Un tiro en la boca
Transcripción
Un tiro en la boca
ABC «Los Domingos» 02-03-2003 - ¡Basta Ya! Algunos hombres dignos Un tiro en la boca - Juan Francisco Alonso y Miguel Ángel Barroso «Al principio, en los primeros días, muchos no andaban protegidos ?dice Mikel Azurmendi?. Pero pronto todos decidieron echarse un par de guardaespaldas encima». Azurmendi, exhausto, hizo las maletas y se marchó a Estados Unidos, y luego a Almería, y luego a Madrid... Fue el único del grupo. Antes de coger el avión hizo una llamada, a José Luis López de la Calle. «Le dije que ya le habían dado todos los avisos posibles. Que se fuera. Doce días después, el 7 de mayo de 2000, lo mataron». El reciente pleno de Andoain, tras el asesinato de Joseba Pagaza El primer jueves de julio de 2000, el matrimonio de José Ramón Recalde y María Teresa Castells (copropietaria junto a Latierro de la librería Lagun, tantas veces en el punto de mira de los violentos) acudió como de costumbre a la manifestación que convocaba ¡Basta Ya! junto al Ayuntamiento de San Sebastián. Les guiaba allí la opresión del espanto, los crímenes de Enrique Casas, Gregorio Ordóñez, Fernando Múgica y tantos otros. José María Calleja, en su libro «¡Arriba Euskadi! La vida diaria en el País Vasco» (Espasa), recuerda que aquella tarde, después de las ocho, Recalde estaba más serio que de costumbre. Al final de la concentración le confesó: «En San Sebastián todo el mundo me dice que los próximos vamos a ser nosotros». Él y su esposa. El 14 de septiembre, cuando José Ramón y Maite volvían de hacer la compra, sin escolta, el presagio se descerrajó sobre su boca. ¿Qué ha sido ese ruido? ¿Un disparo? ¿Un disparo? ¿A quién? ¿A mí? Dice hoy Recalde, que entre 1987 y 1994 fue consejero de Educación y Justicia y portavoz del Gobierno Ardanza, que se siente cansado. Escribe de vez en cuando, acude a las manifestaciones y, entre unas cosas y otras, se siente obligado a regresar a aquel septiembre negro que se le desdibuja en la memoria. El 23 se convocó una gran manifestación, mojón clave en la historia de ¡Basta Ya!. Decenas de miles de personas secundaron un grito de nuevo «provocador», seña de identidad de la plataforma: «Por la vida y la libertad, defendamos lo que nos une: Estatuto y Constitución». Recalde acababa de salir de la UVI, y las noticias se las llevaban junto a su almohada sus hijos, su esposa. Aún no era muy consciente de lo que pasaba. «Vi el compromiso de tanta gente en la lucha, la expresión de la reacción ciudadana, la petición de voz. Ahora lo que hay que hacer es mantenerse firmes, sin dar un paso atrás, porque un fenómeno típico del nacionalismo es identificar a los críticos con el enemigo». Ignacio Latierro lo deja claro: «Braman, luego cabalgamos». ¡Basta Ya! siempre ha apuntado al centro de la diana. Cada eslogan se debate durante horas, en una organización suficientemente «desestructurada» (Rosa Díez), sin locales propios, sin jerarquía, sin cuotas fijas. Y siempre con éxito: «Nacionalismo obligatorio: no» (19 de octubre de 2002), «Libertad Obligatoria, Viva la Constitución» (25 de enero de 2003), «ETA asesina. Gobierno vasco responsable» (12 de febrero de 2003). «A los nacionalistas estos mensajes les han parecido un horror, una provocación. Manda narices que defender los valores de la Constitución sea provocador», clama Díez. Y Cristina Cuesta añade: «Siempre nos hemos sentido atrevidos, pero convencidos, porque son muchos años de hartazgo. Decir cosas como "ETA ez" ha sido una revolución cívica». «La verdad es que los nacionalistas siempre nos han dado una coartada, como cuando Ibarretxe presentó su plan independentista coincidiendo con nuestra manifestación contra el nacionalismo obligatorio», apunta Carlos Martínez Gorriarán. «Hemos logrado que nuestras movilizaciones sean mayores, incluso, que las organizadas por los partidos constitucionalistas ?aunque lógicamente no competimos con ellos? y, por supuesto, que las montadas por Batasuna, absolutamente patéticas en los últimos tiempos». Había que tomar la calle, pero también organizar actos cuyas imágenes adquirieran la categoría de símbolos. Así ocurrió en el Kursaal, en San Sebastián, el 28 de abril de 2001, cuando Fernando Savater juntó sus manos con las de Nicolás Redondo Terreros y Jaime Mayor Oreja. Una foto que provocaría sarampión a más de uno. José María Calleja aún paladea el momento. «Allí se respiraba un aire de libertad muy parecido al del final de la dictadura de Franco. Había gente de todo pelaje, en desacuerdo en muchas cosas, pero unidos para decir no a ETA». El 14 y 15 de febrero de 2003 un grupo de intelectuales debatió en el mismo palacio de congresos sobre los nacionalismos en Europa. Antonio Muñoz Molina, uno de los asistentes, asegura: «¡Basta Ya! ha tenido la inteligencia y el coraje de plantear en términos políticos la respuesta al terrorismo, y a la tentación uniformadora del nacionalismo. Hasta que surgió esta plataforma, todo eran concentraciones silenciosas, condenas. Sólo ellos pusieron en pie lo que tristemente los partidos políticos democráticos no habían tenido el valor o la inteligencia de hacer: la defensa de los valores cívicos, de la Constitución y del Estatuto, porque lo que ocurre allí no es un problema de nacionalismo contra no nacionalismo, o de nacionalismo vasco contra nacionalismo español, sino algo más terrible, que muchos demócratas en España (y para mi dolor, mucha gente de izquierda) no quieren ver: el problema en el País Vasco es la desaparición de la legalidad democrática y del Estado de Derecho, que allí en gran medida no funciona». Edurne Uriarte ni siquiera recuerda cuál fue el primer acto de ¡Basta Ya! al que acudió. Sí se acuerda borrosamente de la presentación del Foro de Ermua. Se sentó en la mesa de aquella comida junto a Fernando Buesa, una persona a la que apreciaba enormemente, y cuya figura permanece vívida en su memoria. «Algunos de los que han compartido manifestaciones, reuniones y almuerzos con nosotros han sido asesinados desde entonces. Y sabemos que cualquiera de los que queda puede correr la misma suerte», señala. «Y, sin embargo, esa percepción realista, la misma que expresaba Joseba Pagazaurtundua en las cartas que envió al Consejero de Interior, no convierte a las gentes y actividades de ¡Basta Ya! en una especie de exposición de tristeza y tragedia. Todo lo contrario. Lo más llamativo de esa marea humana cada vez más grande es el espíritu positivo, la esperanza y la determinación. Por eso ¡Basta Ya! tiene esa capacidad de movilización. Porque representa la recuperación de la palabra, de la esperanza y de la determinación por la conquista de la libertad. Y por eso es tan peligrosa para ETA y para el nacionalismo: ha sustituido el miedo y el silencio por la protesta y la reivindicación». El homenaje a Pagazaurtundua ha sido el penúltimo acto de este puñado de hombres y mujeres dignos. «Si tuviera que quedarme con una imagen de estos años de lucha pacífica resaltaría la calidad humana y democrática de Maite, la hermana de Joseba», resalta Calleja. «Maite destiló la dosis justa de emoción y de claridad de ideas. Joseba era un "salsas", estaba en todo. Tenía una alegría y una pasión por la vida contagiosas. Siempre estará con nosotros».