Cerámicas de importación mediterránea en un castro celtibérico
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Cerámicas de importación mediterránea en un castro celtibérico
TRABAJOS DE PREHISTORIA 52. n. O1. 1995. pp. 163-173 CERÁMICAS DE IMPORTACiÓN MEDITERRÁNEA EN UN CASTRO CELTIBÉRICO IMPORTED MEDITERRANEAN POTTERY IN A CELTIBERIA N HILLFORT M8 LUISA CERDEÑO (*) JOSÉ LUIS PÉREZ DE INESTROSA (**) EMILIO CABANES (*) RESUMEN En estas líneas se da noticia de la aparición de una urna de orejetas y otras cerámicas de importación mediterránea en el nivel inferior del castro de El Ceremeño y se valora la importancia que los contactos con la costa pudieron tener en los momentos de formación de la cultura celtibérica. ABSTRACT In this paper we highlight the discovery of imported Mediterranean pottery in the lower level of the Celtiberian hillfort of "El Ceremeño" (Herreria, Guadalajara). We wish to point out the importance of coastal-inland contacts on the formation of the Celtiberian culture. Palabras clave: Cultura Celtibérica. Cerámica. Importaciones mediterráneas. Key words: Celtiberian culture. Pottery. Mediterranean contacts. (*) Departamento de Prehistoria. Facultad de Geografía e Historia. Universidad Complutense. 28040 Madrid . (**) Escuela Taller de Alarcos. Apartado 203. 13080 Ciudad Real. El artículo fue remitido en su versión final eI16-V-95. (c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) INTRODUCCIÓN Aunque todavía no ha concluido el estudio completo de los datos obtenidos hasta la fecha en el castro celtibérico de El Ceremeño (Herrería, Guadalajara), queremos resaltar la importancia que a nuestro juicio tiene la aparición, en el nivel antiguo de poblamiento, de un conjunto de cerámicas de importación mediterránea entre las que destaca una tapadera completa de una urna de orejetas. Los trabajos en el yacimiento se iniciaron hace ya algunos años, siguiendo nuestra línea de estudio sobre el mundo celtibérico y ante la escasez de datos disponibles procedentes de asentamientos. El buen estado de conservación de este castro y su ubicación en la región de Molina de Aragón, formando parte del territorio de la antigua Celtiberia, hacían idónea su excavación ya que se identificaron viviendas de dos poblados superpuestos, conservados en perfectas condiciones, además de un destacado sistema defensivo integrado por una muralla, que rodea el perímetro del cerro y dos torres adosadas a ella (Cerdeño et alii, e.p.). Las variadas estructuras arquitectónicas descubiertas hasta la fecha, su buen estado de conservación y otra serie de características adicionales merecieron que el yacimiento fuera declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica en 1990 y que en la actualidad se esté llevando a cabo un Proyecto para convertirlo en Yacimiento Arqueológico Visitable, financiado por la Consejería de Cultu- http://tp.revistas.csic.es M: l.uislI Cerdeño. José l.uis Pérez de InestroslI. Emilio Cllbllnes 164 ra de la Junta de Comunida~les de Castilla-La Mancha (Cerdeño, I<N5). Los trahajos sistemáticos de los últimos años han confirmado la existencia de dos pohlamientos sucesivos que cuhren una amplia secuencia de la cultura celtibérica y cuyas características generales resumimos (Fig.l): 1) La primera ocupación del castro, denominada Ceremeño 1, se identificó en el nivel arqueológico inferior que descansaha sohre las margas naturales del cerro. La construcción de la muralla se inició en esta fase y se ha podido delimitar su trazado de 65 m. a lo largo de las vertientes Sur y Oeste, con una anchura que oscila entre los 2,5 y 4 m. Está fabricada con piedra caliza cuyos bloques se dispusieron levantando dos paramentos verticales y paralelos, con un relleno entre ambos de tierra, piedras y lajas de diferentes tamaños. El interior del recinto responde al modelo de ~'espacio central" y en él se han identificado hasta el momento cuatro viviendas adosadas entre sí y a la muralla que les sirve de pared trasera. Estas viviendas se organizan en torno a dos calles perpendiculares que discurren en dirección Este-Oeste y Sur-Norte respectivamente. De las cuatro viviendas identificadas -A,B,C y D- cabe destacar la designada con la letra A porque ofrece una distribución tripartita, con vestíbulo, habitación central y despensa, y un espacio útil de 57 m2. Las restantes son casi cuadradas, con unas dimensiones cercanas a los 33 m2 y no conservan separación evidente del espacio interior. Sin embargo, también se han localizado las despensas, situadas en el recinto más interior pegado a la muralla, donde aparecieron gran cantidad de vasijas de diferentes tamaños y formas, conservadas "in situ". Llama la atención la vivienda C por el espectacular número de recipientes que ha proporcionado, entre los que se encontraba la urna de orejetas antes citada. Aparte de los datos que proporciona el estudio de los materiales, en este nivel antiguo se cuenta con dataciones de C-14, obtenidas en ellaboratorío Teledyne Isotopes, a partir de las muestras de las vigas de madera quemada, procedentes del incendio que destruyó el poblado. La fecha que consideramos más significativa es la siguiente: Muestra -8 C-14 Años BP Años BC I - 16, 771 266 ± 8 2.480 ± 80 530 11) La última ocupación del castro. denominada Ceremeño JI. se asentó justo encima de la precedente. presumihlemente después de un intervalo de tiempo. lo que se deduce tanto por el nivel de relleno entre una y otra, como por el cambio en la orientación de las viviendas que parece indicar que las antiguas ya estarían cubiertas y no podían reutilizarse. El sistema defensivo se mantiene aunque con algunas variaciones. En la vertiente Oeste, la muralla modifica ligeramente su trazado al quehrar su línea en un ángulo o codo. reforzado en el interior por dos contrafuertes. La segunda novedad es la construcción de una torre, justamente en el ángulo Suroeste de la muralla, que en la actualidad conserva una altura de casi 2 m. En el interior del recinto, el esquema urbano es parecido al anterior, siguiendo el modelo de "espacio central" aunque en esta ocasión articulado en torno a dos calles paralelas que discurren en dirección Sureste-Suroeste y NoresteNoroeste. La calle Sur, que es donde más se ha excavado hasta el momento, tiene una longitud aproximada de 30 m. y una anchura que oscila entre 2,7 y 4 m. A lo largo de la calle Sur se han identificado siete viviendas y una en la calle Norte, adosadas entre sí, con la trasera en la muralla y respondiendo todas ellas a características muy similares. Son rectangulares, con un espacio interno de aproximadamente 19 m2 y construidas mediante un zócalo de piedras sobre el que se levantarían las paredes de adobe, según muestran los numerosos bloques encontrados. Los objetos recuperados en este nivel son más escasos que en el anterior y se trata, sobre todo, de cerámica de tipo celtibérico que constituyen casi el 80% del total; su estado de fragmentación es mayor y sólo en contadas ocasiones se han recuperado recipientes completos. Tampoco los elementos metálicos son abundantes y sólo cabe destacar la presencia de un broche de cinturón de tipo ibérico, dos fíbulas anulares y una de pie vuelto, todos ellos de bronce. También se han encontrado numerosos fragmentos de varillas, arandelas y piezas varias de hierro aunque en muy mal estado de conservación. Su mera presencia, sin embargo, es interesante porque indica un momento cronológico en el que ya se había generalizado su uso y manufactura. A partir de estos materiales adelantamos una fecha del siglo IV aC para esta segunda ocupación del Castro. T. P., 52, n.o 1,1995 (c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) http://tp.revistas.csic.es CERÁMICAS DE IMPORTACiÓN MEDITERRÁNEA EN UN CASTRO CELTIBÉRICO CONTEXTO DE LOS HALLAZGOS Como acabamos de indicar, la urna de orejetas y las otras cerámicas ibéricas aparecieron en la despensa de la vivienda C, correspondiente a la Fase Antigua o Ceremeño 1. Dicha vivienda está adosada a otras dos circundantes con las que comparte muro medianero, abriendo sus puertas a la calle delantera, que atraviesa el poblado en dirección Sureste-Suroeste. Tiene planta casi cuadrada, con unas medidas aproximadas de 6 por 5,5 m. que proporcionan un espacio útil de unos 33 m2 ( Fig.1 ). Al fondo de la vivienda, cuya trasera es la propia muralla, y también a lo largo de uno de los muros laterales aparecieron gran cantidad de vasijas cerámicas -más de 40 recipientes-de variado tamaño y tipología, casi todas ellas completas aunque volcadas y fragmentadas por efecto tanto de la presión de la tierra como del derrumbe producido por el incendio que destruyó el poblado, cuyas huellas son perfectamente visibles en forma de numerosos tablones quemados procedentes del entramado del techo. Los abundantes recipientes identificados permiten hacer una primera clasificación en dos 165 grandes grupos, con distintas variantes en cada uno de ellos: 1) Cerámica a mano Las formas cerámicas fabricadas a mano son las más abundantes en esta primera fase de ocupación y las consideramos formas de fabricación local, típicas de estas poblaciones meseteñas desde la fase del período Protoceltibérico y claramente enraizadas en la tradición cerámica de los Campos de Urnas cuya influencia es evidente en la zona oriental de la Meseta. En general. en toda la zona excavada y en particular en la vivienda que nos ocupa, podemos identificar tres variantes dentro del grupo de estos recipientes fabricados a mano: A) Cerámica de almacén: Son grandes recipientes de paredes gruesas, de hasta 50 cms. de diámetro de panza, realizados de manera tosca, con pastas poco depuradas, desgrasante grueso y en general mal cocidas. Se ha identificado un mínimo de 15 recipientes susceptibles de reconstrucción. Por el contenido de alguno de ellos (mijo, trigo y bellotas) así como por sus características • D EJ o I Fig. 1. Ceremetlo 1 Ceremet\o 2 Muralla 20m Topografía del cerro y disposición de las estructuras excavadas en el castro de El Ceremeño (Herrería, Guadalajara) (dibujo J.P. Benito). T. P., 52, n.O 1, 1995 (c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) http://tp.revistas.csic.es M.· Luisa Cerdeño. J~ 166 formales, pensamos que estaTÍan destinados a contener alimentos para d consumo humano. Aunque la tipología de estos recipientes no es demasiado significativa, tanto por carecer de decoración o reducirse a cordones digitados, como por sus características ya descritas, hemos constatado que su presencia es habitual en todos los poblados de la 1 Edad del Hierro de esta comarca y del cercano Bajo Aragón. B) Cerámicas finas: Incluimos en este grupo los más de veinte recipientes recuperados en la despensa, que responden a la característica de ser cerámicas de paredes de grosor medio, pastas más depuradas, mejor cocidas y con la superficie alisada e, incluso alguna, bruñida. Sus formas son variadas destacando las jarritas de perfil en S, vasos bicónicos, cuencos troncocónieos, copas similares de pie alto, etc. La mayoría de estas formas estaban ya documentadas en los ~iveles antiguos de los poblados de la región del o Lui~ Pérez de Inestrosa. Emilio Cabanes Alto Jalón y Alto Tajo (García Huerta, 1990) pero algunas son novedosas, como los cuencos con asa tipo Roquizal de El RuJIo (Fig. 2). C) Cerámicas grafitadas: Solamente hemos encontrado fragmentos de paredes que por su acabado y grosor podemos incluir en el grupo de cerámicas finas. Sin embargo, las tratamos de forma individual por la significación cultural que se viene dando a la presencia del grafito. Los fragmentos son escasos aunque se enontraron en casi todas las habitaciones excavadas, hecho que debe ser analizado para determinar su funcionalidad y procedencia. Cada vez son más numerosos los ejemplos de cerámicas grafitadas aparecidas en los niveles de la 1 Edad del Hierro de los poblados de la Meseta Oriental y también del Bajo Aragón y desde hace años se les viene considerando característicos de los ambientes de Campos de Urnas (Valiente, 1981). En cualquier caso, creemos necesaria una 11 _=~-=::::::II"'" .1 5 Fig.2. Materiales procedentes de la fase Ceremeño 1 (dibujos J.P. Benito). 1,2 Y3: Recipientes de cerámica fina, fabricados a mano. 4: Fíbula de bronce de pie vuelto. 5: Fíbula de bronce de tipo Acebuchal. T. P., 52, n.o 1, 1995 (c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) http://tp.revistas.csic.es CERÁMICAS I)E IMPORTACiÓN MEDITERRÁNEA EN UN CASTRO CELTIBÉRICO completa catalogación y sistematización de estos tipos cerámicos si pretendemos utilizarlos como exponentes de determinados influjos culturales. 2) Cerámica a torno En la fase antigua del poblado, las cerámicas fabricadas a torno son minoritarias consideradas a nivel global, aunque varía el porcentaje en cada una de las viviendas excavadas, representando en la vivienda C en torno al 20% del total de cerámicas encontradas. Pese a la provisionalidad de los estudios y a falta de los análisis de pastas, consideramos estas cerámicas a torno, tanto por la cronología temprana que podemos otorgarles como por sus características, importadas desde la zona levantina donde se pueden encontrar sus mejores paralelos formales, aunque no descartamos que alguno de los ejemplares pueda ser una imitación local de los modelos foráneos. Creemos esto porque en Celtiberia, la adopción generalizada del torno del alfarero y la pro- 167 ducción masiva de la típica cerámica celtihérica no parece documentada hasta bien entrado el siglo V aC, en momentos de máximo auge de la cultura ibérica y coincidiendo con la aparición de otros objetos típicos de dicha cultura como son los broches de cinturón de tipo ibérico, alguna falcata y los puñales de frontón . La cerámica a torno recuperada en el castro y representada en la vivienda C puede agruparse en tres tipos fundamentales: A) Cerámica de tipo ibérico: de pastas muy cuidadas y superficies acabadas con un engobe brillante sobre el que destaca la decoración pintada a base de líneas y bandas de color rojo vinoso. En general, los fragmentos recuperados responden a recipientes de tamaño mediano y grande, con bordes de formas cefálica o triangular y fondos cóncavos, características típicas de la fase del Ibérico Antiguo que llegarían a estas zonas del interior quizás conteniendo algún producto de lujo (Fig. 3: 1 y 2). , . .' , o e, / 2 Fig.3. Materiales procedentes de la fase Ceremeño 1 (dibujos J.P. Benito). 1 y 2: Cerámica de tipo ibérico. 3: Plato de cerámica gris. T. P., 52, n.O 1, 1995 (c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) http://tp.revistas.csic.es M: Luisa Cerdeño. José Luis Pérez de Inestrosa, Emilio Cabanes 168 B) Urna de orejeras: Aunque se trata de una de las formas más clásicas de la cerámica ibérica. queremos destacar por su significación el hallazgo de la tapadera completa. ~e una ~rn~ de orejetas en la despensa de la vIvienda e (Flg. 4). o .. Fig.4. 5 ... !~=--=::::::. ! Tapadera de la urna de orejelas aparecida en la despensa de la vivienda C, de la fase antigua de El Ceremeño (dibujo J.P. Benito). Está fabricada con pastas depuradas de color claro, con la superficie recubierta de un engobe brillante de color anaranjado oscuro. no apreciándose restos de pintura. Tiene 10 cms. de diámetro -14 cms. máximo en las orejetas-, 4,5 cms. de altura y está rematada por un botón cónico. Las orejetas perforadas están situadas en los extremos de la tapadera que, junto a su borde cortado en bisel, permitirían el cierre hermético del recipiente, que es precisamente la característica definitoria de estos envases, incluso reforzado por el paso de una cuerda o alambre. Estas vasijas son bien conocidas en el mundo 'lrientalizante e Ibérico Antiguo, tanto en la 1\: Ilínsula Ibérica como en el Sureste de Francia y 1);111 "ido objeto de algunos estudios monográfico" (Iktcher, 1964; Jully y Nordstrom, 1966; Pereira \ 1~lldero, 1983) que han establecido con bastant~ rl.ll idad su origen y desarrollo, en cualquier caso <t h:t (!nO a la región de la Meseta Oriental (Fig. :' 1. Sobre el origL'1l dL' esta forma cerámica se han planteado varia" lIiptltesis que podrían resumirse como sigue: - Llegada a la Penín"ula Ibérica de una forma cerámica ya definida que es aceptada e imitada por los indígenas. Jully y Nordstrom (1966: 119 y ss.) piensan que deriva del aglutinamiento de una serie de elementos originarios de Grecia continental y asiática y de Chipre donde, desde el siglo X aC, detectan sus posibles precedentes o prototipos. Alcanzaría nuestro territorio, donde acabaría adoptando un papel eminentemente funerario a través de las rutas comerciales establecidas en torno a los siglos VII-VI aC . - Llegada por el Mediterráneo de la idea generalizada de un cierre hermético para recipientes cerámicos que sería aceptada y reelaborada por los indígenas (Pereira y Rodero, 1983: 50). Estos autores constatan que, en los asentamientos coloniales de los siglos VIII -VII aC, no aparece definida esta forma pero sí a.lgunos elementos que más tarde aparecen reUnIdos en las típicas urnas de orejetas cuyo momento de auge serían los siglos V Y IV aC. C) Cerámica gris: Se han recuperado tres platos casi completos, exceptuando el fondo, y algunos fragmentos sueltos de otros, con algunas variaciones entre ellos. De los platos completos, uno es a torno y los otros dos a mano o a torno lento que, aunque con buen acabado, podrían considerarse copias locales de modelos costeros porque incluso están fabricados con pastas claras. Las pastas de los primeros son grises y las superficies negras (Fig. 3: 3). Los bordes son redondeados y exvasados en ala, formas habituales en el mundo orientalizante de toda Andalucía y en la fase del Ibérico Antiguo de los yacimientos levantinos y, al igual que en el caso anterior, podemos considerarlas excepcionales en el ámbito de la Meseta Oriental. En líneas generales, pueden distinguirse dos grandes grupos de cerámica gris en la Península Ibérica: la cerámica gris de importación y la gris indígena (Hornero, 1990: 172) ..En el'pri~ero d.e los grupos se incluye la cerámica gns mas antigua relacionada con el mundo griego, en con~re to con los colonizadores focenses y caractenzada por superficies brillantes o con engobe cuyo color oscila entre el gris claro y el negro, centrándose su dispersión en la zona del Noreste entre los siglos VII Y VI ac' El segundo grupo de cerámica gris es el localizado en gran número de yacimientos de la Comunidad Valenciana en ambientes típicamente ibéricos con cronologías entre los siglos IV al aC (Aranegui, 1969). Pensamos que los fragmentos con barniz negro encontrados en El Ceremeño podrían incluirse en el primero de los grupos y los restantes platos ser imitaciones hechas en la Meseta. 3) Metal Los objetos metálicos encontrados en el poblado han sido realmente escasos y se reducen T. P., 52, n.o 1, 1995 (c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) http://tp.revistas.csic.es CERÁMICAS DE IMPORTACiÓN MEDITERRÁNEA EN UN CASTRO CEI~TIBÉRICO Fig.5. 169 Dispersión de las urnas de orejetas. Zona rayada: zona clásica de distribución . 1: El Ceremeño. 2: Aguilar de Anguitao 3: Luzaga. 4: Sigüenza. 5: Osma-Gormaz. 6: Ucero. 7: Ubierna (?). 8: Lara (?). a algunas varillas y fragmentos varios de bronce, una larga aguja y, como únicas piezas completas, dos fíbulas de bronce procedentes precisamente de la despensa de la vivienda e ( Fig. 2 ). El primer ejemplar es una fíbula de pie vuelto de tipo Acebuchal, en regular estado de conservación, perdidos la aguja y el resorte que, presumiblemente, sería bilateral. El puente es de cinta, de 9 mm. de anchura máxima y 2 mm. de grosor y está decorado con técnica incisa y de ruedecilla, formando motivos geométricos. Se prolonga en un largo pie de 25 mm. que se eleva en ángulo recto formando un largo apéndice de 17 mm, rematado por un botón en forma de doble cilindro. Sus medidas totales son 33 mm. de altura y 84 mm. de longitud. El segundo ejemplo es una fíbula de pie vuelto casi completa, pero en regular estado de conservación. La aguja se enrolla sobre el eje, de sección circular de 2 mm. de diámetro, formando ocho espiras que dan lugar al resorte bilateral. La espira central se prolonga en el estrecho puente, en forma de varilla de sección cuadrada de 2 mm. de lado. Falta una parte del pie y por ello no sabemos como estaría rematado. Sus medidas generales son 25 mm. de altura y 50 mm. de longitud. La primera fíbula descrita puede incluirse en el grupo 7a de Argente (1994: 78), denominado tipo Acebuchal-Alcores-Bencarrón por los modelos representados en varios yacimientos andaluces, aunque también está localizado desde T. P., 52, n.o 1, 1995 (c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) http://tp.revistas.csic.es M.· Luisa Cerdeñll. José tuis Pérez de Inellitrollia. F.milio ea han es 170 hace años en típicas necrópolis de incineración celtibéricas como Alpanseque (Soria), Valdenovillos. Ciares. La Olmeda. Torresabiñán. Aguilar de Anguita y Molina de Aragón, todas en la provincia de Guadalajara y. ahora también. en un lugar de habitación como El Ceremeño. Ya Cuadrado (1963) habló de estas fíbulas emparentándolas con modelos itálicos y hallstátticos del norte de los Alpes de donde creía habrían pasado al Languedoc y a la Península. La ruta de llegada que defiende tanto este autor como Argente es la vía marítima desde Europa hasta Andalucía y desde allí a la Meseta. A la vista de los datos, podría pensarse en revisar dicha hipótesis ya que algunos ejemplares de la Meseta -como éste que nos ocupa- pueden situarse cronológicamente en el siglo VI aC y también porque el número de ejemplares de estos territorios del interior es igual, si no mayor que el de los andaluces, planteándose de nuevo la 'disyuntiva de si el lugar de mayor difusión coincide o no con el lugar de origen. CONSIDERACIONES FINALES Aunque no queremos abusar de una enumeración tediosa de paralelos formales para definir los hallazgos de El Ceremeño 1, sí queremos resaltar la importancia que la identificación tanto de determinados esquemas constructivos, como de distintos tipos cerámicos y metálicos puede tener para precisar las relaciones culturales del mundo celtibérico. La mayor parte de los elementos materiales del poblado apuntan un parentesco cercano a formas bien identificadas en los poblados de la Edad del Hierro del valle del Ebro. Nos referimos, en primer término, al propio modelo de asentamiento en altura dominando las tierras fértiles de un valle pero, sobre todo, a la organización interna del mismo respondiendo al esquema urbano de "espacio central", con las viviendas rectangulares adosadas entre sí, apoyada la trasera en la muralla que rodea el perímetro del cerro y con las puertas abiertas a la calle o calles interiores. En el plano constructivo queremos resaltar también la presencia de una vivienda con disposición tripartita, semejante al tipo ya clásico del nivel PUb del yacimiento de Cortes de Navarra (Maluquer, 1954 y '1958; Maluquer el alii, 1990). Este modelo urbano y constructivo está acompañado en El Ceremeño de la colección de cerámicas fabricadas a mano. anteriormente descritas. emparentadas con la misma zona. La existencia de mijo en el interior de uno de los recipientes de la despensa es un elemento más que aproxima ambas regiones puesto que su presencia en la Meseta no está documentada en esta época y. en cambio. es bien conocida en el mencionado yacimiento de Cortes. Con todo esto -a lo que habría que añadir el significativo rito funerario de la incineraciónqueremos insistir en que la mayoría de los rasgos culturales de los pueblos meseteños orientales de la 1 Edad del Hierro, a los que quizás habría que denominar todavía protoceltibéricos, enlazan con el mundo cultural de los Campos de Urnas, dejando ahora al margen el tema del origen de la lengua celta que hablaron dichas poblaciones. La ubicación del yacimiento que ahora estudiamos en el núcleo arqueológico de Malina de Aragón explica perfectamente estas relaciones puesto que se trata del sector más oriental de la Meseta, limítrofe con Aragón, con el que le unen distintas rutas naturales. Desde el punto de vista geográfico, Molina es una comarca a caballo entre ambas regiones y puede ser considerada como una zona de paso entre unidades geográficas distintas, habiéndola definido algunos autores (Navarro, 1982: 5-7) como puerta de comunicaciones, quizás no muy utilizada por su gran altitud y su clima extremo. Una de las rutas de contacto sería el río Jalón a través de los afluentes de su cuenca media que, como el Mesa o el Piedra, conectan ambas regiones y que en los últimos años van jalonándose de nuevos yacimientos arqueológicos, algunos con cronología del Bronce Final, que empiezan a confirmar dichas influencias (Martínez Sastre, 1992) Con estos precedentes culturales, aceptamos de manera genérica que la cultura celtibérica quedó perfectamente formada a partir del siglo V aC y que en su gestación intervinieron elementos procedentes de la cultura ibérica asimilados, sin duda, por todo este bagaje cultural "meseteño" que acabamos de mencionar. Algunos de los rasgos materiales nuevos, como los objetos de hierro o, sobre todo, la característica cerámica a torno de pastas claras con decoración pintada acabaron convirtiéndose en auténticos fósiles-guía de dicha cultura, hasta el punto de T. P., 52, n.o 1, 1995 (c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) http://tp.revistas.csic.es CERÁMICAS (lE IMPORTACiÓN MEDITERRÁNEA EN UN CASTRO CELTIBÉRICO que su presencia en otras regiones ha servido para identificar un paulatino proceso de aculturación, denominado celtiberización, que acabó afectando a todos los territorios próximos, a lo largo de la 11 Edad del Hierro. Los hallazgos cerámicos que está deparando El Ceremeño 1, permiten añadir nuevos datos para confirmar la existencia de relaciones culturales entre el mundo interior y las zonas costeras desde el final de la I Edad del Hierro, con anterioridad al momento de esplendor de la cultura celtibérica y de la intensificación de las relaciones con el mundo ibérico. Los platos de cerámica gris ahora encontrados ofrecen similitudes con modelos presentes en amplias zonas de la Península durante los últimos tiempos del mundo orientalizante y en el Ibérico Antiguo, por ejemplo, en el yacimiento levantino de la Peña Negra (González Prats, 1983: 193) donde se clasifican como tipo B5, que parece tener su origen en ambientes del s. VI aC en lugares del Sur Peninsular como La Esperanza (Belén et alii, 1977: 314) o en el Cabezo de San Pedro (Blázquez et alií, 1970). En cuanto a las urnas de orejetas, se viene admitiendo que los ejemplares más antiguos claramente fechados se remontan al siglo VI aC en numerosos yacimientos andaluces como Alhama (Granada), Cástula, Toya, Castellones de Ceal o Úbeda la Vieja (Jaén) y también en Levante, región que nos resulta más interesante puesto que desde ella es más fácil establecer relaciones con los territorios del interior, tanto por la clásica vía del Ebro, como por otras alternativas como podría ser, para la zona de Malina, la ruta natural del río Jiloca. En el yacimiento de Los Saladares (Orihuela) aparecen documentadas por primera vez en la fase IIB, fechada entre 575-550 aC (Arteaga y Serna, 1975: 72) y en Peña Negra (Crevillente) aparecen en la fase 11, en un ambiente orientalizante del siglo VI aC (González Prats, 1982). Otros ejemplares fechados también en el siglo VI aC son los aparecidos en los yacimientos languedocienses de Grand Bassin 11 y Cayla 11 (Louis y Taffanel, 1958) que mencionamos por las evidentes semejanzas entre nuestra tapadera y la de la sepultura 14 de Grand Bassin. Fuera de su territorio clásico de dispersión (Fig. 5 ) se conocen pocos ejemplares, como el del Cerro de Garvao (Mello et alii, 1987: 214) y el de la Necrópolis de Galeado (Berrocal, 1992: 306), ambas en el Bajo Alentejo y los ya más cer- 171 canos de la cuenca del Ebro. La llegada de estas cerámicas hacia los territorios del interior debió ser temprana puesto que su presencia se documenta durante el siglo VI aC en el Coll del Moro (Gandesa), con recipientes a mano y a torno (Sanmartí y Padró, 197ó-7X: 165), Yya en el Bajo Aragón en San Cristobal de Mazaleón (Pereira y Rodero, 1983: 54). Con cronologías más recientes están documentadas en Piuró del Barranc Fond, San Antonio de Calaceite, Alloza y, remontando el río, en la Torraza de Valtierra y La Atalaya de Cortes (Fletcher, 1964: 314). En los territorios de la Meseta Oriental y Norte se conocían esporádicos ejemplos y todos ellos con cronologías más tardías, en general del siglo IV aC, coincidiendo con el auge de las relaciones entre el mundo celtibérico y el ibérico, suponiendo algunos autores que debieron ser de las primeras piezas realizadas a torno, asimilándose al modelo sin especiales variaciones, pero ya de fabricación local (Escudero, 1990: 152). De esta época avanzada, las más septentrionales proceden del castro de Lara, en Burgos, según noticia que no hemos podido confirmar (Fletcher, 1964). y quizás otra de Ubierna (Burgas) donde Abasolo (1979: 177-78) describe un vaso con un asa perforada de dudosa catalogación. En la provincia de Soria hay que mencionar los ejemplares de Ucero, donde se citan urnas a mano ya torno (García Soto, 1990: 22) y los de Osma y Gormaz (Bosch Gimpera, 1931); sobre la necrópolis de este último lugar, las noticias son más vagas puesto que García Merino (1973: 40) sólo habla de vasos con asas en ocasiones perforadas, aunque Escudero (1990: 142) confirma la existencia de, al menos, dos vasijas de este tipo conservadas en el Museo Arqueológico de Barcelona. En el norte de la provincia de Guadalajara, territorio clásico de la Celtiberia, sólo se conocían las urnas procedentes de las necrópolis de Aguilar de Anguita (Schüle, 1969: lam. 3), Luzaga (Díaz, 1976: 18 y IV) YSigüenza (Cerdeño y Pérez Inestrosa, 1993: 31). El hallazgo en El Ceremeño de la urna de orejetas junto a los demás modelos de cerámica ibérica, representa el punto más oriental de la Meseta y el lugar donde ofrecen una cronología más antigua, demostrativa de sus tempranas relaciones con el área mediterránea. Desde allí seguirían llegando materiales e ideas que acabaron cristalizando en el mundo celtibérico clásico, ya tras la convulsión generalizada que se ha venido denominando crisis del Ibérico Antiguo, T. P., 52, n.o 1, 1995 (c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) http://tp.revistas.csic.es M.· Luisa Cerdeño. José Luis Pérez de Inestrosa. Emilio Cabanes 172 alteración que supuso la destrucción de numerosos poblados en toda la Península Ibérica, bien documentada en el Bajo Aragón (Burillo, 198990) y. ahora también, en la Celtiberia Oriental donde el asentamiento antiguo del castro que nos ocupa quedó destruido por un violento incendio y abandonado por su población a finales del siglo VI aC. Si consideramos que las urnas de orejetas, dado su cierre hermético, debían de estar pensadas para el transporte de algún material delicado, seguramente caro como el vino o el aceite, y que los platos de cerámica gris constituyen una vajilla más fina que la habitual en aquella época en la Meseta. podemos deducir como ya hemos apuntado en otras ocasiones (Cerdeño y García Huerta, 1990: 91), que las relaciones entre estas poblaciones del interior y las costeras debían incluir un comercio de productos de lujo cuyo control debía estar en manos de unos pocos que, tras su consumo y uso, ritualizarían el envase que los contenía, como parece indicar el hecho de que gran parte de las urnas de orejetas fueran amortizadas como urnas cinerarias en las necrópolis. Todos estos hallazgos de El Ceremeño creemos que pueden repetirse en otros poblados de la comarca, según apuntan las prospecciones en ellos realizadas, y su mayor interés estriba sobre todo en que amplían las perspectivas que hasta el momento teníamos sobre los momentos de gestación de la cultura celtibérica ya que, basándonos en el conjunto de las formas cerámicas encontradas, en el modelo de urbanismo y en la fecha radiocarbónica, podemos apuntar una fecha del siglo VI aC para la fase Ceremeño 1. BIBLIOGRAFÍA ABASOLO, J.A. Y Ruíz.1. (1979): "El conjunto arqueológico de Ubierna. Contribución al estudio de la Edad del Hierro en la Meseta Norte". Boletín del Seminario de Arte y Arqueologia, XLV: 168-188. Valladolid. ARANEGUI. C. (1969): "Cerámica gris de los pueblos ibéricos valencianos". Saguntum, 6: 113-131. Valencia. ARGENTE, J .L. (1994): Las fíbulas de la Edad del Hierro en la Meseta Oriental. Excavaciones Arqueológicas en España, 168. Madrid. ARTEAGA, O. y SERNA, M. 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