Librillo Acompañamiento MJS - Segunda Parte.
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Librillo Acompañamiento MJS - Segunda Parte.
¿QUÉ ENTENDEMOS POR “ACOMPAÑAMIENTO”? 4 Ahora bien, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de acompañamiento? ¿Qué realidad estamos mencionando? Entre las muchas opiniones y nociones que podemos encontrar e diversos autores que reflexionan sobre el tema, hacemos nuestra, por su vitalidad, profundidad y esencialidad, la definición de Dolores Aleixandre: “Acompañar es asistir al largo proceso de gestación de vida nueva que el Espíritu está creando en otro y estar junto a él, atento a los signos de un proceso, sin querer precipitarlo ni controlarlo, consciente de que es inútil sustituir un trabajo que solo puede hacer el otro, pero estando ahí para animar, sostener, tirar con cuidado y tiempo de un vida frágil que apunta y que lucha por salir a la luz.”5 QUÉ ES ACOMPAÑAR OTERMIN, M. Del C., He venido para que tengan Vida... El acompañamiento a Desglosaremos la definición buceando en a1gunos aspectos de ella: jóvenes con heridas afectivo sexuales, Sevilla ü “Asistir al largo proceso...” El ritmo de quien acompañamos no es 2003. siempre - casi nunca - el que quisiéramos. El ritmo lo determina la persona acompañada y no uno. El crecimiento profundo y verdadero requiere tiempo y muchas veces se da en el silencio de la acción y de la vida. Es el ritmo del buen Dios que respeta nuestros pasos. El valor de la espera está ligado a la confianza en el dinamismo interior de la persona y en lo que Dios está 6 haciendo en ella. Por tanto, servir al joven en el acompañamiento requiere de todas nuestras habilidades y experiencias para intervenir en el momento oportuno y para saber esperar sin atropellar ni entorpecer el curso de su vida. 4 Cf. 5 D. ALEIXANDRE, Imágenes bíblicas para el acompañamiento, en Revista de Teología Pastoral Sal Terrae, 1997. MERCIECA, Relación acompañante acompañado: algunas pistas orientadoras, ¿Cómo acompaü “...gestación de una vida nueva que el Espíritu está creando...” El ñar espiritualacompañamiento se vive a priori del encuentro humano mente?, en de profundo en el que alguien se abre y pone su fe y sus dudas, su Cuadernillo espiritualidad 83, esperanza y su desesperanza su propia luz y su oscuridad, a 1994. disposición de otra persona para descubrirse a sí mismo, clarificar sus propias experiencias y encontrar el sentido a su existencia. 6 E. 21 QUÉ ES ACOMPAÑAR 7 Cfr. A. GONZALEZ, El arte de acompañar, ¿Cómo acompañar espiritualmente?, en Cuadernillo de espiritualidad 83 1994. 8 Cfr. J. RAMBLA, No anticiparse al Espíritu. Variaciones sobre el acompañamiento espiritual, en Revista de Teología Pastoral Sal Terrae 1004 1997. 9 D. ALEIXANDRE, Imágenes bíblicas..., o.c., pág. 653 22 Es así como juntos se abren al Espíritu que “sopla donde quiere, oyes el ruido pero no sabes de donde viene ni donde va. Eso pasa con todo el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3,8). El acompañante es un testigo del paso de Dios por la Vida del joven: es alguien que descubre el misterio de la vida que habita en la profundidad de su corazón y lo hace con los ojos de Dios para amarlo y acompañarlo en su búsqueda de la felicidad y de la Vida sabiendo que el Espíritu está presente haciendo nuevas todas las 7 cosas. Por lo tanto, el acompañamiento no se moverá en el plano de buenos consejos u orientaciones, sino en el de la experiencia del Espíritu y del reconocimiento de su acción. El acompañante colaborará para que la vida de Dios vaya fluyendo y fecundando 8 la Vida del joven. ü “...estar junto él, atento a los signos sin querer precipitarlo ni confrontarlo...” Todo acompañamiento -y más aún el de jóvenesnos exige que nos situemos ante él con cariño, respeto, cuidado, vigilancia atenta, apertura de corazón, capacidad de escucha y acogida. Ni adelante ni atrás... al lado, como hermano, amigo, compañero de camino. El acompañante descubre que el misterio del otro se abre frente a él y le permite la entrada y la participación. Aquí es fundamental aprender a escuchar los sentimientos, contenidos, gritos y demandas que laten detrás de cada palabra, detrás de cada situación vital de la persona. Ante el misterio del otro sólo se puede entrar de rodillas, consciente de que se pisa “tierra sagrada” donde nos encontramos con su grandiosidad y su profundidad. ü ”Un trabajo que sólo puede hacer el otro pero estando ahí para animar, sostener, tirar con cuidado y a tiempo de una vida frágil que apunta y que lucha por salir a la luz.” La mejor imagen de este proceso de acompañamiento es la de la madre durante los nueve meses de gestación en los que el hilo está dentro de su vientre. “Sólo crecemos y nos esponjamos por dentro y hasta por fuera cuando alguien nos demuestre que tiene fe en nosotros, cuando su manera de mirarnos y de hablarnos nos comunica, sin necesidad de muchas palabras, que somos valiosos y 9 merecedores de amor y confianza.” En una relación auténtica, el acompañante participa en la existencia personal del otro. “De algún modo, la relación personal constituye una experiencia del nosotros; experiencia profunda, impregnada de humanidad y afecto y que supera la rutina e indiferencia de la 10 normalidad y cotidianidad de nuestros encuentros diarios.” Los verdaderos maestros son los que saben quedarse callados ante lo complejo de la tarea e invitan a hacer caminos propios, más allá de cualquier receta. Es bueno que tengamos en cuenta que lo que a nosotros nos ha ayudado no necesariamente va a ayudarle a otro que tiene una historia, sensibilidad y deseos distintos a los nuestros. Por tanto, no podemos invocar constantemente nuestra experiencia, sino solo cuando puede orientar en algunas situaciones específicas. Somos mediación humana y personal del Espíritu que va dando vida para alcanzar la plenitud humana y cristina. En esta dirección entra la historia pasada y presente del joven como trayectoria de salvación y, con ella y desde ella, se comienza a divisar caminos de futuro desde la certeza de que “la verdad más honda del ser humano no es lo que 11 lo limita sino lo que lo empuja afirma.” Aquí podemos ver claramente que el acompañamiento es un encuentro de mediación para acoger la Vida acompañando. Tenemos que permanecer al lado del joven, aguantando con él su angustia y sufrimiento y gozando su alegría y esperanza. Estimular al joven a mirar con cariño lo que le va pasando -no para juzgarlo sino para sanarlo- lo ayuda a ir descubriendo día a día lo que en realidad es y está llamado a ser, sin poner defensas que impidan su crecimiento. No olvidemos las palabras de la Iglesia que invita a vivir el acompañamiento como un servicio de escucha, misericordia y esperanza. QUÉ ES ACOMPAÑAR 10 E ALBURQUERQUE, Ayuda del formador, adulto en la fe, mediante la entrevista personal, en Revista de Vida Religiosa Confer 80, 1982. 11 L. ARRIETA, Sus heridas nos han curado. Conflictiva afectivo - sexual en la opción de amor célibe, en Cuadernos de Formación Permanente para religiosos/as Frontera Hegian 33, 2000-2001, pág. 51. 23 ¿POR QUÉ TENEMOS QUE BRINDAR ESTE SERVICIO A LOS JÓVENES? 12 POR QUÉ ACOMPAÑAR 12 Cf. OTERMÍN, M. Del C., “He venido para que tengan Vida... El acompañamiento a jóvenes con heridas afectivo sexuales”, Sevilla 2003. 13 J.M. NUÑEZ, Anunciar a Jesucristo. Acompañar la experiencia de fe, en Revista semestral de Estudios Eclesiásticos Superiores Isidorianum 7, 1998, pág. 147. 14 A. JIMENEZ, La comunicación de la fe a los jóvenes, en Revista de Pastoral Juvenil Misión Joven 238, 1996. pág. 25. 24 Después de reflexionar sobre la definición de acompañamiento espiritual, quizás cabe la pregunta sobre si es necesario detenernos en este punto y especificar qué expectativas u objetivos se tienen en este servicio a los jóvenes. Aunque implícitamente lo podamos haber desvelado en el apartado anterior, haremos aquí una breve aproximación. Ý El deseo de hacer algo grande con la propia vida, de vivirla sin regateos ni medias tintas, lleva a las chicas y a los chicos a hacerse preguntas serias, a buscar nuevos horizontes, a querer conocerse y descubrir a Aquel que, sin duda, tiene un sueño grande para sus vidas. Sin embargo, cuando se acercan a la persona que ha suscitado en ellos un mínimo de confianza como para plantearse la posibilidad del acompañamiento personal... ¿qué buscan? ¿Qué les podemos ofrecer? ¿Qué misión nos confía Dios y la comunidad? La respuesta no es sencilla. Como creyentes podernos decir, sin dudarlo, que el tesoro más preciado que tenemos y al que queremos dar a luz en la vida de los jóvenes es la persona de Jesucristo. Por lo tanto, el objetivo último del acompañamiento es que Él vaya creciendo en el interior de la persona acompañada, en el interior de los jóvenes. “El anuncio eclesial de la Buena Noticia de Dios debe ayudar a la persona a encontrarse en su vida y en su historia con Jesucristo vivo, respuesta a sus anhelos de plenitud que el 13 mismo hombre alberga en su corazón”. Ý “Se trata de que el joven acompañado aprenda a leer su propia historia como historia de salvación”14, como lugar en el que Dios habita y desde el que lo impulsa a salir de sí y a entregarse a sus hermanos. En el encuentro interpersonal se buscará la unificación del joven mediante la experiencia nuclear de la fe en Dios Padre, revelado en Jesús el Señor, por la fuerza del Espíritu. Sin embargo, este camino no es lineal. El progresivo crecimiento humano partiendo desde la idea que tenemos de nosotros mismos hasta el proyecto que tiene Dios sobre la persona es un arduo trayecto. “Las vicisitudes de la vida y la complejidad de la persona no permiten fácilmente escuchar la voz de Dios, crecer en relación afectiva y confiada con Él y traducir en actitudes de vida las consecuencias de esta relación. Es trayecto de largo alcance, requiere decisión nítida y supone (como camino de conversión) no buscar atajos, sino asumir con toda crudeza y realismo la condición humana, la realidad social, hasta poder disponer de sí, elegir la vida y orientarse hacia Dios.”15 “Nadie se hace creyente a partir de cero, todos llevamos en nuestra propia historia frustraciones, desajustes y angustias que producen desestructuración de la personalidad. Sintonizar la propia personalidad con las características de la fe cristiana es una labor difícil, pero ineludible. La integración de la razón, las emociones y los comportamientos son lo que hace crecer.”16 POR QUÉ ACOMPAÑAR Ý “En la línea de V. Frankl, M. Buber y C. Rogers, el acompañamiento personal parte de lo que se llama 'optimismo antropológico', pues el hombre halla en su existencia concreta e histórica un valor estructurador: existen rupturas, limitaciones y fracasos, pero también hay un inclinación innata a la unidad y al sentido que ella aporta a la 17 15 L. ARRIETA, vida”. Acoger la vida, Para nosotros salesianos, el acompañamiento personal se acompañando la inspira, principalmente, en el humanismo de San Francisco de vida en Cuadernos Formación Sales que nos lleva a creer en los recursos naturales y de Permanente para sobrenaturales de la persona. Sin ignorar la debilidad nos religiosos/as apoyamos y creemos en las fuerzas de bien que hay en los Frontera Hegian 26, 1998 - 1999, jóvenes. pág. 38. Por lo tanto, las mayores expectativas del proceso de acompañamiento se sitúan en la relación de ayuda total en la 16 J. SASTRE, El que se propicia que la persona crezca y madure en acompañamiento espiritual, San consistencia, autonomía, libertad y responsabilidad. ¿Cómo? Pablo, Madrid, Siendo sujeto de sí mismo, tomando su vida en las propias 1993, pág. 26. manos, siendo capaz de ir respondiendo a los interrogantes 17 J. SASTRE, El diarios desde sus propias convicciones y desde el sentido que acompañamiento. cobra la vida desde la Fe. Como compañeros de Fe ayudamos .., o.c., pág.27. a los jóvenes a aceptar el gran don del amor de Dios en sus 25 vidas y a expresarlo en plenitud: “Somos lo que somos y obramos de tal modo para ser lo mejor posible para ser honor del gran Artista de quien somos obra”.18 POR QUÉ ACOMPAÑAR 18 Id Cartas a la presidenta Brulart en ivi XIII, pág. 53. 19 Cfr. J.M.NUIEZ, Anunciar a Jesucristo..., o.c., pág. 148- 149. 26 Ý El trabajo de autoconocimiento y de interacción de la propia afectividad con los valores cristianos es la tarea de toda la vida, pero es labor prioritaria y especifica en el proceso y en el tiempo de acompañamiento. Para quien acompaña este largo camino supone aceptar el reto de seguir, como testigo y hermano en la fe, procesos personales desde la vida, iluminando el sendero y proponiendo nuevos horizontes que ayuden al conocimiento y la aceptación de sí mismo. Supone la disponibilidad de estar cerca en la fundamental aceptación incondicional del joven.19 LA EXPERIENCIA CREYENTE 20 La pedagogía de todo camino de acompañamiento debe saber armonizar los recursos disponibles de las diferentes ciencias humanas y teológicas, haciendo dialogar sabiamente las realidades complejas de la condición del joven, de su libertad y del misterio de la gracia, del Espíritu de Dios, protagonista ineludible de este proceso.21 EXPERIENCIA CREYENTE Henri Nouwen, conocido autor de nuestro tiempo, afirma: “La tarea eclesial más urgente es ofrecer a los hombres y mujeres de nuestro mundo vías creativas de comunicación con la fuente de la vida.”22 ¿Cómo ayudar a los jóvenes a abrir los ojos, la mente y el corazón a Jesucristo, fuente de Vida? El punto de partida para un replanteamiento de Dios en nuestro hoy es el ser el mismo del hombre. “Solo es posible hablar de Dios desde el hombre que pregunta y se interroga sobre el sentido de la historia y de la vida.”23 El hablar de Dios tiene que tener como punto de partida a la persona que se sitúa en el horizonte de la pregunta por el sentido de la vida y de la historia cargado de contradicciones, de sufrimientos, de angustias, de búsquedas de significados. UN CAMINO A RECORRER Frente a este desafío nos surge un interrogante: ¿cómo acompañar para suscitar la pregunta de fondo, la que se cuestiona por el sentido mismo de la vida? Aquí constatamos que, más allá de las diversas experiencias y situaciones personales hay, por llamarlo de algún modo, un “camino paradigmático” que hay que recorrer si se quiere crecer en la fe. Es obvio que la primera etapa de este camino se centra en los interrogantes y cuestiones cotidianos, urgentes o emergentes (un problema concreto a encarar, una situación que no se comprende, un sueño y un deseo de vivir más en profundidad...). A partir de allí, mirando al Jesús que está junto al pozo de Jacob, nos damos cuenta que el acompañante debe partir de esos interrogantes primeros para abrir la inquietud y “profundizar” así los interrogantes, de manera que se pueda llegar a la pregunta esencial: la del sentido de la propia vida. 20 Cfr. "La experiencia creyente" con 'He venido para que tengan Vida... El acompañamiento a jóvenes con heridas afectivo sexuales, María del Carmen Otermin, Sevilla 2003, 3° parte. 21 Cfr. A. JIMENEZ. ¿Cómo orientar hacia la experiencia de Dios?, Estudios Seminarios 2001 n° 161, pág. 315. 22 Cfr. ídem, pág. 315. 23 NOUWEN, El sanador herido, PPC, Madrid 1996,50. 27 EXPERIENCIA CREYENTE Y aquí, por el testimonio de muchas personas, ratificamos que es confrontación con la muerte (entendida como la experiencia del propio limite, la constatación de que solos no podemos, las propias heridas, hasta el mismo pecado...) la que nos abre definitivamente a esta pregunta frontal. Es la muerte quien cuestiona el sentido de lo cotidiano porque obliga al realismo: la bella o no tan bella experiencia de la vida tiene en su seno una frontera que no se puede atravesar. “Los discursos parecen vanos ante esta radical derrota del ser humano, que no puede trivializar ni camuflar, y que representa la realidad irrefutable de la finitud humana.”24 La pregunta y la realidad sobre la muerte desata una cascada de planteamientos e interpelaciones a niveles existenciales y de Fe: ¿existe Dios? ¿Por qué permite determinadas situaciones? ¿Nos ama, cómo lo demuestra? ¿Qué sentido tiene la vida, el futuro si sólo existe el abismo de la muerte? ¿Qué es mi vida: pura casualidad, singularidad irrepetible? ¿Dónde queda la libertad de la persona? ¿Será posible ir más allá de la muerte? 24 A. JIMENEZ, ¿Cómo orientar hacia...?, o.c., pág. 316. 25 Cfr. 1Jn 1,1 Juan es testigo de esta realidad. Nunca podremos acompañar a los jóvenes en procesos de fe si no hemos hecho experiencia en nuestra propia vida, en nuestra propia "carne" de Jesucristo como plenitud de Vida. 26 Cfr. J. M. NUÑEZ, Anunciar a Jesucristo..., o.c., pág. 147. 27 ídem pág. 150. 28 UNA RESPUESTA DE SENTIDO En un graffiti encontramos escrito: "una vez que teníamos todas las respuestas cambiaron las preguntas". Sólo si somos capaces de suscitar realmente la pregunta de sentido en los jóvenes podremos encontrar juntos, en la misma experiencia del acompañamiento, la respuesta: Jesús Resucitado. De otro modo, corremos el peligro de utilizar respuestas prefijadas a preguntas que los jóvenes no se hacen. No podemos ni debemos callar “aquello que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida”25, la Persona, Buena Noticia de Jesús, el Señor. Favorezcamos la experiencia de encuentro con el Dios de la Vida a partir de las experiencias de muerte que han marcado a los jóvenes. Invitémoslos y ayudémoslos, desde un camino de conocimiento y de un reencuentro con las propias heridas a un encuentro vital con la salvación de Dios en Jesucristo. El acompañamiento, a este nivel, tiene que iniciar al misterio y dejar espacio a la experiencia creyente que conduzca a la conversión y a la vida nueva.26 “Anunciar a Jesucristo hoy significa tomar en serio al destinatario y 'narrar' a Dios desde lo que el Hijo nos ha desvelado: como aquél que - tenazmente empeñado en la felicidad del hombre - ha tomado el paso de la historia y camina con nosotros 'abriendo un vado en las aguas caudalosas' y conduciendo nuestros pasos hacia 'una tierra que mana leche y miel'.” Anunciar a Jesucristo también significa purificar la concepción e imagen de Dios que se tiene, vivir las actitudes con las que Jesús experimentaba el encuentro con el Padre, descubrir la dimensión comunitaria y social de la Fe, a fin de “que mi amor no sea un sentimiento, tan solo un deslumbramiento pasajero...”28 EXPERIENCIA CREYENTE QUE ABRE A UN NUEVO CAMINO Nuestra presencia pastoral debe conducir al joven a una lectura creyente de su propia historia reconociendo la presencia y cercanía de Dios en su vida como dador de sentido y configurador de una nueva existencia que se abre a la plenitud y a la felicidad. Se trata, por tanto, de un conocimiento de sí mismo en Dios y de Dios en la propia historia que abre paso a la fe. Cuando la persona desea iniciar un camino de profundización de su vida cristiana se enfrenta al gran desafío de la integración de su vida, con la particular tarea de asumir su pasado desde la óptica de la gracia que la sitúa en una nueva dimensión. “La aceptación personal responsabiliza y abre a la experiencia de confianza radical en Aquel que todo lo puede desde el amor incondicional que nos tiene”.29 El acompañamiento tiene la misión de “posibilitar el acceso consciente y libre a la experiencia cristiana, ayudar al descubrimiento vital del misterio de Dios, revelado en Jesucristo como misericordia y salvación, entonces la clave del anuncio evangélico está en el encuentro como realidad esencial del acompañamiento personal”.30 28 MEANA, E., Canciones, vol. I, "En mi Getsemani". Desde los presupuestos: la experiencia de muerte, la búsqueda de sentido y la iniciación en una lectura creyente de la propia historia que hemos intentado colocar, estamos en condiciones de reflexionar sobre la experiencia de Dios como un encuentro en la fe con el Dios de la Vida. 30 A. JIMENEZ, La comunicación..., o.c., pág. 24. 29 J. SASTRE, El acompañamiento. .., o.c., pág. 36. 29 LA EXPERIENCIA DE DIOS EXPERIENCIA CREYENTE En cualquier proceso de acompañamiento, es ésta la experiencia fundamentalmente buscada y deseada. Es la experiencia que reconcilia aquellas partes fragmentadas del joven, consecuencia de las heridas de su historia y abre horizontes de sentido, de vida y libertad. ¿Es posible transmitir esta experiencia de encuentro con el Dios de la vida? ¿Cómo hacerlo? ¿Por dónde comenzar? Sabemos que hoy como ayer existe un lenguaje que todos comprendemos profundamente: el del amor. Si partimos de la fe que Dios tiene en el hombre y logramos gritar cuánto es capaz de amarlo, los jóvenes serán capaces de abrirse a Él con plena confianza. Pronto descubrirán que Dios se les ofrece, pero no se les impone, que se entrega y les restituye su dignidad siendo siempre fiel al hombre, que los ama apasionada y gratuitamente, sin esperar nada a cambio. 31 J. L. MORAL, Teología Práctica Fundamental o Pastoral Fundamental como Teología de la Praxis Cristiana, apuntes de clase, curso 2001 - 2002, pág. 7. 32 R. TONELLI, Evangelizamos para la vida y la esperanza, apuntes de clase, curso 2001 - 2002. 33 Cfr. A. JIMÉNEZ, La experiencia fundante de la fe como tarea prioritaria de la formación, en Revista Proyección n° 201, 2001, pág. 103. 30 La experiencia de Dios la tenemos que situar en el horizonte de sentido del que están hambrientos los jóvenes. Es aquél donde “más que buscar pruebas para demostrar a Dios, habría que ver si Dios puede ser una buena prueba para demostrar el sentido del hombre; más que solicitar la fe en Dios, tendríamos que presentar la fe que Dios tiene en el hombre”31. La búsqueda de identidad y de sentido que acompaña a toda persona, especialmente al joven, “es razón y fundamento de la existencia concreta, capaz de interpretar cada acontecimiento y reconducirlo a la unidad.”32 Las preguntas: ¿quién soy yo?; Dios, ¿quién eres tú para mí? Y yo, ¿quién soy para ti?, se responden únicamente desde un encuentro vital que, aunque no sea posible explicarlo, se percibe por sus consecuencias: la Paz y la alegría interior. Desde él la persona se abre a la fe buscando la tierra propicia para enraizar su esperanza. La experiencia personal se convierte en camino para la propia persona, posibilitándole un modo nuevo de vivir, de pensar, de sentir y vertebrando su existencia y la vida cotidiana porque no se tiene fe sino que se es desde la fe.33 En fin, el joven no hará nunca verdadera experiencia del Dios de Jesucristo si no se encuentra con el Misterio Pascual que lo lleva a descubrir que en la vida y el sin sentido de la muerte ha hecho entrada la mayor esperanza humana: la Resurrección. MISTERIO PASCUAL Nos encontramos en el punto central de nuestra Vida de creyentes. En él y desde él debemos orientar al joven en su camino de integración. Se trata ahora de poner en el centro de la vida lo único digno y verdadero que puede ocupar ese lugar en la vida de toda persona: la persona de Jesucristo y su misterio pascual. El joven, mediante el encuentro y la confrontación con determinados valores, ideas, experiencias, convicciones, irá mirando la cruz y encontrándole toda su fuerza salvadora. La cruz se convertirá en el punto de referencia desde el que podrá sentirse plenamente acompañado y sostenido por su Dios, un Dios que haciéndose hombre y muriendo en la cruz llegó a realizar el mayor proceso de integración de la historia. La cruz se convierte así en un polo de atracción y de fortaleza psíquica para toda persona, muy especialmente, para los heridos en el camino. EXPERIENCIA CREYENTE Nuestro servicio pastoral atenderá a que progresivamente la realidad de la cruz de Cristo vaya ocupando el centro de la vida del joven. En algunas oportunidades casi tendremos que “clavarla” en el corazón del joven para que descubra el misterio de la cruz como signo del más grande amor alzado en la tierra y desde allí pueda encontrar el sentido a todas las cosas, al pasado y al presente, al límite personal y a la debilidad, a la impotencia y al pecado, a la vida y a la muerte, al sufrimiento y al amor. La cruz es el centro vivo y cálido entorno en el que el joven debe paulatinamente aprender a hacer girar su vida, impulsos, sentimientos, pasiones, deseos, sueños, realizaciones, etc. Es así como la cruz se convierte en la verdad de la vida.34 Seguramente ningún creyente duda de esta fuerza de la cruz, pero como acompañantes de los jóvenes nos preguntamos una y otra vez cómo ayudar concretamente a los jóvenes en este proceso de integración. Hemos mencionado la importancia de partir de las experiencias de muerte de tantos chicos para encontrarse con el Dios de la Vida; hemos subrayado también que únicamente harán experiencia de Dios desde una búsqueda de sentido que lleva a reconocer y encontrarse con Dios como alguien totalmente apasionado por el hombre. 34 Cfr. A. CENCINI, Del modelo de la perfección al modelo de la integración, Madrid 9 y 10 de mayo 2003, pág. 11 - 15. 31 CRITERIOS SICOLÓGICOS DEL ACOMPAÑAMIENTO CRITERIOS SICOLÓGICOS Para el acompañamiento personal CRITERIOS PREVIOS AL ACOMPAÑAMIENTO † Discernir si existe ese profundo llamado al ministerio del acompañamiento personal dentro de nuestra vocación particular. † Evaluar si existen las seis dimensiones básicas del bienestar psicológico en la persona del acompañante, necesarias para el acompañamiento: } Actitud positiva hacia la vida personal, presente y pasada (auto aceptación). } Capacidad para manejar con eficacia los vínculos psicosociales (dominio). } Presencia de relaciones afectivas significativas (afectos positivos). } Creencias acerca del sentido de la vida (proyecto de vida). } Sentimientos positivos hacia el crecimiento y la madurez (desarrollo personal). } Sentido de autodeterminación (autonomía). † Propiciar una formación adecuada y continua de los acompañantes. Estar lo mejor preparados posible, estar al día por medio de la lectura, los cursos, el autoanálisis o el mejor autoconocimiento posible... Para eso es imprescindible haber realizado o estar realizando uno mismo el proceso de ser acompañado. Una supervisión o confrontación con otra persona idónea de lo que vamos viviendo, así como también en relación al acompañamiento de otras personas, especialmente ante las dudas y problemas que se presentan. † Interiorizar los conceptos de libertad - responsabilidad protagonismo - sentido de la vida. 32 Analizar los motivos que están movilizando nuestro † acompañar (anhelos inconscientes de saber, de manipular, de dominar; problemas no resueltos; actitud evangélica de servicio, caridad y amor). Concientizarse sobre la realidad del acompañamiento como † proceso. Es un ir de camino “junto a”, es una búsqueda “junto a”, es un estar al lado de la persona para que ella ande CRITERIOS su camino propio, único, original, y aprenda a caminar por su SICOLÓGICOS propia cuenta; es hacerse cercano por compartir el sendero que se debe recorrer en el crecimiento y la maduración integral la propia persona. † Propiciar una formación adecuada y continua de los acompañantes. Estar lo mejor preparados posible, estar al día por medio de la lectura, los cursos, el autoanálisis o el mejor autoconocimiento posible... Para eso es imprescindible haber realizado o estar realizando uno mismo el proceso de ser acompañado. Una supervisión o confrontación con otra persona idónea de lo que vamos viviendo, así como también en relación al acompañamiento de otras personas, especialmente ante las dudas y problemas que se presentan. † Promover la tolerancia ante los propios tiempos personales y los del acompañado. Respeto por el "timing", que es distinto en cada uno e implica paciencia histórica, perseverancia y convicción en la posibilidad de cambio, dejar de lado el “furor por curar”, las ganas de solucionar nosotros todos los problemas. † Concienciar sobre la misión del acompañante como facilitador del proceso. Por eso hay que animar, ayudar, 35 VELA, Jesús hacer nacer, incentivar para que surjan las potencialidades. Andrés, La † Capacitar a los acompañantes en la escucha empática y entrevista método de la consejería, para las diversas intervenciones personal y el diálogo pastoral. posibles, de acuerdo al dinamismo del proceso: reflejo de Cómo ayudar a los sentimientos, reflejo clarificador, reflexión, confrontación e demás a resolver sus problemas y a interpretación. encontrar su camino, Ed. CCS, Madrid, 1998. 33 CRITERIOS DURANTE EL ACOMPAÑAMIENTO CRITERIOS SICOLÓGICOS Establecer el encuadre de las entrevistas o encuentros: † generar un espacio para convivir, para estar al lado de alguien que vive, sufre, busca. Crear un “ambiente y condiciones” que influyan positivamente en el proceso. Establecer una serie de variables que puedan ser “constantes” para poder ser observadas, controladas y verificadas. Establecer claramente el lugar de encuentro, los horarios, la asiduidad y duración de los encuentros, la modalidad de trabajo, objetivo del mismo, el aporte que compete a cada uno, especificar las condiciones que se crean convenientes (material que surja, las faltas sin avisar, llegadas tardes...). Partir de lo que trae, atender muy bien el motivo de † consulta, lo que presenta como disparador de la búsqueda de acompañamiento. Tener muy en cuenta el tema con el que comienza. Distinguir que siempre hay un motivo manifiesto que se presenta y un motivo latente, más profundo y amplio que está subyacente (demanda). Posibilitar una interrelación personalizada y personalizante, † un vínculo sanante, así realizamos la experiencia emocional correctiva. Ahora ya tiene un nuevo punto de referencia existencial, algo nuevo y sano, alguien lo trató bien, lo aceptó y escuchó, lo quiso, no lo juzgó, ni condenó, ni manipuló. Incentivar la posibilidad de poner en palabras las † emociones, los sentimientos. Poner palabras a lo que se siente salva del caos de las emociones. Hablar de sí mismo lleva a ver con más claridad los propios problemas. Poner palabas a la propia historia hace revivirla y comprenderla. Se oye decir: “Ahora que lo dije, me siento aliviado, distinto, mejor”. † Reconocer el lenguaje no verbal, la corporeidad que se juega en la relación de acompañamiento (tanto en el acompañante cómo en el acompañado), las posturas, gestos y conductas. 34 Esta comunicación no verbal, casi siempre es involuntaria o inconsciente, suele ser más expresiva y hasta más auténtica que muchas palabras. } Aspecto físico: marco corporal (miradas, posturas, labios, piel, expresiones faciales), energía que vivifica, ademanes, movimientos, tono de voz, forma de vestir, cuidado personal. CRITERIOS } Aspecto afectivo: estado de ánimo, intensidad de los SICOLÓGICOS sentimientos, libertad de expresarlos o represión de los mismos, coherencia entre los sentimientos y las palabras y entre los sentimientos y los gestos. } Aspecto intelectual: capacidad de entendimiento y comprensión, precisión en el vocabulario, lógica del discurso, principios e ideales. } Aspecto volitivo: capacidad de decisión, firmeza de carácter, veleidad, impositividad. } Aspecto relacional: interés por el encuentro y diálogo, confianza, retraimiento, agresividad, defensividad, dependencia, indiferencia, superioridad. Reconocer y trabajar sobre cada una de las dimensiones de † la persona: } Eco: condicionamientos ecológicos, influencia del lugar, la geografía, el hábitat. } Bio: condicionamientos biológicos, fisiológicos, corporales } Psico: lo emocional, la historia personal, las etapas evolutivas que vive. } Socio: el ambiente de interrelaciones donde actúa, la presión familiar, social. } Ético: sus parámetros éticos y morales, el sentido de culpa. } Espiritual: la visión de Dios, de la religiosidad. Reconocer mínimamente los mecanismos de defensa que † están operando: gradualmente aprendemos mecanismos de defensa para proteger al yo. Los utilizamos siempre que el yo se siente amenazado. Todos los usamos y continuamente. 35 CRITERIOS SICOLÓGICOS Son esenciales para reducir la tensión y minimizar la sensación de fracaso o sufrimiento, para aliviar la angustia, para protegernos contra los traumas y mantener nuestra autoestima. Son reacciones normales de ajuste, a no ser que los utilicemos con tanta frecuencia y fuerza que impidan mantener la interioridad del yo: así dejan de ser una ayuda para comenzar a ser un serio obstáculo. Llevan a que nos engañemos y a la deformación de la realidad. Como los mecanismos de defensa actúan en niveles relativamente inconscientes, no están sujetos a evaluaciones conscientes y normales. † Evaluar si existen las seis dimensiones básicas del bienestar psicológico en la persona del acompañado: } Actitud positiva hacia la vida personal, presente y pasada (auto aceptación). } Capacidad para manejar con eficacia los vínculos psicosociales (dominio). } Presencia de relaciones afectivas significativas (afectos positivos). } Creencias acerca del sentido de la vida (proyecto de vida). } Sentimientos positivos hacia el crecimiento y la madurez (desarrollo personal). } Sentido de autodeterminación (autonomía). † Acompañar en la integración de la conflictividad, tensión, miedos, equivocaciones y renuncias propias de la dinámica de la vida. 36 † Promover las condiciones para optar y decidir en base al proyecto histórico personal. † Recurrir a consultas interdisciplinarias, si se vislumbra una posibilidad o situación de riesgo que no pudiéramos acompañar. Los estudios consultados analizan como riesgosos comportamientos relacionados con: Uso de tabaco / Problemas con la alimentación / Consumo de alcohol / Consumo de drogas / Actitudes e ideas suicidas Accidentes no intencionales / Delincuencia / Violencia Enfermedades de transmisión sexual / Fracasos en los aprendizajes / Episodios depresivos † Detectar si hay ausencia de las siguientes características y remitir a una derivación pertinente, de ser necesario: } Poder decidir con cierta libertad acerca de la propia vida. } Una integración yoica que asegure la presencia del principio de realidad. } La capacidad para gratificarse y al mismo tiempo, CRITERIOS adaptarse al contexto socio-cultural en el que se vive, SICOLÓGICOS con lo que se decide hacer. } Un mínimo nivel de “congruencia consigo mismo” que permita que lo que se hace o se proyecta hacer se integra con un determinado sistema de valores o creencias personales que sustenta36. † Interiorizar que toda intervención del acompañante, durante el proceso, será considerado como una hipótesis que deber ser confirmada, ampliada o rechazada por el acompañado. Eso nos permitirá actuar con sumo respeto por su libertad, no “dirigir” ni moldearlo según nuestro parecer, nuestra identidad o anhelos, sino acompañar el desarrollo de la vida singular que ya existe en él. † Promover las condiciones para optar y decidir en base al proyecto histórico personal. † Guardar las confidencias bajo secreto profesional. 36 CASULLO, M. Adolescentes en riesgo. Identificación y orientación psicológica, Ed. Paidós, Bs. As. 1998, pág. 20. 37 Para el acompañamiento comunitario y para el acompañamiento a través del ambiente CRITERIOS SICOLÓGICOS 37 GUATTARI, F. Psicoanálisis y Transversalidad, Siglo XXI Editores S. A., Bs 1976. 38 Ídem. 39 MONTERO. M. Introducción a la Psicología Comunitaria. Desarrollo, conceptos y procesos, Ed. Piadós, Bs As, 2004. 40 Idem. 38 † Ayudar al análisis de los distintos atravesamientos socioculturales presentes en todo grupo y/o institución. † Facilitar la expresión de las representaciones teóricas implícitas, imaginarios y representaciones sociales. † Elucidar la demanda grupal o institucional que nunca es lo que primero aparece, sino lo que subyace y hay que ayudar a que el grupo la formule claramente: que se pide, a quién, para qué. † Favorecer un proceso que permita “tomar la palabra” a los integrantes (transversalidad), sin tener en cuenta sus roles y las relaciones de poder existentes37. † Hacer visibles los atravesamientos que determinan las propias prácticas y las relaciones de poder existentes. † Lograr que cada uno pueda descubrir “su grado de ceguera” en relación a todo el resto, para poder redefinir el rol de cada uno de ellos. De esta forma cuestionar las reglas del juego vigentes, tendiendo a la transformación de las mismas (innovación).38 † Promover la acción disidente, divergente, persistente, consistente y resistente de la comunidad organizada como minoría activa para producir en la mayoría lo que se ha denominado un fenómeno de conversión.39 † Reconocer e incentiva los aspectos fortalecedores del trabajo psicológico comunitario: la jovialidad, el buen humor y la alegría con que muchos miembros de las comunidades comprometidos en proyectos comunitarios asumen tareas, se preparan para realizarla, toman decisiones de importancia y discuten los resultados obtenidos.40 † Acompañar en el proceso de discernimiento de las opciones comunitarias para un proyecto histórico liberador. ANEXOS 39 ANEXO I LA FIGURA DEL ACOMPAÑANTE Luego de haber profundizado sobre el acompañamiento a los jóvenes como un elemento constitutivo de un itinerario educativo y Q U I E N como desafío para responder mejor a las expectativas de los jóvenes ACOMPAÑA que buscan significados profundos para la propia existencia, nos detendremos ahora a evidenciar algunos rasgos de la figura del acompañante, como uno de los componentes fundamentales del acompañamiento. PREGUNTAS PARA ORIENTARSE El acompañamiento, como ya hemos señalado, es un proceso de crecimiento hacia la maduración de la persona. En esta realidad se coloca la figura del acompañante como una presencia que motiva, da confianza y valora los jóvenes en su camino de realización del sueño de Dios. ¿Qué aspectos agregarías? En el desarrollo de los temas ya fuimos mencionando algunos elementos. Trataremos ahora sólo de puntualizar y recoger aquellos que pueden orientarnos a la hora de acompañar a los jóvenes. Cabe destacar que algunos rasgos aparecen ya claramente delineados en ¿Cuál tendrías los criterios de acompañamiento salesiano donde encontramos que cultivar actitudes y modalidades. más? De lo ya mencionado, en primer lugar recordamos que una de las condiciones básicas y vitales para acompañar a los jóvenes es el haber sido acompañados. De esta experiencia nace la capacidad de comprender el mundo interior de los jóvenes con sus riquezas, su complejidad, miedos e inseguridades. De aquí surge, entonces la necesidad de cultivar algunas actitudes y opciones por parte de quienes ejercen el acompañamiento como verdadero ministerio. ¿Con cuál te identificas? Los jóvenes buscan y desean encontrar en nosotros y en nuestros ambientes, personas que caminan a su lado como Jesús; compañeros que acompañan los procesos de la vida y de la fe, y sobre todo ellos puedan experimentar una presencia que refleja la bondad de Dios. Por esto mismo la relación cercana que se instaura en el acompañamiento permite vivir la reciprocidad, y en ésta nos involucramos profundamente como personas, en un camino 40