"Lo PERFECTO es enemigo de lo BUENO"
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"Lo PERFECTO es enemigo de lo BUENO"
2 NEGOCIOS INTERNACIONALES EDITORIAL "Lo PERFECTO es enemigo de lo BUENO" Editorial H ay básicamente tres maneras de lograr la integración comercial: la primera, que fue la más utilizada por los países en los noventa, es la apertura unilateral. Con ella el Perú, por ejemplo, bajó sus aranceles de un 66% a un 16%. Una caída dramática que, en lugar de hacer colapsar a la industria -como advertían los hasta entonces protegidos a costa del consumidor-, por un lado, permitió a las empresas ser más competitivas al tener acceso a insumos y bienes de capital más baratos y, por otro lado, las obligó a ser más competitivas, al enfrentarlas a la competencia internacional. De esta manera, se beneficiaron empresas y consumidores, y el país comenzó a recuperar sus tasas de crecimiento. Según muchos analistas, esta apertura unilateral es la más eficiente. Sin embargo, puede ser difícil de vender políticamente, por cuanto sus detractores (básicamente empresarios protegidos y políticos comprados… por esta supuesta filosofía) sostienen que los países "dan todo, sin obtener nada a cambio". Olvidan que si "todos dan todo", todos estarán recibiendo algo a cambio. La segunda forma es mediante acuerdos multilaterales. Esto se da en el marco de la Organización Mundial de Comercio, el foro perfecto para la integración donde solo se avanza por consenso y los 149 países tienen votos con el mismo peso, sin importar su tamaño. Sin embargo, tiene un pequeño problema: está estancada y la reciente suspensión de la reunión en Hong Kong para avanzar en la agenda de Doha da señales de un fracaso inminente. De hecho, se dice burlonamente que "Doha está entre cuidados intensivos y el crematorio". La tercera forma, menos perfecta en casi todo sentido, es la integración regional o bilateral. En cuanto a sus ventajas, respecto a la apertura unilateral, implica una forma más fácil de vender políticamente la apertura, pues hay un intercambio de concesiones ("yo te rebajo mis aranceles y tú también me rebajas los tuyos") que puede abarcar aspectos que van más allá de las tarifas de importación (trato de inversiones, servicios, propiedad intelectual y compras públicas, entre otros). Respecto a la integración multilateral, tiene la ventaja de que imprime mayor velocidad que la que es posible obtener por consenso, pues solo es necesario poner de acuerdo a un par de países, en la mayor parte de casos. Las mayores críticas con relación a esta aproximación, están en la complejidad que enfrentan las empresas al tener condiciones distintas, las reglas de origen diferentes para cumplir con los requisitos que les permitan acogerse a los acuerdos, y la presión de trabajo para los negociadores de los países. Sin embargo, y pese a las críticas, los acuerdos bilaterales siguen proliferando y "quien no está adentro, se está quedando fuera". Por eso, bienvenidos los TLC con Estados Unidos, Chile, Tailandia, la Unión Europea y Singapur. Sigamos con México y Centroamérica. Y no olvidemos a China ni a Japón… solo para comenzar. En tanto no se esté avanzando en la OMC y en tanto los demás países están ya en distintos procesos de integración, el Perú no puede descuidar sus acuerdos bilaterales, por más imperfectos que sean y por más trabajo que cuesten. Finalmente, bien dicen que "lo perfecto es enemigo de lo bueno".