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bonsái
Cooperativa Ex Trabajadores del Diario Crítica
Junio 2015
www.revistacitrica.com
pág 4
Cuando llegaron
los monos
La aparición de varias fotos de Luca Prodan en los
inicios de Sumo completan el registro visual del
renacimiento del rock nacional post dictadura.


pág 3
Cine argentino
Parto
respetado:
Las formas
de nacer
Lalo Mir
“Me defino
como un
payaso”

pág 8
género
cama,
en la casa
y en la sala
en la
El documental Las Formas de Nacer aborda la violencia obstétrica, otro
tipo de agresión hacia las mujeres que se da durante las gestaciones,
partos y post partos. La necesidad de difundir el derecho a un
alumbramiento respetado y revolucionar el paradigma de la medicina
occidental y patriarcal: volver natural lo desnaturalizado.
por jesica farias
“E
l disparador del
título es la frase de
Michel Odent (médico obstetra francés
y defensor del parto natural) que dice
que `para cambiar al mundo, hay que
cambiar la forma de nacer´. Él hace
hincapié en cambiar la forma violenta
que ejerce la medicina contemporánea por sobre los cuerpos y mentes de
las que están pariendo y las/os niñas/
os que están viniendo al mundo, que
produce no solo heridas físicas irreparables por sobre los cuerpos, sino también muchas veces heridas psíquicas.
Buscamos el cambio de paradigma,
de reflexión sobre nestros valores”,
dicen Ana Espinoza y Elián Guerin, de
la Cooperativa Superficie, que llevaron
adelante la realización general de Las
formas de nacer. Historias de mujeres
por el parto respetado. El adelanto
del documental ya se presentó en
Posadas y Jardín América (Misiones),
y en las ciudades de Córdoba, Buenos
Aires y La Plata.
Con nueve meses de ideas, producción, realización y postproducción, el audiovisual da sus primeros
pasos para llevar información comprometida sobre las leyes nacionales:
La 25.929 de Derechos en el Parto y
Nacimiento –que se aprobó hace 11
años pero que aún no fue reglamentada- y la 26.485, de Protección integral
para prevenir, sancionar y erradicar
la violencia contra las mujeres en los
ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales; además de las
recomendaciones que la Organización Mundial de la Salud estipuló para
advertir y erradicar el maltrato y la
falta de respeto en centros de salud a
nivel mundial al momento del parto.
Volver natural
lo desnaturalizado
La violencia obstétrica, esa agresión promovida por el personal de
salud sobre el cuerpo y los procesos
reproductivos de las mujeres que se
traduce en un trato deshumanizado –desde la infantilización hasta la
desatención- y un abuso de la medicalización –cesáreas y episiotomías
(corte quirúrgico en las vaginas)
innecesarias y uso de oxitocina para
acelerar el alumbramiento-, trata
como enfermedad al proceso que va
desde la gestación, el primer pujo y el
post parto.
“Desde nuestra mirada creemos
que es necesario desnaturalizar la
violencia obstétrica pero también
dejar un mensaje de esperanza: otra
forma más respetuosa y amorosa de
parir y venir al mundo es posible”, reflexionan Espinoza y Guerin, quienes
pretenden –junto al resto del equipo
de Superficie– poner en pantalla las
historias detrás del maltrato institucional. Un latido acelerado abre el documental que surgió de la necesidad
particular de visibilizar la historia de
Paula Pisak, oriunda de Jardín América, quien diez años atrás devino en
discapacitada auditiva y motriz luego
de una mala praxis durante el parto de
su primera hija. La cámara comprometida también acompaña a la partera
Ana Laura Rojas, quien aporta desde
su experiencia en atención en hospitales y en casas; a Irasema, primeriza
que busca despatologizar el alumbramiento; y a 40 mil mujeres durante el
Encuentro Nacional de Salta, que se
realizó en 2014.
“La maternidad es una opción y
para aquellas que sí desean ser madres, el parto y el nacimiento del o la
bebé deben ser respetados”, apuntan
desde Superficie, que sin ligereza y con
compromiso se suman a la revolución
antipatriarcal y anticapitalista en las
camas, en las casas, en las calles y en
las salas, de hospitales y hasta cines:
porque los cuerpos son nuestros y las
decisiones, también. 
la lucha
es colectiva
L
as Formas de Nacer hace hincapié en la violencia obstétrica
ejercida en una provincia como
Misiones. “Un 60 por ciento de las imágenes están hechas en Misiones pero
hay que tener en cuenta que lo que le
pasó a Paula Pisak en la provincia, se repite con mujeres de todo el país”, explican desde la Cooperativa Superficie. Un
caso particular, como un primer pujo,
que ilumina: la violencia obstétrica se
cuela en los hospitales y sanatorios. Y la
lucha por eliminarla, también.
Parir sin respeto:
la violencia
invisibilizada en
todo el país..
Pg 3
mitológica
Imágenes
de una era
Claudina Pugliese tomó
fotografías históricas en el renacimiento
del rock nacional post dictadura. Y este año
las liberó para que sean de la gente.
por diego pintos
fotos: claudina pugliese
L
a excusa era disparar y disparar con la Pentax SP1000
a rosca. Pesadísima. Con los
años ese peso le pasó factura
a su espalda. Sin embargo las ganas podían
más. Y eso, sumado a su creciente pasión
por la música, confluyeron en una mistura
que quedó plasmada en un registro fotográfico de valor incalculable. Claudina Pugliese, fotógrafa desde los 17 años, vecina de
Parque Chas, capturó imágenes irrepetibles
e invaluables a principios de los años 80,
en el albor de la explosión del nuevo rock
nacional surgido post dictadura militar.
“Soy fotógrafa desde los 17 años y he sido
laboratorista. En el 82, en plena dictadura y
guerra, me uní a un grupo punk, a través de
un avisito que puse en la revista Expreso
Imaginario. Allí me conecté con gente que
tenía interés en el tema o tenía grupos de
música ya formados”, cuenta Claudina en
una charla con Cítrica Bonsái.
“Ibas a Cabildo y Lacroze, y ahí tenían un
libro de visitas. Se podía poner un aviso, y yo
puse: `me quiero conectar con gente que le
interese el Punk Rock’. Después sonaba el
teléfono a las tres de la madrugada en casa,
y mi madre me quería matar”, contó.
Pg 4
¿Cómo recordás aquellos años?
Íbamos en bloque, a ver a Sumo, Virus,
Los Violadores, Los Twist. Como dice
Andrea Prodan, “hippies enojados”. Íbamos
mucho a ver al “primer Sumo”. Éramos
muy pibes, casi ni sabíamos lo que ocurría
pero intuíamos qué iba a pasar con ese
grupo. Era una aplanadora de energía y
algo mágico, inexplicable, libre, suelto,
bien cantado. Cosas no muy frecuentemente encontradas en nuestro rock
nacional, salvo excepciones.
¿Cómo vivías tu adolescencia en ese
momento?
Todos veníamos de familias desmembradas y nos sentíamos identificados con
el punk por los libros que leíamos entre
todos. Era casi como un partido político, nos
juntábamos a leer, a escuchar música. Era
una militancia en un punto, aunque nos llamábamos a nosotros “anarquistas”. Muchos
estudiaban en serio, otros se autodestruyeron. Yo me guardé. Huimos bastante. Varios
otros murieron.
¿Cómo percibías musicalmente ese momento de Luca y de Sumo?
Con mucha experimentación, Luca con
su batería electrónica y su reverb, jugaba
Ahora me parece increíble. Hice fotos de
Los Violadores y otros grupos. Del resto no
tengo los negativos porque enseguida entré
en Editorial Abril y ellos se quedaban con
ese material. ¿Qué habrá sido de todo eso?
¡Había cada foto!
¿Cómo era Luca?
Luca era un tipo especial, sencillo, abierto
y loco. Luego de tocar siempre bajaba del
escenario, se sentaba a hablar con todo el
mundo en una mesa, con una cerveza o lo
que sea, y te hacía reír con sus historias europeas. ¡Para nosotros sonaban tan lejanas! Son
las mismas que cuenta su hermano Andrea,
y te diría casi con la misma magia. Pero Luca,
es Luca. Daba todo, era de una generosidad
increíble sobre el escenario. Creo que terminó
como tenía que terminar, para los que dan
casi su vida en el arte. Era impresionante. Diego Arnedo (Divididos) te diría que es el que
más conserva ese espíritu. Por él es que yo
me hice bajista. Y toqué y sigo tocando, desde
el 84, con medio mundo. Me dediqué a hacer
tango, folklore, jazz.
¿Por qué decidiste esta suerte de cibersoltura de imágenes?
Se me dio este año por liberarlas, como
se dice. No cobrar más por ellas y difundirlas porque sino te quedan como mochila.
Tienen muchos años, y ya no son mas mías,
quiero que sean de la gente. Agradezco enormemente a Plataforma Lavardén en Rosario,
Gisela Ardit y los organizadores. Y a Andrea
Prodan, con quien además estuvimos en la
inauguración de la muestra “Luca a Puertas
Abiertas” en Rosario la semana pasada. Él
también grabó en el disco del “Ensamble
Confusión del Mundo”, grupo al que pertenezco y con quien hicimos una versión de
Silver Mule, que también tendrá su video.
Tanto es el respeto y el agradecimiento a
los Prodan que me nació esto de regalarle a
Andrea el material digitalizado. 
con su voz. Germán (Daffunchio, Las
Pelotas) y sus climas. Era de locos. En esa
época, sobre todo antes de Peti (Roberto
Pettinato), eran un cuarteto. Hay fotos de La
Cofradía, que fue la primera fecha de (Alejandro) Sokol en batería. A Stephi Nuttal, la
baterista inglesa no la llegué a conocer, se
había ido por la guerra de Malvinas, creo.
Pettinato agregó sus saxos delirantes que
enredaron aún más la parte experimental
de Sumo. Imagínate lo que era eso. Acá estábamos más acostumbrados a una onda
más acústica, más folklórica si se quiere,
del rock de aquella época.
¿Y después de los shows qué ocurría?
Anécdotas puntuales, barcitos punks,
recitales que terminaban a los sillazos,
caídas en cana y suspensiones de fechas en
el Bar Einstein. Eso era moneda corriente.
De todas formas me sentía un poco fuera
de la movida, no bebía, y me refugiaba un
poco detrás de la cámara. O iba y me volvía
temprano. Había mucho miedo en aquella
época.
¿Qué recordás de los momentos fotográficos en sí?
Creo que hice fotos tres veces. Tenía veinte años. Laburaba de fotógrafa.
Pg 5
lectura
tres libros y yo
por pablo bruetman
S
us personajes siempre
mueren. Antes de la décima página, Tomás González suele notificar al lector el inevitable
final de sus protagonistas. Este
genio de la literatura ha tomado
una decisión sabia: invitar a los
lectores a disfrutar de la vida. Y
para eso nada mejor que avisar
que la vida se termina. Un par de
años después de nacer, sabemos
que moriremos. Y empezamos a
vivir –con conciencia– y disfrutar. Un par de páginas después
de empezar a leer, sabemos que
el protagonista va a morir. Y empezamos a disfrutar de su vida.
Hace unos años, de vacaciones
por Colombia, me apropié de
unos ejemplares de narradores
minientrevista
cafeteros y elaboré una teoría que
hasta ahora no he conseguido refutar: escritor colombiano nunca
falla. Una escritura precisa, sin
la más mínima falla. Y una trama
que se vale de violencias, revoluciones, desigualdades y paisajes
para embellecer las historias. Uno
de los autores que descubrí en
aquel viaje fue Tomás González
a través de su libro La Historia de
Horacio. Unos años más tarde,
cuando no pensaba volver a
relacionarme con él, me encontré
perdida –en una mesa de saldo
de la calle Corrientes y al absurdo precio de veinte pesos– su
primera novela Primero estaba el
mar. Finalmente unos pocos días
después apareció en las librerías
comerciales La luz difícil, una de
sus últimas obras.
La Historia de Horacio es simple:
Horacio se va a morir y disfruta
sus últimos meses de vida con la
familia, los amigos y los animales.
Los argumentos de Tomás Gonzáles parecen sacados de los dramas
berretas y lacrimógenos de Film
Zone pero no se parecen en nada:
él nunca ha escrito una línea con
un golpe bajo.
Primero estaba el mar es hasta
ahora mi favorito. El protagonista,
cansado de la vida en la ciudad,
se va a vivir, junto a su mujer, a
una casa aislada del mundo y
frente al mar. En busca de una
felicidad que no es tan simple
como soñaba. Vivirá allí un año y
morirá. Eso sabemos en las primeras diez páginas. Luego la belleza
de la narración nos transmitirá
la felicidad que el protagonista
no termina de hallar. Leer es más
fácil. Soñar ni hablar.
En La luz difícil el que muere no
es el protagonista: es el hijo del
protagonista y narrador. El hijo,
cuadripléjico tras un accidente de
tránsito, sufre dolores inaguantables y con la ayuda de los amigos
y los hermanos, decide morir.
Aunque la ley no lo permita. El
recuerdo de los últimos días del
hijo son transmitidos por el narrador con cariño y alegría. Encima
el final del libro, con un chiste,
obliga a cerrarlo con una sonrisa.
En los libros de Tomás González
sonríe la vida. Tanto sonríe que la
muerte no pesa. 
sus 24 años la artista
uruguaya Luciana
Mocchi no deja de crear. Ya le
brotaron más de 182 canciones
sin límites ni fronteras. Le salen
fácil, porque le nacen a partir
del silbido, forma de expresión
que heredó de su padre Walter.
Siempre supo que su misión
en esta tierra era cantar: “Desde
que recuerdo canto. Mi madre
dice que desde antes de hablar.
Sin duda el momento más feliz
de mi vida fue a los 7 años, en
Pg 6
el patio de mis padres, frente a
los vecinos canté Milongón del
Guruyú del uruguayo Roberto
Darwin y dije: ‘yo quiero hacer
esto’”, recuerda Mocchi cuando
descubrió su profesión. Aunque
le costó mucho más tiempo
empezar a cantar sus propias
canciones: “Me daba mucha
vergüenza pero después me
destapé y explotó la bomba”.
Luciana vive con amigos de
forma comunitaria en un centro
cultural- que fue una panade-
Bieter
B
Luciana Mocchi
por alelí acuña barrenechea
A
por fanue
ría por 1920, donde todas las
semanas se cocinan suculentos
recitales de artistas en pleno
desarrollo- pero también curte
el under cordobés, el circuito
emergente de Buenos Aires y
la comunidad latina en Nueva
York, a la que retrató “Botija,
de mi país”, documental de su
autoría que ya fue presentado
en Uruguay , Estados Unidos y
próximamente se exhibirá en
México.
México será el próximo destino
de Mocchi y su banda integrada
por Diego Soca en guitarra eléctrica, Tato Cabrera en sintetizadores,
Andrea Facciolo en bajo, Esteban
Pesce en batería; a la que se suman Christine Brebes en violín y
Javier Castañeda en piano.
Actualmente Mocchi se
encuentra en Buenos Aires
presentado las canciones que
serán editadas en su segundo
disco “Mañana será otro disco”
en el porteño Café Vinilo: “ Las
canciones nacieron cuando yo
escribía artículos por la madrugada, en un diario chino. Fue
una gran experiencia”. 
ieter es un mundo ocre donde el viento
no descansa; un mar de jorobas rocosas,
apenas más altas que la talla de un humano, que cubre de extremo a extremo la áspera
superficie del planeta.
Aparentemente, nada cambia en Bieter. Su geografía parece invariable, sus soles se encienden y
atenúan con rigurosa periodicidad, el tono de su
piel revive y palidece en repetida sintonía con el
paso de las estrellas. A simple vista, el planeta no
parece más que un globo de piedra escabroso y
deshabitado.
Sin embargo, hay vida en Bieter.
Cada uno de esos montículos de roca es un ser
que se levanta en ese suelo tosco y polvoriento.
Sólo basta colocarse delante de una de esas protuberancias para que su voz árida y amarilla rumoree dentro de tu cabeza. Y aunque no entiendas su
palabra –el lenguaje de los bieters jamás se logró
descifrar–, sentirás que ese susurro transmite la
incansable la rutina del tiempo, la infinita la paciencia del viento. El viento enloquecido que silba
furioso entre esos fantasmas petrificados. El viento que nunca deja de perseguir horizontes. Que
araña bravo y ardiente. Que lame con lengua seca
la piel de piedra de los que murmuran.
Desgranadas partícula a partícula, las rocas
sucumben de manera lenta e inexorable ante la insistencia de los dedos invisibles que las rasguñan.
Así, apretados y quietos, los cuerpos de los bieters
se van apocando mansamente con el girar de los
soles.
No hay rincón del universo que permanezca
inmutable.
No hay lugar donde la vida no se transforme.
Ni siquiera en Bieter, donde el viento mueve los
relojes y las cenizas son arena.
por ricardo carossino
foto: liu xia
minicuento
Mía, mía, mía
S
iempre te amé, mi perlita blanca en el vacío,
a pesar de todo. Supe que
nuestro amor, encontrado
en la ribera de la vida, sería
una locura, pero no me importó. Quizás por eso todo
terminó así. No lo sé. Para
qué entender lo prohibido.
Tal pretensión, de sabios
o de dioses, no es para gente
como yo. Lo prohibido tiene
dos caminos, se lo toma
o se lo deja, pero no se lo
entiende.
Te busqué, mi chiquita
de piel salvaje, con el deseo
encendido de tantas noches
imaginando tu cuerpo. En
cada mirada, en cada charla,
en cada abrazo que creías
ingenuo trataba que entendieras mi locura por vos. Tu
pelo lacio y oscuro, tus ojos
café, tu risa contagiosa, todo
en vos era una invitación al
sexo y al amor.
Sabías, estoy segura, que
siempre fui tuya mi amorcito de otoño. Fui mujer
antes que vos, cruelmente, cuando un borracho
que olía a vino barato, me
levantó la pollera una noche
de verano, ya muy lejana, y
me hizo suya porque estaba
aburrido. Yo era una niña
que soñaba con un príncipe
azul, pero aquella basura
de bestia terminó con mis
sueños de casamiento de
blanco.
Y entonces llegaste vos,
con tu luz de ángel/demonio,
con tu voz de nena dulce y
seductora, con tus manitas
inquietas en mi pelo, y te
amé con el deseo abrumador de una noche caliente
que no se puede controlar.
Fuiste, preciosa cereza bañada de rocío, fatal.
Me observabas incrédula, pero sabiendo que mis
ojos miraban a través de vos.
Sé que entendiste lo que pa-
saba a pesar de tu edad. Las
mujeres sabemos esas cosas
sin que se nos enseñen.
Y una noche de invierno,
con el frío pegado al cuerpo,
te busqué en la cama, primero despacio, con miedo
y ansiedad, y luego con
desesperación. No pudimos
evitar sentirnos cuando nos
abrazamos. El amor y el deseo se nos metieron adentro
con la fuerza de un potro
desbocado. Qué íbamos a
hacer, si en el momento que
nos besamos, ya nos habíamos condenado.
Mamá nunca lo imaginó.
Sus hijitas tiernas y educadas se amaban desesperadamente en la noche, desnudas, mojadas, temblando de
miedo porque nos descubrieran, excitadas por el
morboso anhelo de gozar
como putas enamoradas.
Teníamos que guardar
ese secreto que era nuestro.
Todas esas noches en el invierno pasado, envueltas en
la calentura de un juego de
amor, nos tentó tanto, que de
pronto el miedo y la culpa
te invadieron tan repentinamente como el amor.
Quisiste hablar, ir corriendo a contarle a mamá sobre
nuestra relación de hermanas traviesas, te asustaste
como cualquier nena de
doce años. Quise tomarte en
mis brazos para calmarte,
pero me rechazaste. Me trataste como una vieja. Vieja a
los veinte años.
Por eso te maté mi corazoncito de mazapán. Por
eso mientras dormía te clavé
diez veces el cuchillo en todo
tu cuerpecito hermoso. Una
por cada noche que te hice el
amor. No iba a poder vivir sin
vos. Ahora en esta cárcel de
mierda lo sé. Siempre voy a
amarte, hasta que encuentre
la manera de seguirte. 
Pg 7
contratapa
Lalo y Jorge
“Portugués” Da Silva
en Encuentro en el
Estudio.
Entrevista a Lalo Mir
por mariana buonomo
“La música da
mucha libertad”
El hombre de radio cuenta las diferencias entre trabajar
para una empresa privada y para el Estado.
S
u voz resuena en todo
el estudio como la de
un tenor en estado
puro. Lalo Mir se
define como un payaso pero
tiene más partes serias de las
que muestra. Conduce Lalo por
hecho en la 100 y Encuentro en
Pg 8
el estudio en la TV pública, ámbitos distintos pero en los que
asegura actuar con libertad. Se
emociona, Habla del rock como
si fuera su primer amor.
De muy joven partió de su
San Pedro natal para la gran
ciudad donde trabajó en radios
reconocidas como Radio Rivadavia, Radio del Plata, Rock and
Pop. Sin embargo, a pesar de su
larga trayectoria recorrida en
medios de comunicación, Lalo
no se considera un periodista.
Prefiere definirse como “animador, entretenedor o payaso”
“A mí el rock
me mueve;
me ayudó a
animarme, a
viajar y me
volvió más
curioso.”
porque su trabajo es combinar
la palabra y el humor con la
música.
¿Qué importancia ha tenido el
rock en tu vida?
A mí el rock me mueve, me
ayudó a muchas cosas, me ayudó a animarme, a viajar, me volvió más curioso, más temerario,
me ayudó a pasar por encima
de cosas que de otra manera no
lo hubiera hecho.
¿En qué espacio te sentís más
libre, Radio o TV?
Son distintos tipos de libertades porque en la radio me
siento libre pero ahora estoy
en una radio re popular, nunca
antes me escuchó tanta gente, y
eso te mete en algunos lugares
donde no jugás con tanta libertad porque hay compromisos
y porque hay cosas que están
preestablecidas porque así es
la radio, pero a su vez cuando
estoy en mi juego, cuando estoy
en la radio yo me siento muy
libre, dentro de esos esquemas
trabajo con absoluta libertad o
trabajábamos con esa libertad
cuando hacíamos Bangkok o 9
pm, radios más chicas y sujetas
a menos presión desde el punto
de vista del negocio. Encuentro
en el Estudio está hecho con un
mecanismo de relojería, es un
formato estricto, pero hay mucha libertad porque la música
tiene mucha libertad. A veces la
entrevista dura más tiempo de
lo que se puede ver y escuchar
en el programa. Hay una libertad prácticamente absoluta,
puedo preguntar lo que se me
ocurra y el devenir de la charla
nos puede llevar por territorios
que no estaban ni pensados en
el guión.
¿Cómo haces para no caer en
la pelea mediática K-Anti k?
Yo tengo mis ideas, siempre
las tuve, van cambiando con
el tiempo obviamente porque
voy aprendiendo. Porque
conozco más, porque leo más,
porque escucho más, y porque
voy envejeciendo y uno se
vuelve de alguna manera un
poco más pragmático. Pero
sigo pensando lo mismo y sigo
siendo quien soy. No necesito
a nadie que me venga a decir
si es k o no es k, me parece una
tremenda pelotudez realmente.
Y no soy de una cosa ni de la
otra. Es más, cuando alguien
viene y me dice “esto es así o
asá”, ya se me puso en contra.
No hay una verdad.
¿Qué te hace feliz?
Yo soy muy feliz laburando,
soy muy feliz con mis afectos, mi familia, mis hijas, mis
amores, y eso lo aprendí con el
tiempo. Soy feliz viajando. Soy
un tipo medianamente feliz,
aunque a veces me dé la cabeza contra las paredes como
todo el mundo. 