De la importancia de un campo sembrado de magueyes a la
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De la importancia de un campo sembrado de magueyes a la
aceta EL COLEGIO MEXIQUENSE z Número 28 z julio-agosto z Año 2004 de Ciencias Sociales y Humanidades de El Colegio Mexiquense, A.C. Página-e: http://www.cmq.edu.mx Fue presentado Modernización administrativa / Propuesta para una reforma inaplazable, del maestro Ignacio Pichardo Pagaza Página 4 La mesa itinerante dedicada a Cahuacan Página 6 Las efemérides refuerzan la identidad personal y colectiva Página 8 El marco legal vigente no responde a las aspiraciones de las instituciones de asistencia privada: maestra Gloria Guadarrama Sánchez Página 11 Fue presentado el Códice de Santiago Tlacotepec (Municipio de Toluca) De la importancia de un campo sembrado de magueyes a la relevancia de la generación de conocimiento original M ÉXICO, D. F.- La publicación del Códice de Santiago Tlacotepec (Municipio de Toluca) es resultado del esfuerzo, dedicación y sapiencia de los doctores Xavier Noguez Ramírez y Ethelia Ruiz Medrano; de la conjugación de los compromisos editoriales de EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C., y del Instituto Mexiquense de Cultura, y del apoyo de madame Monique Cohen, curadora responsable de la sección de Manuscritos Orientales de la Biblioteca Nacional de Francia, así como de Marc Thouvenot, quien informó de la existencia de pictografías mexicanas en la Biblioteca Nacional de Francia. En el Centro Cultural Isidro Fabela (Casa del Risco), durante la presentación de este libro —el cual enriquece la colección que EL COLEGIO viene publicando para rescatar la rica tradición pictográfica de los pueblos de lo que ahora es el Estado de México— quedó de manifiesto una vez más el sentido de un esfuerzo editorial destinado a la divulgación del conocimiento sobre el pasado para entender el presente, en particular el relacionado con los añejos conflictos por tierras. La importancia de tener magueyes El doctor Xavier Noguez Ramírez. Dossier «Los alumnos de EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C. » C.» Estructura familiar y demanda educativa en Coatlán del Río María Isabel V ega Muytoy Vega Página 1 El origen del problema de la propiedad de la tierra en la historia de México Rigoberto Sánchez Martínez Página 6 El doctor René García Castro, profesor-investigador de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México, acumuló un conjunto amplio de razones para fundamentar la importancia de publicar dos pictografías que forman parte de la documentación de un litigio ocurrido en el año 1565 entre dos indígenas naturales de Tlacotepec, pueblo perteneciente actualmente a Toluca, y los estudios explicativos de los doctores Noguez y Ruiz. «Estamos pasando por una época en que los grandes descubrimientos de los códices indígenas que hablan del centro de México y de una gran cantidad de pueblos han llegado a su fin. En los últimos años se han venido publicando documentos más locales, con estudios muy importantes. Son documentos de pictografías de clara tradición prehispánica mesoamericana, que involucran a personajes de la vida local, españoles pero sobre todo indígenas. Documentos que transmiten circunstancias y problemas también locales: conflictos por tierras y por posiciones de poder, por privilegios, que los grandes códices y documentos indígenas, como las matrículas de tributos o el Códice Mendocino rara vez permiten apreciar en los niveles micro», señaló el investigador. Expresó que la publicación del Códice de Tlacotepec es «maravillosa porque revela la vida, los conflictos y el microcosmos de un pequeño pueblo», y refirió que, como lo ha dicho el doctor Noguez, hasta hace cinco años no se tenía conocimiento de pictografías del siglo XVI relativas al Valle de Toluca, pero EL COLEGIO MEXIQUENSE ha (pasa a la pág. 2) Número 28 julio-agosto 2004 1 LA GACETA DE publicado en el lapso el Códico Xiquipilco-Temoaya, una matrícula de tributos, y ahora el de Tlacotepec, que en conjunto significan tres pictografías de ese siglo con fechamientos muy precisos, aparte de los llamados Códices Techialoyan, pictografías tardías de la segunda mitad del siglo XVII y la primera del XVIII. Éstos han significado también un incremento de los documentos conocidos. El doctor García Castro calificó como excelentes los estudios de los doctores Noguez y Ruiz. El de ésta es de carácter histórico y aprovecha un análisis iconográfico, y el del doctor Noguez es netamente iconográfico. Detalló que las dos láminas son parte de un litigio que sucedió hacia 1565, en el cual se involucraron un indígena de origen nahua, advenedizo en Tlacotepec pues sus padres llegaron al pueblo hacia 1530, y un matlatzinca. Ambos peleaban propiedades: casa, terrenos y «algo que era mucho más valioso: unos magueyes». Sin embargo, los conflictos de ese tipo no eran raros en aquellos años, precisó. Queda revelado que «no sólo los pueblos indígenas, como entidades políticas, peleaban por límites y produjeron documentos, sino que los conflictos también fueron de tipo privado. El Códice de Santiago Tlacotepec es un magnífico ejemplo de este tipo de conflictos», asentó, e hizo referencia a Los códices de Cutzio y Huetamo, de Hans Roskamp, libro coeditado por EL COLEGIO MEXIQUENSE y El Colegio de Michoacán. Se trata de dos láminas que hacen referencia a dos grupos étnicos: los tarascos y los otomíes-matlatzincas — cuya presencia en esas tierras es muy llamativa—, cada uno con su propio códice. «Este libro da una pista para afirmar que los indígenas matlatzincas y otomíes conocían muy bien la escritura de tradición prehispánica mesoamericana», asentó. Y en cuanto al Códice de Santiago Tlacotepec, dijo, se aprecian dos maneras distintas de representar iconografías o, por ejemplo, calendarios, aun cuando la distinción sea de matiz. «Encontramos una narración maravillosa del complejo contexto en que se vivía en el siglo XVI en el Valle de Toluca por el caos poblacional y de organización social, derivado de que el valle había sido conquistado por los mexica 50 años antes de la conquista española, con una reorganización muy fuerte de hombres y territorios, la cual apenas estaba tomando su paso cuando llegaron los españoles, que vuelve a reacomodar a hombres y territorios. Los dos reacomodos tan cercanos provocaron caos en las propiedades y la asignación de las tierras, incluso de tipo político para los indios nobles, todo en el marco de una colonización que empezaba a cuajar». Los autores coinciden en que las láminas reflejan ese mundo caótico, dijo, y aprovechando el artículo “La vaca sagrada”, del antropólogo Marvin Harris, quien expone la muy diversa utilidad que tiene una vaca para los hindúes, explicó la importancia del maguey en otras épocas por los múltiples beneficios que proporcionaba: alimento (las pencas tiernas); fibras para los tejidos: tilmas, bragas y otra vestimenta de los macehuales, la clase no privilegiada; las pencas secas servían como combustible; la miel y la savia, útil para curaciones, y el empleo de las mismas pencas para hacer techados. El maguey estaba ligado a los dioses Mayahuel y Ometoxtli. «No era cualquier producto, y cuando los españoles llegaron vieron su utilidad le llamaron “el árbol de las maravillas”. Lo dijeron tanto conquistadores como cronistas, y Francisco Hernández, el protomédico de Felipe II, que llegó como científico a realizar un estudio especial de las plantas», afirmó el investigador. Con esos argumentos, advirtió que no se ha revalorado la importancia histórica del maguey, cuya importancia comparó con la del maíz en relación con la sobrevivencia de la gente. Y los EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C. Dr. Carlos F. Quintana Roldán Presidente Mtro. José Antonio Álvarez Lobato Secretario General Dra. Cecilia Cadena Inostroza Coordinadora de Investigación Dra. Diana Birrichaga Gardida Coordinadora de Docencia LAE Georgina Rescala Pérez Coordinadora de Administración y Finanzas Gaceta de Ciencias Sociales y Humanidades de EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C. José Luis Cardona E. Coordinador Editorial Marlem Núñez Peñaflor Coordinadora de Información Alejandra Becerril Sánchez Reportera Luis Alberto Martínez López Diseño y formación La Gaceta de Ciencias Sociales y Humanidades de EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C., es una publicación bimestral de distribución gratuita. Tiraje: 250 ejemplares. Apartado Postal 48-D, Toluca 50120, Estado de México. Ex hacienda Santa Cruz de los Patos, Zinacantepec, Estado de México, 51350, México. Tel. (01.722) 279 99 08, 218 00 56 y 218 01 00, ext. 160. Fax: (01.722) 218.03.58, exts. 200 o 201. Correo electrónico: [email protected] y [email protected] Certificados de licitud, contenido e ISSN, en trámite. 2 julio-agosto 2004 Número 28 academia EL COLEGIO MEXIQUENSE terrenos en el litigio en Santiago Tlacotepec estaban llenos de magueyes. El doctor Noguez habla de cuatro mil magueyes en disputa, cuyo valor era de dos mil pesos de oro, «un dineral, pese a que ambos indígenas vendrían a ser de clase media: muchos españoles hubiesen querido esa riqueza.» Para comprender ese valor refirió que un indígena pagaba al año un peso de oro como tributo al rey o al encomendero. «Esos individuos eran entonces verdaderamente ricos y poderosos, pese a ser de clase media. El Códice revela por qué el litigio llegó a la Audiencia y tuvo un desarrollo de 30 años», resuelto a favor de la familia nahua. Una colección que crece Por su parte, el doctor Xavier Noguez Ramírez comentó que, en el catálogo de los códices Techialoyan (documentos diferentes al de Tlacotepec) publicado en 1973 se consignaban 49, pero ahora esa cifra llega a casi 60. Al tiempo, acotó que hay otro códice de Tlacotepec, pero de la comunidad de San Pedro, en el estado de Puebla, el cual está en la colección de documentos pictográficos de la Biblioteca Nacional de Antropología del Museo Nacional de Antrpología e Historia. Es muy interesante, dijo, y en algunos libros que tratan de códices coloniales se confunden el de San Pedro y el de Santiago, pero son diferentes, advirtió. Explicó que Santiago Tlacotepec es ya una población conurbada a Toluca, debido a la desaparición de los límites existentes hasta los años 50 y 60, y su códice es «un producto más del programa de rescate, investigación y publicación facsimilar de códices procedentes del actual territorio del Estado de México que hemos desarrollado en EL COLEGIO». Además de agradecer el apoyo de los ex presidentes de la institución María Teresa Jarquín Ortega y Alfonso Iracheta Cenecorta, y del actual presidente, doctor Carlos Quintana Roldán, hizo una mención especial al respaldo del Instituto Mexiquense de Cultura, con el cual se han realizado importantes coediciones, y tuvo palabras de encomio para la licenciada Carolina Monroy del Mazo, directora general del mismo, «a quien le transmito mi gratitud por el apoyo económico, ya que se trata de publicaciones que tienen que ser facsimilares, cuyos costos son más altos que las ediciones de otro tipo», expresó. El investigador se refirió ampliamente al esfuerzo editorial de EL COLEGIO y habló de los códices publicados hasta la fecha. De la serie Techialoyan, un grupo que sigue creciendo, el de Huixquilucan y el de San Pedro Tototepec, «y ése muy importante, que nos da la clave para entender a todo este grupo, al que en forma humorística le llamo “el último tango de la Tlacuilolli”, el último esfuerzo por hacer pictografías en Mesoamérica: el Códice García Granados. Además, el códice que trabajó René García Castro, el de Xiquipilco-Temoaya. Es un magnífico, enorme, interesantísimo documento procedente de Tepetlaoxtoc, una población que generó documentos, así como en Puebla lo hizo Coatlinchan, que si bien no jugó un importante papel, tiene una enorme cantidad de documentos pictográficos muy interesantes. En el caso del de Tepetlaoxtoc, en la antigua Acolhuacan (ahora, zona oriente del Estado de México), se dan a conocer muchos asuntos importantes, e incluye un estudio de la maestra Perla Valle.» «Y también hemos publicado estudios monográficos amplios, como Tlacuilos y escribanos, en coedición con El Colegio de Michoacán, y más recientemente Libros y escritura de tradición indígena, con estudios muy interesantes y las nuevas propuestas para entender la documentación de origen nahua y la de dos grupos, quizá en ese momentos los más importantes: nahuas y matlatzincas. «Es el segundo ejemplo del siglo XVI que publicamos de manera facsimilar, porque ya es insostenible el juicio de que en el antiguo Matlatzinco no se habían elaborado códices en dicha centuria, como se ha registrado en numerosas obras especializadas y de difusión. A mí me tocó tratar el análisis iconográfico de las dos láminas, que hubiese sido muy difícil sin el trabajo de Ethelia Ruiz Medrano, dedicado al legajo que acompañaba a las pictografías. En las dos láminas, la pintura indígena (Tlacuilolli) es particularmente clara, de buena hechura, se materializa un estilo asociado al tradicional prehispánico, con las necesarias alteraciones producto de la necesidad de transmitir los nuevos mensajes procedentes del mundo hispánico.» El doctor Noguez Ramírez comentó también que el documento entrega En la presentación del Códice de Santiago Tlacotepec (Municipio de T oluca) ené Toluca) oluca),, los doctores R René García Castro, Xavier Noguez Ramírez y Carlos Quintana Roldán; el maestro Benjamín Araujo Mondragón y la doctora Ethelia Ruiz Medrano. las áreas de Oaxaca y la maya. Es una coedición con la Universidad Católica de Eichstätt», reseñó. Y añadió: «de manera indirecta, el asunto de los documentos pictográficos como fuentes, en particular el caso de Domingo Francisco de San Antón Muñón Chimalpahin Cuautlehuanitzin, fuente inagotable de información sobre esa zona mexiquense de Chalco-Amecameca, se publicó Chimalpahin y los reinos de Chalco, de la doctora Susan Schroeder, que está a punto de agotarse». Añadió: «toca ahora dar a la luz un interesante documento de mediados del siglo XVI, cuyo original se encuentra bien resguardado en la sección de fondos mexicanos de la Biblioteca Nacional de Francia. Su tema principal es el problema de la propiedad agraria en un marco de complejas —más de lo que nos imaginamos— relaciones interétnicas en lo que hoy se llama el Valle de Toluca, el antiguo Matlatzinco, particularmente entre información inédita sobre una etnia de la que se tienen escasas referencias etnohistóricas: los matlatzincas, cuyo idioma ya iba en retroceso a favor del náhuatl incluso antes de la Conquista. Por ello se desconoce el nombre matlatzinca de Tlacotepec. «En una dimensión más amplia y de gran importancia, esperamos que esta publicación sea una contribución útil para un mejor entendimiento y conocimiento de los procesos históricos de la propiedad territorial, y que ayude a resolver los complejos problemas actuales y futuros que enfrenta y enfrentará el Estado de México». La libertad de investigar, fundamental La doctora Ethelia Ruiz Medrano centró su intervención en agradecer a los doctores María Teresa Jarquín Ortega, por haberla invitado en su momento a participar en un seminario sobre historia del Estado de Número 28 julio-agosto 2004 3 academia México realizado en EL COLEGIO, y Salvador Rueda, que entonces era director de Estudios Históricos del INAH, así como a la actual titular, maestra Ruth Arboleyda Castro, quien, dijo, «ha luchado contra viento y marea para que los investigadores tengamos un espacio de libertad y de discusión, y que podamos interactuar con otras instituciones y no nos sintamos como si hubiéramos vendido el alma al diablo». Relató algunos de los momentos del trabajo y destacó el esfuerzo editorial de EL COLEGIO y del IMC, pues «cuando nos ponemos a pensar que el corpus para otros grupos antiguos y magníficos está publicado en muchas ocasiones una y otra vez, y pensamos que el corpus mesoamericano, tanto el prehispánico — que es infinitamente menor—, como el colonial, que en términos de originales no debe de llegar a más de 200 más lo que exista en el Archivo General de la Nación, por ser relativamente limitado podría ser perfectamente digno de publicarse y fuente importantísima. «Pocas instituciones hoy en día, como antes, se atreven a dar este tipo de pasos, en un mundo que cada vez clama más porque seamos prácticos y abandonemos las ideas de rescate de la cultura, es fundamental dar voz a actores que en algunos momentos sólo la tuvieron ante los tribunales. Es un esfuerzo magnífico, casi heroico y sólo se puede comparar con el esfuerzo que hicieron los grupos indígenas durante la colonia para resistir, enfrentar, negociar e imaginar que ellos también podrían tener una voz en este mundo. No sólo los que nos dedicamos a este tipo de conocimiento, sino al conocimiento en general, gracias a este tipo de instituciones que nos dan también la voz, podemos decir hoy que en este país todavía se está generando conocimiento original y que así seguirá siendo seguramente.» LA GACETA DE Finalmente, el doctor Carlos Quintana Roldán, presidente de EL COLEGIO, hizo un reconocimiento al IMC —representado en el acto por el subdirector de Publicaciones, maestro Benjamín Araujo Mondragón— y a los investigadores Noguez Ramírez y Ruiz Medrano por su trabajo, al tiempo que reiteró el compromiso de la institución con el rescate y difusión de códices, documentos clave para entender la historia del Estado de México y del país, dijo. Presentación del libro del maestro Ignacio Pichardo Pagaza Cada país tiene su idiosincrasia administrativa y un buen candidato no siempre es un buen gobernante Modernización administrativa / Propuesta para una reforma inaplazable (EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C. / UNAM), del maestro Ignacio Pichardo Pagaza, es un libro escrito a partir de preocupaciones variadas. De un lado, lo complejo de trabajar ahora en el aparato público por la carencia de recursos. De otro, el nuevo entorno democrático en que se desenvuelve la vida de los mexicanos. Una tercera arista es la relativa a la globalización, y una cuarta remite a la exigencia ciudadana de obtener resultados de sus gobernantes. En la presentación de la obra en EL COLEGIO (otras más se verificaron en la El doctor Carlos Quintana Roldán, el maestro Ignacio Pichardo Pagaza, el ingeniero Agustín Gasca Pliego y el doctor Luis García Cárdenas, al finalizar la presentación del libro Modernización administrativa. Propuesta para una reforma inaplazable inaplazable,, del ex gobernador del Estado de México. 4 julio-agosto 2004 Número 28 Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, la sede del Instituto Nacional de Administración Pública y varias entidades federativas), el autor resumió sus motivaciones, una de las cuales lo llevó a hacer explícito su rechazo a que a partir del año 2000 «estemos viviendo en la democracia y que antes no la había. Me parece una falsedad evidente. Pero sí necesitamos aceptar que estamos en un entorno democrático diferente, el cual, sin la menor duda, ejerce presión y restringe la forma de trabajar administrativamente». Explicó también el significado de las otras tres, pero en especial de un hecho ineludible tanto de la realidad mexicana como de otros países: el desinterés en los estudios y en el aprendizaje de la administración pública. Comentó: «hubo una época en que había un interés muy marcado. Después, a raíz de los gobiernos neoliberales de Thatcher y Reagan, la administración pública cayó y, como consecuencia de la caída del socialismo real, todo lo que oliera a Estado y a gobierno estaba marcado negativamente. Pero el péndulo de la historia está regresando, e incluso los organismo internacionales que forman el Consenso de Washington saben, y lo han dicho, que el Estado y el gobierno son indispensables si se quiere acelerar el crecimiento y evitar una sociedad injusta.» Y si bien nadie habla de un Estado multifuncional como el de hace tiempo, es inevitable pensar en un Estado y en un gobierno eficientes. A ello se refiere la tesis del «buen gobierno». A nivel académico, «se ha desarrollado el modelo posburocrático, al cual se alude en el libro; pero en forma amplia ha ganado más la expresión «buen gobierno». Hay así un descuido en los estudios de la administración pública y una paradoja: por una parte, es cada vez academia EL COLEGIO MEXIQUENSE más difícil administrar; por la otra, hay cada vez menos interés en los temas de la reforma de la administración.» Después de las intervenciones de los tres comentaristas invitados (damos noticia de ellas un poco más abajo), el maestro Pichardo Pagaza, investigador especial de EL COLEGIO, aprovechó en su intervención su larga experiencia en el servicio público: en el gobierno estatal, responsable de la hacienda pública y secretario general de gobierno; luego, gobernador; en el federal, subsecretario y secretario; en la diplomacia, embajador; asimismo, diputado federal; sin descontar los cargos partidistas, que incluyen la presidencia del PRI. Expuso entonces un punto de vista: «así como se habla de las reformas estructurales y se piensa en la reforma del sistema eléctrico y de la reforma energética en un sentido más amplio; en la reforma hacendaria o presupuestal, financiera y fiscal; así político que busca un cargo de elección popular para llegar a la titularidad de un gobierno municipal, estatal, federal, puede ser muy buen candidato, pero no necesariamente muy buen gobernante. Y esta paradoja la vemos con sólo abrir los periódicos nacionales, estatales y de todas partes: la señora o el señor fue un excelente candidato, como dicen los anglosajones vote getter, captador de votos, sí, pero llega al gobierno y es un pésimo administrador, un pésimo gobernante. No es una crítica a la democracia, que tiene todos los defectos del mundo, pero es el mejor de los sistemas. No es una crítica, es una realidad. Así va a seguir siendo, que el señor o la señora que triunfan en las urnas no necesariamente resulten buenos gobernantes o buenos administradores, de ahí que haya que fortalecer la administración para que el político que En su número 16, correspondiente al periodo julio-diciembre de 2004, la revista Economía, sociedad y territorio ofrece un conjunto muy variado de artículos. La entrega abre con «Redes y nuevas tecnologías de información y comunicación en las asambleas vecinales de Buenos Aires», de Tomás Calello, Federico Fritzche, Aída Quintanar y Marcelo Vio. De Daniel Murillo se incluye «Falacias del desarrollo sustentable: una crítica desde la metamorfosis conceptual». Además, Morgan Quero ofrece el texto «De la ley de la calle a la ley de las élites: la sociedad civil en la encrucijada de la gubernamentalidad en América Latina». De Sergio Franco y Cecilia Cadena es «Análisis de la distribución del servicio de educación primaria en el valle de Toluca, México»; Armando Nevárez y Ángel Mauricio Reyes escriben «Productividad total de factores y reducción de costos en la industria manufacturera mexicana, 1994-1999», y de Gabriela Bukstein se publica «La posición social de los ingenieros civiles: comparación entre dos escalas subjetivas y la incorporación de trayectorias laborales». Las reseñas son elaboradas por Juan Manuel Barrera, Carlos F. Quintana Roldán y María Teresa Jarquín Ortega, están dedicadas, respectivamente, a Gerencia pública en la globalización (UAEM, 2003), de Omar Guerrero; Modernización administrativa. Propuesta para una reforma inaplazable (EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C. / FCPSUNAM, 2004), de Ignacio Pichardo Pagaza, y La Gavia. Una hacienda en la centro de la historia (Promotora La Gavia, 2003), de Xavier Guzmán Urbiola. también, es indispensable que al hablar de reforma del Estado se incluya la reforma de la administración pública, su modernización. Esa es la tesis que late en el libro, y el contenido se refiere a los principales temas de modernización administrativa.» Pero fue más allá. En alusión a lo que ha venido sucediendo con el gobierno federal luego de la alternancia política, dijo de ésta que «implica una paradoja gravísima, que sólo con una buena administración podemos superar. El llega encuentre un aparato que responda a los objetivos que quiere alcanzar.» La nueva gerencia pública y la ética en el servicio público Los dos temas que más le llamaron atención al presidente de EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C., doctor Carlos Quintana Roldán, fueron, primero, el de la llamada «nueva gerencia pública», en boga como resultado de las reformas impulsadas durante los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, y fortalecidas por la caída del socialismo real. La mezcla de esas «tendencias» — con su impulso al adelgazamiento del Estado, la disminución drástica del déficit fiscal y el recorte de los programas sociales, la atención de los ciudadanos como «clientes», volver mínima la participación del Estado como regulador del mercado— con prácticas de una administración tradicional —manuales de organización, sistemas formales de control presupuestal y de planeación, mejoramiento de los sistemas contables, áreas de recursos humanos y hacer catálogos de servicios— plantea una incógnita en cuanto a un resultado que no se aprecia todavía a cabalidad. El segundo tema que encontró especialmente relevante fue el de la ética en el servicio público, sobre el cual el maestro Pichardo Pagaza señala que aplicada a la actuación de los servidores públicos, «la ética debe tener una acepción no sólo moral, sino también legal y, por lo tanto, contar con claras y quizá drásticas sanciones para aquellos funcionarios que se alejen de los principios éticos que deben ser cumplidos.» El doctor Quintana Roldán agradeció el apoyo del director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, doctor Fernando Pérez Correa, para coeditar el libro, y del doctor Luis García Cárdenas, presidente del Instituto de Administración Pública del Estado de México (IAPEM), para hacer la presentación de la obra. El libro tiene un excelente nivel académico; a lo largo de sus doce capítulos y de las conclusiones queda claro por qué la reforma administrativa es inaplazable, y al no ceñirse a una sola teoría para desarrollar sus argumentos, el autor hace el aporte más importante, guiado «por la lógica de una experiencia administrativa interna, por la práctica de la administración más que por un análisis general y genérico.» De tal suerte, la propuesta es ecléctica y el resultado es un manual de teoría administrativa moderna, que ofrece un «mapa de ruta» para alcanzar dicha reforma de manera coherente, sistematizada y muy clara, afirmó el comentarista. La modernización, sobre la base de los lineamientos constitucionales El doctor Luis García Cárdenas, presidente del IAPEM, señaló que el libro «significa un acercamiento histórico, crítico y propositivo a la modernización administrativa, que combina la experiencia del experto con la frescura del apasionado por esta disciplina.» Añadió: «parte del análisis del contexto político de distintos periodos en Número 28 julio-agosto 2004 5 academia distintos países, caracterizado por situaciones problemáticas, cuyos elementos permanentes son crisis económicas, rescates financieros condicionados, compromisos electorales, altos niveles de endeudamiento público, globalización y la necesidad de mejorar la eficiencia y competitividad del país y la maquinaria gubernamental.» Para el especialista, el elemento vertebral del libro es «la necesidad de modernización de las estructuras y formas de gestión a que se enfrentan las administraciones públicas tras superar diversas fases en que las prioridades vinieron marcadas por el aseguramiento en la prestación de los servicios.» El doctor García Cárdenas mencionó como relevantes los aspectos relativos al servicio profesional de carrera y la ética en el servicio público, pero advirtió, como lo señala el autor, que la modernización de las estructuras administrativas «debe partir de los principios constitucionales de cada país, que son la expresión histórica de su legitimidad.» Saludó la publicación de la obra, a la cual consideró una nueva prenda intelectual del maestro Pichardo Pagaza, y «muestra de su lucidez académica, de su honestidad intelectual y de su ánimo invariablemente inquieto y propositivo.» La mejor ley, la que se hace tradición de bienestar Con citas al líder sudafricano Nelson Mandela y al filósofo español Fernando Savater, el secretario de Educación, Cultura y Bienestar Social, ingeniero Agustín Gasca Pliego, articuló su texto de presentación de Modernización administrativa / Propuesta para una reforma inaplazable. La primera, relativa a que no todo en el mundo globalizado es malo, le sirvió para destacar la importancia que se da en el libro a las tecnologías y medios más avanzados, condicionada al sentido humanista que debe tener el servicio público. La segunda, en el sentido de que el mejor gobierno es el que no se ve, ni se siente, pues deja en libertad al ciudadano, y se rige por las normas constitucionales y por las reglas humanas de la administración pública, le resultó adecuada para señalar que en el libro se expresa que la mejor ley es la que se hace tradición de bienestar y servicio al ciudadano. El también presidente de la Asamblea General de Asociados de EL COLEGIO destacó la trayectoria del autor, en especial su paso por la presidencia del INAP y del Instituto Internacional de Ciencias de la Administración. La idea esencial del libro, dijo, es la de que la democracia, la libertad, la eficiencia y el servicio social deben significar beneficios para el pueblo, sin trabas burocráticas. 6 julio-agosto 2004 Número 28 LA GACETA DE «Éste es un libro para los hombres de gobierno, y mucho también para quienes participan en la administración pública», sostuvo, para luego añadir que la obra «está dirigida a los estudiantes de Ciencia Política y a quienes desean especializarse en el derecho administrativo moderno». Se detuvo también en la respuesta del autor con respecto a la pregunta que él mismo plantea sobre la validez de las propuestas contenidas en el libro para cualquier país, con independencia del grado de su desarrollo: «cada país, cada región tiene su propia idiosincrasia administrativa», lo cual implica saber aprovechar, adecuándolas, las experiencias de otras latitudes. La presentación de Modernización administrativa / Propuesta para una reforma inaplazable dio ocasión a la comunidad académica de EL COLEGIO de compartir puntos de vista y experiencias con políticos y servidores públicos que acudieron al Aula Mayor de la institución. Mesa itinerante dedicada a Cahuacan Avances y retos de la investigación sobre una comunidad prehispánica muy importante en términos económicos, políticos y militares NICOLÁS ROMERO, ESTADO DE MÉXICO.- El resultado de las investigaciones y estudios sobre la época prehispánica es un puente entre el individuo del presente y su identidad social, señaló la doctora Emma Pérez Rocha, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), al participar en la «Mesa itinerante» dedicada a Cahuacan, población de origen prehispánico que ahora forma parte del municipio de Nicolás Romero. En la Universidad Tecnológica Fidel Velázquez se realizó el encuentro de cinco destacados investigadores, el cronista municipal y un público muy interesado, para exponer aspectos interesantes de esa comunidad. La doctora Pérez Rocha expuso el tema «La época tepaneca en la región de Cahuacan», y señaló que esta comunidad fue dominada por los tepanecas y era la cabecera de un señorío de ese pueblo, según fuentes del siglo XVI, y después quedó bajo el dominio de la Triple Alianza (Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba). En seguimiento de lo que ya es una forma tradicional de vinculación de EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C., con la sociedad, en que la maestra Rosaura Hernández Rodríguez ha jugado un papel fundamental con la organización de las «Mesas itinerantes», los especialistas compartieron con el público asistente los avances de sus trabajos sobre Cahuacan, con énfasis en la época prehispánica, a fin no sólo de procurar el diálogo, sino de avanzar en el siguiente paso, que es darle forma a un libro que aglutine dichos trabajos, como ha sido anteriormente con la mayoría de los libros que integran la serie «Cuadernos municipales». El punto de coincidencia de los investigadores fue que en México hacen falta investigaciones históricas y arqueológicas sistemáticas para lograr la consolidación del patrimonio cultural, y hacer una aproximación al pasado seria y sensible al mismo tiempo, para entender el presente. Otro punto de coincidencia fue que las investigaciones y estudios de la época prehispánica forman parte del proceso de asimilación de la cultura. Durante su participación en la mesa itinerante dedicada al pasado prehispánico de Cahuacan, el doctor Alejandro Pastrana Cruz mostró algunas técnicas de corte de la obsidiana. academia EL COLEGIO MEXIQUENSE En su turno, la doctora Rosa Brambila Paz, investigadora de la dirección de Etnohistoria del INAH y quien expuso el tema «El patrimonio cultural», dijo que éste se constituye tanto por los vestigios materiales prehispánicos como por las leyendas, las historias, los cuentos y las anécdotas que se relatan para formar una identidad, es decir, la identificación de un pueblo. La Nueva España incluía en su división administrativa a Xilotepec, con sus vecinos de Cuauhtitlan, el Matlatzinco y los Minerales. Y lo que ahora es Nicolás Romero estaba incluido, hacia 1560, en esa provincia de Xilotepec, que fue dividida en la segunda parte de la Colonia, así que es necesario hacer un deslinde territorial para estudiar en concreto el patrimonio cultural del actual municipio, expuso. En la época prehispánica, la gran provincia tributaria de Cahuacan abarcaba parte de los municipios actuales de Atizapán, Jilotzingo e incluso Cuautitlán, debido a que las provincias tributarias necesitaban diferentes nichos ecológicos para entregar su tributo a la Triple Alianza. Entonces Cahuacan y luego el municipio de Nicolás Romero se caracterizaron por ser pueblos receptores de población, lo que hace problemática la identidad cultural, añadió, e hizo referencia a la migración de los habitantes del municipio como otra característica de la dinámica demográfica actual. La investigadora se detuvo en analizar la importancia de los malacates, instrumentos de la industria textil prehispánica utilizados en la extracción de la fibra de maguey. Cahuacan tributaba textiles de colores (posiblemente de algodón) y blancos (de ixtle), y los vestigios de esas piezas contienen una división en cuatro partes debido a que en Mesoamérica la división del espacio era cuatripartita. Explicó que malacates provenientes de una colección particular muestran esa división y representaciones de plumas, animales, algunas ligadas al culto solar y otras muy similares al tocado de Huehuetéotl; pero puso énfasis en la greca escalonada, representada en muchos otros materiales de la época, como vasijas y en la decoración bícroma de tepalcates, provenientes de diversas partes del país. En el Valle de México, se encuentra en objetos de Teotihuacan y en la pintura mural. Ese motivo se puede rastrear igualmente en el Occidente y en el Valle de México en el periodo clásico, y en códices, como decoración de un escudo, atributo de virilidad, vestimenta de los dioses y en las representaciones de edificios. En la greca se distinguen tres partes: escalera, gancho y parte central; pero en la colección que estudia la investigadora encontró grecas de tres y cinco escalones, angulados y lobulares, y ganchos rectos y en ángulo. Aula Mayor, el programa de radio de EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C., se transmite los miércoles, de las 16:00 a las 16:30 horas, a través de las frecuencias de Radio Mexiquense en AM: 1600 para el Valle de Toluca; 1080 en el Valle Cuautitlán-Texcoco; 1520 en Atlacomulco, para el norte del estado, y 1250, para el sur de la entidad, en Tejupilco. Asimismo, se puede sintonizar en la página www.edomexico.gob.mx/ portalgem/tvmex. Desde la página de EL COLEGIO es posible escuchar las transmisiones anteriores: www.cmq.edu.mx. El correo electrónico del programa es [email protected]. Dichas representaciones hay quienes las relacionan con deidades como las del pulque, pero recuerdan también el cuerpo de la serpiente y por ello se les asocia con el culto a Quetzalcóatl; otros estudiosos incluso las relacionan con la tierra (la angular) y con los cielos (la curva). Lo cierto es que los malacates están representados como atributos de Tlazoltéotl. La investigadora planteó entonces interrogantes relativos a la razón de que representaciones iconográficas religiosas están presentes en un instrumento de trabajo y por qué en ciertas regiones se concentran vestigios de malacates; el lugar de fabricación de los hilos y el sexo de quienes los elaboraban, y si la producción era casera o para el intercambio. Otro interrogante está relacionado con el lugar de dónde provenía el algodón, que podría cultivarse en las barrancas de la región de Cahuacan; en cambio, los magueyes han sido cultivados desde tiempos remotos en esa zona. Es muy importante hacer una investigación que lleve a conocer los materiales para entender el patrimonio cultural de Nicolás Romero. En la medida en que ese patrimonio se estudie y se conserve, se le dará valor a los vestigios, dijo, e invitó a la población a facilitar los que tengan a su alcance para que sean estudiados. Por otra parte, el doctor Alejandro Pastrana Cruz, investigador de la dirección de Estudios Arqueológicos del INAH, habló de «La obsidiana de Cahuacan». Hizo una amplia exposición de los vestigios de esa roca volcánica hallados en diferentes partes del país, tanto en forma de rocas grandes como de piedras pequeñas. La obsidiana era un material muy apreciado en la época prehispánica por su filo y porque, pulido, resultaba en objetos muy logrados. En el centro de México, la mayor parte de la obsidiana se extrajo de la famosa Sierra de las Navajas, en el actual estado de Hidalgo, y de allí mismo se abasteció a Cahuacan. Se utilizó para hacer navajas, puntas de flecha y raspadores de maguey para obtener el pulque, de ahí que en los magueyales se sigan encontrando vestigios de objetos de obsidiana. En el río de Los Chinapos, en el actual Nicolás Romero, había una mina de obsidiana y cerca del Pico de Orizaba hay un yacimiento importante de obsidiana gris. La gente subía a cuatro mil metros para sacarla y llevarla a Veracruz. Habló también de Guerrero y su obsidiana útil para construir, en la zona de Taxco, pero no para hacer cuchillos. El trabajo era arduo, sistemático y peligroso por el filo de la obsidiana, y se enseñaba de generación a generación, dijo. En Los Chinapos se pueden encontrar nódulos y bloques de obsidiana que utilizaba la población local para hacer instrumentos del mejor material seleccionado. Dio una idea de cómo se trabajaba la roca. La de Cahuacan es gris transparente con machas veteadas, y hay una similar en Guatemala. Los aztecas registraron en sus códices los sitios de donde se extraía la roca, y Las Palomas, el sitio de la obsidiana de Cahuacan, seguramente fue representado con el glifo relativo a la piedra, el núcleo de ésta y la navaja que resultaba de tallar la roca. Asimismo, el investigador explicó cómo los restos estudiados por los arqueólogos permiten saber a qué objetos se dedicaba la obsidiana. El arqueólogo Víctor Osorio Ogarrio, investigador de la subdirección de Rescate Arqueológico del Instituto Mexiquense de Cultura, expuso el tema «Tributos en la zona de Cahuacan». Dijo que la presencia humana en Cahuacan se remonta a 2,000 años atrás y conocer en detalle qué sucedió en ese periodo tan largo, está por hacerse. Lo que se conoce representa apenas pequeños avances, porque no ha habido una investigación sistemática. Centró su participación a los 70 años previos a la conquista española, y explicó que Cahuacan era cabecera de provincias ubicadas en la sierra que divide los valles de México y Toluca. Las provincias estaban sujetas a la Triple Alianza y por ello le pagaban tributo. La Triple Alianza se formó en 1428, cuando Nezahualcóyotl e Izcóatl, señores de Texcoco y Tenochtilan, derrotaron al tepaneca Maxtla. Y por ello, antes de ser Número 28 julio-agosto 2004 7 academia LA GACETA DE curso sobre el pasado de la actual Santa sujeto de los aztecas, Cahuacan lo fue de María Magdalena Cahuacán. Enfatizó su los tepanecas. agradecimiento a la maestra Hernández A lo largo de 60 años se registraron Rodríguez por coordinar la mesa desde diversas batallas, como la de 1427 y en octubre de 2003. 1469, bajo el reinado de Axayácatl; en 1428, con Ahuízotl en el poder también hubo incursiones. Con base en fray Diego Responden investigadoras de Durán, el arqueólogo se centró en las EL COLEGIO rebeliones provocadas por el pago de los tributos. Cahuacan aglutinaba a 13 poblaciones, de las que salía el tributo a favor de Tenochtitlan, lo cual señala un hecho curioso pues debía enviarlo en todo caso a Tacuba, debido quizá a las frecuentes rebeliones. Con base en la Matrícula de los Tributos, el arqueólogo Osorio Ogarrio se refirió a algunos de los objetos que se tributaban: mantas, trajes de guerreros, escudos y leña, entre otros. No ha sido posible ubicar con precisión la ubicación de esas 13 poblaciones tributarias. Sobre Fechas para conmemorar un las que hay mayor duda son Tecpan, acontecimiento grabado en una parte al Chapulmaloyan y San Nicolás Coatepec. menos de la memoria colectiva, las El investigador planteó otras dudas efemérides trascienden el anecdotario resultado de la distancia —60 cívico y se inscriben en el registro kilómetros— entre Cahuacan y personal, porque incluyen las Coapanoayan, la cual hace problemática celebraciones más íntimas. Pese a esa la explicación del destino de los tributos relevancia, es notorio que al menos las de la provincia. que conforman el calendario cívico son Por su parte, la maestra Rosaura Hernández Rodríguez, investigadora de EL COLEGIO MEXIQUENSE A. C., y coordinadora del Programa Permanente de Mesas Itinerantes, aseguró que Cahuacan era un «campo de entrenamiento», ya que allí los jóvenes iban a prepararse para ser guerreros; además, resaltó la importancia de las mujeres, quienes realzaban múltiples tareas, desde la producción de tejidos hasta la de educar y cuidar a los hijos. En los casos de las nobles, casarse con alguna de ellas significaba un ascenso para un joven guerrero de clase baja. La historiadora hizo una semblanza de Cahuacan, titulada «Cahuacan, un pueblecito de la sierra», en que justificó la importancia de dedicarle una mesa itinerante con la participación de investigadores especializados en el tema, Doctora María del Pilar Iracheta Cenecorta. destacado sobre todo en el periodo Los usos políticos de las efemérides. prehispánico. La reunión fue moderada por el cronista municipal de Nicolás Romero, licenciado Gilberto Vargas Arana, quien expresó el agradecimiento al ayuntamiento, la Universidad Tecnológica y EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C., por exponer a estudiantes, profesores y la población en general los resultados de Maestra Rosaura Hernández Rodríguez. La importancia de los investigaciones en medios de comunicación para difundir las efemérides. Más allá de la anécdota memorística y la historia oficial, las efemérides refuerzan la identidad personal y colectiva 8 julio-agosto 2004 Número 28 banalizadas cuando se les aprecia sólo como un pretexto oportuno para el descanso con un día o un «puente» oportuno. En los espacios (plazas cívicas, monumentos o patios escolares) en que se congregan autoridades y servidores públicos, los estudiantes llevados por sus profesores ahogan a duras penas los bostezos que les provocan los discursos dedicados a los próceres y la referencia a hechos presentados fuera de contexto y arropados en la demagogia, que resultan así más remotos que las fechas de referencia. Y lo mismo pasa con el resto del público asistente. A partir de algunas preguntas básicas: ¿qué significado tienen en nuestros días las efemérides?, ¿por qué ha decaído su celebración?, ¿son importantes?, ¿por qué y para quiénes?, la GACETA entrevistó a investigadoras de EL COLEGIO en busca de las respuestas de quienes le dan a las efemérides una dimensión reflexiva. Lo que nos dijeron rebasó el ámbito de lo cívico y se inscribió en el de la defensa de la identidad de los pueblos y de la riqueza cultural, pero incluyó también la esfera de lo personal. Lo que sigue es un breve resumen para nuestras lectoras. La importancia de los medios de comunicación «Las efemérides deben ser difundidas en los medios de comunicación masiva porque señalan a los mexicanos y mexiquenses de hoy que tienen un pasado muy rico. No podemos ser una sociedad que sólo recuerde a sus cantantes y los escándalos políticos, pero para ello Doctora María T eresa Jarquín Ortega. Teresa Efemérides e identidades. debemos tomar en cuenta los antecedentes morales de tipo colectivo. En todo caso, mañana deberemos recordar lo que hoy pasa, tanto como lo que pasó ayer y antier, pero será bueno que se trate de lo trascendente para nuestra continuidad social», señala la maestra Rosaura Hernández Rodríguez. academia EL COLEGIO MEXIQUENSE La serie «Documentos de investigación» sigue creciendo. Los títulos del 80 al 84 son, respectivamente: «Civil Service Reform in Comparative Perspective: The Case of Local Government Change in Mexico and the United States», de Cecilia Cadena, Raymond Cox, Martha Laura Hernández, María Esther Morales y Ramona Ortega-Liston; «La capacitación para el trabajo y la certificación de las competencias laborales en la administración municipal», de Carlos Massé Narváez; «Migrantes y políticas públicas. Apuntes desde la experiencia del programa “Iniciativa Ciudadana Tres por Uno” en los estados de México y Puebla», de Felipe González Ortiz y Liliana Rivera Sánchez; «Adorno. Teoría crítica y dialéctica negativa», de Carlos Massé Narváez, y «Etnicidad y ciudadanía en México y Perú (17701850)», de Claudia Guarisco. ¿Interesado(a)? Consulte la página www.cmq.edu.mx, mande un correo a [email protected] o hable al 01 722 279 99 08, extensiones 221 y 222. Por su parte, la doctora María del Pilar Iracheta Cenecorta, habló de la necesidad social de tener una identidad común, que casi siempre se forma con las tradiciones. «Celebrar una fecha cada año reafirma la identidad de las personas en relación con un acontecimiento que ha afectado a la sociedad.» Ejemplificó con la batalla del 5 de mayo, que refirma la identidad del pueblo mexicano con respecto a un invasor extranjero, incluso para los mexicanos que han emigrado a Estados Unidos, en donde celebran la efeméride estando en otro país. Previno sobre la manipulación oficial de fechas, lo que, con todo, no afecta a las que son muy sentidas por la sociedad, porque reafirman características culturales, religiosas y de cohesión social. «Ésta es la importancia de las efemérides», aseguró. La doctora María del Carmen Salinas Sandoval consideró que las efemérides son relevantes tanto en la educación formal como en la informal. En el primer caso, porque dan los elementos más indispensables para recordar fechas y personalidades, aunque advirtió que la enseñanza memorista tiene efectos negativos si no se contextualizan los datos transmitidos. En el segundo caso, señaló la necesidad de que los medios de comunicación difundan esos hechos a públicos amplios como una manera de darles conocimientos históricos o actualizar a quienes ya los olvidaron. La importancia de la educación Las efemérides son los sucesos notables ocurridos en diferentes épocas. No son únicamente históricos, pues, por ejemplo, en la astronomía se reúnen en libros con datos útiles para los cálculos que hacen los marinos. Esta comparación entre astronomía e historia es adecuada porque un marino necesita información para conducir su barco, y socialmente es indispensable conocer cómo se dieron los hechos históricos por su impacto en la memoria colectiva, indicó la doctora María Teresa Jarquín Ortega. «Resaltar los hechos importantes para la historia de México permite darle continuidad a las tradiciones con el conocimiento de nuestras raíces y ubicarnos en un contexto universal. Ahora, se abarcan más aspectos históricos que antes, pero cada quien, en lo individual y como integrante de la sociedad, tiene derecho a su identidad. »De hecho, debemos hablar de identidades para incluir a la personal (el nacimiento, los ritos de la religión a que se pertenezca, los civiles), la municipal, la estatal, la nacional e incluso ahora la mundial. El conocimiento y no sólo la celebración de las efemérides resulta clave para no perderse. La repetición de la historia, sobre todo los acontecimientos negativos, es resultado del desconocimiento de la misma historia. Se trata de un conocimiento muy semejante al que va acumulando una persona desde su infancia, cuando aprende cosas tan útiles como no meter la mano al fuego», señaló. La investigadora admitió que la conmemoración de las efemérides ha perdido relevancia como resultado de una educación memorística. Los hechos históricos deben ser analizados y con ello se puede rebasar la celebración simple de una efeméride y hacerla relevante. Esto implica también la contextualización social de los hechos. En referencia al tipo de estudios que realiza EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C., la historiadora admitió que es necesario un libro que recopile las principales efemérides del Estado de México. Publicaciones de otro tipo, como la Historia general del Estado de México, que es uno de los ejemplos más notables del programa editorial de la institución, incluyen cronologías comparativas. Adelantó que el maestro Norberto López Ponce trabaja en un cuaderno que permitirá ubicar las efemérides en el contexto estatal, nacional y mundial. Cuando se obliga a los niños a memorizar se les niega la oportunidad de comprender, insistió, y señaló que las efemérides son identificadas en algunas ocasiones como días de asueto. En ese sentido, comentó que, en broma, acostumbra decir que en el siglo XIX los días de guardar y de abstinencia se cambiaron a efemérides. En tanto, la doctora Mílada Bazant Sánchez subrayó que el recuerdo de un acontecimiento local, nacional o internacional es importante para reforzar la memoria de un pueblo. Los excesos del pragmatismo Para el doctor Xavier Noguez Ramírez la celebración de las efemérides ha palidecido en los últimos años debido a que se vive un tiempo lineal y de progreso en que las cosas son irrepetibles. «Las efemérides tienen un valor para la identidad personal, familiar, colectiva, estatal y nacional, porque nos hacen recordar que hay ciclos de tiempo y de vida; hay hechos que se repiten a pesar de que México ya no es una sociedad agrícola. «En las sociedades agrícolas se aprecia el ciclo de la vida: se plantan, se hacen crecer y se cosechan los productos que se consumirán. Pero esta manera de ver las cosas no es tan frecuente como lo era en el pasado. Sin embargo, hay una necesidad de recordar, porque utilizamos como referencia la traslación de la tierra alrededor del sol: 365 días, y esto es importante más allá de su faceta pragmática (sería relativamente fácil deshacernos de las efemérides y que no hubiese días feriados, lo que constituye una tendencia general), porque hay una necesidad psicológica colectiva para saber que celebramos un mismo día, como por ejemplo nuestro onomástico. Las efemérides pueden o no ser festivas, pero es importante, por razones menos pragmáticas y relativas a veces al inconsciente colectivo, que volvamos a celebrar ciertas fechas que nos dicen algo y nos dan una identidad secular o religiosa. A final de cuentas, esto es lo que la gente hace: a pesar de que no se oficialice, celebra una efeméride a su manera, como en los casos de los barrios, pueblos, regiones, estados y naciones. Debemos dejar de lado el pragmatismo neoliberal en que las celebraciones sobran o tienen la manifestación elemental de salir de vacaciones para pelearse por un cuarto en Acapulco. Debemos volver a las celebraciones y darles su sentido original, más allá de pensar en el día en que se descansa porque hay un “puente”. En Estados Unidos se ha llegado a tal grado que las celebraciones se hacen en viernes o en lunes, aunque no caigan en esos días, para dar fines de semana más largos. De esta manera, las fechas dejan Número 28 julio-agosto 2004 9 academia de responder a una realidad cronológica. Es una exageración pragmática. El maestro José Sosa, en el seminario del PIETS La participación ciudadana depende del tejido social; la marcha contra la violencia, «un mar impetuoso» La marcha contra la violencia que conmovió al país permitió verificar que el tema de la participación social en el sector público (las actividades de gobierno y las políticas públicas) es, en el mejor de los casos, una agenda en construcción, un proyecto que apenas se está asentando y no una realidad tangible, lamentablemente. Ello da la pauta para dilucidar el componente específico que el desdoblamiento del tercer sector y de la sociedad civil participativa puede tener, con su efecto sociológico, en las políticas públicas, más allá de la mera definición normativa elaborada con base en la concepción de que el gobierno debe promover la participación social y que los ciudadanos deben participar en las actividades de gobierno. Así planteó su participación en el Seminario permanente de estudios sobre la organizaciones civiles el maestro José Sosa, profesor–investigador del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México, quien presentó el tema «Límites a la participación de la sociedad civil en el trabajo gubernamental, elementos críticos y factores estructurales», y analizó algunas configuraciones y reconfiguraciones de los problemas de participación social para animar la discusión con los asistentes sobre «qué sigue y qué hacemos» después de la marcha blanca. Avisó de la próxima publicación de un libro que dará cuenta de esas preocupaciones y dijo que la participación social está en el nudo de la discusión entre democracia participativa y democracia representativa —«concebida la democracia como la forma de vida que todos queremos»—, luego de que las reformas electorales y los procesos de reforma del Estado han influido en que el perfeccionamiento de la democracia tome un nuevo impulso en que la participación social ha cobrado un nuevo sentido, y empieza a ser concebida en términos puramente normativos y a ser señalada a partir de otro referente. El maestro José Sosa advirtió que ello ha llevado a considerar a la 10 julio-agosto 2004 Número 28 LA GACETA DE participación social como la una mejor gestión, y más eficaces quintaesencia de la democracia resultados y rendimientos, cuando esa participativa, la cual es vista a su vez, con cuestión está sujeta la experimentación y, sus instituciones y sus canales de desde el punto de vista del análisis representación, como suficiente para que político, a la demostración de que así las sociedades actuales puedan resolver sucede, expuso. sus dilemas en este caso. La marcha Así como hay una baja capacitación y contra la violencia muestra que esto es un perfil precario en algunos falso, afirmó. funcionarios, se desconoce el stock de De esta manera —adelantó— la capital humano de las ONG. La participación social se ha convertido en problemática está en que en todos los una especie de llave mágica, capaz de códigos asociados a la nueva gestión romper con el vicio de que los pública no se contempla de manera representantes sólo representen a sus explícita el empoderamiento del propios intereses y la idea de que todos ciudadano ni otorgarle a otras instancias los gobiernos deben tener ciudadanos en la responsabilidad pública. La nueva sus aparatos de decisión como la única gestión pública asume la existencia de un forma de garantizar que sigan siendo gran capital social del lado de la sociedad representativos. «Nos enfrentamos a la civil, en relación con el cual el gobierno idea de que cada funcionario público se debe retraer, pues el resultado se dará deba tener frente a su escritorio una silla por sí mismo. Por ello se habla de la para el ciudadano; por el contrario, transparencia de responsabilidades, pero sugiero que no todo asunto público no de la integración, advirtió. Ejemplificó puede ser trabajado con un ciudadano», con la protección civil ante desastres y expresó. emergencias, cuando en realidad se trata Consideró que las teorías de un ejército de voluntarios el que institucionalistas marcan la tendencia de colabora. identificar subestructuras o subprocesos dentro de esquemas institucionales relacionados con la rendición de cuentas y la transparencia. El investigador se detuvo en el análisis de la vinculación de la participación ciudadana con las ideas de la nueva gestión pública, derivadas de los procesos de modernización del Estado conocidos como new public management («nueva gerencia pública», en la propuesta del doctor Luis F. Aguilar Villanueva, o «nueva gestión pública», expresión más neutra y ortodoxa). Al respecto, previno del interés de los gobiernos por reducir sus gastos pero, sobre El maestro José Sosa durante su participación en el seminario todo, que descargar sus organizado por el PIETS. actividades y tareas embona con los deseos de múltiples En el mismo tono analítico, el organizaciones de toda índole, como las investigador de El Colegio de México se de base: barrios, sindicatos, cofradías, e refirió al hecho de que la participación incluso grandes redes de organizaciones, social tiene ahora una configuración como el Centro Mexicano para la global, cuando tradicionalmente era Filantropía (CEMEFI), las cuales ven la imaginada como un grupo de vecinos o posibilidad de que si el gobierno ya no ciudadanos interactuando con su puede ser responsable de todo o no lo gobierno. hace bien, la sociedad asuma esa Es decir, la participación social se responsabilidad. presenta como un recurso siempre La nueva gestión pública que habla disponible, pero esta manera de verla de eficiencia, del uso de nuevos criterios, impide reconocer la historia de los de evaluación del desempeño, de nuevos movimientos sociales y los esfuerzos de sistemas para la planeación, la estructuración organizativa que la presupuestación y la evaluación, de mayoría de las organizaciones han hecho. repente recibe una especie de regalo Vista así, «la organización social desde la sociedad civil para decir: ahora espontánea es una falacia», pues el es posible que la sociedad coparticipe, proceso organizativo lleva mucho tiempo, cogestione y lleve a cabo actividades. El y en muchos casos implica la dedicación problema con esta coincidencia es que es de una o varias personas. La capacidad de un medio irresponsable, por una razón: llevar un tema a la agenda pública o presenta que cualquier mecanismo de imponer una práctica como deseable, coparticipación que involucre a un exitosa o novedosa, requiere de ajustes. organismo de la sociedad civil implica «En un punto extremo, la participación academia EL COLEGIO MEXIQUENSE social bien puede entenderse como un vaso de agua en el desierto, y, en el otro, un mar incontrolable que no se puede encasillar como un recurso totalmente utilizable. Y después de la marcha del domingo 27 de junio queda más clara la idea de que en realidad se trata de un mar impetuoso y terrible, cuya fuerza se desconoce», manifestó. Dos ejemplos de caso en SLP y el DF El expositor presentó también los resultados del estudio «Relaciones intergubernamentales en la prestación de servicios públicos. El caso del tanque Tenorio San Sebastián en el estado de San Luis Potosí», que analiza el involucramiento de una amplia variedad de actores, tanto los vinculados al gobierno federal, como el ayuntamiento y su Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Saneamiento (el actor central), y la sociedad. Cuando se da una articulación en el proceso, se generan redes intergubernamentales que no se integran, pues sólo deciden cooperar específicamente para el proyecto, pero no en otros problemas y necesidades, fue la conclusión del trabajo, informó. El estudio demuestra en términos generales que es posible que una sólida decisión gubernamental desplace y anule cualquier iniciativa social, pese a la apertura de los espacios para la participación de productores, debido a que en ese caso había un problema legal importante: las aguas de la ciudad fueron «regaladas» a un grupo de agricultores, pues en los años 70 se creía que las aguas residuales podían ser empleadas en los terrenos de cultivo, pero cuando se planteó el proyecto del tanque Tenorio, no faltó quien advirtiera que esa agua ya no era pública. Lo curioso —añadió— fue que se dio la articulación de todos los actores gracias a la capacidad de liderazgo del gobierno municipal y la contundencia que proporcionó al movimiento lo urgente de la construcción del tanque, la cual diluyó cualquier resistencia. Dio otro ejemplo, el relativo a la relación entre inseguridad pública y participación ciudadana en la Delegación Tlalpan, en el DF y luego se preguntó si son los factores de orden normativo, ideológico y político los que determinan la participación. Respondió negativamente. «La participación social no es un recurso que esté a disposición de las autoridades públicas; por el contrario, es un proceso de naturaleza social, que apela a ciertas estructuras de organización y agrupación en la que no hay una fórmula de factores única, sino un proceso de evolución marcado por tres fases que describen, por ejemplo, la experiencia de las articulaciones de procesos de participación ciudadana en los gobiernos locales de algunos países de la Unión Europea.» Detalló: la primera fase es de fragmentación y descoordinación; en la segunda, la participación ciudadana adquiere un matiz gubernamental, porque se trata de una fase simbólico-discursiva, pues los políticos, las administraciones públicas y los parlamentos se dan cuenta de que ahí existe un capital político que explotar y entonces arrebatan la iniciativa, y son los alcaldes, los consejales, los presidentes, los regidores quienes argumentan que se trata de la fortaleza de los ciudadanos, con lo cual se genera uno de los más graves problemas, al cooptar y tergiversar la participación; la tercera señala procesos de 8 a 12 años para lograr la integración. El doctor José Sosa concluyó que definir a la participación social no es necesariamente un pilar del que dependan el tercer sector, la sociedad civil y ni siquiera el tejido social. La participación ciudadana es producto y resultado del proceso de creación de tejido social y no necesariamente uno de los ingredientes de la fórmula. Si no hay tejido social, entonces la participación social es un recurso escaso y desarticulado. Esta presentación provocó una de las más animadas discusiones en la sesiones del seminario organizado por el Programa Interdisciplinario de Estudios del Tercer Sector, motivada además por la marcha contra la violencia que se había dado unos días antes. del Tercer Sector (PIETS), ocasión en que subrayó la posibilidad de considerar a las instituciones como actores políticos. Informó que se trata de un trabajo que forma parte de su actual proyecto de investigación, titulado «Ideas y fines de la asistencia privada en el Estado de México, 1986-2000», cuyo proceso la ha llevado a analizar las reformas al marco jurídico de la participación de las organizaciones civiles dentro del marco más amplio de las políticas sociales y de la acción social que caracterizaron a la década pasada, y especialmente a los dos últimos años. Se refirió a la Ley de fomento a las actividades de la sociedad civil (LFASC) que entró en vigor el 9 de febrero (GACETA 26), y detalló que el énfasis temático de su trabajo está en las instituciones de asistencia privada (IAP). Con base en dicho ordenamiento y en el estudio de estas instituciones, ha buscado explicar el cambio que se ha dado en los últimos años y la manera en que las IAP han operado en el lapso. Hizo una amplia exposición de los estudios dedicados a fundamentar la importancia de las reglas, en particular las escritas, como huellas de los procesos de automodelación que van estableciendo el carácter y la competencia definitivos de una institución. Además, afirmó que las acciones individuales y colectivas están organizadas por reglas que estructuran a las organizaciones sociales y a las relaciones humanas. Las reglas representan también acuerdos, principios, vínculos, derechos, Participó la maestra Gloria Guadarrama Sánchez en el seminario del PIETS Las normas y formas de organización que persisten no responden a las aspiraciones de las instituciones de asistencia privada A partir de las propuestas del nuevo institucionalismo (NI), la maestra Gloria Guadarrama Sánchez, investigadora de EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C., ha venido explorando la conformación del modelo nacional de asistencia privada para explicar su actual reconstitución, sobre la base de que las instituciones son fundamentales y trascendentes en la vida social. La investigadora expuso el tema «El marco normativo de las instituciones de asistencia privada» en el Seminario permanente de estudios sobre organizaciones civiles que lleva a cabo el Programa Interdisciplinario de Estudios La maestra Gloria Guadarrama Sánchez. Las IAP y la normatividad que las rige. obligaciones y prioridades, legitimados y sancionados por los actores sociales, pues al momento de entrar en vigor una ley, el Estado y la sociedad dan reconocimiento a ese sistema de relaciones, que en el caso de las IAP es fundamental porque el trabajo de éstas descansa en la cooperación para la acción social, y ésta tiene que ver con la confianza. Al donar dinero a una Número 28 julio-agosto 2004 11 academia organización o a una institución, los actores sociales quieren tener la seguridad de que los recursos van a ser aplicados a los propósitos que consideran válidos para la donación. Se ha demostrado que cuando existen reglas claras, la cooperación se facilita y se da en mejores términos, explicó. La investigadora explicó que la legislación que ha normado la función asistencial en México arroja luz sobre la relación entre el gobierno y los actores particulares que han participado en esa labor, y permite identificar las formas en que se han resuelto los conflictos derivados de esas relaciones. El orden legislativo define las atribuciones del Estado en cuanto a la regulación y los derechos de los particulares que participan en el sistema asistencial; además, opera como facilitador de la cooperación social. Compartió con los asistentes a la sesión sus indagaciones históricas sobre el tema y dijo que desde principios del siglo XX, la emergencia de instituciones asistenciales de carácter privado ha estado vinculada a un régimen fiscal que contempla privilegios para quienes participan en las acciones asistenciales. Las reglas permitieron conformar históricamente las variantes de constitución de esas instituciones, poseedoras de la ventaja de participar con base en el reconocimiento que les otorgaba el gobierno, y de las prerrogativas y el prestigio que ello les significaba. «El modelo que se gestó en torno de esos estímulos fiscales ha sido determinante para la operación actual de las instituciones», señaló. No soslayó, sin embargo, que las trayectorias del desarrollo institucional de las IAP han estado marcadas por periodos críticos o situaciones coyunturales que han influido en situaciones posteriores, pues constituyeron patrones de persistencia de un modelo de organización y de arreglos institucionales que operan todavía como limitantes de las demandas de las organizaciones civiles en cuanto a autonomía y una mayor participación. Las condiciones que enfrentaron las instituciones después de la secularización de los establecimientos de asistencia privada emprendida por los gobiernos liberales con las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857, y la consecuente fractura de las relaciones entre la Iglesia y el Estado — esto es, los conflictos derivados y la puesta en juego de los intereses de poderosos actores políticos— resultaron claves en la formación del modelo asistencial contemporáneo. Asimismo, la constitución de la Junta de Asistencia Privada y la aparición de la primera Ley de instituciones de asistencia privada durante el gobierno de Porfirio Díaz resultaron de gran importancia para un arreglo institucional prevaleciente hasta la forma organizativa actual. 12 julio-agosto 2004 Número 28 LA GACETA DE Desde la perspectiva del nuevo institucionalismo lo anterior implica dependencia del sendero y un modelo. A este respecto, la maestra Guadarrama Sánchez insistió en que un aspecto central en la conformación del modelo de asistencia privada es precisamente su sistema de reglas, que en México y en otros países registra cambios en las relaciones entre el Estado y las instituciones con periodos de expansión y restricción. La percepción es que se camina hacia una mayor autonomía en términos de modernidad o de avance hacia el progreso, pero los ciclos históricos muestran que ha habido periodos de mucha flexibilidad así como de restricción en la participación del sector privado en la acción social. Las fuerzas que empujan esta mayor participación provienen no sólo de las demandas sociales y del impulso de los emprendedores sociales, sino que tienen objetivos políticos e involucran un conjunto más amplio de relaciones sociales tanto en la esfera económica como en la política. De esta manera, se debe tomar en cuenta al entorno social cuando se estudia a las organizaciones de la sociedad civil, dijo. En su trabajo retoma cuestiones como la vulnerabilidad, el bienestar y los cambios en la concepción de lo público y lo privado; y considera que las condiciones históricas antecedentes definen el rango de opciones disponibles para la conformación institucional. En las IAP ha persistido estructuralmente el modelo que nació en el porfiriato, reiteró, el cual señala que la participación de los particulares debe darse a través de instituciones o asociaciones, la forma de las organizaciones y el papel del Estado. Desde luego, hay quienes demandan la modificación del modelo y quienes buscan su permanencia. Para la investigadora, el modelo institucional de asistencia privada enfrenta muchas limitaciones para construir un arreglo institucional que valore las nuevas relaciones de las IAP con el Estado. Se detuvo en explicar los efectos que tuvo la secularización de la asistencia privada en el siglo XIX con las reformas liberales. Ejemplificó con el caso de las Hermanas de la Caridad: la aplicación de las disposiciones jurídicas llevó al cierre de muchos hospitales y casas de asistencia para pobres, lo cual dejó sin apoyo a 21 mil personas. Igualmente, el hecho de que asilos y casas de préstamos fueran a partir de entonces administrados por el Estado afectó a actores políticos muy importantes. Ello no tuvo que ver con la pobreza, sino con la pugna por el poder político entre la Iglesia y el Estado, y otro resultado fue que se incentivaron formas laicas de asociación no vinculadas de manera estrecha con la Iglesia. Desde luego, hubo también una división profunda de la sociedad mexicana. Ciertamente, cuando años después se creó la Junta de Beneficencia Privada, en el gobierno de Porfirio Díaz, se creó un arreglo institucional favorable tanto al gobierno como a los actores políticos y a las instituciones. De la misma manera, se sentó el precedente del reconocimiento por parte del Estado de la participación legítima de los particulares en las acciones y políticas sociales relacionadas con la pobreza y de las exenciones de impuestos como incentivos a quienes colaboren en una obra social valiosa. En pocas palabras, durante el porfiriato el Estado se constituyó en regulador, controlador y supervisor de los patronatos de asistencia privada. La maestra Guadarrama Sánchez ofreció información sobre las posteriores adecuaciones a la legislación, incluyendo datos sobre el nacimiento de la figura jurídica de asociación civil en 1928, el regreso en los años cuarenta al modelo implantado por Díaz y la aparición de las instituciones de protección social, con la creación del IMSS. A partir de entonces, decayó la importancia de la asistencia y no hay crecimiento de las organizaciones civiles, a pesar de que la legislación no era restrictiva en ese sentido. Décadas después fue necesario reconstruir el consenso entre gobierno y sociedad sobre nuevas bases de participación de los actores civiles y su reconocimiento político. El modelo asistencial privado no es resultado únicamente de factores internos, sino políticos, de consenso y de los arreglos institucionales, y la configuración del marco normativo está relacionada con la construcción de consensos y de legitimidad. La configuración histórica de la asistencia está así ligada a las facilidades fiscales, y a la persistencia de normas y formas de organización que ya no responden a las aspiraciones de las instituciones, pues significan limitantes para su labor. La Ley de fomento a las actividades de la sociedad civil es omisa en cuanto al patrón constitutivo de las IAP, y aunque les permite constituirse libremente bajo el esquema de fundaciones, asociaciones, asociaciones civiles, el esquema constitutivo es el mismo que el del patronato administrador de los recursos, pero su modelo es el mismo y no encaja en la Ley. En síntesis, hay un desencuentro entre ambos patrones: el de la reciente ley y el tradicional que han seguido las IAP, sostuvo EL COLEGIO MEXIQUENSE breves Noticias de EL COLEGIO Propone la doctora Jarquín Ortega reflexión sobre los valores que promueven las «historias oficiales» La doctora María Teresa Jarquín Ortega, investigadora de EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C., participó en el III Congreso internacional «Historia a debate», realizado en Santiago de Compostela, con la ponencia «Cuentos y recuentos de la historia oficial del Estado de México», presentada en la mesa redonda dedicada al tema general «Historiografía inmediata-Historias oficiales». En el magno encuentro hubo 700 congresistas, 430 instituciones académicas de 33 países, 130 profesores e investigadores de historia de 23 naciones y se dieron a conocer más de 200 ponencias; además, unos cinco mil historiadores de todo el mundo siguieron el encuentro por la Internet. Por México asistieron 16 investigadores de algunas de las instituciones de educación superior e investigación más prestigiadas, quienes abordaron temas muy variados. La doctora Jarquín Ortega se refirió a la confusión que se llega a presentar en el ámbito internacional entre el Estado mexicano y el Estado de México, entidad federativa creada en 1824, pocos años después de que se consumó la Independencia. Akua Schatz y su Explicó que a lo largo del siglo XIX, el Estado de México experiencia en EL COLEGIO MEXIQUENSE . sufrió constantes fragmentaciones territoriales que dieron origen al Distrito Federal y los estados de Hidalgo y Morelos, así como a gran parte de Guerrero. Desde su erección hasta bien entrado el siglo XX, la entidad estuvo inmersa en los acontecimientos históricos nacionales. Fue hasta la década de los 30 cuando el Estado de México conoció la tranquilidad económica y social, con un gobierno institucionalizado y dividido en los poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo. La investigadora entró al tema de la investigación con el señalamiento de que no fue sino hasta mediados del siglo pasado (1951) cuando en el Estado de México empezaron a aparecer «historias oficiales». Estas obras —aseguró— han respondido a intereses políticos y sociales, y han favorecido la cohesión social, han reforzado las actitudes de defensa y de lucha frente a grupos externos y, sobre José Juan Méndez Ramírez obtuvo el grado de Maestro en Ciencias Sociales todo, han generado conciencia con con Especialidad en Desarrollo Municipal con la tesis Organizaciones respecto a la identidad de una entidad sociales: puentes que permiten reducir los costos de transacción a través del federativa. Así, los gobiernos se han manejo de la información información.. Felicidades. Número 28 julio-agosto 2004 13 breves LA GACETA DE interesado en patrocinar ese tipo de estudios. Antes de la primera mitad del siglo pasado y desde la conquista, el conocimiento histórico se desarrolló localmente a la sombra de la Nación, precisó. En su ponencia, la historiadora propuso discutir el uso de los recursos oficiales para la elaboración de estudios serios y de análisis que respondan a interrogantes sobre los valores que trataron de trasmitir las historias oficiales, la estructura o modelo seguido en la estructura de los libros oficiales, el motor que mueve a la historia en esas obras y, sobre todo, en qué época se formuló la «historia oficial» y qué cambios ha tenido al paso del tiempo. En el congreso se dieron cita algunos de las más prestigiados historiadores y las secciones temáticas incluyeron los temas «Reconstrucción del paradigma historiográfico»; «Historiografía global»; «Paradigmas singulares» e «Historiografía y actualidad», y las mesas redondas dedicadas a «Grandes debates», «Historiografía inmediata» e «Historia inmediata». PIETS. Esto la decidió a seleccionar a México, en lugar de Estados Unidos, para continuar su preparación, que no sólo ha incluido los temas abordados por el programa, sino mejorar su español y conocer la cultura mexicana. La maestra Akua Schatz investiga los procesos de toma de decisiones por parte de la sociedad civil de México y los mecanismos de que se vale para influir en las políticas públicas. Este trabajo lo inició durante su estancia en el Centro de Investigación sobre la Sociedad Civil, en Canadá, y su estancia en el EL COLEGIO le ha permitido avanzar en la comparación de los mecanismos que se aplican en ambos países. En México destaca la presencia de los grupos indígenas desde el alzamiento zapatista, así como otros mecanismos de influencia en las políticas que no se utilizan en Canadá, explicó. Destacó la oportunidad con que el PIETS lleva a cabo sus actividades y en especial los temas que aborda. Y ya en términos más bien personales, se refirió a la convivencia que ha tenido con familias mexicanas y los recorridos que ha hecho por el Valle de Toluca. Akua Schatz elogia el trabajo del PIETS y la Maestría en Ciencias Sociales Como hemos informado en estas páginas (GACETA 27), EL COLEGIO, a través del Programa Interdisciplinario de Estudios del Tercer Sector (PIETS), forma parte del Consorcio Trilateral de Sociedad Civil de América del Norte (vigente para el periodo 2002-2006), cuyo objetivo principal es el intercambio de estudiantes interesados en temas de sociedad civil, organizaciones civiles y voluntariado, y está conformado por universidades mexicanas, estadounidenses y canadienses. Uno de los resultados visibles de ese esfuerzo ha sido el intercambio de alumnos entre las instituciones participantes, que trajo a la hacienda Santa Cruz de los Patos a Akua Schatz, egresada de Política Internacional de la Universidad de Carleton, Canadá, quien, en entrevista con la GACETA, informó que hace un año, aproximadamente, obtuvo información del Las doctoras María del Carmen Salinas Sandoval y Mílda Bazant Sánchez en la sesión del seminario de Historia contemporánea, primero que constituye EL COLEGIO para reestructurar la investigación que realizan sus académicos. De su participación en las sesiones de la Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal destacó las facilidades que implica trabajar con grupos pequeños, pues en Estados Unidos y Canadá los grupos suelen ser de hasta 100 alumnos. A punto de regresar a Canadá, compartió que cuando tuvo que dejar Sudamérica y África, en donde también ha hecho estancias, no sintió la nostalgia adelantada de tener que dejar México, a donde buscará regresar. «Ha sido un placer estudiar aquí, y aunque parezca cursi, todos los días tuve ganas de levantarme y venir a EL COLEGIO». En entregas posteriores, informaremos de los estudiantes de EL COLEGIO que han hecho estancias en Estados Unidos como resultado del Consorcio Trilateral de Sociedad Civil de América Latina. La Secretaría General y la Coordinación de Administración y Finanzas hicieron un esfuerzo por reconstruir la barda de EL COLEGIO en las secciones que hacían falta. El trabajo fue realizado por el personal de intendencia con una gran eficiencia. 14 julio-agosto 2004 Número 28 historia EL COLEGIO MEXIQUENSE Barrios indígenas de Toluca, siglo XVI Rosaura Hernández Rodríguez* S i tomamos en consideración que la ciudad española de Toluca empieza a surgir en la segunda década del siglo XVI, inmediatamente después de la caída de Tenochtitlan, habrá que elegir como punto de partida la actitud de Hernán Cortés al llegar a la población gobernada por Mazacoyotzin, y después por Tochcoyotzin, de la familia indígena de los Chimal, derrotados por la Triple Alianza medio siglo antes de que los castellanos pisaran las tierras matlatzincas. Por lo pronto, el capitán general procedió como un buen cristiano: hizo bautizar a los caciques y nobles, y después empezó a organizar un incipiente municipio indígena nombrando a Tochcoyotzin como «gobernadorcillo», y a algunos de los parientes cercanos de éste como alcaldes y regidores, dándoles varas de autoridad. Esta medida tenía varias ventajas: reconocer como gobernantes legítimos a parientes de los caciques que habían sido derrotados por los aliados de los señores tenochca, como lo era Moctezuma Xocoyotzin, a la sazón gobernante de Tenochtitlan. Debido a que este soberano fue derrotado por Cortés, el capitán español podía liberar a los subyugados por los tenochca para de esta manera considerarse a sí mismo salvador de los oprimidos. Por otra parte —quizá la en verdad importante para la economía del conquistador—, la tarea más urgente era la de administrar los territorios y los tributos que estaban destinados a los señores de México, y que en adelante serían para el monarca español, Carlos V, y, por supuesto, para su capitán general en los nuevos reinos. Los tributos que recogían los aliados de los tenochca eran codiciables: maíz, leña, miel, animales acuáticos y terrestres, aves, ropa bordada. Para irla pasando era suficiente, pero ¿de dónde procedían esos mantenimientos y ropa? Es muy probable que Cortés se haya dado cuenta con rapidez de la cuidadosa administración que hacían los empleados de Moctezuma, quienes acostumbraban distribuir todo lo recolectado entre sus principales aliados: Tetzcoco, Tlacopan y Azcapotzalco, la antigua enemiga de la llamada Triple Alianza, porque en realidad eran más de tres las fuerzas militares que participaron en la conquista del valle de Matlatzinco. Así que en el «reparto de utilidades» (tributos y tierras), hubo que agregar a Tlatelolco y Azcapotzalco. Pero, ¿qué tienen que ver estas cabeceras con el tema «Barrios indígenas de Toluca en el siglo XVI»? Se puede responder que las tierras de los aliados fueron las piezas del * Maestra en Historia de México por la UNAM. Es investigadora de EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C. De su amplia producción editorial destaca el trabajo de coordinación de la mayor parte de la serie «Cuadernos Municipales» y el libro Toluca 1603. Vista de ojos. rompecabezas que rodeó a la cabecera del señorío Matlatzinca; es decir, lo que se llamó en el siglo XVI la villa de Toluca. Conocemos muy poco acerca de cómo era Toluca, la actual capital del Estado de México. Las crónicas tradicionales —los escritos del dominico fray Diego Durán y del mestizo Fernando Alvarado Tezozómoc— mencionan únicamente las guerras entre Toluca y sus vecinos, pero no describen a esa cabecera. Sin embargo, tenemos noticias, que podríamos llamar la tradición oral del común de la gente: los testigos a los que tocó vivir el poblamiento de Toluca cuando el primer marqués del Valle, Hernán Cortés, tomó posesión de estas tierras. Sus declaraciones fueron hechas a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI y los primeros años del XVII. Eran niños o adolescentes cuando Toluca empezó a tomar forma y poco a poco se hizo villa. De sus relatos sobre los pleitos de tierras que sostuvieron el marquesado del Valle, el gobierno indígena de Toluca y la corona española puede seguirse el desarrollo de esta población. Todo se deriva del reparto de tierras efectuado por la Triple Alianza encabezada por Axayácatl, de Tenochtitlan. Este soberano, vencedor de los matlatzincas de Toluca, dejó a esta cabecera como territorio sujeto las aldeas que consideró que le pertenecían. Por esta disposición, Toluca quedó rodeada por tierras repartidas entre los soldados pertenecientes a los aliados: Azcapotzalco, Tlacopan, Tetzcoco, y por tierras destinadas a los principales jefes militares tenochca, que eran, a la vez, parientes de Axayácatl Ese fue el panorama que observó Cortés a su llegada. Consideró que Toluca, propiamente dicha, estaría compuesta por las siguientes aldeas: 1. Santa Clara Cuzcatlan. 2. San Juan Evangelista Cuaucingo. 3. Santa Bárbara Mixcóatl. 4. Santa Cruz Tlancingo. 5. San Miguel Aticóac (¿Atícpac?). 6. San Miguel Pinahuizco. 7. San Bartolomé Zucoyotitlan (¿San Bernaldino?). 8. Cuitlachmíctlan. 9. San Mateo Oztotitlan. 10. San Antonio Tlacintla. Las aldeas mencionadas constituirían el núcleo de Toluca. Sin embargo, su extensión fue mayor al parecer, pues incluía las tierras que rodeaban a esta «villa» y que fueron donadas a los aliados. Son las que se conocen como «tierras de México», «de Azcapotzalco», «de Tlacopan», «de Tlatelolco». La corona española alegó que las tierras de los aliados estuvieron Número 28 julio-agosto 2004 15 historia LA GACETA DE Cuadro 1 Matlatzincas Otomites Mexicanos San Mateo Oztotitlan San Francisco Calixtlahuacan Santiago Tlaxomulco Santa Cruz (¿Azcapotzaltonco?) Santiago Metepec San Lorenzo San Mateo Ocozacaticpac San Buenaventura San Antonio San Pablo Huexoapan San Andrés Cuezcontitlan San Cristóbal San Pedro Totoltepec La Concepción Nativitas Santa Ana La Tranfiguración de Capoltitlan Santiago Tlacotepec San Juan Tlacotepec Cacalomacan despobladas, que en ellas había unas pocas casas y que eran de los guardasementeras y de los calpixques. Con la llegada de los hispanos hubo que hacer un reacomodo poblacional. Todo indica que se hizo poco a poco, ya que el primer marqués del Valle no tuvo tiempo. Fue don Martín, su hijo, el que, con la ayuda de don Miguel de San Bartolomé, cacique de Capúlhuac, logró que los indios que estaban en la serranía «se bajaran a la tierra llana». La maniobra consistió en ubicar a las diferentes «naciones»: matlatzincas, otomíes y mexicanos, en los «… dichos barrios aldeas y estancias que hasta entonces no los tenían como fue Santa Ana, San Miguel Totocuitlapilco y San Bartolomé Tlatelolco… »1 Quince años antes de la llegada de los hispanos, Moctezuma Xocoyotzin había repartido las tierras midiéndolas por cuerdas, y así quedaron hasta que llegó el marqués del Valle. *** El siguiente reparto de tierras en Toluca estuvo condicionado a la política española conocida como de «congregaciones» o «reducciones» de indios. La idea partió de los comentarios de religiosos, funcionarios civiles y conquistadores, entre ellos Hernán Cortés, en relación con la conveniencia de tener a los indios agrupados en poblaciones compactas, en vez de que estuviesen dispersos entre los bosques y montes. Reunidos, podrían aprovechar mejor las enseñanzas religiosas, y los frailes no tendrían que desperdiciar el tiempo en caminatas fatigosas. Otra ventaja era que éstos podrían atenderlos más fácilmente en caso de muerte, y así «salvar sus almas». Por supuesto que junto a estas piadosas ideas estaban los motivos económicos: recoger los tributos, administrarlos, fomentar el comercio, las actividades agropecuarias y la mano de obra indígena. En general, las ideas eran buenas; pero como en todo hay abuso, los reyes, a través de su Consejo de Indias, reglamentaron las actividades con las Leyes Nuevas de 1542. La nueva legislación debía ser ejecutada por los virreyes, las audiencias gobernadoras y los funcionarios judiciales de cada provincia. ¿Cómo afectaron estas leyes a la vida de los pueblos indígenas? En 1547 —el mismo año en que murió Hernán Cortés—, fue nombrado juez repartidor Pablo González (procedente de Tula, hoy perteneciente al estado de Hidalgo), quien pidió opinión a matlatzincas, mexicanos y «algunos otomíes y mazahuas» para repartirles las tierras. Cinco años más tarde, el mismo juez Pablo González confirmó (se puede decir así) la posesión de las dichas tierras. Esto fue en tiempos del virrey don Luis de Velasco, «guardián dirigente de Toluca», quien estuvo presente y al que le tocaron tierras en su barrio, en Azcapotzalco, y en San Bartolomé, Cacalomacán y Calixtlahuaca.2 Con estos repartos quedó conformado el núcleo de la villa de Toluca. A su alrededor se ubicaron, al norte, Calixtlahuaca, Azcapotzalco (Santa Cruz) y Mitepec Santiago; al oriente — tierras de Ahuízotl—, San Cristóbal, San Andrés y San Mateo (junto a estas tierras quedaron las de Tlacopa: Santa María Petición española, 1594, AGN, Hospital de Jesús, Leg. 277, Exp.2, ff. 248-249. 2 AGN, Hospital de Jesús, Leg. 277, cuaderno 2, f. 4014v. 1 16 julio-agosto 2004 Número 28 Madalena, San Lorenzo y San Pedro); inmediatamente y siguiendo rumbo al suroeste, las tierras de Tlatelolco, como fueron San Bartolomé y San Miguel Totocuitlapilco; y hay que tomar en cuenta a las tierras de Calimaya: enfilando hacia el norte, Tlacotépec, que colindaba con tierras de Axayácatl: Cacalomacan, Capoltitlan y Santa María Asunción; y al oeste, Zinacantepec, que también perteneció a Axayácatl. Muchos de los barrios mencionados pueden reconocerse en el siglo XVII como visitas de Toluca. Según don Agustín de Vetancurt,3 fraile franciscano que vivió en el siglo XVII, de los pueblos que se mencionan a continuación «todos tienen iglesias, adorno de retablos y celebran sus fiestas anuales»(vease el cuadro 1). En sólo una centuria, las etnias de Toluca tenían organizado su nuevo ritual, con sus santos patronos y sus festejos anuales, que aprovechaban los de un pueblo para visitar a otro. Así se constituyó un verdadero círculo de visitas (sin llegar a peregrinaciones) a las iglesias en que se festejaba al santo patrono correspondiente. En el mundo novohispano, los barrios de Toluca conservaron su identidad étnica por mucho tiempo. Y tal vez nosotros ya no lo percibimos a primera vista, pero si revisamos cuidadosamente las crónicas de la época, podríamos detectar las ocupaciones a las que se han dedicado Cronología de los barrios indígenas Año(s) Hechos 1521-23 Hernán Cortés parte de Coyoacan hacia el Matlatzinco. 1524 (marzo) Ordenanzas de buen gobierno expedidas por Hernán Cortés. 1529 Se concede a Cortés el título de marqués del Valle. 1533 Nace Martín Cortés, segundo Marqués del Valle. 1542 Carlos V promulga las Leyes Nuevas sobre la situación de los indios. 1544 Llega el visitador Tello de Sandoval, encargado de poner en vigor las Leyes Nuevas a favor de los indios. 1547 Muere Hernán Cortés en Castilleja de la Cuesta. Pablo González es nombrado juez repartidor de tierras en Toluca. 1550-1564 Gobierno del virrey don Luis de Velasco. 1552 Pablo González reparte tierras en Toluca en nombre del emperador y del virrey don Luis de Velasco. 1566 Proceso contra el marqués del Valle (don Martín), por conspiración. 1589 Muere Martín Cortés, segundo marqués del Valle. 1593 Se inicia la política de congregación de pueblos de indios. 1595-1603 Reducción de los indios a pueblos. 3 Fr. Agustín de Vetancurt, Teatro Mexicano: descripción breve de los sucesos ejemplares, históricos y religiosos del Nuevo Mundo de las Indias, 2ª ed., México, Porrúa, 1982 [ed. facc.], p. 62. historia EL COLEGIO MEXIQUENSE tradicionalmente cada una de las etnias, y entonces corroborar si los barrios que esos grupos ocuparon originalmente se seguían dedicando, por ejemplo, al tejido de cestos, a la pesca, al comercio de plantas medicinales, a la fabricación de ropa bordada, etcétera. En esa búsqueda, quizá nos encontraríamos con la sorpresa de que determinadas actividades persistieron durante mucho tiempo, y tal vez hasta nuestros días. Con base en Ernesto de la Torre Villar,4 reproducimos las «Disposiciones dadas durante el gobierno del conde de Monterrey en 1601 para la realización de las congregaciones», a fin de que se conozca el procedimiento seguido. Esas disposiciones fueron dadas a «... don Fernando de Villegas, Alcalde Mayor de la Provincia de Mechoacan (que) habéis de guardar en las congregaciones que de esa provincia os están cometidas», pero son ilustrativas del caso que se analiza aquí. 7. El sitio que a cada indio de los que nuevamente fueren a poblar, se le podrán señalar para labrar su casa y tener dentro de ella árboles y tierra donde sembrar algún maíz, chile y otras legumbres, cuanto baste para su regalo y recreación, será un solar de los de México, veinticinco varas en cuadra habiendo disposición, y no la habiendo, cuanto sea posible, en que no se puede dar regla cierta por ser tan diferentes los asientos de los pueblos. Y advertiréis que con esto no dejen de labrar las tierras que se les señalaren... 8. En este señalamiento de solares tendréis atención de preferir en lo que fuere mejor y más cerca de la iglesia y plaza, a los indios que entre ellos tienen por principales, y a los que fueren gobernadores y ministros de justicia, sin dar lugar en ninguna manera a que en razón de ser o no ser principales los indios sean admitidos a probanza, ni información, ni hay pleitos ni diferencias, sino que vos, informado de palabra del ministro de doctrina y de otras personas de crédito, lo dispongáis y gobernéis con justificación, y prefiriendo los del dicho pueblo que quisieren mejorarse, a los que vinieren de fuera. Otra disposición establecía que 18. Al barrio que se hiciere de pueblo que nuevamente se trae, si fuere cabecera se le permita por ahora que cada año pueda elegir entre sí un alcalde y un regidor, y si no lo fuere, críe un alguacil de entre ellos mismos, que tenga cuidado de su doctrina y de cobrar el servicio y tributo, porque como natural y más conocido de ellos, los conocerá mejor y tratará con más suavidad, y los indios recibirán alivio en que no los manden los extraños, si bien se entiende que todos queden a orden y disposición del gobernador que hubiere en el pueblo. Cabe señalar que el documento del conde de Monterrey está fechado el 14 de noviembre de 1601, lo que nos da pie para decir que entrado ya el siglo XVII, Toluca comenzaba a tener forma. Los edificios principales estaban en construcción: el convento franciscano, el sitio para el mercado y las casas para los españoles, y todo «rodeado» por los barrios indígenas, pero no hubo una «traza» española como en otras ciudades de la actual República Mexicana y las autoridades políticas fueron, por mucho tiempo, dos: el Marquesado del Valle y la República de Indios de Toluca. Dando un salto hasta el siglo XIX, es decir, después de la Independencia de Nueva España y en los primeros años de la República, al formarse los municipios del actual Estado de México, es oportuno señalar que la distribución urbana de Toluca empezó a absorber poco a poco a los antiguos barrios indígenas. Hoy, pocas personas están enteradas de que el nombre de algunas calles, barrios y pueblos incorporados a la ciudad por el crecimiento de la mancha urbana remiten a los barrios indígenas. Por dar un solo ejemplo de muchos posibles, tal es el caso de [A]Pinahuizco, que recuerda uno de los antiguos barrios de indios 4 Ernesto de la Torre Villar, Las congregaciones de los pueblos de indios / Fase terminal: aprobaciones y rectificaciones, Serie «Historia Novohispana», 1ª ed., México, UNAM / Instituto de Investigaciones Históricas, Núm. 54, 1995, pp. 313-327. Número 28 julio-agosto 2004 17 reseña LA GACETA DE En busca de la legitimidad. Seguridad pública y populismo punitivo en México, 1990–2000, de Nelson Arteaga Botello Carlos Massé Narváez* E l libro En busca de la legitimidad. Seguridad pública y populismo punitivo en México, 1990– 2000 (Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti / Universidad de Alicante, 2004, 206 p.), de Nelson Arteaga Botello, no podría aparecer en mejor momento, debido al entorno de reclamo social a las autoridades encargadas de la aplicación de la justicia lo mismo en México que en otros países. Se trata de un reclamo cada vez más fuerte, resultado del desarrollo reciente de las democracias latinoamericanas en cuanto a la alternancia en el poder, lo cual las señala como sólo formales. Pero no encierra novedad el incremento de la criminalidad en el mundo, y no sólo en AL. Hay evidencias claras de que el modelo de desarrollo neoliberal globalizador beneficia únicamente al monopolio y, en particular, de que en ese proceso la economía informal aparece como solución para la sobrevivencia de las masas, y que aun cuando pueda ser considerada ilegal, permite la producción de bienes y servicios. De manera paralela a la impotencia del Estado reducido y controlado por la ultraderecha, el mercado abre sus puertas a una criminalidad que está al alza. En tanto, la oferta de empleo es mínima y el salario, paupérrimo. El crecimiento de la criminalidad no tiene precedentes: asesinatos de mujeres —en apariencia inexplicables—, piratería, contrabando, tráfico de drogas y secuestros. Y no hay una política de Estado eficaz y medianamente creíble que lo combata. Unos días antes de escribir estas líneas, se llevó a cabo un operativo contra la delincuencia en entidades federativas del centro del país, que a nadie convenció. Lo que la sociedad quiere ver es la reconversión de las instituciones mafiosas del Estado en instituciones que realicen las actividades que son la razón para la que fueron creadas. Cito al autor: La fuerza del crimen organizado a escala global está en su capacidad para conservar sus raíces étnicas, culturales y territoriales que se engarzan con un nuevo tipo de estrategia racional y cultural de ascenso social, económico y simbólico —en particular entre los jóvenes— que tiene una gran aceptación en una cultura meritocrática a la que el Estado no puede ofrecer sino desempleo, ocupación a tiempo parcial, informalidad, estructuras de trabajo flexible y salarios devaluados. (p. 59) * Doctor en Sociología por la UNAM. Es investigador de EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C. Entre sus publicaciones más recientes está «Elementos teóricos para el estudio de las relaciones entre: cultura, poder y resistencia» (EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C., DI-83). 18 julio-agosto 2004 Número 28 Pero el mundo del crimen organizado estaría indicando más bien transformaciones culturales profundas y la estructuración de una sociabilidad radicalmente nueva, conformada por una especie de nihilismo como expresión de la desesperanza de una sociedad que ofrece cada vez menos expectativas a la vez de relaciones de exclusión reproducidas de manera constante. Parece prematuro decirlo, pero Arteaga Botello ha puesto el dedo en la llaga. Como buen sociólogo, se adelantó a estudiar lo que se estaba gestando: un proceso multiplicado por nuevos factores o su desdoblamiento. Deduce efectos de la globalización económica y su impacto en las sociedades latinoamericanas (otro nivel descendente), para aterrizar en el cambio de configuración territorial de México con el paso del medio rural marginal predominante al medio urbano excluido, y la caída del empleo así como de los servicios más elementales para una vida digna: educación y salud (ambos, servicios públicos). El cambio del modo de producción está finiquitando los pocos resabios del Estado de bienestar, tal y como lo requiere el capitalismo de nuestros días. Todo ello y más introduce el autor en apoyo de sus tesis centrales relativas a la pérdida de legitimidad del Estado como solucionador de los problemas sociales ligados con la violencia. A cambio, el propio Estado vive un reacomodo ante lo que parece estar escapándosele de las manos, pues no está preparado para enfrentarlo. Salidas como la de incrementar sus recursos humanos no son las adecuadas ante el problema central de la inseguridad y la violencia, aunque con ellas busca legitimarse. Con demagogia, elabora estrategias y realiza acciones para aplicar una novedosa forma de control social. El libro de Nelson Arteaga —debo decirlo como académico— tiene el mérito de ser publicado por el Centro de Estudios Iberoamericanos «Mario Benedetti» de la Universidad de Alicante, en donde estudió, lo cual no es usual ni frecuente. Posee además el mérito de un enfoque sociológico abarcador. Investiga el tema dentro del marco de factores estructurales, sin descuidar la especificidad de los ámbitos de abordaje. Con ello, va tejiendo una delicada construcción de conocimiento que no se ciñe al mero ámbito de la violencia per se: va y viene del nivel estructural a lo específico concreto, en el objetivo de explicar y comprender a la violencia. Para exponer su preocupación sobre cómo se llega a la violencia directa, procede de manera sistemática, pero no tediosa. Respeta y aclara las limitaciones temporales y conceptuales de su análisis, y prevé los riesgos de una posible interpretación sesgada del arribo de esa violencia directa. También hace un recuento de los enfoques sobre ésta y de las maneras en que el Estado se «recompone» a partir de los cambios que devienen de la instrumentación de las políticas EL COLEGIO MEXIQUENSE públicas con respecto a la violencia. Se aprecia en el libro que estas medidas, y las más recientes, están muy lejos de alcanzar siquiera un entendimiento cabal del problema de la violencia como malestar social. Otro de los méritos del libro es su contribución analítica a la explicación de cómo se instaura y crece peligrosamente la violencia. Para ello, emplea la categoría de distancia social para visualizar los efectos de la diferencia social en el entendimiento o reconocimiento «moral» (en el sentido que le da Durkheim), como una zona inestable y variable, que refleja la desigualdad y la fragilidad de la identidad social; mientras que la frustración , el miedo y la ansiedad son elementos que potencian la agresividad, la cual se materializa una vez que las personas o los grupos establecen una estrategia para acceder a los recursos que les permiten cumplir sus objetivos —superar el miedo y la frustración. Cuando la dinámica de la violencia ha sido puesta en marcha, la distancia social se acentúa, con lo que el ciclo vuelve a comenzar profundizando el miedo y expandiendo los recursos disponibles para enfrentarla, paradójicamente, con más violencia. (p. 27) Un análisis detallado del proceso de globalización económica lleva al lector a entender las condiciones estructurales del nuevo escenario de la violencia. El agotamiento del taylorismo y su paso al fordismo como procesos perecederos del capitalismo de la posguerra. De ahí se llegó a la visión «monetarista»: baja de los salarios, crecimiento con desempleo, desmantelamiento del Estado benefactor y cierre a los créditos fueron políticas para salvar a las grandes empresas. No se previeron, o no se quisieron ver, los nefastos efectos sociales que ello conllevaría. Y en los países latinoamericanos no se previó que la adopción de los modelos taylorista y fordista implicaban la depredación ecológica de nuestros ríos y cuencas, además de la contaminación causada por el consumismo desbocado de las clases pudientes. », En el capítulo dedicado a «Violencia y globalización», Arteaga Botello explica cómo es que el incremento de la violencia viene aparejado con la globalización económica: el crimen organizado utiliza, al igual que hace el mundo de los negocios y las empresas, la globalización del mercado financiero para desarrollarse y reproducirse [...]; de tal suerte que su acción repercute como nunca antes en las relaciones económicas y políticas internacionales; en este sentido, «explota todos los desequilibrios económicos, políticos y sociales por todo el mundo». (p. 55) [La cita es de Jean Maillard, «Le marché de la loi rend les délinquants prosperes», Le Monde, abril de 2000] El ámbito de acción del crimen organizado es difícil de imaginar, pues va más allá del tráfico de drogas, armas y automóviles, y del contrabando de casi cualquier cosa, como lo señala Manuel Castells en La era de la información: el fin de milenio, citado por Arteaga (p. 56-57): «incluidos material radioactivo [sic], órganos humanos e inmigrantes ilegales; prostitución; juego; usura; secuestro; fraude y extorsión; falsificación de objetos, billetes bancarios, documentos financieros, tarjetas de crédito y carnés de identidad; asesinos de alquiler; tráfico de información delicada, tecnología u objetos de arte; ventas internacionales de objetos robados; o incluso vertidos de basura ilegales de un país en otro...» La colusión de intereses entre la política y las actividades ilegales de la mafia resulta un componente esencial de la economía mundial; el lubricante indispensable para el buen funcionamiento del capitalismo. Al analizar el asunto de la violencia en México, Arteaga hace un recorrido del periodo al que llamamos de «crisis tras crisis» (como parece ser nuestra historia contemporánea). Cuando la desigualdad y la diferencia se ahondan aparece la distancia reseña social (y yo añadiría la relevancia que otorgan los medios de comunicación —a través de la imagen— a la individualidad por sobre la comunidad) entre grupos y clases, con lo que se crean barreras para que los individuos reconozcan en el Otro a un par. Aquí la distancia social sirve como mecanismo facilitador de la violencia directa en sus diferentes expresiones. Si a estas condiciones que favorecen la presencia de la violencia se suma la insatisfacción y la incertidumbre generadas en millones de mexicanos por la caída de los ingresos y el claro deterioro de las condiciones de vida, la frustración y el miedo son elementos que potencian la agresividad, la cual puede materializarse una vez que las personas o los grupos sociales establecen la violencia como una estrategia para acceder a los recursos a los cuales consideren tener derecho. Esta dinámica vuelve a cada uno de los mexicanos en objeto y sujeto potencialmente portador de la violencia directa y refleja el proceso de cambio de la precarización a las estrategias de agresión, circunscritas no sólo a la esfera económica, pues alcanzan también a la política y la cultura. En seguida, el autor explica cómo se manifiesta este trasfondo en la actuación de grupos sociales concretos, y ofrece diversas interpretaciones del porqué del incremento de la violencia y del alza de la criminalidad, y cómo éstas han de combatirse: tanto desde el punto de vista de estos grupos como del gobierno, hay un empeño en que la violencia ha de enfrentarse con más violencia. Este análisis da paso a nuestro autor para explicar, con base en el análisis de las políticas públicas y de las leyes recientes en la materia, la emergencia de los ganadores de este gris panorama nacional. Aunque no utiliza el término «patrimonialismo», su análisis muestra que los cuerpos policíacos se benefician con el punto de vista gubernamental, pero también del privado. La salida propuesta desde el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León hasta hoy ha sido, según La Jornada del 14 de julio de 2004, el incremento del presupuesto para la seguridad pública. Y resulta de sumo interés el análisis de Arteaga en este punto, toda vez que explica las ambigüedades legales que resultan de la confusión conceptual y hermenéutica de los hechos y los conceptos en las leyes y los reglamentos, y que señala a la vez la pobreza intelectual de quienes los elaboran. El populismo punitivo es otra interesante categoría de análisis del autor. El discurso con que el Estado se autopresenta como el redentor de los desprotegidos, las promesas que es imposible cumplir, y el llamado a la armonía y al respeto entre ciudadanos buscan fortalecer la unidad moral y el consenso social con respecto a la violencia, así como reducir el crimen. De esta manera, se intenta satisfacer a un sector particular del electorado. Pero el libro no termina ahí, el autor nos ofrece el ejemplo del DF como laboratorio de políticas para enfrentar la violencia y el crimen organizado. Por nuestra parte, aquí concluimos, en espera de haber provocado el interés del lector por este libro que ofrece una visión muy acabada de las causas estructurales y de los factores que inciden directa e indirectamente en el incremento de la violencia y en el nuevo papel que cumple el crimen organizado en la etapa actual del capitalismo Número 28 julio-agosto 2004 19 publicaciones LA GACETA DE Nuevas ediciones Elvia Montes de Oca Navas Los dueños y las tierras de la hacienda Santa Cruz de los Patos L a historia agraria ha tenido un lugar preferente en la vida del pueblo mexicano. El reparto de tierras que se hizo en la Nueva España a partir de la conquista española, e incluso desde el México antiguo, ha sido objeto de estudios diversos y esas pesquisas han dado lugar a múltiples obras divulgadas. Este libro es el resultado de un trabajo más de investigación sobre la historia de una hacienda en particular: Santa Cruz de los Patos, en Zinacantepec, Estado de México, finca que hoy aloja a El Colegio Mexiquense, A. C. Esta hacienda, como otras, tuvo un origen incierto y polémico. El Estado de México fue tierra de haciendas, muchas de las cuales tuvieron su origen en el periodo colonial y llegaron hasta el siglo XX —con cambios de dueños y de dimensiones a través de los años—, cuando la Reforma Agraria y el reparto de tierras, especialmente durante el periodo presidencial del Gral. Lázaro Cárdenas del Río, 1934-1940, las haciendas como tales quedaron en el pasado para que en nuestros días, tierras y cascos de esas fincas, fueran convertidas en ejidos, núcleos de urbanos y muchos destinos más que, en cierta medida, cierran un ciclo histórico de la tenencia de la tierra para iniciar otros. La historia de la hacienda Santa Cruz de los Patos es un ejemplo del surgimiento de las haciendas en México y de su desaparición como tales en el siglo XX. - Las tierras de la hacienda Santa Cruz de los Patos - Epílogo: la hacienda Santa Cruz de los Patos, sede de instituciones religiosas y académicas - Reflexiones finales - Anexo documental. - Fuentes consultadas 2004, 260 págs. ISBN 970-669-064-6 Clave: HA84333 Precio al público: $210.00 Contenido - Presentación - Introducción - El reparto de tierras en el Nuevo Mundo Libros, libros y más en nuestra librería podrá encontrar libros especializados en las Ciencias Sociales publicados por: El El El El El Colegio Colegio Colegio Colegio Colegio de Michoacán de Sonora de Jalisco de la Frontera Norte de la Frontera Sur El Colegio de San Luis El Colegio Mexiquense Instituto de Ecología, A.C. Universidad V eracruzana Veracruzana y algunos textos de El Colegio de México Venga a nuestros puntos de venta y adquiera nuestras publicaciones con atractivos descuentos: En la Cd. de México: Cd. de Toluca: Librería Madero (Tel. 55 10 20 68) Librería de El Colegio de México (Tel. 54 49 30 00) Librería Porrúa Hermanos (Tel. 55 10 96 43) Librería Pegaso (Casa Lamm. Tel. 55 11 15 66) Librería Imagen (Tel. 214 36 41) Librería Castillo (Tel. 213 00 05) Librería Universitaria (Tel. 213 03 46) Librería Pedagógica del Magisterio (Tel. 215 37 38) Aceptamos tarjetas de crédito y débito excepto American Express. 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Dicho DOSSIER Los alumnos D E E L C O L E G I O M E X I Q U E N S E padrón resulta interesante pues fue elaborado supuestamente —más abajo se dirá por qué— para dar constancia de que el número de habitantes que vivían en esa localidad rebasaba las mil personas, requisito para solicitar el establecimiento de dos escuelas de primeras letras —así se les llamaba a las escuelas de educación elemental o primaria (Staples, 1985; Tanck, 1976, 1984 y 1990, y Vega, 1995)—, una para niños y otra para niñas. En el padrón se registró el nombre de cada habitante por familia, y la edad, estado civil y ocupación de los hombres que desarrollaban alguna actividad productiva. La revisión más detenida del expediente señaló la necesidad de completarlo con otros más específicos y relacionados con la historia social y la demografía histórica, cuya aplicación a los estudios de historia de la familia, la económica y la social, entre otras, ha sido muy útil. 2 La estrategia metodológica se centró en el análisis de la * La reconstrucción del pasado de cualquier población humana puede ser asumida por el historiador desde diversos enfoques, pero sea cual sea la forma de abordar y analizar el pasado, no será nunca una tarea fácil. El diplomado en Historia de la Educación del Estado de México proporcionó a los estudiantes un bagaje amplio y variado de referentes teórico-metodológicos y de experiencias en investigación que invitan a recuperar propuestas hechas por los conferenciantes para fundamentar reflexiones y análisis más acabados en torno al hecho educativo histórico. Elegir un tema de investigación no fue una tarea sencilla, pues aunque las opciones son múltiples, el tiempo es escaso y las fuentes no son siempre accesibles, sin descontar que los referentes deben ayudar a ofrecer una exposición coherente y novedosa. De esta suerte, el ensayo que se presenta significó un verdadero reto académico para su autora. ** Profesora-investigadora del Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México (ISCEEM), División Ecatepec, y egresada del diplomado en Historia de la Educación del Estado de México de EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C. 1 AHEM, Dirección de Educación. 2 Agradezco el apoyo teórico que al respecto me brindó la doctora Cecilia Rabell Romero en el Seminario de Demografía Histórica del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México. Número 28 julio-agosto 2004 1 LA GACETA DE estructura de las familias de la región y en ubicar la actividad productiva de cada jefe de familia, a fin de establecer si era determinante en el número de miembros de cada familia y en la estructura de ésta al momento del levantamiento del padrón. Como el objetivo explícito del levantamiento del padrón era obtener la autorización para las dos escuelas, fue necesario para este trabajo hacer una distribución de edades que permitiera ubicar a los niños y niñas que, en los términos de la Ley de 1837,3 estaban en edad de asistir a la escuela, con lo que se definió la demanda educativa potencial.4 El ensayo se divide en cuatro partes: en la primera, se expone la ubicación espacio-temporal del objeto de estudio; en la segunda, se habla de los antecedentes de la población ubicada en la región; en la tercera, se describen las características de la estructura familiar de la población y su relación con la actividad económica del jefe de familia; finalmente, se analizan la edad y particularidades de la población, y su relación con la demanda política envestida o encubierta por la solicitud de que se impartiera instrucción de primeras letras. I. EL TERRIT ORIO TERRITORIO La población que se estudia en este ensayo se asentaba al suroeste del actual estado de Morelos, en el pueblo de San Gaspar Coatlán del Río. Durante la primera mitad del siglo XIX, y específicamente durante el periodo del primer régimen centralista,5 el Distrito de Cuernavaca —establecido por el artículo 9 del decreto del 23 de diciembre de 1837— designó como cabecera a la ciudad del mismo nombre y quedó dividido en tres partidos: el de Cuernavaca, el de Morelos (hoy Cuautla) y el de Jonacatepec. Dentro del partido o prefectura de Cuernavaca6 quedó comprendido el municipio de Miacatlán, y bajo la jurisdicción de éste, el pueblo de San Gaspar Coatlán del Río (López, 1994:64). Por ello, Miacatlán fue la cabecera de San Gaspar durante el periodo. Coatlán del Río se caracteriza por tener un suelo quebrado y bien regado; clima caluroso, con inviernos templados, y está situado a 1010 m snm. Su principal riqueza ha sido la pródiga agricultura. Además, es rico en minerales, aún hoy sin explotar, en especial oro, plata y carbón de piedra (DHBGM, 1995:817). II. ANTECEDENTES DE LA POBLA CIÓN POBLACIÓN En la región se establecieron los pueblos que surgieron de las congregaciones que sufrió la población nahua en el siglo XVI. Según Mentz (1988:71-2), los patrones prehispánicos de asentamientos dispersos tuvieron notables modificaciones durante el mismo siglo XVI y los primeros años del XVII, a raíz de la gran crisis demográfica. Los franciscanos fundaron los nuevos pueblos generalmente en las planicies, lo cual se aprecia en el caso de Coatlán, antiguo centro ceremonial situado en un cerro (al sur del actual Coatlán del Río, como lo 3 AHEM, Dirección de Educación, 1837. Bando Municipal del Departamento de México para el Arreglo de la Instrucción de Primeras Letras. 4 Se elaboró para ello una base de datos en Excel, que trasladada a SPSS permitió acotar y cruzar algunas variables. 5 El primer régimen centralista comprendió de 1836 a 1846, periodo en que la República Mexicana estuvo organizada en departamentos. El Departamento de México integró en algunos casos a la totalidad y en otros a parte de los actuales estados de Hidalgo, Guerrero y Morelos, y el Distrito Federal (O´Gorman, 1994:84-5 y 94, y Tena, 1964:1836). 6 El Distrito o Prefectura de Cuernavaca coincidiría casi exactamente con el actual estado de Morelos, que fue erigido en 1869, cuando se separó del Estado de México. Los distritos que integraban los estados o departamentos de la república (según el régimen que imperara) eran administrados por un prefecto —funcionario al que en el porfiriato se le llamó «jefe político»—, que tenía atribuciones militares, civiles y administrativas (Mentz, 1986:1). 2 julio-agosto 2004 Número 28 demuestran estudios arqueológicos), y que después fue reubicado al margen del río Chalma, donde los franciscanos erigieron una importante capilla de visita, alrededor de la cual se congregó la población aledaña en 1604. De esta manera, una de las congregaciones más importantes de pueblos nahuas en la región suroeste de Cuernavaca fue precisamente la que se estableció en Coatlán.7 Hasta principios del último cuarto del siglo XVI, la economía y la sociedad del virreinato conservaban especificidades de las comunidades prehispánicas: se usufructuaba el trabajo mediante su explotación y la obtención de beneficios sobre sus recursos. No obstante, con el dramático descenso demográfico quedaron desolados parajes enteros. Esta situación generó cambios de actitud en la sociedad española, que comenzó a establecer empresas de agricultura comercial por toda la región, las cuales requirieron gran cantidad de fuerza de trabajo permanente, lo que llevó a introducir una enorme cantidad de esclavos negros, en lo que también influyó la prohibición que hizo la Corona en el sentido de emplear a los indios para la pesada tarea de la elaboración del azúcar, actividad en auge a partir del siglo XVII (Martin, 1985:29-31). Aunque podría pensarse que la población asentada en Coatlán del Río era mayoritariamente india, Mentz (1988:83-4) explica que menos de la mitad de la población tenía esa condición, pues había un número grande de mestizos y mulatos. Al igual que la de los pueblos aledaños, la población de Coatlán del Río tuvo un crecimiento constante a partir del siglo XVIII, con sólo una pequeña disminución durante la guerra de Independencia, ya en el siglo XIX. Con base en las aproximaciones estadísticas de Peter Gerhard y los cálculos realizados por Mentz (1988:79 y 81) para la población que se estableció al suroeste de Cuernavaca, se puede afirmar que el crecimiento constante fue de 1.1% anual durante el siglo XVIII y de 0.6% en el lapso de 1793 a 1870. En Miacatlán, cabecera municipal de Coatlán del Río, es evidente la tendencia del crecimiento. Tomando como base el padrón citado, la población asentada en San Gaspar Coatlán del Río era de 1243 habitantes a principios de 1838,8 incluyendo las pequeñas localidades de Buenavista y Milpillas (que juntas tenían 329 habitantes9), número elevado si se le compara con los datos expuestos por Mentz (1988:84), que indican que Miacatlán no llegaba a los mil habitantes hacia 1850. III. OCUP ACIÓN Y ESTRUCTURA F AMILIAR OCUPA FAMILIAR Fuentes secundarias confirman que la agricultura (maíz, frijol, plátano, huacamote, jícama caña de canuteo y frutos de huerta) era una de las más importantes actividades de la población, aunque también destacaban la cría de ganado y la «abundancia de jornales», que evidencia la escasez de mano de obra y la necesidad de emplearse de los muchos que no tenían tierra para subsistir. La tendencia se confirma con la evidencia de que más de 70% de la población económicamente activa (PEA) se desempeñaba como jornalera, actividad a la que le seguían en importancia la de comerciante y la de artesano. Únicamente 6% de la PEA era campesina con tierras, lo cual hace pensar que la propiedad territorial estaba en pocas manos (véase el cuadro 1). Las mujeres adultas no indicaron actividad laboral, a pesar de que en muchos casos se trataba de viudas con familia e incluso de madres solteras. Resultan interesantes los casos de mujeres solas que se declararon como madres solteras y sin actividad laboral para sostenerse, así como una pareja con hijos que se declaró en estado de soltería. AGN, Congregaciones, ff. 60, 67, 98 y 116. Un dato interesante es que en el censo de 1990 el pueblo de San Gaspar tenía sólo 2146 habitantes (DHBGM,1995:817). 9 AHEM, Dirección de Educación, Vol.1, enero 6 de 1838. 7 8 EL COLEGIO MEXIQUENSE Cuadro 1. Ocupación de los padres de familia Ocupación Número Porcentaje Jornalero Comerciante Labrador Artesano No se indica Probablemente jornalero 260 45 21 23 1 3 73.7 12.7 6.0 6.5 0.3 0.8 Total 353 100 FUENTE: elaboración propia con base en el padrón de San Gaspar Coatlán del Río (AHEM, Educación). labradores, artesanos y demás sostenían familias más bien pequeñas, o sea, no mayores de cinco integrantes. De la misma forma, en las familias con jefes de familia comerciantes, era común detectar que éstos estuviesen casados en segundas nupcias y con mujeres mucho más jóvenes que ellos, incluso más jóvenes que sus hijos del primer matrimonio, lo cual hace pensar que muy probablemente la solvencia económica de los comerciantes era ostensible y los presentaba como «buenos partidos», independientemente de su edad. Otra reflexión interesante surge de la distribución de toda la población atendiendo a una clasificación más sofisticada, en el sentido de tomar en cuenta un mayor número de referentes o características del grupo doméstico. Sin embargo, el resultado no dista mucho de las frecuencias arriba mencionadas. Se puede observar que la mayoría de la población se integraba en Cuadro 2. TTipos ipos de familia Variables Nuclear sin hijos Nuclear con hijos Extensa Sin padre Sin madre Otras Madre soltera Unión libre Sin hijos extensa Nuclear con hijos y sin padre Nuclear con agregados no definidos Extensa sin la existencia o presencia del padre Extensa sin la existencia o presencia de la madre Total Número Porcentaje Porcentaje acumulado 90 507 350 73 32 46 9 2 87 2 5 36 4 7.2 40.8 28.2 5.9 2.6 3.7 .7 .2 7.0 .2 .4 2.9 .3 7.2 48 76.2 82.1 84.6 88.3 89.1 89.2 96.2 96.4 96.8 99.7 100.0 1243 100 100.0 FUENTE: elaboración propia con base en el padrón de San Gaspar Coatlán del Río (AHEM, Educación). En total, el padrón registró 303 familias. Las primeras 225 censadas pertenecían al pueblo de San Gaspar Coatlán del Río y se caracterizaron por tener un promedio de menos de cuatro integrantes. Sin embargo, en las localidades de Buenavista y Milpillas (las dos ya mencionadas que fueron censadas con San Gaspar, cuya población era de apenas 914 habitantes, siendo necesario un mínimo de 1000 pobladores para darle viabilidad a la solicitud)10 el promedio de integrantes por familia fue mayor a cuatro personas. En general, las familias tenían pocos integrantes; pero su estructura era sumamente diversa: predominaron las familias nucleares o simples11 en más de 43%, con 70% de jefes de familia jornaleros. 37% eran familias extensas12; las familias sin hijos, es decir, únicamente la pareja, representaron 4%, y el restante 16% incluyó familias en que convivía un cierto número de individuos, parientes o no, clasificadas en el rubro «otras», y aquellas en que los integrantes convivían en soltería o en unión libre, con y sin hijos.13 El predominio del jefe de familia jornalero fue resultado de que ésta era la actividad laboral más frecuente. Sin embargo, en las familias con mayor número de hijos, el jefe de familia era generalmente comerciante.14 En cambio, los jornaleros, AHEM, Dirección de Educación, Vol. 1, 1838. Grupo doméstico integrado por el padre, la madre y los hijos (Laslett, 1993:52). 12 Grupo doméstico en que conviven, además de la familia simple, algunos familiares biológicos (Laslett, 1993:53). Para el análisis de esta población se incluyeron en la categoría los agregados domésticos: personas que sin tener un vínculo de sangre o político (como la servidumbre) conviven con la familia. 13 Un caso curioso fue el de una mujer viuda, con un recién nacido, y un hombre casado, pero no con ella (AHEM, Dirección de Educación, Vol.1, enero de 1838). 14 En el padrón se encontraron casos de comerciantes con familias nucleares de 6, 8 y hasta 10 hijos. 10 11 familias nucleares y, en un segundo nivel, en familias extensas (véase el cuadro 2). III. ¿INTERÉS EDUCA TIV O O GANANCIA POLÍTICA? EDUCATIV TIVO De los 1243 habitantes de San Gaspar Coatlán del Río, incluyendo, como ya se dijo, las poblaciones de Buenavista y Milpillas (véase cuadro 6), 50.3% eran hombres y 49.7% eran mujeres (cuadro 3). La distribución de las edades para establecer el número de niños y niñas que integrarían la demanda educativa potencial dio como resultado los rangos de frecuencia incluidos en el cuadro 4. La distribución permite apreciar que más de la mitad de la población era menor de 20 años; es decir, se trataba de una comunidad mayoritariamente joven y con altas probabilidades de aumentar. Los porcentajes de cada rango se exponen de manera más explícita en el cuadro 6. La población que integraba la demanda educativa potencial y daba fundamento a la apertura de las dos escuelas Cuadro 3. PPoblación oblación de San Gaspar Coatlán del Río por sexo Sexo Hombres Mujeres Total Número Porcentaje Porcentaje acumulado 625 618 50.3 49.7 50.3 100.0 1243 100.0 100.0 FUENTE: elaboración propia con base en el padrón de San Gaspar Coatlán del Río (AHEM, Educación). Número 28 julio-agosto 2004 3 LA GACETA DE Cuadro 4. Distribución por edad y sexo de los habitantes de San Gaspar Coatlán del Río Edad Sexo Hombres Total Cuadro 5. PPoblación oblación que representaba la demanda educativa potencial Edad Sexo Mujeres 0-5 6-10 11-15 16-20 21-30 31 y más 115 85 74 73 138 140 124 80 51 102 153 108 239 165 125 175 291 148 Total 625 618 1243 6-10 11-15 Total Total Hombres Mujeres 85 74 80 51 165 125 159 131 290 FUENTE: elaboración propia con base en el padrón de San Gaspar Coatlán del Río (AHEM, Educación). FUENTE: elaboración propia con base en el padrón de San Gaspar Coatlán del Río (AHEM, Educación). Cuadro 6. PPoblación oblación de San Gaspar Coatlán del Río por edad (tabulación cruzada) Edad Porcentaje Sexo Total Hombres Mujeres 0-5 Elementos % por edad % por sexo % del total 115 48.1 18.4 9.3 124 51.9 20.1 10.0 239 100.0 19.2 19.2 6-10 Elementos % por edad % por sexo % del total 85 51.5 13.6 6.8 80 48.5 12.9 6.4 165 100.0 13.3 13.3 11-15 Elementos % por edad % por sexo % del total 74 59.2 11.8 6.0 51 40.8 8.3 4.1 125 100.0 10.1 10.1 16-20 Elementos % por edad % por sexo % del total 73 41.7 11.7 5.9 102 58.3 16.5 8.2 175 100.0 14.1 14.1 21-30 Elementos % por edad % por sexo % del total 138 47.4 22.1 11.1 153 52.6 24.8 12.3 291 100.0 23.4 23.4 31 y más Elementos % por edad % por sexo % del total 140 56.5 22.4 11.3 108 43.5 17.5 8.7 248 100.0 20.0 20.0 Total Elementos % por edad % por sexo % del total 625 50.3 % 100.0 % 50.3 % 618 49.7 % 100.0 % 49.7 % 1243 100.0 % 100.0 % 100.0 % FUENTE: elaboración propia con base en el padrón de San Gaspar Coatlán del Río (AHEM, Educación). de primeras letras era la que se encontraba entre los 6 y los 15 años de edad: 290 niños y niñas (cuadro 5). Sin embargo, en los oficios girados al Gobernador del Departamento de México se afirma que los niños que estaban sin educación eran «más de 380», lo que implica que muy probablemente fueron considerados los niños de 4, 5 y 16 años. Además, como el requisito para una respuesta positiva era que debía haber en una localidad «más de mil almas», los documentos destacan, con base en el padrón, que el número de niños y niñas rebasaba con creces esa cantidad. De manera adicional, el Juez de Paz de San Gaspar argumentó en la petición que el pueblo entregaba a su cabecera municipal, Miacatlán, un promedio de 3000 pesos anuales, que no 4 julio-agosto 2004 Número 28 habían sido utilizados, hasta la fecha, para abrir una escuela. Por lo mismo, se solicitaba la apertura de una escuela de primeras letras, una investigación sobre el manejo de los fondos que recibía el ayuntamiento de Miacatlán y que el propio pueblo de San Gaspar administrara sus recursos en el bien de su población. Con estos fundamentos, resulta evidente que, de manera tácita, se estaba solicitando que San Gaspar alcanzara la calidad de municipio libre.15 El proceso de investigación duró cerca de cinco meses, al final de los cuales se autorizó la fundación de dos escuelas de AHEM, Dirección de Educación, Vol. 1, expediente único, eneromayo de 1838. 15 EL COLEGIO MEXIQUENSE primeras letras, una para niños y otra para niñas. Además, se comprobó el mal manejo de fondos por parte del ayuntamiento de Miacatlán, con lo que se autorizó que San Gaspar Coatlán del Río tuviera la posibilidad de administrar sus fondos. Hay indicios de que la Junta Departamental de México autorizó el nombramiento de un tesorero; sin embargo, el Prefecto de Cuernavaca ordenó que no se confirmara el nombramiento del tesorero propuesto por el Juez de Paz de la localidad, pues, según su apreciación, San Gaspar no cubría los requisitos para convertirse en municipio libre. En realidad, la petición de la apertura de las escuelas de primeras letras resultó un excelente argumento para iniciar un proceso muy bien pensado por cierto grupo local. Con todo, se desconoce en qué concluyó el asunto. Lo cierto es que para 1850 el Distrito de Cuernavaca estaba dividido en cinco partidos, y cada uno de éstos en municipalidades. Los partidos eran los de Cuernavaca, Morelos, Jonacatepec, Yautepec y Tetecala. El de Cuernavaca incluía dentro de su jurisdicción los municipios de Cuernavaca, Sochitepec, Tlaltizapán, Jiutepec, Tepostlán (sic) y Coatlán del Río (Mentz, 1986:14). El dato es interesante para los propósitos de este ensayo porque en 1850 Coatlán del Río ostentaba ya el rango de municipio libre, sin tener los requisitos legales para serlo, según el prefecto de Cuernavaca, licenciado Alejandro Villaseñor (Mentz, 1986:15, y DHBGM, 1995:817)16. De ahí la probabilidad de que el proceso iniciado en 1838 para la creación de las dos escuelas de primeras letras haya dado origen, de manera intencional, a un largo pleito que le dio al pueblo la prerrogativa de tener su ayuntamiento y, por tanto, capacidad de representación. COMENT ARIO FINAL COMENTARIO El análisis de la petición de San Gaspar Coatlán del Río permite valorar la importancia histórica de la estructura de una población en el contexto y definición de procesos más complejos; para el caso, aún cuando el padrón analizado adolece de referencias importantes como los apellidos de los pobladores censados y su grupo étnico, por sólo mencionar dos. No obstante la parquedad de los datos disponibles, las perspectivas de la historia social y de la historia de familia permitieron hacer conjeturas para acercarse a la estructura de la población. Asimismo, esa base y su manejo abren la puerta al cuestionamiento de algunas ideas que se acercan al carácter de los mitos, como que las familias de provincia (y / o de pueblo) eran sumamente numerosas (para el caso de San Gaspar Coatlán del Río, en el siglo XIX). En este sentido, es de resaltarse que en nueve familias de las 303 consideradas en el padrón las mujeres se declararon como madres solteras, situación que la moral de la época señalaría como tema tabú y que, en le mejor de los casos, se encubriría con una supuesta viudez. Otro dato revelador es que en ese tiempo había hombres al cargo de una familia sin el apoyo de una compañera. Y otro más (no mencionado hasta ahora) es el relativo a los casos en que mujeres solas se casaban o «juntaban» con hombres hasta 20 años más jóvenes que ellas y, desde luego, la confirmación de que las mujeres asumían en determinadas condiciones el papel de jefas de familia ante la ausencia de la figura masculina. La evidencia señala también que la educación de niños y jóvenes representaba un ideal de los gobiernos del México independiente, lo mismo del centro que de la periferia, o si eran grandes, pequeños, indígenas o mestizos, pues el cultivo de las nuevas generaciones permitiría «alcanzar el progreso». Sin embargo, ese ideal se entrelazaba con objetivos políticos de importancia más inmediata para la comunidad. En el caso de San Andrés Coatlán del Río, erigirse en municipio. Hay desde luego coincidencias notables con situaciones actuales. Finalmente: las estructuras humanas (como lo es el grupo doméstico llamado «familia») no mutan fácilmente, pues dependen de esquemas de larga duración cuya modificación requiere de mucho tiempo. Es elocuente el ejemplo de San Gaspar Coatlán del Río con su solicitud de escuelas, el padrón levantado y el cambio de estatuto político que se buscaba de manera encubierta SIGLAS AGN: Archivo General de la Nación. AHEM: Archivo Histórico del Estado de México. 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Pero es también un elemento esencial para la vida en la medida en que todos requerimos de suelo para asentarnos». los pueblos prehispánicos fueron subyugados por la Corona española. Si bien ha habido esfuerzos significativos por lo que hace a la elaboración de leyes y otros ordenamientos con que se ha buscado atender la problemática, lo cierto es que su aplicación no ha sido satisfactoria debido a factores y elementos (restricciones administrativas, falta de transparencia de la legislación y, quizá el más preocupante: la corrupción que marca a la gestión urbana gubernamental) que ponen al descubierto de manera cotidiana la mala actuación de los responsables de aplicar la normatividad señalada. La consecuencia histórica del problema de la tierra en México han sido las rebeliones que iniciaron desde la Colonia pero alcanzaron su momento más alto del periodo con el inicio de la guerra de Independencia. Los desposeídos fueron también protagonistas de las guerras en contra de los invasores norteamericanos y franceses, proporcionaron la mano de obra que le dio viabilidad a las haciendas y después lucharon al lado de Emiliano Zapata. En nuestros días, pese a lo que se logró después de la fase armada de la Revolución de 1910, persisten diversos problemas, entre los que destaca todavía el enfrentamiento de grupos importantes de la población pobre, en especial los campesinos e indígenas, con los caciques que persisten en apropiarse de sus tierras y talar sus bosques. De manera simultánea, la expansión urbana amenaza a comunidades y montes, y las políticas públicas siguen desmantelando la economía campesina y permitiendo, cuando no propiciando, las agresiones al medio ambiente, mientras los grupos empresariales avanzan en el control de la tierra, y la ineptitud y la corrupción sigue siendo el sello de las autoridades encargadas de atender los problemas relacionados con la tierra. En este artículo, se hace un breve un recorrido histórico en busca de algunas de las causas de la persistencia del problema de la tierra en México, con énfasis en la falta de voluntad de los sectores público, privado y social para dar soluciones adecuadas a los intereses de las mayorías, en contraste con la esmerada atención que se ha prestado a los grupos privilegiados. Es decir, el suelo es el soporte material de las interrelaciones humanas y un elemento estratégico para el desarrollo urbano, en función del cual se gestan y realizan las actividades sociales y económicas. Sin embargo, como consecuencia del proceso de urbanización nacional, el suelo, «base material para el asentamiento humano, fue internalizado por la economía y se convirtió en una mercancía escasa, y por ello, sujeta a fuertes presiones especulativas.» (Iracheta, 1997:189). Ello genera desigualdades en cuanto a su posesión y uso. Como consecuencia, actualmente el acceso a ese suelo que todos necesitan se da con base en la capacidad de pago de la población; así, los que cuentan con mayores ingresos tienen la oportunidad de elegir dónde asentarse, mientras que los que carecen de recursos pierden la oportunidad de elegir e incluso de contar con un pedazo de tierra, por pequeño que sea. La situación ha generado «una serie de desequilibrios espaciales y sociales, manifestándose particularmente en la imposibilidad de acceso a este satisfactor por la población de menores ingresos» (Covarrubias, 1983), lo cual ha traído aparejados problemas como «la irregularidad de la tenencia de la tierra y el precarismo urbano, entre otros» (Iracheta, 2000: 17). El problema no tiene pocos años ni su origen está en los cambios de la economía mexicana durante la aplicación del modelo de sustitución de importaciones o de la integración de México a la economía global, con todo y que en ambos casos se generó un crecimiento urbano acelerado ya que tanto uno como otro (en particular el segundo) profundizaron la existencia de una sociedad dual. El origen se remonta a la Colonia, cuando no sólo el suelo fue objeto de controles, sino también DE LA COL ONIA A LA REV OLUCIÓN MEXICANA COLONIA REVOLUCIÓN 1 Egresado de la licenciatura en Planeación Territorial de la Facultad de Planeación Urbana y Regional de la Universidad Autónoma del Estado de México. Es asistente de investigación del Programa de Estudios Urbanos y Ambientales de EL COLEGIO MEXIQUENSE, A. C. Una vez consumada la derrota del imperio azteca, inician la colonización y la conformación del virreinato de la Nueva España, que se caracterizan por la explotación de la población indígena y la imposición de los conquistadores por medio tanto 6 julio-agosto 2004 Número 28 EL COLEGIO MEXIQUENSE de las congregaciones de los pueblos de indios, como de las encomiendas y la evangelización. Mediante la apropiación de la tierras de los pueblos originarios se gestaron las grandes concentraciones persistentes aún después de la consumación de la Independencia. El ejemplo más notable fue el de las haciendas, desmanteladas apenas años después de concluir la fase armada de la Revolución de 1910, luego del auge al que llegaron durante el porfiriato, en el cual mucho tuvieron que ver también las consecuencias negativas de la aplicación de las leyes que a mediados del siglo XIX dispusieron la desamortización de los bienes eclesiásticos: lo que la iglesia «perdió» lo ganaron los hacendados. La lucha del pueblo mexicano fue inicialmente por libertad, independencia y soberanía, y se extendió en un primer momento de 1810 hasta 1821, pero no concluyó al consumarse la Independencia, pese a que se perseguía un «orden de igualdad y justicia social fundado en la abolición de privilegios, en la protección de los trabajadores y en la propiedad del labrador sobre la tierra» (Villoro, 1977:336). Pero: «la estructura económico-social de México no sufrió alteraciones sustanciales como resultado de la guerra de independencia. Los terratenientes-latifundistas y las posesiones de la Iglesia católica se conservaron inmutables. La mayor parte de los trabajadores (especialmente los campesinos indígenas) siguió siendo cruelmente explotada y prácticamente sin derechos» (Alperovich, 1978:43), y en particular sin el derecho a la propiedad de la tierra, pues el proceso de concentración se mantuvo a favor de los hacendados criollos y de latifundistas que vivían de la renta de sus propiedades. El levantamiento en armas que significó la Revolución Mexicana, 89 años después de consumada la Independencia, tuvo como meta original derrocar a Porfirio Díaz, luego de más de tres décadas de dictadura (Barrera, 2002), tanto como las banderas que enarboló Madero: sufragio efectivo, no reelección, y que condensan el anhelo democrático de las clases medias. Otra era la lucha de Zapata, quien exigía la devolución de las tierras comunales a los campesinos. Es de sobra sabido que al no desmantelar las estructuras del antiguo régimen, incluido el ejército federal que estuvo al servicio de Díaz, se abrió una brecha violenta entre Zapata y Madero hasta el sacrificio de éste en 1913. Para Madero la justicia agraria fue, si acaso, una vaga meta que le permitió una alianza breve y transitoria con Zapata, a partir de la cual se fortaleció la revuelta que llevó a Díaz al exilio. Las expectativas que generó la caída del dictador en relación con el problema de la tierra se cifraban en acabar con las injusticias sociales y las prácticas surgidas desde la Colonia con el despojo a los pueblos indígenas. Con todo, la Revolución señaló un nuevo rumbo para el país con la consigna zapatista de «tierra y libertad». «Las cosas cambiaban: se peleaba por recuperar y obtener tierra, se luchaba por mejorar las condiciones de trabajo, se buscaba un régimen democrático y, por lo tanto, se debía terminar con la organización porfirista.» (SEGOB, 1993:7). Ciertamente, la Constitución de 1917 dio cauce legal a esas y otras expectativas con la reforma agraria, los derechos laborales, la educación laica y la devolución de la propiedad de las tierras y aguas al Estado (Vázquez, 1989:699). Con la Carta Magna se otorgó alguna seguridad al reparto de las tierras a los campesinos. Sin embargo, la Revolución no ha dado en los hechos todos los resultados que dieron origen al movimiento, para nuestro caso, con respecto al derecho de los campesinos y los pobres en general en cuanto al acceso al suelo. El escritor Mariano Azuela dio en Los de abajo una descripción de lo sucedido La revolución gana indefectiblemente; luego que se acabe le dicen, como les dijo Madero a los que lo ayudaron: «Amigos, muchas gracias; ahora vuélvanse a sus casas... «Ustedes, que me levantaron hasta la Presidencia de la República, arriesgando su vida, con peligro eminente de dejar viudas y huérfanos en la miseria, ahora que he conseguido mi objeto, váyanse a coger el azadón y la pala, a medio vivir, siempre con hambre y sin vestir, como estaban antes, mientras que nosotros, los de arriba, hacemos unos cuantos millones de pesos» (Azuela, 1991:43-4). Un acontecimiento histórico del México posrevolucionario los constituye el Cardenismo. Durante su paso por la Presidencia (1934-1940), Lázaro Cárdenas «se encargó de llevar a la práctica las preocupaciones sociales de la Constitución de 1917. Esto quedaría claro al ser aplicados por primera vez hasta sus últimas consecuencias los artículos 27 y 127, referidos a la propiedad de la Nación sobre las tierras, minas y recursos naturales, y a lograr mejores condiciones para campesinos y obreros, lo cual se consiguió mediante la expropiación petrolera y la repartición de tierra, así como por medio de mejores legislaciones para que se respetaran los derechos obreros» (INDESOL, 1993). En relación con el agrarismo cardenista, una vez que se «implantó la amplia reforma agraria, la base latifundista de la tradicional élite mexicana fue destruida al expropiar Cárdenas más de veinte millones de hectáreas de tierras rurales y cerca de 800 mil familias del campo obtuvieron parcelas al convertirse en miembros de la comunidades ejidales creadas durante el periodo cardenista» (Tutino, 1990:22). Con todo, el reparto agrario cardenista no cumplió con todas las expectativas que generó, pues fue finalmente limitado, como lo reconoció el mismo Cárdenas en su último informe de gobierno, ya que quedaron muchos latifundios y la mayoría de sus colaboradores fueron corruptos y se aprovecharon del reparto de tierras (Gutiérrez, 2003). En general, las insurrecciones agrarias, las guerras políticas y las reformas radicales que empezaron en 1910 y culminaron con Cárdenas aportaron a México una revolución agraria. Esa revolución colocó los cimientos del México Moderno: una nación con estabilidad política, de crecimiento económico espectacular; pero, sin embargo, desigual y de una recalcitrante pobreza de masas, como lo señala Tutino (1990:23). En síntesis, la problemática por la posesión y la adquisición de tierra continúa en nuestros días en la forma de un enfrentamiento de intereses entre el pueblo y el Estado y los grupos políticos, económicos y sociales apoyados por éste. LA REFORMA AGRARIA Un último hecho histórico fue la reforma de 1992 al artículo 27 de la Constitución y algunas leyes del régimen agrario, con la finalidad de ajustar la propiedad de la tierra a las necesidades actuales de nuestro país. Con dicha reforma se dio «la posibilidad de privatizar el ejido y la extinción de la tutela gubernamental sobre los ejidatarios para darles libertad de disponer libremente de su propiedad» (Favela, 2003:1); también «abre la posibilidad de incorporar al desarrollo urbano tierra proveniente del régimen ejidal mediante diversos mecanismos: La adquisición de tierras parceladas en las que se adopte el dominio pleno, la aportación de tierras de uso común a una sociedad mercantil o civil, la expropiación y la donación.» (Favela, 2003:2). Como quiera que se haya dado, el reparto agrario y el apoyo al campesino productor ha estado condicionado a las políticas públicas definidas e instrumentadas por gobernantes que realmente conocen poco o nada de las necesidades de los campesinos, de los indígenas y en general de la población de bajos recursos, que los ha llevado a declarar concluido el reparto agrario. Uno de los resultados han sido los problemas en la irregularidad en la tenencia de la tierra, los relativos a límites Número 28 julio-agosto 2004 7 LA GACETA DE entre propiedades, comunidades o ejidos, y el apoyo discrecional a grupos o sectores que se han beneficiado de la corrupción. Más de una década después de que entraron en vigor las reformas de 1992, queda claro que no han respondido a algunas de las necesidades más sentidas de la población de bajos ingresos y que, por contrario, han sido funcionales a los requerimientos del sistema capitalista y de la economía global a la que se ha incorporado el país de manera precipitada sin considerar con detenimiento sus efectos, incluso los más visibles en la forma del empobrecimiento de amplios segmentos de mexicanos. De esta suerte, los agentes económicos privados han desplazado a los sectores populares en la apropiación y utilización del suelo, apoyados en la acción del Estado que les garantiza los beneficios de la producción, distribución y consumo del suelo con mecanismos institucionales y normativos que les dan prioridad sobre ciertas áreas (Huamán, 1998:14). Y no podía ser de otra manera cuando se aplican políticas neoliberales excluyentes por naturaleza, que no activan un desarrollo económico y social orientado a satisfacer las necesidades de los pobres BIBLIOGRAFÍA Alperovich, M. S. (1978), «La Guerra de Independencia y la formación de la nación mexicana», en Ensayos de Historia de México, México, Ediciones de Cultura Popular. Azuela, Mariano (1991), Los de abajo, México, FCE. Barrera Rodríguez, Raúl (2002), «¿Históricas coincidencias? 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