centralizados o distribuidos

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centralizados o distribuidos
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LUNES
10 DE NOVIEMBRE DEL 2014
La clave
S
iete millones y medio de
catalanes, incluidos los
dos millones largos que
ayer acudieron a las urnas, se habrán despertado hoy con una sensación agridulce.
Conscientes, por un lado, de haber
asistido una jornada muy especial,
por cuanto muchos ciudadanos
rompieron ayer, aun de modo testimonial, un tabú: el que establecía
que jamás serían convocados a las
urnas para pronunciarse sobre la independencia. Pero sabedores, también, de que la fuerza simbólica del
9-N no comportará cambios tangibles en la realidad política catalana.
Al menos, no a corto plazo. Bienvenidos todos al 10-N.
El ensayo general de la consulta
independentista fue todo un éxito,
La rueda
Bienvenidos
al 10-N
ENRIC
Hernàndez
DIRECTOR
pese a las carencias organizativas y
a los obstáculos jurídicos. Aun privado de valor jurídico y de las garantías democráticas que caracterizan
una consulta legal, las propiedades
homeopáticas del proceso participativo han neutralizado el riesgo de
frustración de la sociedad catalana.
Ese es, junto a la notable participación del 9-N, el mayor éxito de Artur
Mas: haber combinado la astucia y
la determinación, la complicidad
con el soberanismo y el discreto diálogo con el Estado, para lograr que
los trenes se crucen sin chocar.
Tras haber salido airoso de este
aprieto, no es menor el dilema que
a partir de hoy, 10-N, afronta el líder
de CiU: o bien convocar de inmediato la «consulta definitiva», en forma
de elecciones plebiscitarias; o bien,
condicionando el adelanto electoral a una improbable lista unitaria
con la Esquerra de Oriol Junqueras,
explorar las vías de negociación con
el Gobierno de Mariano Rajoy y el
PSOE de Pedro Sánchez, por fortuna nunca selladas, y apurar su
mandato hasta el 2016 cambiando
de aliados en el Parlament.
Algunas pistas dio Mas anoche,
cuando antepuso la consecución
de un acuerdo con el Estado para
promover un referéndum legal a
la celebración inmediata de unas
elecciones plebiscitarias, que hace
bien poco defendía como prioritarias. Sus razones tendrá para mudar de estrategia. Queda por ver
si el movimiento independentista que tanto ha confiado en su liderazgo estará dispuesto a esperar.
@Enric_Hernandez
Centralizados o distribuidos
La pereza, la ambición y el exceso de fantasía son enemigos de la imaginación renovadora
Folch
L
os grandes hospitales generalistas son cosa del pasado. Pertenecen a los
tiempos en que la preocupación de la sanidad era
combatir las enfermedades, más
que favorecer la salud. La enfermedad, et pour cause la medicina terapéutica, representan el fracaso de
las buenas prácticas higiénico-sanitarias. La salud se consolida en la vida cotidiana correcta, los terapeutas
solo deberían entrar en juego cuando, excepcionalmente, la salud quebrara. «Más vale prevenir que curar»,
sentencia acertadamente el dicho
popular. En todo caso, ¿qué sentido
tiene tratar menudencias en un
gran hospital equipado para hacer
frente a grandes contingencias?
Los grandes hospitales generalistas con poca orientación profiláctica y mucha asistencia primaria responden a un anticuado concepto
centralizado del ejercicio médico.
En general, la descentralización y
rejerarquización de funciones atendiendo al principio de la subsidiaridad es una tendencia emergente
y seguramente imparable. Afecta a
otros dominios además de la sanidad, como a la política o a los sistemas de tratamiento de aguas residuales y ulterior aprovechamiento
del agua tratada. O al mundo de la
energía. Un siglo después de empezar a dotarnos de grandes plantas
centralizadas de generación eléctrica, estamos descubriendo las ventajas de lo que ya tuvimos, o sea, la
generación distribuida.
Claro que hoy hablamos
de generación distribuida 2.0, no de aquellos alternadores acoplados a
viejas ruedas hidráulicas
de un molino harinero.
A comienzos del siglo
XX, tras ásperas discusiones, la corriente alterna
se impuso a la continua.
Entonces se soñaba con
grandes centrales eléctricas, especialmente con
grandes centrales hidroeléctricas. Solo podían
ubicarse en las montañas, lejos de grandes centros de consumo, por lo
que el transporte eléctrico era inevitable. Esta
es una de las razones del
LEONARD BEARD
triunfo de la corriente alterna. Las centrales terMuchos formatos sociales
moeléctricas, por la contaminación atmosférica o tecnológicos de ahora son
asociada, y desde luego de la época de nuestros abuelos
las nucleares, también
tendieron a situarse lejos
de grandes núcleos habitados, por lo Es al revés: precisamente porque son
que la corriente alterna se reveló co- opciones de hace cien años deberían
mo la mejor opción. Pero la evolu- ser revisadas a fondo. Inmersos en el
ción tecnológica y los males climáti- enorme problema global del cambio
cos ligados a la generación térmica climático y en un momento de conshan ido cambiando el panorama.
tantes mejoras en la eficiencia de los
sistemas de captación eólica y fotode los formatos so- voltaica, habría que preguntarse si
ciales o tecnológicos que nos con- no nos conviene rescatar la corrienciernen responden a decisiones de te continua con la que a la postre
nuestros abuelos, tomadas en otro funcionan los trenes, los ordenadomomento y en otro contexto. A me- res, los móviles o el coche eléctrico
nudo no nos convienen ahora, pero que tarde o temprano todos tendreya nos acostumbramos a ellos. Por mos. Una corriente continua, adedesconocimiento o pereza, propen- más, que puede provenir de nuesdemos a creer que son las mejores tros captadores fotovoltaicos.
soluciones posibles, acreditadas por Algunas de las soluciones técnimedio siglo o un siglo de recorrido. cas actualmente disponibles con-
Muchos
Gordillo
Cuestión de plazos
La generación eléctrica local
RAMON
SAÜL
trarían hábitos sociales o intereses empresariales. Se comprende,
pues, que haya resistencia a implementarlas. Pero venciendo la pereza e invitando a las compañías
a no encasillarse en fórmulas de
negocio del pasado, los cambios
positivos pueden llegar. Los edificios convencionales tienen una demanda de 150-200 kWh por m2 y
año, pero sabemos hacer edificios
tanto o más cómodos con demandas de 50-70 kWh/m2/año, es decir
tres veces menos. Con esas demandas, podrían funcionar, o casi, con
energía capturada localmente (fotovoltaica o minieólica). Las baterías de los autos podrían recargarse con corriente continua directa o
previamente acumulada. No es necesario generar en la misma casa,
puede hacerse en el mismo barrio
o cercanías, pero no hay por qué
depender de generaciones lejanas,
ni de costosas líneas de transporte
que, encima, presentan pérdidas
considerables por el inevitable efecto Joule (calentamiento de cables).
Para según qué escalas,
las cuentas cuadran. Para otras (lugares de muy alta demanda), no
tanto o nada. Seguramente habría
que compatibilizar los dos sistemas, pero el aumento de complejidad queda compensado por los
ahorros globales y los beneficios
socioambientales. No tiene sentido extasiarse con las famosas smart
cities como almacenes de gadgets innecesarios y no exigirles la gestión
compleja de microrredes. Y es que,
sobre perezosos y mezquinos, a
menudo somos fantasiosos en vez
de imaginativos. Es decir, poco modernos. Pero podemos serlo. H
Socioecólogo. Presidente de ERF.
Discrepancia
pactada entre
Mas y Rajoy
T
res grandes manifestaciones precedidas por las
consultas populares iniciadas en Arenys de Munt
el 2009 han sido la antesala del proceso participativo del
9-N, que ha servido para entregar
definitivamente el monopolio del
concepto «democracia» al independentismo. Los presidentes Artur
Mas y Mariano Rajoy han evitado
formalmente el choque de trenes.
El president ha logrado sortear el
boicot sistemático del Estado y preservar una débil unidad soberanista para acabar poniendo las urnas,
mientras que Rajoy se ha salido
con la suya al frustrar un referéndum o consulta con garantías jurídicas que emitiera un mandato
vinculante de los catalanes. Estamos donde estábamos, pero con la
diferencia que los ciudadanos han
perdido definitivamente el miedo
a votar y a hacerlo por la ruptura.
El desapego y la indignación con
esta España, en manos del PP, alér-
El ‘president’ pretende
que los catalanes solo
recuerden cómo les ha
hecho sentirse el 9-N
gica a las reformas y la regeneración son transversales, capaces de
unir en una jornada festiva y emotiva a independentistas, federalistas y autonomistas que comparten
un deseo de cambio profundo.
Mas está intentando combinar
la vieja política –sería oportuno
preguntar por las negociaciones
secretas de su emisario Joan Rigol
con los fontaneros del PP y el PSOE,
¿o encara no toca?– con una política de las emociones. Hay una frase
que dice: «La gente olvidará lo que
has dicho y lo que has hecho, pero
nunca olvidará cómo la has hecho
sentir». Parece el manual de Mas.
Este 9-N una parte de la población, la más activa e inconformista, se ha sentido libre. La pregunta ahora es si la discrepancia –posiblemente pactada al estilo de la
vieja política– entre Mas y Rajoy
dará paso a una nueva era o si la
ciudadanía tendrá que luchar para forzar los cambios. ¿Tiene prisa
la gente? Esa es la cuestión. H
@saulgordillo