Acudamos a la intercesión de nuestro Padre Fundador para que
Transcripción
Acudamos a la intercesión de nuestro Padre Fundador para que
Acudamos a la intercesión de nuestro Padre Fundador para que durante este año de la Fe crezca nuestro amor y vivencia de la la Eucaristía, “Misterio de nuestra fe” y cada una podamos identificarnos con ese Corazón Eucarístico de Jesús siendo “mujeres eucarísticas” como nuestra Madre la Virgen Santísima. A…M…D…G 20 1 se funden en el Verbo Encarnado. ¿Oís ese grito que a través de diecinueve siglos se transmite hasta nosotros? Es el testamento del Amor.” (C3L2N11) Decíamos al principio que con motivo de este aniversario de la Ordenación Sacerdotal de nuestro Padre Fundador queríamos darle gracias a Dios por su sacerdocio y fomentar nuestro deseo de imitarle con las reflexiones sobre su vivencia del lema en el que podemos ver matices eucarísticos. Toda la vida del Padre Fundador fue un intento continuo de vivir su Misa de cada día y cada una de nosotras estamos llamadas a ser y vivir como mujeres eucarísticas a imitación de nuestra Madre la Virgen a quien tanto amó nuestro Padre Fundador, por eso quiero terminar con las palabras que les decía a las primeras hermanas: “Después de estos puntos de meditación, nos puso un ejemplo hermoso para que nos sirviese de estimulo a ser siempre todas de Jesús: Esa lámpara que arde constantemente junto al Sagrario, está hablando a nuestra alma y nos dice: Mira, alma que me contemplas, toda mi existencia la empleo en el servicio de Dios, y desde el momento en que encienden y me colocan en la presencia de Jesús Sacramentado, estoy ardiendo, ardiendo de día y de noche, hasta consumir la última gota de aceite que es la que me da vida, empleando toda ella en obsequio del Divino Prisionero y, con esto estoy diciendo a tu alma que tu vida es también una lámpara, que la enciende Jesús en el momento que recibiste el santo Bautismo y desde entonces debía haberse consumido todos lo momentos en el servicio de ese Dios a quien le pertenezco por completo. Pero si has tenido la desgracia y la ingratitud de emplear esa luz de la vida en las cosas del mundo y has dejado a Jesús. Ahora te llama de nuevo el Amante Jesús, así que ven, sí, ven a sus pies y dile con toda el alma, que desde este momento, le entregas tu corazón para que sea un lamparita que esté siempre es su presencia y que tu vida se vaya consumiendo, cumpliendo siempre los deseos y gustos de Jesús, hasta exhalar el último suspiro”. (Una Obra al servicio de la Redención) 2 19 Nuestra fe vivida en Comunidad. Muchas de estas reflexiones que estamos haciendo las tenemos expresadas en nuestras Constituciones “toda Comunidad de Esclavas de Cristo Rey es una comunidad de fe, y es especialmente en la Eucaristía donde nos reunimos para celebrar nuestra fe común. Durante la Misa, renovación perpetua en la Iglesia del sacrificio único del calvario, Cristo mediador nos impulsa a ofrecernos con El y a entregarnos como hostias vivas a la voluntad del Padre El centro de nuestra comunidad religiosa es la celebración Eucarística. Fortalecidas en este banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a Cristo y por este sacrificio de Cristo, de donde nace una especial presencia suya entre nosotros, somos de nuevo hijos en el Hijo, lo que constituye el fundamento de nuestra comunión fraterna en Cristo y por Cristo y nos abre la fuente de toda santidad y de toda acción apostólica. Hemos de participar cada día en la Eucaristía con una liturgia tan viva y piadosa como sea posible.” (Constituciones Nº70-72) Nos dice el Papa: “El don de Cristo y de su Espíritu que recibimos en la comunión eucarística colma con sobrada plenitud los anhelos de unidad fraterna que alberga el corazón humano y, al mismo tiempo, eleva la experiencia de fraternidad, propia de la participación común en la misma mesa eucarística, a niveles que están muy por encima de la simple experiencia convival humana… A los gérmenes de disgregación entre los hombres, que la experiencia cotidiana muestra tan arraigada en la humanidad a causa del pecado, se contrapone la fuerza generadora de unidad del cuerpo de Cristo. La Eucaristía, construyendo la iglesia, crea precisamente por ello comunidad entre los hombres.”(La Iglesia vive de la Eucaristía 24) DON PEDRO LEGARIA UN SACERDOTE SEGÚN EL CORAZÓN DE DIOS «Os daré pastores según mi corazón» (Jer 3, 15). Introducción. Con estas palabras del profeta Jeremías Dios promete a su pueblo no dejarlo nunca privado de pastores que lo congreguen y lo guíen: «Pondré al frente de ellas (o sea, de mis ovejas) Pastores que las apacienten, y nunca más estarán medrosas ni asustadas» (Jer 23, 4). La Iglesia, Pueblo de Dios, experimenta siempre el cumplimiento de este anuncio profético y, con alegría, da continuamente gracias al Señor. Sabe que Jesucristo mismo es el cumplimiento vivo, supremo y definitivo de la promesa de Dios: «Yo soy el buen Pastor» (Jn 10, 11). Él, «el gran Pastor de las ovejas» (Heb 13, 20), encomienda a los apóstoles y a sus sucesores el ministerio de apacentar la grey de Dios (cf. Jn 21, 15ss.; 1 Pe 5, 2). Y nuestro Padre: “Al espíritu de división opone el Corazón de Jesús su inmensa caridad, su ardiente deseo de unidad. El nos reconcilió y unió con su eterno Padre y con todos los hombres. Instituyó la Sagrada Eucaristía donde los hombres se unen, se sueldan, En el prefacio de la Misa Crismal la Iglesia nos dice estas palabras, donde podemos ver que todo sacerdocio es participación en el único Sacerdocio de Cristo: «Constituiste a tu único Hijo Pontífice de la Alianza nueva y eterna por la unción del Espíritu Santo, y determinaste, en tu designio salvífico, perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio. Él no sólo ha conferido el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano, ha elegido a hombres de este pueblo, para que, por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión. Ellos renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención, y preparan a tus hijos al banquete pascual, donde el pueblo santo se reúne en tu amor, se alimenta de tu palabra y se fortalece con tus sacramentos. Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por Ti y por la salvación de los hermanos, van configurándose a Cristo, y así dan testimonio constante de fidelidad y amor» 18 3 “Los presbíteros son, en la Iglesia y para la Iglesia, una representación sacramental de Jesucristo, Cabeza y Pastor, proclaman con autoridad su palabra; renuevan sus gestos de perdón y de ofrecimiento de la salvación, principalmente con el Bautismo, la Penitencia y la Eucaristía; ejercen, hasta el don total de sí mismos, el cuidado amoroso del rebaño, al que congregan en la unidad y conducen al Padre por medio de Cristo en el Espíritu. En una palabra, los presbíteros existen y actúan para el anuncio del Evangelio al mundo y para la edificación de la Iglesia, personificando a Cristo, Cabeza y Pastor, y en su nombre” PDV Sacerdote para siempre. El día 20 de diciembre se cumplirán 110 años de la Ordenación Sacerdotal de nuestro Padre Fundador y con ese motivo queremos hacer unas reflexiones que nos ayuden a dar gracias a Dios por el don del sacerdocio ministerial y muy especialmente por el don concedido a D. Pedro Legaria, llamado por Dios para ser testigo de su poder que actúa en la debilidad de los hombres, consagrado para la salvación de todos, siendo sal de la tierra y luz del mundo. Nuestro Padre amó entrañablemente su sacerdocio y lo vivió hasta sus últimas consecuencias, podemos constatarlo en sus apuntes de Ejercicios y en los numerosos testimonios recogidos. Cada una tenemos mucho que aprender de él y debe ser para nosotras un modelo a imitar; aunque conocemos muchos aspectos de su vida siempre podremos profundizar en ellos. Sabemos que amaba con delirio la Eucaristía, al Corazón de Jesús y a la Virgen y quizá este momento de la historia, con motivo del recuerdo de su Ordenación Sacerdotal, nos esté llamando a profundizar en el cómo de esa vivencia suya de estas realidades, para aprender de él e imitarle. Me gustaría hacer estas reflexiones acercándome mucho al corazón de Don Pedro para sintonizar con él y poder captar lo que 4 Actitud de fe. Por gracia de Dios se nos concede vivir un año dedicado a profundizar en la Fe y María es Modelo para nosotras en esta vivencia de Fe, cuando la encíclica habla de la fe de la Virgen dice estas palabras: “En cierto sentido, María ha practicado su fe eucarística antes incluso de que fuera instituida, por el hecho mismo de haber ofrecido su seno virginal para la encarnación del verbo de Dios. La Eucaristía mientras remite a la pasión y la resurrección está al mismo tiempo en continuidad con la Encarnación. Maria concibió en la Anunciación al Hijo divino, incluso en la realidad física de su cuerpo y su sangre, anticipando en si lo que en cierta manera se realiza sacramentalmente en todo creyente que recibe en las especies del pan y del vino, el cuerpo y la sangre del Señor” Y el Papa hace una aplicación a nuestra vida de una forma bellísima y quiero decirle con sus mismas palabras: “Hay, pues una analogía profunda entre el Fiat pronunciado por María a las palabras del ángel y el Amén que cada fiel pronuncia cuando recibe el Cuerpo del Señor, a María se le pidió creer que quien concibió “por obra del Espíritu Santo” era el Hijo de Dios. En continuidad con la fe de la Virgen, en el Misterio Eucarístico se nos pide creer que el mismo Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, se hace presente con todo su ser humano-divino en las especies de pan y de vino” (La Iglesia vive de la Eucaristía 55) Pidamos a nuestro Padre Fundador que especialmente en este año de la fe vivamos esto conscientemente, que cada vez que decimos amén al recibir a Jesús en la comunión nos demos cuenta que creemos que Jesús es el Hijo de Dios, encarnado para redimirnos y hacernos hijos de Dios, que al recibirle acogemos en nuestro corazón todo su poder, su misericordia, su amor, sus sentimientos y actitudes, su cariño hacia el Padre y hacia cada uno de nosotros y otro montón de realidades que nuestra superficialidad nos hace descuidar y olvidar pero que la fe descubre a la mirada de nuestro corazón. 17 nacido en tierras de infieles, y muchas, muchas más, pensar ahora en las que os ha concedido a cada una de vosotras: Os ha colocado Dios en un pueblo cristiano y viendo ejemplos fervorosos. Cuántas veces habéis oído la palabra de Dios, y mil y mil exhortaciones para el adelanto en la virtud. La gracia especialísima de los Santos Ejercicios; y en ellos de qué manera hablaba Dios a vuestro corazón, recordad los consejos y enseñanzas de vuestro director espiritual, (…) después los buenos ejemplos de vuestras amigas, los sentimientos y fervorosos propósitos que habéis formado en las meditaciones, y las mil y mil veces que Dios ha hablado a vuestro corazón. Y así ir pensando vosotras en las muchas gracias que os ha concedido Dios nuestro Señor. (Una Obra al Servicio de la Redención) En este último año el Papa Benedicto XVI ha estado dando las catequesis de los miércoles sobre el tema de la oración y hablando de las cartas de San Pablo decía que: “Ahora bien, aunque de por si es normal que en la oración pidamos algo, no debería ser exclusivamente así. También hay motivos para agradecer y, si estamos un poco atentos, vemos que de Dios recibimos muchas cosas buenas: es tan bueno con nosotros que conviene, es necesario darle gracias. Y debe ser también oración de alabanza, si nuestro corazón está abierto, a pesar de todos los problemas, también vemos la belleza de la creación, la bondad que se manifiesta en su creación. Por lo tanto, no sólo debemos pedir, sino también alabar y dar gracias; sólo de este modo nuestra oración es completa”. (Catequesis 20 de Junio 2012) Para profundizar en esta actitud de acción de gracias sigamos pidiendo muchas veces “conocimiento de tanto bien recibido…” nuestra pequeñez nos impide caer en la cuenta de los muchos regalos que continuamente recibimos de Dios y la Eucaristía es el más grande de todos porque es Jesús Dios y Hombre verdadero el que se entrega a cada uno de nosotros, las palabras de San Juan de “tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo…”se hacen realidad en cada comunión eucarística. 16 querría decirnos en estos momentos, porque ciertamente desde el cielo sigue siendo nuestro Padre Fundador y su mayor deseo es que crezcamos en nuestra vida de oración, de identificación con Jesús y en el amor y fidelidad a la vocación recibida. Don Pedro fue y sigue siendo Sacerdote, y un enamorado del Corazón de Jesús y de la Eucaristía, en varios escritos une ambas realidades con la expresión “Corazón Eucarístico de mi Amoroso Salvador.” Sabemos también por numerosos testimonios que para él la celebración de la Misa era de una gran importancia. “La gente quedaba impresionada cuando le veían celebrar la santa Misa, por su recogimiento y devoción”. “En la celebración de la Misa había algo en él que llamaba la atención por su reverencia, delicadeza en la exactitud de las ceremonias, se veía que vivía aquello que celebraba”. “Su fe en la Eucaristía era tan grande que le oí decir que daría su vida por confesarla y defenderla ante cualquiera. Era un sacerdote de fe profunda y robusta como una roca. El amor que tenía a este sacramento del altar era ardentísimo y a ese amor se unía el deseo de hacerle amar y un incansable celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas”. Quizá pueda ayudarnos a comprender y ahondar en su amor a la Eucaristía el constatar que ya desde el principio de su ordenación sacerdotal tenía una idea muy clara de la dignidad del sacerdocio ministerial, la grandeza de la Eucaristía y de la maravilla del Sacramento de la Reconciliación. En un sermón predicado en Tartanedo en el año 1903 en la primera Misa de un compañero, cuando solo tenía 25 años y hacia muy poco tiempo que había sido ordenado, vemos expresado lo que Don Pedro tenía en su mente y en su corazón: “…Contemplemos esa doble potestad que el sacerdocio obtiene sobre el cuerpo real y místico del hombre Dios ¡qué de magnificencias y prodigios! ¡Qué de maravillas y encantos no envuelve bajo el primer 5 concepto esa divina institución! Un portento mucho más extraordinario, un fenómeno incomparablemente más inexplicable que la creación del universo, se verifica sobre el ara santa a la voz del sacerdote cristiano. Dios en el principio de los tiempos dijo: “Hágase el cielo”, y el cielo apareció tachonado de numerosos globos, de gigantescos planetas, de deslumbrantes estrellas. Dijo: “hágase la tierra” y la tierra saliendo del caos, se deja ver rica en producciones de todo género. Pero ¿a dónde voy yo? ¿Qué intento? ¡Ah! Nada de esto, ni la sucesión periódica de los tiempos, ni el cambio armónico de las estaciones, ni la resolución constante y uniforme de los cuerpos celestes, ni cuanto en esa obra de la omnipotencia hay de más admirable y portentoso, iguala el prodigio que el sacerdote católico realiza todos los días sobre el altar en virtud de las palabras de la consagración. Él habla y a su voz el cielo y la tierra y los abismos y la naturaleza y la gracia, todo se pone en movimiento, todo obedece, incluso el mismo Dios usando de la frase de S. Agustín, él habla y las leyes de la creación suspenden su curso, y el orden primordial de las causas, y de los efectos se trasforma, y el pan cesa de ser pan, y el vino no es ya más vino. Callen, pues ante tamaña maravilla los Josué a cuyo mandato obedecería un día el sol ante los pabellones de Gabaón; los Moisés cuya misteriosa vara hería los peñascos y abría fuentes de agua cristalina en los desiertos; los Elías cuya voz evocaba del sepulcro los muertos. Y ¿qué decir de la potestad que ejerce sobre el cuerpo místico de Jesucristo que es la Iglesia? Razón orgullosa, anonádate en presencia de lo que no llegas a comprender. Sabiduría carnal, enmudece a lo que tanto dista de tus menguados principios. El sacerdote es el depositario de las llaves del cielo; vive en el tiempo y su poder alcanza hasta la eternidad; colocado está en la esfera limitada, y sus dedos tocan lo infinito; es hombre y obra como Dios; sus manos atan o desatan, abren o cierran, retiene o perdonan, sin que el cielo anule lo hecho en la tierra por el ministro de la reconciliación, “cuanto atareis en la tierra, atado quedará en el cielo, cuanto en la tierra desatareis, desatado quedará en el cielo”. Ahí está procuró la vida a todos los seres que viven en la tierra, cuánto más la manifestación del Padre por el Verbo procurará la vida a los que ven a Dios" (S. Ireneo, hacer. 4, 20, 7). El fin último de la creación es que Dios, "Creador de todos los seres, se hace por fin 'todo en todas las cosas' (1 Co 15, 28), procurando al mismo tiempo su gloria y nuestra felicidad" (N 294) En el diario de M. Aurea el Padre habla continuamente de dar gracias a Dios, en estos párrafos encontramos algo de lo quiere inculcarnos. “Y si no puedo hacer nada por mí sola en cuanto a la vida del cuerpo, ¿qué diré en cuanto a la vida del alma? ¡Yo no tengo más que pecados e ingratitudes! ¿Pero el buen Jesús qué es lo que ha puesto en mi alma? ¡Qué gracias me ha concedido! Todo por el amor grandísimo que Él tiene a esta miserable criatura. ¡La gracia de la redención! Esto llena de asombro y admiración. ¡Que todo un Dios haya querido hacerse hombre, y morir en una cruz por salvarle! Este amor inmenso no lo podemos comprender. ¡Cuánto le hemos costado a nuestro Jesús! Y si éste sólo pensamiento debía movernos a amar a Jesús con todas nuestras fuerzas, ¿qué tenemos que hacer al pasar la vista por las gracias sin número que nos ha concedido y está regalándonos cada día? Sin detenernos ahora a las gracias generales de creación, conservación, santos Sacramentos, preferencia a tantas almas que han 6 15 También el Catecismo nos pone este párrafo de San Agustín “…Tú eres grande, Señor, y muy digno de alabanza: grande es tu poder y tu sabiduría no tiene medida. Y el hombre, pequeña parte de tu creación, pretende alabarte, precisamente el hombre que, revestido de su condición mortal, lleva en sí el testimonio de su pecado y el testimonio de que tú resistes a los soberbios. A pesar de todo, el hombre, pequeña parte de tu creación, quiere alabarte. Tú mismo le incitas a ello, haciendo que encuentre sus delicias en tu alabanza, porque nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti (S. Agustín, con. 1, 1, 1). (N30) Si pensamos en nuestros Votos es esto mismo, porque los Votos son la expresión de la entrega de toda nuestra vida y esta actitud de ofrecimiento de María lo revivimos cada mañana cuando en el ofrecimiento de obras decimos: “Señor mío y Dios mío Jesucristo: por el Corazón Inmaculado de María me consagro a tu Corazón, y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar, con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy… el fundamento de esta potestad. Con razón pues, podemos afirmar que la dignidad sacerdotal, es la dignidad más grande”. (C4 L11 N76) Muchos años después el Papa Juan Pablo II parece que está hablando de él cuando les dice a los sacerdotes:”El ministerio ordenado, que nunca puede reducirse al aspecto funcional, pues afecta al ámbito del “ser” faculta al presbítero para actuar “in persona Chisti” y culmina en el momento en que consagra el pan y el vino, repitiendo los gestos y las palabras de Jesús en la Ultima Cena. Ante esta realidad extraordinaria permanecemos atónitos y aturdidos. ¡Con cuanta condescendencia humilde ha querido Dios unirse al hombre! Si estamos conmovidos ante el pesebre contemplando la Encarnación del Verbo, ¿Qué podemos sentir ante el altar, donde Cristo hace presente en el tiempo su sacrificio mediante las pobres manos del sacerdote? No queda sino arrodillarse y adorar en silencio este gran misterio de fe. (Carta a los sacerdote Jueves S. 2004) Alabanza y acción de gracias. En la encíclica destaca también esta actitud de María y nos invita a leer el Magníficat en perspectiva eucarística y nos dice: “La eucaristía, en efecto, como el canto de María, es ante todo alabanza y acción de gracias. Cuando María exclama “mi alma engrandece al Señor, mi espíritu exulta en Dios, mi Salvador” lleva a Jesús en su seno. Alaba al Padre “por” Jesús, pero también lo alaba “en” Jesús y “con” Jesús. Esto es precisamente la verdadera “actitud eucarística”…Cada día recibimos a Jesús en nuestro corazón, su presencia es tan real como lo fue en el seno de Maria, nos podemos preguntar cómo son nuestras acciones de gracias después de comulgar, el Papa nos da una pauta al decirnos esto tan bonito:” …la mirada embelesada de María al contemplar el rostro de Cristo recién nacido y al estrecharlo entre sus brazos, ¿no es acaso el inigualable modelo de amor en el que ha de inspirarse cada comunión eucarística?.” (La Iglesia vive de la Eucaristía 55) Si nos acercamos a los Ejercicios en el P y F. y en la contemplación para alcanzar amor encontramos todos estos elementos. Conocemos la expresión de San Ignacio “El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir….” Es la vocación de todo ser humano que también lo vemos expresado en el Catecismo de la Iglesia “La gloria de Dios consiste en que se realice esta manifestación y esta comunicación de su bondad para las cuales el mundo ha sido creado. Hacer de nosotros "hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia" (E 1, 5-6): "Porque la gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del hombre es la visión de Dios: si ya la revelación de Dios por la creación Y el Papa Benedicto XVI al clausurar el año sacerdotal el día del Corazón de Jesús, 11 de Junio de 2010 decía: “Nos hemos dejado guiar por el Cura de Ars para comprender de nuevo la grandeza y la belleza del ministerio sacerdotal. El sacerdote no es simplemente alguien que detenta un oficio, como aquellos que toda sociedad necesita para que puedan cumplirse en ella ciertas funciones. Por el contrario el sacerdote hace lo que ningún ser humano puede hacer por sí mismo: pronunciar en nombre de Cristo la palabra de absolución de nuestros pecados, cambiando así, a partir de Dios la situación de nuestra vida. Pronuncia sobre las ofrendas del pan y del vino las palabras de acción de gracias de Cristo, que son palabras de transustanciación, palabras que lo hacen presente a El mismo, el Resucitado, su Cuerpo y su Sangre, trasformando así los elementos del mundo; son palabras que abren el mundo a Dios y lo unen a El. Por tanto, el sacerdocio no es un simple “oficio”, sino un sacramento: Dios se vale de un hombre con sus limitaciones para estar, a través de él, presente entre los hombres y actuar en su favor. Esta audacia de Dios, 14 7 que se abandona en las manos de seres humanos; que aun conociendo nuestras debilidades, considera a los hombres capaces de actuar y presentarse en su lugar, esta audacia de Dios es realmente la mayor grandeza que se oculta en la palabra “sacerdocio”. Que Dios nos considere capaces de esto, que por eso llame a su servicio a hombres y así, se una a ellos desde dentro, esto es lo que este año hemos querido de nuevo considerar y comprender. Queríamos despertar la alegría de que Dios esté tan cerca de nosotros y la gratitud por el hecho de que El se confíe a nuestra debilidad; que El nos guie y nos ayude día tras día...” También para nosotras el Don del Sacerdocio, regalo de Jesús en su última Cena en este mundo, debe ser un motivo de acción de gracias por el Sacerdocio de Don Pedro y por todo el bien que hizo a la Iglesia y pedir su intercesión para que nos siga bendiciendo desde el cielo. A la luz de estas reflexiones sobre el sacerdocio nos fijamos en sus palabras escritas casi como conclusión de los Ejercicios de 1922 “Estima y amor grande de mi vocación al Sacerdocio y a la Milicia de Jesús. ¡Oh dicha mía, soy dueño y rey de mi Dios por mi Sacerdocio!” (C2L2N11) O también las palabras escritas como fruto práctico en sus Ejercicios de 1934: “Celebrar la santa Misa con todo el amor de mi corazón; así lo hago siempre. Es donde más gozo y donde más sufro la persecución de tentaciones y de miedo. Es toda mi dicha. ¡Qué tiene que ver la dicha del anciano Simeón con la mía! “C2L3N17 Y en su oración durante los Ejercicios Espirituales se pregunta: ¿Cómo alabará más el hombre y el hombre sacerdote? .- Haciendo ostentación de cuantas perfecciones Dios le ha dado: talento, dones del alma, dones del cuerpo, gracias especiales... .- Vehemente deseo de glorificar a Dios en todo: predicación, consejos, etc. .- No buscando en cosa alguna su propia gloria. 8 dice el número 9 de las Constituciones “la Congregación nos supone formadas por los Ejercicios y verdaderamente probadas en ellos, personas que se renuevan constantemente en las disposiciones que los mismos exigen. Para nosotras los Ejercicios no se pueden suplir con nada” y en el Directorio “…. Dispuestas a entregar todo su ser físico, intelectual y moral, por medio de la espiritualidad de los Ejercicios, es decir, de los Ejercicios hechos y vividos” Tanto en la encíclica, “La Iglesia vive de la Eucaristía”, del Papa Juan Pablo II como en los Ejercicios encontramos elementos comunes que son aplicados a la Virgen cuando el Papa la llama “mujer eucarística” sobre los que queremos reflexionar y hacer nuestros para vivirlos de modo consciente y agradecido. Actitud de ofrecimiento. El Papa en la encíclica llama a la Virgen mujer eucarística con ello nos habla de la entrega de María: “María, con toda su vida junto a Cristo y no solamente en el Calvario, hizo suya la dimensión sacrificial de la Eucaristía…” y un poco más adelante “¿cómo imaginar los sentimientos de María al escuchar de la boca de Pedro, Juan, Santiago y los otros Apóstoles, las palabras de la última Cena: este es mi cuerpo que será entregado por vosotros” aquel cuerpo entregado como sacrificio y presente en los signos sacramentales, ¡era el mismo cuerpo concebido en su seno! Recibir la Eucaristía debía significar para María como si acogiera de nuevo en su seno el corazón que había latido al unísono con el suyo y revivir cuanto había experimentado en primera persona al pie de la cruz” (La Iglesia vive de la Eucaristía 56) En los Ejercicios Jesús nos invita a ofrecer nuestras personas para la construcción del Reino, a un seguimiento cercano, a una identificación con El; y en cada Eucaristía la Iglesia ofrece a Cristo al Padre y se ofrece junto con El, en la gota de agua que el sacerdote junta al vino está simbolizada nuestra pequeñez que por el poder de Dios queda trasformado junto con el vino en la Sangre de Jesús, es decir, en Jesús mismo. 13 lema es la expresión de su deseo de vivir la Eucaristía a lo largo del día y de toda la vida, dice también “mirando al Sagrario”. Nuestro Padre Fundador es consciente de que Jesús no solo entregó la vida en el holocausto sangriento de la cruz, sino que se inventó esta “locura de amor” que es la Eucaristía, para quedarse con nosotros y darnos a la vez la posibilidad de actualizar y participar eficazmente de su misma entrega máxima de amor. Ese consumirme… ¿no le recordará a D. Pedro aquel “Todo está consumado” que Jesús dice desde la cruz? Y ¿no será lo que despierte en él el deseo de esa entrega total e incondicional? Las palabras que dice en uno de sus sermones son también dignas de ser recordadas en este contexto: “Al orgullo de nuestro siglo presenta el Corazón de Jesús su humildad. La humildad anima sus actos y todos los misterios no son otra cosa que la manifestación de esta virtud, ella le humilla del cielo a la tierra, le tiene nueve meses en el seno de María, le mece en un pesebre, oculta su saber a los ojos del mundo por treinta años y buscando el último esfuerzo de su amor y humildad se eterniza en la Eucaristía.”(C3L2N8) Aprendiendo de nuestro Padre Fundador. Sabemos con qué interés, reverencia y fidelidad recibía nuestro Padre todo lo emanado por el Magisterio de la Iglesia, yo me lo imagino disfrutando con la lectura y meditación de la encíclica del Papa sobre la Eucaristía, y le veo con una gran sonrisa al leer la expresión que el Papa utiliza llamando a María “mujer eucarística” y por ello quisiera hacer unas reflexiones que nos ayuden a vivir toda nuestra vida como una Eucaristía que celebrada se prolonga a lo largo de toda el día y de toda la vida. Una de las fórmulas de despedida que pueden utilizar los sacerdotes al final de la Misa es: “Glorificad al Señor con vuestra vida”. Si para cualquier persona estas palabras son una llamada de atención cuanto más para las Esclavas de Cristo Rey que hemos recibido como vocación la llamada a vivir los Ejercicios como nos lo 12 .- Multiplicándose y haciéndose lo más útil posible por todos los medios que estén a nuestro alcance y mediante la práctica de la mayor industria santa para buscar la gloria de Dios. .- Sin salirnos de nuestros fines: el sol alumbra, el hombre... el sacerdote... .- Hacer reverencia…como se hace reverencia a un padre… a un rey….a un prelado. Estos no siempre están presentes… Dios está siempre presente. Para hacer reverencia hay que tener presente, en. cuanto puede la mente humana: su sabiduría, su poder, su omnipotencia, su grandeza... - Servir a Dios. Soy suyo y tengo que servirle. ¿Dónde? En la Iglesia, en la calle, en la predicación... ¿Cuándo? Siempre. ¿Cómo? servir a Dios es reinar”. (C2L2N9 año 1918) Su amor al sacerdocio aparece en muchos de sus apuntes, pongo alguno de ellos donde lo deja expresado claramente: .- Amar mi vocación con toda mi alma, es mi dicha y mi mayor consuelo: ser sacerdote, ser de la Compañía de Jesús, trabajar con todo mi esfuerzo e ingenio en la parroquia y en la Milicia de Jesús. ¡Señor, dadme ánimo para no desfallecer, fuerza para sufrir, constancia para perseverar, luz para no herrar, el desaliento será el muro que tendré que vencer! ¡Bendecidme, Señor! La identificación con Jesús era su mayor deseo: .- Jesús mío, ayudadme para imitaros, en vuestro porte exterior, en vuestra modestia, en vuestra suavidad y dulzura, sobre todo con los pecadores, con mis feligreses, con mis enemigos. Dadme ánimo esforzado y generoso para abrazarme con la pobreza, y aceptar por imitaros y gozarme en las afrentas y menosprecios. (C2L3N16 1927) Podemos ver también su conciencia de ser para los demás: “Meditación de cómo el sacerdote es, otro Cristo, hombre del Dios Padre, Hijo (y) Espíritu Santo, buen olor de Cristo. El sacerdote 9 debe alimentar al pueblo con la boca, las obras y la oración.” (C2L3N21) .- Dios me creó, se acordó de mí desde toda la eternidad, se acuerda constantemente de mí en la conservación, estoy rodeado de su grandeza (presencia de Dios), soy suyo, me eligió para cristiano, soy miembro de Cristo, me eligió para sacerdote, soy su representante; me eligió para la Parroquia, (Pastor de su grey), para la Compañía; para la Obra, (predilecciones especiales). Consumirme por el Sagrado Corazón. Humildad, respeto, dignidad, amor inmenso”. (C2L4N25) Podríamos tomar muchos más pero creo que son suficientes para darnos cuenta de lo que valora y agradece su sacerdocio y la colaboración que quiere prestar a las gracias que Dios le concede abundantemente. ¿Un Lema Eucarístico? Hay una frase de Don Jacinto Argaya que fue obispo de San Sebastián y que conoció bien a Don Pedro que nos va a servir para pasar de lo que hemos visto sobre el sacerdocio de nuestro Padre Fundador a nuestra respuesta en el deseo de imitarle: Corazón eucarístico de mi amoroso Salvador, os adoro agradecido, desde lo más profundo de mi corazón. Ayudadme, ¡Jesús mío!, para que en esta hora no pierda la presencia de mi Dios, en vuestro Corazón santo y dadme vuestra gracia para que me consuma y agote, durante ella, en todo mi ser, físico, intelectual, moral, sacerdotal, parroquial y de la Obra, por vuestro amor, por vuestra gloria, por vuestro reinado, por la salvación de las almas, por el reclutamiento de ejercitantes. Amén. Así cumplo también mi oblación y esto no dura más que medio minuto. Es mi deseo (si me lo aprueban) propagar esta práctica, y que la propaguen las Hijas de la Milicia de Jesús, entre los religiosos, religiosas, sacerdotes y cristianos fervorosos, para lo cual escribiré un pequeño comentario a ese acto de adoración y consagración personal.” (C2L3N17) Quisiera fijarme en el lema que nos trasmitió y que tantas veces hemos oído y a lo mejor podemos orarlo desde esta perspectiva de la Eucaristía. “Fruto práctico: Deseo hacer de mi vida (y a esto aspiro y de igual modo en las Hermanas, aunque aún no lo he conseguido en mí) una oración continua, mediante la suave y amorosa presencia de Dios, y a esto aplico el examen particular, que no lo dejaré hasta morir. Como medio práctico, sencillo y poco costoso, para conseguir esa vida de fe y de oración continua y para cumplir al propio tiempo mi santo Voto de consumirme y agotarme por amor del Divino Corazón, cada hora postrado de rodillas (si buenamente puedo), mirando el Sagrario, diré (y también las hermanas) con gran recogimiento y compostura: Sabemos que el deseo expresado en este lema por el Padre Fundador nace en la meditación del P. y F. incluso en los Ejercicios de este mismo año lo dice también varias veces, él se ha experimentado amado y agraciado por tantos dones de Dios y toda su vida quiere ser una respuesta a este amor de Dios viviendo en la alabanza y en el servicio, pero también podemos ver en este lema rasgos eucarísticos que nos interesa señalar para que sean un estimulo también para nosotras en nuestra vivencia de la Eucaristía a imitación de nuestro Padre Fundador. Vamos a reflexionar sobre el contenido de este lema que tan conocido se nos hace. En primer lugar el Padre escribe esta fórmula, más completa que las que aparecen en otros momentos, en el contexto de la vida pública, después de hacer una meditación sobre la elección al Sacerdocio, seguida de otra sobre Marta y María. En segundo lugar a lo largo de los apuntes, de este mismo año, utiliza varias veces la expresión Corazón Divino, pero aquí dice Corazón Eucarístico, creo que pueden ser datos que nos indican que el 10 11 “Fue devotísimo de la Eucaristía. Pudiéramos decir que su vida toda fue vivir la Santa Misa”.