tecana american university complexus teórico
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tecana american university complexus teórico
TECANA AMERICAN UNIVERSITY ACCELERATED DEGREE PROGRAM DOCTORATE OF EDUCATION IN EDUCATIONAL RESEARCH COMPLEXUS TEÓRICO SINERCRÁTICO DE GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: HACIA UNA ONTOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD COMO ORGANIZACIÓN INTELIGENTE Investigación Educativa Aplicada Presentada por: MSc. Josefa Meneses Por Academic Direction: Dr. Jesús Reinaldo Rivas Zabaleta, Ph.D. Por Academic Staff: MSc. Yajaira de Arizmendi Tutor: Dr. Radamés Guzmán Caracas, Noviembre de 2006. TECANA AMERICAN UNIVERSITY ACCELERATED DEGREE PROGRAM DOCTORATE OF EDUCATION IN EDUCATIONAL RESEARCH COMPLEXUS TEÓRICO SINERCRÁTICO DE GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: HACIA UNA ONTOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD COMO ORGANIZACIÓN INTELIGENTE Investigación Educativa Aplicada Tesis presentada como requisito para optar al Grado de Doctor en Educación, Mención Investigación Educativa Presentada por: MSc. Josefa Meneses Por Academic Direction: Dr. Jesús Reinaldo Rivas Zabaleta, Ph.D. Por Academic Staff: MSc. Yajaira de Arizmendi Tutor: Dr. Radamés Guzmán “Por la presente juro y doy fe que soy el único autor del presente informe y que su contenido es fruto de mi trabajo, experiencia e investigación académica”. Caracas, Noviembre de 2006. Un enfoque que incluya el capital humano presenta grandes ventajas. La primera deriva del hecho de que teniendo en cuenta tanto el capital humano como el material se corregiría buen número de prejuicios económicos. La excesiva importancia atribuida a las fuentes materiales de flujos de rentas es uno de ellos (…) La segunda gran ventaja del concepto de capital humano reside en su utilidad para el análisis de las diferentes actividades organizadas que aumentan aquellas capacidades humanas que mejoran las perspectivas de renta real. T. W. Schultz El más provechoso y natural ejercicio de nuestro espíritu es para mí, el trabajo en grupo. En él hallo mejor placer que en cualquier otra actividad en nuestra vida. El estudio de los libros, aséptico y distante, sin calor alguno, cuando el trabajo en grupo enseña y adiestra en un mismo acto. M.E. Montaigne TECANA AMERICAN UNIVERSITY ACCELERATED DEGREE PROGRAM DOCTORATE OF EDUCATION IN EDUCATIONAL RESEARCH ACTA DE APROBACIÓN De la Evaluación de la Tesis Doctoral titulada: COMPLEXUS TEÓRICO SINERCRÁTICO DE GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: HACIA UNA ONTOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD COMO ORGANIZACIÓN INTELIGENTE presentada por la Magíster Josefa Meneses, para optar al título de Doctora en Educación, Mención Investigación Educativa, se establece el siguiente veredicto: Estimamos que la misma reúne los requisitos y méritos para ser considerada APROBADA. Calificación Obtenida: 3.7 en base a 4.00 Observación: Se recomienda a la Universidad, su Publicación. Por Academic Direction: Dr. Jesús Reinaldo Rivas Zabaleta, Ph.D. Por Academic Staff: Dra. Tibisay Olivero Dra. Dumilia Ruz de Rivas MSc. Yajaira de Arizmendi Tutor: Dr. Radamés Guzmán Noviembre de 2006. DEDICATORIA ¿Cómo Agradecer la incondicional confianza del amor? A Dios Todopoderoso, manantial inagotable de amor y fe, sin tu ayuda todo hubiese sido más difícil. A la Virgen Santísima, su luz ilumina mi vida. A mis padres, quienes en todo momento me han brindado su amor y apoyo. A mis hijos Desirée y Alejandro, por su amor, ternura y pureza y por el tiempo de atención y cariño que les robé. Que este logro les sirva de ejemplo para alcanzar las metas de superación que se propongan en la vida. A Tony, compañero de mi vida, fuente de apoyo, afecto y sabios consejos para el logro de esta y tantas otras metas. Gracias por tu generosidad infinita… Gracias mil por tu paciencia e infinito amor. vi RECONOCIMIENTO En este momento deseo dejar constancia de mi más profundo y sincero agradecimiento a mi tutor el Dr. Radamés Guzmán, por sus oportunas, acertadas y sabias orientaciones durante el proceso que representó la realización de esta investigación; por su paciente lectura crítica en este trabajo. Hoy le doy las gracias por sus palabras de aliento, por su estímulo constante, por la sinergia, por su cálida amistad. Al Dr. Miguel Martínez Miguélez por sus inestimables y sabios consejos, orientaciones y experticia sobre la investigación inicial, por su constancia y entusiasmo, en momentos difíciles. Al Dr. Jesús Rivas, por aportar ideas significativas en la realización de esta investigación y por todo el apoyo brindado durante el proceso. A la ilustre TECANA AMERICAN UNIVERSITY y a sus autoridades, por haberme dado la oportunidad de continuar mi formación profesional. Mi reconocimiento hacia el personal On Line Office Assistant de TECANA AMERICAN UNIVERSITY, por su profesionalismo y apoyo brindado durante todo el proceso. A mis estudiantes, por los momentos compartidos en la búsqueda de nuevos conocimientos. Por último y sin ánimo de olvidar a alguien en particular, a todas aquellas personas que de una forma u otra compartieron conmigo, me orientaron, y ayudaron en tan hermosa y valiosa experiencia. A todos ellos, mi Reconocimiento y Agradecimiento. vii INDICE GENERAL pp. DEDICATORIA vi RECONOCIMIENTO vii LISTA DE CUADROS x LISTA DE GRÁFICOS xi RESUMEN xii ABSTRACT xiii INTRODUCCIÓN 1 EXORDIO 5 RHIZOME I II CONSTRUCCIÓN DEL EVENTO EN ESTUDIO 13 Objetivos de la Investigación Importancia de la Investigación 19 19 FUNDAMENTOS EPISTEMOLÓGICOS Y EL MÉTODO 21 Fundamentos Epistémicos Presupuesto Epistemológico Teorías Educativas y Presupuesto Ontológico Presupuesto Gnoseológico Consideración Respecto al Método III IV HACIA UNA ORGANIZACIÓN EDUCATIVA SINÉRGICA 21 22 23 27 28 32 Consideraciones Acerca de la Sinergia Las Reacciones Percepto-Atentivas y Perceptivas La Sinergia: Principios de Acción Cooperativa La Eficacia del Trabajo en Grupo 32 38 38 41 LA GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: UN CONTINUUM CULTURAL EN LAS ORGANIZACIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR 43 viii Desarrollo de Competencias Invisibles Enseñanza Estratégica de la Gestión del Conocimiento V 52 54 La Sociedad del Conocimiento como Nuevo Escenario Organizacional El Capital Intelectual y la Gestión del Conocimiento Modelos de Gestión del Conocimiento 80 88 VISIÓN HISTÓRICA DE LA UNIVERSIDAD 96 La Universidad en América Latina y el Caribe La Universidad Venezolana Funciones de la Universidad 102 114 125 COMPLEXUS 63 131 Presentación Justificación Propósito Definición Características Principios Estructura del CTSG 131 133 134 134 135 136 137 REFLEXIONES 151 REFERENCIAS 153 ix LISTA DE CUADROS pp. CUADRO 1 Condiciones que Facilitan una Cultura del Conocimiento en la Organización, Así como Sobre las Principales Dificultades para su Implantación 47 2 Resumen de los Rasgos más Característicos de la Gestión del Conocimiento en las Organizaciones Intensivas en Conocimiento y las Universidades 49 x LISTA DE GRÁFICOS pp. GRÁFICO 1 2 3 Modelo de Gestión del Conocimiento de KPMG Modelo Knowledge Management Assessment Tool (KMAT) Procesos de Conversión del Conocimiento en la Organización xi 91 93 94 TECANA AMERICAN UNIVERSITY ACCELERATED DEGREE PROGRAM DOCTORATE OF EDUCATION IN EDUCATIONAL RESEARCH COMPLEXUS TEÓRICO SINERCRÁTICO DE GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: HACIA UNA ONTOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD COMO ORGANIZACIÓN INTELIGENTE Investigación Educativa Aplicada Autora: Josefa, Meneses Tutor: Radamés, Guzmán Fecha: Noviembre, 2006 RESUMEN Para sobrevivir y competir en la sociedad del conocimiento, las organizaciones deben aprender a manejar los activos intelectuales con que cuentan. El conocimiento es el único recurso que aumenta con el uso, y como factor para alcanzar competitividad, ha hecho impacto con gran fuerza en los directivos de las organizaciones de educación superior. La sociedad de la información al igual que la economía del conocimiento durante tanto tiempo anunciadas, emergen ahora como realidades tangibles. Es evidente que los procesos de creación, transformación o recreación de organizaciones independientemente del tipo de actividad productiva o de servicio a la cual se dedique, debe procurar desde el inicio de sus operaciones tratar de integrar el diseño de la estructura organizativa en función de las tendencias que refieren las teorías de la construcción, aprovechamiento, organización, sistematización y gestión del conocimiento que individual y colectivamente dispone la organización para lograr permanentes indicadores de crecimiento y expansión de los activos de la universidad. Eso significa ordenar la organización educativa en función de dos variables claves conocimiento y desarrollo. En este marco, hoy por hoy corresponde a la universidad cada vez más altas cuotas en cuanto a la generación de nuevos conocimientos lo que conlleva a su resignificación cono organización inteligente. Así, el propósito fundamental de este estudio fue construir un Complexus Teórico Sinercrático de Gestión del Conocimiento para una ontología de la universidad como organización inteligente. Para ello, se tomaron como categorías base: la Sinergia y las Organizaciones Inteligentes. La Investigación efectuada se sustentó en una posición epistémica emergente, centrada en la noción de estructura, empleándose como método la denominada Investigación Teórica. Los resultados conllevan, después de complejas redes rizomáticas integradas por raíces filosóficas y metodológicas a un complexus teórico que permite gestionar el conocimiento en el seno de las organizaciones universitarias, vistas como organizaciones inteligentes. Descriptores: teoría sinérgica, organizaciones inteligentes, universidad, gestión del conocimiento. xii TECANA AMERICAN UNIVERSITY ACCELERATED DEGREE PROGRAM DOCTORATE OF EDUCATION IN EDUCATIONAL RESEARCH THEORETICAL SINERCRÁTICO COMPLEXUS OF MANAGEMENT OF THE KNOWLEDGE: TOWARDS ONTOLOGY OF THE UNIVERSITY AS AN INTELLIGENT ORGANIZATION Educative Investigation Applied Author: Josefa, Meneses Tutorial: Radamés, Guzmán Date: November, 2006 ABSTRACT In order to survive and to compete in the society of the knowledge, the organizations must learn to handle the intellectual assets whereupon they count. The knowledge is the only resource that increases with the use, and is a factor to reach competitiveness, it’s has hit target is with great force in the directors of the organizations of superior education. The society of the information as the economy of the knowledge during as much time announced, has emerged now as tangible realities. It is evident that the creation processes, transformation or recreation of organizations independently of the type of productive activity or on watch to which it is dedicated, must try from the beginning of its operations to try to integrate the design of the organizative structure based on the tendencies that refer the theories of the construction, advantage, organization, systematization and management of the knowledge that individually and collectively arranges the organization to obtain permanent indicators of growth and expansion of the assets of the university. That means to order the educative organization based on two variable keys: knowledge and development. In this frame, at the present time it corresponds to the university more and more high quotas as far as the generation of new knowledge which entails to its resignification intelligent organization cone. Thus, the fundamental intention of this study was to construct a Theoretical Complexus Sinercrátic de Management of the Knowledge for an Ontology of the University as an Intelligent Organization. Thus the following were taken as base categories: the Intelligent Organizations and Synergy. The conducted Investigation was sustained in an emergent epistémical position, centred in the structure notion, being used like method the denominated Theoretical Investigation. The results entail, after complex rizomáticas networks integrated by philosophical and methodological roots to Complexus Theoretical that allows to manage the knowledge in the university organizations, seen as intelligent organizations. Description: synergic theory, intelligent organizations, university, management of the knowledge. xiii INTRODUCCIÓN El crecimiento y aumento de complejidad de las organizaciones en general y las educativas en particular, así como el dinamismo del entorno, supone una necesidad de innovación entendida como el medio para explotar las oportunidades que ofrecen los cambios del sistema. La innovación puede ser considerada en dos sentidos: uno amplio en el que se incluyen todos los cambios que se realizan en la organización con el fin de aprovechar las oportunidades que ofrece el entorno, que implica no solo cambios en la tecnología sino que tiene componentes económicos y sociales y el otro en sentido más estricto, denominado innovación tecnológica centrado en el desarrollo de nuevos productos y procesos. El segundo sentido, está relacionado con las organizaciones inteligentes, aquellas que se caracterizan por su permanente apertura al aprendizaje. Es así como, el contexto económico, social y tecnológico actual está provocando cambios a los que también las universidades deben adaptarse. Además, la rapidez actual en la transferencia de conocimiento ha generado una demanda cada vez mayor, de formación continua por parte de los profesionales y los empleados. En este sentido, la Gestión del Conocimiento representa una vía adecuada para integrar con fluidez esas nuevas necesidades en la educación superior, tanto en la gestión de la institución universitaria en sí, como en sus funciones de investigación y docencia. La Gestión del Conocimiento (GC) es una disciplina que ha aumentado su valor a partir de la extensión de las nuevas tecnologías. En cualquier organización, gestionar el conocimiento es conseguir las sinergias entre los miembros de la comunidad para mejorar la productividad y, por ende, los resultados esperados. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han ayudado a aumentar las posibilidades de esa (GC). En el caso de las universidades, y ante las nuevas necesidades provocadas por el actual contexto económico, social y tecnológico, la aplicación de la (GC) debe encaminarse tanto en la reorganización interna de procesos, como en el mejoramiento de la docencia y la investigación. Ello para facilitar el desarrollo de una universidad competitiva y adaptada a las nuevas demandas de la sociedad. 1 Los fenómenos de globalización, reformas económicas y la evolución que ha venido sucediendo en las sociedades y en las instituciones, en ciclos cada vez más rápidos, hace que las universidades, se vean en la necesidad de adaptar e innovar sus procesos para adecuarse a las nuevas y siempre cambiantes condiciones del contexto, cumplir con sus renovadas misiones, y convertirse a su vez en organizaciones que aprenden de su propio desempeño. En las entidades de Educación Superior, el cumplimiento de la función social, misión, o razón de ser, está delimitada legalmente. En la mayoría de los casos, referida a las funciones de formación de profesionales, dotando a los individuos de los medios necesarios para desarrollar competencias profesionales y ofrecer a la sociedad personas capaces de trabajar con éxito en el campo de actividades que ellos escojan, así como también, tienen la función de generar conocimientos a través de actividades de investigación básica, aplicada y de desarrollo, aportando al desarrollo nacional y a la creación de ciencia y cultura. De la misma manera, estas organizaciones cumplen con la función de asesoramiento e interacción social contribuyendo con el mejoramiento de las instituciones que les sirven de sustrato para las anteriores funciones y con aquellas con las cuales mantienen relaciones de cooperación. De esta manera, las instituciones de Educación Superior, en sus instancias de gestión han manifestado en forma reiterada su preocupación por la calidad del cumplimiento de estas funciones, ya que de su manejo dependen las dimensiones de la calidad del recurso humano que se forma en ellas. Estos aspectos, así como los mecanismos para garantizar la calidad de sus productos están siendo estudiados y se están discutiendo, tanto desde la perspectiva de los propios actores, en las instituciones educativas, como de los usuarios y beneficiarios de la labor universitaria y en la sociedad en general. Es así como en el contexto de las ideas precedentes, el capital intelectual de las instituciones de educación superior se constituye en su principal riqueza, por lo que, saber gestionarlo debidamente, representa su principal haber y potencialidad 2 para movilizar su quehacer con agilidad y visión, realizando una aplicación intensiva del conocimiento del cual son depositarias. Sin embargo, algunas organizaciones de educación superior nos presentan dos malos ejemplos de esto: el débil nivel de aprovechamiento que las instituciones hacen del personal que ostenta las máximas titulaciones académicas como (Maestrías, Doctorados y Postdoctorados), y la ausencia de un auténtico escalafón académico que, más allá de reconocer los años de experiencia y las titulaciones, apunte a promover y reconocer la actividad investigativa, la producción de conocimiento y la publicación y difusión del mismo. Esta falta de perspectiva y de normatividad en la gestión de los recursos intelectuales, implícitamente promueve el desestímulo, la desmotivación, el acomodamiento y la mediocridad. En la medida en que la educación superior del país logre modificar esta realidad, mejorará seguramente su capacidad para incidir con efectividad en la optimización del conocimiento y su puesta en escena en beneficio del país. Este nuevo concepto representa una gran oportunidad para que las instituciones de educación superior logren crear mayor riqueza de conocimientos, potenciándolos y aplicándolos con mayor eficiencia, con el propósito de transformar el entorno social, cultural, económico y productivo. Los mejores ejemplos en esta dirección nos llegan del ámbito empresarial, especialmente en empresas de alta tecnología, las que en los últimos años han comprendido que su mejor activo lo constituyen las destrezas y capacidades de sus directivos y trabajadores. No obstante, poco de este saber ha sido incorporado, aún, por nuestras universidades. De allí la inquietud de este trabajo doctoral, de presentar un Complexus Teórico Sinercrático de Gestión del Conocimiento para la ontología de la Universidad como organización inteligente. En este sentido, el discurso, bajo una concepción rizomática se estructuró en cinco rhizomes y un complexus: El Rhizome I presenta la construcción del objeto de estudio, donde se destacan los aspectos más importantes que constituyen la problemática de la investigación, los objetivos y la importancia del estudio. Por su parte el Rhizome II, describe los fundamentos epistemológicos y metódicos en los cuales se sustentó la presente investigación. Asimismo, el Rhizome 3 III plantea las significaciones de la teoría sinérgica en el marco de la educación superior. El Rhizome IV contempla las implicaciones de la gestión del conocimiento como un continuum cultural en las organizaciones de educación superior. A su vez el Rhizome V aborda los aspectos inherentes a la universidad como organización social. En este mismo orden y como producto de las interconexiones rizomáticas, surge el Complexus Teórico, el cual constituye la esencia misma de la investigación, en él se describen, analizan y desarrollan los elementos claves inherente a la teoría que emerge como producto doctoral. Finalmente se presentan las Reflexiones, a las cuales arribó la autora una vez culminada la investigación. 4 EXORDIO El problema principal que enfrenta actualmente la investigación en las ciencias sociales, y en general en las ciencias humanas, y su metodología, tiene un fondo esencialmente epistémico, pues gira en tomo al concepto de conocimiento y de ciencia y la respetabilidad científica de sus productos: el conocimiento de la verdad y de las leyes de la naturaleza. De allí, la aparición sobre todo en la segunda parte del siglo XX, de las corrientes postmodernistas, las postestructuralistas, el construccionismo, el desconstruccionismo, la teoría crítica, el análisis del discurso, la desmetaforización del discurso y, en general, los planteamientos que formulan la teoría del conocimiento. El modelo de ciencia que se originó después del Renacimiento sirvió de base para el avance científico y tecnológico de los siglos posteriores, confinando el discurso de la modernidad. Sin embargo, la explosión de los conocimientos, de las disciplinas, de las especialidades y de los enfoques, no se ha dado en el siglo XX. La reflexión epistemológica encuentra ese modelo tradicional de ciencia no sólo insuficiente, sino, sobre todo, inhibidor de lo que podría ser un verdadero progreso, tanto particular como integrado, de las diferentes áreas del saber. Ahora tenemos la sensación de que un gran freno detuvo el conocimiento y su búsqueda, hacia dentro del hombre. El período histórico que nos ha tocado vivir, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, podría ser calificado con muy variados términos, todos, quizás, con gran dosis de verdad. Me permito designarlo con uno: el de urdimbre, incertidumbre en las cosas fundamentales que afectan al ser humano. No solamente estamos ante una crisis de los fundamentos del conocimiento científico, sino también del filosófico y, en general, ante una crisis de los fundamentos del pensamiento. Y eso, precisa y paradójicamente, en un momento en que la explosión y el volumen de los conocimientos parecieran no tener límites. La búsqueda y la constante inquietud es connatural al cognoscente. A decir verdad, al estilo de Hume, si hay una vivencia de pérdida del sujeto en un mar de complejidad. 5 También, “Estamos llegando al final de la ciencia convencional”, señala Prigogine (1994), es decir, de la ciencia determinista, lineal y homogénea, y “presenciamos el surgimiento de una conciencia de la discontinuidad, de la nolinealidad, de la diferencia y de la necesidad del diálogo”. (p. 40). El cuestionamiento está dirigido, especialmente, hacia el logos científico tradicional, es decir, hacia los criterios que rigen la cientificidad de un proceso lógico y los soportes de su racionalidad, que marcan los límites inclusivos y exclusivos del saber científico, así, Heisenberg, (1990) uno de los creadores de la teoría cuántica, dice al respecto: “Es precisamente lo limitado y estrecho de este ideal de cientificidad de un mundo objetivo, en el cual todo debe desenvolverse en el tiempo y en el espacio según la ley de la causalidad, lo que está en entredicho” (p.121). Relación superada por los discursos de los físicos que han descubierto un mundo donde la sencilla o simple relación causa-efecto es una ingenuidad. Por tanto, esta situación no es algo superficial, ni sólo coyuntural; el problema es mucho más profundo y serio: su raíz llega hasta las estructuras lógicas de nuestra mente, hasta los procesos que siguen nuestra razón, en el modo de conceptuar y dar sentido a las realidades; por ello, este problema desafía nuestro modo de entender, reta nuestra lógica, reclama un alerta, pide mayor sensibilidad intelectual, exige una actitud crítica constante, y todo ello bajo la amenaza de dejar sin rumbo y sin sentido nuestros conocimientos considerados como los más seguros por ser científicos. En efecto, la reflexión acerca del proceso de crear conocimiento, de hacer ciencia, deberá examinar críticamente hasta qué punto se justifica los presupuestos aceptados o si, en lugar, no se pudieran aceptar otros distintos que nos llevarían por derroteros diferentes y que quizás, terminarían en conclusiones también diferentes. Esta reflexión deberá determinar qué nivel de pureza y objetividad de la observación científica de los datos y de los hechos es posible; hasta qué punto éstos están determinados por las teorías profesadas y cómo interactúan los datos y la teoría. De la misma manera, deberá evaluar las implicaciones de la falta de evidencia en las relaciones causales, de la injustificabilidad de la inferencia inductiva, de la imposibilidad de la verificación empírica y de la ilegitimidad de ciertas definiciones 6 operacionales; deberá también, examinar la importancia del contexto del descubrimiento y del proceso creador, los límites de la racionalidad de las explicaciones estadísticas o probabilísticas, el nivel de adecuación y homología de los modelos que se basan analogías y, a veces, sólo en metáforas, el uso acrítico de términos como ley, control, medida, variable, verdad, objetividad, datos, etc., en contextos muy diferentes y, en palabra, deberá precisar la justificación lógica del sistema de reglas del juego científico escogido. Es aquí donde caben preguntas como: ¿En esta nueva era del conocimiento científico, tienen sentido y razón de ser los métodos y procedimientos de los procesos mecánicos en la hechura del saber? Este examen crítico pondrá en evidencia muchos vicios de lógica que se han convertido en hábito en amplios sectores de la vida académica y, sobre todo, denunciará la falta de racionalidad en que se ha caído en muchos otros al elevar el nivel de certeza de las conclusiones de una investigación con base sólo en el simple correcto uso de las reglas metodológicas preestablecidas, sin entrar a examinar la lógica, el significado y las implicaciones de esas mismas conclusiones. Hemos creado sin saberlo o sin damos cuenta, mitos o dioses metodológicos que nos han enfermado de certeza. En la actualidad académica se ha vuelto imperioso desnudar las contradicciones, las aporías, las antinomias, las paradojas, las parcialidades y las insuficiencias del paradigma que ha dominado, desde el Renacimiento, el conocimiento científico. Desde mediados del siglo XX en adelante, se han replanteado en forma crítica las bases epistemológicas de los métodos y de la misma ciencia, y se sostiene que, sin una base epistemológica que les dé sentido, no pueden existir conocimientos en disciplina alguna. El problema radical que nos ocupa aquí reside en el hecho de que nuestro aparato conceptual clásico, que creemos riguroso por su objetividad, determinismo, lógica formal y verificación, resulta corto, insuficiente e inadecuado para simbolizar o modelar realidades que se nos han ido imponiendo, sobre todo a lo largo del siglo XX, tanto en el mundo subatómico de la física, como en el de las ciencias de la vida y las ciencias humanas. Para 7 representarlas adecuadamente necesitamos conceptos muy distintos a los actuales y mucho más interrelacionados, capaces de damos explicaciones globales y unificadas. Esta nueva sensibilidad revela también, a su manera, un uso mayor y más frecuente de la hermenéutica y de la dialéctica, en diferentes orientaciones del pensamiento actual, como los son la teoría crítica, la condición postmoderna, la postestructuralista y la desconstruccionista, o la tendencia a la desmetaforización del discurso e igualmente en varias orientaciones metodológicas, como las metodologías cualitativas, la etnometodología, el interaccionismo simbólico, la teoría de las representaciones sociales, entre otras. Esto vendría a significar el estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado las reglas del juego de la ciencia, de la literatura y de las artes que han imperado durante la llamada modernidad, es decir, durante los tres últimos siglos. Así, en el marco de esas reglas científicas, una buena metodología puede ser muy útil y facilitar el proceso de búsqueda. Sin embargo, la mayoría de los procedimientos y técnicas metodológicos están enfocados más hacia atrás que hacia delante, pues han sido modelados con el presupuesto de que lo desconocido será, más o menos, igual a lo conocido. Debido a ello, muchas veces se reduce, como dice Maslow, a una técnica por medio de la cual la persona no creativa pueda crear. Lo negativo está en que los seres humanos verdaderamente creativos y originales se sienten dentro de una camisa de fuerza y se ven mutilados en su pensamiento creador al tener que seguir un dogmatismo metodológico. Más criticable y negativo es todavía el hecho de que esta tiranía metodológica (von Hayek, 1947)) convierte al métodoque es fruto de la fragilidad y falibilidad humana- en criterio único de verdad. Habida cuenta de ello, en la medida en que los procedimientos metodológicos promuevan las líneas de partido, la norma de fe y el dogmatismo, constituyen la negación de la esencia de la universidad. En la medida en que el método científico evada la autojustificación, impida la autocrítica y elimine toda posibilidad de refutación, se convertirá en meras técnicas entontecedoras y hasta cretinizantes. En efecto, la educción con espíritu dogmático y acrítico hace asimilar la técnica dominante sin preguntar por sus causas. Así, aquellos a quienes ni siquiera se 8 les ocurre que es posible estar equivocados no pueden aprender otra cosa que habilidades prácticas. Una vez erigido el método en criterio único de verdad, no es difícil imaginar las derivaciones que de ahí puedan emanar. Entre ellas quizás la peor de todas es, considerar esta visión como la percepción exacta de la realidad y toda desviación sería, aparte de ella como disonancia perceptual y cognitiva con esa visión del mundo, signo de una falta de salud mental o psicopatológica grave. La tendencia a subordinar el análisis auténtico y contextual, el descubrimiento y la invención, a la aplicación ciega de un método externo con sus usuales muletas (reglas, prescripciones, técnicas y códigos) la llama Sigmund Koch, (1981) fetichismo metodológico y, sus formas extremas, lo considera como algo obsesivo y mágico. En la complejidad del pensar mismo, convendría sin duda a los fines del Complexus teórico sinercrático de gestión: una ontología de la Universidad como organización inteligente, ir más allá de las fronteras del método; es pertinente contagiarse de una atmósfera de construcción constante, que emerja de la multiplicidad del saber. Pero un saber en permanente transformación, parafraseando a Heráclito, la existencia radica en la inexistencia constante. Todo saber concientizado como todo lo que está presente, posee la condición de transformarse constantemente, bien sea, a simple o a compleja vista. Todo se desprecia o se revaloriza, pero nunca queda estático o infuncional. Desde una visión sinérgica, el tránsito por la Universidad como organización inteligente debe concebirse como un entrecruzamiento de raíces que configuran los Rhizomes, hasta llegar a constituir y/o reconstruir el Complexus, los cuales son aceptados como elementos estelares de la construcción teórica que involucró este esfuerzo investigativo y en donde no existe relación de subordinación entre ellos, sino correspondencias de un proceso apreciado en su conjunto, en atención a los objetivos trazados. En la teoría filosófica de Gilles Deleuze y Félix Guattari, un rizoma o rhizome es un modelo descriptivo o epistemológico en el que la organización de los elementos 9 no sigue líneas de subordinación jerárquica-con una base o raíz dando origen a múltiples ramas, de acuerdo al conocido modelo del árbol de Porfirio-, sino que cualquier elemento puede afectar o incidir en cualquier otro (Deleuze y Guattari, 1972). En un modelo arbóreo de organización del conocimiento-como las taxonomías y clasificaciones de las ciencias-lo que se afirma de los elementos de mayor nivel es necesariamente verdadero de los elementos subordinados, pero no a la inversa; en un modelo rizomático, cualquier predicado afirmado de un elemento puede incidir en la concepción de otros elementos de la estructura, sin importar su posición recíproca. El rizoma carece, por lo tanto, de centro, un rasgo que lo ha hecho de particular interés en la filosofía de la ciencia y de la sociedad, la semiótica y la teoría de la comunicación contemporáneas. La noción está adoptada de la estructura de algunas plantas, cuyos brotes pueden ramificarse en cualquier punto, así como engrosarse transformándose en un bulbo o tubérculo; el rizoma de la botánica, que puede funcionar como raíz, tallo o rama sin importar su posición en la figura de la planta, sirve para ejemplificar un sistema cognoscitivo en el que no hay raíces -es decir, proposiciones o afirmaciones más fundamentales que otras- que se ramifiquen según dicotomías estrictas (Deleuze y Guattari 1972). Los autores antes mencionados, sostienen lo que, en la tradición anglosajona de la filosofía de la ciencia, ha dado en llamarse antifundacionalismo, es decir, que la estructura del conocimiento no se deriva por medios lógicos de un conjunto de primeros principios, sino que se elabora simultáneamente desde todos los puntos bajo la influencia recíproca de las distintas observaciones y conceptualizaciones (Deleuze y Guattari, 1980). Esto no implica que una estructura rizomática sea necesariamente lábil o inestable, aunque exige que cualquier modelo de orden pueda ser modificado; en un rizoma existen líneas de solidez y organización fijadas por grupos o conjuntos de conceptos afines (mesetas en la terminología de los autores, [1977]). Estos conjuntos de conceptos definen territorios relativamente estables dentro del rizoma. De esta manera, la idea metafórica del rizoma no presupone un sujeto observador separado, individualizado y distinto de la realidad que observa, sino ayuda 10 a concebir al observador, o a la comunidad de observadores (comunidad científica) como inmersos ellos mismos en una red, en constante flujo y cambio, de relaciones de interdependencia en las que las operaciones de observación (incluyendo ahí el trabajo de construcción a nivel de percepción o de posterior conceptualización e interpretación) no son algo separado o distinto esencialmente del resto de las operaciones en que se mantiene y desarrolla vivo el entramado del rizoma total de materia, vida, y toma de conciencia de ese cosmos en las construcciones científicas, filosóficas o religiosas hechas desde el interior de ese cosmo-rizoma que es la realidad. Por tal razón el concepto metafórico de rizoma se convierte en un concepto central para la Epistemología de la Complejidad. Pudiera entonces hablarse de momentos de una progresión que está determinada por características asociadas a cada objetivo de la investigación y a condiciones derivadas de una apreciación antropológica, epistémica, multidimensional y trascendente de la investigación. Así, en la estructuración del estudio están presentes las raíces, estos son núcleos conceptuales diversos, de una misma naturaleza que se manifiesta integralmente en el discurso. El entrecruzamiento de las raíces conforman un rhizome, que se concibe como un holos temático, es decir, como desarrollo teórico tiene que ser visto y comprendido en su totalidad y como expresión a su vez, de una totalidad mayor, un holos mayor, que en este caso lo constituye el Complexus. El Complexus, se asume como una estructura teórica que surge del cruce de rhizomes. Así pues, el Complexus se construye a través de las relaciones subyacentes que surgen entre los elementos que intervienen en cada rhizome. En este sentido, se buscó conectar, comprender e interpretar todas las relaciones que emergen en torno a una idea fundamental, siempre en busca de la unidad en la variedad. En la búsqueda de esto último, no se privilegió a priori ninguna información, dato o idea, por el contrario se asumió una posición crítica y hermenéutica frente a la multiplicidad de opiniones. Sería un error pensar que el complexus teórico surge por simple suma o yuxtaposición de elementos, o en su defecto, un factor que domina sobre el resto, ya que esto negaría sus cualidades de construcción y unidad. El 11 Complexus teórico que emergió de esta investigación remite a una narratividad que busca apartarse de cualquier tipo de reduccionismo científico y metodológico, más bien busca una epistemología en la complementariedad y en un tipo de convergencia que sustituye cualquier eventual disociación teórica o práctica. 12 RHIZOME I CONSTRUCCIÓN DEL EVENTO EN ESTUDIO La educación tiene como misión ineludible la preparación del hombre para que enfrente apropiadamente las exigencias de la sociedad y de las circunstancias en las cuales le corresponda vivir. Para el desarrollo de esta misión, la educación debe dirigir su acción al desarrollo de habilidades de una manera clara y con herramientas que le permitan al individuo conocer su misión como ser de la sociedad, amén de solucionar los problemas de la realidad en la cual le toca actuar. Ahora bien, el mundo actual se caracteriza por un acelerado proceso de desarrollo por ende, el hecho educativo no escapa de este ritmo de avance de la sociedad. La aparición de estos cambios, han marcado la entrada de otro tipo de sociedad que fractura la existente como única verdad para el conocimiento. Al respecto, Saldarriago (en Buendía, 1998), expresa que: Hoy no podemos hablar de una sola realidad, legitimada por los mismos presupuestos modernos que se resquebrajan, es mejor referirse a lo plural y lo múltiple, que desplaza los objetos de saber privilegiados definidos y jerárquicos, para abrirse hacia el descentramiento que reconoce multitud de interferencias y diferencias. (p. 158). Así entonces, esta manera de acceder al mundo, afecta de manera directa el conocimiento y la manera como se produce. En términos de Lyotard (s/f) cambia el estatuto del saber al mismo tiempo que se transforman las sociedades y por ende, se construye o se consolidan nuevos saberes. La diversidad y las nuevas formas de organizar el conocimiento, el ritmo veloz de su producción, la pluralidad de la ciencia y la complejidad de los nuevos saberes ya no permite que la transmisión de conocimientos se haga como se venía haciendo tradicionalmente, por lo tanto, se hace necesario llevar a cabo cambios para lograr una enseñanza más integral, compartida y transdisciplinaria (García Guadilla, 1998). 13 Estas posiciones de vanguardia en el desarrollo científico y tecnológico se lograrán cuando el sistema educativo sea un instrumento clave para producir conocimientos a través de la investigación planificada y ejecutada en todos sus niveles y modalidades. El dominio del saber científico por parte de una sociedad constituye en el mundo contemporáneo una condición básica para afirmar la identidad y la independencia cultural de cada país, para favorecer la participación de la población en la ejecución de acciones hacia el desarrollo y para permitir un mejor control nacional de los límites (UNESCO, 1990). Este proceso hace evidente que el desarrollo de la sociedad y del ser humano está cada día más en relación con la capacidad de los pueblos para crear, innovar manejar información y conocimientos, investigar y aplicar los inventos y descubrimientos que la investigación produce, de modo que la riqueza y bienestar de las naciones estará condicionado ya no sólo por los recursos naturales o materiales que posean, sino por sus recursos y potencialidades intelectuales Así pues, si queremos hacer viable un planeta en donde el 94% de los científicos se encuentran en los países industrializados y solamente el 6% en el llamado Tercer Mundo (uno por ciento en América Latina, según Castillo, 2000) resulta inaplazable que el conocimiento adquiera en la práctica la condición de patrimonio humano y que, la educación superior, fundamentalmente a nivel de pregrado, brinde la oportunidad a sus estudiantes de transitar por los caminos de la ciencia. De una ciencia comprometida con la obligación de transformar una realidad de incertidumbre destructiva, de violencia, de injusticia, de desesperanza y de muerte. A fines del siglo XX, la revolución tecnológica y globalización económica y cultural obligan a las naciones a replantear sus fuentes de riqueza y sus factores de competitividad. Los recursos naturales no garantizan prosperidad y la posición geográfica ya no asegura ventajas comerciales. El agro, la industria y el estado ya no son generadores de empleo en la cantidad y calidad suficientes para brindar oportunidades a las nuevas generaciones. 14 En esta nueva era, la conectividad física y virtual entre los países y el desarrollo de las tecnologías de la información, facilitan la creación y exportación de bienes y servicios con alto contenido tecnológico y de know how o productos de conocimiento (el Software, productos multimedia, creaciones audiovisuales, consultoría, servicios educativos, industria discográfica, diseño) Los productos del conocimiento se distinguen por tener como insumos diferenciales el talento, la creatividad y la formación de sus creadores. Por lo tanto el conocimiento acumulado de una sociedad o su capital intelectual constituye un recurso clave para el desarrollo. En este contexto, los sistemas educativos están llamados a cumplir un rol crítico en el desarrollo de los países en los próximos años, en una economía donde los productos del conocimiento funcionan como uno de los principales generadores de riqueza y empleo valorizado, la cantidad y calidad de educación impartida y de nuevo conocimiento generado, así como la actualización continua y la equidad de acceso, deberían ser objeto de atención central por la sociedad y sus líderes políticos y educativos. En esta línea argumental, algunos autores entre los que se destacan Salazar y Forero, (2001) sostienen que la dinámica del vínculo entre ciencia, tecnología y desarrollo es la forma de gestionar el conocimiento. Los recursos humanos aparecen por tanto y así, como el punto de partida y el crecimiento, la equidad y el desarrollo, dentro de una clara concepción de que con una formación de alto nivel y calidad se logra producir, utilizar y socializar el conocimiento producido en diversos aspectos de la sociedad, generándose ventajas permanentes para el desarrollo sostenible en el largo plazo, y una relación fundamental implícita en la interacción entre educación e investigación, la primera como proceso de aprendizaje y la segunda como proceso de generación, adaptación, uso y difusión del conocimiento. De allí que la premisa básica y fundamental se centra inicialmente alrededor de la calidad y excelencia de los recursos humanos formados en la sociedad. No obstante, el ejercicio de la competencia humana para el desarrollo científico y tecnológico, no se realiza en el vacío social. Este ejercicio indisolublemente unido a la capacidad de aprendizaje y adaptación de las 15 organizaciones donde se genera y/o se utiliza y difunde el conocimiento. Es de alguna manera la interacción individuos-organizaciones, la que permite que el ciclo de aprendizaje social sea continuo, y en esta interacción es donde se encuentran los beneficios y externalidades de la congruencia entre la formación de investigadores y la capacidad de las organizaciones de investigación. La interdependencia entre la competencia de los analistas, investigadores y en general de lo que se ha denominado como la inteligencia social y el desarrollo de las organizaciones en las que estos se hospedan, constituye la evidencia relevante de hoy día de la construcción del conocimiento, y es parte integrante del circuito de la institucionalidad de la investigación como práctica social y del desarrollo y consolidación de comunidades científicas. El rango característico de la ciencia y la tecnología actual es la capacidad colectiva de un número nuevo cada vez mayor de individuos, asociados a grupos e instituciones para la producción y aplicación del conocimiento. La estabilidad en el largo plazo de este proceso está garantizada por la capacidad de reproducción, ampliación y consolidación de la comunidad científica y académica. Este es el vínculo claro de la formación de recursos humanos con la consolidación de instituciones del conocimiento y de grupos de investigación y desarrollo tecnológico. Ante estos planteamientos novedosos de la sociedad del conocimiento, la investigación educativa se ha trepado en la inquietud del quehacer educativo. Hoy hay conciencia, según Dupla, (1999) de que nunca ha sido tan importante el conocimiento para la supervivencia del hombre como en los tiempos actuales. Una posible respuesta a estas exigencias podría estar inmersa en la investigación educativa, entendida ésta como una práctica de significación social, donde lo humano es capaz de redimensionar, y recrear, no solo la teoría sino la práctica educativa, al ofrecer, una serie de propuestas alternativas y transformadoras en el orden epistemológico y metodológico. (Delgado, 2001). La nueva dimensión del paradigma educativo de acuerdo a algunos ámbitos se signa desde la visión del cambio de época que se expresa fundamentalmente en la 16 denominada era post-modernista, la cual anuncia el crepúsculo de la razón y la explosión del sentimiento. El inicio del milenio está signado por profundos cambios y transformaciones a nivel mundial. Uno de esos avances lo constituye el desarrollo tecnológico en el área de la informática lo cual junto al avance de las comunicaciones ha facilitado el intercambio en lo que a descubrimientos, inventos y sucesos mundiales se refieren. La situación en América Latina, no escapa a esta realidad. Durante los últimos años ha estado inmersa en los componentes que experimentan los signos de esa dirección. Uno de ellos es la profunda crisis que mueve sus estructuras económicas y sociales. Otro componente es el resquebrajamiento de los valores que sustentan a la sociedad. En esta perspectiva, muchos y diversos han sido los ejercicios retóricos, para intentar dar solución a la problemática, de hecho muchos autores coinciden en afirmar que la educación es una opción válida ante estas circunstancias. La educación es una de las vías, sin embargo es necesario exponerla a un proceso de revisión y ajuste a fin de poder generar respuestas oportunas y pertinentes ante los desafíos actuales. La presión de carácter competitivo y las posibilidades infinitas que la tecnología está ofreciendo, ha conducido a que los procesos productivos, la comercialización de las mercancías y los flujos financieros se expandan a nivel del sistema planteado. Al respecto, Cebrian (1998) sostiene: “la globalización implica la subordinación de todas las economías, incluso la de los países de economías más avanzadas, a la lógica competitiva y por consiguiente a las crecientes exigencias de la población a nivel mundial” (p.23) Por tal razón, el sistema educativo global ha de responder a un conjunto de redes de formación cultural e ideológica que se conectan directamente a un proceso de transferencia hacia espacios diversos como los de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC). No obstante, muchos sectores manifiestan su preocupación por los efectos que pudiera tener sobre los países, la globalización con su irrupción de las nuevas tecnologías de la información y comunicaciones. Sobre este particular, Hernández (citado por Cebrian, 1998) expresa: 17 Nos alarma principalmente la posibilidad de que se debilite nuestra identidad de pueblos unidos por el origen, con unas manifestaciones culturales que expresan nuestras concepciones del mundo con un sistema de valores que orientan nuestro comportamiento. Sentimos la amenaza de que el hombre pierda su esencia de ser humano (p. 58). Lo expuesto anteriormente, vislumbra que las instituciones educativas y en especial las Universidades son las llamadas a ofrecer alternativas de acción que le permita al hombre desenvolverse eficientemente en los nuevos escenarios. Por consiguiente constituye un imperativo el ofrecer propuestas teóricas, pertinentes y eficientes para el desarrollo de la Universidad como una organización inteligente. Así, es necesario encontrar un punto de encuentro entre el recurso humano que labora en las universidades y la sinergia como una condición cultural que permita perfilar la organización universitaria como una organización inteligente. Ante esto es importante señalar que esta investigación, fue concebida bajo la visión del paradigma de la Complejidad, considerando la dialógica de lo simple y de lo complejo, de lo separable y lo no separable, del orden y del desorden. Por ello hay que generar una cultura sinérgica dentro y fuera de la universidad, en donde se estimule la producción intelectual en sus diferentes manifestaciones y en donde todos los procesos académicos y administrativos sean tributarios de este propósito. La ontología de la universidad como organización inteligente reclama una sólida labor investigativa, para que la investigación, más que una función, sea una actitud de vida, que forme parte de la cultura organizacional. De esta forma, se tendrán universitarios más creativos, con un pensamiento que trasciende lo convencional para ir a lo ingenioso, lo novedoso, lo original. Lo hasta ahora planteado, posibilitó el surgimiento de una serie de inquietudes que constituyeron las directrices fundamentales de este trabajo: 1. ¿Cuál es la importancia de la sinergia en el marco de las organizaciones educativas? 2. ¿Qué implicaciones tiene la gestión del conocimiento, como un continuum cultural en las organizaciones de Educación Superior? 18 3. ¿Cómo organizar y sistematizar un cuerpo de conocimientos y proposiciones teoréticas, sintetizadas en una construcción mental-verbal denominada Teoría Sinercrática de Gestión del Conocimiento para una Ontología de la Universidad como Organización Inteligente? Objetivos de la Investigación 1. Valorar la significación de la Sinergia en el marco de las organizaciones de educación superior 2. Analizar hermenéuticamente las implicaciones que tiene la gestión del conocimiento, como un continuum cultural en las organizaciones de Educación Superior 3. Construir un Complexus Teórico Sinercrático de Gestión del Conocimiento para una ontología de la universidad como organización inteligente Importancia de la Investigación Los institutos de Educación Superior, principalmente las universidades son organizaciones verdaderamente comprometidas con la realidad nacional, en este sentido tratan de ser centros de investigación para la promoción del conocimiento y de la tecnología. Es así como la Sinergia y la Gestión del Conocimiento, constituyen factores de vital importancia para una ontología de la universidad como organización inteligente. Sin embargo, la universidad venezolana, como institución abocada a la creación de conocimientos, se ha visto afectada por el bajo desarrollo de la función investigativa, contribuyendo a deformar su esencia y negándosele así la facultad de crear, descubrir, transformar e inventar, entre otras posibilidades. Estas distorsiones que confrontan las instituciones u organizaciones de educación superior se han originado por diversos motivos, entre ellos: presupuesto deficitario, masificación estudiantil, ausencia de planificaciones, inadecuada preparación del personal docente, reformas improvisadas y escasa cultura sinercrática. 19 Es por ello que la presente investigación adquiere relevancia, ya que mediante un complexus teórico se busca explicar la ontología de la universidad venezolana como una organización inteligente, esto a partir de la confluencia en la gestión del conocimiento de procesos sinérgicos, interdisciplinarios y globales, los cuales facilitarán la comprensión de fenómenos, difícilmente explicables desde la óptica individualista, dirigidos fundamentalmente a elevar los niveles de productividad del capital intelectual que constituyen el recurso más valioso con el cual cuentan las organizaciones de educación superior. De esta manera, el complexus teórico que emerge en esta producción doctoral permitirá generar escenarios de reflexión y de acción con la finalidad de concentrar los esfuerzos, intensificando y potencializando las acciones hacia una sola dirección, con miras al logro de metas comunes que tengan a bien alcanzar los principales actores de la comunidad universitaria. Así pues se aspira de esta manera, promover la organización sinérgica como la clave para la consecución de metas institucionales y como una fórmula efectiva para la resignificación de la universidad como una organización inteligente. Seleccionar y desarrollar un trabajo de esta naturaleza, es relevante por cuanto: 1. Permite ampliar el conocimiento que sobre la gestión del conocimiento, se tiene de la universidad venezolana 2. Contribuye a orientar una ontología de la universidad como organización inteligente 3. Reafirma el valor que tienen los procesos sinérgicos en la producción del saber 4. Rescata la importancia que tiene el capital humano para la resignificación de la universidad cono una organización inteligente 5. Sirve de referente teórico y metodológico a otras investigaciones vinculadas a la gestión del conocimiento y los procesos sinérgicos en organizaciones de educación superior. 20 RHIZOME II FUNDAMENTOS EPISTEMOLÓGICOS Y EL MÉTODO La teoría cuántica nos obliga a ver el universo, no como una colección de objetos físicos, sino más bien como una red compleja de relaciones entre las distintas partes de un todo unificado. Capra La ciencia consiste en crear teorías. Einstein Fundamentos Epistémicos El espíritu que anima nuestro tiempo nos impulsa a ir más allá del simple objetivismo y relativismo. Surge una nueva sensibilidad y universalidad del discurso, emerge una nueva racionalidad que tiende a integrar dialécticamente las dimensiones empíricas, interpretativas y críticas de una orientación teorética que se dirige hacia la actividad práctica, una orientación que tiende a integrar el pensamiento calculante y el pensamiento reflexivo del que habla Heidegger, un proceso dialógico en el sentido de que sería el fruto de la simbiosis entre dos lógicas, una digital y otra analógica (Morín en Martínez, 1997). Considerando que el ser humano es la estructura dinámica o sistema integrado más complejo de todo cuanto existe en el universo, los científicos profundamente reflexivos, tratan de superar, implícita o explícitamente, la visión reduccionista o mecanicista del viejo paradigma newtoniano-cartesiano y de desarrollar un paradigma emergente, con una existencia integradora y con un enfoque interdisciplinario. Un paradigma cónsono con los avances epistemológicos de las últimas décadas, consciente de que no se puede proceder con la ilusión de un realismo ingenuo o un prejuicio ontológico, pues no es cierto que los hechos hablen por sí mismos, que surge con la conciencia de que no es posible obviar el obstáculo epistemológico de la subjetividad (y menos aún en las ciencias humanas, donde entra como un objeto 21 específico), con la conciencia de la imposibilidad de una neutralidad valorativa, de la ilogicidad del postulado metodológico y de las paradojas de un proceder acrítico e irreflexivo. Ante las ideas precedentes, es conveniente precisar que esta investigación se acogerá a la visión del paradigma emergente o de la complejidad, el cual se centra en la noción de estructura, en oposición al paradigma tradicional de la ciencia centrado en la interpretación causal de la conducta humana, en término de fragmentación del hombre en variables. Básicamente este modelo paradigmático no hará consistir la labor científica, como lo hacía la doctrina clásica, en discernir elementos y en justificar su asociación, en considerar los procesos complejos como adición de actos simples, sino en identificar estructuras y determinar su función, sirviéndose, para ello, de la descripción cuidadosa de las condiciones de su aparición, desarrollo y permanencia. La búsqueda de estructura y su función se apoyara en ésta investigación en una infraestructura que le dará sentido y fundamentará al método seleccionado. Dicha infraestructura la constituyen los presupuestos que seguidamente se explicitan. Presupuesto Epistemológico La realidad constituye una totalidad de campos de acción que se interfieren, y los elementos del universo más que constituir elementos físicos como tal, son eventos, es decir, organizaciones que se reorganizan constantemente. Hacer ciencia consiste en la comprensión de los fenómenos en sus varias manifestaciones, en la eliminación de los supuestos, de los mecanismos ocultos, de las implicaciones, de los conceptos en los cuales se fundamentan los fenómenos. La comprensión supone la interpretación, es decir, revelar el sentido o los sentidos, los significados que no se dan inmediatamente, razón por la cual se necesita de la hermenéutica, de la indagación, de la aclaración de las fases ocultas que se ocultan detrás de los fenómenos. La investigación que se presenta tiene las características del trabajo humano por lo tanto surge en el marco de la interacción entre seres humanos, que aprenden a interpretar el significado de sus acciones. Esta comprensión recíproca implica 22 empatía, aprecio y aceptación. Por esto, no se puede definir las acciones humanas con definiciones operacionales, que se centran en el acto físico. Se requiere definiciones intencionales, motivacionales y funcionales. La ciencia debe buscar hacer a los seres humanos más conscientes de sus propias realidades, más críticos de sus posibilidades y alternativas, más confiados en su potencial creador e innovador, más activos en la transformación de sus propias vidas. Por consiguiente, todo fenómeno debe ser estudiado en función de un contexto y los determinantes ocultos, es decir, todos los factores materiales e ideológicos que determinan su existencia. Conocer es comprender los fenómenos en sus diversas manifestaciones y en los contextos en donde se expresa. Para conseguir esto, el sujeto debe intervenir en la interpretación y procurar la articulación de los sentidos, de las estructuras básicas, de las esencias en las distintas formas que toma el fenómeno (gestos, palabras, señales, textos, fragmentos). El camino al conocimiento implica trazar un recorrido de las partes al todo y de éste al contexto, camino contrario al realizado por la analítica, que va del todo delimitado y separado del contexto, hacia las partes. Teorías Educativas y Presupuesto Ontológico Con respecto a la investigación en el área educativa, se reafirma su carácter ético. Ésta actividad educativa no puede contradecir los principios y valores que presiden a la intencionalidad educativa. Como señala Pérez (2001): No puede definirse medios de un modo independiente de los principios de procedimiento que se derivan lógicamente de la aceptación de unos valores. Los medios no pueden considerarse independientes de los fines ni los fines tampoco justifican los medios. Es necesario comprender que el valor humano que se deriva de la intencionalidad educativa debe presidir los principios de actuación que se ponen en marcha en la práctica educativa. (p. 19) La práctica didáctica se justifica en la medida que facilita y promueve un proceso de trabajo e intercambios en el aula y en el centro donde se realizan los valores que se consideran educativos por la comunidad humana. El resultado de este 23 proceso es evidentemente complejo, impredecible, divergente y sólo detectable en su profundidad a largo plazo. A contracorriente, con la tendencia dominante en la filosofía y en la ética de las sociedades postindustriales avanzadas y de los modelos neoconservadores en educación que pretenden reimplantar en la actualidad el principio de la eficacia y de la primacía de los resultados tangibles sobre el valor educativo de los procesos, se defiende con énfasis la necesaria reflexión conjunta de fines y medios y el análisis crítico de los instrumentos y procedimientos educativos (Pérez, 1999). La educación no es vista como un proceso de adaptación o acomodación de la mente a determinadas estructuras del conocimiento. Se visualiza como un proceso dialéctico en el cual el significado y la significación de las estructuras son reconstruidas en un proceso de concienciación históricamente condicionada de los individuos cuando tratan de darle sentido a sus situaciones vitales. Esta visión de la educación implica un cambio en el contexto de aprendizaje, el cual al mismo tiempo determina cambios en los criterios por los cuales es evaluado. El aprendizaje es visualizado como una producción activa, donde los resultados no deben ser evaluados en términos de las cualidades intrínsecas en que se manifiestan. Cuando el aprendizaje es percibido como una producción activa es una manifestación de las potencialidades humanas. La manifestación de tales cualidades puede ser descrita y juzgada, pero no estandarizada y medida. La idea de enseñanza implícita en esta propuesta es también diferente. No es una actividad dirigida a controlar resultados de aprendizajes, más bien se concibe como una actividad dirigida a facilitar un proceso dialécticamente indeterminado entre las estructuras públicas de conocimiento y las subjetividades individuales. Se preocupa más por los procesos que por los productos del aprendizaje. Se dirige a activar, comprometer, desafiar y extender los poderes naturales de la mente humana. Los requerimientos que se plantean a la didáctica son entre otros: Organizar condiciones de trabajo e intercambio entre alumnos, realidad y profesor que provoquen el flujo de ideas, la contrastación de opiniones, la búsqueda de evidencias, 24 la formulación de hipótesis, entre otros. El proceso didáctico se constituye en un auténtico proceso orientado a facilitar el acceso al conocimiento, considerado como conjunto de estructuras o sistemas de pensamiento, construidos históricamente e incorporados a nuestra cultura. Apoyándose en la psicología constructivista, el enfoque crítico reflexivo considera que los sistemas de pensamiento se aprenden según construcciones particulares que conducen a la diversidad y a la divergencia, dado el carácter singular que tiene la construcción de conocimiento en cada individuo y grupo. Se propugna en síntesis una formación para la comprensión entendida por Kemmis, (1988) como la capacidad de situar la información en el marco de ideas y procedimientos que sean claves para estructurar el pensamiento en el ámbito disciplinar concreto, lo que implica la capacidad de elaborar nuevas cuestiones sobre la información y poder construir nuevas y originales interpretaciones que enriquezcan y transformen el significado dado. El concepto de currículo también se modifica dentro de esta perspectiva. El currículo no es visto como una selección organizada de conocimiento, conceptos y habilidades determinadas independientemente del proceso pedagógico, únicamente sobre la base pública del conocimiento. El mapa curricular está configurado; por la práctica pedagógica específica real y situacional en la que se desarrolla. Proporciona un sentido de dirección más que agenda rígida. El currículo se desarrolla en y a través del proceso pedagógico. Se adopta una perspectiva crítica para la elaboración del currículo. La teoría crítica del currículo trasciende la oposición entre las teorías prácticas y las teorías técnicas, tanto en lo que respecta al discurso como a la organización social y a la acción. En cuanto al discurso, se supera la oposición entre el cientificismo y el humanismo propiciando un discurso dialéctico; frente a las perspectivas burocráticas y liberales de la organización social, se propugna la participación democrática y comunitaria. Con respecto a la acción de fomentar una acción emancipadora en contraste con las perspectivas de acción técnico-instrumental. La forma crítica de teoría sobre el currículo puede adoptar maneras de organización comunitaria, basadas 25 en las realidades sociales caracterizadas por el mutuo respeto y consideración, expresión de los valores comunitarios compartidos y respetados, y pueden visualizarse en la acción de las actividades mutuamente intensificadoras, cooperativas y comunitarias. (Kemmis, 1988). De esta manera, se concibe que la investigación en el área de Educación, debe fundamentarse en los siguientes postulados: 1. El humanismo activo como condición ordenadora y conformadora del quehacer científico. 2. El ejercicio del pensamiento crítico como herramienta para enfrentar las manipulaciones interesadas y circunstanciales. 3. Una conciencia histórica que facilite la interpretación de su propia realidad, institucional y comunitaria. 4. La creatividad para recrear el universo y resolver, de manera práctica, situaciones inesperadas que le permitan al estudiante enfrentarse al conformismo y al facilismo, formas de la decadencia moral e intelectual. Estas condiciones configuran un perfil humano que permite el ejercicio de la dignidad en la preparación diaria para la vida cotidiana, redimensionando la voluntad de ser en el quehacer científico de todos los días; un perfil humano que sustente el ejercicio continuo de la comunicación fluida y sincera como base de una honestidad humana y como fuente fundamental del ejercicio profesional. Necesitamos hombres de ciencia, capaces de militar a dedicación exclusiva en una ciencia para la paz, a través de un crecimiento ético y profesional que procure el verdadero entendimiento y excluya las posiciones acomodaticias de la negociación de intereses. El hombre en un ser en devenir y un ser social, ser con otros. Es interobjetividad, persona con una historia de vida que participa en comunidad y en su cultura en interacción constante con otras personas. El hombre ser-en-el-mundo significa que él está relacionado esencialmente con su tierra, con un ser-temporal, individuo en continua interacción con su medio. 26 En cuanto a la visión del mundo, se admite como inacabado y en construcción, por lo tanto los fenómenos educativos y la formación del ciudadano se perciben en su devenir y en su proceso histórico. Presupuesto Gnoseológico Este proceso de investigación, el sujeto y el objeto del conocimiento no son dos entidades que entran en reacción a través de una tercera entidad llamada observación, sino que son dos aspectos de una misma realidad en unidad y en contradicciones dialécticas. En otras palabras, el investigador y el investigado son ambos sujetos; el objeto es la realidad, la cual es un punto de partida, sirve como elemento mediador entre los sujetos; quienes en una relación dialógica, se encuentran unidos frente a una realidad que les es común y que los desafía, a ser conocida y transformada. El conocimiento se da en una interacción, una dialéctica (o un diálogo) entre el conocedor y el objeto conocido. En este diálogo tienen voz, múltiples locutores como los factores genéticos o biológicos, los psicológicos y los culturales, todos ellos influyen en la conceptualización que se haga del objeto. Las ciencias del comportamiento y las ciencias sociales deben añadir a todo esto el estudio de los procesos conscientes, los de intencionalidad, elección y autodeterminación, los procesos creadores, los de autorrealización y toda la gama de las actividades y los sentimientos humanos. Desde esta perspectiva es importante señalar, que el hombre comienza su labor cognoscitiva tomando conciencia de su mundo interno experiencial, de sus vivencias. También percibe el mundo externo de acuerdo con su realidad personal y subjetiva (sus necesidades, deseos, aspiraciones, valores, sentimientos), es decir, con un enfoque de adentro hacia afuera. Esta es una realidad de la que el hombre no puede escapar, ya Descartes y San Agustín fueron conscientes de ello. El cojito, el sentío, el dubito, son una afirmación de la tesis que sostiene que, antes de poder alcanzar cualquier conocimiento seguro se tiene que escrutar la experiencia del conocer y que el mundo externo forma parte de esa experiencia interna. Por tal razón, esta investigación rechaza el punto de partida 27 de la ciencia tradicional que comienza con presupuesto de la existencia de un mundo objetivo externo, del cual el hombre es una parte. Esto podrá ser un punto de llegada pero jamás de partida. De manera que, entendiendo el papel de la investigación como transformadora y generadora de conocimiento, el pensamiento no parte de la sola percepción, sino de los procesos de interacción del sujeto con el objeto y el medio que lo rodea. Todo ser humano posee de manera natural talentos y aptitudes que es importante saber canalizar y desarrollar; es ahí donde la educación juega tal vez su papel crucial, como facilitadora e inspiradora hacía el desarrollo de las potencialidades de las personas. Consideraciones Respecto al Método La historia de la ciencia nos permite ver en la forma más palpable, que sus avances más revolucionarios y significativos no provienen de investigaciones empíricas aisladas o de la acumulación de hechos, sino de teorías novedosas inicialmente desconcertantes. Esta historia, al fin de cuentas, consiste en el reemplazo sucesivo de teorías insuficientes por otras más complejas; sin duda, las nuevas teorías también avanzan en la medida en que toman en cuenta a las viejas, pues las teorías nuevas, más que refutar a las viejas, las reestructuran o reformulan. Un examen detallado de las investigaciones experimentales demostrará que están centradas en torno a la recolección de datos, clasificaciones de los mismos e hipótesis sueltas que establecen relaciones entre ellos. Este tipo de ciencia permanece en un nivel semiempírico, carece de unidad lógica y, debido a ello, es propio de las etapas iniciales de una verdadera ciencia, de una ciencia madura. Sólo un trabajo teorético, amplio y adecuado, señalará el auténtico progreso de una ciencia. En efecto, los datos empíricos y las generalizaciones de bajo nivel no tienen sentido ni pueden ser relevantes más que en un contexto teorético, y la acumulación al azar de datos, e incluso las generalizaciones que sólo son condensaciones de datos resultarán en gran parte una pérdida de tiempo si no se acompañan de una elaboración teórica capaz de manejar esos resultados brutos y de orientar la investigación. Es 28 imposible saber la relevancia de un dato si no se es capaz de interpretarlo y, por otra parte, la interpretación de datos requiere el uso de teorías (Bunge, 1975). El concepto de investigación teórica, método con el cual se abordará el objeto de este estudio, abarca una variedad de actividades mentales que giran en torno a dos ideas: mejorar el estatus científico de una teoría o impugnarla. Por consiguiente, investigación teórica es la construcción de una teoría o parte de la misma; pero también lo es, reconstruirla, reestructurarla, reformularla, remodelarla, fundamentarla, integrarla, ampliarla o desarrollarla. Igualmente, es investigación teórica la revisión o el examen de una teoría o de alguna de sus partes o aspectos, él contrastarla, comprobarla, validarla o verificarla, cuestionarla, impugnarla, rebatirla o refutarla. Cada una de estas actividades mentales tiene algo específico y propio que es la diferencia de las demás, pero todas tienen un denominador común: trascienden la aprenhensión de los hechos bruscos para centrarse en la dimensión simbólica de la experiencia, en la representación conceptual de la realidad, es decir, en la teorización. En la actualidad, ante todo, conviene destacar que una teoría consiste en la elaboración de datos o en su manipulación numérica, con la idea de que, por ejemplo, con la ayuda de una computadora se almacenarán, seleccionarán, agruparán, comprimirán y organizarán los elementos de información hasta conseguir leyes, y de que posteriormente se calcularán diferentes parámetros hasta que aparezca una teoría completa. Pensar esto denota una gran ingenuidad epistemológica, una inmadura filosofía de la ciencia, propia de la era baconiana. Una teoría científica jamás podrá reducirse a la simple sistematización de los datos. El mismo Einstein señala que “están en un error aquellos teóricos que creen que la teoría se obtiene inductivamente a partir de la experiencia” (Hanson, 1977, p. 229). Una teoría es una construcción mental simbólica, verbal o icónica, de naturaleza conjetural o hipotética, que nos obliga a pensar de un modo nuevo, al completar, integrar, unificar, sistematizar o interpretar un cuerpo de conocimientos que hasta el momento se consideraban incompletos, imprecisos, inconexos o intuitivos. La teoría es, por tanto, un modelo ideal, sin contenido observacional directo, que ofrece una estructura conceptual inteligible, sistemática y coherente. 29 Martínez, (2001) afirma que una teoría “es el punto de un salto de la imaginación, de la inspiración de la inducción o de la conjetura” (p. 246). En el campo de ciencias humanas, la construcción y reconstrucción, la formulación y reformulación de teorías y modelos teóricos o de alguna de sus partes mediante elementos estructurales de otras construcciones teóricas, es el modo más común de operar y hacer avanzar estas ciencias. Si se tiene el concepto de teoría antes referido, es decir, la teoría como reconstrucción mental, una invención y no un mero descubrimiento, es evidente que no pueden existir unas reglas de oro cuya aplicación mecánica produzca teorías científicas. Sólo se puede saber en relación con la construcción de teorías, que éstas no se consiguen manipulando datos, sino inventando una esquematización ideal del objeto de la teoría y complicándola luego en forma gradual, o sea, introduciendo más conceptos teoréticos y relaciones más complejas entre ellos, como lo rija y permita nuestra imaginación, pero con la ayuda y el control de la razón y la experiencia. En ninguna clase de investigación es tan cierto como en la teórica que el lenguaje sólo se puede emplear como en poesía. Ésta es una idea que no se puede olvidar a la hora de reflexionar sobre los procedimientos metodológicos en la construcción de teorías. De allí que se enfatice que no hay técnicas ni normas propias para la construcción de teorías, que el teórico puede y debe usar cualquier medio conceptual que considere útil, y que históricamente se han demostrado muy fértiles las analogías, las metáforas, las alegorías y todo tipo de imágenes y símbolos. Es más, se hace necesario resaltar que las teorías no suelen surgir de manera clara y lógicamente consciente, sino que, a menudo, la imagen o idea genial llega como fruto de una imaginación desbordada, e incluso, como fruto del ensueño y la fantasía. (Martínez, 2001). Así pues, ante la inexistencia de reglas preconcebidas para la construcción de teorías, esta investigación sólo tomará en consideración algunos aspectos propuestos por Achinstein, (1990) para tal fin: 1. Introducción de Supuestos adicionales que aunque no sean centrales o distintivos de la teoría, pueden ser necesarios, o al menos útiles. Pueden ser principios 30 tomados de otras teorías o supuestos muy razonables con una sólida base intuitiva o estética. 2. Reformulación de algunos supuestos para darles una forma o expresión más fácilmente manejable. 3. Explicación del significado de los supuestos por medio de citas, ilustraciones o analogías, o de la definición de los conceptos empleados. 4. Introducción de nuevos conceptos. 5. Derivación de principios generales como consecuencias directas de los supuestos centrales distintivos de la teoría. 6. Uso de los supuestos centrales o distintivos, o de sus consecuencias directas, como base para resolver ciertos problemas sobre las entidades, propiedades o relaciones postuladas por dichos supuestos. Todo lo expuesto hasta ahora, conlleva a afirmar que las teorías científicas serán siempre parciales (tratan sólo algunos aspectos de la realidad) y aproximados (contienen errores o apreciaciones parcialmente erróneas). Una teoría perfecta (completa y precisa en su totalidad) no existe ni existirá nunca. 31 RHIZOME III HACIA UNA ORGANIZACIÓN EDUCATIVA SINÉRGICA La Interdependencia es y debe ser el ideal del hombre, así como lo es la autosuficiencia. El hombre es un ser social. Gandhi Consideraciones Acerca de la Sinergia El término Sinergia según Giral (2003), se utilizó en un principio en las Ciencias Naturales y fue entendido como la multiplicación de fuerzas que se generan mediante la adecuada coordinación de varios órganos o fuentes energéticas. En un segundo momento, los estudiosos del comportamiento y las organizaciones humanas hicieron suyo el término para referirse en general a la coordinación de recursos, de cualquier orden, cuando logra una resultante mejor y mayor a la de la suma de las partes. En este sentido, es posible hablar de la sinergia entre dos o más personas, entre diversas organizaciones o en equipos de trabajo. Las organizaciones que hacen de la sinergia organización-persona y organización-organización, un principio de acción y operación, han podido constatar que este tipo de coordinación llega a ser una de las principales ventajas competitivas. Sinergia proviene del griego syn-ergy que significa cooperación, concurso activo y concertado de varios órganos para realizar una función. Se dice que el término sinergia es utilizado por varias disciplinas. Así, por ejemplo, para la biología es la organización de órganos que realizan una función. Para la teología es la concertación del propósito humano con la gracia divina para alcanzar la salvación del alma. Para la física, sinergia se relaciona con la concurrencia de energías o fuerzas. También la sinergia ha sido incorporada como concepto por la totalidad de las ciencias. Asimismo, el término sinergia incrementa su concepto gracias a la teoría general de sistemas, desarrollada por Ludwig von Bertanlanffy, biólogo alemán, que 32 formuló la teoría de los sistemas abiertos en 1925. Una definición genérica de los sistemas puede enunciarse como un conjunto de componentes que interactúa entre si para lograr uno o mas propósitos. Tales componentes tienen nexos y en sus relaciones, varían sus características, asumiendo cualidades distintas por la influencia de otros componentes o del todo. Cada parte es, en si misma, un subsistema del todo en la medida que cuente con características sistémicas. Podemos concretar que la sinergia es entendida, en términos sencillos, como la cualidad del todo superior a la suma de sus componentes. Y es allí donde podemos decir que la formula tradicional para expresarlo es que 2+2=5 o más. Se puede concluir que solo existe sinergia cuando el resultado o el objetivo alcanzado por un todo, es mucho mayor siendo alcanzada en conjunto que si se consiguiera de los aportes de cada una de sus partes. Todo sistema es sinérgico cuando el examen de sus partes en forma aislada no puede explicar o predecir su comportamiento. La sinergia es, en consecuencia, un fenómeno que surge de las interacciones de las partes entre las partes o componentes de un sistema (conglomerado), este concepto responde al postulado aristotélico que dice que el todo no es igual a la suma de las partes. La totalidad es la conservación del todo en la acción reciproca de las partes componentes. En términos menos esencialistas, podría señalarse que la sinergia es la propiedad común a todas esas cosas que observamos como sistemas. Como un todo es un sistema en que sus partes son inseparables entre sí, los investigadores que primero estudiaron los fenómenos desde esta perspectiva se dieron cuenta que hay un fenómeno nuevo que emerge y se observa sólo cuando hay un todo funcionando, fenómeno que no se aprecia cuando lo observamos parte por parte, y ese fenómeno se llama la sinergia. El ejemplo clásico es el del reloj: ninguna de sus partes contiene a la hora en el sentido de que ninguna pieza del reloj es capaz de mostrar el factor tiempo: podría pensarse que las piezas pequeñas deberían indicar los segundos; las piezas medianas los minutos y el conjunto, la hora; pero nada de eso ocurre, como bien sabemos. Sin embargo, el conjunto de piezas del reloj una vez interrelacionadas e interactuando entre ellas, sí es capaz de indicarnos la hora o medir 33 el tiempo. Esto es lo que se llama sinergia. La sinergia no es fácil de ser apreciada, pero tampoco es completamente difícil de captar. En los sistemas mecánicos suele identificarse con facilidad: la sinergia de los automóviles es que transportan gentes y cosas (ninguna de sus partes es capaz de transportar nada), lo mismo los sistemas voladores como los aviones, en que ninguna de sus partes puede volar por sí misma. En cambio, los sistemas humanos no presentan la misma facilidad para mostrar su sinergia. La sinergia de la familia es la vida y la preservación de la especie y de su entrono (social, económico y cultural). La sinergia de una agrupación humana cualquiera es algo en que se manifiesta toda la humanidad de sus integrantes en su más amplio sentido, no aquello que produce en forma directa. La sinergia de un club puede que sea el placer de encontrarse y disfrutar de la vida, más que la actividad específica que los reúne: deportes, arte, u otra actividad. En cuanto a los sistemas sociales, estos son siempre sinérgicos. Por ejemplo, el sistema social de una comuna-en cuanto a lo que es y produce como un socio espacio en que se desarrolla un conjunto de seres humanos-no puede ser explicado ni analizado tomando cada una de sus partes por separado, como el sistema vial, el de salud, el de educación, etc. Lo mismo sucede si tomamos a una escuela como sistema social, ninguna de sus partes por separado puede producir en pequeño lo que es su producto final: miembros de la sociedad en condiciones de desempeñarse plenamente como tales. Eso sí, la sinergia surge cuando los elementos que componen el sistema están bien integrados entre sí. A eso lo llamaremos sinergia positiva. Una organización con líderes autoritarios, despóticos, auto referentes y con miembros apáticos, sólo produce sinergia negativa porque tiende a la desintegración de sus miembros y a no aportarle a la sociedad aquello que esta en sus fines, como deportes, mejoramiento de sus miembros, etc. Esta palabra de origen griego significa cooperación, actividad coordinada de varios órganos de cuerpo para desempeñar una función. Pero hoy día, con el surgimiento de la corriente pseudoreligiosa Nueva Era, el término sinergia se ha puesto de moda, y define la compenetración y organización de 34 un equipo de personas en el desarrollo de una determinada actividad, por ejemplo, el aprendizaje. En este sentido, el término sinergia fue utilizado por primera vez por la antropóloga Ruth Benedict, para definir a las tribus en las que apenas existe agresividad. Dentro de este marco, Benedict (citado por Maslow, 1992) desarrolló el concepto de sinergia en una serie de conferencias sobre estudios de culturas primitivas, a las que clasificó de seguras e inseguras, para más tarde asociarlas a los conceptos de alta y baja sinergia, donde la alta sinergia se la asignaba a las culturas cuyos actos eran mutuamente reforzantes, es decir, aquella que trasciende las dicotomías, que es integradora, transformando lo contrario en unidades y a los organismos y polaridades en colaboradores mutuamente realizantes. Así, en una sociedad altamente sinérgica no existen diferencias entre actuar para uno mismo y hacerlo para el bien de la comunidad. De igual manera, clasificó de baja sinergia a las culturas cuya estructura social acondicionaba sus actos de manera opuesta y de efectos contrarios. Al respecto, Maslow (1992) agrega: “la alta sinergia puede representar una trascendencia de la dicotomización, una fusión de los opuestos en un sólo concepto” (p. 205). Desde esta concepción, sinergia involucra integración, esfuerzo compartido, colaboración e intervención conjunta en la realización de determinadas acciones. Por su parte, Max-Neef (citado por Adam, 1986) define la sinergia como el comportamiento de un sistema completo que no puede ser predicho partiendo del comportamiento de cualquiera de sus partes tomadas aisladamente. También sostiene que la aplicación del principio de la sinergia, implica una profunda transformación de los comportamientos y modos de interacción socioeconómica. Tal transformación exige que sea cambiado el concepto personaobjeto por el de persona-sujeto, donde, según el autor antes mencionado, se sustituye la teoría de racionalidad competitiva maximizadora del homo economicus, por la solidaria optimizadora del homo sinergicus. Es por ello, que la teoría sinérgica se fundamenta en el principio de que el todo es superior a la suma de sus partes. 35 Este principio holístico e integrador, puede ser aplicado de forma individual cuando se dirige a un objetivo de aprendizaje, siendo así más beneficioso y exitoso que cuando el esfuerzo es distribuido simultáneamente a varias situaciones de aprendizaje; y de forma colectiva cuando permite el intercambio de ideas y experiencias que enriquecen al grupo. Al respecto, Adam (1986) expresa: El proceso sinérgico tanto a nivel individual como grupal se caracteriza por dos funciones fundamentales: La primera está referida a la fusión, asociación o integración psicofísica hacia la ejecución de una actividad cualquiera, entre ellas de un aprendizaje. La segunda se refiere a que el proceso asociativo o integrativo si se concentra hacia el logro de un objetivo determinado la intensidad será mayor, es decir, contrario si se distribuye que origina inversamente un efecto entrópico, o sea, el debilitamiento energético psicofísico por el efecto distributivo. La intensidad del proceso sinérgico origina a la vez dos efectos primarios relacionados con los aprendizajes, los cuales son la amplitud y la profundidad en la adquisición de un conocimiento. (p. 20). De lo anterior se puede inferir que la Integración es la asociación psicofísica hacia la ejecución de una actividad cualquiera, entre ellas, de un aprendizaje. Por su parte la intensidad del proceso sinérgico viene dada por la concentración mental o de energía dirigida hacia la adquisición de un conocimiento. Dicho proceso es unidireccional porque ofrece una sola estimulación, lo que permite potenciar la carga energética mental hacia la atención de una sola situación de aprendizaje. En el aprendizaje del adulto es la dirección de un objetivo hacia la adquisición de un conocimiento, habilidad o destreza. La intensidad del proceso sinérgico origina a la vez dos efectos primarios relacionados con el aprendizaje, que son la amplitud (implica abarcar un área del conocimiento en toda su extensión) y profundidad en la adquisición de un conocimiento, habilidad o destreza (trata de ir más allá de la simplicidad, es indagar, es examinar la realidad en todos los ángulos). 36 En tal sentido, Adam (1986) refiere que: El esfuerzo concentrado hace posible intensificar o potencializar procesos volitivos (factores motivacionales), o de acción de manera unidireccional, a la vez, ampliar el aspecto cognoscitivo y profundizar sus contenidos al no debilitarse las conexiones psiconeurales y reforzar las operaciones mentales al no existir interferencias de otros factores que pueden obligar a distribuir compulsivamente la actitud mental. En otras palabras, la organización de los aprendizajes del adulto basado en esta formulación teórica debe ser presentada de manera escalonada y progresiva que facilite la transferencia cognoscitiva y experencial a las nuevas situaciones de aprendizaje. Por cuanto el esfuerzo psíquico se concentra intensivamente y evita distribuir y dispersar la sinergia mental. Podríamos señalar tres principios básicos en la aplicación de la Teoría Sinérgica en el aprendizaje del adulto: Escalonamiento, Progresión y Transferencia. (p. 21). La cita anterior hace referencia a tres elementos fundamentales para la orientación de la Teoría Sinérgica, los cuales son: 1. Escalonamiento: Este principio se fundamenta en el ordenamiento y la interrelación de las estructuras cognoscitivas, de tal manera que una refuerce a la otra siguiendo un camino ascendente y continúo. 2. Progresión: Este principio se fundamenta en la organización progresiva de los aprendizajes, que fortalecen las bases de la transferibilidad del conocimiento. La integración lógica de los contenidos, estimula el interés y enriquecen las experiencias adquiridas o existentes 3. Transferencia: Este principio se fundamenta en la ordenación escalonada y progresiva de los contenidos, que al establecer una secuencia funcional facilitan la transferencia de los nuevos conocimientos a la estructura cognoscitiva. Sin embargo la teoría sinérgica, que es una teoría psicobiológica, no está limitada al aprendizaje, sino que es extensiva a toda la actividad humana, por cuanto dicha teoría en la adultez refuerza el pensamiento andragógico, caracterizado por los principios de la horizontalidad y la participación. 37 La fuerza implícita en la energía psicobiológica presente en la capacidad de percibir, atender, resolver problemas (inteligencia), actuar (voluntad), manifestar (emociones) y reaccionar involuntariamente (instinto), determina el comportamiento normal y cotidiano en el ser humano, y estos elementos son claves en toda organización educativa. Las Reacciones Percepto-Atentivas y Perceptivas La teoría sinérgica exige la integración de las reacciones mentales para obtener como resultado: El aprendizaje. De tal manera que, el aprendizaje del adulto requiere de una combinación físico-mental donde las reacciones psíquicas, afectivas y motoras, se integren a la conducta percepto-atentiva. El percibir y atender originan mecanismos sinérgicos que jerarquizan la estimulación exterior. Continuamente estamos percibiendo y atendiendo las estimulaciones que se producen en el mundo exterior; pero solamente las estimulaciones significativas son procesadas y almacenadas en la estructura psíquica. La conducta perceptiva es la relación entre un organismo y su ambiente en la acción de percibir una información de cualquier naturaleza. Por otra parte, la característica esencial de las reacciones atentivas es la capacidad de seleccionar una estimulación específica y procesarla si es significativa. Necesariamente ante varios estímulos la atención selectiva establece prioridades jerárquicas en los procesos mentales, es decir que, ningunas de las estimulaciones perceptivas pueden ser procesadas simultáneamente en la estructura cognoscitiva. La Sinergia: Principios de Acción Cooperativa Los roles en el ser humano a saber: padres, esposos, amigos, jefes, docentes, empleados y miembros de una comunidad u organización, involucran interdependencia, es decir la relación directa con al menos otra persona. Por tal razón los logros obtenidos son interdependientes, incluso la satisfacción de capacidades y necesidades básicas. En este sentido, las formas más altas de sinergia involucran interdependencia y a su vez un liderazgo transformador. Sinergia significa que él todo es más que la 38 suma de sus partes y que la relación de las partes entre sí, es una parte en y por sí misma. Y no sólo una parte, sino la más catalizadora, la que genera más poder, la más unificadora y estimulante. La esencia de la sinergia consiste en cooperar y a su vez valorar las diferencias: respetarlas, compensar las debilidades y construir sobre las fuerzas. En este sentido, la relación entre los integrantes de una organización en general y educativa en particular, debe estar orientada hacia la cultura sinérgica donde, cuanto más auténtico sea el compromiso, más sincera y sostenida será la participación en el análisis y resolución de problemas y mayor la productividad del docente. Desde este punto de vista, la integración de equipos de trabajo efectivos, constituye uno de los retos más importantes de la organización educativa actual, y se puede sintetizar en su capacidad de concebirse a sí misma como una unidad armónica de esfuerzos personales y grupales, donde sólo trascendiendo muchas de las dicotomías artificiales y excluyentes, se logrará que el equipo sea realmente efectivo. Para ello, se deben transformar este tipo de relaciones adversariales en equipos de trabajo efectivo, en los que la cooperación, la solidaridad y la confianza sean los ingredientes fundamentales de un estilo de trabajo. Por consiguiente, facilitar este proceso es una de las prioridades e indicadores más importantes de un programa de cultura de efectividad y productividad. En lo que se refiere a la claridad organizacional, el reto fundamental consiste en promover estructuras y establecer parámetros que integren realmente las metas personales a las del equipo de trabajo. Es importante subrayar que el conocimiento de las capacidades y valores personales previos al diseño de las funciones de equipo no sólo es conveniente a nivel de motivación, sino que constituye una premisa básica para el propio éxito de cualquier equipo de trabajo. Para que estos equipos tengan éxito es muy importante que cuenten con el apoyo de sus jefes, de sus directores y de sus líderes naturales, quienes en la mayoría de los casos buscan optimizar sus objetivos personales y se olvidan de los objetivos de la organización institucional. 39 Lo antes expuesto, exige docentes con un profundo conocimiento de la realidad y de la naturaleza de las nuevas demandas que se hacen a la universidad; de su propio campo de conocimiento, que podrá organizarse por disciplinas, por asignaturas o por módulos interdisciplinarios, y de los jóvenes que se incorporan al nivel. Se requiere también de condiciones dignas de trabajo para el docente y de una organización institucional que le permita poner en práctica sus conocimientos y creatividad. La situación planteada, no es fácil, pues la mayoría de los docentes de hoy, en especial aquellos que pasan los diez años de servicio, se niegan a cambiar de paradigma, se mantienen apegados a los viejos esquemas, negando casi en su totalidad las posibilidades de alcanzar mejores resultados, tan solo con la incorporación de ciertas variantes en su quehacer educativo y en la interacción con sus alumnos y con sus colegas. De allí pues, que sea el docente el que debe dar el primer paso hacia el cambio, él debe señalar el camino a seguir. Consecuente con lo anteriormente señalado, Sotillo (2002) sostiene que: El docente de estos tiempos tiene que ser proactivo, debe ser capaz de asumir su responsabilidad, tiene que reconocer que si sus alumnos no alcanzan los niveles deseados de rendimiento en algo tiene que ver él. Es cierto que hay alumnos flojos, que tienen mala base, no saben leer ni escribir, no dominan las operaciones fundamentales. Pero somos los docentes quienes tenemos la obligación de encontrar el camino óptimo para cambiar los resultados y éstos sólo serán diferentes en la medida en que cambie los que los sistémicos llaman el proceso. (p. 14). La cita precedente viene a reafirmar la necesidad de acciones cooperativas dentro de las organizaciones educativas, puesto que el espíritu de equipo surge de la toma de conciencia de que el ser humano como individuo integra un grupo, el cual comparte un propósito común y tiene una energía potencial mayor que la suma de los esfuerzos individuales. El desarrollo de estos principios cooperativos, implica la buena disposición a la colaboración, a la solidaridad, y a la creación de sinergia, tanto a nivel del equipo de trabajo como en el ámbito organizacional. 40 En ocasiones, vivir el espíritu de equipo implica incluso desaprovechar parcialmente las posibilidades individuales en función de la optimización de aquel; implica saber sacrificar la optimización de las metas personales, ante el reconocimiento de la importancia de las metas del equipo. Ante lo expuesto, Fauquet (citado por Marban, 2001) afirma que: La organización cooperativa es, más que una construcción conforme a un plan determinado, un crecimiento en el que cada creación nueva, cada piso a levantar, es concebido y realizado en función de las necesidades nacidas del desarrollo anterior y al precio de renovados esfuerzos de inventiva. (p.39). De lo anterior se desprende que la acción sinérgica, es el marco de actividades económicas y sociales más adecuado, para el desenvolvimiento de la personalidad en un plano de autonomía responsable, dentro del cual, tanto la persona de sentimiento anarquista como la persona con tendencia al cooperativismo y a la solidaridad, pueden trabajar eficazmente en función de las aspiraciones y las necesidades de la organización institucional en la que están involucrados. La Eficacia del Trabajo en Grupo Se ha demostrado que el trabajo en grupo enriquece la calidad de los resultados. Pero esto depende de varios factores: 1. Las variables ambientales: Se refieren al marco físico, psicológico y sociocultural en que se desarrolla la actividad grupal. El marco físico se refiere al lugar, el marco psicológico se refiere a la calidad de las relaciones humanas entre los integrantes del grupo, y por último el marco sociocultural que se relaciona con los hábitos individuales. 2. Las variables estructurales: se refieren a la conformación del grupo tanto en tamaño como en sus integrantes. También las características individuales influyen en la eficacia del grupo, la madurez, la comprensión, favorecen el grupo. La frialdad y la intolerancia, lo entorpecen. 41 3. Las variables de tarea: Tiene relación con los objetivos propuestos. 4. Las variables de organización: Son las relaciones con la metodología utilizada para la comunicación, participación y dirección del grupo. Hay que destacar que el éxito del aprendizaje del adulto se verá sustentado por la interacción de varios factores: La madurez, su motivación, las habilidades previamente adquiridas y una teoría de aprendizaje que garantice la flexibilidad de ese proceso y se adapte a las necesidades e intereses del adulto: La Teoría Sinérgica o del Esfuerzo Concentrado. Un grupo eficaz es aquel que valora el potencial individual, para que de él se aproveche el conjunto del grupo. Y uno de los objetivos principales del esfuerzo concentrado es lograr un grupo efectivo. Un grupo efectivo tiene una idea clara de cuales son sus propósitos, logra sus metas con máxima eficiencia, tiene un alto grado de intercomunicación y es capaz de afrontar sus problemas y actuar efectivamente en la solución de los mismos. 42 RHIZOME IV LA GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: UN CONTINUUM CULTURAL EN LAS ORGANIZACIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR Todos los hombres por naturaleza desean el conocimiento. Aristóteles La gestión del conocimiento (GC) es la gestión del capital intelectual en una organización, con la finalidad de añadir valor a los productos y servicios que ofrece la organización en el mercado y de diferenciarlos competitivamente. Hay dos factores que han facilitado la aparición del concepto de gestión del conocimiento. Por un lado, el desarrollo tecnológico, que facilita enormemente la gestión del capital intelectual y la hace factible desde un punto de vista financiero. Por otro, la creciente concienciación por parte del mundo empresarial (e incluso por parte de las naciones económicamente más desarrolladas) de que el conocimiento es un recurso clave en aquellas sociedades y organizaciones en las que la información es abundante en gran medida, gracias a Internet. En este contexto, el papel fundamental que desempeñan las tecnologías de la información y la comunicación radica en su habilidad para potenciar la comunicación, la colaboración y la búsqueda y generación de información y conocimiento. No se debe olvidar, sin embargo, que el objetivo más importantecuando nos referimos a la gestión del conocimiento- es el de conseguir un entorno de trabajo que sea colaborativo y que esté dotado de una constante vocación de aprendizaje. Se trata de lograr un entorno laboral en el que los trabajadores puedan realizar todo tipo de actividades de aprendizaje y compartir el conocimiento adquirido con sus compañeros, con sus pares, o colegas. En este sentido, cabe destacar que en muchos casos se infravalora la importancia que tienen los equipos de trabajo multidisciplinares, las relaciones personales entre trabajadores y las redes de colaboración que se establecen dentro de 43 la organización o entre organizaciones que comparten objetivos comunes. Los factores citados son clave para la generación, transmisión y difusión del conocimiento dentro de las organizaciones. Según Davenport (1998), la gestión del conocimiento debería preocuparse por explotar y desarrollar los activos de conocimiento que posee la organización a fin de que ésta pueda llevar a cabo su misión estratégica. Obviamente, tanto el conocimiento explícito como el tácito deberán ser gestionados. La distinción entre estos dos tipos de conocimiento no debe, sin embargo, entorpecer el objetivo de la organización: la gestión de aquel conocimiento que asegure su viabilidad y supervivencia, al cual ya hemos denominado conocimiento crítico. La gestión incluye todos los procesos relacionados con la identificación, puesta en común y creación del conocimiento. Como se ha apuntado, ello requiere tanto sistemas informáticos que permitan la creación y el mantenimiento de repositorios de conocimiento, como una cultura organizativa que favorezca la transmisión del conocimiento individual y el aprendizaje colectivo. Eventualmente, pues, la gestión del conocimiento consiste, en gran medida, en la gestión estratégica de las capacidades intelectuales de los miembros de una organización. En este sentido, es necesaria la implicación no sólo del departamento informático y del propio departamento de gestión del conocimiento, sino también del departamento de recursos humanos, responsable, entre otras cosas, de potenciar una formación continua para sus empleados que resulte coherente con los objetivos de la organización. En este punto, cabe hacer notar que la tecnología aparece como condición necesaria para la gestión del conocimiento en la actualidad, aunque no es una condición suficiente. Es así como, las organizaciones tradicionales suelen ser contempladas como organizaciones que adquieren el conocimiento mediante la contratación de personal especializado. Desafortunadamente, dentro de sus roles, no se acostumbra a fomentar la creación de nuevo conocimiento (investigación e innovación) ni a facilitar su difusión dentro de la organización, ya que se suele tener una visión muy individualista, segmentada y limitada del conocimiento (Martensson, 2000). 44 Sin embargo, cada vez resulta más obvio que la organización moderna debe facilitar el entorno y los medios adecuados para que se pueda desarrollar una correcta gestión del conocimiento, y que ésta produzca resultados de utilidad para la organización. Esto es aún más cierto en el contexto de las organizaciones creadoras de conocimiento por antonomasia: Las Universidades. Tal y como refleja Bill Gates,(1991) en su libro Los negocios en la era digital, uno de los principales roles de un director general consiste en establecer un ambiente que promueva el conocimiento compartido y la colaboración, en asignar prioridad a los sectores donde el conocimiento compartido resulte más valioso, en facilitar los instrumentos digitales que van a hacer posible este conocimiento y en hacer que prevalezcan los que contribuyen en mayor cuantía al flujo intenso de la información. En realidad, la gestión del conocimiento tiene un objetivo añadido: la reducción de la dependencia que la organización tiene respecto al conocimiento que poseen los individuos. A tal fin, la organización tratará siempre de almacenar y explicitar el máximo de conocimiento posible. En 1997 la empresa Arthur Andersen estimaba que la cantidad de conocimiento se doblaba cada cinco años, y hacía la previsión de que en el año 2020 se doblaría cada 72 días. Este ingente volumen requiere que las organizaciones intensivas en conocimiento lleguen a un grado de especialización cada vez más elevado, para lo cual requieren, de forma indispensable, un uso también intensivo de la tecnología, no sólo para el almacenamiento de la información y del conocimiento explícito, sino también de instrumentos para la realización de búsqueda, recogida y análisis de datos de forma masiva. Dentro de este marco, es importante señalar que la organización que no pueda generar su propio conocimiento especializado, éste debe ser aprehendido de alguna manera. Por este motivo, el verdadero reto de las organizaciones actuales es la captación y fidelización de empleados capaces de generar conocimiento: expertos, científicos, investigadores y profesores que basan en la actualización, aplicación y difusión de su conocimiento gran parte de su trabajo creativo. La historia reciente de las organizaciones ha puesto de manifiesto hasta hace muy poco tiempo cómo las empresas tendían a reducir su tamaño vía reducción de 45 costes, y en muchos casos mediante la drástica reducción de los costes salariales llevada a cabo vía reducción de plantilla: el downsizing. Tal como subraya Piggott (1997), esta práctica ha tenido como resultado una pérdida de conocimiento importante en las organizaciones. Pérdida que, en muchos casos, no ha sido suplida por las nuevas incorporaciones debido, seguramente, a su menor experiencia y, tal vez, al hecho de disponer de una menor cantidad de conocimiento tácito disponible. En estos casos, el hipotético ahorro de costes obtenido por la eliminación de puestos de trabajo no necesariamente es compensado por una mayor productividad de los trabajadores que los substituyen, por lo menos en la primera fase de la curva de experiencia. El grado de rotación de empleados suele ser utilizado como indicador del capital intelectual que deja la empresa. Para Abassi y Hollman, (2000) el estilo de dirección, la falta de reconocimiento, la falta de sistemas de retribución apropiados y la existencia de puestos de trabajo poco propicios, son las principales razones por las que la rotación de empleados en una organización puede ser elevada. Existe consenso sobre cuáles deben ser las condiciones que faciliten una cultura del conocimiento en la organización, así como sobre las principales dificultades para su implantación, tal como se presenta en el siguiente Cuadro 1: 46 Cuadro 1 Condiciones que Facilitan una Cultura del Conocimiento en la Organización, Así como Sobre las Principales Dificultades para su Implantación Nota: Cuadro elaborado con datos tomados de Abassi, S. y Hollman, K., (2000). Turnover: The real bottom line. Public Personnel Management. Vol. 29, núm.3, pág. 333-342. La capacidad de retener a los empleados de alta cualificación depende, en gran medida, de que la organización sea capaz de rodearlos de personas dotadas de características similares, capaces de secundar y apoyar su trabajo. Al mismo tiempo, la organización debe reconocer la contribución que realizan sus empleados en la consecución eficiente de sus objetivos, tanto en términos de cantidad como de calidad. Por otra parte, se plantea con cierta fuerza la controversia de quién es el propietario de los resultados obtenidos a raíz de una investigación. (Mcsherry, 2002). 47 En las organizaciones privadas, y así lo han transmitido los medios de comunicación en las causas resueltas sobre este tema, son las propias organizaciones las propietarias de los resultados de investigación de sus empleados debido, principalmente, a que son las mismas las que han puesto a disposición de los empleados los medios apropiados para obtenerlos. Sin embargo, y prescindiendo de planteamientos legalistas, la cultura del conocimiento parte de la premisa de la fidelización no sólo del empleado hacia la organización, sino también de la organización hacia el empleado. En otras palabras, la organización deberá dar prioridad al reconocimiento de la autoría de los logros intelectuales. Merece especial atención el papel de las universidades como organizaciones intensivas en conocimiento, tanto desde el punto de vista de su localización y creación, como desde el punto de vista de su estructuración, almacenamiento y distribución, independientemente del grado en que dichas organizaciones hagan uso de las tecnologías de la información y la comunicación. Según Rowley (2000), la gestión del conocimiento en la educación superior-y en el marco de una economía globalizada-requiere alianzas estratégicas internacionales y la creación de repositorios de conocimiento que puedan usarse para adquirir ventajas competitivas. A continuación se presenta el Cuadro 2 con el resumen de los rasgos más característicos de la gestión del conocimiento en las organizaciones intensivas en conocimiento, así como las características específicas de las universidades en el mismo ámbito, teniendo en cuenta las diferencias de objetivos: 48 Cuadro 2 Resumen de los Rasgos más Característicos de la Gestión del Conocimiento en las Organizaciones Intensivas en Conocimiento y las Universidades Nota: Cuadro elaborado con datos tomados de Rowley, J. (2000). Is higher education ready for knowledge management The International Journal of Education Management. Vol. 14, núm. 7, pág. 325-333. 49 La universidad debe plantearse la consecución de la excelencia tanto en el plano docente como en el de la investigación (creación de conocimiento). Todo ello sin olvidar la difusión que, de forma obligada, debe realizar por los requerimientos que la sociedad exige a estas instituciones. Así pues, el expresar que la gestión del conocimiento debe ir de la mano de una titulación apropiada dentro del entorno universitario parece ya fuera de toda duda. En esta línea, Shariq (1997) propone la creación de estudios universitarios y de la disciplina de Gestión del conocimiento, así como la participación de expertos provenientes de disciplinas académicas tradicionales (Tecnologías de la información, Gestión de empresas, Ciencias del conocimiento, Economía, Estadística, Investigación operativa, Finanzas, Derecho y Ciencias sociales), como estrategias fundamentales para liderar la formación de una nueva área multidisciplinar (gestión del conocimiento o Knowledge Management) que dará formación a los chief knowledge officers (CKO, responsables de gestión del conocimiento) y chief learning officers (CLO, responsables de gestión del aprendizaje) del futuro. La sociedad de la información y del conocimiento abona el surgimiento de una nueva civilización y de una nueva economía que se basa, no en los recursos materiales, sino en el saber y el hacer saber juiciosamente de las personas y de las organizaciones que, en desafíos inciertos aunque facilitados por accesos y distribuciones ilimitadas de información, apuntan a fortalecer la construcción del conocimiento para aprovechar oportunidades de diverso tipo. Para ello se necesitan actores inteligentes, comprometidos e intercomunicados -real y virtualmente- con acceso, utilización y apropiación inteligente (Fainholc, 2005) de información, que, como es sabido, se quintuplica cuando más se utiliza, distribuye y comparte. Si bien para ello coadyuvan las tecnologías de la comunicación y de la información (TIC), no se está del todo seguro si este perfil de sociedad del conocimiento debería ser homogéneo (lo que significa hegemónico) para todas las sociedades por igual. Un conocimiento es el valor agregado y su utilidez (utilidad más validez); es lo que aparece cuando se aplica a una acción concreta y compartida con otros en una 50 situación determinada. El conocimiento es más valioso si se complementa con el de otros dentro de un entorno que fomente la construcción conjunta en actividades beneficiosas para cada uno de modo diferente o según sus necesidades o demandas, dentro de la actual sociedad en red y de los flujos. (Castells, 1996). Bell (1973) y Lyotard (1983) ya se refirieron a la sociedad del conocimiento, aunque de modo contrapuesto, abordando los rasgos de centralización hasta de la dispersión, que hoy es compatible con lo distribuido, característico de la tecnología y de las TIC. Así, el primer teórico nombrado desde la economía del bienestar piensa en sistemas inteligentes como procesadores de información, a partir del modelo arriba-debajo, homologable a la lógica computacional de la mente ideada para racionalizar, contener y generar prosperidad sin desestabilizar equilibrios. El segundo teórico desde el postmodernismo, se refiere a la dispersión del conocimiento y piensa-critica en los mercados de trabajo competitivos, lo que reduce la habilidad a un conocimiento localmente relevante cuyo valor cambiaría según las condiciones del mercado. De todos modos, para ambos casos enunciados y para pilotar lo impredecible y lo no lineal de los nuevos paradigmas-que además reclaman el mejoramiento constante de la calidad de los procesos y de los productos-se requieren personas con pericia, con credenciales o con competencias particulares. Sin embargo, no sólo se necesitan personas con capacidades robustas y a la vez flexibles en cuanto a aprendizaje y a razonamiento adquiribles a lo largo de sus vidas (lo que constituye su capital intelectual), sino que además se apunta a un capital social representado por el entretejido de equipos y de redes de asociaciones de personas y de organizaciones. Como se percibe, todo ello implica profundas transformaciones y descentralizaciones de las relaciones humanas a partir de una redefinición de los saberes existentes, que tienden a ser más inter y transdisciplinarios, concurrente a una reestructuración epistemológica de los modelos mentales y sociales tradicionales, que aún funcionan en nuestras sociedades. Desafíos y replanteamientos profundos aparecen frente a los modelos organizacionales y sociocognitivos convencionales para ir hacia el diseño de 51 ambientes de comunicación, concebidos desde una fuzzy logic de perspectivas múltiples y simultáneas en entornos de aprendizaje no jerárquicos, mediadas por hardware, software y, sobre todo, mindware o estrategias de pensamiento, cada vez más electronificados, que persiguen transformaciones no siempre pertinentes y que, a su vez, no garantizan efectividad alguna (Katzenbach, 1997). Hoy, ello apela a la conformación de equipos en grupos colaborativos de aprendizaje, de práctica, de investigación, etc. El conocimiento producido de este modo por la gestión de la información es resultado de la cognición, del aprendizaje y de la acción situados, distribuidos y compartidos (Lave, 1996), donde la recolección, la clasificación y la estructuración de información y de contenido es más ardua que su distribución al requerir, como se está percibiendo, megahabilidades más que artefactos. Son habilidades que estructuran y representan sistemáticamente el saber formal en conceptos y métodos articulados con el saber acordado de modo informal. Es decir, el conocimiento así puede configurarse y presentarse tanto de modo explícito (codificado, codificable y transmisible) como implícito (no siempre codificable y de fácil rigurosidad y expresión), aunque ambas visiones poseen un gran peso en el interior del proceso de transformación de la información para la generación, la codificación y la transferencia del conocimiento. Desarrollo de Competencias Invisibles Todos estos subprocesos requieren de la ejecución de funciones con megahabilidades o competencias específicas de un área o campo disciplinar (o interdisciplinar), que le permitan llevar a cabo la transformación nombrada de la información en conocimiento. De este modo, una conceptualización de competencias incluye el conjunto complejo de habilidades, saberes, procedimientos y actitudes frente a una tarea. El futurible desempeño se caracteriza por la inclusión de serias paradojas, ya que no sólo se refiere a lo que se sabe hacer en cada caso y lo que se hace o se demuestra en la práctica, sino a lo que debe hacerse y lo que debería hacerse en cada situación y organización. 52 Entonces, para transformar información en conocimiento, interviene el ejercicio de una serie de funciones en los momentos de la gestión del capital simbólico personal y social, al mejor estilo de los arquitectos de la información, que gestionan su estructura; los editores de información, que administran y aseguran la calidad de los flujos entrantes, o los bibliotecarios en línea, los autores de contenido, los facilitadores de la comunicación, que fortalecen la interacción, etc., por nombrar sólo algunas dentro de un contexto organizacional. Para ello se requieren habilidades de riguroso entrenamiento relacionadas con estrategias cognitivas y metacognitivas, coherentes con el pensamiento superior, el sentimiento solidario y la acción automonitoreada de modo continuo, que aún escasean en universidades y organizaciones educativas de nivel superior. Sólo por mencionar algunas de las estrategias, desde lo sociocognitivo, se están señalando los procesos de identificación, análisis, clasificación, relación, comparación, discernimiento, enjuiciamiento, contraste, reflexión y crítica, entre otros, apoyados en otros procesos interpersonales e intrapersonales de comunicación solidaria, reticular, descentralizados y mediados por TIC, que aún están poco integrados en los currícula o en la metodología de la educación universitaria de América Latina. Por lo tanto, es un desafío para la formación de los gestores universitarios de información, el desarrollo de las competencias nombradas para que actúen de modo anticipatorio frente a situaciones ambiguas y de continuo cambio en la sociedad actual de la información y de construcción del conocimiento. Deben llevarse a cabo diversos cambios conceptuales (Moneo, 1999) frente al caos, la complejidad y la provisionalidad de las nuevas estructuras y de los momentos culturales, que deberían instalarse en mentalidades y acciones, al reconocer que los conocimientos son constructos abiertos y cambiantes, que incluyen y descartan al mismo tiempo conceptos, juicios, valores, procedimientos, y técnicas, que en su discusión y confrontación práctica, compartida y distribuida, surgen, se enriquecen, se replantean, desmitifican prejuicios y creencias, se desechan, entre otros. 53 Enseñanza Estratégica de la Gestión del Conocimiento Es importante señalar que dentro de este ámbito, deberán diseñarse entornos de enseñanza para provocar en las mediaciones socioculturales y tecnológicas pensamientos fuertes, donde metas y acciones conduzcan al fortalecimiento del pensamiento y a la acción estratégicos (Fainholc, 2000; Pozo, 1999). Así, la gestión del conocimiento debe ser objeto de enseñanza estratégica-y cada vez más virtual-para tener la vivencia de aquello que se aproxima, con el fin de orientar hacia el aprendizaje autorregulado, que se constituye en la vía más adecuada para enfrentar las demandas imprevisibles. Además, debe recordarse que este aprendizaje en estos contextos es andamiado (Vigotsky, 1979) y ajustado constantemente hacia la progresiva autopoiesis o autonomía de la persona u organización que aprende durante estos procesos. En este sentido, se entiende por enseñanza estratégica (Jones et al., 1995) las acciones educativas que abarcan el discernimiento y el pensamiento para la toma de decisiones, lo que implica tanto en su planeamiento (o fase preactiva de la enseñanza) como en su ejecución (o fase interactiva) algunas de las acciones siguientes: 1. En la enseñanza, la relación de contenidos, actividades y evaluación con el aprendizaje; 2. El desarrollo de una enseñanza efectiva y la integración de estrategias cognitivas y metacognitivas; 3. La consideración de restricciones contextuales y de rasgos idiosincrásicos en un adecuado acompañamiento formativo, y 4. El contraste de situaciones en el campo de aplicación. Lo deseable es obtener en estos procesos de enseñanza y de aprendizaje una síntesis entre la pericia en dominios específicos del saber, las estrategias cognitivas generales del conocimiento y las habilidades metacognitivas (Bruer, 1995), para contribuir a que prevalezca en la gestión del conocimiento: 54 1. Lo heurístico, o sea, la superación de lo algorítmico o lo mecánico de las habilidades acotadas (o simples, como conducir un vehículo, usar el ordenador, etc.), que no dejan de ser importantes para la vida cotidiana pero que sólo incluyen un conjunto ordenado y finito de operaciones para alcanzar la solución del problema en situaciones conocidas y que pueden normalizarse. Hoy en día los contextos son variables e inciertos, requieren creatividad, contraste con otros pensamientos e investigación de alternativas para gestionar información y decidir frente a problemas. 2. Lo solidario-emocional compartido sobre lo individualista, ya que las actitudes mentales y la inteligencia emocional poseen un papel central para promover la proactividad y la interactividad constructivas, la automotivación, la superación de frustraciones, las negociaciones por empatía y solidaridad, donde la ayuda mutua para el uso de variados recursos permite gestionar información y solucionar problemas. 3. Lo diverso sobre lo homogéneo referido al capital simbólico o inteligente de cada una de las personas, grupo y cultura, que ayuda a desarrollar respeto por la diferencia y a valorar la sinergia divergente en la generación de propuestas alternativas como insospechadas propuestas de equipos organizados de personas. Entonces, la gestión del conocimiento es el estadio de mayor complejidad dentro de la gestión de capital simbólico o inteligente. De este modo se rescata que la gestión del conocimiento es un proceso y un producto colaborativo (Johnson et al., 1992), que está implícito en los nuevos modelos socioconstructivos de enseñanza y de aprendizaje, y no sólo aparece como una función o un atributo de la interactividad (Fainholc, 1999) de los instrumentos tecnológicos que posibilitan comunicarse remotamente (Crook, 1993). Más aun, debería ser materia que no puede ni debe descuidarse, y que no debe reducirse sólo al escenario de la gestión empresarial o de los negocios, que son los ámbitos que en realidad la han incorporado antes. Las universidades, las facultades y los centros de investigación necesitan incorporar este know-how de la gestión del conocimiento y del aprendizaje 55 cooperativo articulable con las TIC, que Salomon (1993) asimila al aprendizaje social en el sentido de una epistemología social como punto de partida y modo de sustentar y organizar el aprendizaje al modo de mediaciones sociales en la construcción del conocimiento con TIC hoy en día. Así mismo se debe recordar que el aprendizaje social u organizacional apunta al proceso de desarrollo y cambio planificado así como de aseguramiento de la calidad al que se compromete una organización-entre ellas, la universitaria-, que elige aprender o que desea desarrollar su inteligencia o asegurar su calidad en sus procesos y productos. Los criterios de gestión que se resaltan aquí son los de efectividad, que son los que articulan la eficacia (o logro de objetivos), la eficiencia (en el menor tiempo y con los menores recursos) y la pertinencia (o relevancia sociocultural). Por lo tanto, se hallan asociados a procesos de evaluación para mejorar procesos y productos. De este modo, la evaluación no apunta al control, sino al desarrollo de la conciencia pertinente de actores en organizaciones, conciencia no sólo de las intenciones, sino también de la transformación objetiva en la cual se están implicando junto a todos los componentes de una organización, una institución de educación superior o un programa de investigación. A su vez, entendemos por epistemología social el entramado situado en múltiples y distribuidos escenarios donde se da la relación sujeto-objeto en un acto de conocimiento mediado por diversos procesos (artefactuales y sociocognitivos), abocado a la búsqueda del conocimiento científico y al rescate de las transformaciones que en las prácticas acumuladas construyen otro tipo de saberes que revalorizan lo informal, lo alternativo, lo histórico-cultural, lo implícito, y así, engrosan el saber tecnológico de manera inédita. Se debe a Hegel la propuesta de un proyecto epistemológico que sistematice las concepciones señaladas por medio del espíritu libre y autoconsciente dado por la dialéctica como principio que estructura la realidad histórica y el conocimiento, y se expresa en relaciones de oposición, mediación y superación para conformar un nuevo todo integral. 56 Los procesos recursivos (Morin, 1999) que caracterizan a la sociedad compleja con su producción de conocimiento, atraviesan todas las dimensiones comprometidas en una gestión del conocimiento, que hasta ahora en mayor incidencia ha sido capitalizada sólo como el know-how de las organizaciones empresariales en el área de formación o de recursos humanos (Brooking, 1997), pero que prácticamente no existe en las universidades o en los centros de educación superior e investigación. Todo lo enunciado no se halla exento de contradicciones, que consideramos válidas para una reflexión sustantiva, pero que también ocultan una resistencia a ser revisadas y superadas al desmitificar las tendencias sociopolíticas e ideológicas y otras que, por razones ancestrales de culturas reactivas (causas psicológicas y educativas anacrónicas, administrativas de toma unilateral y arbitraria de decisiones), ocultan los reales fenómenos y no favorecen la cohesión, la solidaridad, la participación, el compromiso, la imaginación, la cooperación entre otros. Estos factores intervienen en la gestión del conocimiento de personas, grupos, programas y organizaciones. Formación para Complementar la Racionalidad Lineal con la Racionalidad Comunicativa: Favorecer Una Co-Construcción del Conocimiento Al hacer referencia de la racionalidad instrumental, se señala el rasgo que persigue sólo combinar del mejor modo los medios más adecuados para obtener ciertos fines, como el mejor resultado posible según los objetivos previstos, las reglas y soportes técnicos del saber empírico o artefactual con parámetros de eficiencia y calidad cuantitativa, y los indicadores cuantificables. Esta racionalidad ha sido criticada por el revisionismo de las ciencias humanas y sociales, y por los estudios culturales, que proponen enriquecerla, cuando no superarla, con los enfoques cualitativos y fenomenológicos. De este modo aparece la racionalidad de acciones comunicativas, donde la interacción de dos o más personas en una relación interpersonal coordina planes de acción en el marco de la interpretación, de la comprensión intersubjetiva o de la negociación de definiciones, 57 hacia un consenso encamino a la emancipación, que, como se observa, requieren de otro tipo de competencias y habilidades humanas. Los recursos materiales e inmateriales, artefactuales e inteligentes (o invisibles), se señalan como críticos y estratégicos para la gestión del conocimiento, a su vez articulada con una racionalidad comunicativa organizacional que co-construye saber con conciencia, éxito, prospectiva y ética. Por lo tanto, debe superarse el modelo restringido de optimización de la acción racional basada en la lógica de la explotación y en la distribución lineal de información-más que del conocimiento-vigente en la óptica del mercado, y que se apoya en la racionalidad instrumental de las TI virtuales y globales. El ejemplo más cristalino lo presenta hoy la Organización Mundial del Comercio, que apoya la educación a distancia como si fuera una materia prima. Es necesario transitar hacia una situación que relacione ética y políticamente las ciencias y la tecnología en el contexto cultural y social. La teoría de la acción comunicativa (Habermas, 1985) propone esta relación discursiva interdisciplinaria enunciada. Se apunta a que estas situaciones sean formativas en sí mismas, involucren a los más variados actores, perspectivas e intereses para permitir una gestión del conocimiento con protagonismo responsable y compartido. Las TIC, como microcontextos tecnológicos-virtuales, pueden coadyuvar a estos procesos al convertirse en mediadoras tecnológicas-educativas dentro de la racionalidad comunicativa y de una concepción de tecnología educativa apropiada y crítica (Fainholc, 2001), es decir, pueden ayudar a apoyar procesos de aprendizaje y de gestión del conocimiento múltiples, diversos y horizontales, con el sostén de todos los artefactos y códigos semiológicos electrónicos de modo combinado, ya que ninguno representa la panacea. Esto es lo mismo que sostener que las redes tecnológicas no son poderosas si no se fundan o se inscriben en redes sociales que cultiven y valoren la participación de toda clase de aportes, abarcando tanto a la gente común, según Toffler (2000), como a los padres de familia, los jubilados, los profesionales y los especialistas en diversos oficios, gente con muchísimos conocimientos, habilidades y experiencias, 58 que, sin ser profesionales de la educación o investigadores, pueden enseñar mucho contenido y metodologías para la gestión del saber. Se trata de rescatar, sistematizar, consolidar por contraste, diseminar y recrear por colaboración el saber o el conocimiento tecnológico. El autor mencionado apunta al conjunto de conocimientos referidos a un know-how reflexivo que se produce, elabora y desarrolla al enfocar la búsqueda de soluciones a problemas de variado tipo y no sólo artefactual. En el marco sociocultural e histórico, con el auxilio de la concepción científica vigente dentro de un marco normativo, ético, económico y político, se sostiene que se constituyen en los procesos implícitos de gestión del conocimiento. Entonces, la organización ideal de la gestión del conocimiento es la de una red de procesos y actores (Latour, 1987) que pone de manifiesto la reciprocidad propia de la dramaturgia y de la acción humana. Esto significa que, gracias al diálogo y a la comunicación abierta, se llega a la comprensión, al entendimiento y a los acuerdos a partir de los cuales se decidirá el sentido de los objetos, de los artefactos y de los procesos que deben alcanzarse (entre ellos, por ejemplo: qué educación y qué gestión del conocimiento se necesita y para quiénes). La propuesta se dirige a la búsqueda de síntesis o complementación epistémica que apunta a capitalizar la racionalidad estratégica y práctica de las TIC con la razón comunicativa y compartida que trasciende el uso unilateral de la razón técnica de los artefactos. Se trata de superar riesgos de cosificación y de manipulación complementando el uso pragmático de la tecnología y de las TIC, al mismo tiempo, y así alcanzar soluciones críticas que fomenten la horizontalidad comunicativa de todos los actores. En este sentido, sería recomendable que para la gestión del conocimiento en universidades y organizaciones (en la sociedad del conocimiento, o en su tránsito), se articule la lógica instrumental y estratégica representada por las TIC hoy en día, (revisada y completada por la racionalidad sistémica, holística y comunicativa orientada por la moral y la ética), sin cuyos pilares no podría existir ni la gestión del saber ni la construcción de una sociedad del conocimiento que se precie como tal. 59 Para analizar los continuum culturales como escenarios organizacionales previos, pero que en muchas sociedades actuales todavía conviven con desigual peso específico, según los países, y este primer contexto o macrocontexto sociocultural, se debe tomar en cuenta y será de mucha ayuda, comprender el proceso de generación del conocimiento en las organizaciones. Al respecto se debe señalar que los tres escenarios organizacionales o continuum cultural de la Educación más importantes, que han generado y configurado el conocimiento de la organización como campo científico son los siguientes: La corriente eficientista, con la humanista o de desarrollo de recursos humanos; la interpretativo simbólica o cultural; y la colaborativa o participativa. Por esa razón se analizaran tres escenarios organizacionales o continuum culturales, en los que se desarrollaron algunos de los procesos claves de la generación del conocimiento en el campo organizacional: la Sociedad Industrial y la corriente eficientista o científico cultural; la Sociedad de la Información y la corriente interpretativo simbólica o fenomenológica; y la Sociedad del Conocimiento o las corriente colaborativa-participativa o democrática. En cada continuum cultural como escenario organizacional en el que se ha generado conocimiento es importante analizar el contexto socio-cultural, la propuesta de concepción y modelo de funcionamiento de la organización y, por último, la concepción o demandas de la educación. Este análisis puede servir para definir como se ha generado conocimiento en cada escenario organizacional: 1. El primer escenario organizacional es el continuum cultural de la Sociedad Industrial de principios del siglo XX con la aparición de la segunda fase de esta revolución y las grandes siderometalúrgicas y, sobre todo, la aparición y desarrollo de la industria química y la electrónica del consumo, que debe plantear otro tipo de organización para poder responder a las nuevas exigencias de las revoluciones tecnológicas de la producción en serie y en cadena. Las demandas industriales tecnológicas generan la necesidad de nuevas formas de organización y son el contexto en el que se desarrollan los trabajos científicos racionales de Taylor, con la 60 división de funciones, la especialización y la definición de objetivos en términos de conductas o tareas y como unidades de resultados a medir, complementados por los trabajos de Fayol y Weber. Esta revolución tecnológica que tiene su continuum cultural en la organización y las corrientes científico racional eficientista, demanda de la formación personas que sepan hacer, es decir una cultura curricular educativa basada en el conductismo y el desarrollo individualizado de una socialización conductual para este tipo de organizaciones. Así las organizaciones se configuraron como factorías de producción (ya sean industriales o educativas), basadas en el concepto mecanicista, con un funcionamiento perfecto al considerar a las personas o los miembros piezas perfectas, que como tales tienen que realizar o desarrollar sus funciones, que posteriormente fue suavizado con las teorías del desarrollo de los recursos humanos. 2. Frente a este escenario organizacional o continuum cultural aparece el continuum cultural de la Sociedad de la Información de finales de la década de los sesenta y que se desarrolla en las décadas de los setenta y ochenta con la aparición de la Tercera fase de la Revolución industrial o de la Telemática, la integración de los mass media y el desarrollo de las primeras generaciones de la informática. Este nuevo escenario organizacional demanda y genera un nuevo continuum cultural que se caracterizaría con la necesidad de organizaciones y estructuras más flexibles y abiertas, y funciones más autónomas de cada uno de los miembros, con el objetivo de que puedan adaptarse rápidamente a los cambios y las nuevas dinámicas y demandas Este tipo de organizaciones van a desarrollar la generación y producción de la información como fuente de energía y producto, y va a ser el contexto en el que va a generar las aportaciones de los trabajos sistémicos de Bertalanffy y de March y Simón, y los culturales de Ouchi y Weick, entre otros, que van a configurar la concepción interpretativo simbólica y cultural de las organizaciones, como un constructo social débilmente articulado y una anarquía organizada configurada en base a unos valores, creencias y prejuicios (ritos, liturgias y héroes, etc.). De esta 61 manera el continuum cultural, demanda de la cultura curricular la formación de un tipo de persona que sepa pensar y aprender, basado en las teorías curriculares cognitivistas de la educación. Es por ello, que la cultura curricular demanda organizaciones muy flexibles, integradas en torno a una cultura común, y en la que sus miembros, en la mayoría de los casos con alto nivel de formación, sean capaces de aportar su trabajo desde la autonomía y la independencia respecto a los otros estamentos, pero unidos por los fines y los resultados como cultura común, las organizaciones inteligenteso capaces de aprender. 3. Por último, el tercer escenario organizacional o continuum cultural es el de la Sociedad del Conocimiento. La Sociedad del Conocimiento viene como consecuencia de la llamada III Gran Revolución Industrial, la del Conocimiento (la primera el fuego y la segunda la del S. XIX), en laque la Información es sólo ya la fuente de energía o materia prima y los resultados son los conocimientos, en función de los cuales se debe desarrollar todos un sistema de producción basada en la telecomunicación como son las estructuras de Internet e intranet, que no son sólo nuevas tecnologías o instrumentos, sino, sobre todo, una nueva forma de organización para la generación y producción de conocimiento, que además genera una nueva forma de vivir, pensar y con ello valores culturales diferentes, toda una cultura. Este nuevo escenario organizacional es el que ha dado lugar a la aparición de las teorías de las organizaciones colaborativas o participativas, desde dos perspectivas diferentes: la sociocrítica de los trabajos de Habermas, Foucault, y adaptados a las organizaciones educativas por los trabajos de Bates, Ball y Tyler, entre otros, en el que la organización es una micropolítica, frente al concepto de tribu social de los interpretativos simbólicos; y la corriente que a partir de Drucker y la Escuela de Harvard, con Nonaka y Takeuchi, entre otros, y que plantean la necesidad de generar conocimiento en las organizaciones. En ambos casos, desde diferentes perspectivas y finalidades de la sociedad, plantean la necesidad de una organización más democrática, colaborativa, capaces de 62 poner en común no sólo aprendizajes, sino nuevas soluciones y conocimientos, capaces de ofrecer nuevas perspectivas a los problemas o de definir nuevos, pero de ofrecer soluciones (conocimientos) con el fin de desarrollar las organizaciones y conseguirlos objetivos que cada tendencia o perspectiva se plantea. Lo anterior, permite expresar que esta concepción demanda una cultura curricular basada en la necesidad de que una persona sea capaz de aprender a transferir o aprender a desaprender y en la cultura curricular del aprendizaje contextual y la potencialidad del aprendizaje en grupo. Esta cultura curricular y organizativa también demanda la aparición de una cultura curricular basada en los centros de interés y en los temas transversales, la interdisciplinariedad y la multidisciplinariedad, y un concepto de competencias más complejo, pero más versátil y polivalente. De la misma manera, demanda unas organizaciones cuyas estructuras posibiliten la aparición de intranet y la integración en tras redes o estructuras holónicas, capaces degenerar nuevos conocimientos, cada vez con mayor rapidez de respuesta a estos cambios y su ritmo y, por otra parte, en base a nuevos procesos de generación y gestión de conocimientos. La Sociedad del Conocimiento Como Nuevo Escenario Organizacional La aparición del Internet, como una fase más de la Tercera Gran Revolución Tecnológica de la Microelectrónica (la primera sería la Revolución del Fuego y la segunda la Revolución Industrial del Siglo XIX), plantea un marco macro contextual socioeconómico y cultural (costumbres y valores) diferente cualitativamente del que hasta estos momentos habría planteado la Informática y la Sociedad de la Información y la aparición de la máquina de vapor y la Sociedad Industrial. La Internet, no es sólo una red de transmisión de información, sino sobre todo, de creación, generación y gestión de la información, decodificada y procesada como conocimiento, en términos de soluciones concretas, capaces de ser transferidas y aplicadas a nuevas situaciones y problemas, y abiertas a contextos diferentes. Esta nueva dimensión de Internet como Red no sólo de intercambio y comunicación de la información, sino como una red tecnológica, generadora y gestora del conocimiento 63 le confiere una nueva dimensión que es la de generar cultura que podríamos denominar en el ámbito de la Educación como la cultura social de la Sociedad del Conocimiento: configurada por la necesidad de generar conocimiento en las organizaciones, en la cultura organizacional, a través de una cultura curricular configurada por los Temas Transversales, Aprender a transferir y a Desaprender. Esta nueva forma de estructura y cultura, que es Internet está desarrollando la información a un ritmo exponencialmente mayor de lo que se han desarrollado, en otras revoluciones tecnológicas anteriores y obliga a organizarse de forma diferente, no sólo a otras organizaciones y estructuras, ligadas directamente con ellas como es el mundo de las empresas y del mercado, sino también obliga a reestructurarse y a plantearse su reorganización y funcionamiento a las instituciones u organizaciones de formación. Todo lo anterior, sugiere la necesidad de formación y de organización de las Instituciones de Educación, desde diferentes ámbitos escolares, sociales o laborales, ya sean formales o no, enmarcado a nivel organizativo, en el contexto de lo que los expertos llaman la sociedad del conocimiento y de las organizaciones que crean, generan y gestionan el conocimiento; tal como lo desarrollan en sus trabajos autores como Drucker (1989;1993), CEE (1995; 1996), Nonaka y Takeuchi (1995;1999), Choo (1998), o el Grupo de Harvard (Harvard Business Review, 2000), entre otros. Este mismo escenario organizacional ha tenido otras acepciones como la de Castells (1997), de la Sociedad en Red e incluso la denominación de Sociedad Virtual de diferentes autores como por Hedberg, Dahlgren, Hansson y Göran Olve (2000). De esta forma Internet, no sólo es una organización y una estructura, sobre la que se distribuye la información, sino también genera y crea nuevos conocimientos, configurándose como una cultura, toda una nueva forma de concebir el mundo, valores, costumbres y formas de vivirlo, es decir, una especie de estadio más avanzado de la evolución de las Sociedades de la Información (Massuda, 1985; Andréu, Ricart y Valor, 1996) y de las Organizaciones que Aprenden y/o Inteligentes (Argyrisy Shön, 1978; Senge, 1990; Stahl, Nyhan y D’Aloha 1993; Peters, 1994; Choo, 1998; Gil Estallo, 1999; Mayo y Lank, 2000; Bolivar, 2000; Santos, 2000; 64 entre otros). O las organizaciones en continuo aprendizaje (Aubrey y Cohen, 1995), con el desarrollo de las redes intranet, como redes de comunicación interna de información de este tipo de organizaciones y entre diferentes instituciones y redes holónicas, en las que se integren. En opinión de Domínguez, (2001) en esta Sociedad del Conocimiento, las organizaciones que generan y gestionan conocimiento en el campo de la Educación y las nuevas necesidades de formación, deberían formar un continuum cultural estructurado de la siguiente manera: 1. La cultura social o sociedad del conocimiento 2. La cultura institucional u organizativo del centro educativo como organizaciones que generan conocimiento 3. La cultura curricular de la actividad formativa en torno a los temas transversales e intereses de los perfiles sociológicos. En torno a estos tres niveles del continuum cultural, un directivo debe reorganizar y reestructurar el funcionamiento de las instituciones educativas como organizaciones que generan y gestionan conocimientos en este nuevo continuum cultural o escenario organizativo socio-económico y cultural del Conocimiento. Este nuevo escenario organizacional como es la Sociedad del Conocimiento define un nuevo continuum cultural social y tecnológico, organizativo y curricular de la Educación. Este continuum cultural sería el hilo que ayudaría a comprender la necesidad de estos cambios organizativos de las instituciones educativas ante las nuevas demandas de la Sociedad del Conocimiento. La nueva cultura social viene configurada por la Revolución de Internet y la aparición de términos como: aldea global, el pensamiento único, la globalización de la economía, que conlleva formas de pensar, valores, creencias, comportamientos, hábitos y, en general, formas de vida muy diferentes, pero muy cerradas en cuanto a la posibilidad de plantear alternativas críticas y divergentes. Entre las nuevas coordenadas que debe tener en cuenta las Instituciones Educativas para su organización y funcionamiento habría que destacar las siguientes: 65 1. La aparición de una cultura social distinta a la Sociedad Industrial y de la Sociedad Post-industrial (Bell, 1982) y de la Información (Massuda,1985), la llamada Sociedad del Conocimiento (Drucker, 1993;CEE, 1995; 1996; Nonaka y Takeuchi, 1995;1999; Harvard Business Review, 2000, entre otros.) y de la Sociedad en Red (Castells, 1997), entre otras acepciones; que va a demandar fundamentalmente de la formación, un cambio cualitativo importante como lo es, abandonar la cultura informativa y memorística y de reproducción por una nueva cultura formativa de mentes bien hechas, que no sólo sepan buscar información (fuentes de información actualizadas y diversas), procesarla y transferirla como estrategias de solución para situaciones concretas y problemas concretos, sino que también la puedan transferir de forma flexible y polivalente a nuevos escenarios organizacionales, situaciones y problemas, que van a ir surgiendo y para los que, posiblemente en estos momentos, todavía no hay creadas estrategias de solución, y sobre todo a generar nuevos conocimientos, aprendiendo a desaprender. 2. Ésta es una nueva cultura social que está generando una nueva cultura institucional y organizativa en base a planteamientos organizativos y estructurales más versátiles, flexibles y polivalentes, que permitan una dirección y gestión más integral e interactiva para poderse adaptar y responder a través de la generación de los conocimientos a este nuevo cambio y al ritmo que se está produciendo. Para ello necesitará generar nuevas estructuras, más flexibles, abiertas y polivalentes, nuevos conceptos de organizaciones inteligentes y/o en continuo aprendizaje, que sería el contexto organizativo de la sociedad de la información y del conocimiento (Aubrey y Cohen, 1995; Heselbein, Goldsmith y Beckhard, 1997; Shön y Argyris, 1997, entre otros) y su estadio superior, las organizaciones que generan y gestionan conocimiento (Drucker, 1991; Nonaka, 1993; y Nonaka y Takeuchi, 1999; entre otros). En este sentido, esta nueva cultura institucional demanda de las organizaciones educativas, que sean capaces de generar y gestionar conocimientos (investigación didáctica y del aprendizaje), lo que les va a obligar a reestructurarse 66 internamente, capaces de incorporarse a nuevas redes y organizaciones más complejas. La nuevas demandas socioculturales y educativas de los nuevos perfiles sociológicos del alumnado, las nuevas funciones de la escuela (ocupando roles familiares y sociales) y la necesidad de articular los Proyectos Curriculares en torno a los ejes transversales y estos como ejes de interés sociológico y de respuesta a este nuevos escenario socio-cultural, están generando un nuevo marco organizativo de cambio, basado en la versatilidad, la complejidad, la polivalencia. 3. Este continuum de la nueva cultura social e institucional u organizativa de las organizaciones educativas, conlleva la aparición de una nueva cultura curricular que debe responder a los nuevos perfiles sociológicos del alumnado y a los intereses socioculturales y tecnológicos de esta nueva cultural social, que obliga a que los centros articulen la cultura curricular entorno a los centros de interés de su contexto y perfil sociológico del alumnado, y articulen la oferta formativa (no sólo informativa, sino sobre todo, de formación) en función de temas transversales, que integren de forma convergente diferentes disciplinas y materias. Esta nueva cultura curricular se debe centrar en el marco de la formación frente a la teoría curricular informativa. Esta cultura curricular se debe caracterizar por la flexibilidad, y deberá tener como referencia lo que genéricamente se han llamado las competencias básicas y en su polidimensionalidad como proceso en continuo cambio y no en conductas y funciones y tareas estáticas e inamovibles (Gonczi, 1995; Hooper, 1997; Bellier, 1997; y Martens, 1997; 1998; entre otros), cuyo objetivo último sería desarrollar la capacidad de transferencia y conseguir el mayor impacto de la formación, que consiga facilitar el desarrollo de capacidades para aprender a desaprender. De esta manera, la nueva cultura de formación se caracterizaría, fundamentalmente, por la capacidad de aprender a lo largo de toda la vida con el fin de ubicarse de forma crítica y creativa en tres dimensiones: la formativa o de aprendizaje para el mundo laboral, la del ocio o disfrute personal (en todas sus 67 dimensiones) del contexto sociocultural y la de la plena participación (en derechos y deberes) en el contexto socio-político. Asimismo, la nueva cultura configuraría los currícula como una de las formas de generar y gestionar el conocimiento en las instituciones educativas, los cuales se deben fundamentar en dos pilares: en la integración de los tres sistemas en el continuum de la formación permanente y en la de desarrollar esta integración a través de itinerarios formativos para los diferentes grupos destinatarios de la formación, en los que la transversalidad del curriculum y de los contenidos sea el eje fundamental, así como la transferencia e impacto de las competencias y de la formación. Esta situación de cambio cultural tecnológico y social, que tiene como exponente básico el crecimiento exponencial de la información y conocimiento, como es lógico, va a repercutir mucho más en la institución educativa, como anteriormente nunca había sucedido, y mucho más que en otras instituciones sociales. Estos cambios, tienen una mayor complejidad, un mayor ritmo temporal de implantación social en el tiempo y en cada una de las actividades de la organización educativa (en las formas de organizarse, comportamientos y relaciones entre profesorado y alumnado). Esta nueva Cultura Social, que repercutirá en el curriculum como portador de estos valores sociales y tecnológicos en la escuela, parece importante describirla como el primer nivel cultural de análisis. Por otro lado, la evaluación de la transferencia de las competencias y el impacto de la formación, siguiendo a autores como Silverman (1985), Wade (1998) Chang (1998), Valdés (2000), Gairín (2001) y Domínguez (2000; 2001) entre los más significativos, plantean esta fase de la evaluación como el tipo evaluación que tiene como finalidad, saber el alcance del impacto de la formación respecto a diferentes aspectos y que podríamos clasificarlos por los siguientes ámbitos o niveles: a) Individual y personal (entorno inmediato socio-competencial); b) Grupal y organizacional (entorno intermedio socio-laboral); y c) Ocupacional y profesional (entorno macro socio-económico). 68 Las Nuevas Demandas del Nivel Institucional u Organizacional en el Nuevo Escenario Organizacional del Conocimiento Las instituciones educativas y de formación como organizaciones, no sólo deben aprender, sino que deben también generar y gestionar conocimientos en este escenario, pero además se debe configurar una propuesta capaz de generar este conocimiento en otros escenarios organizativos distintos, tanto espacialmente como temporalmente. El nivel de la cultura social de la sociedad del conocimiento, está generando la necesidad de desarrollar una nueva cultura organizacional de las instituciones educativas en dos dimensiones: como organización social y como institución educativa o de formación. Así como el continuum cultural de las organizaciones de la Sociedad Industrial generó la necesidad y la aparición de una organización, cuyo funcionamiento y concepción se asemejaba a la organización como una factoría, y la Sociedad de la Información genera una nueva necesidad que es la organización que aprende, la Sociedad del Conocimiento genera una nueva forma de la organización que genera conocimiento. Las nuevas necesidades de organización y funcionamiento de las Instituciones Educativas como organizaciones que crean, generan y gestionen conocimiento demandan un nuevo escenario organizativo, un estadio superior de la organización que aprende. Este estadio o nivel superior organizativo y de funcionamiento se caracterizaría por la necesidad de configurar y definir dos dimensiones organizativas: la dimensión estática o elementos estructurales; y la dimensión dinámica o elementos procesuales. Esta bidimensionalidad de las instituciones educativas como organizaciones, que no sólo deben aprender y ser inteligentes o estar en continuo aprendizaje, sino que deben crear y generar conocimiento, además de gestionarlo, lo deberán generar a través de la configuración de los currícula en base los temas transversales y a la diversidad sociológica y características de los grupos destinatarios y en torno a la necesidad de la integración de los tres subsistemas en el continuum de la formación 69 permanente y de una nueva cultura curricular integrada en ese continuum cultural (social, institucional y curricular). Dimensión Estática o Elementos Estructurales: El Escenario Organizacional, la Cultura y el Conocimiento La primera dimensión es la dimensión estructural, configurada por los elementos que son comunes a todas las organizaciones, ya sea del tipo que sea y se dediquen a cualquier actividad. Estos elementos se han configurado en base a las aportaciones de las diferentes concepciones y autores y sus aportaciones de la organización (Domínguez, 1996; 1999; 2001) y son los elementos estáticos que configuran la estructura organizativa de todas las instituciones y, por supuesto, las instituciones educativas. Estas organizaciones deben ser capaces de plantear ofertas formativas abiertas y flexibles en base a los currícula configurados en torno a los temas transversales y a los aspectos formativos integrales de los mismos, rompiendo con el estancamiento de la especialización y potenciando la integración y la polivalencia de los perfiles y miembros de la organización en el nivel del profesorado y la especialización en los otros niveles de expertos y directivos. La demanda de la oferta formativa curricular conlleva la necesidad por un lado, de generar un nuevo tipo de estructuras de carácter más reticular y por el otro, de una nueva forma de reestructurarse, lo que posibilitaría la integración con otras instituciones educativas. Lo anterior pone de manifiesto, la necesidad de una nueva forma de dirección y gestión más integral, es decir, que permita la aparición de una cultura colaborativa, el desarrollo de estas estructuras y la generación y gestión del conocimiento, con el objeto de crear organizaciones capaces de no sólo aprender de otras, o de su experiencia, sino de crear y desarrollar nuevas estrategias y nuevos planteamientos para responder a las demandas y a los problemas planteados y que otras organizaciones no han sido capaces de generar, diseñar o aplicar (lo que les daría su 70 valor añadido y la potenciación de los recursos intangibles como elementos claves de desarrollo organizacional frente a los recursos tangibles). En este sentido, este tipo de organizaciones educativas que generan conocimiento, deberán tener los siguientes elementos estructurales para responder a las nuevas necesidades: 1. El contexto y las características de la Institución. Éste es el primer elemento estructural de cualquier institución y de las educativas, es especial, cuando se está en un continuum cultural de escenarios cada vez más cambiantes y complejos. Este elemento que marca la diferencia y especificidad de cada organización, y que se definiría por las características de los diferentes escenario organizativos y su interacción con las instituciones educativas, que lo que da el nombre a este modelo como modelo de escenarios, por la capacidad de adaptarse este modelo a diferentes instituciones, demandas, contextos y continuum culturales y diferencias espaciales y temporales. Esta capacidad de adaptación y generación de nuevas alternativas de organización y funcionamiento requerirá de sus estructuras, una mayor flexibilidad y capacidad de adaptación para el cambio, pero también le va a demandar otro tipo de formación (objetivos y planes institucionales), de procesos y de productos con mayor impacto y más complejos en cuanto a las dimensiones de las competencias a conseguir. Esta situación va a obligar a replantear los otros elementos estructurales de este tipo de Instituciones que van caracterizarlas de forma específica y diferente. 2. Los objetivos, finalidades y prioridades de la Institución: la configuración de ofertas formativas como generación del conocimiento. Los objetivos de este tipo de instituciones y sus prioridades no van a ser ya asignaturas o cursos, idénticos para todos, en función de una determinada filosofía de los diferentes profesores que participan en los procesos o sólo responder a distintas demanda de mercado y, según las diferentes fuentes de financiación, sino que debe replantearse sus objetivos institucionales con el fin de ofrecer ofertas formativas, articuladas en base a distintos itinerarios integrados en función de los centros de interés, según 71 el contexto sociológico, y los temas transversales, con diferentes finalidades (el ámbito social y participativo, el cultural y de ocio y el de conocimientos científicos o materias), que den respuesta a la diversidad y la integración de diferentes tipo de alumnado de distintos grupos socioculturales y económicos. Dicha respuesta debe permitir la integración de todos ámbitos y de los diferentes grupos de alumnado como una respuesta crítica y creativa del mismo y a las demandas del continuum cultural. Esta demanda deberá ser uno de los elementos claves de la generación del conocimiento y debe ser la prioridad del plan estratégico de este tipo de instituciones. Para ello, se van a necesitar ofertas más formativas y menos informativas, capaces de generar y crear actitudes y valores respecto a la formación permanente y ala vida, además de habilidades, destrezas y conductas, que más que la reproducción de los sistemas y el trabajo rutinario y en serie, generen nuevas actitudes respecto al aprender a lo largo de toda una vida y a aprender a desaprender. 3. Las estructuras y las funciones de sus miembros. Esta nueva Cultura Social como hemos visto está basada en una nueva estructura como es Internet y las intranet, que no es sólo una nueva forma de generar información y gestionarla, sino también de organizarse, de redefinir nuevas funciones, roles y perfiles ocupacionales y organizacionales, que está acarreando también un cambio en la cultura, en los valores y en los comportamientos sociales y organizativos, es decir está creando nuevos escenarios para las instituciones. Esta nueva forma de organizarse y estructurar una organización determina la necesidad de estructuras mucho más polivalentes, flexibles, versátiles y abiertas, como ya hemos visto, y debe acarrear una nueva cultura dentro de la organización que posibilite este cambio estructural y que debe ser una de las nuevas funciones claves (competencias) del directivo. Los cambios de roles y funciones en cada uno de los niveles de las nuevas estructuras van a variar el concepto de especialización y polivalencia, que tradicionalmente se utilizaban, lo cual conlleva la necesidad de ir 72 unida, a través de la gestión, a los cambios estructurales y los cambios culturales de valores, costumbres y comportamientos. La nueva configuración de procesos en base a ofertas formativas y currícula integrados, obliga más aún a plantearse la formación y la organización de la misma y sus instituciones desde otra perspectiva y, teniendo en cuenta otro tipo de perfiles, roles, relaciones y estructura en las instituciones educativas. Por su parte, en la dimensión estructural o de funciones y roles de los miembros de la organización que configuraría lo que Domínguez, (2001) denomina estructuras cefalópodas, aparecen los siguientes niveles: 1. En la base los profesionales más polivalentes (profesorado y formadores cuyo perfil es el de orientadores y psicopedagogos capaces de aplicar los conocimientos de este campo educativo a diferentes materias), más que especialistas en una sola materia curricular y en sus contenidos. 2. En el segundo nivel, aparecen los especialistas (el perfil de asesores y expertos en diferentes materias como derecho, higiene y salud en el trabajo, relaciones laborales, psicólogos, sociólogos, pedagogos, etc.), que sirven de apoyo y asesoramiento a los profesores y al equipo directivo en el desarrollo de los procesos y productos de formación e investigación de una Institución Educativa. 3. Y, por último, en el tercer nivel, el de mayor responsabilidad, el de los equipos directivos. Las nuevas estructuras reclaman, frente a la polivalencia de los equipos directivos de las anteriores estructuras una profesionalidad y formación mínima (en las que cualquier profesor o profesional podía ejercer la función de directivo o director). Estas nuevas estructuras, mucho más complejas, demandan, más que nunca, la necesidad de una mayor profesionalización y especialización en los cargos directivos. De la misma manera, la dimensión procesual o de funcionamiento interno de las estructuras dendríticas de una institución educativa estaría configurada por las siguientes redes interactivas, que facilitan y potencian distintos tipos de flujos (multifuncionales y multidireccionales): 73 1. La red o subestructura periférica de relación permanente y contacto con la realidad, que sería el nuevo rol del profesorado más polivalente (puntos de información y detección de necesidades permanente, como estudio de mercado y replanteamiento de ofertas y procesos, al relacionarse, en su función de tutores-orientadores, con los padres y madres, alumnado, profesorado de su curso, etc.). 2. La red o subestructura de apoyo y asesoramiento de los expertos y especialistas, cuya función sería triple (la de servir de apoyo a los profesores, de formadores de estos en algunos aspectos y de contacto con otros especialistas e instituciones que se necesiten para resolver algunos problemas con mayor envergadura (investigaciones). Su función sería, dentro de la organización, la de decodificar la información de los diferentes problemas que le surgen al profesorado, en su campo de especialización, como estrategias de solución operativa. 3. La red o subestructura de coordinación de las otras subestructuras y flujos de información y para la toma de decisiones estratégicas, que implica a toda la organización, a su visión y misión y la generación del conocimiento, a través de la cultura. El Tejido Sociorelacional y la Gestión Integral de las Tres Subestructuras El tejido sociorelacional de una organización y, de este tipo de instituciones educativas, especialmente, debe cambiar, puesto que tanto los flujos de comunicación como los niveles de participación e implicación en la toma de decisiones en este nuevo tipo de estructuras reticulares para generar conocimiento son mucho mayores y eso obliga a los directivos a tener que cambiar de rol, de funciones e incluso de perfil, potenciando la capacidad de coordinación y dinamización de los Recursos Humanos (RRHH) como elemento fundamental para que se pueda crear, generar y gestionar el conocimiento y las nuevas respuestas creativas respecto a las nuevas demandas del contexto de la Sociedad del Conocimiento. El rol del directivo como descentralizador de funciones y dinamizador de la autonomía dentro de una institución educativa va a ser cada vez más necesario y más importante. La madurez de los miembros y su capacidad de autonomía para la toma 74 de decisiones va a depender directamente de la capacitación y profesionalización de los equipos directivos y de esta capacidad de autonomía de los miembros, la generación del conocimiento de la organización. El tejido socio-relacional, las relaciones internas y el funcionamiento de este tipo de instituciones tiene que cambiar también como consecuencia de la necesidad de generar una nueva cultura, creando la necesidad de organizar y gestionar estas nuevas estructuras y los flujos de comunicación, de forma diferente, mucho más integrada e interdisciplinar, otorgando más importancia a estructuras de coordinación y multifuncionales (multidireccionales) como pueden ser la tutoría y la orientación, en definitiva la formación, además de las especializaciones curriculares de los diferentes temas. Esta nueva forma de gestionar debe incorporar elementos básicos de la cultura colaborativa y de implicación profesional con el fin de conseguir la mayor capacidad de respuesta (rápida y acertada) de su institución educativa a las nuevas demandas del entorno sociocultural de desarrollo del individuo para la participación, el ocio y la cultura (bienes). Este proceso de gestión integral, que tiene en cuenta las aportaciones de la investigación-acción de diferentes autores, entre ellos, Kemmis y McTagarty, por otro lado, de los diseños de calidad como son los de Juran, parte de la filosofía de integrar el concepto lineal de la planificación estratégica con el concepto procesual de la evaluación, en un proceso interactivo e integral de acción-evaluación y reflexión para la mejora continua de los procesos en desarrollo y el carácter preventivo y no curativo que debe tener la función de los directivos. 75 El Conocimiento en la Organización: La Creación y Generación del Conocimiento como Consecuencia del Desarrollo de la Cultura Dentro de una Institución y su Gestión El conocimiento organizacional es un nuevo elemento que, debe, a través de la cultura (valores, ideologías, artefactos culturales), facilitar la capacidad de aprender la organización de su propia experiencia, de sus fracasos y de sus éxitos, de sus debilidades, amenazas, sus fortalezas y oportunidades y de su propia identidad, a través de su historia, formas específicas (saber hacer, intangibles y valor añadido), configurar la educación y de desarrollarla, planteándose la resolución de problemas, entre sus miembros como parte de su identidad y cultura, creando nuevas formas de desarrollo organizacional con la colaboración e implicación de todos. No todas las organizaciones saben definir y distinguir este elemento en su configuración y, sobre todo, aprovecharlo para mejorar y responder mejor a las demandas del contexto, aunque forma parte de todas las organizaciones. La formación es uno de los instrumentos fundamentales para que las organizaciones aprendan (Mayo y Lank, 2000) y las instituciones educativas y de formación (Bolívar, 2000; y Santos, 2000) deben ser las primeras por su doble condición, pero, deberían además ser capaces de crear y generar conocimiento como señalan diferentes autores tales como (Nonaka y Takeuchi, 1995); Choo, (1998); (Harvard Business Review, 2000); Dixon, (2000); (Schreidery Akkermans y otros, 2000); (Probst, Raub y Romhardt, 2000); Sveiby, (2000); y Rosenberg, (2001) entre otros, que hablan de la importancia del capital intelectual, los intangibles y del conocimiento en las organizaciones y su funcionamiento en este nuevo escenario organizativo que es la Sociedad del Conocimiento. El conocimiento es el único elemento estructural y dinámico a la vez, que articularía las dos dimensiones (estructural y dinámica o procesual) de la organización. Todos estos trabajos señalan la necesidad de que una organización, no sólo debe aprender de lo que sabe y hace, de sus éxitos y fracasos (al aplicar ese conocimiento y gestionarlo lo mejor posible para mejorar), sino que debe, a través de 76 esa experiencia y de ese aprendizaje, aplicar soluciones de otros campos o experiencias y problemas que se le puedan plantear, para luego transferir esos conocimientos a nuevas situaciones y problemas y crear nuevas soluciones, tener en cuenta otras variables, en definitiva aprender a desaprender, a nivel de competencias individuales y grupales u organizacionales. De esta forma, la organización está no sólo gestionando nuevos conocimientos, sino creando y generando nuevos conocimientos, a nuevos problemas con nuevos planteamientos e investigando y experimentando esos nuevos escenarios y nuevos problemas posibles y la aplicación de esos conocimientos como estrategias de solución en continuo cambio y reelaboración. La diferencia entre una Institución Educativa artesanal y tradicional, que transmiten conocimientos en la mayoría de los casos, reproduciéndolos y memorizándolos como soluciones de todo, y una Institución Educativa que genera y crea conocimientos, radica fundamentalmente en que esta última, está continuamente buscando, en estas nuevas situaciones y escenarios, replantearse y reelaborar esos conocimientos y configurarlos como nuevas soluciones, nuevas respuestas exitosas a los problemas de siempre sin solucionar o a nuevos problemas que están surgiendo. En toda Institución Educativa hay profesores muy buenos que reproducen y transmiten conocimientos y otros que investigan nuevas soluciones (estrategias metodológicas didácticas), nuevos conocimientos, nuevas transferencias de los conocimientos a otros campos, a otras situaciones y a otros escenarios, es decir, profesores que crean y generan conocimientos y además lo gestionan a través de la docencia para su difusión y transferencia. Ese seria un ejemplo claro de dos tipos de organizaciones, de dos tipos de instituciones de educación ya sea formal y no formal y de dos tipos de profesionales diferentes de esta nueva necesidad de funcionar como organización, sobre todo, las educativas. En este escenario de la creación y generación del conocimiento, el conocimiento es un elemento estructural y dinámico de la organizaciones de educación y va a ser el instrumento clave de crear cultura y valores, generando el ejemplo de organizaciones que aprenden de sí mismas, de su historia, de las que 77 saben, de las que hacen y de sus resultados y su impacto (Wade, 1998; Chang, 1998, entre otros). Pero, sin formación de los miembros (capital intelectual y desarrollo de los elementos intangibles) es difícil que una organización sea capaz de ir más allá de reproducir, transferir el conocimiento, así como tampoco será capaz de gestionar, generar y crear nuevos conocimientos, nuevos formas de hacer (know how) con valor añadido respecto a otras instituciones u organizaciones educativas (Probst; Raub y Romhardt, 2000; Sveiby, 2000; Rosenberg, 2001, entre otros). En este nuevo estadio y escenario organizativo, las organizaciones que generan y gestionan conocimiento van a necesitar para ello desarrollar procesos de forma diferente y con funciones distintas por parte de los educadores y de los miembros que colaboran en su gestión. Los procesos deben ser ahora más interrelacionados y más interdisciplinares (currícula a partir de temas transversales), siendo abordados los problemas por distintos especialistas y expertos y desde diferentes campos y perspectivas, pudiendo dar soluciones en las que se tienen en cuenta diferentes estrategias y metodologías de investigación de diferentes disciplinas científicas y creando para cada campo y problema una específica. Esto conlleva a redefinir funciones y estructuras y plantea una mayor flexibilidad, versatilidad en todos los elementos y aspectos de la organización, lo que permitirá una mayor capacidad de respuesta para responder rápidamente y, de forma específica, a nuevas situaciones y problemas. Este cambio se caracterizaría por el replanteamiento de los procesos y, para ello, se necesita redefinir perfiles, funciones y tareas y reestructurar las relaciones y ubicación de las mismas, configurando, previamente, una cultura que permita el desarrollo y funcionamiento de esta nueva estructuración con los mismos miembros de la organización y su implicación y compromiso como primer paso. La Dimensión Procesual o Dinámica de las Organizaciones: Los Procesos Integrados Las Instituciones Educativas son organizaciones sociales que deben adecuar sus procesos continuamente a las nuevas demandas, a los recursos y las limitaciones 78 que tiene en cada momento. Esto con el fin, de facilitar la adaptación de sus estructuras y funcionamiento de forma interactiva, a las consecuencias que acarrea esta nueva Cultura Social del Conocimiento. La dimensión dinámica o los elementos procesuales de la organización serían los siguientes: 1. Los procesos de relación con el entorno. Son todos los procesos en los que una institución se pone en contacto con el entorno hasta intorno más cercano o Comunidad Educativa. En estos procesos hay que englobar entre otros: elaboración de convenios de asesoramiento, investigación, cooperación, los estudios o investigación de demandas sociales o de mercados; el funcionamiento de las estructuras mixtas de seguimiento de estos convenios o actividades con agentes externos del centro o con la comunidad (Consejos Escolares o de Comunidad, y Alcaldías y Gobernaciones, o Asociaciones); Los procesos de desarrollo y gestión (seguimiento y mejora) de esas relaciones con este tipo de instituciones y del proyecto institucional y las estructuras correspondientes. 2. Los procesos de gestión (de recursos económicos e infraestructura y humanos). Son todos aquellos procesos ligados con las funciones del equipo directivo desde la elaboración de la matriz FODA, la planificación estratégica, en la que se deben incluir entre otros el plan de gestión comercial, el plan de la oferta formativa configurada por itinerarios, el presupuesto económico, el Pert y el funcionamiento, seguimiento y mejora de la gestión del equipo directivo. 3. Los procesos de formación. Esta columna es específica de las organizaciones educativas, puesto que en otro tipo de organizaciones debería ubicarse la actividad principal de producción o servicios. Las procesos de formación son todos aquellos vinculados con el diagnóstico de necesidades, la elaboración del proyecto curricular del centro o la oferta formativa con los itinerarios, niveles y acciones o cursos, y el funcionamiento, seguimiento y mejora del claustro o estructuras de profesores o formadores, que son los responsables del desarrollo, aplicación y evaluación de los currícula del centro, así como los procesos deformación del personal interno, entre otros aspectos. 79 4. Los procesos de evaluación (de los objetivos, de los procesos, de los resultados, de los costes y de impacto). Aquí se ubican todos los procesos relacionados con la evaluación de todos los aspectos del centro, tanto en la fase diagnóstica como en las fases procesuales y finales, y sobre todo, en este tipo de organizaciones que generan conocimiento. En estos procesos de evaluación hay que tener en cuenta la definición de variables, criterios e indicadores, la elaboración de un plan estratégico de evaluación, su seguimiento y mejora durante el desarrollo del mismo, así como las estructuras o juntas de evaluación que lo llevan a cabo, su funcionamiento y gestión, y por último la evaluación de los procesos de evaluación o meta evaluación. El Capital Intelectual y la Gestión del Conocimiento Desde esta misma perspectiva, la importancia creciente que está adquiriendo el conocimiento, y más concretamente su gestión en el seno de las organizaciones, donde adquirirlo, representarlo, retenerlo, administrarlo y medirlo son algunas de las claves para competir en la economía del conocimiento que se presenta. Según Drucker, (2004) el desafío de las organizaciones y en este caso particular, de las universidades del siglo XXI, es resolver el problema del trabajo del conocimiento. En este sentido, el conocimiento está siendo reconocido hoy día como el activo intangible más importante; se ha identificado como un elemento clave de las organizaciones y la sociedad para lograr ventajas competitivas, aún por encima de los tangibles. Ante esta realidad, ha surgido un nuevo enfoque dentro de la gestión organizacional: la gestión del conocimiento. Asimismo, aparecieron los modelos de gestión del conocimiento como una herramienta para representar de forma simplificada, resumida, simbólica, esquemática este fenómeno; delimitar alguna de sus dimensiones; permitir una visión aproximada; describir procesos y estructuras, orientar estrategias; y aportar datos importantes. Según los documentos consultados, existen dos formas de abordar la gestión del conocimiento en los diferentes modelos, ya que unos se fundamentan en la medición del capital intelectual y otros en la gestión del conocimiento propiamente 80 dicha. Esto hace necesario abordar primeramente la gestión del conocimiento y el capital intelectual, porque ambos conceptos se definen ambiguamente en la literatura y resulta difícil reconocer sus diferencias. A partir de los conceptos ofrecidos por diferentes autores tales como Artiles, (2004) y Ugando, (2004), puede decirse que el capital intelectual es la suma del capital humano, estructural y relacional. También se puede establecer que son todos aquellos elementos y fuerzas, no tangibles, incluidos los conocimientos tácitos y explícitos, que dentro de un marco estratégico específico, conducen a la creación de valor de los activos físicos, tangibles, e inciden directamente en el valor agregado de las organizaciones. También se puede decir que es el capital que reside en la cabeza de las personas, tratando de convertir el conocimiento explícito de la organización en beneficios monetarios medibles. Vale la pena señalar que los recursos de una organización pueden clasificarse en tangibles o intangibles. Los activos intangibles son aquellos que poseen valor sin ser material ni físico y se localizan en los seres humanos o se obtienen a partir de los procesos, de los propios sistemas y de la cultura de la organización. En este sentido es importante destacar que el capital intelectual está compuesto fundamentalmente por el conocimiento de la organización y representa los activos intangibles de una empresa, a saber: 1. Capital humano: es el valor del conocimiento creado por las personas que conforman la organización; en este, residen los conocimientos tácitos y explícitos de la organización. La combinación de conocimientos, experiencia, destrezas, educación, habilidades, aprendizaje, valores, actitudes, y capacidad de los miembros de una organización para realizar la tarea que manejan. Comprende las competencias y potencialidades de los trabajadores. Incluye los valores de la organización, su cultura y su filosofía. No son propiedad de la organización o la institución educativa, porque pertenecen a los trabajadores, éstos al marcharse a casa se los llevan consigo. Es la base de la generación de otros tipos de capital intelectual, pero si la organización no lo posee no los puede comprar, solo alquilarlos durante un período de tiempo. Hablar del recurso humano significa 81 identificarse con el portador de determinados conocimientos y con un valor potencial. En el momento en que ese recurso se pone en función de la organización, el valor potencial que tenía acumulado puede decir que se transforma en un verdadero capital humano, traslada su valor, al de la organización a la que pertenece. 2. Capital estructural: es el valor del conocimiento creado en la organización. Está determinado por la cultura, normas, procesos y formado por los programas, las bases de datos, los programas, las normas, los reglamentos, los métodos y procedimientos de trabajo, modelos, manuales, sistemas de dirección y gestión. Es todo lo que queda en la organización cuando sus miembros se van a su casa. Es propiedad de la organización, en este caso de la Universidad. Es el conocimiento sistematizado, explícito o interiorizado por la organización. Es el resultado de las actividades intelectuales y, cuando es sólido, facilita una mejora en el flujo de conocimiento, así como una mejora en la eficacia de la organización. 3. Capital relacional: surge por el intercambio de información con externos, son las relaciones de la organización con los agentes de su entorno, se refiere a las relaciones con otras instituciones, proveedores, fundaciones, bancos y accionistas, a los acuerdos de cooperación y alianzas estratégicas, tecnológicas y de producción y a la imagen de la organización, medios de comunicación y alianzas. Estos activos son propiedad de la organización y algunos de ellos pueden protegerse legalmente. Al depender de una relación con terceros, no puede controlarse completamente por la organización. La gestión del conocimiento por su parte, es el conjunto de procesos y sistemas que hacen que el capital intelectual de la organización crezca. Para gestionar el capital intelectual es necesaria la gestión del conocimiento en sus dos dimensiones: 1. Hard. Aspectos más duros o formalizables. Dentro de esta, se encuentran aquellas incluidas en el capital intelectual con posible cuantificación: el capital estructural y el capital relacional. 82 2. Soft. Aspectos más blandos o no formalizables. Dentro de esta, se encuentra la variable fundamental del capital intelectual: el capital humano, es decir, los conocimientos atesorados en los cerebros de los actores o miembros de la organización producto del aprendizaje. Para entender el contexto que abarca el término capital intelectual, se consideran algunas definiciones y descripciones realizadas por especialistas en el tema. Tal es el caso de Stewart (2001) quien señala que capital intelectual es “la suma de todo lo que todos en una compañía saben, lo cual genera una línea de competitividad para ella” (p.43). Por su parte, Mayo (2000) plantea que el capital intelectual son los recursos no financieros que permiten generar respuestas a las necesidades de mercados y ayudan a explotarlas. El concepto de capital intelectual se ha incorporado en los últimos años tanto al mundo académico como empresarial para definir el conjunto de aportaciones no materiales que en la era de la información se entienden como el principal activo de las empresas del tercer milenio ( Brooking, 1997 ). El mencionado autor, plantea que el capital intelectual no es nada nuevo, sino que ha estado presente desde el momento en que el primer vendedor estableció una buena relación con un cliente. Lo que ha sucedido en el transcurso de las dos últimas décadas es una explosión en determinadas áreas técnicas claves, incluyendo los medios de comunicación, la tecnología de la información y las comunicaciones, que nos han proporcionado nuevas herramientas con las que hemos edificado una economía global. Muchas de estas herramientas aportan beneficios inmateriales que ahora se dan por descontado, pero que antes no existían, hasta el punto de que la organización no puede funcionar sin ellas. La propiedad de tales herramientas proporciona ventajas competitivas y, por consiguiente, constituyen un activo. Para Brooking (1997), también el término capital intelectual hace referencia a la combinación de activos inmateriales que permiten funcionar a una organización. De la misma manera, Edvinsson (1996) presenta el concepto de capital intelectual mediante la utilización de la siguiente metáfora, explicando que una corporación es como un árbol. Hay una parte que es visible (las frutas) y una parte que está oculta 83 (las raíces). Si solamente te preocupas por las frutas, el árbol puede morir. Para que el árbol crezca y continúe dando frutos, será necesario que las raíces estén sanas y nutridas. Esto es válido para las organizaciones: si sólo nos concentramos en los frutos (los resultados financieros) e ignoramos los valores escondidos, la institución no subsistirá en el largo plazo. Mientras que Stewart (2001) define el capital intelectual como material intelectual, conocimiento, información, propiedad intelectual, experiencia, que puede utilizarse para crear valor. Es fuerza cerebral colectiva. Es difícil de identificar y aún más de distribuir eficazmente. Pero quien lo encuentra y lo explota, triunfa. El mismo autor afirma que en la nueva era, la riqueza es producto del conocimiento. Éste y la información se han convertido en las materias primas fundamentales de la economía y sus productos más importantes. En Euroforum (1998), el capital intelectual se definió como el conjunto de activos intangibles de una organización, que pese a no estar reflejados en los estados contables tradicionales, en la actualidad genera valor o tiene potencial de generarlo en el futuro. Estos activos intangibles incluyen todos aquellos conocimientos tácitos y explícitos que generan dicho valor económico. Como se sabe el peso del capital intelectual sobre el valor de mercado de una organización es creciente y por lo tanto los esfuerzos se dirigen a gestionarlo y a medirlo. En busca de las ventajas competitivas sustentables, algunos modelos han sido desarrollados recientemente. Estos modelos manejan el capital intelectual de las dos cadenas de valor; es decir, en la cadena de valor de las operaciones y en la cadena de valor de la innovación. Los más conocidos son: Skandia Navigator (Leif and Malone, 1997), Intangible Assets Monitor (Sveiby, 1997) and Balanced Scorecard (Kaplan y Norton, 1994). Todos ellos consideran la estrategia (la visión, misión y objetivos) como la referencia principal y al capital humano, capital estructural y capital relacional como los agregados a manejar. Otros modelos también se enfocan en la estrategia como la referencia principal, pero en lugar de considerar los tres tipos de capital antes mencionado, ellos manejan sólo las competencias esenciales o las capacidades esenciales. 84 Los modelos: Intellectual Capital Benchmarking System (OICBS Viedma, 2001) e Innovation Capabilities Benchmarking System (IICBS Viedma, 2001) están en el segundo grupo, como también el de Daniel Andriessens: Value Explorer Model (Andriessen, 2001). Sin embargo, está claro que existe un capital que nadie se preocupa por medir y del que nadie informa dentro de la organización, pero que sin lugar a dudas tiene un valor real. Identificar y medir el capital intelectual (Activos Intangibles) tiene como objeto convertir en visible el activo que genera valor en la organización. Los conocimientos de las personas claves de la institución, la satisfacción de los empleados, el know-how de la organización, la satisfacción de los usuarios, entre otros, son activos que explican buena parte de la valoración que el mercado concede a una organización y que, sin embargo, no son recogidos en el valor contable de la misma. Dentro de este marco, es claro que en la última década se ha escrito mucho acerca del conocimiento organizacional en general y de la gestión del conocimiento en particular (especialmente en los últimos tres o cuatro años), en un intento de posibilitar la concienciación de la importancia del asunto para las organizaciones, ayudándolas en la implantación de proyectos dirigidos al conocimiento. Para cualquier organización, conseguir posicionarse y permanecer viva en el mundo globalizado (donde paradigmas como el tiempo, la distancia y el espacio, fueron rotos con la realidad de las tecnologías de la información), debe ser su objetivo. Y para esto, es necesario tener una serie de recursos, la organización debe tener una buena administración, ser ágil, producir con calidad y, por encima de todo, ser innovadora. La capacidad de tener nuevas ideas es fundamental para las organizaciones del siglo XXI. Para Mendes (2002), en esta nueva realidad, el factor humano impera en las organizaciones, ya que es el único recurso disponible capaz de tener perspicacia, presuponer o inferir. Por mayores y mejores que sean los sistemas de información y los bancos de datos, por más nuevas que sean las investigaciones en el área de 85 inteligencia artificial, hasta hoy no se han conseguido ordenadores que piensen como seres humanos, capaces de tomar decisiones basadas en la sensibilidad. De allí que la formación del docente (factor humano) a todos los niveles, sea uno de los aspectos fundamentales sobre los cuales se soporta el éxito de todo proceso de cambio hacia la productividad organizacional. El entrenamiento continúo del educador es lo que posibilita el mejoramiento de los procesos, actualizando la metodología, proporcionando los conceptos subyacentes a todas las técnicas y herramientas que deben aplicarse, ya que los avances tecnológicos imprimen los cambios en la modernización y exigen al sector educativo la competencia en el mejoramiento de la productividad. Habida cuenta de ello, la metodología adecuada y el trabajo en equipo son necesarios para culminar un proceso de calidad exitoso. Sin duda alguna, se puede afirmar que el capital intelectual y en concreto el factor humano, se constituyen en el potencial que le da el verdadero sentido al logro de la productividad. En consecuencia, no se puede hablar de trabajo individual sino de los equipos de trabajo que conforman las personas y de los beneficios que aportan por su valiosa contribución en el logro de metas institucionales, y en los bienes y servicios prestados. En este sentido, la formación del recurso humano en educación, potencia la calidad de las organizaciones institucionales. Es responsabilidad del liderazgo de la institución, inspirar una visión compartida y convocar a todos los actores involucrados para lograrla: facilitando el proceso, creando un verdadero ambiente de transformación, atendiendo los problemas de cada uno de los docentes y propiciando un clima de satisfacción y bienestar organizacional. De esta manera se garantiza un trabajo en equipo bien orientado, pues se desarrolla paralelamente la responsabilidad que implica realizar una buena labor y la motivación para hacer el trabajo de cada día con altos niveles de excelencia, lo que se traduce en la proyección del éxito en todo el proceso de cambio y todo lo que éste implica, hacia el logro de niveles altos de productividad. 86 La línea de desarrollo del docente comprometido con el mejoramiento de la calidad y la productividad educativa, debe comenzar con la característica de personal activo, seguido de la participación en los procesos de producción, fomentando la cooperatividad, la solidaridad y la interdisciplinariedad, con la finalidad de alcanzar altos niveles de productividad dentro de la organización a la cual pertenece. A partir de un buen análisis interno se pueden canalizar responsabilidades, participación y cooperación, de tal manera de ir disminuyendo la resistencia al cambio y retomar la conformación de equipos de trabajo, lo que permite el inicio del trabajo sinérgico con efectividad. Cuando el docente internalice la visión educativa, éste debe caracterizarse por ser proactivo, creativo, colaborador, solidario, empático y comunicativo. Según el nuevo reto, el docente se encuentra en un momento crítico en el que está en juego la nueva definición de su identidad. Dentro de este marco, el perfil expuesto por Rivas (2004) plantea la necesidad de que el docente se integre al sistema educativo e interactúe de manera eficiente y sinérgica con los elementos del mismo, donde “su acción gerencial es indispensable para facilitar la adaptación y evitar las disonancias cognoscitivas que acarrean conflictos y frustraciones, poca productividad, entropía, fatiga y crisis”. (p. 9). El docente de aula como promotor de la calidad y la productividad, requiere de un cambio en los valores, actitudes y conducta que se reflejan en todos los procesos inherentes a la función educativa. De lo anterior se desprende que la gestión productiva organizacional, es un proceso que concentra esfuerzos hacia el logro del mejoramiento continúo del sistema y sus propios procesos. Es por ello, que una gestión de calidad requiere del esfuerzo de todos los miembros de la organización, con un alto grado de sinergia que facilite el cambio cultural requerido para obtener resultados exitosos. El principal objetivo de una gestión productiva organizacional de calidad es la integración de la organización, procesos e individuos, de una manera armónica, solidaria, cooperativa e integral, a fin de lograr concentrar esfuerzos hacia objetivos y metas comunes. Como consecuencia, surge la necesidad de promover el compromiso 87 de todos los miembros de la organización escolar, la cual debe estar abierta al cambio, capaz de garantizar un conocimiento dinámico de las necesidades y requerimientos cambiantes del sistema educativo al cual pertenecen. Modelos de Gestión del Conocimiento En este aspecto se debe destacar el desarrollo y existencia de cuatro modelos de gestión del conocimiento. Estos son: 1. Modelo de Gestión del Conocimiento de KPMG Consulting (Tejedor y Aguirre, 1998) 2. Modelo Andersen (Andersen, 1999) 3. Knowledge Management Assessment Tool (KMAT, 1995) 4. Proceso de creación del Conocimiento (Nonaka, Takeuchi, 1995) 1. Modelo de Gestión del Conocimiento de KPMG Consulting (Tejedor y Aguirre, 1998). El modelo parte de la siguiente pregunta: ¿qué factores condicionan el aprendizaje de una organización y qué resultados produce dicho aprendizaje? Para responder a esta pregunta KPMG realiza un esfuerzo, a través de un modelo cuya finalidad es la exposición clara y práctica de los factores que condicionan la capacidad de aprendizaje de una organización, así como los resultados esperados del aprendizaje. Una de las características esenciales del modelo es la interacción de todos sus elementos, que se presentan como un sistema complejo en el que las influencias se producen en todos los sentidos. La estructura organizativa, la cultura, el liderazgo, los mecanismos de aprendizaje, las actitudes de las personas, la capacidad de trabajo en equipo, etc., no son independientes, sino que están conectados entre sí. Otro aspecto importante, esta representado por los factores condicionantes del aprendizaje. En este sentido, los factores que configuran la capacidad de aprender de una empresa han sido estructurados en los tres bloques siguientes, atendiendo a su naturaleza: 88 1. Compromiso firme y consciente de toda la empresa, en especial de sus líderes, con el aprendizaje generativo, continuo, consciente y a todos los niveles. 2. El primer requisito para el éxito de una iniciativa de gestión del conocimiento es reconocer explícitamente que el aprendizaje es un proceso que debe ser gestionado y comprometerse con todo tipo de recursos, comportamientos y mecanismos de aprendizaje a todos los niveles. La organización como ente no humano sólo puede aprender en la medida en que las personas y equipos que la conforman sean capaces de aprender y deseen hacerlo. El disponer de personas y equipos preparados es condición necesaria pero no suficiente para tener una organización capaz de generar y utilizar el conocimiento mejor que las demás. Para lograr que la organización aprenda es necesario desarrollar mecanismos de creación, captación, almacenamiento, transmisión e interpretación del conocimiento, permitiendo el aprovechamiento y utilización del aprendizaje que se da en el nivel de las personas y equipos. Los comportamientos, actitudes, habilidades, herramientas, mecanismos y sistemas de aprendizaje que el modelo considera son: 1. La responsabilidad personal sobre el futuro (proactividad de las personas). 2. La habilidad de cuestionar los supuestos (modelos mentales). 3. La visión sistémica (ser capaz de analizar las interrelaciones existentes dentro del sistema, entender los problemas de forma no lineal y ver las relaciones causa-efecto a lo largo del tiempo). 4. La capacidad de trabajo en equipo. 5. Los procesos de elaboración de visiones compartidas. 6. La capacidad de aprender de la experiencia. 7. El desarrollo de la creatividad. 8. La generación de una memoria organizacional. 9. Desarrollo de mecanismos de aprendizaje de los errores. 10. Mecanismos de captación de conocimiento exterior. 11. Desarrollo de mecanismos de transmisión y difusión del conocimiento. 89 Si se consigue que las personas aprendan, pero no convierten ese conocimiento en activo útil para la organización, no se puede hablar de aprendizaje organizacional. La empresa inteligente practica la comunicación a través de diversos mecanismos, tales como reuniones, informes, programa de formación internos, visitas, programas de rotación de puestos, creación de equipos multidisciplinares, entre otros. 3. Desarrollo de las infraestructuras que condicionan el funcionamiento de la empresa y el comportamiento de las personas y grupos que la integran, para favorecer el aprendizaje y el cambio permanente. Pero no debemos olvidar que las condiciones organizativas pueden actuar como obstáculos al aprendizaje organizacional, bloqueando las posibilidades de desarrollo personal, de comunicación, de relación con el entorno, de creación, etc. Las características de las organizaciones tradicionales que dificultan el aprendizaje: Estructuras burocráticas, Liderazgo autoritario y/o paternalista., Aislamiento del entorno, Autocomplacencia, Cultura de ocultación de errores, Búsqueda de homogeneidad, Orientación a corto plazo, Planificación rígida y continuista e Individualismo. En definitiva, la forma de ser de la organización no es neutra y requiere cumplir una serie de condiciones para que las actitudes, comportamiento y procesos de aprendizaje descritos puedan desarrollarse. El modelo considera los elementos de gestión que afectan directamente a la forma de ser de una organización: cultura, estilo de liderazgo, estrategia, estructura, gestión de las personas y sistemas de información y comunicación. Los resultados del aprendizaje: Una vez analizados los factores que condicionan el aprendizaje, el modelo refleja los resultados que debería producir ese aprendizaje. 90 La capacidad de la empresa para aprender se debe traducir en: 1. La posibilidad de evolucionar permanentemente (flexibilidad). 2. Una mejora en la calidad de sus resultados. 3. La empresa se hace más consciente de su integración en sistemas más amplios y produce una implicación mayor con su entorno y desarrollo. 4. El desarrollo de las personas que participan en el futuro de la empresa. En el gráfico 1 que se presenta a continuación, se puede observar la representación del Modelo de Gestión del Conocimiento de KPMG: Cultura Sistema de información Compromiso firme de la organización Liderazgo Gestión de personas Estructura Personas Perfil de la organización Capacidades de aprendizaje Estrategia Equipos Organización Resultados: Cambio permanente Actuación más competente Desarrollo de personas Construcción del futuro Gráfico 1: Modelo de Gestión del Conocimiento de KPMG. Tomado de la Sociedad del Conocimiento y las Organizaciones Educativas. Por Tejedor y Aguirre, (1998), 12 (2), 485-528. 91 2. Modelo Andersen (Arthur Andersen, 1999) Andersen (1999) reconoce la necesidad de acelerar el flujo de la información que tiene valor, desde los individuos a la organización y de vuelta a los individuos, de modo que ellos puedan usarla para crear valor para los clientes. Lo nuevo en este modelo: desde la perspectiva individual, la responsabilidad personal de compartir y hacer explícito el conocimiento para la organización y desde la perspectiva organizacional, la responsabilidad de crear la infraestructura de soporte para que la perspectiva individual sea efectiva, creando los procesos, la cultura, la tecnología y los sistemas que permitan capturar, analizar, sintetizar, aplicar, valorar y distribuir el conocimiento. Se han identificado dos tipos de sistemas necesarios para el propósito fijado: 1 Sharing Networks: Acceso a personas con un propósito común a una comunidad de práctica. Estas comunidades son foros virtuales sobre los temas de mayor interés de un determinado servicio o industria. Existen más de 80 comunidades de prácticas. Ambiente de aprendizaje compartido: Virtuales: AA on line, bases de discusiones, etc. Reales: Workshops, proyectos, etc. 2 Conocimiento empaquetado. La espina dorsal de esa infraestructura se denomina Arthur Andersen Knowledge Space, que contiene: Global best practices., Metodologías y herramientas, Biblioteca de propuestas e informes. 3. Modelo: Knowledge Management Assessment Tool (KMAT, 1995) El KMAT es un instrumento de evaluación y diagnóstico construido sobre la base del Modelo de Administración del Conocimiento Organizacional desarrollado conjuntamente por Arthur Andersen y APQC. El modelo propone cuatro facilitadores (liderazgo, cultura, tecnología y medición) que favorecen el proceso de administrar el conocimiento organizacional. A continuación se presenta la representación gráfica del Modelo Knowledge Management Assessment Tool (KMAT): 92 Gráfico 2: Modelo Knowledge Management Assessment Tool (KMAT).Tomado de La Sociedad del Conocimiento y las organizaciones educativas. Por Tejedor y Aguirre, (1998), 12 (2), 485-528. 1 Liderazgo: Comprende la estrategia y cómo la organización define su negocio y el uso del conocimiento para reforzar sus competencias críticas. 2 Cultura: Refleja cómo la organización enfoca y favorece el aprendizaje y la innovación incluyendo todas aquellas acciones que refuerzan el comportamiento abierto al cambio y al nuevo conocimiento. 3 Tecnología: Se analiza cómo la organización equipa a sus miembros para que se puedan comunicar fácilmente y con mayor rapidez. 4 Medición: Incluye la medición del capital intelectual y la forma en que se distribuyen los recursos para potenciar el conocimiento que alimenta el crecimiento. 5 Procesos: Incluyen los pasos mediante los cuales la empresa identifica las brechas de conocimiento y ayuda a capturar, adoptar y transferir el conocimiento necesario para agregar valor al cliente y potenciar los resultados. 93 4. Proceso de creación del Conocimiento (Nonaka y Takeuchi, 1995) El proceso de creación del conocimiento para Nonaka y Takeuchi (1995) es a través de un modelo de generación de conocimiento mediante dos espirales de contenido epistemológico y ontológico. Es un proceso de interacción entre conocimiento tácito y explícito que tiene naturaleza dinámica y continua. Se constituye en una espiral permanente de transformación ontológica interna de conocimiento, desarrollada siguiendo 4 fases que se puede apreciar en el Gráfico 3 que a continuación se presenta: Gráfico 3: Procesos de Conversión del Conocimiento en la Organización. Tomado de La Sociedad del Conocimiento y las organizaciones educativas. Por Tejedor y Aguirre, (1998), 12 (2), 485-528. 1 La Socialización es el proceso de adquirir conocimiento tácito a través de compartir experiencias por medio de exposiciones orales, documentos, manuales y tradiciones y que añade el conocimiento novedoso a la base colectiva que posee la organización. 2 La Exteriorización, es el proceso de convertir conocimiento tácito en conceptos explícitos que supone hacer tangible mediante el uso de metáforas conocimiento 94 de por sí difícil de comunicar, integrándolo en la cultura de la organización; es la actividad esencial en la creación del conocimiento. 3 La combinación, es el proceso de crear conocimiento explícito al reunir conocimiento explícito proveniente de cierto número de fuentes, mediante el intercambio de conversaciones telefónicas, reuniones, correos, chats, foros, etc., y se puede categorizar, confrontar y clasificar para formar bases de datos que produzcan conocimiento explícito. 4 La Interiorización, es un proceso de incorporación de conocimiento explícito en conocimiento tácito, que analiza las experiencias adquiridas en la puesta en práctica de los nuevos conocimientos y que se incorpora en las bases de conocimiento tácito de los miembros de la organización en la forma de modelos mentales compartidos o prácticas de trabajo. Para Nonaka y Takeuchi, lo expresado por Peter Drucker en el sentido de que, la esencia de la dirección es, cómo se puede aplicar de la mejor forma un conocimiento existente para poder crear otro conocimiento nuevo o reciclado, es justificado ya que sus estudios en compañías japonesas respaldan el proceso de creación del conocimiento que ambos Japoneses han sostenido. 1 1 95 RHIZOME V VISIÓN HISTÓRICA DE LA UNIVERSIDAD La educación se presenta como un fenómeno que implica al hombre únicamente dentro de un marco histórico de la sociedad en que se encuentra guardando una relación entre ambos: hombre y sociedad; que está dada en una simbiosis tal que no se halla al hombre sino hombre frente a la sociedad y no encontramos sociedad sino sociedad frente al hombre y ambos unidos a través de la relación que les permite la educación. Como soporte de estas aseveraciones, se revisó el concepto de educación presentado por Abbagnano (1999), quien la define como la transmisión y aprendizaje de las técnicas culturales, o sea de las técnicas de uso de producción, de comportamiento, “mediante las cuales un grupo de hombres está en situación de satisfacer necesidades, de protegerse contra la hostilidad del ambiente físico y biológico, de trabajar y vivir en sociedad en una forma más o menos ordenada y pacífica” (p. 117). Dentro de esta perspectiva tenemos el concepto emitido por Gil, Altuve y Poppe (1999), el cual se puede decir que guarda mucha relación con el concepto antes señalado; los mismos exponen: Educación, es un proceso, espontáneo o planificado de aprendizaje, de transmisión y asimilación cultural, que permite a las sociedades a la vez conservarse y transformarse modelando y emancipando individuos y generaciones según finalidades que surgen de realidades políticas, económicas morales, tecnológicas, intelectuales y otras, de la vida social. (p 96). Cuando se toca el tema de Educación Superior es imprescindible hablar de la universidad, por lo que se darán algunas pinceladas de la Historia de la Universidad, haciendo énfasis en América Latina, para lo cual se trabajó con algunos expertos, entre ellos: Tünnerman, (1999), Mayz Ballenilla, (1991–1994) y Morles, (1991), los cuales realizan sus señalamientos de la historia de la universidad en el contexto de los acontecimientos históricos más importantes (colonización, independencia, surgimiento de las sociedades nacionales); de los fenómenos socioeconómicos que 96 determinaron el ser y quehacer de la misma y de las corrientes ideológicas que inspiraron su proceso de transformación y los contenidos de enseñanza. Las universidades nacieron en los siglos XII y XIII, y en variados modos esculpieron libremente la forma institucional de su ser y de sus acciones educativas, académicas y sociales. Eran los siglos del Renacimiento, de la Edad Media. Restablecida Europa del desplome de la Roma Imperial, en sus burgos se insinuaba el despunte de novedosas actividades industriales y comerciales. También fue época de un luminoso renacimiento cultural, causado por la plausible tesis histórica de la translatio studii, expresión latina alusiva al vuelo de la pasión estudiosa que había florecido en el denominado por Karl Jaspers tiempo eje de la historia. Cronológicamente, el filósofo alemán sitúa este período en el entorno plurisecular del año 500 de la era precristiana, cuna de la fecunda génesis de numerosos y geniales talentos gestores de la filosofía, entendida como el apasionado amor por la sabiduría, mítica primero y después razonada por el logos de la mente griega. Y para perfilar espacialmente su alegórica figura, Jaspers señala la sínfisis geográfica e intercontinental planetaria del mediano y el cercano oriente asiático; del África bañada en la corriente y las inundaciones del río Nilo, y por las islas y las penínsulas griega, itálica e ibérica proyectadas al Mediterráneo. En el transcurso de la historia, la escolaridad concebida por los griegos había desarrollado sus formas institucionales, hasta hacerse merecedora del nombre de universidad, también distintivo de las conformaciones o corporaciones con espontaneidad condensadas bajo el advenedizo soplo unificador del saber, aliciente de la natural apetencia de quienes, estudiantes de varias nacionalidades europeas, eran atraídos por la instancia y estancia de grandes maestros de las leyes en Bolonia; de la filosofía y la teología en París y en Oxford, y de los estudios médicos en las meridionales Salerno y Montpellier. Fueron éstas las universidades ex-consuetudine, reconocidas como personas jurídicas por las autoridades civiles del momento: emperadores, reyes o príncipes, o por la anuencia benévola de la sede pontificia. Con libertad, maestros y estudiantes se asociaban al amparo del derecho consuetudinario consagrado en el derecho romano. La costumbre se hacía ley. 97 El temprano prestigio de las instituciones del saber superior estimularía la creación fundacional de las universidades ex-privilegie, de propósito formadas mediante expresos actos jurídicos de las autoridades civiles o pontificias, en arreglo con las partidas del Rey Alfonso X el Sabio. Y no faltaron, en decir de los historiadores, las universidades de conformación migratoria; pues a causa de desavenencias con las autoridades del lugar, maestros y estudiantes alzaban con sus escasos bártulos para posar bajo algún amparo respetuoso de las libertades del espíritu pensante y del poder del saber, y garantía de la autónoma libertad del pensamiento. Nada dejaban tras de sí los universitarios peregrinos, desprovistos como aún estaban de raigambres y posesiones urbanas o rurales. En la Edad Media, la universidad se había orientado hacia el conocimiento del ser-el ontos de los griegos y el ens de los latinos-y, de preferencia unitiva, al estudio de Dios. La universidad medieval fue teocéntrica. Pero instaurado el Renacimiento-palabra a vuelapluma usada por Jorge Vasari (1511-1574) para referirse al renacimiento del arte antiguo-, la universidad empezó a centrar sus intereses prioritarios en el hombre, en el cosmos y en la experiencia y la funcionalidad útil de los conocimientos. Tendencia antropocéntrica y cosmocéntrica, resultante en la Revolución Industrial de 1789, prenuncio de la conformación de los estados modernos, los estados-nación. Según Bury, (1920), el concepto de desarrollo fue el ídolo de la centuria decimonónica, y los estados requirieron el poder del saber para consolidar sus respectivos avances políticos y económicos. Y como es sabido que en el lapso del siglo de la Ilustración, las universidades habían sido ensombrecidas por el esplendor científico de las academias, a los estados le urgió rescatar de su declive el prestigio universitario. Cada Estado, a su gusto y estilo y con recursos jurídicos o mediante políticas educativas, le imprimió a la universidad el modo o forma de su ser y de su actuar, en consonancia con la preferencia primordial, no excluyente, respecto de las tres misiones substantivas de la universidad histórica; vale decir, la conformación política del Estado; la formación de la persona humana, o la gestión investigativa de la 98 ciencia. Y surgieron, como lo aseveran numerosos autores e historiadores, los modos o formas de universidad del siglo XIX, proyectadas a la centuria subsiguiente. Napoleón, el primero, mediante leyes, había sometido la universidad a sus apetencias de un Estado imperial. La tradición británica continuaba asida al ideal educativo de la persona por el desarrollo de su inteligencia, como bien consta en el magistral texto de John Henry Newman, The idea of a University. Y filósofos idealistas de Alemania, Federico Schleiermacher, Juan Teófilo Fichte, Guillermo de Humboldt y varios otros, optaron por la gestión investigativa de la ciencia. Allende el Atlántico, los Estados Unidos de Norteamérica, que desde el siglo XVII le habían impreso a sus primeros Colleges el ideal educativo británico, a sus Universities les indujeron el sabor o saber investigativo; y por el influjo del gran político de la educación, Thomas Jefferson, acomodaron sus formas de ser universidad a la consolidación el Estado democrático. Por su parte, Rusia, primero inspirada por Condorcet hacia los rumbos republicanos de la Francia revolucionaria, con Lenin conformó la universidad para soporte del Estado soviético. En el siglo XIX Giner de los Ríos (1903), distinguía tres modos o formas de la universidad en el siglo XIX: “La alemana, investigadora; la inglesa, educadora, y la francesa, y a su copia la española, profesionalizadoras”. Es fácil deducir de lo francés napoleónico y de lo ibérico, el intervencionismo profesionalista de las formas latinoamericanas, aquejadas, además, de haber supeditado la gestión corporativa, participativa y estudiosa del saber, fundamento histórico y filosófico de la autonomía, a las formas electorales a veces politizadas de la representación estamentaria del cogobierno universitario. Extenso y analítico conocimiento de estas formas universitarias se halla en la obra de los investigadores belgas Jaques Dréze y Jean Debelle, Concepciones de la Universidad, 1968. El prologuista de este libro, el filósofo Paul Ricoeur, advierte cómo en el siglo XX los mencionados y diversos modos o formas de ser de todas las universidades, oficiales y privadas, fluctuaban entre el polo de la idea autónoma o de la libertad, y el de la dependencia universitaria de algún poder externo, incluidos el poder legislativo del Estado y la presión de las instituciones y los grupos sociales. 99 Al término del milenio natal de las universidades, buen sentido tuvo la UNESCO al convocar, en octubre de 1998, la Asamblea Mundial de la Educación Superior, comprehensiva de la abigarrada y confusa variedad nominal de las muchas y nuevas formas institucionales educativas nacidas, desde fines del siglo XVIII, con el atributo-sean ejemplos demostrativos-de instituciones técnicas y tecnológicas, y otras yerbas más de ambiguas relaciones con los ordenamientos empresariales y la distribución del trabajo y del empleo. Hacia mediados del siglo XX hizo nicho en las lenguas modernas el neologismo educación no formal. Y al poco tiempo, ante el penetrante desarrollo de los medios de la comunicación social, esta novedad fue identificada con la abarcante forma de la educación a distancia, que acepta u opta por prescindir de la tradicional relación directa y espacial, cara a cara, de inteligencia a inteligencia y de corazón a corazón, entre maestros y estudiantes. Y ahora, desde los últimos decenios del siglo próximo pasado, estamos frente a la nueva forma tecnocientífica, permisiva, para efectos educativos, de hacernos sentir, por inmersión, presentes y actuantes en espacios lejanos del lugar donde físicamente permanecemos. Es, como en rigor la explica el científico francés Burdea, la virtualidad. Sólo que este término-según Pierre Lévy tomado de la filosofía aristotélica sobre la potencia y el acto-, por razones de tinte publicitario se ha puesto de moda en variadas expresiones populares, y aun parece estar en curso de sustituir y unificar, en el lenguaje social y de los educadores, las expresiones educación no formal y educación a distancia. La educación formal de tradición, ha supuesto y sigue suponiendo la convergencia de maestros y de grupos homogéneos de estudiantes, en lugares-las aulas-, y en lapsos predeterminados-las horas de clase-. Pero superados los tradicionales supuestos de estudiar o haber estudiado hasta determinada edadcondición de tiempo-, y de haber cumplido este proceso en alguna institución de los sistemas educativos escolarizados-condición de espacio institucional-, los avances de la educación no formal y de la educación a distancia facilitan la educación continuada y permanente como, en el libro Las leyes la anhelaba Platón, desde la infancia hasta 100 la muerte, y la educación democráticamente abierta y para todos, cualesquiera fueren las edades, las aficiones intelectuales, las condiciones y las situaciones de la vida. Los medios de la comunicación social, radial y televisiva, informática, internetizada, cibernética, virtualizada, vitalicia o como se la quiera conocer, están a punto de planetarizar la educación. Desde todas y en todas las longitudes y latitudes del planeta y desde todos y en todos los husos horarios, se va haciendo posible difundir variados programas y recursos educativos, y a ellos acceder a discreción individual o grupal. Y como acontece con tantos otros factores de la cultura, la universidad y la educación superior se aproximan a formas globalizadas y acogedoras de la seis mil veces millonaria población mundial, que a pesar de las promesas políticas de igualdad de oportunidades para todos, no logra acceso a los estrechos ámbitos de los sistemas educativos formales. Lo planteado hace surgir una inquietud, cuya respuesta no puede postergarse: ¿Habrá entonces universidades sin campus y sin muros? A estas expresiones de gusto literario ya les hace coro real la posibilidad de universidades con estudiantes, pero desprovistas del compacto, simpático, alegre y afable estudiantado. Ya grandes empresas, con la anuencia de destacados académicos y al modo de formas o conformaciones universitarias, avizoran producir, difundir y aun comercializar internacionalmente programas y cursos de educación y profesionalización superior. La universidad ha sido y es una institución histórico-dinámica. Y su forma de ser y actuar, plástica y flexible al devenir de los tiempos, como lo demuestran las precedentes pinceladas históricas. En conformidad con este cambiante proceso histórico, nuestras congestionadas leyes universitarias locales han de hacerse conscientes de las nuevas y ya actuantes formas educativas, y de los previsibles e inminentes conflictos legales internacionales en el mundo, relativos, por ejemplo, a la convalidación internacional de los estudios y al reconocimiento de la idoneidad para los ejercicios profesionales. 101 La Universidad en América Latina y el Caribe En América Latina y el Caribe, la Universidad fue creada antes que el resto de la educación y, por muchísimo tiempo, fue la única institución que impartió enseñanza postsecundaria. A menos de medio siglo del descubrimiento, “cuando 'aún olía a pólvora y todavía se trataba de limpiar las armas y herrar los caballos', según la frase del cronista Vázquez, se establece en Santo Domingo, en 1538, la primera Universidad del Nuevo Mundo”. (Tünnerman, 1996:17). En 1551 se crean las Universidades de San Marcos de Lima y de México, cuando todavía no había ninguna en lo que sería los Estados Unidos. En la época en que Harvard fue fundada (1636) América Latina contaba con 13 Universidades, que llegaron a 31 al producirse la Independencia. Entre las potencias coloniales europeas, la prioridad acordada a la fundación de universidades en tierras colonizadas constituye una verdadera excepción España. Portugal, por el contrario, consideró la obligación de estudiar en la metrópoli, impuesta a quienes quisieran acceder a la universidad y hubieran nacido en las colonias, como un sustento de la dependencia de estas últimas. (Steger, 1974). Pero, aunque las creaciones formales de universidades fueron más de 30, algunas no pasaron de lo nominal, y se ha dicho que sólo se puede reconocer nivel acorde al nombre a unas pocas que incluyen las de México, Lima, Córdoba y Santiago de Chile. Las universidades llegaron a América como un producto experimentado y surgido del contexto histórico europeo. Fueron transplantadas y recibidas aquí junto con el poder real y con la cruz. Unas fueron autorizadas por el Papa, como las de Santo Domingo, Bogotá y Quito; otras por el Rey, como en los casos de las Universidades de México, Lima y Santiago de la Paz (Santo Domingo). Al igual que en Europa, su tierra de origen, la universidad americana quedó colocada desde su propia instalación en el Nuevo Mundo entre los poderes eclesiástico y real. Pero, a diferencia de las viejas universidades europeas, ella nació de la voluntad de esos poderes antes que desarrollarse 'contra ellos', como ocurrió en París, Oxford o Bolonia. 102 En efecto, en esos lugares, al igual que en Salamanca o Alcalá, las autoridades daban su aval a congregaciones previamente establecidas; reconocían meramente a una societas o ayuntamiento que preexistía a su sanción por parte del poder. Podía ser una congregación de alumnos, como fue en Bolonia, de doctores y maestros, como en París, o de ambos, como quizás fue el caso de Salamanca. Al decir de Le Goff, (1924) estas corporaciones se organizaron lentamente, mediante conquistas sucesivas. Los estatutos que reciben sólo vienen a sancionar esas conquistas; no las crean por anticipado como ocurriría, en cambio, en el caso de la universidad americana. En seguida, las viejas universidades europeas adquieren su autonomía luchando contra los poderes eclesiásticos tanto como contra los poderes laicos. Por el contrario, en el Nuevo Mundo, las universidades son importadas y su establecimiento es otorgado “desde arriba y desde fuera, por un acto administrativo.” (Brunner, 1990:14-15). Lo que se importa, por decisión de los poderes laicos y religiosos, es pues una institución cuya idea de universidad responde al modelo medieval europeo. Más concretamente Salamanca y Alcalá de Henares, las dos universidades españolas más famosas de la época, fueron los modelos que inspiraron las fundaciones universitarias en el Nuevo Mundo. (Tünnerman, 1999) La primera de todas, en Santo Domingo, respondió al modelo de convento-universidad de Alcalá, universidad centralmente preocupada por la teología, cuyo rector era también el prior del convento, y con mayor independencia del poder civil. Salamanca en cambio, la primera universidad de España, se vinculó en sus orígenes con la idea de servicio a la nación, o más bien a la monarquía. Las dos fundaciones universitarias más importantes del período colonial, Lima y México, ambas de 1551, fueron creadas por iniciativa de la corona y tuvieron el carácter de universidades mayores, reales y pontificias. Su influencia en las restantes universidades del Nuevo Mundo fue decisiva. Sus constituciones y estatutos, inspirados en la tradición salamantina hasta en los menores detalles, fueron adoptados o copiados por muchas otras universidades del continente. En su trayectoria evolucionaron hasta constituirse en universidades del virreinato, y son las precursoras de las universidades nacionales de América Latina. Santo Domingo, en 103 cambio, puede considerarse como el antecedente de las universidades católicas o privadas. (Tünnerman, 1999). Se ha sostenido que ya en el siglo XIII las universidades en tierras españolas se caracterizaban por su estrecha relación con las monarquías de sus respectivos territorios: de acuerdo a la posición que Alfonso el Sabio asignó a Salamanca, cada una disponía del monopolio docente en un territorio determinado y estaban bajo la directa autoridad real. Cabe pues calificarlas de universidades estatales. (Steger, 1974) Este modelo salamantino orientó a tres de las seis universidades hispanoamericanas fundadas en el siglo XVI, las de México, Lima y Santiago de la Paz, esta última la segunda establecida en tierras dominicanas, y en oposición a la ya existente. Como ya se observó, las otras tres universidades -las de Santo Tomás de Aquino en Santo Domingo, Bogotá y Quito- respondían al modelo de Alcalá; este último devino hegemónico, tanto en España como en América a partir del desencadenamiento de la Contrarreforma, sobrepasando la influencia original de las pautas culturales de Salamanca, universidad que había tenido un espíritu más abierto, dispuesto incluso a aceptar las enseñanzas de Copérnico. Así, un cierto talante humanista habría caracterizado los primeros tiempos de la Universidad de México. Pero ello no duró: más allá de las diferencias de origen y de estructura de los diversos establecimientos, la importación de la universidad a la América Hispana tiene lugar en el clima espiritual de la Contrarreforma; la institución debe formar los nuevos grupos dirigentes y ser un puntal de la conquista espiritual. (Steger, 1974). Este propósito lo ilustra elocuentemente el impulso fundacional de los jesuitas, que en el breve lapso que va de 1622 a 1625 establecieron seis universidades en América del Sur (Steger, 1974). Esa institución importada tuvo, como sus modelos originales, un carácter unitario: la estructura académica de la Universidad colonial respondió a una concepción y a un propósito muy definido, lo que le permitió ser una institución unitaria. Se organizó como una totalidad y no como un simple agregado de partes, con una visión propia del mundo, del hombre y la sociedad. (Tünnerman, 1996) 104 Se ha destacado asimismo la pretensión de la universidad colonial de autogobernarse mediante la acción de sus claustros, pretensión que constituye un antecedente importante de la autonomía universitaria, de la cual la universidad colonial jamás llegó a disfrutar plenamente. También debemos recordar la participación estudiantil en el claustro de consiliarios de algunas de estas universidades, así como el derecho a votar en el discernimiento de las cátedras de que disfrutaron sus alumnos, preciosos antecedentes de la co-gestión universitaria, que constituye una de las características de la universidad latinoamericana. (Tünnerman, 1999). Este rasgo se vincula también a la tradición original de Salamanca, que incorporaba rasgos propios de la universidad de estudiantes según el modelo de Bolonia, por oposición al de París, universidad de profesores; así, los estudiantes de la Universidad de México intervenían en la designación de los docentes, pero en ese caso como en los otros el dominio de la institución correspondía a los profesores y a la disciplina religiosa (Steger, 1974). Ahora bien, en el Viejo Mundo, la Universidad fue una creación colectiva original. Pero su evolución histórica la mantuvo al margen de las corrientes culturales más renovadoras de la época en que la misma fue transplantada al Nuevo Mundo. El Renacimiento apenas la rozó. La ciencia moderna se creó y desarrolló en otros ámbitos. El libre examen, la experimentación, la atención a la práctica, el programa baconiano de aplicación de la ciencia naciente al progreso humano fueron rasgos especialmente ajenos a la cultura dominante de la España imperial. Su decadencia económica y cultural empezó a gestarse, cuando Colón no ha llegado a América, con la expulsión de los judíos; siguió con la destrucción de la agricultura mora, y se afianzó con el primado de la Inquisición. Es en una de sus versiones más pobres que aquella idea de universidad llegó a estas tierras, para dejar una huella duradera en la corrientes culturales dominantes, ajenas a las ciencias y a las ingenierías, despreciadoras de la tecnología y del trabajo práctico. Sin desmedro de ciertas diferencias, como conjunto la universidad colonial tuvo una vida propia del último período de la escolástica. Incluso un cierto desarrollo de la actividad de investigación durante el siglo XVIII, visto como reflejo 105 hispanoamericano de la Ilustración, tuvo el carácter de ciencia extrauniversitaria, basada en instituciones promovidas directamente por la monarquía borbónica y a menudo resistidas desde las universidades, como la Escuela de Minería, la Academia de Pintura y Escultura y el Jardín Botánico de México, que llevaron a Humboldt a decir que se trataba de la ciudad del Nuevo Mundo, Estados Unidos incluidos, con las instituciones científicas más grandes y firmemente fundadas. (Steger, 1974). La universidad colonial fue una institución de funcionamiento a menudo precario, con grandes problemas para conseguir catedráticos de alto nivel, muy escasa actividad científica y no demasiados alumnos. Sin embargo, no sólo brindó una formación de tipo universitario a un número significativo de personas sino que también preparó a muchos jóvenes de 12 a 17 años, que después no siguieron estudios superiores pero fueron maestros, sacerdotes, funcionarios. Desde su establecimiento, la universidad jugó en América un papel crucial en las luchas por la hegemonía social, política y cultural, formando a un sector de las élites superiores y, a la vez, a un número significativo de las intelectuales intermedios e inferiores, al tiempo que por la propia estructura de la sociedad- ella se mantenía relativamente alejada del mundo de la producción y de la difusión de las técnicas. (Brunner, 1990). Ese papel lo jugó contribuyendo al afianzamiento de una estructura donde la limpieza de sangre era requisito tanto para un puesto administrativo superior como para la admisión en los últimos exámenes universitarios (Steger, 1974: 203). “Todavía en 1805 la Universidad de Quito le negó al brillante estudioso José Mejía un título en derecho por su origen ilegítimo”. (Idem, 232). No es de extrañar que la universidad colonial hispanoamericana se mostrara más bien ajena a las luchas por la Independencia. Actuó junto a los grupos dominantes y fue parte destacada de la estructura de poder creada por la conquista, con la cual inició su trayectoria secular. Distinta fue la historia en las tierras de dominio lusitano. A diferencia con el resto de América, el Brasil llega a la independencia sin contar con ninguna universidad. Las universidades de la América española prepararon, durante el período colonial, 150.000 graduados. Se calcula que entre 1577 y 1822 tan sólo 2.500 jóvenes 106 nacidos en Brasil siguieron cursos en Coimbra. Verificase así cuán reducido fue el número de cuadros de nivel superior de que dispuso Brasil para dirigir su vida independiente. Este país recién instituyó sus primeras escuelas de enseñanza superior en la década anterior a la independencia que tuvo lugar en 1822. (Ribeiro, 1971). No habrá allí universidad propiamente dicha antes del siglo XX. A esta experiencia nos referiremos especialmente en un capítulo posterior. En Hispanoamérica, después de la Independencia, parecen coexistir a lo largo del siglo XIX la decadencia de la universidad colonial con los esfuerzos incipientes de las nuevas Repúblicas para crear una institución distinta. Por un lado, se asiste a la disolución más o menos rápida de la vieja institución, calificada de escolástica, atrasada y rutinaria, que en algunos casos sobrevive de hecho hasta el siglo siguiente y en otros es disuelta, como sucedió con la Universidad de México, calificada por el gobierno que tomó la medida de inútil, irreformable y perniciosa. Por otro lado, se crean o se reestructuran universidades que dependen estrechamente del gobierno y, a la vez, tienen una responsabilidad muy amplia en el conjunto del sistema educacional. Ilustra este doble proceso la clausura de la Universidad de San Felipe, decidida en 1839 por el gobierno chileno, y la creación en 1842 de la Universidad de Chile, ideada y regida por Andrés Bello. Alrededor del 75% de sus graduados entre 1844 y 1879 fueron licenciados de la Facultad de Leyes y Ciencias Políticas, mientras que en la institución precedente los grados otorgados en filosofía y teología fueron más que los de leyes. No en balde se ha dicho que la de Chile fue el modelo de la Universidad de Abogados, típica del siglo XIX latinoamericano. La universidad que forma profesionalmente incorporada al antiguo ideal iluminista del Estado docente, encierra -gracias a la acción de Andrés Bello- los elementos decisivos para la configuración de una idea del Estado que será característica de la América Latina del siglo XIX (Steger, 1974), cuyo último capítulo se titula precisamente La universidad de abogados en el siglo XIX. En 1821 se crea la Universidad de Buenos Aires; en 1826 surgen, como reestructuraciones, la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Central del Departamento del Ecuador; en 1849 culmina la instalación formal de la Universidad 107 del Uruguay. Estas instituciones nuevas o renovadas se vinculan a un cometido esencial atribuido al sector público, el de desempeñarse como Estado docente, responsable de la educación nacional. Se esbozaba así una nueva idea de universidad, la universidad nacional, o republicana, cuya misión era promover la educación en todos los niveles, formar profesionales y en particular los cuadros del sector público, e impulsar el cultivo de las disciplinas académicas. (Brunner, 1990). En los hechos, lo definitorio de este modelo institucional para la educación superior fue su orientación profesionalista. Una característica importante de las universidades latinoamericanas fue siempre el predominio de las escuelas profesionales de derecho, medicina, ingeniería y de las academias militares. En Europa, estas escuelas profesionales generalmente están situadas fuera de las universidades o por lo menos se organizan de forma independiente del núcleo académico central, normalmente orientado para la educación general, las humanidades y las ciencias básicas. Sin embargo, la educación superior en América Latina, desde sus inicios, fue definida casi siempre como sinónimo de educación para las profesiones. De esta manera, alguna calidad fue preservada en las mejores escuelas de ingeniería y medicina; mas también fue un factor de resistencia a las innovaciones oriundas de los nuevos grupos sociales que aspiraban a una educación superior más accesible, a la abertura de nuevas disciplinas y a las tentativas de mudanza provenientes de gobiernos y movimientos reformistas. (Schwartzman, 1996). La universidad republicana conservó la enorme gravitación sobre el conjunto de la enseñanza que caracterizó a la institución desde su origen colonial, y que sólo gradualmente se irá modificando. Así por ejemplo, en el Uruguay, el reglamento de instalación de 1849 confió a la Universidad Mayor de la República, la totalidad de las ramas de la enseñanza, erigiendo así el monopolio estatal de la educación. Hasta 1877 -al sancionarse la Ley de Educación Común- la enseñanza primaria continuará dentro de la Universidad; recién en 1934 se le segregará la enseñanza media. (Paris, 1969). Ahora bien, en esa misión de la universidad republicana y pese a esfuerzos sostenidos de varios pioneros, las modernas ciencias de la naturaleza apenas si 108 encontrarán un lugar de destaque. Esta tendencia vio facilitado su influjo por el modelo que inspiró a la universidad republicana y, a su vez, gravitó tanto en lo que de ese patrón inspirador se priorizó como en lo que se dejó a un lado. Como bien se sabe, la Universidad republicana se estructuró de acuerdo al denominado modelo napoleónico. La expresión designa a la forma organizacional de la educación superior francesa durante el siglo XIX. Conviene recapitular sus principales rasgos. La enseñanza superior francesa, luego de la Revolución y por un período de cien años (1793-1986), no fue más que un sistema de escuelas superiores autárquicas -que no respondían al nombre de universidad-, organizadas como un servicio público nacional tal como la enseñanza primaria, la secundaria y la normal. Entre 1806 y 1808, Napoleón implantó un vasto monopolio educacional buscando unificar políticamente y uniformizar culturalmente al archipiélago de provincias, en una nueva entidad cohesionada, la Francia republicana. Su núcleo básico estuvo formado por las escuelas autónomas de derecho, medicina, farmacia, letras y ciencias; separadamente se estructuraron la Escuela Politécnica, destinada a la formación de los cuadros técnicos y la Escuela Normal Superior, encargada de crear los educadores que actuarían como difusores, en toda la nación, de la nueva cultura erudita de base científica. No es cierto que el seccionamiento de la universidad francesa la haya llevado a la decadencia. En los cuarenta años que siguieron a la reforma napoleónica, Francia conoció el mayor período de florecimiento intelectual y científico de su historia. La nueva universidad se implantó como contraposición a la antigua; las inclinaciones nominalmente humanistas del pasado fueron sustituidas por un nuevo humanismo fundado en la ciencia, comprometido con la problemática nacional, con la defensa de los derechos humanos y empeñado en absorber y difundir el nuevo saber científico y tecnológico en que se basaba la revolución industrial. Ahora bien, esa estructura académica francesa que emerge a comienzos del siglo XIX, a medida que éste se vaya desarrollando, resultará sensiblemente menos eficiente que la adoptada en Alemania. Fue la primera, sin embargo, la que se importó 109 a nuestro continente, sumando defectos de la copia al original, pues si bien se imitó una parte del mismo, el sistema de facultades autárquicas, mucho menos se hizo por montar una estructura de investigación, de la que el original por cierto no carecía. En conjunto, ésta es otra huella duradera de la historia: “El modelo inspirador de las universidades latinoamericanas de hoy fue el patrón francés de la universidad napoleónica que, en realidad, no era universidad sino un conglomerado de escuelas autárquicas.” (Ribeiro, 1971: 70) Parecería haber en verdad una tensión entre ese modelo y la noción anteriormente predominante -de la universidad como institución unitaria-, en la cual esta última, si se mantiene en las formas, va perdiendo terreno en los hechos ante la consolidación de una institucionalidad caracterizable como una confederación más o menos laxa de escuelas profesionales. En Uruguay, a partir de 1900, la tensión se expresó como una áspera contraposición entre dos corrientes universitarias, cuyo enfrentamiento derivó a la prensa y al parlamento. Este aprobó en 1908 una Ley Orgánica que, en líneas generales, consagraba la primacía de la corriente descentralizadora, al despojar al Rector y al Consejo Universitario de gran parte de sus funciones orientadoras tradicionales; la corriente opuesta afirmó que con ello casi se suprimía a la Universidad (Paris, 1969). La federación de Facultades así establecida sobrevivió a todos los avatares que vivió el Uruguay durante el siglo XX. Se puede notar de paso que, si la mencionada Ley Orgánica se inscribía en el marco de la primera gran transformación institucional de la Universidad en el ámbito latinoamericano, de una institución unitaria a un modelo a la francesa, también anunciaba la segunda gran transformación que habría de vivir la Universidad Hispanoamericana. Por otra parte, ese Estatuto de 1908 consagró, por primera vez en una ley orgánica universitaria de América, el principio de la representación estudiantil. Aunque indirecta, esta representación en los Consejos de Facultad significa una innovación sin precedentes, anticipándose en una década a los postulados reformistas de Córdoba. (Paris, 1969) El modelo emergente de la universidad republicana no adversó mayormente sino que más bien consolidó otra característica mayor de la universidad colonial, y de 110 la entera sociedad hispanoamericana: su lejanía de la ciencia. Vale la pena detenerse brevemente en este punto. En la Europa del siglo XIX, la gran transformación de la universidad -la revolución académica, según una concepción a la que nos referiremos más adelante- la constituyó la emergencia, primero y fundamentalmente en Alemania, de la moderna "universidad de investigación. Esa universidad transformada se convirtió en el gran teatro del avance científico, debido a la interacción fecunda entre la investigación y la enseñanza superior, elocuentemente argumentada por Humboldt en términos que mantienen plena vigencia. La presencia y la cooperación de los alumnos es parte integrante de la labor de investigación, la cual no se realizaría con el mismo éxito si ellos no secundasen al maestro. En caso de que no se congregasen espontánemante en torno suyo, el profesor tendría que buscarlos, para acercarse más a su meta, mediante la combinación de sus propias fuerzas, adiestradas pero precisamente por ello más propensas a la unilateralidad y menos vivaces ya, con las fuerzas jóvenes, más débiles todavía, pero menos parciales, también y afanosamente proyectadas sobre todas las direcciones. (Fichte et al, 1959) El siglo XX ha mostrado acabadamente cuánto más fructífera resulta, tanto para la enseñanza como para la investigación, esa concepción de Humboldt que la alternativa de separar ambas actividades, encomendando la primera labor a las universidades y la segunda a las academias. Ya en 1810 aquél lo había establecido de manera neta. Cuando se dice que la universidad sólo debe dedicarse a la enseñanza y a la difusión de la ciencia, y la academia, en cambio, a la profundización de ella, se comete, manifiestamente, una injusticia contra la universidad. La profundización de la ciencia se debe tanto a los profesores universitarios como a los académicos, y en Alemania más todavía, y es precisamente la cátedra lo que ha permitido a estos hombres hacer los progresos que han hecho en sus especialidades respectivas. En efecto: la libre exposición oral ante un auditorio entre el que hay siempre un número considerable de cabezas que piensan también juntamente con la del profesor, espolea a quien se halla habituado a esta clase de estudio tanto seguramente como la labor 111 solitaria de la vida del escritor o la organización inconexa de una corporación académica. El progreso de la ciencia es, manifiestamente, más rápido y más vivo en una universidad, donde se desarrolla constantemente y además a cargo de un gran número de cabezas vigorosas, lozanas y juveniles. La ciencia no puede nunca exponerse verdaderamente como tal ciencia sin empezar por asimilársela independientemente, y, en estas condiciones, no sería concebible que, de vez en cuando, e incluso frecuentemente, no se hiciese algún descubrimiento. (Fichte et al, 1959). Dicha revolución académica se consolidó precisamente durante el período en que el auge de las tecnologías basadas directamente en la ciencia, como la electricidad o la química orgánica, motorizaba una Segunda Revolución Industrial, una de cuyas facetas mayores la constituyó el matrimonio de la ciencia con las artes prácticas. El modelo alemán se reveló así mucho más eficiente que el modelo napoleónico, que asignaba la investigación a organismos separados de la universidad; pero por supuesto, en Francia, tales organismos cumplían una tarea de envergadura. En Hispanoamérica, por el contrario, no se crearon o no prosperaron las academias e institutos que en Francia asumieron la tarea de promover el adelanto del conocimiento. (Tünnerman, 1996). La dinámica económica no apuntaba en esa dirección, las ideas predominantes tampoco, y el modelo universitario no casualmente escogido como espejo no paliaba esa carencia mayor. En Brasil, durante el siglo XIX y comienzos del siguiente, la enseñanza superior quedó a cargo de unas pocas facultades o escuelas profesionales autosuficientes, con un estudiantado muy reducido en términos relativos. La ciencia brasileña, que se institucionalizó durante las primeras décadas del siglo XX, no lo hizo en las instituciones de educación superior, que no tenían lugar para la investigación, sino en centros o institutos especiales que, con sus luces y sus sombras, parecen haber sido de los más exitosos del continente, sobre todo en la generación de conocimientos aplicados; a ello no fue seguramente ajeno el predominio de la ideología positivista en los sectores más modernos. La creación de las universidades, 112 en cambio, es un proceso, al que nos referiremos brevemente más adelante, que no comienza propiamente antes de la tercera década del siglo XX. Para entonces, ya cobraban fuerza los rasgos que constituirían la originalidad inmensa de la Universidad Hispanoamericana, donde se imbricaron muy conflictivamente una larga tradición y un gran movimiento de renovación. Este se alimentó de los intentos por reformar la enseñanza superior impulsados a lo largo del siglo XIX, durante el cual, como ya se apuntó, cabe decir que se contrapusieron el viejo modelo de la universidad colonial, en decadencia pero aún vigente, sobre todo en algunas de las zonas de más antigua colonización y mayor relevancia durante la dominación española, y el modelo de la universidad republicana, en dificultoso ascenso, más cerca de los gobiernos pero no sin conflictos con ellos. La principal consecuencia de la gran proximidad entre las universidades y el poder tal vez haya sido la intensa politización de los estudiantes y profesores universitarios, que hizo que los choques entre las élites gubernamentales y las académicas fueran constantes y llevaran a formas inesperadas de autonomía universitaria. En la medida en que los proyectos modernizadores eran colocados de lado por los gobernantes, estos eran incorporados por contra-élites que se formaban en los bancos académicos y ensayaban desde temprano la oratoria y la militancia político-partidaria que los llevaría al poder. (Schwartzman, 1996) A comienzos del siglo XX, una revolución surgida de adentro de la institución sacudiría a la que pretendía ser la Universidad de la nación y lo era ante todo del patriciado. La matriz francesa reducida a ese marco colonial resultaría en una universidad patricial, que preparaba a los hijos de los hacendados, de los comerciantes y de los funcionarios para el ejercicio de papeles ennoblecedores o para el desempeño de los cargos político-burocráticos, de regulación y mantenimiento del orden social o de las funciones altamente prestigiadas de profesionales liberales, puestos al servicio de la clase dominante. (Ribeiro, 1971). Esa muy reducida base social de la matrícula estudiantil preservó el carácter elitista de lo que era la Universidad de la república oligárquica. Las sociedades latinoamericanas siempre fueron muy estratificadas, y sus instituciones de educación superior eran 113 probablemente adecuadas, hasta inicios de este siglo, para dar a sus élites la cantidad limitada de educación formal que ellas deseaban. Las tensiones comenzaron a surgir cuando nuevos grupos sociales -hijos de inmigrantes, o de clases medias emergentes de las ciudades- comenzaron a entrar en el sistema educacional y a percibir que esas instituciones eran demasiado rígidas para expandirse y asumir nuevos roles (Schwartzman, 1996). Ello fue así, en particular, en los países donde la convergencia de una inmigración caudalosa y una temprana generalización de la educación pública elemental -ese gran proyecto de las naciones nuevas- elevó rápidamente el nivel promedial de instrucción. Así, las dinámicas sociales e ideológicas que fueron minando el orden oligárquico, tan firme todavía hacia 1900, llegarían a infiltrarse en las casas de estudios superiores, desde donde configurarían una de las principales vertientes antioligárquicas de la democratización latinoamericana. La Universidad Venezolana Desde la época colonial, Venezuela sólo contó con la Real y Pontificia Universidad de Caracas, fundada por el Rey Felipe V, el 27 de Diciembre de 1721, luego en la época de la Independencia, el 21 de Septiembre de 1810, nació en Mérida la Universidad de los Andes, al transformarse en institución universitaria el Seminario de San Buenaventura, el cual había sido elegido por el Obispo Fray Juan Ramos de Lara en 1785, estas dos casas de estudio fueron los centros del saber universitario en Venezuela hasta la última década del siglo XIX, cuando nacen dos nuevas instituciones: la Universidad del Zulia en la ciudad de Maracaibo, creada por decreto el 19 de Mayo de 1891 y la Universidad e Carabobo, fundada en la ciudad de Valencia, el 15 de Noviembre de 1872 (Tünnermann, 1999.). Los primeros aires de renovación universitaria en Venezuela, motivados por la influencia europea, comenzaron a sentirse desde 1970. En estos primeros tiempos de Modernismo positivo se manifestó el deseo de superar la visión mística del devenir originada en las concepciones supeditadas a lo sobrenatural y teológico. La explicación de lo que sucede visto bajo un 114 subjetivismo, fue orientada a las necesidades de comprender el mundo científicamente; con la intervención de estas ideas en la universidad comienza una nueva realidad en el mundo intelectual. El orden era considerado básico para lograr el progreso y sin orden no era posible el progreso basado en las ciencias, con este proyecto histórico estructurado en etapas como todo organismo natural, surgieron las bases para los intelectuales venezolanos y su papel en la Universidad; estas ideas hicieron eco en el ámbito universitario justo cuando el saber universitario carecía de una real y sistémica concepción científica y la investigación, tanto en el campo de las ciencias naturales como en las ciencias sociales, no tenía indicadores apropiados para su conocimiento y desarrollo. La Educación estaba orientada en la consecución de un hombre capaz de vivir en progreso, renovar los estudios en la universidad e introducir en ellos las enseñanzas de las ciencias naturales; esto significa dotar a la universidad de los componentes básicos de una ciudad moderna, organizar, sus bibliotecas, renovar los estudios, introducir la enseñanza de las ciencias naturales y crear un museo que exhibiera los proyectos de la universidad (Mayz Vallenilla, 1991). Cabe destacar que dentro de esta renovación de la universidad venezolana es obligatorio mencionar la creación de las universidades experimentales, que para Llanos de la Hoz (2000), es considerado este hecho como una innovación creada siguiendo lo pautado en el artículo 10 de la Ley de Universidades con el propósito de ver florecer la regionalización de la Educación Superior en Venezuela. En el devenir de la educación superior en Venezuela se puede decir que la misma ha logrado configurarse como un sub-sector educativo con innegables contribuciones positivas para el país, cumpliendo un papel decisivo, tanto en la generación de conocimientos, la formación de profesionales e intelectuales y el servicio a la comunidad como el fortalecimiento de los valores propios a la consolidación de una sociedad democrática. Esta consolidación ha tenido lugar en el curso de las últimas tres décadas y se expresa fundamentalmente en la importante expansión, entre lo que se cree necesario señalar: a) la correspondiente a la tasa de escolaridad de 31.4% para el año 1994, que ubica a Venezuela, con relación al promedio Latinoamericano en el segundo lugar después de Argentina (García 115 Guadilla, 1998); b) el crecimiento, diversificación y diferenciación de las instituciones, teniéndose para finales de la década de los setenta 12 instituciones (7 universidades oficiales, 3 universidades privadas y 2 institutos pedagógicos); a finales de la década del ochenta 102 institutos (17 universidades oficiales y 14 privadas, 39 institutos universitarios de tecnologías y colegios universitarios de ciclo corto oficiales y 32 privados); a mediados del noventa 115 instituciones (60 oficiales y 55 privadas; 32 universidades y 83 institutos de tecnologías y colegios universitarios de ciclo corto) (Castellano, 1998); a principios del presente siglo se registra un total de 145 instituciones ( 21 universidades oficiales y 20 universidades privadas, 49 institutos de tecnologías y colegios universitarios oficiales y 55 privados, CNU OPSU, 2001); c) el crecimiento de la matrícula estudiantil que, desde mediados de la década de los ochenta ha favorecido a las instituciones de ciclo corto, en las cuales dicha matrícula pasó a representar desde 22,46% en el año 1982 – 1983; a 32,53% en el año 1992 – 1993, hasta 37,46% en el año 1998 – 1999 (Castellano, 1998). La diversificación y diferenciación viene dada por la siguiente clasificación: universidades; autónomas, experimentales y privadas; institutos universitarios de tecnología y colegios universitarios, de ciclo corto; oficiales y privados; institutos universitarios politécnicos e institutos pedagógicos, así como diversos tipos de instituciones dedicadas al áreas del culto, las artes, lo militar, etc.; en la ampliación de la oferta de las carreras, que representa un total aproximado de 500 carreras y especialidades en las nueve áreas de conocimiento universalmente aceptadas y en la matrícula estudiantil. Esta diversificación es inorgánica porque no obedece a complejizaciones en las demandas del aparato productivo nacional. La heterogeneidad, en cuanto es consecuencia de la diversidad y diferenciación, expresada en la coexistencia de instituciones con fines y propósitos disímiles, con diversos modelos de organización y gestión, con distintos grados de complejidad y con diferenciados niveles de calidad. De este conjunto de características pueden derivarse los logros más importantes de la expansión, diversificación y heterogeneidad de la educación superior venezolana. A ellos cabe agregar: a) la progresión configuración de una 116 comunidad científica vinculada de manera especial a las universidades nacionales autónomas y al IVIC, a cuyo estímulo y promoción han contribuido varios programas extra e intra-universitarios; b) la generación de conocimiento y tecnologías alternativas que constituyen un valioso aporte a la pequeña y mediana industria a las instancias gubernamentales, a los centros de educación y de salud. etc.; c) las diversas acciones vinculadas a la función de extensión, en las que se conjugan investigación y docencia, tal es el caso de los servicios que protestan los estudiantes en los centros de salud, los trabajos en comunidades, o los programas de educación continua. No obstante la expansión, diversificación y heterogeneidad que hoy caracteriza a la educación superior, ésta no ha estado exenta de problemas que han derivado en serios obstáculos para su consolidación y su capacidad de respuestas a las nuevas exigencias sociales. Más que caracterizarse a la educación superior venezolana como un sistema, puede hacerse en términos de un conjunto, cuyo desarrollo se ha producido de manera desarticulada y fragmentaria, con graves problemas que han ido acumulándose (Castellano, 1998). Es importante destacar, que como consecuencia del auge petrolero de la década de los años cincuenta la educación no era considerada como una prioridad para el gobierno, debido a que para la época las necesidades de mano de obra calificada eran solucionadas con la inmigración europea de empleados técnicos y profesionales. Cabe señalar que para 1950, en Venezuela existían únicamente 3 universidades, la Central, la de los Andes y la del Zulia, debido a que en el periodo de dictadura los estudiantes universitarios eran los principales opositores del gobierno. (Morles et al, 2000). Por otra parte, con el levantamiento de la democracia en 1958, nace la autonomía del sector universitario, y el auge de las mismas, además, del aumento de la renta petrolera y de la implantación del modelo de sustitución de importaciones, el cual permitió un rápido crecimiento de las instituciones que impartían la educación superior. (Sierra, 2004). Sin embargo, este incremento de instituciones no ha garantizado el aumento de la calidad sino más bien todo lo contrario, ya que 117 proliferaban las instituciones que no reunían los requisitos mínimos para un trabajo académico digno de considerarse en ese nivel superior. (Tunnermann, 2000). Cabe señalar, que para 1970, se poseían aproximadamente 12 instituciones, de las cuales 9 eran públicas. (Sierra, 2004). Sin embargo para ese mismo año, se implementó una reforma en la Ley de Universidades que tuvo como principal propósito tener un mayor control por parte del gobierno sobre las universidades, tanto en lo académico, administrativo y financiero entre otros. En ella se le confiere más poder al Consejo Nacional de Universidades (CNU), otorgándole nuevas funciones en lo concerniente a responsabilidades normativas y la distribución del presupuesto de las universidades públicas, además se crea la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU) como organismo se asesoría técnica del CNU en cuanto a la programación de las mismas (Morles et al, 2000). Finalmente en 1980 existían 62 instituciones aproximadamente, de las cuales 13 eran universidades públicas (ver Sierra, 2004), además en ese año el Congreso Nacional aprueba una Ley Orgánica de Educación más avanzada, con el fin de reorientar el desarrollo de este sector e introduce nuevos elementos que servirían para sistematizar la heterogeneidad institucional presente en la época. (Morles et al, 2000). Por otra parte, con relación al subsistema de educación superior, las cifras muestran un incremento acelerado en el tamaño de la matrícula a finales de los años 50 y este se acentúa a principios de los años 70. En tanto que para la década de los años 50 el número de inscritos en las universidades totalizó 22.000 alumnos aproximadamente, lo cual representó sólo el 0,3% de la población total, este registro aumentó en 85.000 alumnos universitarios inscritos para los años 70, un 0,8% de la población total, 300.000 en los años 80 (2,4% de la población para ese año), luego se duplica en los años 90 a 600.000 alumnos inscritos aproximadamente representando un 3% de la población total y finalmente para el 2002 la cifra asciende a casi 900.000 estudiantes universitarios inscritos en el sistema, lo que significa un 4% aproximadamente de los 23 millones de habitantes que se encuentran en el país. Vale la pena destacar, que este incremento de la matricula en la educación superior vino acompañado, por la inserción de la mujer en este sector durante las 118 últimas tres décadas, sobre todo en áreas de conocimiento que antes eran dominadas por el hombre, entre las cuales destacan, las Ciencias sociales, Las Ciencias de la Educación, aunque en menor medida también destaca la incorporación de la mujer en el área de ingeniería, arquitectura y Tecnología (Sierra, 2004). Por otra parte, en lo que respecta a la tasa de crecimiento interanual de la matrícula en la educación superior, ésta demuestra que en promedio el sistema ha crecido a una tasa del 15% los últimos 52 años, cifra bastante alta para los acontecimientos pocos positivos por los que ha trascurrido este nivel educativo desde la década de los años 50 hasta ahora. En este marco, se observa que la tasa de crecimiento interanual más pronunciada de la matrícula universitaria se presenta a mediados de los años 50 ubicándose en un promedio de 38,6% anual, tasa que es muy favorable a pesar de que en el país existían apenas tres universidades, y este sector no estaba en su máximo desarrollo. Del mismo modo, se puede observar que dicha tasa presenta una clara disminución desde principios de los años 60 hasta una recuperación observada en la primera mitad de los años 70, la tasa de crecimiento promedio interanual para ese periodo se ubicó en 13,19%. Cabe señalar, que durante los años 70 esta tasa de crecimiento aumentó 3 puntos en comparación con la arrojada a finales de los 60, ubicándose en casi 16% para esos años. Luego disminuye nuevamente a principios de los 80 manteniéndose más o menos estable hasta finales del año 2000 teniendo ésta un valor promedio de crecimiento interanual del 5%. Para el año 2002 esta tasa se recupera 5 puntos y cierra el ciclo con una tasa de crecimiento promedio del 10% en solo 2 años. La desaceleración en la matrícula de educación superior a partir de los años 80, puede ser explicada por diversos motivos. Primero por el hecho de que el crecimiento de la matrícula llega a su tope de máximo crecimiento en el año 73 (23%). Por otra parte, hay que señalar la situación por la que atravesó el país y en general América Latina durante la década de los años 80, la cual fue denominada por algunos autores como la década perdida en todos los aspectos. 119 A modo de resumen, la evolución de la Educación en Venezuela ha tenido sus efectos positivos y negativos, pero dicho comportamiento no debe sorprendernos, si recordamos que los cambios en el sistema educativo venezolano han sido muy lentos. Aunado a esto, está nuestra historia contemporánea, donde hemos experimentado cambios dramáticos en el crecimiento poblacional, en la tecnología, y en la economía en general, la disminución de los recursos económicos que antes hacían posible disimular tales ineficiencias, (ineficiencias que se han hecho más evidentes con la actual crisis económica por la cual atraviesa el país), entre las cuales destacan: la falta de capacitación docente en los diferentes niveles educativos, la baja calidad de los servicios que ofrecen las instituciones públicas, entre otras, lo que ha repercutido directamente en las tasas matriculares de los diferentes niveles educativos. (Duplá, 1997). Por otro lado, es importante acotar que ha habido un avance significativo en la incorporación de la mujer, en todos los estratos del sistema educativo y en especial al de la educación superior, por ello en los últimos años se ha observado una gran inclusión en la matrícula universitaria de la mujer, lo cual se evidencia en que las mismas forman parte en muchas carreras universitarias, compitiendo abiertamente en el mercado laboral con los hombres. (Kliksberg, 2002). Por consiguiente, la mujer venezolana ha incrementado de manera notable su participación en el mercado laboral, ello se debe por un lado, al aumento de la necesidad que ha tenido la mujer de obtener ingresos adicionales para el mantenimiento de su hogar, o colaboración al mismo, y por el otro al incremento del número de hogares donde la madre es la jefe del mismo. De tal manera, que estos acontecimientos han aportado al establecimiento de un nuevo patrón, donde la participación de la mujer venezolana en la actividad económica del país ha venido incrementándose, aunado a esto, hay que acotar la crisis económica que ha azotado al país desde 1980 hasta nuestros días, lo cual ha venido presionando a las mujeres, a tal punto que las mismas en la búsqueda de una solución se ven en la necesidad de conseguir un trabajo, que les permita alcanzar un nivel que en algunos casos, llega a la subsistencia, de ellas y de su familia. (Cacique, 2000). 120 Al encontrarnos en la era del conocimiento, las universidades juegan un papel preponderante y vital, dado que a la universidad le toca formar el principal recurso de una sociedad u organización, el recurso humano. Para lograr tal propósito, la universidad tiene como reto el empezar a innovarse al interior, a si misma, para así poder contribuir mejor a la construcción de una nueva sociedad. La Universidad esta obligada a un cambio general, que debe iniciarse con la capacitación de sus dirigentes. Es necesario lograr transformaciones profundas en la universidad a nivel mundial en general y en la latinoamericana en particular, porque según la cumbre mundial de educación superior realizada en la UNESCO Paris, las universidades son instituciones en manos de aficionados. ¿Por qué en manos de aficionados? Porque en la mayoría de las universidades del mundo, el personal docente y administrativo no ha recibido la capacitación y la formación para desempeñar tan loable función. Hay una alta proporción de profesionales universitarios, que piensan que por tener un titulo del tal nivel, están habilitados para desempeñar funciones docentes o administrativas de la universidad, sin haber recibido la formación pertinente. En la era del conocimiento, la universidad no puede aspirar a formar un producto terminado, sino que debe apuntarle a generar un profesional que en su información y en su formación haya aprendido a aprender. Porque en el primer cuarto de siglo que se avecina, habrá nuevos analfabetas: 1.- Aquellos que no han aprendido a aprender 2.- Aquellos que no saben usar la computadora 3.- Aquellos que no saben leer ingles 4.- Aquellos que no aprendan a hacer las cosas con Calidad. La globalización, ha alterado los patrones de competitividad, y ha encontrado en el conocimiento y la capacitación profesional su principal soporte. Por lo que existe el convencimiento de que un factor determinante de la productividad es el conocimiento. La calidad y productividad de una economía se apoya cada vez más en 121 el conocimiento científico y en los avances tecnológicos. La universidad tiene el reto de formar un recurso que no trabaje más arduamente, sino más inteligentemente, es decir, que no trate de inventar lo inventado o descubrir lo descubierto, que no tenga que caminar el camino ya recorrido, y que aplique en su disciplina de conocimiento el benchmarking. Buscar los mejores modelos para primero tratar de igualarlos y después tratar de superarlos, ya que el conocimiento no es de quien lo crea, sino de quien lo usa. La Universidad tiene como reto formar profesionales con una actitud mental positiva, que antes los distintos problemas sociales y empresariales, se planteen como solución y no como problemas y que: 1. En su actuar tengan siempre un programa, una estrategia y no una excusa, que hagan mucho mas esfuerzo por en realidad saber, que por aparentar que saben y que hagan mucho mas esfuerzo por en realidad ser productivo, que por aparentar que lo son. 2. Que vean una respuesta frente a cualquier problema, y no un problema en cada respuesta. 3. Que sean capaces de decir: es difícil pero no imposible, en lugar de decir es posible pero difícil. 4. Que eliminen de su lenguaje la palabra urgente. 5. Que eliminen de su lenguaje la expresión no se puede. 6. Que cuando planteen un problema, lleven con sigo, por lo menos una alternativa de solución. 7. Que en las distintas circunstancias de su vida, siempre vean el vaso medio lleno de su existencia, y no el vaso medio vacío. En síntesis, que crea que puede hacer las cosas, porque solo triunfan aquellos que creen poder hacerlo. Que su autoestima sea la necesaria y suficiente para lanzarse y ser audaces en los grandes retos y desafíos que le plantea la sociedad 122 La universidad debe formar al hombre en su base cultural, no automáticamente extrapolable e incorporable de habilidades profesionales, que lo inserten en el mercado productivo con elevada competitividad, porque entonces, en lugar de ser universidades, serian institutos transformadores de estudiantes en simples máquinas. La Universidad no solo debe formar buscadores de trabajo, sino empresarios creadores de empleo. La Universidad tiene un reto y un compromiso muy grande con la sociedad, porque es la principal institución formadora de cuadros para los puestos de alto nivel de la sociedad. Por ello debe tener bien claro cual es su proyecto de sociedad. Es decir, definir el rumbo constituyendo un proyecto académico que resuelva los distintos aspectos, sin ignorar los valores y principios fundamentales según los que debe ordenarse la sociedad. Lo anterior plantea la necesidad de preguntarse: ¿Cómo hacerlo? Pues bien, para darle respuesta a esta interrogante se sugiere: 1. En el ámbito interno: La Universidad debe ocuparse porque en cada carrera haya clases sellos tales como ética profesional. También, la Universidad debe preocuparse por formar a sus cuadros docentes, administrativos y auxiliares; para que como comunidad predique con el ejemplo. Porque la palabra puede convencer, pero el ejemplo arrastra. 2. En el ámbito externo: La Universidad puede contribuir en su formación de extensión, contribuyendo a la formación de aquellos cuadros que tienen un efecto multiplicador en el país, tales como: los maestros de nivel inicial, primaria, medio básico y medio superior. Esto lo puede realizar a través de diplomados, como lo ha hecho hasta ahora en forma muy exitosa. Las organizaciones del saber, tienen que desarrollar una estrategia de proaccion, deben ser agentes del desarrollo humano sostenible. Deben apuntar al mejoramiento continuo de su calidad, que no solamente aspiren a acreditarse, sino a certificarse. Porque la acreditación solamente garantiza que cumplen con requisitos mínimos, en cambio la certificación garantiza que tienen un sistema de calidad que le 123 apunta a requisitos máximos. Deben apuntar al mejoramiento continuo de su pertinencia, de su investigación y de innovar constantemente su capacidad endógena. Cada región del mundo se diferencia por el desarrollo de las instituciones de educación superior. De 13 millones de estudiantes en el nivel superior en 1960 en todo el mundo, se registraron 65 millones en 1991 y se estima que en el 2000 hay 80 millones de estudiantes. A América latina le corresponden alrededor de 8 millones, que asisten a aproximadamente 700 universidades y 3000 instituciones de nivel superior no universitarias. La educación y la investigación son la base del crecimiento a largo plazo, pero la capacitación profesional tiene efectos inmediatos en el empleo. Esta diferenciación debe contemplarse en una necesaria política específica de inversión en capital humano. Según la cumbre mundial de educación superior ya referida, organizada por la UNESCO, de los distintos niveles educativos que existen, la inversión en educación superior, es la que tiene la más alta tasa de retorno social. En síntesis, en la sociedad latinoamericana en particular y en la sociedad mundial en general, la universidad tiene una misión muy importante: “Formar hombres y mujeres capaces para los demás”, tal como lo afirma Armado Rugarcía. Porque en última instancia el potencial para cambiar las cosas se anidan en el corazón humano. El hombre podría salvar de la muerte a 40 millones de personas que mueren por enfermedades curables o evitar que 14 millones de niños al año mueran de hambre. En la modernidad el hombre tiende a olvidarse del hombre concreto y la universidad debe velar por la sociedad y por el hombre. De igual manera, que un graduado de la universidad nunca tome una decisión importante sin antes haber sopesado sus consecuencias para los demás, sobre todo los más necesitados. La universidad debe formar profesionales que sean capaces de hacer un viaje a la interioridad personal e institucional, porque solo navegando en las profundidades de sí mismo, es como no se teme a las tempestades que se puedan presentar en las superficies. 124 Funciones de la Universidad La Universidad es llamada a cumplir con la misión inevitable y necesaria que se le ha impuesto, que es la responsabilidad de llevar a cabo la educación superior, la cual en esta última década viene siendo objeto de grandes debates con la finalidad de examinar o poner en tela de juicio su eficacia, eficiencia y pertinencia; las cuales van a tener como base fundamental el cumplimiento de sus funciones: docencia, investigación y extensión, así como el establecimiento de su visión, misión y objetivos. En cuanto a docencia, la educación superior ha proporcionado tradicionalmente a los jóvenes el saber y los conocimientos prácticos que los capacitan para sus futuras funciones de dirigentes de la sociedad. Esto sigue siendo válido porque la educación es socialmente responsable. Asimismo, la investigación cree que es necesario que las universidades acepten los planteamientos expuestos por la UNESCO, (1990) en su documento: “La educación superior para la nueva sociedad” donde entre otras cosas, los estudiantes insisten en que haya un diálogo intenso entre las partes interesadas e implicadas, el cual les permita discutir sobre las posibilidades de estudio; con el fin de poder escoger aquellos que les permitan acceder a niveles de empleo y realización socialmente aceptables. Para ello se han centrado las discusiones en tres cuestiones sencillas pero fundamentales, a saber: a) Por qué los jóvenes ingresaron en la educación superior; b) que aprender y c) como adquieren los conocimientos. La reflexión de los estudiantes ha puesto de manifiesto algunas preocupaciones profundas y la más apremiante es la necesidad de encontrar un justo equilibrio entre la educación y la formación profesional. Esta cuestión no solo está relacionada con el contenido de sus estudios sino también con la calidad de sus profesores y la capacidad de los sistemas e instituciones para satisfacer las necesidades educativas de grupos específicos y, sobre todo, está vinculada con los valores sociales y personales que se fomentan durante el proceso de aprendizaje; el cual, según Jacques Delors (Presidente de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI – UNESCO), ha estimado que dicho proceso debe estar 125 apoyado en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir con los demás y aprender a ser, conjugando las tres dimensiones de la educación: la dimensión ética cultural; la dimensión científica y tecnológica y la dimensión social y económica. Corrientemente lo que se llama investigación es una actividad política del ser humano, que forma parte de ese círculo de necesidades de toda sociedad; es decir, una búsqueda intensa de respuesta y soluciones. Siguiendo a Fuenmayor, (1998), la investigación científica y la investigación en general, es una actividad destinada a conocer el mundo que nos rodea, es una de las capacidades humanas que más seduce, que proporciona a quien la realiza y que llega a veces a transformarse en el sentido de la vida del ser humano. En el Diccionario El Pequeño Larousse (1996) está definido este proceso como: “actividad encaminada al descubrimiento de nuevos conocimientos en el campo de ciencias, las artes o las letras” (p.38). A la vez, se considera necesario revisar la acepción filosófica del mismo para lo cual se consulta el Diccionario de Filosofía de Abbagnano, (1999) encontrándose varias. Se seleccionó la presentada por Dewey por ser las más pertinente con el propósito de esta investigación, quien sostiene que es “la transformación controlada o dirigida de una situación indeterminada, en otra que es tan determinada en sus distinciones y relaciones constitutivas que convierten los elementos de la situación original en un todo unificado” (p.115). De igual manera, importa destacar el concepto plasmado en el Diccionario de Pedagogía de Ander-Egg, (1999) quien afirma que etimológicamente proviene del latín in (en) y vestigare (hallar, inquirir, indagar, seguir vestigios). En el lenguaje corriente, el término se utiliza con el alcance de exploración, examen, indagación, búsqueda o adquisición de un hecho conocido. Según el postulado humboldtiano (Universidad Humboldtiana), todo profesor tiene como obligación indiscernible enseñar lo que investiga y, paralelamente, tratar a cada uno de sus alumnos como si fueran potenciales científicos a quienes debe instruir no solo con los resultados de sus pesquisas, sino así mismo transformar en 126 futuros investigadores a fin de que se dediquen a la búsqueda de la verdad y de los valores trascendentales del hombre. (Mayz Vallenilla, 1991). La investigación es la segunda función que debe cumplir la educación en orden secuencial (según la normativa legal) y ésta, para Molins, (1998), además de contribuir a la preparación de profesionales, de cumplir propósitos meramente académicos y satisfacción personal de las investigaciones, también aporta y podría aportar muchos beneficios al país, a las comunidades y a la población en general; por lo que se puede considerar que, además de ser parte del proceso enseñanza aprendizaje, debería ser un proceso generador de conocimientos científicos, tecnológicos y culturales que adquieren cada vez mayor importancia dentro del ámbito de las instituciones de educación superior. Para Briceño y Chacín, (2000) primeramente la investigación, entendida como proceso de producción de conocimientos confiables, es un área vital para el rol de las universidades en el marco de las relaciones internas y externas, sobre la base del extraordinario interés y el altísimo valor que ha cobrado el conocimiento en lo albores de este tercer milenio. En segundo lugar, puntualizan acerca del éxito de la investigación universitaria, para lo cual se le exigen ciertos esquemas de ordenamiento y organización que sean capaces de definir trayectos fluidos entre el plano de lo individual y el plano de la transindividual. Tratando de profundizar más en la función de la investigación de la universidad que como producto va a poder coadyuvar con las soluciones a las problemáticas presentadas en su contexto local, se le da entrada en esta disertación a Jaramillo, (1998) quien sostiene que la realización de investigación científicotecnológico, es complementario de su responsabilidad pública y social de atender prioritariamente las necesidades del territorio nacional, buscando la redistribución del conocimiento y la elevación de la calidad de vida de la comunidad en su conjunto, lo que lleva a reafirmar que la investigación universitaria deberá ser insumo para la formulación de políticas locales, estadales y nacionales y así contribuir con el desarrollo de las comunidades y, por ende, de la nación. 127 Continuando con la investigación en el contexto universitario, se estima de alta relación, los planteamientos de Tünnermann, (2000), basados en su apreciación sobre la educación superior y la investigación, las cuales deben formar hoy en día parte fundamental desarrollo cultural, socio-económico y ecológicamente sostenible de los individuos, las comunidades y las naciones; por consiguiente y dado que tiene que hacer frente a importantes desafíos, la propia educación superior ha de emprender la transformación y la renovación más radicales que jamás haya tenido de forma que la sociedad contemporánea, que en la actualidad vive una profunda crisis de valores, puede trascender las consideraciones meramente económicas y asumir dimensiones de moralidad y espiritualidad más arraigadas. Precisa entonces que entre la redefinición de las misiones y funciones de la Educación Superior está la misión de contribuir al desarrollo sostenible y el mejoramiento del conjunto de la sociedad y que, para ello, se hace necesario-entre otras alternativas-la promoción, generación y difusión de conocimientos por medio de la investigación y, como parte de los servicios que ha de prestar a la comunidad proporcionar las competencias técnicas adecuadas para contribuir al desarrollo cultural, social y económico de las sociedades, fomentando y desarrollando la investigación científica y tecnológica, a la par que la investigación en el campo de las ciencias sociales, las humanidades y las artes creativas. Es conveniente señalar que antes de las reflexiones expuestas, Arend, (1998) tenía más o menos pensamientos similares enmarcados dentro del contexto de universidad–investigación-función social, cuando, entre otras cosas, postula que investigación social y educativa es una empresa ética y política para el conocimiento y la promoción del ser humano y de un ideal de sociedad donde se le satisfagan plenamente sus derechos humanos y todas sus necesidades vitales, individuales y colectivas, sociales, históricas, espirituales y materiales. Evidentemente que tales afirmaciones llevan a la autora a precisar la conceptualización referente a la función que debe cumplir la investigación en el contexto universitario, por lo que se infiere que la misma como producto del quehacer universitario juega un papel decisivo para la construcción de teorías y políticas que 128 deben ir de la mano para lograr un ser humano con conocimiento avanzados, capaz de aplicarlos para resolver situaciones problemáticas que se le presenten en su histórico devenir, la capacidad para saber comunicarse y para crear relaciones fructíferas con sus semejantes; esto en lo que respecta a la parte individual, ya que cuando se refiere al contexto local, la autora asume que los resultados (el producto) de las investigaciones universitarias deben conformar parte de las herramientas utilizadas cotidianamente en el proceso de planificación de las políticas del ente gubernamental más cercano a ella (la universidad) y servir de eje orientador para la elaboración de estrategias del trabajo comunitario que se hace para mejorar la productividad y la calidad de vida de su entorno. Por su parte, la extensión es la tercera función, según la normativa legal que debe cumplir el desempeño de la enseñanza universitaria, representa la continuidad en el espacio de las dos funciones que les anteceden, como darle valor práctico a la producción de ambas. Si se toman en cuenta los planteamientos de Freire, (1988), se puede visualizar que él, para conceptuar el término extensión lo hace desde el sentido semántico de la palabra y su relación con el concepto de invención cultural hasta llegar al concepto más acertado, al quehacer educativo, definiéndola como la acción de extender, y de extender en su regencia sintáctica del verbo transitivo relativo, de doble completación-extender algo a. Para la autora, la función extensión guarda una estrecha relación con la investigación y la docencia y las mismas deben ser trabajadas con mayor profundidad para buscar lo que beneficie al entorno más cercano de las instituciones educativas de nivel superior, de aquí que sean válidos las afirmaciones de Torres y otros (1996), cuando la considera como: un proceso integral, sistemático, continuo y dialógico entre los miembros de la comunidad intra y extra-universitaria, cuyo propósito es la creación y transformación permanente de la cultura (saberes, conocimientos, habilidades, aptitudes, valores, arte, tecnología, experiencias), con el fin último de promover con equidad la calidad de vida en una sociedad históricamente determinada. 129 Arredondo, (1997) maneja el concepto de extensión en el sentido de que la extensión universitaria debe ser conceptuada por su naturaleza, contenido, procedimientos y finalidades. Así, tiene por misión proyectar en la forma más amplia posible y en todas las esferas de la nación, los conocimientos estudios e investigaciones de la universidad, para permitir a todos participar en la cultura universitaria, contribuir al desarrollo social y a la elevación del nivel espiritual, moral, intelectual y técnico. Todas estas aseveraciones llevan a la autora a deducir que cada día que transcurre se hace más imperiosa la necesidad de estrechar los vínculos entre la universidad, el estado y la sociedad o comunidad; como estrategia de desarrollo a través de transferencias de teorías, políticas, tecnológicas y prestación de servicios, superando las barreras de prejuicios recíprocos; esto para dar fe de querer cumplir el fin último de su misión como institución productora de conocimientos válidos para la transformación de la crisis coyuntural por la cual está pasando la nación venezolana, e ir tras la consecución de la pertinencia social, lo que va a permitir ser portadora de estrategias prácticas, para el logro de resultados óptimos y con ellos alcanzar una mejor calidad de vida. 130 COMPLEXUS TEORÍA SINERCRÁTICA DE GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO PARA UNA VISIÓN ONTOLÓGICA DE LA UNIVERSIDAD COMO ORGANIZACIÓN INTELIGENTE Presentación Una visión de Universidad como organización inteligente, en el marco de una gestión sinercrática del conocimiento ha de tener como propósito fundamental desarrollar estrategias que conduzcan a una mayor autonomía de gestión en la organización, tanto en los aspectos académicos, administrativos como organizacionales, centrados en el interés de la comunidad universitaria, los grupos de acción docente, las necesidades e intereses del estudiantado y las demandas y particularidades de la sociedad. Por ello, surge la necesidad de lograr una visión compartida de las potencialidades que permiten hacer más productiva la gestión del recurso humano, para lo cual se sugiere la conformación de equipos de trabajo que puedan atender áreas específicas de interés. La proyección del trabajo docente debe constituir una línea de acción comprometida con el mejoramiento de la calidad y productividad educativa. A partir de un análisis interno de la estructura y el comportamiento organizacional, se pueden canalizar responsabilidades, que permitan el aumento de la participación y cooperación, a objeto de ir disminuyendo la resistencia al cambio, y retomar la conformación de equipos de trabajo, lo que pasaría a constituir las bases del trabajo sinérgico. En este sentido, la sinergia constituye en los grupos de trabajo, una fuerza orientadora que posibilita el co-crecimiento, la armonía, actuaciones conjuntas con resultados cualitativamente superiores a la simple suma de las actuaciones individuales. En esta visión, está presente la interdependencia como elemento clave para el desarrollo de sociedades, organizaciones y grupos de trabajo. En la actualidad la supervivencia misma depende de la habilidad y voluntad para ir mas allá de la autocracia y la democracia, hacia la Sinercracia, es decir, un 131 tipo de sociedad u organización, fundamentada en los procesos sinérgicos como herramienta para la acción. Por consiguiente, la relación entre los integrantes de una organización en general y de educación superior en particular debe estar orientada hacia la cultura sinérgica, la cual constituye una manera de concebir el trabajo bajo parámetros de efectividad y productividad. Todo esto precisa un clima de trabajo que valore y subraye la actuación en grupo, con la unificación de esfuerzos para el despliegue de estrategias sustentadas en la Acción–Reflexión–Acción, como unidad básica de cambio. Es por ello, que el Complexus Teórico Sinercrático de Gestión del Conocimiento, constituye una importante iniciativa orientada hacia la ontología de la Universidad como Organización Inteligente, partiendo del presupuesto teórico, de que la Universidad constituye una organización compleja y superior, por las características que le son propias, concentra el mayor caudal científico, cultural y tecnológico de un país, lo que representa para el futuro del desarrollo de la nación la mayor riqueza potencial, aunque posiblemente poco aprovechada. El conocimiento en las instituciones de educación superior es su principal riqueza, por lo que, saber gestionarlo debidamente, representa su principal haber y potencialidad para movilizar su quehacer con agilidad y visión, realizando una aplicación intensiva del conocimiento de que son depositarias. Sin embargo, la gestión de este importante recurso no se ha llevado óptimamente y entre los indicadores de esta situación se encuentra el débil nivel de aprovechamiento que las instituciones hacen del personal que ostenta las máximas titulaciones, y la ausencia de incentivos para la producción del mismo. Esta falta de perspectiva y de normatividad en la gestión de los recursos intelectuales, implícitamente promueve el desestímulo, la desmotivación, el acomodamiento y la mediocridad. En la medida en que las organizaciones logren modificar esta realidad, mejorarán seguramente sus capacidades para incidir con efectividad en optimizar el conocimiento. Este nuevo concepto representa una gran oportunidad para que las instituciones de educación superior logren crear mayor riqueza de conocimientos, 132 potenciándolos y aplicándolos con mayor eficiencia e incidencia en transformar el entorno social, cultural, económico y productivo. De esta manera, el desarrollo y la consolidación de comunidades científicas y académicas esta asociada a la vinculación entre la formación de recursos humanos y el fortalecimiento y consolidación de instituciones del conocimiento que tienen como propósito la renovación del conocimiento y la creación de nuevos modelos interpretativos de la realidad. Su permanencia en el tiempo depende de su credibilidad, fundada en los conocimientos de sus áreas, en la evaluación de sus pares y en los resultados que le entreguen a la sociedad. Así mismo, dependen para su permanencia en el tiempo, de su capacidad de reproducción y ampliación. Justificación del Complexus Teórico Sinercrático de Gestión (CTSG) El Complexus Teórico Sinercrático de Gestión del Conocimiento: Hacia una Ontología de la Universidad como Organización Inteligente, encuentra su justificación en la necesidad que existe de disponer de un procedimiento dinámico, integral y pertinente, fundamentado en los constructos, de Sinergia, Gestión del Conocimiento y Organización Inteligente, que posibilite a las instituciones de educación superior, un mejoramiento notable en la calidad de los servicios que ofrece. La eficacia en la búsqueda de experiencias y herramientas para una gestión del conocimiento apunta, entre otras opciones, a la propuesta de modelos teóricos que propicien la reflexión y la acción sobre lo académico, lo administrativo y lo organizacional. Sobre la base de esta afirmación, el Complexus que emerge como Tesis Doctoral representa una vía para lograr la reconstrucción de la cultura universitaria, con miras a la conformación de grupos de trabajo docente, cooperativos, integrados, solidarios y comprometidos por alcanzar una óptima gestión del conocimiento. De esta manera el Complexus proporciona lineamientos y formas de actuar que direccionan la gestión del conocimiento en función de los procesos sinérgicos brindando elementos para valorar, juzgar y responder óptimamente ante los retos que 133 impone la globalización, en un mundo donde se requiere una perspectiva amplia, holística y ecológica para propiciar un acercamiento a los estándares de calidad y efectividad. El éxito de las instituciones de educación superior depende en gran parte de la gestión del conocimiento y de su cultura organizacional, es decir, de la efectividad y la productividad de sus equipos de trabajo. El incremento en los niveles de productividad no sólo requiere asumir mayores responsabilidades ante los retos que plantea el hecho educativo, sino cambios de actitudes en lo atinente a las formas de participación y organización, que lejos de ser aisladas e individualistas, han de ser cooperativas y sinérgicas. Propósito Promover la gestión sinercrática del conocimiento a fin de de configurar una ontología de la universidad como organización inteligente. Definición El Complexus Teórico Sinercrático de Gestión (CTSG), se define como una estructura coherente de acciones que apuntan hacia una gestión sinercrática del conocimiento, por consiguiente coloca el énfasis en la intervención sinérgica para lograr la concepción y promoción, como organización inteligente. Desde esta perspectiva, el complexus propuesto proporcionará la oportunidad real de desarrollar acciones que den solución a los problemas de índole académico, administrativo y organizacional. Habida cuenta de ello, se hace énfasis en que la gestión del conocimiento es, en definitiva, la gestión de los activos intangibles que generan valor para la organización. La mayoría de estos intangibles tienen que ver con procesos relacionados de una u otra forma con la captación, estructuración y transmisión de conocimiento. Por lo tanto, las organizaciones inteligentes tienen en la gestión del conocimiento su principal aliado, y a su vez ello constituye un factor clave de competitividad. 134 Así pues, la ventaja competitiva sólo se consigue mediante la inversión de conocimientos nuevos y su generación a partir de activos intangibles como la investigación, el desarrollo de habilidades, la formación continua y un creciente dominio de las tecnologías de la información. Ello es indicador de la transmisión a un mundo en el cual el factor de producción primordial son los conocimientos. Siendo el capital intelectual la principal fuente de riqueza de las organizaciones, es totalmente lógico que la dirección de las mismas preste una atención especial a su gestión eficaz puesto que la capacidad de identificar, auditar, medir, renovar, incrementar y en definitiva gestionar estos activos intelectuales es un factor determinante en el éxito de las organizaciones de nuestro tiempo. Características del Complexus Teórico Sinercrático de Gestión (CTSG) 1. Teorético. Porque constituye una tesis cuyo eje central es la gestión sinercrática del conocimiento para una ontología de la universidad como organización inteligente. 2. Prescriptivo–Normativo. Sugiere la utilización de procedimientos concretos de actuación en la comunidad universitaria, la validez de cuyo desempeño se verificaría mediante la utilización de procesos de investigación operativa y/o de diversos modelos de evaluación. 3. Integral. Porque incorpora todos y cada uno de los elementos que forman parte de los diferentes Componentes. 4. Pertinente. Puesto que responde a las necesidades detectadas, en el marco de un diagnóstico especifico y a las demandas que plantea la sociedad para el desarrollo del País. 5. Flexible. Debido a que su diseño permite ajustar y modificar los elementos inicialmente planteados en cada uno de los Componentes, a fin de alcanzar los objetivos propuestos. 6. Dinámico. Puesto que incorpora formas y procedimientos que garantizan la participación activa y eficaz de todos los recursos humanos involucrados en la acción educativa, además, posibilita el flujo y el reflujo de la información general. 135 7. Auto Regulado. Porque contempla el replanteo y rediseño de nuevas acciones a través de un proceso evaluativo continuo. Principios del Complexus Teórico Sinercrático de Gestión (CTSG) 1. Relación sinercrática: se establece entre individuo, grupo, organización y entorno (incluye capacidad, necesidad, misión; intereses personales, organizacionales y sociales; comunicación) como agentes de cambio. Se entiende el entorno como sociedad. 2. Efectividad de la formación y desarrollo: correspondencia entre los objetivos y el contenido de las acciones de formación y desarrollo, con las necesidades y requerimientos del cambio cultural que representa la ontología de la Universidad como organización inteligente como vía de perfeccionamiento del proceso de dirección, como competencia del individuo y como elemento de la cultura organizacional, que motiva la reconsideración de los modos de actuación, puntos de vista y representaciones, que además, ofrece posibilidades de transformación al concebir el trabajo profesional de manera diferente. 3. Participación activa y sinercrática: la gestión universitaria y las actividades docentes e investigativas deben favorecer no sólo un ejercicio más libre de la opinión, sino el surgimiento de las iniciativas en el colectivo mediante una plena comunicación, la búsqueda colectiva de soluciones a problemas y su comprobación práctica. 4. Motivación: reconoce que la motivación no es sólo una consecuencia del cambio, sino también un prerrequisito para este; promueve la utilización de mecanismos eficaces de solución de conflictos internos y externos. 5. Espíritu emprendedor: favorece la innovación y comprende la posibilidad de imponerse metas comunes, culminar acciones, recibir recompensa por ellas; poder sugerir, crear y experimentar sobre la base de una acción sinérgica abierta entre los diversos actores de la comunidad universitaria. 136 6. Autonomía: no basta con delegar la responsabilidad a niveles inferiores, sino también es necesario ceder la autoridad en su cumplimiento, para despertar el sentimiento y capacidad de adueñarse y desarrollar así, el sentido de pertenencia. 7. Control: concebido como un proceso para la obtención de resultados y la medición de sus consecuencias, debido a la necesidad de realizar las tareas en función de aquello que se planificó y de estudiar los elementos que alejan a la organización de sus propósitos. 8. Autoorganización: es tendencia constante y espontánea para generar patrones de comportamiento organizacional a partir de las interacciones entre los componentes y de éstos con su entorno. 9. Aceptación de lo difuso: No hay límites definidos entre los componentes. Todo es cuestión de grado o aproximación. Estructura del Complexus Teórico Sinercrático de Gestión (CTSG) El Complexus Teórico Sinercrático lo configuran siete estructuras interactuantes: cuatro mesetas y tres escenarios. A partir de los principios referidos se establecieron las siguientes Mesetas del Complexus: 1. Meseta I: Individuos y grupos. 2. Meseta II: Procesos en los que participan los individuos y grupos. 3. Meseta III: Métodos y medios que utilizan los individuos y grupos para ejecutar los procesos y relacionarse. 4. Meseta IV: Relaciones interpersonales e intergrupales dentro de la Universidad como organización inteligente. 137 Mesetas del Complexus Teórico Sinercrático de Gestión (CTSG) 1. Meseta I: Individuos y Grupos. De las tres funciones básicas que cumple la Universidad (docencia, Investigación y Extensión), es la Investigación una de las más compleja e interesante para los propósitos del Complexus. La actividad investigativa es reflejo de los fundamentos organizacionales como nivel de dirección-operativo, táctico y estratégico; diseño, relacionado con la estructura y un grupo de factores influyentesestilo de liderazgo, tecnología, cultura, relaciones humanas. Todos estos aspectos se encuentran mediatizados por el hombre, que tiene una personalidad formada por sentimientos, valores, voluntades y conocimientos. Estos elementos se colocan en función de satisfacer necesidades -fisiológicas, de seguridad, amor y sentimientos de pertenencia; prestigio, competencia y estima sociales; autorrealización, curiosidad y necesidad de comprender el mundo circundante- impulsados por una motivación particular. Para la gestión de la universidad como organización inteligente no basta con la aplicación de técnicas gerenciales modernas ni de tecnologías de la información; el factor más importante es la capacidad de generar un clima de confianza, que favorezca el intercambio como base para explicitar los conocimientos que se poseen y generar otros nuevos a partir de la necesidad que genera la identificación de ciertas lagunas en este insumo en la organización. Por tal motivo, el cambio debe comenzar por el ápice de dirección, que debe conocer también los valores morales, sociales e intelectuales existentes dentro de la organización que dirige con el propósito de utilizarlos, protegerlos e incrementarlos. Los individuos que dirigen deben ser líderes con capacidades actuales y potencialidades de desarrollo futuras para detectar, analizar e interpretar información sobre las: a) causas que provocan la formación de climas emergentes favorables o desfavorables en la organización universitaria; b) su personalidad y la de sus subordinados con vistas a situarse en una mejor posición para crear necesidades que mantengan la motivación, aprovechar las capacidades de liderazgo de otros si él no las posee, entender actitudes y conductas, respetar y explotar las creencias, a partir de 138 la certeza de que nadie es mejor ni peor que otro, sencillamente diferente, la habilidad para conducir a la organización entre diferencias y emergencias, es precisamente lo que lo hace un directivo exitoso; c) el impacto de su estilo de dirección participativo; d) los valores que él posee, los de sus compañeros de trabajo y los de la organización que gerencia, y que no son la suma de los valores de cada uno de sus miembros, así como las capacidades para incorporar otros nuevos; e) las normas que han ayudan a la racionalidad en la toma de decisiones a partir del establecimiento de patrones que identifican la cultura organizacional alcanzada; y f) el impacto de las decisiones que toma en la efectividad de la organización que dirige. El hecho de entender la diferencia entre las personas, nada tiene que ver con la indulgencia. Si la diferencia es diametralmente contraria a los intereses y valores organizacionales e incide negativamente en el cumplimiento de la misión, el individuo requiere otro espacio de desarrollo que no es el que posee. El Complexus propuesto contempla el diagnóstico de la presencia de estos elementos en el cuadro directivo de la organización universitaria y las sugerencias para la formación que deben seguir con vistas a la aplicación del Complexus, o, en caso extremo, las sugerencias de cambio en el personal de dirección, cuando las aptitudes o las actitudes presentes hacen presumir que la estrategia de formación no conducirá al resultado esperado. Los elementos antes analizados son válidos para cualquier persona que forma parte de la Organización Universitaria aunque no ocupe un cargo de dirección. Los resultados que se obtienen por cada uno constituyen las experiencias de aprendizaje, que le permiten adaptarse, volver a aprender y evolucionar, como parte de un proceso que vuelve sobre sí en forma de espiral creativa. El clima de confianza para el intercambio, favorecido por el estilo de dirección y el procesamiento constante de información actualizada sobre los factores influyentes en el buen funcionamiento de la Universidad como organización inteligente, coadyuvan a la satisfacción personal con el trabajo realizado, el reconocimiento social, una buena comunicación, cordiales relaciones humanas y el 139 desarrollo personal, todo con el propósito de crear una cultura generadora de nuevas capacidades. Al igual que los procesos en las organizaciones, los individuos y grupos se desarrollan en la medida en que progresan los procesos cognitivos, emotivos y volitivos, que los caracterizan y que están en una interacción permanente, con límites que se vuelven casi borrosos en la medida en que nos acercamos a cada uno de ellos y entre ellos mismos 1.1 Elementos de la Meseta Individuos / Grupos El desarrollo de esta interacción, más que por la riqueza que ofrece el sólo hecho del procesamiento de información que se genera, también depende del conocimiento de las necesidades de información, formación y colaboración, las motivaciones, habilidades, capacidades, voluntad, conciencia de sí y de los demás, que alcanzan los individuos y grupos. Por ello, el Complexus considera a estos elementos vitales en un tercer orden, después de conocer las funciones universitarias y los factores que influyen en su desarrollo. En este entorno, enfoca la gestión de información, los espacios de intercambio y los indicadores de desempeño de los trabajadores que explicitan la existencia o no de las competencias requeridas para cumplir los objetivos de trabajo. La connotación de este enfoque en el Complexus abarca también las acciones de colaboración, tanto nacional como internacional, como una de las formas para la creación de las capacidades requeridas para el logro de su misión social. La sinergia que se genera, tanto entre individuos de un mismo grupo como entre los grupos que conforman la Comunidad Universitaria cobra forma de bucle en la concepción teórica del Complexus, que distingue los diferentes niveles de desarrollo alcanzados e identificados en información, experiencias, aprendizaje y conocimientos socializados y en constante evolución. Entre los valores compartidos que el Complexus promueve y que deben fomentarse para establecer la Universidad como una organización inteligente están: 140 1. Mostrar modestia y sencillez en la expresión de los conocimientos; en las actitudes, conductas y relaciones. 2. Desarrollar un espíritu de integración y cooperación entre compañeros y con los usuarios en busca de una formación cada vez más integral. 3. Conseguir la máxima competencia en la gerencia de la ciencia, la tecnología y el ambiente 4. Ser proactivos, prospectivos, sistemáticos y perseverantes. Aprender haciendo y escuchando. 5. Fomentar y gestionar el cambio, asumiendo iniciativas y riesgos sin temor a equivocarse y ser recriminado por ello. Compartir la responsabilidad. 6. Trabajar siempre en equipo, donde todas las ideas son buenas. 7. Confiar en los demás y merecer su confianza. 8. Diversificar y redimensionar los espacios existentes para el intercambio de experiencias y conocimientos. 9. Saber escuchar y estar abiertos a la comunicación y la información. 10. Adquirir y compartir experiencias y conocimientos. 11. Respetar a todos los actores universitarios, compañeros, entorno social y medio ambiente. 12. Considerar que ni uno u compañero es mejor ni peor, sólo diferente. 13. Convivir en libertad aceptando las responsabilidades y asumiendo el resultado de nuestras acciones. 14. Lograr calidad en el servicio prestado, innovación permanente en su ofrecimiento, seguridad y salud laboral. 2. Meseta II: Procesos en los que participan los individuos y grupos. Cada proceso requiere información de entrada que procede tanto del entorno interno como externo en que se desenvuelve la organización -como expresión material del conocimiento-, para transformarla y generar nuevos conocimientos, que vuelven a socializarse en pasos posteriores y que se conservan y comparten como parte del patrimonio y la cultura del cómo hacer, respectivamente. 141 Por este motivo, para el Complexus son de vital importancia la información de entrada -previo conocimiento de qué es lo que se necesita-, los espacios para la creación de capacidades; los métodos y medios a utilizar en esos espacios establecidos -que muestran componentes de calidad del servicio universitario y favorecen la comunicación, el aprendizaje y la inteligencia organizacional; los tipos de relaciones que se establecen, la información de salida, así como las competencias que deben crearse, para favorecer el cambio dentro de la Universidad , a partir de las siguientes premisas: 1. Aprender con la experiencia propia y la de otros para no repetir errores. 2. Garantizar que permanezca el conocimiento de las personas aun cuando causen baja. Esto puede lograrse por medio de iniciativas sistemáticas de exteriorización, que conducen a que los conocimientos queden registrados en fuentes documentales 3. Lograr que en todos los espacios formales exista alguien designado para generar la fuente documental respectiva y divulgarla, estimulando la experimentación. 4. Colocar a disposición de toda la Universidad el conocimiento generado en sus áreas mediante espacios formales e informales de aprendizaje. 5. Reconocer y recompensar, tanto la creación como el intercambio de información y conocimientos. 6. Evaluar sistemáticamente las necesidades futuras de información y conocimiento y planificar su obtención. El análisis de cada proceso ayuda a tomar decisiones con respecto al uso de la reingeniería en aras de que sea más efectivo en el cumplimiento de su misión. Se debe recordar que los procesos identificados y abordados en el Complexus son: planificación, gestión, verificación, evaluación y acción. Los procesos de gestión, verificación, evaluación y acción garantizan el cumplimiento de aquello que se ha planificado y la efectividad con que se logra, contribuyen al aprendizaje continuo al establecer maneras diferentes de hacer sobre la base del análisis de los resultados, que forman parte de la experiencia organizacional. Esas nuevas formas de actuar constituyen puntos de partida para el nuevo ciclo donde 142 se pretende ser más certero con respecto al tiempo que dura la detección y solución de un problema en cada proceso y el aprendizaje de las mejores prácticas, y así sucesivamente. El producto del conocimiento puesto en acción incrementa el conocimiento de los procesos, que nuevamente se manifiesta en hechos. 3. Meseta III: Métodos y medios que utilizan los individuos y grupos para ejecutar los procesos y relacionarse. Uno de los factores críticos en la concepción de la Universidad como una organización inteligente, son los métodos y medios que utilizan sus actores, así como los diferentes grupos de trabajo que responden a la estructura actual o que se organicen ad hoc. Su uso está condicionado al conocimiento del objeto de estudio que posean los individuos y grupos, al conocimiento sobre los métodos y medios existentes que son aplicables a ese objeto, y al propio hecho de poderlos implementar en un contexto socioeconómico específico. 3.1 Elementos del componente métodos y medios La innovación expresa la actualidad y prepara las reacciones futuras de la organización sobre la base de un procesamiento efectivo de la información en un área de interés y del resultado de los indicadores establecidos para medir su accionar; revela además el aprendizaje continuo de su personal. Así que la Universidad debe conocer: quiénes somos, qué sabemos, quiénes sabemos que, de qué somos capaces solos y en determinados equipos, qué tenemos que hacer para reaccionar al cambio respectivo y enseñar a otros a que lo hagan, qué hay que hacer para incidir en los actores sociales de manera que se minimicen los errores y se maximice la conciencia y voluntad de aplicar, desarrollar y transferir tecnologías con un enfoque integral, qué valores compartidos se deben poseer para ello. El enfoque integral de la innovación, como capacidad, pasa por las dimensiones organizacional, tecnológica, ambiental, financiera y de los recursos humanos, y es indispensable para la competitividad de la Universidad. Bajo los principios del Complexus la innovación para gestionar la ciencia, la tecnología y el ambiente, la comunicación interna grupal e intergrupal y el sistema de 143 calidad fomentan la cultura de la Universidad sobre la base de las experiencias, valores compartidos, formas de hacer, que son expresiones de las capacidades expresadas en habilidades, conocimientos y voluntades. Cultura que se conserva objetiva y subjetivamente y se transmite a cada persona que se incorpora a la organización universitaria con la idea de que se proyecte en función de ella y la enriquezca, sobre la base del conocimiento consensuado puesto en acción. Los medios disponibles contribuyen a la recolección, procesamiento y análisis de los datos e información. Las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) favorecen el establecimiento de sistemas de inteligencia y la vigilancia tecnológica, como complemento del anterior, que se nutre de los estudios de prospectiva y el benchmarking, entre otros; establecen un canal eficiente para la comunicación interna sobre fuentes de información internas y externas, el trabajo en grupos, la actualización de la memoria corporativa y la difusión dentro de y hacia el entorno. Entre estos elementos existe una estrecha relación, el propio sistema de inteligencia aporta informaciones valiosas para la prospectiva tecnológica, por ejemplo. El Complexus aboga porque ningún método o medio es mejor que otro siempre que su uso incremente la efectividad para gestionar la ciencia, la tecnología y el medio ambiente, pero sí exige un conocimiento actualizado de éstos por parte de los ejecutores, que permita trazar la estrategia para alcanzar su implementación sistemática en la Universidad, por tanto el asunto medular está en lograr un equilibrio entre comunicación, cognición, aplicación y desarrollo de tecnologías. 4. Meseta IV: Relaciones interpersonales, intergrupales dentro de la Universidad como organización inteligente. La experiencia, como resultado del uso de la información, el compartir el conocimiento y desarrollar la inteligencia -efectividad en las capacidades adquiridasse manifiesta en las relaciones que se establecen entre las personas, en y durante los espacios creados para ello o informalmente en el quehacer diario, como revelación de su esencia social. 144 La comunicación es vital para establecer relaciones de subordinación o coordinación donde es tan importante el usuario interno de la información como el externo. La consideración de este aspecto es sumamente importante para la Universidad, debido a la particularidad de su funcionamiento, expresada anteriormente y que se resume en el siguiente planteamiento: se lograrán mejores indicadores dentro de los actores sociales de la comunidad universitaria en la medida en que sus miembros procesen mejor, tanto la información y los conocimientos de su quehacer interno como de los actores con los cuales actúan para cumplir con la misión otorgada; para ello, tienen que crear espacios internos de intercambio de información y conocimientos. Por su parte, los Escenarios se estructuraron de la siguiente manera: Escenarios del Complexus Teórico Sinercrático de Gestión (CTSG) 1. Escenario Reflexio Reflexio: Grupos Sinérgicos de Reflexión. La conformación de Grupos Docentes Sinérgicos constituye el primer escenario de este Complexus. El trabajo y la reflexión en situación grupal constituyen la clave más importante para la gestión del conocimiento. En el plano real de las organizaciones no existe una estrategia que sea la panacea para la solución de todos los problemas. Sin embargo, la reflexión en grupos de trabajo le permite a los docentes visualizar un conjunto de acciones orientadas a la búsqueda de soluciones a los problemas más apremiantes de la institución. Dentro de este escenario es fundamental la sensibilización de los docentes que han de conformar los equipos de trabajo, y este primer paso debe estar dirigido a motivar en torno a la productividad de la organización. El mejoramiento de la productividad debe estar fundamentada en el cambio: conlleva a que los docentes identifiquen los verdaderos problemas de su institución así como también la aceptación de su responsabilidad ante los mismos. Ello implica un cambio de actitudes y valores de todo el personal en materia laboral, cambio que debe sustentarse en un clima de apertura que implique que todo lo que se haga, se 145 haga de manera eficiente y productiva. Se sugiere para la conformación de los grupos de reflexión, que el personal medite sobre los siguientes aspectos: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. Proactividad Creatividad Colaboración Solidaridad Empatía Uso del Tiempo Comunicación Respeto. A objeto de facilitar el continuo crecimiento de los grupos de trabajo, se sugiere un seguimiento o monitoreo que puede ser mensual, bimensual o trimestral, según las necesidades y los acuerdos establecidos. Este monitoreo puede ser a través de talleres donde se tomarán en cuenta los siguientes aspectos: 1. Concientización: Mediante vivencias y ejercicios, los participantes toman conciencia de todas las opciones cognoscitivas, afectivas y conductuales. 2. Comprobación: Mediante una confrontación teórica y de casos, los participantes evalúan su realidad y formulan y ensayan un modelo congruente de acción. 3. Contextualización: Los participantes aplican y contextualizan dicho complexus a su realidad laboral y personal, con el fin de trazar planes de acción estratégica y autoevaluación. Las reflexiones en torno a los aspectos anteriores deben configurar el clima requerido para el funcionamiento de grupos sinérgicos, lo cual se traduce en equipos cooperativos, solidarios, creativos, empáticos, auto-reflexivos, comunicativos e interdisciplinarios. Los equipos de trabajo deben iniciar un proceso de reflexión sobre los problemas fundamentales del rendimiento y de las necesidades básicas de aprendizaje, de tal manera que permita conocer la situación de las condiciones académicas de la universidad y detectar en qué medida otros factores, internos o externos puedan estar incidiendo en el desarrollo de la práctica educativa. 146 Por otra parte, estos grupos o equipos sinérgicos de reflexión, establecerán las prioridades a atender en función de las capacidades, las fortalezas y los recursos disponibles para dar respuesta a los problemas detectados. Una vez clarificado lo que se quiere hacer en la Universidad, se recomienda la definición de las estrategias que reflejen cómo se van a alcanzar los objetivos propuestos para gestionar el conocimiento. 2. Escenario Actio Actio: Acciones. Una vez que se han conformado los grupos de reflexión y que los Docentes se han sensibilizado sobre la necesidad de cambiar la visión tradicional de universidad por una universidad inteligente, en donde el factor clave lo constituye la gestión sinercrática del conocimiento, se debe instrumentar un conjunto de acciones orientadas a dar solución a los problemas de dicha organización. 3. Escenario Gestio Gestio: Gestión Productiva. El despliegue de las acciones descritas en el escenario anterior, dan paso al surgimiento de un nuevo escenario: el de la gestión productiva. Desde esta perspectiva, se concibe que solo en la medida en que una organización es productiva, es decir, que sea capaz de satisfacer las necesidades que le demanden los usuarios y la sociedad, en esa medida está en posibilidad de cumplir su misión histórica. Cuando se habla de gestión productiva, se hace referencia al resultado de un conjunto de acciones que hacen posible que la organización, los procesos y los individuos dentro de la institución sean eficientes, dinámicos y con visión estratégica para alcanzar los objetivos y metas que le son comunes. Una gestión productiva, es un proceso que concentra esfuerzos hacia el logro del mejoramiento continuo del sistema y sus propios procesos. Para ello se requiere del esfuerzo de todos los miembros de la organización, con un alto grado de sinergia que propicie un cambio cultural para obtener resultados exitosos. 147 Una institución inmersa en un proceso productivo, es aquella que orienta o canaliza sus esfuerzos en utilizar eficazmente sus recursos humanos, técnicos y financieros al servicio de una mejor atención de sus usuarios, siempre con miras hacia la calidad educativa. Este Complexus Teórico Sinercrático de Gestión, impulsa la generación de conocimientos en el seno de las organizaciones universitarias para resolver sus problemas, armonizar sus intereses y realizar sus metas como grupo social. Sostiene la idea de que moldeamos el mundo en que vivimos y creamos nuestra propia realidad, dentro del contexto de una comunidad con otros individuos; comunidad que por medio de sus posibilidades y restricciones políticas, económicas, sociales y culturales fija los límites de nuestras narraciones y limita nuestra posibilidad de elección a determinados contextos. Es por ello, que las organizaciones inteligentes no pueden ser independientes de los grupos, intereses y las operaciones de construcción que la constituyen, si se acepta esto, se puede concluir lógicamente que cualquier realidad es relativa en cierta medida, más no descontextualizada. Siendo este el marco, esta teoría se expresa a través de la convocatoria a generar un diálogo plural de los actores sociales en el ámbito de las organizaciones de educación superior en Venezuela, lo cual debe pasar por un proceso colectivo de diálogo y de validación de sus postulados. Es decir, se sustituye la pretensión de absolutismo en materia de gestión del conocimiento por una búsqueda sinérgica, colaborativa del significado otorgado por los sujetos en la racionalidad. Así, las inteligibilidades se dan en planos de colaboración y mutuo intercambio en el seno de las organizaciones. En concordancia con lo explicitado hasta ahora, el Complexus Teórico Sinercrático de Gestión del Conocimiento para una ontología de la universidad como organización inteligente, se construye y reconstruye en el devenir de los procesos sociales, mediante las interacciones cotidianas, ya que se considera que son resultados de un continuo proceso de construcción y mantenimiento colectivo. Esto vendría relacionado con las concepciones de saber/poder que unifica Michael Focault, por su mutua interacción y con la dirección ascendente y no descendente del poder, es decir, 148 no hay imposición por parte de los poderosos de las estructuras y valores predominantes en una organización, sino que desde las interaccione cotidianas, ya se ejerce poder, ya que se reproduce una serie de verdades o se generan nuevas concepciones que pueden entrar en conflicto con otros conocimientos o realidades. En definitiva, esta teoría que surge como producción doctoral, cuestiona el conocimiento individual y el establecimiento de una moral o ética individual e individualizante, impulsando un reconocimiento del saber colectivo y un reforzamiento de la universidad como organización inteligente. En relación con el contexto lleno de complejidad, caracterizado por el caos, incertidumbre, movimientos no previsibles, que configura el ámbito de la gerencia del conocimiento en las organizaciones universitarias, se observa un trasfondo epistemológico configurado por un problema paradigmático. Esto denota la necesidad de incorporar el proceso mismo de construcción del conocimiento en la aplicación de una sinergia gerencial. Para esta teoría la realidad fractálica y entrópica que han señalado los físicos del siglo XX, solo puede ser estudiada y en cierto modo debidamente orientada hacia objetos particulares como la dimensión sinercrática en la gerencia del conocimiento, a través de un paradigma que incluya procesos de distinta naturaleza, como es el pensamiento complejo. En razón de lo anterior, el paradigma de la complejidad posibilita una comprensión introspectiva vivencial, del devenir de la gerencia del conocimiento, su flujicidad, la entropía que lo caracteriza, las múltiples fisonomías que asume, las contradicciones que refleja, los perjuicios y beneficios que puede generar y todos aquellos elementos en perspectiva compleja que conforman el tejido epistemológico del saber . Relacionando lo arriba expuesto, en la capacidad interpretativa de esta teoría en construcción, también participa lo caótico y se define como una relación compleja de efectos intencionales y no intencionales que la hacen una acción siempre incumplida; es decir, que toda interpretación es siempre infinita y en permanente cambio. Las ideas, los conceptos y los recuerdos surgen del intercambio social y son mediatizados por el lenguaje, la comunicación y otras práctica, por tal motivo los 149 significados son compartidos, así mismo su naturaleza simbólica dado que están condicionados por los valores y el contexto sociocultural del sujeto que al hablar lo construye. Esto indica a su vez que la gestión del conocimiento bajo una óptica sinercrática constituye una categoría en movimiento, en continuo cambio, en evolución, interrelacionada e interconectada, en una constante construcción, reconstrucción y regeneración, puesto que debe responder a la naturaleza, características y al momento histórico, social, económico y cultural de la universidad venezolana. Así pues, la no linealidad, lo desconocido, lo complejo, forma parte intrínseca de la naturaleza y requiere de un nuevo discurso para su comprensión e interpretación. En materia axiológica se observa que la gestión del conocimiento bajo una óptica sinercrática para hacer de la universidad una organización inteligente, requiere el cultivo y desarrollo de valores humanos, que no implique ningún tipo de discriminación. Es decir, que todos los miembros de la comunidad universitaria tengan la oportunidad de acceder al conocimiento-tecnológico, beneficiarse de él, en el entendido de que el uso de tal conocimiento debe ir acompañado de una especie de control ético que no permita el desbordamiento de consecuencias perjudiciales a la vida y al hombre sobre la Tierra. Estos valores, constituyen la fuerza centrípeta que ha de mantener el desarrollo de la ciencia y la tecnología en los niveles adecuados para la concepción de una universidad como organización inteligente 150 REFLEXIONES El complexus teórico resultante de este trabajo doctoral inicia la promoción, creación y profundización de una sociedad sinercrática como plataforma para la configuración de la universidad como organización inteligente. Esta sinercracia constituye una forma de poder en la que la comunidad universitaria unifica sus esfuerzos para la gestión del conocimiento y del capital humano como estado permanente del desempeño y la productividad tanto en la docencia como en la investigación y la extensión. La Sinercracia, entonces debe ser entendida como el poder de los actores universitarios donde la virtud es el flujo vital que modela el comportamiento de cada individuo. La gestión sinercrática del conocimiento, en una época de hiperinformación, de cambios acelerados y profundos, de caos e incertidumbre constituye la superestructura intelectual de la cual debemos asirnos para hacer de la universidad una organización inteligente, con oportunidad de desarrollo humano en iguales condiciones para todos, aún cuando sabemos que desde el punto de vista genético y psicológico somos individualidades diferentes; pero ante la ética que puede concebirse como una estructura del súper ego, debe haber iguales oportunidades para el desarrollo de las distintas capacidades y talentos de todos, aún cuando tengamos en algunas áreas limitaciones manifiestas. La conformación rizomórfica de esta teoría, se desprende de la idea de una irrigación de la ontología de la universidad como organización inteligente por el elemento sinérgico, bajo una concepción no referencial, sino más bien vivencial y conviccional, que incorpora el principio físico del entramado global sin piedras angulares que reflejen la epistemología de los hechos y de su tratamiento en un contexto complejo. La sinergización de la gestión del conocimiento, reflejada en la promoción y formación del capital humano, en la protección del capital intelectual, en el impulso de un liderazgo colectivo para desmontar la autoridad única de una gerencia autoritaria o impuesta y en una relación igualitaria y horizontal en el manejo del 151 conocimiento propicia altos niveles de productividad, bienestar colectivo, recogiendo la idea y el esfuerzo mancomunado, de la satisfacción de necesidades, materiales y espirituales del ser humano, todo en función de promover el capital intelectual como recurso intangible pero aprovechable en función del equilibrio organizacional. La praxiología de esta teoría, es decir, su operacionalización en la práctica, consiste en la promoción, organización y ejecución del trabajo humano orientado hacia una gestión sinérgica del conocimiento científico, para lo cual se debe cumplir con una serie de fases tales como la promoción del conocimiento, la generación, la aplicación, el almacenamiento, la construcción, la reconstrucción y ajustes, las cuales han de integrarse al proceso administrativo, imbricándose y consustanciándose con el mismo, a fin de dar respuesta a sus objetivos fundamentales, alimentado y dinamizado por un sistema ético. De esto se desprende un cambio organizativo en las estructuras organizacionales de la universidad, donde la ética obliga a los niveles superiores Taylorianos a formar organizaciones aplanadas, donde todos se involucren en el hecho social productivo, cada quien con el desempeño de su rol, con responsabilidad y calidad. En este sentido, la universidad como organización inteligente cobra una fisonomía global con características recursivas en sus fases, tendencia a la integralidad, desarrollo simultáneo, y retroalimentación permanente. En la puesta en práctica de ésta teoría, el ejercicio de la autoridad responde a una nueva racionalidad, se trata de autoridad compartida, que viene del conocimiento, del trabajo, de la solidaridad, del apoyo comunitario y en fin de unas relaciones sinérgicas. La autoridad estaría en relación directa y en función del crecimiento de la organización, es decir una nueva autoridad organizacional 152 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Abassi, S.M.; Hollman, K.W. (2000). "Turnover: The real bottom line". Public Personal Management. Vol. 29, núm. 3, pág. 333-342. Abbagnano, J. (1999). Diccionario de Filosofía. Bogotá: Fondo de Cultura Económica. Achinstein, P. (1989): Naturaleza de la Explicación. México, Fondo de Cultura Económica. Adam, F. (1986). 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