En recuerdo de Antonio Pérez Morte
Transcripción
En recuerdo de Antonio Pérez Morte
122_ROLDE 143-144 EN RECUERDO DE ANTONIO PÉREZ MORTE Consejo de Redacción de Rolde l 13 de marzo, con este número de Rolde ya casi en imprenta, fallecía en Sabiñánigo, donde residía, Antonio Pérez Morte (Zuera, 1960). Poeta, amigo y socio de Rolde de Estudios Aragoneses, ya nos había regalado unos versos para esta misma revista en 1984 cuando, un año más tarde, veía la luz su libro Brotes en la colección «Poemas» dirigida por Luciano Gracia y José Luis Melero, con un hermoso prólogo de José Antonio Labordeta, quien definía su poesía como «un faro de luz en mitad del abrojo, de la ontina, del crepúsculo roto a sacudidas». Antonio escribió un hermoso poema («Tu voz») para el homenaje coral que esta asociación dedicó a José Antonio Labordeta en 2008. Aquella composición se cerraba así: E Algunos viejos árboles que plantamos ya murieron: ¡Acabaron con ellos las continuas duras heladas de tanto invierno! ¡Aún nos queda, José Antonio, el jardín de la memoria y de los sueños! La noticia de la muerte de Antonio ha sonado como un mazazo. La generosidad diligente de su amigo Ángel Petisme nos ha permitido, al menos, poder corresponderle en estas páginas que él siempre leyó. Desde aquí, nuestro emocionado recuerdo. EN RECUERDO DE ANTONIO PÉREZ MORTE_123 SOÑANDO CON LA LUZ: ANTONIO PÉREZ MORTE Ángel Petisme Antonio era verdad y luz sin hilos, sensibilidad y utopía en movimiento. Entrañable, desprendido, lleno de detalles: si publicaba un libro no te mandaba un ejemplar sino dos (uno dedicado, el otro para regalar). Siempre pendiente y valedor de todos sus amigos (como Félix Romeo), siempre un correo, una llamada por la noche de esas de capazo total. Le temblaba la voz de alegría al otro lado del auricular: «Angelico, ¿cómo estás?» Antonio era un poeta de hondura y raíces vallejianas, labordetianas (de ambos hermanos). Llevaba luto y tristeza en su segundo apellido y luchaba contra esa atracción del túnel con todas sus fuerzas. Quizás por eso se sabía salvado en la comunicación desde su excelente blog, en el fuego azul de la amistad y la ternura y en el bálsamo de la poesía. Cualquier pequeño desencuentro le afectaba el triple que al resto de los mortales. Ahora, cuando acababa de salir de la imprenta su mejor libro, lleno de vida y hedonismo, Cuerpos de luna, prologado por Luis Eduardo Aute, que tantas alegrías y nuevos lectores le hubiesen dado, se nos ha ido como del rayo, tan temprano dejando una estremecedora despedida en su página de Facebook cuatro días antes de parársele el corazón: «¡Adiós! Me gusta pensar que existe un camino de vuelta: Aunque sea entre túneles sigo soñando con la luz!» Ojalá que la encuentres, Toño. Me quedo en un escribo como respiro (tu poética) y acariciando versos tuyos: A Te busco, aunque no estás, en mí te quedas: acaricio mi cuerpo, por acariciar tus huellas.