Misc. 102 - Academia Nacional de Ciencias
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ISSN 0325-3406 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS (Córdoba, Argentina) MISCELÁNEA Nº 102 PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS Pedro N. Stipanicic y Alfredo J. Cuerda CÓRDOBA (Rep. Argentina) 2004 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Córdoba (República Argentina) Sede: Avda. Vélez Sársfield 229-249 - Dir. Postal: Casilla de Correo 36 CEP X5000WAA Córdoba - República Argentina Tel.: 54 351 433-2089 - Fax: 54 351 421-6350 Correo electrónico: [email protected] Sitio web: http://www.acad.uncor.edu COMISIÓN DIRECTIVA (2000 - 2004) Dr. ALBERTO P. MAIZTEGUI Presidente Dr. ANTONIO BLANCO Vicepresidente Dr. ALFREDO E. COCUCCI Académico Secretario Dr. PEDRO J. DEPETRIS Académico Prosecretario Vocales Titulares Dr. HECTOR S. BARRA Dr. LUIS BEAUGE Dr. EDUARDO STARICCO Dr. SAMUEL TALEISNIK Vocales Suplentes Dr. JUAN A. TIRAO Dr. ENRIQUE BUCHER Dr. HUGO MACCIONI Dr. VICTOR HAMITY Dr. JORGE VARGAS Dr. ROBERTO ROSSI Dr. REINALDO GLEISER COMISIÓN DE BIBLIOTECA Y PUBLICACIONES Dr. Jorge Vargas Dr. Enrique H. Bucher Dr. Victor H. Hamity COMISIÓN DE FOMENTO DE LAS CIENCIAS Y CONFERENCIAS Dr. Samuel Taleisnik Dr. Roberto Rossi Dr. Reinaldo Gleiser Queda hecho el depósito que marca la ley Impreso en la República Argentina Printed in the Argentine Republic ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, Córdoba, Rep. Argentina Miscelánea Nº 102 PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS Pedro N. Stipanicic* y Alfredo J. Cuerda** RESUMEN Se presentan aspectos personales (no académicos) de buena parte de los pioneros de las Ciencias Geológicas y afines de los siglos XIX y principios del XX que actuaron en el país, pues muchos colegas jóvenes locales creen que ellos eran en cierta forma “intocables”, cuando en realidad eran simples seres normales, con todas las virtudes y defectos de éstos. Los méritos académicos de ellos los relataron varios autores. En algunos casos no se pudo disponer de anécdotas de distinguidos investigadores extranjeros que actuaron en el país. La lista de los pioneros que ahora se incluyen no se confeccionó sólo con las opiniones de los Editores, sino que se consultaron otros colegas. ABSTRACT Personal aspects of a large part of the pioneers of geological and related sciences of XIX and beginning of XX century, are presented in this paper. Most young geologist and paleontologists of our country believe that they were “untouchables” in certain way, when in reality they were normal human beings, with all their virtues and deffects. Their academic merits have been told by several authors. In many cases anecdotes of distinguished foreing investigators were not available. The list of pioneers who are now mentioned, was made by the editors’ opinion as well as by other colleagues who were consulted. * Académico. ** Profesor Emérito de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata (UNLP). 4 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) I. INTRODUCCIÓN Durante el IX Congreso Geológico Argentino (1984, San Carlos de Bariloche) sus autoridades dispusieron que en una sesión se relataran temas de carácter ameno y recordatorio sobre los pioneros de la geología y paleontología en la Argentina. Por su estrecha vinculación con el Prof. Dr. Pablo Federico Carlos Groeber, se le encargó a PNS que lo hiciera sobre la personalidad de éste. Al terminar la disertación, varios colegas comentaron que resultaría interesante recopilar el material anecdótico (no académico) de la mayor parte posible de esos pioneros, aspectos por lo general desconocidos para los geólogos y paleontólogos más jóvenes, que veían en tales maestros una especie de “monstruos intocables”, cuando en realidad tenían un comportamiento humano como muchos de los mortales. Por diversos motivos, el proyecto (que luego se gestó en la Asociación Geológica Argentina) se fue postergando hasta que durante las tareas de compaginación de los textos para el Vol. VIII. TRIÁSICO del Léxico Estratigráfico de la Argentina y a los efectos de mitigar la monotonía de tal proceso, la Dra. Claudia A. Marsicano (coeditora), le pedía a uno de nosotros (PNS) que le contara anécdotas de esos pioneros, sorprendiéndose de casi todas ellas. Cuando el material del Léxico se terminó, quedaba la tarea de organizarlo editorialmente y de confeccionar la lista bibliográfica respectiva, habiéndose ofrecido para tales fines las Dras. Susana E. Damborenea y C.A. Marsicano. En las tediosas reuniones de trabajo que ambas tuvieron –también para distraerse–, esta última repetía algunas de las anécdotas que le relatara PNS. Estas jóvenes colegas, junto con otras, sugirieron que se concretara dicho “Anecdotario no académico” y estimaron que dos de las personas indicadas para hacerlo serían los Editores de esta entrega, pues ambos podían relatar aspectos sobre los viejos profesores que tuvieron en la Universidad de Buenos Aires y en la Nacional de La Plata y de colegas que actuaron desde décadas atrás en grandes Instituciones, como Yacimientos Petrolíferos Fiscales, Yacimientos Carboníferos Fiscales y Dirección Nacional de Geología y Minería, en las cuales ellos actuaron, por lo que pudieron tener contactos con muchos de los pioneros de la geología local. Otros investigadores a los que se les pidió colaboración, la prestaron de inmediato y así se fue reuniendo este Anecdotario. Los antecedentes académicos de casi todos ellos los expusieron los autores que se citan luego de esta Introducción. Sin embargo, no se pudieron encontrar datos, anécdotas amenas o humanas sobre las personalidades de distinguidos cultores de Ciencias de La Tierra que actuaron en el país por períodos variables y que por sus valiosas contribuciones fueron pilares en algunos campos de tales disciplinas. Tales serían los casos de Carlos Ameghino; de Väinö Auer (finlandés), quien cumplió varias campañas en el país; de Carl Burckhardt (suizo) que si bien estuvo pocos años en la Argentina, realizó un estudio fundamental sobre la estratigrafía del Jurásico y del Cretácico en la Cuenca Neuquina, tarea en la cual participó su compatriota Leo Wehrli; de Alfredo Castellanos, del que se dispuso de escasos datos; de Rudolph Hauthal (alemán), que investigó la geología de Tandilia y Ventania y se ocupó de las glaciaciones patagónicas y del vulcanismo activo; de Arturo Roll (alemán), que trabajó para YPF en el sur de la Patagonia y de Richard Wichmann (de la misma nacionalidad), a quien se debe el primer esquema estratigráfico del Macizo Nordpatagónico y del Neuquén extraandino; de Walter Penck (alemán), que estuvo corto tiempo en el país, donde en el borde Sur de la Puna de Atacama, se opuso a la “teoría davisina” del “ascenso-erosiónpeneplanización”, pues sostenía que por equilibrio isostático, luego de la erosión debía producirse un levantamiento por compensación. A esta lista deberían agregarse otros geólogos, que aportaron valiosas contribuciones, pero de los cuales no se conocen detalles personales por su corta permanencia en la Argentina. En ciertos casos, se dispuso de anécdotas o datos de distintos pioneros (a los que se incorporaron sucintos resúmenes sobre la actividad geológica de ellos), a la vez que sus diarios de viaje, junto con otros relatos, permitieron brindar aspectos humanos (Brackebusch, Feruglio, Stelzner, etc.), los que en buena parte se consiguieron gracias a la cooperación del Ing. Alejandro García Castellanos, Secretario de PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS la Academia Nacional de Ciencias, con sede en Córdoba. De cualquier manera, la selección de nombres a citar no podía quedar sólo en manos de los Editores y por ello se consultaron diferentes cultores de nuestras ciencias. Así, si bien Pellegrino Strobel dictó la primera cátedra de geología en la UBA, varios colegas consideraron que no podía considerárselo un verdadero pionero de ellas por sus escasos aportes y lo mismo aconteció con el Prof. Augusto Tapia, quien se ocupó en especial de los lacustres cuaternarios del NW de la Argentina y que posee un doloroso anecdotario sobre la amputación de ocho dedos de sus manos en la Islas Orcadas. En cambio, muchos consideraron que sí debían citarse a personas que como Luis Biondi ofrecieron excelentes datos (en informes inéditos que luego dieron a conocer otros colegas) de carácter estratrigráfico del NW de Mendoza y de Carlos Rusconi (entre otros), por sus valiosos hallazgos de vertebrados fósiles en terrenos en esencia triásicos de la misma comarca. Por otro lado, se decidió limitar el análisis a aquellos pioneros que concretaron hitos en el avance de la geología académica y dejar que otros colegas se ocupen, con mayor conocimiento y afinidad profesional, de reseñar las semblanzas de los cultores en el campo de la geología minera y aplicada. En cambio, sí se consideraron a aquellos que revistiendo en empresas de carácter económico, por sus actividades sobre amplias áreas, les permitieron obtener buena información geológica regional y estratigráfica, como Bonarelli, Ramaccioni y Avé Lallemant. Además y al igual que el caso de Alberto Castellanos que si bien no fue un pionero de las ciencias geológicas y paleontológicas en el país, fomentó con toda firmeza la creación de una escuela paleobotánica argentina, se estimó conveniente incluir otros nombres, que sin ser grandes Maestros por sus contribuciones, sirvieron para formar y con solidez, generaciones nuevas de investigadores o de crear instituciones de gran valor (entre ellos se encontrarían, por ejemplo los Drs. Carlos G. Burmeister y Otón Schlagintweit). 5 A veces se tratará de remedar algunas de las expresiones de ciertos investigadores, que por no ser argentinos no dominaban el español, o bien como lo hacía Groeber, que en muchas oportunidades prefería ponerle un “toque de gracia” a sus dichos, usando, inclusive, el lunfardo. En lo posible, se trató de “suavizar” los términos de algunas anécdotas que se relataron en viejas publicaciones. Con respecto al grupo de colegas de gran nivel y de generaciones posteriores y que inclusive fueron en parte coetáneos con los Editores, se estimó aconsejable que los recuerdos de ellos sean comentados en el futuro por sus discípulos. En esa etapa intermedia figuran valores como Angel V. Borello, Osvaldo I. Bracaccini, Félix González Bonorino, Horacio J. Harrington, Armando F. Leanza, Juan Olsacher, etc. Al llegar al manuscrito final y por su contenido, los Editores analizaron la conveniencia de darlo a conocer, por presentar un panorama de 100 (o aún más) años atrás, cuando las costumbres eran muy distintas de las actuales y se podría considerar como mostrando un enfrentamiento generacional, pero luego recordaron que varios distinguidos colegas de las promociones anteriores a las de ellos (y aún de la de ellos mismos), habían seguido en buena parte tales costumbres, que las heredaron de sus viejos maestros, como sería el caso, de los Dres. Arturo J. Amos, Angel V. Borrello, Osvaldo I. Bracaccini, Horacio H. Camacho, Roberto Caminos, Pedro Criado Roque, Carmelo I. de Ferrariis, Raúl Dessanti, Guillermo Furque, Félix González Bonorino, Pedro Criado Roque, Horacio J. Harrington, Abel Herrero Ducloux, Eduardo Holmberg, Enrique Linares, Alberto R. G. Mingramm, Juan Olsacher, Rosendo Pascual, Edgardo O. Rolleri, Tomás Suero, Juan Carlos Turner, Marcelo R. Yrigoyen, etc., los que en su gran mayoría fueron docentes universitarios o actuaron en empresas de primera línea y siguieron las escuelas de sus viejos maestros. Dado el carácter del presente Anecdotario(1), se reducirán al máximo las referencias a citas (1) En general se han destacado los párrafos en bastardilla para distinguir las anécdotas de los datos académicos. 6 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) académicas muy conocidas por jóvenes colegas (v. gr. las de Suess, Wegener, du Toit, etc., y sólo se harán aquellas que se relacionan en particular con el tema, restringiéndoselas a las de fácil consulta. HBP = Hetty B. de Pomar Se agradece al Dr. Alberto C. Riccardi la provisión de gran parte de las fotografías de los investigadores y la revisión del manuscrito y a la Dra. Claudia A. Marsicano por la misma tarea y por la mejora por “escaneo” y digitalización computarizada de viejas fotografías. Igualmente, se reconoce el apoyo que brindó el Ing. Alejandro García Castellanos, al suministrar copias de viejas publicaciones, diarios de viajes, etc. que existen en la Academia Nacional de Ciencias (Córdoba). En el estilo que se adoptó, se siguió el que usara Alberto Castellanos en su biografía de 1921 sobre Federico Kurtz y el que uno de nosotros (PNS) lo hizo en el Anecdotario que expuso en 1984 sobre Pablo Groeber. NG = Norte Geológico (revista) I.2 PRINCIPALES RESEÑAS SOBRE LOS ANTECEDENTES ACADÉMICOS DE LOS PIONEROS. I.1 ABREVIATURAS DE LOS NOMBRES DE COLEGAS QUE SUMINISTRARON DATOS Y DE LAS FUENTES ADICIONALES QUE SE USARON 1. PASTORE, F., (1925). Evolución de las Ciencias en la República Argentina. 6° Muestra Mineralógica y Geológica durante los últimos cincuenta años (1872-1922). Centenario de la Sociedad Científica Argentina: 1-47. Buenos Aires. AC = Albeto Castellanos ACM = Andrés Campanella ACR = Alberto C. Riccardi AGC = Augusto H. Camels AHD = Abel Herrero Ducloux AJC = Alfredo J. Cuerda CC = Carlos Cingolani CD = Celestino Danielli CF = Carlos T. Friz COL = Carlos O. Latorre CM = Claudia A. Marsicano EPT = Eduardo P. Tonni GFA = Gilberto F. Aceñolaza GSY = Gustavo Scilatto Yané HVR = Horacio V. Rimoldi MB = María I.R. Bonetti MH = Mario A. Hünicken PNS = Pedro N. Stipanicic RG = Rafael González RH = Rafael Herbst RP = Rosendo Pascual SA = Sergio Archangelsky TGC = Telasco García Castellanos. 2. GROEBER, P. (1938). Nociones del desarrollo de las Ciencias Geológicas en la Argentina: 451467. Editorial Espasa Calpe, Buenos Aires. 3. BRACACCINI, O.I. (1938). Panorama general de la geología patagónica. III Jornadas Geológicas Argentinas. Actas I: 17-47. Buenos Aires. 4. ROLLERI, E.O., STIPANICIC, P. N. & RAMOS, V. (1978). Evolución del conocimiento geológico. VIII Congreso Geológico Argentino. Relatorio: Geología y Recursos Geológicos del Neuquén: 9-22. Buenos Aires. 5. ROLLERI, E.O., (1993). Historia de la Geología de Mendoza. XII Congreso Geológico Argentino. Relatorio: 1-10. Buenos Aires. 6. ROLLERI, E.O., CABALLÉ, F. & TESSONE, M.O. (2000). Datos para una historia de la Geología Argentina. Instituto Geología y Recuros Minerales. Anales 29: 1-33. Buenos Aires, 1999. PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS II. PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS 1. Ameghino, Carlos. “A Carlos Ameghino le corresponde el mérito de haber establecido... la sucesión de los terrenos sedimentarios de la Patagonia extraandina, pertenecientes al Cretácico superior, Terciario y Cuaternario. Sus pisos... se han conservado válidos... Los resultados de Carlos Ameghino sirvieron de base a los trabajos paleontológicos de su hermano Florentino y de H. von Ihering, pero su labor no ha sido apreciada de acuerdo con su mérito, a causa de su singular modestia y espíritu de sacrificio que sobrellevó hasta su muerte” (Groeber, 1938, p. 455). 2. Ameghino, Florentino. Nació en Luján en 1854 y murió en La Plata en 1911. Ocupó diversos cargos de gran jerarquía científica y fundó varios Institutos de Ciencias Naturales. Si bien al decir de Leopoldo Lugones en su juventud era taciturno y retraído, al mismo tiempo era rebelde a toda imposición dogmática. Así, el cura lo excluyó de la enseñanza dominical del catecismo “por indiciplinado” y aquel autor señaló que “Conservó toda su vida la independencia un tanto levantisca... Gustábale el comentario irónico... la chispa ingeniosa aunque frisara en grosera... el rudo epíteto” (EPT, GSY). Tenía una postura por entero “positivista-cientificista” y por ello se vinculó en forma estrecha con Leopoldo Lugones. En su obra “Filogenia. Principios de clasificación transformista basados sobre leyes naturales y proporciones matemáticas” que publicó en 1884, expresó “... No soy astrónomo, ni lingüista, ni botánico, y muchos menos filósofo o político. Soy antropólogo, y, sobre todo paleontólogo” (EPT, GSY). 7 A pesar de su presunto carácter taciturno, muchas veces era muy severo con otros científicos locales, entre los cuales contaban figuras de la talla de Karl H. C. Burmeister y de Francisco P. Moreno. Así, en sus “Obras Completas...”, se atrevió a decir “La influencia de Burmeister en la naciente ciencia argentina ha sido desastrosa. Durante el último tercio de su vida quiso hacerlo todo y todo lo hacía mal. Hombre de gran saber, pero autoritario y egoísta, hacíanle sombra hasta los principiantes. Por eso no ha dejado discípulos, con excepción de uno solo: Moreno, al cual no llegó a transmitirle su saber, pero en quien inculcó su mismo egoísmo”. En otro pasaje, denota su animadversión hacia F.P. Moreno, al decir de él “... sus conocimientos científicos se limitan a un ligero barniz. Por su egoísmo es un digno discípulo de Burmeister...” (EPT, GSY) Sin embargo, el transcurso de los años fue limando tales asperezas hasta el punto que en 1907, durante un acto de homenaje que se le rendía a Moreno en el Museo de La Plata por recibir la medalla Jorge IV que le concedió la Real Sociedad Geográfica de Londres, Ameghino tuvo estas justas y sentidas palabras para él ”Treinta y tres años han transcurrido desde que publicasteis vuestros primeros trabajos sobre el hombre y el suelo de La Pampa, y desde entonces, persiguiendo un propósito bien definido, el conocimiento de nuestro suelo en el pasado y en el presente, para bien aprovecharlo en el futuro, no habéis cesado en vuestra labor un sólo instante. Habéis desplegado una actividad asombrosa y de vuestro paso quedan huellas profundas e imborrables. Dejáis un templo a la ciencia que ha alcanzado alto renombre, y ojalá sepan conservárselo los que os han sucedido... La Real Sociedad de Geografía de Londres, reconociendo la importancia de vuestra intensa y profunda labor os ha premiado con la más alta recompensa que acuerda a aquellos que descuellan en el avance de las ciencias geográficas. Distinción que tanto honra a quien la recibe como a la patria y también y también a la ciencia argentina... (de Bertomeu, 1949, p. 306, ACR). El pergamino que en tal ocasión se entregó a Francisco P. Moreno lleva las firmas de Carlos y Florentino Ameghino, Estanislao S. Zeballos, Luis María Torres, Juan B. Ambrosetti, Angel Gallar- 8 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) do, Clemente Onelli, R. Lehmann Nitsche, Enrique Herrero Ducloux, Gunardo Lange, Elina E. A. de Correa Morales, Pedro Scalabrini, Santiago Roth, Walther Schiller y Fernando Lahitte (ACR). En 1882, después de una larga permanencia en Europa, donde obtuvo franco éxito, Ameghino regresó a la Argentina y al año siguiente, Sarmiento destacó, con su eterna ironía, que “Un paisano de Mercedes, Florentino Ameghino, que nadie conoce, y es el único sabio argentino, según el sentido especial dado a la clasificación, que reconoce la Europa” (Tomado de Torcelli, 1913, con leves adecuaciones; EPT, GSY). “Entretanto, y como si los laureles conquistados nada significaran para la república, se ve de golpe separado de la dirección de la escuela de Mercedes (aunque debe destacarse que había pedido licencia por un año, la que él la prolongó por otros dos más, sin autorización). Esta cruel irrisión le obliga a instalar, en Buenos Aires, para vivir, la pequeña librería “El Gliptodon”. Luego la llamó “Rivadavia” en 1891 cuando la reabrió en La Plata” (Id. anterior; EPT, GSY). Florentino Ameghino constituyó todo un honor para la ciencia argentina de fines del siglo XIX y principios del XX, hasta el punto que en la famosa edición de tres tomos de Karl A. von Zittel “Handbuch der Palaeontologie”, uno de ellos, que se refiere a los vertebrados (Bd. III), en buena parte se basó en los estudios de Ameghino (EPT, GSY, PNS). “... Zeballos le abre las puertas de la secular Universidad de Córdoba que, modernizada, acoge muy bien a este profundo innovador. La diligencia y el recto sentido de los valores del doctor Adolfo Doering le facilitan allí el otorgamiento del título de doctor «honoris causa» y los nombramientos de catedrático de zoología en la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas y director del Museo Antropológico y Palentológico de esa alta casa de estudios”, pero a los pocos meses abandona esos cargos, para desplazarse a La Plata (Tomado de Torcelli, con leves cambios; EPT, GSY). En La Plata, se hizo cargo en 1886 ... “de secretario y subdirector del Museo de La Plata... La asociación con Moreno está llena de doradas promesas para la ciencia argentina, pero la irrumpe el choque de esos dos fuertes temperamentos altivos e indomables. Sobreviene la expulsión de Ameghino... la cual engloba, también, a los cargos que desempeñaba en la Universidad provincial de La Plata, donde le tocara, en abril del año anterior, dictar la conferencia inaugural de la Institución” (Id. anterior, EPT, GSY). Sus contribuciones son muy numerosas, que sus “Obras Completas y Correspondencia Científica”, que editara Alfredo Torcelli, comprende estudios arqueológicos y paleontológicos, además de incursionar en aspectos geológicos. Su esquema estratigráfico del Cenozoico Superior continental argentino (editado en 1889) se mantiene en uso para la región pampeana de la Argentina y para el cono austral de Sudamérica, salvo las adecuaciones de carácter cronológico, aunque debe recordarse que las bases geológicas y estratigráficas las obtuvo, en su mayoría, su hermano Carlos (EPT, GSY, PNS). Luego hay una faceta humana que pocos conocen de Ameghino. Sus viajes diarios de La Plata a Buenos Aires lo convirtieron en un verdadero defensor de los derechos del pasajero ferroviario y así, se transformó en el Presidente de la Liga Popular de Resistencia a las Altas Tarifas del Ferrocarril Sarmiento. Se enfrentó con las autoridades de tal línea y en enero de 1907 les dijo, en una carta “Los coches deben ser retirados del servicio... son todos viejos, antihigiénicos, en estado de desaseo verdaderamente deplorable y tan desvencijados que ya son utilizables para combustible, pero no para el transporte de pasajeros (EJT, GSY, tomado de Fernández, Agora Philosophica, 2001). 3. Avé Lallemant, Wilhelm = Guillermo. Nació en Alemania, era ingeniero de minas (con gran formación geológica), que actuó sobre todo en el Norte de Mendoza, entre 1885 y 1892 (aunque ya en 1880 había dado cuenta de la presencia de una tafoflora triásica en Santa María, Brasil) y publicó sus observaciones (a veces muy deta- PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS lladas) en varios órganos científicos del país. Su estudio sobre las minas del Paramillo de Uspallata constituye un modelo (todas las figuras y mapas que incluye los dibujó él mismo). Debe destacarse que la primera subdivisión de “la formación del Rhet (Triásico Superior)” de aquella época (1890) se debe a él, quien distinguió tres entidades principales “el horizonte inferior, el medio y el superior”, los que luego se englobaron en el Grupo Uspallata. Inclusive, ya en esa época señaló que tal secuencia se extendía hacia el Norte y penetraba en el área de Santa Clara, en San Juan, donde a mediados del siglo XX Nesossi, Harrington y Polanski la refirieron erróneamente al Pérmico (cf. TRIÁSICO, 2002). La ubicación en el Triásico Superior de los terrenos que comúnmente se siguieron refiriendo al “Rético” también la había hecho Zuber en 1890 (pp. 459-461).(PNS). 9 brújula y barómetro) entre el Río Dulce y las Salinas Grandes, pues las cartas catastrales no ofrecían mayores seguridades. Mantuvo comunicación epistolar con du Toit (GFA, CC). A fines de 1930, cuando estaba en campaña, sufrió una fuerte angina y retornó a Córdoba, donde para facilitarle la respiración, intentaron practicarle una traqueotomía, pero con tanta impericia, que en vez de localizar la tráquea, le perforaron una arteria, desangrándolo, por lo que falleció a la edad de 45 años (GFA, NG. n° 33). 4. Beder, Robert = Roberto. Nació en Zurich (Suiza) y era especialista en mineralogía. A él se deben muchas contribuciones sobre el tema y también con respecto a yacimientos minerales. Actuó como profesor en la Universidad Nacional de Córdoba y uno de sus discípulos dilectos fue el Dr. Juan Olsacher (GFA). 5. Biondi, Luis. En la década del 20’ se desempeñaba como enfermero en el hospital que YPF tenía en el km 3 de Comodoro Rivadavia. Como hablaba discretamente el italiano, mantenía una buena relación con los Dres. Egidio Feruglio e Ivo Conci, sobre todo teniendo en cuenta que los enfermos eran escasos y disponía de mucho tiempo libre para comunicarse con los geólogos citados. En un momento en que las actividades de la empresa crecieron, Feruglio y Conci convinieron en acoplarlo a alguna comisión geológica y así fue dejando en forma paulatina su guardapolvo blanco. Era muy activo, dedicado al trabajo y con excelentes dotes de observador, por lo que luego se le encomendaron en forma directa estudios geológicos, de los cuales dio cuenta en numerosos informes que en principio eran para YPF y luego para YCF. Su actuación en la Cuenca Triásica de Cuyo fue destacable, como se verifica en la biografía de Rolleri y Crido Roqué (1968). Inclusive, varias unidades estratigráficas (que él fundara con toda objetividad) para el NW de Mendoza, no pudieron convalidarse sólo por estar contenidas en informes inéditos y además porqué en esa época no se contaba con las normativas del Código Argentino de Estratigrafía. En YCF elaboró 14 aportes, de los cuales en su mayoría corresponden a depósitos de pirobitúmenes asfálticos y otro a la geología de varias provincias (AJC, PNS). En principio, prestó atención a estudiar la geología de las “rocas duras” del Norte de la provincia de Córdoba y de las de Santiago del Estero. En su época (década de 1920), debió afrontar dificultades por la ausencia de caminos y de comodidades en esas regiones y tuvo que organizar tropas de mulas, confeccionar un mapa topográfico básico (a Mi encuentro con Biondi (ya en YCF) tuvo luegar en la Cuenca del Bermejo, durante la exploración por carbón en la misma. Allí, en la cuesta de Miranda, tuvimos un accidente automovilístico y yo sufrí varias contusiones. De inmediato éste me atendió, llevando un gran maletín con el título de “Primeros auxilios”. Creo que esa fue la Luego de Mendoza se trasladó a San Luis donde, aparte de otras actividades, se dedicó a preconizar junto con Juan B. Justo ideas socialistas locales, dentro de una línea moderada, no marxista, que se ajustaba a las ideas que dentro de Alemania había propuesto Ferdinand Lassalle en 1863 (cuando creó el Partido Socialista Alemán). Editó un periódico de tal tendencia con J. B. Justo, defendiendo los derechos de los trabajadores mineros (AJC, PNS). 10 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) última actuación de Biondi como enfermero... (AJC). Por consultas a varios colegas, se estimó que Biondi debería entrar en este Anecdotario, como uno de los pioneros de la Geología local. A pesar de una intensa búsqueda que condujo el Dr. C. Fernández Garrasino (en YPF y lo que queda de los antecedentes de YCF), no se pudo encontrar una foto de Biondi. 6. Bodenbender, Wilhelm = Guillermo. Fue uno de los grandes pioneros de la geología argentina y su obra la reseñó Juan Olsacher en 1941 (Museo Mineralógico y Geológico, FCEFN de la Universidad Nacional de Córdoba). Nació en Hailer, en la provincia de Hasso Nassovia (Prusia), en 1857 y falleció en la Argentina en 1941. Sus estudios superiores los cumplió en las Universidades de Marburg y Göttingen, doctorándose en esta última en 1884. Llegó a la Argentina el año siguiente y colaboró con Florentino Ameghino en la organización del Museo Antropológico y Paleontológico de la FCEFN de la Universidad antes citada y luego se trasladó a La Plata para dirigir el Museo Nacional en tal ciudad. En 1903, el Ministro de Agricultura de la Nación lo convocó para estudiar las napas acuíferas y los yacimientos de carbón del país y a posteriori se lo nombró geólogo de la Dirección de Geología, Minería e Hidrología, hasta 1908. Luego se hizo cargo de cátedras en la FCEFN de la Universidad Nacional de Córdoba, en la cual formó parte del Consejo Académico, llegando a desempeñarse como Vicedecano de esa casa de Altos Estudios (PNS, AJC). Un aspecto a destacar son sus contribuciones sobre los terrenos jurásicos y cretácicos entre los ríos Diamante y Limay (1892) y también los referentes a las formaciones silúricas, devónicas, carboníferas, pérmicas y triásicas de la Argentina (desde 1896), e indicó la presencia de las floras gondwánicas con Glossopteris y Dicroidium (“Thinnfeldia”)-, que fueron de gran apoyo para la posterior teoría revolucionaria de Eduard Suess. Este propuso que todos los continentes estaban unidos en principio en uno sólo, el Supercontinente de la Pangea y de cuyo primer desmembramiento (c. 110 Ma) se engendraron dos masas, la del Norte, Laurasia y la del Gondwana, por el Sur, como lo indicó en su clásica obra “Der Antlitz der Erde” (= La Faz de la Tierra), la cual puede considerarse como el nacimiento de la Geología moderna. Las contribuciones de Bodenbender, junto con las de Keidel siguieron constituyendo pilares para nuestras ciencias y más tarde, con aportes de otros investigadores locales, dieron apoyo a un gran avance ulterior, debido a Alfred Wegener sobre su teoría de la “Deriva de los continentes”, cuando luego de un breve adelanto en 1910, brindó en su obra clásica de 1915 “Die Enstehung der Kontinente und Ozeane” (El origen de los continentes y océanos). Este también tuvo en cuenta aportes fundamentales argentinos, como los de Stappenbeck (1910, 1911), los que sirvieron de fuerte base a la posterior obra de du Toit (1927 a) , cuando evidenció no sólo las similitudes de las costas sudamericanas y sudafricanas, sino también las de los contenidos paleontológicos entre Argentina, Brasil y Sudáfrica (PNS, AJC). Al final de su brillante carrera geológica y cuando por su edad ya no podía realizar trabajos de campo, encontró que su vocación científica no se había extinguido y se dedicó con ahinco a la Botánica y produjo varias obras al respecto (AJC, PNS). 7. Bonarelli, Guido. El Conde Dr. Guido Bonarelli (1871-1951) era un hombre multifacético, pues si bien provenía de una noble familia italiana, era un ferviente demócrata, humanista y universal. Atacó con éxito disciplinas diferentes a la geología, como la antropología, la historia y en forma muy esporádica, la política. Se graduó en la Universidad de Roma, en 1883 en la rama de geología y luego defendió su tesis en la Universidad de Turín. Los Editores no encontraron colegas que les brindaran en forma PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS directa sus anécdotas personales e hicieron uso de la biografía que preparó su hijo Leonardo, de la cual se sintetizaron los datos más sobresalientes (AJC, PNS). Bonarelli fue el más célebre geólogo italiano que se dedicó a la exploración por hidrocarburos en su tierra natal, España, Turquía, Somalía, Borneo, Sumatra, Célebes, Argentina, Chile, Uruguay y Bolivia (PNS, AJC). Si bien quería mucho a Italia, se sentía universal por convicción pero en una carta que le escribió a José Imbelloni, le expresó su preferencia por nuestro país, al decir: “... que los días transcurridos en la Argentina fueron los más bellos de mi vida..” (AJC, PNS). Su actuación local comprendió una primera etapa (entre 1911 y 1918) como geólogo de la Dirección de Minas, Geología e Hidrología entre 1911 y 1918 y en la segunda (1923-1927) volvió al país convocado por el General Enrique Mosconi (Presidente de YPF), para organizar la División Geología de tal Empresa e hizo contratar a varios colegas italianos, como los Dres. Enrico Fossa Mancini, Egidio Feruglio, Ivo Conci, Danilo Ramaccioni, María Casanova y el Ing. Vicenzo Francheschi (geofísico). Se ocupó con preferencia del estudio de las áreas de Comodoro, Rivadavia, Neuquén, Norte de Mendoza y NW de la Argentina, a las que consideró como las de mayor potencial petrolífero. También evaluó los depósitos de turba de Tierra del Fuego, a la vez que sus numerosas contribuciones geológicas son bien conocidas por los colegas argentinos (AJC, PNS). Sobre las variadas inquietudes científicas de Bonarelli figuran también la antropología, disciplina en la cual se dedicó en especial a las razas humanas y esporádicamente, a la política (AJC, PNS). Hay un aserto de Bonarelli, que hoy tendría total vigencia en el país, cuando dijo: “Es hermoso observar como ahora, los camaleones de la política y el comercio, se esfuerzan por intereses mezquinos en impedir cualquier posible acuerdo entre naciones hermanas, cuando en los mismos países viven hombres de mayor altura moral e intelectual que por encima de cualquier frontera, se estrechan fraternalmente las manos, cimentando el porvenir” (PNS, AJC, de diversas fuentes). 11 8. Brackebusch, Ludwig = Luis. Nació en 1848 en la ciudad prusiana de Northem, cerca de Göttingen, en cuya Universidad se doctoró para luego actuar como geólogo del Reino de Prusia. Cuando fue llamado para reemplazar a Stelzner, desconocía el idioma español y los editores de este Anecdotario no encontraron algún colega de la Academia Nacional de Ciencias (Córdoba) que les pudiese brindar datos de Brackebusch, pero dicha falencia se salvó, gracias a los relatos de este mismo, que en principio se publicaron en el Verhandlungen der Gesselschaft für Erdkunde zu Berlin (Band XVIII, Berlín 1891) y que luego se reprodujeron en español (traducción a veces no muy satisfactoria por Erwin Kittl) en el Boletín de la Academia Nacional de Ciencias [Córdoba XLV (1-4), 1966] y también en la Revista del Colegio de Graduados de Ciencias Geológicas de Tucumán, bajo el título de “Por los caminos del Norte”, con un valioso prólogo del Dr. Telasco García Castellanos. Brackebusch permaneció en el país entre 1873 y 1882, siendo además de Académico, investigador y el segundo Decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba (García Castellanos en el prólogo para el Colegio de Graduados) (PNS, AJC). Un aspecto digno de destacar de Brackebusch era su estilo literario, al cual le agregaba algún viso jocoso, irónico o ameno” (op. cit., Colegio de Graduados... , p. 10). Al llegar a la laguna de la Brea (mientras estudiaba la Formación Petrolífera) de Jujuy, le explicó al baqueano que “el producto de la misma, donde se había empantanado un ternero, era un material inflamable” y este le dijo que “lo mejor que podían hacer es prenderle fuego para comer un buen asado con cuero” (op. cit. p. 10). El animal se sacó con lazos, de manera que la intervención de Brackebush evitó que se hiciera el “asado con cuero” (FGA, NG n°2). La siguiente opinión de Brackebusch es llamativa y en parte puede ser aplicada en la actualidad: “la ambición o el anhelo de hacer lucir sus dotes espirituales y corporales, es una de las propiedades inextinguibles de la raza humana; y no encontrán- 12 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) dose la ocasión de satisfacerla en el campo de la ciencia o del combate con un enemigo común, la política interna (se refería al caso argentino) fue para los habitantes del interior, la única arena de que pudieron servirse para comparar sus fuerzas. La consecuencia de tan desgraciada circunstancia fue la guerra civil, en la cual los elementos inteligentes disipaban sus virtudes, mientras que el vulgo se desenfrenaba, y una vez, suelto, rompía los cercos de la humanidad, y volvía al estado de salvajismo” (Brackebusch, 1885. Córdoba, reprod. en Colegio de Graduados... op. cit., p. 17). En otro pasaje de un diario de sus viajes, brindó los detalles para la elaboración en Guacalera de la “chicha”, que se hace con maíz, el que primeramente se masca“ (por lo general por una cuadrilla de viejas que hacen profesión de esto) y después de cocinarla en cántaros y cuando se ha formado una especie de grasa en la superficie, lo que demuestra que la bebida está bien sazonada, los indios la toman en cantidades enormes, sin interrupción, mientras que haya, o hasta que todos los convidados hayan caído al suelo” (Ibidem, p. 31). “El viajero que pasa por estos mundos y no hace su cocina propia, tiene que sufrir verdaderamente en el primer tiempo, antes que se haya acostumbrado al abuso del ají, pero con más grande sacrificio tiene que aprender a tomar la chicha, porque el rehusarla, a lo menos a la gente baja, sería la más grande ofensa, et il est nécessaire de le hurlar avec les loups (Id.). “... tenemos que llegar a una aguada, después de haber sufrido terrible seca durante el día; de lejos se ven unos ranchos, nos dirigimos al más cercano... Se halla allí un sólo indio, los demás habitantes se han disparado: le pedimos carne: no hay;... pedimos sal: no hay; pedimos una olla: no hay; pedimos papas: no hay; pedimos habas: no hay. Al fin pedimos se nos venda una oveja no hay, pero allí está la majada, por nada quiere vendérsenos algo. Entonces interviene uno de los peones, que es baqueano en estas regiones. Sin decir nada, se acerca a la majada; sin tener en cuenta los gritos del indio y la intervención de las mujeres que en un instante se hallan alrededor de él, toma un machete y degüella al pobre animal. Una barahunda tremenda se levanta; se llama al juez, el juez viene, pero el peón ya nos ha dicho: Dele veinte reales; no los quieren aceptar, el juez cree que es poco... se ofrece al juez, al patrón, a la gente en general un trago de caña, que aceptan con gusto; la situación se calma... un nuevo trago los reconcilia completamente, se les pide sal, aquí tiene; se les pide una olla, aquí tiene; al fin hay papas... todo lo que les pedimos, y el patrón se conchava por un cuarto para vigilar durante la noche las mulas ... Las mujeres ya se hallan en casa; vienen los vecinos; se empieza a tocar la caja; el baile principia; de una casa vecina se trae chicha; el día se concluye, todo se halla en la mejor armonía (op. cit., p. 37) “Munido de un llamado pasaporte de cólera, que me aseguró paso libre por el cordón sanitario efectué una excursión a Gualfín y de este lugar por el Atajo a las minas de Capillitas... Poco tiempo antes de llegar a las minas me detuvo un puesto militar y me rechazó bruscamente; vi que en el pueblo minero toda la población estaba en gran excitación armados con piedras, palos, lanzas, fusiles viejos con pedernal, sales, etc., debían suponer que yo venía de Santa María... donde reinaba el cólera. Quemaban delante del pueblito numerosas pilas de pirita para desinfectar el aire... solamente con gran esfuerzo logré pasar mi pasaporte y carta de recomendación... empero se lo colocó primero durante un cuarto de hora clavado en una bayoneta para fumigarlo encima de un pila de pirita ardiente. Cuando vieron que llegaba de Belen con las mejores recomendaciones, el señor Metzler, quien era al mismo tiempo el jefe de sanidad, me dejó pasar..” (Bol. Acad. Nac. Cienc., 1966 , p. 211). “... cruzando la región de Paganzo... zona desacreditada como buhonera de hampa de pésima fama, al fin de la Sierra de los Llanos, una tierra donde antaño, Quiroga y Peñaloza (llamado El Chacho), ejercían sus actividades desenfrenadas... pasamos por el pueblo de San Antonio de los Cobres, que consistía en por lo menos 300 casas bien construidas y bien conservadas, pero que no estaba habitado por una sola alma. Los indios de estas regiones viven pues diseminados en numerosas quebradas... Con motivo de festejar el San Antonio, todos salen de sus casuchas y se reúnen en el lugar citado, ocupan las casas hasta esa fecha bien atrancadas, aparece el sacerdote de una ciudad más grande, se dicen misas, se realizan casamientos y bautismos. Ante todo, día y noche se baila, come, bebe, juega y se dedica al amor. Tal fiesta dura 4 semanas; después la gente se retira satisfecha por un año a sus casuchas lejanas...” (op. cit., p. 204). PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS “... seguimos adelante a mula y después de algunos días llegamos inesperadamente a una pequeña población llamada Peñón...” (Id., p. 205) “...Creí estar todavía en tierra argentina, ... requerí informaciones... cuando de repente cambió mi situación. Sin saberlo, me encontré que estaba en la región de Antofagasta (no confundirse con el puerto de Antofagasta), un pequeño pueblo montañés, antaño boliviano... y cuya posesión ha sido anteriormente pretendida por la Argentina, pero que hasta ahora estaba ocupado por los chilenos, debido a la guerra con Bolivia. Caí en manos del Comando Militar de Antogafasta y me encontré en la crítica situación de ser considerado como espía... logré informar más o menos al jefe del Comando, un chileno no completamente inculto, sobre la finalidad de mi presencia... La mala opinión del principio sobre mi persona se tornó más favorable: el regalo de una cantidad de alcohol... ayudó mucho y me dejaron “irme”, esto último en el verdadero sentido de la palabra, puesto que estaba prohibido a todos los indígenas servirme de guía... Mi crítica situación debía cambiar más ligero de lo que yo suponía. Apareció en el lugar un peón argentino, un legítimo semi-indio, muy poco inteligente... que había llegado del valle de Fiambalá ... para comprar por cinco pesos coca para su patrón y contrabandearla a la Argentina (op. cit., p. 206). El hombre ofreció llevarme por la misma suma a mi meta. La marcha seguía por el desierto y pude hacer... muy interesantes estudios. Primero con nuestros fuegos nocturnos hice el descubrimiento... de que ciertos arbustos... al quemarse, muestran un marcado borde verde en la llama; me expliqué esto por un contenido en boro y coleccioné una porción de la ceniza... para un análisis posterior. Mi acompañante que había comprado un cuero de cabra lleno de coca, parecía dedicarse exclusivamente al vicio de mascar coca;... y pronto comprendí que disponiendo de 5 pesos prefirió consumir la coca que debía entregar a su patrón, porque pudo disculparse que no había encontrado coca... Me guiaba bien, masticaba más, pero le faltaba el cáustico que correspondía a la coca, la Iliza, una pasta confeccionada con cenizas de vegetales salinos o cal calcinada que el parecía reemplazar con la ceniza de mi pipa o cigarros, que siempre pidió... y llegando a la vecindad de las primeras viviendas argentinas, mi coquero me abandonó –y cuando más adelante revisé mi equipaje encontré que me faltaba mi presunta ceniza de boro -ésta había incitado especialmente a este ”hombre de bien” y fue consumida hasta el último resto” (op. cit., p. 201). 13 “... llegamos al río Jaguel... Encontramos en este sitio solamente mujeres, los hombres estaban en ese momento ausentes- por suerte, puesto que después ellos me persiguieron porque había tirado, sin pensar, una lata de conserva vacía, y querían ejecutarme de aquella manera horrible, como me dijeron más adelante en base a los informes enviados a la capital, La Rioja (Id.). 9. Burmeister, Karl Herman Conrad = Carlos Germán Conrado. Nació en Straldsund (Prusia); se doctoró en medicina pero también estudió Ciencias Naturales en las Universidades de Greitswald y de Halle. No se dedicó a la primera disciplina y dictó cátedras de zoología y de geología. Era un naturalista de alma, que también actuó en política, llegando en 1848 a ser diputado en la Asamblea Nacional, oportunidad que aprovechó para realizar extensos viajes a Brasil, Uruguay y Argentina, los que le permitieron publicar una interesante obra: “Viaje a los Estados del Plata”. En 1861 se estableció en la Argentina, dictando cátedras de zoología y en 1862 se lo designó Director del Museo Nacional y comenzó a editar varios trabajos en Alemania, en especial dedicados a la zoología y además se ocupó del clima en la Argentina. Su mayor contribución fue su “Geografía Física de la República Argentina”, que se editó en 1875 en español en Buenos Aires y, en alemán, en Halle (PNS, AJC, de diversas fuentes). Si bien no fue geólogo ni paleontólogo como para colocarlo entre los pioneros de tales disciplinas, pero hay que rescatar que gracias a su amistad con Domingo Faustino Sarmiento (durante los diversos cargos de este) dio un enorme impulso al desarrollo de las Ciencias Naturales en nuestro país. Sus contribuciones en nuestras áreas son de escaso monto y se limitaron a la clasificación de las muestras de los pozos artesianos del Gran Buenos Aires y del posible trazado de una línea ferroviaria por el Paso de San Francisco, hacia Chile (1864), aparte de la obra antes citada de 1875. Hombre de gran sabiduría, pero de muy fuerte carácter, entró casi de inmediato en colisión con 14 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) los investigadores que él mismo había contratado para la Academia Nacional de Ciencias (Córdoba), pues pretendía que ellos –a la usanza alemana-, también se hicieran cargo de funciones docentes universitarias, a lo que no estaban dispuestos, pues preferían las tareas de investigación pura; además, tenían poco dominio del español y el número de alumnos era escaso. Así decía Sarmiento en una carta fechada en Nueva York en 1868 (antes de ser Presidente): “Tengo en Buenos Aires a Burneister, sabio alemán, que se reputa igual que Agassiz (Sarmiento, Mi vida, II, p. 161; tomado de TGC, 1988, p. 20. Acad. Nac. Cienc. Córdoba). También el gran sanjuanino emitió este concepto, cuando siendo senador nacional en 1875, pidió en el Parlamento un subsidio para publicar la obra de Burmeister “Descripción Física de la Argentina”: Desearía decir, señor Presidente, estas palabras en honor al Dr. Burmeister y dar este testimonio, que no es el mío propio, pues no soy capaz de juzgarlo, sino lo que he oído hablar entre hombres eminentísimos, considerándolo, hoy día, como uno de los luminares de las ciencias naturales” (Sarmiento, Obras completas, XX, p. 9, tomado de TGC, 1988, p. 20). Sus estrechos vínculos con Sarmiento permitieron conocer, a través de los escritos de ambos, aspectos sobre el desarrollo de las Ciencias Naturales en nuestro país, por lo cual se transcribirán algunas de sus opiniones, que son de incuestionable valor. A pedido de Sarmiento, le elevó un informe el 5/10/1868, con respecto a la filosofía de las Ciencias, y le dice: “Considero que ella es la ocupación más honesta del hombre y tratarla con negligencia o desprecio es mostrar su propia ignorancia o la falta de educación espiritual. A los establecimientos científicos se debe el mismo respeto que a los religiosos, en unos y otros se cultiva la verdadera humanidad, y ambos son los principales garantizadores de la paz y el escudo más eficaz para defender y resguardar al hombre civilizado” (Tomado de TGC, 1988, p. 22. Sarmiento. Acad. Nac. Ciencias, Córdoba). Burmeister le recuerda a Sarmiento que la única universidad que poseía el carácter nacional era la de Córdoba y al analizar los estudios que allí se realizaban eran insuficientes para el esquema perseguido y coincidiendo con la opinión presidencial, estimó que el ámbito universitario cordobés debería aprovechar- se para fortalecer los estudios científicos. Luego de distintas gestiones, el 4/8/86 se promulgó la ley que permitía contratar profesores extranjeros. El 16/3/1870 se nombró a Burmeister Comisario Extraordinario para dirigir e inspeccionar la Facultad de Ciencias Matemáticas y Físicas en la Universidad de Córdoba y en 1873 se lo designó Director Científico de la Academia y de inmediato esbozó una especie de reglamento al cual debieron ajustarse los profesores académicos. En un punto del mismo aclaró las ciencias que se deben cultivar (TGC, 1988, p. 64). Como antes se anotó, pocos investigadores querían hacerse cargo de las funciones docentes y Burmeister tuvo varios enfrentamientos, a veces muy fuertes, dado su carácter arrogante y autoritario y al poco tiempo presentaron sus renuncias (o se alejaron) varios de ellos, de primer nivel, como Stelzner, el fundador de la geología argentina, Weyenbergh (zoólogo) y Vogler (matemático). (TGC, 1978; Revello, 1964). 10. Castellanos, Alberto. Era profesor de Botánica en la entonces FCEFN de la Universidad de Buenos Aires y a sus clases asistían alumnos de Biología y de Geología. Como discípulo de Kurtz, Castellanos comprendió la necesidad que en nuestro país se desarrollara una escuela en paleobotánica, teniendo en cuenta la abundancia de terrenos de carácter continental y en los cuales eran frecuentes las plantas fósiles. A él se debe el nacimiento del primer grupo de paleobotánicos locales, del cual surgieron (por orden cronológico), Pedro N. Stipanicic, Carlos A. Menéndez, María I.R. Bonetti y Sergio Archangelsky, quienes a su vez, formaron otros investigadores, creándose así una sólida escuela en tal disciplina (PNS, SA). En la cátedra, Castellanos era punzante, irónico y a veces algo agresivo, pero tales rasgos eran en el fondo una mera “fachada”, pues él quería, en primer lugar, ser muy exigente con el alumno en beneficio de éste, pero al mismo tiempo y en muchas oportunidades, mostraba su interior humano, ayudándolos en todo lo necesario (PNS, MB, SA). PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS Era un verdadero profesor y quería que sus alumnos adquirieran una sólida experiencia en la materia, llevándolos a efectuar prácticas de campo –obviamente los días sábados–, o visitas al Jardín Botánico de Buenos Aires, como también en el interior del país. A mí me tocó integrar una de estas últimas, a la región del límite boscoso chaqueño-santafesino. En estos casos, siempre hacía preguntas, porqué quería analizar a sus alumnos, pues para él el examen final podía no ser representativo por entero sobre la preparación efectiva de ellos (PNS). A Castellanos, le gustaba ironizar sobre los “porteños” y distinguirlos (en parte ?) de los “provincianos” (él era cordobés), aunque a veces no colocara a estos últimos en un pedestal. Así, una de sus salidas era la siguiente: ¿Saben Uds. que diferencia hay entre un porteño y un provinciano? Es que cuando uno hace una pregunta, los “porteños” la contestan de inmediato, al “tiro” como dirían los chilenos, pues son muy “sobradores” pero terminan diciendo una gran cag... (“macana”, como expresión suave). Por ello los porteños presentes en el aula tratábamos de pasar inadvertidos y nos achicábamos en nuestros asientos. Los provincianos, en cambio, se henchían de orgullo, -el que poco les duraría-, pues de inmediato Castellanos lanzaba este latigazo: “En cambio, los provincianos no contestan de inmediato, piensan, piensan, meditan, tardan en contestar, pero terminan diciendo otra cag... (“macana”) más grande”. Bueno, así, por lo menos, quedamos todos parejos !!! ( MB, PNS). En las prácticas de campaña, usaba su capacidad de observador provinciano para ver donde podía destacar, en lo posible, los defectos de los porteños. En un viaje de práctica con los alumnos al bosque de Punta Lara, mientras caminábamos desde la estación del ferrocarril a la ribera del río, iba haciendo preguntas: ¿qué es ésta planta y ésta otra? Es decir que ya iba examinando a sus discípulos. Al llegar al bosque siempre buscaba una oportunidad para poner a prueba a los alumnos. Así, al encontrar la pequeña parte vegetativa de una Ipomoea (convolvulácea con un gran tubérculo enterrado), buscaba un candidato para que cavara con pala, pero repetía “sáquenlo entero”. Siempre había alguno que se prestaba a esas tareas y empezaba a hacerlo, pero Castellanos “oteaba” a algún porteño para ponerlo a prueba. Yo era uno de ellos y me es- 15 condía detrás de un árbol. Con su astucia cordobesa, decía “¡A ver, venga ese porteño y trate de sacar el tubérculo!” A mi primera palada, lo corté por la mitad y la salida de Castellanos era la de esperar: ”¡Vean, no!, miren la macana que hizo este “porteño!” También hacía preguntas de fondo, para conocer la preparación de sus alumnos. Así, cuando estábamos en presencia de los frecuentes líquenes y musgos que crecían en los troncos de los árboles, requería de inmediato cual era el hábitat de tales criptógamas. Como era de esperar, todos contestábamos que caracterizaban a ambientes húmedos, lo que luego traería “cola” a los geólogos (PNS). En una práctica en el bosque chaqueño del norte de Santa Fe, Castellanos demostró todas las gamas de su vívida y extraordinaria personalidad. En el aspecto humano, se preocupaba que a sus alumnos no les faltara nada y durante el largo viaje en ferrocarril (que estos últimos lo hacían en segunda clase, en asientos de madera usando como colchón los diarios que llevaban para el herbario) y Castellanos que viajaba en camarote, nos venía a acompañar todas las horas del día e inclusive compartía nuestra frugal merienda. Ya en la zona chaqueña, mostró sus cualidades de hombre de campo, con su capacidad para talar quebrachos y algarrobos con la maestría de los obreros, usando las pequeñas hachas de ellos y aprovechaba de inmediato la oportunidad para “probar” a sus alumnos en tales tareas. Algunos lo hacían bastante bien, pero luego me tocó a mí y al segundo golpe, rompí el mango del hacha. ¡Justo la oportunidad! De inmediato Castellanos exclamó: “¡Vean, no!, tenía que ser un porteño que hiciera esto!” Obviamente, yo ya iba pensando en mi triste destino durante el examen final (PNS). Castellanos no aceptaba que sus alumnos tomaran apuntes extensos de sus clases, sino sólo notas recordatorias, pues decía “Para que no rebuznen como sus maestros, lean, pero lean libros” y recomendaba a Strasburger, Wettstein y otros. (PNS, MB). Él no sólo dictaba sus clases teóricas, sino que asistía a todas las prácticas y preguntaba a los asistentes. Mientras hacía eso con uno de ellos, los demás “migrábamos” en mayoría a la otra aula. En un caso, mientras se estudiaban cortes microscópicos, le preguntó a María Bonetti –que se había vestido por entero de verde-, “¿Dígame, Srta. Bonetti, que es ésto? Ella no tenía idea de lo que estaba mirando, 16 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) por lo que Castellanos le espetó: ¡Vea, no, Srta. Bonetti, hoy sí que se ha venido toda verde! (MB). Como su ayudante-secretario lo acompañé a numerosas excursiones por diferentes provincias y me enseñó a herborizar las cactáceas (él era un especialista reconocido en esta familia), aunque primero dejó que me pinchara y llenara con “janas” (espinas). Luego de indicarme mi error y con paciencia me sacó las mismas con una pinza que siempre llevaba en su bolsillo y me sugirió que usara guantes!!!(SA). Al decir de varios de sus discípulos, Castellanos era como los mismos cactus: “espinoso por fuera y blando por dentro” (SA). Después de cada práctica fuera de la Cátedra, pedía la presentación del diario de viaje. Para revisarlo, lo efectuaba con cierta saña, para estimular al estudiante con interés en perfeccionarse. Las correcciones las hacía con un lápiz rojo de carpintero (es decir de mina muy gruesa) y por lo general tachaba el 80% de los textos, con comentarios como estos: “Parece escrito por un palurdo”, o bien “Esto tiene el mismo estilo que los periodistas de cuarta”. Como era obvio, el alumno interesado se sentía molesto pero trataba de perfeccionarse. De allí nació la larga tradición del “lápiz rojo”, que no fue privativa de Castellanos, sino que luego la adoptaron otros dos de sus discípulos (cuando llegaron a la docencia universitaria), como Stipanicic y Archangelsly (PNS y SA). Siempre llega el momento del examen final y era conocido que Don Alberto era muy exigente y que el número de aplazos era alto. Yo con mis antecedentes de las prácticas, pensaba en lo peor. La mesa examinadora la integraban los Dres. Pérez Moreau y Capurro, pero el que dirigía la batuta era él. De entrada, me pidió que sacara bolilla, lo cual hice, pero ya adelantó: “Esto es un formulismo” y comenzó a revisar con todo detalle mi herbario “¡Ajá, está bien!. Bueno, Ud. Stipanicic, va a ser geólogo, así que le pediría que me diga qué es esa planta que aparece sobre una roca y que está a sus espaldas”. La miré, era un trozo de calcáreo, que llevaba un líquen en su superficie y le indiqué que pertenecía a una familia y género determinados y que formas similares también se conocían desde tiempos bíblicos como el maná del desierto. “¡Ajá, está bien!”. Luego me hizo otra pregunta, la que contesté y me dijo: “¡Ajá!, bueno, puede retirarse”. Yo esperaba lo peor, pero me calificó con un Sobresaliente. De inmediato (y siguiendo sus inquietudes provenientes de Kurtz) intentó convencerme que me dedicara a paleobotánica, cosa que lo hice en los años siguientes, pues siendo alumno becario de YPF, primero debía dedicarme por entero a mis estudios geológicos (PNS). Con el tiempo nos fuimos haciendo amigos y ya actuando como geólogo de exploración de YPF, lo invité en la década del 50´ a que nos acompañara en las campañas en las altas cordilleras de San Juan y Mendoza. Integraban el grupo los Dres. Alberto Mingramm y Marcelo Yrigoyen. Allí apreciamos las dotes de Castellanos como buen compañero, colaborador y avezado hombre de campo. En Barreal (San Juan), establecimos el campamento base para realizar una campaña de 45 días en las Cordilleras de la Ansilta y la Principal y debíamos integrar una tropa de 40 mulas y caballos serranos. Había que efectuar la yerra de los animales, tarea que supervisó Don Alberto y también preparar “pan de campo” y de ello se ocupó Castellanos en la panadería del pueblo. Como en nuestro itinerario faltaría carne, Don Alberto supervisó la tarea de preparar “charqui”. Durante la campaña y como era un gran madrugador, se juntaba con los peones para “pialar” con lazo a los animales que pastaban en las vegas cercanas, de manera que con toda la tropa ensillada, pudiéramos emprender jornadas de un día entero, hasta hacer un nuevo campamento volante. Por ello, tanto Yrigoyen, como Mingramm y yo recordamos con todo afecto a ese gran compañero que fue Castellanos, desterrando así la imagen que él mismo había intentado construir, de ser muy hosco y severo, cuando en realidad era todo lo contrario (PNS). 11. Castellanos, Alfredo. Era hermano de Alberto y si bien se graduó de médico en la Universidad Nacional de Córdoba, se volcó por entero a la paleontología y estratigrafía de los terrenos terciarios y cuaternarios de Santa Fé y de Córdoba Se radicó en la ciudad de Rosario, conde falleció en 1973. Desarrolló sus actividades entre PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS 1918 y 1954, dando a conocer numerosas publicaciones sobre varios temas, entre ellos la del el hombre fósil en la Argentina. En los últimos años se inclinó hacia los estudios geomorfológicos de tales provincias, junto con su fiel colaboradora, la Dra. Pierina Passotti. Si bien tales contribuciones son de indudable interés, debe destacarse la labor que desarrolló en el ámbito santafesino, fundando una escuela de geología y ciencias afines y creando el Instituto de Fisiografía y Geología en la Facultad de Ciencias Exactas e Ingeniería de la Universidad de Rosario (PNS, AJC). 12. Doello Jurado, Martín. Era biólogo y tuvo contribuciones de valor sobre fósiles del Terciario, las que reseñó A.F. Leanza [RAGA, IV (1), 1949]. Era un hombre de vasta cultura, medido en sus observaciones, pero le gustaba hacer críticas muy sutiles. Se desempeñó desde 1924 hasta 1945 como “Director del Museo Argentino de Historia Natural”, el que luego pasó a ser el “Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia”, cuyo magnífico edificio consiguió por sus gestiones. Leía muchísimo, era agnóstico pero mantenía buenos contactos con la Curia. En su casa, poseía una excelente biblioteca y se jactaba de contar con la mayoría de las ediciones de los trabajos de Darwin, lo cual señala muy bien su postura académica (PNS). En la FCEFN de la UBA tenía a su cargo las cátedras de Paleontología (I-II: paleobotánica, invertebrados y vertebrados). En realidad, sólo dictaba los aspectos generales de las distintas especialidades (el resto lo dejaba a cargo de su competente colaboradora y Jefe de Trabajos Prácticos, la Dra. Hildebranda Castellaro), pues prefería orientar su enseñanza al aspecto filosófico, recalcando todo lo referente a la evolución del mundo orgánico y a la muerte filética. Cuando tuvo que dictar lo atinente a paleobotánica, sintetizaba la obra de los principales especialistas que brindaron contribuciones sobre plantas fósiles locales y destacaba las de Kurtz, Berry, Frenguelli, pero luego nos sorprendió, diciendo: “Ah!, también estaba el Dr. Tango. De inmediato y sonriendo con picardía nos aclaró que 17 se trataba del Dr. Walter Gothan, por lo que demostraba la influencia de su gran amigo Groeber, propenso a usar el lunfardo y la transposición silábica, rompiendo el formalismo que todos le reconocíamos al primero (PNS). Concluidos mis estudios en 1946, me designó Ayudante en su cátedra y al poco tiempo, a pesar de mi escasa experiencia me pidió que me ocupara de dictar el ríspido tópico de “evolución”. Él era un ferviente admirador de Darwin y frente a tal situación, le pregunté como “salía del pantano” (me expresé así pues teníamos una buena amistad, por relaciones de mi padre con sus amigos) ante la posición de la Iglesia y muy suelto de cuerpo me dijo “Mi estimado Stipanicic, vaya a ver en mi nombre a mi amigo Monseñor Franceschi, quien además de ser un excelente biólogo, especialista en artrópodos, tiene ideas muy claras sobre la materia”. Bien, con mucho azoramiento, fui a verlo a este último, el que me dio otra sorpresa, diciéndome: “Dr. Stipanicic, no se preocupe por ese problema, la Iglesia lo conoce muy bien y Ud. exponga todos los puntos de vista que sean necesarios”. Creo que ese fue otro hito en mi formación académica, la de contemplar todas las posturas, analizarlas y respetarlas, aunque a veces, pudiese no compartírlas (PNS). 13. du Toit, Alex Logan = Alejandro Logan. Nació en 1878 en Rodebosch (cerca de la ciudad del Cabo), en Sudáfrica y cursó sus primeros estudios terciarios en dicha ciudad, los que continuó en el Real Colegio Técnico de Glasgow (Escocia), graduándose de ingeniero de minas (1899), para terminar su preparación académica en el Real Colegio de Ciencias de Londres. En principio, se dedicó al relevamiento de extensas comarcas de su país, aunque siempre le prestó especial atención al Sistema del Karroo, con sus etapas glaciales paleozoicas, pero se inclinó en forma abierta al estudio de la Formación Molteno y de sus plantas fósiles. Cuando R. A. Daly, de la Universidad de Harvard, visitó Sudáfrica, expresó que “Alex era el geólogo de campo más grande del mundo” (CC). Para sus trabajos de campo usaba una carreta 18 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) (“trailer”), tirada por mulas, donde se alojaba con su familia y además usaba su bicicleta cuando la topografía lo permitía (CC). A partir de 1920, du Toit ya era una autoridad en lo referente al Sistema del Karroo y su inquietud lo llevó a visitar Madagascar, India y Australia, convencido sobre la seriedad de la propuesta de Wegener, acerca de la deriva de los continentes –que un buen número de geólogos, en especial los estadounidenses–, no compartían. En 1923, la Carneige Institution of Washington le otorgó un subsidio para visitar la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Uruguay a los efectos de revisar los terrenos paleozoicos y mesozoicos de mayor interés. Su paso por Chile, Bolivia y Uruguay fueron cortos. En nuestro país se contactó con casi todos los geólogos locales de renombre y también visitó las localidades gondwánicas del Bajo de Véliz, Marayes, Cacheuta, Uspallata, Ischigualasto-Ischichuca, Olavarría y Sierra de la Ventana. Mantuvo correspondencia con Beder y Harrington, sobre problemas geológicos de detalle de algunas zonas (AJC, PNS, CC). Luego de su visita a Sudamérica, se inclinó por entero a la teoría de la deriva de los continentes propiciada por Wegener y dio varias disertaciones al respecto, pero encontró una resistencia muy hostil de parte de sus colegas, lo cual no lo amedrentó y como era muy afecto a la música (que oía mediante un gramófono) y tocaba el oboe, dijo “no se preocupen por el ruido, escuchen la música” [tomado de Fuller, 1999, Journ. African Earth Scienc., 28 (1), p. 8]. (PNS, CC). En 1927 (a) publicó su clásica obra “The Geological Comparison of South America and South Africa”, en la cual sistematizó el concepto del “Sistema del Paganzo” en la Argentina, para el que reconoció cinco Pisos (“Stages” I, II, III, IV y V) y destacó la similitud de los niveles glaciales permo-carboníferos locales con los de Sudáfrica, siguiendo para ello, en buena parte los aportes de Stappenbeck y de Keidel. Pero una de sus sugerencias fue la de hacer notar que los terrenos del llamado “Rético” argentino, que ubicó en su “Stage IV” (actuales Grupos Uspallata, Sorocayense, Agua de la Peña, etc.) no sólo representarían este Piso europeo, sino que por su espesor y por el carácter de sus megafloras, deberían considerárselos como comprendiendo todo el Triásico Superior (“Keuper”) y los ubicó en el Trias-Rhaetic. Su Piso V (Stage), incluiría los estratos rojos (areniscas y conglomerados) de los términos altos de las series triásicas locales. En el mismo año (1927 b) brindó otro aporte de interés: “The Triassic Flora of the Upper Karroo Beds”, en el cual hizo referencias a plantas fósiles que encontró en terrenos neotriásicos argentinos (CC, PNS). Por circunstancias fortuitas, durante mi trabajo de campo en Barreal que correspondían a mi tesis doctoral (que dirigía el Dr. Groeber), usé como baqueano a Juan Gallardo Díaz, gran conocedor de la zona, quien me dijo “que años atrás acompañó a un señor geólogo el que comentó que las rocas que observó al este de Barreal también se encontraban en Sudáfrica”. Esta información me dejó perplejo y atando cabos, pensé que ese “señor geólogo” era du Toit, lo cual me confirmó Gallardo (AJC). 14. Feruglio, Egidio. Fue uno de los que más contribuyeron al conocimiento de la Patagonia y su obra cumbre la constituyó su “Descripción Geológica de la Patagonia” de tres grandes tomos. En todos ellos, trató en detalle los aspectos geológicos de tan amplia comarca y brindó un excelente mapa de tal carácter. Su llegada a la Argentina se hizo por recomendación de Guido Bonarelli ante las autoridades de YPF, junto con otros profesionales italianos (ACR, AJC, PNS). Feruglio era el séptimo de una familia de doce hermanos donde varios militaban en el socialismo y aún en el comunismo, pero él, en cambio era muy moderado y adoptó una línea que los italianos llaman “antifascista existencial” (tomado de “Comune de Tavagnacco”, 1997). Era muy pacifista y deploraba la guerra, lo cual no le impidió enrolarse en las fuerzas armadas italianas como Oficial Alpino y recibió una condecoración por su valor militar (op. cit.). Feruglio amaba a su patria y a su familia, pero su postura antifascista y su negativa a afiliarse al partido de esa extracción le impidieron ocupar cargos docentes universitarios, por lo cual se veía obligado a buscar otros horizontes (op. cit.). Su primer viaje a la Argentina se produjo en PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS 1932 para trabajar hasta 1940 como geólogo de YPF mediante contratos de tres años. En 1940, la Universidad de Cuyo le ofreció una cátedra universitaria y la Dirección del Instituto del Petróleo, cargo que desempeñó hasta 1947. A tales fines, se mudó a Mendoza con su familia y su rica biblioteca (op. cit.). Al terminar la Segunda Guerra Mundial y ya sin vigencia el régimen fascista, resolvió volver a Italia para desempeñar la docencia universitaria, pero hay una expresiva carta suya que dice “Sólo el inmenso afecto que se tiene por los parientes y la tierra natal pueden llevar a dejar esta tierra de abundancia y paz”, refiriéndose a la Argentina (ACR). Sus méritos profesionales fueron muy reconocidos y así, el Museo Paleontológico de Trelew (Chubut), lleva su nombre, lo mismo que la biblioteca de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo, a la vez que la Asociación Geológica Argentina, en su salón de Grandes Maestros de la Geología Argentina, lo ubicó entre los 20 pioneros de esta ciencia (AJC, PNS). 15. Fossa Mancini, Enrico = Enrique. Fue uno de los primeros geólogos italianos que incorporó YPF a su cuerpo técnico y llegó a ser Jefe de la División Geología de dicha Institución. Además de geología, había cursado estudios superiores en matemáticas y en abogacía. Tenía una gran cultura, era muy amable en el trato coloquial y a veces muy chispeante, aunque su conversación resultaba monótona por ser muy monocorde. Siempre estaba a la expectativa (la que a veces y con picardía preparaba él mismo) para contestar con ironía a sus alumnos o jóvenes colegas. Además, tenía una personalidad muy especial y fue uno de los primeros en obtener el brevet de piloto en su tierra natal, como también en la Argentina (PNS, AJC). Es conocido el hecho que en el interior del Museo de La Plata reina una bajísima temperatura. Durante el invierno, Fossa Mancini llegaba con el sobretodo en el brazo, el que se lo colocaba al entrar 19 al edificio y luego se lo sacaba, al retirarse (AJC). Un día lo encontré en uno de los pasillos del Museo y al ver que cojeaba le pregunté las razones de ello y me contestó: ”Mi estimado amigo Cuerda, me duele la pierna izquierda y me dicen que son cosas de la vejez, pero no lo creo, pues la derecha tiene la misma edad y no me duele” (AJC). Durante los cursos de post grado en la UBA (con especialidad en Geología del Petróleo), Fossa Mancini contaba que durante la Primera Guerra Mundial –siendo él oficial- se desempeñaba como observador aeronáutico en un globo que sostenían sus soldados y su misión era observar el movimiento y la cercanía de las tropas austríacas (que él llamaba “i tedeschi”). En una oportunidad se descuidó y el enemigo se encontraba muy cerca, así que comenzó a gritarle a sus soldados “bájenme, bájenme”, pero sus asistentes lo hacían con la calma de siempre. Fossa Mancini seguía gritando “bájenme, bájenme, rápido”, pero sus órdenes no se cumplían y es lo que Fossa Mancini esperaba, que algunos de los alumnos le preguntaran: ¿Pero Dr., porqué no les decía que los austríacos estaban muy cerca? Él ya tenía la respuesta preparada: “Mi joven colega, Ud. no conoce la idiosincrasia de mis compatriotas. Si les digo, que los austríacos están cerca, salen disparando hacia la retaguardia y me dejan colgado” (PNS). Siendo yo un joven geólogo de YPF, le dedicaba especial atención al Triásico y en una oportunidad quise publicar un artículo sobre el tema, pues me sorprendió un aporte de Fossa Mancini, quien pensaba que los terrenos del Sistema podrían llegar al Liásico. Consulté a nuestro Jefe superior y colega, el Dr. Osvaldo Bracaccini y éste me dijo “Pedro, Ud. tiene muchas inquietudes y es muy joven pero Fossa en un geólogo muy experimentado, por lo cual le sugiero que lo entreviste antes de publicar nada”. En efecto, hice eso y Fossa, con toda naturalidad y alguna ironía me contestó “Vea, mi estimadísimo Doctor, cuando yo escribí eso, lo hice a propósito, pues esperaba que un joven e inteligente profesional como Ud. pusiera las cosas en orden”. Así comenzamos una larga amistad que perduró hasta su muerte. Lo interesante es que hoy hay una fuerte tendencia a considerar a algunos de los terrenos más altos del denominado “Rético” como llegando a la base del Lías (parte terminal de las Formaciones Los Colorados, Río Blanco, Laguna Colorada, etc.), como también ha- 20 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) bían sugerido du Toit (1927 a) y Frenguelli en 1948 (PNS). Si se le formulaban preguntas que requerían contestaciones precisas, solía recurrir al absurdo. Así respondió cuando se le inquirió si tenía dificultades para escribir sus trabajos y Fossa Mancini respondió: “Mis jóvenes colegas, yo escribo más con la goma que con el lápiz” (AJC). La ayuda o comprensión hacia los alumnos era una de las características de Fossa Mancini. Así era muy común que comenzara los exámenes diciendo “yo se que Ud. lo sabe”, para facilitar que el discípulo pudiera exponer con tranquilidad sus conocimientos (HVR). Durante nuestros estudios universitarios muchos de nosotros (entre 1946 y 1950), tomamos posturas políticas en contra del gobierno de Perón, por lo cual en varias oportunidades nos vimos acosados por las fuerzas policiales en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata, teniendo que guarnecernos como podíamos del hostigamiento de las mismas. Frente a tal contingencia, Fossa Mancini colaboró en reiteradas oportunidades con los estudiantes buscándoles lugares donde esconderse en los muchos recovecos del Museo, sobre todo en el sótano del mismo (HVR). 16. Frenguelli, Gioachino = Joaquín. Era un hombre muy culto que tenía el título de médico pero también estudió Ciencias Geológicas en Italia. Cuando llegó a la Argentina, se radicó en Santa Fe y si bien ejerció en principio la medicina, en forma temprana comenzó a dedicarse con todo éxito a la geología y a la paleontología de nuestro país. Luego fue nombrado Director del Museo de La Plata, donde también ejerció la docencia universitaria. Fuera de Kurtz, fue el investigador local que más hizo por el adelanto de la paleobotánica argentina y sus contribuciones son numerosas, de gran valor y reconocidas en el extranjero. Tenía “una pluma muy fina” y escribía con suma elegancia, disponiendo de una excelente biblioteca particular (PNS, SA). Su personalidad era muy fuerte y egocéntrica; le costaba aceptar ideas disímiles a las suyas y con frecuencia se expresaba con mucha ironía, a veces fina, otras no tanto (RP). Poco antes de 1947, Frenguelli había compartido con Armando F. Leanza el Premio Nacional de las Ciencias (el primero por su “Contribución al género Cladophlebis...” y el segundo por “Los ammonites del Jurásico superior...”). Como el premio era suculento, Frenguelli fumaba cigarrillos “Players” que costaban $ 0, 40 el paquete y de vez en cuando me convidaba con uno, lo que mucho me complacía, pues yo compraba los de una marca local, cuyo precio era de $ 0, 15. Por ello, creí entender que se había establecido una especie de relación amistosa entre ambos, pero un día, cuando transitábamos por uno de los corredores del Museo, me dijo: Osté vaya un poco más atrás, porque Osté es el Ayudante y yo soy el Profesore” (AGC). Como Ayudante de su Cátedra, debía copiarle el resumen de su clase en el pizarrón. Terminada la tarea, le informé que ya la había cumplido y recién a los 15 minutos me preguntó (pues se veía que no deseaba dictarla), si escaseaban alumnos, a lo que yo le contesté que estaba sólo el “boliviano”, pero Frenguelli me increpó “¿Cómo Osté sabe que es boliviano? (AGC). En un viaje de práctica que hicieron a la provincia de Entre Ríos acompañando a alumnos de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata, Frenguelli les describió la estratigrafía de uno de los afloramientos de la zona. Un discípulo (RP), que previamente había leído una contribución suya sobre el tema (y la llevaba consigo), osó decirle que lo por él descripto no coincidía con lo que había publicado. Frenguelli se irritó muchísimo y no le admitió que lo contradijera. Luego, por la noche, con el texto en manos, RP se lo señaló y Frenguelli le dijo: “eso fue lo que yo dije y no me contradiga” (RP). La animadversión entre el Dr. Rex González (antropólogo) y Frenguelli era bien conocida en el Museo de La Plata (AGC). Una vez, Rex González le pidió una audiencia y Frenguelli se la concedió a determinada hora. El primero llegó con puntualidad pero el segundo no lo atendía. Pasado un tiempo prudencial, Rex Gon- PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS zález irrumpió en el despacho del segundo y le dijo “Dr. Frenguelli, aquí estoy yo y lo estoy esperando desde hace tiempo”. Frenguelli sólo le dijo “Sí, ya lo vi, pero yo soy el Director y atiendo al personal a mi conveniencia” (RP). Fue director del trabajo de tesis de algunos alumnos de la Facultad, por lo común desarrolladas en el área jurásica del centro-oeste del Neuquén, las que se destacaron por su calidad estratigráfica, debida sin duda alguna a la valiosa supervisión de Frenguelli (PNS). Siendo geólogo de YPF, quise publicar la noticia sobre el hallazgo de dipteridáceas en el Triásico de Barreal y lo consulté a mi Jefe superior, el Dr. Osvaldo Bracaccini (Gerente de Exploración), quien me sugirió que antes de hacerlo, lo consultara al Dr. Frenguelli, quien era la autoridad local en paleobotánica. Lo visité en su casa en La Plata y como siempre estaba vestido de “punta en blanco”. Le di cuenta de mi descubrimiento y llevaba excelentes fotos de las dipteridáceas (lo que contradecía en parte sus concepciones cronológicas) y me contestó escuetamente “Vea, Dr. Stipanicic, yo no clasifico las plantas fósiles por fotografías”. Mi contestación tal vez no fue muy delicada, posiblemente como producto de mi juventud y le dije “Discúlpeme, Dr. Frenguelli, le agradezco que me haya recibido, pero entiendo, al consultar sus valiosas y numerosas publicaciones, que muchas veces Ud. hizo determinaciones sobre la base de fotografías” (PNS). En una oportunidad, un empleado le llevó una bandeja con la correspondencia y le preguntó “Dr. Frenguelli, ¿muchas novedades? “Si, pero ninguna es de su incumbencia” (ACR). 17. Gerth, Heinrich = Enrique. Nació en Alemania, tuvo una corta estada en la Argentina y cumplió dos campañas en el sur de Mendoza (1911-12 y 191213) por cuenta de la Dirección de Minas, Geología e Hidrología. Por ello, no se pudieron encontrar datos sobre su carácter personal, obligándonos sólo a desta- 21 car en forma sumaria su actuación profesional en el área entre los ríos Grande y Diamante. Allí puso en evidencia su gran capacidad de trabajo y su excelente formación académica, pues sus observaciones geológicas dieron un fuerte impulso al conocimiento de la estratigrafía y paleontología de tales comarcas, presentando un mapa geológico en escala 1:200.000, muy adelantado para su época, además de un buen esquema de la sucesión estratigrafica. Regresó a Alemania para estudiar el material paleontológico y redactar el texto de sus observaciones geológicas, tareas que se dilataron por efectos de la Primera Guerra Mundial, de manera que sus resultados se conocieron a posteriori (PNS). Al decir del Dr. Groeber “Menos mal que Gerth estuvo poco tiempo en la Argentina, pues en caso contrario hubiese dejado poco campo para nosotros” (relatado a PNS). 18. Groeber, Paul Friedrich Carl = Pablo Federico Carlos. Nació en 1885 en Estrasburgo (en ese tiempo Alemania, hoy Francia) y por ello tenía un total dominio del francés y del alemán, además del latín, griego e inglés. Los estudios superiores los cumplió en las Universidades de Göttingen y de Munich. Tuvo como profesores a Braun en física (luego Premio Nobel); en zoología fue discípulo de Doderlin a la vez que en botánica se formó con el Conde Solms-Laubach y en paleontología y geología con uno de los hombres más encumbrados de la época, Benecke, quien tuvo fuerte influencia en su formación. Asimismo, tenía una franca tendencia por el Sistema Jurásico y sus conocimientos los heredó de Tornquist, aunque en principio debió estudiar fósiles paleozoicos. Groeber se doctoró a los 22 años, cumpliendo, bajo la dirección de Benecke el estudio paleontológico del material que recogiera Juan Keidel en el Thien Shan y Küen Lum (Asia central) para su tesis doctoral. Viendo su clara vocación por la paleontología, Tornquist, Director del Instituto Geológico de Koenisberg lo apoyó para que fuera al Asia Central para estudiar las transgresiones carboníferas de esa re- 22 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) gión, acoplándolo a la expedición del famoso geógrafo Prof. Gottfried Merzbacher. En su viaje (cumplido en dos etapas, 1908 y 1909), aprendió el idioma kurdo y de regreso a Alemania, actuó en varios organismos y luego, a instancias de Juan Keidel, fue contratado por la entonces Dirección de Minas y Geología, donde se incorporó en 1911 y en la cual alcanzó en 1932 la Jefatura del Servicio Geológico. Tenía una inteligencia brillante, era rapidísimo en sus contestaciones y se adecuó de inmediato al ambiente argentino, dominando el idioma e inclusive el lunfardo, obviamente con su acento alemán. En sus viajes por la Patagonia, aprendió y dominó el araucano, llegando a publicar su conocida Toponimia Araucana (GAEA, 1926). Su trato era muy amable con las personas a quien apreciaba pero se hacía irónico con otras. Tuvo muchos discípulos, varios de los cuales presentaron tesis doctorales de primera línea (PNS). Yo era un joven cartógrafo de la Sección Topografía de la Dirección de Geología y Minería cuando Groeber pidió que le confeccionaran un mapa en detalle del volcán Copahue, mediante el uso de un equipo fotogramétrico para placas horizontales. Roberto Pusch, topógrafo alemán de la Institución, me inició en las técnicas respectivas y una vez concluido el mapa, me dijo que se lo llevara a Don Pablo, quien era el Jefe de la División Geología y fui a verlo con bastante susto, pues Pusch me dijo “llevále el mapa, pero tené cuidado pues es muy severo”. Me recibió de inmediato y con gran sorpresa lo encontré usando un guardapolvo blanco, sin pantalones y en pantuflas !!!. Luego me enteré que muchos de los geólogos y topógrafos alemanes vivían sobre la línea Norte del Ferrocarril Mitre y llegaban a la estación Retiro, caminaban hasta el lugar de trabajo (Perú 566) por la calle Florida para leer en las vidrieras del diario La Nación las noticias de la Segunda Guerra Mundial. Cuando llovía, llegaban con los pantalones y zapatos mojados, por lo cual se los sacaban para secarlos. Groeber revisó mi mapa y le gustó (PNS). En otra oportunidad, Don Pablo tuvo que hacer una gestión oficial y el empleado le preguntó su nacionalidad. Groeber le dijo con toda naturalidad “argentino” (obviamente “agentino”, con fuerte acento alemán). Como el empleado insistía en preguntarle la nacionalidad, le espetó: “¡No ve “iriota” que soy “agentino” como dice mi libreta de engolamiento y además soy consegvadog!” (PNS). Cuando en el interior del país debía pernoctar en algún hotel, en el “Libro de Registro de Pasajeros”, solía llenar el casillero de “Estado civil”, con un “cansado” (AJC). Groeber era muy propenso a aplicar sobrenombres a varios colegas, que a veces eran transliteraciones libres de los apellidos de éstos. Así, Horacio Harrington (a quien mucho apreciaba) era “Tonel de arenque”; Augusto Tapia (el único argentino con quien se tuteaba) era “el manco Tapiola”; el Dr. Franco Pastore (su buen amigo), era “Cofran”; Martín Doello Jurado, “Cuello Dorado”; Patterson (paleontólogo) “el hijo de la padre” (sic); la Dra. Edelmira Mórtola (con quien tenía una buena relación) era “la Dra. Mortadela”; a Gaylord Simpson (asimismo su amigo) lo llamaba “el Dios alegre”; a otro de sus discípulos, Marcelo Yrigoyen, lo apodó “el Nandú” y a sus alumnos preferidos les decía “los ninfos o las ninfas” y a María Bonetti (quien luego lo frecuentaba con asiduidad) le aplicó el apodo de “La Tana”; a Avé Lallemant, lo bautizó como el “Pájaro Lallemant” etc. Él mismo se citaba como “Pablo Ferrocarril Groeber” (Por lo de Carlos F.C. Groeber). No resultaría correcto repetir otros apodos, por no ser tan amables (PNS, AJC). Cuando yo debía realizar mi tesis doctoral, le pedí al Dr. Groeber que fuera mi director y me dio como tema “Estudios geológicos y tectónicos al este de Barreal (San Juan)”, con especial énfasis en la identificación del Precámbrico en la zona. Después de tres meses de intensa campaña, no encontré ningún terreno que podría pertenecer a tal edad, pero había estudiado la zona en detalle. Cuando volví a Buenos Aires, le dije “Dr. Groeber, no encontré nada de esa antigüedad” y le pregunté preocupado ¿que hago? ”¡Boino, es lo que yo pensaba, la estribación más occidental del Precámbrico es la del cerro Valdivia, en San Juan y en el sector de la Precordillera que Ud. revisó no está. Entonces, como lo más interesante que hay en su zona es el Triásico, déle “pelota” a éste!”. Así comenzó mi afección por este Sistema en la Argentina (PNS). En una clase teórica de Don Pablo en la FCEFN (Perú 222-256) en un aula grande donde él ocupaba el estrado y los alumnos otro nivel inferior, uno PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS de ellos (hoy distinguido investigador) trató de ausentarse en forma subrepticia, pero al llegar a la puerta, Groeber, a quien no se le pasaba nada, suspendió su disertación y dijo “vamos a esperar que el ninfo... vaya a ver a su ninfa” (COL). 23 Durante sus estudios sobre el Jurásico de Chacay Mlehue–Andacollo, Groeber volvió con cajones llenos de fósiles (especialmente de amonites) de la primera localidad. En ese tiempo, reinaba la “fiebre del oro” por los hallazgos en los aluviones de los ríos al Este de Andacollo y en su alojamiento en una pensión de Zapala, uno de los parroquianos, creyendo que los cajones de Groeber llevaban “ori” (como se decía), lo desafió a un partido de ajedrez, con el trato de que si él ganaba, se llevaría los cajones y si perdía, le pagaría a Groeber una cierta suma de dinero. Este último perdió y cuando el lugareño vio que en la carga de aquel no había oro, sino “caracoles” (amonites), aquel le contestó simplemente “yo nunca dije que había oro, Oh!, Oh! “ (PNS). Años después, cuando me llamó para que colaborara en la redacción de los textos de dos capítulos del Tomo Mesozoico de GAEA (Triásico y Jurásico) yo iba con frecuencia a la casa de Don Pablo en Villa Adelina. En los tórridos meses de verano, trabajábamos en calzoncillos, desde las 9 hasta las 19 horas. Groeber preparaba la comida y yo lo ayudaba. Durante el desarrollo del Triásico, no hubo ningún problema como tampoco en el transcurso del Jurásico, salvo cuando llegamos al final y teníamos que ocuparnos de los “Movimientos del Malm” ya que Groeber, como fiel discípulo de la escuela europea, hacía comenzar su “Ciclo Ándico”, es decir “su Cretácico” con el Portlandiano Superior y el Titoniano. En cambio, Alberto Mingramm y yo insistíamos en que dicho Ciclo debía iniciarse en la Argentina en la base del Kimmeridgiano, debido a la actuación de una fuerte etapa diastrófica (la de la Fase Araucana), por lo cual el “Cretácico sudamericano” tenia que comenzar allí (como por otra parte, lo había señalado Burckhardt en 1902). Groeber, a ultranza, no aceptaba eso, así que finalmente debimos redactar en detalle los dos puntos de vista disímiles. Cuando los manuscritos volvieron compuestos de la imprenta, casi todos los argumentos de Mingramm y míos habían sido suprimidos, lo cual me disgustó muchísimo y dejé de visitarlo. Pasados dos meses, Don Pablo la llamó a María Bonetti (mi esposa) según los detalles que ella cuenta en este Anecdotario. Luego volví a verlo, a sugerencia de esta última y me dijo sonriendo, con su pilla mirada de ojos azules “¡Pero Ninfo Stipa, el texto fue mal compuesto en la Imprenta Coni!”. Bueno, nos miramos y nos reímos y el asunto quedó terminado, como grandes amigos, según creía yo. Así preparamos otra versión más corta, aclarando cada postura y ésta fue a la imprenta. Cuando el libro estuvo impreso, había algunos cambios en varios renglones. Bueno, lo visité de nuevo y con su simpatía característica me aclaró “¡Oh, Oh, ! boino, fueron pequeños retoques!”. Como era obvio, de nuevo nos miramos y nos reímos, con un abrazo adicional. ¡Así era de tremendo Don Pablo! (PNS). Durante una etapa de su múltiple actuación, Groeber se interesó por la geofísica y se reunía con mi padre (que era Ingeniero de YPF), quien estaba abocado a trabajos teóricos sobre aspectos geofísícos locales y Don Pablo lo instó a publicar algunos de sus resultados, cosa que hizo, con el debido reconocimiento a éste (SA). En las largas jornadas de trabajo en su casa, para tomarnos algunos minutos de descanso hablando de otras cosas, de nuestras familias, inquietudes, etc. un día me dijo: “Vea, Ninfo Stipa, Ud. es una persona muy laboriosa, constante, inteligente, con muy buena escuela y tiene muchas ideas, pero lo importante es que al llegar a un punto en que En oportunidad de estudiar la secuencia jurásica del río Agrio superior, para llegar al sitio de los afloramientos, Groeber debía transitar un largo camino para hacerlo y no encontró nada mejor, para disminuir las distancias, que cortar un alambrado. Uno de los peones del lugar, que lo vio, dio cuenta del hecho al dueño del campo (Estancia Pino Andino), el Sr. Guevara, un rico y educado ciudadano chileno, quien fue de inmediato a recriminarlo ácidamente. Comenzaron a hablar y con su simpatía, Don Pablo hizo que se hicieran amigos y recibió la oferta de alojarlo, a él y a todo su personal en el confortable casco de su propiedad. Cuando me tocó revisar la misma zona, acompañado por el Dr. Alberto Mingramm, Groeber nos indicó que viéramos a “su amigo, el Sr. Guevara”, cosa que hicimos y de inmediato este nos recibió con toda hospitalidad, diciendo “Así que son discípulos de Don Pablo, bueno, hay que aguantarlo como es, pues es una persona no sólo muy inteligente e interesante, sino “harto” simpática y muy pícara” (PNS). 24 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) uno empieza dudar un poco de ellas, lo mejor es corregirse a sí mismo y no dejar que otros lo hagan Yo lo hice muchas veces y le sugiero que tome esa postura, dejando de lado el siempre existente egocentrismo para dar lugar al razonamiento frío y no como otros que no lo hacen ”. Como era de esperar, citó el nombre de un colega italiano del Museo de La Plata!!! (PNS). Ya jubilado, me visitaba en la Comisión Nacional de Energía Atómica, pues estaba redactando el texto sobre la Alta Cordillera de Mendoza y San Juan, de las que yo poseía datos por mi trabajo anterior en YPF. Como Groeber vivía en ese tiempo muy cerca de la CNEA (Institución en la que yo revistaba como Gerente de Materias Primas), en época de verano se vestía implecablemente de blanco, con pantalón corto, camisa, zapatillas y un sombrero Panamá. En la guardia se hacía identificar y pasaba a verme. En ese tiempo el Presidente de tal Organismo era el Contraalmirante Ingeniero Oscar A. Quihillalt, quien conocía todos los méritos académicos de Don Pablo, pero con el formalismo típico de los marinos, un día me llamó y me dijo: Dr. Stipanicic, se muy bien quien es el Dr. Groeber, pero por favor dígale que se venga con un atuendo más formal y me lo presenta, pues tengo mucho interés en conocerlo”. Cuando se lo conté a Groeber, se sonrió y dijo “Oh! Oh!, macanudo, la próxima vez me vengo de etiqueta !!!” (PNS). Cuando Don Pablo estaba preparando el trabajo citado para su publicación en el Museo Argentino de Ciencias Naturales B. Rivadavia, me pidió que fuera una vez por semana a su casa en Villa Adelina, para corregir textos, pruebas de imprenta, etc. Pasábamos todo el día trabajando y el almuerzo lo preparaba él. Cuando debía volver para tomar el tren en la estación Villa Adelina (6-7 cuadras), me acompañaba junto con su gran perro ovejero alemán y en el trayecto pasábamos frente a una heladería, donde Don Pablo (que era muy goloso) ordenaba tres helados. Yo le pregunté de inmediato: ¿Don Pablo, para quien es el tercer helado? “¡Pero Tana, para el perro, Oh!, Oh!”, me contestó (MB) Con motivo de redactar junto con mi esposo (PNS) y Alberto Mingramm el Tomo Mesozoico para GAEA, Don Pablo venía con cierta frecuencia a nuestro departamento junto con su hijastro, el Dr. José Airale (médico), donde almorzábamos o cenábamos. Un día, les contamos que los sábados íbamos con cierta frecuencia a ver las revistas del Maipo, porque eran muy divertidas, donde aún no se decían palabrotas, aunque se hablara en lunfardo (el que tuve que aprender, pero Don Pablo lo conocía a la perfección) y en una ocasión dijo súbitamente: “¿Ninfos, cuándo vamos, cuándo vamos?”. Pedro consiguió cuatro asientos en segunda fila de platea y a ambos lados de Don Pablo nos sentamos su hijastro y yo. Había que sostenerlo, pues a cada rato decía “¡Che Tana, ¡mirá que mina, etc” y otros atributos referentes a la anatomía de las esculturales “vedettes”, por lo que entre Airale y yo debíamos sostenerlo, pues en caso contrario se subía al escenario !!! (MB). Durante las etapas de preparación del Mesozoico, se produjo una fuerte diferencia de opiniones entre Don Pablo y PNS sobre los Movimientos del Malm y este último dejó de ir a su casa por dos meses. Tiempo atrás Don Pablo había tenido un problema de salud y como era muy pícaro, me llamó para decirme “Mirá, Tana, el croata-austríaco de tu marido es muy malo y duro conmigo, pues desde hace dos meses no viene a verme y no tiene compasión con este pobre viejo disminuido !!!. Me “trabajó” mi moral y la de Pedro, quien fue a verlo y como era obvio, todo terminó en paz, pero siempre haciendo una “pillería”, típica de él, como contará PNS (MB). Ya jubilado, buscaba todo elemento posible libre de costo. Así me iba a visitar al Museo Argentino de Ciencias Naturales B. Rivadavia, donde yo me desempeñaba como Secretaria Científica del Departamento de Geología, cuyo Jefe era el Dr. Jorge Cuomo. Don Pablo me pedía una resma de papel, un cuadernillo de carbónico, carpetas, lápices, goma, tinta, etc. y yo me veía obligada a decirle que debía pedirle autorización a Cuomo, quien, como era obvio, autorizaba todo por el respeto y afecto que se le tenía a Groeber (MB). Cuando viajaba a La Plata (pues era profesor en la Facultad de Ciencias Naturales), lo hacía al mediodía y llevaba en el portafolio su merienda, consistente en dos huevos duros, un poco de pan y sal. Por lo general llegaba temprano a la estación del ferrocarril y se sentaba al lado de la ventanilla. Abría su portafolio, pelaba los huevos duros, les po- PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS nía sal y tiraba los restos por aquella. Pero un día, debió sentarse del lado del corredor, repitió su operación de la merienda y quiso tirar las cáscaras, pero la ventanilla estaba cerrada y todo ese sobrante le cayó en la falda al otro pasajero, quien se molestó muchísimo. Groeber de inmediato le dijo: “pegdón, señog, no me di cuenta de mi egog” y le sacaba con las manos los restos de su merienda (MB). Según nos contó Armando F. Leanza, Groeber se caracterizaba por una gran desprolijidad cuando actuaba en una zona bajo estudio. Al armar su mochila, entremezclaba en esta última tanto sus ropas usadas con los fiambres para sus frugales almuerzos de campo, sin ningún orden, sacando todos esos enseres juntos cuando llegaba al lugar de descanso y de frugal merienda, pues para él lo principal era dedicarse por entero a las observaciones geológicas (HVR). 19. Hauthal, Rudolf = Rodolfo. Geólogo alemán que actuó en el Museo de La Plata entre 1891 y 1905. Regresó a Alemania en 1906 para hacerse cargo de la dirección del RoemerMuseum de Hidelschein, Baja Sajonia, donde desde 1905 actuaba como ayudante de geología un joven de la Universidad de Göttingen, quien a la vez desarrollaba su tesis doctoral: ¡Ese joven era Anselmo Windhausen!. Éste también tenía la misión de revisar los manuscritos de Hauthal sobre la Cordillera Patagónica por lo cual se familiarilizó con la geología de los Andes australes argentinos (MH). Desde el Museo Romer envió al de La Plata una réplica del amonite más grande que se conoce, el cual desde entonces está en exhibición. Tenía la ciudadanía argentina y entre 1907 y 1927 actuó como Viceconsul de nuestro país en varias provincias alemanas. En 1920 remitió una nota al Museo de La Plata, ofreciéndose a ocupar la dirección del mismo (que en ese momento ejercía el Dr. Luis María Torres), por lo cual se le contestó que el cargo no estaba disponible (ACR). 25 20. Keidel, Johannes = Juan. Fue uno de los primeros y más destacados geólogos alemanes que llamó la entonces Dirección Nacional de Geología y Minería para integrar sus planteles profesionales. Llegó al país en 1906 y pronto alcanzó el cargo de Jefe de la División Geología del mencionado organismo. Falleció en su retiro en Alta Córdoba, en l954. Era un hombre muy tranquilo, de gran amabilidad, muy respetuoso y medido, que se mereció el respeto de todos los que lo conocieron (AJC, PNS). Para efectuar los trabajos de campo en el Oeste de China, correspondientes a su tesis doctoral, Keidel llegó a Moscú por tren y luego partió en galera protegida por cosacos, la que en forma sucesiva cambiaba cada 15 días hasta llegar a Kashgar, capital de la provincia china más occidental. Su agotamiento era tal que llegó a ver visiones y levantó un pequeño campamento. Al día siguiente recibió la visita del Gobernador provincial, quien arribó con su séquito de ministros y funcionarios, en un cuadro de típica ostentación oriental. Para ser amable, Keidel descorchó una botella de cognac y luego de beber un primer sorbo, se la ofreció al Gobernador, tratando de iniciar un vínculo de amistad. Este funcionario, luego de beber directamente de la misma, se la pasó de nuevo a Keidel para que hiciera lo propio, pero éste se quedó horrorizado “porque los labios del Gobernador estaban corroídos por sífilis: ¿que hacer frente a esa invitación? No aceptarla significaba un rechazo e ignoraba como habría de reaccionar el Gobernador, pero de aceptarla corría el riesgo de contraer la enfermedad. Ese era mi dilema , pero pensé en el esfuerzo que había hecho hasta ese momento y decidí correr el riesgo correspondiendo al convite. Felizmente, no registré evidencias posteriores de tal enfermedad en mi organismo” (AJC). En su cátedra de Geología General en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata, su costumbre reiterada era la de tomar asiento lentamente, extraía su reloj de bolsillo que depositaba sobre el escritorio y siempre comenzaba sus clases diciendo “Sigún hemos visto en la clase anterrior”, obviamente con marcado acento germánico (AJC). 26 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) Si bien fui alumno del Dr. Keidel, recién tomé estrecho contacto con él en Chilecito, donde estaba con el Sr. Roberto Pusch, su topógrafo preferido y lo acompañé al campo en varias ocasiones. Mantuvimos una vinculación muy estrecha y cuando yo debía regresar de La Rioja a Buenos Aires, paraba en Córdoba para visitarlo en su casa y solíamos almorzar en la biblioteca. Tenía una cocinera, Frau Ana, que se ocupaba de todo, menos de la ensalada, pues Don Juan quería prepararla él mismo y decía “cocinero de primera, geólogo de segunda” (AJC). Una de las anécdotas que contaba Keidel provenía de su maestro, el Profesor Dr. Gustavo Steinmann, quien le decía (en forma por demás de irónica) “La Paleontología es una ciencia muy difícil. Puede un investigador examinar una colección de invertebrados marinos de un determinado taxón. Medirá los parámetros prefijados en el caso, efectuará comparaciones con taxones próximos o que presenten morfologías similares y consultará la bibliografía que corresponda. Pero después de estar un año trabajando intensamente, llegará a la conclusión que sólo está capacitado para reconocer que la colección estudiada se integra por piedras grandes y piedras chicas” (AJC). Un recuerdo poco grato para Keidel fue que habiendo trabajado con intensidad en la provincia del Neuquén, concluyó que las mejores perspectivas desde el punto de vista petrolífero se localizaban en la región de Huincul. “Con el fin de asegurar la pertenencia regional para el estado argentino, solicité en nombre de la Dirección de Minas y Geología un área de reserva que definí geométricamente con el contorno de un octógono. Grande fue mi sorpresa cuando al siguiente día, el octógono estaba rodeado por pedidos mineros (“pertenencias”) solicitada por particulares. Esas pertenencias fueron vendidas en 13.000.000 de pesos y el hombre que hizo esa operación tiene una estatua de bronce en la ciudad de Buenos Aires”. Cuando Keidel me contó tal anécdota, lo hizo con profunda tristeza y concluyó con una frase que me dolió profundamente: “El argentino es el único pueblo sobre la Tierra que c... su propio nido” (AJC). Una vez, en contestación a una carta mía, me manifestó: “No olvidemos que la Geología es, salvo pocos casos, una ciencia descriptiva. De consiguiente es indispensable la investigación minuciosa antes de conjeturar”. Con el tiempo, Keidel fue cayendo en un incipiente nihilismo y en una de sus últimas cartas, me decía: “Para mí la vida se ha vuelto insulsa, sin impulsos. Tengo el trabajo como narcótico” (AJC). En una oportunidad visité a Keidel en su retiro en Alta Córdoba, pues quería comprarle su biblioteca para la Comisión Nacional de Energía Atómica. Así comenzó nuestra amistad y siempre que viajaba a la ciudad de Córdoba para planificar los programas de exploración y producción de uranio, iba a visitarlo en su casa. Un día, hablando de la geología argentina y de sus cultores, me dijo refiriéndose a Pablo Groeber, con quien lo unía una gran amistad “ ¡Ah, Don Pablo, que personalidad brillante, que geólogo extraordinario, las ideas le brotan de la cabeza como un manantial, pero es incorregible!. Con respecto a la biblioteca que por último la CNEA compró, su valioso contendido fue encajonado y guardado en depósito, cuando en 1974 emigré al exterior, es decir que mis sucesores no supieron aquilatar su contenido, el que contenía verdaderos incunables!!! (PNS). 21. Kraglievich, Lucas. Debe considerárselo como el segundo en la jerarquía de paleovertebradólogos de la Argentina, después de Florentino Ameghino. Nació en 1889 en Balcarce (Prov. de Buenos Aires) y murió en 1932. Ya a punto de recibirse de Ingeniero Mecánico en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires sintió una verdadera pasión por la paleontología y la geología. En 1914 entró en contacto con su futuro maestro, Carlos Ameghino, quien como es bien conocido cumplía gran parte los trabajos de campo que brindaban datos para los estudios de su hermano Florentino. Era tal la vocación científica de Kraglievich, su inteligencia y su laboriosidad, que entre 19l6 y 1932 produjo 93 contribuciones, algunas de ellas de gran extensión y contenido. Su labor fue reconocida a nivel internacional, por los grandes especialistas de la época y recibió distinciones y premios, a la vez que en 1928 fue electo Presidente de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales. Por su formación en la Universidad, tenía pasión por las matemáticas y PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS trató de aplicar la severidad de esta ciencia a la paleomastozoología, tratando de perfeccionar los conceptos de Florentino Ameghino, que algunas veces no eran afortunados (GSY, EJT). En 1919 se incorporó al Museo Nacional (hoy Museo Argentino de Ciencias Naturales B. Rivadavia), apoyado por su director, Carlos Ameghino, quien tenía frecuentes cuadros depresivos, por lo cual lo reemplazó en varias oportunidades, generándole una idea de “derechos adquiridos”, pero en 1923, Martín Doello Jurado se hizo cargo de tal entidad, a la cual se incorporaron Alfredo Castellanos, Lorenzo Parodi y Carlos Rusconi, como personal ad honorem. Cuando en 1928 asumió la presidencia de la Nación el radical Hipólito Yrigoyen, Kraglievich consideró que le había llegado la hora de su “reinvindicación” para ocupar la titularidad de tal organismo, ya que Doello Jurado era “conservador”. Pero no fue así, a este último se lo confirmó en su cargo. Esta situación no fue la única, pues cuando en 1930 Yrigoyen es desplazado por el golpe militar del General José E. Uriburu, Kraglievich creyó que le llegó la hora de su verdadera reivindicación, después de la nota que él, Castellanos, Rusconi y otros le elevaran al Ministro de Instrucción Pública y Justicia. Nuevamente se repitió la historia anterior y Doello Jurado fue confirmado como Director del Museo, por lo cual Kraglievich tuvo que renunciar y emigró a Uruguay (GJS, EPT). Kraglievich tenía un espíritu selecto... llenaba sus descansos de estudioso... aprendiendo a tocar la guitarra. En muy poco tiempo llegó a ser capaz de ejecutar con verdadera maestría todo tipo de música, desde la de nuestro folklore hasta la clásica europea. Tocaba con tanto sentimiento, que sus amigos se lo disputaban para tener el placer de escucharlo (GSY, EPT). Habiéndose producido la muerte de Lucas Kraglievich en 1932, una gran parte del anecdotario del que disponemos nos fue transmitida por el Dr. Lorenzo J. Parodi. Este era, como Kraglievich, un discípulo de Carlos Ameghino. En la década del 20´, los tres citados, así como Alfredo Castellanos y Carlos Rusconi entre otros, constituían el más activo grupo de paleontólogos de vertebrados del entonces Museo Nacional de Historia Natural. En esa época, era frecuente el “concurso de fósiles” entre los paleontólogos citados. El ”protagonista de turno”, con sus manos unidas en la espalda, reci- 27 bía, sin verlo, un resto fósil (por ejemplo un trozo de coraza de un gliptodonte, un metatarsiano de escelidoterio, etc. Luego, sólo palpándolo, debía determinar el género o la especie de que se trataba y siempre los contendientes lo hacían con éxito (GJS, EPT). 22. Kurtz, Friedrich = Federico. Nació en Berlín, Prusia (hoy Alemania) en 1854 y era un gran botánico de fuerte formación académica pues se formó al lado de figuras como A. Braun (botánico), E. Kayser (geologo), A. Beyrich (paleontólogo) pero además tenía grandes conocimientos de paleofitología, sobre todo para las plantas del Retiano y del Reto-Lias del Norte de Europa. Como su familia era pudiente, viajó por muchas zonas de Europa y llegó a integrar un gran herbario. En 1883, Hieronymus, profesor de la Universidad de Córdoba, deseaba volver a Alemania y consideró que la persona más apta para reemplazarlo era el joven Federico Kurtz y lo invitó a venir al país, cosa que éste hizo, trayendo su riquísimo herbario y una excelente biblioteca. Llegó a la Argentina en 1884 y se incorporó a la Universidad Nacional de Córdoba. Su comienzo fue duro pues no hablaba español pero debía integrar las mesas examinadoras. Además, sus viajes a las sierras para herborizar, debía cumplirlos usando cabalgaduras, así que tuvo que aprender a montar caballos y mulas y también a ensillar, llegando a hacerlo con toda maestría. En enero de 1885 formó parte de la expedición científica al Chaco –ordenada por el Gobierno de la Nación-, bajo la jefatura del Dr. Eduardo L. Holmberg y que se integraba con Florentino Ameghino, su hermano Carlos y otros. Se hizo muy amigo de Holmberg, con quien hablaba en inglés y con los hermanos Ameghino en francés. Prácticamente, todas las anécdotas que ahora se relatarán se deben a Alberto Castellanos, quien publicó una biografía sobre Kurtz (1921), de la cual se reproducirán, resumidas y adaptadas, algunas de ellas (MH, PNS). Durante la campaña al Chaco, Florentino Ameghino, que era abstemio, al ver que Kurtz bebía mucha cerveza, le preguntó: ¿Como hace Ud., Dr. Kurtz para poder tomar tanta cerveza? “Ah!!, Sr. 28 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) Ameghino, cuando yo bebo un vaso de cerveza, me siento otro hombre y ese hombre bebe otro vaso de cerveza!!!” (AC, 1921). En la etapa de mis cursos de botánica en Córdoba, en la primera excursión con Kurtz para coleccionar plantas, me proveyó de los elementos necesarios; una gran carpeta, papel de estraza, un gran cuchillo y partimos. En la primera esquina se detuvo para “fortificarse”, en la inmediata para “inspirarse” y así sucesivamente: era para tomar una cerveza!!! Una vez en el terreno, me hizo esta observación: “Busque las plantas con flor y fruto y que estén por lo menos en buenas condiciones, sáquelas con raíz, no haga lo de los burros, que sólo recogen los “cogollos”: se debe hacer un herbario y no juntar, porque el botánico colecciona y no almacena: tenga presente que burro y botánico tienen igual inicial y ambos juntan yuyos!!! El mismo día, luego de una larga excursión y de coleccionar decenas de ejemplares, entramos en un almacén del cual él era parroquiano, para ordenar el material sobre una mesa y Kurtz pidió “mate alemán” (= cerveza; AC, 1921). “Los criollos son haraganes, les gusta todo aquello que no les dé trabajo, van siempre buscando los triunfos locales por la línea del menor esfuerzo, su vida se concreta a estar cantando al compás de la bandurrita (=guitarra), bailando en el club, hablando disparates después por las plazas públicas, en la iglesia o en el prostíbulo” y decía luego en alemán algunas palabras que luego traducía: “tienen los sesos en los órganos genitales” (AC, 1921). En oportunidad en que debí realizar un viaje desde Córdoba a Buenos Aires, Kurtz me pidió que le llevara una foto suya a su gran amigo el Dr. Eduardo L. Holmberg , con la siguiente dedicatoria: “A mi caro amigo Dr. Eduardo L. Holmberg, salud y espermatozoides”. Se la mostré al Dr. Adolfo Doering, quien se echó a reír y dijo: “es que Kurtz ya no tiene, por eso se los desea a Holmberg” (AC, 1921) Kurtz tenía un amigo que quería visitar cierta localidad de las Sierras de Córdoba, donde sólo se podía llegar con cabalgaduras y le pidió que le facilitara un caballo, el recado, etc. Así lo hizo Kurtz y a la mañana siguiente temprano partió rumbo a su destino pero luego dijo “que el caballo andaba bien, pero llegado a un punto, no respondía ni a la rienda ni al látigo, por lo cual azotó al animal, el que siguió inmóvil y comencé a gritar por lo que, alarmados los vecinos del barrio salieron a ver que pasaba: en dicha esquina había un “boliche”, regenteado por un italiano, quien conocía a Kurtz, el que siempre paraba allí a tomar una cerveza”. De allí, las paradas se iban repitiendo frente a los boliches, por “orden” del caballo (AC, 1921). Una vez le presenté mi herbario y me hizo esta pregunta: ¿Dígame, Vd. es argentino?, tiene aspecto de criollo y habla bien el cordobés...” (AC, 1921) Estando en la Academia Nacional de Ciencias (en Córdoba), me dijo: “si algún nombre tiene esta institución, es debido al trabajo de los gringos borrachos y masones” (AC, 1921). Sus clases no eran amenas para los estudiantes comunes, pero sí para los interesados. Una vez, una hermosa francesita (alumna de farmacia) dijo en voz alta ”Estos alemanes tienen fama de sabios y no saben nada”. Al salir de clase, le hizo esta pregunta a Kurtz: “Dr., ¿qué flor es ésta?” y señalaba una rosa de pétalos cándidos que adornaba su pecho. Kurtz, que había oído los comentarios de sus alumnos, comprendió de inmediato que la pregunta encerraba una sutil ironía y mirando la flor, pero señalando con el índice un poco más abajo de donde estaba situada, le dijo: “C´est la fleur de votre innocence” (AC, 1921). Holmberg recordaba a Kurtz con cariño y más de una vez me decía: ”Cuánto daría por estar siquiera una media hora con él” y comentaba que el comedor de Kurtz no era tal, sino un “comedero o bebedero”. En una pared frente a la biblioteca, había un estante que contenía una escala de recipientes, de capacidad variable y ordenada. Le pregunté “¿Que significa esto Doctor”. “Nach... son los premios que he obtenido en mi vida, elementos para el estudio de la botánica aplicada”. Los primeros eran de pequeña capacidad, que sin duda los usó cuando gateaba...”Vé, ese otro me lo regaló mi hermana, cuando me recibí de bachiller” y su capacidad sería de más de un litro y medio. El siguiente, del doble del anterior, “lo recibió cuando se doctoró”. Como seguía la conversación amistosa, se me dio por preguntarle:¿Desde cuando se dedicó a la cerveza... ? “Nach... Mi madre fue una señora muy débil y no me pudo dar el pecho, ni permitió que las amas, enfermas o sucias, lo hicieran, por lo que me crió dándome la leche en una botella, ¡por eso es que en mi PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS vida predomina la botella!!! (AC, 1921). En su conversación, le gustaba usar sobrenombres o apodo. A Santiago del Estero lo llamaba Santiago del Estiércol, a la Defensa Agrícola, la Ofensa Agrícola, al Ministerio de Educación Pública, el Ministerio de Ofuscación Pública (tomado de AC, 1921). Kurtz era muy amigo de Bodenbender, quien pensaba que al morirse iría al cielo y le explicaba al primero que se sentiría feliz de poder encontrarse allí con su esposa. De inmediato Kurtz le espetó “si también en el otro mundo encontraría al sastre que murió hacía poco sin tener tiempo para pasarle la cuenta”. Bodenbender le contestó (obviamente en alemán): “Escucha, Federico ¿porqué eres de tan mal discurso, ¿ porqué no encajonas los libros de tu biblioteca y los paquetes de tu herbario y los guardas? si de todos modos tú ya no trabajas”. La ironía de Kurtz cayó de inmediato: “¿Dime Guillermo, porqué no tomas a tu hijo, lo cortas en pedazos y los colocas en un frasco con alcohol?, así te será más económico” (tomado de AC, 1921). 29 bro de geología. Su dueño, un español muy sagaz me dijo “¿Geología?. Vea, ese señor que está cerca suyo es un geólogo, el Dr. Juan José Nágera y me lo presentó. Desde ese día entablamos una estrecha amistad, la que perduró hasta su fallecimiento en 1966 (AJC). Otro aspecto que me sorprendió sobre las inquietudes de Nágera era el vasto dominio que tenía sobre las constelaciones del hemisferio austral y me decía “Me podrán superar en el conocimiento matemático que rige el movimiento de las estrellas, no así en la exacta ubicación de aquellas que integran diversas constelaciones”. Una buena prueba me la dio estando en su departamento, cuando su mirada se detuvo un instante y luego de un largo silencio me dijo “Cuerda, he localizado a Mercurio” y sin perder tiempo, llamó por teléfono a los “Amigos de la Astronomía”, donde le confirmaron sus observaciones y lo felicitaron por el reconocimiento del planeta, de difícil ubicación, hasta el punto que el mismo Kepler no lo había localizado (AJC). 23. Nágera, Juan José. Fue un buen geólogo, que cumplió trabajos en las Sierras Bayas de la provincia de Buenos Aires y sobre la geología de la ciudad de Buenos Aires. Tenía además un amplio conocimiento de la literatura española y era un gran conocedor de la posición de las constelaciones en el cielo austral (AJC). Al poco tiempo de conocernos me expresó que deseaba visitar la Catedral metropolitana y me pidió que lo acompañara. Yo no conocía los motivos de tal convite, pero luego me di cuenta que se relacionaba con sus estudios sobre la morfología original del terreno de la ciudad de Buenos Aires (y también en parte con su geología, que en conjunto requerían de un método especial), y de su paleosuperficie, cubierta por densa edificación y él quería tener un acompañante para transmitirle su metodología ad hoc. Cuando en la Catedral llegamos al centro del peristilo, en el que se localiza un círculo con el símbolo de una estrella de ocho puntas, me dijo: “A la profundidad de 19 metros y fracción bajo el centro de la estrella se ubica el nivel medio de las aguas del Río de La Plata y por lo tanto este símbolo se seleccionó por las autoridades municipales como punto de referencia para el catastro de nuestra ciudad. Persistiendo con tal temática, otro día me invitó hasta la intersección de las calles Gauleguaychú y Beiró y me explicó: “Nos encontramos en el punto más alto de la ciudad, con una cota de 32 metros y fracción sobre el nivel medio del Río de La Plata” (AJC). Mi encuentro con el Dr. Nágera se produjo en la librería de antigüedades bibliográficas de la calle Viamonte cerca de la esquina con Maipú, a la cual concurrí, siendo estudiante para buscar algún li- Luego, me siguió instruyendo sobre la dificultad de reconstruir el paleorelieve original de la ciudad, cubierta por construcciones, a la vez que me explicó el sencillo procedimiento que empleara pa- Un día lo nombraron Socio Honorario de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales (Physis). Luego me preguntó: ¿Vd. conoce esa sociedad? Yo no tenía ni noticias de ella ni tampoco de sus miembros y luego de darme los datos de algunos, agregó “Physis, ¿fuerza o naturaleza: ahora ... es Tisis” (tomado de AC, 1921) 30 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) ra alcanzar aquella finalidad. El método le fue sugerido de la observación de las barrancas porteñas del Parque Lezama y de Belgrano. Observó que la mejor evidencia de aquellos tramos cubiertos por edificios se basaban en la observación de los zócalos que se ubican en las bases de las viviendas y cuyas alturas relativas aumentan hacia los niveles superiores, donde la barranca se articula con la meseta porteña. La aplicación de este método lo llevaron a descubrir nuevos canales de desagüe que hasta 1936 habían pasado inadvertidos a ingenieros y arquitectos. Tal es el caso del “Zanjón de los Granados” que reconociera en pleno centro porteño, lo mismo que la escotadura que se abre a lo largo de la calle Venancio Alcorta para cerrarse en Plaza España (AJC). la cual participé como Jefe de Trabajos Prácticos de su cátedra, estábamos haciendo un recorrido a caballo por una senda, cuando observamos una gran polvareda a unos 100 m adelante y nosotros no nos explicábamos que era, pero Pastore sí. De inmediato espoleó su caballo (ya tenía 82 años) y al galope alcanzó el frente de la polvareda, que era causada por un caballo desbocado que tiraba un sulky, en el que viajaban una señora y su hijita. Tomó las riendas del animal y frenó la comitiva (COL). Era un gran lector de la literatura clásica española y me entregó los tres tomos que componen las comedias de Calderón de la Barca. Su interés por la lectura de los clásicos se extendía a la italiana y era un asiduo lector de Dante Alighieri y en tal sentido solía decirme “no debemos salirnos del infierno”, queriendo significar que la lectura de esta obra debía limitarse a la primer cántiga de las tres que integran la obra (AJC). En oportunidad de haberse ausentado por unas vacaciones de verano, Pastore (que era el Subdirector de Minas, Geología e Hidrología), le cedió la oficina a su gran amigo, Pablo Groeber, quien no encontró otra chanza mejor que dejarle muchos de los cajones de su escritorio llenos de cáscaras de banana. Esta “pillería” de Don Pablo (junto con otras), lo hacían reir a Pastore (COL). A muy temprana edad se apartó de la Geología, pero a los pocos años dio a conocer su brillante idea sobre el derecho territorial marítimo, en su obra “Mar Libre-Doctrina” (AJC). 25. Peirano, Abel. Era un hombre afable y modesto, que nació en 1896 en Buenos Aires y falleció en 1969 en Tucumán. Se recibió de farmacéutico en la Universidad Nacional de Tucumán. Pasó a ocupar distintos cargos en el “Museo de Historia Natural” de la Universidad de esa Casa de Altos Estudios, bajo la dirección del Dr. Miguel Lillo. Allí se familiarizó con el ordenamiento y estudio de las plantas, animales, minerales y rocas, por las cuales se inclinó finalmente hasta el punto que en 1940 ya se volcó en forma decidida a la geología, realizando campañas en Tucumán y Catamarca, a la vez que fundó los “Cuadernos de Mineralogía y Geología” (RH). 24. Pastore, Franco. Fue un gran geólogo de rocas cristalinas y petrógrafo, a quien se deben valiosos trabajos de investigación. Llegó a ocupar el cargo de Subdirector del Servicio Geológico Nacional y además era profesor titular de petrografía en la FCEFN en la UBA. Tenía un trato muy mesurado, era muy amable y serio, a pesar de ser gran amigo del Dr. Groeber, quien era todo lo opuesto a él y le toleraba las frecuentes chanzas que éste le hacía (COL). En ocasión de un viaje de práctica de campaña que efectuó con sus alumnos a la Sierra del Gigante, en Durante nuestros estudios en la Facultad, todos creíamos que era un ferviente ultramagmatista, pero nos sorprendió cuando descubrimos que no era así, pues aceptaba los procesos de migmatización y de segregación magmática (COL). Entre 1936 y 1951, dentro de sus programas de exploración geológica, le prestó atención al estudio del yacimiento minero de Agua del Dionisio (o Farellón Negro), cuyos derechos cedió y donó a la provincia de Tucumán, el cual fue el germen del PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS 31 desarrollo del depósito La Alumbrera, que hoy está en explotación en Catamarca (RH). a otro hermano?, lo que da cuenta de su bondad y respeto por la vida de los demás (RH). Campanella describió bien la personalidad de Peirano diciendo (con adecuación del texto original): A fines de 1938 esperaba... el resultado... de los análisis que se practicaban sobre los minerales que había traído de “Aguas del Dionisio”... que dieran seguridad sobre el volumen y magnitud de los yacimientos argentoauríferos de aquella localidad... y le hice esta pregunta: ¿No me hace un favor, Peirano. enseguida ha de venir Fulano... y dígale que no estoy porque de lo contrario me va a hacer perder mucho tiempo y le pregunté ¿Ud. va a estar? Peirano me contestó: “Si, si, precisamente estoy trabajando en lo suyo, por eso no quiero que nadie me moleste. Ah, pero de cualquier modo ¿porqué no se lo pide a Mengano, quizás el querría hacerle ese favor?. Yo no puedo mentir” (NG n° 29; GFA). Una típica anécdota que destaca la personalidad y la modestia de Don Abel: con motivo de realizar una campaña, fue con su ex discípulo y amigo, el Dr. Celestino Danieli al Mercado de Abasto de Tucumán para comprar frutas y verduras (pues él era vegetariano). Danieli iba vestido “de ciudad”, pero Don Abel ya usaba sus atuendos de “trabajo”, con alpargatas, pañuelo al cuello, camisa y pantalones de campo. Terminada la compra, este último cargó la gran bolsa con mercaderías y a la salida, una señora le preguntó al anterior “cuando termine con ese hombre, me lo podría mandar para que me lleve mis bultos? (RH). Luego de actuar como Director del Instituto de Geología y Minería de Jujuy, se estableció en 1950 en Tucumán, para ocupar la cátedra universitaria de geología, donde los escasos alumnos lo conocimos y tratamos como hombre y como profesor. En una oportunidad, hice un recorrido en la sierra de Muñoz, por lugares que creía recónditos y por nadie conocidos. Muy ufano, le llevé a Don Abel varias muestras de rocas. Este las miró y de inmediato me brindó una información precisa sobre los lugares de mis hallazgos y además me agregó otros que yo no había observado (RH). 26. Piátnitzky, Alexander Mattveevich = Alejandro Mateo. Era geólogo y si bien cuenta con pocas publicaciones (pues era muy modesto), sus numerosos y valiosos aportes están contenidos en cerca de 75 informes inéditos que preparó para YPF y YCF (SA, AJC). Peirano era muy afable, reposado en su comportamiento, respetuoso en sus maneras y lenguaje, hasta el punto que luego se volcó al misticismo y a mantener una norma de vida de sencillez y austeridad, que luego lo llevó a plegarse a la filosofía de Krishnamurti, habiendo escrito varios artículos sobre el tema (RH). Nació en 1878 en el Cáucaso y su padre era oficial cosaco. Estudió en el Instituto Superior de Minería de San Petersburgo, del cual egresó en 1907 como Ingeniero de Minas y Geólogo. Tuvo profesores de renombre internacional como el estratígrafo A. Borissiak y el petrólogo E. Fedorov, quien diseñó y construyó la conocida platina mineralógica que lleva su nombre. De inmediato se dedicó a la exploración petrolífera, pero al terminar la primera Guerra Mundial, el cambio de régimen político en su país lo obligó, junto con muchos colegas a buscar otros horizontes. Piátnizky viajó en principio a Yugoeslavia y luego se radicó en Paraguay, donde permaneció en la década del 20´, pero su vista estaba dirigida a la Argentina (SA, AJC). Su padre le había regalado un revólver Smith & Wesson, cuya posesión lo molestaba. Por ello, en una oportunidad, su amigo, Marcos Rodríguez Espada, le sugirió que lo regalara o vendiera, a lo que Peirano le respondió: “Vea amigo, ¿cómo voy a armar el brazo de un hermano para que cause daño Ingresó en YPF en 1927 como Ayudante de Comisión Geológica y ascendió en 1942 a Jefe de Comisión. En 1945, junto con otros colegas, se lo transfirió a la Dirección General de Yacimientos Combustibles Minerales, creada a partir de YPF (AJC). En sus travesías por el NW del país era tan incansable, que sus baqueanos y peones decían que “caminaba más que las mulas, de un lado al otro” (RH). 32 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) Muchas de sus contribuciones (en YPF) se referían a temas geológicos que se vinculaban con la Cuenca del Golfo San Jorge, pero luego se extendieron hasta el Chubut centro-occidental, como Nueva Lubecka y Río Genua (1933-1936), llegando hasta el río Limay. En su desempeño en YCF, se dedicó al estudio de las manifestaciones de depósitos de combustibles sólidos de la Patagonia. Dentro de ese espectro de actividades (que volcó en informes inéditos), se destacan dos: a) el que señala que en comarca de Nueva Lubecka-río Genua (Chubut), además de los terrenos referidos al “Retiano” y al Liásico, también estaban presentes sedimentitas neopaleozoicas (1947, Inf. Inéd. YCF), de las cuales obtuvo varias improntas que consideró pertenecían a los géneros paleozoicos Lepidodentron y Calamites del Hemisferio Norte. Con su modestia característica, me pidió que lo acompañara para consultarlo al Dr. Alberto Castellanos, quien estaba junto con los Dres. Pablo Groeber y Pedro Stipanicic y ellos le confirmaron sus sospechas, pues con esas plantas también habían otras que coleccionara el último de ellos, el Dr. de Giusto (ambos geólogos de YFF) y yo mismo, en varias localidades de Santa Cruz y que debía estudiar para mi tesis doctoral. Tal novedad luego la dio a conocer Suero (1948), en su publicación “Descubrimiento de Paleozoico Superior en la zona extraandina del Chubut” (Bol. Inf. Petrol., n° 287), agregando datos adicionales sobre la presencia de niveles marinos. Conociendo el problema del abastecimiento de combustibles sólidos minerales en la Argentina, Piátnizky elaboró un informe confidencial para YCF, sugiriendo dos medios posibles de transporte del carbón de Río Turbio hasta la costa atlántica (SA, AJC). En algunos días feriados, acostumbraba a salir de excursión por los alrededores de Comodoro Rivadavia y llevaba como compañero a un joven –casi niño (SA)- , hijo de un Ingeniero ruso, quien lo llamaba cariñosamente el “tío Piátnitzky”. En una de esas excursiones fueron a visitar los afloramientos del Patagoniano, lleno de ostras y le contaba a Sergio que tenían entre 29 y 30.000.000 de años, lo cual lo impresionó tanto, que éste, de inmediato tomó la resolución de seguir geología (SA). Como muchos europeos, creía que la mejor forma de invertir sus ahorros era comprando tierras y así adquirió varios terrenos a precios irrisorios en Bariloche y en su testamento, sus bienes los legó por partes iguales a su esposa y a la Iglesia Ortodoxa Rusa (AJC). Por el valor de sus contribuciones –éditas o inéditas-, Piátintzky puede ser considerado uno de los pioneros de la Geología Argentina y así lo aceptaron varios colegas, como Feruglio, quien en su clásica obra “Descripción Geológica de la Patagonia” lo citó a menudo a la vez que Bonaparte le dedicó un género nuevo de dinosaurios (Piatnitzkysaurius) de la Formación Cañadón Asfalto y Frenguelli la especie Asterotheca piatnitzky (PNS, AJC, SA). 27. Ramaccioni, Guido. Integró el grupo de geólogos e ingenieros de minas italianos que se incorporaron a la División Geología de YPF entre 1925 y 1927 a instancias del Dr. Guido Bonarelli. En esos tiempos, YPF se ocupaba de la exploración por hidrocarburos, carbón y lutitas bituminosas. Ramaccioni era una persona muy reservada, reflexiva y modesta, a pesar de lo cual sus méritos profesionales eran de primer nivel, hasta el punto que adecuó perfectamente el esquema estratigráfico que para el área de Ischigualasto-Ischichuca estableció en principio Bodenbender. Frenguelli, interesado por estos problemas, lo visitaba con frecuencia y tomó tanto en cuenta sus observaciones, que en 1944 cuando propuso un nuevo cuadro estratigráfico para el “Rético” del centro-oeste del país, indicó que el mismo no sólo se debía a él, sino también a Ramaccioni. A su vez, varias de las conclusiones a que arribó Frenguelli sobre los terrenos carbonífero-pérmicos del “Paganzo” en buena parte se las transmitió Ramaccioni (AJC, PNS). Como era común en esos tiempos, en Comodoro Rivadavia se reunían casi todos los profesionales rusos que actuaban en YPF, haciéndolo a fines de semana tomando el te vespertino o bien festejando las Navidades y Años Nuevos ortodoxos (SA). Como era de norma en aquellos tiempos (en YPF y en YCF), durante los trabajos de campaña se aplicaba con rigurosidad el orden jerárquico. Así, si el Jefe de la Comisión Geológica conducía el vehículo; al lado de la otra ventanilla se sentaba el PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS Ing. Franceschi y yo, como ayudante, en el medio de ambos (AJC). En la revisión de los afloramientos con mantos de carbón en las sierras de Mas y de Villa Unión, debíamos trasladarnos con mulares y el orden de la tropa también seguía las normas jerárquicas. Adelante, iba el Dr. Ramaccioni, a quien lo seguía el Ing. Franceschi, luego yo y detrás venía el personal y el último era el baqueano, Tristán. Durante una travesía, Ramaccioni observó al lado de la senda un círculo de piedras y preguntó ¿Indio? La pregunta siguió el orden jerárquico antes aludido y llegó a Tristán, quien dijo “ No Doctor, niño”. Continuando por la senda y también al lado de ella, Ramaccioni observó una pirca y preguntó ¿Niño?. La consulta siguió el camino antes descripto y llegó a Tristán “No Doctor, Indio” (AJC). Durante una de sus frecuentes visitas, Frenguelli debió regresar a Buenos Aires y fuimos a despedirlo en la estación ferroviaria Chilecito. Él tomó el último vagón, para saludarnos y Ramaccioni, con toda efusividad lo hacía con la mano y decía “Se nos va, se nos va, se nos va”. De inmediato, Frenguelli dijo “no, no, por favor, que todavía no me he muerto” (AJC). 28. Roth, Jacob = Santiago, como él firmaba; pues también puede ser Jaime o Jacobo. Nació en el cantón de Berna (Suiza), donde coleccionaba insectos. De niño se trasladó con su familia a la Argentina y en 1866 aprendió el oficio de talabartero. Entre 1871 y 1881 vivió en Pergamino y en San Nicolás, efectuado colecciones fósiles en la región pampeana, algunas de las cuales vendió en un viaje que realizó a Europa. En 1885, por invitación de Francisco P. Moreno se incorporó al Museo de La Plata, en el que actuó hasta su muerte en 1924. Entre 1889 y 1924 realizó muchos estudios geológicos de los terrenos cretácicos, terciarios y cuaternarios de la Patagonia y de la región pampeana, ocupándose también de sus vertebrados fósiles. Por la calidad de sus trabajos, en 1900 la Universidad de Zurich le otorgó el título de “Doctor Honoris Causa” (ACR). 33 Fue muy hábil en la reconstrucción y montaje de vertebrados fósiles y las exhibiciones paleontológicas que montó en el Museo de La Plata, contribuyeron a convertir a éste en “único en el mundo” (ACR). Roth fue enemigo de las fantasías, circunspecto sin timidez, analista sagaz y sintético de “amplio miraje” y se mantuvo “inflexivamente apegado a las inducciones extraídas de los hechos positivos”, pues entendía que “las hipótesis cambian, se pervienten o disipan bajo la acción del tiempo y de los hombres. Únicamente los hechos se perpetúan indelebles” y por ello, cuando Roth “se decidió a escribir la historia de La Pampa es porqué había llegado a conocerla en sus más íntimos secretos” (de Lucas Kraglievich, según ACR). 29. Rusconi, Carlos. Fue un aficionado muy entusiasta de la geología y la paleontología del NW de la Cuenca Cuyana, temas sobre los que brindó un buen número de publicaciones. Se dedicó en especial a los estudios estratigráficos, creando varios “horizontes” o “pisos”, que por lo general corresponden al Triásico. Descubrió numerosos fósiles, los que en su mayoría describió y entre ellos se encuentran faunas de invertebrados paleozoicos, conchóstracos y moluscos de agua dulce, varios peces y vertebrados, por lo general triásicos, además de considerar a estructuras de “cono en cono” como corales. Sus actividades las desarrolló, en especial, entre 1946 y 1958 y tuvo el mérito de crear el Museo de Historia Natural de Mendoza (PNS, CM). Por su individualismo, no mantuvo contacto con los numerosos geólogos y paleontólogos que actuaban en su tiempo en la Cuenca Cuyana y no recurría a la ya abundante bibliografía disponible de la comarca, pero a pesar de ello debe considerárselo como uno de los que contribuyeron al conocimiento de la geología de la región, ya que sus numerosos hallazgos paleontológicos que se encuentran en revisión constituyen un aporte de primer orden, como lo anotaron Rolleri & Criado Roque en 1970, en las Cuartas Jornadas Geológicas Argentinas, 2, p. 1 (PNS, CM). 34 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) Sus conceptos de ordenamiento estratigráfico y de asignaciones cronológicas los analizaron Marsicano, Stipanicic y Zavattieri en el TRIÁSICO (2002) en las páginas 46-47; 77-79; 138, 171, 193, 205-206 y 307, brindando los correspondientes equivalentes y edades de acuerdo con el panorama actual (AMZ, CM, PNS). Como anécdota personal, se conoce que era muy celoso de sus colecciones, las que no permitió que las revisaran Angel Borrello ni Alfred Romer (AJC, PNS). También era su costumbre partir los cigarrillos en dos, no se sabe si para fumar menos o para ahorrar (referido por Rolleri a PNS). 30. Schiller, Walter o Walther en alemán antiguo = Walter = Guaterio. Cumplió sus estudios universitarios en Jena, Berlín y Freiburg (Alemania). Era un hombre modesto, sencillo y de gran saber. Lo más notable del caso es que no siguió geología según una tradición germánica en la materia, sino que lo hizo por sugerencia de Paul Linke, gran compositor de operetas, cuyas melodías son bien conocidas, en especial porqué actualmente y como es de tradición, todos los conciertos de música clásica al aire libre de la Filarmónica de Berlín (Berliner Philharmoniker) deben terminar, a pedido del público, con su conocida melodía “Atmósfera Berlinesa” (Berliner Luft), que todos los grandes directores de orquesta de tal agrupación la aceptan complacidos (como von Karajian, Zubin Mehta y Claudio Abbado, entre otros). No debemos olvidar que uno de los primeros perfiles que señalaron la intrincada estructura tectónica al sur del Aconcagua, sobre el río Mendoza, con sus grandes corrimientos, se debió a Schiller (AJC, PNS). Ya estando en la Argentina y al volver de una campaña en Comodoro Rivadavia en 1915 se ausentó del país para enrolarse en el Cuerpo de Cazadores Alpinos pues Alemania había entrado en la primera Guerra Mundial. Aquí dejó todo lo que tenía, inclusive a su esposa. Estuvo en los frentes de batalla del Trentino, Macedonia, Servia y Francia, a la vez que junto con otros oficiales fue nom- brado “Kriegsgeologe” en el Estado Mayor alemán (RG, en NG n° 4). En una práctica de campaña a la sierra de Bravard (provincia de Buenos Aires) junto con varios alumnos (entre los que me encontraba), nos sorprendió una fuerte tormenta, con gran descenso de la temperatura, por lo que debimos buscar refugio entre las rocas. Allí, Schiller me miró fijamente y me dijo “amigo Cuerda, es necesario ser epicúreo cuando se puede y estoico cuando no se puede” (AJC). En esa misma oportunidad, llegamos tarde por tren a Olavarría y Schiller nos hizo esperar en la estación del ferrocarril, pues él, con un alumno, fueron a la administración de la empresa Loma Negra, que nos había ofrecido alojamiento. El resto de la comitiva se alojó en un modesto hotel cercano, pero entre las 2 y las 3 de la mañana, nos despertaron fuertes golpes en la puerta de la habitación dados por la policía del lugar, la que ante nuestra sorpresa nos dijo: “Ustedes son nazis y tenemos orden de llevarlos a la comisaría”. Allí nos encontramos con Schiller, quien mostraba una cara feliz, como si nada hubiese pasado y dijo: “Aquí estamos al reparo y calentitos”. En el ínterin, el comisario se contactó con la policía de La Plata y con el Dr. Frenguelli (Director del Museo de esa ciudad), de manera que en las horas siguientes nos llegó la ansiada libertad (AJC). En 1944, los diarios dieron cuenta del fallecimiento del Dr. Schiller en uno de sus intentos de alcanzar la cima del Aconcagua al formar parte de la expedición que dirigía el andinista Juan Jorge Link. Los pormenores de este triste fin los describió el periodista húngaro Timbo Sekely en su libro “Tempestad sobre el Aconcagua”. Personalmente conocí a este último en Buenos Aires, quien me fuera presentado por el conocido andinista y explorador de la Cordillera de la Ansilta, Richard A. Faltis (quien además se desempeñó tiempo después como guía de Heim, de Stipanicic y mío). Solíamos reunirnos en un viejo bar alemán de la calle 25 de Mayo y la conversación giró en torno de la expedición de Link y su dramático final. En un instante Sekely dejó caer una frase lapidaria emitida por un gran explorador del Asia central (posiblemente Sveden Hedin), que fue la siguiente: “Aventuras son errores del jefe de la expedición” (AJC). PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS Otra anécdota da cuenta de la responsabilidad personal de Schiller. En su último intento de ascender al Aconcagua, armó junto con sus compañeros, una carpa por arriba de los 6.000 m de altura y él permaneció en la misma, mientras los otros dos integrantes (el matrimonio Link) intentaban llegar a la cumbre y él los esperaría en dicha carpa. El alpinista Seleky le avisó a Schiller que se avecindaba una fuerte tormenta, por lo cual le recomendó descender, pero éste decidió esperar al Sr. y Sra. Link. Sobrevino el fenómeno meteorológico citado, los esposos Link sufrieron un accidente y todos murieron de frío en tal oportunidad. Los cuerpos de Schiller y de los nombrados se rescataron al año siguiente (HVR). 31. Schlagintweit, Otto Max Gabriel = Otón Máximo Gabriel. Este colega alemán actuó como geólogo durante muchos años en la zona NW de Yacimientos Petrolíferos Fiscales y luego pasó a desempeñarse como docente en la FCEFN de la Universidad Nacional de Córdoba. Era muy fino en el trato, tenía un carácter muy ameno y se dedicaba de pleno a la formación de los alumnos, los que le guardaban un gran afecto y respeto (MH, CF). Con frecuencia llevaba a estos últimos a prácticas de campaña en las Sierras de Córdoba y en una oportunidad, se alojaron en un modesto hotel. Integraban ese grupo de discípulos, entre otros, Carlos Fritz, Walter Stingl y Alfredo Corte. Un día llegaron en ómnibus turistas franceses y bajaron sus maletas frente al hotel. Algunas de ellas quedaron en la acera y Don Otto, cortésmente, se ofreció a ayudarlos y así lo hizo. Cumplida tal función, uno de los visitantes le ofreció una propina, que la aceptó. Sorprendidos, sus alumnos le preguntaron (por medio de Carlos Friz con quien hablaba en alemán) “Pero Dr. Schlagintweit, ¿cómo Ud. la aceptó? Su contestación fue muy llamativa: “Mi querido amigo Friz, si el turista quedó contento ¿para que quitarle esa satisfacción? (contado por CF a PNS). Era un observador muy sagaz y respetuoso de las ideas ajenas, siendo modesto, sencillo, sobrio y 35 moderado en sus costumbres y expresiones, pero no le faltaban ciertas dosis de humorismo. Así, le gustaba que lo imitaran en su acento teutón y hacía uso de expresiones vulgares cuando correspondía. Prefería caminar y no andar a caballo, diciendo: “que era más animal el que estaba arriba que el de abajo”. Fomentaba la práctica de los deportes por los alumnos, pues entendía que ellos debían tener un físico sano y robusto para el ejercicio de la profesión de geólogo (CD en NG n° 3). En la década del ‘40, llegó al país el Dr. L. Picard, francés y profesor de geología en una universidad de Israel, quien quería hacer una rápida visita a varias partes de la Argentina (Córdoba y Mendoza). Yacimientos Petrolíferos Fiscales designó al Dr. Abel Herrero Ducloux (excelente geólogo y todo un caballero) para servirle de guía en las tareas de campo y en la primera provincia se les unió el Dr. Schlagintweit. Juntos fueron a visitar las Sierras Pampeanas y allí, el segundo de ellos le explicó las ideas que los geólogos locales (alemanes y argentinos) tenían sobre la estructura tectónica de tal ambiente geológico. Al día siguiente, Picard –que era muy soberbio- expresó su discrepancia sobre los conceptos locales y a pesar de su corta visita, dio su interpretación sobre el tema. Schlagintweit, en forma muy educada pero con ironía, le expresó “Dr. Picard, haremos todo lo posible para que la Naturaleza se adapte a sus opiniones”. Herrero Ducloux, quien ya no soportaba más a Picard, se volvió a Buenos Aires y no lo acompañó a Mendoza (contado por AHD a PNS). 32. Stappenbeck, Richard = Ricardo. Lamentablemente, no se pudieron obtener anécdotas de Richard Stappenbeck, un brillante geólogo alemán que si bien no permaneció mucho tiempo en el país, tuvo contribuciones de gran transcendencia en dos campos muy distintos; el de las aguas subterráneas con su famoso trabajo (entre otros) “Geologie und Grundwasserkunde der Pampa” (1926), traducida del original en 1943, pero en especial los de 1910 (y 1911, igual que el anterior, pero en alemán) que corresponden a su gran aporte sobre el conocimiento de la Precordillera de San Juan y 36 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) Mendoza, que aún hoy en día es un texto de consulta. Por transmisión oral, se tiene una referencia similar a la de Kurtz, de que era un gran bebedor de cerveza y que por ello, sus itinerarios en San Juan y Mendoza se podían seguir por los montículos de botellas de tal bebida que quedaban en sus campamentos. Por otra parte, tenía fama de poseer un carácter muy agrio (AJC, PNS). 33. Stelzner, Alfred = Alfredo. Al igual que para el caso de otros grandes investigadores alemanes que actuaron a fines del siglo XVIII y principios del XIX, no se nos hizo posible encontrar colegas que nos relataran aspectos personales, no académicos, del Dr. Alfredo Stelzner, pero nos fue útil extraer algunos párrafos de las cartas que le enviara a su amigo, el Dr. Hans Bruno Geinitz, que se publicaran en el “Neues Jahrbuch für Mineralogie, Geologie und Palaeontologie, Jahrgang 1873”, Stuttgart y que se reprodujeron en español en la Academia Nacional de Ciencias (Córdoba, Bol. XLX, 1-4, 1966). Luego de relatarle a Geinitz las inmensas distancias que debió recorrer por el Norte y NW de la Argentina (gran parte de ellas a lomo de mula; op. cit. p. 125), sintetizaba diciéndole: “Ud. obtendrá posiblemente una imagen mejor de las distancias recorridas, si me permito hacer una comparación, usada por Darwin varias veces en la descripción de su viaje sudamericano, si comparo mi viaje según las distancias más o menos con un viaje en coche de Dresden a Viena, montando a mula de Viena por Trieste, Torino, Ginebra, Berna, a Stuttgart, y de aquí de regreso en coche a Dresden. Stelzner fue el que inició en los cuatro años de su permanencia en la Argentina (19701974) sus largas campañas (por lo común a lomo de mula) por todo el norte y centro-oeste del país brindando las grandes líneas sobre varias formaciones geológicas, que luego usó Brackebusch para hacerlo con más detalle. Para ser justo, habría que reconocer que Stelzner fue uno de los fundadores de la Geología Argentina, tarea que luego completaron Brackbusch y Bodenbender. Se volvió a Alemania, en principio por diferencias con Burmeister, para substituir nada menos que el mundialmente renombrado Prof. Dr. Bernhard von Cotta que se había jubilado (PNS y AJC). Al comienzo de su carta a Geinitz, para relatarle su primer reconocimiento geológico-geográfico sobre amplias zonas de la Argentina, le anota a su amigo (que a diferencia de Europa Central, con planos topográficos detallados) que “todo su equipo sólo estaba reducido a un martillo y una brújula de bolsillo. Solamente durante la primera mitad del viaje estaba a mi disposición un hipsómetro. La gira no debía y podía ser otra cosa que un primer gran reconocimiento” (op. cit. p. 121). Con respecto al pobrísimo panorama que encontró en la Argentina sobre los estudios y datos geológicos cuando llegó al país, sus propias palabras lo dicen todo: “Decenas de años hace que multitud de geólogos trabajan en los diferentes estados de Europa; investigadores como hormigas trepan todas las montañas y pronto no habrá quebrada ni cantera en que no se encuentre vestigios de los golpes del martillo de algún sabio. Una noble competencia se ha establecido entre los Gobiernos de los distintos estados, cada uno se esmera en presentar el mapa geológico más exacto de su territorio...” (Acad. Nac. Cienc., Homenaje al Dr. Alfredo Stelzner, 1978, pp. 69, 70). Sobre el mismo tema, y refiriéndose a Norte-américa (como él decía), donde consideraba que los estudios geológicos eran muy frecuentes, agregó “Y lo que he dicho sobre Norte-américa, puédese decir también de muchos otros países; una mirada en la literatura más nueva nos muestra voluminosas y valiosas descripciones, redactadas por los institutos geológicos de la India, Nueva Zelandia y Australia” (op. cit., p. 71). Otra anécdota simpática y nostálgica la relata Stelzner cuando revisaba el área minera del Famatina [Acad. Nac. Cienc. 45 (1-4), p. 124] y le decía a Geinitz “volví al anochecer al campamento, con los bolsillos llenos de Spirifer, etc.; una pierna de cordero ya estaba en el asador sobre el fuego que los peones habían encendido. Piense que además teníamos un cielo hermoso y despejado, y así tendrá el cuadro de mi hotel, en el cual también Ud. se habría sentido mejor que en alguna posada sucia de un pueblo o en un hotel de nuestra querida patria, con numerosos mozos de frac” (PNS, AJC). 34. Windhausen, Anselm = Anselmo. Fue uno de los grandes geólogos alemanes que militaron en PIONEROS DE LAS CIENCIAS GEOLÓGICAS Y AFINES DE LA ARGENTINA Y ALGUNAS DE SUS ANÉCDOTAS la Argentina en la primera parte del siglo XX. Nació en Lingen (Hannover) y siguió sus estudios superiores en la Universidad de Göttingen, en la cual se doctoró en Filosofía (especialidad geología). Visitó varios lugares de su país natal y otros de Europa. Entre sus profesores contó con figuras de la talla del paleontólogo Karl von Zittel y de Wilhelm Roentgen, Wilhelm Branca (explorador del África Oriental) y del Barón Ferdinand von Richthofen (discípulo de Humboldt). Windhausen se incorporó al quehacer argentino a los 27 años, en 1909 a la Dirección General de Minas, Geología e Hidrología, en calidad de geólogo. Luego tuvo destacada actuación en YPF, en la cual hizo estudios de alto nivel, en especial en Chubut, pero tuvo un fuerte enfrentamiento con el General Enrique Mosconi (Presidente del Organismo) y pasó a dedicarse a la docencia universitaria en la Universidad Nacional de Córdoba a la vez que en 1922 fue incorporado a la Academia Nacional de Ciencias (en Córdoba). Era de carácter muy afable, pero con gran personalidad. Destacar su obra científica escapa al espíritu del presente Anecdotario (MH). Windhausen trajo, junto con otros colegas alemanes, un hálito de nuevas ideas geológicas, al ser uno de los principales y primeros adeptos a la teoría de Wegener sobre la deriva de los continentes y la misma sirvió de base para sus valiosas contribuciones sobre “El Nacimiento de la Patagonia” (1924), publicado en el Diario de La Plata y “Las 37 antiguas conexiones de la Patagonia”, de 1926, pero su obra fundamental fue la edición de la Geología Argentina, cuyo tomo II fue por muchos años la obra de consulta obligada para las nuevas generaciones de colegas (MH). Pero uno de los aspectos más destacados de Windhausen fue la de la formación de los cultores argentinos en nuestras Ciencias Geológicas y por ello anotó “He tenido y sigo teniendo la esperanza de que Córdoba podrá llegar a ser un centro de instrucción de Geólogos argentinos” y con un dejo de tristeza agregaba “En la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales hay actualmente más de una docena de geólogos, pero de ellos ni un solo argentino” (MH). Continuando con esa tendencia constructiva, trató de dar solución al problema antes citado y emprendió primero una gestión personal y luego a través de la Universidad Nacional de Córdoba, hasta obtener que en 1931, YPF creara las “Becas de alumnos geólogos”, con lo cual se benefició a centenares de jóvenes estudiantes locales. El resultado de tal gestión fue muy positiva, ya que de tal incorporación nacieron colegas que luego contribuyeron al conocimiento de la Geología Argentina, como A.V. Borrello, O. Bracaccini, P. Criado Roque, C. de Ferrariis, J.M. di Giusto, H.A. Díaz, J.H. di Gregorio, R. Ferello, C. Fernández Garrasino, M.A. Flores, A. Herrero Ducloux, P. Lesta, A. Mingramm, A. Ortiz, A. Russo, E. Padula, G. Parker, E.O. Rolleri, T. Suero, M.R. Yrigoyen y otros más. Los Editores de esta contribución también fueron becarios de YPF (MH, PNS). 38 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS, CORDOBA (ARGENTINA) BIBLIOGRAFÍA BERTOLDI DE POMAR (H.), 1988. Evocación de un sabio. Rev. Asoc. Cienc. Natur. Litoral, 10 (1): 1-12. Rosario. BONARELLI (L.). Guido Bonarelli (1871-1951). La vita e l´ opera scientifica. Milan. CASTELLANOS (Alberto), 1921. Recuerdos de un viejo solitario. Fritz Kurtz. Centro Estudiantes Agronom. y Veterinar., UBA 103 (11): 11-43. Buenos Aires. BRACKEBUSCH (L.). 1966. Viajes en las Cordilleras de la República Argentina. Bol. Acad. Nac. Ciencias. 44 (1-4): 197223. Córdoba (traducción de la versión original alemana de 1891). COMUNE DI CAVAGNACCO, 1997. Egidio Feruglio. 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