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TEMA 44 PSICOLOGIA - La evaluación psicológica de las personalidades violentas. Principales instrumentos de evaluación y de diagnóstico para agresores sexuales y psicópatas. Tipologías y perfiles de agresores. Pronóstico de riesgo de reincidencia. INTRODUCCIÓN El presente tema se enmarca dentro del bloque temático destinado a la evaluación psicológica. Así, hasta llegar a este tema hemos visto técnicas como la entrevista o el análisis funcional, y hemos hecho un recorrido por algunas de las herramientas más conocidas de algunas de las corrientes más significativas dentro de la psicología. En este caso, nos centraremos en la evaluación que se lleva a cabo con aquellas personas que presentan un perfil específicamente violento. El tema es de gran importancia y trascendencia en el ámbito penitenciario, ya que la presencia de conductas violentas en prisión es algo común y frecuente. No obstante, algunos de estos perfiles conductuales han tenido su máxima expresión no durante el tiempo de internamiento, sino previamente a su ingreso en prisión, siendo en muchas ocasiones el motivo de su condena: agresiones sexuales, amenazas, lesiones, etc. El fenómeno de la personalidad violenta como tal es tan importante en nuestro ámbito, que el temario recoge varios temas más dedicados a este campo: uno sobre agresión y violencia, otro sobre la psicopatología de estos perfiles, y dos de ellos sobre el tratamiento propiamente, donde se incluye por ejemplo el destinado a los agresores sexuales. Antes de comenzar a exponer los epígrafes que nos pide el tema, creemos conveniente hacer una breve diferenciación entre lo que consideramos agresión y lo que consideramos violencia. Si bien en otros temas se analiza y se profundiza en esta separación conceptual, en este caso seguiremos el criterio de José Sanmartín, que indica cómo la agresividad tendría mucho de instinto o de rasgo seleccionado por la naturaleza para hacer frente a las demandas del medio, y cómo por el contrario la violencia es una agresividad que no sigue control alguno, y que se desvirtúa como comportamiento adaptativo. Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 1 A continuación, comenzamos con el tema propiamente, empezando por enmarcar la evaluación psicológica en sí misma. LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA DE LAS PERSONALIDADES VIOLENTAS Atendiendo al tema y a su formulación, parece que nos orientamos hacia el estudio de dos grandes áreas relacionadas con el comportamiento violento: la agresión sexual y la psicopatía. En otros temas, la agresión y la violencia no se limitan a estas dos manifestaciones (sin duda significativas y prototípicas), sino que se indica cómo este tipo de conductas puede orientarse hacia otros muchos ámbitos: la familia, la mujer, etc. La violencia, como tal, está sin duda motivada en primer lugar por una decisión clara y directa de llevarla a cabo. Sucede sin embargo que en ello influyen un gran número de factores, no solo sociales, sino por ejemplo también de tipo biológico o cultural. Mediante la evaluación, lo que pretendemos es detectar los motivos por los cuales una persona llega a comportase violentamente, qué elementos están en juego y en qué situaciones se produce dicha conducta. En muchas ocasiones sucede que existen deficiencias cognitivas, afectivas o conductuales, y que determinados estímulos desencadenan la conducta. En este caso, también la evaluación debería ser capaz de detectar dichas carencias para poder predecir la violencia. Así, la evaluación de los perfiles violentos debería en primer lugar ser de tipo multifacético. Hoy día sabemos que en una agresión sexual, por ejemplo, no sólo entran en juego variables relacionadas con el escaso control de impulsos, sino otras muchas de tipo educativo o afectivo. Por tanto, cuando evaluamos una personalidad violenta, son muchos los factores a tener en cuenta: la gravedad de la conducta propiamente, los estilos educativos a los cuales ha sido sometida esa persona, la red de apoyo social, la edad de inicio de su carrera delictiva si la hubiera, historia educativa, tipo de familia, tipo de modelos a los cuales ha sido expuesto, historial de consumo de tóxicos así como las características de su adicción, trastornos psicopatológicos, capacidad de empatía, tipo de valores personales, etc. Autores como José Sanmartín han señalado distintas causas del comportamiento violento (desde aproximaciones biologicistas como pueden ser déficits en la corteza prefrontal, hasta orientaciones basadas en la psicología de la personalidad y en rasgos concretos). Los escenarios en los cuales este tipo de comportamientos puede aparecer son a su vez diversos (escuela, prisión, trabajo o familia, entre otros), y a su vez podrían existir distintos tipos: el agresor de tipo sexual, el agresor con un componente claramente Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 2 psicopático o el agresor de menor intensidad vinculado a la delincuencia juvenil, entre otros. Todo ello nos da una idea de la complejidad del tema, y de lo necesario que supone partir con una visión global, a la vez que delimitar el objeto y objetivo de evaluación. De forma general, podemos decir que la evaluación de las personalidades violentas ha ido evolucionando, y que en la actualidad la evaluación del riesgo es una de las aproximaciones más extendidas. Así, se ha pasado de emplear valoraciones subjetivas y clínicas a emplear pruebas rigurosas y estadísticas que hacen especial énfasis en intentar predecir el comportamiento violento. En línea con lo anterior, también es cierto que la violencia como tal se ha conceptualizado de distintas formas, y que en la actualidad un riesgo de agresión sexual es distinto a un riesgo de violencia en el ámbito doméstico o hacia la pareja. En este sentido, se han desarrollado pruebas de evaluación que atienden específicamente a subtipos de violencia, lo cual enriquece la visión de la personalidad. Si bien dedicaremos un apartado específico del tema a la evaluación del riesgo de reincidencia, al ser este uno de los tipos más importantes de evaluación en la actualidad, creemos oportuno hacer un brevísimo repaso por la evolución que éste ha tenido. Así, en primer lugar los clínicos, a la hora de evaluar las probabilidades que un delincuente tenía de reincidir, se basaban en el concepto de peligrosidad, definido como un rasgo de personalidad que aumentaba las probabilidades de que un sujeto pudiera comportarse de forma violenta. Posteriormente, se desarrollaron las técnicas de tipo actuarial. Estas desechaban directamente el término de peligrosidad, evolucionando hacia el concepto de riesgo, que es una variable continua, dinámica y susceptible de ser modificada. Finalmente, dentro de la evolución de la evaluación de los perfiles violentos, se decidió unir lo actuarial con las técnicas de tipo clínico, salvando en cierto modo las limitaciones de ambas y dando lugar al juicio profesional estructurado. La valoración, en este último caso, se lleva a cabo mediante factores empíricamente relacionados con la reincidencia delictiva. Se parte, en este tercer tipo de pruebas, del supuesto de que existe evidencia sobre la capacidad predictiva de las variables clínicas. En términos generales, atendiendo a la naturaleza del comportamiento violento, es interesante mencionar que al evaluar este tipo de conductas no podemos únicamente aceptar como válido el testimonio del sujeto. En este sentido, serán de enorme utilidad los datos que puedan aportarnos distintas fuentes. De lo anterior, y en clara referencia al trabajo penitenciario, se desprende que Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 3 además de la entrevista con el interno que podamos llevar a cabo, es igualmente necesaria la lectura de su sentencia, el conocimiento de su trayectoria delictiva, de su red de apoyo, de su estructura familiar, o de su nivel educativo, por poner distintos ejemplos que suelen ser campo de estudio de distintos profesionales penitenciarios además del psicólogo. A continuación, y basándonos en gran medida en dos bloques diferenciados de agresores (agresores sexuales y psicópatas), haremos mención directa a los instrumentos más frecuentes y conocidos que están disponibles para llevar a cabo dicha evaluación. Ello nos servirá para establecer algunas diferencias fundamentales entre distintas tipologías y perfiles, y finalmente centraremos el tema en el riesgo de reincidencia, fundamental en nuestro trabajo. PRINCIPALES INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN Y DE DIAGNÓSTICO PARA AGRESORES SEXUALES Y PSICÓPATAS Cuando hablamos de instrumentos de evaluación y de diagnóstico, hemos de tener en cuenta siempre el poder abrir y flexibilizar el abanico de técnicas disponibles. Como veremos, las pruebas de tipo psicométrico tienen una gran relevancia, pero no podemos olvidar algunas otras técnicas que también se tratan en el temario. De este modo, en primer lugar deberíamos mencionar dos grandes técnicas conocidas: la entrevista y la propia observación conductual. En el primer caso, el formato más común empleado suele ser el de la entrevista estructurada, donde se parte desde el comienzo con un guión concreto que nos permite rastrear las distintas áreas de funcionamiento del sujeto. Nos interesa especialmente poder evaluar la historia personal (desde la infancia hasta la madurez), así como los contactos con la justicia y el estilo educativo o los modelos de crianza a los cuales ha sido expuesto. Sin embargo, hemos de ser conscientes de las resistencias y de la deseabilidad social existente en el medio penitenciario, máxime cuando el psicólogo forma parte de la administración y suele existir la tendencia a ofrecer a toda costa una imagen no demasiado negativa. En el segundo caso, tal cual plantea el tema correspondiente, nos centramos en un tipo de observación sistemática, estructurada, cuantitativa, directa y externa. Cuando hablamos de observación, además, tenemos en cuenta que hemos de definir las categorías, el formato y los criterios específicos a los cuales vamos a atender. Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 4 No obstante, el hecho de dedicar un tema específico a la evaluación de este tipo de personalidades viene motivado por lo particular que puede llegar a ser la intervención con ellos, tanto dentro de prisión como en libertad. Los agresores sexuales y los psicópatas conforman un grupo delictivo con evidentes diferencias en relación al resto de la población reclusa. Así, si seguimos a autores como Vicente Garrido, podemos señalar que es necesario tener en cuenta dos cuestiones: el grado de trastorno mental que puede en efecto existir, y la motivación de la conducta violenta (motivaciones instrumentales o de tipo meramente expresivo, por ejemplo) En este epígrafe nos centraremos en la evaluación de los agresores sexuales y de la psicopatía, indicando pruebas y mencionando características importantes. Instrumentos para agresores sexuales La agresión sexual, por motivos obvios, despierta una gran alarma social. El carácter mediático de ciertos delitos, la indudable gravedad de los mismos y la ocasional reincidencia en personas que anteriormente ya han sido condenadas los convierten en un asunto que la institución penitenciaria ha abordado de forma directa. Si bien haremos referencia posteriormente a los instrumentos que recomienda el propio programa para el control de la agresión sexual (PCAS) de nuestra administración penitenciaria, no podemos dejar de hacer referencia a uno de los autores que más profusamente ha tratado el tema de los agresores sexuales: Vicente Garrido. Según este autor, algunas de las áreas que necesariamente hay que evaluar son las siguientes: 1. El delito propiamente y su naturaleza: No todos los delitos de tipo sexual son iguales. Podemos encontrar conductas explotadoras, desviaciones claras, conductas precipitadas por estímulos desencadenantes, delitos aislados, delitos continuados, abusos sexuales a menores, agresiones a adultos, etc. Conocer el delito, sus características, y delimitarlo de otros del mismo espectro es fundamental. 2. El historial sexual del sujeto, especialmente relevante y fundamental para conocer las preferencias, los traumas si los hubiera, experiencias o incluso conocimiento de la sexualidad. 3. Las distorsiones cognitivas, presentes de forma muy frecuente en los agresores, y que abarcan creencias relativas a distintos ámbitos (mujer, sexo, amor, etc). Estas dan luz verde para cometer el delito. De ahí que sea preciso identificarlas, corregirlas mediante un proceso de reestructuración y ponerlas de manifiesto. Estrechamente ligado a ellas Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 5 también pueden abordarse, en un momento ya tratamental, los mecanismos de defensa. 4. El funcionamiento de la persona en las áreas social e interpersonal. Aquí se incluye el estudio de las habilidades básicas de la persona en cuanto a capacidad de interacción social, empatía, control de impulsos, tolerancia a la frustración, etc. No todos los agresores manifiestan carencias en estas esferas. Sucede sin embargo que la agresión sexual puede desencadenarse, entre otros factores, por deficiencias en ellas. Por ese motivo es fundamental conocer el ajuste social de la persona. Las anteriores, si bien son nucleares, son tan solo una parte de las muchas áreas que deben ser exploradas en un agresor sexual. Así, también es importante conocer algunas otras esferas tales como el tipo de relación que podía existir entre la víctima y el agresor, las fantasías o pensamientos que podían anteceder a la conducta agresiva, la forma de persuadir o lograr el contacto sexual (de forma violenta o no) o incluso la historia de posibles abusos en la infancia en la figura del agresor, entre otras. Centrándonos ya en los instrumentos propiamente, autores como Cándido Sánchez indican (todos ellos aplicables en prisión): 1. La entrevista propiamente, descrita en otros temas y mencionada anteriormente. Previamente al PCAS, por ejemplo, es necesario y fundamental realizar una entrevista con el interno para conocer, en un primer contacto, las áreas que venimos especificando. 2. El relato del delito mediante un autoinforme, que si bien forma parte de la entrevista, tiene una relevancia especial el tanto en cuanto nos va a permitir conocer posibles distorsiones, mecanismos de defensa, justificaciones, conciencia real del delito, empatía cognitiva y afectiva hacia la víctima y valoración global de las consecuencias de la agresión. 3. Pruebas psicométricas, las cuales podemos dividir entre aquellas que nos aportan una visión general de algunas áreas de interés (inteligencia o personalidad mediante la aplicación del WAIS-III o el MMPI-2), y aquellas orientadas a evaluar la agresión sexual específicamente, como el Multiphasic Sex Inventory (MSI), adaptado a la población española. En este caso, hablamos de un cuestionario autoinformado que explora aspectos psicosexuales del agresor. Está compuesto por una historia sexual y 20 escalas distintas: 6 de validez, 3 destinadas a la desviación sexual, 5 orientadas a las conductas sexuales atípicas, 4 relacionadas con la disfunción sexual propiamente, 1 de conocimientos generales en el ámbito sexual y una última que informa sobre la actitud del agresor Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 6 hacia el tratamiento en sí. Consta de 300 ítems, su aplicación no es excesivamente larga y la fiabilidad es del 0,86. Finalmente, hemos de hacer mención a las pruebas que se enmarcan dentro del programa oficial para agresores sexuales de Instituciones Penitenciarias. Y mencionaremos: El cuestionario de valoración inicial del programa, donde se ha de describir el hecho delictivo recogido en sentencia, la tipología delictiva, la historia de otras agresiones, el tipo de víctima, tipo de acto sexual y la asunción delictiva, entre otros factores. También se recoge la versión del delito que ofrece el mismo interno. Los distintos cuestionarios de evaluación para los módulos específicos del programa (se trataría de un tipo de evaluación continua): conciencia emocional, mecanismos de defensa, test de percepción cognitiva, educación sexual, etc. La escala de evaluación psicológica de los agresores sexuales (EPAS, de Santiago Redondo, Marian Martínez y Meritxell Pérez), con sus dos versiones para abusadores (EPAS-A) y para violadores (EPAS-V). Pretende llevar a cabo una evaluación de los cambios psicológicos que puede producir el tratamiento cognitivo-conductual de los agresores. Se trata de una escala tipo Likert, de 4 puntos, que se ha empezado a aplicar en el año 2006 como una de las pruebas que conforman el protocolo de evaluación de delitos sexuales Dicha escala permite evaluar, en una sola aplicación, las variables asertividad, intimidad, empatía, distorsiones cognitivas, preferencias y fantasías sexuales, alcoholismo, ira, cambio terapéutico, impulsividad y sinceridad. No es una escala que mida el riesgo de reincidencia delictiva. Las autobiografías llevadas a cabo en el propio programa, centradas en las áreas general, familiar, social, sexual y delictiva. Ofrecen una enorme cantidad de información acerca de todas las variables personales que pueden estar jugando un papel importante en la conducta agresiva. Al margen de los anteriores, podemos mencionar otras pruebas que se enmarcan dentro de la intervención y que mencionaremos brevemente: el índice de la respuesta interpersonal (que mide cuatro componentes distintos de la empatía, el test de exploración del alcoholismo de Michigan, la escala de evitación y ansiedad social, el cuestionario de Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 7 fantasías sexuales de Wilson, la escala de actitudes hacia la mujer o el test de competencia situacional, entre otros. Aún podrían mencionarse otras pruebas, más específicas y sobre aspectos concretos presentes en la agresión sexual: - Escala de Asertividad de Rathus (Rathus, 1973). - Escala REM de evaluación de empatía en violadores (Fernandez, Marshall y O'Sullivan, 2003). - Escala CMEM de Evaluación de Empatía en abusadores de menores (Fernández y Marshall, 1999). - Escala IRMA de Aceptación de Creencias sobre violación (Payne, Lonsway y Fitzgerald, 1999). - Escala ABEL de distorsiones cognitivas en abusadores de menores (Abel, Becker y Cunningham-Rathner, 1984). - Cuestionario CAGE de Alcoholismo (original de Mayfield, McLeody Hall, 1974, tomado de Echeburúa, 2001). - Cuestionario AQ de agresividad (original de Buss y Perry, 1992; a partir de la versión en castellano de Gallardo-Pujol, Kramp, García-Forero y Pérez-Ramírez y Andrés-Pueyo, 2006). - Escala BIS-10 de impulsividad (original de Barrat, 1978; a partir de la versión adaptada de Andrés-Pueyo, Pérez-Ramírez y Vigil-Colet, 2004). Instrumentos para psicópatas La definición de la psicopatía no siempre ha sido sencilla, y con frecuencia se han solapado términos y conceptos que comparten elementos descriptivos: trastorno antisocial de la personalidad, frialdad afectiva, psicopatía, trastorno disocial, etc. Así, algunos de los primeros autores como Pinel la definieron como una locura sin delirio. No obstante, autores posteriores la ubicaron y la situaron también en contextos sociales y normalizados. Sin embargo, fue Harvey Cleckley quien sintetizó de forma más clara, en 1941, los criterios descriptivos más representativos de la psicopatía. Haremos mención a ellos, y también al trabajo de Robert Hare, autor que ha creado una escala específica de valoración de la psicopatía. A continuación, expondremos algunas de las herramientas evaluativas y diagnósticas más conocidas en el ámbito de la psicopatía y de la conducta Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 8 antisocial, por ser conceptos que guardan relación y de hecho pueden presentar correlación (si bien no son intercambiables): 1. Los 16 criterios de Harvey Cleckley para la psicopatía, que sintetizados son los siguientes: - encanto externo e inteligencia - ausencia de sintomatología neurótica - ausencia de patología psicótica - falta de sentido de la responsabilidad personal - insinceridad - no sentimientos de remordimiento - conducta frecuentemente antisocial no motivada y con escasa planificación - dificultades para aprender de la propia experiencia y juicio pobre - egocentrismo - pobreza de emociones profundas - empatía muy deficiente - ingratitud - conducta fantástica cuando se consume alcohol o incluso en ausencia de de consumo: vulgaridad, cambios de ánimo, bromas inadecuadas, etc. - amenazas de suicidio - vida sexual pobremente integrada, vacía e impersonal - incapacidad de elaborar un plan de vida ordenado 2. El DSM-IV-TR, que identifica el trastorno antisocial de la personalidad (TAP) y que necesita para ser diagnosticado de los siguientes criterios: Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 9 a) Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes ítems: (1) Fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención. (2) Deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer. (3) Impulsividad o incapacidad para planificar el futuro. (4) Irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones. (5) Despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás. (6) Irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con consistencia o de hacerse cargo de obligaciones económicas. 10 (7) Falta de remordimiento, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros. b) El sujeto tiene al menos 18 años. c) Existen pruebas de un trastorno disocial que comienza antes de los 15 años (trastorno de inicio en la infancia caracterizado por la agresión a personas y animales, destrucción de la propiedad, falsedad o robo y violaciones graves de las reglas). d) La conducta antisocial no se presenta solamente en el curso de una esquizofrenia o de episodios maniacos. 3. Los criterios del CIE-10, que identifica un trastorno disocial de la personalidad y que puede ser diagnosticado cuando concurren al menos tres de los siguientes marcadores: - Cruel despreocupación por los sentimientos de los demás y falta de capacidad de empatía. Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] - Actitud marcada y persistente de irresponsabilidad y despreocupación por normas, reglas y obligaciones sociales. - Incapacidad para mantener relaciones personales duraderas. - Muy baja tolerancia a la frustración con bajo umbral para descargas de agresividad, dando incluso lugar a comportamientos violentos. - Incapacidad para sentir culpa y para aprender de la experiencia, en particular del castigo. - Marcada predisposición a culpar a los demás o a racionalizaciones verosímiles del comportamiento conflictivo. ofrecer 4. El Psychopathic Check List Revised (PCL-R): Escala que consiste y se apoya en la operacionalización de los rasgos conductuales y caracterológicos de la psicopatía propuestos por Cleckley, los cuales junto a la información complementaria penal, personal y biográfica, permiten evaluar con alta precisión diagnóstica y pronostica la psicopatía. Es interesante que el PCL-R no se centra de forma única en las personas que cumplen condena, sino que entiende la psicopatía como algo “cotidiano” y que puede estar presente en contextos sociales normalizados. El PCL-R es una prueba dimensional, y entiende que una variable puede estar presente en un continuo que va del 0 al 2, y la puntuación total puede variar de 0 a 40 (una puntuación de 30 indica presencia de psicopatía). Se trata de una prueba con una fiabilidad interjueces elevada, y además de los ítems que la conforman, se completa con una entrevista semiestructurada y datos de archivo. De forma genérica y en un primer momento (año 1991), la escala contenía dos factores diferenciados. El Factor 1 incluye el área interpersonal y emocional, es decir, los atributos personales que hacen que el sujeto se desentienda de su componente más básicamente humano: la bondad, la empatía, la pena, el arrepentimiento o la vinculación afectiva a los otros. Esta variante no necesariamente debe ser antisocial, es decir, se puede obtener una alta puntuación en los ítems que la conforman sin ser un delincuente. De esta manera, representaría una variante narcisista del patrón psicopático, que muestra tendencias al egocentrismo, a la Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 11 superficialidad, a la manipulación, al egoísmo, a la crueldad y a la falta de remordimiento y de empatía. El Factor 2 está relacionado con las personas que presentan un estilo de vida antisocial y agresivo, que cometen actos delictivos desde la infancia, buscan sentir tensión y excitación, y manifiestan una baja tolerancia a la frustración, un frecuente abuso de sustancias, una forma de vida parasitaria, impulsividad y con frecuencia comportamientos ilegales o criminales (Millon, 1994). La persona resultante se comporta de modo absurdo, sin que parezca obtener nada valioso de sus actos, con poco autocontrol y ninguna meta que parezca lógica a la vista (Garrido, 2001). Este factor correlaciona con el TAP, y el autor entiende que psicopatía y TAP no son sinónimos: muchos delincuentes diagnosticados de TAP no son psicópatas, sino delincuentes con alta tasa de reincidencia y muy pobre control de impulsos. En 2003 Robert Hare decide publicar una segunda edición del manual de aplicación del PCL-R. Propone entonces una nueva estructura en la que cada uno de los dos factores originales, se subdivide en dos facetas, las cuales son más específicas que los factores, ya que se precisa qué ítems se refieren a temas afectivos, interpersonales, conductuales y antisociales, por separado. Aparece así un modelo de 4 factores. Así, el factor 1 se divide en una dimensión interpersonal (locuacidadencanto superficial, egocentrismo, mentira, dirección-manipulación) y en otra emocional (ausencia de remordimiento, falta de emociones profundas, insensibilidad y falta de empatía e incapacidad para asumir responsabilidad de las acciones). El segundo factor, por su parte, se divide en estilo de vida (necesidad de estimulación-tendencia al aburrimiento, estilo de vida parásito, ausencia de metas a largo plazo, impulsividad e irresponsabilidad) y conducta antisocial (falta de control conductual, problemas de conducta precoces, delincuencia juvenil, revocación de libertad condicional, versatilidad criminal). Se añaden dos ítems que no se incluyen en ningún factor: la conducta sexual promiscua y la presencia de diversas relaciones maritales breves. Por último, indicar que el valor predictivo que tiene la psicopatía como elemento o factor de riesgo en la reincidencia delictiva y violenta está aceptado. Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 12 5. Por lo conocido de la prueba, señalaremos la escala Pd (desviación psicopática) del MMPI-2. Los elementos recogen problemas relacionados con las normas sociales y morales del comportamiento: problemas familiares, delincuencia, problemas sexuales y dificultades con la autoridad. También hacen referencia a problemas de rendimiento académico o en el trabajo. A partir de este cuestionario de personalidad, encontramos correlaciones importantes entre las puntuaciones de determinadas escalas y posible presencia de psicopatía: el perfil típico del psicópata implicaría puntuaciones en la escala Pd e hipomanía (Ma), mostrando correlaciones importantes con el Factor 2 de Hare. 6. Con respecto al MCMI-III, el Factor 2 del PCL-R correlaciona positivamente con la escala Antisocial (6A) de esta prueba. La escala 6A del Millon informa cómo los sujetos antisociales actúan para contrarrestar expectativas de dolor, implicándose en comportamientos encaminados a obtener un beneficio propio explotando el entorno. Existe un deseo de autonomía y despreocupación por las motivaciones ajenas, resultando irresponsables e impulsivos, poniendo en marcha conductas crueles carentes de sensibilidad interpersonal. 7. Escala para el trastorno antisocial de la personalidad (ETAPA), diseñada y validada en España y compuesta por 47 ítems de respuesta dicotómica y que evalúa 4 factores: conducta delictiva, impulsividad, inhibición de obligaciones y comportamientos disociales. Correlaciona positivamente con la escala Pd del MMPI-2 y el PCL-R. 8. Respecto al cuestionario NEO-PI-R, es interesante mencionar que el Factor 2 del PCL-R correlaciona positivamente con las escalas de Impulsividad (N5) y búsqueda de sensaciones (E5). 9. La escala SSS de búsqueda de sensaciones de Zuckerman. La forma IV presenta las escalas: búsqueda de emociones y aventuras, búsqueda de sensaciones, desinhibición y susceptibilidad al aburrimiento. 10. Escala de psicopatía y neuroticismo (PN) de Quay y Paterson. Pretende clasificar distintos tipos de delincuentes diferenciando entre delincuentes psicópatas y neuróticos 11. Finalmente, creemos interesante hacer una breve mención a las pruebas que pueden medir aspectos antisociales de la personalidad y que pueden emplearse, por ejemplo, en el marco de los programas de régimen cerrado que establece la propia SGIIPP. Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 13 - STAXI-2: que mide la ira estado-rasgo además de un tercer factor relacionado con el control y expresión de la ira. - Cuestionario de valores interpersonales de Gordon. - Escala de susceptibilidad al castigo y recompensa (SCSR). Al margen de todo lo anterior, no podemos olvidar la entrevista como instrumento de evaluación. En este caso, podría perfectamente emplearse como complemento de cualquier prueba anterior, y convendría evaluar aspectos tales los antecedentes familiares (número de familiares en prisión o con contactos con la policía y la justicia), educación formal (evolución educativa global), historia laboral (número de trabajos, despidos, experiencia laboral, tipo de relaciones con compañeros de trabajo, formas de búsqueda de sustento económico, etc), familia adquirida si la hubiera y tipo de relación con los miembros de la misma, actitud hacia las relaciones interpersonales, historia sexual (tipo de relaciones, presencia o no de compromiso, etc), historia médica, historia toxicofílica, historial delictivo y carrera delictiva si la hubiera así como la percepción del daño, capacidad empática, estilo de comunicación y afectividad, entre otros muchos factores. TIPOLOGIAS Y PERFILES DE AGRESORES En este epígrafe vamos a realizar una distinción de los distintos perfiles que podemos encontrar dentro de área de la agresión sexual y de la psicopatía Tipologías y perfiles de los agresores sexuales Vamos a aludir, en primer lugar, a la distinción de los tipos que realizó Nicholas Groth: 1. Violador colérico, donde la emoción de ira y rabia es la base de la conducta, y la sexualidad el vehículo para expresarla. Se emplea la violencia de forma contundente, y hay una motivación clara de dañar. A menudo el comportamiento sobreviene tras una vivencia de elevada frustración, sin que haya un cálculo premeditado previo. La mayor parte de los violadores, según este autor, se encuentran en este tipo. 2. Violador poderoso, donde predomina una necesidad de posesión y dominio, sin que inicialmente se opte por dañar y herir a la víctima. El objetivo del comportamiento es sexual, y la violencia si existe es el instrumento. La motivación es la de sentir el poder del dominio (puede estar relacionada con complejos de inferioridad en el agresor). Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 14 3. Violador sádico, donde el sexo y la violencia son dos motivaciones directas. Existe un claro deseo de destrucción y la experiencia de hacer daño, de degradar y de humillar es de por sí placentera. La víctima podría ser parecida o recordarle a algo que el violador detesta. En este caso puede existir una premeditación y un cálculo de la agresión. Vicente Garrido añade incluso el tipo de violador sistemático. Al respecto, son muchas las clasificaciones disponibles. No obstante, para complementar lo anterior y a modo de información adicional, nos referiremos a la clasificación de Prentky, que establece ocho tipos distintos de agresores tras combinar tres factores distintos: 1. Según el significado de la agresión distingue entre violadores instrumentales (donde la agresión no deja de ser un mecanismo y un instrumento) y expresivos (en los que la violencia y la agresividad en sí misma está por encima de cualquier otra consideración). 2. Según el significado de la sexualidad distingue entre violadores compensatorios (en los que el sexo es necesario para llevar a la realidad alguna fantasía), violador explosivo (donde la conducta sexual tiene mucho de impulsivo y no se presta atención a ninguna otra variable), violador de agresión desplazada (en donde la víctima no desencadena nada, sino que la rabia precede al acto y sólo se pretende humillarla) y violador sádico (con elevada violencia y elevada premeditación). 3. Según el nivel de impulsividad, distingue entre violadores con elevada impulsividad (presencia de trastornos y una muy pobre competencia interpersonal) y violadores de baja impulsividad. En lo que se refiere al perfil, es frecuente que no se aprecien aparentemente demasiadas diferencias entre el grupo de agresores y de población normal. No obstante, podemos mencionar algunas características que han sido puestas de manifiesto por diversos estudios. Cándido Sánchez, por ejemplo, plantea algunos elementos como el rechazo parental, abandono o alguna separación traumática, ser un hijo no deseado o no receptor de amor, haber padecido estilos educativos superprotectores, haber sido víctima de abuso sexual fuera o incluso dentro de la familia, historia de pobre control de impulsos, interés por la pornografía o presencia de relaciones marcadas por la insatisfacción que han alimentado dudas sobre la masculinidad. Los delincuentes sexuales, además, no suelen tener una visión de sí mismos especialmente negativa. Sin embargo (respetando siempre la variedad y teniendo claro que no todos son iguales), es habitual que tengan muchas Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 15 dificultades para hablar con sinceridad y honestidad, a la vez que su discurso suele estar bien nutrido de distorsiones cognitivas y mecanismos de defensa más o menos robustos. Constituyen un perfil delictivo en el que la conducta sexual puede llegar a convertirse en una adicción. Esto significa que es fundamental prestar atención a la gravedad y frecuencia de las agresiones cuando se trata de estudiar el riesgo de reincidencia. Los agresores, en general, no son un grupo que suela presentar masivamente trastornos descritos en el DSM-IV-TR. No obstante, autores como Hare sí hablan de rasgos psicopáticos en los perfiles especialmente extremos. Finalmente, por su importancia queremos mencionar muy brevemente el modelo explicativo de Marshall y Barbaree (1989). Estos autores plantean diversos factores explicativos de la violación y el abuso sexual a menores. Así, señalan elementos biológicos (niveles elevados de testosterona, por ejemplo); el fracaso en procesos de inhibición motivado por abusos en la infancia, estilos educativos ambivalentes o modelos inconsistentes, entre otros, que terminan por producir carencias en la competencia social y comprensión de los otros; actitudes socio-culturales donde predominan valores violentos y estereotipos que correlacionan con el mantenimiento de “mitos sexuales” (como que a las mujeres les excita sentirse violadas, por ejemplo); consumo de pornografía, que actúa como desinhibidor y como potenciador de ciertas visiones de “hombre poderoso”; presencia de circunstancias próximas, tales como presencia de emociones intensas (rabia), intoxicaciones etílicas; distorsiones cognitivas, especialmente frecuentes en la agresión sexual, y finalmente circunstancias oportunas, como poder disponer sin demasiado esfuerzo de una mujer o un niño. Tipologías y perfiles de los psicópatas A continuación abordaremos, siguiendo a Vicente Garrido, los distintos tipos de psicópatas para posteriormente mencionar su perfil personal. Así: 1. Psicopatía pura o ideopática, en los que la conducta es propiamente antisocial. 2. Psicopatía secundaria o sintomática, en los que es posible la expresión de emociones sinceras (culpa, remordimiento, etc), y donde lo antisocial se deriva de trastornos del espectro neurótico o psicótico, siendo este tipo de comportamiento algo secundario a la alteración inicial. 3. Psicópatas socializados, o aquellos que aún exhibiendo conductas antisociales, son percibidos por su grupo de referencia como personas normalizadas y dentro de la cultura (pensemos en los estilos de Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 16 comportamiento de los integrantes de un barrio muy marginal y delictivo). Garrido también incide en la variable del consumo de drogas. Esto es especialmente importante en el medio penitenciario, donde el porcentaje de personas con historia de consumo es elevadísimo. De este modo diferencia entre psicopatía primaria con consumo secundario, donde el problema nuclear es algún tipo de trastorno como consecuencia del cual se consumen las drogas (sin que estas originen ninguna alteración que no estuviera ya presente), y psicopatía secundaria con consumo primario, donde el origen de la alteración es la adicción, la cual puede llevar a manifestaciones psicopáticas o antisociales. En este último caso el pronóstico es mejor. Igual que hacíamos con los agresores, complementaremos lo anterior con otra clasificación adicional, esta vez de David Lykken. Establece esencialmente cuatro tipos, en gran medida coincidentes con los anteriores: psicópatas primarios, secundarios (ambos explicados), desestabilizados (caracterizados por un abanico amplio de posibilidades, como pueden ser con componente colérico, hipersexual, histérico, etc) y finalmente el carismático (o totalmente integrado, amable, encantador y simpático). En relación a las tipologías de psicopatía, resulta especialmente importante discriminar entre distintas variables para llegar a un diagnóstico diferencial. De este modo hay que valorar trastornos y adicciones de todo tipo (existe una importante comorbilidad entre comportamientos antisociales y consumo de tóxicos, entre los que se incluye también el alcohol), a la misma vez que se valora la presencia de sintomatología neurótica, psicótica o propia de algunos trastornos de personalidad (como el narcisista, con el que comparte algunos síntomas). Si hablamos del perfil del psicópata, es muy clarificador volver a las variables que describe por ejemplo el PCL-R, que claramente alude a dos grandes dimensiones: la interpersonal-emocional y la del estilo de vida antisocial. En ellas se aprecia qué tipo de personas suelen ser los psicópatas. Con todo, podemos referirnos a los psicópatas como personas habitualmente integradas (Robert Hare mantiene, por ejemplo, cómo están presentes en multitud de ambientes diarios y cotidianos totalmente normalizados), con sus capacidades cognitivas conservadas, y con una tendencia a la manipulación, a la mentira y al encanto superficial. Es frecuente que desprecien las normas sociales y que entiendan las relaciones personales dentro del principio de “utilidad”, lo que se traduce en historiales delictivos más o menos consolidados. Personas impulsivas, con problemas para medir las consecuencias, y con escasa tolerancia a la frustración. A menudo presentan una emocionalidad fría Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 17 y plana. El inicio suele situarse en la infancia, con conductas claramente disociales y disrruptivas (maltrato de animales, agresividad descontrolada o tendencia a la mentira). No obstante, al igual que apuntábamos en el caso de los agresores sexuales, conviene dejar claro que no todos los psicópatas presentan el mismo perfil. Decir eso sería simplificar la realidad. Así, si bien pueden existir psicópatas caracterizados por el encanto, la educación, la aparente buena disposición y la integración social, pueden existir otros marginales, con un elevado componente antisocial y con una amplia carrera delictiva. PRONÓSTICO DE RIESGO DE REINCIDENCIA De la misma forma que hemos hecho hasta ahora, vamos a abordar el riesgo de reincidencia separando a los agresores de los psicópatas, mencionando algunos aspectos ya abordados al comienzo del tema en el primer caso. Pronóstico en agresores sexuales Sobre la reincidencia de este tipo de perfil delictivo, hay diversos datos no necesariamente coincidentes. En cualquier caso, la vistosidad y alarma social que crean estos delincuentes es mayor que la que crean otras personas condenadas por otros delitos. De entre los muchos estudios llevados a cabo, Vicente Garrido nuevamente nos indica algunos buenos predictores: violencia en la comisión del delito, fantasías abundantes, uso de pornografía, comisión de delitos sexuales previos, psicopatología, negación del delito, negativa a realizar tratamiento o recursos personales deficientes (baja autoestima, problemas de consumo de tóxicos, relaciones sociales pobres, etc). Así, autores como Kentsmith proponen que un buen pronóstico lo constituyen elementos tales como el reconocimiento del delito, la capacidad de sentir y expresar remordimiento o el finalizar programas de tratamiento. En cualquier caso, hay un dato a tener en cuenta: hemos de diferenciar bien si la predicción del riesgo de reincidencia se refiere a cualquier tipo de delito (los agresores sexuales pueden cometer otros delitos) o específicamente a los de tipo sexual. Llegados a este punto, consideramos fundamental mencionar algunas de las pruebas más importantes para la predicción de la reincidencia en delitos sexuales. De este modo, tal cual apuntábamos al comienzo del tema, la evolución ha ido desde los métodos clínicos y cualitativos, hasta los actuariales (construidos específicamente para medir el riesgo de comportamientos Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 18 violentos), habiendo desembocado estos últimos en los métodos de juicio clínico estructurado. Con respecto a los actuariales, tan sólo apuntar que están construidos con factores que se han demostrado relacionados estadísticamente con la reincidencia. No precisan de juicio clínico, y la mayoría de factores son de tipo histórico y objetivo, siendo únicamente necesario comprobar si están presentes en la persona. Dentro de las pruebas actuariales, es de obligada mención el STATIC-99 y el SORAG (Sexual Offender Risk Appraisal Guide). Son pruebas fiables, con una estructura rígida en cuanto a toma de decisiones y evaluación. La eficacia de estas medidas ha quedado acreditada. Sin embargo, su especial énfasis en los factores históricos conduce en ocasiones a predicciones estáticas, en lo que supone un tipo de evaluación que prácticamente hace innecesaria la intervención profesional dada su elevada estructuración. Así, autores como Hanson y Morton han llevado a cabo estudios para comprobar qué factores se relacionan en mayor medida con la reincidencia, descubriendo que el estilo de vida antisocial y las parafilias estaban fuertemente relacionados con la reincidencia. En lo que supone la tercera generación de pruebas de predicción, dentro del juicio clínico estructurado, es de obligada mención el SVR-20. 19 El SVR-20 incluye 20 factores relacionados con la reincidencia delictiva específicamente sexual en cuatro grandes esferas: el funcionamiento psicosocial del sujeto relativo al pasado, pero también al momento presente (desviación, víctima de abusos, psicopatía, trastorno mental, ideación suicida, etc); agresiones sexuales (delitos sexuales graves, tipologías múltiples, minimización extrema, actitudes que consienten la agresión, empleo de violencia en la agresión, etc); planes de futuro (ausencia de planes de futuro, actitud negativa al tratamiento) y un apartado para otras consideraciones que se crean importantes. Por su importancia y por la investigación asociada al SVR-20, creemos que su conocimiento y su aplicación al ámbito penitenciario debería ser algo a tener en cuenta en el espectro de los delincuentes de tipo sexual. Pronóstico en psicópatas Es extremadamente complejo determinar o recomendar un programa específico de tratamiento para la psicopatía. Esto es así debido al escaso consenso existente en cuanto a la “curación” de los psicópatas, y en cuanto a su ubicación dentro de la propia psicopatología. Aunque cercana en muchas ocasiones al TAP, no hay acuerdo en torno a la entidad de la psicopatía como enfermedad o trastorno propiamente. Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] Vicente Garrido marca algunos criterios que deberían tenerse en cuenta: el alto porcentaje de psicópatas con problemas de adicción a tóxicos que sí pueden ser tratados de su dependencia, la necesaria diferenciación del psicópata del delincuente altamente reincidente y la especial atención a qué aspectos queremos y debemos realmente mejorar (quizá la competencia social no sea un buen objetivo, ya que suele estar muy bien desarrollada y su perfeccionamiento podría incluso llevarles a una mejora de sus habilidades delictivas). En referencia directa a la psicopatía, es interesante mencionar dos puntos: en primer lugar, ella por sí misma suele ser un indicador del riesgo de reincidencia en delitos sexuales; y en segundo lugar, el PCL-R es un muy buen instrumento para predecir el comportamiento, habiéndose encontrado que pese a las intervenciones educativas, aquellos con altas puntuaciones en el PCL-R tenían altas tasas de reincidencia. No obstante, creemos interesante mencionar algunas otras pruebas también relacionadas directamente con el riesgo de reincidencia en delitos violentos: 1. El VRAG (Violence Risk Appraisal Guide), instrumento del espectro actuarial destinado a la predicción de la reincidencia violenta en general. Proporciona una probabilidad que oscila entre 0 y 100. Es una prueba que hace especial énfasis en la propia historia psicosocial de la persona (conducta adolescente, conducta antisocial, historial familiar), habiéndose demostrado que la puntuación del VRAG está relacionada con aspectos como la probabilidad, rapidez y gravedad de la reincidencia. 2. El HCR-20 (Historical Clinical-Risk assesment scheme), prueba perteneciente a la corriente del juicio clínico estructurado, que nos permite valorar el riesgo de comportamientos violentos en general. Contiene 20 ítems, agrupados en 10 factores del pasado, 5 presentes (clínica actual) y 5 del futuro. Los factores del pasado son considerados fundamentales en cuanto a la predicción del riesgo violento, los presentes moderan los anteriores y los futuros informan acerca de cómo el sujeto va a ser capaz de adaptarse a situaciones próximas. Esta escala correlaciona fuertemente con otros instrumentos de valoración del riesgo como el PCL-R o el VRAG. No obstante, cualquier aproximación al riesgo de reincidencia tanto de agresores como de psicópatas necesitará de la mayor cantidad de información posible, para lo cual es prioritario contar con una visión multidimensional y amplia, tanto en el tratamiento como en la propia evaluación. Cuerpo Superior de Técnicos de II.PP Murcia 2014 e-mail:[email protected] 20