Traducción del dossier al castellano English Translation of dossier
Transcripción
Traducción del dossier al castellano English Translation of dossier
Traducción del dossier al castellano English Translation of dossier Tras dedicar varios números de la revista a los museos militares, a los museos de historia, a los museos etnológicos y a los museos relacionados con la memoria histórica, presentamos ahora un dossier dedicado a los museos de arte, una tipología de museos que, como se dice en uno de los artículos incluidos, “ha sido en los últimos años un campo privilegiado para la crítica y el debate sobre los nuevos usos de estas instituciones en el contexto cultural de las sociedades contemporáneas”. Una centralidad surgida, por un lado, de su singularidad, derivada fundamentalmente de su objeto –la obra de arte en su doble condición de documento y medio y forma de expresión universal en continua mutación– y de su tratamiento museográfico, y, por otro, de su condición privilegiada como símbolo cultural de primer orden en las nuevas estrategias del consumo masivo de cultura. Todos estos aspectos ha sido motivo de la publicación de diferentes estudios y base de muchos ensayos teóricos en los últimos años. Nosotros hemos optado, sin embargo, por incorporar en este dossier la voz de los profesionales de la museología catalana, denominador común de la procedencia muy diversa de los autores de los artículos. En el dossier se combina la reflexión teórica relativa a la especificidad de los museos de arte y de su objeto con el relato de lo que ha sido el trabajo realizado en este ámbito tan complejo en los últimos tiempos. Desde el punto de vista del ejercicio de la práctica profesional, uno de los objetivos del dossier ha sido la voluntad de aportar una contribución a la historia de esta tipología museística en nuestro país, intentado huir del efecto deslumbrante que ejercen las grandes infraestructuras museísticas, que a menudo ha ocultado una realidad bastante compleja y especialmente diversa. En el artículo de Jesús Navarro se traza el relato de la formación de esta tipología museística y se abordan algunos de los elementos que han condicionado su pasado más reciente y la actualidad de un presente lleno de incertidumbres. Un relato que no podía dejar al margen la exploración de las relaciones, complicidades y divergencias con los nuevos centros de arte contemporáneo, surgidos por todo el país en los últimos tiempos. Anna Capella, integrando estos dos polos institucionales, subraya las debilidades de un sistema demasiado débil como es el de las artes visuales contemporáneas en nuestro país, y llama la atención sobre la situación de debilidad que atraviesa el sector de las artes visuales. Otro elemento que nos ha parecido esencial para que integre el dossier ha sido la reflexión teórica sobre algunos de los aspectos que se convierten en centrales en la práctica profesional de los museos de arte. En el artículo escrito por Antoni Garau y Carles Fargas se aportan elementos de reflexión sobre la condición de la obra de arte, sobre los dispositivos museográficos de su exposición pública/comunicación, que adquieren una especial singularidad al ser portadores de un atractivo específico vinculado a su dimensión estética y social. Reflexión que se amplía al otro extremo del binomio comunicativo: los públicos. Los museos de arte han sido en este sentido impulsores de importantes transformaciones que han explotado el carácter poliédrico de la obra de arte para explorar nuevos tipos de relación entre el patrimonio y los públicos, aspectos que se abordan más extensamente en el artículo de Oriol Fontdevila. Otra de las reflexiones explora aspectos más propiamente relacionados con el ámbito de la gestión: el artículo de Carme Sais trata de las formas de colaboración público-privada. Una cuestión que ciertamente ocupa y ocupará buena parte de los esfuerzos de nuestras instituciones. Las nuevas formas de participación y socialización de la actividad cultural y artística que, aunque se renueven, deberán seguir velando por las buenas prácticas del sector y por la defensa del interés general de la actividad cultural, que nos define como país. Fuera del dossier, pero de manera complementaria, cierra la revista una entrevista con Vicenç Todolí, ex director de la TATE Modern, actualmente asesor de diversas fundaciones y museos y comisario de exposiciones. ANNA CAPELLA MOLAS. Directora del Museu de l’Empordà de Figueres JESÚS NAVARRO i GUITART. Director del Museu d’Art Jaume Morera de Lleida Having devoted various issues of the magazine to military museums, history museums, museums of ethnology and museums dealing with the historical memory, we are now presenting a dossier devoted to art museums, a type of museum which, as one of the articles included says, ‘has in recent years become a privileged field for critics and for the debate on the new uses of these institutions in the cultural context of contemporary societies’. Its centrality arises, first of all, from its uniqueness, which derives fundamentally from its objective –the work of art in its twofold capacity as a document and medium and a constantly mutating universal form of expression-- and from its museographic approach, and secondly from its privileged role as a cultural symbol of the first order in the new strategies of mass consumption of culture. All of these aspects have been cause for publication of different studies and the basis of much theoretical writing in recent years. However, we have chosen to include in this dossier the voices of the professionals of Catalan museology, the common denominator of the varied backgrounds of the authors of these articles. The dossier combines theoretical reflection on the specific nature of art museums and their goal with an account of the work done in this complex sphere in recent years. From the point of view of professional practise, one of the goals of this dossier has been to contribute to the history of this type of museum in our country, while trying to avoid the dazzling effect of the large museum infrastructures, which have often hidden a complex and especially diverse reality. Jesús Navarro in his article tracks the formation of this type of museum and looks at some of the elements that have conditioned its more recent past and the currency of a present full of uncertainties. This account had to include an exploration of the relations, complicities and divergences with the new centres of contemporary art that have sprung up all over the country recently. Anna Capella, bringing together these two institutional poles, underlines the weaknesses of the system of contemporary visual art in our country, which is in need of reinforcement, and draws attention to the debilitated condition of the visual arts sector. Another element we thought was an essential part of our dossier was the theoretical reflection on certain aspects that have become central in the professional practice of art museums. The article written by Antoni Garau and Carles Fargas provides elements for reflection on the condition of the work of art, on museographic devices for its public exhibition and communication, which take on a special importance as bearers of a specific attraction linked to their aesthetic and social dimension. This reflection extends to the other extreme of the communicative binomium: the public. Art museums have in this sense been the driving force behind important changes that have exploited the many-sided nature of the work of art to explore new types of relation between heritage and public, aspects that are dealt with at greater length in the article by Oriol Fontdevila. Another reflection explores aspects more closely related with the sphere of management. The article by Carme Sais deals with forms of public-private partnership. This question undoubtedly occupies and will continue to occupy a large part of our institutions’ efforts. New forms of participation and socialisation of cultural and artistic activity, despite having been overhauled, will have to keep supervising good practices in the sector and defending the general interest of the cultural activity that defines us as a country. Separate from the dossier, but complementing it, the magazine ends with an interview with Vicenç Todolí, ex-director of the TATE Modern and currently adviser to various foundations and museums and exhibition curator. ANNA CAPELLA MOLAS. Director of the Museu de l’Empordà de Figueres JESÚS NAVARRO i GUITART. Director of the Museu d’Art Jaume Morera in Lleida Panorama de los museos de arte en Cataluña / The art museum scenario in catalonia Jesús Navarro I Guitart Director del Museu d’Art Jaume Morera de Lleida / Director of the Museu d’Art Jaume Morera in Lleida El museo de arte es el lugar privilegiado donde más se ha evidenciado la crisis permanente del museo como institución y el cuestionamiento de sus funciones tradicionales, así como el debate sobre sus nuevos usos en el actual contexto cultural de nuestra sociedad. En Cataluña, el panorama de los museos de arte tiene unas características propias que cabe buscar en la génesis y el desarrollo históricos de esta tipología museística. Las décadas de gobierno democrático han ido configurando un sistema de museos basado en la dualidad de los museos nacionales (MNAC y MACBA) y el tejido museístico territorial, con diferencias y ritmos de desarrollo muy desiguales. The art museum is a privileged place where the permanent crisis in the museum as an institution and the questioning of its traditional role, as well as the debate over its new uses in the present cultural context of our society, has been most noticeable. In Catalonia, the art museum scenario has characteristics of its own, to be found in the historical genesis and development of this type of museum. The decades of democratic government have gradually shaped a system of museums based on the duality of national museums (MNAC and MACBA) and the regional museum fabric, with differences and very unequal rates of development. El tratamiento de la complejidad propia del mundo de los museos se ve agravada al hablar de los museos de arte. Si en algún lugar se ha hecho más evidente la crisis permanente del museo como institución y el cuestionamiento de sus funciones tradicionales es en el museo de arte, una tipología museística que ha sido en los últimos años un campo privilegiado para la crítica y el debate sobre los nuevos usos de estas instituciones en el contexto cultural de las sociedades contemporáneas. Dealing with the complexity of the world of museums is aggravated when we come to speak about art museums. If there is one place where the permanent crisis of the museum as an institution and the questioning of its traditional role has been most noticeable, this is the art museum, a type of museum which in recent years has become a privileged field for critics and for the debate on the new uses of these institutions in the cultural context of contemporary societies. Los cambios que se han producido en la sociedad occidental en los últimos treinta años han colocado al museo de arte en el centro del debate sobre la identidad de nuestra época y sus raíces. Esta institución museística se ha convertido en el catalizador de los debates generados por un discurso crítico sobre la modernidad, que ha implicado una nueva forma de entender la cultura y sus instituciones. Unos debates que han afectado de una manera particular a los museos de arte moderno y contemporáneo, en su doble condición de garantes de un pasado reciente y de agentes activos del presente, pero que ha acabado por afectar al resto de museos. Esta nueva situación propiciada por las nuevas prácticas artísticas no podía armonizarse, por otro lado, con las formas tradicionales del museo y este, consciente de la urgencia de una adaptación y de su inserción en un contexto social en incesante mutación, tenia que responder al desafío planteado y a las nuevas exigencias museológicas derivadas. The changes that have taken place in western society in the last thirty years have placed the museum at the centre of the debate over the identity of our age and its roots. This museum institution has become the catalyst for the debates generated by a critical discourse on modernity which has involved a new way of understanding culture and its institutions. These debates have particularly affected museums of modern and contemporary art in their twofold nature as guardians of a recent past and active stakeholders in the present, but have eventually come to affect all other museums. In addition, this new situation brought about by new artistic practices could not be harmonised with the traditional forms of museums. Realising the urgent need to adapt and to fit in with a ceaselessly mutating social context, the museum had to answer to the challenge facing it and to the new museological demands arising from it. Así, los museos, y especialmente los de arte, se han visto atrapados en complejas dialécticas. Por un lado, en su desarrollo como institución cultural han necesitado incorporar, a las ya tradicionales funciones de conservación y exposición, nuevos significados y actividades dirigidas a la satisfacción de los aspectos programáticos de la institución –cada vez más directamente relacionadas Museums, then, and art museums especially have found themselves caught up in complex dialectics. For one thing, in their development as a cultural institution, to their now traditional functions of conserving and exhibiting, they have had to incorporate new meanings and activities directed at satisfying programmatic aspects of the institution –related more and more directly Dossier 3 Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA con los públicos–, señalando la importancia de alcanzar un papel discursivo y mediador, y no meramente garantista y erudito. Un aspecto, este último, claramente influenciado por la dinámica relativamente reciente que se ha establecido entre las actuaciones del museo de arte y las de su homónimo, el centro de arte. Pero más allá de esta dualidad funcional interna, el museo de arte, como símbolo cultural de primer orden en que se ha convertido, también se ha visto sometido a los mismos vaivenes mercantilistas de la sociedad actual y ha asumido nuevas funciones que responden a las nuevas estrategias del consumo masivo de cultura. Una instrumentalización política y económica agravada al alcanzar nuevas centralidades ajenas a su discurso cultural y artístico. Hoy nadie duda de que los museos han tenido un papel determinante como monumento público al servicio de la imagen de la ciudad y han sido considerados como unos agentes privilegiados en la regeneración y redención socioeconómica de áreas marginales –frecuentemente, punta de lanza de operaciones de gentrificación. Y cuando se habla de las nuevas industrias culturales, a nadie se le escapa que los museos, como factorías empresariales, se han convertido en elementos imprescindibles de reactivación y desarrollo económico de los territorios. No es extraño pues que algunos museos de arte hayan sido protagonistas de buena parte de las inversiones públicas en términos de infraestructura patrimonial. No podemos dejar de señalar, sin embargo, la existencia de realidades bastante diferencia- das atendiendo a la dimensión y ubicación en el espacio de estos museos, que en el caso catalán se extienden por todo el territorio. Un panorama de contrastes que se mueve entre la indigencia y la opulencia –siempre relativas comparadas con otras realidades cercanas. Y este es uno de los rasgos que caracterizan el panorama de los museos de arte en Cataluña: su fragmentación y desigualdad, que cabe buscarlas en la génesis y el desarrollo de esta tipología museística. Una mirada al pasado La falta de infraestructuras del Estado en Cataluña ha sido un factor que ha determinado la creación y el formato de sus museos. Ciertamente, esta falta, a pesar de estar relacionada con los efectos negativos de la política cultural de la monarquía española respecto de un territorio, hay que buscarla más bien en el retraso general del país en materia cultural y específicamente en la irresponsabilidad de sus instituciones oficiales en relación con el patrimonio (Bolaños, 1997). En un país en el que la indigencia cultural y financiera del Estado se tomaba el fomento de los museos como un asunto menor, tenía que ser forzosamente la sociedad civil –léase los estamentos burgueses y parte de una nobleza en decadencia– la que impulsara su formación y su desarrollo. Si inicialmente alguna de las medidas liberales de la monarquía española, especialmente las relativas a las desamortizaciones eclesiásticas, permitieron, gracias a la actuación de las comisiones provinciales de monumentos, reunir unas primeras colecciones públicas de arte –mayoritariamente de arte sacro–, serían las iniciativas municipales y las de las instituciones culturales y de estudio, principalmente las academias, las que vehicularían este incipiente y débil coleccionismo Dossier with the public–, indicating the importance of finding a part to play in discourse and mediation, rather than just in guardianship and erudition. This last aspect is clearly influenced by the relatively recent dynamics established between the activities of the art museum and those of its homonym, the art centre. But over and above this internal functional duality, the art museum, as the first-class cultural symbol it has become, has also been subjected to the same mercantilist fluctuations of today’s society and has taken on new functions that answer to new strategies of mass culture consumption. This political instrumentalisation is aggravated when it achieves a new centrality which is alien to its cultural and artistic discourse. No-one today is in any doubt that museums have played a decisive role as a public monument serving the image of the city and have been treated as privileged stakeholders in the socio-economic regeneration and redemption of deprived areas –very often the spearhead of gentrification operations. And when it comes to the new cultural industries, there is no-one who can not see that museums, as business establishments, have become essential elements in regional reactivation and economic development. So it is not surprising that some museums have become the protagonists of a large part of public investment in terms of heritage infrastructure. But it is important to point out the existence of quite different situations as regards the size and location of these museums, 4 which in the case of Catalonia extend all over the country. The outlook is one of contrasts going from abject poverty to opulence –always relative to other nearby situations. And this is one of the characteristic features of the art museum scenario in Catalonia: its fragmentation and inequality, which must be sought in the genesis and development of this type of museum. A look at the past The shortage of state infrastructures in Catalonia is one factor that has determined the creation and the format of museums. Certainly, this shortage, despite being related to the negative effects of the cultural policy of the Spanish monarchy with respect to one territory, can be put down mainly to the general backwardness of the country in cultural matters and specifically to the irresponsibility of its official institutions with respect to heritage(Bolaños, 1997). In a country where the cultural and financial poverty of the state looked on the promotion of museums as a minor matter, only the civil society –viz. the bourgeois classes and part of a nobility in decline– could drive their formation and development. Though at first some of the liberal measures of the Spanish monarchy, especially those relating to the confiscation of ecclesiastical property, allowed the provincial monuments commissions to put together the first public collections of art (mainly religious art), it was to be initiatives by municipal authorities and by cultural and study institutions –mainly the academies– that channelled these faltering early public collections, complemen- Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA público, que se complementaría en muchas ocasiones con la integración de colecciones privadas, cuando estas no se decidían a formar sus propios museos. Así sucedió en Barcelona, donde colecciones institucionales y privadas edificaron los primeros museos de la ciudad (Garcia, 1997; Boronat, 1997). En 1879 se creaba el Museu d’Antiguitats de Barcelona, en 1891 se inauguraba el Museu Municipal de Belles Arts, el Museu de Reproduccions Artístiques y el Museu d’Arqueologia, y en 1902 se creaban el Museu de les Arts Decoratives y el Museu Provincial de Belles Arts. Algunos confluyeron en 1915 en el Museu d’Art i Arqueologia de Barcelona. Este fue, sin embargo, un fenómeno que también sucedió en otros lugares del territorio catalán, como en la Biblioteca-Museu Víctor Balaguer (1894) de Vilanova i la Geltrú, en el MuseuBiblioteca d’Olot y en el Museu de Manresa (1896), estos últimos por iniciativa municipal. Ciertamente, de modo parecido a como acaece actualmente, la formación de un museo depende en última instancia del entusiasmo personal de algún cargo municipal, de la generosidad de un mecenas o artista, o del compromiso de alguna asociación o institución cultural. En este sentido cabe mencionar la creación del Museu d’Art de Lleida (1917) –después denominado Museu d’Art Jaume Morera en homenaje a su impulsor y mecenas–, del Museu del Cau Ferrat (1933) de Sitges, surgido de la voluntad y de las colecciones de Santiago Rusiñol, o del Museu Municipal de Reus (1934), impulsado por Salvador Vilaseca. No hay que olvidar, sin embargo, que estas iniciativas, inicialmen- te esporádicas y dispersas, acabaron confluyendo en un momento especialmente brillante de la museología catalana hacia los años treinta, especialmente en Barcelona. Previamente, las actuaciones planificadas de la Junta de Museus de Barcelona (Solé, 2011, p. 157-178), surgida del esfuerzo mancomunado del Ayuntamiento y de la Diputación de Barcelona y también de la Academia de Bellas Artes de San Jorge, habían sentado las bases para dotar a Cataluña de unas colecciones y unos museos que pudiesen materializar simbólicamente los rasgos identitarios de la cultura catalana. El Museu d’Art de Catalunya (1934) quedaría ubicado en el Palacio Nacional de Montjuïc y el Museu de les Arts Decoratives en el Palacio de Pedralbes (1932). A las preocupaciones generadas alrededor de las colecciones y de su uso público como instrumentos de progreso social y cultural se añadirían aquellas otras de carácter marcadamente político para potenciar la fuerza y el sentido cultural de las instituciones oficiales catalanas, subrayando el carácter específico de la nacionalidad catalana a los ojos de España y de Europa. Aspectos que se han cernido permanentemente durante todo el siglo XX y que han determinado en buena parte la configuración actual del modelo museístico catalán, como veremos más tarde. A este fenómeno de revalorización de las colecciones artísticas catalanas contribuyó también la conformación de los diferentes museos diocesanos: el Museu Episcopal de Vic (1889), el Museu Diocesà de Lleida (1893), el Museu Diocesà de Solsona (1896) y el Museu Diocesà de Tarragona (1914), depositarios de ricas colecciones de arte ro- Dossier ted on many occasions with the addition of private collections when these were not used to set up museums of their own. This is what happened in Barcelona, where institutional and private collections provided the city’s first museums (Garcia, 1997; Boronat, 1997). The Museu d’Antiguitats de Barcelona (Museum of Antiques) was set up in 1879, the Museu Municipal de Belles Arts (Municipal Museum of Fine Arts), Museu de Reproduccions Artístiques (Museum of Artistic Reproductions) and Museu d’Arqueologia (Museum of Archaeology) in 1891 and the Museu d’Arts Decoratives (Museum of Decorative Arts) and Museu Provincial de Belles Arts (Provincial Museum of Fine Art) in 1902. Some came together in 1915 in the Museu d’Art i Arqueologia de Barcelona (Museum of Art and Archaeology). This, though, was something that also happened in other parts of Catalonia, such as the Biblioteca-Museu Víctor Balaguer (Víctor Balaguer Library and Museum, 1884), in Vilanova i la Geltrú, the Museu-Biblioteca d’Olot (Olot Museum and Library, 1893) and the Museu de Manresa (1896), the last ones on the initiative of the municipality. Certainly, like what happens today, the formation of a museum ultimately depends on the personal enthusiasm of some municipal official, the generosity of a patron or artist or the commitment of some cultural association or institution. In this respect we might mention the setting up of the Museu d’Art de Lleida (Lleida Art Museum, 1917), later renamed the Museu d’Art Jaume 5 Morera in honour of its creator and patron, the Museu Cau Ferrat (1933) in Sitges, which sprang from the wishes and the collections of Santiago Rusiñol, and the Museu Municipal de Reus (1934), whose driving force was Salvador Vilaseca. We must not forget, though, that these initiatives, which at first were sporadic and scattered, eventually converged in the 1930s in a particularly brilliant moment in Catalan museology, especially in Barcelona. Prior to this, planned action by the Junta de Museus de Barcelona (Board of Museums of Barcelona) (Solé, 2011, p. 157-178), which arose from the combined efforts of Barcelona City Council and the Provincial Corporation as well as the Acadèmia de Belles Arts de Sant Jordi, had laid the foundation for providing Catalonia with collections and museums that could symbolically embody the identifying features of Catalan culture. The Museu d’Art de Catalunya (1934) was housed in the Palau Nacional on Montjuïc and the Museu d’Arts Decoratives in the Palau de Pedralbes (1932). Added to the concerns arising over the collections and their public use as instruments of social and cultural progress were others of a marked political nature for increasing the power and the cultural sense of official Catalan institutions, underlining the specific nature of Catalan nationality in the eyes of Spain and Europe. These aspects have overshadowed the whole of the twentieth century and have to a large extent determined the present Catalan museum model, as we shall see later. The establishment of the different diocesan museums also Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA mánico y gótico, que igual que el Museu d’Art de Catalunya apuntaban la importancia de un patrimonio medieval distintivo, central en la conformación de una especie de estilo nacional catalán. Por desgracia, el estallido de la Guerra Civil impidió que las instituciones museísticas catalanas pudieran incorporar, con el decalaje correspondiente, la respuesta a la crisis internacional que padecía la institución museística –de su visión erudita, positivista y acumulativa subordinada a la tradición entendida como un valor intocable y superior– que se produce en los años veinte, fundamentalmente de la mano de la vanguardia. Una respuesta que pasaba por priorizar, a partir de una nueva museografía basada en la reconceptualización de contenidos y la sobriedad de la presentación formal y decorativa, la relación con el público por encima de sus colecciones. Una vez terminada la guerra, los años cuarenta fueron fundamentalmente una época de mantenimiento bajo mínimo de las estructuras museísticas, de reconstrucción de los edificios dañados y de recuperación y restitución del patrimonio disperso (Solé, 2011, p. 157-178). En Cataluña, sin embargo, la política patrimonial franquista decretó también la división del patrimonio museístico de la Generalitat de Catalunya, repartiéndola entre diferentes administraciones, y sustrajo el adjetivo de catalán de todos los museos. El Museu d’Art y el Museu de les Arts Decoratives se adjudicaron al Ayuntamiento de Barcelona. El primero, a su vez, fue dividido en dos, dejando la parte medieval y antigua en Montjuïc y trasladando su sección de arte moderno a la Ciuta- della para formar el Museu d’Art Modern. En el resto de Cataluña, los diferentes museos, con bastantes dificultades, pudieron volver a abrir sus puertas, a excepción de los museos de Lleida, que estarían cerrados durante muchos años. A lo largo del periodo franquista las iniciativas vinculadas a los museos de arte quedaron absolutamente marginadas si las comparamos con otras tipologías, más susceptibles de acomodarse a las expresiones instrumentalizadas por parte del régimen de los aspectos rurales y folklóricos de la cultura popular. Sin embargo, la postulación del arte sacro como expresión excelsa de la cultura sirvió para la producción de alguna exposiciones de arte antiguo y para generar un ambiente propicio a la generación de nuevas instalaciones museográficas. Debe reseñarse en este ámbito la creación del Museu Diocesà de Girona en 1942, la inauguración en 1948 del Museu Frederic Marès en Barcelona y la formación del Museu Diocesà d’Urgell en 1957, además de las primeras actuaciones expositivas del tesoro de la catedral de Girona en 1951 y de la creación en 1963 del Museu de Montserrat. Fuera de este ámbito, las pocas iniciativas museísticas, impulsadas por los respectivos municipios, fueron básicamente la creación de museos a partir de colecciones y legados privados, como es el caso del Museu de l’Empordà en 1946, del Museu de Valls en 1954 y, ya prácticamente a finales del franquismo, del Museu Josep Aragay de Breda en 1974. Debe destacarse también en este periodo la proliferación de museos de artes decorativas, algunos surgidos de la disgregación de colecciones preexistentes: Dossier contributed to this revaluation of Catalan art collections. The Museu Episcopal de Vic (1889), the Museu Diocesà de Lleida (1893), the Museu Diocesà de Solsona (1896) and the Museu Diocesà de Tarragona (1914) were repositories for rich collections of Romanesque and Gothic art which, like the Museu d’Art de Catalunya, highlighted the importance of a distinctive medieval heritage which was central to the formation of a kind of national Catalan style. removed the adjective ‘Catalan’ from all the museums. The Museu d’Art and the Museu d’Arts Decoratives were assigned to Barcelona City Council. The former was in turn divided in two, leaving the medieval and ancient part on Montjuïc and moving its modern art section to the Ciutadella to form the Museu d’Art Modern. In the rest of Catalonia, the different museums only just managed to reopen their doors, except for the ones in Lleida, which stayed closed for many years. Unfortunately, the outbreak of the Spanish Civil War prevented the Catalan museum institutions from incorporating, with the corresponding time lapse, the response to the international crisis affecting museums –in the subordination of their erudite, positivist and accumulative vision to tradition seen as a superior and untouchable value–, which came about in the 1920s, mainly thanks to the avant-garde. This reply involved giving priority to the relationship with the public over and above the collections, on the basis of a new museography based on a reconceptualisation of contents and the sobriety of the formal and decorative presentation. Throughout the Franco period initiatives tied to art museums were completely marginalised in comparison with other types of museum, which were easier to accommodate to the regime’s instrumentalised expression of rural and folkloric aspects of traditional culture. Nevertheless, the postulation of religious art as a lofty expression of culture served to produce some exhibitions of ancient art and to generate a favourable atmosphere for spawning new museographic facilities. Important highlights in this sphere are the founding of the Museu Diocesà de Girona in 1942, the inauguration of the Museu Frederic Marès in Barcelona in 1948 and the establishment of the Museu Diocesà d’Urgell in 1957, as well as the first exhibitions of the treasury of Girona cathedral in 1951 and the founding of the Museu de Montserrat in 1963. Outside of this sphere, the rare museum initiatives promoted by the respective municipal administrations consisted basically in making museums out of private collections and bequests, as in the case of the Museu de l’Empordà in 1946, the Museu de Valls in 1954 and, almost as After the end of the war, the 1940s were basically a period during which museum structures were kept to a minimum, damaged buildings were repaired and scattered heritage was retrieved (Solé, 2011, p. 157-178). In Catalonia, though, Franco’s heritage policy also decreed that the museum heritage of the Generalitat de Catalunya should be divided up and distributed between the different administrations and 6 Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA el Museu Municipal Tèxtil de Terrassa (1959), que más tarde, en 1963, se fusionaría con los fondos de la Diputación de Barcelona para conformar el Museu Provincial Tèxtil, los museos románticos Can Llopis de Sitges (1949) y Can Papiol de Vilanova i la Geltrú (1961), el Museu de Ceràmica de Barcelona (1966), el Museu Tèxtil de Barcelona (1969) y el Museu Maricel de Sitges (1970). Un caso aparte es la creación de museos y fundaciones a partir de las donaciones de artistas emblemáticos del arte catalán, con la colaboración de los respectivos ayuntamientos: el Museu Picasso de Barcelona (1963), el Teatre-Museu Dalí de Figueres (1974) y la Fundació Miró de Barcelona (1975), que se convirtieron en islas de modernidad en medio de la mediocridad académica, excepciones ejemplares, a la falta de museos y centros dedicados al arte contemporáneo. Al final del régimen, la situación de los museos en Cataluña estaría definida por “un panorama museístico atomizado a nivel municipal, los grandes museos de Barcelona en una situación, desde el punto de vista de las infraestructuras, de ruina, y los museos diocesanos-episcopales, que contaban con un rico patrimonio artístico y cultural, en peores condiciones que los museos públicos”. Consecuencias todas ellas derivadas del desistimiento secular del Estado español en relación con el patrimonio, tanto desde el punto de vista de las políticas públicas como de la financiación, que acabarían provocando el crecimiento espontáneo y desordenado del mapa museístico. Con la llegada de la nueva democracia se inició un periodo de renovación política y social marcado por el ansia de recuperar lo antes posible el tiempo perdido, liquidar el pasado y recobrar la normalidad. En este contexto la cultura y su modernización se convierten en la punta de lanza de la nueva imagen pública del país, y los museos son una pieza clave de ello, especialmente los de arte, ya que proporcionan la pátina de modernidad necesaria en este proceso de renovación y se convierten en una potente herramienta simbólica en la reconstrucción de las identidades colectivas. Con este protagonismo de la esfera del arte, y de sus museos y centros, se mezclan otros factores como la necesidad sentida de equiparar la actividad cultural del país a la realidad exterior a través del arte como lenguaje universal con gran presencia en los circuitos expositivos internacionales. Estas nuevas políticas, sin embargo, se iniciaron programáticamente en un contexto originalmente en el que faltaban museos y centros preparados para asumir los nuevos retos. Así pues, en el ámbito de la cultura patrimonial, las diferentes administraciones, especialmente la local, impulsan un proceso de renovación de las estructuras institucionales existentes vinculadas con el mundo de los museos y comienzan a articular las primeras actuaciones en materia de restauración de inmuebles históricos y de actuaciones arquitectónicas vinculadas con las sedes de algunos museos. De modo complementario se empiezan a recibir dotaciones para la conservación, mejora de las instalaciones expositivas y mejora y formación de sus profesionales. A esta primera ola de iniciativas de la administración local corresponde la creación del Museu d’Art Modern de Dossier the Franco era was coming to an end, the Museu Josep Aragay in Breda in 1974. Another important aspect of this period was the proliferation of museums of the decorative arts, some of which arose from the breakup of already existing collections: the Museu Municipal Tèxtil (Municipal Textile Museum) in Terrassa (1959), which later, in 1963, was merged with the collections of the Barcelona Provincial Corporation to form the Museu Provincial Tèxtil (Provincial Textile Museum), the romantic museums Can Llopis in Sitges (1949) and Can Papiol in Vilanova i la Geltrú (1961), the Museu de Ceràmica (Ceramics Museum) in Barcelona (1966), the Museu Tèxtil (Textile Museum) in Barcelona (1969) and the Museu Maricel in Sitges (1970). A case apart is the creation of museums and foundations from donations by emblematic Catalan artists with the collaboration of the respective local councils: the Museu Picasso in Barcelona (1963), the TeatreMuseu Dalí in Figueres (1974) and the Fundació Miró in Barcelona (1975), which became islands of modernity amid the academic greyness, exemplary exceptions to the lack of museums and centres devoted to contemporary art. Towards the end of the Franco regime, the situation of museums in Catalonia could be described as ‘a museum scenario atomised at the municipal level, the large Barcelona museums in a state of ruin from the point of view of infrastructures, and the diocesan or episcopal museums, with their rich artistic heritage, in worse conditions than the public museums’. All 7 of this was the consequence of the age-old neglect of heritage by the Spanish state, from the point of view both of public policies and of funding, which eventually led to spontaneous and disorderly growth of the map of museums. With the arrival of the new democracy a period of political and social renewal began that was marked by the urge to make up for lost time as quickly as possible, liquidate the past and recover normality. In this context, culture and its modernisation became the spearhead for the country’s new public image and museums were a key piece of it, especially art museums, as they provided the necessary patina of modernity in this process of renewal and became a powerful symbolic instrument in the reconstruction of collective identities. Mixed in with this protagonism of the art sphere and of its museums and centres are other factors such as the perceived need to put the country’s cultural activity on an equal footing with the situation abroad through art as a universal language with marked presence on the international exhibition circuits. These new policies, though, began according to programme in a context originally lacking in museums and centres ready to take on the new challenges. In the sphere of cultural heritage, then, the different administrations, especially at local level, drove a process of renewal in the existing institutional structures linked to the world of museums and began to put together the first actions in the matter of restoration of historic buildings and Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA Tarragona por la Diputación y la firma de un convenio entre la Diputación y el Obispado de Girona para la creación del Museu d’Art. Ambos museos comenzarían las obras de acondicionamiento y remodelación a lo largo de los años ochenta. Precisamente, en 1982 abría también sus puertas el Museu d’Art de Sabadell, una iniciativa municipal que se remontaba al 1964, pero que hasta ese momento no había tenido los recursos necesarios. Paralelamente a este proceso, se inició otro de descentralización competencial impulsado por la vertebración de las diferentes realidades nacionales que componen el Estado. Con el restablecimiento de la Generalitat se inicia el proceso de reordenamiento del complejo museístico heredado del periodo predemocrático. Inicialmente la máxima preocupación será la reconstrucción nacional del tejido museístico catalán de los años treinta, con la recuperación de las instituciones disgregadas por el franquismo, proceso que se prolongará excesivamente en el tiempo debido a disputas entre los diferentes partidos políticos, expresadas en un conflicto institucional entre administraciones. Mientras maduraba el acuerdo, se diseñó una primera ordenación sobre la que establecer las bases de un sistema de museos propio. Con el precedente de la redacción del Llibre Blanc dels Museus de la ciutat de Barcelona de 1979, la Generalitat impulsa en 1984 el Llibre Blanc dels Museus de Catalunya, el primer plan global de planificación museístico catalán, que inspiró las actuaciones del Servei de Museus de la Generalitat. El libro marca las líneas generales de articulación museística del país a través de la red de museos (comarcales y locales, mayoritariamente de 1 carácter generalista) y de los denominados museos nacionales, entidades que acabarán siendo los grandes protagonistas de la Ley 17/1990, de museos, una vez alcanzado un pacto entre las diferentes administraciones. A partir de la promulgación de la ley, se iniciaría una segunda etapa caracterizada por la estructuración y consolidación del nuevo sistema de museos de Cataluña que, en la práctica, se concretó en un esfuerzo inversor en los museos nacionales, especialmente en el MNAC, y en algunos museos diocesanos, dejando al margen la articulación museística del país y su financiación. Los museos nacionales En el ámbito artístico se preveía la creación de un Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), que restablecía la unidad de las colecciones del antiguo Museu d’Art de Catalunya (colecciones de arte románico, gótico, del Renacimiento y del Barroco) y del Museu d’Art Modern (colecciones de arte de los siglos XIX y XX), incorporando a la nueva estructura museística el Gabinet de Dibuixos i Gravats, el Gabinet Numismàtic y la Biblioteca d’Història de l’Art. Este museo debía “mostrar permanentemente la expresión artística catalana y de los territorios más relacionados culturalmente con Cataluña, en los diferentes periodos hasta la actualidad”. Una actualidad que tenía como límite cronológico los años treinta, lindar delimitado por un dictamen de la Junta de Museus de 1992, 1 Con colecciones artísticas relevantes se adhirieron el Museu d’Art de Girona, el Museu Comarcal de la Garrotxa, el Museu Comarcal de Reus, el Museu Diocesà i Comarcal de Solsona y el Museu Municipal Josep Aragay. Dossier architectural operations linked to the homes of some of their museums. Complementing this, budget assignments began to be received for conservation, improvements to exhibition facilities and improvement and training of their professionals. This first wave of initiatives in the local administration includes the foundation in 1976 of the Museu d’Art Modern in Tarragona by the Provincial Corporation and the signature of an agreement between the Provincial Corporation and the Bishopric of Girona for the establishment of the Museu d’Art. These two museums began the work of repairing and refurbishing during the 1980s. At the same time, the Museu d’Art de Sabadell also opened its doors in 1982. This was a municipal initiative going back to 1964, but until that moment the necessary resources had not been available. Parallel to this process another began to decentralise power, driven by the structuring of the different national realities Spain is made up of. With the restoration of the Generalitat, the museum complex inherited from the pre-democratic period began to be reorganised. Initially, the chief concern was the national reconstruction of the Catalan museum fabric of the 1930s, with the recovery of the institutions broken up by the Franco regime. This process dragged on for too long due to disputes between the different political parties, which surfaced in an institutional conflict between administrations. As agreement took shape, an initial arrangement was designed as the basis for a system of museums of our own. 8 With the precedent of the Llibre blanc dels museus de la ciutat de Barcelona, drafted in 1979, the Generalitat in 1984 produced the Llibre blanc dels museus de Catalunya, Catalonia’s first global plan for museum planning, which was the inspiration for the actions of the Generalitat’s Museums Service (Servei de Museus de la Generalitat). The book sets out the general guidelines for the country’s museum organisation through the network of museums (regional and local museums, mainly of a generalist 1 nature) and what were called the national museums, the institutions that were to become the stars of the Museums Act 17/1990, once an agreement had been reached between the different administrations. Following approval of the law, a second phase began which was characterised by the structuring and consolidation of the new system of museums in Catalonia, which in practice took the form of investment in the national museums, especially the MNAC, and in some diocesan museums, overlooking the coordination of the country’s museums and their funding. The national museums In the artistic sphere, the creation of a Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) was foreseen, re-uniting the collections of the former Museu d’Art de Catalunya (collections of Romanesque, Gothic, Renaissance and Baroque art) and the Museu d’Art Modern (collections of 19th- and 20th-century art), 1 Also joined by the Museu d’Art in Girona, Museu Comarcal de la Garrotxa, Museu Comarcal in Reus, Museu Diocesà i Comarcal in Solsona and Museu Municipal Josep Aragay, with their important art collections. Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA momento a partir del cual asumiría las funciones museísticas correspondientes el proyectado Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), misión que tenía que hacer “vinculada al MNAC y en coordinación con otros centros afines del territorio”. Un museo de arte, el contemporáneo, que no tenía ninguna responsabilidad normativa de carácter nacional –de hecho no aparecía en la legislación museística. El MACBA, que había sido uno de los ejes destacables del denominado “Pacte Cultural” de 1985 entre las diferentes administraciones en Barcelona, venía a resolver, por un lado, el final del nuevo sistema de museos en el campo de la contemporaneidad artística y posibilitaba, por otro lado, la creación al mismo tiempo de una nueva centralidad en el contexto museístico español y europeo de Barcelona, proyectando una nueva imagen de marca de la ciudad, tanto desde el punto de vista de la modernidad cultural como de renovación urbanística, especialmente con la introducción de una operación arquitectónica de envergadura en medio de un barrio degradado (Rius, 2006). Una idea que finalmente fructificaría con el encargo en 1986 al arquitecto norteamericano Richard Meier de la construcción de la sede del nuevo museo y, finalmente, con la creación en 1988 del Consorci del Museu d’Art Contemporani de Barcelona, integrado por la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento de Barcelona y la Fundació Museu d’Art Contemporani de Barcelona. Pero la apertura del MACBA, inaugurado en noviembre de 1995, no solucionaría la falta de un programa museístico nacional en relación con el arte mo- derno. Ciertamente la existencia de fundaciones dedicadas a los grandes iconos del arte moderno catalán, Picasso, Miró y Dalí, a las que se añadía la apertura de la Fundació Tàpies en 1990, dificultaban su existencia, aunque seguramente pesó más en este hecho la orientación internacionalista que se le quiso dar desde un buen principio. El MACBA tenía que ser un museo postmoderno, internacional y dentro de la red global de este tipo de centros, icónicos en un gran nú2 mero de metrópolis europeas. El museo moderno, articulado internacionalmente desde los años cuarenta a partir del modelo que implantó el MoMA, había quedado atrás y el nuevo museo postmoderno alcanzaba su máxima expresión con el Guggenheim. El museo de Barcelona buscó el establecimiento de un contramodelo cultural y artístico (Ribalta, 2010, p. 224265) que desembocó finalmente en la consecución de un nuevo arquetipo, el “modelo MACBA”, posicionado en el contexto internacional, motivo de alabanzas pero también de críticas (Badia, 2007). Así, pues, ni el MACBA ni el MNAC, preocupado por las instalaciones sucesivas de sus salas de arte románico (1995), gótico (1997), Renacimiento y Barroco (2004), en el Palacio Nacional remodelado por la arquitecta Gae Aulenti, prestaron la atención adecuada al arte moderno, dejando escapar buena parte del patrimonio de la vanguardia catalana, que emigró a otros 2 Para el análisis de la controversia política y social que se esconde tras esta relación entre los dos museos de arte más importantes de Barcelona véase: Marzo, 2012. Dossier incorporating the Gabinet de Dibuixos i Gravats (Cabinet of Drawings and Prints), the Gabinet Numismàtic de Catalunya (Numismatic Cabinet of Catalonia) and the Biblioteca d’Història de l’Art (Library of Art history) to the new museum structure. This museum was to ‘permanently exhibit Catalan artistic expression and that of the areas most closely related culturally to Catalonia, in different periods up to the present’. This ‘present’ had a cut-off date in the 1930s, a threshold laid down in a decision by the Junta de Museus in 1992. From that moment on, the corresponding museum functions would be taken over by the planned Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), a mission it was to fulfil ‘linked to the MNAC and in coordination with the country’s other centres of this type’. This museum of contemporary art had no regulated responsibility of a national nature –in fact, it was not mentioned in museum legislation. The MACBA, which had been one of the main backbones of the so-called ‘Cultural Deal’ of 1985 between the different administrations in Barcelona, was intended, first of all, to complete the new museums system in the field of contemporary art, and at the same time it made it possible to create a new centrality for Barcelona in the context of Spanish and European museums, projecting a new brand image for the city, both from the point of view of cultural modernity and of urban renewal, especially with the introduction of a far-reaching architectural operation in the heart of a run-down neighbourhood (Rius, 2006). The idea finally bore fruit in 1986 when the American architect 9 Richard Meyer was commissioned to build the home of the new museum and, finally, with the foundation in 1988 of the Consorci del Museu d’Art Contemporani de Barcelona, made up of the Generalitat de Catalunya, Barcelona City Council and the Fundació Museu d’Art Contemporani de Barcelona. But the opening of the MACBA, inaugurated in 1995, failed to solve the lack of a national museum programme in relation to modern art. Certainly, the existence of foundations devoted to the great icons of Catalan modern art –Picasso, Miró and Dalí–, to which was added the Fundació Tàpies, opened in 1990, was an obstacle, although the international orientation chosen for it from the very start probably carried more weight in in this respect. The MACBA was to be a postmodern, international museum and part of the global network of iconic centres of this type in 2 many European metropolises. The modern museum, internationally connected since the 1940s on the basis of the model introduced by the MoMA, had become outdated and the new post-modern museum reached its maximum expression with the Guggenheim. The Barcelona museum sought to establish a cultural and artistic countermodel (Ribalta, 2010, p. 224265), which eventually culminated in the achievement of a new archetype, the ‘MACBA model’, with a place in the international context, the target of praise but also of criticism (Badia, 2007). 2 For an analysis of the political and social controversy hidden behind this relation between Barcelona’s two most important art museums, see MARZO, 2012. Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA museos y colecciones, y escatimando la visibilidad a las generaciones de creadores de la posguerra hasta llegar a los años setenta. El reciente acuerdo de delimitación de las colecciones de ambos museos probablemente llega tarde, pero, al menos, ofrece una nueva oportunidad para subsanar en el futuro algunos de estos problemas. Este acuerdo, al mismo tiempo, proporciona una sanción definitiva del modelo adoptado por el hasta entonces ambiguo sistema de museos de arte en Cataluña a la manera propuesta por las Tate inglesas (Torres, 2012), y contrariamente al modelo francés o español. El MNAC pasa a no tener ningún límite cronológico y recoge la herencia multidisciplinar de los museos “nacionales” para “crear el canon” del arte catalán, mientras que el MACBA, sobre la base de un trabajo curatorial, alcanza la responsabilidad de relacionar la contemporaneidad artística catalana con la internacional, sin renunciar a las líneas que desarrollan su propio modelo de museo. Un reparto competencial que también dio cuenta de la pretensión final de alcanzar y subrayar en un solo museo los rasgos identitarios del arte catalán y que también responderá, como veremos después, a una nueva articulación de los museos de arte en Cataluña. Los museos territoriales Paralelamente al diseño y la creación de las grandes infraestructuras del país, debe remarcarse el papel desarrollado por museos de arte y fundaciones locales más modestos ubicados en el territorio, que han contribuido de un modo decisivo a transformar en un periodo relativamente corto el panorama museístico catalán, creando un tejido de públicos habituales y atentos a sus respectivas programaciones. Muchos de estos museos hubieron de compaginar su puesta al día en cuestiones museográficas y su engrandecimiento institucional y patrimonial con la necesidad de convertirse en escaparates de la creación artística moderna y contemporánea, como es el caso del Museu d’Art de Girona, el Museu de l’Empordà, el Museu d’Art Modern de Tarragona, el Museu de Valls, el Museu d’Art Jaume Morera de Lleida, el Museu Comarcal de la Garrotxa o el Museu d’Art de Sabadell, inaugurado en 1982, a los que se deberían añadir las iniciativas del Museu de Granollers. Museos que ejercieron y soportaron el peso de investigar y difundir las trayectorias y los momentos más importantes de la creación catalana moderna y contemporánea, especialmente la surgida desde la periferia de la metrópolis catalana. Pero, a pesar de su importancia en la articulación cultural del territorio, padecieron, al igual que otros museos locales, los efectos negativos de una falta de atención de la Generalitat, centrada en la creación y construcción de los museos nacionales y del Centre de Restauració de Béns Mobles (CRBM). Solo algunos museos diocesanos, como los de Solsona (1989), Tarragona (1992) y Vic (2002), o el último, el Museu de Lleida (2007) –aunque incorpora los fondos arqueológicos de la Diputación de Lleida–, recibieron la necesaria atención, dada, en muchos casos, la precaria situación de su rico patrimonio. Inversiones para un patrimonio de titularidad privada que contrastaban con las realizadas por las de titularidad pública. Dossier So neither the MACBA nor the MNAC, concerned with the successive installations in its Romanesque (1995), Gothic (1997) and Renaissance and Baroque (2004) art rooms, in a Palau Nacional refurbished by the architect Gae Aulenti, paid adequate attention to modern art, letting much of the heritage of the Catalan avant-garde escape and emigrate to other museums and collections and denying the post-war generation of creators up to the 1970s their fair share of visibility. The recent agreement on a delimitation of the collections of the two museums has probably come too late, but at least it offers a new opportunity to solve some of these problems in the future. At the same time, this agreement definitively sanctions the model adopted by the until then ambiguous system of art museums in Catalonia in the manner proposed by the British Tates (Torres, 2012), and contrary to the French and Spanish model. The MNAC now had no chronological limit and took up the multidisciplinary heritage of the ‘national’ museums to ‘create the canon’ of Catalan art, while the MACBA, on the basis of curatorial work, took on the responsibility of relating Catalan artistic contemporaneity with its international counterparts, without abandoning the guidelines for developing its own model of museum. This distribution of powers also revealed the final aim of achieving and highlighting the identifying features of Catalan art in a single museum and also responded, as we shall see later, to a new relationship between Catalonia’s art museums. The regional museums Alongside the design and creation of the country’s great in- 10 frastructures, it is important to mention the part played by more modest local art museums and foundations in the country, which have contributed decisively to changing the Catalan museum scenario in a relatively short time, creating a fabric of habitual publics who follow their respective schedules. Many of these museums had to combine their updating in museographic questions and their institutional and patrimonial growth with the need to become showcases for modern and contemporary artistic creation, as in the case of the Museu d’Art in Girona, the Museu d’Art Jaume Morera in Lleida, the Museu Comarcal de la Garrotxa and the Museu d’Art in Sabadell, inaugurated in 1982, to which should be added the initiatives of the Museu de Granollers. These museums exercised and bore the burden of researching and making public the course of modern and contemporary Catalan creation and its highlights, especially the work arising in the periphery of the Catalan metropolis. But despite their importance in the country’s cultural structure, they, like other local museums, suffered the negative consequences of a lack of attention from the Generalitat, which focused on the creation and construction of national museums and the Centre for the Restoration of Movable Assets (Centre de Restauració de Béns Mobles, CRBM). Only a few diocesan museums, like those in Solsona (1989), Tarragona (1992) and Vic (2002), or the latest, the Museu de Lleida (2007) – although it incorporates the archaeological collections of the Lleida Provincial Corporation– received the necessary atten- Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA Esta situación de déficits estructurales de los museos del territorio se vio agravada por una falta importante de recursos económicos y humanos en todos los niveles de su gestión y administración, que eran aportados fundamentalmente y de modo casi exclusivo por la administración local, ya que más allá de la participación de la Generalitat en algunos de los consorcios existentes, las cuantías de las líneas de apoyo financiero a las necesidades de equipamientos e instalaciones y de subvención para el funcionamiento y las actividades de los museos fueron muy escasas. Incluso el apoyo técnico que debía proporcionar otro de los elementos claves en el despliegue territorial del sistema, los servicios de atención a los museos (SAM), fue casi inexistente. Sería injusto no destacar en este ámbito el trabajo de apoyo realizado en su territorio –y en ocasiones más allá– por la Diputación de Barcelona, a través de la Oficina de Difusión Artística y la Oficina de Patrimonio Cultural, organizada a partir de la articulación de una serie de redes sectoriales y/o territoriales. Una vocación que contrasta con la mostrada por el MNAC en relación con el despliegue territorial de su actuación. En el año 2000 se declararon como secciones del MNAC la Biblioteca-Museu Víctor Balaguer, el Museu del Cau Ferrat y el Museu Comarcal de la Garrotxa. Esta declaración, hecha a tenor del interés de las colecciones de los respectivos museos para el discurso del museo cabecera, tenía que suponer la coordinación expositiva, documental y difusora con el museo nacional correspondiente, el asesoramiento y el apoyo técnico necesario a efectos de restauración y documentación y la re- cepción de ayudas económicas para gastos de funcionamiento. Pero más allá de alguna tímida y escasa dotación presupuestaria el resultado ha sido decepcionante. El propio CoNCA llegaba a esta conclusión: “El interés de los museos nacionales en relación con el territorio es limitado y se encuentra lejos de un trabajo en red, con una actuación de descentralización que mire al territorio. (…) El trabajo en red del MNAC con los museos-sección es inexistente. La red temática no se ha desarrollado nunca, ya sea por falta de prioridad o de sensibilidad hacia el territorio” (CoNCA, 2011). A pesar de la debilidad del sistema y la falta de despliegue territorial de la red de museos de arte, asistiremos aún durante la primera década de este siglo a la aparición de tres instituciones museísticas más, todas a partir de los fondos proporcionados por coleccionistas: en 1995 nace el Museu Deu de El Vendrell, en 1999 se crea el Museu Abelló de Mollet del Vallès y en 2003, la Fundació Palau de Caldes d’Estrac. Fuera del registro de museos y dada la importancia de sus colecciones, cabe mencionar la fundaciones privadas: la Fundació Vila Casas (19982009), la Fundació Francisco Godia (1999), la Fundació Sorigué (1999) y la más reciente, la Fundació Sunyol (2007). El despliegue de los museos territoriales y la aparición de los centros de arte Durante la década de los noventa y la primera década del nuevo siglo, una buena parte de la actividad artística del territorio se canalizaría a partir de las programaciones de sus museos, cada uno atendiendo a la singularidad de sus colecciones y su programa de actuación, con intensida- Dossier tion, in view, in many cases, of the precarious situation of their rich heritage. This investment in privately owned heritage contrasted with the investment in publicly owned heritage. This state of structural shortcomings of the country’s museums was aggravated by a marked lack of economic and human resources at every level of their management and administration, which came mainly and almost exclusively from the local administration, as apart from participation by the Generalitat in some of the existing consortia, the budgets assigned for financial support for the needs of facilities and installations and for subsidising the running and the activities of museums were very small. Even the specialised support that was supposed to provide another of the key elements in the regional deployment of the system, the Service for Attention to Museums (Servei d’Atenció als Museus, SAM), was practically nonexistent. It would be unfair in this sphere not to mention the work of support carried out in its area –and sometimes outside it– by the Barcelona Provincial Corporation, through the Office of Artistic Diffusion (Oficina de Difusió Artística) and the Office of Cultural Heritage (Oficina de Patrimoni Cultural), organised around a series of sectoral and/ or regional networks. This vocation contrasts with that shown by the MNAC with relation to the regional deployment of its activity. In 2000 the Biblioteca-Museu Víctor Balaguer, the Museu Cau Ferrat and the Museu Comarcal de la Garrotxa were declared sections of the MNAC. This declaration, 11 based on the interest of the collections in each of these museums for the discourse of the flagship museum, was to involve coordination of exhibitions, documentation and diffusion with the corresponding national museum, the advice and technical support necessary for restoration and documentation and the reception of financial aid for running expenses. But other than a timid and small budget assignment the result has been disappointing. The CoNCA itself reached this conclusion: ‘The interest of national museums with regard to the rest of the country is limited and falls far short of a networked effort with decentralised action focused on the country. … The networking of the MNAC with the section-museums is non-existent. The thematic network has never been developed, from either a lack of priority or of sensibility towards the country’ (CoNCA, 2011). Despite the weakness of the system and the lack of regional deployment of the network of art museums, during the first decade of the century we have nevertheless seen the emergence of three more museum institutions, all of them based on collections provided by collectors: the Museu Deu in El Vendrell started life in 1995, the Museu Abelló in Mollet del Vallès was founded in 1999 and the Fundació Palau in Caldes d’Estrac was set up in 2003. Off the list of museums and in view of the importance of their collections there are several private foundations that deserve a mention: the Fundació Vila Casas (1998-2009), the Fundació Francisco Godia (1999), the Fundació Sorigué (1999) and, the most recent, the Fundació Sunyol (2007). Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA des y ambiciones diferentes en su proyección. A su lado, irían apareciendo diferentes plataformas de producción y difusión del arte más actual que obligarían en algunos casos a redefinir el alcance de la actuación de algunos y a introducir nuevos elementos de planificación derivadas del debate generado por el reparto de papeles entre museos y centros de arte: el museo de arte moderno, por un lado, con una colección estable formada por obras de la historia reciente, pero ya consagrada, volcados en la función tradicionalmente conmemorativa –un hecho extensible a todos los museos de arte– y, por otro lado, aquellos centros que exponen los artistas en activo y que sin tener una colección permanente orientan su actividad en la dirección de la prospección artística y de la exploración de formas nuevas de expresión. En función de la singularidad de cada lugar, las fórmulas finalmente adoptadas han variado ostensiblemente: museos que han acabado manteniendo el compromiso con su programación de artes visuales por la falta de plataformas alternativas, museos que han dado cobijo a centros o espacios de artes visuales –caso de la Nau en Sabadell o de Cal Arenas en Mataró–, o ciudades que han visto aparecer un centro de arte al lado de su museo de arte, como Girona, Lleida, Reus y Tarragona, centros que adoptan igualmente perfiles muy diferenciados: desde aquellos que, sin disponer de infraestructura, potencian al máximo su trabajo prospectivo hasta aquellos que adoptan un perfil más cercano al museo de arte contemporáneo híbrido, hasta confundirse con él, dada su vocación patrimonial de formar una colección propia. Un hecho que llama la atención sobre lo que ya destacaba el CoNCA: la nula coordinación entre los procesos de producción impulsados por estos centros y los museos territoriales a la hora de proceder a la patrimonialización del arte contemporáneo, a pesar de que la causa decisiva en este ámbito tenga que buscarse en la escasez de presupuestos dedicados a la compra de arte. Es un aspecto directamente relacionado, ya en un ámbito más general, con la falta de un sistema estable de adquisiciones públicas de arte en Cataluña, dotado de un presupuesto estable, que ayude de un modo efectivo a cubrir los vacíos de las colecciones de los diferentes museos. No insistiremos aquí en las propuestas ya apuntadas por el CoNCA, pero sí vale la pena destacar la propuesta de cobijar bajo el concepto de colección única a todas las colecciones y los fondos de los museos públicos, de modo que la redistribución de fondos artísticos pueda suplir muchas carencias de las colecciones de los museos, al mismo tiempo que pueda convertirse en un referente imprescindible en el momento de establecer las prioridades básicas del sistema. La nueva planificación museística La tercera etapa del proceso de articulación museística del país es la que se inicia en 2008 a partir del Pla de Museus de Catalunya, complementado por el Pla d’Equipaments Culturals de Catalunya (PECCAT, 2009), y que sufre una reordenación con el nuevo documento “Bases del nou Pla de Museus de Catalunya” del año 2012. El Pla de museus quería superar la dualidad presente desde los inicios de la democracia entre dos realidades separadas que en contadas ocasiones ha conseguido encontrarse: la de la museología terri- Dossier The deployment of the regional museums and the emergence of the art centres During the 1990s and the first decade of the new century, a large part of the country’s artistic activity was channelled through the programmes of the regional museums, each one with an eye on the particular nature of its collections and its programme of action, with varying intensities and ambitions in their outreach. Beside them, different platforms emerged for the production and diffusion of the latest art, which in some cases made it necessary to redefine the scope of action of some and introduce new planning elements derived from the debate over how to share functions between art centres and museums: the museum of modern art, on one hand, with a stable collection made up of works from recent but already consecrated history, devoted to the traditionally commemorative function –something extensible to all art museums–, and on the other hand, those centres exhibiting active artists which, though lacking a permanent collection, direct their activity towards art prospection and exploring new forms of expression. According to the particularities of each place, the formulas finally adopted have varied ostensibly: museums that have eventually kept their commitment to their programme of visual arts because of a lack of alternative platforms, museums that have visual art centres or spaces (the case of La Nau in Sabadell or Cal Arenas in Mataró), or cities that have seen an art centre appear alongside their art museum, such as Girona, Lleida, Reus and Tarragona, centres 12 which also adopted widely varying profiles, from those which, not having any infrastructure, put all their efforts into the work of prospection to others that adopted a profile closer to the hybrid museum of contemporary art to the extent that they became almost indistinguishable from it, in view of their patrimonial vocation to form a collection of their own. One thing that draws attention in what the CoNCA had already stressed is the total lack of coordination between production processes driven by these centres and and the regional museums when it comes to adding contemporary art to the heritage, although the decisive cause in this sphere must be sought in the shortage of funds assigned to purchasing art. This aspect is directly related, in a more general sphere, with the lack of a stable system of public acquisitions of art in Catalonia, with a stable budget, to effectively help fill the gaps in the collections in different museums. I shall not here go further into the proposals already suggested by the CoNCA, but it is worth singling out the idea of housing all the collections of the public museums under the concept of a single collection, so that the redistribution of art collections can make up for many shortcomings in museum collections, at the same time as it could become an essential reference when it comes to establishing the basic priorities of the system. The new planning for museums The third stage of organising the country’s museums began in 2008 based on the Museums Plan of Catalonia (Pla de museus de Catalunya), complemented by Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA torial y la necesidad de dotarse de infraestructuras de carácter nacional. Si a partir de los años noventa, y hasta hoy mismo, los esfuerzos se habían concretado, básicamente, con evidentes desigualdades entre ellos, en la finalización de los equipamientos centrales de los museos nacionales, ahora se plantea recuperar el espíritu de comienzos de siglo XX aunar esfuerzos para “reconstruir un verdadero tejido museístico nacional catalán donde los museos nacionales sean la punta de lanza de la excelencia y la internacionalización de la cultura catalana y conjunta y coordinadamente tengamos en Cataluña unas redes territoriales y temáticas bien equipadas y modernas que cierren el círculo de la museología del país” (Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya, 2008). Este deseo se concretaba en la reordenación de las líneas de subvención de la Generalitat, la redefinición de algunos museos nacionales, el nuevo papel adquirido por las Diputaciones provinciales mediante nuevas líneas de apoyo económico al territorio y el despliegue territorial del Pla a través de la creación de la Xarxa de Museus Locals de Catalunya y los servicios de atención a los museos (SAM) (Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya, 2009). Las bases del nuevo Pla de 2012 (Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya, 2012), que en lo que es esencial mantienen una cierta continuidad con el anterior, introducían, sin embargo, un nuevo elemento en la organización de las diferentes áreas temáticas, denominadas ahora “constelaciones”. En el ámbito artístico, más allá de la sanción relativa a la red de museos de arte encabezada por el MNAC, se crea una segunda, aunque vinculada a la creación contemporánea, encabezada por el MACBA, y en la que la mayor parte de los centros que se integran en ella no son museos (la red de centros de artes visuales, la Filmoteca de Catalunya o el CCCB), orientada básicamente a resolver la organización del sistema público de centros de arte y cultura contemporánea de Barcelona y la coordinación de los centros de arte del territorio. Una nueva constelación sobre la cual se cierne la duda respeto a su propia existencia dentro de un plan de museos, y que no resuelve algunos de los interrogantes relativos al papel y a la relación que deben tener museos y centros en la articulación final del sistema del arte en Cataluña. El Pla, sin embargo, sí introduce otros elementos, derivados en parte del nuevo contexto económico y social, fundamentalmente relativos a cuestiones relacionadas con la eficacia y la eficiencia en la gestión, la cooperación entre museos y la generación de nuevas rentabilidades económicas –vinculadas con la promoción turística y la captación de recursos privados. Lo que nos sitúa directamente en los efectos que la crisis económica y la ofensiva neoliberal sobre las estructuras sociales sobre las que se sustenta el estado del bienestar pueden tener sobre los museos. Una nueva realidad Una primera consideración tiene que ver con un paro generalizado de las inversiones estructurales de los museos que, hasta ahora y a pesar de lo que pudiera parecer, habían continuado hasta la actualidad. Cabe solo revisar las crónicas publicadas en los diferentes números de esta Dossier the Cultural Facilities Plan of Catalonia (Pla d’equipaments culturals de Catalunya, PECCAT, 2009), which saw a change of orientation with the new document ‘Bases del nou Pla de museus de Catalunya’ in 2012. The Museums Plan set out to solve the duality present from the early days of democracy between two separate realities which on a handful of occasions had managed to meet: that of the regional museum and the need to provide infrastructures on a national level. Whereas from the 1990s to this day efforts had basically materialised with obvious inequalities between them, in the finalisation of the central facilities of the national museums, there is now talk of recovering the spirit of the early 20th century and combining efforts to ‘reconstruct a true Catalan national museum fabric’ in which the national museums are the spearhead of the excellence and the internationalisation of Catalan culture and we can jointly and in coordinated fashion have well-equipped and up-to-date regional and thematic networks in Catalonia that close the circle of the country’s museology’ (Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya, 2008). This wish was embodied in the reorientation of the Generalitat’s subventions, the redefinition of some national museums, the new role achieved by the provincial corporations through new lines of economic support for the regions and the regional deployment of the plan through the creation of the Network of Local Museums of Catalonia (Xarxa de Museus Locals de Catalunya) and the Service for Attention to Museums (Servei d’Atenció als Museus, SAM) (Departament de 13 Cultura de la Generalitat de Catalunya, 2009). The provisions of the new 2012 plan (Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya, 2012), which in the essential points are a continuation of the previous one, nevertheless introduced a new element in the organisation of the different thematic areas, now called constellations. In the artistic sphere, apart from sanctioning the network of museums headed by the MNAC, a second network is created, this time linked to contemporary art, headed by the MACBA, in which most of the centres making it up are not museums (the network of visual arts centres, the Filmoteca de Catalunya or the CCCB), directed basically at resolving the organisation of the public system of centres of contemporary art and culture in Barcelona and the coordination of the country’s art centres. A new constellation over which hangs a doubt as to its very existence in a museums plan, and one that does not answer any of the questions regarding the role and the relationship of museums and centres in the final organisation of the art system in Catalonia. Nevertheless, the plan does introduce other elements, in part derived from the new economic and social context, basically relative to questions regarding efficacy and efficiency in management, cooperation between museums and the generation of new economic viabilities –linked to tourist promotion and the obtention of private resources. This takes us directly to the effects that the economic crisis and the neo-liberal offensive on the Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA revista para darse cuenta de este hecho. Señalaremos aquí la inauguración de Can Framis de la Fundació Vila Casas (2009), del Museu d’Art de Cerdanyola (2009), la ampliación del Museu Picasso con la apertura del Centro de Conocimiento e Investigación (2011) o la finalización de la tercera fase de remodelación del Museu Frederic Marès (2011). Sí se han visto afectados, no obstante, los proyectos de construcción de las sedes del Museu d’Art Jaume Morera de Lleida y del Museu Lola Anglada impulsado por el Ayuntamiento de Tiana, el proyecto del Museu del Paisatge de Catalunya y el Museu del Còmic i la Il·lustració de Catalunya. Más complicado es prever qué pasará finalmente con los proyectos privados impulsados por parte de las administraciones públicas, como en el caso del Centre d’Art de Pintura Catalana Carmen Thyssen-Bornemisza de Sant Feliu de Guíxols o el futuro Museu d’Art Contemporani de Mataró, nacido a partir de la Colección Bassat. Todo hace prever, sin embargo, que la colaboración entre la iniciativa pública y la privada será cada vez más importante. Falta por ver como se producirá, si priorizando los mecanismos para que la segunda pueda dar apoyo a la primera en la reactivación y la financiación de la actividad y la renovación de las instalaciones museísticas, o para que las pocas inversiones públicas existentes se destinen a la financiación de estructuras museísticas de titularidad privada. En este mismo ámbito de intervención, se deberán valorar igualmente las iniciativas vinculadas a la aparición de franquicias museísticas, porque, más allá de las repercusiones económicas, tanto desde un punto de vista turístico como de competencia desleal de nuestros museos públicos, privilegien la marca por encima de un modelo cultural propio y dinámico. social structures supporting the welfare state can have for museums. A new reality Pero mientras la imprevisibilidad se cierne sobre las inversiones en materia de infraestructuras de museos, lo que sí es un hecho es la rápida y radical disminución del gasto ordinario de los museos, con consecuencias de gran impacto sobre los recursos humanos disponibles –reducción de plantillas y de los servicios de personal proporcionados por empresas externas, hasta el punto de reducir los horarios de apertura de los museos– y su actuación cultural y educativa, poniendo en peligro las programaciones estables de muchos museos territoriales y cruzando la denominadas “líneas rojas” que, en algún caso, suponen incluso la desaparición de todo el programa artístico. Son dinámicas trabajadas durante muchos años y que ahora con mucha rapidez son condenadas a la precariedad, de la que tardarán en salir. Según los datos del registro de museos de Cataluña, relativos 3 al 2012, casi el 33% de los museos registrados son museos de arte, y de los datos se desprende una realidad bastante diversa. De los tres segmentos en que podemos diferenciarlos 4 presupuestariamente, destacan básicamente dos aspectos, más allá de la contención presupuestaria que afecta a todo el mundo: los museos territoriales, que son básicamente los que conforman el primer segmento (el que se sitúa por debajo del millón de euros de presupuesto anual), disponen de una plantilla reducida a cinco personas (tres de ellas son titulados universitarios) y el presupuesto de- Dossier A first consideration relates to a general freeze in structural investments by museums, which so far and despite what one might think had continued until today. We need only review the accounts published in different numbers of this magazine to realise this. Here I shall mention the inauguration of Can Framis by the Fundació Vila Casas (2009), that of the Museu d’Art in Cerdanyola (2009), the enlargement of the Museu Picasso with the opening of the Centre for Understanding and Research (Centre de Coneixement i Recerca, 2011) and the completion of the third phase of the remodelling of the Museu Frederic Marès (2011). What have been affected, on the other hand, are the plans for construction of the Museu d’Art Jaume Morera in Lleida and the Museu Lola Anglada by Tiana Town Council, the plans for a Museu del Paisatge de Catalunya (Catalan Landscape Museum) and the Museu del Còmic i la Il·lustració de Catalunya (Catalan Museum of Comics and Illustration). It is more difficult to foresee what will happen in the end with the private projects promoted by the public administration, as in the case of the Centre d’Art de Pintura Catalana Carmen ThyssenBornemisza (Carmen ThyssenBornemisza Centre for Catalan Painting Art) in Sant Feliu de Guíxols or the future Museu d’Art Contemporani (Museum of Contemporary Art) in Mataró, which was formed on the basis of the Bassat Collection. But everything suggests that collaboration between public 14 and private initiative will become more and more important. It remains to be seen what form it will take, whether priority will be given to mechanisms allowing the latter to support the former in the reactivation and funding of activity and the renewal of museum facilities, or so that the few existing public funds will be directed at financing privately-owned museum structures. In this same sphere of intervention, initiatives linked to the emergence of museum franchises will also have to be assessed, because apart from the economic impact, both from the point of view of tourism and of unfair competition, they favour the brand over and above a dynamic cultural model of our own. But whereas uncertainty hangs over investments in matters of museum infrastructures, the rapid, radical decrease in dayto-day spending on museums is a fact, one with high-impact consequences on the human resources available –reductions in staff and in the personnel services provided by external firms, to the point where museum opening hours are shortened– and their cultural and educational activity, endangering the stable programmes of many regional museums and crossing the so-called ‘red lines’ which, in some cases, even mean the disappearance of the whole of the artistic programme. These schedules have many years’ work behind them and are now very quickly condemned to a precariousness from which they will take a long time to emerge. According to figures from the register of museums in Catalonia for 2012, almost 33% Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA dicado a generar las actividades culturales y artísticas del museo es de 42.000 euros de media. Lo que ejemplifica perfectamente el impacto que han adquirido los recortes en el ámbito museístico. La actual situación, pues, está llena de incertidumbres. Todo parece indicar que los efectos de la actual situación de crisis no son coyunturales y que deberán buscarse nuevos modelos de funcionamiento, capaces de combinar el trabajo en red a nivel territorial y temático con la construcción de una singularidad propia, culturalmente activa y atractiva para los visitantes. El despliegue efectivo de la red de museos de arte debe ser una de las prioridades para optimizar al máximo los esfuerzos y facilitar el trabajo cooperativo, que debería extenderse a la necesaria coordinación entre museos y centros de arte, hoy por hoy no prevista por ninguna instancia más allá de Barcelona ciudad y directamente vinculada a la actuación de los dos grandes museos. Ciertamente, no obstante, por mucho que se extiendan las redes colaborativas, la base sobre la que se deben edificar los diferentes programas culturales y artísticos de los museos continúan teniendo un marcado signo económico. Ante el descenso previsto de recursos públicos, tanto por parte de sus titulares como por las medidas de fomento articuladas desde el gobierno en relación con los museos territoriales, ¿cuáles serán los modelos que se deberán priorizar desde el punto de vista de la utilidad pública? ¿Se tendrán que fusionar centros? ¿Implicará todo ello un cambio radical en las fórmulas de relación entre los museos y sus públicos? ¿Cuáles serán las fórmulas de colaboración público-privada? ¿Qué deberá hacerse para que las empresas incorporen activamente políticas de responsabilidad corporativa y que reviertan en nuestro sector? ¿Cuáles son las medidas atractivas y efectivas que debería prever la futura Ley de mecenazgo para hacer lo posible en un contexto de profunda recesión económica? 3 Datos extraídos del Registre de Museus de Catalunya. Cabe tener cierta precaución en relación con la exactitud de los datos, ya que en muchos casos no son homogéneos y en otros son parciales. 4 Los tres segmentos son: • Los museos que cuentan con un presupuesto de gastos inferior al millón de euros (que representan el 71% de los museos) tienen una media presupuestaria de 357.000 euros, de los que dedican una media de 80.000 euros para funcionamiento (38.000 euros) y actividades (42.000 euros). En este segmento la media de la plantilla de personal que trabaja es de 5,5 personas, de las que 2,78 son licenciados (el 50,4%), 0,56 son diplomados (10%) y 2,19 no cuentan con titulación (39,6%). De la totalidad de estos trabajadores, el 73,5% trabajan con dedicación plena y el 26,5% con dedicación parcial. • Los museos que cuentan con un presupuesto de gastos de entre uno y tres millones de euros (que representan el 13%) tienen una media presupuestaria de 1.624.000 euros, de los que dedican una media de 663.000 euros para funcionamiento (321.000 euros) y actividades (342.000 euros). En este segmento la media de la plantilla de personal que trabaja es de diecisiete personas, de las que 11,8 son licenciados (el 69,5%), 1,6 son diplomados (9,5%) y 3,6 no cuentan con titulación (21%). De la totalidad de estos trabajadores, el 89,5% trabajan con dedicación plena y el 11,5% con dedicación parcial. • Los museos que cuentan con un presupuesto de gastos de más de tres millones de euros (un 16%) tienen una media presupuestaria de 11.627.000 euros, de los que dedican una media de 3.183.000 de euros para funcionamiento (1.223.000 de euros) y actividades (1.960.000 de euros). En este segmento la media de la plantilla de personal que trabaja es de diecisiete personas, de las que veintiocho son licenciados (el 49,7%), 6,5 son diplomados (11,5%) y 21,8 no cuentan con titulación (38,8%). De la totalidad de estos trabajadores, el 74% trabajan con dedicación plena y el 16% con dedicación parcial. Dossier of the museums registered are art museums and the data reveal a very diverse reality. Of the three segments they can be divided into according to the size of their budget, two basic aspects stand out over and above the budget restraint affecting everyone: The regional museums, which are basically the ones making up the first segment (the one below one million dollars a year), have a workforce of only five people (three of whom are university graduates) and the budget assigned to producing the museum’s cultural and artistic activities is of 42,000 euros on average. This is a perfect example of the impact the cuts have had in the museum sphere. The present situation, then, is filled with uncertainty. Everything suggests that the effects of the current crisis situation are not a result of circumstances and that new models of operation will have to be found that can combine networking on a regional and thematic level with the construction of an individual personality that is culturally active and attractive for visitors. The effective deployment of the network of art museums must be one of our priorities in order to make the most of resources and facilitate cooperative work, which ought to extend to the coordination necessary between art museums and centres, which at present is not foreseen at any level outside of Barcelona city and not directly connected to the work of the two large museums. Certainly, though, however much collaborative networks are extended, the basis on which museums’ different cultural and artistic programmes must be built up 15 still have a marked economic nature. Faced with the foreseen reduction in public resources, both by their administrators and by promotion measures introduced by the government in relation to the regional museums, which models should be given priority from the point of view of public utility? Will it be necessary to merge centres? Will all of this involve a radical change in the relationship between museums and their public? What formulas for public-private partnerships will there be? What will have to be done for businesses to actively incorporate policies of corporate responsibility and benefit our sector? What attractive and effective measures should the 3 Data from the register of museums in Catalonia. The accuracy of the figures calls for caution, as in many cases they are not homogeneous and in others they are incomplete. 4 These three segments are: • Museums with an expense budget of less than one million euros (71% of museums) have an average budget of 357,000 euros, out of which an average of 80,000 euros is devoted to running costs (38,000 euros) and activities (42,000 euros). In this segment the average size of the staff is 5.5 people, of which 2.78 are graduates (50.4%), 0.56 hold a diploma (10%) and 2.19 are unualified (39.6%). Out of the total number of employees, 73.5% work full-time and 26.5% part-time. • Museums with an expense budget of between one and three million euros (13% of the total) have an average budget of 1,624,000 eiros, out of which an average of 663,000 euros is devoted to running costs (321,000 euros) and activities (342,000 euros). In this segment the average size of the staff is 17 people, of which 11.8 are graduates (69.5%), 1.6 hold a diploma (9.5%) and 3.6 are unqualified (21%). Out of the total number of employees, 89.5% work fulltime and 11.5% work part-time. • Museums with an expense budget of more than three million euros (16% of the total) have an average budget of 11,627,000 eiros, out of which an average of 3,183,000 euros is devoted to running costs (1,223,000 euros) and activities (1,960,000). In this segment the average size of the staff is 56.3 people, of which 28 are graduates (49.7%), 6.5 hold a diploma (11.5%) and 21.8 are unqualified (38.8%). Out of the total number of employees, 74% work full-time and 16% work part-time. Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA Preguntas que solo encontrarán la respuesta adecuada si somos capaces de actuar con ideas claras, desde la planificación estratégica, a partir de nuevos modelos de producción más sostenibles y, todo sea dicho de paso, desde un compromiso pro- fesional, atendiendo a los cambios que se producen en nuestro entorno social y cultural, que apueste por fórmulas innovadoras y capaces de responder a los nuevos retos planteados. future Law of Patronage foresee to make this possible in a context of profound economic recession? These questions will only find a suitable answer if we are able to act with clear minds, through strategic planning, on the basis of new, more sustainable mo- dels of production and, to be honest, of a professional commitment, with an eye on the changes taking place in our social and cultural milieu, that opts for innovative formulas capable of responding to the new challenges facing us. MUSEOS REGISTRADOS DE CATALUNYA. ARTE / UNREGISTERED MUSEUMS IN CATALONIA. ART Museos de arte: 30. Museos mixtos de arte, historia y sociedad: 6. Museos mixtos de arte, de historia y sociedad y de ciencias naturales: 2 Museums of art: 30. Mixed museums of art and of history: 6. Mixed museums of art and of history and society and of natural sciences: 2 1. MUSEOS DE ARTE / MUSEUMS OF ART 2. MUSEOS MIXTOS DE ARTE Y DE HISTORIA / MIXED MUSEUMS OF ART AND OF HISTORY 1.1. Museos de Arte Museums of Art 1.2. Museos de artes decorativas Museums of decorative arts Museu Nacional d’Art de Catalunya. Barcelona Museu d’Art Contemporani de Barcelona Museu Picasso. Barcelona Museu Frederic Marès. Barcelona Fundació Miró. Barcelona Fundació Tàpies. Barcelona Fundació Palau. Centre d’Art. Caldes d’Estrac Museu d’Art de Cerdanyola Museu Municipal Joan Abelló. Mollet del Vallès Museu de Montserrat Museu d’Art de Sabadell Museu del Cau Ferrat. Sitges Museu Maricel. Sitges Museu Episcopal de Vic Museu Victor Balaguer. Vilanova i la Geltrú Museu d’Art de Girona Tresor de la Catedral de Girona Museu Municipal Josep Aragay. Breda Museu-Teatre Dalí. Figueres Museu Jaume Morera. Lleida Museu Diocesà d’Urgell. Seu d’Urgell Museu d’Art Modern. Tarragona Museu Diocesà de Tarragona Museu d’Art i Història de Reus Museu Deu. El Vendrell DHUB. Museu de Ceràmica, Museu de les Arts decoratives i Museu Tèxtil. Barcelona Museu Romàntic Can Llopis. Sitges Centre de documentació i Museu Tèxtil. Terrassa Museu de l’Art de la Pell. Vic Museu Romàntic Can Papiol. Vilanova i la Geltrú Museu Comarcal de Manresa Museu de l’Empordà. Figueres Museu de Lleida: diocesà i comarcal Museu Diocesà i Comarcal de Solsona Museu de Valls Fundació Pau Casals, Vil·la Casals. El Vendrell 3 MUSEOS MIXTOS DE ARTE, DE HISTORIA Y SOCIEDAD Y DE CIENCIAS NATURALES / MIXED MUSEUMS OF ART AND OF HISTORY AND SOCIETY AND OF NATURAL SCIENCES Museu de Granollers. Fons i exposicions Museu Comarcal de la Garrotxa MUSEOS Y FUNDACIONES NO REGISTRADAS DE CATALUÑA. ARTE UNREGISTERED MUSEUMS AND FOUNDATIONS IN CATALONIA. ART 3.1. MUSEOS / MUSEUMS 3.2. FUNDACIONES / FOUNDATIONS Museu Diocesà de Barcelona Museu del Modernisme Català de Barcelona Dossier Fundació d’Art Contemporani Fran Daurel Fundació Foto Colectania Fundació Francisco Gòdia Fundació Suñol Fundació Arranz-Bravo. Hospitalet de Llobregat Fundació Cuixart. Palafrugell Fundació Vila Casas. Barcelona, Palafrugell i Torroella Fundació Tharrats d’Art Gràfic. Pineda de Mar Fundació Sorigué. Lleida Fundació Vallpalau. Lleida Fundació Guillem Viladot. Agramunt Espai Guinovart. Agramunt Fundació Museu Apel·les Fenosa. El Vendrell 16 Panorama de los museos de arte en Cataluña THE ART MUSEUM SCENARIO IN CATALONIA Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural / Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system. ANNA CAPELLA MOLAS Directora del Museu de l’Empordà de Figueres / Director of the Museu de l’Empordà in Figueres Desde los años noventa y hasta hoy, en Cataluña se han formado y han crecido varias plataformas de apoyo a las prácticas artísticas contemporáneas y de difusión. Desde el ámbito público y a menudo con fórmulas mixtas compartidas con el sector privado y el asociacionismo, se ha avanzado lentamente en la gestión y profesionalización de este aún joven sector cultural. La política de recortes lo halla en la cola de la planificación y de las inversiones en infraestructuras y, por tanto, especialmente débil antes de su consolidación. El artículo expone el camino recorrido y las actuaciones llevadas a cabo por parte de las diversas administraciones públicas, que han asumido su rol competencial, ofreciendo una panorámica de la situación actual. Un punto de partida posible para orientar las nuevas estrategias que se deberán llevar a cabo en un futuro inmediato, si no quiere darse por perdido el trabajo hecho hasta hoy. From the 1990s to today, various platforms supporting and publicising contemporary artistic activity have appeared and developed in Catalonia. From the public sector and often with mixed formulas shared with the private sector and the association movement, progress has slowly been made in the management and professionalisation of this still young cultural sector. The policy of cutbacks found it at the tail end of planning and investment in infrastructures and therefore especially weak before getting established. This article describes the ground covered and the measures taken by the various public administrations who have wielded power in this area and offers an overview of the present situation. One possible point of departure for guiding the new strategies which will be necessary in the immediate future, if we are not to have wasted the work done so far. En Cataluña, en la década de los noventa, la actividad artística contemporánea, básicamente centrada en la organización de exposiciones, estaba promovida por ayuntamientos que la vehiculaban a través de espacios, como L’Artesà de Gràcia y la Capella de l’Hospital en Barcelona, El Roser en Lleida, las Sales Municipals en Girona, el Tecla Sala en L’Hospitalet de Llobregat, el Centre d’Art Torre Muntadas en El Prat, el Centre de Lectura en Reus o la Capella de Sant Roc en Valls. También por entidades privadas –alguna con ayuda pública–, como Metrònom, la Sala Montcada y el Espai Poblenou en Barcelona, Espais-Centre d’Art Contemporani en Girona, el Espai Guinovart de Agramunt o El Tinglado 2 en Tarragona. Y, muy especialmente, por comunidades artísticas diversas que lideraban programaciones valientes como las que hacían H. Associació per a les Arts Contemporànies en Vic, la ACM en Mataró, Artual en Barcelona o la Nau Côclea en Camallera. Mientras, las galerías de arte de Barcelona, con un papel muy relevante en la producción de obra y difusión de nuestros artistas tanto en el Estado español como en el extranjero, ofrecían nuevos e interesantes recorridos de Consell de Cent al Born. Y fuera de la capital, unos cuantos intrépidos trabajaban con mucha dignidad en este sector privado. In Catalonia in the 1990s, contemporary artistic activity, centred mainly on the organisation of exhibitions, was promoted by town halls which channelled it through municipal premises, such as L’Artesà de Gràcia and the Capella de l’Hospital in Barcelona, El Roser in Lleida, the Sales Municipals in Girona, Tecla Sala in L’Hospitalet de Llobregat, the Centre d’Art Torre Muntadas in El Prat, the Centre de Lectura in Reus and the Capella de Sant Roc in Valls. There were also private entities, some of which had public backing, like Metrònom, Sala Montcada and Espai Poblenou in Barcelona, EspaisCentre d’Art Contemporani in Girona, Espai Guinovart in Agramunt and El Tinglado 2 in Tarragona; and, very especially, by various art communities who headed brave programmes like the ones by H. Associació per a les Arts Contemporànies in Vic, the ACM in Mataró, Artual in Barcelona and Nau Côclea in Camallera. Meanwhile, Barcelona’s art galleries, which played a very important role producing work and publicising our artists both in Spain and abroad, offered new and interesting itineraries from Consell de Cent to El Born. And outside the capital, a few intrepid souls worked with great dignity in this private sector. Si hiciésemos una búsqueda mental, más emotiva que sistemática, recordaríamos que las apuestas internacionales las encontrábamos sobre todo en la Fundació Tàpies, en la Fundació Miró (donde también se apostaba por el arte joven, en los ciclos del Espai 10 y después del Espai 13), en el Centre d’Art Santa Mònica o, más esporádicamente, en el Palau de la Virreina y en el Palau Robert. La Fundació La Caixa –desde el Palau Macaya– y el CCCB, de forma ocasional, completaban el panorama de la escena artística relativa a las artes visuales contemporáneas, junto con un MACBA, inci- If we were to search our minds, emotively rather than systematically, we would remember that the international wagers are to be found mainly in the Fundació Tàpies, the Fundació Miró (which also went for young art, first in the Espai 10 and later in the Espai 13), the Centre d’Art Santa Mònica and, more sporadically, the Palau de la Virreina and the Palau Robert. The Fundació La Caixa, based in the Palau Macaya, and, occasionally, the CCCB completed the Catalan artistic scenario with regard to contemporary visual art, along with an incipient Dossier 17 Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system piente y evolutivo, que buscaba su lugar y ensayaba modelos. Fuera de Cataluña, los referentes eran Arteleku en San Sebastián o la Gallera en Valencia. Y los grandes admirados, el IVAM en Valencia, el CAAM en Las Palmas de Gran Canaria y el MNCARS en Madrid. Durante aquel período, también existían en nuestro entorno museos de arte que apostaban –y fuerte– por la creación artística contemporánea y por la recuperación y documentación del pasado más reciente. De todo lo que desde las estructuras oficiales y más bien dotadas económicamente les costaba poner en valor por periférico, se ocupaban el Museu d’Art de Sabadell, el Museu d’Art de Girona, el Museu de Valls, el Museu d’Art de Tarragona, el Museu Jaume Morera de Lleida, el Museu Comarcal de la Garrotxa o el Museu de l’Empordà de Figueres. También contribuyeron algunos museos de historia, como el de Girona o el de Granollers que, dentro de sus programaciones más eclécticas, se acercaban muy a menudo al arte contemporáneo. Al margen de lo que podríamos considerar el circuito expositivo, se producían manifestaciones periódicas de exhibición y reflexión tan plurales como L’Hospitalet Art, la Primavera Fotogràfica, la Quinzena d’Art de Montesquiu (QUAM) y numerosas bienales como las de Valls, Amposta o la Leandre Cristòfol de Lleida. Esta última nace con criterio, presupuesto y con un programa clave para dotar de una colección de arte catalán y español contemporáneo al fondo del futuro centro de arte La Panera. Las bienales –algunas de ellas evoluciones de antiguos salones o muestras de arte– eran una fórmula corriente de hacer colección, que completaban los fondos municipales que se iban creando a cambio del modelo que impera bastante en todas partes de: exposición de autor + publicación de catálogo + donación de obra de artista (el concepto retribución de honorarios era aún un rara avis dentro del sector), que acostumbraba a pasar al fondo de almacén de los museos locales, sin un destino aún poco definido. En el año 1997 se inaugura Hangar, el primer centro de producción de artes visuales de Cataluña. Se trata de una plataforma para dar apoyo a la comunidad de artistas visuales y vehicular servicios: alquiler de espacios, programas y oferta de técnicos especializados en las tecnologías digitales, espacios de encuentro e intercambios internacionales, actividades formativas y de debate, laboratorio multimedia y edición de vídeo, becas de producción y programas de residencia en países extranjeros. Fue creado y promovido por la Associació d’Artistes Visuals de Catalunya (AAVC), una entidad de larga trayectoria que funda VEGAP (entidad de gestión de los derechos de autor de los artistas visuales), participa en los debates alrededor de la definición del MACBA, trabaja para la impulsión del Consell de les Arts a través de la Plataforma per la Cultura y que elaborará el Código de buenas prácticas de las artes visuales (2008). Visto con perspectiva, durante aquellos años se tejió mucha de la trama que durante la década siguiente, la del cambio de milenio, serviría para consolidar unas estructuras más estables –pero también cambiantes–, que permitirían articular un mapa de referentes con el que varios ayun- Dossier and evolving MACBA, which was trying to find its place and experimenting with different models. Outside Catalonia the points of reference are Arteleku in Donosti and La Gallera in Valencia, as well as the much admired IVAM in Valencia, CAAM in Las Palmas and MNCARS in Madrid. During that period, there were also art museums in our country that were firmly committed to contemporary artistic creation and to recovering and documenting our most recent past. Everything that the economically better endowed official structures found difficult to showcase on account of its peripheral nature was taken care of by the Museu d’Art in Sabadell, the Museu d’Art in Girona, the Museu de Valls, the Museu d’Art in Tarragona, the Museu Jaume Morera in Lleida, the Museu Comarcal de la Garrotxa or the Museu de l’Empordà in Figueres. Some history museums also contributed, such as the ones in Girona and Granollers, whose more eclectic schedules often included contemporary art. Apart from what we might consider the exhibition circuit, there were also a range of periodical exhibitions and reflections, like L’Hospitalet Art, the Primavera Fotogràfica, the Quinzena d’Art de Montesquiu (QUAM) and numerous biennials like the ones in Valls, Amposta or the Leandre Cristòfol in Lleida. The last of these began life with criteria and budget and with a key programme for equipping the future La Panera art centre with a collection of contemporary Catalan and Spanish art. 18 The biennials, some of which had evolved out of earlier salons or art shows, were a common formula for forming collections, complementing the municipal collections that were built up out of the widespread predominant model of artist’s exhibition plus publication of catalogue plus donation of work by the artist (the concept of ‘payment of fees’ was still a rarity in the sector), a work which used to go into the collection in storage of the local museums, with a final destination not yet defined. In 1977, Hangar was opened, the first visual arts production centre in Catalonia. This platform provided support for the community of visual artists and channelled services: rental of premises, programmes and an offer in specialists in digital technologies, places for meetings and international exchanges, training activities and debates, multimedia laboratory and video editing, production grants and residence programmes abroad. It was set up and promoted by the Association of Visual Artists of Catalonia (Associació d’Artistes Visuals de Catalunya, AAVC), an established body that founded VEGAP (the organisation that handles the rights of visual artists), took part in the debate on the definition of the MACBA, worked for the creation of the Arts Council (Consell de les Arts) through the Plataforma per la Cultura and drew up the code of good practices in the visual arts (2008). Looking back, much of the fabric which during the next decade, with the change of millennium, would serve to consolidate more stable (but Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system tamientos con posibilidades y convicción, algunas diputaciones más que otras y el Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya mantendrían en activo y permitirían su consolidación. O, dicho de otro modo, se empezarían a hacer políticas teniendo en cuenta, me atrevería a decir que prácticamente por primera vez, las plataformas existentes y con una visión de conjunto. Ahora bien, hacer cultura en este pequeño país nuestro, va siempre ligado a “estilos diferentes de hacer política” y a nadie le pasará por alto que nos cuesta mucho avanzar al margen de los resultados electorales y de los panoramas y de las ambiciones que se dibujan cada cuatro años. Los cambios del 2000 Más o menos coincidiendo con el cambio de milenio, las estructuras del gobierno autonómico detectan (quiero decir: “creen en los proyectos de”) el tejido cultural diseminado por todo el país, que ahora identifican como “territorio”, y lo ponen en valor. Disponen nuevos mecanismos de apoyo para los artistas visuales y para las estructuras de producción, exhibición y difusión existentes a través de un sistema de subvenciones de libre concurrencia. Un hecho que también posibilita nuevas iniciativas y un mayor apoyo a la creación joven o tan reiteradamente denominada “emergente”. La Entitat Autònoma d’Organització d’Espectacles i Festes a partir de 2001 pasa a ser la Entitat Autònoma de Difusió Cultural (EADC)1 y con un espectro de actuación más plural, 1 Ley 8/1981 i Ley 21/2001, de 28 de diciembre. donde tendrán ahora cabida las artes visuales contemporáneas, comienza un lento camino de oportunidades y una relativa profesionalización de los artistas, gestores culturales, críticos de arte, comisarios independientes y museólogos en un marco que se va ampliando, donde se trabajará, no solo con el apoyo de las instituciones municipales sino con el de la Generalitat, de una forma mucho más estable. En esta década veremos nacer o crecer centros de arte, espacios de exhibición o producción, programaciones estables, también desde algunos museos de arte, que darán una cobertura social y económica a la difusión de la creación contemporánea, por todo el país. Varios municipios incluyen en sus presupuestos de cultura becas de apoyo a la creación (Lleida, Olot, Girona, Figueres) y otros dan apoyo a proyectos y los acogen con un carácter más de intervención en el espacio público con una clara vocación social, como las diferentes ediciones de Idensitat (1999-2012) en Calaf, Barcelona, Manresa, Mataró o Vic, o los diferentes programas de Terrassa Arts Visuals. El espectro es amplio y los niveles de implicación y repercusión diversos, pero a rasgos generales se trabaja con un conciencia clara para la estabilización de un sistema que, nacido desde el voluntarismo y la precariedad, a partir de la práctica y del esfuerzo, aplica metodología, elabora recursos educativos, da apoyo a las producciones de obras de arte que el mercado no contempla, remunera honorarios y edita publicaciones que, año tras año, alimentan y visten el panorama del arte catalán contemporáneo, tanto para los artistas jóvenes como para los de trayectoria más Dossier always changing) structures was woven during those years. These structures helped to draw up a map of referents which, thanks to several town halls with the possibilities and the conviction, some provincial corporations more than others and the Ministry of Culture of the Generalitat de Catalunya, managed to remain active and become consolidated. To put it another way, policies began –I would go so far as to say for almost the first time– to take into account existing platforms and to have an integral viewpoint. However, culture in this little country of ours is always tied to ‘different styles of politics’ and no-one can fail to see that it is very difficult to keep developments separate from election results and from the scenarios and ambitions that take shape every four years. The changes in 2000 More or less coinciding with the change of millennium, the structures of the autonomous government began to notice (I mean ‘believe in the projects of’) the cultural fabric scattered around the country, which we now call the ‘territory’, and to showcase it. They provided new mechanisms for supporting visual artists and existing production, exhibition and diffusion structures through a system of subsidies that were open to all. This fact also opened the way to new initiatives and to greater support for young people’s creative work, so often referred to as ‘emergent’. After 2001, the Autonomous Body for the Organisation of Shows and Festivals (Entitat Autònoma d’Organització d’Espectacles i Festes) changed its name to Autonomous Body 19 for Cultural Diffusion (Entitat Autònoma de Difusió Cultural, EADC)1 and, with a wider range of action, which now took in the contemporary visual arts, set off on a long path of opportunities and relative professionalisation for artists, cultural managers, art critics, independent curators and museologists, within a framework which gradually grew and in which work was much more sustained, not just with support from municipal institutions, but also from the Generalitat. During that decade, we saw the birth or growth of art centres, spaces for exhibitions or production, stable programmes, also in some art museums, which catered socially and economically for the diffusion of contemporary creation, all over the country. Various municipalities included grants in support of creative work in their cultural budgets (Lleida, Olot, Girona, Figueres) and others provided backing for projects and accommodated them more in the nature of interventions in the public space with a clear social vocation, like the different editions of Idensitat (1999-2012) in Calaf, Barcelona, Manresa, Mataró and Vic, or the different programmes of Terrassa Arts Visuals. The range was wide and the level of involvement and funding varied, but in general there was a definite awareness of working to to stabilise a system born out of good will and precariousness, on the basis of practice and effort, which applied a methodology, prepared educational resources, gave 1 Law 8/1981 and Law 21/2001, of 28 December. Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system consolidada. Algunos trabajan para la proyección internacional de nuestros creadores. Otros impulsan proyectos de colecciones a partir de diversas modalidades de políticas de adquisiciones. Se establecen vínculos de relación y confianza y los proyectos tienen la oportunidad de consolidarse, poco a poco. El arte contemporáneo comenzaba a ser un sector de la cultura y se está organizando para quedarse. Se añaden, pues, de forma estable al panorama de las artes visuales contemporáneas las acciones y programaciones del Museu Abelló de Mollet (1999), Can Palauet de Mataró (1997), el espacio Zero1 de Olot (2002), el Centre d’Art La Panera de Lleida (2003), Can Xalant Centre de Creació i Pensament Contemporani de Mataró (2005) o el Centre d’Art Cal Massó de Reus (2007). También los diferentes espacios de la Fundació Vila Casas (1998-2009) y la Fundació Sunyol (2007). Y, específicamente dedicados a la escena emergente, los programas de los centros cívicos de Barcelona como Sant Andreu Contemporani (con el Premio Miquel Casablancas, desde 2005), Can Felipa (2000) o la Sala d’Art Jove de la Generalitat de Catalunya (2006). En el año 2006, nace XarxaProd, un foro para dar visibilidad a los espacios de producción en activo, públicos o privados, que ofrecen servicios o recursos para la producción artística contemporánea por toda Cataluña. Más recientemente, pero todos ellos como evoluciones de proyectos municipales muy consolidados y de larga trayectoria, han abierto las puertas el Bòlit-Centre d’Art Contemporani de Girona (2008), l’ACVic-Centre d’Arts Contemporànies (2009), Lo Pati-Centre d’Art de Amposta (2010) y el Centre d’Art de Tarragona (2011) con el compromiso del apoyo del Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya. En julio de 2008, la prensa recogía un cambio de orientación del Centre d’Art Santa Mònica. Gobernaba la consejería de Cultura Joan Manuel Tresserras, y con declaraciones como “el Centre d’Arts Santa Mònica (CASM), el espacio de la Generalitat dedicado al arte contemporáneo desde 1989, ubicado en la Rambla, ni cierra ni se desmantela, sino que tan solo cambia de director y renueva su proyecto” el conseller procuraba suavizar la agitación que provocó en el sector de la artes un anuncio de estas características que se mostraba arbitrario y precipitado. El argumento principal era que este “centro de arte” tenía que “cambiar de estilo”, ser “inter y multidisciplinar”, mejorar su proyección y su relación con el público. Y para afrontarlo se hablaba de un modelo más próximo “a un centro de cultura contemporánea”.2 La cuestión es que la huida hacia delante de todo aquel bullicio mediático forzó al Departamento de Cultura a prometer un nuevo centro de arte para la comunidad artística, con la colaboración del Ayuntamiento de Barcelona y con la implicación del recientemente creado Consell de la Cultura i de les Arts (CoNCA).3 Paradójicamente, ¿esta decisión evidenciaba que el nuevo CASM ya no se dedicaría a las artes visuales y por ello era preciso otro? La promesa del Canòdrom-Centre d’Art de Barcelona amortiguó reclamaciones, alimentó nuevas expectativas e ilusiones, pero era 2 Roberta Bosco. El País, 12 de julio de 2008. 3 Ley 6/2008, de 13 de mayo, aprobada por el Parlament de Catalunya. Dossier support to the production of works of art not taken into account by the market, paid fees and issued publications which, year after year, fed and dressed the panorama of contemporary Catalan art, for young artists as well as for more established artists. Some worked to make our creators internationally known. Others launched projects of collections on the basis of different types of policy of acquisition. Bonds of friendship and trust were established and projects had the chance to become gradually consolidated. Contemporary art began to be a sector of culture and was organising to stay. The panorama of the contemporary visual arts was therefore added to with the activity and the programmes of the Museu Abelló in Mollet (1999), Can Palauet in Mataró (1997), the Espai Zero 1 in Olot (2002), the Centre d’Art La Panera in Lleida (2003), Can Xalant Centre de Creació i Pensament Contemporani in Mataró (2005) and the Centre d’Art Cal Massó in Reus (2007), as well as the different sections of the Fundació Vila Casas (1998-2009) and the Fundació Sunyol (2007). There were also programmes specifically devoted to the emergent scene at civic centres in Barcelona, like the Sant Andreu Contemporani (with the Miquel Casablancas prize as of 2005), Can Felipa (2008) and the Sala d’Art Jove of the Generalitat de Catalunya (2006). In 2006 XarxaProd began life as a forum to showcase public and private active production spaces offering services or resources for contemporary art production all over Catalonia. More recently, though all of them had evolved from well- 20 established and long-lasting municipal projects, Bòlit-Centre d’Art Contemporani in Girona (2008), the ACVic-Centre d’Arts Contemporànies (2009), Lo Pati-Centre d’Art in Amposta (2010) and the Centre d’Art in Tarragona (2011) opened their doors, with the pledge of support from the Ministry of Culture of the Generalitat de Catalunya. In July 2008, the press reported on a change in orientation at the Centre d’Art Santa Mònica. Governing the Ministry of Culture was Joan Manuel Treserras, and with declarations like ‘the Centre d’Art Santa Mònica (CASM), in the Rambla, is neither closing nor being dismantled, it has simply changed its director and overhauled its brief’, the minister tried to calm the fuss aroused in the visual arts sector by an announcement of this sort, which appeared arbitrary and sudden. The main argument was that this ‘art centre’ had to ‘change style’, be ‘inter- and multi-disciplinary’, improve its image and its relations with the public. And to take this on there was talk of a model closer to ‘a centre for contemporary culture’.22 The thing is that in its headlong flight from the hue and cry of the media the Ministry of Culture was forced to promise a new cultural centre for the art community, in partnership with Barcelona City Council and with the involvement of the newly set up Council for Culture and the Arts (Consell de la Cultura i de les Arts, CoNCA).3 2 Roberta Bosco. El País, 12 July 2008. 3 Law 6/2008, of 13 May, passed by the Parliament of Catalonia. Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system preciso –¡una vez más!– tener paciencia. Se tenía que adaptar la rehabilitación del edificio a los nuevos usos de centro de arte (hasta entonces se había pensado como biblioteca del distrito), hacer el proyecto artístico y buscar las dotaciones presupuestarias. Una fallida exposición preinaugural, a cargo del CoNCA, dejaba paso a la elaboración del proyecto y a un concurso internacional –esta vez sí– para designar a su director. El marco legal: los instrumentos El 13 de marzo de 2009 se constituyó el Consell Nacional de la Cultura i de les Arts (CoNCA). La creación de este nuevo organismo fue la respuesta a una reclamación del sector cultural ante el Gobierno de la Generalitat de Catalunya a lo largo de varias legislaturas para renovar las políticas culturales, mejorar, ampliar y estabilizar el apoyo a la creación, con el convencimiento de que las políticas de fomento y de expansión de la cultura se tienen que mantener al margen de los cambios de gobierno. La ley de creación del CoNCA supuso una nueva gestión de los recursos público de apoyo a las artes. Bajo unos criterios de eficacia y transparencia, su objetivo principal era “la democratización de una parte de las políticas culturales a través de la participación y la corresponsabilización de miembros procedentes de los sectores culturales y no de los partidos políticos”. Se pretendía singularizar el tratamiento de apoyo a la creatividad, el ámbito más frágil y vulnerable de las producciones culturales, y desligarlo de sus problemáticas respecto de las industrias culturales, atendiendo especialmente a los criterios puramente artísticos y culturales, a los principios del riesgo, la innovación, el talento o la implicación social y colectiva. Y como objetivo principal, “garantizar la continuidad de las políticas culturales y planificar a largo plazo”.4 Poner en manos de un organismo independiente del gobierno la responsabilidad de organizar la política de apoyo y de promoción de la creatividad cultural y artística, no fue una prueba práctica fácilmente asumible y tampoco especialmente consensuada, a pesar de la velocidad con que este organismo comenzó a trabajar y a mover ficha. El 14 de diciembre de 2010, con un gobierno en funciones a punto de unas elecciones, se aprueba el Decreto de la Xarxa Pública de Centres i Espais d’Arts Visuals de Catalunya. Resulta muy recomendable leer su introducción, ya que el propio gobierno reconoce en ella actuaciones poco sistemáticas de su parte, a diferencia de las creaciones de los sistemas de archivos o de bibliotecas –que les ha permitido un despliegue regular estable–, y por lo que se refiere a las artes visuales contemporáneas reconoce el papel de las administraciones locales. “A pesar de que las actuaciones públicas en artes visuales en Cataluña han crecido notablemente en los últimos tiempos” –dato absolutamente cierto–, habla de un equilibrio territorial, dado que las plataformas actuales son más fruto de los tejidos artísticos y culturales sólidos y existentes, que de una planificación, y ello produce “zonas de más densidad y tradición”. Pretende “garantizar el acceso de la ciudadanía a las 4 Carta de justificación de la dimisión de trece de los catorce miembros del Plenario, en diciembre de 2011, con motivo de la Ley 11/2011 (www. conca.cat). Dossier Paradoxically, this decision made it clear that the new CASM would no longer be devoted to the visual arts and did this make another one necessary? The promise of the Canòdrom-Centre d’Art de Barcelona hushed protests, fed new expectations and hopes, but – yet again!– called for patience. The remodelling of the building had to be adapted to its new use as an art centre (until that moment it had been planned as a district library), an artistic project had to be prepared and budget provisioning had to be found. An unsuccessful preinaugural exhibition put on by the CoNCA opened the way to the drafting of the project and to an international contest –at last– to appoint a director. The legal framework: the instruments The National Council for Culture and the Arts (Consell Nacional de la Cultura i de les Arts CoNCA) was set up on 13 March 2009. The creation of this new body was the response to a demand by the cultural sector before the Catalan Government over various legislative terms for renewing cultural policies, improving, extending and stabilising support for creative activity, in the conviction that policies for promoting and furthering culture must be kept separate from changes in the government. The law setting up the CoNCA meant changing the management of public resources in support of the arts. Under criteria of efficiency and transparency, the main object was ‘the democratisation of part of the cultural policies through participation and shared responsibility between members of cultu- 21 ral sectors and not of political parties’. The idea was to give special treatment to support for creative activity, the most fragile and vulnerable sphere of cultural production, and dissociate it from its problems with the cultural industry, with special attention to purely artistic and cultural criteria, principles of risk, innovation, talent and social and collective involvement. And its main goal was ‘to guarantee continuity in cultural policies and plan for the long term’.4 Placing responsibility for policies for the support and promotion of cultural and artistic creativity in the hands of an independent government body was not an easy practice to take on and there was not much agreement either, despite the speed with which this body got to work and made its first move. On 14 December 2010, with an interim government and elections looming, the Decree of the Public Network of Visual Arts Centres and Spaces of Catalonia was passed. It is well worth reading the introduction, in which the government itself admits to unsystematic behaviour on its part, unlike the establishment of the archival or library systems –which had a regular, steady deployment–, and acknowledged the role of the local administrations as regards the contemporary visual arts. ‘Although public measures in the visual arts in Catalonia have grown notably in recent times’ –something absolutely true–, it spoke of a regional imbalance, since the current platforms are the result of solid and already existing artistic 4 Letter explaining the resignation of 13 of the 14 members of the Plenary, in December 2011, on the occasion of Law 11/2011 (www.conca.cat). Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system artes visuales sin distinciones y velar por la consecución del principio de igualdad de trato para todas las personas y todos los colectivos. Esta presencia quiere hacerse de forma coordinada con la Administración local y los agentes artísticos del territorio”. 5 de paridad con la Administración local (50%) a través de un contrato programa. El decreto de la red se presenta como un instrumento complementario al Pla d’equipaments culturals de Catalunya 2010-2020,6 que determina las necesidades y los déficits de equipamientos de la red básica, que incluye los espacios de artes visuales, para fomentar la construcción o mejora de las instalaciones correspondientes. Conocido también como el PECCat, este plan, liderado por la Direcció General d’Equipaments –hoy desaparecida–, fue elaborado y debatido a partir de un método de mesas de trabajo sectoriales con la participación amplia de profesionales activos de toda Cataluña. No fue sencillo definir estándares en relación con los equipamientos de artes visuales, desde la perspectiva de un plan que, demasiado a menudo, equiparaba necesidades y servicios al sistema de bibliotecas, archivos o teatros. Las especificidades de nuestro sector provocaban divergencia o deslocalizaciones no siempre bien asumidas. C) Centros privados de artes visuales de interés público, vinculados por la modalidad de apoyo genérico (que deben entenderse como subvención ordinaria, anual y de libre concurrencia). El decreto establece tres categorías de equipamientos de la red: A) Centros territoriales de artes visuales, cuyo número no podrá exceder de nueve, que se financiarán bajo el principio 5 Documento del decreto de centros de arte (195/2010, de 14 de diciembre): http://www.gencat.cat/eadop/imatges/5776/10344070.pdf. 6 Decreto 40/2010, de 16 de marzo. B) Espacios de artes visuales, sin límite de número. Las modalidades de vinculación a la red se establecen por convenio y también bajo el principio de paridad. Los centros territoriales deberán desarrollar funciones y requisitos relativos a investigación y desarrollo del proceso creativo, y fomento del pensamiento contemporáneo, y promover la actitud crítica. Deberán contar con recursos para la producción, espacios de exhibición, plan de comunicación, de gestión y viabilidad, e impulsar mecanismos de educación y formación. Cada uno de ellos se tendrá que singularizar en una determinada línea de trabajo –para dotarse de un valor añadido. Será necesario que ejerzan estas funciones en su ámbito territorial, donde deberán vertebrar, cooperar y prestar servicios entre la comunidad artística y los agentes sociales y culturales, públicos o privados. Requieren un director y equipo técnico. Los espacios de artes visuales tienen funciones similares, aunque no les hace falta la singularidad y pueden funcionar con un programados profesional. Los centros territoriales de artes visuales tienen que contar con espacio expositivo, espacios para talleres (con tecnología digital), aulas, recepción, oficinas, archivo y almacén. Los contratos programa tendrán una vigencia de tres o cuatro Dossier and cultural fabrics, rather than of planning, and this makes for ‘areas with more density and tradition’. It intended ‘to guarantee access by citizens to the visual arts without distinction and to ensure the principle of equal treatment for all individuals and groups’. This presence it was intended would come about in coordination with the local administration and regional artistic stakeholders’. 5 The decree of the network was presented as an instrument to complement the Plan for Cultural Facilities in Catalonia 2010-2020,6 which determined the needs and shortcomings of facilities in the basic network, which includes spaces for the visual arts, to promote the construction or improvement of the corresponding installations. Otherwise known as the PECCat, this plan, led by the former General Directorate of Facilities, was drawn up and discussed on the basis of a method of sectorial work panels with ample participation by active professionals all over Catalonia. It was not easy to define standards in relation to visual arts facilities, from the perspective of a plan which all too often equated needs and services to the system of libraries, archives or theatres. The specific characteristics of our sector caused differences or relocations that did not always go down well. The decree established three categories for facilities in the network: 5 Document of the Decree of Art Centres (195/2010, of 14 December): http://www.gencat. cat/eadop/imatges/5776/10344070.pdf. 6 Decree 40/2010, of 16 March. 22 Visual arts regional centres, whose number may not exceed nine, to be funded according to the principle of parity with the local administration (50%) through a programme contract. Visual arts spaces, without limitation as to their number. The form in which they are bound to the network to be established by agreement and also under the principle of parity. Private visual arts centres of public interest, bound in the form of generic support (which must be understood as an ordinary yearly subvention open to all applicants). The regional centres were to develop duties and requirements relating to research and development of the creative process and furthering contemporary thought and promoting a critical attitude. They were to have resources for production, exhibition spaces, and a communication, management and viability plan, and promote educational and training mechanisms. Each one was to focus on a specific line of work –in order to attain added value. They were also to carry out their duties in their region, where they would have to connect, cooperate with and provide services between the artistic community and public or private social and cultural stakeholders. They required a director and a team of specialists. The visual arts spaces had similar functions, although they did not need to specialise and could operate with a professional programmer. The visual arts regional centres had to have an exhibition space, space for workshops (with digital technology), classrooms, reception, offices, archives and stores. Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system años, y se describirán para este periodo los indicadores de los objetivos generales y específicos. La voluntad de la Generalitat es que su 50% de aportación al financiamiento del centro se destine íntegramente a la actividad. A efectos prácticos, las ventajas del contrato programa (y suponemos que por extensión también a los convenios) deberían responder a una voluntad comprometida de participación conjunta en la definición de la gestión y en el financiamiento a partes iguales entre la Administración local y el Departamento de Cultura. De este modo se podría garantizar una planificación a largo plazo y asegurar el compromiso económico y de disposición de crédito para poder comprometer y echar adelante los costes derivados de la realización de los proyectos y de las acciones. El hecho de compartir criterios aseguraría el equilibrio entre los intereses locales y los territoriales, evitando actuaciones partidistas de una u otra administración, a menudo difíciles de combatir. La disposición adicional cuarta de decreto de la red reconoce e integra a los ocho siguientes centros territoriales de artes visuales: Bòlit, Centre d’Art Contemporani de Girona; ACVic, Centre d’Arts Contemporànies; Centre d’Art La Panera de Lleida; Can Xalant, Centre de Creació i Pensament Contemporani de Mataró; Centre d’Art de Tarragona; Centre d’Art d’Amposta; Tecla Sala, Centre d’Art de l’Hospitalet, y Canòdrom. Centre d’Art Contemporani de Barcelona. Y queda pendiente una plaza para la incorporación de un nuevo centro en el futuro. Parece pues que finalmente se cuenta con una hoja de ruta convincente. 7 http://premsa.gencat.cat/pres_fsvp/AppJava/ notapremsavw/detall.do?id=142683&idioma=0&d epartament=14&canal=15 (dosier de prensa: Xarxa de Centres d’Arts Visuals). Ahora bien, la realidad nos hace ver otros aspectos. La disposición adicional primera, que compromete al gobierno a aprobar un plan de inversiones para los centros territoriales en el plazo de un año, ya ha caducado. Y la disposición adicional segunda, que indica que en el plazo de dos años de entrada en vigor del decreto se tienen que suscribir los contratos programa de los centros adscritos a la red, ha expirado el 16 de diciembre de 2012. ¿Tendrán tiempo suficiente? Pasadas las elecciones de noviembre y bien entrado el año 2013, ningún centro de arte tiene firmado el contrato programa por tres o cuatro años, y de momento la mayoría de ayuntamientos han estado aportando más del 50% de su financiación. En el decreto, las estructuras de coordinación de la red quedaban adscritas al CoNCA, pero las diferencias de atribuciones entre el propio Departamento de Cultura y este organismo en relación con sus funciones y presupuesto –que quedarán muy restringidos con la Ley 11/2011, del 29 de diciembre, de reestructuración del sector público para agilizar la actividad administrativa–, devuelven su tutela a la Dirección General de Promoción y Cooperación Cultural. El 22 de marzo de 2012, con una puesta en escena, presidida por el conseller Ferran Mascarell y participada por todos los concejales de cultura de los municipios de los ocho centros de arte existentes –que deberían formar parte del Consejo de Concejales de la red–, se presenta públicamente un documento que recoge modificaciones al decreto, dibuja un mapa de centros y espacios de arte contemporáneo, nombra coordinadora y define sus funciones.7 Otro paso adelante, que Dossier The programme contracts were to have a duration of three or four years and indicatorswould be described for the general and specific objectives for this period. The wish of the Generalitat was that the 50% it contributed to the funding for the centre should be directed entirely at activities. For practical purposes, the advantages of the programme contract (and presumably, by extension, of the agreements, too) should respond to a committed wish for joint participation in defining management and in the funding between the local administration and the Ministry of Culture. This would guarantee long-term planning and ensure the financial commitment and the credit supply to be able to undertake and cover the cost of projects and activities. Sharing criteria would ensure a balance between local and regional interests, avoiding partisan actions by one administration or the other which are often difficult to combat. The additional fourth provision of the network decree recognised and integrated the following eight visual arts regional centres: Bòlit, Centre d’Art Contemporani in Girona; ACVic, Centre d’Arts Contemporànies; Centre d’Art La Panera in Lleida; Can Xalant, Centre de Creació i Pensament Contemporani in Mataró; Centre d’Art in Tarragona; Centre d’Art in Amposta; Tecla Sala, Centre d’Art in L’Hospitalet, and Canòdrom, Centre d’Art Contemporani in Barcelona. One more place remains for the incorporation of a new centre in the future. It seems, then, that we finally have a definite road plan. The facts, however, reveal other aspects. The additional fourth provision, which commits the government to approving an 23 investment plan for the regional centres in the space of one year, has already passed its date. And the additional second provision, which states that within two years of the decree’s taking effect the programme contracts for the centres belonging to the network must be subscribed, runs out on 16 December 2012. Will they be in time? At the end of November, with the election campaign in full swing, no art centre has yet signed the programme contract for three or four years, and at the moment most local authorities are providing more than 50% of their funding. In the decree, the network’s coordination structures came under the CoNCA, but the differences in responsibility between the Ministry of Culture itself and this body in relation with their duties and their budget –which were severely cut back with Law 11/2011, of 29 December, for restructuring the public sector to streamline administrative activity– have returned them to the care of the Directorate General for Cultural Promotion and Cooperation. On 22 March 2012, with staging presided by the Minister Ferran Mascarell and attended by all the councillors for culture of the municipalities with the eight existing art centres –which were to form part of the network’s management council– a document was publicly presented containing modifications to the decree and a map of contemporary art centres and spaces, appointing a coordinator and defining her duties.7 Another 7 http://premsa.gencat.cat/pres_fsvp/AppJava/ notapremsavw/detall.do?id=142683&idioma=0& departament=14&canal=15 (press dossier: Xarxa de Centres d’Arts Visuals). Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system hoy ya podemos calificar de aparente. Con el argumento claro de que la red existirá “A partir de la convicción de los ayuntamientos en su apuesta por el arte contemporáneo” o con la versión corta también muy escuchada de “el ayuntamiento decide”, la consejería parece que deja en manos de los municipios la responsabilidad del despliegue o desmantelamiento de un decreto, que ella misma ha propuesto. La vocación de servicio público es implícita a la gestión de las administraciones, sean locales o generales. Ahora bien, “garantizar el acceso de la ciudadanía a las artes visuales sin distinciones y velar por la consecución del principio de igualdad de trato para todas las personas y colectivos”, tal como dice el decreto, es un mandato que, en clave de país, solo puede ejercer la Generalitat. Finalmente, el documento aclara que el Centre d’Arts Visuals de Barcelona queda situado en Fabra i Coats –el Canòdrom y su director han caído por el camino–, y los ocho “reconocidos” establecen relaciones concéntricas con el MACBA y Arts Santa Mònica, -que no forma parte de la red (?)y con los espacios de arte de sus ámbitos de influencia, -que sí. ¿Qué ha pasados mientras tanto con los museos de arte? Aunque las obras de arte son princesas con muchas más atenciones patrimoniales que las puntas de sílex, dentro del entramado de los museos catalanes, los de arte –y que no se encuentran en la capital o no pertenecen a los obispados– siempre han tenido un papel más diluido que los de historia, ciencia o arqueología. Desde la aprobación de la Ley de museos del año 1990, la Dirección General de Patrimonio Cultural dedicaba sus esfuerzos a cerrar los proyectos de los grandes museos de arte (MNAC, MACBA, Episcopal de Vic), el Centre de Restauració de Béns Mobles (CRBM), el Museu d’Història de Catalunya y un incipiente despliegue de los Servicios de Atención a los Museos (el de Girona, en el año 1998). A grandes rasgos, la tímida política de apoyo a los museos territoriales –la gran mayoría creados y sustentados únicamente por las administraciones locales– se ha ido desplegando con los años en sucesivas líneas de apoyo orientadas a superar las deficiencias detectadas en el registro de museos, a través de subvenciones muy escasamente dotadas destinadas a la mejora de equipamientos, documentación (DAC y MuseumPlus), funcionalmente y actividades. step forward which today we can describe as illusory. With the clear argument that the network will exist ‘on the basis of the conviction of local authorities in their wager for contemporary art’ or in the shortened version also widely heard of ‘the local authority decides’, the Ministry seems to have left responsibility for deploying or dismantling a decree of its own making in the hands of local authorities. Así como la Diputación de Barcelona desde el 1990, a través de la Oficina de Patrimonio, tiene constituida una Xarxa de Museus Locals (bajo el lema, El Museu més gran de Catalunya) y una Oficina de Difusión Artística (la ODA), donde las acciones para las artes visuales han sido un referente durante muchos años, en el resto del país no será hasta la presentación del Pla de museus de noviembre de 2007, que se estableceran las primeras bases para definir –por parte de la Generalitat de Catalunya– un mapa general de colaboración, desde donde se podrían establecer nuevos sistemas de relación. Finally, the document explains that the Centre d’Arts Visuals in Barcelona is located in Fabra i Coats –the Canòdrom and its director have fallen by the wayside– and the eight ‘recognised’ centres establish concentric relations with the MACBA and Arts Santa Mònica, which is not part of the network (?), and with the art spaces of the six areas of regional influence, which are. Con las coordenadas de un trabajo en red se quería conseguir un mayor equilibrio entre los grandes equipamientos y los territoriales. Se definieron dos sistemas de red: las temáticas y Dossier The vocation for public service is implicit in the management of the administration, be it local or general. However, ‘guaranteeing access of citizens to the visual arts without distinction and ensuring the principle of equal treatment for all individuals and groups’, as the decree states, is a mission which, on a national level, can only be carried out by the Generalitat. What has happened to the art museums meanwhile? Although works of art are royalty and get much more patrimonial attention than flint arrowheads, within the network of Catalan museums, the role of art museums –the ones outside of Barcelona and not belonging to the bishoprics– has always been more watered down than 24 museums of history, science or archaeology. Since the approval of the 1990 Museums Law, the Directorate General of Cultural Heritage devoted its efforts to completing the projects of the main museums (MNAC, MACBA, Museu Episcopal de Vic), the Centre for the Restoration of Movable Assets (Centre de Restauració de Bens Mobles, CRBM), the Museu d’Història de Catalunya and an incipient deployment of the Museums Attention Service (Serveis d’Atenció als Museus, SAM) in Girona in 1998. Broadly speaking, the timid policy of support for regional museums –most of them set up and supported only by local administrations– have gradually been implemented over the years in successive lines of support intended to make up for the shortcomings detected in the register of museums, through very poorly endowed subventions directed at improving facilities, documentation (DAC and MuseumPlus), running and activities. In the same way that since 1910 the Provincial Corporation of Barcelona, through its Heritage Office, has a Local Museums Network (under the slogan ‘The biggest museum in Catalonia’) and an Office for Artistic Diffusion (Oficina de Difusió Artística, ODA), where action for the visual arts has been a point of reference for many years, in the rest of the country it was not until the presentation of the Pla de museus in November 2007 that the Generalitat de Catalunya laid down the first guidelines for defining an overall map of collaboration, from which new forms of relation could be established. Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system las territoriales. Se definieron dos sistemas de red: las temáticas y las territoriales. Las primeras ligadas a cuatro museos nacionales (Ciència i Tècnica, MNAC, Història Natural y de Història, Arqueologia i Etnografia), y las segundas a las diferentes administraciones locales competentes. En el año 2009, la Diputación de Lleida firma un acuerdo con la Generalitat para constituir y dotar de recursos económicos la XMLC-Terres de Lleida y en el año 2010 será la Diputación de Girona quien firma la XMLCGirona. Del despliegue de los SAM (unidades básicas de asistencia en el territorio), que también preveía el plan y de la viabilidad de dos de los museos nacionales citados que se tenían que hacer –y que levantó una gran polvareda en el ámbito profesional correspondiente–, solo se ha efectuado la inauguración del SAM ubicado en el Museu de Lleida, que esperemos que no provoque el final de la escasez de objetivos y de recursos que ha tenido endémicamente el SAM de Girona. Por lo que se refiere al tema que nos ocupa, el de los museos de arte, este Pla de museus manifiesta que “se debe repensar, en su momento, el modelo de relación entre el MNAC y el MACBA y cómo los dos museos pueden participar de un modo coordinado en la vertebración museística del patrimonio artístico del país”.8 Esta discreta referencia tampoco servía para abrir las hostilidades que han sido durante muchos años las diferencias de criterios de colección y orientación que diferentes grupos de opinión blandían respecto a las ocupaciones temáticas del MNAC y el MACBA, y que parece que se han pacificado en los últimos meses, quebrando 8 http://www10.gencat.cat/gencat/AppJava/cat/ac tualitat2/2012/20307plademuseusdecatalunya.jsp. http://premsa.gencat.cat/pres_fsvp/ docs/2012/03/07/14/53/0c248396-731f-473e-b40e2db2396498d3.pdf. la línea cronológica que, de forma explícita, los dividía. Entrar en este terreno, sin embargo, nos ocuparía otro artículo entero, imposible de abreviar aquí. Hemos tenido que esperar, pues, al nou Pla de museus de marzo de 2012 para descubrir un nuevo dibujo que, organizado por constelaciones, haga referencia específica a los museos de arte y, sorprendentemente, se plantee una relación entre museos y la red de centros de arte y, aún más sorprendentemente, hable de una colección nacional de arte. Cuatro museos de cabecera dirigirán el nuevo sistema de acuerdo con su ámbito: historia del arte, historia de la sociedad, contemporaneidad y ciencias naturales. Serán los siguientes: el Museu Nacional d’Art de Catalunya, el Museu Nacional de Ciències Naturals, el Museu d’Art Contemporani de Barcelona y un cuarto ámbito formado a partir del Museu d’Història de Catalunya, el Museu d’Arqueologia, el Museu d’Etnologia y el Museu de la Ciència i la Tècnica (que se deberá unificar, bajo un modelo de museo de sociedad, ya presente en 2007). Se configuran cuatro redes territoriales con seis centros de referencia en Barcelona, Tarragona, Terres de l’Ebre, Lleida, Alt Pirineu y Girona, compromete la creación de la Colección Nacional de Arte, la Colección Nacional de Fotografía y los Depósitos Nacionales de Arte y Arqueología, se habla de políticas de mecenazgo. Pero la gran novedad de este nuevo Plan es la creación de la Agència Catalana del Patrimoni Cultural, un ente público para la gestión del patrimonio cultural catalán, regulado por la Ley 7/2011, de medidas fiscales y financieras, que ha hecho temblar al sector. Dossier By working in coordination it was hoped to achieve better balance between large facilities and regional ones. Two network systems were defined: one by subject matter and one regional. The first was linked to four national museums (the Museu de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya, MNAC, Museu d’Història Natural and Museu d’Història, Arqueologia i Etnografia), and the second linked to the relevant local administrations. In 2009, the Provincial Corporation of Lleida signed an agreement with the Generalitat for the construction and funding of the XMLCTerres de Lleida and in 2010 the Provincial Corporation of Girona signed for the XMLCGirona. The deployment of the SAM (basic units for regional assistance), also foreseen in the plan, and the viability plan of two of the national museums mentioned that had to be carried out –and that caused a great commotion in the corresponding professional sphere– only went as far as the inauguration of the service located in the Museu de Lleida, which hopefully will not suffer from the chronic scarcity of aims and resources that has affected the SAM in Girona. As regards the subject in hand, ie art museums, this Pla de Museus states that ‘in time, we must reconsider the model of relations between the MNAC and the MACBA and the way the two museums can work together in the coordination of the country’s artistic heritage in museums’.8 This discreet reference did not serve either to 8 http://www10.gencat.cat/gencat/AppJava/cat/ac tualitat2/2012/20307plademuseusdecatalunya.jsp. http://premsa.gencat.cat/pres_fsvp/ docs/2012/03/07/14/53/0c248396-731f-473e-b40e2db2396498d3.pdf. 25 open the can of worms of the age-old differences of criteria as regards collecting and orientation which different opinion groups brandished with respect to the thematic occupations of the MNAC and the MACBA and which seem to have calmed down in recent months, breaking the chronological line explicitly dividing them. To enter into this terrain, though, would take up another complete article, which it would be impossible to abbreviate here. We have therefore had to wait for the new Pla de museus in March 2012 to discover a new design which, organised in constellations, refers specifically to art museums and, surprisingly, considers a relationship between museums and art centres and, even more surprisingly, speaks of a national art collection. Four leading museums will head the new system according to their area of specialisation: history of art, history of society, contemporaneity and natural sciences. These museums are the Museu Nacional d’Art de Catalunya, the Museu Nacional de Ciències Naturals, the Museu d’Art Contemporani de Barcelona and a fourth area formed by the Museu d’Història de Catalunya, the Museu d’Arqueologia, the Museu d’Etnologia and the Museu de la Ciència i la Tècnica (which will have to be unified under a model of museum of society, which was present in 2007). Four regional networks are set up with six centres of reference in Barcelona, Tarragona, Terres de l’Ebre, Lleida, Alt Pirineu and Girona, it pledges the creation of a National Art Collection, a National Photography Collection and a National Art and Archaeology Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system Partiendo de la base de que, aparte del MACBA, en Cataluña no existe ningún museo público dedicado exclusivamente al arte contemporáneo más reciente y que, quien más quien menos, reúne obra de arte desde el siglo XIX hasta el XX (a excepción de los monográficos), el Plan asigna a la “cabecera” MACBA dar cobijo a todos los museos de arte. A la “cabecera” MACBA le corresponde establecer puentes de relación con los centros de artes visuales, las fundaciones, el CCCB y la Filmoteca. Y, aquí, no quedan distinguidos los equipamientos dedicados a hacer y mantener una colección y los, que son considerados espacios de producción/exhibición. Los une la dedicación a las artes visuales contemporáneas. Con todo, hay que tener presente que tenemos diversos fondos de arte contemporáneo diseminados dentro de las colecciones de los museos de historia o de cualquier otra temática que el Pla no hace visibles. Estos tienen su titularidad o su custodia porque a menudo son la única herramienta patrimonial del municipio. No se deberán, por tanto, olvidar en casos de actuaciones y planificaciones generales. ¿Dónde están las colecciones? Aunque una de las funciones principales de un museo es crear una colección, este ha sido el aspecto eternamente olvidado dentro de la planificación institucional: la colección de arte contemporáneo catalán y el ordenamiento de las políticas de adquisiciones, sea a través de un concepto de colección nacional, a la francesa, o a través de sus equipamientos, como en otros estados europeos. Con la creación del MACBA, este fue el mandato “no escrito” que, desde muchos ámbitos, se le adjudicó. Pero no fue el primero en ejecutar, ni estaba implícito en su misión. En realidad, “solo” era un museo de interés nacional, con mucha participación de la sociedad civil (a través de la Fundació MACBA) y del Ayuntamiento de Barcelona, y con unos horizontes de escala internacional, que lo llevaban a orientar su política de adquisiciones y exposiciones más allá del concepto “nacional”, que ostentaban otros grandes equipamientos del país. Con todo, cuando el Fons d’Art de la Generalitat, iniciado en el año 1983, dejó de existir en el año 2005, el vacío instrumental (ligado a una partida de adquisiciones) remató la orfandad de buena parte de la creación catalana contemporánea. No sabría decir cuantas personas añoraron la continuidad de aquel fondo, pero lo cierto es que se perdía una parte de la cadena, y todo el espectro de esta escena que no ha cubierto el MACBA ha quedado en manos de las fundaciones privadas, el coleccionismo particular y los esfuerzos esporádicos –nunca suficientes– que han llevado a cabo los municipios a través de sus programas expositivos, de los formatos de bienales o de las irrisorias partidas para las adquisiciones de los museos locales. Sin una visión de conjunto: ¿los criterios? obviamente, aleatorios. ¿La colección? arbitraria. Entre los diversos encargos de análisis del sector que recibió el CoNCA, se encontraba la “Diagnosi i pla d’actuació en matèria d’adquisicions públiques d’art a Catalunya”, presentada en julio del 2011, cuando después de hacer la radiografía de la situación de la patrimonialización del arte Dossier Deposits, there is talk of policies of sponsorship. But the great novelty of this new plan is the creation of the Catalan Cultural Heritage Agency (Agència Catalana del Patrimoni Cultural), a public entity for managing the Catalan cultural heritage, regulated by Law 7/2011 on fiscal and financial measures, which has shaken the sector to its core. On the basis that, apart from the MACBA, there is no public museum in Catalonia devoted exclusively to the latest contemporary art and that more or less gathers works of art from the 19th to the 20th centuries (except for the monographic museums), the plan appoints the MNAC ‘flagship’ to be an umbrella for all the art museums. The MACBA ‘flagship’ has the mission of establishing bridges for relations with the visual art centres, the foundations, the CCCB and the Filmoteca. And here no distinction is made between facilities devoted to building and maintaining a collection and those that are considered spaces for production or exhibition. What unites them is their dedication to contemporary visual art. Nevertheless, we must remember that we have various collections of contemporary art scattered around the museums of history or of any other subject which do not show up in the plan. These museums have ownership or guardianship because they are often the only instrument of heritage in the municipality. They must not, therefore, be overlooked in the case of general action and planning. Where are the collections? Although one of the main purposes of a museum is to build 26 a collection, this has been one aspect eternally forgotten by institutional planning: the collection of Catalan contemporary art and the ordering of purchasing policies, either through a concept of national collection, like in France, or through their facilities, like in other European countries. With the creation of the MACBA, this was the ‘unwritten’ mandate assigned to it from many spheres. But it was not the first to be executed and it was not implicit in its mission. In fact, it was ‘only’ a museum of national interest, with considerable participation by the civil society (through the Fundació MACBA) and by Barcelona City Council, and with horizons on an international level which led it to orient its purchases and exhibitions policy beyond the ‘national’ concept that some of the country’s other large facilities sported. Nevertheless, when the Generalitat’s Art Collection (Fons d’Art), begun in 1983, ceased to exist in 2005, the instrumental vacuum (tied to an allowance for acquisitions) finally orphaned followers of a large part of Catalan contemporary creation. I couldn’t tell you how many people missed the continuity of that collection, but what is true is that a part of the chain was lost, and the entire range of this scene that the MACBA has failed to cover is now left to private foundations, private collectors and sporadic, always insufficient efforts by the municipalities through their programmes of exhibitions, to biennial formats or to the risible allowances of local museums for purchases. With no all-round vision: the criteria? Obviously, random. The collection? Arbitrary. Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system en nuestro entorno, pone en evidencia las inmensas lagunas que padecemos y la poca inversión de recursos públicos que ha tenido, y defiende recuperar el Fons Nacional d’Art de la Generalitat, elaborar un plan de adquisiciones prioritarias en el periodo 20122020 y dotarlo de un plan de financiación que cuente con una aportación equivalente de recursos públicos y privados. “El fondo debería ayudar tanto a los museos nacionales o de interés nacional, como a los museos territoriales, así como impulsar la compra de producciones de arte contemporáneo producida por los centros de artes y estimular el mercado”. 9 La idea general del documento, compartida hace años por muchos, es la de avanzar hacia una colección pública única, que compacte servicios y con una redistribución más justa y equilibrada que permita una coherencia en el discurso artístico y la rentabilidad y visibilidad de los fondos. También se analizan los sistemas fiscales de diferentes países europeos y el estatal y catalán, para recomendar nuevas medidas que equilibren la balanza entre el Estado y Cataluña, ya que la mayoría de los recursos públicos del Estado revierten en favor de los museos estatales. A pesar del primer paso de esta diagnosis, el primer obstáculo para avanzar radica en la poca difusión de los contenidos de los fondos públicos y/o de fundaciones privadas con apoyo público entre los propios profesionales –la información de que se dispone 9 www.conca.cat/publicacions en la red es escasa y poco apta. Tampoco existe una buena capacidad de movimiento e intercambio de obras entre las colecciones existentes y las políticas de adquisiciones son tímidas y poco estandarizadas, como ya hemos comentado. El modelo emprendido por el MACBA y La Caixa con la voluntad de trabajar en común con las dos colecciones, un a priori celebrado, no parece encontrar el impulso y el seguimiento entre otras instituciones y museos del país, como se podría desear y esperar. ¿Cómo interactúan los museos de arte y los centros de arte? En Europa los centros de arte o kunsthalles son una pieza importante dentro del ecosistema artístico. Como les gusta definirlos a la AAVC, “entre el museo y la galería de arte, cumplen una función equivalente al departamento de I+D+i de una empresa o política industrial. Son motores generadores del arte más experimental. Producen y difunden los proyectos artísticos más arriesgados que, posteriormente, quizá validará el museo –incorporándolos al patrimonio público– o el mercado. Son los responsables del apoyo a las nuevas prácticas artísticas non profit basadas en la investigación, la crítica o la mediación social”. La mayor parte de centros de arte que hoy formamos parte de la red, surgían a iniciativas municipales o del tejido asociativo sensibles a la creación artística contemporánea que no habían encontrado en “el espacio museo” de su entorno –¡obviamente siempre existe alguna excepción!– la receptividad correspondiente a las propuestas del arte contemporáneo. No todas estas iniciativas pretendían hacer un museo de arte contemporá- Dossier Among the various commissions the CoNCA received to analyse the sector was the ‘Diagnosis and action plan in matters of public acquisition of art in Catalonia’, submitted in July 2011, which after looking into the situation of art heritage in our country revealed the immense gaps we suffer and the scarce investment of public resources it has had, and defended restoring the Generalitat’s Fons Nacional d’Art, drawing up a plan of priority acquisitions for the period 2012-2020 and endowing it with a funding plan with equal contributions from public and private resources. ‘The collection ought to help national museums and museums of national interest, as well as regional museums, and also drive the purchase of the contemporary art produced by the art centres and stimulate the market. 9 The general idea of the document and one that has for some years been shared by many people is of progress towards a single public collection, compacting services and with a fairer and more balanced redistribution allowing coherence in the artistic discourse and cultural viability and visibility of the collection. It also analyses the tax systems of different countries in Europe, Spain and Catalonia, as most of the Spanish state’s public funds act in favour of the state museums. Despite the first step of this diagnosis, the first obstacle to progress lies in the poor diffusion of the contents of 9 27 www.conca.cat/publicacions public collections and/or private foundations with public support among professionals themselves (the information available on the net is scarce and awkward). Neither is there much capacity for movement and exchange of works between the existing collections and acquisition policies are faint-hearted and not standardised, as I said earlier. The model begun by the MACBA and La Caixa with the wish to work in common with the two collections, one that was applauded a priori, does not seem to have been met with the drive and the following that might have been desired and expected among the country’s other institutions and museums. How do art museums and art centres interact? In Europe, art centres, or kunsthalles, are an important piece in the artistic ecosystem. As the AAVC likes to define them, ‘somewhere between the museum and the art gallery, they fulfil a function equal to the R & D & I department in a business or industrial policy. They are the driving force for the most experimental art. They produce and diffuse the riskiest art projects, which may subsequently be validated by the museum – making them part of public heritage– or by the market. They are responsible for supporting new, non-profit practices in art, based on research, critique or social mediation’. Most of the art centres that today form part of the network arose from municipal initiatives or from initiatives by the association fabric with a feeling for contemporary artistic creation, for whom the ‘museum space’ in their area Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system neo a cada ciudad, pero estaba claro que existía una disfunción de criterio y calidad entre el contenido de los fondos que se iban reuniendo y las disponibilidades o los intereses de las plataformas donde mostrarse. La gran reivindicación era que la obra conservada de los artistas contemporáneos “no se veía en las exposiciones permanentes de ningún museo”. Cabe decir que, en general, “el discurso que quisiéramos ver” no era fácil de encontrar o organizar solo con los elementos de las colecciones territoriales. Cuando se comenzó a gestar el proyecto de la red de centros de arte, se decidió que no harían colección, que no serían centros patrimoniales. Quedaban liberados de una serie de servidumbres de gestión y características de equipamiento. La intención, tenemos que suponer, era reservar esta labor a los museos, pero este dibujo nunca lo hemos visto esbozado. Y mientras tanto, los centros de arte han invertido muchos recursos en producciones interesantes de arte contemporáneo, de los que no ha quedado prácticamente ningún testimonio en los museos. No se han tenido en cuenta las posibilidades de colaboración existentes, ni se han escuchado los reclamos por parte de un sector de museólogos/programadores, que sí valorábamos las virtudes de trabajar estos aspectos en común. Unas virtudes que, a nuestro parecer, cerraban el círculo de apoyo al artista-investigación-producción-exhibición-preservacióndifusión-educación-público con la adquisición de obra de arte y la creación de una colección de arte contemporáneo catalán, que rentabilizaría con coherencia y criterio la inversión pública hecha en las artes visuales contem- poráneas. El efecto dominó de un sistema demasiado débil Durante todo este periodo hemos estado trabajando dentro de los parámetros de un sistema público. Tenemos plataformas estables que son viables y luchan por la continuidad del carácter profesional del sector de las artes visuales y de la gestión cultural. Se ha debatido, se han buscado errores, se ha generado público y opinión crítica. Se ha planificado, ordenado y legislado. Aunque, paradójicamente, este despliegue de instrumentos ha acabado siendo una trampa, en lugar del paraguas que nos debería proteger. La crisis económica y una gestión administrativa deficiente –de la financiación comprometida– nos ha colocado en una situación muy próxima al colapso. El febrero de 2012, el Ayuntamiento de Olot anunciaba el cierre del Espai Zero1. Pequeño y sostenible, con una trayectoria impecable, era un espacio de referencia nacional. No parecía una cuestión solo de financiación propia –el ahorro era de 30.000 euros y un contrato laboral–, pero la decisión municipal resultó soberana a pesar de la inversión de recursos que había dedicado durante años el Departamento de Cultura, a través de una línea de subvención para programaciones estables de artes visuales contemporáneas. Ninguna intención de marcha atrás a pesar de la numerosas muestras de apoyo e indignación del sector que hubo por todas partes. Que la actividad que se llevaba a cabo en el espacio fuese de interés nacional, territorial y local, no lo protegía. Que fuera el candidato natural para ser el primer espacio de arte de la red Dossier (obviously there are always exceptions!) had not offered the receptivity corresponding to the proposals of contemporary art. Not all of these initiatives set out to make a museum of contemporary art in every town, but it was obvious that there was a dysfunction in criteria and quality between the contents of the collections that were being put together and the availability or the interests of the platforms on which to exhibit. The main argument was that the work by contemporary artists that was conserved ‘was not seen in any museum’s permanent exhibitions’. In general, it could be said that ‘the discourse we would like to see there’ was not easy to find or organise only with the elements in the regional collections. When planning of the project for the network of art centres began, it was decided that they would not build collections, they would not be heritage centres. The intention, we can only suppose, was to leave this job for the museums, but we have never seen this design even outlined. And meanwhile, the arts centres have poured resources into interesting contemporary art productions, of which barely a trace has remained in the museums. Existing possibilities for partnerships have not been taken into account, the demands by one sector of museologists/programmers, who did appreciate the virtues of working in common on these aspects, have fallen on deaf ears. These virtues, in our opinion, closed the circle of support for the artist-researchproduction-exhibition-preservation-diffusion-educationpublic with the purchase of works of art and the creation 28 of a collection of Catalan contemporary art, which would bring coherence and criteria to make public investment in the contemporary visual arts profitable. The domino effect in a system that is not strong enough Throughout this period we have been working within the parameters of a public system. We have stable platforms that are viable and struggle for the continuity of the professional status of the visual arts sector and of cultural management. There has been debate, consensus has been sought, an audience and critical opinion have been generated. There has been planning, ordering and legislation. Paradoxically, however, this deployment of instruments has turned out to be a trap, instead of the umbrella that should have provided shelter. The economic crisis and the administration’s deficient management (of the pledged funding) has brought us very close to collapse. In February 2012, Olot Town Council announced the closure of its Espai Zero 1. Small and sustainable, with an impeccable record, it was a point of reference in the country. It didn’t seem to be just a question of its own funding (the saving amounted to 30,000 euros and one employment contract), but this was a sovereign decision by the municipal council despite the the resources invested for years by the Ministry of Culture through the subventions for fixed programmes of contemporary visual art. There was no intention to go back on the decision, despite the numerous widespread expressions of Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system con convenio, dentro del marco legislativo que ofrecía el decreto de centros de arte, tampoco. Aún más escandaloso ha resultado que en el mes de octubre se anuncie el cierre de Can Xalant, uno de los ocho centros de arte de la red, integrado por decreto. El Ayuntamiento de Mataró decide. Decide y elige cerrar un centro de arte y pensamiento reconocido internacionalmente, y opta por mantener abierta la colección privada de arte contemporáneo del Museu Bassat, sostenida con presupuesto público. En medio, ha habido un torrente de situaciones lamentables que emiten señales negativas día sí, día también. El despliegue del decreto no se activa, el Pla de museus tampoco. Las expectativas se han fundido y, observado con perspectiva, parecemos especialistas en hacer y deshacer. Varias piezas del dominó han caído o están a punto de hacerlo porque los ayuntamientos no tienen capital para financiar la parte de gasto complementario que corresponde a la Generalitat o por iniciativa propia. La profesionalización se pierde, las programaciones se debilitan y el público se diluye. El sector cultural ta bién está enviando a muchas personas al paro. La gran mayoría, sin embargo, no formarán parte de la estadística oficial porque no serán beneficiarios de subsidios. A pesar de que continúa en boca que somos un sector estratégico para el futuro y la modernización del país –ahora que lo queremos diferente–; a pesar del capital humano e intelectual que se le dedica; a pesar de que somos el sector económico más barato en inversión de recursos públicos. El Pla estratégic de cultura 20112012 y el Acord Nacional per la Cultura dice que “pone las bases para garantizar la eficiencia de los recursos, su ordenación y la creación de relaciones más operativas y mejor coordinadas entre las diferentes administraciones”. 10 De la elecciones del 25 de noviembre ha surgido un nuevo Gobierno y una nueva consejería de Cultura. Pero atención, porque frente a los sucesivos ataques de amnesia que padecemos en este país y las injerencias políticas, económicas y sociales de todo tipo que se van sucediendo en la planificación y/o el desmantelamiento de la cultura, el estado de paradoja se nos convierte en paradigma. ¿Queremos que sea este el modelo? 10 h t t p : / / w w w. g e n c a t . c a t / a c o r d s d e g o vern/20110719/01.htm. http://www.acm.cat/noticia/350/generalitat/presenta/acord/nacional/cultura/acm. http://premsa.gencat.cat/pres_fsvp/AppJava/notapremsavw/detall.do?id=167349&idioma=0&depart ament=14&canal=15. Dossier support and indignation in the sector. The fact that activities there were of national, regional and local interest did not protect it. Neither did the fact that it was the natural candidate to be the first art space in the network with an agreement, within the legislative framework provided by the decree on art centres. What was even more shocking was the announcement in October of the closure of Can Xalant, one of the network’s eight art centres, established by decree. It was up to Mataró Town Council. It decided and chose to close down an internationally acknowledged centre for art and thinking and chose to keep the private collection of contemporary art in the Museu Bassat open, maintained at public expense. In the meantime, there has been a trickle of regrettable situations that give off negative signals day after day. The deployment of the decree is not being activated, and neither is the museums plan. The expectations have faded and, seen in retrospect, we seem to be experts at doing and undoing. Various dominoes have fallen or are about to, either because the local authorities haven’t got the capital to fund the part of the complementary expenses that corresponds to the Generalitat or on their own initiative. Professionalism is being lost, schedules are being weakened and the public is vanishing. The cultural sector is also leaving a lot of people jobless. Most of them, though, will never be part of the official statistics because they will not be beneficiaries of subsidies. All of this despite the fact 29 that people keep saying we are a strategic sector for the future and the modernisation of the country (now that we want to change it), despite the human and intellectual capital dedicated to it, despite the fact that we are the cheapest economic sector in terms of public investment. The Pla estratègic de cultura 2011-2021 (Strategic plan for culture 2011-2021) and the Acord Nacional per la Cultura (National Agreement for Culture) say that they ‘lay the foundations to guarantee the efficiency of resources, their planning and the creation of more operative and better coordinated relations between the different administrations’.10 the elections of 25 November will produce a new government and a new Ministry of Culture. But be careful, because in face of the successive attacks of amnesia we suffer and the constant political, economic and social interference of all sorts that take place in the planning and/or dismantling of culture, the state of paradox is becoming our paradigm. Is this the model we want? 10 h t t p : / / w w w. g e n c a t . c a t / a c o r d s d e g o vern/20110719/01.htm. http://www.acm.cat/noticia/350/generalitat/presenta/acord/nacional/cultura/acm. http://premsa.gencat.cat/pres_fsvp/AppJava/notapremsavw/detall.do?id=167349&idioma=0&depart ament=14&canal=15. Museos y centros de arte de Cataluña. En la periferia del sistema cultural Museums and Art Centres in Catalonia. On the periphery of the cultural system Museo, arte, museografía / Museum, art, museography ANTONI GARAU Y CARLES FARGAS Trabajan desde 1991 en el ámbito del diseño museográfico, el diseño de exposiciones y la comunicación del patrimonio cultural. www.fargasgarau.com El museo de arte ejemplifica, quizá mejor que ninguna otra tipología de museo, la emergencia del concepto de patrimonio y su inserción en el relato históricamente construido y socialmente compartido con el que nos explicamos a nosotros mismos en qué consiste nuestra cultura. Del mismo modo, la recepción de la obra de arte, en el contexto del espacio público que es el museo, revela la naturaleza de la operativa simbólica de la exposición. Finalmente, la museografía, el conjunto de estrategias que proponen y disponen unos particulares procedimientos de recepción, determina las lógicas de producción de sentido que tienen lugar en la exposición. Los museos, los de arte incluidos, ya no son, no obstante, a los ojos del visitante, solo exposición. La diversificación de la oferta, el valor icónico de la arquitectura reciente y el despliegue del museo en el entorno visual han descentrado la museografía de los museos de arte.. The art museum, perhaps better than any other type of museum, exemplifies the emergence of the concept of heritage and its insertion in the historically constructed and socially shared story with which we explain ourselves and what our culture consists of. Similarly, the reception of the work of art, in the context of the public space that is the museum, reveals the nature of the symbolic working of the museum. Finally, museography, the set of strategies that propose and provide particular procedures of reception, determines the methods for creating meaning that take place in the exhibition. To the eyes of the visitor, though, museums, including art museums, are no longer just exhibitions. The diversification of the offer, the iconic value of recent architecture and the deployment of the museum in the virtual sphere have unbalanced the museography of art museums. En el catálogo de la exposición Joan Miró. 1893-1933, que la Fundació Miró organizó en ocasión del centenario del nacimiento del artista, leemos: “Partimos de la convicción de que las piezas seleccionadas pueden ser, por ellas mismas, bastante elocuentes. Dado que, sin embargo, la Fundació Joan Miró conserva en sus fondos una colección –única en el mundo– de dibujos preparatorios de pinturas, carnés de trabajo, croquis, anotaciones, esquemas… –donada por el artista a la institución que creó– se ha considerado preciso ofrecer este material a la vista del público, en conexión con las creaciones definitivas” (“Joan Miró. (1893-1993)”, 1993, p.23). Este breve párrafo define sucintamente la estrategia central de la exposición que presenta. Las tres ideas que enuncia podrían, no obstante, aplicarse prácticamente a cualquier exposición de obras de arte en el contexto del museo. Estas ideas son: 1) Las obras que se exponen son “elocuentes” por sí mismas. Se entiende que la obra de arte está repleta de significado y que este significado es susceptible de ser aprehendido por el visitante sin mediación. 2) La institución-museo conserva unos objetos de elevado valor (únicos en el mundo), es decir, patrimonializados. 3) La museografía pone en relación unos objetos (dibujos preparatorios, etc.) con otros (las creaciones definitivas) en beneficio de una mejor comprensión de la obra por el visitante. En pocas líneas han aparecido muchas de las palabras clave que podríamos utilizar para analizar lo que denominamos la museografía de los museos de arte. Haremos el ejercicio de ordenarlas en función de la tríada museo, arte, museografía que encabeza estas páginas. Dossier 31 In the catalogue for the exhibition Joan Miró. 1893-1993, organised by the Fundació Miró on the occasion of the centenary of the artist’s birth, we read: ‘We start from the conviction that the selected items speak for themselves in their own right. However, since the Fundació Joan Miró keeps a unique collection of preparatory drawings for paintings, sketchbooks, rough drawings, notes, etc. donated by the artist to the institution he founded, it was felt there was a clear need to offer this material to the view of the public, in connection with the definitive creations’ (“Joan Miró. (1893-1993)”, 1993, p.23). This short paragraph defines in a nutshell the central strategy of the exhibition being presented. The three ideas it lays out, though, could be applied to practically any exhibition of works of art in the context of the museum. The ideas are: 1) The works exhibited ‘speak for themselves’. It’s understood that the work of art is meaningful and that its meaning can be grasped by the visitor without any further assistance. 2) The museum institution keeps valuable (unique) objects, ie objects that have come to form a heritage. 3) The museography relates one set of objects (preparatory drawings, etc.) to another (definitive creations), in favour of a better understanding of the work by the visitor. In just a few lines, a number of key words appear that we could use to analyse what we call ‘the museography of art museums’. As an exercise we shall arrange them under the threesome of ‘museum’, ‘art’ and ‘museography’ that heads these pages. The terms ‘conviction’, ‘Fundació Joan Miró’, ‘collection’, ‘items’ and ‘institution’ pertain to the sphere of the ‘museum’. The Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY Los términos convicción, Fundació Joan Miró, fondos, piezas, colección e institución corresponderían al ámbito del museo. Las palabras elocuentes, dibujos preparatorios, pinturas, carnet de trabajo, croquis, anotaciones, esquemas, artista y creación entrarían dentro del universo semántico del arte. Finalmente, las palabras seleccionadas, ofrecer, material, vista y conexión pertenecerían a la museografía. Hemos recolocado prácticamente todas las palabras que nos interesaban; todas menos una: público. No porque nos interese menos, sino porque podría añadirse sin problema a cualquiera de las tres listas. Tanto el museo, como la obra de arte, como la museografía tienen como destinatario el público. Público es, precisamente, la palabra clave. Dado que la apropiación estética de la obra por el visitante parece el objetivo central, aunque en ocasiones implícito, de la puesta en exposición de las colecciones en los museos de arte, intentaremos reflexionar, en estas páginas, alrededor de la recepción de la obra de arte. Trataremos de averiguar en qué consiste, cómo se produce y qué la determina. Para hacerlo hablaremos, y en este orden, de museos, de arte y de museografía. Donde el arte se deja ver (A propósito del museo y de la exposición) El museo de arte es, a través de la exposición, el lugar donde el arte se nos ofrece a la mirada. Sin embargo, nos equivocaríamos si planteásemos la relación entre la obra de arte y el espectador como un fenómeno que concierne tan solo a estos dos polos. La visita a una exposición implica una situación de tipo comunicacional bastante compleja. La mirada del visitante está sólidamente condicionada por un compendio heterogéneo de convenciones, normas, expectativas y conocimientos que conforman un hábito perceptivo. La exposición, en tanto que entorno visual, incorpora este hábito y se convierte en un dispositivo de gestión material y simbólica de la relación entre el visitante y la obra de arte (Nel, 1992). A través de la exposición, el museo se convierte en un lugar social de organización simbólica que produce, entre otros efectos, la legitimación de las obras de arte. La visita a una exposición comporta, además, la activación de determinadas pautas corporales. La actitud de concentración de la mirada, clave en el éxito perceptivo del cual somos cautivos, exige la desactivación de otros sentidos (el olfato, el tacto…), del mismo modo que la audición de un concierto de música clásica presupone la inmovilidad de la audiencia. La exposición pide una particular disposición del cuerpo en el espacio y una determinada gestión del movimiento. El diseño, la articulación del espacio a través de los elementos físicos y materiales que componen la muestra, dirige el recorrido del visitante y de su mirada, respetando este sistema implícito de códigos y convenciones, haciendo visible lo que el museo, en tanto que institución, determina que merece la pena mirar. Este es el sentido de la puesta en valor que se da en la exposición. visibilizar, inducir a la mirada, significa también, y paradójicamente, simular, adoptar una (¿falsa?) apariencia. Existe, pues, en la exposición una dialéctica entre lo que se muestra y lo que no se ve, un juego entre lo visible y lo invisible. Tras la mise en visibilité se entrevé la mise en discours (Davallon, 1992). Es este discur- Dossier words ¡speak’, ‘preparatory drawings’, ‘paintings’, ‘sketchbooks’, ‘rough drawings’, ‘notes’, ‘artist’ and ‘creation’ come under the semantic universe of ‘art’. Finally, the words ‘selected’, ‘offer’, ‘material’, ‘view’ and ‘connection’ come under ‘museography’. We have relocated almost all the words that interested us, all except one: ‘public’. It’s not that we were less interested in it, just that we could easily have placed it in any one of the three lists. The museum, the same as the work of art and the same as museography, are all equally directed at the public. Public, precisely, is the key word. Since aesthetic appropriation of the work by the visitor seems to be the main, though often implicit, objective for exhibiting the collections of art museums, we shall try on these pages to reflect on the reception of the work of art. We shall try to find out what it consists of, how it takes place and what determines it. To do so, we shall speak, in this order, of museums, art and museography. Where art becomes visible (on the museum and the exhibition) The art museum, through the exhibition, is where art shows itself to us. We would be mistaken, though, if we looked on the relationship between art and the observer as something that only concerns these two poles. A visit to an exhibition involves a very complex situation in terms of communication. The visitor’s gaze is powerfully conditioned by a heterogeneous compendium of conventions, rules, expectations and knowledge making up a perceptive habit. The ex- 32 Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY hibition, inasmuch as it is a visual environment, incorporates this habit and becomes a device for materially and symbolically managing the relationship between the visitor and the work of art (Nel, 1992). With the exhibition, the museum becomes a social place with a symbolic organisation which, amongst other effects, produces the legitimation of works of art. The visit to an exhibition, furthermore, involves activating certain bodily patterns. The attitude of concentrating one’s gaze, a key element of the perceptive habit we are a captive of, requires other senses (sound, touch...) to be deactivated, in the same way that listening to a concert of classical music calls for the audience to be still. The exhibition demands a particular bodily stance within the space and a certain management of movement. The design and articulation of the space through the physical and material elements making up the show direct the course of the visitor and his gaze, respecting this implicit system of codes and conventions, making it look as though the museum, as an institution, decides what is worth seeing. This is the meaning of the staging that takes place in the exhibition. We are made to look at what is possibly a false appearance. A dialectic therefore arises in the exhibition between what is shown and what can not be seen, a play between the visible and the invisible. Behind the mise en visibilité one glimpses the mise en discours (Davallon, 1992). This discourse, whether explicit or implicit, which is incarnated through the presentation of the works in the place (place in the sense of space and institution), is what so, explícito o implícito, que se encarna a través de la presentación de las obras en el sitio (sitio en tanto que espacio y en tanto que exposición) lo que hace aparecer un más allá de la mirada. Este más allá de la mirada al que apunta la exposición reviste, en el caso de la exposición de objetos de arte, una especial complejidad. El visitante del museo de arte es requerido, a partir de las estrategias de valorización que despliega la exposición, a contemplar la obra de arte con la finalidad de captar algo que no se ve “de un vistazo” y obtener de ello un disfrute estético. Simultáneamente todos los recursos contextualizadores con que la exposición envuelve a la obra de arte (desde la etiqueta identificativa hasta el más sofisticado mecanismo de realidad aumentada) proponen al visitante que atraviese el objeto para ver más allá de él mismo, la técnica, el autor, el estilo, el contexto social, la época… Este juego de fuerzas que parecen actuar en sentidos opuestos se insinúa ya en el propio nacimiento del museo como institución y la exposición como “interficie” de la interacción entre museo y sociedad. Se ha señalado de modo recurrente la creación del British Museum, en el 1753, por un lado, y la apertura en París, en el 1793, del Museum Central des Arts, primera denominación del Louvre, por otro, como el origen de esta doble alma del museo. El British Museum nacía como imagen del progreso científico y tecnológico de la nación británica, con la finalidad de actuar como centro de producción y divulgación de una cultura científica que estaba en la base del desarrollo económico de la burguesía en ascenso. El Museum Central des Arts, por su parte, se abría al públi- co para fomentar la identidad nacional basada en los ideales del nuevo régimen y se constituía como imagen ejemplar de la entrega a la ciudadanía de unos tesoros artísticos en manos hasta el momento de la realeza y la aristocracia. En el surgimiento de estos dos museos arquetípicos, Davallon señala como rasgo común –y decisivo en la construcción de la matriz institucional del museo– la emergencia del concepto de patrimonio (Davallon, 1992). El concepto de patrimonio, entendido como conjunto de bienes destinados a la apropiación simbólica por la comunidad, transmuta, por así decirlo, los objetos, los institucionaliza y los transforma en “obras” en el sentido moderno del término, objetos susceptibles de ser apreciados por ellos mismos, valorados, en definitiva, por un segmento “ilustrado” de la población. Es en la exposición donde se instaura este nuevo estatuto del objeto y donde se definen las relaciones entre los objetos patrimonializados, el público y el discurso institucional del museo basado en un “saber” de referencia, estable, reconocido y reconocible que, en el caso de los museos de arte, es el que corresponde a la disciplina de la historia del arte. Así, ya a principios de siglo XIX, el Louvre pasa a mostrar sus colecciones en una sucesión de salas ordenadas cronológica y estilísticamente, convirtiéndose en el prototipo historiográfico del museo moderno, caracterizado por el establecimiento de un relato lineal en el que el arte evoluciona desde la oscuridad de los “primitivos” hasta el “triunfo de la verdad” en la época moderna. Dossier makes something appear that is beyond the gaze. This beyond the gaze which the exhibition aims at has a special complexity in the case of the exhibition of objects of art. The visitor to the art museum, through the valuation strategies deployed by the museum, is required to contemplate the work with the object of grasping something that can not be seen ‘at first sight’ and get aesthetic enjoyment from it. Simultaneously, all the contextualising resources with which the exhibition surrounds the work of art (from the identifying label to the most sophisticated mechanism of augmented reality) urge the visitor to transcend the object and see beyond it, the technique, the artist, the style, the social context, the period... This interplay of forces that seem to be working in opposite directions is hinted at in the very birth of the museum as an institution and the exhibition as an ‘interface’ for interaction between the museum and society. The founding of the British Museum, in 1753, on one hand, and the opening in Paris, in 1793, of the Museum Central des Arts, the original name of the Louvre, on the other, have repeatedly been pointed to as the beginning of this twin soul of the museum. The British Museum began life as the image of the scientific and technological progress of the British nation, with the object of acting as a centre for the production and popularisation of a scientific culture that was the basis for the economic development of the rising bourgeoisie. The Museum Central des Arts, for its part, opened to the public to 33 Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY promote the national identity based on the ideals of the new regime and was set up as an exemplary image of the handing over to citizens of artistic treasures which until then had been in the hands of royalty and the aristocracy. In the emergence of these two museum archetypes, Davallon points to a shared –and decisive– feature in the institutional mould of the museum: the apparition of the concept of heritage (Davallon, 1992). The concept of heritage, understood as a series of assets intended for symbolic appropriation by the collective, transmutes objects, so to speak, institutionalising them and turning them into ‘works’, in the modern sense of the term, objects that can be appreciated in their own right and, in short, valued by an ‘enlightened’ segment of the population. The exhibition is where the object’s new status is conferred on it and where relations are established between objects of heritage, the public and the museum’s institutional discourse based on a stable, acknowledged and recognisable knowledge of reference, which, in the case of art museums, corresponds to the field of art history. By the early 19th century, then, the Louvre had already begun showing its exhibitions in a series of rooms ordered chronologically and by style and became the historiographic prototype of the modern museum, characterised by the establishment of a linear plot in which art evolves from the gloom of the ‘primitives’ to the ‘triumph of truth’ in the modern age. The existence of the shared knowledge of reference provi- La existencia de este saber de referencia compartido que proporciona la historia del arte tiene un doble efecto legitimador. En primer lugar, en la exposición, el público reconoce la puesta en escena del discurso académico en el que el museo fundamenta la elección y la ordenación de las obras expuestas. La exposición es, de este modo, el lugar de la producción de este discurso y, al mismo tiempo, es su efecto. En segundo lugar, el público –el grupo de ciudadanos a quien se dirige la exposición en tanto que reconoce su valor, puede apropiarse simbólicamente de los objetos del museo. Reconocimiento y apropiación son, precisamente, los atributos que convierten a estos objetos en patrimonio. De este modo, la visita al museo es la repetición de este ritual de reconocimiento/apropiación que hace que el visitante, en la medida en que es capaz de situar la obra en la historia del arte, confiriéndole valor, experimente el encuentro con el arte como un toma de contacto con el mundo transcendente del patrimonio entendido como manifestación suprema del genio humano (Davallon, 1992). medida el rol de conservador (Davallon, 1992). Deberíamos concluir que en esta especie de acto comunicativo circular, el diseñador, en la medida que trabaja “por delegación” del conservador, adopta también este rol de visitante altamente competente. Es más, en comunión con el discurso del conservador, la mirada “experta” del diseñador construye una imagen del objeto encajada en este discurso; imagen que se ofrece a la mirada del visitante en substitución del propio objeto. La obra de arte, vista así, quedaría velada tras la apariencia “construida” por la exposición. Aunque esta situación de encuentro, de reunión o de choque supera, como hemos visto, la simple relación entre el individuo y el objeto, ¿podemos sin embargo decir algo de esta relación? En el caso de la exposición “pura” de la obra de arte, se produce una especie de identificación entre los dos polos del dispositivo comunicacional: por un lado, el conservador, que presenta el patrimonio que él mismo conserva, se comporta como el más competente de los visitantes, mientras que el visitante, que se dirige al encuentro del objeto, no hace más que adoptar en cierta Explicaba esta anécdota un buen amigo, abogado, el día de su boda para hacer referencia, precisamente, a lo que a pesar de que se vive con una intensidad potentísima y que resulta crucial en nuestra vivencia, se escapa del intento racional de dar sentido a las cosas. La pregunta de la chica de la segunda fila que, formulada en medio de una clase de Derecho matrimonial induce como mínimo a la sonrisa, adoptaría un carácter muy diferente si hubiese sido formulada, por ejemplo, en una clase de Introducción a la ética en la Facultad de Filosofía. Y la belleza, ¿qué? (A propósito de la obra de arte) Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona, principios de los años ochenta, clase de Derecho matrimonial, primer curso. El profesor despliega con oratoria magistral los conceptos fundamentales de la asignatura: historia, jurisdicción, capacidad de las partes, consentimiento. De repente, una alumna, sentada en segunda fila, levanta el brazo, ostensiblemente contrariada, y pregunta: “Y el amor, ¿qué?”. Dossier ded by the history of art has a twofold legitimating effect. First of all, the public acknowledges the exhibition as the staging of the academic discourse on which the museum bases the choice and arrangement of the works it exhibits. The exhibition is therefore the place where this discourse is produced and, at the same time, it is its effect. Secondly, the public –the group of citizens targeted by the exhibition insofar as they appreciate its value– can symbolically appropriate the objects in the museum. Appreciation and appropriation are, precisely, the attributes that turn these objects into heritage. In this way, the visit to the museum is a repetition of this ritual of appreciation and appropriation which makes the visitor, insofar as he is capable of placing the work in the history of art and conferring value on it, experience his encounter with art as a coming into contact with the transcendent world of heritage seen as a the supreme manifestation of human genius (Davallon, 1992). conclude that in this sort of circular act of communication the designer, inasmuch as he works ‘by delegation’ of the keeper, also adopts the role of a highly competent visitor. What’s more, in communion with the curator’s discourse, the ‘expert’ gaze of the designer constructs an image of the object that fits into this discourse, an image which is offered to the gaze of the visitor in substitution of the object itself. The work of art, seen in this light, is concealed behind the ‘built’ appearance of the exhibition. Although this situation of encounter, this meeting or engagement, as we have seen, goes beyond a simple relation between the individual and the object, can we nevertheless say something about this relation? In the case of the ‘pure’ exhibition of the work of art, there is a sort of identification between the two poles of the communications device: on one hand, the curator presenting the heritage he himself keeps behaves like the most competent of visitors, while the visitor, who is heading for an encounter with the object, in a way simply adopts the role of the curator (Davallon, 1992). We ought to This anecdote was repeated by a good friend of mine, a lawyer, on his wedding day, precisely to refer to all those things which, despite being experienced with powerful intensity and despite being crucial in our life, escape any rational attempt to make sense of things. The question from the girl in the second row, which when asked in a class on Matrimonial Law raises at least a smile, would have been quite another thing if asked, for example, in an introductory class on ethics in the Faculty of Philosophy. 34 Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY And what about beauty? (On the work of art) Barcelona University Faculty of Law, beginning of the 1980s, first-year Matrimonial Law class. The lecturer lays out with magisterial oratory the basic concepts of the subject: history, jurisdiction, legal capacity of the parties, consent... Suddenly, a student sitting in the second row, visibly upset, puts her hand up and asks, ‘And what about love?’. Let’s change the central term of the question. Instead of love, let’s say beauty and ask Cambiemos el término central de la pregunta, en lugar de “amor”, pongamos “belleza”, y formulémosla contra un discurso que pretende explicar sociológicamente el arte, el museo, la cultura. La pregunta quedará igualmente desencajada y podrá ser calificada de ingenua. Toda disciplina construye el objeto de su estudio, de modo que ciertos conceptos, ciertas cuestiones, resultarán completamente improcedentes. La pregunta, a pesar de todo, no deja de tener sentido en el contexto del museo y está presente, en mayor o menor grado, en el ánimo del visitante que se acerca a una exposición de arte. Ampliemos un poco el campo semántico del término clave de la pregunta y substituyámoslo por “emoción estética”, o por “disfrute estético”. La pregunta adopta ahora resonancias kantianas y parece que nos obligue a bucear en la filosofía del arte y en la estética en tanto que rama de la filosofía. Sucede, sin embargo, que, del mismo modo que la antropología cultural, la disciplina sociológica toma como objeto de su análisis también a la cultura, concepto que incluye obviamente la producción de los discursos de y sobre la cultura, entre ellos los constituidos por las disciplinas de la filosofía del arte y de la estética. Bourdieu nos avisa: “Todo análisis esencial de la disposición estética, la única forma considerada socialmente como ‘correcta‘ para abordar los objetos designados socialmente como obras de arte, es decir, como objetos que a la vez exigen y merecen ser abordados conforme a una intención propiamente estética, capaz de reconocerlos y constituirlos como obras de arte, está necesariamente destinado al fracaso: en efecto, al negarse a tener en cuenta la génesis colectiva e individual de este producto de la historia, que debe ser reprodu- cido por la educación de manera indefinida, dicha forma de análisis se incapacita para restituirle su única razón de ser, esto es, la razón histórica en que se basa la arbitraria necesidad de la institución” (Bourdieu, 1988, p. 26-27). Con el discurso sociológico aún en el retrovisor –sabemos que nos será imposible soslayarlo– queremos plantearnos una doble pregunta: ¿existe en el objeto artístico alguna cualidad inherente que determine su contemplación estética?, y ¿qué relación existe entre el disfrute que supuestamente comporta la contemplación estética y la atribución de significado a que sometemos la obra de arte? La doctrina de el arte por el arte, resultado del progresivo “culto a la belleza” que se instauró a partir del Renacimiento, concibe la obra de arte como forma ideal destinada a la pura contemplación estética, desvinculada de toda función social. Buena parte de los movimientos de las vanguardias históricas, al encaminar el arte hacia la abstracción y la disociación radical de la realidad, siguieron inmersos en este paradigma. Otros, sin embargo, cuestionaron radicalmente la idea de la contemplación estética como finalidad única del arte y apostaron por el poder del arte a la hora de transformar la realidad, tratando de restituir su función social y de contribuir a la creación de nuevos órdenes visuales, cognoscitivos y, en definitiva, políticos. La derrota que significó la Segunda Guerra Mundial comportó, no obstante, el desmenuzamiento del proyecto utópico de las vanguardias. El arte de la posguerra, volviendo a la esfera ideal, aspiró a la internacionalización proponiéndose Dossier it against a discourse that stes out to explain art, the museum and culture sociologically. The question is equally out of place and could be described as naïve. Every subject constructs the object of its study in such a way that certain concepts, certain questions, will be totally inappropriate. The question, in spite of everything, is still meaningful in the context of the museum and is present to a greater or lesser degree in the mind of the visitor to an art exhibition. Let’s take the key term in the question and widen its semantic field a little, replacing it with aesthetic emotion, or aesthetic enjoyment. The question now takes on echoes of Kant and seems to force us to dig into the philosophy of art and into aesthetics as a branch of philosophy. What happens, though, is that, just like cultural anthropology, the sociological discipline also takes culture as the object of its analysis, a concept that obviously includes the production of discourses of and about culture, amongst them those composed of the disciplines of philosophy of art and aesthetics. Bourdieu warns us, ‘Any essential analysis of the aesthetic disposition, the only form considered socially “correct” for dealing with objects designated socially as works of art, that is as objects which at once demand and deserve to be dealt with according to a strictly aesthetic intent, capable of recognising them and constituting them as works of art, is necessarily doomed to failure: indeed, in refusing to take into account the collective and individual genesis of this product of history, which must be indefinitely reproduced by education, this form of analysis loses its capacity to restore its only reason for existence, that 35 Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY is the historical reason that is the basis for the arbitrary need for the institution.’ (Bourdieu, 1988, pp. 26-27). With the sociological discourse still in the rear-view mirror – we know it will be impossible to ignore it-- we want to pose a double question: is there any inherent quality in the artistic object that determines its aesthetic complementation? And what relation is there between the enjoyment supposedly to be found in aesthetic contemplation and the attribution of meaning to which we subject the work of art? The doctrine of l’art pour l’art, a result of the progressive ‘cult of beauty’ that took hold following the Renaissance, saw the work of art as an ideal form destined for pure aesthetic contemplation and detached from any social function. Many of the historical avant-garde movements, in directing art towards abstraction and radical dissociation from reality, continued immersed in this paradigm. Others, though, radically questioned the idea of aesthetic contemplation as the sole end of art and opted for the power of art in transforming reality, trying to restore its social function and contributing to the creation of new visual, cognitive and, in short, political orders. The defeat brought about by the Second World War, though, shattered the utopian project of the avant-gardes. Post-war art, returning to the ideal sphere, aspired to internationalisation, offering itself as a sort of new Esperanto that took its phonemes and its syntax from the emerging American art (Clair, 1998). Formalism, como una especie de nuevo esperanto que tomaba sus fonemas y su sintaxis del arte americano emergente (Clair, 1998). El formalismo dio cobertura, desde la crítica de arte, a esta propuesta de lingua franca que pretendía hacer tabula rasa del pasado. “Arte de puro formalismo, no se afirmaba tan resueltamente ‘moderno’, sino por ser el único en pretenderse puro de toda contaminación, sin vínculos con el pasado, sin memoria, sin deudas ni remordimientos. Puesto que el sujeto se había hecho culpable, convenía olvidarlo. Y desaparecido el sujeto de una obra en la que el sentido se había abolido, convenía no disfrutar en adelante más que de un puro juego de formas y colores que nada recordara. Así descontaminado, lavado, purificado, aclarado y escurrido todo indicio de humanidad, todo humor, toda supuración y todo llanto, la obra afirmaba su triunfante autonomía de objeto” (Clair, 1998, p. 74). La creencia en la posibilidad de un acceso universal al conocimiento del arte en sí, que forma parte, aún hoy en día, de la expectativa socialmente compartida a la que nos enfrentamos en la obra de arte, ejerció una influencia decisiva en la configuración de los museos contemporáneos. El museo, el lugar privilegiado donde el arte podía ser recluido como autónomo en su autorreferencialidad, asumió los principios del formalismo. A pesar del tabú por lo que se refiere a la utilización del término belleza en el discurso de la crítica de arte –como si el uso del término, banal en exceso, comportase una especie de estigma–, la noción filosófica de la estética ocupó un lugar central en la realidad artística de la posguerra. “En sus días de esplendor, el formalismo nos ofrecía maneras de mirar el arte entendido como objetos internamente compuestos según ciertos principios del diseño. (...) En sí, el formalismo aportó un modo universal de comprender obras de toda clase, independientemente de su origen histórico o cultural y eso, más que ninguna otra cosa, desterraría el modelo progresivo de la evolución artística imperante desde el Renacimiento hasta finales del siglo XIX” (Danto, 2005, p. 182). A partir de los años sesenta se reemprendió el camino que habían iniciado movimientos como el dadaísmo y, como consecuencia, buena parte de lo que se había considerado parte integrante del concepto de arte fue cuestionado y abolido, “No sólo la belleza o la mímesis: casi todo lo que había ocupado un lugar de relieve en la vida del arte se eliminó de cuajo” (Danto, 2005, p. 23). La expansión casi infinita de los lenguajes del arte, a menudo bajo la consigna de disolver el arte en la vida y desmitificar el sistema del arte, indujo a la generalización de los discursos críticos alrededor del museo. El museo de arte trató de responder buscando nuevas formas de relación y de interacción con la sociedad y, animado por el peso creciente del punto de vista de la antropología cultural en el discurso museológico, reorientó la explotación de sus colecciones bajo un paradigma educativo, simultaneando dos vías: la de la educación artística, lo que se ha acabado denominando capacitación de nuevos públicos, y la de la comprensión cultural, proponiendo la obra de arte como medio para el conocimiento de una cultura o de una época. La interpretación formalista ha seguido, no obstante, presente en mayor o menor grado. No en Dossier through art criticism, stood up for this proposed lingua franca which wanted to wipe the slate clean. ‘An art of pure formalism, it did not claim so resolutely to be “modern” as to be the only one free of all contamination, without links with the past, without memory, without debts or regrets. Since the subject had become guilty, it was best to forget it. And once the subject had disappeared from a work of art in which meaning had been abolished, it was best from now on to enjoy only a pure play of forms and colours which was not reminiscent of anything. Thus decontaminated, washed, purified, rinsed and wrung of all signs of humanity, all humour, all suppuration and all lament, the work stated its triumphant autonomy as an object’ (Clair, 1998, p. 74). Belief in the possibility of universal access to knowledge of art for its own sake, something which still, today, forms part of the socially shared expectation which confronts us in a work of art, exerted a decisive influence in the configuration of contemporary museums. The museum, the privileged place in which art could be enclosed and could appear to be autonomous in its self-referentiality, adopted the principles of formalism. Despite the taboo over the use of the word beauty in the discourse of art criticism –as though the use of such a banal term involved some kind of stigma–, the philosophical notion of aesthetics occupied a central position in the artistic reality of the post-war years. ‘In its days of glory, formalism offered ways of looking at art understood as objects internally composed according to certain principles of design. … In itself, formalism 36 Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY brought a universal way of understanding works of all sorts, regardless of their historical and cultural origin, and that, more than anything else, was what banished the progressive model of artistic evolution that predominated from the Renaissance until the end of the 19th century’ (Danto, 2005, p. 182). The 1960s marked a return to the path begun by movements like Dada and, as a consequence, much of what had been considered an integral part of the concept of art was questioned and abolished: ‘Not just beauty or imitation, almost everything that had held an important position in the life of art was rooted out’ (Danto, 2005, p. 23). The almost infinite growth of artistic languages, often with the mission of dissolving art in life and debunking the art system, led to the spread of critical discourses on the museum. The art museum tried to respond by finding new forms of relation and interaction with society and, spurred on also by the growing preponderance of the point of view of cultural anthropology in the museological discourse, reorientated the exploitation of its collections under an educational paradigm, along two simultaneous lines: that of artistic education, what has come to be known as empowerment of new publics, and that of cultural comprehension, proposing the work of art as a means for understanding a culture or a period. In spite of this, formalist interpretation has remained present to a greater or lesser degree. After all, this was ‘a well-founded error. … Indeed, if we understand that in the artistic sign form has “approached” content, vano fue “un error bien fundado. (...) Si entendemos, en efecto, que en el signo artístico la forma se ha ’acercado‘ al contenido, el significante al significado, no puede extrañarnos que haya nacido la ilusión formalista de que el contenido desaparecía o dejaba de tener importancia. (...) Confundiendo, muy burguesamente, valor con esfuerzo, no pudieron entender que tuviera valor ni importancia alguna aquel elemento al que no costaba llegar puesto que la obra de arte, literalmente, nos transportaba a él. (...) Al no notarse, en el signo estético, el paso del significante al significado, pudo pensarse que se había eliminado éste, cuando la realidad era exactamente la contraria: que había sido integrado a la realidad física del signo” (Rubert de Ventós, 1989, p. 381382). Concepciones como esta, que define la obra de arte como objeto significado o, según la fórmula de Umberto Eco, como obra abierta, que hacían hincapié en la particular naturaleza comunicativa de la obra de arte, indicaron el camino para superar la interpretación formalista. La dimensión comunicativa se ha convertido, desde aquellas formulaciones, en el foco del consenso social actual sobre la concepción del arte. La evolución, además, de las manifestaciones artísticas a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, con su ruptura continua de modelos y esquemas, ha puesto progresivamente el acento en el cuestionamiento de los mecanismos de significación que operan en la obra de arte y así nos ha ido educando en el reconocimiento del proceso continuamente abierto que nos ofrece la obra de arte. Así, pues, podríamos decir, que en el mensaje artístico el peso específico de los recursos formales y la coherencia estructural con que se presentan se nos imponen y nos detienen en nuestra ansia por ir, sin más, al significado. No dejan cruzar ni pasar de largo, sino que quedan adheridos al significado que encarnan. “La palabra o forma poética sería aquella que nos sorprende y nos habla antes de que tengamos tiempo de prepararnos para asimilarla: aquella que ‘excita’ la imaginación, el sentimiento o el mismo pensamiento, porque nos sorprende sin el aparato conceptual idóneo para integrarla, comprenderla y esterilizar así su valor percusivo y progresivo” (Rubert de Ventós, 1989, p. 401). La emoción estética no sería sino el efecto de una especia de cortocircuito de nuestro hábito interpretativo, una “fuga” en nuestro proceso de creación de sentido y un colapso en nuestro mecanismo de atribución de significado. En palabras de Jorge Wagensberg: “La emoción o el goce del arte corresponde (...) al creer conocer de la mente contempladora y a la intensa complicidad que tal cosa supone para con la mente creadora.. (...) Conocer y comprender en arte versa sobre conocer y comprender cuál es la complejidad que inquieta al creador, pero no necesariamente comprender tal complejidad” (Wagensberg, 1985, p. 104). Identificar la complejidad y pararse, como quien intenta sin éxito retener la imagen de un déja-vu. ¿Tiene eso algo que ver con lo que Roland Barthes denomina punctum en La cámara lúcida? En el ejercicio de explicarse a sí mismo el porqué y el cómo de la atracción que siente por ciertas fotografías, Barthes formula la existencia, en la imagen fotográfica, de dos elementos, el studium y el punctum. El studium tiene que ver con lo que el espectador capta de las intenciones del fotógrafo, lo que, en virtud de Dossier the signifier has approached the meaning, the birth of the formalist illusion of content disappearing or losing its importance should come as no surprise to us. … Confusing, in true bourgeois manner, value with effort, they failed to understand that any value or importance could be attached to that element which was easily reachable because the work of art literally transported us to it. … As the passage from signifier to meaning in the aesthetic sign was not noticed, it may have been thought that meaning had been eliminated, when in fact it was exactly the opposite: it had become part of the physical reality of the sign’ (Rubert de Ventós, 1989, pp. 381-382). Conceptions such as this one, which defines the work of art as the object signified, or, according to Umberto Eco’s formula, as an open work, putting the accent on the particular communicative nature of the work of art, pointed out the way round the formalist interpretation. The communicative dimension has, since these formulations, become the focus for the present social consensus on the conception of art. What’s more, the evolution of artistic manifestations during the second half of the 20th century, with their constant breaking with models and patterns, has gradually put the accent on questioning the signifying mechanisms acting within the work of art, and this is how we have been educated in the recognition of the continuously open process offered to us. We might say, then, that in the artistic message the specific weight of the formal resources and the structural coherence with which they are presented prevail and halt us in our urge to get straight to the meaning. They cannot be sidestepped or ignored, but remain attached 37 Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY to the meaning they have. ‘The poetic word or form is the one that takes us by surprise and speaks to us before we have time to prepare to assimilate it: the one that “excites” the imagination, feeling or even thought, because it surprises us without the right conceptual apparatus for integrating and understanding it and therefore sterilising its percussive and progressive value’ (Rubert de Ventós, 1989, p. 401). The aesthetic emotion is the effect of a kind of short circuit in our interpretative habit, a ‘leak’ in the process by which we create meaning and a breakdown in our mechanism for attributing meaning. In the words of Jorge Wagensberg, ‘The emotion or enjoyment of art corresponds … to the contemplating mind’s belief that it knows and to the close complicity this involves for the creating mind. … Knowing and understanding in art are about knowing and understanding what complexity concerns the creator, but not necessarily about understanding that complexity’ (Wagensberg, 1985, p. 104). Identifying the complexity and halting, like someone trying unsuccessfully to retain the image of a sense of deja vu. Has this got anything to do with what Roland Barthes calls the punctum in Camera Lucida? In the process of explaining to himself how and why he feels attracted to certain photographs, Barthes formulates the existence in the photographic image of two elements, the studium and the punctum. The studium is related to what the observer grasps of the photographer’s intentions, that which the observer can ‘read’ in the image, without any la pertenencia al mismo universo cultural, el observador puede “leer” sin esfuerzo en la imagen. El punctum es algo que perturba el studium, “que surge de la escena como una flecha y viene a clavárseme” (Barthes, 1980, p. 48). Sín puntum las fotografias solo despiertan en Barthes un interés vago, desapasionado. El punctum se encuentra, como por azar, en un detalle que cambia la lectura que la gente hace de la imagen, “se trata de una agitación interior, (…) la presión de lo indecible que se esfuerza para ser dicho” (Barthes, 1980, p. 48). El punctum induce a la intensificación de la mirada. “Si una fotografía me gusta, si me atrae, si estoy un rato contemplándola, ¿Qué hago durante ese rato? La miro la escruto, como si quisiera saber más cosas sobre el objeto o la persona representados. (…) tengo ganas de ampliar aquel rostro para verlo mejor, para conocer su verdad (…) descompongo las fotografías y las amplío y, por decirlo así, las paso al ralentí para tener tiempo, finalmente, de saber. La fotografía justifica este deseo, aunque no lo pueda satisfacer” (Barthes, 1980, p. 129). Deseo (de saber) insatisfecho. No deja de resultar paradójico que las artes plásticas, aunque pasen por ser la manifestación del Arte por excelencia, producen para el consumo cultural obras en cierto modo “fallidas”, pues no parecen proporcionar el placer que prometen. Sabemos que esto puede interpretarse en la lógica de la distinción (Bourdieu, 1998) que sitúa las creaciones de las artes plásticas como los bienes culturales más distinguidos, lo que implica que sean los más “difíciles”; difíciles de apropiarse de ellos materialmente por su precio de mercado, pero también difíciles, quizá hasta la imposibilidad, de apropiarse de ellos simbólicamente. Lo cierto es, no obstante, que el secreto atrapa. “Si está hecha para ser vista, contemplada, ¿por qué la pintura con su densidad nos captura y alarga la visión? Quizá es que tiene algo que no debería poderse ver. Su secreto, ausente pero representado, engancha la mirada que, sin embargo, no consigue verlo. Y así vamos mirando” (Salabert, 1986, p. 83). Si la obra de arte se comporta, como el erotismo en contraposición a la pornografía, prolongando el placer que produce la intuición de lo que no se ve, el placer que obtenemos de ello es, en primera instancia, el placer de la espera, “Puesto que la emoción nace al interrumpirse la regularidad, la tendencia a la forma buena, (...) intervienen unas expectativas: previsiones de la solución, prefiguraciones formales en las cuales se resuelve la tendencia inhibida. Como la inhibición perdura, emerge un placer de la espera, casi una sensación de impotencia ante lo desconocido; y, cuanto más inesperada es la solución, más intenso es el placer al verificarse” (Eco, 1992, p. 55). El hecho de que la obra de arte parezca referirse a muchas cosas a la vez y a ninguna en concreto produce esta sensación de espera placentera, de espera de un significado que no acabamos de captar, no fundamentalmente ambiguo pero inmensamente rico en connotaciones. Se entiende, entonces, lo que quería expresar Miró: “No excluyo la posibilidad de que, al mirar uno de mis cuadros, un hombre de negocios descubra el modo de hacer un negocio; o, un sabio, la forma de resolver un problema. (…) La solución que constituye el cuadro es una solución de orden general aplicable a todo tipo de ámbitos distintos”. (“Joan Miró. (1893-1993)”, 1993, p.427). Dossier effort, by virtue of belonging to the same cultural universe. The punctum is something that disturbs the studium, ‘that shoots out of the scene like an arrow and pierces me’ (Barthes, 1980, p. 48). Without the punctum, photographs arouse only a vague, unfeeling interest in Barthes. The punctum is found, almost by chance, in a detail that changes the way people read the image; ‘it is the inner agitation, … the pressure of the unsayable struggling to be said’ (Barthes, 1980, p. 48). The punctum induces an intensification of the gaze. ‘If a photograph pleases or attracts me, I spend a little time looking at it. What do I do during that time? I look at it, I scrutinise it, as though wanting to find out more about the object or the person represented. ...I feel like enlarging that face to see it better, to know its truth … I decompose photographs and enlarge them and, so to speak, I slow them down, in order to have time to know at last. The photograph justifies this desire, even if it cannot satisfy it” (Barthes, 1980, p. 129). A desire (to know) unsatisfied. It is paradoxical that the visual arts, despite being thought of as the prime manifestation of art, produce what in a way are ‘failed’ works for cultural consumption, because they do not seem to produce the pleasure they promise. We know this can be interpreted according to the logic of distinction (Bourdieu, 1998), which positions the creations of the visual arts as the most distinguished cultural assets, implying that they are the most ‘difficult’; difficult to appropriate materially, because of their market price, but also difficult almost to the point of impossibility to appropriate symbolically. The fact 38 Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY is, though, that the secret is that it traps us. ‘If it’s made to be seen, contemplated, why does painting with its density capture us and extend vision? Perhaps it has something we shouldn’t be able to see. Its secret, absent but represented, catches the eye, which nevertheless fails to see it. And so we keep looking’ (Salabert, 1986, p. 83). If the work of art acts, like eroticism as opposed to pornography, by extending the pleasure caused by the intuition of what can not be seen, the pleasure we obtain from it is, in the first instance, the pleasure of waiting. ‘Since emotion arises when regularity, the tendency to the right form, is broken, … certain expectations intervene: forecasts of the solution, formal prefigurations in which the inhibited tendency is resolved. Since the inhibition persists, a pleasure in waiting emerges, almost a feeling of impotence before the unknown, and the more unexpected the solution is, the more intense is the pleasure of verification’ (Eco, 1992, p.55). The fact that the work of art seems to refer to many things at once and to none in particular produces this feeling of pleasurable waiting, of waiting for a meaning we can not quite grasp, not because there is no meaning, but because there is too much of it. This is why the artistic message is fundamentally ambiguous but immensely rich in connotations. We understand, now, what Miró wanted to express: ‘I do not rule out the possibility that, in looking at one of my pictures, a businessman might find the way to do business, or a sage the way to resolve a problem. … The solution making up the picture is a general solution applicable to all sorts of different spheres’. (“Joan Miró. (1893-1993)”, 1993, p.427). Museografías descentradas (A propósito de la museografía) Como hemos dicho, quien concibe y realiza una exposición no hace más que ponerse en el lugar del visitante (un visitante, por definición, altamente cualificado). La museografía consistirá, pues, en la recreación de las condiciones (intelectuales y sensoriales) que han regido en el encuentro con la obra de arte (imaginado o real) de quien concibe la exposición. Todo lo que la museografía desplegará: informaciones, elecciones, omisiones, puntos de vista, acentos…, responde al intento de hacer presente el equipamiento cognoscitivo de quien concibe la exposición con la pretensión de transferirla a los visitantes. El autor de la museografía no es, no obstante, salvo en casos muy concretos, una única persona, sino un equipo. Por regla general, el equipo se configura al modo de un triángulo, cuyos vértices estarían ocupados por, en primer lugar, quien o quienes representen los intereses, la visión y la misión del museo; en segundo lugar, quien o quienes se encarguen de aportar los contenidos científicos pertinentes a la exposición, y, en tercer lugar, el diseñador o el equipo encargado de diseñar el dispositivo expositivo. La definición del discurso que la exposición encarnará será el resultado de la negociación entre estos tres vértices. La exposición resultante responderá, pues, al espacio de intersección de las concepciones y de las sensibilidades de dichos tres vértices. Si en el museo tradicional era la figura del conservador quien construía de inicio a fin la exposición, la conciencia de la naturaleza comunicacional de la exposición fruto de la reflexión museológica de las últimas décadas y la intro- ducción de nuevos lenguajes y nuevas técnicas en el campo de la museografía han mostrado la existencia de varios roles y de las diversas funciones que concurren en ella. La función del conservador/comisario ha tendido a quedar circunscrita al establecimiento del programa “científico” de la exposición, mientras que se delega en el diseñador la traducción de este programa a un dispositivo comunicativo implantado en el espacio. El peso simbólico de las colecciones y la “sacralización” de la obra de arte han hecho, sin embargo, que el museo de arte haya sido, entre todas las tipologías de museo, el más renuente en este sentido. Dicho reparto de responsabilidades en el proceso de creación de la exposición se identifica también más claramente en las exposiciones temporales que en la configuración de la exposición permanente. La exposición temporal es, por definición, más acotada. Tiene una duración determinada y se ubica en espacios menos “marcados” arquitectónicamente en comparación con los espacios reservados a las colecciones permanentes, lo que permite un mayor grado de “libertad” en la praxis museográfica. Debe tenerse en cuenta, además, que la museografía, entendida en un sentido amplio, no es tan solo lo que se construye puertas adentro de las salas, sino que se extiende a todo lo que da visibilidad a la muestra. En este sentido, las exposiciones temporales, con un título determinado, una identidad visual definida y repetida en varios soportes y medios de comunicación y un programa de actividades organizado en su entorno se identifican con más claridad como productos de consumo culturales sometidos a una lógica de producción similar a la Dossier Off-balance museography (On museography) As we said above, when someone conceives and presents an exhibition, all they are doing is putting themselves in the place of the visitor (by definition, a highly qualified visitor). Museography, then, consists in recreating the intellectual and sensorial conditions that have governed the encounter with the work of art (imagined or real) of the person conceiving the exhibition. Everything that museography will bring to bear –information, choices, omissions, points of view, accents...– responds to the attempt to present the cognitive equipment of the person conceiving the exhibition with the object of transferring it to visitors. Museography, though, except in very specific cases, is not the work of one person but ofa team. Generally speaking, the team takes the form of a triangle, whose vertices are occupied by, first of all, the person or people representing the interests, vision and mission of the museum; secondly, the person or people responsible for providing the scientific contents relevant to the exhibition, and thirdly, the designer or team in charge of designing the exhibition apparatus. The definition of the discourse embodied in the exhibition will be the result of the negotiation between these three vertices. The resulting exhibition will therefore respond to the space in which the conceptions and sensibilities of these three vertices intersect. Whereas in the traditional museum the curator was the figure who constructed the exhibition from beginning to end, awareness of the communicational 39 Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY nature of the exhibition as a result of museological reflection in recent decades and the introduction of new languages and new techniques in the field of museography have revealed the existence of the various roles and various functions concurring in it. There has been a tendency to reduce the role of the curator to establishing the ‘scientific’ programme of the exhibition, while the translation of this programme to a communicative device set in space is left to the designer. The symbolic weight of the collections and the ‘sacralisation’ of the work of art, though, mean that of all museum typologies, the art museum has been the most reluctant to follow suit. This distribution of responsibilities in the process of creating an exhibition is also associated more clearly with temporary exhibitions than with the permanent exhibition set-up. The temporary exhibition, by definition, is more limited. It has a fixed duration and is located in spaces that are less ‘marked’ architecturally in comparison with the spaces reserved for permanent exhibitions. This allows for a greater degree of ‘freedom’ in museographic praxis. In addition, we must remember that museography, in its broadest sense, is not just what is constructed inside the exhibition rooms, but extends to everything that confers visibility on the exhibition. In this respect, temporary exhibitions, with a specific title, a defined visual identity repeated across different media, the press and a programme of activities organised around them, are more clearly associated with cultural consumer products subjected to a production logic similar to de los espectáculos musicales o teatrales, o del cine. Es, obviamente, en la creación de nuevos museos y en la remodelación de los ya existentes, donde la museografía de la exposición permanente adquiere relevancia. Las interrelaciones entre la arquitectura del museo y la exposición son un lugar común en la reflexión museográfica. Por otro lado, la adecuada inserción de la exposición en el espacio que construye la arquitectura se convierte en uno de los retos principales de la praxis de la museografía. Diríamos que el edificio es, a la exposición, lo que el marco es al cuadro. El marco, en la pintura tradicional, tiene la función de delimitar la obra en relación al entorno físico que la rodea. Además de permitir el ejercicio de todas las funciones de la institución, la arquitectura del museo marca los límites de lo que puede ser o no la exposición. El edificio tiene que contener la exposición y la exposición, a su vez, debe incorporar el edificio. Esta doble incorporación puede resultar fluida, en el caso de que el proyecto arquitectónico haya asumido en su programa un proyecto museológico y unos requisitos museográficos definidos, o puede resultar problemática si el programa arquitectónico no ha tenido en cuenta estos aspectos. De todos modos, esta cuestión no está nunca exenta de complejidad. Asumir la arquitectura del edificio como parte integrante y significativa de la exposición es también responsabilidad de la museografía. La exposición permanente de los museos de arte que, a pesar de existir como museos desde hace muchos años, no han logrado contar con unas instalaciones en condiciones hasta fecha muy reciente, a diferencia de los grandes museos consolidados desde hace siglos, ha estado a menudo con- dicionada por el hecho de que la museografía se ha concebido con la necesidad de demostrar que las colecciones se tratan de conformidad con los estándares actuales y en correspondencia con el valor intrínseco de los objetos. Los parámetros de calidad objetiva (condiciones de conservación, eficacia de la vitrinas, etc.) se traducen en una museografía que, por encima de todo, transmite el discurso retórico del museo que tiene necesidad de mostrarse como un museo “de verdad”. Este hecho, que responde a la voluntad de transmitir la importancia del valor simbólico del museo, no es sino una dimensión más del mismo fenómeno que nos ha llevado, con buen criterio, a concebir la institución-museo como vector de transformación del tejido urbano donde se inserta, y a la magnificación, quizá con no tan buen criterio, del componente espectacular del edificio del museo. El resultado de la museografía ha sido, en estos casos, quizá monótono en exceso y considerablemente costoso en el plano económico. En la medida, además, en que se tiende a asociar demasiado unívocamente coste económico con valor, el uso social del museo parece que corra el peligro de quedar reducido al puro conocimiento y reconocimiento de su existencia. Desde el punto de vista del visitante, pues, el producto cultural a consumir, en el caso de la visita a la exposición permanente de un museo, es el propio museo. La museografía de la exposición permanente ya no se identifica sino como una dimensión más del objeto-museo. En el caso extremo, el museo fagocita la exposición. “Como muchos otros nuevos museos, sus colosales espacios están diseñados para acomodarse al campo ampliado del arte de posguerra: de Andre, Serra, Oldenburg y sus diversos descendientes. Pero Dossier that of musical shows, theatrical performances or the cinema. The creation of new museums and the remodelling of existing ones is, of course, where the museography of the permanent exhibition really comes into its own. The interrelations between the museum architecture and the exhibition are a commonplace in museographic thinking. At the same time, properly inserting the exhibition in the space constructed by the architecture becomes one of the main challenges of museographic praxis. We might say that the building is to the exhibition what the frame is to the picture. The frame, in traditional painting, has the job of delimiting the work with respect to its physical surroundings. As well as allowing the exercise of all the institution’s functions, the museum’s architecture marks the limits of what the exhibition can and can not be. The building has to contain the exhibition and the exhibition, in turn, has to incorporate the building. This twofold incorporation can be fluid, if the architectural project has a programme that caters for a museological project and certain defined museographic requirements, or it can be troublesome, if the architectural programme has not taken these aspects into account. Whatever happens, this question is never exempt of complexity. Catering for the architecture of the building as an integral and significant part of the exhibition is also the responsibility of the museography. The permanent exhibition of art museums which, despite having been in existence for many years, have not managed to acquire suitable premi- 40 Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY ses until very recently, unlike the great museums established centuries ago, has often been heavily conditioned by the fact that the museography has been conceived with the need to demonstrate that the collections are treated in a way that conforms to current standards and in keeping with the intrinsic value of the objects. The parameters of objective quality (conditions of conservation, efficacy of display cases, etc.) translate into museography which above all conveys the rhetorical discourse of the museum that feels the need to show itself as a ‘real’ museum. This fact, which responds to the wish to convey the importance of the museum’s symbolic value, is nothing more than just another dimension of the same phenomenon that has, quite rightly, led us to conceive the museum institution as a vector for transforming the urban fabric it forms part of, and, perhaps not so rightly, to magnify the spectacular side of the building and the museum. The result of museography in these cases has perhaps been excessively monotonous and considerably costly on the economic level. What’s more, to the extent that we tend rather too unambiguously to associate economic cost with value, social use of the museum seems to run the risk of being reduced to pure knowledge and acknowledgement of its existence. From the point of view of the visitor, then, the cultural product to be consumed, in the case of a visit to a museum’s permanent exhibition, is the museum itself. The museography of the permanent exhibition is now only identified as one more dimension of the object-museum. en realidad tales museos hacen trampa con este arte: su gran escala, en principio planteada como desafío al museo moderno, la utilizan como pretexto para convertir el museo contemporáneo en un gigantesco espacio para que pueda engullir cualquier arte, no digamos a cualquier espectador entero. En una palabra, los museos como el de Bilbao utilizan la ruptura del arte de posguerra como una licencia para volverlo a acorralar y, al hacerlo, abrumar al espectador” (Foster, 2002, p. 37). Con la arquitectura icónica como emblema del museo, lo que acaba siendo objeto de visita es el edificio y, del edificio, básicamente la fachada. Desde siempre, el edificio del museo se había querido imponente, expresión de autoridad y al mismo tiempo de fortaleza. La combinación de grandilocuencia y opacidad hacía pensar en el “tesoro” que preservaba su interior, y provocaba el deseo de entrar en él y gozar, de este modo, de las colecciones. “El museo contemporáneo, en tanto que arquitectura, se presenta, así, como una mirada a la inversa, como se le da la vuelta al dedo de un guante. Ya no es el lugar de una mirada, es el lugar de la reversión de la mirada. (...) Esos museos en los que no se entra sin un cierto malestar –pues allí donde pensábamos hallar una presencia, solo encontramos un vacío– se han multiplicado en los últimos diez o quince años en el mundo occidental” (Clair, 1998, p. 110). La lógica del paradigma cultural en el que estamos inmersos exige visibilidad y espectacularidad a los productos que se ofrecen al consumo y que este consumo se presente en forma de acontecimiento. “Hoy en día lo que el museo expone sobre todo es su propio valor de espectáculo: ése es el principal punto de atracción y el principal objeto de reverencia. (...) la experiencia visual se traslada no sólo a la forma exposición, sino al edificio museo como espectáculo; es decir, como una imagen que puede circular por los medios de comunicación al servicio de la marca propia. Esta imagen quizá sea la forma primordial de arte público hoy en día” (Foster, 2002, p. 82). Cada vez más, el icono es el edificio y no las obras de arte que alberga. Ya hace tiempo que los museos de arte parecen acusar esta tendencia a la pérdida de “fe” en las colecciones. La necesidad de crear acontecimientos para el consumo hace que los esfuerzos se orienten a la realización de exposiciones temporales capaces de conseguir un buen impacto mediático y, en última instancia, buenos rendimientos políticos y, a poder ser, económicos. En este sentido, sin embargo, los museos parecen estar en cierta desventaja en comparación con los centros culturales. Estos últimos, sin la carga simbólica que sí tiene el museo –y el gasto que conlleva–, han podido concentrar los recursos económicos en dotar a las exposiciones temporales de más espectacularidad, programar con más libertad exposiciones de éxito fácil y, finalmente, programar más en una misma temporada. Visto así, la exposición permanente ha perdido un cierto grado de centralidad y, por lo menos, ha dejado de ser aquel lugar privilegiado en el que el museo construía su discurso. La exposición ha pasado a ser un “terreno de juego” más de los varios que el museo pone al alcance del visitante. La voluntad, además, de incrementar y diversificar los pú- Dossier In the most extreme case, the exhibition is devoured by the museum. ‘Like many other new museums, its colossal rooms are designed to accommodate the enlarged field of post-war art: Andre, Serra, Oldenburg and their various descendants. But in fact these museums are cheating with this art: they use its large scale, originally conceived as a challenge to the modern museum, as a pretext to turn the contemporary museum into a gigantic space that can swallow up any art whole, not to mention any observer. In a word, museums like the one in Bilbao use the breakthrough of post-war art as a licence to once again enclose it and in doing so to overwhelm the observer’ (Foster, 2002, p. 37). With iconic architecture as an emblem of the museum, the ultimate object of the visit is the building and, of the building, basically the façade. The museum building has always aimed to be imposing, an expression of authority and, at the same time, of strength. The combination of grandeur and opacity made people think of the ‘treasure’ preserved in its interior and provoked a desire to go inside and enjoy the collections. ‘The contemporary museum, insofar as it is architecture, is in this way presented as a gaze turned inside out, the same as the finger of a glove can be turned inside out. It is no longer the place one looks, it is the place where looking is inverted. … Those museums in which one cannot enter without a certain feeling of unease –because where we expected to find a presence we find only a void– have multiplied in the last ten 9 41 www.conca.cat/publicacions Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY or fifteen years in the western world’ (Clair, 1998, p. 110). The logic of the cultural paradigm we are immersed in demands visibility and spectacularity in the products offered for consumption and that this consumption should be presented in the form of entertainment. ‘Nowadays, what the museum exhibits above all is its own value as a spectacle: that is the main focus of attraction and the main object of worship. … The visual experience is transferred not only to the exhibition form, but to the museum building as a spectacle; in other words, as an image that can circulate in the media at the service of its own brand. This image is possibly the primordial form of public art today’ (Foster, 2002, p. 82). The icon is increasingly the building and not the works of art it contains. For a long time art museums seem to have shown this trend towards a loss of ‘faith’ in the collections. The need to create events for consumption means that efforts are directed at putting on temporary exhibitions that can make a good splash in the media and, ultimately, good political and, if possible, economic returns. In this respect, though, museums seem to be at a certain disadvantage in comparison with cultural centres. Cultural centres, without the symbolic charge the museum does have –and the expense this involves–, have been able to concentrate financial resources on making temporary exhibitions more spectacular, programming easily successful exhibitions with more freedom and, finally, programming more during a single season. blicos, ha encontrado una buena vía en el entorno virtual donde el museo puede segmentar su oferta casi ad infinitum. La presencia en la red ya no se puede considerar como un “además” de la actividad del museo, se debe entender como un verdadero museo virtual. Este aspecto cada vez más polimórfico del museo implica la multiplicidad y el cruce de los discursos interpretativos. Un ejemplo sería el Musée du Quai Branly. Heredero del Musée de l’Homme que crearon Georges-Henri Rivière y Claude Lévi-Strauss, el Musée du Quai Branly se ha reinventado en un edificio icónico, “de autor”, que se expande en forma de jardín para hacerse significativo a ojos de la población. La opción museográfica parece privilegiar el punto de vista estético. Aunque quita protagonismo al enfoque antropológico y aboca al visitante al placer de observar los objetos, el discurso contextualizador de la antropología, sin embargo, continúa presente. Ya no dirige, no obstante, la visita; la acompaña en paralelo. La interpretación estetizante y universalista que se desprende de la museografía puede entenderse como la prolongación de la antigua mirada colonial, pero también como la puerta de entrada, aunque no la única, sí la más efectiva, del visitante al diálogo entre las culturas que preconiza el propio museo. “La opción por la estética ha restado sin duda protagonismo a los antropólogos, por cuanto es otra la mirada que sirve para la lectura de sus colecciones, pero al mismo tiempo quizás ese mismo tratamiento estético que tanto se critica pueda ser un pretexto para reencontrar el público desinteresado por el tratamiento exclusivamente etnológico” (Roigé, 1993, p. 37). Pocas veces encontramos a la vista del público la explicitación de los criterios que han servido de base al planteamiento museográfico. El museo Rietberg de Zurich es una excepción. El núcleo de la colección que expone tiene su origen en la donación del barón Eduard von der Heydt y el espíritu con el que se configuró, de buen principio, el museo fue el de reflejar la mirada estética del coleccionista. Los sucesivos reemplazos y ampliaciones del museo se han mantenido fieles a este espíritu. Las vitrinas, los colores de las salas y la iluminación se han escogido en armonía con las obras con el deseo de que el visitante disfrute de las obras por ellas mismas. El museo, que se autodefine como una obra de arte, ha renunciado conscientemente a colocar textos, mapas y otros recursos explicativos en competencia con las obras. La contextualización de los objetos se resuelve con audioguías, guías impresas y pequeñas exposiciones temporales. En el texto de presentación de una de estas exposiciones se recuerda la orientación del museo, fiel a su fundador, y no se esconde que, no obstante, las obras expuestas fueron creadas en un contexto que no tiene nada que ver con el de ese espacio. Se explica, además, que el museo ha creado un departamento de multimedia encargado de poner al alcance del público los contenidos que conforman una especie de historia particular de cada objeto, a través de estos nuevos medios. Ya no se trata de un discurso contextualizador, sino de un discurso diferente que se hace emerger sin entrar en contradicción con el discurso que impulsa la museografía. El museo Rietberg, pues, no se redefine sino que enriquece encajando un nuevo punto de vista sin desmentirse a sí mismo. Volviendo al caso del Musée du Quai Branly, ¿se ha transformado en un museo de arte? Podría- Dossier Seen in this light, the permanent exhibition has lost a certain degree of centrality, it is no longer that privileged place where the museum constructed its discourse. The exhibition has become one more ‘playing field’ of the several the museum makes available to visitors. In addition, the wish to increase and diversify publics has found a useful resource in the virtual sphere, where the museum can segment its offer almost ad infinitum. Network presence can no longer be thought of as an ‘add-on’ to the museum’s activities; it must be seen as a true virtual museum. This increasingly polymorphic aspect of the museum implies multiplicity and interlacing of interpretative discourses. One example is the Musée du Quai Branly. The heir to the Musée de l’Homme set up by Georges-Henri Rivière and Claude Lévi-Strauss, the Musée du Quai Branly has been reinvented in an iconic ‘designer’ building that extends in the form of a garden to become meaningful in the eyes of the population. The museographic option seems to favour the aesthetic point of view. Although it reduces the role of the anthropological approach and leads the visitor to the pleasure of observing the objects, the contextualising discourse of anthropology is nevertheless still present. However, it no longer directs the gaze; it runs parallel to it. The aesthetic, universalist interpretation emerging from the museography can be understood as an extension of the old colonial gaze, but also as the visitor’s doorway (if not the only one, at least the most effective) into the dialogue between cultures preached by the museum itself. ‘The option for aesthetics has undoubtedly diverted attention 42 Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY from the anthropologists, as their collections are read in a different light, but at the same time perhaps that same aesthetic treatment that is so criticised can be a pretext for a reunion with the public disenchanted by the exclusively ethnological treatment’ (Roigé, 1993, p. 37). Rarely do we find the criteria that have provided the basis for a museographic approach made explicit to the eyes of the public. The Rietberg museum in Zurich is an exception to this. The nucleus of the collection exhibited there has its origin in the donation by Baron Eduard von der Heydt and the spirit in which the museum was set up from the very beginning was intended to reflect the aesthetic gaze of the collector. Successive replacements and enlargements of the museum have remained faithful to this spirit. The displays, the colours of the rooms and the lighting have been chosen in harmony with the works of art in the hope that the visitor will enjoy the works in their own right. The museum, which describes itself as an art museum, has deliberately decided against the use of texts, maps or any other form of explanation in competition with the works. The objects are placed in context with the help of audio-guides, printed guides and small temporary exhibitions. The presentation literature for one of these exhibitions reminds us of the museum’s orientation, which remains faithful to its founder, and at the same time it does not hide the fact that the works exhibited were created in a context that bears no relation to the context of this setting. It also explains that the museum has set up a multimedia department which is mos decir que no, como mínimo, en la medida que no es un museo de arte, del mismo modo que lo son el Louvre o el Prado. A pesar de los cambios de nombre, el peso de la historia de la institución no se puede, ni se quiere seguramente, ignorar. Con una cierta ironía podríamos llegar, como hace Arthur Danto, a la conclusión de que “En principio, supongo, los grandes museos del mundo occidental –el Louvre, el Metropolitan, el Prado, los Ufizzi– podrían entenderse como museos antropológicos, en los que casualmente la cultura es la nuestra” (Danto, 2005, p. 182). La adscripción disciplinar se tambalea quizá porque lo que pone ahora de manifiesto el manifiesto es precisamente la contingencia de sus discursos “científicos” de referencia. El museo expone, junto con las obras, los discursos disponibles para su interpretación. Esta es la gran diferencia, a nuestro parecer, entre una exposición permanente y una temporal. En la exposición temporal convenimos que es lícita la existencia de una tesis, de un punto de vista interpretativo privilegiado. Y lo hacemos constar en los créditos. Damos por hecho, o deberíamos hacerlo, que la interpretación que se propone no agota las posibilidades del objeto, pero museográficamente minimizamos este hecho. En la exposición permanente esto ya no está tan claro. Quizá deberia darse más margen a los objetos y que la escritura de los discursos interpretativos –¿qué es, sinó, la museografía?– adopte el aspecto de un palimpsesto en el que las huellas de anteriores interpretaciones no queden completamente borradas. Quisiéramos hacer aquí un apunte en relación con la especificidad del museo de arte contemporáneo. Más allá de intentar acotarlo sobre la base de la datación de las obras que colecciona y expone, el museo de arte contemporáneo podría definirse por la inevitable provisionalidad del juicio de valor que implica la selección de unas determinadas obras y no de otras. El debate alrededor de lo que los artistas proponen como arte está inscrito en el alma del museo de arte contemporáneo. Es algo que no se puede soslayar. La posición del museo en este debate implica siempre una apuesta, efectuada, si se quiere, desde una óptica privilegiada, pero nunca exenta de riesgo. Esta apuesta y este debate le son inherentes e implican necesariamente al visitante. En el museo de arte no contemporáneo, este debate se da por cerrado y el juicio en relación con el valor de la obra que se expone está fuera de dudas. El visitante, en una exposición de arte contemporáneo, por el contrario, es consciente de que este debate al que nos referimos está abierto e implícita o explícitamente participa en él. Encuentra sentido aunque sea negando cualquier sentido a las obras que ve. Es por ello seguramente que la exposición de obras de arte contemporáneo es refractaria a las estrategias habituales en la museografía de otros tipos de exposiciones. La obra de arte contemporáneo lleva, por decirlo así, su particular “manual de instrucciones”, más allá de que el autor esté presente en él. El arte contemporáneo incorpora en su propuesta una propuesta de recepción; renueva los modos de recibir el arte interpelando al espectador y también las formas de exponer, de las que tratamos de aprender aquellos que nos dedicamos a la museografía. Si podemos hacer una “lectura museográfica” de muchas de las propuestas del arte contemporáneo es porque están configuradas como pequeños, o no tan pequeños, dispositivos expositivos. La intencionalidad artística, sin embargo, presupone, al menos en la mayoría de los casos, un riguroso dimensionamiento de los medios utilizados, como mínimo en comparación con los “artefactos” que, con lenguajes similares, están Dossier responsible for making available to the public the contents making up a sort of private history of each object, through these new media. This time it is not a contextualising discourse, but a different discourse that emerges without entering into conflict with the discourse imposed by museography. The Rietberg museum, then, does not redefine itself, but enriches itself by accommodating a new point of view without contradicting itself. Returning to the case of the Musée du Quai Branly, has it been transformed into an art museum? We could say no, at least insofar as it is not an art museum in the same way the Louvre or the Prado are. In spite of the changes in the name, the weight of the institution’s history can not be ignored, and probably nobody wants to. With some irony, we could reach the same conclusion as Arthur Danto, who says, ‘In theory, I suppose, the great museums of the western world –the Louvre, the Metropolitan, the Prado, the Ufizzi– could be considered anthropological museums, in which the culture happens to be ours’ (Danto, 2005, p. 182). Disciplinary classification is difficult perhaps because what the museum now makes clear is precisely the contingent nature of its referential ‘scientific’ discourses. The museum exhibits, along with the works, the discourses available for their interpretation. This is the great difference, in our opinion, between a permanent exhibition and a temporary one. In the temporary exhibition we are agreed that the existence of a thesis, of a privileged interpretative point of view is legitimate. And we record it in the credits. We take it for granted, 43 Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY or we ought to take it for granted, that the interpretation put forward does not exhaust the possibilities of the object, but museographically we minimise this fact. In the permanent exhibition things are not so clear. Perhaps we need to make more room for the objects and let the writing of interpretative discourses (what else is museography, if not?) take the form of a palimpsest where traces of earlier interpretations are not entirely obliterated. We would like here to make a remark in relation to the specific nature of the museum of contemporary art. Rather than try to delimit it on the basis of the dates of the works it collects and exhibits, the museum of contemporary art could be defined by the inevitably provisional nature of the value judgement involved in selecting certain works and not others. The debate around what artists propose as art is inscribed in the soul of the museum of contemporary art. It is something it cannot escape. The position of the museum in this debate always implies a wager, one made from a position of advantage, if you like, but never free of risk. This wager and this debate are inherent to it and necessarily involve the visitor. In the museum of non-contemporary art, this debate is closed and the judgement regarding the value of the work exhibited there is not in question. The visitor to an exhibition of contemporary art, on the other hand, realises that this debate we mention is ongoing and implicitly or explicitly takes part in it. He sees the sense in it even if he denies any meaning to the works he sees. This is probably why concebidos para otros propósitos, como por ejemplo espectáculos inaugurales de actos emblemáticos o, incluso, determinados tipos de escenografías teatrales. Es, precisamente, este rigor en el uso de los medios lo que se puede reivindicar como modelo para la praxis de la museografía. Dicho claramente, si no existe objeto patrimonial no existe museografía. Y esto no solo significa que existan objetos en exposición, sino que todas las estrategias y todos los medios, sea cual fuera la naturaleza que la museografía dispone y despliega en la exposición, estén al servicio del encuentro entre el visitante y los objetos. No es necesario recordar que si algo tenemos, ciertamente, en los museos, son colecciones, objetos patrimonializados, y la responsabilidad del museo consiste en asegurar su uso social, proponiendo estrategias de interpretación que permitan su apropiación por el público. pecho” a través de las obras que custodian y devolver a las colecciones el protagonismo que a menudo los recursos escenográficos, audiovisuales y multimedia –explotados con más profusión en museos de ámbitos diferentes al del arte– les han quitado. El espectáculo ya lo tenemos en las propias obras, solo hay que saberlo ver y saberlo deshacer. the exhibition of works of contemporary art resists the strategies usually employed in the museography of other types of exhibition. The contemporary work of art brings its own ‘instruction manual’, so to speak, regardless of whether the artist is present. Contemporary art incorporates in its proposal a proposal of reception; it renews the way art is received by questioning the observer as well as ways of exhibiting, which those of us who devote ourselves to museography try to learn from. If we can make a ‘museographic reading’ of many of the proposals of contemporary art, this is because they take the form of small –or not so small– exhibition devices. Artistic intentionality, though, presupposes, certainly in most cases, rigorous scaling of the resources employed, at least in comparison with the ‘artefacts’ which, with similar languages, are conceived for other purposes, such as for example inaugural spectacles for emblematic events or even certain types of stage set. Precisely this rigorousness in the use of resources is what can be defended as a model for the praxis of museography. Short and to the point, if there’s no object of heritage, there’s no museography. And this does not just mean having objects in the exhibition, but that all the resources, of whatever type, available to museography which it deploys in the exhibition should be at the service of the encounter between the visitor and the objects. Needless to say, if there’s one thing we have, for sure, in museums, this is collections, objects that form a heritage, and the duty of the museum consists in guaranteeing their use for society, proposing strategies of inter- Más aún en los tiempos que corren, la museografía de los museos de arte tiene que explorar nuevas vías y encontrar formas diferentes de utilizar las colecciones permanentes. La creación de exposiciones temporales dentro de las exposiciones permanentes es una de ellas. Se pueden hacer lecturas nuevas, y diversas, sobrepuestas a la exposición permanente. En este sentido, el concepto de “puesta al día” se ajusta más que el de remodelación. El intercambio temporal de obras importantes entre museos y entre museos y otras instituciones que organizan exposiciones deberá entenderse más como una vía de proyección y como una ampliación virtual de los espacios de museo que como una pérdida de visibilidad de la exposición permanente. La relación con otras tipologías de museos puede también resultar productiva, provocando la irrupción en el espacio del museo de arte de discursos y estrategias provinentes de territorios diferentes al del arte. Los museos tienen que “sacar Dossier 44 Museo, arte, museografía MUSEUM, ART, MUSEOGRAPHY pretation that allow their appropriation by the public. Especially with things as they are today, the museography of art museums must explore new avenues and find different ways of using permanent collections. Creating temporary exhibitions within permanent exhibitions is one. New and varied readings can be made that are superimposed on the permanent exhibition. In this respect, the concept of ‘updating’ is more suitable than remodelling. Temporary exchanges of important works between museums and between museums and other institutions holding exhibitions will have to be seen more as a form of outreach and as a virtual extension of the museum space than as a loss of visibility of the permanent exhibition. Relations with other types of museum can also be productive and spawn an influx into the art museum of discourses and strategies from different fields of art. Museums must ‘plug’ themselves through the works they keep and ensure their collections recover the protagonism taken from them by stage, audiovisual and multimedia resources, which are more profusely employed by museums in areas other than art. The show is in the works themselves; all we need to know is how to look at it and how to make people look at it. Dar la vuelta al museo. Intersecciones entre el comisariado y la educación en la perspectiva de la crítica institucional / Turning the museum on its head. Intersections between curatorship and education in the perspective of institutional critique ORIOL FONTDEVILA Durante la última década se ha generado una proliferación de planteamientos alrededor de la educación en el arte sin precedentes. La incidencia que la educación está teniendo en la redefinición del sistema institucional del arte nos muestra las transformaciones que, específicamente, está comportando en relación con la práctica del comisariado. El autor observa el espacio de intercambio que se plantea entre estos dos ámbitos, la educación y el comisariado, reflexiona sobre la problemática de algunos aspectos y plantea nuevas posibilidades de trabajo en el marco de las instituciones culturales. Over the last ten years, there has been an unprecedented proliferation of proposals regarding education in art. The part being played by education in redefining the institutional art system reveals to us the specific changes this involves in relation to curatorial practice. The author looks at the space for exchange that is proposed between these two spheres, education and curating, reflects on the problems posed by some aspects and proposes new possibilities for working in the context of cultural institutions. La educación es un ámbito por donde se está produciendo actualmente una renovación importante de la cultura de los museos. Desde principios de la primera década del 2000 se ha generado una proliferación de planteamientos alrededor de la educación en el arte sin precedentes, así como se puede observar como en su entorno no solo concurren profesionales de la educación propiamente, sino que lo hacen también artistas y perfiles de productor cultural considerablemente heterogéneos. Por lo que respecta a la incidencia que la educación está teniendo en la redefinición del sistema institucional del arte, es significativo observar las transformaciones que, específicamente, está comportando en relación con la práctica del comisariado. La intención del siguiente texto es observar el espacio de intercambio que se plantea entre los dos ámbitos, la educación y el comisariado, con la intención de problematizar algunos aspectos y plantear también nuevas posibilidades de trabajo en el marco de las instituciones culturales.1 En el año 2008, Irit Rogoff tuvo el acierto de plantear el interés que se ha puesto en la educación desde el ámbito del comisariado como un “giro educativo” (Rogoff, 2008, 2011, p. 253-366). La denominación ha hecho fortuna 1 Este texto es fruto de reflexiones que he formulado con diferentes experiencias profesionales que he tenido la oportunidad de desarrollar en relación con el comisariado y la educación, así como con algunas investigaciones y tutorías de proyectos que he realizado en los últimos años. En cualquier caso, para la elaboración del texto me ha sido especialmente significativa la colaboración que he establecido en varias ocasiones con el colectivo LaFundició, así como las conversaciones que he mantenido periódicamente con Cristian Añó (Sinapsis), Aida Sánchez de Serdio y Javier Rodrigo. Aunque no tienen por qué estar de acuerdo con los planteamientos que se defienden en el texto, quisiera manifestarles, de entrada, mi agradecimiento. Dossier 45 Education is a sphere through which an important renovation is currently taking place in the culture of museums. Since the beginning of the first decade of the 21st century, there has been an unprecedented proliferation of proposals regarding art education, and we can see how not only education professionals themselves are joining in, but so are artists and cultural producers with considerably heterogeneous profiles. As regards the importance of education in redefining the institutional system of art, it is significant to note the specific changes it is making in relation to the work of the curator. The following text sets out to look at the space for exchange that is under consideration between these two spheres, education and curating, with the intention of problematising some aspects of it and also of considering new possibilities for working in the context of cultural institutions.1 In 2008, Irit Rogoff rightly considered the interest placed in education from the sphere of curating as an “educational turn” (Rogoff, 2008, 2011, p. 253-366). The term caught on and has been used since then to appeal to a series of artistic and curatorial 1 This article is the fruit of reflections I have made on the basis of different professional experiences I have had occasion to develop in relation to curating and education, as well as research and tutorials of projects I have undertaken in recent years. Nevertheless, of great significance in writing this article has been the collaboration I have established on various occasions with the collective LaFundició, as well as my regular conversations with Cristian Añó (Sinapsis), Aida Sánchez de Serdio and Javier Rodrigo.. Although there is no reason why they should agree with the ideas defended in the article, I would like to express my gratitude before going any further. Dar la vuelta al museo turning the museum on its head y ha sido utilizada desde entonces para apelar a una serie de iniciativas artísticas y comisariales que en los últimos años se han referido a la educación de diferente manera o bien que se han planteado directamente como pedagógicas. Rogoff establece Documenta X (1997) como uno de los primeros acontecimientos en que el giro educativo del comisariado se habría percibido con claridad, dándose un despliegue de actividades que en aquellos momentos se planteaban en un “modo conversacional”. De cara a Documenta 11 (2002), con la proliferación de actividades que se realizaron, se habría comenzado a desafiar también a la propia centralidad que hasta entonces se había otorgado al dispositivo de exposición (Guerra, 2011, p. 274). A partir de aquí han ido en aumento la cantidad de exposiciones que se plantean como espacios de conversación o como una posibilidad de aula o escuela alternativa, así como los foros y los proyectos que desde el ámbito de los museos se basan en investigar en el entorno de la educación y en articular la práctica artística con entornos educativos –como por ejemplo la malograda Manifesta 6 (2006), la Documenta 12 (2007), para mencionar algunos de los casos que han tenido más visibilidad, o bien Transductores, en el contexto español (desde 2009) (Rodrigo, 2010). Aun así, el texto de Rogoff busca problematizar las repercusiones que estaría teniendo este giro desde el comisariado hacia la educación. En concreto, se pregunta si esta orientación consiste realmente en un giro “en tanto que proceso activo, en tanto que movimiento que realmente actúa críticamente y rompe los propios componentes de la práctica”, o bien si se trataría, simplemente, “de un estilo, de una marca identificable” (Rogoff, 2011, p. 253366). Es decir, ¿el giro educativo que la teoría identifica consistiría en un interés circunstancial, en una tendencia comisarial que con el tiempo resultará pasajera, o bien en un movimiento que comportará también un cambio de paradigma en relación con el trabajo cultural y tendrá repercusiones en la cultura museística actual? El giro educativo como problema Voces diferentes relacionadas con la investigación en pedagogía y museología tienden a valorar el interés que desde el comisariado se ha puesto recientemente en la educación como una cuestión más bien problemática. Según este punto de vista, el giro educativo tendría como contrapartida que desde el comisariado se piense en generar posibilidades alternativas de educación desde el museo sin tener en cuenta el trabajo que ya se realiza desde la propia institución, así como sin establecer colaboraciones con los profesionales correspondientes. Aida Sánchez de Serdio explica que, situados en una línea de discurso crítico, los comisarios que se dirigen a la educación pensarían que los departamentos educativos de museo son “inadecuados para llevar a cabo los procesos críticos y transformadores de construcción de subjetividad” que justamente se pretenderían con el giro educativo (Sanchez de Serdio, 2010, p. 183). El giro, por tanto, sería vivido de forma contradictoria por los profesionales del museo, en tanto que el acercamiento del comisario hacia una práctica educativa presuntamente crítica y transformadora se basaría al Dossier initiatives which in recent years have referred to education in different ways or else have been considered directly pedagogical. Rogoff establishes Documenta 10 (1997) as one of the first events in which the educational turn of curating was perceived clearly and in which there was a deployment of activities which at that moment were approached in “conversation mode”. With a view to Documenta 11 (2002), the proliferation of activities deployed there also began to challenge the very centrality which until then had been attached to the exhibition device (Guerra, 2011, p. 274). Since then there has been an increase in the number of exhibitions that are proposed as spaces for conversation or as a possibility for an alternative school or classroom, and of forums and projects in the sphere of museums that are based on investigation into education and on connecting artistic practice with educational settings –such as the defunct Manifesta 6 (2006), Documenta 12 (2007), to name just two of the more visible cases, or else Transductores, in the Spanish context (since 2009) (Rodrigo 2010). Even so, Rogoff’s text seeks to problematise the repercussions this turn from curating to education is having. In particular, she asks if this orientation really is a turn “in the sense of an active process, in the sense of a movement that really acts critically and breaks the very components of the practice“, or whether it is simply “a style an identifiable brand” (Rogoff, 2011, p. 253-366). In other words, does the educational turn identified theoretically consist of a circumstantial in- 46 terest, a tendency in curating which in time will prove to be a passing trend, or is it a movement which will also involve a change of paradigm in relation to cultural work and have repercussions for today’s museum culture? The educational turn as a problem Different voices relating to research in education and museology tend to value the interest curators have recently placed in education as a somewhat troublesome issue. According to this point of view, the counterpart for the educational turn is that curators should think of generating alternative possibilities for education in the museum without taking into account the work already being done in the same situation, and without establishing partnerships with the relevant professionals. Aida Sánchez de Serdio explains that, in line with their critical discourse, curators who aim at educating would think that museum educational departments are “not suited to carrying out the critical and transforming processes of constructing subjectivity“ which are precisely what were intended with the educational turn (Sanchez de Serdio, 2010, p 183). The turn, therefore, would be experienced contradictorily by museum professionals, to the extent that the curator’s approach to a presumably critical and transforming educational practice is at the same time based on reproducing the relation of domination usually established with the agents responsible for educational work within the same institution. As Carmen Mörsch explains, the curator, being the person Dar la vuelta al museo turning the museum on its head mismo tiempo en reproducir la relación de dominación que se establece habitualmente con los agentes que se encargan del trabajo educativo dentro de la propia institución. Tal y como explica Carmen Mörsch, el comisario, siendo quien dicta los contenidos a la institución artística, generalmente espera que el educador asuma una actitud afirmativa respecto a su propio discurso. La expectativa es que se produzca “una asimilación máxima del habitus educativo al habitus comisarial”, correspondiendo al educador la misión de “traducir del modo más exacto posible las narrativas comisariales para el público, haciéndolas más asequibles”. Aun así, añade Mörsch, “la sospecha general es que esta traducción simplifica los contenidos” (Morsch, 2012, p. 39), o bien, en palabras de Sánchez de Serdio y López, que la acción del educador “contamina o reduce la complejidad de la obra de arte” (Sanchez de Serdio; López, 2011, p. 209). Se ha señalado en repetidas ocasiones la escasa formación tanto en educación artística como en educación en general que muestran algunos comisarios y artistas relacionados con el giro educativo2. Según Sánchez de Serdio, este desconocimiento contribuiría a la descalificación que el giro 2 Entre otros, nos referimos a David Trend, citado en: Sánchez de Serdio, A. 2010a, p.53. Por otro lado Carla Padró trata el mismo aspecto en algunas de sus intervenciones (Guerra, 2011,p. 275-277). perpetúa en el museo, en relación con unos profesionales de la educación que habrían estado luchando por el reconocimiento de su propia práctica como mínimo desde hace más de una década en el contexto español (López; Alcaide, 2011). No es de extrañar, por lo tanto, que el giro educativo sea visto por los educadores de museo como una situación de intrusismo profesional antes que como una oportunidad para la revalorización de su trabajo y la apertura de nuevas posibilidades. Puede ser recibido, incluso, como algo naïf. Tal y como también explica Sánchez de Serdio: “Ciertas cuestiones de las que críticos y comisarios hablan como si fuera una revelación (el carácter dialógico y construido del conocimiento, el reconocimiento de la crítica y el debate en este proceso, el cuestionamiento de las relaciones jerárquicas, etc.) no son nuevas en el campo educativo, sino que forman parte de la reflexión que teóricos, docentes e investigadores llevan a cabo sobre la enseñanza desde hace años” (Sanchez de Serdio, 2010a, p. 53). Comisariado y crítica institucional La descalificación del educador y la falta de desafío estructural que puede acompañar al giro educativo, Carmen Mörsch las explica a partir de relacionar el giro educativo con otra motivación. La atención que directores de museo y comisarios estarían poniendo para introducir más programas educativos no se debe tan solo a un interés genuino o a una revalorización de la educación como espacio para el discurso crítico, sino que esta orientación se estaría dando en tanto que la educación les sirve de “factor de legitimación para justificar la existencia de Dossier who dictates the contents to the artistic institution, generally hopes the educator will adopt an affirmative attitude with respect to his own discourse. The expectation is that “a maximum assimilation of the educational habitus to the curatorial habitus will take place“, and it would be the educator’s mission to “translate curatorial narratives as exactly as possible for the public, making them more accessible“. Even so, adds Mörsch, “the general suspicion is that this translation simplifies the contents“ (Morsch, 2012, p. 39), or else, in the words of Sánchez de Serdio and Eneritz López, that the action of the educator “contaminates or reduces the complexity of the work of art“ (Sanchez de Serdio; López, 2011, p. 209). The lack of training in art education as well as in education in general shown by some curators and artists related with the educational turn has been pointed out on more than one occasion.2 According to Sánchez de Serdio, this lack of familiarity contributes to the discredit the turn perpetuates in the museum, in relation with education professionals who have been fighting to have their practice recognised for more than ten years in the Spanish context (López; Alcaide, 2011). It should therefore come as no surprise that museum educators should see the educational turn as a case of professional encroachment rather than as an opportunity to revalue their 2 Amongst others, I am referring to David Trend, quoted in Sánchez de Serdio, 2010, p. 52. Also, Carla Padró deals with the same aspect in some of her contributions to: Guerra, C., 2011), p. 275-277. 47 work and an opening for new possibilities. It can even be taken as something naïve. As Sánchez de Serdio also explained, “Certain questions that critics and curators speak of as though it were a revelation (the dialogic and built nature of knowledge, acknowledgement of critique and debate in this process, the questioning of hierarchical relations, etc.) are not new in the educational field, but have formed part of the reflection by theorists, teachers and researchers in teaching for years“ (Sanchez de Serdio, 2010a, p. 53). Curatorship and institutional critique Carmen Mörsch explains the discredit of the educator and the absence of a structural challenge to go with the educational turn by relating the educational turn to other motives. The attention given by museum directors and curators to introducing more educational programmes is not due only to a genuine interest or a re-assessment of education as a space for critical discourse; rather, this orientation comes about inasmuch as education serves them as “a legitimating factor to justify the existence of institutions founded as public institutions“. Reinforcing the educational side of the museum would therefore be seen as a question of marketing and as a means of pressure for increasing attendances, which curators see as “confirmation of their prior devaluation: as a symptom of politicians’ ignorance of the nature of artistic production“ (Morsch, 2009, p. 13). On the other hand, if one reads the interpretation made by curators with respect to the educational turn, what prevails Dar la vuelta al museo turning the museum on its head instituciones fundadas como públicas”. Reforzar la vertiente educativa del museo sería visto, por lo tanto, como una cuestión de marketing y como una presión que se recibe de cara a aumentar las audiencias, que los comisarios verían como una “confirmación de su previa devaluación: como algo sintomático de la ignorancia de los políticos respecto a la naturaleza de la producción artística” (Morsch, 2009, p. 13). Por otro lado, en cambio, si se lee la interpretación que se construye desde el comisariado respecto del giro educativo, es la cuestión discursiva la que prevalece. Un caso significativo es el de Paul O’Neill y Mick Wilson, editores de la primera antología de textos alrededor del fenómeno, Curating and the Educational Turn (2010), quienes consideran que el comisario se dirige a la educación con la voluntad de cuestionar los formatos de producción de conocimiento y la propia figura de autoridad que él mismo representa en el ámbito del museo: “Los comisarios parece que ya no buscarían la producción magistral de un pronunciamiento experto y autoritario, sino más bien la coproducción de cuestionamiento, ambigüedad e investigación” (O’Neill, 2010, p. 14). Según O’Neill y Wilson, con esta intencionalidad se establece una continuidad con una cierta genealogía de comisariado crítico que se ha desarrollado desde finales del siglo pasado. Por medio de simposios, publicaciones, archivos y también exposiciones, comisarios de todas partes habrían comenzado a poner de manifiesto desde la década de 1990 la necesidad de analizar y reflexionar sobre su propia práctica y dar lugar a espacios para debatirla y repensarla, en relación con discursos coetáneos desarrollados desde la crítica institucional, los espacios culturales, el pensamiento feminista y el poscolonial. Desde el punto de vista de O’Neill y Wilson, el comisario encontraría hoy en día en la educación un campo hacia donde expandir procesos de reflexión alrededor de los límites de la propia praxis y los límites del museo, así como desde donde ensayar nuevos modelos para la producción y distribución de conocimiento. Según Daniel Birnbaum, que la educación se pueda ver como una oportunidad por donde dar continuidad a este proceso sería debido a que, hoy en día, ni el museo transformado en corporación empresarial ni en el circuito global de exposiciones blockbuster existiría un lugar para el desarrollo de ciertos planteamientos críticos, mientras que “la esfera de la educación es una de las pocas zonas donde la experimentación es aún posible” (Birnbaum, 2007, p. 474-477). En cualquier caso, en otros lugares, el propio O’Neill se refiere a este giro que el comisariado había efectuado anteriormente hacia la teoría crítica para admitir que ha dado lugar a un discurso bastante hermético y que, al fin y al cabo, resulta poco útil de cara a introducir cambios en el estado de las cosas. Según O’Neill, el discurso que el comisario habría articulado al amparo de la crítica institucional consiste sobre todo en un discurso “autorreferencial” (O’Neill, 2008, p. 33) y que, “poniendo el énfasis en la práctica individual, la narrativa en primera persona y el posicionamiento comisarial (…), invalida la posibilidad de concretar y definir una situación más allá del campo relativamente estéril del Dossier is the question of discourse. One significant case is that of Paul O’Neill and Mick Wilson, editors of the first anthology of texts on this subject, Curating and the Educational Turn (2010), who consider that the curator approaches education with the wish to question formats of knowledge production and the actual figure of authority he himself represents in the sphere of the museum: “Curators no longer seem to be seeking the masterly production of an expert and authoritative pronouncement so much as the co-production of questioning, ambiguity and research“ (O’Neill, 2010, p. 14). According to O’Neill and Wilson, with this in mind continuity is established with a certain genealogy of critical curating that has grown up since the end of the last century. By means of symposia, publications and archives as well as exhibitions, since the 1990s curators everywhere have begun to show the need to analyse and reflect on their own praxis and make room for spaces for debating and rethinking it, in relation to contemporary discourses developed by institutional critique, cultural studies and feminist and postcolonial thinking. From the point of view of O’Neill and Wilson, the curator today finds a field in education in which to expand these processes of reflection on the limits of his own praxis and the limits of the museum and in which to try out new models for producing and spreading knowledge. According to Daniel Birnbaum, the fact that education can be seen as an opportunity for giving continuity to this process is due to the fact that there is no room nowadays to develop 48 certain critical ideas either in the corporate museum or on the global circuit of blockbuster shows, whereas “the sphere of education is one of the few areas in which experimentation is still possible“ (Birnbaum, 2007, p. 474-477). Nevertheless, elsewhere O’Neill himself refers to this prior turn by curators towards critical theory to admit that it has given rise to a very hermetic discourse which when all is said and done is not of much use for making changes in the state of things. According to O’Neill, the discourse articulated by the curator under shelter of institutional critique consists mainly of a ‘selfreferential’ discourse (O’Neill, 2008, p. 33) which “placed an emphasis on individual practice, first-person narrative and curatorial self-positioning …, invalidating the possibility of specifying and defining a situation outside the relatively bare field of discourse“ (Fletcher; O’Neill, 2007, p. 13-14). So at the same time as a certain continuity can be established between the discursive turn of the 1990s and the educational turn taking place today, it is also worth asking why the discourses curators have built up around their own praxis tend to have so little impact in the transformation of institutional structures in both cases. In another article that has recently made an impact and been amply commented, Anton Vidokle repeats a fair number of commonplaces to do with the mistrust curators tend to arouse when they approach discourses of institutional critique.3 The feeling is that whereas the artist, in proceeding to question the culture of museums, is doing so with an Dar la vuelta al museo turning the museum on its head discurso” (Fletcher; O’Neill, 2007, p. 13-14). Así, al mismo tiempo que se puede establecer una cierta continuidad entre el giro discursivo de la década de 1990 y el giro educativo que tiene lugar en la actualidad, también es oportuno preguntarnos por qué los discursos que el comisario ha articulado alrededor de la propia praxis tenderían a tener tan poco impacto en la transformación de las estructuras institucionales tanto en un caso como en otro. En otro artículo que recientemente ha tenido repercusión y que ha sido ampliamente comentado, Anton Vidokle repite una buena tanda de tópicos alrededor de la desconfianza que acostumbra a despertar el comisario cuando se aproxima a discursos de la crítica institucional3. Mientras que el artista, cuando procede a cuestionar la cultura de los museos, se considera que lo hace con una actitud indiscutiblemente legítima y que el ejercicio forma parte de su necesidad de ganar “soberanía”, el comisario, en cambio, cuando procede a efectuar el mismo ejercicio, lo estaría haciendo para fortalecer una posición de poder que de entrada ya es privilegiada en la estructura institucional establecida. Como hemos podido ver, parte de esta desconfianza sigue acompañando al comisario en el desplazamiento que realiza actualmente hacia la educación. La recepción suspicaz que ponen de manifiesto los educadores desde el ámbito de los museos certifica no tan solo la escasa incidencia que el giro educativo estaría teniendo a nivel estructural, sino que pone directamente en entredicho la deconstrucción de autoridad comisarial y la “coproducción de cuestionamiento” que según O’Neill y Wilson se estaría pro- duciendo. De este modo se puede explicar que el giro educativo, de una forma similar a lo que habría pasado anteriormente con los usos del discurso de la crítica institucional, se haya interpretado antes como una presión que da mala vida al comisario –según la interpretación de Mörsch– o incluso como una mascarada —tal y como se desprendería de Vidokle–, que como un compromiso ético e intelectual del profesional con su propia práctica –o como un espacio de resistencia, en palabras de Birnbaum. Comisariado y el arte de gobernar “El comisario está sujeto a numerosas presiones, algunas de las cuales son bienvenidas pero otras probablemente no son si tan solo reconocidas. Si se quiere mantener en una zona de actividad segura, las presiones que se tienen que considerar incluyen: 1) el deseo de estar bien con el artista o los artistas; 2) la necesidad de establecer buenas relaciones con el principal o los principales galeristas del artista; 3) la necesidad de mantener contento al coleccionista; 4) las expectativas de gusto que emanan del director y los patronos del museo; 5) las expectativas de gusto de los colegas de profesión del comisario (…). Todas estas presiones tienden a mantener a los comisarios en posiciones más de conformidad que de disensión” (Alloway, 1975, p. 32-34)4. 3 Vidokle, 2010. Las respuestas que recibió el artículo han sido publicadas posteriormente en: “Letters to the Editors: Eleven Responses to Anton Vidokle’s “Art Without Artists?”. e-flux journal, núm. 18. En línea: http://www.e-flux.com/ journal/letters-to-the-editors-eleven-responsesto-anton-vidokle%E2%80%99s-%E2%80%9Cartwithout-artists%E2%80%9D/ 4 Versión consultada: Greenberg; Ferguson; Narine, 2006, p. 221-222. El texto también ha sido comentado en: Fontdevila, 2010. Dossier indisputably legitimate attitude and the exercise forms part of his need to gain “sovereignty“, the curator, on the other hand, in proceeding to carry out the same exercise, is doing so to strengthen a position of power which to begin with is already a privileged one in the established institutional structure. As we have seen, part of this mistrust still accompanies the curator in the shift currently taking place towards education. The suspicious reception shown by educators from the sphere of museums not only certifies that the educational turn is having little effect from the structural point of view, but directly questions the deconstruction of curatorial authority and the “co-production of questioning“ that O’Neill and Wilson say is taking place. In this way we can explain that the educational turn, like what happened earlier with the uses of the discourse of institutional critique, had previously been interpreted as a pressure the curator struggles against –according to Mörsch’s interpretation– or even a masquerade –as Vidokle sees it–, rather than an ethical and intellectual commitment to their own practice –or as a space for resistance, in the words of Birnbaum. Curatorship and the art of governing “The curator is subject to numerous pressures, some of them welcome and some of them not recognized perhaps, to keep to safe zones of activity. The pressures include: 1. The desire to get along with the artist or artists; 2. The necessity to keep good relations with the artist’s main dealer or dealers; 3. The necessity of maintaining collec- 49 tor contentment; 4. Taste expectations emanating from the trustees and director; 5. Taste expectations of other members of the curator’s peer group. … All of these pressures tend to keep curators in conforming rather than in dissenting postures“ (Alloway, 1975, p. 32-34).4 With this consideration, Lawrence Alloway in 1975 undermined a premise on which discourses about the curator as author, critic or also as educator have subsequently been raised: independence. The myth of the “independent curator“, ie the construct of the curator as an agent who develops his own discourse individually and from a background in the production of exhibitions with unusual approaches, has tended not to want to reveal his reality as a mediating agent who comes under a large number of pressures. Probably one of the few definitions of the curator’s space from this point of view is not to be found until much later, in 2007, when Soren Andreasen and Lars Bang Larsen ask, “What is a curator?“ and answer, “It is a question that doesn’t make sense, because the curator is not something; the curator does something. There is no ontology of the middleman. He is a performative and exemplary agent, acquiring subjectivity in and by the act of mediation“ (Andreasen; Bang Larsen, 2007, p. 27). 3 Vidokle, 2010. The replies to this article were subsequently published in: ‘Letters to the Editors: Eleven Responses to Anton Vidokle’s “Art Without Artists?”’ e-flux journal. no. 18. On line: http:// www.e-flux.com/journal/letters-to-the-editorseleven-responses-to-anton-vidokle%E2%80%99s%E2%80%9Cart-without-artists%E2%80%9D/ 4 The version consulted: Greenberg, Ferguson, Narine, 2006, p. 221-222. The text has also been mentioned in: Fontdevila, 2010. Dar la vuelta al museo turning the museum on its head Con esta consideración, Lawrence Alloway socavaba en el año 1975 una premisa sobre la que se han levantado posteriormente los discursos alrededor del comisario en tanto que autor, en tanto que crítico o también en tanto que educador: la independencia. El mito del “comisario independiente”, es decir, la construcción del comisario en tanto que agente que desarrolla su propio discurso de modo individual y por medio de una trayectoria basada en la producción de exposiciones de planteamiento singular, ha tendido a no querer dar cuenta de su realidad en tanto que agente mediador y que está sujeto a una gran cantidad de presiones. Probablemente una de las pocas definiciones del espacio del comisariado desde este punto de vista no la encontramos hasta bastante tiempo después, en el año 2007, cuando Soren Andreasen y Lars Bang Larsen se preguntan: “¿Qué es un comisario?”, y responden: “Esta pregunta no tiene sentido, ya que el comisario no es algo, sino que hace algo. No existe una deontología para el intermediario: se trata de un agente performativo y ejemplar, que adquiere subjetividad en y por medio del acto de mediación” (Andreasen; Bang Larsen, 2007, p. 27). Si más que como una identidad o un agente pensamos en el comisario en tanto que proceso, es en este espacio donde tiene lugar la acción propiamente instituidora de la práctica cultural en el ámbito de los museos. El comisariado vendría a ser el espacio donde se configura la economía política del arte, el espacio donde se organizan las relaciones entre los diferentes agentes que entran en colaboración en un proyecto y donde se negocia el significado y la relevancia que se asigna a cada una de las partes con la exposición, la producción que hasta el momento ha tendido a centralizar los intercambios en el sector artístico5. Desde este punto de vista, la cuestión de la independencia en relación con el comisariado es prácticamente un oxímoron, si no un mito con el que se naturalizarían ciertas sujeciones. El espacio del comisariado redefinido como un proceso de gobierno resulta considerablemente más complejo, también, por lo que se refiere a realizarse un trabajo basado en planteamientos de la crítica institucional. Si bien es justamente desde este espacio que realmente es pertinente preguntarse sobre cómo llevar a cabo este trabajo. Esto es: ¿cómo con la acción comisarial se pueden desarrollar procesos de colaboración que se basen más en la activación de los antagonismos que en la neutralización de las diferencias con los agentes que conforman la institución artística? Y por tanto, ¿cómo desde este espacio donde se configura la acción política del museo se pueden generar espacios de apertura y transformación institucional? 5 La consideración de la exposición como aspecto central en la organitzación de la economía política del artá se ha extraído del texto introductorio de: Greenberg; Ferguson; Narine, 2006, p. 1- 4. Dossier If, rather than an identity or an agent, we think of curating as a process, it is in this space that the action of actually establishing cultural practice in the sphere of museums takes place. Curatorship could be described as the space in which the political economy of art is shaped, the space in which the relations between the different stakeholders collaborating in a project are organised and where the meaning and importance assigned to each part of the exhibition is negotiated, the exhibition being the production which until now has tended to centralise exchanges in the art sector. From this point of view, the question of independence in relation to curating is practically an oxymoron, if not a myth with which certain subjections are naturalised. The curating space redefined as a process of governance is considerably more complex, also, as regards work taking place there based on considerations of institutional critique, though it is in this very space that it is really relevant to ask how this work is done. That is, how can processes of collaboration be developed with curatorial action that are based on activating antagonisms rather than on neutralising the differences with the agents making up the art institution? And therefore, how can spaces of openness and institutional transformation be generated from this space in which the political action of the museum takes place? The educational turn towards curating Returning to education, when Carmen Mörsch asks what a 50 critical position means in relation to museum education, she turns to the answer Michael Foucault gives in his essay What is critique? (Critique and Aufklärung). According to this thinker, critique is the space of breaking and of voluntary insubordination, “the art of not being governed in this way“ (Morsch, 2012, p. 42-45) From here, Mörsch encourages educators to practise critical pedagogy based on casting doubt on the system by which the arts govern us, institutional practices and interiorised rules to which educators themselves as well as the public are subjected. The very researchers in museology and education that I have mentioned in the course of this text note the importance of the influx of critical pedagogy that is taking place in the sphere of education and museums, with which education would be understood not as a work of transmission so much as ‘a form of political and cultural production profoundly involved in the construction of knowledge, subjectivities and social relations’, as Henry A. Giroux describes it (Giroux, 1997, p. 15). According to Mörsch, there are currently two discourses on the basis of which critical perspectives are introduced in relation to education in the museum sphere. She labels the first discourse ‘deconstructive’ and relates it to initiatives with which the public is invited to develop a critical examination of the museum, the practice of art, and the actual educational practice that takes place in this context. In relation to this discourse, the museum is interpreted as a civilising and disciplinary de- Dar la vuelta al museo turning the museum on its head El giro de la educación hacia el comisariado Volviendo a la educación, cuando Carmen Mörsch se plantea qué significa una posición crítica en relación con la educación de museos, recorre a la respuesta que da Michael Foucault en su ensayo ¿Qué es la crítica? (Crítica y Aufklärung). Según el pensador, la crítica es el espacio de la ruptura y la insumisión voluntaria, “el arte de no ser gobernado de este modo” (Morsch, 2012, p. 42-45). A partir de aquí, Mörsch anima a los educadores a practicar una pedagogía crítica que se base en poner en duda el sistema según el cual se gobiernan las artes, las prácticas institucionales y las normas interiorizadas en que tanto los propios educadores como el público se encontrarían sujetos. Los propios investigadores en museología y educación que se han comentado a lo largo de este texto constatan la importancia de la irrupción de la pedagogía crítica que está teniendo lugar en el ámbito de la educación y los museos, con la que se entendería la educación ya no como un trabajo de transmisión, sino como “una forma de producción política y cultural profundamente implicada en la construcción de conocimiento, las subjetividades y las relaciones sociales”, tal como describe Henry A. Giroux (Giroux, 1997, p. 15). Según Mörsch, son dos los discursos en los que actualmente se basa la introducción de perspectivas críticas en relación con la educación en el ámbito de los museos. El primer discurso lo identifica como “deconstructivo” y la investigadora lo refiere a iniciativas con las que se invita al público a desarrollar un examen crítico del museo, la práctica del arte, así como la propia práctica educativa que tiene lugar en este contexto. En relación con este discurso, el museo se interpreta como un dispositivo civilizador y de disciplinado y, por lo tanto, “los espacios de exposición son entendidos antes que nada como mecanismos para la producción de distinción/exclusión y la construcción de verdad”. El segundo discurso lo identifica como “transformador”. En este caso, el espacio de exposición y el museo se entienden como organizaciones modificables y desde los que se puede iniciar una acción política por el cambio social. En este sentido, el objetivo de la educación no es tanto introducir unos determinados segmentos de público en el museo, sino forzar a las instituciones para implicarse en su entorno y su contexto local (Morsch, 2009, p. 9-14). Ahora bien, una vez el educador procede a dejar atrás el paradigma afirmativo con el que habría estado reproduciendo el discurso del comisario, y comienza no solo a construir discurso por sí mismo sino a analizar y al mismo tiempo incidir en la política del museo, no únicamente se estaría realizando un acto de ruptura y de insumisión hacia el sistema, tal como lo habría descrito Mörsch a partir de Foucault. Con este movimiento también se tiene que considerar que desde la educación se estaría estableciendo una nueva articulación y forzando un diálogo con el sistema de gobierno del museo, esto es, con el comisariado. Desde la pedagogía crítica se puede considerar que se está produciendo, por lo tanto, un segundo giro, en este caso en dirección hacia el comisariado y que va de la mano de un educador que no solo disiente a Dossier vice and therefore “exhibition spaces are understood first of all as mechanisms for the production of distinction/exclusion and the construction of truth“. She labels the second discourse ‘transforming’. In this case the exhibition space and the museum are understood as modifiable organisations from which political action for social change can be launched. In this respect, the aim of education is not so much to get certain segments of the public into the museum, as to force institutions to get involved in their surroundings and their local context (Morsch, 2009, p. 9-14). However, once the educator proceeds to get away from the affirmative paradigm with which he has been reproducing the curator’s discourse and begins not only to construct his own discourse but also to analyse and even take action in the politics of the museum, what we get is not just a break with the system and an act of insubordination to it, as Mörsch would have described it after Foucault. With this move we must also consider that a new articulation is being established through education and a dialogue is being forced with the museum’s system of governance, ie with curating. From the standpoint of critical pedagogy it can be considered, therefore, that a second turn is taking place, this time towards curating, one accompanied by an educator who not only dissents when it comes to reproducing the museum’s discourse, but who proceeds to rethink the strategies of the structure. Just as the discursive turn of curating and the educational turn both intended, this case also 51 foresees the possibility that the museum can become the stage for a debate about ways of producing culture, though in the case of museum education the work is not so much to do with direct negotiation with power structures as one based on generating circumstances for dialogue with greater social heterogeneity. Therefore, with a view to the structural incidence of this work, the question ought to be posed inversely to how it was posed in relation with curating: how do we give political consistency to the work with cultural differences being done in museum education?5 Three intersection scenarios Next I would like to briefly go over three projects in which I had the chance to collaborate in the definition of the respective processes of curating and in which different processes for exchange with the educational sector have been put forward. My account focuses on certain elements of curatorial and educational praxis that were altered, questioned or exchanged more significantly with each project and which could serve as examples of some aspects described in the text. 5 The view of the exhibition as a central aspect in the organisation of the political economy of art is taken from the introductory text to: Greenberg, Ferguson, Narine, 2006, p. 1- 4. Dar la vuelta al museo turning the museum on its head la hora de reproducir el discurso del museo, sino que procede a repensar las estrategias de la estructura. Tal como se habría pretendido tanto con el giro discursivo del comisariado como con el actual giro educativo, en este caso también se prefigura la posibilidad de que el museo se convierta en un escenario para el debate alrededor de los modos de producir cultura, si bien, en el caso de la educación de museos, el trabajo no tiene tanto que ver con la negociación directa con las estructuras de poder sino que se basa en generar circunstancias de diálogo con una mayor heterogeneidad social. Por lo tanto, de cara a la incidencia estructural de este trabajo, la pregunta debería plantearse justo a la inversa de como se ha hecho en relación con el comisariado: ¿cómo dotar de consistencia política al trabajo que desde la educación de museos se realiza con las diferencias culturales? Tres escenarios de intersección A continuación quisiera recorrer brevemente tres proyectos en los que he tenido la ocasión de colaborar en la definición de los respectivos procesos de comisariado y en los que se han planteado diferentes procesos de intercambio con el sector educativo. El recorrido se fija en algunos elementos de la praxis comisarial y educativa que se habrían visto alterados, cuestionados o intercambiados más significativamente con cada uno de los proyectos, pudiendo ser utilizado para ejemplificar algunos aspectos que se relatan en el texto. El primero de todos es Zona Intrusa, especialmente la segunda y la tercera edición, que comisarié conjuntamente con el colectivo LaFundició, en los años 2009 y 2010. El proyecto partía de un encargo del Instituto de Cultura de Mataró para generar un dispositivo de exposición móvil que recorriese diferentes institutos de educación secundaria, que tenía como objetivo facilitar una aproximación de las prácticas artísticas contemporáneas a los estudiantes de la ciudad. A pesar de las limitadas condiciones de la itinerancia y el proyecto educativo que se podía desarrollar a su alrededor, en las diferentes ediciones se articuló un trabajo en red con los centros de educación que facilitó que, en paralelo a la participación de estudiantes y profesorado en las actividades que se planteaban, éstos también se implicasen en la toma de decisiones alrededor de los contenidos y los procesos de trabajo del proyecto. Se procuró, de este modo, articular un trabajo dialógico complejo y que se desarrollaba más a largo plazo. La exposición itinerante y las actividades vinculadas entraban a formar parte de una tensión en la que, si bien por un lado funcionaban como dispositivos para trasladar ciertas prácticas artísticas a los centros educativos, por el otro ponían en cuestión la posibilidad de instituir unos nuevos valores. Se planteaban en cambio como espacios desde donde interrogarse a diferentes niveles sobre los mecanismos para la producción de valor artístico y las formas como tanto el sistema del arte como el educativo funcionan y legitiman unos ciertos tipos de prácticas.6 6 Sobre la segunda y la tercera edición de Zona Intrusa se mantienen dos webs con bastante documentación sobre el proyecto, http://zonaintrusa2. pbworks.com y http://zonaintrusa3.pbworks.com/. Aida Sánchez de Serdio hace un breve comentario sobre el proyecto en: Sánchez de Serdio, 2010a. Sobre Zona Intrusa 3 se incluye un relato bastante completo elaborado por Oriol Fontdevila y LaFundició en: Collados; Rodrigo, 2010, p. 161-173. Dossier The first of all is Zona Intrusa, especially the second and third editions, which I co-curated with the group LaFundició in 2009 and 2010. The project was based on a commission from the Municipal Institute of Culture of Mataró to generate a mobile exhibition device to tour different secondary schools, with the object of helping to bring contemporary artistic practices closer to the town’s students. In spite of the limited conditions of the itinerancy and the educational project that could be deployed around it, at the different editions a network of schools was set up so that as well as getting involved in the activities proposed, students and teachers were also part of the decision-making to do with the contents and working procedure of the project. The aim of this was to put together a complex dialogic work with more of a long-term development. The travelling exhibition and the connected activities became part of a tension which, although on one hand they worked as devices for transferring certain artistic practices to schools, also questioned the possibility of instituting new values. Instead, they were approached as spaces in which to ask at different levels about the mechanisms for producing artistic value and the ways in which both the art system and the educational system work and legitimate certain types of practice.6 The second project is the first season of the Espai Memòries – Laboratori del segle XX, an experimental hybrid space developed at the Museu Comarcal de Manresa between 2010 and 2011 for setting up projects that 52 would contribute to research into the historical memory as well as to artistic experimentation. In this case the project was also resolved as a joint curatorship, one I shared with the agents of the historiographic sector in the local sphere. In this case, the question of pedagogy was at first taken as a line of reflection for the whole of the season, approached as an object of research that ought to allow a thematic rereading of the history of the 20th century at the same time as it provided elements with which to problematise on artistic and cultural production processes. By means of transdisciplinary work looking at new ways of relating historiography, artistic practice and education, a series of work processes were generated which, while covering the history of pedagogies in the local sphere, also contemplated questioning the very pedagogies of history crossed by the agents and institutions involved in the same project. In addition, the transdisciplinary work took place in a space considered ‘transfunctional’, which over the course of almost a year complemented the functions of a space for producing projects, a space for meeting with witnesses, collectives and schools in the city, and a space for exhibitions and activities and an archive for the project.7 6 On the second and third editions of Zona intrusa there are two web sites with plenty of information on the project, http://zonaintrusa2.ppbworks.com i http://zonaintrusa3.ppbworks.com/. Aida Sánchez de Serdio comments briefly on the project in: Sánchez de Serdio, 2010. On Zona intrusa 3 there is a fairly complete account by Oriol Fontdevila i LaFundició in: Collados; Rodrigo, 2010. p. 161-173. 7 On the first edition of Espai Memòries – Laboratori del segle xx accounts by the project’s different producers were gathered in: A.A.V.V., 2011 Dar la vuelta al museo turning the museum on its head El segundo proyecto es la primera temporada del Espai Memòries Laboratori del segle xx, un ensayo de espacio híbrido que se llevó a cabo en el Museu Comarcal de Manresa entre los años 2010 y 2011 para la articulación de proyectos que incidiesen tanto en la investigación en memoria histórica como en la experimentación artística. En este caso el proyecto también se resolvió con un comisariado conjunto, que compartí con agentes del sector historiográfico del ámbito local. En este caso, la cuestión de la pedagogía se tomó inicialmente como eje de reflexión de toda la temporada, planteándose como un objeto de investigación que debería permitir articular una relectura temática de la historia del siglo xx al mismo tiempo que facilitar elementos con los que problematizar alrededor de procesos de la producción artística y cultural. Mediante un trabajo transdisciplinar con el que se planteaban nuevos modos de poner en relación la historiografía, la práctica artística y la educación, se generaron una serie de procesos de trabajo que, aunque recorrían la historia de las pedagogías en el ámbito local, también contemplaban interrogar las propias pedagogías de la historia que cruzaban los agentes e instituciones implicados en el propio proyecto. El trabajo transdisciplinar tenía lugar, asimismo, en un espacio que se consideraba “transfuncional” y que, prácticamente a lo largo de un año, complementó las funciones de espacio para la producción de los proyectos, espacio de encuentro con testigos, colectivos y centros de educación de la ciudad, y espacio de exposiciones, actividades y archivo del proyecto7. Finalmente, el tercer proyecto es Prototipos en código abierto, de la Fundació Antoni Tàpies, que me encargo de comisariar desde el año 2011 junto con un equipo interdepartamental de la institución y en el marco de la plataforma Arts Combinatòries. Esta plataforma tiene por objetivo la digitalización del archivo histórico de la Fundació, donde se guarda sobre todo la documentación relativa a los procesos de producción de exposiciones temporales que han tenido lugar en la institución. Es la documentación que se ha generado con la práctica del comisariado, en este caso, la que se establece como objeto de estudio, mientras que con el proyecto se procede a desplegar una red de colaboraciones con agentes relacionados con diferentes organizaciones educativas de cara a desarrollar una multiplicidad de procesos de análisis y reflexión alrededor de este proceso y sus implicaciones. El proyecto se basa en el desarrollo de diferentes procesos de investigación con organizaciones educativas, las cuales se diseñan en colaboración y según los intereses específicos que cada una puede tener en relación con los recursos que se encuentran en el archivo. Estos procesos se complementan con la articulación de espacios de encuentro entre todos los grupos, que se orientan al intercambio de puntos de vista entre los miembros de las diferentes organizaciones y a la evaluación continua del proyecto. Finalmente, se da lugar a hacer presentaciones públicas de las investigaciones y a generar situaciones para la transferencia 7 Sobre la primera edición de Espai Memòries Laboratori del segle xx se recogieron relatos por parte de los diferentes productores del proyecto en: VV.AA., 2011). Dossier Finally, the third project is Prototips en codi obert, by the Fundació Antoni Tàpies, which I have been in charge of curating since 2011 along with an interdepartmental team at the institution within the framework of the Arts Combinatòries platform. The object of this platform is to digitise the foundation’s historical archives, in which are kept above all the documentation of the procedures for producing the temporary exhibitions that have been held at the institution. This is the documentation that has been spawned by curatorial practice, in this case the practice established as the object of study, while the project proceeds to develop a network of partnerships with agents related to different educational organisations with a view to developing a multiplicity of processes of analysis and reflection around this process and its implications. The project is based on the development of different research proceedings with educational organisations, which are designed in collaboration and according to the specific interests each one might have in relation to the resources in the archives. These processes are complemented with the articulation of spaces for encounter between all the groups, which are intended for the exchange of points of view between members of the different organisations and for ongoing assessment of the project. Finally, a space is provided for presenting the research in public and generating situations for its transfer to the actual institutions involved, either by means of interventions in the foundation’s own rooms or else through actions affec- 53 ting the spheres of the different collaborators. In the end, then, the reflection on curatorial processes gives rise to scenarios from which to rethink the way in which the content spawned through research is once again related with the public sphere.8 Turning the museum on its head In the text in which the concept of the ‘educational turn’ is formulated, Irit Rogoff believes that this process can lead curators to less institutionalised work scenarios.9 Carmen Mörsch, for her part, in dealing with the possibilities for collaboration between curators and educators, wonders “how a horizontal collaboration can be achieved, on an equal footing“ (Morsch, 2012, p. 50). According to this researcher, in horizontal collaboration between curators and educators there is a potential that has never been put into practice. 8 There is a publication on the experiences of the project’s first season, which includes accounts by the different collaborators and the driving team: Various authors (2012): Prototips en codi obert. Primera etapa. Fundació Antoni Tàpies. The publication can be downloaded from the blog of LaFundició: http://www.lafundicio.net/?p=599. Information is also available from the web site of the Fundació Antoni Tàpies: http://www.fundaciotapies.org/site/spip.php?rubrique1081. 9 I am referring to the concept of parrhesia, which Rogoff retrieves from Michel Foucault and with which she brings a considerably subjectivist orientation to her description of the educational turn: ‘In “parrhesia”, says Foucault, we find “a verbal activity in which the speaker expresses his personal relation to truth, and risks his life .... In parrhesia, the speaker uses his freedom and chooses frankness instead of persuasion... . It is hard to imagine a more romantic or idealistic agenda for invoking turns in the educational field. And yet, I am drawn to these with less embarrassment than you might think one would have as a self-conscious critical theorist working within the field of contemporary art”. (Rogoff, 2008, p. 45 i 46) . Dar la vuelta al museo turning the museum on its head hacia las propias instituciones implicadas, ya sea por medio de la intervención en los propios espacios de la Fundació o bien por medio de acciones que inciden en los ámbitos de los diferentes colaboradores. La reflexión alrededor de los procesos de comisariado acaba por dar lugar, de este modo, a escenarios desde donde repensar la forma como los contenidos generados con las investigaciones se relacionan nuevamente con la esfera pública8. Dar la vuelta al museo En el texto donde se formula el concepto del “giro educativo”, Irit Rogoff considera que este proceso puede conducir a los comisarios hacia escenarios de trabajo menos institucionalizados9. Carmen Mörsch, por su parte, cuando trata sobre las posibilidades de colaboración entre comisarios y educadores se pregunta “¿cómo se puede realizar una colaboración horizontal, de igual a igual?” (Morsch, 2012, p. 50). Según esta investigadora, en la colaboración horizontal entre comisarios y educadores existiría un potencial que hasta ahora no ha sido llevado a la práctica. Con los proyectos que se han descrito, así como con el discurso que se articula en estas líneas, sin embargo, no se cree que con estos giros se dirija en ningún caso hacia situaciones de desinstitucionalización, así como ni tan solo a entornos en que las diferencias tengan por qué disiparse. Se trata justamente de todo lo contrario. Experimentar con las articulaciones entre los ámbitos comisarial y educativo es una oportunidad para ensayar alrededor de nuevas posibilidades de prototipo institucional –para utilizar la terminología de la Universidad Nómada–, así como, más que igualdad, resulta útil un concepto como es transversalidad, tal como lo plantea Aida Sánchez de Serdio: cuando se trata de actuar a contrapelo en estructuras que al fin y al cabo tienen un funcionamiento jerárquico, los recorridos transversales son los que permitirían circular “entre la verticalidad de una organización piramidal y una horizontalidad que tendería a realizarse cuando se da la máxima comunicación entre los diferentes niveles” (Sanchez de Serdio, 2009, p. 44-63). En este sentido, debe reconocerse que según qué formas de participación basadas en la horizontalidad pueden resultar totalmente falsas en relación con el trabajo cultural y pueden basarse en una noción populista de la participación que, precisamente, tendría como contrapartida la ocultación de diferencias estructurales. En la colaboración entre el comisariado y la educación, las respectivas diferencias que quedan prefijadas se pueden cuestionar y tal vez transformar, pero en ningún caso se pueden elidir de entrada. El giro educativo no 8 Se ha realizado una publicación sobre la experiencia de la primera temporada del proyecto, que incluye relatos por parte de los diferentes colaboradores y el equipo impulsor: VV.AA., 2012. La publicación se puede descargar desde el blog de LaFundició: http://www.lafundicio.net/?p=599. También se puede encontrar información en la web de la Fundació Antoni Tàpies: http://www.fundaciotapies.org/site/spip.php?rubrique1081. 9 Nos referimos al concepto de “parrhesia”, que Rogoff recupera de Michel Foucault y con el que acaba dando una orientación considerablemente subjetiva a su descripción del giro educativo: “En la ‘parrhesia’, nos dice Foucault, encontramos ‘una actividad verbal en la que el orador expresa su relación personal con la verdad y arriesga su vida (…). En la ‘parrhesia’ el orador pone en práctica su libertad y elige la franqueza por encima de la persuasión (…). Sería difícil imaginar una agenda más romántica o idealista para invocar giros hacia el campo educativo y, aun así, me siento atraída por esto con menos vergüenza de lo que se podría esperar nunca de una teórica y crítica autorreflexiva que trabaja en el campo del arte contemporáneo”(Rogoff, 2008, p. 45 i 46). Dossier With the projects described, and with the discourse articulated in these lines, though, it is not believed that these turns will in any case lead to situations of de-institutionalisation and not even to settings in which differences will be dissipated for any reason. Quite on the contrary. Experimenting with the connections between the curatorial and educational spheres is an opportunity to experiment with new possibilities for an institutional prototype, to use the terminology of the Nomad University, at the same time that, rather than equality, a concept such as transversality is useful, as proposed by Aida Sánchez de Serdio. When it comes to going against the grain of structures which when all is said and done have a hierarchical function, transversal routes allow movement “between the verticality of a pyramidal organisation and a horizontality which tends to come about when there is maximum communication between the different levels“ (Sanchez de Serdio, 2009, p. 44-63). In this respect, it must be admitted that some forms of participation based on horizontality can turn out to be totally false in relation to cultural work and can be based on a populist notion of participation whose counterpart is precisely the concealment of structural differences. In the collaboration between curating and education, the respective differences that are pre-established can be questioned and perhaps changed, but in no case can they be omitted beforehand. The educational turn is not so much a question of a curator becoming an educator or vice versa, or their becoming simply ‘equals’. Inde- 54 pendently of how functions are shared between the different agents in each specific project, the challenge lies in reconsidering these two spheres by generating new areas of contact and contamination; between what has been defined in this article as the museum’s instituting function –the curators– and the face to face interrelation with the public and social heterogeneity –education. In this respect, the possibility of resolving the artistic direction of the museum in a way that is not authoritarian will not depend so much on the possibility of redefining the ‘independent curator’ on the basis of new contributions to discourse in institutional critique. As we have seen, curating, rather than a specific agent, is the sphere in which to negotiate the processes and the relations between the agents who proceed to carry out an exhibition project or the artistic direction of a museum. In this sphere, therefore, change will be possible so long as critical discourses which, while usually approached from the discursive sphere of exhibitions, do not affect structures as often as we might hope, are made to reverberate on their own practice and articulations. As Sánchez de Serdio also reminds us, after Ernesto Laclau and Chantal Mouffe, the possibility of generating public sphere from the museum sphere is not due so much to the possibility of generating politically committed discourses from the two, so much as to understanding the antagonisms between the intervening agents as a circumstance through which precisely to generate public sphere. In this respect, the edu- Dar la vuelta al museo turning the museum on its head pasa tanto por un comisario que se convierte en un educador o viceversa, o que se convierten en sencillamente “iguales”, sino que, independientemente de como se distribuyan las funciones entre los diferentes agentes en cada proyecto en concreto, el reto consiste en replantear estos dos ámbitos mediante la generación de nuevas zonas de contacto y contaminación; entre lo que se ha definido en este texto como la función instituidora del museo –el comisariado– y la interrelación cara a cara con el público y la heterogeneidad social –la educación. En este sentido, la posibilidad de resolver la dirección artística del museo de modo no autoritario no dependerá tanto de la posibilidad de redefinir el “comisario independiente” a partir de nuevas aportaciones en el discurso en la crítica institucional. Tal y como se ha visto, el comisariado, más que un agente en concreto, es el ámbito donde se negocian los procesos y las relaciones entre los agentes que proceden a la realización de un proyecto de exposición o a la dirección artística de un museo. Por lo tanto, desde este ámbito, la transformación será posible siempre y cuando se consigan hacer reverberar sobre su propia práctica y articulaciones unos discursos críticos que, aunque acostumbran a plantearse desde el ámbito discursivo de las exposiciones, no tienen una incidencia estructural tan habitual como sería de esperar. Tal y como recuerda también Sánchez de Serdio, a partir de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, la posibilidad de generar esfera pública desde el ámbito de los museos no se debe tanto a la posibilidad de generar discursos y representaciones políticamente comprometidos desde sus espacios, sino a entender los antagonismos entre los agentes que intervienen en ellos como circunstancia por donde generar precisamente esfera pública. En este sentido, el giro educativo del comisariado debe entenderse en primera instancia como un proceso por donde mantener abiertos a la diferencia los espacios de negociación en relación con los procesos instituidores del museo. Pero, por otro lado, tal como se ha apuntado, la transformación de la cultura institucional tampoco será posible si no se acompaña de un segundo giro, que en este caso procede del trabajo con públicos y circula en dirección hacia el comisariado. El giro educativo en el comisariado no podrá efectuarse si no es por medio de complementarse con la emergencia de un cierto “giro comisarial”, que perpetrándose en este caso desde el ámbito educativo y en relación con la pedagogía crítica, consiga que el trabajo con la heterogeneidad social gane consistencia política en relación con la estructura del museo y permita ampliar continuamente los espacios de antagonismo. Aprender a mantener abierto el diálogo con la heterogeneidad social desde las instituciones culturales, y desbordar así la antigua concepción del museo como espacio disciplinador es lo que está realmente en juego con los procesos de intersección que actualmente se plantean entre la educación y el comisariado. Las posibilidades de reinventar la colaboración entre los espacios de dirección artística en función de expandir el trabajo con la diferencia cultural es lo que puede llevar a procesos en los que la preocupación no es ya por los giros que hacen los comisarios o los educadores, sino por las posibilidades que pueden activar conjuntamente para transformar el museo. Dossier cational turn in curating must be understood in the first instance as a process for keeping the spaces for negotiation open to difference in relation to the museum’s instituting processes. On the other hand, though, as has been pointed out, the transformation of institutional culture will not be possible unless it is accompanied by a second turn, which in this case originates in the work with publics and takes us in the direction of curating. The educational turn in curating will only be possible if it is complemented with the emergence of a certain ‘curatorial turn’ which, made in this case in the educational sphere and in relation to critical pedagogy, means that the work with social heterogeneity acquires political consistency in relation to the structure of the museum and allows continued enlargement of the spaces of antagonism. Learning to keep the dialogue with social heterogeneity open in cultural institutions, thereby transcending the old conception of the museum as a disciplinary space, is what is really at stake in the processes of intersection currently being considered between education and curating. The possibilities of reinventing the collaboration between spaces of artistic direction by extending the work on cultural difference is what could lead to processes in which the preoccupation is not the turns made by curators or educators, but the possibilities they can activate jointly to turn the museum on its head. 55 Dar la vuelta al museo turning the museum on its head Formas de colaboración público-privada. Reacción y planificación ante la crisis / Forms of public-private partnership. Reaction and planning in face of crisis CARME SAIS GRUART Gestora cultural. Presidenta de la Asociación de Profesionales de la Gestión Cultural de Cataluña (APGCC) Cultural manager. President of the Association of Cultural Management Professionals of Catalonia (Associació de Professionals de la Gestió Cultural de Catalunya, APGCC) En respuesta a los efectos devastadores de la crisis sobre la cultura, el sector cultural busca nuevas vias de financiación y adopta formas de gestión más eficientes. La Administración incorpora modelos procedentes de la gestión privada, ensaya nuevas fórmulas de colaboración público-privada, trabaja para incrementar los ingresos propios y se vuelca en la búsqueda de patrocinios y mecenajes. Todo es poco para activar el sector cultural i para intentar buscar salidas eficientes a la situación precaria en que se encuentra después de sufrir recortes y reveses importantes, como ha sido la subida del IVA. Hay que afrontar el futuro, peró no desde la desesperación y la improvisación, sinó desde la innovación, la planificación y la creación de estrategias que permitan situar la cultura en el lugar central que le corresponde como bien público necesario para la sociedad. In response to the devastating effects of the crisis for culture, the cultural sector is looking for new sources of finance and adopting more efficient forms of management. The public administration is incorporating new models taken from private management, experimenting with new forms of publicprivate partnership, striving to increase its own income and devoting itself to the search for patrons and sponsors. No efforts are being spared in activating the cultural sector and trying to find efficient solutions to the precarious situation it is in after suffering serious cutbacks and reversals such as the increase in VAT. We must face the future, not with despair and improvisation, but with innovation, planning and the creation of strategies that will help put culture in the central place it deserves as a necessary public asset for society. Una de las problemáticas que centran el debate cultural hoy en día es la financiación de la cultura. El descenso de recursos públicos y de la demanda hacen inevitable que el sector cultural reaccione con rapidez y asuma el cambio hacia una cultura menos subvencionada y una gestión más eficiente. Con este objetivo, se apela a menudo a la colaboración públicoprivada como posible solución. ¿Qué formas de colaboración público-privadas existen y qué comporta cada una? ¿Qué hemos de esperar de ellas, del cambio de paradigma que estas nuevas formas de gestión suponen? En este artículo pretendo hacer una aproximación a los antecedentes y al contexto de la colaboración público-privada, analizar diversas opciones posibles, defender que es necesaria la planificación y la implementación de sistemas de gestión más avanzados y, finalmente, plantear algunas expectativas sobre el futuro de la gestión cultural que ayuden a superar el callejón sin salida en el que nos hallamos. One of the issues centring the debate on culture nowadays is how to finance culture. The fall-off in public funds and in demand makes it essential that the cultural sector should react quickly and make the move towards less subsidised culture and more efficient management. To this end, there are frequent appeals for publicprivate partnerships as a possible solution. What forms of public-private partnership are there and what does each one involve? What are we to expect from the paradigm shift these new forms of management imply? In this article I hope to approach the precedents and the context of public-private partnerships, analyse various possible options, defend the need for planning and implementing more advanced management systems and, finally, consider some expectations regarding the future of cultural management that might help us find a way out of the present dead end. La financiación de la cultura Cultural funding La financiación de la cultura puede ser pública, privada o público-privada. Los ingresos que puedan generar las actividades (entradas, matrículas, alquiler de espacios, etc.) son considerados como ingresos privados, ya que son aportaciones hechas por particulares (público o usuarios) y se puede decir que representan una forma de copago. Será pública, privada o mixta en función de diversos aspectos que intervienen en la actividad, como son su titularidad, el hecho de ser gratuita o de pago (a precio público de coste, a precio subvencionado o a precio lucrativo), su capacidad de impacto social y su coste. La cultura de calidad tiene un coste que debe financiarse de uno u otro modo si queremos garantizar la calidad, Cultural funding can be public, private or public-private. The potential income from activities (admissions, enrolments, hiring of spaces, etc.) are considered private earnings, as they come from private individuals (public or users) and you might say they are a form of co-payment. It can be public, private or mixed, depending on various aspects that intervene in the activity, such as who is producing it, whether it is free or for a charge (at public cost price, subsidised, or for profit), the scope of its social impact and its cost. Quality culture has a cost that must be funded one way or another if we are to ensure the quality, rigorousness and excellence of the activi- Dossier 57 Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership el rigor y la excelencia de la actividad y la profesionalización, no tan solo de nuestros artistas, sino también de todos los profesionales que el mundo de la cultura requiere para que un producto llegue al público apropiadamente. Cuando hablamos de unos servicios culturales públicos mínimos indispensables, queremos decir que tiene que ser factible garantizar la igualdad de oportunidades de acceso a la cultura, y la financiación de la actividad no debe ser un obstáculo. Por ello, es habitual que su financiación sea pública o con la modalidad de copago. En el caso de los museos, en general, las entradas pagadas por el público no suman un importe suficiente para cubrir el coste de funcionamiento del equipamiento. Incluso uno de los museos más visitados y rentables de Cataluña, el Museu Dalí de Figueres, completa su economía con los ingresos que obtiene en concepto de derechos de autor y con las ventas de merchandising. También el teatro o el cine tienen normalmente costes más altos de producción que posibilidades de recaudación. Esto se complica cuando baja el poder adquisitivo del público potencial y, además, la sociedad está resentida por las consecuencias de la crisis económica. Por otro lado, la cultura debe competir con el ocio de masas, con el fútbol, por ejemplo, sin que sea promovida por los medios de comunicación públicos tal como le correspondería, lo que se puede atribuir al hecho de que algunos mandatarios no valoran la cultura como un bien necesario para la sociedad, tal como nos ha hecho saber hace poco el actual ministro de Cultura, Educación y Deportes, José Ignacio Wert, al proclamar que la cultura es un mero entretenimiento. Otro factor que se debe tener en cuenta es la calidad de los contenidos y la consideración social que tenga una actividad cultural. Una mayoría social considera que la cultura de lo superfluo (ocio cultural) la tienen que pagar los propios consumidores y que la cultura necesaria (la cultura que aporta valores estéticos, morales, intelectuales o artísticos al individuo o a la sociedad) la debe financiar, totalmente o en buena parte, el sector público, dada su consideración de bien social (Lladó, 2008, p. 222). El hecho de entender que la cultura es un bien necesario es una consideración generalizada a nivel social y político que se remonta a la Ilustración y que se asienta como bien universal en 1948 en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Aun así, se observa que “sociedades de tipo tradicionalmente más liberal tenderán más a dejar en manos de la iniciativa privada y el juego de mercado la financiación de la cultura que sociedades más ancladas en tradiciones del estado del bienestar” (Lladó, 2008, p. 221-222). La financiación depende también de la titularidad de la actividad cultural, es decir, de quien tiene su responsabilidad y es su promotor, produciéndose una dicotomía entre sector público y sector privado. El sector público se compone de organizaciones gubernamentales, incluye todo tipo de administraciones públicas y tiene por objetivo el bien común. El sector privado incluye las sociedades (tanto las lucrativas como las no lucrativas), las asociaciones y las organizaciones benéficas, las unidades económicas familiares sin finalidades lucrativas y las empresas con fin lucrativo, y actúan con relación al mercado. Hablamos de tercer Dossier ty and the professionalism, not only of our artists, but also of all the professionals the world of culture needs if a product is to reach the public as it should. When I speak of minimum indispensable public cultural services, what I mean is that it must be possible to guarantee equal opportunities for access to culture and that funding for cultural activity must not be an obstacle. For this reason, funding is usually public or takes the form of co-payment. In the case of museums, generally speaking the amount paid by the public in admission fees does not cover the cost of operating the facilities. Even one of the most visited and profitable museums in Catalonia, the Dalí Museum in Figueres, balances its books with the income from copyright fees and merchandising. The theatre and cinema also normally have higher production costs than they can hope to cover from ticket sales. Things get more complicated when the purchasing capacity of the potential public is reduced and, furthermore, society is feeling the effects of the economic crisis. At the same time, culture has to compete with mass entertainment, such as football, without getting the promotion it deserves on the public media. This can be attributed to the fact that not all government officials value culture as a necessary asset for society, as the present Minister of Culture, Education and Sport, José Ignacio Wert, made clear recently, when he declared that culture is mere entertainment. Another factor to be borne in mind is the quality of the content and the social consideration of a cultural activity. A 58 majority of society feel that the culture of the superfluous (cultural leisure) should be paid for by consumers themselves and that necessary culture (culture that has aesthetic, moral, intellectual or artistic values to offer the individual or society) must be entirely or largely financed by the public sector, in view of its nature as a social asset (Lladó, 2008, p. 222). The realisation that culture is a necessary asset is widespread on the social and political levels and goes back to the Enlightenment. In 1948 its was recognised as a universal right in the Universal Declaration of Human Rights. Nevertheless, it has been noted that ‘societies of a traditionally more liberal type will tend more towards leaving the financing of culture in the hands of private enterprise and market forces than societies more firmly anchored in welfare state traditions’ (Lladó, 2008, p. 221-222). Funding also depends on who produces the cultural activity, that is, who is in charge of it and promotes it, and a split arises between the public sector and the private sector. The public sector is made up of government organisations, includes all sorts of public administrations and its goal is the common good. The private sector includes companies (for profit and not for profit), charitable associations and organisations, non-profit family economic units and for profit firms, and acts in accordance with the market. We speak of the third sector, though, in referring to those bodies or organisations whose activity is directed at covering social needs and are not for profit. In this case, we can speak of management of public services by the civil society. Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership sector, en cambio, cuando nos referimos a entidades y organizaciones que encaminan su actividad a cubrir las necesidades sociales y no tienen ánimo de lucro. En este caso, se puede hablar de gestión de servicios públicos desde la sociedad civil. A pesar de que podemos generalizar que una mayoría de museos europeos son públicos (estatales, municipales, nacionales o eclesiásticos) y que los museos americanos son mayoritariamente privados, este esquema se va rompiendo a medida que las organizaciones culturales europeas se interesan por los modelos americanos privados y esperan que su adopción les permita ser más eficientes y sostenibles. El cambio de paradigma encuentra, sin embargo, obstáculos difíciles de superar debido a su arraigo sistémico, como son el diferente contexto económico, legislativo y formativo y una menor tradición filantrópica. Por otro lado, la viabilidad de un proyecto no depende tan solo del modelo de gestión elegido, sino que responde también a factores coyunturales y a otros aspectos intangibles, como son la credibilidad, la profesionalidad, la capacidad de adaptación y el liderazgo. Sea como sea, siempre es aconsejable diversificar las fuentes de financiación y buscar un equilibrio que haga sostenibles los proyectos. Es recomendable buscar el equilibrio con una financiación híbrida: público-privada. La coz que nos duele pero nos empuja El contexto actual requiere que la colaboración público-privada coja el relevo en la reactivación para salir de la crisis, dado que el sector público no podrá actuar como motor de la economía durante un tiempo. Sería deseable que los efectos de la crisis nos impulsasen hacia una transformación de la gestión cultural para hacerla más eficaz, sostenible y ética y para que combinase equilibradamente la gestión de los contenidos de calidad a medio y largo plazo en lugar de invocar únicamente soluciones basadas en la imaginación y en la improvisación. Es también el momento de reclamar formas más transparentes de toma de decisiones políticas, y que estas estén avaladas y fundamentadas técnicamente. Ya no se puede hacer la vista gorda ante decisiones caprichosas, megalómanas, interesadas o de dudosa solvencia (con motivo de una campaña electoral, para beneficiar unos intereses económicos, etc.). Nuestras ciudades están llenas de edificios culturales inaugurados parcialmente sin contenidos definidos, como la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela, del arquitecto norteamericano Peter Eisenman (141.000 m²), el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer de Avilés (50.000 m²) y el Canòdrom, en el que se gastaron 4.540.000 euros en obras de rehabilitación que no se han acabado, porque el Centre d’Art Contemporani se ha integrado finalmente en la Fàbrica de Creació Fabra&Coats. En el mundo municipal la situación es especialmente difícil y la cultura agoniza debido a los recortes. Tenemos municipios con edificios empantanados o a medio gas, que se construyeron en época de vacas gordas gracias a las subvenciones de la Generalitat o del gobierno español y que ahora no se pueden acabar de pagar o no se pueden mantener o dotar de una programación. Para acabarlo de arreglar, se espera el último remate que supondrá la Dossier Although, generalising, we can say that most museums in Europe are public (stateowned, municipal, national or ecclesiastic) and that most museums in America are private, this pattern is changing as European cultural organisations take an interest in private American models in the hope that adopting them will help make them more efficient and sustainable. But the paradigm shift comes up against obstacles that are nor easily overcome as they have their roots deep within the system. These obstacles include the different economic, legislative and educational context and a less developed philanthropic tradition. In addition, the viability of a project does not depend only on the chosen management model, but also answers to circumstantial factors and other intangible aspects such as credibility, professionalism, adaptability and leadership. Whatever the case, it is always advisable to diversify the sources of funding in search of a balance to make projects sustainable. It is recommendable that this balance should be sought in hybrid, public-private funding. A painful kick-start The present context calls for public-private partnerships to take over in reactivation as a way out of the crisis, since the public sector will not be able to provide the driving force for the economy for some time. It would be a good thing if the effects of the crisis were to push us towards a transformation of cultural management, one that made it more efficient, sustainable and ethical and provided a balance between manage- 59 ment of quality contents and efficient management of funds in accordance with public objectives. Solutions must be found in the medium and long term, rather than just conjuring up solutions based on imagination and improvisation. This is also the moment to demand more transparent forms of political decision-making, with proper technical backing and grounding. We can no longer turn a blind eye to capricious, megalomaniac, biased or questionable decisions (on the occasion of an election campaign, to benefit certain economic interests, etc.). Our towns and cities are full of unfinished cultural facilities or finished ones that are bare of content or underused, the result of poor planning, futile criteria or financial interests. I shudder at the cost of cultural complexes partly inaugurated but without clear contents, like the Ciudad de la Cultura in Santiago de Compostela, by the North-American architect Peter Eisenmann (141,000 m2), the Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer in Avilés (50,000 m_) and the Canòdrom right here in Barcelona, which cost 4,540,000 euros in restoration work that has not been finished, as the Centre d’Art Contemporani has finally been integrated in the Fàbrica de Creació Fabra&Coats. In the municipal world the situation is particularly difficult and culture is being stifled by cuts in spending. We have towns with facilities that are bogged down or just ticking over, begun during the boom years thanks to subsidies from the Generalitat (Catalan government) or the Spanish Govern- Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership reforma de la Ley de bases del régimen local, que incorporará una lectura mucho más restrictiva de la norma competencial que hará posible plantear el cierre de proyectos y servicios, hasta ahora opcionales, en función de una valoración estrictamente económica. En el mapa mundial de los recortes en el campo cultural publicado por The Guardian y elaborado de forma colaborativa en línea,1 se hace visible cómo la crisis actúa como un rastrillo que va expurgando la cultura pública con el cierre de equipamientos (Espai Zer01 de Olot, Espai F de Mataró, Museu de la Batalla de l’Ebre, Vil·la Romana de Centcelles, etc.), la reducción de personal (MACBA, Espai Zer01, etc.) y el recorte de programas y servicios (Escola Pau Casals de Viladecans; universidades de Tarragona, Girona y Barcelona; CAER de Reus, etc.). Otro efecto de la crisis que hay que tener en cuenta es la reducción del poco coleccionismo institucional existente y el recorte de la programación de los centros, unos hechos que afectan gravemente a la continuidad de proyectos, especialmente los de los artistas. La crisis ha asustado al coleccionismo privado, el desánimo se ha apoderado de las galerías por la caída de ventas y estas han optado o bien por hacer menos exposiciones al año o, incluso, por plantearse su cierre. A la falta de clientes, hay que añadir la falta de público. Los gastos que comporta exponer a un artista hacen que se opte por hacer menos exposiciones al año (CoNCA, 2011a, p. 122). Sabemos que la situación empeorará más aún tras el impacto devastador del incremento del IVA sobre la cultura (el impuesto español es el más alto de los diecisiete países de la eurozona) y el anunciado recorte de los presupuestos del Estado para el año 2013, que se sitúa en el 30%. Se prevé que afecte en un 19,6% a la cultura y que afectará con reducciones de las aportaciones de proyectos pequeños y grandes, incluidos los grandes referentes de la cultura del país, como son el Museo del Prado (-29,5%), el Museo Reina Sofía (-25,5%), el MACBA y el MNAC (-30%), y el Liceu (-50%).2 Esperemos que la penuria económica no lleve a estos museos a vender obras de sus fondos –después de dotarse de una forma legal que permita hacerlo–, tal como ha sucedido en algunos museos privados. Simultáneamente a los ajustes presupuestarios, la máquina gubernamental impulsa reformas legislativas que tienen como objetivo la racionalización y la eficiencia de la Administración pública y que, entre otras medidas, proponen potenciar la colaboración del sector público con el sector privado. Este es el caso de la Agència Catalana del Patrimoni Cultural, planteado como la creación de un sistema de racionalización de la gestión de los principales equipamientos museísticos de Cataluña. Vale la pena destacar que entre las funciones de la Agència se encuentra la dinamización del patrimonio cultural mediante la cooperación entre agentes públicos y privados para mejorar su promoción, conservación y gestión, especialmente estableciendo estrategias de apoyo y colaboración con los entes locales. 1 http://www.guardian.co.uk/culture/interactive/2012/aug/03/europe-arts-cuts-culture-austerity. 2 Percentatges estimats la primera setmana d’octubre de 2013 segons els mitjans de comunicació. Dossier ment and that can not be paid for now or can not be maintained or programmed. To make matters worse, the final blow is expected in the form of the reform of the law of local government, which makes a much more stringent reading of the rules governing local authorities’ powers. This will allow the possibility of closing down projects and services that were optional until now, according to strictly economic criteria. On the world map of cuts in the cultural field published in The Guardian and prepared collaboratively on line,1 one can see how the crisis acts as a chisel that cuts away at public culture with the closure of facilities (Espai Zer01 in Olot, Espai F in Mataró, Museum of the Battle of the Ebro, the Roman Villa in Centcelles, etc.), staff reductions (MACBA, Espai Zer01, etc.) and cutbacks in programmes and services (Pau Casals School in Viladecans; Tarragona, Girona and Barcelona Universities; CAER in Reus, etc.). Another effect of the crisis that has to be taken into account is the reduction in the little institutional collecting there is and the cutbacks in the calendars of institutions, seriously affecting continuity in projects, especially those of artists. The crisis has frightened off private collectors, galleries are discourage by the drop in sales and have chosen either to hold less exhibitions every year or even to consider closing. To the shortage of clients must be added the shortage of public. The expense involved in exhibiting an artist means that galleries opt for holding less exhibitions each year (CoNCA, 2011a, p. 122). 60 We can be sure the situation is going to get even worse after the devastating impact of increased VAT on culture (the Spanish taxation rate is the highest of the 17 Eurozone countries) and planned cutbacks of 30% in the state budget for 2013. It is foreseen that culture will be affected to the tune of 19.6% and that it will mean reductions in contributions to small and large projects, including the flagships of the country’s culture, such as the Museo del Prado (-29.5%), the Museo Reina Sofía (-25.5%), the MACBA and the MNAC (-30%) and the Liceu (-50%).2 Let’s hope economic hardship doesn’t lead these museums to sell works from their collections –after finding a legal formula that lets them– like some private museums have done. At the same time as budgets are tightened, government machinery is rolling out legislative reforms whose object is to rationalise the public administration and make it more efficient. Amongst other measures, they aim to strengthen public sector collaboration with the private sector. This is the case of the Catalan Agency for Cultural Heritage (Agència Catalana del Patrimoni Cultural) proposed as a system for rationalising the management of Catalonia’s most important museums. It’s worth highlighting that one of the agency’s functions is to dynamise cultural heritage through cooperation between public and private actors so as 1 http://www.guardian.co.uk/culture/interactive/2012/aug/03/europe-arts-cuts-culture-austerity. 2 Percentatges estimats la primera setmana d’octubre de 2013 segons els mitjans de comunicació. Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership Otra iniciativa que tiene como objeto ayudar a contrarrestar el descenso de la acción pública es el Plan de apoyo al tercer sector social que firmaron la Generalitat de Catalunya y la Taula d’Entitats del Tercer Sector en septiembre de 2012. Se trata de un conjunto de medidas que pretenden potenciar la actividad de las entidades y actuar contra la exclusión social en nuestro país. Algunas medidas en materia de contratación pública adquieren una significación especial, como por ejemplo el establecimiento de un sistema de indicadores de seguimiento de los contratos públicos o el fomento de la contratación pública socialmente responsable, unos principios que son perfectamente extrapolables al sector cultural. Mientras el sector cultural encaja la situación, se produce un creciente interés del sector privado (empresa y tercer sector) por participar del sector público. La entrada de empresas en la prestación de servicios públicos es fruto de la alianza del poder económico y del gubernamental, y responde a intereses políticos y de negocio. Las empresas se acercan con avidez atraídas por una bolsa de negocio que podría ser muy beneficiosa si se explotase de acuerdo con criterios mercantiles. En cambio, el interés del tercer sector se produce por la voluntad de cubrir las deficiencias en servicios públicos y supone una reacción de base social. Formas de colaboración público-privada Actualmente todas las escalas de la Administración pública –des de la Unión Europea hasta los ayuntamientos– apuestan por la puesta en funcionamiento de fórmulas de colaboración público-privada, potenciándolas y promoviéndolas. En primer lugar, expondré un ámbito muy específico de colaboración: el mecenazgo y el patrocinio; en segundo lugar, describiré las diversas formas de gestión propias del sector privado a las que puede recorrer el sector público, y para acabar explicaré las formas de colaboración público-privada. 1. Mecenazgo y patrocinio Desde hace años, el sector cultural ha estado esperando la reforma de la Ley de mecenazgo. A pesar de los intentos recientes, el proyecto de ley se ha congelado, según dice el ministro de Economía, hasta que la situación económica lo permita. El proyecto de ley había sido redactado por una comisión interministerial bajo la condición de que había de atender por igual los ámbitos siguientes: social, cultural, educativo, científico, de innovación, de investigación, deportivo y medioambiental. Por este motivo, pues, estaba previsto que recibiera el nombre de Ley de participación social y mecenazgo. Se trataba de disponer de un marco normativo suficientemente incentivador que exonerase a las empresas del pago parcial o integral de los impuestos a cambio de la financiación de proyectos culturales. A pesar de los temores de una parte del sector de que esta ley supusiera una privatización de la cultura, el secretario de estado de Cultura, José María Lassalle, defendía que se trataba de romper el monopolio del Estado. La propuesta preveía que incluso las aportaciones particulares pequeñas comportasen Dossier to improve its promotion, conservation and management, in particul establishing strategies for support and collaboration with local bodies. Another initiative intended to help counteract the decrease in public activity is the plan to support the third social sector, signed by the Generalitat de Catalunya and the Taula d’Entitats del Tercer Sector in September 2012. This consists of a set of measures intended to strengthen organisations’ activity and take steps against social exclusion in our country. Certain measures in matters of public contracting become especially significant, such as the establishment of a system of indicators for monitoring public contracts or the promotion of socially responsible public contracting, principles that can perfectly well be extrapolated to the cultural sector. As the cultural sector adapts to the situation, there is growing interest in the private sector (business and third sector) for taking part in the public sector. The entry of business into public service provision is a result of the alliance between economic power and government, and responds to political and business interests. Firms are eager to move in, drawn by what could be highly profitable business if it is exploited in keeping with market criteria. On the other hand, interest in the third sector arises from a wish to make up for shortcomings in public services and involves a reaction from society. Forms of public-private partnership Nowadays, every level of public administration, from the 61 European Union to town halls, opts for the adoption of publicprivate partnership formulas and encourages and promotes them. First of all, I shall describe one very specific sphere of collaboration, patronage and sponsorship. Secondly, I shall lay out the various forms of management characteristic of the private sector which the public sector could resort to, and finally I shall explain the forms taken by public-private partnership. 1. Patronage and sponsorship For some years the cultural sector has been waiting for a reform of the law concerning patronage. Despite recent attempts, the bill of law has been frozen, according to the Spanish Minister of the Economy, until the economic situation allows it. The bill was drawn up by an inter-ministerial commission under the consideration that it give equal attention to the social, cultural, educational and scientific spheres, innovation, research, sport and the environment. It was therefore foreseen that it would be called the Ley de participación social y mecenazgo (Law of social participation and patronage). The idea was to provide sufficient incentive in the form of a normative framework that partly or fully exonerated companies from paying taxes in return for funding cultural projects. Despite fears in one part of the sector that this law involved privatising culture, the Secretary of State for Culture, José María Lasalle, defended it on the grounds that it broke the state’s monopoly. The bill foresaw that even small private Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership beneficios fiscales. Sería lo que se denomina impuestos a cuenta. Finalmente el gobierno conservador no se ha visto con ánimos de aprobarla. Quiere mantener la capacidad recaudadora de Hacienda, en concordancia con el objetivo de reducción del déficit, y mantener la centralidad de la redistribución del capital de acuerdo con el interés general y según su criterio. No se ha valorado –parece– que la ley del mecenazgo habría podido convertirse en un factor de dinamización de la economía y de creación de empleo. La actual Ley 49/2002 de mecenazgo es para en cuanto a incentivos fiscales –solo prevé deducciones del 25% del IRPF y del 35% del impuesto de sociedades–, pero se centra en la defensa del patrimonio artístico y la prioriza. En cambio, muchos países que han entendido la importancia de impulsar un sistema de financiación para la cultura que vaya más allá de los recursos públicos, demuestran que la aplicación de una buena ley de mecenazgo supone un incremento del flujo de dinero a favor de la cultura. En Francia, por ejemplo, la deducción llega al 60% para las personas jurídicas y al 70% para las físicas. La ley de mecenazgo francesa se reformó en 2003, y desde entonces las aportaciones de las empresas a la cultura se han multiplicado por 5,3 y han pasado de 150 millones de euros en 2004 a 683 en 2011. En los Estados Unidos las empresas pueden desgravar hasta el 100% de sus aportaciones y los mecenas –grandes y pequeños donantes– son los que hacen posible el entramado universitario, científico y cultural del país. En el Reino Unido las empresas y los particulares pueden desgravar del impuesto de sociedades o de la declaración de la renta el importe de las donaciones hechas a favor de actividades artísticas, siempre que no se trate de actividades que produzcan ingresos que reviertan en el donante. En Italia los mecenas culturales pueden deducir el 100%, y se han dado casos espectaculares, como por ejemplo la donación efectuada por un fabricante de zapatos, Diego della Valle, que ha permitido la restauración del coliseo romano. Será necesario, sin duda, continuar trabajando para reclamar que el Estado español elabore una leyes convenientes de patrocinio y mecenazgo que estimulen la inversión privada en la cultura y las artes. Que se haya aparcado la ley ha sido una decepción más para el sector cultural y un nuevo retraso del Estado en su competencia respecto a otros que son potentes en el mercado mundial de la cultura. No obstante, el patrocinio y el mecenazgo son recursos a los que se puede acudir. No hay que perder la esperanza en el empresariado de nuestro país y debemos esperar que se muestre sensible y colabore para hacer posibles las actividades culturales. Esperemos que la situación no sea tan extrema como la que padeció hace unos cuantos años el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, que se salvó del cierre gracias al donativo del filántropo Elie Broad, uno de los ejemplos que se pueden mostrar a nuestro sector empresarial, ya que ilustra el papel determinante que puede tener en el campo cultural. Por consiguiente, debe considerarse que se reconocen como Dossier contributions would bring tax benefits. It would be what is called ‘taxes on account’. In the end the conservative government has not seen fit to approve it. It wants to preserve the Treasury’s income, in line with the target of reducing the deficit, and preserve the centralised redistribution of capital in keeping with the general interest and according to its own criterion. It seems not to have taken into account the fact that the law of patronage could have been used to relaunch the economy and create jobs. The present law of sponsorship (49/2002) is sparing when it comes to tax incentives (it only foresees deductions of 25% on personal tax and 35% on company tax), but it centres on the defence of the artistic heritage and makes it a priority. In contrast, many countries that have understood the the importance of developing a funding system for culture that goes beyond public resources show that implementing a good law of patronage involves an increase in the flow of money in favour of culture. In France, for example, deductions reach 60% for legal persons and 70% for natural persons. The French law of patronage was reformed in 2003 and since then contributions to culture have been multiplied by 5.3, going from 150 million euros in 2004 to 683 million in 2011. In the USA, companies are exempt from tax on 100% of their contributions and sponsors, large or small donors, are what make the country’s web of universities, science and culture possible. In the United Kingdom, businesses and private indi- 62 viduals can claim exemption from company or personal tax for donations made in favour of artistic activities, so long as these activities do not produce income for the donor. In Italy, patrons of culture can deduct 100% and there have been spectacular cases, like the donation by one shoe manufacturer, Diego della Valle, thanks to which the Colosseum in Rome has been restored. It will therefore obviously be necessary to keep working to get the Spanish state to draw up suitable laws concerning patronage and sponsorship to stimulate private investment in culture and the arts. The fact that the law has been put on ice means yet another disappointment for the cultural sector and further delay by the state in its competence with regard to others that wield power in the world cultural market. Nevertheless, patronage and sponsorship are available resources. We must not lose hope in our country’s entrepreneurs and must hope they will show their awareness and help to make cultural activities possible. Hopefully, the situation is not as extreme as the one suffered by the Museum of Contemporary Art of Los Angeles some years ago, when the museum was saved from closure thanks to the donation by the philanthropist Elie Broad, an example that can be held up to our business sector as it illustrates the decisive role it could have in the field of culture. It should therefore be considered that gifts, donations and contributions to non-profit organisations, agreements for collaboration by businesses in Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership mecenazgo los donativos, las donaciones y las aportaciones realizadas a favor de las entidades sin finalidades lucrativas, los convenios de colaboración empresarial en actividades de interés general, el gasto hecho en actividades de interés general y los programas de apoyo a acontecimientos de excepcional interés público. Hay que tener clara también la diferencia entre patrocinio y mecenazgo, ya que las reglas del juego son diferentes. Mecenazgo son las donaciones realizadas para el sostenimiento de la cultura o las artes con carácter filantrópico, sin ninguna finalidad comercial ni contrapartida. Las acciones de mecenazgo ayudan a mejorar la reputación de las organizaciones que las llevan a cabo. El patrocinio, en cambio, comporta beneficios de imagen a quien realiza la aportación. Lo que marca la diferencia entre uno y otro es, por tanto, la existencia o la ausencia de contrapartidas. Con todo esto, una variante muy interesante, a la que podemos apelar, es la de la responsabilidad social corporativa (RSC) de las empresas, una fórmula que se define como el conjunto de acciones que realizan las empresas para que sus actividades tengan repercusiones positivas sobre la sociedad y que suponen una afirmación de sus valores. Esta implicación tiene repercusiones en el mercado, y las empresas lo saben, dado que la sociedad premia a las entidades que son socialmente responsables. Otro tema muy diferente, que no debemos confundir, es el patrocinio, que consiste en la financiación de actividades a cambio de publicidad, una operación comercial que requiere un contrato especial. En el caso de los museos, el mecenazgo es muy importante, ya que la donación de colecciones ha sido el germen de muchos museos y una vía de crecimiento. Una de las primeras colecciones públicas concebida como tal fue la que el papa Sixto VI donó a Roma en 1471, formada por obras procedentes del Capitolio. Casi todos los grandes museos europeos estatales deben su origen al coleccionismo desarrollado por los reyes y gobernantes. En 1765, por ejemplo, se abría la Galleria degli Uffizi, que ponía al alcance público buena parte de la colección de los Médicis. En los Estados Unidos, durante el siglo xix, varios particulares crearon su propio museo, con objetivos educativos y filantrópicos, como muestra de agradecimiento a su comunidad. En Europa encontramos el caso de las colecciones Thyssen, y en los Estados Unidos, colecciones muy significativas, como la del banquero Robert Lehman, formada por tres mil espléndidas obras de arte de diversos estilos y épocas que donó al Metropolitan en 1969, o la de arte italiano del comerciante Samuel H. Kress, que se integró mayoritariamente a la National Gallery de Washington. Otras grandes colecciones donadas a los museos norteamericanos son las de los grandes magnates Frick, Mellon, Morgan, Rockefeller, Rothschild, Guggenheim, etc., unos nombres conocidos como grandes fortunas pero también como destacados filántropos de reconocimiento mundial. Cataluña también tiene una cierta tradición de mecenazgo en el campo de los museos. Todos sabemos la importancia que han tenido para el MNAC el legado Cambó o los depósitos ThyssenBornemisza y Carmen Thyssen. A su vez, el MACBA sigue el sistema anglosajón, de modo que parte de la colección depende de Dossier activities of general interest, spending on activities of general interest and programmes in support of events of exceptional interest are all considered to be forms of patronage. We must also be clear about the difference between patronage and sponsorship, as the the rules of the game are very different. Patronage consists in donations of a philanthropic nature made to support culture or the arts, with no commercial objective and no return. Patronage helps to improve an organisation’s reputation. Sponsorship, on the other hand, benefits the sponsor’s image. The difference between the two, therefore, lies in the presence or absence of compensation. As well as all this, one very interesting variation is to appeal to businesses’ corporate social responsibility (CSR), a formula defined as the set of actions undertaken by companies so that their activities have positive repercussions for society, actions that can be taken as a statement of values. This involvement has repercussions on the market, and companies know it, as society rewards organisations that are socially responsible. Another very different matter, which we must not confuse with this, is sponsorship, which consists in financing activities in return for publicity, a commercial transaction requiring a special contract. In the case of museums, patronage is very important as donations of collections have been the germ of many museums and a form of growth. One of the first public collections conceived as such was the 63 one Pope Sixtus IV donated to Rome in 1471, which consisted of works from the Capitol. Almost all the large European museums have their origin in the collections of kings and rulers. In 1765, for example, the Galleria degli Uffizi opened, making a large part of the collection of the Medici family accessible to the public. In the United States, during the 19th century, various people set up their own museums, with educational and philanthropic aims, to show their gratitude to the community. In Europe we find the case of the Thyssen collections and, in the USA, very important collections like the one belonging to the banker Robert Lehman, consisting of 3,000 splendid works in different styles and from different periods, which he donated to the Metropolitan in 1969, or the one of Italian art belonging to the businessman Samuel H. Kress, most of which entered the National Gallery in Washington. Other important collections donated to NorthAmerican museums are those of the magnates Frick, Mellon, Morgan, Rockefeller, Rothschild, Guggenheim, etc., names known for their large fortunes but also as leading philanthropists known the world over. In Catalonia there is also a certain tradition of patronage in the museum world. We all know how important the Cambó Legacy or the ThyssenBornemisza and Thyssen loans have been for the MNAC. The MACBA, for its part, follows the system used in the Englishspeaking world, so that part of the collection depends on the Fundació MACBA, a foundation made up of business and private individuals. In return, Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership la Fundació MACBA, formada por empresas y particulares. Los patronos de la Fundació reciben a cambio contraprestaciones de exclusividad y facilidades para el uso de los espacios del museo o privilegios como visitas guiadas y entradas gratuitas, además de beneficiarse de deducciones fiscales. Aun así, parece confirmarse que estas contrapartidas no son lo que motiva al sector privado a hacer donaciones para la adquisición de obras de arte, sino que el auténtico motivo es la sensibilidad artística y la voluntad de formar parte de una proceso cultural (CoNCA, 2011b, p. 20). Este tipo de donaciones y legados configuran una de las aportaciones más durables y provechosas del sector privado al sector público. Sería interesante definir una política de promoción del coleccionismo privado y del mecenazgo. Cabe decir que promover donaciones o cesiones de colecciones a los museos tiene que responder a una política definida de adquisiciones de los museos (o a una política pública de adquisiciones de obras de arte). Sin embargo, deben establecerse criterios técnicos de valoración de las ofertas de donaciones y supeditar la aceptación de fondos a su interés público, de acuerdo con criterios de expertos, y a la existencia de garantías en cuanto a la viabilidad de su mantenimiento y su gestión con cargo al erario. Tal y como indicaba la diagnosis del CoNCA: “Ha habido una inversión excesiva del sector público en edificios para albergar colecciones privadas, cuyo valor no ha sido evaluado por expertos” (CoNCA, 2011, p. 123). Otra forma de contribución del sector privado a la sociedad son la fundaciones que desarrollan finalidades públicas. En los últimos años han surgido varias fundaciones privadas con colecciones de arte contemporáneo, como la Fundació Vila Casas, Cal Cego, la Fundació Sorigué o la Fundació Suñol, una aportación bienvenida por el tejido cultural del país, sobre todo si se autofinancian. El problema se presenta cuando estas iniciativas buscan el apoyo público, ya sea pidiendo subvenciones para su mantenimiento o reclamando edificios públicos que las acojan aportados por la Administración pública, ya que en ocasiones llegan a disputar recursos a otras actividades y servicios públicos que se consideran necesarios y que se desarrollan conforme a políticas culturales de larga trayectoria pública. 2. Formas de prestación de servicios culturales públicos desde la eficiencia y las buenas prácticas Hemos visto que en los países anglosajones se han hecho reformas del sistema político-administrativo con el objetivo de mejorar en eficacia y eficiencia. Una de las formas posibles es la adopción de metodologías y criterios de trabajo propios del sistema privado en el sector público. El arraigo de las formas burocráticas y la resistencia al cambio hacen que estos procesos sean muy lentos si se llevan a cabo internamente, aunque, como he expuesto anteriormente, estos cambios son necesarios si se quiere mantener la prestación de servicios desde la función pública pero con eficacia. Este reto requiere que sea una prioridad política y que el proyecto reformista cuente con un fuerte liderazgo sustentado a largo plazo. Según el experto Xavier Pont, la transformación del sector público comporta ocho reformas estructurales: introducir Dossier the foundation’s patrons are compensated in the form of exclusive rights and facilities for the use of the museum premises or privileges such as guided visits or free admission, as well as benefiting from tax deductions. Nevertheless, there seems to be confirmation that these considerations are not what motivates the private sector to buy works of art, but that the real reason is a feeling for art and the wish to be part of a cultural process (CoNCA, 2011b, p. 20). Donations and legacies of this type make up one of the most lasting and profitable contributions by the private sector to the public sector. It would be interesting to establish a policy to promote private collection and patronage. Of course, promoting donations or ceding collections to museums must respond to a defined purchasing policy of museums (or to a public policy of purchasing works of art). However, technical criteria must be established for valuing the offers of donations and conditioning acceptance of collections to their public interest, according to the criteria of experts, and to guarantees as regards the viability of their maintenance and management at the expense of the public treasury. As the diagnosis of the CoNCA indicated, ‘There has been excessive investment by the public sector in buildings for housing private collections whose value has not been assessed by experts’ (CoNCA, 2011, p. 123). Another form of contribution by the public sector are the foundations working towards public objectives. In the last few years, various private funds have emerged with collections 64 of contemporary art, such as the Fundació Vila Casas, Cal Cego, the Fundació Sorigué and the Fundació Suñol, welcome contributions to the country’s cultural fabric, especially if they are self-financing. The problems arise when these initiatives look for public support, either asking for subsidies for maintenance or asking to be housed in public buildings provided by the public administration, since they sometimes compete for funds with other public activities and services that are considered necessary and that take place according to cultural policies with a long history in public life. 2. Ways of providing public cultural services on the basis of efficiency and good practices We have seen that the countries of the English-speaking world have introduced reforms into their political and administrative systems with the object of improving effectiveness and efficiency. One of the ways this can be done is for the public sector to adopt the methodologies and working criteria of the private sector. The entrenchment of bureaucracy and resistance to change make these processes very slow if they are carried out internally, although, as described above, these changes are necessary if we want to preserve services that are provided publicly but efficiently. This challenge requires that it be made a political priority and that the plan for reform should have strong leadership sustained in the long term. According to the expert Xavier Pont, transforming the public sector involves eight structural reforms: the introduction of results-based Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership la gestión por resultados, ahondar en la simplificación administrativa y en la mejora de la regulación, mejorar la actividad en los mecanismos de control de la Administración, hacer un uso extensivo y controlado de mecanismos privados de gestión y de colaboraciones público-privadas, dotar a la Administración de autonomía de gestión mediante un proceso de agencialización, impulsar la dirección pública profesional, emprender la reforma de la función pública y mejorar la negociación colectiva del sector público (Pont, 2002, p. 266). Como alternativa mucho más rápida, se puede recorrer a la privatización, a la externalización o a formas de colaboración público-privadas que aprovechen recursos públicos pero que eludan los sistemas de la gestión pública, mejoren la eficiencia y favorezcan el crecimiento de las empresas a través del desarrollo de negocios en el sector público. En todos los casos el objetivo debería ser conseguir estos resultados que de una u otra manera parecen inviables. Las limitaciones de la financiación pública y la voluntad de ayudar del sector privado son motores de este cambio, que se remonta a los años noventa. Cabe decir que en el momento de recesión actual optar por procesos de privatización que tengan por objetivo cubrir la financiación sin aportar mejoras en el crecimiento económico puede ser un gran peligro. Tal y como afirma Daniel Faura, presidente del Colegio de Censores Jurados de Cuentas de Cataluña, “si el objetivo es la racionalización y optimización de los recursos públicos, existen diferentes modelos posibles, y solo uno de ellos es la privatización. Así pues, se debe- ría ver en cada caso los aspectos claves de esta relación públicoprivada que se tienen que tener en cuenta: propiedad, financiación, prestación y control, y elegir en cada caso el que sea más apropiado. Los órganos públicos que realicen una privatización dejarán de prestar directamente un servicio público, pero si este servicio es de su competencia, tienen que seguir siendo garantes de que aquellos servicios se prestan en las condiciones pactadas de precio y calidad” (Faura, 2012). A medio camino encontramos la externalización (subcontratación) de la gestión de servicios que antes habrían prestado empleados públicos y que ahora se encargan a empresas y organizaciones no lucrativas, manteniendo la titularidad y la financiación públicas. Este tipo de colaboración se puede resolver a través de formas simples, como convenios de colaboración, o más complejas, como son los contratos de obras y servicios. Para llevar a cabo un correcto proceso de externalización, el proceso y la implementación se deben planificar adecuadamente, se tienen que establecer canales de comunicación óptimos entre la Administración y el agente externo, se debe redactar un contrato completo y debe realizarse un seguimiento metódico y una evaluación cuidadosa. Otra fórmula más equilibrada son los partenariados públicoprivados que se basan en acuerdos de colaboración voluntaria y estable entre organizaciones públicas y privadas para compartir riesgos, costes y beneficios. Un buen ejemplo en este sentido es la modalidad de gestión coparticipada que, por ejemplo, se lleva a cabo en Girona y en Salt en el Festival Temporada Alta, una Dossier management, greater simplicity in administration and improved regulation, greater agility in the administration’s control mechanisms, extensive and controlled use of private management mechanisms and public-private partnerships, the introduction of autonomy of management into the administration through a process of agencification, the promotion of professional public management, reforms in public service and improvements in collective bargaining in the public sector (Pont, 2002, p. 266). A much faster alternative is the resort to privatisation, outsourcing or forms of public-private partnerships that make use of public resources while avoiding public management systems, improve efficiency and favour company growth through the development of businesses in the public sector. In all these cases the object should be to achieve these results which somehow seem not to be viable. The shortcomings of public funding and the private sector’s wish to help are the driving force for this change, which goes back to the 1990s. Of course, in the present moment of recession, opting for privatisation processes whose object is to cover funding without making improvements in economic growth could be very dangerous. As Daniel Faura, President of the Association of Chartered Accountants of Catalonia (Col·legi de Censors Jurats de Comptes de Catalunya), says, if the object is the rationalisation and optimisation of public resources, there are different possible models, and privatisation is only one of them. In each case, therefo- 65 re, we need to look at the key aspects of this public-private relation that need to be borne in mind: ownership, funding, provision and control, in each case choosing the most suitable. Public bodies that carry out privatisation will no longer be providing a public service directly, but if this service is their responsibility, they must continue to guarantee that these services are provided in the agreed conditions of price and quality’ (Faura, 2012). The middle way is to outsource (subcontract) management of services that previously had to be provided by public employees and are now undertaken by non-profit companies or organisations, while still being publicly run and funded. This type of collaboration can be established in simple formats, such as collaboration agreements, or more complex formats, such as contracts for works and services. For outsourcing to work properly, the process and the implementation must be suitable planned, optimal channels for communication must be established between the administration and the outside agent, a comprehensive contract must be drawn up and there must be methodical monitoring and careful assessment. Another more balanced formula is public-private partnership based on stable, voluntary collaboration agreements between public and private organisations to share risks, expenses and profits. A good example of this is the coshared model of management which is in place, for example, in Girona and Salt for the High Season Festival (Festival Tem- Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership producción de la empresa Bitò Produccions, SL, con participación de los ayuntamientos de los dos municipios, de la Generalitat de Catalunya y de la Diputación de Girona. Existen otras formas de colaboración que se basan en poner al alcance de empresas y particulares los recursos públicos, como son los equipamientos o la infraestructura. Esto comportaría, como dice Martinell, “espacios que facilitasen la dinamización del sector cultural a partir de una buena alianza público-privada en clave de I+D+i y el fomento de la ocupación en el sector. Ya es hora de que el concepto de low cost pueda aplicarse a equipamientos culturales de atracción de iniciativas creativas, donde puedan convivir el espacio público con la creación y el desarrollo económico (…) contenedores, facilitadores de los procesos creativos y empresariales, en los que los contenidos los aporten los actores culturales que tienen proyectos, ideas y cosas que compartir y que se comprometan a generar actividad y empleo cultural” (Martinell, 2009, p. 33). Por lo que se refiere a la contratación público-privada, la Ley de contratos del sector público la define como una forma de contrato a largo plazo para la instalación, el mantenimiento y la explotación de sistemas complejos en la que el contratista realiza trabajos necesarios para prestar un servicio que le encomienda la Administración a cambio de un precio vinculado al cumplimiento de unos objetivos de rendimiento (disponibilidad, calidad, etc.). Las ventajas son que se mejoran los plazos de ejecución y los costes, al mismo tiempo que se dinamiza el mercado laboral y la economía en general. La clave del éxito que hará que el intercambio sea justo es el establecimiento de garantías a través de unos buenos mecanismos de control de la calidad y el gasto. Hay que destacar, sin embargo, que el sistema produce una confrontación de intereses, dado que las empresas buscan la máxima rentabilidad económica y las administraciones se deben a la rentabilidad social (o al rendimiento político). La poca experiencia y la falta de rigor que existen aún en este país incrementan mucho el riesgo que puede comportar no afinar los pliegos de los concursos donde se definen todas las condiciones y los resultados esperados y se prevén los imprevistos que pueden surgir. Así pues, será recomendable ser prudente y riguroso a la hora de adaptar este modelo para que la Administración pública no pierda el control del proyecto. Por un lado, a pesar de que es habitual pensar que el sector privado es más competitivo y eficiente, sabemos que existen también casos de fracasos en el sector privado. También debe considerarse que privatizar o externalizar puede hacer perder muchos puestos de trabajo a personal cualificado en beneficio de la creación de no tantos puestos de trabajo en el sector privado. Por otro lado, la vocación de servicio es un valor que en ocasiones es difícil de inculcar en el ámbito privado, al mismo tiempo que puede ser una dificultad para el sector privado trabajar a partir de normativas y criterios del sector público que le son ajenos. Finalmente, debe prestarse atención y evitar que surjan problemas de equidad, transparencia y concurrencia en el uso de mecanismos privados, y estos problemas deberán preverse y resolverse previamente, en el Dossier porada Alta), produced by the Bitò Produccions SL firm in partnership with Girona and Salt town halls, the Generalitat de Catalunya and the Girona Provincial Corporation. There are other, simpler forms of collaboration that are based on making public resources such as facilities and infrastructures available to businesses and private concerns. This, as Martinell says, involves ‘spaces that facilitate dynamisation of the cultural sector through an efficient public-private alliance based on R&D&I and job promotion in the sector. It’s time the concept of ‘low-cost’ could be applied to cultural facilities for attracting creative initiatives, where the public space could coexist with creation and economic growth … containers, facilitators of creative and entrepreneurial processes, in which the contents are contributed by the cultural stakeholders who have projects, ideas and things to share and who undertake to generate cultural activity and employment’ (Martinell, 2009, p. 33). As regards public-private contracting, the Law of Contracts of the public sector defines this as a form of long-term contract for the installation, maintenance and running of complex systems in which the contractor undertakes the work necessary for providing the service requested of him by the administration in return for a price linked to fulfilment of certain performance targets (availability, quality, etc.). The advantages can be improved in terms of execution and costs, at the same time as the job market and the economy in general are dynamised. The key to success 66 which will make the exchange a fair one lies in establishing guarantees through the right mechanisms for controlling quality and costs. It must be noted, though, that the system leads to a conflict of interests, as businesses aim at maximum economic profitability and the administration has a duty to social profitability (or political profitability). The lack of experience and rigorousness still to be found in this country greatly increases the risk involved in not polishing the terms of contests which define conditions and expected results and allow for unexpected surprises that may turn up. It is therefore advisable to be cautious and rigorous in adopting this model if the public administration is not to lose control of the project. For one thing, although we usually think that the private sector is more competitive and efficient, we know there are also cases of failure in the private sector. We must also bear in mind that privatisation or outsourcing can lead to the loss of many skilled jobs in favour of the creation of less jobs in the private sector. For another, the public sector’s vocation for public service is sometimes difficult to instil in the private sphere, at the same time as it can be difficult for the private sphere to work according to public sector rules and criteria that are foreign to it. Finally, we need to pay attention and ensure that problems do not arise affecting equality, transparency and competition in the use of private mechanisms. These problems will have to be foreseen and solved beforehand, in the procedure for defining terms and conditions. Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership procedimiento de definición de los pliegos de condiciones. Por lo que se refiere a la creación de entes públicos, parece que actualmente la Administración quiere retraer el boom que se produjo a lo largo de los últimos cincuenta años a favor de fórmulas de colaboración público-privada. El objetivo que impulsaba su creación era sobre todo conseguir más eficacia, lo que no siempre se ha conseguido, pero todo hace pensar que también se utilizaban para escapar de los rígidos controles de la Administración, es decir, como forma para driblar obligaciones legales que en el seno de la Administración son ineludibles. Algunos expertos han criticado también que en ocasiones encubren repartos de poder. En el buen sentido, sin embargo, se hace difícil no pensar que la Administración pública y el sector privado en buen momento se han encontrado. Por un lado, la Administración no tiene recursos, y recorrer a la iniciativa privada le permite abastecer a servicios sin hacer grandes inversiones. Por otro lado, las empresas ven al sector público como un pastel apetitoso que les permite desarrollar el negocio e incrementar los beneficios. El pastel puede ser tan grande que es posible que los dos sectores se hayan ido seduciendo mutuamente y que hayan ido haciendo campaña promocional de las ventajas que puede tener la colaboración público-privada. En definitiva, la colaboración público-privada se convierte en el nuevo paradigma de la gestión pública. Incluso se ha llegado a denominar estado relacional y se ha dicho que se espera de él que supere el estado del bienestar. Es de de- sear que este paradigma aporte innovación y creatividad, nuevas formas ingeniosas de financiación, eficiencia en la provisión de productos y servicios, transparencia, más participación ciudadana, etc. Puede adoptar formas diversas, como alianzas formales (como son la participación público-privada o las empresas mixtas), conciertos, concesiones, cheques, etc., o tomar forma en el desarrollo de redes o el establecimiento de acuerdos de colaboración puntuales (Pont, 2002, p. 274). La coyuntura de crisis, la escasez de recursos, la globalidad y la existencia de una mentalidad abierta a todas las Co (coparticipación, colaboración, cogestión, etc.) hacen que su penetración en el sector sea rápida y, en parte, incluso natural. Algunos museos ya han hecho su reconversión hacia modelos propios del sector privado. El Museo del Prado hizo el proceso de cambio a partir de 2003, cuando se aprobó la Ley reguladora del Museo Nacional del Prado, que le dotaba de más autonomía y capacidad de actuación. Este cambio le ha permitido limitar la financiación pública al 60% del total de su presupuesto, mientras que el museo aporta el 40% restante. Como otros directores de grandes equipamientos, el director del Prado, Miguel Zugaza, ve el futuro del museo ligado al sector privado: “Está claro que el sistema no se podrá sustentar como hasta ahora. Cambiará la forma de financiación de los museos, del mismo modo que la de todos los servicios públicos. No será solo la Administración quien decidirá qué se puede mantener y qué no, sino que la sociedad civil adquirirá un protagonismo muy grande” (García, 2012). Por este camino avanza el Reina Sofía, Dossier As regards the creation of public bodies, it seems that the administration today wants to turn back the boom that has taken place over the last 50 years in favour of publicprivate partnership formulas. The goal of their creation was above all to achieve greater efficiency, something that has not always happened, but everything suggests that they were also used to escape the administration’s rigorous controls, in other words, as a way of getting round the legal obligations that are ineluctable within the administration. Some experts have also criticised the fact that they are sometimes a cover-up for cronyism. Being positive, though, it’s difficult not to feel that the public administration and the private sector can be good for one another. For one thing, the administration has no resources, and resorting to private initiative means it can provide services without making large investments. For another, companies see the public sector as a tasty cake with which to develop business and increase profits. The cake can be so big that it’s possible the two sectors have been seducing each other mutually and have been advertising the advantages publicprivate partnerships can have. In short, public-private partnership is becoming the new paradigm in public management. It has even been referred to as the ‘relational state’ and it’s said it’s expected to replace the welfare state. It would be a good thing if this paradigm brought innovation and creativity, ingenious new forms of funding, efficiency in the provision of products and servi- 67 ces, transparency, more public participation, etc. It could take various forms, such as formal alliances (like public-private participation or mixed companies), agreements, concessions, checks, etc., or materialise in the development of networks or the establishment of one-off collaboration agreements (Pont, 2004, p. 274). The combined circumstances of crisis, shortage of resources, globality and the presence of an open mind to to all the ‘Cos’ (co-sharing, collaboration, co-management, etc.) mean that its entry into the market will be quick and, in part, even natural. Some museums have already converted to private sector models. The Museo del Prado made the move as from 2003, when the law governing the museum was passed, giving it greater autonomy and room to act. The change has allowed it to limit public funding to 60% of its total budget, while the museum contributes the remaining 40%. Like other directors of large public facilities, the Director of the Prado, Miguel Zugaza, sees the future of the museum tied to the private sector: ‘The system obviously can’t support itself as it has up till now. The way museums are funded will change, the same as with all public services. It won’t be just the administration who decides what can be maintained and what can’t; civil society will come to play an important role’ (García 2012). This is the path taken by the Reina Sofía, which now also has its own law. The museum is facing the budget cuts by looking for ways to increase its own resources and developing a foundation project with the object of involving the ci- Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership que ya cuenta también con su ley reguladora. El museo encara el recorte de presupuestos buscando formas de incrementar los recursos propios y desarrollar un proyecto de fundación que tendrá por objetivo la entrada de la sociedad civil en sus proyectos. Manuel Borja-Villel afirma: “Estamos viviendo un cambio de paradigma. (…) El mundo de la cultura, y en particular el de los museos, tiene que replantearse sus principios. Tenemos la obligación moral y ética de buscar otras formas de institucionalidad, es decir, nuevas formas de coleccionar, de crear relatos y de educar” (García, 2012). También llegan a Cataluña los cambios y se especula que, probablemente, el proyecto del Museu del Disseny HUB de Barcelona será un banco de pruebas donde se ensayará un modelo de coinversión y de gestión compartida público-privada con el objetivo de obtener el máximo rendimiento, eficacia y eficiencia. La irrupción de la sociedad civil organizada y los efectos del 15-M Como hemos dicho, uno de los agentes privados que protagoniza acuerdos de colaboración público-privados son las entidades sin ánimo de lucro que intervienen con el deseo de satisfacer necesidades colectivas que de otro modo quedarían desatendidas. La bonanza de su finalidad no esconde que puedan existir casos de déficits cualitativos y que se hayan detectado algunos casos de paternalismo, particularismo, amateurismo e insuficiencia. Cuando se acude a la incorporación de la sociedad civil y a la iniciativa privada en un sector concreto de actuación tan especializado como es el de la cultura, es necesario definir previamente los requisitos mínimos que tienen que cumplir las organizaciones privadas a las que se asignen trabajos y responsabilidades públicas. Se deben tener garantías de solvencia, rigor y profesionalidad, pero también se tiene que velar para que el trabajo especializado se preste con conocimiento y experiencia suficientes. Se ha detectado que es un problema real la adjudicación de concursos de contratación de servicios externos a empresas generalistas o de campos ajenos al nuestro que han dado como resultado servicios cualitativamente devaluados. Finalmente, debemos hablar también de las iniciativas directas hacia la sociedad del tercer sector o de comunidades organizadas por un interés común sin prácticamente apoyo o aportación pública. Se detecta un incremento de la actividad de las asociaciones y el nacimiento de nuevas organizaciones en el campo cultural que aportan nuevas formas de hacer las cosas, más participativas e innovadoras por lo que se refiere a formatos, criterios y objetivos. Este hecho ha llamado la atención de la Administración pública, que ha visto la posibilidad de complementariedad, o de alternativa, en la realización de servicios a la población, y por ello ofrece, no solo permisividad (sobre todo si no se trata de dinero, como puede ser la cesión de espacios y materiales o el pago de los consumos). Da la impresión de que la sociedad está empapada en cierto modo del espíritu del 15-M. El fenómeno se desarrolla horizontalmente y en red, al margen de la Administración, reclama un espacio propio y da valor a la Dossier vil society in its work. Manuel Borja-Villel says, ‘We’re seeing a paradigm shift. … The world of culture, and in particular that of museums, must reconsider its principles. We have the moral and ethical obligation to search for other forms of institutionalism, that is, other ways of collecting, of creating stories and educating’ (García, 2012). rousness and professionalism, but care must also be taken that specialised work is carried out with sufficient skill and expertise. A real problem has been found in the adjudication of contracts for external services to generalist companies or companies from fields outside our own which have resulted in poor quality services. In Catalonia, too, change is on the way and it’s speculated that Barcelona’s Museum of Design HUB will probably be a testbed for trying out a new model of co-investment and publicprivate shared management with the object of obtaining maximum performance, effectiveness and efficiency. Finally, I must also mention direct initiatives with third-sector companies or communities organised for a common interest with practically no public support or contribution. There is a noticeable increase in the activity of associations and the birth of new organisations in the field of culture that bring new ways of doing things using more participative and innovative formats, criteria and objectives. This fact has drawn the attention of the public administration, which has spotted a possible complement or alternative for providing services for the population and therefore offers not just permissiveness (in cases on the edge of the rules or exceptions to them), but also a certain logistical support (especially when money is not involved, as in the loan of premises and materials or payment of running costs). The entry of organised civil society and the effects of the 15-M movement As I said, one of the private stakeholders who feature in public-private collaboration agreements are non-profit organisations, who take part out of a desire to satisfy collective needs that would otherwise be overlooked. The merits of their aims do not hide the fact that there may be cases of shortcomings in quality and that there have been cases of paternalism, particularism, amateurism and inadequacies. When one resorts to the incorporation of civil society and private initiative in a particular sector as specialised as the culture sector, one must previously define the minimum requirements to be fulfilled by the private organisations entrusted with public tasks and responsibilities. There must be guarantees of solvency, rigo- 68 It really seems as though society has somehow soaked up the spirit of the 15-M movement. The phenomenon spreads horizontally and on the net, separate from the administration, it claims a space of its own and places a value on private initiative and self-management. To give just one example, in La Bordeta, in Barcelona, volunteers have organised to launch a people’s library in the old Can Batlló factory, abandoned as a Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership iniciativa privada y a la autogestión. Por poner un ejemplo, en La Bordeta de Barcelona grupos de voluntarios se han organizado para poner en marcha una biblioteca popular en la antigua fábrica de Can Batlló, abandonada como consecuencia de la crisis, que se ha convertido en la biblioteca autogestionada más grande de Cataluña. Gracias a la aportación de voluntarios y a donaciones particulares, los vecinos del barrio cuentan con una biblioteca de quince mil libros, un taller de lectura y escritura, una sección infantil y una sala de exposiciones y proyecciones. Un espacio que se reivindica a sí mismo: “Ante la imposibilidad público-privada de llevar a cabo las demandas ciudadanas y financieras, surge una nueva forma de gobernanza que tiene en cuenta el pasado de revalorización económica del vacío a través de prácticas ciudadanas de autogestión”.3 Otra iniciativa popular que marca tendencia es el espacio autogestionado Tabacalera, en el barrio madrileño de Lavapiés, que se define como “centro social que impulsa la participación directa de l@s ciudadan@s en la gestión del dominio público”.4 Se trata de un centro de grandes dimensiones donde se realizan todo tipo de actividades (talleres, creación de teatro, circo y artes visuales) y que cuenta con un convenio de cesión del espacio en régimen de autogestión con la Administración, que tan solo se hace cargo de los consumos y de un servicio de seguridad básico. 3 4 http://canbatllo.wordpress.com http://latabacalera.net/c-s-a-la-tabacalera-delavapies Buenas prácticas de la gestión cultural El fenómeno del crecimiento del voluntariado no debe ser en ningún caso visto desde el sector público como una posible solución substituidora del personal profesional (eventual o externo), sino que tiene que garantizarse la calidad de los servicios públicos culturales, y esto depende de la profesionalidad. Un voluntario, tal como indica la Ley 6/1996 de voluntariado, “implica la participación en actividades de un modo totalmente altruista y solidario, sin recibir ningún tipo de contraprestación económica. Estas actividades se deben llevar a cabo en el seno de organizaciones públicas o privadas sin finalidad lucrativa, sobre programas o proyectos concretos de interés general relativos a actividades (…) educativas, culturales (…). La actividad voluntaria no puede, en ningún caso, substituir un puesto de trabajo”. Por esto, desde el sector cultural, tenemos que plantear una relación con el voluntariado ética y justa que no perjudique al sector ni a los propios voluntarios. Será válida como forma de colaboración complementaria del trabajo profesional e inaceptable su utilización como recurso substituidor de posibles puestos de trabajo profesional. En todos los casos que hemos visto, la eficacia, la eficiencia, el rigor y la profesionalidad son primordiales y pueden validar cualquiera de los modelos mencionados. Para fomentar el compromiso con la eficacia y la ética, la Associació Professional de Gestors Culturals de Catalunya elaboró y publicó la Guia de bones pràctiques de la gestió cultural (APGCC, 2011). La Guia es un documento que pone énfasis en el rigor y los valores del trabajo profesional, que se ven Dossier result of the crisis and now the largest self-managed library in Catalonia. Thanks to contributions by volunteers and private donations, local residents have a library with 15,000 books, a reading and writing workshop, a children’s section and an exhibition and screening room. The space argues for itself: ‘In view of the public-private impossibility of satisfying public and financial demands, a new form of governance emerges that takes into account the history of economic revaluation of the void through selfmanagement citizen practices’.3 Another trend-setting people’s initiative is the self-managed Tabacalera space, in the Lavapies neighbourhood in Madrid, which is defined as ‘a social centre promoting direct participation by citizens in the management of the public domain’.4 This is a large centre in which all sorts of activities take place (workshops, theatre creation, circus and visual arts) and that has an agreement with the administration that grants it the space on a self-management basis and is only responsible for running costs and basic security. Good practices in cultural management The phenomenon of the growth in voluntary work must in no case be seen by the public sector as a possible solution for replacing temporary or outside professional staff; the quality 3 http://canbatllo.wordpress.com 4 http://latabacalera.net/c-s-a-la-tabacalera-delavapies 69 of public cultural services must be guaranteed and this depends on professionalism. A volunteer, as stated in Law 6/1996 on volunteer work, ‘implies participation in activities totally altruistically and out of solidarity, without receiving any kind of economic consideration. These activities must be carried out within non-profit public or private organisations for specific programmes or projects of general interest relating to educational, cultural … activities... Voluntary work can in no case substitute for paid employment’. For this reason, in the cultural section we must consider ethical, fair relations with volunteers that do not prejudice the sector or the volunteers themselves. It will be valid as a form of complementary collaboration of professional work and unacceptable when used as a resource taking the place of possible professional employment. In all the cases we have seen, effectiveness, efficiency, rigorousness and professionalism are essential and can validate any of the models mentioned. To promote the commitment to effectiveness and efficiency, the Professional Association of Cultural Managers of Catalonia (Associació Professional de Gestors Culturals de Catalunya) prepared and published a ‘Guide to good practices in cultural management’ (APGCC, 2011) . This guide is a document that emphasises the rigorousness and values of professional work, which can be seen represented in methodologies like transparency in management, planning and project viability studies or good governance, amongst others. For this reason, we need to work on the Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership representados en metodologías como la transparencia de la gestión, la planificación y el estudio de viabilidad de los proyectos o al buen gobierno, entre otros. Por ello, hay que trabajar las propuestas de gestión escogidas a partir de un plan y un calendario de trabajo que se ajuste a las normas establecidas para la elaboración de convenios y la resolución de contratos (de acuerdo con los plazos y procedimientos establecidos por la LCSP). Estos contratos tienen que asegurar la correcta definición de objetivos y resultados que se desean obtener, así como precisar los indicadores de evaluación (se incluirán tanto indicadores de cantidad como de calidad) que se tendrán en cuenta para medir los resultados. Se tendrá en cuenta definir la metodología que se utilizará en el seguimiento y de qué modo se actuará en caso de que se produzcan desviaciones en los resultados esperados o en caso de que se produzcan cambios en las circunstancias contextuales que puedan alterar el desarrollo del proyecto. La Guia indica la utilidad de establecer un contrato programa de gestión con las empresas en convenio o contratadas para llevar a cabo la realización de servicios, dado que este tipo de documento se basa en la definición del trabajo por resultados y en un sistema de evaluación. Finalmente, cabe decir que también recomienda recorrer a formas de colaboración entre agentes con la finalidad de conseguir objetivos de carácter público, y define la colaboración en sí misma como una forma más de eficacia. oportunidades, evitando la improvisación y trabajando desde la planificación. Los agentes públicos tienen que trabajar juntos para crear políticas culturales que busquen incrementar la demanda en lugar de empobrecerla, implementar más la oferta cultural en la sociedad, favorecer la internacionalización del sector, racionalizar la Administración y los mecanismos de financiación, favorecer la participación del sector privado empresarial en la financiación de proyectos culturales y fomentar el mecenazgo. Pero deben abandonarse también las políticas populistas: deben definirse criterios claros que indiquen cuál es la cultura pública que debe priorizarse, ya que todo lo que se hacía en tiempos de bonanza no será posible. Hay que trabajar desde objetivos de servicio público, implementar las buenas prácticas en las alianzas público-privadas e implicar más a la sociedad en la cultura. management proposals chosen on the basis of a plan and a working calendar in keeping with the established rules for drawing up agreements and settling contracts (according to the terms and procedures established by the LCSP). These contracts must ensure the proper definition of objectives and results to be achieved and define the assessment indicators (including indicators of quantity as well as quality) to be taken into account in measuring results. Attention must be given to defining the methodology to be used in monitoring and the action to be taken in the case of deviations from the expected results or if there are changes in the contextual circumstances that could affect the progress of the project. The guide indicates the usefulness of establishing a management programme contract with the companies under agreement or hired to provide services, as this type of document is based on the definition of work according to results and on a system of evaluation. Finally, it also recommends resorting to forms of collaboration between stakeholders with the object of achieving public objectives and defines collaboration in itself as one more way of being effective. internationalisation in the sector, rationalising the administration and funding mechanisms, favouring participation by the private business sector in financing cultural projects and promoting patronage. Populist policies must also be abandoned, though; we need to define clear criteria indicating what public culture must be given priority, because not everything done during the boom years will be possible. We need to work on the basis of public service targets, implementing good practices in public-private alliances and increasing society’s involvement in culture. In conclusion, all that remains is to stress the idea that we must take action in the face of adversity, define a strategy with which we can move forward in search of new opportunities, avoiding improvisation and working to a plan. Public actors must work together to create cultural policies aimed at increasing demand instead of impoverishing it, implementing more of a cultural offer in society, favouring Como conclusión, solo hay que reforzar la idea de que debemos actuar ante las adversidades, definir una estrategia que nos permita ir adelante y buscar nuevas Dossier 70 Formas de colaboración público-privada forms of public-private partnership