Analiza métricamente las siguientes estrofas:clase de versos
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Analiza métricamente las siguientes estrofas: clase de versos, licencias métricas, rimas, estrofa, arte, cesura,… Si fuesen endecasílabos, indica su tipo según el ritmo acentual. 6 1 ¿Qué es aquello que reluce por los altos corredores? Cierra la puerta, hijo mío; acaban de dar las once. F. G. Lorca 2 Umbrío por la pena, casi bruno, porque la pena tizna cuando estalla, donde yo no me hallo no se halla hombre más apenado que ninguno. Miguel Hernández 3 Conmigo está mi dueño, leyendo su lectura silenciosa. Mi dueño es muy pequeño, mas tiene voz de rosa cuando del alma el canto le rebosa. Blas de Otero 4 Jamás hombre más nacido para el placer fue al dolor más derecho. Jamás ninguno ha caído, con facha de vencedor, tan deshecho. Manuel Machado 5 Bajo la luz plural de los azahares y los limones de los limoneros, tú, la hortelana de los tres lunares, vas aún sobre un cultivo de luceros. Párense, ya sin hilo, los telares de los fríos gusanos carceleros, presos ya. Y bajo el cuello tus carrillos lácteos se enveran dulces ya, amarillos. Miguel Hernández Estos sonetos son los que yo entrego plumas de luz al aire en desvarío; cárceles de mi sueño; ardiente río donde la angustia de ser hombre anego. Lenguas de Dios, preguntas son de fuego que nadie supo responder. Vacío silencio. Yerto mar. Soneto mío, que así acompañas a mi palpar de ciego. Manos de Dios hundidas en mi muerte. Carne son donde el alma se hace llanto. Verte un momento, oh Dios, después no verte. Llambria y cantil de soledad. Quebranto del ansia, ciega luz. Quiero tenerte, y no sé dónde estás. Por eso canto. Blas de Otero 7 Ay, venga, paloma, venga y cuénteme usted su pena. —Pasar he visto a dos hombres armados y con banderas; el uno en caballo moro, el otro en potranca negra. Dejaran casa y mujer, partieran a lueñes tierras; el odio los acompaña, la muerte en las manos llevan. ¿A dónde vais?, preguntéles, y ambos a dos respondieran: Vamos andando, paloma, andando para la guerra. Nicolás Guillén 8 Nadie más cortesano ni pulido que nuestro rey Felipe, que Dios guarde, siempre de negro hasta los pies vestido. M.Machado 13 9 Estaba echado yo en la tierra, enfrente el infinito campo de Castilla, que el otoño envolvía en la amarilla dulzura de su claro sol poniente. Arenas amarillas, palcos de oro. Quien viera a las mulillas llevarme el toro. Lento, el arado, paralelamente abría el haza oscura, y la sencilla mano abierta dejaba la semilla en su entraña partida honradamente. Relumbrar de faroles por mí encendidos. Y un estallido de oles en los tendidos. Gerardo Diego Pensé en arrancarme el corazón y echarlo, pleno de su sentir alto y profundo, el ancho surco del terruño tierno, a ver si con partirlo y con sembrarlo, la primavera le mostraba al mundo el árbol puro del amor eterno. J.R. Jiménez 14 En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía, sino la que en el corazón ardía. San Juan de la Cruz 10 ¿Sevilla?... ¿Granada?...La noche de luna. Angosta la calle, revuelta y moruna, de blancas paredes y oscuras ventanas. Cerrados postigos, corridas persianas. A.Machado 11 Yo voy soñando caminos de la tarde. ¿Las colinas doradas , los verdes pinos, las polvorientas encinas!... A.Machado 12 Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son; y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor. M.Machado 15 Mi frente tiene luz de luna; por mis manos hay rosas y jazmines de algún jardín doliente; mi corazón da música lejana de pianos y mi llorar es agua nostáljica de fuente... J.R. Jiménez 16 Viene una música lánguida, no sé de dónde, en el aire. Da la una. Me he asomado para ver qué tiene el parque. La luna, la dulce luna, tiñe de blanco los árboles, y, entre las ramas, la fuente alza su hilo de diamante. En silencio, las estrellas tiemblan; lejos, el paisaje mueve luces melancólicas, ladridos y largos ayes. Otro reló da la una. Desvela mirar el parque lleno de almas, a la música triste que viene en el aire. J.R.Jiménez 17 Estoy temblando, tengo frío. Oh Dios, si supieses qué frío y cuánto miedo tiene el hijo del hombre. Estoy temblando como tiemblan los vivos: junto al fuego del árbol de la muerte. Estoy teñido de púrpura hasta el pie. Tañen mis dedos, y mis dientes restañan. Y mis uñas, una a una, de añil se van tiñendo… Blas de Otero 18 Sabe si alguna vez tus labios rojos quema invisible atmósfera abrasada que el alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada. G. A. Bécquer 19 Para y óyeme ¡oh sol! Yo te saludo y extático ante ti me atrevo a hablarte: ardiente como tú mi fantasía, arrebatada en ansia de admirarte, intrépidas a ti sus alas guía. ¡Ojalá que mi acento poderoso sublime resonando, del trueno pavoroso la temerosa voz sobrepujando, ¡oh sol! a ti llegara, y en medio de tu curso te parara! José de Espronceda 20 Un monte era de miembros eminente este (que, de Neptuno hijo fiero, de un ojo ilustra el orbe de su frente, émulo casi del mayor lucero) cíclope, a quien el pino más valiente, bastón, le obedecía, tan ligero, y al grave peso junco tan delgado, que un día era bastón y otro cayado. L. Góngora 21 Frutales cargados. Dorados trigales... Cristales ahumados. Quemados jarales... Umbría sequía, solano... Paleta completa: verano. M. Machado 22 Dicen que me case yo; no quiero marido, no. Más quiero vivir segura n'esta tierra a mi soltura, que no estar en ventura si casaré bien o no. Dicen que me case yo; no quiero marido, no. Anónimo 23 Muerto se quedó en la calle con un puñal en el pecho. No lo conocía nadie. F.G. Lorca 24 En Roma, a mi apuesta fiel, fijé, entre hostil y amatorio, en mi puerta este cartel: "Aquí está don Juan Tenorio para quien quiera algo de él" José de Zorrilla