trasplante hepático por metástasis hepáticas
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trasplante hepático por metástasis hepáticas
TRASPLANTE HEPÁTICO POR METÁSTASIS HEPÁTICAS 14 Andrés Valdivieso Jorge Ortiz de Urbina INTRODUCCION El hígado es uno de los órganos más frecuentemente afectados por lesiones metastásicas. Hoy en día, la resección hepática sigue considerándose el tratamiento de elección de las mismas, presentando la mayor posibilidad de curación. A pesar de la notable mejoría en los métodos diagnósticos de imagen, en el manejo de estos pacientes en unidades especializadas y en la técnica quirúrgica, que permite resecciones más agresivas, el porcentaje de pacientes con posibilidades de resecciones “curativas” sigue siendo bajo. Desde un punto de vista oncológico, el trasplante hepático consigue un mejor tratamiento del tumor metastásico. Sin embargo, la inmunosupresión que conlleva hace que la recurrencia se produzca precozmente y de forma casi universal, asociándose a malos resultados a corto plazo para la mayoría de tumores, excepto en casos seleccionados. En los años 80 se utilizó el trasplante hepático como un intento de tratamiento para aquellos pacientes con metástasis no susceptibles de resección o que provocaban insuficiencia hepática, siempre que se excluyera la extensión extrahepática y que el tumor primario se hubiera tratado, o se tratara durante el mismo trasplante, con finalidad “curativa”, nunca paliativa. Todo ello, independientemente del tipo histológico del tumor primario. La mayor experiencia procede de la Universidad de Pittsburgh1 donde, entre 1981 y 1991, se realizaron 42 trasplantes hepáticos por metástasis hepáticas de diferentes orígenes. De ellos, 22 pacientes tenían metástasis de tumores neuroendocri- nos, 12 eran de adenocarcinomas digestivos (duodeno, colon, páncreas, vesícula), 7 de tumores estromales malignos (fundamentalmente leiomiosarcomas de estómago e intestino delgado), 1 de melanoma ocular y en 7 pacientes no se pudo localizar el primario. La mortalidad en los 3 primeros meses, fundamentalmente por sepsis, fue muy alta (23,8%), siendo mayor en el cluster (38,5%) que se realizó en 13 casos. La supervivencia a 1, 3 y 5 años fue, respectivamente, 59,5%, 36,4% y 24,2%, pero cuando se comparó en relación a los diagnósticos histológicos, la supervivencia de los tumores endocrinos era mucho mayor (45%) que en los demás casos, sobreviviendo 5 pacientes al menos 3 años. Por el contrario, los adenocarcinomas metastásicos del aparato digestivo y de la mama fueron los de peor comportamiento. La mayor parte de los pacientes fallecieron durante el segundo año por sepsis y/o recurrencia, apareciendo las recurrencias fundamentalmente en el primer año. También en Pittsburgh, Alessiani y cols2 publicaron 23 pacientes con metástasis hepáticas tratados exclusivamente con trasplante hepático tipo cluster, entre 1988 y 1992. En 14 pacientes las metástasis eran de tumores endocrinos, en 6 procedían de sarcomas gastrointestinales, 2 eran adenocarcinomas de páncreas y 1 adenocarcinoma de vesícula. Los pacientes con tumores endocrinos y sarcomas tuvieron mejor supervivencia a 3 años que los otros, 64% para los endocrinos y 44% para los sarcomas, frente al 20-25% de los otros. La recurrencia más frecuente fue para los sarcomas gastrointestinales (83%) pero con largas supervivencias (supervivencia media casi de 3 años, con una máxi173 ma supervivencia de 4 años), seguida de la de los adenocarcinomas de páncreas, colon y vesícula (75%) pero con una supervivencia media inferior al año. La menor recurrencia fue para los tumores endocrinos (45,5%) con una supervivencia media mayor de 3 años (máxima supervivencia 61 meses). La experiencia Europea fue también descorazonadora. Se trasplantaron 43 pacientes con metástasis hepáticas procedentes en 30 casos de carcinoma colorectal, en 4 de mama, 4 fueron de tumor carcinoide, 2 melanomas, 1 feocromocitoma, 1 sarcoma y 1 teratoma. La mortalidad el primer año fue 72%, la supervivencia a 2 años fue 14% y 0% a 5 años3. En 1995, Pichlmayr y cols4 presentaron otra serie con 20 tumores metastásicos, con mayor número de tumores endocrinos (11), 4 carcinomas de colon, 2 melanomas, 2 coriocarcinomas y 1 carcinoma de páncreas, presentando los tumores endocrinos una supervivencia a 5 años de 81,5% y de 0% a 3 años para las otras metástasis. En la serie de Cambridge5, presentan 8 pacientes con metástasis: 2 carcinomas de colon, 2 carcinoides, 1 leiomiosarcoma, 1 hipernefroma, 1 carcinoma de páncreas y 1 meningiosarcoma. De los carcinoides, 1 falleció de rechazo crónico y otro estaba vivo sin recurrencia a los 12 meses. Los otros 6 pacientes fallecieron en el primer año, el 50% antes de 3 meses por problemas del trasplante y el resto por recurrencia tumoral. En 1991, Penn, recogiendo el Registro de Tumores Trasplantados de Cincinnati con datos de trasplantes hepáticos de todo el mundo, presentó un total de 40 pacientes con metástasis hepáticas sometidos a trasplante hepático6. En 14 casos el primario era un tumor endocrino, en 10 era carcinoma de colon, 5 leiomiosarcomas intestinales, 3 carcinomas de mama, 1 meningioma, 1 neuroblastoma, 1 carcinoma renal, 1 cistosarcoma de páncreas, 1 hemangiopericitoma, 1 seminoma, 1 melanoma y 1 de primario desconocido. La supervivencia a 2 años, con y sin tumor, fue 38% y a 5 años 21%, todos con recurrencia. El 83% de los fallecidos lo fueron por su tumor. Las recurrencias ocurrieron en los 2 primeros años, y, a menudo, en el primer año. Para todo el grupo la recurrencia representó el 59%, pero fue del 100% para los carcinomas de mama, 70% para los de colon, 67% para carcinoides y 40% para leiomiosarcomas. La mayoría de las muertes por cáncer (81%) se produjeron dentro de los 2 años. 174 En UCLA7, entre 1984 y 1989, realizaron 3 trasplantes hepáticos por metástasis de 1 leiomiosarcoma de estómago, 1 adenocarcinoma de páncreas y 1 tumor neuroendocrino pancreático. El paciente con carcinoma de páncreas falleció a los 4 meses por metástasis pulmonares, el tumor neuroendocrino vivía 5 meses tras el trasplante y el leiomiosarcoma estaba vivo y sin recurrencia 70 meses después del trasplante. Estas series ponen de manifiesto que la recurrencia tumoral es la regla tras el trasplante hepático realizado por metástasis hepáticas, pero también que se han descrito supervivencias a largo plazo en diferentes tumores, fundamentalmente en los tumores endocrinos, por lo que el trasplante hepático tiene sus indicaciones en caso de metástasis, siempre que se haga una adecuada selección de los pacientes. Debido a los pobres resultados de estas series ha disminuido el número de trasplantes por metástasis en todo el mundo. En el Registro Europeo, desde 1988 a 1995, los trasplantes hepáticos realizados por metástasis representan el 9% de los practicados por tumores hepáticos, pero únicamente el 1% del total de trasplantes hepáticos llevados a cabo en este tiempo, frente al 3% del periodo 68-87. RESULTADOS DEL TRASPLANTE SEGÚN EL TUMOR PRIMARIO Vamos a revisar individualmente los resultados del trasplante por metástasis hepáticas en función del origen del tumor primario, para establecer finalmente, en función de los resultados descritos, las indicaciones de trasplante que hoy en día tienen vigencia. Metastasis de Carcinoma Colorectal Al inicio de los trasplantes hepáticos, las metástasis hepáticas de carcinoma colorectal que fueran inextirpables por su número, tamaño o hepatopatía de base, constituyeron la indicación más frecuente del trasplante hepático. Sin embargo, los resultados en todos los centros han sido desastrosos, con 0% de supervivencia a 5 años y 5% a 2 años, lográndose, en los mejores casos, un 20% a 2 años. La tasa de recurrencias es del 70%, generalmente dentro del primer año. Aunque se ha descrito una supervivencia de más de 4 años8, es anecdótico, falleciendo la mayoría en el primer año por sepsis o recurrencia tumoral1,2,4,5,7, por lo que el trasplante no parece una opción válida. Metástasis de Carcinoma de Páncreas, Vesícula, Mama Hay muy pocos descritos, pero con unos resultados catastróficos con supervivencias del 0% al año1,3,4-7, por lo que el trasplante hepático no tiene ninguna indicación en estos casos. Metástasis de Tumores Mesenquimales La experiencia no es muy grande con este tipo de tumores. En la mayoría de las series, la recurrencia es muy alta (40-80%) si bien la supervivencia, aún con recidiva, es también alta (alrededor de 3 años en la serie de Pittsburgh), describiéndose pacientes con supervivencias >4 años1,2,5-7. Sabemos que los leiomiosarcomas gastrointestinales son tumores que metastatizan preferentemente en el hígado (62% a diferencia de los retroperitoneales 16% y el 0,5% de los de las extremidades) y que tienden a recurrir también en el hígado (80%), por lo que la resección quirúrgica es el tratamiento de elección con supervivencias promedio de 30 meses9,10. Sin embargo, en la mayoría de los casos las metástasis son múltiples y bilobares por lo que no es posible la resección quirúrgica. Si tenemos en cuenta que la quimioterapia y radioterapia son muy poco eficaces en estos tumores y que la supervivencia de estos pacientes desde el diagnóstico es de aproximadamente 12 meses para aquellos cuyas metástasis no se pueden resecar9, podemos inferir que el trasplante puede tener indicación en este grupo de pacientes. Dentro de estos pacientes, habrá que seleccionar aquellos con mayor posibilidad de lograr mejorar su calidad de vida y su supervivencia, para justificar el riesgo y coste del trasplante y el uso de un órgano, por otra parte, escaso. Así, consideramos que puede estar indicado el trasplante en pacientes con leiomiosarcomas del tracto digestivo, a poder ser con bajo índice mitótico (menos agresivos), cuyo primario haya sido extirpado previamente con intención curativa, con un intervalo libre de tumor cuanto más largo mejor, y por supuesto, que no tengan extensión tumoral extrahepática. Metástasis de Tumores Neuroendocrinos Donde más experiencia y mejores resultados hay con el trasplante para el tratamiento de las metástasis es con los tumores neuroendocrinos. Los tumores neuroendocrinos son tumores poco frecuentes, difíciles de diagnosticar, que asientan en las células neuroendocrinas repartidas por el organismo, fundamentalmente del páncreas o del tracto gastrointestinal11. En general, siguen un curso indolente, incluso en presencia de metástasis, y se manifiestan por un efecto masa o, con mayor frecuencia, por síndromes clínicos derivados de la producción de hormonas biológicamente activas, bien por el propio tumor o por sus metástasis. Generalmente, producen más de una hormona, si bien una de ellas es la responsable de los síntomas. Los efectos clínicos de la hormona producida dependen de varios factores incluyendo la biología de la hormona, el tamaño del tumor, y la presencia o ausencia de metástasis hepáticas. Los síntomas más frecuentes son flush facial y diarrea en el tumor carcinoide, diarrea acuosa en el vipoma, erupción dérmica con diabetes en el glucagonoma, la hipoglucemia del insulinoma y el Zollinger-Ellison del gastrinoma. Existen un porcentaje de tumores (15-36%) en los que no se produce ningún tipo de manifestación clínica, a pesar de que se demuestra por inmuno- histoquímica la presencia de hormonas en el tejido tumoral. Son los llamados tumores neuroendocrinos no funcionantes12. En la mayoría de los casos, las metástasis se circunscriben al hígado, siendo generalmente múltiples y bilobares. Sin embargo, es rara la insuficiencia hepática, salvo en los estadios finales. Dado que el hígado metaboliza muchas hormonas gastrointestinales, aquellos tumores cuyas hormonas son metabolizadas por el hígado, como el carcinoide, requieren la presencia de metástasis hepáticas para producir sus síntomas, mientras que aquellos otros cuyas hormonas no sufren eliminación hepática, como insulinoma y glucagonoma, no necesitan las metástasis hepáticas para producir síntomas. La supervivencia a 5 años en pacientes con metástasis hepáticas sin tratamiento oscila entre 13 y 43%13,14. A pesar de esta lenta evolución tumoral, la calidad de vida de estos pacientes desde que se presentan los síntomas es frecuentemente pobre, por lo que es necesario algún tipo de tratamiento. 175 La resección hepática es el tratamiento de elección de las metástasis hepáticas, no solo para tratar los síntomas relacionados con la producción hormonal, sino también cuando están asintomáticos15. Sin embargo, en un alto porcentaje de casos (90%), las metástasis son múltiples y bilaterales y no es posible la resección completa16,17. No obstante, está indicada la resección parcial de las mismas, pues la citoreducción que se logra produce un alivio significativo y duradero de los síntomas en más del 80% de los pacientes, siempre que se extirpe el 90% de la masa tumoral14,17. La duración de la respuesta clínica es inversamente proporcional al tamaño de la lesión que queda tras la resección. Aunque la mayoría (77%) van a presentar recurrencias, la supervivencia a 5 años es de alrededor del 50%14,18, pero llega al 62% si solo consideramos aquellos con resección tumoral completa19. La serie más larga de resección hepática de metástasis neuroendocrinas es la de Nagorney17, en la Clínica Mayo, con 74 pacientes, la mayoría con resecciones parciales, en los que se logra respuesta sintomática en el 90%, con una mortalidad operatoria de 2,7% y una supervivencia a 4 años de 73%. Cuando no es posible la cirugía, ni siquiera citoreductora, o como complemento de ésta última, podemos utilizar otros tratamientos. Disponemos de: • análogos de somatostatina de larga duración20-23, solos o asociados a interferón (24), que se han demostrado eficaces en disminuir los síntomas y mejorar la calidad de vida, si bien no aumentan la supervivencia. La mayoría de los tumores neuroendocrinos responden al tratamiento con estos análogos de la somatostatina, aunque no sean somatostatinomas. • quimioembolización vía intraarterial. Las metástasis de estos tumores son hipervascularizadas, siendo su suministro vascular a partir de la arteria hepática. La quimioembolización arterial disminuye un 50% la masa tumoral y los marcadores tumorales, en alrededor del 80% de los pacientes25-28 pero con corta duración del efecto por el rápido desarrollo de colaterales. La supervivencia media es 24 meses. • quimioterapia sistémica, con distintos regímenes. También han demostrado eficacia en controlar los síntomas, con respuestas de hasta un 69% y duración de la respuesta de 176 hasta 20 meses29, pero la regresión tumoral no es uniforme13 y la corta duración de la respuesta y su toxicidad limitan su utilidad. Cuando se asocia con quimioembolización los resultados son mejores30,31 • crioterapia. Es eficaz para aliviar los síntomas pero no parece influir en la supervivencia32 • radiofrecuencia. Existe poca experiencia. Parece eficaz en mejorar los síntomas, en cuanto es capaz de destruir las metástasis, pero tampoco parece influir en la supervivencia33. Con estos tratamientos, la supervivencia a 5 años rara vez excede de 25-35%16. Si no es posible controlar los síntomas con ningún tratamiento o si se produce insuficiencia hepática puede estar indicado el trasplante hepático, siempre que se haya excluido extensión extrahepática y se haya conseguido una resección completa del primario. Una de las causas que se asocia con un pronóstico desfavorable tras el trasplante es la existencia de metástasis extrahepáticas, por lo que es imprescindible un exhaustivo estudio preoperatorio de despistaje.El lugar más frecuente de localización de metástasis tras el hígado es el hueso y, después, el pulmón. En esta evaluación pretrasplante, además de los estudios genéricos como la resonancia magnética y el Tac tóraco-abdominal, es imprescindible una Gammagrafía con octreótido, ya que es la técnica más sensible para detectar metástasis óseas y pulmonares de los tumores endocrinos34-36. En ocasiones, las metástasis se diagnostican antes que el tumor primario. En estos casos, habrá que intentar localizarlo para tratarlo antes o durante el trasplante. Si el primario no ha sido tratado previamente, existen dos opciones: • un tratamiento en dos tiempos, para tener seguridad de un tratamiento curativo del primario, tener tiempo para tratar y observar la evolución de las metástasis y disminuir las complicaciones del trasplante cuando se asocia a otra cirugía agresiva18,19,37 • tratamiento simultáneo del tumor y el trasplante, con resección en bloque para tratar el tumor en su conjunto1,2,38,39. Los estudios para localizar el primario dependen de los síntomas relacionados con la hormona producida. El diagnóstico es difícil y muchas veces no se puede localizar. La sensibilidad de los estudios diagnósticos más usuales, como endoscopia, Tac, resonancia magnética y arteriografia, es de 30-90%, dependiendo del tipo de tumor y localización23,40. La ecoendoscopia, recientemente introducida en nuestro medio, parece útil para los tumores pancreáticos por su alta sensibilidad41,42. Además de estos estudios, es fundamental el uso de una Gammagrafía con sustancias hormonales que sean captadas por las células tumorales. En este sentido, tenemos dos estudios particularmente útiles, en función del tipo histológico: • Gammagrafía con análogos de la somatostatina (octreótido o pentetreótido). Es la más utilizada. Eficaz para carcinoide, gastrinoma, glucagonoma, insulinoma, somatostatinoma, y carcinoma medular de tiroides, con una sensibilidad de 60-100%22,35,36,43. • Gammagrafía con MetaiodoBencilGuanidina (MIBG). Eficaz para carcinoides, feocromocitoma y paragangliomas, con una sensibilidad de 70-100%43. Actualmente, debido a su alta sensibilidad, se debería realizar siempre resonancia magnética o Tac-helicoidal, ecoendoscopia y Gammagrafía con análogos de la somatostatina, para localizar el primario y sus posibles metástasis23,44. Cuando no se localiza el primario y está indicado el trasplante hepático, se intentará localizar el tumor durante el acto quirúrgico, mediante palpación y, sobre todo, con la ecografía intraoperatoria que es una de las modalidades diagnósticas de mayor sensibilidad23,41,45. El trasplante va a paliar eficazmente los síntomas al disminuir la carga tumoral y con ello la producción de hormonas, lo que representa un gran avance para estos pacientes, que ya no tenían otra opción terapéutica. Pero, además, el trasplante puede llegar a representar una posibilidad de curación, para algunos de ellos. Las mayores series de trasplante hepático por metástasis de tumores neuroendocrinos son la de Le Treut38, que representa la serie francesa, y la de Lang39 de Hannover. La serie francesa38 presenta 31 pacientes con metástasis de tumores endocrinos trasplantados entre 1989 y 1994, realizando trasplante tipo cluster en 7 casos (Tabla 14.1). Las indicaciones fueron: síndrome hormonal 35%, dolor o afectación del estado general 35% y metástasis múltiples sin síndrome hormonal ni clínica en 26%. La recurrencia fue del 50%. La mortalidad perioperatoria del 19%, fundamentalmente por hemorragia o sepsis. En los cluster esta 177 TABLA 14.1 (continuacion) Trasplante hepático por metástasis hepáticas de tumores neuroendocrinos Nº Anthuber 49 4 Tipo Supervivencia 2 CC1 GG1 NF 1MSR:10d (Sp) 1MCR: 5m (Rec) MCR: 7m (Rec) MCR: 33m (Rec) Lang 39 12 3 CC1 VIP5 NP2 GT1GFRH 1VSR: 58m 1VCR: 48m 1MSR: 11d (CP) VCR: 84m 1VSR: 2m 2VCR: 70,43m 2MCR: 6m (Rec), 68m (Rec) 1VSR: 57m 1VCR: 53m VSR: 103m Letrout 38 31 15 CC7 GT1 GG8 NF 7VSR: 77, 70, 49, 37, 32,23, 21m 4VCR: 70, 70, 63, 23m 2MSR: 6d (FHP), 10m 2MCR: 2m (Rec), 41m (Rec) 1VSR: 10m 4MSR: 3, 16, 8 (RCr), 5m 2MCR: 30m (Rec), 39m (Rec) MSR: 12d (TP) 4MSR: 18d (Pct), 6d (Pct), 4m, 3m (Sp) 4MCR:6m(Rec), 51m(Rec), 17m(Rec),7m(Rec) Tipo tumor: NF=no funcionante; VIP=vipoma; CC=carcinoide; GG=glucagonoma; GT=gastrinoma; PP=polipéptido pancreático; PTH=hormona paratiroidea Supervivencia:d=días; m=meses; VSR=vivo sin recurrencia; VCR= vivo con recurrencia; MSR=muerto sin recurrencia; MCR=muerto con recurrencia Causa de la muerte (entre paréntesis): ReTx=retrasplante; FHP=fallo hepático primario; CGC=colangiocarcinoma; RCr=rechazo crónico; TP=trombosis portal; Rec=recurrencia; Sp=sepsis; CP: Insuficiencia cardiopulmonar; Pct=pancreatitis aguda mortalidad se elevó al 57%, falleciendo el resto de pacientes en los siguientes meses. La supervivencia media fue 30 meses (máximo 77 meses sin recurrencia). La supervivencia a 1, 3 y 5 años fue, respectivamente, 58%, 47% y 36%, con 17% de pacientes libres de tumor a 5 años (5 pacientes >60meses). Sin embargo, la supervivencia para el carcinoide fue mucho mejor, de 80% a 1 y 3 años, y 69% a 5 años. La serie de Hannover39 presenta 12 pacientes trasplantados entre 1982 y 1996, por metástasis de tumores neuroendocrinos (Tabla 14.1). Las indicaciones fueron: metástasis hepáticas irresecables, síndrome hormonal intratable, tumor grande con afectación del estado general y 1 caso de colangitis esclerosante secundaria a quimioembolización que desarrolló cirrosis biliar secundaria. El procedimiento del trasplante llevó asociado una extensa linfadenectomía hiliar. La mortalidad perioperatoria fue del 8,3%, la recurrencia del 64% y la supervivencia media de 55 meses (máximo 103 meses sin recurrencia). 178 Otras series con menor número de paciense muestran en la Tabla 14.1. Alsina47 en su trabajo, recoge otros 12 pacientes de diferentes autores con una recurrencia de 28,5% y una supervivencia del 50%. Douset19 presenta una mortalidad perioperatoria muy alta (44%), que atribuyen a la quimioterapia y cirugía previas. tes19,37,46-49, Aunque los resultados de las series son muy heterogéneos posiblemente por el pequeño número de trasplantes realizados y las distintas variedades de tumores endocrinos, se puede deducir que este tipo de tumores representan un grupo especial en relación al trasplante hepático pues a pesar de que la recurrencia tumoral es muy frecuente (45-65%), el tumor sigue manteniendo una evolución lenta. Además, estas recurrencias, fundamentalmente en hígado y hueso, responden a alguna de las opciones terapéuticas previas. Este comportamiento poco agresivo, permite conseguir no solo una buena calidad de vida para estos pacientes muy limitados por sus síntomas, sino también, una importante supervivencia a largo plazo e, incluso, la posibilidad de curación en limitados casos. La supervivencia a 5 años varía entre 50 y 80%, superior a la lograda con otros tratamientos. La presencia de ganglios positivos no excluye el trasplante46,48 pero sí parece estar grabado, a pesar de la realización de linfadenectomía regional, con un mayor porcentaje de recurrencias (39), por lo que en estos casos el trasplante tendrá un valor fundamentalmente paliativo, con una mejora de la calidad de vida. La morbimortalidad postoperatoria pude verse incrementada con respecto a la de los trasplantes por cirrosis, debido a la existencia de cirugía previa compleja o la realización simultánea de dicha cirugía, y al tratamiento previo con quimioterapia que les expone a complicaciones sépticas y a insuficiencia renal. Estas circunstancias hacen que la mortalidad el primer año sea alta, alrededor del 20%, aunque no por el tumor. No obstante, las series más recientes39 muestran mucha menor mortalidad, posiblemente relacionado con una mejor técnica y una menor inmunosupresión. No está claro si hay que tener en consideración la distinta histología de los tumores neuroendocrinos a la hora de indicar o no el trasplante. Parece existir diferencia en la supervivencia entre los carcinoides y otros tumores neuroendocrinos, a favor de los primeros19,38. Así, Le Treut y cols38 presenta una supervivencia a 5 años del 36%, pero debida fundamentalmente a los tumores no carcinoides, mientras que para los carcinoides solos la supervivencia a 5 años fue 69%. Este aumento de la supervivencia, a pesar de que estos tumores se asocian con un mayor número de recurrencias37, podría estar relacionado con el hecho de que la mayoría de los pacientes con tumor carcinoide fallecen por fallo cardiaco o fallo hepático, por lo que el trasplante no solo aliviará los síntomas sino que aumentaría la supervivencia de estos pacientes48. Sin embargo, en otras series no se ha apreciado diferencia en la supervivencia entre carcinoides y otros tumores neuroendocrinos2,37,39,49 Metástasis de Otros Tumores No existen más que comunicaciones de casos aislados de metástasis hepáticas de otro tipo de tumores (melanoma, hipernefroma, teratoma, coriocarcinoma, neuroblastoma,...)1,3,4,5 tratados con trasplante hepático, en general, con muy malos resultados, pero debido al pequeño número, tampoco se pueden deducir conclusiones definitivas ni categóricas. Merece la pena destacar un caso de hemangiopericitoma (sarcoma vascular) retroperitoneal que presentó metástasis hepáticas 8 años después de la resección del primario, que fueron tratadas con trasplante hepático por presentar hipoglicemias severas, y que se mantenía vivo 4 años después del trasplante, aunque con recurrencia tardía50. En cuanto a las metástasis hepáticas de tumores cuyo primario no se ha podido localizar, tiene interés el trasplante en función del tipo histológico. Si por el tipo histológico el trasplante está indicado, éste podrá llevarse a cabo, siempre que se hayan agotado otras posibilidades de tratamiento. INDICACIONES ACTUALES DEL TRASPLANTE POR METÁSTASIS HEPÁTICAS Salvo para los tumores neuroendocrinos, sigue existiendo gran polémica en el uso del trasplante hepático para tumores metastásicos debido a los pobres resultados, con alta recurrencia y baja supervivencia. La finalidad del trasplante es mejorar la calidad de vida y prolongar la supervivencia, por lo que el trasplante estará indicado si el riesgo asociado al mismo es bajo, la recurrencia tumoral es asumible y la calidad de vida y supervivencia logradas son mayores que las obtenidas con otros métodos. No obstante, la escasez de órganos debe ser un factor a considerar junto con los resultados. El uso de órganos subóptimos o el split se propuso inicialmente como un modo de suministrar hígados para estos pacientes, asumiendo una mayor morbimortalidad. Sin embargo, hoy en día estos órganos se utilizan habitualmente para las indicaciones no tumorales, por lo que no representan una solución. Quizás con el trasplante de donante vivo se amplíen los criterios, sobre todo para aquellos tumores en los que a pesar de saber que van a presentar recurrencia, obtengamos con el trasplante una calidad de vida y una supervivencia superior a la obtenida con otros tratamientos. Hoy en día, la mayoría de los centros de trasplante hepático realizan una estricta selección de los pacientes con metástasis hepáticas susceptibles 179 de trasplante, para trasplantar únicamente aquellos pacientes con mayores posibilidades de obtener buenos resultados. Nosotros consideramos que el trasplante no debe excluirse de entrada, y que cada paciente debe ser valorado individualmente, sopesando los pros y contras. En nuestro Centro hemos realizado 2 trasplantes hepáticos por metástasis de tumores neuroendocrinos: • tumor carcinoide de origen bronquial, previamente resecado, con múltiples metástasis hepáticas imposibles de resecar que le provocaban un síndrome carcinoide resistente al tratamiento médico (Fig. 14.1A y 14.1.B). Fig. 14.1B — Se aprecia hígado sano y tumor teñido por cromogranina. El paciente se encuentra vivo y libre de enfermedad a los 18 meses del trasplante. • PPoma no funcionante de origen pancreático, con duodenopancreatectomía cefálica previa, con múltiples metástasis hepáticas, resecadas en 2 ocasiones, que le provocaban afectación del estado general (anorexia, astenia, pérdida de peso, dolor) y empezaba a producirle insuficiencia hepática (Fig. 14.2A, 14.2.B y 14.2.C). El paciente se encuentra vivo y libre de enfermedad 6 meses después del trasplante Actualmente, en nuestra Unidad, consideramos indicado el trasplante hepático por metástasis, siempre que éstas no sean resecables y no exista extensión extrahepática, en los siguientes casos: Fig. 14.2A — Angiografía en paciente con trasplante de hígado por múltiples metástasis de PPoma no funcionante de páncreas. • tumores neuroendocrinos, previamente resecados, que presenten síndromes clínicos que no respondan a ningún tipo de tratamiento médico Fig. 14.2B — Imagen macroscópica de sección hepática de pieza de hepatectomía de paciente trasplantado por tumor neuroendocrino de páncreas no funcionante (PePoma). Fig. 14.1A — Metástasis hepáticas de carcinoide bronquial. CT hepático. 180 • tumores neuroendocrinos, previamente resecados, cuyas metástasis les provoquen insuficiencia hepática o importante afectación del estado general con respuesta previa a la quimioterapia, si bien, no hay protocolos definitivos ni resultados concluyentes, por lo que serán necesarios estudios prospectivos para valorar su eficacia. BIBLIOGRAFIA Fig. 14.2C — Metástasis hepáticas de PPoma no funcionante de páncreas. Se observa el hígado sano y el tumor teñido por cromogranina. • tumores neuroendocrinos, imposibles de localizar, con síndromes clínicos que no respondan al tratamiento médico, con insuficiencia hepática o con importante afectación del estado general, intentando localizar y resecar el primario durante el mismo acto quirúrgico • tumores neuroendocrinos, no resecados previamente, con clínica hormonal, insuficiencia hepática o afectación del estado general, siempre que se consiga la extirpación del primario con carácter curativo, durante el mismo acto quirúrgico. Si las metástasis hepáticas no producen síntomas, realizaremos únicamente la resección del primario y esperaremos la evolución de las metástasis como aconsejan otros autores18,19,37 • colangitis esclerosante postquimioembolización de tumores endocrinos • leiomiosarcomas del tracto digestivo, previamente resecados, con bajo grado mitótico o con largo intervalo libre de tumor desde la resección hepática En cuanto a las modalidades técnicas, el trasplante hepático solo, o asociado a cirugía exerética del tumor primario, es de elección, ya que el cluster está grabado con una alta mortalidad y no logra supervivencias a largo plazo38,51. Respecto a la inmunosupresión, no parecen existir diferencias en relación a la incidencia de recurrencia39. Debido a la alta tasa de recurrencias, se debería considerar el tratamiento quimioterápico postrasplante, especialmente en aquellos pacientes 1. Iwatsuki S, Tzakis A, Todo S, Selby R, Starzl TE. 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