Inversiones Rentables (Editorial)
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Inversiones Rentables (Editorial)
2 NEGOCIOS INTERNACIONALES EDITORIAL Inversiones rentables Editorial T odavía no se pasa la escaldadura que ocasionó el Decreto de Urgencia Nº 014-2007 que relajaba las condiciones para la aprobación de proyectos de inversión pública un típico caso de aquellos en los que "la forma es el fondo". Y es que el problema no solo es que se pretendía ignorar todos los procedimientos y evaluaciones requeridas para tener una cierta seguridad de que los recursos del Estado (es decir, de todos los peruanos) están siendo invertidos en las obras apropiadas para satisfacer las necesidades de la población, en las cantidades adecuadas y con la transparencia y honestidad mínimas requeridas; sino que se sacó el decreto a espaldas del Ministro de Economía, precisamente el día en que este regresaba de Europa, después de haber realizado una exitosa gestión con relación a la deuda externa. Hubieran sido las cosas muy distintas si el propio Ministro hubiera participado en la elaboración de las soluciones para superar el entrampamiento en que se encuentran hoy las obras y proyectos. Soluciones que no necesariamente se alcanzan con el discutible decreto (por demás, inconstitucional). Pero no todas las inversiones son de infraestructura. Y es muy posible que por lo visibles (y plausibles de inauguración) que estas son, estemos dejando de lado la inversión de capital más importante: la de capital humano. Y eso se llama nutrición materna e infantil. El Consenso de Copenhague determinó que una de las inversiones más rentables que pueden hacer los países en desarrollo (el segundo mayor retorno entre 17 opciones analizadas incluso por encima de la liberalización comercial), es la inversión en nutrición materna e infantil: "… la inversión en micronutrientes tiene tasas de retorno más elevadas que las inversiones comercial, malaria, agua o servicios sanitarios... ninguna otra tecnología ofrece una oportunidad tan grande para mejorar vidas a un costo tan bajo en un periodo tan corto." Según un reciente informe del Banco Mundial, la malnutrición reduce el crecimiento y perpetúa la pobreza por tres vías: reduce la productividad por mal estado físico (más de 10% de los ingresos en la vida); genera pérdidas indirectas por baja función cognoscitiva y bajo rendimiento escolar (no todo es culpa de los maestros y del SUTEP); y produce pérdidas por mayores costos en servicios de salud. En el Perú ya existen un buen diagnóstico y un plan para la reorganización de los programas sociales. Pero sigue siendo solo un plan, y si no se hace algo pronto se convertirá en uno más de tantos estudios archivados que, después de su realización, nadie más vuelve a leer. Un componente fundamental de la lucha contra la pobreza debe ser la erradicación de la malnutrición. Y si el sector público siente que no se puede inaugurar niños bien nutridos o es poco fotogénico salir en la foto bajo un titular que diga que se ha reducido la incidencia de diarrea en tal o cual comunidad, siempre queda la posibilidad de que el sector privado dedique parte de los recursos de los aportes "voluntarios" a una de las inversiones más rentables que existen. Con eso harían honor al prestigio del sector empresarial de saber invertir en proyectos con elevados retornos. Pero, recuerden: no se trata de repartir alimentos; se trata de dar calidad y eso significa vitaminas y minerales, campañas de educación, campañas para vacunación e hidratación oral y también mejoras en las condiciones sanitarias. Aquí es donde comenzamos realmente a cambiar el Perú.