualidad suya desde el primer momento? Debíadehaberlohecho,porque¿cómosinounasolamiradasuyahabía bastadoparadoblegarme? Aún me lo preguntaba cuando subimos por la escalera a mi piso de Buckhead,situadoenlasegundaplanta. Rompíelsilenciocuandollegamosamipuerta. —Yonohagoesto…normalmente. —¿Iracasa? Era una broma, por supuesto, pero continué seria y, con la mano, nos señaléalosdos. —Esto —aclaré—. No salgo con hombres. No mucho. No… no está entremisprioridades. —Bien. No quiero que salgas con hombres. Pero, Sylvia, ahora estás entremisprioridades.Ymeparecegenial. Meruboricémientrashurgabaenelbolsobuscandolasllaves. —Encasasolotengovino.¿Tegustaeltinto? —Sí.Peronovoyaentrar. —Novas…Pero… Me interrumpí porque temía parecer tan perpleja como me sentía. Me había preguntado si quería más, de manera que lo esperaba todo. Lo deseaba.Inclusoloansiaba. Mequedéenlapuertaconfundidaydesconcertada,sinestarsegurade quéhabíaidomal. —No voy a entrar esta noche —aclaró mientras me pasaba los dedos por la mejilla—. No te equivoques, Sylvia. Esto no ha terminado. Ni tan siquierahaempezado. —Yonoquieroquetermine—reconocí. —¿Y qué quieres? —preguntó—. Porque debes saber que, cuando yo quieroalgo,oaalguien,lopersigosindescanso y no me detengo hasta poseerlo por completo. ¿Quieres palabras bonitas y bombones? Los tendrás.¿Quieresquenoscojamosdelamanoynosbesemosconternura? Meparecebien.Peroyoquieromuchomás,Sylvia,ytienesquesaberque voyaacostarmecontigo. La boca se me había quedado completamente seca. El resto de mi cuerpo estaba caliente y húmedo, y tuve que agarrarme al quicio de la puertaparanoderretirmeenelsuelo. Esperé que la oscuridad se apoderara de mí, que mis miedos me atenazaran y que las frías garras de mis recuerdos me apresaran y me apartarandeaquelhombreysuspalabras,tanseductorascomoexigentes. Pero no sentí ningún frío y la única oscuridad provino del cielo nocturno, que estaba cuajado de estrellas. El cosquilleo que noté no era miedo,sinoexcitación.Ycuandolomiréalosojosestuveseguradeque élvioenlosmíoselmilagroqueeraparamí. —Joder, me tientas. Me muero de ganas de hacerte mía ahora mismo. Dequitartelaropaymirarte,desnuda,ardienteymojada,soloparamí.Y lo haré. Voy a tocarte. Voy a acariciar todos los poros de tu piel. Voy a penetrarte.Yvoyamemorizartucaracuandotecorrasentremisbrazos. Harétodoeso—dijomientraselcuerposemeaflojabaymeardíabajola fuerzadesuspalabras—.Perotodavíano.Estanocheno. Fue a acariciarme la cara, pero cuando tenía los dedos a solo unos milímetrosdemipielsedetuvo.Inspiréunabocanadadeaire,plenamente consciente de nuestra atracción, con un deseo incontenible de que me tocara,dequemerozarasiquiera. Entonces apartó la mano y me miró a los ojos. Los suyos eran inescrutables. Los míos, no me cabe duda, estaban enfebrecidos, suplicantes y un poco desconcertados. Porque con Jackson todo había cambiado.Envezdeasumirelmando,habíarenunciadoaél.Yyonoera así. Noentendíalarazóny,aunqueesomeasustaba,loquemeasustabamás eraeltemoraquesemarchara. —Tútambiénmedeseas. Eraunaafirmación,nounapregunta,perorespondídetodasformas. —Sí. La palabra me pareció demasiado pequeña para contener un deseo tan grande. —Perfecto.—Apenassonrió,peroviqueelplacerleiluminabalacara —.Pasaréarecogertemañana.Alasdiezymedia. —Oh. —Parpadeé ante aquel cambio inesperado de la seducción al misterio—.Deacuerdo. Repasé mentalmente mi agenda y agradecí no tener nada a esa hora. Aunquedabaigual.Mehabríaescaqueadodecualquier compromiso que mehubieraimpedidopasarlamañanaconJackson. Losojosselearrugaronenlascomisuras,comosimehubieraleídoel pensamiento. —Mañanaerestodamía—dijomientrasreseguíaconundedomilabio inferior. Luegosevolvióysemarchó. Entré en casa, tan feliz e ilusionada que hasta di una vuelta sobre mí misma.Yyonosoydeesaclasedechicas. Medesvestíycadarocedelaropacontramipielexcitadalonotécomo unasensualcaricia.Memetíenlacamadesnuda,sinquerernadaapartede lasábanaentremisrecuerdosdeJacksonyyo. Cerrélosojos,memetílamanoentrelaspiernasymequedépensando en aquel hombre impresionante, sexy y enigmático hasta conciliar el sueño. 6 Me despertaron unos golpes bruscos en la puerta y me desperecé en la cama, gozando de los recuerdos que aún me quedaban de unos sueños increíbles. ¡Sueños!Nopesadillas. Mi sonrisa se hizo todavía más grande al pensarlo. Hasta aquel momento Jackson Steele estaba demostrando ser la encarnación del hombre ideal. Encantador, divertido, guapísimo. Y, pese a su actitud dominante,nomehabíaprovocadoniunasolapesadilla. Tanalegreestabaquecanturreémientrasmeponíaunabata.Nomedi prisa;noerannilasochodelamañanadeunsábado.Quienmerequiriera ibaatenerqueesperar.Detodosmodos,grité:«¡Unmomento!»,mientras meatabaelcinturóndelabataeibaaabrir. Eché un vistazo por la mirilla, pero no vi a nadie. Picada por la curiosidad,abrílapuertaparamirarhacialacalle,perosoloencontréuna cajaenelfelpudoenvueltaenunbonitopapelderegalo.Alcogerlaviuna tarjetitasujetabajoellazo.«Llévame.» Me reí y me sentí un poco como Alicia a su llegada al País de las Maravillas, a pesar de que no me cabía duda de que el paquete era de Jackson.Cuandoentréyloabrímissospechasseconfirmaron. Dentrohabíaunvestidoenvueltoenpapeldeseda.Eraamarillointenso, unaverdaderapreciosidad,conuncorpiñoajustado,unafaldavaporosay grandes botones blancos desde el escote hasta el dobladillo. Venía con unas sandalias de tacón bajo a juego. Me las probé; eran justo de mi número.Perofuelaúltimapartedelregalolaquemehizoestremecerde lacabezaalospies.Ocultosdebajodeunfinoplieguedelpapeldeseda descubrí unas finas medias de seda, un liguero y un diminuto tanga de encaje negros. También había un sujetador, igual de minúsculo, cuyas reducidascopasestabanpensadassindudaparaquelospechosrebosaran por arriba, lo que aumentaba su turgencia al tiempo que dejaba los pezonesalavista. Mepasélalenguaporloslabiosymepuselaropainterior,procurando nohacerningunacarreraenlasmediasal desenrollarlas en cada pierna. Luego me coloqué delante de mi espejo de cuerpo entero y me observé desdetodoslosángulos. Estabamatadora. Loqueeramásimportante,asíeracomomesentía.Cachonda.Salvaje. Atrevida. Ynopodíanegarelcosquilleoquenotabaentrelaspiernasalimaginar a Jackson comprando aquellas prendas. Viéndome vestida con ellas. Y, después,viendocómomelasquitaba. Sin pensar, metí la mano por debajo del tanga y apenas me rocé el clítoris con el dedo antes de encontrar la vulva. «Oh, cielos, estoy mojada.» Y cuando aquel conocido cosquilleo empezó a extenderse por mi cuerpo saqué la mano de golpe, sintiéndome tan culpable como una adolescente. Noporquenoquisieracorrerme,sinoporquequeríaquefueraJackson quienmellevaraalclímax. Excitadaytambiénnerviosa,mepuseelvestidoymealegróverqueme quedaba como un guante. Luego me di tanta prisa en peinarme y maquillarmequeestabaarregladamuchoantesdelasdiezymedia,lahora alaqueJacksonvendría.Estabatanimpacientequemepaséeltiempoque quedabasintiéndomeigualquecuandoteníatreceañosyestabaesperando aqueBillyTyson,elprimerchicoquemehabíainvitadoasalir,pasaraa buscarmeparairalcineyacomerunahamburguesaencompañíadesus padres. Eso fue cuando mi vida rebosaba ilusión y asombro. Cuando confiaba en que mis padres me protegerían y velarían por mí. Cuando vivíaenunaburbujaque,neciademí,creíaqueeraimpenetrable. Esofueantesdequemihermanosepusieraenfermo. Esofueantesdeél. ¡Basta! Cerrélospuñosyapartédemimenteesosrecuerdos.Estabaapuntode salirconunhombre,todounacontecimientoparamí.Y,malditasea,me gustaba la sensación. Quería aferrarme a ella. Más que eso, merecía aferrarmeaella. Me mantuve ocupada preparando café, pero no quise bebérmelo por temoraquemeolieraelaliento.CuandoJacksonllamóenérgicamentea lapuertaalasdiezymediaenpuntocasimelancéaella. —Holadijesinalientoalabrirla,yaúnmecostómásrespirarcuando lo vi, alto y delgado, con el pelo oscuro revuelto por el viento lo justo paratenerunairesexyyperturbador.Encuantoentrósupenetranteolora hombremeenvolvió.Tierra,maderaylluvia,enunacombinaciónqueera exclusivadeél. —Notemuevas—mepidióalentrarenelrecibidor—.Quieromirarte. —Megustaelvestido—dije—.Gracias. —De nada —respondió mientras me miraba con tal intensidad que no mecupodudadequeestabaviendoelvestidoyloquehabíadebajo. —También me gusta la ropa interior —añadí con descaro, y me vi recompensada por el fuego de sus ojos y su forma de apretar la mandíbula,comosilecostaradominarse. —¿Ah,sí? Esasdossimplespalabrasparecíanencerrarinfinidaddepreguntas. Levantéunpocolabarbillaylecontestéenunsusurro: —Sí.¿Quieresquetelaenseñe? —Loestoydeseando.Peronohastaestanoche.Mientrastanto,pensaré encómotelavoyadejaralavista. —Jackson… Meresultóimposibledisimulareldeseodemivoz. Negóconlacabeza,conlamiradateñidadepasiónypromesas. —Esoseráestanoche.Ahoramismo,teinvitoacomer. Mecontuveparanoacribillarloapreguntas—¿adóndeíbamos?, ¿qué comeríamos?,¿cuándoregresaríamos?—,ymeobliguéadejarmellevar. ApermitirquefueraJacksonquientomaralasdecisiones.Curiosamente, nomeresultódifícil.Aunqueraravezcedíaelmando,conaquelhombre me parecía natural hacerlo. Como si en mi fuero interno supiera que, pasaraloquepasase,éljamásmepresionaría. Aunque, en realidad, no sabía si aquella impresión era acertada o si sencillamentequeríahacermeilusiones. YaenelPorsche,Jacksonmaniobróconsolturaentreeltráficodeaquel sábadoporlamañana.TerminamosenelparqueOlímpicodelCentenario. ÚnicamentellevabaunassemanasenAtlanta,peroconocíabieneseparque porque el despacho de Reggie estaba en Marietta Street, a solo unas manzanasdeallí,yhabíaidounpardevecesalaplazadurantemihora del almuerzo. Es grande, con zonas verdes, un estanque reflectante y la famosafuentedelosAnillos. —¿Un picnic? —pregunté nada más bajar del coche—. No llevamos cesta. Casiesperabaqueabrieraelmaleteroysacarauna,perosolomecogió delamano. —Hamburguesas —respondió, y me eché a reír—. ¿Te parece mala idea? Neguéconlacabeza,todavíariéndome. —La primera vez que salí con un chico fuimos a comer una hamburguesa.Ymehesentidocasiigualdenerviosamientrasteesperaba. Supongoquelacoincidenciamehaparecidograciosa.¿Qué?—añadíal repararenlaintensidaddesumirada. —Es que me sorprendes. Hay cosas que no me dices… No, no te preocupes, no voy a insistirte… pero hay veces en que tu franqueza me desarma. —Nosueloserasí—reconocí. Noledijequemesentíacómodaconél.Demasiadocómoda,quizá. Noselodije,peroestabaseguradequeéllosabía. —Sabesqueestamosenunparque,¿verdad?—comentéentonoalegre, esperandopodercambiardetema—.Amenosquetengaspensadohacertú las hamburguesas, en sitios como este no es usual que haya hamburgueserías. —Creíaqueyatehabíasdadocuentadequenosoy…usual. Entrecerré los ojos, pero, en lugar de darme explicaciones, Jackson echóaandarporlaplaza,dondelafuentedelosAnillosarrojabaaguaal cielomientrasunmontóndeniñosmiraban,corríanychapoteabanenlos chorrosdelossurtidores. —¿Teapetece?—preguntó. —Estentador—reconocí—.Peroestevestidomegustademasiadopara estropearlo.Además,memuerodehambre. —Enesecasovayamosadartedecomer. Dimoslavueltayrecorrimoslaplazabordeadadeárboleshastallegar a la zona verde, el centro de información turística y la curiosa hamburguesería. —Googie Burger —explicó Jackson, señalando el anguloso edificio quemerecordabatantoalaviejaserieanimadadeLosSupersónicoscomo alasatraccionesfuturistasdeDisneylandia—.Abrióhacepoco. —¿Se llama así de verdad? —pregunté mientras inspeccionaba la hamburgueseríarodeadademesas. Jacksonsepusoenlacola. —Sí.¿Sabesporqué? Ladeélacabeza. —¿Meestásexaminando? Serio. —Mehaspillado. —Difícilmente puedo haberme criado en Los Ángeles, adorar la arquitecturaynosaberquésignificaGoogie—respondí—.Esunestilode diseño futurista. Muy a lo era atómica. Explosiones de color y tejados ascendentes. Y muchas formas de boomerang. El edificio del aeropuerto internacional de Los Ángeles, el emblemático cartel romboidal de Las Vegas,tropecientostrenesdelavado.Estáportodaspartes.¿Aprobada? —Connota. —Pero la pregunta verdaderamente importante es, ¿qué tal son las hamburguesas? —Tanespectacularescomoeledificio—measeguró. Yteníarazón.Panecillostiernos,carneensupunto,lechugaytomates frescosypatatasfritasdevicio.Charlamosmientrascomíamos,detodoy nada,ycuandoalarguélamanoparalimpiarleunpocodemostazadela comisuradelabocamesorprendiódarmecuentadeque,pesealopoco queloconocía,estarconéleratanfácilqueparecíaquelleváramostoda lavidajuntos. Noobstante,lafamiliaridadquesehabíacreadoentrelosdosnohabía disminuidonuestraatraccióny,cuandomecogióeldedoyselometióen laboca,semeescapóungemido,tantoporlasorpresacomoporlasúbita explosión de chispas que se originó en la yema de mi dedoy se me concentró,irrefrenableyapremiante,entrelosmuslos. Luego, sin despegar los ojos de los míos, tan despacio que tuve la sensacióndequeibaaderretirme,meacaricióeldedoconlalenguaantes demordisqueármelo. —Estanoche—dijo—.Estanochevoyasaborearteentera. Separé los labios como si fuera a responder, pero no fui capaz de articularpalabra. Sonrió, un poco engreído y muy sexy. Acto seguido se levantó y me tendiólamano,queaceptéencantada. —¿Adóndevamos? —Habíapensadoenseñartealgunosdemislugaresfavoritos.Hasdicho quetecriasteenLosÁngeles,¿verdad?¿CuántollevasenAtlanta? —Nomucho.Vinejustodespuésdegraduarme,enagosto.Conocíami jefe en Los Ángeles. Estaba negociando un trato para Damien Stark, así quesabíaqueReggieeralegal.ReggieGale—aclaré—.Elnecesitabauna asistente, yo quería adquirir experiencia en el sector inmobiliario, y nos pusimosdeacuerdo. —Stark—dijoJacksonentonoinexpresivo. —Sabesquiénes,¿no?Seretiródeltenisprofesionalnohacemuchoe irrumpió en el mundo de los negocios. Ganó un pastón con algunas inversionesinmobiliariasantesdedejarlasraquetas,yapostópormontar unaempresadealtatecnologíaymontonesdeempresasmás. —Séquiénes.Noestoymuysegurodequépensardeél.Nidesuéxito. —¿En serio? —Me encogí de hombros. Por lo que había visto, Stark tenía talento—. De hecho, había solicitado trabajo como asistente en su empresa,perocuandoReggiemeofrecióestepuestoloacepté.Eramásde misector. —YGaletetrajoaAtlanta. —Eso.Asíquesolollevoaquíunassemanas.Yhetenidotantotrabajo conelproyectodelBrightonConsortiumqueapenasmehadadotiempoa conocerlaciudad.Portanto,sí—añadí—.Estoesperfecto. Nomencionéquesobretodoeraperfectoporquesabíaquemiestancia enAtlantapodíaserbreve.Nadamásdespedirme,Reggieenvióuncorreo electrónicoaldepartamentodeRecursosHumanosdeStarkInternational pidiéndoles que fueran tan amables de tener en cuenta mi solicitud si el puestodeasistenteseguíavacante.Aunquenomecontrataran,sabíaquelo más probable era que regresara a Los Ángeles. Allí tenía amigos y contactos.Y,endefinitiva,miprioridaderaencontrartrabajo. No obstante, en ese momento no quería angustiarme por mis perspectivaslaborales.SoloqueríadisfrutardeldíaconJackson. Terminó siendo un día incluso más maravilloso de lo que imaginaba porquemellevóportodalaciudadparaenseñarmesusedificiosfavoritos yexplicarmeporquélegustaban. EmpezamostomandounacopaenelhotelMarriottMarquis,cuyoatrio de techos altísimos parecía sacado de la película Alien. A continuación fuimos al Acuario de Georgia, que tenía el mismo aire futurista que GoogieBurger.Entramos,nosencaminamosalapeceramásgrandeynos sentamos en la oscuridad. No sabría decir qué criaturas vivían en aquel hábitat inmenso. En ese momento solo era consciente de Jackson. De su fuego,suolor,supresencia.Apenaseracapazdepensaryaúnmenosde concentrarme,ycuandomebesóenlasieninclusoaquelrocetandulcee inocentebastóparaquemeretorcieradetantoquelodeseaba. Del mundo submarino del acuario me llevó a una estación de metro subterránea. —Estaesmifavorita. Extendió los brazos para abarcar la estación Peachtree Marta, construidaamásdetreintaycincometrosbajotierra.Eltechoyelsuelo estaban pulimentados, pero los lados del túnel eran de tosca roca dinamitada. —Aquíesdondeelhombremodelóelmundocomocreyóoportuno— dijo, y sus palabras fueron una confirmación de mis pensamientos—. Parecealgosencillo,peroahoramilesdepersonaspuedendesplazarsea través de un lecho de roca, y el diseño, con la piedra a la vista, subraya eso. Terminó nuestro recorrido en el impresionante Museo de Arte High, proyectado por un arquitecto galardonado con el premio Pritzker y ampliadomásadelanteporungranarquitectoitaliano.Paseamosporsus galeríasyloexploramosafondo,peronosdedicamos,sobretodo,aver la exposición temporal sobre Cézanne y las obras de la muestra fotográficapermanente.NuestrodíadelaArquitecturaporfinterminóen Table1280,elrestaurantedecocinademercadodelmuseo. —Hay más —dijo Jackson mientras me daba de comer una fresa—. Pero cuanto más tiempo paso contigo, menos interesado estoy en la arquitecturaymásendesnudarte. Casimeatragantéconlafresa. —Noeresmuysutil,¿verdad? —Séloquequiero—arguyó—.Loséyvoytrasello.Telodijeanoche. Y,Sylvia,pensabaqueteníasclaroquetequeríaati. —¿Loquetúquieres?Pareceunpocounilateral. —Noloes—measeguró—.Tambiénséloquetúquieres.—Suforma desonreírmehizopensarenlaqueellobolededicaaCaperucitaRoja. «Paracomertemejor.»—.¿Noesasí? «Oh,santoDios,sí.» No hice caso a mi corazón desbocado y aparté el plato sin haber probadolatartadequeso.Noentendíalaintensidaddemireacciónhacia aquel hombre. Lo único que sabía era que Jackson había provocado un cambiodentrodemí.Yerainnegablequelasensaciónmegustaba. ElbrevepaseohastasuPorschesemehizoeternoyeltrayectoencoche casimeresultódoloroso.Notabalavibracióndelmotorentodoelcuerpo y, cada vez que Jackson cambiaba de marcha, lo sentía entre las piernas. Teníalospezonesdurosytansensiblesque,concadamovimiento,elroce delencajedelsujetadoreraunatortura. Estaba de los nervios, tan alterada que pensaba que pronto perdería el control. Yo no era una mujer fácil de encandilar. De hecho, era justo lo contrario.Porlogeneralmeretraíaomequedabafríasiunhombreme perseguía con tanta intensidad como Jackson. Cierto que él no me había presionadonimehabíapuestoentrelaespadaylapared.Joder,hastase habíaechadoatrásnadamásconocernoscuandomehabíadichoquediera unpaseoconél. Pero aquello no cambiaba el hecho de que la imagen que proyectaba fuera de control y poder. Justo lo que a mí solía crisparme y descolocarme. Entonces¿porquémesentíaasíenaquelmomento? Ni idea. Fuera como fuese en aquel preciso instante estaba histérica. Pero en otro sentido. Más agradable. Con la piel hormigueándome y el sexopalpitante.Todomicuerpoansiabasuscaricias.Unascariciasqueyo quería.Quequizáhastanecesitaba. —Adelante—dijoenvozbajaperoconunsutiltonoautoritario. Mevolvíparamirarlo,sincomprender. —Tócate. Esa vez su orden fue innegable. Como también lo fue la reacción inmediatayvisceraldemicuerpo.Laebullicióninstantáneademisangre. Lasúbitaansiaentrelosmuslos.Laturgenciademissenos. Tragué saliva y me obligué a no cerrar los puños cuando el pánico empezóacrecerenmisentrañas,aúnpeorrecibidoporquecreíahaberlo superadoconJackson. —Creoqueno. Mis palabras fueron firmes y me sentí orgullosa de haber sabido disimularmipreocupación. —Quiereshacerlo—dijosinmás. —No,yo… —No ignores tus deseos, Sylvia. ¿Crees que no siento yo también tu calor?¿Deverascreesquenosédesobraque,sitemetieraeldedopor debajodeltanga,teencontraríacalienteymojada? Fruncíloslabios,excitadayfrustradaporlafacilidadconqueveíalo queyonoqueríaenseñarle. —Penséentianoche—continuó—.Mesentéenmisalónconunvaso debourbonypenséenti. Cambié un poco de postura para ponerme de cara a él, pero no dije nada. —Te imaginé en tu piso, en tu cama. Te imaginé desnuda, Sylvia. Abierta de piernas, con una mano en un pecho y bajando la otra hasta tocarte el clítoris, tan caliente… tan sensible. ¿Te diste placer, nena? ¿Jugastecontuclítorisydespuéstemetistelosdedos?¿Estabascachonda y mojada? ¿Te follaste anoche, Sylvia? ¿Te metiste los dedos hasta el fondo? ¿Imaginaste que era mi polla lo que tenías dentro? Dime, nena, quierosaberlo. —Sí—murmuré,porqueeraciertoyporquequeríaquelosupiera. —Entonceshazloahora.¿Porquénegarteunplacerqueestanevidente quedeseas? —Yo…Jackson,no. Me mordí el labio inferior. Esperaba que se me viniera encima una avalancha de recuerdos tan angustiosos y paralizantes que acabaría retrayéndome y permitiendo que el mundo se volviera gris solo para encontrarunespaciodentrodemídondepoderrespirar. Perono hubo avalancha. Por el contrario, poco a poco, el pánico fue desapareciendo,eclipsadoporlafuerzademideseo. —Cierralosojos—dijo—.Nadamás.Solocierralosojos. Comoesoerafácil,lohice. —Eres preciosa. —Me acarició la mejilla y luego me pasó los dedos porelpelo—.Tremendamentehermosa.Yaúnmásconelsoldándoteen la piel. ¿Lo notas, ya bajo, a través de la ventanilla? ¿Acariciándote? ¿Despertándotelossentidos?¿Aflojándote,ablandándote,calentándote? —Sí. Lodijesusurrando,ynitansiquieramehabíadadocuentadecuántome habíarelajadoenelpocotiempoquellevabahablándome,seduciéndome contantaprecisiónyhabilidadcomoesosdedosqueyosabíaqueluego metocarían. —Pontelasmanosenlasrodillas,Sylvia. Obedecíeinspiréparaserenarme.Menotabalapieldemasiadotirantey elcuerpodemasiadocaliente.Noteníaotrapalabraparadescribirloque sentíaapartede«necesidad». YloquenecesitabaeraaJackson. —Desabróchate el vestido, Sylvia —me ordenó—. Pero no abras los ojos. Traguésalivaantesdebajarlamanoyencontrarelúltimobotón.Nome costósacarlodelojal.Elsiguienteestabaunosdiezcentímetrosmásarriba ytambiénlodesabroché.Seguíhastallegaralaentrepierna. —Jacks… —No.—Mepusoundedoenloslabiosconsuavidad—.Nohables.No pienses.Solohazysiente.Asientesiloentiendes. Asentí. —Ahoraacabadedesabrocharteelvestido. Obedecíylasmanosmetemblaronunpococuandolleguéalacinturay paséadesabrocharmelosbotonesdelcorpiñohastalospechos. —Ahoraseparalaspiernasy,almismotiempo,ábreteelvestido. Paraentoncesestabarespirandodeformaentrecortada,imaginandolo que él veía. La tela amarilla apartada de golpe y yo en ropa interior de encaje y medias negras, con los pechos rebosándome por encima del minúsculosujetador.Conlosojoscerrados,estabasumidaenunanubede sensualidad, en sintonía con el movimiento del coche y el sonido de su voz, pero no me esperaba el roce de su dedo en mi pezón y no pude contener un grito de placer cuando la caricia me provocó un estremecimientoentreelpechoyelsexo. Arqueélaespaldaydejéqueaquellasensacióngloriosamerecorriera elcuerpo.NitansiquieradisimulélasonrisacuandoJacksonmurmuró: —Esoes,nena…Tuformaderesponderesincreíble,joder. ¡Increíble! Me contuve para no suspirar. Si ser increíble significaba que podía sentirmeasí,pormíperfecto. —Abate el asiento —dijo—. Solo un poco. Así está bien. ¿Sigues alcanzándotelasrodillas?Nollegasdeltodo,peronopasanada.Quiero quetepongasunamanoenelmuslo.Perfecto.Ahorasubelaotrahaciael pecho. No —corrigió—, así no. Hazlo sin dejar de tocarte —instruyó, y colocósumanoderechasobrelamíayempezóasubírmelaporelmuslo, lentaysuavemente. La sensación era indescriptible y, mientras nuestros dedos seguían ascendiendo por mis caderas y mi vientre, eché la cabeza hacia atrás, extasiada por aquel ataque apasionado y erótico a mis sentidos. Jackson me detuvo la mano justo debajo del pecho izquierdo para que pudiera notar el delicado encaje del sujetador y, cuando me subió el dedo índice despacio, me mordisqueé el labio inferior para, poco después, mordérmeloconfuerzacuandopalpémipezón,duroyerectoporencima delacopadelsujetador. —Eso es, nena —dijo—. Juega con él. Tócatelo. La sientes, lo sé. La dureza de tu pezón. Quieres pellizcártelo. Notarlo duro entre los dedos. Hazlo, nena —me urgió, y oí su quedo gemido cuando hice lo que me pedíayarqueélaespalda,sorprendidaporlaplacenteradescargaeléctrica quemellegóhastaelmismosexo—.Oh,sí…—Hablabaconunavoztan bajayroncaquesupequeestabacasitanexcitadocomoyo—.Empiezaa subirlamanoderecha—ordenó. Measombrólopocoquetardéenobedecerle.Mepasélosdedosporla carainternadelosmusloshastatocarelbordedemitangayaempapado. —Muybien,nena.Separamáslaspiernasyapartaeltanga.Quieroverte el coño. Quiero ver lo mojada que estás. Quiero ver cómo te metes el dedo.Yquierovercómotucuerposeestremececuandoestésapuntode correrte.Perosoloapunto.Novasacorrertehastaqueyoestédentrode ti. Voy a follarte bien, nena. Voy a metértela tan adentro que gritarás mi nombrecuandotecorrasyvasagritármeloenlaboca. Laspalabrasmesorprendieron.Noporquefueranvulgares,descaradas e inesperadas, sino porque, en vez de sentirme utilizada por lo que me proponía,mesentíespecial.Envezdesentirmesucia,mesentípoderosa. Como si, de algún modo, fuera yo la que estaba al mando y no aquel hombrequemeexigíatantosometimientoysumisión. —Por Dios, cómo me pones —exclamó mientras yo me acariciaba el sexoempapadoconlosdedos. Temblabaygemía.Estabacerca,muycerca,yloúnicoqueanhelabaera explotarentresusbrazos.Queríamás,quería sexo, ¡sexo apasionado! Y, siguiendo sus órdenes, hice lo que pedía: me toqué el clítoris, me metí bien el dedo y reprimí el impulso de suplicarle que parara el coche e hicieraelfavordefollarmeya. —Jackson —gemí cuando comencé a notar un cosquilleo en la cara internadelosmuslos;elanunciodelaexplosiónquetantoansiaba. —Todavíano,nena—ordenó.Cerrólamanosobrelamía,yelmero roce de su piel casi bastó para que me corriera de todas formas—. No hastaqueyolodiga. —Por favor —musité, más salvaje, más excitada de lo que me había sentidonunca. —¿Porfavorqué? —Porfavor,fóllame. —Oh,nena.Créeme,loestoydeseando.Pero,ahoramismo,creoquees lahora. —La…hora¿dequé? —Deentrar—respondió—.Ydemuchasmáscosas. Abrílosojosymiréalrededor,sorprendidadeverqueestábamosenel aparcamiento de mi edificio. No tenía la menor idea de que habíamos salidodelaautopistayaúnmenosdequehabíamosaparcado. Sin decir nada más Jackson se inclinó hacia mí y, muy despacio, me abotonó el vestido. Bajó del coche, pero yo me quedé sentada, con la respiración entrecortada e intentando regresar a la realidad. Mi sentido comúnmedictabaquedeberíacorreralapuertayencerrarmeenmipiso paraprotegermedeJacksonydelmundo. Sinembargo,elsentidocomúnnoparecíaregirmisactos.Actuabapor puroinstintoy,porprimeravezenmuchotiempo,confiabaenél.Ansiaba soltarmeydejarmellevar,permitirquecadainstantemecondujeraauna cimatanasombrosacomodesconocida,quetodavíanohabíaalcanzado. —Tu expresión… —dijo Jackson cuando me abrió la puerta y me tendiólamanoparaayudarmeabajardelcoche—.¿Enquépiensas? —Nopienso—respondí,ysonreíalreparareneltonoalocadodemi voz—.¿Noesmaravilloso?Nopiensoennada. —Entonces¿quéhaces?—preguntómientrasmeabrazaba. Mecolguédesucuello. —Siento —respondí—. Por favor, Jackson. Hazme sentir más. Hazme sentirlotodo. —Cariño…Loquetúdigas. Mereí,extasiadaysorprendida,cuandomecogióenbrazosymellevó hastamipuerta.Meagarrébienaél,conlacabezaapoyadaensuhombro, mientrasintentabaentenderquédiablosmehabíasucedido. Amí,queerasiempretancauta.Unamujerquenuncasesoltabayjamás permitíaqueunhombrelellegaraalcorazón. Por algún motivo Jackson era distinto, pensé. Jackson podía protegerme. Y, si mis demonios se debocaban, bueno, quizá fuera el hombrecapazdeacabarconellos. —Quédate aquí —dijo al dejarme en el suelo delante de mi mesa de centro. Miró alrededor y la apartó con el pie para que no hubiera nada entreelsofáyyo—.Bien—añadió—.Ahoraespera. —Queespere…¿qué? Selimitóanegarconlacabezaaltiempoquesellevabaelíndicealos labios. —Mehaspedidoquetehagasentir,Sylvia.Yteprometoqueloharé. Estuveapuntoderesponder,perolociertoeraquenosabíaquédecir. Además,élyahabíaentradoenlacocina. Me quedé en mi salón, cambiando el peso de un pie a otro, preguntándome qué haría Jackson si me sentaba, pero con miedo de probarlo por temor a que se marchara. Y, la verdad, no quería que se marchara. Cuandoregresóllevabaenlasmanosdoscopasdevino.Dejóunaenla mesadecentroysesentóenelsofáconlaotra. Miré el vino de la mesa con el rabillo del ojo y enarqué una ceja. Él tomóunsorbodelsuyoantesderespondermeconunaúnicapalabra. —Después. —¿Despuésdequé? —Despuésdequetedesnudes. Suvozhabíacambiado.Eragrave.Autoritaria.Ymuy,muysexy. Inspiré y esperé que las frías garras de mis pesadillas me arañaran la espalda.Peronosentífrío,sinoúnicamentecalor,deseoylaintensidadde sus ojos, tan penetrantes que tuve la sensación de que no necesitaba quitarmelaropaporqueyameestabaviendodesnuda. —No…noestoysegura—dije. Pero, incluso antes de terminar la frase, supe que solo lo había dicho por quedar bien. No estaba tensa; por el contrario, me notaba suelta. Caliente.Inclusoansiosa. El miedo que esperaba sentir estaba muy lejos y, en su lugar, notaba impaciencia. Porque deseaba la sensación de sus manos tocándome y el privilegiodequeestuvieramirándome. —¿Noestássegura? Selevantódelsofáconlacopaenlamano.Seacercóamíeintrodujo undedoenelvinoantesdeacariciarmeconélellabioinferior. —Yocreoquesíloestás,Sylvia. Bajó el dedo por mi cuello y me lo pasó por la clavícula con tanta sensualidadqueesadelicadacariciameestremeció. —Teheobservadoenelcoche,¿recuerdas?Tanatrevida.Tansalvaje. Te he dicho lo que quería y te has excitado. Te he dicho lo que debías hacerytehaspuestomojada. Apretéloslabiosparanogemir. —Quieres entregarte a mí, Sylvia. Quieres cederme el poder de darte placer. Suspalabrasmeasustaron.Nosoloporqueeranciertas,sinoporqueno entendía por qué deseaba tanto lo que él me exigía. En los últimos años había mantenido muy pocas relaciones. Y cuando salía, cuando la imperiosa necesidad de desahogarme y evadirme me acuciaba tanto que me empujaba a la acción, era yo quien esgrimía el poder. Era yo quien poníalascondicionesyllevabalavozcantante,noellos. Y en esas escasas ocasiones jamás sentía nada aparte del desahogo físicodelorgasmoyelintensosofocoquesigueatodabuenasesiónde ejerciciocardiovascular. Másimportanteaún,erayoquienmelargabadespués. Aquellaeramiformadeactuar,miformadeprotegerme. Peroallíestaba,abiertayvulnerable. Y,malditasea,tremendamenteexcitada. —Quieres esto tanto como yo —dijo mientras me rodeaba. Se detuvo justodetrásdemíyseinclinóparasusurrarmealoído—:Loveoencómo me miras. En cómo respondes a mí. ¿Qué es lo que dijiste en el coche sobremiprofesión?¿Queespoderycontrol?Teníasrazón.Peroesono soloesloquehago.Esquiensoy. Mecogióporlacinturaymeatrajohaciaélhastaquetuvelaespalda pegada a su cuerpo. Noté su erección y sentí una descarga entre los muslos. Y en ese momento lamenté no haber hecho ya lo que me había pedido,porquenohabíanadaquedesearamásqueestardesnudaconsus manosenmipiel. Lassubióparacogermelospechos. —Meexcitasaberquecontrolotuplacer.Quepuedollevartealclímax onohacerlo.Quesoydueñodetuconfianzaytupasión. Mesoltóyapenasfuicapazdecontenerungemido. —Asíquedime,Sylvia—continuómientrasvolvíaasentarseenelsofá —,¿quéquieres?¿Quieresentregarte?¿Oquieresquememarche? En vez de responder con palabras, alcé las manos despacio y volví a desabrocharmeelvestido. No obstante, esa vez no me lo abrí. Dejé que resbalara por mi cuerpo hastacaeralsueloparaquedarmeanteélúnicamenteconmiropainterior reciénestrenadaylassandalias. Lo siguiente que hice fue descalzarme, aunque perdí más de cinco centímetrosdeestaturaymesentíinclusomásvulnerable. A continuación tenía que quitarme las medias y empecé a agacharme parahacerlo.Peroalcélacabezayelfuegoqueviensusojosmeespoleó laimaginación.Didospasoshaciaél.Luegolevantéunapiernayapoyéel pie en el borde del sofá, justo entre sus muslos. Y, sin prisas, empecé a enrollarlamediapantorrillaabajo.Cuandolleguéalpiemelaquitépoco apoco.Melevantédespacio,conlamediaenlamano,ydejéquelafina sedalerozaralaentrepierna. —Quétraviesa… Supeporsusonrisaqueestabaencantado. Yotambiénloestaba. Repetíelprocesoconlaotramedia,peroesavezestirélapiernapara poner el pie sobre el cojín y rozarle la polla, que casi le reventaba los vaqueros.Además,sabíaque,altenerunapiernalevantada,elminúsculo tanga poco ocultaba lo mojada que estaba y en aquel momento Jackson teníaunasientodeprimerafilaconunasvistasincreíbles. Después, para que tuviera cuanto quería, me recorrí la pierna con un dedohastallegaralsexo.Gemícuandomelometíentero,sindespegarlos ojos de él porque no deseaba perderme ni una sola de las chispas de pasiónqueleencendieronelrostro. —¿A qué sabes? —preguntó, y yo me introduje el dedo en la boca despacioylodejémirarmientrasmelochupaba—.Sabedulce—respondí porfin—.¿Tegustanlosdulces? —Oh,sí—respondió;meagarróporlascaderasysearrodillódelante demí—.Solounpoquito. Se inclinó y me besó el sexo. Luego me lo lamió y chupó con tanta intensidad que creo que me habría desplomado si no me hubiera estado sujetando. —Delicioso—murmurócuandoseapartóyyogemíapenada. —Porfavor…—Confíaenmí. Bajólasmanos,encontrólacinturillademiligueroymelobajópor laspiernashastaquepudesacarlospies. Selevantóehizounmovimientocircularconeldedo. —Datelavuelta. Obedecí y, al momento, suspiré cuando me desabrochó el sujetador y meloquitó.Loarrojóalaalfombra,ymequedécompletamentedesnuda yexcitadadeespaldasaél. —Esto—dijo—.Estomegustamucho. Me cogió los pechos desde atrás y empezó a besarme. Repasó el contorno de mis tatuajes, pero sin preguntarme por ellos. Despacio, me besócadavértebraynotéelsuaverocedesuslabiosenloshoyuelosdel finaldelaespalda.Luegosearrodillóymepasólalenguaporelsensible plieguedecarneentrelanalgayelmuslo. Había convertido todo mi cuerpo en una zona erógena y yo estaba temblando, tan inestable que levanté las manos y las coloqué sobre las suyas,comosiagarrarmeamispropiospechosfuera,dealgúnmodo,a mantenermeenequilibrio. Cuando me pidió que volviera a darme la vuelta, lo hice sin vacilar. Teníalabocaalaalturademisexo,ylevisonreírconpicardíaaltiempo queechabalacabezahaciaatrásparamirarmealosojos. —Erespreciosa—repitió. Despacio,mepasóundedoporlospechos,lostatuajes,elombligo. —Una cinta —continuó cuando llegó a la cinta roja que tenía tatuada entre el muslo y el torso—. Y un candado —añadió al tocar el primer tatuajequeCassmehizosobreelhuesopúbicohacetantotiempo—.¿Por qué?¿Quéhayescritoenlacinta? —Nada—mentí—.Megustaroncuandolosvienelcatálogo,soloeso. Me sostuvo un momento la mirada como si me estuviera desafiando, pero yo seguí muda. ¿Cómo iba a revelarle la verdad? ¿Cómo iba a explicarleque,encontradeloquelehabíadicho,aquellostatuajesnosolo noerannadasinoqueloerantodo?Marcastantodevergüenzacomode poder.Untestimoniodelapersonaquefuiyjamásvolveríaaser. —Algúndíamecontaráslaverdad—dijomientrasmepasabaeldedo pulgar por el sexo—. Pero ahora mismo lo único que quiero es saborearte. Y,sinmásavisoqueaquel,mebesóelsexoymepasólalenguaporel clítoris con tanta delicadeza que el mundo se oscureció y se llenó de estrellasantemisojos. —Noseráasítodoeltiempo—explicó. —¿Cómo? —Delicado.Solounpoquito,cariño,yluegovoyahacertegritar. Cumplió lo prometido, y me excitó con la lengua mientras me acariciabaconlasmanosymesujetabalojustoparaquenomecayeraal suelo.Peronotéelcambiocuandomeagarróporlasnalgasymeexigió que separara las piernas. Me lamió con largos lengüetazos antes de meterme la lengua, probarme y provocarme. Me retorcía contra él, deseandoquemetomaraconmásímpetu,quemellevaramáslejos. Estaba totalmente desinhibida, con aquel hombre arrodillado ante mí, atormentándomeconlabocadeunaformatanviolenta.Yqueríamás.Lo queríatodo. —Por favor —supliqué, cuando estuve segura de que ya no podía soportarlo—.Porfavor,Jackson. —Dime qué deseas —susurró, separando la boca de mi sexo solo el tiemposuficienteparamurmurarlaspalabrascontramipiel. —Ati.Oh…Diosmío,porfavor.Tedeseoati. —Loquetúdigas. Selevantódelsueloymellevóalsofá.Concalma,sequitólacamisay losvaqueros;despuéslellegóelturnoalosslips,bajoloscualespugnaba su voluminosa erección. Inspiré hondo, impresionada por la perfección del cuerpo de aquel hombre. Un hombre que los dioses sin duda esculpieronenunmomentodeespecialinspiración.Sehabíasacadouna caja de preservativos del bolsillo y lo observé, hipnotizada, mientras se poníauno. Luegosesentóenelsofáymetendiólamano.Meacerquéalinstante, mepuseahorcajadassobreélynotésucalorysutentadoradurezaenmi sexo. —Quierovertelacaracuandotecorras—dijo—.Yquieroquetedesel placerquenecesites. Me pasé la lengua por los labios al comprender que me estaba indicando que yo llevara la iniciativa. Que me moviera sobre él. Que lo cabalgara.Quenoscondujeraalosdosalclímax. Y,oh,santoDios,yotambiénlodeseaba. Era terreno conocido, ser quien estaba al mando. Salvo que, con Jackson,sabíadesobraqueenrealidadnomelohabíacedido. Aunasí,mientrasestuvieraentresusbrazos,nomeimportabanada. —Eso es, nena —dijo mientras yo me movía sobre él, frotándome contrasuglandeyexcitándonosalosdos. Entoncesmebesóconardorypasión.Mebajéparaquemepenetrara, tan mojada que me resultó fácil acogerlo por completo y subir otra vez para luego volver a bajar. Con una lentitud exasperante. Dejando que el placerylaexpectaciónaumentaran. Lomiréalosojosyvicomprensión. —Tegustacalentarme. —No—repliqué—.Soloquieroquedure. Peroningunodelosdospudoaguantar,yJacksonnotardóensujetarme porlascaderasyguiarmismovimientos. —Pensabaquemandabayo—argüíjadeando. —Olvídalo…Quierosentirteestallar. Nuestros movimientos fueron cada vez más bruscos e impetuosos. Seguí cabalgándolo, tomándolo todo, deseándolo todo. Sus caricias, su pasión,laexplosióndeplacerqueestabaapuntodellegar. Ycuandollegó,cuandotodomicuerposetensóalrededordesupollay elmundoenterogirócuajadodeluzycolor,gritésunombre,talcomoél habíadichoqueharía. —Creo que no voy a moverme más —susurré cuando me desplomé sobreélabrazadaasucuello. —Loharás. Seincorporóymellevóenbrazosaldormitorio.Yteníarazón.Cuando se colocó encima de mí, cuando me besó y acarició, cuando me hizo el amorconternuraysuavidad,volvíamovermesinningúnproblema. Después me acurruqué contra él y pensé que quizá, solo quizá, había ganadolabatalla. Peronoeracierto. Nohabíaganado. Ycuandolasgarrasdelhorrormevisitaronensueñoscomprendípor vez primera cuánto había perdido verdaderamente y el alto precio que habíapagadopormipasado. 7 Miroeledificiodeestucogrisconlapuertadeaceroymeencojocuando setornarojoypalpitante. Mevuelvoenelcocheparamiraramipadre,seguradequetambiénlo ha visto. Segura de que no me obligará a entrar otra vez ahí. Porque es peligroso,comoenunapelículadeterror.Yyonoquieroserlachicadela películaqueentraconfiadaeneselugartanespeluznante. —Papá… —Ve,Elle—dice—.Vasallegartarde. —AhoramellamoSylvia. —SoyEleanorSylviaBrooks,aunquesiemprehabíasidoElle.Hastaque Bob empezó a llamarme así. Ahora, con catorce años, odio mi nombre. AhoramellamoSylvia. —Lo sé —dice mi padre—. Sé todo lo que pasa ahí dentro. Al fin y al cabo,loheorganizadoyo. —¿Losabes?—Arrugolafrente—.¿Deverdadlosabes? —Éltedijoeso,¿no? Pienso en lo que Bob me dijo la semana anterior cuando me metió los dedos por debajo de las bragas. Dijo que había acordado esto con mi padre.Queíbamosaganarmuchodinero.Muchomásdeloquevaleuna fotografía tonta, sobre todo cuando ni tan siquiera vende todas las fotografíasquehace. —Eresguapa,Elle,pero¿enseriocreesquedemayorvasasermodelo? Niegoconlacabeza. —Entonces,pregúntateparaquéestoypagandoatupadre. —Él no haría eso —replico, pero quizá sí… porque necesitamos el dinero. Derepentemihermano,Ethan,vaenelasientotrasero. —Estábien,porquemequieres.Ysidejasdehacerloymemuero,será culpatuya. Mimadreapareceasulado. —¿Qué adolescente no estaría encantada de ser modelo? Tienes muchísimasuerte.¡Yyahassalidoenunanuncio! Me enseña el anuncio de un comercio local sobre la vuelta al colegio. Por un momento me quedo desconcertada porque todavía no lo hemos hecho, pero entonces recuerdo que esto es un sueño. De inmediato, mi madreymihermanodesaparecen. —Eshoradeentrar—dicemipadre. Ahoraestoydentrodeledificio,apoyadaenunapared.Alotroladodela habitaciónmeveoamímisma. Miotrayoposaapoyadaenunacolumnaromanafalsa.Bobestádelante demí.Esunfotógrafoquevendesusfotografíasapublicistas,diseñadores gráficosygenteasí.SeapellidaCabot,perosesuponequedebollamarlo Bob. Noséquéedadtiene,aunquenoleechomásdetreintaycincoaños.Va bienafeitado,ytieneunasedosamelenaoscuraquelellegaaloshombros yqueavecesserecogeconunacintadepielcuandotrabaja.Cuandolo conocímeparecióqueeramono.Ahoramedannáuseasnadamásverlo. Miro alrededor para ver si hay alguien más en el estudio. Bob tiene estudiantesenprácticasyunoscuantosayudantes.Inclusounamujerque aportaelvestuario.Perohoynohaynadie. Yyoséporqué. —Estupendo,Elle—dice—.Asíestábien…Aunquefaltaalgo. Secolocadelantedemíyconectaelventilador.Mipelo,aúnlargo,aún ondulado,empiezaamoverse. —Oh,sí.Esfantástico.Perfectoparaestatoma. Semeencogeelestómago. —Peroelvestido… Seacercaamíy,aunqueestoyocultaentrelassombrasalotroladodel estudio,notoelrocedesusdedosmientrasarreglaelvestidoamiotrayo. Esazulclaroycorto,conbotonespordelanteyceñidoenlacintura.La telaeslobastantefinaparaquelabrisaartificialmepeguelafaldaalas piernas. —Asíestámejor—dicedespuésdedesabrocharmelosprimerosbotones —.Perotucara…Vamos,Elle,necesitoquetengasunairetierno,sensual. ¿Loharásparamí? Observoconloslabiosapretados.Nodigonada. —Subelosbrazos—meindica—.Cógetealacolumna. Lohago. —Muybien.Unacomposiciónbonitayelegante. Bajaeldedopormibrazohastaelmontedemipecho.Sedetieneahíy meloaprieta.Miromientrasmiotrayocierralosojos. —De hecho —dice—, no está mal. La joven púber apoyada en una columnaromana.Escasiuntemamitológico.CasicomosifuerasAfrodita. Empiezaadesabrocharmeelvestido. —¡No!—exclamodesdelassombras. —No—dicemiyodelacolumna. —¿Quién manda? —me pregunta Bob—. ¿Para qué pago? Mientras estás aquí eres mía, ¿recuerdas? Tienes que confiar en mí. Mi trabajo es quequedesguapa,¿no? Me abre el vestido y me descubre los pechos, aprisionados en un sujetadorquemequedapequeño. Meveoapretarmáslosojos. —Lafotonovaasalirbiensinoterelajas.Peronotepreocupes,Elle. Formapartedemicometido.Asegurarmedequequedasfavorecidaenla fotografía.Asegurarmedequeterelajasporcompleto. Mientras habla me desabrocha los botones que quedan. Lo veo acariciarme y tocarme. Recuerdo todo lo que ha hecho, todo lo que hace ahora.Dóndeestánsusmanos.Dóndeestásuboca. Nolomiroaél;nopuedo.Elmundoquemerodeaseestávolviendogris ysoloquierohuirdeestosrecuerdos,pero¿cómovoyamarcharmecuando esa otra yo seguiría atrapada aquí, enfadada, asustada y muerta de vergüenza? Oigo las palabras de Bob, roncas y urgentes, y aprieto los dientes. No despegolosojosdelrostrodemiotrayo.Ellasiguedepie,conlosbrazos levantados.YBobestáderodillasdelantedemí.Yanohabla. Gritoamiotrayoqueloapartedeunempujón.Queleabralacabeza deungolpe.Queledéunrodillazoylerompalamandíbula. Peroellanolohace.Dehecho,hacetodolocontrario,conformepierde pocoapocoelcontrol. Relajalamandíbula.Separaloslabios.Lapielseleenrojece.Veocómo seretuerce.Oigosusquedosjadeos. Yentoncesnotaunatensiónquevacreciendo.Sientequeseavecinaun estallido. Está apoderándose de ella, de mí, de las dos. Y, oh, joder, es agradable. Cada vez es mayor ybajo la vista, pero no es Bob quien está tocándonos.Utilizándonos. EsJackson. Yesentoncescuandoocurre.Unviolentoorgasmomehacetemblaryme doycuentadequenohayotrayo,sinosoloElle.SoloSylvia. Solo vergüenza. Y confusión. Y el miedo frío y profundo de que si continúorompiéndomeasí,jamásconseguirérehacerme. Migritomearrancatantodemipesadillacomodelrecuerdo. Miro alrededor porque temo que la gente me haya oído. Pero solo he gritadomentalmente. Me quedo inmóvil y respiro despacio, intentando olvidarme de la pesadilla de la cabeza mientras me recupero. Estoy en Los Ángeles, en HollywoodBoulevard,depieenlaacerajuntoalaentradadelaestación demetroHollywood/Vine.Yestoyagarradaaunposteindicador. Atlantayanoestá. Elpasadoyanoestá. Pero el sueño sigue aquí. Y Jackson, el hombre al que podría haber amado,elhombrealquedejédeunaformatancruel,tambiénsigueaquí. Mepasolosdedosporelpelo.Heestadotanabsortaenmisrecuerdos, tanconcentradaenJackson,quenoheprestadoatenciónanada.Heandado varias manzanas, una caminata de más de quince minutos, sin siquiera darmecuentadeloquehacía. —¡Mierda! Suelto la palabrota a media voz, más asustada que enfadada, porque hacía tiempo que no me abstraía tanto. Me digo que no pasa nada. Solo estoyalteradayalgomareada.Pero,mientrasluchocontralosrecuerdos, elmiedoylasganasdevomitar,séquetengoqueserenarme. Vuelvoamiraralrededor,sibienestavezlohagoparadisimularmás que para orientarme. Sé dónde estoy. Más que eso, sé lo que quiero. Lo quenecesito. Estoy casi vibrando de la energía que he acumulado y necesito desahogarme.Necesitohacermeconelcontrol,serlaquemanda. Yséexactamentecómoconseguirlo. Dejo Hollywood Boulevard y giro por Vine Street. Delante de mí, el edificio cilíndrico de Capitol Records se alza en la noche como un faro que me alumbra el camino. Sin embargo, no voy tan lejos. Me dirijo a Avalon, un emblemático club de Hollywood que ha pasado por varias fasesdesdeladécadade1920.Enlaactualidadesunadiscotecademoda conexcelentes DJ y música tecno bastante buena los viernes. Lo que es másimportante,tieneunapistadebaileimpresionanteysiempresellena. Lo sé porque aquí es a donde solía venir para desmelenarme antes de conoceraJackson. Aún vengo a bailar o a desconectar cuando tengo un mal día. A veces sola,otrasconamigos.Peroesoestodo.Melimitoadejarmellevarporla música. Hoynovengoaeso. Estanocheestoyrota.Ydispuestaarepararmedelaúnicamaneraque sé. Como de costumbre hay cola, pero avanza con rapidez. Así que no tardoenentrarysustituirelruidodeltráficoylaslucesdeHollywoodpor laatronadoramúsicatecnoyelviolentoparpadeodelosfocosmorados, blancosyazulesquealumbranlapistadebaile,yarepletadecuerposque secontorsionan.Ahí,medigo,yempiezoaabrirmepasoentrelamultitud. Miro las caras al pasar, buscando la correcta. Porque hoy no vengo a bailar. Vengo a quitarme este puto día de encima. Vengo a borrar mis recuerdosymispesadillas. Sobretodo,vengoademostrarmequeyanosoyunaniñitadébilquese dejaintimidaryasustar. Peronoessoloeso,ylosédesobra.EstoesporJackson.Porcómome ha rechazado. Por cómo me ha tocado. Y por el maldito pacto con el diabloquehaintentadoobligarmeahacer. Unpactoquenopuedoaceptar.¿Acasonohuiyadeélunavez? Estoyenlapista,conlosbrazoslevantadosymoviendolascaderasal son de la música, cuando lo veo. No a Jackson; de hecho, este tío ni tan siquieraseleparece.Peroesaltoymorenoyahoramismomebasta.Está depiejuntoalapista;nopuededecirsequebaile,peroestámoviéndose. Tieneunvasodetuboenlamanodeloqueparecewhiskyaguadoy,cada poco, da un sorbo. Me dirijo a él bailando y tonteo con algunos otros candidatosantesdedetenermedelantedelqueheelegido. —Lohacestodomal—digo. Seponelamanolibreahuecadatraslaoreja. —¿Qué? Meacercohastacasirozarlelasienconloslabios. —Hedichoquelohacestodomal. —¿Aquéterefieres? Lequitoelvasoylodejosobreunaltavozquehaycerca. —Abailar—respondo,ylotomodelasmuñecas—.Teenseñarécómo sehace. Lollevoalapistasindarlelaoportunidaddeprotestar.Encontramosun hueco entre el resto de las parejas sudorosas que vibran, se tocan, coquetean, se acercan peligrosamente y se separan. Esa es la danza de apareamiento de los jóvenes sin pareja, y este hombre y yo estamos echandotodalacarneenelasador.Cadavezmásatrevidos,cogiéndonos delasmanos,juntandolascaderas.Ycuandolemirolacarayveoqueme deseaséqueeshoradepasaralasiguientefase. Jadeando,meacercoaélymecuelgodesucuello. —¿Cómotellamas? —LouisDale.¿Ytú? Niegoconlacabeza. —No,estejuegonoesasí,Louis. —¿Quéjuego? Melimitoasonreírleyaagarrarleunamano. —¿Tienesuncochecerca? —Esto…sí.Sí,claro. Dejo que me saque de la discoteca y me lleve a un aparcamiento de pagoqueestácruzandolacalle.SedetienedelantedeundeportivoLexus decolorgris. —Bonitamáquina—digo,yloempujocondelicadezacontraelcoche. Tengolaspalmasdelasmanosapoyadasensupecho—.¿Quémástienes paramíqueseabonito? Me arrimo a él y me encanta sentirlo duro. No lo deseo a él; lo que deseoesesto.Elcontrol.Elpoder.Saberquecuantotomeodéestanoche seráporqueyoasíloquiera.Hacíaañosquenonecesitabacontantaansia tenerestasensación,pero¡alaporracontodo!,hoymeurge. —Meparecequenoshacefaltaunhotel,Louis,¿nocrees? —Joder,sí—responde. Me aparta de un empujón y me da la vuelta para apoyarme contra el coche y se apretuja contra mí. Está jadeando, bajando la cabeza para besarme,peroyovuelvolacara. —Todavíano—digo,porqueestanochemandoyo. Peroalmomentogritocuandoalguienloseparademíconbrusquedad y él, con una expresión de asombro casi cómica, da varios pasos hacia atráshastacaeralsuelodeculoamásdedosmetrosdelcoche. —¿Todavíano?—gruñeJackson—.Nilointentes. Meagarralamanoytirademícontantoímpetuquemeestampocontra él.Merodeaporlacinturadeinmediatoy,peseamisorpresayenfado, pese a la vergüenza que siento, no puedo evitar el torrente de alivio y deseoquemeinunda. Peronoquierosentirmealiviada,demodoquelohagoaunladoconun manotazoyentierromihondomalestarbajolafuerzademispalabras. —¿Quécoño…?¿Quécoñotecreesquehaces? Meignora.SeñalaaLouisconundedo. —Tú.Lárgatecagandoleches. Louis mira de reojo; al coche, más que a mí. Luego se arrastra hacia atráscomosifuerauncangrejoantesdelevantarseyalzarlasmanoscon airesuplicante. —Oye,tío,ella… —Quetelargues—repiteJackson. Louisobedeceysealejacorriendo. En cuanto se pierde entre las sombras, Jackson me agarra por los brazos.Tirademíymearrimatantoaélquenuestrosalientossefunden enuno.Estátemblandodeiray,poruninstante,nosésiquierebesarmeo pegarme. Nohaceningunadelasdoscosas. Veosuluchainternareflejadaensurostro.Luegomeempujacontrael cochedeLouis. —¿Qué hostias haces? —exige saber—. ¿Te gusta el peligro? Prueba conmigo,Sylvia,porquenotienesniideadelopeligrosoquepuedoser. —Meaprietalosbrazos—.¿Oalomejorquieressexoanónimo?También tevalgo,porquesicreesquemeconoces,princesa,teprometoquenoes así. —Jackson… —¡No! Mesueltaunbrazoparapasarselosdedosporelpeloy,almomento,se apartademíconbrusquedad,conloquerompeporcompletoelcontacto. Pego las manos al lado del coche para obligarme a no moverme, a quedarmedondeestoy.PorquejuroporDiosqueahoramismonosésime apetecedarleunbofetónoquemeabrace. —¿Deverascreesquepuedesvolverdespuésdetantotiempo,hacerme ojitosyesperarquepierdaelculoporayudarte? —Noeseso.Yo… —¿Yparaél,paraelputoDamienStark?Hemosterminado,princesa— dice, y apunta hacia mi cara con un dedo—. Me pediste que me fuera, cariño.Yalcabodecincoañospretendesentrarenmividadenuevo.A bomboyplatillo,además. Mepasolalenguaporloslabios. —Sonsolonegocios. —Yunamierda. Percibosucortantetonodecrispación,tanpeligrosocomouncuchillo afilado.Laluchatambiénsereflejaensurostro,ymeapretujocontrael coche,deseandopoderfundirmeconelmetal.Jacksonesfuegoyfuria,y notengolamenorideadequévaahacer.Loúnicoqueséesquetodasu pasiónvadirigidaamíyque,paseloquepase,nosaldréindemnedeeste aparcamiento. Loveoprimeroensusojos,undestellodeferocidadantesdeestampar lamanocontraelLexus.Luegomeabrazay,sindarmetiempoapensar, mebesa. Elbesoesviolento.Exigente,desesperado.Ycuandoabrolabocapara respirar aprovecha para meterme la lengua. Me sujeta la cabeza con una mano y me coge un pecho con la otra. Me besa con más pasión, poseyéndome con tanta intensidad que sé que no seguiría en pie si él no meestuvierasujetando. Lafinatelademivestidoapenasconsigueentibiarelcalordesumano ymenosaúnmiexcitación.Menotoelpechoturgentey,cadavezqueme pasa el dedo pulgar por el pezón, tan erecto que me duele, quiero suplicarlequemebajeeldichosovestidoparasentirelrocedesupielen lamía. Mepellizcaelpezónmientrasmemuerdeellabioinferior.Gritoensu boca, de dolor y deseo. Luego baja la mano por mi cuerpo y cuando la posa en mi sexo se me escapa un gemido. Entonces deja de besarme el tiempo suficiente para mirarme a los ojos, y veo deseo y dureza en los suyos. Pero vuelve a besarme y, maldita sea, ni tan siquiera protesto para quedar bien. Lo acepto, lo acojo. Paladeo su sabor cuando me sube la falda.Cuandoencuentramisexocaliente,mojadoypalpitante. Estonoesromántico.Nitierno.Meapartalasbraguitasdeencajecon brusquedad para dejar vía libre a sus dedos. Me los mete en la vagina y gimo mientras me tensó toda yo alrededor de su mano porque quiero sentirloadentro,muyadentro,yquieromás.Porquequieroperdermeen estemomentoyaferrarmeconfuerzaatodoestoqueestoysintiendoysé quenopuedotener. Susdedosestánhúmedoscuandomeacariciaelclítoris,juegaconély casi hace que me corra. Mi cuerpo vibra, los labios me tiemblan y los pezones se me están poniendo tan duros y erectos que casi me duelen. Quieroquemetoque,quieroquemepenetre. Sencillamente,lodeseo. —Ahora—gruñe,yconsiguequemeolvidedelmiedoytambiéndela realidad—.Malditasea,Sylvia.Córreteparamí. Obedezco.Ycuandomedeshagoentresusbrazos,cuandoechoavolar y estallo en la noche cuajada de luz, no puedo sino desear que ojalá pudiera quedarme así, colmada de placer con este hombre. Pero sé demasiadobienquenohayquecreerenlosdeseosy,encuantoregresoa larealidad,meinclinohaciaatrásparaapoyarmeotravezenelcocheen lugardehacerloenJackson. Memiraunmomentomás,peronoséinterpretarsuexpresión.Después daunpasoatrás. —Malditaseas,Sylvia—susurra,ylevantalasmanoscomosiestuviera sorprendido—.Malditamilveces… Mepongoatemblar,perdida,mareadayconfundida. —Pensaba…pensabaquehabíasdichoquehabíamosterminado. —Puedequehayamosterminado,peroestonosehaacabado.Estámuy lejosdeacabarse,joder. Sutonoaúnesáspero,peropercibounatisbodeotraemoción.¿Pena? ¿Resignación? Nolosé,pero,sealoquesea,medesgarraelcorazón. Sepasalosdedosporelpeloysueltatodoelairedelospulmones.Me mira de arriba abajo. No dice nada sobre loque acaba de ocurrir. Nada sobrenuestropasado.Nadasobreelpresente.Suexpresiónessevera,dura einescrutable. Perosusojos… Sus ojos no mienten y la ternura que veo en ellos casi me destroza. PorquelaternuradeJacksonmedesarma. —Vamos—dice,ymesorprendecuandomecogedelbrazo. —¿Adónde? —A menos que quieras que el pobre Louis vuelva a casa andando, probablemente deberíamos alejarnos de su coche. Imagino que debe de estarescondidoporaquí. —Sí.Claro. Respirohondoymeobligoaordenarmispensamientos.Loquecuenta nosoyyo.NitampocoJackson.Ninosotros,porquenohayunnosotros. Loquecuentaeselresort,ynodeberíaolvidarlo. —Tiene que haber una cafetería abierta en el boulevard —digo—. Vayamosatomaruncaféyuntrozodetarta…Yquizápodríamoshablar delproyecto. —Yatehepuestomiscondiciones,princesa. Nomemolestoenresponder.Nomelohetomadocomounultimátum. Es un hombre de negocios demasiado competente y este proyecto es demasiadobueno.Asíqueencuantoselepaseelenfadopodremoshablar enserio. Noobstante,porlaexpresióndesucarameparecequeelresortesla menor de sus preocupaciones. De todas formas echa a andar hacia HollywoodBoulevard,ysientoqueesunapequeñavictoria. Pero no llegamos tan lejos, porque cambia de dirección en cuanto pasamosladiscotecaymellevaalapuertadelRedburyHotel,unhotelito delujoqueCassmehapuestoporlasnubesenvariasocasiones. —Ni hablar —le suelto. Sin embargo, recuerdo la sensación de sus dedosdentrodemíhaceunmomento,ytengoqueobligarmeaquedarme clavadaalsuelodelantedelhotel—.Nidecoña. Se vuelve hacia mí y espero percibir frustración o irritación en su rostro.Encambio,veoqueseablandaunpoco. —No—dicesinmás,casicondulzura. Entonces baja la cabeza y me besa, esta vez con tanta ternura y delicadezaquetemoderretirme. —Nosoyelhombrequecreesquesoy. —Síqueloeres—replico.«Yahíradicaelproblema»,mecallo. Vacilasolouninstanteantesdeentrar.Metientacontinuarprotestando, pero estoy tan confusa y agotada que no me quedan fuerzas para luchar. Seguiréasulado,decido,paraveradóndenosllevaesto. —Jackson Steele —dice al recepcionista—. ¿Trabaja esta noche Jennifer? —Porsupuesto,señorSteele.Unmomento. Pocodespuésunamujerdespampananteconunaajustadafaldadetubo se reúne con nosotros en el vestíbulo. Lleva una tarjeta con su nombre prendidaenlasolapadelachaqueta:JenniferTrane,gerentedenoche. —Jackson —exclama, y le estrecha la mano de un modo que, estoy segura,habríasidounbesoapasionadosiestafuerasunochelibre—.No sabíaqueestabasenelhotel. —Noestoyhospedadoaquí.Alfinalhicelomássensatoymecompré un apartamento. Pero mi amiga necesita un sitio donde dormir. ¿Podrías buscarle una habitación? Sylvia Brooks —añade—. Pero yo correré con losgastos. —Yuncuerno—protesto. —Le buscaremos una habitación —dice la gerente de noche Jennifer Trane,comosiyonohubieraabiertolaboca. Si me tiene celos, los disimula muy bien. De todas formas, no puedo evitarpreguntarmedequéseconocen.Y,nadamáshacerlo,quierodarme una patada en el culo. Porque no tengo ninguna necesidad de ir por este camino. —Todo listo —nos informa el recepcionista, y entrega a Jennifer un sobrecitoconmillaveelectrónica. —Poraquí,señoritaBrooks—diceJennifer,ylasigo. Poruninstantesemepasaporlacabezacorrerhastalacalleycogerun taxi. Pero de repente me parece que mi piso de Santa Mónica está muy lejosytenerunacamamullidacercametientademasiado. Mevuelvo,esperandoveraJacksondetrásdemí,perosehaquedadoen elvestíbulo. —Adiós,Sylvia. Porsegundavezestanoche,JacksonSteeleseva. 8 Sylvia…» «Sylvia…» «¡Sylvia!» Me incorporo como impulsada por un resorte, respirando de forma entrecortada. Estoy a oscuras en una habitación que me resulta desconocida, y oigo un zumbido insistente que mi mente atormentada interpretacomoelsonidodeminombrerepetidosincesar. Peronoesminombre.Eseltimbredemimóvil.Ymientraslobuscoa tientasregresoalarealidad. Estoyenlahabitacióndeunhotel.Sola. YJacksonsemantienefirmeensuultimátumsobreelresort. Quesevayaalamierda. Encuantoalodemás,losrecuerdos,miensimismamiento,suformade tocarme,noquieropensarenello. Pero,pormuchoquelointento,nopuedoevitarsentirmedecepcionada cuando por fin miro mi móvil ya mudo y veo que la llamada no es de Jackson. ¡Malditasea! Medesperezomientrasescuchoelmensajedevoz.EsdeCass. —Hola,guapa.Ayertebusquéyalguienmedijoquetehabíavistosalir conJacksonpisándotelostalones.Asíqueesperoquetehayadichoquesí alresortyqueestésencasadurmiendoparacelebrarlavictoria.Oquete hayadichoquenoyestésencasadurmiendoparaolvidarladerrota.En cualquiercaso,confíoenquenohayashechoningunatontería.Zeeyyo vamosadormirunashoras,pero,sioyesestoenseguida,llámame.Son, ummmm,casilasocho.Ysinotengonoticiastuyasantesdelasdiez,voy acabrearmehorrores.Nohayexcusa,Syl.Llámame. Elteléfonoenmudeceotravez. Deacuerdo,medigo.Lallamaré. Peronotengoclaroquemeapetezcahablar.Contodo,merecuerdoque es Cass y que me quiere, y, aunque no lo ha dicho abiertamente, sé que ademásestápreocupada.Asípues,hagodetripascorazónylallamo. —Mala pécora —me suelta ya de entrada—. Ni tan siquiera me mandasteunmensajedetexto.¿Dóndetemetiste?¿EstuvisteconJackson? —Lo siento, no se me ocurrió. Y no… Es decir, sí. O sea, después. EstuveconJacksondespués. —¿Yahoraestásencasa? Miroamialrededoryfrunzoelceño. —EstoyenelRedbury. Hay un silencio tan largo que me separo el móvil de la oreja para asegurarmedequelallamadanosehacortado. —¿Habéisfollado? —¡No! —Mi tono es de dignidad ofendida, lo que, teniendo en cuenta queJacksonmemetiólosdedospordebajodelasbraguitas,esunpoco hipócrita—.Nitansiquieraestuveconéllamayorpartedeltiempo.Fui… Oh,mierda,Cass,fuiaAvalon. —Nomejodas.Syl.¿Enserio? Ahoralapreocupaciónestápatenteensuvozymequedaclaroqueha entendidoquenofuisoloparabailar. Meapresuroatranquilizarla. —Nopasanada.Estoybien. —¿Tendréquehacerteotrotatuaje? Hablaconcontrol,despacio.Noestáenfadada,creo.Estáasustada. —No—respondo,agradecidadequeJacksonaparecieracuandolohizo —.Casi—reconozco—.Perono. —Voyparaahí. —No, Cass, en serio. Estoy bien. Me arreglaré un poco y me iré a la oficina. A ver si puedo encontrar otro arquitecto que contente a los inversores—digoentonoalegre,aunqueséqueserámisiónimposible. —¿Estássegura?Notienescoche,yyonoestoymuylejos. —Estoysegura,sí—respondo—.YtúnoquerrásdejaraZee,yellano querrápasarselamañanaconmigo.Cass,todovabien,deverdad. —Vale.Oye,ZeeviveenSilverLakeyaquílacoberturaesunasco,así que,simellamasynolocojo,déjameunmensajeytetelefonearédesde sufijo. —Notellamaré.Estoybien.Bastayadehacermedemami. —Estoypreocupadaporti. —Noloestés—digocondulzura—.Todovabien. Casiveosuexpresióninsatisfecha. —Deacuerdo.Puesnosvemosporlatarde.Tengounclientealauna quedeberíallevarmeunpardehoras,perodespuésestoylibre.¿Tepasas porlatiendaalastres? Y como las dos necesitamos quedarnos tranquilas sabiendo que estoy bien,ledigoquesí. Podemoscomerjuntas…aunqueseaunpocotarde. —Nadadecomer,Syl.Amívaaapetecermebeberjuntas…aunquesea unpocotemprano. Meríoycolgamos. Porunmomentomeplanteosideberíaquedarmedurmiendounashoras másocogeruntaxiylargarmedeaquíya.Noobstante,despuésdeiral baño opto por una solución intermedia: darme una ducha. Porque este cuarto de baño es espectacular. Con las paredes de azulejos negros, accesoriosultramodernosyunacabinaconefectolluvia. Giro el mando del agua y, mientras espero a que la temperatura se regule,mequedodesnudadelantedelespejo. «¿Tendréquehacerteotrotatuaje?» Esas palabras de Cass parecen resonar en el cuarto de baño y bajo la manohastatocarmeelcandadoquemiamigametatuójustoporencima delvellopúbico.Elprimerodemuchos.Elespejonoesdecuerpoentero, pero si me alejo lo suficiente me veo casi completa. Sea como sea, lo ciertoesquenonecesitoverme.Sédóndeestántodos.Cadatrofeo.Cada marca.Cadatormentoycadarecuerdo. Vuelvolapiernahaciafueraymemirolasinuosacintarojaquetengo tatuada en la delicada piel cerca de la ingle del muslo izquierdo, una espiral roja que discurre entre mi pubis y mi cadera. Y las barrocas iniciales que lleva escritas, «TS», «KC», «DW». Pequeñas e intrincadas, comoeltextodeunmanuscritomedieval,detalmodoquecasiparecenun dibujoalazar.Naturalmente,soncualquiercosamenoseso. Recuerdo aquella noche con Jackson, una sola noche que concentró todalafuerzaylaemocióndeunavida.Pasóundedoporlacintayme preguntó qué significaba. Le respondí que nada, pero era mentira. Las iniciales lo significan todo. Son una marca de vergüenza y poder. Me recuerdanalapersonaquefuiyyanovolveréaserjamás. RepresentanahombrescomoLouis.Hombresalosqueperseguíantes deconoceraJackson.Hombresconlosquedecidíacostarmeparausarlos, ynoalrevés. Metocoellabioinferiory,sinpalabras,doylasgraciasaJacksonpor detenerme anoche. Por impedirme atravesar la línea que me habría obligadoaañadir«LD»,lasinicialesdeLouisDale,amicolección. Nohabíahechoeso,nohabíapuestoaunhombreenmipuntodemira nilohabíaacorraladodeesaforma,desdeantesdeAtlanta.Peroanoche ansiabaesedesahogo,esecontrol.Estamañanasololohabríalamentado. Me pongo de costado y observo mi espalda. En esta postura solo alcanzoaverquetengoalgotatuadoenrojoentrelosdoshoyuelossobre misnalgas.Perodalomismo.Conozcoeltatuaje.Aunquesolohayavisto esa imagen reflejada en un espejo, conozco la recta y las curvas. Una decorativa«J»entrelazadaconuna«S»formandounbonitomonograma. SonlasinicialesdeJackson,yestoymarcadaconellas. Suspiro y me llevo el brazo a la espalda para poner la mano sobre el tatuaje.AcudíaCasseldíaqueregresédeAtlanta.Nolediexplicaciones, nodijeunapalabra.Transcurrióalmenosunmesantesdequelehablara deJacksonyyo.Peronecesitéeltatuajenadamásllegar.Necesitéeldolor que teñía el recuerdo. Y necesité que un pedazo de él estuviera siempre conmigo. Tengomástatuajes.Enlospechos,entrelosomóplatos,enlascaderas. Un sendero mudo que serpentea por el sufrimiento de mi vida. Todos discretos, para que ninguna falda ni ninguna blusa revele nunca mis secretos.Peroestánahícuandolosnecesito. Ahora mismo, me digo, no los necesito. Me va bien. Tengo una profesión en la que estoy haciendo progresos, buenos amigos, un jefe estupendo.Estoyavanzandoenlavida;yanotengoqueponermedesnuda delante del espejo y reseguir el camino de mis triunfos y tragedias para haceracopiodefuerzas. Yduranteañosmehesentidofuerte,capazyalmando. Ahora, sin embargo, el mundo está volviéndose otra vez gris y el control al que siempre me he aferrado con uñas y dientes se me está escapandodelasmanoscomosituvieralosdedosuntadosdemantequilla. Elpánicoabregrietasenmicorazadenuevo,ysélarazón.Porque,en vezdeconquistarmismiedos,meescondídeellos.HuideJacksonlomás rápidoquepudeydespuésmehiceunovilloparavivirajenaacuantome rodeaba. Pero ahora ha regresado y tengo todo el cuerpo electrizado, como cuando se te duerme una extremidad y empieza a hormiguearte, y sinceramentenosésipuedosoportarlo. No, eso no es cierto. Sé qué no puedo soportarlo. Lo sé, porque la primeraveznopude. Nosécómo,perotengoquequitarmeaJacksonSteeledelacabeza. Pero,Diosmío,lodeseo. Yaestá,lohedicho,aunquesoloseamentalmente.¡Lodeseo! Eltiempoyladistancianohandisminuidoeldeseomásdeloquehan hechoeldolorylaira. Deseosuscaricias.Deseosusmanos.Deseotodoloquepuededarme. Perojuroquenoquierovolveraperderelcontrol.Noquieroestartan abrumadaquemelopuedanarrebatar.Noquieroquemipropiareacción measuste. No soporto la sensación de estar perdida fuera de mí, como si la que siente,laquehace,fueraotrapersona. Y, desde luego, no puedo soportar las pesadillas que la acompañan. Pesadillasqueyacasihabíaolvidadoymeniegoavolveratener.Niahora ninunca. Másaun,noquieroquemeutilicen. Noquieroserpropiedaddenadie. Solodepensarlomeentrapánicoytengoquecerrarlosojos,rodearme conlosbrazosyrespirarlentamente. Joder,alomejordeberíaestaragradecidaaJacksonporelultimátum. Porquefuiunaidiotaalpensarquepodríatrabajarconél,auncuandoese fueraelúnicomododesalvarelresort. ¡No!Nopuedodarmeporvencida.Nohastaquelohayaintentadotodo. Loquesignificaquevoyatenerquehurgarenelvoluminosoarchivo quelaempresatienesobretodoslosproyectosinmobiliariosdelmundo. Y aunque ya sé que todos los posibles sustitutos tienen trabajo para variosaños,tambiénséquehedeintentarlo. HayunaestacióndelalínearojademetroenlaesquinadeHollywood con Vine y, como esa línea me deja a una manzana de la Stark Tower, decidoquelomásprácticoesirdirectamentealaoficinaconmivestido defiesta,ponermelamudaderopaqueguardoenlataquilladelgimnasio yempezaratrabajar. Alfinalmesaltoladucha,mevistoatodaprisaycorroalaestación. Porfueracasitodaesdemetalgris,peropordentroestábañadaporlaluz amarilla procedente de las baldosas doradas de vidrio que cubren las paredesyproporcionaniluminaciónalvestíbuloylaescaleraquebajaala estaciónpropiamentedicha. Nollevoelbonodetransporte,perosíunatarjetadecrédito,demodo quecomprounbilleteyaceleroelpasoparacogereltrenqueentraenla estación.Estoyrodeadadeturistasymedejollevarporlamareahumana. Tengoqueviajardepie,perocuandollegamosalaparadadeWesternse apea un hombre trajeado. Agradecida, ocupo el asiento que ha dejado vacío.Entoncesveounrostroconocidoentrelamultitud. ¿Jackson? Parpadeoy,cuandovuelvoamirar,yanoestá. Sé que debe de haber sido una ilusión. Alguien con sus ojos, su pelo. Perodaigual.Aúnmesientotristeybastanteperdida. «Estoescomounduelo»,pienso.Yescierto.Estoyllorandolapérdida demicarreraprofesionalydelresort,queyanopodráconstruirse.Pero, sobre todo, estoy llorando la pérdida de Jackson hace cinco años. De la felicidad que me negué de una forma tan rotunda y dolorosa cuando le pedíquesefuera. Medespertéenvueltaenunsudorfrío,conlassábanasempapadas,aún conlaimagendelacaradeJacksonconfundiéndoseconladeBob. Amilado,Jacksondormía.Bajédelacamaymequedéagachadaenel suelo,combatiendolasnáuseas,concentradaenrespirar,hastaqueestuve seguradequenovomitaría. Nodioresultado.Metapélaboca,corríalbañoylleguéjustoatiempo. Luegoabríelaguadeladucha,esperéaquesalieracasihirviendoyme metíenlabañera. No me puse de pie. Me senté con las rodillas pegadas al pecho y la cabezagachamientraselaguacaíasobremí.Y,aunqueestabaenvueltaen unanubedevapor,todayotemblaba. Aquello era un error. Aquel hombre había dominado tanto mi voluntad quenisiquierahabíapensadoencómomeafectaría.Habíaignoradolas señalesdeadvertencia.Losatisbosdepánicoytemor. Creíaquehabíamantenidociertocontrol.Peronoeraverdad. Me había entregado a él por completo. En cuerpo y alma. Había respondidoacadacariciasuya,cedidoacadaunodesuscaprichos. Habíamos sentido placer, por Dios, era innegable, pero estaba mancilladoporsusexigencias.Y,másaún,pormiformaderesponderaél. Porelhechodequeelcontrolqueyocreíahaberconservadohabíasidoun simpleespejismo,porqueloúnicoqueJacksonhabíatenidoquehacerera pedirmequemeabrieradepiernasyyohabíaobedecidodeinmediato.Sin ningúnpudor. Yosolomeexigíaunacosa,yaquelhombrepeligrosolohabíadestruido todo. Jackson había irrumpido en mi vida como una tormenta, veloz, irrefrenableeimprevisible,ysufuerzaeintensidadmehabíansobrecogido detalmodoquenosemeocurriópensarquemeharíadaño.Llevabaaños esforzándomepornoperderelcontroljamás.Pormantenerarayaatodos los demonios que Bob me había metido en el cuerpo. Y lo había conseguido. Había hallado la manera. Quizá no fuera perfecta, pero me dabaresultado.Olohabíahechohastaesanoche. Porque esa noche Jackson había arrasado con todo. Y yo me había quedadodestrozada. Nosabíaquéhacer.Solosabíaquequeríaecharacorrer,perotemíaque Jacksonmesiguiera. Elcorazónsemeencogiósolodepensarlo,quizápormiedo,quizápor deseo. Decidí que tenía que romper con él cuanto antes. Mientras fuera reciente.Mientrasfuerafácil. Salvoquenoseríafácil. Porelcontrario,seríalomásduroqueharíaenmivida. Peromásduroaúnseríaquedarmeconél. Y, aunque una parte de mí me suplicaba que no lo hiciera, todas las demássabíanqueyonoeratanfuerteyque,siqueríasobrevivir,teníaque romperconél. Aunquerompernoshicierapedazosalosdos. CuandoeltrensedetieneenlaestacióndeCivicCenterparpadeopara ahuyentar los recuerdos, salgo a la calle junto con el resto de los pasajerosyandoporlaacerahastalaStarkTower.Joeestáenelpuestode seguridadyenarcalascejasalverme. —¿Seencuentrabien,señoritaBrooks?—preguntamientrasselevanta, ymedoycuentadeque,conmiarrugadovestidodefiestayelmaquillaje corrido, debe de parecer que he pasado la noche con alguien. En fin, supongoque,enciertomodo,esasí. Alzounamanoparaindicarlequenodebepreocuparse. —Estoy estupendamente, de verdad. He tenido una mala noche. Pero todovabien.Solotengoqueiramitaquilla. Noparecemuyconvencido.Aunasí,moviendolosdedosmeindicaque paseparacogerelascensor. —Ábramelapuertadelgimnasio,porfavor—lepido,refiriéndomeal gimnasio privado de la planta veinte—. Tengo una tarjeta de acceso de recambioenmitaquilla,asíqueluegopodrésalir. El gimnasio rara vez está lleno los sábados porque si los empleados vienenduranteelfindesemanasuelenhacerloparatrabajar,noparahacer ejercicio,loquemepermitellegaralvestuariodemujeressinquenadie mevea.ComotodoloquellevaelsellodeStarkInternational,elgimnasio esimpresionanteycompiteconloscentrosdefitnessmáslujososdeLos Ángeles.Medoyunaducha,mepongolafaldaylablusaqueguardoenla taquilla para emergencias como esta, junto con unos zapatos de tacón a juego,ydedicounratoamaquillarme.DudoqueDamienestéenlatorre ya que últimamente suele trabajar desde su casa de Malibú los fines de semana, pero si por casualidad acabo viendo a mi jefe quiero darle una imagendeprofesionalidadyseguridad. Si nada se tuerce mi investigación solo me llevará unas horas. Luego puedollamarleasucasaparareunirmeallíconélestatardeo,enelpeor deloscasos,programarunareuniónenlaoficinaparaprimerahoradela mañana. Paseloquepaseeltiemposeagota,yrezoparaquelasuerteestédemi parte. Cojo el ascensor hasta el ático, donde está el despacho de Damien y tambiénsuapartamentoenlaciudad. Elascensorseabreporelladodeldespacho.VeoaRachelsentadaami mesa,conlacabezabaja,escuchandolavozdeDamienporelinterfono. —Llámalaacasa. —Ya lo he hecho —dice Rachel—. También me ha saltado el contestadordevoz.Supongoqueestáfuerayquesehaquedadosinbatería enelmóvil,peroestoyseguradequemirarásitienemensajesencuanto sedécuenta…¡Oh!¡Estáaquí!—Rachelalzalavistayrelajaloshombros, visiblementealiviada—.Lahagopasarahoramismo. Desconectaelinterfonoencuantomeacercoymepasaunaseccióndel periódico. —Léelodespués—dice—.Peroquesepasqueestásespectacular. —¿Quépasa? —EstáeneldespachoconAiden.¡Ve! —¿ConAiden? AideneselvicepresidentedeStarkRealStateDevelopment,asípues,mi supervisor inmediato en este proyecto. Enterarme de que está aquí con Damienydequeambosmebuscanmemosquea. —Pero¿quéhaocurrido?—insisto. Estoy segura de que Rachel lo sabe. Trabajar detrás de esta mesa significaestaralcorrientedecasitodo. —Aidenharecibidounallamadadeunodelosinversoresdelaisla. —¿Ah,sí?¿Dequién?¿Cuándo? —No lo sé. Ha llamado a Damien y han quedado en verse en su despacho.DamienllevamediahoraaquíyAidenhallegadopocodespués queél. —Mierda.—Miromimóvil.Enefecto,sehaquedadosinbatería.Selo pasoaRachel—.Cárgalo,porfavor. —Hecho—dice.Actoseguidovuelveaseñalarmelapuerta—.¡Ve!— insiste. Voy. —¡Porfin!—exclamaDamienencuantocruzolapuerta. Estádepiejuntoalaparedacristalada,contemplandolaciudad.Aiden ocupaelsofáymesaludainclinandolacabeza.NacióenLondres,perose marchódeInglaterraconsufamiliacuandoeraadolescente.Confiesoque me encanta su forma de hablar, muy de la costa Este con un ligerísimo acentobritánico. Pese a los años que lleva en Estados Unidos, aún tiene el aire de un gentleman.Porte,clase,todo.Alguienmedijounavezqueocupaelpuesto cientoyalgoenlalíneadesucesiónaltrono.Mirándolo,locreo,aunque dudoquesehagailusiones. Ahoramellenaunvasodeaguaylodejaenlamesaenfrentedeél.Me sientoenlasillamáspróximaalaguaytomounsorbo,agradecida. —Rachelmehaexplicadolobásico—digo—.¿Quéhapasado? —DallasSykesmehallamadoacasa—explicaAiden,refiriéndoseal director general de una de las cadenas de grandes almacenes más importantedelpaís—.Estababastante…anonadado. Enarco una ceja por la palabra que ha elegido. Dallas Sykes es un habitualenlaprensadelcorazón,unatractivochicomaloqueheredósu buena vida y se la pasa yendo de los brazos de una mujer a los de otra mujer. Por alguna razón, «anonadado» no me parece un término apropiado para él. Además, no me imagino qué ha podido suceder para dejarlo tan perturbado. Sin embargo, no digo nada. Estoy segura de que AidenoDamienmeloexplicarán. Y confirmo que estoy en lo cierto cuando mi jefe se da la vuelta para mirarnos. —Por lo visto, un periodista ha llamado a Dallas esta mañana justo despuésdequeamaneciera.Correelrumordequeelproyectosehaidoal garete. —¿Qué? Damienmemiraalosojos,peronodejadehablar. —El periodista sabía que Glau se había marchado, lo que quizá haya filtradoalaprensaelpropioequipodeGlau.Sinembargo,tambiénestaba enterado de que nuestra primera posible alternativa ha mandado a la mierdaaStarkInternational. Notounapunzadaenelpecho,comosialguienmehubieraclavadoun cuchillo. —Esoes…—Ibaadecir«absurdo»,pero,dehecho,noloes.Jackson hadichomásomenoseso.Ymehaofrecidounaúnicavíaparaaceptar, uncaminoquenotengoningunaintencióndeseguir. —Nosédedóndepuedehabersacadoelperiodistaesainformación— afirmo, en cambio—. Steele no me ha dicho que sí, pero tampoco lo contrario.—Meremuevoenlasilla,conelperiódicoenelregazo—.Ysi losdemásinversoresseenterandeesto… Melevantoylanzosobrelamesadecentroelperiódico,quecaeabierto justo para mostrar una fotografía tomada en la gala en la que aparezco cercadeJacksonyaquellamorenadespampanante,alaquetienerodeada por la cintura. Verlos me retuerce las entrañas y me contengo para no soltaruntacodelosgordos. —Malditasea,lohemanejadotodomal—digo—.Nosolonoconseguí ficharaSteeleanochesinoque,dealgúnmodo,melashearregladopara quelanoticiasefiltre.—Losmiro—.Losiento. Lociertoesquenoséenquémeheequivocado,peroesteproyectoes responsabilidadmíay,sialgosetuerce,yosoyquiendebecargarconlas culpas. —¿DijisteaalguienqueSteeleeranuestraprimeraalternativaaGlau? —mepreguntaStark. —ACassyaWyatt—respondo—.Peroellosnotienenningúninterés personalenesto. —¿YaSteele?—preguntaAiden. —Claro.Pero,teniendoencuentaquefuiyolaquemepuseencontacto conél,esohabríasidoobviodetodasformas. Aidenenarcaunacejadeunmodoqueconsideromuybritánicoymira aDamien. —Nomesorprenderíanada—dice. Losobservo. —Unmomento,¿estáisinsinuandoqueJacksonSteelehafiltradoestoa unperiodista?¿Porquédiablosharíaalgoasí? —Investigué un poco después de que se negara a participar en el proyecto de las Bahamas de una forma tan rotunda —explica Damien—. Resulta que, mientras que varios proyectos míos han prosperado, varios de los suyos han sido un fiasco. —Me mira a los ojos—. Sabía que las posibilidades de que se subiera al carro eran escasas. No se me había ocurridoqueharíacorrerelrumor. —No me lo puedo creer —exclamo, aunque no tengo claro si estoy enfadadaoestupefacta. VoyadecirlesqueestoyconvencidadequeJacksonesincapazdehacer algoasí,peroentoncesrecuerdoloquemedijosobrevengarse.Siquiere ensañarseconmigo,puedequevayaaportodas. —Túhashechotodoloqueestabaatualcance—añadeAidenmientras empiezo a enfadarme—. Y tu trabajo ha sido impecable. Consigue que Damien te eche y te daré un despacho en la planta veintisiete cuando quieras. Meobligoasonreír.StarkRealEstateDevelopmentocupatodalaplanta 27,contreintaytresfilialesenelmundoentero.Peroloimportantenoes mipuesto,sinoelproyecto. UnproyectoqueJacksonSteelemehaquitadodelasmanos. ¡Mierda! MiroaDamienalosojos. —Esteeselfin,¿verdad? —A menos que, por puro milagro, Steele acepte, sí, eso me temo. — Centra su atención en Aiden—. Ya tenemos programada la videoconferencia para el lunes, así que pediré al departamento de Relaciones Públicas que, hasta entonces, responda con un «sin comentarios». Después de la conferencia haremos pública una declaración.Syl—medice—,tráemeelborradormañanaporlamañana. —Mepongoconesodeinmediato—respondo,agradecidadetenerun motivoparamarcharmeporqueahoramismoloúnicoquequieroessalir deestedespacho. Medespidoymedispongoamarcharmecuandosuenaelinterfonode Damien. Como la puerta está entreabierta, oigo la voz de Rachel en estéreo. —SeñorStark,JacksonSteelehavenidoaverle. Me quedo petrificada delante de la puerta, con el brazo estirado. Un momento después, él está al otro lado, con la mano en el picaporte, a punto de terminar de abrirla, de modo que tengo que moverme si no quieroacabarenelsuelo. Consigoserenarmeyretrocedocomomejorpuedo. —SeñoritaBrooks… Jackson me coge la mano, aunque no sé si lo hace para saludarme o paraimpedirquemecaiga.AlinstantemesueltayseacercaaDamiencon pasoseguro. —Señor Stark —dice, y le estrecha la mano—. Es un placer volver a verle.Sientopresentarmesinavisar,peroqueríadecirlepersonalmentelo ilusionadoqueestoydeparticiparenelproyectodelresortdeCortez. 9 Estoy tan furiosa que apenas me entero del resto de la reunión, pero consigocontenermehastaqueJacksonyyosalimosdeldespachoparaque Damien y Aiden puedan llamar personalmente a Sykes y al resto de los inversoresconeldoblepropósitodeacabarconlosrumoresyanunciarla participacióndeJackson. Consigo mantener la boca cerrada hasta haber llevado a Jackson a la únicasaladereunionesquehayenestaplanta. —¿Dequévas?—leespetoencuantolapuertasecierra—.¿Quécoño acabasdehacer? Pasorápidamenteporsuladocaminodelmuebledondeestáelmando de las persianas electrónicas y pulso el interruptor que las baja. Voy a ponermeachillaryadespotricardeunmomentoaotro,y,desdeluego, noquierotenerpúblicocuandolohaga. Jackson,malquemepese,estádelomáscalmado. —Solo estoy asegurándome de que todo el mundo tiene toda la informaciónnecesaria. —¿Quéquieresdecirconeso? Sedirigehacialaventanaysequedajuntoaella,conlaciudaddeLos Ángeles extendida detrás de él. Me viene a la memoria la fotografía del estrenodeldocumental:Jacksondepiesobrelasdosvigasenvaquerosy concasco,irradiandopoderycontrol,fuerzaymovimiento. Hoyllevaunelegantetrajeconfeccionadoamedidayestáimpecable. Ocasi. Porque es imposible no fijarse en la herida de su mejilla. Lleva una suturaadhesiva,peroelcorteylamagulladuranoestáncubiertosdeltodo. Lemirolasmanos,yveoquetambiéntienelosnudillosencarneviva. Anochenoteníaesaslesionesy,mientraslomiro,tengolacertezade queyosoylacausa. Nosémuybiencómomehacesentireso. Puedequeestéherido,perodesdeluegonopareceunavíctima. Porelcontrario,esunhombrehabituadoaconseguirloquequiere,ysé queahoramismoestáhaciendoprecisamenteeso. —Starkesunhombrepoderoso—declara,ysevuelvehaciamí—.No quieroquetengaunamalaopinióndemíporquepiensequeherechazado suproyecto. —Notelocreesnitú—replico—.RechazasteelresortdelasBahamas sintansiquierapestañear. Seencogedehombros. —Puede que estuviera hasta el cuello de trabajo. Puede que las condicionesfueraninaceptables. —O puede que dijeras a Stark que no te interesaba participar en un proyecto de International Stark. Que hace mucha sombra con sus influencias. —Cierto—reconoce—.Pero¿noteparecerazonablequeahoraquiera demostrar al señor Stark que me precipité? Porque la verdad es que yo tambiénsoymuyinfluyente,ysihagoestoalalargaseconocerácomoun proyecto de Jackson Steele. —Me mira a los ojos, sin emoción, pero tuercelabocalosuficienteparadejarclaroqueestádivirtiéndose—.¿No estásdeacuerdoconmigo? Tal y como me ha restregado mis palabras por la cara, difícilmente puedodiscrepar. —Estoylistoparaponermeatrabajardeinmediato—continúa—.Stark tenía que saberlo. La única duda es si los términos del acuerdo me convienen, y tengo entendido que eso es lo que Stark te pidió que resolvierasconmigo. Es cierto. En un principio Damien dejó en mis manos decidir las cláusulasdelcontratoconGlauyahorasesuponequetengoquehacerlo mismoconSteele. Quécuriosoqueyasepacuálvaasernuestropuntodefricción.¡Yo! Susonrisaestanradiantecomopresuntuosa. —Si al final no conseguimos ponernos de acuerdo, puedes comunicárselo.PeroalmenosmeirédeaquísabiendoqueDamienStark noignoraqueestuvedispuesto,poruntiempoalmenos,atrabajarensu resort.Inclusoilusionado—añade,ymemiradearribaabajo. De repente siento un placer sensual que juro que no deseo sentir. No quierocaerensusredes.Loquequieroesecharacorrer. Me obligo a erguirme en toda mi estatura. A hablar con claridad y sequedadapesardelosnervios.Y,sí,apesardemiodiosodeseo. —¿Porquélohaces? —Ya lo sabes —responde, y viene hacia mí a grandes zancadas. Me quedodondeestoy,combatiendoelimpulsoderetrocederyagarrarmeal mueblequetengodetrás—.Porquetedeseo,Sylvia. Alargalamanoymepasaeldedoporlaclavículamientrasmeesfuerzo pornoestremecermeconsucaricia. —Te quiero desnuda —susurra con una voz tremendamente seductora —.Tequieroexpuesta.Tequieroabiertaamí.Ycreo—añadeenuntono quenoadmitediscusión—quetútambiénmedeseas. Exhalodespacioymeobligoamirarlo. —Malditosseas,JacksonSteele. —Unaveztedijequesoyunhombrequepersigueloquequiereyeso continúa siendo cierto. Pero tengo una pregunta para ti, Sylvia. ¿Eres tú una mujer que hace lo mismo? Afirmas que quieres este proyecto, el resort. Demuéstralo. Que sea tuyo está en tus manos. Ahora mismo el únicoobstáculoerestú. Nodigonadaporquesihablotengomiedodeloquepuedodecir. Susojos,cualfuegoazul,seclavanenlosmíos. —Estanoche.Alasocho.Tequierolistaparamí. En cuanto abro la puerta de Totally Tattoo los colores chillones y la músicaestridenteagredenmissentidos. —¡Sylvia! Joymechocaesoscincocuandomeacercoalavitrinaacristaladaque sirvetantodemostradorparalacajaregistradoracomodeexpositorpara losdiversosarosybarrasdelsalón.Cassnoponepiercings,perocontrató aJoyhacepocomenosdeunañoyambasestáncontentasconelarreglo. —¿Cuándo vas a ponerte un piercing en la lengua, colega? —me preguntacomohacesiemprequeentro. —Másbiennunca—respondo…comohagosiemprequevengo. Enteoríanotengonadacontralospiercingsenlalengua.Enlapráctica soydemasiadocagada. —Llegasprontísimo,pero¡yacasiheterminado!—gritaCassdesdeel fondo. Joysevuelvehaciamí. —Casscasihaterminado.Dicequepuedespasar. —¡Puedespasar!—repiteCassdesdeelfondodelsalón. IntercambiounasonrisaconJoyyvoyasumesa. Casssehalevantadoyestáquitándoselosguantesdelátexmientrassu cliente,unhombrealtoycalvoconunosbrazosqueparecenpantorrillas, estádepieconeltorsodesnudo,admirandoelenormedragóndecolores quemiamigalehatatuadoenlaespalda. —Estágenial—digo. —Esunapasada—asienteelhombre. —Está genial de momento —rectifica Cass—. Ven dentro de dos semanas,Gar,yveráscómocobravida. —Tienes razón, Cass —reconoce el cliente, antes de ponerse una camisetaconunlogoquenomesuenadenada,aunquesupongoqueesde unabandadeheavymetalodealgunamarcademotocicletas. —Esunamor—diceCassencuantoeltalGarsehaido—.Quieretener el tatuaje terminado antes de casarse, en enero. Supongo que se van de lunaamielaCozumelyleapetececausarsensaciónsivaaestarcasitodo eltiemposincamiseta. Mientrashablalimpiasucabina,yyo,sinquitarleojo,mesientoenla mesaymepongocómoda. —Dame diez minutos para recogerlo todo y podremos salir. Hoy no tengomásclientes,yTamraestáaquíporsientraalgunodelacalle. MiroalrededorbuscandoalaesquivaTamra. —¿Estáescondidadebajodeunadelasmesas?—pregunto,locualno estotalmentedescabelladoyaqueTamraeslamujermásmenudaquehe vistonunca,bajitaydelgada,aunquemuybienproporcionada. —Qué graciosa. No, está en la trastienda. En fin —continúa Cass alzando la voz para darme a entender que me perdona por mi absurda interrupciónperoquequizánoserátanmagnánimasivuelvoahacerlo—, meapetececomerconalcoholydespuéscomprarsininhibiciones. —¿Yelalcoholeslaúnicamaneradequeaflojeslamosca? —Desde luego. Y tengo que ir de compras porque necesito un disfraz paraHalloween. —¿Enserio? Desdequelaconozco,Cassllevatodoslosañoselmismodisfraz.Una falda de flores estampada, una camiseta lisa de color rosa y zapatos de tacóndeagujadecasiochocentímetros.Sudisfrazdechicahetero. —Zeedaunafiesta—dice—.Tengoquellevaralgonuevo. Ladeolacabeza. —¿Enamorándotedealguienquenotienetusentidodelhumor? —Solo soy precavida —arguye, un poco avergonzada—. Me gusta, ¿vale? Asiento.LopocoquehevistodeZeetambiénmehagustado.PeroCass es un pelín alocada, un tanto excéntrica y nada convencional. Le da lo mismovestirseconropafemenina,grunge,dedeporteoelegante,ytiene casitantasreglasasociadasasusexualidadcomogerminadodetrigotiene ensucocina.Queesnadaenabsoluto. SiledamiedoqueaZeenolegustesudisfrazdechicahetero,esome preocupa. —Tranqui,mamá—dice—.Soloquierocambiar.Novianueva.Disfraz nuevo.Nosehundiráelmundoporeso. —Pues estupendo —convengo—. Y, en ese caso, ojalá encuentres un disfrazalucinante. —Tecayóbien,¿verdad? Una vez más la miro de reojo, porque Cass no es la clase de persona que necesita la opinión de nadie para estar con alguien. Así que, una de dos,oestálocaporesachicaonolotienenadaclaro. Comonolastengotodasconmigo,decidonodarmásvueltasalasunto yapoyarlacomohacenlasbuenasamigas. —Mecayómuybien—respondo,ynomecuestanadadecirloporque esloquepienso—.¿Aquésededica,porcierto? —Es copropietaria de un restaurante. Mola, ¿eh? O sea, me encanta comer. Echounvistazoasucabina,dondesueletenerdosbotescon chuches. En uno hay gominolas y en el otro barritas de chocolate. Sus gustos en cuestióndecomida—ladeverdad—nosonmuydistintos. —¿Estás diciendo que en su restaurante sirven bollos congelados y cerealescrujientesCap’nCrunch? Me mira con el ceño fruncido mientras lo revisa todo por si se ha olvidadodeguardarolimpiaralgúnutensilio. —Loscerealessonuncomponentefundamentaldeunodelosgruposde alimentosbásicos. —Por supuesto —convengo—. Igual que el vino puede incluirse en el grupodelasfrutas. —Sí.Exacto. —Pues si tiene un restaurante, deberías preguntarle por el tema de la franquicia. CassquiereexpandirTotallyTattoportodaCaliforniayquizátambién porotrosestados.Seestáplanteandocrearunafranquiciayledijequele conseguiría una reunión con uno de los abogados de Bender, Twain & McGuire, el principal bufete de Stark, para que analicen juntos sus opciones. Cassalzalavistadelamesaqueestálimpiando. —Muy buena idea. Aunque no creo que su restaurante sea una franquicia. —No pierdes nada preguntando —arguyo—. La información siempre va bien. Además, si hablas de eso con ella en su restaurante, a lo mejor comesgratis. Meríoparaqueveaqueesbroma.Ensumayorparte. —Mierda.Vayahambremeestáentrando.¡Démonosprisa! —Sí,porcierto… MeinterrumpoconunamuecayCasssedetieneenseco,conlasmanos enlascaderas. —Venga,suéltalo. —Elcasoesquenecesitoquemehagasuntatuaje. —Malapécora.Medijistequenotehabíasacostadoconél. —Ynolohehecho.Telojuro.Estonoesporsexo.Espor…—Inspiro hondo—.Vale,estoesloquehapasado. Lehagounresumenyveocómolosojosseleagrandancadavezmás. —Elmuycapullo… —Ya le he llamado eso —reconozco—. Además de otras sutilezas parecidas. —Subo los pies a la mesa y me rodeo las rodillas con los brazos—. Me ha tendido una trampa y me está utilizando, Cass. Me está utilizando,yquierotatuarmeunaputacadenaporqueestoydejandoquelo haga, y eso es algo que juré que jamás volvería a permitir. Pero aquí estoy,cediendo…Esquenopuedorenunciaralresort. Cierro los ojos con fuerza, obligándome a llorar. Deseando llorar. Y sinpoderderramarunaputalágrima. «Nitansiquierapuedoeso»,pienso.Nitansiquierasoycapazdealgo taninsignificantecomodesahogarmellorando. —Me tiene bien pillada —digo, y abro los ojos para mirarla—. Una cadena.Quierounacadena. —¡No!—LaexpresióndeCassestanferozcomosuvoz—.No,nisete ocurra enfocarlo así. Podrías renunciar. Pero el resort significa mucho para ti. Así que eres tú quien lo está utilizando. Tú —repite, y me da un toque en el hombro con el dedo—. Tú lo estás utilizando a él. Lo estás utilizandoparaconseguirloquequieres. —Elresort—digo—.Quieroelresort.Yestoytrabajándomelo. —Sí, joder. De igual forma que al principio le propusiste la idea a Stark. Estás haciendo todo lo necesario para que el proyecto se lleve a cabo.Tuproyecto. —Sí —declaro, porque me gusta cómo piensa—. Pero, con mi proyecto, Jackson y yo casi vamos a ser inseparables. Esta noche nos vemos—añado—.Ymañanatambién. Enarcalascejas. —Esperasnodormirentodalanoche,¿eh? Mepasolalenguaporloslabios. —TeniendoencuentalascondicionesdeJackson,¿nocreesqueseríalo lógico? Haceunamueca. —Perdona. —Tranquila.Además,nomereferíaaeso.—Mecallounmomentopara queelefectoseamayor—.NikkiyDamiennoshaninvitadoatomarunos cóctelesmañanaporlatarde.Ensucasa.EnMalibú. —¿Enserio? —Nikkimehallamadocuandoveníahaciaaquí.Yahabíapreguntadoa Jackson. Solo será un picoteo con copas, ha dicho. Para celebrar que el proyectosigueadelante.Yyadeberíahabérmeloimaginado,porqueeste trabajo es así. Soy la directora del proyecto y vamos justos de tiempo. Tendremosquetrabajarbastanteestrechamente. Respiro hondo, porque lo cierto es que, si pienso en el ultimátum de Jackson,novaahabermuchosmomentosdesdeahorahastalaconclusión delproyectoenlosquenoestemosjuntos. —Inseparables—repito—.Asíquequieroquemetatúesunacadena,en serio. —Nihablar,Syl. —¡Malditasea,Cass! Meconoce.Sabequelonecesito. Pero,antesdequepuedaecharleunabronca,alzaunamano. —Tienes que creértelo. Como he dicho, tú eres quien lo utiliza. Tu resort.Tuproyecto.Asíquenotetatuaréunacadena.Tetatuaréunallama. —¿Unallama? Sonríeconunapizcadepicardía —Huirdelfuego,nena. Merío.Nopuedoevitarlo. —¿Paracaerenlasbrasas? —Sí,joder. Inspiroyasiento. —Sí—acepto—.Creoqueesopuedosoportarlo. 10 A lfinalCassyyonovamosnidecopasnidecompras.Hayunlímiteen la cantidad de alcohol que debo ingerir si quiero seguir sintiéndome seguraconJackson.Y,aunquepodríaocultarmebajoundisfraz,creoque en este momento siempre puedo confiar en la minúscula pero brillante llamaquellevotatuadaenelladodemipechoizquierdo. Asípues,cuandoZeehallamadoaCassparainvitarlaapasarlatarde viendolateleenelsofá,nomehaimportadosepararmedeella. Ahoranitansiquierasonlasseisyyaestoyencasa.Ymientrassuboen ascensoramipisodelaterceraplantamealegrodetenermástiempodel que esperaba. Jackson ha dicho que pasaría a recogerme a las ocho. De manera que tengo dos horas para relajarme. Y espero que para reconciliarmeconmidecisión. Introduzco mi clave en el panel, oigo el conocido chirrido de las cerradurasyabrolapuerta.Pesealasmontañasdecajasdeembalajeque estropeanelpaisajedemisalón,miestadodeánimoenseguidamejora.El pisoesminúsculo,peroestodomío.Bueno,míoydelbanco. Damien me dio una prima al nombrarme directora del proyecto y me lancédecabezaalmaravillosoeimprevisiblemundodelospropietarios deunavivienda.Ahorasoydueñayseñoradeunpisodesesentaycinco metros cuadrados situado sobre un centro comercial en Third Street PromenadedeSantaMónica.Yaunqueelaccesoalastiendasessinduda unaventaja,lomejorsonlasvistas. Todalapareddelfondofuncionacomolapuertadeungaraje.Bajada, esunmosaicodepanelesdecristalmuychulo.Subida,proporcionamás espaciohabitablealabrirseaunbalcóndesdeelquesevenlascallesyel martrasellas.Y,porsupuesto,permitelaentradadeunacorrientedeaire muyagradable. Pulso el botón instalado junto a la puerta del apartamento, y me río comounatontacuandoelmecanismoseponeenmovimientoylapared delfondocomienzaasubir. Perodespuésmequedoahíparada,sinsaberquéhacer. ¡Jackson! Va a venir dentro de solo dos horas. Y, sí, puede que esté resuelta a utilizarlo antes de que él pueda utilizarme a mí, a tratarlo únicamente como a uno de los hombres cuyas iniciales llevo tatuadas en mi cuerpo, peroesonocambiaelhechodeque,alfinal,seránsusmanoslasqueme acariciarán.Serásubocalaquemebesará. Y,oh,Diosmío,serásupollalaquemepenetrará. ¿Ylaretorcidaverdad? Aunquemehaapretadolasclavijasyhautilizadosusmalasartespara meterseenmicama,nopuedonegarqueloquieroahí.Ymeodiounpoco poreso. Mimóvilseponeasonaryagradezcoladistracción.Aúnloagradezco máscuandoveoenlapantallaquelallamadaesdeJamie. —Hola,¿quétal? —Te llamo para avisarte de que te he mandado una invitación por correoelectrónico—dice. —¿Me llamas para decirme que me has mandado un correo electrónico? Nocabedudadequeesraro,peronomesorprende.ConocíaJamiea travésdeNikkiymecayóbiendeinmediato.Diceloquepiensaynotiene pelos en la lengua y, como amiga, no hay nadie más fiel que ella. Y, además,cuandobebeseponemuychistosa. —Quieroasegurarmedequenotehallegadocomocorreonodeseado. EsunainvitaciónamifiestadeHalloween.Faltantressemanas—explica —.Asíquetienesunmontóndetiempoparaencontrareldisfrazideal. —Parecedivertido—digo,ylopienso. —Puesclaro.Serálaprimerafiestaquedaréenmiapartamento.Bueno, desde que he regresado —se corrige. Jamie alquiló su piso cuando regresó a Texas para vivir un tiempo con sus padres. Pero ya está de vuelta,intentandotrabajarcomoactrizysaliendoconRyanHunter,eljefe deseguridaddeStarkInternational. —¿Asíqueyaestásotravezinstalada? —Oh, sí. Alquilé el apartamento amueblado, con la cocina equipada y todalaropadecasa.Asíquecuandoelinquilinosehaidoyhevueltoyo, hasidocomosimehubieraidodevacaciones.Coserycantar. Miro mi montón de cajas de mudanza mal etiquetadas y hago una mueca. —Creoqueahoramismoteodio. —¿Necesitasayuda? —No—respondo—.Loharéyo. —Bien,porquehoynopiensohacernadaapartedequedarmedesnuda enlacamavagueandoymandandoinvitaciones. —¿EstáRyancontigo?—pregunto. —Asíes. —Entonces,apuestoaquenosoloestáis…vagueando. —¿Ves?, por eso trabajas para un tío como Damien. Eres un genio. A propósito,hevistotusfotosdelestreno.Molancantidad. —¿Lasdelperiódico? —Elvestidoesunapasada—dice—.Yquéastucialatuya. —¿Astucia? —Nikki me ha contado la putada que os ha hecho el arquitecto. Y que acabaste yendo al estreno para verte con Jackson Steele. Y lo convenciste… Hadichoestoúltimoenuntonomuyinsinuante. —¿EsotehacontadoNikki?—pregunto,másavergonzadaaúnporlo muchoquesehaacercadoalaverdad. —Solo que lo convenciste —responde—. El tono glamuroso lo he puestoyo.Ledajugo. Pongolosojosenblanco. —En fin, creo que ese tal Jackson es mucha mejor alternativa que MartinGlau. Meechoareír. —Jamie,notienesniideadearquitectura. —Cierto. Pero sé que Glau debe de tener unos sesenta tacos, está tan redondocomoHitchcockytienepapada.¡Papada!YSteelesaleportodo internet esta mañana y está cañón. Pero supongo que Irena Kent no intimaríaconunadefesio. —¿Quién? —JacksonSteele. —No,lamujer.¿HasdichoIrenaKent?¿Laactriz? —Sí. Frunzo el entrecejo. Por eso me resultaba tan familiar la morena colgadadelbrazodeJackson.Recuerdoquéaspectoteníananocheyque, cuandohevistosufotografíaenelperiódico,hesentidoalgoparecidoa unapuñalada. Me digo que no voy a preguntarle por eso, pero, por supuesto, hago justolocontrario. —¿Aquéterefieresconintimar? —Serumoreaquesalenjuntos—respondeJamiey,teniendoencuenta quefrecuentaelcírculodeHollywood,debedeestarinformada. —¿Salenenserio? Mearrepientoencuantolosuelto.NoestoyconJackson,dejandoaparte nuestroabsurdopacto,ynotengoningunaintencióndeestarconél.Así quenoesasuntomíoconquiénfolla. —Nocreo—respondeJamie,ysientounalivioquemeincomodapero esinnegable—.Sitesoysincera,creoquelegustalaprotagonistadeesa película que están haciendo sobre la casa que construyó en Santa Fe. Ya sabes,laquesaliótantoenlaprensadelcorazóndespuésdequelafamilia seinstalara.Sexo,asesinatoysuicido. —Conozco la historia —digo—. Y estaba enterada de que en Hollywood se hablaba de rodar una película centrada en Jackson. Pero ignorabaqueerasobreesacasa.—Confranqueza,noestabaseguradepor qué habría de serlo. El asesinato y el suicidio sucedieron cuando la casa estaba terminada y Jackson ya se había ido para conquistar su siguiente montedepiedrayacero—.¿Porquédiablosnomeheenterado? —¿Por qué ibas a enterarte? —replica, lo que es una buena pregunta teniendo en cuenta que no sabe que en estoscinco años he leído todo lo quesehaescritosobreJackson—.Creoquenoesdeldominiopúblico— continúa—.Conozcoauntíoqueconocealtíoquereescribióelguión.Lo están llevando bastante en secreto, según parece. Supongo que a Jackson nolehaceningunagracia.Miamigomehacontadoquelamujersepuso comolocaporsuculpa. —¿Lamujer? Estoycompletamentedesconcertada. —La de la historia. La mujer que asesinó a su hermana y luego se suicidó.FueporJackson.Almenos,enelguión.Enlavidarealnoestoy segura. Medoycuentadequeestoyagarrandoelmóvilcontantafuerzaquela manomeduele. —Oh, Dios mío —digo, porque no se me ocurre nada más—. ¿Es cierto?Esdecir,¿quésignificaesode«porJackson»? —Ni idea. Pero corre otro rumor de que molió a palos al primer guionista.Tambiénsinconfirmar—señalaJamie. NopuedoevitarpensarenelgenioquetieneJackson.Enelcortedesu mejillaylodespellejadosqueteníalosnudillosestamañana. —Pero lo que sí puedo confirmar —continúa— es que no quiere de ninguna manera que la película se ruede. Sé que eso es así porque lo representaunodeloscolegasdeOllie. OllieeselabogadoqueesperopoderponerencontactoconCasspara que despeje sus dudas sobre crear una franquicia. También es amigo de Jamie.NoséquiéneselabogadodeJackson,peronoveomotivoalguno para cuestionar la información de Jamie. En lo que a chismes respecta, Jamietienemaderadedetective. —Vaya desastre —opino, porque de momento es la única conclusión quepuedosacar. —¡Unputolíodelosgordos!—diceJamieentonoalegre—.Enfin,ya hecumplidoconmiobligacióndedartetudosisdiariadechismes.Ahora tengo que mandar otro millón de invitaciones y hacer otro millón de llamadas. No tengo ni idea de cómo vamos a meter a tanta gente en mi apartamento,pero¡loconseguiré!Teapuntas,¿no? —Nomeloperderíapornadadelmundo. —Estupendo.Ciao!Ygracias. No estoy segura de cuánto tiempo me quedo de pie en el salón, sin poderquitarmeaJacksondelacabeza,confusaporlaextrañamezclade deseo, incertidumbre, angustia y expectación que siento. Pero no estoy dispuestaaobsesionarmeduranteotrahora;dehecho,niunsolominuto más.Demaneraquecojouncuchillodelacocinaycortolacintaadhesiva deunadelascajasquetengoenlamesadecentro. Como me mudé con prisas, no me molesté en etiquetar nada que no fueranartículosdeprimeranecesidadcomolaropaolacomida.Porese motivovaciarlascajasestanfrustrantecomoexcitante,porquenuncasé cuándopuedoestarapuntodeabriruncofredeltesoro. Enestacajaencuentromisfotografías. Montones de fotografías de todos los tamaños, de grana pequeño formato.Sacounascuantasymeestremezcoporlacoincidencia,porque sonfotosdeledificioWinndeNuevaYork.Elimponentetestimonioque JacksonconstruyóenManhattanyyofuiavisitarelveranopasado. ViajabaportrabajoconDamienparareunirnoscondiversosejecutivos delacostaEste.AúnnohabíavistoeledificioWinn,aunquehabíaleído todoloquehabíapodidoencontrarsobreél.UnatardedijeaDamienque meibademuseos.Noestoyseguradeporquélementí,laverdad,yaque lociertoesquemefuialdistritofinanciero.Mequedéenlaotraaceradel Winn,conlacabezalevantada,ysimplementemedejéllevarporelplacer decontemplarsuslíneaspurasyperfectastocandouncielotanazulcomo losojosqueyorecordabatanbien. Y,sí,dealgúnmodoestarallí,alasombradeloqueJacksonconstruía, fueunpococomoestarjuntoalhombredecarneyhueso. Saqué montones de fotografías, pero cuando ahora las miro me doy cuenta de que ninguna refleja ni por asomo lo que sigue tan vivo en mi recuerdo. Hablandodefotos…¡TengoquecambiarlahorademiclaseconWyatt yNikki! Pero antes de que pueda llamar a Wyatt suena el interfono. Ni tan siquiera he empezado a arreglarme y me sobresalto un poco, pero me relajoaliviadacuandounavozmasculinaanuncia: —¡TraigounpaqueteparaSylviaBrooks! Abro la puerta del edificio y cuando acto seguido abro la de casa un mensajeroquellevaunosvaqueros,unasudaderaenormeyunagorrade béisbolpuestademedioladoconellogotipodeunaempresadereparto sale a toda prisa del ascensor y me entrega una caja envuelta en papel blancocorrienteconunllamativolazorojoenlapartedearriba. Debajodellazohayunatarjetaenlaqueleo:«Llévame». Muyamipesar,sonrío.Perolasonrisasemeborraencuantoabrola cajaylevantoelpapeldeseda.Unvestido.Mivestido…Esteesrojo,pero es idéntico al amarillo con botones blancos que Jackson me regaló en Atlanta.Mellevolamanoalabocaysemeescapaungemidoalnotarque laspiernasmefallan. Estoy junto a la mesa de la cocina y me sujeto en el respaldo de una silla,porquenomecabeningunadudadequeestomeharápedazos. YcomprendoqueesoesprecisamenteloqueJacksonintentahacer.En definitiva,estoesunavenganza.Jacksonquierevengarsedemíporloque sucedióenAtlanta. Inspiro y espiro varias veces para intentar serenarme. ¿Quiere jugar sucio?Puesqueleden. Siquierejugar,deacuerdo.Jugaremos. Voy al dormitorio. Tardo un rato, pero encuentro la caja con mis prendasdelencería.Notengomucharopainteriorfashion,perosítengo unconjunto.Unsujetadornegromuysexy,untangaminúsculo,unliguero yunaselegantesmediasdeseda. EselconjuntoqueJacksonmeregalóenAtlanta,ymealiviaencontrar lasuavebolsarosaquecompréparaguardarlo. Estuveapuntodetirarlosalabasura,tantoelvestidocomolasprendas de lencería. Pero no lo hice. De hecho, el vestido amarillo está doblado debajodelabolsarosa. Piensoenponermeesteenvezdelrojo,perono.Yatengounplan,yes mássutil. No sé por qué no ha incluido lencería con el vestido rojo… Quizá significaquenoesperanadaatrevido.«Metemoquesehaolvidado»,me digo, y, en vez de enfadarme, esa posibilidad me entristece. Porque cada momentoquehepasadoconJacksonestágrabadoafuegoenmimemoria. Llevo cinco años aferrándome a esos recuerdos, rememorándolos para serenarmecuandomesientosolayperdida. Lonuestronoduró.¿Cómoibaahacerlocuandosoyuncasoperdido? Pero al menos conservo esos recuerdos y sé que viví un amor perfecto que,aunquebreve,fuedulceymaravilloso. DuranteañosheestadoagradecidaaJacksonporhabermedejadoesos recuerdos. He volcado el tiempo que pasamos juntos en fantasías nocturnasysueñosdiurnos.Yloheconvertidoenunhéroe. Un caballero, un protector. Un hombre dispuesto a sacrificarse para protegerme.Melodemostrómarchándosecuandoselopedí. EseJacksonjamástrataríadevengarseniintentaríadestrozarme.Eraun hombredignodemisfantasías. Ynoeselhombrequellamaráamipuertaestatarde. «Tengo que recordar eso», pienso. Necesito tener muy claro que el Jackson de ahora está jugando conmigo. Y, si quiero tener alguna posibilidaddesobreviviraestecombate,tambiéntengoquejugarconél. Másqueeso:tengoquevencerle. 11 Estoy en el corto pasillo que conduce a mi dormitorio cuando el interfonosuenaalasochoenpunto. Llevounratoaquí,mirándomeenelespejoconelvestidosinabotonar ypuestaligeramentedeladoparaquelasprendasdelenceríasemevean bien.Mepasolosdedosporlostatuajes,almenosporlosquevanadarme fuerzaestanoche. LallamaqueCassmehatatuadoenelpecho,unpocoresbaladizaporla pomadaanalgésicaquehaaplicadoparacalmareldoloryprotegerla. Elcandadoquequedaocultobajoelminúsculotanga. Ylacintaconlasinicialesdeloshombresqueheposeído. Porquetodosellosmerecuerdanqueséhaceresto. Todos ellos son un símbolo de que puedo mantener la situación bajo control.DequepuedodemostrarnosaJacksonyamíqueyosoyquienlo utilizaaélparaconseguirloquequiero,ynoalrevés. Empiezoaabotonarmeelvestido,esperandoqueelinterfonosueneotra vez. Que Jackson vuelva a llamar enfadado porque ¿cómo me atrevo a hacerleesperar? Pero lo que oigo no es el interfono, sino un enérgico golpeteo en la puerta, y me tenso porque esa pequeña desviación del plan es suficiente paraponermelosnerviosdepunta. «Serénate,Syl.Manténlaputacalma.» —¡Unmomento!—gritoy,despacio,sigoabrochándomeelvestido. No es que quiera hacerle esperar —bueno, eso sería un beneficio añadido—,sinoporquelasmanosmetiemblantantoquetardomásdelo habitual. Respirohondovariasveces.Ymedirijohacialapuerta. Antes de abrirla me pongo erguida. Quiero aparentar seguridad. Indiferencia.Darlaimpresióndequeestosoloesunacitamásenundía cualquiera. Pero todas mis buenas intenciones se van a hacer puñetas en cuantoloveo. Está apoyado como si tal cosa en el quicio de la puerta, y lleva un pantalón caqui y una camisa vaquera descolorida. Se ha peinado hacia atrásconfijadorytienelosojosocultostrasunasgafasdesolqueletapan parcialmente el corte de la mejilla. No se ha afeitado, y tengo que contenerme para no acariciarle esa barba incipiente que le confiere un aspectoinclusomásvaronilyapetecible. Sin decir una palabra se quita las gafas, y detecto tal picardía en su miradaquecobroconcienciadelopocoquellevobajoelvestido. Noeslareacciónquedeseo;estavezesélquiendeberíaderretirsepor mí y no al revés. Así pues, ladeo la cabeza y adopto una expresión impasible,esacaradepóquerquemehaayudadoasobrellevarmuchasde lasreunionesdenegociosdeDamienenlasquedebolimitarmeatomar notassinreaccionaralamarchadelasnegociaciones. —¿Quiéntehaabierto? —Soyunhombrederecursos—responde. Pasajuntoamíparaentrarenelrecibidor.Nuestrasmanosserozany, aunquenoquierosentirnada,nopuedonegarlaschispasqueestehombre generaenmí.Medigoquenopasanada.Puedoutilizarlo.Puedodejarque miatracciónporélmeespolee. Ypuedodejarquesuatracciónpormíseasuruina. —El vestido te queda precioso —dice mientras me examina con una mirada tan incendiaria que es un milagro que la sangre no me hierva—. Peroyalosabía.Terecuerdocomosifueraayer,vestidadeamarillocon eseairetaninocente.Claroquetúnoteníasnadadeinocente,¿verdad? Mi recibidor es minúsculo y me apoyo en la pared junto a la puerta, sintiéndomeunpocoatrapadaconJacksonjustodelantedemí,tancerca queinvademiespaciopersonal.Tancercaquepercibosuolor. Tancercaquemeesimposiblenorecordar. —Nomedigasquelohasolvidado. Suspalabrassonuninquietantereflejodemispensamientos,ycuando alargalamanoinspiroconfuerzaporquenoestoypreparadaparaqueme toque. Pero no lo hace; solo quiere cerrar la puerta. Al reparar en ello suelto el aire de forma entrecortada y me maldigo por sentirme tan decepcionada. —Pues yo no —continúa, nada preocupado, según parece, de que yo todavíanohayaabiertolaboca—.Túdeamarillo,tanluminosacomoel solqueentrabaporlaventanilladelcoche.Túdesabrochándoteelvestido ymostrándoteamí.Tocándote,acariciándote.Ymeimaginabasamí,¿a que sí, princesa? Yo ocupaba tu pensamiento. Yo te ponía cachonda. Me necesitabas a mí. Abre los ojos —exige, y yo obedezco, sorprendida porquenitansiquieramehabíadadocuentadequeloshabíacerrado. Estátanpegadoamíquesientosucalor.Tancercaquemebastaríacon inclinarmeunpocohaciadelanteparanotarlocalienteydurocontramí. Hagojustolocontrario:meinclinohaciaatrásyapoyolaspalmasde lasmanosenlapared,deseandocontodasmisfuerzaspoderhundirmeen eltabiquedeyesoydesaparecer. —Dimequelorecuerdas,princesa.Dimequerecuerdasloquesentiste. Quiero seguir callada, demostrarle que, aunque crea que se ha hecho conelcontrolnadamásentrar,noesasí. Salvoque,porsupuesto,loes.Apesardequeconfiabaensercapazde mantener el control, debería haber sabido que eso no iba a ocurrir. Lo conozco,¿no?Ytambiénmeconozcoamí. —Dímelo—repite. Alzolacabeza.Lomiroalosojos.Yledoylarespuestaqueespera. —Sí,lorecuerdo.Yrecuerdoquetútambiénmedeseabas. —Sí.Y sigo deseándote. —Esboza una sonrisa astuta y algo pícara—. Parecequeestoyapuntodetenerloquequiero. Conlasuavidaddeunsoplodebrisadeverano,merozaelpechoconla yemadeldedo. Inspiro, resuelta a luchar contra el calor que me provoca incluso una cariciatanleve. —Creoquetútambiénvasatenerloquequieres,princesa. —Yoquieroelresort,Jackson.—Lomiroalosojosymeasegurode que los míos no transmitan nada que no sea frialdad calculada—. ¡El resort! Y, al igual que tú, estoy dispuesta a hacer todo lo necesario para conseguirloquequiero. Peromispalabrasnolodesconciertanenabsoluto.Entodocaso,parece divertido. —Y por eso es rojo tu vestido nuevo. Has perdido tu inocencia, princesa. —Dejadellamarmeasí. Ladealacabeza,comosireflexionara. —Misreglas—dice—.¿Oyalohasolvidado? —Malditasea,Jackson. Noséporquémemolestaelapelativocariñosocuandosuscariciasno lo hacen. En definitiva, «princesa» no es más que una palabra. Pero sus caricias,ymireacciónaellas,lodicentodo. Aun así, no me gusta que me llame así. Y me molesta tanto que me separo de la pared y lo aparto para salir del rincón en el que me tiene atrapada,dondemirostroymicuerpomedelatandemasiado. Cruzo mi pequeño salón en dos zancadas y me detengo delante de la puerta acristalada que da al exterior. Apoyo la mano en uno de los cristalesymiroafuera.Ahíesdondequieroestar,noatrapadaaquídentro con mi pasado y un hombre que aún deseo y ya no puedo tener. Un hombre cuya mera presencia me vuelve loca cuando lo que necesito es mantenermefríayracional. Nooigosuspasos,peroveosureflejoynomesorprendocuandome pone la mano en el hombro. De todas formas cierro los ojos para defendermedelinesperadosentimientodenostalgiaqueseabatesobremí cuandobajalacabezaymebesaenlanuca. —Para—susurro. —¿Quepare?Creoquelascondicionesdemiofertahansidoclaras.— Da un paso atrás y se saca el móvil del bolsillo. Mira a mi reflejo a los ojos—.Asíquedime,¿hemosllegadoaunacuerdo?¿Odeberíallamara Damienparadecirleque,finalmente,nosoytuhombre? —Malditasea,Jackson.¿Porquéhacesesto? —Túyalosabes. Niegoconlacabeza,aunqueesmentira.Porque,enefecto,losé.Espor venganza.Esparacastigarme. Mesalvédeuninfiernoúnicamenteparalanzarmedecabezaaotro. —¿No? Pues entonces permíteme que te lo diga: hago esto porque quieroquerecuerdes. Vuelvearozarmeelcuelloconloslabiosyvasubiendohastabesarme ellóbulodelaorejacontantasensualidadquetiemblodedeseo. —Hagoestoporquequieroquesepasaloquerenunciaste. Meacaricialoshombrosybajalasmanosporlasmangascortasdemi vestido hasta tocarme la piel de los brazos. Continúa y, cuando por fin alcanzamismanos,entrelazasusdedosconlosmíos. —Quieroqueconozcaselfuturoquearrojasteporlaborda,princesa— afirmamientrasmelevantalasmanosymelascolocasobrelospechos. Tenso el cuerpo, presa de una vorágine de emociones y sensaciones. Quiero desquitarme con él, mandarlo bien lejos porque sé de sobra a lo querenuncié.Losé…igualqueséquetuvequehacerlo. Pero,almismotiempo,quierofundirmeconél.Dejarquesuscaricias me transporten a todos los lugares que he imaginado en estos últimos cinco años. Permitir que me posea tan plena y completamente que acabe consumida y ya no haya espacio para el miedo, las pesadillas ni los recuerdos. Esoesimposible,ylosé. Aunasí,loquemásansíoahoraesenvolvermeensusbrazosybesarlo. QuieroalJacksonqueunaveztuve,noalqueestáaquíhoy.Elquesolove alamujerquelohizosufrirynoalaquepodríahaberseenamoradodeél. Asípues,nohagonada.Mequedoquieta,esforzándomeporignorarla sensaciónquemeproducensusmanosenelcuerpo,susmanossobrelas mías.Intentandorespirar.Intentandocentrarme. Poniendotodomiempeñoenrecordarquemiintenciónerallevarlas riendasdelasituaciónypreguntándomecómoesposiblequetodosehaya torcidotanto. Porfinbajolasmanoshaciendofuerzaymeobligoadarmelavuelta aunqueJacksonnoseaparta.Estátancercaquenuestroscuerposserozan ytengoquealzarlacabezaparaverlelacara. —Enrealidadsetratadeeso,¿no?Soloquierescastigarme. —Joder,sí—responde—.Ycreoquetútambiénloquieres. —¿Perdona? —A lo mejor te sientes culpable por haber roto como lo hiciste. A lo mejorporesohasaceptadomiscondiciones. —Yonoheaceptadonada.Túmehaspuestoentrelaespadaylapared. Por un momento me parece percibir compasión en sus ojos, pero enseguidavuelvenaenfriársele.Bien.Quieroqueseanhielo.Quieroque medejenhelada.Noquieroderretirmeporestehombre.Noquierosentir este fuego. No quiero sucumbir a la culpa acerca de la que tanta razón tiene. —Te leo el pensamiento, princesa —dice por fin—. Y puedes jugar conmigotodoloqueteapetezca,perolosdossabemosqueestáspeleando. Pues ¿sabes una cosa? Yo también estoy peleando. Y no estoy acostumbradoaperder. Alarga la mano y, muy despacio, me desabrocha el primer botón del vestido. —¿Quéhaces? —Loquetúmeestásdejandohacer. —Yo… —Entusmanosestáquemedetenga,princesa.Bastaconquelodigas. Me paso la lengua por los labios, pero no me muevo ni protesto. Me digoquenopuedoecharmeatrás;nopuedorenunciaralresort. Peroesanoestodalaverdadylosétanbiencomoél. Lociertoesqueyotambiénquieroesto.Y,comonoselopuedodarsin sentirmemal,consentiréendejarquelotome. —Buenachica. Medesabrochaelsegundobotónyluegoelterceroparadescubrirmi sujetador negro de media copa, la curva de mis pechos y mis pezones, tremendamenteerectosysensibles. —Lo que yo decía —murmura. Se inclina para apresarme el pezón entre los labios. Me mordisquea la sensible carne y una explosión de deseorecorremicuerpohastapalpitarmeviolentamenteentrelaspiernas —.Ansíasestotantocomoyo. —Eresuncabrón—digo,yélsoloseríe. —Princesa,niteloimaginas. Vuelveabesarmeelpechoymepasaloslabiosporelcanalillocamino demiotropezón. —¿Por qué no terminas de desabrocharte el vestido? —masculla sin despegarloslabiosdemipiel. —¿Qué? No termino de asimilar lo que acaba de decir, al menos hasta que me cogelamanoymelacolocasobreelcuartobotón.Luegonotosusdedos subiéndomeporelcuerpoyacariciándomeelpezónquehaabandonado, fríoyerecto,yaúnimpregnadodesusaliva. ¡Oh,Diosmío! Mientrasmelomordisqueaotravezarqueolaespaldaycomprendoque nosolopretendeexcitarmesinoposeerme. Y,malquemepese,obedezcoymedesabrochoelvestidosinprisapero sinpausa.Sigoconlaespaldapegadaalapuertaacristaladaporqueloque estáhaciéndoleamispechosmeestávolviendolocaymedamiedoque, sinesteapoyo,laspiernasmefallen. Cuando casi he terminado de desabrocharme el vestido se aparta y, al separarlabocademipecho,tengoquecontenermeparanogemirenseñal deprotesta. —Noteresistas,princesa—dice—.Loveoentucara,enelrubordetu piel.Inclusoentusojos,veoqueintentasmostrartefríaydura.¿Esqueno sabesqueveoloquequieres?¿Quesientoloquenecesitas? Micuerpotraicionerosuspiraporrecibirsuscaricias,peromequedo petrificada,incapazdeseguirleeljuegoynadadispuestaahacerlo. —Adelante—continúacomosideverdadmeleyeraelpensamiento—. Tócate.Enséñamecómotegusta.Enséñamecómoquieresqueteacaricie. Niegoconlacabeza. —Jackson.No. —Misreglas,princesa,¿recuerdas? Me quita el vestido despacio. Luego lo arroja hacia atrás y cae en el sofá.Mequedoinmóvil,vestidaúnicamenteconmiconjuntodelencería sexyymissugerenteszapatosrojosdetacón. —Joder,erespreciosa… Percibounaexcitacióntansinceraensuvozquenopuedoevitarsentir queestoyalohevividoantes.Noeslaprimeravezqueestoyasí.Vestida deestaformao,mejordicho,desvestidadeestaforma.Caliente,mojaday anhelante,conlosojosdeJacksonfijosenmí,tanrebosantesdedeseoque podríaahogarmeenellos. Pero esa noche yo lo quería todo de él y no tenía miedo. Todavía. El miedomeasaltódespués. Estanoche,Diosmío,tambiénloquiero.Peroestoymuertademiedo. —Adelante,princesa—repite.Mecogeunamanoymelaapoyaenel vientre—.Quierovercómotederrites. Lomiroalosojos,dondeesperoverfuego.Perosoloveolamáscara deunhombrequeestácontrolandosusemociones. Queleden.Simeobligaajugar,jugaréaganar. —¿Esestoloquequieres?—pregunto. Subolamanoyencuentroelpezónqueacabadeabandonar.Mecojoel pechoymeloestrujo.Luego,tandespacioquecasimeexaspera,mepaso eldedoporladuraareola. —¿O quizá quieres esto? —continúo, y me aprieto el pezón entre los dedosíndiceypulgar. Respiroporlaboca,másexcitadapormiactuacióndeloquepretendía, peroveoelbrillodeldeseoensusojos. ¡Objetivoconseguido! —¿Tegustamirar,Jackson? Bajo la otra mano por mi vientre hasta la cinturilla elástica del minúsculo tanga y el triángulo de encaje que apenas me tapa el sexo. La bajomásaún. —¿O quieres más? ¿Es eso, Jackson? ¿Quieres tocarme? ¿Quieres follarme? Aprietalamandíbula.Veocómoselemuevelanuezaltragarsaliva.Y saboreoelplacerdemitriunfo. —¿Sabeslomojadaqueestoy?¿Lobienquemesiento? No estoy mintiendo. Pese a la situación (quizá por ella, joder), mi cuerpo me traiciona excitándose y, mientras me acaricio el clítoris, no puedonegarqueaúnestoymásexcitadaporqueséqueestámirándome. Me digo que no pasa nada. Mi único objetivo es no permitir que me arrebate el control. Si de paso tengo un orgasmo, me limitaré a considerarlounbeneficioadicional. No aparto los ojos de él. Observo su cara y me complace ver que mantienelamandíbulaapretada,unreflejodesusesfuerzospornoperder elcontrol. «Bien —pienso mientras me acaricio el sexo sin ningún pudor—. Lo quieroapuntodecorrerse.Loquierofueradesí.» Cierro los ojos y me insto a dejarme llevar. A desafiar los límites. A desafiarloaél. Peroentoncesmeagarraporlamuñeca.Y,cuandoabrolosojos,está justodelantedemí. —No—diceconvozautoritaria—.Esteorgasmomepertenece,nena. Y,asísinmás,hadadolavueltaalatortilla. ¡Deacuerdo!Puesyovolveréadársela. —¿Ah,sí?—digo.Alargolamanoylecojolapolla—.Entonces…esta meperteneceamí. Seríeydaunpasoatrásparasepararse. —¿Creesquelaquemandaerestú?Piénsalobien,princesa. Cuandolomiroalosojosmedoycuentadequesabedesdeelprincipio loqueyosoloacabodecomprender.Quenotengoelcontrol.Quenunca lohetenido.Yque,mientrasjuguemosaesto,élesquienponelasreglas. —Prohibido tocarte —dice—. A menos que te toque yo. Pero no te preocupes—añadealtiempoquemepasaundedoporelvientredesnudo ylacurvademipecho—.Tengointencióndetocartemucho. Susmanoselectrizanmipielsensibley,muyamipesar,echolacabeza haciaatrásycierrolosojosanteestaexplosióndeplacer. —Eres preciosa, maldita sea —masculla mientras me toca, acaricia y excita—.Mepregunto…—Meponelamanoenelsexo—.Mepreguntosi aúnsabestanbiencomoguapaeres. Se arrodilla, agarrándome por las caderas, y con mucha suavidad me besalaingle.Gimoyesperosentirsubocaenmisexo,perometortura metiendoundedopordebajodeltangaymeencuentracaliente,húmeday muydispuesta. —Oh,sí—exclama—.Creoqueestotegusta. Meatormentaconeldedo;melopasaporlasensiblecarney,cuando melointroduceconbrusquedad,elcuerposemecontraealrededordeél porquequieremuchomásqueestameraperomaravillosacaricia. Cuando lo saca se pone de pie y me pasa el dedo con el que me ha penetradoporloslabios. —Chúpalo —exige, y yo lo hago con avidez, saboreando mi propia excitaciónyviendoelreflejodelasuyaensusojos. Un momento después retira el dedo y me coge la mano. Me lleva al sofá, pero se detiene junto a la mesa de centro. Al principio me quedo desconcertada, pero luego me doy cuenta de que ha visto las fotografías quehayesparcidassobreella. Hago una mueca, porque son un secreto que no estoy lista para compartir. Mesueltalamanoyseacercaalamesa.Miralaseriedefotografíasque mehedejadoahíycogeunascuantas. —¿Quiénlahasacado?—pregunta,ymeenseñaunafotodeledificio delUnionBankdeLasVegas. Semepasaporlacabezamentir,peroesafotoesimportanteparamíy noquierorenegardeella. —Yo. Lomiroalosojosenactituddesafiante. —¿Cuándo? Nomemolestoenresponder;lafotografíalodicetodo. —¿Fuistealainauguración? —EstabaenLasVegasportrabajo. Falso.EstabaenLasVegasporlainauguración. Me mira durante tanto tiempo que creo que se ha dado cuenta de que miento.LuegomeenseñalafotodeledificioWinn. —¿Yesta? —VoyaNuevaYorkconDamienconstantemente.Ysoyaficionadaala fotografía.CreoquetelocomentéenAtlanta.¿Olohasolvidado? —No he olvidado nada de Atlanta. —Habla en voz baja y firme, y no despegalosojosdemí—.Niunsoloinstante. Nodigonada,peromesorprendenotarmelabocaseca. —¿Porqué?—pregunta—.Debedehabermásdeunadocenadefotos deedificiosmíosenestamesa.Quierosaberporqué. —YatelodijeenAtlanta:megustalaarquitectura. —Quierolaverdad,Sylvia. Mi nombre suena tan dulce en sus labios que flaqueo un poco en mi actituddesafiante. —Puede que no fuera del todo sincera cuando te dije que no había seguidotucarrera. Ladealacabeza. —¿Túhicistetodasestasfotos?¿Demontonesdemisedificios? —Megustalaarquitectura—repito. Regresaalamesaysacaunpuñadodelasfotografíasquecontienela caja abierta. Las primeras siguen siendo de edificios suyos. Pero debajo encuentramisfotosdecasas. Sacauna,dos,ocho,unadocena.Despuésdeesparcirlassobrelamesa sevuelvehaciamí. —Séquetegustalaarquitectura—diceconlavozteñidadeironía—. Peronuncameparecióquefuerasaficionadaalasviviendas. —Megustamirarcasas—arguyo,ymeencojodehombrosporque,en realidad,esoestodo. —¿Porqué? —¿Acasoimporta? Me acerco a la mesa y recojo las fotos: chalés modestos, grandes mansiones, cabañas de madera, casas de adobe. Algunas situadas en barrios elegantes, otras en arrabales. Algunas de lugares como Brentwood,dondecrecí. —Vuelvoameterlasenlacaja. —¿Porqué?—vuelveapreguntar,estavezconmásdulzura. —Nolosé. Soloesmentiraamedias.Llevoañoshaciendoesto.Inclusocuandoera pequeñarecorríaelbarrioconunacámaradesechable,ypuedopasarme horas mirando una casa, inventando historias sobre las personas que la habitan.Enlauniversidadestudiéfotografíaydediquébuenapartedemi tiempo a inmortalizar casas. Ahora es tanto una obsesión como una pasión. No obstante, no explico nada de esto a Jackson y sigo sin darle una respuesta.Lociertoesquedesconozcoporquélohago.Noestoysegura deloqueesperoencontrarcuandomiroporelobjetivo.Soloséquenolo heencontradotodavía. Por un momento Jackson no dice nada y se limita a mirarme. Luego recogemivestidodelsofáymeloda. —Póntelo. —Pero… Mesientoconfusa. —Son las ocho pasadas —dice, aunque su voz parece tan cansada que bienpodríasermásdemedianoche—.Creoqueeshoradequetellevea cenar. 12 Jacksonmehadesabrochadolafaldaytienelamanoenmimuslocuando una camarera corre la mampara de papel para entrar en el íntimo reservado. Cuando lo hace Jackson se inclina hacia mí y me besa en la oreja mientrasmesusurra: —Silencio. Al principio no entiendo a qué se refiere, pero, al momento, sube la mano hasta tocarme el tanga. Me quedo inmóvil porque me aterra que vayaahacerjustoloqueestoyseguradequehará.Y,aunquememuero porcorrermealcojíncontiguo,unaminúsculaytraicionerapartedemí quiereloquemeofrece.Unacariciaprohibida.Unplacersecreto. «Diossanto,¿enquéestoypensando?» Empiezoasepararmeenseñaldeprotesta,peroJacksonmemiraalos ojos y niega con la cabeza de forma casi imperceptible mientras la camera,vestidaconunquimono,haceunainclinaciónysearrodillacon delicadezaalotroladodelamesa.Cuandodepositaunabonitabandejade sushiysashimidelantedenosotrosJacksonmetelosdedospordebajodel tangaparaexcitarmeyjugarconmigo. Estamos sentados en un banco bajo y sin respaldo repleto de cojines, conlospiesenelhuecoquehaydebajodelamesaarasdesuelo,eneste lujosorestaurantedecomidajaponesadeBeverlyHills. Es el tipo de restaurante al que los ejecutivos vienen a negociar acuerdosmillonarios.Noeseltipoderestaurantequeescondelalujuriay lapasiónenrinconesoscurosmientraselrestodelmundomirahaciaotra parte. Y,noobstante,aquíestáJackson,acariciándomeelclítorisconsuavidad mientraslacamareranossirveotrovasodesake. Y aquí estoy yo, mordiéndome el labio inferior, sin duda con las mejillasalrojo,intentandoquedarmecompletamentequietamientrastodo micuerpotiembladeplacer. Deba o no estarlo, no puedo negar que estoy mojada, muy mojada. Y que,ahoramismo,quieromás. Jacksonnomedecepcionaycontengoungemidodesorpresayplacer cuandomemeteeldedoantesdeagarrarmealcantodelamesaconambas manos. La camarera no deja de sonreír en ningún momento mientras recoge nuestros cuencos de sopa vacíos, se levanta y se marcha sin decir nada despuésdevolverainclinarseenlapuerta. —Jackson…—susurrosunombreenuntonoquerayaenelpánico. —Sigue contándome —dice—. ¿Cómo reaccionó Galway cuando le comunicastequeStarkqueríacomprarlaisla? Cuando hemos llegado al restaurante no sabía qué esperar. Jackson habíacambiadodehumorenmipisoparapasardemostrarseexigentey sexual a comportarse con ensayada educación, como si fuéramos una parejaennuestraprimeracita,unpococohibidosentrenosotros. Tambiénmehasorprendidoelrestaurantequehaelegido.EnAtlantano fuimos a comer sushi, pero recuerdo que mencioné en una ocasión que eramicomidafavorita.Hepensadoenpreguntarlesihaelegidoestesitio a propósito, pero lo cierto es que prefiero creer que ha sido así a enterarmedequesolohasidounameracoincidencia. Hainsistidoenquenossentáramosjuntos,demodoquecadaunoloha hecho en un cojín de colores en el lado de la mesa opuesto a la puerta corredera.Desdeelprincipioesperabaquemetocara,peroélnolohacía. En cambio, se comportaba con ensayada educación, preguntándome adónde he viajado con la empresa, en qué consiste mi trabajo como asistente de Stark, incluso cómo he acabado siendo la directora del proyectodelresortdeCortez. Y eso estaba desquiciándome un poco. Jackson no me tocaba. Se mostraba conmigo como un perfecto caballero. Esta era, a todos los efectos,unacitamaravillosa. Eraloqueyomehabíadichoquequería:conseguirqueJacksonseeche atrás en su absurdo juego. Poder trabajar juntos sin que manipule mis emociones. Ynoobstante… Ynoobstante,ahíestabayo,apuntodecaramelo,desfalleciendocada vez que se movía o me rozaba con la mano como por casualidad, preguntándomesiporfinibaatocarme. Tampoco me ayudaba estar segura de que Jackson me atormentaba a propósito. Y, sin embargo, no tenía ninguna prueba de ello. Su conversacióneraamenaysusmodaleserancorteses. Aunasí,Jacksonestabavolviéndomelocadeformalentaymetódica. —Entonces ¿tuviste la idea del resort solo por leer un artículo en el periódico?—mehapreguntado. Norecuerdohaberlerespondido,perodebodehaberlohechoporquede loquesímeacuerdo,ymuybien,esdequemehapuestolamanoenel musloyhaempezadoadesabrocharmeelvestidomientrasyoleexplicaba cómo pasó Damien de su reunión sobre estrategias de inversión e impuestos. Me he quedado inmóvil, farfullando palabras. He tenido el absurdo impulsodelargarme,pero,malquemepese,¿noeraestoloquedeseaba, apesardemisensatezybuenjuicio? Asípues,mehequedadoyhehablado,yseguíahaciéndolocuandoha entrado la camarera y he comprendido que Jackson había planeado esto desdeelprincipio.Nosololascaricias,sinolascariciasprohibidas. Nosoloeldeseo,sinolanecesidaddecontenerlo.Denomostrarlo. Y, mal que me pese, no puedo negar que, con este placer secreto, la sensación de su dedo jugando conmigo, penetrándome, ha sido incluso másincreíble. —Galway —me insiste ahora mientras traza pequeños círculos con el dedo alrededor de mi clítoris, una caricia que me impide pensar con claridad. —Jackson… —Cuéntamelo—repite. Y lo hago. Le hablo de la llamada telefónica, de cómo se rio Galway cuandopensóqueDamienestabadebromaydesuconsiguientesorpresa cuandocomprendióquesuintencióndecomprarlaislaerafirme. —Starkpareceunhombrequeconsigueloquequiere—diceJackson. —Loes. —Yotambiénlosoy—susurraaltiempoquemeintroducetresdedos parafollarmeconlamano,yyo,aunamipesar,empiezoaretorcerme, deseando que me los meta más aún, intentando sentir el roce de su piel contraelclítoris,mientraslacabezasiguedándomevueltasyconellamis pensamientos. —¿Quéesloquequieres?—preguntoconlavozentrecortadacuando tengolasensacióndequemeenvuelveunavoráginedeplacer. —A ti —responde—. A mi merced. —Y con esas sencillas palabras retiralamanoymeniegaelplacer—.Creo—añade,comosinada—que eshoradecenar. Me paso la cena frustrada, nerviosa y cabreadísima. Me ha llevado al bordedelabismoymehadejadoahíy,cuantomáslopienso,máscuenta me doy de que la comida, aunque tenga todos mis rollitos y sashimi favoritos,apenasmeatrae. Encambio,hayotracosaquedeseomuchísimomás,demodoquedejo los palillos y meto la mano izquierda debajo de la mesa para ponerla sobresumuslo.Jacksonmemiraconelrabillodelojo,peronoprotesta. Nitansiquieracuandosubolamanodespacio,cadavezmásarriba,hasta encontrarsupolla,turgenteydurabajoelpantalón. Sonrío, sintiéndome otra vez poderosa y al mando mientras se la acariciodespacio.Luegosubolosdedosenbuscadelacremallera. —Para. Hablaenvozbaja,sinmirarme. Encuentroelarodelacremallerayempiezoabajársela. —¿Ysinoquieroparar? —Pues no pares. —Se vuelve y me mira a los ojos. Su expresión es fogosa,ytambiéndivertida—.Ellibrealbedríoeseso. —Exacto—digo,contentadehabervueltoporfinlatortilla. —Perositúnoparas,loharéyo. Cejoenmiintentodebajarlelacremallera. —¿Quéquieresdecir? —Quetúdecides.¿Quieresquetetoque?¿Queteacaricie?¿Quetelleve alorgasmo? Norespondo,perohedejadodemoverme. —¿Quieres que te dé placer, Sylvia? ¿O prefieres la satisfacción más insulsadepensarquehasconseguidovencermecuandolosdossabemos que,alfinal,tetendrédesnudayentregadaamí,saciadaysinfuerzas?Y cuantomástecorrasenmisbrazos,másdulceserámivictoria. Trago saliva porque no sé si ahora mismo sería capaz de articular palabra,aunquetuvieraquehacerlo. —Ríndete, princesa, y tendrás el orgasmo que antes te he negado. No pares,yyoseréelúnicoquesecorreráenmuchísimotiempo. Lecreo.Y,apesardequemegustaríatenerlafortalezadeterminarlo queheempezadoyllevarloalorgasmo,desacrificarmipropioplaceren arasdelavictoria,sencillamentesoyincapaz. Retirolamano. —Buena decisión —dice en un tono triunfal que deja patente su excitación—.Teprometo,cariño,quenololamentarás. Me señala la mesa con la cabeza y reparo en que hemos acabado de comer. —¿Postre? Niegoconlacabeza. —¿No? Yo sí quiero postre. Pero aquí no. —Me pasa el dedo por el labioinferior—.Unmomento… Sedirigehacialapuerta,laabreypidelacuenta. Cuando regresa a la mesa la sintonía de la Guerra de las Galaxias empiezaaatronarenmibolso. Hagounamueca.Jacksonsehaechadoareír. —¿EsYoda? Pongolosojosenblancomientrasbuscoelmóvil. —Mihermano. Mirolapantallaypalidezcoalleerelmensajedetexto. Hola,hermanita! AdivinaquiénvuelveporfinasuqueridoEstadosUnidos. Llegodentrodetressemanas,justoatiempoparaHalloween. Merecogesenelaeropuerto?LuegovayamosdirectosaIrvine. Mamáestácomounamotopreparándonosunacomilona. Ypapádicequetambiéntevedemasiadopoco. Tequiero,hermanamayor. Teechodemenos. Hastapronto. —¿Pasaalgo? Acabo de caer en la cuenta de que he estado mirando el móvil mucho mástiempodelquesetardaenleerunmensajedetexto. —Esto…no.Nada.Solodameunmomento. Consigo sonreír mientras escribo la respuesta, pero me exaspera ver quelasmanosmetiemblan. Quéalucinequevengas!Estoyreunida,asíqueluegotedigomás. Mandadatosdelvuelo;iréconglobos! NoestoyseguradepoderiraIrvine.Hastaelcuellodetrabajo. Besos. MeobligoamiraraJackson,sonríodeorejaaorejayconsigodecir: —¿Yahaspagado? Dudauninstanteantesdeasentir. —Podemosirnos. Continúo sonriendo, haciendo todo lo posible por aparentar normalidad,ysalgodelrestaurantedetrásdeél. Origami es uno de los nuevos locales de moda de Rodeo Drive en Beverly Hills y está a solo unas puertas del hotel Beverly Wilshire. A nuestrallegada,Jacksonhaaparcadoelcocheenelhotelyyopensabaque cenaríamosenunodesusincreíblesrestaurantes.Peromehasorprendido cuandohemoscruzadoelvestíbuloparasaliralacalle. Ahora estamos regresando al hotel y el mensaje de Ethan sigue agobiándome,juntocontodaslastensionesylostemoresquemesuscita lameraideadeveramispadres. —¿Quiereshablardeello? MevuelvohaciaJackson,sorprendida. —Nopensabaqueconversarfuerapartedelprogramadeestanoche. Selohesoltadoenuntonomásásperodelquepretendíaylolamento deinmediato.Peseatodo,hepercibidopreocupaciónsinceraensuvozy, aunque su objetivo de esta noche es castigarme, mi intención no era ser desagradable. —Perdona —digo—. Y no. Preferiría no hablar de ello. En serio — añadoporquesé,porsuexpresión,quemelovaadiscutir. Asiente a regañadientes y continuamos andando en silencio. Pero lo extrañoesquemesientounpocomejor.Esunanochefrescaydespejada, y corre una fragante brisa. Estoy en una de las calles más bonitas del mundo,conescaparatesiluminadosquerebosanencantoyglamour. Ypesealomuchoquelehehechosufrir,elhombrequemeacompaña sepreocupapormí.Unpoco,almenos. Eso me basta para disipar mi enfado y mis miedos. Tres semanas son una eternidad, y esta noche no es momento para abrir la puerta a más recuerdos.Además,francamente,yatengosuficientespreocupacionescon Jackson.Nonecesitopensartambiénenmifamilia. Frunzo el ceño cuando dejamos atrás la caseta del servicio de aparcacoches. —¿NovasacogerelPorsche? —Todavíano—respondejustocuandounporterodelibreanossaluda. Jackson me empuja con suavidad por la cintura y entramos en el impresionante vestíbulo. La luz dorada que lo baña hace que el suelo de mármol pulido brille de un modo que realza el emblemático dibujo circularparecidoalsímbolodeunadiana.Enelcentrodelmismohayuna mesa gigantesca con varios ramos de flores impresionantes que relucen bajounadelasarañasdeluzmásornamentadasquehevistojamás. —Meencantaestehotel—declaro—.Escomoretrocedereneltiempo consumezcladeestilosclásicoyartdéco. —Me alegro de que te guste —dice Jackson—. He pensado que podemostomarunacopaaquí. —¿Enserio? Miroalrededorbuscandoelbar. —No,enelbarno. Seencaminaalarecepciónylosigoconciertacuriosidad,casisegura dequeséadóndeva. —Jackson Steele —dice a la recepcionista—. He reservado una habitaciónestatarde. —Por supuesto, señor Steele. —Le entrega una llave—. ¿Necesita algunacosamás? —Antestambiénhehabladoconelsumiller.Querríaquenossubierana la habitación una botella de Petrus Pomerol de 1998. Con dos copas. Y caviar,porfavor. Alarecepcionistaselehanagrandadounpocolosojosysélarazón. La Navidad pasada encargué quinientas botellas de esa misma cosecha para que Damien las mandara como obsequio a algunos de sus clientes másimportantes.InclusotratandoconlosmayoristasqueDamienconoce, cadaunacostómásdemildólares. —Desde luego, señor Steele —dice, como si acabara de acordarse—. Haréqueselolleventodoarribaahoramismo. «Arriba»resultaserelático,ydeboreconocerque,inclusodespuésde todoloquehevistoviajandoconDamien,jamáshabíaestadoenunhotel tanlujoso.Séquedeberíafingirindiferencia,peroconfiesoquelosojos empiezanasalírsemedelasórbitas.Tanto,dehecho,quesigocercadela ornamentada puerta de doble hoja cuando el camarero del servicio de habitacionesllamaconlosnudillos.Meapartoparadejarleentrarconuna mesita de ruedas en la que lleva el vino, dos copas y un espectacular surtido de caviar. Jackson permite que el camarero descorche el vino, perodeclinasuofrecimientodeservirlo.Y,encuantoelhombresehaido, mellamaconundedo. —Venaquí—dice,ynopuedoevitarpensarentodaslasposibilidades queencierraesasimplefrase. —Tienesunaideadevenganzamuyextraña.Micenafavorita.Unasuite enelático.Caviar.Yunabotelladeunodelosvinosquemáspastacuestan delmundo. —Nosabíaqueeratancaro. Melimitoaponercaradequetengomisdudas. —Como he dicho, princesa, quiero que recuerdes todo a lo que renunciaste. —Malditasea,Jackson…—meinterrumpo. —No. No quiero oírte decir que tenías que hacerlo. No quiero oírte decirquelosientes. —¿No? —Percibo exasperación en mi voz—. Entonces ¿qué diablos quieres? —Pensabaqueestabaclaro—respondemientrasllenaunacopadevino yvienehaciamí. Sedetieneasolounoscentímetrosymelaofrece.Tomounsorbo,sin apenas paladear su increíble sabor. Estoy demasiado concentrada en observaraJacksonparaprestaratenciónaalgotaninsignificantecomoel vino. Me está mirando de arriba abajo con la clase de intensidad que logra queunamujersederritay,porsuexpresión,tengoclaroque,sibientiene hambre,noesdecaviar. —Quierollevarteallímiteymásallá—dice.Empiezaadesabrocharme el vestido y, mientras me desnuda, me quedo inmóvil—. Quiero verte perderelcontrol—continúa.Medesabrochaelsujetadorymeloquitasin prisa—.Quierohacerquetecorras.—Mequitaloszapatosymebajalas medias,medesabrochaelligueroydejaquecaigaalsuelo—.Y,princesa —concluye a la vez que mete el dedo por debajo de la cinturilla de mi tangaylaestiratantoquelagomaserompeyyomeestremezco,aunque sigosinmoverme—,quierohacertegritar. Agachalacabezaymebesa,condulzuraysuavidad,comounhombre quebuscarefugio,enmarcadocontrasteconlabrutalidaddesuspalabras ysuformadequitarmelaúltimaprendaderopa. —Peroloprimeroesloprimero. Sigoquieta,conlabocaardiéndomeporelbeso,sinestarmuysegura de lo que acaba de suceder. Hace un momento Jackson estaba seduciéndome con caviar y vino y ahora estoy desnuda, caliente y más excitadadeloquequerríaporlarudezadesuspalabras. —Venconmigo—dice. Mellevaalpreciosodormitorio,quecombinatonosbeigeymarrones conunapizcadecrema,yqueparecetancómodocomoelegante. Meseñalalacamaconlacabezaymesientoenelborde.Memiraun momento,comosireflexionaray,aunquetratodeleerleelpensamiento, nosédescifrarsuexpresión. Seacercaalaventanayapoyaunamanoenelcristal.Veosusojosenel reflejoyséqueestáobservándome. —Necesitoquemedigasunacosa. Suspalabrasmealivianporqueahoraquizátendréunapistadeloque estápasándoleporlacabeza. —Claro—respondo—.Loquesea. —¿Telosiguesfollando? Habíaempezadoalevantarmedelpiedelacama,ayudándomeconlos brazos, pero me flaquean las fuerzas y vuelvo a caer sobre el colchón. Estoymásdesconcertadaqueenfadada,ymirespuesta,«¿Aquién?»,suena confusaydébilinclusoamisoídos. Seponedeespaldasalaventanayclavasuspenetrantesojosazulesen mí. —AhoraStarkestácasado—respondecomosiestuviéramoshablando deltiempo—.Asíquequierosabersitelosiguesfollando. Elenfadomeimpulsaaponermedepie. —¿ADamien?¿Estásloco?Yojamás… —Medejaste. Sutonoysuexpresióncalmadoshandesaparecido.Ahoraestáfuerade sícuandosalvalacortadistanciaquenosseparaparaencararseconmigo. Noobstante,mienfadoesaúnmayor,ylairadelosdosseadueñadela habitación y electriza el ambiente. Nos bastaría con encender una cerilla paraquetodoardiera. —HacecincoañosmedejasteparapoderfollarteaDamienStark. Sinpensarledoyunabofetadaenlamejillaizquierda,justoenelcorte aúnabierto.Esperoqueleduela.Esperoqueelputobofetónlopostrede rodillas. Me agarra por los brazos, con la fuerza suficiente para dejarme moretones,ymeatraehaciaélconbrusquedad.Veosuferocidad,sientola tormentaqueestágestándoseentrelosdos.Porunmomentonosésivaa pegarme o a besarme, y más vale que no haga ninguna de las dos cosas porqueestoytancercadeperderlosestriboscomoél. Pero no hago nada; sé que no debo azuzar a un animal herido. Un momentodespuésJacksonmeapartadeunempujón. —¡Joder! Mealejo,respirandodeformaentrecortada.Meapoyoenlacamaylo observo mientras anda de un lado a otro. Recorre de lado a lado la habitación,unavez,dos,hastaquevuelveadetenerseenlaventana.Hasta que vuelve a apoyar la mano en el cristal, con tanta brusquedad que las imágenes del cristal tiemblan como si la furia de este hombre hubiera trastocadoelequilibriodelmundo. Despacio,muydespacio,meacerco.Medetengodetrásdeél,tancerca quemebastaríaconalargarlamanoparatocarlo,aunquenolohago. —Yatelodije:mefuiporquetuvequehacerlo. —TefuistedeAtlanta.Tefuisteatrabajarparaél. —Sí. Porque, después de que Reggie me despidiera, escribí al departamento de Recursos Humanos de Stark International para pedirles que volvieran a tenerme en cuenta. Ya te dije que había mandado una solicitudparatrabajarensuempresa.Ymedieronelpuesto.Alaantigua: portenerunbuencurrículum.NotedejéporStark,yjuropormividaque jamásmeheacostadoconél. Meabraza,yelgestomesorprendetantoquesemeescapaungrito.En cuantoabrolabocamebesa.Elbesoesviolento,casidoloroso.Nuestros dientesseentrechocan,laslenguasnosqueman.Esposesión,nounbeso. Una batalla, no seducción. Y cuando se aparta estoy jadeando, un poco excitadaymuydesconcertada. Y Jackson vuelve a ser el de siempre. Sereno y controlado como si estosúltimosmomentosnohubieransucedido. —Asíescomovaaserdeahoraenadelante.Túeresmía.Íntegramente. Estaráslistaparamícuandoyodiga.Comoyodiga.¿Loentiendes? —¿Tengoalternativa? Nitansiquierasemolestaenresponder.Losdossabemoscuálseríala respuesta. —Túmbatesobrelacama—dicey,poruninstante,nomemuevo. «Se acabó», pienso. Puedo marcharme ahora mismo y ahorrarme el dolordemisrecuerdos.Elsufrimientodeestarconunhombrequesolo quierecastigarmepornuestropasado. Puedo irme… y puedo perder el resort, que es lo único que verdaderamentemeimportadesdehaceaños. Lo miro, porque no se me escapa la ironía. Porque hace cinco años Jackson me importaba. Él doblegó el tiempo que pasamos juntos al concentrar lo que a mí me pareció una eternidad de emoción en unos brevesdías. Pero eso es el pasado, y el resort es mi presente. Y no puedo arriesgarmeaperderlositengolaoportunidaddesalvarlo. Demodoquehagoloquemepide.Endefinitiva,esteeselacuerdoal que hemos llegado. Y, sí, no puedo negar que, pese a los recuerdos que temoquevolveránainvadirmissueños,quieroloquemehaprometido. Quieroalcanzarelclímax.Y,Diosmío,quierovolverahacermepedazos contraestehombreaunquenosearealyaunqueséque,alfinal,sufriré. —Buena chica —dice en cuanto tengo la cabeza apoyada en las almohadas—.Ahoraponlosbrazosencruz. Obedezco,aunquenoestoyseguradequépiensahacer.Sinembargo,no tardoendescubrirlo,porqueentraenelbañoysaleconlosdoscinturones blancosdealgodóndelosalbornocesdelhotel. Niegoconlacabeza,albordedesentirpánico. —No. Pero Jackson no se detiene. Me coge una muñeca y me la ata con un extremodelcinturón.Ataelotroextremoalalámparadeparedquehay juntoalcabecerodelacama. —Jackson… Miprotestapareceresonarenlahabitación.Sinembargo,éllaignora. Rodealacamayrepiteelprocesoconmiotramuñeca. Mepasolalenguaporloslabiosporquenomegustaestasensaciónde vulnerabilidad.Juntolaspiernasygimoteocuandoélniegaconlacabeza. —No—dice—.Sepáralasbien.Quieroverlomojadaqueestás.Quiero vercuántomedeseas. Tragosaliva,perosigocallada,porque¿quépuedodecir?Noobstante, cuandomepasaeldedoporlapiernaylacarainternadelmusloelcuerpo semetensa,ávidodemás.Jacksonesbozaunasonrisa.Yséquehavistolo excitada que estoy. Que sabe cómo me pone. Que ha ganado de sobra porque, por mucho que quiera controlarme, mi cuerpo reacciona por sí soloyestoytremendamenteexcitada. Me toca sin piedad, pasando los dedos por todos los recovecos de mi cuerpo hasta que tengo la sensación de que la piel me arde, más aún porquenopuedomoverme.Solopuedosometermeaestepalpitantedeseo. Ycuandovaalsalónyregresaconunacopadevinoy un platito con caviar no puedo evitar preguntarme qué nuevo tormento me tiene reservado. Porque,sí,esuntormento. Despacio,meechaunasgotitasdelvinodemildólaresenelombligoy lo prueba con la punta de la lengua. Me acerca la copa a la boca para darme un sorbito y el cosquilleo de su intenso sabor en mi boca parece corresponderseconelardordemicuerpoconsumidodedeseoporél.Y cuando me pone una cucharadita de caviar en cada pecho y lo lame no puedo evitar arquear la espalda por la arrolladora sensación de puro erotismoquemeprovoca. Luegobajaunpocomásymebesaelvientrehastallegaralsexo.Me mira,sincompasión,antesdebesarme,oh,enmispartesíntimas. —Paraserunhombrequequierecastigarme—musitocasisinaliento —,loestáshaciendofatal. —Telohedicho—masculla—.Quieroquerecuerdes.Quieroquesepas lo que es el placer. Y quiero que pienses en todo lo que arrojaste por la borda. —Jackson… Pero no me está prestando atención, y cuando su lengua vuelve a arremetercontramiclítorisnitansiquierameimporta.Mellevaallímite, obrandomagiaenmissentidosconlalengua,convirtiendomicuerpoen mera sensualidad, en una masa de energía erótica que solo espera a explotar. Espera…ysigueesperando. Y cuando Jackson aparta la boca, cuando se incorpora para mirarme, estoyconvencidadequegritaré. —Dimequéquieres,Sylvia. Estantalatensiónqueperciboensuvozquenomecabedudadeque quiere lo mismo que yo. Y yo lo deseo tanto que no me da vergüenza decirloenvozalta. —Fóllame.Porfavor,Jackson.Fóllame,ahora. Bajadelacamaysequedadepiejuntoamí.Duranteuninstantecreo quevaanegarnoselplaceralosdos. —Porfavor,dimequetienesuncondón. Porunmomentonoresponde.Luegosesacaalgodelbolsilloylopone en la mesilla antes de quitarse la ropa. Vuelvo lacabeza y alcanzo a ver quehadejadounacajadepreservativos.Perojuntoaellahayotracosa, queeslaqueahoracoge. Tardo unos segundos en darme cuenta de que es una venda para los ojos. —Oh,no—digo—.Nihablar. —Oh,sí—replica—.Misreglas,¿recuerdas?Yahoramismoeresmía —añade en tono sensual mientras me pasa los dedos por la piel—. Eres míaparadarteplacer.Paraposeerte.Parafollarte.Yenestemomentono quiero que experimentes nada sino la sensación de cómo te toco — continúa cuando me tenso de deseo en respuesta a esa nueva táctica de seducción—.Detenermedentro.Eresmía,recuérdalo,yestanochequiero quelosepas.Deltodo,íntegramente. Suspalabrasparecengolpearmeyresonarenmimemoria. «Mientrasestásaquí,eresmía.» «Eresmía,eresmía,eresmía…» Unas palabras conocidas que me daban náuseas, pero ahora no puedo negarqueestoymojada.Queardodedeseo. Niquelamalditallamaquellevotatuadaenelpechonoesunsímbolo dequemandoyo…sinodeque,sinotengocuidado,Jacksonmereducirá acenizas. Noprotestocuandoseinclinasobremíymevendalosojos.Elmundo sequedaaoscurasy,comobienhadicho,solosoyconscientedeél.Desu respiración.Desusmanostocándome.Desualientoenmipiel. Meacariciaelcuerpoconlosdedosyloslabios,unadulceseducción quenocesacuandovuelveasubirsealacamayelcolchóncedebajosu peso.Luegoempiezaaacariciarmeelsexoconsuavidad,explorándomey provocándome, excitándome aún más de lo que ya estoy. Abriéndome. Preparándome. Sinavisarmelevantalaspiernas,ymeestirocuandomelasponesobre sus hombros. Se me escapa un grito al sentir su polla embistiéndome, buscandolaentrada,ymerelajo,acogiéndolo.Deseándolo. Ycuandomeagarradelculoymepenetrainesperadamentegritocomo élqueríaquehiciera,extasiadaporlaincreíblesensacióndesentiraeste hombredentrodemí. Latieneenorme,peroestoytanhúmedaqueapenasmeduele.Empiezaa moverse a un ritmo sensual mientras me sujeta por las caderas con una mano para compenetrar mis movimientos con los suyos. De forma simultánea me acaricia el clítoris con la otra mano, y me inunda la arrolladorasensacióndesentirlodentroytenerelcuerpoenllamas. Estoy rebosante de placer, loca de deseo. Y no ver nada no hace sino aumentarlainmensidaddeloquesiento,talcomohadichoJackson. —Córreteparamí—diceaumentandolafuerzaylaprofundidaddesus embates—.Joder,Sylvia,quieroquetecorrasparamíahora. Gritodesorpresacuandosientosuorgasmoyluegodeplacercuando todo el fuego de mi cuerpo parece concentrarse en mi sexo y estalla en chispasquemehacenperderelmundodevista.Arqueolaespalda,conla sensacióndequepodríavolar,antesdecaersobrelacama,sindesearotra cosaquenoseateneraJackonamilado. Por un momento temo que no se acerque, que me castigue dejándome solayatadaaestacama.Peronolohace,sinoquemedesatalosbrazosy mequitalavenda.Yentonces,paramigratasorpresa,mebesaconternura enloslabiosantesdeacostarseamilado. —Ahoraduerme—dice. Mequedorespirandodeformaentrecortada,conlaespaldapegadaasu pecho,sientoelcuerpoexhaustoylamentesatisfecha.Ymesumerjoenel calor de su abrazo y me duermo, en absoluto preparada para las frías garrasdelosrecuerdosquemeinvadenyseapoderandemissueños. MeveoconelvestidorojomientrasBobdavueltasalrededordemiotra yo,queestádepie,bañadaporlatenueiluminación. —Preciosa —me dice al tiempo que me hace fotografías—. Perfecta. Ahoraañadamosunpocodesensualidadaestasfotos. Miotrayoniegaconlacabeza. —Nocreo… —Chis… —Se acerca más—. Necesito que estas fotos llamen la atención,¿ycómonoibanahacerlosisalestú?Inocenciamezcladacon pasión.Ysihayexcitación…Oh,Elle,estafotocausarásensación. Rozaelpezónconlamanoamiotrayoylaveoahogarungrito.Perono losiento.Desdetanlejos,nosientonada. Bobsonríelentamente. —Ahílotienes.¿Loves?Eserubortanbonito.Lacámaraloadora.Yte diréunsecreto,Elle:yotambién.Nohaymuchasniñasdecatorceañostan maduras como tú. Con una sensualidad tan natural. Desabróchate otro botónparamí.Paralacámara. —Nolohagas—digoamiyodelvestidorojo. Peroellasemuerdeellabioysellevalamanoalvestido.Yyoempiezoa respiraraceleradamenteporqueconozcoesto.Lohevisto. Recuerdoquésucede.CómoBobacabadedesabrocharleelvestido.Las cosasquelediceparaquenoparezcanadamalocuandoloes.Loqueella siente cuando él le pone las manos encima, cuando la toca. Cuando la penetra. Ylavergüenzayelodioquesientedespués. Lorecuerdo,demodoquegritoporella.Chilloparaqueseresista.Para quelodetenga. Peronomeoigo.SoloBoblohace.Ycuandosevuelveconunasonrisa triunfaleselrostrodeJacksonloqueveo. Me incorporo en la cama. Me cuesta respirar y me sobresalto cuando Jacksonmeacariciaelmuslo. —¿Syl?—Suvozessoñolienta;sutono,preocupado. Pero,envezderesponder,corroalsalónymepongoelvestidoatoda prisa,ignorandomitangarotoysinmolestarmeenponermeelsujetador. Me quedo quieta un instante, insegura; luego vuelvo a entrar en el dormitorio de puntillas y hurgo en el bolsillo de su pantalón caqui, buscandosucartera.Encuentroelbilletedelserviciodeaparcacochesylo cojo,respirandoaúndeformaentrecortada. —¿Syl?¿Quépasa? Al alzar la vista lo veo parpadear después de encender la lámpara de noche. Elmiedoseapoderademíyapenaspuedorespirar. Doy un respingo, y salgo corriendo del dormitorio y de la suite. Aporreo el botón del ascensor y le ordeno mentalmente que me baje al vestíbuloya. Eljovendelserviciodeaparcacochesnomehacepreguntascuandome traeelPorscheymealegrahabermeacordadodecogerelbolsoporque asípuedodarlepropina. Mesientoalvolante,pongolossegurosysalgodelaparcamientocomo unabala. Notengolamenorideadeadóndevoy.Soloséquequierohuir. Pero,comoesmipropiapiellaquedeseodejaratrás,esovaaserme imposible.Ysolopuedoesperarque,dealgúnmodo,consigaconducirtan deprisaquelogredejaratrásmispesadillas. 13 A sciendo por el cañón de Coldwater tomando las curvas a toda velocidad.Antemisojos,laluzdelosfarosconviertelacarreteradetres carrilesenunsenderodecuentodehadasplagadodesombrasoscurasy dedosdebrujasqueintentanatraparme. Peronohuyodelassombras.NitansiquierahuyodeJackson.Nodel todo. HuyodeJacksonydemí,ydeestasituacióndesquiciante. Porque,malditasea,loúnicoqueJacksonquiereescastigarme.Esolo sé,¡losé!Y,noobstante,solotienequellamarmeconeldedoparahacer quemederrita. IgualquehizoBobtantosañosatrás. ¡Joder! Estohasidounerror.Unerrorgarrafal.Nodeberíahabermeacostado con Jackson jamás y, si la consecuencia era renunciar al resort, debería haberme ido sin más. Porque no puedo ser esta mujer. No puedo ser la chicaqueseentrega.Quecede.Tengoquemantenerelcontrol,porquees laúnicaprotecciónquetengo. Esotambiénloodio. Así pues, sigo conduciendo, tomando las curvas a lo loco, esforzándome por perderme en la emoción del peligro, enterrando mi miedobajoestacorrientedepuraadrenalinayunaconcentraciónabsoluta. Pero no me da resultado. Tengo demasiadas cosas en la cabeza, mis pensamientos son demasiado incontrolables y, con un volantazo, me desvíoaunapartaderoyfrenoenseco.ElPorschesedetienetancercadel precipicio que, por un momento, me pregunto cómo habría sido salir volandoparaluegocaeralvacío. Apartoesaideademimente.Esonovaconmigo;yonosoyasí.Nohe sidoasínunca. Inclusocuandoeraadolescente,cuandodeseabaqueaquelloterminara con toda mi alma, jamás quise acabar con mi vida. Preferí retraerme, encontrarunlugarseguroyaferrarmeatalismanesquemeprotegierande mispesadillas. Durante toda mi vida he conseguido tener la situación bajo control siempre…condosúnicasexcepciones:Atlantayestemomento. YahoraJacksonSteeleestáenelcentrodelhuracán,haciéndomegirar comosiyofueseuntrocitodecorchoflotandoenaguasagitadas. Bajodelcoche,meacercoalbordedelprecipicioymirolaslucesdel mundo.Lascasasdondepersonasfelicesduermenapiernasuelta. Medoycuentadequeestoycelosa.Ysola. Cierro los ojos porque, de repente, añoro a Jackson. Deseo que me abraceymetranquilice. «Erestonta—pienso—.Tontaderemate.» El ronroneo de un motor me arranca de mis pensamientos y, al volverme,veounsedánnegroentrandoenelapartadero. Frunzoelceño.Nobuscocompañíaynosoyidiota.Soyunamujerque estásolaenlaoscuridadjuntoauncochecarísimo.Loquesignificaque eshoradeirme. VuelvoasubiralPorsche,pongolossegurosydoymarchaatrás. El sedán sigue en el apartadero, con el motor apagado y el interior a oscuras. Pero cuando giro el volante para salir a la carretera mis faros lo alumbranuninstanteyveoalconductor. ¡EsJackson! Mehaseguido. Agarroelvolanteconmásfuerza.Temoquevoyacabrearme. Pero, en vez de eso, me siento un poco menos perdida. Un poco más protegida. Y,poresemotivo,tambiénunpocoasustada. Noregresoalhotel,sinoquevoyacasa. Me parece que estoy sonámbula cuando me detengo en el recibidor y pulsoelbotónqueabrelapuertadelpatio.Cuandoempiezaasubir,echo andaralcompásdelmovimiento. Ahoramismonotengolamenorideadeloquequiero. No,esonoescierto.Losédesdeelmomentoenquelohevistoenel coche. QuieroaJackson. Loquieroaquíamilado.Quieroquemeabraceymetranquilice.Pero no puedo tener lo que quiero, no solo por este absurdo juego en el que estamosatrapados,sinoporquelonuestronotienefuturo.Alfinal,élse vengaráyseirá.Oyoloalejaré,miúnicadefensafrenteamismiedose inseguridades, frente a esos espantosos demonios con los que no puedo vivirycontralosquenosécómoluchar. Enamboscasos,estarésola. Yporesoestoyaquíenelpatio,arrebujadaenmimanta,conlosojos cerradosporquetengolaesperanzadepoderconciliarelsueño. «Sylvia.» Sonríoydejoqueelsonidodeminombreensuslabiossecueleenmis sueños. Noto el peso de una mano en el hombro, delicada pero firme, y respirohondo.Estasnosonlasfríasgarrasdeunapesadilla;soneltacto cálidoytranquilizadordelcaballeroquetanamenudoimagino.Cambio deposturaymesubolamantahastalabarbillaporquequierosumergirme enestelugarseguroquetanraravezencuentrocuandoduermo. «Sylvia.Nena,despierta.» Me despierto, confundida, y, al abrir los ojos, veo los ojos azules de Jacksonmirándome,cargadosdepreocupación. —Estásaquí—susurracondulzura. —Yo… —Como no tengo la menor idea de lo que quería decir, me interrumpo. Pero me obligo a incorporarme para mirarlo bien y convencermedequenoesfrutodemiimaginación—.Mehasseguido.— Enelcoche.Porlacarretera. —Puesclaro. Suvozessuavecomolabrisa. —¿Cómo? Esbozaunasonrisa. —¿HasoídohablaralgunavezdeOnStar? —Hasrastreadotucoche. —TambiéntengounLexus—explica—.Hashuidodemíconuncoche yyoteheseguidoconotro. —¿Para asegurarte de que tu Porsche no corría peligro? —pregunto, incapazdedisimularmitonodesafiante. —No. —Me acaricia la mejilla con el dedo—. No estaba preocupado porelPorsche. —Peronohasbajado.Tehasquedadodentrodelcoche. —Hesupuestoquequeríasestarsola. —Ahoraestásaquí—arguyo. —Hepensadoqueyallevabassolasuficientetiempo. Le sonrío. Y hacerlo me resulta muy agradable. Luego me incorporo máshastaestarsentadaenvezderecostada. —¿Cómohasentrado? —Has dejado la puerta del apartamento abierta de par en par — responde—.Menosmalqueesteedificiotieneunsistemadeseguridady nadiepuedeatravesarlaentradaexterior. —¿Siguessinquererdecirmecómoloconsiguestú? —Unmagonuncarevelasussecretos.—Estabaarrodilladoamilado, pero ahora se levanta—. ¿Te encuentras mejor? —pregunta y, cuando asiento,entraencasa. Cambio de postura en la tumbona para ver adónde va. Empiezo a asustarme porque temo que se vaya, pero me relajo en cuanto descubro queestáfrentealanevera,cogiendoalgo. —¿Un sacacorchos? —pregunta. Y de inmediato se responde—: Lo tengo.Notepreocupes. Unmomentodespuésregresacondoscopasdevinoblanco.Medauna y, con la otra mano, acerca la silla metálica plegable que Cass sacó al patiolaúltimavezqueestuvoencasa. —Hemosterminado,Sylvia. Pongolaespaldarecta. —¿Qué?¡No!SelohasdichoaDamienyyo…yoheaccedidoa…ya sabes.Malditasea,Jackson,¡nopuedesirteasí!Nopuedes… Hago ademán de levantarme, pero me sujeta del brazo para impedírmelo. —No hablaba del resort —dice con calma—. Proyectaré un resort magníficoparati.Mereferíaa…esto—añade,ynosseñalaalosdos. Niegoconlacabeza,sincomprender.Porque,despuésdetodoloqueha sucedido,novaacederentodassusexigenciasyultimátums,¿no? ¿Osí? Cogesucopa,selevantaysedirigealabarandilla.Sedetieneahíysu siluetaserecortacontraelcieloyagris. —Mejodistebien,Sylvia,estanbásicocomoeso.Tedijequeestoera porvenganza,yloes.Queríacastigartepordejarme.Pordejarmeporél, porDamien,pensaba…YsabeDioscuántodeseabacastigarte. —Peronolohice.Nodeesaforma.Yateloheexplicado. —Ytecreo.Perohabíamás.Porqueseguíaqueriendoquepagaraspor hacerme sufrir. Coño, por hacernos sufrir alos dos —dice, y no puedo evitarhacerunamueca,porqueescierto—.Peronosoloqueríacastigarte. —Tomaunsorbodevinoydejalacopa—.¿Necesitasquetelodigasin tapujos? Pues lo haré. Te deseo, Sylvia. Con la misma intensidad que te deseéenAtlanta.Yencuantotevienelteatrosupequeestabadispuestoa hacerloquefueranecesarioparatenertecerca. Suspalabrasquedansubrayadasporcadapasoquedahaciamí. —¿Quería tu sumisión? ¿Te quería desnuda y dispuesta debajo de mí? ¡Joder, sí! Aún lo quiero. Pero eso no es todo. Quiero hacerte sentir. Hacertereír.Quieroveresefuegoqueardeentuinterior.Quieroqueme mirescomohicistehacecincoaños.¿Ysabésqué,Sylvia?Quieroquete quedes. Tengoelpechoencogidoymecuestarespirar. —Peronoquieronadadeesosielprecioesquesufras. Bajalamanoymecogelabarbillaconunaexpresióntantiernaqueel corazónmedaunvuelco. —Asíquenohabráningúntrato.Ningúnjuego.Ningunacondiciónpara queyotrabajeenelresort.Seguiréhaciendotodoloposibleporseducirte —añadeconunatiernasonrisa—.Peronopuedoserelqueteinflijamás dolor. Abro la boca para hablar, pero soy incapaz. Solo puedo mover la cabezaconlaintencióndenegarloqueestanobvioquehavisto. Mecogelamanoy,aunquenuestrosdedossonloúnicoquesetocan, tengolasensacióndequemetransmitesufuerza. —Me he fijado en el candado, el tatuaje, e imagino qué significa. DeberíahaberlosupuestoenAtlanta. Apartolosojos,incapazdesostenerlelamirada. —Nodeberíastenerquesoportaresacarga.Ysiyotelahehechomás pesada,losientomuchísimo. Lomiroconunnudoenlagargantaylosojosescociéndome. —No lo has hecho —arguyo—. No en realidad. Oh, Dios mío… — Inspiro, me llevo la mano a la boca y me muerdo la blanda carne de la base del dedo pulgar—. Quiero llorar… me muero de ganas de llorar ahora mismo. Estoy llena de lágrimas —añado, casi con la sensación de quemeestoyahogandoenmisemociones. —Puesdéjateir—dice. Sesientaamiladoymeabraza. Consigoesbozarunasonrisaymeapretujocontraél. —Nopuedo.Nollorodesdequeteníacatorceaños. Meapartadelafrenteunmechóndepeloy,muydespacio,mepasael dedoporelhombroylobajapormiespalda. —«Esunaliviollorar»—cita—.Ovidio. Inspiro de forma entrecortada mientras recreo en mi mente el tatuaje. Las delicadas lágrimas azules. Los trazos precisos de la letra en la que CassmetatuóesafraseenelomóplatoqueJacksonmeestátocando. —Seríaunalivio—digoconunasonrisairónica—sipudierallorar. —Tambiénesunaliviohablardeello.—Meacariciaelpeloy,pesea todo,mesientoprotegida—.¿Mepuedesdecirquiénfue? Cierrolosojosporquenoquieropensarenello. Peroesabsurdo.Siempreestoypensandoenellodeunmodouotro. —¿Fuetuhermano? —¡No! —Mi respuesta es tan rápida como cierta—. No, Ethan ni tan siquiera lo sabe. —Percibo pánico en mi voz—. Oh, Dios mío, si Ethan llegaraaconocerlaverdad… Me estremezco, tan decidida como siempre a proteger a mi hermano menor. —Hevistocómotehaspuestotrasrecibirsumensajedetextocuando estábamoscenando. —Viene dentro de unas semanas. Quiere que vayamos a visitar a nuestrospadres.VivenenIrvine.SemudaronallícuandoEthanterminóel institutoenBrentwood. —¿Yesoesmalo? Respiro hondo y me recuerdo que no solo estoy despierta sino que Jacksonmehadevueltoelcontroldemímismaenbandejadeplata.Puedo hablardeestoynomesucederánada. —Irvineno;amíyamevabienqueestélejos.Yestoydeseandovera mi hermano pequeño. Estuvo muy enfermo cuando era un crío. Éramos uñaycarne.Se…sepusomejor. Inspiro,decididaanopensarenelpreciodesurecuperación. —Se curó por completo —continúo, y me apresuro a seguir explicándole—.ViveenLondresdesdehacemásdeunaño. —Perotuspadresno. Bajolavistayreparoenquemeheretorcidotantolasmanosquelos dedosmeduelen. —Elhombrequemevioló…—Respirohondoaldarmecuentadeque nohabíadichoesapalabradesdequeseloexpliquéaCass—.Eraamigo de mis padres. Yo lo llamaba Bob. —El mero hecho de pronunciar su nombremehacetemblar—.Ymesalióuntrabajoconélcuandoestabaen segundo de secundaria. Fue a través de mi padre. Así que esto de las relacionesdefamilianosemedanmuybien.Digamosquemeencerréen mímisma,¿sabes? Asiente. —¿Dicesqueteníascatorceaños? —Sí. —Hablo con naturalidad. La única manera de superar esto es decirlosinmás.Comosiestuvieraresumiendodocumentosdeempresa—. Empezóentonces. Veoqueseestremecealoírlapalabra«empezar».Leagradezcoqueno mepreguntecuántoduró. —¿Ytuspadres? —Noselohecontadoanadie—digo,loque,enrealidad,noresponde asupregunta—.Bueno,soloamiamigaCass,peroanadiemás. —¿Aningúnprofesional?¿Nohashechoterapia? —No estoy interesada en explicar mis problemas a desconocidos. Me niegoaponeralgotaníntimoenmanosdeunapersonaquenitansiquiera conozco. —Necesitasayuda. —Tengomipropiaterapia.Estarébien. —No, no lo estás —dice, con toda la razón, y por la expresión de su rostroséqueestápreocupado. Aparto la mirada. Está en lo cierto, por supuesto, pero no pienso reconocerlo. —Muybien.Sinovaaayudarteunprofesional,teayudaréyo. —Jackson… —¿Qué?¿Soyyoelproblema?No.Yosoyelhombreque… Semeencogeelpechoporqueoigounapalabraquenohadicho. —¿Qué? Selopiensauninstante. —Yo soy el hombre que luchará contra tus demonios —concluye al cabo. Ynopuedoevitarsonreírporque,enmiimaginación,eseeselhombre quesiemprehasido.Noobstante,enlarealidad… —Te lo agradezco, Jackson, pero ya estoy luchando yo contra esos demonios. —¿Ah,sí?Pues,vistolovisto,nolosestásvenciendo. —Por favor… —Me tiembla la voz—. ¿Podemos dejarlo? ¿Al menos porahora? Suexpresiónestantristeahoraquecasimedesgarra. —Yo te lo he puesto mucho más difícil todavía —se lamenta. Se arrodillaamiladoymecogelacara—.Perdona. —No.Noesverdad.Solotengoquequitármelodelacabezaduranteun rato. —Necesitas descansar. Vamos. Voy a llevarte a la cama. Nadie debería estarlevantadotantempranoundomingo. Empiezaalevantarse,peroleaprietoelmusloconlamano. —Espera. Notoelmúsculodesupiernatensobajomisdedos,comounresortea punto de saltar. El cuerpo entero parece temblarle del esfuerzo que hace paracontenerse.Memiraalosojos,yséqueacabadecaerenlacuentade loquedeseo. —No—diceconvozfirme—.Estonoesloquequieres.Ahorano. —Porfavor…—insisto.Enestemomentolonecesitoaél—.Ayúdame a luchar contra mis demonios. Méteme en la cama y arrópame como si fuera una niña, y será como si él hubiera ganado. Como si me hubiera arrebatadoalgo. Ladealacabezayclavaenmísusojosazules,tanpenetrantesqueson comorayosláser.Lesostengolamiradaporquenosoloquieroquevealo quenecesitosinotambiénloquedeseo. —Porfavor—repitounmomentodespués—.¿Esquenoloentiendes? Anoche te deseaba con locura, pero no de esa forma. No cuando me parecía una venganza, cuando pensaba que querías follarme para borrarmedetumenteoalgoporestilo. —Oh,nena.—Mecogelamejillaconlapalmadelamano—.Noquería borrartedemimente.Todolocontrario.Tedeseabademasiado,joder. —Pues quédate conmigo. —No tengo palabras para decirle cuánto necesitoesto.Cuántolonecesitoaél.Ysolopuedoesperarqueloperciba enmivoz—.Tenecesito.Y,oh,Diosmío,nosabescómoteheechadode menos. —Sylvia.—Diceminombretanquedoqueapenasesunsoplodeaire saliendodesuslabios.Luegomecogelacabezaconambasmanosyme arrima a él—. Voy a hacerte el amor, Syl. Y si no quieres que lo haga, dímeloahoramismo. Nolohago;melimitoaecharlacabezahaciaatrásyseparoloslabios. Ycuandobajalacabezaparaacercarlaalamíayrozamibocaconla suya como si probara esta nueva realidad, se me escapa un gemido de consentimientoyplacer. Meabrazoasucuelloyloestrechocontramí.Séelpeligroquecorro: hacesolounashoraslaspesadillasmehanimpulsadoahuircomoalma quellevaraeldiablo. Pero ahora es de día y no tengo ninguna intención de dormir hasta dentrodemuchorato. Y cuando las pesadillas me visiten como hacen siempre… Bueno, supongoquehabrámerecidolapena. 14 Jackson me besa con suavidad, aunque con labios apremiantes. Pero ahoramismoelapremioestádemás,ymeentregosincondiciones.Abro labocaparaacogerlo.Permitoquemellene,mepruebe,mecolme. Estáapoyadoenlatumbona,conunamanoenelrespaldoylaotraenel cojín cerca de mi cintura. Solo nuestros labios se tocan, pero todos los poros de mi piel están expectantes, como si no hubiera ni un solo recovecodemicuerpoqueélnohayaexploradoyhechovibrarconlos dedos,loslabios,lalengua. Dejadebesarmey,cuandosesientaamilado,semeescapaunjadeo mientrasintentorecordarquiénsoyydóndeestoy. —Voyallevarteadentro—dice,yhaceademándecogermeenbrazos. —No—lesuplicoaltiempoqueselosaparto—.No,quieroquedarme aquí. —Tienesvecinos… Enrealidad,nolostengo.Mibalcónestácerradoporlosdosladosy, aunqueenteoríaalguienpodríaestarenlaazoteadeunodelosedificios comerciales de enfrente, mirando hacia aquí con unos prismáticos a las cuatrodelamadrugada,lodudomucho. Nodigonada;sololecojolamanoytirodeélhaciamí. —¿Esestoloquequieres? —Sí. Enarcaunaceja. —Supongoqueesjusto.Ennuestroacuerdooriginal,túmepertenecías. Asíqueahorasoytodotuyo. Mepasolalenguaporloslabios. —¿Todo? Consiguedirigirmeunasonrisaqueestanprovocadoracomosensual. —Dimequéquieres,Sylvia.Quéquieresexactamente. Lomiroalosojos. —Desnúdame—exijo. Sonríeconlosojosbrillantes. —Comodesees—dice,yempiezaadesabotonarmeelvestido. Se da prisa en hacer justo lo que le he pedido y, como he salido del hotel a toda prisa sin ponerme nada más, ahora estoy completamente desnuda. Pero sus movimientos no han sido ni sensuales ni seductores. No ha aprovechadoparaacariciarme.Y,aunquealprincipiomesientofrustrada, enseguidacomprendoquéhace.Peseasupromesa,JacksonSteelesigue jugando. —Acaríciame —digo—. Pásame los dedos por el vientre y ve bajándolos hacia mi sexo. Pero sin llegar. Quiero que me atormentes. Quieroquemellevesallímite. —¿Ah,sí?—Enarcaunacejamientrasreflexionasobreloqueacabode pedirle—.Bueno,creoquepodrécomplacerte. Sonrío, echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos, concentrada en sentirlo cuando me acaricia delicadamente con los dedos, una sensación tentadoraycuajadadepromesas.Metrazapequeñoscírculosenelvientre yluegobajahacia el pubis, dibujándome espirales en la piel. Resigue el triángulodevellorecortado,ycuandomepasaeldedoporlainglesiento unascosquillastansensualesquesemeescapaungritodeplacer. Hace un poco de trampa cuando se inclina sobre mí y me sopla en el clítoris,perolasensaciónesdemasiadoincreíbleparaqueprotesteporsu transgresión y solo arqueo la espalda, pidiéndole más, un mensaje que, porfortuna,capta. El aire fresco en mi clítoris caliente es una bendición, y separo las piernasporqueahoradeseosuboca,sulengua. —No—susurra—.Quierooírtelodecir. —Chúpame—lesuplico—.Chúpame,porfavor,Jackson.Dios mío… Porfavor. Por suerte no vacila y me besa el sexo con los labios y la lengua. Me llevacadavezmásaltolamiéndomeelclítorisconsuavidad.Metiéndome la lengua con tanta fuerza, tanto vigor, que no estoy segura de poder soportarlo. Pero no es su lengua lo que deseo. Lo que ansío en este momentoestenerlodentro,entero. —Jackson…—Loagarroporelpeloylelevantolacabezaparapoder mirarloalosojos—.Bésame—exijo—.Fóllame. Su sonrisa pausada prende fuego a mi piel cuando se levanta de la tumbonaysequedadepieamilado.Despacio,sequitalacamisa,luegoel pantalón y por último los calzoncillos. Se queda inmóvil, desnudo y erecto, con una expresión tan anhelante que no sé cómo ninguno de los dos sobrevivirá a esta noche, porque estoy segura de que, cuando nos corramosjuntos,laexplosiónnosdestruiráalosdos. —Notengocondón—dice. Alargolamanohaciaél. —Medaigual.Tedeseo.Ysimedicesquenohayproblema,tecreo. —Nohayproblema—declara,ysecolocaencimademí. Empieza por abajo, besándome la cadera; va subiendo hasta detenerse en mi pecho para lamerlo, mordisquearlo y excitarlo tanto que la sensaciónmerecorreelcuerpohastallegarmealmismoclítoris,ytengo quehacerlepararportemoracorrermeya. Notosupolladuraentrelaspiernas.Separolosmuslosporquequiero que encuentre mi vagina y, cuando lo hace, echo la cabeza hacia atrás y gritoenvozbaja.Justoentoncesmebesaenlabocaymepenetra. Mi cuerpo lo apresa, lo succiona y, mientras me besa con ardor, me embiste con la polla, más y más fuerte, como si cada embate encerrara cadainstantedeestosúltimoscincoaños. No es como antes. No es sexo por venganza. No es sexo para reconciliarnos. Es necesidad, apremio, lujuria y pasión. Somos nosotros. Y, por fin, sientoqueestábien. Su piel —nuestra conexión— me lleva al límite antes de lo que yo quería,pero,alavez,notengoganasdecontenerme.Deseolaexplosión. Lodeseoaél.Quierotodoloquehemoscompartidoycompartiremos. Loquierotodoy,conJackson,nocreoqueseamuchopedir. Y, pensando en eso, me rompo en mil pedazos, como si fuera meros fragmentosdevidriodecolores,mientrasélsedeslizasobremicuerpo, colmándome,hastaelfondo,yluego,oh,sí,corriéndoseenmiinterior. Se queda un momento tumbado sobre mí mientras una colorida lluvia de estrellas parece caer alrededor de nosotros. Tiene los brazos tensos paranodescargartodosupesosobremí.Memira,conunaexpresióntan tierna que vuelvo a pensar que ojalá pudiera llorar, porque no creo que hayaotraformadeexpresartodalasemocionesquesiento. —Sylvia. Esloúnicoquedice.Solominombre.Perolosignificatodoparamí.Y cuandosebajaysequedaamiladoyomeacurrucojuntoaél,suspiroy séque,almenosenestemomento,estoysatisfecha. Nosécuántotiemponosquedamosasí,desnudosenlatumbona.Yono he dormido, sino que solo he sentido a Jackson junto a mí mientras contemplaba la luna reflejada en las olas del océano Pacífico, donde el cielogrisoscurotocaelaguaenelhorizonte. —Quierounacasa—digo,aunquenoséquémehainducidoapensarlo —.Quierounaterrazaenlaazoteayquieroqueestéenlamontaña.Enun sitioconmuchoterreno,perodesdeelqueseveaelmar. —¿Yatehascansadodetupisonuevoynitansiquierahasvaciadolas cajas? Cojo la manta y nos tapo con ella para protegernos del frío. No obstante, apenas hace falta. Jackson es como un horno y su calor me abriga mientras estoy acurrucada contra él, con la mejilla pegada a su pecho,tancercaqueoigosuslatidosylareverberacióndesuvozcuando habla. —Me encanta este piso —digo al fin—. Pero quiero ver las estrellas. Quierouncielocomoelterciopelonegro.Yquierooírelsonidodelas olasalrompercontralaorilla. IbaaañadirquelacasadeMalibúenlaquevivenDamienyNikkiesmi modeloideal,perodecidoquequizánoseamomentodesacaramijefea colación. —Tienesunaestrella—observa.Levantaelpieparapasarmelosdedos poreltobilloyelpequeñotatuajequellevoenéldesdequeibaalinstituto —.Yunabonitamedialuna. —LaAcademiaFemeninaStarlight—aclaro. —Heoídohablardeella.BeverlyHills,¿verdad? —Conseguí que me becaran —explico—. Allí estudié casi toda la secundaria. —Uninternado—dice,ysé,porsutonodevoz,quemeentiende. LaAcademiaFemeninaStarlightesunadelasescuelaspreuniversitarias privadas más prestigiosas del sur de California y, en cuanto supe que concedíanbecasparacostearlaestanciaylascomidas,hinquéloscodosy bordé los exámenes de ingreso. Mi tutor de estudios se quedó tan asombradoquemellamaronparaentrevistarme.Losestudiossiemprese mehabíandadobien,pero,comoenprimerodesecundariahabíaperdido elinterés,solohabíaestudiadolonecesarioparasalirdelpasoynohabía trabadoverdaderasamistades.Aunasíestabamuymotivada,ydurantela entrevistaestuveocurrente,animadaysociable. Meaceptaron,ymepuselaspilasparamantenerminotamediayseguir enlaacademia. —Nopodíacontinuarviviendoconmispadres—reconozcodespuésde contárselo—. Así que el tatuaje fue como una celebración. Mi forma de señalarlatransición.PerolociertoesquetampocoencajabaenStarlight. Llevábamos uniforme en horario escolar, aunque teníamos bastante libertadlosfinesdesemanayenvacaciones.Laropayloschicoseranlo más,yamínomeinteresabaningunadelasdoscosas.Porelcontrario, me escondía poniéndome ropa fea, no salía nunca con chicos y solía mentir diciendo que tenía una enfermedad en la piel para no tener que maquillarme. —¿Ytuspadres?¿Nosedieroncuentadeloquepasaba? —Ya tenían suficiente con mi hermano —respondo—. Creo que les alivió un poco que me fuera de casa. Mi hermano por fin se estaba recuperando y no tuvieron que sentirse culpables por dedicarle toda su atención. Noesexactamentelaverdad,peroseleacercabastante. —¿Ylaviolación?¿Yahabíaacabadotodo?¿Oterminócuandotefuiste aestudiarfuera? Percibosusesfuerzospordominarlavoz,tantirantequeescomouna gomaestiradaapuntoderomperse. —Unveranoantes—respondo—. Cesóentonces.NoledigolarazónyJacksonnomelapregunta.Pero mearrebujomásenlamantay,cuandomefijoensucara,veoquemeestá mirandoconintensidad. —¿Qué? —Tienesfrío. —Estoybien. Sesientaenlatumbonaparaponersedepie.Enarcaunaceja. —¿Másvino? —No. Se agacha, me pasa un brazo por debajo de las piernas y me pone el otroenlaespalda.Semeescapaungritoahogadocuandomelevantayme aprietacontrasupecho. —Jackson,estoybien.Megustaestaraquíafuera. —Teencontraréuncastillodesdeelqueseveanlasestrellas—dice—. Peroahoramismotienesfrío. —Noesverdad—replico—.Tengounamanta.Tetengoati.Tengo… tengo… —Me interrumpo, porque lo estoy mirando y la extraña mezcla derabiaeimpotenciaqueadviertoensurostromeencogeelcorazón—. ¿Jackson? —Porfavor—dice—.Dejaquecuidedeti. Pienso en todo lo que he soportado, en todo lo que he superado. He tenidotodalavidaparahabituarmeaello,perosiguedesconcertándome. Sencillamenteseloendoséaél,ynitansiquieratodo.Aunhombreque,a pesar de ello, me quiere. Y que, a pesar de que yo le haya asegurado lo contrario,temehabérmelopuestoinclusomásdifícil. —Sí—respondo.Cierrolosojosypegolamejillaasupecho—.Tengo unpocodefrío. Entra en el piso conmigo en brazos y me lleva al dormitorio, donde, conmuchadelicadeza,medejasobrelacama. —Tápate—meindicadespuésdelevantarlamanta. Lo miro. Desnudo, semierecto. Y en este momento solo puedo pensar queeslavivaimagendelaperfección. Niegoconlacabeza. —No. Querías que entrara en calor. Creo que lo justo es que me calientestúenvezdeencomendarlelamisiónaunamanta. Seríeentredientes. —¿Ah,sí?Puesresultaquemeencantaserjusto. Sindejardemirarmesubealacama,seponeahorcajadassobremíy mebesaconpasión. —Creoquemegustahacerteentrarencalor—dicealincorporarse. Sequedaderodillasalaalturademicinturadetalformaquelapollale reposatentadoramentesobremivientre. Bajolavistayenarcounacejaconaireinterrogativo. —¿Quieres? —¿Elqué? Estoyseguradequesabequéleofrezco.Soloesperaoírmelodecir. —¿Quieresquetechupelapolla? Alzaunacejaasuvez,comosilesorprendieramidescaro. —Lo estoy deseando —responde mientras me acaricia sin prisas—. Peroahoramismoloqueansíoesestardentrodeti. —Oh… Ymepenetraconinfinitadulzura.Semeescapaungritodesorpresay placer, y empiezo a acompasar mis movimientos con los suyos. Son cadenciosos, sensuales, pero mi reacción es cualquier cosa menos calmada.Estoyelevándome,impulsadaporunareddechispasdanzantesy coloresentremezclados.Meestállevandoallímite,alacumbre.Ycuando micuerposetensaalrededordesupolla,succionándola,suplicándoleen silencioquemellevealotrolado,vuelvoacorrermeenlosbrazosdeeste hombreaquiensiemprehedeseadoytantoheechadodemenos. Cuandomesientocapazdevolveramoverme,medoylavueltaenla camaymiroelreloj.Soncasilascinco. —Nohemospegadoojoentodalanoche. —¿Esunaqueja? Me besa en los labios con suavidad, y después se incorpora y se despereza. —No. Yo también cambio de postura, pero, en vez de incorporarme, levanto losbrazosymedoyelgustodeestirarmedesdelaspuntasdelasmanos hastalasdelospies. —Noloolvides—dicemientrasmeacaricialapiernaconundedo—. Nohehechosinoempezar. —¿Empezar? Ahoraresigueconlayemaeltatuajedelacintayrodeaelcandado.Y luego, cuando sube por mi torso y tenso los músculos del abdomen, se inclinaparabesarmelanuevallamaquemealumbraelpecho. —No puedo evitar pensar que sigo un camino. Estos. La luna de tu tobillo.Todoslosdemás. Porsupuestoestáenlocierto,peronodigonada. —¿Esestoloquehaces?—pregunta—.¿Tupropiaterapia? —¿Qué? —Esoesloquemehasrespondidohaceunashoras—merecuerda—. Yotehedichoquenecesitabasayuda,ytúqueteníastupropiaterapia.¿La tengoantemisojos? Mepasolalenguaporloslabios.Losabe,yesobvioqueloentiende. Entonces¿porquésigotanreticenteareconocérselo? —¿Quétehacepensareso?—Bajolaspiernasdelacamaymelevanto. Mialbornozsigueenelsueloymeagachopararecogerlo.Melopongoa todaprisaymelociñoconfuerzaalacintura. —Estoyfamiliarizadoconlaautomedicación—responde. Me vuelvo cuando se levanta de la cama y se acerca a mí, totalmente desnudoynadacohibido. —¿Cómo? —pregunto y, al momento, me doy cuenta de que ya sé la respuesta. Con suavidad, le paso el dedo por los nudillos cuando me coge el cinturóndelalbornoz. —Jackson… —Sí—dice,peronosésiserefierealapreguntaquenoheexpresadoo adesatarmeelcinturón. Alza las manos y me quita el albornoz, que cae al suelo. Y vuelvo a estardesnudaanteél. Despacio, casi con reverencia, me mira por delante. Resigue con el dedolosdostatuajesquetengoenelpechoderecho.Lallamanuevayun símbolofemeninoentrelazadoconunarosaqueesantiguo.Luegomelo pasaporlacintarojaqueyateníatatuadaenAtlanta. —Medijistequenosignificabanada—continúa—.Ahoracuéntamela verdad. ¡Laverdad! Me estremezco solo de pensarlo. Sé que todavía no estoy preparada paradaresepaso.Nodeltodo.Peronoquierohuirdelapreguntanide Jackson.Porelcontrario,quieroacercarmemás.Quierosentirsusbrazos envolviéndome,protegiéndome,yquieroperdermeenélyensucalor. Demodoqueselocuento.Lofundamental,almenos. —Son triunfos —respondo—. En cualquier caso, me ayudan a no olvidar. —Entiendo. —Se acerca más y me pasa la mano por la cintura hasta apoyarlapalmasobrela«J»yla«S»entrelazadasquetengotatuadasal finaldelaespalda—.¿Yeste?¿Tambiénseñalauntriunfo? —No.—Mitonoesbruscoporquehetenidoqueatravesarunmurode emociones—.No—repito—,eseesunrecuerdo.—Inspiroparaarmarme devalorylomiroalosojos—.Eslaúnicapartedetiquepudellevarmey noqueríaestarnuncasinella. Porunmomentosolomemira.Luegomeabrazaymebesaconardor. Mecogeenbrazosyvuelveallevarmealacama,dondemearrimaaél. —Teencontréenelbaño,hechaunovillo,ynomedejasteayudarte. —Perdona. Selohedichoconunhilillodevoz,yodiohaberlehechoeso.Porque tienerazón.Estabamuertademiedoysoloqueríasalirdeallí. —No me diste ninguna explicación. Solo dijiste que tenía que hacer algoporti.Queeraimportante. Tragosaliva. —Loera. Parpadeo,deseandocontodasmisfuerzaspoderllorar. —Tenía que pedirte que te fueras. No podía ser yo quien lo hiciera porquemehabríasseguido. Tienelamandíbulatensa. —Joder,Sylvia…Hemosperdidomuchotiempo. —No—digo,ycaptosuexpresióndesorpresa—.Teníaqueconseguir que te alejaras de mí. Aquello me superaba. —Inspiro de forma entrecortada,intentandohaceracopiodevalor—.Estoyasustada,Jackson. Esto—añado,ynosseñaloalosdos—.¿Ysiestoesunerror? —Noloes. —No lo sabes. No —digo cuando advierto que está a punto de interrumpirme—.Medejéircontigounavezyluegololamenté.Perdíel control cuando no debería haberlo hecho. La situación me superaba. Había…haytalintensidadentrenosotros,yerademasiadoporqueseme mezclócontodolodemás. Hablodeprisa,sinpensar,ynoestoyseguradequeJacksonmeentienda yaquenoestoyseguradeentendermeyo. —Me sentí perdida, y después me sentí imbécil porque sabía que no deberíahaberabiertoesapuerta.Jamástendríaquehaberdejadodemirar alospandas.Ydespuésfuecreciendocadavezmáshastaqueempezaron laspesadillas.Losmiedos.Todoslosdichososrecuerdosy… Me interrumpo. Me muerdo el labio inferior con fuerza y aparto la mirada porque no sé cómo expresar esto. No sé cómo decir que este momentotanincreíblequehemoscompartidopuedeestarmal.Hacernos daño.Serunerrorquesolovolveráadestrozarnos. —Aquello me sobrepasaba —insisto—. Y me da miedo que vuelva a hacerloahora. —¿Quélamentaste? Su voz es suave y dulce, en marcado contraste con mi agudo tono de histeria. Niegoconlacabeza. —Noséaquéterefieres. —Acabasdedecirquetedejasteirconmigoyqueluegololamentaste. ¿Lolamentasteporlaspesadillas?¿Oporirte? —Yo… Semeentrecortalarespiraciónyapartolamirada. —No—mepidecondulzura—.Sincérateconmigo,Syl.Delocontrario nopodréayudarte. —Noteestoypidiendoayuda. —Losé.Peroteladarédetodasformas. Cierrolosojos,lecojolamanoyentrelazolosdedosconlossuyos. —Porirme—respondoalfin.Respiro,abrolosojosylomiro—.He lamentadohabermeidotodoslosdíasdemivida.Y,almismotiempo,no lohehecho…porquequedarmemehabríadestruido. —Oh,nena.—Meestrechacontrasíymebesaenlacoronilla—.Nosé quéseescondeentuspesadillas,peroteayudaréalucharcontraellas. —Pensabaqueerasarquitecto,nopsiquiatra. —Séunpardecosassobrelascicatricesdelainfancia—arguye—.La míanopuedecompararseconlatuya.Pero,aunasí,fueunamierda. Lomiro,miroaestehombrequesiempremehaparecidotanfuerte,y lavulnerabilidadqueveomeencogeelcorazón. —¿Quierescontármelo? —Soy un bastardo. —Se encoge de hombros—. Eso lo resume más o menostodo.Ylodigoenelsentidooriginaldelapalabra.Mimadretuvo unaaventuraconunhombrecasado.Sequedóembarazada.Metuvoamí. —¿Y no conociste a tu padre? Por más que muchas veces me habría gustadonohaberconocidoamipadre,detodasformas,noledesearíaeso aningúnniño. —Oh, no. Lo conocí, sí. Conocí a mi padre. Lo sabía todo de su otra familia.Teníadosañoscuandonaciómihermanastroylosabíatodode él,malditasea,ynomepermitíandecirunasolapalabra. —Diosmío.—Intentoimaginarmelasituación,peronoloconsigo—. Diosmío—repito. —Sí,esoestodo,másomenos.Podríadecirsequeesomecabreaba,en especial cuando veía tan claro cuánta atención prestaba mi padre a mi hermanastro y qué poco tiempo me dedicaba a mí. Eso me enfadaba. Mucho.Teníaarrebatosdeira.Arrebatospeligrosos. Nopuedoevitarmirarleelcortedelamejilla. Sedacuentaymesonríecontristeza. —Desahogabamienfadopeleándome. —Jackson… Mecogelamanoymebesalapalma. —Yvolcabaelcontrolenelsexo. Enarcounaceja. —¿Ah,sí?Nomehabíapercatado. —Supongo que tendré que esforzarme por ser más obvio. —Me acaricialamanoconsuavidad—.Loquequierodeciresque,cuandofui consciente de que no podía luchar con toda la mierda que hubo en mi pasado,decidíaceptarla.Tútienesquehacerlomismo. —Noséquéquieresdecir. —Yo creo que sí. Defiéndete. ¿Tienes pesadillas? No huyas de ellas. Luchacontraellas.Eresfuerte,Sylvia.Losuficienteparaquenotevenza tupropiamente. —Noesmimente.—Ypuntualizo—:Esmihistoria. —¿Y qué es la historia sino un recuerdo, casi siempre falso, además? ¿Cómoeseldicho…?¿Lahistorialaescribenlosvencedores?Escribetu propiahistoria,Sylvia.Y,cuandolohagas,pontecomolaheroína. Norespondoporquenoestoyseguradequererhablardeesoymenos aúndedarlevueltas. Así pues, le doy carpetazo pasándole el dedo por la cicatriz que tiene entrelacejayelnacimientodelpelo.Selavienelestrenoyaúnnolehe preguntadoporella.Ahoraquehamencionadosuspeleas,nopuedoevitar preguntarmequéarrebatodeirafueelresponsabledeestaherida. —¿Cuándo? Nodigonadamás.Séqueentenderálapregunta. —Unasdocehorasdespuésdequemepidierasquemefuera. Me limito a asentir, sin atreverme a hablar, y bajo los dedos hasta tocarlelamejilla. —Estaesnueva. —Después de conocer a tu amigo Louis —explica, confirmando mis sospechas. —¿Haquedadopeorparadoelotrotío? —Teloaseguro. Lomiroalosojos. —Quizá tú también necesites ayuda. No puedes ir dando palizas a la gente. Lacomisuradelabocaselecurvaenunasonrisa. —Te prometo que no me lío a golpes con el primer turista que me encuentroporlacalle.Voyaungimnasio…No,nomerefieroaunode esosquetienenunbardezumosybatidosyunmontóndecintasdecorrer enlínea.Enelmíohayunclubdeboxeo,consacosqueaporrear,pesasy todolodemás. Meacaricialamejilla. —Estoybien. Meimaginounodeesosgimnasiossórdidosyasquerososqueaparecen en muchas películas, donde hay hombres destrozándose la cara a puñetazos.Noesunaimagenquemeguste.Levantolamanoparaponerla sobrelasuyaynotoelcalordesupielenmicara. —Noquieroquetehagandaño. —Oh,nena…Nopuedenhacermedaño.¿Nosabesquetúereslaúnica personadeestemundoquehaconseguidohacermepedazos? 15 Me despierto sobresaltada, con el corazón palpitándome para defendermedelmiedoqueaúnpersiste. Alargo la mano y toco a Jackson en la oscuridad. Al instante comprendoquenosonlasfríasgarrasdeunapesadillaloquemeatenaza, sinoeltemoraqueélsehayamarchado. —¡Quéregaloparalavista!—exclamay,paramisorpresa,oírsuvoz meproduceunhondoalivio. «Nosehamarchado,ynohetenidopesadillas.GraciasaDios,gracias aDios,graciasaDios…» Me doy cuenta de que estoy atravesada en la cama con el muslo y la cadera destapados. Me incorporo y el pudor me induce a cubrirme los pechos con la sábana, lo que es absurdo dado que ha explorado cada centímetrodemicuerpo.Merecuestoenelcabeceroysuspirodeplacer mientrasloveoacercarse,descalzoyconeltorsodesnudo.Solollevalos vaqueros,conelprimerbotóndesabrochado,loquemepermiteentrever esevelloqueindicaelcaminohastaunaprotuberanciamuytentadora. Megustatantoloqueestoymirandoquetardounmomentoenreparar enlatazadecaféquemeofrece.Lacojoagradecida,ysonríocuandoveo queyalehapuestounanubedecremadeleche. —Tehasacordado. —Meacuerdodemuchascosas.—Meindicaquemehagaaunladoyse sientajuntoamí—.Porlopronto,meacuerdodequetenemosqueestar encasadetujefedentrodedoshoras.Setardamediahoraenllegar,sino haytráfico.Aunquecomosiemprelohay,setardaunahora. —Nohemosdormidomucho. —Pero yo me siento rebosante de energía —dice, y me pasa la mano porelpelo. Suspiro y me apoyo en él, asombrada de la rapidez con que ha cambiado nuestra relación. Ahora estamos como en Atlanta. Siento que noscompenetramos.Y,aunquesigoasustada,estaveznoquierohuir,sino aferrarmemásaél. —¿Puedohacerteunapregunta? —Laquesea… —Anoche me seguiste. Me refiero a cuando fui a Mullholland. Pero ¿porquénolohicisteenAtlanta? —Esofuedistinto.Mepedistequememarchara,nosalistecorriendo.E hicistequeteloprometiera. —Sí—digo—.Escierto. —¿Queríasquefaltaraamipalabra? —No…Nohabríapodidosoportarlo. —¿Pero…? Niegoconlacabeza,asombradaytambiénunpocoirritadaporlobien quemeconoce. —¿Pero te habría gustado que lo hiciera de todas formas, solo para saberquemeimportabas? Sus palabras, dichas en voz baja, se quedan frágilmente suspendidas entrelosdos. —Esabsurdo,losé. Sinembargo,nopuedonegarqueescierto. —Lo habría hecho —reconoce, y se separa de mí para levantarse. Se dirige a la pared del fondo y se queda delante de la ventana, por la que ahoraentralaluzmatutina. —Lo cierto es que, en esa época, habría mandado la promesa a la mierda y habría ido detrás de ti. —Se vuelve hacia mí—. Pero tú te ibas conél. —Maldita sea, Jackson. Te repito que nunca he estado con Damien de esaforma.Sinomecrees… —Tecreo.Melohasdichoantesytecreo.Deveras.Peroentoncesno pensabaasí. Reflexionosobreloquedice,bajodelacamaymeacercoaéldesnuda. —¿Por eso no aceptaste ocuparte del complejo turístico de las Bahamas?¿CreíasqueeralaamantedeDamienoalgoporelestilo? —Enparte,peronofueelúnicomotivo. —Lacompradelosterrenos,¿fueporeso? Ladealacabeza. —Solo digamos que, dejando aparte el resort de Cortez, Stark y yo tenemosinteresesmuydistintos. —Noloentiendo. —¿Sabesqué?Noimporta.—Merecorreconlamiradadespacioysu fogosa inspección acaricia todo mi cuerpo, me activa cada molécula y consiguequeolvidedequépuñetasestábamoshablando—.Estoyapunto de invitarte a ducharte conmigo. Así que lo que menos me apetece es hablardeDamienStark. —Oh…—Meechoasusbrazos—.Tienestodalarazón. Haabiertoelgrifodeladuchaantesdeprepararelcafé,ycuandoentro enelbañoyaestácaldeadoyenvueltoenunaacogedoranubedevapor,tal comoamímegusta. Jacksonsequitalosvaquerosyentrodetrásdeél.Cuandomeabrazame apretujocontrasupechoypermitoqueelchorrodeaguameempapeel pelo y me corra por la cara y el cuerpo. Imagino que está llevándose el pasado,dejandoabiertoelcaminoparatenerunfuturoconestehombre. Echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos; es entonces cuando noto suslabiosenlosmíos. —Notenemostiempo,¿teacuerdas? —Seré rápido —dice, y me besa en la boca mientras baja una mano paraacariciarmeelsexo. Estoymojadaylista,ysolosoycapazdearticularunaúnicapalabra: —Sí. Mecogelospechosconambasmanosymehaceretrocederhastaque tengo la espalda contra las baldosas. Luego me levanta una pierna para apoyarmelapantorrillaensucaderayabrirmeaél.Alargolamanoy,al acariciarle la erección, me satisface ver que tensa las facciones como si estuvieraalbordedealgoespectacular.Porqueloestá,yporqueyosoyla quevaallevarloahí. —Ahora—digo. Quiero que se pegue más a mí y me penetre, y grito de sorpresa y placercuandohallamivaginaymeembiste. —Másrápido,Jackson.Másfuerte. Estoyenloquecidadedeseo,ycuandomecogeporelculoparapoder penetrarme hasta el fondo subo la otra pierna y me pongo a gritar mientras,concadaembate,meempujacontralascaldeadasbaldosasdela pared. Hasta que, por fin, siento que el cuerpo se le tensa y estalla dentro de mí,yesminombreloqueoigosalirporsuslabios. —Vamos—digoencuantoadviertoqueyanotienelosojosvidriosos —.Debemosdarnosprisa. —Todavía no. —Coge el teléfono de la ducha y regula el chorro—. Creoquetúnoestáslistaaún. —Jackson… Estoy más que lista, demasiado sensible, y no sé si seré capaz de soportar lo que pretende. Pero esta mañana no hay cabida para la clemencia y, cuando Jackson sale de mí y vuelvo a poner un pie en la alfombrilla, me sujeta la otra pierna en alto y dirige el chorro de agua haciamiclítoris. —Oh,Diosmío…Joder,oh,Jackson. Meagarroasushombrosmientrasmeestremezcodeplacer,unplacer cadavezmayorquecasinologrosoportar. —Sihayprisa,puedoparar.—Tieneloslabiospegadosamiorejayme pasa la lengua por el lóbulo después de hablar, lo que me enloquece todavíamás—.¿Esesoloquequieres? —Noteatrevas—digo—.Jackson,porfavor…Estoyapunto,¡joder! —Entoncesveamosquépuedohacer. Deja el teléfono de la ducha y se arrodilla. Pone una de mis piernas sobresuhombroymebesaenmispartesíntimas.Yeslacombinaciónde sulengua,suslabiosyelrocedesupielloquemellevaaléxtasis.Estallo cuandounadescargadeunmillóndevoltiosmehaceelcuerpopedazos hastatalpuntoquemetransformoenátomosquegiranenelespacio.No soynadaapartedecalorydeseoenlosbrazosdeestehombre. —Vaya…Nomeimportallegartarde. —Estupendo—dice—.Porqueamímepasaigual.Detodasformas,se tratadetujefe.Probablementedeberíamoshacerunesfuerzo. Asiento y me envuelvo en una toalla cuando él cierra el grifo. Me la quitoyafueradelamamparaparaponermeelalbornoz.Estoyapuntode anudarmeelcinturóncuandobajolavistayveoeltatuajedelacintaroja. Jacksonestáaunospalmosdemí,conunatoallaenrolladaalrededorde lascaderas,peinándose. —Venaquí—digo. Sevuelve,peromelimitoallamarloconeldedo. —Lo que ordenes —responde con una sonrisita, pero percibo curiosidadensurostro. Lecojolamanoyleguíoelíndiceporlacintaroja. —Theo Stiles. Kevin Carter. Dan Weiss. —Pronuncio los nombres conformelepasoeldedoporcadainicial—.Antesnoteherespondido. —¿Novios?—pregunta,aunque,porsutono,medoycuentadequesabe quenoloson. —Armas—respondo—.Mazos. —Cuéntamelo. Mearrebujoenelalbornozparaprotegermedelfrío,yesoqueelvapor siguecaldeandoelbaño.NecesitoaJacksony,cuandomeestrechacontra sí,recibosuabrazoencantada. —Yateheexplicadocómomeescondíaalprincipio—digo—.Después dequeterminara.Llevandoropasosaynomaquillándome. Tengo la mejilla pegada a su pecho y hablo en voz baja. Pero, por su formadetensarelcuerpo,séquemeoyeperfectamente. —Noqueríasquetevieran. —Me habría vuelto invisible de haber podido. —Inspiro—. Mi amiga Casseslaqueporfinmehizoentrarenrazón.Medijoquecuantomásme escondiera,másganabaél. —Creoquetuamigamecaebien. Lomiroysonríoalpercibirelafectoquereflejansusojos. —Es estupenda. Y fuerte. Porque consiguió sacarme de un infierno. Perohabíaveces… Me interrumpo porque acabo de darme cuenta de cuánto me cuesta hablar de esto. Me separo de Jackson, me apoyo en las baldosas con las manosylafrente,ymelimitoarespirar. —Tranquila—dice,ymeponelasmanosenloshombros—.Notienes quecontarmenadamás.Creoqueloentiendo. Niegoconlacabeza. —Noloentiendes.Esimposiblequelohagas. —Teibamejorduranteuntiempo—explica—.Tedemostrabasqueno necesitabasesconderte.Peronoduraba.Alomejorunhombreteinvitaba a salir. A lo mejor se te acercaba demasiado. A lo mejor ni tan siquiera guardaba relación con el sexo, pero te pasaba algo en el trabajo o en la universidad. Sentías que perdías el control. Que ya no eras dueña de tu vida. Cierrolosojosconfuerza. —¿Cómo puedes saber eso? —pregunto, y me vuelvo en sus brazos paramirarloalacara—.¿Cómodiablospuedes…? —Lo he visto, ¿recuerdas? Con Louis. Te puse contra las cuerdas — dice,contantoodiohacíasímismoquenopuedosinocogerlelamanoy apretársela—.Temandéderechaasusbrazos.Derechaaunasituaciónque teresultaracomprensible.Quepudierascontrolar. —Ytambiénmedetuviste. Bajalavistayséqueestámirandolacintaroja. —¿Tehabríasacostadoconél,Syl? Pienso en lo perdida que me sentía. En lo excitada que estaba por su formadetocarmeybesarme.Yencómomeenfadécuandomepropuso semejantetrato. —Nolosé—susurro.Hagoacopiodevalorylomirodirectamentea losojos—.Meconfundes,Jackson.Nadiemehaconfundidonuncacomo meconfundestú. —Nena…Conozcoesasensación. Con ternura, me arrima a él y me estrecha contra sí. Está excitado y notosuerección,peroestemomentonoessexual,sinotierno,ymequedo abrazadaaél,sintiéndomequeridaporprimeravezenmuchotiempo. ¿Cincoaños?¿Desdesiempre?,mepregunto. Comprendoque,paramí,nohaydiferencia. —Quiero hacerte el amor ahora mismo —dice—. Quiero abrazarte, estar dentro de ti y compensar estos largos cincos años sin ti, cuando deberías haber estado conmigo —continúa, y la suave caricia de sus palabras hace que todo mi cuerpo arda y tiemble de deseo—. Quiero tocarte y complacerte. Quiero abrazarte y acariciarte, y conseguir que te corras,terías,quetengasesperanzasysueñes.Quierovertusojoscuando noscorremosjuntos.Y,luego,quieroabrazartemientrasduermesyserel guardián que te proteja de tus pesadillas. No puedo cambiar tu pasado, peroapartirdeahoraestaréatuladoparalibrartusbatallas. —Gracias—susurro. Sinembargo,lerehúyolamirada. Melevantalabarbillaparaobligarmeamirarloalosojos. —¿Qué? Inspiro de forma entrecortada. Ya debería saber que a él no puedo ocultarlenada. —Nomegustaserdébil. —Ereslapersonamásfuertequeconozco,Sylvia.Teapartastedemíy hassobrevivido,¿no? Sé que lo ha dicho en broma para levantarme el ánimo, pero también tienepartederazónynopuedoevitarpensarque,despuésdesobreviviral pasado,estepresenteesmipremio. —Y ahora tenemos que vestirnos porque hay un sitio que te quiero enseñar de camino y, si no nos damos prisa, vamos a llegar tarde de verdad. Sepasaelpeineporelcabellounavezmásymecedeelbañoparaque puedapeinarmeymaquillarme. Me doy prisa, pero, aun así, tardo diez minutos. Aunque lleve el pelo corto, necesito varios tipos de espuma para dejármelo como a mí me gusta y, después, laca para fijarlo. En cuanto al maquillaje, nunca me pongo mucho, pero incluso eso me lleva tiempo. Por último, tengo que ver qué me pongo, una decisión que, por lo general, habría tomado anocheteniendoencuentaquecasitodalaropaqueyahecolgadosigue arrugadaporlamudanzamientrasqueelrestoaúnestádobladaencajas sinetiquetar. Estoymirandoelarmario,sindecidirme,cuandoderepentecaigoenla cuentadequetengoelconjuntoideal.Meacercoalacajadelaquesaqué lasprendasdelenceríaanoche,respirohondoycojoelvestidoamarillo. Me esmeré mucho en doblarlo y, como la tela es fina, apenas se ha arrugado. Buscoropainteriorlimpiaydecidonoponermemedias.Memiroenel espejodecuerpoenteroquetengoapoyadoenlaparedjuntoalapuerta delarmarioynopuedonegarqueelvestidomefavorece.Peronolollevo por eso. El día que Jacksonme lo regaló fue uno de los mejores de mi vida.Élcolmócadainstantedepasiónyasombroy,aunqueséqueahora entiendeporquémealejé,quieroquecomprendacuántosignificóAtlanta paramí.Que,peseatodo,heconservadoaquellosrecuerdosytodoslos objetosdeltiempoquepasamosjuntos. Cuandoporfinestoyvestidayarregladaentroenelsalónyveoqueya sehapuestolaropaquellevabaanoche.Huelealimpio,ajabón,champúy virilidad. Y está guapísimo, tan alto, delgado y sexy, contemplando el mediodíasoleadoyfrescoporlapuertaacristalada. —¿Cómo lo hacéis los hombres? —pregunto cuando se vuelve y me mira—.Cincocochinossegundosenelbañoyestásparacomerte. —¿Ytieneshambre? —Mucha. —Enesecaso,graciasporelcumplido.Y,aunquetúhayastardadomás decincominutos,debodecirquecadasegundohamerecidolapena.Estás increíble.Sobretodomegustaelvestido—añadejustocuandocreíaque noibaamencionarlo. Seacercaymebesacondulzura. —Aúnlotienes. —¿Tesorprende? —Elviernesmehabríasorprendido.Hoyno. Ledirijounasonrisaradianteymecuelgodesucuello. —Bésameahora—digo—yllévamealacamamástarde. Seechaareír. —¿Cómovoyaresistirmeaeso?—preguntajustoantesdebesarmeen laboca. 16 He recorrido este tramo de la carretera de la costa del Pacífico entre Santa Mónica y Malibú más veces de las que puedo contar, pero en el PorschedeJacksonmesientocomosifueralaprimeravez. —Es como volar —digo con la cabeza apoyada en el respaldo y los ojoscerrados—.Escomoserlibre.—Abrolosojoseltiemposuficiente parasonreírle—.Oalmenosloestuformadeconducir. —Bruja—replica,ymehacereír. —¿Quéqueríasenseñarmedecamino?—pregunto. —Vasatenerqueesperaraquelleguemos. —Vale. —Vuelvo a apoyar la cabeza en el respaldo. Respiro hondo, y me doy cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, me siento completamentesatisfecha—.Sabesquetenemosquehablardelresort. —Antesquieroverlaisla.Luegopuedesexplicarmetuconceptobásico. —YlosbosquejosdeGlau. —Nomeinteresan—dice. Contengounasonrisa.Meesperabaesarespuesta. —Aun así, tienes que verlos —arguyo—. Es posible que Aiden o Damienquieranconocertuopinión. Creíaqueprotestaríadenuevo,pero,paramisorpresa,asiente. —De todos modos, antes he de ver la isla. No quiero tener en mente ideas preconcebidas por otros cuando inspeccione los terrenos. Menos aún,deStark. Lelanzounamiradairacunda. —¿Quéesloquetemolestatantodeél? —Porlopronto,esarrogante. —Tútambiénloeres. Esinnegablequemispalabrassonciertas,peroJacksonsolosonríe. —Es posible. Pero también soy un hombre que no olvida ni perdona confacilidad.Sobretodocuandoalguiensesaltalaleyparaconseguirlo quequiere. Debodeponercaradedesconcierto,porqueJacksoncontinúa. —Atlanta,Sylvia.Seplantóallí,compróterrenosaescondidasdetodos ynosolomejodióamí. Frunzoelentrecejo. —Aunque así fuera, no creo que lo hiciera bajo mano. Vale, no deja pasarningunaoportunidad,pero¿saltarselaley? —Puedequetrabajesparaél,peronoloconoces. Enarcolascejas. —¿Túsí? —Lo suficiente. —Se pasa los dedos por el cabello—. Y, perdona, no eramiintencióncriticaratujefe.Essoloquenoquieroquesusideasme condicionencuandovealaislaporprimeravez. —Deacuerdo.—Esoloentiendo—.Muybien.¿Porquénovamosesta tarde?Tendremosunascuantashorasdeluzdespuésdelafiesta.Llamaréa RachelparaqueaviseaseguridaddequeiremosalaislaymandeaClark conelhelicópteroalacasadeMalibúhacialastres. —Dile solo que iremos a la isla —declara Jackson—. Pero, Syl, el helicópterononoshacefalta. —¿Ah,no?¿Porqué? —¿Cómo que por qué? ¿Acaso crees que no puedo ocuparme del transporte? Entrecierrolosojos. —A menos que seas James Bond de incógnito, dudo mucho que este cochesetransformeenunalanchamotora.O,yapuestos,enunavión. —¿Confíasenmí? Ha lanzado la pregunta como si tal cosa, casi en broma, pero mi intuiciónmedicequenosetrataúnicamentedeeso,quehemospasadodel temadeltransporteaunterrenomuchomásserio. —Sí—respondo,conscientedequehabloenserio. Noobstante,laconfianzaesunconceptoelásticoynoestoysegurade hastadóndellegalamía. Meparecequevaaseguirhablando,pero,antesdequetengaocasiónde hacerlo,mimóvilcomienzaasonar.Cojoelbolsodelsuelo,rebuscoen élycontestolallamada. —¿Tepilloenbuenmomento?—preguntaCass. —Estamos a punto de ir a picar algo a casa de Damien y Nikki — respondo. —«Estamos»apunto—repite—.¿Cómofue? —Estáyendobien. MirodereojoaJackson,queparecetancuriosocomodivertido. —¿Bien?¿Enserio? Semeescapalarisa. —Sí,enserio.Quiénlohabríadicho,¿eh? —Quéinteresante—diceCassentonocantarín. —Vale,cambiemosdetema.¿Quénecesitas,Cass? —HerecibidouncorreoelectrónicodeOllie.Quierequenosveamosel martesparahablarsobrelafranquicia. —Esoesfabuloso. —Estoymuertademiedo.Noséquépreguntarle.Nitansiquieraestoy seguradequererseguirconesto.¿Ysilacago?Mipadresepasótodala vidapagandoelestudioaplazos.¿Ysilajodoalintentarexpandirme?No puedo… —Eh, respira hondo. El martes no va a pasar nada. Es una reunión informal,¿no?Olliehablarácontigodecuálestuideaytúleharástodas laspreguntasqueseteocurran. —Me he quedado en blanco —dice—. No me acuerdo ni de cómo me llamo…¿Cómosesuponequesemevanaocurrirpreguntasinteligentes? Considerando que Cass tiene más inteligencia para los negocios en el dedo meñique de la que la mayoría de la gente tiene en todo el cuerpo, estonomepreocupademasiado.Noobstante,mequedaclaroqueaellasí. TotallyTatooestodasuvida,yeltemoraperderloeslarazónporlaque siguecomprandoentiendasdesegundamanoyhaahorradohastaelpunto detenerelcapitalparapoderplantearseexpandirse. —¿Cuándoosveis? —Alascinco.Oh,Diosmío,Syl…¿Puedesvenir? —Veré qué puedo hacer —respondo mientras repaso mentalmente mi agenda—.Peronosésimispreguntasseránmásconcretasquelastuyas. —Apoyomoral—arguye—.¡Gracias!Tequiero. —Yotambiéntequiero. —Y,Syl,mealegrodequetevayabien. Cuelgaantesdequepuedaresponderleyvuelvoadejarelmóvilenel bolso. —¿Preguntasinteligentes? —Cass quiere franquiciar su salón de tatuajes y tiene una reunión con unabogadoelpróximomartes.Estánerviosísima,loquemeharíagracia si esto no fuera tan importante para ella. Cass es de las personas más serenasqueconozco. —Eresunabuenaamiga. —LapuseencontactoconelabogadodeDamienyélselohapasadoa unodesuscolegas.Hasalidobien,porqueCassyalohavistounparde veces.OrlandoMcKee.EsamigodeNikki. —Mereferíaairconella. —Cassharíalomismopormí.Peronoestoyseguradequevayaaserle demuchaayuda.Nuncahepuestoenmarchaunnegocioylosasuntosde Damienenlosquehetrabajadosonaunaescalamuchomayor. —¿Ysivoycontigo? Cambiodeposturaenelasientoparapodermirarlocasidefrente. —Nuncahecreadounafranquicia,Sylvia,perohepuestoenmarchaun negocio.Nopuedoprometerquevayaaserosdeayuda,perocreoqueme laspuedoingeniarparahaceralmenosunpardepreguntasinteligentes. Lomirouninstante. —¿Esunproblema? —Meencantaríabesarteahoramismo. —Bueno,esonoesningúnproblema—arguyecuandomeinclinohacia élylobesoenlamejilla—.¿YtampocoseráunproblemaparaCass? —¿Aquéterefieres? —Estumejoramiga.Yacabadetatuarteesapreciosallamaenelpecho. —Deja la palanca de cambios y me aprieta la mano—. No sé qué le has contado,peromeloimagino.Ydudoquemetengaenmuchaestima. —Cierto —reconozco—. Supongo que tendrás que llevarme en palmitasparaganartesurespetoyadmiración. Es una broma, pero cuando me mira a los ojos no veo humor en los suyos. —Esopretendo. —Vale. —Me paso la lengua por los labios porque acabo de notar un agradable calorcillo en todo el cuerpo—. De acuerdo. —Me quedo un momentocallada,viendoelmundopasar,conelPacíficoamiizquierday lascolinasalzándoseamiderecha—.Lociertoesquelosdoslacagamos. —Yahoraestamosintentandoarreglarlo. —Añosperdidos—digo,repitiendosuspalabrasdeanoche. Meacariciaelpeloconternura. —Puede que solo nos conociéramos demasiado pronto. Puede que ahoraestemospreparados. —¿Locrees? —Anochemedejasteentrar,¿no?EsonolohicisteenAtlanta. —En Atlanta no tuvimos mucho tiempo que digamos. Dos días, acuérdate —Tonterías. —¿Perdona? —Enunreloj,quizá.Peroeltiempoquepasamosjuntosnotuvonada de breve. Yo te conocí, Syl, y tú me conociste a mí. Y en esos dos días conectamosmásíntimamentedeloquejamásheconectadoconnadie. Nodigonada,perosuspalabrassonunreflejodeloquepienso. —Por eso nos dolió. Por eso huiste, y por eso me has cabreado tanto cuando has vuelto a entrar en mi vida… Creía que deseabas lo que sé hacerynoamí. —Nuncahedejadodedesearte. Lohesusurrado,peroséquemehaoído. —Losé.Loentiendo. —Me refiero a que es más que eso. No he estado con ningún tío. DespuésdeAtlanta. —Losé—dice. —¿Ah,sí?¿Cómo? Memira,yveoinfinitacomprensiónensusojos. —Eltatuajedelacinta.Nohayningunainicialnueva. —Oh.—Sonrío,solounpoco—.Tienesrazón. —¿Puedesdecirmeporqué? Encojounhombro. —Antes lo necesitaba. Me salía algo mal, en la universidad o en una entrevista de trabajo, y me sentía tan perdida y tan impotente que tenía que… —QueteníasqueponeraunLouisentuvida—bromea. Pongolosojosenblanco,peronopuedonegarlo. —Sí, bueno, eso también me sorprendió a mí. Porque pensaba que lo habíasuperado.Esdecir,despuésdeAtlanta,cadavezquemesentíaasí… Oh,¡joder! Meinterrumpoalcomprenderqueestoyentrandoenunterrenoqueno estoy segura de querer pisar, que voy a revelar secretos que no sé si quierodesvelar. —Cuéntamelo. —Su voz es dulce—. Cuéntamelo, Syl, y veamos si podemosolvidarestosúltimoscincoaños. Mefrotolacaraconlasmanosporquederepentesientovergüenza. —Es solo que cuando me sentía así, perdida, después de Atlanta, bueno…Diosmío,québobada…Teseguía. —¿Meseguías? —Noati,sinoatusedificios.Tutrayectoriaprofesional.Todo—añado alpensarenloschismessobrelasmujeresdesuvidaqueheleídodurante losúltimoscincoaños. —¿Porqué? Es una pregunta para la que no estoy segura de tener una respuesta. Según mi opinión, una docena de psiquiatras daría una docena de explicaciones. —Reconozcoquenolosé.Quizámesintieraculpable,comohasdicho tú. Pero creo que la verdadera razón era que necesitaba recordarme que soyfuerte.Sitehabíadejadoylohabíasuperado,¿cómonoibaasuperar cualquier otra dificultad que me pusiera la vida? Y luego, cuando comprendíquemehacíasfaltaparaelresort,yo… Noterminolafrase.Niegoconlacabezaycojounabocanadadeaire antesdecontinuar. —Fue como si los dioses se estuvieran riendo de mí, ¿sabes? Porque habíasuperadomontonesdecosas,peroloúnicoquenohabíasidocapaz desuperarerastú. —Yyovoyytelopongoaúnpeor.Perdona. —No.Puede…Unpoco,sí.—Meencojodehombros—.Laverdades quelosdosnoslohemospuestopeor.—Lecojolamano—.Yahoranos loestamosponiendomejor. —Sí.Asíes. —Cass vino conmigo al estreno, por cierto. —Hablo en tono alegre, esperando borrar parte de la tristeza con la que he ensombrecido el trayecto—.Dicequeestáscañón. —Mesientohalagado. —Deberías.Noeresprecisamentesutipo. —¿No le gusta un hombre moreno, con los ojos azules como yo? ¿Cabrónyarrogante? —Nolevanlostíos. —¿Ah…? Pongolosojosenblancoantesuentonacióninterrogativa. —Soloesmimejoramiga—digo—.Noestamos…liadas. Suspira. —Bueno,aúnpuedofantasearconmontarnosuntrío. Me río, pero no puedo negar que sus palabras me han retorcido las tripas. Debe de percatarse de mi cambio de humor porque me mira con el entrecejofruncido. —Sabesqueeraunabroma,¿verdad? —¿LodemontarnosuntríoconCass?Sí.Además,ellateretorceríalas pelotassipropusierasalgoasí.Mesobreprotege. —Conozco la sensación. Lo que no sé en qué estás pensando ahora mismo. —Puesentiytusfantasíasconmujeres.Y,¿sabes?,sobretodoentiy lasmujeres.Borralodelasfantasías. Tamborileaconlosdedosenelvolante. —Creoquenopodríassermenosconcretaaunquetelopropusieras. —Hassalidoconmuchasmujeres,Jackson.—Yaestá.Lohesoltado—. Irena Kent, por ejemplo. Incluso estabas con ella el día del estreno. La prensanoparadedecirquesalesconella. No le cuento que yo misma lo confirmé con una búsqueda en internet despuésdequeJamiemeexplicaraloquesabía. —¿Salirconella?No.Peromeacostabaconella.Yano. —Entiendo. —No,nocreoqueloentiendas.Hefolladoconmuchasmujeres,Sylvia. AntesydespuésdeAtlanta. —Yahorateacuestasconmigo. Percibodolorycelosenmitono.Ymecabrea. —No.—Suvozesdura.Firme—.Ningunadeellaspuedecompararsea ti. —¿Porquéno? Mecogelamano,selaacercaaloslabiosymelabesaconternura. —Porquetúmeimportas.Yaellasnoteníaquedemostrarlesnada. Suspalabrasmehacenbien,aunquenoterminodeentenderlas. —¿Quétienesquedemostrarmeamí? Medirigeunasonrisaradiante. —Supongoquelosabráscuandotelodemuestre. Niegoconlacabeza,divertida. —¿Cuántofaltaparallegaralsitioquequieresenseñarme? —Nomucho. —¿Ynomedaráspistas? —Niuna—responde. —Vale. En ese caso, ¿puedo seguir atormentándote con tus antiguas novias? —Nosabeslailusiónquemehace. Sonríodeorejaaoreja. —En realidad, me interesa más la película, pero hablar de Irena Kent me la ha recordado. Mi amiga Jamie dice que espera tener un papel protagonistayqueporesotedoralapíldora. —No me sorprendería —afirma con voz tensa—. Pero, teniendo en cuenta que no quiero que la película se haga, su plan está abocado al fracaso. —¿Esciertoquelepegastealguionista? Veoqueagarraelvolanteconmásfuerza. —Porfavor,dimequenololeísteenlaprensarosa. —No,melocontóJamieenplansecreto.Seenteróporunbuenamigo. —Bien.Paguémuchodineroparaquenosalieraalaluz. —Entonces,esverdadquelepegaste.—Sientounaextrañafascinación —.Pensabaquelotuyoeranlosclubesdeboxeo,noliarteagolpescon genteinocente. —Créeme—diceentonoenigmático—.Esecapullonoerainocente. Decido no insistir en ese punto, pero no puedo dejar de pensar en la película. —¿Qué? —pregunta después de pasarnos más de ocho kilómetros en silencio. —Yonohedichonada. —Perotuspensamientosmeestándejandosordo. —Esquenoloentiendo—reconozco—.Lacasaesespectacularyeslo quetedioaconocercomoarquitecto.Séquehubounatragediaallí,pero fue mucho después de que estuviera terminada y tú ya estabas en Las Vegas, trabajando en el edificio del Union Bank. Así pues, ¿por qué te molestatantolaideadequesehagaunapelícula? —Porquesonintimidades. —Percibo la crispación de su voz y hago una mueca. Se da cuenta y relajaloshombros. —Perdona.Perotodoelproyectoestárodeadodetragedia,yelmaldito productor interesado en rodar la película se está metiendo donde no lo llaman.Espersonal.Esíntimo.Yhaygentedecarneyhuesoconvidasde verdadquevaasufrirsiestosigueadelante. Continúosinentenderlo,peronolopresionarémás.Mequedabastante claro que no me lo ha contado todo. Pero, teniendo en cuenta que yo tambiéntengomissecretos,nosoylamásindicadaparasulfurarme. Alargolamanoyleacaricioelhombro. —Puedequenoentiendaelmotivo,perocomprendoqueesimportante parati.Ytambiénesperoqueconsigasdetenerelproyecto. Medirigeunasonrisadegratitudyreconocimiento. —Hablando de películas, el viernes por la noche Michael organiza en su casa un acto para recaudar fondos. Para el Proyecto de Protección Histórica y Arquitectónica Nacional. Es una buena causa y es un buen hombre.¿Vendrásconmigo? —Porsupuesto. Me remuevo un poco en el asiento. Teniendo en cuenta todo lo que hemospasadojuntos,probablementeesunatontería.Peronopuedonegar quelaperspectivadesalirconJacksoncomoesdebidomehacefeliz. Solo entonces soy consciente de que ha reducido la velocidad para maniobrarhacialaderecha.Miroalrededorantesdeinterrogarloconlos ojos. —¿LosPalisades? —Yaverás. Girayprestoatencióncuandoasciendeporlacarreteradeldesfiladero ydobladenuevohaciaelmarhastaqueelcaminotrazaunacerradacurva a la derecha. Seguimos por él, básicamente circulando paralelos a la carreteracostera,sibienmuyporencimadeella,entrelascolinas. Conozco este vecindario. He recorrido estas colinas a menudo para inspeccionar las fachadas de estas hermosas casas en busca de ese elementodesconocidoquesigueeludiéndome. Aquí las construcciones están muy espaciadas y las parcelas tienen alrededordeunahectárea,lamayorpartedelcualloconstituyeeljardín trasero. Se respira un agradable ambiente de barrio, pero como en una urbanización típica. Las casas son caras y ofrecen intimidad, lo que confiere a la zona un ambiente tranquilo y exclusivo. Y como todas las parcelas del lado oeste de la carretera están orientadas al mar, las viviendastienenunasvistasdeinfarto. —Dejaqueloadivine—digo—.Vamosairdecasaencasacomolos niñosenHalloween. —No—responde—.Pero,sitequieresdisfrazar,yoencantado. Enarcounaceja. —Iguallohago.Perosolosimedicesquétetraesentremanos. —Yacasiestamos. La carretera traza ahora una curva muy cerrada. Jackson gira a la izquierdaparaentrarenunaparcelavacíaydetieneelPorsche. Miroalrededor,desconcertada,yestoyapuntodepreguntaraJackson, peroyaestábajandodelcoche.Meapeoamivezylosigocuandoechaa andar por el terreno, donde me alegra ver que, pese a estar sin edificar, algúnpromotorinmobiliariohaescalonadolaladeraparaqueseaposible descender a lo que será, básicamente, el jardín de la casa que acabe construyéndoseenlaparceladearriba. —Estoesincreíble—digocuandomevuelvoymedoycuentadeque, desde aquí, no se ve ninguna de las casas de arriba. Por otro lado, la carreteracosteraquedacamufladaensumayorparteporlosárbolesyla maleza que tapizan la ladera, lo que significa que las vistas son casi exclusivamente de la arena y el mar—. No me puedo creer que esta parcelanotengadueño. —Lo tiene —declara—. La compré yo hace cinco años. Solo unos mesesdespuésdequetútemarcharasdeAtlanta. —Tú… —Me doy la vuelta, sin acabar la frase—. Pero si vivías en Georgia. —Temporalmente. Siempre he vivido en California. Y me marché no muchodespuésquetú.LascosasconelBrightonConsortiumsetorcieron enseguida. Sé,apartirdebiografíasoficiales,queJacksonsecrióenlasafuerasde San Diego. No sabía que hubiera vivido o se hubiera planteado vivir en Los Ángeles. Y ahora descubro que vino aquí, que incluso compró esta parcela…Noséquépensar,yselodigo. —Te aseguro que no miento. Y mi única intención al traerte aquí ha sido enseñarte este sitio porque me parece especial. Pensé en él anoche cuandomehablastedequequeríasoírelmaryverlasestrellas. Miroelrelucientecieloazulyelsolcegador. —Hoyno. —No—diceentrerisas—.Hoyno.—Metiendeunamanoyselacojo —.¿Tepuedopreguntarunacosa? —Claro —respondo, aunque mi tono es demasiado alegre porque me asustaelcarizquehatomadonuestraconversación—.Almenos,intentaré responderte. —Anoche, cuando tuviste la pesadilla y huiste de mí, ¿por qué pusiste rumboalascolinas?¿PorquénobajastesimplementeaSantaMónicao Sunsetparacorrerunpococonelcoche?¿Porquénocogistelacarretera de la costa del Pacífico y pisaste a fondo el acelerador? A esas horas podríashaberllegadoaldesiertosincruzarteconunsolovehículo.Dime, ¿porquétedirijistealamontaña? —Nolosé—respondoconfranqueza—.Porlogeneral,cuandoestoy disgustadaonecesitopensarvoyalGettyCenter.Probablementemepasé mediavidaallícuandoibaalinstituto. —Peroanochenofuiste. —No.—Frunzoelentrecejoporquenitansiquierameloplanteé.Solo mepareciónaturaldirigirmealascolinas.Correrconelcoche—.Estaba asustada.Huyendo.Nopensaba. —Pero huiste a Mulholland, donde hay curvas en cuesta sin quitamiedos.Parecebastanteaterrador. —Otravezestáhablandoelpsicólogoquellevasdentro—digo. Seechaareír. —Quizá.Ypuedequetengarazón.Puedequeestuvierascombatiendoel miedoconmiedo. —No lo sé. Puede. —Me rodeo el cuerpo con los brazos porque no estoydehumorparaquemepsicoanalice—.¿Porquéesimportante? —Porquecreoqueestássiendointeligente.—Ladeaelrostroypercibo cierta malicia en sus ojos azules—. Porque vamos a presionarte, Syl. A combatirelmiedoconmiedo.Atenerelcontrolrenunciandoaél. Niegoconlacabeza. —Nosédequémehablas. —Puesdejaqueteloenseñe.—Seapartaymemiradearribaabajo—. Quítatelaropa. Soy consciente de su mirada fogosa y de su tono autoritario; no bromea.Sientounexcitantehormigueoentodoelcuerpo,peroniegootra vezconlacabeza. —Creoqueno. —¿No?Estonovaasí,Sylvia.Yotedigoquetedesnudesytúlohaces. Yotedigoquemechupeslapollaytúteponesderodillas. Suvozesfirme,autoritaria,ydoyunpasoatrás.Muevolacabezatanto para negar sus palabras como para defenderme de cómo responde mi cuerpo. —¿Aquéjuegas,Jackson? —Alúnicojuegoqueconozco.Elmío.—Mellamaconundedo—.Ven aquí,nena.Quieroenseñarteunacosa. Dudouninstanteyseríe. —Vamos—meinsiste—.Teprometoquenomuerdo. Oigo el eco de nuestro pasado, las mismas palabras de su broma de Atlanta,ymeacercoaél. —Buenachica. Cuando me tiene delante, me da la vuelta y me pasa un brazo por la cinturaparapegarmecontrasupechoypodercontemplarjuntoselmar. —Precioso—continúa,alavezqueempiezaasubirmelafaldaconla otramano. —¿Quéhaces? —Espera. Mebesalaorejayunacorrientedeplacermeelectrizaelcuerpo. Notosusdedosenmibraga.Metelamanopordebajoyencuantollega amisexogruñealdarsecuentadelomojadaqueestoy. Me mete los dedos hasta el fondo y gimo de placer, sin apenas poder mantenermeenpie. Bajalacabezaparasusurrarmealoído: —Yesto,preciosa,demuestraquetengorazón. —¿Qué? Medoylavueltaentresusbrazos.Notengolamenorideadeaquése refiere. —Tegustasentirteutilizada,Sylvia—respondey,deinmediato,niego conlacabeza. —¡Yuncuerno!No… Meponeundedoenloslabiosparahacermecallar. —Tehedichoquetedesnudaras.Tehedichoque,siyoquiero,puedo ordenarte que me la chupes. Y, nena, no solo estás mojada… Estás tan excitadaqueseguroqueteduele. Nodigonada;sehaacercadodemasiadoalaverdad. —Te excita someterte. Ponerte en manos de un hombre. Pero te acuerdasdeloqueaquelcapullotehizo,decómotedominóyteobligóa hacer cosas en contra de tu voluntad. Por eso te avergüenzas cuando te excitasyporesotienespesadillas. Meabrazoelcuerpoconfuerzaporquesuspalabrasnomegustanyno entiendocómocoñopuedesertanperspicaz.Demomento,sinembargo, nohadichonadaquepuedarebatirle. —Peroconmigonoeslomismo,nena.Bobtearrebatóelcontrol.Yo no.Lollamo«serutilizada»porqueasíescomotúloves,apesardeque en realidad eso no es cierto. Es entregarte porque confías en mí. Él se aprovechódeti,nena.Túnoledistenada.Perocuandotesometesamíme lodastodo. No me muevo. No hablo. Solo me quedo quieta mientras Jackson va despojándomedelascapasdemivida,esperandoquedeverdadentienda loqueve. —Así que vamos a hacer justo lo que te dije ayer. Eres mía, Sylvia. Todamía.Estaráslistaparamícuandoyoquieraycomoyoquiera.Eres míaparadarmeplacer.Paraposeerte.Parafollarte.¿Meentiendes? —Dijistequerompíamoseseacuerdo. —Yasíes.Laprimeraveznotepedípermiso.Estavezquieroqueme cedaselcontrol.Congusto,cariño.Joder,hastaconentusiasmo.Porquete prometoqueharéquevalgalapena. Me paso la lengua por los labios. Es innegable que estoy excitada; en esohaacertado.Perotambiénestoyasustada. —¿Quéharás? —Detodo,nena.Porque,cuantomástedes,menosasustadaestarás. —¿Hablasde…morbo?¿Bondage?¿Juguetes? —De todo eso, sí. Pero iremos despacio. —Me pasa el dedo por los labios—.¿Espánicoloqueveoentusojos,oexcitación? —Unpocodecada—reconozco. —Huiste de mí en Atlanta porque no sabía contra qué luchabas. Pero ahoraloséyvamosacombatirlojuntos.Y,cariño,creoqueestaesuna batallaquelosdosdisfrutaremos. Me cuesta respirar y me noto el cuerpo tenso, a la expectativa. ¿Es posible que tenga razón? ¿De veras puedo combatir mis miedos sucumbiendoasusdeseos?¿Sucumbiendo,joder,alosmíos? —¿Medejarásayudarte?—Suvozesfirme.Sincera—.¿Teentregarása míymedejaráslibrarestabatallaporti? Inspiro,viéndoloahoracomoelcaballerodemisfantasías. —Sí.Oh,Diosmío,Jackson…Sí. —Bien.—Mesonríedespacioyconpicardía—.Ahoraquítatelaropa. Quiero protestar diciendo que estamos al aire libre, en una parcela vacía,peronoconsigoarticularpalabra.Acabodeconvenirensometerme aély,malquemepese,noquieroecharmeatrás. Seacomosea,nopuedonegarquelaideadeestardesnudaenloaltode estacolinaconJacksonmeresultaexcitante. Medespojodelaropayladejosobrelachaquetaquesehaquitado.Se coloca detrás de mí en cuanto me ve desnuda, posa las manos en mis pechosyactoseguidolasbajarecorriendomicuerpo. —Ahoraeresmía—afirma—.Estastetas,estecuerpo.Estecoño. En cuanto ha empezado a tocarme he echado la cabeza hacia atrás, llevadaporsusexcitantescaricias. —Prohibido rozarte siquiera a menos que te dé permiso, cariño. Si descubroquetehascorrido,habráconsecuencias.¿Loentiendes? Asiento. —Asíescomotequierosiempre—añademientrasmeacariciaelsexo y me excita hasta llevarme casi al límite—. Mojada, cachonda y bien abierta.Tanapuntoquemebastepasarteundedoporlapalmadelamano paraqueestalles.Tequierodispuesta.Enloquecidadedeseo.Noporqueyo teloexija,sinoporquetúlodeseas.Noporqueyoteposea,sinoporquetú teentregas. Ha estado acariciándome al compás de sus palabras, tocándome el clítorisconmovimientoscircularesquemeexcitancadavezmáshastaque estoy segura de que voy a tener un orgasmo tan fuerte que podría volar hastaelmismoocéanoPacífico. —Dimequequiereseso—exige. —Sí… Medalavueltaentresusbrazosymearrancaungemidoalbesarmeen la boca. El beso es apasionado y deliciosamente íntimo, tanto que he de aferrarmeaélporquetemodesplomarme. Se separa de mí y gimoteo, porque estaba a punto de derretirme entre susbrazos. —Porfavor—suplico. Sinembargo,Jacksonniegaconlacabezaymeordenaquemevista. —Pero… —Noquerrásllegartarde,¿verdad,Syl? Hago una mueca porque me había olvidado por completo de que deberíamosestarenMalibú. Me pongo el vestido y me agacho para recoger las braguitas, pero Jacksonsemeadelantayselasguardaenunbolsillo. —Nolasnecesitas. —¿Estásloco? —Puede—responde—.Peroesonosignificaquetelasvayaadar. 17 SeñorSteele—diceNikkialpiedelaescalera,conlamanotendidahacia Jackson—. Es un verdadero placer volver a verle. Y, Syl, me encanta tu vestido. —Gracias.Túestásincreíble,comosiempre. Nikki tiene la suerte de ser tan guapa como para ganar concursos de belleza,perotambiéntansencillacomoparaquelosmerosmortalesnola odiemos. Hoy lleva un vaporoso vestido azul que resulta elegante e informalalavez.Lamelena,rubia,hastaloshombros,leenmarcalacara. Hoypareceresplandecerdefelicidad. —Permitan que les traiga algo de beber —continúa, y se coloca entre Jacksonyyoparacogernosdelbrazoyllevarnosalaimponenteescalera que sube al salón del segundo piso—. Me puse muy contenta cuando Damien me dijo que había accedido a construir el resort, señor Steele. Creoqueaportaraalgomuyespecialalproyecto. —Mealegrodeformarpartedelequipo—declaraJackson,ynopuedo evitarpreguntarmesiNikkisehafijadoencómomehamiradodereojo —.Sientoelretraso. —Había muchísimo tráfico en la carretera de la costa del Pacífico — añado,esperandoqueNikkinosehayadadocuentadequemeardenlas mejillas. Porquelociertoesquenomeapeteceenabsolutoestaraquí.Noeneste momento. Cuando no llevo nada debajo de este vestido y lo único que quieroesqueJacksonmetoque. —Nohayproblema—nosdisculpaNikkientonorelajado,yagradezco que no pueda leerme el pensamiento—. Como he dicho, queremos que esto sea una reunión informal. —Nos detenemos al pie de la escalera—. Permítanmerepasarquiénhavenidoparaquelosepan.Lalistaescorta. Ustedes dos, Damien y yo, por supuesto, y además estánTrent y Aiden, quetrabajaneneldepartamentoInmobiliario—explicaaJackson. —Conozco a Aiden —observa él—. Estaba en el despacho de Damien cuandoaccedíaparticiparenelproyecto. —Ah,bien—diceNikki. —Tengolasensacióndequedeberíadisculparmeporhaberrechazado elproyectodelasBahamas.Esperoquenopensaranquesoyungrosero. Nikkiseechaareír. —Groserono,solosincero.Yloentiendoperfectamente.Damienseha ofrecido a ayudarme con mi propia empresa montones de veces y yo siempre le digo que no. Puede que, cuando esté más establecida, me plantee asociarme con alguna de sus filiales, pero, ahora mismo, quiero demostrarquepuedohacerlosola.Noobstante,adiferenciademí,usted yalohademostradoconcreces. —Esoes verdad —convengo, tan orgullosa de los logros de Jackson comosisusedificiosloshubieraproyectadoyo. —Agradezco el cumplido —dice él cuando empezamos a subir la escalera—.¿Aquésededicausted? —Al software —responde Nikki—. Principalmente, para dispositivos portátiles, aunque también creo aplicaciones para internet. Muy pronto sacaréunaalaqueDamientieneechadoelojo.Leestávolviendolocoque meresistaadarlelaconcesión—añade,ymedirigeunasonrisa. —Es cierto —digo, porque Damien me ha hablado del software de Nikkienmásdeunaocasiónpararecalcarcuántopodríafacilitarelflujo detrabajoenlaoficina. Aunasí,cadavezqueNikkiseloniegalaaplaudoensilencio.Porque, en toda mi experiencia como asistente de Damien, creo que Nikki es la únicapersonadelmundoquehaconseguidodarunnoaDamienStark. EllayJackson,rectifico,alpensarenlasBahamas. —…Porqueproyectóestacasa—estádiciendoNikki. —Perdonad,mehedespistado.¿HavenidoNathanDean? —Sí. He pensado que a Jackson podría gustarle hablar con otro arquitecto. Y Evelyn completa la lista de invitados. —Se encoge de hombros—.Esoestodo.Solounreducidogrupodegenterelacionadacon el resort, con Stark Real Estate Development o personalmente con Damien.Noqueríaquefueraagobiante. —Nathanesunpococallado,peroesmajo—explicoaJackson. Sédeloquehablo.Pasémuchotiempoalteléfonoyenreunionescon DamienyNathandurantelaproyecciónyconstruccióndelacasa. —Y tiene mucho talento —añade Jackson—. Al menos, esta casa es pruebadeello.Esincreíble—diceaNikki. Sé que por fuera la ha encontrado impresionante, porque me lo ha comentadoenelcoche.Lehagustadoelmodoenquepareceformarparte delascolinasyrealza,envezdeeclipsar,lasvistasdelmaralolejos.La entradaesigualdeformidable.Porellaseaccedeaunsalóndiáfanocon unaparedacristaladaalfondoquepermiteverlapiscinadesbordantedel jardín. Y la ancha escalera es un segundo foco de atención y dirige a quienesestándentrodelacasaalasegundaplanta,queesdondeserecibe alosinvitados. —Gracias—respondeNikki—.Estabacasiterminadacuandoconocía Damien.Meadjudicoelméritodelosmueblesydealgunosdeloscolores delasparedes.Peroesoestodo,másomenos. —Loscoloressonimpresionantes—opinaJackson,yhacequeNikkise ríayqueyosonría. ApreciomuchoaNikki.Demomento,creoqueJacksonlecaebien. Llegamosalrellanodelsegundopisoynosdetenemos.Adecirverdad, es imposible subir esta escalera sin pararse al final, porque lo que se ve aquí es tan increíble que te deja sin respiración. El espacio es enorme y estápensadoparacelebrarfiestasy,desdenuestraposición,vemostantoel patio (ahora las puertas acristaladas están abiertas y hay unas vistas alucinantes del mar) como la chimenea de piedra, en ángulo con la escalera y orientada asimismo hacia el mar, que es sin duda la pieza centraldelsalón.Sobreellahayuncuadrodeunamujerdesnudapintadaa tamañonatural,conelrostrovueltoparaocultarsuidentidad.Noobstante, gracias a filtraciones a la prensa, casi todo el mundo sabe ya que es un retratodeNikki. No conozco los detalles, pero sí sé que Damien le pagó un millón de dólaresparaqueaccedieraaposardesnuda.Tengolasospechadequesu acuerdoincluyómáscondiciones,probablementealgunasmuysensuales, pero,amenosqueselopregunteaNikki,nuncalosabréacienciacierta. Aun así, no puedo evitar encontrar paralelismos entre su relación con DamienylamíaconJackson.Dehecho,medaesperanza.Porque,pesea todoloquehantenidoquepasar,sonlaparejamássólidaqueconozco. —Es precioso —dice Jackson sin despegar los ojos del retrato—. Deberíaestarmuyorgullosadeél. —Lo estoy —confirma Nikki—. Siempre lo he estado. Pero eso no significaquenomecabrearacuandolaprensadioaconocermissecretos. —Sé exactamente a qué se refiere. —Jackson piensa en la película, seguro—.Meencantaríaconoceralpintor. —EsBlaine.—MiroaNikki—.¿HavenidoconEvelyn? —No.EstáenVancouverexponiendosuobra.Peroestoyconvencidade queleencantaríahablarconustedcuandovuelva.Ah,Wyattsíhavenido. Antessemehaolvidadomencionarlo. —Esnuestrofotógrafo—explicoaJackson—.Tengoqueenseñartelas fotosquehasacadodelaisla.Quieroincluirlasenunfolletopublicitario, yhepensadoquetambiénquedaránpreciosasenlaszonaspúblicasyquizá enlashabitaciones.Todavíanoheescogidointeriorista.Peromegustaría que me dieras tu opinión sobre eso. Quiero asegurarme de que contratamosaunapersonaqueseaafínatuproyectoyquenocolisione conél. Memiraalosojos. —Desdeluego. Asiento satisfecha y me doy cuenta de que estoy feliz. Porque no solo estamos juntos en el plano personal sino también en el profesional. Y la perspectivadecolaborarconunapersonaconeltalentodeJacksonSteele meentusiasmaaúnmásquetrabajarparaalguiencomoDamien.Noesque noadoremiprofesiónnipiensequeDamiennoesbrillante,peroloque Jackson hace, proyectar edificios, cambiar la fisonomía del mundo, siemprehasidomipasión.Ypodercompartirahoraesapartetanesencial suya,bueno,lopiensoyyamedavértigo. Se le ensancha la sonrisa y no me cabe ninguna duda de que sabe qué estoypensado. —Venga—digoconunasonrisadesatisfacción—.Vayamosasaludara Damien. —Dehecho,mehapedidoquelodisculpéis—intervieneNikki—.Hay unproblemaenunadesusfábricasdeMalasiayhatenidoqueatenderla llamada. Entretanto, dejad que os traiga algo de beber y que haga las presentaciones. ¿Vino o algo más fuerte? —pregunta a Jackson mientras nos conduce a la cocina, que está al otro lado del salón, detrás de una pareddepiedra. Dadoeltamañodeestacasadeensueño,demásdenovecientosmetros cuadrados, es una cocina pequeña, exclusiva para fiestas. Sin embargo, dejaenridículoalamayoríadelascocinas.Detodosmodoshayotra,la principal,enlaplantabaja,queestáequipadaconmáselectrodomésticos quemuchosrestaurantesdecincotenedores. Lo que más me impresiona no es la distribución ni el lujo, sino que Nikki y Damien no hayan contratado camareros para la fiesta. Ni tan siquiera veo a Gregory, el asistente personal de Damien, que hace las veces de mayordomo. Porque, pese a los miles de millones que tiene Damienyelhelipuertodelpatiotrasero,enelfondotantomijefecomosu mujersonpersonasbastantesencillas. SéqueJacksontieneproblemasconDamien,perodesconozcocuáles.Y esperoquepuedanresolverse,porqueaprecioyrespetoamijefeyvaloro sinceramentelaamistadqueheforjadoconNikki. Una vez que Jackson y yo nos hemos aprovisionado de un whisky escocésensucasoyunacopadevinoenelmío,regresamosalsalónpara relacionarnos. Estoy un poco nerviosa por nuestro nuevo acuerdo, y durante los primeros diez minutos más o menos me noto inquieta y crispadaporquetemo—y,sí,esperotambién—quemelleveaunrincón parametermelamanopordebajodelafalda. No lo hace, y no me queda claro si estoy defraudada porque no haya forzado los límites aquí o complacida de que haya adoptado una actitud tanprofesional. Desde luego, eso último es innegable. Se muestra tranquilo y seguro contodoslosinvitados.SaludaaAidenconentusiasmoy,unavezmás,le da las gracias por la oportunidad de trabajar en un proyecto tan vanguardista.Halagamicapacidadcomodirectoradelmismoyconsigue queAidenmeelogieefusivamente,unbeneficiodeteneraJacksondemi partequenomeesperaba. —Encajaalaperfecciónenelequipodelaplantaveintisiete.Esperamos poderrobárselaaDamienparasiempre,¿verdad,Trent? AidenlanzaunamiradaaTrentLeiter,quienasienteconvehemencia. —¡Claroquesí!—conviene. —¿Y cuál es su función? —pregunta Jackson a Trent—. ¿Desarrollo internacional?EstáacargodelproyectodelasBahamas,¿noesasí? —Dehecho,supervisolazonadelsurdeCalifornia.Eseproyectofue una especie de trabajo aislado para mí. Ahora mismo estoy pendiente, sobretodo,deuncentroparaoficinasylocalescomercialesqueestamos construyendoenCenturyCity. JacksonnosmiraaTrentyamí. —Entonces ¿mi cadena de mando es Sylvia, usted, Aiden y el señor Stark? —Conunpocodesuerte,notendrásquepasarnuncaporencimademí. Me río en cuanto lo he dicho, esperando quitar hierro a la situación. Jacksonnotieneformadesaberlo,peroaTrentnolehizoningunagracia que Damien me nombrara directora del proyecto del resort de Cortez saltándoseloaél. —Y nos tomamos las cosas con mucha calma cuando es necesario — añadeAiden—.Puedeacudiramísiemprequequiera.OaDamien,claro está. —¿Paraquétienequeacudiramí?—preguntaDamien,queseacercaa nosotrospordetrás. TiendelamanoaJackson,quienseleestrechaconcordialidadydisipa mitemordequesudesdénpormijefefueraarezumarleporlosporosy mancharelsuelodemaderaencerada. —Soloparadecirlecuántovoyadisfrutarconestetrabajo—responde Jackson. Medirigeunasonrisafugazquemedespiertaunahondagratitud.Nosé sihapercibidolaenvidia,eldesdénoloqueseaqueamargaaTrent,pero agradezcoelcambiodetema. —Me alegra mucho oír eso —afirma Damien—. Fue una decepción paratodoscuandorechazóelproyectodelasBahamas.Noselopregunté elsábado,perotengocuriosidad.¿Quélehizocambiardeopinión? Jacksonsemuevesololosuficienteparamirarme. —Como expliqué, la señorita Brooks es muy persuasiva. Y puede que estavezlosastrosesténmejoralineados. Damienmemiracomosiestuvierareflexionando. —EsperoquetrabajarconStarkInternationalleresultetanbeneficioso como lo es para nosotros. Me lo pienso mucho antes de contratar a mis colaboradores. Su talento dice mucho de usted. Y el entusiasmo de la señoritaBrookstambiénhatenidoungranpeso. —En ese caso, parece que tengo bastantes cosas que agradecer a la señorita Brooks. —La sonrisa de Jackson es únicamente para mí—. El resortdeCortezsoloesunadetantas. Nikki se une al grupo y nos pregunta quién necesita otra copa. Me ofrezcoaocuparme.Paraquepuedarelacionarseconsusinvitados,pero también, sobre todo, para alejarme antes de que el cuerpo me estalle del calorquemehanprovocadolasinsinuacionesdeJackson. EstoyenlacocinaabriendootrabotelladewhiskyescocéscuandoTrent entraparaponersemáshieloenelvaso. —Me alegro de que lo hayas fichado para sustituir a Glau. Fue una putadaqueselargaraalaIndiasinavisar. —AlTíbet—puntualizo. —Paraelcaso…Mepreguntoquéesconde. —¿Glau?Sitesoysincera,estoytanmolestaconélquenisiquierame importa. —Yotengocuriosidad—reconoceTrent—.PeronomereferíaaGlau, sinoaSteele. —¿Cómoquequéesconde? Heperdidoelhilodelaconversación. —Es que me parece muy raro que se negara rotundamente a trabajar para Stark en las Bahamas y que ahora, de repente, ¿esté entusiasmadísimo? —Créeme,nohasidofácilconvencerlo. —Yesotambiénesraro—apuntaTrent—,dadoqueleteníaechadoel ojoalproyectodeCortezdesdeelprincipio. Dejolabotelladewhisky. —¿Quéquieresdecir? —La semana pasada fui a sacar varios permisos para Century City y habléconunademisamigasdeldespachodelsecretariodelcondado.Me comentó que este había autorizado algunos estudios topográficos de la isla. —¿PorquédemonioshablasteisdeCortez? Seencogedehombros. —Supusoqueelproyectoeramío. —Lasemanapasadanitansiquieralehabíamosofrecidoeltrabajo. —Puesporeso—exclamaTrent—.CreoqueelseñorSteeleseestaba haciendoderogar.Loquenoséesporqué. Comoignoroquérespondernodigonaday,cuandoTrentcogesuvaso ysemarcha,metomounmomentopararespirarhondo.Loquehadicho notienesentido.Asíque¿aquécoñojugabaJackson? Regreso al salón y Aiden se ha ido, y Damien y Jackson están conversando solos, con mucha cortesía aún. Me doy cuenta de que sigo esperandopercibirtensiónentreambos,peronolahay.Encambio,veoa doshombresquetienenmásencomúndeloqueprobablementecreen.Si Damienesarrogante,tambiénloesJackson,porqueambossonresueltos ytienenlascosasclaras. Tambiénseparecenfísicamente.Sonmorenos,tienenfaccionesclásicas yparecengalanesdeHollywood. Ambos son la clase de hombre que puede postrar a una mujer de rodillas.HedereconocerqueconmigoJacksonhahechojustoeso. —Escomoestarmirandolaportadadeunadichosarevistadehombres, ¿no?—diceEvelynmientrascogeunodelosvasosdewhiskyquellevoen lamanoyloapuradeunsolotrago—.Anteshehabladocontuarquitecto. Creoqueserábuenoparaelproyecto.Ymealegrodequehayáissuperado eseobstáculoqueteníaisquevencer. —Yyo. Me arden las mejillas cuando pienso en el entusiasmo con que hemos superadoeseobstáculoenparticular. Evelynseríeyyomesonrojotodavíamás. —Notepreocupes—dice—.Tusecretoestáasalvoconmigo.Peroten cuidado,¿eh? —¿Cuidado? —JacksonSteelenotienefamadeserhombredeunasolamujer,ytú nuncamehasparecidolaclasedechicaqueaguantaríaaundonjuán. —No,élnoes… Pero me interrumpo. Lo cierto es que tiene razón. Y, aunque he preguntado a Jackson al respecto de esas mujeres, no tengo forma de saberloquerealmentepasóconellas. —Túsoloándateconcuidado—repiteEvelyn. Estavezloúnicoquehagoesasentir. Voy a la cocina para reponer el vaso de whisky que Evelyn acaba de llevarsey,amiregreso,NathanDeansehaunidoalosdoshombres. —¡Sylvia!—exclama,ymebesaenlasmejillassinsiquierarozármelas —. Me alegro mucho de volver a verte. Ahora que Damien ya no me necesita,echodemenosrepasarlalistadetareascontigo. —Siempreesbuenmomento—bromeo,yhagoreíralostreshombres —.¿Enquétrabajasahora? —PuesenunaresidenciadeBrentwood.ParaTrentLeiter. —Nolosabía—digo—.Esoesestupendo. —Aiden le habló de mí —explica Nathan—. Que es como, de hecho, entréencontactoconDamien.ConozcoaAidendesdehaceañosy,desde luego,suamistadmehasalidomuchísimoacuenta. —Aquí has hecho un trabajo asombroso, nadie lo niega —interviene Jackson—.Estacasaesimpresionante. —Gracias—diceNathan—.PerocomoDamienesunhombrequesabe casidetodo,bastantescosasdelproyectofueronideasuya. —Está diciendo que trabajar conmigo es una pesadilla —apostilla Damien. —Noesverdad.Agradezcolasopinionesdelosdemás.Esteesunode mismejoresproyectos. —Estaplantaesextraordinaria—continúaJackson—.Unhombredetu posicióndebededarmuchasfiestas. —Puesmiintenciónnoeraesa.Hastahacepococasinuncadabafiestas encasa,ytampocopuedoafirmarquemeentusiasmarasalir. —Peroapuestoaqueseráagradablecuandovienelafamilia. Frunzo el entrecejo, sin tener muy claro si Jackson está haciéndole preguntasconunpropósitoosolodándoleconversación. —Sitesoysincero,nimimujerniyotenemosmuchafamilia.Yonome llevo demasiado bien con mi padre; si lees la prensa del corazón, no te vendrá de nuevo. En cuanto a Nikki, bueno, su madre vive en Texas. Podríamosdecirque,enloquerespectaalafamilia,estamosempezando decero. SeinstauraunincómodosilencioantesdequeJacksonhable. —Losiento.Noqueríatocaruntemaespinoso. —Notepreocupes—diceDamien—.Mipadreseráloquesea,perono mequitaelsueño. En lo que imagino que es un intento de cambiar de tema, Jackson se dirigedenuevoaNathan. —Imaginoquetededicasexclusivamenteaproyectarcasas. —Fundamentalmente,peronodeformaexclusiva.—LavozdeNathan esunpocomásagudadelohabitual,comositambiénestuvieraintentando disipar las malas vibraciones—. He estado haciendo contactos, intentado tenermáspresenciaenelsectorcomercial,pero,desdeluego,misavances no tienen nada que ver con los suyos. Tiene usted mucha experiencia, señorSteele. —Llámame Jackson, por favor. Y, aunque comprendo tus ganas de diversificarte,insistoenquedestacasenloquehaces.Loquehedichode estacasalodecíaenserio.Esunajoya. —Viniendo de ti, es un gran elogio. ¿Te importa si te pido la opinión sobreunascuantascuestiones? —Enabsoluto. —Creoquevanahablardetrabajo—mediceDamien—.¿Teimportasi teacaparounmomentoparalomismo? —Claroqueno. Mientras Jackson y Nathan se dirigen al balcón para hablar sobre cimientos,arcosocualquierotrodetallearquitectónicosigoaDamienala cocina,dondemeponerápidamentealdíadesuprogramasemanal. —Hay una función de Broadway que Nikki quiere ver, y tengo que reunirme con Isabel por el lanzamiento de los nuevos productos. He pensadoenmatardospájarosdeuntiroyllegaraManhattanelmartespor lanoche. —Pareceunbuenplan.¿ViajaréisaBruselasdesdeNuevaYork? NikkiasisteauncongresodigitalyDamientambiénirá.Teníanpensado salirdeLosÁngeleselviernes. —¿Aún quieres que Grayson os lleve? ¿O prefieres un vuelo comercial? —AsegúratedequeelcambiodefechanojodeaGraysonningúnplan quetenga.Siestálibre,reservatambiénunasuiteparaél.Puedepasarunos díasderelaxenNuevaYorkantesdequehagamoselviaje. Sonrío. —Leencantará. —Se pasará la vida en el aeropuerto mirando los aviones de otros pilotos—anticipaDamien. —Seacomosea,leencantará. —PonaRachelaldíayasegúratedequesabecuantohayquesaberpara organizarmeelviaje.Cuantomenosestésenrecepción,máspendientede todotendráqueestar. —Porsupuesto,Damien. —Y,Sylvia… —Dime. —Tambiénestáshaciéndologenialentodolodemás. Elelogiomeiluminalacara. —Gracias.¿Algunacosamás? —Solopásatelobienhoy. —Enesoestoy. Empiezoaalejarme,peromedetengo. —¿Puedohacerteunapregunta? —Desdeluego. Vacilo,sinsabermuybiencómoexpresarlo.Dadoquenoparecehaber unaformadelicada,lodigosinrodeos. —MepreguntabaquépasóenAtlanta.ConelBrightonConsortium. —Ah,eso… Nodicenadamás,ymemiratanfijamentequecasimeintimida. —Esquecomentastealgoelsábado.AntesdequeJacksonaccedieraa formarpartedelproyecto,merefiero. —¿Queunoscuantascomprasdeterrenosmíasleperjudicaron? —Sí. —¿TehapreguntadoJacksonalrespecto? Pienso en nuestra conversación del coche. Lo hemos hablado, pero Jacksonnomehapreguntadonada. —No—respondoconseguridad. Damienseapoyaenlaisladelacocinaconlasmanosenlosbolsillos. —Es complicado —arguye—, pero, resumiendo mucho, lo que pasó fue que el consorcio estaba mal gestionado y eso me brindó la oportunidaddeofrecermeaadquirirunosterrenosdeprimera.Untratode negocios,lisayllanamente,almenosenloqueamíconcernía. —¿Enloqueaticoncernía? —Sielacuerdohubieraseguidoadelante,túymuchasotraspersonasos habríaisvistoimplicadasenunenredomonumentalsoloporquehabríais trabajado demasiado estrechamente con uno de los principales participantes. —Reggie. Damienasiente. —Vale—digodespaciomientrasreflexionosobreelasunto—.¿Enqué sentidoestabamalgestionado?¿Quéclasedeenredo?¿Habríaafectadoa Jackson? —Síaloúltimo.LootroopinoquesonpreguntasparaReggie.¿Seguís encontacto? —Un poco —respondo—. Se fue a vivir a Houston, pero ha venido a LosÁngelesdosvecesenestosúltimoscincoaños.Hemoscomidojuntos. —Si aún tienes curiosidad, la próxima vez que comáis juntos pregúntale. Si no, déjalo correr, Sylvia. Déjalo correr y considérate afortunada. —¿Por…? —Si Reggie no hubiera decidido desmontar el tenderete, puede que siguieras trabajando para él. No tendrías Cortez. Y yo jamás habría contratadoaunaasistentetanincreíblecomotú. —Oh,vaya.Gracias. —Aveceslascosaschungaspasanporunarazón. —Supongoquesí—convengo—.Graciasporexplicármelo. —Haymás,peronoesasuntomío.LlamaaReggiesitienescuriosidad. En cualquier caso, eso pasó hace mucho tiempo. Mi consejo es que lo olvides. —Loharé. NotengoclarosimerefieroallamaraReggieoaolvidarlotodo. Cuandoregresamosalsalóndescubrimosquetodoshansalidoalpatio. HaceunatardemagníficayelocéanoPacíficoseextiendealolejoscomo unmantoazul. —¡Aquí estás! —Wyatt me coge de la mano para que me una a su conversación con Nikki y Jackson—. Acabo de comentar a Nikki que tenemos que cambiar la clase. ¿Cómo te va el martes? Podemos fotografiarlapuestadesolenSantaMónica.Siatinoteimportavenira SantaMónica—diceaNikki. —Por mí bien —responde ella—. Luego podemos tomar algo, ¿te parecebien,Syl? LanzounamiradaaDamienporqueséqueNikkihabrásalidodeviaje muchoantesdeesahora.Peroélasientedeformacasiimperceptibleyle sigo la corriente. En definitiva, el viaje es una sorpresa y siempre podemosvolveracambiarlaclasemásadelante. —Meparecebien. —Y me gustaría que encontraras tiempo para venir a la isla —dice Jackson—. Puedo hacer unas cuantas fotos por mi cuenta, pero, según cómo sea el terreno, es posible que quiera tener un repertorio más completoparaelproyecto. —Cuandoquieras.Laislameencanta.Estoydeseandovolver. —Damienhaidoestamañana—explicaNikki. —¿Túno?—pregunto. —Hellevadoauninversor—aclaraDamien—.DallasSykes.Meestoy planteandoadquirirpartedesuoperación.Yqueríatranquilizarlodespués dequeseenteraradelodeGlau. —DamienhallevadoaSykesyasuúltimoligue—sueltaNikkienun tonoquedejaclaroquehemospasadoalterrenodeloschismes. La conversación continúa en esa línea, pasando de los chismes a la familia y los amigos, hasta que Jackson anuncia que él y yo también tenemos intención de inspeccionar la isla y que deberíamos ponernos en marcha. Nos despedimos, y veo que Jackson y Damien se estrechan la mano comosifuerandoshombresquenotienenelmenorproblemaentreellos. Sueltoelairedespacioycaigodeprontoenlacuentadelopreocupada queestaba,inclusomientraslosestabamirando. Pero ahora parece que todo marcha sobre ruedas y que cualquier mal rolloqueJacksonpudieratenerconDamienoseharesueltooestápoco menosqueolvidado. Ysiesoesasí,esestupendo. 18 ¿ Unbarco? EstoyenunmuellecercadelpueblodepescadoresdeMarinadelRey, mirandounbarcoincreíbledecolorcremaypreguntándomequénarices hacemosaquí. —Ya estaríamos en la isla si hubiéramos pedido a Clark o a Grayson quenosllevaranenelhelicóptero—echoencaraaJackson,perosolose encogedehombrosycontinúaconloquequieraqueestáhaciendoconsu móvil—.HemostardadomásenvenirhastaaquíencochedesdeMalibúde quelohabríamostardadoenplantarnosenSantaCortezvolando. Esperounarespuesta,peroJacksonsiguesindecirnada. —¿Meescuchassiquiera? Alzalavista. —Estoycomprobandoquetodoestáenorden.—Memuestraelmóvil —.Yhemandadounmensajealequipodeseguridadparaquesepanque vamosenbarco. Mecruzodebrazosymeloquedomirando.Tratodedecidirsiestome irritaomedivierte.Medecantoporlosegundo. —¿Sepuedesaberporquévamosalaislaenunbarco? —Noesunbarco—arguye—.Esmibarco.Además,queríaenseñártelo. —¿Tienesunbarco? —Sí.Esedeahí Señalaelbarcojuntoalqueestamos.—Eresunacajadesorpresas.— Lociertoesqueestoyencantada.Haceunaeternidadquenovoyenbarco yestoseestápareciendocadavezmásaunaaventura—.¿Vamuyrápido? ¿CuántotardaremosenllegaraSantaCortez? —Unasdoshoras. Miroelcielo.Sonlascuatroyelsolyahaempezadoadescender. —Estamosenoctubre.Cuandolleguemosapenasnosquedaráunahora deluz. —Es una suerte que mi habitación esté a bordo. Podemos empezar mañana. Sonríe, y se parece tanto a un niño entusiasmado que no puedo evitar imitarlo. —De acuerdo, tú ganas. Háblame del barco. —Me interrumpo—. Un momento…¿Hasdicho«habitación»?¿Acasovivesaquí? —Mepareciósensato.Ymásbaratoqueseguiryendodehotelenhotel siempre que venía a la ciudad. Por supuesto, pensé montar una tienda de campañaenmiparcela,peroelbarcotieneváter. —Tomasteunabuenadecisión—digomuyseria. —¿A que sí? Lo cierto es que me he reunido con varios clientes en Santa Bárbara. De esta forma puedo ir con mi oficina. —Señala lo que parece ser el segundo nivel del barco, un espacio cerrado con muchas ventanas—.Hayunazonainmensadetrásdelacubiertasuperiorpensada para fiestas. La he convertido en una especie de estudio. Hay mucha luz natural. Está la brisa marina… Además, los barcos siempre me han encantado. —Nolosabía. —Comotedije,mipadrenoveníaavermeamenudo;sinembargo,me enseñóamanejarunvelero. Recorroestebarcoenormeconlamirada. —Estonoesunvelero. —Mírate.Noteníaniideadequesupierastantodeembarcaciones. Sonríoconsuficienciayandoporelmuellehastallegaralextremodel barco.Quepuedeonoserlaproa.AdiferenciadeJackson,laverdades quenosénadadeembarcaciones.Noobstante,séquelesponennombres. EstasellamaVerónica. —¿Quiénes? —Mibarco—responde. —Muygracioso.Merefieroaquiénsellamaasí. —¿Quién dice que le he puesto el nombre de alguien? —Me tiende la mano—.Vamos.Dejaqueteloenseñeylevemosanclas.Estoydeseando vernuestraisla. Le cojo la mano y subo a bordo con él. No insisto en el asunto del nombre,sobretodoporqueestáclaroquenoquierequelohaga.Peromi curiosidadestaninevitablecomomidesagradableataquedecelos. No obstante, se me pasa en cuanto embarcamos. Es difícil seguir teniendocelosdeunnombrecuandounhombreestátocándoteportodas partesybesándotedeformaapasionada. —¿Tienesideadeloquemehacostadonollevartealbañoencasade Starkparafollartehastanopodermás?—preguntaaltiempoqueyasube lasmanospordebajodemivestido. —¿Tienesideadelomuchoqueyolodeseaba? Haceunaeternidadquenovoysinropainteriory,desdeluego,jamáslo había hecho porque un hombre me lo había exigido. Un hombre cuyas manos ansío desde hace horas. De manera que, aunque he conseguido apartarlo de mi mente y comportarme como una empleada responsable, pensarqueJacksonllevabamisbragasenelbolsillomehavueltounpoco loca. —Dehecho,sí—respondedespuésdeacariciarmisexoyencontrarme húmedaydispuesta.Memordisqueaellabioinferior—.Hasidounplacer torturarte. —Capullo. Seríeentredientescuandomemeteeldedoymehacegritar. —Meperdonaráscuandotecompense. —Puedevernosalguien. Mi protesta es poco convincente porque ahora me está excitando sin prisa,introduciéndomeeldedoyrozándomeelclítorisalsacarlo,ytanta sensualidadmeestáderritiendo. —Aquínohaynadie. —Jackson… —No.Calla.Soloquierooírtecuandotecorras.¿Meentiendes? Nodigonadayasiento,talcomosesuponequedebohacer.Luegoecho lacabezahaciaatrásparamirarloalosojosylosdescubrocargadosde lujuriaydeseo.Cambiodeposturaapropósitoparafacilitarleelaccesoy lo observo cuando la prueba de mi claudicación se refleja en su rostro, comounatormentaapuntodedesatarse. Gime de placer y me rodea por la cintura con el otro brazo para sujetarme mientras me acaricia con los dedos. Luego me besa para excitarme también con la lengua. Estoy totalmente a su merced, y me da igualquepuedanvernosporquesoloquieromásdeloqueestádándome. Esteintercambioenfebrecido,esteplacerdevértigo. Llevo todo el día excitada y, por mucho que quiera paladear la dulce sensación de sus caricias, no puedo contenerme y, antes de estar preparada,lafuerzademiorgasmonossorprendealosdos.Jacksondeja debesarmey,almomento,vuelveaabrazarme. —¿Sabes cuánto me satisface tenerte entre mis brazos y sentir que me respondesdeestaforma? Consigosonreírconpicardía. —Créeme,elplaceresmío. Se ríe, me coge en brazos y echa a andar por cubierta mientras, entre risas,lepidoquemedejeenelsuelo. —Pordesgracia,voyatenerquecomplacerte.—Medejaencubiertay señala la escalera de mano con la cabeza—. Probablemente es mejor no arriesgarnosabajarlajuntos. —Probablemente—convengo. Miroelmuelleconelentrecejounpocofruncido. —¿Teloestásrepensando? Misonrisaesradianteymuysincera. —Solo por la ropa. —Le señalo el vestido—. No puedo ir a la isla vestidaasí. —Por mucho que me gustaría proponerte que corretearas por ahí desnudaydescalza,meparecequetienesrazón. —¿Mellevasamipiso? Pienso en el tráfico que habrá entre Marina del Rey y Santa Mónica y hagounamueca.Vamosatardarsiglos. —Tengounaideamejor.Venconmigo. Baja por la escalera y lo sigo a la espaciosa zona que ahora es su estudio.Sinembargo,notengotiempodeecharleunvistazoporquebaja otronivel,dondeveodospuertasalfinaldeunestrechopasillo.Ladela derecha está abierta; es el dormitorio de Jackson, lo sé. Teniendo en cuenta que esto es un barco, tiene un tamaño decente y todo está muy ordenado. Empiezo a mirar alrededor para hacerme una idea mejor de dóndeestoy,peroderepentelafotografíacolgadadelaparedcercadela puertacaptatodamiatención. Esdeunamujerpelirrojaconunaniñadepelooscuroenbrazos.Están enunparque,ylashanfotografiadosinqueellassedencuentamientras sonríenyríen. Reconozcoalamujer:eslapelirrojadelaproyeccióndeldocumental. MiroaJackson,deprontoinsegura. —Ellateimporta—digo,incapazdedisimularmitonoacusador. Frunceelceño. —¿Qué? —En el coche has dicho que ninguna de las mujeres con las que te habíasacostadoteimportaba.Peroellateimporta. Detestoloscelosqueenturbianmivoz,peronopuedoevitarlo. Seacercaysequedaamilado.Luegodescuelgalafotografía. —NuncamefolléaMegan—dice—.Nocomomefolléalasdemás. Mevuelvohaciaél,picadaporlacuriosidady,sí,celosaporlaternura queperciboensuvoz. —Meacostéconella,perofueunmomentodedebilidadparalosdos. —¿Quiénes? —Unaamiga—respondey,aunqueesperoqueseamásexplícito,noes así—.Fueunerror.¿Puedesentenderlo? PiensoenLouisytodosloserroresquehecometido. —No es asunto mío con quién te has acostado en estos últimos cinco años. —Noloes—conviene—.Pero,detodasformas,paramíesimportante quelosepas. Asiento,conciertaculpaporguardarlesecretos.Enelcochelehedicho quenomehabíaacostadoconningúnhombredespuésdeél.Yescierto, enteoría.PeromeacostéconCass.Unavezquecometimoslaestupidezde emborracharnos después de que yo regresara, y las dos supimos de inmediato que había sido un error. Y, aunque creo que debería explicárselo, no quiero que haya mal rollo entre mi mejor amiga y mi novio, porque, pase lo que pase, en este momento, son las dos personas másimportantesdemivida. Asíquesoloasiento. —Tranquilo—digo—.Séloqueescometererrores. —Aúnesamigamía—continúa—.EllayRonniesignificanmuchopara mí. —¿Ronnie? Pasaeldedoporlaimagendelaniña. —Suhija. —Esunamonada. —Esunacríaestupenda. Vuelve la cabeza y me mira, pero lo hace durante tanto rato que empiezoasentirmeincómoda. —¿Qué? —Nada.Soloestoycontentodetenerteaquí.—Meabrazaymebesa—. Quiero que las conozcas, algún día —añade mientras vuelve a colgar la fotografía—. En todo caso, tienes más o menos la talla de Megan. Creo queenelotrocamarotehayropaquepuedesponerteparalaisla. Mellevaalcamarotecerrado.Essimilaralsuyo,peromáspequeño. —¿Essucamarote? —Es el cuarto de invitados —responde con firmeza—. Ella viene a menudocomoinvitada. —Vale.Perdona.Aúnestoyunpococelosa. Seríe. —Creoquemegustaqueestéscelosa.Dentrodeunorden. —Bien—digocuandoabreuncajónysacaunpardemallasdeyogay unacamiseta. —Tambiénhayvaqueros,siloprefieres. Mirolatalladelasmallasymelaspegoalaspiernas. —No,creoqueestasmeservirán.¿Ycalzado? Eso tampoco resulta ser un problema porque Megan ha dejado unas chancletas y unas zapatillas de lona en el armario. Me quedan un poco grandes,peronotantocomoparaqueseaunproblema. —Supongoqueyalotengotodo—digo. —Estupendo.Porqueloúnicoquequierohacerahoramismoessacarel barcodelpuerto,ponerelpilotoautomáticoyhacerteelamorencubierta. —Bueno—replicoencantada—,esonolopongoenduda. Losigoacubiertayveo,conciertasensacióndeinutilidad,cómodesata lasamarrasysaledelpuertomaniobrandoconcuidado. Cuandoestamosenmarabiertomeofrecesentarmealtimón. —¿Enserio? —Escomoconduciruncoche—explicay,aunquenoesexactamentelo mismo,separecebastante. Dehecho,esunpocomásfácilporquesolotengoqueirhaciadelante, sinpreocuparmedesalirmedelcarril. Se queda de pie detrás de mí con las manos en mis hombros, rozándome el pelo con los labios, mientras gobierno el yate e intento concentrarmeenloquehago. —Sabesqueestásdistrayéndome,¿verdad? —Peronomepreocupaquechoquemos. —¿Puedohacerteunapregunta? —Porsupuesto. —¿PorquéestabaenfadadaMeganeldíadelaproyección? Tensalasmanos. —Porqueyohabíahechounaestupidez. Vuelvolacabezaparamirarlo. —¿Ylohasresuelto? —Sí—responde—.Creoquesí. Nomedamásexplicacionesynoleinsisto.Encambio,dejoqueponga elpilotoautomáticoymellevealotroladodelacubiertasuperior,donde hayunacolchonetaenormeymesasbajasparatomaraperitivos. —Prontoatardecerá—dice—.Voyabuscarvino. Loveobajarmientraselsolcaeaplomosobremí.Hacefresco,pero estebarcoestáconstruidodetalformaquelacubiertasuperiorquedaun pocohundidaymeprotegedelvientomientraselyateavanza. Aun así, Jackson está bien preparado, porque encuentro mantas y almohadasenunpequeñoarcóndemadera.Lassacoylasdispongosobre lacolchonetaparaquelosdospodamosacurrucarnosentreellas. Luego, como me siento juguetona y quiero que lo sepa, me quito el vestidoymemetobajounadelasmantas. —Vaya…Quéinteresante.—Haregresadoconelvinoymemiracon tanto deseo que me alegra haberme quitado la molesta ropa. Echa un vistazoalasillasobrecuyorespaldohedejadoelvestidoantesdevolver a mirar hacia donde estoy recostada en unas almohadas, con la manta subidaparacubrirmelospechos—.Peroquemuyinteresante,sí. Seinclinasobremíypulsauninterruptordelacajagrisdeltamañode unbaúlqueestáaunospalmosdenosotros. —Calefacción —explica, en respuesta a mi mirada interrogante—. Piensodestaparteynosoportaríaqueteenfriaras. Sonrío. —Qué detalle por tu parte. ¿Y qué piensas hacer cuando me quites la manta? —Muchascosas. Dudounmomento,peroenseguidaintentoparecerseguracuandodigo: —¿Laclasedecosasdelasquehablabasenelcoche? Memiradesoslayomientrassetumbaamilado. —¿Es lo que quieres? —Pasa un dedo por el borde superior de la manta.Apenasmeroza,peroestalladescargaquecasimevuelvoloca—. ¿Sexosalvaje?¿Unpocodemorbo? Ha bajado la voz, pero su tono se ha vuelto más autoritario. Es una combinaciónintensa,ynotoquemisexorespondeyaasuspalabras. —¿Deseas someterte por completo, confías en que te daré lo que necesitas?¿Enquetellevaréadondelosdossabemosquequieresir? Asiento, sin estar segura de poder articular palabra. Su sonrisa es pausada,sexyytriunfal.Seinclinasobremíymebesaenloslabioscon suavidad. —Bien.Yotambiénquieroeso. Meteeldedopordebajodelamantay,despacio,mevadestapando.Los pechos,lacintura,lascaderas,elsexo.Oigosuquedogemidoypaladeoel placerquemeprovocasaberquemedesea.Luegomeestremezcocuando terminadebajarlamantaymedestapalaspiernas,lospies,losdedos. —Preciosa. Su tono es de asombro, como si acabara de descubrir un tesoro, y tiemblodeplacersabiendoquesoyyoquienacaparasuscincosentidos. Seagacha,semetemidedogordodelpieenlabocaymelochupacon suavidad. Arqueo la espalda ante la inesperada sensación, la sensual corrientedeplacerquemesubeporlacarainternadelosmusloshastael sexo,yapalpitante. —Oh,Diosmío… —¿Tegusta?—preguntamientrasseacuestaamilado,aúnvestido. —Quéva—respondo. —Haycastigospormentir. —¿Ah, sí? —Me muerdo el labio inferior—. Esa información es muy interesante. Nuncamehanazotado;noeralaclasedeactividadqueencajabaconmi anterior forma de entender el sexo. Pero en este momento, con este hombre,estoydeseandoexplorartodaslasposibilidades. Seríeymebesa. —Alguientieneganasdeportarsemal. —Debedeserlabrisamarina. —Sí. Mepasaundedoporelpechoy,aunquesucariciaesdulce,mireacción essalvaje. —Sigosinconocerlashistoriasqueencierrantodosestos. —¿Porquénopruebasaadivinarlas? Sesientayllenadoscopasdevino. —¿Quémedassiacierto? —Unbeso. —¿Cómovoyarechazaresedesafío?—Trazauncírculoenelairecon eldedo—.Datelavuelta. Obedezco y en cuanto estoy boca abajo noto sus dedos en mi piel, acariciándome, repasando los tatuajes. Luego los sube por mi columna vertebralhastallegaralpequeñosímboloquetengotatuadojustoentrelos omóplatos. —Este. —Esees…difícil—digo. —Es lo bastante fácil para ver qué es. Las flechas para rebobinar, avanzarrápidoyponerenmarchaunaparato.Elcuadradoparapararyel cuadradopartidoparalapausa.Sonlasteclasdeunagrabadoradigital. —Quélisto.Perolodifícilesacertarquésignifica. —Notengoniidea—reconoce—.Sinembargo,lacuriosidadmepica losuficienteparasacrificarunbeso. —Me corté el pelo —explico—. Solía llegarme justo ahí. Y cuando… —Respiro hondo y vuelvo a empezar—. A Bob le gustaba mi pelo. Siempredecíamaravillasdeél.Asíque,cuandotodoterminó,melocorté. YCassmehizoesetatuaje. —Control—reflexionaenvozalta—.Túlocontrolas.Locortoolargo quelollevas.Elcolor. Medoylavueltaymeapoyosobreuncodoparadarleunbeso,largoy apasionado,y,cuandomeaparto,lemordisqueoellabioinferior. —Setedamuybienestejuego. —Me apetece seguir jugando —declara, y me colma el deseo que perciboensuvoz. Medispongoaponermeotravezbocaabajo,peromeloimpide. —No.Esteahora. Señalaelsímbolofemeninoentrelazadoconunarosaquetengotatuado enelpecho. Hedecontenermeparanomoverme,porqueeseltatuajesobreCassy noestoyseguradequererhablarledeeso.Perolaquehaempezadoeste juego soy yo y no creo que pueda escaquearme sin más. Lo cierto, por otraparte,esqueyaleheocultadosuficientessecretos.Nonecesitoseguir guardandoeste. —Vale —digo—. Pero no lo adivinarás. Es una lástima, porque tenía muchasganasdedartetupremio. —Tienesmuypocafe. —Porelcontrario,estoymuysegura. —Dameunmomento. Seponeahorcajadassobremí.Siguevestidoysusvaquerosmerozan lapieldesnudadeunmodoquenodeberíaserprovocativo,peroloes.Me ponelasmanosenlacinturaylassubehastamispechos.Meacariciael derechoyjugueteaconelpezónmientras,conlaotramano,meresigueel tatuaje. —Estáshaciendotiempo—arguyoentrejadeos. No solo tengo la respiración entrecortada por la magia que está obrandoenmipecho,sinoporqueestásentadosobremisexoy,aunqueno soporto todo su peso, noto su calor y el roce de sus vaqueros. Y, sinceramente,meestoyponiendocomoloca. —Puede que un poco —reconoce—. Pensaba que el retraso podía gustarte. Reconozcoparamíqueenesohaacertado. Me obligo a ignorar cómo mi cuerpo ansía más que este contacto tan sutilyempiezoatararearlasintoníadelconcursodetelevisiónJeopardy! Seechaareír. —Ya lo tengo. —Me mira a los ojos—. Este te lo tatuaste después de acostarteconCass. Estoyseguradequemiexpresiónreflejapuroasombro. —¿Cómolohassabidoapartirdeuntatuaje? —Nodeuntatuaje.Deestetatuaje.Ylohesabidoporqueteconozco.Y cuandomedijistequeeralesbiana,atécabos. Mehadejadoboquiabierta.Tambiénmesientounpocoaliviada.Simi mejor amiga fuera un tío, esa pregunta surgiría de forma natural. «¿Os habéisacostado?»,yluegohablaríamosdeello.Pero,aunquedeberíaser igual,unhombrejamáspreguntaasunoviasisehaacostadoconsumejor amiga.Y,aunquemesientoextrañamenteincómodaporalgodeloqueno me avergüenzo en absoluto, me alegra que Jackson lo sepa. No quiero tenersecretosconlaspersonasalasqueestoymásunida. Suspiro,porqueacabodedarmecuentadecuántomeimportaJacksony delarapidezconquehallenadomivida. Aunque, si lo pienso, teniendo en cuenta el tiempo que hemos desperdiciado,enrealidadnohasidonadarápido. Jacksonmeestámirandofijamente. —¿Temolestaquetelohayapreguntado? —No.Dehecho,estabapensandoqueesunalivio. —Entonces¿salisteisjuntas? —No…no,solofueunavez,ylasdosestábamosunpocoachispadas. Ellametirólostejosysupongoquepodríadecirsequeyoloscogí.—Me encojodehombros—.Noslopasamosbien.Fueagradable.Esdecir,me gustó, ¿sabes? Pero no soy lesbiana, aunque supongo que quizá quería serlo. Con lo mal que me pongo, quizá pensaba que me resultaría todo másfácil.Encualquiercaso,Cassnoesperabanadaydespuésnisiquiera nos sentimos incómodas. —Vuelvo a encogerme de hombros—. Es mi mejoramigaylaquiero,perosolosomosamigas,enserio. Sigueobservándomeconmuchointerés. —Confíasenella. —Porsupuesto. —Poresoestuvobien. Seapartayaprovechoparacubrirmeconlamantaporque,derepente, mesientoextrañamenteexpuesta. —Ellamandaba,Syl.Eralaqueteníaelpoder.Perotútesentistebien.Y notuvistepesadillas.Ytegustó. Asientodespacio.Jamásmelohabíaplanteadoasí. Mecogelamanoyselaacercaaloslabios. —Tambiénpuedesconfiarenmí. —Yalosé—digo. Noobstante,veolaverdadensusojos.Noestamoshablandodeforma genérica.Hablademipasado.Demissecretos. HabladeBob. Consigosonreírycojomicopadevino. —Confíoenti—afirmosindudarlo—.Aunquenosémuybienporqué. Afindecuentas,nocumplestuspromesas. —¿No? —Antesmehasprometidoquehabríamorbo—explico—.¿Noeraese elplanquemehasdescritoenelcochecuandoíbamosacasadeDamien? Envezdeeso,loúnicoquehemoshechoeshablaryhablar. Dejocaerlacabezaenlaalmohadacomosiestuvieraaburrida. —Tienes razón —reconoce—. Lo que pasa es que estamos navegando conelpilotoautomáticoyesposiblequeloquequierohacertenoestéen la lista de actividades permitidas por la guardia costera. Pero en cuanto echemosamarras… Sinterminarlafrase,seinclinasobremíymerozaelvientreconlos labios. —Hasta entonces, avísame si te da la impresión de que vamos a impactarcontraunaballenaoaempotrarnoscontraunaisla. Suslabiosdejanunaesteladebesostancandenteenmivientrequelos músculos me tiemblan y el cuerpo me arde. Cuando llega al pubis se coloca entre mis piernas y me besa el sexo; me excita con la lengua mientras me sujeta por las caderas para que no pueda eludir este placer salvajequeestácreciendotandeprisaporquellevotodoeldíaexcitada. Pero no deseo hacerlo todavía. He decidido lo que voy a contarle después. No todo. Pero sí la mayor parte. Porque confío en él. Y quiero quemeentienda. Asíquemecontendré.Serámipremioporcompartirunsecreto. —Jackson…—digocuandometieneallímite—.Para. Hundolosdedosensupeloylelevantolacabeza. Me mira con una expresión interrogante en los ojos rebosantes de pasión. —Quiero quedarme así, al borde. Me gusta. No quiero correrme todavía. —¿Ah,no?Lorecordaré. Tragosalivamientrasmepreguntoquépuertasensualacabodeabrir. —Elcasoes—continúo—queaúnnotehedadoelbesoporelsegundo tatuaje.Ycomonocreoqueestécapacitadaparaestarpendientedelrumbo delbarco,tendríasqueirasentartealtimón. —¿Ah,sí? Melimitoasonreírconaireinocente. Se ríe, pero obedece y, un momento después, voy tras él a la cubierta superior. La silla del capitán está tapizada y me recuerda los asientos de los todoterrenos de lujo, con brazos que suben y bajan. Es giratoria y ahora mismo está orientada hacia delante. Jackson tiene la mano en el timón. Hemos dejado atrás las luces de Catalina y veo Santa Cortez a lo lejos,cadavezmásgrande. —¿Cuántofalta? —Unamediahora—responde. —Bien—digo,yhagogirarlasilla. Mearrodilloypongolamanoensuentrepierna,mirándoloalosojos. Quierodecirlequeasuladomesientosegura.Queconfíoenél.Perosoy incapazdearticularpalabra. Esperoqueloentiendapormisactos. Bajo la mirada y me concentro en sus vaqueros. Despacio, le bajo la cremalleraylesacolapolla.Latienedurayenorme.Quierohaceresto. Quiero saborearlo. Quiero sentir cómo se excita. Necesito darle esto, a estehombrequeyamehadadotanto. Necesitodarleesteplacerantesdeenfrentarloalacrudarealidaddemis secretos. Loexcitoconlapuntadelalengua.Dejounamanoensumulso,perole cojolapollaconlaotraynotoqueseletensalamusculatura.Cambiade postura para exigirme más sin palabras. La siento y me gusta. Esta sensacióndepoder.Desaberqueloestoyllevandoaunlugarsublime. Nopuedocomérselaentera,losé.Peromelametoenlabocayutilizo lalenguaylamanoparaacariciarlamientrasselachupoconloslabios apretados, intentando llevarlo al límite y excitándome cada vez más con cada gemido que se le escapa. Cuando siento que crispa los dedos enredadosenmipelo.Alnotarquelapollaseleendureceenmibocayse contraecuandoestácasiapunto. —Para—meordenaenvozbajamientrasmelevantacondelicadeza. Separolabocaaregañadientes,peromepongodepieylobesoconla lenguaparaqueconozcaelsabordesupropioplacer. —¿Estásseguro? —Yotambiénquieroestaralborde. —¿Enserio? —Tengoplanesparati—responde. —Quéinteresante. —Venaquí—dice,ymesientaensuregazo. La silla tiene el brazo bajado y estoy acurrucada entre sus brazos. Tengounpocodefrío,porelviento,perocomonoquieromovermepara iracogerlamantameapretujocontraél.Suspirocuandopulsaelbotón deltablerodeinstrumentosqueponeenmarchaloscalefactoresdirigidos alasilladelcapitán. Me siento abrigada, segura y protegida, y empiezo a hablar como si explicarleestofueralacosamásnaturaldelmundo. —Haymás,¿sabes?SobreBob,quierodecir. Notocómosetensaycuandohablalohaceconlaspalabrasprecisas. —¿Quierescontármelo? —Nosésiquiero,peromeparecequelonecesito. Alzo la vista solo el tiempo suficiente para que su forma de mirarme me dé fuerzas. Luego me apretujo contra su pecho, porque es más fácil hablarasí,envueltaensusbrazos. —Fue violación, lo que hizo. Eso lo sé. Pero creo que antes no te he dadolaimpresióncorrectacuandoteloheexplicado.No…nomeforzó. —Te sedujo —dice con la voz cargada de odio—. Si así es como llamanaesaclasedeconductaconunaniñadecatorceaños. Asiento,sintiéndomecomosivolvieraateneresaedad. —Metocabacuandomearreglabauntraje.Medecíaqueeraguapa.Que quería tocarme el pelo. Que solo quería que luciera. —Me noto la boca como si la tuviera llena de algodón, pero me obligo a seguir hablando porque quiero explicárselo todo. Por alguna razón, en este momento contárselo me parece la cosa más importante del mundo—. Halagos, palabrasbonitas.Yrazonesparajustificarlaausenciadesusempleados.Y luegome… Inspirohondoytragosaliva. —En mis pesadillas nunca es como pasó en realidad. Por lo general estoydesdoblada.Unademisyoesestámirandoylaotraestáconél.Casi siempremeata.Omeobligaaestardepieenunadeterminadapostura.O se muestra más duro y me mete las manos por debajo de la camisa. Me amenaza.Meatrapa,dealgúnmodo.—Mepasolalenguaporloslabios —.Pero,enrealidad,nofueasí.Esdecir,sé…sabíaqueloqueBobhacía estabamaly,sinembargo,todoeramásomenospuro. Levantolacabezaparamirarlelacarayporsuexpresióndeduzcoque querría no haber oído esa palabra. Pero no sé cómo describirlo de otra forma.Porqueesoespartedeloqueodiotanto. —Esoloempeora—digo—.Porqueelcasoes…Elcasoes… —Quetúrespondías.Quellegabasalclímax. Vuelvoapegarelrostrocontrasupechoyasiento. —Odiaba lo que Bob me hacía, ¡lo odiaba!, pero la sensación me gustaba. Era incapaz de controlarla. Era intensa. Incontenible. Y por muchoquemeesforzaraenaguantar,nopodía.Noquería,yaunasí… —Tearrebatóelcontrol.—Suspalabras,firmesperomesuradas,están tancargadasdeiraquetemoqueunasolapalabraequivocadamíalohaga estallar—. Pervirtió tu placer. Ese hijo de puta te ha dejado una cicatriz igualdehondaquesitehubieraclavadouncuchillo,Sylvia. Me levanta la cabeza con delicadeza para que lo mire a los ojos. Y, cuandohabla,suvozestandulcecomounbeso. —Tú no hiciste nada malo, nena, mientras que él era un monstruo. Y juroporDiosquesialgunavezencuentroaesehijodeputalomataré. 19 Y a está anocheciendo cuando Jackson amarra en el puerto. Yo había pensadobajaraSantaCortezestanoche,perosolohaylucesenelmuelle y en la zona que rodea el helipuerto, y ponernos a recorrer la isla alumbrándonosconlinternaspareceabsurdo. Además,ahoramismomeinteresamásestarenbrazosdeJacksonque enmiisla.Además,esdomingo;unachicatienederechoadisfrutardesu findesemana. EstoyenelcamarotedeJackson,arrebujadaensualbornoz,mientrasse me pasa todo esto por la cabeza. A decir verdad, lo único que quiero en estemomentoesaJackson. Comosiungeniomehubieraconcedidomideseo,loveoenlapuerta. Tiene la sonrisa ladeada y un destello de picardía en la mirada, y solo puedo pensar en lo feliz que soy de que por fin hayamos llegado, y el barco esté amarrado y no tengamos que preocuparnos de que el piloto automáticonoscruceenladireccióndeuntransatlántico. Enotraspalabras,eshoradedivertirse. —Megustaverteconmialbornoz.—Seapoyaenelquiciodelapuerta —.Megustamucho. —Puedequetegusteinclusomáscuandonolollevo. —Puede. —El camarote es pequeño, con lo que está a mi lado en tres zancadas—.¿Porquénoteloquitasytemetesenlacama? —Bienpensado—convengo. Empiezo a desatarme el cinturón, pero sus palabras me inducen a detenerme. —Deberíamosdormirunpoco. Vuelvoaceñirmeelcinturónylomiro. —¿Dormir? Meplantaunbesoenloslabiostansuavecomounaleteodemariposa. —Despuésdetodoloquemehasexplicado… Lecojolamano. —Después de todo lo que te he explicado, necesito esto. Por favor, Jackson, no hagas que me duerma con esos recuerdos en la cabeza. Te deseo.Quieroloquemehasprometido. Me observa un momento con expresión inescrutable. Luego señala la cama. —Quítateelalbornoz. —Jackson… —No. —Me hace callar con el dedo—. No me discutas. No protestes. ¿Estáclaro? Sí.Muyclaro.Ytengoquecontenermeparanosonreírconairetriunfal. En cambio, lo miro con el semblante impasible mientras me quito el albornozydejoquecaigaalsuelo.Nomemuevo,alaesperadequeme digaquéquierequehaga. Peronodicenada.Sequedaquieto,amilado,yelcalorqueirradiaes tanintensoquetemoquenosquemealosdos.Medevoraconlamiraday veoelbultodesuerecciónbajolosvaqueros. —Eres guapísima, joder. Podría pasarme toda la vida mirándote y nuncamehartaríadehacerlo. Seacercamásymepasaeldedoporellabioantesdeordenarmequese lo chupe. Obedezco y, con cada chupada, el calor que noto entre las piernasnohacesinocrecer. —Así,nena. Con la otra mano, me coge una de las mías y me la mete entre las piernas. Me guía para que me toque. Mis dedos resbalan sobre mi sexo mojado; eso ya sería erótico en sí mismo, pero la combinación de su mano,lamíaysudedoenmibocameexcitacadavezmáshastallevarme tan al límite que lo único que quiero hacer es meterme nuestras manos juntasycorrerme. Sinembargo,justocuandoestoyapuntodehacereso,Jacksonmesaca eldedodelabocaymequitalamanodelsexocondelicadeza.Mequedo ansiosa y jadeando, pero no protesto. Sé muy bien que iría contra las reglas. —Échatesobrelacama.Separalaspiernas. Le hago caso, aunque me siento un tanto tímida. No obstante me veo recompensada con una mirada de pura pasión y eso me da valor. Me muerdoellabioinferiorylasseparotodavíamás.Ydespués,sindespegar los ojos de los suyos, bajo la mano, me meto los dedos en el sexo y arqueolaespaldaporquenomeesperabaunasensacióntanintensa,más potenteaúnporquemeestámirando. —Buena chica —dice—. Tócate. Acaríciate. Necesito un momento y, cuandovuelva,tequierocachondaylistaparamí,asíquenopares.Pero notecorras.Silohaces,habremosterminadoporestanoche,cariño. ¡Juegoseróticos!Peromegustanyhagoloquemepide.Meacaricioy dejoquemiexcitaciónaumente.Luego,comoestoydecididaaponerlotan cachondocomoélmehapuestoamí,subolaotramanoyjugueteocon mi pecho, tocándome el pezón, sabiendo que no puedo dejarme llevar demasiadoporqueJacksonesunhombredepalabraynoquieroqueesta nocheterminesintenerlodentrodemí. No me ha dicho que guarde silencio, de modo que lo llamo. Se ha sentadoenelsuelo,delantedelarmarioabiertodelcamarote.Estásacando cosasdeunbaúl,peronoveoquéson.Hastaqueselevantaydescubroque sujetaunacuerdayunatelanegraysedosa.Vacilaysueltalacuerda. No me hace falta preguntarle para saber la razón. Salí corriendo la primeranocheenelhotel.Jacksonmeatóymevendólosojos,yahora temequeesacombinaciónseaexcesiva. Sin embargo, no lo es. Estoy segura de ello. Aunque tenga pesadillas, nuncavolveréaecharacorrer.Amenosquecorraasuencuentro. —¿Medirásquéhayenelbaúl? Sonríecuandoseacercaconlavendadesedanegra. —Haréalgomejor.Teloenseñaré.Peronoestanoche.Estanocheno pienso dejarte ver nada. —Me indica con un gesto que me siente—. Arrodíllate —ordena—, pero mantén las rodillas separadas y las manos detrásdeti. —Estás siendo demasiado blando conmigo —digo mientras me venda losojos,procurandodisimularciertotonoacusador. —¿Que soy blando? —replica—. Estoy empezando despacio… para darnosmargen.Perositienesquejas,nodudesenexpresarlas. Mientras hablaba me ha introducido el dedo, y arqueo la espalda en reacciónaesteplacerinesperado. No me había tocado hasta ahora y la penetración me sorprende, me pone a cien y me aguza los sentidos. Es como si fuera un resorte a la esperadesaltary,cuandosacaeldedo,gimoparaprotestarporqueahora quenometocaestoyamerceddemideseoymiexpectación. Esunestadoquedesconozcoymesientomásexcitadaquenunca.Así que,decididamente,nomequejo. —Erespreciosa—insiste—.Tuspechos—susurramientrasmetocalos labios—. Tu coño —murmura al pellizcarme el pezón—. Tus labios — añadecuandomeacariciaelclítoris. Ningunacariciasecorrespondeconsuspalabras,ymemuerdoellabio inferior para intentar controlar la sensual sinfonía que está tocando en todomicuerpo. —Así es como te quiero. Abierta a mí. Confiada. Tan excitada y hermosa.Encajamos,Sylvia.Noscompenetramos.Cadavezquetetocoes unregalo.Cadavezquetebesomeencuentrounpocomásamímismo. —Jackson… Suspalabrasmeestánderritiendo,estrujándomeelcorazón. —Inclínatehaciadelante—ordena—.Apóyateenlosantebrazos. Obedezco y noto que la cama se mueve cuando se coloca a mi lado. Intentodeterminardóndemetocaráporelmovimientodelcolchón,pero esinútil.Sientosuslabiosenlanuca,bajándomeporlaespalda.Luegome cogeeltraseroconambasmanos. —Tienes un culo perfecto —dice, y me besa las nalgas como si les rindierahomenajeantesdeinstarmeasepararlaspiernas. Vacilo, pero no porque no quiera hacer lo que me pide. Al contrario, measombracuántodeseohacerlo.HastaquépuntomehacaladoJackson. Elcontrolquearrebatabaaloshombresquehacíamíosenlugarescomo Avalon solo era una ilusión. Una venda para tapar el dolor y los recuerdos. Pero esto… esto es lo que quiero. Lo que me hace sentir. Y confíolosuficienteenJacksonparaabandonarme. —Ahora. Hagoloquememanda,ymeestremezcocuandomeacariciaelsexoy subelamanoporelperineo,elculo,elcentrodelaespalda,acercandosu cuerpo más al mío conforme se inclina sobre mí. La sensación es estremecedora,comosimeestuvierapasandouncableporelcuerpoyme encendieraaltirardeél. Nosécuándo,perosehaquitadolaropa.Notarsupieldesnudacontra lamíahacequemepongaalrojovivo. —Debería alargar esto —dice—. Debería atormentarte hasta que estuvierasapuntoderomperte.Pero,malditasea,Sylvia,llevotodoeldía deseándote. Te he imaginado en esa dichosa fiesta esperándome con el coñomojadoycaliente.Telohelamido.Tehetenidodesnudaentremis brazos en cubierta. Me he imaginado follándote tantas veces hoy que no puedoesperarmás. —Puesnolohagas… Doblolosbrazosparaofrecermeaél.Paraqueveacuánmojadaestoy. —Oh,joder,Syl.Acabarásconmigo. Lonotomoverse.Notosusmanosenmiscaderas.Y,después,ladulce presión de sus dedos acariciándome, abriéndome y dilatándome antes de meterme la polla. La tiene dura, pero estoy más que lista y, cuando me penetra,alprincipiodespacioydespuéscadavezconmásímpetu,gritode placerymeabandono. Estoydobladamientrasélmeembiste,unaposiciónquemelimita,con lo que me hallo a su merced, dejando que me sujete para moverme a su ritmo,permitiendoquemeacaricieelclítorisconlosdedosalcompásde susembates.Nuncamehabíanfolladoasíymegusta.Hacequemesienta abiertaydesinhibida.Hacequemesientasuya. Y cuando estalla dentro de mí, cuando continúa acariciándome el clítorisymeanima,diciendo«Déjateir,nena,túsolodéjateir»,también alcanzo el clímax y estallo de una forma tan violenta que me quedo sin fuerzas y me desplomo sobre la cama, aún con los ojos vendados, completamentesaciada. Notoquelasaca,yablanda,ymelimpiaconunpañuelodepapelantes de abrazarme por detrás. Me quita la venda con delicadeza y me doy la vueltahaciaél.Empiezoahablar,peromeacallaconunbesoqueestan apasionadoeintensoquemellenatantocomoantesmehallenadosupolla yesalmenosigualdesensual. —Bueno —susurra cuando termina de besarme—, ahora sí que tienes quetaparteytratardedormir. —Solositúmeacompañas. —Cariño,nopodríasecharmedeaquíaunquequisieras. Abrelacama,peroestoytanagotadaquetienequeayudarmeaponerme bajo las sábanas. Cuando se acuesta a mi lado nos acurrucamos con las piernasentrelazadasymequedodormidaentresusbrazos. Horasdespuésmedespiertaunagradableoloracaféycanela. —Podríaacostumbrarmeaesto—digoalrecostarmeenlasalmohadas ycogerlabandejaconcafé,cremadelecheyunbollodecanelacaliente. —Yotambién—declaraantesdebesarmecondulzura. Tomo un sorbo de café y lo disfruto, pero disfruto más mirando a Jacksonmientrasseponeunpantalóncaquiyunainformalcamisadelino. —¿Medoyprisa? —Tómatetutiempo.Tengocosasquehacerconelordenadorylaisla novaairseaningunaparte. Me aprieta la mano y sale del camarote. Vuelvo a recostarme en las almohadas y paladeo la sensación de sentirme como en casa. De formar partedeesteespacio.Suespacio. Después de desayunar me ducho y me pongo las mallas de yoga y la camiseta de Megan. Luego subo a la cubierta superior y entro en su estudio.Tienetresmonitoresdeordenadorinmensos;enunohayabierto unprogramadediseñoydibujo,enotrounmapatopográficodelaisla,y eneltercerounprocesadordetexto. MiroelmapaycaigoenlacuentadequeesunodelosqueNigelnos enviócuandoadquirimoslaSantaCortez. —¿Cómolohasconseguido? —PorAiden—responde—.Lehellamadomientrasestabasduchándote ymelohaenviado.Tambiénhadichoqueestaríaentuáreaprivadadel directoriodeStark,peroqueyoentenderíaquenopuededarmeaccesoa tusarchivos. —Eresmuyeficiente. Me siento a su lado para acceder a la página web de la empresa y, después, a mi área privada. Tengo mis archivos abiertos en menos de cinco minutos y transfiero todos los mapas, estudios topográficos y fotografíasdelaislaaunacarpetadelordenadordeJackson. —Ahorayatieneslamismainformaciónqueyo. —Es excelente —observa conforme abre los archivos y teclea para imprimirlos—. Deja que organice todo esto y podremos ponernos en movimiento.Yahepuestoenlamochilaalgoparapicar,perosicogesun pardebotellasdeagua,seríagenial. Meparecebuenaidea,asíquelohago.Meplanteollevarunabotellade vino frío, pero decido no hacerlo. Esta puede ser una isla romántica y apartada, pero también es trabajo. Y probablemente es mejor que no mezclemoslounoconlootro. Bajamos a tierra y echamos a andar por el muelle en dirección al helipuertoylaparteedificadadelaisla. SeñaloelmismocaminoqueseguíparareunirmeconNikkiyDamien hacesolounosdías. —Supongoquepodemosirporahíyrodearlaisla.Noesenorme,pero tampocominúscula.Setardanunastreshorasenverlaentera,mássinos paramosatomarnotasohacerfotos. Ojalá hubiera traído mi cámara, pienso. De todos modos, Jackson ha traído una de bolsillo que tiene un zoom decente, así que al menos podremosdocumentarzonasparacompletarsusanotaciones. Estoypensandoeneso,ypreguntándomesideberíaregresaralbarcoa todaprisaparacogerotrocuaderno,cuandoJacksonmecogedelamano, tira de mí y me da un beso largo e intenso. Casi me derrito. Hunde los dedosdeunamanoenmipeloylaotralaintroducedebajodemismallas. Meaprietaelculosindejardebesarme,yséqueyaestoyempapada. Meseparo,respirandodeformaentrecortada. —Estonoesmuyprofesionalquedigamos,señorSteele. —Ynovolveráarepetirse,señoritaBrooks.Peromehaparecidoque necesitábamosunbuenbesoparapasarbienlajornada.Despuésdetodo, sinovamosaacabarcomoenDeaquíalaeternidadenelfríoPacífico, yoalmenosquierounbesobajoelsol. Nopuedoevitarreírme.Lehedichoquetenemosquecentrarnosenel trabajo, sobre todo porque mañana debemos volver a la oficina. Según parece,sehatomadomiadvertenciaalpiedelaletra. —Pensándolo bien, no sé si nos merece la pena procurar ser profesionales—arguyo—.Señalolacámaradevigilanciaqueseguroque hagrabadonuestromomentodepasión. —Notemas,tureputaciónestáasalvoconmigo. Seacercaalposte,daconelmandoquebajalacámara,abrelacarcasa impermeableysacaundiscodememoria. —¡Jackson! —¿Algúnproblema? Memiraconaireinocenteyhagotodoloposiblepormostrarmeseria. —¿Te das cuenta de que esto solo es una copia de seguridad? La filmaciónllegaentiemporealalpuestodeseguridaddelaStarkTower. Se limita a encogerse de hombros, sonríe y se mete el disco en el bolsillo. —Un recuerdo —dice—. Creo que sacaré un fotograma para ponerlo comosalvapantallas. Merío,peroseñaloelpostedelacámara. —Debistedesermuytraviesodepequeño. —Niteloimaginas—responde—.Espera. Y echa a correr hacia el barco mientras me quedo aquí plantada preguntándomequépuñetashace. Estátardandoenregresarypiensoenseguirlo,perodecidoaprovechar eltiempoparaecharunvistazoalmaterialalmacenadoaquí.Estoyapunto de abrir el cobertizo cuando vuelve. Me cruzo de brazos y golpeteo el sueloconunpie. —Solosigotusinstrucciones—arguye,yvuelveametereldiscoenla cámaraantesderecolocarlaenlaposiciónoriginal. —Déjameadivinarlo:tienesunsalvapantallasnuevo. Metocalapuntadelanariz. —Eresunamujermuyinteligente. —Ytúunhombremuyjuguetón. —¿Cómoibaaserdeotraforma?Hetenidounanocheincreíble.Mehe despertadoalladodeunapreciosidad.Yahoramehandadoestelienzotan extraordinario.—Mueveelbrazoparaabarcarlaisla—.Gracias—añade, y las piernas me flaquean un poco al percibir genuina sinceridad en su voz. —Siempre te quise a ti —confieso—. Glau solo era un sustituto, y no muybueno. —No,noloera,joder—dice,ynosechamosareír. Recogelamochila,quehabíadejadojuntoalacámaradevigilancia,y señalaelcaminoconlacabeza. —Enséñamenuestraisla. «Nuestraisla.» Megustacómosuena. Resulta que tenía razón cuando afirmaba que nos llevaría más de tres horasrodearla.Dehecho,nosllevaseis.Pasamoselratohablandosobre misideasparaelresort.Lapartedelaislapensadaparalosmatrimonios, la zona destinada a las familias. Cómo se combinarán y sucederán las diversas actividades recreativas. El número y el tipo de restaurantes que tengoenmente. —Este resort estará orientado a las familias, pero, de todas formas, debería tener algunas zonas independientes. No quiero que ningún matrimonioqueestédelunademielocelebrandosuaniversariodebodas tengalasensacióndequeestenoessusitio. Ya casi hemos terminado de rodear la isla. Nos encontramos en una playadearenaaunospocoscentenaresdemetrosdelmuelle. —Quizá una zona exclusiva con bungalows de lujo y playas privadas. Dondelaensenadaseríaideal—dice—.Dejaqueteloenseñe. Saca un cuaderno y se sienta en la arena, sin que le preocupe que las olas que le acarician los pies le estén humedeciendo el pantalón. Vamos descalzosporquenoshemosquitadoloszapatosarribajuntoalasdunas. Mirosurostroytambiénelbosquejoqueestácobrandovidasobreel papel.Estácompletamenteconcentrado,absortoenestemundonuevoque, demomento,soloexisteensuimaginación. Su intensidad es fascinante y me siento junto a él para ver, extasiada, cómovuelcasusideasenelpapel.Aunquesolo sea un bosquejo, refleja todoloquelehedichoquequiero,perolovuelvemásaudaz,mejor. Cuando para y alza la vista tiene la mirada perdida, como si hubiera olvidado dónde está. No obstante, me mira, y sus pupilas se vuelven transparentes. Enarcaunacejaconaireinquisitivo. —Perfecto—digo. Ledoyunbesoenlamejillayesperoqueentiendaquenomerefiero únicamentealresort. 20 CreocomprenderquébuscabaGlaualconcentrartodaslasinstalaciones recreativas en una sola zona —me dice Jackson cuando las puertas del ascensorseabrenyentramosenelvestíbulodeldespachodelático. Hemos pasado la mañana en la planta veintiséis, en el espacio antes vacío que Stark International ha puesto a disposición de Jackson y su equipomientrasdureelproyecto. Ahora estamos a punto de reunirnos con Damien, pero Jackson aún tieneenlacabezalosbocetosquehapegadoalaparedysehapuestoa corregirdeinmediatoconlápizazuldetrazogrueso. —No solo es un uso espantoso del espacio natural, sino que también limitalaflexibilidaddelresortensuconjunto.—Alzalavista,veaRachel indicándonosquenosacerquemosylasaludasinmuchoénfasismientras pasa más páginas del cuaderno que lleva en la mano—. También quiero hablar de la cuadrilla de operarios. A menos que estés obligada por contrato,mesientomáscómodoconlamía. —Si nos surge alguna dificultad, recurriremos a Aiden, pero eso podemosresolverlosolos.¿EstálibreelseñorStark?—preguntoaRachel cuandollegamosasumesa. Bajolavistayveo,porlaluzdelteléfono,quenoloestá.Miromireloj yfrunzoelentrecejo.Damienesextremadamentepuntual.yMepregunto porquésiguealteléfonocuandoestamoscitadosconélahoramismo. Medigoquenoesproblemamío. Sin embargo, me cuesta convencerme de ello. He pasado tanto tiempo traslamesaqueocupaRachelquemeresultaextrañonoestarsentadaaquí entresemana,aunquelarazónseaquemehanascendido. —¿Quétalteva?—preguntoaRachel,picadaporlacuriosidad. —Voy más liada que los fines de semana —responde—. Gracias por darmeellunesyhoy. —No me des las gracias. Yo también estoy encantada. Así tengo más tiempoparadedicarmealresort. —Hablandodeeso,¿sabesconquiénmefuidecopasanoche? —¿ConAiden? Rachel es guapa y divertida, y siempre he pensado que Aiden y ella haríanbuenapareja.Peroniegaconlacabezayresponde: —No,conTrent. Susonrisameindicaquenoloconsideraplatodesegundamesa. Y, aunque a mí no me entusiasmaría salir con él, debo reconocer que Trent es tan agradable como competente, aunque bastante aburrido. Me abstengodemencionarestoúltimo. —¿Y…?—digo—.Detalles,porfavor. —Nohaymuchoquecontar—responde.Sinembargo,elrubordesus mejillasdaaentenderlocontrario—.Vinoanoche.Yoestabaaquíporsi Damien, que mantenía desde su casa una de sus videoconferencias internacionales,menecesitabaparaconsultararchivosoesetipodecosas. —¿Por qué vino Trent? ¿La videoconferencia era por el proyecto de Century City o por el de las Bahamas? —pregunto; aunque no sean mis proyectos,esperoestaroficialmenteenesedepartamentoprontoy,sialgo pasa,quieroestarenterada. —Oh,no.Nodijoporquéhabíavenido,pero,comomeinvitóasalir, creo que la verdadera razón de que se plantara aquí fui yo. Se quedó durante toda la videoconferencia. Hasta me sustituyó cuando tuve que ir pitandoalpisodeDamienparacogerunascarpetasquesehabíadejadoen la cocina —añade, refiriéndose a la vivienda que ocupa la otra mitad de estaplanta—.Despuésdeeso,nostomamosunabotellaenteradevinoen Baltminore’s. Y creo que, si no hubiéramos tenido que madrugar, seguiríamosjuntos. Lededicounasonrisasincera. —Mealegroporti. —Sí,¿verdad?Haceunsigloquenolohagoconnadie. LanzaunamiradaaJackson,comosinonombrarlofueraaimpedirle captardequéhablamos. Estoy a punto de preguntarle qué sucedió con el último hombre con quiensaliócuandosuenaelinterfono. —¿Hanllegado? Frunzoelceño.Damienraraveztienelavoztantensa,ymepregunto quécrisishatenidoqueresolverconRachelenrecepciónenvezdemí. —Ibaahacerlespasar—respondeella. Mientras Jackson se levanta del sofá hago un rápido gesto afirmativo conlacabezaaRachelyellapulsaelbotónqueabrelapuerta. Damienestájuntoalventanalcuandoentramos.Encuantolapuertase cierra pulsa el botón del mando a distancia que tiene en la mano. De inmediatolaspersianasautomáticassebajanydejaneldespachosumido enlaoscuridad. La pantalla de proyección desciende y en ella aparece un titular sensacionalista. «¡SexoyadulterioenunaplayadeStark!» —¿Podría alguno de los dos explicarme qué coño es esto? —Damien tienelavoztantensaquepareceapuntodequebrársele. Miro a Jackson, que, en vez de prestarme atención, está con los ojos clavados en la pantalla, donde ahora aparece un artículo bajo el titular, junto con los hipervínculos de otros artículos de la página web LA Scandal. Damien Stark, cuyo lugar en el firmamento de los escándalos quedó asegurado con su recientejuicioporasesinato(enelquesedesestimaronloscargos,¡noesquefueraabsuelto!) yconelacuerdotanconvenientecomosexualprovechosoalquellegóconsuactualesposa, NikkiFairchild[másinformaciónaquí],¡puedehabervueltoalasandadas! ¿Ha ofrecido a sus inversores su polémico resort aún en proyecto de la isla de Santa Cortezreciénadquiridaparaqueloutilicencomosuparquederecreoparticular?¿Comoun escondrijosecretoparaaventurasilícitas?Echenunvistazoaestefotogramadelimándelos escándalos Dallas Sykes y su amiguita Melissa Baronne y saquen sus propias conclusiones. ¡PodemosimaginarnosquéestarápensandoelmaridodelaseñoraBaronne! —Oh, santo Dios —exclamo al ver en la pantalla una fotografía de Sykes abrazando y besando a una veinteañera despampanante—. ¿Cómo…? —Muy buena pregunta —apunta Damien, y en sus ojos de colores distintos percibo sus esfuerzos por dominarse. Los tiene clavados en Jackson—. Ni tan siquiera tenemos planos suyos aún, señor Steele, y ya hemos dado que hablar. Esto no solo perjudica al ambiente familiar que busco para el resort, sino que ahora esta empresa ha colaborado en difundir rumores sobre uno de nuestros inversores clave. Y no digamos yaunhombreconquienactualmentemantengootrasnegociaciones. —¿Esunaacusación,Stark?—preguntaJackson. —EldomingohabíapocosinvitadosenmicasacuandoNikkihablóde Sykesysunovia. —A menos que esas cámaras sean una antigualla, las imágenes se envían digitalmente a su departamento de Seguridad. Y es probable que tambiénsecopiendeformasimultáneaensuservidoryenunservidorde seguridad. El tono de Jackson ha sido tan cortante y preciso como un escalpelo. Yo,pormiparte,tengobastantesganasdevomitar. —Ustedestienenundepartamentoquesupervisatodaslasgrabaciones, ¿no?—continúa—.Yapostaríaaquerevisarlasgrabacionesdelaislaes responsabilidad de al menos un guarda de seguridad. Si no pensaran supervisarlaactividadquegrabaunequipotancaro,¿paraquéinstalarlo? Miraalrededorcomosibuscaraalgunacosa. —Nofuielúnicoinvitadodesufiesta,señorStark.Yesaimagenlahan visto muchos ojos —declara—. Pero ¿soy el único que recibe un rapapolvo? —Simeenterodequealgunodeellosestádescontentoporunantiguo arreglo de negocios, no dudaré en hacerle venir —arguye Damien mientrasdirigeelmandohacialapantallaparaseguirpasandoelartículo. Continúoleyendoymeentraninclusomásganasdevomitar. LosconflictosconelafamadoarquitectoJacksonSteelequizáesténcreandotensionesen StarkInternational.NuestrosinformadoressostienenqueSteeleeslaúltimaincorporaciónal equipodelresortdeSantaCortez,peroquenoesungranadmiradordeDamienStark.Hace solounosmesesanuncióquenoleinteresabatrabajarenunproyectodeStarkInternational. Asípues¿quépodríahaberablandadoelcorazóndeestehombredeacero?¡Nosolemosun escándalo! —¿Leimportaríaexplicarse? —Esoyaselodijeasuesposahaceunosmeses—arguyeJacksonen tono afable—. Y se lo repetí a usted. No puedo controlar lo que alguien quenosoyerapublicaoexplicaaunperiodista. —¿EstádescontentoporloquepasóenAtlanta,señorSteele? —¿Qué?—exclamaJacksony,deinmediato,melanzaunamirada. —ConelBrightonConsortium—continúaDamiensinalterarlavoz—. Meheenteradodeque,sielproyectohubieraprosperado,elcontratopara proyectar y construir el complejo en las más de ciento sesenta hectáreas habríasidosuyo. Los miro. No era consciente de cuánto perdió Jackson cuando las negociacionesfracasaron. —Yonofuielúnicoperjudicadocuandoustedseentrometió,Stark.El consorcioteníainversores,peroustedmanejóloshilosparahacersecon tantos de aquellos terrenos que me resultó imposible construir el complejo en su totalidad. Todos los participantes salieron perdiendo. Todos…salvousted. —Soyunempresario,señorSteele,nounaONG. —Yaveo.Debierondeconfundirmelasalusionesaextorsiónyfraude quesehicieronensudía. TengounamanoapoyadaenlamesadeDamienparasostenerme.Quizá no conozca los detalles de lo que sucedió en Atlanta, pero sé que la inquinaqueserespiraenestedespachoesmásquetóxica. —Así pues, deduzco que lleva cinco años resentido conmigo por su versión distorsionada de los hechos y que, cuando le ha surgido la oportunidad de arrojarme unos cuantos dardos envenenados, no la ha dejado escapar y, de paso, ha perjudicado a la señorita Brooks y al departamentoInmobiliario. —¿De veras está insinuando que perjudicaría un proyecto que ahora llevaminombresoloparavengarmedeusted? DamiendaunsolopasohaciaJackson. —Meconozco.Tengomipropiocódigoysécuántovaloromitrabajo y lo que he construido en estos años. En cambio, sé muy poco de usted, señor Steele. Por ahora le concederé el beneficio de la duda. Pero si descubroqueestádetrásdeesto,leprometoqueacabaréconusted. —Entendido—diceJackson. Se da la vuelta para salir del despacho y me dispongo a seguirlo. Quierosaberquélerondalacabeza. —Quédate—diceDamien. Jackson me mira, asiente y sale con la actitud serena y calmada de un hombrequeeslibrecomoelviento. —¿Qué has observado? —me pregunta Damien en cuanto la puerta se cierra. Meobligoaponermeerguidaynodejarquemedomineelpánico. —Quenolohanegado. —No—constatacuandosesientaasumesa—.Nolohahecho. —¿Quésignificaeso?—pregunto,aunquetemosaberloya. Damienmesorprendenegandoligeramenteconlacabeza. —Puedequenosignifiquenada.—Memiraalosojos—.Siyohubiera estado en su situación, tampoco habría reconocido ni negado nada. ¿Por quédarleesasatisfacciónalcabrónqueteponecontralascuerdas? Respirohondoymerelajounpoco,aliviada. —Entiendo. No obstante, el alivio se me pasa por completo cuando recuerdo que hayalgoqueDamiennosabe:Jacksonextrajodelacámaradelaislael discodememoria.Piensoenello,ysientoquelairayelsentimientode traiciónmebullenenlasentrañas. —Perolosvigilaréaélyalproyecto.Estáenunaposiciónúnicapara hacerverdaderodaño.Tútambiéndeberíasvigilar—añade,yporsutono devozintuyoqueeldañodelquehablanoserefierealaempresasinoa mí. Fuerzounasonrisa. —Loharé.Claro. Doy medio paso hacia la puerta, impaciente por marcharme, pero las palabrasdeDamienmedisuaden. —Tienesqueverotracosa. Sutonodevozmeinfundepavorymevuelvohaciaéldespacio. —¿Quépasa? Me señala la pantalla con la cabeza. El artículo de LA Scandal desaparece,sustituidoporunasolafotografía. Trago saliva y las mejillas me arden de vergüenza. Es una imagen de Jackson y yo abrazados. Y no nos estamos dando el dulce beso con que terminan muchas películas. No, la fotografía es de cuando Jackson me arrimó a él de un tirón y me devoró la boca, casi me la folló con la lengua.Tieneunamanohundidaenmipeloyestáapuntodemetermela otrabajolasmallasdeyogaparatocarmeelculo. Meestremezcodesolomirarlafotografía,porquemeavergüenza,sí, perotambiénporquemerefrescalamemoria. —Damien… —Me aclaro la garganta; la voz me ha temblado demasiado—.Yo… Medoyporvencidaporquenosésideboempezardisculpándomepor nohabertenidocuidadoopornoserprofesional.Yporquetampocoestoy seguradecómoexpresarlo. —Siéntate. Obedezco.Tomoasientoconlaspiernasjuntas,lasmanosenelregazo ylamiradabaja. —Mírame. Inspiro y alzo la cabeza, preparada para recibir un rapapolvo. Pero, aunqueesperovercensuraensurostro,soloveopreocupación. —Noestásenunlío,Syl—dicecondulzura—.Peromepreocupas. Sientoquemerelajodeinmediato. —Nopenséenlascámarasdevigilancia.Ydespués,cuandomeacordé, bueno,nopenséquetú…quenadielovería. Noesdeltodocierto.Sabíaquelosguardasloharían,peroningunode elloshabríamandadolafotografíaaDamiensinavisarme. —Dudo que me hubiera enterado de no ser por el artículo de LA Scandal.Soyelúnicoquehavistolacinta. —Entonces¿noesdeldominiopúblico? Solo cuando lo he dicho he sido consciente de que me preocupaba un pocoqueestopudieradarpieaotroartículoenLAScandal. —Que yo sepa, no lo ha visto nadie aparte de Nikki y yo. Lo he descubiertoencasa.Ellaestabaconmigo.Losiento. —No,tranquilo.—Mepasolosdedosporelpelo,sinsabermuybien cómo me siento aparte de profundamente avergonzada y muy poco profesional—.Deberíassaberque… Una vez más me interrumpo. Estaba a punto de negarlo, pero ¿negar qué?¿QueJacksonyyoestamosliados?Loestamos.¿Quelonuestrono tienenadaqueverconelresort?Lotiene. Porfinmedecidoporrespondercongeneralidades. —Deberías saber que, aunque estoy tremendamente avergonzada porque lo hayas visto, esto no perjudica al resort. Ni influye en mi dedicaciónalproyectooaJackson. —Solo voy a decirlo una vez: te creo. Pero si sale mal, te quitaré el proyectoyselodaréaTrenttanrápidoqueniteenterarás. Meretuerzolosdedos. —Loentiendo. —Noobstante,esanoesmimayorpreocupación. —Nohayunanormativaqueprohíbasalirconcolegas,y… —Malditasea,Sylvia. Mequedopetrificada. —Damien… —Estonoesporlanormativa.Esporti. Espero,sinsabermuybienadóndequierellegar. —Eres una buena empleada, pero también eres una buena amiga. ConozcoaloshombrescomoSteeleynoquierovercómotehacesufrir. —Yo…Oh. Inspiro. —Nomefíodeél.Leheconcedidoelbeneficiodeladudaconlafoto deSykes,peroaquílapalabraclavees«duda». —Loentiendo.Detodosmodos,yolecreo. Esoúltimonoesdeltodocierto.Porqueahoramismonoestoysegura. QuierocreerqueJacksonnoharíanadasemejante,quenoaprovecharíael tiempoquehemospasadoenlaislaparacargarseelproyecto.AStark. Quiero creerlo. Aun así, no puedo quitarme de la cabeza el dichoso discodememoria. Noobstante,Damiennonecesitasaberlo.Además,tengocadavezmás ganas de vomitar. Porque noto que mi enfado y mi preocupación crecen pormomentosyporquenomegustaocultarcosasamijefe. Damienmesonríesinconvicción. —Séqueconfíasenél.Yporesomepreocupas. Lequitaimportanciaconungestodelamano. —De momento olvidemos el tema. Pero, Syl, estaré pendiente. Y acabaréconélsicreoqueteutilizaparacargarseelproyectooconsidero que te hace sufrir. Protejo a mis empleados, señorita Brooks. Y también velopormisamigos. Asiento,conmovidaporsuspalabras,aunquemeasustelapreocupación quelashasuscitado.Porque,entresaberloquehaocurridoconeldisco dememoriayladudaqueDamienhasembradoenmí,tengolacabezaa puntodeestallar.Melevanto,dispuestaasaliryordenarmisideas. —Una cosa más antes de que te vayas. Es posible que mi padre esté involucradoenesto. —¿Tupadre? —Noeslaprimeravezqueseentrometeenmisnegocios,informaala prensasensacionalistaomanipulaloshechosparabeneficiarse. Asiento.SédesobraqueloqueDamiendiceescierto. —Yeslaclasedehombrequesembraríacizaña. —¿Creesquealguiendelosnuestrosleestápasandoinformación? Frunzo el entrecejo al recordar que Jeremiah Stark asistió a la proyección del documental. Evelyn me dijo que estaba en el consejo del ProyectodeProtecciónHistóricayArquitectónicaNacional,aligualque Michael Prado. ¿Significa eso que conoce a Jackson? Y, aunque así sea, ¿qué? MedispongoamencionaresevínculoaDamien,perocambiodeidea. Lo cierto es que no hay ningún vínculo; solo es mi mente imaginando conspiraciones. Y hasta que no se lo pregunte a Jackson no hay motivo paraquediganada,aunqueestasmalditasdudasmíasmeesténzumbando enlacabezacomomosquitos. —Creoqueesposible—responde—,peronoledesdemasiadasvueltas. Céntrateeneltrabajo,noenloschismes.Solosonruido,Sylvia. Asiento. Desde su perspectiva, tiene razón. Desde la mía, necesito preguntaraJacksonporelrumoryporeldichosodiscodememoria.E inclusoporelmalditoJeremiahStark. —Salgoenunashoras.Nomegustairmedeviajecuandoalguienestá puteandoamiempresa. —Sé cómo ponerme en contacto contigo si pasa algo —digo—. O si nosenteramosdealgoconcreto. Consigomantenermecalmadayconunaactitudprofesionalduranteel resto de la reunión mientras repasamos los planes de viaje de Damien y losasuntosdelosquedeboocuparmepersonalmenteopasaraRachel. No obstante, cuando me marcho he acumulado tanta preocupación y tantomiedoqueestoyapuntodeestallar. —¿Qué pasa? —pregunta Rachel, pero le indico con un gesto de la manoqueestenoesunbuenmomento. Aunque tengo que ponerle al día de muchas cosas, tendrá que esperar. AhoramismonecesitohablarconJackson. Loencuentroenlaplantaveintiséis,eneldespachoesquineroqueesla únicasalatotalmenteterminadadeestaplanta.Elrestoseequiparáenlas semanas siguientes para albergar a los delineantes y otros técnicos que Jacksonnecesiteincorporaralproyecto. También hay una mesa justo delante del despacho para la sobreprotectora secretaria de Jackson. Aún está en Nueva York, pero Jacksonmedijoquequizáselatraeríaycerraríasuestudioneoyorquino duranteuntiempomientrasestuvieraenlacostaOeste. Recuerdoquemediolargascuandointentéreunirmeconél.Estavezno hayningunabrujamontandoguardia,demodoqueabrolapuertadegolpe eirrumpoensudespacho. Jacksonestájuntoaunamesadedelineaciónymemira,sorprendido, cuandoentrocomounaexhalación. El despacho está hecho un desastre. Papeles diseminados por doquier, cajasvolcadas,ynosésiestecaossedebealamudanzaolohacreado Jackson. Sospecholosegundo,yesosoloreavivamienfadoymistemorescon respectoaldiscodememoria. —Debería haberlo sabido. —Mi tono es áspero pero mesurado. Demasiado mesurado—. Me lo dijiste tú. Me dijiste que esto era una venganza.Pensabaquetereferíasamí.Perodesdeelprincipiointentabas vengartedeDamien,¿eseso? Levantaundedoymeseñala,conlasfaccionestancrispadasqueséque estáesforzándosepornoestallar.Adecirverdad,conozcolasensación. —Nomevengasconesas—mesuelta—.Noentresaquíhechaunafuria paradecirmequecreesloqueafirmaesehijodeperra. —Maldita sea, he confiado en ti. Muchísimo. En lo más íntimo. No puedesjoderesaconfianzaasí,Jackson.Nopuedes. Por un momento me parece ver dolor en su mirada. Luego solo adviertofríocálculo. —¿Quécreessaberexactamente? —Lo del disco de memoria y esa chorrada tuya sobre el salvapantallas… ¡Me has utilizado! —Me escuecen los ojos, pero, por primera vez en la vida, agradezco no ser capaz de llorar—. Me has utilizado,joder.¿Yporqué?¿ParadejaraDamienenmallugar? —No sabes lo que dices —declara Jackson muy despacio—. Y en cuantoalaconfianza,tampocoveoquetúmetengasmucha. Respirohondoparaserenarme. —Está bien. De acuerdo. —Me paso los dedos por el pelo e intento calmarme—.¿ConocesaJeremiahStark? —¿ElpadredeStark? —Damiencreequesupadrepuedeestarsaboteandolaempresa. Tratodeinterpretarsuexpresión,desabersiestáalcaso,peronome transmitenadaapartededesconcierto.Esomealivia. —¿Porqué? —Noseríalaprimeravez.Nopuedodartedetalles,peronomechupo el dedo y he visto a ese hombre hacer cosas bastante censurables, y el hecho de que Damien sea su hijo solo lo empeora. Es decir, los padres deberíanprotegerasushijos,noutilizarlos. Jackson da un paso hacia mí, pero ahora mismo no quiero su compasión. He permitido que mis problemas personales se cuelen en la conversaciónynopiensoseguirporahí. Alzolacabeza,hagoacopiodevalorylepreguntoabocajarro: —¿TrabajasconJeremiahStark? Separaenseco,ylaamabilidadquehepercibidohaceunmomentoen éldesaparece. —Joder,¿metomaselpelo? —Jeremiah Stark estuvo en la proyección de tu documental —arguyo —.Lovi.Yahoraquierounarespuesta.¿Loconoces?¿Trabajasconél? —PorsupuestoquenotrabajoconJeremiahStark—reponde,ylecreo. Noobstante,sigosinsaberquépensar.Séloquehevistoconeldisco dememoria.RecuerdoloqueTrentmedijosobreelestudiotopográfico queJacksonhabíarealizadodelaislaantesinclusodequeleofreciéramos elproyecto. Piensoentodoelloynoséquésignifica. —¿Quépasaaquí?—preguntaJackson—.¿Tujefemehadespedido? Niegoconlacabeza. —No. No hay pruebas. —Lo miro a los ojos—. Damien no sabe que cogisteeldiscodememoria. —Cogíeldiscoporquequeríatenerunafotodelosdos.Yatelodije. —Sí —reconozco—. Eso alegaste… Y también dijiste que querías vengarte. —Inspiro—. Lo cierto es que no sé qué pasa, Jackson. Pero lo importanteesquenopermitiréquemejodaselresortparaquetevengues deDamienporunacompradeterrenosqueocurrióhacecincoaños. —Yalotienesclaro,¿eh?—diceconfrialdad. —Lo que tengo claro es que debo andarme con cuidado —replico—. Quehedeserinteligente. Me da miedo, mucho miedo, haberme sincerado demasiado con este hombre. Haber confiado en él cuando no debería haberlo hecho. Y estar pagandoahoralasconsecuencias. —Entonces ¡sé inteligente! —exclama—. Porque si piensas con la cabezasabrásquenuncapondríaesteproyectoenpeligro.Mireputación significa demasiado para mí. Tú significas demasiado para mí. Todo lo quemehascontado…Todaslaspartesdetiquemehasentregado…¿De verascreesqueviolaríaesaconfianza? —No lo sé —reconozco, y me siento como si el corazón se me estuvierapartiendo—.Sencillamente,nolosé. —¿No?Puesdeberíassaberlo. —Jackson… —Vete—dice. —Jackson,malditasea,tenemosque… «Ahoramismo,Sylvia,necesitoquetevayas.» 21 A horamismo,Sylvia,necesitoquetevayas.» Esaspalabrasmehierenenlomáshondo.Sonmispalabras,lasqueyo ledijehacetantosaños.Ydurantemásdeunahoranomelaspuedoquitar delacabezamientrasmeduchoymeretocoelmaquillajeenelvestuario demujeres. Cuandoyanopuedoseguirescudándomeenesoparaesconderme,subo alaplantaveintisiete,mesientoamimesaeintentoavanzarunpococon el resort, esperando que mantenerme ocupada y concentrada me impida pensarenJackson. Sinembargo,teniendoencuentaquemiproyectodehoyeslidiarconla AdministraciónFederaldeAviaciónporelpequeñohelipuerto,miestado deánimonohamejoradomuchocuandodejodetrabajarybajoapieal bufete de Bender, Twain & McGuire, donde Cass ha quedado con Ollie parahablarsobresufranquicia. HevenidoaestebufetemontonesdevecesconDamien,demodoqueno me sorprende cuando Cyndee, la recepcionista, me hace pasar directamentealapequeñasaladereuniones.Laspersianasestánbajadas,y mesientoculpableencuantoreparoenquehellegadoconcincominutos deretrasoylareuniónhacomenzadosinmí. Llamo a la puerta, entro y me quedo sin habla cuando veo a Jackson sentadojuntoaCass. Ollie,alotroladodelamesa,alzalavista. —Sylvia,acabamosdeempezar.Cogeunagalleta. Meseñalalafamiliarbandejadegalletasdanesas.Esloquemásgusta de las reuniones a las que asisto en este bufete. El picoteo aquí es una pasada. CojounadeavenaconpasasymesientoalladodeCassparatenerlade parapetoentreJacksonyyo.Séqueélmeestáobservando,peronovuelvo lacabeza.Nopuedoestarseguradenodesmoronarmesilomiro.YCass se juega mucho para que yo permita que mis problemas personales me confundanolefastidienlareunión. Peseasusnerviosymiedos,laspreguntasqueCassplanteaaOllieson inteligentes.Ollietambiénmedejaimpresionada.Nuncahetrabajadocodo con codo con él, pero sé que pasó un tiempo en el departamento de Litigios y temía que no estuviera al día de los pormenores de crear una franquicia.Noobstante,esunexpertoynosolodescribeaCasstodaslas gestionesquetienequerealizarparaponerseenmarchasinoquetambién estremendamentepacienteconsuspreguntasynorecurrealajergalegal. Jackson tampoco está aquí de adorno e interviene varias veces para aclarar lo que Ollie ha dicho o pedirle más explicaciones. Es de tanta ayudaque,apesardequesigoconlosnervioscrispados,agradezcoque hayavenido. —Tehedadomuchoenquepensar—diceOlliealfinaldelareunión—. Tus deberes son reflexionar acerca de cómo captar inversores. Eso disminuirádemanerasustancialturiesgo,perotambiéntuparticipación. Todo se reduce a riesgo y rentabilidad. Y control —añade—. Ahora mismotúereslaúnicacaradeTotallyTattoyyallevastiemposiéndolo. Plantéatesiestásdispuestaarenunciaraeso. —Loharé—prometeCass. Nos despedimos y nos dirigimos al vestíbulo mientras Ollie echa a andarenelsentidocontrario,caminodesudespacho. —Muchísimas gracias por venir, chicos —dice Cass mientras me abraza.SevuelvehaciaJacksonyledaotroabrazo—.Erestanincreíble comoafirmaSyl. —¿Ah,sí?—declaraélmirándomeporencimadesucabeza. Memuerdoellabioaldarmecuentadequeestaeslaprimeravezquese ven.YtambiéndequenohetenidotiempodeinformaraCassdenuestro últimodrama. —AZeelehasabidofatalquenopudiéramosvernosjustodespuésdel trabajo, así que voy a intentar alcanzarla para ir a tomar algo. ¿Queréis venir? Niegoconlacabeza. —Tengo una clase de fotografía con Wyatt. Y antes necesito ir corriendoacasaparacambiarmederopaycogerlacámara. HepensadoenanularlaclasecuandoNikkimehadejadounmensajede vozmuyilusionadaporqueDamienyalehadichoqueselallevaaNueva Yorkestanoche.Perolociertoesqueúltimamentenohepasadosuficiente tiempodetrásdelacámara.Yahoramismolahecagadotantoquelaidea de olvidarme de todo y concentrarme solo en la forma, la luz y la composiciónmeresultamuyatractiva. —Pásatelobien—medeseaCass.Señalaelascensor—.¿Bajáis? Medispongoadecirquesí,peroJacksonmetocaelcodo. —Bajatú—responde—.QuierohablarconSylviaunmomento. Casssonríe. —Pues claro. —Señala la recepción con la cabeza, donde Cyndee está atendiendounallamada—.Peroseddiscretos. Nosguiñaelojoysealejacaminodelosascensores. —Gracias —digo cuando Cass ya no está—. Ha sido un detalle que vinieras. —Tedijequeloharía. —Sí. —Cambio el peso al otro pie porque detesto sentirme tan incómodaconél—.Pensabaquenovendrías. —Deberíastenermásfeenmí—arguye,yséquenoserefiereaCass. Quizátengarazón.Quizádeberíahacerlo.Peronodigonadadeesoen vozalta.Solomeencojodehombrosymerepito. —Enfin,mealegraquehayasvenido.Significamuchoparaella. —Yparati. —Sí.Yparamí. Memiraunmomento,tanfijamentequeparecequeestémemorizando mirostro. —Túyalosabes,Sylvia.Notecuestiones. Lerehúyolamirada.Nomegustacómomehierensuspalabras,cómo despiertantodosmismiedos. Pero,antetodo,temohaberlacagado.Yhabervueltoaperderlo. Elmiércolesvuelvoaestarenrecepción,yeldíaestanfrenéticoentrela ausencia de Damien y los diversos fuegos que tengo que apagar que apenasmedatiempoapensarenJackson. Agradezcoestapequeñabendición. Agradezcoinclusomásnoverloentodoeldía.Noobstante,cuandose hacen las siete y el edificio empieza a vaciarse me descubro pensando cadavezmásenél.Esabsurdo,porquenoestoypreparadaparavolvera verlo.Noséquéquierodecirlenidequémanera. Pero eso no cambia el hecho de que ansío verlo, y saber que no ha subidoaverme,quenoansíavermetambién,mefastidiamásdeloqueme gustareconocer. Asípues,aunquevuelvoasentirmecomosifueraunacolegiala,llamo aseguridadypreguntoaJoesiJacksonestáeneledificio. —No,señora…señoritaBrooks.Hoynohavenido. Cuando cuelgo el teléfono me siento tonta. Porque la verdad es que podría haberme ido a casa hace una hora y, en vez de eso, he estado haciendotiempoconlaesperanzadeveraJackson,yélnitansiquieraha venido. Estoyhechaunlíoylosé.CaminodecasaenelcochellamoaCass,que parecetanagobiadacomoyo. —¿Quépasa? Patético, quizá, pero me alegra descubrir que no soy la única que ha tenidounamierdadedía. —Nada.Soloestoymuertademiedoporelasuntodelafranquicia.Zee creequeesunerror. —¿Porqué? —No lo sé. —Cass parece agotada y exasperada—. Dice que es una obligación demasiado grande. Que me ocupará demasiado tiempo. Dice queyaloestáhaciendo,porquemehepasadocasitodoeldíaleyendotoda la información que Ollie me dio, y hasta más. Encima, está cabreada porqueayerapenasnosvimos. Frunzoelentrecejo. —Quiereestarcontigo—arguyo,esperandotenerrazón—.Acabáisde empezar, así que está celosa de todas las personas que te roban tiempo. Esoincluyetutrabajo. —Supongo. Oye, tengo un dolor de cabeza mortal, y hoy cerramos tarde y no tengo un minuto libre. Voy a tomarme un ibuprofeno y prepararmeparamipróximocliente.Eh—añade,depasada—,¿porqué mehasllamado?¿Estásbien? —Genial—miento,ydejoquecuelgue. Me digo que debería creerme mis palabras y, al entrar en el piso, las repitocomounmantra.«Soygenial.Soyincreíble.Mevadeperlas.» Elmantranomehacedemasiadoefecto,demodoquedecidoseguirel ejemplodeCassyautomedicarme. No obstante, mi droga favorita no es el ibuprofeno, sino una buena ración de helado de vainilla con Kahlúa y tantos capítulos de Friends comoseacapazdesoportar. Sé que me he quedado dormida cuando Ross sale de la pantalla y se convierteenBob. —Noeresreal—digo—.Yano.Noeresmásqueunsueño. —Soydelomásreal,ylosdoslosabemos.—Daunpasohaciamíconla cámara,enfocándomelacara—.¿Quécreías?¿Queéltesalvaría?Teha puteadoigualquehiceyo. Niegoconlacabeza. —No. —Él no puede ayudarte. Pero yo puedo darte lo que quieres. Los dos sabemosquetegustaba. —No. Alarga la mano y noto sus dedos fríos cuando me los pasa por la piel. Intenta agarrarme por la muñeca, pero me suelto y echo a correr por pasillos oscuros, entre rascacielos en construcción y por largas vigas de acerosuspendidasenelcielo. —Élnopuedesalvarte.Nitansiquieratúpuedessalvarte. Se está acercando, pero no debo dejar que me atrape. Miro alrededor, histérica, sin saber qué busco pero consciente de que tengo que encontrarlo. Yentoncesloveo. ¡Jackson! Estáenelsuelo,almenostreintapisosmásabajo. Extiendelosbrazos. —¡Salta,Sylvia!¡Saltayyotecogeré! AlvolvermeveoqueBobestámáscerca. —Nadiepuedecogerte—dice—.Vasaestrellartecontraelsueloyarder enllamas. —¡Malditasea,Sylvia,confíaenmí! OigolavozdeJacksonconmuchaclaridadpesealadistanciaquenos separa. Y, aunque me da miedo saltar, aunque estoy a punto de lanzarme al abismo sin contar con nada más que sus brazos para salvarme, salto al vacío y me precipito por el tormentoso cielo azul hacia el hombre que aguardaenelsueloparasalvarme. 22 HepedidoaRachelquemesustituyaestejuevesporlatardeporqueno aguantaba más en la oficina. Porque necesitaba decirle a Jackson que lo sientoyporquesabíaexactamentecómoibaahacerlo. Peroahoraqueestoyenelpuertodeportivoloúnicoquehehechoen estos últimos veinte minutos es quedarme en el muelle mirando el Verónica. Jackson está dentro, no me cabe ninguna duda. Al llegar he visto su sombracruzandoelestudio.Pero,aunquehevenidoporél,noacabode atrevermeasubirabordo.Medamiedoquemeeche;nocreoquepudiera soportarlo. «No.Nolohará.Estucaballero.Esquienvaasalvarte.» Asiento, envalentonada por mis pensamientos. Agarro con más fuerza elbolsoquellevoalhombroysuboabordo. Nadaestácerradoconllave.Nilaportezueladeaccesoniningunaotra. No es muy prudente que digamos, pero no puedo negar que me lo ha puestofácil. Primerovoyasuestudio,perocomonoestábajoalcamarote. Oigoelaguadeladuchayvacilodelantedelapuertadelbaño,tentada deacompañarlo.Despuésmirolacamaydecidoquetengounplanmejor. Almenos,loessinomeecha.Perocorroeseriesgoenamboscasos, asíquelomejoresquenomepreocupedeeso. Dejoelbolsoenelsueloysacoloquehetraído.Decaminoaquímehe detenidounmomentoparahacerunascompras.Colocotodoslosartículos sobrelacama,peroalinstantememuerdoellabioporquetemohaberme pasadounpoco. Aunque,silopienso,¿cómoeseldicho?¿Sinovasasudarlacamiseta notelapongas?Enloqueamíconcierne,esaspalabrassonley. Dejo de oír el agua de la ducha y sé que no tardará en salir del baño. Dudounossegundos,peroalfinalmedecidoenelúltimomomento.Me quito la falda, la blusa, el sujetador y las bragas. No obstante, me dejo puestos los zapatos negros de tacón de aguja. Y cojo una camisa blanca almidonadadesuarmario,melapongoymeabrochotodoslosbotones salvolostresdearriba. Mellegaamediomusloy,ajuzgarporlaimagenquemedevuelveel espejitocolgadosobrelacómodaempotrada,creoqueestoymonaysexy, yesperoquedeseableydignadeperdóntambién. De cualquier modo, ya es demasiado tarde, porque Jackson está abriendolapuerta,einspirohondocuandoentraenelcamaroteyloveo, delgado,bronceadoyperfecto,sinnadaapartedeunatoallitaalrededorde lascaderas. —Sylvia. Noséinterpretarsureacciónporsutono.Carraspeoyconsigoesbozar unasonrisa. —Deberías echar la llave si vas a meterte en la ducha. Nunca se sabe quiénpuedeentrar. —No suelo ducharme por la tarde. Por alguna razón, he estado distraído. Me mira de arriba abajo y, aunque su tono aún es apagado, la toalla apenas disimula lo excitado que está. Soy consciente de que eso no significa forzosamente que vaya a perdonarme, pero estoy más que dispuestaaseroptimistaeinterpretarlocomounabuenaseñal. Cuandoestoyapuntodedisculparme,Jacksonsemeadelanta. —¿Qué es todo esto? —pregunta después de señalar la cama con la cabeza. Estaveznomecabedudadelardordesuvoz. Vuelvo a aclararme la garganta cuando veo que coge una bobina de cuerdadenailon. —Yo… Es que… me he detenido en Come Again —respondo, refiriéndome a una tienda de juguetes sexuales de la zona—. Intentaba decidir cómo pedirte perdón por haber dudado de ti. Por no haber confiadoenti. Dejalacuerdaycogeelvibrador.Ladealacabezacuandomemiray, aunque las mejillas me arden tanto que temo prender fuego al barco, agradezcoquenosoloparezcadivertidosinointrigado. —¿Yahoraconfías? —Sí. Unabrevepalabra,tansimplecomocierta. Cogelapaletadecueroysepegasuavementeconellaenlapalmadela mano antes de mirarme con un deseo tan salvaje y peligroso que estoy tentadadesaltarmeladisculpaysuplicarlequemefolle. —¿Quétehahechocambiardeopinión? Mepasolalenguaporloslabios. —No he cambiado de opinión. Me he dado cuenta de que siempre he confiadoenti.Peromedejéllevarporlosrumoresylasdudas.Esalgo horrible. Se cuela por los poros. Puede ser muy destructivo. —Inspiro hondo—.Jackson,losientomucho. Enlugarderespondermiralaseleccióndejuguetessexuales. —¿Yasíescomopiensasdemostrármelo? —Mehaparecidobuenaideacuandoloshecomprado. Su expresión es inescrutable y estoy tan nerviosa como frustrada. Quieroquemeperdone.Quieroquemetoque. Lodeseo,lisayllanamente. Yahoramismonotengolamenorideadecómosobrevivirésimedice quemelargue. —Nonecesitastodoesto. —¿Estásinsinuandoquequieresquemevaya? Porunmomentomeparecepercibirensusemblantequeestádolido. —Claroqueno. —Entoncesestoesloquenecesito,Jackson.Túmismolodijiste. —Sylvia… —Malditasea.Nosoyfrágil.Necesitoquesepashastaquépuntoconfío en ti. Esto es lo que quiero. —Cojo la paleta—. La he cagado, Jackson. ¿Novasaazotarme? Salvoladistanciaquenosseparayrespirosuolor,ajabónychampú, mientrasveocómolellameanlosojos.Mecogelapaletaylaarrojaala cama;luegomeagarraporlamuñecaymearrimaaél. —¿Noloentiendes?EnAtlantatepresionéysalistehuyendo. —HablamosdeestocaminodeMalibú.Deporquéhui.Deporquéhui deti.Túlodijiste…Bondage.Morbo.Juguetes.Esloquemeprometiste. Yteníasrazón. —Esofueantes… —¿Antesdequeteloexplicaratodo? Veolaafirmaciónensusojos. —Noquieropresionartedemasiado—dice. —Pero yo quiero que me presiones —respondo—. Quiero que me presionesmásymellevesmáslejos.Quieroquemellevestanlejoscomo desees, tan lejos como necesites. Te contienes porque crees que yo lo necesito. Estás reprimiendo lo que ansías. Quién eres. Control y poder, ¿recuerdas?Medijistequeereseso. Sigueensilencio,demodoquemeapresuroaseguir. —Dijiste que podías darme seguridad. Que me pone que me utilicen, pero solo si lo hace alguien en quien confío. Que a ti te gusta mucho el control. Que te pone cachondo y duro. —Respiro e intento hablar más despacio—.Medijistequequeríasquemesometieraati.¿Aúnloquieres? —Más que nada en el mundo. —Parece que le hayan arrancado las palabras—. Pero te repetiré lo que ya te he dicho: no si el precio es romperte. —Nomedestruirás.Nopuedes.—Loabrazoporlacinturaylevantola cabeza para poder mirar a este hombre que tiene la fortaleza de saber contenerseparanohacermedaño—.Túeresmipegamento,Jackson.Mi pegamento,micaballero,mihéroe. —Esoesmucharesponsabilidad. Entrecierro los ojos y me río, porque por fin he percibido consentimientoensuvoz. —¿Podrásconella? —Conunpocodeesfuerzo,creoquesí. —Entoncesempezaremosdespacio—digo—.Perollegaremoslejos. Daunpasoatrásparapodermirarmedearribaabajo,desdeloszapatos detacónhastalosojos. —¿Quéllevasdebajodemicamisa? —Nada. Lapasiónqueenturbiasumiradaencierratalpromesaquenotoelsexo entensión,anticipándose.Merodeadespacioy,aunquenomemuevo,sé quetienelosojosclavadosenmí.Sientouncosquilleoencadaporodemi piel. Seacercaalacamaycogelapaletaquehalanzadohaceunmomento. —Tehasportadomal.Peronoquieroesto. Mesorprende la decepción que me invade. No estoy segura de cómo puedo echar de menos algo que jamás he experimentado, pero estoy segura de que lo deseo. Como si de un tatuaje se tratara, quiero que Jackson me deje una marca, y estoy a punto de confesárselo cuando se colocadetrásdemíymeacercaloslabiosalaoreja. —Cuandoteazote,cariño,seráconlapalmademimano.Noconcuero. Niconuninstrumento.Nohabránadaentretúyyo.¿Loentiendes? —Sí,señor. —¿Tehasportadomal? —Sí. —¿Quéhashecho? —Deberíahaberconfiadoenusted. —¿Confíasenmíahora? Mevuelvo;porquenecesitoverlo. —Totalmente. Mi respuesta parece despertar algo en su fuero interno, porque me agarraporloshombrosymearrimaaélcomosifueraabesarme.Pero nolohace,ylaexpectaciónmeentrecortalarespiración.Cuandoseretira andando hacia atrás para sentarse en el baúl que hay al pie de la cama gimo,sorprendidaantelafuerzademicrecientedeseo. —Venaquí—dice—.Pontesobremisrodillas. Obedezco y me echo en su regazo de forma que tengo el trasero en pompa.Ymiinterésseavivacuandonotosuerecciónbajolatoallayme doycuentadequeestáexcitadísimo,tantoomásqueyo. Con delicadeza, me levanta la camisa para dejarme el culo al aire. Mantieneunamanoenmiespalda,peroconlaotrameacaricialacurva deltraseroyesemeromovimientohacequemeretuerza. —Estatequieta—dice,ymedetengodeinmediato. Olointento,porquesuscariciashancambiado.Sonmáspausadas.Más sensuales.Ycuandobajaeldedoparaverlomojadaqueestoynopuedo evitarretorcermedeplacerotravez. —Tegusta—añade—.Veamossiconsigoquetegusteaúnmás. Levanta la mano y me azota con la palma. En un primer momento el dolorseconcentraenunpunto.Después,sinembargo,pareceextenderse comounmillóndeminúsculaschispasquealprincipiomequemanpero enseguida dan paso a una agradable sensación. Lo repite, y esta vez me arrancaungemidodepuroplacer. —Eso es, nena —dice mientras con un dedo me explora el sexo, empapadoycaliente—.Oh,sí,estáclaroquetegusta. Me da otro azote, seguido de otro más. Luego me calma el dolor acariciándomeelculoconsuavidad,ytengolasensacióndeencenderme pordentroyarderenlasllamasdeundeseoirrefrenable. Unavezmásbajalamano,pero,enestaocasión,envezdelimitarsea acariciarmeelsexo,memeteeldedoenteroaltiempoquemepongode puntillasparalevantarelculoyfacilitarleelacceso,porqueahoramismo lo único que quiero es esto. Esta sensación de perder el mundo de vista mientrasJacksonmecolmadeplacer.Desaberquepuedollegartanlejos comoélpuedallevarme,peroquemetraerádevueltaporqueconfíoenél. Mefollaconeldedo,metiéndoloysacándoloaunritmoqueaumenta miplacer,ymientrassupollapalpitabajomicuerpoloimaginoencima de mí, embistiéndome, y gimo porque el goce es ya tanto que casi me resultainsoportable. —¿Losientes? —Sí. —Soy yo, nena. Mi polla. Mi mano. Mi piel. Has traído un vibrador y meparecebien.Teprometoqueundíaharébuenusodeélcontigo,pero noahora.Hoynadaquenoseayotedaráplacer.¿Loentiendes? —Sí —respondo con los músculos tensos alrededor de sus dedos porquequieroquemelosmetaaúnmás. Estoy al límite y empapada, la cabeza me da vueltas y lo único que quiero es que Jackson me posea, que me folle sin piedad, deprisa y a conciencia. Peroentonces,comoestoesuncastigo,retiralosdedos. Cuandogimoteosureacciónesreírseentredientes. —Paciencia,cariño.—Medaunazotequeescasiunacaricia,pero,aun así, todo mi cuerpo arde—. A la cama —dice, y sé que voy a tener que esperarunpocomásparaexperimentareldulceplacerdelclímax. Peroyaestoyenllamas,bailandoalfilodeunprecipicio,conelcuerpo listoparaecharavolar.Y,oh,Diossanto,quierosaberquémeharásentir ahora. Suboalacamatalcomomehaordenadoylomiromientrasselevanta, sin preocuparse por la toalla, que cae al suelo. Tiene la polla completamente erecta, el esbelto cuerpo tenso, la cara tan cargada de pasión que parece la personificación del deseo. Más que eso, parece un dios. Me quedo pasmada al pensar que alguien como Jackson, tan brillante, fuerte y sexy, pueda mirarme con un deseo tan puro. Pero lo hace,ysufuerzamedebilita. Meenseñalacuerdaymellamaconeldedo. Gateo por la cama y me quedo delante de él. Soy consciente de cada partedemicuerpo.Delaligeracorrientedeairequesecuelaporlarejilla deltecho. —Date la vuelta —dice, y hago lo que me pide—. Pon las manos a la espalda,conloscodosdoblados.Cógetelosconlasmanosparaformarun cuadrado. Una vez más obedezco, y él me ata los brazos y las muñecas para inmovilizarme. Me resulta extraño sentirme atrapada y vulnerable y, no obstante, también me parece excitante. Pero solo porque estoy con Jackson;ansíosuscariciasyconfíoenquecuidarádemí. —Ahora arrodíllate y túmbate de lado sin separar la pantorrilla del muslo. Esunaposturapocohabitual,peroconsigoponermecomoordena,yél utilizaunanavajadelamesilladenocheparacortaruntrozodecuerday atarmeelmusloizquierdoalapantorrillaizquierda. —Teheinmovilizadolosbrazos—dice—.Yahorateestoyatandolas piernasenlaposturadelarana. Lo creo. Y contengo las ganas de preguntarle cómo sabe todo esto. Aunque,silopienso,sédesobraqueJacksonnohasidounmonje.Todo locontrario.Medigoqueesoesbueno.Quemeestoybeneficiandodesu experiencia.Ymeesfuerzomuchísimopornosucumbiraloscelos. Teniendoencuentalaatenciónquemeestáprestando,enrealidadnome resulta difícil. Con cada vuelta de cuerda, con cada nuevo nudo, me acaricia.Haestadoconcentradoenatarme,primeroelcostadoizquierdoy despuéselderecho,yentretantomehatocadodeunaformatansutilque solo ahora soy consciente de lo excitada que estoy. Completamente entregadaaélyaloquemehagaahora,sealoquesea. Cuando termina tengo las piernas atadas de tal modo que me veo obligada a estar de rodillas con los brazos a la espalda, casi como una penitente. —Estás increíble. —Su mirada es un reflejo de sus palabras, al igual que su erección—. La próxima vez haremos más. Te ataré un cordón alrededor de los pechos para que los notes más sensibles. O entre las piernas para que todos losmovimientos te repercutan en el clítoris. Hay muchasposibilidades. Me paso la lengua por los labios, ya intrigada y a punto de correrme solo por estar en esta postura, con las piernas separadas y el sexo a la vista. —¿Sabesporquéquieroatarte? Niegoconlacabeza,conelúnicodeseodeoírsurespuesta. —Porque quiero que sientas plenamente todo lo que te doy. Que no luchescontralassensaciones.Quenoteretiresporqueelplacerseatanto que casi raye en dolor. Atada, no tienes más alternativa que aceptarlo. Atada,notienesmásalternativaquesentir. Me pone la mano entre las piernas y me acaricia despacio. Tiemblo, llevadaporlaarrolladorasensacióndenotarcadarocedesupiel. —¿Ysabesporquéestaposturaestangenial? Unavezmásmelimitoanegarconlacabeza. —Porque estás completamente abierta. Puedo penetrarte por todas partes. El coño. El culo. La boca. —Me pasa eldedo por el cuerpo con cada palabra y me estremezco solo de pensarlo—. También lo haré, un día. Te deseo toda, Sylvia. Pero ahora mismo quiero sentirte sobre mí. Quierosujetarteycontrolarcadamovimiento.Ytequieromuycercapara vertelosojosybesartecuandotecorras. —Sí —susurro, tan empapada que me noto los muslos mojados—. Sí, porfavor. Meseparalaspiernas,searrodillaentreellas,mecogeporlascaderas y utiliza una mano para tumbarme boca arriba sobre la cama antes de penetrarme con una embestida fuerte y rápida. Estoy mojada, tan tremendamentemojadaquenonecesitairdespacio,ygritodeldelicioso placerdesentirlotandentrodemí. Estoy de cara a él, y la sensación de arquear la espalda mientras me folla es maravillosa. Me noto la piel tirante y sensible, y hasta un leve soplodeairemeexcitalospechos. PeroJacksonenseguidabajalasmanosymecogeporlaespaldapara levantarmeyponermeahorcajadassobreél. Nopuedoutilizarlasmanosniimpulsarmeconlaspiernas,demanera que,aunqueestoyencimadeél,Jacksonesquienhacetodoeltrabajo.Me sujetaporlacinturaparasubirmeybajarme,llenándomeyexcitándoseal sentirmetanprieta. Es erótica hasta un punto desquiciante, esta sensación de follar y ser follada de forma simultánea, y hago lo único que puedo hacer, que es tensarlosmúsculosalrededordesupollaconcadaembateyapretarpara que tenga un intenso orgasmo cuanto antes, aunque no quiero que esta sensacióntanintensaacabe. —Sí—diceanimándome—.Esoes,nena. Concadapalabramemueveconmásfuerza.Conmásrapidez.Ysiento latensióncreciendodentrodeél,laexplosióninminente. Tambiénlamía,porqueenestaposturamepenetratanhondoque,con cadaembate,mellevamáslejosmientraselmovimientooscilantecontra miclítorismehacerozarelcielo,rozarelorgasmo. —Porfavor—gimocuandoestamosapunto. Jacksonempiezaamovermeconurgenciahastaque,porfin,meagarra por la espalda para pegarme a él. Lo miro a los ojos y sé que ambos estamosapuntodeexperimentaresaexplosión. Y, cuando llega, es casi nuclear y lo único que me mantiene sujeta al suelo es la boca de Jackson, besándome con ardor, buscándome con la lengua, como si este beso escondiera un secreto que solo nosotros podemossaber. Nos quedamos así hasta que dejamos de temblar y, después, Jackson abrazamicuerpoexhausto. Meacaricia,ynotarsusmanosenmipielmereconforta. Despacio,medesataymefrotaconsuavidadlasmarcasquelacuerda mehadejadoenlosbrazos. —¿Cómotesientes? Lesonrío,cansada,agotadaycolmada. —Increíble—respondocasisinfuerzas.Luegomurmuro—:¿Podemos repetir? Notosurisavibrándomeenelcuerpocuandovuelveaabrazarme. —Creoquepuedoencargarmedeeso.Ahoraduerme,cariño. Suspalabrasparecenflotarporencimademí,ycuandosoyconsciente de que estoy rindiéndome al sueño el mundo se queda a oscuras y me acurrucoentresusbrazosprotectores. Resulta que Jackson es uno de esos solteros al uso que no tienen en la neveranadasalvountrozodequesoniotracosaquebeberapartedevino, whiskyescocésycerveza. Comonomeapetecedescongelarbolleríaniesperarunahoraaquenos traigan algo de comer, optamos por picar unas palomitas mientras asistimosaunasesióncaseradecine. AhoraestoytumbadaenelsofádelestudiodeJackson,conlospiesen suregazoymiordenadorapoyadoenlabarriga.Eneltelevisordelfondo delestudioestándandoElsueñoeterno,unaviejapelículadeHumphrey BogartqueJacksonhadichoqueteníamosquever,despuésdeencontrarla mientras hacía eso tan molesto que los hombres hacen con el mando a distancia. ComoBogartmegustaycualquiercosaesmejorquemirardeportes, meparecebien. Sesuponequeestoytrabajando,porqueaúnestempranoyestatardeno he terminado nada de lo previsto. Así pues, tengo el ordenador portátil abierto y estoy revisando las notas de Aiden sobre mi proyecto promocional y presupuesto revisados. Alterno esta tarea con archivar y responderdiversoscorreostantodemicuentacomodeladeDamien. Enotraspalabras,soyunaauténticamujermultitareas.Vivolavidade unaagenteinmobiliaria.Lavidadeunaasistente. ¡Ymedoylagranvida!,pienso,cuandomiroaJacksonysonrío. Me he puesto unos pantalones cortos y una camiseta sin mangas de Megan,yJacksonnohacemásquealzarlavistadelcuadernodebocetos que tiene apoyado en el brazo del sofá para sonreírme con expresión lasciva. —Nosabesdisimular—digo. —¿Ah, no? A lo mejor eres extremadamente intuitiva. Pongamos a pruebaesateoría.¿Enquépienso? —Ensexo. —Has acertado —dice con una sonrisa—. ¿En sexo tranquilo y pausado?¿Oensexoardienteymorboso? Enarcounaceja. —Nosabesdisimularnadaenabsoluto—insisto,ydoblolapiernapara poder pasarle el pie por los vaqueros hasta ponerlo en su entrepierna—. Sexo—añadomientraslomuevohaciadelanteyhaciaatrás—ardientey morboso. —Tienes toda la razón. —Me sujeta el pie de tal forma que tengo el empeineapretadocontrasuereccióncadavezmayor—.Más—dice,yde pronto esta indolente tarde de otoño se convierte en un caluroso día de tórridoverano. Y entonces, por supuesto, me suena el teléfono, que he dejado en la mesadecentro. —No contestes —me dice, pero ambos hemos visto el nombre que aparece en la pantalla: «Cass»—. Vale, contesta. Pero infórmale de que estolerestaunoscuantospuntos. Meríoyleprometoqueluegolecompensaré.EncuantorespondoCass desahogatodosuagobioconmigo. —Es que es todo —concluye—. Lo de la franquicia, Zee… Sé que estamos en la fase de ser inseparables, pero estoy empezando a agobiarme. —Tienesquetranquilizarte—leaconsejo—.¿Quieresquenosveamos paratomaralgo? SonríoaJacksonparadisculparme. —Estaríagenial,laverdad.¿AJacksonnoleimportará? —Espera. Cuando le explico la situación, Jackson me dice que por él bien, pero proponequelainviteaveniralyate. —¿Enserio? —Estumejoramiga.Podéisbebersinconducir.Yyotendréocasiónde conocerla un poco mejor, aunque prometo que me iré al estudio para dejarossolas.Yquesequedeadormir,siquiere.Esmás,invítalaalacto benéfico de mañana por la noche. Podemos recogerla en la limusina de camino. Me quedo mirándolo hasta que se remueve un poco en el sofá, incómodoconmiinspección. —¿Qué? —Eresincreíble. —Acuérdatedeesolapróximavezquediscutamos. Sonrío. —Tomarénota. CojoelmóvilyrefierolaconversaciónaCass,quienaplaudecuandola invitoalafiesta. —Enserio,Syl,Jacksonesuntesoro. —Novoyallevartelacontraria.Asíqueven…echandoleches. Por desgracia, Cass no vive lo bastante lejos para que Jackson y yo podamosllevaracabonuestroplanoriginaldepracticarsexoardientey morboso. —Mañana por la noche —dice él, y me besa antes de que baje a asegurarme de que hay sábanas en la cama del camarote de invitados—. Despuésdelafiesta,estatepreparada. —Yosiempreestoypreparadaparati. Susonrisameindicaquesabeperfectamentequenoexageroenlomás mínimo. CuandoCassllegaJacksonleenseñaelyateysesientaatomarunacopa con nosotras en la cubierta superior. El ambiente es muy distendido, y agradezco que Jackson pregunte a mi amiga por la franquicia e incluso respondasuspreguntas. —Solonecesitohablarloafondo,¿sabes?—arguyeella—.AZeenole apetecenioírhablardeltema. —Cuandoquieras—diceJackson,ymeencantavercuántoanimaami mejoramigaesteofrecimientosindudasincero. Hablamosunpocosobreelresort,peroJacksonutilizalaconversación comopretextoparamarcharse. —Debería ponerme a trabajar en el resort —arguye, y me mira—. La mujerquemehacontratadoesunatirana. —Creoque«jefadespiadada»ladefinemejor. —¡Eh!—protesto—.Aúnnolosoy. —Pero vas por buen camino —replica Cass mientras me acaricia la manoenactitudmaternal. Jackson se ríe de nuestras tonterías, me besa con pasión y baja a sentarsedelantedesuspantallasdeordenador. —Mecaebien—diceCassencuantoestamossolas. Sonrío. —Sí.Amítambién.—Respirohondo,subolospiesalsofáycontemplo elpuertodeportivo—.Selohecontado,Cass.Lehecontadoloquepasó conBob. —Mealegromucho,Syl. Semeencogeunpocoelestómago. —Selohecontadotodo.Esdecir,lehecontadoinclusomásqueati. Frunceelentrecejoy,poruninstante,creoqueestáenfadada.Ynome extraña,porquemesientoculpable. —Oh,tía,¿creesquenolosabía? Parpadeo,desconcertada. —Unmomento.¿Quésabías? —Quenomelohabíascontadotodo.Eraobvio. —¿Losabías? —Claro.YmealegrodequelehayascontadoelrestoaJackson. Mereclinoenelsofá,satisfechayconfusaapartesiguales. —Noesunconcurso,Syl.Loquelecuentasaél.Loquemecuentasa mí.Simenecesitas,puedescontarconmigoahoraysiempre. Cierrolosojosymeabrazolasrodillas. —Gracias. —No tienes que darme las gracias por eso, pero, aun así, de nada. En serio, Syl. Tanto si hablas conmigo como si no, te quiero y nada va a cambiareso.Ylodigocontodalaropapuestaenunsentidomásomenos platónico. Sueltounacarcajada. —Vale.Gracias.—Tragosaliva.Luegoinspiroyleconfiesoloqueaún no he sido capaz de reconocer ni siquiera a mí misma—. Creo que me estoyenamorandodeél. Chasquealalengua. —Yono. —¿Enserio? Nosésisentirmeofendida,sorprendidaodefraudada. —¿Qué te estás enamorando, dices? Venga ya, nena. Creo que estás perdidamente enamorada de él desde Atlanta. —Me aprieta la mano—. Enhorabuenaporhabertedadocuentaporfin. Mimejoramigaesunamujermuyinteligente. —Yotambiéntequiero,losabes,¿no? —Joder,sí,claro.Soyunamor. Pasamos el resto de la noche hablando de todo y nada, pero es agradableestarenelbarcoconelchapoteodelaguacomotelóndefondo yunabotelladescorchada—odos—devinodelantedenosotras. Cuando veo que Cass bosteza y reparo en que la luz del estudio de Jacksonestáapagadadoylaveladaporterminadayambasbajamosalos camarotes. La abrazo delante del suyo y le digo que puede dormir hasta cuando quiera,peroqueyomelevantarétempranísimoparairalaoficinayque le mandaré un mensaje de texto con la hora a la que pasaremos a recogerlaenlalimusina. Luego, sin hacer ruido, abro la puerta del otro camarote para ver al hombrequeamo. Estáenlacamadormido,conelportátilabiertoasulado.Seloquitoy me acuesto a su lado. Jackson me abraza sin despertarse y me acurruco contra él, tan emocionada por este sencillo gesto inconsciente como por cualquierotradelascosasquemehahechoodicho. Estoycontenta,loreconozco. Contenta.Feliz.Y,sí,enamorada. 23 Me complace mucho que hayáis podido venir los tres —nos dice MichaelPradoaJackson,Cassyamícuandonosrecibeenelvestíbulode suasombrosacasadeBeverlyHills. —Anosotrosnoscomplacehabervenido—respondeJacksonaltiempo que estrecha la mano a su amigo—. Me gustaría presentarte a mi novia, SylviaBrooks,yasuamiga,CassidyCunningham. ¡Novia! Es la primera vez que Jackson me llama así, y me quedo tan sorprendidaquecasinomedoycuentadequeMichaelmehatendidola mano. —No pongas esa cara de sorpresa —me susurra Jackson cuando las presentacioneshanconcluidoyestamosyaconelrestodelosinvitadosen elsalóndebaile—.Eslaverdad,¿no? —Sí. —La palabra burbujea en mí como si fuera champán y miro a Cass—.Sí,loes. —No es fácil sorprenderla —dice mi amiga a Jackson—. Creo que tu únicamaneradevolveraconseguirloesdesnudándola. Élseríeentredientesylepasaunbrazoporloshombros. —Buenatentativa,peronovoyacomplacertusfantasíaslascivas. —Teníaqueintentarlo. Pongo los ojos en blanco, pero es una pose. No solo sigo flotando porque Jackson me ha llamado «novia», sino también porque mi mejor amigaymichicohancruzadoesalíneainvisiblequeseparaalosmeros conocidosdeloscolegas. Bienmirado,lavidamolabastante. MeapoyoenJacksonyechounvistazoamialrededor.Yahevistoqué sepuedecomprarconunacantidaddedineroescandalosa,perohastayo tengo que obligarme a no quedarme mirándolo todo. Hay vestigios arquitectónicosquerepresentandiferentesperíodoshistóricosdistribuidos portodoelsalónconmuchogusto,entremezcladosconalgunosobjetos deinterésdeHollywood.Póstersdepelículas,fotografíasdefamososque no están posando, páginas de guiones e incluso tres estatuillas de los Oscaradornanlasparedesoestánexpuestosenvitrinas. —Escomounmuseo—digo,ymeruborizocuandomedoycuentade queMichaelsehaunidoanuestrotrío. —Esaeslaidea—confirma—.Aquíguardomisrecuerdos.Mepareció másfácilqueirhaciendounálbumderecortes,yconfiereaestesalónun atractivo sin igual para actos como el de hoy. Como Jackson sabe, el ProyectodeProtecciónHistóricayArquitectónicaNacionalesunademis causaspredilectasy,cuandomepidieronqueorganizaraunafiestayuna subastasilenciosaaquíestuveencantadodehacerlo. —Esunacausamaravillosa—digo,ysoysincera—.YPiedrayacero meparecióbrillante—añado,aunquelociertoesquetodavíanohevisto másqueelprincipio. —Sí que lo es —interviene Cass, que esta noche lleva el pelo rubio y estátanelegantequepareceunomásdelostesorosdePrado. —Soislasdosmuyamables—respondePrado,yguiñaelojoaJackson —. Por supuesto, tuve un material excelente. Pero lo primero es lo primero. Antes de que echéis un vistazo a la subasta silenciosa, tenemos queconseguirosunacopa.Heorganizadosuficientesactoscomoestepara saberquelacantidaddealcoholqueingiereunapersonaesdirectamente proporcionalalacantidaddedineroqueofreceenlapuja.Yquieroque esteactoseaunéxito. —Bueno, si beber alcohol ayuda —dice Cass—, estaré encantada de complacerle. Pradollamaauncamareroquellevaunabandejaconbebidasyescoge unArtesyCienciasdeAmsterdamparamí,unÓperadeSydneyparaCass yunGuggenheimparaJackson. —Un cosmopolitan, un old fashioned y un martini vodka con una rodajadelimón—nosexplica—.Peroteníamosqueceñirnosaltema. Señalalazonaquequedabajolaenormeescaleracurvadelfondodel salón. —Los objetos subastados se exponen en mesas apoyadas contra esa pared. Desde aquí no se ve, pero siguen por debajo de la escalera y tenemos algunas maravillas. He invitado a un montón de gente con más dinero que tiempo, lo que quiere decir que no solo preveo una buena cantidad de pujas, sino que también hay algunos premios increíbles. Tú has donado treinta horas para proyectar una casa unifamiliar, ¿verdad, Jackson? —¿Ah,sí?—pregunto. —Mepillóconlaguardiabaja—arguyeélriendo. —Mecaebien—digoaJacksoncuandoPradosemarchaparaatendera otrosinvitados. —A mí también. Ha sido mi única experiencia decente en Hollywood hastalafecha. —Decente,nosésiserá—intervieneCass—,perohayotraexperiencia deHollywoodqueintentallamartelaatención. Conlacabezaseñalalaescalera,porlaqueIrenaKentestábajandocon unhombrecalvodeunoscuarentaytantosquellevaperillaylaclasede gafas de montura oscura que la gente se pone cuando quiere dárselas de moderna y artista. Me resulta vagamente familiar, pero no lo ubico. No obstante, Irena Kent capta toda mi atención. Va cogida del brazo del hombrecalvoy,conlaotramano,estásaludandoaJackson. —Oh,mierda—selamentaél. —Podríashacercomoquenolaves. LecreocuandodicequeyanohaynadaentreIrenaKentyél,peroeso no significa que quiera invitarla a unirse a nuestro pequeño círculo. Y comosoyasíderuin,siguehiriéndomequesehayaacostadoconella. —Podría,sí.PeroestáconRobertReed. Cassyyonosencogemosdehombros. —Elproductorcabrón. —¿ElquequierehacerlapelículasobrelacasadeSantaFe? —Elmismo—respondeJackson—.Y,poresemotivo,voyairahablar conellos. —¿Por qué? —pregunta Cass—. Es decir, si no quieres que hagan la película. —Por dos razones. En primer lugar, creo firmemente en ganarse a la genteconamabilidadcuandoesconveniente.Misabogadospuedenserlos chicos malos. Yo seré educado, encantador y, si hace falta, sembraré cizañasinquesedencuenta. —Megustasuformadepensar—mediceCass. —Y en segundo lugar —continúa Jackson—, quiero información. Si siguenadelanteconelproyecto,hedesaberlo.Alomejormeenterode algoquepuedeserlesdeutilidadamisabogados. —Tu novio es un retorcido —bromea Cass—. Yo me andaría con cuidado. —Venidconmigosiosapetece.¿Syl? —Adelántate.CreoqueCassyyovamosaversisubastanalgúnobjeto porelquepodamospermitirnospujar. Memiraalosojosantesdebesarmeymeparecepercibircomprensión ensumirada.Cassnoestanintuitiva. —¿Porquénovasconél?Esamujeryélsalíanjuntos. —Precisamente —digo—. Irena Kent es alta, escultural y glamurosa. Yo,delomáscorrienteencomparación. —Quéva.Eresfabulosaylosabes.YJacksonteadora. —Y si estuviera junto a ella, podría perder todo mi atractivo poniéndome celosa. Además —añado—, necesitamos estar solas. ¿Qué pasaconZee? —Noestoysegura.LemolestóqueJacksonytúosreunieraisconOllie yconmigo. —¿Enserio?¿Porqué? —Nolotengoclaro.Ledijequetambiénmehabríaencantadoconocer su opinión. Pero no estaba enfadada porque quería estar en la reunión. Simplemente,noqueríaqueestuvieraisvosotros. —¿Lehascontadolodeestanoche? Cassarrugalanariz. —No. —Cass… —Oye, acabamos de empezar. Aún no tenemos que ir juntas a todas partes. Tienerazón.SemeolvidalodeprisaquehanidolascosasconJackson. Enespecialporquemeparecequeestoyconéldesdesiempre.Oalmenos desdehacecincoaños. Miramos todos los objetos de la subasta silenciosa e incluso yo pujo porunfindesemanarománticoenunhotelconencantodeLagunaBeach. Si gano, sorprenderé a Jackson. Y si no gano, puede que lo sorprenda igualmente. —PensabaqueEvelynvendría. Hemosterminadodeverlosobjetosyestamoscercadeunavitrinade cristalconvariaspáginasdelguióntécnicodeElmagodeOz.Miroentre losinvitados,peronolaveo.Esmás,tampocoveoaJackson.Perosíveo aIrenaKentymecomplaceverquenoestáconminovio. —¿Noesesadeahí?—preguntaCassmientrasmeseñalaelfondodel salón, donde Robert Reed está charlando con Evelyn y varias personas másquenoconozco. —Buenavista—digo—.Vamosasaludarla. Cuandoechoaandarhaciaellosvuelveaasaltarmelasensacióndeque conozcoaReed.Peronomeobsesionoconeso.EsdifícilcrecerenLos Ángelessintropezarseconfamososdevezencuando,sobretodoahora quetrabajoparaStark. Pero,conformenosacercamos,empiezoaoírsuconversación.Suvoz tambiénmeresultafamiliarymeaprietolassienesparaintentarsituarlo. Entoncestiendelamanoaunadelasguapasmujeresjóvenes. —Encantado de conocerte. Soy Robert Cabot Reed. Pero puedes llamarmeBob. Mequedopetrificada. —¿Syl? —Esél,Cass. Me noto la lengua hinchada y no estoy enteramente segura de haber habladoenvozalta. —¿Él?No… —TengoqueencontraraJackson. —Pero… —¡Jackson! —Hostia.—PercibocomprensiónypánicoenlavozdeCass—.Hostia puta. Pero no le estoy prestando atención. Estoy cruzando el salón dando traspiés,conlospuñoscerradosaloscostadosporque…¡no,no,novoya perderelcontrol! Consigo dominarme hasta llegar al vestíbulo, donde Prado sigue recibiendoalosrezagados. —¿HavistoaJackson? AloíreltonoapremiantedeCass,comprendoloasustadaquedeberde estar. —Hola,Cassidy.Puessí.Hadichoquesalíaparaatenderunallamada. —Pradonospregunta—:¿Estáisbien? No sé qué le responde Cass. Lo único que sé es que soy puro movimiento.Que,dealgúnmodo,heatravesadolaspuertas,hesalidode lacasayvoydeunladoaotrocomountorbellinobuscándolo.Juntoala casetadelaparcacoches.Entrelassombrasdelacalle.Bajoelsemáforo. ¡Ahí! Corrohaciaél,peromedetengoensecocuandoveoquenoestásolo. —Malditasea—recriminaasuacompañante—.¿Quécoñohacesaquí? Tedijequenoteacercarasamí. Nopuedooírlarespuestadelotrohombre,perolaréplicadeJackson estáclarísima. —Tonterías—alega—.¿Noerestúelquesiempredicequenopueden vernosjuntos?Malditoseas,Jeremiah. —¡Syl! LaangustiadavozdeCassatraviesalanoche,ycuandolosdoshombres sevuelvenhaciamíladébilluzdoradadelafarolalesalumbralascaras. JacksonSteele. YJeremiahStark. Semeescapaungemido. —¡Sylvia! PercibourgenciaenlavozdeJackson,yadviertosorpresayculpaensu rostro. Medoylavuelta…yechoacorrer. —¡Sylvia,espera! Pero sigo corriendo, al menos hasta que tropiezo y grito al sentir un doloragudoenlarodilla. Semeharotountacónyhetopadoconelbordillo. Veo que un aparcacoches vestido de rojo echa a correr hacia mí. Me doy la vuelta. Jackson también viene a mi encuentro a toda prisa en la oscuridad. Mepongoderodillas,porquenopuedohablarconél.Ahorano.Quizá nunca. Mehamentido.Oh,santoDios,mehamentido. —¡Sylvia!—grita,ymelevantodelsueloconlamanotendidahaciael aparcacoches. —Malditasea,Sylvia,¡espera! —¡Déjala en paz! —grita Cass y, al volver la cabeza, veo que ha retenidoaJacksoncogiéndoloporlamanga—.Malditasea,Jackson,deja quesevaya. Cojolamanodelaparcacoches. —Porfavor,necesitountaxi. —Porsupuesto.—Elchicoaparentaunosdiecisieteañosyestámuerto demiedo—.¿Seencuentrabien?¿Necesitaayuda? —Solountaxi.Porfavor,dateprisa. Yahayunovacíoesperandoyelaparcacochesseapresuraenayudarme asubir.Mehundoenelasientotraseroagradecida,ycuandoelcochesale del aparcamiento para incorporarse a la circulación lo último que veo antesdedoblarmeporlacinturaesaJacksondepiejuntoaCass,conel cuerpoladeadocomosiestuvieraenmovimiento,retenidosolamentepor lafuerzaconlaqueCassloagarraporelbrazo. Vuelvo a recostarme en el asiento e intento decidir dónde ir. A casa no. Jacksoniríaabuscarmeallí. Alaoficinatampoco,porquemeencontraría. Alfinalvoyaunmotel.Unmotelinsulsoquecobrademasiadoporsus insulsashabitacionesdiminutas. Peronomeimportannieldineroniladecoración.Nitansiquierame importalacama,porquenotengointencióndedormir. Nopuedo,estanocheno.Porqueestanocheserálapeor. Esta noche volveré a tener pesadillas; volveré a soñar con pérfidos dragonesdeafiladosdientesygarrasdefuego. TendrépesadillasyveréaBobensueños,¡aCabotReed!,yélmetocará yseducirá,yyomecorreréparaélymeodiaréporello. LuegolomiraréalosojosyveréaJackson,ymeodiarémuchomás. Estaréindefensa. Perdidaysola,sinnadiequematealdragón. En un arrebato de cólera, cojo la cubitera del aparador y la arrojo contralapared.Haceunruidosordomuypocosatisfactorioalestrellarse contraelfinotabiquedeyesoylabaratapintura. —¡Malditoseas,JacksonSteele!—grito—.Malditoseas,joder. Me ha mentido, por omisión si no de forma flagrante. Fingió que no conocía a Jeremiah Stark cuando le pregunté por él después del artículo queLAScandalpublicóonline.Yquizápodríacreerqueestanochesolo sehanconocidofortuitamentesinohubieravistosucaranihubieraoído laconversación.Perolohehecho,ycomoheaprendidoainterpretarlas expresionesdeJacksonestoyseguradequeseconocendesdehacemucho tiempo.Yesevidentequesonmásquemerosconocidos. Diossanto,¿cómohepodidosertantonta?Hedepositadomiconfianza, ¡todamiconfianza!,enesehombre. Yjuroquecreíaestarenamorándomedeél. ¡No!Malditasea.Meheenamoradodeél,yporesomedueletanto. Loamo,oalmenosamabaalhombrequecreíaconocer. Y ahora, de algún modo, tengo que volver a perderlo y conseguir superarlo. Porque sé que el hombre de quien me he enamorado no es la personaqueesenrealidad. ¡Mierda! LapalabrameparecehuecaycojoelmóvilparahablarconCass,pero cuelgoantesdeoíreltonodellamada.Noessucompañíaloqueansío, sinotatuarme. Pero ¿qué me tatuaría? Lo que siento es demasiado fuerte, demasiado personal.Esdemasiadosinmás.Y,amenosquepuedaabrirmeencanaly tatuarmeelcorazón,nocreoqueningúnotrotatuajemeayudaraamitigar eldolorquesiento. ¡Joder,joder,joder! Mearrojosobrelacama,aprietolospárpadosconfuerzaymeobligoa llorar.Peromisojossiguensecos. Nitansiquierapuedoteneresepequeñodesahogoparaaliviarmidolor. En vez de eso, me meto en la cama y veo la televisión, aletargada y embotada,mientrasluchocontraelsueñoqueestádecididoadominarme. Publirreportajes. Comedias de situación. Dibujos animados de mala calidad. Horatrashorahastaque,alotroladodelasuciaventana,laoscuridad dapasoalaluz. Salgo de la habitación dando tumbos, con la piel tirante y los ojos rasposos,ymedirijoalaentradaparatomareldesayunoincluidoenel precioabasedebollosfríosycafétibio. Mesientoalamesadeplásticobaratoysorbocafédurantemásdeuna hora.Hayunperiódicoenfrentedemí,peronololeo.Hayuntelevisoren el que dan un ridículo programa matutino, pero no lo miro. Solo me quedo mirando al vacío, retraída y ensimismada como no había estado desdequeJacksonmehizosupropuestaeldíadelestreno. Desdeentoncesnohabíaqueridodesaparecer. Ahoranosemeocurrenadaquedeseemás. AmenosquesearecuperaralJacksonquecreíaconocer. Diosmío,meestoyponiendosentimental. Asqueadaconmigomisma,melevanto.Sivoyaestardeprimida,ycreo quetengoderechoaestarlo,iréaunlugarmásagradablequeelfeosalón comúndeestemotel. Suboaducharmealahabitaciónymepongounpantalóndechándaly unacamisetadelapelículaCityofAngelsquehecompradoenrecepción. Novoyalaúltimamoda,peropasomásdesapercibidaqueconmivestido defiesta. Pidoalrecepcionistaquellameauntaxiy,unavezmás,evitoiracasa. En cambio, le digo al conductor que me lleve al único lugar al que siempreheidocuandolascosassemetuercenenestaciudad.Ellugaral queibaapasearoleerlosfinesdesemanadespuésdemis«sesiones»con Bobyalquehuíaparaeludirlasburlasdemiscompañerasdeinstituto.Al que a veces iba sencillamente porque quería ver algo bonito. El Getty Center. El taxi me deja al pie de la cuesta y me monto en el tranvía con una avalanchadeturistas.Agradezcoqueseasábado.Quieroperdermeentrela multitud y camuflarme entre las camisetas, los vaqueros y las gorras de béisbolquedistinguenalosvisitantesquenosondeaquí. Todo el Getty es asombroso, desde el museo o el centro de investigación hasta el tranvía que transporta a los visitantes por el complejo. Probablemente he pisado cada centímetro cuadrado de este lugarenalgúnmomentodemivida. Hoy elijo la plaza y me siento junto a la fuente situada enfrente del edificiocircularabovedado. No pienso demasiado en la razón, pero, en parte, sé que lo he hecho porquelaperfecciónylafluidezdeesteincreíbleedificiomerecuerdana Jackson.Elcentroesunaobramaestradebellezaarquitectónica,unaobra de arte en toda regla, y no acabo de saber si he venido a disfrutar o a atormentarme. No tengo la menor idea de cuánto tiempo me quedo sentada, con la conocida sensación de entumecimiento adherida a los huesos. Lo único queséesquemehedesconectadodelmundo.Asípues,cuandolooigoes atravésdeuntúnelydesdemuylejos. —¿Sylvia?—Merozaelhombroconlosdedos—.Cariño,estoyaquí. ¡Jackson! Suvoz,supiel,suolor. Cambio de postura y lo miro. Tiene la cara desencajada y está más desaliñadoqueyo.Almenos,yomehedadounaducha.Jacksonsiguecon el traje que llevaba anoche, aunque ahora tiene el cuello de la camisa desabrochadoysehametidolacorbatarojaenunbolsillo,delqueasoma unpoco. —Notequieroaquí. Esmentira.Eslapeordelasmentiras,porquesíloquiero.Peronoasí. Conlosjuegos,elengañoytodoloquemehaocultado. —Loquecreesquesabes—dice—nolosabes. —Eres un puto mentiroso —replico en voz baja y sosegada—. Necesitabaalgorealaloqueaferrarmeytúhassidounailusióndesdeel principio. —Sylvia… —¿HashechoestoporDamien?¿PorStarkInternational? Niegaconlacabeza. —PorDamienrechacéelproyectodelasBahamas.Portiheaceptado SantaCortez. Nodigonada.Porque¿quécoñopuedodecir? —Cuandoestoempezó—continúa—queríahacertedaño.Medejaste.Y, paracolmo,pensabaquetehabíasidoconDamien.Asíqueconfiesoque buscaba vengarme. Quería debilitarte. Desquiciarte. ¿La primera noche? Mi plan era conseguir que me necesitaras tanto como el puto aire que respiras.Sertannecesarioparatiqueperdermetedestruiría. Aprietolosdientes,meabrazoelcuerpoymeobligoanodecirleque suéxitohasidorotundo. —Y luego, cuando lo fuera todo para ti, iba a dejarte. A vengarme sabiendoquelairaylapérdidateestabanconsumiendo. Alzolacabezaparamirarloalosojos.Esperovertriunfoenellos,pero veo arrepentimiento. Y también ternura. Por eso me quedo, pese al impulsocasiarrolladordelevantarmeyecharacorrer. —Pero todo eso cambió, Sylvia. Preferiría morir antes que hacerte daño. Pensaba que era fuerte; no lo soy. Pensaba que era valiente; no lo soy.Porque,cuandosetratadeti,notengofuerzasparairmeeinclusola meraideadeperdertemehacepedazos. —Creo que vas a tener que acostumbrarte —replico—. Porque ya me hasperdido. —Cariño… Mecogeporlamuñecaymeapartoconbrusquedad. —¡Mehasmentido!Despuésdetodoloquetehecontado.Despuésde cómomeheentregadoati.Mehasmentido,joder. —Noesverdad. Mepongodepie. —Oh,vengaya,Jackson. —Escúchame.No—dice,ymeagarralamanocuandoechoaandar—. ¡Escúchame! Medoylavuelta,peronomesiento,sinoquemequedodepieconlos brazoscruzadosylamandíbulatensa. Jacksontambiénselevantaysemetelasmanosenlosbolsillos. —Teheocultadocosas,sí.Quizámásdelasquedebiera. —Caramba. ¿Tú crees? ¿Como, por ejemplo, que quizá tendrías que habermecomentadoqueestabasconspirandoconJeremiahStark? —Noloestaba.Perosíloconozco.Loconozcodesdehacemucho.— Inspiraysepasalosdedosporelpelo—.Malditasea,Syl.JeremiahStark esmipadre. Metambaleo.Dehecho,doyunpasoatráscomosiJacksonmehubiera empujadoconlapalmadelamano. —¿Qué? —digo por fin, aunque no me cabe ninguna duda de que he oídobien. —Damienesmihermanastro. Hablasinemoción,ymequedamuyclaroquenosienteungranaprecio porsuárbolgenealógico. No estoy segura de cómo asimilar la noticia, de modo que vuelvo a sentarme al borde de la fuente. Un momento después Jackson me acompaña. —¿LosabeDamien?—pregunto. —No.Tedijelaverdadsobremipadre.Mifamilia.Soloquenotedije quiénera. —Deberías haberlo hecho. —Estoy intentando ordenar mis pensamientos, pero esta noticia es demasiado inesperada—. Todas las vecesquetehepreguntadoquéproblemateníasconDamien,ytúnohas soltadoprenda. —Losiento.Quizádebierahaberlohecho.Nosé…—Perciboangustia en su rostro, pero no intento consolarlo. Estoy demasiado herida. Demasiado anestesiada—. ¿No lo entiendes? Es un secreto que guardo desdequenací.Noesnadaquepuedaproclamaragritos. —No—digoconvoztensa—.¿Quésabréyodesecretoscomplicados? —¿Setratadeeso?¿Ojoporojo?¿TúmecontastelodeBobymeestás castigandoporqueyonohehecholomismoconmistraumasdeinfancia? —¿Bob? —repito—. ¿Es todo lo que tienes que decir? ¿Te limitas a mencionarloyteponesotravezahablardetusproblemascontupapi? Suspalabrassemehanclavadoenelcorazóncomounestilete,porque, maldita sea, Bob es quien ha desencadenado esto. Robert Cabot Reed, el productor cabrón que quiere realizar una película sobre la casa que JacksonconstruyóenSantaFe.Bob,quenostieneatrapadosalosdos.¿Y Jacksonsoloescapazdepensarqueestoycabreadaporquenomereveló laidentidaddeDamiendeinmediato? No digo nada de esto, a pesar de que mis emociones son tan intensas que me impulsan a ponerme de nuevo en pie para soltárselo todo con durezaysequedad. Peromeestámirandoconundesconciertotansinceroquememuerdo lalengua. Y es entonces cuando caigo en la cuenta: Jackson no sabe nada de RobertCabotReed.Solosabequesalíabuscarlo.Notienelamenoridea deporquélohice.Nidequemiestadodeánimo,mismiedos,micrisisno sedebenenteramenteasuinsignificantecomplotconJeremiahStark. Derepentemenotomuycansada. —Necesitoiracasa. Ahoramismomehacefaltamipiso.Mipatio.Necesitoacurrucarmeen mi tumbona y dormirme. Y, con un poco de suerte, con lo agotada que estoy,notendrépesadillas. —Vuelve al barco conmigo. Por favor, Syl. Tenemos que hablar más. Noquieroqueestosealoquenossepare.Mipadreyamehaarrebatado demasiadascosas. —Nohasidoélquienquemehaocultadosecretos—susurro—.Sinotú. Veo que se estremece al oír mis palabras y casi las retiro. Pero son ciertas,demodoquesoloniegoconlacabeza. —Lo siento —digo—. Es posible que necesitemos hablar. Pero, ahora mismo,loqueyonecesitoesestarsola. Noledoytiempoaresponder.Echoaandar,aunquehacerlomedejeun huecoenelcorazón. 24 Estoy tan agotada que me paso durmiendo el resto del sábado y buena parte del domingo por la mañana. El sol ya cae a plomo cuando por fin medespiertoenlatumbonadelpatio,ovilladabajolamantaconlaqueme hetapado. Recuerdo que he tenido pesadillas, pero no recuerdo sobre qué. Solo me acuerdo de una y en ella corría. Cada vez más rápido, cada vez más lejos.Perojamásescapabadeloquemeperseguía. Nitansiquierasédequéhuía.Solopuedosuponerqueeradetodo. Meenvuelvoenlamantayentroenelsalóndandotumbos.Medueleel cuerpo entero y me siento vieja, como si ninguna parte de mí quisiera seguirfuncionando. Ynomeapeteceestarsola. Medoyunaduchacalienteyesomealiviaalgunosdolores,peronoel quellevodentro. LociertoesquequieroestarconJackson,peronoestoypreparadapara hacerlo. Demodoquellamoalaotraúnicapersonaalaquepuedoacudir. —¿Medejasquemequedecontigo?—preguntoencuantoCasscogeel teléfono. —Dios santo, Syl… Debería ir ahí y estrangularte. ¿Sabes lo preocupadaquemehastenido?¿Porquécoñonomecogíaselteléfono? —Losiento.Loteníaensilencio.Solonecesitabatiempo. Laoigosuspirar. —Perdona.Losé.Loentiendo.¡Mierda!Oye,¿estásbien? —Sí,sobreviviré.Peronoquieroestarsola. —Estaréahíenuncuartodehora. —Puedoconducir. —¿Tieneslosnerviosdestrozados? Meechoareír,ymehacebien. —Obvio. —Entoncesnoesbuenoqueconduzcas.Quédateahí.Voyahoramismo abuscarte. Fielasupalabra,Cassestáenmipuertajustocuandoterminodemeter unascuantasprendasderopaenunabolsadeviaje. —¿Ycuántasnormasdetráficohasviolado?—preguntoalabrirle. Enlugarderesponder,Cassmeestrechaentresusbrazos. —Vamos.Yocuidarédeti. —¿Seguroquetevabien?—preguntocuandobajamosalacalle—.¿A Zeenoleimporta? Cassagitaunamano. —Oh,porfavor.Claroqueno. Peroveoqueseleensombrecelacarayesomepreocupa. No obstante, no tengo ocasión de preguntarle nada porque hemos llegadoalaparcamientoyCasssehadetenidojuntoasumotocicleta. Lamiropestañeando. —¿Enserio? —¿Qué?Losdomingosaestahoraeltráficoesuncoñazo,yteníaque venirrápido.Además,solollevasunabolsa. Esbozounasonrisaylaabrazo. —Tequiero. —Pues claro. —Se ríe—. Soy un amor. —Desabrocha la correa del cascoquemehatraídoymeloda—.Sube. MemontoenlapartedeatrásdesuDucatidediezaños,mepongoel cascoymeagarroasucintura. —Deberíasiraverlo—declaraalarrancarlamotocicleta,peroluego seincorporaaltráfico. Ignorosiaúnsiguehablándome.Nolaoigo.Tengolacarapegadaasu espalda,ymequedoabsortapensandoenloquehaacabadedecirme. Dieciséisminutosdespuésnosdetenemosdelantedesucasa. —Porqueestábastantehechopolvo—dicecomosilaconversaciónno sehubieravistointerrumpidaenningúnmomento. —Yoestoyhechapolvo—lacorrijo—.¿Y,además,cómolosabes? —Hehabladoconél—respondealquitarseelcasco. Mequedopetrificadaenlaacera. —¿Cuándo? —Ayer. Se pasó por el estudio después de que te marcharas del Getty Center. —¿Ah,sí? —Queríamiayuda. —¿Paraencontrarme? Memiradesoslayo. —Parasaberquéhacer. —Y…¿Enserio? Abrelapuertayentramos.Supisoespequeño,solotieneunossesenta metroscuadradosdesuperficie,peroesbonito.Cassodiaeldesorden,de modoquesuapartamentoestátanordenadocomolascabinasdeTotally Tattoo.Dadoqueconozcosusmanías,dejolabolsaenelpequeñoarmario delosabrigosantesdedirigirmealsofácama,ahoraplegado,ysentarme enél. —¿Por qué te sorprendes? —pregunta Cass desde la cocina contigua, dondeestádescorchandounabotelladevino. Latraejuntocondoscopas. —Nolosé—respondoconsinceridad—.Supongoqueporqueesmuy autosuficiente. Cassalzaunhombro. —Peronoloestanto—dice—.Diríaquetenecesita,esmiopinión. Elcorazónsemeencogeunpoco,yaúnlohacemáscuandoCassme aprietaunamano. —Teama,¿sabes? —¿Telohadichoél? —No.Perotengoojos. Lo cierto es que también los tengo yo. Y, antes de que ocurriera esto, tambiénhabríadichoquemeama. Ahora,sabiendoloquemehaocultado,noséquépensar. —EselhermanastrodeDamien—digodesopetón,ymispalabrasme sorprenden. —Lo sé —afirma Cass, lo que me sorprende todavía más—. Me lo explicó. Medaunacopadevino. —La ha cagado, Syl, eso no te lo discuto. Con todo lo que ha pasado entre vosotros, debería haberte hablado de su padre cuando tú le preguntastesiloconocía. —Veoquetelohacontadotodo. —Sí,bueno.Comohedicho,estácoladoporti.—Sehundeenelsofá —. Y como resulta que sé que el sentimiento es mutuo, he pensado que deberíaserunabuenaintermediaria. «Mutuo.» Porsupuesto,tienerazón.Loes. —Mehahechodaño—digo—.Tendríaquehabérmelocontado,haber confiadoenmí. Peromientrashablopiensoentodoloqueaúnmequedaporcontarley séquenoestoysiendojusta.Nomehapreguntadoabocajarro,escierto, peroesosoloesmiabsurdajustificación. Elsecretoerasuyo,yeramuygrande.Yquéarroganteespormiparte pensar que, solo porque le pregunte, tiene que cambiar por completo y contármelotodo. —Necesitoverlo—susurro—.Necesitohablarconél.—MiroaCass—. Mehahechodañoymehacabreado,perotienesrazón.Loamo.Yquiero arreglarlascosas. Aldecirlo,séquehaycosasquequizánopodamosarreglar.Estenoes unsecretoqueyopuedaguardary,porsupuesto,Jacksontambiénmelo había ocultado por esa razón. Porque su secreto incumbe a mi jefe y es posiblequesupadreestésaboteandoaStarkInternational. Damientienequesaberlaverdad,ycuandolaconozcanoestoysegura dequeJacksonsigaenelproyecto. Dehecho,cuandopiensoenelgenioquetieneDamientampocoestoy seguradequesigayo. Peropuedosuperarlo.MientrasestéconJackson,podemosresolverlo demásjuntos. —¿Estáenelbarco?¿Telodijo? PorunmomentoCassponeunaexpresiónextraña. —Esto,oye…Antestendríaquecontarteunacosa. Me quedo callada, pero se me encoge el estómago. Porque Cass está nerviosayesonoespropiodeella. Seaclaralagarganta. —Vale.Pues,cuandohablamos,comprendíquenolehabíascontadolo de Robert Cabot Reed. Y me pareció que necesitaba entender por qué te alterastetanto.Osea,quenoeraelmejormomentoparaenterartedeun secreto. —Entonces ¿lo sabe? —Estoy empezando a enfadarme y quiero asegurarmedequeestavezmequedatodoclaro—.¿Sabequeestuvecara acaraconelhombrequemeviolórepetidamentedurantemásdeunaño pero no ha venido a verme? ¿No me ha llamado? ¿No ha hecho nada apartedelamerselasheridasporquemelarguédelGettyCenter? HevistodesconciertoenlacaradeCasscuandohealzadolavoz.Pero ahoradesaparece,sustituidoporotracosaquesolopuedodescribircomo inquietud. —¿Qué?—exijosaber—.¿Quécoñopasa? Cogeelperiódicodelamesadecentroy,encuantoledalavuelta,veo unafotografíadeJackson,esposadojuntoaunagentedepolicía. —JacksonlehadadounapalizaaReed—diceCass—.Lohandetenido poragresión. Estoy en mi piso, andando de un lado a otro, del patio a la puerta y de nuevoalpatio,esperandoqueaparezcaJackson,queCharlesllameoque ocurraalgoquemepermitasaberquésucede. He telefoneado a la comisaría en cuanto Cass me ha informado de la detención,pero,comoesdomingo,mehandichoquesalirbajofianzaera imposible. LlevotrabajandoparaDamienStarkeltiemposuficienteparasaberque hayvecesque«imposible»significa«imposiblesindineronipoder»,de modoquehellamadoaCharlesMaynardylehesuplicadoquemeayude. Porsuerte,estabaencasa. Tambiénporsuerte,despuésdetantosaños,nosconocemoslobastante paraqueestédispuestoasacrificarunashorasdeunfestivo. Charles me ha dicho que me fuera a casa y que, si conseguía que soltaranhoyaJacksonbajofianza,lotraeríaamiapartamentoenlugarde llevarloalbarco. Demomento,nohaynoticiasdeJackson. Descuelgoelteléfono,buscoelnúmerodeCharlesy,porenésimavez enloquellevodedía,meobligoanomarcarlo.Mellamarácuandotenga noticias.Eseesminuevomantra. Detestominuevomantra. Recorroelpisootrastresvecesyestoyapuntodedecir«¡Alamierda!» y plantarme personalmente en la comisaría cuando oigo que llaman a la puerta. Casi me caigo al correr a abrir y, cuando lo hago y veo a Jackson, despeinadoybarbudo,conlacaraamoratadaymagullada,estoysegurade quejamáshabíavistonadatanhermoso. Casi tiro de él para meterlo en el piso; luego lo abrazo y ambos nos escurrimosalsuelo. —Sylvia…Oh,Diossanto,Sylvia.—Repiteminombresincesar,yme quedo absorta oyendo cómo lo pronuncia, abrazándolo con fuerza, acunándolo—.Losientomuchísimo.Deberíahabertedichoquiénsoy. —No.—Leacaricioelpelo—.Hesidoruinyegoísta.Notengoderecho aconocertussecretos,Jackson.Ehicemásquesentirmedolida.Tuveuna pataleta,ymesabefatal. Alzalacabezaymebesa. —Elquelosientesoyyo.Estabasconfundidaysufriendo,ynomedi cuenta. Tuvo que explicármelo Cass… Y, desde el principio, ese hijo de perraeselhombrequetambiénmehaestadodandoporelculoamí. —Nodeberíashaberteensañadoconél—susurro—.Pero,Jackson,me alegromuchodequelohicieras. Memiraalosojosyperciboalivioenlossuyos. —¿Creíasquemeenfadaría? —No es una forma de resolver los problemas muy civilizada que digamos—arguyeriéndose. —No.Paranada.¿Porquélohashecho? —Yasabesporqué. —Dímelotú. —Porloquetehizoesecabrón.Porqueteloarrebatótodo.Porquete utilizóytehizodaño.Yporquesiempreteprotegeré. Parpadeoparaaclararmelavistayhagounamagodesonrisa. —Poresonoestoyenfadada. Mepasaeldedopulgarporlamejilla. —Creíaquenollorabas. —¿Qué? —Estoy convencida de no haber oído bien, pero cuando me toco la mejilla la noto mojada. Se me entrecorta la respiración y las lágrimas se me agolpan en la garganta. Hace tanto tiempo que apenas recuerdoestasensación—.Supongo…supongoquetúmeimportas. Yesoestodoloquepuedodecirantesdeponermealloraralágrima vivatanfuertequeelcuerpoenterometiembla. Jacksonmellevaalsofáenbrazos,dondemerodeaconellosmientras lloroporelpasado,porél,porelfuturoalque,derepente,tengomiedo. Pero,sobretodo,sonlágrimasdealivioyalegría,porqueJacksonvuelve aestarjuntoamíyvamosaresolvertodolodemás,delmodoquesea. Cuandoporfinmecalmodespuésdegastarunacajaenteradepañuelos depapel,meacurrucocontraél,agotadaperofeliz. Feliz,perotambiénasustada. —Noestoy enfadada —afirmo con voz ronca—. Hasta me atrevería a decir que estoy contenta. Pero no deberías haberlo hecho. Presentará cargos.Esesaclasedepersona. —Protegerétusecreto,nena.Notienesdequépreocuparte. —Nolohago.Nisiquierahepensadoeneso—reconozco,yescierto. TengolacertezaabsolutadequeJacksonsellevarámisecretoalatumba siyoselopido,ysaberlomeconforta—.Pensabaenti. Vuelvelacabezaymemiradehitoenhito. —Lapelícula. Asiento. —Sinadiesabequeexisto,lagentesupondráquelehasagredidoporla película y empezará a hurgar. Y será más difícil seguir ocultando todos esos secretos. He visto cómo acosan los buitres de la prensa a Nikki y Damien.Hastaahorasolohastenidobuenaprensa.Lamalaprensapuede hacermuchodaño. Mepasalosdedosporelpeloycomprendoqueesolepreocupa. —Haréloquetengaquehacer—dice—.Pero,paselopase,noromperé mipromesa. —Lo sé. De veras. —Inspiro, porque hay más. Y, aunque detesto dar malas noticias, tengo que hacerlo, solo por si todavía no ha pensado en ello—. Esto también puede fastidiarnos el proyecto del resort. Cuando Damienvuelva,teaseguroquenoleharáningunagraciaquesuarquitecto salgaenlaprensasensacionalista.Especialmentecuandonosabesifiarse deti. Nodicenada,demodoquedecidocontinuar. —Y también tienes que explicarle el resto. O se lo explicaré yo. Y es posiblequetampocolehagamuchagraciaquenoledijerasquiéneresde entrada.Losiento—añado—.Peronopuedoocultarleesto.Nosiquiero conservarmipuesto.O,sivamosalcaso,elresort. —Jamás te pediría que mintieras por mí, Sylvia —dice—. Y conozco losriesgos.Peroteharéunapromesa:cuesteloquecueste,noperderemos elresort.Siesnecesario,meenfrentaréconDamiencaraacara. Dalaimpresióndequeesolegustaría. —¿Loentiendes? Asiento, aunque no termino de tenerlo claro. Porque, en un enfrentamientoentreJacksonyDamienporsiconservoonomitrabajo, noimaginocómopodríaDamiennotenerlaúltimapalabra.Endefinitiva, mijefeesél. SemeocurrelaideabastantedesagradabledequepuestoqueJacksones hijo de Jeremiah Stark, estoy bastante segura de que este sabe muchas cosas que Damien querría mantener en secreto. Lo que significa que es posiblequeJacksontambiénlassepa. Pero la idea de que Jackson haga chantaje a Damien por mí es tan repulsiva que me la quito de la cabeza. No ha dicho eso y solo estoy rizando el rizo. Y lo cierto es que Jackson no conoce a Damien en absoluto. —Tuhermanonoestanmalapersona,¿sabes? —Puede que sí o puede que no. Ahora mismo no me importan ni Damiennielresort.Loúnicoquemeimportaerestú.Loúnicoquedeseo erestú.Dimequenolahecagado.Dimequenoteheperdido. —¿Cómoibasaperdermecuandoacabamosdevolveraencontrarnos? Me sostiene la mirada un instante, antes de abrazarme y besarme con dulzura. —Ahoravoyahacerteelamor—dice,ymecogeenbrazosymelleva aldormitorio. Empiezaadesvestirme,dándomemimosycariciasconcadaprendaque mequita,hastaqueestoydesnudayenllamas,deseandotansolotenera estehombresobremíydentrodemí. Él no espera y hacemos el amor despacio y con dulzura, pero no con menospasiónquecuandomehaposeídodeformasalvaje.Hayternuraen sus movimientos. Control en su forma de penetrarme. Y no despega los ojosdelosmíosniunsoloinstante. Cuando veo cómo se gesta la tormenta en el azul tan intenso de sus pupilas arqueo la espalda para sentir más su cuerpo porque quiero alcanzar el clímax con él, perderme en el tiempo y el espacio con este hombrequehalogradoquemesientadespierta,viva,yomisma.Ycuando llegalaexplosiónmehagopedazosconélytodosnuestrosfragmentosse juntan formando una unión perfecta antes de que empecemos a bajar y gritemossorprendidosalregresaralarealidad. —Sylvia—murmura,yensuslabiosminombreestandulcecomola mielytanintensocomohacerelamor. Lobesoymedesperezo,satisfechaydichosacuandomeaferraaély apoyolacabezaensupecho. Mesientoasalvoentresuscálidosbrazos.Y,aunqueJacksonnuncame lohadichoenpalabras,mesientoamada. Alzo la barbilla para poder mirar el rostro de este hombre que me colma el corazón y la mente. Que se alza como un guerrero para protegermedelosdemoniosdemipasado. Veo tanta ternura en sus ojos que temo volver a llorar y, cuando se inclinasobremíymebesaenlafrenteunapequeñalágrimadefelicidad meruedaporlamejilla. Sonrío. Puedequenoconozcatodossussecretos.Ynopuedoconocerelfuturo. Perosíveoelpresente. Y,paramí,paraJackson,estemomentoessuficiente… Epílogo Jacksonsequedódepiejuntoalacamaylamiró.Miróalamujerquele acelerabaelcorazónyhacíaqueleardieralasangre. Ellalocalmaba.Locentraba.Colmabasucorazónysumundo. Lohacíamejorpersona,éllosabía.Locreía.Joder,loquería. Y, cielo santo, también la quería a ella. Había estado muerto durante aquelloscincoañossinellaynosehabíadadocuenta.Perovolvíaaestar vivo,yeragraciasaella. Procurando no despertarla, se metió en la cama. El corazón le dio un vuelcocuandoellalobuscódormidayseacurrucócontraél,pielconpiel. Joder,cómoloponía. Lepasólamanoporelpeloy,después,losdedosporelhombro.Como ella se había destapado mientras dormía, podía ver los tatuajes que le marcaban los pechos, solo algunos de los muchos que tenía. Eran cicatricesdeundoloryapasadoyélhabíasidoelcausantedealgunos.La idea le retorció las entrañas, siniestra y desagradable, y, no por primera vez,deseópoderllevarsuscargas. Ellahabíadepositadosuconfianzaenél,lehabíareveladosussecretos másíntimos.Ysabíaqueélteníaquehacerlomismo.Peroelcorazónsele desgarrabadesolopensarlo. Quería seguir así para siempre, perdido en la oscuridad, entre el crepúsculoyelalba,dondelarealidadparecíaunsueñoyélpodíacreer quetodoeraposibleytodaslashistoriasteníanunfinalfeliz. Perohabíacosasqueteníaquehacer.Lugaressombríosquenecesitaba visitar.Batallasquedebíalibrar. Secretosqueteníaqueproteger. Suspiró, la estrechó contra sí y sucumbió al dulce consuelo del sueño. Nohabíanadamásquehacer.Noenrealidad.Noentonces. Encambio,loúnicoquepodíahacereraabrazarlayesperarque,ensu luchaporserelhombrequedebíaser,noperdieraalaúnicapersonaque porfinlehabíahechosentirsecompleto. Agradecimientos Paramifamilia.Porhaberseacostumbradoaquemamáandesiemprecon lacabezaensushistorias. Erotismosinlímites,amorapasionadoyunasgotasdemisteriose mezclanenestecocktailirresistibleyadictivo,escritoporunadelas maestrasindiscutiblesdelromanceerótico. SylviaBrooksesunamujeremprendedorayenaparienciamuysegura de sí misma que trabaja a las órdenes del magnate Damien Stark. Acostumbrada a moverse en un mundo de hombres poderosos, Sylvia recibe de su jefe un encargo que puede suponer su consagración profesionaldefinitiva:laurbanizacióndeunaislaparadisíacadelCaribe llamadaaconvertirseenuncomplejovacacionalincomparable. Ella es consciente de que el éxito radicará en encontrar al arquitecto adecuadoydequenohayotromejorqueelvirileindependienteJackson Steele, el apuesto hombre con quien mantuvo una tensa relación en el pasado. Pero ha llegado el momento del reencuentro. Y Sylvia teme tanto una negativa airada de Jackson como dejarse arrastrar hacia un abismo de placeresinconfesablesquetrastornesuvidaparasiempre. Di mi nombre, la primera novela de la excitante trilogía «El affaire Stark», es el inicio perfecto para una historia inolvidable, elegante y tremendamente sensual. Sylvia y Jackson sin duda serán los personajes mássexis,atractivosyvulnerablesdelatemporada. «Lasfansdelosromancesturbulentos,intensosyardientesadorarán estanovela.» RomanticTimesBookReviews J. Kenner es una célebre autora de literatura romántica. Nacida en California y abogada de profesión, sus dos trilogías anteriores, «Stark» (compuesta por Desátame, Poséeme y Ámame) y «Deseo» (formada por Deseado, Seducido y Al rojo vivo), además de las e-nouvelles Tómame, ComplácemeySiguemijuego,hanobtenidounéxitodestacadoconmásde dos millones de ejemplares vendidos en todo el mundo y se han posicionadodurantesemanasenlaslistasdebestsellersdeTheNewYork Times,USAToday,PublishersWeeklyyTheWallStreetJournal. Di mi nombre es la primera novela de su nueva trilogía, «El affaire Stark»,alaquesiguenEnmisbrazosyBajomipiel,enlaquerecuperael halodelasnovelasqueladieronaconocer. Títulooriginal:SayMyName Ediciónenformatodigital:juniode2016 ©2015,JulieKenner Publicado por acuerdo con Bantam Books, un sello de Random House, una división de Penguin RandomHouseLLC. ©2016,PenguinRandomHouseGrupoEditorial,S.A.U. TravesseradeGràcia,47-49.08021Barcelona ©2016,RosaPérezPérez,porlatraducción Diseñodeportada:PenguinRandomHouseGrupoEditorial Ilustracióndeportada:©dws4.me PenguinRandomHouseGrupoEditorialapoyalaproteccióndelcopyright.Elcopyrightestimulala creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresiónyfavoreceunaculturaviva.Graciasporcomprarunaediciónautorizadadeestelibroypor respetarlasleyesdelcopyrightalnoreproducirnidistribuirningunapartedeestaobraporningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,http://www.cedro.org)sinecesitareproduciralgúnfragmentodeestaobra. ISBN:978-84-253-5464-9 Composicióndigital:M.I.Maquetación,S.L. www.megustaleer.com Índice Diminombre Capítulo1 Capítulo2 Capítulo3 Capítulo4 Capítulo5 Capítulo6 Capítulo7 Capítulo8 Capítulo9 Capítulo10 Capítulo11 Capítulo12 Capítulo13 Capítulo14 Capítulo15 Capítulo16 Capítulo17 Capítulo18 Capítulo19 Capítulo20 Capítulo21 Capítulo22 Capítulo23 Capítulo24 Epílogo Agradecimientos TrilogíaElaffaireStark Sobreestelibro SobreJ.Kenner Créditos