dos leones frente a la muerte

Transcripción

dos leones frente a la muerte
DOS LEONES FRENTE A LA MUERTE
El Desaliento: Sobre el film documental Homeland – Irak Zero,
de Abbas Fahdel.
Por Adriana Valletta
HAIDAR Y ABBAS
Abbas Fahdel, cineasta iraquí que reside en Francia desde su
juventud, recibe la noticia: Irak sufrirá una invasión, por
decisión de Bush. Poco tiempo atrás, el mundo se había visto
conmovido por la destrucción de las torres gemelas. Abbas es
cineasta comprometido y no duda en viajar a Bagdad. Inicia un
registro fílmico del antes y el después de la invasión a Irak
en marzo del 2003. La película es una invitación a vivir lo
íntimo de una sociedad que repentinamente deberá enfrentarse
al desaliento de la guerra y a la suspensión de todo lo
cotidiano. Sin embargo, a través de las vivencias de sus
familiares y el destacado aporte de su sobrino Haidar- con
quien Abbas trabajará en equipo- conoceremos con qué se
procurarán amparo contra uno de los aliados de la muerte: el
olvido.
Haidar, de 11 años, será el guía entusiasta e incansable, él
se transformará en nuestros ojos. Simpático y sagaz, habita
las perspectivas del adulto y del niño a la vez. Desde la
perspectiva adulta, parece poseedor de una gran conciencia de
la vida y de la muerte. Desde su mirada de niño, no escapa a
la tentación de ver a la guerra como a una buena excusa o “un
juego” para no tener que ir a la escuela. La inocencia es
aliada de la niñez. De ese modo y por un tiempo, la muerte
pierde todo poder. Sonrisas picarescas salpican el paisaje
amenazante de la anunciada guerra.
IRAK ZERO
“Homeland, Irak Zero” es un filme documental en dos partes. En
sus 334 minutos de duración, el tiempo se pierde de toda
cronología habitual.Lo que está frente a nuestros ojos es real
y de curso imprevisible a la vez. Sabemos- y los actores
ocasionales de esos hechos saben también-, que en este film
todo carece de la lógica corriente, así como la realidad
filmada está descorrida de los ejes esperables.
La noción de suspenso respecto de la muerte queda elidida.
Ante la sorpresa del espectador, se anuncia que el
protagonista morirá en la primera parte del film. Sin embargo,
todavía los niños juegan y sonríen. Los menores van a la
escuela y sus padres, a sus trabajos. No faltan las compras ni
las visitas de sus parientes. La invasión también quedará
fuera de campo, perderá prácticamente el rol central, para dar
paso a la vida familiar de muchos iraquíes. La necesidad de
capturar la existencia de todo un pueblo, de preservarlo en la
memoria de la grabación, se suma a las escenas cotidianas. No
se irán. Hay premura de registro, será importante ponerles
rostro a muchos hombres. Semblantes y lenguajes aportarán toda
la música y las imágenes al film.
Quien se pone frente a estas imágenes sabe que está ante un
mundo próximo a desaparecer. Así, el desaliento sufre diversas
transformaciones. Por momentos subyace, al film y al
espectador, como algo flotante que no se puede ni soltar ni
asir del todo. Aun así, resulta imposible desalentarse
completamente, pues puja la vida por algunos carriles y
calles. También resulta imposible ser ciego a la contundente
amenaza de destrucción.
Trailer Homeland: Irak Year Zero
https://www.youtube.com/watch?v=ve0J4uiUB0Q
LA TIERRA Y EL AGUA TRABAJAN JUNTAS
Los lazos familiares son imprescindibles como el agua. El agua
y los alimentos nutren el hogar y lo prepararan lentamente
para albergar lo heroico ¿Qué mejor espacio que la propia casa
para ser testigo de la lucha? Los actos que nos igualan:
“resistir o morir”. Se desliza la idea: “Si van a morir
prefieren hacerlo en su casa”. Cerca de lo propio, dentro de
su construcción del “sentido”. La no- casa es el lugar de
donde viene la muerte: Occidente. De allí conocen a Shakira
quien, de tanto en tanto, los entretiene con su danza, un poco
bastante occidentalizada, pero con pretensiones de raíces
orientales. Vaivenes. En la línea inversa, si ellos desconocen
a Occidente, Occidente los desconoce a ellos aun más. Es
necesario hacer de Irak un enemigo a la medida de la contienda
y para eso se apelará a todo tipo de imágenes distorsionadas.
Es imperioso hacer de los iraquíes unos “otros” ante los
cuales nadie se detendría a la hora de eliminarlos.
A FUERZA DE BRAZO
En el aire entrecortado se respira el temor. En ocasiones,
disimulado. En otras,
claramente rebosante
de
honestidad
emocional. Entre los
toques del miedo, se
deslizan las escenas
familiares-alrededor
de las velas, si no
hay electricidad o en
torno a las pantallas de tv donde, de tanto en tanto, un
rostro femenino se instala en el living: una vez más las danza
y la voz de Shakira. La música los conecta con un sentimiento
de alegría antigua y conocida. El agua y la electricidad
escasean ya antes del inicio de la guerra. Haidar perfora la
tierra durante largas jornadas para extraer agua. Sus brazos
trabajan hora tras hora, de día y de noche. ¿Pensará acaso en
la fuerza que forja al hombre y lo sustenta, en contraste con
la sutileza de la mujer? La madre se asoma y asiste al
crecimiento de un adolescente…¿un día será hombre? Mientras,
el hijo se prepara para la vida o para la muerte. Se prepara
con iguales chances, en el mejor de los casos. Haidar bombea a
fuerza de brazo. La tierra guarda agua limpia. Pero, si hay
guerra, no habrá ni agua ni alimentos. No se puede permanecer
impávido. 11 años de edad alcanzan para sentir el ímpetu de lo
que puede ser la sed, la urgencia o la vergüenza por la falta
de higiene. Desde lo rudimentario hasta lo más creativo será
utilizado para no morir indignamente.
GENEALOGÍA DE LEONES
Por calles y ferias, circulan canastos
rebosantes,
rechonchos.
Granos y frutos de todas
clases:
la
vida
puede
mostrarse
exuberante,
símbolo de lo que fue la
riqueza, la diversidad y el
potencial de Irak. Resuenan
alabanzas a Mahoma y a Alá. Ante tanto pregón, responderá
quien posea algunas monedas de más. Como sea, aprovisionarse
no garantiza nada. La rutina se multiplica en requerimientos:
al preparado del té se suma la nueva tarea de encintar vidrios
de ventanas y puertas. Haidar encinta el cristal de la
ventana. El chirriar de la cinta contra el vidrio frío trae
otra imagen, esta vez cálida. Una ventana que parece otra- de
otra época- en cuyo reflejo se dibuja el contorno del padre
con el niño Haidar en brazos, mientras su esposa cuida que el
pequeño no se ensucie con el polvo del vidrio. Rápidamente, el
mapa se desdibuja. ¿Esto es Irak? Puede ser una familia de
cualquier lugar del mundo. El espectador, sin embargo, no
tiene tiempo para estas especulaciones. Mutan los peligros,
mientras hay que cuidar que el cristal no se alíe a la muerte
y las astillas del vidrio no se incrusten en la carne. Se debe
evitar que la vieja ventana no se vuelva un arma criminal.
LA CÁMARA NO SE NEGOCIA
Algo más comienza a ser vital, no solo el agua: capturar
imágenes antes del final, que ya sobrevendrá. Resguardar el
archivo de la memoria. Ahora todos son súbitos actores, hasta
los desconocidos transeúntes: ancianos que, como niños, se
prestan a posar frente a la cámara y dan testimonio y oran.
Haidar lo sabe: la cámara es agua que sacia otra sed. La
cámara calma. Alienta. Cuando los soldados americanos intentan
quitársela, él dice: No. La cámara, no. Y ante ese “No”,
sereno y hasta simpático del niño de 11 años, no hay poder que
se resista. Intransigencia bien fundada. La cámara no se
negocia.
En las antípodas de “la cámara o la vida”, está “la cámara y
la vida”. Porque las guerras actuales se dirimen, también,
como combate de imágenes.
EL LEÓN Y EL CRISTAL
En algún lugar del mundo, ese “No” de Haidar (León, en árabe,
según algunas traducciones)
atraviesa cristales, ventanas y
puertas. Su voz es temple y
seguridad inamovible. Uno puede
percibir eso en sus gestos. Se
me ocurre que Haidar es el
cristal mismo. El cristal vuelto
vida. Un nuevo cristal. Cristal
como lente de cámara o como vidrio de ventana, a través del
cual, somos invitados a percibir un mundo con renovados ojos.
Si la pretensión es eliminar de la faz de la tierra el
universo de Haidar, Haidar dará batalla, sin desconocer los
intereses y razones detrás de la guerra. Haidar muestra el
arrasamiento de una finitud ya condenada. Lo que cambia aquí
en relación a otras contiendas son los tiempos y los
eufemismos: ahora está el horizonte que antes se llamaba
futuro, el asesinato que antes se llamaba muerte. Abbas, su
tío, continúa su tarea, mientras Haidar funda la mirada para
dar a ver a otros. Abbas y Haidar: genealogía de leones.
EPÍLOGO
Está nota es una lectura de la primera parte del filme de
Abbas Fahdel. Espero que estas líneas sirvan como
reconocimiento a su gran labor y como gratitud por haber sido
el rugido que nos devolvió los ojos.
Carta de Freud a Einstein, en respuesta a su pregunta ¿Por qué
la guerra?
(…) “para nuestros fines inmediatos: no ofrece perspectiva
ninguna pretender el desarraigo de las inclinaciones agresivas
de los hombres (…) “Por ahora ponen el máximo cuidado en su
armamento y el odio a los extraños no es el menos intenso de
los motivos con que promueven la cohesión de sus seguidores.
Es claro que, como usted mismo puntualiza, no se trata de
eliminar por completo la inclinación de los hombres a agredir;
puede intentarse desviarla lo bastante para que no deba
encontrar su expresión en la guerra.” (…)“¿Cuánto tiempo
tendremos que esperar hasta que los otros también se vuelvan
pacifistas? No es posible decirlo, pero acaso no sea una
esperanza utópica que el influjo de esos dos factores, el de
la actitud cultural y el de la justificada angustia ante los
efectos de una guerra futura, haya de poner fin a las guerras
en una época no lejana. Por qué caminos o rodeos, eso no
podemos colegirlo. Entretanto tenemos derecho a decirnos: todo
lo que promueva el desarrollo de la cultura trabaja también
contra la guerra. Saludo a usted cordialmente, y le pido me
disculpe si mi exposición lo ha desilusionado.”
Sigmund Freud (Freud, “Obras Completas”, Editorial Amorrortu.
“¿Por qué la guerra?”, 1932)