La historia de Andrés y la caja en la basura
Transcripción
La historia de Andrés y la caja en la basura
La historia de Andrés y la caja en la basura Una madre preocupada me trajo a su hijo al consultorio. Andrés, un niño de 9 años, era un niño muy enérgico, deportista, inteligente, y parecía tener un alto grado de confianza en sí mismo. A pesar de ello, a su madre le preocupaba el que en ocasiones se orinaba en la cama, y con frecuencia peleaba con sus hermanas y amigos de la escuela. “Gaby, ni yo ni su papá le hemos pegado nunca. No sé por qué él pega tanto.” En la consulta, lo invité a que tomara un pedazo de barro. Al inicio Andrés mostraba mucha apatía, no quería hacer nada con el barro. Le pedí que hablase por el barro… Gaby: ¿Si el barro pudiera hablar, qué diría? Andrés: Pues… soy un pedazo de barro… ¡y ya! (apático) G: ¿Y cómo eres, barro? A: Feo, con grietas, tengo un poco forma como de caja, pero rota. G: ¿De dónde está rota? A: De la tapa y los lados. G: ¿Qué pasó con la tapa y con los lados? A: Pues la familia que me usaba me rompió. Eran muy descuidados y me llenaban de cosas, y hasta a veces se sentaban en mí. G: ¿Y qué pasó después? A: Pues me rompí, y me tiraron. G: ¿A dónde te tiraron? A: A la basura. (Cabizbajo y triste, su voz se quebró pero lo contuvo.) Ni siquiera me pudieron reciclar. G: ¿Cómo es el basurero en donde estás? A: Apestoso y feo, no me gusta estar aquí. G: ¿Cómo se siente estar ahí? A: Feo, muy solito. G: ¿Alguna vez te has sentido como la caja? A: Sí, sería mejor que me tiraran al basurero. G: ¿Quiénes? A: Mis papás. G: ¿Por qué? A: Nunca me escuchan, no me hacen caso, me regañan todo el tiempo y prefieren a mis hermanas. Siempre me dicen que sea como ellas, o como mis amigos. Siempre tengo la culpa de todo. En la siguientes sesiones continuamos trabajando con estos sentimientos guardados. Gradualmente se fue dando cuenta cómo lo que traía dentro lo llevaba a explotar y desquitarse. Cuando se sintió listo, invitó a sus papás a las siguientes sesiones, en donde pudieron recibir lo que Andrés estaba cargando, y darse cuenta de cómo sin querer lo estaban lastimando. Para nosotros, educar sin lastimar es trabajar con lo que no se ve a simple vista. Va muchísimo más más allá de saber poner límites, educar sin violencia o saber qué hacer con los berrinches o el carácter de nuestros hijos. Nuestros hijos llegan a este mundo llenos de recursos en todas las áreas. Bloquear, aplastar y limitar ese potencial es uno de los costos más fuertes del no saber cómo trabajar con esta 1ª Clave, de no asumir el compromiso de educar sin lastimar. Nuestros hijos llegan a este mundo llenos de recursos en todas las áreas. Bloquear, aplastar y limitar ese potencial es uno de los costos más fuertes de una paternidad inconsciente. Esto va muchísimo más allá de saber poner límites, educar sin violencia o saber que hacer con los berrinches o desafíos de nuestros.