EL PADRE TOD
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EL PADRE TOD
MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO Sinopsis – Mi pequeña hermana demonio En Cerro Verde ha llegado una misteriosa chica proveniente del extranjero, la cual es muy diferente del resto, ya que vive en el cementerio de San Miguel Arcángel y sus amigos son los residentes de ese lugar de descanso. ¿Qué? ¿Ella es amiga de los espíritus del camposanto? Estando próximas las festividades del D ía de Muertos, sus amistades le pidieron un singular encargo. ¿Podrá cumplir con su misión? ¿O se encontrara con algo que se lo impida? Y si este fuera el caso, ¿podrá contar con el apoyo de alguien en su tarea? Dedicatoria – Mi pequeña hermana demonio La siguiente obra está dedicada a aquellos seres queridos que desafortunadamente ya no están conmigo, y que fue escrita con el propósito de alentar y promover las tradiciones de mi amado país. Espero que esta obra les sea de su agrado. “No juzgues un libro por su portada.” Refrán popular Advertencia – Mi pequeña hermana demonio Los sucesos y personajes mencionados en esta obra son ficticios, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Por José Daniel Segura Bravo Página 2 MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO Índice Página Capítulo 1. Un encargo del más allá 4 Sobre Yamiko Kurosawa 13 Ilustraciones Yamiko Kurosawa 14 Marie von Stroker 15 Por José Daniel Segura Bravo Página 3 MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO Capítulo 1. Un encargo del más allá Aquella fresca tarde del martes 31 de octubre de 2023, el viento soplaba con relativa fuerza, los árboles se estremecían ligeramente de un lado para otro, sus marchitas hojas caían y eran arrastradas por los alrededores de la ciudad de Cerro Verde. A pesar de lo melancólico y nostálgico que pudiera parecer ese paisaje, en aquella localidad reinaba un ambiente muy alegre y festivo. En la mayoría de los hogares de tan hermoso y tranquilo lugar, la gente se preparaba para celebrar el tradicional Día de Muertos. Cada familia se preocupaba de tener listo el altar y la ofrenda para los seres queridos que partieron tiempo atrás y que estaban próximos a visitarlos. A pesar de que faltaba poco para que cayera la noche, no dejaba de haber movimiento en las concurridas calles, pues mientras unos hacían compras de última hora, otros iban a los cementerios para dejar completamente limpias y adornadas las tumbas de sus familiares. Siendo esta la ocasión más tétrica del año, algunos niños aprovecharon para disfrazarse e ir de casa en casa, en compañía de sus padres o hermanos mayores, a pedir dulces. Esto últimamente se había hecho cada vez más común con el paso de los años en Cerro Verde. Una peculiar y misteriosa chica extranjera, atraída por el característico olor de las flores de cempasúchil, el copal y el incienso, además de los aromas de los exquisitos platillos de temporada, junto con bello sonido de los sones y huapangos de la región, el llamativo estruendo de los cohetes y fuegos artificiales, el repique de las campanas y el resplandor de la enorme cantidad de velas encendidas, decidió dejar la seguridad de su lúgubre hogar y cumplir con el encargo de sus nuevos amigos. Al ser una recién llegada en la ciudad, ella quería conocer más a detalle las costumbres del lugar y recorrer sus cercanías. Para su fortuna escogió el mejor momento para salir, su verdadera identidad pasaba completamente desapercibida, todos pensaban que aquellas dos grandes como las de un murciélago que tenía en su espalda formaban parte de un excelente disfraz, aún así captaba la mirada de alguno que otro caballero, pues la chica goza de una hermosa apariencia y de una sensual figura, la cual sabía resaltar con su llamativo traje naranja con encaje negro, cuyos colores estaban muy acorde a las celebraciones de las fechas recientes, junto con su larga y rojiza cabellera, que traía arreglada con un par de coletas. Ella observaba maravillada lo que ocurría a su alrededor, todo le llamaba la atención, los altares, los adornos, la gente disfrazada, los puestos ambulantes que vendían gran variedad de dulces, calaveritas de azúcar, pan de muerto, coronas, artesanías y demás artículos para el Día de Muertos, y sobre todo el trato amable y cálido de los dueños de tan humildes negocios. En su tierra natal nunca hubiera experimentando un ambiente similar. Tras observar con detalle cómo se desenvolvía la gente, agarro la confianza para preguntar los precios de tan preciosos productos, y se percato de que el dinero que había recolectado con sus amigos no alcanzaba para mucho. Sabiendo que tendría que hacer rendir al máximo aquellas monedas, fue de local en local para comparar precios. Durante esta extenuante búsqueda, la chica le llamo la atención alguien que se encontraba repartiendo volantes en la calle. Se trataba de una joven, la cual vestía un lindo vestido de estilo gótico y en cuyo cuello traía colgada una Por José Daniel Segura Bravo Página 4 MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO cruz de plata, y quien al igual que ella tenía un largo cabello rojizo y acomodado con dos preciosas coletas. Dejo que esa joven se le acercara, quien tras entregarle un volante, se presento inocentemente. — Guten Nacht! Mein name ist Marie von Stroker y hoy podría ser tu vampira maid. — dijo muy entusiasmada la joven y sugirió muy atenta— Me puedes encontrar en el café Nakamura, por favor vaya y compruebe que tenemos el mejor café de la ciudad. La chica se le quedo viendo al volante, como no comprendía el significado de ciertas palabras, prefiero mejor preguntarle directamente a Marie. — Pequeña hermana demonio, es un gusto conocerte. Yo me llamo Yamiko Kurosawa y soy una yōkai originaria de Japón. Recientemente llegue a esta ciudad. —dijo amable la chica y agrego sincera— Mis amigos me pidieron que les consiguiera café con un poco de pan, pero no traigo mucho dinero. Si voy a dicho lugar, ¿qué me podría alcanzar con 40 pesos? — Onee-chan, ¿es todo lo que traes? ¿Acaso te asaltaron? —dijo preocupada Marie. — Es que ni ellos ni yo tenemos una fuente estable de sustento, y nos la ingeniamos para buscar unas cuantas monedas entre los límites de nuestra tranquila y dulce morada. —dijo honestamente y cabizbaja Yamiko. La vampira se le quedo observando a Yamiko, sentía que había algo raro con ella y con lo que le decía, además se percato de que las alas que tenía sobre su espalda se movían con bastante naturalidad como para ser parte de un disfraz. En ese momento recordó las palabras de su jefe: "En estas fechas, las barreras entre el mundo de los vivos y el de los muertos se hacen más estrechas. Hay que andarse con cuidado, porque no sabes con lo que te puedas topar en las calles." Fue cuando comprendió que en verdad se trataba de una ser sobrenatural, pero en lugar de sobresaltarse, la vampira decidió conservar la calma. Si Yamiko tuviera malas intenciones, hubiera tomado cuanto quisiera, pero lo más probable era que ella trataba de apegarse a las normas de la sociedad para no sobresalir. — Onee-chan, se sincera conmigo. ¿Tú vives en el cementerio y tus amigos son los espíritus que habitan en ese lugar de descanso? —dijo tranquila Marie. — ¿Como lo supiste? Además de ser vampira eres adivina, quien como tú Marie-sama. —dijo muy asombrada Yamiko y le hizo un singular cumplido— Tan linda hermana demonio debe vivir en un tétrico castillo junto a su leal siervo. La vampira se sonrojo con ese halago, y se puso a pensar, entre seguirle la corriente a la yōkai o decirle la verdad sobre ella. — Onee-chan, yo vivo en una simple casa, pero soy feliz a lado de una persona que es dueña de mi corazón, la cual parece un ángel. Esta tiene un precioso cabello castaño y trabaja junto a mí en el café Nakamura. —dijo suspirando y muy natural Marie. Por José Daniel Segura Bravo Página 5 MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO — Marie-sama, si eres feliz con esa persona, quien soy yo para juzgarte. —dijo franca Yamiko y agrego bastante curiosa— ¿Y te gusta trabajar en ese lugar? — Por supuesto. A la persona que amo con todo mi corazón, ser una maid es su mundo y trabajar junto a ella es todo un honor. —respondió atenta Marie. — Que bien por ti Marie-sama. Ya anocheció y mis amigos deben estar un poco preocupados por mi tardanza. —dijo inquieta Yamiko. — Onee-chan, tienes razón. Mi jefe también ha de estar esperando que regrese a trabajar al café. Vayamos de una vez. —dijo muy oportuna Marie. — Marie-sama, ¿lo que traigo es suficiente para comprar algo en el lugar en que trabajas? —pregunto un poco apenada Yamiko. — Onee-chan, no te preocupes por eso. Yo me encargaré de que tus amigos se den un buen festín. Te voy a invitar por mi cuenta dos paquetes, están muy bien surtidos y como hay ofertas por motivo de estas fechas, nos regalaran un tercero gratis. — respondió muy amable y decidida Marie. — ¿Lo dices en serio? —exclamo emocionada la yōkai. — Por supuesto. Te doy mi palabra de vampira. —dijo muy segura Marie y agrego un poco indecisa— Estamos a unas cuadras del café Nakamura, así que, ¿Onee-chan podría tomarte de la mano para llevarte hasta allí? Yamiko se ruborizo ante aquella petición, pues no se hacía la idea de que Marie le tuviera tanta confianza como para considerarla su hermana mayor. — Claro que sí, mi querida hermanita. —dijo encantada Yamiko. Mientras se dirigían al café, ellas no dejaron de llamar la atención de aquellos que pasaban por esa zona, muchos inclusive llegaron a pensar que eran hermanas y hasta se aminaron a detenerlas para tomarse fotos junto a tan lindas chicas. Cuando menos se lo esperaban, llegaron a su destino. Tras soltarle la mano a su "Onee-chan", la vampira le haría una observación a la yōkai. — Onee-chan, antes de entrar, ¿podrías retraer un poco tus lindas alas? —le sugirió sutilmente la vampira. — Está bien. —acepto sin dudarlo Yamiko. En aquel momento, adentro del local solo se encontraba el señor Nakamura, el cual estaba del lado de mostrador y quien se sorprendió al ver a Marie a lado de tan hermosa chica. Por José Daniel Segura Bravo Página 6 MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO — ¡Bienvenidas sean al café Nakamura! —dijo muy cordial el dueño y agrego algo juguetón— Ya decía yo que había una razón por la que te tardaras tanto en llegar. Marie-san, ¿quién es la belleza que te acompaña? — Me llamo Yamiko Kurosawa, soy una yōkai y la actual protectora del cementerio de San Miguel Arcángel. —se presento algo coqueta la yōkai ante el señor Nakamura. El dueño del café se quedo extrañado ante aquellas palabras, le hizo una seña para que Marie se le acercara y le explicara lo q ue estaba pasando. — ¿Está hermosa muchacha tiene el complejo del octavo grado o qué le pasa? —le dijo en voz baja a su empleada. — Se acuerda de aquello que me comento hace días. Creo que ella en verdad es una demonio de carne y hueso. —le susurró Marie en el oído. — Yo te decía eso en juego, nunca pensé que algo así fuera a ocurrir. ¿Para qué la trajiste al café? —murmuro preocupado el señor Nakamura. — Señor Nakamura, no juzgue a los demás por su apariencia. Ella solo quiere llevarles algo de café y pan a sus amigos del cementerio. Ya quisiéramos tener a alguien que se preocupe de la misma forma por nosotros una vez que estemos del otro lado. —le respondió en voz baja Marie y agrego muy calmada— Tratémosla como lo haríamos con cualquier cliente del café. Descuénteme de mi paga dos paquetes, yo se los voy a invitar a Yamiko. Estaban muy distraídos el señor Nakamura y Marie tratando este asunto, que no se dieron cuenta de que Yamiko se encontraba a un lado de ellos. — ¿De qué tanto hablan ustedes dos? —pregunto inocentemente la yōkai. Esto les saco un susto al dueño del local y a su empleada. — ¿Acaso no te enseñaron que no debes escuchar las conversaciones ajenas? —le reclamo valiente el señor Nakamura. — Gomen ne. No volverá a pasar. —dijo apenada y muy sentida Yamiko. Estaba la yōkai a punto de llorar, cuando el dueño tuvo que actuar rápido para evitarlo. — Yamiko, no quise ser tan severo contigo. Como compensación, acepte una rebanada gratis del mejor pastel, hecho por mi linda sobrina. —dijo sereno el señor Nakamura. — ¿Acaso una chica tan traviesa como yo merece tanta amabilidad de un mortal? — pregunto conmovida la yōkai. Por José Daniel Segura Bravo Página 7 MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO Pero antes de que este le pudiera contestar su pregunta, de la nada ella le dio un fuerte abrazo. — Arigato Nakamura-san. —exclamo alegre Yamiko. — No es nada. —dijo atento el dueño y agrego cordial— Tome asiento, en unos minutos le tendremos listo su pedido. La yōkai se sentó a gusto en una mesa cercana al mostrador. Antes de que se fuera a la cocina a encargarse de la orden de su singular clienta, Marie le pregunto algo a su jefe. — Señor Nakamura, ¿y en dónde está la linda Kaoru? —le cuestiono con interés Marie. — Deje que saliera temprano, ya que iba a ayudarles a los hermanos de Josué-san a hacer el altar. —respondió a prisas el dueño del café y le ordeno— Marie-san, hazte cargo de la caja registradora mientras este en la cocina. — Entendido mi leal señor. —dijo enérgica la vampira y haciéndole un saludo al estilo militar. Mientras esperaba, la yōkai tenía puesta su mirada sobre Marie, la vampira se percato de esto y se llego a incomodar un poco, para su fortuna, a los pocos minutos salió el señor Nakamura para entregarle a su empleada la rebanada de pastel. — Se cautelosa con ella. —le susurro su jefe antes de volver a la cocina. Marie, se acerco un poco temblorosa a Yamiko. — Aquí está la rebanada que te prometió Nakamura-san. ¿Hay algo más en que pueda servirte? —dijo ligeramente nerviosa la vampira. — Hermanita, hay algo que me inquieta de ti. —dijo un poco inquisitiva la yōkai. — ¿Qué cosa? —dijo titubeante Marie. — Hace rato me dijiste que eras una vampira pero tu reflejo se ve en el espejo de aquella pared, ¿a qué se debe esto? —dijo confundida Yamiko. — Onee-chan, discúlpame por no haber sido del toda sincera contigo. En realidad yo no soy una criatura de la noche, este papel es únicamente parte de mi personaje para el café Nakamura. —dijo con todo su pesar Marie. — Marie-chan, yo ya tenía mis sospechas, aún así eres muy valiente, otra hubiera huido en tu lugar al saber la verdad sobre mí. Aprecio bastante el que seas sincera conmigo y que me brindes tu ayuda desinteresada. No dejemos que esto arruine nuestra amistad, ¿te parece bien? —dijo muy serena Yamiko. Por José Daniel Segura Bravo Página 8 MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO Su amiga parecía estar un poco insegura, pero después de unos segundos le daría una respuesta. — Hai Onee-chan. —exclamo más animada Marie. — Hermanita, por cierto, ¿de dónde aprendiste japonés? —pregunto admirada la yōkai. — El señor Nakamura nunca me ha obligado a aprender su idioma, lo he hecho por voluntad e interés propio, su sobrina me ha dado algunas lecciones sobre lo más básico. —respondió sonrojada Marie y agrego un poco cohibida— Y el alemán no es algo que use frecuentemente, hace años tome un curso y suelo ocuparlo en mi papel para que no se me olvide. — Oh, no dejas de sorprender Marie-chan. —dijo con asombro Yamiko y le indico atenta— Hermanita, vuelve a tu puesto. Quien sabe cuando pueda llegar un cliente. — Está bien. —dijo más relajada Marie. La yōkai tomo el tenedor, y tras partir la rebanada del pastel, se echó un bocado. Aquello fue un verdadero manjar para su paladar. — Nunca había probado algo semejante en toda mi existencia. Marie-chan, cuando veas a Kaoru, ¿le puedes dar mis felicitaciones por tan excelente postre? —exclamo honesta Yamiko. — Onee-chan, al rato que la vea, se lo diré. De seguro se alegrara mucho al escuchar eso. —dijo complacida Marie. Mientras la yōkai disgustaba de aquella rebanada de pastel, Marie esperaba atenta a que se apareciera algún cliente al café, pero dado que estaban próximos a cerrar, dudaba a que alguno viniera. Después de unos 15 minutos, el señor Nakamura salió de la cocina con 4 paquetes. Cada caja traía dos vasos de cafés sellados con unas lindas tapas con estampado de calaveritas y tres pequeños panes de muerto. La yōkai se acerco maravillada al mostrador. El jefe de Marie los separo en pares y los puso en doble bolsa, y se los entrego con una sonrisa en el rostro a Yamiko. Ella se quedo pensando, y antes de emprender el camino rumbo a su hogar, decidió preguntar algo. — Nakamura-san, mi hermanita me dijo que me darían 3 paquetes, ¿de dónde salió el cuarto? —dijo curiosa la yōkai. — Ese va por mi parte. —respondió gentilmente el señor Nakamura. — Domo arigato. —exclamo bastante agradecida Yamiko y con lágrimas en los ojos les cuestiono— ¿Podré volverlos a ver? Por José Daniel Segura Bravo Página 9 MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO — Puedes venir cuando gustes al café Nakamura. Siempre te tendremos las puertas abiertas. —dijo sincero el dueño del lugar y tras ver a Marie, agrego un poco burlón— El próximo año si gustas podrías venir a ayudarle a esta plana a repartir volantes para promocionar el café, así tendrás segura la dotación de café y pan para tus amigos y ganaras un poco de dinero para cubrir tus necesidades. Esto último molesto a Marie, quien no dudo ni un segundo en darle la espalda a su jefe. — Nakamura-san, tendré en cuenta su oferta. Me gustaría trabajar al lado de la preciosa Marie-sama. —dijo emocionada Yamiko y agrego muy seria— Aunque le pediré una cosa, no se vuelva referir de esa manera con mi hermanita, no es la forma correcta para tratar a una chica tan bella como lo es ella. — Pero si Marie… —dijo sin terminar el señor Nakamura. Dada las miradas penetrantes de su sombría clienta y de su empleada, decidió reservarse el comentario para otro momento y se retracto de lo que había dicho. — Yamiko, ya no me llevare así con Marie-san, te lo prometo. —exclamo arrepentido el señor Nakamura. — Bien. Fue un gusto conocerlos y estar con ustedes. —dijo más tranquila y satisfecha la yōkai. — El placer también ha sido nuestro. —respondió afectuosa Marie. Antes de irse del café, Yamiko se despidió con un caluroso abrazo de su hermanita y del señor Nakamura. — Cuando pueda vendré a verlos. —dijo con mucho sentimiento Yamiko y agrego muy optimista— Además, me gustaría conocer a esa Kaoru de la que tanto hablan. Ellos la acompañaron hasta la entrada del café, mientras se alejaba muy contenta del local cargando los paquetes para sus amigos, Marie se despidió con toda su emoción de la yōkai. — Auf Wiedersehen Onee-chan!!! Der Finsternis schützen uns!!! —exclamo en perfecto alemán Marie. — ¡¡¡Mata ne!!! —respondió con gusto Yamiko. En lo que la yōkai se dirigía al camposanto, Marie y el señor Nakamura apro vecharon para cerrar el negocio e ir a la casa de Josué para ayudar con el altar. Yamiko estaba contenta de llevarles esos paquetes bien completos a sus amigos. Al llegar, ellos se sorprendieron al verla. Por José Daniel Segura Bravo Página 10 MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO — Señorita Kurosawa, ¿todo eso es para nosotros? —le cuestiono con asombrado el espíritu del señor Ross, un reconocido magnate de la industria petrolera de principios del siglo pasado y principal responsable de la modernización de la ciudad de Cerro Verde, y agrego— ¿A poco le alcanzo para tanto con tan poco? — Ross-san, ¿cuántas veces le he dicho que me llame por mi nombre? —le reclamo ligeramente molesta la yōkai. — Discúlpelo Yamiko. El es un viejo demasiado terco y refinado. —exclamo el espíritu de un joven motociclista. — ¿A quién le dices viejo? Yo por lo menos yo morí tranquilamente en mi cama a diferencia de ti rebelde sin causa. —le contesto el señor Ross al motociclista. — Amigos míos, dejen de pelear o nadie tendrá ofrenda alguna. Dejen a un lado sus diferencias, este es un bello y único momento para estar unidos y festejarlo como una verdadera familia. —les llamo la atención la yōkai tal como una madre y continuo entusiasmada— Y estos paquetes se los mandan mis nuevos amigos del café Nakamura, el lugar con el mejor café y pastel de toda la ciudad. — Bien. —respondieron el señor Ross y el joven motociclista. Inmediatamente se dieron la mano en señal de reconciliación. Con esto, dio comienzo el festín. Yamiko le repartió un café y una pieza de pan a cada uno de sus amigos y conocidos del cementerio que no tenían la dicha de tener visita ni ofrenda alguna en esos días. Como no podían disfrutar más que de la esencia de estos, una vez que se sintieron satisfechos, le hicieron una última petición a la yōkai. — Yamiko, los vivos que no tienen nada le sacarían mejor provecho a esto que nosotros. Si no es mucha la molesta, ¿podrías repartirlos entre ellos? —dijo el señor Ross en representación de aquel grupo de espíritus. — No hay problema. — dijo tranquila Yamiko y agrego un poco infantil— Si me tardo, no se preocupen por mí. Tal vez vaya a pedir dulces, ¿pueden creer que sean gratis? — Está bien. Ve con cuidado. —dijeron sus amigos. Yamiko volvió a meter las bebidas y el pan en los paquetes, y tras echarlos en las bolsas, se marcho a repartirlos entre aquellos que menos tienen, principalmente vagabundos y limosneros. A pesar de su sombría apariencia, ante tanta amabilidad y generosidad de la yōkai, estos pensaban que se trataba de un peculiar ángel, inclusive algunos desamparados perros de la calle disfrutarían de un poco de pan. Una vez que termino, aprovecho la ocasión para ir por dulces. A cada casa que iba, a los dueños se les hacía raro ver a alguien tan grande pidiendo caramelos, pero tratándose de una chica muy hermosa, no se negaban en dárselos. Unos caballeros e Por José Daniel Segura Bravo Página 11 MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO inclusive hasta algunas chicas le dieron su número de teléfono, esto la saco un poco de onda, pues ignoraba el significado de esas cifras. Cuando el Sol estaba próximo a asomarse, la yōkai regreso a la seguridad de su hogar con su enorme botín, y se durmió en la comodidad de la cripta que le habían obsequiado los espíritus del camposanto. Debía de recuperar pronto sus fuerzas, pues los siguientes dos días serían muy agitados y demandantes en el cementerio. ¿Qué aventuras tendrá esta yōkai en tan singular ciudad? ¿Volverá a ver a Marie y al señor Nakamura? ¿Podrá algún día conocer a Kaoru? Esto es algo que solo con el tiempo se sabrá. Por José Daniel Segura Bravo Página 12 MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO Sobre Yamiko Kurosawa Yamiko Kurosawa es una chica demonio (Yōkai), la cual se caracteriza por ser una aventurera sin igual y que no tiene duda alguna en mostrarse coqueta y traviesa ante los demás. Ella es originaria de Japón, y luego de tanto viajar, decidió establecer su nuevo hogar en el cementerio principal de Cerro Verde, Veracruz (México). En un principio a ella se le hizo un poco difícil adaptarse a su nuevo entorno, pues algunos de los espíritus del camposanto de San Miguel Arcángel se sentían incómodos ante su presencia y hasta muchos le tenían miedo, pues desconocían por completo cuales eran las intenciones de la yōkai. Yamiko por obvias razones se sentía rechazada, hasta que un pequeño grupo de espíritus, compuesto en su mayoría por extranjeros y olvidados por sus seres queridos, tuvo el valor de acercársele y comenzarla a tratar. Al percatarse de que solo era una ser incomprendida, no dudaron en convertirse en sus amigos. Ella suele preocuparse bastante por el bienestar de sus nuevas amistades, le encanta platicar y oír las hazañas que estos hicieron en vida y disfruta de hacerse cargo de sus descuidadas tumbas y de las bellas rosas rojas que están cerca de la abandonada cripta que convirtió en su dulce y acogedora casa. Tras una ola reciente de profanaciones de tumbas, por clamor de todos los espíritus, Yamiko acepto en convertirse en la protectora de ese lugar de descanso. Sintiéndose aceptada por la mayoría de los residentes de tan lúgubre sitio, la yōkai al fin pudo encontrar nuevamente sentido alguno para su existencia, pues día con día su estancia en el cementerio se ha hecho más agradable. Por José Daniel Segura Bravo Página 13 MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO Yamiko Kurosawa Por José Daniel Segura Bravo Página 14 MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO Marie von Stroker Por José Daniel Segura Bravo Página 15