Variaciones en la respuesta social a la practica de la agricultura de

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Variaciones en la respuesta social a la practica de la agricultura de
VARIACIONES EN LA RESPUESTA SOCIAL A LA PRÁCTICA
DE LA AGRICULTURA DE RIEGO 1
René Millon
RESUMEN
Se examina la información de pequeños sistemas de riego en siete
sociedades: los Sonjo del norte de Tangañica; un pequeño pueblo de
Ceilán: Pul Eliya; un sistema que abarca varios pueblos en Honshu,
Japón; las cooperativas de riego en el sur de Bali; la tribu El Shabana
del sur de Irak; la tribu Narid de Hadhramaut en el Protectorado de
Adén; y el Valle de Teotihuacán, México. Estos casos representan
sistemas de un solo pueblo y sistemas multicomunitarios (y en Bali un
sistema descentralizado, aunque complejo, donde los usuarios de un
sistema de riego se encuentran en comunidades distintas y sólo
algunos de los pobladores de una comunidad pertenecen al mismo
sistema de riego). No hay una clara interrelación entre el grado de
centralización de la autoridad y el tamaño del sistema de riego o el
número de gente involucrada. Además, la práctica de la agricultura,
aparentemente, no ha llevado a un crecimiento sustancial de la
autoridad central. Esto hace riesgosas la mayoría de las inferencias
arqueológicas sobre los sistemas políticos o sociales que pudieran
haber estado asociados con pequeños sistemas de riego prehistóricos.
Además, debe subrayarse que la depe ndencia de un sistema común de
riego tiene una fuerte potencialidad para los antagonismos y el
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Edición original: 1962 “Variations in social responses to the practice of irrigation
agriculture” (pp. 56-88) En R. B. Woodbury (editor) Civilizations in Desert Lands,
Anthropological Papers num. 62, University of Utah Press, Salt Lake City, Estados
Unidos. Traducción de J. Palerm, corrección de la traducción R. Melville.
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Aventuras con el agua
conflicto social, al igual que para la cooperación. En algunas de las
sociedades aquí examinadas existen arreglos tradicionales muy fuertes
que mantienen bajo control el conflicto social, aun sin la
centralización de la autoridad, pero cambios en la tenencia de la tierra,
en la población, o en el suministro de agua pueden hacer que estos
arreglos sean inadecuados para controlar la nueva disensión.
INTRODUCCIÓN
Este ensayo es una resultante del trabajo de varios de nosotros en el
moderno Valle de Teotihuacán, cerca de la Ciudad de México (Millon,
Hall y Díaz, 1962). Utiliza la información obtenida en el curso de un
breve estudio sobre la operación de un sistema de riego del Valle de
Teotihuacán, así como información tomada de estudios recientes en
otras partes del mundo, cuya población está involucrada en la práctica
de la agricultura de riego basada en sistemas relativamente pequeños 1 .
Las sociedades que ahora nos ocupan van desde entidades políticas
autónomas a comunidades o grupos de comunidades incorporados a
sociedades mayores, populosas y estratificadas, con una considerable
complejidad organizacional y económica. Sólo un de los casos está
incluido en un sistema de riego a gran escala que intenta hacer un uso
coordinado de una cuenca hidráulica. Dos son sociedades cuyos
miembros viven en áreas antes ocupadas por ‘civilizaciones del
desierto ’, tal y como fueron definidas en este symposium2 .
El propósito de este ensayo es, primero, enfocar la atención hacia las
grandes variaciones que existen entre estas sociedades para repartir el
agua y, segundo, dirigir la atención a las implicaciones de doble filo
de cooperación y conflicto en la práctica de la agricultura de riego.
Estos puntos tienen implicaciones tanto para el estudio de las antiguas
civilizaciones del desierto como para el entendimiento de los
problemas que los regantes contemporáneos enfrentan.
DATOS COMPARATIVOS
Las siete sociedades consideradas aquí han sido escogidas por tratarse
de grupos que han sido estudiados recientemente con técnicas
Variaciones en la respuesta social
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modernas de estudio y análisis, y porque ilustran las variaciones en el
problema crítico de cómo repartir el agua a las parcelas de las
personas que participan en un sistema de agricultura de riego. (Tres de
las siguientes siete sociedades se consideran con mayor detalle ya que
la información se encuentra en tesis doctorales que no han sido
publicadas. Otros tres, cuya información se encuentra en artículos, se
tratan con brevedad).
1. Sonjo, Norte de Tangañica, África del Este
Los Sonjo son un grupo perteneciente a los Bantú-hablantes, están
rodeados por Masai y se encuentran ubicados en el norte de
Tangañica, cerca de la frontera con Kenia. Fueron estudiados por
Robert F. Gray en 1955 (Gray, 1958, ver también Hall, s/f). Hay
aproximadamente 4,500 Sonjo que viven en seis comunidades
localizadas a 5,000 pies sobre el nivel del mar en la ladera rocosa de
una cordillera (Gray, 1958 : 37-38). Hasta hace muy poco todas las
comunidades estaban rodeadas por sistemas defensivos consistentes
en empalizadas y setos de arbustos espinosos de hasta unos 70 pies de
ancho, utilizados como defensa contra los Masai (Gray, 1958: 48-50).
Cada comunidad es una unidad autónoma en términos políticos y
económicos, vinculada a las otras comunidades por parentesco, por un
sistema tribal de grupo de edad no estructurado en términos extra
comunitarios, por una religión y un sacerdocio común (Gray, 1958:
184-185, 170-173). “Excepto por dos comunidades [Kheri y Ebwe]
que comparten una misma empalizada, ni siquiera los enfrentamientos
con los Masai los unieron [a los Sonjo] en términos formales o
informales” (Hall, s/f pp. 33; Gray, 1958: 184-185).
Hay poca precipitación en el territorio Sonjo. Los cultivos de la época
de lluvias son usualmente irrigados; los cultivos de la época de secas
dependen totalmente del riego. El agua para el riego se obtiene tanto
de arroyos como de manantiales, y estos últimos aportan la parte más
importante (Gray, 1958 : 39-41).
Las seis comunidades Sonjo tienen una población por comunidad que
varía entre 500 a 1,200 habitantes. “Cada [comunidad] está dividida
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Aventuras con el agua
en wards, ocupados casi exclusivamente por los miembros de un
único clan exógamo y [patrilineal], con unos 3 a 6 wards en cada
comunidad” (Hall, s/f pp. 33; Gray, 1958: 42-46). Una excepción es el
clan de los sacerdotes, que es no - localizado. Hay uno o dos sacerdotes
por comunidad, están a cargo de los templos de la comunidad, y hay
una concentración de sacerdotes en la comunidad de Rokhari, donde
se localizan los templos de la tribu (Gray, 1958 : 170-171). Cada
comunidad tiene por lo menos un templo y un cierto número de
lugares sagrados; algunos de los más importantes son los manantiales
que abastecen de agua a los sistemas de riego. Cada manantial está
tradicionalmente a cargo de un clan en particular. Los miembros del
clan, sin embargo, no derivan un beneficio especial de esta conexión
(Hall, s/f pp. 33; Gray, 1958 : 48, 72-73)
Los linajes patrilineales tienen una profundidad de no más de tres
generaciones. No hay funciones rituales de los linajes. La relación
entre los linajes de un clan es “vaga, no estructurada y de poco interés
a los miembros del clan” (Hall, s/f pp. 34; Gray, 1958: 99-103, 112118, 189-195).
“El grupo corporado básico más importante --según Gray-- no es el
linaje o el clan, sino el ward como una unidad territorial” (Hall, s/f pp.
34). La cooperación económica tiene lugar a nivel del ward --el
cultivo de las parcelas, la construcción de casas y el pastoreo.
Similarmente, los individuos se interrelacionan socialmente como
miembros del ward.
La tierra es de propiedad individual, y hay de dos clases: tierra de
hura, tierra aluvial de la planicie del valle; y tierra de magare, en las
laderas circundantes. La tierra de hura es más rica y se cultiva en la
estación de secas mediante el riego. Toda el agua disponible se utiliza
en su cultivo y es “cuidadosamente conservada y dividida entre los
usuarios de acuerdo con reglas definidas” (Gray, 1958: 68). La tierra
de magare se cultiva durante la estación de lluvias y normalmente
requiere de la combinación de riego y precipitación pluvial. Gray
indica que cada hombre tiene tierra de hura y tierra de magare. Como
la tierra de magare se cultiva de año y vez, cada hombre tiene dos
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grupos de estas tierras, que cultiva alternadamente. Gray (1958: 69)
afirma:
La cantidad de tierra de magare que puede cultivarse en un año
dado está limitada por la cantidad de agua disponible para el
riego. Por lo tanto la tenencia de la tierra de estos campos se
define más bien en términos de derechos al agua de riego y no
de áreas delimitadas de tierra.
Los cultivos más importantes de la tierra de hura son el camote, el
mijo y distintas variedades de sorgo. El sorgo y el mijo son los dos
cultivos principales de la tierra de magare (Gray, 1958: 52-55, 68-69,
112).
Kheri, la comunidad estudiada con mayor detalle por Gray, tiene una
población aproximada de 650, y un área total de cultivo que parece ser
de 700-800 acres (285-325 hectáreas) [N. del T. un acre equivale a
0.40 hectáreas]. Aunque comparte una empalizada con la comunidad
de Ebwe, en los demás aspectos está separada y es independiente
(Gray, 1958: 43, 71, 77, 79).
El sistema de riego de Kheri es extremadamente simple, como lo son
los de las otras comunidades observadas por Gray. Se limpia
anualmente, pero fuera de esto requiere de poco mantenimiento. Cada
comunidad tiene su propio sistema, independiente de las otras
comunidades, basado principalmente en manantiales, que en el caso
de la comunidad de Kheri no han fallado y no tienen fluctuaciones
impredecibles. Gray estima que una cuarta parte del volumen de agua
del sistema de Kheri es de arroyo. Los arroyos no tienen un
significado religioso, pero los manantiales se consideran sagrados, se
protegen de quien los pueda contaminar, y son sitios para ofrendas
ceremoniales y rezos. Los manantiales también tienen un lugar
prominente en la mitología Sonjo, como lo tiene el riego en general
(Hall, s/f pp. 35; Gray, 1958: 68-78, 80, 82).
El control de agua para riego está en un concejo de ancianos de la
comunidad, un total de 17 en la comunidad de Kheri, “que mantienen
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Aventuras con el agua
sus cargos como miembros por derecho de herencia” (Gray, 1958: 83).
Este grupo, llamado los wenamiji (‘los hombres de la comunidad’),
tienen bajo su responsabilidad la planeación y dirección de todo el
sistema de riego, supuestamente con el propósito de “utilizar el agua
con la máxima eficiencia” (Gray, 1958: 83). Los wenamiji también
disfrutan de ciertos derechos especiales heredados en el uso de agua
de riego para sus parcelas. El resto de los hombres de la comunidad se
dividen en varias categorías según sus derechos al uso del agua. (El
resto de esta reseña se refiere específicamente al caso de Kheri). Para
propósitos de riego, cada día se divide en cuatro períodos, de
aproximadamente seis horas cada uno. Los wenamiji asignan los
derechos primarios de agua a un individuo por un total de seis horas.
Si el agua es abundante, se puede asignar agua a dos o más individuos
a la vez. Si el agua es escasa la dotación completa de agua se asigna a
un solo individuo cada seis horas. Un ciclo de riego dura unos 14 días,
lo que quiere decir que hay cuando menos cuatro veces catorce, esto
es 56 períodos de seis horas por repartir durante cada ciclo (Gray,
1958: 70, 83-85).
Cuando inicia un ciclo, los wenamiji se asignan a sí mismos la primera
dotación. Las siguientes dotaciones de agua corresponden a un grupo
de 18 ancianos llamados los wenamiji ‘menores’. Este grupo también
posee derechos heredados, iguales a los wenamiji, pero no tienen voz
en el manejo del sistema y no tienen “poderes especiales en el
gobierno de la comunidad” (Gray, 1958: 84). Después de recibir sus
turnos, los siguientes períodos de riego se asignan a un grupo de
ancianos llamados wakiama. Teóricamente, debería haber 21 de éstos,
pero en la práctica son entre 20 a 25. Los wakiama no tienen derechos
al agua hereditarios o permanentes. Obtienen sus derechos temporales
pagando a los wenamiji. Gray los describe como representando a
“familias pudientes de la comunidad que carecen de las posiciones de
privilegio heredadas en relación al agua pero que son capaces de pagar
por estos privilegios con chivos ” (Gray, 1958: 85). A los individuos
de esta categoría se les asignan derechos de agua, pe ro sólo por
períodos cortos, mes por mes, y el número de wakiama fluctúa. Un
miembro del grupo de wakiama “tiene que tratar con los wenamiji
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como grupo corporado para obtener derechos al agua ” (Gray, 1958:
86). Si es aceptado, debe entregar un chivo cuando los wenamiji lo
pidan. Estos chivos se utilizan principalmente en sacrificios y
ofrendas rituales. Los privilegios de wakiama no pueden ser dados a
cualquiera que pueda hacer entrega de chivos, ya que hay un número
limitado de lugares. En tiempos de extrema escasez de agua los
wenamiji a veces eliminan algunos de los wakiama del ciclo de riego,
por lo tanto los wakiama “no tienen la absoluta seguridad de sus
derechos de agua ” (Gray, 1958: 86). Su pertenencia fluctúa y de
ninguna manera constituyen un grupo corporado (Gray, 1958: 85-86).
Los wenamiji, los wenamiji menores y los wakiama constituyen
menos de la mitad del número de hombres que necesitan riego. Los
otros, a los cuales Gray se refiere como ‘el pueblo’ [commoners] en
términos del riego, “no tienen derechos primarios y deben pedir
derechos secundarios a individuos con derechos primarios a los que
les han asignado períodos regulares en el ciclo de riego ” (Gray, 1958:
85). Un individuo con derechos primarios rara vez requiere del total
de seis horas de riego y frecuentemente necesita no más de dos horas.
Las horas de agua restantes están entonces disponibles para repartirse
entre ‘el pueblo’. Usualmente se requiere que el ‘del pueblo’ entregue,
si hay, una pequeña cantidad de miel por este privilegio; si no tiene
miel, puede dar grano o dinero. ‘El pueblo’ intenta obtener derechos
secundarios al agua de sus parientes patrilineales cercanos. A falta de
un pariente que pueda proveerle de agua, uno ‘del pueblo ’ “debe
competir con otros ‘del pueblo ’ por el agua disponible de los no
parientes. Si sus recursos de miel, grano o dinero están relativamente
restringidos, puede verse en dificultades para conseguir el agua
suficiente que requieren sus cultivos” (Gray, 1958: 86-87). Gray
comenta que ‘el pueblo ’ está frecuentemente en una posición precaria
en relación con el agua de riego. Si sus intentos de conseguir agua
fracasan y sus cultivos están en riesgo, puede robar agua en las
noches. Se dice que este robo de agua ocurre con cierta frecuencia, y
parece funcio nar como una válvula de escape del sistema, ya que el
castigo por el robo de agua es pequeño: un chivo (Gray, 1958: 85-86,
201-202). Aquellos ‘del pueblo’ que son parientes de un wenamiji no
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Aventuras con el agua
esperan por ello un trato preferencial, aun cuando el wenamiji sea el
padre o hermano. Se espera que los miembros wenamiji antepongan
los intereses del concejo y de la comunidad a los intereses del linaje.
Uno de los informantes de Gray tenía un hermano mayor en el concejo
de los wenamiji, de quien ocasionalmente conseguía agua. Pero
usualmente tenía que encontrar otra fuente ya que el hermano había
distribuido su agua sobrante a otros fuera del linaje, a quienes debía
favores (Gray, 1958: 86-87, 99-100).
El acceso al status de wenamiji normalmente es por herencia de padre
a hijo primogénito. Bajo ciertas circunstancias uno de sus hermanos o
un hermano del difunto miembro del concejo puede ser seleccionado
en su lugar. Bajo circunstancias poco usuales el derecho al status ha
sido vendido (Gray, 1958: 112, 113, 115, 209; Hall, s/f pp. 36). Los
wenamiji no son considerados por la población como representantes
de linajes o clanes, sino más bien como representantes de la
comunidad en su conjunto. Gray ofrece datos que parecen avalar esta
concepción. Como se dijo anteriormente, se supone que ninguno de
sus privilegios puede extenderse a alguien externo a su unidad
doméstica, ni tienen obligaciones con sus parientes en virtud de su
puesto. Hall resume el rol de los wenamiji como sigue (s/f pp. 37):
“Mientras que sus privilegios los benefician como individuos y como
jefes de familia, en tanto individuos no tienen autoridad sobre otros
miembros de la comunidad. Sólo como un grupo corporado, en la
forma del concejo de los wenamiji, están investidos de autoridad.
Como concejo, sin embargo, ejercitan una amplia autoridad sobre la
comunidad y sobre el sistema de riego. Tienen control exclusivo de la
administración y la supervisión del sistema de riego, incluyendo
convocar a la limpia anual que requiere el trabajo de todos los
hombres [adultos] de la comunidad, supervisar la [operación]
cotidiana del sistema, atender todas las disputas e infracciones, cobrar
las multas y cuotas, y realizar la distribución de agua a los wakiama.
Constituyen el cuerpo ejecutivo, administrativo y judicial para el
sistema de riego” (también Gray, 1958: 198-200, 210-211).
Los wenamiji sirven en la misma capacidad [N. del T. no hay
diferenciación de roles entre los wenamiji] en todos los asuntos que
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involucran a la comunidad en su conjunto, que anteriormente incluía
la guerra. Actúan como cuerpo jurídico para todos los ‘delitos
públicos ’ (homicidio, robo, ofensas sexuales, abusos de derechos de
agua, disturbios a la paz). También regulan el divorcio y los nuevos
matrimonios, imponen y recogen multas y cuotas. Los ‘guerreros’
están sujetos a su autoridad y anteriormente los wenamiji comandaban
a los guerreros en los asuntos militares. El castigo más fuerte en una
comunidad Sonjo es el exilio, decretado por los wenamiji y llevado a
cabo por sus guerreros (Hall, s/f, Gray, 1958: 201-206, 212).
La población afirma que los derechos y privilegios de los wenamiji
derivan supranaturalmente de sus ancestros patrilineales a los que, el
héroe cultural de los Sonjo, concedió una posición favorable. Los
wenamiji sirven como líderes en las fiestas religiosas anuales, siendo
las más importantes aquellas asociadas al ciclo agrícola. Su relación
con los sacerdotes de la comunidad no es clara. Gray comenta que los
sacerdotes restringen sus actividades al templo y no participan en
ceremonias públicas. Añade que hay evidencia de un “vínculo
constante” entre los wenamiji y los sacerdotes y se arriesga a opinar
que éstos están subordinados a los wenamiji. Pero como sólo pudo
obtener datos fragmentados sobre el sacerdocio, dado que los aldeanos
habían sido instruidas “de no divulgar los nombres de sacerdotes o su
número a gente de fuera”, y como fue rechazado cada vez que intentó
hablar con un sacerdote, parece probable que los sacerdotes jueguen
un rol aun mayor en asuntos importantes de la comunidad y la tribu de
lo que Gray sugiere (1958: 170, 138, 153-169, 172, 173, 205).
El sistema de grupos de edad de los Sonjo abarca a toda la tribu. Pero
los grupos de edad están organizados y operan únicamente a nivel de
comunidad, excepto en la esfera de la amistad y la hospitalidad. Los
guerreros, el grupo de edad más importante, se dividen en dos
subgrupos, mayores y menores. Después de catorce años como
guerreros, el grupo adquiere el status de ancianos, y el grupo de edad
a partir de entonces “pie rde casi toda su estructura y función social”
(Gray, 1958: 122, 125-127, 135). Tradicionalmente, los guerreros
tenían asignada primordialmente la responsabilidad de defender a la
comunidad contra los ataques depredadores de los Masai. No se les
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Aventuras con el agua
permitía casarse y no estaban involucrados en las actividades
económicas de la comunidad. No tenían tierra en propiedad y no
emprendían actividades agrícolas en absoluto sino hasta que llegaban
al status de ancianos. Hoy en día, sin embargo, se permite que los
guerreros mayores se casen, establezcan sus propios hogares y se
involucren en la agricultura. Esto los introduce al sistema económico
y al sistema de riego (Gray, 1958: 131, 212; Hall, s/f pp. 40). Aunque
Gray no explora esta cuestión, parece probable que el gran número de
gente ‘del pueblo’ [commoners] que hay actualmente en la comunidad
sea un desarrollo relativamente reciente, resultante de la inclusión de
los guerreros mayores en las actividades agrícolas de la comunidad.
Los Sonjo, entonces, representan el caso de un sistema de riego a
pequeña escala extremadamente simple, que abastece a una
comunidad de tamaño moderado, con un sistema muy centralizado de
autoridad. No está claro si el desarrollo de este sistema de autoridad
centralizado está relacionado con la práctica del riego. No hay datos
de hasta qué punto pueda haberse desarrollado como respuesta a la
amenaza endémica de los Masai. Gray señala que los Masai
“indirectamente afectan a las instituciones Sonjo en una diversidad de
formas”, aislándolos “de tribus emparentadas por largos períodos de
tiempo”, y obligándolos “a crear una organización eficiente para la
defensa militar” (Gray, 1958: 30). Pero parece suponer que estos
ajustes fueron posteriores al desarrollo de la estructura social
“orientada primariamente a la operación de una economía basada en
un intrincado sistema de riego ” (Gray, 1958: 30).
Además, debe entenderse que el sistema de reparto de agua de los
Sonjo ocurre en un contexto de abundancia relativa. Aun cuando los
‘del pueblo’ tienen que ir a rogar [cap in hand] agua a individuos con
derechos primarios, evidentemente si pueden dar la miel, grano o
dinero necesario, no se les niega acceso al agua. Los derechos
primarios al agua son un privilegio, que sirve para aumentar el status
de los ancianos que gozan de estos derechos. Pero no parecen operar
para excluir a los ‘del pueblo ’ o a una parte substancial de ellos del
acceso al agua que requieren. El hecho de que se diga que el robo de
agua es bastante común, pero se sujete a un castigo leve en una
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sociedad donde el robo es severamente castigado, es otro indicio de
que la escasez de agua no es normalmente crítica. Uno de los
informantes de Gray fue multado por robar agua durante la estadía de
Gray. Esta era su segunda multa en un año. Sin embargo veía el
incidente sólo como ‘muy mala suerte’ (Gray, 1958: 87). Ciertamente,
la prevalencia de tales robos nos indica que el agua de los Sonjo no
está siendo usada tan eficientemente como podría usarse. Pero esto no
sugiere que los Sonjo ‘del pueblo ’ estén siendo forzados a abandonar
su tierra por falta de agua. Está por verse si el delicado balance que los
Sonjo han logrado y mantenido frente al influjo reciente de guerreros
casados, vaya a ser desbaratado según entren más y más guerreros
casados al sistema agrícola (Hall, s/f pp. 40-41).
2. Pul Eliya, Provincia del Centro Norte, Ceilán
Pul Eliya es una comunidad pequeñísima que tenía una población total
de 146 habitantes cuando la estudió E. R. Leach en 1954 (1961). La
comunidad tiene un sistema de rie go propio, abastecido por un tanque
de agua que cubre un área aproximada de 140 acres (57 hectáreas). El
área total bajo cultivo con riego es de aproximadamente unos 135
acres (55 hectáreas). En esta tierra se cultiva exclusivamente arroz
(Leach, 1961: 18, 52, 63, 44-45, Mapas B y C).
Además de la tierra regada, alguna tierra ha sido desmontada para
agricultura trashumante o de tumba, roza y quema. Hay restricciones
del gobierno al cultivo de este tipo de tierra, y en 1954 su cultivo
parece haber contribuido poco a la economía de la comunidad (Leach,
1961: 61-64, 289-295, Plano I a continuación pp. 24).
Excepto por uno de los nuevos tipos de tenencia creados por los
británicos, toda la tierra es de propiedad privada y puede ser
enajenada. La parte central y más fácilmente regable de las tierras de
la comunidad se conoce como el ‘Campo Viejo ’, una porción de tierra
de un poco más de 40 acres de extensión. Esta porción representa las
tierras de la comunidad que estaban bajo cultivo con riego cuando se
efectuó el reconocimiento catastral de 1900. Las tierras que fueron
incorporadas al cultivo posteriormente se consideraban como tierras
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Aventuras con el agua
de la Corona. El Campo Viejo está dividido en dos secciones llamados
el ‘Campo de Arriba’ y el ‘Campo de Abajo ’. En conjunto estos
campos están divididos en más de 100 franjas de tierra, formando un
intrincado sistema de tenencia, cuyo efecto es que los propietarios
“que tienen tierra en la parte más baja y menos privilegiada del
Campo de Arriba, también tienen tierras en la parte más alta y
privilegiada del Campo de Abajo ” (Leach, 1961: 157). Esto se logra
con la división del Campo de Arriba y de Abajo en subsecciones en
las que la tierra se puede subdividir aún más, lo que sirve para
“minimizar, en lo posible, las consecuencias de las desigualdades
inevitables en la distribución del agua ” (Leach, 1961: 156). Esto se
consigue al hacer pareja de franjas del Campo de Arriba y del Campo
de Abajo que reciben cantidades desiguales de agua, de tal manera que
cada ‘pareja’ que forma una unidad de tenencia es aproximadamente
igual en fertilidad a cualquier otra. El punto crucial aquí es que la
tenencia en el Campo Viejo, se concibe principalmente en términos de
acceso igualitario al riego. El intrincado sistema para el reparto de
agua en el Campo Viejo está fuertemente tradicionalizado y no se ha
intentado modificar; la complejidad del sistema de reparto es tal, que
resulta prácticamente imposible cambiarlo (Leach, 1961: 43-49, 5266, 145-166, 171-177).
El sistema de distribución del agua en Pul Eliya es actualmente la
responsabilidad del Jefe de Riego, un cargo de elección por tiempo
indefinido, aparentemente creado por los británicos. Se dice que los
ocupantes sucesivos del cargo han ejercido considerable poder e
influencia en la comunidad. Pero ninguno de ellos desde 1900 ha
intentado modificar el sistema de reparto del agua en el Campo Viejo.
El sistema de reparto de agua del Campo Viejo está efectivamente
descentralizado y ningún individuo o grupo de individuos ejerce una
autoridad real sob re su operación (Leach, 1961: 28-29, 64-65, 117,
160, 183, 190, 192-194, 217). Aunque esto es cierto para el reparto
interno del agua a las parcelas del Campo Viejo, en los últimos años
un cambio importante ha ocurrido en relación con las prácticas
previas. Actualmente las parcelas del Campo Viejo se cultivan una
vez al año solamente, mientras que antes prácticamente todas las
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parcelas producían una segunda cosecha al año. La razón para esto se
encuentra en que nuevas categorías de tierra han sido incorporadas al
cultivo desde 1900, y el agua es insuficiente para abastecer tanto al
Campo Viejo como a estas tierras nuevas durante los dos períodos de
cultivo. Evidentemente se consideró que los propietarios de las nuevas
tierras tenían derechos legítimos al agua de la comunidad por virtud
de derechos anteriores en el sistema del Campo Viejo, con el Jefe de
Riego ocupando una posición clave en la adquisición y explotación de
estas nuevas tierras, como se anota más abajo. Las decisiones
correspondientes a cuáles campos van a ser cultivados en una
temporada dada se realizan actualmente en asamblea pública de la
comunidad. (Leach, 1961: 52-53, 98-99, 193, 227, 314-315).
Leach argumenta que la endogamia local practicada en Pul Eliya no es
una supervivencia de “prejuicios de casta arcaicos”, sino más bien “el
corolario necesario de la característica inamovible de la tenencia de la
tierra y los derechos de herencia igualitarios de hombres y mujeres”
(1961: 67, 71-72, 78-79, 88-89, 95, 98-107, 112-125, 128, 144, 303).
Sin embargo, las nuevas categorías de tierras, introducidas por los
británicos en años recientes, junto con las condiciones en que se
hicieron accesibles grandes áreas de estas tierras a los pobladores, han
modificado de tal manera las relaciones económicas en la comunidad
que ya no se considera que tengan la fuerza de antaño (Leach, 1961:
304, 49-53, 217-240). Poco después de 1900, tierra sin gravámenes
[freehold] estuvo accesible a los pobladores para su compra en
parcelas de 5 acres o más. Ello efectivamente excluyó del mercado al
campesino pobre y entraba en conflicto con la teoría tradicional de
tenencia de la tierra (Leach, 1961: 49-50, 220, 142-144). Los
pobladores parcialmente “le dieron la vuelta [al requisito del
gobierno] formando sindicatos para la compra en común y, una vez
adquirida la tierra, la dividieron en pequeñas parcelas”, reproduciendo
así, en gran medida, “el patrón de tenencia ‘fragmentado’ que
caracteriza al sistema del Campo Viejo ” (Leach, 1961: 220). Pero el
resultado final de la introducción de esta categoría de tierra en la
comunidad fue que permitió al Jefe de Riego adquirir “para él y sus
amigos una posición económicamente dominante en la comunidad”
14
Aventuras con el agua
(Leach, 1961: 227, 64-65, 117, 141-142, 220-227, 232-234, 239-240,
314-315).
Leach resume estos cambios de la manera siguiente (1961: 232-233,
239-240):
Esta secuencia total de eventos demuestra la veracidad de mi
anterior aseveración de que lo que realmente importa en la
situación de Pul Eliya no es el título a la tierra, sino los derechos
sobre el agua y sobre los canales de riego. La propiedad de tierra
no tiene valor si no está vinculada con el derecho a tomar agua
para regar la tierra. Para regar un propietario debe cooperar con
otros en la operación del canal de riego y el grupo más viable
para hacer esto de manera efectiva es un grupo de parientes.
En el Campo Viejo donde la configuración de la tenencia de la
tierra [layout of the land] es fija, se mantuvieron alianzas de
parentesco a largo plazo para acomodarse a la tenencia de la
tierra. En los campos nuevos encontramos dos procesos
complementarios. Por un lado, la tierra se parcela entre amigos
no emparentados que a partir de entonces establecen alianzas de
parentesco; por el otro, notamos la conformación de sindicatos
de parientes para trabajar en común un canal de riego.
En los ‘viejos tiempos’ toda la tierra cultivada de arroz bajo el
tanque de agua principal de Pul Eliya era regada por un solo
canal principal, cuyo mantenimiento corría a cargo de todos los
miembros de la comunid ad. El riego servía así para consolidar a
la comunidad. Cualquiera que fuera la causa de roces entre
facciones, todos debían cooperar en el asunto crucial del reparto
del agua. Pero hoy en día, si el Campo Viejo y las otras
posesiones en tierra se consideran en su conjunto, hay cuatro
distintos canales, cada uno con propiedad y administración
distinta ... El control de los [...] canales corresponde de manera
muy cercana al patrón general de fraccionalismo que hemos
mencionado repetidamente a través del libro ...
Variaciones en la respuesta social
15
No es una división absoluta, ya que hay vínculos de parentesco
que hacen de puente entre las facciones rivales, pero este
ordenamiento de la comunidad en términos de la propiedad de
los canales de riego confirma mi posición de que en esta
sociedad el reconocimiento del parentesco está siendo
constantemente ajustado para acomodarse a la tenencia de la
tierra ...
Esta nueva segregación de ‘tierras de los ricos’ y ‘tierras de los
pobres’, con los ricos controlando las mejores tierras, va a tener
segurame nte implicaciones drásticas para la comunidad
considerada como una entidad social.
El principio de porciones justas para todos, que permeaba el
sistema tradicional, no reflejaba simplemente un hecho estático
de que la comunidad era una entidad social altamente cohesiva.
Sino, más bien, el sistema tradicional de tenencia de la tierra
imponía una solidaridad social a los miembros de la comunidad.
El nuevo modelo inglés de tenencia de la tierra no consigue
hacer esto. El poblador moderno está económicamente mejor
que su predecesor; pero el precio de la prosperidad ha sido una
mayor disensión social.
3. El sistema de los Doce Pueblos en la Prefectura de Okayama,
Honshu, Japón
En el sistema de los Doce Pueblos, estudiado por John D. Eyre en
1950, 1951 y 1953, un total de 13 o 14 comunidades se encuentran
vinculadas por un sistema unificado de riego, con un área total
cultivada de unos 13,600 acres (5,500 hectáreas) y tiene una
antigüedad de unos 750 o más años (Eyre, 1955; también Beardsley,
Hall y Ward, 1959: 41, 132-133). El cultivo principal es arroz. La
población total abastecida por este sistema no está especificada pero
parece ser de unos 30,000 habitantes, quizá 50,000 o más. Se dice que
la densidad de población está por arriba de los 5,000 habitantes por
milla cuadrada (Eyre, 1955: 213; Beardsley, Hall y Ward, 1959: 74,
16
Aventuras con el agua
135, 143, 175, 276, 372, 390, 408-410, 419-424).
El sistema de los Doce Pueblos es básicamente autónomo y hasta hace
muy poco las autoridades federales o de la prefectura raramente
interferían en él. El reparto del agua se encuentra altamente
descentralizado y está a cargo de cooperativas “con funciones y áreas
de administración específicas y frecuentemente traslapadas” (Eyre,
1955: 210). Hay una cooperativa para todo el sistema que representa a
la población abastecida por el sistema en su conjunto, en sus tratos
hacía afuera. Pero esta cooperativa no es un organismo de un nivel
más alto con control sobre todas sus partes. Está compuesta por
representantes de las 13 o 14 subdivisiones del sistema. Su principal
función interna es el mantenimiento de las obras principales del
sistema (presa, tubo de alimentación, canales principales y partidores
principales del agua). Otras nueve cooperativas son responsables del
mantenimiento de canales principales; 90 cooperativas menores
informales se ocupan del reparto del agua y del mantenimiento de
canales secundarios. Todas las compuertas importantes son operadas
por guardias del agua. El proceso de reparto del agua está sujeto a toda
clase de procedimientos tradicionalizados, y las disputas sobre la
distribución del agua son descritas como un rasgo permanente del
sistema. En años de sequía han tenido lugar conflictos importantes
entre los miembros de comunidades ubicadas aguas arriba y aguas
abajo. Uno de estos conflictos, en 1949, tuvo que ser detenido por la
policía (Eyre, 1955: 210 y ss; Beardsley, Hall y Ward, 1959: 41, 5253, 113-160, 276-281).
4. Cooperativas de riego en el sur de Bali, Indonesia
Las regiones Tabanan y Klungkung del sur de Bali estudiadas por
Clifford Geertz en 1957 y 1958 cubren un área de 450 millas
cuadradas (1,160 kilómetros cuadrados); el cultivo principal es el
arroz (1959). Geertz no da números de población para estas regiones,
pero encontramos señalado que el total de población de Bali en 1954
era de 1,500,000 habitantes. La parte más densamente poblada de Bali
es el sur, donde las densidades de población sobrepasan los 1,500
habitantes por milla cuadrada (600 habitantes por kilómetro
Variaciones en la respuesta social
17
cuadrado). Una buena parte del área estudiada por Geertz consiste en
tierra regada dividida entre un gran número de cooperativas de riego.
Cada cooperativa controla el agua de una sola fuente de
abastecimiento, consistiendo en una sola presa y un canal que corre de
la presa a los campos de cultivo. Cada una de estas cooperativas,
llamada subak, “es un grupo corporado independiente que se
autorregula, y que tiene sus propias reglas y sus propios propósitos”
(Geertz, 1959: 996). Un subak se forma con los agricultores cuyas
propiedades se riegan con esa fuente de abastecimiento. Un subak
puede incluir desde un pequeño número hasta cientos de miembros.
Grupos de subaks cuyas fuentes directas de agua son ramales de una
presa y canal común más grande forman unidades más grandes y con
menor cohesión, y la cuenca de un sistema fluvial forma una unidad
mayor y con aún menos cohesión, coordinada por oficiales del
gobierno central. Los miembros del subak vienen de poblados
distintos, y los miembros de un poblado tienen tierra en distintos
subak. Esta pertenencia diversa a poblado y subak, tiene su paralelo en
otros vínculos: políticos, religiosos, de casta y otros. Estos vínculos
hacen imposible, para el sur de Bali, hablar de comunidades en un
sistema de riego, como puede hacerse para otros pueblos y áreas
discutid os en este ensayo 3. El resultado es una serie de sistemas muy
complejos, pero altamente descentralizados para el reparto del agua de
riego, que operan sobre bases tradicionales en una sociedad compleja
con una población de más de un 1,000,000 de habitantes.
5. Los El Shabana de la región del Daghghara en el sur de Irak
“La relación entre el riego y la organización social entre los El
Shabana, un grupo de agricultores del sur de Mesopotamia ” fue el
interés principal de Robert A. Fernea durante su estadía en la región
de Daghghara entre 1956 y 1958 (1959: 1; también Fernea en
Kraeling y Adams , 1960: 35-38). Para empezar Fernea comenta que
hay evidencia de que en Mesopotamia “la capacidad productiva de la
agricultura basada en sistemas de riego administrados localmente
puede haber sido subestimado” (1969 : 5). Indica que hay evidencia de
que, en el pasado, las poblaciones urbanas del sur de Irak estuvieron
abastecidas con los productos agrícolas que necesitaban, sin la
18
Aventuras con el agua
intervención de las autoridades urbanas en el reparto de agua en la
zona rural. Aunque grandes obras de riego han sido construidas
durante este siglo en el área central del Eufrates, su construcción
siguió, y no antecedió, el establecimiento de un sistema político
centralizado efectivo en Irak. Además Fernea (1959: 5) nota que, al
nivel local, el control sobre el reparto del agua de riego, no parece
haber sido un componente significativo en el sistema de autoridad de
la tribu El Shabana.
Aunque no existen datos de población para la región del Eufrates
Central para los últimos 400 años, Fernea indica que la canalización
local continuó y quizá aún prosperó durante este período (1959: 18).
Fernea subraya la importancia de reconocer “la efectividad de la
irrigación dirigida localmente en el sur de Irak ”, porque esta clase de
agricultura “puede muy bien haber precedido y continuado mucho
tiempo después del surgimiento de las civilizaciones urbanas en
Mesopotamia” (Fernea, 1959: 18 y ss). El posible significado de esto
para el entendimiento de las sociedades antiguas de Mesopotamia fue
uno de los intereses que motivó la investigación de Fernea entre los El
Shabana. Como el riego había sido practicado por tanto tiempo en
Mesopotamia, Fernea pensaba que el estudio, en el área, de las
prácticas modernas y de sus consecuencias sociales, podría ayudar a
entender la evidencia arqueológica que concierne a sociedades cuyos
miembros practicaban la agricultura de riego. Como dice Fernea
(1959: 1) “Los miembros de las civilizaciones antiguas enfrentaron
fundamentalmente los mismos problemas que las civilizaciones
contemporáneas, dado que, en el sur de Mesopotamia, el medio
ambiente ha permanecido relativamente estable desde tiempos prebabilónicos”.
Fernea no tuvo acceso a datos recientes de población para los El
Shabana. Pero los datos que logró obtener sugieren que la población
total de la tribu en 1958 era de cuando menos 2,500 personas y quizá
el doble (Fernea, 1959: 66, 74, 80). La propiedad en tierra de los El
Shabana en este tiempo se estimó en aproximadamente 13 mi llas
cuadradas (34 kilómetros cuadrados) o 8,300 acres (3,350 hectáreas)
(Fernea, 1959: 67). El agua para estas tierras viene del canal
Variaciones en la respuesta social
19
Daghghara, un ramal aparentemente natural del sistema del Eufrates
[N. del T. en tal caso sería un río, y no un canal] que se desarrolló
desde el margen este de su ramal oriental al sur de Bagdad. El cultivo
principal es la cebada; anteriormente el arroz y el trigo eran cultivos
importantes. Pero la cebada los ha suplantado, ya que responde mejor
a la salinidad del suelo que, en tiempos recientes, es un problema cada
vez más grave (Fernea, 1959: 19, 48, 191-193).
Los El Shabana son un pueblo cuyos ancestros fueron nómadas pero
que actualmente son agricultores sedentarios. Fernea comenta que “la
organización tribal y las rela ciones entre los miembros de la tribu y
otras secciones de la comunidad Daghghara, reflejan de muchas
formas los ajustes necesarios por una dependencia relativamente
reciente en la agricultura de riego ” (1959 : 2). En tiempos recientes,
hasta 1919, la población que vivía en la cuenca del Daghghara estaba
relativamente libre de interferencias o controles externos. Hasta 1922
el riego a partir del cauce del Daghghara se realizaba de acuerdo con
tradiciones locales e involucraba una tecnología relativamente
sencilla; el Estado no interfería en estos asuntos. A partir de 1922 el
canal de Daghghara pasa al control del Estado, y la reglamentación del
reparto del agua se ha convertido en una de las principales
responsabilidades de la administración gubernamental en la localidad
(Fernea, 1959: 194). De hecho la expansión del control del gobierno
sobre el riego ha sido importante “para integrar a la región de
Daghghara en la administración central de la nación” (Fernea, 1959:
42).
Cuando los británicos reconocieron la zona en 1918 “encontraron
sobre las márgenes del Daghghara una multitud de pequeños canales
de riego ”. Estos canales pertenecían a grupos que vivían a lo largo del
Daghghara; frecuentemente para llevar el agua a los canales
secundarios se hacían represas temporales en el río (Fernea, 1959: 4243). Fernea describe la situación como sigue (1959: 43-44)
... los agricultores de aguas arriba a veces retienen el agua como
una medida punitiva contra sus vecinos de aguas abajo; algún
arreglo para el uso común del agua disponible puede haber
20
Aventuras con el agua
existido durante períodos de relaciones amistosas entre los
grupos de agricultores. Pero ningún control central del abasto de
agua existió hasta la llegada de los británicos; el reporte
unánime de informantes de la región de Daghghara es que hasta
1922 tomaban agua del canal como les placía.
En tiempos recientes una confederación de grupos tribales llamados El
Agra vivían aguas arriba del cauce del Daghghara; uno de estos
grupos tribales eran los El Shabana. Otro grupo de tribus l amados
‘Afaq vivían aguas abajo. Los dos grupos tribales eran hostiles y se
dice que los El Agra a veces represaron el Daghghara, cortando el
suministro de agua a las tribus de aguas abajo. Los El Agra ocuparon
aproximadamente una franja de 15 millas a lo largo del Daghghara;
parece que a veces peleaban entre ellos. No hay evidencia de
actividades conjuntas que pudieran haber unido a los El Agra, aún
temporalmente, con grupos de aguas abajo (Fernea, 1959: 195-196).
Fernea comenta que “la historia del canal Daghghara, en el siglo XIX
y a principios del XX, sugiere que las peleas en torno al suministro de
agua y el abandono y reocupación de tierras puede haber acompañado
a períodos de escasez de agua ” ocasionados por cambios en los cauces
principales (1959: 42).
El nivel más inclusivo de pertenencia tribal en el área de Daghghara es
el sillif. El Agra es uno de estos sillif, con los El Shabana
conformando uno de sus 12 principales segmentos (Fernea, 1959: 72,
76, 84, 196). El sillif es “la comunidad jurídica nativa más amplia”
(Fernea, 1959: 85). Al interior del sillif las tradiciones compartidas se
utilizan para dar fin a vendetas y peleas, aunque el arreglo de muchas
disputas es frecuentemente un proceso largo (Fernea, 1959: 85-86).
Los segmentos del sillif están localizados, y se dice que sus miembros
están emparentados vía paterna a través de vínculos que se cree son
demostrables. Un segmento de este tipo se llama un ashira. Al interior
del ashira hay segmentos aún más pequeños, siendo el segmento
“primario ” un linaje localizado organizado en torno a un grupo de
parientes agnáticos, que usualmente viven en la misma aldea. Hay una
tendencia hacia la endogamia al interior de la aldea; el matrimonio
preferencial es con la hija del hermano del padre (Fernea, 1959: 72-
Variaciones en la respuesta social
21
84,196).
El shaykh de los El Shabana es también el líder de todo el sillif de los
El Agra, la población total incluía 5,000 hombres adultos en 1919
(Fernea, 1959: 67, 87). Los vínculos a nivel del sillif son débiles y,
como Fernea lo pone “la persuasión más que la coerción parece haber
sido el factor más importante para determinar las relaciones al interior
del sillif”, o en otros términos “el ideal cultural de igualdad entre [...]
segmentos tribales estructuralmente iguales se realiza con mayor
clarid ad” al nivel del sillif (1959: 89). El ashira también es una
“comunidad jurídica”, pero una donde el shaykh puede forzar a los
disputantes a zanjar sus diferencias bajo ciertas circunstancias. El
mudif del shaykh, una especie de edificio tribal público, es el centro de
actividades religiosas, sociales y jurídicas para el ashira, y también
tiene una cualidad sagrada, siendo el lugar donde los “juramentos
fuertes de venganza o paz se realizaban” (Fernea, 1959: 93-95).
Las tierras de los El Shabana son compactas y contiguas.
Aparentemente la tierra nunca se consideró que perteneciera al ashira
como un grupo corporado, sino más bien a segmentos por debajo del
nivel ashira; el shaykh no distribuía tierra a los miembros de la tribu.
Los informantes El Shabana afirman que cuando el área fue ocupada
por primera vez, ellos eran lo suficientemente fuertes como para tomar
lo que querían de las otras tribus, y no se suscitaban pleitos entre ellos.
Además, afirman que durante los 80 años que han ocupado esta tierra,
las cantidades relativas controladas por cada segmento principal del
ashira han cambiado mediante peleas, pero que ninguna otra forma de
redistribución ha tenido lugar (Fernea, 1959: 101). La tenencia de la
tierra a nivel de aldea es frecuentemente común, tal propiedad en
común generalmente sigue las relaciones de parentesco. La propiedad
en común no es, sin embargo, una meta deseada; los miembros de la
tribu expresan una preferencia por la propiedad individual. Fernea
cree que la propiedad en común existe en tantos casos porque evita
que “parcelas de tierra sean subdivididas en parcelas demasiado
pequeñas para ser cultivadas o que no tengan acceso al agua” (1959:
105). (La mitad de las tierras no se cultivan ya que generalmente se
dejan en descanso un año [N. del T. el cultivo es de año y vez]). Como
22
Aventuras con el agua
Fernea indica (1959: 105):
... los hombres pueden haber vendido parte de sus tierras al
shaykh o a sus parientes (los únicos otros miembros de la tribu
que tenían capacidad para comprar tierra) pero usualmente han
conservado algunos pedazos de tierra. Así, aunque la tierra que
sus hijos hereden puede ser insuficiente para su sostenimiento,
podrán cuando menos llamarse ‘terratenientes’.
Esto evidentemente ha ocurrido en una serie de casos, ya que la
mayoría de los El Shabana no pueden subsistir únicamente con el
cultivo de sus parcelas. Pero “la propiedad de algo de tierra pone a los
miembros de la tribu por arriba de los fallahin sin tierra” (Fernea,
1959: 49, 101, 105, 108).
Una de las razones por las cuales la mayoría de los miembros de la
tribu no pueden subsistir mediante el cultivo de sus parcelas es que
durante los últimos 20 años la salinización y el empantanamiento han
convertido en incultivable a un tercio o hasta una mitad de las tierras
de los El Shabana. Otra de las razones es el cese de las
redistribuciones periódicas de tierra entre segmentos de la ashira, que
anteriormente resultaban de las peleas al interior de la tribu. Tales
‘revoluciones’ eran evidentemente frecuentes y daban por resultado
que periódicamente distintos segmentos obtenían control de la mayor
porción de tierra de la tribu, con el jefe del segmento convirtiéndose
en el shaykh de la tribu. Tales ‘reajustes’ en la tenencia de la tierra
fueron prohibidos por los británicos que reconocieron al entonces
shaykh como el jefe legítimo de la tribu. Cualquier intento para
reemplazar al shaykh a partir de una alianza con otros segmentos, tal y
como ocurría en el pasado, fue efectivamente impedido por la
interferencia de los británicos (Fernea, 1959: 108-110. 114).
En 1958 el shaykh de los El Shabana, hijo de aquél [que fue
reconocido por los británicos como el jefe legítimo], poseía junto con
su linaje inmediato, probablemente cinco o seis veces más tierra que
cualquier otra subsección de los El Shabana (Fernea, 1958: 110, 124).
El shaykh y sus parientes son los únicos miembros de los El Shabana
Variaciones en la respuesta social
23
que han sido capaces de aumentar sus posesiones de tierra, desde que
las peleas por tierras fueron prohibidas; ellos han estado comprando
tierra a los miembros de la tribu en cantidades significativas desde el
levantamiento catastral de los años 1940. Estas ventas, junto con la
disminución de la fertilidad de la tierra, han forzado a más y más
hombres a trabajar como arrendatarios o como trabajadores urbanos
durante parte del año. Fernea afirma que (1959: 110): “Hoy en día
como 85% de los miembros de la tribu El Shabana depende para sólo
una fracción de su subsistencia en el cultivo de sus propias tierras.” Es
posible que esta situación haya mejorado hasta cierto punto a partir de
1958 (Fernea, 1959: 110). Las propiedades más extensas del linaje del
shaykh, ahora protegidas de la usurpación por otros segmentos de la
tribu, ha dado a su linaje una posición dominante en la tribu. Los
grupos de linaje localizados que tienen tierras en común, ya no son de
ninguna manera iguales desde un punto de vista estructural. Pero los
miembros de la tribu todavía se refieren a sí mismos como iguales
(Fernea, 1959: 70-71, 113-114).
Así mientras las condiciones de un gobierno nacional débil
prevalecieron bajo la administración turca, los opuestos
complementarios al interior de la organización tribal de los El
Shabana parecen haber prevalecido. Las alianzas entre las
subsecciones podían derrocar, y efectivamente lo hacían, a shaykhs y a
sus grupos de linaje, y el liderazgo pasaba de un segmento de la tribu
a otro. En el curso de estos cambios, el control sobre la tierra también
cambiaba al interior de la tribu. Desde 1922 cuando los británicos
establecieron una administración central más fuerte, el gobierno
exitosamente evitó el “constante reagrupamiento de fuerzas al interior
de la tribu”, antes prevaleciente. El shaykh de entonces fue reconocido
y apoyado, y se suprimió la posibilidad de que se usara la fuerza de las
armas contra él. Al mismo tiempo el gobierno central tomó el control
de los principales cursos de agua e instituyó un sistema de reparto del
agua para riego (Fernea, 1959: 197).
Anteriormente obtener agua y defender tales apropiaciones contra las
objeciones de otras tribus, junto con la excavación y mantenimiento
de canales subsidiarios habían sido actividades tribales importantes.
24
Aventuras con el agua
Fernea nota que “una cantidad suficiente de agua tenía un efecto
positivo general en la unidad tribal”. La escasez de agua parece haber
tenido el efecto contrario. A la vuelta del siglo la tribu sufrió una
desagregación [disruption] por una tal escasez. Varios segmentos de la
tribu abandonaron sus tierras durante este período para volver al
pastoreo de borregos o para buscar tierra en otro sitio. Durante este
período el puesto de shaykh fue tomado por el actual linaje dominante
en una ‘revolución’, y se apropiaron de las tierras abandonadas por los
otros segmentos tribales. Cuando se restableció el abasto de agua del
Daghghara, se había iniciado la ocupación británica de la zona. Los
británicos impidieron cualquier intento de ‘auto ayuda’ para la
‘redistribución’ de las tierras en la manera tradicional. Con la
administración central de los cursos de agua, “hoy en día las
actividades principales, asociadas con el riego, son efectuadas por
hombres de linajes localizados que cavan y mantienen los canales que
actualmente se alimentan por medio de un dicto desde el canal del
gobierno ” (Fernea, 1959: 197-198). El reparto del agua entre estos
hombres es su responsabilidad; cualquier disputa entre ellos se
resuelve, si es posible, dentro del grupo local. Pero tales conflictos
también pueden ser llevados al shaykh o a los administradores locales
designados por el gobierno central. En esta situación el ingeniero de
riego local parece estar jugando un rol no oficial adjudicativo de
creciente importancia (Fernea, 1959: 26, 42, 1123-124, 137-141, 151192, 197-199).
Antes del establecimiento del control británico sobre los cursos de
agua irakíes, los miembros de la tribu El Shabana podían y de hecho
tomaban agua del Daghghara cuando la necesitaban. “Los miembros
de la tribu insisten en que no había problema para dividir el agua entre
los miembros de la tribu El Shabana, simplemente tomaban el agua
cuando se necesitaba y la conservaban mientras pudieran defender sus
represas temporales” (Fernea, 1959: 198). La responsabilidad primaria
del shaykh parece haber sido la, defensa del abasto de agua y de las
tierras de la tribu y no la dirección de las obras de riego. Canales de
tamaño impresionante [N. del T. en otras partes dice que es un
pequeño sistema de canales a partir del cauce del río] “no se
Variaciones en la respuesta social
25
construían en una estación, sino que se extendían gradualmente [de
año en año] siguiendo las depresiones naturales”, creadas por el agua
cuando fluía alejándose del cauce del río, este cauce se encuentra
normalmente a un nivel más alto que las tierras circundantes [N. del T.
sic, posiblemente son tierras planas en las que el río sale de la madre o
cauce y se desparrama hacia las tierras ribereñas] (Fernea, 1959: 139140, 142-143, 198-199).
Fernea comenta que si su análisis de la autoridad tradicional del
shaykh es correcta “es difícil ver cómo el riego jugó un papel
importante en su desarrollo ”, excepto en la defensa del suministro de
agua o en los intentos agresivos para aumentarlo. El shaykh era
respetado “principalmente por aquellas cualidades que sólo pueden ser
demostradas en el curso de la guerra” (Fernea, 1959: 199-200).
Fernea concluye de la siguiente manera:
El hecho de que hoy en día las disputas entre los miembros de la
tribu sean frecuentemente llevadas al shaykh puede ser en gran
medida un reflejo de que la administración gubernamental en la
región aún es considerada como opuesta a los intereses de la
tribu. Aunque la popularidad personal del shaykh está
disminuyendo, aún es más seguro para los miembros de la tribu
llevarle sus argumentos que arriesgarse a las multas o
encarcelamiento por llevar sus disputas a los burócratas. Al
mismo tiempo, el ingeniero de agua local reporta que el número
de problemas que le traen diariamente ha aumentado, y dice que
los miembros de la tribu frecuentemente prefieren soluciones a
problemas con base en ‘razones técnicas’ que decisiones con
base en la tradición.
En tales circunstancias es posible sugerir que el riego podría
proporcionar una importante base para la integración de la
población rural en el patrón de autoridad del sistema estatal.
Este proceso podría quizá haber sido más claramente
demostrable en la región del Daghghara si la política establecida
por el gobierno no dependiese de la utilización de la autoridad
26
Aventuras con el agua
del shaykh para el gobierno indirecto.
Compartir un curso natural de agua puede ser una circunstancia
divisiva, y no hay nada que sugiera que alguna vez los usuarios
del canal Daghghara hubieran cooperado en su uso. Además, los
cursos artificiales de agua parecen haber sido utilizados por un
número relativamente pequeño de agricultores. No hay
indicación de que tales canales se extendiesen más allá de los
confines de un peque ño número de miembros de un segmento
tribal. Una vez que la autoridad central se estableció, sin
embargo, el control sobre el riego parece ser un medio por el
cual la autoridad tradicional puede ser desplazada. Que este
proceso ha sido tan poco evidente en la región Daghghara se
puede deber a la misma política de la autoridad central.
6. La Tribu Nahid del Hadhramaut en el Prot ectorado de Adén, Sur
de Arabia
Los Nahid son una tribu semi autónoma de árabes, estudiados por
John Hartley en 1959 y 1960 (Hartley, 1961). Los Nahid tienen una
población aproximada entre 6,000 a 8,000 habitantes pero no ocupan
un territorio contiguo (Hartley, 1961: 4, 29-30). La concentración más
grande, con un número aproximado de 2,000, vive en Wadi al-Kasr,
uno de los wadis subsid iarios que llevan al Wadi Hadhramaut
(Hartley, 1961: 38; comm. pers. 1961). Ocupan la mayor parte de un
pequeño valle, con aproximadamente unos 1,000 a 1,200 acres bajo
cultivo con riego; pero no son los únicos habitantes (Hartley, 1961: 33
mapa IV; comm. pers. 1961). Los cultivos principales son el sorgo, las
palmeras datileras y el trigo (Hartley, 1961: 37). Los Nahid son una
sociedad segmentaria extremadamente inestable “caracterizada por
vínculos diversos [cross-cutting] de parentesco, lealtades y alianzas
políticas, y localidad” (Hartley, 1961: 4). Los pueblos tienden a ser
pequeños, con una población total de 50 a 100 habitantes. Están
“siempre asociados con linajes agnáticos y están organizados en torno
a núcleos agnáticos de 5 a 20 o más hombres adultos ... [pero] otros
miembros de tribus Nahid o no -Nahid pueden vivir ahí también, y
algunos miembros del linaje pueden vivir en otra parte” (Hartley,
Variaciones en la respuesta social
27
1961: 35-36).
Los Nahid de Wadi al-Kasr hacen uso de un sistema extenso de obras
de bordos de tierra para el riego de inundación [N. del T. riego a partir
de retención de aguas torrenciales o de cauces intermitentes basados
en la temporada de lluvias, conocidos en partes de México como
‘aguas broncas’]. Estas obras no fueron construidas por los Nahid,
más bie n las encontraron allí cuando los Nahid ocuparon por primera
vez el Wadi al-Kasr. Se cree que tienen cuando menos 100 años y que
fueron construidas y mantenidas por gente del ‘principado de Kindah’
que se cree controlaron el Hadhramaut en varios momentos entre los
siglos VI al XV ( Hartley, 1961: 38). Los bordos de tierra mencionados
son enormes y reforzados con piedra, los bordos de los canales tienen
una altura de seis a ocho pies y frecuentemente son lo suficientemente
anchos para que dos o tres hombres caminen del brazo por ellos. Los
Nahid toman agua de estos canales principales a través de una serie de
canales secundarios, cada uno de ellos alimenta un pequeño sistema
de riego que surte de agua a las tierras de un solo poblado o, a veces,
de varios poblados (Hartley, 1961: 39, 41).
A pesar del hecho de que el mantenimiento del sistema de riego es un
asunto local de cada poblado, y de que no existe un convenio para el
mantenimiento de los canales principales, aún no ha ocurrido un
colapso técnico serio del sistema, aunque actualmente hay amenaza de
uno. Es cierto que un número creciente de campos han tenido que ser
abandonados, pero, hasta hace poco, los aguaceros que provocan
inundaciones han producido suficiente agua para suficientes tierras
como para proveer de alimentos a la población de Wadi al-Kasr y a
sus animales domésticos (Hartley, 1961: 41-42; comm. pers. 1961).
No obstante Hartley señala que (1961: 42): “No hay ningún principio
organizacional entre la comunidad Nahid para movilizar grandes
grupos de hombres que reparen y mantengan las obras de riego ”.
Hartley (1961: 49-52) discute la tenencia de la tierra y los derechos de
agua en la agricultura en los términos siguientes:
Los derechos a las cosechas, a la tierra y al agua son
28
Aventuras con el agua
necesariamente vagos y frecuentemente se contradicen entre sí.
Los individuos siempre están presentando reclamaciones -después de todo a lo mejor pueden conseguir algo. Los
miembros de la tribu no tienen normalmente derechos de
propiedad sobre tierra. En su lugar tienen derechos a cultivar
ciertas parcelas de tierra... En principio, un individuo no pierde
sus derechos de cultivar cuando no los ejercita. Puede dejar
parcelas sin cultivar por algún tiempo y todavía mantener el
derecho de cultivar esas parcelas. Sin embargo, el no cultivar
implica, en el largo plazo, la pérdida de derechos.
Los derechos al agua están asociados con los derechos a cultivar
ciertas parcelas. El conjunto de las tierras del linaje, agrupadas en
torno a su comunidad de ‘origen’, se riegan por un determinado canal,
cuyos derechos generales están implícitos en una serie de costumbres
correspondientes a ese canal. Toca a los miembros del linaje vigilar
que sus tierras reciben la cantidad de agua a la que tienen derecho por
costumbre. Deben estar alertas para que los miembros de otros linajes
cuyos pueblos comparten el mismo canal no vayan minando sus
derechos. Igualmente, cada parcela de las tierras del linaje toma el
agua de subcanales y canales de alimentación específicos. Y cada
individuo debe vigilar para asegurar de que ninguno de sus
compañeros de linaje esté tomando agua de su agua.
La herencia es fragmentaria, esto es, los derechos a la tierra se dividen
entre los hijos varones por igual ... así que parecería que a través del
tiempo las dotaciones individuales aumentan en número pero
disminuyen en valor. De hecho no es el caso. Las posesiones
individuales aumentan y disminuyen, pero no decrecen
constantemente ... En un momento dado hay diferencias en el tamaño
de las unidades domésticas y diferencias en la riqueza relativa, pero
éstas no son usualmente muy grandes y en la mayoría del los casos
ningún individuo se queda con tan poca tierra que no la pueda
trabajar.
Funciona de la siguiente manera. En un dado momento hay una
cierta cantidad de reclamos sobre la misma tierra,
Variaciones en la respuesta social
29
principalmente sobre tierra que no ha sido cultivada por algún
tiempo ... Un miembro de la tribu decide que necesita cultivar
más tierra y simplemente siembra en una parcela o parcelas sin
cultivar. Probablemente otro, que dice tener un derecho anterior,
va a reclamarle. No importa. Quizá el reclamante no va a insistir
o puede ser convencido [si no] ... puede iniciarse una disputa
seria, con muertos de por medio. Pero normalmente el asunto se
lleva ante un jefe tribal antes de desembocar en disputas tan
serias. Entonces está en las manos de Alá y el jefe. Cualquiera
de los dos en disputa puede ganar. Este es el tipo de riesgo que
toma un nuevo agricultor. Si es lo suficientemente persistente,
puede salirse con la suya y quedarse con al tierra. Entonces
habrá establecido derechos sobre tierras nuevas que puede pasar
a sus hijos --si ellos son capaces de mantener los derechos.
No es difícil entender porqué las disputas sobre la tierra, las cosechas
y el agua son frecuentes en la sociedad Nahid. Tales disputas son
descritas por Hartley como “un elemento esencial del sistema
económico y ... político” de los Nahid. La forma como manejan los
Nahid estas disputas constituye una buena parte de su argumento.
Hartley afirma (1961: 53):
Sólo a través de la disputa se pueden presentar y validar los
reclamos, pero las disputas deben ser constreñidas para permitir
a la gente continuar con sus actividades de mantener los canales
de riego, y sembrar, cuidar y cosechar sus campos. Las disputas
son constreñidas por la contra-posición [counter-position] y la
alineación de grupos en la esfera política, y mitigadas por la
intervención de jefes tribales como árbitros y jueces. Las
disputas dan a estos jefes su razón de ser y los provee con un
ingreso adicional [bread and butter] o, como dicen los Nahid, su
‘café’.
Los Nahid se caracterizan por un sistema de jefatura dual, con
facciones opuestas cristalizadas en torno a los dos jefes hereditarios,
cada uno de los cuales afirma que es el ‘padre’ y único líder de todos
los Nahid y ve al otro como un impostor (Hartley, 1961: 5, 87 y ss,
30
Aventuras con el agua
111). Hartley comenta sobre la situación como sigue (1961: 5): “La
pertenencia a estos bloques es muy fluida y, en un momento dado,
sólo unos pocos miembros de la tribu están comprometidos con uno u
otro de los jefes. El tema básico de la política Nahid son los intentos
de uno y otro jefe de mantener y aumentar el número de sus
seguidores”.
Estos jefes o hakims se ocupan principalmente en el arreglo de
disputas de todo tipo, siguiendo la costumbre tribal. El mayor número
de disputas ocurre en los momentos críticos del ciclo agrícola,
entonces los dos hakims juegan el rol de encontrar litigios [ambulance
chaser]. En estos períodos los dos hakims se pasan la mayor parte de
su tiempo dirigiéndose a y visitando pueblos distantes cuyos
pobladores son miembros de la tribu “cuya lealtad no está firmemente
comprometida”. A este esfuerzo se le llama ‘viendo la agricultura’ y
una de sus funciones primarias es hacer accesibles a un gran número
de miembros de la tribu a los dos hakims opuestos, durante los
períodos en que es muy probable que surjan las disputas (Hartley,
1961: 143-144; comm. pers. 1961).
Al discutir las actividades rivales de los dos hakims principales
[senior] de los Nahid, Hartley argumenta que “los reclamos
mutuamente excluyentes de los dos hakims tienen sentido cuando se
toman juntos ya que, de hecho, todos los miembros de la tribu Nahid
necesitan de ambos”. Al interior de la tribu, el hakim que uno
reconoce como su jefe puede servir de juez en las disputas en las que
esté involucrado. Al mismo tiempo, el hakim que no es reconocido
como tal puede ser llamado a servir de juez en una disputa entre tribus
ya que no se considerará como una parte interesada en la disputa. Este
último tipo de disputas también son frecuentes, aun en asuntos que
conciernen a la agricultura, ya que aunque los Nahid son la mayor
parte de la población en su pequeño valle, los miembros de otras
tribus también viven en el valle (Hartley, 1961: 36, 105-107, 111 y ss,
119, 124-125, Mapa IV, [33]).
Hartley describe a la sociedad tribal Nahid como “de dos cabezas ” y
cree que esta forma de organización política se encuentra extendida en
Variaciones en la respuesta social
31
el Hadhramaut (1961: 194 y ss). Describe este fenómeno como sigue
(1961: 194-196):
La tribu Nahid es ... una comunidad bicéfala con la autoridad
política investida en una jefatura dual que por datos
genealógicos ha sido viable en esta forma cuando menos unas
diez a once generaciones esto es unos 300 años .... La jefatura
dual funciona bastante bien para los Nahid y ... parece un
arreglo bastante sensato para esta clase de comunidad.
Ciertamente parece ser la única forma de organización política
apropiada para los Nahid. La tribu está dispersa y mezclada con
otras tribus. No se moviliza como una unidad para la guerra o la
defensa. Es virtualmente imposible aún movilizar elementos
importantes de la tribu para la guerra. Los jefes son
primordialmente jueces y no se espera que sean líderes en la
guerra.
La presencia de dos hakim ‘principales’ es más que sensato; es
necesario. Cada uno reclama la autoridad única sobre la tribu y
consecuentemente se forman bloques de linajes que siguen a
uno y otro. Esto permite a cada linaje situarse en una posición
estructuralmente distante en relación con uno de los hakims al
afirmar que reconocen al otro y pertenecen, por el momento, al
otro bloque. Así en disputas con otras tribus un hakim Nahid
puede actuar para cada linaje Nahid y ser aceptable al grupo
opuesto de la otra tribu.
Similarmente al interior de la tribu una disputa entre dos clanes
sería insoluble por cualquiera o por ambos de los dos hakims del
clan, ninguno de los cuales sería aceptable para los hombres del
otro clan. Debe haber al interior de la tribu por lo menos un
hakim que sea estructuralmente mayor a todos los hakim de los
clanes como tales, pero como debe estar asociado a su propio
clan, no podría arreglar disputas entre los miembros de su clan y
otros clanes. Esta dificultad es enfrentada al tener dos hakim
principales dentro de un clan, el clan ‘principal’ [senior]. La
formación de dos bloques dentro de la tribu, enfocada en la
32
Aventuras con el agua
división fundamental al interior del clan ‘mayor’ permite a cada
Nahid acceso a un hakim que es estructuralmente distante y que
puede actuar por él en disputas con otros clanes ...
Esta claro por el relato de Hartley que la sociedad Nahid es
excepcionalmente conflictiva y que una fuente mayor y continua de
conflicto se encuentra en el sistema de riego y en la incapacidad de los
agricultores involucrados de institucionalizar un sistema de reparto
que pueda contener estas fuentes de conflicto. Una ilustración de esto
es el conflicto que irrumpió en el Wadi al-Kasr en 1918 y que duró
hasta 1936. Este conflicto originalmente se desarrolló a partir de un
pleito por derechos de tierra y agua al interior del clan ‘principal’ de
los Nahid. Tales disputas son virtualmente imposibles de solucionar
en la sociedad Nahid, ya que ambos hakims ‘principales’ quedan
involucrados y, en la práctica, no hay un mediador mutuamente
aceptable para ambos (Hartley, 1961: 106, 125, 189).
Este conflicto en particular se hizo muy serio cuando dos hombres
fueron asesinados bajo circunstancias que virtualmente forzaban a los
dos hakim ‘principales’ y a sus seguidores a iniciar una vendetta
mayor. Con los partisanos de ambos hakim ‘principales’ del clan
‘principal’ involucrados, la tribu entera gradualmente se involucró.
Las peleas se extendieron y los asesinatos continuaron
esporádicamente por los siguientes 18 años, sin nadie en la sociedad
Nahid capaz de detenerlo (Hartley, 1961: 189, 191). Durante el curso
de esta vendetta, se cavaron trincheras desde las afueras de los
poblados hasta los campos de cultivo en algunas comunidades, para
que las actividades agrícolas pudiesen continuar con alguna seguridad.
Algunas de estas trincheras tenían hasta siete pies y todavía existen
(Hartley comm. pers. 1961). El conflicto finalmente concluyó gracias
a un foráneo, W. H. Ingrams que entonces era el Primer Oficial
Político. El arreglo al que llegó fue parte de un arreglo general que
llevó la paz a todo el Hadhramaut y se conoció como la Paz de
Ingrams (Hartley, 1961: 191). Al comentar sobre el conflicto Hartley
señala (1961 : 191-192):
Había una situación altamente peligrosa para la comunidad
Variaciones en la respuesta social
33
Nahid. Todo el sistema de control social estaba amenazado y
parecía que no había forma de parar o contener el conflicto. Este
era insoluble en el marco de la tribu, ya que los dos hakim
‘principales’ estaban muy involucrados y opuestos el uno al
otro. Aunque ellos mismos no estuviesen de hecho involucrados
en la pelea, sus linajes lo estaban. Podía únicamente ser
contenido por la intervención de autoridades de fuera. La paz
establecida estuvo respaldada por autoridades civiles ... Ingrams
fue capaz de terminar las hostilidades en el Wadi al-Kasr, y en
otras partes, porque los miembros de la tribu querían la paz y
porque las autoridades británicas claramente tenían el poder de
efectuar su establecimiento por la fuerza, si necesario.
Anteriormente hombres santos intervenían en las disputas, invocando
presiones religiosas y otras en un esfuerzo para juntar a las partes
disputantes y permitir a los jefes llegar a una adjudicación. Las
autoridades civiles evidentemente han tomado esta responsabilidad
desde 1936 (Hartley, 1961: 192).
Hartley teme que el Wadi al-Kasr está actualmente amenazado con
una repetición del conflicto de 1918 y de consecuencias
incontrolables. Como hemos visto, el sistema de riego ha estado
deteriorándose más y más. Cuando Hartley dejó el Hadhramaut este
deterioro progresivo estaba empezando a interferir seriamente con la
agricultura; sin embargo era imposible llegar a un arreglo para
efectuar aún reparaciones mínimas (Hartley comm. pers. 1961).
7. Valle de Teotih uacán, Cuenca de México, México
El sistema de riego del Valle de Teotihuacán provee un abasto
insuficiente de agua para aproximadamente unos 9,500 acres (3,800
hectáreas) de tierra regada. Cuando se estudió en 1957 y 1959 tenía
una población total de unos 25,000 habitantes, de los cuales 15,000
vivían en 15 comunidades abastecidas por el sistema de riego (Millon,
Hall y Díaz 1962). El cultivo principal de subsistencia en el valle es
maíz; el cultivo comercial principal es alfalfa. El actual sistema de
riego se creó por el gobierno federal hace unos 35 años, después de la
34
Aventuras con el agua
expropiación de los derechos en tierras y aguas de la hacienda. Los
manantiales de la parte noreste del valle proveen la mayor parte del
agua para riego. El gobierno federal determina todos los asuntos que
conciernen al reparto del agua en el sistema; un cuerpo electo
localmente administra el sistema. A nivel de la comunidad el agua se
reparte a individuos con base en arreglos tradicionales.
El sistema ha estado plagado de conflictos entre regantes de aguas
arriba y aguas abajo, ya que hay un abasto insuficiente para las
necesidades mínimas de todos. Conflictos abiertos han estallado en
varias ocasiones, requiriendo la intervención del gobierno federal. Las
disputas sobre las necesidades en conflicto de usuarios de aguas arriba
y aguas abajo, entre pequeños y grandes terratenientes, y otras tales
divisiones han debilitado a tal punto al valle, que su población ha sido
incapaz de efectivamente resistir una nueva regulación del agua que el
gobierno federal impuso recientemente. El nuevo reglamento es
totalmente inmanejable desde el punto de vista del poseedor de una
pequeña parcela o parcelas; es manejable y razonable sólo para los
que tienen más tierras.
El sistema del valle de Teotihuacán, marcado por conflictos cada vez
más severos, es en breve un sistema centralizado creado y supervisado
por el gobierno federal, donde los procedimientos de reparto nunca
han sido adecuadamente institucionalizados.
DISCUSIÓN
Dos de las sociedades tratadas involucran sistemas de riego a nivel de
una sola comunidad --los Sonjo y Pul Eliya; cuatro involucran
sistemas multicomunitarios --el sistema de los doce pueblos, El
Shabana, los Nahid y Teotihuacán; y el séptimo --Bali-- no se puede
clasificar en estos términos. En tres de estas sociedades el agua la
reparten autoridades centrales --Sonjo, El Shabana y Teotihuacán; en
tres otras el reparto del agua está básicamente descentralizado --Doce
Pueblos, Nahid y Bali; y en todavía otro caso, Pul Eliya, hay cambio:
un tercio del poblado recibe agua de canales de rie go donde la
propiedad de los canales es compartida por la mayoría de los
Variaciones en la respuesta social
35
pobladores y el agua se distribuye a través de un sistema de reparto
tradicionalizado muy intrincado; las tierras restantes reciben agua de
canales privados nuevos.
El cuadro de pobla ción, acres de tierra regada y naturaleza del sistema
de reparto en estas siete sociedades es relevador. (Ver Cuadro núm. 1
Población, acres de tierra regada y naturaleza del sistema de reparto).
Cuadro núm. 1. Población, acres de tierra regada y naturaleza del
sistema de reparto.
caso
Pul Eliya
población
acres regados
146
136
Sonjo (Kheri)
Nahid
El Shabana
650
2,000
2,500/4,500
700/800
1,000/1,200
8,300
Bali (Blaju)
5,500/7,500
3,000/4,000
15,000
9.500
30,000/50,000 o
más ?
13,600
Teotihuacán
Doce Pueblos
sistema de
reparto
parcialmente
descentralizado
fuertemente
tradicionalizado
centralizado
descentralizado
mayormente
centralizado
descentralizado
fuertemente
tradicionalizado
mayormente
centralizado
descentralizado
fuertemente
tradicionalizado
Está claro que no hay una tendencia simple donde la centralización de
la autoridad sobre el reparto de agua aumente con el tamaño del
sistema o la cantidad de personas involucradas.
En los tres casos donde la autoridad sobre el reparto del agua está
centralizada, podemos distinguir importantes diferencias en términos
del locus [locus] de autoridad y el desarrollo del sistema de reparto.
Entre los Sonjo la autoridad para repartir el agua es ejercida por una
figura interna política. Entre los El Shabana tal autoridad descansa en
una figura política externa (el ingeniero de riego representante local
del gobierno central) y los segmentos de linaje localizados, con el
shaykh tribal en absoluto involucrado en el proceso de reparto. En el
36
Aventuras con el agua
valle de Teotihuacán la autoridad sobre el reparto del agua está
ejercida casi totalmente por autoridades políticas externas
(representantes del gobierno federal).
Entre los Sonjo el sistema de reparto empleado parece haberse
desarrollado ahí, pero el sistema de reparto no necesariamente
depende de una autoridad central para una distribución ordenada. Si la
centralización de la autoridad que se ha desarrollado entre los Sonjo
está relacionada con el desarrollo del sistema de riego, no se sabe,
como hemos visto. Existe la posibilidad de que se desarrolló, en parte,
al menos, como respuesta al peligro permanente de las incursiones
militares Masai, y la necesidad de un sistema efectivo para hacer
frente a esta amenaza endémica.
Entre los El Shabana, el reparto del agua para propósitos de riego
estuvo descentralizado hasta el establecimiento de un fuerte gobierno
central a principios de los años 1920. Antes de esta fecha el shaykh era
una figura de autoridad importante en la tribu, pero no intentaba
interferir con el reparto del agua. Lo que sí hacia era encabezar la
defensa de los intereses tribales en tierra y agua, y también
encabezaba las empresas agresivas para aumentar o reforzar el
potencial agrícola de la tribu. Pero su autoridad venía principalmente
de su capacidad como jefe guerrero. Aunque también jugaba un rol
jurídico de alguna importancia, su autoridad no parece haberse
extendido a la operación cotidiana del sistema de riego. Parece posible
que antes el shaykh hiciese el llamado a la limpia de los canales
principales, ya que actua lmente lo hace para la limpia de los canales
que riegan su propia tierra. Fernea comenta que la costumbre detrás de
estas movilizaciones temporales de mano de obra parece basarse en la
costumbre anterior que daba capacidad al shaykh de movilizar a los
miembros de la tribu con propósitos ofensivos o defensivos. El tiempo
total utilizado por los miembros de la tribu en la limpia de canales,
para el shaykh o para el gobierno central, es poco, unos siete u ocho
días por año (Fernea, 1961: 143-147).
Desde 1922 el gobierno central ha hecho reparaciones y mejoras en
los cursos de agua de la región y ha construido algunos canales
Variaciones en la respuesta social
37
subsidiarios. Toda el agua de estos cursos de agua es repartida por el
ingeniero de riego representando al gobierno central. En las márgenes
de los grandes canales de concreto se instalaron tubos, cada tubo de un
tamaño que permita una cantidad específica de agua fluir por él.
Fernea (1961 : 151) comenta que “el tamaño del tubo está determinado
por el área de tierra que debe regar en relación con la cantidad total de
agua disponible del canal principal. ” Después que el agua deja los
canales principales por estos tubos, el ingeniero de riego ya no se
preocupa o es responsable del reparto equitativo del agua entre los
agricultores. Esto es un asunto puramente local en el cual el ingeniero
de riego y/o el shaykh se involucran sólo en el caso de disputas que no
pueden ser zanjadas a nivel local.
En el valle de Teotihuacán el actual sistema de reparto inició con la
creación de un sistema unificado de riego en el valle a partir de la
expropiación de tierra y aguas de las haciendas. El riego tiene una
larga historia en el valle, y uno de los poblados actualmente tiene
derechos especiales de agua dada la evidencia documental que
indicaba que tales derechos habían existido antes. Aparte de esto el
sistema actual manifiesta poca continuidad institucional con el pasado,
ya que las haciendas se habían apropiado de casi todo el agua
disponible para riego en el valle durante el siglo XVIII. Así, el sistema
de reparto instituido por el gobierno federal, cuando los derechos de
agua y tierra se dieron a la gente del valle en los años 1920, no estaba
avalado por un sistema tradicional de reparto con provisiones
institucionalizadas para el arreglo de disputas intercomunitarias, tal y
como existe en el sistema de los Doce Pueblos del Japón. Sin lugar a
dudas ésta es una de las razones por las cuales el sistema de
Teotihuacán ha sido marcado por conflictos casi desde su inicio. Una
razón fundamental, claro, es que hay agua insuficiente en el sistema
para proveer a las necesidades legítimas de todos a los que abastece el
sistema. En respuesta parcial a los conflictos cada vez más severos
que han asolado al sistema, el gobierno federal promulgó un nuevo
reglamento de agua en 1959, que especifica la cantidad de agua que
cada dueño de parcela va a recibir al mes. En otras palabras, el nuevo
reglamento trata de determinar cómo va a ser repartida el agua al
38
Aventuras con el agua
interior de la comunidad, esto es cuántos repartos de agua deben
recib ir los miembros individuales de la comunidad. Este grado de
control del gobierno central no se encuentra en ninguna de las otras
sociedades examinadas aquí. Por razones que no vamos a examinar
aquí, el nuevo reglamento, si entra en vigor, tendrá el efecto de obligar
a los poseedores de pequeñas parcelas a abandonar sus tierras por falta
de un abasto efectivo de agua de riego. Antes de la promulgación de
este nuevo reglamento, los repartos de agua se hacían por el gobierno
federal a unidades corporadas en el valle, y se les dejaba repartir esta
agua a su criterio.
En las cuatro instancias donde el reparto de agua está caracterizado
por la descentralización, el grado en que el sistema de reparto ha sido
tradicionalizado, y el grado en que figuras o cuerpos políticos externos
intervienen en el proceso varía. Pero en general parece que tal
intervención tiende a ocurrir sólo en momentos de crisis del sistema
local.
En sólo una de las sociedades analizadas --los Sonjo-- la
centralización de la autoridad posiblemente deriva de la práctica de la
agricultura. La otra posibilidad es que la autoridad central en los
pueblos Sonjo es una respuesta a los problemas enfrentados por los
saqueos constantes de los Masai. Posiblemente las dos condiciones se
reforzaron la una a la otra. Pero cualquiera que sea la explicación para
las condiciones entre los Sonjo, está claro que la autoridad central y la
práctica de la agricultura no están necesariamente relacionadas, aún en
sistemas de riego de un tamaño intermedio como el de los Doce
Pueblos en Japón. (Ver por ejemplo el comentario de Beals a este
respecto en el Symposium sobre las Civilizaciones de Regadío,
Steward et al [1955: 54]) 4 .
Esto tiene implicaciones obvias para el arqueólogo o para cualquiera
que intente usar la evidencia arqueológica. Si hay evidencia
arqueológica para una ‘civilización del desierto’ u otros sitios de
práctica de agricultura de riego a partir de sistemas a pequeña escala,
no se puede inferir nada acerca de los arreglos políticos que pudieran
haber estado involucrados para convertirlos en algo viable. Bajo
Variaciones en la respuesta social
39
ciertas circunstancias, es posible rastrear variaciones en el grado de
centralización y descentralización de la autoridad, como lo muestran
los estudios detallados de Robert Adams en el sur de Irak (1962-b).
Pero aún aquí la conclusión más impresionante es la evidencia acerca
de la utilización por largos períodos, de amplias partes del Tigris y los
arroyos afluentes, por pequeños sistemas de riego locales que sólo
ocasionalmente fueron articulados para formar un sistema
relativamente unificado. Además, no es posible sacar ninguna
conclusión de esta evidencia arqueológica acerca de qué tan operativo
era el grado de centralización de la autoridad para el riego a nivel de la
comunidad. Woodbury ha demostrado esto muy bien en una revisión
de la irrigación Hohokam, y en su reporte sobre Point of Pines (1961a, 1961-b). También Adams en su trabajo sobre el sur de
Mesopotamia (1962-b). Y llegamos a la misma conclusión en nuestro
trabajo sobre Teotihuacán. (Ver también Adams, 1962-a).
La pregunta general sobre la relación entre sistemas de riego grandes
y el surgimiento de sistemas políticos centralizados no ha sido
discutida en este ensayo porque el tipo de evidencia examinado aquí
no está disponible para tales sistemas. (Para una evaluación reciente
de la evidencia arqueológica y de otro tipo sobre la relación entre
grandes sistemas de riego y la centralización del sistema político en
las sociedades antiguas de Mesopotamia, Egipto, Perú y Mesoamérica,
véase Adams [1960: 278-288]). Sin embargo en el sur de Irak la
evidencia de una relación inversa ha sido señalada. En la región del
Daghghara en el Eufrates Central, cauces de agua utilizados para riego
han pasado al control del gobierno central. El reparto de agua de estos
canales ha sido puesto bajo la jurisdicción del gobierno central. El
efecto neto ha sido la extensión de la autoridad del gobierno central
sobre los agricultores de riego de la región. Tenemos evidencia,
entonces, de que un sistema ya centralizado puede frecuentemente
utilizar las consecuencias benéficas de la racionalización de la
agricultura de riego a gran escala para extender su autoridad sobre el
campo. El Irak moderno y en menor medida el México moderno
proveen ejemplos de este proceso.
Hay otro aspecto de la práctica de la agricultura de riego que merece
40
Aventuras con el agua
atención, esto es, la problemática social planteada por los tipos de
agricultura de riego que hemos considerado en este ensayo. Tales
sistemas de riego involucran, simultáneamente, la imposición de la
necesidad de cooperación y la generación de fuentes fundamentales de
conflicto. Es un lugar común en los estudios de poblaciones que
practican la agricultura de riego enfatizar que la cooperación de
individuos o grupos de individuos es obligatoria para todos los
participantes en todos los sistemas exceptuando sólo los
extremadamente sencillos, si los involucrados pretenden realmente
recibir los beneficios inherentes en un sistema de agricultura de riego.
Y por supuesto que hay una buena razón para que esto se haya
enfatizado, porque aquí radica una diferencia fundamental entre la
práctica de la mayoría de los tipos de agricultura de riego y la práctica
de muchos tipos de agricultura de secano. Pero el corolario de esto se
enfatiza con menos frecuencia, marcadamente, que la práctica de la
agricultura de riego conlleva un fuerte potencial de antagonismo y
conflicto, y que es potencialmente una fuerza de desagregación.
En la mayoría de las sociedades que hemos examinado aquí el
entretejido de estos procesos es evidente. Pul Eliya, los Nahid, los El
Shabana y Teotihuacán son ejemplos particularmente claros. Por
ejemplo, al discutir Pul Eliya, Leach dice lo siguiente (1961: 9, 65):
La comunidad de Pul Eliya opera no sólo dentro de un marco
establecido de reglas legales, también existe en un medio
ecológico peculiar hecho por el hombre. La inflexibilidad de la
topografía --del agua, la tierra, el clima-- es ante todo la que
determina lo que la gente hace. Esta interpretación de las reglas
legales ideales está limitada en todo momento por algo tan
crudamente simple como que el agua se evapora y fluye hacia
abajo... Los individuos que trabajan la tierra abastecida por un
mismo canal tienen la obligación inescapable de cooperar. Este
hecho es una potente fuente de alianzas de amistad, pero es
también una fuente mayor de conflicto.
Y como hemos visto más arriba, Fernea al describir la situación de los
El Shabana antes de 1919 nos dice (1961: 200-201):
Variaciones en la respuesta social
41
Compartir un curso natural de agua puede ser una circunstancia
divisiva, no hay nada que sugiera que los usuarios del canal de
Daghghara hayan alguna vez cooperado para su uso... Una vez
que la autoridad central se estableció, sin embargo, el control
sobre el riego parecería ser una forma por la cual se pudiese
desplazar a las autoridades tradicionales.
Casi toda relación social que involucra la dependencia mutua es
ambivalente. Así es también en el caso de la práctica de la agricultura
de riego. La necesidad de cooperación involucra antagonismo,
conflicto y desagregación potencial. Las fuerzas divisivas pueden ser
tales que hacen imposible la práctica de la agricultura. Así parece
haber ocurrido cuando las tierras de la Hacienda de Arroyo de
Enmedio cerca de Guadalajara, México se dividieron en 1927 y se
dotaron en la for ma de ejidos a un cierto número de agricultores de
distintas comunidades adyacentes. Las tierras que habían sido regadas
por la hacienda se dividieron entre los varios ejidos de estas
comunidades. Pero los miembros de las comunidades involucradas
fueron incapaces de actuar en concierto para mantener estas tierras
bajo riego. Como resultado, el sistema de riego cayó en desuso. Los
pobladores fueron incapaces de resolver los problemas planteados por
la necesidad de cooperación entre comunidades (May Díaz comm.
pers. 1961).
Ya que el potencial de doble filo inherente en la práctica de la
agricultura, como tales potenciales inherentes en muchas otras esferas
de la vida social, normalmente se nos manifiestan en una forma
razonablemente exitosa, no debe olvidarse que los intentos no exitosos
en tales ajustes también ocurren. Aunque el conflicto puede tener una
función cohesiva, vale la pena tener en cuenta que a veces no la tiene.
No parece estar jugando este rol en el caso del valle de Teotihuacán
hoy en día (Millon, Hall y Díaz 1962). Ni parece ser particularmente
iluminador ver como factor cohesivo el conflicto que permea la
sociedad Nahid en el Hadhramaut. Los Nahid viven bajo un sistema
político extremadamente inestable, la inestabilidad está acentuada, por
el requerimiento de una agricultura de riego sedentaria. Como hemos
visto, los conflictos por el agua entre los Nahid condujeron al
42
Aventuras con el agua
desarrollo de conflictos de grandes proporciones y de una naturaleza
estructural tal, que no pudieron ser contenidos por los Nahid mismos.
La intervención externa, con la amenaza del uso de la fuerza, fue
necesaria para resolver la disputa y evitar un colapso total del sistema
de riego. Esto sucedió en 1936, y el valle parece estar enfrentando otra
vez el prospecto de un colapso dada la imposibilidad de lograr
acuerdos para efectuar las reparaciones necesarias en el sistema de
riego.
Si el conflicto interno ha tenido consecuencias particularmente
divisivas entre los Nahid y en el valle de Teotihuacán, también existen
conflictos de proporciones serias en la mayoría de las otras sociedades
examinadas aquí. En un sistema tradicionalizado como el de los Doce
Pueblos, las disputas sobre el agua son frecuentes y el “desacuerdo
sobre el reparto de agua es un rasgo permanente de la administración
del sistema de los Doce Pueblos” (Eyre, 1955: 213). Pero tales
disputas normalmente pueden ser contenidas o canalizadas por el
sistema tradicional de reparto y adjudicación. La mayoría de las
disputas individuales surgen de necesidades diferentes, que a su vez
surgen de los distintos requerimientos de parcelas particulares. La
mayor disputa a nivel de sistema surge del problema común de
escasez de agua en las partes terminales del sistema. Como puede
esperarse, y como hemos visto en otras casos examinados aquí, los
conflictos más serios se desarrollan cuando hay una escasez severa de
agua (Eyre, 1955: 214; Bearsley, Hall y Ward, 1959: 132-138). El
extenso impacto de esta escasez entre los El Shabana, a principios de
siglo, ya ha sido notado. En Pul Eliya, el sistema tradicional de reparto
en el Campo Viejo, por su naturaleza extraordinariamente equitativa,
minimiza disputas y, simultáneamente, su extraordinaria complejidad,
evita intentos de modificarlo. Esta situación ha sido alterada por el
desarrollo de nuevas categorías de tierra hacia abajo y adyacentes al
Campo Viejo. Como hemos visto, la historia del desarrollo de estas
tierras y de los canales de riego que las abastecen ha creado divisiones
serias al interior de la comunidad.
Esta claro que cua lquier grupo de gente que practica la agricultura de
riego enfrenta problemas especiales. La necesidad de la cooperación
Variaciones en la respuesta social
43
que existe en tal situación debe sobrellevar el antagonismo, el
conflicto y la desagregación potencial, simultáneamente inherentes, si
la empresa va a tener éxito. Por ello el estudio de los ajustes exitosos y
no exitosos, a tales problemas especiales, deben iluminar nuestro
entendimiento de otros procesos sociales, que simultáneamente
requieren cooperación y generan conflicto.
CONCLUSIÓN
Los estudios de sistemas de riego relativamente pequeños
considerados aquí, ilustran que no hay una relación necesaria entre la
práctica de la agricultura de riego como tal y la centralización de la
autoridad, y que las respuestas sociales a la práctica de la agricultura
de riego son tan variadas como las condiciones sociales y ecológicas
de los pueblos que practican el riego. Estos mismos estudios también
ilustran que las consecuencias sociales de la práctica de la agricultura
representan otra variable importante, que debe ser considerada en el
estudio comparativo de sistemas sociales (véase Wittfogel, 1957). La
práctica de la agricultura de riego tiene evidentemente consecuencias
integrativas significativas en un amplio rango de contextos sociales y
ecoló gicos.
Si los miembros de una sociedad van a manejar exitosamente un
sistema de riego, proveyendo de una cantidad limitada de agua a un
cierto número de comunidades en una cuenca hidráulica, algunos
medios positivos deben encontrarse para explotar las relaciones de
interdependencia y de conflicto potencial implícitos en esta forma de
agricultura. Los medios particulares pueden diferir ampliamente de
una sociedad a otra, y cada situación debe ser examinada en el
contexto del rango total de respuestas institucionales de las que
tenemos noticia. Una conclusión fuertemente sugerida por la
evidencia examinada aquí es que la centralización de la autoridad es
una respuesta excepcional a los problemas de la agricultura de riego.
Si se toma una perspectiva más amplia, las implicaciones integrativas,
positivas y negativas de la práctica de la agricultura de riego pueden
ser mucho mejor apreciadas en el estudio de las ‘civilizaciones del
desierto ’ y de las sociedades de agricultores modernos.
44
Aventuras con el agua
NOTAS
1
No he intentado definir la clase de agricultura de riego practicada por los varios
pueblos analizados en este ensayo en términos de los conceptos de Wittfogel de
hidroagricultura y agricultura hidráulica (Wittfogel, 1957 : 3, 17-19). Basta decir que
las prácticas agrícolas de algunos de estos pueblos parecerían caer dentro del
concepto de Wittfogel, de hidroagricultura, mientras otras prácticas se incluirían en
su concepto de agricultura hidráulica.
2
N. del T. Se refiere al symposium “Civilizations in Desert Lands” celebrado en
1961 bajo los auspicios de la American Association for the Advancement of Science.
3
Geertz da un ejemplo de un “estado dentro de un estado” en esta región de Bali en
que los vínculos múltiples [cross-cutting ties] son mínimos. Esta pequeñísima
unidad, lamada Blaju, cubre un área de quizá 6 millas cuadradas y tiene una
población total de quizá unos 5,500-7,500. Los subak en esta región son pequeños, y
la propiedad de la tierra no está tan dispersa. Como resultado los subak tienden a
identificarse con las unidades políticas y poblados más cercanos; el sistema en su
conjunto está totalmente “territorializado” (Geertz, 1959: 1006 -1008).
4
N. del T. Millon parece estar refiriéndose a la cita siguiente de Beals: “ Sin embargo
debemos cuando menos considerar la alternativa, o sea que una vez que el
urbanismo aparece este mismo impone imperativos de organización; en
consecuencia en un momento dado del desarrollo de las civilizaciones de riego, el
riego en si, puede dejar de ser una variable significativa del desarrollo cultural. Esto
no disminuye de ninguna manera la importancia de la tentativa de describir cuáles
asociaciones y cuáles variables dependientes pueden encontrarse abordando los
problemas desde el punto de vista del regadío, pero nos advierte que las nuevas
formas sociales y culturales pueden por sí mismas convertirse en variables
independientes ” (Beals en Steward et al 1955: 59, se consultó la edición paralela en
español).
Variaciones en la respuesta social
45
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