Igualdad de oportunidades en el trabajo. De los

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Igualdad de oportunidades en el trabajo. De los
AFRICA AMÉRICA LATINA. Cuadernos (SODEPAZ) nº 45
Igualdad de oportunidades en el trabajo.
De los derechos a los hechos.
Carmen Martín Serrano1
El trabajo remunerado, como fuente de ingresos, desarrollo profesional y emancipación
personal, ha sido uno de los ejes del discurso reivindicativo de las mujeres. Desde la
publicación de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana durante la revolución francesa,
el posterior movimiento sufragista, las huelgas del sindicato de la aguja o el
controvertido y mítico 8 de marzo, las mujeres seguimos instaladas en el no poder2enta, o
la forma de comer; la marca exportada desde Guatemala: “
.
Las mujeres partimos de la nada. Los grandes filósofos e historiadores han ocultado y
excluido sistemáticamente a las mujeres de la política y del derecho, haciendo de su
pensar misógino la base cultural sobre la que aún vivimos.
Hemos ido conquistando pequeños logros en el espacio público: si para los jacobinos las
mujeres públicas eran las prostitutas, ahora hay mujeres públicas en puestos
representativos políticos y sindicales, no tanto en ámbitos económicos, científicos,
académicos o judiciales, por citar algunos en los que la presencia de mujeres es
testimonial.
Las mujeres pagamos a un alto precio el reconocimiento y disfrute de los Derechos
Humanos de los que aún somos acreedoras. El principio sobre el que se levantan las
sociedades es el sometimiento de las mujeres a la dominación de los hombres. Aliadas
en organizaciones feministas o no, a veces enfrentadas entre sí, las mujeres han
dibujado un panorama social muy distinto al de dos siglos atrás.
El feminismo está ligado a la democracia y la libertad. En el desarrollo industrial, el
sufragismo y a partir del 68, el patriarcado, que nunca tuvo alternativa, se encontró con
el auge del movimiento feminista. El patriarcado esgrime un dominio real y simbólico,
que justifica el poder masculino en la creencia de que los varones son mejores que las
mujeres.
El modelo social está basado en saber quién manda, la democracia está teniendo buen
nombre a partir de la Segunda Guerra Mundial, su valor está trastocando el orden
previamente establecido, pero ¿quién manda en el matrimonio?
Las mujeres aprenden a no despertar al monstruo: el arrebato violento aparece cuando el
poder se siente amenazado o retado. La ‘corrección’ marital era algo “natural”,
admitido y asumido hasta mediados de los 70. Si una mujer huía de casa la propia
policía la devolvía, el hombre podía dar en adopción a las hijas e hijos sin contar con la
madre porque él tenía la patria potestad.
Estamos bajo un modelo de vida masculino. Buena parte de la cultura heredada tiene la
violencia como un valor para mantener el poder y resolver conflictos. La violencia no se
elimina, se canaliza. El patriarcado está severamente templado por la democracia y
porque las mujeres ya no creen en la superioridad masculina. En esa resistencia
patriarcal, la igualdad puede volverse violenta contra las mujeres ¿no queremos ser
iguales? Demostradlo. ¿Ella lo consentía? Culpable. Somos iguales política y
moralmente, en principio, tenemos igual capacidad y acceso a todos los derechos.
Pero en segundo plano, nos cuesta la vida remover el rol asignado: resulta
imprescindible denunciar las asesinadas en lo que va de año, 16 en el momento de
redactar este artículo, por el terrorismo machista y recordar el total de los últimos 10
años 687 (50 las víctimas de ETA en el mismo periodo). El valor atribuido a las mujeres
1
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Representa a la Asociación por la Igualdad de Género 8 de Marzo.
Elena Simón, Democracia Vital.
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es bien escaso. La Ley Integral para la erradicación de la violencia de género está
fracasando por varias causas: la interpretación y valoración de la violencia depende de
la sensibilidad de los y las profesionales que atienden cada caso, los escasos e
insuficientes recursos sociales, las medidas educativas que nunca llegan, la prevalencia
de los golpes y la desatendida violencia psicológica, la permisividad social, los
mensajes misóginos de la publicidad, las series y programas televisivos, la bondad
judicial para con los maltratadores, violadores y proxenetas, impensable con ningún otro
tipo de delito.
La violencia es estructural. Se nos invisibiliza, anula o ridiculiza desde el lenguaje, se
nos excluye desde lo básico para plantear independientemente nuestro futuro: el paro, la
precariedad, la temporalidad y la denominada conciliación del trabajo remunerado con
los cuidados, la crianza y los afectos.
Según datos de la última encuesta de EPA, el desempleo afecta a más de 2.300.000
personas. Las mujeres continúan siendo las mayores perjudicadas: la discriminación
laboral por razón de sexo es un hecho constatado, pese avances legislativos como la ley
de igualdad o la de dependencia, encaminados a mejorar las opciones de las mujeres
para su incorporación en igualdad de oportunidades en lo laboral y lo representativo, los
datos son claros: el desempleo femenino duplica al masculino, las mujeres desempeñan
empleos temporales, precarios y con menores salarios. El trabajo es un derecho, una
fuente de ingresos económicos y materiales que influye directamente en la calidad de
vida de las personas, en su ubicación social y en la autoestima personal y colectiva.
El que las mujeres estén cada día más formadas y presenten una alta cualificación
académica no equivale a una incorporación laboral acorde a su formación. El mito de la
maternidad y el supuesto absentismo laboral ligado a ella es un aspecto discriminatorio
más: a los hombres no les preguntan en las entrevistas si están casados, si son padres o
piensan serlo.
El techo de cristal. Los puestos directivos y de toma de decisiones están dominados por
hombres. Las escasas mujeres que llegan a ellos tienen que demostrar una valía que a
ellos se les da por supuesta por su condición de género. Es frecuente la descalificación
de estas mujeres con frases tipo ‘con quién se habrá acostado ésta’, o el
cuestionamiento de cuotas y porcentajes que permitan una paritaria composición en
órganos directivos y representativos. Nadie cuestiona si los hombres que encabezan las
candidaturas electorales ‘valen’ para esta función.
Algunos datos que ilustran la situación laboral de las mujeres en la actualidad en nuestro
país:
• El 84% de las pensiones no contributivas las perciben mujeres.
• Las mujeres trabajan mayoritariamente en el sector servicios.
• Discriminación salarial: las mujeres cobran hasta el 40% menos que los hombres
por realizar el mismo trabajo.
• El total de población 37.896.900, 19.298.500 mujeres y 18.598.400 hombres. La
población inactiva es de 15.492.400, repartida en 9.770.400 mujeres y 5.722.000
hombres. La notable diferencia de inactividad entre mujeres y hombres indica que
muchas mujeres en edad de trabajar no están inscritas como demandantes de
empleo, como demuestra la diferencia poblacional entre mujeres y hombres no se
corresponde con la tasa de actividad laboral.3
• El paro aumentó un 14,65 en Extremadura, frente al 6,46 de la media nacional.
Las mejoras introducidas cara a la conciliación de la vida laboral, familiar y personal de
las trabajadoras y trabajadores, como la ampliación de permisos por maternidad y la los
de paternidad, de lactancia o por el cuidado de personas dependientes, no están
respondiendo a lo esperado: los cuidados, atenciones y responsabilidades familiares
3
Encuesta EPA enero 2008.
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siguen desarrollándolos las mujeres.
• Los padres que pidieron el permiso por paternidad son una proporción del 1’54%.
• Los que se acogieron al permiso para cuidado y atención en edades de 0 a 3 años
representan el 3’62%.
• Nueve de cada diez familias monoparentales tienen por titular a una mujer.
• La custodia de las hijas e hijos en los divorcios por mutuo acuerdo corresponde a
la madre en el 93% de los casos.
• En los juicios en contenciosidad el padre se abstiene de pedir la custodia en 8 de
cada 10 casos4.
• Se estima que en nuestro país hay entre 300.000 y 400.000 mujeres prostituidas,
del que el 90 % son inmigrantes.
Las cifras de la encuesta evidencian dos realidades que condicionan desfavorablemente
las opciones de las mujeres para decidir libremente su proyecto vital: carecer de
recursos económicos lleva a la dependencia, cumplir con las responsabilidades
familiares impide compaginar vida laboral y social.
NN UU reconoce que ser mujer es un factor de riesgo para sufrir pobreza, exclusión y
violencia, porque el sistema patriarcal se basa en las relaciones de poder en el que lo
femenino se mueve en la sumisión y lo masculino en el dominio, Marcela Lagarde y de
los Ríos lo define como construcción social basada en marcas corporales semejantes,
sexo, etnia, edad, que no discrimina sólo por una de esas marcas, sino que lleva
emparejada otras. A la división hombre/mujer se suman las raciales, económicas, de
clase, de etnia, o de edad5.
El mensaje del patriarcado es claro “ya tenéis lo que queríais”, “qué triste, ahora son
ejecutivas y no son madres, están amargadas”, “cuidado, la vida es peligrosa y no es
bueno que vayáis solas”: miedo para dejar que decidan por ti. Hay que cambiar el
mensaje: si no tomas decisiones, alguien lo hará por ti.
Por tanto, no podemos ni queremos renunciar a ser ciudadanas libres, no pretendemos
trastocar el orden de valores para ser nosotras dominadoras y ellos dominados, sino que
aflore una sociedad democrática donde la diferencia no sea un estigma y la igualdad sea
el reino del respeto, la tolerancia y el buen vivir.
Si no estamos en el poder, el patriarcado se perpetuará eternamente. La organización de
asambleas y grupos de mujeres es la base para construir la revolución social que lleve a
la igualdad. Crear liderazgos en las ONGs de mujeres puede servir para motivar a otras
y potenciar el cambio de actitud de las propias mujeres. Dar protagonismo a las mujeres
para que ellas mismas desarrollen sus habilidades.
Las mujeres latinoamericanas están muy concienciadas y organizadas pero necesitan de
la ayuda exterior. Las de los países ricos tenemos la posibilidad de denunciar y exigir a
los gobiernos el cumplimiento de los tratados suscritos.
En la Cumbre de Salamanca no hubo una mesa de las mujeres porque los mandatarios
no quisieron. El principio de igualdad de género ha de ser eje vertebral de la
intervención institucional.
Garantizar la renta básica a todas las personas, esperar al ojo morado para ayudar puede
tener perniciosos efectos secundarios: las mujeres esperarán al hecho violento para
acceder a las ayudas públicas.
Analizar los retos y mejoras en materia de VG (Violencia de Género). Se precisa una
respuesta coordinada, sostenida e integral, mantenida en el tiempo. Falta evaluar qué
está pasando con las mujeres atendidas, en qué se nota el cambio cultural y legislativo,
controlar la calidad de los servicios.
4
Pérez del Campo, A.M., Origen y transmisión de la violencia de género, ¿editorial?, ¿ciudad?,
¿año?, p. 17.
5
Careaga Castrillo, P., El lenguaje de la violencia versus la violencia del lenguaje, ¿editorial?,
¿ciudad?, ¿año?, p. 27
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Sin una redistribución de la riqueza, cada vez más concentrada en menos manos, no
servirán para nada. La globalización busca ganancias cada día más sustanciosas de las
grandes empresas y la banca, no la justicia social. La actuación institucional es
intermitente, hay que garantizar unas prestaciones permanentes, respaldadas en los
presupuestos anuales, como el gasto escolar.
A la realidad de las mujeres autóctonas, hay que sumar la de las migrantes,
diferenciando claramente entre mujeres y hombres, pero además, entre migrantes ricas y
pobres: no es igual para quien viene huyendo de la miseria en un cayuco que para quien
viene huyendo de los impuestos.
Las medidas y planes de igualdad no son la solución, pero son la única herramienta que
el sistema permite.
Y en este pelear diario, en el que nos agrupamos y aliamos con otras, como el convenio
suscrito con CC. OO., con la Red de Mujeres por la Igualdad, con la Coordinadora
Estatal de Organizaciones Feministas, con el Colectivo Solidario de Plasencia, con
SODePAZ, Ecologistas en Acción y con tantas personas y profesionales, ponemos toda
la voluntad y la esperanza de contribuir a un futuro temprano en que las niñas y los
niños, sean de donde sean, nazcan del vientre que nazcan, se reconozcan como iguales.
Este año, con tantos motivos y cargadas de razones, nos manifestaremos el día 8 por las
calles de Plasencia, a partir de las 7 de la tarde, en reivindicación de nuestros derechos
laborales y de los vitales. Difundir, fomentar y apoyar a las mujeres es avanzar en
libertad y democracia.
Bibliografía
-Careaga Castrillo, P., El lenguaje de la violencia versus la violencia del lenguaje,
¿editorial?, ¿ciudad?, ¿año?.
-Encuesta EPA enero 2008.
-Pérez del Campo, A.M., Origen y transmisión de la violencia de género, ¿editorial?,
¿ciudad?, ¿año?.