En la espuma de las olas
Transcripción
En la espuma de las olas
DOSSIER JAVIER MAQUA En la espuma de las olas entrevista a Javier Maqua por Marta Sanz N adie diría que este hombre de bigotes a juego con un subrayado par de cejas, y de ojos, que miran un poquito desde lo alto –será por la diferencia de estatura–, entre aviesos y chispeantes, ganó el Premio Nacional de Radiodifusión por su programa Encuentros; el premio Café Gijón de Novela en 1991 por Invierno sin pretexto y más recientemente el Premio Badajoz por la novela Fusilamiento. Instrucciones de uso; el premio Ondas por Vivir cada día... ...Que este hombre es autor de más de una docena de novelas, muchas obras de teatro (Triste animal, Dice y Diego se miran el ombligo, Doble garganta, Coches abandonados, obra finalista del Premio Nacional de Literatura Dramática...), programas para la televisión y la radio, columnas periodísticas y algunas películas muy singulares en el contexto del cine español: Tú estás loco, Briones (1980), adaptación cinematográfica de una obra de Fermín Cabal; Chevrolet (1997), que fue galardonada en el Festival de Cine de Moscú; Carne de gallina (2001); y Apuntarse a un bombardeo (2003), un docudrama que gira en torno a los escudos humanos que salieron desde Asturias con la intención de parar los bombardeos en Iraq... —Biólogo, dramaturgo, periodista, novelista, guionista, realizador de televisión, hombre de radio, profesor eventual y director cine. ¿Algo más? ¿Tienen todas estas actividades algo en común? —Escoger un solo camino de perfección no es lo mío. Todas las tentaciones del conocimiento me seducen. Nunca tuve vocación definida, salvo una cierta curiosidad universal. ¿A eso le llaman diletantismo? Cuando estaba acabando la carrera de Biología, me admitieron en la Escuela de Cine. Pero nos expulsaron ese mismo año a la casi totalidad de los alumnos de dirección a consecuencia de una huelga. Así que terminé Biología y trabajé en la enseñanza. Al acabar el curso surgió la oportunidad de ir de auxiliar de dirección a la primera serie de TVE, hoy olvidada, “Los paladines”, de García Atienza, una de moros y cristianos. Luego comencé a escribir crítica de cine en el colectivo Marta Hernández. Y el azar me llevó a Radio Nacional. No había oído mucha radio, pero aprendí pronto y me divertí de lo lindo. Sobre todo en Radio 3, jamás sentí mayor libertad de expresión, eran tiempos de UCD. Con el PSOE, se acabó lo que se daba. Durante unas vacaciones –fui un irresponsable– hice mi primera película. [Tú estás loco Briones]. Como consecuencia, pasé a TVE, a un programa, “Vivir cada día”, que iba a ensayar un género nuevo: el docudrama. Eso fue magnífico. Aprendí todo lo que sé de cine y en particular de dirección de actores (dirigiendo a no actores). Habría seguido toda mi vida haciendo encargos, docudramas, pero tuve problemas con la dirección, primero por uno, “Su señoría”, sobre un diputado socialista riojano, y luego por otro, sobre Avilés. Se organizó un cristo en Avilés, los socialistas locales protestaron y Pilar Miró, directora de RTVE, tuvo que ver el programa. Le gustó, no les hizo caso y, como premio, ordenó que hiciera una serie de ficción. Una paradoja: yo estaba muy contento haciendo docudramas. Hice en un tiempo récord la serie, Muerte a destiempo, cuatro capítulos de hora y media con actores viejos y nuevos, como Carmelo Gómez, Luis Merlo, Clara Sanchis.... Poco después, me mandaron la carta de despido; me pagaron una mierda y a la calle. Me lo dijo, para tranquilizarme, el señor director de RTVE: “Tú, Maqua, eres un artista”. Y se quedó tan ancho. Pero tenía razón: en la prensa, en la televisión reina ya la obediencia ciega. Así a mí me hicieron artista a la fuerza, un artista del hambre decidido a no dejarse arañar la libertad de expresión. Ya había ganado algún premio de teatro y me habían estrenado La soledad del guardaespaldas en el Olimpia, en Viena, en Buenos Aires, pero el caminito parecía cerrado: mis siguientes textos no lograba estrenarlos. También había escrito y publicado ya algunas novelas, pero no pertenecía al cuerpo de los escritores (nunca pertenecí a cuerpo alguno, soy un “desperteneciente”). Sin embargo, de pronto, gané el premio El Viejo Topo / 61 DOSSIER JAVIER MAQUA café Gijón y eso me puso en contacto con los cenáculos literarios y facilitó que Manuel Hidalgo me llamara para escribir en El Mundo. Pero eso forzosamente tenía que acabar porque ya se veía, como digo, el camino de obediencia ciega que llevaba el periodismo y el giro que iba a dar El Mundo. Así que otra vez me quedé sin trabajo. Aparecieron unos vascos que aceptaron producir una adaptación de mi obra Coches abandonados. Así que hice Chevrolet a mis anchas (en condiciones increíbles, pero, a la vez, magníficas) y la película no estaba mal; la actriz, Isabel Ordaz, ganó la espiga o lo que fuera en Moscú y un Goya. Y, zas, otra vez director de cine. Pero tardé cinco años en hacer otra película, Carne de gallina, en condiciones también precarias, pero ya en plan de película normal, industrial. La promocionaron y exhibieron con el culo, pero tuvo buenas críticas y en Asturias se convirtió en un hito popular. En fin, yo no pertenecía a ninguna de las cuadras dominantes, era díscolo y la película, que podía haber sido un éxito de taquilla, también. Así que seguí escribiendo novela –nunca dejé de escribir– y publicando. Escribo para saber, para resistir y como me da la gana (pensando en un lector activo). Pensar y narrar. Podrán no publicarlo o no producirme películas, pero nadie me puede prohibir escribir. Mientras pueda escribir, seguiré sintiéndome vivo y disfrutando. ¿Es ésta la trayectoria de un diletante? Me parece que no. Es la vida. Tú estás loco, Briones una tv-movie de sobremesa. La realizó Roberto Bodegas. Años después, me entero de que Amenábar va a hacer su película. Estupendo. Ramón es de todos. No he visto aún Condenado a vivir (la tv-movie de Roberto sobre mi guión), ni Mar adentro, cuando amigos y críticos que azarosamente han visto las dos empiezan a decirme que son muy parecidas, que tengo que verlas, que hay frases y soluciones de guión idénticas, etcétera. Claro, Ramón es de todos, sigo diciendo; lo que ellos han podido investigar de su vida es lo mismo o más que yo. Me entero luego de que, antes de hacer Mar adentro, han visto la tv-movie o/y leído mi guión de —Fuiste el guionista de Condenado a vivir, Condenado a vivir, y que, según su producMe lo dijo, para la película que Roberto Bodegas rodó en tor, estaba muy bien y les había sido “muy 2001, basándose en la historia de Ramón tranquilizarme, el señor útil”. Resulta que la coproductora de la tvSampedro. El cartel promocional de esta director de RTVE: movie que yo escribí y la de la película de película es estremecedoramente parecido al “Tú, Maqua, eres Amenábar era la misma: la televisión gallede Mar adentro, ¿crees que ha habido plagio un artista”. ga. Ellos seguramente hubieran preferido o sólo “intertextualidad”? hacer un guión que no se pareciera en nada Y se quedó tan ancho. —Estuve durante un año investigando la al mío, pero está claro que no lo consiguievida de Ramón Sampedro, yendo y vinienron, según me informan. No consiguieron do, por encargo de una productora. Era separarse mucho del tono de mi guión. Es natural. Para hacer hermosísimo lo que se podía contar allí. Nada que ver ni con el un guión de sobremesa para la televisión sobre Ramón Samguión que yo escribí, ni creo que con la película Mar adentro, pedro hay que limar muchas aristas y seguir unas reglas no que no he visto. Si me hubieran dejado, habría escrito un guión muy distintas a las necesarias para hacer el guión de una pelíque se llamara “La cabeza de Don Juan”, porque en Sampedro cula millonaria, que guste a cuantos más mejor, y pueda acceencontré la expresión más pura de lo que es el ideal de Don der, incluso, a un Oscar. En los dos casos hay que limar aspereJuan Tenorio: todas caían a sus pies. Era preciosa la historia, y zas. Pero la extraordinaria película que contiene la vida de durísima, y hermosísima: era una historia de amor. De amor y Ramón Sampedro me temo que está por hacer. de sexo. Pero no se podía hacer; había que hacer un guión para 62 / El Viejo Topo DOSSIER JAVIER MAQUA —¿Cuál es la diferencia entre un documental y un documental de ficción? Te lo pregunto a propósito de Apuntarse a un bombardeo... —Ninguna. Yo filmo ficción como si fuera documental y filmo documental como si fuera ficción. Hago teatro como si fuera cine y hago cine como si fuera teatro. Hago novela como si fuera... yo trabajo en las fronteras de los géneros y de todas las cosas. —Otra pregunta, ¿qué diferencia el docudrama de la docugangrena? —La docugangrena se produce cuando, a partir de un momento determinado de la historia de la televisión, empieza todo el mundo en los telediarios, en los magazines, en todas partes, a hacer docudrama, a mezclar imágenes de ficción y documentales, como cuando el Maine, para contar, por ejemplo, el crimen de ayer grabando a un auxiliar de cámara que saca una pistola y hace pum pum y a un figurante tendido en el suelo. Mezclar ficción y realidad documental no es esencialmente malo; más bien es inevitable, toda ficción contiene algo de realidad documental y toda realidad documental algo de ficción. Sólo es una cuestión ética. Y, en términos generales, los reality-shows, las Operaciones Triunfo, los Grandes Hermanos son éticamente infames y lo han infectado todo. Esa es la docugangrena. —¿De dónde arranca tu necesidad de explorar los límites entre los géneros y los lenguajes expresivos? —Lo sé como biólogo: en la espuma de las olas, en las marismas, en las membranas donde se ponen en contacto dos medios diferentes, bulle la vida y nace lo nuevo. En las fronteras, los límites, en las basuras, en los bordes, en los márgenes, ahí está el futuro. Y eso puede llevarse al terreno de la política, del arte, de los géneros, a cualquier terreno. Yo procuro colocarme en la orilla, con los pies en tierra firme, pero cerca de la orilla, que es donde están pasando las cosas importantes. En la orilla de la novela, por ejemplo, para auscultarla a la vez que la escribo, que narro. O a la orilla del documental, para ver qué tiene de ficción. A la orilla de la globalización, allí donde los prepotentes globalizadores y los excluidos chocan. Todo lo que contamos y vivimos son historias de fronteras, de fronteras que se forman, de fronteras que resisten, de fronteras que se rompen. El artista es un fronterizo; camina, junto a otros forajidos, mangantes, huidos, locos, santos y revolucionarios, sobre un alambre; es un funámbulo, lo decía Genet: se trata de aventurarse en lo oscuro. —En la pizarra de tu taller de documentales de la Universidad de Alicante podía leerse “En casa del pobre, sólo hay primer plano”… —En la casa del pobre, las habitaciones son muy pequeñas y no hay tiro; por mucho que eches para atrás la cámara tropiezas enseguida con la pared y desde ahí sólo logras un primer plano. Como si la pobreza sólo la pudieras dar por una suma o montaje de planos cortos, de planos detalle. En las películas de ficción, lo habitual es que las casas de los pobres se rueden en las casas de los ricos, empobreciéndolas. Si tienes que rodar en una casa, es conveniente que esa casa sea el doble de tamaño de la que quieres reflejar en la película, para que quepa el equipo, los focos, la cámara... Es un problema de logística. —¿Hay entre tus obras algunas por las que sientas especial inclinación? —Lo mejor que he hecho en cine se titula A mon fils, (A mi hijo), un docudrama en 16 mms que se pasó por la tele. Se perderá, si nadie lo remedia, y es una lástima. En literatura, hay una pieza que se llama Caput Mortuum, que era el comienzo de un camino por el que podía haber seguido perfectamente A mon fils –que motivó una crítica realmente ditirámbica de Ramón Hernández–, pero que el mercado –por más que yo esté en él prendido con alfileres– no permite. También existe una novela, La mosca sin atributos, que, además, es intertextual: una novela que transcurre en hora y media, el tiempo que tarda en pasar una cinta donde está grabado el sonido de la película La mosca, de Kurt Newman, y que oye, mientras come, un individuo, un doblador que tiene la manía de oír películas sin verlas. El Viejo Topo / 63 A Mon Fils