MiCultura - Ministerio de Cultura
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7 6 Stephanie Paulino, licenciada en Educación Temprana, egresada de UNIBE, nos muestra su pasión por las letras y por su tierra natal en uno de sus poemas, titulado “Hija de Santo Domingo”. Juan García, estudiante de UNIBE e integrante del Taller Literario Letra Joven, pone de manifiesto sus inclinaciones literarias en dos de sus obras que han sido publicadas en esta edición: “Control” y “Flores del héroe”. MiCultura Ministerio de Cultura Suplemento Bimestral AÑO 1 | NÚMERO 5 | agosto-septiembre 2014 2 MiCultura agosto-septiembre 2014 “ Amargo es el jugo de la verdad, pero es su jugo” “Cuando no puedas ser justo por virtud, sélo por orgullo”. 1839-1903. Eugenio María de Hostos, Político, pedagogo y escritor puertorriqueño. Marjorie Rodríguez S Santo Domingo, 6 de septiembre, 1992. Es estudiante de la carrera de Psicología en la Universidad Iberoamericana. Su poema ‘’Amante, compañero y amigo’’ ganó el primer lugar en el VII Certamen Literario de UNIBE. Allá a lo lejos; donde habite el olvido´´. lagunadelasmusas.blogspot. Luis Cernuda A propósito del Taller Literario Letra Joven de UNIBE “ El que escribe se escribe”, ha dicho alguien con acertada razón. La escritura es un acto de franca exposición ante los demás y su virtud radica en que, quien la practica de forma continua estará capacitado en buena medida para conocerse a sí mismo y comprender el mundo que lo rodea. Con la presentación de estos poemas y relatos de los integrantes del Taller Literario “Letra Joven” de la Universidad Iberoamericana, damos a conocer una parte de lo que estos creadores van construyendo. Cada semana, el taller se realiza siguiendo una metodología de lectura y práctica de escritura. José Lezama Lima dijo alguna vez: “El que va a las fuentes, encuentra orígenes nuevos”, por ello, nuestra continua lectura de textos fundamentales de la literatura universal y ejercicios alrededor de los mismos. El espacio literario corresponde a la Coordinación de Lengua y Literatura, apéndice de Ciclo General y Básico de UNIBE. Vale resaltar que varios de los textos poéticos y narrativos presentados en esta entrega han sido ganadores en los concursos literarios que organiza la Universidad Iberocamericana (UNIBE) MiCultura agradece a la Dra. Carmen Susana Caraballo, directora de Ciclo General y Básico, así como también a la Lic. Zoila Anitza Gutiérrez, coordinadora de Lengua y Literatura, por permitirnos la publicación de estos textos y por promover y mantener un espacio de formación literaria. Es nuestro deseo que esta publicación sirva de estímulo para todos los integrantes de tan singular espacio creativo. MiCultura Amante, Compañero y Amigo No es necesario describirte el mundo, sabes que existen mares y continentes, islas y archipiélagos. En uno de esos continentes, estás tú. En una de esas islas, estoy yo. Ambos separados por océanos, viviendo bajo el mismo cielo. Pero allí donde estas yo también quisiera estar. Esta distancia parece infinita. Este silencio, frio y melancólico exige respuestas. Porque esta ciudad me resulta inmensa, sin ti. Y las luces dibujan recuerdos, de aquellas miradas que narran una historia, nuestra historia. Y es que no quiero olvidarte pero a veces me cuesta recordarte. Es una lucha interna, una batalla… casi una guerra. Una guerra de preguntas, preguntas sin respuestas. De dudas incoherentes, de pensamientos ilógicos. Sin quererlo entiendo esto que vivimos pero quizás no acepto el curso del segundero. El tiempo es eterno y se va entre los dedos aunque tu amor sea mi aliento, el olvido es mi sendero. Un sendero que recorro sin pensarlo, asimilarlo ni aceptarlo. Porque al final de este camino, no estarás tu conmigo. Sin embargo, por este trayecto me acompaña tu recuerdo. Tu recuerdo que es mi amante, compañero y amigo. Siendo Él quien inspira estas palabras para que algún día puedas escucharlas. Aunque mi cuerpo camine rumbo al olvido mi corazón… está contigo. Director General de Comunicación y Audiovisuales | Irasema Jiminián | Director de Prensa | José Tejada Gómez | Coordinación de contenido | Valentín Amaro Editora | Mirfak Rowland | Coordinador de Diseño | Amín Toribio Gómez | Diseñadores | Daniel Fortuna, Kenny Flores y Julio Marcano | Corrector de Estilo | Federich Marte www.cultura.gob.do | www.micultura.org issuu.com/micultura www.ministerio de cultura Av. George Washington, esq. Presidente Vicini Burgos Santo Domingo, Rep. Dom. Tel.: 809-221-4141 | Exts. 298, 236 @MiculturaRD 3 MiCultura agosto-septiembre 2014 Ariel Contreras S anto Domingo, 12 de diciembre, 1992. Ganador del primer lugar en la categoría Cuento del VII Certamen Literario de UNIBE con el relato “Qué hacen los adoctrinados”, y mención de honor por su cuento “Algo que nunca se hizo”. En el 2012, fue ganador del segundo lugar con el poema “Campanadas de vida y muerte” en el V Certamen Nacional para Talleristas que organiza el Ministerio de Cultura de la República Dominicana. Es estudiante de la carrera de Psicología en la Universidad Iberoamericana. Integrante activo del Taller Literario Letra Joven de UNIBE. Ha participado en recitales y ponencias en versiones de la Feria Internacional del Libro, así como en recitales y talleres de la ciudad. Se define como un estudiante y aprendiz de la vida, amante de los horizontes que esconde el mundo. ¿Qué hacen los adoctrinados? —Tranquilo Juanjo, no te va a pasar nada. Esto es algo que todos tienen que hacer para poder ir al cielo, confía en mí. Ya después de unas cuantas veces serás todo un hombrecito. Vamos, abre las piernas que Dios se encarga de abrirte sus puertas— Esas palabras todavía resuenan dentro de su cabeza mientras duerme, de madrugada, cuando nadie más escucha, justo igual que aquel día. Nadie sabe que más de una vez por semana se despierta sudando con una taquicardia incontrolable y cerrando las piernas con fuerza anormal. A pesar de los años aún tiembla cuando escucha las campanadas que anuncian la llegada del mediodía. Su temor a los crucifijos lo convirtió en blanco de burla. Tuvo la más perra infancia siendo alumno de un colegio católico, donde por reglamento, tenía que colgarse del cuello esa cruz donde modelaba un muñeco agujereado y ensangrentado. Estaba solo. Solo en el pupitre, solo sin el papá que lo abandonó desde la fecundación, solo sin su madre que quedó colgada del techo con una silla tumbada a sus pies, solo en ese orfanato que también era su escuela y el único sitio donde era recibido no más que por pura pena. —¿Sabes Juanjo? Dios quiere que hoy conmemoremos su nacimiento, es navidad y no podemos cuestionar sus órdenes de ninguna manera. ¿Por qué no entramos al cuarto de confesiones tú y yo solos? — le preguntó el muy cabrón tomándolo de la mano y caminando con él hacia las sombras, con las campanas del techo sonando. Ese día, a sus doce años, Juan José corrió lo más lejos que pudo y no volvió más al orfanato. El único rastro que dejó fue una nota escrita con carboncillo que en latín decía “Redibo pro vobis” y que el padre Franco Gulías sin titubear guardó en su bolsillo, sin que nadie más viera y ordenando a todos no buscar a ese hereje. Mientras corría iba dejando atrás las saladas lágrimas del dolor, lo que nunca se desprendió de él fue el recuerdo de cómo un hijo de puta le castró su inocencia vez tras vez, así no más. Ahora, trece años después Juanjo es el encargado de una tienda que confecciona uniformes. De algo le sirvió pasar tiempo con las monjas cosiendo hábito tras hábito. También le sirvió caerse mientras huía y terminar en los pies de la anciana que le dio un lugar en su casa, que le dio trabajo y le dio comida todos los días hasta morir. Un día la Santa Sede anunció la celebración de la primera década de adoctrinamiento social. Toda la prensa se encargó de cubrir esta noticia; se publicó tantas veces hasta convertirse en algo asqueante. Días antes de la celebración los fanáticos empezaron a predicar de voz en cuello, llenando las esquinas de versículos que se esparcían por el aire y se pegaban en los oídos de los peatones. Y como si fuera poco, empezaron las ventas de camisetas serigrafiadas. ¡La fe está más viva que nunca!, ¡Arriba la iglesia!, ¡Bendito seas padre Franco!, ¡Soy un adoctrinado!, ¡Se acerca la segunda venida! A Juan José le aterraba tanta ceguera, estupidez y glorificación. Faltando dos semanas para que llegara el día de la celebración, decidió cerrar el negocio temprano para hacer algo que rara vez hacía. Encendió la radio y el vaso de cristal que sostenía cayó al suelo desgranándose en mil pedazos. Reconoció la voz que decía: —Dios quiere que conmemoremos los diez años que llevamos trabajando para hacer que los niños crezcan enfocados en los valores de bien y amor que se predican en nuestra iglesia, casa de muchos que dentro de poco, serán hombres correctos como sus mentores— Con las manos temblando apagó la radio y pasó corriendo por encima de los cristales con los pies descalzos. Cada paso que daba para llegar a su habitación le recordaba las aceras que recorrió mientras huía, luego de salir del cuarto de confesiones, las veces que por las noches su mentor entró a su habitación y a su cama, todas las lágrimas que guardó porque según el padre, a Dios le desagradan los niños llorones que no se comportan como les ordenan. Al día siguiente las puertas del negocio permanecieron cerradas. Lo mismo pasó durante doce noches, nadie podía entrar ni ver hacia el interior, los clientes se amotinaban en la entrada gritando su nombre y lo mucho que le desagradaría a doña Alma ver que su tienda de confecciones tenía dos semanas estancada y que en su puerta un candado exigía la retirada de quienes visitaban. —Ha llegado el día—, dijo en voz alta Juan José. —Redibo, pro bobis— murmuró luego. En su habitación las paredes habían perdido su color pálido por los trazos fuertes en latín que las cubrían de arriba abajo, de lado a lado. Toda una pandemia de letras. Era de madrugada, por primera vez en más de una década se dirigía a la iglesia donde había sido violado y manoseado por el perverso gusto de un santo. Irrumpió en la iglesia por la parte de atrás donde se encontraba la cocina, miró su reloj y dijo: — “A ver si todavía sigues la misma maldita rutina” PASE A LA PAGINA SIGUIENTE 4 MiCultura VIENE DE LA PAGINA ANTERIOR —, pasaron dos minutos y de la escalera empieza a descender una bata blanca que con cada escalón empieza a tomar forma humana. Era él, Franco Gulías, acercándose al refrigerador para tomarse un vaso de leche, como todos los días, a la misma hora. Riendo y llorando Juan José corrió a esconderse detrás de los árboles, donde esperó hasta el amanecer. Vio cómo en el edificio de la otra acera el sol hacía nacer una cruz de sombra, entonces supo que era hora de actuar. Que el “Volveré por usted” que había escrito en latín pasaría de la amenaza infantil al accionar de un hombre traumado. De su bolso sacó un martillo con el que rompió el candado de la puerta trasera y con cautela caminó por los pasillos hasta dar con la puerta del cuarto de confesiones. Leyó las palabras escritas en la pared “Dios prefiere a los adoctrinados sociales”, sintió tanto asco que la escupió con la saliva del desprecio y allí, tras una cortina, se sentó a esperar la entrada del padre. Sabía que ese era el sitio donde se cambiaba antes de dar la cara al público. Los minutos van pasando, a lo lejos escucha a las monjas afinando las voces para el canto de inauguración, de repente, sin aviso previo, oye el rechinar del manubrio. No puede ver nada tras la cortina, no sabe quién está con él en ese cuarto de frustrantes recuerdos. —Si estas paredes hablaran estaría yo quemándome en el infierno—-, se escuchó dentro del pequeño cuarto. Sin dudas era él, su voz se escuchaba más vieja y oxidada, pero era él, Juan José no lo dudo ni un instante. Sacó lentamente de su bolsillo un trapo sucio con el que se limpiaba el sudor mientras confeccionaba trajes, lo estrujó dentro de su puño y con el rencor que añejaba dentro, saltó encima del maldito, obligándolo a abrir la boca mientras le apretaba la tráquea con todo el odio que un humano puede sentir. Le metió el trapo sudado hasta la garganta y con su mano le hizo cerrar la boca. —Mírame bien, mírame bien cabrón de mierda—, el padre abrió los ojos del tamaño de dos lunas llenas. —Ahora me recuerdas hijo de puta, cómo irías a olvidar al Juanjo que tantas veces pusiste boca abajo en la cama— el padre intenta voltear la mirada atragantándose todo el sucio del pañuelo, sin poder toser ni hablar. —A Dios no le gustan los niños desobedientes ¿No? Por eso vine a cumplir mi palabra, a regresar por usted como el día que huí le dije —. El padre perdía fuerzas y se le notaba la debilidad en el rostro, hasta que en un momento, movido por lo innato de sobrevivir, levanta los brazos y le clava los dedos en los ojos a Juan José. Lo soltó, el padre intentó sacar de su boca el pañuelo y Juan, casi sin ver y en un frenesí rabioso, le clava el puño en los labios varias veces, cada vez que lo levantaba más y más sangre. Lo dejó inconsciente a puros golpes. Sacó de su boca el pañuelo y de sus bolsillos pequeñas cruces que luego entró todas en la boca del santo. Buscó su bolso tras la cortina, sacó dos clavos y el martillo. —Déjeme enseñarle la nueva crucifixión— dijo. Lo despojó de su bata blanca, toda manchada, extendiendo sus brazos como mismo los extiende un pecador arrepentido. La fuerza fue tanta que de un solo martillazo le dejó la mano adherida a la madera que servía de piso. Repitió lo mismo en la mano izquierda. Luego pasó a abrirle las piernas y a poner una cruz entre ellas. —Después de esto será todo un hombrecito, no se preocupe, no le va a pasar nada—, golpeó la cruz con la misma fuerza que hacía mientras cerraba las piernas de madrugada. Después del golpe la cruceta terminó siendo parte del padre. —¿Sabe Franco? Hoy conmemoramos la primera década del adoctrinamiento social. Qué bueno que entramos usted y yo solos al cuarto de confesiones— agosto-septiembre 2014 Eloisa Jacomelli T icino, Suiza, 17 de junio, 1989. Estudiante de la carrera de Medicina en UNIBE donde ganó el primer lugar en la Segunda Olimpiada de Matemáticas. Es integrante de Letra Joven. Se considera una estudiante aplicada con muchas experiencias en la vida. “Me atrae lo desconocido, probablemente por haber viajado toda mi vida y por casi todo el mundo”. Es amante de los libros y considera que cualquier libro es bueno para leer, ya que los considerados “libros malos” son los que nos permiten evitar ciertos errores al momento de escribir. Te encuentras en el mercado de Altdorf, es el 18 de noviembre del 1307. El día es luminoso pero frío. Te vestiste con la ropa más caliente que tenías pero igual, sientes esa brisa fría atravesar la tela de tu ropa, a veces es tan fría que parece que te atraviesa completo hasta llegar a los huesos. Te miras alrededor, has hecho este recorrido muchas veces, siempre pasando entre estos mercantes que venden sus alimentos, sus objetos extraños y siempre hablas con ellos. La brisa sopla en tu cara y te cubres hasta la nariz con tu manto. El mercado de Altdorf siempre ha sido frenético, siempre hay muchísima gente hablando, riéndose, niños que corren por todos lados, animales que con el murmullo que produce la concentración de gente y animales que hay en el mercado se ponen nerviosos. Pero este día te das cuenta que no es así. La gente susurra, le notas una cierta tensión en la cara y esta tensión se refleja en sus movimientos, ya no gesticula tanto, ya los niños no corren; se quedan tranquilos cerca de sus padres. Te parece captar una noticia, más que captarla, te enteras de un evento que sucedió esta misma mañana. ¿Será cierto? ¿Guillermo Tell, el más famoso ballestero de este país está preso? Un dolor lacerante te devuelve a la realidad. Estás sentado en una mesa de un bar, con el cigarrillo todavía entre tus dedos. Se quemó casi por completo, le das la última calada y lo apagas en el cenicero que está justo cerca de tu taza de café. Levantas la tacita, el aroma de café inunda tu nariz, todavía sigue caliente. De nuevo ese dolor, tu hombro no se ha mejorado; sería tiempo de ir a ver un médico. Pides otro café, miras a tu alrededor; hay poca gente en esta tarde de otoño. Estás sentado justo frente a un lago; que ya no es el lago que tus tras tatarabuelos conocieron. Casi no se distinguen los días de las noches si no es por las farolas que hay en las calles, fluorescente en el día y halógena en la noche. La luz del sol ya casi no pasa a través de estos rascacielos, de estas autopistas aéreas, de estos carros y motores que vuelan sobre tu cabeza. Miras hacia arriba, un carro de policía persigue a un motociclista. Miras hacia abajo y te das cuentas de que la colilla sigue prendida, el humo se eleva en el aire dibujando figuras. ¡Ahí va! Reconoces la figura de un niño parado con algo en su cabeza. Prendes otro cigarrillo. Es cierto, agarraron a Guillermo Tell y su hijo pasando frente al palo donde colgaba el sombrero del gobernador en la plaza grande de Altdorf, y no inclinarse frente a él como signo de respeto. Apresuras tu paso para llegar a la plaza grande y ver lo que sucede. Siendo sus habilidades como ballestero muy conocidas, el gobernador decidió ponerlo a prueba. “¡Deberá perforar la manzana que estará a 100 pies de distancia!” Sonríes y te dices que esto es demasiado fácil para el gran ballestero. Miras al ballestero, una gota de sudor le fluye sobre su frente, su mirada es tensa. Le percibes, por un instante, en sus ojos un poco de temor, que se desvanece rápidamente. El cielo se oscureció un poco y la brisa se calmó, esta tarde lloverá. Miras hacia donde mira Guillermo Tell con su mirada aseguradora. Es una imagen aterrorizadora. Ahora entiendes. ¡La manzana estará puesta sobre la cabeza de su mismo hijo! Para liberarse y no ser ejecutados por la falta de respeto frente al sombrero del gobernador, él deberá traspasar el fruto y solo entonces lo dejaran marcharse libre con su hijo. En el caso contrario, los dos serán ejecutados. Guillermo prepara su ballesta y dos flecha de las cuales una se coloca en su camisa cerca del corazón. Lo ves halar la cuerda vegetal de su ballesta, fijarla, colocarle la otra flecha en el carril acanalado del arma y posicionarse para disparar. Toma la mira y después de un rato presiona el gatillo. Cierras los ojos, este momento te parece muy largo e insoportable. ¿Qué será del niño, qué será de Guillermo si mata a su proprio hijo? La saeta perforó a algo. Entonces se levanta una ligera brisa y junto a ella un grito desde la muchedumbre. Apagas el cigarrillo, pagas la cuenta y te vas paseando por la plaza. Esta ciudad se ha vuelto totalmente peatonal desde que los carros y los motores circulan en el aire en vez de circular en el suelo. ¿Será mejor así? Piensas en las vidas pasadas y como la gente vivía antes. Has refutado comprar un carro volante, tampoco MiCultura agosto-septiembre 2014 tienes mascota robotizada. Y piensas, la gente se ha vuelto loca. Una mujer joven y linda te pasa al lado. Su perfume te hace perder el hilo de tus pensamientos. ¿Hace cuanto tiempo no has estado con una mujer? Demasiado tiempo. Sacas un cigarrillo y lo agarras con tus labios, secos y rugosos. De otro bolsillo sacas un viejo encendedor. Hoy en día ya no se encuentran encendedores de este tipo. Lo acercas al cigarrillo que intentas prender pero una briza se levanta y apaga su llama. Vuelve a intentarlo pero no logras encender tu cigarrillo. Sigues caminando en la calle pensando si visitarlo o no. Si te dejaron solo es porque pasabas demasiado tiempo con él. Pero le debes esta visita. Eres el único ser en esta era que todavía comparte con él, que lo reconforta, además quieres saber cómo termina la historia que te ha estado contando durante todo este periodo. Mientras caminas hacia este lugar muy especial, vuelves a prender otro cigarrillo. ¡La saeta dio en el mismo medio de la manzana! Un grito de alegría surge desde la multitud de personas que están ahí presentes. Abres los ojos y observas como el niño corre hacia su padre y se lanza en sus brazos. Todos aclaman la destreza de Guillermo. Lo que enfurece aun más al gobernador quien al parecer no acabó con ellos todavía. Le pregunta por qué tenía una flecha escondida cerca de su corazón y Guillermo queriendo salir de esta situación le responde sin gran interés que era una costumbre que los ballesteros tenían. Entonces Gessler abusa de su poder y le ordena de decirle la verdad para dejarlos marcharse libre. Fue entonces que el famoso ballestero confeso que si hubiera asesinado a su hijo, la segunda flecha hubiera perforado su corazón Austriaco y así mismo hubiera liberado el país de su dominio. El hijo se ve alejarse de nuevo de los brazos de su padre que están deteniendo otra vez por conspiración. Logran llevárselo hasta los barcos que lo llevarán a la prisión que se encuentra en la isla del lago de esta región. Los habitantes de Altdorf armaron una resistencia al gobierno austriaco y de este momento en adelante se lucho con más rigor para la independencia del país. Unos tres o cuatro días después de la deportación de Guillermo Tell, se anunció el asesinato del gobernador Hermann Gessler. Llegaste al lugar. Sacas tu identificación y el conserje te deja entrar con una cierta pena en la mirada. Aparentemente sabe quién eres y se enteró de tu divorcio. No le haces caso y recorres los pasillos interminables de este centro. Subes escaleras para llegar a otra ala de la edificación, bajas otra escalera y llegas a la recepción del área que te interesa. Le enseñas tu identificación, firmas unos papeles de rutina e informas la secretaria de la persona que quieres visitar. Te acompañan, no puedes creer que todavía tengan que acompañarte. Has ido al mismo lugar, a ver la misma persona tantas veces que ya te conocen hasta intercambian discusiones breves y noticias en toda confidencia. Increible. Llegaste. Pasan una tarjeta en un sistema y la puerta se abre. Por fin te dejan solo. Sacas un cigarrillo de la cajita de metal que heredaste de tus ancestros; estas tampoco ya no se encuentran en las tiendas. Lo miras y por primera vez desde hace mucho lo observas de cerca; la parte con el filtro es más firme y dura, la parte con el tabaco es más sensible basta una ligera presión para partirla en pedazos, es suave al tacto, y huele a tabaco. Decides esperar antes de prenderla, entras en la habitación. El está ahí, de pie en un contenedor ajustado a su tamaño y lleno de líquido de un color blanco transparente. Te sonríe, le devuelves la sonrisa. Te acercas y le dices que pensaste mucho en lo que te contó, que los héroes siguen en vida aunque no obligatoriamente hay que tenerlo entre nosotros. Entonces le preguntas: “¿qué pasó después?” Y prendes el cigarrillo que tenias entre tus dedos le das una calada, el humo entra en tus pulmones. “Imagínate la tormenta que estalló. Los guardias me liberaron para que yo los ayudara a regresar a la orilla porque no podían controlar el bote solos. Logré llegar a la orilla y entonces, de un empujón devolví el barco en medio de la tormenta y hui. Tres días después me encontré cerca de Küssnacht y tendiéndole una emboscada, de un solo tiro asesiné el gobernador montado en su caballo. Estaba justo de camino a la prisión para ejecutarme. Estaba bien escondido así que no supieron de donde 5 Shantal Mesa 2 0 de septiembre 1989. Estudiante de la carrera de Psicología en Unibe. Comenzó a escribir activamente desde el 2007 en espacios de comunicación virtual. Se considera una persona nostálgica por naturaleza, amante de las palabras y con la necesidad de expresar un mundo mediante ellas. Tus ojos, un enigma un campo de fuerza que traen y llevan a veces no me miran, tiemblan cuando ya no hay palabras Tus ojos me acechan como un león a su presa y me encuentro indefensa, desnuda porque no hay centímetro que no vean Tus ojos se oscurecen se llenan de espera de un miedo visible como cuando un niño le teme a la noche Gabriela Mejía 3 de enero 1987). Diseñadora gráfica egresada de La Escuela de Diseño de Altos de Chavón y Licenciada en Educación Temprana, egresada de UNIBE. La carta que nunca me enviaste No hubo predicción meteorológica pero hace varios días todo era igual la alarma, las sorpresas y ese olor a muerte de la rutina. Me perdía entre las sábanas y tú caías muerto en la cama yo pendejamente te miraba mientras dormías como si al mirarte podrían cambiar las cosas. Cuando llegó el mes de octubre la verdad que todo había cambiado se avecinaba una gran tragedia que sólo el estómago intuía ahora estoy aquí en el mismo apartamento donde nos vimos por última vez muriéndome de frío y atreviéndome a todo menos a amar. Dicen los sabios que lo mejor que Dios inventó fue un día tras otro el problema está en que yo no creo en Dios debí notarlo aquella vez que regresaste vestido de blanco con la mierda esa en los bolsillos un collar que te protegería de todo lo malo hasta de ti mismo. Te fuiste lejos a lavar platos y a metérselo a la primera gringa que encontraras ya vi las fotos de tu hijo y tu gordura norteamericana tú que siempre comiste como un animal salvaje de seguro ya eres experto ordenando los combos de McDonald´s “Double size it” te imagino decir con tu uniforme de bombero y tu sonrisa de que lo lograste. No hubo predicción meteorológica pero hace varios días que todo era igual 6 MiCultura Juan García S anto Domingo, 22 de diciembre, 1994. Estudiante de la carrera de T.I.C en la Universidad Iberoamericana. Integrante activo del Taller Literario Letra Joven de UNIBE. Afirma que “la vida es como la ves, yo la veo como un gran reto el cual contaré algún día como un chiste”. agosto-septiembre 2014 Abro los ojos y me doy cuenta de que todo es lo mismo. Estoy cansado de esto. No soy más que un niño jugando con los mismos juguetes. Desearía volver al pasado. Poder deshacer lo que soy, encontrar el punto clave de mi vida donde abrí la caja de pandoras y no dejar libre estas sombras que me acosan. Soy un maestro en lo que hago, pero siento que si sigo en esto mi alma se quebrará como un viejo y delgado hilo. Controlo todo lo que me rodea. Otra noche más donde estos ojos sin vida me persiguen, miran dentro de mí, riéndose de lo que soy. Recuerdo a Bob con su cuerpo de madera mal pintado y solo un par de hilos que salían de él. Era divertido jugar con él, pero incluso él no es más que una de mis herramientas. Este don que me maldice ya sólo me queda aceptar lo que soy: un titiritero. encanto, no fue hasta el sábado de esa misma semana que no soporte mas y decidí visitar la tienda me acerque al mostrador para ver si había alguien. Me acababa de levantar en mi nuevo apartamento tome una ducha y me vestí con mi mejor vestido; me dirigí al barcón para poder apreciar la vista mañanera, pero fue otra cosa lo que me distrajo, al frente había una floristería. En un florero que había en la ventana del frente habían unas flores eran blancas con detalles rojos precian de plástico pero caí en cuenta de que no lo eran, parecían brillar con el sol estar llenas de vida me quede mirándola horas, no fue hasta que escuche en la radio de algún carro que eran las 11:00am. Salí corriendo para llegar al trabajo y poder disculparme con mi jefe por llegar tarde pero ese día era feriado me sentí un poco estúpida por haberlo olvidado, volví a casa prepare algo de comer y leí algunos libros que tenía pendientes. Ya era de noche decidida a dormir me prepare pero antes de irme a dormir sentí un fuerte deseo de volver a ver las flores, esta vez ellas parecían distintas era como si también tuvieran un encanto nocturno y como un hechizo me quede ahí pegada hasta tarde en la noche, paso una semana en un abrir y cerrar de ojos la flores con cada día eran más encantadoras. Invite a varias de mis amigas para que vean las flores a todas le paso lo mismo ellas quedaron enganchadas en su En una cilla de la parte de atrás casi escondido por el mostrador había un señor mayo que parecía el dueño de la tienda. -que desea joven? -disculpe me gustaría poder conocer un poco de aquellas flores. -esas flores son unos de mis tesoros no están a la venta. -solo me gustaría saber un poco sobre ellas, nunca había visto flores iguales. Esas flores son algo especial, hace ya un tiempo cuando la maldad intento entrar en esta ciudad un joven salió en rescate de todos. Cuando todo parecía perdido aquel joven lucho con todo lo que tenía hasta el último aliento solo por proteger a su amada y como recompensa por tan heroica l pelea los dioses nos dieron un recuerdo, flores blancas del campo que se tiñeron con su sangre tomaron su esencia. Estas flores se llenaron del espíritu de aquel héroe Esta es la historia detrás de estas flores la historia de nuestra ciudad, pero lo más importante la historia de mi hijo. MiCultura agosto-septiembre 2014 7 Gretchenh de la Cruz N ació un primero de enero. Es estudiante de la carrera de Derecho en la Universidad Iberoamericana. Pertenece al Taller Literario Letra Joven de Unibe. Su poesía ha sido galardonada en el VI Certamen Literario de Unibe y el V Concurso Nacional para Talleres Literarios del Ministerio de Cultura de República Dominicana. Afirma que escribe poesía porque es la forma más sublime que he encontrado de derramar su corazón. Se define como “una traductora de las corrientes líricas del espacio sideral de la filosofía de la humanidad y sus gajes, y una amante apasionada de vivir”. Stephanie Paulino S anto Domingo, 23 de enero, 1992. Es estudiante de término de la carrera de Psicología en la Universidad Iberoamericana. Se define como una coleccionista de momentos e historias. I Me siento y cuento las pajitas que me caen en los ojos Dibujo la curvilínea que describe mi pesar Que traza desde el primero hasta el último Que aun no ha llegado. La presunción es que son millones los matices De los billones de colores en mi iris Y es exactamente la misma cantidad Las desilusiones que cuelgan de cada contracción que mi corazón comete. Y es que si hablar de mí se trata Soy la persona menos indicada para recurrir Tengo las manos llenas de grasa Astigmatismo en la vista Poco oído Y pies torcidos Un gusto adquirido por la miel Un pequeñísimo grado de falta de concentración Y una cuchara de plástico para remenear todo el asunto. Que si me enamoro de Arjona De Sanz y de Leto también Que si Marc Anthony me roba con mi consentimiento Que si el aparataje de las palabras no me compran Pero un par de acciones decididas me tumban de los pies Que si duermo dando vueltas como el reloj Y ronco cuando duermo exhausta Que si me revuelca el estomago una risa astridente Que si bostezo por gusto Que si soy muy liberal con mis cejas Que si me gozo en la soledad. Todo eso pregúntenselo a mi abogado Porque si de hablar de mí se trata Lo juro que no lo hice No lo escuché y no lo sé. II Me pesan las pupilas Me arde el pensamiento Me salen ulceras en el deseo Se me secan las puntas de los dedos Se me va lejano el perfume de las lilas Se me pierde la suavidad del perdón Me pierdo contando las desdichas Se me corta la respiración Se me aceleran los latidos Se me fulmina la lógica Se me solidifica la sangre Me voy derritiendo en el frío Me voy alejando de la realidad Me voy volviendo una con la sed Se me cortan los sueños Se me escapan las estocadas Se me acaba el aire Y no me perdono III Reptilmente se arrastra el rayo de luz Ese mismo que teletransporta pedacitos de cielo como un pasadizo secreto Y los trae a la tierra A escondidas me toca Firmemente Ardiente Pero delicado como el primer beso que me diste Me toca y no lo puedo detener Como gotas de aceite del paraíso Se desliza por todo lo que llamo yo La cosa brillante se apodera de mis sentidos Veo luz Saboreo luz Escucho luz Huelo luz Siento luz Penetra mi ser hasta la carne Hasta los huesos Hasta las lágrimas Hasta los deja-vu’s Hasta donde ni yo misma me conozco Ahí donde solo me conoces tú Hasta ahí llega la luz Digamos que ya no estás tan solo En ese cuarto secreto de allá atrás Donde te mudaste por el complejo de ser independiente Donde la dependencia te persiguió Y ahora son tres Tú La dependencia Y la luz Yo soy hija de Santo Domingo De atardeceres rojos y fríos. Soy hija de la lluvia Dueña de la tinta y de la paz. Emperadora de mi cuerpo en la embajada del olvido. Motivo de la pena, lástima, lucha y demás. Soy quien limpia los desastres a la hora de merendar, Quien te da el mundo con cuchara, Quien te despierta en las mañanas. Yo soy hija del caos y la marejada, Quizás incluso de una noche larga. Del humo, del alcohol. Hija incluso del perdón. Soy hija de esta ciudad que me dejo huérfana, Hija de la ciudad que me destruyó. Yo soy hija de Santo Domingo, De la furia del sol quemando al mar Hija de la sonrisa dada y de las manos atadas Soy hija del conformismo de un pueblo Que aun hoy intenta. 8 MiCultura agosto-septiembre 2014 Jaime Lindo S anto Domingo, 11 de agosto, 1993. Es estudiante de la carrera de Odontología en la Universidad Iberoamericana. Pertenece al taller literario Letra Joven de UNIBE. Se define como aquel que busca la hermosura hasta en lo más profundo de la tristeza. Gazcue, escondido y olvidado. Esto se vuelve poco a poco en cementerio abandonado. Es como si la muerte rondara por estas calles. Sus ojos brillantes me tragan y me digieren como carne fresca acabada de cortar. Los árboles me saludan y me llaman para respirar lo que me queda de juventud simplemente para seguir vivos y volverme un cadáver más. ¿O ya me habré vuelto un muerto más de este panteón sin salida? No sé, pero a la vez me gusta pertenecer a este centro de locos. Es como si no importase lo que pasó o lo que fuese a pasar. Las casas son castillos de arena que se desmoronan a mi alrededor. Los gigantes vienen por ellas a crecer y fortalecerse con el olor de concreto antiguo. En las noches, las estrellas salen a vigilar cada paso que doy y la luna se burla de cada intento fallido de escapar de este mundo apocalíptico que nos hemos creado los que tenemos la oportunidad y, al mismo tiempo, la desgracia de vivir aquí. Oigo gritos. Acaban de atrapar a un muerto que logró salir ojalá hubiera sido yo y entonces la pregunta, ¿No me atrevo o no quiero? (A partir de “Homenaje a Albee” de Elsa Núñez) Eres la soga que inspira suicidio y me veo ahí sentado, encorvado, viejo, abandonado y me llevas a aquel rincón donde me envuelve el azul que me acaricia y me enamora donde el violeta me da paciencia y me seduce donde la sombra negra me siembra tristeza me lleva a perder y a perderme a olvidarme donde la soledad se oye se respira se saborea donde se rompen los árboles con el soplar del viento donde el hierro se oxida de tan sólo tocarlo donde la desesperación es algo admirable donde caemos y giramos sin querer donde no hay camino, ni quien nos guíe donde se encuentra un corazón sin dueño.