el condenado - AXS Bolivia
Transcripción
el condenado - AXS Bolivia
EL CONDENADO Estába m os castañean d o en Fro n te ra, un pequeñ o deposit o de almen d ra de prop ie da d de los H e c k e r, desde Riberal ta a cinco días de arribada en El O nc e, el gigante barco dueñ o de las aguas del Beni, un día mo n te adentr o en tractor y otro día más cami na n d o por senda. Esa ma ña na todos estaban preoc u pa d os por el E na n o, toda la noc he deliró, decían que tenía palu d is m o, yo dije que seguro le picó uno de esos mosq u i ta n g os que me picó a mí tam b i é n ayer en la tarde. D u r a n t e el transcurso de la pri m e ra mita d del día, el paciente empeora ba más, tan rápida e inco n te n i b le m e n t e; el E na n o era un ho m b r e gran de y forni d o, callado y de amistad cerrada, yo lo había conoc i d o en Riberal ta e incluso conocía su casa, tenía tatuajes y amulet os extrañ os además de otras alhajas en sus man os, pies, orejas y su larga cabellera. A n t es de que el sol estuviera en lo más alto, todos estaban con el ceño frunc i d o y el cami nar apurad o de aquí para allá y mo m e n t o s antes de la pri m e ra hora de la tarde, doña L i la la mujer de don T oc o, dio el grito de la desgracia. El E na n o había muer t o. Fue increí ble pensar cóm o la vida podía pasar así de un mo m e n t o a otro y la traicio ne ra mue r te podía encon t ra r n os en cualqu ier mo m e n t o, en cualqu ier lugar. T o d a esa tarde fue gris y silenciad o ra para todos, ahora qué iba a pasar con el entierr o y todas esas cosas si estába m os en medi o del mo n t e, a varios días de la nada, lo enterraría m o s ma ña na por ahí, esta noc he lo vamos a velar cristiana m e n t e com o poda m os. T o d os ayuda m os en algo para que pareciera un velori o, arma m o s una huarac ha con palos a ma ne ra de cama don de pusi m os el cuerpo, consegui m o s una sábana blanca para taparlo, le sacaro n todas las chuc her ías que tenía, traji m os flores, velas y para maña na iban a conseguir cáscara de chon ta para hacer un cajón fúneb re. Así, desde la hora que el E na n o estiró la pata, nos dejó a todos esa tarde un senti m i e n t o desolado r. Llegó la noc he y agujerearo n la pri m e ra lata de alcoho l, yo hice café y C h i n el otro niñ o un poqu i t o más gran de que mí, preparaba cigarros mait o hechos a man o. T o d os nos senta m os veland o al muer t o esa noc he de plen il u n i o total y una bóveda estrellada muy linda; me gustaba escuchar las conversacio n es que tenían historias fabulosas y fascina n tes, contaba n cuent os del mo n t e increíbles y verí d ic os, sin querer querie n d o se me quedaba la boca abierta y los ojos gran des de la im p resió n, algunas daban mied o, com o el carretó n de la otra vida o el silbaco. Pasaba la 1 noc he, y yo miraba el reloj de mi tío De m e, uno grande Cit i z e n, quería quedar m e sola m e n t e hasta las once porq ue no me gustaba trasnoc har. Escuc ha n d o las conversacio n es y chistes que parlaban, me di cuenta que ya eran las 1 1:40. M e dispuse a trasladar mi osame n ta hasta mi huarac ha, empez ó a llegar un vienti t o frío desde el lado del paúro, entré a mi mosqu i te r o, me tapé con mi ha maca porq ue sentí que estaba hacien d o frío y me acordé que no tenía ni una cho m p a para poner m e. El poder eólico aume n ta ba por instantes hasta querer apagar las velas, por suerte tenía m os lám pa ras de kerosene que no se apagaban con el viento, la noc he con el cielo azulado fue poco a poco escon die n d o sus lám pa ras naturales y fuero n llegan d o nubes com o si viniera un surazo, el mal tie m p o fue mostra n d o su cara mie n t ras los árboles empezaba n a tam balearse agitada m e n t e, en ese mo m e n t o, los veladores se acordar o n que nadie había hecho ni un rezo por la paz del alma del muer t o y empezaro n a regatear sobre quién podría hacerlo. El vient o aume n ta ba su veloci da d considerable m e n t e y se empez ó sentir los pri m e r os truen os; en un mo m e n t o del mu r m u l l o, mi tío se quedó quieto com o asustado, y les dijo a todos: -Escuchen... alguien grita- todos se quedaro n atentos cuand o se cerciorar o n que había un grit o pavoros o y lamen ta d o r a lo lejos; los relá m pa g os se hacían constan tes, venteaba fuerte m e n t e; me levanté de mi aposent o, me daba mied o pensar que estába m os en esa con d ic i ó n meteo r o l ó g ic a veland o a un muer t o y todo a la media noc he, el grito se escuchaba cada vez más cerca, me dio un escalofrí o cuand o escuché ese grito clara me n te – eeeeejoooo, eeeeejoooo- un rayo cayó fuerte m e n t e en la planta de mo tac ú y todos empeza m os a asustarn os, varios se persig nar o n, yo me abrace de la pierna de mi tío, él dijo – voy a traer el agua bendita-, venteaba más, caían más rayos, el grito se acercaba más y era más fuerte y asustado r -¡eeeeeeejooo!,¡eeeeeeejooo!- todos se miraba n aterrori za d os, tem b l ó la tierra, cuan d o pasó la cosa más aterrori za n t e y espeluz na n te com o nadie podría creer, la mira da de C h i n con los ojos desorbi ta d os querie n d o gritar aterrado pero con una bola en la gargan ta apu n ta n d o al muer t o y el grito ensordeced o r y despiada d o de doña Li la mie n t ras se des mayaba -¡¡¡ayyy!!! ¡el muerto!!!! ¡el muerto!!!! ¡el muerto!!!!- todas las miradas con los párpa d os ancheados se dirigier o n hacia esa direcció n, D i os santo!! el muer t o se levantaba!!, -¡¡¡¡eeeeejooooo!!!!! ¡¡¡¡eeeeejoooooo!!!!- varios corriero n desesperada m e n t e, mi tío sacó su cola’epeji de su cint u ra y empez ó a chicotear al muer t o -¡¡¡ condenado!!! ¡¡¡condenado!!! Ya estás muerto!!! ¡¡¡condenado volvete a dormir condenado!!!- don T oc o le echaba agua bendi t a y 2 otro con su mac hete hacía cruces a los cuatro lados, pero el muer t o se levantaba, el mue r t o se sentaba!, el grito se escuchaba ya en la casa!, venteaba! trona ba!; tío De m e chicoteaba al muer t o salvaje y brutal m e n t e, el perro ladraba y yo me tapaba la boca con las dos man os para que no salga mi grito de espant o. Y por fin, poco a poco, de la mis m a for m a co m o se fue levanta n d o, así tam b ié n se fue sentan d o, el vient o fue calmá n d ose y el grito se iba alejan d o del lugar, todo pasó en unos cuant os mi n u t os eterna m e n t e angusti osos, la luna volvi ó a resplan decer con sus com pa ñe r i t as fulgura n t es al lado; pero todos quedar o n con esa con m o c i ó n somática de haber estado cara a cara con el diablo, y esa imp resió n y ese recuerd o durará eterna m e n t e en los pensa m ie n t os de cada uno de los que estuviero n esa noc he en Fro n te ra... veland o al conde na d o. SE U D Ó N I M O DE L AU T O R: HPC 3