energía bélica
Transcripción
energía bélica
A. DIBUJO ENERGÍA BÉLICA FERNANDO CASTRO FLÓREZ Me enteré en Varadero del proyecto del Departamento de Defensa Norteamericano de instalar una serie de bases militares en Colombia para controlar el narcotráfico. De forma inmediata, el incontenible y verborreico Fidel soltó una filípica en Granma en la que, sin grandes esfuerzos, desnudaba las intenciones imperiales y avisaba a los «bolivarianos» de que lo que le interesaba a Obama no era otra cosa que controlar los recursos energéticos de la zona. Lula y, por supuesto, Chávez tienen razones de sobra para estar indignados. Mientras el mundo está siendo de forma lamentable atemorizado por la «pandemia» de la gripe A, y no dejan de morir, sin que a nadie parezca preocuparle, miles de personas de hambre y sed, de malaria o de otras enfermedades ajenas al «Primer Mundo», resulta que lo más urgente para un país que aún deja a la mayoría de sus ciudadanos desprotegidos y sin seguro médico es acabar con las redes de narcotráfico que permiten que algunos sean cada vez más ricos manteniendo la apariencia de honorabilidad. No tenía razón Baudrillard cuando señaló que la Guerra del Golfo no ha- ESTO ES LA GUERRA. SOBRE ESTAS LÍNEAS, TRES DE LOS DIBUJOS DE LA SERIE «THE CONCEPT OF FUELL & FULL» (2009), DE GAMANIEL RODRÍGUEZ ABCD 33 GAMANIEL RODRÍGUEZ THE CONCEPTS OF FUELL & FULL GALERÍA ESPACIO MÍNIMO. MADRID C/ DOCTOR FOURQUET, 17 WWW.ESPACIOMINIMO.COM HASTA EL 17 DE OCTUBRE bía tenido lugar. Esos desiertos fueron el lugar ideal para ensayar nuevas tecnologías militares y, sobre todo, para buscar la complicidad mundial mientras conseguían plantear una okupación propia del pájaro cuco. AQUÍ MEJOR NO. No hay ninguna razón de «salir en defensa de la democracia» en países pedregosos y habitados por gente de lengua bárbara, especialmente si no tienen el anhelado oro negro o cualquier otra materia que permita que la maquinaria siga en funcionamiento. El complejo militar-industrial ha conseguido camuflar bastante bien sus abyectas pretensiones. Cambiamos de milenio con una tripleta demoledora: la política del loco (encarnada ejemplarmente por Bush), el vértigo festivo de la mafia (enraizada de forma absoluta en lo que fue la Unión Soviética) y la talibanización (ese otro satanizado en el discurso del «choque de civilizaciones»). Sin otra ideología que la del pesebrismo, la de generar clientela y, si es posible, un buen rollo entontecedor, la comunidad contemporánea es, más que fluida, grasienta. Los dibujos de Gamaliel Rodríguez son una magnífica meditación sobre la relación entre los combustibles – desde el petróleo hasta el bioetanol– y la militarización global. Sabemos de sobra que son esos combustibles los que determinan el poder económico de los distintos países. La única razón por la que unos jeques o Chávez pueden actuar con impunidad o de forma bufonesca es por las reservas enci- ma de las que sientan sus tiránicas posaderas. Estamos en un punto de inflexión, porque los biocombustibles permitirán que la dependencia de los países productores de petróleo sea cosa del pasado. Como siempre hay –literalmente– que intentar matar varios pájaros de un solo tiro, la investigación ha permitido crear nuevas armas de destrucción masiva. Con enorme lucidez, Rodríguez yuxtapone en una gran pieza unas vistas aéreas de una mezquita, el estadio de los Broncos y una central nuclear; ahí no se alude sólo a la religión, el deporte y la industrialización, tres elementos claves de nuestro mundo, sino también, en un ejercicio de filosofía de la sospecha, a que esos espacios pueden ser silos de armas o bases para lanzar misiles. También una plataforma petrolífera forma parte del círculo vicioso belicista, e incluso un dispositivo USB, como el que dibujara el artista, es ambivalente: puede tanto almacenar fotografías familiares como servir para un ataque terrorista. Aunque la Administración del Pá- ARMADO EXCLUSIVAMENTE CON UN BOLÍGRAFO AZUL, HACE UN IMPECABLE DIAGNÓSTICO DE NUESTRO MUNDO. SU ESTÉTICA CASI DE GRABADO INTRODUCE UNA CLAVE DE REPETICIÓN nico requisa en los aeropuertos tijeritas para cortar las uñas o limas de impensable peligrosidad, potencian la investigación en nuevos tipos de armas: desde una que lanza llamas a otra que emplea pimienta, o bien esa que quema el cuerpo por dentro. Gamaliel Rodríguez, con una minuciosidad propia de un entomólogo, dibuja y etiqueta las «novedades» de la máquina de guerra. Armado exclusivamente con un bolígrafo azul, hace un impecable diagnóstico de nuestro mundo. Su estética casi de grabado introduce una clave de repetición; en última instancia, esto no ha dejado de pasar. MADRE DE TODAS LAS BATALLAS. Ya Heráclito señaló que la guerra es el padre de todas las cosas. Huérfanos de utopías modernas, hastiados del cinismo postmoderno y conscientes de que no todo es «simulacro», comenzamos a despertarnos del sueño que el marketing de Obama vendió planetariamente. Porque «Yes we can» tiene por sujeto a una patria que cree que su destino de «valores» les da licencia para matar y para controlar al Otro siempre y cuando los beneficios sean claros. Acaso tenga que escribirse una Teodicea (post)histórica de los combustibles y el armamento. Tenemos, gracias a Gamaliel Rodríguez, algunas imágenes cruciales. Estamos al corriente de que existen las bases y colaboramos, aunque sea a regañadientes, para que el mecanismo no falle. Más madera, esto es la guerra. I