Untitled - SIGNIS Cuba
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Untitled - SIGNIS Cuba
Ecos, Año 3, Número 1, enero-marzo, 2001 EDITORIAL Un año fecundo 21 FESTIV AL FESTIVAL Latinoamérica, año cero 3 Armando Núñez Chiong Las muestras: Humanidad y diversidad 11 Arístides O’Farril Acta del jurado OCIC 19 MAESTROS DE L A L UZ LA LU Con luz propia. Historia de un buen traductor 37 María Caridad Cumaná SEMBLANZA John Woo, coreógrafo de la violencia 40 Arístides O´Farrill FICHERO 43 DEL ASESOR Jesús nos da una lección de moral 20 P. Fernando de La Vega EL LARGO ADIÓS 22 PRESENCIA Colibrí 2000 El último Caracol del siglo Plaza 24 25 25 CRÍTICA Un trozo de vida Rosetta y el ángel PANOR AMA ANORAMA 26 Arístides O´Farrill 28 Alberto Ramos Ruiz 30 ROSTROS DEL P A S ADO PA Vivien Leigh 34 Jorge Villa GALAS 36 Publicación de la Oficina Nacional de la Organización Católica Internacional del Cine y el Audiovisual-Cuba DIRECTOR Gustavo Andújar EDITOR Armando Núñez Chiong CONSEJO DE REDACCIÓN P. Fernando de La Vega, Walfredo Piñera, Arístides O´Farrill DISEÑO Y COMPOSICIÓN Milagros Hondares CORRECCIÓN Evelio F. Reyes IMPRESIÓN Osvaldo Fuster y José R. Areán Las opiniones expresadas en cada trabajo son de los autores y no necesariamente las de OCIC-Cuba Arzobispado de La Habana, Habana 152 esq. a Chacón, Habana Vieja, Ciudad de La Habana, C.P. 10100 Telf.: (53-7) 62 4000/-4008/-4009. Fax: (53-7) 33 8109 1 E ED I T O R I A L E NUEVO AÑO, SIGLO, MILENIO E 2 cos comienza con este número un nuevo año, nuevo siglo, nuevo milenio. Quiere, ante todo, librar esta constatación de todo matiz presuntuoso. Si a veces pecamos de optimistas cuando hacemos planes para unos pocos años, e incluso para uno solo, ¡qué podrá decirse de hacer propósitos para un siglo, o un milenio! No, no se trata de programar un futuro cuya construcción exija, ya sea de nosotros, ya de nuestra publicación, una longevidad harto improbable. De lo que se trata es de aprovechar la oportunidad que nos brinda el calendario para reverdecer esa perenne aspiración a hacer de la etapa que comienza algo más que la simple repetición «de pasado en copa nueva». Hace un año, cuando comenzaba el 2000, hacíamos referencia al signo de cambio que representaba la total renovación de cifras en la fecha: «¿No encuentran nuestros lectores —preguntábamos— que esa serie de ceros que ha irrumpido en la fecha, y que nos mira desde el encabezamiento de cada documento, tiene un encanto, un aire de invitación a comenzar de nuevo, y esta vez mejor, difícil de resistir?» («Aires nuevos», Ecos 1/2000). Ahora el cambio anunciado se consuma: entramos verdaderamente en el nuevo siglo y milenio. Aprovechemos la ocasión no sólo para reflexionar, sino sobre todo para tomar decisiones y obrar en consecuencia; si hacemos propósitos de año nuevo, ¡tanto mejor hacerlos en ocasión del estreno del siglo y milenio! No es cuestión sólo de cambiar, sino de mejorar. Se trata de tender la mirada más allá del mezquino horizonte de lo rutinario, y luchar con brío renovado por acercarse al propio ideal, por no quedarse estancado en lo caduco, por evitar la añoranza paralizante que, como la mirada atrás de la mujer de Lot, nos transforma en estatuas de sal. A ese cambio, a ese «no quedarnos atrás», hemos sido paternalmente urgidos: No se acuerden más de otros tiempos, ni sueñen ya con las cosas del pasado, pues yo voy a realizar algo nuevo, que ya aparece, ¿no lo notan? Is 43, 18-19 Armando Núñez Chiong A caso pocos ejercicios haya tan estimulantes (y no sólo por el lezamiano eco de lo difícil) como asistir al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano del año 2000 con la conciencia de que se trata de una edición que debe advertirse con particularidades eventualmente interesantes, porque con ella se clausuran, al menos en lo cronológico, un milenio, un siglo y —ante todo, porque de cine se trata— una década que significó, en el continente y para no pocos artistas, el replanteo y la inauguración de asuntos, temas y conflictos desde perspectivas ideológicas y existenciales más plurales y maduras, cuando no cuestionadoras —o matizadoras— de ciertos postulados anteriores, que por momentos (los setenta, por ejemplo) jerarquizaron en la cinematografía latinoamericana discursos y estéticas en los que el «carácter instrumental» tornó ciertas tendencias políticas, y las soluciones que por entonces les parecían viables —infalibles—, en camisas de fuerza que bastantes veces, y sin descontar ineludibles logros, llegaron a ser contraproducentes, por unilaterales y entorpecedoras de la comunicación entre quienes filmaban y el público para quien lo hacían. Si además recordamos que en los noventa arribaron a la apoteosis creativa no pocos de los mejores cineastas con que hoy contamos, y se impuso, junto a la necesidad de establecer nuevas estrategias de producción, el rescate de un público muchas veces distanciado (no creo que siempre por ineludibles razones de mercado), quizás se fueran esbozando algunas pocas causas de los cambios y hallazgos que marcaron el 21 FESTIV AL FESTIVAL Latinoamérica, año cero 3 final de la pasada centuria, sin olvidar, claro está, todo lo que significó el reajuste político internacional que marcó la década anterior. No es cosa (aunque deba irse intentando) de hacer el resumen de unos noventa a cuya liquidación en el plano artístico ni a derechas sabemos si hemos llegado. ¿Qué significan realmente digamos, El coronel no tiene quien le escriba y Así es la vida en la filmografía de Arturo Ripstein? Porque, dígase lo que se diga, y continuidades aparte, son, por muchas razones, «otro» Ripstein. ¿No había en Martín (H) algunas de las obsesiones de Aristaraín pero, además, inquietudes y reflexiones que bien podrían significar una nueva etapa en su obra? ¿Culmina Piñeryro con Plata quemada un quehacer que viene en grande desde Caballos salvajes? ¿Cuántas veces se había sido tan duro con la Revolución Mexicana como con Un embrujo, de Carlos Cabrera, y La ley de Herodes? ¿Y esa ópera prima de Alejandro González, Amores perros, no tiene excelencias que desde ya parecen trascender las fronteras personales de un joven cineasta? ¿Qué títulos liquidan etapas, y cuáles abren senderos —o ambas cosas, que suele suceder? Que de periodizar, en fin, sabemos que no es momento aún (ni una agitada crónica el lugar, valga aclararlo). De lo que se trata es de subrayar la fascinación que le confieren a este festival las dudas, especulaciones y medias certezas que sólo el tiempo puede esclarecer. Pero ir intentando generalizaciones —siempre parciales, siempre susceptibles de ser destrozadas por la praxis— es tentación y estímulo que no se le puede escatimar a un evento que, asimismo, permite conocer cada año buena parte de la cinematografía latinoamericana. Botón de muestra Probablemente la sutileza conceptual (y muchas tiene, además de las formales) más inquietante de Amores perros sea haber escogido a un expadre de familia, exguerrillero, expresidiario, para enlazar las tres historias que conforman el filme. Ese afán de crear paralelismos, absurdos y amargas certezas queda resumido en el drama personal de un hombre que, a medida que avanza la fragmentada narración (flashbacks, anticipaciones…) va cobrando perfiles cada vez más precisos, hasta lograr, con la despedida a la hija, un contorno humano del que carecen el resto de los personajes principales. ¿Se redime?: Ha asesinado. A sangre fría. Por dinero. En rigor, no parece que sea posible, al final, una vuelta de hoja. ¿Qué ha hecho Marín con su vida —o Amores perros. 4 la vida con Marín? Él mismo lo dice: se involucró en una opción violenta por ideales honestos, altruistas. Pero algo falló, y en definitiva, y a pesar de afanes redentores, y de gestos que (también) denotan una escala de valores ausente en los demás, ha sido marcado por un mal, la violencia, presente en cada uno de los conflictos presentados. Desgarrar al prójimo, física o sentimentalmente (los adulterios), traicionar(se) y a la vez llegar a la autodestrucción, es el denominador común de los seres que desfilan por la cinta. Y todo con un ritmo no siempre igual de ágil, pero sí muy funcional en la alternancia de clímaxes y desarrollos narrativos, y con una meticulosidad dramatúrgica que logra imponérsele a los complicados rejuegos temporales que caracterizan la arquitectónica del filme. Se ha hablado, con razón, de la impronta de Pulp Fiction. Cierto. Pero hay aquí un sello demasiado personal, que va más allá del simple eco. Véase, entre otras cosas, que lo que en Tarantino es ironía, parodia, humor negro… en González es angustia (social y existencial), melodrama y, sobre todo, desconcierto. Es justamente la violencia (política, estructural, social, doméstica) uno de los temas recurrentes (también) en nuestro cine. Marcelo Pyñeiro trabajó en Plata quemada un hecho real, recreado en la novela homónima de Ricardo Pigla que obtuvo el Premio Planeta 1998. Un libro distinguido con ese premio puede puede ser cualquier cosa menos aburrido. La eficacia era presumible; la taquilla, casi segura. Pero Pyñeiro es un artista (aunque muchos no conciban esa palabra asociada al thriller) y logra, a partir de la traumática relación sentimental entre dos hombres de larga trayectoria criminal que participan en un atraco, una obra de innegables méritos, a pesar de alguna que otra objeción posible. La música ironiza o acentúa tensiones. La fotografía es excelente. Y la dirección de arte destaca, pero se subordina sabiamente a la atmósfera opresiva, claustrofóbica, que predomina en el filme, bastante cercano en su concepción al más puro cine negro. Porque los protagonista están acosados por la justicia, pero ante todo por sus propias angustias y contradicciones, desencadenadas primero por Ángel en una crisis mística que relaciona con su orientación sexual Hacerse el sueco. y continúan con el despecho del Nene, quien se aventura en una relación «hetero» que en definitiva es lo que da al traste con la vida de los jóvenes delincuentes. Si algo desentona es la alternancia de «narradores», desde el «en off» que realiza la introducción con omniscencia, hasta los personajes —«las voces»— en primera persona. No hay un empleo sostenido del recurso, que va perdiendo importancia, sin justificación, hasta que prácticamente desaparece. Y la secuencia final remata el suspense con una plasticidad admirable, pero tiene elementos de más: no había que recalcar el desajuste de los personajes con frases redundantes y gestos de un salvajismo que llega a ser pueril. Con los hechos y unos cuantos diálogos oportunos hubiera quedado claro que esos seres desgraciados sólo logran su plenitud y su re- 5 conciliación (entre ellos y consigo mismos) en plena crisis final, rodeados por la policía y abocados a una batalla frontal que los conducirá a la muerte. También unidas llegan otredad y marginalidad en La Virgen de los sicarios, de Barbet Schroeder, que narra el reencuentro de un escritor exitoso con su natal Colombia luego de varios años de exilio. Las sucesivas relaciones que establece con dos jovencitos vinculados al negocio de las drogas lo conducen a un permanente estado de perplejidad y desazón. Esos (casi) niños matan con la misma facilidad con que respiran, y con la misma moneda son pagados. Más que la hechura, bastante simple, pero sin incorrecciones invalidantes, lo interesante aquí, además de la denuncia explícita (se trata de un libro de memorias) del caos en que se haya sumido el país, y del pesimismo que al final aplasta al protagonista, es la idea de que el medio, la ausencia de civilidad y la miseria compulsan a los muchachos a asesinar con una naturalidad casi cándida, ajena por completo a cualquier precepto ético o moral; no 6 hay conciencia del respeto que deben a la vida del prójimo, y el sentimiento de culpa les resulta ajeno. De ahí, pienso, el título de la película, que alude al vínculo afectivo y sincero que el primer muchacho establece con la Virgen, bajo la advocación de María Auxiliadora. Podría asumirse la incongruencia de unir amoralidad y fervor religioso desde las complejidades de la naturaleza humana (como se ha hecho muchísimas veces, desde hace muchísimo tiempo —recuérdese, por sólo mencionar un ejemplo de la narrativa hispánica, el «Rinconete y Cortadillo» de Cervantes). Pero a mi juicio tanto el escritor como el realizador subrayan más la brutal irresponsabilidad con que se ha ido (de)formando a estas criaturas… que sin embargo todavía pueden amar, aunque —aparentemente— de poco les valga. Más claramente política, y en plano de franco rechazo a (lo que hasta hace poco fue) la permanencia por tiempo indefinido del Partido Revolucionario Institucional al frente del gobierno mexicano, La ley de Herodes, de Luis Estrada, resultó una grata sorpresa. Sin grandes alardes artísticos, apoya- da en buenas actuaciones y en un guión lúcido, el filme satiriza la situación del país bajo el mandato del presidente Alemán, y se las arregla para hacer extensiva la denuncia a sus continuadores. Cierto que hay imágenes demasiado «fáciles», claves casi transparentes. Pero es que, en rigor, eso es lo que se pretendía: denunciar sin obstáculos que pudieran entorpecer la lectura y lastrar la idea principal. Es caústica La ley…, que logra plasmar cómo, merced al inmovilismo, la corrupción y la impunidad institucionalizados, pueden salirle uñitas (o garras) a cualquier mequetrefe incondicional. Alguien me comentaba que el final es predecible desde el principio. Bueno: felices los superdotados. En mi opinión, es sagaz en la bifurcación que significa un golpe de suerte (right moment, right place) para el protagonista, y el corsi e ricorsi que insinúa la llegada de un nuevo alcalde al pueblo. Dos maneras de advertir que a mal de fondo persistencia de calamidades. «No hay venganza fecunda», se dice en algún momento de Así es la vida. Sin embargo, y como es de rigor en la tragedia griega (y ss.), demasiado sabemos lo que va a pasar: una mujer asesinará a sus hijos, y lo hará por celos… y porque —así es como Arturo Ripstein nos entre- ga una versión re-considerada, re-contextualizada en no pocas aristas— ha sido acosada de todas las formas posibles. Abandonada por el esposo. Humillada por la amante de aquel. Desahuciada por el casero. Amenazada con la pérdida de los niños… Y en medio de una miseria espantosa, recalcada en cada detalle de la magistral puesta en escena del realizador mexicano. Decía Garciadiego en la presentación del filme que había escrito el guión pensando en mujeres cuyas circunstancias ella conoce similares, en una sociedad que les puede resultar asfixiante, y que lo había hecho «desde la rabia de ellas y mi propia rabia». Hay todo un entorno social y cultural que decide el destino de la protagonista. Pero en conclusión se logra un filme que, por bien concebido y planteado (insuperables los monólogos), va mucho más allá de la anécdota, como sucede en el género teatral que le sirve de inspiración. Cuando nuestra Medea cumple su fatum, no es ya (sólo) una mujer cegada por el despecho. No: es un ser al que han despojado de toda su dignidad, lacerado en sus más sagradas esencias. Si en El viento se llevó lo que Alejandro Agresti comenzaba a decepcionarnos hacia la mitad de un Por la libre. 7 filme que contaba con algunos méritos, en Una noche con Sabrina Love desespera apenas a los diez minutos de estar sentados en la butaca, a pesar de las expectativas que la sinopsis puede generar, y la presencia de Cecilia Roth, una actriz que ha demostrado, por todos los medios posibles, cuánto vale —y que, por cierto, debería ser más cuidadosa al aceptar proposiciones. Pero ni ella levanta el filme, que no obstante presenta conflictos que bien tratados hubieran conformado una historia cuando menos entretenida, y eventualmente interesante: la aventura iniciática del adolescente provinciano que descubre la gran ciudad, sus relaciones con el hermano homosexual, el romance con la consagrada «actriz», o con la jovencita «inexperta»…Pero todo queda como deshilvanado, el desarrollo es errático, y a fin de cuentas los sucesos quedan mal expuestos en un guión desbalanceado e insulso, donde más de un personaje resulta inútil, por mal aprovechado. Y luego, esa idealización torpe y a vez «vergonzante» de la pornografía… Incoherente. Todo. Mucho mejor resulta Por la libre, de Juan Carlos de Llaca, que con un La Virgen de los sicarios. 8 Así es la vida. plan modesto de producción y realización sabe divertirnos sin grandes complicaciones, con trabajos atinados en la actuación y un relato bastante original, a pesar de recorrer el muy transitado camino de las «películas de compañeros». Hay momentos hilarantes, acentuados por la lozanía y la inocencia de los enredos en que se involucran los jóvenes protagónicos. Incluso situaciones que deben ser consideradas como de humor negro logran pasar sin que haya la mínima sensación desagradable que esa forma de hacer reír muchas veces implica. Verdad que el happy end de unidad familiar queda un tanto empañado por la exclusión de los padres, pero así es la vida… nada sublimada en esta cinta a la que sólo podría reprochársele, en- tre tanta idea hermosa, que en su vehemencia contestataria eche manos a una liberalidad que pierde las riendas (sólo) en el caso de un incesto al que muy poca importancia se le da, y que para nada hacía falta. También hubo dos comedias cubanas. Mucho se ha dicho ya de Lista de espera, estrenada en la Isla antes del Festival. Y, por sobre las inevitables diferencias de apreciación hay cierto consenso: con más o menos matices, se trata de una cinta que pasa sin penas ni glorias, y nada nuevo o interesante aporta a nuestra filmografía (lo cual, por otra parte, tampoco parece ser su propósito). Es que a estas alturas, la manera en que se nos presenta esa suerte de loa al colectivismo y la unidad, contrapuesta a estereotipos maniqueos —y manoseados—, resulta cuando menos desfasada, poco convincente. Si descontamos los detalles que ubican inequívocamente la trama en el «período especial», da la impresión de que es un filme del primer lustro de los ochenta. Y no es el optimismo lo que choca, sino las razones que da para asumirlo. En este sentido, sólo el final podría salvarla, si nos proponemos entender que, de cuanto se nos ha contado, lo único que vale la pena recomenzar es el idilio de los protagonistas. Pero no queda uno muy convencido, por lo antes expuesto, de que sea ese el verdadero propósito de los realizadores. Con Hacerse el sueco, Daniel Díaz Torres repite con buena parte, incluido al guionista Eduardo del Llano, del equipo de Keines Tropicana, título con el que estable vínculos muy estrechos, pronunciados desde el mismo comienzo de la cinta (el cartel de Tropicanita). Esta vez, sin embargo, la crítica a las penurias, estilos e incertidumbres de zonas marginales (y no marginales) de la actual sociedad cubana lo lleva a utilizar un humor más directo, pero menos visceral que en su anterior título. Menos sutileza, pero más complicidad con el expectador La ley de Herodes. medio —y por lo mismo, más carcajadas. Eso está bien, y hace falta: soy de los que disfruta la comedia, cualquiera que sea el rango que esta asuma. Y no me espanta el costumbrismo (que además Del Llano sabe distinguir muy bien de la ramplonería y el facilismo). Pero ya empieza a sentirse un poco de escozor ante tanta insistencia en aspectos que van deviniendo lugares comunes, aunque en algún momento (como el que me ocupa) valgan los aportes y la acidez de la mirada. Tanto regodeo —insisto en que no me estoy limitando ahora al filme de Díaz Torres— en las calamidades (sobre todo en las humanas, que son las peores) de los noventa, a partir de estereotipos y esquemas ¿Obedece sólo a imperativos de producción? ¿O se trata de una postura cómoda, porque ya prácticamente, siempre que se respeten ciertos límites, «no hay problemas» para lograr con ciertas fórmulas el aplauso complacido y la anuencia oficial? En general, pienso que van faltando osadía y honradez para abordar una realidad que a gritos pide un tratamiento maduro y objetivo, y que no tiene por qué quedar aprisionada entre esa especie de polaridad que significa el hermetismo de filmes como Pon tu pensamiento en mí y La vida es silbar, y la vacuidad de tanto ejercicio lúdrico inútil, por repetido. Está muy bien que nos riamos, y mucho. Pero además: ¿qué hacemos? 9 10 Las muestras: muestras: Las Humanidad y diversidad L as muestras paralelas en este 22. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano resultaron harto estimulantes, pues más allá de ejercicios formales vacuos —que también, por supuesto, los hubo—, lo que prevaleció fue una preocupación por los problemas que aquejan al hombre de hoy. Así pudimos apreciar a creadores de diversos estilos y tendencias preocupados por el destino del hombre. Problemas humanos De EE.UU. vimos el documental Legado (Legacy, 1999), de Tod S. Lending, material de fuerte carga de humanismo cristiano, en el cual unas mujeres negras y católicas de la periferia neoyorquina, todas abandonadas por sus esposos y con una vida precaria, despiertan de su letargo tras la muerte a tiros del más joven de la familia, Arístides O`Farrill y comienzan a luchar por la vida, trabajando y superándose, para finalmente recuperar su dignidad en honor al joven muerto. Las penurias de las mujeres al principio, y ciertas reiteraciones narrativas, provocaron la salida en masa de la mayoría de los espectadores. «Esto es para suicidarse», exclamó uno al salir. ¡Qué pena! Se perdieron este alegato pletórico de esperanza y optimismo, algo que tanta falta nos hace. Parece que de tanto escaldar, buscando el lado oscuro del ser h u m a n o , e l r e a l i z a d o r Ve n t u r a Pons ha descubierto el lado bueno con Morir (o no) (España, 2000), cinta que recibió un premio OCIC en el último Festival de Troia. Estructurada en viñetas (fue este un recurso, por cierto, muy frecuente en los filmes vistos), es una reflexión sobre uno de los grandes tabúes de la sociedad actual: la muerte. Comien- 11 za con el habitual tono lúgubre de Pons, para luego dar una visión positiva llena de valores; incluso al final la esposa del protagonista, que viene a ser una especie de alter ego de Pons, le insta a hacer películas sobre la lucha de la gente a favor de la vida. Lástima que el tono serio-cómico, y el lastre teatral que no logra quitarse de encima la película, afecten bastante su conjunto. El veteranísimo director canadiense Norman Jewison presentó El huracán (The Hurricane, 1999), coproducción con EE.UU. sobre las vicisitudes del famoso boxeador Joel Rubin Carter, conocido como Huracán, quien fuera encarcelado injustamente por 30 años. La cinta es un poco extensa, tópica, arrítmica, y su estructura dramática recuerda a algunos dramas raciales de los cincuenta; sin embargo, descuella por el interés que despierta la historia en sí misma, y el bien escogido reparto, en el que sobres a l e D e n z e l Wa s h i n g t o n e n e l protagónico. Al racismo se contrapone la solidaridad fraterna entre las razas: «El odio me metió en la cárcel, el amor me salvará», dice Washington en uno de los momentos más conmovedores, que contrasta con la excesiva maldad del policía, quien se ensaña con Carter de manera malsana. También del mundo del boxeo es Girlfight, de la norteamericana Karyn Kusama, premio en el pasado Festival del Sundace. Se nos presenta una de las nuevas realidades finiseculares: el boxeo femenino, que da paso a la clásica y manida historia «chico encuentra chica, y al final tienen que enfrentarse». Pese a esto, la película tiene indudables aciertos: la actuación de la joven Michelle Rodríguez, la edición y una música contagiosa. El duro drama familiar que se plantea queda «colgado», sin solución, aunque a veces así pasa en la vida. También se echa de menos una mirada ética hacia la practica del rudo deporte por mujeres —no puede haberla, la directora es una exboxeadora— que no basta 12 con la frase que pronuncia el entrenador: «Esto de la igualdad de los sexos ha ido demasiado lejos.» No obstante deja un saldo positivo. Patrocinada por la UNICEF, y ganadora del premio OCIC en el último Festival de San Sebastián, vimos El bola (España, 2000), de Achero Mañas, que aborda la problemática del maltrato infantil, que por razones obvias pocas veces tiene un amparo legal, por tanto lo que presenta la película es lamentablemente una excepción. De ahí su importancia al abordar este penoso asunto. Pese a todas las presiones, y pasando por encima de formalismos jurídicos, una familia solidaria logra salvar a un pequeño de los horribles maltratos de su padre. El filme, aunque necesariamente didáctico, esta hecho con gran sentido artístico, desde una arista sumamente humanista. Destaca la actuación del pequeño Juan José Ballesta. El amanecer de un siglo (Sunshine) es una coproducción entre Alemania, Hungría, Australia y Canadá, y significa el retorno al cine del realizador de Mefisto, el húngaro István Szabo. Como era de esperar, se trata de un ambicioso fresco sobre la historia de Hungría en este siglo, centuria que Plenilunio. como reza el prólogo, «parecía que iba a ser de tolerancia y de paz», y resultó lo contrario. Tres generaciones de una familia judía deben sufrir sucesivamente lo peor de la monarquía, el nazismo y el comunismo, entre vaivenes políticos y los avatares amorosos de los hombres de la familia (excelente Ralph Fiennes en los tres roles). La cinta es convencional y pedagógica, pero son espléndidos el trabajo visual y la reconstrucción de las épocas, además de que Szabó es un El Bola. realizador muy conocedor de la historia de su país y sabe plasmarla con riquezas dramatúrgicas; algunas no le funcionan, pero las hay sutiles, como ese final en que la basura se lleva las fotos del emperador Francisco José, Hitler y Stalin, y se oye la voz en off, de la anciana que se dirige al último sobreviviente de la familia —quien al no tener que hacer mas concesiones al poder, como sus antepasados, se siente el más libre de todos—. Con esa sapiencia de nuestros padres en la fe, ella le dice «Hijo, confía solo en Dios, estos cada uno han pretendido acabar con la corrupción y la pobreza, y durar mil años, y no lo han logrado.» Tal vez en esta reflexión esté la clave de la cinta: el hombre después de haber sacrificado su libertad en aras de intereses ideológicos, se encamina hacia el siglo XXI, liberado de tantos tiranos que se han erigido como padres y salvaguardias de la patria pisoteando los derechos de los seres humanos. Es este el aspecto más positivo del nuevo siglo y lo mejor de la película. Con solo mirarte (Things You Can Tell Just By Looking at Her, EE.UU., 1999), es la opera prima de Rodrigo García, hijo de Gabriel García Márquez, y cuenta, mediante 5 historias (con inusitada hondura tratándose de un hombre), las ansias, frustraciones y alegrías de varias mujeres. La cinta es irregular, como casi siempre pasa cuando se unen varios relatos, y en ocasiones parece perder el rumbo. Pero logra al final una hábil coherencia, y una elegancia visual, que no es poco para un debutante, amén del buen desempeño de un grupo de probadas actrices: Glenn Close, Holly Hunter, Cameron Díaz y Calista Flockhart. También posee acertados toques de realismo mágico (de tal palo, tal astilla). Es sintomático que las únicas historias sentimentales que no llegan a buen término son las que están signadas por el egoísmo. En una es el reprobable aborto, en la otra es el narcisismo y la promiscuidad de la bella ciega incapaz de regarle felicidad a los hombres que la cortejan, o impidiendo el alcance de la misma a su hermana. De Woody Allen vimos su antepenúltima cinta, Celebrity (1998), chispeante comedia donde otra vez homenajea (o copia) a Fellini, en particular a La dulce vida. El uso del blanco y negro, estrellas neuróticas y frívolas, mujeres galácticas, inalcanzables para el común de los mortales, todo el glamour y las miserias de la farándula..., que pese a ser un poco más de lo mismo en la obra de este realizador y salvando las distancias (y el humanismo) de la obra del maestro italiano, tiene gancho. Aquí pone en solfa a la sociedad actual, en la que todo se banaliza, desde el sexo hasta la religión. El humor de Allen se ha vuelto más agresivo y hasta ofensivo que antaño, por tanto menos sutil y más obvio. También Allen parece no poder pasarse de los 90 minutos, pues cuando lo hace, como es el caso, pierde la dirección hasta casi estrellarse. No obstante logra mantener el vuelo. Es de exaltar la valentía del genial neoyorquino para ponerse él mismo en la picota pública con todos sus defectos e insegurida- 13 des, esta vez encarnado en la piel de Kenneth Branagh, quien funciona a la perfección como su alter ego, y se distancia sorprendentemente de todo lo shakesperiano que había hecho hasta el momento. Al fin pudimos apreciar La Palma de Oro y el Premio del Jurado Ecuménico de Cannes 1998, La eternidad y un día (Mia Eoniotita Ke Mia Mera), del griego Theo Angelopoulos. Aquí el ultimo día de la vida de un poeta griego sirve como marco para una metáfora introspectiva sobre Dios, la vida y la muerte, la poesía y el conflicto étnico que todavía desangra a los Balcanes, marcando especialmente a los más inocentes: los niños. Hecho con hondura lírica, no supera a otras obras suyas como Paisaje en la niebla, ni siquiera a La mirada de Ulises. Logra planos secuencias memorables y trascendentales junto a otros francamente crípticos. Por otra parte, la peculiar poética bucólica de Angelopoulos requiere previo aviso para prepararse. Si no, ocurre lo que ocurrió: salida en masa. Los niños del paraíso (Bachehaye Aseman, Irán, 1998), de Majid Majidi, que también fue Premio Ecuménico en Montreal, es una parábola neorrealista sobre la inocencia y la situación de las capas más pobres del Irán actual. Hecho con inusual dinamismo (algo poco usual en el cine de ese país), frescura y una sabia mezcla de ironía con humor candoroso, la cinta nos devuelve el calor humano de las gentes sencillas de este pueblo, bastante maltratado por el cine occidental. Tres estaciones (Three Seasons, EE.UU., 1999), del vietnamita Tony Bui, es una obra llena de lirismo y poesía, ambientada en el Vietnam actual, país que se está occidentalizando paulatinamente. La cinta se acerca a quienes la apertura económica ha relegado, mediante 4 historias independientes: un bicitaxista enamorado de una prostituta, una campesina que entabla una peculiar relación de amistad y de arte con un poeta al que accidentalmente se le han quemado las manos, un exmarine norteamericano en busca de su hija también prostituida, y dos ni- 14 ños que malviven vendiendo baratijas a los turistas. Pero todos, pese a sus miserias materiales y espirituales, consiguen abrirse al amor y a la bondad, Pese a algunos esteticismos trasnochados y a su lentitud, es un filme que reconforta el espíritu. Venus Beauté (Institut, 1999), de la francesa Toni Marshall, es una película fina y delicada, que denota una mano femenina detrás. Además nos topa de nuevo con viejas estrellas del cine galo, como Natalie Baye, Bulle Ogier Emmanuelle Riva y Robert Hossein. En un salón de belleza se narran las aventuras y decepciones amorosas que surgen a partir de la madurez y el impacto seductor que esta ejerce en los jóvenes. Pese a sus valores formales, es reiterativa y a ratos uno se pregunta dónde esta el guión. Érase otra vez (2000) de Juan Pinzas, es el primer filme español en acogerse a los postulados del Dogma 95; aquí, a partir del reencuentro de un grupo de amigos triunfadores, todos graduados de la facultad de periodismo, retrata a la llamada generación X, con su filosofía de vivir a tope: sexo desmedido, drogas, alcohol... El lenguaje, soez y descarnado, espantó a algunos, sobre todo a los que peinan Celebrity. canas. Sin embargo, a medida que avanza se va descubriendo en estos jóvenes aparentemente amorales, una necesidad de ser auténticos, de darle un sentido a sus vidas. Es ese llamado que les viene de dentro a formar una familia, a ser fraternos... Este cine «dogmático», que ya de por sí es un tanto difícil de digerir, en esta oca- sión es demasiado rígido en su puesta, con actuaciones desiguales y una historia que gira demasiado sobre sí misma. No tiene la calidad de sus padres daneses. Krámpack (España, 2000), del desconocido Cesc Gay, se introduce en el delicado asunto del despertar en la adolescencia, tanto «hetero» como homosexual, y lo hace con realismo, limpieza y finura. Nada, que cuando los españoles quieren ser sensibles, lo logran. Es muy acertada la reconstrucción síquica de los jóvenes en sus vaivenes ante esta difícil etapa de la vida. Atención al joven Francisco Ramallo, una de las promesas del cine ibérico. Juntos (Tillsammans), coproducción entre Suecia y Dinamarca del pasado El amanecer de un siglo. año, es una comedia dramática bastante «nórdica». Enfrenta a los libertinos «hippies 70», con una familia tradicional. Pese a los múltiples bandazos, la cinta logra aterrizar bien. Es genuino su llamado a salir de los caparazones que nos construimos frente al otro, pues critica por igual las cerrazones de estos y aquellos, y pese a sus excesos amorales es cálida, fresca y franca. El mal, sí, el mal con l Algunos filmes vistos enrumbaron su mirada de manera mas o menos directa hacia el problema del mal. El via- je de Felicia (Felicia´s Journey, 1999), es lo más reciente del canadiense Atom Egoyan, quien, sin abandonar sus obsesiones temáticas, logra su cinta más comunicativa, con toques de suspenso a lo Hithcoch. En ella una joven irlandesa va en busca de su novio, quien la ha embarazado y se ha trasladado a Gran Bretaña, pero en este viaje conoce a un demoníaco personaje (excelente Bob Hopkins), en el fondo un desgraciado, al que su autoritaria madre —una famosa cocinera— lo convirtió en un sicópata asesino. Este hombre hará el camino de la joven un infierno, en el cual pierde la inocencia y es hasta obligada a un aborto, pero a pesar de salir muy herida queda con un futuro esperanzador por delante, mientras su victimario encontrará por primera vez la ternura, lo que lo deja desconcertado y puede llevarlo a la redención, que el filme deja entrever en un final abierto. Mucha peor suerte corren las adolescentes de Las vírgenes suicidas (The Virgin Suicides), opera prima de Sofia Coppola, hija de Francis. Aquí también una autoritaria y soberbia madre, cerrada en su malentendida fe cristiana, al cortar el cauce normal que debe tener el desarrollo de la adolescencia (descubrimiento de la sexualidad, amigos...), provoca el suicidio de 5 hermosas jóvenes a las que todos los muchachos del pueblo desean, ante la impavidez del padre de las mismas. La terrible y dolorosa historia que se nos cuenta, no resulta tan tétrica por la exquisitez plástica que le impregna la joven debutante a su puesta en escena, y los imaginativos detalles narrativos que incorpora, entre los que resalta el plano secuencia en que los jóvenes del pueblo tratan de rescatar a las jóvenes mediante melodías como Run to Me, de Bee Gees y Only You, de The Platters. Esta película dice mucho del talento de la Coppola, quien está preparada para apuestas mayores. Es Plenilunio (2000), del vasco Imanol Uribe, un thiller convencional, pero muy bien realizado, en el que el mal se presenta por enésima vez, a tra- 15 Bailar en la oscuridad. vés de un asesino en serie, esta vez de adolescentes (muy bien Juan Diego Botto, su mirada refleja la maldad como nadie), que comete los crímenes casi sin motivo, lo que lo torna más inquietante, pero aquí es sólo una excusa para contar una imposible historia de amor entre un policía vasco —a quien la violencia de los terroristas en su región le han destrozado su vida— y una madura mujer, a la que un desengaño matrimonial también le destrozó su vida. La cinta plantea ese llegar tarde a la vida de una persona amada cuando ya se tiene a alguien, lo que introduce el viejo dilema entre responsabilidad y sentimiento. Pero la historia sentimental y la criminal no logran empastar bien, y lo que hace es entorpecer la historia. Deja un buen consejo para los que interpretan La Biblia libremente: también puede servir el libro santo cuando se malinterpreta: ¿acaso no fue tentado el Señor con él? En el homenaje a Robert Bresson pude ver dos filmes correspondientes a su última etapa, la más pesimista. Con Al azar Baltasar (Au Hazard Balthasar), desconcertante propuesta, en la que el mal es visto por los ojos de un burro que pasa por diferentas amos, cual de ellos más inicuo, y como estos en una malvada conjura, fortuita, destruyen la pureza encarnada en la piel de una candorosa joven a quien le arruinan la existencia. El estilo exprofesamente minimalista que Bresson impregna a esta cinta, irritó a algunos maleducados asistentes a La Rampa, que en lugar de hacer lo que se hace en estos ca- 16 sos (levantarse e irse), nos hicieron insufrible la función a los que estábamos interesados. Mucho más dura resulta El dinero (L´Argent), 1983, basado en un relato de Tolstoy. A partir de la falsificación de un billete, nos habla de la responsabilidad ante el pecado, y de cómo a veces este daña irremediablemente a los demás. Aquí la víctima es un joven humilde casado y con una hija, al cual el fraude toca de manera azarosa, y lo convierte en un asesino. Bresson lanza con estos dos filmes un grito desgarrador y desalentador, ante una humanidad que se ha vuelto insensible ante el pecado y le da la espalda a Dios y al bien. No por gusto El dinero fue su última realización, cuando aún se encontraba en plenitud de facultades, como lo demuestra esta terrible, pero excelente película. Algo parecido pasa en Bailar en la oscuridad (Dancer in the Dark), del católico Lars Von Triers. Una joven inmigrante checa en EE.UU., débil visual, con un alma pura, lucha por salvar a su hijo, quien ha heredado la misma enfermedad. La maldad la lleva involuntariamente al asesinato, para luego ser ejecutada sin justicia, en una suerte de sacrificio materno supremo. La cinta cuestiona con dureza los excesos legales estadounidenses, que en ocasiones lleva a inocentes a la ejecución. Von Triers, al igual que con Rompiendo las olas, logró el filme de mayor controversia del Festival: para algunos una obra maestra, para otros un «un bluff». Bailando... es un hábil reciclaje de los melodramas de los años cuarenta —literalmente música y lágrimas—. Tiene aspectos novedosos, pero es en exceso lacrimógena, y no logran engarzar bien los numerosos momentos musicales que se insertan en la trama, para resaltar el estado de irrealidad idílica en que vive la protagonista, en contraste con la dura realidad que tiene bajo sus pies, a menos que… se trate de una farsa, de una burla al cine que Hollywood hizo y hace para dul- cificar la realidad, y que tuvo su mayor apoteosis en el musical. Es la única manera de tomarse en serio este filme. Entonces todo cambiaría, y se haría actual la historia, pero también más cínica y menos humanista de lo que a simple vista parece. Mientras, en Rosetta (Bélgica 1999), de los hermanos Luc y Jean Pierre Dardene, se nos ofrece la otra cara de la opulenta Europa occidental, la del desempleo, mediante una semi-adolescente que lucha por un empleo con el cual sostenerse ella y su alcohólica madre, pero va recibiendo sucesivos golpes, que la convierten en un ser hosco y violento, y llega incluso a traicionar a la única persona que le ofrece cariño. Por suerte al final el poder redentor del amor y el perdón consiguen al parecer salvarla, razón por la que recibió un premio especial de la OCIC, en el Festival de Cannes de ese año. Su estilo hiperrealista, cámara en mano y sin casi ningún maquillaje, «ficcional», resulta un tanto áspero e incomunicativo, pero logra eficacia. Otras opciones Humo sagrado (Holy Smoke, Gran Bretaña, 2000), es un peligroso retroceso en la carrera de la consagrada Jane Campion, pues esta parodia de la guerra de los sexos, y del enfrentamiento new age-religión tradicional, no logra convencer del todo. Destacan su admirable fotografía, y la do- Morir (o no). blemente agradable presencia de Kate Winlest. También la parodia se impone en Ghost Dog: El camino del s a m u r a i (Ghost Dog: The Way of Samuray), en la que se intertextualiza satíricamente El samurai, el clásico de Melville. Empieza seria, para luego caer en la burla postmoderna, citas del código samurai que se repiten hasta saciarnos, a punto de no leerlos más, mafiosos italianos amantes del rap y de los violentos animados de la Warner... La banda sonora es muy atractiva, lo mismo el trabajo visual y la excelencia de Forrest Whitaker, pero esta moda post-Tarantino comienza a convertirse en un cliché, amén de que la cinta está muy lejos en calidad de las del director de Pulp Fiction. En In the Mood for Love (ChinaJapón, 2000), Won-Kar Wai se aleja del frenético ritmo de Chucking Express, para contar una doble historia de adulterio; una consumada, la otra imposible. Con ecos de Lo que no fue, de David Lean, la cinta tiene lirismo y sutilezas, pero es demasiado reposada, al punto de tornarse soporífera, y de que sólo recuerda uno, cuando sale del cine, las versiones de la música latina que hizo Nat King Cole. Dos críticos cuyo criterio respeto mucho, Alberto Ramos y Juan Antonio García, coincidieron por separado en que «no les había dicho nada». A ellos me uno ¿será que somos demasiado occidentales? De España se pudieron apreciar 6 títulos recientes. Asfalto, de Daniel Casporo, es un desigual y amoral film noir, que resulta una violenta, brutal loa machista a la amistad viril, en la que se incluye a una mujer (tan dura como su compatriotas). Logra lo que se propone, entretener, y tiene como aliciente el buen hacer (otra vez) de Juan Diego Botto, y la enigmática Nawva Ninry. Pero es rancia e hiriente, y tiene demasiado cerca el fantasma de muchos filmes como este que a fines de los setenta, y en los ochenta, interpretó y produjo Alain Delon. 17 Año Mariano es el desafortunado debut de los actores Karra Elejalde y Fernando Guillén Cuervo en la dirección. Se trata de una comedia bastante tonta, que agravia la fe católica, sobre un embaucador que por error cree ver a la Virgen María, lo que da lugar a que todo un pueblo rural lo vea como un iluminado... ya saben el resto. Este asunto ha sido mejor tratado por cinematografías de nuestro continente. Sin ir más lejos, recuérdese Los días del agua. Aunque tú no lo sepas, de Juan Vicente Córdoba, es una desfasada historia sentimental que intenta recorrer paralelamente sin suerte por 20 años de la más reciente historia española. Es refinada, pero acumula demasiadas torpezas dramatúrgicas, como esos inútiles flashback que no conducen a nada, sólo a alargarla por gusto. Le falta también aliento poético. Nadie conoce a nadie, debut de Mateo Gil, es un thriller bien articulado, al que se le ve la mano de Alejandro Amenábar, aunque solo aparece en los créditos como musicalizador. Un grupo de jóvenes sin rumbo, aficionados a los ordenadores, planea una serie de atentados durante la Semana Santa de Sevilla. La cinta es irregular y no cumple las expectativas que crea al principio, pero obtiene un ritmo sostenido con adecuadas dosis de suspenso. El competente José Luis Borau vino con Leo, una sórdida tragedia de amor noir, con femme fatale incluida, en la que un sencillo guardia de seguridad cae en las redes de una extraña mujer de pasado turbulento, quien finalmente lo lleva al crimen. Pese a lo gastado del asunto, el viejo mañoso de Borau se las arregla para darle una vuelta de tuerca original. Calle 54, de Fernando Trueba, más que un documental es una promoción al jazz latino, mediante una serie de conciertos grabados a varios de los mejores exponentes de esta modalidad musical. Se extrañan aspectos de la trayectoria musical o personal de los músicos, pero es loable oír y ver tanto talento junto: los cubanos Chucho 18 Las vírgenes suicidas. Valdez y Paquito D´Rivera, el argentino Gato Barberi o el recién fallecido puertorriqueño Tito Puente, junto a otras figuras menos conocidas, pero igual de virtuosas, como la brasileña Eliane Elias o viejas glorias como Bebo Valdez, padre de Chucho, o su compatriota Cachao. A propósito, en la muestra de fotos Latinos en Hollywood, llama la atención la falta de actores cubanos que han hecho carrera en la llamada «meca del cine», como Andy García, Elizabeth Peña, María Conchita Alonso o Steven Bauer. Solamente aparecen Cameron Díaz, quien esta bastante lejos de nuestras raíces, y Desi Arnaz, a quien las nuevas generaciones apenas conocen, pues se marchó en los cincuenta y se «americanizó» totalmente. Digo esto sobre todo por que se tuvo manga ancha tratando al parecer de no ser excluyentes, incluyeron latinos europeos como Sophia Loren o Antonio Banderas, e incluso nacidos en Estados Unidos como Jennifer López, quien confiesa no hablar bien español. Resulta entonces inexplicable la exclusión de los artistas cubanos. La programación de las muestras en el Festival logró acertadamente conjugar diversidad con calidad, y pudimos apreciar algo de lo mejor que se hace en el mundo en cuanto a cine se refiere. ACT A CTA El jurado de la Organización Católica Internacional del Cine y el Audiovisual (OCIC) del 22. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, ha acordado distinguir entre los filmes presentados en la sección del concurso, el panorama latinoamericano y las presentaciones especiales, a las siguientes obras: - El largometraje de ficción Porlalibre del realizador mexicano Juan Carlos de la Llaca, con el Premio Especial del Jurado. Por resaltar la importancia que ejerce la familia en la formación de un sentido de responsabilidad ante la vida en los jóvenes. Más allá de la muerte, un abuelo promueve en sus dos nietos un gesto de reconciliación y compromiso en aras de la unidad familiar. - El documental Las cenizas del volcán dirigido por el realizador español Pedro Pérez Rosado, con el Premio Especial del Jurado. A seis años de la insurrección zapatista en la región mexicana de Chiapas, este filme demuestra a través del testimonio de las partes involucradas en aquel conflicto, cuán largo y difícil es el camino que ha de recorrerse todavía en el reclamo de justicia social por parte de esas mayorías empobrecidas, que luchan por reivindicar su derecho a una vida más digna. · El documental La espalda del mundo del realizador peruano Javier Corcuera, con el Gran Premio Especial del Jurado Un estremecedor y esperanzado acercamiento al mundo de los excluidos en circunstancias particularmente desgarradoras: la niñez empujada a trabajar para ganarse el sustento diario, en la vivencia cotidiana de los niños picapiedras del Perú; la voz de una nación que proclama su derecho a existir, silenciada con la prisión y el exilio, que es la tragedia del pueblo kurdo; la vida a punto de ser segada en nombre de la más pragmática expresión contemporá nea de una cultura de la muerte, en una prisión norteamericana donde un recluso aguarda el momento de su ejecución. Guido Convent (Bélgica), Cireneu Kuhn (Brasil), Roberto Tapia (Chile), Walfredo Piñera (Cuba) y Alberto Ramos (Cuba). Dado en la Ciudad de La Habana, a los catorce días del mes de diciembre del 2000. 19 JESÚS NOS DA UNA LECCIÓN DE MORAL P. Fernando de La Vega DEL A SES OR ASES SESOR P 20 ara ser sinceros, Jesús comía aquella noche con un fariseo. El texto (Lc. 7, 36 y ss), nos dice que se presentó allí, en medio de la cena, una mujer que «se enteró de que Jesús comía en aquella casa» y se colocó por detrás de Él, junto a sus pies, silenciosa, y comenzó a regarle los pies con lágrimas, a secárselos con el pelo y a cubrírselos de besos mientras se los ungía con perfume... hasta ahí el relato de Lucas en relación con el hecho que vamos a analizar. Mucho más adelante, no se acusó a Jesús de cenar con meretrices, sino de comer con los pecadores. Hoy, al inicio del siglo XXI, resulta difícil imaginar en toda su magnitud la inmoralidad —religiosa y civil— que implicaba para un judío de buenas costumbres de aquella época el hecho de sentarse a comer con los pecadores. Decir hoy que Jesús comió con los pecadores es suavizar el hecho en cuestión. Es preciso fijar las diversas categorías de gentes a las que Jesús, hace dos mil años, se dirigió de un modo muy especial: los leprosos, los cojos, los ciegos, los mudos, los sordos… Nuestra piedad cristiana ha hecho de todos ellos símbolos respetables y meritorios de vicisitudes más o menos espirituales. En tiempos de Jesús, todas esas gentes formaban el grupo de los excluidos de la sociedad, de los rechazados, los marginados religiosos y civiles, ya que su enfermedad física se consideraba —¿Hoy no?: Piénsese en los enfermos de SIDA— más o menos explícitamente unida a un mal moral que los rodeaba de un aura de sospecha. Las personas de buenas costumbres se apartaban de ellos, quizás no tanto por temor al contagio, sólo válido en el caso de la lepra, y se contentaban con darles alguna limosna. La misma postura se adoptaba frente a aquellos cuya profesión parecía tan turbia que frecuentemente se les designaba con el apelati- vo de pecadores, sin ulteriores precisiones, y que como en una letanía se incluía en los textos judíos de la época y en cierta medida, recogen los evangelios: «publicanos y pecadores», «publicanos y prostitutas» «rapaces, injustos, adúlteras, publicanos, pecadores». Se puede decir, sin temor a exagerar, que el círculo de Jesús incluía, en primer lugar, a los que eran víctimas del desprecio de la masa... y no hemos de olvidar, formando parte de esta categoría, a la gente inculta e ignorante a quienes su desconocimiento religioso y su conducta moral prohibían, según los sentimientos de la época, el acceso a la salvación. Al comportarse con todas esas personas de un modo humano, se le reprochó muchas veces a Jesús el «comer con los recaudadores de impuestos y los pecadores» (Mt. 9,11), el ser «hombre glotón y bebedor, amigo de los recaudadores de impuestos y de los pecadores» (Mt. 11, 19), el «dar acogida en su casa a los pecadores y sentarse a comer con ellos» (Lc. 15,2), y al responder a los fariseos: «Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas los aventajan en el camino del Reino de Dios.» (Mt. 21,32)... Jesús demuestra preocuparse poco de las «normas morales» de su época, pues de lo que se trata es de demostrar quién es Dios, ese Dios cuya manifestación y cuya acogida no están sometidas a las restricciones y los exclusivismos, por lo que, según los doctores de la ley y los sacerdotes de entonces, ese tipo de personas no tienen derecho a Él, bajo el pretexto de su conducta moral, o de su ignorancia religiosa. De este modo, Jesús nos está brindando una lección de moral. Claro que al hablar de todo esto y al contraponerlo a las actitudes de la gente de bien de hace dos mil años, hemos de tener cuidado de no pensar que Jesús pretendiera dar a entender que el adulterio, el robo, la opresión de los pobres, la ignorancia de la ley... sean cuestiones baladíes, indiferentes a Dios. Por el contrario, Jesús se expresó muchas veces acerca de estos temas con una severidad superior a la de aquellos a quienes criticaba y que a su vez, le criticaban. Si se trata de hacer algo para que Dios sea Dios en medio de los hombres, Dios con nosotros, y para que venga a nosotros su Reino, no hay que reforzar los muros tras los cuales se mantiene alejado al pecador y se le encierra más en su propio estado. Incluso, antes de liberar al pecador de su pecado, hay que liberarlo de la esclavitud que constituye el juicio que él mismo y la sociedad a que pertenece, formulan sobre su condición. No se trata ahora de repetir lo que hizo Jesús, sino de imitarle. Las divisiones engendradas por nuestras sociedades, nuestros sistemas económicos, culturales, morales y religiosos, no son las que se daban en su tiempo. Lo que nos corresponde ahora, si pretendemos ser cristianos, es hacer, con respecto a nuestras divisiones de hoy lo que Él hizo con respecto a las de su tiempo. De este modo, podríamos anunciar hasta el infinito lo que Jesús pudo responder en su tiempo a los emisarios de Juan el Bautista para explicarles lo que estaba haciendo: «los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia.» (Mt. 11,5). Pero, si por el contrario no hemos acogido, amado y anunciado a los que nuestra sociedad trata como ciegos, o hace que lo sean; a los que trata como cojos, o hace que lo sean; a los que trata como pobres, o hace que sean pobres; a los que trata como muertos, o hace que se conviertan poco a poco en muertos... si por el contrario, no escandalizamos a nadie, y evitamos, cuidadosamente, discrepar con alguien para no tener problemas, y si no hemos hecho vacilar a ningún orden establecido, ni tampoco a ningún desorden establecido... entonces tampoco podremos hacer nuestra la frase con que Jesús terminó su mensaje a Juan Bautista al decir a sus emisarios «Y dichoso el que no se escandalice de Mí». 21 EL L ARGO ADIÓS LARGO L ibertad Lamarque (noventa y uno). Desde 1926, cuando grabó su primer disco, se convirtió en la voz femenina del tango. Su primera película fue Adiós, Argentina, de 1930, y su primer protagónico lo consiguió 5 años después con El alma del bandoneón. A pesar de sus limitadas posibilidades histriónicas, y apoyada casi siempre en su extraordinaria capacidad vocal, ha sido una de las actrices argentinas más conocidas de todos los tiempos. Después de Ayúdame a vivir (J. A. Ferreira, 1936), se consagró definitivamente entre los espectadores de habla hispana. También triunfó en México, a donde tuvo que marchar tras la llegada del régimen de Juan Domingo y Eva Perón. Allí, Luis Buñuel la escogió para Gran Casino (1946). Encabezó el reparto de filmes tan populares en Cuba como Madreselva (1938 ) y La mujer sin lágrimas (1951). Idolatrada por multitudes, la “novia de América” se mantuvo trabajando hasta el final de su vida. A ntonio Ferrandis (setenta y nueve). Actor español que trabajó con algunos de los más importantes realizadores del cine ibérico, como Vicente Aranda, Luis García Berlanga, Gonzalo Suárez y José Luis Garci. Con este último se le recuerda por su excelente interpretación en Volver a empezar, filme que ganó el premio OCIC y el Oscar al mejor filme extranjero, y donde Ferrandis da vida a un profesor exiliado que regresa a la España postfranquista en la fase terminal de su vida. D J esús Puente (sesenta y nueve). Actor español que comenzó su carrera en la década del sesenta y alcanzó fama con Sesión continua y Asignatura aprobada, ambas dirigidas por José Luis Garci, con quien además hizo su última película, You´re the One (Una historia de entonces), filme que ha ido seleccionado por la Academia de cine española para competir por el premio Oscar al mejor filme extranjero, el próximo marzo. O G 22 dette Jeux (ochenta y tres). Actriz, guionista y escritora francesa. Actuó en el importante filme de Max Ophus La ronda, y en la popular cinta de aventuras Los misterios de Paris. eorges Poujuly (sesenta). Actor francés que alcanzó renombre siendo niño por su interpretación de infante golpeado por la guerra en el desgarrador filme de Rene Clement Juegos prohibidos. Sin embargo, y al contrario de su compañera de reparto Brigitte Fossey, de adulto jamás tuvo un papel de renombre, pese a trabajar en producciones exitosas como Arde Paris y Ascensor para el cadalso. B C on Weis (setenta y ocho). Discreto director del cine norteamericano. Comenzó su carrera en la década del cincuenta con comedias convencionales. Las aventuras de Ali Babá es su filme más reconocido. Tuvo problemas con el macarthismo, lo que truncó un tanto su carrera. Luego dirigió una biografía del famoso baterista Gene Kruppa. En los sesenta pasó a la televisión. eath Richards (ochenta). Actriz norteamericana, nominada al Oscar como actriz secundaria por Adivina quien viene a cenar. Otros filmes de importancia en su carrera son En el calor de la noche y Vaquero de farmacia. asey Adams (ochenta y tres). Actor y compositor norteamericano más conocido como actor de reparto que como músico, por su intervención en cintas como Torrente pasional y Nunca fui santa, donde estuvo al lado de la mítica Marilyn Monroe, o en The Naked and the Dead. EL L ARGO ADIÓS LARGO L C C P. J J R G oretta Young (ochenta y siete). Popular actriz estadounidense. Trabajó al lado de Orson Welles, Frank Capra, Willian Deterlie o Cecil B. De Mille. Obtuvo un Oscar a la mejor actriz en 1947, por su protagónico en Mi adorable rival. En la década del sesenta se dedicó a la televisión, donde produjo y dirigió El show de Loretta Young, que hemos podido apreciar recientemente en el programa de Cubavision Fotogramas. Católica, fue defensora de las obras de caridad y de la decencia en el cine. urt Siodmak (noventa y ocho). Guionista norteamericano de origen alemán, hermano del célebre realizador Robert Siodmak; se dedicó a escribir películas de terror para la Universal, como El regreso del hombre invisible o Frankestein contra el hombre lobo. laude Sautet (setenta y seis). Director y guionista francés, conocido por los libretos de las exitosas Borsalino y El diablo por la cola. Como director alcanzó renombre con el filme de serie negra El inspector Max y por Las cosas de la vida. Su carrera se renovó en los noventa con Nelly y el Sr. Arnaud. Henk Hoekstra (setenta y ocho). Austriaco. Presidente de OCIC mundial desde 1990 a 1998. Impulsó la educación cinematográfica y fortaleció la presencia de la Iglesia en el mundo del cine y el audiovisual. Anteriormente se había destacado como miembro ejecutivo de nuestra organización. Publicó textos para la formación cinematográfica en países del Tercer mundo; en particular es apreciable su manual Cine y espiritualidad: un modelo educacional para explorar la espiritualidad en historias cinematográficas, que recoge su experiencia en OCIC, tras muchos años de trabajo. También escribió diversos ensayos sobre problemas del cine actual. Con su fallecimiento OCIC pierde a uno de sus más apreciados miembros. ustin Pierce (veinticuatro). Actor norteamericano. Conocido rostro del cine independiente, se dio a conocer con la polémica cinta Kids, donde interpertetaba a un joven amoral y alienado. ean Peters (setenta y tres). Camaleónica actriz norteamericana. A pesar de estar solo 8 años en el cine (se retiró a los treinta para casarse con el millonario Stuart W. Cramer III), tuvo una carrera en la que interpretó papeles muy disímiles: mujer fatal en El rata, india en Apache o sufrida esposa en Viva Zapata. ichard Farsworth (ochenta y uno). Comenzó su carrera en el cine con una edad madura. Su fuerte acento sureño le permitió trabajar fundamentalmente en cintas de ambientes rural, como Llega un jinete, El zorro gris y Resurrección, su última intervención en el cine fue para la hermosa y celebrada película de David Lynch Una historia verdadera, por la que consiguió una nominación al premio Oscar, al mejor actor. wen Verdon (setenta y cinco). Bailarina y actriz norteamericana. Intervino en varios de los grandes musicales de la MGM, como Lo que quiere Lola. En los sesenta triunfó en Broadway de la mano de su esposo, el coreógrafo y director Bob Foie, con el montaje de obras como Can Can, Dulce caridad y Chicago. En las dos últimas décadas, retirada de los escenarios, intervino brevemente en algunas cintas Cotton Club, Nadine y La habitación de Marvin. 23 PRESENCIA Colibrí 2000 L a Oficina Nacional de OCIC-Cuba se reunió para seleccionar las mejores películas correspondientes al año 2000. Entre los cerca de 200 estrenos que se exhibieron en el país en salas comerciales o televisión, fueron escogidos 10 filmes como finalistas, todos de gran calidad humana y artística, en un año que se caracterizó por una programación cinematográfica diversa y equilibrada, sobre todo en lo que se refiere a cine y salas de video. La vida es bella, del italiano Roberto Benigni, fue elegida como la obra que mejor conjugó valores humanos con altura estética. La lista de las nominadas se completó con Niños del cielo (1997), del iraní Majid Majidi; Rescatando al soldado Ryan (1998, EE.UU), de Steven Spielberg; Erin Brocovich, de Steven Soderbergh; Mandela y De Klerk (1997, EE.UU.), de Joseph Sargent; Llora, mi amado país (1995, EE.UU.), de Darrell Roodt; El cartero (1994, Italia), de Michael Radford; Borrachos (1997, EE.UU.), de Peter Cohn; Vidas al límite (1999, EE.UU.), de Martin Scorsese; y Magnolia (1999, EE.UU.), de Paul Thomas Anderson. 24 EL ÚLTIMO CARACOL DEL SIGLO Plaza Gladys Castresana L a edición 22 del Caracol, evento anual de la UNEAC, que tuvo como tema central la socialización de la cultura, su masificación en el contexto de su escenario principal, los medios de difusión, colocó el encuentro en el centro del debate público, y significó la activa participación de sociólogos, antropólogos y sicólogos, junto artistas y directores de cine y TV. Además, como es de rigor, se presentaron un buen número de videos documentales, videos clip, spots publicitarios, programas de radio y televisión. Se afirmó que el Caracol contribuirá esencialmente a caracterizar los problemas que afectan a la comunicación, la creación y la información en el cine, la radio y la TV. Se habló del proyecto cubano, de igualdad de oportunidades, trastornos de conducta, sexo, violencia, racismo, y del cine de los años setenta y noventa. El jurado de OCIC-Cuba otorgó el Premio Catedral en la categoría de cine y video a Ítaca, de Tomás Piard, «por sus perspectivas de futuro, su valor humano y confianza en la vida, con una realización novedosa y artística». La Mención Especial fue para Pipepa, de Jorge Alonso Padilla, «por su mensaje de amor y humanismo centralizado en la sincera inocencia de una niña». En radio y televisión el premio quedó en manos de Alejandro Hernández Mora por Detrás del telón, «por resaltar los valores familiares expresados en el reencuentro entre un padre y su hijo, ingeniosamente entretejido con el lenguaje del teatro». El jurado OCIC-Cuba en el Premio Caracol de la UNEAC 2000 estuvo integrado por Gina Preval, Gladys Castresana y Santiago Villafuerte. Gina Preval E l 17. Festival Nacional de CineVideo Plaza 2000, efectuado entre el 26 y el 30 de septiembre, tuvo esta vez un radio de acción mayor que en años anteriores, pues además del complejo Yara, donde se proyectaron los videos en competencia, también hubo actividades en el Centro de Prensa Internacional y el Centro Cultural ICAIC. El jurado del festival, presidido por el talentoso realizador Enrique Álvarez, otorgó los premios a Domerman 2000 (ficción) de Adrián García, Ramiro García y Jorge Molina y al documental Leo Brower, de José Padrón. El Premio Especial Oscar Valdés fue para Laberintos, de Alejandro Gil. El Jurado OCIC-Cuba también concedió su premio a Leo Brower, y a Los ojos de la ciudad, de Osvaldo Daichiche. 25 Un trozo de vida Arístides O´Farrill H CRITICA ollywood goza de libertad artística en cuanto al poder ejecutivo se refiere, pero no puede impedir que cada presidencia norteamericana deje su impronta en la producción cinematográfica de ese país. Así, en la era Reagan-Bush buena parte del cine norteño se orientó hacia el rescate de los valores tradicionales norteamericanos, o trató de devolver la imagen de poderío militar que la nación había perdido sensiblemente tras la Guerra de Vietnam, o la humillación sufrida tras la crisis de los rehenes en Irán. La «era Clinton» ha dejado también su legado cinematográfico, promoviendo un cine veraz, con cierto interés en lo social, que trata de ir a la raíz de los diversos problemas que afectan a la sociedad (por supuesto, sin dejar a un lado el cine comercial, que sigue siendo y será el grueso de la producción de la «fábrica de sueños»). El triunfo de esta política tuvo su clímax con el otorgamiento del Premio Oscar a la cinta Belleza americana, un filme que en los ochenta tal vez ni siquiera hubiera sido nominado. En esta línea de realismo esta también Magnolia, tercera obra del joven Paul Thomas Anderson (Boggie 26 Juliane Moore. Nights), donde, al igual que en Belleza..., se cuestiona críticamente el «sueño americano», y se hace en tiempos de gran bonanza económica, cuando la clase media norteña ha crecido enormemente. Muchos por acá se preguntarán: ¿de qué se quejan estos? Es esa eterna infelicidad del ser humano, que no la puede saciar ningún objeto de consumo, y que resulta uno de los puntos más fuertes de nuestra fe, pues creemos que sólo cuando nos encontremos con Dios, lograremos esa felicidad absoluta que parece inalcanzable. Esto, entre otras cosas, es lo que hace universal al filme que nos ocupa. Magnolia es un retrato coral, que recuerda al mejor cine de Robert Altman. Está centrado en nueve personajes, todos triunfadores, pero en el fondo lacerados por traumas de todo tipo y sesgados por el dolor físico, espiritual, y por una sociedad que tiene entre sus máximas el triunfo a toda costa. Tenemos un antiguo telegenio devenido en un reprimido sexual; a un niño genio que va por su mismo camino, pues sólo participa y gana en los concursos por tratar de ganarse el cariño de su padre, un hombre con serios problemas de personalidad, que le impiden ver las reales necesidades de su hijo; un policía católico que le pide a Jesús que le permita hacer el bien en su difícil profesión, pero sus torpezas se lo impiden; un afamado director de concursos televisivos, con una grave enfermedad terminal, y duros conflictos familiares que a estas alturas no ha logrado solucionar; un supermachista y narcisista con su show, destinado a enseñar a los hombres a seducir y dominar a las mujeres, pero que en el fondo guarda un terrible secreto, que al ponerse al descubierto muestra toda su fragilidad y por ende su humanidad; una joven casada con un anciano moribundo, del cual va a heredar toda su fortuna, pero está carcomida por los remordimientos que le causan el haberle sido infiel. Anderson se distancia completamente del cinismo de Altman y de la idealización que él mismo hizo de la pornografía en Boggie Nigths, con una mirada sumamente humana y tierna, que reconoce que el ser humano, aun con sus múltiples pecados, tiende a la bondad. «No dejes que te quiten la oportunidad de arrepentirte», exclama el viejo al borde de la muerte. Magnolia apuesta por el melodrama, y se acerca peligrosamente a esa delgada línea que separa a este del muchas veces burdo y convencional telenovelón. Ejemplos: un hijo que por azar se reencuentra con su padre al borde de la muerte, secretos mórbidos ocultos... Por otro lado tenemos un entramado dramático al principio bastante caótico e inorgánico, que parecen incoherentes viñetas, pero Anderson logra sortearlos con singular maestría, hace creíbles las situaciones, con magníficos giros dramatúrgicos, logra escenas de gran virtuosismo visual, moviendo la cámara como quiere —sin marearnos—, y un trabajo de edición que roza lo magistral, aunque vuelve a tener problemas con las tijeras. También conquista una envidiable o r g a n i c i d a d a l e n garzar atinadamente las distintas historias, con sutiles detalles que requieren de una segunda visión más reposada para captarlos, y un excelente reparto en el que repite con parte del team de Boggie, los excelentes John C. Reilly, William H. Macy y Julianne Moore, a los que une al siempre eficaz Jason Robards y a Tom Cruise, despojados de sus tics de estrella, en un papel secundario que a mi juicio es el mejor de su carrera. Magnolia es una película ambiciosa; ya desde su mismo prólogo se nos anuncia una temible pretenciocidad: nada de lo que nos ocurre es casual, y se promete demostránoslo a lo largo de la cinta, pero felizmente logra darle una perfecta unicidad a esta idea, a la que incluso se atreve a darle un matiz místico, que llega a ser el único elemento subrreal en una cinta tan real. Me refiero a esa plaga de ranas en el clímax del filme, de cariz biblíco, que aquí se trastoca, pues lejos de ser maligna, provoca una suerte de catarsis colectiva que lleva a los desconcertados personajes a una reconciliación consigo mismos y con los demás, en busca de ese reclamo de autenticidad que clama a gritos el interior de cada uno de ellos. Incluso después de tres horas de sufrimientos, llantos y risas falsas, vemos la única alegría auténtica en el filme, cuando en el plano final, el bondadoso policía corteja con amabilidad a la histérica drogadicta, y esta esboza una amplia y esperanzadora sonrisa, que sirve como colofón a esta estimulante película, y que se me antoja un símbolo, de ese último encuentro con Dios, en el cual Él enjugará nuestras muchas, muchísimas lágrimas. Thomas Anderson confirma que es una de las grandes promesas del cine del siglo XXI , y prueba a los escépticos del cine occidental, que piensan que hoy el buen cine sólo viene del Oriente (exaltando productos exóticos iraníes o asiáticos, que muchas veces son puros materiales aburridos), que Occidente también puede ofrecer buen cine. Tal vez por eso El Festival de Berlín se decantó de sus colegas de Cannes, y relegó cinematografías exóticas por Magnolia, que obtuvo el Oso de Oro en 1999. Bien se lo merece esta cinta que nos ofrece un trozo de vida y de esperanza en este caótico y escéptico fin de milenio. Tom Cruise. foto Magnolia- EE.UU., 1999/ c- 188´/ D: Paul Thomas Anderson / G: Paul Thomas Anderson / F: Robert Elswit / M: John Brion / E: Dylan Tichenor / I: John C. Reilly, Julianne Moore, Willian H. Macy, Philip Baker Hall, Jason Robards. 27 Alberto Ramos Ruiz E l rechazo de muchos espectadores al tratamiento distanciado que se da a la tragedia de una juventud sin horizontes en Rosetta, realización franco-belga de los hermanos Luc y Jean Pierre Dardenne exhibida en el último Festival de Cine de La Habana, acusa no sólo lo arraigado del acomodamiento a las convenciones de una dramaturgia cada vez más simplificada y complaciente respecto a las expectativas del público, sino también el intento involuntario de evadir alusiones inquietantes a su experiencia personal por parte del espectador. Lo cual es una lástima, porque Rosetta es un testimonio de profunda raíz cristiana, que trasciende el retrato sociológico del paro, la po- CRITICA Rosetta y el ángel breza y las familias en crisis, para desembocar en una hermosa parábola sobre la presencia del perdón y la misericordia en el mundo moderno. Rosetta es una joven desocupada que vive en un aparcamiento de tráilers con su madre alcohólica. Al comienzo del filme la echan del trabajo una vez terminado el período de prueba, presumiblemente para evitar obligaciones legales en el futuro. La primera impresión que recibimos de la muchacha es la exasperada vehemencia con que se niega a aceptar el despido, registrada por una cámara nerviosa y solidaria, que en lo adelante la sigue en su angustioso itinerario, interrogando su rostro silencioso, los Emile Dequenne. 28 gestos mecánicos que convocan al ritual obsesivo y recurrente de la sobrevivencia: pesca furtiva en el bosque, venta de ropa usada, renovación infructuosa del subsidio. Con ese estilo documental, áspero, inquisitivo y sincero que asociamos al cine del inglés Ken Loach, en unas pocas escenas queda completo el retrato de Rosetta, criatura impulsiva que sufre y se niega a compartir la derrota de su madre (arranca furiosa las plantas que aquella siembra resignada junto de la casa), y cuya soledad subraya la caricia de aire cálido que dibuja un secador de pelo sobre su piel. Cuando el joven Riquet se acerca para hablarle de otro trabajo, la violenta reacción inicial de Rosetta, su rechazo a priori sin que medien palabras, trasmite una visión negativa del mundo, de egoísmo y hostilidad. Ya en el nuevo empleo, no tiene una frase de consuelo para la muchacha que despiden fríamente ante ella. Paralizada por la obsesión de conservar su puesto, es incapaz de expresar a los otros la misma solicitud de Riquet hacia ella. Incluso la hospitalidad del joven encuentra una sucesión de negativas absurdas, de tensiones insoportables, que terminan enfermándola. Al quedarse dormida, sus palabras dan cuenta de la agitación que la abruma. «Te llamas Rosetta. Encontraste un amigo. Tienes un trabajo. No caerás en el hoyo.» Cuando el patrón la despide, resume su aspiración a una existencia digna con una sola frase: «Una vida normal». Desde lo profundo, de nuevo, llega la llamada del amigo: Riquet en la moto que se acerca al escondite del bosque donde pesca ilegalmente. Poco después, cuando el muchacho cae al pantano mientras la ayuda a recuperar los anzuelos, ella apenas consigue superar la tentación de dejar que se ahogue. Pero luego, una vez que Riquet le ha confesado que engaña a su jefe, no puede resistir y lo denuncia ante aquel, quien la premia con el puesto del joven. Pero al hundirlo, paradójicamente, Rosetta ha dado un primer paso hacia su salvación. Primera la acosa el ruido de la moto, la inocencia traicionada del joven. «- Por qué lo hiciste? »- Para tener un trabajo... No quería que salieras del agua. »Riquet quiere salvar en ella una humanidad viva, aunque lacerada. »- Pero me ayudaste.» Luego, como al final de La strada, el reencuentro desencadena la crisis. Él aparece un día para comprar una torta y una cerveza. Lo atiende con indiferencia, distante. Pero la mirada del muchacho despierta algo en ella, quizá le revela en un instante todo el horror de su falta. Para ella la vida no ha cambiado desde entonces, sigue siendo una insoportable sucesión de frustraciones cotidianas: el alcoholismo irremediable de la madre, las escapadas al bosque, el encierro en el cuarto. Está desolada. Deja el trabajo. Se oye por tercera vez el ruido de la moto, como la trompeta de un ángel que viene a su encuentro. Riquet, que perdonaría a Rosetta setenta ve- Fabrizio Rongione. ces siete si fuese necesario, da vueltas a su alrededor mientras ella avanza como un autómata, abatida. La llamada del otro se hace más insistente, su presencia más intensa y cercana. Rosetta no resiste más, tropieza y cae al suelo llorando. Cuando Riquet la ayuda a incorporarse, ella parece contemplar una visión. De sus labios podrían brotar las mismas palabras que pronuncia Michel en la prisión al final de Pickpocket, aproximando su rostro a la amiga: «¡Oh, Jeanne, qué camino tan extraño he tenido que seguir para llegar hasta ti!» Son las palabras que Gelsomina nunca llegó a escuchar de labios de Zampanó, pero una ya lejana tarde se convirtieron en el llanto de un hombre frente al mar. Rosetta – Bélgica-Francia 2000/c-95´/D: Luc y Jean Pierre -Dardenne/ G: Luc y Jean Pierre – Dardenne / F: Alain Marcoen/ M: Jean - Pierre Duret/ E: Marie Héléne Dozo/ I: Emile Duquenne, Fabricio Rongione, Anne Yernaux, Olivier Gourmet. 29 PA N O RA M A Jim Carrey es el maligno monstruo Grinch en la nueva puesta en pantalla de How the Grinch Stole Christmas, que se estrenó durante las últimas navidades en EE. UU., donde es muy popular la historieta homónima. Ron Howard (Apolo 13) es el director. Ya había una versión televisiva de 1966. Luppi. El realizador y productor español Gerardo Herrero comenzará en enero el rodaje de El lugar donde estuvo el paraíso, que protagoniza Federico Luppi. Para acompañarlo se le han hecho pruebas a las actrices Elena Araya y Marían Álvarez. Francis Ford Coppola tiene 50 nuevos minutos para su clásico Apocalipsis Now. Se desconoce si el director dejará intacto el tiempo de la versión conocida y le añadirá las novedades, o si sustituirá material para un nuevo montaje. Jim Carrey como el Grinch. El prolífico y ecléctico realizador frances Patrice Laconte (Ridículo, Monsieur Hire) ha rodado un drama de época titulado La viuda de Saint Pierre, con Juliette Binoche, Daniel Auteil, y el también realizador bosnio Emir Kusturica, aquí en La viuda de Saint Pierre. su debut como actor. A partir de un triángulo amoroso, el filme aborda un asunto de candente actualidad: la pena de muerte. Apocalipsis... El español Manuel Gutiérrez Aragón comenzará en agosto próximo el rodaje de una nueva versión Cristina Marcos. del clásico de la literatura universal El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha. En los protagónicos están Federico Luppi como el famoso caballero andante, Alfredo Landa como Sancho y Cristina Marcos como Dulcinea. El presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, quien ha dado facilidades para el rodaje, tendrá un pequeño papel como sacerdote. Otra vez ha sido llevada al cine la novela ¿Quo Vadis?, del cardenal Henrik Sienkiewicz, que narra de forma ficcionada la tenaz resistencia pacífica de los cristianos para defender su fe durante el sangriento reinado del emperador romano Nerón, e incluye el martirio de San Pedro, hecho que da sentido al título de la novela. La nueva versión será dirigida Kawalerowicz. por el polaco Jerzy Kawalerowicz, quien ya se ha interesado por asuntos religiosos, aunque desde una óptica diametralmente opuesta a la fe, como en Madre Juana de los Ángeles. Hasta el momento la versión más popular de la obra literaria es la superproducción hollywoodense que en 1951 dirigió Mervin Le Roy, con un reparto encabezado por Robert Taylor y Deborah Kerr. Con gran expectativa se estrenó Los ángeles de Charlie (Charlie´s Angels) traslación Los ángeles de Charlie. a a la pantalla de una popular serie televisiva de los El ciudadano Kane, considerada setenta, en la que tres atractivas jóla mejor película de la historia venes detectives se enfrentan al dedel cine, ha sido restaurada lito capitaneadas por un señor para el soporte DVD. La nuellamado Charlie. Ellas son Cameron va entrega contiene el trailer Díaz, Lucy Liu y Drew Barrymore. Dioriginal y dos documentales: rige MCG, seudónimo con el que firuno con todo el proceso de ma un afamado director de video restauración y otro sobre clips. Orson Welles. 30 Ermanno Olmi, conocido como «el cineasta del Vaticano» por sus cintas de marcado cariz cristiano (La leyenda del santo bebedor, El árbol de los zuecos...), ha vuelto a ponerse tras las cámaras con el drama histórico Il Mestiere delle Armi, que protagoniza el desconocido actor búlgaro Hirstopaulov Jauko. Olmi fue encargado por la Santa Sede del diseño artístico para la histórica celebración de la apertura de la Puerta Santa, que dio inicio al Año Santo Jubilar. Jeanne Moreau interpreta a la desaparecida escritora y cineasta Margerite Duras en Cat Amour Lá, filme de carácter biográfico que dirige Josée Dayan. Olmi. Moreau y Duras. El español Agustín Díaz Yanes comenzará el próximo abril el rodaje de Sin noticias de Dios, con un reparto internacional que encabezan el cada vez más solicitado actor mexicano Demian Bechir, su compatriota Gael García Bernal, los españoles Penélope Cruz y Emilio Gutiérrez Cabe. y la francesa Fanny Ardant. El mexicano Beto Gómez dirige El sueño del caimán, tragicomedia de tintes surrealistas ambientada en el mundo marginal azteca. Según Gómez su filme trata «de ser un sueEl sueño del caimán. ño de esperanza que muestra el espacio donde la amistad y los valores verdaderos viven por encima de las circunstancias. Mi película tiene referencias tan dispares como el cine de Cantinflas y Tin-Tan, por su comicidad, o el tono de Los Coen por su mezcla de cine negro y su añadido toque surrealista, e incluso de los desheredados de Buñuel, por su mirada dura y tierna a la vez». En el reparto están Daniel Guzmán, Kandado Uranga y Rafael Velasco, y cuenta con las actuaciones especiales de Francisco Rabal y Patricia Reyes Spindola, la actriz fetiche de Ripstein. Ardant. Aitana-Sánchez Gijón dejó la presidencia de la Academia Española de Cine junto a sus dos vicepresidentes, Ventura Pons y Andrés Santana, pues ya se cumplió su tiempo en el cargo. Se desconoce quien será su sucesor, pero Aitana adelantó que «será otra cara conocida, con rostro famoso», y añadió: «Las tripas de la Academia ya están asentadas, por lo que el presidente tiene que trabajar ante todo en la parte más diplomática.» 31 PA N O RA M A Spike Lee vuelve a ser objeto de polémica por su última realización, Bamboozled, una sátira sobre los comediantes negros de televisión. Ya en su momento Lee criticó a Eddie Murphy, aduciendo que casos como el de él han contribuido a la perpetuación de Bamboozled. una serie de estereotipos sobre su raza, a lo que Murphy respondió airadamente. Ahora quien ha reaccionado con dureza es Jamie Foxx, un actor negro que tiene su propio show televisivo. Foxx declaró: «Con todo respeto, creo que Lee debería guardarse sus comentarios para sí mismo, no es un actor y no sabe lo que nosotros hacemos. Siempre esta dándole vueltas a lo mismo, yendo de provocador, hasta el punto de que ya nadie le hace caso.» PA N O RA M A Tal y como se esperaba, pronto La momia tendrá su secuela, también dirigida por Stephen Sommers, y actuada por Brendan Fraser, quien, sin desdorar otros méritos de la realización, fue sin dudas carta de triunfo para el filme. Ya filma George Lucas la secuela de la nueva trilogía de La Guerra de las Galaxias, que se debe estrenar en el verano próximo. Repiten Natalie Portman, Ewan Mc Gregor y Samuel L. Jackson. Dos de las mujeres más atractivas y poZeta-Jones. derosas del Hollywood actual, Julia Roberts y Catherine ZetaJones, trabajarán juntas por primera vez en America´s Sweethearts, que dirige Joe Roth. Las acompañan Billy Cristal, John Cusack y Robert Downey Jr. Lucas. Nicolas Cage estrenó el año pasado dos películas bien diferentes: 1- Captain Corelli´s Mandolin, al lado de la española Penélope Cruz. Dirigida por John Madden (Shakespeare enamorado), narra las aventuras de un capitán italiano que se enamora de una lugareña durante la ocupación italiana en Grecia. 2- Family Man, algo así como un remake de Qué bello es vivir, en la que a un egoísta hombre de negocios se le ofrece la oportunidad de una nueva vida para que repare el daño que le ha hecho a otras personas, especialmente a su esposa. La momia. Roberts. E.T. El extraterrestre será objeto de una reposición en los cines norteamericanos en el año 2002, fecha en que se cumple el vigésimo aniversario de su estreno. Para esta vez Spielberg prepara una versión con metraje inédito, y ha retocado el filme con efectos adicionales, gracias a las nuevas tecnologías . E.T. La mítica actriz y cantante española Sara Montiel recibió un premio especial como reconocimiento a toda su carrera en el pasado Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Captain Corelli´s... Parece que este año al fin verá la luz el proyecto de llevar de nuevo a la pantalla la atribulada vida de la pintora mexicana Frida Kahlo. El nuevo filme estará dirigido por Julie Taymor y protagonizado por Salma Hayek (quien también produce), al lado de Ashley Judd, Alfred Molina, Antonio Banderas y Edward Norton. También está latente una empresa similar que produciría Francis Ford Coppola con la interpretación de Jennifer López. Hayek. 32 Montiel. El éxito de El talentoso Mr. Ripley, versión de la famosa novela de Patricia Highsmith, ha provocado un alza en las ventas de video de la primera A pleno sol. versión de esta película, hecha en 1960 por el francés Rene Clement bajo el título de A pleno sol. El triunfo renovado del filme se debe sobre todo a curiosos espectadores jóvenes que nunca habían visto esta primera traslación. Martin Scorsese, quien actualmente dirige The Gangs of New York, prepara una película sobre la saga de cuatro generaciones de la casa de moda italiana Scorsese. Gucci. La cinta estará basada en la novela Gucci: A House Divide. Qué verde era mi valle. El pasado mes de noviembre se celebró en Los Ángeles, EE.UU., un Festival de Cine y Espiritualidad. El evento, de carácter ecuménico, incluyó la proyección y el análisis de una retrospectiva de películas seleccionadas por Los Ángeles Magazine, que incluyó dos clásicos de John Ford, Más corazón que odio y Qué verde era mi valle, junto a filmes recientes como Paris, Texas de Win Wenders o Thelma y Louise, de Ridley Scott. Shepard. Pedro Almodóvar pudiera comenzar a filmar el próximo febrero Habla con ella, una historia de amor que involucra a varios hombres y mujeres. La única dificultad para echar a andar el proyecto es que Almodóvar quiere para el protagónico a Penélope Cruz, y ella aceptó, pero para esa fecha estará atareada con compromisos internacionales. Wenders. El guionista Sam Shepard y el director Win Wenders, que trabajaron juntos en Paris, Texas, volverán a encontrarse para filmar otra road movie. Aún sin título, la película será un viaje por EE. UU. de costa a costa. Almodóvar. Luego del triunfo de Solas, Benito Zambrano trabaja en una miniserie televisiva titulada Padre Coraje, que cuenta la historia de un padre (Juan Diego), que tras el asesinato de su hijo se mezcla con los posibles sospechosos en busca de pruebas para solucionar el caso. Girardot. Francesca... La legendaria Sofía Loren volverá al cine de la mano de Lina Wertmuller en el telefilme Francesca e Nunziata, ubicado en el siglo XIX . Tendrá como escenario la ciudad de Nápoles, lugar afín a los origenes y la carrera de la Loren, a quien acompañan Giuancarlo Giannini, actor fetiche de la Wertmuller. y Claudia Gerini. Los familiares del fallecido capitán de barco Frank Willian Tyne, personaje que encarna George Clooney en la exitosa película La tormenta perfecta, han demandado a los productores de la cinta, pues se quejan de que la imagen que se ofrece de Tyne es falsa y negativa. Además, alegan que el filme se realizó sin su consentimiento. La tormenta... Tangos... Tangos robados es el título de una tragicomedia de «cine dentro del cine», que dirige el español Eduardo de Gregorio y protagonizan Liberto Rabal, Sylvie Testud, Juan Echanove y Kity Manver. La cinta narra la historia de un guionista español refugiado en el París de la década del cuarenta, que encuentra inspiración en una actriz de doblaje, para la que escribe un guión ubicado en Buenos Aires. 33 PA N O RA M A La productora de nacionalidad argentina Eva Sánchez prepara en España una adaptación de la pieza teatral Mariana Pineda, de Federico García Lorca. Actuarán Annie Girardot, Maria Kusty y José Luis Pallacena. La Sánchez no ha seleccionado todavía al director, ni a la actriz que dará vida al personaje protagónico. Diego y Zambrano. Vivien Leigh ROSTROS DEL P ASADO PA Jorge Villa Blanche Dubois, Scarlett O’Hara, Lady Hamilton, Cleopatra, Anna Karenina, son sólo algunos de los personajes que inmortalizó en la pantalla esta exquisita actriz británica, que nació en Darjeeling, India, el 5 de noviembre de 1913, bajo el nombre de Vivian Mary Hartley. Sin poseer una sólida formación académica, debutó en el cine en la cinta Things Are Looking up (1934), una comedia menor dirigida por Albert de Courville, donde interpretaba a una joven estudiante. Después tuvo papeles menores, casi como extra, en películas de bajo presupuesto, hasta que probó fortuna en las tablas al año siguiente. Precisamente cuando actuaba en la escena londinense fue descubierta y contratada por el productor de cine Alexander Korda, que la incluyó en el reparto de Dark Journey (1937, Victor Saville), un filme de espionaje ubicado en el marco de la I Guerra Mundial, que nos mostraba a una Leigh joven y radiante. En las primeras películas para Korda, como Fire over England (1938, William K. Howard), Sidewalks of London (1938, Tim Whelan) y 21 Days Together (1938, Basil Dean) el aspecto felino y delicado de Leigh ocultaba su verdadero talento. No obstante sus interpretaciones se destacaban por la facilidad innata que tenía para identificarse con los papeles que representaba. En Fire over England compartió honores con Laurence Olivier, de quién se enamoró inmediatamente. Con él mantuvo una tormen- 34 tosa relación, pues los dos eran casados, y cuando Olivier partió para Hollywood a filmar Cumbres borrascosas, ella lo acompañó. Hollywood buscaba entonces una intérprete para la heroína de Lo que el viento se llevó. Grandes actrices de renombre como Bette Davis, Katharine Hepburn, Jean Arthur y Paulette Goddard, aspiraban a interpretar a Scarlett O’Hara. Se daba por seguro que Paulette Goddard, por entonces la esposa de Charles Chaplin, interpretaría a la intrépida sureña, cuando Vivien Leigh fue presentada a David O. Selznick, para cambiar el curso de los acontecimientos. Aunque se dice que fue un hecho casual, no fue totalmente así. Vivien Leigh deseaba interpretar a Scarlett y Victor Saville, su director en Storm in a Teacup (1937), fue quien sugirió que fuese presentada a Selznick para que lograse una oportunidad con el codiciado personaje. Su romance con Olivier en Hollywood en los periódicos y revistas, la publicidad en torno a Scarlett O’Hara, más su innegable encanto, fueron factores favorables para que Vivien consiguiera el papel, que más tarde la convirtió en una de las principales estrellas del cine mundial. En Lo que el viento se llevó, su distante fragilidad se convirtió en el distintivo de su interpretación, característica que ya había detectado el director Victor Saville, y que Vivien Leigh supo imprimir a todos sus personajes. Con este filme alcanzó la cúspide de su carrera y en 1940 pudo alcanzar también su realización personal, al contraer matrimonio con Laurence Olivier, de quien se divorció en 1960, después de haber cubierto ampliamente la prensa amarilla el romance de este último con la actriz Joan Plowright. Sin embargo, Leigh no logró alcanzar el mismo éxito en sus siguientes películas. Aunque El puente de Waterloo (1940, Mervyn LeRoy) fue recibido con agrado por el público y la crítica, en sus siguientes filmes, Lady Hamilton (1941, Alexander Korda), César y Cleopatra (1945, Gabriel Pascal) y Anna Karenina (1948, Julien Duvivier) no ocurrió así. Su estilo orgulloso e inestable no volvió a aparecer hasta que interpretó el personaje de Blanche du Bois en la adaptación de la pieza teatral de Tennessee Williams Un tranvía llamado Deseo, dirigida por Elia Kazan y con Marlon Brando como oponente, en lo que fue el mejor papel de toda su carrera. Mantuvo esta misma energía nerviosa y neurótica en dos películas menores: la adaptación de la novela de Terence Rattingan The Deep Blue Sea (El mar profundo y azul, 1955), dirigida por Anatole Litvak, y La primavera romana de la señora Stone (1961), dirigida por José Quintero. En ambas películas repitió la sensacional combinación de recatada coquetería y furia celosa, cualidades por las que se había distinguido en sus papeles de Scarlett y Blanche, y confirmó que era una actriz mucho más intuitiva que académica. En 1960 contrajo una tuberculosis que se reflejó fuertemente en su frágil belleza. Murió víctima de esta enfermedad el 8 de julio de 1967. En 1990 la televisión australiana realizó una película llamada Darlings of the Gods, dirigida por Catherine Miller, donde la actriz Mel Martin encarnaba a Vivien Leigh. La cinta no era propiamente la biografía de la actriz, sólo se limitaba a relatar un episodio de la vida matrimonial de ella con Olivier, y los sucesos que ocurrieron cuando en 1948, un por entonces joven actor llamado Peter Finch, irrumpió en su vida matrimonial durante una gira del Old Vic por Australia. El filme tuvo una buena acogida de público y de crítica, y con 150 minutos de duración, fue exhibida en 2 partes. A lo largo de su carrera Vivien Leigh recibió varios premios y distinciones, entre ellos el Oscar como mejor intérprete en Lo que el viento se llevó (1939) y Un tranvía llamado deseo (1951). Filmografía Dark Journey / 1937 / D: Victor Saville. Storm in a Teacup / 1937 / D: Victor Saville, Ian Dalrymple. Fire over England / 1938 / D: William K. Howard. Sidewalks of London / 1938 / D: Tim Whelan. 21 Days Together / 1939 / D: Basil Dean. Gone with the Wind / 1939 / Lo que el viento se llevó / D: Victor Fleming. Waterloo Bridge / El Puente de Waterloo / D: Mervyn LeRoy. That Hamilton Woman / 1940 / Lady Hamilton / 1941 / D: Alexander Korda. Caesar and Cleopatra / César y Cleopatra / 1946 / D: Gabriel Pascal. Anna Karenina / 1948 / D: Julien Duvivier. A Streetcar Named Desire / Un tranvía llamado Deseo / 1951 / D: Elia Kazan. The Deep Blue Sea / El mar profundo y azul / 1955 / D: Amatole Litvak. The Roman Spring of Mrs. Stone / La primavera romana de Mrs. Stone / 1961 / D: José Quintero. Ship of Fools / 1965 / D: Stanley Kramer. 35 Mayra Álvarez San Sebastián Mejor Película: La perdición de los hombres, de Arturo Ripstein Gran Premio OCIC : Harrison’s Flowers, de Elie Chouraqui Premio Especial OCIC: El Bola, de Achero Mañas Mejor Director: Reza Parra por Fore Stormen Mejor Actriz: Carmen Maura por La comunidad, de Alex de la Iglesia Mejor Actor: Gianfranco Brero por Tinta roja, de Francisco Lombardi Mejor Guión: Paz Alicia Garciadiego por La perdición de los hombres Mejor Fotografía: Nicola Pecorini por Harrison´s Flowers. Premio Especial del Jurado: Paria, de Nicolas Klotz Premio Nuevos Directores: Edoardo Winsperre por Sangre vivo Premio del Público: Nateonatez, de Jean Pierre Sevap Premio de la Juventud: Fore Stormen Premio FIPRESCI: La perdición de los hombres y La espalda del mundo, de Javier Cocuera Montreal Gran Premio: Innocence (Australia), de Paul Cox. Gran Premio Especial: El olor del campo, el perfume del jardín (Irán), de Bahman Farmanara. Premio Interpretación Femenina (ex aqueo): Gon Li por Rompiendo el silencio e Isabelle Huppert por Gracias por el chocolate (Francia), de Claude Chabrol Premio Interpretación Masculina: Mark Ruffalo por You Can Count on Me (EE.UU.), de Kenneth Lonergan Premio de la Contribución Artística: Maelstrom (Canadá), de Villanueve Gran Premio del Jurado Ecuménico: Ali Zaoua (Marruecos), de Nabil Ayouch Premio Especial del Jurado Ecuménico: You Can Count on Me 36 Historia de un buen traductor María Caridad Cumaná Un fotógrafo de cine se encarga de hacer posible en imágenes el sueño del director que ha concebido una historia, con unos personajes, en un ambiente determinado. La pericia del maestro encargado de retratar un filme estriba en saber expresar las inquietudes estéticas del realizador con el que trabaja en cada momento. El 13 de agosto de 1942 nace en Fomento, Sancti Spíritus, uno de los poetas del cine cubano de los noventa, Raúl Pérez Ureta, que ingresa al ICAIC en 1961 como asistente de cámara de animación, y pronto es camarógrafo del Departamento de Dibujos Animados. En 1965 entra en el Noticiero ICAIC Latinoamericano, escuela en la que se ha forjado todo el personal técnico y creativo de ese prestigioso organismo patrocinador del cine en Cuba. Allí se mantiene hasta 1984, en que comienza a realizar cortometrajes y trabaja con directores nuevos (que debutan en ese género) con los que ya había compartido experiencias en el Noticiero. Paralela- MAESTROS DE L A L UZ LA LU Con luz propia. mente, en 1983, se inicia como operador de largometrajes con Hasta cierto punto, dirigida por Tomás Gutiérrez Alea. Con respecto a su desempeño en este filme ha expresado Ureta: «Titón quería eso, que la película fuese cotidiana, que fuese la realidad exacta de la gente de los muelles, sin manipular esa realidad, y que nos fuese llevando a ver esa luz, esa forma de moverse. Pero fue fácil porque desde el Noticiero estaba acostumbrado a hacer este tipo de cosas.»1 El resultado fue una película que logró captar la esencia del modo de vida de los obreros del puerto, a través del personaje interpretado por Mirtha Ibarra. Su suerte cambió cuando en 1986 fue contratado como operador de cámara para la película colombiana Visa-USA y, en pleno rodaje, el director de fotografía se enfermó y tuvo que asumir su trabajo. Aunque el reto fue grande, el saldo es una película que no traiciona la atmósfera del país de origen, ni mucho menos los requerimientos de la historia contada. Sobre este particular afirmó: «Gustó mucho en Colombia y me abrió las puertas del largometraje de una forma muy especial.» Sin dudas, especial ha sido su trabajo en «la arquitectura visual» del cine cubano de la década del noventa, si tenemos en cuenta películas como Papeles secundarios (1989), Alicia en el Pueblo de Maravillas (1991), Madagascar (1994), Pon tu pensamiento en mí (1995) o La vida es silbar (1998). 37 Papeles... cambió el concepto estético del cine cubano que se venía haciendo hasta ese momento. Como han expresado Rufo Caballero y Joel del Río: «La riqueza expresiva, el estudio del color con un sentido dramático, esa fragmentación narrativa para referirse a vidas atomizadas, en desintegración (mediante la dinámica del corte en movimiento, tan raro en el cine cubano como usual Papeles Secundarios. en el moderno), convierten a Papeles secundarios en la película cimera de los años ochenta, única de la década en aunar de modo tan altivo la perspectiva indagadora con una marcada metaforización del lenguaje y la autonomía inherente al cine-arte, capacitado para convertir la forma misma en significado.»2 Desde luego, es responsabilidad del director de fotografía hacer que la forma multiplique el significado del contenido, y así lo hizo Raúl en esta película de finales de la década del ochenta. Con Alicia... se inició un viaje a través de metáforas visuales, preñadas de simbología y diversas lecturas que han poblado el cine cubano de los noventa con mayor o menor éxito. El diseño visual de aquella, desde el vestuario hasta el trabajo en los interiores, dinamiza la esencia conceptual del filme. Es en Madagascar, de Fernando Pérez, que la fotografía de Raúl explaya su riqueza para entregarnos un filme hermoso, capaz de dimensionar visualmente la historia de unos personajes atrapados en circunstancias muy especiales para la vida de los cubanos en el período que relata la película, el llamado «período especial», que erosionó casi en su totalidad el sistema de valores de nuestra sociedad. Todo esto brota de la historia contada por Fernando con una magia singular, lograda gracias a este maestro de la luz del actual cine cubano. 38 Sin embargo, su estética no se ciñe a un solo cineasta; he aquí su credo: «El cine es un lenguaje y uno es el traductor. Mientras mejor traduzcas más te acercas a la gente. Todo esto te lo digo porque un buen director de fotografía es mejor mientras menos estilo tiene... Es la única profesión artística en la que mientras más estilos domines, mientras más amplio sea tu espectro de conocimientos, más fácil interpretarás las exigencias del director que te contrate.» Esta afirmación se demuestra en su labor en Pon tu pensamiento en mí, a las órdenes de Arturo Sotto, joven realizador egresado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, cuya formación influyó en la puesta en escena de este filme postmoderno, que en esencia se cuestiona el valor de los mitos. La faena del fotógrafo fue grande para dar esa impresión de historia medieval y contemporánea a la vez, lograda con astucia e ingeniosidad. En La vida es silbar repite con Fernando Pérez, e interpreta con singular inteligencia disímiles códigos narrativos para contribuir decisivamente a la trascendencia de este filme puntal del cine cubano de los noventa. Madagascar. Su película más reciente ha sido Hacerse el sueco (2000), de Daniel Díaz Torres, cineasta con el que trabaja por cuarta vez. Es una comedia empeñada en decirnos que «las apariencias engañan» y que «no todo lo que brilla es oro», a través de las aventuras de un sueco que engaña a todo el mundo, haciéndose pasar por profesor, cuando en realidad es un ratero de poca monta que se dedica a asaltar extranjeros en Cuba. Más allá de valoraciones definitivas, nos interesa apuntar que buena parte del mejor cine cubano de este decenio se lo debemos a la maestría de este excelente «traductor de luces» que ya posee una luz propia, capaz de iluminar al más complicado guión del cine cubano de este siglo XXI. Notas: 1- Julio Carrillo. «El placer de la luz» (Entrevista a Raúl Pérez Ureta), en Cine Cubano, No. 136, p. 15 (Todas las declaraciones del cineasta pertenecen a este trabajo). 2- Rufo Caballero y Joel del Río. «No hay cine adulto sin herejía sistemática», en Temas, No. 3, 1995, pp. 108-109. FILMOGRAFÍA (como director de fotografía) Alicia en el 1986- Visa-USA / D: Lisandro Duque / Colombia. - Otra mujer / D: Daniel Díaz Torres / Cuba. - Diario de una esperanza / D: Miguel Torres / Cuba. 1988-Un señor muy viejo con unas alas enormes / D: Fernando Birri / Italia Francia. 1989- Papeles secundarios / D: Orlando Rojas / Cuba-España 1990- Solteronas al atardecer / Corto / D: Guillermo Torres / Cuba. 1990- «Zoe», «Adriana», del filme Mujer transparente / Cuba. - Fortuna la que ha querido / Corto para televisión española / D: Orlando Rojas. - Alicia en el pueblo de Maravillas / D: Daniel Díaz Torres / Cuba. 1991- Me alquilo para soñar / Seis capítulos para Televisión española / D: Ruy Guerra. - La impura / Tres capítulos para TV France / D: Paul Veccialli / Francia 1992-Monedas al aire / Video-clip. -Marcelino-añorado encuentro / Video-clip. - Calle 23 / Video-clip. 1994 - Madagascar / Mediometraje de ficción / D: Fernando Pérez / Cuba. - Avanti / D: Jaques Bernard / Francia 1994-Quiéreme y verás / Mediometraje de ficción / D: Daniel Díaz Torres. 1995- Pon tu pensamiento en mi / D: Arturo Sotto / Cuba. 1996- Amor vertical. D: Arturo Sotto / Cuba-Francia - Publicitarios para televisión /Italia. 1997- Kleines Tropicana / D: Daniel Díaz Torres / Cuba-España – Alemania 1998- La vida es silbar / D: Fernando Pérez / Cuba. 1999- Un paraíso bajo las estrellas / D: Gerardo Chijona / Cuba. 2000- Hacerse el sueco / D: Daniel Díaz Torres / Cuba. pueblo de maravillas. 39 JOHN WOO, COREÓGRAFO DE LA VIOLENCIA Arístides O´Farrill SEMBL ANZA SEMBLANZA E n 1989 un melodrama gangsteril de Hong Kong, titulado El asesino, sorprendió a buena parte de la crítica occidental. La historia, hecha a la usanza de los filmes antecesores del film noir en la década del treinta, cuenta la regeneración de un asesino, remordido por la culpa tras dejar ciega accidentalmente en una balacera a una cantante. El tema a esas alturas era manido y bordeaba el ridículo, pero lograba una estilización visual de la violencia al tornarla inusualmente coreográfica, lo que dejó atónitos a espectadores y críticos, que reaccionaron entusiasmados. Leonard Maltin, por ejemplo, escribió en su guía anual: «Esta película hace lucir anémicos a la mayoría de los filmes norteamericanos de acción.» Si bien El asesino significó para el hongkonés John Woo un general reconocimiento y el inicio de una astronómica carrera comercial, este realizador nacido en China en septiembre de 1948, ya tenía una larga carrera en el cine. Sus padres se trasladaron junto a él a Hong Kong en 1950. Allí Woo estudió en la universidad Mateo Ricci, y fue dando sus primeros pasos en el cine con cortos experimentales, hasta entrar en la poderosa productora comercial Golden Harvest, donde debutó con una película de artes marciales; en esta modalidad se mantuvo hasta 1986, cuando dirigió Un mañana mejor, gran éxito de taquilla ese año, y en la cual selló su estilo visual y conceptual. A saber: una violencia refinada, que lo vincula al cine de Sam Peckinpack, a la que une una loa candorosa y cuasi 40 misógina a la amistad viril, aunque signada más bien por un humanismo de cariz cristiano a lo John Ford. Lo cierto es que en su cine las mujeres sólo cumplen un aspecto decorativo. En Un mañana..., está la novia de uno de los protagonistas, con una participación intrascendente en la trama, mientras que en El asesino, un personaje femenino es sólo el motor que desencadena la narración. Además, sus viriles intérpretes parecen asexuados, pues apenas existen féminas en sus vidas, y parecen más interesados en cumplir su palabra de rectitud camaraderil que en procurarse compañía femenina. Un mañana..., además de romper récord de taquilla en su país, dio a conocer a Chow-Yun Fat, que se convirtió en su alter ego a partir de este filme, en el cual caracteriza a un gangster ético, romántico, que tras cumplir condena en prisión por lealtad a un compinche se ve desplazado, pues los nuevos delincuentes que dominan la ciudad no tienen un mínimo de escrúpulo moral, y dejan al protagonista como fuera de juego, destino que lo remite al personaje de Roy Earle en Su último refugio, al cual, igual que sucede en la cinta que nos ocupa, lo redime sólo la muerte. Un mañana... tuvo una secuela al siguiente año y trajo nuevos aires al cine de acción, algo que más tarde se consolidó con la mencionada El asesino, del cual bebieron directores norteamericanos como Quentin Tarantino, y hasta el mismísimo Martin Scorsese. Pero la fórmula de El asesino no funcionó igual en la siguiente cinta de Woo, la pretenciosa y maniquea Una bala en la cabeza, centrada en tres amigos hongkoneses que se ven envueltos por azar en la contienda bélica de Vietnam. Hay escenas atractivas, pero se alarga demasiado, y se brinda una visión excesivamente simplista del controvertido conflicto armado. Lo mismo, aunque en otro sentido, sucede con su última película en Hong Kong, Rudeza hirviente, historia de una amistad literalmente a prueba de balas. Las esmeradas escenas de acción que funcionaban a la perfección en El asesino, en este caso marean, y el realizador vuelve a tener problemas serios con las tijeras. En 1992, debido a las jugosas ofertas comerciales de Hollywood y al temor de que la inminente y ya por ese tiempo paulatina reunificación de Hong Kong con China trajese restricciones a la libertad de crear que gozaba en la Golden, decide marcharse a Estados Unidos. Allí se pone al servicio de la entonces estrella del cine de evasión Jean Claude Van Damme con Cacería humana, enésimo remake del clásico de Ernest B. Schoedsack e Irving Pichel The Most Dangerous Game, a la cual el crítico cubano-norteamericano René Jordán, se refiere como la peor película de Woo, y la mejor de Van Damme. Woo salva esta nueva versión con elegantes movimientos de cámara y una hipnótica y frenética edición que no da respiro al espectador. El éxito de Cacería... hace que Hollywood confié en él y le encargue otro producto de gran costo, Código flecha rota, tarea que cumple a la perfección; logra un filme tonto, pero efectista, funcional y de gran espectacularidad. Entre otros aciertos formales, se destaca la escena de la muerte, mediante un misil, del villano John Travolta. Con Travolta trabaja de nuevo, ahora uniéndolo a Nicolas Cage, en Contracara, increíble pero relampagueante y explosivo filme, con un ritmo ejemplar, que no decae durante las más de dos horas de metraje del filme. Aunque, por ejemplo, resulta otra vez ingenuamente ridículo la imagen del niño como símbolo de la inocencia, que actúa como si no pasara nada escuchando Over the Rainbow con una walkman, en medio de un intenso tiroteo (secuencia que sólo supera en candor a la final de El asesino, cuando el policía —aliado por azar al mafioso en la lucha contra el mal—, tras la muerte del primero, sale gritando histéricamente: «Un amigo, sólo quiero un amigo»). Pero estos reparos argumentales quedan anulados por los «ballets» de combates que se repiten —esta vez sin can- Cacería humana. El asesino. Rudeza hirviente. 41 sar— a lo largo de la película. Aquí insiste en algunas de sus obsesiones temáticas de su etapa en Hong Kong: la transmutación de la personalidad y cierta ambigüedad sexual, y esa obsesión por las pistolas frente a frente como símbolo de proyección fálica. Pero por primera vez le da más participación a las mujeres, en las que también amplia la ambigüedad, como el caso de la muchachita seductora encarnada por Dominique Swain, actriz que precisamente, no sé si por casualidad, fue escogida por Adrian Lyne para su controvertida versión de Lolita, el clásico de Nabokov. ¿O fue al revés? Contracara es, pese a su aparente simpleza, la cinta mejor concebida de Woo, y la más compleja. No por gusto la polémica y elitista revista Cahiers Du Cinema le dedicó una portada y un extenso ensayo. Entre col y col, el realizador dirige para la televisión Black Jack, con Dolph Cara de piedra Lungren, una suerte de remake inconfeso de El guardaespaldas, que por lo trillada y convencional que es en cuanto a la forma e incluso el contenido, cuesta trabajo creer que este firmada por Woo. Es este su trabajo más impersonal. Contracara convierte a Woo en un poderoso realizador de Hollywood, por lo que Tom Cruise le llama para que dirija la continuación de Misión imposible, con la que logra otro exitazo. Misión... acusa reiteraciones, y la primera parte es a ratos aburrida y enrevesada. Pero cuando empieza a «moverse», aun apelando a recursos ya gastados en su filmografía, logra sesgos de originalidad, como la secuencia de la pelea final. Por primera vez aquí se le da un cierto protagonismo a las mujeres, incluyendo una historia amorosa. Woo es un director que se confiesa católico; así, sus películas están impregnadas de símbolos religiosos, e implícitamente contienen valores cristianos. Además, la violencia nunca llega al sadismo ni a la crueldad, pero sí es cierto que a veces esta llega a excesos. Por eso ha declara- 42 do su intención de hacer comedias, como ya ocurrió con Érase un ladrón. No se sabe qué derroteros tomará la carrera de John Woo, ahora que es señalado por la revista Premiere como uno de los 100 hombres más poderosos de la industria hollywoodense, lo que pude hacerle mermar la calidad, como ya ocurrió con Misión imposible II. Algunos comentan ya que el cambio norteño le ha hecho variar considerablemente su particular estilo. Lo cierto es que su figura está considerada como una de las personalidades más interesantes e influyentes del cine de las dos últimas décadas. Gracias a él directores asiáticos de su generación, como Rimgo Lam o Tsui Hark, han sido conocidos en occidente. Por otra parte su obra ha dejado una huella indeleble —para bien o para mal— en numerosos directores de thrillers. Es preciso recordar que la obra de Woo es conocida sólo por cinéfilos empedernidos o especialistas de cine, pues nunca se ha exhibido ninguna de sus películas por nuestras vías comerciales. Hay que dar gracias a la ingente labor que en nuestro país ha hecho por divulgar la obra asiática de Woo el joven e inquieto director Jorge Molina. FILMOGRAFÍA 1973- The Young Dragon. 1974- The Dragon Tamers. 1975- Princess Chang Ping; Hand of Death. 1977- Money Crazy; Follow the Star. 1978- Last Hurrah for Chivalry. 1979- From Rags to Riches. 1981- To Hell with the Devil; Laughing Times. 1982- Plain Jane to the Rescue. 1983- The Sunset Warrior. 1984- The Time You Need a Friend. 1985- Run Tiger Run. 1986- A Better Tomorrow / Un mañana mejor. -A Better Tomorrow II / Un mañana mejor II. 1989- The Killer / El asesino. 1990- Bullet in the Head / Una bala en la cabeza. 1991- Once a Thief / Érase un ladrón. 1992- Hard-Boiled / Rudeza hirviente. 1993- Hard Target / Cacería humana. 1996- Broken Arrow / Código flecha rota. 1997- Face Off / Contracara o Cara a cara. 1998- Black Jack. 2000- Mission Impossible 2 / Alemania, 1998. c-bn - 81´ D: Tom Tykwer I: Franka Potente, Moritz Bleibtren, Herbert Knaup Corre, Lola, corre / Lola Rennt - Una joven dispone de veinte minutos para reunir una importante suma de dinero con la que salvar la vida de su novio, endeudado con un mafioso. Relampagueante ejercicio de estilo, hecho de manera experimental, con buen uso del ritmo cinematográfico, carismática actuación de la protagonista, excelente montaje y buena utilización de la banda sonora. Su inusual estética y su frenético tempo pueden causar rechazo a esta novedosa propuesta. La cinta cuenta tres variantes de la historia, con un marcado interés por lo formal. Esto dificulta el análisis ético de su enfoque, bastante ácido, sobre diversos problemas familiares y juveniles. Violencia. México, 1997 c-103´ D: Jaime Hermosillo I: María Rojo, Claudio Obregón, Martha Navarro De noche vienes Esmeralda - Una enfermera, casada con 5 hombres a la vez, es acusada de bigamia por uno de los maridos al intentar consumar el sexto matrimonio. Sátira sobre la sexualidad, que logra algunos chistes eficaces. La trama, aunque bien concebida, es inconsistente, lo que le hace perder efectividad. María Rojo, pese a su experiencia como actriz, resulta ajena a una interpretación cabal del personaje. El filme parece proponerse una crítica mordaz a la hipocresía, pero abunda en elementos negativos, como la defensa de la permisividad sexual, y su ataque al matrimonio, todo ello levemente atenuado por su tono de comedia. Escenas eróticas, diálogos y situaciones subidas de tono. EE.UU., 1999 c-189´ D: Frank Darabont I: Tom Hanks, Michael Clarke Ducan, David Morse El último pasillo / The Green Mile - En 1935, al pabellón destinado a los condenados a muerte de una prisión de Louisiana, llega John Coffy, un gigantesco hombre acusado injustamente de dar muerte a dos niñas. Su presencia en la cárcel da lugar a inesperados acontecimientos. Parábola fantástica, bien realizada, con magníficas interpretaciones. Guión complejo y agudo que logra paliar bastante su excesivo metraje. Inteligente alegato contra la pena de muerte y, en general, contra un enfoque vengativo de la justicia. Pese a su confusa mezcla doctrinal de elementos místicos, la cinta resalta eficazmente el respeto a la dignidad de la persona humana, el valor del carácter y el recto proceder, la generosidad y la amistad, en un contexto de apertura a la trascendencia. Holanda, 1996 C- 100´ D: Marleen Gorris I: Willeke Van Ammerroy, Els Dottermans, Jan Decler Antonia. Una anciana, al borde de la muerte, recuerda la agitada vida de su familia en una pequeña villa. Comedia dramática, con buenas actuciones, fotografía y ritmo, aunque este último decae en algunos momentos. Si bien la cinta pretende resaltar valores familiares y de convivencia, lo que realmente hace es torcerlos, presentando como normales situaciones y actitudes de desajuste moral. 43 Magnolia - Ambicioso filme coral, sobre los vaivenes de la vida y los caprichos del destino, centrado en varias personas de diversos estratos sociales y formas de ver la existencia, que tienen en común el confrontar diversos problemas existenciales, físicos y emocionales. Excelentes actuaciones, respaldadas por un guión sólido y bien estructurado. Algunos recursos dramáticos no del todo convincentes no malogran este importante filme. La cinta resulta dura, pero es a la vez profundamente humana. Enfoca con positivo realismo las relaciones interpersonales y familiares. Es de resaltar la actitud del sencillo policía católico, hombre con diversos problemas a quien su fe lo ayuda a ser bondadoso. Lenguaje soez. EE.UU., 1999 c-188´ D: Paul Thomas Anderson I: John C. Reilly, Tom Cruise, Julianne Moore La vida es bella / La Vita è Bela - En la Toscana de 1939, tras varias peripecias, un joven de ascendencia judía logra casarse con la mujer que ama, y tiene con ella un hijo. Pero son los tiempos del fascismo en Italia y las cosas comienzan a tomar para la familia un sesgo sumamente trágico. Ingeniosa comedia dramática, con excelente ritmo, música contagiosa y actuaciones carismáticas. Humanista parábola sobre el amor paterno, llevado aquí hasta el heroísmo. Denuncia de lo absurdo del racismo y de la deshumanización por parte de los regímenes totalitarios, representado esto último de manera inteligente en el personaje del doctor Sterling. Pese a sus indudables valores, la cinta ha sido criticada por algunos sectores, que estiman que trivializa la tragedia del holocausto judío, y cuestionan la legitimidad de hacer una producción comercial a partir de ese calvario sufrido por el pueblo hebreo. Algunas crudezas. Italia, 1998 c-120´ D: Roberto Benigni I: Roberto Benigni, Nicoletta Brashi, Giorgio Cantorini Inocencia interrumpida (Girl interrupted). Una joven de diecisiete años intenta suicidarse, por lo que es internada en un hospital psiquiátrico. Filme autobiográfico, cuya trama se desarrolla en los años sesenta. Con buenas actuaciones y algunos momentos de interés, pero en general soso y reiterativo. Si bien enfoca de manera positiva la regeneración de la protagonista, hay en el fondo una actitud conformista ante los desmanes de la institución de salud mental, lo que da un tono falso a la película. Algunas situaciones escabrosas y de amoralidad. EE.UU. 1999 C-120´ D: James Mangold I: Winona Ryder, Angelina Jolie, Whoopi Golberg La madrastra / Stepmon - Una fotógrafa de modas comienza una relación sentimental con un recién divorciado que se ha hecho cargo de sus dos hijos, debido a la enfermedad que padece su ex-esposa. Correcto melodrama, bastante predecible, aunque bien actuado y entretenido. Presenta las negativas consecuencias que trae el divorcio para los hijos. También demuestra cómo las relaciones entre las nuevas y las anteriores parejas pueden estar signadas por la amistad y la compresión, para hacer menos doloroso el trauma de la separación familiar, siempre terrible para los hijos. Enseña a llevar con optimismo la prueba del dolor. EE:UU., 1998 c-124´ D: Chris Columbus I: Julia Roberts, Susan Sarandon, Ed Harris 44