Parashat Koraj 5773 Rosh Jodesh

Transcripción

Parashat Koraj 5773 Rosh Jodesh
Parashat Koraj 5773 Rosh Jodesh
Rav Eran Tamir
La controversia del ego
Muchas explicaciones fueron dadas en cuanto a la diferencia fundamental entre una
controversia por la buena causa y la que no lo es. Una de las más básicas es la explicación de
Rabí Ionatan Ibshitz en su libro “Iaarot Dvash” (Iaarot Dvash 2:8), y así dice él: “De esta forma
se sabrá qué tipo de discusión se trata y quiénes son los que se pelean – si aparte del punto en
que tienen diferencia de opiniones ellos se aman con todo el corazón, eso es señal que su
controversia es por la buena causa. Pero si son enemigos y guardan rencor el uno contra el otro
a raíz de su polémica – no es por la buena causa”.
Entonces, una discusión por la buena causa es en el plano de las ideas, que no llega al plano de
los corazones. Pero una controversia que no es por la buena causa, no se quedará en una
discusión de ideas, sino que también dañará los corazones, hasta llegar al odio y el rencor entre
la persona y su prójimo.
¿Por qué? Cuando la controversia es por la buena causa, la persona se excluye a sí misma y sus
intereses propios. Él se convierte en un medio, un instrumento para el ideal, para el valor que se
encuentra por encima suyo y por el cual él discute. En esa situación ideal la persona se
convierte en emisario del valor y el ideal, y por ello su “yo” material, sus sentimientos, no son
mezclados en la controversia. En contraste, cuando la discusión no es por la buena causa y la
persona es impulsada por “el amor a sí mismo y su honor” (Malbi”m), él se siente involucrado
desde la planta de sus pies hasta la punta de su cabeza en el asunto, y ya no es objetivo,
colmado de intereses propios, y su ego material y toda la carga de sentimientos se transforman
en la parte central de la controversia. Por ello, muchas veces no habla directamente del punto de
diferencia de opinión, sino que aflora toda su carga sentimental que está mezclada en la disputa.
La controversia del “yo” no es una discusión por la buena causa, y ella surge muchas veces, y
de ella debemos limpiarnos. Y entonces se cumplirá en nosotros “toda controversia que es por
la buena causa, finalmente quedará” – la controversia continuará existiendo, porque es auténtica
y es necesaria para la corrección del mundo. Amén.
Rav Shlomó Aviner
Yo amo a mi Rav
Yo amo a mi Rav. ¿Por qué? No se, pero de momento que lo amo, y él edifica mi vida, no me
hago muchas preguntas.
Y realmente, cuando pienso en él, no encuentro nada especial, nada notorio, nada brillante. Él
es un Rav común. A veces me encuentro con algún Rav que sabe hablar muy hermoso, que
escribe muy bello, que impresiona ' y me maravillo de él. Pero es sólo por un momento, y
rápidamente vuelvo a mi Rav. Porque él es mi Rav, justamente por ser común y corriente.
Más de lo que él influye para bien en mí con lo que dice y lo que escribe, yo soy influido por su
personalidad, porque es una persona recta y buena, una persona temerosa de D’s, una persona
kdoshá (santa). Es cierto que me han explicado que kdushá es un nivel que alcanzan sólo unos
pocos – en el último capítulo del libro “Mesilat Iesharim” – entonces me corregiré, no diré que
es una persona kdoshá, diré que a mis ojos él es kadosh.
No tiene ideas brillantes, innovaciones fantásticas, todo él es tradicional, repite las ideas
conocidas - pero me es bueno con ello. No diré que es inteligente – realmente es muy
inteligente, pero no un inteligente que hace revoluciones, sino que sabe cómo trasmitirme en
forma fidedigna lo que recibió de su Rav, y su Rav de su Rav, hasta nuestro Rav Moshé que
recibió de D’s. Y eso es todo lo que yo necesito.
Porque mi Rav tiene una personalidad maravillosa. Por supuesto, no soy capaz de profundizar a
lo recóndito de su ser, pero no se me puede engañar. Yo lo he visto en todo tipo de situaciones:
En negocios, cuan recto y fiel es. En la familia, cuán esposo y padre sensible es. En la comida,
cuán bien come, sólo lo que alimenta, comida sencilla y sólo lo suficiente. Y entonces me es
cómodo escuchar sus clases, porque se que lo que enseña es realmente él. Yo veo que mi Rav
no sólo estudia Torá, él mismo es Torá, su raciocinio es Torá, su sentimiento es Torá, su ser es
Torá – y entonces me calienta el corazón, me alumbra mi entendimiento. Él me calienta, me
alumbra, muchas gracias mi D’s, que me has dado ese Rav, a mí, a mi querida esposa y mis
queridos hijos.
Reconoceré la verdad, me llevó tiempo entender eso. No tengo la culpa, yo soy como todos, soy
un prisionero de la prensa, de la opinión pública, por ello apreciaba sólo los Rabanim (Rabinos)
que son bien vistos en la prensa. Pero, gracias a D’s, lo logré, y sobre todo gracias a mi esposa,
logré salvar mi pensamiento de la esclavitud de la prensa, y comencé a valorar a mi Rav, valorar
y amar.
Pero debo reconocer la verdad, no todos lo aman. O para ser más exactos, no todos siempre
están conformes con lo que dice. Pero, ¿qué culpa tiene él? Él dice lo que D’s dice, ¿acaso
falsificará la Torá para caer en gracia a los ojos de los demás? Yo también a veces me enojo por
lo que dice, pero rápidamente me repongo, sobre todo gracias a mi esposa. Y comprendo que si
yo siento oposición, no es porque la Torá no es correcta, sino que yo no soy correcto – y
entonces me vuelve la paz interior.
Pero no se equivoquen, él no imparte órdenes, él no es paternalista, él no es vanidoso, él sólo
trasmite la palabra de D’s con entereza. Esa es la palabra que buscaba: Integridad. Mi Rav es
íntegro. No siempre en el sentido de ser inocente, ya que les he dicho que es inteligente, sino
que en el sentido de fe íntegra.
No, él no es vanidoso, por el contrario, él es un esclavo, un esclavo que se vendió a los demás,
como leí una vez respecto al Rav Kuk que firmaba: Esclavo del pueblo kadosh en la tierra
kdoshá. Cuando necesito a mi Rav, ya sea de día o de noche, para algo sin mucha importancia o
algo muy importante, él está aquí.
Mi Rav no es una persona exitosa en el sentido socio-económico. No le baten palmas, no lo
alaban en alta voz, no le dedican titulares en el diario, no ven su foto en las pantallas – por el
contrario, muchas veces lo hacen a un lado, pero él continúa sin miedo de nada ni de nadie, dice
sus palabras del corazón, ¡cuánto lo amo!
Por ello, decidí escribirle una carta. Mi esposa me ayudó a redactarla:
A nuestro Rav, shlit”a (que sea merecedor de largos años de vida):
Profundas gracias por toda la abundancia espiritual que somos merecedores de recibir del Rav.
Cada palabra que el Rav escribe, cada charla, cada clase que el Rav imparte, lo leemos con
devoción y lo escuchamos con placer y lo estudiamos.
Intentamos mejorar nuestro camino a la luz de las palabras que nos influyen para bien, y sobre
todo a la luz de su personalidad que irradia, que alumbra, colmada de bondad y temor a D’s.
Su personalidad impregnada de recato y humildad, de sabiduría de corazón y recto raciocinio,
nos enseña capítulos enteros del cultivo de las virtudes, de fe, de rectitud y bondad. Las palabras
que usted escribe son tan refinadas y depuradas y orientadas a la verdad Divina, que a veces es
impresionante leerlas, por su profunda potencia y su cercanía a D’s.
Bienaventurado soy y bienaventurada es mi familia, y bienaventuradas son las personas de mi
ciudad y de mi país, y los judíos en todo lugar que se encuentran, que han conocido un tzadik
(recto) e íntegro, piadoso y recto como usted.
Gracias por el sacrificio infinito.