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Ministerio de Cultura Suplemento AÑO 3 | NÚMERO 13 | marzo - junio 2016 2 MiCultura marzo - junio 2016 “ “Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo…. del miedo al cambio”. Octavio Paz (1914-1998). Poeta, escritor, ensayista y diplomatico mexicano. El cristal de la imperfección En un día oscuro, como todos los demás que conocía el lejano pueblo de Tánus, el viento fresco descendía desde las altas montañas de Ant susurrando las hermosas melodías del amanecer al compás de los pasos moribundos de una extraña mujer de tez oscura; vestida únicamente de una larga cabellera plateada y envuelta en una intensa luz blanca que emanaba de sus ojos: esos pequeños cristales que con miles de historias en su interior reflejaban todos los horrores de su existencia. Guiada por el viento y en la oscuridad de sus visiones se adentraba en lo más profundo de Tánus, un lugar lleno de supersticiones, que según su historia transmitida en los cuentos recitados por sus grandes sabios y a través de los cánticos populares utilizados para mantener viva sus costumbres, había aprendido a disfrutar de la vida y a escapar de todos sus horrores, prescindiendo del sentido de la vista. Contaban que en el principio del tiempo éste era conocido como el Quinto Sentido, el más nefasto, pútrido y abominable, ya que permitía al ser humano percibir un universo grotesco, capaz de corromper toda la realidad. Con él se podía captar la muerte, la destrucción, las enfermedades y toda la inmundicia de la raza humana. Mientras el pueblo se encontraba en plena celebración, aquella extraña mujer descendía por las montañas y los sabios, con voces cada vez más agudas proferían palabras en una olvidada lengua: «Ego desposaremos de maledicto possederunt lucis». Mientras más se acercaba, más resonaban las palabras: «Ego desposaremos de maledicto possederunt lucis». Edison Montero Director de la compañía de comics «Moro Studio». Ha ilustrado los libros «Caperucita de Ida y Vuelta» [2008], «El Diario de Ana Frank» [2009], «Hamlet» [2009], etc. Ha trabajado en cómics y revistas, como «Dos Amigos» [2009], «Campañas & Agencias» [2010- 2011], «Súper Brush» [2012], «Distorsión X» [2012], «Revista Digital miNatura» [ilustraciones: 2013-2014], «Tiempos Oscuros» [portada # enerojunio 2015], etc. Como escritor e ilustrador, publicó «El manual del coleccionista», junto a Leorián Ricardo y Welinthon Nommo [2010]. Ha participado en diversas exposiciones colectivas como: Manga y Cómic en Dominicana [2007-2011, UASD], Pabellón del Cómic [XII Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2009]; Equipaje Compartido [Galería Guatíbiri, Puerto Rico y Galería de Bellas Artes, Rep. Dom. 2012]; Moebius Infinitum [Alianza Francesa de Santo Domingo 2013]; 1era Bienal de Arte Erótico Sto. Dgo. [Casa de Italia 2014] etc. Su primera exposición individual fue realizada en la videoteca de Casa de Teatro, bajo el título «CaligrafArt». Forma parte de los movimientos de murales alternativos «Transitando» y «Muralizando R.D.». Fue artista invitado en el evento «Afropunk» [Francia 2015]. Igualmente, participó en el Segundo Congreso de Ciencia Ficción y Fantasía del Caribe Hispano y el Festival de la Palabra [Puerto Rico 2015] La mujer siguió descendiendohasta llegar a un circulo formado por siete sabios que exclamaron: «¡He aquí una portadora del cristal, que quiere conocer la felicidad eterna!». Y pronunciando aquellas antiguas palabras extrajeron la luz de sus ojos y con ella todas las lágrimas que había derramado para dotarla de VIDA. MiCultura Director de Prensa | José Tejada Gómez | Coordinación de contenido | Valentín Amaro | Editora | Mirfak Rowland Coordinador de Diseño | Amín Toribio Gómez | Diseñadores | Julio Marcano | Corrector de Estilo | Federich Marte www.cultura.gob.do | www.micultura.org issuu.com/micultura Av. George Washington, esq. Presidente Vicini Burgos Santo Domingo, Rep. Dom. Tel.: 809-221-4141 | Exts. 298, 236 www.ministerio de cultura @MiculturaRD 3 MiCultura marzo - junio 2016 Markus E. Goth Artista visual, ilustrador, diseñador gráfico y escritor de vocación autodidacta. Cursó sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) y la Escuela de diseño de Altos de Chavón. Fundador de la asociación de artistas multidisciplinarios Sociedad Bioartepolis, y director y editor del Blogzine, Zothique The Last Continent, espacio que proyecta la obra del gran escritor pulp Clark Ashton Smith y otros autores del género. Es miembro del Grupo Filosófico y Literario DEMIURGO y del colectivo de escritores de Literatura Especulativa Mentes Extremófilas. Ha trabajado para diversas editoriales nacionales y extranjeras en publicaciones de libros ilustrados, tales como: «María» (2009); «La llama resistente del cuaderno azul» (2013); «La Liga de Superhéroes» (2014); «La Ciguapa» (2014); «El Candado» (2014). «En-red-ados por el fútbol» (2015). Ha participado en actividades literarias en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo. Ha colaborado en la revista de microrelatos fantásticos: «miNatura». Su historia «La maldición que cayó sobre Jesitd» fue incluida en el número enero-junio de la revista semestral especializada en Literatura de Genero: «Tiempos Oscuros». El Planeta oscuro Más allá de la apagada estrella llamada Nacgthos, muy a lo lejos del marchito sol rojo que rodea como vigilante de un sueño eterno la tierras extrañas de Zhor, existe un planeta negro, que sólo una vez cada 666 días del Calendario Zhoriano gira alrededor de su órbita; y que sólo las entidades más inquietas pueden ver como una mancha negra que a lo lejos se confunde con un sol verduzco en el vacío de la nada absoluta. Dicen los antiguos en los textos prohibidos de Kaan que este planeta oscuro no se mueve y sólo espera la llegada de Talmug Jadeth Itzagwalt, el dios del silencio y de los 13 portales. También se dice que allí habita el temible, Aikdilius Vlagk, en lo alto de la torre de Baalzhiphal, al final del arcoíris malsano que con su tenue luz ilumina el camino de los seres cúbicos y las entidades viscosas que sobrevuelan esa aura maldita. Y es allí, en ese lugar de pesadilla, donde existen millones de escaleras laberínticas y el tiempo es extraño; donde gritan de agonía aquellos soñadores que por accidente han pisado su suelo. Es en ese lugar maldito donde el día y la noche no existen, sino la eterna oscuridad. Son esos textos prohibidos, que perdidos en las arenas del desierto de Egipto, esperan ser descubiertos cuando la tierra tenga aún su último hálito de vida. Ellos profesan palabras de advertencia que en su letanía suenan como el aire de las frías noches desérticas; y es en sus complejos salmos y cabalísticos signos que se profesan estas palabras: «Al final del arcoíris malsano que es el portal de mundos desconocidos En lo alto de una torre arcana y corroída por el tiempo Sentado en su trono piramidal habita Él. Quien con su ojo de fuego todo lo ve y todo lo siente. Y en su espera final de todos los tiempos, Se llena de la paciencia de los sabios. Él está destinado a abrir todos los sellos Y en su grandiosa omnipotencia Llamará a quienes, en lo más profundo de todas las cosas, duermen. Tuyo, sólo tuyo será el día de todo lo oscuro ¡Oh gran Talmug Jadeth Itzagwalt!» Los poetas y los más temerarios soñadores, en sus desvaríos de transmutaciones corpóreas de tiempos pasados, han podido ver y entender algunas palabras que para su desgracia se han quedado grabadas en su memoria; cuyo sello maldito les advierte sobre la desdicha y la locura. En sus desvaríos, ellos gritan palabras más allá de su entendimiento. Y los animales en su sensibilidad le miran con temor, porque de ellos emana una fuerza maligna que viene desde el más allá. Sólo los curiosos que buscan el conocimiento perdido y ven más allá de su existencia, son los que por un momento entienden las palabras prohibidas recitadas en aquelarres; junto a entidades vampíricas, que devoran una carne desgarrada, y gases burbujeantes, cuyo vapor hediondo es el éxtasis de los sacerdotes que vienen de las profundidades de los abismos… Sólo ellos podrán ver aquel lugar que no le es permitido jamás ver a ningún ser humano. Fin 4 MiCultura Odilius Vlak Azua, República Dominicana. Escritor, periodista y traductor independiente. Escribió para el Blogzine, Zothique The Last Continent. Colaborador regular de la revista digital miNatura. Dos historias de su ciclo de Fantaciencia y New Pulp, «Crónicas historiológicas», fueron publicadas en e-book por la revista española Alfa Eridiani y en papel por la editora puertorriqueña, “La Secta de los Perros” [julio y octubre del 2014, respectivamente]. Alfa Eridiani también publicó en marzo del 2015 el e-book con dos historias de su ciclo de Fantasía Oscura, «Órbitas tandrelianas». Su libro «Exoplanetarium» fue publicado por la editora puertorriqueña, “Disonante” [abril 2015]. Su historia «Futuro post-mortem», fue incluida en el número enero-junio del 2015 de la revista Tiempos Oscuros. Su historia de Fantasía Histórica, «Centauros en el Nuevo Mundo», fue incluida en el número 4 de la revista Ámbitos de Encuentros, de la Universidad del Este de Puerto Rico. Ha participado en actividades en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo. Es miembro del colectivo: Mentes Extremófilas. Fue jurado en el concurso de microrelatos fantásticos miNatura 2014. Participó en el Primer y Segundo Congreso de Literatura Fantástica y de Ciencia Ficción del Caribe Hispano en octubre del 2014 y 2015, celebrados en Puerto Rico; igualmente, en las ediciones del Festival de la Palabra. marzo - junio 2016 Encuentro cercano en mi última pesadilla Flotando como una nebulosa de gas venenoso, suspendida en un punto de densidad infinita por los espasmos del terror. Sepultado bajo el umbral del aliento de un Apocalipsis según las leyes del cosmos. Casi envidio las oscuras metáforas concebidas por la inspiración artificial de los poetas Cyberorgánicos de las últimas civilizaciones inteligentes. Aquí, sólo millones y millones de universos paralelos dentro de burbujas de hiel. Semblante lívido del vacío, exudando un púrpura cargado de ira primigenia; que ciega las almas, mientras él mismo se desangra en las espirales de los astros agonizantes. Millones de destinos conectados por agujeros oníricos, a través de los cuales circulan los egoísmos compatibles de las dimensiones afines. De pronto, cada sensación de mi conciencia se desdobla en imágenes que a su vez se estiran en infinitos túneles cuánticos… ¡Sueños en distintas fases de evolución! Esa luz no es externa, surge de ellos mismos. Extraños seres cristalinos se yerguen ante mí, de tonalidades ensangrentadas. Van desprendiéndose de su inmensa nave de cristal con forma de octaedro… ¡Quieren escapar, buscan ayuda! De prisa criaturas cristalinas con un pasado de arena, ¡vamos!, escapen por cada uno de mis pensamientos, hacía el universo apático de mi demencia. He rebasado el espacio hastiado ya de tanta expansión. A mi espalda millones de galaxias exhalan bocanadas de plasma caliente; los agujeros negros engullen todo aquello que alguna vez se manifestó en forma vegetal, animal o mineral, en nupcias con la materia estelar. El universo está nostálgico, su regreso a la infancia le permitirá acceder a una nueva topología cósmica. Un regreso al paraíso… para él. Para las conciencias energéticas que tanto han luchado bajo las miríadas de formas de vida, sólo es un acceso al pánico. Toda energía personalizada huye; aullando gritos que explotan en destellos de luz ácida. Se estrellan unos a otros en la confusión de sus auras… ¡Se incrementa la radiación de fondo gracias a la ira e impotencia!... Se asoma la desintegración. ción frenética de las estrellas, que sudaron la fiebre poco antes de declinar hacía su último estertor. Ahora, el viento no es un dios para ellos, nuevos seres cristalizados. Es un intruso, un demonio. La luz que se despierta azul en las nuevas estructuras de cristal, es el nuevo credo. De pronto, el frío desciende desde los vapores de aquellas galaxias que han disipado su energía… ¡La muerte térmica, posiblemente causada por el desperdicio de semen cósmico en formas de vida que enarbolan la involución! Todo es frío, vacío, no hay intercambio energético. El final del universo sólo está a unos cuantos eones, y de allá, del futuro lejano, vienen los extraños seres en busca de energía. Esquivando los fragmentos rotos del espacio-tiempo; los espasmos epilépticos de los agujeros negros, con sus espumarajos de materia inerte; y los cadáveres de estrellas que se desprenden como los miembros podridos de un ahorcado del nexo gravitacional… perdiéndose en la amnesia de la nada. Allí me encuentro, en la tinta blanda de una forma abstracta deslizándome por las visiones de mis huéspedes galácticos. Una evolucionada civilización de arena en un planeta distante; más allá del punto donde la luz le cede el conteo de años a la oscuridad. Extraños ritos de culto al viento, ¡único y supremo dios! Infinitas dunas de arenas plateadas, que circulan por los oscuros antros de sus metrópolis de cavernas flotantes. Armonía fulminada por la exalta- Vienen ante mí agotados, y con su materia transparente blanda por el terror, derritiéndose por los ardores de la prolongada persecución que el cero absoluto, aún continua en su paranoia. ¡Ah sí!, casi siento el deseo de estar allá, de tomar parte en las odiseas cósmicas por hacerse de un poco de energía; de los encuentros bélicos por la posesión de un agujero negro, en el que pueda intercambiar como me muestran estas visiones, la basura acumulada en nuestro inconsciente colectivo por un poco de su luz fantasmal, de su energía gravitacional carente de sensibilidad térmica. ¿Por qué diablos le huye el universo a su propio interior en esta constante expansión? ¿Acaso huye de sí mismo, de sus demonios, de su soledad que ya no proyecta suficiente gravedad para mantenerlo fijo a las orbitas de sus pensamientos? Tengo pocas alternativas para ustedes, habitantes del futuro caos inorgánico. Qué lástima que la muerte térmica alcanzó primero su imaginación: el universo por excelencia. Los electrones, protones y neutrones desaparecen en los sombreros de los magos que ejecutan este macabro número de magia negra. Pueden acercarse a mí… el elegido. La energía primigenia que origina el Big Bang, se despierta dentro de mí… En mis fantasías. Rápido, refúgiense dentro de mis puños mortalmente cerrados… antes de que los sonidos de la vigilia, fragmenten sus cuerpos con la otra fase de esta pesadilla. Las sábanas están desordenadas, gracias al motín de los fantasmas ebrios. La pesadilla ya exhausta, se aferra a mi recuerdo para no abismarse en el fin cotidiano que representa el olvido. Mi despertar, pasmado, como si no quisiera ser parte de mí y de las visiones que esta noche, el delirio del día anterior masturbó sobre mi ego profético. Las bombillas se derriten por la luz de las estrellas, que desde ya se refugian en ellas… Arden con el fuego de toda visión futurista… No las apagaré. 5 MiCultura marzo - junio 2016 Rodolfo Báez Rancho Arriba, San José de Ocoa, República Dominicana, 1983. Licenciado en Comunicación Social mención Periodismo por la Universidad Autónoma de Santo Domingo [UASD], donde también estudió Psicología Clínica. Sus estudios musicales abarcan la guitarra, la flauta dulce, el violín, el clarinete, el piano, el canto y la dirección musical. Ha escrito los libros: «El Silencio de mi alma», «Versos en arte menor», «Poemas del abandono», «Más versos en arte menor», «Memorias», «El regreso del hijo perdido», «La hija del comandante», «El crimen [un pacto de sangre]», «La Mejiquita», «El hombre de los 100 corazones», «Jaque a la dama» y la noveleta futurista «Cuando mueran los hombres: tesis de grado para optar por el título de Dios de materia». Ha sido publicado en las antologías: «Santo Domingo no problem», «El fondo del iceberg», «La conversión de los objetos» y «Sospecha colectiva». Ha colaborado en la revista digital de microrelatos fantásticos: miNatura. Su historia, «La domadora de autos», fue parte del dossier dedicado a la República Dominicana y Puerto Rico de la revista Tiempos Oscuros [número enero-junio del 2015]. Desde el 2010 pertenece al Taller Literario Narradores de Santo Domingo. La invasión de los elefantes Creo que soy el último de los humanos. Ignoro si en alguna otra parte del planeta queda alguien con vida. Desconozco el tiempo que llevo aquí. Cuando todo comenzó era el año 2124. Los noticiarios hablaban de un meteorito caído en alguna parte de África, no le presté mucha atención, pues pensaba que como en otras ocasiones lo que buscaban era atraer con su amarillismo. Decían que los elefantes y otros animales de cierto hábitat estaban creciendo inexplicablemente por alguna radiación desconocida. mentarse con tantas preguntas y tratar de encontrar la manera de sobrevivir a la plaga. Sí, millones de personas habían muerto, y miles de pueblos desaparecidos, mientras otros se escondían en los espacios menos pensados, de donde eran desalojados por otra vorágine de cuadrúpedos, o desgarrados por las uñas negras del hambre torturadora y la sed que se pegaba al paladar reseco, no se podía dudar del castigo. ¿Dónde estaban las potencias mundiales? ¿Estábamos ante un tipo de vida superior a la nuestra? ¿Qué diablos fue lo que vino en ese pedazo de piedra? Mil preguntas nos torturaban, pero para pocas teníamos respuestas. Los que no estábamos con la boca llena de moscas, o con la cabeza aplastada por un elefante, no sabíamos cómo reaccionar ante una situación jamás pensada. Muchos biólogos se trasladaron allá para estudiar el fenómeno, y ellos mismos se contaban entre los sorprendidos por las alteraciones experimentadas en los organismos residentes dentro de lo que denominaron El Radio de Influencia. No sé qué pasó, ni recuerdo el tiempo transcurrió desde el comienzo de la epidemia, pero los animales comenzaron a comportarse de forma agresiva, primero entre ellos, después salieron de El Radio de Influencia, lo raro fue que lo salido de allí no eran animales de tamaños exagerados, sino una manada de demonios que destruía a su paso todo lo que encontraba: aldeas, árboles, otros animales y seres humanos. Los elefantes por tener un cerebro capaz de desarrollar comportamientos asociados a la inteligencia comenzaron a tomar el control del pillaje, y a comportarse como si supieran lo que hacían. Sólo ellos fueron capaces de soportar las inclemencias del planeta, y de irse expandiendo por el mundo como una plaga de insectos. Agregando a esto que aceleraron su período de gestación, y en vez de parir en veintidós meses, cada seis meses salía de las barrigas templadas de las hembras un nuevo cachorro que con bríos demoníacos se unía al desastre. En pocos meses las noticias eran alarmantes y cargadas de escenas horribles, los gobiernos comenzaron a tomar medidas, a armar sus ejércitos, pero sin explicación alguna las balas rebotaban en las pieles correosas, como rechazadas por una fuerza superior. ¿Cómo explicarle a un mundo preparado para conquistar el universo, que estaba desapareciendo por la invasión de, hasta el momento, animales irracionales? Si alguien, de este planeta o de algún otro, un día llega a leer esto, no lo creerá, pero hallará pruebas suficientes, si no nos destruyen por completo, que probarán lo que digo. Las armas de destrucción masivas no fueron usadas por temor a agrandar el problema y aniquilar lo que sobrevivía de la especie humana. Poco a poco, los elefantes fueron desplazando personas, destruyendo ciudades, campos. Todo lo que encontraban a su paso perecía bajo la prensa de sus patas. La última imagen que se presentó en la televisión era terrible, la había tomado un satélite de la NASA, en ella se veía la mitad del planeta desierto como si se agarrara una naranja y se cortara por la mitad. Pero además del cuadro horrible de un planeta mondado, había que agregar a esto la carrera en tropel hacia la parte con vida de la manada endemoniada. Era desastroso, la epidemia no fue para un hábitat del África ni siquiera en todo el continente, ahora se extendía por toda la tierra. Seguía creciendo como espuma, pero ¿qué pasaría cuando la espuma llegara al tope del envase? ¿Desaparecería para siempre la raza humana bajo las patas de los elefantes? ¿Así acabaría la vida en la tierra? ¿Sería este el fin del que hablaban las profecías, o era sólo parte de la ira de Dios? Por el momento lo mejor era no ator- Mi pueblo era uno de los últimos que había sobrevivido a la invasión, pero la noche del doce de mayo sonaron las trompas malditas. Estaba preparado para esto aunque no me imaginaba la magnitud de los temblores y del ruido que hacía saltar los cristales de los edificios como plumas ante un huracán. Corrí por la ruta trazada con anticipación, mientras los gritos de los sorprendidos y los chirridos de rabia, me empujaban como manos invisibles. Desde la noche que el ángel de la muerte visitó mi pueblo, no sé cuánto tiempo ha pasado. En este peñasco he consumido hasta mis desechos. Y me alegro, porque éste será mi último amanecer. No es un mal día para morir. El sol ha salido con fuerzas, y al cielo no lo empaña ni una nube. Siempre le temí a morir en oscuridad y se me ha concedido. 6 MiCultura marzo - junio 2016 Morgan Vicconius Zariah Baní, República Dominicana. Escritor, filósofo, gestor y músico. Empezó sus andares poéticos en los círculos espirituales y filosóficos de su natal Baní, influencia que posteriormente proyectará en su mundo literario. Más tarde se involucró en el grupo literario de corte bohemio y subversivo: Movimiento Erranticista. Ha sido colaborador del grupo literario El Viento Frío. Ha participado en actividades en varias ediciones de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo. Fue miembro fundador del Blogzine de Ciencia Ficción, Fantasía y Horror: Zothique The Last Continent; espacio en el cual están publicados la mayor parte de sus trabajos. Sus primeros poemas en prosa están marcados por el surrealismo, la fantasía oscura y el lenguaje onírico. Es un colaborador regular de la revista digital de microrelatos fantásticos «miNatura». Su historia, «La extraña osamenta de Antarte», fue incluida en el número enero-junio del 2015 de la revista semestral especializada en Literatura de Género «Tiempos Oscuros». Dossier dedicado a la República Dominicana y Puerto Rico. Actualmente trabaja en sus libros «El aullido interior» [poesía]; y «Futuros paralelos» [cuentos de ciencia ficción]. Las hermanas de la Alta-Gracia hacían su peregrinación por el camino en espiral que ascendía hasta la abadía, abriéndose paso entre la niebla de gases radiactivos que se condensaban alrededor de la falda de la montaña. Todas ataviadas con sus negros atuendos monásticos y verdes tocas luminiscentes; al frente, sus máscaras de gas adornando sus pálidas caras infantiles. Ascendían en sacro silencio por el sinuoso camino que llevaba a la templo con el sudor deslizándose sobre la piel. Las ordenes del sumo pontífice ya estaban dadas. —¿Crees que sea él? —rompió el frío silencio la hermana Era, haciendo retumbar su voz a través de los sensores cuánticos que estaban conectados al cerebro de todas por unas especie de electrodos, que se encontraban implantados en sus tocas o velos para darle la capacidad de comunicación telepática. —Sí, mi intuición dice que sí, o ¿para qué otra cosa nos hubiera convocado con tanta urgencia el sumo pontífice? — contestó sin abrir sus labios infantiles la hermana Marianix—. Ya veremos que profecías escupirá Eva. Cuando llegaron a la cima venciendo la niebla toxica que ascendía, los rayos del sol se tornaban débiles y sanguinolentos, acariciando la Abadía con un resplandor rojizo y anaranjado, dando la bienvenida a las primeras sombras de la noche que en pocos minutos absorberían todos los rayos de luz. Las quince Hermanas se detuvieron un momento y descansaron sentándose sobre los anchos peldaños de la alta escalinata que daba paso a la entrada. Un viento fresco soplaba sobre sus pieles. Pero todavía no se atrevían a retirar sus máscaras, aunque se sabía que en la cima de la abadía de Thothiux, la cima de la ciudad, las emisiones toxicas de las industrias de los transhumanistas, eran conjuradas fuera del templo por los mismos efluvios sanos que aún le quedaban a la naturaleza. La pureza del aire en la cima era relativamente buena. Pero la naturaleza de la época había acondicionado a los humanos al confort artificial y a la desconfianza del ambiente natural; había quienes jamás habían respirado oxigeno del exterior. Cuando las hermanas llegaron al portón, las Tres monjas principales dibujaron un conjuro enfrente de él a modo de contraseña con sus guantes conectados a la computadora principal de la iglesia que llevaban en su mano derecha; luego, hubo un destelló cegador y las puertas se abrieron de par en par. Al entrar, se oyó el rumor de unas máquinas que se encargaban de extraer todo resto radiactivo del exterior, después el portón se cerró. —¡Ya están aquí! —exclamó una pequeña niña rubia de aproximadamente nueve años, que tenía el velo quitado, sus cabellos caían hasta la cintura con insistencia sagrada—. ¡Vengan conmigo! El pontífice no tardará en presentarse. Las hermanas procedieron a retirase las máscaras para respirar el oxigeno fabricado por las máquinas ambientadoras de la abadía. Allí todo estaba cuidadosamente climatizado, la temperatura debía mantenerse ligeramente fría, para que no afectara a los equipos y las computadoras cuánticas. El interior mostraba una inmensa bóveda nervada como las iglesias del gótico antiguo, iluminada por una luz fantasmal que se desprendía de las paredes y las columnas por una tecnología inteligente diseñada por células fotoeléctricas. Todas caminaron por el pasillo principal hasta llegar a una habitación circular que tenía paredes lumínicas de color escarlata, que contrastaba con las luminiscencia verdosa del velo de las monjas. Todas seguían a la niña sin velo hasta estar cerca de una gran mesa circular. Las tres principales tomaron asiento junto a la pequeña en la mesa; las demás permanecieron paradas a su alrededor. —¡Era siéntate frente a Eva… Mantis frente a Marianix! —dijo una voz que irrumpió en la sala proveniente del computador litúrgico. Ellas así lo hicieron, en representación de los cuatro elementos. Luego, con la dulzura de una flauta encantada se escuchó la voz de la pequeña Eva, quien tomaba en sus brazos a un 7 MiCultura marzo - junio 2016 gato blanco y regordete que trepaba a sus piernas: abadía e ir por Brian, cuyo cuerpo y mente servirían como mediador. —¡Por fin estamos reunidas! Ya no aguantaba la emoción del conocimiento futuro que nos será dado —dijo con el desembarazo típico de su edad, y pronunciando las palabras a través de su boca y sus cuerdas vocales y no por los sensores del pensamiento. Ninguna alcanzaban una edad mayor de diecisiete años, Marianix con dieciséis lideraba biológicamente. Todas fueron diseñadas a través de la ingeniería genética desarrollada por el Vaticano, depurando los malos genes relacionados con el pecado y salvando y potenciado aquellos que fueran más afines a la santidad, la determinación religiosa y el sacrificio. La computadora decidía quienes ingresaban a la Orden Suprema de la Alta-Gracia; quien no calificaba, era devuelto al vacío del cual había venido sin ningún dolor. Después que la embriaguez de las visiones había pasado por su cabeza, Eva despertó con la posterior resaca eléctrica cosquilleando dentro de su rubia cabeza. Algunas hermanas se pusieron de pie. Sus ofuscados ojos se preparaban para ver otro tipo de visiones más físicas. En el salón de los rituales principales yacía un niño dormido, conectado a través de tubos energéticos a las cápsulas que contenían los genes del Mesías y la Bestia. El cardenal estaba dentro del recinto, físicamente. Había llegado hasta la abadía en su nave para él mismo completar el ritual. Antes de que algunas de las hermanas logrará interactuar con Eva, un influjo de partículas luminosas se desprendió del almacén Positrónico que estaba en el centro del techo abovedado y con ello empezó a dibujarse en el aire una cristalización holográfica que pronto interactuaría en el ambiente. Se condensó este hechizo hasta hacer que una silueta con luminosidad intermitente en un trono papal se manifestara encima del centro de la gran mesa. La silueta de un jove lozano, de unos quince años, posaba encima de aquel trono, con una mitra que brillaba con partículas de santidad que hacían extasiar los corazones de las hermanas de la Alta-Gracia. Estas reverenciaron la santa presencia, que habló en los segundos posteriores. —Sí, estás suponiendo lo mismo que yo pequeña Eva; tengo la sensación que no es el mesías quien será liberado está noche —las dos observaban detrás de la columna incapaces de emprender acción. —¡Algo no anda bien! —le susurro Eva a Marianix, dando tumbos aún víctima del mareo. Una y otra se agarraron para llegar casi arrastras detrás de una columna. nitorios que las cápsulas santas nos proveen a los sacerdotes, nos han llevado a la conclusión de que este mediador no es de nuestra perfecta estirpe, escogida por las máquinas, sino que se encuentra allá afuera. Incluso los programadores más doctos han hecho los cálculos y toda predicción nos lleva a la misma conclusión: es humano, hijo de hombre —afirmó el papa entrelazando sus dedos holográficos sobre su roja túnica —. Por eso estamos aquí reunidos; para que a través del ritual de la epifanía podamos localizar al individuo. El cardenal Nicolax Di Gesú ha enviado a los Androides a que lo asesinaran, debemos encontrarlo antes que la muerte lo haga primero. —Supongo que todas ya saben a qué se debe nuestra reunión. Pero antes debo anunciarles que se ha hecho capturar al cardenal Nicolax Di Gesú, por corromper a la iglesia y a sus seguidores, tomando dádivas y lavando dinero de los transhumanistas y por financiar los planes de los Androides. Ya se ha tomado carta en el asunto y se ha declarado enemigo de la humanidad. Los cardenales Giusepe y Telman tienen ordenes de encerrarlo en una de las cárceles vaticanas mientras preparamos el plan que traerá nuevamente al Mesías; liberaremos la humanidad del influjo artificial en el cual la era del diablo la ha sumido —dijo aquel joven papa con un fulgor de santidad en sus adolecentes ojos azules que fluctuaban con la frecuencia de la máquina holográfica. —¡Lo sabía! —gritó la pequeña hermana Eva, en su cara se dibujo una sonrisa de infantil satisfacción con dejos de una repentina ansiedad—. ¡Él es real!... el mediador. Intuía que él existía en el seno de la resistencia humana. Pero… ¿por qué lo persigue nuestro Cardenal? ¿Acaso la desesperanza lo ha vuelto tan loco que prefiere conspirar contra el destino de la iglesia? —¡Entonces es cierto! Ya ese niño existe, pero… ¿es que acaso no sabe el consejo sacerdotal que manipula las máquinas genéticas, cual es el producto final que contiene las dotes del mediador? — tronó la voz de Eva en aquella asamblea mientras bajaba de sus piernas al animal. El Papa ordenó el ritual. Las hermanas conectaron sus pensamientos a la máquina de las visiones a través de la frecuencia de sus tocas que estaban conectadas a su cerebro haciendo estimular el «Punto Dios» que se encontraba en la región de los lóbulos temporales. Eva se cubrió la cabeza con su velo que de inmediato conectó a la máquina de Dios. Todas entonaron los cánticos sagrados para apresurar el trance; las que estaban de pie alrededor —He aquí donde está la raíz del asunto —dijo el pontífice, llevando su vista hacia los ojos de Eva—. Los sueños premo- —Esto nos enseña que el Mal es una fuerza más poderosa de lo que habíamos imaginado, es capaz de penetrar hasta un cuerpo genéticamente puro, depurado de todo pecado capital. El Mal corrompe desde afuera hacia dentro —dijo el Papa Virgilius preparándose para la revelación psíquica. de la mesa y las cuatros principales que en ella estaban sentadas. La psiquis de todas fue absorbida al interior del computador cuántico de la abadía. Sus mentes pasaron a ser una sola mente en aquel alambique tecnológico, el cual después de unos segundos entonó melodías, que parecían ser emitidas por un antiguo órgano eclesiástico. Las niñas retorcían sus ojos hacia arriba, dejando ver sólo el blanco a causa del trance y el shock neuronal. Entonces, la Epifanía se materializó y se proyectó a la cabeza de Eva, la única genéticamente capaz de ir más allá de las visiones de un computador. La visión se condensó en sus neuronas por un instante; luego, escupió su consciencia más allá de la Abadía, moviéndose como una onda expansiva y alcanzando en unos segundo los confines del mundo. —¡Lo veo! Su estructura genética me atrae hacia sus adentros como un imán psíquico —balbuceó Eva, en un trance desgarrador —. Empezaré a sacar todos los recuerdos de su mente. Su nombre… su nombre… es… Brian… Brian… el niño Brian… el mediador. —con torpes movimientos empezó a escribir las coordenadas sobre la mesa. Enseguida el papa hizo unas señas y una puerta secreta se abrió en el salón, mientras las hermanas, atontadas, comenzaron a caer exhaustas al suelo y sobre la mesa, todavía con el ardor de las visiones. Eva, tratando de sostener sus visiones y mantenerse despierta, fue vencida por el desgaste de su trance y se desmayó encima de la mesa. Unos hombres jóvenes, vistiendo atuendos monásticos y de alta jerarquía, aparecieron detrás de las puertas, llevando por los pasillos dos cápsulas criogénicas: una contenía los genes con lo cuales se traería a la vida el Mesías, y la otra los de la Bestia. Los hombres las colocaron en el centro del gran salón principal y las conectaron al computador central, donde el ritual sería consumado. El papa ordenó a otros hombres encender la nave de la Sin nadie poder impedirlo, comenzó el ritual. La debilidad posterior de las Religiosas sólo dejaba espacio a la observación, además, los años de obediencia no darían cabida al disentimiento. El ritual se consumó y la consciencia de Brian entró, con la ayuda psíquica de los genes mesiánicos, a la consciencia de la Bestia. El cardenal le ordenó destapar los siete sellos que contenían los genes de la Bestia a nivel molecular. Su alma compatible viajó a través de la computadora cuántica; y en cuestión de segundos, como un maléfico Big Bang artificial, el Apocalipsis se expandió con su consciencia mediadora alrededor del planeta, llevando consigo la destrucción y la Bestia liberadora de el último caos. El papa lo había planeado todo, pretendiendo traer la salvación a la humanidad. Queriendo eliminar los eslabones que pretendían quitar al ser humano su última humanidad biológica. Sus ojos y los de Eva se interconectaron con signos de admiración e interrogación, sondeando cada uno con su mirada el fondo de sus almas. —¿Por qué Virgilius? ¡Soñé todo este tiempo con el Mesías y tú liberas la Bestia! —exclamó Eva al papa con el pensamiento, haciéndole sentir su ultraje. —!Era la profecía! —vociferó este, su voz retumbó con estrepitoso eco por toda la Abadía, sus ojos estaban rebosantes de infantil malicia—. Para eso fui creado, ese era mi propósito. ¿Acaso no escuchaste las palabras del último cardenal anciano que vivió hace mil quinientos años?… Él dijo una vez que el Apocalipsis era un juego de niños… y este es el juego… que acabamos de jugar. Fin 8 MiCultura Peter Domínguez Escritor dominico-borinqueño de 23 años. Estudia una Licenciatura en Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Inició su carrera publicando en el Blogzine, Zothique The Last Continent, donde están colgadas dos temporadas de su Light Novel de estilo japonés «Damned Angel: Genesis»: recreación libre y fantástica de la tradición judeo-cristiana en un contexto de ambiciones luciferinas, guerras de conquistas y geopolítica religiosa. En estos momentos desarrolla una serie de historias cortas de ciencia ficción en las que se entrelazan la tradición robótica y la Space Opera de corte tradicional. Ha participado, desde el 2012, en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo. Es un colaborador regular de la revista digital de microrelatos fantásticos miNatura. Su cuento, «Breve historia de un genocidio intergaláctico», fue incluido en el número enero-junio del 2015 de la revista semestral especializada en Literatura de Género «Tiempos Oscuros». Dossier dedicado a República Dominicana y Puerto Rico. Su historia, «Desde el planeta sin sombras», se publicó en el número conmemorativo del duodécimo aniversario de la revista española Alfa Eridiani, [septiembre 2014]. marzo - junio 2016 «En la tierra de espadas y coronas, el alquimista es rey. Los decretos del monarca se pierden, consumidos con el más leve susurro del tiempo. Buenos conjuros destruyen reinos, y maleficios perduran hasta la extinción misma del ser humano. Un verdadero mago se inmortaliza con palabras que hacen estallar cordilleras. Esta noche, escucharán mi voz». (Kaevan Yhorsgaal, el libro de Behnn H’rksal, tomo III, párrafo cuarenta y cinco) Con sus últimas fuerzas, la hechicera trazó la línea final de las runas. Cuando cayó, las abrazó en el suelo, escupiendo sangre dentro del círculo mágico. Mil años encerrada en el calabozo, las venas perforadas por los extractores que succionaban de ella la inmortalidad para potenciar los reactores que enviaron a la gran ciudad fuera del medievalismo. —Occasus Sanguinis — murmuraba en voz baja mientras aquellas runas absorbían la sangre con un destello rojizo que iluminó la cara torturada y vieja, los dientes de serpiente, y sus ojos… negros como la oscuridad maldita de cien sacerdotes al servicio del mismísimo Ghalak Mohkhjal. Su canto se repetía como rezo profano, sacudiendo las paredes del laboratorio con fuerza maligna; la sangre salpicaba el pavimento marcado mientras escupía su conjuro. Los dioses del abismo decidieron escucharle. Escurrían como sombras, filtrándose a través de los huecos entre cada ladrillo, derramándose al final en una sola esencia que cubrió toda la sala y transportando a la hechicera hacia la dimensión prohibida. Los ojos del silencio la observaban, penetrando con su mirada cada tejido de su ser, viajando por su mente como un vehículo recorre una autopista: libro abierto cuyas páginas el viento arrastra con fluidez. La vieja sintió una frigidez inexplicable; sus miembros ardían como si se incendiara por dentro, sin embargo temblaba de pies a cabeza. Los labios se movieron, pero las palabras no se formaron; pronto descubrió que le entendían a pesar de su afonía. —Conocemos tu leal servicio. Los ojos ven sin límite; desnudan cada blindaje, navegan las corrientes del tiempo. Nos llamaste; desde el otro lado tus plegarias resonaron como el martillo que cae en la espada repetidas veces: el lamento del acero que clama por ser usado. Pero no estamos complacidos. ¿Qué puedes ofrecernos a cambio de cumplir tus deseos? Eres un acero viejo y oxidado. No tienes nada. Has perdido la llama infinita, y el señor de los ojos ya no está en deuda con tu sangre. —Mi vida es suya —pensó la abatida hechicera—. Separen mis moléculas y hagan con ellas como les plazca: adornen con mi esencia las estrellas, o fabriquen lodo; pero concédanme venganza, por el honor de mi padre y nuestra buena servidumbre. —Nos pagas con aquello que nos pertenece. Tu trabajo para con nosotros no fue sin su recompensa. Ofrece algo más, y Ghalak Mohkhjal escuchará. —Mil millones de almas — pensó como respuesta, sonriendo internamente sin poder abrir sus labios. —Es un buen tributo, no hemos de negarlo, pero en tu estado no podrás canalizar a los ojos. Tu magia es poderosa, hechicera, aunque no lo suficiente. Desgraciarías tu sangre, servirías para siempre en el abismo como una esclava, y perderías para siempre tu señorío. ¿Dices estar dispuesta a tal sacrificio? —El señor de los ojos ha visto dentro de mí. Estoy Lista. Hace mucho tiempo, los humanos vivían en diferentes ciudades; luchaban espada contra espada, estudiaban las artes ocultas y hablaban diferentes lenguas. En un milenio desaparecieron las barreras. La ciudad del Ocaso, como la llamaban por los hermosos atardeceres que bañaban los edificios, había conquistado cada espacio del globo. La unificación fue absoluta. El acta de prohibición de la magia, y el control de las armas la habían convertido en una utopía de modernidad: descubrieron el uso de la electricidad, el teléfono, construyeron autos, rascacielos, computadoras, llegaron al espacio, y avanzaron la medicina a tal nivel que era posible erradicar cualquier enfermedad. Los magos y hechiceras que fueron capturados durante el inicio de la expansión, fueron sentenciados a muerte públicamente, en una falsa ejecución dramática para encubrir el verdadero propósito de su captura: el rey utilizó su poder extrayendo de ellos la energía necesaria para encantar espadas y armaduras; eventualmente se convirtieron en reactores que potenciaron la ciudad, baterías humanas; vivos artificialmente para extender su uso. El progreso experimentado en el presente por los habitantes del Ocaso se pagaba con el sufrimiento de los magicae natus. Ese día, el atardecer fue más rojo que nunca.