avances - Asepeyo
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A VANCES enTraumatología, Cirugía Ortopédica Rehabilitación, Medicina Preventiva y Deportiva VOLUMEN 37 FASCÍCULO 1 2007 Vol. 37, nº 1 A VANCES en Traumatología, Cirugía Ortopédica, Rehabilitación, Medicina Preventiva y Deportiva Fundador Dr. Juan Ballester Peris † Coordinador de la revista Dr. Lluis Roger Berenguer PUBLICACIONES NACIONALES TÉCNICAS Y EXTRANJERAS, S.A. [email protected] Edición Sant Cugat www.puntex.es Director Dr. Miquel Ferrán Olivé Asesoría Científica Oficina Central: Padilla, 323 08025 BARCELONA (España) Tel.: 934 462 820 Fax: 934 462 064 Comité de Redacción Delegación: López de Hoyos, 168 1ºD ext. 28002 MADRID (España) Tel.: 915 103 460 Fax: 915 102 255 Presidente Ramon Martín [email protected] Marketing Elisabeth Martín [email protected] Directora General Yolanda Martín [email protected] Gerente Elisabeth Martín [email protected] Publicidad Elia García [email protected] Jordi Hernáez [email protected] Miguel Navarrete [email protected] Económico Financiero Àngela Pallarès [email protected] Redacción Raúl Sanahuja [email protected] Producción y Logística Andreu Petchamé [email protected] Diseño y Maquetación Patricia Oliveras [email protected] Tecnología de la Información y Comunicación - TIC Alberto Martín [email protected] Coordinación Montserrat Terrado [email protected] Consejo Territorial Convention Bureau Organizadores de Exposiciones Asociación Europea de Editores de Anuarios y bases de datos Col.legi de Publicitaris i Relacions Públiques de Catalunya Dr. Josep Barrachina Pérez Dr. Aureliano Montiel Giménez Dr. José Mª. Aguilera Vicario Dr. Miquel Gifreu Sánchez Dr. Joaquím Raventós Paucirerol Dr. Lluis Torruella Guila Aragón: Dr. Félix Pastor Loscertales Cantabria: Dra. Mercedes Cobo Fernández Comunidad Valenciana: Dr. Vicente Almer Llopis Illes Balears: Dr. Antonio Llabrés Cursach La Rioja: Dr. Epifánio J. Sánchez Marquijano Navarra: Dr. José Luis Sinués Martín País Basco: Dr. Ramón Mora Fernández Director Dr. Miguel García Munilla Comité de Redacción Publicación autorizada por el Ministerio de Sanidad como Soporte Válido. Ref. S.V.R. 422. La Dirección de la Revista no acepta responsabilidades derivadas de las opiniones o juicios de valor de los trabajos publicados, la cual recaerá exclusivamente sobre sus autores. Esta publicación no puede ser reproducida total o parcialmente por ningún medio, sin la autorización expresa por escrito de los editores. Redactor Jefe: Secretario: Vocales: Edición Coslada Asesoría Científica Impreso en: EPS Depósito legal: B-7461/85 ISSN: 0214-4077 Prof. Enrique Cáceres Palou Dr. Josep Comellas Alabern Dr. Fernando Granell Escobar Consejo Territorial Dr. Luis Alcocer Pérez-España Dr. Rafael Cruz-Conde Delgado Prof. Antonio López Alonso Redactor Jefe: Dr. Miguel Arilla Castilla Secretario: Dr. Jorge Omaña García Vocales: Dr. Jesús Castaño Lloris Dr. Ricardo Rodríguez de Oya Dr. Cristóbal Rodríguez Hernández Dr. Javier Zamora Vicente de Vera Andalucía: Dr. Manuel Ruiz del Portal Canarias: Dr. Rafael Vega Cid Castilla-La Mancha: Dr. Pedro Carrillo Gómez Castilla-León: Dr. Jesús Sánchez García Extremadura: Dr. Diego Cachero Bernández Galicia: Dr. Javier Pombo Prieto Murcia: Dr. Rafael de Mena Sarrió VOL. 37, nº1 2007 SUMARIO Nuestros Clásicos Revisión Revisión Revisión Revisión Caso Clínico Caso Clínico Caso Clínico Caso Clínico TRATAMIENTO DE LOS TRAUMATISMOS OSTEOLIGAMENTARIOS DEL TOBILLO J. Borrell Pedrós A. Henríquez Lluch J. Ballester Peris 008 FRACTURAS PRETROCANTÉREAS DE CADERA TRATADAS MEDIANTE CLAVO DYAX F. Almeida Herrero R. López Lozano A. Silvestre Munoz I. Montón Martínez 038 DESPLAZAMIENTO DE LA CABEZA DEL PERONÉ EN LA OSTEOTOMÍA TIBIAL VALGUIZANTE M.T. Campos Polo M. Quiles Galindo 043 ENCLAVADO ENCERROJADO EN LAS FRACTURAS DIAFISARIAS DEL HÚMERO A. Montiel Jiménez J. Omaña García F. Granell Escobar S. Gallardo Villares C. Guinot Saera 047 TRATAMIENTO DEL SÍNDROME DEL TÚNEL CARPIANO RECURRENTE MEDIANTE RECUBRIMIENTO VENOSO I. Proubasta L. Trullols C. Lamas J. Itarte S. Llagostera 054 TRATAMIENTO DE LA INESTABILIDAD ATLOAXOIDEA MEDIANTE LA TÉCNICA DE HARMS-MELCHER. A PROPÓSITO DE UN CASO Y REVISIÓN DE LA LITERATURA R. Plaza-García A. Combalia-Aleu J. Berenguer R. Sanmartí 059 LIPOMATOSIS SINOVIAL. CASO CLÍNICO F. Bergillos Gasión J. Casas Gimeno J. Martín Pla 062 LUXACIÓN ANTERIOR TRAUMÁTICA BILATERAL DEL HOMBRO EN PACIENTE GERIÁTRICO. A PROPÓSITO DE UN CASO E. López-Anglada J. Herrero Cabeza D. Alonso Álvarez J. Paz Aparicio J. Paz Jiménez 065 OSTEOCONDROSIS BILATERAL DE CABEZA RADIAL. CASO CLÍNICO D. Popescu P. Álvarez G. Bori G. Steinbacher R. Cugat J. Riba 067 INSTRUCCIONES PARA LOS AUTORES A VANCES en Traumatología, Cirugía Ortopédica, Rehabilitación, Medicina Preventiva y Deportiva Los trabajos han de ser inéditos, serán enviados a: Revista AVANCES en Traumatología, Cirugía, Rehabilitación, Medicina Preventiva y Deportiva. También deberán constar de entre 3 y 6 «Palabras clave», por su utilización en los índices bibliográficos internacionales. • Dr. Lluis Roger Berenguer Hospital ASEPEYO Sant Cugat Avda. Alcalde Barnils, s/n. 08190 Sant Cugat del Vallès (Barcelona) La bibliografía se ordenará alfabéticamente, numerándose las citas de modo consecutivo. Todas las referencias bibliográficas serán citadas en el texto, con su numeración correspondiente. Si la referencia es de un libro; Autor(es), título, volumen (si la obra consta de más de uno), número de edición (si es otra que la 1ª), editorial, ciudad, año y páginas de la cita. • Dr. Miguel García Munilla ASEPEYO Coslada-Madrid Joaquín de Cárdenas, 2 28820 Coslada (Madrid) La Revista AVANCES en Traumatología, Cirugía, Rehabilitación, Medicina Preventiva y Deportiva publicará: a) artículos originales; b) revisiones; c) notas clínicas. Los artículos originales serán sometidos a revisión por el Comité de la Revista que informará al autor de su aceptación o de su devolución, indicando en este caso las causas que motivan su no publicación. Los manuscritos deberán ser enviados mecanografiados a doble espacio en DIN-A4, por una sola cara, y dejando amplios márgenes; las páginas serán numeradas correlativamente y llevarán en la cabecera el nombre del autor. En la primera página se hará constar: Título, nombre del autor (es), Hospital o Institución académica, dirección y teléfono. 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EDITORIAL Permitid que escriba este editorial movido por cierta nostalgia y por el agradecimiento. era uno más de los dedicados a esta difusión a través de nuestra revista. En este número se recoge en Nuestros Clásicos la reedición del artículo “Tratamiento de los traumatismos osteoligamenterios de tobillo” suscrito por los doctores Borrell, Henríquez y Ballester, que tal como comenta el doctor Granell eran lesiones frecuentes y muy habitualmente tratadas ortopédicamente, mientras que los mencionados autores preconizaban el tratamiento quirúrgico bajo las premisas de la reducción anatómica, movilización precoz y restablecimiento funcional. Mientras por otra parte está el Dr. Granell, que forma parte de la tercera generación de los traumatólogos de aquel Instituto, ahora traspasado al Hospital de Sant Cugat donde forma parte de la Unidad de Osteosíntesis, y justo en medio queda este coordinador de la revista enlazando unos con otros, recibiendo en su día y viendo con satisfacción la sucesión de esta labor de aprender y transmitir el conocimiento reflejado por el comentarista. No voy a extenderme en comentar el artículo que eso ya lo hace el doctor Granell, sino que deseo destacar a los autores que fueron mis maestros en la osteosíntesis que se preconizaba como método de elección en el Instituto ASEPEYO de Barcelona, donde se celebraron un sinnúmero de cursos orientados a la formación y difusión de los principios y técnica quirúrgica de la osteosíntesis, y donde este artículo Pienso entonces en la situación de los muchos profesionales que en cada hospital han establecido el eslabón de la cadena generacional respectiva, y estoy seguro que juntos, podemos agradecer todo lo que nos enseñaron nuestros predecesores y mantener vivo el entusiasmo por la docencia. Dr. Luis Roger Berenguer Coordinador de la revista VANCES ATraum 7 Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo* NUESTROS CLÁSICOS J. Borrell Pedrós, A. Henríquez Lluch, J. Ballester Peris *Artículo publicado en el vol. 1 nº2 del 2º trimestre de 1971 de nuestra revista “Traumatología, Cirugía y Rehabilitación” Tratamiento de las fracturas del tobillo Las fracturas del tobillo se pueden dividir en tres grandes grupos: I. Lesiones osteoligamentarias del sistema de contención. Son las que provocan una lesión anatomofuncional de la pinza maleolar, llamadas fracturas maleolares. II. Fracturas que comprometen el sistema de apoyo o techo de sostén supraastragalino. Se las ha llamado clásicamente fracturas del pilón tibial. III. Fracturas mixtas en las que están asociados ambos tipos de lesión. I. Fracturas maleolares Conceptos fisiopatológicos previos El normal juego articular del tobillo se basa en las relaciones existentes entre el astrágalo, en situación central y casi libre dentro de una caja (Penrose)20 elástico-restrictiva, formada por las superficies articulares de la llamada mortaja o pinza tibioperoneal, el calcáneo y el escafoides, cuyos elementos están unidos por un sistema ligamentario que confiere al sistema el grado de 8 elasticidad necesario para la mecánica normal, pero que, al mismo tiempo, ejerce una acción restrictiva sobre los diversos movimientos de aquel hueso central desprovisto de inserciones musculares, tiende a presionar unas áreas y a poner otras en tensión. Tales presiones y tracciones (verticales, transversales, oblicuas y rotatorias), ejercidas especialmente en valguismo y sobre todo en la marcha y con preferencia sobre determinadas áreas, deben ser absorbidas por el citado sistema elástico. Cuando estas presiones y tracciones sobrepasan determinado dintel, se producen las fracturas maleolares en las que lógicamente el estrágalo muestra tendencia a luxarse, tendencia que en circunstancias normales es evitada por la integridad de la pinza maleolar. Los estudios de Fischer5, Eberhard e Inman 4 , Weber 25,26 , Barnett y Napier1 etc. han permitido llegar a las siguientes conclusiones: a) Durante la primera mitad de la fase de apoyo del paso, el astrágalo tiende a proyectarse contra el ángulo tibio-peroneal; con ello se pone en tensión la sindesmosis tibioperonea y el pie tiende a valguizarse. Esta fuerza de valguización y proyección superoexterna es compen- 37/1 2007 - Págs. 8 a 37 sada normalmente por la tensión del ligamento deltoideo y los supinadores. Precisamente, en la flexión plantar que en este momento del paso se está realizando, el eje transversal del astrágalo cambia de posición, descendiendo a causa de la forma del hueso, de manera que el eje de rotación incide en ángulo recto sobre la cara articular externa del astrágalo. Con todo ello nos permite saber que durante la fase de apoyo, el maléolo peroneal hace de pilar de sostén. Por eso precisamente en el tratamiento de las fracturas del tobillo, es primordial una exacta y sólida reparación del maléolo peroneal, sin la cual no es posible asegurar un buen cierre de la mortaja, alterándose las relaciones presionales normales con una clara repercusión articular que, en una fase más avanzada, conducen a una artrosis. b) En las fracturas del peroné se altera la articulación tibioperonea, aun en los casos en que los ligamentos permanecen intactos. Esto es debido a que el fragmento distal tiende a ascender, rotar y desplazarse hacia afuera y bascular hacia atrás. Al ascender el peroné, como sea que se ensancha en su parte o segmento inferior, deja de adaptarse a la cavidad articular correspondiente a la tibia, para cabal- J. Borrell Pedrós, et al gar sus bordes y con ello la mortaja tibial se ensancha. Por otra parte, en el plano frontal, la superficie articular del maléolo externo no está en el mismo plano del eje longitudinal del peroné, sino en un plano que es valgo con respecto al anterior. Por lo tanto, si el peroné asciende, la superficie articular se separa hacia fuera, y esto constituye otra causa de ensanchamiento de la pinza maleolar. c) Si el peroné después de una fractura ha consolidado con acortamiento (Bherlinzom)2 debido al ensanchamiento citado, el desplazamiento del astrágalo hacia el ángulo superoexterno rebasa los límites de la normalidad, sobre todo si el ligamento deltoideo está elongado o si el maléolo tibial es insuficiente, o tras una fractura tiene una consolidación viciosa. Y aun en caso de normalidad de estas dos últimas estructuras, quedan sometidas a una tracción anormal, causa de molestias, insuficiencias, edemas, etc. Estos hechos son los que en otro aspecto tienen influencia, además de las conocidas interposiciones de partes blandas, en la producción de seudartrosis del maléolo interno. d) Como hemos dicho, el fragmento distal de las fracturas peroneales tiende a rotar hacia fuera y a bascular hacia atrás, lo primero por la tracción de los peroneos, y lo segundo por la acción del ligamento tibioperoneal posterior que actúa como un gozne, mientras el proximal se mantiene en posición por la membrana interósea. Estas alteraciones anatómicas tienden a producir una incongruencia articular y artrosis. En determinadas fracturas (supinación-aducción) (Weber)27-32 el peroné puede consolidar con alargamiento, causa de basculación del astrágalo en varus. e) La acción dinámica del lado opuesto de la pinza no es despreciable. Efectivamente, de una parte el ligamento deltoideo tiende a impedir un mayor desplazamiento externo del astrágalo, como se demuestra por el hecho de que con el VANCES ATraum maléolo peroneal ausente el desplazamiento es de 2 mm si el ligamento deltoideo está intacto y de 7 mm si está roto. Por otra parte, en la primera mitad del apoyo de marcha, si el ligamento deltoideo o el maléolo interno están rotos, la tendencia a la luxación en valgus del astrágalo es mayor y, por lo tanto, es anormal su repercusión presional sobre el ángulo superoexterno de la mortaja, así como la tensión a la que se somete la sindesmosis. f) Como vamos viendo, el sistema ligamentario tiene en la dinámica del tobillo tanta importancia como el óseo; de aquí la estrecha vinculación entre las lesiones óseas y ligamentarias y sus consecuencias (Lange-Hausen)9-15. Los ligamentos sindesmóticos y la membrana interósea mantienen las dimensiones transversales normales de la pinza, pero permiten cierto grado de movilidad por su elasticidad. Efectivamente, en la dorsiflexión del pie, debido al aumento de longitud del eje transversal del astrágalo en su parte anterior, la sindesmosis permite un ensanchamiento de la pinza, por lo menos de unos 2 mm. Por otra parte, la flexibilidad de la sindesmosis permite que el peroné pueda moverse en los planos anteroposterior, rotatorio y vertical (Weber) 26. Como corroboro de lo anterior, se comprende que, en el tratamiento de las lesiones que comprometen la sindesmosis, habrá de poner cuidado en no comprometer su elasticidad, que es consubstancial con su función. g) Por lo que se refiere al ligamento lateral externo, la rama peroneo astragalina anterior es la que con mayor frecuencia se lesiona, mientras la rama peroneo calcánea o central es como una cuerda comparable al ligamento lateral externo de la rodilla, se relaja en la flexión plantar y se tensa en la dorsiflexión; como es lógico tiende a lesionarse en los mecanismos de inversión, pero su lesión es menos frecuente. h) Ya hemos comentado la importancia del ligamento deltoideo como restrictivo de la proyección postero- externa del astrágalo. Estos breves conceptos ponen en evidencia la absoluta necesidad de una restitución anatómica total y exacta en las lesiones traumáticas del tobillo, en las que hay que tener presentes las lesiones ligamentarias, además de las óseas. Anatomía patológica El conocimiento anatomopatológico de las fracturas en general y, en particular, de las que nos ocupan, es indispensable para realizar el tratamiento con una técnica correcta, bien sea la táctica ortopédica o quirúrgica. Por otra parte, como sea que el tratamiento no solamente implica un simple gesto técnico sobre el esqueleto, sino también sobre los ligamentos, el conocimiento anatomopatológico debe extenderse a ambos aspectos. Finalmente, si tenemos en cuenta que cualquier táctica o técnica pueden ser modificadas por alteraciones del resto de las partes blandas, se comprende que el completo conocimiento anatomopatológico de cada caso va a ser indispensable para emprender cualquier tipo de tratamiento. En este concepto previo se apoya el interés de las clasificaciones y se explica que éstas hayan seguido clásicamente un criterio anatomopatológico casi estricto, o bien un criterio genético del que forzosamente derivan unas características morfológicas determinadas. No obstante, forzoso es admitir con Letournel16 que, entre los cuadros esquematizados en las diferentes clasificaciones, existen siempre formas de transición que crean un gran número de variantes. En este aspecto creemos que una de las clasificaciones que más apura y esquematiza con criterio quirúrgico las distintas formas posibles, es la tantas veces reproducida y bien conocida de Weber26. Entendemos que si bien es importante lograr la clasificación de cada fractura en el cuadro de otra preestablecida, sobre todo es preciso estudiar detenidamente cada caso a fin de esta- Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 9 blecer para el mismo, de modo singular, sus particulares características, en todos los aspectos que hemos citado. Solamente así, sobre todo cuando es la terapéutica quirúrgica la escogida, estaremos preparados para realizar una técnica correcta. Estudio anatomopatológico sistemático Maléolo interno (fig. 1) Fig. 1. Esquema de los diferentes tipos de lesiones traumáticas del tobillo. El maléolo interno puede presentar una fractura aislada o asociada a otras lesiones. 1) Como lesión aislada a) Se observa casi exclusivamente debida a traumatismos directos. En estos casos la línea de fractura es horizontal14. 2) Asociada a lesión ligamentaria aislada Hay ruptura del ligamento peroneocalcáneo o peroneo astragalino anterior4 junto a una fractura del ma- 10 léolo interno cuyo trazo de fractura es oblicuo13; se produce en mecanismos de supinación-aducción. 3) Asociada a lesiones óseas y ligamentarias a) Asociada a una fractura peroneal por arrancamiento, en mecanismos de inversión3. La superficie de fractura es oblicua, tendiendo a la verticalidad en relación directa con la intensidad del traumatismo que proyecta más vivamente el borde astragalino sobre el ángulo maleolar interno12. Cuando esto ocurre, la fractura maleolar externa es cada vez más alta2 e incluso puede ir asociada a una fractura marginal posterior11. b) En las fracturas por mecanismos de abducción-pronación, el trazo fracturario es horizontal, ya que se producen por arrancamiento, y pueden estar situadas a distintos niveles14. Estas fracturas se encuentran sistemáticamente asociadas a lesiones en el lado opuesto: fracturas peroneales espiroideas u oblicuas a distintas alturas a partir del área de la sindesmosis1,5,6; en estas fracturas con gran componente de abducción pronación puede asociarse también un fragmento marginal posterior importante10. A veces, en vez de la ruptura de la sindesmosis se asocia una fractura del tubérculo de Tillaux-Chaput8. d) Por último, hemos de señalar, que el maléolo interno está sujeto a una irrigación precaria (Kelikian)8 que aun empeora por la sección de los vasos a nivel de la línea de fractura. Maléolo externo (fig. 1) 1) Fracturas aisladas a) Por mecanismos de aducciónsupinación puede producirse una fractura aislada por arrancamiento, con superficie fracturaria horizontal y fragmento de tamaño variable2,3, pero cuya cara superior nunca rebasa la interlínea articular. b) Por mecanismos de pronaciónaducción. En estos casos la fractura está al nivel de la sindesmosis y su curso es oblicuo hacia arriba y atrás1. 4) Otras características En las fracturas del maléolo interno es preciso tener en cuenta, además, las siguientes características: 2) Fracturas asociadas a lesión ligamentaria a) Se producen por mecanismos de pronación-abducción. Son fracturas de tipo oblicuo, a nivel de la sindesmosis1 a las que se asocia la ruptura del ligamento deltoideo15, y la más o menos completa del ligamento anterior de la sindesmosis8. b) Por mecanismos similares a los anteriores, con gran componente de eversión-abducción, puede producirse una fractura por encima del nivel de la sindesmosis de línea oblicua hacia abajo y adentro5,6. Van inevitablemente unidas, cuando sólo se aprecia esta lesión ósea a una ruptura del ligamento lateral interno15 y de la sindesmosis8. a) La posible interposición de fragmentos cartilaginosos entre las superficies fracturarías oblicuas o verticales. b) En las fracturas más o menos transversales, el maléolo tiene tendencia a desplazarse hacia delante por acción del tibial posterior. c) En las fracturas de trayecto transversal hay gran tendencia a la interposición de periostio en el foco de fractura. Con rareza se observa una interposición del tendón tibial posterior y muy rara vez la de vasos o nervios. 3) Fracturas asociadas a lesiones óseas y ligamentarias a) Por mecanismos de aducciónsupinación pueden producirse fracturas por arrancamiento, con fragmento de tamaño variable y línea fracturaria transversal, que nunca rebasa el límite inferior de la sindesmosis2,3. Estas fracturas pueden presentarse asociadas a fracturas oblicuas o verticales del maléolo interno12,13 y a veces a un fragmento posterior11. b) Por mecanismos de pronaciónabducción puede presentarse una J. Borrell Pedrós, et al fractura peroneal a nivel de la sindesmosis, oblicua hacia arriba y atrás 1 , junto con fractura del maléolo interno14 de un fragmento marginal posterior de pequeño tamaño y de la sindesmosis8. En las fracturas yuxtaarticulares queda siempre un fragmento diafisario unido a la tibia por el ligamento tibioperoneal anterior (Letournel)16. c) En los mecanismos con gran intensidad de eversión-abducción puede observarse una fractura peroneal por encima de la sindesmosis5.6 de plano oblicuo hacia abajo y adentro, a veces con un tercer fragmento, asociadas a un arrancamiento maleolar interno14, a un fragmento marginal posterior 10 y a una ruptura de la sindesmosis8 o bien, en vez de esto último, a un arrancamiento del tubérculo marginal anterior (fig. 2). d) En las fracturas altas, mitad, tercio superior o cuello de peroné (fractura de Maisonneuve) hay una ruptura constante de la sindesmosis y de la membrana interósea, con díastasis de la pinza7,8,14,15. e) Otras asociaciones fracturarias más raras son la de Pearson19 (fractura maleolar externa y fractura de Jones) y la de Murr18 (luxación de los peroneos y fractura marginal del maléolo externo). por la inserción del ligamento posterior de la sindesmosis, lo que tiende, por otra parte, a mantener una diastasis interfragmentaria, debida a la dirección oblicua de la fractura. Fracturas por impacto lateral En ellas, el traumatismo directo consiste casi siempre en un golpe en el lado externo. Por lo general, se trata de una fractura bimaleolar y a menudo conminuta. Los planos de fractura son transversales en ambos maléolos, y están situados a nivel de la superficie posterior del estrágalo. Con frecuencia son fracturas abiertas2,14. Fragmento posterior (fig. 1) Son más frecuentes que los anteriores y en la gran mayoría de casos están asociados a fracturas maleolares. Clásicamente, se acepta que el fragmento posterior provoca una repercusión evidente en el apoyo. Si bien, cuando rebasan estas medidas, adquieren preponderancia básica dentro de la fractura compleja en la que se presenta, no compartimos el concepto tan taxativamente ligado a las cifras clásicas (que en todo caso rebajaríamos a 1/5 de la superficie articular) y opinamos que, a no ser que se trate de un fragmento mínimo, debe ser siempre reducido. La necesidad de esta reducción, que ha de ser casi constante, se apoya en el hecho de que, como hemos dicho, su estabilización es el gesto quirúrgico equivalente a la sutura del ligamento anterior o a la osteosíntesis de sus bases de inserción. Las desviaciones del maléolo peroneal En las fracturas por arrancamiento, la desviación se produce siguiendo el camino de inversión del astrágalo y se mantiene por la acción del ligamento lateral externo. En los otros casos, con o sin ruptura del ligamento deltoideo, existe en grado más o menos acusado, un desplazamiento postero-externo (diastasis parcial posterior de Destot) y un acortamiento cuya reducción carece de estaA bilidad. Existe, además, un componente de rotación externa Fig. 2 A) Arrancamiento del tubérculo de Tillaux-Chaput. B) Estos fragmentos posteriores son cuneiformes, de base articular triangular. El más frecuente es el del tubérculo posterior del canal peroneal y reborde posterior de tibia. Donde acostumbran a alcanzar su máximo tamaño, es en las fracturas por abducción-pronación con componente predominante de abducción o tipo C de Weber26. Estos fragmentos quedan unidos al peroneal inferior por el ligamento tibio peroneal posterior. Son siempre más anchos por fuera que por dentro, y la superficie fracturaria es, como hemos dicho, triangular9,10. En algún caso raro, pueden incluso abarcar una porción del maléolo interno (fractura de Cuneo y Picat) (11 de la figura 1). Cuando la base de estos fragmentos rebasa las medidas señaladas clásicamente (1/3 de la superficie articular) ya constituyen una nota tan característica de la fractura que debe considerarse incluida en las llamadas de pilón tibial. En los otros mecanismos fracturarios, el fragmento posterior acostumbra a ser de menor tamaño. Son también poco frecuentes los fragmentos posteriores de maléolo interno y reborde posterior producidos por mecanismos de inversión, que quedan unidos al maléolo interno y cuyo ángulo de fractura queda abierto hacia delante y adentro. Fragmentos marginales anteriores Son menos frecuentes que los posteriores. Puede encontrarse en las fracturas del tipo C de Weber26, en vez de una ruptura de la sindes- B C Fractura de Lefort-Wagstafe. C) Ruptura central del ligamento. VANCES ATraum Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 11 mosis y junto a fractura del peroné y arrancamiento del maléolo interno. Se trata en estos casos, como hemos dicho, de un arrancamiento del tubérculo de Ghaput-Tillaux que abarca la porción anterior del canal articular tibial de la articulación tibioperoneal anterior. En las fracturas por inversión puede producirse un fragmento anterior del peroné, por arrancamiento, equivalente a una ruptura de la sindesmosis (fractura de Lefort-Wagstafe). Ligamentos Ligamento tibioperoneo anterior Como hemos visto, se pueden producir tres clases de lesiones que anulan su función. 1) Arrancamiento del tubérculo de Tillaux-Chaput, como puede ocurrir en los mecanismos de pronación-abducción con movimiento predominante de rotación extensión (fig. 2-A) 2) Arrancamiento de un fragmento antero-interno de peroné (fractura de tefort-Wagstafe) propio de mecanismos de inversión (fig. 2-B). 3) Ruptura del ligamento propiamente dicho (fig. 2-C). a) En los mecanismos de pronación-abducción, con rotación externa predominante, puede romperse junto con fractura peroneal a su nivel, arrancamiento de maléolo interno y pequeño fragmento marginal posterior posteroexterno1,14,10. b) En las fracturas por mecanismos dé abducción-pronación con gran componente de abducción, la ruptura del ligamento es constante. Son los casos en que la línea de fractura peroneal se encuentra por encima del nivel de la sindesmosis5,8. Ligamento tibioperoneo posterior Las lesiones en este plano de la sindesmosis corresponden prácticamente siempre a fracturas marginales por arrancamiento. Al contrario de lo que sucede en el plano anterior, aquí la ruptura propiamente dicha es rara. 12 Así pues, el gesto quirúrgico de corregir una ruptura anterior equivale al de reducir y estabilizar un fragmento marginal posterior. Ligamento lateral externo (fig. 1) Resumiendo lo expuesto más arriba, podemos esquematizar así sus posibles lesiones: • Ruptura de la rama peroneocalcánea como lesión aislada en mecanismos de abducción y flexión dorsal, y sobre todo de la rama peroneoastragalina anterior por mecanismos de inversión-rotación interna4. • Ruptura asociada a fractura por cizallamiento del maléolo interno, en este mismo grupo de fracturas. Precisamente hay que pensar siempre en su ruptura en las fracturas maleolares internas aisladas con línea oblicua4,12,13. Ligamento lateral interno (fig. 1) Su ruptura se observa: a) Junto con fractura oblicua de peroné a nivel de la sindesmosis, en algunas fracturas por mecanismo de pronacion-abducción con predominancia de pronación. Como pueden acompañarse de esta ruptura, la artrografía encuentra en este caso una buena indicación15-1. b) En las lesiones por mecanismos de abducción-pronación con predominancia de abducción, cuando el maléolo interno permanece intacto, hay que pensar en que se ha roto el ligamento deltoideo15. c) Es imposible señalar que en las fracturas peroneales con ruptura del ligamento deltoideo, éste tiende casi siempre a interponerse entre las superficies articulares del astrálago y del maléolo interno, lo cual impide obtener una reducción adecuada y es por ello un dato anatomopatológico de gran importancia quirúrgica. jóvenes con peroné elástico, en mecanismos de abducción-rotación externa pronación, en cuyo caso pueden desgarrarse la sindesmosis, el ligamento deltoideo y toda la membrana interósea. El diagnóstico artrográfico en estas ocasiones constituye una brillante indicación8,15 (fig. 3 A-B-C). Lesiones asociadas a las osteoligamentarias traumáticas del tobillo (fig. 1) 1) Lesiones vasculares por compresión contusión de la arteria tibial anterior. 2) Incarceración de los tendones peroneos entre los dos fragmentos del peroné. 3) Incarceración retrotibial de un fragmento diafisario del peroné. 4) Incarceración maleolar interna. 5) Lesiones del cartílago articular, bien de la cara superior del astrágalo bien de las superficies articulares de los maléolos. Aquellas lesiones invisibles a RX pueden ser luego causa de cuerpos libres articulares, quistes postraumáticos u osteocondritis disecante y, como última consecuencia, de una artrosis16,17. Exploración Los aspectos generales de la exploración ya han sido expuestos en el trabajo anterior. Por lo que se refiere a las fracturas que nos ocupan, la exploración radiológica debe ser llevada a cabo de la manera siguiente: 1. Radiografías simples Lesiones pluriligamentarias (fig. 1) a) Frontal o en posición O b) Frontal en rotación externa de 10° (estudio del maléolo interno, interlínea tibioastragalina). c) Perfil d) 3/4 internos (rotación externa a 45°) e) 3/4 externos (rotación interna a 35o] f) Rotación interna a 65° Lesiones pluriligamentarias sin lesión ósea, pueden presentarse en Por medio de todas estas proyecciones es posible llegar a un cono- J. Borrell Pedrós, et al Fig. 3A. Radiografías directas forzadas, se observa un bostezo tibioastragalino. Fig. 3B. La artrografía demuestra la existencia de una ruptura del ligamento deltoideo y de la sindesmosis (obsérvese el escape de contraste. ligamentaria, bajo asepsia rigurosa y nos permite en todo caso un diagnóstico exacto de tales lesiones. Tratamiento Fig. 3C. Tornillo intertibioperoneal. cimiento anatómico de la fractura bastante perfecto. 2. Radiografías en inclinaciones laterales forzadas Deben practicarse después de la introducción articular de un anestésico y están destinadas a poner de manifiesto la posible existencia de lesiones ligamentarias. 3. Artrografías con contraste opaco (fig. 4 A-B-C) Creemos que es de gran interés su práctica, al permitir poner de manifiesto de forma evidente la existencia de lesiones ligamentarias. En este aspecto consideramos este procedimiento superior al arriba citado, y de una inocuidad absoluta, si se practica en condiciones adecuadas. La realizamos sistemáticamente en los casos en que es probable, pero no segura, la lesión VANCES ATraum Las breves consideraciones hechas sobre la mecánica articular en el tobillo indican claramente cuántas perturbaciones residuales pueden derivar de una reconstrucción inexacta de las lesiones óseas y ligamentarias, aun en el caso de que las alteraciones persistentes sean a veces mínimas. Bien es verdad que en bastantes casos a alteraciones anatomo-rradiológicas patentes corresponden resultados funcionales excelentes, por lo menos inmediatos y mediatos. Pero como nos parece un riesgo innecesario especular con esta posibilidad y, por otra parte, como la reconstrucción perfecta de los desperfectos articulares en la mayoría de los casos no pueden conseguirse más que con el tratamiento quirúrgico, es por esto que lo preconizamos. Creemos, en efecto, que las fracturas maleolares y en general todas las fracturas del tobillo constituyen paradigma de las fracturas articulares que, sometidas a los principios básicos del tratamiento de las fracturas, fueron ya desarrollados en otro lugar (reducción anatómica; estabilización absoluta; reparación de partes blandas; restitución anatomofuncional de las articulaciones interdiafisarias; recuperación funcional inmediata). En algunos tipos de fractura, la indicación puede parecer discutible; serían aquellos en que no parece alterada la posición del estrágalo y que no interesan superficies articulares destinadas a soportar presiones; es lo que ocurriría en fracturas del maléolo interno en las que no se produce incongruencia entre la superficie superior del estrágalo y la mortaja restante, o en las fracturas marginales posteriores de la tibia en las que el fragmento óseo fracturado es inferior a 1/5 del diámetro anteroposterior de la articulación. Podrían incluirse dentro de esta consideración las fracturas por mecanismo de aducción-supinación, excepto los casos en que el maléolo interno está fracturado con línea vertical, así como las fracturas por pronación-abducción en las que la sindesmosis está íntegra y el ligamento deltoideo no está lesionado ni roto el maléolo interno; ya que en estos casos la estabilidad de la pinza está conservada y casi garantizada. Aun en estos casos, nosotros nos inclinamos por el tratamiento quirúrgico, por las siguientes razones: Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 13 A B C Fig. 4. Fractura del maléolo tibial asociada con ruptura del ligamento peroneo astragalino anterior (obsérvese el gran escape de contraste a través del ligamento lateral externo). a) Posibilidad de realizar una movilización articular inmediata. b) Gran frecuencia de pequeños desplazamientos del maléolo externo con graves consecuencias en la ulterior mecánica articular. c) Posibilidad, en todo caso, de tratar eventuales lesiones ligamentarias. Así pues, aparte las contraindicaciones de las que ya se trató en un trabajo anterior dedicado a los aspectos generales, creemos que el tratamiento de estas fracturas es quirúrgico y esta decisión primaria. Datos técnicos generales Además de las normas propias de este tipo de cirugía referentes a condiciones ambientales, urgencia de la operación, preparación preoperatoria, contraindicaciones temporales, definitivas, etc., que ya hemos expuesto en un trabajo anterior, deben tenerse presentes algunos datos complementarios como son: a) No emplear torniquete hemostático en enfermos arterioscleróticos y en los que padecen otras afecciones vasculares periféricas, o en los casos en que el estado de irrigación ofrece dudas debido al traumatismo. 14 b) El primer tiempo operatorio ha de ser siempre la reducción y fijación del peroné, con lo que se logra o por lo menos se facilita siempre, alinear y estabilizar la mortaja. Una excepción la constituirían los casos en que el ligamento deltoideo roto queda incarcerado entre el estrágalo y el maléolo interno, lo que impide una buena reducción del externo. c) La operación termina siempre colocando un sistema de aspiración tipo Redon. Datos técnicos especiales 1) Peroné Dada su gran importancia biomecánica, el tratamiento de las fracturas peroneales junto con el da las lesiones de la sindesmosis tiene prioridad sobre el resto de lesiones. La reducción anatómica es trascendental y deben corregirse todas las desviaciones posibles, de las que ya hemos tratado. a) En las fracturas por arrancamiento del extremo distal del maléolo externo, cuya reducción se realiza por rotación externa y eversión, se puede practicar un hemicerclaje con alambre que atraviesa un orificio practicado en el fragmento maleolar proximal y tracciona el fragmento distal, pasando a través del ligamento. b) A poco más alta que sea la fractura, puede practicarse la osteosíntesis por medio de un tirante alámbrico apoyado en dos agujas de Kirschner para evitar la rotación. c) En las fracturas tranversas a nivel de la articulación tibioastragalina, puede seguirse la misma técnica que para el caso anterior. d) Las fracturas oblicuas a nivel de la sindesmosis se osteosintetizan mediante tornillos colocados oblicuamente a los dos planos. En las fracturas espiroideas puede preferirse el enclavado mediante una aguja de Kirschner de 2 mm complementado con un cerclaje, respetando siempre el valgus fisiológico mediante la conveniente incurvación de la aguja. No obstante, nosotros empleamos una osteosíntesis con tornillos, ya que así se obtiene una estabilización más firme y una buena compresión interfragmentaria (figs. 5, 6 y 7). e) Más difícil es la osteosíntesis en las fracturas conminutas a nivel de la sindesmosis, donde, según los casos, es posible utilizar un alambre en tirante sobre dos agujas de Kirschner o una plana en 1/3 de tubo, caso de que la fractura sea más alta (figs. 8, 9 y 10). En estas fracturas es importante conservar el periostio que en la parte anterior tiene la inserción del ligamento tibioperoneo. f) En las fracturas situadas a nivel superior es recomendable el uso de placas en 1/3 de tubo o bien, caso de ser oblicuas, el de tornillos. 2) Tibia Una vez se han corregido las lesiones que hemos considerado de prioridad, se tratan las fracturas maleolares internas, del ligamento deltoideo y las fracturas marginales. a) En los arrancamientos del extremo distal del maléolo interno, se puede practicar un hemicerclaje. b) Las marginales con un pequeño fragmento maleolar interno tienen J. Borrell Pedrós, et al A B C Fig. 5A. Fractura oblicua del maléolo perineal. B y C. Osteosíntesis, tornillos a compresión. Fig. 6A. Fractura oblicua pero a nivel de la sindesmosis. Fig. 6B. Artrografía, Obsérvese un escape de contraste, que corresponde a una ruptura capsular anterior, sin lesión total del ligamento. VANCES ATraum Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 15 Fig. 6C. Osteosíntesis, tornillos a compresión. A B Fig. 7A y B. Fractura conminuta bimaleolar. Fig. 7C. Ostosóntesis. 16 J. Borrell Pedrós, et al Fig. 8A. Fractura bimaleolar transindesmótica. Ruptura del ligamento intertibioperoneo anterior. Fig. 8B. Osteosíntesis. Obsérvese el tornillo intertibioperoneo incluido en la placa. A Fig. 9A. Fractura luxación con gran fragmento posterior. Ruptura de la sindesmosis. VANCES ATraum Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 17 B C Fig. 9 B. Osteosíntesis. C. Resultado final. B Fig. 10A. Fractura bimaleolar transisdesmótica. 18 Fig. 10B. Ostosíntesis. C C. Resultado final. J. Borrell Pedrós, et al gran tendencia a la necrosis. Se fijan con tirante de alambre sobre dos agujas de Kirschner (fig. 11). c) Los grandes fragmentos maleolares o cuyo plano de fractura va desde la horizontal a la vertical, se fijan con uno o dos tornillos maleolares, según haya o no fuerzas de rotación, y en relación con el tamaño (figs. 12 y 13). En todas las fracturas del maléolo interno es preciso prestar atención a los siguientes factores: • Régimen de irrigación precario, que obliga a una manifestación cuidadosa para evitar necrosis, seudartrosis o retardo de consolidación. • Posible interposición de partes blandas o fragmentos cartilaginosos. • Es preciso tener cuidado en obtener una reposición anatómica exacta, para lo cual es importante vigilar una perfecta coaptación a nivel del borde tibial anterior. 3) Fragmentos posteriores En los fragmentos posteriores que abarcan menos de 1/5 de la superficie articular, puede evitarse el tratamiento directo, no solamente por su prácticamente nula importancia anatomofuncional, sino porque todos los extremos, por su solidaridad con el fragmento peroneal posterior, quedan reducidos al realizar la osteosíntesis de éste. En los restantes casos, deben ser tratados mediante osteosíntesis. Los internos pueden tratarse aprovechando una incisión vertical posterotibial que rodea la punta maleolar, mediante atornillado directo desde atrás. Los fragmentos posteroexternos se fijan según las circunstancias. A veces, por tornillo desde la parte anterior. Algunas veces la fijación puede realizarse desde la región maleolar anterointerna. De todas formas, es muy recomendable la vía posteroexterna, por razones que ya hemos expuesto anteriormente. Alguna vez, puede utilizarse una vía combinada, de modo que se obtiene la reducción instrumental por vía subperióstica VANCES ATraum rodeando la cara posterointerna de la tibia, y se lo fija por tornillo introducido a través de una pequeña incisión anterior cerca de la sindesmosis (figs. 14 y 9). 4) Fragmentos osteocartilaginosos marginales del astrágalo Ya nos hemos ocupado más arriba de su posible existencia en las fracturas graves de los tipos B y C de Weber26. Es importante descubrirlos en el acto operatorio y proceder a la extirpación de los pequeños fragmentos cartilaginosos libres o pediculados, a fin de evitar el desarrollo de las secuelas tardías posibles aludidas anteriormente (fig. 14 B). 5) Ligamentos a) Ligamento peroneo astragalino El ligamento peroneo astragalino es el más frecuentemente lesionado, y casi siempre se rompe en el tercio medio o en el extremo proximal. En estos casos el astrágalo tiende a desplazarse hacia delante y afuera, debiendo mantenerse bien reducido por rotación externa y eversión, para realizar una sutura a puntos sueltos (fig. 15 A, B). b) Ligamento deltoideo También debe ser reparado no sólo por formar parte del complejo de la mortaja, sino porque su reparación permite que la movilización precoz se realice en condiciones mecánicas articulares perfectas (fig. 16). Se repara con una doble sutura. c) Ligamento tibioperoneal anterior Si se ha producido un arrancamiento del tubérculo tibial (TillauxChaput) o bien un arrancamiento peroneal (fractura de LefortWagstaífe) se procede a la fijación de tales fragmentos mediante un tornillo. Si la ruptura afecta al ligamento propiamente dicho, se procede a su sutura. En todo caso debe evitarse el tratamiento de una diastasis tibioastragalina o la estabilización articular después de una reconstrucción del ligamento, mediante la colocación de un tornillo transar- ticular, a fin de evitar que la articulación pierda la elasticidad necesaria para su juego normal o bien se desarrolle una artrosis o una fusión articular, cuya posibilidad de desarrollo ha sido bien estudiada. Por ello, una vez realizada la reconstrucción, la mortaja tibioperoneal debe estabilizarse mediante un tornillo transversal supraarticular tibioperoneal, sin que haga compresión. Este tornillo debe ser retirado a las ocho semanas, mediante anestesia local, a fin de no perturbar la elasticidad del ligamento reparado y evitar el desarrollo de un proceso artrósico tibioperoneal (figs. 17, 18, 7, 8, 9, 10). d) Membrana interósea Además del tratamiento de las fracturas que acompañan a esta lesión, cuando se comprueba su existencia es aconsejable realizar una estabilización con las mismas características que en el caso anterior, mediante dos tornillos que solidarizan tibia y peroné durante un tiempo. Tratamiento postoperatorio En un trabajo anterior, nos hemos ocupado detenidamente de las normas del tratamiento postoperatorio; elevación de la pierna, medicación antiedema y antiálgica, así como la necesidad imperiosa de atenerse a una normativa muy estricta en relación con la administración de antibióticos, que no deben ser empleados bajo indicación profiláctica. Movilización En las fracturas con estado inicial bueno de la piel, la movilización comienza a las 24 horas de la operación. En caso de fractura abierta que ha podido terminar con una sutura primaria de la herida, la movilización se pospone hasta unos ocho días después de la intervención. Y cuando la sutura de la herida en una fractura abierta se ha de realizar como secundaria, la movilización no puede comenzar hasta unos ocho días después de ésta. Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 19 A B Fig. 11 A y B. Fractura del maléolo tibial y ruptura del ligamento peroneoastragalino anterior. Fig. 11C. Osteosíntesis con un tirante. Fig. 11D. Resultado final. 20 J. Borrell Pedrós, et al Fig. 12A. Fractura del maléolo tibial. Fig. 12B. Tornillo a compresión. Fig. 13A. Fractura del maléolo tibial. VANCES ATraum Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 21 Fig. 13B. Ostosíntesis. Tornillo a compresión. A B Fig. 14 A y B. Fractura marginal posterior. C D Fig. 14 C y D. Osteosíntesis tornillo esponjosa a compresión. 22 J. Borrell Pedrós, et al Fig. 15A. Ruptura del ligamento peroneoastragalino anterior. Pequeño arrancamiento óseo del maléolo perineal. Fig. 15B. Artrografía. Obsérvese el escape de contraste a nivel del maléolo peroneal. Fig. 16A. Ruptura del ligamento deltoideo. Radiografía simple. VANCES ATraum Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 23 Fig. 16B.Artrografía. Escape de contraste a través del ligamento deltoideo. Fig. 17A. Fractura bimaleolar transindesmótica. Fig. 17B. Osteosíntesis. 24 J. Borrell Pedrós, et al Fig. 17C. Resultado final. Fig. 18A. Fractura transisdesmótica del maléolo perineal. Fig. 18B. Osteosíntesis. Tornillos a compresión. Tornillo intertibioperoneo. VANCES ATraum Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 25 Procediendo de esta manera, el tobillo al cabo de unos días ha recuperado su total movilidad. Como es sabido, esta movilización precoz, además de obtener una recuperación rápida, evita trastornos tróficos y alteraciones vasomotoras, es importante porque favorece el mantenimiento de un buen estado del cartílago (masaje articular) (Pawels), lo cual es doblemente interesante en las fracturas que nos ocupan, en las que con tanta frecuencia está afectado el cartílago articular. Apoyo y marcha El momento de iniciar el apoyo progresivo hasta llegar al total y la marcha depende del tipo de fractura, de la presencia de lesiones ligamentarias asociadas y de características adicionales. Este momento va desde los 10 días hasta las 8 o 10 semanas. En fracturas aisladas del maléolo interno, en algunas fracturas maleolares peroneales transversales sin ruptura ligamentaria y en algunas maleolares peroneales aisladas a la altura de la sindesmosis, puede iniciarse la marcha a los 10 días. Cuando se ha procedido a la reparación ligamentaria, hay que demorar el apoyo hasta las tres semanas. A medida que la fractura es más conminuta y con mayor afectación del techo de la mortaja, debe ser más aplazada la fase de apoyo hasta llegar en algunos casos a las 12 semanas. La deficiente vascularización del maléolo interno obliga a una vigilancia especial en determinados casos en que tal segmento se ha fracturado, sobre todo cuando por lesiones en partes blandas y sobre todo del periostio, observadas en el curso de la operación, se presume que la irrigación es más precaria que normalmente. Como de costumbre, se vigilarán los efectos de la carga, controlando la posible aparición de signos inflamatorios, especialmente edema, alteraciones radiológicas, etc. Asimismo, según costumbre, 26 el lesionado debe ser instruido en la importancia de una elevación periódica del miembro lesionado y de la movilización de la extremidad en posición elevada. Respecto a la importancia de la marcha, sobre férula de descarga, ya nos hemos ocupado en un trabajo anterior. Extracción del material de osteosíntesis Los tornillos destinados a la estabilización de la sindesmosis deben extraerse a las siete semanas. El resto de material de osteosíntesis debe extraerse en el curso de un año, en relación con el tipo de fractura y el resultado de los controles radiológicos. Fracturas del pilón tibial Su carácter anatómico fundamental es la afectación del techo de la mortaja tibioperonea, o sea la superficie articular inferior de la tibia y la característica funcional que las singulariza, es la interferencia del apoyo. Aunque a menudo se producen asociadas a fracturas maleolares, nada tienen que ver con éstas, ya que en estas últimas, aunque con frecuencia se producen fracturas marginales anteriores y/o posteriores, cuando son fracturas maleolares propiamente dichas, la función de apoyo no queda comprometida. No obstante, en muchos casos las características son complejas, de modo que se dan juntas las características anatomofuncionales propias de las fracturas maleolares y las de propiamente incluidas clásicamente como del pilón tibial. Aun en estos casos, se trata de un grupo complejo que tiene personalidad propia por las decisiones terapéuticas a que obligan. A nuestro modo de ver, las más típicas serían las plurifragmentarias de la tibia sin fractura de peroné. Los otros tipos, con o sin fractura del astrágalo, son fracturas maleolares y tibiales mixtas y su carac- terística fundamental es que siempre existe fractura del peroné. Finalmente, hay que tener en cuenta que la contraposición con las maleolares, cuya característica funcional básica es la alteración de la mortaja, tampoco puede ser definitiva, ya que aun sin fractura del peroné, las del pilón tibial propiamente dichas pueden acompañarse de una ruptura de la sindesmosis tibioperoneal inferior. Son siempre fracturas graves y de pronóstico funcional reservado. Es característico de estas fracturas la gran destrucción tisular de hueso y partes blandas que conllevan y el que ocurran en una zona en la que los componentes anatómicos más importantes estén constituidos por tendones y tejidos fibrosos (Judet)7 lo que facilita la infección. Con frecuencia, asociadas a las fracturas que nos ocupan, se producen una serie de lesiones que es preciso tener en cuenta a la hora del pronóstico y del tratamiento. Tales lesiones son las siguientes: • Lesión de los ligamentos laterales. • Lesiones cartilaginosas. Son, a veces, contusiones del cartílago que evolucionan hacia una condromalacia. • Lesiones del astrágalo en forma de impactaciones, descascarillamientos cartilaginosos o fracturas parciales. De las muchas clasificaciones que se han hecho de estas fracturas, quizá la que más interés anatomopatológico presente es la de Gay y Evrard6, convenientemente complementada con la de Weber 26, que separa los casos en que se produce fractura del peroné, fractura de peroné y astrágalo. Desde el punto de vista especialmente anatomopatológico, que es el que a nosotros nos interesa, hemos de prestar atención a las siguientes formas: 1. Fractura marginal anterior Se trata en la forma más simple de un fragmento cuneiforme anterior J. Borrell Pedrós, et al de base articular. Este gran fragmento puede ser único (fractura tubérculo margino-maleolar anterior), pero otras veces está subfragmentado o constituye una fractura conminuta. Otras veces se trata de fracturas anteriores que constituyen fragmentos parcelarios de la gran zona citada (fractura tubérculo-marginal) (fractura margino-maleolar) (fractura del reborde anterior). A menudo estas fracturas anteriores van acompañadas de una zona de hundimiento central de la cara articular inferior de la tibia, por compresión de la esponjosa (fig. 19). Los fragmentos tienden a desplazarse hacia arriba y adelante; desplazamiento, en el que les siguen el astrágalo. Algunas veces hay sobreañadido un desplazamiento en varus o en valgus. La reducción de estos fragmentos resulta siempre inestable. Hay un peligro latente de seudartrosis por la frecuente separación interfragmentaria, que es irreductible por ser debida a un aplastamiento de esponjosa equivalente a una pérdida de sustancia. En estas fracturas, el peroné resulta fracturado en 1/3 de los casos. Su línea de fractura se encuentra por encima de la sindesmosis tibioperonea inferior y es oblicua hacia abajo y adentro. 2. Fractura marginal posterior Es una forma muy frecuente. También puede presentarse como un gran fragmento (fractura tubérculomargino-maleolar-posterior) o como zonas parcelarias de este gran fragmento (fractura tubercular posterior; fractura tubérculo-marginal) (fractura margino-maleolar), si bien son rara vez conminutas y, asimismo, es muy poco frecuente que se acompañen de un hundimiento central. El astrágalo puede sufrir un desplazamiento posterior y una rotación en varus o valgus (fig. 14). En este tipo de fracturas, la del peroné es muy frecuente, por lo que decididamente se las podría calificar de mixtas, ya que funcionalmente queda perturbado el apoyo y la estabilidad de la mortaja. VANCES ATraum 3. Fracturas bimarginales (figs. 20 y 21) El fragmento anterior es, por lo general, de tipo grande (tubérculo margino-maleolar) casi siempre subfragmentado, mientras que el posterior es a menudo tubérculomarginal. Ambos fragmentos están separados por líneas en V, T o Y, de las que la rama que se dirige hacia delante tiende a la horizontalidad, lo que hace que el fragmento anterior tienda a ser cuboide. No es raro que estas fracturas presenten una acusada conminutación. Los fragmentos tienden a marcados desplazamientos en relación con la diáfisis y entre sí. El astrágalo acostumbra a seguir en su desplazamiento al fragmento de mayor tamaño. No es raro que exista, dado el tipo de fractura, un marcado hundimiento central en la cara articular inferior de la tibia, en el que alguna vez queda incarcerado el astrágalo. El peroné está casi constantemente fracturado. A veces también el astrágalo está fracturado. 4. Fracturas supramaleolares de propagación articular Se trata de fracturas tibiales supramaleolares con plano de fractura transversal, oblicuo o espiroide, con una línea de fractura accesoria que alcanza la superficie articular tibial inferior (fig. 19). Otras veces, es la propia línea principal de la fractura supramaleolar la que alcanza la articulación tibioastragalina, lo cual es siempre más grave que en el caso anterior. En algunos casos se presenta una acusada conminutación, lo que permite un desplazamiento hacia arriba del astrágalo. Con frecuencia, en este tipo de fracturas, el peroné permanece intacto. 5. Fractura sagital (fig. 22) En su variedad interna, puede superponerse a las fracturas maleolares, por mecanismos de aducción-supinación, cuyas características especiales son: • Afectación del techo de la mortaja. • Hundimiento central de la superficie articular tibial; como es lógico la fractura perineal siempre presente, es por arrancamiento, de trayecto transversal y subsindesmótica. En la variedad externa, el fragmento producido abarca los dos tubérculos tibiales anterior y posterior. Tratamiento Persigue los siguientes objetivos: 1) Reconstrucción de la superficie de apoyo sobre los ejes normales. 2) Reconstrucción de la pinza maleolar caso de que se haya perturbado. 3) Movilización precoz. Creemos que la plena consecución del triple objetivo obliga a un tratamiento quirúrgico de osteosíntesis estable, mientras que los otros procederes, quirúrgicos o no, que se recomiendan, encuentran su indicación en las contraindicaciones o límites del tratamiento enunciado. Así, siempre que los fragmentos sean de dimensiones suficientes y el estado de las estructuras blandas lo permitan, creemos que estas fracturas deben ser operadas de urgencia, como las maleolares. Normas técnicas Las normas técnicas del tratamiento están en relación con las características arriba expuestas que pueden esquematizarse de la siguiente forma: FRACTURAS Anteriores PILÓN TIBIAL • Conminutación frecuente • Hundimiento central • Peroné fracturado 1/3 casos Posteriores • Fragmento grande • No hundimiento central • Peroné fracturado con gran frecuencia Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 27 Bimarginales • Conminutación • Gran hundimiento • Peroné fracturado casi siempre • Alteración pinza maleolar 1) Cuando el peroné está fracturado, es norma técnica esencial reducirlo y practicar su osteosíntesis estable como maniobra primaria, no sólo por su importancia en la pinza maleolar, sino porque facilita el resto de maniobras de reducción y osteosíntesis. A veces, es la única maniobra quirúrgica posible. 2) Los fragmentos marginales siempre que no lo contraindique su conminutación deben ser reducidos y fijados. Esto es siempre más posible en los marginales posteriores. 3) Los hundimientos por aplastamiento de esponjosa equivalen a pérdidas de sustancia y obligan a un rellenado autoplástico. 4) Cuando se comprueba un gran hundimiento con acusada conminutación y gran destrucción de cartílago articular, aconsejamos proceder según la siguiente pauta general: • Tratamiento ortopédico inicial • Fase de espera • Artrodesis secundaria, si procede. No consideramos adecuado practicar una artrodesis inmediata, ya que las condiciones locales no son apropiadas para ello, en la mayoría de los casos. En la primera fase, debe realizarse una inmovilización que en algún caso puede llevarse a cabo mediante una extensión continua. El único tratamiento quirúrgico aconsejable en esta fase puede ser una reducción y osteosíntesis de peroné, en cuyo caso debe aprovecharse la operación para practicar una reducción cruenta y un autotrasplante de esponjosa donde fuese necesario. Después de la fase de espera, en la que se consigue la consolidación, debe decidirse entre continuar con tratamiento funcional o practicar una artrodesis, entrando en consideración algunos factores entre los que 28 la edad y oficio del lesionado son fundamentales. Si el resultado funcional que se va obteniendo es aceptable y aquellas circunstancias lo apoyan, puede ser racional no practicar la artrodesis. Si se ha llegado a una consolidación viciosa y las características de los fragmentos lo permiten, debe precederse a una osteotomía con reposición. En el resto de los casos, sobre todo cuando han ido acompañados al gran hundimiento, debe practicarse una artrodesis y, rara vez, una artroplastia. Cuando se practica una artrodesis tibioastragalina, hay que tener presente la sobrecarga que se va a imponer a las articulaciones subastragalinas, escafoidea y cuboidea con las consiguientes molestias derivadas de ello, por lo que entra en consideración la práctica de una triple artrodesis asociada. Vías de abordaje y directrices generales Son las mismas que clásicamente se utilizan para las fracturas maleolares, que no comentamos por ser de sobra conocidas. Cabe tener presente las siguientes características: Es a menudo necesaria una incisión doble, externa e interna. Siempre que sea posible escoger entre una manipulación media anterior y una posterior, optaremos por esta última, dadas las características anatomopatológicas de la región anterior (Judet)7 que facilitan la infección o el esfacelo. Por esta razón, es muy recomendable la vía retromaleolar externa. La presencia de grasa subaquiliana permite focos menos expuestos a las consecuencias de una infección cutánea. La primera maniobra debe ser siempre la reducción y osteosíntesis del peroné (enclavamiento, placa) que facilita la ulterior reducción y osteosíntesis estable de los fragmentos tibiales, así como permite una restitución exacta de la longitud de los huesos del tobillo. La reconstrucción anatómica de la tibia viene por lo general facilitada por el empleo de una placa de sostén fijada en la parte proximal al foco con tornillos de cortical y en la fragmentaria con tornillos de esponjosa. La fijación de los fragmentos se realiza según sus características anatomopatológicas. Cirugía secundaria en las fracturas de tobillo A. Cirugía secundaria como segundo tiempo de fracturas complicadas Ya nos hemos ocupado de ellas. B. Cirugía secundaria por secuelas 1. Seudartrosis del maléolo interno (fig. 23) Tal secuela procede prácticamente siempre a un tratamiento ortopédico de la fractura en la que había interposición de partes blandas o cartílago. Cuando la seudartrosis es causa de trastornos, debe ser operada. La técnica a seguir depende de los casos. Reproducción de la fractura y osteosíntesis mediante tornillo de esponjosa o un tirante alámbrico. Es el tratamiento de elección, que algunas veces es recomendable completar con interposición de esponjosa. Rieunau y Gay22,23 recomiendan en algunos casos un trasplante de cortical. En caso de pequeños fragmentos, puede recurrirse a la osteosíntesis con un alambre en 8 o a la extirpación del fragmento. 2. Fracturas con consolidación viciosa (fig. 24) Se trata de secuelas de fracturas maleolares y/o del pilón tibial, mal reducidas o con desplazamiento secundario. Tal consolidación desviada puede originar: • Lesiones directas sobre los cartílagos. • Desequilibrios en el apoyo. • Reparto anormal de las presiones. • Perturbación anatomofuncional de la pinza maleolar. Estas circunstancias no sólo alteran la biomecánica de la articula- J. Borrell Pedrós, et al Fig. 19A. Fractura del pilón tibial. B C Fig. 19 B y C. Ostosíntesis. Fig. 20A. Fractura pilón tibial. VANCES ATraum B. Osteosíntesis. Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 29 B A Fig. 21 A y B. Fractura bimaleolar con hundimiento de la parte interna, pilón tibial. Fig. 21C. Ostosíntesis. Fig. 22A. Fractura conminuta del pilón tibial con gran pérdida de sustancia. 30 J. Borrell Pedrós, et al Fig. 22B. Ostesíntesis. Tornillos a compresión y relleno con esponjosa de cresta ilíaca. Fig. 23A. Fractura inicial. Fig. 23B. Seudoartrosis después de tratamiento ortopédico. VANCES ATraum Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 31 Fig. 23C. Artrografía. Escape a nivel de la seudoartrosis. Fig. 23D. Osteosíntesis. Sistema en tirante. Fig. 24A. Fractura inicial. 32 J. Borrell Pedrós, et al Fig. 24B. Resultado después del tratamiento ortopédico. Fig. 24C. Osteotomía y osteosíntesis. Fig. 24D. Radiografía final después de retirar el material de osteosíntesis. VANCES ATraum Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 33 ción tibioperonea-astragalina, sino la de las articulaciones subastragalina y maleolotarsiana. A la larga, son causa de dolor, rigidez, impotencias, artrosis17. Frente a estas fracturas con consolidación viciosa, pueden darse varias eventualidades. • Casos sin desarrollo de lesiones artrósicas a) Callos viciosos supraarticulares: En estos casos se procede a una osteosíntesis correcta supramaleolar, que normalice la dirección de los ejes, seguido de osteosíntesis por placa o por el coaptador de Charnley. b) Callos viciosos articulares: En algunos casos está afectada solamente la pinza maleolar con alteración del equilibrio transversal. En estos casos a veces es posible llevar a cabo una reconstrucción de la mortaja. Esta es la operación ideal cuando las líneas de fractura son aún individualizables y el cartílago está conservado, lo que se aprecia en la imagen radiológica por la altura normal de la interlínea articular. En estos casos se practican osteosíntesis maleolares colocando el estrágalo en su lugar. Es preciso recordar que el peroné es muy frecuente que haya consolidado con acortamiento y rotación externa del fragmento distal. Otras veces está afectado el techo de la mortaja, debido a la consolidación viciosa de un fragmento marginal que altera la superficie de apoyo y provoca una subluxación anterior o posterior del pie. Según Judet, en estos casos se debe proceder según la siguiente regla: - Callo reciente con fragmento marginal de la superficie articular inferior de la tibia Si abarca menos de 1/3 de aquella superficie, habrá que proceder a una artrosis o en casos adecuados, una artroplastia. - Callos antiguos En estos casos, la escasa vitalidad del fragmento y de su cartílago junto con las acusadas retrac- 34 ciones de cápsula y tendones, e incluso las áreas necróticas del cartílago, obligan a practicar una resección-artrodesis. Finalmente hay algunos casos en que están a la vez afectados la pinza maleolar y el techo de la mortaja; se practicará según los casos, una resección artrodesis o una triple artrodesis. • Callos viciosos con lesiones artrósicas desarrolladas En estos casos, con las condiciones defectuosas del apoyo y dolores, edemas etc. salvo en algunos casos escogidos en los que se puede practicar un remoldeado artroplástico, es casi siempre necesario practicar una artrodesis. • Callos viciosos con articulación tibiotarsiana ya anquilosada En estos casos, debido a las condiciones anómalas de apoyo, se ha desarrollado con mucha frecuencia una artrosis subastragalina y mediotarsiana. El tratamiento debe ser a menudo doble. Por una parte, hay que practicar una realineación del pie, y por otra una triple artrodesis. La artrodesis de la articulación tibioastragalina supone una sobrecarga funcional de las subastragalina y mediotarsiana, por lo cual cuando no se puede conservar la movilidad articular, será necesario en algunos casos practicar la triple artrosis a que hemos aludido. 3. Insuficiencia de ligamentos peroneotransversales En estos casos se han recomendado sustituciones ligamentarias y tenodesis. 4. Luxación de los tendones peroneos Es una secuela rara. Debe corregirse mediante plastias ligamentarias o por una osteotomía sagital del maléolo peroneal (Kelly). Bibliografía 1. Barnett CH, Napier JR. The axis of rotation at the ankle joint in man. Its influence upon the from of the talus and the mobility of the fibula. J Anat 1952;86:1. 2. Bherlinzom. Citado por Judet (7). 3. Burwell HN, Charnley AD. Traitement des fractures de la cheville avec déplacement par fixation interne rigide et movilisation précoce de l’articulation. J Bone Joint Surg 1965; 47-A (7): 1323-1334. 4. 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Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 35 NUESTROS CLÁSICOS Comentarios al artículo “Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios de tobillo” Comentarios realizados por el Dr. Fernando Granell Escobar Unidad de Osteosíntesis Hospital ASEPEYO, Sant Cugat (Barcelona) Los traumatismos osteoligamentarios de tobillo, por su incidencia en los Servicios de Urgencias y su complejidad creciente, constituyen una patología de especial interés. Al mismo tiempo, la evolución de su tratamiento es también un ejemplo de la evolución de nuestra especialidad. Ahora, al releer el artículo del Drs. Borrell, Henríquez y Ballester, publicado en 1971, llama la atención su nivel científico y docente, el cual, con las variaciones lógicas de los nuevos avances técnicos, continua siendo relevante. Y especialmente en lo que hace referencia a cuatro puntos: 1. La exhaustiva revisión de la biomecánica articular del tobillo y de la fisiopatología de sus lesiones traumáticas 2. La detallada clasificación anatomopatológica de las fracturas, basada entonces en la clasificación de Weber, más utilizada a nivel práctico que la de Lauge-Hansen, mucho más compleja y descriptiva. 3. Las variadas proyecciones radiológicas que indican para poner de manifiesto los trazos de fractura, apoyándose entonces en la realización de artrografías ante la sospecha de lesiones ligamentarias 4. La clara apuesta de los autores por el tratamiento quirúrgico de las fracturas que no mantenían la congruencia articular, en unos años en los que el tratamiento ortopédico era frecuentemente indicado. Permitid unas reflexiones sobre la situación actual del tratamiento de estas lesiones: 36 1. Las clasificaciones son importantes porque nos permiten valorar resultados. La clasificación AO de Müller-Nazarian, reconocida por la SICOT, conserva los tipos básicos de la clasificación de Weber y permite además una orientación pronóstica y terapéutica. 2. La importancia de un protocolo radiológico inicial que nos permita valorar los trazos de fractura, la afectación articular y la afectación de la sindesmosis. 3. La utilidad de la TC para la visualización de fragmentos articulares, las fracturas de los tubérculos de inserción (fracturas de Lefort o Tillaux-Chaputt) y la reducción de mortaja tibioperonea (tanto inicial como postoperatoria). Igualmente la TC es útil para la valoración de las fracturas de maléolo posterior, su clasificación, tamaño y localización de los fragmentos y la vía de abordaje a utilizar en caso de reparación quirúrgica. 4. El avance que supone la RM para la valoración de lesiones aisladas ligamentarias y de la sindesmosis 5. Los hallazgos de la exploración clínica y de las exploraciones complementarias deben permitir un enfoque diagnóstico y terapéutico adecuado. 6. El aumento progresivo del tratamiento quirúrgico de estas fracturas, relacionado con factores diversos como las exigencias de la sociedad actual. 7. La necesidad del conocimiento y dominio de las técnicas de osteosíntesis para poder tratar adecuadamente estas lesiones. Además de la fijación interna, no hay que olvidar que en nuestro medio, y dada la complejidad creciente de los mecanismos lesionales, puede ser útil utilizar la fijación externa provisional para conseguir una estabilización articular y controlar la evolución de las partes blandas. J. Borrell Pedrós, et al 8. La falta de consenso en la estabilización de las lesiones de la sindesmosis respecto al número y diámetro de los tornillos sindesmóticos, el momento de su retirada o la utilización de implantes biodegradables VANCES ATraum Y es que, no debemos olvidar que, independientemente del tratamiento realizado, el resultado funcional dependerá de que podamos restablecer la estabilidad y congruencia articular del tobillo y de la mortaja tibioperonea. Ideas, éstas, que los autores tenían bien claras en sus actuaciones. Tratamiento de los traumatismos osteoligamentarios del tobillo 37 Fracturas pertrocantéreas de cadera tratadas mediante clavo Dyax F. Almeida Herrero, R. López Lozano, A. Silvestre Muñoz, I. Montón Martínez Hospital Clínico Universitario. Valencia Resumen El clavo Dyax supone una osteosíntesis de titanio basada en el clásico clavo endomedular con tornillo deslizante (clavo Gamma) con modificaciones técnicas en cuanto antecurvatum, curvatura en valgo, diámetro proximal y encerrojado distal. Se revisaron 90 fracturas pertrocantéreas entre noviembre de 2002 y mayo de 2004. La edad media fue de 78,8 años con predominio A2 según la clasificación AO en 53 casos. La demora media quirúrgica fue de 3,54 días con estancias medias de 11,12 días. Radiográficamente se observó efecto punta en el 15,5%, con un caso de rotura de material y dos casos de “cut out”. La localización más frecuente del tornillo fue centromedial (40%) con una distancia punta-ápice media de 21,81+8,97mm e impactación media del tornillo de 3,06+4,18mm. Funcionalmente, a los tres meses el 3% era incapaz de caminar mientras que un 10% de los casos era capaz de caminar sin apoyos externos. Palabras clave Cadera. Fractura pertrocantérea. Clavo Dyax 004388 Introducción Las fracturas de cadera son frecuentes en los ancianos y sus cifras van a ir en aumento ante el incremento de la expectativa de vida de la población. En concreto las fracturas pertrocantéreas representan aproximadamente la mitad de las fractuCorrespondencia Fernando Almeida Herrero Avenida Cortes Valencianas 41 pta 61. 46015. Valencia [email protected] 38 ras de cadera del anciano9. Se ha calculado que el 50-60% de estas fracturas son inestables18. El objetivo fundamental en el tratamiento de estas lesiones es la “movilización inmediata “y la ausencia de complicaciones. Suelen afectar a pacientes de mayor edad que las fracturas de cuello femoral, con mayores limitaciones para la marcha, deterioro importante del estado general y que por lo tanto van a necesitar de un importante apoyo social y asistencial. Si 37/1 2007 - Págs. 38 a 42 a esto le unimos que nos encontramos con un hueso porótico y frágil, es necesario sopesar cuidadosamente la osteosíntesis a emplear con la finalidad de conseguir una osteosíntesis biomecánicamente estable que permita una inmediata rehabilitación del paciente. Todo ello nos ha llevado al uso de nuevas osteosíntesis basadas en el clásico clavo endomedular con tornillo deslizante (clavo Gamma), con modificaciones añadidas para corregir los problemas detectados con el clavo Gamma. Este es el objetivo de esta revisión retrospectiva de 90 casos en los que se ha empleado en clavo Dyax. Material y método Se han revisado 90 fracturas pertrocantéreas intervenidas quirúrgicamente en el Hospital Clínico Universitario de Valencia entre noviembre de 2002 y mayo de 2004 mediante una osteosíntesis endomedular con tornillo deslizante (clavo Dyax) (fig. 1). La edad media de los pacientes era de 78,84+11,61 (rango: 19-95). El 67,74% de los pacientes eran mujeres y el 23,26% hombres (2,9/1). La cadera izquierda se encontraba fracturada en el 50,56% de los casos y la derecha en el 40,44%. Desde el punto de vista etiológico la caída casual era la desencadenante de la fractura en 83 casos (92,2%), seis eran debidos a una F. Almeida et al Fig. 1. Imagen radiográfica postoperatoria tras fijación de fractura pertrocantérea con clavo Dyax fractura patológica y uno se debía a un accidente vial. En 81 casos no existía lesión asociada alguna, en cuatro casos el paciente presentaba una lesión en extremidades superiores, tres pacientes presentaban una lesión asociada en las extremidades inferiores y en dos casos presentaban un TCE asociado. Respecto a la presencia de patología asociada, sólo un 10% de los casos no presentaba patología asociada alguna siendo las enfermedades cardiovasculares, endocrinológicas y las neurológicas las más frecuentes (44, 25 y 24 casos respectivamente). Cabe destacar la presencia en 13 casos de patología neoplásica asociada. Desde el punto de vista del riesgo quirúrgico (Clasificación de la Sociedad Americana de Anestesia) 15 pacientes eran clasificados como ASA I, 36 ASA II, 35 ASA III y 4 ASA IV. El tiempo de demora quirúrgica fue de 3,54+1,52 días. La intervención quirúrgica se prolongaba durante 60,61+20,42 minutos de media y la estancia hospitalaria media fue de 11,12+4,52 días. VANCES ATraum A todos los pacientes se les administraba profilaxis antitrombótica de acuerdo con las pautas establecidas por el Servicio (criterios generales de la prevención de las complicaciones tromboembólicas), así como profilaxis antibiótica con cefonicida 1g i.v., que se prolongaba hasta el cuarto día de la cirugía salvo complicaciones. Desde el punto de vista del tipo de fractura, hemos utilizado la clasificación de la AO (1980-87)6 siendo el tipo más frecuente el A2 con 53 casos (A21 18; A22 12; A23 23) seguidos por A1 con 25 casos (A11 5; A12 19; A13 1) y A3 con 12 casos (A31 6; A32 1; A33 5). En la actualidad hay autores que prefieren el empleo de la clasificación de la OTA (Orthopaedic Trauma Association) que realmente es una adaptación de la clasificación AO. Al tratarse de una adaptación, hemos preferido seguir empleando el método tradicional, ya que este nuevo no aporta nada significativo. Se trata de clasificaciones basadas en el número y orientación de las líneas de fractura, aunque tienen en cuenta la intensidad del desplazamiento. Las fracturas inestables son las clasificadas de la A22 a la A33 por tener una rotura importante de la cortical posterointerna debido a la conminución o porque tienen una oblicuidad invertida o líneas de fractura subtrocantéreas. Estas clasificaciones evidentemente son útiles para describir las fracturas pertrocantéreas, aunque es un hecho evidente que su utilidad para predecir el resultado con respecto a sus subgrupos es al menos cuestionable. Muchos autores prefieren subdividir estas fracturas en estables e inestables ya que las estrategias terapéuticas y los resultados son más previsibles al subdividirlas únicamente en dos grupos. En el presente estudio más del 50% de las fracturas intervenidas eran inestables. En la mayoría de los casos, la primera consulta tras la cirugía fue a las seis semanas. Se realizó una evaluación clínica de la marcha e independencia funcional. Se realizaron radiografías postoperatorias y a las seis semanas valorando la posición del tornillo cefálico, la distancia del tornillo hasta la superficie articular1 así como la impactación del tornillo cefálico5. La localización del tornillo se realizó según las zonas descritas por Cleveland et al4 y usadas por Kyle et al11 que de acuerdo a este método, la cabeza femoral se divide en tercio superior, central e inferior en la radiografía anteroposterior y en tercio anterior, central y posterior en la radiografía lateral. Hasta noviembre de 2002 se empleaba en el servicio el clavo Gamma para el tratamiento de estas fracturas, pero la aparición en el mercado del clavo Dyax, que presenta algunas ventajas respecto al primero nos hizo plantearnos la posibilidad del uso de este nuevo clavo para analizar sus beneficios. Se trata de un clavo con menor curvatura en valgo y menor antecurvatum (2000 mm), que presenta un diámetro distal uniforme (11 mm) con un diámetro proximal de 17,5 mm (mayor que el del Gamma). Esta fabricado en titanio, lo que no dificulta la realización de exploraciones complementarias posteriores en caso de necesidad y presenta asimismo morfología elíptica para el encerrojado distal (con tornillos de menor diámetro), lo que facilita su colocación (tabla I). El clavo Dyax corto (180 mm) fue el más utilizado (66 casos), siendo la longitud del tornillo cefálico más empleada la de 95 mm (31 casos) seguida de la de 100 mm (24 casos). El ángulo cervicodiafisario más empleado fue el de 130 grados (81 casos). El cerrojo distal no se empleó en ninguna de las ocasiones en las que se colocó un clavo corto (66) y se colocó en 12 ocasiones de las 22 en que la osteosíntesis fue un clavo largo. Resultados Entre las complicaciones intraoperatorias cabe destacar 20 casos Fracturas pertrocantéreas de cadera tratadas mediante clavo Dyax 39 tectamos complicaciones de índole Clavo Dyax Clavo Gamma general tras la cirugía. De Hacer Titanio las complica17 mm Diámetro proximal: 17,5 mm ciones gene11, 12, 14 mm Diámetro distal: 11 mm rales obser6,3 mm redondo Encerrojado distal: 5 mm elíptico vadas las 5,5 mm Tornillos distales: 4,2 mm más frecuen3000 mm Antecurvatum 2000 mm tes fueron las úlceras de decúbito en (22,2%) en que la reducción no fue la adecuada, cinco casos (5,5%) en cinco casos, los problemas urinarios que se desencadenó una fractura en cinco casos y la aparición de un de la cortical lateral y dos casos hematoma posquirúrgico en cuatro (2,2%) en que se produjo una frac- casos. La consolidación de la fractura se contura del trocánter mayor (fig. 2). Las pérdidas hemáticas fueron de siguió en todos los casos a pesar de unos siete puntos para el hema- las complicaciones que tuvimos en 13. tócrito y aproximadamente 2,4 g/dL En los 77 casos restantes (85,5%) se para la hemoglobina. Esto obligó a obtuvo la consolidación de la fractura efectuar transfusiones sanguíneas sin problemas. (concentrados de hematíes) en más La rehabilitación se iniciaba predel 50% de las casos, llevándose a cozmente en las primeras 48 hocabo en la mayoría de los casos la ras tras la cirugía si era posible. El administración de dos unidades de 71,1% de los pacientes iniciaba la concentrados de hematíes (600 cc). marcha en los tres primeros días Lógicamente la necesidad de trans- tras la intervención quirúrgica y tan fusión fue mayor en los casos de solo en cuatro casos no se pudo iniciar la misma a los siete días de fracturas consideradas inestables. En el 67,7% de los pacientes no de- la cirugía. Si analizamos la marcha a los tres meses de producida la fractura, comprobamos que un 3% de los pacientes eran incapaces de caminar, requiriendo la mitad de los que lo hacían el uso de andador. Es asimismo imFig. 2. Defecto de reducción de la fractura en valgo y mala colocación portante resaldel tornillo cefálico con posicionamiento posterior tar que únicamente el 10% de los pacientes era capaz de caminar sin ayuda (fig. 3). El análisis radiológico de los casos inFig. 3. Valoración de la marcha a los tres meses tras cirugía Tabla I. Diferencias técnicas entre los dos sistemas de enclavado endomedular (clavo Dyax- clavo Gamma) 40 tervenidos muestra la aparición de efecto punta en 14 casos, una rotura del material de osteosíntesis, cinco casos en que se produjo un fenómeno de varización de la fractura y dos casos en que el tornillo cefálico migró lateralmente (fenómeno de “cut-out”) (fig. 4). La localización del tornillo cefálico más frecuente fue la centromedial (40%) seguida de la inferomedial (32,25%). En dos casos el tornillo se encontraba en la porción superior de la cabeza que fueron los dos casos que posteriormente desarrollaron el fenómeno de “cutout”. La distancia punta-ápice (PAD) media (tornillo cefálico al ápex) en las proyecciones anteroposteriores y axial fue de 21,81 mm, con un mínimo de 8 mm y máximo de 43 mm con una desviación estándar de 8,97 mm. La distancia media está por debajo de los 25 mm que se considera como el objetivo en este tipo de implante. La impactación del tornillo cefálico (efecto Doppelt) presentaba una media de 3,06 mm, con una desviación estándar de 4,18 mm. Discusión Existe un incremento importante en la incidencia de las fracturas proximales de fémur debido a un aumento en la esperanza de vida, que supone una progresiva reducción de la calidad del hueso y un aumento en el número de accidentes en personas mayores. Estas fracturas suponen un problema importante en la practica diaria con importantes repercusiones socio-económicas. Para solucionar este problema en el manejo de las fracturas extracapsulares del tercio proximal de fémur surge en la década de los noventa el clavo Gamma basado en la combinación de un tornillo cefálico deslizante y un clavo intramedular. Así, el tornillo cefálico permite la impactación controlada de la fractura mientras que la posición intramedular ofrece un brazo de palanca corto, lo cual, F. Almeida et al importante en estos pacientes mayores, ya que este método de fijación permite una estabilidad precoz, lo cual Fig. 4. Representación radiográfica de rotura de material de osteosíntesis, aumenta la efecto punta y tornillo cefálico largo como complicaciones de la técnica calidad de de osteosíntesis vida del paciente. significa una reducción de las fuer- Esta es la principal ventaja de este zas de estrés en un 25-30% com- método, que debido a sus propieparado con las fijaciones extra- dades biomecánicas permite la carmedulares, con un bajo índice de ga precoz con cualquier tipo de fractura y con diferencias obvias resfracasos del implante7, 14. Utilizando un método intramedular pecto a otros implantes en el caso se consigue una fijación por méto- de fracturas subtrocantéreas. dos cerrados preservando el hema- La aparición de fracturas en la toma que es esencial en el proce- diáfisis femoral en el postoperatorio so de consolidación de la fractura y es uno de los principales argumenminimiza la lesión de los tejidos tos que determinados autores han blandos permitiendo una reducción descrito para limitar el uso de este del traumatismo quirúrgico, pérdida clavo. Éstas se deben a un aumensanguínea, infección y complicacio- to del estrés del clavo en ese punto, debido en gran medida, a errones de la herida quirúrgica13. Asociado a la técnica, se producen res técnicos como clavos de pequeuna serie de complicaciones ño diámetro, fresado en exceso, peroperatorias que se asocian a fracturas corticales y problemas en errores técnicos como son las frac- el encerrojado distal12. turas de la diáfisis femoral produci- La migración del tornillo fuera de la das por el uso del martillo ante la cabeza femoral se debe a un mal dificultad en la introducción del cla- posicionamiento del mismo y relavo, fracturas del trocánter mayor, cionado con una pobre calidad fracturas de la cortical externa de- ósea, existiendo mayor riesgo bido a un punto de entrada lateral o cuando éste se coloca en el cuaa un fresado excéntrico y que influ- drante superomedial y a menos de ye en gran medida en el pronóstico 0,5 cm de la articulación. Mulhodebido a que una fractura estable lland y Gunn15 y Kyle et al11 obtuviese transforma en inestable o distal, ron buenos resultados con la colopero la más frecuente es la dificul- cación del tornillo en posición centad en el encerrojado distal. Las tral en ambas proyecciones, mienmalas reducciones no se conside- tras que los peores resultados se ran una complicación per se debi- obtuvieron en caderas con tornillos do a que suceden antes de la colo- en posición superolateral 3. Estos cación del clavo. La presencia de autores recomiendan una distancia un tornillo cefálico fuera de la cabe- menor de 10 mm de la cabeza za femoral es atribuible a una defi- femoral, debido a un mejor anclaje ciente visión radiológica y a una a ese nivel. Los hallazgos de una pobre reducción de la fractura. penetración central del tornillo La mayor ventaja en el tratamiento cefálico en la cabeza femoral cauquirúrgico de estas fracturas es la sa problemas menos graves que la movilización precoz, que es lo más penetración lateral o periférica, se- VANCES ATraum gún los trabajos de Kuderna et al10 y Nilsson16. La pérdida de la fijación en la cabeza femoral es una de las principales complicaciones en los clavos deslizantes, mientras que en las fijaciones rígidas la penetración en la articulación es una de las frecuentes complicaciones técnicas debido a la imposibilidad de adaptación a la impactación secundaria de la fractura11. Se produce un importante descenso del ángulo entre el cuello y la diáfisis tras la carga en fracturas inestables como resultado de la impactación medial de la fractura. Así, un concepto importante sobre la estabilidad, es la recuperación de la alineación de la cortical medial como proponían Johnson et al8 tras la utilización del clavo Holt o Nilsson con los clavos de Ender. Una reducción lateral, en valgo, aumenta la estabilidad mecánica produciendo un grado de impactación y un número de reintervenciones menor que cuando se realizan reducciones anatómicas o en varo. Diferentes estudios promueven que el grado de carga realizado no tiene influencia sobre la impactación de la fractura. La necesidad de reintervención o cambio del material está determinado por la presencia de dolor persistente, migración del tornillo o fractura diafisaria, pero comparado con las fijaciones extramedulares y otros métodos de fijación extramedular, este tipo de implantes con fijación endomedular y tornillo deslizante (clavo Dyax) supone un importante avance. Conclusión Así, el clavo Dyax combina las dos ventajas de las dos técnicas usadas en el tratamiento de las fracturas proximales del fémur, como son el uso del tornillo deslizante y el clavo endomedular. Este método proporciona una estabilización precoz permitiendo una movilización y carga precoz, limitada sólo por las condiciones generales del paciente. Una técnica quirúrgica precisa, Fracturas pertrocantéreas de cadera tratadas mediante clavo Dyax 41 la experiencia del cirujano y una selección adecuada del clavo, permite una disminución de las complicaciones perioperatorias y postoperatorias. Por último, si bien el clavo Dyax aporta ciertos avances técnicos ya destacados respecto al tradicional clavo Gamma 2,17 , los resultados obtenidos no nos permiten concluir una diferencia significativa entre ambos implantes (fig. 5). in predicting failure of fixation of peritrochanteric fractures of the hip. J Bone Joint Surg 1995;77A:1058-64 2. Boriani et al. 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Badajoz Resumen Hemos realizado un estudio retrospectivo de 42 osteotomías tibiales valguizantes, en 37 pacientes, a los que para movilizar la tibia con respecto al peroné, se les practicó sección de los ligamentos tibioperoneos proximales; valoramos la repercusión a nivel de la articulación tibioperonea proximal, el ligamento colateral externo, el nervio ciático poplíteo externo, la fuerza del bíceps y el estado de la articulación del tobillo. Se evaluó a los pacientes tanto clínica como radiológicamente, con un seguimiento medio de 17 meses. La mayoría de los pacientes presentaron sintomatología mínima tanto a nivel de la rodilla como del tobillo, tras la osteotomía tibial valguizante. Palabras clave Osteotomía tibial. Articulación tibio-peronea proximal. 004582 004674 Introducción La osteotomía tibial proximal valguizante es un procedimiento bien establecido para el tratamiento de la artrosis unicompartimental medial de la rodilla. Su frecuencia ha disminuido de forma significativa en los últimos años, mientras Correspondencia Mª Teresa Campos Polo C/Felipe Checa, 40-1º A. 06001 Badajoz [email protected] VANCES ATraum sigue aumentando la tasa de artroplastias11. Consiste en la resección de una cuña de base externa a nivel de la metáfisis proximal de la tibia, la cual permite redirigir la carga hacia el compartimento externo; para esto, se necesita la movilización de la tibia con respecto al peroné 4, que puede conseguirse de varias maneras, entre ellas, mediante la división de los ligamentos tibioperoneos proximales, provocando desplazamiento del peroné, como ha sido nues- tro caso. El objetivo el presente trabajo consiste en evaluar los efectos que esto produce sobre la articulación tibioperonea proximal, el ligamento colateral externo, la fuerza del bíceps y la articulación del tobillo. Material y métodos Desde 1999 hasta 2002, tratamos 37 pacientes (42 rodillas) con artrosis del compartimento medial mediante la realización de una osteotomía tibial valguizante; de ellas, 39 tenían artrosis del compartimento medial, dos necrosis del cóndilo femoral interno y en una de ellas existía un varo con rotación externa de la tibia. La edad media de los pacientes fue de 53 años (mínimo 20 y máximo 67 años). El tiempo de seguimiento medio fue de 17 meses (mínimo 6 y máximo 31). Técnica quirúrgica2,10 Se efectua una incisión en S itálica desde el ligamento colateral externo hasta la tuberosidad tibial anterior. Se despega la musculatura del compartimento anteroexterno subperiósticamente desde la tibia proximal y se seccionan los ligamentos tibioperoneos proximales. Se introduce una aguja de Kirsch- 37/1 2007 - Págs. 43 a de 46 la cabeza del peroné en la osteotomía tibial valguizante Desplazamiento 43 ner desde lateral a medial a través de la tibia proximal. Tras comprobar mediante intensificador de imágenes la correcta posición de la aguja, se coloca una segunda aguja desde lateral a medial, existiendo con la primera una distancia y angulación previamente calculada en la planificación preoperatoria de la intervención. Se vuelve a comprobar con intensificador de imágenes la posición de la segunda aguja. Se protegen tanto las estructuras blandas posteriores como el tendón rotuliano en todo momento, manteniendo una ligera flexión de la rodilla. Se realiza la osteotomía con escoplos anchos paralelos a las agujas de Kirschner. Tras extraer la cuña de hueso, se extiende la rodilla y se aplica una fuerza en valgo, cerrando así la osteotomía. Dos grapas escalonadas mantienen la osteotomía cerrada lateralmente. Cierre por planos, dejando un drenaje aspirativo y una férula posterior. El drenaje se retira a las 24 horas y el paciente comienza la deambulación con ayuda de muletas y sin apoyar la extremidad afecta. Se retira la férula y la sutura a las dos semanas, colocándose yeso completo, que suele dejar libre el pie, comenzando el apoyo progresivo, según tolerancia; el yeso se mantiene hasta seis semanas después de la cirugía. Resultados Se evaluó a los pacientes clínica y radiológicamente. En cinco rodillas existía dolor en la zona posterolateral de la rodilla; mientras que en 16 rodillas la cabeza del peroné era ligeramente dolorosa a la palpación. No existía, en ningún caso, movilidad anómala de la cabeza del peroné. No se detectó en ninguna rodilla movimiento de la cabeza del peroné tras ejercer presión en una dirección anteroposterior. En cuanto a la exploración de la estabilidad varo-valgo, hubo una ligera laxitud en varo en cinco rodillas, al realizarlo en rotación externa y extensión, comparada con la otra rodilla; 44 mientras que al explorarlas en rotación externa y 20-30º de flexión, esto ocurrió en dos rodillas más. El estado del bíceps femoral se evaluó comprobando la fuerza de flexión y rotación externa de la rodilla con la cadera y la rodilla en 90º de flexión, demostrándose una debilidad leve en 11 rodillas. Respecto al nervio peroneo común, se halló un déficit sensitivo en un paciente, sin encontrar ningún déficit motor. Ningún paciente se quejaba de dolor en el tobillo, sin embargo, en tres de ellos, la flexión y extensión extremas del mismo producía molestias en la zona posterolateral de la rodilla. En cuanto a la evaluación radiológica de las rodillas (figs. 1 a,b; 2 a,b), el desplazamiento medio de la cabeza del peroné fue de 7 mm (mínimo 0 y máximo 22), sin existir diferencias en cuanto al estado de la línea articular: horizontal (8 rodillas) u oblícua (34 rodillas) (fig. 3). Discusión La osteotomía tibial valguizante es un procedimiento útil para el tratamiento de la gonartrosis unicompartimental interna en determinados casos. La clave del éxito de esta intervención está en la adecuada selección de los pacientes, siendo el paciente ideal aquél delgado, en la quinta-sexta década de la vida, activo, con dolor mecánico en el compartimento medial de la rodilla, ausencia de síntomas femororrotulianos, rodilla estable y con un balance articular de al menos 90º 1. Este procedimiento tiene diversas complicaciones potenciales: infracorrección, sobrecorrección, patella baja, disminución del rango de movilidad, disfunción del nervio peroneo, síndrome compartimental, lesión vascular, enfermedad tromboembólica, y la fractura del platillo tibial4. En relación con la técnica quirúrgica, existen varios métodos para eliminar el efecto férula del peroné a la hora de realizar la osteotomía tibial proximal (fig. 4): 1) Osteotomía diafisaria del peroné 2) Exéresis de la cabeza del peroné 3) Luxación de cabeza del peroné mediante división de los ligamentos tibioperoneos proximales pero estas dos últimas opciones, podrían debilitar aún más los estabilizadores dinámicos laterales (fundamentalmente el bíceps), de por sí debilitados en el genu varo artrósico y a su vez comprometer la funcionalidad del ligamento colateral externo8. Al seccionar los ligamentos tibioperoneos proximales, y provocar una luxación-subluxación de la articulación tibioperonea proximal se consigue movilizar la tibia con respecto al peroné. La luxación traumática de esta articulación es poco frecuente y puede pasar desapercibida en el contexto de un politraumatismo5. Odgen describió dos tipos de luxaciones asociadas a la oblicuidad de la articulación tibioperonea proximal 9; tomando como referencia los 20º; se afirma que a mayor oblicuidad de esta articulación, mayor riesgo de luxación (fig. 3). Según la dirección de ésta se distinguen: subluxación y tres tipos de luxaciones (anterolateral, posteromedial y superior). La clínica suele ser debilidad y dolor en cara lateral de la rodilla, que aumenta al palpar la cabeza del peroné; la inestabilidad se pone de manifiesto fundamentalmente con la flexión de 90º de la rodilla, ya que se relajan el ligamento colateral externo y el bíceps, moviéndose con más libertad la cabeza del peroné. En la mayoría de las ocasiones responden bien al tratamiento conservador con yeso durante seis semanas tras la reducción de la luxación, y raras veces es necesaria la cirugía. No son frecuentes las complicaciones, pero puede existir dolor persistente, síntomas del nervio ciático poplíteo externo, incluso inestabilidad articular y artrosis subsiguiente7. Resulta obvio que al realizar el cierre de la osteotomía se produce un ascenso del peroné que es mayor M.T. Campos, et al (a) (b) Fig. 1. Radiografía anteroposterior en carga preoperatoria de la articulación de la rodilla (a) y la cabeza del peroné (a mayor aumento b). Fig. 2. Radiografía anteroposterior en carga postoperatoria de la articulación de la rodilla (a) y la cabeza del peroné (a mayor aumento b). VANCES ATraum Desplazamiento de la cabeza del peroné en la osteotomía tibial valguizante 45 Fig. 3: Representación esquemática de la articulación tibioperonea proximal oblicua y horizontal, según la descripción de Odgen. Fig. 4: Representación esquemática de los distintos modos de eliminar el efecto férula del peroné para movilizar la tibia en la osteotomía tibial valguizante: 1) osteotomía diafisaria del peroné, 2) extirpación de la cabeza del peroné y 3) luxación de la cabeza del peroné mediante la división de ligamentos tibioperoneos proximales. cuanto más lo sea la corrección de la deformidad en varo y por tanto una subluxación de la articulación tibioperonea proximal, es por esta razón por lo que es rechazada por aquellos que prefieren realizar una osteotomía del peroné2 o una escisión de la cabeza del peroné y reinserción de las estructuras laterales6. Nosotros hemos evaluado los posibles efectos derivados de la liberación de la articulación tibioperonea proximal3, encontrando que la presencia de dolor a dicho nivel, movilidad de la cabeza del peroné, inestabilidad del mismo o de la rodilla forzando el varo o a nivel del tobillo, síntomas referidos al compartimento externo de la pierna, donde se encuentran los estabilizadores dinámicos laterales de la rodilla (tensor fascia lata y bíceps femoral), fueron mínimos y en nin- 46 gún caso incapacitantes para el paciente. Probablemente esto sea debido al período de inmovilización con yeso durante seis semanas, durante el cual se produciría la cicatrización de la cápsula y los ligamentos de la articulación tibioperonea proximal. Bibliografía 1. Berman AT, Bosacco SJ, Kirshner S, Avolio A. Factors influencing long-term results in high tibial osteotomy. Clin Orthop 1991;272:192. 2. Coventry MB. 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Dentro de éstos, y aunque el patrón oro siga siendo la placa atornillada, el enclavado medular es un método que, con sus nuevos diseños y con indicaciones y técnica precisas, proporciona buenos resultados. Los autores revisan de forma retrospectiva 50 casos de fracturas diafisarias de húmero, tratadas mediante enclavado endomedular encerrojado, valorando los resultados obtenidos y sus complicaciones. Palabras clave Fracturas diafisarias de humero. Enclavado. Enclavado encerrojado. 003290 000787 Introducción Las fracturas diafisarias del húmero representan el 3% del total de las fracturas, localizándose entre el borde inferior de la inserción del músculo pectoral mayor y una línea imaginaria situada cuatro traveses Correspondencia: A. Montiel Giménez Avda. Alcalde Barnils, 54-60 Apartado de Correos nº 211 08174 Sant Cugat del Vallés (Barcelona) [email protected] VANCES ATraum de dedo por encima de la línea articular del codo1. En pacientes jóvenes son producidas por traumatismos violentos, algunos de ellos de alta energía y que pueden llevar asociados fracturas abiertas y parálisis radial7. En mujeres, a partir de los 50 años, la causa más frecuente es la caída casual. El tratamiento clásico de estas fracturas es conservador, con el que se obtiene rápidamente un alta tasa de consolidación, y las des- viaciones residuales moderadas son bien toleradas8,10. Sin embargo el tratamiento quirúrgico ha ido ganando terreno con el fin de restaurar la anatomía y permitir una rápida reincorporación a la actividad cotidiana. Los tratamientos ortopédicos usados incluyen inmovilización estricta de la extremidad con el yeso en U, vendaje cuellopuño, yeso toracobraquial o vendaje de Velpeau. En 1933 Caldwell introdujo el yeso colgante y en 1977 Sarmiento y Latta10 desarrollaron el tratamiento con el yeso funcional basado en la reducción de las fracturas mediante la compresión de las partes blandas y la acción correctora de los músculos. A partir de los años setenta se inicia las utilización generalizada del tratamiento quirúrgico. Los métodos más habituales son, sobre todo, la placa atornillada y los sistemas endomedulares, como el enclavado de Kuntcher 2,5 o el enclavijado de Hacketthal. Ya en la década de los ochenta los sistemas de enclavado humeral evolucionan, extendiéndose su uso. De estos sistemas iniciales el más usado es el clavo de Seidel (Stryker) y menos el de Marchetti-Vicenzi. El clavo de Seidel se introduce por troquiter con encerrojado proximal 37/1 2007 - Págs.encerrojado 47 a 53 Enclavado en las fracturas diafisarias de húmero 47 atornillado. El sistema de fijación distal se produce por la expansión de unas aletas que se abren mediante una oliva que se comprime con un destornillador girado en sentido antihorario. La compresión sobre el endosito proporciona un limitado bloqueo rotacional3. El clavo de Marchetti-Vicenzi puede introducirse tanto de forma anterógrada como retrógrada, la fijación proximal del clavo es atornillada y la estabilización distal se produce por el despliegue de unas varillas que se enclavan en el canal medular. La estabilidad tanto rotacional como en flexoextensión no es rígida, no permitiéndose las rotaciones de la extremidad hasta la aparición de callo, hay una mayor tasa de consolidaciones viciosas y su extracción puede ser dificultosa6. El enclavado endomedular del húmero sigue evolucionando y a imitación de los enclavados de otros huesos, como el fémur o la tibia se desarrollan clavos con encerrojados proximales y distales atornillados. Este tipo de bloqueo proporciona una buena estabilidad tanto rotacional como en flexoextensión y además permiten la compresión del foco de fractura y el abordaje anterógrado y retrógrado. Material y métodos Se han revisado de forma retrospectiva 50 casos, entre los años 2000 y 2005, de fracturas diafisarias de húmero (48 fracturas y 2 seudoartrosis), tratadas mediante enclavado endomedular encerrojado con el clavo UHN de Synthes. Las fracturas cerradas fueron 47 y 3 las abiertas. El enclavado se realizó por vía retrógrada en 47 casos. En los otros tres se realizó por vía anterógrada. En dos de estos casos se realizó el enclavado anterógrado por ser el trazo de fractura muy proximal y en el tercero por tener asociada una fractura del anillo pélvico y sacro tratadas con fijación externa que impedía la posición en decúbito prono. 48 De todos ellos 37 fueron varones y 13 mujeres, con una edad media de 37,5 años (rango 17-57). En cuanto a la lateralidad 26 fueron del lado izquierdo y 24 del derecho. Los mecanismos lesionales fueron accidentes de tránsito, precipitaciones, caídas al mismo nivel, un caso de explosión de una caldera y otro mecanismos variados (tabla I). Para su clasificación se ha utilizado la de AO (Müller, Nazarian y Koch 1987); 34 han sido del tipo A, 13 del tipo B y 3 del tipo C (tabla II) Por su localización 30 estaban localizadas en el 1/3 medio, 12 en el 1/3 proximal y 8 en el 1/3 distal. Ha habido 21 pacientes con lesiones asociadas (42%). Las lesiones asociadas más frecuentes son el TCE (8), lesiones del nervio radial (5), fracturas de la epífisis distal del radio (4) (tabla III). El tiempo promedio entre el accidente y la cirugía fue de 5,7 días (rango 1-21) Los diámetros de los clavos más utilizados son los de 6,7 mm. (36) y los de 7,5 mm11 y las longitudes 220, 250 y 240 mm. hasta poder introducir el clavo sin dificultad. Una vez hechas las mediciones e introducción del clavo, procedemos al encerrojado proximal por el método de manos libres. Si vamos a realizar compresión del foco de fractura, es aconsejable realizar el encerrojado con dos tornillos para evitar la deformidad si es un tornillo único. Tenemos el hábito de hacer prisionero al tornillo de encerrojado con una lazada de sutura reabsorbible para evitar su pérdida en la masa muscular del deltoides. Si realizamos compresión colocamos el tornillo distal en posición dinámica y realizamos la compresión. Finalizamos colocando el tornillo estático y retirando el mecanismo de compresión. Procedemos al cierre por planos y vendaje compresivo. En el postoperatorio iniciamos la movilización a las 24-48 horas en función de la tolerancia al dolor del paciente y sin ningún tipo de restricciones, salvo la carga de pesos y esfuerzos. Técnica quirúrgica Paciente en decúbito prono, con apoyo en brazo y codo libre que permita la flexión más allá de los 90º para facilitar la entrada del clavo (fig. 1). La vía de abordaje transtricipital con acceso por encima de la foseta olecraneana. Se realizan 3 o 4 perforaciones, con broca, a 1-2 cm por encima de la foseta, que se unen y amplían finalmente con la fresa cónica. Es muy importante esmerarse en el fresado del orificio de entrada, con una buena confección de los “chaflanes” anterior, posterior y epicondíleo, con el fin de facilitar la introducción del clavo (fig. 2), que debe introducirse a mano sin precisar golpearlo, y evitar lesiones de la cortical cubital y anterior. El clavo no es fresado, pero si la cavidad medular fuese más estrecha que el diámetro del clavo, sería preciso un fresado, que puede realizarse con las fresas manuales, Resultados Para valorar la movilidad y funcionalidad del codo y del hombro, hemos seguido los criterios de Romens, Verbruggen y Bross en su artículo publicado en 19959. Consideramos resultado excelente cuando hay una disminución de la movilidad del hombro y/o codo de menos de 10º. Moderada si está entre 10º y 30º y pobre si es mayor de 30º. Los resultados han sido para el hombro, 44 excelentes resultados (88%), 3 moderados (6%) y 3 pobres resultados (6%). Para el codo han sido, 45 excelentes resultados (90%), 4 moderados 8%) y 1 pobre (2%) (tabla IV). El resultado funcional global se realizó siguiendo la escala de Stewartt y Hundley11 (tabla V). Los resultados han sido: 42 excelentes (84%), 3 buenos (6%) y 5 malos (10%) (tabla VI). En todos los casos la alineación radiológica ha sido buena. Los casos de dolor A. Montiel Jiménez, et al Tabla II. Tipos fractura Tabla I. Mecanismos lesionales Mecanismos Tipo Número de casos Tránsito Precipitaciones Caídas al mismo nivel Explosión caldera Otros Número de casos A1 A2 A3 B1 B2 C1 C3 16 15 12 1 6 5 6 23 3 10 1 2 Porcentaje 10 12 46 6 20 2 4 Tabla III. Lesiones asociadas Lesión TCE Lesión nervio radial Fractura epífisis distal radio Fractura fémur Fractura diáfisis cúbito y radio Fracturas costales Fracturas clavícula Luxación A-C Otras Fig. 1. Posición del paciente en abordaje retrógrado Número de casos Porcentaje 8 18 5 11 4 9 6 3 3 6 6 3 2 4 2 4 15 33 Fig. 2. Preparación del punto de entrada del clavo Tabla IV. Valoración resultados Hombro Excelente Moderado Pobre VANCES ATraum 44 (88%) 3 (6%) 3 (6%) Codo 45 (90%) 4 (8%) 1 (2%) Enclavado encerrojado en las fracturas diafisarias de húmero 49 Tabla V. Escala de Stewart y Hundley Excelente: No dolor, movilidad conservada, buena alineación radiográfica Bueno: Dolor ocasional, pérdida de movilidad del hombro y/o codo en cualquier dirección menor de 20º, callo vicioso con angulación de <10º Regular: Dolor con la actividad, pérdida de movilidad del hombro y/o codo en cualquier dirección entre 20º y 40º, callo viciosos con angulación >20º Malo: Dolor constante, seudoartrosis o parálisis radial yatrógena, pérdida de movilidad del hombro y codo mayor de 40º Tabla VI. Resultado funcional global Excelente Bueno Malo han ido asociados a la limitación de movilidad del hombro. De los 5 casos malos, 2 han sido por lesiones neurológicas posquirúrgicas, una del nervio radial y otra del axilar, 1 seudoartrosis y 2 limitaciones de movilidad de más de 40º, las dos del hombro y en vías anterógradas. El tiempo promedio de consolidación fue de tres meses (rango 2-6). El tiempo promedio hasta el alta laboral ha estado en 4,5 meses (rango 1,5-10 meses). No hemos contabilizado los casos con lesiones asociadas importantes que precisaban continuación de tratamiento una vez curada la fractura humeral, para no distorsionar el resultado Las complicaciones podríamos dividirlas en quirúgicas, que serían aquellas que aparecen en el mismo acto quirúrgico y evolutivas. La complicación quirúrgica más frecuente ha sido la ampliación de un trazo de fractura o la provocación de una nueva fractura, que ocurrió en cuatro casos. En un caso precisó de una osteosíntesis añadida con placa (figs .3 y 4) y en otro caso, en que el punto de entrada era excesivamente alto, el tornillo de encerrojado distal no hacía presa por coincidir con la línea de fractura (fig. 5), evolucionando hacia la 50 Número de casos 42 3 5 Porcentaje 84 6 10 seudoartrosis y que curó con un nuevo enclavado tras fresado endomedular. Los otros dos casos fueron líneas de fractura epitrocleares y en cortical anterior que no influyeron en la evolución. Las otras complicaciones fueron dos lesiones neurológicas una de nervio axilar (fig. 6) y la otra del radial. Las dos restantes complicaciones fueron con los tornillos al realizar la compresión. En un caso se dobló el tornillo proximal y en el otro el tornillo que realiza la compresión se dobló y rompió al intentar extraerlo. Entre las complicaciones evolutivas ha habido una distrofia simpático refleja, una migración del un tornillo proximal que obligó a extraerlo, un retardo de consolidación y una seudoartrosis consecuencia de una complicación quirúrgica y que ya hemos relatado en el apartado anterior. Discusión Proponemos el enclavado retrógrado como de uso electivo en las fracturas diafisarias del húmero y en especial en pacientes jóvenes (figs. 7 y 8). Creemos que no son tantos los incovenientes descritos en la literatura, y es más, nosotros detectamos más complicaciones en el enclavado anterógrado4. Una de las complicaciones que se atribuye al enclavado retrógrado es el riesgo de fracturas al realizar el abordaje óseo. En pacientes jóvenes, con una buena calidad ósea y un labrado meticulosos del orificio de entrada del clavo, se disminuyen los riesgos de fractura. El orificio debe estar en la línea media, algo desplazado hacia epicóndilo, pues la foseta está más cerca de la epitróclea que del epicóndilo y hay la posibilidad de lesionar la cortical interna. Hay que labrar bien los “chaflanes” anterior y posterior para evitar la entrada forzada del clavo. Este debe entrar acompañado a mano sin necesidad de golpearlo. Si no fuese posible por la disposición del canal medular o su estrechez, puede realizarse un fresado suave, incluso con las fresas manuales. En nuestra serie hemos tenido un 8% de estas complicaciones. Otra de las complicaciones atribuidas a la vía retrógrada, es la influencia que puede tener en la funcionalidad del codo. Creemos que es escasa. De 47 enclavados retrógrados realizados hay 42 excelenA. Montiel Jiménez, et al 3 X Figs. 3, 4, 5. Dos casos de fractura en punto de entrada 4 X X 5 VANCES ATraum Enclavado encerrojado en las fracturas diafisarias de húmero 51 8 7 Fig. 6. Lesión nervio axilar tras encerrojado proximal tes resultados, 4 moderados y sólo un pobre resultado. Uno de los riesgos de este sistema es el encerrojado distal, en el que se puede lesionar el nervio axilar. En nuestra serie hemos tenido un caso. De los tres enclavados anterógrados realizados, uno de ellos tuvo un resultado pobre con limitación de la movilidad del hombro. Otro caso cursó también con limitación de la movilidad del hombro y dolor (figs. 9 y 10). Procedimos a su extracción constatando una lesión del manguito de los rotadores. Tras su extracción y reparación de la lesión, recuperó la movilidad articular (figs. 11 y 12). En el tercer caso, además de la limitación de la movilidad del hombro, se produjo una lesión del nervio radial, seguramente en el encerrojado distal. En los tres casos los resultados fueron pobres. Como tratamiento de seudoartrosis, realizamos la retirada del material previo, si está presente. En nuestros dos casos uno era un haz de Hackethal y el otro un clavo encerrojado. 52 Figs. 7, 8. Enclavado retrógrado 10 9 Figs. 9, 10. Enclavado anterógrado Fresamos el canal medular e introducimos un clavo de mayor diámetro y realizamos compresión, si el trazo de fractura lo permite, lo que nos da mayor estabilidad y favorece la consolidación. En nuestra serie la fractura más frecuente es la A3 de trazo de fractura transversal y que es la que mejor admite la compresión. Conclusiones El enclavado encerrojado para el tratamiento de las fracturas diafisarias del húmero, es un método de osteosíntesis que permite una buena estabilidad tanto en flexión como rotacional. Permite la compresión del foco de fractura, respetando el hematoma fracturario y facilitando la consolidación. TamA. Montiel Jiménez, et al 12 11 Figs. 10, 11. Lesión del manguito de los rotadores bién es un buen tratamiento para las seudoartrosis. Facilita la movilidad precoz, sin restricciones, evitando así secuelas en hombro y codo. Una vez superada la curva de aprendizaje y siguiendo meticulosamente la técnica quirúrgica, su colocación es sencilla y con escasas complicaciones intraoperatorias. Analizados individualmente los casos con complicaciones en el acto quirúrgico, siempre han sido debidas a defectos técnicos. Proporcionalmente las mayores complicaciones las hemos tenido con el enclavado anterógrado. VANCES ATraum Bibliografía 1. Bonnevialle P. Fractures ecentes et anciennes de la diaphie humeràle. Cahiers d’enseignement de la SOFCOT. Paris: Expansion Scientifique Française 1996;55:79-96. 2. Bordas JL, Castells E, Henríquez A. 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Dicha técnica es de fácil realización pues no requiere de grandes disecciones anatómicas ni compromete ningún otro tejido (músculo, grasa, epiplón, etc.) cuando se le utiliza como material de interposición entre el nervio y los tejidos adyacentes. Palabras clave Nervio mediano. Síndrome del túnel carpiano. Complicaciones. Injerto venoso. 003837 Introducción La liberación del túnel carpiano es uno de los procedimientos quirúrgicos más frecuentes y gratificantes que se realizan en la mano. Sin embargo, no está exento de comCorrespondencia I. Proubasta Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. 08025 Barcelona Tel. : 932 919 000 54 plicaciones, situándose su tasa en el 3-19% de los pacientes, de los que aproximadamente el 12% de los operados mediante técnica abierta requieren de una nueva intervención1. En este aspecto, existen diversas causas habituales de persistencia o recurrencia de los síntomas, entre las que cabe citar la liberación incompleta del ligamento transverso, las adherencias postoperatorias, la fibrosis cicatricial perineural, la tenosinovitis flexora inflamatoria recurrente, la 37/1 2007 - Págs. 54 a 58 laceración o neuroma del nervio mediano y/o de la rama cutánea palmar y/o un diagnóstico incorrecto2. De todas éstas, la más frecuente es la fibrosis cicatricial perineural en el sitio de la descompresión3. Cuando ésta ocurre, se han recomendado múltiples procedimientos quirúrgicos para minimizar las adherencias del nervio mediano, como una nueva sección del ligamento transverso del carpo, la exéresis del tejido cicatricial, la epineurólisis, la neurólisis interna, la interposición de colgajos musculares locales o almohadillados adiposos en las áreas cicatriciales y la aplicación de materiales de barrera para prevenir la recurrencia de las adherencias2. En este trabajo se presenta un método alternativo de tratamiento del síndrome del túnel carpiano recurrente que consiste en el recubrimiento venoso del nervio una vez practicada la exéresis cicatricial perineural. Este método, constituye una técnica quirúrgica simple, siendo la vena donante (safena interna) asequible y de fácil extracción. Material y métodos Durante el año 2005, hemos tratado dos pacientes con neuropatía I. Proubasta, et al compresiva recurrente del nervio mediano mediante el método del recubrimiento venoso. La primera paciente era una mujer de 42 años diagnosticada de síndrome del túnel carpiano de la mano derecha hacía dos años. Fue operada previamente en dos ocasiones pero los síntomas reaparecieron reiteradamente después de un periodo de mejoría clínica postoperatoria de unos tres meses. La paciente tenía antecedentes de diabetes mellitus tipo 1 y alergia a la penicilina. El segundo caso era también mujer, de 51 años, operada en otro centro de síndrome del túnel carpiano de la mano derecha hacia un año. Después de la liberación del túnel carpiano se mantuvo asintomática durante dos meses pero el entumecimiento y las disestesias reaparecieron gradualmente. Como antecedentes destacaban una cardiopatía, hipercalcemia, insuficiencia venosa crónica, resección de carcinoma de cérvix uterino y también era alérgica a la penicilina. El periodo medio de seguimiento fue de 12 meses. Cada paciente fue sometida a una evaluación subjetiva y objetiva. Para la evaluación subjetiva las pacientes recibieron el mismo cuestionario antes y después de la cirugía, en el que eran preguntadas por el dolor, disestesias y la satisfacción en conjunto. Las pacientes tenían que indicar su nivel de dolor en una escala de 0 a 10 y si el grado de disestesias preoperatorio había mejorado después de la cirugía. También se les preguntó por el nivel de satisfacción con los resultados obtenidos. La evaluación objetiva incluía la medición de la discriminación entre dos puntos y la medición de la fuerza de prensión mediante el dinamómetro de Jamar. No se realizaron estudios electrodiagnósticos posquirúrgicos. Técnica quirúrgica Bajo anestesia general se utiliza una de las dos extremidades inferiores para extraer la vena safena interna. Se realiza una incisión VANCES ATraum longitudinal anterior y proximal al maléolo tibial para la extracción del injerto de safena interna (fig. 1). La extracción de dicho injerto puede realizarse también mediante fleboextractor con el fin de minimizar la longitud de la incisión y la morbilidad de la zona dadora. La longitud del injerto venoso requerida es de 3 a 4 veces la longitud de la zona cicatricial que envuelve el nervio (aproximadamente 25 a 30 cm). La vena safena interna remanente se liga proximal y distalmente antes de la extirpación del injerto. Con la ayuda de suturas o grapas, el injerto se mantiene en tensión y se escinde longitudinalmente para que forme un rectángulo (fig. 2). En cuanto a la muñeca, realizamos el abordaje quirúrgico estándar para la liberación del túnel carpiano, siguiendo la cicatriz previa y ligeramente ampliada proximal y distalmente, para exponer el nervio mediano en zona no cicatricial. En ambas pacientes se halló una importante proliferación fibrosa perineural que, desde la bifurcación con la rama cutánea palmar, se extendía distalmente justo a nivel del túnel carpiano distal donde el nervio se divide en las ramas lateral y medial, es decir, entre la aponeurisos palmar y el arco palmar superficial (fig. 3). Después de liberar meticulosamente todas las adherencias perineurales, se procede al recubrimiento venoso circunferencial del nervio de distal a proximal. Para tal fin, uno de los extremos del injerto venoso se sutura en una zona tisular fija distalmente a la porción de nervio comprometida, generalmente en uno de los labios del ligamento transverso del carpo seccionado (fig. 4). Seguidamente se procede a enrollar el nervio de manera cirunferencial, de distal a proximal, teniendo presente que la pared íntima de la vena quede en contacto con el nervio. Finalmente, se sutura el otro extremo del injerto venoso en una zona no fibrosa (fascia, músculo, grasa, etc.) inmediatamente distal a la salida de la rama cutánea palmar (fig. 5). Las uniones Síndrome del túnel carpiano recurrente latero-laterales de las espirales venosas se suturan cuidadosamente con un hilo monofilamento irreabsorbible 6/0. Durante el procedimiento de cobertura, debemos ser cuidadosos para evitar traccionar el nervio o suturar la vena con el nervio mediano (fig. 6). Finalmente se cierra la herida cutánea con un Prolene 5/0 y se inmoviliza la muñeca en posición neutra mediante un yeso antebraquial durante dos semanas, tras las cuales se inicia la movilidad activa de la muñeca. Resultados Seis meses después de la cirugía, las pacientes referían una reducción significativa del dolor y de las disestesias secundarias a la compresión del nervio mediano. Así, en una escala sobre 10 puntos, de un valor de 8 y 9, ambas pacientes señalizaron el dolor en 0 y 1, mientras que la discriminación entre dos puntos pasó de 10 y 13 antes de la cirugía a 5 y 7 poscirugía, respectivamente. En cuanto a la fuerza de prensión, ésta aumentó de 15 y 20 kg antes de la cirugía a 22 y 30 kg después de la misma. Sin embargo, las pacientes refirieron molestias en la zona donante de la vena safena que se resolvieron aproximadamente a las cuatro semanas del procedimiento. No hubo ningún caso de infección. Discusión A pesar del alto índice de éxito después de la primera liberación del túnel carpiano, existen pacientes que refieren persistencia o recurrencia de síntomas que precisan una o más reintervenciones para solucionar el problema. En este sentido, existen algunos factores de riesgo que pueden contribuir a necesitar una cirugía secundaria, entre los que cabe citar la diabetes mellitus y la hipertensión asociada al tratamiento médico con betabloqueantes4 . Sin embargo, la principal razón local del fracaso es el 55 Fig. 1. Extracción del injerto de vena safena. Fig. 3. Tejido cicatricial alrededor del nervio mediano. Fig. 2. Preparación del injerto venoso. Fig. 4. Unión distal del injerto venoso en uno de los labios del ligamento transverso del carpo seccionado. Fig. 5. Cobertura venosa completada. La vena safena recubre Fig. 6. Un disector de partes blandas de pequeño calibre debe completamente toda la zona nerviosa afectada. pasar fácilmente entre el envoltorio venoso y el nervio. 56 I. Proubasta, et al tejido cicatricial que se forma en la zona de descompresión nerviosa. Los factores de riesgo por los que se produce una significativa proliferación fibrosa después de la liberación del túnel carpiano permanecen inciertos, si bien se han implicado en ella una hemostasia deficiente con la formación de hematoma, una inmovilización postoperatoria prolongada y una pauta de ejercicios de movilidad y terapia rehabilitadora inadecuada. En estas circunstancias, una revisión de la liberación del túnel carpiano seguida de una neurólisis interna, presenta un alto índice de pobres resultados y persistencia de los síntomas5. Por esta razón, se han descrito numerosos métodos de tratamiento quirúrgico para solucionar definitivamente la recurrencia de la neuropatía. En este contexto, están descritos los colgajos musculares y/o adiposos locales sobre las áreas cicatriciales y la aplicación de materiales de barrera para prevenir la recurrencia de las adherencias. Así, los colgajos locales como el del abductor digiti minimi, el palmaris brevis y el pronador quadratus6-16, son algunos de los tejidos interpuestos, aunque la disección de los mismos no siempre es fácil, ya que los pedículos vasculares tienen una movilidad limitada, su área de cobertura es a menudo insuficiente y pueden ocurrir problemas de cierre cutáneo. Es por estas razones que nos pareció interesante la técnica del recubrimiento venoso para tratar dicho problema. Dicha técnica fue inicialmente descrita en 1991 por Gould 17 para el tratamiento del neuroma doloroso en continuidad, pero fue Masear et al18,19 en 1996 quienes publicaron y certificaron la bondad del método para los síntomas recurrentes secundarios a la cicatrización nerviosa. Koman et al20 utilizaron aloinjerto de vena umbilical para la disfunción del nervio mediano con buenos resultados y Sotereanos et al21,22 informaron de un significativo alivio del dolor en pacientes con síndrome recurrente del túnel carpiano después de ha- VANCES ATraum ber sido tratados con cobertura venosa. Nuestros resultados son comparables con las series comentadas, en el sentido de que la técnica de cobertura venosa autóloga es efectiva en el tratamiento de la neuropatía por compresión secundaria a cicatrización. De cualquier forma, el mecanismo exacto de este efecto es desconocido, aunque en un estudio experimental realizado por Xu et al23,24, utilizando la vena femoral para recubrir el nervio ciático de ratas, se observó que no se desarrollaba tejido cicatricial entre el epineuro del nervio ciático envuelto y la superficie íntima de la vena. En clínica humana, Vardakas et al 25 publicaron un caso que proporcionaba evidencia clínica intraoperatoria de la ausencia de tejido cicatricial entre la superficie íntima de la vena y el epineuro del nervio cubital, el cual había sido recubierto dos años antes por presentar un síndrome del canal cubital refractario. En conclusión, el uso de la técnica de cobertura mediante autoinjerto venoso es una buena alternativa para el tratamiento de la neuropatía del nervio mediano recurrente secundaria a cicatrización perineural. Bibliografía 1. Botte MJ, von Schroeder HP, Abrams RA, Gellman H. Recurrent carpal tunnel syndrome. Hand Clin 1996;12:731-43. 2. Tung THH, Mackinnon SE. Secondary carpal tunnel surgery. Plast Reconstr Surg 2001;107:1830-43. 3. Hunter JM. Recurrent carpal tunnel syndrome, epineural fibrous fixation, and traction neuropathy. Hand Clin 1991;7:491-504. 4. Schreiber JE, Foran MP, Schreiber DJ, Wilgis FS. Common risk factors seen in secondary carpal tunnel surgery. 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En este trabajo presentamos a un varón de 36 años con artritis reumatoide que desarrolló una inestabilidad C1-C2 con compresión medular, precisando de estabilización que se realizó mediante la técnica de Harms y Melcher, al poder ofrecer ciertas ventajas respecto a la técnica de Magerl. Cuando la subluxación C1-C2 presenta una progresión radiológica, cervicalgia rebelde al tratamiento o la aparición de sintomatología neurológica, se recomienda el tratamiento quirúrgico para evitar que aparezca una compresión medular. La cirugía pretende reducir el desplazamiento y conseguir una correcta alineación vertebral, con una fusión duradera y estable. Son muchas las técnicas descritas, siendo la técnica de Magerl la que ofrece unos resultados más constantes. La técnica de Harms y Melcher, descrita en el año 2001, proporciona unos resultados similares pero con ciertas ventajas respecto a la anterior. Palabras clave Dolor cervical. Inestabilidad. Artrodesis. Axis. Artritis reumatoide 006106 Introducción La inestabilidad atlantoaxial puede ser consecuencia de un traumatismo cervical, procesos neoplásicos, malformaciones congénitas o enfermedades inflamatorias. Entre las enfermedades inflamatorias, aquella que con más frecuencia afecta a las articulaciones entre el atlas y el axis es la artritis reumatoide (AR), enfermedad sistémica que afecta al tejido conectivo y en la cual se desarrolla una inflamación sinovial crónica que produce una destrucción progresiva de las articulaciones sinoviales. La prevalencia de la afectación cervical en la artritis reumatoide varía entre el 43 y el 86% según distintos autores1,5. La columna cervical superior se afecta con mayor frecuencia que la inferior, y la alteración más característica es la subluxación atloaxoidea, con una incidencia del 25 al 65% según las series. La inflamación reiterada de la articulación entre el atlas y la apófisis odontoides, así como entre las articulaciones interapofisarias entre C1 y C2, acaba provocando una laxitud del ligamento transverso del atlas y de los ligamentos capsulares, permitiendo un desplazamiento anterior de C1 sobre C2, es decir, una subluxación atloaxoidea, que se define como una distancia entre el arco anterior del Correspondencia Raúl Plaza García Hospital Clínic Escalera 12.0, Servicio de COT Tel.: 932 275 533 - Fax.: 932 279 871 C/ Villarroel, 170 - 08036 Barcelona [email protected] VANCES ATraum atlas y la apófisis odontoides mayor de 2,5 mm en mujeres y 3 mm en varones1. Cuando la subluxación C1-C2 presenta una progresión radiológica, el paciente refiere cervicalgia rebelde al tratamiento o aparece una sintomatología neurológica, se recomienda el tratamiento quirúrgico para evitar que aparezca una compresión medular que puede dar lugar a una mielopatía cervical. Para conseguir una mejoría clínica la cirugía cervical debería ser precoz, antes de que el daño neurológico fuera irreversible. La cirugía pretende reducir el desplazamiento y conseguir una correcta alineación vertebral, con una fusión duradera y estable. En determinados casos puede ser difícil dada la deficiente calidad ósea como consecuencia del proceso inflamatorio, del uso prolongado de corticoides y de la inactividad. Son muchas las técnicas quirúrgicas descritas hasta la actualidad, utilizando la gran mayoría de los autores un acceso quirúrgico posterior. Entre las diferentes técnicas descritas destacan la utilización de alambres o cerclajes por vía posterior, incluyendo la fusión de Brooks y la de Gallie, clamps interlaminares, tornillos transarticulares o tornillos en C1 y C2, entre otras2,3,9-11,14,15. Las técnicas de Gallie y Brooks2,6, descritas en los años 1939 y 1978 respectivamente, son más sencillas de realizar, pero presentan varios inconvenientes, tales como la necesidad de utilizar injertos óseos, precisar de inmovilización rígida durante el postoperatorio y no conseguir la fusión vertebral en un porcentaje de hasta un 30% de los pacientes9. La técnica de Magerl, descrita en el año 1987 y considerada hoy en día de referencia, sólo precisa un collarín blando en el 37/1 2001 - Págs. a 61 Tratamiento de la59 inestabilidad atloaxoidea mediante la técnica de Harms-Melcher 59 postoperatorio gracias a la utilización de tornillos transarticulares que confieren una mayor estabilidad a nivel C1-C2, consiguiendo una tasa de fusión en prácticamente la totalidad de los pacientes4,7. No obstante, esta técnica puede presentar una serie de inconvenientes: técnicamente es difícil, necesita de reducción previa a la colocación de los tornillos y existe un cierto riesgo de dañar la arteria vertebral. En el año 2001, Harms y Melcher describen una nueva técnica basada en la colocación de tornillos poliaxiales por separado en C1 y C2. Esta técnica pretende superar los inconvenientes de la técnica descrita por Magerl, ya que parece reducir el riesgo de lesión de la arteria vertebral y permite la reducción intraoperatoria después de colocar los tornillos9,12. Presentamos un paciente con una subluxación atlantoaxoidea de origen reumático, que provocaba compresión de la médula espinal. El tratamiento de la inestabilidad se efectuó mediante instrumentación por vía posterior, siguiendo la técnica descrita por Harms y Melcher, consiguiendo una correcta reducción y fijación, con desaparición de la sintomatología neurológica. Caso clínico Paciente de 36 años que consulta por sensación de pérdida de fuerza y disestesias en extremidades superiores e inferiores, asociada a una alteración de la marcha de dos meses de evolución que había empeorado en el último mes tras una caída. Como antecedentes personales destaca alergia a la penicilina, microhematuria no filiada y artritis reumatoide (AR) erosiva de 14 años de evolución en tratamiento con etanercept, metrotexato e inacid. En los años 1998 y 2001 fue intervenido de prótesis total de cadera (izquierda y derecha, respectivamente) y en el año 2004 se le colocó una prótesis total de rodilla izquierda, todo ello como consecuencia de su enfermedad. En la exploración se apreció una disminución de la fuerza en las cuatro extremidades (4-/5 a nivel de extremidades superiores y 4/5 a nivel de las inferiores) con disminución de la sensibilidad táctil en las manos, sin evidenciarse ningún nivel sensitivo claro. La sensibilidad profunda fue normal, no existiendo alteraciones de la coordinación valorables. Presentaba hiperreflexia generalizada y clonus aquíleo bilateral. Se realizó un estudio radiológico cervical funcional (fig. 1) en el cual se observó la presencia de una subluxación atloaxoidea. Se completó el estudio con una TAC y una RM cervical (fig. 2) en la cual se observaba una estenosis focal grave del canal raquídeo a nivel de C1 por subluxación de C1C2, con signos de mielopatía cervical. Se realizó también un Fig. 1. Radiografías funcionales de la columna cervical, apreciándose una subluxación atloaxoidea que aumenta con la flexión cervical. 60 Fig. 2. RM preoperatoria donde se aprecia la compresión medular con presencia de signos de mielopatía cervical. Fig. 3. Radiografía postoperatoria con corte frontal por TAC apreciándose la colocación de los tornillos poliaxiales en atlas y axis. R. Plaza García et al estudio electromiográfico y de potenciales evocados que demostró la presencia de un bloqueo de conducción motora y sensitiva a nivel medular cervical de grado grave. Con el diagnóstico de una inestabilidad C1-C2 con compresión medular intermitente, se valoró la necesidad de un tratamiento quirúrgico. Se efectuó una reducción y fijación interna con tornillos en C1-C2 siguiendo la técnica de Harms-Melcher (fig. 3)9,12. El paciente presentó una mejoría postoperatoria inmediata y progresiva constatada clínicamente y mediante potenciales evocados, sin déficit neurológicos, tolerando la deambulación con collarín cervical blando. Durante el seguimiento se pudo apreciar la conservación de la flexoextensión cervical y una limitación para las rotaciones como consecuencia de una correcta artrodesis atlantoaxoidea. Discusión La afectación cervical en la artritis reumatoide es frecuente, oscilando su incidencia entre un 15 y un 70% en función de la gravedad de la enfermedad. La lesión más característica es la subluxación atloaxoidea anterior, con una incidencia entre el 25 y el 60%, en la cual la insuficiencia del ligamento transverso y de la cápsula de las articulaciones atloaxiales permite el desplazamiento anterior del atlas sobre el axis. Su complicación es la mielopatía cervical, que aparece por la compresión secundaria a la disminución del canal medular. La cirugía, que debería ser precoz, antes de que el daño neurológico fuera irreversible, pretende reducir la luxación atloaxoidea y conseguir una correcta alineación vertebral, con una fusión duradera y estable. La inestabilidad atlantoaxial debe tratarse mediante estabilización por vía posterior, habiéndose descrito diferentes técnicas con tal fin desde finales del siglo XIX. En 1981, Berthold E. Hadra8 introdujo el concepto de la fijación posterior cervical mediante cerclajes interespinosos para tratar fracturas de la columna cervical. Posteriormente se realizaron diversas modificaciones, entre ellas las de Gallie en 19396 y Brooks en 19782, utilizando cerclajes interlaminares y aporte de injerto óseo. Estas técnicas tienen la ventaja de ser fáciles de aplicar y presentar una baja incidencia de lesiones vasculares, pero no ofrecen una inmovilización suficiente, presentando hasta un 30% de seudoartrosis (incluso utilizando movilización rígida en el postoperatorio), una pérdida de corrección hasta en un 60% de los casos (ya que no controlan la inestabilidad rotacional) y un riesgo de lesión medular al pasar los alambres por el canal medular9. Además, no siempre es posible de efectuar, ya que precisa de una adecuada calidad e integridad del arco posterior del atlas. Con la aparición de la técnica de los tornillos transarticulares descrita por Magerl en 19877 se consiguió mejorar de forma muy significativa la fusión entre C1 y C2, llegando a un porcentaje de fusiones cercano al 100%, ya que proporciona una estabilización tanto sagital y coronal como rotacional. No obstante, es una instrumentación técnicamente demandante, con riesgo de lesión de la arteria vertebral, y en algunos VANCES ATraum casos debe complementarse con una fusión de Brooks o Gallie, con o sin injerto óseo9,13. Estos inconvenientes parecen ser menores al utilizar la instrumentación propuesta por Harms y Melcher en el 20019, en la cual la colocación separada de tornillos poliaxiales en C1 y C2 permite la manipulación individualizada de ambas vértebras y la reducción de las mismas una vez colocados estos, con un menor riesgo de lesión arterial y con unos resultados que han demostrado ser tan eficaces en conseguir la fusión vertebral como la instrumentación de Magerl 9,12. 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Sinoviortesis. 001381 Introduccion La lipomatosis sinovial es un proceso hiperplásico, benigno e intraarticular, poco frecuente y de etiología desconocida. Tal rareza ha hecho que su descripción haya generado múltiples sinónimos: lipomatosis articular difusa, lipoma intracapsular de Lancereaux5, lipoma arborescens y lipomatosis sinovial. En todo caso se trata de un tumor benigno primario en forma de proliferación vellosa y lipomatosa a partir del tejido adiposo de la subíntima de la membrana sinovial generando de forma difusa excrecencias polipoideas o papilares groseras. taba rodilla globulosa con derrame. En la nueva artrocentesis se obtuvieron 135 cc de líquido hemático. Una nueva artrocentesis a los cuatro días dio lugar a 115 cc de líquido serohemático, por lo que se procedió a su estudio. A pesar de la evacuación articular persistía globulosidad blanda a nivel de los recesos superiores. La analítica de líquido sinovial no presentó alteración bioquímica alguna y el cultivo del mismo fue negativo. Así se procedió al estudio con RM que fue determinante, al indicar la presencia de una lipomatosis sinovial. Caso clínico Discusión Paciente varón de 56 años que acude tras contusión en la rodilla derecha sin antecedentes traumáticos de interés sobre la misma. Se constató la presencia de derrame intraarticular por lo que se procedió a artrocentesis obteniéndose 176 cc de líquido hemático, sin grasa sobrenadante. El estudio radiológico mostró la presencia de derrame intraarticular y una gonartrosis de grado III de la clasificación de Alhbäck. No se observaron lesiones óseas postraumáticas. Tras un periodo de inmovilización de cinco días se procedió a nueva valoración de la rodilla. De nuevo el paciente presenCorrespondencia F. Bergillos Av. de Jaume I, 190 08100 Mollet del Vallès (Barcelona) Tel.: 935 795 440 Fax: 935 702 022 62 37/1 2001 - Págs. 62 a 64 La etiología de la entidad que nos ocupa es desconocida, aunque generalmente aparece como respuesta a un proceso inflamatorio crónico o degenerativo de la articulación. Históricamente Piulachs había atribuido su causa en algunos casos a la tuberculosis articular5. Hoy día se ve cierta relación con pacientes que padecen osteoartritis, diabetes mellitus o artritis reumatoide. La presencia, en un mismo paciente, de la afectación de varias sinoviales articulares junto a la presencia de lipomas múltiples subcutáneos se conoce como enfermedad de Madelung (con lipomas subcutáneos acumulados de forma característica en el cuello, zona retroauricular, zona parotídea y suboccipital: cuello de Madelung), o bien, síndrome de LanoisBensaude (con lipomas sin formar el cuello de Madelung)3. Epidemiológicamente no hay diferencia entre los sexos, y el rango de edad oscila entre los 7 y 70 años. La localización preferente, con gran diferencia, es la rodilla seguida en orden F. Gergillos, et al VANCES ATraum Lipomatosis sinovial 63 decreciente de la cadera, el codo, el tobillo, el hombro y la muñeca. En la mayoría de los casos es monoarticular4. La clínica característica de dicho proceso consiste en la presencia de una tumoración en la rodilla, de consistencia blanda, con largos períodos asintomáticos (incluso de años) y episodios cortos de hidrartrosis recidivante con limitación de la movilidad por la ocupación de espacio, tanto por la propia lipomatosis como por el derrame sinovial. Estas exacerbaciones de su sintomatología, acompañadas de dolor, se pueden deber al atrapamiento de los villi hipertróficos entre las superficies articulares, o bien, a un traumatismo directo sobre la articulación. El diagnóstico diferencial, basado en la clínica y exploraciones complementarias, se debe realizar con aquellas entidades que provocan proliferación sinovial y derrame articular: condromatosis sinovial, sinovitis vellosonodular pigmentada, hemangiomatosis sinovial, lipoma simple intraarticular y artritis reumatoide. La sinovitis vellosonodular pigmentada es la entidad más similar al lipoma arborescens. La diferencia entre ambas se puede determinar por su localización y por las características del líquido sinovial. Típicamente el lipoma arborescens, desde el punto de vista macroscópico, se manifiesta como una acumulación de tejido fibroadiposo localizado en los recesos suprapatelares de la rodilla, mientras que la sinovitis vellosonodular pigmentada se extiende en la bursa entre el semimembranoso y el gastrocnemio. Respecto al derrame sinovial, en el lipoma arborescens éste es siempre de características séricas, que lo diferencia esencialmente de la sinovitis vellosonodular pigmentada, por ser un líquido sinovial marronáceo muy característico debido a la liberación de hemosiderina desde los macrófagos de las vellosidades. Serán la RM y la posterior artroscopia las que definan la identidad nosológica y descarten la sinovitis vellosonodular pigmentada, que dentro de su poca incidencia, lo es mucho más que la entidad que nos ocupa. Las imágenes a nivel de RM se consideran patognomónicas: infiltración de tejidos blandos sobresaliendo en la articulación con contornos festoneados, fácilmente visualizables, por estar delineados por el propio derrame sinovial. Esta infiltración presenta una señal grasa muy típica y similar tanto en T1 como T2, así como una captación de contraste homogénea en las vellosidades2. Histológicamente, de forma macroscópica, se encuentra una sinovial cubierta de vellosidades adiposas polipoides de tamaño y forma diferentes de color amarillo y a veces hipervascularizadas. A nivel microscópico, las vellosidades están cubiertas por una única capa de células, y en la subíntima existe tejido adiposo con vasos capilares dilatados y un moderado infiltrado inflamatorio de linfocitos y plasmocitos. Aquí podemos hacer el diagnóstico diferencial con el lipoma simple intraarticular que se presenta como una masa ovoidea bien circunscrita de tejido graso que posee siempre una cápsula fibrosa. Para su tratamiento, todavía hoy, la sinoviortesis es de primera elección en Europa, Australia y Canadá, mientras que en EE.UU se realiza sinovectomía por artroscopia debido a los rigurosos sistemas de control sobre sustancias radiactivas que impiden su comercialización. La sinoviortesis o sinovectomía por radioisótopos fue introducida en al práctica médica por Delbarre en 1968. Sinoviortesis significa literalmente restauración de la sinovial. El criterio de selección del radiofármaco depende del tamaño de la articulación y del poder de penetración de la radiación E en el tejido blando y cartílago. Así para articulaciones grandes se utiliza el itrio (Y-90), en articulaciones medianas se usa renio (Re-186) y para pequeñas articulaciones el erbio (Er169)7 (tabla I). 64 Tabla I. Radiofármacos y sus aplicaciones. Las dosis para las articulaciones vienen expresadas en MBq Radiofármaco Semivida (días) Energía de emisión E (MeV) Penetración tejidos blandos (mm) Penetración cartílago (mm) Articulación: hombro codo muñeca trapecio-MTC MCF IFP IFD cadera rodilla tobillo articulación subastragalina articulación cuneonavicular tarso-MTT MTF Y1 90 2,7 2,26 3,6 11 86 Re 3,7 0,98 1,2 3,7 74 55,5-74 55,5-74 Er 9,5 0,34 0,3 1 30 22 18,5 15 185 185 74 37 Se recomienda la inyección intrarticular en dosis única del radiofármaco junto con metilprednisolona acetato ya que evita los riesgos de radionecrosis cutánea y prolonga la vida media efectiva del radiofármaco dentro de la articulación. La utilización precisa de estos radioisótopos en la articulación adecuada evita su difusión. En estudios de control radiológicos por escintigrafía se ha podido comprobar que el radiofármaco no invade los nódulos linfáticos inguinales (en el caso de la rodilla) ni hay absorción peritoneal7. Excepto para la rodilla, se recomienda que la infiltración de radioisótopos en articulaciones pequeñas se realice bajo control fluoroscópico para garantizar que el radiofármaco quede intraarticular. Para las articulaciones de mediano tamaño es necesaria una arteriografía. Como resultado se consigue histológicamente una reducción del número y tamaño de las vellosidades con una disminución de la hiperemia en fase temprana y adelgazamiento de la sinovial. Poco después predomina una esclerosis y fibrosis del estroma velloso sinovial con una mínima afectación del cartílago articular. Desde el punto de vista bioquímico provoca una disminución de la producción de líquido sinovial, enzimas y citoquinas, lo que disminuye la presión intrarticular y la inflamación. Finalmente, ante las raras recidivas, la opción terapéutica princeps sería la sinovectomía amplia, siendo discutible si se debería realizar de forma artroscópica o abierta. Bibliografía 1. 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Ann Nuclear Med 2003;17;7:593-6. F. Gergillos, et al 169 37 22 30 Luxación anterior traumática bilateral del hombro en paciente geriátrico CASO CLÍNICO A propósito de un caso E. López-Anglada Fernández J. Herrero Cabeza D. Alonso Álvarez J. Paz Aparicio J. Paz Jiménez Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica I Hospital Universitario Central de Asturias Resumen Presentamos un caso de una paciente de 81 años que sufrió una luxación anterior de hombro bilateral como consecuencia de un traumatismo. Existen pocas referencias bibliográficas en las que se haya comunicado esta asociación de lesiones, siendo en todo caso más frecuente el hallazgo de luxaciones bilaterales posteriores y secundarias a etiología no traumática. Palabras clave Hombro. Luxación. Bilateral. Anterior 003222 Introducción Las luxaciones de hombro traumáticas unilaterales son frecuentes, pero las luxaciones bilaterales son raras. La luxación de hombro bilateral más frecuentemente diagnosticada es la posterior como consecuencia de convulsiones1,2. Las luxaciones anteriores bilaterales y secundarias a un traumatismo han sido pocas veces comunicadas, y de ahí el interés de este infrecuente hallazgo3. Historia clínica Presentamos el caso de una mujer de 81 años, trasladada al Servicio de Urgencias de nuestro centro hospitalario 24 horas después de sufrir una caída por una escalera en su domicilio. A su llegada presentaba deterioro de su estado general, postración, policontusiones y dolor en ambos hombros con impotencia funcional muy importante de las extremidades superiores. En el Servicio de Urgencias se determinó que la mujer había sufrido un síncope el cual originó la caída. Entre sus antecedentes personales destacaban hipertensión arterial (HTA), hipercolesterolemia, hiperuricemia y marcapasos cardíaco por bloqueo auriculoventricular (A-V) completo. PreCorrespondencia Dr. Esteban López-Anglada Fernández C/ Leopoldo Alas 4, 1ºC. 33008 Oviedo (Asturias) Tel.: 630 670 778 [email protected] VANCES ATraum sentaba además una insuficiencia cardíaca congestiva en relación con fibrilación auricular (AcxFA). En el momento del ingreso se apreció una agudización de su insuficiencia renal crónica secundaria a deshidratación, dado que la anciana había permanecido durante 24 horas en el suelo tras la caída, sin poder levantarse. La paciente vivía sola en su domicilio particular. Una vez valorada por el Servicio de Urgencias, se solicitó consulta a los servicios de Medicina Interna y Traumatología. Exploración física Se trataba de una paciente obesa, con buen nivel de conciencia y orientada. Se encontraba disneica en reposo y con dificultad para hablar. Presentaba además deterioro de su estado físico general. En la exploración del aparato locomotor se apreció una deformación de ambos hombros en charretera, con actitud de ambos miembros superiores en ligera abdución y rotación interna. Presentaba dolor espontáneo y a la movilización de ambas extremidades superiores, con impotencia funcional absoluta de las mismas. Se palpaban ambas cabezas humerales fuera de la articulación, por delante de la cavidad glenoidea. La exploración neurológica y vascular de las extremidades superiores no reflejó hallazgos de patología significativa. La paciente presentaba múltiples contusiones en las extremidades superiores e inferiores. Radiología Tras su llegada al Servicio de Urgencias se procedió a realizar una radiografía simple de tórax, columna cervical y lumbar 37/1 2001 -anterior Págs. 65 a 66 Luxación traumática bilateral del hombro 65 así como de pelvis. La radiografía de tórax puso de manifiesto una luxación glenohumeral anterior bilateral (fig. 1). El resto de radiografías no ofrecieron hallazgos significativos. de que está dotada. Las fuerzas que predisponen a la luxación anterior aguda del hombro son las que se producen en abdución forzada y rotación externa o bien abdución con hiperextensión de la extremidad4. Sin embargo la luxación bilateral del hombro traumática es una patología muy poco frecuente y hay muy pocos casos descritos en la bibliografía. Cuando se presenta, la mayoría son luxaciones posteriores y se producen de forma secundaria a contracturas musculares debidas a ataques epilépticos, electrocución, hipoglucemia, terapia electroconvulsiva, alteraciones neuromusculares y psiquiátricas1,2,5,6,7. Se han descrito luxaciones bilaterales en una paciente anciana2 y en pacientes jóvenes levantadores de pesos6. En un estudio sobre 90 pacientes con luxación bilateral del hombro, Brown encontró una proporción del 49% de casos debidos a convulsiones de los tipos citados, un 36% de casos con luxaciones no traumáticas y sólo un 23% de pacientes con luxaciones traumáticas1. Las luxaciones anteriores bilaterales se consideran clásicamente como extremadamente raras3,8. La intención de este artículo es mostrar un caso de esta extraña patología diagnosticada en un Servicio de Urgencias de nuestro país. Fig. 1. Radiografía simple de tórax. Luxación escapular anterior bilateral. Tratamiento Se procedió a la manipulación y reducción de las luxaciones de forma inmediata, lo cual fue dificultoso dado que habían transcurrido 24 horas desde el traumatismo (figs. 2 y 3). Para la reducción se realizó una maniobra de Kocher, con apoyo de una sedación anestésica de la paciente. Fue inmovilizada con ambos miembros superiores en cabestrillo durante una semana hasta comenzar la rehabilitación activa de los hombros. La paciente permaneció ingresada en el Servicio de Medicina Interna debido a complicaciones metabólicas por la agudización de su insuficiencia renal crónica. La evolución fue favorable, teniendo en cuenta la edad de la paciente, y en el momento actual no precisa más revisiones por el Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica. Fig. 3. Radiografía de control del hombro izquierdo obtenida tras la reducción de la luxación. Bibliografía Fig. 2. Radiografía de control del hombro derecho obtenida tras la reducción de la luxación. Discusión El hombro es la articulación humana más predispuesta a sufrir luxaciones, debido a la reducida estabilidad intrínseca 66 1. Brown RJ. Bilateral dislocation of the shoulders. Injury 1984;15(4):267-73. 2. Velkes S, Lokiec F, Ganel A. Traumatic bilateral anterior dislocation of the shoulders. A case report in geriatric patient. Arch Orthop Trauma Surg 1991;110:210-1. 3. Devalia KL, Peter VK. Bilateral post traumaatic anterior shoulder dislocation. 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La aparición de la enfermedad está relacionada con un traumatismo previo en uno de los codos mientras en el contralateral no existe ningún antecedente traumático. Por otra parte, a la lesión traumática se ha asociado una lesión condral. Creemos que es el primer caso de asociación de lesión condral y osteocondrosis en el codo. Se trata de un paciente varón de 11 años que en abril de 1996 se cayó y se lesionó el codo derecho con la aparición de una osteocondrosis de cabeza radial. En febrero de 1997 se realizó una artroscopia del codo por persistencia de las molestias y bloqueos ocasionales y se encontró una lesión condral en cabeza radial y capitelium. Por lo que hemos podido averiguar es el primer caso descrito de asociación de lesión condral y osteocondrosis en el codo. Dos años más tarde, el enfermo desarrolló la misma enfermedad en el codo contralateral pero sin ningún antecedente traumático. A los nueve años, el paciente estaba asintomático excepto una limitación de 45º de la supinación del antebrazo derecho. Se le propuso una resección de la cabeza radial pero el paciente la rechazó por el momento. El largo seguimiento del paciente permite una amplia evaluación clínico-radiológica de esta enfermedad. Existe un consenso general de que los niños que sufren esta enfermedad responden bien al tratamiento conservador. Pero cuando la sintomatología es intensa, existen cuerpos libres intraarticulares o la RM demuestra una importante lesión condral asociada pensamos que se debe realizar una artroscopia de codo. A pesar de la remodelación que generalmente ocurre, la mayoría de los pacientes presentan una limitación de la movilidad de codo que, en casos avanzados, puede precisar la resección de la cabeza radial. Palabras clave Osteocondrosis. Osteocondritis. Cabeza radial 003351 001413 001466 Introducción El término de osteocondrosis muchas veces ha creado confusión en la literatura. Términos como osteocondritis, osteocondrosis, epifisitis u osteonecrosis han sido a menudo intercambiados. La osteocondrosis se refiere a la degeneración o necrosis del centro de osificación con su remodelación ósea secundaria. En cambio, la osteocondritis se refiere a la separación del cartílago articular con o sin hueso subcondral. La osteocondrosis de codo es una enfermedad infrecuente. La localización más frecuente de la osteocondrosis en el codo es el capitelium. La cabeza radial es una localización rara y la afectación bilateral ha sido sólo una vez descrita en la literatura9. Caso clínico Se trata de un paciente varón de 11 años que en abril 1996 se cayó y sufrió una contusión en el codo derecho. Como antecedentes patológicos presentaba una enfermedad de Sever en el calcáneo izquierdo que era asintomático en aquel Correspondencia Dragos Popescu Hospital Clínic Barcelona C/Villarroell 170 08036 Barcelona Tel.: 932 275 533 [email protected] VANCES ATraum momento. La radiografía realizada mostró un ligero aumento del espacio intraarticular que se interpretó como derrame secundario a la contusión local (fig. 1). Se le prescribió tratamiento con antiinflamatorios y crioterapia y se le dio de alta. Un mes después el paciente consultó por persistencia del dolor y limitación funcional en el mismo codo. El examen radiológico fue similar al previo. Se le inmovilizó el codo durante tres semanas y la sintomatología desapareció. En octubre 1996 el paciente reacudió por dolor, tumefacción y bloqueos ocasionales en el mismo codo. Esta vez el examen radiologico (fig. 2) mostró una metafisis proximal del radio ensanchada e irregular y la presencia de un posible cuerpo libre. Estos signos fueron interpretados como diagnósticos de osteocondrosis de cabeza radial. Debido a la recurrencia de los síntomas, en febrero 1997 se decidió realizar una artroscopia de codo que evidenció una lesión condral tanto en la cabeza radial como en el capitellium y la presencia de un cuerpo libre intraarticular. Se realizó un desbridamiento de las lesiones condrales y se extrajo el cuerpo libre. Se consiguió un codo asintomático y con una báscula articular completa. En noviembre 1999 el paciente presentó dolor y tumefacción en el codo contralateral. Esta vez no había sufrido ningún antecedente traumático previo. El examen radiológico (fig. 3A y B) mostró una cabeza radial ancha, aplanada y fragmentada en ambos codos y casi la desaparición de la interlínea articular 37/1 2001 - Págs. bilateral 67 a 69 de cabeza radial Osteocondrosis 67 en el codo derecho. El diagnóstico fue osteocondrosis bilateral de cabeza radial. Posteriormente el paciente presentó episodios recurrentes de dolor e impotencia funcional de predominio en el codo derecho que mejoraban con tratamiento conservador. En una visita de rutina en diciembre 2001 el examen físico evidenció una rango de flexo-extensión completo pero con una limitación de 20º de la supinación en el codo derecho pero que no incapacitaba al paciente. La limitación de la supinación ha ido creciendo con el tiempo llegando en octubre 2005 a 45º, con la flexoextensión y pronación no alteradas. El codo izquierdo, a pesar de su aspecto radiológico, era asintomático. Las radiografías realizadas (fig. 4A y B) mostraron las dos cabezas radiales remodeladas con una interlínea articular muy estrecha en el derecho y una mayor irregularidad en el iz- Fig. 1. Radiografía anteroposterior y lateral del codo derecho sin alteraciones de valorables. A quierdo. Se le propuso una resección de la cabeza radial derecha pero el paciente la rechazó por el momento. Discusión El primer caso de osteocondrosis de cabeza radial fue descrito por Calinescu en 19392. Después varios casos esporádicos han sido descritos en la literatura. De lo que nosotros tenemos conocimiento, el único caso bilateral fue descrito en 1956 por Trias9. Parece que existe una asociación entre esta localización y otras del esqueleto: Osgood-Schlatter, Legg-Calvé-Perthes, Sever, etc.2,3,9 Esta asociación puede indicar una alteración metabólica aunque no se ha demostrado nada hasta ahora. La etiología de esta entidad no es claramente conocida. En la mayoría de los casos descritos ha sido relacionada con traumatismos pero también se han mencionado casos atraumáticos 9,10. En nuestro caso el codo derecho presentaba un antecedente traumático mientras en el izquierdo ningún episodio traumático había precedido el inicio de la sintomatología. En una revisión de Young et al10 sobre ocho casos de necrosis avascular de cabeza radial, seis tenían un antecedente traumático importante (fractura o luxación) y uno era secundario a una contusión de codo. Los autores sugieren que después del traumatismo se produce una hiperemia local pero, a veces, se puede producir algún tipo de lesión vascular como contusión, espasmo, desgarro vascular o incluso un hematoma que pueden impedir el aporte vascular a la cabeza radial con su consecuente necrosis. La mayoría de los pacientes son varones entre siete y dieciséis años con un pico de incidencia de los once años. El dolor es el síntoma más común en todos los casos. No es intenso, aumenta con la movilización articular y mejora con la inmovilización local. Otro síntoma frecuente es la limitación articular. En los episodios agudos se debe a la sinovitis articular, afecta todos los movimientos: flexoextensión, pronosupinación y a menudo se recupera en totalidad. A veces se puede producir un bloqueo articular. Normalmente la fragmentación de la cabeza radial no produce bloqueos articulares. Esto ocurre cuando existen cuerpos libres secundarios a una lesión osteocondral. En los casos más avanzados la fragmentación de la cabeza radial puede producir una limitación de la pronosupinación y, si existen signos de degeneración articular, la limitación es presente en todos los ejes de movimiento. Otros síntomas incluyen tumefacción, rubor y aumento de la temperatura local. Radiológicamente, en los estadios incipientes se evidencia la presencia de sinovitis por el aumento del espacio interarticular y de los tejidos blandos alrededor del codo. En estos estadios, cuando la radiología convencional es anodi- B Fig. 3A y B. Radiografía anteroposterior y lateral del codo derecho (A) e izquierdo (B) mostrando una epífisis proximal aplanada y ensanchada y la fragmentación de la cabeza radial bilateral. 68 D. Popescu, et al A B Fig. 4A y B. Radiografía anteroposterior y lateral del codo derecho (A) e izquierdo (B) mostrando remodelación de ambas cabezas radiales con una importante fragmentación de la izquierda y una interlínea articular muy estrecha en el codo derecho. na, la RM puede ser útil en el diagnostico1,10. Posteriormente la cabeza radial se aplana y se convierte más densa. La epífisis se ensancha y se irregulariza. Finalmente, se produce la fragmentación de la cabeza radial, normalmente sin la separación de los fragmentos aunque esto ha sido descrito en un caso3. Trias et al9 sugieren que si ocurre la separación de los fragmentos esto no genera bloqueos articulares porque el fragmento separado se reúne al resto produciendo una restauración completa de la epífisis pero con un aspecto más ensanchado e aplanado. En nuestro caso en el codo derecho el cuerpo libre produjo el bloqueo articular y en ambos codos, a pesar de la reunión de los fragmentos, la cabeza radial tenía un aspecto muy irregular. Existe un consenso general de que la mayoría de los pacientes responden bien al tratamiento conservador mediante antiinflamatorios, crioterapia o inmovilización local5,6,9. Nosotros creemos que en los estadios iniciales, cuando no se asocia una lesión condral importante y no se producen bloqueos, este es el tratamiento de elección. Cuando la sintomatología es intensa, existen cuerpos libres o la RM sugiere una lesión condral importante pensamos que se debe realizar una artroscopia. Janarv et al4 han estudiado trece lesiones ostecondrales en la articulación radiohumeral de los cuales cuatro eran presentes en la cabeza radial. Después de realizar extracción de los cuerpos libres, desbridamiento con/sin perforaciones de las lesiones condrales, han encontrado resultados satisfactorios a corto plazo (seguimiento medio 1,3 años) en todos los pacientes. Ruch et al7 en un estudio retrospectivo sobre doce desbridamientos artroscópicos de lesiones osteocondrales de codo han encontrado una mejoría de la contractura en flexión media desde 23 a 10º y una alta satisfacción en once de los pacientes (seguimiento medio de 3,2 años). De todas formas, cinco de ellos asociaron un ensanchamiento de la cabeza radial pero sólo un paciente precisó la resección de la cabeza radial. Takahara et al 8 en una revisión sobre 53 lesiones osteocondrales de codo han encontrado un mal pronóstico a largo plazo (seguimiento medio de 12,6 años) cuando la lesión era extensa o existían signos degenerativos presentes. Young et al10 concluyeron que el pronóstico a largo plazo de la necrosis de cabeza radial es pobre, con tres de los ocho pacientes de su estudio precisando la resección de la cabeza radial y los demás presentando una limitación considerable de la movilidad. Ellos sugieren que el tratamiento conservador es recomendado inicialmente mientras se espera la remodelación y que la resección de la cabeza radial se debería reservar VANCES ATraum para los codos dolorosos con una marcada limitación de la movilidad. Conclusión 1. La osteocondrosis de la cabeza radial es una enfermedad infrecuente y la afectación bilateral es extremadamente rara. 2. A veces puede asociar lesiones osteocondrales que agravan el pronóstico a largo plazo. 3. El tratamiento inicial debe ser conservador pero cuando existe una limitación importante de la movilidad, cuerpos libres intraarticulares o defectos osteocondrales extensos se debería realizar una artroscopia. 4. La resección de la cabeza radial se debería reservar para los casos avanzados con una limitación marcada de la movilidad. Bibliografía 1. Bowen RE, Otsuka NY, Yoon ST, Lang P. Osteochondral lesions of the capitellum in pediatric patients: role of magnetic resonance imaging. J Pediatr Orthop. 2001;21(3): 298-301. 2. Calinescu V, Roman S, Sarbu P. Sur un cas d’apophisite tibiale anterieure et épiphisite radiale. Rev de Chir (Bucuresti) 1939;42:309-314. 3. Hermodson I. On the problem of trauma and aseptic osteonecrosis. Acta Radiol 1947;28:257-268. 4. Janarv PM, Hesser U, Hirsch H. Osteochondral lesions in the radiocapitellar joint in the skeletally immature: radiographic, MRI, and arthroscopic findings in 13 consecutive cases. J Pediatr Orthop 1997;17(3):311-314. 5. Kobayashi K, Burton KJ, Rodner C, Smith B, Caputo AE. Lateral compression injuries in the pediatric elbow: Panner’s disease and osteochondritis dissecans of the capitellum. J Am Acad Orthop Surg 2004;12(4):246-54. 6. Le TB, Mont MA, Jones LC, LaPorte DM, Hungerford DS. Atraumatic osteonecrosis of the adult elbow. Clin Orthop Relat Res 2000;(373): 141-145. 7. Ruch DS, Cory JW, Poehling GG. The arthroscopic management of osteochondritis dissecans of the adolescent elbow. Arthroscopy 1998;14(8):797-803. 8. Takahara M, Ogino T, Sasaki I, Kato H, Minami A, Kaneda K. Long term outcome of osteochondritis dissecans of the humeral capitellum. Clin Orthop Relat Res 1999;(363):108-15. 9. Trias A, Hay R. Juvenile osteochondritis of the radial head. JBJS 1963;45(A):576-582. 10. Young S, Letts M, Jarvis J. Avascular necrosis of the radial head in children. J Pediatr Orthop 2000;20(1): 15-18. Osteocondrosis bilateral de cabeza radial 69 NOTICIAS EX CELENTES RESUL ATAMIENTO DE FR ACTUR A S CON CÉL UL A S MADRE EXCELENTES RESULTTADOS DEL TR TRA FRA CTURA CÉLUL ULA Tres centros médicos de la provincia de Barcelona (Hospital General de Hospitalet, Centro Médico Teknon y Hospital de Barcelona) han llevado a cabo intervenciones en diez pacientes que conforman el grupo de estudio de la segunda fase del ensayo clínico, pionero en el mundo, que evalúa el tratamiento de casos de seudoartrosis (fracturas no consolidadas) con células pluripotenciales o progenitoras (stem cells) extraídas de la médula ósea como células madre. En las cinco primeras intervenciones se producía regeneración del hueso, sin efectos adversos, e incluso se recuperaba la funcionalidad de los miembros tratados pudiendo desarrollar una vida normal. De esta manera, la Agencia Española del Medicamento ha autorizado el acceso de una serie de usuarios, que cumplen los requisitos médicos necesarios, al uso de esta técnica. La terapia consiste en la aplicación de un material preparado para regenerar el tejido, que utiliza células progenitoras del propio paciente, en la fractura mediante intervención quirúrgica. Para obtener este material, se extraen células pluripotenciales de la médula ósea del paciente a través de una punción en la pelvis, y se multiplican en laboratorio hasta obtener una cantidad adecuada que se aplica a través de material vehiculador. Las células se expanden durante doce días en un biorreactor de Aastrom en el Banco de Sangre y Tejidos. SE CELEBR A EL II CONGRESO DE LLA A SOCIED AD MADRILEÑA DEL DOL OR CELEBRA SOCIEDAD DOLOR Cada vez son más los españoles que sufren algún tipo de dolor que no les permite llevar una vida normal. Anestesiólogos, neurocirujanos y neurólogos no dejan de buscar un alivio para sus pacientes. En el II Congreso de la Sociedad Madrileña del Dolor han podido conocer las últimas novedades existentes en el tratamiento, diagnóstico y manejo tanto del dolor agudo como del crónico, que les permitirá mejorar la calidad de vida de muchos enfermos. El congreso se inició con cursos prácticos en los diferentes hospitales de la Comunidad de Madrid, abarcando aspectos tan novedosos como los bloqueos nerviosos con ecografía o el tratamiento del dolor mediante ozono y aportando nuevos avances en la estimulación espinal y las técnicas de radiofrecuencia. En las conferencias científicas destacaron los avances que se han hecho en el tratamiento del dolor desde el nacimiento, ya que la mala asistencia de un parto puede traer consecuencias en edad adulta. Otros avances aún por llegar son los sistemas de liberación transdérmica de fentanilo a través de un sistema de PCA dando todas las ventajas de la utilización de opioides en el dolor, mediante administración no invasiva. Sobre dolor crónico, se apuntó la próxima incorporación a los tratamientos de Ziconotide para infusión intraespinal, que aporta una nueva esperanza en los pacientes con dolor intratable. Se abordaron otras terapias como la utilización de ozono en el dolor lumbar, de técnicas no invasivas como la electroestimulación transcutánea y el avance en estimulación de nervios periféricos. Finalmente, se hizo un repaso a los últimos avances en el tratamiento del dolor neuropático. 70 NOTICIAS LA S LESIONES DE LIG AMENTO CRUZADO ANTERIOR EN DEPORTIST AS LAS LIGAMENTO DEPORTISTA SON DE ORIGEN MUL TIF ACTORIAL MULTIF TIFA El aumento de las lesiones de ligamento de cruzado anterior (LCA) en deportistas de élite españoles, especialmente en futbolistas, no se debe a una única causa, sino a un conjunto de factores interrelacionados. La fatiga, la acumulación de partidos, la falta de preparación física o, incluso, las botas de fútbol empleadas, pueden estar influyendo en esta epidemia que ha afectado últimamente a casi una veintena de futbolistas de primera división. En un encuentro coordinado por el Dr. Pedro Guillén, se reunían médicos que trabajan a pie de campo, preparadores físicos y fisioterapeutas, así como cirujanos traumatológicos e investigadores básicos, entre otros. Profesionales sanitarios procedentes de clubes de fútbol como el Real Madrid, el FC Barcelona, el Atlético de Madrid, el Valencia, el Zaragoza, el Getafe, el Deportivo de La Coruña o el Salamanca, compartían paneles de discusión con médicos y preparadores físicos de la Federación Española de Fútbol, el Comité Olímpico Español, el seleccionador nacional Luis Aragonés o procedentes de clubes de primera línea de atletismo, baloncesto o balonmano. Las conclusiones de esta reunión apuntan a una causa multifactorial en el origen de las lesiones, siendo el mecanismo habitual de lesión de LCA por no contacto, siendo las causas tanto intrínsecas como extrínsecas. Con artrocentesis y resonancia magnética se logra diagnosticar adecuadamente más del 90% de las roturas de LCA. La intervención quirúrgica es la terapia de elección en casi todos los casos; en un 95% de los casos se puede reconstruir exitosamente el LCA en deportistas de élite. Asimismo, se considera que las actuales botas de fútbol podrían ser un factor más, que intervenga en el repunte de este tipo de lesiones. Se apunta la necesidad de que las botas permitan un equilibrio adecuado entre la comodidad, la no pérdida del tacto y el mantenimiento de la adherencia al suelo. Por otro lado, el encuentro servía de plataforma para la presentación de una innovación mundial en el campo de la artroscopia, que ha sido desarrollada y patentada por la Clínica Cemtro de Madrid. Se trata de una innovación artroendoscópica, denominada artroscopia sin cables de tercera generación. De esta manera, se facilita la incorporación de la artroscopia en la consulta, puesto que con un equipo portátil y sin cables se puede efectuar una artroscopia eficaz. En concreto, se trata de un instrumento más asequible, menos traumático y que reduce el aparataje y eleva la independencia del experto en el momento de efectuar la intervención. VANCES ATraum 71 NOTICIAS NUEV O TR ATAMIENTO PPAR AR A EL DOL OR DE ARTROSIS DE RODILL A NUEVO TRA ARA DOLOR RODILLA La compañía biofarmacéutica Ferring ha anunciado la comercialización de Euflexxa® (hialuronato sódico de alta pureza) indicado en el tratamiento del dolor asociado a la artrosis de rodilla en estadios moderados-avanzados de la enfermedad. En una situación normal, el ácido hialurónico está presente en una concentración particularmente alta en el cartílago y en el líquido que recubre las articulaciones. Cuando existe artrosis, la cantidad de ácido hialurónico es insuficiente y su calidad es menor. La administración de este ácido mejora la movilidad de las articulaciones que tienen el cartílago degenerado y el líquido sinovial alterado. Según los estudios desarrollados, Euflexxa® además de disminuir de forma importante el dolor de rodilla, favorece un mayor grado de movimiento y flexibilidad de la articulación dañada. Este medicamento se administra en forma de inyecciones por vía intraarticular. La artrosis de rodilla afecta al 10% de la población adulta y al 30% de los mayores de 60 años, siendo más prevalente en el sexo femenino. De todas las articulaciones que se pueden ver afectadas, la artrosis de rodilla es la que daña en mayor medida a la población y ocasiona mayor gasto sociosanitario. 72 NOTICIAS NUEV A PL AC A ANGUL AR EST ABLE TOM® PPAR AR A OSTEOTOMÍA DE BA SE DE PRIMER NUEVA PLA ANGULAR ESTABLE ARA BASE MET ATARSO: PRIMEROS RESUL META RESULTTADOS Se han descrito mas de 130 técnicas para corrección del hallux valgus, en algunos casos está indicada la osteotomía proximal del primer metatarsiano. En este sentido, la nueva placa angular que distribuye FM Control garantiza la estabilidad de la osteosíntesis en la corrección. Se ha realizado un estudio desarrollado por los doctores M. Thomas y A. Schroth de la Hessingpark-Clinic (Augsburgo, Alemania)- sobre 32 pacientes y 38 pies, en los que se les indicó una osteotomía proximal del primer metatarsiano, se realizó una bunectomía y liberación lateral. Se asocian una osteotomía distal tipo Chevron en 37 pies y una osteotomía de Akin en 31 pies. Todos los pacientes comenzaron a caminar dos días después de la intervencion, dejando las muletas a las seis semanas. En todos los casos se realizaron dos proyecciones Rx antes y después de la intervención, repitiéndose controles a las dos semanas y media y a las doce semanas. Los resultados clínicos fueron evaluados siguiendo la Escala de AOFAS. Tres meses después de la intervención, el ángulo interfalángico se había reducido de los 40,8º iniciales a 11,9º, mientras el ángulo intermetatarsal (M1-M2) se reducía de 15,1º a 4,5º. No hubo ninguna infección, tan solo dos retardos de cicatrización que se resolvieron con curas. En dos casos encontramos rotura de dos tornillos por exceso de fisioterapia, pero la placa continuó cumpliendo su función y no recidivó la deformación. Cuatro pacientes presentaron hallux varus asintomático, dos pacientes necesitaron corrección quirúrgica de su deformidad. El estudio demuestra que en todos los casos había una importante corrección de las deformidades encontradas en las primeras radiografías, con la utilización para la osteosíntesis, tras la osteotomía, de la placa anatómica de titanio con escalón. Además estas placas pueden utilizarse para la fijación de las artrodesis tarso-metatarsianas y para osteotomías de alargamiento metatarsal. FM CONTROL Basaldea, 13 - P.I. Jundiz 01016 Vitoria-Gasteiz (Álava) Tel.: 945 290 918 - Fax: 945 290 244 [email protected] www.fmcontrol.com VANCES ATraum Delegación Madrid Santa Cruz de Marcenado, 31 28015 Madrid Tel.: +34 91 548 27 73 Fax: +34 91 540 06 16 73 A VANCES HOJA DE SOLICITUD DE RECEPCIÓN en Traumatología, Cirugía Ortopédica, Rehabilitación, Medicina Preventiva y Deportiva Si Vd. desea recibir regularmente todos los números de Avances en Traumatología, Cirugía Ortopédica, Rehabilitación, Medicina Preventiva y Deportiva y al mismo tiempo aparecer gratuitamente en la Guía Puntex proveedores médico-hospitalarios. Remita el boletín adjunto (por fax. 93 446 20 64 - Correo electrónico: [email protected], o por correo sin necesidad de franqueo) cumplimentando la totalidad de los datos. Rogamos comunique cualquier cambio de domicilio así como cualquier deficiencia en la recepción trimestral de la publicación, marcando la casilla correspondiente. Les recordamos que según las normas del Ministerio de Sanidad, sólo puede ser receptor de esta publicación el personal médico. Deseo suscribirme GRATIS a la Revista AVANCES en Traumatología, Cirugía Ortopédica, Rehabilitación, Medicina Preventiva y Deportiva Deseo aparecer GRATIS en la GUÍA PUNTEX Proveedores médico-hospitalarios - apartado Traumatólogos REF.: 1-07 Deseo informar cambio de domicilio NOTA: De la exactitud y claridad de los datos que nos proporcione depende en gran parte que podamos ofrecerle un servicio de distribución correcto Dra./Dr..................................................................................................................................Año nacimiento: ..................... Nº Colegiado:...............................................................Colegio:............................................................................................ Cargo o actividad:................................................................................................................................................................ Centro:................................................................................................................................................................................. Dirección:............................................................................................................................................................................. Población:......................................................... CP:............................................................................................................ Provincia:............................................................................................................................................................................. 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