El pueblito típico o la arquitectura de bandeja

Transcripción

El pueblito típico o la arquitectura de bandeja
El pueblito típico o la arquitectura de bandeja
El llamado pueblito paisa es la corona arquitectónica del Cerro Nutibara, llamado en la
Colonia cerro de Marcela de la Parra, luego se le llamó el Cerro de las Cadavides. El pueblo
guasón de medellín lo llamó por años el Morro de los cadáveres, por el cementerio indígena
que allí había sido. Por concurso público en 1929 se le llamó como se le conoce hoy (en honor al
Cacique, secuestrado e incinerado en tiempos de la Conquista). En 1938 el Consejo de Medellín
lo declaró sitio de utilidad pública y decide abandonarlo a su suerte, del Cerro se escribirán por
años escabrosas crónicas judiciales.
En 1969 con motivo de la exposición en flor, la Fábrica de Licores de Antioquia propone la
creación de un pueblito típico, se recogen fondos por parte del SENA, el B.C.H y I.C.T., y manos a
la obra. Se pretende construir una zona urbana típica, a cargo de Julián Sierra Mejía, que debía
incluir plaza, Iglesia y otras edificaciones; construir también zona rural típica, a cargo de Luis
Vásquez Lalinde, que debía incluir calle real (como en la Colonia), cocina típica (sin bandeja),
establo (sin vacas) pesebrera y herrería (sin caballos) trapiche (sin molienda); es decir, construir
nostalgia en el vacío y sin memoria, puro cartón paja, decorado para la raza antioqueña.
El pueblito fue un regalo para Medellín en su tricentenario, regalo que se entregó tres años
más tarde e incompleto según los planos originales (tres de marzo de 1978). Se barajaron
nombres para el pueblito: Pueblito en Flor, Pueblito Viejo San Lorenzo de Aburrá, Pueblito Típico
y por último, Pueblito Paisa y así quedó. En diminutivo, pueblito, un muñequero para la
nostalgia si tenemos en cuenta que la arquitectura se debe pensar a escala humana y de
acuerdo a un contexto; nada de eso, un pueblito que solo se refiere a sí mismo en regodeo
narcisista de la raza, pueblito sin referentes con nada, ni con nadie. Se trata de “bonitismo” en
miniatura, en diminutivo: callesita (para las personitas), establito (para las vaquitas), cocinita
(para la bandejita), pesebrerita (para los caballitos) y trapichito (para la panelita). Se trata de
jugar a las muñecas según los dictados de la nostalgia ¿pero de qué? ¿De qué pueblo estamos
hablando? ¿De todos y ninguno? ¿De qué arquitectura? Arquitectura liliputiense (doce veces
más pequeño como dice Swift) para los antioqueñitos que en algún momento hemos ido allí,
lugar obligado para propios y extraños.
Al cerro como a una bandeja paisa, con su pueblito, se le fueron sumando cosas. El once de
agosto de 1984 (día de la Independencia de Antioquia), el teatro al aire libre Carlos Vieco Ortiz,
el once de agosto de 1985 se le sumó el Canal Regional y dos banderas gigantescas (Antioquia y
Colombia); luego se le sumó el Parque de las Esculturas, inaugurado con la del Cacique Nutibara
de José Horacio Betancur, escultura que se encontraba en la Plaza de las Américas, luego
Plazuela Nutibara, precisamente se le llamó así cuando la escultura ya no se encontraba en ese
lugar. Luego al pueblito paisa se le sumó un restaurante moderno y una fonda típica, más tarde
juegos infantiles, senderos ecológicos y por último ¿si será lo último? El alumbrado público
navideño. La bandeja del pueblito paisa tiene razones para ser el mayor emblema de Medellín,
así la memoria de los antioqueños ande de tumbo en tumbo ¡con bandejas no hay dieta que
aguante!
Federico García Barrientos.
Facultad de Publicidad