Gestion del Cambio
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Gestion del Cambio
1 Gestión del cambio en las organizaciones Por Lic. Paulo C. Lanzai La gestión del cambio es un término técnico que describe algo que nos afecta y sobre lo cual actuamos diariamente: el cambio. La gestión del cambio en las organizaciones ha sido objeto de estudio desde hace varias décadas, pero no ha sido sino en los últimos 10 años que ha acaparado la atención de las organizaciones empresariales, y ha encontrado su lugar dentro de los claustros de las carreras relacionadas con las ciencias empresariales. Tal cual lo anticipado hace varios años por Alvin Tofflerii “el cambio no es meramente necesario para la vida, sino que es la vida misma”. Esta frase, acuñada por el futurólogo más prominente a nivel mundial sintetiza una corriente de pensamiento que contempla al cambio como oportunidad más que amenaza, como génesis en vez de un anuncio apocalíptico, como un punto de partida para generar de manera resiliente una nueva realidad. Vivimos en un mundo cambiante, dinámico, en el cual el entorno es altamente turbulento. No podemos evitarlo, los tiempos de un entorno en equilibrio son cosa del pasado; lo único que podemos estar seguros es que el cambio es constante, arriba cada vez en periodos más cortos, y genera modificaciones en el status quo al que estamos acostumbrados. Sobre esta realidad cambiante tenemos en principio dos opciones fundamentales: hacer algo, o no hacer nada. Obviamente que la segunda opción que podemos ver reflejada en la actitud rígida a la cual suscriben algunas organizaciones miopes tiene un solo resultado posible: su desaparición. Esto es así debido a que la conducta rígida genera que la empresa quede rezagada dentro de su ambiente competitivo, y relegada a una lenta pero segura dimisión. El no hacer nada no es hoy una opción viable, ya que lo vertiginoso del cambio hace necesaria una dinámica competitiva para sostener la posición y avanzar. Pensemos si acaso las grandes librerías podrían hoy prescindir del canal de ventas por Internet luego del surgimiento pionero de Amazon.com, o bien si podríamos sobrevivir profesionalmente sin contar con un celular y una cuenta de correo electrónico. No solo es no hacer nada en relación al cambio del entorno una estrategia no viable, sino que el detenerse tampoco lo es. La adaptación es lo que nos asegura la supervivencia. Y es por ello que las organizaciones deben estar en continuo desarrollo y movimiento en pos de su visión estratégica, componente clave para asegurar el futuro de nuestras organizaciones. Después de todo, si no sabemos a dónde queremos llegar, seguramente no llegaremos a ningún lado. Es por lo antes mencionado que contamos en realidad con una sola opción si queremos subsistir: el cambio. Y este cambio puede darse de dos maneras muy diferentes: una adaptativa y otra evolutiva. Ambas opciones implican caminos radicalmente disimiles para generar nuevos productos, servicios, formas de hacer negocios, atraer nuevos clientes, y obtener una mayor rentabilidad. El cambio de tipo adaptativo implica el actuar de manera relegada, aunque solida, luego que el cambio se haya producido en el entorno. Esta estrategia es utilizada por muchas empresas en todo el mundo, y ha demostrado ser particularmente exitosa en el sudeste asiático, reconocido por el mejoramiento de procesos, y no necesariamente la innovación tecnológica. Y de esto justamente se trata la actitud adaptativa: el aguardar el cambio, analizar su evolución, determinar las posibles aplicaciones de los nuevos desarrollos tecnológicos, para luego desarrollar productos altamente competitivos, tanto a nivel comercial como de proceso de manufactura. 2 La clave está en el gap o la brecha de tiempo que existe desde el momento de la rotura del status quo hasta el momento de la adaptación, brecha que por cierto, y tal cual lo anticipara Alvin Toffler en la década del 70, es cada vez más corta. Reflexionemos sobre el tiempo de adaptación de productos como el iPhone o la iPad por parte de sus competidores; ¿cuánto tiempo le llevo a Samsung lanzar Galaxy Tab, su propia versión del iPad? 4 meses. ¿Y cuánto tiempo le llevo a un competidor en China lanzar su propia versión del iPhone 4? 2 días. de nuevas tecnologías y adelantarse a las copias de los competidores. Pareciera ser entonces que la única opción viable para garantizar la supremacía estrategica dentro de un sector industrial es ser evolutivo, esto es anticiparse a los cambios, y ser los gestores de la ruptura del status quo. No necesariamente. Las diferencias que solían existir con ser el primero en llegar, asociadas con el posicionamiento, el poder desarrollar un mercado casi de manera monopólica durante un tiempo, el conquistar la lealtad del cliente, y conseguir grandes dividendos, es cosa del pasado. El caso arquetípico de esto es Apple, la empresa de los años 2000, no Apple Macintosh, la empresa dedicada a la generación de nuevas y excitantes tecnologías que habitualmente aprovechaban sus competidores para incluirlos en sus productos masivos, y de esta forma generar cuantiosas fortunas; sino la empresa del presente, Apple la creadora de productos icónicos como el iPhone, el iPod, la iPad, productos que no solo revolucionaron la categoría de productos de tecnología para el usuario, sino que lograron penetrar la mente de sus consumidores a nivel mundial con una estrategia de posicionamiento viral altamente efectiva. Para ser realmente evolutivo, ser el propio gestor del cambio, y conseguir el éxito, las empresas deben convertirse en organizaciones metanoicas, de redes, capaces de desarrollar continuamente nuevos productos en base a las tecnologías disponibles en el mercado. Pero aun esto, si bien necesario, ya no es suficiente. Las empresas deben contar con capacidad de comercializar sus productos a nivel mundial y de orquestar lanzamientos simultáneos en sus principales mercados para no caer presa de sus competidores, poder apuntalar un posicionamiento en la mente de los consumidores, y lograr la fidelidad de los mismos para la marca. No es casual que los estrenos de las películas más taquilleras sean realizados a nivel mundial y de manera simultánea para evitar la piratería; o bien que la presentación de los últimos ‘gadgets’ tecnológicos se realice en sus principales mercados acompañados de una campaña de saturación de marketing para atraer a los adoptadores tempranos Son las empresas con una actitud evolutiva quienes obtienen el beneficio de ese gap de tiempo cada vez más estrecho para cosechar los beneficios de ser el primero en llegar, sumado al desarrollo estratégico necesario para lograr sostenerse en el mercado a mediano y largo plazo. Y éste es el mayor desafío, ya que en la continua evolución se encuentra la clave de la sustentabilidad a largo plazo, apoyada por un sólido posicionamiento de marca. La consigna, tal como la consigna de cualquier elemento vivo, parece ser: cambiar o morir, no hay otra opción. Cualquier alternativa que no implique el cambio equivale a sumirnos en un camino que solo puede llevarnos a nuestro propio deceso. Hace tan solo algunas décadas atrás los directores de las grandes empresas tenían un simple objetivo para sí mismos como para sus organizaciones: la estabilidad. Los accionistas no exigían más que un crecimiento predecible de sus ganancias. Debido a que muchos mercados estaban o bien cerrados o en vías de desarrollo, los líderes de las empresas podían responder a esas expectativas con ejercicios anuales que ofrecían tan solo modestas modificaciones a sus planes estratégicos. Los precios se mantenían, la gente retenía sus trabajos, la vida era buena. La transparencia de los mercados, la movilidad laboral, los flujos de capitales globales, y la 3 comunicación instantánea han despedazado ese confortable escenario. En la mayoría de las industrias, y en la mayoría de las empresas, desde las gigantes hasta las Pymes, la creciente competencia global ha hecho que la mente colectiva de los directivos se concentre en algo que antes, felizmente evitaba: el cambio. El cambio es absolutamente necesario en un ambiente dinámico. Tan solo necesitamos ser mejores en ello. Necesitamos incorporar herramientas que nos permitan hacer del cambio algo permanente que nos asegure la persistencia de nuestras organizaciones. Y desconocemos habitualmente cuáles son los desafíos y cuáles son las claves para asegurar que el cambio pueda implementarse de manera efectiva y que no sea una simple expresión de deseo, ni que se desfigure a tal punto que no podamos reconocerlo al filtrarse por los diferentes niveles de nuestras organizaciones. Es por ello que a continuación se encuentra una compilación de los paradigmas que generalmente existen respecto al cómo, quien, por qué y para qué del cambio, con el propósito de analizar las cuestiones que habitualmente lleva a que los procesos de gestión del cambio fracasen. El primer paradigma implica comprender que la gestión del cambio organizacional no siempre crea valor. Los planes por si mismos no capturan valor; el valor se consigue mediante las acciones colectivas sostenidas en el tiempo de las personas que son responsables por diseñar, ejecutar, y vivir diariamente en el ambiente modificado. La creación de valor por medio del cambio organizacional depende por ende de la motivación intrínseca de las personas que conviven con el mismo a nivel operativo y táctico, no de una declaración de la cumbre estratégica. La transformación estructural a largo plazo tiene cuatro características principales. En primer lugar la escala, ya que el cambio afecta a todos o a la mayoría de las personas de la organización, sobre quienes se debe trabajar para que comprendan el por qué del cambio, y cuenten con las herramientas necesarias para trabajar sobre el mismo. En segundo lugar, la magnitud, ya que estos procesos implican alteraciones significativas del status quo tanto para la empresa como para su sector industrial. La tercera característica es la duración, ya que estos procesos se extienden por meses sino años, y los resultados tienen un impacto a un plazo aun mayor. En último lugar, los procesos de cambio tienen importancia estratégica, ya que son comprendidos por quienes toman decisiones estratégicas como necesarios para la subsistencia de la organización. Sin embargo, aun después de estas consideraciones, las empresas podrán cosechar los resultados tan solo cuando el cambio tenga lugar al nivel del empleado individual. Los ejecutivos que no incluyen los aspectos humanos del cambio dentro de sus planes estratégicos habitualmente se terminan preguntando por que sus mejores planes no han sido exitosos. Y el porcentaje de éxito de no se encuentra, estadísticamente hablando, a su favor. De hecho, el 70% de los programas de gestión del cambio fracasan, siendo los factores culturales y humanos los determinantes clave del bajo desempeño. Y es por ello que la primera lección es que debemos poner al personal primero: debemos analizar cuáles son los desafíos que se le presentarán a la cultura de las empresas, cuáles son las destrezas y habilidades que debe desarrollar el personal para alcanzar el éxito, y cuál es el grado de resistencia con el que se encontrará cualquier iniciativa que proponga un cambio radical en las organizaciones. Caso contrario, estaremos cambiando para no cambiar nada, ya que la cultura organizacional se encargara de no permitir que el plan se permee a través de los diferentes niveles de la misma. El segundo paradigma consiste en pensar que se puede superar la resistencia al cambio mediante el proceso de cambio mismo. Esto presenta una pobre comprensión de la realidad acerca de la importancia que reviste la cultura organizacional en toda institución. Y requiere para ello el observar una serie de puntos clave para la 4 correcta implementación de cualquier plan de gestión del cambio. Esto puede sintetizarse en la fórmula que figura a continuacióniii: C = f (I x V x P) > Co La misma presenta al cambio como una función en primer lugar de la insatisfacción existente con el status quo (I). Este no es un dato menor. En una organización financiera con miles de empleados, caracterizada por una estructura burocrática con raíces muy profundas, tuve la oportunidad de ser testigo del rechazo a cualquier cambio de la cultura con la cual las tropas estaban tan conformes. De hecho, el éxito del cambio en este tipo de estructuras puede comenzar tan solo si se logra involucrar a cada nivel en el proceso, identificando los líderes, entrenándolos y alineándolos con la visión de la empresa, para que estén equipados para ejecutar su misión específica, en pos de lograr el cambio deseado. En segundo lugar, el cambio es una función de la visión del futuro, comenzando en la cima estratégica. Esto es debido a que el cambio genera incertidumbre por parte del personal en todos los niveles, quienes observarán y recurrirán a los directores buscando apoyo, fortaleza y dirección. Los líderes deben ser quienes comuniquen de manera fehaciente la visión de la empresa, y motiven en todos los sectores al personal para sumarse a su causa. Los individuos son racionales por lo que cuestionaran en qué medida es necesario el cambio, si es que la empresa se está orientando en la dirección correcta, y si desean comprometerse personalmente a que el cambio suceda. Y de ello depende la respuesta que obtengan y la actitud que observen de los directivos. En tercer lugar, el cambio es una función de los procesos que remueven los escollos hacia el estado deseado, plasmados habitualmente en el plan estratégico de gestión del cambio. Esto requiere habitualmente de reuniones no solo con directores senior, sino también gerentes de línea, y personal del nivel operativo, para poder detectar cuales son los potenciales escollos que la empresa encontrara para la exitosa implementación del cambio esperado. Con respecto a esto, tuve la oportunidad de participar de un proceso de gestión del cambio impulsado por un problema medioambiental derivado de los desechos de una planta industrial. Fue tan solo cuando los niveles operativo, táctico y estratégico de los diferentes departamentos involucrados se reunieron durante varias jornadas intensivas de trabajo, que se pudieron superar los escollos existentes para alcanzar un compromiso en cuanto a los cambios requeridos para superar la crisis que se avecinaba a la empresa. Si esta multiplicación de I x V x P es mayor que el costo del cambio, entonces este tiene chances de poder ser ejecutado exitosamente, caso contrario es muy probable que pase a ser parte del 70% de los planes que, aunque necesarios, quedan en una mera expresión de deseo. Pero a esta ecuación carece de un componente esencial, omitido en su momento por Kurt Lewin, pionero en la temática de la gestión del cambio, consistente en uno de los más notorios escollos a la gestión del cambio: la habitual resistencia al mismo. Es por ello que podríamos redefinir esta ecuación por la que sigue a continuación. C = f (I x V x P x R) > Co Para comprender las implicancias de la resistencia, debemos comprender que las raíces de la resistencia pueden encontrarse en el miedo y el instinto de supervivencia. Y estas raíces en las organizaciones son habitualmente muy profundas, se han generado durante décadas, y se suman a las raíces propias del personal. Esto, que comúnmente llamamos Modelos Mentalesiv debería ser una de las actividades principales de la gestión del cambio, ya que de no reconocer cuáles son los supuestos sobre los cuales actúa la empresa, y cuáles son los paradigmas sobre los cuales actúan las personas, poco servirá la planificación del cambio, ya que se gestará sobre un terreno desconocido y volátil. 5 La resistencia al cambio, en primer lugar, difícilmente sea cero. La resistencia actúa como un factor limitativo al cambio que habitualmente se encuentra presente en todo tipo de organización. Pensemos en una organización de tipo burocrática gubernamental, donde la resistencia al cambio es palpable. Cualquier modificación acerca del status quo que caracteriza a las estructuras de tipo burocráticas se enfrentara en un primer lugar con una alta resistencia por parte del personal, caracterizado por su aferro a la estabilidad laboral, la existencia de controles laxos, y un marcado desdén por la atención al público. En segundo lugar, la resistencia está inserta en la estructura de las organizaciones, particularmente en su cultura, en su ADN organizacional. Por lo tanto cualquier cambio sustancial deberá tener en cuenta el tiempo que requerirá el cambio cultural esperado. No es una tarea imposible, pero si muy difícil, que requerirá constancia por parte de la dirección, un trabajo minucioso para que el personal se sume a la gestión del cambio, y la previsión de que el cambio se verá en el mediano plazo. Obviamente que esto depende de las características de dicho ADN: en empresas jóvenes el cambio es parte de la realidad, y no han conocido tiempos de equilibrio, por lo que cualquier proceso de cambio, sin importar cuán profundo sea el mismo, requerirá mucha menos energía, debido a que las habilidades y destrezas, y en definitiva el perfil del personal se encuentra predispuesto a la gestión del cambio. La resistencia al cambio habitualmente genera defensas personales, conflictos grupales, resistencia al status quo y una particular dinámica institucional. En cuanto a las defensas personales, el cambio genera que los individuos pongan en funcionamiento defensas de tipo psicológicas para negar la realidad del cambio y el dolor que conlleva. Esto genera conflictos grupales en cuanto a que modifica la naturaleza y la dinámica de grupos de trabajo lo cual provoca aun mayor resistencia. Sumado a esto se encuentran los intereses de ciertos sectores por mantener el status quo y la inercia existente. Y no debemos olvidar la dinámica institucional de las redes de clientes y mercados que hacen dificultoso el hacer las cosas de manera diferente. Las teorías de la gestión del cambio están basadas en modelos de pensamiento racional y lineal, sin embargo la realidad indica que el aplicar el sentido común no siempre es la mejor alternativa ya que los individuos no actúan necesariamente de manera racional, y por ende la incertidumbre juega un papel muy importante en la gestión del cambio. Algo similar ocurrió con Home Depot en los Estados Unidos. Cuando Bob Nardelli en 2000 tomó el lugar de los fundadores de Home Depot, Bernard Marcus y Arthur Blank, él sabía que serían difíciles de reemplazar. Un extraño al sector industrial, el Sr. Nardelli contaba con experiencia que incluía el dirigir divisiones de grandes empresas fabriles multinacionales –General Electric Company y Case Corporation– que producían cosas como electrodomésticos, equipos de construcción, y sistemas de transporte, y tenían culturas totalmente diferentes a las de Home Depot. Más aun, sabía que su estilo de administración y liderazgo contrastaba con el estilo de Marcus y Blank. A su favor, sin embargo, el Sr. Nardelli estaba tomando el mando de una empresa exitosa con un record envidiable de crecimiento y rentabilidad. Desde sus inicios en 1979, Home Depot nunca tuvo un mal año. Aun durante la recesión de 1991-92 en los Estados Unidos, las ventas siguieron creciendo, y Home Depot abrió más tiendas. La empresa es hoy el segundo minorista más grande en los Estados Unidos (detrás de Wal-Mart) y el minorista más grande del mundo en artículos para refacción del hogar. A pesar de que sabía que el conectarse con la gente de Home Depot sería un desafío, Nardelli no estaba preparado para la recepción fría que lo esperaba cuando llegó a la central de Atlanta. Estaba lleno del ánimo y entusiasmo de todo nuevo líder por compartir ideas de cambio, pero los empleados no se sintieron de la misma forma. ¿Por 6 qué habrían de hacerlo? La empresa funcionaba sin problemas, la motivación era buena, y no había deseos de iniciar transformación alguna. También estaban los fundadores, idolatrados tanto por los inversionistas como los empleados por sus ideas innovadoras y su irreverencia. Home Depot era famoso por sus tiendas tipo depósito, donde los compradores tenían que encontrar su camino. Si se perdían, mejor aún, ya que los compradores se encontrarían con más cosas que necesitaban comprar. Home Depot era el paraíso para empleados independientes como “Arthur y Bernie” – gente que hacía las cosas que tenían que hacer, pero no siempre jugaban con las reglas corporativas tradicionales. De hecho se incentivaba a los gerentes de las tiendas a tomar decisiones independientes de la central. De acuerdo a los viejos trabajadores de Home Depot, si los empleados recibían un memorando desde Atlanta, sencillamente lo rompían. En tres años, Nardelli implementó el sistema SixSigma, asignó rígidos controles en las tiendas, apuntó un gerente de recursos humanos en cada una de las tiendas, mejoró el proceso de comunicación, centralizó la toma de decisiones, y luego de ello, tan raudamente como fue seleccionado para tomar el puesto de CEO de Home Depot, tuvo que presentar su renuncia. Hoy día, el CEO de la empresa es un empleado de la misma con más de 25 años de experiencia, ejemplificando de esta forma que cualquier intento de cambio sin tener en cuenta el impacto que tendrá sobre la cultura organizacional es un esfuerzo en vano, especialmente si los cambios desean imponerse sin trabajar sobre las raíces de los modelos mentales de la organización. El tercer paradigma indica que el cambio es constante. Si bien la realidad de la enunciación es indiscutible, debemos en primer lugar distinguir el cambio transformacional del mejoramiento continuo. Muchas veces se confunde al cambio transformacional con el ruido continuo del cambio incremental que genera pequeños ajustes continuos a la gestión diaria de la empresa, con los cambios fundamentales y de raíz que tienen que ver con los cambios de tipo transformacional. Estos últimos, sin embargo, no son frecuentes debido a que requieren un compromiso importante de la gerencia general, son difíciles de implementar, llevan mucho tiempo, requieren un compromiso de todo el personal, y no siempre son exitosos. Por el contrario, este tipo de cambios suelen estar asociados a períodos de crisis, donde el cambio transformacional se hace necesario para la subsistencia misma de la empresa. Es por ello que se requiere un cambio de enfoque para que, especialmente en tiempos de crisis internacionales como las que estamos viviendo en este momento, el cambio sea percibido no solo como una respuesta reactiva a una amenaza, sino como una acción proactiva en pos de un mejoramiento integral de la organización a mediano y largo plazo. En tercer lugar, debemos comprender que el cambio se encuentra asociado de manera directa con el entorno, pudiendo identificar cuatro ambientes competitivos diferentes: equilibrio, equilibrio fluctuante, equilibrio periódico, y desequilibrio, que requieren diferentes estrategias para el éxito. De esta forma, mientras que los ambientes en equilibrio requieren trabajar sobre las barreras de ingreso siguiendo las directrices de posicionamiento diseñadas, entre otros autores, por Michael Porterv; en ambientes de equilibrio fluctuante debemos trabajar sobre el core competence, es decir, sobre nuestras mejores habilidades, ya que las barreras de ingreso no son sustentables en ambientes cambiantes. Para ilustrar esto, pensemos que mientras que en ambientes estables las empresas trabajan erigir sus imperios ‘ladrillo a ladrillo’, cuando se produce un quiebre en el estatus quo, quien tiene la estructura más ‘pesada’ es habitualmente quien pierde, ya que no puede reaccionar con rapidez, y pierde posiciones a favor de sus competidores más veloces, habitualmente menos ‘pesados’, que reconocen su core 7 competence, y trabajan incansablemente para nutrirlo. En ambientes de equilibrio periódico, caracterizados por un periodo de alta turbulencia seguido por un periodo más prolongado de estabilidad, se debe trabajar sobre una proposición de valor única que permita atravesar ambientes en equilibrio y fluctuantes sin perder o tener que reconfigurar el target de nuestros productos y/o servicios. Solo de esta forma se podrá realizar un corte transversal de la crisis producida por la turbulencia y subsistir aun luego que ella desaparezca. Ahora bien, en ambientes en desequilibrio, donde los cambios son continuos, agresivos, y altamente desafiantes, no existe otra estrategia competitiva más que utilizar la ruptura continua del status quo mediante estrategias creativas que generen cambio continuo dentro del sector industrial donde se encuentre la empresa. Solo de esta forma se podrá sostener en ambientes de alta turbulencia una supremacía estratégica. Por lo tanto, el cambio exitoso es dependiente del tiempo y está condicionado por el contexto, es infrecuente y habitualmente traumático, siendo que saca a los individuos de su zona de confort y los impulsa a generar estrategias defensivas como un intento de gestionarlo, lo cual refuerza el dilema. El cuarto paradigma, indica que el cambio puede ser administrado. Sin embargo, el rápido desarrollo del cambio indica que no es algo que pueda ser administrado con certeza. El resultado puede ser divergente e inesperado, lo cual condice con los principios de la teoría de la complejidad, que captura la tensión que la mayoría de las instituciones enfrentan cuando los sistemas en desequilibrio buscan retomar la estabilidad. Sin embargo, sin periodos de inestabilidad, la inercia y la complacencia puede convertirlos en victimas incapaces de adaptarse a medida que el contexto cambia. Los sistemas adaptativos complejos funcionan de manera cuasi caótica cuando son provocados por una tarea compleja. Peor aún, si presionamos el sistema, este responderá con la misma fuerza, rechazando enfáticamente cualquier intento de cambio. Es por ello que quien lidera el cambio puede estimularlo, o incluso conducirlo, pero no puede administrarlo de manera eficiente, ya que esto depende de las voluntades individuales de las personas que componen el sistema institucional. En definitiva, el resultado del proceso de cambio estará influenciado por la motivación intrínseca de las personas que forman parte de la organización, de la cultura que permitirá implementar de manera más o menos exitosa los cambios impulsados, y de la rapidez y el tipo de cambio que el entorno exija. En quinto lugar, se encuentra el mito que indica que el agente del cambio sabe lo que es mejor. Si bien es lógico suponer que los agentes del cambio tienen buenas intenciones, las suposiciones sobre las que actúa presentan a menudo dificultades, lo cual hace que los resultados sean incontrolables e impredecibles, lo que impacta sobre la posibilidad que sepa que es lo que es mejor. Por lo tanto el agente de cambio solo puede convertirse en un catalizador pero el sistema es el que determina el resultado. La teoría de la complejidad sugiere que en períodos de desequilibrio, los procesos emergentes tienden a organizarse a sí mismos, influenciando el resultado final del cambio. El poder de influencia de quien impulsa el cambio, por ende, se encuentra seriamente limitado por los condicionantes internos. En sexto lugar, nos encontramos con el paradigma que indica que debemos seguir una serie de pasos pre-establecidos para poder generar un proceso de cambio exitoso, cuando en verdad es un zigzag imperfecto. El ‘Modelo Six-Pack’ desarrollado por Michael Jarrett de la London Business School presenta una 8 novedosa forma de presentar ar los ingredientes ingrediente esenciales para la gestión exitosa de procesos de cambio, comenzando por generar el imperativo del cambio, o bien el sentido de la urgencia. Al fin de cuentas, debemos comenzar preguntándonos el por qué del cambio. La respuesta a esta pregunta p habitual está enfocada directamente a responder a una de las primeras cuestiones relativas a la resistencia al cambio: ¿Qué es lo que está mal? ¿Por qué es necesario el cambio? ¿Cuál sería el resultado de no cambiar en este momento? ¿Por qué es relevante evante para mi persona? ¿Cuál será mi contribución al mismo? En segundo lugar, debemos desarrollar el liderazgo y la estrategia necesarios para la implementación del cambio. Esto habitualmente implica una serie de reuniones entre los directivos de línea y la alta dirección para identificar la forma más eficiente de gestionar el cambio, asignar las personas clave que lo llevaran adelante, y cuáles son los atributos y habilidades que deben desarrollar para llevarlo a cabo. En tercer lugar, debemos crear una dirección compartida, en la cual el desarrollo del argumento para el cambio tiene una importancia superlativa, ya que debemos poder poner en términos y valores que resulten relevantes al personal la necesidad de la gestión n del cambio, para motivarlos a ser parte del mismo, y erosionar la posibilidad que la resistencia natural al cambio haga fracasar su implementación. Se espera que luego de ello se obtengan las primeras victorias, en la forma de ganancias consolidadas, como mo una muestra de los resultados que pueden obtenerse a mediano plazo con la gestión del cambio, para sostener la nueva cultura a futuro. Es importante destacar el tercer punto, ya que el crear una dirección compartida habitualmente es uno de los puntos donde onde la dirección falla al no lograr establecer una relación emocional entre el personal y la institución, ya que comunican sencillamente que es lo que se espera de ellos, sin prestar suficiente atención al porque la organización necesita de la colaboración colaboració del personal para la consecución de sus fines. Esto se relaciona íntimamente con lo que se ha dado en llamar el Golden Circle de Simon Sinek, quien indica que si queremos vender algo debemos cambiar nuestra forma habitual de comunicarnos, desde el que hacia acia el por qué, para enfocarnos primero en el por qué, luego el cómo, y finalmente en que es lo que estamos queriendo comunicar. Esto se debe en primer lugar a que lo que motiva a los empleados no suele ser lo mismo que lo que motiva a la dirección, ya que q las historias suelen centrarse en la empresa –derrotar derrotar a la competencia, alcanzar el liderazgo industrial, alcanzar los objetivos de ventas– cuando, de hecho, la investigación indica que existen al menos otras cuatro fuentes de significado y motivación a las que puede recurrirse en busca usca de energía para el cambio. Estas incluyen el impacto en la sociedad, por ejemplo, el construir una comunidad; el impacto en el cliente, como el otorgarle un mejor producto, product o bien proveerle un mejor servicio; el impacto en el equipo de trabajo, como puede ser el sentimiento de pertenencia, el trabajo en conjunto; y el impacto en la persona, en cuanto a su desarrollo, los bonos, el salario, y el empowerment. En último lugar, r, nos encontramos con el paradigma que sugiere que los l grandes 9 cambios demandan grandes acciones, mientras que en realidad, pequeñas cosas pueden producir grandes impactos, lo cual se conoce como el punto de apalancamiento. Los factores comunes de este efecto son, en primer lugar, el hecho que el contexto es contagioso, ya que el buen timing y una comunicación efectivas pueden provocar que el apoyo a la gestión del cambio se esparza de manera viral, infectando a todos aquellos que la reciban. En segundo lugar, debemos comprender que las pequeñas acciones pueden tener grandes y rápidos efectos, incluso en la motivación del personal, siempre y cuando sean sorpresivas. Por ejemplo, el CEO de Continental Airlines, Gordon Bethune envió un cheque inesperado a cada empleado por USD 65,00 cuando Continental pasó a ser una de las cinco principales aerolíneas. No fue un gran gesto, no era esperado, y sin embargo generó un impacto muy importante en la motivación del personal. Y en último lugar, debemos tener en cuenta que estos cambios habitualmente tienen lugar en momentos dramáticos, por lo que deben suceder muy rápidamente. En crisis como la actual, la mayoría de las empresas deben realizar cambios organizacionales significativos de manera rápida para poder sobrevivir y prosperar. Muchas empresas lo hacen desde un punto de vista táctico y cortoplacista, lo cual puede ser apropiado si la situación realmente es urgente –por ejemplo si existe el riesgo de no poder pagar los sueldos. Pero la mayoría de las empresas pueden y deben mirar más allá de los próximos meses, ya que el hacer un buen uso de la presión que genera una crisis puede permitirles no solo sobrevivir sino emerger de la misma fortalecidos. En definitiva, el desafío del cambio requiere un cambio de paradigma. los directivos coinciden en reconocer que ninguna transformación alcanzará velocidad sin el compromiso de los empleados en todos los niveles de la organización, particularmente los gerentes de línea. En el futuro no muy distante, la gestión del cambio evolucionará hacia el liderazgo transformacional a medida que las organizaciones viren de un enfoque mecanicista y de pasos y adopten el cambio como uno de sus core competences. La gestión del cambio no será una función separada que es activada cuando se lanza una iniciativa de transformación, sino que será una parte integral de la cultura organizacional, y la forma en que se desempeña una organización será más dinámica y adaptativa, al haber incluido al cambio a su gestión estratégica. * Este articulo es un extracto del discurso realizado por el autor en el marco de las III SEMANA INTERNACIONAL ARGENTINA – BRASIL: Innovación y Creatividad - su aplicación en el mundo de los negocios, organizado conjuntamente por la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Abierta Interamericana, Sede Regional Rosario; la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Río Cuarto, Córdoba.; y el Centro Universitario Do Sul do Minas – Varginha – Minas Gerais, Brasil, del 13 al 15 de Octubre de 2010 en la sede de la FCE de la Universidad Nacional de Córdoba . Bibliografía 1. 2. 3. 4. 5. 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Como un cristal que distorsionara sutilmente nuestra visión, los modelos mentales determinan lo que vemos”, SENGE, Peter, “La Quinta Disciplina en la práctica”, Editorial Granica, Buenos Aires, 1994. v PORTER, Michael, “Ventaja Competitiva”, Buenos Aires, CECSA, 1992.